Legislatura XXX - Año I - Período Ordinario - Fecha 19220823 - Número de Diario 4

(L30A1P1oN004F19220823.xml)Núm. Diario:4

Colegio Electoral

ENCABEZADO

MÉXICO, MIÉRCOLES 23 DE AGOSTO DE 1922

DIARIO DE LOS DEBATES

DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS

DEL CONGRESO DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS

Registrado como artículo de 2a. clase en la Administración Local de Correos, el 21 de septiembre de 1921

AÑO I. - PERIODO ORDINARIO XXX LEGISLATURA TOMO I. - NUMERO 4

4a. JUNTA PREPARATORIA

DE LA

CÁMARA DE DIPUTADOS

EFECTUADA EL DÍA 23

DE AGOSTO DE 1922

SUMARIO

1. - Se abre la sesión. - Lectura y aprobación del acta de la anterior.

2. - Es discutido y aprobado el dictamen relativo al 1er. distrito electoral del Estado de Aguascalientes. Sin discusión se aprueba el dictamen correspondiente al 4o. distrito electoral del Estado de Guerrero.

3. - Se discute y aprueba el dictamen referente al 4o. distrito electoral del Estado de Coahuila. Se levanta la sesión.

DEBATE

Presidencia del

C. VILLANUEVA GARZA JOSÉ

(Asistencia de 191 ciudadanos diputados y presuntos diputados.)

El C. presidente, a las 17.07: Se abre la sesión.

- El C. secretario Ollivier, leyendo:

"Acta de la Junta Preparatoria celebrada por la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, el día veintidós de agosto de mil novecientos veintidós.

"Presidencia del C. José Villanueva Garza.

"En la ciudad de México, a los once y veinticinco del martes veintidós de agosto de mil novecientos veintidós, se abrió esta Junta con asistencia de ciento noventa y ocho ciudadanos diputados y presuntos diputados, según consta en la lista que previamente paso el C. secretario Ollivier.

"El C. secretario Gandarilla dio lectura al acta de la Junta celebrada el día anterior, la cual fue aprobada con una aclaración del C. Siurob.

"La Secretaría, por orden de la Presidencia, manifestó que no había dictámenes en cartera, debido al mucho trabajo que con anterioridad habían tenido las comisiones revisoras de credenciales.

"Se levantó la Junta a las once y treinta y cinco y se citó para las cuatro de la tarde del día siguiente."

Está a discusión el acta. No habiendo quien haga uso de la palabra, en votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa, se servirán indicarlo. Aprobada.

- El C. secretario Gandarilla, leyendo:

"1a. Comisión de Poderes. - 1a. Sección.

"1er. distrito electoral de Aguascalientes.

"Señor:

"A la 1a. Sección de la 1a. Comisión de Poderes que suscribe, correspondió examinar el expediente relativo al 1er. distrito electoral de Aguascalientes.

"El resultado del escrutinio de la Junta Computadora favorece al C. José María Magallanes como candidato propietario, con 1,896 votos, y al C. Rafael Quevedo, con igual carácter, con 1,212. Para diputado suplente arroja dicho escrutinio el siguiente resultado:

"C. S. Cervantes Alva, 1,879 votos.

"C. Melitón Perea, 1,224 votos.

"En el expediente figuran numerosas protestas, pero consideramos debidamente comprobadas, solamente las que corresponden a las casillas que en seguida se detallan:

"Casilla número 33. Esta casilla no se instaló, según consta del acta firmada por los representantes de los partidos e instalador, y aparece el acta de instalación con firma falsificada del instalador.

"Casilla número 46. No se encuentran en el paquete los documentos, solamente protestas en el sentido de que no se estableció la casilla en el lugar señalado y que algunos de los miembros de la Mesa no aparecen en el padrón. Toda la documentación de esta casilla fue consignada al juzgado.

"Casilla número 48. Según el acta de instalación, aparece que esta casilla se instaló en la casa principal de la hacienda de Cieneguilla.

"Casilla número 52. No aparece padrón y resultan votando todos los insertos en una lista que vino en el paquete electoral, por lo que debe declararse nula la votación.

"Casilla número 53. Consta de la documentación y del acta de la Computadora, que el presidente de la casilla no pertenece a la Sección y que hubo fuerza armada en la casilla durante la votación.

"Casilla número 54. No tiene padrón y es cierta la protesta de haberse instalado la casilla en la casa principal de la hacienda de San Bartolo. "Por lo anterior, debe considerarse nula la votación en las casillas mencionadas, que en conjunto

arroja 773 votos a favor del C. Magallanes y 45 a favor del C. Quevedo.

"Haciendo las deducciones respectivas, quedan al candidato Magallanes 1,096 votos y al candidato Quevedo 1,167 votos.

"En cuanto a los candidatos suplentes, resultan con los siguientes votos: C. Cervantes Alva, 1,107; C. Melitón Perea, 1,179.

"Por las consideraciones expuestas, esta Comisión somete a la aprobación de la honorable Asamblea la siguiente proposición:

"Única. Son válidas las elecciones verificadas en el 1er. distrito de Aguascalientes y son diputados: propietario, Rafael Quevedo; suplente, Melitón Perea, por este distrito.

"Sala de Comisiones de la honorable Cámara de Diputados del Congreso de la Unión. - México, D. F., a 21 de agosto de 1922. - Gustavo Arce. - Otilio González. - C. Avilés."

Esta a discusión. Los ciudadanos diputados o presuntos diputados que deseen hacer uso de la palabra se servirán pasar a inscribirse. Se ha inscripto en contra del dictamen el ciudadano José María Magallanes y tiene la palabra. (Siseos en las galerías.)

La Presidencia, por conducto de la Secretaría, atentamente se permite indicar a las galerías que se abstengan de hacer manifestaciones.

El C. Magallanes José María: Señores diputados: No es extraño lo que pasa en este lugar....(Siseos en las galerías. Campanilla.) No es extraño lo que pasa en este lugar. La nación entera lo sabe: las elecciones no se hacen en las ciudades, sino que se hacen aquí....(Siseos en las galerías.) He venido con una credencial justa....(Siseos. Campanilla.)

El C. secretario Gandarilla: La Presidencia insiste en la petición que ha hecho a las galerías.

El C. Magallanes: He venido con una credencial legalmente ganada, y deber mío es venir a defender el voto de mis conciudadanos. Sería mucha cobardía mía retirarme de este lugar sin antes decir aquí, para que se sepa hasta el último confín de la República, que el sufragio efectivo aquí en el santuario de las leyes es donde se pisotea... (Siseos. Aplausos.) He sacado 567 votos arriba de mi contrincante y aquí, con una parcialidad que nadie extraña ni admira porque es usual, se me quitaron 700 votos para favorecer a aquél que valiéndose de su posición en Aguascalientes formó una Junta Computadora integrada por elementos de los suyos, no obstante lo cual, esa Junta Computadora formada por mis enemigos políticos tuvo un rasgo de honradez otorgándome la credencial. Si en Aguascalientes, pues, se ha sabido respetar el voto público, no deis vosotros, señores diputados, el espectáculo de escándalo pisoteando vosotros mismos las leyes. Espero de vuestra cordura, de vuestro patriotismo, que no aprobaréis este dictamen. (Voces: ¡Mocho!) Efectivamente, el Nacional Republicano me ha lanzado, de lo cual no me avergüenzo... (Risas. Voces: ¡Ah! ¡Ah!) no me avergüenzo y vengo a cumplir con un deber, porque si en este lugar, según las leyes, deben estar representadas todas las clases sociales, tengo derecho a estar entre vosotros, aunque no os simpatice. (Voces: ¡Fuera! Murmullos. Desorden.) Bien comprendo, señores, que estoy en un ambiente nocivo, pero nada me importa,. tengo que decir verdades para que se sepa en toda la República que aquí las galerías no son la representación del pueblo, porque se entra con tarjeta. (Murmullos. Desorden en las galerías.) Por lo mismo, señores diputados, apelo a vuestra honorabilidad. (Voces: ¡Fuera! Desorden.)

El C. Siurob: ¡Moción de orden, señor presidente!

El C. secretario Gandarilla: La Presidencia, por conducto de la Secretaría, se permite exhortar a los ciudadanos concurrentes a las galerías a que guarden el orden debido que merece el orador.

El C. Magallanes, continuando: Se queja mi contrincante de presión oficial en Aguascalientes...

El C. Altamirano Manlio Fabio, interrumpiendo: ¡Clerical!

El C. Magallanes, continuando: ¡Argumentos fútiles! En Aguascalientes se dio una prueba de verdadera democracia, como lo voy a demostrar con hechos fehacientes. (Siseos. Voces: ¡Caballero de Colón!) Aquí está la demostración. En Aguascalientes contendieron tres partidos: el Cooperatista, el Independiente y el Nacional Republicano, y los tres han triunfado: el Cooperatista ha sacado al doctor don Pedro de Alba, a quien todos vosotros conocéis. El Independiente ha sacado, también de una manera legal, a don Rodrigo Palacio, y el Nacional Republicano me ha postulado a mí y he triunfado ¡Prueba muy clara y evidente de que en Aguascalientes las autoridades dejaron en entera libertad al pueblo para que sufragara por sus candidatos! (Voces: ¡Mocho! Desorden en las galerías.)

El C. secretario Gandarilla: La Presidencia por última vez se permite indicar a las galerías que se deben abstener de intervenir en este debate. El orador está en perfecto uso de sus derechos y no es correcto que las galerías intervengan. La Presidencia indica también que se verá en el penoso caso de hacer desalojar el intercolumnio en donde estén individuos que intervengan en este debate. (Aplausos.)

El C. Magallanes, continuando: Por lo mismo, señores diputados, después de lo que todos vosotros conocéis y sabéis en conciencia, creo que estáis en pleno derecho para votar en contra del dictamen y que no permitiréis, como verdaderos patriotas y verdaderos mexicanos amantes de vuestra patria y de su progreso, que ahora se cometa un atropello tan incalificable como el que se pretende efectuar, que no sería otra cosa desechar mi credencial.

El C. secretario Gandarilla: Tiene la palabra en pro el ciudadano Rafael Pérez Taylor.

El C. Pérez Taylor: Ciudadanos diputados y presuntos diputados: El ciudadano presunto diputado, José Magallanes, al terminar su discurso dijo que había explicado y que había dicho y no dijo nada ni explicó nada. (Aplausos en las galerías.) Esta es siempre y ha sido siempre la conducta de los hipócritas (Aplausos en las galerías) que van poco a poco asesorándose con las encíclicas de los Papas y cubriéndose con la sotana de los

frailes. (Aplausos en las galerías.) Ya es tiempo, señores diputados y presuntos diputados, de que la Asamblea Nacional, de que el elemento revolucionario y de que el elemento liberal ponga un frente único, un frente definitivo a los maquiavelismos antipatrióticos y traidores de los Caballeros de Colón. (Aplausos en las galerías.) Los caballeros de Colón, señores diputados y presuntos diputados, es la maffia tenebrosa, en la agrupación inspirada en todos los odios en contra del pueblo, y que trabajando por el subsuelo, llevando consigo a hombres a la Representación Nacional, quiere estrangular los ideales revolucionarios, y esto no lo permitiremos jamás. Nosotros no podemos admitir que aquí venga a ondear la sotana de un fraile o siquiera el estandarte de cualquiera agrupación político - religiosa. (Aplausos.)

Agrupación político - religiosa son los Caballeros de Colón. Ved el expediente del ciudadano Magallanes: allí está la copia de una acta en donde se habla del Divino Cristo. ¡El Divino Cristo, escupido, escupido por los propios católicos...! (Voces: ¡Muy bien! Aplausos.) allí veréis también en esas actas, que habla, que se infla a todos los católicos de Aguascalientes. Ya habéis escuchado las palabras doctas del compañero Pedro de Alba, ahora senador: ¿Qué es lo que pasa en Aguascalientes? ¿Qué es lo que sucede en Aguascalientes? El rebaño católico, la mafia frailuna y; sencillamente, el dogma, el sectarismo, eso es lo que corre como avalancha tumultuosa entorpeciendo las conciencias y queriendo traicionar a los ideales de la revolución.

Señores diputados y señores presuntos diputados: Si queréis levantar todavía el estandarte sagrado de los ideales revolucionarios, no aceptéis nunca en esta Asamblea Nacional a un Caballero de Colón. (Aplausos. Voces: ¡Bravo!)

El C. secretario Gandarilla: Tiene la palabra en contra, por segunda vez, el ciudadano Magallanes. (Siseos.)

Se suplica a las galerías guarden compostura.

El C. Magallanes: Señores diputados y presuntos diputados: El señor orador que ha hecho uso de la palabra antes que yo, ha venido a decir muchas cosas en contra de los Caballeros de Colón y en contra de los católicos, pero no ha dicho nada en contra de mi credencial; y ya que se espanta de los católicos y no quisiera ver aquí a ninguno de ellos, debo decirle que entre los diputados y presuntos diputados que se sientan en las curules, hay más de un sesenta y cinco por ciento de católicos...(Voces: ¡No! ¡No!) Y si os espantáis...(Voces: ¡Fuera! Campanilla.)

El C. secretario Gandarilla: La presidencia reitera sus indicaciones, en la inteligencia de que si nota que no se acatan sus órdenes, se verá en la pena de mandar desalojar las galerías.

El C. Magallanes, continuando: Señores diputados: El orador excitó a todos vosotros a que no admitieráis aquí a ningún católico, pero considerad que la mayoría de los católicos somos los que sostenemos con nuestro dinero a la nación... (Risas.) Por lo mismo, señores diputados, os excito a que cumpláis con vuestro deber como verdaderos patriotas. (Voces en las galerías: ¡Fuera! ¡Fuera!)

El C. Pérez Taylor: Para una aclaración, señor presidente.

El C. secretario Gandarilla: Tiene la palabra en pro del dictamen el ciudadano Pastoriza.

El C. Pérez Taylor: Una aclaración.

El C. presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Pérez Taylor: Yo no he manifestado en mi anterior peroración que no deba admitirse aquí a los católicos; toda religión es digna de mis respetos; yo lo que digo es que aquellos individuos que enmascarados con una religión y transformados en caballeros de Colón hagan política con el correvedile de determinada doctrina religiosa, esos sencillamente son unos fariseos que traicionan a la patria. Eso es lo que yo quería aclarar.

El C. Pastoriza Juan: Señores representantes: Dos van a ser los puntos de vista desde los cuales voy a tratar el estudio de este caso electoral de Aguascalientes. El primero, señores, es desde el punto de vista legal de los fundamentos que han servido a la Comisión dictaminadora para emitir un dictamen enteramente ajustado a los preceptos legales y sin duda alguna, señores, que si después entro en algunas consideraciones de carácter político y moral, es porque el caso que en estos momentos está a debate se presta para ello, porque, más que todo, es materia de principio y no materia de política ni de bandos: es la cuestión trascendental, señores, en que siempre se ha visto envuelta la República, los dos grandes caminos: el alma liberal por un lado, luchando en los campos de la Revolución y llegando hasta cristalizar en sabias leyes, y el elemento retrógrado, el elemento reaccionario, el elemento bastardo que siempre pretende venir a conquistar más tarde el nuevo campo para quitárselo dentro de las propias especulaciones liberales, al grupo que antes era liberal y que hoy se conoce en las tendencias modernas avanzadas con el nombre de socialista.

Desde el punto de vista esencialmente legal, señores, podemos ver que las autoridades municipales de ese distrito repartieron las credenciales en blanco, burlando en todo los preceptos expresos de la Ley Electoral sobre la materia. Desde ese punto de vista, ¿Qué cosa es lo que puede contestar el señor presunto diputado Magallanes? ¿Cómo explica eso y cómo viene a probar que no hubo una presión manifestada de parte de las autoridades, cuando el propio presidente del partido que lo postuló es nada menos que el secretario particular del gobernador del Estado?

Si esas, señores, no son presunciones en el orden lógico para venir a traer conclusiones en el orden legal, entonces sin duda alguna que esta Asamblea cometería una grave injusticia al no aceptar aquí al presunto diputado por Aguascalientes; pero las pruebas de orden legal que obran en el expediente de la Comisión dictaminadora, son concluyentes. Está comprobado que las autoridades municipales del 1er. distrito electoral de Aguascalientes tuvieron a bien ordenar la instalación de casillas en lugares distintos a los designados por ellas mismas con anterioridad; y terminantemente la Ley Electoral, en una de sus prescripciones manifiesta que todas las casillas que no sean instaladas en los lugares fijados y de acuerdo con las disposiciones legales, estarán afectadas de nulidad. Esto ha servido de base para normar su criterio a la Comisión dictaminadora del Partido Cooperatista, que en todo ha querido apegarse a la ley, porque no es

verdad que sea una aplanadora ni una máquina; solamente pueden quejarse de los procedimientos del Partido Cooperatista, los estériles que no han podido pertenecer a él. (Aplausos.) El Partido Cooperatista, que por primera vez en los anales de la historia política de la República Mexicana, ha sido un partido que no ha salido de las esferas oficiales ni ha obedecido las consignas, sino que solamente está formado por el esfuerzo individualista de cada uno de sus componentes, por eso, señores, todos los elementos del Partido Cooperativo, que hoy forman la mayoría parlamentaria que viene a buscar el prestigio de la nación - porque necesario es, señores, que esta Cámara legislativa, que ha sido escarnecida y vilipendiada con justicia, cambie y levante muy alto el pedestal del Poder Legislativo -, el Partido Cooperatista, celoso del cumplimiento de la ley, ha procurado estudiar estos paquetes electorales, y yo quiero oír a los impugnadores del dictamen para que vengan con las pruebas fehacientes a sostener la verdad legal irrebatible en todas sus conclusiones. (Aplausos.) Habéis oído, señores, al señor representante espurio de ese distrito de Aguascalientes; dentro del orden legal no ha tenido una sola prueba que aducir. Entonces, señores, ¿dónde está la razón de su elección? ¿dónde está la verdad? Nosotros no podemos venir aquí a pasar por encima de la ley escrita, porque la ley escrita, cuando no es buena, hay que modificarla; pero aquí, en todo y por todo, la Ley Electoral ha sido violada, como se ha probado dentro del propio expediente de la Comisión dictaminadora. Yo no he podido oír aquí argumentación de carácter esencialmente legal por parte del impugnador del dictamen, y si nosotros entramos ahora, señores, a cuestiones de carácter esencialmente moral, yo creo que la vergüenza de los hombres y la honradez de ellos es superior a todos los formulismos y a todas esas formas atrabiliarias del procedimiento político. ¿Por qué? Porque en vista, señores, de que por desgracia en estos instantes en que parece que ya después de la gran era revolucionaria empieza a sentarse la piedra angular definitiva de la independencia, de la reconstrucción nacional, no faltan por allí los cuistres de la revolución, no falta todo eso que constituye la baja hampa y la canallería del grupo de los mendaces para venirse a oponer a la obra benefactora de la República con las tendencias eternamente retardatarias. Y de esos es el señor Magallanes, representante genuino del grupo clerical de Aguascalientes. (Aplausos.) Quien más, quien menos - salvando algunas honrosísimas excepciones -, este es un grupo, señores, que si acaso ahora está un tanto dividido por determinadas tendencias en el orden político, no lo está desde el punto de vista de la confraternidad ni al través de los propios principios revolucionarios. Aquí hay un gran conglomerado de hombres, y ese conglomerado de ciudadanos en el completo ejercicio de sus derechos, quien más, quien menos, lleva, por decirlo así, el pendón de lo que ayer fue la revolución y el estandarte de las grandes promesas que se hicieron al pueblo. ¿Y se puede aceptar, entonces, dentro de ese grupo de hombres conscientes y verdaderos liberales - hoy con tendencias socialistas -, a los representantes de hombres de tendencias enteramente retardatarias? Indudablemente que no, señores. No sólo desde el punto de vista de las consideraciones esencialmente legales de este dictamen, aun suponiendo que la elección del ciudadano Magallanes, desde el punto de vista de los cánones legales fuera expresa y determinativa, aquí hay una mayoría de hombres conscientes para no aceptar nunca que bajo el principio de los fanatismos y de los dogmas vinieran a sentarse en estas curules los genuinos representantes de la reacción. Por eso os pido un voto aprobatorio para el dictamen que tan atinadamente ha formulado la Comisión dictaminadora. (Aplausos.)

El C. Pérez Taylor: Pido la palabra para una aclaración.

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Altamirano, y al final del debate, se le concederá al ciudadano Pérez Taylor.

El C. Altamirano Manlio Fabio: Señores diputados y presuntos diputados: No voy a ser muy extenso en mi exposición, porque visiblemente se advierte que no tenemos enemigo en este debate. Aquí han obrado mal los señores católicos, porque no han mandado a un representante de aquellos que presumen de gran elocuencia y gran sabiduría; han mandado a un representante que sólo ha sabido sonreír ante las manifestaciones hostiles de las galerías, donde está el pueblo, y de los diputados donde también está la Representación Popular. Sólo quiero hacer aquí rememoración de algo que nos aconteció en Aguascalientes al líder agrarista Antonio Díaz Soto y Gama y a mí, para que vean ustedes hasta dónde llegó la urdimbre de los Caballeros de Colón en aquella ciudad. Llegamos a la ciudad de Aguascalientes el 16 de septiembre del año pasado, de acuerdo con Díaz Soto y Gama, para ver en qué forma el pueblo de Aguascalientes celebraba la gloriosa fecha de nuestra independencia; nos encontramos, señores, con que el programa oficial, para mengua de la revolución, para asombro de los revolucionarios, figuraban, teniendo un número, los Caballeros de Colón, y subscribían aquel programa las autoridades de Aguascalientes. Indudablemente, señores, que Antonio Díaz y Gama, tildado de agitador mil y mil veces, y el diputado Altamirano, tildado también de agitador mil y mil veces, no podían permitir que en aquella fecha gloriosa en que se removieron todos los entusiasmos populares para proclamar la Independencia nacional, se fuera a dar un bofetón tan tremendo a la revolución, permitiendo que en la Alameda de Aguascalientes se hiciera una manifestación de los Caballeros de Colón, trayendo en sus manos una banderita tricolor con la virgen de Guadalupe en el centro; esto, señores, creímos que era una ignominia, y con la actividad propia de los "agitadores", con la premura de los "agitadores", convocamos al pueblo de Aguascalientes, al pueblo trabajador, que es donde está la revolución; lo citamos para un gran mitin, y en aquel mitin se acordó destruir, si necesario hubiera sido por la fuerza, aquella manifestación que consideramos que era un ultraje para los principios revolucionarios; y ante nuestro movimiento de fuerza, ante la energía del pueblo trabajador, los Caballeros de Colón, con la hipocresía y con el miedo que les caracteriza, optaron por suprimir aquella

manifestación. Y el pueblo trabajador de Aguascalientes tuvo que deplorar que no hubiéramos llegado hasta el momento final para demostrarles a los Caballeros de Colón que en el terreno de los hechos, tenemos mucho más que ellos, a pesar de su gran organización. (Aplausos.)

Yo quiero que sepa esto la Asamblea, aunque creo que hay ya criterio uniforme en este debate; pero quiero que lo sepa para que se vea que el señor Magallanes es aquí representante, no del pueblo de Aguascalientes, sino del obispo de Aguascalientes, (Aplausos.) que en su cinismo se ha convertido en consejero del gobernador de Aguascalientes. El señor Magallanes es el representante de la clerecía de Aguascalientes y de los Caballeros de Colón, y estoy seguro de que su propaganda se hizo, no en los mítines ni en las plazas públicas, no a gritos, como lo hacemos nosotros, sino por medio del confesonario y por medio del púlpito. (Aplausos.)

El C. secretario Gandarilla: No habiendo inscripto ningún orador, se concede la palabra al ciudadano Rafael Pérez Taylor para una aclaración.

El C. Pérez Taylor: La aclaración, señores diputados y presuntos diputados, consiste en lo siguiente: Mi querido compañero Juan Pastoriza indicó que todos los que no pertenecen al Cooperatista eran hombres estériles. Yo, por ser de justicia, declaro que para mí son hombres dignos un Siurob, un Vasconcelos, un Martín Barragán, ciudadanos que no están con nosotros, que no han "chaqueteado" y que, sin embargo, siguen con sus principios liberales, con sus principios revolucionarios. (Aplausos.)

El C. secretario Gandarilla: No habiendo más oradores inscriptos, se preguntan a la Asamblea si se considera el dictamen suficientemente discutido. Los que estén por la afirmativa, sírvanse manifestarlo. Se considera suficientemente discutido. En votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa, sírvanse manifestarlo. Aprobado.

La Secretaría, por orden de la Presidencia, declara que son diputados, propietario y suplente, respectivamente, por el 1er. distrito electoral de Aguascalientes, los ciudadanos Rafael Quevedo y Melitón Perea. (Aplausos.)

- El mismo C. secretario, leyendo:

"la. Comisión Revisora. - 2a. Sección.

"Honorable Asamblea:

"A la 2a. Sección de la 1a. Comisión Revisora fue turnado, para su estudio y dictamen, el expediente formado con motivo de las elecciones verificadas el día 2 de julio del presente año, en el 4o. distrito electoral del Estado de Guerrero.

"Examinados los documentos que obran en el expediente respectivo y hecha una escrupulosa revisión de los paquetes electorales que contiene, la Comisión encontró los siguientes datos, que sirven para formular el presente dictamen:

"En el 4o. distrito electoral del Estado de Guerrero, compuesto de las municipalidades de Chilapa, Atlixtac, Zitlala, Quechultenango, Tenango del Río, Ahuacuotzingo, Zapotitlán y Olinalá, jugaron dos fórmulas, integradas, respectivamente, por los CC. doctor Refugio Cervantes, como diputado propietario, e Ignacio Andraca Carvajal, como suplente, y la de los CC. Celestino Zárate y Moisés Guevara, como propietario del primero y como suplente el segundo. Se instalaron 82 casillas electorales, habiéndose hecho el cómputo de 77 de ellas en virtud de que los paquetes pertenecientes a las cinco secciones electorales del municipio de Olinalá no llegaron a tiempo de computarse en la Junta Computadora y fueron enviados directamente a esta Cámara.

"Obran agregadas al expediente que se revisa 5 protestas subscriptas por el candidato Celestino Zárate, denunciando los siguientes hechos: 1o. Por que el C. Enrique Castro fungió como presidente de una casilla y presidente de la Junta Computadora y por ser juez Menor del municipio de Chilapa. - 2o. Porque el C. Salustio Deloya forma parte del Ayuntamiento de Chilapa y fungió como secretario de la Junta Computadora y como presidente de una casilla electoral, y otra en virtud de que algunos presidentes de casillas no saben leer ni escribir. Contra la denuncia contenida en estas protestas, que la Comisión se ha visto en el caso de tomar en consideración, existe la circunstancia de que el C. Enrique Castro comprobó ante la Junta Computadora haber renunciado con mucha anticipación el puesto de juez Menor suplente y no parecer datos de que no estuvo en funciones en el municipio expresado; que el C. Deloya se separó del puesto con licencia de 30 días antes de la elección, y, por último, aun cuando algunos presidentes de casilla realmente no saben leer, no está establecido en la ley que sea esto un motivo de nulidad, sin embargo de lo cual como descontando los votos habidos en las casillas donde ocurrió tal irregularidad siempre la pluralidad de los mismos favorece al candidato declarado triunfante en la Junta Computadora, esta Comisión sólo señala el antecedente que motivo la protesta y no la toma en consideración en virtud de que tomándola no cambia el resultado final del resultado del escrutinio formado en la Junta Computadora tantas veces citada.

"Por un principio de equidad, esta Comisión computó los cinco paquetes correspondientes a las cinco secciones electorales que forman el municipio de Olinalá, dando por resultado que en dicho lugar obtuvieron la fórmula Cervantes - Andraca 364 votos, y la fórmula Zárate - Guevara 280 votos, por lo que, agregados al cómputo habido en la Junta Computadora y que esta Sección tiene como bueno, tanto por haberse ajustado a la ley como por corresponder a los paquetes cuya revisión escrupulosa se hizo, resulta que el C. doctor Refugio Cervantes obtuvo 4,963 votos contra 3,630 para el C. Celestino Zárate, obteniendo igual número de votos, respectivamente, los ciudadanos que figuraron como suplentes en las dos fórmulas habidas en este distrito.

"Como consecuencia de la parte expositiva anterior, esta Comisión ha adquirido la convicción de que el triunfo legal corresponde a la fórmula Cervantes - Andraca, por cuya causa somete a la consideración de esta H. Asamblea los siguientes puntos resolutivos:

"1o. Son buenas y válidas las elecciones ordinarias de diputados al Congreso de la Unión, celebrada el día 2 de julio del corriente año en el 4o. distrito electoral del Estado de Guerrero.

"2o. Son diputados, propietario y suplente, respectivamente, por el expresado distrito, los CC. Refugio Cervantes e Ignacio Andraca."

"Sala de Comisiones de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión. - México, a 22 de agosto de 1922. - R. González Garza. - Adolfo H. Marín. - L. Espinosa y Elenes."

Está a discusión. Los ciudadanos diputados y presuntos que deseen hacer uso de la palabra, sírvanse pasar a inscribirse. No habiendo quien haga uso de la palabra, en votación económica se pregunta si se aprueba el dictamen. Los que estén por la afirmativa, sírvanse manifestarlo. Aprobado.

La Presidencia, por conducto de la Secretaría, declara: Son diputados, propietario y suplente, respectivamente, por el 4o. distrito electoral de Guerrero, los ciudadanos Refugio Cervantes e Ignacio Andraca.

- El mismo C. secretario, leyendo:

"1a. Comisión Revisora de Credenciales. - 8a. Sección.

"H. Asamblea:"

"El expediente electoral correspondiente al 4o. distrito del Estado de Coahuila, fue turnado a esta Comisión, para su estudio y dictamen, y después de un minucioso y detenido estudio, se encontró que jugaron las siguientes fórmulas:

"Enrique Breceda y Reginaldo Cepeda; Ernesto M. Salas y Eliseo Castro; Benigno R. Pérez y José B. Acosta.

"La única Junta Computadora que se instaló en ese distrito electoral, extendió credenciales en favor de los CC. Enrique Breceda y Reginaldo Cepeda, como diputados propietario y suplente, respectivamente, por haber obtenido una votación de 3,719 y 3,814 votos, respectivamente, asignándole a su vez 1,860 votos y 1,955 para los CC. Ernesto M. Salas y Eliseo Castro, y 2,204 y 2,275 para los CC. Benigno R. Pérez y José B. Acosta.

"La Comisión recibió, igualmente, la votación de diez y ocho paquetes, que no fueron computados en la respectiva Computadora y que arrojaron un total de 1,139 votos a favor del C. Ernesto M. Salas, dando por resultado que la votación final computadora para el expresado C. Salas, es de 3,005 votos, por cuyo motivo la Comisión, a pesar de haber tenido a la vista algunas protestas que presentó el expresado C. Salas, no estimó de justicia tomarlas en consideración, por no venir acompañado a los respectivos paquetes electorales y porque no son pruebas fehacientes para restarle votos al C. Breceda; por todo lo anterior, nos permitimos poner a vuestra consideración, los siguientes puntos resolutivos:

"1o. Son válidas las elecciones verificadas en el 4o. distrito electoral del Estado de Coahuila.

"2o. Son diputados propietarios y suplente, respectivamente, por el mencionado distrito, los CC. Enrique Breceda y Reginaldo Cepeda."

"Sala de Comisiones de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión. - México, 23 de agosto de 1922. - M. L. Guzmán. - Enrique Barón Obregón. - G. Martínez."

Está a discusión. Los ciudadanos diputados que deseen hacer uso de la palabra, sírvanse pasar a inscribirse.

El C. secretario Gandarilla: Hasta estos momentos se han inscripto los siguientes oradores: Luis N. Morones, Elpidio Barrera y José F. Gutiérrez.

El C. Manrique: Pido la palabra para una moción de orden.

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Manrique para una moción de orden.

El C. Manrique: Fundándome en el artículo reglamentario relativo, pido atentamente a la Comisión se sirva fundar detenida y serenamente el dictamen.

El C. Gandarilla: Se invita a uno de los miembros de la Comisión a fundar el dictamen.

El C. Barón Obregón, de la Comisión: Honorable Asamblea: La 8a. Sección de la 1a. Comisión Revisora de Credenciales, que me honro en presidir, tuvo conocimiento de este expediente, y revisado minuciosamente produjo el dictamen que acaba de presentarse a vuestra consideración. Los fundamentos legales únicamente que tuvo en cuenta esta Comisión para producir el dictamen, fueron los siguientes: En primer lugar, funcionó únicamente una sola Junta Computadora, que extendió credenciales en favor del ciudadano Enrique Breceda; esta Junta Computadora arrojó después un escrutinio completo de todas las casillas que funcionaron en es expresado distrito, los siguientes cifras: 3,719 votos en favor del ciudadano Breceda; 1,860 en favor del ciudadano Ernesto M. Salas, y 2,204 en favor del ciudadano Benigno R. Pérez.

Como la comisión recibiera al mismo tiempo diez y ocho paquetes que fueron enviados directamente a la Oficialía Mayor de la Cámara de Diputados, y teniendo en consideración que esta votación no había sido computada por la expresada Junta que se instaló en San Pedro de las Colonias; teniendo igualmente en consideración que la expresada votación venía sin huellas de violación de ninguna especie, procedió a hacer el cómputo de esta votación, y resultó que en favor del ciudadano Salas había una votación de 1,139 votos, que no estaban computados en la primera lista que envió la Junta Computadora directamente a la Cámara de Diputados. Pues bien; la Comisión consideró de su deber, si no desde un punto de vista perfectamente legal, sí como una última condescendencia para el ciudadano Salas, computar esta cantidad, o sean 1,139 votos, que unidos a los 1,866 que arrojaba el cómputo de la Junta, vinieron a dar un escrutinio final de 3,005 votos en favor del ciudadano Salas, contra 3,719 votos que obtuvo el ciudadano Breceda. La Comisión recibió protestas por escrito, así como verbales, del único candidato que se presentó a la expresada Comisión, y que fue el señor licenciado Salas. Todavía hoy en la mañana procedimos a hacer un escrutinio, que nos dio finalmente la verdad sobre el dictamen que acabamos de presentar. Con el escrutinio y teniendo a la vista las listas de escrutinio que las respectivas casillas entregaron a los

candidatos y que se encuentran firmadas por cada uno de los representantes de los tres partidos contendientes en el 4o. distrito electoral de Coahuila, resulta que se comprobó precisamente que la votación obtenida por el ciudadano Breceda es superior a la obtenida por sus dos contrarios, ciudadanos Salas y Pérez. Por esta consideración, la Comisión tuvo el honor de presentar el dictamen que se acaba de leer. Ahora bien; la Comisión dictaminadora se encontró ante un problema verdaderamente serio, y fue el de calificar la procedencia verdadera de los diez y ocho paquetes que vinieron directamente a la Cámara de Diputados, aun cuando tuvo a la vista constancias presentadas por el ciudadano Salas, en las cuales se hacía ver de una manera clara y precisa que estos paquetes habían sido depositados en el Juzgado de Primera Instancia y que allí se habían mandado directamente a la Junta Computadora, tratando de hacer aparecer al ciudadano Breceda como que tenía en esos momentos algunos presidentes de casillas en su domicilio y que suponían los demás candidatos que se estaban violando estos documentos. Esta Comisión, a pesar de todas estas razones, sigue creyendo que no es el conducto debido, ni es el conducto legal mandar por medio de un Juzgado de Primera Instancia, a la Cámara de Diputados, los paquetes que debe conocer de una manera firme y precisa, según lo estatuye la ley, los paquetes electorales de las distintas casillas que por alguna circunstancia no fueran computados en la Junta Computadora que la misma ley previene que debe instalarse. Ahora bien; esta Junta Computadora, después de reseñar las distintas protestas que se encontraron en los expedientes, después de agregarlos en su acta final, certifica de una manera precisa que la votación mayor fue obtenida por el ciudadano Breceda.

Como para la Comisión los documentos oficiales son aquellos documentos que previene la ley que deben mandarse con los respectivos paquetes electorales para una elección, son los únicos que puede tener como fehacientes y como buenos. La misma Comisión hubiera producido un dictamen sin tener en consideración los 18 paquetes que se computaron, porque de esta manera quedaba demostrada la legalidad de la elección del ciudadano Breceda, pero como acabo de manifestaros, la Comisión, dando un acto último de bondad para el candidato Salas, creyó conveniente computar esos diez y ocho paquetes y, finalmente, con toda esta computación el candidato Breceda resulta triunfante, por lo que la Comisión no puede, por ningún motivo, destruir la votación del ciudadano Breceda para conceder el triunfo a cualquier otro de los candidatos por simples suposiciones, como las que han sido presentadas ante la misma Comisión, por simples pruebas testimoniales que, como todos ustedes saben, no pueden tomarse en contra de actos de una votación, o bien por simples documentos formados por alguno de los interesados en esta elección, que demuestran o revelan desde luego que hubo tiempo suficiente para hacer una preparación en contra de la votación que la Junta Computadora de San Pedro de las Colonias presentó a la consideración de la honorable Cámara de Diputados.

Por todas estas razones y con el deseo manifiesto de que esta Comisión sea oída en caso necesario para hacer algunas aclaraciones cuando así lo estime pertinente quien impugne el dictamen, me permito pedir a la honorable Asamblea se sirva dar su voto aprobatorio. (Aplausos.)

El C. secretario Gandarilla: Tiene la palabra en contra el ciudadano Luis Morones.

El C. Morenos: Seguramente que no es mi ánimo tachar a la Comisión encargada de formular el dictamen que está a debate de parcialidad en el caso que nos ocupa, porque acabo de escuchar de labios de uno de los miembros de esa misma Comisión que creyó, en el caso presente, en que la abrumadora mayoría de votos que dice tener el ciudadano Enrique Breceda no daba margen a aplicar otro criterio que no fuera el estrictamente, para ellos, el único de ser condescendientes, de dar oportunidad al ciudadano Salas Para que presentara una documentación que lo hiciera ocupar el segundo lugar y para que en resumidas cuentas el ciudadano Benigno Ramón Pérez ocupara el último término. Es necesario que los ciudadanos diputados y presuntos diputados reunidos aquí conozcan la situación que prevalece en el Estado de Coahuila para que puedan darse una idea dentro del criterio eminentemente revolucionario de que se ha hecho mención, a que se ha acudido en el asunto del presunto diputado de Aguascalientes para llegar a la conclusión de que estamos frente a un caso similar, nada más que con la característica especial de que si bien es cierto que no se trata de un representativo de la clerigalla, de un portaestandarte de la reacción ensotanada, sí en el caso del ciudadano Enrique Breceda se trata de un representativo de la reacción capitalista y de un tránsfuga de la revolución. (Aplausos. Siseos.)

Hace varios meses que centenares de trabajadores en la región lagunera están muriéndose de hambre; hace muchos meses que en torno de los centros que en otras ocasiones han sido fuentes de vida para los mismos trabajadores del campo y de las ciudades como San Pedro de las Colonias... (Siseos en las galerías. Voces: ¡Cállate!) Pueden ustedes sisear, pero no serán bastantes para acallar la voz de la verdad, la voz de la justicia y la voz de la revolución, ni los siseos inconscientes, ni los aplausos inconscientes también. (Aplausos. Siseos. Voces: ¡Cállate, pagado por los algodoneros!) Estos centros de reunión que, como San Pedro de las Colonias, son lugares donde se reúnen grupos compactos de trabajadores, al aproximarse la última campaña electoral, codo con codo, puesto al servicio de sus intereses la última esperanza redentora de hacerse oír en el seno de la Representación Nacional, eligieron como candidato suyo a un humilde trabajador del campo: a Benigno Ramón Pérez (Voces: ¡Ah!) y a otro compañero trabajador también. Y no es extraño que en estos momentos se recurra al extremo de formar un ambiente para desorientar al que habla; pero hombres que como nosotros, como el que tiene el honor de dirigirse a esta honorable Asamblea, han estado a prueba siempre de estas maniobras, hablará hasta que su conciencia, hasta que el criterio que por mi conducto pretenden hacer llegar a los representantes de esta Asamblea centenares de trabajadores del Estado de Coahuila, pueda determinar un cambio favorable en beneficio de la revolución, que se encuentra indiscutiblemente

amenazada por una reacción, por un grupo de neoreaccionarios que se han colado o pretenden colarse hasta aquí, para que con una capa ligera de revolucionarios burlar la aspiración del pueblo trabajador, que el que habla tiene la obligación de defender, pese a quien le pese. (Aplausos.) Todos, o la mayor parte de las autoridades civiles del Estado de Coahuila fueron cambiadas, cuando estas autoridades no se mostraban enteramente conformes con los procedimientos atentatorios del Ejecutivo de ese Estado; esencialmente en San Pedro de las Colonias fue donde por la virilidad, por la energía de los elementos trabajadores, por la actividad desplegada creyó el gobernador Arnulfo González peligroso que el municipio integrado por trabajadores, por campesinos, continuara fungiendo, y fue derrocado y en su lugar fueron puestos elementos incondicionales del propio gobernador Arnulfo González. Con este mal ambiente, con esta dificultad seriamente presentada a las ideas de los compañeros trabajadores de aquella región, se inició la campaña; pero no fue eso todo, se hizo una nueva división territorial que dividía en condiciones verdaderamente desventajosas para los compañeros de aquella región el distrito correspondiente al camarada Benigno Ramón Pérez, obligándolo a desarrollar una mayor actividad, a hacer mayores sacrificios para atender a su propaganda, que todos sabéis que de por sí es costosa, que de por sí demanda actividades que en un trabajador humilde, como es Benigno Ramón Pérez, no siempre pueden ponerse a disposición una buena causa. Así se llegó hasta las elecciones con completos o si no completos, con pequeños recursos, con el único contingente que podían dar los trabajadores del campo y de la ciudad con su buena voluntad para cubrir todos los puestos donde la propaganda y la organización electoral era preciso que estuviera defendiendo los intereses del candidato Benigno Ramón Pérez y las elecciones se efectuaron en medio de un ambiente hostil para los trabajadores, hostil para Benigno Ramón Pérez, y conocen de esa elección infinidad de elementos que reunidos en torno de la casa señalada por la autoridad para que se instalara la Junta Computadora, conocen el detalle de que casi bajo una presión violenta, la mayor parte de los presidentes de casilla, que el oro del ciudadano Enrique Breceda pudo corromper, fueron forzados a darle la credencial a éste, y cuando se trataba de comprobar el procedimiento indebido llevado a cabo por esa Junta Computadora de no haber tenido en cuenta infinidad de datos, de no haber respetado absolutamente todo lo que en materia legal se dispone como un canon para que se ajusten a él los procedimientos de los miembros que integran la Junta Electoral y cuando después de verificada ésta y de consumado el chanchullo pudo verse, pudo conocerse que por declaración misma de algunos de los presidentes comprados por el señor Breceda, que inconformes porque este señor no les había pagado la cantidad que habían estipulado previamente, pudo conocerse la serie de incidentes, de chanchullos vergonzantes a que tuvo que apelarse para declarar, para desechar a Benigno Ramón Pérez, entonces todo el coraje, toda la rebeldía de los trabajadores de aquella región ha estallado. (Voces: ¡Pruebas! ¡Pruebas!) Y cuando, en una palabra, se llega hasta aquí, Benigno Ramón Pérez con su documentación, con todos los prueban que él ha sido el triunfador; cuando se deseaban dar todas las oportunidades a la Comisión encargada de dictaminar este asunto, para probarle hasta la evidencia que había hechos como el siguiente: de que en un sitio donde no había más que 25 ciudadanos capacitados para votar, obtenía el ciudadano Breceda hasta 350 votos y otros detalles por el estilo; cuando confiábamos en que habían de oírse todos estos datos, nos encontramos con que por sorpresa se presenta este caso (Siseos. Murmullos.) que naturalmente tenemos el deber de defender... (Siseos. Desorden. Campanilla.)

El C. secretario Gandarilla: Se llama la atención a las galerías.

El C. Morones, continuando: ...que tenemos el deber de defender con ese mismo criterio revolucionario que han aplaudido los mismos que me sisean. (Siseos.) Tal vez sea desconocido que relatados los datos en la forma en que lo he hecho, las circunstancias que mediaron en la elección del 4o. distrito de Coahuila, tal vez sean desconocidos para los mismos que rinden culto a la revolución y a sus principios, que el ciudadano Enrique Breceda es un tránsfuga de esa misma revolución, (Aplausos.) que el ciudadano Enrique Breceda...(Voces: ¡Fuera!) en época difícil para la revolución, cuando la escisión entre Villa y Carranza fue un hecho, huyó con los fondos confiados a su honor, al lado americano...

El C. Breceda, interrumpiendo: ¡Mentira!

- El C. Morones:...Estando en situación comprometida...

El C. Breceda: ¡Miente usted! (Gritos. Desorden en las galerías.)

El C. secretario Gandarilla: Se llama la atención a las galerías, a fin de que se abstengan de intervenir en el debate.

El C. Morones: El ciudadano Enrique Breceda, que era pagador de las fuerzas al mando del general Calles, huyó a los Estados Unidos llevándose los fondos, y por este hecho...

El C. Breceda: ¡Miente usted!

- El C. Morones:...Y por este hecho se ordenó...(Continúa el desorden en las galerías.)

El C. Robledo Juan de Dios: Moción de orden.

El C. secretario Gandarilla: Si las galerías insisten en hacer demostraciones de desorden, la Presidencia se verá en la pena de ordenar se desalojen.

Tiene la palabra, para moción de orden, el ciudadano Robledo.

El C. Robledo: Suplico a su señoría el señor presidente se sirva ordenar a los oradores que se ajusten a los términos de los debates; las palabras ofensivas deben ser retiradas inmediatamente después de pronunciadas, para que se cumpla con el respeto que se debe a la Cámara.

El C. Morones: Lo que he dicho es una verdad; las pruebas pueden obtenerse, porque existen documentos oficiales que pueden probar hasta la orden de captura dada por el propio general Calles en contra de Breceda.

El C. Breceda: ¡Miente usted!

El C. Morones: Orden terminante y enérgica que manifestaba que debía ser pasado por las

armas el ciudadano Breceda, y aprehendido que fue en Nogales, la benevolencia de Adolfo de la Huerta consiguió el perdón del general Calles.

El C. Breceda: ¡Miente usted! (Gritos. Desorden en las galerías. Campanilla.)

El C. Morones: Pero ya que este pequeño pecado en contra de los principios revolucionarios no puede significar nada, o pueda significar poco para el sectarismo de los que creen que todo el mundo que se dice revolucionario en verdad lo es, pasaré a otra fase, a otro aspecto del ciudadano Enrique Breceda: a su aspecto de capitalista explorador de los mismos principios revolucionarios, que lo han llevado a ocupar el puesto de capitalista en estos momentos....

El C. Santa Anna, interrumpiendo: ¡Como tú!

El C. Morones, continuando...que si conciencia, que sin decoro y que sin vergüenza de ninguna especie trata de oponer a los intereses de la revolución un río de oro...(Gritos. Desorden en las galerías. Campanilla) No quiero que se les llame al orden; pueden continuar siseando esos hombres que juzgan por las apariencias: mientras me quede un átomo de energía, me haré oír, haciendo uso del derecho legítimo de expresión, de defensa legítima de los intereses de los de abajo. (Aplausos. Siseos. Desorden. Campanilla.) El ciudadano Enrique Breceda, que no puede ser considerado como digno de estar dentro...(Gritos. Desorden. Aplausos. Campanilla.)

El C. Siurob: Moción de orden.

El C. presidente: Tiene usted la palabra para una moción de orden.

El C. Siurob: Es para suplicar a su señoría el señor presidente, con el debido respeto, que ya no se aguante más las ganas ni los buenos deseos de poner en cintura a las galerías, que están abusando notoriamente. Y al señor orador le suplico que me perdone que lo haya interrumpido; pero precisamente trato de laborar en favor de la causa que está defendiendo en estos momentos. (Voces: ¡Oh! ¡Oh!) Suplico al señor presidente que atienda mi indicación, pues con una poca de energía se pueden prestigiar las sesiones de esta honorable Cámara de Diputados.

El C. Breceda: Pido la palabra para hacer una interpelación al orador.

El C. presidente: Sólo que el orador lo permita.

El C. Breceda: Señor Luis Morones, ¿me permite usted que lo interpele?

El C. Morones: Estoy a sus órdenes.

El C. Breceda: Usted ha lanzado un cargo: que a la escisión de Villa y Carranza yo huí con los fondos al extranjero. ¿El señor Peralta está presente? (Voces: ¡Sí! ¡Sí!) El señor Peralta y el señor Arturo Valenzuela estaban en Nogales en aquella época. El general Calles me confió la comisión de ir a comprar vestuario a los Estados Unidos: Peralta era comandante militar de Nogales, Valenzuela era también de las fuerzas de Nogales, y a ellos les consta que fui, que cumplí, la comisión y regresé a Nogales, entregando los fondos a Manuel Bonfiglio, empleado actual de la Contraloría de la Nación. (Aplausos.) Señor Morones, es usted un mendaz. (Desorden. Gritos en las galerías.)

El C. secretario Gandarilla: La Presidencia por última vez manifiesta a las galerías que si siguen en esta actitud, se verá obligada a mandarlas desalojar.

El C. Breceda: Mientras no presente usted los documentos, quedará usted como lo es: como un mendaz.

El C. Morones: Señor Breceda, pongo por testigo de lo que he dicho aquí, al mismo general Calles. (Voces: ¡Ah!)

El C. Breceda: Usted señor Morones, que ha venido a lanzar cargos de esa índole, debió haber venido preparado con documentos fehacientes para hacer esos cargos. (Aplausos. Siseos en las galerías.)

El C. Morones: ¡Documentos fehacientes!... El señor Breceda me pide documentos fehacientes...(Gritos en las galerías. ¡Cállate, explotador de los obreros!) El señor Breceda pide documentos fehacientes: si fuera posible, yo me sometería con mucho gusto...

El C. Breceda: Moción de orden, señor presidente.

El C. Peralta: Pido la palabra para una aclaración.

El C. Gandarilla: Se manifiesta al ciudadano Peralta que sólo se puede interrumpir al orador por medio de una moción de orden.

El C. Peralta: Estoy pidiendo la palabra para una aclaración. Se me interpeló, ¿puedo contestar?

El C. secretario Gandarilla: ¿Quiere usted la palabra para moción de orden o para aclaración?

El C. Peralta: Para una moción de orden. Se me interpeló, ¿puedo contestar?

El C. secretario Gandarilla: Si el orador lo permite.

El C. Peralta: En la fecha en que el señor Breceda regresó de Estados Unidos, momentáneamente era yo comandante militar, y no había en mi poder ninguna orden de aprehensión contra él. Esta es la verdad. (Aplausos. Siseos. Gritos. Desorden en las galerías. Campanilla.)

El C. Morones: A pesar de lo dicho, a pesar de lo expuesto, yo no dudo de la sinceridad de la persona que acaba de hacer la declaración; pero sí afirmo que todos los cargos que he lanzado son verídicos, y es el mismo jefe de las operaciones, es allí mismo él con quien puede testimoniarse si yo he mentido. El señor Enrique Breceda seguramente que no se sometería a la prueba de esperar ese testimonio valioso para todos; el señor Enrique Breceda seguramente que no podrá sostener esa actitud, que es natural y explicable en él en estos momentos ante la evidencia, y la evidencia puede encontrarse en el dicho del propio general Calles. Pero hace un momento, señores, que no se pedían documentos para hallar o calificar o dar la filiación revolucionaria en el caso del representativo de los católicos de Aguascalientes. ¿Por qué se nos niega el derecho de señalar y de atacar a todos los hombres que, como Breceda, consideramos tránsfugas de la revolución?

El C. Santa Anna: ¡Como tú!

El C. Morones: ¿Por qué quiere negársenos el derecho de atacarlo, si estos ataques se fundan, indiscutiblemente se fundan? Es la verdad, absolutamente es la verdad, En el debate anterior se

manifestó con entera sinceridad el criterio revolucionario de la Asamblea. Tal parece que cuando se trata de señalar con toda energía, con toda entereza a un representativo de la reacción, a un elemento que ha comerciado con ella, hay elementos que se escuecen y que no saben resistir a la verdad. (Aplausos. Siseos. Gritos. Desorden. Campanilla.) Yo siempre he creído dentro de esta Representación habrá hombres lo suficientemente enteros, lo suficientemente enérgicos para exponer su criterio, para defender sus ideas sin importarles que la aplastante presión de elementos más o menos equivocados, más o menos malintencionados, traten de desvirtuar, de entorpecer la exhibición que con todo derecho hacemos de esta clase de hombres ¿Cómo va a permitir el elemento trabajador, especialmente el de Coahuila, tener como representante del 4o. distrito a un hombre que aparte de ser prevaricador de sus principios, es representativo del enemigo común, que no ha triunfado, que en connivencia con Arnulfo González, gobernador de aquella Entidad, trata de imponerse? Qué, ¿vamos a callar nosotros semejante disparate sin protestar? ¿Por qué? ¿porque existen hombres que nos sisean?; aunque hubiera hombres que nos matasen, la última palpitación de nuestra vida estaría al servicio de la verdad....! (Gritos. Aplausos. Siseos en las galerías. Campanilla.)

Es muy sencillo venir a hablar de revolución, es muy sencillo tratar de presentarse como un líder revolucionario cuando se tiene un grupo de elementos más o menos inconscientes que aplauden todo lo que se dice; lo difícil es, teniendo elementos hostiles, sintiendo que se desploma o pretende desplomarse hasta el último resquicio de serenidad de las mismas galerías, decir la verdad por encima de todo. Cuando el señor Rafael Pérez Taylor impugnaba a la reacción, cuando el señor Rafael Pérez Taylor hacía la declaratoria terminante de que el criterio revolucionario debería estar por encima de todo, entonces creí, tuve fe en que en el caso del 4o. distrito electoral del Estado de Coahuila habría de oírse con serenidad, habría de dársenos margen para exponer todo el bagaje de datos, todo el bagaje de principios dentro del canon revolucionario para rectificar el criterio de la misma Comisión. Pero no; nosotros no tenemos detrás más que grupos de trabajadores y de desarrapados. (Aplausos y gritos en las galerías.) Detrás del señor Rafael Pérez Taylor está el señor Palavicini, señores; está "El Universal", está la Catedral de la Prensa, está el refugio de los neo - reaccionarios que pretenden dividir la revolución; por eso hay que aplaudirles, por eso hay que hacerlos pasar en un arco de triunfo, por eso, a nosotros para qué escuchásemos, para qué tenérsenos en cuenta... (Una voz de la galería: ¡Por eso bájate!) No me bajaré de aquí hasta que no agote el tiempo necesario para exponer mis ideas de acuerdo con las disposiciones reglamentarias que rigen los debates de esta Asamblea. Los elementos laboristas no corren, no tienen miedo al empuje de elementos sectarios, al empuje de elementos pagados; los elementos laboristas se harán oír, pese a quien le pese. (Aplausos. Siseos. Gritos. Desorden. Campanilla.) ¿A dónde iría a dar la Representación Nacional y a dónde iría a dar su alta investidura si fuéramos tan cobardes que nos espantaran estas pequeñas demostraciones de inconsciencia? (Aplausos. Siseos.) No, la verdad hay que decirla, ciudadanos presuntos diputados; aquellos que crean que para representar a sus distritos se necesita energía y se necesita independencia; aquellos ciudadanos diputados y presuntos diputados que crean que por encima de las manifestaciones circunstanciales debe imponerse el derecho de los elementos que nos han traído hasta aquí, a ellos apelo, no a los hombres que pertenezcan a un rebaño, apelo a los hombres libres y a los hombres de principios. (Aplausos. Siseos.) ¿Cómo vamos a creer nosotros, cómo vamos a suponer que aquí no habrá hombres lo suficientemente enérgicos y dignos para poner por encima de los aplausos vacuos de la inconsciencia el credo revolucionario? ¿Cómo vamos a creer que no haya toda la honradez, que no haya toda la sinceridad puesta al servicio de esa patria por tantos escarnecida y por tan pocos comprendida, todas las actividades de lo que se ha dado en llamar o de lo que llamamos nosotros el último reducto de la revolución: este recinto? ¿Cómo vamos a suponer nosotros que aquí, al hablarse en contra de un tránsfuga de esa misma revolución, va a haber la inconsciencia suficiente para taparse los oídos? ¿Se tiene miedo a la verdad? ¿Por qué no se nos echa a todos? ¿por qué no se quedan aquí solamente los contemporizadores? ¿por qué no se quedan aquí solamente los elementos que tienen, dentro de una asociación con los intereses de la reacción, un especial cuidado en tratar de vulnerar los sacrosantos principios de la revolución? (Aplausos. Siseos.) Sisead todo lo que queráis....

El C. secretario Gandarilla: La Presidencia ha indicado varias veces a las galerías que se abstengan de intervenir en los debates, La misma Presidencia ordena al jefe de las fuerzas que las distribuya convenientemente para evitar que se tome participación en los debates por medio de insultos o palabras soeces. (Gritos. Desorden en las galerías.)

El C. Morones: Si ahora que la verdad comienza a abrirse paso produce tanto escozor; si ahora que ha llegado el momento de sentar precedentes se provoca semejante algarabía, ¿que, será en cuando ya, dentro de la discusión de los grandes intereses, de los problemas que gravitan sobre la nación, tengamos que desnudar a los enemigos del país? ¿Qué será mañana cuando, si no existen hombres templados para la lucha, tengan que retirarse de esta tribuna cohibidos por los siseos de grupos inconscientes? No, yo creo que el puesto de los verdaderos revolucionarios es caer aquí, si es preciso, defendiendo sus ideas. (Aplausos.) Yo creo que por encima de la inconsciencia del momento difícil, es el tener la confianza en el propio valer o en el valer del grupo que se representa, porque estar en franca huída, estar como una mujerzuela en este sitio, equivale a colocarse en un plano inferior de inconsciencia a aquel en que se han colocado los que tratan de impedir que hablemos. ¿A qué hemos de venir aquí? ¿Cuál es nuestra misión? ¿A sumar nuestro nombre, nuestra modestísima personalidad, al rebaño?

tratar de que todos nuestros elementos digan que sí o que no, a base de consigna? Si ese fuera el papel de esta Legislatura, de antemano tendríamos que avergonzarnos de pertenecer a ella. Yo creo sinceramente que los elementos sanos que constituyen esta Asamblea deben meditar que al margen de casos como el del ciudadano Enrique Breceda, se presentan síntomas alarmantes, el empeño, la obcecación de salvar a aquel que tiene la fórmula "oro" para conquistar las conciencias, para convencer. Es ya sabido de todos que vale más un puñado de monedas que un torrente de palabras sinceras, de expresiones apegadas a la justicia de la causa que defiende. ¡Cómo no! En todos los casos se ha visto esto, pero nosotros hemos cometido el error de creer que en esta ocasión, por encima de todas esas pequeñeces, habría de manifestarse el criterio de la revolución, y no creímos que aquí, los que hablan de revolución, se espantaran cuando se señala a alguno de los pseudorevolucionarios como tal, y se ofrece la oportunidad de que pueda comprobarse cada uno de los cargos que he hecho. ¿Por qué no se han de manifestar, por qué no se han de tratar en esta forma, con toda dignidad y con todo decoro, cada uno de los casos que, como el del ciudadano Breceda, a juicio nuestro debe meditarse, a juicio nuestro debe estarse atento a los antecedentes, a las circunstancias que han mediado para llegar al resultado electoral? Pero proceder en otra forma ¿a dónde nos conduce? Al desastre más completo. El caso del ciudadano Enrique Breceda es un caso típico. No está la reacción solamente fuera de los núcleos que se dicen revolucionarios; la reacción que está fuera, los elementos ya conocidos, para esos basta oponer un solo frente; es bastante con ello; estrechamente unidos los hombres que sienten la revolución, pueden acabar con sus enemigos, con los enemigos de ella, pero el peligro mayor está en que por los vericuetos de la intriga, por los vericuetos del soborno, se lleguen hasta este recinto hombres carentes de sinceridad, y sean hechos pasar por revolucionarios. El peligro está en que ya dentro de nosotros la reacción, a la cual sirven de tentáculos, traten de ahogar las aspiraciones revolucionarias. Decirles esto no es un crimen; tratar de que se haga justicia a uno de los nuestros, porque tenemos la conciencia de que ha triunfado, no es un crimen tampoco; creo que es algo que elementalmente debe ser recogido con atención por los miembros de esta Asamblea, para después, ya con toda serenidad, dar su voto en el sentido en que lo crean conveniente.

¿O qué, el hecho de que en el caso presente Benigno Ramón Pérez sea un trabajador humilde, sea un trabajador modesto, sea un trabajador que no tiene otro patrimonio que sus actividades, que su esfuerzo muscular, este hecho basta para que no se le tome en cuenta, si ponemos en parangón al señor Enrique Breceda, ayer, hoy y siempre con Benigno Ramón Pérez? Pero enfrente de los elementos verdaderamente revolucionarios, llegaremos a la conclusión de que no puede vacilarse, no puede en un centro de trabajo como es aquél, no puede en un lugar donde el dolor, el dolor de los de abajo se manifiesta, donde la herida hecha por la explotación más inicua está sangrando, no puede triunfar ninguno que tenga connivencia con los verdugos de las clases trabajadoras; tendrá que triunfar seguramente el elemento afín a sus hermanos de clase, tendrá que triunfar, en una palabra, Benigno Ramón Pérez. (Murmullos.)

Substraeos a este momento, señores; substraeos y elevaos por encima de todas estas mezquindades del momento. Yo os invito a meditar en nombre de la revolución, en nombre de los que han caído y de los que tal vez sigan cayendo, os invito a que tengáis la calma suficiente para que en este caso, antes de dar vuestro voto inconcientemente, hagáis un examen de conciencia y ver si es o no una garantía para esa misma revolución traer a esta Cámara a un trabajador que no va a presentarse elegantemente ataviado...(Voces en las galerías: ¡Como tú!) tal vez inspire desconfianza, hasta asco, a los que estén cerca de él; pero de todas maneras, aun con su vestimenta, dentro del corazón estarán las palpitaciones imbíbitas del momento actual de la revolución, traerá por un avatar prodigioso el espíritu de los hombres que cayeron ayer en los campos de batalla por la revolución. Por todas estas circunstancias yo os pido que votéis en contra del dictamen y hagáis justicia a Benigno Ramón Pérez. (Aplausos. Siseos en las galerías.)

El C. secretario Gandarilla: Tiene la palabra en pro el ciudadano Aguirre Benavides.

El C. Díaz Soto y Gama: Para interpelar a la Comisión, pido la palabra. Yo sé que la 1a. Comisión se compone de varias secciones; pero como lo dice la palabra "sección", sección es parte, la Comisión es el todo, yo interpelo a la 1a. Comisión para que me diga si tiene un criterio único para juzgar de credenciales, o si juzga las credenciales con distintos criterios, es decir, con distintas pesas y con distintas medidas. Interpelo a algún miembro de la Comisión, al que quiera decírmelo, al señor Barón Obregón, si lo quiere, quiero que me diga la 1a. Comisión en masa, compuesta de todas sus secciones, si tiene un solo criterio para juzgar de las credenciales, o si tiene dos criterios, uno amplio y otro estrecho. (Aplausos.)

El C. presidente: Tiene la palabra la Comisión para contestar.

El C. Barón Obregón: La 8a. Comisión, que es la que le tocó conocer de este expediente...

El C. Díaz Soto y Gama, interrumpiendo: Estoy interpelando a la 1a. Comisión, no a la 8a. Sección de la 1a. Comisión. Sigo en el uso de la palabra. Yo creo que en el seno de la 1a. Comisión no hay anarquía; por eso yo no interpelé al señor Barón Obregón, que se puso el saco que no le venía, o tal vez le venga. Yo creo que en la 1a. Comisión hay un criterio único, es decir, me hago un esfuerzo para creer que hay un esfuerzo único. Por esto interpelo yo la 1a. Comisión y no a ninguna de sus secciones, para que me diga si ha tenido un solo criterio o varios criterios contradictorios para juzgar de las credenciales de los presuntos diputados.

El C. secretario Gandarilla: La Presidencia, por conducto de la Secretaría, manifiesta que tiene la palabra la Comisión para contestar.

El C. Díaz Soto y Gama: La 1a. Comisión.

El C. secretario Gandarilla: La 1a. Comisión.

El C. Guzmán Martín Luis: Pido la palabra.

El C. González Garza: Pido la palabra para una moción de orden.

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Martín Luis Guzmán.

El C. Guzmán Martín Luis: Señor Díaz Soto y Gama: Formo parte de la 1a. Comisión; me pongo el saco porque me viene, y antes que todo le digo a usted que su interpelación encierra un insulto para las personas que forman la 1a. Comisión. El solo hecho de que usted suponga que esta Comisión pueda tener un doble criterio, uno probablemente para los amigos de usted y otro para los nuestros, es un insulto y así contesto. (Aplausos.)

El C. González Garza: Moción de orden.

El C. Díaz Soto y Gama: Sigo interpelando a la 1a. Comisión.

El C. González Garza: Moción de orden. (Voces: ¡No le interrumpas!)

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano González Garza.

El C. González Garza: No es interrupción; he pedido la palabra para hacer una moción de orden. Reconozco las dotes parlamentarias del señor Antonio Díaz Soto y Gama; lo conozco a fondo en estas luchas y declaro que en estos momentos está haciendo una interpelación fuera absolutamente de cacho, porque debe saber que la 1a. Comisión está compuesta de diez secciones, y compuesta cada una de esas secciones de tres miembros. Sírvase hacerme a mí, por ejemplo, a otro cualquiera de los miembros de esas secciones correspondientes a la 1a. Comisión, cualquiera interpelación, y tendremos placer en contestarle; pero no haga la pregunta vaga a la 1a. Comisión, por que no es posible que los treinta individuos que la componemos la contestemos debidamente. (Aplausos. Siseos. Gritos. Desorden. Campanilla.)

El C. Díaz Soto y Gama: Pido que se lean los artículos del Reglamento donde se habla de la 1a. y 2a. comisiones revisoras, no de secciones de la 1a. Yo pido a la Secretaría que lea esos artículos.

El C. González Garza: Para una aclaración.

El C. Díaz Soto y Gama: Tengo derecho a pedir, a exigir, a lograr que se lean los artículos del Reglamento que pido. Después tendrá usted la palabra para aclaraciones. (Aplausos. Siseos.)

El C. secretario Gandarilla, leyendo:

"Artículo 5o. En la primera Junta Preparatoria, los diputados y los senadores presentarán sus credenciales, y se nombrarán a pluralidad absoluta de votos, dos comisiones: una, compuesta de cinco individuos, para que examine la legitimidad del nombramiento de todos los miembros de la Cámara, y otra, de tres, para que examine la de estos cinco individuos de la Comisión. Inmediatamente después de nombradas las comisiones escrutadoras, uno de los secretarios de la Cámara dará lectura al inventario de los expedientes electorales que haya recibido la Secretaría, los que, acto continuo, pasarán a las mismas comisiones, haciéndose constar la entrega en el libro de conocimientos, bajo la firma del presidente de cada Comisión." (1)

"(1) El artículo 64 de la Ley Electoral de 6 de febrero de 1917 estableció que las comisiones de Poderes de la Cámara de Diputados, se formaran de quince miembros la primera, y de tres la segunda, dividiéndose aquélla en cinco secciones de tres miembros cada una. En la XXVIII Legislatura se siguió igual procedimiento, fundándose en el citado antecedente y en el artículo 70 de este Reglamento. La distribución de los expedientes electorales se ha hecho entre las cinco secciones de la 1a. Comisión de Poderes, por turno riguroso, numerando previamente los citados expedientes y ordenándolos por lista alfabética de entidades federativas."

"2o. La segunda Junta, de acuerdo con los antecedentes establecidos en las legislaturas XXVII y XXVIII, se celebran cinco o seis días después de la primera, previa citación del ciudadano presidente."

El C. González Garza: Sí, señor, lo conozco a usted en el Parlamento, sé de lo que es usted capaz...(Voces: ¡Ah!) Suplico a su señoría, para redondear el punto, se sirva dar lectura al artículo 70 que complementa lo que se acaba de decir. (Voces en las galerías: ¡Que se vuelva a pelar con los calzonudos!)

- El C. secretario Gandarilla, leyendo:

"Artículo 7o. Cada Cámara podrá aumentar o disminuir el número de estas comisiones y subdividirlas en los ramos correspondientes, según lo crea conveniente o lo exija el despacho de los negocios."

El C. González Garza: Es de extrañar que el señor Soto Gama, que todavía está escuchando las formidables ovaciones que tuvo con motivo de las últimas sesiones verificadas durante el período de la Legislatura que está para terminar, no sepa que al principio de esa Legislatura se sentó el precedente de nombrar subcomisiones dependientes de la 1a. para poder despachar eficientemente, como ahora se ha hecho, todos los expedientes mandados a ellas. Vuelvo a repetir, señor Soto y Gama, estoy dispuesto, como uno de los miembros de una de las secciones de la 1a. Comisión - porque también me he puesto el saco y me queda bien -, a contestar todas las interpelaciones que usted haga. (Aplausos.)

El C. García Téllez Ignacio: Moción de orden.

El C. Soto Gama: ¿Otra moción de orden? ¡Al cabo que he de hablar de todas maneras!

El C. García Téllez: Precisamente trato de evitar las discusiones.

El C. secretario Gandarilla: Se prohiben los diálogos. Tiene la palabra el ciudadano García Téllez.

El C. García Téllez: Se está discutiendo sobre un dictamen que se dice se ha presentado, y con fundamento en el artículo 87 del Reglamento que dice:

"Artículo 87. Para que haya dictamen de comisiones, deberá éste presentarse firmado por la mayoría de los individuos que la componen."

Y como se dice que este dictamen es de la 1a. Comisión integrada por treinta miembros y firmado solamente por tres... (Voces: ¡Muy bien! Siseos.)

El C. secretario Gandarilla: Se suplica a los ciudadanos diputados y presuntos diputados se abstengan de interrumpir al orador cuando no haya razón justificada.

El C. García Téllez: Me fundo en el Reglamento.

MÉXICO, MIÉRCOLES 23 DE AGOSTO DE 1922

El C. Soto y Gama: Señores diputados: Insisto hoy con más razón que antes en mi interpelación, porque no se necesita ser de una sagacidad enorme, ni siquiera mediana, para ver que la 1a. Comisión rehuye la responsabilidad. (Voces: ¡No! ¡No!) Es verdaderamente triste, es un síntoma doloroso de la falta de fortaleza de esta 1a. Comisión, el rehuír una contestación categórica, de si tiene un criterio único. ¿Por qué el señor González Garza se alarma tanto por mi pregunta, y habla de no sé cuántas cosas, si todavía no sabe adónde voy? ¿Por qué no se levanta el individuo con fibra, con carácter, con energía (Risas. Aplausos.) a decir: señor Soto y Gama, contestamos sin considerarnos insultados, como decía el candoroso compañero don Martín Luis Guzmán? ¿Por qué no se levanta a decir: señor, es una pregunta muy natural y la respuesta muy natural también: la 1a. Comisión tiene un criterio único, no estamos jugando; si usted cree que estamos jugando, se ha equivocado. No. señor, se levanta el escándalo parlamentario por una pregunta que dirijo a la la. Comisión y se me contesta con argucias por el compañero y yo sin argucias digo: qué dicen los letreros colocados en las puertas, en cada uno de los pasillos que conducen a los salones donde están las comisiones: "la. Comisión Revisora. Sección tal" Es decir, quiere decir, cortada; sección, parte; si no recuerdo mal mi latín, quiere decir cortado. El mismo dijo: subcomisión. El Reglamento me autoriza para dirigirme a la la. Comisión, pero como la la. Comisión, yo lo sospechaba, pero ahora está confirmado, tiene varios criterios, nadie sabe contestar a nombre de la la. Comisión.

El C. Domínguez Enrique B.: Voy a contestar.

El C. Soto y Gama: Un momento. (Voces: ¡Que hable!) Yo que quiero ser indulgente con una Comisión tan débil.....

El C. Domínguez Enrique B.: Para una moción de orden.

El C. Soto y Gama: Yo que quiero ser generoso y magnánimo con los débiles, y esta Comisión se me presenta como débil y timorata, yo acepto que el compañero González Garza, también viejo parlamentario, tome, sin permiso de sus compañeros, la representación de esa Comisión que según parece, tiene tantos criterios cuantas secciones; él me contestará si estoy en un error, de manera que a usted, compañero, que, según parece toma o tiene -yo no sé -, la representación de la la. Comisión, le pregunto sin que usted se alarme, sin que usted se enoje, (Aplausos.) le pregunto a usted, compañero González Garza, no en tono de pleito, si usted no sabe adónde voy, quizá voy a dirigir un elogio a la la. Comisión; yo le pregunto al compañero con una atención burguesa y cortesana, digna de esta metrópoli: compañero González Garza, su señoría -con el lenguaje cortesano - tiene la amabilidad de decirme si esta la. Comisión formada de una serie de subcomisiones, según dice usted, o de secciones, como lo llama la ley, ha tenido un criterio único o diversos criterios en el estudio de las credenciales?

El C. González Garza: Pido la palabra.

El C. presidente: Tiene usted la palabra.

El C. González Garza: Conteste que el señor Soto y Gama ahora sí ha hecho una interpelación a un miembro de la la. Comisión, y con todo placer le voy a contestar. No voy a contestar en nombre de todos, porque se equivoca el señor agrarista - para no decirle su señoría -, que no estoy autorizado por ellos; pero por lo que respecta a mí, no tengo más que un criterio, el que siempre he tenido, y que usted toda su vida me ha reconocido: el criterio eminentemente legal, e inmediatamente después, el criterio moral. Yo creo que esos son los dos criterios, en primer término el legal y en segundo el moral, los que han dictado absolutamente todos los dictámenes hechos por las distintas secciones de la la. Comisión de Poderes. Está contestada la pregunta. (Aplausos.)

El C. Soto y Gama: Voy a interpelar a la Comisión. (Voces: ¡Ya! ¡Ya! desorden. Campanilla.)

El C. presidente: Se llama al orden al ciudadano Soto y Gama. La Presidencia se permite advertirle que pidió la palabra para una interpelación y ya obtuvo la contestación.

El C. Soto y Gama: No me satisface.

El C. presidente: Tiene la palabra en pro del dictamen el ciudadano Adrián Aguirre Benavides.

- El C. Soto y Gama No me satisface la respuesta. Quiero insistir. ¿No tengo derecho a interpelar todavía? ¿Se me niega el uso de la palabra?

El C. presidente: Tiene usted la palabra para una interpelación.

El C. Soto y Gama: La Presidencia de la Mesa, que según parece quiere erigirse en tutora de la Comisión, como si la Comisión fuera menor de edad, me quiere impedir, aunque ha fracasado en su intento, el que yo insista en mi interpelación. Como yo he visto que una Sección que forma parte de esa la. Comisión acaba de aplicar, con aplauso de toda la Asamblea, el criterio opuesto al legal, o sea el criterio revolucionario, para atacar a un Caballero de Colón, (Murmullos.) yo quiero interpelar a la parte, a la fracción, al fragmento de esa Comisión la. que dictaminó contra Magallanes a favor de Quevedo, en qué criterio se basó para desechar la credencial de Magallanes, siempre que la Presidencia no siga erigiéndose en protectora oficiosa, en defensora de oficio de una Comisión (Aplausos. Gritos en las galerías.) formada por individuos responsables de sus actos que no necesitan que los tutoree la Presidencia.

El C. Siurob: Moción de orden.

El C. Malváez: Moción de orden.

El C. Soto y Gama: De manera que yo pido a la Presidencia, con todo el respeto y seriedad debidos, que convenga en que tengo derecho para interpelar a la Sección dictaminadora en el caso del 1er. distrito de Aguascalientes, cuál fue su criterio, y sobre la respuesta de esa Comisión yo tengo derecho a argüir.

El C. presidente: La Presidencia se permite advertir al ciudadano Soto y Gama que precisamente porque es imparcial, habiendo usted insistido en pedir el uso de la palabra, se le concedió, si no, la Presidencia no se la hubiera concedido.

El C. Soto y Gama: ¿No puedo interpelar a la Comisión dictaminadora? Ahora sí interpelo a la Sección de la la. Comisión que dictaminó en el caso del 1er. distrito de Aguascalientes. La interpelo para que me diga en qué criterio se inspiró esa Comisión. (Gritos. Desorden en las galerías. Campanilla.)

El C. Malváez: El señor Soto y Gama no tiene derecho a interpelar a esa Comisión, porque el caso Magallanes no está a discusión en estos momentos.

El C. secretario Gandarilla: La Presidencia manifiesta a la Asamblea que la sección que dictaminó en el caso Magallanes desea se le conceda la palabra para contestar, porque no quiere rehuír la interpelación; en consecuencia, si el orador lo permite contestará la interpelación el compañero Arce.

El C. Arce: Para contestar la interpelación del ciudadano Soto y Gama debo decir que por distracción o alguna otra causa no se fijó perfectamente en la lectura del dictamen y quedó impresionado - y sin duda con esa impresión votó - por los discursos de los oradores del pro en la discusión de dictamen a debate; pero los fundamentos de la Comisión fueron absolutamente legales, compañero Soto y Gama. No se hizo más que estudiar detenidamente, en cuanto a las protestas, las casillas en que procedía legalmente la nulificación. No es culpa de la Comisión si teniendo a la Asamblea por buenos los argumentos y razones del dictamen, los oradores se pusieron únicamente a atacar la personalidad del presunto diputado bajo su aspecto religioso, moral o político ; pero los fundamentos de la Comisión fueron absolutamente legales y aquí la la. Comisión, por lo menos la parte que toca a nosotros, no ha tenido más criterio que el legal.

El C. Díaz Soto y Gama: ¿Tiene la bondad la Secretaría de leerme la parte relativa del dictamen?

El C. secretario Gandarilla: Se va a dar lectura a la parte relativa del dictamen anterior, a moción del diputado que está haciendo uso de la palabra.

"En el expediente figuran numerosas protestas, pero consideramos debidamente comprobadas, solamente las que corresponden a las casillas que en seguida se detallan:

"Casilla número 33. Esta casilla no se instaló, según consta del acta firmada por los representantes de los partidos e instalador, y aparece el acta de instalación con firma falsificada del instalador.

"Casilla número 46. No se encuentra en el paquete los documentos, solamente protestas en el sentido de que no se estableció la casilla en el lugar señalado y que algunos de los miembros de la Mesa no aparecen en el padrón. Toda la documentación de esta casilla fue consignada al Juzgado.

"Casilla número 48. Según el acta de instalación, aparece que esta casilla se instaló en la casa principal de la hacienda de Cieneguilla.

"Casilla número 52. No aparece padrón y resultan votando todos los insertos en una lista que vino en el paquete electoral, por lo que debe declararse nula la votación.

"Casilla número 53. Consta de la documentación y el acta de la Computadora, que el presidente de la casilla no pertenece a la sección y que hubo fuerza armada en la casilla durante la votación.

"Casilla número 54. No tiene padrón y es cierta la protesta de haberse instalado la casilla en la casa principal de la hacienda de San Bartolo.

"Por lo anterior, debe considerarse nula la votación en las casillas mencionadas, que en conjunto arrojan 773 votos a favor del C. Magallanes y 45 a favor del C. Quevedo.

"Haciendo las deducciones respectivas, quedan al candidato Magallanes 1,096 votos y al candidato Quevedo 1,167 votos.

"En cuanto a los candidatos suplentes, resultan con los siguientes votos: C. Cervantes Alva, 1,107; C. Melitón Perea, 1,179.

"Por las consideraciones expuestas, esta Comisión somete a la aprobación de la honorable Asamblea la siguiente proposición:

"Única. Son Válidas las elecciones verificadas en el 1er. distrito de Aguascalientes y, son diputados: propietario, Rafael Quevedo; suplente, Melitón Perea, por este distrito."

Ya tengo base para fundar una interpelación concreta, porque como ustedes han visto, todo esto han sido simples preliminares, simples preparativos. (Siseos. Gritos. Campanilla.) Voy a hacer la interpretación, porque no he hecho más que prepararla, señor presidente. La he preparado porque he visto esto: tratándose del clero, de un vencido, vencido desde el año de 1861, es si mi recuerdo no es infiel, y vuelto a vencer en el año de 1867, es muy fácil anular casillas, es muy fácil aplicar el criterio revolucionario; pero cuando se trata de la reacción capitalista, como decía Morones... (Aplausos.) ... de la reacción de oro, de la reacción compra de votos, entonces los neo - reaccionarios están amparados por una túnica más invulnerable que la famosa túnica mitológica... (Aplausos.) Yo estoy absolutamente seguro, lo sé porque me lo han dicho distintos elementos proletarios de San Pedro de las Colonias,.... (Campanilla.) .... que la elección a favor de Breceda no la hicieron los trabajadores.... (Murmullos. Campanilla.) que lo conocen, no la hicieron los trabajadores del campo, ni los trabajadores de la ciudad.... (Murmullos. Campanilla.) ... Yo sé que esos votos.... (Campanilla.) .... Estoy comentando, yo ruego a la Presidencia que no tenga tanta impaciencia, tiene obligación de oírme, yo estoy completamente seguro, porque me lo ha asegurado a mí como presidente del Partido Nacional Agrarista.... (Siseos. Murmullos.) ....y se lo han asegurado a todos y cada uno de los miembros prominentes de la Confederación Regional Obrera Mexicana que aquí se encuentra para fortuna del pueblo y para terror de la reacción; yo puedo asegurar que el señor Breceda gastó muchos miles de pesos en su propaganda, los que no pudo gastar Benigno Ramón Pérez, humilde obrero, ni tampoco Salas, nuestro candidato agrarista. Yo puedo asegurar que si la Comisión hubiera aplicado el mismo criterio, sencillamente revolucionario, se hubiera encontrado con que muchas casillas de ahí fueron.... (Desorden.) con que muchas casillas de allí fueron de las que hoy le aprueban al señor Breceda y en cambio....

El C. Malváez, interrumpiendo: El señor Soto y Gama pidió la palabra para una interpelación y está haciendo un discurso. Pido que si habla en contra del dictamen, se inscriba en contra.

El C. Soto y Gama: Yo no sé, compañero Malváez, distinguido defensor del elemento reaccionario de Coahuila,.... (Aplausos.) no sé que haya algún artículo del Reglamento que mida con popote, como se miden los versos de los poetas malos, el numero de palabras de que deba componerse una interpelación a una Comisión. Sí me parece verdaderamente vergonzoso que usted quiera oponerse a que se haga la luz aquí, a que se traiga la verdad a este salón. No diría yo.... (Desorden. Campanilla.) no diría a este salón, que es el sagrado santuario de la ley, porque esto está muy choteado, y aun creo que ya en ello, nadie cree, ni en la ley, ni se cree ya en los santuarios; pero sí debo decir que aquí está obligado, como todos, no a obstruccionar los debates, sino a permitir que se haga la luz y no acudir a triquiñuelas, a chanchullos de tinterillos, porque eso está bueno en los juzgados, bastante desprestigiados; aquí venimos a saber quién y con qué votos triunfó. Yo vengo a decir esto.... (Gran desorden.)

El C. Malváez: Para una alusión personal.

El C. Soto y Gama: Tengo la palabra, no puede usted interrumpirme.

El C. Manrique: Las alusiones personales a lo último.

El C. secretario Gandarilla: La presidencia, por conducto de la Secretaría, manifiesta al señor Malváez que solamente para mociones de orden interrumpir al orador. Y se manifiesta, así las galerías, que se abstengan de tomar entonces ésta será la última notificación. (Aplausos.)

El C. Malváez: ¡Para moción de orden, pido la palabra! El señor Soto y Gama ha hablado de que yo interrumpo los debates; eso es lo que está haciendo el señor Soto y Gama. ¡Que se inscriba en el contra y que hable todas las horas que quiera y que le plazca! Ahora le toca su turno al orador siguiente.

El C. Díaz Soto y Gama: No sabía yo que el señor Malváez hubiera asumido momentáneamente la Presidencia de la Asamblea.... (Risas.) Pero puesto que él quiere marcar el orden en los debates, yo le desconozco ese carácter. La interpretación a la Comisión es muy sencilla: ¿Por qué ese odio contra el Clero caído y ese respeto para el capital, que sabe comprar votos y conciencias? Mi interpelación a la Comisión es ésta: ¿cree la la. Comisión que esta revolución, la gloriosa y nunca bien ponderada revolución que se inició en 1910, es una revolución igual a la revolución de Reforma, a la revolución de Tres Años, que se desenvolvió..... (Voces: ¡No! ¡No!) del 57 al 60 ? ¿Cree que esta revolución es una triste y mezquina revolución anticlerical, o cree que es una revolución contra el capital? Si cree que es contra el capital, ¿por qué no pone el mismo esmero, la misma acuciosidad en quitarle votos a su representativo del neocapitalismo, de la neorreacción, de la neoburguesía? ¿Por qué no pone ese mismo empeño que pone en triturar a un infeliz hombre, a un triste Magallanes, que viene aquí a balbutir palabras, que no tiene atrás que las sotanas vencidas desde la época de Juárez, que no inspira miedo a nadie? Pero en cambio, cuando se trata de atacar a las haciendas, cuando se trata de atacar a los grandes industriales que son los que hicieron la elección de usted, señor Breceda.... (Murmullos.) sí, señor; ellos hicieron la elección de usted, no hay en el expediente de usted un solo voto de proletario, hay el voto de la peonada de las haciendas; hay el voto de las fábricas; hay el voto de ese grupo poderoso de capitalistas de Coahuila, que todavía hoy, después de once años de revolución, sigue ejerciendo su odiosa hegemonía en la Laguna y en todo Coahuila; de ese grupo de capitalistas que ha asesinado proletarios; de ese grupo de capitalistas que ha iniciado una verdadera cruzada odiosa, una época de terror blanco contra los sindicatos, que tiene mucha razón en defender el compañero Morones, el compañero Salcedo y todos los miembros del Partido Laborista. (Aplausos nutridos.) Es doloroso que se venga a hacer alarde de valor civil por las comisiones contra los ensotanados, y se rinda homenaje a la reacción capitalista. Porque ya es tiempo que sepa, señores, que este dictamen debió haberse estudiado detenidamente, y se nos ha metido aquí al debate como se hacen las cosas malas, como puñalada de pícaro, por la espalda. (Aplausos.) No se nos ha dado tiempo para estudiarlo; tal parece que esto no debe saberlo la República; pero a nosotros sí nos conviene que lo sepa, que los hombres con dinero siguen teniendo en nuestro país privilegios; que los hombres con dinero siguen gobernando como siempre; que siguen teniendo preponderancia los hombres de los regímenes pasados; que los hombres que han maculado a la revolución, como la maculó el señor Breceda, porque es macular a la revolución explotar a la revolución como una mina y como un negocio. (Aplausos.) Cuando, señor Breceda, la revolución debe ser para todos los revolucionarios un altar, una religión delante de la cual debemos protestarnos, sacrificando nuestro egoísmo y nuestras ansias y nuestras miserias; es doloroso que ayer los hombres del dinero y hoy los hombres que también se han hecho de dinero, yo no sé por qué medios, sean los hombres que tengan el derecho, no sólo de hacer negocios, sino todavía de venir a decir con todo desplante: yo vengo a sentarme aquí como representante del pueblo. No señor; usted viene a representar aquí a la burguesía de Coahuila, señor Breceda..... (Aplausos. Gritos.) y yo lo que quiero es que la nación entera sepa que se trata de aceptar aquí a individuos que traen votos limpios, que no traen votos de proletarios, sino que traen votos impuestos por la presión económica del hacendado, de un odioso, más odioso quizá que la presión moral del Clero, porque el Clero quizá en algunos de sus miembros tenga la convicción de que cumple con un ideal, de que sirve a un ideal; pero el menguado capitalista que sólo sostiene intereses creados y mal habidos, ¿cómo es posible que ese hombre tenga el derecho de comprar votos y de que cuando se trata..... (Gritos. Aplausos.) de escudriñar ese expediente, todo un grupo. toda una masa de ciudadanos que debían ser respetuosos del voto de sus conciudadanos, vengan aquí a acallar la voz honrada, la voz viril de los trabajadores que vienen a pedir una sola cosa: que se haga la luz en ese expediente, que no se precipite la votación, que se nos permita a todos los representantes meter las uñas en ese expediente para ver....

(Risas.) para ver cuánto hay allí de podredumbre, para ver cuánto hay allí de oro para ver cuánto hay allí de votos comprados, para ver cuánto hay allí de miseria de las multitudes arrastradas a votar, no solamente como en el caso de Aguascalientes, por el fanatismo, sino por algo peor que eso, por la amenaza de morirse de hambre, al amparo de cuya amenaza es como ha obtenido usted sus votos, ciudadano Breceda? Eso es lo que queremos que se aclare, y eso debe aclararse, so pena de que este Parlamento no sea otra cosa que solapador de las malas elecciones hechas por los burgueses y por los hacendados, contra la voluntad del verdadero pueblo..... (Aplausos.) Por eso yo interpelo a las comisiones en este sentido para que se me diga: ¿sólo se va a esgrimir aquí el criterio revolucionario contra el Clero vencido, o va a haber aquí un criterio revolucionario contra el capital y contra el latifundismo? Quiero la contestación de la Comisión la., de cualquiera de sus secciones.

El C. González Garza: ¿Me permite la Presidencia ir a la tribuna?

El C. presidente: Tiene la palabra la Comisión.

El C. González Garza Roque: He querido venir a la tribuna, porque los primeros debates serios que deben de caracterizarse por ecuánimes y por tranquilos, van caminando vertiginosamente a un abismo del cual posiblemente no podremos salir con decoro. Y no es justo que, habiendo en el fondo de la urdimbre política de la Gran Confederación Revolucionaria, un pacto de solidaridad y de unión perfecta entre todos los partidos revolucionarios afines, uno de los principales líderes, el líder de uno de sus partidos, se valga de sutilezas para venir a ahondar una grieta que positivamente los enemigos ciertos y jurados de la revolución, están procurando agrandar para que toda la revolución se hunda en el más bochornoso de los desprestigios. El señor Soto y Gama sabe cómo sé luchar, junto con él y en contra de él; conoce perfectamente mis procedimientos y sabe, porque está convencido de ello, que en la inmensa mayoría de los casos que han tratado las distintas secciones de la la. Comisión, se ha hecho plena justicia, justicia a secas, partiendo del criterio estrictamente legal y, desgraciadamente, el reducido número de injusticias bien sabe el que no es por parte del partido que en estos momentos tiene la hegemonía de esta Cámara, sino por las exigencias de él y por las exigencias del señor Morones y de otros líderes... (Aplausos estruendosos.. Campanilla.) Apenas estamos.... (Aplausos. Campanilla.) apenas estamos al principio... (Murmullos. Desorden.) ¡Soy más revolucionario que cualquiera de esos gritones que están allí... (Aplausos en las galerías. Desorden. Gritos: ¡Fuera! ¡Fuera!)

El C. secretario Gandarilla: Se les invita a que guarden el orden para que no se les saque.... (Aplausos. Gritos. Siseos en las galerías.) Se les indica que guarden orden.

El C. González Garza: Apenas nos encontramos al principio de la carrera; estamos en estado de composición, el país espera fundadamente de esta Legislatura algo noble y algo grande, más levantado de los que hasta ahora se ha hecho, y no es justo que en sus ansias de exhibicionismo del señor Soto y Gama se venga a traer, con motivo de la discusión de una credencial, el tema más hondo, más trascendental, más serio, que preocupa no solamente a este desventurado país, sino al mundo entero. Para poder hacer, se necesita ser; primero constituyámonos en Cámara, permitamos la entrada de los que han obtenido legítimamente el voto; no importen las creencias, ni importe el color político que tengan con objeto... (Aplausos. Gritos.) con el objeto de que todas las opiniones de los habitantes de este país se manifiesten en esta tribuna...

El C. Manrique, interrumpiendo: ¿Y Magallanes?

El C. González Garza: ¿Magallanes? Magallanes perdió legítimamente en las elecciones, señor. (Murmullos.) A esta interrupción del señor Manrique yo le contesto diciéndole que con la ley en la mano yo he guillotinado a mis más íntimos amigos, como miembro de una Comisión... (Siseos. Voces en las galerías: ¡Mientes!) Pido libertad de expresión no solamente para mí, sino para todos los oradores; no tiene derecho ese señor, ese ciudadano, de decir que yo miento, porque yo no miento nunca!

El C. presidente: Se reitera a las galerías que guarden compostura.

El C. González Garza: E l momento llegará en que con toda calma, conscientemente, sin estar movidos por esta pasión miserable de muchos de nosotros que a fuerza queremos ser lo que no debemos ser, para tratar el gran problema mental que preocupa a todos, cual es la atención en forma de leyes de lo que debe por capital, de lo que debe entenderse por proletario. ¡Adónde iríamos a dar si nos dejáramos arrebatar por la brillante oratoria de mi amigo el señor Morones y por un amor inmenso hacia los proletarios, que muchos de los que están aquí tienen, ese amor; pero que no lo tuviera antes cuando la guerra! (Aplausos.) Adónde iríamos a dar, digo, si hiciéramos a un lado a católicos y a potentados que traen sus credenciales limpias para darle la entrada a los que desgraciadamente -y lo digo con toda la sinceridad que me caracteriza - están incapacitados moral, intelectual y físicamente para soportar la carga de la responsabilidad que entraña una Legislatura de la importancia de ésta! (Aplausos.) Esta no es idea mía, usted que se ésta riendo, señor, no es una idea mía, este mismo punto de vista mi amigo Soto y Gama aquí en esta misma tribuna hace muy poco tiempo. La interpelación, si mal no recuerdo, consistía en que si las comisiones tienen el criterio de hacer a un lado, de expulsar del seno de esta Representación a los que tienen, a los que sustentan ideas religiosas, y darles cabida a los potentados, a los ricos o a los representantes del capital. Yo, como miembro de una Sección de la la. Comisión, declaro que tanto derecho tiene el señor Soto y Gama, el señor Morones y cualquier proletario para entrar aquí, como cualquier católico, como cualquier potentado, siempre que venga respaldado por una credencial y por los votos de los electores... (Aplausos.) Queda contestada la interpelación del señor Soto y Gama... (Murmullos. Campanilla.)

El C. Díaz Soto y Gama: (Voces: ¡No! ¡No! Desorden. Campanilla.)

El C. presidente: La Presidencia, deseosa de cumplir estrictamente el Reglamento, y queriendo conservar estrictamente su papel de imparcialidad, se permite comunicar a la Asamblea, que para una interpelación se le concedió la palabra al ciudadano Soto y Gama, después se consideró como una preparación de interpelación y luego como interpelación efectiva; después se le concedió la palabra a la Comisión para que contestara y luego el señor Soto y Gama dijo un discurso, y ese discurso lo contestó el ciudadano González Garza. La Presidencia desea saber si la Asamblea está conforme con que se continúe en este debate o se le concede la palabra al orador que está inscripto a continuación. (Murmullos. Siseos. Campanilla.)

- El C. Manrique ¡Para una moción de orden! ¡Para una moción de orden! ¡Para un moción de orden!

El C. secretario Gandarilla: Se pregunta a la Asamblea...

El C. Manrique: ¡Ciudadano general: Pido la palabra para una moción de orden! (Murmullos. Risas. Campanilla.)

El C. presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Manrique: Gracias, mi general. (Risas.) Señores diputado y presuntos diputados: No tiene derecho, no debe la Mesa, no debe el presidente exhibir ese estrecho criterio que pretende limitar la extensión de los debates; si el ciudadano Villanueva Garza tiene algún interés personal en este debate, abandone honradamente el escaño de la Presidencia, (Aplausos.) y que venga a contender con nosotros; pero no abuse de su papel de presidente pretendiendo regirse en dictador de una Asamblea que debe ser de hombres libres, pretendiendo mezquinamente, estrechamente, arrancar a Díaz Soto y Gama o a cualquiera de nosotros el libre derecho de expresar nuestras ideas. El señor Villanueva Garza debe recordar que no es el momento de clamar con voz tonante: "¡¡Pelotones!! ¡¡Escuadrones!! ¡¡Batallones!!" (Risas. Aplausos.) Es el momento en que estoy obligado a recordarle que aquí cada uno de nosotros es igual a vos, y todos juntos valemos más que vos, ciudadano Villanueva Garza. Olvidaos, pues, de vuestro temperamento y de vuestra educación, y recordad que presidís en estos momentos la primera Asamblea del país. No, ciudadano a Villanueva Garza, si queréis dar muestra de criterio ciudadano, ¿sabéis cuál es vuestro deber que os indico en esta moción de orden? Retirar esa inútil pregunta que habéis ordenado que se dirija a la Asamblea y que ésta, si persistís en hacerla debe contestar negativamente... (Voces: (¡No! ¡No! ¡Si! ¡Si!) No debe limitarse, no debe, no puede limitarse por la Asamblea, siquiera domine en ésta una mayoría que nos sea hostil, una mayoría amiga del capitalista -que lo demostrará bien pronto la votación que se aproxima -, siquiera suceda esto, esta Asamblea respetuosa de la libre expresión de las ideas que le son contrarias, no debe aceptar por un momento interpelaciones de esta laya, y si la Presidencia insiste en ellas, debe la Asamblea, si estás formada de caballeros, contestar negativamente. (Aplausos. Murmullos.)

El C. González Garza: ¡Para una moción de orden, señor!

El C. presidente: Un momento. (Murmullos.)

El C. secretario Gandarilla: La Presidencia va a contestar.

El C. presidente: Precisamente porque la Presidencia tiene el deber de encauzar los debates, y en esta vez la Presidencia cree que se ha salido del punto a debate diciéndose discursos en lugar de hacer una interpelación, voy a contestar al compañero Manrique con sus mismos argumentos. Si yo quisiera imponer mi voluntad sobre esta Asamblea, no se le consultaría este caso, yo le retiraría la palabra, al ciudadano Soto y Gama; pero como estoy dispuesto a acatar las decisiones de la Asamblea, por eso le consulto si permite que continúe en el uso de la palabra. (Aplausos.)

El C. secretario Gandarilla: La Secretaría, por orden de la Presidencia...

El C. González Garza, interrumpiendo: ¡Pido la palabra antes de que se consulte.

- El C. secretario Gandarilla, continuando:... consulta a la Asamblea si permite que el ciudadano Soto y Gama haga más interpelaciones a la Comisión. Los que estén por la afirmativa, sírvanse manifestarlo. Hay minoría de pie, mayoría sentada. La Asamblea dice que no continúen las interpelaciones en esta forma. (Siseos. Aplausos.) Tiene la palabra el ciudadano Adrián Aguirre Benavides.

El C. Manrique: ¡Reclamo la votación, señor presidente. (Murmullos.)

El C. secretario Gandarilla: Está hecha ya la declaratoria.

El C. Manrique: ¡Ciudadano presidente! (Murmullos.) ¡Ciudadano presidente! ¡Ciudadano presidente! (Continúan los murmullos.) ¡Ciudadano presidente!

El C. presidente: ¿Con qué objeto?

El C. Manrique: Estoy inconforme. Para moción de orden, pido la palabra.

El C. presidente: ¿Qué artículo del Reglamento se ha violado?

El C. Manrique: El que voy a expresar, señor presidente, el que quiera que se conceda a los diputados o presuntos diputados que lo reclamen, el derecho de reclamar una votación cuando estén inconformes con la declaratorio hecha por la Secretaria. Y yo estoy inconforme con la declaratoria hecha por la Secretaría, al afirmar que era una minoría la de los hombres que estaban en pie pidiendo que Díaz Soto y Gama expresara sus ideas largamente.

El C. secretario Gandarilla: Comunico al señor Manrique que desgraciadamente su reclamación fue hecha después de que se hizo la declaratoria.

El C. Manrique: Para una moción de orden, señor presidente.

El C. Aguirre Benavidez: Señores: Vivimos en una democracia...

El C. Manrique: Pido la palabra para una moción de orden. (Aplausos.) Señores diputados: El señor Gandarilla, a quien no se le pueden perdonar estas cosas, (Risas.) el señor secretario, yo quise personalizar, creía tener derecho, pero no quiero lastimar a mi amigo Gandarilla, quiero decir que la Presidencia, por conducto, por el IMPERSONAL

CONDUCTO de la Secretaría, ha expresado un error al afirmar que no tenía derecho para reclamar el resultado de la anterior votación y se expresaba que no tenía ese derecho porque se había hecho ya la declaratoria. No se puede saber el resultado de una votación en tanto que no se conozca por la declaratoria de la Secretaría cuál es el resultado de esa votación. La Secretaría ha hecho esta declaratoria: hay minoría. Por esa declaratoria reclamo y pido a la Presidencia ordene se repita la votación, que esto es lo que exige el Reglamento.

El C. secretario Gandarilla: La Secretaría por orden de la Presidencia, compañero Manrique, se permite recordar a su señoría que la Secretaría, por orden de la Presidencia, dijo: hay minoría de pie, hay mayoría sentada; la Asamblea no quiere que continúe en el uso de la palabra el señor Soto y Gama.

El C. Manrique: Y esta declaratoria la reclamo yo.

El C. secretario Gandarilla: Ese era el momento de hacer la reclamación que formula, y no después.

El C. Manrique: Este es el momento y reclamo.

El C. Gandarilla: Ya paso.

El C. Manrique: No, no ha pasado.

El C. Aguirre Benavides: Señores: es imposible que subsista en ningún país del mundo de la democracia si no se respeta la voluntad de las mayorías. El señor Morones, que fue el que primero impugnó el dictamen a debate, aseguró y asimismo lo repitió Díaz Soto y Gama, que el señor Breceda había perdido, no porque tuviera menor cantidad de votos, sino porque era un representativo del capital. Mientras no se establezca de una manera definitiva en esta Cámara, que el único criterio que debe de resolver el problema electoral es el criterio legal, se dará margen, como se ha dado en las legislaturas anteriores, a que penetren a ella por la puerta falsa gentes que no ha mandado aquí el pueblo de la República. Calificar al señor Breceda de representante del capital, me parece casi casi una burla, porque personalmente sé que, por lo menos, por lo que respecta a don Enrique Breceda, no tiene tres varas de terreno en donde pueda ser enterrado; y si no tiene capital, no vengamos con lo de capitalista. ¿En dónde está la fuerza del capital que lo haya traído aquí con burla y menoscabo del voto popular? Los impugnadores aseguran con la sola fuerza de su decir personal, que el señor Enrique Breceda es un representativo del capital. Ellos por sí y ante sí declaran que la elección en todas las haciendas fue hecha con menoscabo de los intereses de los votantes, verdaderos, del pueblo, de los peones, y esto nosotros y todos los que hemos estado en las elecciones sabemos que es absolutamente falso, porque el primer desprestigiado en la hacienda es el amo. A tal extremo que precisamente para que se pueda tener éxito en una campaña electoral, se necesita ni siquiera pararse en las casas grandes, porque ese es el mayor desprestigio. Además, la garantía del voto secreto hace imposible la venganza del patrón. Precisamente en mi caso personal hubo una hacienda en la que el amo dispuso que el que no votara por mi contrario sería arrojado de la hacienda, y el resultado fue que en esa hacienda era tan seguro mi triunfo, que cuando lo presentía el hacendado, prefirió que no se instalara la casilla en aquel lugar. Es una verdad, cierta, efectiva, indiscutible, que el efecto del sufragio es la mayor verdad del mundo en la época presente: no hay ningún lugar de la República en que haya algún peón demasiado servil para someterse a la voluntad del amo, y aunque haya hombres que lo pretenden, el pueblo es bastante digno de su soberanía para impedirlo. En consecuencia, los cargos lanzados por el ciudadano Morones y Soto y Gama, carecen de fuerza y de verdad. El problema electoral debe resolverse a base de votos y en la votación del 4o. distrito electoral los votos son aplastantes; en esa elección hubo ochenta y nueve casillas; de esas ochenta y nueve casillas el ciudadano Breceda ganó setenta y siete y el resultado de la votación es como sigue: Breceda, 3,814 votos; 1,860, y 2,204 votos a Benigno R. Pérez.

Para finalizar: este es un asunto de justicia y de números; en esta elección ha ganado Enrique Breceda, porque ha obtenido más votos que sus contrarios. Los impugnadores que aseguran que esos votos los obtuvo por presión de los hacendados, no lo prueban, no lo han probado, no lo podrán probar. En consecuencia, la Asamblea hará un acto de estricta justicia, votando en masa en favor del dictamen como lo presenta la Comisión.

El C. secretario Gandarilla: Tiene la palabra el ciudadano Elpidio Barrera, en contra.

El C. Barrera Elpidio: Ciudadanos diputados y presuntos diputados: Permitidme que os ruegue atentamente me escuchéis porque traigo la verdad en este asunto. A las galerías les hago ver que he contribuído con mi humilde contingente de sangre para darles la libertad de que hacen alarde y les ruego que no me la coarten a mí. (Risas. Siseos.) Ojalá, compañeros, que no existiera ese cúmulo de ingnominia que se llama Ley Electoral de Poderes Federales. Ella es la primera que le presenta al individuo la oportunidad para faltar a sus deberes de hombre honrado; tiene infinidad de huecos, señores, que los hombres, dadas las circunstancias en que nos encontramos desgraciadamente, en que la vergüenza, en que el honor en la cuestión electoral anda por los suelos, se valen de esos huecos para violar el voto, sagrado de mil títulos, del pueblo.

Respecto de las elecciones verificadas en el 4o. distrito electoral de Coahuila, nadie, mejor que yo, como coahuilense, puede dar su fallo en él. Ante todo debo expresar a la Asamblea y a las galerías como revolucionario que soy, y que diga el señor general González Garza si tengo el derecho a sentir y si tengo derecho para honrar y respetar la revolución.

El C. González Garza: Exactamente, tiene usted perfecto derecho.

El C. Barrera: No soy un advenedizo, señores; infinidad de sacrificios he hecho para llegar a este lugar; no venido como Breceda y otros, a semejanza de las orugas, arrastrándose.(Aplausos.) Yo vengo como revolucionario de abolengo; como hombre que desde mi niñez ha luchado en pro de las causas libertarias. Yo vengo, señores, a defender esa revolución, Yo no vengo a atacar al capital,

no vengo a hacer alarde de que soy líder de tal o cual partido; soy un hombre que viene a prestar su contingente humilde en este recinto parlamentario de donde debe salir la salvación de la patria en futuro no lejano. Yo vengo, señores, a impugnar el dictamen, porque tengo razón sobrada para ello, y no vengo a hablar de memoria: Hace un momento escasos minutos, me salí para afuera y el señor Breceda me siguió, y con cara de lástima, me dijo; "Elpidio: sé que me vas a atacar; no seas cruel, no lo hagas". Porque, señores...

El C. Breceda: Señor presidente, para contestar el cargo.

El C. Barrera, continuando: No es cargo, no le permito una interrupción.

(Risas. Aplausos.)... Yo, señores, quiero que esta XXX Legislatura que está integrada en su mayoría por elemento joven para felicidad y orgullo mío, porque he querido ver la emancipación de esa juventud, y veo que aquí representados a casi todos los distritos de mi país por elemento joven, por elemento viril, que ha sabido arrastrar todas las vicisitudes para enfrentarse con enemigos enormes, pero que los ha vencido y ha venido aquí triunfante y gloriosa; a esa juventud, a esa juventud, repito, apelo; a vosotros, jóvenes que sois la esperanza más risueña de la patria, a vosotros me dirijo en estos momentos. Yo quiero que esta Legislatura esté integrada por hombres honrados, señores, porque si el hombre carece de dignidad, ¿como puede, señores sacrificarse en aras de su pueblo? (Voces; ¡Huy! ¡Huy! Campanilla.) ¿Cómo puede cumplir con su deber? Tengo la firme convicción de que los oradores que hablan en pro, y el señor Aguirre Benavides, viejo luchador, viejo revolucionario -compañero de mi padre -, a quien respeto, sé bien que el señor Aguirre Benavides no ha venido con el amor, con el cariño que proporcionan el estar escudado en la razón para defender la asquerosa credencial que trae Breceda. (Aplausos.) Yo no vengo a hablar de memoria... (Voces: ¡Pruebas!) El año de 1915- y os voy a hacer este relato, porque quiero, señores, que salvemos, que prestigiemos a nuestra causa revolucionaria... (Voces: ¡Huy! ¡Huy!) en la que se han inmiscuido tantos vividores y tantos agitadores de oficio que no hacen más que engañar vilmente al pueblo; yo quiero, señores, que aquí en este recinto haya individuos que con amor se sacrifiquen en aras de la patria, que haya individuos de buena fe para que puedan colaborar con el Gobierno que quiere forzosamente salir del trance difícil en que se encuentra. ¿Cómo puede, qué orgullo, señores, es para un representante, para un pseudo representante del pueblo, venir aquí a ocupar una curul, señores, cuando tiene la plena convicción de que ha perdido? Mañana cuando vuelva a su distrito, irá con la frente baja porque va chorreando ignominia y lodo, y con razón lo llamaría yo -y todo hombre honrado -, que es un ladrón, porque viene a robar el dinero del pueblo, porque el dinero que ganamos es del pueblo, y los individuos que con una credencial falsa, que con chanchullos han llegado a escalar una curul, son ladrones viles y desgraciados, porque... (Aplausos nutridos.) vienen a robar el dinero del pueblo sin la sanción, sin el consentimiento de ese pueblo; pero vamos a tener tiempo suficiente de aquilatar la conducta y el valor intrínseco de cada uno de los representantes, y el pueblo dirá quién está con él. Es triste verdaderamente triste tener que ver esas manifestaciones de la galería; a mí me da gusto, señores, siento satisfacción ciertamente en ver esas demostraciones, porque es la libertad que nosotros hemos otorgado; pero siento también profunda decepción al ver la ingratitud que han cometido con nosotros, con nuestro humilde contingente, obstruccionando, coartándose esa libertad. Váis a ver, señores, quién es Enrique Breceda; os ruego atentamente. A vosotros, ciudadanos de la metrópoli, me dirijo; dad una prueba de democracia escuchándome un momento. (Aplausos.)

El ciudadano Enrique Breceda en 1915 era el administrador de la Aduana de Piedras Negras, era uno de los consentidos de don Venustiano Carranza, puesto que esos puestos son meras canonjías, como vosotros sabéis, que se las dan a los consentidos únicamente. Santo y muy bueno; no vengo a criticar, no vengo a hacer alarde de "ista", no; yo, que me he relegado al olvido por consecuencia de esto que os voy a decir, he sufrido resignado siete años, señores, y ahora vengo aquí desde este lugar a clamar justicia, a pedir que los hombres honrados de esta Cámara no aprueben este dictamen y echen fuera a un individuo indigno de sentarse en estas curules... Una voz: ¡Como tú!) No me conoce ese que ha dicho "como tú", el día que me conozca se arrepentirá, porque vengo como mens sana in corpore sano, y hago alarde de ello. (Risas. Aplausos.) El señor Breceda, como administrador de la Aduana de Piedras Negras, defraudó al Fisco en connivencia con la Eagle Pass Lumber Company, institución americana... (Aplausos. Voces: ¡Pruebas! ¡Pruebas!) no vengo a hablar de memoria, aquí están.... (Aplausos. Murmullos.) Todos los elementos revolucionarios están de acuerdo conmigo, varios miembros prominentes del cooperatista están de acuerdo en que el nivel moral del señor Breceda es el más bajo que se ha conocido... (Voces: ¡Nombres! Campanilla.) Este expediente, señores, hace siete años que lo conservo como una reliquia sagrada, como una joya para venir a presentároslo a vosotros; es muy extenso, descubre un contrabando de cinco carros de trigo que pasaban a territorio americano cuando nuestro pueblo se moría de hambre, declarándolo en la Aduana, con la anuencia del señor administrador, como hueso, ladrillo y huacales de cebolla que no pagan derechos. Este contrabando, señores, que lo descubrió mi padre, que entonces era el jefe de las armas en aquella región, puede comprobarse debido a las investigaciones que se hicieron no por mi padre, sino por el inspector de aduanas, señor Jerónimo Elizondo, que se encontraba a la sazón en Piedras Negras; constan las declaraciones de todos y cada uno de los empleados de aquella Aduana, y todos, así, todos echan la responsabilidad al señor administrador, y aquí está la prueba plena, señores, de esa responsabilidad. "En la ciudad de Piedras Negras -voy a leer para ahorrarle trabajo a la Secretaría -. En la ciudad de Piedras Negras, Coahuila, a los 12 días del mes de febrero de 1915, y siendo las ocho y media de la mañana, el ciudadano inspector, acompañado de las asistencias, volvióse a instalar en el edificio de la Aduana, con el objeto de continuar las diligencias previas y con objeto

de hacer constar en autos el resultado de las diligencias que se practicaron el día de ayer, resultando de dichas diligencias, que al hacer la comparación de los informes rendidos, por el jefe de Estación de los Ferrocarriles Constitucionalistas con los de la Aduana, resultó que la Eagle Pass Lumber Co. hizo las siguientes exportaciones fraudulentas, además de las enumeradas en este expediente."

Aquí están las pruebas: número de carros, el expediente de costumbre. Yo deseo decir siempre la verdad. Acostumbro, me cabe el orgullo, que el general González Garza es testigo de que así procedo; esgrimiendo esa arma aunque sea en contra mía.

"En fecha lo. de diciembre exportó carro número 24,405, declarándolo en la documentación de la Aduana como semilla de algodón y con peso de 20,000 kilos y libre de derechos, y en la documentación del ferrocarril el mismo carro, de la propia fecha, aparece documentación que dicho carro fue exportado con maíz y con peso 23,250 kilos; con fecha de 8 de diciembre exportó carros números 9,028 y 27,269, con peso de 30,000 kilos, declarados en la Aduana haber contenido semilla de algodón, y el carro numero 35,396, con 20,000 kilos y declarando contener madera, todos libres de derechos; y en los documentos del ferrocarril aparecen los mismos tres carros haber contenido 100,070 kilos de maíz; y el carro número 12,074 en los documentos de la Aduana aparece Haberse exportado con fecha 16 de diciembre, con 20,000 kilos de semillas de algodón; el propio carro, de la misma fecha en los documentos del ferrocarril aparece haberse exportado con 26,455 kilos de maíz. Con fecha 27 de noviembre, en los documentos de la Aduana aparece haberse exportado los carros 22,533, 8,945, 9,561 y 11,650, amparados por la póliza número 286 y con peso total de 66,810 kilos semilla de algodón y libre de derechos de exportación, siendo exportador y destinatario el señor José María Castilla, y en los documentos del ferrocarril aparece que los mismos carros en la propia fecha, se exportaron con.... 666,810 kilos de ixtle."

Aquí viene todas y cada una de las tramitaciones. Todo aquel que entienda de cuestión aduanal, sabe perfectamente que hay que declarar igual peso, porque a los patios del ferrocarril va un individuo, que es el vista de la Aduana, comisionado por el administrador, a cerciorarse de si esos pesos están conformes o no. Y ved cómo el señor Breceda tenía a dos elementos, que eran el señor González y otro señor Mondragón, a su disposición, y les ordenaba que tomaran los carros con menos peso. ¿Pruebas? Aquí van. No hablo de memoria: un señor miembro indigno del Ejército Nacional, un tal A. B. Gómez, exportó un carro de maíz; cuando la vista de la Aduana fue a despacharlo a los patios del ferrocarril, se encontró con que el carro ya no estaba, sino que había pasado a territorio americano. El vista fue a ver al administrador, según consta:

".....manifestando el administrador que firmara el documento, pues el teniente coronel A. B. Gómez tendría que arreglar y pagar los derechos que causara dicho carro; pero que él no supo ni sabe el peso legal de dicho carro; y que si firmó el mencionado documento y después de la protesta debida, fue porque así se lo ordenó el administrador."

Eso dice el vista de la Aduana. Ahora , en ese entonces era contador y administrador en funciones, un hermano del general Jacinto B. Treviño, Francisco L. Treviño, que fue miembro también de esta Cámara en legislaturas pasadas. Este señor fue a decir si era verdad o no el dicho de vista, y ved lo que dice:

"El vista de 2a. clase C. Adolfo Mondragón, protesto ante el administrador de la Aduana, C. Enrique Breceda, por haber sido nombrado por éste para hacer el despacho de un carro de maíz, que exportó el C. Antonio B. Gómez, y que al ir a hacer el despacho, encontró con que dicho carro ya había sido exportado, y lo cual hizo del conocimiento del administrador, quien le manifestó al C. Mondragón que firmara los documentos aduanales, pues el exportador pagaría los derechos. A lo que contestó que el señor Mondragón siempre ha tenido por costumbre avisarles las diferencias que resultan en el despacho de mercancías, ya sea cuando ha estado al frente de la administración o en su carácter de contador, debido al tiempo transcurrido de la fecha de que se verificó el despacho del carro que menciona que exportó el señor Gómez, no recuerda de todos los detalles que ocurrieron en ese caso, pero sí tiene presente que le dijo el señor Mondragón que para cuando había ido a efectuar el ya mencionado despacho, ya se había llevado el carro para el lado americano." Eso es lo que dice el señor contador, conforme con el dicho por el vista. Ahora hay otra diligencia que dice:

"Acto continuo, el C. inspector Jerónimo Elizondo, ante los testigos de asistencia, Daniel T. Farías y L. R. Treviño, dijo: En virtud de las facultades de que me hallo investido por el ciudadano secretario de Hacienda, según oficio número 2,989, y de fecha enero 25 de 1915, cuya copia certificada ha sido ya agregada a este expediente, y con el objeto de formular conclusiones en el asunto de fraude cometido a esta Aduana por la Eagle Pass Lumber Co., y considerando, primero: que como resultado de la visita de inspección que el subscripto inspector hizo a dicha Aduana, se descubrió el delito de fraude contra el Erario nacional, consistente en haber pasado dicha compañía, en connivencia con el administrador Enrique Breceda y el visitador Manuel González Santos, varios carros de trigo, declarándolos como ladrillos; varios carros de maíz, declarándolos como semilla de algodón, y, por último, varios carros de maíz, declarando y pagando derechos por menos de la tercera parte del verdadero peso; y para mejor demostrar, precisar y definir de una manera precisa, clara y terminante, he formulado un cuadro demostrativo, que señala concisamente la fecha, número de carro, contenido declarado a la Aduana, contenido real declarado y aceptado en el ferrocarril, peso declarado, peso real, cantidad que por todas estas exportaciones pagaron en oro nacional la suma de $2,184.20, debido haber pagado en la misma moneda la suma de $13,470.65, resultando por diferencia la suma de $11,486.45, considerando que el cuerpo del delito está plenamente comprobado, según se desprende

de los documentos del ferrocarril y de los de la Aduana, copia de los cuales encuéntrase agregados a este expediente, y los cuales fueron firmados por los representantes de dicha compañía....."

Según los considerandos en que viene el inspector de Aduana probándole al superior, que es la Secretaría de Hacienda , todos y cada uno de los delitos cometido por Breceda y la Eeagle Pass Lumber Co. ¿Tenía o no nombramiento facultando a aquel funcionario para obrar así?

"Un sello al margen que dice: Gobierno Provisional de México. - Secretaría de Hacienda y Crédito Público. - Número 2,989. - Queda usted facultado para que, el asunto del contrabando en Piedras Negras, de la Eagle Pass Lumber Co., efectúe los arreglos necesarios para dejar ultimado el negocio; bajo la base de que sobre el contrabando del maíz, impondrá las penas que marca la Ordenanza, y en el contrabando del trigo, cobrará un quíntuplo de los derechos, teniendo en cuenta que estaba prohibida la exportación de este cereal. - Constitución y Reformas. - H. Veracruz, enero 25 de 1915. - Por orden del secretario, el subsecretario, R. Nieto. - Rúbrica. - Al C. Jerónimo Elizondo. Presente. - Es copia que certifico. - Damos fe. - El inspector, J. Elizondo. - Testigo de asistencia a, D. T. Farías. - Rúbrica. - Otro testigo de asistencia, R. L. Treviño." - Rúbrica.

Ahí tienen, señores, pruebas. (Aplausos.) No hablo de memoria. Y no se crea que obro por espíritu de venganza, si fuera partidario del Talión; porque os voy a decir que como consecuencia de este informe, dos meses después se asesinaba a mi padre en las sombras de la noche, en una gran orilla de mi patria, a unas once millas del Bravo: Cinco balazos expansivos atravesaron el cuerpo de la pobre víctima, a quien dejaron a la intemperie: a un perro se le sepulta, pero a mi padre no. Siete días después de asesinado se encontró su cadáver, y fue llevado al Norte; lo tengo sepultado en Del Río, Texas. Esto como consecuencia de este informe. Así es que decía yo que no lo hago por espíritu de venganza, porque si fuera partidario del talión, de igual castigo , ya hubiera hundido un puñal y hubiera esgrimido las mismas armas que esgrimieron esos hombres para con mi padre. (Aplausos nutridos.) Fíjense ustedes hasta dónde llegaría la desvergüenza de este hombre, que era socio del señor Breceda. Dice:

"Telegrama. - Cd. Piedras Negras, Coah., febrero 12 de 1915. - Secretario de Hacienda, Veracruz, ver. - Además de los delitos de fraude al Erario cometidos por la Eagle Pass Lumber Co., y para su conocimiento manifiéstole que en el mes de noviembre y en la Agencia de esta Compañía tiene en Allende, Coah., estuvieron pagando el maíz y trigo que éstos compraban, con billete villista falsificado; descubierto este hecho, la autoridad aprehendió al representante de dicha Compañía, y le entregó quince mil pesos falsos, los que quemó e impuso al representante quinientos pesos de multa. - Respetuosamente, el inspector de Aduanas, Jerónimo Elizondo. - Pase con cargo Secretaría de Hacienda.- El inspector."

Vean ustedes, señores, y según tengo conocimiento, esos billetes se facilitaban a la Compañía en las Aduanas de que era administrador Breceda. Ahora dice aquí en resumen algo muy importante, es un informe y os ruego vuestra atención, hacedme justicia.

"Varias veces cité a estos señores a declarar en las diligencias, pero nunca se presentaron y solamente vinieron a conferenciar cuando les di mi palabra de honor de no cogerlos presos..." (Se refiere al inspector de la Eagle Pass Lumber Co.) "...al presentarse dijeron que venían a tratar privadamente, concretándose siempre a informarse de todo y a conocer cuál sería el procedimiento que seguiría con ellos, ya fuera que pagaran o no, haciéndome proposiciones de que harían declaraciones sensacionales y dirían la verdad, siempre que les prometiera que no se les cobraría las multas; diciendo, además, que a Breceda le habían pagado más de tres mil dólares y que tenían recibos; pero en la carta oficial que éstos le dirigen con fecha 16, copia de la cual mandáronle a usted, en ésta ya no dicen nada respecto de dichos recibos, diciendo, en cambio, que de los carros de contrabando, cuatro pertenecieron a Breceda.

Para no hacer larga mi peroración diré tan sólo que estos individuos robaban al ferrocarril y a la Aduana, porque declaraban menos peso en la Aduana y en el ferrocarril y a veces los carros que declaraban en la Aduana no iban a documentarse en el ferrocarril.

"También encontré varios casos semejantes a éstos en que se han encontrado documentos en la Aduana, de carros de exportación y no los hay en el ferrocarril.

"De lo que resulta que alternativamente robaban al ferrocarril en unos carros y en otros a la Aduana."

Eso dice el inspector y todos esos documentos originales están en la Secretaría de Hacienda.

"Intencionalmente -dice el inspector - no he fallado en el asunto de responsabilidad del exadministrador E. Breceda y el visitador de la Aduana, Manuel González Santos, pues deseaba y deseo saber qué arregló la Eagle Pass Lumber Co. con el fin de ver si dan más luces en lo referente a la responsabilidad de dichos empleos; así como también para ver si llegare a resultar responsabilidad de parte de otros.

Lo que tengo el honor de hacer del conocimiento de usted para lo que a bien tengo resolver y reiterándole las seguridades de mi atenta consideración y respeto. - El inspector de Aduanas, J. Elizondo." - Rúbrica.

(Voces: ¿Quién firma?) Jerónimo Elizondo, inspector de Aduanas. Crean todos los ciudadanos presentes que estoy esgrimiendo como única arma la verdad; si tuviera algo en su favor el señor Breceda, vendría yo a confesarlo; si fuera un hombre de honor, yo sería el primero en abonar su conducta. Aquí van a ver el resumen de toda esta infamia.

"Telegrama. - Cd. Piedras Negras, Coah., febrero 11 de 1915.

"Ciudadano secretario de Hacienda. - Veracruz, ver. - Siguiendo investigaciones fraude, he encontrado más, tanto de la Eagle Pass Lumber Co., como de otros. He visto mensaje que esta Compañía dirigió señor Carranza, referente general Gutiérrez tomóles cien toneladas maíz; yo les dije

que dicho maíz se les pagaría tan luego ellos paguen lo que nos adeudan por fraude. Parece rehúsanse pagar, alegando que es mucha la cantidad y que tienen recibos de cantidades que han entregado a Breceda a cuenta de esas exportaciones fraudulentas. Breceda, cada vez aparece con mayores responsabilidades, y a tal grado llegó el cinismo e impugnidad de éste y la Eagle Pass Lumber Co., que bastará con transcribirle el siguiente mensaje, cuyo original tengo en mi poder: "Piedras Negras, 20 diciembre de 1914. - Allende, Coah., - Eagle Pass Lumber Co. - Cuando remitan carros maíz, documéntalos en el ferrocarril como semilla algodón, ixtle, cueros o hueso."

Este telegrama, señores, llego a poder del inspector por una mera casualidad. El representante de la Compañía en Allende, que está a 52 kilómetros de Piedras Negras, lo perdió en el tren, y ese individuo se lo encontró, siendo así cómo el original está en la Secretaría de Hacienda. (Murmullos.)

"El día 19 se recibió en esta Aduana mensaje del jefe, en que prohibía la exportación de semillas, y el 20 pusieron el mensaje que transcribo. - Dícenme que si queremos obrar con igualdad, equidad y justicia, como no hemos procedido en contra de Breceda, quien es el principal o único culpable, porque él les propuso a ellos esos negocios, y que si lo hicieron, fue porque éste les ofreció que tenía poder y autoridad para hacerlo así; también por qué se les cobra quíntuples derechos en el trigo cuando el arancel sólo dice triples, y una multa de quinientos pesos, pues todo debe estar sujeto a la ley y no al capricho, - Creo que con tal de liquidar cuanto antes este asunto y en vista de que los fraudes y multas montan a una respetable suma, la cobremos en caso dado, solamente lo que autoriza la ley. También es indispensable obrar con imparcialidad y justicia, y en ese caso creo que inmediatamente convendría librar a usted orden de aprehensión contra Breceda. - Estoy acabando de hacer el cómputo total de las multas y fraudes y mañana daré aviso de ello."

Ya ven ustedes, señores, cómo aquel hombre honrado cumplió con su deber al investigar todos estos fraudes comunicando a la superioridad todo; pero allí, al lado del señor don Venustiano Carranza, estaba un elemento en aquel entonces omnipotente: don Alfredo Breceda, general, hermano del señor Breceda. Para probar que en aquel entonces el vendaval revolucionario levantó a tanto individuo que hasta hoy no hemos relegado al lugar que les corresponde como debemos hacerlo todos los revolucionarios honrados y dignos, los que hemos dejado parte de nuestra sangre en la revolución, no los que hemos sacado de ella provecho, diré que los señores Breceda eran una pobre familia de San Pedro y ahora a ustedes les consta el fastuoso matrimonio de su hermano el general. ¿Cuándo soñó este hombre venir a hacer ostentación de riqueza robada al pueblo? Tengo el deber ineludible de exigir honorabilidad a todos aquellos que se dicen revolucionarios, porque quiero revolucionarios que que honren y prestigien a la causa, no mentecatos ruines y ambiciosos que se han lanzado a la lucha fraticida con el único afán de llenar sus bolsillos para vaciarlos en el extranjero al lado de bellas exóticas de ojos azules y crenchas de oro, mientras nuestro pueblo se muere de hambre y gime sumido en la más espantosa miseria. (Aplausos.) ¡Ahí tenemos el porqué del desprestigio de nuestra causa revolucionaria: esos malos elementos que nosotros hemos solapado y seguimos solapando! Por eso acudo a vosotros, hombres, honrados, para poner coto a esa ignominia nacional. Depuremos nuestro ambiente revolucionario y echemos de él a los malos elementos dando cabida a esa juventud pujante y gloriosa que hoy se levanta. Afortunadamente tengo fe inquebrantable en esa juventud que me escucha, porque por más corrompidos que estemos, señores, hemos visto las consecuencias de obrar mal dentro del ambiente revolucionario y no podremos cojear del mismo pie. (Aplausos.) En aquella época, cuando se pedía justicia en estos fraudes, el entonces Primer Jefe, quien a mi padre le debió servicios y favores como éste: mi padre fue el presidente de la Cámara del Estado de Coahuila que desconoció al usurpador Huerta y facultó a don Venustiano Carranza para levantarse en armas.... (Aplausos.) Ved ese documento histórico, está firmado por mi padre y por eso tengo derecho a sentirme revolucionario, porque también he prestado mi humilde contingente y tengo la vida de mi padre sacrificada en aras de esos principios. (Aplausos.) Ahora, señores, yo convengo en que el Partido Cooperatista, como me decían hace un momento algunos de sus miembros, muy honorables, por partidarismo, señores, vaya a apoyar a este indigno ciudadano, pero yo, junto con la Diputación de Coahuila, que afortunadamente está integrada por hombres sanos, con excepción de esa mancha negra que se llama Breceda,.... (Aplausos en las galerías.) yo, señores, tengo la anuencia del señor diputado por el 1er. distrito, del señor diputado por el 5o. distrito, del señor Jacobo Cárdenas y de otros elementos sanos y honrados que hay en la Diputación coahuilense, para solicitar, así, un favor del Bloque Cooperatista, pero no hubo tiempo para ello. Nosotros íbamos, atenta y respetuosamente, a pedir que se dejara voto libre, votación libre en este asunto. (Voces: ¡Hay voto libre!) Bueno. Pues entonces, señores, yo no tengo experiencia en estas lides parlamentarias; vosotros conocéis mi ingenuidad; soy un provinciano, pero un provinciano que viene a hablar con la mano puesta en el corazón. (Aplausos.) Nosotros los provincianos, señores, no hacemos alarde como esa juventud enclenque que desgraciadamente tenemos hoy en día y que hace uso de esas ultramodernistas invenciones para minar el organismo del hombre. No, nosotros venimos, como dijera hace un momento, con mens sana in corpore sano. Hacemos alarde de nuestra salud! Así es que yo pido a ustedes justicia, no favor. Os pido atentamente que fijéis vuestra atención y veréis cómo el entonces Primer Jefe protegió decididamente a Breceda y relegó al olvido al individuo que había luchado desde mil novecientos en aras de la Revolución y de sus principios. Aquí tenéis, señores, otro documento:

"Western Unión T. Lesham. - Received at Eagle Pass, Texas. 3 Sa. B. 50 Via Galveston. - Veracruz,

México . Jan. 4, 1915. - Coronel Atilano Barrera. Eagle Pass. Texas. - Tengo conocimiento fue aprehendido Admor. de la Aduana señor Enrique Breceda; póngalo usted inmediatamente en libertad."

Mi padre contestó:

"Administrador Aduana quedó libertad el mismo día de su detención. Mandándole comprobantes de abuso. Para que usted ordene lo que corresponda. Permítame manifestarle que yo he creído haber obrado como hombre honrado. Defendiendo los intereses de nuestra causa a fin de obtener mayores elementos para su triunfo. Respetuosamente. El coronel jefe de las armas, A. Barrera."

Después de eso le contestó el entonces Primer Jefe a mi padre que no tenía derecho a inmiscuirse en esos asuntos. Y mi padre no obró porque sí, sino con autorización del entonces inspector aduanas Gerónimo Elizondo, ya que en aquella época, como ustedes lo saben, no había autoridad judicial en nuestro país.

"Telégrafos Federales. - Telegrama número 8, de Veracruz, el 6 de enero de 1915. - Recibido en Piedras Negras, Coah. Via Eagle Pass. Texas y Galveston. - Señor coronel Atilano Barrera. Su mensaje de ayer no admite excusas para que se cumplan mis órdenes. Ponga usted en libertad al Admor. de la Aduana; entregue usted el mando de las armas al inmediato subordinado de usted y preséntese arrestado al comandante militar de Coahuila para que se le juzgue por usurpación de funciones."

¡Ven ustedes cómo en aquel entonces se interpretaba la justicia y el honor! El señor Breceda no tuvo más que atenciones de mi padre. Aunque mi memoria es mala, recuerdo que en aquel día, único que estuvo detenido el señor Breceda, mi padre lo prodigó toda clase de atenciones: lo llevó a comer y luego lo puso en libertad bajo su palabra de honor; pero violándola paso a territorio americano, que estaba a un paso de allí. El hombre que nada debe nada teme, ¿Por qué no se quedó allí a depurar su conducta? Ya digo que el epílogo de este fraude, de esto que debe abochornar a todo ciudadano consciente, a todo hombre honrado, fue el vil y cobarde asesinato de mi padre. Así es que la conciencia del señor Breceda si se encuentra limpia de la responsabilidad, allá ella; en mi concepto es el juez más severo. Yo seguiré luchando, esgrimiendo las armas dignas que he esgrimido hasta ahora. He venido aquí no a obstruccionar, he venido dentro de mi humilde esfera de acción a colaborar con todos vosotros, pero en esta ocasión, señores, os pido justicia y espero que me la déis. Unámonos todos, ciudadanos diputados y presuntos diputados, en un mismo pensamiento, en un mismo y sublime anhelo: hacer patria. (Aplausos ruidosos.)

El C. secretario Gandarilla: Tiene la palabra en pro del dictamen el ciudadano Breceda. (Siseos. Voces ¡Ah! ¡Ah!)

El C. Breceda: Señores diputados y presuntos diputados: Habéis escuchado el aluvión de insultos y calumnias que han arrojado en mi contra los oradores del pro..... (Voces: ¡Contra!) los oradores del contra. Comenzaré por contestar los hechos calumniosos que lanzó en mi contra Luis Morones. Dijo este señor que yo, en la escisión entre Carranza y Villa, había huído con los fondos confiados a mi para el pago de las fuerzas federales, al lado americano, y que no había regresado a presentarme a mi puesto. Hay aquí sonorenses a quienes les consta la falsedad del aserto. Están Alberto Peralta, Arturo Valenzuela, está el señor Méndez, personas honorables a quienes consta que ésta es una calumnia vil.

El señor Morones me lanzó el cargo de que soy capitalista. Señores diputados: Pongo a disposición de la Beneficencia Pública todos mis bienes consistentes en terrenos o en caudales, depósitos en el extranjero o depósitos en los bancos mexicanos. (Voces: ¡Ah! ¡Ah!) Todos los depósitos o valores que estén a mi favor. Otro tanto no puede decir el capitalista Luis N. Morones. (Voces: ¡Bien! Aplausos.)

Me lanza el cargo el señor Morones de ser representativo del capital; hecho absolutamente falso, señores. En Coahuila, tierra de los hombres libres, no se corrompe el voto con dinero ni con influencias de los capitalistas. La peor ayuda que se puede prestar a un candidato, es andarse codeando con los capitalistas. Mi elección en Coahuila fue ganada leal, legal y honradamente. Me tachó el señor Morones de representante del capital, porque no he ido a mi tierra, a la Laguna, con prédicas mijaristas, a llevar a la miseria a aquel pueblo, Lejos de eso, aquí está el señor Franco Urías a quien consta que por mi mediación, por mis gestiones, conseguí trabajo para 1,800 hombres en la región. Es mentira lo que dice Morones de que los capitalistas de Coahuila, los hacendados de allá no den trabajo a los laboristas: es inexacto. La crisis que existe en la Laguna se debe únicamente a la carencia de agua para regar las tierras, para fertilizar los campos de labranza. Todos ustedes lo saben, porque están enterados por la prensa de que en dos años consecutivos no han llegado las avenidas del Nazas. ¿Cómo es posible que se dé trabajo a la gente cuando no hay absolutamente nada en qué ocuparla? Si quisiera hacer alarde de méritos, hubiera traído certificados de los hacendados, haciendo constar que por mis gestiones están trabajando 1,800 hombres. El señor Soto y Gama también me hizo el cargo de capitalista. Señor Soto y Gama: Lo faculto a usted para que investigue dónde está y en qué consisten mis bienes, y lo faculto a usted para que se me presente con un notario público y extenderle poder amplio y bastante para que esos bienes pasen a la Beneficencia Nacional, para que pasen a los laboristas o a los agraristas..... (Voces: ¡No los necesitamos!) El señor Atilano Barrera, el señor Elpidio Barrera también descargó su aluvión de insultos. ¿Por quién está firmada esa documentación que presenta? ¿Lo saben ustedes? Tampoco yo lo sé. En cada mentira hay un fondo de verdad. Voy a explicar la verdad de los acontecimientos: A raíz de 1914 recibí órdenes del entonces Primer Jefe del Ejército, ciudadano Venustiano Carranza, para presentarme en Veracruz, después de haber entregado toda mi documentación, todo el dinero que yo tenía, millones de pesos, a Manuel Bonfiglio, actual empleado de la Contraloría Nacional; pasé a Veracruz y recibí instrucciones de don Venustiano

Carranza de situarme en Piedras Negras, para comprar y pasar armamento para Maclovio Herrera, para el general Dávila y para un teniente coronel o coronel Rodríguez. Dedicado a esas labores, exclusivamente, que ustedes, los que han sido revolucionarios, saben que son peligrosas en los Estados Unidos, dejaba yo la administración de la Aduana al contador y a los oficinistas, como era natural, pues eran muy frecuentes mis viajes a Laredo, muy frecuentes a San Antonio y mucho más frecuente a El Paso. Esto le consta al ciudadano Roberto Pesqueira. En esas condiciones, la fraudulenta Eagle Pass Lumber Co., se valió de cien mil artimañas, si ustedes gustan, e hizo los contrabandos que consignan los papeles de Elpidio Barrera; hizo los contrabandos, pero sin mi consentimiento, absolutamente. (Siseos.) Los hizo sin mi consentimiento, puesto que yo estaba en el extranjero, yo estaba dedicado a la compra de armas y parque. (Voces: ¡Pruebas!) En esas condiciones, señores, existe en la Secretaría de Hacienda el expediente completo, no el mistificado: se le exigió a la Eagle Pass Lumber Co., que pagara todos y cada uno de los derechos que en aquella época no pagó; se le exigió que pagase las multas; se le exigió que presentase los recibos que decía que tenía en su poder firmados por mí, ¡y no presentó absolutamente ninguno! Era un chanchullo de que se valió la Compañía para poder entrar en componendas con Elizondo.

Ahora bien, señores; el sentimiento de Elpidio Barrera es muy justificado, porque su padre sucumbió en aquella fecha. El siempre ha estado en la creencia de que yo tuve parte en ese fusilamiento.....

El C. Barrera Elpidio. interrumpiendo: ¡Asesinato, señor!

El C. Breceda, continuando: Pero nada más lejos de la verdad, señores. Estaba yo en Veracruz, perdóneme usted, Elpidio Barrera, si evoco recuerdos tristes para usted: estaba yo en Veracruz cuando fusilaron al coronel Atilano Barrera. Cuatro días después de su fusilamiento, y sin que yo supiera absolutamente nada, llegué a Piedras Negras y allí se me dio la noticia de que se le había fusilado después de un Consejo de Guerra, cuyo expediente existe en la Secretaría de Guerra.

El C. Barrera: Permítame usted una aclaración.

El C. Breceda: No la permito. No me constan los cargos hechos contra Atilano Barrera. Atilano Barrera lo conocí en Piedras Negras cuando llegó a hacerse cargo de la jefatura de Operaciones; estuvo en la Aduana en los momentos precisos en que salía yo a Piedras Negras a pedir un poco de parque; le ministré el parque que solicitaba, y salí para El Paso a recibir una partida de armas y parque. El día que regresaba del extranjero, al pasar por la Comandancia Militar, me llamó y me dijo: "Compañero, venga un momento por acá. ¿Qué sabe usted, Breceda, de estos carros de parque que pasaron ayer, domingo, al otro lado?" Le dije: "Nada sé de eso, a usted le consta que acabo de llegar, no he estado aquí, pero voy a investigar." Entonces él, creyendo de buena, de buena fe, me creyó culpable, me dijo: "quédese usted un momento, voy a hacer la investigación." No hice absolutamente gestión alguna, de ninguna índole; llegó en la tarde y me dijo: "Compañero: puede usted salir, puede usted retirarse, ha sido una equivocación la que se sufrió suponiéndolo a usted autor de este asunto, y mi familia estaba en Eagle Pass." Esa es la razón, señores, por que yo de la Comandancia Militar, acompañado por Alfonso Vásquez, general en aquella época, que desgraciadamente ya murió, acompañado de Atilano Barrera y también de Elizondo, pasé al otro lado; cenamos juntos en Eagle Pass, ellos me suplicaron que me quedara con mi familia, que estaba enferma; se quedó conmigo Elizondo, y Elizondo, señores, me hizo esta proposición: señor Breceda: el asunto ya llegó a conocimiento del señor Carranza; nunca averigüé yo cómo llegó a su conocimiento, pero usted debe ponerle un mensaje a Carranza, diciéndole que está en absoluta libertad, que no tiene usted culpa ninguna, porque así se lo explicaré yo.

Yo debo advertir a ustedes que desde antes de mi salida a Eagle Pass, el señor Elizondo hizo una visita a la Aluana, el testigo presencial de esta visita es Francisco Treviño; él nos dio los comprobantes de haber pasado esa visita sin ningún asunto absolutamente en contra ni de mí ni de ninguno de los empleados. Yo traté con desprecio a Elizondo, y al día siguiente, a las nueve de la mañana, que me disponía a salir para Piedras Negras, recibí un mensaje del entonces Primer Jefe, llamándome nuevamente a Veracruz. Hice el viaje violento; Estaban en Veracruz Roberto Pesqueira, Adolfo de la Huerta y un sinnúmero de revolucionarios, En Veracruz di cuenta al entonces Primer Jefe de las gestiones que yo había hecho en la compra de parque y armas, única comisión -lo confieso honrada y sinceramente - única comisión que fuí a desempeñar a la frontera; no fui a desempeñar el cargo de administrador de la Aduana, por más que llevaba en la bolsa el nombramiento de ese puesto. Una vez allí en Veracruz, me dijo el entonces Primer Jefe que permaneciera a su lado hasta en tanto se desarrollaban los acontecimientos de Celaya. Ajeno por completo a las intrigas políticas y a la politiquería de camarilla, diariamente iba a recibir órdenes del Primer Jefe, el que invariablemente me contestaba: "Siga usted esperando". Así estuve hasta que un mensaje de mi Madre, procedente de Eagle Pass, me ponía en conocimiento de que mi señora estaba grave. Pedí permiso al señor Carranza para retirarme a Eagle Pass, adonde fuí y permanecí hasta que llegó un mes y medio después don Venustiano Carranza, después de haber desalojado a los villistas que tomaron aquellas plazas, No quiero ofender la memoria de Atilano Barrera, contra quien no tengo absolutamente ningún cargo; pero, señores, al indagar yo el fusilamiento suyo se me dijo que se le había mandado encausar porque en otras oficinas como en la Aduana de Piedras Negras, había querido usurpar funciones que no se le habían conferido, y porque se había descubierto que de acuerdo con Antonio I. Villarreal pretendió entregar armas y parque que había en Piedras Negras a la función villista, o sea a Rosalío Hernández, siendo éste el motivo del fusilamiento.

El C. Barrera: Permítame usted una aclaración, por honradez, si es que le queda a usted un ápice de dignidad.

El C. Breceda: No calumnio, sólo he dicho cuál

es la información que tengo. Ahora que he explicado la falsedad de los hechos políticos e intrigas que se traman en mi contra, voy a pasar a otro punto para que no les cause extrañeza todo el cúmulo de calumnias que el camuflaje Luis Morones ha venido a verter en mi contra. Señores, yo soy socialista como el que más... (Siseos.) socialista consciente de mis deberes. Quiero que el proletariado se encauce por el verdadero camino que lo llevará tarde o temprano al triunfo definitivo de sus ideales. Yo comprendo, señores, que el triunfo es seguro para los laboristas; es absolutamente necesario que la gran masa, que el gran pueblo mexicano sea el que llegue a dominar la situación en nuestro país, es absolutamente necesario, pero comprendiéndolo así, quiero una preparación previa para ese pueblo, no quiero que ese pueblo siga guiado por falsos líderes laboristas que lo llevan a la huelga, que lo llevan al asesinato, y que lo llevan al hambre. (Aplausos.) A Israel del Castillo, que no sé si estará presente, se lo decía anoche, porque me interpelaba: ¿Bueno, y ahora que el Cooperatista ha triunfado, cree seguramente que triunfará contra los líderes laboristas? Entonces le contesté: no triunfará con los falsos líderes laboristas, triunfará con los verdaderos líderes, con aquellos que lo lleven al triunfo seguro por el camino viable, respetando los derechos ajenos para que puedan respetarse los derechos de los laboristas. (Aplausos.)

El C. Manrique, interrumpiendo: ¡Para una moción de orden, señor presidente! Comienzo por pedir perdón al señor Breceda, no se trata de él. Se observa en estos momentos que sin que haya habido escándalo que lo justifique, la policía está desalojando a personas que ocupan la galería. Esto es perfectamente impertinente. (Murmullos. Siseos.) Esto es perfectamente impertinente y propicio a desordenes. Es visible que en el ala derecha, la policía está desalojando a personas que hace algunos momentos hicieron demostraciones en favor de Barrera. Si se hubiese desalojado en aquellos momentos para impedir un desorden, la intervención de la policía habría sido oportuna y prudente. En estos momentos es impertinente. Yo pido atentamente al señor presidente tenga esto en cuenta.

El C. presidente: La Presidencia toma nota de la indicación del ciudadano Manrique, porque, efectivamente, ordenó a la policía que desalojara a quienes interrumpieran a los oradores.

El C. Breceda, continuando: Señores: Voy a dar a ustedes cuenta de un hecho insólito verdaderamente: En 1918 tenía mi despacho en la Avenida Juárez. Me encontré una tarde de paseo a un buen amigo mío de Sonora, a José Polín, a quien los sonorenses de esta Cámara conocen. Este amigo mío me platicó que hacía cuatro meses se encontraba en México gestionando un permiso para la explotación de yacimientos de manganeso en el litoral de la Baja California, y que a pesar de todas sus gestiones no había podido conseguir que se le otorgara; que me suplicaba que me acercara al secretario de Industria y Comercio, Alberto J. Pani, para ver si era posible que se le otorgara; que era necesario que otorgara ese permiso a una compañía mexicana para que no estuvieran robando los barcos americanos. Me acerqué al señor Pani, y en la primera conferencia me dijo que la razón por la que no se había concedido permiso a Blas Torres, en nombre de quien estaba solicitada la concesión, era porque el artículo 27 constitucional aún no estaba reglamentado, y en tal virtud estaba prohibida la salida de los metales. Entonces mostré al señor Pani un legajo de quince o veinte mensajes puestos en el transcurso de cuatro meses tanto a Blas Torres como a José Polín, en los que se les avisaba que las compañías americanas robaban el manganeso y lo sacaban del país sin pagar derechos de ninguna naturaleza. Pani cogió esos mensajes y se fue a la Presidencia de la República, expuso los motivos fundamentales que creyó de justicia ante el ciudadano presidente de la República, y concedió el permiso de explotar el manganeso mediante una cuota que el mismo Ejecutivo señaló. Esto paso en febrero de 1918. Se hizo el contrato con todos los requisitos de ley, se hizo el depósito en la Tesorería General de la Nación, y en mayo de 1922, cuando hacía yo mi campaña, resultó con que el juez de Distrito de la Baja California se dirigió al de Piedras Negras pidiendo se me aprehendiera por haber robado manganeso de la nación. Debo advertir, señores, que en mi vida he pasado, ni siquiera he estado de tránsito por la Baja California. Esta especie calumniosa la lanzaron en mi contra mis enemigos políticos. Voy a pedir a la Secretaría tenga la amabilidad de dar lectura, no al contrato, porque es largo, pero si ustedes quieren lo leerá también, ocupa tres hojas, pero sí el certificado de depósito a la Tesorería General, una carta del abogado Jesús M. del Bosque, apoderado mío exclusivamente para este caso en Torreón y a una carta subscripta por José Polín y Alejandro Tarín, cuya firma pueden identificar los sonorenses presentes.

- El C. secretario Gandarilla, leyendo:

"Poder Ejecutivo Federal.- México.- Estados Unidos Mexicanos. - Secretaría de Industria, Comercio y Trabajo.

(Una estampilla de a cincuenta centavos debidamente cancelada.)

"Al margen: Tesorería General de la Nación.- Al centro: Tesorería General de la Nación.- Número 1148.- Por $600.00 oro nacional.

"Señor Enrique Breceda, ha enterado en la Caja de esta oficina la cantidad de seiscientos pesos oro nacional, por depósito para garantizar el contrato que tiene concertado con la Secretaría de Industria y Comercio, relativo a la explotación de minerales manganesíferos en la zona federal marítima del Golfo de California.

México, 13 de febrero de 1918.- El cajero, M. G. de Velasco.- Rúbrica.

"Alberto Vázquez del Mercado, subsecretario de Industria, Comercio y Trabajo, certifica:

"Que la presente es copia sacada fielmente de su original, que obra en el expediente formado con motivo de la solicitud y permiso de explotación de los minerales de manganeso en la zona federal marítima, "Punta Concepción", "Punta Aguja" y "Trinidad", y la cual se expide a petición y costa del señor Enrique Breceda, a los veintisiete días del mes de julio de mil novecientos veintidós.- A. Vázquez del Mercado."

Un membrete que dice: "Licenciado Jesús M. del Bosque.- Bufete y Notaría.- Torreón, Coahuila.

"30 de julio de 1922.

"Señor don Enrique Breceda.- Lucerna 34.- México, D. F.

"Muy señor mío y amigo:

"Recibí oportunamente su atenta del día 14, como oportunamente recibí los documentos, los cuales presente a su debido tiempo.

"No le había contestado, esperando se engrosara la sentencia y la cual estaba pendiente de que el ciudadano agente del Ministerio público produjera sus alegatos, pues el día de la audiencia no pude concurrir por motivo de luto.

"La sentencia le fue favorable a usted, y ya solicito copia certificada de la audiencia y del famoso exhorto, que ni en tierras cafres lo hubieran admitido.

"En cuanto a mis honorarios, con más los gastos que he tenido que hacer, son ochenta pesos, la copia certificada con sus timbres nos importará veinticinco pesos. Puede usted situar una y otra cantidad por giro postal. En pliego certificado le remitiré su copia.

"Sin otro particular y deseándole toda clase de prosperidades y de que no encuentre con nuevos chanchullos para que nos represente en la Cámara, quedo de usted afectuosamente, atento amigo y seguro servidor.- Licenciado, Jesús M. del Bosque."

Al margen un membrete que dice: "A. F. Tarín.- Apartado 2,797.- México, D. F. "México, D. F., julio 28 de 1922.

"Señor Enrique Breceda.- Presente

"Muy señor nuestro y amigo:

"Para los fines que usted juzgue convenientes, hacemos constar: Que el 13 de febrero de 1918 se obtuvo a su nombre y por sus gestiones, un contrato o permiso provisional, de la Secretaría de Industria y Comercio, para exportar manganeso de acarreo, del litoral de la Baja California. Adjuntamos copia del contrato legal firmado por el señor ministro, don Alberto J. Pani, y por usted: Que en la misma fecha, 13 de febrero de 1918, hizo usted un depósito por la cantidad de seiscientos pesos, oro nacional, en la Tesorería General de la Nación, de acuerdo con la cláusula décima de dicho contrato. Aclaramos que estos seiscientos pesos fueron proporcionados por el señor Alejandro F. Tarín. Adjuntamos copia del certificado de depósito expedido por la Secretaría de Industria y Comercio: Que una vez obtenido el permiso, cuya copia adjuntamos, usted otorgó poder a los señores Blas Torres y José Polín, para que, de acuerdo con el contrato de referencia, hicieran la exportación de manganeso: Que usted no tomó participación personal en la explotación de este negocio, habiéndose encargado única y exclusivamente los señores José Polín y Blas Torres, quienes personalmente, y habiéndose trasladado a la Baja California, hicieron la explotación a que daba derecho el contrato de referencia: Que usted no ha percibido hasta la fecha un solo centavo, ni por haber gestionado ante la Secretaría de Industria y Comercio el permiso de explotación, ni por concepto de utilidades del mismo negocio: Que, según han indicado los señores Blas Torres y José Polín, los derechos de exportación fueron oportunamente pagados en la Aduana de Nogales, Sonora, por conducto de la Agencia Aduanal del señor general A. Obregón, que en aquella fecha se ocupaba de esta índole de negocios: Por último, que usted no ha estado en la Baja California, a nuestro saber, ni antes ni después de conseguido el permiso de explotación de manganeso.

"Deseando que esta información le sea de utilidad, quedamos de usted afectísimos, atentos amigos y seguros servidores.- A. F. Tarín.- José Polín."

El C. Breceda, continuando: Señores: Si en un negocio tal lícito, que conseguí yo para un amigo mío, a quien en Sonora, como ustedes, sonorenses, les consta, le debí atenciones y afecto y en cuyo negocio no tuve la menor participación, ni utilidades, ni siquiera una gratificación por haber gestionado ese contrato, si en ese negocio tan lícito, señores, buscaron mis enemigos políticos armas infames como la calumnia de haberme robado el manganeso de un lugar en donde ni siquiera de tránsito he pasado, ya comprenderán las maniobras que han esgrimido esos mismos enemigos para impedir que entre yo aquí a la Cámara de Diputados.

Pero tengan ustedes la seguridad de que si entro a la Cámara de Diputados, mi labor será de absoluta disciplina, de absoluta honradez, de completa lealtad a los principios revolucionarios. Yo quiero para el pueblo mexicano, no para el grupo de líderes laboristas, un pedazo de tierra para cada ciudadano; pero un pedazo de tierra que no signifique un despojo, que no signifique una vergüenza para el que posea ese pedazo de tierra. (Aplausos. Siseos.) Quiero, señores, que cuenten los labriegos de mi pueblo, a quienes no conoce el señor Morones, porque aquéllos llevan las frentes ardidas por el sol y las manos encallecidas por el arado, y el señor lleva encima sedas y brillantes - sí, usted no los conoce, señor Morones -; (Aplausos.) quiero, señores, para aquellos campesinos, de quienes hablo, un pedazo de tierra en propiedad perfecta, un pedazo de tierra que mañana no avergüence a los hijos de ellos, porque un cambio en el Gobierno, un cambio en la política venga a arrebatarles lo que a estilo Antonio I. Villarreal se a robado para repartir al pueblo. (Siseos. Aplausos.)

Ahora voy a demostrar que los falsos agraristas recurrieron a todos los chanchullos imaginables para usurpar los puestos en la Cámara de Diputados. El que se llama allá en San Pedro candidato laborista, lanzó unas hojas sueltas, diciendo que lo postulaban qué sé yo cuántos clubes y partidos políticos; decía, entre otras cosas, que en el pueblo de Lamadrid existía el club "Ignacio Zaragoza". Señor Secretario, favor de leer.

El C. secretario: Un sello que dice:

"República Mexicana.- Presidencia Municipal.- Lamadrid, Coahuila. (Estampillas debidamente canceladas.)

"En contestación al atento oficio de usted, fecha de hoy, certifico: Que en esta Presidencia Municipal de mi cargo no ha sido registrado ningún club político que lleve el nombre de "Club Ignacio Zaragoza", ni agrupación alguna que postule al C. licenciado Ernesto M. Salas como candidato a diputado propietario al Congreso de la Unión por el 4o. distrito electoral.

"Sufragio Efectivo. No Reelección.- Villa Lamadrid, mayo 12 de 1922.- El presidente municipal, A. Rodríguez.- El secretario, R. Lozano Obregón.

"Al C. Enrique Breceda.- Presente."

"Presidencia Municipal.- Nadadores, Coahuila.- Estados Unidos Mexicanos.

"El subscripto, presidente municipal de esta villa y su jurisdicción, certifica por medio del presente, que hasta esta fecha, 13 de mayo de 1922, no se ha registrado, de acuerdo con la Ley Electoral de Poderes Federales, el club político "Juan Antonio de la Fuente", que postula para diputado propietario, según volantes publicados, al señor licenciado Ernesto M. Salas, por el 4o. distrito electoral, del que forma parte integral el municipio de Nadadores.

"Sólo ha quedado anotado legalmente, en el libro de registro de "Candidaturas y Clubs", que se lleva en la Secretaría de esta propia Presidencia, y bajo la partida número 1, de fecha 6 de mayo del presente año, el club político denominado "Club Agrarista", que postula para diputado propietario al ya citado señor licenciado Salas.

"Y para los usos que al señor Enrique Breceda convengan, se expide el presente en la Villa de Nadadores, Coahuila, a los trece días del mes de mayo de mil novecientos veintidós.- El presidente municipal, Cruz Iruegas.- El secretario, J. P. Flores." - Rúbrica.

Al margen una estampilla cancelada. "Presidencia Municipal Piedras Negras, Coahuila.

"El C. Félix Flores, presidente municipal constitucional del Municipio de Cuatro Ciénegas, Distrito de Monclova, Estado de Coahuila de Zaragoza.

"Certifica: Que a escrito presentado por el C. Enrique Breceda, con fecha ocho del mes de mayo en curso, en el que describe a esta autoridad seis apreciaciones referentes a irregularidades que concurrieron para la instalación de club político Benito Juárez, en fe de verdad, se hace constar:

"Primero. Que con fecha reciente estuvo en esta villa el señor licenciado don Ernesto Salas.

"Segundo. No le consta a esta Presidencia cuándo o qué personas fueron a saludar al mencionado señor Salas.

"Tercero. Que es cierto se registró en esta Presidencia en un simple legajo de papel que le fue presentado, en el que figura asentada una acta, diciéndose instalado el Club Benito Juárez en la calle Cinco de Mayo número 23, en esta villa.

"Cuarto. Que no le consta a esta Presidencia que las firmas que figuran al calce de tal acta, dónde fueron recogidas.

"Quinto. Que es cierto que en esta Presidencia no se recibió aviso alguno de irse a instalar dicho club.

"Sexto. Es cierto y le consta a esta Presidencia que antes o después de la instalación de tal club, no se efectuó ninguna asamblea de carácter popular en esta villa.

"Séptimo. Esta Presidencia, teniendo a la vista las cartas cruzadas entre el C. Enrique Breceda y la propietaria del Hotel Progreso, de esta villa, señora Soledad Garza viuda de Arredondo, el dicho de la señora propietaria mencionada, hace fe de que en su hotel, calle Cinco de Mayo número 23, no se ha instalado el club político Benito Juárez, y que ni antes, ni ahora, en tal hotel, o parte de él, estén instaladas las oficinas del Club Benito Juárez. Ignorando esta Presidencia hasta hoy, en dónde estén establecidas.

"En fe de verdad y a petición del expresado señor Enrique Breceda, lo extiendo y certifico en el despacho de esta Presidencia, a los nueve días del mes de mayo de mil novecientos veintidós, ante mi secretario. Damos fe.- El P. M., Félix Flores.- El secretario. Samuel Solís."

"Cuatro Ciénegas, mayo 8 de 1922.

Señor don Enrique Breceda.- Presente.

"Apreciable señor mío:

"En debida contestación a su apreciable de hoy, tengo el gusto de comunicarle, que en el Hotel Progreso de mi propiedad, sito en la calle 5 de Mayo número 23, no se ha instalado el club político Benito Juárez, a que usted se refiere; asimismo hago constar que ni antes ni ahora este hotel o parte de él haya sido rentado por persona alguna para instalar las oficinas del club antes mencionado.

"Creyendo dejar contestada en todos sus puntos su grata de hoy, quedo de usted atenta y segura servidora.- Soledad Garza viuda de Arredondo."

El C. Breceda: Pues bien, señores, así, así quería ganar la elección el licenciado Ernesto M. Salas, haciendo sus clubes en cuartos de hoteles, a puerta cerrada, y llevando después algunos pliegos para recabar firmas entre sus amigos, engañando al pueblo. Aquí consta que no hubo ninguna asamblea, ningún mitin político, como se acostumbra en mi pueblo, para hacer la propaganda de la candidatura de Salas. No es aún toda la mentira de esta candidatura, sigue algo más: en el acta de la Junta Computadora que obra en poder de la Comisión Dictaminadora, 8a. Sección, consta que se presentaron en el Teatro Alvarado, lugar designado por la autoridad para instalar la referida Junta Computadora, 77 presidentes de casillas con sus respectivos paquetes. Hay un certificado también de la autoridad de Cuatro Ciénegas, que dice dejaron de instalarse tres casillas en aquel Municipio; sumadas de las 77, dan un resultado de 80 casillas. El ciudadano Barón Obregón conserva en su poder un documento subscripto por el presidente del Colegio Electoral, en que se hace constar que el número de casillas en el 4o. distrito de Coahuila es de 89 casillas. A la Comisión le consta también que en dos cajas mandó el candidato Ernesto M. Salas 18 paquetes. Así pues, señores, tenemos 80 casillas: 77 que concurrieron y 3 que no se instalaron; total: 80; más 18 que manda el señor licenciado Salas, dan un total de 98 casillas. ¡El señor Ernesto M. Salas, que quiere ganar esta curul, ha hecho parir al distrito, 9 casillas electorales!

El acta de instalación de la Junta Computadora y el escrutinio de la misma están firmados por los representantes de los partidos políticos que concurrieron. Esto le consta a la Comisión y tengo aquí los duplicados de esa documentación con las firmas auténticas, las firmas originales de los miembros que concurrieron a esa instalación.

¿Cómo, pues, señores, se pretende que después de haber ganado una elección pacífica, honrada y legalmente, se permita que se venga aquí a la tribuna a vaciar todo el encono, todo el odio que se tiene contra un hombre que nada, absolutamente nada ha hecho para que se le tenga ese odio? ¿Qué, señores, van a recaer sobre mí los odios de mis familiares? Uno de los oradores en contra ha dicho que demuestra la riqueza de que soy poseedor el fausto con que se ha casado uno de mis hermanos. ¿Es justo esto, señores? ¿Es lógico siquiera?

Para terminar, señores, pido que voten en justicia únicamente, y repito mi oferta al señor Soto y Gama y al señor Morones: mi capital, cualquiera que éste sea, mis propiedades agrícolas y urbanas, dondequiera que estén fincadas, quedan a la disposición de la Beneficencia Pública.

El C. secretario Gandarilla: Tiene la palabra el ciudadano José F. Gutiérrez, en contra.

El C. Barrera: Para una aclaración pido la palabra. Se trata de una calumnia. El señor Breceda ha dicho que mi padre fue...

El C. presidente: Cumpla usted el acuerdo de la Presidencia. No tiene usted en este momento la palabra. Hablará primero el señor Gutiérrez y después usted.

El C. Barrera: Muy bien.

El C. Gutiérrez José F.: En vista de que el compañero Antonio Díaz Soto y Gama muy atentamente ha solicitado que le ceda mi turno porque tiene algo que exponer todavía sobre este asunto, y no habiéndosele permitido anteriormente que hablara todo lo que él deseaba exponer en el caso de la credencial del señor Enrique Breceda, le cedo el uso de la palabra al compañero Soto y Gama. (Aplausos en la galerías.)

El C. secretario Gandarilla: La Secretaría declara que tiene la palabra el ciudadano Manrique en virtud de que el ciudadano Gutiérrez ha cedido su turno.

El C. Manrique: Pido la palabra para una moción de orden. Señor presidente, yo no creo que haya mala fe en la decisión del señor Villanueva Garza; el mismo señor Gandarilla me dará la razón si recuerda que los precedentes son éstos: pueden los oradores inscriptos en tiempo ceder su turno; la única sanción que se les impone es que se reserve el turno de los mismo para el final del debate. Gutiérrez tiene todavía derecho a hacer uso de la palabra, pero al final; pero Gutiérrez - y esta es práctica establecida y precedente perfectamente conocido - tiene perfecto derecho de ceder su turno al licenciado Díaz Soto y Gama. Yo me reservo para después del licenciado Díaz Soto y Gama.

El C. Díaz Soto y Gama: Compañeros: Por culpa, fíjese bien la Asamblea en mis palabras, por culpa de la festinación de la Sección respectiva de la 1a. Comisión Revisora; por culpa de la festinación de dicha Sección, no tenemos armas bastantes para batir en brecha, dentro del terreno legal que tanto satisface, tanto encanta, tanto complace a mi querido amigo el señor González Garza, la muy sucia credencial del señor Breceda. Los compañeros laboristas me han informado que teniendo en estudio una comisión de su partido el expediente del señor Breceda que, como ustedes ven, tiene algo podrido y por tener algo podrido sé que se lanzó precipitadamente al debate por saber el poseedor de esa credencial que la tenía mal habida, esa comisión empezaba apenas a informarse del expediente, cuando le fue pedido por la Sección respectiva de la 1a. Comisión. El pretexto fue cualquiera, que el compañero Ramón Pérez se defendiera y que llevara el expediente. Llevó el expediente, y en lugar de devolvérselo a la comisión que estaba haciendo el estudio por cuenta del Laborista, se metió por sorpresa al debate. De esta sorpresa vienen todos los demás incidentes que ustedes han visto desarrollarse: la nerviosidad de todos los miembros de la Comisión, primero; los ataques del compañero a los grupos agraristas y laborista; la unificación de la unión revolucionaria, el atropellamiento con que hiciera uso de la palabra el compañero Malváez y el compañero Martín Luis Guzmán, en fin, ese movimiento raro en las curules, como cuando se está haciendo una cosa mala y no se sabe cómo salir de la dificultad, del atolladero; luego la Presidencia negándome la palabra a mí y en cambio permitiendo que la Comisión pronunciara un discurso que absolutamente nada tenía que ver con la Comisión. El compañero González Garza habló como miembro del Cooperatista, habló de un pacto, atacó al Laborista, atacó al Agrarista, me atacó a mí como exhibicionista, quién sabe cuántas cosas dijo el señor González Garza, todo saliéndose de su papel de Comisión, y la Presidencia, como ha mostrado una parcialidad visible, notoria, evidente, lo dejó hablar; pero en cambio a mí me llamaban al orden todos los compañeros que querían llamarme; al señor González Garza que habló como particular, como miembro del Cooperatista, como simple presunto, como diputado y no como miembro de la Comisión, sí se le dejó hablar todo lo que quiso. Me cede el turno el compañero Gutiérrez, y la Presidencia vuelve a demostrar su parcialidad, queriendo evitar esta cesión de turno; en fin, hay un terror pánico a que se haga luz en este debate. La razón natural me indica todo esto. Estoy seguro de que todo individuo no prevenido en este caso, llega a esta conclusión: que se promueva una moción suspensiva y se estudie bien este asunto; que no se nos lleve por sorpresa a aprobar la credencial de un hombre tan manchado como lo está el señor Breceda. (Voces: ¡No! ¡No!) Yo no sé quién se atreva a decir que no. si son miembros de las galerías, no tienen derecho para decirlo, y si son diputados, yo quisiera que alguno de los que dicen que no, se levantara si es tan bondadoso para que se atreva a creer que está suficientemente discutido este asunto. Yo quisiera que hubiera alguna sola persona aquí que tenga el desplante bastante para creer que en este asunto se ha hecho luz. (Murmullos.) No me dirijo a las galerías; las galerías traen su misión especial. (Risas. Aplausos. Siseos.) Perfectamente lo saben. Yo me dirijo a la conciencia, a la moral, a la honradez verdadera, no a esa honradez de ostentación que usa el señor Breceda; no, a la verdadera honradez sin timo y sin coba, para ver si hay alguien que tenga la desfachatez de levantarse a decir que este asunto está claro. A falta de datos, porque la Comisión no ha querido proporcionarlos, porque

ha arrebatado el expediente de manos de la comisión laborista y metido este expediente por sorpresa, no obstante que sabían que era uno de los casos de conflicto entre partidos, que debía dilucidarse antes, según convenio, porque si hay dificultades entre partidos, en lugar de venir a dirimirlas a la tribuna y a provocar este escándalo que quiso provocar la Comisión, lo natural era que esas dificultades se resolvieran en conferencias privadas; pues no, señor, como todavía hay la amenaza de algunas credenciales que están en manos de cierto grupo, vamos metiendo desde luego las credenciales más manchadas, las de los neoburgueses, de los que ceden sus capitales ocultos a la Beneficencia, de los hombres del desplante, como el señor Breceda. (Aplausos.) Primero esas credenciales, ¿para qué? Para que todos los presuntos que tienen todavía la amenaza de la guillotina, por terror a esa guillotina, acepten esas enormidades que quiere la Comisión que pasen; y esa guillotina debe funcionar pero racionalmente, debería funcionar contra esas credenciales, sobre esas credenciales, no sobre otras credenciales de una limpieza tan preclarísima como la del compañero Manrique, que parece que corre peligro; y eso sí sería escandaloso y daría lugar a un enorme y verdadero escándalo parlamentario, que se dejase pasar por sorpresa a un Enrique Breceda y se quisiese guillotinar a un Aurelio Manrique. Y si cree el grupo de las mayorías que nosotros estamos dispuestos a admitir esas iniquidades, se equivoca; si la minoría peleceana no ha sabido erguirse a la altura de su deber, nosotros sabremos cumplir con nuestro deber dentro de la mayoría o contra la mayoría: puede estar seguro de eso el Bloque Cooperatista. De manera que, como venimos aquí sin armas, me veo obligado, contra mi costumbre, a proceder por hipótesis, por eliminación. El compañero Breceda, que no es muy ducho en esto de cuestiones parlamentarias, que no sabe más que desplantes tontos, viejos y gastados, como eso de que cede su capital a la Beneficencia, ¿qué cree usted, compañero, que nosotros los revolucionarios, los mexicanos, no sabemos que cuando un capital es mal habido no se exhibe, sino que se oculta? (Risas. Aplausos)

El C. Breceda: Pido la palabra para contestar.

El C. Díaz Soto y Gama: No lo autorizo a usted para que me interrumpa.

El C. Breceda: Quiero contestarle.

El C. Díaz Soto y Gama: Es una suspicacia mía, nada más, si no hago la aplicación a usted, compañero, es en general. Es una sospecha nada más, infundada, tal vez enteramente infundada, pero yo tengo el derecho de tenerla. Con qué este compañero Breceda, que no sabe de parlamentarismo, nos viene con esos documentos tan insípidos, tan insulsos: que no se registró el club X o el club H, que no se registró, y porque no se registró, no existe, y creyó que con eso había hecho la gran cosa, con leernos esos soporíferos documentos. Eso es lo único que trae, documentos así para contestar el cargo relativo a un contrabando de maíz con el manganeso. (Risas. Aplausos.)

¿Cree el compañero tan escasos de intelecto a los presentes, que no nos dimos cuenta de su juego, de su juego con que trata de salirse, donosa o no donosa, sino tontamente por la tangente? De manera que no habiendo absolutamente nada en lo que respecta al señor Breceda, yo tengo que irme, vuelvo a decirlo, por el camino de la hipótesis, y voy a proceder por algún método deductivo, el que sale a la vista, el que resulta fácil, el único posible en estos momentos. Habrá o no esos clubes registrados; pero yo quiero que el compañero Salcedo, conocedor perfecto de la organización de la Regional Obrera, o el compañero Morones, cualquiera de los dos, me diga: ¿hay o no sindicatos de obreros, en qué número, de qué clase en San Pedro de las Colonias, o sea en el distrito que trabajó Breceda?

El C. Morones: Pido permiso para contestar. En la región que comprende ese distrito, hay alrededor de 32 sindicatos agrícolas integrados por elementos industriales y otra parte de elementos trabajadores del campo.

El C. Díaz Soto y Gama: ¿Pero no están registrados en el Ayuntamiento?

El C. Morones: Porque no es el sitio donde deben registrarse.

El C. Díaz Soto y Gama: Ya ve usted la fragilidad del argumento, compañero. Quiere decir que aquí voy a empezar con mi sistema de eliminación. Esos sindicatos, esos 32 sindicatos agrícolas, compañeros, ¿sabe usted como miembro prominente de la Confederación que hayan votado por el señor Breceda?

El C. Morones: ¡Imposible!

El C. Díaz Soto y Gama: Luego el voto de todos lo miembros de los 32 sindicatos agrícolas no fue para él. De los agraristas sé yo decir que organizados o no en clubes, registrados o no, no votaron, no tuvieron la torpeza inaudita de votar por el señor Breceda. ¿Quiénes votaron, pues, por él? Me van a decir ahora el señor Aguirre Benavides, o el señor González Garza, o el señor Breceda, o el señor Malváez, o don Martín Luis Guzmán, defensores del capital, que los capitalistas forman mayoría dentro de ese distrito de San Pedro de las Colonias. No votó ningún proletario por el señor. ¿Quiénes votaron por él? ¿Las peonadas de las haciendas? ¿Cómo votan las peonadas de las haciendas? El señor Aguirre Benavides, con una audacia que no tiene nombre, dice que las peonadas de las haciendas votan en contra del amo, porque el amo es el más desprestigiado en la hacienda. Yo no pude indignarme por eso, pude sonreírme nada más de esto, de la mezquinidad intelectual, de la pobreza intelectual de los representantes que aquí nos manda la burguesía, porque uno de los representantes de la burguesía es el señor Breceda, que vino aquí a atacar el artículo 27 y llama despojo a las restituciones y dotaciones de ejidos. (Aplausos.) El señor Breceda viene aquí torpemente, estúpidamente, a esbozar la campaña contra el agrarismo y fue bastante torpe y bastante cobarde para tomar el nombre de un caído, Antonio I. Villarreal, para arrancar aplausos a la Asamblea sin saber que Villarreal en su Ministerio tuvo mucho de bueno, realizó una labor agraria que en todo caso es laudable a pesar de los errores que haya cometido, (Aplausos.) y no venir aquí a convertirse en serviles y en instrumentos de pasiones políticas contra caídos. (Aplausos.) Con que uno de los representantes de la reacción, de la burguesía, es Breceda, muy

torpe y muy manchado; el otro es Aguirre Benavides, que viene a sentar como máxima que en las haciendas se ganan más votos cuando se va contra el hacendado, que cuando se va a favor de él. Esa es una mentira y es una estupidez. Yo tengo a la vista, y por eso dije que iba a proceder por procedimientos deductivos; los procedimientos que demuestra cómo votaron los peones de las haciendas en mi distrito. Hubo individuos que dijeron que mi elección venía manchada y voy a aprovechar la oportunidad para demostrar que fue limpia y para demostrar cómo votan los peones de las haciendas llevados por los administradores. En esa forma debieron haber votado los peones de las haciendas que fueron obligados a dar su voto por el señor Breceda. Esto se aclarará en el estudio que evidentemente la Cámara, obligará a la Comisión que haga de un dictamen que no está estudiado. El Municipio de Villa de Arriaga es un municipio dominado por los hacendados, existen allí cuatro o cinco haciendas, allí no saqué yo casi votación. Va a ver el compañero Breceda y la Cámara por qué no saqué yo votación. Suplico a la Secretaría se sirva decirme si ese documento está o no calzado por numerosas firmas.

El C. secretario Gandarilla: La Secretaría certifica que este documento tiene muchas firmas y está fechado en Villa de Arriaga.

El C. Díaz Soto y Gama: Este documento dice así:

"En la Villa de Arriaga, Partido de la capital de San Luis Potosí, siendo las ocho de la mañana del día dos de julio de mil novecientos veintidós, presentes que estuvimos en la puerta de la casilla electoral de la 2a. Sección que se instaló en la Escuela de Niñas número dos de este lugar, donde se verificaron las elecciones para senadores y diputados al Congreso de la Unión, y esperando se presentara en ella el instalador que la autoridad había nombrado para desempeñar ese cargo y siendo las ocho de la mañana, se abrió la puerta del salón electoral ya con todos los miembros de la Mesa, dándola por instalada a viva fuerza; no bastó hacer las protestas que el caso requería, que era una violación que se le hacía a la Ley Electoral, que señala para este acto las nueve de la mañana."

Vienen dando cuenta de que durmieron allí los munícipes y de que cuando amaneció el día ya estaban estos hombres instalados, abrieron la casilla y se encontraron con que formaban parte de la Mesa las personas siguientes:

"El presidente de la casilla fue Leopoldo Moctezuma, que es el consejero del presidente municipal, individuo que vive a expensas del rico terrateniente Francisco Torres, que es el alma de la reacción y enemigo acérrimo del pueblo. Antonio Ulíbarri es cuarto regidor suplente del Ayuntamiento y fue miembro de la Mesa. Estanislao Martínez es el mayordomo de Francisco Torres y juez auxiliar del rancho de San Rafael, de la propiedad de Torres, y fue también miembro de la Mesa; Marcos Delgado, tío de Francisco Torres, que vive a expensas de Torres, fue el instalador de la Mesa; Félix Zamarrón, jefe de la Policía Rural, uno de los subordinados de Torres, fue miembro también de la Mesa; Vicente Franco y el licenciado José Santos Alonso, diputado este último del Congreso del Estado, andaban haciendo propaganda adentro de las casillas, a viva fuerza, a favor del Partido Republicano, o sea por la candidatura de Camilo Arriaga, rompiendo las protestas que pusieron varios ciudadanos."

Vamos a ver la primera. Suplico una poca de paciencia con la seguridad de que va a resultar definido cómo las autoridades son juguete en manos de los hacendados.

"En la primera casilla que fue instalada a la misma hora y con la misma premeditación que la anterior, se instaló con los mayordomos y peones de Francisco Torres y él a la cabeza de su gente, dejando de presidente de la Mesa electoral, al alcalde segundo en funciones, Gerardo Alba, y como miembro de ella, Teófilo Mendoza, uno de los munícipes del Ayuntamiento y los demás miembros que componían la Mesa, fueron todos trabajadores de Torres."

Esos trabajadores que votan siempre contra el hacendado, según decía el señor Aguirre Benavides y que todavía se atreve a sostenerlo.

"Y el representante del Partido Republicano, que fue el único que asistió; fue el rico hacendado Eulogio Buendía, que cruzó todas las boletas en favor de ellos, de acuerdo con el presidente de la Mesa y con apoyo del licenciado José Sánchez Alonso, violando la Ley Electoral en todas sus partes, que dejamos citadas en el artículo 104 de la propia ley, en las demás secciones, o sean la 3a. en la hacienda de Santiago, la votación se hizo por el administrador Edmundo Polo."

Aquí viene refutada la novedosa tesis del compañero Aguirre Benavides. "Con la presión de que todo el que no votara por la candidatura Camilo Arriaga, sería lanzado en el acto de la hacienda."

Ya ve usted de qué arma disponen los hacendados, compañero, del arma de la expulsión, de la amenaza del hambre, de la amenaza de la pérdida del trabajo; de esa manera se hacen las elecciones en México.

El C. Aguirre Benavides: ¿Me permite una interpelación?

El C. Díaz Soto y Gama: Después, compañero.

El C. Aguirre Benavides: Rehusa usted que lo interpele. Tiene usted miedo a la interpelación.

El C. Díaz Soto y Gama: No, a su tiempo. Si hoy empezamos a conocer las tesis capitalistas de usted y de Breceda. Ya las iremos destrozando, digo si Breceda queda en la Cámara. Me da un gusto extraordinario, compañero....

El C. Aguirre Benavides: Yo era revolucionario cuando usted era burgués; cuando usted en una Notaría era burgués, entonces yo era revolucionario.

El C. Díaz Soto y Gama: Todo eso lo vamos a ir aclarando poco a poco, compañero; pero con paciencia. A mí me llamó mucho la atención esa tesis de usted de que era conveniente para ganar una elección, tener en contra a los hacendados, que porque teniendo uno en contra a los hacendados, tenía mucho prestigio con la peonada, y que la peonada iba a votar siempre a favor del que iba en contra de los hacendados. Como esa tesis me ha

llamado la atención, yo quiero destrozarla pacientemente.

Conque "igualmente sucedió en las haciendas de San Francisco, Puerto Espino; en la hacienda del Tepetate, se acentuó un poco más la presión, por motivo de que la gente de la congregación de Rancho Nuevo, que todos son medieros de la hacienda, iban los mayordomos de la hacienda, por orden del administrador, a traerlos, y los traían ya con las boletas cruzadas, y los que no venían, los mayordomos y el administrador personalmente esperándolos en la casilla."

Esto es seguramente lo que ha dado lugar a que la ley más previsora, un poco más revolucionaria que el compañero Aguirre Benavides, haya dispuesto la nulidad de las casillas instaladas en las haciendas. Yo estoy seguro de que si se revisa el expediente de Breceda, se encontrará multitud de casillas instaladas en las fincas o en sus dependencias, o se encuentra evidentemente la señal de la presión en el expediente, hecha en las boletas en las haciendas; vienen todas cruzadas por la misma mano. Hay la demostración de que mi representante, al querer entrar a una casilla siendo las cuatro de la tarde y lloviendo fuertemente, fue impedido de entrar a la casilla por el mayordomo de la hacienda, que estaba personalmente escribiendo de su puño y letra los papeles electorales. Quiso entrar mi representante, por cierto, diputado al Congreso local, cuya declaración consta en la Junta Computadora, y se le prohibió la entrada. Eso se hacía en el portón de la hacienda. Yo estoy seguro de que estudiando minuciosamente ese dictamen que el señor Breceda mañosamente ha querido introducir aquí, ha querido meter en una forma subrepticia, se encontrará una serie enorme de causas de nulidad. Yo invitaría al señor Breceda, si creyera en su declaración de honradez, a que él mismo procurara que se difiriera el debate de su dictamen; pero como no creo en esa decantada honradez, no le hago esa proposición. (Aplausos.) Pero sí se la hago a la Sección respectiva de la 1a. Comisión. Creo que el señor Barón Obregón.... ¿Está usted dispuesto a que se estudie más a fondo este expediente, ya que fue arrebatado de manos de los compañeros laboristas que lo tenían en estudio?

El C. Barón Obregón: No es cierto, señor Soto y Gama, que haya sido arrebatado de ninguna Comisión, porque desde que la Oficialía Mayor turnó a las respectivas secciones de la 1a. Comisión, tocó en suerte conocer a la 8a. Comisión, primero trató el asunto con el señor Breceda, y a continuación con el señor Salas; al tratar de demostrar todavía esta mañana el señor Salas que había algunas casillas afectadas de nulidad le hice yo esta pregunta: que si los paquetes que venían en el expediente que se envió a la Cámara de Diputados traían las protestas en el interior de su documentación, como lo exige la ley, para poder dar fe nosotros de las protestas. El mismo compañero Salas me manifestó que no venían, y para que usted pueda tener un arma con que combatir mejor a la Comisión, se la voy a dar...

El C. Díaz Soto y Gama, interrumpiendo: Me inspira muy poca confianza la Comisión, compañero.

El C. Barón Obregón: Pues siento y lamento que le inspiren tan poca confianza las comisiones...

El C. Díaz Soto y Gama: Por el procedimiento tan vertiginoso.....

El C. Barón Obregón: interrumpiendo: Pues no hay ningún procedimiento malo. Aquí tiene usted la denuncia que hizo a la Comisión el licenciado Salas, en contra del señor Breceda....

El C. Díaz Soto y Gama: La recibo por cortesía, y para reforzar mi argumento voy a permitirme interrogar al compañero Morones para que tenga la bondad de informar a la Asamblea, si permite la Presidencia, en qué forma fueron quitados esos paquetes a los compañeros laboristas que los tenían en su poder.

El C. Morones: La Comisión del Partido Laborista que tenían en estudio el expediente del compañero Benigno Ramón Pérez, fue abordada por el mismo interesado, quien se presentó diciendo que al acercarse a uno de los miembros de la Comisión dictaminadora que conocía el caso, había sido requerido para que personalmente -fueron sus palabras textuales éstas -, para que sin padrinos expusiera su causa y su documentación, solicitara de nosotros que le fuera entregado su expediente, y éste le fue entregado ayer en la seguridad de que por lo menos pasarían tres o cuatro días para estudiar con toda calma y equidad el asunto de que se trata.

El C. Barón Obregón: Para una aclaración, señor presidente.

El C. Soto y Gama: Ya ve usted, compañero, cómo he tenido razón al tener el atrevimiento de decir que no me inspiraba toda la confianza la Comisión. Es muy doloroso decir esto; pero como estamos aquí para tratar asuntos de interés general y público, yo creo que es bueno ir dando a conocer los procedimientos de la Comisión; yo creo que se cumple con un deber de civismo, dando a conocer esos procedimientos.

El C. Barón Obregón: ¿Me permite usted la palabra?

El C. presidente: Si el orador lo permite.

El C. Díaz Soto y Gama: Sí, señor.

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Barón Obregón.

El C. Barón Obregón: Como presidente del 8o. grupo, declaro solemnemente que no me fue entregado absolutamente ningún documento por el compañero laborista que usted menciona, señor Morones. Muy al contrario, este asunto se ha estado deteniendo precisamente para dar lugar al señor Salas a que procurara documentar a la Comisión, a fin de poder hacer su dictamen con un criterio perfectamente justo. Pues bien; uno de los miembros de la Comisión, que junto conmigo la componemos, que es el señor Martín Luis Guzmán, trató primero en pequeñas pláticas con el señor Salas este asunto. Hoy todavía en la mañana se quedó revisando este expediente, y se llegó a esta conclusión: que confrontando los datos que el licenciado Salas presentó y que constan en este expediente, que son nada menos que copias de los escrutinios presentados o, mejor dicho, entregadas en manos de los representantes del partido; pues bien; con esta sola documentación, la Comisión pudo ya juzgar de una manera terminante

que en justicia correspondía el triunfo al ciudadano Breceda. Ahora bien; la Comisión ha presentado a ustedes un dictamen de justicia; no ha tenido absolutamente prejuicios para ninguno de los contendientes; tampoco tuvo a la vista constancias que comprometieran el honor del señor Breceda; la única que tuvo a la vista; y que es la orden de aprehensión del juez de Distrito, me parece de Baja California, contra el señor Breceda, por robo de manganeso, no la tomó en consideración la Comisión, en virtud de que por ese simple documento no es posible que una Comisión vaya a inclinarse a creer que el señor Breceda era responsable del delito que se le imputaba. Por otro lado, con documentaciones como la que la Comisión ha tenido a la vista, presentadas únicamente , oídlo bien, por el señor licenciado Salas, y que se fundan en informaciones testimoniales y nada más; informaciones de esta naturaleza, como de la que voy a dar lectura a un pequeño párrafo, para que la Asamblea pueda de una manera consciente creer que la Comisión sí estudió este asunto; tuvo a la vista esto, y hasta tuvo una discusión con el señor licenciado Salas sobre el particular. Me decía: "En veintiséis de julio de mil novecientos veintidós, presente el testigo Marcial Ramírez, protestando en forma, a sus generales dijo:" Es decir, esta es una información testimonial: "llamarse como queda dicho, casado, jornalero, de veintidós años de edad, originario y vecino de Santa Elena, de este municipio; sabe leer y escribir. Interrogado como se pide en el anterior escrito, del cual se le dió conocimiento, contestó: que fue representante del partido salista, el exponente, en Santa Elena, en las pasadas elecciones para diputados y senadores, y recuerda que sí se le expidió copia de la acta de escrutinio o cómputo de los votos habidos, pero que por su ignorancia le entregó esa copia al señor profesor don Rómulo Pérez Lomas, que vive en dicha hacienda, no sabiendo qué haría éste de ella, y recuerda que asimismo Breceda sacó como diez y seis votos más que Salas, y que el candidato Benigno Ramos Pérez sacó menos votos que todos, pero no recuerda la cantidad exacta de votos que sacó uno y otro."

Ahora bien, señores; con una información de esta naturaleza, ¿puede alguien de ustedes, conscientemente, sin que entrañe un remordimiento de conciencia, tachar, quitar, así simple y sencillamente con la punta de un lápiz, los votos emitidos en una casilla en favor de un ciudadano? ¿Puede dársele crédito a esto? El señor Breceda podía en todo caso traer otro documento como ya me ha sucedido en asuntos de esta naturaleza: viene un candidato y trae cincuenta firmas, alegando que hubo presión y escándalo en una casilla, y por otro lado viene otro candidato y trae otro documento diciendo lo mismo. ¿Qué es lo que sucede? ¿Puede humanamente un hombre que no está acostumbrado a estos asuntos, desde el punto de vista del juez, juzgar serenamente esta documentación? ¿A qué debe atenerse a una Comisión? Yo creo que debe atenerse a la documentación oficial que la ley exige, que debe venir en los paquetes electorales. Si esa documentación no existe, si no existieren protestas en las casillas, ¿cómo puede una Comisión juzgar así, por mero apasionamiento, como se hace aquí en la tribuna, exhibiendo a tal o cual candidato en la forma que mejor les pueda placer? Nosotros no podemos, como Comisión, sino dictaminar en el sentido estricto de la justicia; si a un candidato, una vez que una Comisión le ha dado el triunfo, lo exhiben en la tribuna y lo presentan ante la consideración de la Asamblea, la Asamblea está en su perfecto derecho de recusarlo, pero una Comisión no puede, por ningún motivo, apartarse del criterio estrictamente legal, y la 8a. Comisión no ha hecho en este caso otra cosa más que cumplir con su deber. (Aplausos. Siseos.)

El C. Díaz Soto y Gama: Da tristeza oír expresarse así a un revolucionario, después de que diez u once años de revolución nos han dado una triste experiencia de lo que es la ley. ¡La ley! ¡La ley! ¡Esa expresión, en boca de un reaccionario, resulta lógicamente usada!; ¡pero la ley, en boca de un revolucionario!

El C. Barón Obregón: Es la ley, señor Soto y Gama.

El C. Díaz Soto y Gama: ¿Contra quién se aplica el rigor de la ley, compañero? No ha oído usted o no ha leído en las columnas de los mismos periódicos que sostiene el dinero de la burguesía, el dinero de los anunciantes burgueses, que los jueces de Distrito conceden amparos a toda esa categoría de hombres que llamaba un festivo escritor español delincuentes honrados? ¿No sabe usted que todo aquel individuo que tiene 100, 200, 300 ó 1,000 pesos en la bolsa para comprar a un agente alto o bajo de la Justicia federal o común, no entra a la cárcel? ¿No sabe usted que la ley sólo se aplica a los débiles? ¿No sabe usted que la Ley Electoral resulta un instrumento en manos de los poderosos para aplastar a la mayoría de los proletarios? ¿Ignora la Comisión el trabajo que cuesta a un infeliz hombre sin recursos, hacer valer su influencia política efectiva, cuando no tiene dinero y anuncios, cuando no tiene dinero para comprar autoridades, cuando no tiene posición social suficiente para sujetar a las mismas autoridades? Ignora el compañero, por ventura, que las elecciones en nuestro país mientras esté vigente esta Ley Electoral absurda, abominable, calamitosa y tonta, serán hechas, no por el pueblo, sino por los presidentes municipales? ¿Ignora el compañero que los presidentes municipales o los consejeros municipales que hacen los padrones y reparten las credenciales, son en realidad los que hacen las elecciones? ¡Y viene saliéndonos el compañero presidente de la Comisión con la salida de tonto, digna de un leguleyo de pueblo de última categoría! ¡Qué ley ni qué niño muerto! Eso es ofensivo, es ofensivo para el pueblo proletario. El pueblo está ya cansado de que se le engañe; por eso el criterio nuestro, el criterio de los laboristas y de los agraristas es este: de justicia, de moralidad en todo caso en que un infeliz proletario sin elementos luche contra un hombre como el señor Aguirre Benavides, como el señor Breceda, poseedores de grandes elementos de corrupción, con miembros de familias poderosas, como la casa Madero a su disposición. En todos esos casos pedimos una poca de acuciosidad en el estudio de los expedientes a los compañeros que se convierten en defensores oficiosos del señor Breceda.

El C. Barón Obregón, interrumpiendo: ¡No, señor!

El C. Díaz Soto y Gama, continuando: ¡Qué mejor hubiera sido que se hubieran convertido en defensores oficiosos de la clase proletaria; que nos hubieran pronunciado un hermoso discurso, que se presta el tema para decir: señor licenciado, estoy con usted; el que tiene la fuerza económica, tiene todo de su parte! ¿El compañero Barón Obregón no se a asomado nunca a las doctrinas socialistas? ¿Nunca ha leído la obra de Carlos Marx sobre el capital; no ha leído el manifiesto comunista de Carlos Marx; no sabe que el A B C del comunismo empieza por el tratado de las tesis general del materialismo histórico? ¿No sabe que la clase dominante, en un momento dado hace trascender las manifestaciones de su fuerza económica a todas las manifestaciones de la vida social? ¿Ignora el compañero que la clase capitalista es la que maneja a la prensa, es la que corrompe las costumbres y es la que hace la moral de un pueblo? ¿Ignora el compañero Barón Obregón que una vez que el capitalismo se ha adueñado, se ha enseñoreado por la fuerza económica, ha convertido al catolicismo en el reverso del cristianismo? ¿Ignora que todo se ha vuelto hipocresía, virtud convencional; que una mujer puede ser adúltera si tiene dinero y es aceptada, y, en cambio, si esa mujer es una desheredada, no le queda más remedio que el prostíbulo, y, en cambio, si tiene dinero, esa adúltera es respetada y aceptada decorosamente por toda la gente bien nacida, y es recibida con verdadera ostentación, considerando su adulterio como un ornato? ¿Acaso ignora que los corruptores de oficio son considerados como elementos dignos de elogio por la alta sociedad; que toda esta moral es resultado del triunfo de la clase capitalista? (Aplausos. Siseos.) ¿Ignora que el triunfo económico de la clase capitalista trasciende también a la esfera del Derecho; que las leyes están hechas por los ricos; ignora que ese Código de Procedimientos Civiles, al establecer el abominable procedimiento del lanzamiento contra los inquilinos, es obra de un grupo de acaudalados que en la época de Manuel González consiguió se reformase el Código de Procedimientos para establecer aquí lo que no existe en ningún código del mundo y en ningún país del mundo; que sin sentencia judicial, sin admitir recursos de ninguna clase se les lanza a la calle porque un inquilino no tiene el último recibo; que no se le admite la defensa de que se desplomaba el techo y tuvo que hacer gastos de reparaciones; no admiten ningún recurso y se le echa a la calle sin oírlo? ¿Ignora que el Derecho ha sido establecido por la clase dominante? ¿Cómo, pues, no viene a hablar aquí de la ley? Si la revolución no triunfará mientras no se reforme la ley que él invoca; la ley debe interpretarse en favor del proletariado, no en contra de él. Y que no se nos venga a hablar aquí de los derechos de capital que ya son bastantes; que se nos venga a hablar de los derechos del trabajador.

En este caso el gremio proletario, por boca de sus líderes, por boca de la Confederación Regional Obrera, por boca de los elementos directores del Partido Agrarista, pide a la Asamblea un plazo y la Comisión se parapeta en la ley. Deje eso la Comisión para los reaccionarios, para los burgueses defensores del capital. ¡Si venimos precisamente a demostrar que la Ley Electoral tal como existe, sólo permite el triunfo de los hombres que disponen de capital pequeño o grande! Sabe el compañero que cualquiera de nosotros ha gastado en su campaña electoral, 2, 3, 4, ó 5,000 pesos y algunos hasta 10,000. ¿Cómo le extraña, pues, ver que vengan mal hechos los expedientes cuando los trabajadores toman parte en ellos? ¿Quiere el compañero la demostración fácil? ¿Qué no le parece mejor, muchísimo mejor, el voto de cien ciudadanos que la declaración de un presidente municipal que confecciona los papeles al gusto de los poderosos, como en el caso del señor Breceda? (Aplausos.) ¿Qué no vió claro en la documentación que exhibió audazmente el señor Breceda, la complicidad manifiesta de la autoridad municipal con él? ¿Qué no vió claro cómo la autoridad municipal se convirtió en juez receptor de pruebas al admitir que por su conducto pasara esa carta, sin que ninguna ley le diera facultad para ello, y para que certificara lo de la carta y para que comprobara por sí y ante sí, como si fuera autoridad judicial, el hecho de que había o no instalado un club allí? ¿Qué no ve el compañero que el proletario merece la protección, merece el amparo? ¿Qué no comprende que es un absurdo que en esta Cámara haya un reducido número de laboristas y representantes de los campesinos, cuando debía ser todo lo contrario? ¿Qué no le parece absurdo y demostración de lo malo de la Ley Electoral que aquí la mayoría sea de hombres de la clase media, cuando debía de ser de representantes genuinos de la clase trabajadora? ¿Qué no se ha dado cuenta el compañero de lo que es una elección? ¿Por qué no está aquí una mayoría de campesinos que podía triunfar no tenía 2 ó 3,000 pesos que le costaron a usted la impresión de sus boletas, la impresión de sus carteles, el pago de su propaganda, no por otra causa. Y cuando es tan débil la situación del proletario frente al capitalista, la Comisión se pone a invocar la ley. Si precisamente el maderismo fracasó por querer hacer una revolución sin reformar el derecho; si aquí venimos a reformar el derecho; si precisamente porque comprenden la burguesía y la reacción que si reformamos la ley, la revolución triunfa definitivamente; si reformamos la Ley de Amparo para impedir que sea la última esperanza que se convierta en obstrucción de muerte definitiva del agrarismo, el agrarismo ha triunfado, y precisamente por todo eso la intriga formidable de la reacción todavía dura para hacer fracasar esta Cámara y para pretender que sea el refugio de los reaccionarios. Si precisamente nosotros venimos aquí, los del grupo laborista y los del agrarista a servir de contrapeso al grupo reaccionario que se ha colado en mala hora dentro de nuestro hermano el Partido Cooperatista. Si venimos a prestarles ese servicio, a servir de escoba para que la escoria salga de ese partido. (Aplausos.) ¿Cómo en esas condiciones el compañero no se pone o no adapta un criterio más amplio y más humano? El compañero es inteligente, es joven, tiene la fortuna de no ser abogado, de no tener prejuicios jurídicos en la

cabeza; ¿por qué en lugar de documentos oficiales no habla de convicción moral, por qué no es lógico? Porque al final de su discurso dijo: no, si la Asamblea tiene el derecho de acudir a su criterio moral ya a su conciencia. ¿Por qué la Comisión no ha de tener el mismo criterio moral? ¿Por qué la Comisión no dice valientemente: yo comprendo que en esta elección se ve la mano del capital? Yo no comprendo, yo no puedo creer que Breceda tenga un gran prestigio en el distrito que lo vió nacer. Algo que revelara un esfuerzo en pro del proletario, un brote nuevo que se apartara de la rutina, y todavía cuando nosotros desesperados porque se nos ha quitado la oportunidad de contrarrestar ese conocimiento que la Comisión tiene del asunto, nada más por haber oído una sola de las partes, todavía recurre a argucias. Yo quiero que se oiga a los míos, que se oiga a Benigno Ramón Pérez, pero la Comisión no tiene que oír al Laborista, que al fin Benigno Ramón Pérez es un hombre sin significación, sin apoyo, sin elementos, y en cambio, Breceda es un hombre que está ligado con Aguirre Benavides, hombre en cuya defensa se han levantado muchas voces. Naturalmente que los intereses creados son fuertes y nosotros venimos a destrozarlos, y para eso necesitamos saber quiénes vienen a representarlos. ¿Qué, les parece poco elocuente esa torpeza -no me canso de decirlo -, del compañero Breceda, que apenas iniciado un debate parlamentario, lo primero que viene a hacer es atacar el artículo 27, y haciéndose eco tontamente de la voz de la reacción viene a declarar que para repartir tierras es necesario no cometer despojos, es decir: repártanse tierras, pero sin repartir tierras. (Aplausos.) De otro modo, que se cree en buena hora la pequeña propiedad, pero sin destruir el latifundio, o de otro modo: ya los latifundistas se han aprovechado de las tierras fértiles, de las tierras aprovechables, de las tierras explotables, de las tierras cercanas a los caminos férreos, pues que se les dé a esos hombres desheredados el cerro; a esos hombres se les den los terrenos abandonados, descuidados o despreciados por el capital, pero que no se toque la propiedad sagrada del latifundista; esa propiedad es sagrada, que no se toque.

El C. Breceda: Sí, que se toque, seguro.

El C. Díaz Soto y Gama: Entonces tiene que cometerse el despojo que a usted le horroriza.

El C. Breceda: No, señor. ¿Me permite contestar?

El C. Díaz Soto y Gama: Sí, cómo no. ¡Es muy interesante el punto (Risas.)

El C. Breceda: Pido la palabra.

El C. Díaz Soto y Gama: Yo le suplico a usted que sea claro, porque no entiendo el procedimiento de usted.

El C. Breceda: Muy claro voy a ser. Al decir yo que quiero un pedazo de tierra para cada uno de los campesinos pobres, pero que este pedazo de tierra no le sirva de vergüenza, que no signifique un despojo, no quise decir yo, ni mucho menos, que no se tocara al latifundio. Al contrario, a amigo míos revolucionarios les consta que he estado constantemente tras ellos con el objeto de que se lleven a cabo los postulados de la revolución en lo que respecta a agrarismo; que esos latifundios se dividan, que se repartan entre los laboristas, entre los que quieran ir a cultivar con su propio esfuerzo una pequeña parcela de tierra; pero que se respeten los derechos, que se compren esas tierras para que un cambio de política en el Gobierno no venga a quitarles después lo que el mismo Gobierno les vendió o les cedió. Esa es mi tesis, señores; no dejar expuestos a los beneficiados con una parcela de tierra a los vaivenes de la política de nuestro país, que se suceden con una espantosa rapidez. Esa es mi manera de pensar, señor Soto y Gama.

El C. Díaz Soto y Gama: ¿Me permite usted dirigirle algunas preguntas, si permite la Presidencia que las conteste? Esos vaivenes de la política ¿cree usted compañero, que van a destruir la Constitución de 17?

El C. Breceda: De ninguna manera.

El C. Díaz Soto y Gama: ¿Cree usted que la Constitución que está vigente, está sujeta a los vaivenes de la política?

El C. Breceda: Voy a contestar. No creo de ninguna manera que la reacción venga a echar por tierra la Constitución de 1917, porque, señor Soto y Gama, esta Constitución es el fruto de toda la sangre derramada en los campos de batalla por los revolucionarios. Significa la sangre del pueblo cristalizada aquí, cristalizados los ideales del pueblo mexicano, señor Soto y Gama.

El C. Díaz Soto Gama: Con menos literatura, señor Breceda, yo le rogaría me dijera: ¿conoce usted el artículo 27, sabe usted que en ese artículo se establece, no ese procedimiento de compra que pregonan los petroleros americanos y los reaccionarios de México, "Omega", "Cronos", etcétera, sino otro procedimiento que se llama: expropiación mediante indemnización, y que esa indemnización se debe cubrir por medio de bonos? ¿A eso le llama usted despojo o compra, compañero?

El C. Breceda: Voy a contestar. Usted dijo que yo había atacado a Villarreal; no, no lo ataqué porque ni siquiera tengo el gusto de conocerlo.

El C. Díaz Soto y Gama: Yo le ruego que conteste mi pregunta.

El C. Breceda: Al decir a usted que no quiero para el proletariado una parcela de tierra que signifique vergüenza para él, me refería a casos en que el ministro Antonio I. Villarreal, haciendo su propaganda para lanzar su candidatura para presidente de la República, había cometido enormes injusticias.....

El C. Díaz Soto y Gama: ¿Cuáles?

El C. Breceda: Despojando a pequeños terratenientes para dedicar esas tierras para repartirlas entre sus presuntos correligionarios, entre sus presuntos partidarios, para arrancarles así el voto para la Presidencia de la República.

El C. Díaz Soto y Gama: Pues el último caso, compañeros, la vergüenza sería para Villarreal que hizo eso, pero nunca para el campesino que recibe ese pedazo conforme a la ley. Es bueno ser franco, usted quiere decir que es una vergüenza que tome un campesino un pedazo de tierra sin que la pague al contado, porque usted ha leído eso en la prensa reaccionaria y se le ha olvidado el texto del artículo 27. Este dice que no puede esperar la nación a tener la millonada necesaria para pagar esas propiedades y si usted viene a esta tribuna a hacerse eco del capital extranjero, pues donosa obra

patriótica está usted haciendo y muchas esperanzas hay de que la nación derogue el artículo 27 cuando usted es el primero en atacarlo, no francamente, sino de una manera que de ninguna manera lo honra. De tal manera, compañero Barón Obregón, usted que es miembro de la comisión, debe darse cuenta de que aquí dentro de esta Cámara está la cabeza, más que la cabeza la cola de la reacción; no es la cabeza, porque sus miembros son por fortuna de muy escasas dotes intelectuales, pero de todas maneras pueden formar grupos. El Partido Agrarista y el Laborista quieren ayudar a sus compañeros de Cámara mediante un estudio concienzudo de las credenciales expedidas a favor de los representantes y protegidos de la burguesía; mediante ese estudio queremos ayudarlos a hacer una depuración del personal de la Cámara; si la mayoría, fundada en su fuerza, no quiere oír, de ella será la responsabilidad; nosotros los agraristas y los laboristas siendo dos o tres, lo mismo que siendo veinte o cuarenta, sabremos defender los principios; hemos sabido estar en minoría y seguiremos estándolo si así les place a las mayorías, si las Mayorías quieren expulsarnos de su seno, por estos procedimientos nada morales, nada consecuentes con la cordialidad que debe reinar entre grupos unidos tan bien; las mayorías lo saben; nosotros pedimos en este caso justicia para nuestros contados representantes, pedimos a la clase media, a la juventud aquí reunida que invocaba brillantemente el compañero Elpidio Barrera, nuevos derroteros y nuevos caminos; no la imposición brutal del mayor número de votos, sino la imposición racional de la conciencia, la imposición moral de la justicia. Sin embargo, las mayorías tienen la palabra; las mayorías pueden decidir si en este caso y en todos se va a proceder precipitadamente. Si después de las concesiones innumerables que hemos hecho, todavía se nos viene a atacar aquí porque pedimos justicia para nuestros contados representantes, vuelvo a decirlo; toda la responsabilidad será de la mayoría. Nosotros no hemos de implorar merced de esa mayoría; nosotros hemos de estar dentro de ella si ella quiere tolerarnos en su seno, mediante sus procedimientos justicieros; si la ruptura de esa unidad la quieren ellos, será porque ellos la provoquen. En cambio, si quieren que nosotros continuemos como verdaderos compañeros, en manos de ellos está la respuesta. Quiero decir que yo propondría esto: moción suspensiva, que es fácil redactar en dos minutos, para que este asunto se estudie más detenidamente. Si por desgracia es tan bien hecho el mamotreto, están tan perfectamente ocultos los chanchullos que no se pueda encontrar manera de evitarlos, pues entonces entrará el señor Breceda, sostenedor de la tesis vergonzante del capital, lo recibiremos con nuestra protesta, con mucho desagrado, pero siquiera no queremos que caiga sobre esa mayoría la mancha de haber permitido que entre un hombre cuya conducta moral no está depurada, cuya caballerosidad no está comprobada, cuya reputación queda en tela de juicio, porque no ha sabido contestar los cargos. Debemos dejarle amplitud para defensa; pero si ustedes quieren que entre este señor así como está de manchado, dudoso, sospechoso, la mayoría lo sabe. Nosotros hacemos el último esfuerzo o el primer esfuerzo, mejor dicho -rectifico-, para que aquí haya seriedad en el estudio de los dictámenes, de los dictámenes graves; en los demás no pondremos mayores dificultades. Si esa seriedad no quiere tenerla la Comisión y la Cámara la secunda, nosotros tristemente nos conformamos con saber en qué forma vamos a ser tratados en lo sucesivo. (Aplausos.)

El C. secretario Gandarilla: Tiene la palabra en pro el ciudadano Luis Espinosa.

El C. Barrera Elpidio: Pido la palabra para hacer una aclaración. Me la concedió la Presidencia. El señor Breceda, compañeros, ha dicho que mi padre fue juzgado por un consejo de guerra. Es cierto, pero después de que mi padre había sido asesinado, él y Sebastián Carranza buscaron a un elemento servil, al capitán Jesús Gloria, para que fuera después de cometido el asesinato a Las Vacas, Coahuila, a servir de instrumento para tapar el horroroso crimen del cual ellos mismos se habían espantado, dadas las manifestaciones de simpatía que mi padre había recibido en el extranjero. Queda desmentida la aseveración del señor. Respecto de este asunto debo manifestar que el señor general Obregón, presidente de la República, no ha mucho me decía: me han solicitado permiso para que el instrumento de que ellos se valieron para cometer ese asesinato, para que Ramón Muzquiz, coronel, volviera a la República y el señor presidente de dijo: "mientras yo sea presidente, ese individuo indigno no volverá al país". Estuvo en Piedras Negras y Eagle Pass, falseó la verdad al decir que estuvo fuera. El confesó su delito al decir que en la Secretaría de Guerra está el expediente original, cuya copia he conservado. Allí tenéis la prueba evidente de que ese individuo es indigno de pertenecer a esta Legislatura. Respecto a los chanchullos electorales, ya vendrá, si acaso se aplaza la discusión, la prueba de que este individuo en donde había diez electores metió doscientos y tantos votos, varias casillas la 78, 79, la 80 y la 81....

El C. Aguirre Benavides: Para aclaración de hechos pido la palabra.

El C. presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Aguirre Benavides: Don Antonio Díaz Soto y Gama se ha complacido en traer a la boca cien veces mi nombre para echarme en cara el ser yo representativo del capital. El señor don Antonio Díaz Soto y Gama ha traído a su boca mi nombre cien veces, para decir que no es exacta la aseveración que yo hice de que la peonada está sistemáticamente contra el amo. Yo vengo a contestar al señor don Antonio Díaz Soto y Gama. Don Antonio Díaz Soto y Gama viene aquí como diputado por San Luis Potosí.

El C. Manrique, interrumpiendo: Muy bien ganado.

El C. Aguirre Benavides, continuando: Cuando yo me puse en contacto con todo el grupo de cooperatistas y supe lo que se decía de la elección de don Antonio Díaz Soto y Gama, no lo creí. Cuando yo al defender al compañero Breceda no tomé el asunto con acaloramiento y no le dije nada al señor Soto y Gama, fue porque venía yo propuesto a jamás decir una sola palabra que denigrara a un compañero; pero el señor Antonio Díaz Soto y Gama parece complacerse en traer mi

nombre de mala manera a esta tribuna y no lo permito. Yo no lo permito. - El C. Díaz Soto y Gama: Es igual.(Risas.)

El C. Aguirre Benavides: Don Antonio Díaz Soto y Gama es el que trae a esta Cámara una credencial chorreando fraude. Allí está el señor Dávalos de San Luis Potosí, a quien interpelo y le suplico que diga lo que sepa sobre el particular.

El C. Manrique: ¡Ya la quisiérais para los días de fiesta! (Risas.)

El C. Dávalos Aragón: Pido la palabra En San Luis Potosí se dice....

El C. presidente: No se le ha concedido el uso de la palabra.

El C. Aguirre Benavides: Después me dirá, compañero Dávalos, cómo fue la elección en San Luis Potosí del señor Díaz Soto y Gama. Lo que yo sé es que contendió contra don Camilo Arriaga, hijo del ilustre Ponciano Arriaga, cuyo nombre en letras de oro está inscripto en las paredes de está Cámara, lo que yo sé es que Camilo Arriaga fue de los bravos que en 1894 organizó en San Luis Potosí el Partido Liberal, que fue el primero que le puso el cascabel al gato. Y recuerdo perfectamente bien que en aquella época algún secuaz de don Bernardo Reyes fue y disolvió aquel grupo; lo que yo sé es que Camilo Arriaga es querido en San Luis Potosí y que no ha podido venir a defender su credencial por falta de elementos, por falta hasta de dinero para venir hasta esta Cámara; lo que yo sé es que el señor Antonio Díaz Soto y Gama ha tenido necesidad de invalidar 16 casillas para poder salir triunfante con menos de 600 votos, y el señor Soto y Gama es el que viene aquí a hablar de falsas credenciales y de credenciales chorreando fraude. (Siseos. Aplausos.)

El C. Díaz Soto y Gama: Muy bien, compañero; está usted muy bien.

El C. Aguirre Benavides: El hecho de que don Antonio Díaz Soto y Gama diga que es falsa mi aseveración, demuestra la falsedad de mi elección. Yo, y conmigo todos los compañeros que tuvieron que estar en las haciendas, sabemos por experiencia personal que la peonada, sistemáticamente está en contra de los amos, y es natural, porque la peonada se siente siempre oprimida por el brazo de hierro del capitalismo y del amo, la peonada siempre está sistemáticamente en contra del amo. Todos los que hacen una campaña política, jamás, ni por asomo, se acercan a la casa del amo, siempre se ponen en contacto directamente con la peonada, que es la que da el grueso de la votación. Esta es la verdad y yo tengo la satisfacción de poder asegurar que es estrictamente verdad que la votación de la peonada es genuinamente en contra de la voluntad del amo. Por otra parte, el amo no tiene manera de poder hacer efectiva coacción ni sanción ninguna en contra de los peones, (Siseos.) porque para eso está establecido el secreto del voto. (Siseos.) Porque para eso está establecido el secreto del voto, y no hay manera alguna.... (Siseos.) Señores, es la verdad, es estrictamente la verdad.

El C. secretario Gandarilla: La Secretaría, por orden de la Presidencia, manifiesta a la Asamblea que por haber transcurrido con mucho la hora reglamentaria....

El C. Manrique: Debe preguntarse, no ordenar. Pido que se consulte a la Asamblea.

El C. secretario Gandarilla: Se pregunta a la Asamblea si por haber transcurrido la hora reglamentaria se levanta la sesión o si se continúa en este debate. Los que estén por que se continúe esta sesión, sírvanse ponerse de pie. Continúa el debate. (Aplausos.)

- El C. secretario Gandarilla, leyendo:

"Los subscriptos nos permitimos respetuosamente y con apoyo en el artículo 107 del Reglamento, pedir que se suspenda la discusión y la votación del dictamen del presunto diputado Breceda.

"Aun cuando creemos que con los cargos que se han hecho queda comprobada la irregularidad de la votación del señor Breceda, esperamos justificadamente que, atendiendo a que por la premura del dictamen no se presentó la amplia documentación del señor Benigno Ramón Pérez, se atienda a nuestra justificada petición.

"Atentamente.- México, 23 de agosto de 1922.-L. N. Morones.- Ezequiel Salcedo.- Arturo Cisneros Canto.- Luis Torregrosa.- José de la Luz Mena.- A. Díaz Soto y Gama.- J. Iturralde F.- J. Castillo Torre."

El C. secretario Gandarilla: Es una moción suspensiva que presentan los ciudadanos firmantes. Se pregunta a la Asamblea si se toma en consideración. Los que estén por la afirmativa sírvanse manifestarlo.

El C. Breceda: Pido la palabra.

El C. secretario Gandarilla: No se toma en consideración.

El C. Breceda: Había pedido antes la palabra, señores. Voy a hacer uso de la palabra, señores. Tanto el señor Soto y Gama como el señor Morones lanzaron el cargo en mi contra, y muy especialmente el señor Soto y Gama, de que seguramente yo me opondría a que se hiciera una minuciosa investigación de este expediente. En aquellos momentos pedía yo al señor Soto y Gama que me permitiera contestar. Creyendo el señor Soto y Gama que me iba yo a negar, no me dió su venia para que le contestara. Pues bien, señores; tengo tal confianza, tengo tal seguridad en la legalidad absoluta de mi elección, que yo me permito suplicar a la Asamblea conceda la moción suspensiva y se faculte ampliamente a los representantes de los laboristas y de los agraristas para que se examine ese expediente con todo detenimiento y con toda calma. (Voces: ¡A votar!)

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Covarrubias en pro.

El C. Covarrubias Ricardo: Ciudadanos diputados y presuntos diputados: No es mi intención precisamente venir a presentar ante ustedes un caso absolutamente claro y completamente preciso sobre la legalidad de la elección recaída en favor del ciudadano Enrique Breceda. Mi idea y mi intención es la de venir a esta tribuna con el fin de desmenuzar, con el fin de pedir a ustedes un poco de atención sobre las palabras oropelescas que han vertido los líderes laboristas y agraristas, que no traen otra intención ante esta Asamblea que la de procurar el triunfo de uno más de sus representados. (Aplausos.) Ciudadanos diputados: Hay que medir precisamente la situación que tenemos y hay

que poner los puntos sobre las íes como se dice vulgarmente. Permitidme que os manifieste que el venir a esta tribuna fue precisamente para hacer una poca de obra y de labor fructífera. En el caso presente, en lo que se debate, no se ve sino exclusiva, determinadamente el lado sectario de la cuestión. No se ve sino la defensa del líder Morones sobre uno de sus coasociados, y se ve también la defensa del líder Soto y Gama a favor de uno de los suyos. Ciudadanos representantes: Yo alabo y admiro el valor civil de esos líderes; yo los alabo y los admiro porque sé perfectamente que en ellos hay una jefatura y que los que están detrás de ellos pueden sentirse seguros de su apoyo; pero también, señores, ¿será posible que esta Asamblea no vea claro y preciso cuál es la idea y qué es lo que se pretende? El ciudadano Soto y Gama, con toda la donosura de que es capaz, con toda la práctica que ya tiene, con toda la eficiencia que soy el primero en reconocer, ha venido a esta tribuna a pedir que no respetemos la ley. Ha venido a decir que no respetemos la ley, porque es el arma del capital, porque el capital es la espada que todos tenemos sobre nosotros y que viene precisamente a hacernos instrumentos de ese capital en el momento preciso. Dice: La Ley Electoral, señores, la Ley Electoral, al igual que todas las leyes, es instrumento único, exclusivo de ese capital que nos tiene aherrojados, que nos tiene comprimidos, que nos tiene oprimidos y que nos tiene vejados. Decía que venimos a esta tribuna a pedir la reforma de esas leyes, y es cierto, señores; venimos a pedir la reforma de esas leyes, pero la reforma de esas leyes para el futuro, no para el presente, no para los hechos juzgados, no para lo que ya tiene la perfecta evidencia. El ciudadano Breceda ha ido a la lucha electoral al igual que el ciudadano Soto y Gama, y los dos han ido apoyados en la Ley Electoral vigente con el fin de hacerse respetar. (Aplausos.) ¿Quién de vosotros, ciudadanos diputados, ya electo, ya sancionado por el voto de esta Asamblea y quién de vosotros, señores presuntos diputados, cree que sean posible que se pase sobre la ley, sobre el texto escrito, sobre lo único que tenemos para apoyar nuestra elección, únicamente porque así place al razonamiento paradójico del señor licenciado Soto y Gama y al razonamiento del ciudadano Morones? No, señores, es imposible. Si el ciudadano Soto y Gama tal como lo quiere, tal como lo pide, y el ciudadano Morones tal como lo ha dicho en esta tribuna, quieren que los suyos, los obreros, los trabajadores, los laboreros, los labradores de los campos, vengan aquí a este recinto parlamentario, yo también lo quiero y yo también estoy con ellos y ojalá, que en un futuro cercano, en vez de tener aquí muchos fracs, muchos vestidos cortados a la inglesa, pudiéramos tener perfectamente la representación genuina de aquellos labriegos que se tuestan al rayo del sol y que trabajan de seis a seis.

- El C. Manrique, interrumpiendo: Pero....

- El C. Covarrubias, continuando: Pero.... lo habéis dicho, ciudadano, no es todavía; ese es precisamente nuestro sueño, ese es precisamente nuestro anhelo, eso es lo que todos los revolucionarios sinceros y todos los revolucionarios convencidos venimos procurando. ¿Qué es lo que venimos haciendo? Intentando precisamente que esos laboreros y esos agricultores y esos trabajadores que en las fábricas perecen, tengan la conciencia de si mismos, que superen a su nivel, que vean precisamente, y en su ansia está el venir a ocupar los escaños de este Parlamento con el fin de laborar en un futuro cercano y mientras más cercano más plausible, a discernir y a tratar sobre las altas labores parlamentarias. Pero no pidamos nosotros que en este caso únicamente porque el líder agrarista no pudo registrar su credencial, no pudo registrar sus partidos y porque el líder laborista perdió redondamente la elección, vengamos a pedir, ciudadanos diputados y presuntos diputados, que acallemos la voz de la justicia y que demos un fallo negativo sobre el dictamen que presenta la 8a. Sección de la 1a. Comisión. No, señores, el dictamen que está presente es un dictamen de estudio, ese dictamen está basado sobre los datos que se tienen. El señor Barón Obregón nos dice, tras de hacer un estudio, de ver las cosas claramente: si en ese expediente no hay protestas, si en ese expediente no hay nada que tache o turbe la legalidad inmaculada.... (Risas.) ¿qué podríamos decir, tiene, la elección de Breceda? (Aplausos.) Sí, señores. Protesto contra todas esas falsas sospechas: es una legalidad eficiente, basada en números, una legalidad basada en documentos. La Comisión lo ha dicho y la Comisión es la única autorizada precisamente por nosotros mismos para venir a decirnos cuál es su opinión sobre el caso que ha estudiado. (Aplausos.)

- El C. Manrique: ¡Es su opinión!

- El C. Covarrubias: Permitidme, señores, que también haga alguna referencia para el ciudadano Elpidio Barrera. Yo, admirador profundo de lo que significa una herida, honda, hondísima, sentida en lo más profundo del alma, soy el primero en decirle que estoy con él en su tribulación, aun cuando sea tarde y que yo también siento y he sentido enormemente esas injusticias que precisamente se provocaron en esos períodos de transición, en que no se sabía dónde estaba la justicia y dónde la autoridad, el derecho y la fuerza. Yo también le digo que estoy de acuerdo con él, con el fin de que él siga en la labor impuesta, en una labor no precisamente de venganza, sino de una labor de reparación, en una labor justísima y más justa desde el momento en que su dolor es el más intenso y el más grande; pero permitidme, ciudadano Barrera, que os asegure que no es éste el tribunal donde la justicia plena se hace, y aun cuando sea muy doloroso, permitidme que os diga que todos nosotros os hemos escuchado y escuchado con respeto, pero que en mi opinión humilde no soy yo de los que van a tomar en consideración vuestro razonamiento almacenado en lo más profundo de vuestra alma por más de siete años y contenido en los legajos que acabáis de presentar. Tal me parece que hay en el fondo un espíritu un poco vengador, en realidad ese es la frase, un espíritu vengador que os anima, un espíritu vengador que os trae aquí, un espíritu que se ha venido alimentando siete años, hora por hora y día por día, y que encuentra un momento propicio con el fin de hacer explosión y eso, ciudadanos diputados y presuntos diputados, no creo que debamos de tomarlo

en consideración. ¿Qué han dicho los razonamientos en contra del hecho preciso de la elección que se ha presentado? ¿Cuáles son los documentos que dicen o que quieren decir que el ciudadano Breceda no ha obtenido legalmente esa credencial? ¿Que es muy justa la reivindicación de los derechos del de abajo? Ya lo he dicho, lo he asentado, lo siento y anhelo que realmente venga el remedio y que venga un remedio pronto, pero ¿por qué todos los que venimos llenos de buenas intenciones vamos a tomarlo en consideración desde este momento y vamos a decir: tú eres capitalista porque no eres miembro del Partido Agrarista; tú eres capitalista porque no te has afiliado el Partido Laborista? No, señores, somos revolucionarios en la inmensa mayoría los que estamos en este momento defendiendo nuestra credencial y a nuestro distrito; pero no hay que cometer injusticias, no hay que echar esa aplanadora abrumadora, de la pasión política, que lanza a los hombres a ciegas y que hace que personas talentosas, ilustradas, llenas de competencia como el ciudadano Soto y Gama y como el señor Morones, vengan aquí a esta tribuna a pretender que seamos instrumentos de sus pasiones personales y políticas. (Aplausos. Silbidos en las galerías.) No, la labor, ciudadano Morones, está en el futuro, hay que volver en estos momentos los ojos a la ley y a la Ley Electoral de Poderes Federales vigente. Si vosotros no miráis esa ley, entonces vuestra credencial es una abominación, es el producto del averno, es algo que no tenéis derecho de defender, que no os levanta ante vuestros comitentes, porque desconoce su origen y su principio. Para vos, ciudadanos Soto y Gama, es enteramente igual. Si vos no reconocéis que en la Ley Electoral os apoyasteis, si no reconocéis que por esa Ley Electoral habéis venido a sentaros en esa curul, entonces, ciudadano Soto y Gama, no sois digno de estar en este recinto parlamentario. Ciudadanos diputados y presuntos diputados: Yo os pido un voto aprobatorio a la credencial del ciudadano Enrique Breceda, porque es una credencial legal, (Aplausos. Siseos.) porque es una credencial que se apoya en la ley y porque la ley de los números nos dice que tres mil ochocientos y tantos no son iguales a dos mil trescientos catorce ni a dos mil diez y siete. (Aplausos nutridos.)

- El C. secretario Gandarilla: Conforme al artículo 111 del Reglamento, habiendo hablado tres oradores en pro y tres en contra, se pregunta a la Asamblea si está suficientemente discutido. (Voces: ¡Sí! ¡Sí! ¡No! ¡No!)

- El C. Manrique: Moción de orden.

- El C. secretario Gandarilla: Los que estén por la afirmativa se servirán ponerse de pie. Suficientemente discutido. (Desorden. Campanilla.)

- El C. Manrique: ¿Quiénes serían los cobardes que me quieran quitar la palabra? ¿Quiénes se atreverían a disputarnos el derecho a hablar?

- El C. presidente: No se le ha concedido al ciudadano Manrique el uso de la palabra.

- El C. secretario Gandarilla: El ciudadano Soto y Gama pide votación nominal, y estando apoyado por siete ciudadanos representantes, se procede a la votación nominal. Se procede a recoger la votación.

- El C. Manrique: ¡En moción de orden, señor presidente, pido la palabra! (Voces: ¡Están en votación! Murmullos. Campanilla.) No es a la galería a quien me dirijo. (Murmullos.)

- El C. secretario Gandarilla: Se va a proceder a la votación.

- El C. Manrique: Pido la palabra. (Murmullos. Aplausos. Siseos. Campanilla.)

(Se recoge la votación.)

- El C. secretario Gandarilla: Votaron por la afirmativa 119 diputados y presuntos diputados.

- El C. secretario Ollivier: Votaron por la negativa 59 ciudadanos diputados y presuntos diputados. En consecuencia, la Presidencia, por conducto de la Secretaría, declara: Son diputados propietario y suplente, respectivamente, por el 4o. distrito electoral de Coahuila, los ciudadanos Enrique Breceda y Reginaldo Cepeda. Se levanta la sesión y se cita para mañana a las 16 en punto. (22.35.)