Legislatura XXX - Año I - Período Ordinario - Fecha 19220824 - Número de Diario 5

(L30A1P1oN005F19220824.xml)Núm. Diario:5

Colegio Electoral

ENCABEZADO

MÉXICO, JUEVES 24 DE AGOSTO DE 1922

DIARIO DE LOS DEBATES

DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS

DEL CONGRESO DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS

Registrado como artículo de 2a. clase en la Administración Local de Correos, el 21 de septiembre de 1921

AÑO I. - PERIODO ORDINARIO XXX LEGISLATURA TOMO I. - NUMERO 5

5a. JUNTA PREPARATORIA

DE LA

CÁMARA DE DIPUTADOS

EFECTUADA EL DÍA

24 DE AGOSTO DE 1922

SUMARIO

1. - Se abre la sesión. - Lectura y aprobación del acta de la anterior.

2. - Se discute y aprueba el dictamen relativo a los distritos electorales siguientes: 11 del Distrito Federal: 8o. de Hidalgo; 1o. de Querétaro; 14 de Michoacán; 2o. de Veracruz y 7o. de México.

3. - Es discutido y aprobado el dictamen referente a los distritos electorales que siguen: 7o. de Chihuahua; 17 y 18 de Guanajuato; 1o. de Guerrero; 5o. de Michoacán; 1o. 2o. 4o. y 6o. de Nuevo León; 4o., 5o., 6o., 7o., 10, 13 y 14 de Oaxaca; 13 de Puebla; 9o., de San Luis Potosí; 1o. de Tlaxcala; 1o., 8o., 12, 18 y 19 de Veracruz; 7o. de Zacatecas; 7o. de Chiapas y 6o., de Jalisco. Se levanta la sesión.

DEBATE

Presidencia del

C. PRIETO LAURENS JORGE

(Asistencia de 195 ciudad nos diputados y presuntos diputados.)

El C. presidente, a las 17.35: Se abre la sesión.

- El C. secretario Ollivier, leyendo:

"Acta de la Junta Preparatoria de la Cámara de Diputados del XXX Congreso de la Unión, celebrada el día veintitrés de agosto de mil novecientos veintidós.

"Presidencia del C. José Villanueva Garza.

"En la ciudad de México, a las diez y siete horas y siete minutos del miércoles veintitrés de agosto de mil novecientos veintidós, principió la Junta, con asistencia de ciento noventa y un ciudadanos diputados y presuntos, según consta en la lista que autorizó con su firma el C. secretario Ollivier.

"El acta de la Junta Preparatoria efectuada el día anterior, sin alterar los términos en que se dio a conocer, fue aprobada en votación económica.

"Se paso a dar cuenta con los dictámenes en cartera:

"De la Primera Sección de la Primera Comisión Revisora de Credenciales, que declara diputados propietario y suplente, respectivamente, por el primer distrito electoral del Estado de Aguascalientes, a los CC. Rafael Quevedo y Melitón Perea.

"El C. José María Magallanes habló en contra, y en pro el C. Rafael Pérez Taylor. Volvió a impugnar el dictamen el C. Magallanes, quien, como la vez anterior, fue interrumpido por las excitativas de la Secretaría a los concurrentes a las tribunas, para que guardaran orden.

- El C. Pérez Taylor hizo una aclaración; cubrieron sus turnos del pro los CC. Juan Pastoriza y Manlio Fabio Altamirano, y después de nueva aclaración del C. Pérez Taylor, se consideró el asunto suficientemente discutido, se votó en sentido favorable, y, en consecuencia, se declaró que eran diputados por el primer distrito electoral de Aguascalientes los CC. Quevedo y Perea.

"De la Segunda Sección de la Primera Comisión Revisora de Credenciales, que propone para representantes propietario y suplente, por el cuarto distrito electoral del Estado de Guerrero, a los CC. Refugio Cervantes e Ignacio Andraca.

"Sin objeción alguna, fue aprobado económicamente y se hizo la declaratoria respectiva.

"De la Octava Sección de la Primera Comisión Revisora de Credenciales, que concluyo con estos puntos resolutivos:

"Primero. Son válidas las elecciones verificadas en el cuarto distrito electoral del Estado de Coahuila.

"Segundo. Son diputados propietario y suplente, respectivamente, por el mencionado distrito, los CC. Enrique Breceda y Reginaldo Cepeda."

"A petición del C. Aurelio Manrique, ocupó la tribuna el C. Enrique Barón Obregón para fundar el dictamen. El C. Luis N. Morones habló en contra y fue interrumpido por la Secretaría al recomendar al público, en más de una ocasión, guardara la compostura debida; por mociones de orden de los CC. Enrique Breceda, quien primero hizo una pregunta al orador y después una aclaración que apoyó el C. Alberto Peralta, al ser requerido para ello.

"El C. Diaz Soto y Gama dirigió una interpelación a la Primera Comisión Revisora de Credenciales, que contestó el C. Martín Luis Guzmán después de haber intentado hacerlo el C. Barón Obregón.

"El C. Díaz Soto y Gama siguió en la tribuna. A petición de él y después de una moción de orden del C. Roque González Garza, leyó la Secretaría el artículo 5o. del Reglamento, así, como el artículo 70, por solicitud del C. González Garza, quien volvió a rectificar al C. Díaz Soto y Gama. Este último fue interrumpido después por una moción de orden del C. Ignacio García Téllez. El C. González Garza respondió a la pregunta del C. Díaz Soto y Gama; volvióse a excitar al público para que guardara orden; la Presidencia hizo aclaraciones; el C. Díaz Soto y Gama insistió en su pregunta, y dio lugar a una aclaración del C. Luis G. Malváez. Después de una explicación de la Mesa, hecha por conducto del C. secretario Gandarilla, el C. Gustavo Arce contestó al C. Díaz Soto y Gama, en lo relativo al dictamen aprobado ya y desfavorable para el C. Magallanes.

"El C. Díaz Soto y Gama continuó hablando y fue interrumpido por un llamamiento al orador que le hizo la Presidencia y por una moción del C. Malváez. La Secretaría hizo nueva explicación, y otra vez se dirigió al público asistente a las tribunas para recomendar compostura. El C. Malváez volvió a hacer uso de la palabra para moción de orden, interrumpiendo al C. Díaz Soto y Gama, quien fue cumplimentado en su interpelación primitiva por el C. González Garza, el que habló a nombre de la Primera Comisión Revisora de Credenciales. La Presidencia interrumpió al C. González Garza para dar una orden al Jefe de la fuerza que hacía la vigilancia en las localidades destinadas al público.

"Hizo una explicación la Presidencia y una moción de orden el C. Manrique, y en seguida de nueva explicación de la Mesa. la Asamblea, en votación económica, se opuso a que continuara en el uso de la palabra el C. Díaz Soto y Gama.

"El C. Manrique reclamó la votación; hizo una aclaración la Secretaría; insistió el C. Manrique, y esto dio lugar a otra explicación del C. secretario Gandarilla.

"El C. Breceda habló en pro y fue interrumpido por una moción de orden del C. Manrique y por una aclaración del C. presidente. La Secretaría dio a conocer documentos proporcionados por el C. Breceda.

"Por haberle cedido su turno el C. José F. Gutiérrez, inscripto en contra, usó de la palabra el C. Díaz Soto y Gama, tras de una moción de orden del C. Manrique. El C. Morones contestó dos interrogantes del C. Díaz Soto y Gama, quien leyó documentos para comprobar sus afirmaciones e hizo una pregunta que atendió el C. Barón Obregón. El C. Morones contestó otra interpelación del C. Díaz Soto y Gama. Este representante fue interrumpido después por aclaraciones de los CC. Barón Obregón y Breceda. Este último respondió a una pregunta del C. Díaz Soto y Gama.

"El C. Barrera hizo una aclaración y el C. Aguirre Benavides rectificó algunos conceptos vertidos por el C. Díaz Soto y Gama.

"Por haber transcurrido la hora reglamentaria, y habiendo sido consultada sobre el particular la Asamblea, ésta acordó continuar la Junta.

"La moción suspensiva a que dio lectura la Secretaría y subscripta por los CC. Morones, Díaz Soto y Gama, Ezequiel Salcedo u otros, no fue tomada en consideración por la mayoría de los ciudadanos diputados y presuntos.

"El C. Breceda pidió también se aplazara el debate relativo a su elección; el C. Ricardo Covarrubias produjo un discurso en pro, e inmediatamente después se estimó agotada la discusión sobre el dictamen de referencia, que, en votación nominal, resultó aprobado, por ciento diez y nueve votos de la afirmativa contra cincuenta y nueve en sentido contrario.

"Se declaró lo conducente, y a las veintidós horas y cinco minutos terminó la Junta."

Está a discusión el acta. ¿ No hay quien haga uso de la palabra ? En votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa. sírvanse manifestarlo. Aprobada el acta.

El C. Manrique: Pido la palabra por una interpelación a la Presidencia.

El C. presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Manrique: Señores diputados: Deseo interpelar al señor presidente de la Cámara, más que al ciudadano presidente a la Presidencia, que es algo impersonal, no me dirijo en lo personal ni al señor Villanueva Garza, que presidió ayer y que ha presidido en ocasiones anteriores, ni al señor Prieto Laurens que hoy preside; interpelo a la Presidencia de la Cámara para que me diga, no vagamente, si está dispuesta a cumplir con el Reglamento, porque no contestaría afirmativamente, sino si está dispuesta a cumplir; no he de preguntar si se ha cumplido hasta hoy, que esto sería secundario, sólo tendría importancia histórica, deseo interpelar a la Presidencia, y creo que lo hago a nombre de personas que como yo piensan, que creo que no son pocas sino numerosas en esta Asamblea, para que se sirva decirnos si está dispuesta a cumplir en lo sucesivo con los preceptos reglamentarios que exigen, el 23 en su fracción XI, que el presidente, por conducto de la Secretaría, al final de cada sesión anuncie cuáles deben ser los asuntos que se traten en la sesión inmediata, lo que suele llamarse la orden del día, y segundo, si está dispuesta a cumplir con los artículos 29 y 30 que se refieren a las sesiones y a los preceptos que ordenan que las sesiones de la Cámara de Diputados, y por consiguiente las sesiones de Colegio Electoral de la Cámara de Diputados, sean sesiones públicas, entendiéndose por sesión pública, como claramente debe comprenderse, sesiones a las que se debe limitar o restringir (Aplausos. Siseos en la galerías.) Sesiones a las que no se limite o restrinja artificialmente el acceso al público, pareciendo indicar, según el procedimiento que se ha puesto en práctica en estos días, que se ha puesto hasta hoy y que acaso pudiera ponerse en práctica indefinidamente si la Presidencia no comprende que es legítimo y decoroso y recto modificar su procedimiento, procedimiento, digo, que consiste en limitar especialmente el acceso al público distribuyendo tarjetas que otorguen este derecho a personas pertenecientes a determinada secta o facción. (Aplausos.) Yo he

reclamado y estoy dispuesto a reclamar siempre la presencia del público en las galerías; aunque este público me sea hostil hoy, estoy dispuesto a hacerlo, (Siseos en las galerías.) pero es necesario que entendamos por público al público que libremente llega para informarse de cómo se delibera y cómo se conducen los diputados en esta Asamblea. El público artificialmente seleccionado no merece el nombre de Asamblea popular. (Aplausos. Siseos.) Quiero, sin pasión alguna, pedir a la Presidencia que se sirva reconocer que ha cometido un error siguiendo otro procedimiento que el que indican nuestras tradiciones democráticas. Enhorabuena que jóvenes viejos que han llegado hasta esta Asamblea hablen de limitar el acceso al público para hablar más tarde ¿ Por qué no ? de limitar el sufragio, de implantar en nuestra República el sufragio limitado o restringido de otros países; pero es necesario que esta Asamblea demuestre y que demuestren en ella sus presidentes, si están dispuestos a seguir nuestras tradiciones democráticas, permitiendo el libre acceso del público a nuestras deliberaciones. Esto es lo que atentamente me permito preguntar a la Presidencia de la Asamblea. (Aplausos. Siseos.)

El C. presidente: La Presidencia contesta al ciudadano Manrique que está dispuesta a cumplir con el reglamento, a tal grado, que siendo de la responsabilidad estricta de la Presidencia el orden tanto de abajo como de arriba, tanto en el salón de sesiones como en las galerías, la Presidencia sabrá usar de los medios que el Reglamento le permite para impedir los desordenes y los asaltos a los presuntos diputados, como lo han intentado los secuaces del ciudadano Manrique. (Aplausos.) Tiene la palabra la Secretaría para dar lectura al dictamen que está a discusión.

El C. secretario Gandarilla, leyendo: "Honorable Asamblea. . .

El C. Cortina Eduardo, interrumpiendo la lectura: Pido la palabra para hacer una interpelación.

El C. Siurob: Pido la palabra para interpelar a la Presidencia.

El C. presidente: Tiene la palabra la Secretaría.

- El C. secretario Gandarilla, leyendo:

"1a. Comisión Revisora.

"Honorable Asamblea:

"Los subscriptos, miembros de la 2a., 3a., 6a. y 10 secciones de la 1a. Comisión Revisora de Credenciales, a las que fueron turnados diversos expedientes electorales, habiendo examinado aquellos de que en seguida se hablará, encontrándose que traen completa su respectiva documentación legal, que no contienen protestas comprobadas que afecten la validez de las elecciones mismas, y que la mayoría de los sufragios correspondió a los ciudadanos que en seguida se enumeran; por lo cual nos honramos en someter a la consideración y aprobación de la honorable Asamblea los siguientes puntos:

"Único. Son válidas las elecciones verificadas en los distritos siguientes: 11 del Distrito Federal; 8o. de Hidalgo; 1o. de Querétaro; 14 de Michoacán; 2o. de Veracruz y 7o. de México. Y son diputados propietarios y suplentes por los mencionados distritos, en el orden en que están enumerados, los ciudadanos siguientes:

"José F. Gutiérrez - Carlos Ortiz; Matías Rodríguez - Octaviano Flores; Francisco Ramírez Luque - J. Cruz Hernández; Ramón Sánchez Arriola - Mariano Ramírez; Enrique Meza - Rosendo Bridat, y Clemente Trueba - Leopoldo Pérez.

"Sala de Comisiones de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión. - México, a 23 de agosto de 1922. - Roque González Garza. - Liborio Espinosa y Elenes. - Adolfo Hernández Marín. - Rubén Vizcarra. - Roberto Nieto. - Apolonio Guzmán. - José María Cuéllar. - Enrique Barragán. - José Certucha. - Francisco Modesto Ramírez. - Moisés G. Herrera. - Enrique J. Domínguez."

Está a discusión el dictamen. Los ciudadanos diputados que deseen hacer uso de la palabra, sírvanse pasar a inscribirse.

El C. Siurob: Pido la palabra, señor presidente, para interpelar a su señoría.

El C. presidente: Está a discusión el dictamen y tengo que conceder la palabra exclusivamente sobre esto.

El C. Siurob: He pedido la palabra precisamente para hablar en contra de este de este dictamen en lo general, y su señoría se ha servido inscribirme en primer lugar.

El C. presidente: Tiene usted la palabra para hablar en contra del dictamen. Los que deseen inscribirse suplico atentamente pasen a la Presidencia a apuntar sus nombres.

El C. Siurob: Honorable Asamblea: Un capricho de la suerte ha querido que siempre que gobernantes imposicionistas han logrado por medio de una imposición en toda la República controlar la Representación Nacional, me haya tocado a mí ser uno de los pocos que escapándose de esta brutal imposición, haya tenido el honor de venir a defender aquí los ideales en el seno de esta propia Asamblea. (Risas en las galerías.) Cumplo ahora con este deber manifestando a vuestras señorías que yo creía que aleccionado por la protesta que hemos tenido el honor de lanzar a la faz de toda la República, por el hecho de haberse incluído la vez pasada un monstruoso, un enorme dictamen global, con el cual se ha guillotinado la libertad de sufragio en toda la República, yo creí que el partido de las mayorías, de estas mayorías atadas, con la ley convertida en nudo corredizo (Una voz: ¡ No son las del Pélece !) en instrumento abyecto, en instrumento de opresión y de tiranía, estas mayorías inclinadas al sol que nace como un campo de girasoles que nace como un campo de girasoles que se vuelve a la salida del sol, yo creía que estas mayorías habían desistido de este inicuo, de este infame procedimiento. Un tirano romano, Calígula, una vez en medio del delirio que siempre acomete a todos los déspotas, dijo que deseaba que el pueblo romano no tuviera más que una sola cabeza para tener el placer de cortarla.

Pues bien; lo que le fue imposible a aquel tirano y a aquel déspota, lo está realizando esta mayoría. En efecto; la soberanía nacional ya aherrojada, ya manifestada por la imposición brutal en la mayor parte de los Estados de la República, ha llegado el momento de guillotinarla de una manera definitiva, enterrando así la obra sacrosanta de la revolución de diez años...(Voces: ¡ Ah !) La ley ha

querido que cada distrito, es decir, que la elección de un diputado en cada distrito sea un acto de soberanía enteramente aislado y, por consiguiente, sus resultados deben discutirse separadamente. Antes de continuar el discurso, interpelo al señor presidente para que diga si se va a permitir separar de ese dictamen global algunos de los dictámenes parciales.

El C. presidente: La Presidencia se apegará al Reglamento.

El C. Siurob: El Reglamento dice en uno de sus artículos que cuando una proposición o una ley contenga varios puntos, se permitirá a cada diputado el derecho de separar algunos de esos dictámenes. Por tanto, yo espero que esta Asamblea se apegará a esta disposición del Reglamento. Señores: La imposición que se ha consumado en toda la República, Ya está en el concepto y en el ánimo de todos los ciudadanos mexicanos. (Voces: ¡ No ! ¡ No ! Siseos. Desorden. Campanilla.) Para consumar esta villana imposición, ha sido preciso, primero, arrojar a los gobernadores de los Estados que legítimamente ocupan sus puestos de elección popular, y así fue como se arrojó a Vadillo de Jalisco, y así fue como se arrojó a Mújica de Michoacán, y así como se arrojó a Sánchez de Puebla, (Siseos.) y así fue como se arrojó a García de Nuevo León, y así es como se ha ido arrojando de los lugares adonde el pueblo los había llevado, a los gobernadores legítimos de los Estados. (Voces: ¡ Ah ! ¡ Ah !) ¿ Y sabéis cuál fue el objeto ? Así fue como se hicieron demostraciones de fuerza tremenda en el Distrito Federal, que obligaron a los partidos políticos que aún tenían vergüenza y que no querían ir a la burla, entre los cuales se encuentra el Partido Liberal Constitucionalista, a retirarse de la lucha electoral. (Siseos. Desorden. Gritos en las galerías.)

El C. Alvarez del Castillo: Moción de orden, señor presidente.

El C. presidente: Tiene usted la palabra para una moción de orden.

- C. Alvarez del Castillo: De la manera más atenta yo ruego a la Asamblea y a las galerías, al pueblo que asiste a las galerías, que se escuche con toda calma, con toda quietud, con toda solemnidad, con todo respeto el discurso del compañero Siurob, tanto más cuando que se trata de un discurso pronunciado, de una alocución hecha por un líder representativo de un partido vencido. (Aplausos.)

El C. Siurob: Doy las gracias al compañero Alvarez del Castillo por este rasgo de caballerosidad, y ojalá que este rasgo de caballerosidad contribuya a lavarle el enorme crimen de estar en estos momentos presidiendo una mayoría que se atreve a cometer tantos desacatos contra la libertad electoral en toda la República. (Siseos.)

Señores: Si la Ley hizo un acto de soberanía especial de las elecciones en cada distrito, ¿ Con qué derecho se prohibe separar de ese dictamen global los dictámenes separados ? (Una voz en las galerías: ¡ Acuérdate de hace dos años;) Sí que se recuerde hace dos años; ni en la Legislatura espuria de Aguirre Berlanga se atrevió a consumar semejante atentado; al Partido Liberal Constitucionalista no se le ocurrió jamás... (Voces: ¡ Huy ! Siseos.) Jamás se le ocurrió a ese partido emitir dictámenes globales ni cometer la villanía de no tolerar que los ciudadanos presuntos pudieran venir a defenderse en esta tribuna. Es éste el precedente que vamos a dejar que no se ha verificado ni en tiempo de los Congresos de Huerta, ni en la época de la dictadura, ni en las épocas más aciagas que han existido en México. ¿ Y qué, se va a sentar aquí una reliquia, ni siquiera como una limosna de libertad a los Congresos venideros ? ¿ Es así como vais a garantizar a los pueblos que el Plan de Agua Prieta fue un plan revolucionario o fue un simple corral a la manera de los corrales porfirianos, en donde se encerraban las bestias, echándolas encima del pesebre, acorraladas por un procedimiento inicuo, detestable, en que se ahoga toda iniciativa de libertad de los ciudadanos mexicanos ? Señor presidente: Los ciudadanos de este palco de porristas están insultando a los diputados. Suplico a usted que, si se estima en algo, como creo que sí se estima, se sirva mandar desalojar ese palco.

El C. presidente: Se suplica atentamente a las galerías, de cualquier bando que sean, que mantengan el orden, porque esperamos que la corrección de los que las ocupan sea suficiente; de lo contrario, no se volverá a llamar la atención, sino que se mandará desalojarlas con la fuerza pública. (Aplausos.)

El C. Siurob: Después de esta presión enorme que se ha efectuado en toda la República, después de que se han mandado individuos pagados, porque, a semejanza de lo que se efectuó en la época de Aguirre Berlanga, ahora se enviaron propagandistas pagados por determinado partido para que hicieran propaganda en toda la República, después de que se hizo una campaña de prensa que, utilizando algunos elementos de la prensa que desgraciadamente, por oro se pusieron a favor de esta clase de refriegas horribles, de intrigas, de calumnias, de desvergüenzas, para ir contra el único partido que tuvo la dignidad de estar a la altura de su deber, después de todas estas cosas, ved aquí lo que pasa en esta honorable Asamblea. Hay aquí un ambiente de encrucijada política, un ambiente canallesco de cuartel, de cárcel, no sé cómo llamarlo. Los ciudadanos presuntos pasamos en medio de un duro frotamiento de las bayonetas, y no se permite penetrar a este recinto si no es con una tarjeta o con la exhibición del botón del Partido Cooperatista. Ahora, señores, ¿ Hasta cuándo va a continuar convirtiéndose esta Representación Nacional en un cuartel, en una cárcel ? ¿ Hasta cuándo se van a seguir enviando esta clase de porras, que son un escarnio para la Representación Nacional ? Pero volvamos, señores, al tema que yo proseguía, que es el del dictamen global. (Murmullos. Gritos en las galerías. Desorden. Campanilla.)

El C. presidente: La Presidencia está fijándose en el desorden que hay en las galerías y, desgraciadamente, tiene que obrar con energía. Necesito que la fuerza pública esté lista para, en un momento, poder expulsar a las galerías. Por tanto, el comandante se servirá distribuir la fuerza en toda la galería. (Aplausos.) Continúa en el uso de la palabra el ciudadano Siurob.

El C. Siurob: Este procedimiento, que aplauden algunos ciudadanos sin experiencia y que fue el que se combatió al ciudadano diputado Vasconcelos, cuando presidía la pasada Legislatura en los últimos tiempos del cuartelazo que originó el triunfo de la Permanente, se va a volver a ejecutar aquí en estos momentos.

El C. Manrique: Pido la palabra para una moción de orden.

El C. presidente: No se está violando ningún artículo del Reglamento. Continúa en el uso de la palabra el ciudadano Siurob.

El C. Manrique: Voy a indicar qué artículo se viola. (Siseos.)

El C. presidente: Continúa en el uso de la palabra el ciudadano Siurob.

El C. Manrique: Con permiso del ciudadano Siurob, pido la palabra para una moción de orden, lo cual no podrá negarme la Presidencia. (Siseos.)

El C. presidente: No hay desorden. No hay ningún artículo del Reglamento que se viole.

El C. Manrique: Por desorden no debe entenderse tumulto, señor presidente. (Desorden. Siseos, Gritos.)

El C. presidente: ¡ No tiene la palabra el ciudadano Manrique ! ¡ Se llama al orden !

El C. Manrique: ¡ Pido la palabra para una moción de orden ! (Siseos. Gritos. Desorden.)

El C. presidente: Diga qué artículo se está violando.

El C. Manrique: Voy a decirlo. (Siseos.)

El C. presidente: Inmediatamente; si no, no le concedo la palabra.

El C. Manrique: Eso se lo podía perdonar al ciudadano Urueta, porque lo decía con gracia. (Siseos. Gritos. Desorden. Campanilla.)

El C. presidente: ¡ No tiene usted la palabra !

El C. Manrique: ¡ No tiene usted derecho para negármela ! (Desorden. Gritos. Voces: ¡ Cállate loco ! Campanilla.)

El C. presidente: ¡ Si lo tengo !

El C. Manrique: ¡ Pido la palabra para una moción de orden !

El C. presidente: ¿ Qué artículo se está violando ?

El C. Manrique: Yo lo diré a su vez, yo lo diré a su turno. ¡ Pido la palabra para una moción de orden ! (Desorden. Gritos. Campanilla.)

El C. presidente: Se llama al orden a los ciudadanos Cortina, Garrido y Macario Hernández, y le advierto al ciudadano Manrique, que si sigue introduciendo el desorden, voy a cumplir con el Reglamento.

El C. Manrique: ¡ Atrévase su señoría ! (Desorden. Gritos. Campanilla.)

El C. presidente: El Reglamento faculta a la Presidencia para mandarlo desalojar. (Aplausos.)

El C. Manrique: Puede hacerlo. Atreveos, aquí estoy. (Gritos. Desorden. Campanilla.)

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Siurob...

El C. Manrique: ¡ Moción de orden ! (Siseos. Gritos.)

El C. presidente: Y si él renuncia a ella, tendrá la palabra otra persona.

El C. Siurob: No renuncio a ella.

El C. Manrique: ¡ Pido la palabra para una moción de orden !

El C. presidente: No tiene usted la palabra.

El C. Manrique: La pido. (Campanilla.) Para moción de orden pido la palabra. (Murmullos. Campanilla.)

El C. secretario Gandarilla: Artículo 104 reglamentario:

"No se podrá reclamar el orden sino por medio del presidente, en los dos casos siguientes: Primero, cuando se infrinja algún artículo de este Reglamento; segundo, cuando se viertan injurias contra alguna persona o corporación."

El C. presidente: ¡ Y por medio de la Presidencia !

El C. Manrique: ¡ Pido una moción de orden !

El C. presidente: No se puede interrumpir al orador.

El C. Manrique: El orador lo permite. (Murmullos. Campanilla.)

El C. Siurob: Yo no puedo decir que lo permito, porque me quitan el único momento de hacer uso de la palabra, porque llevo mucho tiempo, compañero Manrique, de estar solicitando el uso de la palabra y los presidentes parciales que han estado allí se han negado terminantemente en varias sesiones a concedérmela. No parece sino que aquí no tiene derecho a hablar ningún hombre que tenga el corazón en su lugar y que sienta la revolución. (Aplausos.) No parece sino que aquí dentro de esta Asamblea no tienen garantías más que los individuos acorralados, es decir, loa individuos que ya desde antes han venido aquí con el propósito de enmudecer sistemáticamente, de callarse cualesquiera que sean los tiempos y las circunstancias. La única razón que me permite asegurar que el pueblo mexicano todavía tiene vergüenza y dignidad, es que no se le permite entrar aquí, sino que se le mantiene allá afuera en la calle, por medio de un muro de bayonetas; si el pueblo estuviera aquí y no en la calle, como está, habría protestado enérgicamente por estos dictámenes indignos con que yo me siento insultado personalmente y con los que se ha fefado a la revolución, porque yo soy, sigo siendo y seguiré siendo revolucionario, pese a quienes pese de mis enemigos. (Aplausos. Murmullos.) Si usted me interrumpe, compañero, tendré que callar; pero si no me interrumpe, no me expongo a que un presidente partidista me quite el uso de la palabra.

El C. presidente: Yo no se la retiraré, siga usted en el uso de la palabra.

El C. Siurob: Señores, estas festinaciones inicuas indican ya que vamos perdiendo la conciencia de nuestra propia soberanía; ¿ A qué obedecen estas festinaciones, estas violencias que se tienen de llegar a aprobar yo no sé... lo que ustedes ya saben ? ¿ Qué urgencia es esa, qué violencia es esa que nos permite primero guillotinar la conciencia pública, la libertad de sufragio en toda la República ? ¿ Qué clase de violencia a nuestra soberanía, nosotros que siempre hemos tenido la conciencia de que esta soberanía es algo que se ejercita de un modo solamente, mediante la discusión libre, mediante el uso de los derechos que la Constitución nos otorga ? ¿ Que clase de prisas son estas en que no parece sino que somos manejados

como títeres, que no son precisamente los intereses del país, sino que son intereses bastardos de los que venimos a ser víctimas ? No, señores; esto es indigno; un revolucionario de corazón, consciente, no lo puede tolerar, porque si la ley dice que la elección en cada distrito es un acto de soberanía aislada, ¿ Por qué por encima de la ley, de la Constitución, del Reglamento, se va a englobar en un dictamen todo el número de credenciales, muchas chorreando fraude - lo habéis visto ayer con un solo dictamen -, ¡ qué de fraudes, qué de iniquidades, qué de indignidades, y es lo que se teme, que digamos que muchos de esos ciudadanos que se sientan en las curules y que son reaccionarios disfrazados de cooperatistas, o de agraristas, o de laboristas, muchos, no me refiero a todos, vienen con sus credenciales chorreando fraude, inmundicia. Ya que no podemos dar a la reconstrucción de México bloques de mármol para construir el país, pongamos adoquines, pero de toda inmundicia. Es inicuo lo que pasa en el seno de las comisiones, que no apliquen criterios, sino que aplican un cuchillo, no digamos de tres o cuatro filos, sino de los veintiún puñales de que habla Santos Chocano, que se esgrime al pecho de todo presunto. Van y les preguntan: ¿ Bueno, y usted cuál es su filiación política ? ¿ Fue usted villista ? Muy bien. ¿ Fue usted huertista ? Regular. Está algo malo. ¿ Fue usted convencionista ? Mejor, va un poco mejor. ¿ Fue usted laborista o agrarista ? Bastante bien. ¿ Fue usted liberal constitucionalista ? ¡ Oh ! Entonces está usted perdido; esto es infame; esto es lo peor; esto es una vergüenza; sin pensar que la mayoría de los que están aquí han tenido esta propia vergüenza, ¿ Y sabéis cómo la han lavado? la han lavado con una traición en masa, con una traición vil, con una traición canalla... (Aplausos. Siseos.) Así se han lavado y esta es una vergüenza, porque, señores, yo digo todavía con Maquiavelo, que un país está definitivamente perdido cuando en él se han perdido las virtudes cívicas. Y esta mayoría, este número abominable de traidores es una vergüenza para nuestra patria, es una vergüenza para la Representación Nacional. Por eso yo tengo el honor, tengo la satisfacción de no haber claudicado...(Voces: ¡ Nombres ! ¡ Nombres !) Allí están en las curules. (Voces: ¡ Nombres ! ¡ Nombres !) ¿ No los habeís admitido vosotros ? (Voces: ¡ Nombres ! ¡ Diga nombres !) Tendría que decir el sesenta por ciento de esta honorable Asamblea... (Voces: ¡ Dígalos !) Sí, de todos los que pertenecieron al Partido Liberal Constitucionalista... (Voces: ¡ Nombres ! ) Allí está el ciudadano Pastoriza, que perteneció al Partido Liberal Constitucionalista y que lo traicionó en los momentos precisos en que el Partido Liberal Constitucional luchaba por defender la candidatura de Alvaro Obregón... (Voces: ¡ Otros ! ¡ Otros !) Señores, ¡ Si hay muchos! estoy mirando una multitud.. (Aplausos. Siseos. Voces: ¡ Cuantos !) Son cien, compañeros, pero ¿ Para qué, si yo no vengo a hacer gala, señores, yo no vengo a hacer gala aquí de una absoluta inconsciencia para ir citando nombre por nombre de cada uno de los que están aquí... (Una voz: ¡ No los tiene !) Cállese usted, señor representante, quizá usted es un hombre sin experiencia; usted no sabe cómo se manejan aquí las cosas. Para que usted sepa la verdad, pregúntele usted al compañero Gandarilla, y yo lo interpelo para que él diga cómo cuando entre ellos y nosotros hemos cotejado la lista en que habían firmado como miembros del Partido Cooperatista y como miembros del Independiente, ¿ No es verdad que encontramos firmas comunes en los dos grupos ? ¿ No es cierto ?

El C. Gandarilla: Voy a contestar la interpelación al señor Siurob. Dice él que cuando cotejamos las listas de uno y otro partidos, se refiere el compañero al grupo independiente, cotejamos las firmas, dice él, y eran las mismas, y yo puedo decir esto que es edificante: En las listas del ciudadano Siurob, formando parte del grupo independiente, presentaron elementos que no se encontraban en la capital de la República, como por ejemplo, el ciudadano von Borstel que estaba en la Baja California. Esa es la identidad que existía. (Aplausos.)

El C. Siurob: Como ustedes acaban de oír, el ciudadano Gandarilla rehuye la contestación a mi interpelación. La rehuye, no cita más que un solo caso, porque tendrá que confesar que dentro del Cooperatista están muchos traidores del grupo independiente. Y así por el estilo, tenemos traidores de todos los partidos, porque aquí, señores, para ver el sol que nace no se concretan los hombres de poca vergüenza en todas las partes del país con usar sus propios ojos, sino que usan un telescopio para ver el sol que nace. Ahora que se va a formar esta Representación Nacional, ya que es una tristeza ver que de esta manera se cortan los ideales de los que se puede creer que son la flor, la élite de la nación, al menos señores, ya que se ha formado la mayoría de este grupo que regirá los destinos del país, al cual se encomiendan tantas cosas sagradas, al menos que se tolere la libertad, que la libertad tenga camino aquí; pero ve uno a los hombres que cree más enérgicos, más viriles, vejar en sus convicciones, plegarse ante la conveniencia. Ahí lo veis al compañero Soto y Gama, por ejemplo. ¿ Por qué él antes de que se le aprobara su credencial no se opuso a ese dictamen global que es un dictamen indigno e inicuo ? Porque este hombre que nos habla de la revolución social, ácrata, sin embargo se pliega ante la conveniencia de partido, dejando a un lado la conveniencia general de todo el país, y de todos los ciudadanos, porque, señores, hay que ver cómo entienden la revolución estos hombres que dicen: Nosotros somos agraristas porque defendemos la cuestión agraria, sentimos toda la revolución; los otros dicen: Nosotros defendemos a la clase obrera, y porque nosotros defendemos a la clase obrera, por eso sentimos toda la revolución, y los demás dicen: Nosotros defendemos la cuestión económica, porque eso es toda la revolución. No, señores, el verdadero revolucionario o es el revolucionario integral que el mismo defiende, dentro del mismo plano y espíritu las escuelas para los hijos de los ciudadanos, que las tierras para los pueblos, la cuestión económica que garantizará la subsistencia de un gobierno, que garantizará el cumplimiento de los ideales de la revolución y las tierras para los pueblos. ¿ Pero qué clase me encuentro de desbarajuste moral ? ¿ Qué clase de agraristas son esos ?, y

me refiero más especialmente al ciudadano Soto y Gama que sabe, por ejemplo, que Villarreal, colocándose en lo absoluto dentro de la ley, ejecutando una ley que nosotros mismos hemos dictado, se pone a repartir conscientemente, cumpliendo con su deber, tierras a los pueblos y que es el primero que le volvió la espalda en los momentos en que Villarreal está caído y que este hombre por haber cumplido con su deber está en el olvido. El es el primero que dijo aquí que serviría de Cirineo a los cooperatistas y que después va a servir de Cirineo a Villarreal, pero al revés, y al llegar allá a Monterrey, de Cirineo se convirtió en un Judas y plantó un beso. (Aplausos. Risas.)

Señores: ¡ Si asistimos a una verdadera reconstrucción histórica ! ¡ Si esto no es más que la reconstrucción histórica de la legislatura berlanguista, agravada por todas las formas del chanchullerismo político y no sólo por eso, sino también por toda forma de bandolerismo político, porque hemos llegado hasta el bandolerismo en esta clase de asuntos! Señores: Yo no quiero que el ciudadano Prieto Laurens vaya a querer pasar mañana a la historia, hasta por analogía de nombres, como una especie de lorencillo de nuestra política, como una especie de pirata que entra a saco en todas las ínsulas y que aquí en el Congreso se convierta en un dictador abominable y por eso yo le pido que conceda la libertad, la libertad a que todos tienen derecho. Nosotros somos muy pocos, somos muy pocos aquí los que nos oponemos a ese estado de cosas: Vasconcelos, cuatro o cinco, que somos peleceanos y a honra lo tenemos todavía ... (Voces: ¡ Independientes !) Independientes por estar incorporados con los independientes, porque ellos así nos lo han suplicado; pero mi confesión expresa, la confesión que hago a todos los vientos antes de que se apruebe mi credencial, es la de ser peleceano y de continuar siéndolo todavía, porque quiero sentar el precedente en México de que haya un hombre que aunque su partido esté caído, aunque no tenga el apoyo oficial por detrás o las bayonetas de los sicarios, no deserte de su partido, todavía sea leal, fiel hasta el último reducto, cuando no tenga ninguna razón para haberse apartado de un partido que estaba de acuerdo con los ideales del país.

Señores: Decía yo que ni el Reglamento ni la ley autoriza esta clase de dictámenes; todavía más, esta clase de dictámenes son contrarios a la moral pública, porque son el precedente, porque son un ejemplo para las próximas legislaturas y este es un ejemplo formidable, tremendo, que no basta para justificar ninguna teoría. Hay algunos compañeros: No, necesitamos pasar sobre la ley - dicen -. ¡ Pasar sobre la ley, bueno ! Si no son necesarios esos acuerdos, ¿ Para qué venir a reunirse en un congreso ? ¿ Para qué reunirse cuando se tienen las ganas de distribuir los treinta y tres pesos entre esos humildes, entre esta turba de famélicos que se asombran de los que se van en lujosos coches, y que salpican con lodo a la cara de los humildes ? ¿ Por qué entonces ? (Aplausos.) Yo no hablo de los ciudadanos que portan brillantes en el dedo, creyendo que con sus luces les alumbran el camino de la revolución social a los humildes. Yo no hablo tampoco, compañeros, de los que diciéndose libertarios y revolucionarios vienen diciendo aquí que no respetarán las leyes y que nada significan y, sin embargo, vienen a hacer leyes ¡ Habráse visto individuos que tengan menos vergüenza ! (Risas.) ... Lo que debían haber pensado era esto, lo que debían de haber pensado esos que hicieron leyes como la ley que hicimos, de ejidos, en la legislatura pasada, que esa ley no ha sido promulgada y, sin embargo, de sus bocas no se ha escuchado ninguna palabra de protesta a pesar de ser revolucionarios; ¿ Por qué no se ha escuchado ninguna palabra de protesta ? ¡ Ah ! Porque el acratismo es estrella ante el "miedismo" (Risas.) y el "miedismo" es una cosa frecuente en muchos de esos ciudadanos que no tienen convicciones. Perdonad si me he exaltado un poco, pero, señores, los que hemos ido al campo de la revolución, hemos ido allí precisamente acompañados de todos esos humildes. No venimos aquí a que se burlen de nosotros, no venimos aquí a que se burlen de nosotros, no venimos aquí a que se burlen de nosotros, no venimos aquí a formar frases, no; venimos a formar esta clase de asambleas en donde debe existir el respeto, en donde debe imperar la ley, en donde por encima de todo se debe vislumbrar la imagen de la patria como antepecho de toda la humanidad. No venimos aquí para que se nos atropelle, no venimos aquí para que se hagan negatorios nuestros esfuerzos. ¿ No había agraristas, no había laboristas guillotinados dentro de ese dictamen global ? Sí los había. ¿ Y por qué agraristas y laboristas no combatieron ese dictamen global ? Porque estaban amarrados con el collar de oro de la propia conveniencia y, señores ya lo habeís escuchado, si no bastaran estas razones, el testimonio de las propias comisiones: ¡ No confesó ayer paladinamente el señor González Garza que había cometido injusticias ?, ¿ No lo dijo allí ? Pues bien, las injusticias se separan en esta tribuna por medio de una discusión amplia y libre, y si el señor González Garza ha confesado paladinamente que dentro de ese dictamen global se cometieron injusticias, ¿ A quién toca la responsabilidad de haber pasado sobre todas esas injusticias ? A vosotros que habeís sancionado que pasase un dictamen global sin ninguna discusión. Y tomad nota, señores, de que el señor González Garza, en cuyas manos está mi expediente, ha tenido el valor civil de confesar que ha cometido injusticias y que las ha cometido bajo la presión del señor Soto y Gama y del señor Morones. Pues bien, si es tan susceptible a la presión el señor González Garza, si es tan susceptible a la presión que hacen el señor Soto y Gama y el señor Morones y bajo esa presión ha cometido injusticias, ¿ Pues qué será cuando todo el peso, cuando toda la maquinaria administrativa, empeñada en que no entremos aquí peleceanos, ejerza presión sobre el señor González Garza ? Este señor se va a convertir en un terrón de azúcar, en una masa de cera, o yo no sé en qué cosa.

Señores: Si los dictámenes de las comisiones pueden cometer injusticias, si aquí se ha de hablar fuera de la ley dándole el triunfo a quien no se lo merece, al menos disciplinar la injusticia: Á que se comete la injusticia, disciplinar esa propia injusticia concediendo el triunfo al más humilde. (Una voz en la galería: ¿ Y tu eres humilde ?) yo soy un humilde defensor de la libertad, no soy otra

cosa, no alego ningún mérito, más que mi coeficiente, mi coeficiente de sufrimientos y penalidades. Y sigan ustedes insultándome (Dirigiéndose a las galerías) ya estoy acostumbrado a que me injurien los lacayos, a todos aquellos a los que les arde, a quien les puede escucharme hablando de libertad; a los que solo gritan cuando saben que están impunes; estos hombres son los que se alarmaban al saber que se acercaba al enemigo y se iban a meter debajo de la primera enagua que encontraban a mano. Ciudadanos: No me perturba esta clase de manifestaciones, porque desde que escucho dentro de mi corazón que es verdad lo que dice Rudvard Kipling "que hay que considerar el triunfo y la derrota con dos imposturas"; desde ese momento estoy a cubierto de esas amenazas, y ahora escuchad lo que voy a decir: ¡ Basta de iniquidades ! ¡ Basta de vilezas ! ¿ Existen aquí revolucionarios ? Pues bien: Démonos la mano dentro del respeto a la revolución, dentro del respeto a la ley. Yo no quiero mal a ninguno de mis compañeros a pesar de decirles la verdad. Se han cometido claudicaciones, ha habido traidores; pues bien, lavemos esas traiciones no volviendo a traicionar más, y conste que lo digo en favor de esa mayoría absoluta y aplastante. Si esos ciudadanos que forman esa mayoría a lo menos sentaran el precedente de no ser traidores, cuando menos la patria tendrá la esperanza, tendrá siquiera algún consuelo para el porvenir. Tened piedad de la revolución, no la llevéis a enterrar entre las propias bayonetas que la defendieron. Tened piedad de los sufrimientos de todo un cúmulo grande de ciudadanos mexicanos, tened piedad de las madres, tened piedad de los hijos y esposas. Todavía los campos blanquean con los huesos, todavía se ven las casas destruidas y ¿ Voy a creer yo, señores, que la maldad tiene más fuerza que todas esas cosas sagradas para los pueblos, y voy a creer yo que dentro de una ridícula camarilla se estrangule a la revolución sin voltear a ver las cosas sagradas que forman el núcleo de nuestra nacionalidad ? Señores: Tenemos la obligación de velar como legisladores, como presuntos padres de la patria, no solamente por la generación actual, sino por la generación que paso y por la generación que está por venir; por la generación actual sintámonos hombres honrados y caballerosos; por la generosidad que paso, para darle brillo y honor, y por la que está por venir, para legarle una patria más digna, más respetada y más grande que la que nos han legado nuestros antepasados. Ahora bien; no procedamos con esta festinación, con esta violencia en que nadie tiene el derecho de exponer la verdad, ¿ Qué se va a pensar ? ¿ Qué éste es un servilismo, que tratamos de dar violencia a la instalación del próximo Congreso para que se aprueben cosas que son delicadas y en las que está de por medio nuestra nacionalidad ? No, señores, ya hablaremos de todas esas cosas después y, ciudadanos, yo agradezco con todo respeto a esta mayoría que me haya hecho el favor de escucharme con toda paciencia, le estoy profundamente agradecido y asimismo creo que como mi credencial es limpia, tendré respeto al derecho como enemigo leal, como enemigo franco que no viene con tapujos, que no viene a formar pactos secretos, sino a la luz de todo el mundo, sino que delante de vosotros vengo a luchar por mis principios y por mis ideales y ahora, ciudadanos, puesto que el dictamen global, sin ninguna discusión, es una infamia, es una iniquidad, es un borrón, es una negra herencia para nuestros pósteros, es algo perfectamente inútil, porque no se puede alegrar la razón de estado, la razón de está propia en los labios de Luis XIV, pero no en los hombres de esta época, de estos tiempos; en las discusiones de credenciales, yo contesto que algo peor que el tiempo que se gasta en la discusión de esas credenciales, es que no se venga a discutirlas y se cuelen falsarios, ladrones, asesinos, aquellos que no hayan tenido el voto de su pueblo. Por estas razones yo creo que no debe dejarse de insistir en la necesidad de que se pase este dictamen global, metiéndolos apretados como contra la puerta de un aprisco, convirtiendo la ley, como decía antes, en algo odioso, empujando a la manada contra el pesebre, a un cúmulo de personas entre las cuales seguramente hay hombres dignos, seguramente también lo digo con una sinceridad absoluta, hay explotadores de la revolución. Pues bien, señores, permitid siquiera que para contrabalancear esa mayoría, se discutan las siguientes credenciales, permitiendo que nosotros, los que formamos un núcleo pequeño, pero leal, pero enérgico, pero irreductible, los que queremos que la patria se construya de otra manera, permitid que nosotros os ayudemos y ya os prevengo: No exijáis de nosotros ni grandes talentos, ni grandes conocimientos, ni grandes galas oratorias; exigidnos vergüenza, respeto y caballerosidad. Soy de la opinión que no sólo debe existir el criterio legal, sino el moral; que todo el que sea indigno no debe pertenecer a esta Representación Nacional; y en cuanto al criterio político, una sola cosa tengo que decir: Que no se debe admitir aquí ninguna imposición absolutamente. Ya paso la época en que eran los jefes políticos, el clero y los gobernadores de los Estados en complicidad, los que hacían las elecciones; esta revolución le dio el golpe a esos tres factores; después ha venido esta época democrática que yo llamo época de las imposiciones gubernamentales. Pues bien, para que salgamos de este envilecimiento, de esta época que no es absolutamente democrática, que casi no es democrática, necesitamos fustigar a tal grado la imposición, que en lo de adelante, apenas se tenga noticia en un pueblo, apenas en un pueblo se tenga la huella, siquiera el temor, de que un hombre sea impuesto, baste esto para que todos los ciudadanos, con virilidad y respeto de sí mismos, le vuelvan la espalda. Ya sé que voy a escuchar infinidad de insultos para mí, ya sé que voy a escuchar después de esto infinidad de cosas que van a venir sobre mi cabeza; pues bien, las acepto con gusto, compañeros, porque sé que vine a decir la verdad, porqué sé que esto forma un pararrayo para toda clase de intrigas viles, para toda clase de calumnias, para toda clase de iniquidades; forma un pararrayo enérgico de legalidad de mi criterio revolucionario que nadie me puede disputar dentro de esta Asamblea, y ahora, ciudadanos, escuchad por última vez mis palabras: Ya que no podemos darle a la patria en la suprema obra de reconstrucción, materiales de mármol como fuera de desearse, permitid que entren modestos

adoquines, pero que estos modestos adoquines vengan limpios siquiera de toda inmundicia.

El C. presidente: Tiene la palabra en pro el ciudadano Morones.

El C. Morones: Señores diputados y presuntos diputados: Dentro del más completo respeto a la expresión de los elementos, de los pocos elementos que el Partido Liberal Constitucionalista mantenga en el seno de esta Asamblea; atento a que el que habla ha sido de se hace muchos años enemigo de esa fracción política, enemigo leal, enemigo que dondequiera que ha habido oportunidad, en nombre de su grupo, ha sabido fustigar al extinto P L C, claro está que cada una de las palabras que ha hecho llegar hasta los oídos de esta Asamblea el ciudadano Siurob, me hacen pensar en que no es posible callar, no es honrado callar delante de una de las manifestaciones típicas, de las transformaciones típicas, también, se operan en un individuo. El ciudadano Siurob hablaba del arrollador empuje de una mayoría inconsciente, de una mayoría que él llama una borregada, una mesnada de hombres faltos de consciencia, faltos de poder, de traidores, etcétera. Yo creo que al hacerlo, puesto que paralelamente a ese símil que ponía señalaba al grupo agrarista y al laborista como elementos atados al Carro triunfador de esa mayoría, yo creo que al hacerlo padece de falta de memoria. Hablaba de la necesidad ingente de que los hombres de la revolución, de que el elemento revolucionario viniera aquí a salvar los intereses de esa propia revolución, dando cabida en su seno a los representativos del partido vencido. Hablaba de la necesidad de no continuar la acción de escoba llevada a cabo en algunos estados, y los señalaba, y entre ellos hacía mención al de Nuevo León; pero se olvidaba de que en Oaxaca, donde el ciudadano García Vigil, gobernador de aquel Estado, es, no un gobernante democrático, sino un verdadero cacique, un verdadero verdugo... (Aplausos.) ha arrancado por una importancia ignominiosa las credenciales de algunos de los elementos que vienen de ese Estado. El ciudadano Siurob se espanta de que la fuerza de las circunstancias, de los precedentes sentados por el Partido Liberal Constitucionalista, aquellos precedentes que hicieron palidecer de vergüenza a los elementos revolucionarios, a los agraristas, a los laboristas y a otros que no pertenecen a estos grupos, cuando pudieron ver cómo sus hombres no afiliados al entonces Carro triunfador peleceano, eran arrojados de esta Representación Nacional y eran apoyados esos procedimientos por el hoy alarmado señor Siurob, y eran propuestos por él y por sus compañeros en infinidad de casos...

El C. Siurob, interrumpiendo: ¡ No es verdad !

El C. Morones: ¡ Cómo no ! .... Esos mismos procedimientos.... - El C. Siurob: ¡ No es verdad !

El C. Morones, continuando: En aquel entonces el triunfador era el P L C. El famoso cuchillo de los tres, de los cuatro y de qué sé yo cuántos filos, era aplicado ignominiosamente. (Aplausos.) En aquel entonces también existían las porras, también los trabajadores de la Limpia de Ciudad y de los ciudadanos al servicio del P L C, llenaban las galerías; también entonces se trató de ahogar toda manifestación venida de los representantes de una minoría; también entonces, por desgracia, por falta de conciencia, por la falta de preparación, eran ahogados todos los sentimientos, todas las ideas que aquí venían a exponerse, por esas mismas porras, de tal suerte, que en el caso mío, cuando ayer, a conciencia, siguiendo los dictados de mi propio criterio, defendí el caso del 4o. distrito electoral, a costa de la gritería, a costa de la ensordecedora gritería que se produjo por mi actitud, creo que no podrá parecerle sospechosa al ciudadano Siurob la tendencia del grupo laborista, del grupo agrarista; pero que recuerde, que haga un poco de memoria el ciudadano Siurob, y que vea que no es justo, que no hay motivo para alarmarse como él se alarma, cuando apenas comienza la batalla, cuando nosotros mismos, víctimas ahora de tales o cuales manifestaciones, creemos que es nuestro deber, que nuestro único deber es el de estar encima de ellos y hablar haciendo uso de nuestro derechos, defendiendo indiscutiblemente cada uno de los puntos de vista de nuestros respectivos grupos. El ciudadano Siurob, abanderado de la revolución; el ciudadano Siurob, protector de los humildes; el ciudadano Siurob, mentor o con pretensiones de serlo en materia de enseñanza socialista, ya se olvido del clamor levantado en los Estados de Querétaro y Guadalajara durante la época, señor, en que usted administró alguna de esas entidades políticas; ya no recuerda usted que el hambre, por las innumerables exacciones verificadas por distintos amigos suyos, hicieron que el hambre, que el fantasma del hambre arrebatara vidas y más vidas de esos mismos elementos humildes de los que ahora pretende usted, señor, ser el defensor incansable. ¿No recuerda usted que precisamente por todos estos antecedentes, que precisamente por todos esos hechos, un clamor de protesta se levantó y un ambiente formidable de animadversión se levantó en contra del grupo al cual usted perteneció? La hegemonía que quiso mantener el Pélece en el país, apartándose de otros elementos representativos; la absorción de todo poder y el deseo de eliminar toda tendencia contraria, no contra la reacción, sino contra la nación, se alejó ya de su memoria por completo. ¿Ya no recuerda el ciudadano Siurob cómo precisamente de salto en salto trataba de llegar hasta el derrocamiento del régimen actual para hacer que prevalecieran los intereses peleceanos, para imponer condiciones a los representativos del "último régimen", para conseguir para los suyos los puestos públicos o para poner en jaque a ese mismo Poder Ejecutivo, cuando el Poder Ejecutivo no podía o no debía dar las canonjías que solicitaban ? Ya el ciudadano Siurob, ayer solicitando, ayer exigiendo tales o cuales concesiones para los suyos, se espanta ahora de que en este ambiente que, si bien es verdad que está desorientado un tanto, no lo está -y hay que decirlo con franqueza -, no lo está tanto que pueda llegar a constituir el peligro, el serio peligro que en el pasado constituyó esa fracción, integrada en su mayor parte por elementos ambiciosos, carentes de pundonor. (Aplausos.) Nosotros, y al decir nosotros me refiero a los elementos del Partido Agrarista, del grupo laborista, de los socialistas del Sureste y

de algunos elementos cooperatistas, de la Confederación Revolucionaria, en una palabra, nosotros estamos dispuestos, y lo hemos demostrado, a luchar bravamente, íntegramente cuando creamos, cuando en nuestra conciencia esté que se pretende llevar a cabo tales y cuales manifestaciones o procedimientos que enturbien la limpidez que debe caracterizar los actos de esta Asamblea. ¿ Que la mayoría a que se refería el señor Siurob aplaste nuestras tendencias ? Perfectamente, no podemos evitarlo; pero elevaremos nuestra protesta y nos haremos oír, usted puede tener la seguridad, señor Siurob. Si dentro del recinto de esta Cámara, dentro de la fracción que constituye la mayoría, se levantan de nuevo elementos representativos de la reacción, allí estará nuestra acción contra ellos; allí estará vigorosa y enérgica contra esos tránsfugas de la revolución; pero no podemos nosotros callarnos ante las manifestaciones pseudo revolucionarias de Siurob, porque lo hemos señalado de antemano como enemigo de esa misma revolución; porque lo hemos señalado de antemano como mistificador de esa misma revolución, en posees cada ocasión y en cada caso en que así conviene a sus particulares intereses o a los del grupo pequeño que representa, haciéndose aparecer o siendo, en realidad, la parte débil del elemento de esta Cámara, cuando trata de congraciarse, cuando trata de, a base de connivencia o diplomacia, hacer que se apruebe su credencial.

Para el Partido Laborista o Agrarista no pueden pasar desapercibidas estas maniobras, estos aires de rebeldía que le cuadran muy mal a Siurob. Si el ciudadano Siurob hubiera sido más respetuoso de la ley, si tratara de que en este recinto verdaderamente no hubiera nunca puesto el pie un soldado o un policía, debería haber pedido con toda energía que en las postrimerías de la última Legislatura, recurriendo o exigiendo de la Presidencia de la Cámara - me parece que en aquel entonces lo era el señor Vasconcelos -, que la policía y que la tropa viniera a guarnecer, viniera a convertir en cuartel este recinto, precisamente por el miedo, por el miedo que tenía a ese pueblo que, si hoy se ha quedado afuera, tenga la seguridad de que cuando se haga preciso se abrirá paso por encima de esas bayonetas para llegarse hasta acá. Ya no tiene la memoria fresca, ya no recuerda que Vasconcelos urgía al Ejecutivo para que el enviara tropas y más tropas que mandaran desalojar las galerías. ¿ Por qué fue esto ? Porque los elementos revolucionarios, porque los elementos nuestros jugaban la vida para obtener la hegemonía e impedir que se le arrebatara el recurso de la formación de la Comisión Permanente, para tratar de crear una situación anormal al Gobierno actual. (Aplausos.) Los elementos laboristas en aquel entonces y ahora, cuando han creído que es su deber defender al régimen actual, al Gobierno actual, cuando juzgan que los intereses de este propio Gobierno marchan en paralelo con los intereses nuestros, sin falsos rubores, absolutamente sin falsos rubores, y sin vacilaciones ponen a disposición de ese propio Gobierno todo su contingente de sangre, todo su contingente de abnegación, porque considera que el actual Gobierno es el último refugio, el último baluarte de la revolución; porque considera que en momentos de prueba tiene que manifestarse sincera y lealmente la cooperación de parte de todos los hombres que aquilaten en todo su valor lo que significa el momento actual en que vivimos, y como en aquel entonces el Laborista juzgaba que la acción enérgica paleceana no tendía a otra cosa más que a provocar un conflicto, fueron a esa lucha, y no pudieron llegar porque las mismas bayonetas que ahora espantan al señor Siurob, fueron puestas en el pecho del pueblo, tal cual ahora clama, pero creo que clamará inútilmente.

¿ Por qué mis compañeros y yo hablamos en pro de ese dictamen ? No miramos si es global o no, señor Siurob, solamente miramos que hasta este momento no sabemos, no conocemos que los ciudadanos que en virtud de este propio dictamen quedan eliminados lo son injustificadamente, y sí sabemos que dentro de este dictamen están dos o tres elementos de los nuestros, y venimos a defenderlos lealmente, con la tranquilidad, hasta donde es posible tenerla en estos momentos, de que cumplimos con un deber, con un deber enteramente elemental. La Confederación Revolucionaria, que también es responsable -no tratamos de rehuir las responsabilidades de todas las manifestaciones que se han verificado, aun cuando muchas de ellas se han dirigido en contra de elementos y de interese laboristas -, la Confederación Revolucionaria todavía tiene una misión que cumplir; todavía creen los elementos laboristas, todavía creen los elementos agraristas que se necesita hacer un supremo esfuerzo para que el grupo llamado Confederación Revolucionaria pueda mantenerse en pie, y pueda mantenerse en pie precisamente porque es necesario que la acción nuestra, que si algunas veces es enérgica, tan enérgica como se hace preciso, aun en contra de alguno de los partidos de esa propia Confederación, a impedir que el grupo Cooperatista, pequeño o grande grupo, dentro del cual hay elementos malos seguramente, hay la tendencia revolucionaria de salvar a los buenos, porque queremos eso, porque al referirnos al Gobierno, hemos dicho que es el último baluarte de la revolución, considerando al Poder Ejecutivo, también creemos que la Confederación Revolucionaria es el último baluarte de la revolución en el seno de esta Legislatura. Creemos que la Confederación Revolucionaria debe subsistir; y si, por ejemplo, en virtud del debate de ayer, algunos creyeron que nosotros, al defender nuestros derechos, éramos presa fácil a la acción diplomática del perpetuo enemigo de nosotros, el grupo peleceano, se equivocó. Podremos romper con el Cooperatista, estar contra todos o contra algunos de sus miembros; perno nunca, óigalo bien la minoría, el Partido Laborista hará las paces, nunca estará en connivencia con el extinto o con los restos del partido peleceano, porque todavía....(Aplausos.) porque todavía tenemos imbíbitas cada una de las manifestaciones, cada una de las tendencias iconoclastas de los principales elementos de la revolución, llevados a cabo por la acción demoledora del grupo peleceano. ¿ Cómo nos vamos a olvidar de las elecciones en algunos Estados donde el sufragio iba a estar a merced de las tropas federales, en muchas ocasiones comandadas por elementos pelicanos,

ahogando en sangre la tendencia democrática; cómo vamos a olvidar estas cosas, sí aquí en el Distrito, yo recuerdo que al verificarse las elecciones, el que habla recibió órdenes, siendo jefe del Departamento de Fabriles, recibió ordenes de poner a disposición del ciudadano general Hill algunos camiones, que sirvieron para transportar tropas para ganar casillas para el grupo peleceano ? ¿ Cómo voy a olvidarlo ? (Aplausos.) Y como se verificó aquí, se verificaron en otras partes; y ahora el señor Siurob nos habla de que en las últimas elecciones se fue a todas partes y se ahogó el sufragio! Y todavía esboza con energía, debiera esbozarlo, o fijarlo, más bien dicho, que es la acción del Gobierno la que está verificándose. Es un deber elemental de honradez declarar desde esta tribuna que el Gobierno ninguna ingerencia ha tomado en las elecciones; que el Gobierno actual, por más que no lo crea el socrático señor Siurob, el Gobierno actual no ha seguido los pasos de sus antecesores; el Gobierno actual, precisamente por eso se echó encima el odio de los elementos ambiciosos del Partido peleceano, precisamente por eso, porque trataron de imponerle condiciones, condiciones a base de ambición, a base de interés. Hay muchos elementos peleceanos, ¡ Cómo no !, que antes de la revolución sentían verdaderamente entusiasmados por la idea revolucionaria, que eran hombres modestos y que en el presente viven disfrutando una posición ventajosísima; y aquí algo de los famosos brillantes de Morones, algo acerca de ese salpicar de luz arrancada a mis propios brillantes para iluminar el paso de los trabajadores de la organización obrera. Señor Siurob: Es indigno verdaderamente de un hombre que se precia de hábil parlamentario, recurrir a esos recursos tan trillados; ¿ Cuántas veces se ha hablado de esto ? ¿ Cuántas veces se ha dicho esto ? ¿ A qué tratarlo aquí en este momento, como lo ha traído su señoría, única y exclusivamente para tratar de probarnos, para ver si acaso venimos a esta tribuna todavía heridos, todavía lastimados por una derrota que nunca olvidamos, pero que somos lo suficientemente conscientes para colocar abajo de los intereses generales; para ver si tenemos presentes esos resquemores y ahora tratáremos de buscar alianzas y contemporizaciones ? ¡ No !, ¡ No ! y ¡ No ! Hemos entrado aquí con un credo revolucionario definido, hemos entrado aquí con la esperanza y el deseo de reformar esas leyes, de hacer sentir nuestras manifestaciones, toda la tendencia que llevamos dentro; cómo juzgamos, cómo interpretamos la ley misma, no se espantó el ciudadano Siurob, no espantarse cuando dice qué vienen estos hombres aquí si no respetan la ley. Precisamente venimos a reformarla, a transformarla; si es preciso, que se comiencen a dejar sentir en este recinto las manifestaciones de las tendencias nuevas, venimos a clamar contra el capital, contra todo lo que significa opresión; venimos precisamente arrancados del seno de las agrupaciones obreras a convertir esta tribuna en tribuna de propaganda, si cabe, en pro de nuestros ideales; hemos salido de las filas rojas del sindicato para decir esto aquí, y si nuestro esfuerzo, si nuestras manifestaciones son inútiles, por lo menos habremos conseguido hacernos oír por un grupo de hombres que se dicen representativos, que, aunque sean en minoría, habrán de llevar el sentir a las agrupaciones obreras a los habitantes de sus distritos que les han investido de su representación. Si hemos hablado en contra del dictamen, no se espante el ciudadano Siurob, no crea que porque nos sentimos sugestionados por la fuerza arrolladora de un partido, de un partido nacido en circunstancias especiales, pero con el cual estamos aliados; pero mientras esta alianza exista, a pesar de que la prensa reaccionaria, a pesar de que los enemigos de la revolución canten victoria diciendo que está rota esa alianza, no está rota; así lo esperamos, así lo creemos; mientras haya un grupo de hombres honrados integrando cada una de las partes que componen la Confederación, habrá esparzas de que aunque momentáneamente nos lleguemos a oponer en ciertas cosas, volveremos a unirnos, a formar una sola fuerza que se llama Confederación Revolucionaria, baluarte y atalaya de la revolución misma y de sus propios intereses.

Yo sé que en estos momentos el incidente, que así han dado en llamarlo los elementos reaccionarios, de la discusión de ayer, sirve de pretexto para que se desarrolle una activa propaganda soliviantando los ánimos, tratando de aherrojar convicciones y de ver si es posible aprovechar este momento hasta hacer llegar a los oídos de los directores de la mayoría la conveniencia de que se aprovechen de esta escisión echando fuera a algunos elementos, a los que suponen abocados a salir de la Cámara. Alguien me decía antes de hacer uso de la palabra: ¿ Cómo es posible que hable usted en pro del dictamen, cuando no presenció usted la discusión acalorada del ciudadano Manrique con el presidente del Colegio Electoral ? ¿ No ve usted que esto es sintomático ? ¿ No ve usted que Manrique está abocado a la guillotina política, que va a ser arrojado de aquí, porque ha tenido y tiene el valor civil necesario para enfrentarse y reclamar sus derechos ?

Claro es que aquí difícilmente puede creerse en semejante cosa por vosotros, puesto que sabemos cuáles son las características que determinaron el triunfo del ciudadano Manrique. Precisamente porque sabemos que como él, otros compañeros nuestros tendrán facilidades, tendrán necesariamente la oportunidad de defenderse y estaremos con ellos y correremos en lo político la suerte que les quepa a ellos, y trataremos de impedir dentro de la medida de nuestras fuerzas, con toda la energía de que seamos capaces que se consume tal atropello, claro es que hay razones y casos bastantes para determinar una quiebra, una ruptura, porque hay hechos en los cuales la dignidad bien entendida, no la del individuo, sino la de clase, tiene que sobreponerse e imponerse, y en esos casos hay razón más que fundada para que se deslinden los campos; pero nuestra actuación aquí no es equívoca, no pretendemos hacernos solidarios de lo que llama el ciudadano Siurob un atropello o una infamia. Nuestra convicción de hombres honrados nos indica que debemos hablar en pro de ese dictamen, por las causas que he dicho antes, para que después, cuando los acontecimientos que muchos temen se realicen, entonces verá el señor Siurob cuál es la actitud de los elementos laboristas y agraristas a quienes estamos diariamente unidos; entonces

verá el señor Siurob cómo la mayoría, a pesar de tener una fuerza incontrastable, comenzará, habrá de sentir por lo menos la protesta enérgica, la protesta honrada que no tendremos empacho en lanzar desde esta tribuna los hombres que tenemos el derecho de llamarnos dignos. (Aplausos.)

El C. presidente: Tiene la palabra en contra el ciudadano Pastoriza.

El C. Vasconcelos: Pido la palabra para una moción de orden. Inmediatamente después del ciudadano Siurob, estaba anotado en contra; a pesar de ello, se le concede la palabra al ciudadano Pastoriza.

El C. presidente: Le advierto a su señoría que se inscribió de antemano el ciudadano Pastoriza y se le dijo que había otras personas que deseaban hablar; cuando usted vino, ya había venido. Está usted inscripto en tercer lugar.

El C. Vasconcelos: Señor presidente: Es que el Reglamento indica que los oradores habrán de inscribirse no en la memoria de su señoría, sino en un papel. Cuando estuve a inscribirme, el único inscripto en contra era el señor Siurob.

El C. presidente: Inmediatamente sigue el señor Pastoriza. Tiene la palabra.

El C. Pastoriza: Señores representantes: Al tratar ese asunto trascendental en esos momentos solemnes, vengo a oponerme a este dictamen global para que venga aquí a demostrarse de una manera eficiente que las comisiones dictaminadoras al venir a dar su dictamen se apegan en todo al criterio legal. Y ya que hay muchos señores aquí que al encontrarse tristes por obra de sus propios remordimientos se oponen a ese dictamen global, yo también vengo a oponerme, para lo cual voy a dividir el estudio de esta cuestión desde dos aspectos: La materia esencial sin duda alguna es la cuestión legal, y todo los impugnadores del dictamen global, hasta estos momentos no han podido traer una luz sobre la materia en que esto tenga visos de anticonstitucionalidad, en que está esto en contra de la reglamentación de la propia Cámara. No, señores, muchos de los que son enemigos de estos dictámenes globales, sin duda alguna que lo son porque no tienen conocimiento de las doctrinas más puras del Derecho Constitucional. Que vayan estos señores a aprender en los parlamentos de las naciones más civilizadas del mundo, cuáles son los precedentes que se sientan sobre estas materias electorales en la discusión y aprobación de las propias credenciales. Hay que tener pendiente, señores, que éste no es sólo el precedente único, si no que ya desde el año de 1912 se había sentado el precedente del dictamen global, cosa que no pueden entender en los instantes actuales todos aquellos que se encuentran débiles, porque no pudieron triunfar dentro de la línea recta y por eso son los primeros impugnadores del dictamen global. En apariencia puede aparecer que vengo a hablar en favor del dictamen global; no, yo vengo a hablar en contra del dictamen global, pero desde el punto de vista esencialmente político y pedirle a la Comisión que lo retire para que pueda entrar dentro de una discusión amplia y confundir a todos los hombres que como el señor Siurob vienen a hacer gala de una elección limpia, únicamente para buscar esas maquinaciones, para saberse ganar las simpatías, cuando usted debe tener la condición en estos instantes de un cadáver político global sin razón dentro del orden legal, y ahora que he oído que me lanzaba el cargo de traidor, no se lo contesto a usted, porque quiero sentar el precedente que desde esta tribuna, señores, sólo vengan a tratarse los trascendentales asuntos de la nación y no los enojosos asuntos personales en donde sólo se desbordan las pasiones, porque ya es tiempo de que se acuerden que no se debe venir aquí con vociferaciones de grafómanos, sino con la mentalidad de los legisladores y con la conciencia de los hombres que saben conocer la ley. Usted, como todos los que en estos momentos no se encuentran en los partidos que tienen la mayoría parlamentaria, a excepción hecha de algunos casos en donde la honradez política hará que se estudie con toda conciencia, vine aquí y lejos de atacar el dictamen global como lo debiera usted haber hecho con razones y con fundamentos, se va usted por las teorías y por los lirismos, por los ataques personales, por las injurias, por las ofensas y las invectivas, porque en eso sí yo le reconozco un gran mérito, es usted un gran maestro de la intriga y un maestro de calumnias, señor doctor, (Aplausos.) pero no para que usted discuta, porque le falta la completa mentalidad, usted venga y diga aquí: Yo me opongo a este dictamen global desde el punto de vista político, porque quiero venir a demostrar la legitimidad de mi elección; entonces es cuando vengo y me opongo y pido a las comisiones que retiren el dictamen global para tener el gusto de preguntarle desde esta tribuna cuando se trate de su caso, porque usted tiene la cobardía de los dictámenes aislados y no quiere los dictámenes globales. No, señor, usted no será incluído en el dictamen global y persisto en pedir a la Comisión retire su dictamen para que cuando se traten los casos personales de todos los que se llaman traidores, se haga luz para demostrar que las elecciones no son expresión legítima del pueblo. (Aplausos.) Pido a la Comisión retire el dictamen para poder dar gusto a todos los impugnadores de él dentro del punto legal. (Aplausos.)

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Pérez Taylor.

El C. Siurob: Pido la palabra para alusiones personales.

El C. presidente: Al final, se le concederá con mucho gusto.

El C. Siurob: Yo pregunto con qué derecho se les ha concedido a otros.

El C. presidente: No se ha concedido a ninguno. La Presidencia desea no alargar estos debates; sin embargo, al terminar la lista de los que están inscriptos en pro o en contra, con gusto dará la palabra a su señoría, tiene la palabra el ciudadano Pérez Taylor.

No encontrándose en el salón el ciudadano Pérez Taylor, sigue en el uso de la palabra el ciudadano Salcedo.

El C. Salcedo Ezequiel: Señores diputados y presuntos diputados: Hace un momento y antes de que principiara esta sesión, el señor doctor Siurob me hablaba al pasillo y me decía: "Compañero Salcedo, ¿ Qué ustedes van a apoyar el

dictamen global? "Yo le contesté" Creo que en el dictamen global que va a ponerse a discusión, hay algunos laboristas que quedarán fuera; sin embargo, nosotros estaremos dentro de este criterio porque no tenemos tampoco el derecho de dudar de aquellos otros que juntos con los nuestros están en ese dictamen". Esta opinión, señores, se la expresé al doctor Siurob seguro de que en el momento oportuno el trataría, como lo hizo, de venir a zaherir, no personalmente a algunos de los hombres que estábamos sentados allí representando al Partido Laborista, sino al grupo mismo que aquí nos ha traído. Y este mismo criterio sigo sosteniendo, porque hay el precedente anterior del dictamen global que se votó. Si en el primero, si en el primer dictamen hubiera habido por parte del ciudadano Siurob toda esa valentía, toda esa entereza de que se hace gala de vez en cuando.....

El C. Siurob, interrumpiendo: ¡No nos dejaron hablar!

El C. Salcedo, continuando: Yo lo lamento mucho, compañero; pero si a mí me lo hubieran hecho, yo me habría hecho oír....

El C. Siurob, interrumpiendo: ¡Sí, es muy fácil decirlo.... (Siseos.)

El C. Salcedo, continuando: ...Si hubiera habido todos estos intereses, probablemente hoy tendría toda la razón el doctor Siurob y todos los que con él piensan dentro del mismo criterio. No me opongo tampoco dentro del punto de vista expuesto por el ciudadano Pastoriza para dejar satisfechas a determinadas personalidades, pero sí digo que sostengo y seguiré sosteniendo que cuando apenas hace ocho días se sentaba un precedente, no procede que hoy hagamos cosa distinta creyendo que nos equivocamos ayer. Y no es cierto que los diputados que hayan aprobado el dictamen global lo hicieron por medio de que se desaprobaran las suyas, porque estoy casi seguro de que todas las credenciales que comprendió ese dictamen global no tenían discusión. El único objeto perseguido era ahorrar tiempo y que salieran a la luz muchas lacras. Desgraciadamente cuando se ve que se alejan los mil pesos, entonces se viene a hablar de que es necesario que no se hagan estas cosas y que se ponga a discusión credencial por credencial. Señor Siurob, el fin perseguido por los hombres que creyeron que debían hacerse dictámenes globales, era el no hacer el papel ridículo representado por los hombres de su partido en la Legislatura pasada en que se agotó el período exclusivamente en tratar asuntos personales y de intereses que afectaban únicamente a los miembros del Partido Liberal Constitucionalista. (Aplausos.) Se nos dice que estamos atados a un carro que va pasando sobre todas las conciencias, sobre todas las libertades, y esto no es verdad. El Partido Laborista no se ha unido nunca sino con elementos revolucionarios, y aquí debo recordar, si hay algunos miembros de este partido, que en los días aciagos para él y para los otros en la lucha obregonista, mientras el que habla prestaba sus servicios en "El Monitor Republicano", se le invitó varias veces a pertenecer al Liberal Constitucionalista, y dentro de mi carácter honrado y franco dije que no comulgaba con sus ideas, porque parecía que se trataba de repartir la República entre ellos. El que habla presenció discusiones en las cuales tomaban parte activa el general García Vigil y algunas otras personas, en que cada uno de ellos se creía ministro o que ya contaba en su bolsillo con la cartera que se había designado. Alguna vez se me dijo que hiciera una invitación a los míos, y dije que no comulgaba con sus principios y que probablemente no estaríamos de acuerdo en la lucha. ¿Dónde estaba esa mayoría de miembros del Partido Liberal Constitucionalista que después se constituyó en dictador en los momentos de peligro? ¿Donde estaba Rafael Zubaran? ¿Dónde estaban como Rafael Zubaran muchos otros hombres? ¿Dónde estaba José Inés Novelo?

El C. Vizcarra, interrumpiendo: ¡Vasconcelos!

El C. Salcedo, continuando: Probablemente muchos de esos hombres honrados y consecuentes con sus principios, fueron a la lucha; pero la gran mayoría de ellos no fueron sino lastre que vinieron al final a sumarse a un partido que creían tendría en un momento oportuno todo el poder en sus manos. Y no lo han tenido exclusivamente por esta unificación de criterio de hombres revolucionarios que militan en el Partido Cooperatista, en el Partido Laborista y en el Partido Agrarista. (Aplausos.)

Yo quiero hacer mención de lo siguiente: Se sonríe el señor Siurob y cree que al hablar en esta forma lo hago porque queremos salvar algunos elementos nuestros. No, compañero. Esté usted seguro de que no; esté usted seguro de que si los nuestros saliesen todos, habríamos tenido siempre el derecho de confesar en una o en otra forma, que nos habríamos equivocado al decirlo, pero no por eso tratamos de halagar a la mayoría: No venimos, como usted, a pedir favor. Que aprueben las credenciales que quieran; ellos sabrán las que aprueben y estarán en su papel. (Aplausos.) Yo no vengo a pedir favor; yo lo pediría para usted en todo caso. Señores: Háganme favor de tratar con justicia al doctor Siurob, apoyarlo y apoyar su credencial... (Aplausos. Risas.) Esto es lo único que puedo hacer para que no vea usted que venía a defender a los nuestros. Yo creo que probablemente se han olvidado los señores miembros del Partido Liberal Constitucionalista salvo honrosas excepciones, porque en todas partes hay revolucionarios; yo reconozco dentro de ese grupo a algunos elementos buenos, pero entre ellos probablemente no figura usted, señor Siurob. (Risas.) Usted no debiera de olvidar que para el Laborista tiene usted una deuda no cumplida; usted fue un tránsfuga de él en Querétaro, y ese partido trató de llevarlo al triunfo; en cambio usted, debe esta tribuna, insultó a las galerías laboristas que antes lo habían defendido. Ese es su papel, señor Siurob. (Aplausos.) Alguna vez un compañero me decía aquí, que venía a pedir a usted un pase, y si hubiera aquí algunos compañeros podrían atestiguar que yo le dije: "Pídeselo a todo el mundo, pero no se lo pidas a Siurob, porque probablemente te responderá lo que a otros: No triunfé. ¿Qué les debo? Un individuo que no subió al poder, nada debe a aquellos individuos que ahora están sufriendo las consecuencias de la derrota suya en Querétaro! La difícil situación de los trabajadores en Querétaro es una consecuencia de los engaños de usted, señor Siurob, cuando fue a embaucarlos prometiéndoles que después les ayudaría, siendo que ya una

vez aquí nunca se volvió a acordar de ellos y sólo se preocupó por seguir laborando dentro de su criterio peleceano, para adquirir una fuerza capaz de arrollarlo todo y a todos los que no estuvieran con usted. Ahora nos viene a decir que los laboristas y agraristas, así como algunos elementos revolucionarios que hay aquí, vamos uncidos a un carro. No, señores, puede estar seguro el Pélece que cualquiera que sea nuestra situación, jamás nos unciremos, sino que siempre estaremos en nuestro lugar. Rectifique usted un poco su criterio cuando hable de cosas que no conoce bien. Si no conoce qué cosa es el Laborista, a pesar de que lo haya usted explotado, acérquese a él para que lo pueda conocer más ampliamente. (Aplausos.) Yo he creído que fue muy oportuna la oportunidad (Risas.) que presentó el presidente de la Cámara al doctor Siurob, y ojalá que hablen todos aquellos señores que tienen dentro el resquemor de las palabras; es mejor que se liquiden las cuentas para que no tengamos que estarlas liquidando cuando las circunstancias requieren la atención de los señores diputados, en asuntos de más interés. Cuando hagan ustedes el balance, no olviden todos y cada uno de los incidentes que han ocurrido. Si ha habido un partido nefasto al país, ha sido el Pélece; dos años perdidos. A pesar de lo que se diga en contra de Villarreal, puedo decir que Villarreal no fue sino un buen hombre engañando por ustedes; un buen hombre del que explotaron la ambición; él creyó que había llegado su época de presidenciable; de él no hicieron más que un elemento hostil a los mismos principios que lo habían llevado al poder. Esto no es extraño, porque con cualquier individuo que hubieran encontrado en su camino, habrían tratado de hacer cosa igual; ustedes hubieran tratado de hacer que en México, en vez de llamarnos mexicanos, nos hubiéramos llamado peleceanos todos y cada uno de los hombres. (Risas.) Sí, en serio, ustedes lo deseaban. (Risas, Aplausos.) Lo único que sucedió fue que no lo hicieron, pero era su mayor empeño. ¡Si no deseaban que aquí se hablase, de un extremo a otro del país, más que el Pélece! Y ahora que no existe, ¿Dónde estaba esa inmensa fuerza? Se desbarató a la acción de cuatro o cinco hombres dentro de la Cámara pasada y a cuatro o seis gritos afuera de la puerta. ¡Esta era la fuerza más grande que tenía el país y ahora ustedes se vienen a asustar de esto! ¿Qué indica esto? ¿No es la consecuencia de lo que ustedes hicieron? ¿N tenían ustedes llenas las galerías de hombres pagados con el dinero del Ayuntamiento para venir a hacer esto? ¿Y la Contaduría Mayor de Hacienda no estaba al servicio exclusivo de todos y cada uno de los miembros del Partido Liberal Constitucionalista? ¡Pues entonces de qué se asustan ustedes! Ustedes deberían empezar por rectificar su criterio propio para venir a corregir aquí el ajeno! Yo creo que ustedes no están en su papel. Creo que cuando se trata de defender la credencial, señor Siurob, hay que hacerlo sin zaherir a aquellos que usted sabe tienen mucho que decir, pero que no es oportuno que lo hagan. Si estuviésemos toda la tarde hablando aquí, probablemente todos y cada uno de los que se encuentran presentes tendrían oportunidad de decir cuál es su criterio sobre el Pélece, y seguramente no sería muy bueno, no sería muy extenso, pero se escribiría una historia no muy limpia de la actuación de todos los miembros peleceanos de la Legislatura pasada. Yo me permito, por lo tanto, suplicar a la Asamblea, como digo antes, basado en los antecedentes que hay, primero, y segundo, en que no tenemos causa ni motivo ninguno para desconfiar del dictamen presentado, que lo apruebe.

El C. presidente: Tiene la palabra en contra el ciudadano Vasconcelos.

El C. Vasconcelos: Honorable Asamblea: Es preciso ante todo levantar la conciencia nuestra del nivel a que ha caído después de las palabras pronunciadas por los oradores del pro y del contra. Hemos perdido completamente de vista el punto capital de nuestra discusión. ¿Es este el momento de hacer las liquidaciones? ¿Es este el lugar indicado para hacer las liquidaciones? (Voces: ¡Sí!) Creo que no, porque no se preparan los escenarios a propósito para que las liquidaciones determinen las cuentas y el haber en favor de determinado grupo. No es este pequeño grupo de ciudadanos del país el que va a resolver sobre la actuación de los partidos políticos; las voces del país y la conciencia del país no pueden reconocer en un momento dado como tribunal absoluto el tribunal que apenas se está constituyendo, el tribunal que apenas está en vías de resolver si cada uno de nosotros representa o no una parte de la conciencia nacional. Allí está la prensa, allí está el libro, allí esta el humilde profesor de villorrio, allí está, en fin, el hambreado y despojado materialmente ciudadano de la República, capaz de pensar sobre nuestra actuación. Yo creo, señores diputados electos, que debemos levantar el debate al plano en que justamente le corresponde estar. Si en estos momentos todas las furias infernales de odios que se vienen tejiendo día a día me trajesen a esta tribuna, tened la seguridad de que en ella, lo mismo hoy en un ambiente hostil, que en un ambiente plácido de pasados días, diría absolutamente lo mismo de mi partido. ¿Por qué tengo el derecho de decirlo? Porque he pasado por ese partido sin haberme manchado; porque ha pasado por toda una actuación parlamentaria una actuación pública pequeñísima, muy modesta, pero sin que jamás se haya manchado mi conciencia con un servilismo o mi mano con un centavo. Pero no es ésta, señores representantes, como dije hace un momento, no es esta la ocasión de hacer esos balances, porque dentro de esos balances vendríamos sencillamente a desarrollar una amplia tela que a todos nos envolvería y que, como la túnica de Neso, a todos nos quemaría. Es éste el momento en que hay que invocar a la conciencia nacional, en que hay que invocar a esta parte selecta, representativa de la vida nacional, para decirle que sobre los pequeños apetitos individuales hay intereses supremos que defender. A vosotros os llamará la atención que en este momento y desde esta tribuna -siendo de los que jamás se han sonrojado, de los que siempre han gritado su carácter de peleceano - venga a hacer la defensa, o más bien, a decir una palabra en defensa de la mayoría que impera. ¿Cómo habrá de ser esa voz de defensa de la mayoría que impera?

Será como debe ser la voz del consejo, la voz del consejo que quizá pueda imaginarse débil, insubstancial y torpe por venir de una juventud no cultivada ampliamente en el campo de la política; pero es que, señores, en la vida de los hombres se observa ordinariamente este fenómeno: Piensa más bien desde el fondo de su gabinete un individuo aislado, siempre que tenga conciencia limpia y serenidad de criterio, que una multitud que en un momento se cree poderosa y avasalladora. El hombre que desde ese rincón de su vida comienza a ver, a observar día a día y momento a momento las palpitaciones de la vida que le rodea, seguramente que advierte con mayor facilidad cuáles son las resistencias que el medio opone a determinada acción, y cuáles son las facilidades que determinaron el triunfo de esa acción. Yo no quiero creer, señores diputados, que una mayoría como la mayoría que impera en esta Cámara, que es la mayoría del partido o del grupo cooperatista, sea una mayoría inclinada ciegamente, inclinada locamente a su propio suicidio, a su propio ruina. Labor, pues, de patriotismo y de honradez es la de facilitar el trabajo de esa mayoría parlamentaria para que esa mayoría parlamentaria, que es responsable de la actuación de esta Asamblea, se salve ante la Historia haciendo bien al país. No es extraño que las mayorías se ofusquen. ¿No fue ofuscado la mayoría peleceana? ¿No han sido ofuscadas todas las mayorías en el país? ¿No fue ofuscada la mayoría en la Convención Revolucionaria de México y en la Convención de Aguascalientes? ¿Y no había en el seno de esa mayoría potente y engreída en sus fuerzas hombres que sabían que llevaban al país a un abismo de desprestigio y de ruina? Seguramente que sí; pero como las mayorías estaban fuertemente encaprichadas en su manera de ser, aquellos hombres no tuvieron la energía y sapiencia bastantes para indicar el camino que debía seguirse. Claro que en estos momentos quien tiene el honor de dirigiros la palabra no va a pensar que es su voz la voz de su consejo, la voz de su indicación, la que va a determinar un cambio de frente a las operaciones que se realizan; incuestionablemente que no, hasta por razón de ser natural; pero sí es preciso, si se quiere ser enemigo leal y franco, venir a decir a la mayoría: Estás cometiendo un error y este error será la semilla de otros errores; esta semilla continuamente sembrada y cultivada, te llevará al fracaso a que llevaron los caprichos y torpezas a todas las mayorías que han querido constituirse o que han sido en un momento dado directoras del país. Entonces, pues, ¿Sobre la conciencia partidarista no está la conciencia de la patria? Seguramente que sí está la conciencia de la patria. El gran poeta lusitano Guerra Junqueiro, ha dicho que cuando el sinapismo se coloca sobre un cadáver, precipita la putrefacción, en tanto que si se coloca sobre un cuerpo vivo, levanta ámpula. Este es el momento de colocar ese sinapismo sobre la conciencia de la mayoría que impera en el Parlamento y de ver si favorece la putrefacción o si levanta la ámpula. Si levanta ámpula, hay que clamar que estamos salvados. Si la mayoría rectifica sus errores, si la mayoría se siente herida por el sinapismo de las palabras de los hombres de buena voluntad, la mayoría está salvada, y con la mayoría estará salvada la patria. (Aplausos. Siseos.) La ruta seguida por el Partido Cooperatista, imperante en la Cámara, seguramente que es criticada en lo íntimo de la conciencia de cada uno de sus componentes, porque no es el procedimiento que se ha seguido en materia de clasificación de elecciones el que favorece la determinación del voto en el sentido de la mayor justicia. Quiero limitarme al punto esencial de este debate, a la razón de ser de los dictámenes globales, a aquella razón que, medrosamente, como lo hace un individuo que no está absolutamente seguro de las razones que lo apoyan, nos daba el señor licenciado Escudero. "Es el país el que está interesado en que se precipite lo más que sea posible, la calificación de las elecciones. Es que el país está esperando la obra - fructífera o no fructífera, cualquiera que ella sea -, pero la obra de esta Asamblea, y ante el bien del país, es necesario que se posterguen absolutamente todos los intereses personales y todos los intereses de distrito." No había escuchado en todos los días de mi vida una defensa más contraria a los intereses de la justicia. ¿Pues qué, señores, la salvación del país está en la aprobación de contratos y de convenios? ¿Pues que, señores, la salvación del país está en la reglamentación de determinados artículos constitucionales? ¿Pues qué, señores, la salvación del país está en nuestra actividad legislativa, cuando esa actividad legislativa haya tenido por origen la comisión de una injusticia? ¡No! Hay algo más alto que el interés material de la patria; hay algo más alto, que ha constituido precisamente la fuerza de la bandera de la revolución, de los primeros de la revolución: ¡La Justicia! No se salvan las patrias con florecimientos materiales, porque entonces ya el país se habría salvado desde la época de Díaz; se salvan las patrias por la justicia. ¡Y qué importa que está Asamblea, ya que la mediocridad y la torpeza de nuestra Ley Electoral así lo exige, pierda un mes o dos, si después de ese mes o dos meses de discutir credenciales, ha quedado ampliamente satisfecha la conciencia nacional? Yo creo, señores - acaso por iluso -, como lo ha dicho un gran moralista, que vale más para un país un noble sentimiento que una máquina; vale más para el país el sostenimiento de los principios de justicia y democracia, que todo el oro negro de nuestros pozos petroleros. Vale más, para la conciencia del país, la salvación de este último jirón de la bandera revolucionaria, que la acción que tiende a bienquistarnos con nuestro enemigo racial y eterno. Por eso no creo que la materia electoral sea despreciable. En su génesis, la revolución fue un movimiento eminentemente democrático, y seguramente que se rectifica un principio democrático cuando después de doce años de revolución, se nos dice: No nos importa la justicia y la democracia. Que se salve la integración de la Asamblea. Pues, no se salvará la patria, no se salvará con todos los bienes materiales que vengan, si en el fondo de esos bienes materiales hay una semilla de injusticia. Vale más, seguramente que vale más, como ya alguien lo ha dicho, para la vida de Portugal, los Lusiadas, que el Banco de Portugal. Guerra Junqueiro lo ha dicho: Del Banco de Portugal puede rehacerse Portugal en

veintidós años; de la pérdida de los Lusiadas no se salvará nunca. Puede México perder absolutamente todo lo que materialmente tiene, y se rehará en poco tiempo; pero piérdese el concepto de justicia, piérdase el alto concepto que debe presidir las labores de esta Asamblea como calificadora de la acción popular, y entonces surgirá el desaliento, y en vez de una patria de parias, en la que cada quien, por conveniencia individual, por conveniencia de grupo, abdique de lo que ha proclamado momentos antes. El dictamen global no es otra cosa que el artificio, el medio rápido de llegar a sorprender a la Asamblea; el dictamen global es algo desusado en nuestro medio; es algo que no tiene precedentes; no sé si en las Cámaras porfiristas esté ese precedente. ¡Pero qué mal ejemplo buscaron los que quisieron fundamentar un dictamen global! Ir a beber en fuentes del porfirismo, en las fuentes de aquellas asambleas mudas, para tener después de doce años de revolución, el remedo de lo que allí pasaba! El dictamen global, señores diputados, debía haberse presentado, sí, con las ciento sesenta y tantas consultas sobre validez de elecciones, pero permitiendo apartar algunas. Entonces, se me dice, se destruiría la doctrina del dictamen global; no se destruiría la doctrina del dictamen global, no se destruiría por esta razón: Porque yo quiero suponer que haya un gran número de perversos en esta Asamblea, quiero suponerlo nada más, pero eso, señores, no iba a llegar hasta el grado de obstruccionar el interés, impedir que se realizara el interés de esta Asamblea de constituirse lo más pronto posible; seguramente que no. Hay credenciales que no podían discutirse; ahí está la credencial de Luis León, ahí está la credencial de González Garza, ahí está la credencial de Alvarez del Castillo, la del ciudadano Morones, ahí está la del señor Gutiérrez, que se discute en estos momentos por estar incluida en este dictamen; ahí está la de Prieto Laurens, ¿Para qué discutirse esas credenciales, cuando esos casos electorales son incuestionables? ¿Para qué discutir la elección del ciudadano Soto y Gama, si todos teníamos la conciencia de que su anterior labor parlamentaria, de que su vida anterior le prestaba todos los elementos para triunfar en San Luis Potosí o en cualquier otro distrito de la República? ¿Para qué, señores? Seguramente que hay credenciales que han pasado dentro del dictamen global primero, que son incuestionables; pero hay casos que abochornan, hay casos que verdaderamente sublevan la conciencia. Hay un distrito de Oaxaca - El 15 distrito de Oaxaca -, en donde se ha aceptado en ese dictamen global a un individuo que ha presentado una credencial falsa, y se ha declarado también inobjetable nada menos que una elección, nada menos que una credencial que no había sido el fruto del funcionamiento de una sola Junta Computadora. En el 15 distrito electoral de Oaxaca había tres juntas computadoras y, sin embargo, la Comisión declaró que esa elección era buena. ¿Era buena y era inobjetable cuando existen tres juntas computadoras? Quiero admitir que, a la postre, después de un minucioso examen por parte de la Comisión, se hubiera llegado a declarar que determinada elección era buena; ¿Pero de golpe y porrazo, como se dice vulgarmente, una Comisión se ha constituido en la calificadora de la inobjetabilidad de aquella credencial y de aquella elección y la ha consultado dentro del dictamen global? Me diréis: "Son cinco, son siete casos de injusticia entre ciento sesenta y tantos en que se ha obrado con justicia." Ayer mismo, desde esta tribuna, el ciudadano González Garza declaraba que sí se habían cometido injusticias, y como no había más precedente que el del dictamen global, seguramente que dentro de ese dictamen global se han cometido esas injusticias. Y bien, señores, ¿Pues qué, vivimos en una época en que la justicia de la mayoría ha de privar de justicia a la minoría, cuando la justicia de ésta no hiere en ninguna forma la justicia de la mayoría? Dentro del dictamen que se acaba de presentar seguramente que no hay ninguna credencial objetable, cuando menos no estoy interesado en ninguno de los casos que comprende, pero sí quiero que se salve el honor y la dignidad de esta Asamblea. Nosotros creíamos, después de que vimos aquellos rostro pálidos, que vimos aquel aspecto triste de esta Asamblea al votarse el dictamen global, aspecto que revelaba que cada quien en su propia conciencia pensaba que aquello no estaba bien hecho; después de que tuvimos los opositores del dictamen global y de su doctrina el apoyo de toda la prensa de la capital, pensamos que la mayoría rectificaría sus errores y seguiría otro camino, el que debe seguirse para declarar si una elección es buena; y ayer mismo, cuando se presentaba una credencial a discusión, apenas se levantó el velo que ha obscurecido el fondo tenebroso que tienen muchas elecciones, lo habéis visto inmediatamente mano férrea quería ocultar toda la inmundicia que traía una elección, inmediatamente todo el mundo quería que se olvidara aquel hecho, que pasara desapercibido, brevemente, y ¿Por qué, señores? ¿Por qué? ¿Qué la mayoría no es fuerte? ¿Qué la mayoría no tiene el interés de expulsar de su propio seno a los individuos que la perjudican? ¿Qué no sabe que un germen por pequeño que sea, que un germen perverso dentro de un organismo sano lo daña a la postre? Pues bien; no es sólo vuestro interés como mayoría, es el interés de todo ciudadano del país, es el interés también de vuestro enemigo irreconciliable, el P L C. ¡Qué quisiéramos nosotros los peleceanos honrados... (Siseos.) qué quisiéramos, que vosotros llegarais al triunfo siendo un verdadero partido nacional, porque hubieseis tenido conciencia recta para expulsar de vuestro seno a todos los perversos! Hace unos cuantos meses que yo platicaba con Luis León, a quien yo creo un sincero revolucionario, un hombre honrado; hablamos en la intimidad de las lacras que había en nuestras agrupaciones, y pensamos entonces, o más bien, pensó Luis León y me indicó que debía hacerse una selección de todos los grupos revolucionarios para llegar a constituir un único partido al que sólo se ingresase después de haber pasado por la más completa depuración. Pues bien; ese es el interés que perseguimos en la mayoría, el interés de que no sea el intento de un amigo o la buena disposición de un correligionario la que haga que se sienten en esta Asamblea y codeándose moral y materialmente con la mayoría que impera,

individuos que no tienen las características morales bastantes para poderse sentar miembros de un partido político y para tomar una acción política que sea directora de los intereses del país. Pues bien, señores; dentro de estas ideas yo me limito exclusivamente a pedir a la mayoría que justifique sus actos futuros; que sea una verdadera mayoría fuerte, que sea una verdadera mayoría imperante por la justicia, porque ¡Ay de esa mayoría si se aparta del sendero de la justicia! Si hoy se comete una injusticia, si mañana no se remedia y si se cometen varias, yo os aseguro, yo os pronostico - sin ser sibila - que esa mayoría se acabará dentro de muy poco tiempo. (Siseos de las galerías.) Y se acabará porque sólo la alta conciencia de los poderes morales une a los hombres; se acabará, porque no es posible que las instituciones en las que se han llegado a incrustar gérmenes morbosos, se perpetúen. No es posible, porque si vosotros mismos admitierais la complicidad de esa situación, seguramente que el país se opondría a la existencia vuestra. ¡Y haría muy bien en oponerse! (Siseos. Aplausos.)

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano diputado Ezequiel Padilla, en pro.

El C. Padilla: Señores diputados: Fue mi propósito mantenerme sin tomar participación en los debates de este Colegio Electoral, pero del seno de los enconos encendidos, de las personalidades irritadas de estas discusiones, se ha levantado una atmósfera de suspicacias crecientes que amenazan formar opinión en contra de la instalación y del Colegio Electoral de esta Asamblea representativa.

Los dictámenes globales, la manera como se ha procedido al dictaminar sobre las credenciales, ha hecho que la prensa sensata, que el criterio personal de muchos individuos de buena fe hayan creído que esos procedimientos estaban fuera de toda legalidad y que amenazaban, como digo, el prestigio de la Representación; y desde el momento en que ese prestigio de la Asamblea se ha levantado, he creído de mi deber venir por primera vez a esta tribuna, la más alta de la República, desde donde con gran emoción hago mis fervientes votos de que nunca salga de mis labios una impostura. Creo con toda fe en el Gobierno popular, no porque crea que los gobiernos populares aseguran el mayor progreso material, sino porque creo, con la concepción spenciriana, que el Gobierno popular asegura la mayor justicia social. Reconozco que los impugnadores, que las negaciones del Gobierno popular no es necesario ir a buscarlas en las páginas de la antigüedad clásica ni en las páginas doctas escritas en el lenguaje sabio de su tiempo en el seno de la edad media por Santos Tomás de Aquino, en derivarlas de las solemnes conclusiones del Derecho Divino. Niegan el Gobierno popular todos aquellos, que son numeroso grupo, que esperan que los gobernantes de nuestra América tengan los perfiles de Rosas o Porfirio Díaz, que piden para gobernar a nuestra tumultuosa democracia manos de hierro, que esperan que aparezca en las cumbres del terror el perfil rígido y dictatorial que nos mande a quince millones de mexicanos a construir una espléndida civilización material, como los emperadores romanos mandaban a su pueblo a construir una civilización de mármoles. ¿De dónde, señores, de qué fuente se nutren estas negaciones de desengaño? ¿De qué fuente se nutren estas malditas opiniones de despotismo, de dónde arrancan? Arrancan, señores diputados, de la falta de disciplina en nuestras costumbres de Gobierno. Yo no voy a pretender hacer todo un estudio del régimen representativo; pero nosotros hemos trasplantado nuestras instituciones libres del seno de otros pueblos, pero hemos trasplantado la forma y hemos abandonado el espíritu. No de otra manera se explica que asambleas que legislan para naciones que tienen más de cien millones de habitantes, como la Unión Americana, o que legislan para pueblos que tienen más de trescientos millones de almas, como la Cámara de los Comunes de Inglaterra, sigan las exigencias legislativas y respondan a las reclamaciones de la vida nacional; y que, en cambio, en nuestras asambleas nacionales precedentes sólo hayamos podido ahogar, en la fe en las instituciones representativas, los clamores de la necesidad nacional en el estruendo y el estrépito de invectivas, injurias, desahogos e insultos que como huracán continuado sacudieron este recinto.

Yo voy, señores, a demostrar que nuestras disciplinas de Gobierno necesitan ser de tal manera, que aseguren la eficiencia de las Cámaras. Desde luego es de notarse que todas las asambleas del mundo han reclamado con continuando vigor este privilegio de verificar la elección de cada uno de sus miembros. Las Cámaras francesas remontan sus precedentes hasta los Estados Generales; la Cámara de los Comunes, de Inglaterra, va mucho más atrás, pero desde principios del siglo XVIII ha tenido ese privilegio indiscutible de verificar la elección de cada uno de sus miembros. ¿Por qué esa ansiedad, por qué esa continuada lucha por conservar ese privilegio? Tiene una alta razón política: Conservar la independencia de las Cámaras, base fundamental de las instituciones libres. Bien, todas las instituciones humanas, señores diputados, tienen su anverso y su reverso, y si queremos gozar de las ventajas de una institución es necesario someternos a sus inconvenientes, y en ese privilegio de verificar las elecciones de sus propios miembros cada Asamblea, uno de los mayores inconvenientes, sin duda, es el de que significa una invasión del Poder Legislativo dentro del Poder Judicial, porque lo que aquí se discute son leyes, porque sobre cada credencial se pronuncian juicios y hay que ver que es un gran inconveniente que una Asamblea legislativa que carece del atributo más alto de la justicia, que es su imparcialidad, porque estas asambleas están movidas de pasiones políticas y sacudidas por todos los rencores y todos los entusiasmos de una larga lucha electoral, sea la que defina quién es el que ha tenido el voto efectivo en las elecciones; pero es un inconveniente indispensable y al mismo tiempo esa imparcialidad que muchas veces demuestren las grandes mayorías, sensible, pero a veces inevitable, ha dado motivo a que en el seno mismo de la libertad, en Inglaterra, se haya delegado ese privilegio tan difícil de conquistar, en el Poder Judicial. ¿Cómo eligen, cómo verifican sus obras las Cámaras extranjeras? Desde luego, las Cámaras de la Unión Americana y las Cámaras de Francia, hacen sus elecciones en forma de dictamen global, de tal

manera que bastan solamente dos sesiones generalmente para que queden definitivamente instaladas estas asambleas. Hay que advertir que cuando cada una de esas credenciales llega a las asambleas, no vienen como las nuestras, llenas de irregularidades, sino que llegan enteramente limpias, ajustadas por la larga práctica electoral a todos los requisitos que la ley exige; de manera que esa enorme deficiencia y ese gran inconveniente de que sea la Cámara la que vaya a verificar las elecciones de sus propios miembros, no es exclusivamente nacional, no es de esta Asamblea, es de todas la Cámaras, y es uno de los inconvenientes inherentes a la misma institución libertaria; para esto hay que tener fe, señores diputados, a medida que las elecciones se vayan depurando, a medida que el Gobierno libertario vaya avanzando en nuestras instituciones y en el alma nacional, a medida que ya no sea tan fuerte la presión de los gobernadores, a medida que la parcialidad de los ayuntamientos, a medida que la moralidad de los presidentes municipales con el ejercicio de la práctica electoral vayan controlándose, a medida.... ¿Pero a qué, señores diputados, seguir enumerando las deficiencias de nuestra Ley Electoral y de nuestro funcionamiento de elección? Si debo llamaros la atención y debemos estar asombrados, de que en esta contienda electoral insólita, por la libertad, por la pasión, por el interés ciudadano en que se conmovió toda la República, haya venido a esta Asamblea una gran mayoría en la que se oye efectivamente como rumor de mar el alma victoriosa del pueblo. (Aplausos.) Los dictámenes globales radican en dos postulados fundamentales de todos los gobiernos libres, primero, en la rapidez con que debe instalarse un Colegio Electoral para formar inmediatamente una Cámara legisladora; segundo, en la fe en los hombres. Si no se obedece a esa necesidad ingente de tener una inmediata Cámara legisladora, se afectarán las necesidades legislativas de la nación, y si no se tiene fe en los hombres y en las comisiones que son las que la misma Asamblea designa para que fallen, si no se tiene fe en los hombres, digo, entonces sólo se impone un sistema de Gobierno: el Gobierno de las fieras, es decir, el Gobierno de los dictadores. Es necesario tener fe en los hombres; es necesario responder a esa disciplina de Gobierno que indica que sean instaladas lo más rápidamente posible las Cámaras legisladoras, y es por eso, señores diputados, por lo que los dictámenes globales son perfectamente legítimos, porque no lástima ni hiere el prestigio de las asambleas esa forma de dictámenes globales, porque queremos sentar el precedente de que en esta Cámara se comiencen a tratar inmediatamente los grandes problemas de la nación; que no se convierta, como se ha convertido antes, como se ha amenazado convertir este recinto, en un teatro en que se vengan a exhibir los campeones de invectivas, de injurias y de diatribas, sino que vengan los representantes del pueblo a hacer las leyes de la patria! (Aplausos nutridos.)

El C. secretario Gandarilla: Habiendo hablado tres oradores en pro y tres en contra, se pregunta a la Asamblea si el asunto está suficientemente discutido. (Voces: ¡Sí! ¡Sí!) Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie. Suficientemente discutido. El dictamen en su parte resolutiva, dice así:

"Unico. San válidas las elecciones verificadas en los distritos siguientes: 11 del Distrito Federal; 8o. de Hidalgo; 1o. de Querétaro; 14 de Michoacán; 2o. de Veracruz, y 7o. de México. Y son diputados propietarios y suplentes por los mencionados distritos, en el orden en que están enumerados, los CC. siguientes: José F. Gutiérrez - Carlos Ortiz; Matías Rodríguez - Octaviano Flores; Francisco Ramírez Luque - J. Cruz Hernández; Ramón Sánchez Arriola - Mariano Ramírez; Enrique Meza - Rosendo Bridat, y Clemente Trueba - Leopoldo Pérez."

En votación económica se pregunta si se aprueba el dictamen.

El C. Vasconcelos: Pido votación nominal.

El C. secretario Gandarilla: ¿Está usted suficientemente apoyado?

El C. Vasconcelos: Sí, señor.

El C. presidente: Se procede a la votación nominal.

- El mismo C. secretario: Se suplica a los ciudadanos Espinosa, Pastoriza, Vasconcelos y Siurob pasen a auxiliar a la Secretaría.

El C. presidente: Que se ponga el timbre a fin de llamar a los diputados y presuntos que se encuentran en los pasillos y que se haga la advertencia reglamentaria de que no deben salir del salón.

- El mismo C. secretario: En cumplimiento de una disposición reglamentaria, se recuerda a los ciudadanos diputados y presuntos que tienen la obligación de permanecer en el salón hasta que se levante la sesión. La Presidencia, además, por mi conducto, suplica a los mismos representantes que no se ausenten una vez terminada la votación, porque hay asuntos trascendentales que tratar en seguida. (Se recoge la votación.)

El C. secretario Ollivier: Votaron por la negativa 18 ciudadanos presuntos diputados.

El C. secretario Gandarilla: Votaron por la afirmativa 192 ciudadanos diputados y presuntos diputados. Ha sido aprobado el dictamen. En consecuencia, la Presidencia, por conducto de la Secretaría, declara que son diputados por los distritos que expresa el dictamen, los ciudadanos que en el mismo se indican.

El C. Siurob: Pido la palabra para moción de orden.

El C. presidente: Tiene la palabra la Secretaría.

- El C. secretario Ollivier, leyendo:

"Honorable Asamblea:

"Los subscriptos, miembros de las diez secciones que forman la 1a. Comisión Revisora de Credenciales, a las que fueron turnados los diversos expedientes electorales a que el presente dictamen se refiere, tras de un concienzudo examen de los mismos, fueron encontrados los siguientes elementos que fundan las proposiciones que este mismo dictamen contiene."

El C. Siurob, interrumpiendo la lectura: Moción de orden, tengo derecho. Pido la palabra para moción de orden. Moción de orden, señor presidente.

El C. presidente: La Secretaría está cumpliendo con su deber. Se llama al orden al ciudadano Siurob.

El C. Siurob: Reclamo el orden.

- El C. secretario Ollivier, leyendo:

"1o. Examinada detenidamente la documentación contenida en los expedientes respectivos, se encontró que éstos vienen en completa forma y absolutamente legales, por lo que respecta a la validez de las elecciones, no así por lo que hace a la legalidad de las credenciales expedidas."

El C. Siurob, interrumpiendo: La he pedido a tiempo. Usted se niega arbitrariamente a concederme el uso de la palabra. Cuando se pide la palabra para moción de orden, el presidente tiene la obligación de concederla.

El C. presidente: No es exacto. Si usted demuestra qué artículo se está violando, entonces se le concederá la palabra.

El C. Siurob: Pido que se lea el artículo 96. El artículo 96 dice que después de haberse discutido en lo general un dictamen, debe discutirse en lo particular.

El C. presidente: Ya está hecha la declaratoria.

El C. Siurob: Pedí la palabra para contestar alusiones personales y usted no me la ha concedido.

El C. presidente: La Presidencia manifiesta que se declaró el asunto suficientemente discutido. Después de votar, la Secretaría hizo la declaratoria; en consecuencia, cumpliendo con mi deber, le pido se siente usted, porque lo llamo al orden por tercera vez.

El C. Siurob: Moción de orden.

- El C. secretario Ollivier, leyendo:

"Segundo. Examinados detenidamente las distintas protestas y documentos de prueba con que se impugna la votación de los ciudadanos que obtuvieron credenciales por los respectivos distritos que adelante se citan. Unas y otros constituyen elementos de prueba irrefutables, que demuestran que el resultado legal de la votación es distinto al expresado por las respectivas juntas computadoras. Todo lo cual ha llevado al ánimo de los subscriptos la íntima convicción de que el triunfo legal corresponde a los ciudadanos citados en la parte final del presente.

"Tercero. Que es a dichos ciudadanos a quienes corresponde la mayoría de sufragios legales habidos en sus respectivos distritos."

El C. Siurob, interrumpiendo: Moción de orden. Moción de orden. (Gritos. Desorden en las galerías.) Moción de orden. Moción de orden, señor presidente. Suplico a su señoría se sirva concederme la palabra para moción de orden.

El C. presidente: Compañero secretario: En vista de la terquedad del doctor Siurob, y para que la Presidencia esté ampliamente justificada y respaldada por la Asamblea, se consulta a la misma Asamblea si viola el Reglamento concediendo la palabra en contra del dictamen, ya declarado aprobado, el doctor Siurob.

El C. Siurob: No es en contra. Voy a explicar por qué pido la palabra. Usted me concedió..... (Campanilla.)

El C. secretario Ollivier: De acuerdo con las disposiciones de la Presidencia, se procede a dar lectura al artículo 96 del Reglamento: "Todo proyecto de ley se discutirá primero en lo general, o sea en su conjunto, y después en lo particular cada uno de sus artículos."

La Secretaría, por orden de la Presidencia, se permite declarar que no se trata de un proyecto de ley, sino de un dictamen de Comisión.

El C. Siurob: Además, pedí la palabra para contestar alusiones personales. (Campanilla.)

El C. presidente: Se llama al orden al diputado Siurob, y si el ciudadano Siurob insiste en introducir el desorden, lo mando desalojar. (Aplausos. Desorden.)

El C. Siurob: ¡Mándeme usted sacar! (Gritos. Desorden. Campanilla.)

El C. presidente: No crea usted que soy un maniquí.

El C. Siurob: Insisto. (Gritos: ¡Cállate!) Usted mismo me concedió el derecho de solicitar la palabra para alusiones personales.

El C. presidente: Voy a contestar al doctor Siurob que una vez más me obliga a tomar la palabra, para justificar mi procedimiento. (Murmullos.)

El C. Siurob: Usted me concedió la palabra...(Gritos. Desorden. Campanilla.)

El C. presidente: Sírvase escuchar el señor doctor Siurob. La Presidencia ofreció a usted darla la palabra para alusiones personales. La Secretaría preguntó si estaba suficientemente discutido el asunto, y la Asamblea contestó afirmativamente.

El C. Siurob: Eso no tiene que ver. (Gritos. Desorden en las galerías.)

El C. presidente: Quedó cerrada la discusión. No podía ya hablarse sobre el particular. Después se hizo la declaratoria, y no puedo yo tolerar que se hable sobre el mismo asunto. Tiene la Secretaría la palabra para dar lectura a este dictamen.

El C. Siurob: Protesto enérgicamente por el hecho de que se me coarta el uso de la palabra, y pido a la prensa que tome nota de mi protesta. (Gritos. Desorden. Campanilla.)

- El C. secretario Ollivier, continuando la lectura:

"En consecuencia, nos honramos en someter a la aprobación de esta H. Asamblea el siguiente punto de acuerdo:

"Unico. Son válidas las elecciones ordinarias para diputados, efectuadas el día 2 de julio del corriente año, en los distritos electorales: 7o. de Chihuahua; 17 y 18 de Guanajuato; 1o. de Guerrero; 5o. de Michoacán; 1o., 2o., 4o. y 6o. de Nuevo León; 4o., 5o., 6o., 7o., 10, 13 y 14 de Oaxaca; 13 de Puebla; 9o. de San Luis Potosí; 1o. de Tlaxcala; 1o., 8o., 12. 18 y 19 de Veracruz, y 7o., de Zacatecas, así como el 7o. de Chiapas y 6o. de Jalisco.

"Y son diputados propietarios y suplentes, respectivamente, por los citados distritos, los ciudadanos:

"Luis A. Aldaco y Emilio Aguirre.

"Francisco Olivares y José M. Benítez.

"Gustavo A. Bravo y José María Hernández Loyola.

"Ismael Carmona y Juan R. Escudero.

"Federico Villegas y Maclovio Yañez.

"Miguel Martínez Rendón y Daniel Conchado.

"Francisco González y González y Jesús María Gutiérrez.

"Juan Quiroga y Amado Villarreal.

"Eduardo Súlivan y Epifanio Martínez Ayala.

"José Reyes San Germán y Alfonso Francisco Ramírez.

"Joaquín Ogarrio Meixueiro y Antonio Márquez.

"Onésimo González y Pedro Hernández.

"Ricardo Delgado y Ramón Castañeda.

"Manuel Díaz Chavéz y Bartolo Castillo.

"Fermín E. Díaz y Samuel González.

"Miguel G. Calderón y Rodolfo Zorrilla.

"José Gálvez y Pablo Landero León.

"Agustín Vidales y José María Rivera.

"Pedro M. Suárez y Vicente Chavarría.

"Adolfo Azueta y Juan. L Alexander.

"Guillermo Rodríguez y Francisco Méndez.

"Carlos Puig y Cassurancy Enrique C. Huerta.

"Manuel Miravete y F. Cadena.

"José Manuel Puig y Cassauranc y Manuel A. Limón.

"Leopoldo Estrada y Leopoldo Frías V.

"Julio Esponda y Enrique Toledo.

"Francisco Z. Moreno y Abraham González."

"Sala de Comisiones de la H. Cámara de Diputados.- Agosto 24 de 1922.- Gustavo Arce.- R. González Garza.- C. Avilés.- Otilio González. - S. Francisco Urías.- Rubén Vizcarra.- J. E. Domínguez.- G. Martínez.- E. Barón Obregón.- G. Bosques. - I. Olivé.- J. M. Cuéllar.- Francisco Garza.- Francisco M. Ramírez.- M. Chávez M.- Enrique Parra.- A. H. Marín.- E. R. Nieto.- Moisés G. Herrera."

Está a discusión. Los ciudadanos diputados que deseen hacer uso de la palabra, sírvanse pasar a inscribirse.

El C. Cortina: Pido la palabra para una interpelación.

El C. presidente: Tiene la palabra en contra el ciudadano Covarrubias.

El C. Cortina: Suplico a la Presidencia me conceda la palabra para una interpelación.

El C. presidente: Se va a conceder la palabra, según prescribe el Reglamento.

El C. Covarrubias: Suplico a su señoría que la Comisión dictaminadora funde su dictamen.

El C. presidente: Tiene la palabra la Comisión.

El C. secretario Ollivier: Por disposición de la Presidencia, se permite excitar a los miembros de la Comisión dictaminadora para que acceda a la invitación atenta que se les hace de fundar este dictamen.

El C. presidente: Tiene la palabra la Comisión.

El C. Vizcarra: Honorable Asamblea: Muy pocas razones tengo que agregar a las que se han dicho aquí en las diferentes ocasiones en que se ha tratado este punto sobre la fuerza que tienen los dictámenes globales, sobre el apoyo que tienen éstos en la ley, en la razón y en la justicia; solamente tócame a mí aclarar de una manera ligera diversos conceptos de este dictamen. No se trata, señores, de reconocer elecciones en que vienen presuntos diputados respaldados por una credencial legítimamente ganada en los comicios electorales de acuerdo con la ley y de acuerdo con la razón; se trata, ahora, señores, de calificar a las personas que traen esas credenciales indebidamente ganadas: Se trata, señores, de aplicar la ley a individuos... (Una voz: ¡Mentira!) a todos aquellos individuos... se trata, señores, de echar fuera de aquí a los que no vienen respaldados por el voto de sus conciudadanos y están fuera de la ley. (Aplausos.) Y así se llamen los imposicionistas García Vigil, o se llamen los villarrealistas, todos ellos tendrán que rendir sus cuentas...(Voces. Murmullos en las curules.)

El C. Pino Farrera, interrumpiendo: Moción de orden. Pido la palabra.

El C. presidente: Está en el uso de la palabra la Comisión. Ruego a los señores diputados que ya están anotados para hablar en contra, tengan paciencia para venir a exponer sus razones aquí, y si continúan es esa actitud de desorden, repito que la Presidencia no es un maniquí, la Presidencia va a ser respetar enérgicamente el Reglamento.

El C. Vizcarra, continuando: Se trata aquí, señores, de liquidar cuentas con todos los que fueron gobernadores bonillistas y se robaron el dinero del pueblo. Y si nosotros queremos acortar un debate que puede llenar de lodo esta tribuna, está en nuestro deber patriótico, está en nuestro deber de hombres honrados, el escuchar en el menor tiempo posible a esos bribones que han disfrutado de los dineros del pueblo. (Aplausos. Gritos. Campanilla.)

El C. Pino Farrera, interrumpiendo: Pido la palabra para hacer una interpelación a la Comisión.

El C. Vizcarra, continuando: Y ya he dicho que no voy a tocar en lo particular cada uno de los casos, porque puede haber hombres honorabilísimos, puede haber hombres honrados que cuenten más o menos con las simpatías en su pueblo; pero que en este caso no los respalda la ley para venir a presentar esas credenciales que portan. Yo, señores, me permito excitar a todos los revolucionarios y a todos los hombres honrados para que enérgicamente, una vez aclarados estos puntos en las comisiones donde ha habido bastante tiempo para que justifiquen esos triunfos, voten en este dictamen afirmativamente para hacer justicia a todas aquellas personas que no la pudieron tener de los sátrapas gobernadores y de los espurios presidentes municipales. (Aplausos.)

El C. presidente: Tiene la palabra en contra el ciudadano Covarrubias.

El C. Pino Farrera: Pido la palabra para hacer una interpelación a la Comisión.

El C. presidente: Tiene la palabra en contra el ciudadano Covarrubias.

El C. Pino Farrera: Pido la palabra para hacer una interpelación a la Comisión. Mis paquetes electorales no están abiertos. Señor oficial mayor... (Gritos. Desorden. Campanilla.)

El C. presidente: Se llama al orden al ciudadano Pino Farrera y se le encarece tome asiento. Está usted apuntado en contra, señor diputado. Tiene la palabra el ciudadano Covarrubias.

El C. Pino Farrera: Como se ha seguido la costumbre de que solamente tres oradores hablen, y estoy en quinto lugar, por eso quiero hacer una interpelación a la Comisión. (Gritos. Desorden. Campanilla.)

El C. presidente: Está usted apuntado y se le dará la palabra en su oportunidad.

El C. Pino Farrera: Tengo derecho a hacer esa interpelación. (Siseos.)

El C. Covarrubias: Ciudadanos representantes: Permitid un momento al orador...

El C. Cortina, interrumpiendo: Sí, señor; a mí no me pueden decir que soy reaccionario. Yo gané en buena lid. (Desorden. Gritos en las galerías. Campanilla.)

El C. Covarrubias, continuando: Ciudadanos representantes: Permitid que venga un ciudadano independiente a protestar en contra del dictamen presentado. No me convencen las palabras de la Comisión. Soy de aquellos que han votado en contra de los dictámenes globales, porque creo que en la conciencia de cada uno de ellos debe estar imbíbito el sentimiento de que todo individuo debe ser oído en defensa, y si para los dictámenes positivos no he estado yo acorde, para los negativos menos lo estaré aún. Yo, ciudadanos representantes, que no tengo filiación política desde el punto de vista de la política capitalina; yo, que vengo del confín de la patria, de aquella región en donde nuestros problemas son totalmente diferentes a los de aquí, aun cuando es territorio nacional; yo, que vengo de allá, en donde únicamente lo que se trata es de hacer labor patria, no puedo entender el por qué a treinta ciudadanos diputados se les quita el derecho a defensa y se pide en un dictamen global se les conceda la curul a otros o se les expulse del salón. Yo soy de aquellos vengo a esta tribuna con todo el sentimiento, el más noble y el más levantado, a pedir a vosotros que escuchéis en defensa a aquellos que están considerados en el dictamen global. Es necesario, ciudadanos representantes, que veamos claro y preciso en este asunto. La Comisión, por boca del ciudadano Vizcarra, nos ha dicho que es necesario obviar discusiones, que es necesario acabar con aquellas discusiones inútiles que vendrán aquí a este recinto a entretenernos y a hacer que entráramos en consideraciones difíciles; pero si el sentimiento político puede ser ese, el sentimiento moral está muy lejos de permitir dictamen semejante, y yo, ciudadanos representantes, muy atentamente, con toda la independencia de criterio, pido a ustedes un voto negativo.

El C. presidente: Tiene la palabra en pro el ciudadano Siurob.

El C. Siurob: Gracias a mi suerte, ciudadanos diputados, el señor presidente de este Colegio Electoral, que es la consigna personificada, me ha permitido hacer uso de la palabra. (Voces: ¡Ah!) Ha sido un ardid, compañeros, lo confieso francamente; sin embargo, en lo que os voy a decir en pro de este dictamen indudablemente que estarán cosas que interesan mucho a la República. ¿Sabéis quiénes estarán en pro de este dictamen? Todos los que se agachan, todos los que se humillan, todos los que no tienen en el corazón y en la conciencia el concepto de lo que significa la ciudadanía y la soberanía del pueblo.(Siseos.) Están indudablemente en pro de este dictamen todos aquellos que quieran eternamente manchar su conciencia con el crimen de que después de diez años de lucha en que todo el pueblo ha ido a desangrarse a los campos de batalla, después de sumido en la miseria, se le venga a arrebatar esa limosna de libertades que había conseguido a costa de tantos sacrificios. He visto a algunos laboristas, de los humildes, no de los líderes vendidos a la plutocracia, los he visto levantarse airados, indignados, contra este dictamen global; habéis hecho bien, compañeros; ese gesto de rebeldía lo aplaudo con todo mi corazón. Id a decir a vuestros partidarios que los líderes principales se han agachado; id a decir que los especuladores de la revolución han venido a decir aquí que sí y allá han ido a decir que no, que irían a respetar la libertad de sufragio; id a decir vosotros los agraristas, que el señor Soto y Gama se salió avergonzado, por que ya no quiso presenciar más esta ignominia, porque no sabía dónde había más vergüenza, si dentro de esta Asamblea o en el fondo de su propio corazón. (Gritos. Desorden en las galerías. Campanilla.) Seguid insultándome, señores de las tribunas, gozáis de la impunidad; tenéis a vuestro favor las bayonetas allá afuera resguardándolos; más allá están otras bayonetas, y los puñales de los asesinos están un poco más atrás todavía. (Desorden. Siseos. Campanilla.) Más atrás está la carne y la sangre de los verdaderos revolucionarios que tendrán que decir la última palabra. Señores, venir a votar en favor de este dictamen. Yo os lo suplico, os lo exige aquel criterio de honradez con que fuisteis a decir a vuestro pueblo que respetarías la libertad de sufragio; os lo pide de rodillas la infeliz viuda a quien el Erario nacional le arroja una limosna para comprar la sangre de su esposo, la que se derramó para que se entronizara una nueva dictadura. ¿Sabéis quién os pide que vengáis a aprobar este dictamen? El nombre de don Porfirio que todavía está aquí, a pesar de tanta luz, en este recinto. (Gritos. Desorden. Voces: ¡Huy! ¡Huy!) ¿Sabéis quién os lo pide? El grupo de la mayoría, que por lo visto sólo va a cooperar a saquear el Tesoro nacional. (Gritos. Desorden. Campanilla.)

El C. Vizcarra, interrumpiendo: ¡No somos usted!

El C. Siurob, continuando: Seguid insultándome. Estoy contento de recibirlos, digan lo que digan; estoy feliz de recibir todos esos insultos; vengan más, sí, aquí está la víctima. (Voces: ¡Ah! ¡Ah!) Haced eso; enseñaos todos, todos los que no tenéis conciencia de ser mexicanos, por que los mexicanos nunca son cobardes; enseñaos todos los que sabéis que cuando se goza de impunidad se pueden cometer toda clase de atropellos. Yo os digo que Picaluga, que todos los traidores que ha habido en nuestro país, desde la Malinche hasta Victoriano Huerta y desde Victoriano Huerta hasta los que presiden esta farsa, os ordenan que votéis en favor de este dictamen global, así, global, de este globo hinchado con el gas venenoso de la consigna. Os vais a embarcar muchos de vosotros. ¡Embarcaos! No os vaya a suceder lo que sucede siempre a los que se dedican con fruición a ese difícil sport de la aviación, que generalmente es el sport de la muerte. Vamos en camino, ved quién os ordena que votéis en favor de este dictamen: Los que acechan nuestra nacionalidad, los que saben perfectamente, compañeros, que atropellando nuestras leyes nos convertimos en un pueblo de imbéciles y que necesitan un pueblo de imbéciles para poder sojuzgarlo. Yo hablo al fondo de vuestro corazón y de vuestra conciencia y cito autoridades respetables, las que aquí se respetan, puesto que aquí

no se respetan las autoridades de los que nos negaron patria y nacionalidad. Y ahora, señores, callando todos los abyectos, el pequeño grupo peleceano rechaza estas iniquidades que van en contra de la nacionalidad.... (Siseos.) que van en contra de la patria, que van en contra de las instituciones, que son un puñal que se le clava en el corazón al pueblo mexicano. Yo abandono esta Asamblea porque no puedo presenciar hasta el final esta ignominia.

El C. presidente: No habiendo hablado en pro el ciudadano Siurob, tiene la palabra en pro el ciudadano Medellín Ostos.

El C. Siurob, abandonado el salón: ¡Peor que en tiempos de Huerta!

El C. Medellín Ostos: Señores diputados y presuntos diputados: También como ardid, como el presunto diputado Siurob, he pedido la palabra en pro, porque seguramente habría de seguirse el procedimiento que se siguió en el primer dictamen global, y una vez que hubiesen hablado tres oradores en contra, se votaría a mansalva como se votó el primer dictamen. No creo yo que vaya a adelantar un punto en cuanto a mi defensa personal, ni vengo a hacerla aquí como tampoco la hice ante las comisiones, porque desde un principio dije no solamente a las comisiones, sino a los líderes del Partido Cooperatista que a mi oficina fueron a pedirme algunos favores.... (Voces: ¡Huy!) que yo sí traía una representación.... (Siseos.) no venía a pedirles a ellos que aprobaran esa representación, sino que tenía que traerla de mi distrito, como legítimamente la traía. A mí no me corre prisa, señores diputados; yo sé que si no lo soy hoy... (Gritos. Siseos en las galerías. Campanilla.)

El C. presidente: La Presidencia ordena al comandante de las fuerzas desaloje a ese individuo que está insultando al orador, consignándolo por orden de la Presidencia.

El C. Medellín Ostos: Decía yo que no tengo apresuramiento de ser diputado. Yo, como ciudadano mexicano, me he impuesto una labor en el seno de la Representación Nacional, y si no esta vez, dentro de dos años o dentro de cuatro años, cuando se respete la voluntad popular, porque tengo la satisfacción de decir, y esto lo demostraré dentro de dos años si vivimos aún, que cuantas veces me presente en mi distrito electoral, teniendo, como tengo hoy, ciertas convicciones y ciertos principios, tantas veces triunfaré en él, no contra las insignificantes personas que actualmente contendieron contra mí, sino contra cualquiera que se presente. Quise hacer uso de la palabra únicamente para llamar la atención de los señores diputados sobre una cuestión delicadísima para nuestro Estado de Veracruz. En este dictamen global de expulsión, señores diputados y señores presuntos diputados, se expulsa a todos los diputados de Veracruz que están con el pueblo trabajador de Veracruz. Quiero puntualizar estos hechos, porque quiero también aquí siquiera por esa única vez que voy a hablar en el seno de la Cámara, tener voz decidida. En el Estado de Veracruz se inicia, por la presión que los militares están ejerciendo sobre el pueblo, la próxima revolución social, la verdadera revolución social en el país. Nosotros tenemos la satisfacción de ver que sea en el Estado de Veracruz en el que se inicie, y como se quiere que en el seno de esta Representación Nacional los trabajadores de Veracruz no tengan aquí una voz que los apoye, se nos expulsa a todos, únicamente por ese solo hecho, en cambio se trae a todos los diputados veracruzanos que son reaccionarios, a todos, desde José Villanueva Garza hasta Campillo Seyde.

El C. Villanueva Garza: ¡Miente usted!

El C. Medellín Ostos: No quiero hacer sino esta sola advertencia: Voy a retirarme en seguida; sé que no hay ya salvación, y solamente quiero que ustedes fijen la atención en este punto, y después la vida dirá lo que suceda. (Siseos.)

El C. presidente: Tiene la palabra en pro, por haber hablado en contra el preopinante, el ciudadano González Otilio.

El C. González Otilio: Honorable Colegio Calificador: Después de los muchos ardides de unos, matriculándose en pro, para hablar en contra, y de otros matriculándose en contra para hablar en pro, vengo, señores, a decir estas cuantas palabras, cohibido por mi insuficiencia, temeroso, por ser la primera vez que me presento en este lugar de tanta significación, pero perfectamente convencido de que, no obstante todas las diatribas, todas las inquinas, todas las injurias y todos los odios que las personalidades han hecho aquí en maraña, seguramente el paso que este Colegio Electoral va a dar es honrado y de significación, y seguramente sus consecuencias serán útiles para los bienes de la República. (Aplausos.) ¡Cuánto sinceramente lamento, conciudadanos que en estos instantes liguemos los intereses individuales con los intereses de la patria! De que manera la educación social que hemos recibido, rebaja nuestros conceptos y nos pone en bajísimo nivel; de qué modo nuestras ambiciones personales nos hacen creer equivocadamente que si no ocupamos una curul, habrá de trastornarse el orden social de la República y habrán de venir sobre nuestras cabezas hecatombes del cielo y de la tierra. ¿Por qué? Aquellos que han impugnado el dictamen global; aquellos que creen que este sistema es novísimo; aquellos que dicen que este procedimiento es la guillotina del verdadero sufragio popular, quizá, quizá no opinaran de esa manera si hubieran estado incluidos en el mismo dictamen global. (Aplausos.) Yo sé que cuando el propio interés nos guía, desvirtuamos el verdadero concepto de la honradez y de la justicia; que cuando la propia conveniencia nos empuja, nunca podremos aceptar todo aquello que nos lesiona y, sin embargo, conciudadanos, ese conocimiento me permite pedir a ustedes de la manera más cordial, que hagamos un pequeño paréntesis entre nuestra vida política anterior y la futura; que hagamos una pequeña laguna en nuestras ideas; que pongamos una amplia isla sobre la cual podamos navegar armónicamente en el mar proceloso de la política de nuestro país. Tengamos el convencimiento, señores diputados y presuntos diputados, de que si las mayorías han estado procediendo en esta forma, lo hacen no precisamente por odios, como equivocadamente se cree; no precisamente por malas voluntades, como erróneamente se supone; sino sencillamente porque las mayorías en estos momentos, que

tienen plena conciencia de su responsabilidad histórica, están perfectamente compenetradas de que en el futuro hay grandes y muy trascendentales problemas patrios que resolver. La Confederación Nacional Revolucionaria, que hablando con la verdad, hasta este momento ha venido subiendo a tira y tirón; la unión de nuestras agrupaciones políticas, que cada veinticuatro horas ha estado a punto de romperse, creo sinceramente que habrá de subsistir. Hago votos fervientes porque subsista, y no, señores, porque tenga yo afectos o buenas voluntades para determinadas personas integrantes de esos grupos; no tampoco porque tenga convencionalismos o intereses particulares en ellos, sino sencillamente porque me anima la creencia de que la Confederación, teniendo la mayoría parlamentaria, podrá hacer frente a las necesidades públicas. Si hay pugnas, si hay estorbos, si hay grandes obstáculos, a nosotros toca evitarlos en una forma serena y honrada. Vayamos por un camino recto, vayamos firmes, vayamos entusiastas. En estos instantes todos los lesionados descargan sobre nosotros sus iras; en estos momentos todos los perjudicados nos combaten; en esta hora quizá hasta de la misma prensa tengamos un reproche; pero ojalá y que esas iras, ojalá y que esas injurias, ojalá y que esos reproches no sean sino una nube, una tempestad de verano que pase momentánea y que quede en nuestro corazón la firmeza y que quede en nosotros la buena intención para que las funciones legislativas cumplan con la voluntad popular. Que se nos injurie, que se nos combata, que se nos lastime; llegará un día en que la patria se percate de cuál es nuestra verdadera intención; llegará el momento de que la República sepa que, si en esta tribuna se han dicho injurias para los que la defendemos, las hemos aceptado gustosos, no en calidad de víctimas, no en calidad de mártires, sino como hombres conscientes que comprenden y desean que su actuación será única y propiamente para el bien nacional. La patria, señores, sabrá apreciar cómo vamos a trabajar; hay grandes problemas que resolver. Ahí están, sin mencionar otros, el artículo 27 y el 123, algo así que yo me imagino como dos bocazas negras, como dos cavernas en cuyo interior se agitan y combaten enormes intereses, los uno en pro y los otros en contra de la colectividad. Ahí está todavía palpitante la amenaza extranjera por la no retroactividad del artículo 27; ahí están unidos como una sola voz, todos los anhelos, todas las aspiraciones, todas las angustias de la clase obrera. Por la integridad y el respeto de nuestro país, por el mejoramiento de esa clase sufrida, hagamos nosotros siempre y constantemente una buena actuación; trabajemos sin que nos importen los insultos. ¿En qué camino no hay piedra que remover, en qué camino no hay espinas que hieran y sangren? Vayamos, aprobemos nuestros procedimientos, y que después se nos juzgue. (Aplausos.)

El C. presidente: La Presidencia va a hacer una pequeña advertencia a la Asamblea; conforme al Reglamento, una vez que hayan hablado tres oradores en contra, se preguntará a la Asamblea si está suficientemente discutido. Como hay diez y nueve oradores, y la Presidencia no quiere aparecer parcial en contra de los diez y nueve ciudadanos que se han apuntado en contra, cree conveniente que se les oiga, por lo menos, a los tres siguientes que conforme al Reglamento, la Asamblea puede admitir que hablen. La Secretaría tendrá la bondad de preguntar si se permite la palabra a los tres oradores que siguen en la lista en contra.

El C. secretario Ollivier: Por disposición de la Presidencia se pregunta si se permite a los oradores del contra continuar en el uso de la palabra. Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie. (Voces: ¡Que hablen!) Habiendo mayoría visible, se concede a los oradores del contra seguir en el uso de la palabra. Sigue en el uso de la palabra el ciudadano Daniel González Martínez.

El C. Vasconcelos: Pido la palabra para una moción de orden.

El C. presidente: ¿Qué artículo del Reglamento se viola?

El C. Vasconcelos: Voy a indicar a su señoría cuál artículo.

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Vasconcelos.

El C. Vasconcelos: En virtud de la denuncia que voy a hacer del dictamen que tiene en estos momentos la Secretaría en sus manos, y es denuncia que hago a la Asamblea para que la nación lo sepa, está firmado sólo por doce individuos; si la 1a. Comisión encargada de dictaminar sobre este asunto está integrada de treinta, faltan ahí seguramente cuatro firmas para integrar el quorum de la Comisión. Son esos los procedimientos de que se vale la mayoría.

El C. presidente: Esa no es moción de orden.

El C. Vasconcelos: Sí es moción de orden, por que se ha dado lectura a un dictamen que no es dictamen.

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Daniel González Martínez.

El C. González Martínez: Me vais a dar una prueba de vuestra honradez. Ciudadano presidente: Solicito que un conserje vaya a traer mi expediente, que está en la Biblioteca, el cual está lacrado todavía. (Una voz: ¡Lo mismo digo yo!) Perfectamente bien; estamos en pruebas de honradez y en un momento trascendental, señores....

El C. Vasconcelos, interrumpiendo: Moción de orden señor presidente. Pido la palabra para moción de orden.

El C. presidente: Sigue en el uso de la palabra el ciudadano González Martínez.

El C. Vasconcelos: No puede haber discusión alguna sobre un documento que no es dictamen. Pido a la Secretaría que lea las firmas que calzan ese dictamen. Es preciso que hagamos obra de honradez.

El C. presidente: Se llama al orden al ciudadano Vasconcelos.

El C. Vasconcelos: A mí no me van a callar porque vengo con una voz más alta: La de la honradez.

El C. presidente: Se llama al orden a su señoría, si no lo mando desalojar.

El C. Vasconcelos: No tiene que llamarme al orden. Que se sometan al Reglamento.

El C. González Martínez, continuando: Efectivamente, no voy a impugnar directamente el dictamen global. Son efectivamente doce firmas

las que tiene el dictamen. Hay un caso típico, que es el mío...

El C. Vasconcelos, interrumpiendo: Se va a pasar en estos momentos para que lo firmen los demás miembros de la Comisión, el dictamen, y denuncio el hecho ante la nación y ante sus representantes. (Voces: ¡Ah! ¡Ah!)

El C. González Martínez: ¡Ah, señores! Quizá estarán muy lejos en estos momentos de este recinto los miembros de la Comisión que estudió mi expediente; estarán lejos, no sé dónde; pero yo sí pediría que se paren si hay alguno de ellos. Quizá estarán por ahí escondidos en alguna parte, escondiendo quizá su vergüenza. (Siseos. Risas.) Reíd muy bien; el señor presidente de mi Comisión... (Desorden. Campanilla.)

El C. presidente: Si las galerías continúan interrumpiendo, mando desalojar a los de ese palco.

El C. González Martínez, continuando: El ciudadano presidente de mi Comisión, de la que estudió mi expediente, estaba conforme con la legalidad absoluta, y bien conforme con la legalidad de mi expediente. Igualmente el otro miembro que la estudiaba me decía que eran incapaces de poder llegar a cometer la injusticia de dar su dictamen en contra. Hoy en la tarde me dice el presidente de la Comisión (Voces: ¡Nombre!) que el dictamen había sido votado en contra por el otro compañero. Voy con el otro compañero y me dice que ni siquiera lo había tocado. Luego viene a mí y me dice que habían recibido ya la orden de dictaminar en contra. Señores, no cabe duda que estamos en una época de decadencia social, de decadencia moral, de decadencia política y como consecuencia ineludible envuelve a nuestro proceso democrático haciéndolo aparecer, no ya como la función noble, solemne y grandiosa, donde pudiera manifestarse la voluntad popular, sino hacen de ella la farándula donde con el pretexto de que el pueblo indique su predilección hacia los hombres que debían venir a representarlo, ponen en juego sus miras pasionales y también en juego sus ambiciones groseras muchos individuos. Quizá más tarde llegaréis a avergonzaros de lo que hoy pasa; no conocéis al que va a venir en mi lugar, pero está presente, está muy cerca y está en un palco; es el señor de tez cobriza que está allí en el palco aquél, y no porque descienda de la sangre de Cuauhtémoc, sino porque en sus venas corre sangre africana. (Una voz: ¡Miente!) ¿Quién dice que miento? Perfectamente bien; pero hay en el expediente una protesta en contra de este señor por ser ciudadano norteamericano. No lo sabéis vosotros, pero en el distrito a que pertenece sí saben que es ciudadano norteamericano y que tiene sus hermanos Scatt, Jim, Paul ... (Risas. Voces. ¡Ah!) Es una verdad, es algo exacto que debéis tomar en consideración. (Voces: ¡Pruebas!) Es un hecho público y manifiesto, es una denuncia que se la ha hecho y aun sin embargo vosotros lo apoyáis sin saberlo. No quiero dilatarme más en esto, porque sé en verdad que es inútil todo, yo me retiro contento, bastante contento; en cambió, vosotros quedaréis orgullosos de haber conseguido lo que estáis haciendo.

El C. presidente: Tiene la palabra en pro, por haber hablado en contra el que acaba de hacer uso de la palabra, el ciudadano Gustavo Arce.

El C. Arce: Ciudadanos representantes: El dictamen que se somete a vuestra consideración sigue el mismo precedente ya antes establecido. Se trata de credenciales que ameritan discusión, y los dictámenes globales anteriormente aprobados se referían a credenciales que no admitían discusión, a casos en que por el estudio de las comisiones, las protestas presentadas no han ameritado absolutamente ninguna violación a la ley en el fondo. En el caso presente, el dictamen global sometido a vuestra consideración hace el estudio de aquellos expedientes electorales en que las comisiones han encontrado que las protestas y las violaciones a la ley son tan manifiestas y tan flagrantes, que necesariamente ameritan el voto negativo del Colegio Electoral para las credenciales que se han traído ostentado aquí violaciones fundamentales de la Ley Electoral para las credenciales que se han traído ostentando aquí violaciones fundamentales de la Ley Electoral. En los distintos expedientes se han encontrado perfectamente justificadas las protestas presentadas en las casillas; en todos los casos se ha encontrado con que por imposición, ya sea de la fuerza municipal, de las autoridades municipales o de los gobernadores de los Estados, se ha venido a traer una credencial que no es más que flagrante violación del voto público. En todos los casos en que los oradores que han venido a la tribuna a hablar en contra del dictamen, deberían haber sometido a la consideración del Colegio Electoral la puridad de las credenciales que se están discutiendo; cada uno de los oradores que ha venido a hablar en contra, debiera haber presentado dos, tres, seis, o por lo menos un caso concreto en que viniera a demostrar perfectamente la ilegitimidad de los fundamentos en que está basado el dictamen; entonces se hubiera podido demostrar por cada uno de los oradores del contra, por lo menos que alguno o algunos de los actos comprendidos en el dictamen global no merecían la aprobación del Colegio Electoral, porque el dictamen no fuera justo, no fuera equitativo, o no fuera legal. Sin embargo, a pesar de que esta Asamblea se ha mostrado amplia en su criterio para permitir que todos los oradores del contra expresen franca y sinceramente su opinión, todos los oradores del contra, y aun de los que se inscribieron en pro para hablar en contra, no han hecho más que hacer discursos en lo general sobre la conveniencia o inconveniencia del dictamen global, pero no han atacado en el fondo ninguno de los dictámenes estudiados y sometidos a la consideración del Colegio Electoral. Si por lo menos todos estos señores que han ocupado la atención de la Asamblea, todos estos diputados o presuntos diputados que han hablado en contra hubieran mostrado la flagrante violación de la ley en este dictamen, o hubieran comprobado la necesidad de que el Colegio Electoral diera un voto en contra de ese dictamen, hubieran comprobado y demostrado la falta de estudio, la falta de fundamento o de legalidad en el dictamen, por lo menos hubiera ameritado la necesidad de una moción suspensiva en todos los casos o en todos aquellos casos que hubieran sido impugnados; pero nada de esto se ha hecho, señores diputados...

Presidencia del

C. VILLANUEVA GARZA JOSÉ

El C. Pino Farrera, interrumpiendo: ¡Pero yo ofrezco hacerlo y permítame el uso de la palabra para eso!

El C. Arce: En este concepto, señores compañeros, la Comisión somete a la consideración de ustedes el dictamen como lo ha presentado, y espera el fallo justiciero de la Asamblea.

El C. presidente: Tiene la palabra en contra el ciudadano Saldaña.

El C. González Julián: ¡Estoy inscripto en tercer lugar en contra!

El C. Cortina Eduardo: ¡Señor presidente, me inscribí en primer lugar!

El C. Saldaña José P.: Honorable Asamblea: Una muy penosa impresión me ha causado ver desfilar por esta tribuna las arrogantes figuras de jóvenes abogados como Arce y González que, carentes de valor en lo absoluto, claudican en sus principios; son hombres viejos en los primeros años de su vida, que han venido a mancharse para siempre al sostener un dictamen de esta naturaleza. (Aplausos)

Es verdaderamente vergonzoso, abochorna y debe existir en la conciencia de cada uno de los compañeros que asisten a esta Asamblea, la convicción firme, la convicción única, la convicción segura de que se está cometiendo en estos instantes la injusticia mayor que se ha cometido en la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, desde que este Parlamento tiene relativa libertad. (Aplausos.) Ha aludido el licenciado Arce a algunos de los afectados por este dictamen para que hablemos de un caso concreto. Acepto el reto. ¿Será tan galante el ciudadano Arce, será tan valiente el ciudadano Arce, que sea capaz de contestarme una sola de mis preguntas? Creo que no; creo que no la contestará. Esta pregunta, señores, estaría determinada por estos conceptos: ¿Conoce por virtud el licenciado Arce, cómo se hicieron las elecciones en el

Estado de Nuevo León? (En las tribunas: ¡De sobra!) - El C. Saldaña José: Conozco esa voz que ha dicho de sobra, es la voz de mi contrincante; un pobre hombre. (Risas. Aplausos.) Allí tenéis la cobardía de los que quieren venir a ocupar un puesto aquí para el cual no los ha designado el pueblo; allí los tenéis esperando, señores, la benevolencia de los amigos magnánimos, de los hombres que por compromisos especiales arrojan a los que traen la credencial limpia para que entren aquellos que no han podido ganar legítimamente esa credencial, por la puerta falsa de la intriga y de la infamia... (Aplausos. Siseos.) He dicho que aceptaba el reto del licenciado Arce y lo aceptó. Haré una poca de historia para que se comprenda perfectamente bien cuál es mi caso: Gobernó en el Estado de Nuevo León un ciudadano llamado Juan M. García, fui enemigo irreconocible del ciudadano García, lo combatí sin tregua y tuve que abandonar el Estado de Nuevo León por las persecuciones que él siguió en contra de mí. En cambio, señores, mi contrincante y otros muchos de los que se llaman ahora liberadores, eran los que iban a besar la bota de aquel impostor. Luego, señores, cuando se aproximó esta campaña electoral, fue mi contrincante acompañado de otros elementos a solicitar la ayuda de Juan M. García, y como García no los quisiera ayudar, hicieron un complot en contra de él y lo derrocaron poniendo en su lugar a un íntimo amigo de ellos, al doctor Ramiro Taméz. El doctor Ramiro Taméz salió, pues, de las filas en que militaba mi contrincante; en consecuencia, señores, salió del Gobierno un enemigo mío y entró a gobernar el Estado de Nuevo León otro enemigo mío. Bajo estos aspectos se verificaron las elecciones en el Estado de Nuevo León. Ya dije yo en una declaración pública, que no había tenido sobre mí la presión brutal del gobernador de Nuevo León, y ratifico esas declaraciones como hombre honrado desde esta tribuna. En efecto, el doctor Taméz no me persiguió como me había perseguido Juan M. García; pero claro está que si alguna ayuda prestó el gobernador Teméz fue, inconcusamente, a su amigo el señor González y González, mi contrincante. En las elecciones, señores, después de una ardua campaña, porque tuve que hacerla personalmente y no valido de recomendaciones de los poderosos, obtuve la cantidad de 2,865 votos; me siguió en segundo lugar don José María Guerra con 2,400 votos y en tercer y último lugar, estuvo el señor González y González a quien se le da el triunfo, y el señor González y González tuvo 1,400 votos; en consecuencia señores, en números redondos y si las matemáticas no mienten, yo obtuve sobre González y González la cantidad de 1,465 votos. ¿Cómo pudo tumbar 1,465 votos? No me explico como pudo la Comisión hacer esto; me explico de que no estudió el expediente. Hay que advertir a este respecto un dato interesante: Acudía yo al departamento en que estaba la Comisión todos los días a enterarme de cómo iba el asunto de mi elección; siempre se me manifestaba que no había novedad. El lunes pasado llegué a informarme, como de costumbre, y se me dijo que estaba ya hecho su dictamen. ¿En qué sentido? Lo ignoramos; ¿Pero cómo es posible que lo ignoren-contesté yo-, no han hecho ustedes mismos ese dictamen? Pues sí, pero es un secreto que no podemos revelárselo. Es que yo traigo la credencial, es que me corresponde saber cómo se ha dictaminado en este asunto. No se me quiso dar ninguna explicación; no se me enseñó el dictamen, no se me dijo nada; en cambio, señores, hay que tomar en cuenta que mi contrincante, que estaba en tercer lugar en la elección, estuvo presente allí cuando se estaba haciendo el dictamen, y se hizo seguramente ese dictamen a gusto de él. Esta es la forma en que pueden entrar aquí los farsantes de la política, esta es la única forma, pues legalmente, jamás ese señor González y González puede ganarme a mí en 2o. distrito electoral del Estado de Nuevo León. Tengo diez años de militar en política en el Estado de Nuevo León... (Murmullos. Campanilla.) tengo cuatro años de ser jefe de un partido político, el Partido Constitucional Neoleonés, que se formó a raíz del triunfo de la revolución constitucionalista y que está formado ese partido por puros elementos revolucionarios que siempre allá en el estado de Nuevo León ha estado a la vanguardia y ha tenido en jaque a todo el elemento conservador. Por

eso nosotros, los del tríangulo rojo, combatimos a Juan M. García, porque alrededor de Juan M. García estaba el elemento conservador, estaban los bribones, estaban aquellos que han explotado siempre todas las causas buenas, las causas nobles, y ese mismo partido que nosotros combatimos fue el que trajo a esta Representación Nacional en la XXIX Legislatura a mi contrincantes en aquella ocasión también la credencial, porque entonces luché en contra de él y en aquel entonces también le gané la credencial; pero, como ahora, se ha cometido la injusticia de darle entrada en este recinto (Murmullos.) Pueden estar seguras las galerías de que no me amedrentan los siseos. (una voz: ¡Bájate, huertista!) No soy parlamentario, me faltan las dotes para ello; sí no soy tampoco un novicio, por que en la XXVIII Legislatura tuve el honor de ocupar varias veces esta tribuna en consecuencia, están en absoluta libertad de hacer manifestaciones que a bien tengan. Yo he de exponer aquí toda la ver dad; quiero que se sepa toda la historia de mi elección para ver si de esta manera hay un átomo de vergüenza en esta Asamblea y se reprueba este dictamen. Hace unos instantes oí una palabra ¡Huertista! Ignoro si esa palabra fue dirigida a mi o a mi contrincante; porque tengo entendido que mi contrincante, el señor González y González, fue capitán de la fuerzas federales en al época en que era presidente don Victoriano Huerta, y tal vez lo de huertista será para él. (Risas.) ¿Cuáles son los méritos, señores para que mi contrincante venga a ocupar un lugar en esta Representación Nacional? Estuvo en la XXIX Legislatura hay muchos ciudadanos diputados de esa Legislatura; yo quisiera saber de alguno de ellos si en alguna ocasión ocupó esta tribuna el señor González y González; si en alguna ocasión hizo alguna iniciativa benéfica para el distrito que malamente representaba o si con su esfuerzo personal, con sus dotes, que no le reconozco, pudo llevar una representación brillante de un distrito que puede juzgarse sin apasionamiento de ninguna naturaleza, por las personas, por los individuos que lo forman, en uno de los primeros de la República. Hay poblaciones en el 2o. distrito, señores diputados, donde no se cuentan cinco analfabetos, y si en uno de esos pueblos viviera mi contrincante, el sería seguramente uno de esos cinco. Es necesario, señores diputados que se ponga atención en este caso concreto. Es muy posible que en este dictamen global con justificación se hayan incluído algunos dictámenes, pero también es muy lógico y razonable creer que por la precipitación con que fue hecho se hayan incluído algunos dictámenes que no deben de juzgarse de esta manera, que deben de venir a un debate amplio absolutamente, para que la Asamblea pueda juzgar sin pasión de ninguna naturaleza a quién le corresponde el triunfo.

En el caso mío se debaten grandes intereses, aquí no es precisamente que se me ataque por el aspecto legal, ni por el aspecto político, ni por el aspecto moral, pues considero, y lo digo con todo énfasis, considero estar muy por encima del ciudadano que pretenden meter aquí. No se trata de eso, señores, se trata única y exclusivamente de la baja politiquería que hay en el Estado de Nuevo León. A cuatro representantes que hemos ganado, allí con grandes sacrificios y con grandes esfuerzos, por medio de ese dictamen global se nos echa a la calle; cuatro representantes del Estado de Nuevo León, de los seis que componen la Legislatura de aquel lejano Estado. ¿Qué se ve en el fondo de todo esto? Política local, política del Estado de Nuevo León exclusivamente. Una política que favorece a uno o dos personajes que están medrando a la sombra del actual Gobierno. Eso, absolutamente eso es todo. Como considero que no se habrá perdido la noción de la justicia que debe imperar en todos los actos de esta Legislatura, he presentado a la Presidencia hace unos instantes una moción suspensiva, y como quiera que hasta ahora no se le ha dado lectura, muy respetuosamente invito a la Presidencia para que se dé lectura a esa moción suspensiva.

Presidencia del

C. PRIETO LAURENS JORGE

El C. presidente: Cuando termine el número de oradores.

El C. Saldaña: No quiero rebatir este mandato imperioso de la Presidencia, aun cuando el Reglamento está en mi favor, y no quiero rebatirlo por no armar escándalos y por considerarlo innecesario; en todo caso no pido más que justicia. Yo solicito de la honorable Asamblea que al presentarse esta moción suspensiva, se apruebe; que se estudie con detenimiento este dictamen, que se saquen de aquí todos los casos que puedan abochornar a la Asamblea, que se espulguen de todos los crímenes que puedan cometer, que se haga un acto de valor civil, que de yerga cada uno de vosotros y déis vuestro voto por la moción suspensiva afirmativamente, ya que de esta manera se hará justicia y se hará que no entren a esta Representación Nacional aquellos ciudadanos que no se pueden ser ungidos por la voluntad popular.

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Jenaro Vásquez.

El C. Vásquez Jenaro V.: Señores representantes: Después de las fogosas palabras de los oradores y por estar involucrados en este dictamen algunos casos de Oaxaca, sin atacar los demás asuntos que no son de conocimiento, creo necesario que un oaxaqueño levante la voz en esta tribuna para aclarar situaciones, para despejar incógnitas, sin perder la serenidad con que todos debemos venir a esta tribuna, dejando, hasta donde la dignidad lo permita, en el vestíbulo de este recinto, las pasiones del terruño. Yo también siento dentro de mí el augusto impulso de la sinceridad juvenil, pero como la sinceridad es sólo una y está con nosotros, creo que ninguno de los representantes del gobernador de Oaxaca podrá hablar con sinceridad si acaso quieren confundir con esta virtud la ofuscación que los infundiera García Vigil en los momentos de lucha, ofuscación de que han venido curándose día a día hasta llegar a ver en este recinto la realidad de las cosas. (Aplausos.)

En Oaxaca, señores representantes, no hay justicia....(Aplausos.) ... Donde hay desequilibrio

moral, donde hay una sola voluntad que inspira la resolución de los jueces, donde una sola voz mueve a su antojo todas las dependencias del Poder Público, no puede haber justicia, como no puede haber repartición equitativa de los derechos de cada quien. He aquí por qué cuando llegaron las elecciones, cuando las pasiones se exaltan, cuando los gobiernos inmorales recurren a todas las ignominias, García Vigil no hizo más que agitar su cetro pagano para que en tropel acudieran los serviles a imponerse sobre la soberana voluntad del pueblo. Y me place hacer esta afirmamación en presencia de la familia oficial del gobernador de Oaxaca, porque más fuerza tendré para apoyarla afirmándome en lo que de ellos mismos vaís a escuchar. Ciudadano representante Fausto Márquez, ¿Tuvierais la bondad de decir, si el señor presidente me lo permite, si es verdad que fuisteis oficial mayor del Gobierno y encargado del despacho de la Secretaría?

El C. Márquez: Sí, es verdad. Puesto del que me separé el 25 de enero del año actual.

El C. Vásquez Jenaro V.: ¡Muchas gracias! ¿Y es verdad que después fuísteis a ocupar la Defensoría de Oficio del Juzgado de Distrito de Oaxaca?

El C. Márquez: No, señor; no la Defensoría, la Agencia del Ministerio Público, de la cual me separé con licencia concedida.

El C. Vásquez: Peor para usted. Ciudadano representante Mancera... (Voces: ¡Ya se fué...!) Ciudadano representante Garcés... (Voces: ¡No está! Ciudadano Leyva, ¿Tuvierais la bondad de decirme si es verdad que el coronel Lagunas es oriundo de Sola de Vega y este pueblo se encuentra dentro de la circunscripción de Zimatlán?

El C. Leyva: Señor presidente, pido la palabra para contestar.

El C. presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Leyva: Como ven los ciudadanos diputados, la pregunta que me hace el licenciado Vásquez no tiene absolutamente ningún objeto. Me pregunta que si es oriundo de Sola de Vega el coronel Lagunas; que si Sola de Vega pertenece al Distrito de Zimatlán. Contesto al ciudadano Vásquez que sí es oriundo de Sola de Vega y que Sola de Vega pertenece al Distrito de Zimatlán, y que en Sola de Vega la votación la trae, por unanimidad, el licenciado De la Llave, que ocupa el tercer lugar en el expediente electoral que me dió la credencial, y la cual acta de la Junta Computadora viene firmada por todos los individuos que conmigo contendieron, sin que tenga absolutamente ese expediente la más ligera protesta. Prueba de ello que todos esos señores lo sancionaron.

El C. Vásquez: ¿Tiene usted la bondad de decirme si es verdad que el coronel Lagunas desarrolló actualidades militares dentro de la circunscripción del Distrito de Zimatlán, dizque persiguiendo a las cuadrillas de Ernesto Flores?

El C. Leyva: El coronel Lagunas no dizque persiguió a las cuadrillas de bandoleros que desgraciadamente por muchos años asolaron el Distrito. El coronel Lagunas tiene una satisfacción: Haber acabado casi por completo la revolución felicista en el Estado de Oaxaca y principalmente en el Distrito de Zimatlán, revolución encabezada por el general Hernández, que ya ejecutado, y por el general Flores, que también ha sido ejecutado y no recuerdo qué otro general más que también hacía la revolución felicista en el Distrito de Zimatlán y, señores, todos los que nos sentimos revolucionarios, todos los que somos partidiarios de este Gobierno del general Obregón y no bonillistas, como el hipócrita licenciado Vásquez, debemos sentirnos satisfechos.... (Murmullos. Campanilla.)

El C. Vásquez Jenaro: Muchas gracias, compañero. Ciudadano Franco Cerqueda: ¿Tuvierais la bondad de decirme si es verdad que....

El C. Leyva, interrumpiendo: ¿No tiene otra pregunta que hacerme a mí?

El C. Vásquez: No.

El C. Leyva: ¡Qué lástima!

El C. Vásquez, continuando: Señor Franco Cerqueda: ¿Tuvierais la bondad de decirme si antes de las elecciones hubo remoción de ayuntamientos en la cabecera de Tlacoluta y que en éstas intervino la Legislatura local.

El C. Franco Cerqueda: Sí señor, sí hubo remoción de presidentes.

El C. Vásquez: Ciudadano Carlos Bravo.... Como habeís escuchado, señores todos los ciudadanos representantes a quienes me he dirigido, cuando menos por afinidad política han tenido relaciones íntimas con el califa de Antequera, y es natural pensar que cuando ese paladín de otras causas, cuando García Vigil vío perdida la partida electoral, cuando vío que el P L C se batía en retirada en todas partes , él comprendió que era necesario, como una necia y vana ostentación de fuerza, acudir a la imposición más descarada y cruel que jamás haya visto el Estado de Oaxaca. Tenemos un verdadero torrente de pruebas para demostrarlo así y de ellas resulta que el mandarín de mi tierra no sólo recurrió a la autoridad e influencia de los diputados de la Legislatura local, que en cuestión de dignidad están veinte codos abajo de los perros mudos de la época del porfirismo, que dijera Sánchez Santos, sino que recurrió también a los jueces de Primera Instancia, a los recaudadores de contribuciones, a los presidentes municipales impuestos por la Legislatura, a los visitadores de Hacienda, a todos aquellos que pudieran significar un punto de apoyo político. Para gloria de Pélece confieso que en el Estado de Oaxaca no hay autoridad, ni empleado que no esté controlado por este partido cuyas redes se tientan, como diría el Santo Español. Por eso fue verdadero heroísmo de los candidatos del Partido Cooperatista lanzarse con sus armas de Quijote a medir su fuerza con las autoridades paleceanas de Oaxaca.

El C. Vasconcelos, interrumpiendo: Una pequeña interpelación.

El C. Vásquez, continuando: Una vez que termine. Es mala táctica de abogado, señores, mostrar las pruebas antes de tiempo; pero como las que voy a exhibir constituyen algo de lo que en el Estado, para demostrar la imposición que se hizo me voy a permitir suplicar a la Secretaría tenga la bondad de darle lectura a cada uno de estos documentos.

El C. secretario Gandarilla: Al margen un sello que dice: "Agencia Municipal de Santiago

Tiño. - Estado de Oaxaca." - Al centro: "Cerfifico que el día 21 de junio concurrimos a la villa de Juxtlahuaca, para cumplir con la circular girada por el presidente municipal de esa cabecera, en compañía de los pueblos de Zochiquilasala, San Juan Piñas, Santa Catarina Noltepec, San Francisco Higos, San Martín Duraznos, San Tepejillo Yucunicoco. El presidente municipal nos ordenó votáramos por las candidaturas peleceanas, por que las cooperatistas habián desaparecido de la lucha por estar fuera de la ley; igual orden nos dio el coronel Julio González, quien, además, nos amenazó si no cumplíamos."

"Al margen un sello de la Agencia Municipal de Santa María Rincón, distrito de Putla, Estado de Oaxaca.-Al centro: En el pueblo del Rincón, a los veintisiete días del mes de junio de mil novecientos veintidos, se presentó en esta Sala Municipal el C. Márquez Galán, manifestando que hace la propaganda de su candidatura para diputado al Congreso de la Unión en favor del C. licenciado Roberto Rivero, y él como suplente.-Quiso que se le recibieran las boletas de su candidatura para las elecciones que se verificarán el entrante día 2 de julio, porque ya esta autoridad tiene compromiso de sacar electo con todos sus vecinos la candidatura de los ciudadanos licenciado Alfonso Pérez Gasga, C. Isidro Montesinos, para propietarios y suplente, respectivamente."

"Estado de Oaxaca.-Municipalidad de San Dionisio.-Distrito de Ocotlán.

"En su carácter de candidato a diputado propietario al Congreso de la Unión, tengo el honor de adjuntar o de trascribir a usted, para el uso que más convenga a sus derechos políticos, la siguiente nota, que con esta fecha he dirigido, para lo que haya lugar, al ciudadano gobernador del Estado y a ciudadano juez de Distrito en el Estado:

"Para los efectos a que haya lugar, tengo el honor de participar a usted, de que anoche como a las siete, el señor licenciado Manuel Mancera, en unión del recaudador de contribuciones de este distrito, Samuel R. Juárez; el señor Martiniano Sumuano y dos personas más que no conocimos, llegaron en automóvil a este pueblo y me obligaron a abrir la oficina de la Presidencia Municipal, y una vez verificado esto, procedieron a apoderarse de todos los expedientes y boletas de diputados y senadores que se relacionaban con las elecciones que tuvieron verificativo el día de ayer, sin que se atendiera a las súplicas que, tanto yo como el C. Francisco Gómez, presidente de la casilla electoral, les hícieramos para que no cometieran ese atentado, procediendo a llevarse inmediatamente los citados documentos electorales. todos estos hechos fueron públicos, pues más de veinte personas del pueblo lo presenciaron."

"Protesto a usted mi atenta consideración. - Sufragio Efectivo. No Reelección. - San Dionisio Ocotlán, julio 3 de 1922. - Por el presidente municipal, Apolonio Carreño. - Francisco Gómez, secretario.

"Al C. José Reyes San Germán, candidato a diputado propietario por el Partido Cooperatista Nacional. - Ocotlán de Morelos."

El C. Vásquez Genaro V.: He aquí, señores la prueba más clara de la imposición ejercida por los diputados a la Legislatura local, cuya asistencia a la mayoría de los colegios electorales consta en las actas levantadas por las juntas computadoras respectivas. Para no cansar más a la Asamblea, manifiesto que tengo un verdadero legajo para demostrar la imposición en cada uno de los distritos de Oaxaca, inclusive en donde triunfé por una votación cuatro veces mayor que la de mi contrincante; pero quiero que la Asamblea ligeramente se dé una cuenta más o menos breve, de la forma cómo se hicieron las elecciones, y ofrezco que para no cansar la atención, solamente voy a suplicar la lectura de este documento y otro más.

El C. secretario Olliver Francisco: Un membrete que dice: "Diputado Angel Hernández. - Casijopi número 7. - Oaxaca, Oax.

"Oaxaca de Juárez, abril 12 de 1922.

"Señor.....

"Muy señor mío:

"Estando próximas las elecciones para diputados y senadores el Congreso de la Unión, me permito recomendar atentamente a usted al C. general Isaac M. Ibarra, que actualmente figura como candidato a senador. Esta candidatura ha sido lanzada por la convención del Partido Liberal Constitucionalista, que actualmente tiene el control de los poderes del Estado; pero aun cuando no fuera así la personalidad del señor general Ibarra es por sí sola recomendable, si se tiene en cuenta que, aun sin ninguna investidura autoritaria ha buscado y conseguido mejorar la condición de varios pueblos del Estado y con especialidad de los de la Sierra Juárez, Tlacolula, Centro, Villa Alta y otros, como Xia y el mineral de Natividad.

"Tengo la convicción de que si los hijos del Estado dan su voto para senador al señor general Ibarra, en no lejanos días verán recompensados sus deseos de tener un representante digno de ellos y no se arrepentirán de haber hecho buen uso de uno de los derechos que consagran nuestras leyes.

"Por estas circunstancias, como digo al principio de mi carta, he de agradecer a usted se sirva dar su apoyo y el de sus amigos a los pueblos de la sierra para que por el círculo electoral que forman los distritos electorales de Etla e Ixtlán, obtenga el triunfo el candidato de que hago referencia.

"Anticipando mis agradecimientos por el favor que le dispense a estas líneas y suplicándole me conteste, me es grato repetirme suyo, como siempre, su atento amigo y S. S. - Angel Hernández."

"P. D. - Me permito recomendar asimismo a usted la candidatura del señor licenciado Manuel G. Toro, para diputado al Congreso de la Unión. - Gracias."

El C. Vásquez: Comprendo, señores representantes, que la discusión se está apartando de los puntos culminantes del dictamen, porque la discusión debería versar sobre todos y cada uno de los casos que dieron origen al propio dictamen, pero es indispensable que respecto al Estado de Oaxaca se recojan todos los elementos que deben servir para formar ambiente y para inferir si la derrota de los candidatos de la confederación, de los

candidatos cooperatistas, que jugaron en el Estado de Oaxaca no debe transformarse en triunfo legítimo que debe sostener y hacer efectivo la soberanía de la Cámara.

En efecto; ser cooperatista antes de las elecciones en mi Estado, era necedad, en primer lugar, porque nadie tomaba en serio a la Confederación y a los partidos, en segundo lugar, porque las conciencias que no estaban deslumbradas por la preponderancia del Partido Liberal Constitucionalista, estaban narcotizadas, embrutecidas por un miedo incomprensible, al grado de que sufrieron y sufren todavía con vergonzosa resignación los abusos y las exacciones del gobernador, que es el único que manda, En Oaxaca, hasta el juez de Distrito, que es la primera y última esperanza en el supremo instante de las angustias, es instrumento de García Virgil, es el mismo juez de Distrito que no tuvo un rasgo de dignidad para reclamar cuando dos soldados de la Inspección de Política, asaltaron por la noche al secretario de Juzgado, en funciones de juez, tan sólo por haber dictado algún auto de suspensión contra actos del gobernador. Es el mismo juez de Distrito que niega las suspensiones en todos los amparos que se piden contra el gobernador; es el mismo juez de Distrito, apoyado cínicamente por dos o tres magistrados de la fracasada Suprema Corte de Justicia de la Nación. Resulta, pues, que todos los casos de Oaxaca deben tener ante vosotros una significación especial, porque la fisonomía política que presenta, debe avergonzar a cada uno de los individuos de la familia oficial del gobernador, que vienen a querernos dar la impresión de haber obtenido una votación legítima. Y para que veáis señores, si fue verdaderamente intachable la elección de cualquiera de estos ciudadanos representantes en Oaxaca, me voy a referir a cualquier caso, por ejemplo, a Juquila, porque allí no jugó un candidato cooperatista, sino un candidato agrarista; y a este efecto suplico al señor presidente me permita hacer dos interpelaciones al presidente de la Comisión Revisora respectiva, que lo fue el ciudadano Francisco Modesto Ramírez. Ciudadano Francisco Modesto Ramírez: ¿Tuvierais la bondad de decirme si los paquetes electorales de ese distrito, que debieron haber sido depositados en Juquila, que está a ocho días de camino de Oaxaca, fueron depositados en la capital del Estado?

El C. Ramírez Francisco Modesto: Sí, señor. - El C. Vásquez: Tuvierais la bondad de decirme si entre los paquetes electorales que llegaron, no vino uno envuelto en un periódico local, de fecha 27 de julio, es decir veinticinco días después de las elecciones?

El C. Ramírez: Sí, señor.

El C. Vásquez: ¿Tuvierais la bondad de decirme si los escrutinios de las juntas computadoras no vienen enmendados con tinta nueva, observándose, sin embargo, hasta el fondo los números primitivos?

El C. Ramírez: En uno de los expedientes se noto esa enmienda.

El C. Vásquez: !Muchas gracias!

- El Vasconcelos: Incapacitado para interpelar al ciudadano Modesto Ramírez, ruego al señor Jenaro Vásquez que se sirva completar interpelación en este sentido: Que diga cómo llegaron a la Cámara los expedientes correspondientes a la elección del señor licenciado Calderón.

El C. Vásquez Jenaro: Yo obsequiaría la interpelación qu el compañero Vasconcelos me ha hecho; pero no viene al caso para los motivos que me propongo demostrar, porque lo que trato de probar es la imposición del ciudadano Garcés, no del señor Calderón, que no tuvo el favor oficial de su parte. Por ese motivo ruego al señor Vasconcelos que tenga la bondad de excusarme que no le conteste su interpelación.

El C. Vasconcelos: ¿Me permite el orador una aclaración?

El C. Vásquez Jenaro: ¿Pero qué extraño es que el señor García Vigil patrocine o autorice actos inmorales, si la aureola que circunda a Tartarín viene en Oaxaca desde anteriores a la revolución? Ciertamente, hubo un tiempo en que este general cautivó todos los corazones de la Asamblea, el mio mismo, sin ser peleceano, cuando le oí y ví alzarse como puritano sin tacha, como un rebelde glorioso escapado de un cuadro de la Revolución francesa, como fundidor de tiranías y flagelador de tránsfugas; pero yo me equivocaba y oportunamente me desengañe de que aquello no era más que posses hipócritas, camouflages y señuelos para conquistarse inconscientes. García Virgil, de temperamento nervioso, de fácil palabra, impetuoso, intransigente, radical, ingrato, con muchas de las cualidades que caracterizan la personalidad de Agustín de Iturbide, García Vigil, digo, no podía, cuando llegaron las elecciones, más que manifestarse como un imposicionista de primera fuerza, como efectivamente lo fue en cada una de las poblaciones del Estado. Oaxaca atraviesa en estos momentos una de las épocas más dolorosa, porque el flagelo de las injusticias no sólo azota a los humildes y a los menesterosos, sino a los ricos y a los poderosos. Como todos los hombres, los pueblos tienen sus ilusiones y sus esperanzas. Las ilusiones de Oaxaca no son agraristas, porque no hay ahí grandes latifundios; las ilusiones de Oaxaca no son obreristas, porque no hay grandes centros fabriles; las aspiraciones de los oaxaqueños más bien son de tranquilidad, de justicia, de garantías, para desarrollar e impulsar las agonizantes actividades del comercio, de las industrias, de la agricultura, etcétera; pero cualesquiera que fueran las aspiraciones de los oaxaqueños,cualesquiera que fueran las ilusiones de Oaxaca, García Virgil no ha sabido comprenderlas; al contrario, con sus leyes hacendarias, con su famélica legión de inspectores de Hacienda, con su vergonzosa Constitución local, con su infernal carácter de autócrata, con su omnímoda voluntad que no admite réplicas, García Virgil contraría día a día aquel medio y en vez de crear simpatías y cariño para los hombres y para los principios de la revolución, da lugar a un coro de renegados que mejor pugnan por la dictadura del general Díaz. Dice Le Bon que los hombres de Estado hábiles, saben aprovechar las ilusiones de que muchas almas no pueden desprenderse, y que el hombre de Estado torpe contraría esas ilusiones y es víctima de ellas. Dentro de este apotegma perfectamente demostrado, entonces, no está lejano el día en que el becerro de oro del P L

C sea arrollado por la justicia divina; y como nunca fueron eternas las desdichas de los pueblos, entonces, oaxaqueños, ya podemos repetir la tremenda admonición de la leyenda homérica: Día ha de llegar en que derrumben los sacros de Ilion y perezcan Príamo y todos los suyos..... (Aplausos.) ¿Qué victoria podría esperar el Partido Cooperatista, y cuál el Agrarista, y cuál el Laborista, si el sultán de Oaxaca, como todos los déspotas, profesa la religión del egoísmo? ¿Qué actitud de concordia puede tenerse entonces con aquellos que si hubiera tenido la mayoría, ya nos hubieran hecho polvo? Indiscutiblemente que el dictamen global tuvo sus lagunas, pero fue justo, como necesario también es el dictamen global negativo, sin que nadie pueda tachar de ovejuna la disciplina del Partido Cooperatista, porque tratándose de grupos políticos, los sentimientos y los actos obedecen a otros impulsos distintos que a los actos y los sentimientos de los hombres. (Aplausos.) Por consiguiente, claro está por qué el P L C, que en otra época fue mayoría, tuvo también su característica enteramente rebañega, y entonces jamás clamó por la justicia, porque los líderes del P L C bien saben que cuando se posee la fuerza, se deja de invocar justicia. Por consiguiente, debéis poner vuestras manos sobre el corazón y pensar que la votación del dictamen global, cuando menos por lo que hace a Oaxaca, debe constituir una reivindicación justa y honrada y deben ser una llamada de atención para los que no comprenden que los gobiernos se sostienen con buen prestigio y fama, no por la fuerza ni por la imposición. (Aplausos.) Os ruego ciudadanos representantes, que no tomeís mis palabras como la voz de un despechado, porque yo traigo una votación cuatro veces mayor que la de mi contrincante, seguramente porque tuve la fortuna de contender con uno de los más torpes peleceanos; pero hubiera sido indigno de mis años y de mi raza, si no hubiera venido a aclarar la participación del Gobierno de Oaxaca en las elecciones y a ponderar la ingenuidad de la familia oficial del gobernador de Oaxaca, que ha venido a querernos dar el timo de un verdadero triunfo legítimo. (Aplausos.)

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Velasco.

El C. Saldaña José P: Moción de orden.

El C. presidente: ¿Qué artículo del Reglamento se viola?

El C. Saldaña: El 107. Se ha presentado una moción suspensiva. Y no tiene objeto después de que se trate este asunto.

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Velasco.

El C. Saldaña: Yo la entregué personalmente al señor presidente.

El C. presidente: De aquí se la han llevado los firmantes.

El C. Saldaña: Yo la presente y no he ido por ella.

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Velasco.

El C. Velasco: Señores diputados y presuntos diputados: Justo es decir la verdad, hay necesidad de conocer los hechos y hay necesidad también de que recapacitemos sobre este dictamen global negativo que viene arrancar la legalidad de muchas credenciales justamente ganadas. No vengo a decir que no habrá credenciales que no estén manchadas, pero sí vengo a asegurar, como a ninguno se le escapa, que en este dictamen global hay credenciales legítimamente ganadas. Si cada uno de los ciudadanos en cuyo poder queda la credencial que se nos arrebata tienen confianza en que legalmente ha ganado la credencial, ¿Qué se le va a dar que no se someta a discusión el caso, el que no se sujete a un debate sereno, a un debate amplio para que se aclaren las cosas? Yo personalmente estoy interesado, tengo interés en que mi caso se someta a una discusión amplia, por esto: Porque yo soy presunto diputado por el 6o. distrito electoral de Oaxaca. y en mi caso, señores. no ha habido necesidad de imposición allí, señores; soy diputado suplente a la XXIX Legislatura, y soy conocido allí desde hace muchos años, vivo allí desde hace veinte años, ¿Como no se me va a conocer? Natural es que se me conozca y que se conoce al licenciado Onésimo González, pero es necesario que sepan cómo procedió él a hacer su campaña electoral. El mismo ha declarado en la prensa de la capital que sus buenos amigos, sus correligionarios son Tereso Ojeda, Genaro Ramos, individuos perversamente calificados en la región; individuos que conservan armas en su poder y que con esas armas fueron acompañando a él y a sus compañeros, al licenciado Onésimo González, en su campaña por los pueblos. Si el señor González no se hubiera valido de este medio, si correctamente hubiera hecho su campaña como la hicieron en mi favor, hubiera ganado; pero no, señores, su campaña estuvo plagada de imposiciones; él que se queja de imposición, fue quien la hizo, y fue quien la hizo, señores, porque sencillamente el fue de pueblo en pueblo haciendo los expedientes, imponiendo su candidatura. Consta en los datos que tiene la Comisión que debe hacer dictaminado sobre mi expediente, que en todos los pueblos, que en todos los pueblos donde paso Onésimo González han venido expedientes únicamente hechos a su favor. ¿Qué quiere decir esto? Y consta también, horadamente lo reconoció el señor Espinosa y Elenes, que en mi tierra, en los pueblos donde luché, hay votos para mí y para él. ¿Quién procede horadamente? Aquel en cuyo expediente hay solamente votos unánimes, o aquel en cuyo expediente hay votos para el contrario y para él. Yo desearía que se hiciera justicia en este caso; pero creo que no se puede hcer justicia. El dictamen está por ser aprobado y yo exijo que se proceda con legalidad. El licenciado Onésimo González no tiene seguridad en su triunfo legal, si sometemos al tamiz de la legalidad de los votos que él a venido a presentar a esta Cámara. Por esto ha venido a sorprender a la honorable Asamblea, procurando que lo metan en el dictamen global. Esto de acudir al dictamen global para arrebatar credenciales, es la puñalada del pícaro que asalta en una encrucijada; pero siquiera ese pícaro se arriesga a que le quiten la vida; pero aquí viene solapadamente a robarse una credencial; pero yo creo que ustedes deben meditar bien este asunto para impedir que se arrebaten credenciales legítimamente ganadas y todavía aquí se quiere hacer alarde de legalidad. No, señores; protesto mil veces

en nombre del pueblo que me ha electo, protesto por estas calumnias, protesto y quiero que la prensa haga constar esta protesta. Suplico con toda corrección, con toda atención a la prensa de la capital, que haga constar la protesta del ciudadano Gustavo Velasco candidato triunfante en el 6o. distrito electoral de Oaxaca, que haga constar la protesta más solemne y más enérgica, por habérseme arrebatado la credencial en esta ocasión. Es bastante difícil penetrar al objeto político en este caso, bastante difícil, para quien ignora el enredo que hay de por medio. El licenciado Onésimo González nos da la clave, él mismo andaba por allí por los pueblos de Pochutla, ofreciéndoles varias cosas cuando se gobernador del Estado, y en seguida lo veremos lanzarse como gobernador del Estado y entonces verán ustedes por qué se me ha arrancado la credencial a mí. No quiero de ninguna manera que se me diga que vengo a decir mentiras; los ciudadanos de allá lo han dicho y ellos lo confirman, y si el licenciado.Onésimo González tuviera voz en este Colegio Electoral, yo lo interpelaría para que me dijera varias cosas que en realidad nos darían la clave de su conducta. Respecto de las demás elecciones en el Estado de Oaxaca., como lo ha dicho elseñor., Vásquez, nada podría decir; yo hablo de mi tierra que conozco, que me ha electo, y por lo que vengo a protestar nuevamente, solemnemente, enérgicamente, por habérseme arrebatado mi credencial.

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Martín Luis Guzmán en nombre de la Comisión dictaminadora, por tener conforme al Reglamento derecho a hablar cuentas veces lo solicite, y por no haber oradores inscriptos en pro, habiéndose agotado los del contra que permite el Reglamento. Una vez que terminen las comisiones, se permitirá hablar a diez y seis oradores que hay anotados en contra.

El C. Guzmán Martín Luis: Señores diputados.... (Voces: ¡Es necesario que nos dejen hablar: Tenemos derecho a hablar!)

El C. presidente: La Asamblea lo dirá después.

El C. Cortina: Usted me había autorizado con su venia.

El C. presidente: Como su señoría ignora el Reglamento, no sabe que cuando han hablado tres en contra y tres en pro, se pregunta si se permite hablar a los otros.

El C. Cortina: Fuí uno de los primeros que me anoté. (Gran desorden. Campanilla.)

El C. Guzmán Martín Luis: Señores diputados y.... (Desorden.)

El C. Farrera, interrumpiendo: Si os guíais por el Reglamento, ¿Por qué no nos dejáis hablar?

- El. C. Guzmán Martín Luis, continuando: Señor Farrera, ruego a usted que me escuche. Dice el señor Velasco que no se puede hacer justicia en este trance doloroso para él en el cual yo lo acompaño muy sinceramente porque me pongo en su lugar.Yyo le ruego al señor Velasco que me permita decirle que se equivoca, sí se puede hacer justicia. Estamos ante una situación positivamente trágica, en el sentido clásico de la palabra es decir, una situación en que se encuentran dos fuerzas aparentemente de un modo justificado. En esta situación trágica yo creo que las personas cuyas credenciales están incluídas en el dictamen global para ser desechadas, tienen naturalmente que sentir un movimiento de indignación en el cual probablemente son sinceras, aun cuando la razón no les asista, y nosotros tenemos que aceptar el chaparrón de injurias que como miembros de las comisiones se nos han hecho. Se ha hablado de falta de vergüenza, se ha hablado de paquetes no abiertos, se ha hablado de todo lo que los señores del contra han querido hablar y las comisiones, sin embargo, se han mantenido dentro del límite de absoluta discreción y no han dicho ni una sola palabra que no se refiera al aspecto legal de estos asuntos. Yo sé decir, como miembro de la 8o. Sección de la 1a. Comisión, que a mi cuidado se entregó el expedienete del 1er. distrito electoral del Estado de Veracruz, por el cual ha traído credencial mi amigo el señor Octavio Medellín Ostos; yo le protesto al señor Medellín Ostos que al estudiar su expediente le he hecho absoluta justicia. No tengo en el fondo de mi conciencia un solo ápice de remordimiento ni nada que me lo indique en cuanto al caso suyo que ha estado a mi cuidado, y para que el señor Medellín Ostos y todos los que me escuchan se expliquen por qué no abrigo ninguna duda en este caso, he de decirles que hace cinco o seis días estuvo a verme el señor Medellín Ostos en mi oficina a hablarme de su expediente. Yo, que lo estimo por motivos culturales y por otras razones que hacen al caso, le dije: "Compañero, me encuentro en una situación difícil; yo le ruego que haga gestiones para que este expediente salga de mis manos; porque si he de fallar en el asunto junto con mis compañeros, le auguro que no puedo fallar sino en su contra por estas y estas razones". El señor Ostos ha llegado a mi Sección hoy en la tarde en los instantes en que se redactaba el dictamen, me ha encontrado con su expediente en las manos, ha visto los paquetes; pero no me dejará mentir si le digo lo siguiente: Le he mostrado paquetes electorales que contienen centenares de boletas cruzadas por una sola mano y por un solo lápiz en casillas en las cuales sus contrincantes no obtuvieron un solo voto. Le he mostrado un documento oficial que hace fe plena, según el cual la cabecera del distrito fue cambiada de Pueblo Viejo a Ozuluama el día 31 de mayo anterior a las elecciones, con el objeto de que la Computadora no se instalara en Pánuco, donde algunos de sus contrincantes tenían probabilidades de obtener mayoría en las casillas . Le he mostrado, perdóneme, compañero....

El C. Medellín Ostos: ¡No es verdad!

El C. Guzmán: Todo lo que he dicho es cierto; todo lo que digo ahora se lo dije a usted y tengo la seguridad de que no le miento. Le he mostrado al compañero Ostos paquetes que no traían absolutamente ninguna documentación, no son más que las boletas; ante esto le he preguntado al compañero Ostos: Compañero Ostos, ¿Usted qué podría hacer? El, que es hombre honrado, aun C cuando me explico muy bien que aquí le ofusque la idea de que va a tener que abandonar este salón probablemente si el fallo de la Asamblea le es adverso, me dijo: Yo no me opongo a que se me anulen todos los votos, pero que se dé el triunfo a quien

realmente lo haya obtenido. Yo les protesto a ustedes bajo mi palabra de honor, y junto conmigo creo que igual harán los miembros de la 8a. Sección de la Comisión Revisora de Credenciales, que he fallado en plena justicia este caso, y les aseguro a ustedes que hasta donde alcanza la sabiduría muy relativa de un presunto diputado o diputado que de pronto se encuentra con un caso complicadisímo de elección, hasta donde esa sabiduría alcanza, yo he obrado con estricta justicia y con estricto apego a la ley y con el conocimiento más amplio que he podido tomar del expediente. (Aplausos.)

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Parra Enrique, miembro de la Comisión.

El C. Medellín Ostos: ¡Señor presidente, para una interpelación!

El C. presidente: (Campanilla.) Tiene la palabra la Comisión porque tiene derecho, conforme al Reglamento, para hablar cuando lo solicite.

El C. Medellín Ostos: ¡Yo también tengo derecho....!

El C. presidente: (Campanilla.) No tiene usted la palabra. Ya habló usted. Antes de usted hay inscriptos otros oradores. En estos momentos, conforme al Reglamento, tiene la palabra la Comisión.

El C. Medellín Ostos: La pido sólo para dos interpelaciones. (Campanilla.) Unicamente quiero hacer dos interpelaciones. ¡Tengo derecho! (Desorden.)

El C. presidente: (Campanilla.) Tiene la palabra la Comisión.

El C. Parra Enrique: Señores diputados y presuntos diputados: Es una obligación de la Comisión a la que me honro en pertenecer, fundar sus procedimientos. Vengo a continuar la obra emprendida por el compañero que me procedió en el uso de la palabra, con el fin de justificar hasta donde es posible los procedimientos que ha seguido la Comisión Revisora de Credenciales. Antes de eso, señores., diputados y presuntos diputados, ustedes me permitirán que me asombre de que haya despertado tanto ruído un dictamen que ha sido perfectamente fundado. Mi asombro viene de acá: Las comisiones, al emitir estos dictámenes, han seguido -como lo ha demostrado un caso particular el señor Martín Luis Guzmán y como procuraré demostrarlo yo- un criterio legal. En algunos casos ha atendido también a circunstancias políticas y en otros también ha tenido en cuenta el punto de vista moral. Esta forma de juzgar ha estado ya despertado tanto ruido un dictamen que ha sido perfectamente justificada. Anoche se pretendió establecer un nuevo criterio y ese criterio no alarmó a la Asamblea. Se trataba de establecer el criterio que sostuvo Soto y Gama, en virtud del cual no era necesario atender a la ley, ni revisar los paquetes electorales, porque todos los documentos expedidos por los presidentes municipales eran anodinos; no era necesario tocar los paquetes; sólo bastaba que un miembro del partido indicara a otro cuántas asociaciones o sindicatos había en determinado lugar para que por deducciones se llegara a la conclusión de que había sido electo diputado el que estaba en último lugar. Ese criterio sí era alarmante y nadie se alarmó, al contrario, fue aplaudido por los mismos que hoy atacan el dictamen, ese dictamen que está formado en un criterio cooperatista, si ustedes me permiten el vocablo, es decir, en un criterio que tiene por base la ley y toma en cuenta las circunstancias políticas cuando es necesario, y las morales cuando es preciso. ¿Por qué ante aquel criterio que se apartaba de toda ley nadie se alarmó? ¿Por qué ante aquel criterio agrarista todo el mundo aplaudió y ante este criterio que está fundado en la ley en las constancias de cada uno de los expedientes nace la alarma? Quiero presentar ante ustedes los dos casos concretos que tengo en la mano; naturalmente que tengo obligación de creer que todos los demás casos que no han pasado por mi sección han sido tan bien estudiados como éstos y, en consecuencia, tengo que justificar los actos todos de las comisiones de la misma manera que justifico los que han sido realizados por la sección que tengo el honor de presidir. He tomado los dos casos que pudieran ser más atacados. Voy a decir a ustedes: El primer caso se refiere al primer distrito de Guerrero; en este caso las comisiones han dado el triunfo al que está en tercer lugar, de manera que el caso es alarmante; sin embargo, voy a demostrar a ustedes por qué la Comisión se vío en la necesidad de dar el triunfo al que está en tercer lugar. Debe estar en el salón el ciudadano presunto diputado que presentó la credencial y que en primer lugar, me refiero al señor Manuel López....

El C. López Manuel: Servidor de usted.

El C. Parra: Señor compañero: Quiero satisfacer a usted dándole explicaciones acerca de por qué esta Comisión ha dictaminado así. Empiezo por su credencial, señor compañero, y hago constar que no tiene las firmas que la ley exige. Yo suplico a la Secretaría certifique que esta credencial no contiene las firmas de los cuatro secretarios.

El C. López Manuel: ¿Me permite usted?

El C. Parra: Cuando yo termine, compañero.

El C. secretario Ollivier: La Secretaría da fe de tener a la vista una credencial firmada sólo por un presidente y dos secretarios.

El C. López manuel: ¿Me permite dar una explicación?

El C. Parra: Sigo haciendo referencia a documentos que justifican la presión que se ejerció en las casillas en favor de la votación de usted y conste que son de dos clases. Ayer, cuando se leían aquí documentos expedidos por presidentes municipales, el señor Soto y Gama los tachaba de nulidad, porque los presidentes municipales son capaces de todo, según él; en cambió, él presentaba un documento firmado por varios vecinos y ese sí era válido porque él lo tenía. Pues yo presento los dos, uno firmado por varios vecinos y otro por presidentes municipales, que demuestran que se ejerció una presión horrible para obtener el triunfo en la candidatura de usted. Suplico a la Secretaría les dé lectura.

- El C. secretario Ollivier, leyendo:

"En la ciudad de Tecpan de Galeana a los diez y nueve días del mes de julio de mil novecientos veintidós, los que suscribimos presidentes de casillas, hacemos constar que nos consta de vista y de ciencia cierta, que ante la H. junta

Computadora de este 1er. distrito electoral que se encarga de hacer la computación de votos obtenidos por los candidatos a diputados al Congreso de la Unión, que los expedientes de las casillas de la 1a. a la 10 de Coahuayutla, y de la 4a., 5a., 6a., 7a., 8a., 9a., 12, 13, 17, 18 y 21, correspondientes a la Unión,distrito de Montes de Oca, fueron entregados por un solo individuo, a quien hemos visto y nos consta que es sirviente del licenciado Manuel López; en vez de que fueran entregados por los respectivos presidentes de casillas. Así también nos consta y además es público y notorio, que antes de entregar los expedientes de referencia, fueron abiertos y arreglados como les convenía, en las oficinas de la presidencia municipal, en el Juzgado de Primera Instancia y en la casa habitación del secretario del Juzgado de Primera Instancia de esta ciudad; siendo dicho secretario, hermano del señor Teófilo Castañón que figura como diputado suplente del licenciado Manuel López.

"Todo lo cual hacemos constar para los efectos legales correspondientes y a pedimento del señor Ismael Carmona, que es candidato a diputado propietario por este distrito, lanzado por el Partido Cooperatista nacional de la ciudad de México. - Pedro M. Ortíz.-Anselmo Rosa. - A. Barriga. - R. S. Vargas. - Elpidio Galeana. - Crisanto Alarcón."

Una estampilla de a cincuenta centavos cancelada con un sello que dice:

"Ayuntamiento Constitucional de Municipio de Coahuayutla. Estado de Guerrero.

"El C. Sinecio Aburto, presidente del H. Ayuntamiento de esta cabecera, certifico:

"Que por informes que en lo particular se han obtenido en esta presidencia municipal de mi cargo, se tiene conocimiento de que en la mayoría de las casillas electorales de este municipio, se violó la ley por los representantes de los partidos políticos en las que se ejerció presión a favor de la candidatura independiente para diputados al Congreso General, ciudadanos licenciado Manuel López y Teófilo Castañón, jr., con objeto de que dicha candidatura sacara la mayoría de sufragios en las elecciones del día dos del mes en curso.

"A solicitud del C. Martín Bucio, representante de la candidatura Nacional Cooperatista, licenciado Evodio Castro y Plácido A. Maldonado, expido el presente en Coahuayutla de Guerrero a los cuatro días del mes de julio de mil novecientos veintidós.

-Sinecio Aburto.-E. Aguilas, secretario."

Una estampilla cancelada con un sello que dice: "Ayuntamiento Constitucional del Municipio Libre de la Unión. - Departamento de Montes de Oca. - Guerrero.

"El C. Aurelio Gómez, presidente municipal de esta cabecera, que suscribe:

"Certifica: Que le consta de vista y ciencia cierta que en varias casillas electorales de esta población se ejerció presión en los electores por los representantes de la candidatura independiente Manuel López y Teófilo Castañón, jr., con objeto de que dieran el voto en favor de sus representados, así como en otras también hubo la presión de varios hacendados parciales del licenciado Manuel López que se presentaron en masa con sus inquilinos para que dieran el voto en favor de la propia candidatura.

"Y a solicitud del señor Jesús Maldonado, representante de la candidatura Castro-Maldonado, del partido Cooperatista Nacional, expido el presente en la Unión, Guerrero, a dos de julio de mil novecientos veintidós.-A. Gómez.- Francisco A. Meza, secretario."

El C. parra, continuando: Han visto ustedes, señores compañeros, que la credencial...

El C. López Manuel, interrumpiendo: ¿Me permite usted que se dé lectura a un documento? - El C. Parra: Cuando haya terminado. Han visto ustedes, señores diputados y presuntos diputados, que la credencial del Señor López no tiene los requisitos logales. Se han cerciorado ustedes de que tanto por constancias de la presidencia municipal como por declaraciones de vecinos, es indudable que se ejerció presión para obtener esos votos. Sin embargo, no se detuvo allí la Comisión: Tengo en la mano -y no quiero fatigar a la Secretaría con que le dé lectura, pero si es necesario lo haré- el certificado expedido por un notario en virtud del cual consta que no se registró debidamente la candidatura del señor López, supuesto que se hace figurar como independiente y jugó con boletas en las cuales había distintivo. Todavía no se detuvo allí la "omisión: fue a buscar dentro del expediente hasta llegar a este documentos sí es preciso que sea conocido de ustedes para que se den cuanta de hasta dónde llegó la presión. - El C. secretario Ollivier, leyendo: "Patria y Libertad.-Ayuntamiento Constitucional.-Tecpan, Galeana, Guerrero. "Por orden del señor gobernador , proceda a comunicar desde luego a todas las autoridades comprendidas en el 1er. distrito electoral, que las elecciones para diputados al Congreso de la Unión deben hacerse a todo trance y sin pretexto alguno a favor del señor licenciado Manuel López, como diputado propietario, y Teófilo Castañón como diputado suplente, por convenir así a los intereses del gobierno. "Tecpan de Galeana, a 19 de junio de 1922.- El presidente municipal, Ramón Solís. "Al C. presidente, municipal de la ñión, distrito de Montes de Oca, señor A. Gómez." (Siseos.) - El C. Parra, continuando: En estas condiciones, la Comisión no pudo rendir un dictamen favorable al señor López; por esto se tacha a las comisiones de que hayan expulsado del seno de esta Asamblea a aquellos que no han ganaddo legítimamente la elección. Así es como han procedido las comisiones. - El C. López: permítame usted una aclaración. - El C. Parra: Cuando haya terminado, hará usted cuantas guste. Viene después del señor López otro candidato, el señor Francisco Escudero, jr., ¿y sabe usted, señor López, por qué al que ocupa el segundo lugar ha sido necesario descartarlo? Por las mismas pruebas que usted presentó. Ha quedado demostrado que este señor Escudero está procesado. El otro interesado me presentó copia certificada de la Suprema Corte de Justicia, en la que aparece que se abrió un proceso, que pidió amparo el señor Escudero y que se le negó. Me trajeron también un certificado expedido por el juez de Primera

Instancia de Galeana, conteniendo una lista de presos, entre los cuales figura el señor Francisco Escudero jr. Todavía más: el mismo señor López me presentó original un acta en virtud de la cual consta que el señor Escudero es hijo de españoles, y en la declaración expresa del padre, el registrarlo, se dice que el hijo conserva su nacionalidad. ¿Cómo es posible que la Comisión deje de tomar en cuenta esos documentos? Pero ustedes dirían, de detenerse ahí, que los ataques de los señores no han sido tomados en consideración. También fueron tomados en consideración. Los mismos dos señores López y Escudero se dirigieron al juez de Distrito de Acapulco para que justificaran que el señor Carmona, a quien dimos el triunfo, estaba también procesado, y el juez contestó en los siguientes términos: "Ciudadanos secretarios de la H. Cámara de Diputados: "Manuel López y Francisco Escudero, jr., por telegrama hoy solicitan se informe esa H. Cámara si contra Ismael Carmona se ha dictado orden de aprehensión por delito violación Ley Electoral Poderes Federales. Juzgado mi cargo no ha librado dicha orden." Señores ante una justificación de esta naturaleza contra los ataques de los señores, y visto que no existe ningún otro vicio en los votos que tiene el señor Carmona, ha sido absolutamente necesario que la Comisión obre con la honradez con que es necesario proceder en estos casos y le dé el triunfo al candidato que representa la voluntad popular. (Aplausos.) Quiero referirme, siquiera sea ligeramente, a otro caso que también es típico -actualmente es diputado el candidato derrotado-: me refiero al 12 distrito de Veracruz. La Comisión ha dictaminado en favor del señor Puig y cassauranc, y ha sido derrotado el señor Cortina, diputado actualmente en ejercicio. En unas cuentas palabras diré a ustedes cuál es el fundamento de este dictamen, y espero de la Asamblea que se sirva decir si la Comisión ha estado en lo justo. Se reunieron en ese distrito dos juntas computadoras; una de ellas se reunió en el lugar designado por la Presidencia Municipal y a la hora señalada por la ley. Concurrieron a ella diez y siete presidentes de casillas, y en esta Junta Computadora, reunida con todos los requisitos legales, obtuvo el triunfo decidido el señor Puig Cassauranc. Al lado de esa Junta y a hora distinta de la señalada por la ley , se reunió otra Junta Computadora, y ésta le dío el triunfo al señor Cortina. pero si siquiera hubiera alguna explicación, alguna razón para que la segunda Junta se hubiera reunido, la Comisión la hubiera tomado en cuenta; pero la única razón que en el expediente consta, es la de que el señor presidente municipal, en atención a que había señalado lugar a la primera Junta un día antes de aquel en que debía reunirse, había cambiado de parecer y había señalado otra hora para la Junta. Esto no es creíble, porque se sale de las funciones que la ley atribuye a los presidentes municipales, diciendo que señalarán lugar y hora para la Junta, antes del día en que deban reunirse. Todavía va más allá la Comisión, ¡miren ustedes hasta dónde llegan las comisiones de ese partido! Convencida la Comisión de esa irregularidad, de que una JUnta era verdadera y la otra no -tal vez excediéndose en sus facultades-, revisa los paquetes de las dos juntas computadoras, y al hacer el resumen, no tiene más que protestas de una casilla , habiendo perdido en las de|mas todos los candidatos.... Respecto de una casilla, en la que consta por acta otorgada ante notario, que se instaló en lugar distinto y muy distante del lugar señalado en el que obra en poder de la Comisión, todas las boletas dadas a los electores son nulas para todos los candidatos que allí jugaron. Hecho el cómputo de las dos juntas computadoras, obtuvo todavía el triunfo el señor Puig Cassauranc, por lo que la Comisión no pudo sino declarar que éste era el diputado. - El C. Cortina, interrumpiendo: ¡Miente usted! - El C. Presidente: Se llama al orden al presunto diputado, y si no retira su ofensa, se le mandará salir del salón. - El C. Parra: Aquí están las pruebas. - El C. presidente: Tenga usted la bondad de retirar su insulto. - El C. Cortina: ¿Cuál es el insulto que dice usted he dirigido a la Comisión? - El C. presidente: Dijo usted a la Comisión que mentía. - El C. Cortina: Pues... no miente la Comisión. - El C. presidente: Tenga usted mucho cuidado, porque la Presidencia va a cumplir con el Reglamento enérgicamente. - El C. Parra, continuando: Siento mucho no haber escuchado la interrupción para haberle hecho el caso debido. Pues bien; la Comisión que presido así ha procedido... (Voces: ¡A votar!) Voy a terminar.... (Voces: ¡A votar!) Efectivamente, el asunto no merece más que votarse. (Voces ¡No! ¡Si!) - El C. secretario Gandarilla: Se pregunta si el asunto se considera suficiente discutido. (Voces: (Voces: ¡No! ¡Pido la palabra! ¡Sí!) Los que estén por la afirmativa, sírvanse manifestarlo. (Voces: ¡Que permanezca la Comisión para hacerle varias interpelaciones!) Se considera suficientemente discutido. En votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa, sírvanse manifestarlo. Aprobado. La Presidencia, por conducto de la Secretaría, declara que son válidas las elecciones verificadas en los distritos electorales que se mencionan en el dictamen, y son diputados los ciudadanos que en el mismo se expresan. - El C. presidente, a las 22.30: Se levanta la sesión y se cita para mañana a las 16.