Legislatura XXX - Año I - Período Ordinario - Fecha 19220826 - Número de Diario 7
(L30A1P1oN007F19220826.xml)Núm. Diario:7Colegio Electoral
ENCABEZADO
MÉXICO, SÁBADO 26 DE AGOSTO DE 1922
DIARIO DE LOS DEBATES
DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS
DEL CONGRESO DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS
Registrado como artículo de 2a. clase en la Administración Local de Correos, el 21 de septiembre de 1921
AÑO I. - PERIODO ORDINARIO XXX LEGISLATURA TOMO I. - NUMERO 7
7a. JUNTA PREPARATORIA
DE LA
CÁMARA DE DIPUTADOS
EFECTUADA EL DÍA
26 DE AGOSTO DE 1922
SUMARIO
1. - Se abre la sesión. Lectura y aprobación del acta de la anterior. Para hechos usan de la palabra varios ciudadanos diputados.
2. - Sin discusión es aprobado el dictamen relativo a los distritos electorales 3o. de Sinaloa, 3o. del Estado de Veracruz y 4o. de Zacatecas.
3. - Se discute y aprueba el dictamen correspondiente al 5o. distrito electoral del Distrito Federal. Se levanta la sesión.
DEBATE
Presidencia del
C. PRIETO LAURENS JORGE
(Asistencia de 183 ciudadanos diputados y presuntos diputados.)
El C. presidente, a las 13.18: Se abre la sesión.
- El C. secretario Ollivier, leyendo:
"Acta de la Junta Preparatoria celebrada por la Cámara de diputados del Congreso de la Unión, el día veinticinco de agosto de mil novecientos veintidós.
"Presidencia del C. Jorge Prieto Laurens.
"En la ciudad de México, a la diez y ocho horas del viernes veinticinco de agosto de mil novecientos veintidós, se abrió esta Junta con asistencia de ciento setenta y cinco ciudadanos diputados y presuntos diputados, según aparece en la lista que paso el ciudadano secretario Ollivier.
"El acta de la Junta celebrada el día anterior, fue aprobada con la aclaración del C. Manrique, de que él no había interrumpido al C. Siurob cuando hablaba.
"Se puso a discusión un dictamen de la décima Sección de la 1a. Comisión de Poderes, que en su parte resolutiva dice:
"Son válidas las elecciones ordinarias celebradas en el 13 distrito electoral del Estado de Veracruz, para la renovación del Poder Legislativo federal, y en consecuencia son diputados propietario y suplente por el propio distrito, respectivamente, a los CC. Guillermo Fernández y Juan Galicia."
"El C. Eulalio Martínez habló en contra. en pro lo hizo el C. Manlio Fabio Altamirano, de quien contestó una interpelación el C. Eulalio Martínez. El C. José F. Gutiérrez usó de la palabra en contra, y sus conceptos motivaron aclaraciones del C. Manlio Fabio Altamirano. El C. Barón Obregón se produjo en apoyo del dictamen. El C. Francisco Modesto Ramírez, a nombre de la Sección dictaminadora, contestó una pregunta del C. Díaz Soto y Gama, y otro tanto hicieron lo CC. Guillermo Rodríguez y Manlio Fabio Altamirano.
"La Presidencia, después de que hizo aclaraciones, concedió la palabra en contra al C. Morones, pero en ese momento el C. Díaz soto y Gama pidió la palabra para moción de orden; el presidente se la negó; aquel representante insistió, y entonces se produjo un incidente que concluyó con la resolución de la Presidencia, a las diez y nueve horas y treinta minutos, de suspender por media hora la Junta.
"Reanudada ésta a las veinte horas y quince minutos, después de que la Secretaría paso lista y comprobó la presencia de ciento setenta y siete miembros de la Asamblea, la propia Secretaría leyó los artículos reglamentarios 19, 20, 21, 103 y 199, la Presidencia hizo aclaraciones para justificar sus procedimientos durante el incidente que momentos antes había tenido lugar.
"A solicitud del C. Siurob, la Presidencia ordenó la salida de varias personas ajenas a la Asamblea que estaban en el salón.
"Reanudando el debate del dictamen, habló en contra el C. Morones. El orador, durante su discurso y refiriéndose a dos miembros de la Asamblea, pronunció las palabras "testaferros" y "lacayos". La Presidencia lo invitó para que las retirara, pues de lo contrario se haría constar en esta acta, y a ello no accedió el C. Morones.
"En pro habló el C. Carlos Puig Casauranc. El C. Díaz Soto y Gama usó de la palabra en contra, pero antes solicitó la lectura de los artículos 103 y 104 del Reglamento, lo que cumplimentó la Secretaría por orden de la Presidencia. El orador dirigió interpelaciones a los CC. Guillermo Rodríguez, Manlio Fabio Altamirano, José Gutiérrez, Aurelio Manrique Rodrigo Gómez, Eulalio Martínez y Francisco Modesto Ramírez, siendo interrumpido por el C. Roberto Rivero, para pedir el cumplimiento del artículo 102 de Reglamento, por lo que se hizo la consulta procedente a la Asamblea, y esta
resolvió que el orador continuara en el uso de la palabra.
"Así que concluyó el C. Díaz Soto y Gama, nuevamente el C. Manlio Fabio Altamirano habló en pro, y acto continuo el C. Díaz Soto y Gama respondió a una pregunta del C. Siurob, y el C. J. Pascual Alejandre contestó alusiones personales.
"Suficientemente discutido el dictamen, fue aprobado en votación económica, y la Secretaría hizo la declaratoria de rigor.
"A las veintidós horas y treinta minutos se levantó la Junta y se citó para las once horas del día siguiente."
Está a discusión el acta. No habiendo quien haga uso de la palabra, en votación económica se pregunta si se aprueba. Aprobada.
El C. presidente: Tiene la palabra para hechos el ciudadano Justo A. Santa Anna.
El C. Santa Anna: Señores: Siento que en estos momentos no se encuentre presente ese solemne farsante que se llama Luis Morones. (Aplausos.) Y lo siento, porque yo no acostumbro hablar nunca detrás de nadie; pero ayer, terminada la sesión, cuando este individuo había volcado un aluvión de injurias y de inmundicia contra los hombres honrados que estamos en "El Universal", por disciplina, por que así me lo indicó la Presidencia, dejé mi turno para hablar en esos momentos. Yo soy de los que este pontífice clasificador de los intelectuales consideró como de las mentalidades de segundo orden de "El Universal". Acepto la clasificación, no me importa. El señor Morones viene aquí continuamente a hablarnos de honradez, de obrerismo, de no sé cuántas cosas y en la conciencia de todos está quién es Morones: un farsante, un falsario, un impostor. (Aplausos.) Yo, señores, no soy orador ni tengo prácticas parlamentarias; soy un humilde reportero que por el cariño de sus conciudadanos ha llegado al lugar en que se encuentra. No vengo aquí con ningunas pretensiones; vengo solamente a hablar con la sinceridad de todo hombre honrado que nunca ha tenido ingerencia en los asuntos políticos y que jamás se ha mezclado en ningún chanchullo de ningún orden ni de ninguna clase. El señor Morones, todos ustedes lo saben, viene siempre a hablarnos de que es el líder de los obreros. Yo quisiera que algunos de los señores que se dicen simpatizadores de Morones, que no lo conocen bien, se dieran una vueltecita por su gabinete que tiene en los Establecimientos Fabriles. ¡Qué gabinetito, señores! Ya lo quisiera el más grande califa. Allí se da baños de rosas; bueno, de toda clase de perfumes, es un verdadero sibarita ese farsante. Yo quisiera que los hombres honrados, no ese necio que se ríe, sino los hombres honrados, fueran a ver, a esculcar, a conocer el lugar donde este señor se viste, y verían si puede se líder de obreros, si puede ser hombre honrado, hombre sincero el que viene hablándonos de proletariado aquí, el que viene hablándonos de principios y se da el boato de todo un gran señor. Algunos de los aquí presentes saben esto, no sé si estará aquí el señor diputado Argüelles, él alguna vez conmigo tuvo ocasión de conocer el gabinetito famoso. El señor Morones, y puede preguntarlo cualquiera de los aquí presentes, todos los días se toma su desayuno de no menos de diez pesos, que manda buscar en un automóvil a "El Globo"; este es el líder obrerista, este es el hombre honrado y el gran defensor del proletariado. El señor Morones ha venido aquí a volcar toda clase de injurias y de ignominias contra el señor ingeniero Palavicini; yo no quiero hablar aquí en defensa del ingeniero Palavicini, porque se me tacharía de parcial; soy paisano de él y soy amigo de él desde que era yo un niño; pero los hechos y su conducta lo han justificado suficientemente ante la faz entera de la nación. Yo, señores, no quería pasar desapercibido este ataque, y que por eso he venido a pronunciar aunque fuera estas cuantas palabras de protesta. (Aplausos.)
El C. Puig y Casauranc José Manuel: Pido la palabra para hechos.
El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Puig y Casauranc.
El C. Puig y Casauranc José Manuel: Yo me reservo para contestar.... (Voces: ¡Tribuna!) Señores diputados: firmemente decidido a no subir a la tribuna para contestar alusiones personales, me reservo a contestar en el curso del próximo debate, si está presente el ciudadano Morones, las alusiones con que fui tocado ayer, aunque reconozco el derecho que habría en hablar en su ausencia, porque en ausencia del diputado Pérez Taylor lo insultó; yo prefiero en el curso de un debate entrar a esa polémica enfrente del ciudadano diputado Morones. (Aplausos.)
El C. Pérez Taylor: Pido la palabra para alusiones personales. (Aplausos.)
El C. presidente: Tiene usted la palabra.
El C. Pérez Taylor: Señores diputados y presuntos diputados: Ruego a sus señorías guarden toda la ecuanimidad posible y escuchen con detenimiento lo que voy a decir. Ya es tiempo de que arranquemos la careta a esos fariseos especuladores del obrerismo nacional. (Aplausos.) Ya es tiempo, como la conciencia pública lo está pidiendo continuamente, que señalemos con dedo implacable esos neurasténicos de la demagogia , que únicamente vienen aquí a destruir a la patria, en lugar de justificar los actos de la revolución y en lugar de hacer obra patriótica con la finalidad única y exclusiva del bien de todos los ciudadanos de la República. Una vez Cicerón, cuando era atacado virulentamente por aquel agitador llamado Foción, dirigió estas sesudas palabras al concurso romano: "Ya es tiempo de que el pueblo no escuche con toda atención a aquellos individuos que aunque poseedores de una sublime elocuencia, no llevan dentro de su fondo un gran principio moral y que su vida pública, al igual que su vida privada, sea perfectamente intachable". Por eso cuando veo yo al señor Luis N. Morones, director del Departamento de Fabriles, con sesenta pesos diarios, con automóvil a la puerta, con alhajas como un perfecto explotador, yo no puedo menos que levantarme indignado, indignado como se levantan las galerías, como se levanta la conciencia pública a decir: ¡Calla, farsante, ya es tiempo de que se te arranque la careta! (Aplausos.) Ayer el señor Morones en mi ausencia me llamó lacayo, vertió toda la inmundicia de su letrina sobre un ciudadano ausente sin que el ciudadano, que al verlo recuerdo también esa bellísima figura de Cicerón: una vez al estar atacando a un individuo todo gordura le dijo: ¡Ah!
su señoría no puede pensar de cosas ideales porque es todo vientre desde la cabeza hasta los pies. (Aplausos.) Pues bien, en unas cuantas pinceladas este modesto periodista que en unión de todos los de su gremio ha recibido desde hace tiempo los insultos y las diatribas de ese señor todo vientre, socialista con cerca de medio millón de pesos....
El C. Santa Anna, interrumpiendo: Rectifico, señor son dos millones.
El C. Pérez Taylor, continuando: Voy a decirle cuál ha sido su vida política desde el principio hasta el fin. Nosotros, con esa facilidad que tenemos de mezclarnos en todos lados, de platicar con personajes, de introducirnos ya con el doctor Tlaltepaque, en la Colonia de la Bolsa o ya con el señor Plutarco Elías Calles en el palacio Cobián, nosotros puede decirse que hemos recorrido toda clase de esferas sociales y más o menos conocemos a los hombres y he aquí que el señor Morones, y el compañero Soto y Gama podrá atestiguarlo, jamás hizo nada en la Casa de Obrero Mundial en la época de Victoriano Huerta. ¿Es cierto, compañero? Nunca se presentó en la Casa del Obrero Mundial. Cuando la Soberana Convención Revolucionaria, cuando surgió una huelga de electricistas, el compañero González Garza, encargado del Poder Ejecutivo, ¿nombró al ciudadano Morones gerente de la compañía Telefónica Mexicana?
El C. González Garza: Con permiso de la Presidencia. Honradamente declaro que en este momento no recuerdo; tuve un incidente muy grave con este señor, y probablemente por asociación de ideas me quita el punto que usted me pregunta. No recuerdo si lo nombre.
El C. Pérez Taylor: Pues sí nombró la Soberana Convención. A nuestro éxodo a Cuernavaca el señor Morones se quedó aquí. A nuestro regreso de Cuernavaca Morones siguió fungiendo como director, como gerente de la Compañía Telefónica Mexicana. A nuestro nuevo éxodo hacia Toluca, el señor Morones, que era empleado de la Soberana Convención, como la primera vez optó por quedarse, y he aquí el principio de la carrera política obrerista del señor Luis N. Morones. Fue convencionista, fue obregonista, luego fue pablista, luego fue carrancista, luego fue Aguirre - berlanguista y luego obregonista. (Murmullos.) Pues bien, es cierto que en política toda esta clase de asuntos más o menos de los "istas" no hace al caso (Voces: ¡Cómo no!) porque en política yo creo que una de las grandes virtudes que deben existir por encima de todas las pasiones, es una pasión de la amistad, es la pasión o la virtud de la gratitud, porque para mí la gratitud es una verdadera virtud perfectamente desconocida en nuestro medio podrido de pasiones políticas. El gran Octavio Augusto decía: "el hombre ingrato no merece formar parte de la grey humana". Pues el señor Morones, que fue agente confidencial de don Venustiano Carranza, el señor Luis N. Morones, que fue agente confidencial del licenciado Manuel Aguirre Berlanga, después les mordió la mano, los traicionó y los desconoció. ¡Y el señor Morones me dice lacayo del ingeniero Félix F. Palavicini! ¡Si el ingeniero Palavicini no necesita lacayos! Es un espíritu muy alto, es un hombre bastante honrado para admitir lacayos. No, yo no desconozco los favores recibidos del ingeniero Palavicini; yo los acepto y lo proclamaré en todas partes; yo soy un hombre grato, y si Luis N. Morones mordió y traicionó a don Venustiano Carranza, yo no traicionaré ni modere al ingeniero Félix F. Palavicini. (Aplausos.) Pero viene la parte más honda del asunto, viene la parte medular, se puede decir, de la política obrerista del líder Luis N. Morones. Ya en la conciencia pública está que es un hombre que se ha enriquecido con los puestos públicos; ya en la conciencia pública está que fue un espía de don Venustiano Carranza; ya en la conciencia pública está que la prensa y todos los elementos rojos -fijaos bien - los elementos rojos, los elementos dignos, los que verdaderamente son el nervio ejecutivo del obrerismo nacional, los que no vienen a apelar a las legislaturas ni a la Suprema Corte de Justicia, ni al Ejecutivo, los que por sí solos hacen las huelgas y el boycotaje y verifican el sabotaje, esos llamados rojos merecen para mí toda mi admiración y todo mi cariño; (Aplausos.) pero los amarillos, escuchadlo bien, es el color de la bilis, es el color de la traición y de las ambiciones, los amarillos, que son los que capitanea el señor don Luis N. Morones, son los esquiroles, son aquellos que deshacen las huelgas de los rojos y los que traicionan la acción sindicalista efectiva y medular de la República Mexicana. (Aplausos.) Para terminar, señores diputados y presuntos diputados, sólo pido a vuestras señorías que cuando individuos como éste, perfectamente catalogado entre los vividores de la clase obrera, venga a hablar aquí de honradez, de obrerismo y de desarrapados, acordáos de lo que yo os voy a decir y que anoche presencié: cuando todos los compañeros diputados y el público abandonaban el recinto de la Asamblea Nacional, el señor Luis N. Morones, un poco nervioso, viendo para todos lados, extraía de sus bolsillos unos anillos y se los volvía a colocar en los dedos. (Aplausos.)
- El C. secretario Gandarilla, leyendo:
"1a. Comisión Revisora. - Secciones 1a., 2a., 3a., 5a., 8a. y 10.
"H. Asamblea:
"Los subscriptor, miembros de diversas secciones de la 1a. Comisión Revisora de Credenciales (1a., 2a., 3a., 5a., 8a. y 10), a las que fueron turnados diversos expedientes electorales, habiendo examinado, entre otros, aquellos de que en seguida se hablará, encontraron que todos éstos traen completa su respectiva documentación legal, no contienen protestas comprobadas que afecten a la validez de las elecciones mismas y que la mayoría de sufragios correspondió a los ciudadanos a cuyo favor se extendieron las respectivas credenciales; por todo lo que nos honramos en someter a la consideración y aprobación de la Asamblea, la siguiente proposición.
Falta un párrafo completo.
carra - Carlos Bouttier, Isauro Barranco - Nabor Chargoi e Ignacio Sánchez Campa - J Ángel Acevedo."
"Sala de Comisiones de la H. Cámara de Diputados del Congreso de la Unión. - México, D. F., a 25 de agosto de 1922. - Gustavo Arce. - E. B Domínguez. - Moisés Huerta. - S. Franco Urías. - C. Avilés. - R. Nieto. - Rubén Vizcarra. - A. R. Guzmán. - Francisco M. Ramírez. - R. González Garza. - Moisés G. Herrera. - J. E. Domínguez. - E. Barón Obregón. - E. L. Céspedes."
Esta a discusión.
El C. Manrique: Para una breve interpelación a las comisiones.
El C. presidente: tiene la palabra el ciudadano Manrique para interpelar a las comisiones.
El C. Manrique: Quizá no tenga trascendencia alguna mi interpelación; me pareció un poco extraño - no digo esto con dolo ninguno - que en el dictamen se anuncia que trabajaron unidas seis secciones de la 1a. Comisión; es así que se trata sólo de tres dictámenes, luego es racional suponer que a lo sumo interviniesen aquí tres comisiones. Yo sólo deseo saber el por qué de esta pequeña irregularidad o de esto que me parece un poquillo extraño. Insisto en que no digo esto con dolo ni quiero sacar de ello conclusión ninguna, que si yo quisiera, lo diría.
El C. Domínguez Enrique B.: Pido la palabra para contestar.
El C. presidente: Tiene usted la palabra.
El C. Domínguez Enrique B.: Efectivamente, son seis las comisiones enunciadas en ese dictamen, y se hizo así porque los tres dictámenes que se presentaron hoy a discusión, pasaron sucesivamente por esas comisiones por haberlo solicitado así los interesados. El dictamen de Zacatecas lo conocieron esas seis comisiones.
El C. presidente: La Presidencia se cree en el derecho y en la obligación de satisfacer a toda la Asamblea en este punto, por el cual el ciudadano Manrique ha interpelado a la Comisión.
Habiendo retirándose por el momento algunos dictámenes de algunos miembros a petición de las comisiones, el documento que se acaba de leer estaba redactado primitivamente, como lo ha oído la Asamblea, por todas las secciones dictaminadoras, y como algunas de ellas los retiraron simplemente para prestar su dictamen individualmente en el mismo sentido, sin variar el sentido en que estaba ya el dictamen global, la presidencia tiene la obligación de declarar que no hay ninguna maniobra en este asunto; que las comisiones tienen derecho antes de que presente un dictamen a retirarlo del global para presentarlo individualmente. Aquí está uno de esos, individual ya, y en estos momentos vienen otros dos. De manera que está satisfecha la Asamblea con esta explicación y el ciudadano Manrique también.
El C. Manrique: Pido la palabra. Sólo deseo aclarar que no insinué siquiera que hubiese maniobra. Digo esto en vista de la explicación dada por el señor Prieto, porque la del señor compañero Domínguez : Sí algún ciudadano FALTA UN PÁRRAFO diputado desea hacer uso de la palabra en contra, puede pasar a inscribirse.
El C. Siurob: Pido la palabra para hacer constar un hecho. El hecho es el siguiente: se acaba de presentar otro dictamen global; como yo he sostenido desde esta tribuna el criterio de que todos los dictámenes globales son contrarios a la democracia, hago constar que me opongo a esa dictamen global como a todos los demás, no porque tenga que objetar ninguna de las credenciales de los ciudadanos que están allí incluídos, sino porque no quiero que el precedente que se trata de sentar en esta Legislatura, sin permitir separar algún dictamen, vaya a persistir. Por hacer constar que no tengo causa de objeción para cualquiera de los dictámenes parciales, retiro mi objeción de fondo primitiva; de acuerdo con los ideales democráticos hago constar que es un verdadero borrón para la democracia mexicana admitir dictámenes globales sin permitir separar los dictámenes parciales. Esto es todo lo que quiero hacer constar a la Asamblea.
El C. secretario Gandarilla: La Presidencia, por conducto de la Secretaría, pregunta si algún ciudadano diputado o presunto diputado desea tomar la palabra en contra de este dictamen global.
El C. Manrique: Sólo pido atentamente se lean los nombres de los favorecidos.
- El C. secretario Gandarilla, leyendo:
"Única. Son válidas las elecciones en el 3er. distrito de Sinaloa, 3o. de Veracruz y 4o. de Zacatecas, y son diputados, propietario y suplente, respectivamente, en el orden enumerado, por los mencionados distritos, los ciudadanos Salomé Vizcarra - Carlos Bouttier, Isauro Barranco - Nabor Chargoi e Ignacio Sánchez Campa - J. Ángel Acevedo."
El C. presidente: ¿No hay quien haga uso de la palabra ni en pro ni en contra?
El C. secretario Gandarilla: No habiendo quien haga uso de la palabra, en votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa, sírvanse manifestarlo. Aprobado.
En consecuencia, se declara que son diputados, propietarios y suplentes, respectivamente, por los distritos electorales 3o. de Sinaloa, 3o. del Estado de Veracruz y 4o. de Zacatecas, los ciudadanos: Salomé Vizcarra - Carlos Bouttier, Isauro Barranco - Nabor Chargoi e Ignacio Sánchez Campa - J. Ángel Acevedo.
- El mismo C. secretario, leyendo:
"1a. Comisión Revisora de Credenciales. - 8a. Sección.
"H. Asamblea:
"A esta 8a. Sección de la 1a. Comisión de Poderes, fue turnado, para su estudio y dictamen, el expediente relativo a las elecciones para diputados al Congreso de la Unión verificadas en el 5o. distrito del Distrito Federal. "Contendieron en las elecciones por este distrito, las fórmulas de los CC. Luis G. Malváez y Gilberto Rubalcaba, para diputados propietario y suplente, respectivamente; Manuel Rueda Magro y Carlos Bustamante, Aquiles Villena y Manuel
Palacio, Emigdio Hidalgo Catalán y Felipe J. Flores y Samuel Yúdico y Salvador Alvarez. Aparecen en el expediente y en muchos de los paquetes de las casillas, algunas protestas, que no afecten a la validez de las elecciones, si bien han dado lugar a que se nulifiquen algunos votos y casillas enteras. En el expediente aparecen paquetes correspondientes a varias casillas, duplicados. Se debe esto a que hubo dos juntas computadoras, reunidas ambas en el sitio designado por el Ayuntamiento, una a la hora que fija la ley y la otra cuando la primera hubo terminado sus trabajos. En la primera estuvieron representados por sus presidentes, según se depende de la documentación completa de cada casilla, las casillas número 1, 3, 4, 5, 8, 9, 10, 11, 13, 15 y 18, o sean once de los diez y ocho que, conforme a la división del distrito, debieron haberse instalado; por los documentos correspondientes a la 1a. casilla, se pone en claro que quien instaló la primera Junta Computadora, estaba legalmente facultado por la ley. En la segunda Computadora. o sea la que inició sus trabajos cuando terminó los suyos la anterior, estuvieron representadas las casillas números 1, 3, 5, 6, 7, 8, 9, 11, 14, 15, 16, 17 y 18. Debe hacerse notar que las casillas 1, 5, 8, 9, 11, 15 y 18 de esta segunda Computadora, se instalaron a juzgar por el contenido de los paquetes respectivos, sin la documentación legal.
Además de las protestas de las fórmulas contendientes, hay en el expediente copias de diligencias judiciales practicadas a instancia del señor licenciado Ruega Magro, con el objeto de demostrar que la votación y los actos de la Computadora instalada primeramente, no estuvieron ajustados a la ley.
"Tomando en cuenta todas las circunstancias anteriores, esta Sección ha debido modificar votos viciados, que favorecían a la una o la otra fórmulas, tanto de las casillas representadas en la primera Computadora, como de las legítimas representadas en la segunda Junta, y después de un estudio minucioso, y tan apegado a la ley y al espíritu de equidad como es posible, basándose en el resultado de la nueva computación, somete a la aprobación de esta H. Asamblea, la proposición siguiente:
"Única. Son válidas las elecciones para la XXX Legislatura verificadas en el 5o. distrito electoral del Distrito Federal, el día 2 de julio próximo pasado, y son diputados propietario y suplente, respectivamente, por ese distrito, los CC. Luis G. Malváez y Gilberto Rubalcaba.
"Sala de Comisiones de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión. - México, D. F., a 24 de agosto de 1922. - E. Barón Obregón. - Martín Luis Guzmán."
Está a discusión. Los ciudadanos diputados que deseen hacer uso de la palabra en contra, sírvanse pasar a inscribirse.
El C. Días Soto y Gama: Pido la palabra para interpelar a la mesa.
¿Por equidad elemental no querría la Mesa esperar algún miembro del Partido Laborista para que defendiera este caso? Yo no lo conozco, por eso no puedo defenderlo.
El C. presidente: La Mesa, en debida respuesta a su señoría, manifiesta que desde hace dos horas, he estado suplicando a los miembros del Laborista y a otras personas que están interesadas, que vengan a la sesión, y no han querido venir. Está presente nada más el compañero José Gutiérrez, que en estos momentos se acercaba a la Mesa a pedir que se aceptara una moción suspensiva; pero repito, por teléfono el compañero Quiroga y personalmente yo he estado suplicando que vengan a discutir este asunto, porque ellos manifestaron deseos de intervenir en la discusión. Para que no crean que por sorpresa se iba a meter este asunto a discusión, lo hacemos a sabiendas de que ellos no quieren venir. De manera que la Mesa, por lo que toca a la interpelación del ciudadano Soto y Gama, cree estar perfectamente a cubierto de toda sospecha.
El C. Quiroga: Pido la palabra para manifestar a su señoría que he hablado por teléfono y me acaban de comunicar que han salido el señor Salcedo y el señor Morones.
El C. presidente: Ya vienen para acá los señores del Laborista. (Una voz en las galerías: ¡Ya llegó Gordito!)
El C. secretario Gandarilla: La Secretaría, por orden de la Presidencia, va a dar lectura al dictamen, a fín de que sea perfectamente conocido por los interesados en impugnarlo.
"1a. Comisión Revisora de Credenciales. - 8a. Sección.
"H. Asamblea:
"A esta 8a. Sección de la 1a. Comisión de Poderes, fue turnado, para su estudio y dictamen, el expediente relativo a las elecciones para diputados al Congreso de la Unión , verificadas en el 5o. distrito del Distrito Federal.
"Contendieron en las elecciones por este distrito, las fórmulas de los CC. Luis G. Malváez y Gilberto Rubalcaba, para diputados propietario y suplente, respectivamente; Manuel Rueda Magro y Carlos Bustamante, Aquiles Villena y Manuel Palacio, Emigdio Hidalgo Catalán y Felipe J. Flores y Samuel Yúdico y Salvador Alvarez. Aparecen en el expediente y en muchos de los paquetes de las casillas, algunas protestas, que no afectan a la validez de las elecciones, si bien han dado lugar a que se nulifiquen algunos votos y casillas enteras. En el expediente aparecen paquetes correspondientes a varias casillas, duplicados. Se debe esto a que hubo dos juntas computadoras, reunidas ambas en el sitio designado por el Ayuntamiento, una a la hora que fija la ley y la otra cuando la primera hubo terminado sus trabajos. En la primera estuvieron representados por sus presidentes, según se desprende de la documentación completa de cada casilla, las casillas números 1, 3, 4, 5, 8, 9, 10, 11, 13, 15 y 18, o sean once de los diez y ocho que, conforme a la división del distrito, debieron haberse instalado; por los documentos correspondientes a la 1a. casilla, se pone en claro que quien instaló la primera Junta Computadora, estaba legalmente facultado por la ley. En la segunda Computadora, o sea la que inició sus trabajos cuando terminó los suyos la anterior, estuvieron representadas las casillas números 1, 3, 5 , 6, 7, 8, 9, 11, 14, 15, 16, 17 y 18. Debe hacerse notar que las casillas 1, 5, 8, 9, 11, 15 y 18 de esta segunda Computadora, se
instalaron, a juzgar por el contenido de los paquetes respectivos, sin la documentación legal.
Además de las protestas de las fórmulas contendientes, hay en el expediente copias de diligencias judiciales practicadas a instancia del señor licenciado Rueda Magro, con el objeto de demostrar que la votación y los actos de la Computadora instalada primeramente, no estuvieron ajustados a la ley.
"Tomando en cuenta todas las circunstancias anteriores, esta Sección ha debido modificar votos viciados, que favorecían a la una o la otra fórmulas, tanto de las casillas representadas en la primera Computadora como de las legítimas representadas en la segunda Junta, y después de un estudio minucioso, y tan apegado a la ley y al espíritu de equidad como es posible, basándose en el resultado de la nueva computación, somete a la aprobación de esta H. Asamblea, la proposición siguiente:
"Única. Son válidas las elecciones para la XXX Legislatura verificadas en el 5o. distrito electoral del Distrito Federal, el día 2 de julio próximo pasado, y son diputados propietario y suplente, respectivamente, por ese distrito, los CC. Luis G. Malváez y Gilberto Rubalcaba, por una mayoría de 2,254 votos.
"Sala de Comisiones de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión. - México, D. F., 24 de agosto de 1922. - E. Barón Obregón. - Martín Luis Guzmán.
Los ciudadanos diputados que deseen hacer uso de la palabra en contra, sírvanse pasar a inscribirse. Los ciudadanos diputados que deseen hacer uso de la palabra en pro, sírvase también pasar a inscribirse.
El C. presidente: Tiene la palabra en contra el ciudadano Morones. (Siseos. Voces: ¡Huy! ¡Huy! Campanilla.)
El C. Morones: No es de extrañarse, señores diputados y presuntos diputados, que con toda anticipación los elementos de los cuales el interesado y los amigos de él, en este caso señor Malváez, han echado mano para formar un ambiente propicio a sus particulares intereses, traten de acallar, traten por todos los medios de que pueden disponer de formar un ambiente hostil a los intereses que representan el compañero Yúdico y su suplente, el compañero Salvador Alvarez ¿Cómo no apelar a estos procedimientos si solamente apoyándose en ellos se puede, por sorpresa, echando mano también de la connivencia de amigos complacientes en el momento que gozan de influencias, tratar de sorprender a esta Asamblea para que no se haga la debida luz y, por ende, para que no se haga justicia en el caso que está a debate? ¿La elección del 5o. distrito electoral de la ciudad de México qué significa? Un cúmulo de manifestaciones atentatorias, un cúmulo de atropellos perpetrados en connivencia con grupos de policías, de individuos de la Inspección de Policía con el objeto exclusivo de arrebatar las ánforas, de asaltar casillas, de instalar con una antelación completamente sospechosa e ilegal una Junta Computadora que, recurriendo a todas estas artimañas, le da una credencial fraudalenta al ciudadano Malváez. ¿Cómo va a pretenderse que exista un ambiente de serenidad y de completa calma cuando se requiere todo el barullo y todo el escándalo necesarios para acallar la voz de la razón? Si es precisa una gritería ensordecedora, si es necesario intentar una vez más, aunque sea en vano, que la voz de los representativos de un partido venga a exponer ante ustedes, desde el punto de vista enteramente moral, cuáles son las causas que creemos que deben ser tomadas en cuenta por esta Asamblea para decretar que en realidad lo que ocurrió en el 5o. distrito fue un asalto, un verdadero asalto verificado por el ciudadano Malváez y su suplente con el apoyo de la policía que en camiones fue distribuída en las principales casillas del propio distrito; yo sé que no faltará quien diga ¿y la prueba? ¿dónde están las pruebas? ¡recurso que más que recurso es una artimaña!, porque sabido de todos es que atentados de esta naturaleza, por desgracia, aunque son presenciados por centenares de personas, por centenares de ojos, difícilmente puede recabarse todo un bagaje de pruebas, no para satisfacer el criterio exigente de hombres honrados, sino para tratar de evidenciar que los que hablamos en contra de este dictamen al apelar al fondo de honradez de los miembros de esta Asamblea, lo hacemos sabiendo de antemano que la consigna está dada...(Siseos.) sabiendo de antemano que inútiles serán nuestros esfuerzos, sabiendo de antemano que el carro vencedor, que la mayoría dentro de la cual por desgracia hay un contingente de hombres que antes que todo pretenden salvar sus intereses personales, habrá de cerrar sus oídos a la voz de la razón, habrá de tratar de ser complaciente, habrá de tratar de ser servil al mando del grupo director, del grupo poderoso en estos momentos; pero cuando se comete esta injusticia, no con habilidad, sino echando mano a artimañas de mala ley, después de cometido, cuando pasan algunos días, cuando ya los señores diputados que hoy son presuntos algunos de ellos no tengan el temor de ser desechados del seno de esta Asamblea, por un acto de rebeldía que obedezca al decoro de su conciencia de hombres honrados; cuando ya el ambiente caldeado de esta Representación Nacional se serene, entonces vendrá el momento de que con su actitud y con sus procedimientos vengan a rectificar hechos que, aunque no tengan remedio material, sí en el terreno moral será un lenitivo ese cambio de actitud, esa vuelta al camino del deber por parte de los inconscientes, por parte de los serviles, sea una ligera esperanza que nos haga presumir que algún resultado práctico, algún resultado beneficioso en el futuro al discutir los problema que tenemos enfrente. ¿Ahora qué cumple hacer? Las elecciones en el 5o. distrito no pueden tildarse como tal. A las 10 u 11 de la mañana no existía en ese distrito una sola casilla instalada. Verdaderamente las pocas casillas que lograron funcionar y las que arrojaron una cantidad de votos que nos presenta en apoyo de su dictamen la Comisión, estas casillas, no pudieron por ningún motivo, haciendo un pequeño cálculo, haber dado margen a que los votantes llegaran hasta tal número, que arrojara la cantidad del cómputo en virtud del cual se da el triunfo al señor Malváz, y que efectivamente pudiera ser considerado como serio. No;
esta es una de tantas complacencias que necesariamente se han tenido en cuenta para tratar de que se lleguen hasta aquí elementos con los cuales se han tenido compromisos previamente, si no precisamente con ellos, con los hombres que los manejan. Es necesario, es absolutamente necesario en el caso presente, ya lo sabemos, que el ciudadano Malváez sea diputado; es necesario mantener la amistad de tal o cual elemento del cual se esperan algunas manifestaciones puestas al servicio de la causa de un partido y es necesario, naturalmente, sacrificar todo principio legal, todo principio moral e imponer aquí, solo porque se puede imponer, a un elemento que no puede gozar de ninguna, absolutamente de ninguna popularidad. Nosotros, en el caso que nos ocupa, aunque creemos que efectivamente el esfuerzo que pudiéramos desarrollar, exhibiendo la documentación, exhibiendo las pruebas, etcétera, podía o puede, más bien dicho, llevar al convencimiento al pequeño grupo de hombres honrados, al pequeño grupo de hombres sinceros, al pequeño grupo de hombres ajenos a todo compromiso ignominioso, también sabemos que resulta estéril a la postre tal procedimiento por las razones a que antes me ha referido. Ignoro cuáles puedan ser, cuáles hayan sido los datos que personalmente el ciudadano Malváez haya aportado a la Comisión dictaminadora o si no ha hecho falta esto y pudiera en estos momentos decir: ¿qué actividades de carácter público, qué relaciones, qué manifestaciones ha desarrollado no sólo en el 5o. distrito, no precisamente en el 5o. distrito, sino en el Distrito Federal, que pudieran hacer presumir que gozaba de alguna popularidad? Dentro del 5o. distrito viven elementos trabajadores en un número considerable, ferrocarrileros y de otras industrias indiscutiblemente, porque yo creo que los ferrocarrileros no son los únicos trabajadores que habitan todos los rincones de la República; ferrocarrileros, claro, pero también existen allí fábricas, como La Carolina, como algunos molinos de harina, que ocupan numerosos trabajadores cuyas residencias están dentro del perímetro del 5o. distrito; son grupos muy considerables de trabajadores los que habitan y los que están capacitados para votar, y en estas condiciones se impone esta pregunta: ¿En un distrito en el cual puede considerarse que existe un porcentaje de trabajadores, qué argumento, qué razón tendrían estos mismos trabajadores para darle su confianza, por medio de su voto, al señor Malváez? ¡Qué antecedentes tiene este ilustre desconocido para los trabajadores me hayan determinado a los mismos a apoyarlo en la pasada lucha? Yo no recuerdo absolutamente ningún hecho que por su significación pudiera considerarse trascendental y que con ellos pudiera probársenos que, efectivamente, el ciudadano Malváez gozaba siquiera de un principio de estimación entre las mayorías trabajadoras que viven en ese distrito, absolutamente ninguno.
Y se me dirá: es que no solamente trabajadores viven dentro de ese mismo distrito; efectivamente; pero cuando un hombre se presenta candidato, es, sin género de duda porque tiene tales o cuales antecedentes, que satisfacen, que son una garantía para grupos numerosos o pequeños; pero garantías al fin. Y en el caso del ciudadano Malváez, por más que siseen sus empleados o sus amigos, incondicionales, en este caso no hay tal cosa. Esta tiene sus relaciones con otras clase de elementos; su entrada a la Cámara no es por el dictamen y por la confianza que pudiera merecer o inspirar ni por el triunfo - lo sabe la Comisión que no lo ha obtenido -, porque por lo que se le pretende dar cabida aquí, como antes decía, es sólo debido a la complacencia con otras persona, la complacencia es con otra clase de individuos en los cuales se ve, naturalmente, una influencia aprovechable, y es por ello por lo que, desoyendo toda razón, por lo que prescindiendo de todo razonamiento, apegado a la lógica más elemental, se pretende, así como se ha venido verificando, por sorpresa, echar sobre esta Asamblea representativa la grave responsabilidad de aceptar en su seno, ratificándola con su voto la estancia del ciudadano Malváez, de un elemento que, indiscutiblemente, no puede estar a la altura de las circunstancias, porque no tiene ni siquiera voluntad propia este señor, es instrumento, naturalmente, de aquellos a quienes se quiere complacer.... (Voces: ¡Nombres! ¡Nombres!) Es larga la lista; pero entre ellos está por ejemplo, el señor Martín Luis Guzmán, el señor Pani y algunos otros más, elementos a quienes hay necesidad de complacer por razones de partido indiscutiblemente; en tal forma, que en estas condiciones, ante el vergonzante espectáculo que da una buena parte de la mayoría de la mayoría cooperatista, que pretende a todo trance desoír las bocas de justicia, ¿qué es lo que queda? ¡qué es lo que queda del elemento laborista?....(Voces en las galerías: ¡Cállate! Siseos. Campanilla.) No, no me he de callar; hace falta esta algarabía, es un ruido armónico. Estoy probado en ocasiones más graves que ésta, en las cuales he resistido la avalancha, las manifestaciones de elementos más conscientes, no de hombres pagados. De manera, señores, que en estas condiciones no queda otro recurso que presenciar cómo se va estronizando el poder absorbente e inconsciente de la mayoría cooperatista para aplastar toda manifestación de justicia y de equidad. Ya vendrá el tiempo en que este poder, artificiosamente conseguido, se derrumbe por la falta de consistencia, por la falta de rectitud de los pocos elementos que son sus soportes principales; ya vendrá el momento de hacer el balance, y no pasará mucho tiempo. Hace una o dos sesiones que, al hablar de la cuestión de la unidad revolucionaria, manifesté: estamos dispuestos y hemos de estar dispuestos a mantenerla a todo trance. Pero hay casos, hay circunstancias, hay momentos en que, verdaderamente por un decoro muy justo, decoro no personal, sino colectivo, se imponer necesariamente la abstención, la segregación completa, la ruptura completa también con esta clase de elementos que faltan a sus compromisos, que no saben, que no conocen en materia alguna dónde empieza la legalidad, dónde empieza la moral, sino que atropelladamente se echan encima, absolutamente encima de los pocos elementos que representan una tendencia de intereses perfectamente respetables. (Siseos.) Claro es que ante estas manifestaciones no es posible hacer levantar la protesta más enérgica desde esta alta tribuna
de la Cámara, más que por medio de un manifiesto a todo el país, para que se sepa cómo se ha procedido, cómo se ha pretendido, cómo se pretende, en una palabra, por medio de procedimientos completamente censurables, cómo se pretende destruir la obra de la revolución! (Desorden.) Sé de sobra que se siente zaherida esa mayoría cooperatista cuando se le tocan nombres, como los que ataqué ayer con toda razón y que ahora me dice que se han desahogado. Sé también de sobra cómo esa mayoría se siente herida indiscutiblemente cuando tratándose de un representativo como Malváez, también es objeto de una acre censura por nuestra parte, claro está, en connivencia con las tendencias de los neoreaccionarios; siempre éstos tienen que estar de acuerdo con los de abolengo. Indiscutiblemente que éste tendrá que ser el papel hasta en tanto se vea disgregado, y se verá disgregado ese grupo, que no ha sabido hacer uso del poder que determinadas circunstancias puso en sus manos; ese grupo que, sordo y ciego a toda protesta, a toda voz de justicia y a toda manifestación de equidad, pasa arrollándolo todo. Ahora que para nosotros ha terminado toda relación con agentes que se apartan por completo de los senderos que en un principio había pretendido seguir, ahora que efectivamente consideramos fracasados nuestros esfuerzos de mantener la unión revolucionaria, queda a la responsabilidad exclusiva de esa mayoría absorbente, de esa mayoría arrolladora, todo lo que en materia de injusticias, todo lo que en materia de imposiciones se ha verificado y seguirá verificándose; queda bajo su exclusiva responsabilidad que continué la farsa, que continué convirtiéndose la Cámara en cuartel; que continúe cometiéndose en general atentados a la verdad y a la razón, la única, la exclusiva responsabilidad será de la mayoría. Muy pronto, muy pronto por fortuna esta mayoría quedará desmembrada....(Voces en las galerías: ¡Huy! ¡Huy! Siseos.) y entonces, cuando se haga una labor de depuración automática, entonces a ver si los que ahora sisean, a ver si los corifeos de este pobre hombre que se llama Malváez y que vienen aquí....(Gritos en las galerías. Desorden. Campanilla.)
El C. secretario Gandarilla: Se llama al orden a las galerías para que permitan hablar al orador.
El C. Morones, continuando: A ver si entonces existe la misma altives, a ver si entonces existe la misma arrogancia de los secuaces de este señor Luis G. Malváez. Para entonces los emplazo, no para ahora, en que este pobre átomo insignificante y todo, trata de sumarse al carro vencedor.... (Voces en las galerías ¡Cállate! ¡Viva Malváez! Murmullos. Campanilla.)
Presidencia del
C. VILLANUEVA GARZA JOSÉ
No, que continúen, que sigan.... (Siseos. Campanilla.) No podrá quejarse su señoría el ciudadano Luis Malváez, ¡es muy popular! ¡no sé cuánto le habrá costado pagar a los que vienen a aplaudirlo y a sisearnos! Pero de todas maneras, tengo la completa y absoluta seguridad de que nosotros que sabemos adónde vamos....
El C. Malváez, interrumpiendo: ¡No tengo los millones que ustedes tienen para pagarlos!
El C. Morones, continuando: ¡Tenga calma, si apenas comienzo, reponga sus energías; si es usted parte integrante de la mayoría, si es usted del triunfador! ¿Por qué le escuece la voz insignificante y honrada de la minoría, que lo ataca por insignificante, por farsante? (Desorden. Voces: ¡Pruébalo! ¡Pruébalo!)
El C. secretario Gandarilla: La Presidencia enérgicamente llama la atención de las galerías; si continúan en este procedimiento. se verá obligada a desalojarlas.
El C. Morones: Yo suplico a la Presidencia que no nos dé el camouflage de desalojar a las galerías, porque ni lo pedimos ni lo necesitamos; porque para nosotros lo mismo da una cosa que otra en materia de manifestaciones; pueden gritar todo lo que quieran, absolutamente nos tiene sin cuidado, y ahora, aquellos hombres que tengan en peligro todavía su credencial o que no pretendan mostrarse desafectados a los actuales directores, a los amos de la situación, que voten por el ciudadano Malváez; yo todavía supongo que habrá un pequeño número de hombres honrados y consientes que, por lo menos, darán la nota de votar en contra de este injusto dictamen.
El C. prieto Laurens: Señores representantes: Muchas veces he condenado los ímpetus de mi inexperiencia y de mi juventud ante las intemperancias y las majaderías de los pseudolaboristas y de los pseudoagraristas. (Aplausos.) Yo paso en todas partes por grosero, por violento; yo ocupo, por desgracia para mí, un papel que no me corresponde, que no puedo desempeñar, ni porque tenga la capacidad suficiente, ni porque tenga la serenidad necesaria. Yo no debiera estar presidiendo estas juntas previas; yo debiera haber estado en la trinchera, para desde un principio haber desenmascarado a esto individuos que no podrían estar allí si nosotros hubiéramos obrado bien. (Aplausos.) La Confederación Revolucionaria, ciudadanos, nació porque el Partido Cooperatista la ha creado... (Aplausos. Voces: ¡Muy bien!) No fueron estos caballeros que sirven a todos los gobiernos, no fueron los que formaron el bloque social democrático de la Cámara, fuimos los cooperatistas, un puñado de cooperatistas. (Aplausos. Voces: ¡Viva! ¡Viva!) Y el bloque social demócrata de la Cámara, fundado por Manjarrez, secundado por todos los diputados cooperatistas, al cual se agregaron necesariamente los tres o cuatro agraristas que había en la Cámara, ese bloque tuvo un triunfo arrollador contra el Partido Liberal Constitucionalista en los momentos de la elección de la Comisión Permanente, ¿y sabéis qué papel hizo entonces al Partido Laborista? Muy sencillo: ellos dicen que el pueblo que ellos traían, que ellos encabezaban, que los trabajadores que venían con ellos fueron los que hicieron que nosotros tuviéramos el valor civil y el valor necesario para enfrentarnos a la mayoría peleceana, ¡falta a la verdad! El pueblo, los trabajadores de San Ángel, de Tizapán y de Contreras, los trajimos nosotros; el
pueblo, los trabajadores de Tlalpan los trajimos nosotros. (Aplausos.) Y aquí está un representante de esos trabajadores. ¡Este sí es obrero, señor Morones ! el compañero Policarpio Mercado, suplente de Manjarrez, éste si es obrero, obrero del ramo textil, como ellos dicen. Allí está Policarpo Mercado y no me dejará mentir, ellos fueron quienes trajeron, con quienes vinieron los trabajadores de Tizapán, de Contreras y de Tlapan en varios centenares a llenar las galerías y a estar en las calles y en las esquinas durante la elección, desde la víspera de la elección de la Comisión Permanente, y ellos fueron los que expusieron sus pechos honrados, los verdaderos trabajadores, ¡Morones, miembro de la familia oficial, porque sería de extrañarse que no fuera miembro de la familia oficial, sería de extrañarse que Morones, que fue a la revolución obregonista a trabajar por la revolución obregonista desde Nueva York, no crean ustedes que fue a enfrentarse a las balas carrancistas en alguna trinchera, en algún lugar peligroso, no, huyó escondido para Guerrero, tomó un vapor en el Sur y llegó a Nueva York; allá colaboró para el triunfo del general Obregón, porque es íntimo de Samuel Gompers, el traidor de los obreros de Estados Unidos. Morones en aquella ocasión, cuando la elección de la Permanente, como miembro del Gobierno, tenía necesidad de estar con nosotros, era necesario para él estar con nosotros, y como él, vinieron los líderes laboristas, alguien vio a Salcedo, Yúdico, a José F. Gutiérrez aquí en las galerías una sola vez. Una vez pude ver a José F. Gutiérrez en la esquina y cuando sonaron las primeras balas desapareció. Pues bien; esta es la cooperación eminente de Morones, del Partido Laborista, que es Morones nada menos. El Partido Laborista está constituído por Morones y todos los empleados de fabriles, porque quieran o no, necesitan firmar en las listas del Partido Laborista, si no, no comen. ¡Infelices los que se atrevan a no estar con él! En el Partido Laborista se hallan los empleados, los funcionarios del Gobierno del Distrito y los empleados y obreros de Talleres Gráficos y otros que podría ir enumerando del Diario Oficial, de un sinnúmero de dependencias del gobierno, en donde todos los líderes obreristas tienen jugosos cargos, tienen jugosos empleos, el que menos ,gana treinta o cuarenta pesos diarios, de estos proletarios insignificantes que vienen aquí a defender los intereses del pueblo. (Aplausos. Murmullos. Silbidos en las galerías. Campanilla) Pues bien; así nació la Confederación Revolucionaria. En verdad, entonces fueron los agraristas los que realmente colaboraron a la formación de la Confederación Revolucionaria y al triunfo de la Permanente con los discursos inolvidables de Díaz Soto y Gama; hagámosle justicia a este grupo, que entonces estuvo en su lugar, que entonces no hacia camoufflage. Pues bien; nace la Confederación Revolucionaria; empiezan las primeras juntas, las primeras dificultades, los primeros choques; que se podían componer aquellas dificultades, que se llegaba a un avenimiento, que se formaban listas de candidatos; para no cansar a la Asamblea, terminó el período, por decirlo así, preparatorio, preliminar, de la Confederación Revolucionaria y quedaron formuladas las listas de la Confederación, que voy a mandar traer en este momento para desenmascarar a estos hombres y a los otros también. Pues bien; las listas de candidatos eran más o menos en esta forma; en total los laboristas estaban conformes, satisfechísimas sus pretensiones, sus ambiciones habían sido colmadas, con veinticinco o treinta candidatos, ¡Es un partido poderosísimo! todos los trabajadores de la República está con ellos, ninguno de los hombres que viven de su trabajo está fuera del control de Morones, absolutamente nadie, todos lo secundan, no hay un centro fabril en donde Morones no sea escuchado con atención! si no, que lo diga Orizaba, que lo diga la jornada de ayer, donde quedó verdaderamente demostrada la popularidad inmensa del Partido Laborista! Pues bien; conformes con veinticinco o treinta candidatos antes de las elecciones; es más, antes de las elecciones los agraristas conformes con muchos menos, con quince, esa es la proporción, el resto se le dejaba a la responsabilidad del Partido Cooperatista; ¿qué quiere decir esto? Que el Partido Cooperatista se echaba sobre sus espaldas la responsabilidad de formar mayoría, la responsabilidad contra todos los enemigos, inclusive contra los falsos aliados, inclusive contra los laboristas y los agraristas, que cuantas veces podían, nos herían por la espalda, siendo aliados, siendo amigos nos herían por espalda en mítines y en discursos de propaganda, y Díaz Soto y Gama en San Luis, mientras no iba el que habla a San Luis, hablaba en contra del Partido Cooperatista, y cuando fue el que habla, no habló en contra, porque no controla en San Luis nada.(Aplausos.) No crean ustedes que es una vana pretensión, no crean que es una injusticia del que habla no era por mi insignificante personalidad, era por la honradez de los procedimientos del Cooperatista, era por su programa, por sus postulados tan radicales, tan revolucionarios, como los que han inscripto en sus respectivos programas. Porque poco a poco vamos a desnudar a unos y a otros, vamos a ver quiénes defienden al proletario, quiénes son agraristas, quiénes trabajan por la emancipación del trabajador y quiénes son los que lo explotan; quiénes son los que cobran cuotas por ejidos que se dan a los pueblos. (Aplausos.) Pues bien; el Partido cooperatista se echa la responsabilidad enorme de enfrentársele a un partido que había tenido mayoría artificial o no en la Cámara; pero que todavía tenía restos formidables en la República y en Oaxaca, y en Zacatecas, en Veracruz, en Guerrero, en Hidalgo y en Aguascalientes, y para qué seguir enumerando Estados, en toda la República fuimos nosotros a enfrentarnos, a poner nuestros pechos y nuestra palabra al peligro y a la palabra y a todas las armas que pudieran esgrimir nuestros contrarios.
Y entonces el fenómeno fue muy claro: Nuestros candidatos en mayoría no desplegaron mayores actividades: como es lógico, el nombre del Partido Cooperatista se conoce en toda la República, absolutamente en toda la República; el nombre del Partido Cooperatista se conoce por su programa, por sus hechos, por sus hombres. No digo yo que seamos inmaculados, no digo que nuestros candidatos sean lo mejor que hay en la República, pues
hay algo mejor, pero hicimos la lucha honrada y de buena fe y buscamos en cada distrito y en cada Estado el grupo más popular, el más honrado, el grupo más viril, el grupo más radical y si no, voy a hacer el análisis; Aguascalientes: los revolucionarios de Aguascalientes no son laboristas, no son agraristas, son cooperatistas. Baja California: los revolucionarios de ese territorio están con el Cooperatista, no están con el laborista ni están con el agrarista, y así sucesivamente. Campeche: en este lugar el Partido Cooperatista oficialmente se abstuvo de lanzar candidatos por dejarle al Socialista del Sureste, y que si lo estima serio por más que tenga errores y hombres que pudieran avergonzarlo, al Partido Socialista del Sureste el Cooperatista le dijo: yo no soy tu enemigo, yo te respeto, yo te dejo libre absolutamente, por más que pudiéramos tener algunos amigos allá; pero es más, ante una organización verdadera, no de camouflage, la organización del socialista del Sureste sí es real y verdadera, y el Partido Cooperatista se detuvo respetuoso, honrado.... (Aplausos.) Y tenemos una declaración de Felipe Carrillo que dice que él no es lastre, no el Partido Socialista del Sureste es lastre del llamado Partido Laborista; que es un partido autónomo que no permitirá cargar con responsabilidades que no tiene obligación de cargar, porque él solamente debe cargar con las responsabilidades de la Península donde radica, existe toda esa organización, donde actúa, no donde no actúa, no allí donde no puede responder de los hombres y de los hechos que esos hombres verifiquen. El Cooperatista en Campeche tuvo un triunfo de mera simpatía, de los elementos independientes, y así vino a la Cámara de Diputados el ingeniero Certucha ¡Discutid al ingeniero Certucha a ver si no es un revolucionario, a ver si no es un hombre honrado, a ver si ha explotado a los gobiernos como ese individuo que ha venido aquí tantas veces a hablar de revolucionarismo y de honradez mordiéndose la lengua. (Aplausos. Voces: ¡Duro ! ¡ Duro!) ¿Y en Coahuila? En Coahuila -ojalá esté presente Díaz Soto y Gama. porque allí le duele - y en Coahuila,, ¿Quiénes son los miembros de la diputación coahuilense? Ha sido integrada por jóvenes revolucionarios, valientes, honrados, que no pueden tacharles absolutamente un ápice, que no han medrado en ningún Gobierno, que han sido puros dentro del puritanismo revolucionario de nuestro medio; inteligencia, digo, energía, viril que no se avergüenza al levantar su frente y al pronunciar palabras calurosas, porque lo dicho por ese otro orador en esta tribuna es camoufflage, son alaridos de pseudorevolucionarios. Y todos los otros representantes de Coahuila que responden a la voluntad de un pueblo libre que no puede admitir que un enajenado mental que se llama Mijares sea el representante de los laboristas en Coahuila, y el que no traerá la representación de aquel Estado tan viril, tan glorioso, tan grande como el Estado de Coahuila; no puede venir Mijares, no pueden venir los secuaces de Mijares; tienen que venir los revolucionarios viejos de Coahuila: como Aguirre Benavides, que ha sido un protector de su ilustrísima el ciudadano Soto y Gama; pero como es natural, su ilustrísima el ciudadano Soto y Gama muerde la mano del amo que le dio de comer, cuando en la época maderista el señor Madero que nunca dio consigna a la XXVI Legislatura, que nunca se atrevió a pedir a sus amigos una indignidad, sólo les pidió una cosa: Ayudar a Antonio Díaz soto y Gama, creando la Notaría de Tacubaya. (Aplausos.) Y Aguirre Benavides y Roque González Garza, Carlos Argüelles y Francisco Escudero, y todos los revolucionarios de aquella Legislatura, ayudaron a Antonio Díaz Soto y Gama para que ocupara un modesto puesto burócrata y pedira vivir. No se conocían las actividades revolucionarias agraristas de Díaz Soto y Gama, absolutamente; lo que se sabía era que era un hombre inteligente, que había sido amigo de Camilo Arriaga y de Antonio Villarreal y de todos aquellos revolucionarios que en San Luis iniciaron la oposición a Porfirio Díaz. No se había significado, era un hombre mediano, nada más, pues había que ayudarlo, quizá pudiera surgir un personaje, quizá pudiera surgir un gran líder, un apóstol; le buscaron la chamba aquella.....(Risas. Aplausos.) y allí permaneció Antonio Díaz Soto y Gama durante todo el régimen maderista y siguió durante todo el régimen huertista, durante todo el régimen huertista -óiganlo bien los agraristas-. El señor Díaz Soto y Gama nunca se expuso ni fue a la revolución; el señor Díaz soto y Gama fue a esconderse al Sur, a esconderse al Sur, no a hacer ninguna labor revolucionaria, ni material ni intelectual, fue nada más a servir para una casa: para asesinar a un revolucionario, a Otilio Montaño....(Aplausos estruendosos.) A mí no me dejarán mentir los surianos, los jefes surianos de verdad que han luchado allá porque por supuesto que en el Partido Agrarista, como también en la laborista habrá uno, dos o tres hombres de verdadera honradez; en el Partido Agrarista hay verdaderos jefes surianos que anduvieron con Zapata desde un principio, que saben luchar, que son de verdad revolucionarios, esos sí son respetables. Pues bien, Soto y Gama fue al Sur para prestarse a las maniobras y a las intrigas de jefes que estaban en pugna, como en toda lucha, como en toda revolución como en toda facción armada en que hay celos, desconfianzas y envidias, y se producen choques, se producen choques formidables que llevan hasta el derramamiento de sangre, hasta el crimen; para el crimen fue útil Soto y Gama, y Soto y Gama se prestó para una pantomima, para un jurado, una farsa de jurado, que se le hizo a uno de los verdaderos revolucionarios del Sur, a Montaño (Aplausos.) No hizo otra labor Antonio Díaz Soto y Gama en el Sur; no hizo ninguna otra labor en el Sur Díaz Soto y Gama, se concretó a ser esbirro y a esconderse, y escondido como estuvo siempre por varios años por allá, regresó como todos sabemos, y vino a la Convención a dar las notas escandalosas que él siempre da para ver si se significaba por este motivo. En Aguascalientes se le vio enloquecer, arrebatar la insignia nacional, estrujarla nerviosamente, impresionado a algunos ácratas, impresionando a algunos ácratas que dijeron: Este es nuestro Héroe, Díaz Soto y Gama es el más avanzado de la revolución, y así lograron hacer poco a poco que Díaz Soto y Gama se significara.
Pues bien, hablaba yo de quiénes son los elementos revolucionarios, de quiénes son los elementos viriles, y vamos a ver de quiénes se valió el
Partido de Cooperatista para integrar su mayoría, porque el ciudadano Díaz Soto y Gama ha venido a romper un fuego, porque consta que el Partido Cooperatista no inició las hostilidades, consta que el Partido cooperatista quiere cumplir, quiso cumplir, querrá cumplir todos los compromisos que creara la Confederación Revolucionaria, a condición de que haya honradez de las partes contrarias. Pero si esa honradez no existe, pero si esa honradez se quebranta, cuando se discutió el primer caso de Coahuila, el caso del señor Breceda, y vienen aquí los farsantes del agrarismo, Antonio Díaz Soto y Gama y otro cuyo nombre no quiero mencionar, y el ciudadano Morones, y deslizan ataques malévolos, ataques injustos contra las comisiones y contra nuestros miembros, entonces tomamos nota de su primera inconsecuencia, aunque ya habíamos tomado nota de otra inconsecuencia que cometiera otro líder agrarista el día de la instalación de la Cámara, faltando a un compromiso de honor, ellos primero el día de la instalación de la Cámara, y después el día en que se discutió el primer caso, quedaron los cooperatistas relevados de todo compromiso, y, sin embargo, esperamos, hemos esperado pacientemente, no les hemos contestado sus cargos injustos, ellos son los únicos revolucionarios, son los únicos inmaculados, son los únicos defensores del proletariado, son los únicos defensores de los campesinos.
Nosotros somos burgueses, ahora se avergüenza de darnos la mano, ahora que nos necesita, cuando ya les hicimos el favor de meterles a la Cámara a dos individuos.....(Aplausos.) a dos individuos que, como Matías Rodríguez, que trae una credencial que chorrea fraude y que chorreaba sangre; ya que les hicimos el favor de meter a José F. Gutiérrez, cuya credencial la produjo el bribón presidente municipal de Tacuba, dinamitero, como todos sus secuaces. (Aplausos.) Haciendo un esfuerzo, un sacrificio enorme el que habla y todos los miembros de la Directiva del Cooperatista y los miembros del bloque y de la Gran Comisión, hemos considerado, no una, muchas veces, la injusticia que se hacía aceptando al farsante secretario general de la Confederación Regional y a otros, a Matías Rodríguez, al asesino profesional del Estado de Hidalgo. Sí, señores; si hubiera aquí algún compañero cooperatista que tenga todavía simpatías - porque forzosamente se crearon en este entendimiento momentáneo que hubo en la Confederación Revolucionaria, simpatías con esos farsantes -, yo respeto su opinión particular. Yo sí veo las caras y los comentarios y lo que está pintado en el rostro de cada uno y conozco y pudiera precisar quién en estos momentos está desautorizando mi voz, quién es el único o los únicos que dicen que no tengo razón en lanzar estos cargos tan duramente contra estos individuos, vuelvo a hacer constar que ellos nos han colmado el plato, que materialmente es imposible que sigamos escuchando más cargos injustos, malévolos, torpes, que vienen a producirse en esta tribuna. Yo escucho con mucho mayor respeto a Siurob y a Vasconcelos, porque son enemigos cara a cara, no avientan nunca bombas detrás....(Aplausos nutridos.) Y cuando Siurob indignado, viene a esta tribuna a protestar contra el dictamen global, lo oímos, sabemos que no tiene razón de su pasión política lo hace producir esas frases, que él ve el peligro en que están las credenciales malas de sus compañeros y se dice: solamente hay que ir en esta forma, y está en su papel, lo mismo Vasconcelos y los demás líderes peleceanos son más respetables, esos son los únicos respetables y les estamos haciendo justicia, no porque queramos halagarlos, porque no los queremos de aliados, no los necesitamos y no les hemos solicitado nada, eso lo saben. Les haremos y ya les hemos empezado a hacer justicia con la diputación guanajuatense, que era formada por un partido que tiene, si no una adhesión completa al Pélece, una gran simpatía personal el Pélece e individualmente varios de sus miembros eran y seguirán siendo miembros de Pélece. Y les hemos hecho justicia. ¿Este es el carro arrollador de que habla el farsante de los Establecimientos Fabriles? Este no es carro arrollador, carro arrollador sería el que usted quisiera ir arrastrando para poder meter aquí a todos sus paniaguados, para poder irle a decir mañana a Gompers que usted es el héroe nacional por excelencia, que con usted están todos los pueblos, que usted está respaldado por la opinión pública. Y esto sólo lo debe usted por el nombramiento que tiene de jefe de los Establecimientos Fabriles Militares, por una condescendencia del general Obregón. Ya veremos el día que se les caiga la chamba (Risas.) a Gasca y a Morones, a ver con qué elementos cuentan para hacer su acción directa que tanto nos han cantado, su acción directa que es capaz , eso sí, de romper huelgas en el Distrito Federal, cuando los tranviarios, que son rojos, no van con ellos, como cuando los telefonistas, de todos los sindicatos, uno por uno, los panaderos, todos se declaran en huelga, fracasan, porque los Establecimientos Fabriles y el Gobierno del Distrito son muy fuertes, y el Gobierno necesita en algunas ocasiones tolerar, pasar, seguir, no ver lo que hay en el fondo, no ver el peligro, no ver que está criando cuervos; porque hoy es un atentado dinamitero al Poder Legislativo en la persona insignificante del que habla, después podrá ser el atentado contra la persona de algún miembro del Poder Ejecutivo cuando no le simpatice un ministro al señor Morones y quiera substituirlo por el señor Salcedo, por el señor Yúdico o por cualquier otro badulaque. (Risas. Siseos. Aplausos.) A Morones no le puede parecer el ingeniero Pani. Yo no soy amigo del ingeniero Pani; pero el Ingeniero Pani es revolucionario muchos años antes de que su señoría tuviera empleos de Aguirre Berlanga, muchos años antes, desde que era profesor en la Escuela de Minería; sus alumnos, lo digo porque lo sé por experiencia propia en un miembro de mi familia, en mi hermano el ingeniero Prieto Laurens, que fue alumno de Pani, que en plano régimen porfiriano oía palabras viriles y revolucionarias del entonces profesor de la Escuela de Minería, ingeniero Alberto Pani, a ese, ese al que vino a atacar ahora este individuo, este individuo que ya no volverá a hacer en estos días lo que en aquellos hacía, en aquellos días podía llevar la escalera del electricista para poner una instalación., hoy no puede ir, porque no puede abandonar su elegante automóvil, no puede abandonar sus vestidos elegantes y sus mujeres. Y dirán que me he enconado y ya vendrá otro a contestare aquí, y
todos estarán creyendo que yo solamente quiero echar lodo sobre ellos, porque son minorías. No quiero decir toda la verdad que encierra mi pecho, pero no puedo tolerar más, porque ellos me han provocado, ellos me han exigido la justificación del Cooperatista, que no necesita de las bayonetas, y voy a pedir que se retiren todos los soldados, para que vean que nos quedamos solos con nuestros pechos al descubierto. (Aplausos nutridos. voces: ¡Bravo! ¡Viva el Cooperatista!) Pues bien, señores; el que habla ha sido censurado hace dos horas en que estaba haciendo los últimos esfuerzos de condescendencia, para estos señores, de tener miedo. Que porque subo a mi automóvil acompañado de un grupo de amigos; desgraciadamente, tengo muchos amigos que me acompañan, es una desgracia, no me dejan un momento, compañeros; no valgo nada, pero para mí es una honra, honrosísima significación de estar con hombres en todas partes. (Aplausos.) Y una súplica a mis amigos: nadie me acompañe cuando salga de la Cámara, voy a salir solo, quiero salir solo, para que vean que no tengo miedo a los dinamiteros, a los poderosísimos dinamiteros. (Aplausos.) Señores: el Cooperatista se necesita justificar, el Cooperatista ha formado su mayoría y la ha formado con satisfacción. Iba haciendo un análisis, Estado por Estado, de los grupos que han formado la mayoría cooperatista, y no se crea que estos grupos que están aquí, no estén respaldados por grupos efectivos de hombres, de clubes, de partidos locales y regionales; que lo diga Jalisco, que lo diga Puebla, que lo diga Veracruz, y que lo digan todos los Estados que han contribuído a formar esta mayoría, yo creo que se levantarían a protestar si alguno pudiera decir aquí que sus miembros son aprovechados en el seno de las comisiones haciendo dictámenes ad hoc, para meter representantes que no corresponden a poderosas organizaciones en cada Estado. El Cooperatista es fuerte, lo será y se mantendrá su mayoría firme como un solo hombre que sí respeta a las organizaciones locales de cada Estado, porque es muy respetuoso de los Estados y hace justicia y les reconoce el derecho a que tienen deber de exigirle en esta Cámara y allá en sus regiones, en sus localidades. En cambio, el Laborista nos quiere meter aquí por sorpresa, por la gatera de la Cámara de Diputado quiere meter a un Yúdico que no es nadie, que no es más que un espía de los ferrocarriles, porque tiene sueldo de espía (Aplausos.) Colima: otro pequeño Estado donde el cooperatista ha luchado contra el gobernador, ha luchado contra los presidentes municipales, ha luchado contra todas las autoridades y, sin embargo, sus representantes están dentro de la mayoría, y así sucesivamente.
Por esto el Cooperatista ha tenido que librar batallas sin cuento, ¿qué laborista me dan ustedes que haya muerto en el Estado de Hidalgo? ¿qué laborista me dan ustedes que haya muerto en algún otro Estado donde la sangre cooperatista se regó? En Veracruz, en cualquier otro Estado, en Guanajuato, en Tabasco, en todas partes donde la vida de jóvenes quedaron sacrificadas para que se formara esta mayoría. Yo tengo que defender con calor esta mayoría y perderé toda la ilusión de mi vida si esta mayoría se desbarata por la ambición personal de algunos de sus miembros o por la inconsecuencia del partido para con los partidos locales o regionales que representan esta mayoría, porque todavía no hay en la República un verdadero partido nacional, porque lo habrá cuando todos los partidos regionales en una gran convención acuerden solemnemente unirse y formar el Partido Nacional, y entonces, señores, el Partido Cooperatista, que no tiene otro deseo, que no tiene otra aspiración, habrá cumplido con su deber; entonces el Partido Cooperatista será verdaderamente un partido nacional, empieza a serlo; el Partido Cooperatista va a Tamaulipas, el Partido Cooperatista va a todas partes de la República, va a San Luis Potosí, donde no había ningún resto de Cooperatista y encuentra simpatías en los miembros de los partidos locales de aquel Estado o de aquellos Estados; encuentra simpatías en Tamaulipas, encuentra simpatías en San Luis, encuentra simpatías en otros Estados, porque ya las tenía anteriormente en el Estado de México, donde existe positivamente el Partido Cooperatista; las encuentra en Jalisco, donde los partidos regionales son un hecho indubitable, donde los partidos regionales son poderosos, donde estos partidos regionales no pueden ser burlados tan fácilmente por nadie por mucha ambición que pueda tener; el Partido Cooperatista dio un noble ejemplo de desinterés y de honradez política haciendo que su presidente espontáneamente, el presidente del Partido Cooperatista renuncie a sus ambiciones personales en el Estado de Jalisco, para que no crea que con el puesto de presidente del partido quiere imponer una voluntad que no pueda ser aceptado por los partidos regionales de Jalisco. De manera que los vaticinios terribles, tremendos, del amarillo que hace un momento hiciera uso de la palabra aquí y con su voz de trueno quisiera asustarnos con que dentro de muy poco tiempo esta mayoría se va a desbaratar, esos vaticinios salen naturalmente por el despecho, porque no puede entrar otro robusto burócrata que anda por ahí de Secretaría en Secretaría, de antesala en antesala de los ministerios, para ver qué otra canonjía logra, puesto que no le son bastantes los veinte pesos de gendarme secreto de los ferrocarriles. (Aplausos.) Esa mayoría cooperatista ha hecho justicia a varios elementos que no pertenecen al Partido Cooperatista, ya están en el seno de la mayoría; dígalo Sonora; ¿qué relación directa o íntima tiene el Partido Cooperatista central con aquel respetable y estimable partido, el verdadero partido, como el del Sureste, que le llama Revolucionario de Sonora? Ninguna relación directa; pero sabemos que el cooperatista debe de detenerse ante esa organización verdadera y reconocerle la justicia y la razón y acoger con gusto, porque honra la mayoría de la diputación de Sonora. Y así sucesivamente dondequiera que hay organizaciones, donde hay partidos locales, el Partido Cooperatista no ha intentado, por mucho que fuera su deseo y ambición, de crear una nueva organización que se llamara Cooperatista. Vamos a Nuevo León y somos, con pocas o con muchas pretensiones, los primeros en estar al lado de nuestros compañeros; a última hora llegan dos líderes agraristas y uno de ellos viene y se espanta en la tribuna de lo que dijo en Monterrey. En
Monterrey Díaz Soto y Gama atacó a Villarreal furiosamente, pero ya tiene la credencial aprobada y ahora viene y defiende a Villarreal. Soto y Gama, que estuviera en las antesalas de Villarreal para solicitar favores, no tiene empacho, cuando éste está caído, en atacarlo furiosamente en Monterrey, ¿y por qué? porque, sabedlo bien, porque un líder cooperatista, de alto prestigio revolucionario e influencia muy grande, porque lo merece, pudo prestarle el contingente de muchos votos al señor don Antonio Díaz Soto y Gama, y entonces este líder cooperatista, que no quería, que no podía aceptar a estos líderes agraristas, me preguntó a mi paso por San Luis rumbo a Monterrey, que si se debía o no ayudar a los líderes agraristas en San Luis; el que habla le contestó: yo te suplico que ayudes a estos hombres, a estos elementos, ¿por qué? porque Díaz Soto y gama y otro líder agrarista son enemigos del partido que en San Luis representa a la reacción, del Partido Republicano, y nada más por esa consideración, no por otra, te ruego que ayudes a Soto y Gama y a Manrique; y el compañero a que aludo se prestó gustoso a prestarles el contingente necesario de amigos, de correligionarios, de revolucionarios que podían ir a votar en favor de estos señores. Pues bien; se ofrece días más tarde un mitin en Monterrey; entonces, gracias al favor ya prestado y ofrecido, el líder cooperatista le pidió al líder agrarista que vaya a Monterrey a contribuir con su palabra, con su contingente personal al brillo de ese mitin, que fue grandioso, y entonces Díaz Soto y Gama, interesado vivamente en obtener su credencial por San Luis, va gustoso y atacó a Villarreal, pero ya le dije, nada más se aprobó la credencial de Díaz Soto y Gama, nada más le echamos un velo muy obscuro, muy denso a la credencial y al expediente de Soto y Gama, porque si no hubiera sido denso y obscuro se habría podido traslucir que Soto y Gama tuvo necesidad de hacer algunas maniobras para tener esa credencial para venir a formar parte del Colegio Electoral. Entonces, aprobada la credencial, gracias a ese denso velo, el señor Díaz Soto y Gama en el primer momento de prueba, al discutirse la credencial de Breceda, sube a la tribuna y defiende a Villarreal, así como quien no quiere, no tiene intención de decirlo, es que viene a lavarse las manos como Pilatos, para no aparecer como enemigo de Villarreal, porque presume que en el futuro puede tener alguna fuerza o tener alguna capacidad suficiente para hacer pedazos a Díaz Soto y Gama y a todos sus secuaces. Tiene necesidad de lavarse la manos; pero comete una nueva inconsecuencia provocando la ruptura de la Confederación Revolucionaria y el Partido Cooperatista toma nota de esa nueva inconsecuencia y el Partido Cooperatista hace necesario que venga alguien a decir aquí estas frases; al Partido Cooperatista se impone que alguien venga a decir que clase de elementos estaban aliados con él y para qué. He dicho antes que en las elecciones pasadas se formaron listas, una con 25 y otra con 15. ¿Sabéis cuáles fueron sus pretensiones después de verificadas las elecciones, ya cuando se formó el Colegio Electoral? ¡Querían cien representantes! ¿pero de dónde, si eran 30 ó 40 a lo sumo sus candidatos; de dónde surgieron cien candidatos laboristas y agraristas y cómo? Es que en muchos Estados algunos elementos perdidos os dijeron: ¿a quién acudimos? ¿al señor Soto y Gama? ¿a los establecimientos fabriles. En fabriles hay el dinero suficiente, hay mucho movimiento, en fin, hay más camuflaje. Entonces Morones aumentó sus listas electorales, ya no eran 25, sino sesenta y tantos sus candidatos.
El agrarista también aumentó sus listas, ya no se trataba de 15, sino de 30, 40, 60; todos los días nos aumentaba el buen don Rodrigo, el Botones de Soto y Gama, dos y tres candidatos. Señores representantes, ¿es acaso serio lo que hacían estos llamados confederados? ¿Es acaso serio que la mayoría tenga la consecuencia debida para los que a mansalva dentro de la Confederación han atacado al Partido más fuerte de la misma, al que positivamente tiene el control y la directiva de esta Asamblea, porque su mayoría es aplastante, porque es claro que a una mayoría de elementos en la Confederación corresponde mayor número de diputados dentro de la Cámara? De manera que todos los cargos de inconsecuencia, de falta de honradez política y todos los demás han quedado completamente desmenuzados y ha quedado completamente comprobado que son infundados, resultando sólo una verdad. o sea que el Partido Cooperatista seguirá teniendo mayoría, porque el Partido Cooperatista seguirá siendo honrado y no se prestará a las farsas de unos ni a las farsas de los otros. (Aplausos. Voces: ¡A votar!)
El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano José Gutiérrez.
El C. Gutiérrez José F.: Señores diputados u presuntos diputados: No vengo a referirme a todo ese cúmulo de palabras.... (Voces: ¡Tacuba!) y de cargos falsos que ha lanzado desde esta tribuna el ciudadano Prieto Laurens; no vengo tampoco a defender el asunto del ciudadano Yúdico, porque considero.... (Voces: ¿Entonces a qué vienes?) Yo sabré a qué vengo aquí. (Desorden. Murmullos. Siseos en las galerías.) Y no son ustedes, a quienes seguramente, si no consideran que en las galerías hay personas sensatas, hay gentes serias llamaría perros famélicos. (Desorden en las galerías.) Y vengo, señores diputados....
Presidencia del
C. PRIETO LAURENS JORGE
El C. presidente: Se llama la atención a las galerías y se les ruega escuchen a los oradores, de cualquier bando que sean, para que el debate pueda terminar.
El C. Gutiérrez José F., continuando: Y vengo, señores diputados, también con el deseo de hacer una rectificación a lo dicho por el ciudadano Prieto, en lo que se refiere al asunto de Tacuba, o sea el distrito electoral por donde yo jugué. ¿Sabéis de dónde parte toda la inquina, toda el odio y toda esa cólera en contra del Municipio de Tacuba? (Siseos en las galerías.) Pues ese odio, esa cólera y esa inquina parten de que los elementos de ese distrito, no los dinamiteros, porque no son dinamiteros, (Burlas en las galerías.) no los anarquistas,
que no lo sin tampoco, puesto que aquí se puede demostrar prácticamente la falsedad con que se pronuncia estos cargos, toda vez que el mismo señor Prieto Laurens al hacer ilución a los elementos que pertenecen al partido Laborista Mexicano y a la Confederación obrera Mexicana, ha manifestado que éstos no son "rojos", sino "amarillos", ¿cómo, pues, entonces, si el ciudadano Prieto Laurens viene a esta tribuna a tildar de "amarillos" a los elementos de Tacuba, después, para hacer bombo, este sí es "camuflaje", ciudadano Priero Laurens, asienta esa farsa de la bomba (Siseos en la galería. Voces: ¡Huy! ¡Huy!) para arrojar la responsabilidad en contra del Partido Laborista y poder tener ya una base de qué partir para llevar hasta la ignominia toda esta farsa de violación del sufragio popular.... (Voces: ¿Y lo que ha declarado Arenas?) Arenas en los sótanos de la Inspección de Policía fue obligado a declarar que era miembro del partido laborista y que había recibido consigna de algunos de los elementos de ese Partido; pero ya al encontrarse en el Juzgado -y allí están los documentos que lo comprueban-, declaró no ser cierto lo que dijo en en los sótanos de la Inspección de policía, donde fue acorralado y obligado a declarar en la forma que se le indicó.
El C. Guzmán Martín L., interrumpiendo: ¡No es cierto!
El C. Gutíerrez José F.: Eso declaró Arenas.
El C. Guzmán Martín L.: Permítame usted que lo interpele. (Desorden en las galerías.)
El C. presidente: Se ruega a las galerías mantengan el orden, porque ya ordene que se retirara la fuerza pública, y en caso de que vuelva a alterarse el orden, se llamará de nuevo a la fuerza para que desaloje las las galerías. - C Gutiérrez José F., continuando: En el caso de Tacuba el encono es solamente porque los habitantes del 11 distrito electoral no se dejaron imponer un candidato del Partido Cooperatista, el ciudadano Alejandro Velázquez López. (Voces: ¡Fue el que ganó!) La Comisión Revisora de los expedientes sabe que no ganó. Señores diputados, se necesita tener una imaginación muy frágil, olvidar por completo los compromisos contraídos, para que el ciudadano Prieto Laurens, con esa arrogancia y con ese ímpetu de su juventud, venga a esta tribuna a asentar un fárrago de falsedades y a lanzar cargos infundados en contra del Partido Laborista en contra del Partido Agrarista. (Murmullos. Desorden en las galerías.)
El C. Alvarez del Castillo: Pido la palabra. Yo ruego a su señoría que sea más enérgico con las galerías; nosotros aceptamos cordialmente y no rehuimos la controversia con los señores. Creo que ellos, como minorías, tienen mayor derecho que nosotros para disfrutar de garantías en esta Cámara.
El C. presidente: Se va a cumplir con la orden de la Presidencia: si las galerías repiten una sola manifestación en contra del orador, las mandaré desalojar. Yo no amenazo, van a ver si cumplo, señores laboristas.
El C. Gutiérrez José F., continuando: Pues sí, señores, porque el señor Prieto conoce, como los demás miembros del Comité de la Confederación Nacional Revolucionaria, cuáles son esos compromisos; sabe muy bien que no es el Partido Laborista el que ha venido con ambiciones exigiendo a cada paso, como ellos lo aseguran. Esta es una preparación de ambiente que ha querido hacerse por medio de la prensa para arrojar las consecuencias del mañana, toda la responsabilidad de esas consecuencias al Partido Laborista y al Partido Agrarista. Por eso ha venido trabajando en esa forma, astutamente se ha venido sembrando este espíritu y haciéndose este ambiente en la conciencia de cada uno de los representantes del Parlamento, como tratando de influenciar la opinión pública en favor de todos los actos del Partido Cooperatista Nacional (Una voz: ¡Es el único honrado!) Eso es seguramente lo que cada uno puede decir de su partido, pero aquellos que no están enterados de la verdadera situación en que estaba colocado el Partido Cooperatista, antes de formarse la Confederación Nacional Revolucionaria,.... (Risas.) aquellos que no saben a fondo cuáles han sido los compromisos contraídos con los demás partidos, pueden seguramente decir esto y algo más.
Yo he sido de los que por disciplina a mi partido he tenido que callar muchas veces y he tenido que tragar toda la bilis que se derrama en mi ser, porque así convenía a los intereses del pueblo, porque urgía mantener esa unificación, aunque sea aparente, a través de los elementos perfectamente revolucionarios; y no se crea, como dice el ciudadano Prieto Laurens, por lo que a mí toca, que si soy insignificante de cuerpo por mi constitución física, compañero Prieto, usted sabe perfectamente que tengo el corazón bien puesto. (Burlas en las galerías. Campanilla.) Y esto lo digo porque el señor Prieto hacía alusión a que cuando los asuntos de la Cámara, solamente una ocasión me vio parado en la esquina y a los primeros disparos corrí. El señor Prieto sabe que no es cierto; el señor Prieto sabe -aquí hay un elemento que desgraciadamente no puede abordar esta tribuna, pero que sería testigo - que estuve durante todos los movimientos que se efectuaron fuera de la Cámara precisamente el día de la elección de la Comisión Permanente, y no soy yo quien voy a correr, porque no me espantan ni un tiro ni veinte.... (Risas.) Señores, en este ambiente de hostilidad manifiesta de parte de los elementos comprobados que vienen a las galerías de este Parlamento en contra de los Partidos Laboristas y Agrarista, que constituyen la minoría; con todas esas manifestaciones de hostilidad, seguramente que no es el momento propio para hacer otras hondas consideraciones sobre en lo que sí encierra la Confederación Nacional Revolucionaria y en lo que pueda esperarse para el mañana con la forma como se ha procedido faltando el Partido Cooperatista a todos y cada uno de sus compromisos contraídos.
El tiempo, seguramente, señores de la mayoría cooperatista, será el que se encargue de venir a colocar a cada quien en el verdadero lugar que le corresponde, será el que justifique los actos de la minoría parlamentaria, laboristas y agraristas, y será el que venga a demostrar quién tiene la razón, y algo más: probará, seguramente que lo probará el tiempo, porque los hecho habrán de quedar tangibles, quiénes son los que efectivamente proceden con
honradez y quiénes son aquellos que, bajo el camuflaje de honradez, traicionan a los demás partidos. (Voces: ¡Huy! Campanilla.) Y por lo que se refiere al caso de Yúdico, ¡qué más podría alegarse para demostrar hasta la saciedad el fraude cometido por el ciudadano Malváez en las elecciones del 5o. distrito electoral! ¡Qué más! Pero, ¿para que aducir documentos? ¿para qué aducir pruebas fehacientes? ¿para qué tratar de atraer la atención de la Comisión sobre este caso, excitándola a obrar con entero apego a la razón y a la justicia? ¿Para qué, si ya nos hemos cansado en casos anteriores de pugnar desde esta tribuna por la implantación de la verdadera justicia; si ya hemos pugnado en miles de ocasiones por hacer comprender a los miembros de la mayoría, y muy especialmente a los miembros de las comisiones encargadas de dictaminar en los expedientes de los laborista o de los agrarista, que era necesario que rectificaran su procedimiento, porque se estaba guillotinando, se estaba matando el sufragio popular? ¿Para qué más argumentos, para qué más documentos, si ayer mismo, cuando desde esta tribuna presentaba yo una documentación que probaba, en el caso de Martínez, que la elección le había correspondido a él y no al ciudadano Fernández, la Comisión cerró sus oídos? Todavía vino después el licenciado Soto y Gama a probar con números que la votación había sido en favor de Martínez, y a pesar de todas esas cosas, ¿quién hace caso a la minoría que, al fin y al cabo, se supone que no tiene fuerza para defenderse? ¿Quién hace caso de ese insignificante grupo de hombres a quienes individuos como Pérez Taylor, tránsfuga de la organización obrera, y como otros muchos, vienen aquí a lanzar todos sus insultos? El señor Santa Anna también, un hombre.... pues, hasta cierto punto ingenuo, que seguramente viene hasta esta tribuna con la consigna del amo, para atacar de una manera virulenta al ciudadano Morones....
El C. Santa Anna, interrumpiendo: ¡Protesto, no es exacto!
El C. Gutiérrez, continuando: Yo cumplo con mi deber, ciudadano Santa Anna y ciudadano Pérez Taylor, de defender a se pequeño grupo, no porque el ciudadano Morones necesite defensores, no porque él quiera o necesite que haya quien hable por él. Usted sabe, ciudadano Pérez Taylor, que él sabe hablar, y muy alto, en la cara de cada uno de los mendaces. (Una voz: ¡Ve a Fabriles por un traje. Risas.) Digo esto, porque aquí hay elementos honrados, y precisamente elementos que tienen la confianza del Partido Cooperatista y a quienes no se puede suponere parciales: Allí está el compañero Julian S. González, allí está el compañero José Peraza, de Sonora que conocen, no de ahora, sino hace mucho tiempo mi actuación. Y recorred la República y veréis si en algún centro obrero no somos conocidos como efectivamente luchadores. Los ataques de los hombres que dicen: "Vividores de los trabajadores"; los ataques de los hombres que vienen con el deseo solamente de insultar sin conocimiento de causa, de aquellos que traen la consigna de lanzar esta clase de de nuestros, no saben que nosotros a esos a quienes se ha tenido de vividores, hemos sabido toda la vida vivir a costa de nuestro trabajo, vivir del sudor de nuestra frente. (Una voz: ¡Mentira!) ¡No es mentira! ¿El ciudadano Pérez Taylor no sabe, acaso, que soy tipógrafo y que tengo más de veinte años de trabajar en las imprentas? ¿El ciudadano Pérez Taylor desconoce que he trabajado la mayor parte de los periódicos de la capital? ¿El ciudadano Pérez Taylor desconoce cuál ha sido mi labor y cuál ha sido mi programa de revolucionario, así como mi actuación como tal? Señores diputados y presuntos diputados: No venimos ya a tratar absolutamente nada de la parte legal en el caso de Yúdico, porque.... (Voces: ¡La parte moral!) Ya la hemos tratado. Hemos visto con toda pena, para vergüenza de la Representación Nacional, que ni el criterio legal, ni el criterio moral ha servido de base a las comisiones para dictaminar sobre los expedientes; se han hecho a un lado el criterio moral y el legal en todos los casos en que se ha dictaminado cuando se trataba de elementos del Partido Laborista y del Partido Agrarista; y así hemos visto guillotinar credenciales perfectamente conquistada, no como la del ciudadano Malváez, ni como las de otros muchos a quienes se ha impugnado desde esta tribuna. Hemos visto cómo por medio de un dictamen global se guillotinaron esas credenciales legítimamente obtenidas y legalmente ganadas! ¿Para qué vamos a tocar ya puntos de legalidad? ¿Para que vamos siquiera a pretender que el criterio moral desarrolle toda su influencia en el ánimo de la Comisión, con objeto de que se obre en justicia? Ya no hay para qué tocar esto; votad, señores diputados, en favor del dictamen; seguramente esta es la forma en que os conviene votar. (Murmullos. Siseos.) Yo os lo ruego, señores diputados, para que mañana nuestros pósteros tengan que avergonzarse de vuestra obra. (Voces: ¡Ah!)
El C. presidente: Tiene la palabra en contra el ciudadano Soto y Gama.
El C. Díaz Soto y Gama: Compañeros: Seguramente que el señor Prieto Laurens, insultador de profesión, (Murmullos.) cuyos discursos, por lo menos todos los que le he oído, no contienen, ni han contenido, ni contendrán jamás un solo argumento; cuyos discursos se reducen simplemente a una serie de cargos calumniosos y mendaces; seguramente que el señor Prieto Laurens piensa, lo mismo que pensarán los que en esta Cámara forman su cortejo, que yo voy a cometer la torpeza pueril, infantil; que yo voy a cometer la torpeza inaudita, yo que me reputo viejo luchador, por los años de lucha y por los golpes recibidos, de contestar esas calumnias y esas mendacidades. ¡Se engañan totalmente los que eso juzgan! Yo sé que las reputaciones no se forman con discursos ni se destruyen con discursos. Es muy fácil mentir en la tribuna y es más fácil todavía mentir en la prensa; pero si las mentiras de la tribuna y las mentiras de la prensa fueran las que formaran la reputación de los hombres, el más honrado de los hombres de México sería Querido Moheno, al que todos los días levantan hasta las nubes los periodistas metropolitanos; el más honrado de los políticos mexicanos sería Prieto Laurens, a quien su claque aplaude estrepitosamente, fingiendo creer en las mentiras que viene a decir. Pero no es eso así: los hecho son los que forman la reputación de los hombres, y los
hechos son los que tienen obligación de dar los políticos, los hombres públicos. A todos los que hemos tenido la osadía de enfrentarnos con los poderes más fuertes de la tierra -que son los poderes de los acaudalados-, nos toca recibir aluviones de calumnias, y como estamos preparados a recibirlas, nos bañan y nos dejan puros. (Siseos en las galerías.) A mí se me ha dicho tantas cosas, que ya casi me siento mal de los nervios cuando no se me ataca: ¡Yo soy autor de los asesinatos de La Cima y Ticumán! Y, sin embargo, cuando ocurrieron esos asesinatos yo estaba en México, plácidamente ocupado en mi oficio de notario, calificado de burgués por el ciudadano Aguirre Benavidez; yo estuve aquí hasta 1914, y esos hechos ocurrieron desde 1912.
Lo dice la prensa, ¿ y qué me importa? Me lo dicen aquí, ¿y qué me importa? Me dicen que asesiné a Montaño, y lo he repetido y sostengo, que si quinientas veces fuera a presentarse a ese traidor ante mí, miembro de un Consejo de Guerra, quinientas veces hubiera firmado su sentencia de muerte. Se dicen de mí tantas cosas y se dicen de Morones otras tantas, que no se dicen de los lacayos de la burguesía, de los hombres que, como Prieto Laurens, empiezan a merecer los halagos, las sonrisas y coqueterías de la reacción. Mi criterio a este respecto es muy claro y sencillo: cuando a un hombre que hasta aquí ha sido revolucionario, empieza la prensa reaccionaria a atraérselo, es porque ese hombre empieza a claudicar. Si Prieto Laurens fuera mi amigo -pero no lo es ni nunca lo ha sido-, le aconsejaría que desconfiara mucho de ese canto de la sirena; pero como Prieto Laurens no es amigo mío ni de nadie, dejaré que se hunda, como muy pronto se hundirá. No quiero ser profeta barato, no quiero siquiera decir en qué va a consistir el hundimientos de Prieto Laurens, ¿Para qué? El hecho va a realizarse muy pronto; la mayoría cooperatista va a constituirse en muy distinta forma de como está hecha, etcétera. ¿Cuándo hablaremos nosotros, el compañero Morones, Salcedo, los laboristas y agraristas? A su tiempo. Los que tienen impaciencia en política son los que fracasan más pronto, y esa impaciencia torpe, pueril, infantil -no me cansaré de repetirlo - del señor Prieto Laurens y del grupo de hombres que le son adeptos, será la causa de su ruina. Nosotros no somos sabios ni muy expertos en política, pero sí sabemos repetir a cada momento esta frase de todos los políticos viejos y duchos: "saber esperar". Nosotros sabremos esperar para hablar y para hacer la historia de las negociaciones. Los señores cooperatistas, engreídos con su triunfo fácil, engreídos con sacar partido de una situación que ellos no crearon, engreídos con haberse sentado a la mesa puesta de un triunfo que no fue de ellos, tienen una impaciencia colosal por exhibirse, por demostrar su fuerza; por exhibirse a todo el mundo, a las galerías, formadas por ellos, a su propia claque, cosa más chistosa, a los mismos que traen aquí para que les aplaudan, cosa más original, porque se están haciendo guajes solos, porque se están viendo en el espejo y dicen: ¿qué guapo, qué apuesto, qué hermoso triunfador! Y no ven que no hay nada de eso. Pues bien; ellos que quieren exhibirse hasta con sus mismas galerías, integradas en una forma tan artificial y tan conocida, que quieren exhibirse como vencedores, ellos hacen bien en tener prisa, porque muy rápido va a ser su descanso. Nosotros no, venimos de más lejos. Yo llevo veinte años de luchar en política, y supe esperar mucho tiempo para venir a esta Cámara. No quise venir a la Cámara maderista; después quise esperar seis años en las montañas del Sur, calumniado, titulado de bandido, de loco - loco lo he sido siempre y yo creo que mucho más locos son los que no entienden el momento presente -. Pero, en fin, ¿quién puede discutir el porvenir? Yo, cuando oí al compañero Gutiérrez, dije: no tengo nada que decir sino lo que él dijo: el porvenir será el que nos juzgue. Quiero, para concluir, que se vea hasta dónde llega la mendacidad y falta de seriedad del señor Prieto, recordar en dos palabras lo que paso en Monterrey.
El otro día el compañero Siurob, que no estuvo en Monterrey, creyó, quizá de buena fe, que yo había ido a Monterrey a atacar a Villarreal; pero yo, que, por un lado, no gusto de atacar a un caído -y a Villarreal lo considero irremisiblemente caído, contra lo que opine el señor Prieto Laurens, que teme que alguna vez llegue a necesitarlo -, yo, que no gusto de atacar a los caídos, ni siquiera mencioné al señor Villarreal...
El C. Manrique, interrumpiendo: .Es cierto!
El C. Díaz Soto y Gama, continuando: Y voy a poner a un testigo, además del ciudadano Manrique: al señor diputado don Francisco Garza. Señor diputado Garza ¿en toda la jira de Monterrey aludí siquiera por casualidad al señor don Antonio I. Villarreal?
El C. Garza Francisco: Efectivamente, el señor diputado Soto y Gama no tocó en el mitin ni en la manifestación al señor Villarreal.
El C. Díaz Soto y Gama: ¿Lo mencioné siquiera?
El C. Garza Francisco: No, señor.
El C. Díaz soto y Gama: ¡Por allí pueden ustedes juzgar de las verdades que ha dicho el señor Prieto...!
El C. Manrique, interrumpiendo: ¡Una pregunta!
El C. Díaz Soto y Gama, continuando: ...y, sin embargo, el señor Prieto, como un epileptoide, como uno de esos hombres que forjan una mentira y luego creen en ella, como las mujeres histéricas que indican los tratados de medicina legal, que yo conozco, inventan un chisme y luego pretenden que los demás crean en él, yo creo que el señor Prieto, en su perturbación mental, está creyendo, que yo ataqué al señor Villareal. De manera que yo creo que el señor Prieto ni siquiera miente, sino que está siendo víctima de un espejismo, de una perturbación mental. He querido poner este caso, confirmado no sólo por el dicho del señor Garza, sino por el dicho del compañero Manrique, por el dicho del señor Martínez Rendón, por el dicho del señor González y González. Compañero Martínez Rendón: ¿Usted, que estuvo en el mitin de Monterrey, puede usted decir si aludí al general Villarreal?
El C. Martínez Rendón: Efectivamente, yo no recuerdo que usted haya aludido a Villarreal.
Recuerdo, sí, que el compañero Prieto Laurens hizo un brillante discurso a este respecto y por eso fue ampliamente aplaudido por toda la Asamblea.
El C. Díaz Soto y Gama: Exactamente. Quiere decir que quien atacó a Villarreal fue Prieto Laurens ¿Que cuándo atacaré a Villarreal? A un hombre que, como él, no debe atacársele de paso, sino en debida forma, y cuando el bien de la nación lo exija sabré atacarlo de conjunto, concediéndole a la vez todo lo que tenga de meritorio, pues no porque un hombre se equivoca alguna vez borra todo su pasado. Villarreal es un caído por su torpeza, pero para conocer todo lo que de malo y bueno tenga, no bastan evidentemente los límites de un discurso improvisado, sino que es preciso meditar lo que se dice y saber cuándo se dice. Yo, villarrealista cuando estuvo en el Ministerio, le dije: como ministro, cuente usted con mi apoyo; como candidato a la Presidencia, no estoy de su parte. Fui yo precisamente quien malogré a Villarreal su aventura presidencial en la Convención de Aguascalientes y Fui quien no me quise prestar cuando estaba en el poder a seguir su política presidencial. Que no teman, pues, de ninguna manera los compañeros un cambio de frente en el Partido Agrarista; no tuvo a Villarreal, ministro, como candidato a la Presidencia, ni puede tenerlo ahora. Personalmente tengo el derecho de ir al fracaso, pero como presidente de un partido no tengo el derecho de llevarlo al fracaso. Así es que por dignidad y hasta por conveniencia no será el Partido Agrarista el que tenga que apoyarse en Villarreal caído, cuando nunca se apoyó en Villarreal alto, ni somos los agraristas los que aspiramos a puestos públicos, porque no tenemos ambiciones; poco importa que se nos crea o no, si al cabo que los hechos estarán allí. ¿De qué sirve que nosotros digamos que no tenemos ambiciones o que lo digan los cooperatistas, si los hechos los van a desmentir? Como no tenemos ambiciones, repito, tampoco tenemos prisa; que la prisa y la impaciencia se queden para los arribistas, y es más triste ser arribista que futurista. Nosotros ni una ni otra cosa somos, pero los que son arribistas y se aprovechan de una situación que no han creado, es posible que puedan dirigir esa situación y nosotros demostraremos punto por punto, ni hoy ni mañana, quizá ni en un mes ni en dos, que esta situación, la derrota del Pélece en la Permanente, no es obra del Cooperatista. El Cooperatista se está vistiendo con las plumas del grajo o con las plumas del pavo, y el Partido Cooperatista, incapaz de vencer al Pélece, no podrá con esta situación, se desmoronará, caerá irremisiblemente, con o sin nuestros ataques, tal vez nuestros ataques lo salvarán, probablemente ni lo atacaremos; se desmoronará solo, está ya enfermo de muerte, de una enfermedad que es la primera que se presenta en nuestro ambiente político, de una enfermedad de la que tiene la culpa el señor Prieto, porque él lleva el virus de una enfermedad que yo denominaré infantilismo. (Aplausos. Siseos. Desorden.)
El C. presidente: Tiene la palabra en pro el ciudadano Puig y Casauranc José Manuel.
El C. Puig y Casauranc José Manuel: Señores diputados: Por celebración...
El C. Alvarez del Castillo, interrumpiendo: ¿No tendría inconveniente el orador en permitirme hacer una interrupción al compañero Soto y Gama?
(El C. Puig y Casaurenc asintió)
El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Alvarez del Castillo para interpelar al ciudadano Díaz Soto y Gama.
El C. Alvarez del castillo: Compañero Díaz Soto y Gama: Indudablemente que yo también podría ir a la tribuna a hacer un discurso, si bien es cierto no tan documentado ni tan brillante como el que usted acaba de pronunciar; pero creo yo que no estamos en condiciones patrióticas de quitar el tiempo a la Asamblea, con discursos que a nada conducen en materia social...
El C. Díaz Soto y Gama, interrumpiendo: Lo mismo creo yo.
El C. Alvarez del Castillo, continuando: ...ni en materia de política fundamental. Yo deseo que usted me haga favor de contestar a estas tres interpelaciones. En primer término, dice usted que los cooperatistas no debieron el triunfo, a ellos; ¿entonces a quién lo debieron? Segundo: Dice usted, o da a entender, que el Partido Cooperatista está al servicio del capitalismo, o que está coqueteando con la reacción. Yo desearía que usted me desenvolviera esta apreciación. En tercer término, habla usted de arribismo, y yo desearía que me dijera si tiene cargos concretos contra los miembros del Partido Cooperatista en el sentido de que desean su exaltación a los puesto públicos.
El C. presidente: Tiene la palabra para contestar las interpelaciones el ciudadano Díaz Soto y Gama.
El C. Díaz Soto y Gama: A la primera pregunta contesto a usted, compañero, que el Partido Cooperatista, según es público y notorio en esta ciudad de México y en la República entera, fue vencido siempre, implacable y tristemente por el P L C cuantas veces le presente campaña o frente de combate; allí está la historia de las elecciones municipales, donde consta que el Partido Cooperatista, con su jefe a la cabeza, fue siempre destrozado en las luchas municipales. (Voces: ¡Por los chanchullos! Chanchullos contra chanchullos. Fue preciso que en la lucha por la elección de la Comisión Permanente del Congreso, el reducido grupo de agraristas supiese colocarse en su papel, dándose cuenta de lo que hacía, porque si en ese momento se suma al P L C , el Cooperatista no nos hubiera servido -como dice la gente de nuestro pueblo - ni para el arranque. La frase es muy vulgar, pero expresiva, si no nos hemos sumado al Partido Cooperatista, que jamás realzó en la discusión del período pasado, hubiera sido destrozado. Se necesitó, además, de un contingente que, aunque individualista, era de gran fuerza, y del cual quiere el Cooperatista que prescinda esta Cámara: se trata del señor licenciado Emilio Portes Gil. Este señor, en unión de Luis León -que ya tuvo un primer choque, muy explicable, con Prieto Laurens -, en unión del que habla fuimos designados directores de la lucha parlamentaria contra el P L C, lucha rapidísima que pocas veces se ha registrado en nuestra historia parlamentaria; y recuerdo que entonces el señor Prieto
Laurens fue comisionado para ir de curul en curul conquistado peleceanos que quisiera aumentar nuestras filas; creo que ese papel no es muy honroso, que digamos, para el señor Prieto.
El C. Prieto Laurens: ¡Miente! (Desorden en las galerías.)
El C. Díaz Soto y Gama: Pero demuestra...
El C. Prieto Laurens: Aun cuando yo rompa con el protocolo, ¡miente!
El C. Díaz Soto y Gama: Eso es muy propio de él. (Desorden en las galerías.)
El C. Alvarez del Castillo: Compañero Soto y Gama...
El C. Díaz Soto y Gama: No he acabado todavía. De manera que si no quieren llegar a esta explicación, la ampliaremos en una forma diáfana; tenemos dos años para hablar, ¡figuráos, pues, si no nos daremos a conocer los unos a los otros, si no nos daremos a conocer ante el país! Usted quiso que llegara a esto y he llegado. Creo que he contestado a la primera pregunta; si falta algo, lo agregaré.
El C. Alvarez del Castillo: Con permiso de la Presidencia. El señor Díaz Soto y Gama ha asegurado a esta Asamblea que el Partido Coopertarista no debió su triunfo electoral a sus propios esfuerzos. La contestación del señor Díaz Soto y Gama justifica al Partido Cooperatista. Espero la segunda contestación.
El C. Díaz Soto y Gama: ¿Cual es la segunda pregunta señor?
El C. Alvarez del Castillo: Que el Partido Cooperatista o elementos del Partido Cooperatista, estaban al servicio del capitalismo, o coqueteaban con la reacción.
El C. Díaz Soto y Gama: Creo que fui bastante claro. Dije que era un síntoma pésimo que la reacción, representada por su prensa, empezara a quemar incienso en favor del Partido Cooperatista; que ese era un síntoma desastroso para cualquiera que sabe de estos achaques. No hice el cargo en sentido contrario, de que eran los cooperatistas los que coqueteaban con la reacción; pero ya que el ciudadano Alvarez del Castillo quiere que precise, le diré que bastan los casos de Aguirre Benavides y de Breceda para demostrarle que la cosa pasa de coqueteo, llega a algo más fuerte que coqueteo. Podría citar muchos casos, pero no quiero llegar a ese terreno. ¡Llegaremos quizá!
El C. Alvarez del Castillo: La tercera, compañero.
El C. Díaz Soto y Gama: La tercera, lo del arribismo. Pues compañero, yo creo que cuando se forma una mayoría parlamentaria de la manera como se ha formado ésta, precipitadamente, con esa ansia de poder desbordante; cuando se forma una mayoría por un grupo de hombres dedicados exclusivamente a la política, sin fondo social ninguno, pues no va a otra cosa que a la conquista del poder. Si hemos de juzgar el pasado, el Partido Cooperatista no tiene de cooperatista más que el nombre: nunca ha hecho ninguna labor cooperatista, nunca ha formado ninguna cooperativa, a no ser el Casino Nacional Cooperatista que está por fundarse, o creo que ya está formado. En cambio, el Partido Cooperatista reduce su tendencia política a la lucha por la conquista del Ayuntamiento de la ciudad de México. De manera que si en política como en sociología se admite que el pasado funda el presente y funda también el porvenir, el pasado del Partido Cooperatista, que es el de conquistador de puestos públicos, asaltante de puestos municipales, está indicando que el futuro no puede ser sino la continuación en más amplia escala de su política arribista, que conducirá al Partido al fracaso.
El C. Alvarez del Castillo: Con eso me basta.
El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Puig y Casauranc José Manuel.
El C. Puig y Casauranc José Manuel: Señores diputados: Por organización cerebral y por métodos de vida, creo sinceramente que si excitamos la pasión, habremos de obscurecer la inteligencia y retardaremos el progreso del del pensamiento, sin el cual ningún avance es posible.
Voy a empezar este mi primer discurso de la Cámara, que nunca creí que tuviera que comenzar con una rectificación en mi conducta, manifestando a la Asamblea que aunque fui insultado ayer y no se retiró el insulto, y aunque recibiera mil más, yo sí me siento obligado, por respeto a esta Cámara, a retirar el insulto que devolví. Sí quiero hacer una súplica a los caballeros laboristas, yendo al fondo de justicia que indudablemente anidará en sus pechos como mexicanos. Cuando en lo futuro -que habrá mil ocasiones, porque vengo a la Cámara a batallar - se lance contra mí todo denuesto y toda injuria, yo pido a la justicia de los señores laboristas que no se incluya a mi hermano, si el móvil de los insultos es cualquiera conexión con "El Universal", porque mi hermano ni una fracción de segundo ha tenido nada que ver con la Compañía Periodística Nacional, no ha sido escritor ni periodista nunca y es, por tanto, injusto que los insultos y los ataques que por ese concepto pueda recibir yo, caigan sobre mi hermano. Un compañero de esta Cámara, el diputado Enrique Meza, me preguntaba no hace todavía diez días: ¿por qué, compañero - compañeros de escuela, de Preparatoria; no era yo todavía diputado y él lo era entonces ya -, por qué compañero, se ha metido usted en esto? Y me decía su desilusion, las luchas inútiles, los propósitos borrados, toda la serie de desencantos que un alma joven tuvo que recibir durante la XXIX Legislatura. Yo quise contestarle, y voy a contestar a la Cámara, no con palabras de hoy, voy a contestarle con palabras dichas ante testigo de calidad, porque es un enemigo, con palabras dichas ante el diputado Manrique, porque aunque los señores laboristas no lo puedan creer, aunque haya sido un motivo de constante asombro hasta para mis familiares, yo no he venido a esta labor por arribismo ni por medro. Nunca he tenido capital, pero nunca, desde que soy médico, absolutamente nunca he dejado de ganar diez pesos más de lo que pueda ganar como diputado al Congreso de la Unión, y el compañero Manrique, que me vio en Tampico dedicado absolutamente a mi ejercicio profesional, tuvo oportunidad muchas noches, en las noches aquellas en que estaba solo en Tampico -porque por "obregonista" era un motivo de horror y de antipatía para los timoratos - tuvo oportunidad de oír todo el desencanto, toda la desilusion, todo el remordimiento que había en mí, porque habiendo ido a la
lucha política de mi país a los veinticinco años, y habiendo formado parte de la XXVI Legislatura, nada había hecho por mi país y, en cambio, me sentía con grandes responsabilidades por haber sido parte en el principio de nuestro movimiento social. Y el compañero Manrique -á él debo esta resurrección - me inyectó vigor, y esperanza, y aliento, y me excitó a la lucha. Me dijo: "Compañero: Querríamos ver a usted en la Cámara de Diputados." ¿Es cierto, compañero Manrique?
El C. Manrique: Sí señor.
El C. Puig Casauranc José Manuel, continuando: Y entonces luché, y luché contra Portes Gil, gobernador del Estado, ocho días antes de la elección, y fui derrotado y bien derrotado, y aunque había ese motivo muy grave constitucional, de haber ocupado la gobernatura ocho días antes de la elección, me convencí, dentro de mi conciencia, de que en un momento revolucionario hubiera sido injusto impedir que un hombre que tenía perfecto derecho de llegar a la Cámara, fuera estorbado por otro que, como yo, tenía algunos años de pasividad política....
El C. Manrique, interrumpiendo: Compañero: Pidiéndole mil perdones por mi interrupción, sólo quiero hacer una breve aclaración, a fin de evitar suspicacias; quiero simplemente aclarar que estimulé a usted arrancarse de las garras del escepticismo, a hacerse entusiasta y a volver a ser joven; pero quiero aclarar....
El C. Puig y Casauranc: Ya entiendo su observación: usted no me invitó a que me lanzara candidato por Tamaulipas.
El C. Manrique: Pudiera creerse que yo lo Había estimulado contra el señor Portes Gil.
El C. Puig y Casauranc, continuando: ¡Nunca! Entonces ni el señor Portes Gil pensaba lanzarse diputado. Esto era cuando todavía no caía Carranza, en los días precisos en que el obregonismo estaba preparando el derrumbamiento de aquel régimen. Hablaba antes de remordimiento, y voy a explicar este remordimiento, para que los señores laboristas puedan entender, aunque parezca extraño, cómo un hombre que es absolutamente sincero y que nunca, ni para salvarse, ha dicho una mentira, tuvo tanto empeño en venir a esta Representación y por qué entré al periodismo. Cuando la ola de traición y de sangre que significó en mi provincia, en mi distrito, en aquello que se ha querido decir que no es mi tierra, porque nací en Laguna del Carmen y a los 28 días de nacido fui a minatitlán, y nunca, ni por pensamiento, he vuelto a Campeche; cuando en aquellos días de sangre y de traición en que Santibáñez hizo fracasar en todos los espíritus nuestros la idea de virilidad y de lealtad, porque traicionaba a quien era casi su padre, entonces el que habla, enfermo de horror, materialmente saturado de indignación, se fue a los Estados Unidos, y en los Estados Unidos un compañero, un general villista, el general Azueta, encontró al que habla, haciendo la insignificante labor mexicana que podía, demostrando a aquel pueblo que era posible que un profesionista mexicano, ajustándose a los términos de ley de examen en aquel país, viviera de su personal trabajo y llegara a tener la posición profesional médica que indudablemente, en veinte años de esfuerzo profesional, no habría alcanzado en mi patria. Y bien, señores diputados; cuando estando en el destierro, pensaba que nada sufría yo y que nada sufrían los míos y que mi país, envuelto en esa situación política en la que tenía parte, aunque insignificante, como representante de la Legislatura XXVI, se debatía en los horrores del desastre civil, no podía dormir, materialmente, y ¡cuántas veces, desde la población en que vivía, llegue hasta el Paso para asomarme del otro lado del río, a nuestra patria mexicana....! Y cuando hubo oportunidad el señor Carranza se acordó de que había en Estados Unidos un hombre a quien se le cerraban las puertas sin haber hecho nada contra la Revolución y, en cambio, había sufrido por ella sus noventa días de cautiverio en la Penitenciaría, cuando Huerta; cuando fui invitado a volver al país, me fui a Tampico y, desilusionado, escéptico, como me encontró el compañero Manrique, me dediqué también única y exclusivamente a las labores de mi profesión. Pero la voz alentadora de Manrique, que representaba para mí el elemento joven revolucionario que me hablaba ya de ideales positivos, ya de conquistas que habían de cristalizarse alguna vez en leyes, me hizo formarme, como antes decía, el propósito definido de alguna vez hablar a la conciencia popular, y como no pude lograrlo en la tribuna de la Cámara, por el hecho que antes expresé, vine a México, y en México logré que, bajo mi estricta y única responsabilidad y sin insinuaciones ni consejos al oído de nadie, como se expresó terminantemente desde el primer editorial "El Universal Gráfico", se me dejara la responsabilidad de analizar la situación y reflejar la conciencia, tal como yo sinceramente la entendía. Y desde entonces, señores laboristas, dije en mi artículo del primer día:
"El Universal Gráfico", con estas frases que nos dicta nuestra sinceridad, alza, se entiende, el pendón del "revolucionarismo". "Amamos anhelos de mejoramiento público y de renovación social; pero no aceptamos que hayan significado "revolución" los anhelos de medro a costa de la felicidad del país, ni las prédicas engañosas de los falsos apóstoles, ni menos aún los propósitos "interesados" de desquiciamiento social. Porque aún para estas tendencias desordenadas hallamos excusas, "cuando las justifica la "sinceridad". "El Universal Gráfico", que cree en la fuerza inquebrantable de las cosas buenas, no siente las alarmas quejumbrosas de la reacción, ni cuando asoman las bandera rojas de las reivindicaciones, y con un alto espíritu de eclecticismo, y con un sincero respeto por todas las ansias populares, y con un robusto entusiasmo, ve en el caudal de ideas encaminadas al mejoramiento popular, aunque torrencial y tumultuoso, un anhelo de redención y una esperanza para nuestro México, cuyo problema actual, como el de todos los pueblos, es el de lograr, "no a costa de sangre no por medio de violencias"; pero sí por obra del convencimiento y por juiciosas renunciaciones, una dosis de mayor justicia y de felicidad para los desheredados."
Así hablaba este inmundo reaccionario desde el primer día que escribió en los periódicos, señor Morones. (Aplausos.) Y de todo intento, señores,
he de afirmar por medio de palabras escritas, que aunque pueden ser mentirosas como muy justamente decía el compañero Díaz Soto y Gama, tienen de cualquier modo mayores probabilidades de ser sinceras que las que se digan en una excitación momentánea. Voy a decir que este pésimo periodista, pero sincerísimo escritor, escribió en el aniversario de Zapata, cuando ningún periódico de México se acordaba, en nuestro eterno olvido de los hombres que valen, de Emiliano Zapata. Entonces escribí:
"Pasó el caudillo sobre los más ricos veneros de riqueza; clavó sus garras en la propiedad particular; gravó, por años, las haciendas con tremendas contribuciones; asaltó trenes y conductas que llevaban millones; y nada dejó para él.
"Ni se convirtió en hacendado prócer de la noche a la mañana; ni ocupó batallones en recoger cosechas, ni cubrió con pedrerías robadas el cuello de sus queridas; ni dejó a su muerte, millonadas para convertir en burgueses a sus críos.
"Paso, por la desolación y por el despojo, sobrio de ansias de botín personal y no manchó sus prédicas de mejoramiento del pueblo, con cuentas fantásticas en los bancos extranjeros.
"No fue un farsante; en una palabra: agrarista, no se convirtió en poseedor de latifundios; partidario de la participación de la riqueza, dividió siempre entre sus hambrientos soldados el producto del botín.
"No dijo nunca, porque no supo lo que era esta palabra, que fuera "bolchevique"; pero no pretendió serlo conquistando rentas de millones y cambiando la chaqueta de hombre de campo por el frac; ni escupiendo amenazas contra los burgueses, desde automóviles ventrudos de ochenta caballos.
"Hombre rudo y sincero, tuvo un Ideal y lo guardó austeramente. Caudillo de la horda, vivió como hijo de la gleba, y, y para afirmar definitivamente su condición de "Pueblo", cayó bajo las balas de una traición fraguada por el elemento que representaba la reacción dentro de las filas revolucionarias. "Por esto, y sin llegar a las extravagancias líricas de una consagración universitaria, merece Emiliano Zapata, respeto y consideración.
"Fue un representante respetable de una ansia popular; un extraño apóstol que no tuvo "Tabores", pero que sí tuvo su Calvario; un hombre que señaló derroteros y no los abandonó por antesalas mullidas de alfombras; un hombre, en fin, a quien una celda indigna limpió de culpas y de extravíos, y lo acercó, definitivamente, al corazón del pueblo mexicano." (Aplausos.) Señores diputados: ¿Creéis que un hombre que ha escrito esto pueda ser reaccionario? (Voces: ¡No! ¡No!) ¡Es sencillamente estúpido! Y ahora bien, váis a entender por qué me odian los líderes, por qué me odian algunos líderes que se han podido creer aludidos en lo que un pésimo periodista, pero sincerísimo escritor, ha dicho: El trece de mayo -y hago notar a la Asamblea que como periodista, como redactor político de un periódico estaba absolutamente enterado de todo lo que pasaba en la Confederación; que no había detalle para entonces que no conociera; que, por lo mismo, me interesaba personalmente, no producir disgusto en ese grupo, que era indudablemente de más influencia personal y política que el "agrarista", y si entonces escribí algo que pudo disgustar a los líderes "laboristas", ya comprenderá la Asamblea que siempre la norma de mi conducta ha sido la sinceridad -, el trece de mayo de este año, decía:
"La Confederación General de Trabajadores, por medio de su Consejo Ejecutivo, hace hoy en "El Universal" una serie de rectificaciones a la noticia nacida en los círculos amarillos de esta capital, sobre una fusión de los elementos rojos, con aquéllos."
La declaración existía, lo sabemos todos.
"En este documento, que tiene el sello característico de la sinceridad que distingue todos los actos de los rojos, se trata duramente a los "líderes", a los líderes enriquecidos que utilizan la fuerza del organismo obrero en sentido de sus intereses", no palabras mías, entrecomillas de la Confederación roja, "y se sugiere la conveniencia de su eliminación, de los conglomerados laboristas, a menos que quisieran volver a sus antiguas labores manuales como obreros.
"La nota de la Confederación General de Trabajadores nos ha dado una agradabilísima sorpresa; la de ver que las maniobras de engaño perpetuo y de modo personal que caracteriza a muchos de los llamados "líderes" en nuestro país, es perfectamente comprendida y anatematizada por los rojos." Y debo decir también aquí por sinceridad absoluta y por honradez, que en este artículo, aunque hayan creído lo contrario, no me refería a ninguno de estos líderes laboristas que están aquí; pintaba en México a uno, a Yúdico, y en Tampico a otro, que no menciono porque murió ya.
"Cuantas veces, en antesalas de ministerios, a donde no fuimos nunca en busca de grangerías y en la sala de sesiones del Congreso, hemos examinado con curiosidad a los "líderes". Y cuántas veces se nos ha hecho cuesta arriba, aceptar que individuos que no conservan ni un sufrimiento, ni una ansia común, con el proletariado, puedan ser sus directores.
"Recordamos, de los tiempos de aquella Cámara maderista, a la que llevamos toda nuestra ingenuidad y entusiasmo de los veinticinco años, la emoción con que aprobamos las credenciales de los diputados obreros. Sentíamos un vago respeto por aquellos hombres de aspecto torpe y encogido, y trajes rabiosamente cursis, que iban a ocupar curules con el carácter de líderes obreros. Y cuando ocupaban la tribuna nos sentíamos dispuestos a aplaudir a cuanto decían. Los creímos, en realidad, saturados del sufrimiento de las clases humildes, nuevos "Guynplaines" de la tragedia de Hugo, que iban a despertarnos con la dolorosa relación de las angustias del pueblo.
Después, después la vida nos fue enseñando muchas cosas". Y hay que advertir aquí que uno de esos líderes obreros, Heriberto Jara, en parte muy principal debió su entrada a esta Asamblea a la acción de este reaccionario inmundo que os habla.
"Después, la vida nos fue enseñando muchas cosas. Volvimos a ver a los "líderes" más tarde, convertidos en altos jefes militares; rebosantes de
fatuidad, azotando con sus látigos las botas fuertes mientras escuchaban, distraídos, a comisiones de proletarios que iban a visitar al "compañero"; y les veíamos tener el mismo además despreciativo de las antiguos federales para imponer silencio al obrero exaltado que creyendo ingenuamente que los tiempos se habían modificado, hablaba de libertad electoral o de atropellos. Como burgueses de vieja prosapia, buscando ansiosamente el trato de los lechuguinos; hacían el amor a la dama aristocrática de la provincia, y sólo acometían contra el capital, cuando el capital se negaba a enriquecerlos en la proporción y con la rapidez que lo exigían.
"Y nosotros, "reaccionarios", sentíamos indignación... (Aplausos.)
"Más tarde, todavía en el destierro, volvíamos a encontrar líderes obreros con las carteras repletas de billetes; los veíamos ir y venir de Washington en correrías de intriga pseudodiplomática; los mirábamos en consulados y cuando volvíamos a nuestras oficinas, después de pasar una mañana en cualquier "Chihuahuita" - El eterno barrio mexicano de las urbes gringas -, visitando a la población paisana de miserables, sin esperar un céntimo que no podían pagarnos, nos esperaban en las oficinas peones sin trabajo que rechazados por los cónsules, antiguos líderes obreros, iban a compartir su desilusion y su miseria con nuestra miseria y nuestra desilución.
"Y hace muy poco, y aquí la blusa que se puso el laborista Yúdico en las antesalas de la Secretaría de Hacienda, en donde seguramente éramos los únicos que no íbamos a pedir nada para nosotros, volvíamos a tropezar con líderes obreros, la única vez que he entrado a un Ministerio, la única vez que siendo redactor político de un diario que respeta el Gobierno, he hablado con un ministro, la única vez que iba a solicitar, es decir, que iba a tratar con el señor De la Huerta el ofrecimiento de un terreno para la Casa de Salud del Periodista, en esa ocasión volvimos a tropezar con los líderes obreros. Líderes que aceptábamos como tales, porque el compañero que nos acompañaba los reconocía como tales; pero que nosotros hubiéramos tomado por burgueses, por el vientre abultado y las cadenas de oro y los habanos en la boca u las risotadas insolentes y los taconazos firmes con que mostraban claramente que sabían que estaban allí por derecho propio y con poderes de mando, como manejadores de una turba doliente y engañada.
"Nos veían, naturalmente con desdén. Nosotros seríamos, pensaba de seguro, "los reaccionarios". Iríamos a pedir concesiones fantásticas para esquilmar al pobre; iríamos tal vez, a buscar acomodo en la complicada maquinaria de la cosa pública: ellos, los líderes, iban a pedir respeto para los derechos de los oprimidos; y de paso un tren especial para ir a cualquier parte a hacer propaganda personal y a dar la buena nueva de que seguían siendo los eternos vigilantes de la felicidad del pueblo." (Aplausos)
"La lección que recibimos en un día de dolor.
"Al leer esta mañana la nota de los obreros rojos, recordábamos un episodio, enrojecido de sangre, de las luchas obreras. Se amontonaban en el hospital de Tampico obreros muertos y heridos en una balacera contra una manifestación de laborantes en un día trágico de huelga, y muchos como yo, pobres médicos tildados de burgueses, llevábamos seis horas de operar heridos.
"Habíamos señalado turnos de acuerdo con la gravedad de las lesiones. Primero, los de vientre; los de tórax después, más tarde los fracturados por balas expansivas; y cuando a las once de la noche, después de una jornada febril y de seis horas, fuimos a escoger entre los heridos que quedaban, hubimos de escuchar el chaparrón de injurias que salían de los labios del único "líder" herido en la refriega.
"Burgueses, miserables doctores, que lo dejaban morir como a un perro, reaccionarios inmundos que ya pagarían sus culpas el día de la justicia social....."
"Y aquel líder, enloquecido de dolor, tenía una herida "en sedal" en el cráneo, que había de curar en ocho días, y le parecía odioso que gastáramos las horas en operar moribundos, infelices obreros del montón anónimo, sin acordarnos de él, el líder de renombre que juraba como un carretero mientras sus compañeros, los verdaderos proletarios se morían calladamente con la mirada dulce y el eterno gesto de mansedumbre y resignación del miserable..." (Aplausos.)
Por esto, señores diputados, yo sí me explico bien que el laborista Yúdico haya podido perder una elección, porque han perdido los líderes obreros por culpa de alguno de los suyos la respetabilidad y la popularidad que tenían, por esto no es extraño que un periodista que por humilde y modesto que sea -no puede ser más humilde y modesto que yo -, haya triunfado en una elección y venga a ocupar una curul en esta Cámara. (Aplausos.) (Una voz en la galería: ¡Así honran los cooperatistas a su partido! Aplausos.) Señores diputados: tal vez no me creáis cuando aseguro que muchas veces y posiblemente otra vez más, en lo futuro habré de hacer un llamamiento a mí mismo y habré de poner en la balanza la sinceridad y la fe y los compromisos de partido; pero hasta hoy, os juro por mi honor, que me siento profundamente satisfecho de estar al lado de una mayoría de jóvenes que saben ir adelante para la resolución de los problemas del país, con la gallardía y la entereza de sus juventudes; me siento orgulloso, yo que nunca tuve un empleo del Gobierno, que los únicos que he desempeñado en mi vida fueron cuando estudiante -y dígalo el compañero Siurob si está presente -, el de practicante de comisarías con treinta pesos al mes y quince noches de velada para curar heridos, hecho que no era una canonjía precisamente, y que después sólo he sido médico del hospital y profesor de escuela de medicina. Os juro, compañeros, que me siento honrado y orgulloso cuando veo una mayoría que no debe como mayoría ni personalmente en la mayor parte de los casos, nada al Gobierno como en el caso mío, (Aplausos.) se dispone a aceptar el tildado de gobernista y a ser leal y firmemente gobernista, porque siente que este gobierno es el último refugio de los ideales de la revolución. (Aplausos.) Señores diputados: Díaz Soto y Gama nombraba a Querido Moheno; este nombre en boca de un revolucionario insospechable me autoriza a mí, inmundo reaccionario, para usarlo también en
una cita: dijo Querido Moheno alguna vez que si en alguna marmita trágica, por un procedimiento diabólico, pudieran ponerse en ebullición todos los sufrimientos, todas las angustias, todas las desolaciones, todos los engaños, todas las miserias, todo el dolor del pueblo mexicano, una sola gota del fondo de este diabólico licor envenenaría al universo. Y bien, señores diputados, yo también he visto esa marmita trágica, pero del fondo de tanta angustia y de tanta desolación y de tanto sufrimiento y de tanta mentira y de tanto anhelo de felicidad de los humildes, he visto que surge en la ebullición un vapor maravilloso, un vapor resultado no de los que triunfaron, no de los que medraron, no de los que obtuvieron poder; un maravilloso vapor resultante de los que pusieron todo su entusiasmo y cayeron en la lucha para darnos algo que semeje libertad. Y, señores diputados, yo sigo creyendo -y si no lo creyera así no volvería a esta Cámara - yo sigo creyendo que ese vapor generoso de aliento y de entusiasmo de los que han muerto en estos diez años de angustia nacional, ha de condensarse en lluvia que caiga sobre el crial de la patria y ayude a la prosperidad de México y a la felicidad, a la posible felicidad del proletariado mexicano. (Aplausos ruidoso. Voces: ¡Bravo! ¡Bravo!)
El C. secretario Gandarilla: Para alusiones personales, tiene la palabra el ciudadano Malváez. (Murmullos.)
El C. presidente: Habiéndose agotado el número de los oradores, solamente el interesado tiene derecho de hacer uso de la palabra, porque la ha pedido para alusiones personales.
El C. Malváez Luis G.: Honorable Asamblea: Celebro que yo haya sido la causa, el botafuego para desenmascarar a algunos individuos que indebidamente ocupan curules en la Representación Nacional.
Voy a hablar brevemente de la parte legal de mi credencial. Efectivamente; en el 5o. distrito electoral, señor Morones, hubo asaltos, hubo sangre y hubo violaciones; pero esas violaciones fueron causadas por los escándalos de los laboristas. Todos vosotros habéis oído aquí, señores, por boca del mismo señor Morones, que dispone de camiones y de gente que puso a las órdenes del general Hill. Ahora imaginaos los elementos que daría el señor Yúdico para esos atropellos, para esos abusos el día en que se efectuaron las elecciones en el 5o. distrito electoral. Pues bien, señores; mis partidarios tuvieron que defenderse a sangre y fuego de esos asaltos, de esos robos de que habla el señor Morones,de esos robos de ánforas, de boletas y de expedientes, y a pesar de todo, señores, la justicia se impuso y yo triunfé y traje aquí una credencial clara, limpia y legal, que muy pocas credenciales de los señores laboristas pueden estar en igual caso.
El C. Santa Anna, interrumpiendo: ¡En ninguno!
El C. Malváez, continuando: Por otra parte, voy a referirme brevemente a la parte moral. El señor Morones, como muchos de sus correligionarios, ocupan puestos públicos; en esas funciones, señores -es preciso que la nación lo sepa, es preciso que se conozcan esos procedimientos -, ahí se medra; en Fabriles, señores, ningún vendedor en plaza puede vender mercancías si no pasa por manos de los coyotes del señor Morones. (Aplausos.) En esta forma, todo el mundo sabe que se ha enriquecido, y voy a citar un caso concreto: una persona se acercó al señor Morones para el calzado que usa la tropa; el señor Morones lo rechazó, dijo que tenía suficiente, que no podía; en fin, después lo mandó con un encargado de un departamento, hizo un pedido de sesenta y cinco mil pesos; entregaron la suela, pero el señor Morones se negó a recibirla, y otra persona le dijo al vendedor: ¡Hombre, yo puedo arreglar por diez mil pesos, que el señor Morones reciba la suela. Esta persona se indignó y fue a ver al presidente Obregón; el presidente Obregón comisionó al senador Zetina, persona honorable, para que sirviera de perito, porque el señor Morones decía que no era la suela de la calidad de la muestra; el señor Zetina no sólo demostró que la suela era no sólo de la calidad de la muestra, sino que era mejor de la que el señor Morones había pagado a precios más altos. Y éstos son los robos que se cometen en Fabriles, (Aplausos.) y ésta es la personalidad moral de los señores laboristas. Ahora, en cuanto al señor Yúdico, hay un documento que habla por sí sólo y que ruego a la Secretaría le dé lectura, para que la Asamblea se percate de la clase de individuos que el señor Morones pretende que entren a esta Asamblea, no obstante que ya tenemos muchos alacranes de esta naturaleza dentro de ella.
- El C. secretario Gandarilla, leyendo:
"Ferrocarriles Nacionales de México y Anexos. -(Administrados por el Gobierno.)-Departamento especial. - 2a. calle de Bolívar número 19. - Apartado 322. - México D. F. - J. Larrea, jefe del Departamento. - S. Gómez Pezuela, oficial mayor. "Mayo 25 de 1922.
"Señor diputado Jorge Prieto Laurens.-Presente.
"Estimado compañero y amigo:
"Obsequiando los deseos que me expresa en su atenta tarjeta que hoy me fue entregada, le manifiesto que el señor Samuel O. Yúdico ingresó a este Departamento como policía especial, (Siseos.) el 31 de septiembre de 1921, con $600.00 de sueldo mensuales, hasta el 31 de marzo del corriente año; y del 1o. de abril a la fecha se le lleva en listas de raya, por economía, con $300.00.
"Suyo, correligionario y amigo sincero, S. Gómez Pezuela."
El C. Malváez: Pero, señores diputados y presuntos diputados: como si esto no fuera bastante para descalificar a este canalla, porque no merece otro calificativo un traidor y un polizonte como Yúdico, yo me permito interpelar respetuosamente, con permiso de la Presidencia, a mi compañero Pérez Taylor, a quien le consta que, por servicios semejantes, recibía en la Secretaría de Agricultura al mismo tiempo un sueldo.
El C. Pérez Taylor: Pido la palabra. Me consta que el líder laborista Yúdico cobraba en la Secretaría de Agricultura y Fomento, cuando estaba allí el señor general Antonio I. Villarreal, la cantidad de quince pesos diarios para ir a espiar a los Cedillo en su labor de reparto de tierras en San Luis Potosí, y me consta también que el señor ingeniero Pascual Ortiz Rubio, entonces secretario de
Comunicaciones, le daba otro tanto al mismo señor Yúdico, por otra comisión análoga. (Murmullos. Voces: ¡Huy! ¡Huy!)
El C. Malváez: Ahí tienen ustedes a estos redentores del pueblo. (Voces: ¡A votar! ¡A votar!) El señor morones dice que yo soy un desconocido, un arribista y un convenenciero. Yo me permito interpelar a la vieja guardia de este Parlamento, a los que pertenecieron al grupo renovador de la XXVI Legislatura, y entre ellos distingo al señor licenciado Escudero, para que diga unas cuantas palabras respecto a mis antecedentes políticos.
El C. Escudero Francisco: Pido la palabra. Me consta a mí, señores diputados, que el señor Malváez fue uno de los más patriotas, de los más enérgicos revolucionarios desde el año de 1910; me consta que fue una de las personas que gozó de las simpatías y de la confianza del señor Madero; me consta que vino aquí, a la Cámara, con una credencial limpia en la XXVI Legislatura, y me consta también que durante todo el tiempo de los trabajos de esa Legislatura estuvo siempre imperturbablemente del lado del Gobierno constituido; me consta que cuando la traición de Victoriano Huerta, expuso su vida una y mil veces en la decena trágica y, finalmente, me consta que fue a la revolución con nosotros, que hizo todas las campañas revolucionarias, que sufrió el destierro y ganó su vida en el extranjero y, finalmente vino con el que habla, cuando se abrieron las puertas de la patria y pudimos regresar a ella sin arrastrarnos a los pies del nuevo tirano. (Aplausos.)
El C. Malváez: Ahora, señores que el campo quede deslindado: aquí nosotros, allá ellos. (Aplausos.)
El C. secretario Gandarilla: Habiéndose agotado el turno, se pregunta si el asunto está suficientemente discutido.
El C. Morones: Pido la palabra, señor presidente.
El C. secretario Gandarilla: Suficientemente discutido.
El C. presidente: Un momento ciudadano Morones ha solicitado la palabra para alusiones personales; después de agotado el debate, conforme al Reglamento, tiene derecho de hablar. Tiene la palabra el ciudadano Morones.
El C. Morones: No acostumbro hacer uso de la palabra para rectificar cargos... ......(Voces: ¡Tribuna!) cuando éstos son completamente ajenos a la reputación de un hombre honrado; como cuando en esta vez el ciudadano Malváez se ha permitido lanzar cargos en contra de mi reputación, que no son concretos, yo tengo el derecho de exigir que se comprueben cada uno de estos cargos. Tengo la satisfacción de que el mismo presidente de la República y el jefe del Departamento de Contraloría me ha expedido certificados en los cuales reconocen la honradez con que he procedido en los manejos de los intereses que están a mi cargo. (Voces: ¡Huy!) Es materialmente extraño, no cuando se refiere a las alusiones que más o menos pueden herir la susceptibilidad de un individuo, sino cuando se trata de defender la reputación de un hombre honrado, que no tiene otro patrimonio, (Voces: ¡Huy! ¡Huy!) que no haya la suficiente conciencia y la suficiente seriedad para permitir que se haga con entera libertad una rectificación, a la que tengo indiscutiblemente derecho. (Gritos en las galerías. Siseos. Campanilla.) Solamente las personas que, como el señor Malváez, tratan para salvarse de herir la honra de hombre a quienes no conocen y cuya rectitud administrativa puede comprobarse en el momento en que se quiera, son capaces de lanzar el cargo que ha lanzado. Tengo la enorme satisfacción de, como un estímulo a mi labor honrada, haber recibido gratificación del presidente de la República, que, dada por ese concepto, mucho me enaltece, no personalmente, sino como representante de la organización obrera. Debe saber el señor Malváez, y lo invito a que pruebe el cargo que me ha hecho, que el Departamento a mi cargo goza de prestigio entre el comercio nacional y extranjero, y yo hago públicamente la invitación de que haya una sola casa comercial, un solo vendedor que pueda constatar que yo me he apartado un solo ápice del terreno honrado, de la actitud estrictamente honorable que tengo el deber de mantener siempre. (Murmullos.) Existen, por fortuna, hombres encargados de fiscalizar la administración de las oficinas públicas, que son los mejores testigos que puedo presentar para destruir lo que francamente es canallesco de parte del señor Malváez. Yo apelo al criterio, yo apelo a la opinión del Departamento de Contraloría, que cerca de mí, que muy cerca de mí ha estado comprobando cómo administro los cuantiosos intereses a mi cargo. (Siseos en las galerías. Desorden.) De manera que yo espero que el ciudadano Malváez traiga aquí la documentación suficiente y bastante para comprobar su dicho. El mismo decoro de la Asamblea lo exige así. Sería indigno que, quien como yo, ha atacado a los traficantes, a los tránsfugas, a los ladrones de la revolución, (Voces: ¡Huy! ¡Huy!) en esta ocasión no fuera el primero en sujetarme a esta prueba. El señor Malváez sabe perfectamente que no podrá presentarlas. Yo invito a que traiga ese testimonio cuanto antes; de otra manera, tendré derecho a llamarlo canalla y miserable. (Voces: ¡Huy!)
El C. secretario Gandarilla: Estando suficientemente discutido el dictamen, en votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa, sírvanse manifestarlo. Aprobado. En consecuencia, la Presidencia, por conducto de la Secretaría declara: que son diputados propietario y suplente, respectivamente, por el 5o. distrito electoral del Distrito Federal, los ciudadanos Luis G. Malváez y Gilberto Ruvalcaba.
La Secretaría por orden de la Presidencia, anuncia a la Asamblea para el lunes a las cuatro de la tarde, dictámenes importantes que ya están en cartera, y que son: 9º de Oaxaca, 1o. de Campeche y 6o. de Yucatán.
El C. Manrique: Para moción de orden, señor presidente. Yo pido atentamente a la Presidencia que tratándose, como sucederá si no me equivoco, no temo equivocarme, de dictámenes que no suscitan discusión, desde el momento en que se trata, en ciertos casos, de miembros de la minoría cuya elección considera válida la propia mayoría, yo pido atentamente a los compañeros, a los amigos, que permanezcamos tres a cuatro minutos más
para dar ocasión a estos compañeros de que se aprueben sus dictámenes. (Aplausos.)
El C. presidente: La Presidencia manifiesta a la Asamblea que con gusto accedería a la petición del ciudadano Manrique, pero que los mismos interesados desean que se discutan esos casos y quieren hacer uso de la palabra. En consecuencia, siendo ya una hora indispuesta, solamente que la Asamblea esté dispuesta....(Voces: ¡No! ¡No!)
- El secretario Gandarilla: Se pregunta a la Asamblea si, por tratarse de estos casos de justicia, está dispuesta a escuchar los dictámenes y a aprobarlos. Los que estén por la afirmativa, sírvanse manifestarlo. Para ver si hay mayoría, se suplica a los ciudadanos representantes ocupen sus curules.
El C. presidente: Señores diputados: La Presidencia manifiesta que hay varios oradores; que si la Asamblea desea escucharlos, continuará la sesión. (Voces: ¡No!) En virtud de la razón que asiste a la Asamblea, la Presidencia cita para el lunes a las cuatro. Se levante la sesión. (16.32.)