Legislatura XXX - Año I - Período Ordinario - Fecha 19221201 - Número de Diario 65
(L30A1P1oN065F19221201.xml)Núm. Diario:65ENCABEZADO
MÉXICO, VIERNES 1o. DE DICIEMBRE DE 1922
DIARIO DE LOS DEBATES
DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS
DEL CONGRESO DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS
Registrado como artículo de 2a. clase en la Administración Local de Correos, el 21 de septiembre de 1921.
AÑO I.- PERIODO ORDINARIO XXX LEGISLATURA TOMO I.- NÚMERO 65
SESIÓN
DE LA
CÁMARA DE DIPUTADOS
EFECTUADA EL DÍA 1o.
DE DICIEMBRE DE 1922
SUMARIO
1.- Se abre la sesión. Lectura y aprobación del acta de la anterior.
2.- Cartera. El Ejecutivo de la Unión envía una iniciativa con el fin de que se le autorice para contratar con una sociedad mexicana, la construcción de un hotel moderno; recibo, a las comisiones unidas 2a. de Comunicaciones y Obras Públicas y 1a. de Hacienda, e imprímase. Se concede licencia al C. diputado Camacho.
3.- Sin discusión, es aprobado un acuerdo económico de varios ciudadanos diputados, para que se exprese al Ministerio de Gobernación, que no se ha recibido ningún presupuesto de los municipios del Distrito Federal, así como que se envíen los que faltan de los Territorios.
4.- Se discute y aprueba una proposición del C. Prieto Laurens y otros miembros del Bloque Cooperatista de está Cámara, para que se nombren dos comisiones: una que se acerque a los miembros de la Comuna de esta ciudad, y les solicite su renuncia; y otra que investigue los sucesos ocurridos en la manifestación de ayer.
5.- Lectura del manifiesto a la nación del Partido Cooperatista Nacional. Se nombra la comisión a que se refiere la proposición anterior. Para hechos usan de la palabra los CC. diputados Gutiérrez José F. y Siurob. Se levanta la sesión.
DEBATE
Presidencia del
C. HERNANDEZ GALVAN MANUEL
(Asistencia de 193 ciudadanos diputados)
El C. presidente, a las 17.53: Se abre la sesión.
- El C. secretario Barón Obregón, leyendo:
"Acta de la sesión celebrada por la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, el día treinta de noviembre de mil novecientos veintidós.
"Presidencia del C. Salvador Franco Urías.
"En la ciudad de México, a las once horas y treinta minutos del jueves treinta de noviembre de mil novecientos veintidós, con asistencia de ciento treinta y tres diputados, se abrió la sesión.
"Sin debate se aprobó el acta de la sesión celebrada el día anterior.
"Continuó la discusión del presupuesto del Gobierno del Distrito Federal en la parte relativa a gastos generales de la Inspección General de Policía Reservada.
"En vista de los argumentos que expuso el C. Elpidio Barrera en contra de las partidas de ciento treinta mil pesos para forrajes de los caballos y acémilas de la corporación y de ochenta mil pesos para gastos extraordinarios e imprevistos, los cuales argumentos fueron refutados por los ciudadanos Hernández Marín y Covarrubias, la sección dictaminadora, por acuerdo de la Asamblea, tuvo que reformarlas, cambiando la redacción de la primera partida y reduciendo la segunda a veinticinco mil pesos. Ambas se reservaron para su votación.
"Las partidas del Servicio Médico de Policía también se modificaron en el sentido que la sección dictaminadora dio a conocer y se reservaron para su votación.
"Las partidas del Departamento de Tráfico no motivaron debate e igualmente se reservaron para votarse después.
"Los artículos 2o. y 6o. con que concluye este proyecto de presupuesto, se reservaron también para su votación, después de que la sección dictaminadora reformó los artículos 4o., 5o. y 6o.
"El C. Francisco de P. Alvarez propuso un artículo adicional, el que no fue tomado en consideración por la Cámara y en seguida se procedió a la votación nominal de todas las partidas y artículos reservados, obteniéndose ciento cuarenta votos de la afirmativa contra seis de la negativa.
"Se declaró aprobado el proyecto y que pasaba al Ejecutivo para los efectos constitucionales.
"Se puso a discusión el dictamen de la octava sección de la Comisión de Presupuesto y Cuenta acerca del Ramo de Establecimientos Fabriles y Aprovisionamientos Militares. Sin debate se declaró con lugar a votar en lo general por ciento cuarenta votos de la afirmativa contra dos de la negativa, y se aprobó en lo particular por ciento treinta y dos votos de la afirmativa contra ocho de la negativa.
"La Presidencia excitó a las secciones de la Comisión de Presupuestos y Cuentas, a fin de que a la mayor brevedad rindieran los dictámenes sobre presupuestos que tuvieran pendientes, y con eso
motivo usaron de la palabra para informar, los CC. José María Cuéllar, Santa Anna, Murguía, y Robledo, miembros de las referidas secciones.
"A las doce horas y cincuenta y cinco minutos se suspendió la sesión.
"Presidencia del C. Salvador Franco Urías.
"Se reanudó la sesión a las diez y siete horas, con asistencia de ciento treinta y un ciudadanos diputados.
"Se dio cuenta con los documentos en cartera:
"Oficio de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, al que acompaña el Presupuesto de Egresos de la Secretaría de Guerra y Marina.- Recibo y a la Comisión de Presupuestos y Cuenta.
"Telegrama procedente de Jalapa, Veracruz, en que la Legislatura de ese Estado pide a está Cámara de modifique la Ley sobre Impuestos por Elaboración de Alcohol.- Recibo y a la Comisión de Presupuestos y Cuenta.
"Telegrama procedente de Monterrey, N. L., en que el C. Leocadio M. González avisa que se hizo cargo interinamente del Gobierno de ese Estado.- De enterado.
"Ocurso por medio del cual el director de una empresa de tranvías de Campeche solicita se derogue o reduzca el impuesto del cinco por ciento sobre el ingreso bruto por pasajes en tranvías.- A la 1a. Comisión de Peticiones.
"Solicitud del C. Francisco V. Rivas, a fin de que se le expida un certificado sobre si están en vigor los artículos 62 y 70 de la Ordenanza General del Ejército.- A la 2a. Comisión de Peticiones.
"Proyecto de Ley sobre Inquilinato que envía al Comité Central del Sindicato de Inquilinos de Tampico, Tamaulipas.- A la 1a. Comisión de Peticiones.
"Iniciativa para que figure un nuevo artículo en el Presupuesto de Egresos, que remite la asociación local del C. N. A. P. de San Luis Potosí.- A la 2a. Comisión de Peticiones.
"Ocurso de varios vecinos de Jalacingo, Veracruz, por medio del cual secundan la iniciativa para que se supriman las milicias ciudadanas en ese Estado. A sus antecedentes.
"Escrito de la señorita Luz Arana, al que acompaña varios documentos y en el que pide se reconsidere el acuerdo por el que se le negó una pensión.- A la 1a . Comisión de Peticiones.
"Oficio del C. Cristóbal Dávila comunicando que el 29 de este mes fue electo presidente municipal de Calpulalpan, Tlaxcala.- Recibo.
"Sin discusión fueron aprobados once dictámenes de las comisiones de Peticiones, uno de la 3a. Comisión de Justicia y cuatro de la 2a. de Guerra, que proponen lo siguiente, por medio de acuerdos económicos:
"Que pase a la Comisión de Puntos Constitucionales en turno la solicitud para usar títulos y condecoraciones de gobiernos extranjeros, formulada por el C. Antonio Caso; a las de Justicia que corresponda, las solicitudes que presentan los CC. licenciados Manuel E. Ortiz y Celedonio Sánchez Serna para que se les designe juez; a las de Educación Pública, el proyecto de ley que crea el funcionamiento de las juntas municipales de Educación Pública, enviado por el C. F. Ayala Guerrero; a la de Justicia que corresponda, la petición del C. licenciado Salvador Leyva y Santillán, relativa a que se le designe juez de Primera Instancia en esta capital; a las de Justicia, el ocurso en que el C. licenciado Manuel R. Thompson pide se haga una averiguación acerca de la desobediencia de la Administración de Justicia a la Ley Orgánica del Ministerio Público; a la de Guerra que corresponda, la solicitud de pensión de la señora Luz Esnaurrízar viuda de Amat; a la de Guerra en turno, la solicitud de pensión del C. Alejandro Vega en favor del teniente coronel don Manuel Vega; a la de Guerra que corresponda, la solicitud de pensión de la señorita Isabel Díaz García Conde y a la de Justicia que corresponda, el memorial de los CC. Mariano Salas, E. Castro y otros firmantes, formulan distintos cargos en contra de los jueces segundo, cuarto, quinto y noveno de lo Civil de esta ciudad. Que se diga a la señorita Sóstenes Echeverría y Miramontes, que no ha lugar a reconsiderar el acuerdo por el que se le negó una pensión. Que al hacerse la designación del personal de funcionarios judiciales, se tenga presente la solicitud del C. licenciado José N. Campuzano. Que se remitan al Ejecutivo de la Unión las solicitudes de pensión de la señora Isidora Soto viuda de Pineda y de la señora Eulalia Estrada. Que se archive el expediente formado con la solicitud de pensión del C. teniente coronel Cosme Pérez, en virtud de haber éste fallecido, y que se diga a la señora Mariana Yépez que no ha lugar de otorgar el aumento de pensión que pide.
"Se procedió a la elección del presidente y vicepresidentes para el próximo mes de diciembre y resultaron electos: Para presidente, por mayoría de ciento cuarenta y un votos, el C. Manuel Hernández Galván, y para vicepresidentes los CC. Gilberto Fabila y Fernando F. Franco, por ciento cincuenta y un votos el primero y por ciento cuarenta y cuatro el último.
"A moción del C. Romeo Ortega, la Asamblea tributó un aplauso a la Mesa saliente.
"Se dio cuenta con cuatro dictámenes de la 1a. Comisión de Hacienda, con cuatro de la 1a. de Guerra, con cinco de la 2a. de Guerra y con tres de la 3a. de Guerra, en los cuales se consultan proyectos de decreto por medio de los cuales se concede pensión a las siguientes personas: Señorita Victoria Orozco y Berra, señoritas Margarita, Josefina y Juana Dublán Juárez, ciudadano Francisco Díaz Barreiro, ciudadano Desiderio Z. Aguilera, señora Luisa Melo, señoras Carlota Negrete viuda de Espinosa y Guadalupe Negrete viuda de Carballeda, ciudadano Cleofas Costilla, señorita María Soledad Arriaga, señora Erutila Hernández, señora Macrina Vásquez viuda de Mena, sargento segundo Heladio Aguirre y cabo Víctor Ortiz, señora Soledad Ramírez viuda de Arce, señora Paz Bravo viuda de Díaz Ordaz, señora Manuela Reséndez, señora María Sandoval y señorita Sofía Franco.
"Los dictámenes anteriores estaban de primera lectura; la Cámara les dispensó la segunda, a fin de que se discutan el primer día hábil.
"A las diez y ocho horas y treinta minutos se levantó la sesión."
Está a discusión el acta. No habiendo quien haga
uso de la palabra, en votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa sírvanse manifestarlo. Aprobada el acta.
- El mismo C. secretario, leyendo:
"Poder Ejecutivo Federal.- México.- Estados Unidos Mexicanos.- Secretaría de Gobernación.- Departamento de Relaciones y Gobernación.- Número 9,500.
"A los CC. secretarios de la H. Cámara de Diputados del Congreso de la Unión .-Presente.
"Tengo el honor de participar a ustedes que el expediente original formado con el ocurso de varios vecinos del pueblo de Petapa, distrito de Juchitán, Oaxaca, en el que se quejan de los atropellos de que son víctimas por parte de la autoridad municipal de dicho lugar, ha sido transcripto íntegramente al Gobierno de dicha Entidad federativa, recomendándole una vez más dictar enérgicos acuerdos con el fin de que se proporcionen a los quejosos todas las garantías que la ley les otorga.
"Lo que comunico a ustedes en respuesta a su atento oficio número 108, girado de la Mesa 5a. con fecha del presente mes.
"Reitero a ustedes las seguridades de mi atenta consideración.
"Sufragio Efectivo. No Reelección.- México, D. F., a 29 de noviembre de 1922.- El subsecretario, G. Valenzuela."- A sus antecedentes.
"La Secretaría de Gobernación envía una iniciativa del C. presidente de la República con el fin de que se le autorice para contratar con la sociedad mexicana que organicen los señores Luis Hostetter y Douglas Largen, un gran hotel moderno sobre la superficie de 14,078 metros cuadrados que la Federación posee entre la 3a. calle de Balderas y la avenida Juárez de esta capital."- Recibo, a las comisiones unidas 2a. de Comunicaciones y Obras Públicas y 1a. de Hacienda, e imprímase.
(La iniciativa de referencia está concebida en los siguientes términos:)
Poder Ejecutivo Federal.- México.- Estados Unidos Mexicanos.- Secretaría de Gobernación.- Departamento Subsecretaría.- Número 1,706.
"CC. secretarios de la H. Cámara de Diputados.- Presente.
El ciudadano presidente de la República, tomando en cuenta:
Que la Federación es dueña de una superficie de terreno de 14,078 metros cuadrados, ubicados entre la avenida Juárez y la 3a. calle de Balderas de esta capital, en que existen las modestas construcciones que actualmente ocupan el Museo Comercial y el Cuerpo de Bomberos;
Que debido a las difíciles circunstancias por que atraviesa la Hacienda Pública, indudablemente el Gobierno federal no podrá construir durante mucho tiempo en tal superficie, edificios cuya importancia corresponda a lo céntrico del lugar y que armonicen con las demás construcciones circunvecinas;
Que los señores Luis Hostetter y Douglas Largen proponen al Ejecutivo, les permita levantar en la referida superficie un gran hotel moderno, en el cual emplearán no menos de cuatro millones de pesos oro nacional, y en el que destinarán un local bien acondicionado para que el Gobierno establezca una Exposición Permanente; comprometiéndose asimismo a levantar otro edificio para el Cuerpo de Bomberos, con un costo no menor de setenta y cinco mil pesos oro nacional. El hotel será explotado por los concesionarios, durante el plazo de cuarenta años, al fin de los cuales pasará a la exclusiva propiedad de la Federación.
Que en concepto del Ejecutivo, las condiciones o bases para el convenio relativo, propuestas por los señores Hostetter y Largen, son ventajosas para la Federación, como podrá comprobarse con sólo darles lectura;
Y que los proponentes están conformes en constituir, para llevar a cabo la construcción, una sociedad mexicana, de acuerdo en absoluto con las prescripciones legales relativas;
Acordó pedir al H. Congreso de la Unión, le autorice para celebrar con la sociedad mexicana expuesta, el contrato necesario para llevar a término la construcción del hotel, sujetándose a las siguientes bases:
1. El C. presidente de los Estados Unidos Mexicanos, concederá, por medio del contrato que al efecto se celebre, a la sociedad mexicana que organicen los señores Luis Hostetter y Douglas Largen, autorización para que construya un gran hotel moderno, de acuerdo con los términos que en seguida se exponen, sobre la superficie de 14,078 metros cuadrados ubicada en esta capital entre la 3a. calle de Balderas y la avenida Juárez, y que es propiedad de la Federación.
2. Los planos para la construcción del edificio de que se trata y toda clase de detalles y especificaciones necesarias, serán presentados a la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas para su aprobación, en un plazo de ciento veinte días, contados desde la fecha en que se firme el contrato respectivo.
3. Dentro de ciento veinte días, contados desde la fecha en que se haya aprobado el proyecto por la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas, se dará principio a las obras, salvo algún caso imprevisto de fuerza mayor.
4. El Gobierno proporcionará el terreno de que se trata, libre de toda responsabilidad y gravamen, a la sociedad.
5. El Gobierno de México contribuirá, como ayuda, para la construcción del hotel, con una cantidad igual al monto de los derechos de importación que causen todos los materiales, muebles, enseres e implementos que sean importados del extranjero para lograr el fin propuesto.
6. El hotel será construído con capacidad para setecientos cuartos, con todo el confort que ofrecen los hoteles más modernos, debiendo quedar terminados, por lo menos, cuatrocientos cuartos, a los dos años transcurridos desde el día en que se principien las obras, y el resto a los cinco años, a partir de esa fecha.
7. En el interior del hotel, y de acuerdo con los planos y arreglo respectivos, quedará reservado un
local bien acondicionado, con capacidad suficiente para que el Gobierno establezca por su propia cuenta una exposición permanente.
8. La sociedad queda obligada a construir para el Gobierno un edificio apropiado para el Cuerpo de Bomberos, con un costo no menor de setenta y cinco mil pesos, oro nacional, en el lugar que se convenga y de conformidad con los planos que se aprueben al efecto por la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas.
9. Para garantizar el cumplimiento de este contrato, la sociedad depositará en uno de los Bancos más acreditados de esta capital, la suma de . . . $50,000.00 cincuenta mil pesos, oro nacional, y otorgará una fianza por . . . $150,000.00 ciento cincuenta mil pesos, oro nacional, que será dada por una institución conocida, de los Estados Unidos del Norte, quedando, además, afectos a esta garantía, todos los materiales, muebles y demás enseres que se vayan adquiriendo para el hotel. El depósito de . . . cincuenta mil pesos que hará la sociedad al firmarse el contrato, podrá ser retirado por ella al terminar la construcción de los primeros cuatrocientos cuartos a que se refiere la cláusula sexta, y la fianza quedará subsistente hasta la completa terminación del hotel.
10. El Gobierno de México concede a la sociedad el derecho para la explotación del hotel, por el término de cuarenta años, que comenzarán a contarse desde la fecha en que sea firmado el contrato respectivo, quedando terminantemente convenido que al finalizar el plazo de cuarenta años, la sociedad está obligada a pasar el edificio construído, o sea el hotel, con los muebles, útiles y enseres que en él se encuentren, al Gobierno de México, sin exigir, por esto retribución de ninguna especie.
11. Queda expresamente convenido que en la construcción y adaptación del hotel de referencia, se gastará una suma que, en ningún caso y por ningún motivo, bajará de . . . $4.000,000.00 cuatro millones de pesos, oro nacional, independientemente de la cantidad que resulte por virtud de la concesión que se otorga a la sociedad en la cláusula 5a.
12. La sociedad no podrá traspasar los derechos que adquiera a virtud del contrato, a personas, sociedades o gobiernos extranjeros, ni recurrir a la vía diplomática para la defensa de sus derechos. La infracción de esta cláusula será motivo de caducidad, que se declarará administrativamente, y de la pérdida de las construcciones que se hubieren hecho.
Y por acuerdo del ciudadano primer magistrado de la nación, me dirijo a esa H. Cámara, a fin de que, si lo estima conveniente, previos los trámites legales, se sirva conceder el permiso que atentamente se solicita.
Me es grato renovar a ustedes mi consideración más distinguida.
Sufragio Efectivo. No Reelección.- México, noviembre 29 de 1922.-P. O. del secretario, el subsecretario, Gilberto Valenzuela."
"José P. Camacho, diputado por el 6o. distrito electoral de San Luis Potosí, ante vuestra soberanía y con dispensa de todo trámite, respetuosamente solicito una licencia por quince días, con goce de dietas, para trasladarme al distrito que represento, a fin de atender asuntos relacionados con dicha región.
"Protesto a ustedes mi atención.
"México, 1o. de diciembre de 1922.-J. P. Camacho."
Se consulta a la Asamblea si se dispensan los trámites. Los que estén por la afirmativa, sírvanse manifestarlo. Se dispensan los trámites. Está a discusión. No habiendo quien haga uso de la palabra, en votación económica se consulta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie. Aprobada.
"La Legislatura del Estado de Chiapas comunica que secunda y apoya la iniciativa del Congreso del Estado de Veracruz, sobre reforma al artículo 252 de la Ley del Timbre vigente."- Recibo, y a su expediente.
"La Legislatura del Estado de Sinaloa comunica que aprueba en todas sus partes la iniciativa de reformas a los artículos 53 y 57 de la Constitución de la República, propuesta por el Congreso del Estado de Chihuahua."- Recibo, y a su expediente.
"La Legislatura del Estado de Sinaloa comunica que aprueba en todas sus partes la iniciativa de reforma al artículo 115 de la Constitución general, enviada por el Congreso del Estado de Oaxaca."- Recibo, y a su expediente.
"La Legislatura del Estado de Sinaloa comunica que aprueba en todas sus partes la iniciativa de reforma a la fracción I del artículo 20 de la Constitución Política, enviada por el Congreso del Estado de Yucatán."- Recibo, y a su expediente.
"La Legislatura del Estado de Sinaloa comunica que aprueba en todas sus partes la iniciativa de reformas a los artículos 12 y 22 del proyecto de Ley Orgánica sobre Petróleo, formulado por el Congreso del Estado de Veracruz."- Recibo, y a su expediente.
"La Legislatura del Estado de Tlaxcala comunica que no acepta la iniciativa de reformas al artículo 252 de la Ley del Timbre vigente, propuesta por el Congreso del Estado de Veracruz."- Recibo y a su expediente.
- El mismo C. secretario, leyendo:
"Honorable Asamblea:
"Los subscriptos, diputados en ejercicio, ante esta XXX Legislatura de la Unión pedimos atentamente,
con toda dispensa de trámites, la aprobación del siguiente acuerdo económico:
"Unico. Diríjanse oficios al Ministerio de Gobernación expresando que esta Cámara de diputados no ha recibido ninguno de los presupuestos correspondientes a los 13 municipios que integran el Distrito Federal y, asimismo, excítese al Ministerio de Gobernación y a los gobernadores de los distritos Norte y Sur de la Baja California, con el fin de que remitan a la brevedad posible, el primero de estos últimos, el presupuesto correspondiente a la Municipalidad de Ensenada de Todos Santos, y el segundo, los presupuestos correspondientes a los municipios de la Paz, San Antonio y San José del Cabo.
"Salón de Sesiones de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.- México, D. F., a 30 de noviembre de 1922.-R. Covarrubias.- Enrique M. Barragán. - Rodrigo Palacio E.- Manuel Gudiño.- Romeo Ortega.- Gustavo Arce.- Alberto Alvarado H.- M. Samayoa.- Policarpo Mercado."
Se consulta a la Asamblea si se dispensan los trámites. Los que estén por la afirmativa, sírvanse manifestarlo. Se dispensan los trámites. Está a discusión. No habiendo oradores en pro ni en contra, en votación económica se consulta a la Asamblea si se aprueba. Los que estén por la afirmativa, sírvanse manifestarlo. Aprobado.
- El mismo C. secretario, leyendo:
"H. Asamblea:
"Los subscriptos, a nombre del bloque cooperatista de esta Cámara, creyendo interpretar el inconfundible movimiento de la opinión pública de la ciudad de México, en contra de la actual administración municipal, y no encontrando medios constitucionales para destituir al actual Ayuntamiento, por un acuerdo de vuestra soberanía, y por otra parte, convencidos de que los principios del Municipio Libre deben ser salvaguardados para conservar la estabilidad de nuestras instituciones, proponemos a esta Cámara, con dispensa de todo trámite, los siguientes puntos de acuerdo:
"Primero. Nómbrese una comisión que se acerque al ciudadano presidente municipal y demás miembros de la Comuna de esta ciudad, para solicitarles, en nombre de la opinión pública, su inmediata renuncia de los cargos que desempeñan.
"Segundo. Nómbrese asimismo una comisión investigadora de los sangrientos sucesos ocurridos en la manifestación de ayer, y, en su caso, consígnese a los responsables a las autoridades competentes."
"Salón de Sesiones de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.- México, A 1o. de diciembre de 1922.-J. Prieto Laurens.- M. L. Guzmán.- C. Argüelles.- R. González Garza.- E. Barón Obregón.- A. Yáñez Salazar.- Romeo Ortega.- Policarpo Mercado.- Guillermo Fernández."
En votación económica se consulta a la Asamblea si se dispensa los trámites. Los que estén por la afirmativa, sírvanse manifestarlo. Dispensados los trámites.
El C. Prieto Laurens: Pido la palabra para fundarla.
El C. Siurob: Pido la palabra para una moción de orden. (Siseos.)
El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Siurob para moción de orden.
El C. Siurob: Mi moción de orden consiste en lo siguiente: A todos vosotros, ciudadanos diputados, consta la forma, el ambiente de la encrucijada que ha reinado en el recinto parlamentario, y momentos antes de verificarse esta sesión, a todos vosotros consta que no se ha permitido de hecho la entrada al público, sino exclusivamente a individuos de un determinado partido. (Desorden. Campanilla. Protestas.)
El C. secretario Barón Obregón: Por disposición de la Presidencia se hace saber a los asistentes a las galerías, que se deben abstener de tomar participación en estos debates.
El C. Siurob: A todos vosotros consta, ciudadanos diputados, que al llegar ahora a las puertas de la Cámara, primero se decía que no se permitía la entrada más que a los ciudadanos diputados. (Desorden. Campanilla.)
El C. presidente: Se previene a las galerías que no deben interrumpir al orador. El presidente se verá en el caso de hacer cumplir el Reglamento respectivo a la conducta que deben observar las galerías.
El C. Siurob: Vosotros estáis viendo cómo esas propias galerías demuestran con sus hechos, confirman con su actitud lo que estoy diciendo, puesto que han venido solamente a hacer manifestaciones en determinado sentido. Ahora bien; existe un alarde de fuerza y nada lo justifica. Yo, señores, como representante del pueblo, prefiero que entren las muchedumbres y nos asesinen aquí, y no dar el espectáculo que estamos dando; prefiero que antes nos pasen otras cosas, a que esta Cámara se encuentre rodeada por más de trescientos hombres de tropa que están fuera de la Cámara, en los pasillos, en los sótanos y muchos dentro de este recinto. El tirano Porfirio Díaz, aunque fuera por fórmula, cuando venía con los oficiales de su Estado Mayor, éstos dejaban las armas en la puerta; y nosotros no podemos consentir que en el seno de esta Asamblea, en pleno régimen de libertad y sin pretexto de ninguna clase, haya ese lujo de fuerza, que coarta en absoluto al pueblo toda facilidad para penetrar dentro de este recinto. (Aplausos irónicos en las galerías.) Yo creo, y estoy perfectamente seguro, de ser apoyado en esta actitud por las minorías de esta Asamblea...
El C. Gandarilla, interrumpiendo: ¡Claro!
El C. Siurob, continuando: Y yo prefiero esto: Que si hemos de deliberar en esta forma, vale más que las minorías nos retiremos de este salón, puesto que no es conveniente permanecer dentro de este ambiente de encrucijada. ¿Pretende la mayoría que en esta forma se coarte el derecho de deliberar? (Voces: ¡No! ¡No!) Entonces yo invito a la Presidencia a que, o manda desalojar las galerías para que se entre a deliberar en secreto, o manda abrir las puertas de par en par para que todo el verdadero pueblo pueda entrar. (Aplausos.) ¿Qué, a más de la ventaja de ser la mayoría; qué, a más de la ventaja que os da ser el partido oficial... (Voces: ¡Miente! ¡Miente!) todavía queréis tener encima, a más de la ventaja de la impunidad,
queréis todavía tener encima la ventaja de una porra única y exclusivamente vuestra? (Gritos en las galerías. Campanilla.) Desde luego yo protesto de la manera más enérgica como, representante del pueblo, por la actitud que se ha tomado al no permitir el acceso al público metropolitano en un asunto que se va a tratar y a discutir, que es de su absoluto y especial interés; protesto por el lujo de fuerza con que se rodea la Representación Nacional, (Siseos.) y desde luego, en nombre de las minorías con cuya aquiescencia estoy seguro de contar, pido respetuosamente al señor presidente que, o se deja entrar libremente a todo el mundo, o de una vez se desalojan las galerías. (Siseos.)
El C. Díaz Soto y Gama: ¡Fuera la tropa, la vergüenza de la Cámara! (Desorden.)
El C. presidente: La Presidencia manifiesta al compañero Siurob y a toda la Asamblea, que no es por su iniciativa por lo que ha venido aquí la fuerza pública.
El C. Díaz Soto y Gama: ¡Por miedo! ¡Por miedo! (Gritos. Desorden.)
El C. secretario Barón Obregón: Se ruega a los ciudadanos diputados se sirvan guardar compostura a fin de que pueda continuar este debate, y muy atentamente se ruega a los asistentes a las galerías se sirvan abstenerse de tomar participación en los debates.
El C. Castillo Tapia Guillermo: Pido la palabra para una moción de orden.
El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Prieto Laurens.
El C. Castillo Tapia Guillermo: Pido la palabra para una moción de orden.
El C. presidente: Por otra parte, señores, creo que no se puede traer ningún comprobante de ninguna especie, ni un solo testimonio de que en las puertas se haya impedido la entrada a cualquiera clase de personas a las galerías.
El C. Prieto Laurens Jorge: Señores diputados: Suplico a sus señorías que escuchen. (Desorden. Campanilla.)
El C. Siurob: ¡Moción de orden! ¡Moción de orden! ¡Moción de orden! (Aumenta el desorden.)
El C. Castillo Tapia Guillermo: Pido la palabra.
El C. Prieto Laurens: Yo les suplico que escuchen.
El C. Siurob: Para una moción de orden. Señores diputados.... (Desorden.)
El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Siurob.
El C. Siurob: ¡Moción de orden! ¡Moción de orden!
El C. presidente: (Campanilla.) Para que su señoría se convenza, puede ver cómo no se ha negado la entrada. Además, no existiendo dentro del seno de la Asamblea ningún desorden....(Protestas. Campanilla.)
El C. Siurob: Para los señores diputados, para que la poca parte de verdadero pueblo que en las galerías se convenza, señores, de que es verdad lo que digo, interpelo al compañero Olivares para que me diga si es, o no, verdad que no se permite la entrada al público.
El C. presidente: Sólo tiene usted derecho a la moción de orden, no a interpelaciones.
El C. Siurob: No estoy dispuesto a que se burlen más de mí. Lo interpelo, compañero Olivares, y yo tengo derecho a interpelar al diputado que yo indique.
El C. presidente: No tiene usted derecho más que a moción de orden.
El C. Olivares: Señores representantes: Contesto la interpelación, diciendo que, efectivamente, se ha impedido la entrada al pueblo, y la prueba está en que no existe en las galerías; sólo se ha dejado entrar a determinados individuos; al llegar a las puertas de la Cámara he encontrado al compañero Medina diciendo que solamente los ciudadanos diputados tenían acceso al recinto, y ahora veo que las galerías están llenas. Esto no es honrado; necesitamos que haya un poco de honradez. ¿No se conforman los compañeros con tener la mayoría en esta Cámara, sino que todavía son tan cobardes para aplastar a las minorías en esta forma? (Desorden en las galerías. Campanilla)
El C. Siurob: Para comprobar mi moción de orden, interpelo al ciudadano Díaz Soto y Gama...
(Gritos en las galerías. Continúa el desorden. Campanilla.)
El C. Díaz Soso y Gama: Es doloroso decirlo, señores.....
El C. presidente: Unicamente para contestar la interpelación, únicamente para eso tiene la palabra el ciudadano Soto y Gama.
El C. Díaz Soto y Gama: Pero tengo la palabra siempre y cuando la Presidencia sepa imponerse a esas galerías completamente parciales, y sepa cumplir con su deber de mantener el orden en la Asamblea. (Aplausos. Gritos. Desorden. Siseos.) Ahora, si la Presidencia va a ser cómplice de las galerías, renuncio al uso de la palabra. (Siseos.) La Presidencia está obligada a llamar al orden a esas galerías, porque cualquier diputado con vergüenza está en el caso de considerarse superior a ese grupo de individuos que vienen con el propósito deliberado de impedir que se hable con libertad; de manera que si en este recinto se va a respetar el derecho inviolable de todo diputado, de expresar su opinión, en ese caso contesto la interpelación; pero si esos menguados de las galerías (Gritos. Desorden.) van a callar... (Desorden.) sí, señor, tengo el derecho de hablar y seguiré hablando (Continúa el desorden.) si esos individuos de las galerías .... (Campanilla.)
El C. presidente: Se exige al ciudadano Soto y Gama, que es un viejo parlamentario, que en cumplimiento del Reglamento no se dirija a las galerías en forma alguna. (Aplausos.)
El C. Díaz Soto y Gama: Yo por la..... (Desorden. Campanilla.)
El C. presidente: La Secretaría se servirá dar lectura al artículo relativa las galerías, en que se les obliga a guardar orden y compostura.
El C. secretario Barón Obregón: La Presidencia, por conducto de la Secretaría, se sirve manifestar a las galerías que deben abstenerse de tomar participación en los debates, y que a la primera manifestación de hostilidad a cualquiera de los oradores de este Parlamento, se mandará desalojar inmediatamente las galerías. (Aplausos.)
El C. Díaz Soto y Gama: Voy a contestar la interpelación. (Desorden.)
El C. Guzmán Martín Luis: Moción de orden.
El C. secretario Gandarilla: Por orden de la Presidencia se lee el artículo 197, que dice:
"Los que perturben de cualquier modo el orden, serán despedidos de la galería en el mismo acto; pero si la falta fuese grave o importare delito, el presidente mandará detener al que la cometiere y consignarlo al juez competente."
El C. Díaz Soto y Gama: Me dirijo al los señores diputados, puesto que las galerías en este caso tienen que respetar a la Representación Nacional que está aquí abajo y no allá arriba. Y yo de ninguna manera permitiré, porque me consideraría indigno de ser ciudadano, de ser diputado y de ser hombre, que mi voz se acalle o se amedrente mi ánimo en lo más mínimo por las manifestaciones de una galería que no considero de ninguna manera superior a la Representación Nacional. Las galerías representan a una porción pequeña del público de la capital, y esta Cámara representa a toda la nación; y el primer deber de todo diputado que se respete, es ayudar a todo diputado honrado, como el que habla, a ejercitar el derecho sagrado de usar de la palabra...
. - El C. Prieto Laurens, interrumpiendo: ¡Usted no es diputado! (Voces en las curules. Gritos. Aplausos en las galerías.) ¿Cuándo es usted diputado? Usted trae credencial fraudulenta... (Gritos. Campanilla. Desorden. Voces: ¡Qué se levante la sesión! ¡Esto es una vergüenza!)
El C. Ortega Romeo: Hay que levantar la sesión.
El C. Montero Villar: Pido la palabra para una verdadera moción de orden.
El C. Garza Candelario: Qué se levante la sesión! (Voces: ¡No! ¡No!)
El C. secretario Samayoa: Se ruega a los ciudadanos diputados se sirvan ocupar sus curules. (Campanilla.)
El C. Montero Villar: ¡Esto no es sesión, señor presidente!
Pido la palabra para moción de orden. (Continúa el desorden.) Pido la palabra para moción de orden. ¡Moción de orden! Que se levante la sesión, señor presidente. (Voces: ¡No! ¡No!) Debe suspenderse la sesión, señor presidente. El Reglamento le impone a usted la obligación de suspender la sesión, señor presidente. (Voces: ¡No! ¡No!)
El C. Prieto Laurens: Para moción de orden, verdaderamente, para verdadera moción de orden! Para pedirle al señor presidente que mande desalojar las galerías, para demostrarle al diputado, falsamente diputado por San Luis, que no le tenemos miedo ni a él ni a nadie, ni a las porras laboristas que sus compinches quieren traer para invadir la Cámara. (Aplausos.)
El C. presidente: La Presidencia no puede acceder en estos momentos a lo solicitado por el señor Prieto Laurens, porque antes ha dicho que en caso de que sigan interrumpiendo a los oradores los asistentes de las galerías, la próxima vez que lo hagan mandará desalojarlas.
El C. secretario Gandarilla: Respetuosamente se suplica a los ciudadanos diputados ocupen sus curules.
El C. presidente: Continúa en el uso de la palabra el ciudadano Soto y Gama.
El C. Castillo Tapia: Moción de orden.
El C. Díaz Soto y Gama: La pregunta que me hace el compañero Siurob, la interpelación que el quiere que le conteste, se reduce a esto: Si es cierto que en la puerta única que se ha dejado abierta, que es la del centro, se limita la entrada. Se deja entrar únicamente a las personas que una comisión o grupo de cooperatistas permite. En obsequio de la verdad, debo decir, y esto no es un secreto para nadie y todos los presentes lo saben, todos los de abajo y todos los de arriba, que sólo entran los individuos a quienes se les permite la entrada por la comisión de recepción nombrada por el Cooperatista, como algún individuo guasonamente lo dijo.
¿No es esto una infamia? ¿Por qué recurre el Partido Cooperatista a estos procedimientos? Y yo me dirijo a todos aquellos que no gustan de engañarse a sí mismos, apelo simplemente al testimonio de la conciencia de cada cual, a la vergüenza de cada cual, para que a sí mismos se contesten si esto es o no cierto. Esto es doloroso, por que se produce en plena ciudad de México, en una metrópoli, originado por falta de agua, por inepcia, por pereza o apatía de un Ayuntamiento, es por lo que se ha llegado a esta conclusión y es inconcuso que todo el pueblo de la capital, interesado; que todo el pueblo, lastimado en su derecho de vida, tiene el derecho de entrar, y aun cuando no se tenga la delicadeza de verlo así la mayoría tendrá que acceder al deseo del pueblo que quiere penetrar, y ante esto, todo hombre honrado tiene que sublevarse, y más aún cuando se quiere evitar a un diputado, cuando se le quiere arrancar el derecho que le queda de hablar. Ya es demasiado que una mayoría que tiene el derecho de ganar las votaciones de una manera aplastante quiera arrancarle a la minoría lo único que le queda, que se le niegue el uso de la palabra, y esto no lo consentiremos aunque se tenga que morir al pie de esta tribuna, aunque se muera al salir a la calle. El derecho inviolable de la palabra que tiene todo diputado, y en este caso nadie, absolutamente nadie, ni de arriba ni de abajo, impedirá a ningún agrarista, a ningún laborista, a ningún socialista del Sureste y a ningún peleceano que hable con toda libertad; somos hombres, somos mexicanos, y sabremos morir, si es preciso, en nuestro puesto, en riña callejera, o en asonada popular o en asonada provocada por las porras. De manera que digo, para que lo sepa todo el mundo, para que lo recuerde todo el mundo y se lo confiese con vergüenza, que a esta sesión sólo se ha permitido entrar a individuos identificados por la comisión de recepción, a los individuos visados por el grupo cooperatista; y esto no necesito demostrarlo, por que lo saben todos los diputados aquí presentes, sin excepción de uno solo. Queda contestada la interpelación.
El C. Siurob: Yo interpelo a la diputación yucateca para que por el honor del Estado de Yucatán diga aquí la verdad: Si es cierto que por las puertas de la Cámara de Diputados se impide el acceso al público y no se permite entrar más que a la porra cooperatista.
El C. Torregrosa: En nombre de la diputación del Estado de Yucatán - y ponemos como testigos a los representantes de la prensa -, declaro que desde el principio de las sesiones de este Congreso, así como el Ayuntamiento ha privado a México del agua, esta Representación Nacional, su mayoría, ha privado al verdadero pueblo independiente de la expresión libre de sus ideas. (Aplausos.)
El C. Siurob: Yo interpelo al compañero Elpidio Barrera, en cuya honorabilidad como hombre y caballero confío, que por su honorabilidad me diga, aunque sea de la mayoría, aunque sea del grupo cooperatista a que pertenece, si es o no verdad si se filtra en las tribunas el público o si se deja entrar a las porras.
El C. Barrera: Debo manifestar, honorable Asamblea, que fui expresamente a convencerme, porque se me había informado que únicamente a personas identificadas por dos individuos que había en la puerta se les permitía la entrada; también ocurrió que un amigo mío me llamó para que yo lo introdujera y a ese amigo no se le permitió la entrada. Me consta que el señor Pedro Medina mandaba la consigna a los que estaban en la puerta: "Ese del sombrero blanco no entra, ese gordito no entra", y así se rechazaba a algunas personas que yo no conozco.
El C. Siurob: Acabáis de escuchar, ciudadanos diputados, y podría acudir al honor de los mismos ciudadanos cooperatistas, porque es necesario que los líderes de esta mayoría sepan que aun dentro de esa mayoría que pretenden llevar hasta la ignominia, a pesar de eso, hay hombres de honor, y estoy seguro de que en un momento dado saltarán sobre esta barrera de lodo, sobre esta barrera de fuego y de ignominia que se pretende poner a una mayoría abrumadora...
El C. Villanueva Garza: ¿Y la mayoría peleceana?
El C. Siurob: Nunca tuvo esas mañas en aquel tiempo.
El C. Villanueva Garza: Ya nos tragaban.
El C. Siurob: Entraban porras de unos y otros y nunca se les coartaba la entrada para venir a esta Representación Nacional; la prensa es testigo de que nunca se les coartó la entrada. Ahora bien señores; ya que por culpa del Partido Cooperatista, en su complicidad con el Ayuntamiento... (Voces: ¡Miente! Gritos. ¡El Ayuntamiento es peleceano!) ya que el Ayuntamiento, formado por partidarios... (Siseos.) hoy dentro de las filas cooperatistas, está privando a la ciudad del líquido esencial para su vida, a lo menos no privemos al verdadero pueblo mexicano de uno de los derechos que le consagra nuestra Constitución, que es el de presenciar las asambleas de la Cámara de Diputados. Yo pido, pues, a los señores representantes, por su honor, por el honor de sus Estados natales, que se permita que, dentro de esta Asamblea, entre el pueblo de la capital, o que de otra manera se desalojen todas las galerías. Yo, como miembro de la minoría peleceana, como representante aquí de mi partido, debo ser el primero que venga, como he sido el primero en venir, a reclamar una libertad constitucional para el pueblo de la ciudad de México, e interpelo al señor presidente para que diga si acepta mi moción de orden.
El C. Guzmán Martín Luis: ¿Y si no le da la gana contestar?
El C. presidente: Todo el pueblo, señor, tiene acceso a las galerías.
El C. Mena Alcocer: Pido la palabra para interpelar a la Presidencia.
El C. presidente: No tiene usted la palabra. (Desorden. Campanilla.)
El C. Prieto Laurens: Pido la palabra. En vista, señores diputados, de lo dicho por el señor doctor Siurob y de la desfachatez del ciudadano diputado por el 1er. distrito de san Luis Potosí, en vista de todo lo que se ha dicho contra de esta mayoría legítima, que tiene el derecho de venir a presentar una moción que responde a una necesidad pública que está en la conciencia de todos los ciudadanos, y que ellos maliciosamente, tendenciosamente vienen aquí a abogar por los fueros del público de la capital, por los fueros de todos los ciudadanos que tienen derecho a presenciar estas deliberaciones; vienen a tronar a esta tribuna contra los cooperatistas que en la puerta han estado tratando de impedir que entren individuos armados, porque deliberadamente, sabemos, van a venir, o piensan venir, o están ya por allí los mismos asaltantes, los mismos esbirros de Gasca y de Morones que ayer fueron a incendiar el Palacio Municipal. (Aplausos.) No debe extrañaros, doctor Siurob, no debe extrañaros la actitud de esos cooperatistas, no debe extrañaros porque también vosotros, señores diputados de Yucatán, debéis saber, como vosotros, diputados agraristas y diputados laboristas, todo y toda la Asamblea deben saber que esta mayoría tiene por encima de todo conciencia de un deber muy grande, de un alto deber: El deber que tiene de hacerse respetar, el deber que tiene de no permitir que se lesione la dignidad humana, la de un por uno de los diputados cuando vengan los esbirros que esos individuos han de traer aquí a asaltar la Cámara de Diputados, como ayer asaltaron el Palacio Municipal. (Aplausos.) Y es por esto que no nos avergüenza ni es motivo de escándalo que aquí se denuncie que hay alguno en el pórtico que impida la entrada de esbirros, no impidiendo la entrada del pueblo. ¿Qué acaso podéis decir que los ciudadanos que ocupan las tribunas no forman parte del pueblo, no son el pueblo también? No es posible, señores diputados, que en las tribunas pueda reunirse el pueblo de toda la capital; sería materialmente imposible, esto no necesito demostrarlo; de manera que si están las galerías pletóricas, ¿pues qué privilegio tiene el Cooperatista de que pueda llenar las galerías sin necesidad de hacerlo con los Establecimientos Fabriles, ni con el Gobierno del Distrito, ni con ninguna Secretaría de Estado? Y nosotros, que tampoco tenemos a la prensa con nosotros, que tampoco la prensa nos defiende ni nos ayuda, que no tenemos un centavo para pagar a la prensa para que nos defienda y que nos ayude; que la prensa independiente sea así, y no porque nosotros tengamos que ver nada en ello, que la prensa independiente se hace eco de la indignación popular y así se ve en sus columnas. Nosotros, que no contamos con los principales órganos para manifestar nuestras ideas ante la opinión pública, podemos reunir aquí a este conglomerado,
como hombres podemos reunir, como lo hicimos en manifestación el día 19, a más de diez y ocho mil hombres en una manifestación efectivamente popular, en la que estaban los verdaderos agraristas del Distrito Federal, los campesinos de Milpa Alta, los de Xochimilco, y los verdaderos obreros de Contreras, de Santa Teresa, obreros verdaderos de la Carolina, que estuvieron en la manifestación, como los obreros de Tizapán, (Aplausos.) como los obreros de Santa Teresa, de la Carolina, de la Victoria, de San Antonio Abad, los de todas las fábricas en su totalidad del Distrito Federal han concurrido, distrito por distrito, a engrosar las filas del Partido Cooperatista; y ante esta actitud, y ante este resultado verdaderamente popular del partido, no puede venir aquí más que la baba venenosa de la peleceana minoría y de la minoría agrarista y laborista a tratar de manchar la limpia hoja de servicios del Partido Cooperatista que no ha usado esbirros hasta ahora. (Aplausos.) ¡Y como para abrumarnos, se interpela a un compañero de la mayoría para que diga si es cierto o no que le impidieron el paso a un amigo de él, como si la voz del compañero Elpidio Barrera fuera bastante para doblegarnos materialmente, porque es una prueba contundente de que esta mayoría no permite al pueblo que presencie las deliberaciones! Pues todo esto que ya he demostrado plenamente no es más que una maniobra sucia, muy cochina, de los verdaderos responsables de lo que pasa en el Ayuntamiento, de los imposicionistas. (Aplausos.) ¡Oh, canalla, canalla aquel que venga a decir aquí que el Cooperatista tiene la culpa de la falta de agua que tiene la ciudad! ¡Los responsables son los que hicieron el chanchullo, allí están, los estoy viendo y los diré por sus nombres para marcarlos, los que arrancaron el triunfo verdaderamente popular, los que le arrancaron la credencial de regidor verdadero al General Roque González Garza; los que le arrancaron, (Aplausos.) en una palabra, los que se inspiran, como toda la vida lo hacen y lo han hecho, en el sufragio popular de la ciudad de México, y los laboristas no me dejarán mentir, porque entonces fueron nuestros aliados. (Aplausos.) Pues bien; pasemos por alto esta maniobrilla y vamos al fondo del asunto, la discusión de la iniciativa que hemos presentado y por la cual he venido a esta tribuna.
Cuando hace dos años el presidente municipal, que después fue ministro y que salió del Gabinete presidencial de la manera más bochornosa, porque no podía ser de otro modo; cuando hace dos años un presidente municipal se ensució materialmente en su firma y en su honor y no respetó el fallo de la justicia federal, que mandó suspender el acto reclamado por los cooperatistas, que pidieron la suspensión de la junta de la llamada Junta Computadora, en la cual trataba Rafael Zubaran Capmany de imponer a un Eduardo Mestre, que hoy renuncia, teniendo ya pagadas sus dietas de diciembre... (Una voz: ¡Qué bárbaro! ¡Qué bandido!) Cuando hace dos años Rafael Zubaran Capmany impuso descaradamente a la camarilla peleceana de Pérez Abréu, Mestre, Mejía Mora, Aguayo, etcétera, etcétera, que hoy están firmes en su puesto, en su puesto vergonzoso, en su puesto que no hace honor absolutamente a nadie, sino que mancha cada vez los nombres de cada uno de ellos, cuando hace dos años Rafael Zubaran pretendió y realizó la imposición más bochornosa y más descarada, el Partido Cooperatista no se decepcionó; el Partido Cooperatista no explotó a las masas populares, que estaban tan indignadas como ahora por aquel chanchullo. Ahora, naturalmente, la indignación se agrava por una deficiencia elemental de los servicios municipales. Había algo, señor Israel del Castillo, por casualidad, nada más por casualidad, porque sus amigos, los amigos de Siurob, de usted y de Vasconcelos vendieron en aquellos años las válvulas y los tubos (Aplausos ruidosos.)
El C. Malváez: Para una interpelación al orador. Pido al señor Prieto Laurens que diga si es verdad que estas válvulas y toda la herramienta y todo ese material que falta fue vendido a un individuo que actualmente es concejal.
El C. Prieto Laurens: Sí, señor, a eso iba yo. Entonces Rafael Zubaran, Herminio Pérez Abréu, Eduardo Mestre, Manuel Aguayo y otros más que, por desgracia, siguen dentro del Ayuntamiento todavía, vendieron a Zubirán tubos por fierro viejo y mucha herramienta de obras públicas, que precisamente estaban de refacciones para en caso accidental de la falta de una de esas válvulas o de esos tubos para el abastecimiento de aguas de la ciudad de México. (Aplausos.) Sí, señores; nosotros tenemos las pruebas y ya teníamos conocimiento de este asunto desde hace bastante tiempo; así que no es esto nuevo, nosotros lo conocemos desde hace dos años y después de dos años las ha venido a exhibir un regidor peleceano que se llama Julio Zapata; toda la prensa de la capital ha publicado con grande escándalo las denuncias de Julio Zapata. ¡Pero para nosotros no eran nuevas! ¡Si nosotros fuimos testigos de este robo, de este latrocinio de los regidores peleceanos! ¡Y entonces había agua!, dicen estos señores. ¡Qué desplante y qué cinismo! ¡Había agua! (Aplausos.) Pero vamos por partes. Poco a poco vamos a demostrar quiénes son los culpables de lo que ocurre en la ciudad de México y quiénes son los que a la sombra, los que al margen de esta miseria, de esta falta de agua de esta sed que hace que el pueblo se indigne y vaya como carne de cañon, secundando a falsos líderes ya descalificados ante el pueblo de México; quiénes son los responsables de toda esta infamia, de toda esta miseria, de todas estas desgracias que no se remedian absolutamente nada con el asalto y el incendio del Palacio Municipal. (Aplausos.) Voy a decir por qué nosotros los cooperatistas venimos a presentar esta moción. Pues, señores diputados, decía yo que hace dos años levantamos nuestra voz de protesta contra la imposición realizada por Zubaran; no la pudimos tolerar, no fuimos eunucos, no nos quedamos callados: Protestamos y les seguimos un juicio que está pendiente en los tribunales, a Zubaran, Pérez Abréu y compañía. Ustedes saben lo que pasa siempre en los tribunales, allí ha dormido la causa, pero la tenemos pendiente como una espada de Damocles, al hemos de tener suspendida sobre ellos; y después, no conformes, naturalmente, con la gestión judicial, emprendimos
una campaña seria y enérgica contra aquel Ayuntamiento y cuando vinieron hace un año nuevamente las elecciones municipales, lanzamos nosotros una planilla como la anterior, integrada por hombres representativos de la ciudad de México. Entonces estos señores que hoy critican al Cooperatista, que hoy dicen que nuestra planilla es incolora, que no responde a las necesidades de la sociedad, que en ella no están representadas todas las clases sociales, estos mismos señores vinieron a esta tribuna con Martínez Escobar in capite, a criticar nuestras planillas, porque en ella figuraba un doctor Fernando Zárraga, higienista de primera, completamente ajeno a la política, que no hubiera podido absolutamente hacer el fracaso del Ayuntamiento, como lo han hecho los regidores peleceanos; que entonces los Martínez de Escobar, los Siurob y todos los peleceanos nos atacaron porque la planilla, decían, tenía tantos reaccionarios y decían que al Ayuntamiento había que llevar revolucionarios, porque para el Ayuntamiento no era bueno un ingeniero De Quevedo, no era bueno un licenciado Pimentel, hombres competentísimos en sus ramos, uno en el ramo de ingeniería y obras públicas, el más necesario y el que más cerca nos llega a todos, el que todos sentimos y el que todos palpamos, y el otro un abogado, como Pimentel, cuya honorabilidad está probada porque todos lo conocieron cuando fue magistrado de la Suprema Corte de Justicia, cuál fue su actuación y su modo de proceder. Pero la planilla cooperatista no convenía a los intereses políticos de la mayoría peleceana y del presidente municipal peleceano y de toda la caterva peleceana de aquella época, y entones, señores, cuando vinieron las elecciones de hace un año, el Partido Cooperatista presentó como su candidato a la Presidencia Municipal al ciudadano Emilio Portes Gil y con él fueron como regidores el general Roque González Garza, cuya honorabilidad nadie puede poner en duda, en cuya energía, en cuya sensatez nadie puede dudar. (Aplausos nutridos.) Y así sucesivamente el partido presentó una planilla honrada; y bien, ¿qué ocurrió? Que los diputados peleceanos -cosa que no saben hacer los cooperatistas- se robaron las ánforas de las casillas electorales. Y que no venga aquí el diputado Siurob a negar esta verdad, porque tenemos actas judiciales, actas de Comisaría, en la que ellos mismos declararon, Martínez de Escobar, Rafael Lara y otros muchos más, Saucedo, etcétera, etcétera, que ellos, señores, se habían robado las ánforas, con ese descaro, con ese cinismo, en las comisarías. ¿Y para qué se las robaron? Sencillamente porque la votación no los hubiera podido favorecer en lo más mínimo, porque apenas el diez por ciento de las votaciones pudieron obtener en los distritos en los que pudieron llevarse a sus porras y a las que multitud de veces las trajeron aquí y pudimos presenciarlo, cosa que no ven ustedes ahora. Era verdaderamente notable que en las galerías en aquellos días no se veía más que a empleados de la limpia y transportes del Ayuntamiento. Y ahora señalen ustedes a un empleado del Cooperatista. ¿De qué dependencia dispone el Cooperatista para llenar estas galerías? Que se nos diga quiénes son los que están aquí y lo probemos entonces. El que habla recibió aquí un recado del jefe de la Sección de Limpia y Transporte, dirigido al presidente de la Cámara en aquella época, en que le decía: Mi general García Vigil: Aquí estamos listos todos los de la Sección de Limpia y todos los de Parques y Jardines para todo lo que se le ofrezca!" (Aplausos.) Es muy fácil venir a vociferar de porras y de porras cooperatistas; pero no podrán traer ni una sola prueba, quedarán como unos viles calumniadores, y nada más. Yo tengo la costumbre de emplear frases duras cuando lo creo necesario, no me ando por las ramas ni les ando diciendo "honorables compañeros". (Aplausos.) Ya sé que por esto me lo censuran hasta muchos compañeros míos, pero no puedo contenerme. ¿Ustedes creen, acaso, que la indignación que vengo guardando desde hace dos años ante los atentados brutales, descarados del P. L. C. y ahora después del Laborista, van a permitir que yo tenga calma, que yo tenga paciencia y palabras decentes para un charlatán como Soto y Gama o para un farsante como Siurob? (Aplausos.) Tengo que decir muchas verdades, y esas verdades duelen, esas verdades escuecen, disgustan. Sí, señores; recuerden ustedes cómo de la manera más villana asesinaron a un cooperatista en una casilla electoral del 7o. distrito electoral, por el rumbo de Peralvillo, a un miembro del Estado Mayor del general Roque González Garza. Esos eran los esbirros peleceanos, los que estaban en las casillas, asaltándolas, esperando la llegada del pueblo, y cuando llegaron los votantes y vieron al frente de ellas a un coronel cooperatista, coronel retirado, que ni siquiera iba armado, ese día, cuando lo vieron llegar, lo asesinaron villanamente, y así por el estilo fueron asesinados algunos obreros de la fábrica La Victoria en la calzada de la Viga, otro en el mercado de San Juan fue asesinado por los esbirros peleceanos. Pues todo esto, toda esta historia, toda esta sangre, todos estas porquerías pesan sobre vuestras cabezas, y pesan principalmente ahora sobre el actual Ayuntamiento, que en su mayoría es de origen peleceano y sigue siendo, aunque hipócritamente digan que no, sigue siendo peleceano.
El C. Siurob, interrumpiendo: No es cierto.
El C. Prieto Laurens, continuando: Sí es cierto, con excepción de dos o tres personas, dentro del actual Ayuntamiento, la mayoría es peleceana. Ellos nos ofrecen su contingente, ellos ven que el Partido Cooperatista cuenta con una abrumadora mayoría en la ciudad de México; han visto nuestra manifestación y han visto pruebas de energía y fuerza, y sabiendo perfectamente que los correríamos del Ayuntamiento, por esto hacen el papel de judas, y por esto, aconsejados por Martínez de Escobar, Lavín, Luis Aguayo, etcétera, principalmente los últimos, Aguayo y Torres aparecen ser nuestros amigos, vienen a los pasillos y dicen: Señor Prieto, lo venimos a saludar; a eso vienen, a preguntar por la salud y otras sandeces. (Risas. Aplausos.) Pero, señores diputados, el señor Aguayo, que viene a saludarme y que me manda recaditos y es mi amigo, celebra reuniones secretas con el señor Martínez de Escobar, con muchos otros líderes y se ponen de acuerdo para ver de qué manera vienen a contrarrestar dentro del Ayuntamiento el triunfo que seguramente ha de obtener
el Cooperatista. Y digo esto, porque lo tenemos probado, porque no necesitamos esforzarnos para demostrar esta verdad; y bien, ellos hacen aparecerse amigos por un lado, y por otro simulan estar en contra, y otros en pro y todos, absolutamente todos, son responsables de la situación actual. No hay más que un regidor cooperatista, uno solo, y ese regidor no tiene comisión de ninguna especie en el Ayuntamiento y no le hacen el menor aprecio en la Administración de ese Ayuntamiento; dicho regidor se llama Jorge Carregha. Ese sí es cooperatista. Los que ayer pedimos acercarnos a aquellos lugares, a presenciar el desfile de "los que no querían agua" (Risas.) que fueron al Palacio Municipal, se les vio repartir estas proclamas, las repartieron los laboristas, los peleceanos encabezados por un tal Mejía Mora, Eulalio Martínez, laborista; un Filiberto Villarreal, laborista, que alguna vez le ha "chaqueteado" al Cooperatista y vuelve a ser laborista, para ser cooperatista otra vez y luego laborista; efectivamente, esta clase de esbirros, unos, esbirros de Gasca y de Morones, y otros esbirros de Martínez de Escobar y compañía, pero todos esbirros, repartieron este impreso, que fue hecho en los Talleres Gráficos de la Nación, donde el Ejecutivo tiene una persona de su confianza, según él, donde cree tener a un hombre honrado que no lo traicione y abuse de los elementos que ha puesto en sus manos para servir a la nación, allí se imprimió esta proclama o papelucho, como lo quieran llamar, que dice:
"No olvide usted que el actual Ayuntamiento de la capital es cooperatista; si no quiere estar en las mismas condiciones que hoy, para el año que viene, niégueles su voto."
¡Los que querían agua!
Los que querían agua iban a protestar contra la inacción del Ayuntamiento; pero los que no querían agua, los que querían repartir este manifiesto y pronunciar discursos más o menos radicales frente al Gobierno del Distrito, donde sabían que gozaban de impunidad y podían decir todos los horrores del mundo; y frente al Salón Rojo, frente al Palacio Municipal, los que no querían agua, los que querían otra cosa, esos se escondieron, esos estuvieron ocultos durante todo el tiroteo para no ser heridos, para no ser lastimados siquiera y no ser molestados en lo más mínimo, porque al fin y al cabo el pueblo de la ciudad de México podía ser carnaza, carne de cañon y el instrumento de mezquinas ambiciones personalistas. Estos hombres se llaman Filiberto Villarreal, Luis N. Morones, José F. Gutiérrez, Eulalio Martínez y todos los demás pseudolaboristas que estuvieron dirigiendo, intelectual y materialmente la manifestación de ayer frente al Gobierno del Distrito, Eulalio Martínez, aquel farsante que quiso entrar a la Cámara como presunto Diputado por Orizaba y se le demostró que no había triunfado ni mucho menos y pronunció un discurso más o menos en estos términos: Compañeros: Vamos a arrasar al Ayuntamiento, hay que incendiar la Cámara de Diputados y quemar las oficinas del Partido Cooperatista, porque estas tres son las cuevas donde se refugian los enemigos del pueblo y del proletariado; pero acabo de saber en estos momentos una noticia, me informan aquí - estaba frente al Gobierno del Distrito y don Celestino Gasca estaba en el balcón -, que en estos momentos sale de la 3a. Demarcación un comisario cooperatista, que es el pariente de Prieto Laurens para asesinar al pueblo y disolver la manifestación; yo lo señalaré y diré quién es: ese se llama José F. Gutiérrez, en compañía de Eulalio Martínez, han disparado sus armas contra el comisario que fue ordenado... (Protestas. Escándalo.)
El C. Rodarte: ¡Oye, Jorge, un momento, por favor! (Desorden.)
El C. Prieto Laurens: Ese individuo, que tarde o temprano... (Desorden.) Sí, señores; para que vean ustedes toda la porquería que hay dentro, la infamia, toda la cobardía, toda la falta de vergüenza y de valor que hay en estos individuos, estos hombres, sabedores ya de que el gobernador, de que don Celestino el exprófugo, mejor dicho el prófugo de las Islas Marías, (Aplausos. Desorden.) Gasga había ordenado a su subordinado el joven Eduardo Argüelles, que tenía que observar las órdenes de sus superiores, había ido a colocarse con gendarmes frente al Palacio Municipal, el gobernador Gasca y estos individuos sabían que iba Argüelles allí y ¡qué casualidad! ¡qué casualidad, señores representantes! ningún gendarme fue lesionado, ningún gendarme fue herido; las pistolas asesinas fueron dirigidas solamente, disparadas a boca de jarro en el estómago de mi cuñado. ¡Pero óiganlo bien, me las pagarán uno por uno! (Aplausos nutridos.)
Estos individuos, estos farsantes que, cuando con Morones hace días pregonaron desde esta tribuna, y esto consta en el DIARIO DE LOS DEBATES, cosa que llamó la atención de la Asamblea, entonces pregonaron en esta tribuna que ellos acudirían a ejercitar la acción directa, ellos amenazaron con un desplante inaudito, con un descaro que no me explico todavía siendo funcionarios públicos, también amenazaron que irían contra los poderes cuando lo creyeran necesario; que ellos reunirían quinientos mil, o quién sabe cuántos millares más de ciudadanos, para echarlos encima del Congreso o del Palacio Nacional, como ya lo hicieron en el Palacio Municipal. ¿Y adónde vamos por ese camino? ¿Adónde nos conducen todas estas infamias y atropellos? A la anarquía más completa y a que cada uno se haga justicia por su propia mano. Pero por el honor de esta Representación, por el honor del Gobierno, del que formamos parte, por el honor de nuestro país, tan vilipendiado, y hoy más que nunca vilipendiado con razón, porque en plena capital de la República se asalta con impunidad un periódico y se mantienen perplejos el inspector de Policía y el gobernador del Distrito ante los que invadieron las oficinas del periódico - una negociación particular -, se mantienen perplejos, no hacen justicia, y ese mismo periódico que ayer fue invadido, casi robado, ese mismo periódico hoy se calla, hoy aplaude la invasión, el incendio, la fechoría sin nombre de los verdaderos autores de la manifestación de ayer. Y nosotros, que sabemos dónde está nuestro deber; nosotros, que no podemos cargar con el lastre de un Ayuntamiento "peleceano".....
El C. Siurob, interrumpiendo: ¡"Peleceanos" traidores!
El C. Prieto Laurens, continuando: ..... con el lastre de un Ayuntamiento inepto, con el lastre de individuos que no tienen con nosotros ligas políticas ni personales de ninguna especie, nosotros venimos a presentar esta moción. Esta moción es lo único que permite nuestra dignidad, esta moción es lo único que podemos y debemos hacer por honor, ya dije, al Gobierno, a la Representación Nacional y, en último término, a nuestra patria. ¿Qué dirán mañana, qué estarán diciendo ya los periódicos extranjeros? ¡En todo el mundo se comentarán las facilidades con que en México se asalta! "Es claro: Han pasado los atracos a los particulares a la sombra de la noche, en las banquetas o en las carreteras; después siguen los asaltos a la luz del día, y así sucesivamente: Hoy se verifican los asaltos al Palacio Municipal." Los mismos individuos directores del asalto de ayer, pretenden organizar - y acuérdense de estas palabras - un asalto a esta Representación Nacional y después un asalto al Palacio Nacional. (Murmullos.) No son palabras vanas las mías: Al Gobierno, si no remedia esta situación, se le puede decir esta frase: "Cría cuervos, que te saltarán los ojos." ¡Y está criando cuervos! Morones, el caudaloso líder "laborista", como le dice muy justamente un periódico de la capital; Morones dispone a su arbitrio de armas, parque y demás elementos de guerra de la nación. La misma Secretaría de Guerra ignora lo que hay en existencia en los Almacenes de Guerra. Esto es más grave de lo que a primera vista parece, porque en un momento dado, estos pícaros, estos individuos que fácilmente se aprovechan de las miserias del pueblo, que arrastran a las masas inconscientes contra cualquier Poder, contra cualquiera persona, contra cualquiera institución; estos individuos en un momento dado son capaces de saquear los almacenes de Guerra, que están a su disposición y bajo su resguardo; y entonces la paz, la paz pública y las instituciones quedarán en grave peligro. Esto que paso anoche necesita remediarse enérgicamente, y desde luego, por esta Cámara; ¿o no tenemos valor suficiente los miembros de esta Representación? (Aplausos.) Pero afortunadamente, señores representantes, el Ejecutivo se ha dado cuenta de la realidad; el Ejecutivo, integrado por patriotas y revolucionarios, sabe dónde están los traidores y los canallas. Una situación política del momento impide que el Ejecutivo remedie radicalmente esta situación; pero ya ha ordenado de la manera más terminante al jefe de la Policía Judicial, jefe de la Policía Militar y al de la Reservada, que investiguen la intervención de estos líderes laboristas, a quienes debemos desaforar para que se presenten a responder de sus actos. (Aplausos.)
El Ejecutivo ha mandado investigar también la intervención de cierto jefe de Establecimientos Fabriles Militares, a quien todos conocen, y que pudo traer, no sé con qué caudaloso dinero, pudo traer un tren especial de Pachuca, con mineros de Pachuca, que venían a una manifestación obrerista y que fueron heridos frente al Palacio Municipal, ignorantes de lo que venían a hacer; en las cruces Roja y Blanca - la prensa de hoy lo dice - se hallan heridos varios mineros, ¡mineros en la capital de la República! ¡y los que pedían agua! (Risas. Aplausos. Voces ¡Ah!) Este pueblo que merece más respeto, más consideración de parte de todo el mundo; este pueblo ha sido villanamente asesinado anoche; pero hay dos clases de culpables, dos clases de esbirros, dos clases de asesinos: Los asesinos de afuera y los asesinos de adentro; los asesinos de afuera que azuzaron a las masas, las llevaron al Palacio Municipal a sabiendas de que serían recibidas a balazos. La prensa no ha dicho - porque tiene miedo y no le conviene decirlo - que el gobernador del Distrito mandó retirar la fuerza que por acuerdo presidencial custodiaba el Ayuntamiento; mandó retirar, sin acuerdo presidencial, a la Gendarmería Montada que custodiaba el Palacio Municipal, a la una de la tarde... (Voces: ¡Es cierto!) Yo interpelo al ciudadano Hernández Marín para que me diga si es cierto que existió un telefonema del gobernador, en ese sentido.
El C. Hernández Marín: Es cierto. (Aplausos.)
El C. Prieto Laurens: Señores diputados: ¿Qué significaba que el gobernador del Distrito, líder amarillo, ordenara a hora bastante oportuna, que se retirara la fuerza montada? A esa hora el presidente municipal, Alonzo Romero, que, entre paréntesis, se ha portado honradamente en el Ayuntamiento, a pesar de ser de origen peleceano.....
El C. Siurob, interrumpiendo: ¡Caray! ¡Peleceano traidor!
El C. prieto Laurens, continuando: El doctor Alonzo Romero, que habrá traicionado al "Pélece", según ustedes, pero que no quiso seguirlos en sus porquerías y sinvergüenzadas - lo voy a probar -; (Aplausos.) el doctor Alonzo Romero, que no es responsable de esta situación, sino que los responsables son otros y a ellos me voy a referir en seguida con pruebas; el doctor Alonzo Romero, en unión del secretario del Ayuntamiento y de otro regidor, vio al presidente de la República a las dos y media de la tarde, y le comunicó: "En estos momentos, señor presidente, el Palacio Municipal está sujeto a cualquier capricho de la multitud, que se presentará hoy en la tarde y que pretenderá invadir las oficinas municipales." No era un secreto para la ciudad, no era un secreto para nadie que, primero la "Liga de Periodistas" y después los líderes "laboristas", incitaron al pueblo para entrar al Ayuntamiento a desalojar a los regidores de allí y cometer toda clase de tropelías. De eso hay prueba también. Pues bien; el presidente de la República, al recibir esta noticia, dijo al doctor Alonzo Romero: "Me extraña sobremanera que el gobernador, sin consultarme, haya ordenado el retiro de esa fuerza, e inmediatamente voy a ordenar que vuelva esa fuerza, u otra mayor, de más confianza, para que resguarde al Palacio Municipal. Mi Gobierno no puede permitir que se viole el principio de autoridad en ninguna parte y por ningún concepto." (Aplausos.) Lo ha ordenado así a la Inspección de policía y también lo ha ordenado al jefe de la Guarnición de la plaza. Conforme a la Ordenanza, el jefe de la Guarnición de la Plaza debe acudir al llamado de la autoridad civil, y por tal motivo el general Garza
comunicó al doctor Alonzo Romero, por mi conducto, que le mandara un oficio pidiéndole la fuerza federal para darle el auxilio necesario con objeto de que la Policía Montada fuera respaldada ampliamente por la fuera federal, pues ya se tenía temor de lo que voy a referir: Fue la Policía Montada. Pero antes los líderes laboristas se conquistaron a un empleado del Gobierno del Distrito que tenía influencia sobre el Jefe de la Montada, y lo mandaron sobornar. El jefe de la Montada ha desaparecido; me lo acaba de referir el jefe de la Policía Judicial. El jefe de la Montada, cuando llegaron los manifestantes, no les impidió el paso; llegaron gritando mueras al Ayuntamiento y lanzando toda clase de injurias que significaban claramente las intenciones de los manifestantes. Está bien que la indignación popular sea capaz de esto y de más; el pueblo justamente disgustado por la falta del agua, fácilmente tendría que llegar a toda clase de excesos; pero no era el pueblo en sí el que trataba de hacerlo; no, señores, eran los líderes laboristas y su gente quienes precipitadamente penetraron el palacio Municipal; ¿y sabéis adónde se fueron primero que a otro parte? A la Tesorería Municipal. (Aplausos) Y ya en la Tesorería Municipal... (Voces: ¡Encontraron agua!) ya, señores representantes, dentro del Ayuntamiento, unos cuantos empleados, unos cuantos guardias armados que tiene el presidente municipal, rechazaron a los manifestantes por la fuerza, haciéndoles fuego y sacrificando villanamente a muchos infelices que no tenían la culpa de los actos de estos canallas. Y desalojados, ya fuera, en la calle, la Policía Montada permaneció impávida, tranquila, con una criminal indiferencia, permitiendo que los choferes y que los laboristas en masa - los choferes de los Establecimientos Fabriles, porque por esta Cámara pasaron dos camiones cargados de empleados de los Establecimientos Fabriles gritando y disparando sus pistolas - testigos los diputados Samayoa, Argüelles y el regidor Carregha de que pasaron por aquí a las seis de la tarde y que andaban juntando a los manifestantes; tomaron los números de los camiones, lo sabemos perfectamente, y la Policía lo sabe también qué gente iba allí, quiénes los armaron y para qué. Pues bien, señores, estos individuos, con la gasolina que les da la nación para mover los camiones de los Establecimientos Fabriles, también de la nación, empezaron a incendiar las oficinas municipales y, repito, la indiferencia criminal de la Policía Montada era terrible, no sabía uno que hacer ante esa actitud; fue preciso que el general Garza, enfermo y con cuarenta grados de calentura, se levantara de la cama y personalmente se dirigiera al Palacio Municipal, y en unión del regidor Carregha aplacara a la multitud y apagara el incendio; dos personas intervinieron nada más, y entonces tenía que surgir la canalla: Apareció por allí Mejía Mora, el regidor y amigo de los peleceanos, el exregidor peleceano cómplice de los robos de los tubos y de las válvulas de la Sección de Aguas Potables. (Aplausos.) Ese individuo que era también regidor - óigase bien -, Mejía Mora, era regidor procesado por asesinato frustrado en la persona de un Obrero - Armando Salcedo -; Mejía Mora, regidor cómplice de la venta y del robo de los materiales de Obras Públicas, en donde tanta falta están haciendo ahora, ese individuo llamó la atención al pueblo, indignado en esos momentos por los disparos de los esbirros de uno y otro lado, para excitarlo, para echarlo encima del regidor Carregha, del que estaba salvando a ese mismo pueblo de la matanza, del que estaba salvando a ese mismo pueblo de que se le privara de sus elementos, de sus recursos en la Tesorería Municipal. Carregha, el único y honrado regidor del Ayuntamiento, el único "cooperatista" del actual Ayuntamiento con el general Garza, impidió que continuara la matanza, y acallando completamente las voces de aquella gente, pudieron lograr que se apagara el incendio del Palacio Municipal, ya demasiado grande en aquellos momentos. Pues bien; todo esto nos viene a colocar en situación de definir que actitud vamos a adoptar nosotros los de esta mayoría, que no somos responsables de los asesinatos de ayer. Nosotros pedimos que se enjuicie a unos y a otros; nosotros pedimos que se castigue a los regidores que resulten responsables, tanto de la falta de los servicios municipales como de los asesinatos cometidos ayer; y también pedimos que se castigue a los esbirros y a los promotores materiales e intelectuales de este tumulto, de este motín que es vergüenza de nuestra patria. (Aplausos nutridos.)
El C. presidente: Tiene la palabra en contra el ciudadano Pastoriza.
- El C. Pastoriza: Señores representantes: Desde esta tribuna, infinidad de ocasiones he sido de los hombres que han reclamado la serenidad; pero hay momentos en que la serenidad en la vida sin duda alguna que juega un papel menos interesante; en estos momentos no es la serenidad la que debe normar la acción de nuestra conducta, sino algo más trascendental: es la santa indignación. Aunque parece que soy de los oradores del contra, lo soy solamente porque voy a hacer una exposición de motivos. Voy a dividir la proposición presentada en dos de sus aspectos: Estoy con la mayoría parlamentaria que en su santa indignación viene a favorecer las furias populares y esas rebeldías que muy justificadamente han tenido que ir a hacerse manifiestas frente al Ayuntamiento, porque el pueblo está ya cansado de todas las burlas que se cometen con él; pero antes de entrar a la exposición de los caracteres morales, sociales y políticos en la finalidad, llegaré a las conclusiones de carácter legal que es por lo que me he inscripto como orador en el contra en estas proposiciones. Hay momentos, señores, en que se necesita ser verdadero orador de sangre; no es posible que el alma humana pueda contener las rebeldías en contra de todos esos cuistres, en contra de todos esos turiferarios, en contra de todos esos asesinos de encrucijada. (Aplausos.) Porque ya no es la cuestión trascendental de grupos políticos que se juegan la hegemonía política de una ciudad, señores, sino que es un acontecimiento en el que está de por medio la vida citadina y el alma de la institución; ya no es el Partido Laborista, ni el Agrarista, ni todos los listas, señores, sino nada menos que el espanto y la consternación de una ciudad, la ciudad de México, verdaderamente asediada por todos estos individuos que ya no pertenecen a grupos políticos, sino que son los hombres dignos de estar en los presidios de Celta, de Tolón, o en las cárceles de San Juan de Ulúa. (Aplausos.) En
estos instantes, señores, solamente un látigo de fuego sería bastante para flagear las espaldas de todos estos asesinos del pueblo... (Voces: ¡Bien!) y ponerles en la frente el estigma más grande que pueden los hombres, los asesinos del pueblo y prevaricadores de la justicia. (Aplausos.) Desde el punto de vista social y desde el punto de vista esencialmente político, ¿qué movimiento más reivindicador que éste en contra de una institución, si los hombres que han estado al frente de ella han sido deleznables, porque no son la representación genuina del alma popular, sino que asaltaron el Poder cuando perdió el Partido Cooperatista en la campaña anterior... (Voces: ¡No perdió!.)
No perdió, señores, moralmente obtuvo el triunfo, legalmente obtuvo el triunfo, pero los rateros electorales se lo quitaron de la mano, se lo quitaron de la verdad. (Aplausos.) Desde ese momento, señores, yo, como orador del contra, estoy de acuerdo con la proposición de que se castigue a todos esos asesinos que no puede citar, señores, porque son muchos y a los que ya todos ustedes conocen, porque ustedes son individuos que han juzgado que lo más sagrado que pueden tener es la dignidad, cosa que aquellos hombres no saben entender, porque han venido a jugar con la única cosa que nosotros, los que nos sentimos revolucionarios, sabemos amar, ¡no los prevaricadores ni todos estos falsos apóstoles, apóstoles cuando han tenido los estómagos vacíos, pero no hoy que los tienen llenos! No son apóstoles más que de mentira. Para todos estos apóstoles, señores, no es posible tener más una suprema fuerza: la fuerza imperativa y dura de la ley. ¡Que caiga sobre sus cabezas! Por eso yo apruebo la proposición; pero entro a la parte esencialmente sustantiva, en donde quiero que la Asamblea señores, escuche verdaderamente mi voz. Ya en este instante, señores, la pasión política desaparece de mi y no soy el orador de un partido político, no soy el hombre que viene con la santa indignación popular a pedir que se castigue a todos los menguados, sino que soy el hombre que procura ceñir estrictamente la toga de la ley en el recinto augusto de la Representación Nacional, para entrar por el camino de la serenidad, que es la que debe normar la acción nuestra al estudiar esta segunda proposición que yo paso a impugnar.
La segunda proposición consiste en que la Cámara de Diputados se dirija al Ayuntamiento pidiéndose su renuncia. Yo digo, señores: El Poder Legislativo no tiene más facultades que las que expresamente le están concedidas en esta Constitución. Hay un artículo, señores, y esto lo digo para los señores abogados y para los no muy leídos en materia de jurisprudencia, que dice que un poder público no puede hacer más que aquello para lo que está expresamente facultado, y esta Cámara tiene sus facultades expresamente determinadas en la constitución general de la República. Y si vamos a hacer algo que no está dentro de nuestras facultades, si nos entrometemos en lo que no nos corresponde, recibiremos la crítica acre de todos nuestros enemigos. Nosotros desde el punto de vista más alto de la moral, en bien de la colectividad y por la reivindicación social, pidamos el castigo de todos los cómplices; pero pensamos que nuestro papel de legisladores debe ser más serio, no un papel de agitadores ni de individuos pertenecientes a un grupo político. La nación está pendiente de la actitud de la Cámara ante este problema muy hondo por cierto, y pensemos que el día que la Cámara de Diputados se dirigía al Municipio de la ciudad de México diciéndole: "Presenta la renuncia", esta Cámara irá en contra de los preceptos legales. Nosotros debemos ajustarnos estrictamente a la ley porque, como decía Pericles, la ley es dura, pero debe cumplirse. Si sentáramos el precedente en estos momentos de dirigirnos a un ayuntamiento pidiéndole su renuncia, ¿Saben ustedes el paso trascendental que daríamos? Nada menos que estableceríamos el principio de la tiranía legislativa en contra de todos los ayuntamientos de la República, porque el día de mañana que no a la Representación Nacional la existencia de un ayuntamiento, sería conviniera depuesto, sentando la jurisprudencia de que los ayuntamientos estarían sujetos a la voluntad del Poder Legislativo, lo cual dentro de nuestro régimen constitucional no es más que un atentado y una enorme atrabiliaridad del procedimiento. Yo hago, señores, una pregunta a vuestra soberanía: Si el Poder Ejecutivo no ha hecho sentir en estos instantes toda la fuerza de que dispone, si no ha pretendido desconocer al Ayuntamiento, a pesar de las distintas formas en que a ello se le ha impedido, ¿a que se debe? ¿Le falta fuerza? No, señores, le sobra fuerza, pero conoce que no pude hacerlo, porque entonces el Poder Ejecutivo sería un tirano y el Municipio libre, estatuído dentro de las banderas de la Revolución, habría sido el más grande de los fracasos. A vosotros, señores revolucionarios de este Parlamento, me dirijo, porque no creo que podamos dar un paso tan erróneo en este punto tan trascendental, aprobando esta iniciativa en el sentido de que esta Cámara pida la renuncia de los señores ediles, porque esto significaría la intromisión del Poder Legislativo en algo que está fuerza de la órbita de sus funciones, como en le deposición de un ayuntamiento. En vista de esta tesis, que espero que los mejores señores jurisconsultos de esta Cámara vengan a rebatir, que los oradores del pro vengan a rebatir, termino, señores, pidiendo un voto de protesta de parte de esta Cámara contra los asesinos del pueblo. (Aplausos.)
El C. presidente: En pro tiene la palabra el ciudadano Jesús B. González.
El C. González Jesús B.: Ciudadanos diputados: Tal vez mi voz sencilla aparezca en estos momentos demasiado contrastada, cuando de esta tribuna ha salido ya el verbo de fuego, cuando de esta tribuna ha caído ya la tiza derretida y ardiente. Tal vez mi voz simple, mi voz humilde representante aparezca débil; pero quizá estudiando un poco de psicología de mi carácter, que conocen mis compañeros, verán - y verán fácilmente - que yo soy - a pesar de que parezca un contrasentido - uno de los más indicados para venir a hablar aquí para que esta moción sea aprobada; y voy a deciros por qué. Yo no me hago eco de la voz estridente de los manifestantes; yo no me alucino con los que van por las calles con la gritería y con las banderas; yo no creo en esas cosas; yo no creo en muchas de esas; yo soy un gran escéptico de
todas esas manifestaciones.... Yo sé que todas esas cosas se hacen con utilería, como en el teatro; yo sé que todas esas cosas se hacen con un aderezo, con algo falso, como algo premeditado; eso se ha demostrado ya aquí y no me toca venirlo a confirmar; yo soy un escéptico de esas manifestaciones; por eso no soy agitador, porque desconfío de todas esas cosas fundamentalmente. Yo me vengo a hacer eco aquí precisamente de la voz débil, de la voz que no ha chillado anoche; me vengo a compadecer aquí de los humildes que abnegadamente toman el agua de las fosas inmundas para llevarla a sus casas; me vengo a hacer eco aquí de ese modesto orfeón, de ese orfeón grandísimo de toda la ciudad que en voz baja, que con lamentación sencilla, que con humildad, casi con resignación está sufriendo tremendamente por la escasez del agua. No secundo, repito, la comparsa, esa de contrata; no secundo a esa turba que ayer consciente o inconscientemente fue a cometer actos delictuosos también; no, señores, mi voz viene a levantarse aquí por todos aquellos que no han sabido protestar, yo protesto por todos ellos; protesto por todos los que están padeciendo ese pequeño drama familiar y que no han tenido una sola voz de protesta; si es cierto que en la prensa han encontrado un eco, también allí no han sido interpretados justamente. Señores, ya que nuestros antecesores los aztecas vinieron a fundar esta bella ciudad aquí, y no creo que por el presentido signo del águila y la serpiente, sino porque se encontraron esta enorme riqueza de agua dulce; ya que ellos tan inteligentemente fundaron aquí esta ciudad para legar a todos sus hijos este enorme y trascendental beneficio; ya que nuestros antepasados tuvieron ese talento, el enorme talento de legarnos esa abundancia de agua que tanto admiran hasta los extranjeros mismos que visitan la ciudad, no los defraudemos en estos momentos, haciéndolos cómplices del Ayuntamiento que por descuido, por error, que por política o por lo que sea, ha dejado privada a la ciudad del agua.
El señor Pastoriza nos venía aquí a decir que la ley. ¡La ley! ¡Pero esto lo sabemos ya todos! ¿que ha de ser la ley sino la voluntad del pueblo? Se dice aún más: La voz del pueblo es la voz de Dios. ¡La ley! Una reglamentación para vivir políticamente. Y si ellos nos han quitado uno de los elementos principales de vida, si nos han quitado el agua, ¿Qué importa que nosotros ahora pasemos por encima de la ley? Esto indudablemente que merece un castigo muy grande; pero la proposición abarca dos puntos: Uno de ellos, el pedir - porque no vamos nosotros a destituir al Ayuntamiento, no tenemos, entiendo, facultades para eso; sí le vamos a pedir, y en estos momentos ya no sólo la ciudad de México se lo ha pedido -, que renuncie; nosotros, que representamos a todo el país, vamos a pedirle que renuncie; y si este Ayuntamiento se resiste ante las instancias de la ciudad de México y ante las instancias de todo el país, entonces a este Ayuntamiento tendremos que decirle aquellas últimas palabras del poema de Enrique González Martínez, de "El viento sagrado": "¡Ay del que escuche la voz y no comprenda!" El segundo punto de la proposición: Que se castigue a los culpables de los crímenes de ayer. ¿Qué conciencia honrada no desea en estos momentos, señores, que se castigue a los culpables de esos crímenes? Mañana el panteón va a enriquecerse con muchas cruces humildes, pero no se levantará un mausoleo de mármol para atestiguar la muerte de uno de los principales culpables, de los principales culpables..... ¡Esto no lo podemos tolerar nosotros, señores, porque si una masa ha caído allí - quien quiera que sea, laboristas que sean -, vamos precisamente a castigar a los que han cometido el enorme crimen de matar a los laboristas! Yo pido, por lo tanto, a la Asamblea que, haciéndose eco de los que firman esta proposición, dé un voto aprobatorio. De esta manera no haremos, señores, sino caminar paralelamente con toda la opinión pública, no solamente de la ciudad de México, sino de la República entera. (Aplausos.)
El C. presidente: Tiene la palabra en contra, el ciudadano diputado Luis Espinosa.
El C. Espinosa Luis: Ciudadanos representantes: Nunca como ahora debe recordarse la frase célebre de un viejo tribuno mexicano: Me refiero a Diódoro Batalla que, en sesión tempestuosa como ésta, subió a la tribuna a pedir que se serenara la contienda. Imitándolo, vengo a pedir que discutamos la proposición a debate, con la mayor serenidad posible, ya que ella entraña algo verdaderamente serio, que lo mismo puede servir para que esta Representación Nacional adquiera un título más legítimo de renombre, o bien, para que se cubra de ridículo. No es asunto éste que deba tratarse, en mi concepto, al calor de los resentimientos, de los desquemores y de los odios políticos. Entiendo, señores compañeros, que dentro de nuestras funciones tenemos, por un lado, los reducidos compromisos de grupo, y, por otro, el deber de cumplir, por encima de esos compromisos de grupo, con nuestros altos e ineludibles deberes de representantes.
La proposición se compone de dos puntos, que deberían, en mi concepto, discutirse separadamente; pero esto no se ha hecho así, y me veo obligado a tocar los dos, a pesar de que sólo hubiera querido referirme al primero, ya que estoy conforme con el segundo. No puedo aceptar que se nombre una comisión que se acerque a los munícipes a insinuarles que deben presentar su renuncia porque no han sabido cumplir con sus deberes. Sería muy fácil, ciudadanos representantes, venir a esta tribuna en estos momentos solemnes y sustentar la tesis de que el pueblo por sí mismo tiene derecho a hacerse justicia cuando no hay quien se la haga; podría decir, con beneplácito de todos, que ya que el Ayuntamiento no ha sabido corresponder a la confianza en él depositada, el pueblo debe arrebatársela, por ser él quien se la ha dado. Pero no, ciudadanos representantes; yo no seguiré el camino de demagogia; entiendo que por ese camino escabroso no podremos resolver esta cuestión; al contrario, vengo a pedir serenidad y a invocar razones de orden legal para demostrar a vuestra soberanía que sería altamente peligroso aprobar esta proposición. No hay un solo artículo constitucional, dentro de los que marcan nuestras facultades, que nos autorice para pedir la renuncia del primer Ayuntamiento de la República, y si no hay una base legal, es seguro que hacer tal cosa resultaría
altamente peligroso, ya que no sólo nos orillaría a un fracaso, sino que, probablemente, nos llevaría al más grande de los ridículos. Aceptar esta proposición, asumir esta actitud, ir ante el Ayuntamiento con el propósito de deponerlo - porque a esto equivale la aprobación de esta iniciativa -, sería tanto ciudadanos representantes, como rebajarnos, como igualarnos a muchos ejecutivos de los Estados, que por encima de toda ley, por encima del respeto a la soberanía del pueblo y a la dignidad de los individuos, han depuesto a infinidad de ayuntamientos, por el único delito de no prestarse a secundar sus sucias maniobras, principalmente a sus maniobras electorales. Y llamo principalmente al atención de vuestra soberanía, por lo que hace a este punto: Es muy peligroso que nosotros sigamos por este camino, que considero tortuoso, que considero torcido, que considero peligroso. ¿Con qué derecho señores, vamos a intervenir para que sea dispuesto el Ayuntamiento de la capital de la República por el hecho de que no ha correspondido a la confianza del pueblo que lo eligió y que no ha sabido prever la falta de agua, que en estos momentos ha hecho que la situación de esta ciudad sea verdaderamente angustiosa y lamentable? Yo creo, señores representantes, que debería buscarse el remedio a este mal; pero a través de un interés general, impulsados por el deseo de procurar que la ciudad tenga agua cuanto antes; pero no impulsados por el deseo de aprovechar este infortunio, en favor de determinados intereses políticos. Por estas consideraciones, ciudadanos representantes, me opongo a que sea aprobada esta proposición. Correspondiendo al sentimiento, a la indignación que de seguro hay en el pecho de todos vosotros, algunos compañeros míos han formulado otra proposición, en el sentido de que se nombre una comisión que pida al Ejecutivo intervenga para que el Ayuntamiento sea depuesto, es decir: Se busca el mismo fin por distinto camino.... (Voces: ¡No! ¡No!) Ruego a los compañeros que me dejen concluir. Se pide allí mismo que se nombre un consejo Administrativo provisional para mientras se hacen las elecciones. Quiero adelantarme señalando este hecho que, en mi concepto, es gravísimo y que debe resolverse de duna manera franca y valiente, para rechazar esta proposición, que tiene en su fondo mucho de lo que acabo de indicar. Si aceptamos que el principio de que el actual Ayuntamiento, torpe, criminal, o como quiera calificársele, pude ser depuesto, no hacemos más que dejar a la institución municipal en un verdadero peligro, porque ¿Quién nos garantiza que no seguirá en la capital de la República, por tiempo indefinido, un consejo administrativo, en lugar de un Ayuntamiento electo por el pueblo? No solamente existe este peligro, sino que tal acto serviría de ejemplo a los ejecutivos de los Estados que, con cualquier pretexto, depondrían a todos los ayuntamientos de las cabeceras de los Estados y de los distritos, y esto significaría la muerte de uno de los principios revolucionarios más grandes consignados de la Constitución de 17: La autonomía municipal. Yo, como constituyente, como uno de los defensores de este principio eminente revolucionario en la Asamblea de Querétaro, no puedo consentir en que se ponga en peligro la existencia del municipio libre. Por la razón indicada al principio y por la que he expuesto en estos instantes, me opongo a que se apruebe esta proposición y pido, muy principalmente a los representantes de la Comisión permanente del Congreso de Ayuntamientos, que se unan y secunden mi actitud, porque de esa manera ellos habrán puesto en práctica este parlamento uno de los más altos fines para los cuales se han organizado. Por enésima vez, pues, de todo sentimiento de partido; por encima de todo interés electoral; por encima de todo interés personalista, yo vengo a defender un principio revolucionario, y pido a todos los compañeros de esta Asamblea que no sólo por los capítulos anteriores, sino muy preferentemente por este último, rechacen de plano la presente proposición.
El C. presidente: En pro, tiene la palabra el ciudadano Covarrubias.
El C. Covarrubias: Honorable Asamblea: En mi rinconcito de la provincia donde moro, en una ocasión al tratarse de una conferencia política, uno de aquellos esforzados luchadores que mantienen allí en alto el amor de la patria, nos hablaba, sobre todas las cosas del deber que teníamos como ciudadanos y del deber que teníamos como hombres ante la sociedad en que vivimos. Este sentimiento del deber que él exaltó, con el fin de venir a presentar ante vosotros el cuadro tétrico de lo ocurrido ayer. En un país en donde la prédica de derechos ha indigestado verdaderamente las consecuencias; en un país por donde todos los ámbitos se escucha únicamente la palabra "derechos" y en donde está olvidada la palabra "deber" , no podremos jamás dejar de presenciar los cuadros terroríficos, como los que ayer presenció esta primera ciudad de la República. ¿Y sabéis, ciudadanos representantes, el por qué se esconde la palabra "deber" en las prédicas de todos los oradores políticos? ¿Sabéis por qué la palabra "deber" no aparece jamás en las Asambleas políticas; por qué los oradores no hacen referencia a ella? Porque la palabra "deber" ciudadanos representantes, no es querida, no es bien recibida por todos aquellos que se basan en los excesos con el fin de poder satisfacer sus apetitos egoístas. Ese afán inmoderado, señores representantes, de llegar por todos los medios adonde nuestro egoísmo nos lanza; ese afán desmedido de hacer prevalecer el "yo", abusando de la ignorancia del pueblo, es lo único que ha causado ayer la matanza inicua que presenciamos frente al Palacio Municipal. No son, ciudadanos representantes, los hijos del pueblo, los abnegados miembros de esa masa anónima que forman el pueblo mexicano, los que han hecho la manifestación de ayer; son los apetitos voraces de quienes procuran exaltarse; son los apetitos bastardos de todos aquellos que, no pudiendo llegar por el camino del deber a los altos puestos a que quieren llegar, han ido azuzando a esas mazas presentándolas como carne de cañón, según ya se ha dicho aquí, escudándose en ellas con el fin de echar después la responsabilidad sobre aquéllos que, defendiendo la autoridad municipal, que estando dentro del Palacio Municipal, no podrán permitir ni los gritos soliviantadores ni las estopas incendiarias. Y así, ciudadanos, es como se ha venido clamando en esta ciudad de México en contra
de una agrupación, en contra del Ayuntamiento capitalino, en razón de que este Ayuntamiento no ha podido cumplir con sus deberes. Pero no se crea que es únicamente en realidad el deseo de clamar en contra de los malos servidores del pueblo el que los guía, sino que son los apetitos mezquinos y los apetitos bastardos los que se esconden detrás. La labor de la prensa de estos últimos días, que todos hemos contemplado con los ojos de asombro, esa labor hubiéramos querido encontrarla moralizadora, inteligente y labor de verdadera opinión pública completamente equilibrada, nos ha venido a decir que la prensa ha hecho causa común con los agitadores de oficio, (Aplausos.) que la prensa se ha apartado completamente del camino del deber, que la prensa no ha respondido a su sagrada misión, ¿Y todo, ciudadano, se me preguntará, por qué? Porque indiscutiblemente en la prensa existen actualmente también esos agitadores de oficio, esos que pretenden los altos puestos, esos que no pueden llegar a alcanzar lo que quieren por ese camino del deber, siempre escarnecido, siempre en sordina, siempre olvidado; por ese camino del deber que todos ven con ojos de asombro, porque para el pueblo mexicano no existe sino una prédica de derechos, infernal. ¡Derechos, derechos, por dondequiera derechos! Lo mismo en California que en Yucatán, lo mismo en Quintana Roo que en Sonora. ¡Derechos! cuando la prédica de todos los cerebros equilibrados, de todos los hombres de corazón bien puesto, debería cambiarse y debería decirse: ¡Deberes, deberes, eternamente deberes! (Aplausos.) ¿Qué nuestro pueblo no es un pueblo eminentemente consciente? Dejo la respuesta en la conciencia de todos los que me escuchan. ¿Qué nuestro pueblo, no tiene la conciencia de sus deberes? Ya lo sabéis; por eso ese pueblo no ha razonado, no ha querido comprender que si consciente hubiera ido a las urnas del año pasado, tendría el deber de estar con la actual comuna de la cuidad de México si acaso esta actual comuna hubiera sido la verdadera y espontánea expresión de la voluntad de la ciudad de México. Ya se ha dicho en esta tribuna que desgraciadamente ese Ayuntamiento llegó allí por medio de la rapiña de los expedientes electorales; ya se ha dicho que esa Comuna no es la representación genuina del pueblo de la ciudad de México, y esa comuna que también tiene en sordina lo que significa la palabra deber, no obstante que sabía que no podía llegar a esos escaños porque no estaba ungida con la representación del pueblo, allí se ha mantenido, y ahogando todo sentimiento, ahogando todo grito y ahogando toda palabra de razón, en estos momentos la agrupación, el conjunto que tiene a la ciudad de México sedienta. ¡Y todavía así no se compadece, no vuelve los ojos a la razón, a la verdadera justicia! Por eso, ciudadanos, el pueblo de México, agrupado, llegando al frente del Palacio Municipal - porque en realidad sentía en su interior esa sed abrazadora y había tenido la prédica incendiaria como nervio motor - pidió a gritos desbozaladamente, tal como sus manifestaciones siempre son, la renuncia de los ediles y del presidente municipal. Pero hay algo más: La prensa se había encargado durante diez días de excitar al pueblo diciendo día a día, periódico tras periódico, que el pueblo de la ciudad de México debía perder toda esperanza; primero se le dijo que en una semana tendría el agua que deseaba; después se le aseguró, con lujo de detalles, cómo se secaban los motores, cómo se reparaban, cómo se llevaba, en verdad, la reparación en cuestión; después siguió diciéndole que estaría el agua a fines del mes; a continuación, ya en los últimos días, le dijo que toda esperanza estaba perdida y que la ciudad de México, después de meses quien sabe si volvería a tener el agua! De allí, por consiguiente, que las masas populares realmente se enardecieran, que las masas populares realmente tuvieran en su alma una enorme indignación en contra de la actual Comuna de la ciudad de México. Pero si la masa anónima, la masa verdaderamente popular no raciocina, si esa masa que no tiene más manifestaciones que su indignación, no hubiera sido agitada, si esa masa no hubiera sido dirigida por almas mefistofélicas que detrás de ella palpitaban, esa masa, digo, no se hubiera atrevido jamás ni a penetrar en son de guerra al Palacio Municipal, ni a convertirse en incendiaria del mismo edificio... (Aplausos.) El pueblo mexicano es noble y el pueblo mexicano es bueno. Se necesitó la perfidia de los que están en los periódicos de la capital con el fin de que durante diez días les fueran arrancando de su alma toda esperanza y toda promesa de mejoramiento, y después de eso también hubo una maniobra política cuando se trataba exclusivamente de una cuestión administrativa, una maniobra política en donde se discutió lo de las elecciones del domingo próximo, o sea la vida del Ayuntamiento de la ciudad de México durante el año entrante.
¿Y sabéis, señores, qué hicieron esos directores de partidos políticos? ¿Sabéis qué hicieron explotando de esa manera miserable las miserias del pueblo? Lo azuzaron y le dijeron que la falta de agua no era sino la maniobra del Partido Cooperatista: Le dijeron que el Partido Cooperatista era el causante y el autor material de la sed que actualmente se lamenta; y esa maniobra política, que bien está dentro del terreno político, no es posible que la sancionemos dentro del terreno humano. ¡Humildad! ¿Se habrá también perdido en los líderes, cuando las pasiones políticas entrechocan? ¿Habrá totalmente muerto, no obstante que los falsos redentores la tienen siempre en su boca y la predican a borbotones? Y los espíritus mezquinos que agitaron al pueblo ayer frente al Palacio Municipal, podrán tener sanción, así la prensa pretenda justificarlos, las balas asesinas que hicieron sus víctimas en la Plaza de la Constitución, no son precisamente las balas salidas del Palacio Municipal, son los razonamientos, las flechas de Mefistófeles que agitaron aquella masa y la fueron a presentar en son de guerra delante de aquellos que no tenían otro deber más que el de impedir que el Palacio Municipal fuera vejado, incendiado. Se ha hablado mucho aquí de asesinos, y digo yo: ¿Qué, valen los asesinos materiales enfrente de los asesinos morales? ¿Qué, en alguna ocasión, al tratarse de un crimen, castigamos al puñal, castigamos a la mano, o es acaso que castigamos al cerebro? Allí están los asesinos, allí es donde se debe buscar a los asesinos. Cualquiera cosa que se diga es falsa, cualquiera cosa que se diga podemos refutarla verdaderamente con un
mentís. No son las balas asesinas, son los espíritus mezquinos asesinos los que fueron a presentar aquella masa del pueblo mexicano, como carne, como víctima. Vamos buscando a los victimarios, vamos encontrando a los victimarios y que sobre ellos caiga la palabra "asesinos" y que tengamos todos la conciencia de que en ellos es donde está el enemigo; que en ellos es donde están los enemigos del pueblo mexicano. No son los enemigos aquellos abnegados que también expusieron sus vidas con el fin de defender un edificio, con el fin de defender una institución. Estas explicaciones, ciudadanos, explicaciones que estaban en mi conciencia, que quería yo expresar y aproveché este momento para ello, no vuelven sino al ritornelo eterno: Ciudadanos directores de partidos políticos, ciudadanos que queréis el engrandecimiento del pueblo mexicano; no lo ahoguéis, no lo indigestéis con tanto derecho, no le prediquéis tanto derecho: Predicadle deberes. El día en que comprendamos nuestros deberes, se habrá salvado México y no tendremos estas hecatombes, no tendremos estos choques. (Aplausos.)
Me concentraré a la proposición en cuestión: El compañero Pastoriza, que habló en contra, y el compañero Espinosa, que también habló en contra, nos dieron un razonamiento legal. Nos dijeron: "Las atribuciones del Poder Legislativo están codificadas". Lo sabemos, las entendemos, las hemos protestado cumplirlas y hacerlas cumplir. Pero nótese que no vamos a deponer en masa a la Comuna; no, lejos de eso, esta Asamblea revolucionaria, respetuosa del Ayuntamiento Libre, no podría de ninguna manera, no estaría en la conciencia de ninguno de nosotros pretender atentar contra la autonomía de un Municipio. Esta proposición solamente dice que se pida atentamente, con toda la fuerza moral que tiene el Parlamento, que se pida a sus regidores, a esos individuos que han olvidado sus deberes, a esos malos ciudadanos que, llegando allí tras la conculcación del voto, siguen todavía apartándose del camino de la honradez y se olvidan de sus deberes para con el pueblo, al que arrojan en una miseria absoluta; que se pida a esos malos ciudadanos, que se han sostenido contra viento y marea durante más de un año o cerca de un año en esta Comuna de la primera población de la República, renuncien que tengan un rasgo de hidalguía, que tengan un rasgo de verdadera hombría, que se den cuenta de cuál es la opinión pública, y que ya que el pueblo se los ha pedido, y que ya que los partidos políticos han hecho de esto arma mezquina, pero que también en el fondo esos partidos políticos quieren la renuncia de esos ediles, y ya que el Ejecutivo se ha lavado las manos como nuevo Pilatos, diciendo: "No puedo pedir al Ayuntamiento que renuncie", que sea el Parlamento el que venga a decir: Nosotros no perdemos nada al pedir a ustedes, malos ediles, malos regidores, malos servidores del pueblo; que se aparten del Palacio Municipal en donde tan mal lo han hecho. (Aplausos.) De ahí mi voto aprobatorio, de ahí que yo solicite con toda atención de esta honorable Asamblea que vote aprobatoriamente la primera proposición, porque no vamos a conculcar nada, vamos a decir que nosotros también somos representantes de la opinión pública y también, dentro de nuestra serenidad, de nuestra estabilidad, de nuestra hombría, debemos decirles que se aparten de donde no deben estar, de donde no debieron estar nunca.
La segunda proposición es más importante todavía para la historia del Parlamento, por la trascendencia que entraña, porque ninguna conciencia honrada pretenderá impedir que se esclarezcan los crímenes ocurridos. Y si como la opinión pública lo asegura, y si como los periódicos lo han callado, los responsables de la manifestación de ayer son los miembros de la Confederación Regional Obrera y son también los funcionarios que están actualmente al frente del Gobierno del Distrito y al frente de los establecimientos Fabriles, es necesario, digo, que esta Representación Nacional haga todo lo posible, ya que la prensa ha callado o no ha podido decirlo, que la Representación Nacional exija que se diga la verdad en este asunto y que sea la justicia la que lo esclarezca. (Aplausos.)
El C. presidente: En contra tiene la palabra el tercer orador inscripto, ciudadano Díaz Soto y Gama Antonio. (Voces: ¡Huy! ¡Huy! Siseos.)
El C. Díaz Soto y Gama: Señores diputados: Quisiera entrar desde luego en materia, porque en asunto tan grave y tan mal tratado, por cierto, es un crimen perder un minuto. ¿Qué puedo yo ante las galerías, si una vez más vienen torpemente a demostrar su parcialidad? Quiero decir dos palabras como preámbulo. Estas palabras las dirijo a la dignidad, a la honradez, y al decoro de los señores diputados y a la honradez, a la dignidad y al decoro del presidente. ¿Es racional, señores, que en este recinto, donde la mayoría aplasta con su fuerza, a los oradores de la mayoría se les escuche religiosamente y a los del contra, que tienen de paleros como al señor Pastoriza, se les escuche también religiosamente, y que al único orador que realmente va a hablar en contra, se le acalle y se le sisee por las galerías y se le interrumpa el orden de sus discursos? Yo creo que en buena hora que cuando se acabe se le silbe, se le acalle, se le patee y le apuñalen; pero yo tengo el mismo derecho; yo tengo el mismo derecho que el palero Pastoriza, que el señor Covarrubias, de que se me escuche religiosamente; de manera que yo hago por última vez un llamado a la vergüenza y a la honradez de la Cámara y de la Presidencia para que sepan imponerse a las galerías y sepan respetar el derecho de palabra que me asiste. (Aplausos.)
Señores diputados, entro en materia. Si he de ser franco, nunca en mi vida política y de revolucionario me había encontrado con una situación tan grave como ésta y de tanta trascendencia, por esto me ha dolido profundamente, primero que no se haya dejado entrar al pueblo, por esto protesto; segundo, que la galería no haya sabido responder con su silencio y cordura a la majestad del momento, y tercero, que la Cámara, que los oradores que han ocupado esta tribuna hayan descendido al terreno mezquino, pobre, completamente despreciable de las facciones, en vez de levantarse al terreno elevado de la cuestión.
A ese propósito recuerdo alguna frase, algún pensamiento de Tolstoy, el genial, que repetía en un
banquete nuestro de los agraristas el idealista Manrique, Decía Tolstoy: "Tengo el orgullo de decir que después de haber inquirido la verdad, siendo cristiano, quiero a la verdad, quiero más a la verdad que al cristianismo". Y parodiaba Manrique así en esa reunión: No quiero que se hable de Partido Cooperatista, porque el que siendo cristiano católico quiere más al catolicismo que al cristianismo, está es el peligro dentro de su grupo, dentro de su sociedad, de querer más a su grupo de sus amigos que al de sus enemigos, que al de sus discípulos, y así también el que tratándose de la revolución quiere más, quiere exclusivamente a un partido llámese agrarista, llámese cooperatista, o llámese laborista, está en el peligro de quererse más así mismo, que de querer a los demás y por esto aquí hay que prescindir de las pasiones de partido, de todo sentimiento bajo y rastrero para elevarse a lo alto de la cuestión; no para bajar a lo hondo, para elevarse a lo alto.
Yo no vengo, ni he querido venir, a protestar ante ustedes, que desde antes he protestado contra la imposición de las galerías y contra la falta de seriedad de ellas. Venía con el propósito sano de conservarme ecuánime; pero perdí mi ecuanimidad cuando ví que se coartaba la libertad de palabra. Mi pensamiento fue, pues, elevar el debate porque, lo repito, esta es una crisis grande, esta es una crisis honda, esta es una crisis alta, esta es una crisis profunda que no arranca ni del Cooperatista ni del Laborista, que no arranca de ninguna facción. Cuando yo oía a hombres como el diputado Covarrubias, como Pastoriza, como Prieto Laurens, achacar al Partido Laborista lo sucedido ayer, la manifestación majestuosa, solemne, grandiosa, venía a mi imaginación, sin esfuerzo alguno, llamado espontáneamente por la lógica de los recuerdos, aquella famosa torpeza de los realistas franceses cuando en plena iniciación, cuando en pleno comienzo del gran movimiento revolucionario que asombró al mundo entero, la revolución francesa del 89, achacaban a Luis Felipe, a Luis Felipe Igualdad, como después se le llamó, a las intrigas del café de Luis Felipe, un movimiento que arrancaba de ochocientos siglos atrás de explotación y miseria de las clases campesinas y obreras francesas. No incurramos en ese error, señores; aquí hay algo más hondo, aquí no se trata de cooperatistas ni de laboristas, no se trata absolutamente de eso; se trata de algo muy grave, de un mal nacional profundo contra el cual se manifestó ayer la primera reacción vigorosa, sublime, trágica; ese mal, señores, que se ha repetido mucho, pero líricamente, y es necesario que se repita en forma de llegar a una conclusión práctica. Ese mal en nuestro país es la impunidad, la impunidad impuesta como una costumbre, casi como una ley, la impunidad entrando a formar parte del derecho consuetudinario mexicano. Esa es la verdad de las cosas. ¿Por qué no hace un esfuerzo la Asamblea para desprenderse de su carácter faccioso y no quiere entrar al análisis serio de la cuestión? Yo me pregunto asombrado, avergonzado de mí mismo, avergonzado de mi país, ¿Cuando en México se ha castigado a un gran culpable, cuándo en México se castiga? Al ratero se castiga sí, terriblemente, se castiga a la infeliz mesalina, víctima de la sociedad, víctima de sus nervios, víctima del seductor infame, casi siempre se le castiga porque no tiene la libreta, porque no pasa visita y, en cambio, al potentado, a un Limantour, a un Macedo, a un Casasús la impunidad completa, y luego viene el huertismo, y los huertistas vuelven, piden amparo y hemos visto cosas vergonzosas, hemos visto la impunidad de Pimienta hace poco tiempo y veremos la impunidad de todos los asesinos de Madero, y viene el carrancismo y viene la banda del Automóvil Gris y se repite la escena de la impunidad, se repite el escándalo de la impunidad. ¿A quién se castiga en este país? ¿Creen ustedes que se va a castigar a Lacaud? No, a Lacaud se le darán fondos para que refaccione su Banco y se salve; el motivo es sano, salvar las finanzas; el resultado es el mismo: Al poderoso no se le castiga en nuestro país. Venía yo en un camión, y al pasar frente a la Droguería Belga en la calle de Bucareli, un campesino preguntaba a una señora: ¿Y los asesinos del boticario ya fueron fusilados? Un campesino de Contreras que venía en el camión. Le respondieron: No, probablemente los van a amparar. Un grito de protesta salió de labios del indígena, de aquel campesino, y luego me dice a mí, que me estaba sonriendo: ¡Señor, lo digo porque los asaltantes del tren de Laredo ya están en libertad! Y tenía razón, la prensa ha estado clamando continuamente contra los jueces de Distrito que amparan a todos los poderosos, es un hecho que aquí en México no hay justicia más que para los de abajo; de manera que la tesis serenamente expuesta es esta: Aquí en México no se castiga a dos clases de personas: A los que tienen dinero y a aquel que tiene poder, al que ocupa puestos públicos. Y en cambio, se castiga siempre al de abajo, para el de abajo no hay nunca derechos, sino deberes, por eso volteaba azorado a todos los curules cuando veía que la frase errónea, falsa, del compañero Covarrubias, a quien se le perdonó por su juventud, aquellas mentiras de que en México todo se vuelven derechos y nada deberes, cuando veía que esa frase era aplaudida, le preguntaba indignado: ¿En qué país estamos, en qué país vivimos y qué cerebro tiene el compañero Covarrubias y qué memoria los que le aplauden? Derechos los ricos, deberes.... ¿Quiere el compañero que le recuerde cuáles son los del obrero y del campesino? El deber de regalar su trabajo y dejarse explotar, soportar sobre si el aumento de la renta de la casa, el aumento en el precio de las mercancías, ir a la cárcel por cualquier motivo, por una borrachera, por una palabra mal dicha al gendarme. ¿Qué derechos tiene nuestro hombre del pueblo? ¡Ninguno! De manera que aquí la justicia se hace exclusivamente contra el de abajo; la justicia jamás se hace contra el de arriba. Yo me remito a la enumeración de las épocas pasadas. ¿Cuando fueron castigados los culpables del régimen porfirista? ¿Cuándo fueron castigados los culpables de la época huertista?. ¿Cuándo fueron castigados los culpables del régimen carrancista, de la rapiña carrancista? Porque yo distingo el constitucionalista y el carrancista: El constitucionalista sincero que entró a la revolución por la Constitución y las reformas y con ánimo
de hacerlas; ese merece todos nuestros respetos; pero el hombre que bajo la sombra de Carranza medró, como Juan Barragán, como tantos, otros vuelvo a decirlo, como los hombres del Automóvil Gris, como los directores de esa banda que hoy se pasean por las calles y que son conocidos por todo el mundo, ¿Esos son respetables? Y, sin embargo, han quedado impunes. Recuerdo que ayer el compañero Argüelles, con noble expresión me decía, antes de la manifestación: Esta ciudad de México merece un castigo; tiene anestesia no ya solamente moral, sino física; ya no solamente reacciona contra el mal moral, contra las injusticias, contra las maldades, sino que no reacciona ni siquiera cuando se le acata en su derecho a la vida, o mejor dicho, cuando una ciudad, una colectividad, cuando se le priva de agua, cuando se le ataca en su necesidad de vida más imperiosa, cuando se le amenaza con la sed y con la epidemia y con el nauseabundo aspecto de una población sin agua no reacciona, está anestesiada tanto en lo físico como en lo moral. ¿Esta ciudad es respetable? Y yo lo decía, tiene usted razón, compañero.
Y cuando esta ciudad anestesiada sale de su inercia y cuando esta ciudad da un paso por primera vez, reacciona contra la impunidad de los grandes y de los fuertes, vienen aquí las sutilezas a encontrar una defensa para los hombres del Ayuntamiento, (Voces: ¡No! ¡No!) para los perfecta y absolutamente desprestigiados. ¿No es esto doloroso señores? ¿Quién de ustedes respeta el Ayuntamiento de la ciudad de México? (Murmullos.) Por eso ha pasado este fenómeno notable por primera vez, que yo sepa. La prensa que yo he calificado de reaccionaria, la prensa que yo he calificado de burguesa, inclusive el "Excélsior" y "El Universal", en esta vez han estado en su papel, porque aquí no se trata de la revolución ni de la reacción, sino que se trata del derecho de la vida, el más sagrado de los derechos, ¿Se va a negar que México la capital de la República, no tiene derecho de vivir? ¿Qué el laborista, porque es laborista, no tiene derecho a vivir? ¿Qué el rojo, porque es rojo, no tiene derecho a vivir? Cuando se trata del derecho de vida, se acaban las distinciones entre reaccionarios y revolucionarios, es el derecho elemental, es el derecho primordial, es el derecho que tienen hasta los salvajes, se les permite bajar por igual al arroyo para tomar agua, y el día que un cacique, el día que un hombre de la Hotentocia, de la Cafrería, dispusiera que no bajaran más que los suyos, los de su escolta, ese día sería asesinado irremisiblemente por los otros hombres de la tribu. Pues si eso es en Hotentocia, si eso es en Cafrería, ¿Cómo se quiere que en la capital de la República no se reaccione cuando se ataca por el Ayuntamiento del derecho elemental de deber, al derecho del agua, al derecho de la vida, al derecho de la salud, al derecho de la higiene? Por eso nosotros los agraristas intervenimos en este debate por vergüenza, porque nos parecía cobarde, porque nos parecía indigno de todos no venir a unir nuestra voz a las voces, pocas o muchas, que protestaron con esta enormidad. ¿A mi qué me importa la causa de que no haya agua? Cualquiera que haya sido esa causa, el Ayuntamiento es culpable, fue el primer despilfarrador de los fondos públicos, hay delito por inepcia, hay delito por abandono, hay delito por pereza, hay delito por apatía, hay delito por criminal descuido, hay delito por dolo, ¿y para qué está el Ayuntamiento señores? La ciudad de México a perdonado al Ayuntamiento todo lo que ha querido, hemos tolerado los baches, hemos tolerado el mal servicio de trenes, hemos tolerado el pésimo servicio de caminos, del tráfico, hemos tolerado lo intolerable; a ciencia y paciencia de la ciudad de México se ha estado robando en el Ayuntamiento en una forma verdaderamente escandalosa que no es ignorada de nadie. El compañero Santa Anna me lo decía un día y me lo rectificaba Pérez Taylor, me decía Santa Anna: Vengo del Ayuntamiento y no tiene usted idea de la inmundicia que allí hay. Le digo: Me lo figuro. No, no puede usted imaginárselo, y cualquiera, cualquiera que sea amigo o enemigo del Ayuntamiento, tiene que taparse las narices por la repugnancia que inspira, es incalificable la conducta de los regidores; pero todo tiene un límite. Cuando una ciudad metropolitana, que ha gastado centenares de miles, de millones de pesos, en el servicio de aguas, se ve precisada de repente de ella, y cuando se agrega a esto el motivo político, yo no voy a afirmar aquí que sea o no sea cierto; pero cuando se dice por la prensa que el motivo fue que los miembros de tal o cual partido, no necesito manifestarlo no me importa si dispusieron que los encargados del servicio del agua tomaron parte en una manifestación y con este motivo se interrumpieron los trabajos de las bombas. Yo no sé si era cierto; pero lo dijo la prensa, lo creyó, y cuando viene una serie de mentiras y patrañas y la torpeza de los líderes cooperatistas defendiendo el Ayuntamiento y cuando después se ve que en la cámara, torpemente, tontamente, imbécilmente se quiere desviar la atención del gran mudo, del gran mudo que es el pueblo que no habla, pero que sabe perfectamente ir al fondo de las cuestiones, cuando se le quiere desviar la cuestión diciéndole: No es el Ayuntamiento el que te ha privado del agua, los culpables de la destrucción de las bombas de la condesa han sido tus líderes, tienes que dirigirte al Gobierno del Distrito, cuando nadie se ocupaba del Gobierno del Distrito, pues naturalmente que la cuidad de México se ha agitado; ninguno de los oradores se ha atrevido a negar que toda la ciudad de México ha sufrido con la escasez del agua. Platicando ayer por la tarde con un burgués de Tacubaya, me decía: ¿Pero a quien se le ocurre que nosotros los metropolitanos, los habitantes de la ciudad de México, los habitantes del Distrito Federal, vayamos a creer que este movimiento de ayer, que esta manifestación de ayer fue obra exclusivamente de los laboristas, cuando la ciudad entera está indignada? (Murmullos.) Y yo pregunto a la conciencia de los señores diputados: ¿El cuerpo de redactores de "Excélsior" es laborista? No; ¿el cuerpo de redacción de "El Universal" es laborista? No. (Voces: ¡Sí! ¡Sí!) ¿El cuerpo de redacción de "El Universal", "El Universal" mismo en Palavicini a la cabeza, durante
mucho tiempo hasta hace pocos días estuvo ligado con el Partido Cooperatista.
El C. Pastoriza, interrumpiendo: Es que tienen miedo...
El C. Díaz Soto y Gama, continuando: Compañero haga usted el favor de subir un poquillo, no bajar tanto; ya ha bajado usted demasiado en concepto de la Asamblea. ¿Por qué no procura usted siquiera quieto? (Murmullos.) Decía yo, pues, ¿qué "El Universal" es laborista? (Voces: ¡Sí! ¿Sí! ¡No! ¿No!) los que contestan que sí, tienen que reírse; nadie ha habido más enemigo de Luis Morones que "El Universal", (Murmullos.) y a Prieto Laurens, y a todos los oradores se les ha escuchado, y yo exijo que se me escuche, a reserva de que después, cuando yo abandone la tribuna, se me insulte, se me silbe, y se me diga cuanto quieran; pero tengo derecho a hablar y me haré oír. Luis Morones fue calificado por Palavicini, de Luis N. Amarillas; el peor enemigo que tenemos Luis Morones y yo, es Félix Fulgencio Palavicini y, sin embargo, "El Universal" en esta ocasión ha estado a la altura de su deber, porque debemos suponer que Palavicini es todo lo reprobable que pueda suponérsele en su conducta pública, pero también hay que decir que Palavicini es un hombre civilizado y a Palavicini le da vergüenza que una ciudad, que una capital con ochocientos mil habitantes carezca de agua; que una ciudad en pleno siglo XX carezca de agua durante doce días, y se le amenace con privarla del líquido elemento durante cuatro semanas más. Y yo solamente pregunto: "El Demócrata", "El Heraldo", la prensa toda, con la que por primera vez en mi vida estoy de acuerdo, porque por primera vez defiendo los intereses, no digo del pueblo mexicano de la ciudad de México, de los vecinos de México, de los que tenemos una familia, la prensa toda metropolitana, que no es laborista, que es reaccionaria, en parte, porque llamar reaccionario a "Excélsior" o a "El Universal", nadie lo puede negar, "El Demócrata" y "El Heraldo" se van orientando, y quizá, quizá lleguen a ser totalmente revolucionarios; pero "Excélsior" y "El Universal", que se hacen eco del Gobierno, ¿pueden llamarse laboristas? Otra pregunta más; El comercio de la ciudad de México, la banca de la ciudad de México, los industriales, ¿Son laboristas? No, no.
Y vayan ustedes a informarse con cualquier comerciante, con cualquier banquero, con cualquier campesino, con cualquier industrial, sobre su impresión, ¿cuál es? Contra el Ayuntamiento, tiene que ser desastrosa y no habrá nadie que lo defienda, (Voces: ¡A votar! ¡A votar!) No tengan cuidado los interruptores: Tendré que seguir hasta el final. En estas condiciones auscultando la conciencia pública, acercándose absolutamente a cualquier rincón de las clases sociales, nos encontramos con que todas las clases sociales de México, sin distinción de ninguna naturaleza, están profundamente indignadas por el hecho escandaloso de que en la ciudad de México, capital de la república Mexicana, haya faltado el agua por barbarie, por descuido del Ayuntamiento; ¿y como en esas condiciones no se hace aquí lo que se hubiera hecho en el pueblo más infeliz de indios de la República? No digo ya en Londres, no digo ya en París, no digo en Berlín, ni en Nueva York, ni en ninguna ciudad europea, sino en un pueblo de indios, en el pueblo más miserable de la República: Un Ayuntamiento por cuya culpa se cegaran los arroyos o dificultara la toma de agua, sería despiadadamente arrojada a pedradas, a hondazos, a palos, como se pudiera: (Risas.) sería luchado en cualquier país civilizado. (Aplausos.) Sólo en esta ciudad de México, en esta ciudad de las paradojas, de lo inexplicable, hay un partido político que crea prestigios defendiendo a un Ayuntamiento. (Voces: ¡No! ¡No! ¡No lo defenderemos!) Por otra parte, toda solidaridad es una torpeza; pero es un torpeza escandalosa, que yo no atacaré sino desde este punto de vista: La desviación, desnaturalización del sentimiento moral, del sentido jurídico, de ese sentido jurídico que hace sacrificarse a los hombres en la lucha contra la justicia. Mientras en el hombre, en una sociedad se conserve este sentimiento sacrosanto de respeto al derecho de resistencia contra la injusticia, esa sociedad está salvada. El día que esa sociedad se anestesia, el día que esa sociedad tolera todo, hasta que se le ultraje en sus derechos más elementales, esa sociedad está perdida. Ese es el tema que yo quiero sustentar, ese es el tema que debió haberse tocado aquí brillantemente, no torpemente como lo estoy haciendo, en lugar de bajar a los cenagales de la política de campanario, indignos de una Asamblea como está. No debemos olvidar que está es la capital de la República; no debemos olvidar que lo que aquí se haga y se diga, tendrá resonancia en todos los ámbitos del país. Yo no quiero que se diga que, en este caso, venimos los radicales agitar; me voy a apoyar serenamente, doctrinariamente, es un jurisconsulto conocido de todos los abogados, clásico, especialista en Derecho romano, eminentemente conocedor del derecho romano antiguo, un jurisconsulto de ideas conservadoras, pero enamorado de la idea del derecho, enamorado de la resistencia contra las injusticias. ¿Quien no conoce a Von Ihering? ¿Von Ihering era radical? No. ¿Von Ihering era agitador? Evidentemente que no. Von Ihering, quizá el más grande de los comentaristas del Derecho romano, un hombre que mereció de Picard el calificativo de genial, establece esta tesis: El derecho no es cierto que nazca espontáneamente; el derecho no es cierto que se establezca por convencimiento; el derecho nace siempre de una lucha; el derecho es una conquista perpetua. Y comentándolo Picard, dice: Cuando una legislación contradice el Derecho, hay que cambiar esa legislación, como se cambia un par de zapatos gastados, como se cambia un paraguas inservible. Y como no quiero que se venga a decir que yo no vengo a torcer los conceptos de von Ihering, y como yo creo que en este país alguna vez se dará una orientación al pueblo y que se sepa oír al pueblo y se le sepa interpretar, me voy a permitir causar a la Asamblea con la lectura de breves trozos de von Ihering, para que no se alarme nadie de esta manifestación de fuerza, de esta manifestación de defensa de una sociedad amenazada del morbo de la impunidad, del morbo de la inmoralidad municipal. Negar a una sociedad, a una colectividad, a una ciudad, el derecho
de defenderse contra sus malos administradores, y en lugar de pedir, como se debería de pedir vigorosamente en esta Cámara, el castigo del presidente municipal y el castigo de todos los regidores, se pide el castigo de los que agitaron al pueblo, es decir, el castigo de lo periodistas. ¿Por qué no se pide también el castigo de los redactores de "Excélsior", de los redactores de "El Universal"? No hay nada que haya agitado tanto a la ciudad de México, como las prédicas, en este caso verdaderamente plausibles, perfectamente justificadas, como lo oye toda la Asamblea, perfectamente plausibles, y soy el primero en aplaudirlas, de la prensa de México, sin excepción alguna, y por primera vez en mi vida, declaro que estoy de acuerdo con todo, absolutamente de acuerdo con la prensa metropolitana, que ha sabido defender la civilización, los derechos más elementales de toda criatura humana, en el seno de la ciudad capital de la República. (aplausos.) No será muy larga la lectura; pero es excesivamente interesante, y yo creo que nuestro deber es este: La voz del pueblo, el grito del pueblo clamoroso, sancionado, consagrado con su sangre, debemos de darle una gran interpretación; no debemos contestarle a un pueblo que pide, que por el delito de pedir agua para vivir, se le ametralle, se le balancee; no debemos contestarle con algo que el no entienda; debemos decirle de una manera clara: La Cámara de Diputados, aunque no sea más que un grupo, te felicita por tu gesto gallardo en la noche de ayer. Es majestuoso, es solemne, es más, lo digo completamente convencido y sintiendo lo que digo: Es la jornada revolucionaria más grande que se ha registrado en esta infecta capital de la República. De hoy en más, mi respeto revolucionario, de rebelde, será conforme, será incondicional para ese pueblo que sabe arrojarse sobre las balas, y en las mujeres que, como me cuentan, algunas agarraban a los hombres y les decían: Si ustedes tienen miedo, iremos adelante, adelante de ustedes, a presentar nuestro pecho, nuestro seno de mujer a las balas! Es la primera vez señores, que el pueblo de México reacciona con un gesto grandioso de rebeldía y sería criminal decir; él ataca al Pélece, él ataca al Laborista, ataca al Cooperatista; que se unan los revolucionarios, los amigos del derecho y la justicia, en un solo gritó de admiración y de respeto y prosternarse como se debe, prosternarse ante el coloso del cual somos hijos, y decirle a este pueblo que nos dio su sangre: Pueblo heroico: Eres digno de la sangre de Cuauhtémoc; nosotros, diputados de los distintos distritos del país, nos inclinamos ante ti reverentes y decimos: El pueblo de la capital de la República ha cumplido la noche de ayer, con su deber, (Aplausos nutridos.) Dice von Ihering, contestando la posible objeción de los juristas, sobre que el derecho no puede ser la justicia y que el derechos la paz, y lo dice genialmente, porque esto no lo había dicho nadie antes que él, y lo dice genialmente
"Se podrá objetar que la lucha y la discordia son precisamente lo que el derecho se propone evitar, porque semejante estado de cosas implica un trastorno, una negación del orden legal, y no una condición necesaria de su existencia....."
El eterno pretexto burgués, el pretexto con que los escribas y fariseos y doctores de la ley sacrificaron a Cristo, el más sublime, el más fuerte velador de todos los órganos humanos. "...La objeción podría ser justa si se tratase de la lucha de la injusticia contra el derecho; pero aquí se habla de la lucha por el derecho contra la injusticia..." el caso de huertismo, en nombre de una dictadura, en nombre de una oligarquía contra el pueblo, si se hubiese repetido el hecho monstruoso del porfirismo cuando asesinó a mansalva el pueblo de la capital el día nunca olvidado del 24 de mayo de 1911, cuando pedía frenético la renuencia de Porfirio Díaz. Y bien, ¿entonces se podría repudiar el acto de violencia, la lucha de la injusticia contra el derecho? Pero aquí se habla - dice von Ihering -, de la lucha del derecho contra la injusticia, si en esta hipótesis - fijarse la cámara para que comprenda la justicia del pueblo mexicano y no mal interprete el sentimiento del pueblo y lo tuerza con sutilezas y argucias -, Si en esta hipótesis del derecho no lucha, es decir, no hace una heroica resistencia contra aquella...", contra la injusticia, el derecho se negara así mismo."
Si esto hubiera sucedido es esta ciudad de México, esta ciudad de México hubiera quedado para siempre maldita, excomulgada de la santa comunión del derecho, y no tendría derecho a nada, puesto que no habría sabido defender ni la sensibilidad física ni había sabido defender el agua para los hijos y la esposa. ¿Que se podría deducir de una ciudad así? Una sociedad así no merecería ni el respeto ni la protección de nadie. Esta lucha - agrega von Ihering - durará "... tanto como el mundo, porque el derecho habrá de prevenirse siempre contra los ataques de la injusticia; la lucha no es, pues, un elemento extraño del derecho, antes bien, es una parte integrante de su naturaleza y una condición de su idea.
"Todo derecho en el mundo debió ser adquirido por la lucha;..." Oidlo bien, señores diputados, de los derechos y no de los deberes. "Todo derecho en el mundo debió ser adquirido por la lucha.." Hay que repetirlo para que esta cámara tome plena conciencia revolucionaria. "Todo derecho en el mundo debió ser adquirido por la lucha..."
Aquí se negaban los derechos del pueblo para intervenir en los asuntos municipales, y habría que imponerse por la lucha, por la violencia, por el incendio, por los linchamientos, si era preciso, a los conculcadores de la ley. (Aplausos.)
"Esos principales de derecho que están hoy en vigor, ha sido indispensable imponerlos por la lucha a los que no los aceptaban, por lo que todo derecho, tanto el derecho de un pueblo, como el de un individuo, supone que están el individuo y el pueblo dispuestos a defenderlos. El derecho no es una idea lógica, sino una idea de fuerza; he ahí por qué la justicia, que sostiene en una mano la balanza donde pesa el derecho, sostiene en la otra la espada que sirve para hacerlo efectivo. La espada, sin la balanza, es la fuerza bruta, y la balanza sin la espada es el derecho en su impotencia; se completan recíprocamente: Y el derecho no reina verdaderamente, más que en el caso en que la fuerza desplegada
por la justicia, para sostener la espada, iguale a la habilidad que emplea en manejar la balanza."
Y después se refiere a la eterna mentira de nuestra historia, a ese eterno "esperarlo todo de los gobiernos" y se le echa la carga al pueblo de la defensa de sus derechos; lo que debe ser y aquí se dice: "El derecho es el trabajo sin descanso, y no solamente el trabajo de los poderes públicos, sino también el de todo el pueblo." Fijarse bien, señores, para que no se tache al pueblo este acto sublime y genial como todos los que vienen del pueblo, este acto de suprema acción directa. "El derecho es el trabajo sin descanso, y no solamente el trabajo de los poderes públicos, sino también el de todo el pueblo."
Esta es una enorme enseñanza, y sería una vergüenza que nosotros los diputados, hombres mayores de edad, leídos, escribidos, (Murmullos.) con cultura de colegios muchos de ellos, no sepamos entender esta actitud del pueblo metropolitano; el pueblo metropolitano nos a dado una buena lección, y yo repetiré con vigor; se le creía al pueblo un ignorante; pero ese ignorante sabe siempre dar un muy seguro consejo al que sabe examinarlo y auscultarlo y en esta Cámara, es increíble, no había hasta aquí una voz que dijese al pueblo: Tenéis toda la razón, pueblo hermano; pueblo sufrido, has tenido puras cargas, puros sacrificios y por primera vez has sabido hacer justicia, y la Cámara de Diputados te apoya, aunque sea con su aprobación. Yo no pido proposiciones burguesas ni legislativas, yo no quiero más, que la aprobación de vergüenza de esta Cámara al gesto del pueblo mexicano; aprobación nada más. Que siga el Ayuntamiento o no siga, el pueblo se encargará de arrojarlo. Esta Cámara si lo arroja o no, de hecho ya bajó de su sitial, ya están marcados con el estigma y el desprecio de los ciudadanos. No están más altos, sino más bajos, cien codos, que el más humilde de los ciudadanos, y aunque aquí se le defienda, no se atreverán a salir a la calle si tienen vergüenza, después que se la ha llamado al presidente el jefe de la casa de Alí - Babá! Si abrazamos en un momento dado toda su historia, puede que esta Cámara esté dando prueba de idealismo, ¿Qué no comprende, que así como todos nosotros y todos los hijos del pueblo y de las clases burguesas se esfuerzan todos los días en agotar su energía, su vida y su sangre en el logro vil, en el logro mercantil, en la producción económica, estamos obligados y está obligado ese pueblo en dedicar un día a la santa, a la gloriosa orgía de libertad? Se ha llegado a tal grado de falta de idealismo, que se crea que el pueblo no debe intervenir nunca en la defensa de su derecho? ¿No se ha dado cuenta la Cámara de que las leyes son letra muerta en materia de responsabilidad de los funcionarias públicos? ¿qué la Cámara no recuerda que en cada programa de partido político se vuelve a repetir, por incumplimiento, el precepto de que se hagan efectivas las responsabilidades? Si los primeros en dejar la impunidad son los encargados de hacer ejecutar la ley y en no castigar los delitos de los funcionarios, son los jueces encargados de castigar a esos funcionarios. De manera que la desviación por pasiones es tan grande, que yo, por lo que quise cansar la paciencia de la Asamblea, he tenido que hablar y seguiré hablando para sentar un criterio. A mí me importa poco que mi discurso sea cansado, yo seguiré con mi teoría presentando mi tesis hasta procurar que quede imbuída en el cerebro y que tengamos la honradez y el deseo de aceptarla como buena; mi tesis es la tesis de la humanidad que defiende su derecho contra la injusticia. Hay que recalcar los hechos y las palabras, porque parece que no entran en ciertas conciencias, porque muchas veces hay que remarcar con martillo las ideas nuevas y que vengan así a presentarse a estas generaciones, que en muchos casos se presentan anestesiadas y privadas de todo sentido del ideal.
El C. González Jesús B. interrumpiendo: No es una idea nueva.....
El C. Díaz Soto y Gama, continuando: Si vemos, todo lo que se dice con sinceridad, en nuevo, compañero. Cuando Cristo dijo "amaos los unos a los otros", no era nuevo; pero él lo dijo con una enorme sinceridad, y lo hizo nuevo. Todo lo sincero tiene novedad. Yo lo apuesto a usted, compañero, que esas ideas en derecho no constan por allí; no las había tratado ningún escritor, que esto de que el derecho se consigue por la lucha, no lo había expresado ningún pensador antes que von Ihering, y yo lo apuesto a usted que esta idea genial es de von Ihering.
"Si abrazamos en un momento dado toda su historia, nos presenta nada menos que el espectáculo de toda una nación, desplegando sin cesar, para defender su derecho, tan penoso esfuerzos como los que hace para el desenvolvimiento de su actividad en la esfera de la producción económica e intelectual. Todo hombre que lleva en si la obligación de mantener su derecho, toma parte en este trabajo nacional, y contribuye en lo que puede a la realización del derecho sobre la tierra."
Dice en otra parte: "Cuando la arbitrariedad, la ilegalidad, osan levantar, afectuosa e impúdicamente, su cabeza, se puede siempre reconocer en este signo, que los que están llamados a defender la ley no cumplen con su deber."
Fijados bien lo que decís que no son novedades; pero son novedades desconocidas: "Que los que están llamados a cumplir con la ley, no cumplen con se deber." Este es el busilis de la cuestión; los que están llamados a defender la ciudad, no cumplen con su deber. ¿Cuántos casos de individuos de los Ayuntamientos, cuántos casos de gobernadores locales, en general, conocen ustedes acusados por concusión y peculado, por malversación de fondos? ¿Cuántos Ayuntamientos han pasado rebosantes de inmoralidad por esta infeliz ciudad de México y cuántos regidores se ha castigado? A ninguno. Ahí está el busilis de la cuestión, y es así que los que están llamados a defender la ley, no cumplen con su deber, y cuando el organismo designado por la Constitución de un país, un organismo llamado poder público no cumple con su deber, entonces la soberanía nacional automáticamente entra a substituirlo, y ese acto no es contra el orden legal; ese acto es, al contrario, para afirmar el orden legal, para afirmar y consolidar el orden de la justicia. (Voces: ¡A votar!) "Hemos querido, invocando esta sombra, mostrar con un patente ejemplo hasta donde puede llegarse, se el sentimiento del derecho es enérgico e ideal...."
Como nunca lo ha sido en México, me lo revela la impaciencia de la Asamblea, porque quieren ganar una votación con miras políticas, sin fijarse en la tesis trascendental idealista que va involucrada en este debate. Algún respeto merecen....(Gritos.) algún respeto merecen, señores diputados, los centenares de heridos, los muertos inocentes de anoche, para que siquiera procure la Asamblea hacer un esfuerzo al contender en esta cuestión. Para que discutan la tesis esta la tribuna libre; pero que no se comience con estas señales de impaciencia y la indignidad de interrumpir a un hombre que está haciendo muy mal; pero que tiene que cumplir con su deber y, en consecuencia, lo cumplirá a pesar de todos y de todo. Con qué.... "con un patente ejemplo hasta donde pueda llegarse..."
El C. Gómez Rodrigo: Moción de orden. A todos los oradores se les ha escuchado, debe escucharse también al ciudadano Soto y Gama.
El C. Soto y Gama: Con qué "....hasta dónde puede llegarse, si el sentimiento del derecho es enérgico e ideal, cuando la imperfección de las instituciones legales le niegan una satisfacción legítima. La lucha por la ley se trueca en un debate contra ella."
El compañero Covarrubias expresó detalladamente que aquí se le negó la satisfacción legítima, se le pusieron protestas, cortapisas y moratorias y el pueblo no vio claro. (Siseos.) El pueblo de la capital de la República, señores diputados, de la ciudad de México entera, todos los vecinos privados de agua, todos los que tenían derecho de beber; sí, señores, ustedes y yo, y toda la ciudad de México que ha tenido que comparar agua con sacrificio de sus jornales o de sus sueldos grandes o chicos, toda la ciudad de México, repito, al ver que no le cerraban todas las puertas... (Murmullos. Desorden de las galerías. Gritos. Campanilla.) al ver que se negaban todos los medios legales, al ver que se le cerraban todas las puertas de la legalidad y que se le declaraba que no había ninguna facultad legal para disolver el Ayuntamiento, el pueblo de México recurrió a eso tan sencillo que se llama: Hacerse justicia por sí mismo. Cuando en una sociedad los derechos elementales -y el más elemental de los derechos es el derecho de la vida - no están protegidos por las autoridades, se vuelve a la época de las cavernas, porque la autoridad deja de ser, porque la autoridad deja de cumplir con su deber, porque la autoridad en vez de ser la protectora del pueblo, se vuelve enemiga del pueblo, se vuelve obstruccionadora del pueblo, y entonces él, por encima de esa autoridad y fuera de toda ley, apela exclusivamente a la ley de su conservación personal, a la defensa de su "yo" físico y se hace justicia por sí mismo. Y eso no puede repudiarse nunca en ninguna parte. Entonces, compañeros, dice von Ihering, (Murmullos.) ....Tengo que seguir leyendo hasta que acabe. (Voces: ¡No! ¡No!) Evidentemente que si. (Murmullos. Desorden.) Mientras mayor número de interrupciones haya, mayor tiempo estaré en la tribuna; pero no me bajaré de aquí por ningún motivo. "La lucha por la ley se trueca en un combate contara ella...."
Esto lo autorizan los juristas romanos y aquí se escandaliza la Asamblea de que el pueblo vaya a hacerse justicia contra un ayuntamiento que no lo representa en ninguna forma....
El C. Olivé, interrumpiendo: Fueron reclutados en Fabriles....
El C. Díaz Soto y Gama, continuando: .... contra un ayuntamiento que le ha colmado la paciencia. (Murmullos. Voces: ¡Huy! ¡Huy! Campanilla.)
El C. secretario Barón Obregón: La presidencia, por conducto de la Secretaría, respetuosamente excita al ciudadano Olivé para que no interrumpa al orador.
El C. Olivé: Es que está asentando falsedades.
El C. Díaz Soto y Gama: Y aquí viene....
El C. secretario Barón Obregón: Se ruega a los ciudadanos diputados se sirvan escuchar al orador. Gómez y Campillo Seyde.
El C. Puig y Casauranc José Manuel: Moción de orden. Señores compañeros: La tolerancia es la manifestación más elemental de cultura, el pueblo de la ciudad de México puede sufrir sed once días antes de permitir que su cólera lo llevara a excesos que yo califico de perfectamente justificados. (Aplausos.) ¿No puede esta Asamblea de revolucionarios tolerar treinta minutos a un orador y yo? Pido a los compañeros que dando una prueba de tolerancia que, como antes decía, es lo menos que tiene derecho a esperar la República, de nosotros, oigamos con respeto al compañero cuanto quiera hablar, que ya le contestaremos.
El C. Díaz Soto y Gama: Voy a concluir ya en breves momentos, pero quiero, como es lógico, redondear mi tesis y yo, agitador y compañeros de agitadores, quiero respaldarme con la doctrina de un jurista conservador, respaldado por todos los conservadores. (Escándalo.)
El C. Montero Villar: Moción de orden. Yo reclamo de la Presidencia más energía para poner en orden a los diputados y galerías, puesto que ya son varias veces que se le llama la atención y no depende de los ciudadanos diputados, sino de la energía que despliegue la Presidencia.
El C. presidente: La presidencia manifiesta que no es posible hacer guardar orden a los señores diputados.
El C. Montero Villar: Deje usted, pues, la Presidencia; que entre otro.
El C. presidente: Toda la Cámara está conforme con la actuación de la Presidencia, ya me canso de agitar la campanilla.
El C. Díaz Soto y Gama: Llego al punto concreto de mi tesis; después de las rectificaciones necesarias, después de tener que hacer un esfuerzo sobrehumano para lograr que una Cámara formada por políticos, alguna vez escuchen una tesis doctrinaria, porque yo sostengo que esta tribuna no es sólo para levantar pasiones, no es sólo para hacer discursos retóricos, elegantes y atrevidos giros, como dice el compañero Puig Casauranc. De manera que el diputado que gana mil pesos al mes exclusivamente por escuchar, está obligado siquiera a escuchar. (Murmullos.)
Me explicaría yo, señores, las señales de impaciencia de ustedes, si estuviera vejando a alguien, si estuviera en un terreno resbaladizo, en el cual por colocarme yo, tendría derecho a que todos me
colocasen; pero cuando estoy haciendo esfuerzos sobrehumanos, repito, sujetando mi amor propio, para hacer sentir una tesis árida, yo creo que la Asamblea no quiere corresponder al sacrificio de la nación que paga doscientos cincuenta mil pesos mensuales, simplemente para que la mayoría de los compañeros vengan a oír. (Murmullos. Siseos.) Estoy llegando al final y quiero hacerme oír y entender. Yo me refería a la lucha por el derecho, a la resistencia contra la injusticia, a la obligación que en esa lucha tiene no solamente el Gobierno, no solamente el Poder público, sino el pueblo en masa y cada ciudadano en particular. Para llegar, pues, a la aplicación de esa tesis, dice mi autor, el texto en que me apoyo, (Murmullos.) para llegar a la conclusión yo deseo un momento de silencio. Después de esto, será muy poco lo que tenga que decir. Dice von Ihering, llegando a una aplicación concreta de su doctrina: "El sentimiento del derecho abandonado por el Poder que debía protegerlo....."
Todos sabemos que éste es el caso del presidente de la República, encajonado dentro de la Constitución, encajonado dentro de la ley; él tuvo que decir, como legista que es, como liberal que es, como sucesor que es de la tradición maderista, de respeto a la ley; como representante que es de esa doctrina que aquí vino a sustentar brillante y juvenilmente, peno no en forma avanzada, el compañero Ezequiel Padilla, el respeto a la ley es la base de toda democracia. Pues bien; el presidente Obregón, parapetado en la ley, respaldado en la ley, alegando falta de facultades, abandonó al pueblo de la capital a su suerte, lo obligó a hacerse justicia por su mano.
"El sentimiento del derecho abandonado por el Poder que debía protegerlo, libre y dueño de si mismo, busca los medios para obtener la satisfacción que la imprudencia, la mala voluntad y la impotencia le niegan."
Aquí se ve la impotencia del Poder público para salirse del cauce legal; la ley era estrecha. Si me permitieran que insista en ello, compañero Puig y Casauranc - uno de los pocos diputados que tiene la amabilidad y la cortesía de escucharme oyendo atentamente - cuando la ley resulta estrecha, cuando la ley no es suficiente para amparar un derecho, el derecho desborda; de manera que la fórmula de respeto a la ley, la convierte en la fórmula del respeto al derecho, a la justicia, y cuando la ley en México no respeta a una ciudad de ochocientos mil habitantes, privada de agua, entonces los ochocientos mil habitantes desbordan la ley, se salen de la ley y establecen una ley nueva, la ley de su soberanía, y entonces, por un momento, el pueblo reasume su soberanía que, original y esencialmente, reside en él. Esta es la tesis que yo siento; esta es la tesis que sienta la minoría, y la mayoría está obligada a aceptarla y a rechazarla o a oírla y a discutirla. (Aplausos.) En estas condiciones, señores, el problema queda planteado por mi en esta forma: ¿A quién se debe castigar, a los individuos que excitaron al pueblo a que hiciese una resistencia valiente y desesperada contra la injusticia, o a los individuos autores de la injusticia? (Voces: ¡A los dos: A los agitadores y a los autores de la injusticia.) ¿Por qué no viene pues, una proposición enérgica pidiendo el encauzamiento inmediato y el castigo inmediato contra los autores del escándalo más grande que se ha registrado en los anales de los ayuntamientos mexicanos, escándalo que nos desprestigia ante el mundo civilizado, porque estoy seguro de que en Londres, que en Chicago, que en el Paso, Texas, que en la población más infeliz de Europa, no van a entender cómo una población carece de agua durante un mes, y cuando va a pedir agua se la recibe a balazos? Por esto merece un castigo la inmoralidad del Ayuntamiento y, después la forma de recibir al pueblo. Yo sostengo que no hay que pedir ningún castigo contra "El Universal", que decía, que excitaba a las masas, en el colmo de la indignación; ni contra "Excélsior", "El Demócrata" y "El Heraldo", y aun el mismo "Omega", que alentaban al pueblo contra los autores del escándalo. No hay que pedir ningún castigo tampoco contra los líderes laboristas, contra los rojos y contra tanta gente de vergüenza y de dignidad, sino que, en lugar de aplicarse el castigo contra los que evidentemente cumplieron como ciudadanos dignos, el castigo debe caer directamente sobre el Ayuntamiento. Y para concluir diré: No es exacto que el derecho camine mansamente y se imponga por evolución; el derecho se impone por medio de partos dolorosos; parece, dice un autor, que la naturaleza social odia los partos fáciles; que desea, llama y prefiere los alumbramientos dolorosos, como son las revoluciones, como son todas las convulsiones del derecho; ésta es una convulsión, uno de tantos capítulos de nuestra revolución; nuestra revolución no está perfectamente cuajada; nuestra revolución no está perfectamente cristalizada; nuestra revolución no está perfectamente formalizada ni siquiera en sus tendencias; las tendencias las estamos formando. Acabamos, por ejemplo, de completar el agrarismo con el cooperatismo, hay la tendencia a reformar la inmoralidad judicial; debe haber la tendencia a exigir la moralidad a los encargados de administrar justicia y de dar buenos servicios de agua, luz, alumbrado y pavimentos al pueblo. Esa es la tesis que debe predominar en esta Cámara, y no me bajaré de esta tribuna sin pedir un aplauso al pueblo. ¿Que no se lo dan? Me tiene sin cuidado. Pero pido un aplauso para el pueblo, y lo reprobación unánime contra esos miserables, contra esos bribones que han deshonrado al Ayuntamiento y puesto en ridículo a la ciudad de México; que han puesto en ridículo al Gobierno y han puesto en ridículo a la revolución, y que han dado lugar a que hayan sido justamente atacados por la prensa capitalina que, en este caso, por primera vez, ha estado a la altura de su deber en la historia de la revolución mexicana.(Aplausos.)
El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Padilla. (Voces: ¡A votar!)
El C. Bosques: Moción de orden, señor presidente. Estoy inscripto en la lista de oradores en pro. Su señoría, por dos veces, ha aplazado el turno que me corresponde. Yo reclamo de la Presidencia algo más de atención para un representante popular, y que se me conceda la palabra en seguida.
El C. presidente: La Presidencia manifiesta a
usted que está inscripto en cuarto lugar y que, por tanto, en ese turno debe usted hablar. Además, no hay artículo reglamentario que conceda la palabra para aclaraciones; pero es costumbre conceder la palabra para aclaraciones.
El C. Bosques: ¿Me permite usted contestar? La práctica parlamentaria es, precisamente, conceder la palabra para aclaraciones y rectificaciones de hechos, cuando han hablado los oradores del pro y del contra inscriptos en la lista. Esta es la práctica parlamentaria, señor presidente; intercalar a un orador para aclaraciones o para rectificaciones de hechos, no tiene ningún antecedente; de modo que yo pido a su señoría que se ajuste al Reglamento y a la práctica parlamentaria.
El C. presidente: Se va a dar lectura al artículo 101, para que quede usted satisfecho.
- El C. prosecretario Martínez Adame, leyendo:
"Artículo 101. Los individuos de la Cámara, aun cuando no estén inscriptos en la lista de oradores, podrán dirigir la palabra para rectificar hechos o contestar alusiones personales."
El C. Padilla: Voy a hacer una breve aclaración y pido me perdone que lo interrumpa en el uso de su palabra.
El C. Montero Villar: Pido la palabra para moción de orden. Han hablado tres oradores en pro y tres en contra; procede preguntar a la Asamblea si el asunto está suficientemente discutido de acuerdo con el artículo 111 del Reglamento.
El C. presidente: Han hablado en contra los ciudadanos Pastoriza, Espinosa, y Soto y Gama, y en pro sólo Prieto Laurens, González y Covarrubias.
El C. Montero Villar: Retiro mi objeción.
El C. Padilla: Señores diputados: No era mi propósito llegar a esta tribuna que ha estado sacudida por verdaderas marejadas de pasión, en las que muchas de ellas ha venido con el grito de la herida sangrante, como las del compañero Prieto Laurens, que haciendo una verdadera explosión de sus sentimientos y diciendo verdaderas intemperancias y frases duras, me han parecido en esta ocasión muy respetables su intemperancia y sus frases duras, porque como alguien ha dicho que hay momentos en que el desahogo, el grito y la protesta, por intemperantes y por duros que sean, valen más que las más sagradas plegarias de vírgenes. Y el señor Prieto Laurens trae la herida sangrante, porque en su casa agoniza en estos momentos una víctima en la manifestación de ayer. Quiero hacer una simple aclaración, porque después de lo que ha hablado el compañero Soto y Gama, tal parece que nosotros hemos condenado la manifestación de ayer y yo, que fuí uno de los que inspiraron esta petición de que se pidiera la renuncia del Ayuntamiento, debo venir a aclarar que no es este el espíritu, ciudadano Soto y Gama, de nuestra petición. Yo soy de los que aplauden la manifestación porque ésta es uno de los órganos de expresión de la opinión pública, y aunque se me tilde que yo siempre me remonto a esta clase de principios, de que gusto elevarme hasta la majestad de los ideales, aun cuando sea necesario descender al surco inicuo de la tierra; debo decir que yo apruebo todas las manifestaciones; que yo tengo mi corazón en ellas; que cuando yo miro que pasan por las calles y que se llenan las avenidas con los gritos y con las fuerzas de la opinión pública pidiendo nuevas orientaciones en la manera de administrar los pueblos, yo siento que mis esperanzas en la vida de las instituciones nacionales se fortifican; pero, señores, nosotros lo que repugnamos en esa manifestación es que en el manto de los principios, que debajo de la majestuosa expresión de los ideales, en una manifestación que pedía rectificaciones se haya deslizado inicua, descorazonada, terrible, implacable, silenciosa y anónima, la mano criminal; eso creo yo que no debemos tolerarlo. (Aplausos.) Por esa razón se pide que se haga una investigación de los culpables. No los hemos señalado porque no hemos querido que hubiera, señores, la frase llena de pasión política, la que improvisara figuras que al fin hubiera resultado calumniadas. Hemos dicho que se haga una investigación, y después de ella que se consigne a los responsables; porque, señores diputados, si hay algo grave cuando se defienda al ideal, es, como he dicho, que se deslice bajo su amparo la mano criminal. Por eso el alma tiembla en las tragedias de Shakespeare cuando Yago se desliza con su puñal sangriento en medio de la soberana, de la majestuosa pasión de Otelo, por esa razón Cristo - a quien tanto cita el señor Soto y Gama desde esta tribuna - no tuvo anatema contra los asesinos ni contra las adúlteras, pero no permitió que los hipócritas mancillaran en el templo la majestad de la religión! (Aplausos ruidosos.) Todo lo que ha dicho el compañero Soto y Gama de von Ihering está bien, pero hay una cosa que no dice von Ihering y es que mientras caen heridos en medio de esas manifestaciones, por manos anónimas, obreros infelices, y quedan lutos en hogares humildes, mujeres abandonadas y desamparadas e hijos huérfanos, aquellos que en la sombra promovieron aquello, cobran sus dietas o perciben sus fuertes salarios. (Aplausos ruidosos y prolongados. (Voces: ¡Bravo! ¡Bravo!)
El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Bosques.
El C. Bosques: Honorable Asamblea: Aquí en esta tribuna ha habido una voz que salió de los labios del ciudadano Soto y Gama y que ha sido la voz del momento y la oportunidad, que quiso que este debate se elevara hasta el ambiente de los principios y dejara de arrastrarse por los bajos fondos de la pasión política; y esta advertencia y esta voz debe penetrar profundamente en el espíritu de todos los representantes populares para que en esta ocasión sean los principios, los principios revolucionarios los que normen la conducta de esta Asamblea popular, enfrente de un problema que arranca de viejos moldes y va hacia fines trascendentes y altos. El ciudadano Soto y Gama ha hablado en pro; el ciudadano Soto y Gama ha venido a rebatir las tesis sostenidas por los compañeros Covarrubias y Pastoriza, que de ninguna manera, oídlo bien, de ninguna manera reflejan el sentir del espíritu revolucionario que anima a los miembros del Partido Cooperatista. No, señores; el Partido Cooperatista no cree, cuando menos en las unidades revolucionarias que están dentro de su seno, que se ha de llevar al pueblo por el estrecho
cauce de deberes, negándole los derechos que está reclamando y que seguirá reclamando por mucho tiempo. Estas unidades revolucionarias del Partido Cooperatista tampoco creen que debe detenerse el espíritu de reclamación ante urgentes, ante muy grandes necesidades vitales, ante una fórmula estrecha que señale una ley; tesis del compañero Pastoriza. El Partido Cooperatista en esas unidades revolucionarias verá sin son realmente revolucionarias, porque todavía han de venir aquí problemas hondos que acaso vayan a definir de una vez por todas quiénes en el seno del Partido Cooperatista son verdaderamente revolucionarios y quiénes, por circunstancias especiales o por conveniencias ocultas, han ido allí a ponerse la máscara de los revolucionarios. El Partido Cooperatista, el bloque cooperatista de esta Cámara no puede apoyar al Ayuntamiento de la ciudad de México... (Voces: ¡Si no lo apoya!) no lo apoya, no tiene conexión directa con él. Un Ayuntamiento como el de la ciudad de México, tan venal, tan inmoral, tan inconsciente, no puede de ninguna manera tener relaciones con el Partido Cooperatista, y si acaso algunas actitudes hipócritas de ese Ayuntamiento han llevado a la suspicacia de algunos cierta realidad de entendimiento con el Partido Cooperatista, es este el momento de venir a declarar aquí que el Partido Cooperatista no tiene ninguna conexión, moral política o social con el Ayuntamiento de la capital. El Partido Cooperatista había de condenar a un Ayuntamiento como el actual, aun cuando hubiera salido de su seno, si ese Ayuntamiento torciera la intención revolucionaria o defraudara el programa revolucionario que el partido está dispuesto a llevar adelante. En este momento, señores, que para mí tiene una alta significación; en este momento en que el clamor público viene a levantar los espíritus en esta Cámara; en este momento, en que es clamor público viene a agitar y se ha oído en esta Asamblea gritos enérgicos y hasta por un momento se ha suscitado un tumulto entre los señores representantes, es un signo saludable, por que significa para los que todavía tenemos fe en un estado de cosas mejor que el presente, que ya se oye en estos parlamentos la voz del pueblo, que ya el clamor popular agita los espíritus que algunos señores diputados que vienen aquí a contemplar ciertas cosas que todavía no comprendían cuando fueron electos por el pueblo; y esta actitud de la Cámara que ya escucha al pueblo y esta actitud de la Cámara que ya condena a una autoridad venal y criminal, esta actitud significa también un antecedente saludable para las sucesivas legislaturas que vengan aquí.
No nos detenemos ante la ley; sobre la ley escrita, sobre la ley estrecha, sobre la ley limitada en preceptos o en palabras, está la ley vital, está la ley de vida, la ley que lleva a los pueblos a encontrar los elementos o a buscar los elementos de una vida mejor y más amplia. Y nosotros que somos hijos legítimos de la revolución, no nos detendremos ante ningún precepto legal, iremos haciéndonos eco del clamor público a exigir que esa autoridad criminal y venal deje de representar a una sociedad que está en estos momentos sedienta y angustiada. Yo, señores, que por una conducta inexplicable de la Presidencia vengo hasta estos momentos a hablar en pro de esta proposición que se presenta por algunos miembros del Partido Cooperatista, hubiera querido detenerme un poco en ciertas consideraciones de orden social, para hacer comprender a esta Asamblea que este momento tiene un valor muy grande como principio de una conducta que habrá de ser más radical, más sinceramente revolucionaria, para llegar a conseguir , señores, que el pueblo empiece a vivir, Y aquí me acuerdo del título de un libro de un autor italiano: "La vida comienza mañana". Esta civilización que nosotros estamos viviendo, estas injusticias, estos crímenes sociales estas cosas inexplicables y formidables que pesan sobre la vida del pueblo, no pueden significar de ningún modo, señores, esa vida a que están llamadas las sociedades. Los pueblos hasta hoy - y principalmente el pueblo mexicano - han vivido, han muerto lentamente, han muerto siempre, ha vivido dentro de la muerte constante. Permítaseme esta frase: Han muerto; han vivido en una agonía. La vida, señores, comienza mañana... La vida todavía no está, la vida todavía no ha llegado en su forma amplia y completa para el pueblo mexicano ni para ningún pueblo de los que componen la humanidad. (Voces: ¡A votar! ¡A votar!) Ya advierto la impaciencia de la Asamblea y no voy a desarrollar este pensamiento; me detengo ante la impaciencia de ella.
La proposición, pues, presentada por algunos miembros del Partido Cooperatista para que se pida la dimisión del Ayuntamiento, es una proposición revolucionaria: Responde al clamor popular; quita para la suspicacia de muchos, la idea de que el Partido Cooperatista apoya al Ayuntamiento. Por primera vez, señores, esta Cámara está respondiendo en una forma amplia a las exigencias del espíritu popular, y esto, señores, constituye todo el deber de una Asamblea. Los pueblos son como la esfinge de la leyenda: Una interrogación. Si los mandatarios, si los representantes que se dicen de ellos no responden a esta formidable interrogación del pueblo, serán devorados como la esfinge de la leyenda. (Aplausos.)
El C. prosecretario Martínez Adame: Habiendo hablado los oradores que determinan el Reglamento, se pregunta a la Asamblea si se considera el asunto suficientemente discutido. Los que estén por la afirmativa, sírvanse manifestarlo. Suficientemente discutido. En votación económica se pregunta si se aprueba la moción presentada. Los que estén por la afirmativa, sírvanse indicarlo. Aprobada.
El C. presidente: Para rectificar hechos, tiene la palabra el señor Puig y Casauranc, (Voces: ¡No está en este momento!)
El C. prosecretario Martínez Adame: Entonces se va dar lectura a un documento de importancia, rogándose a los diputados no se ausenten del salón.
"Manifiesto a la nación.
"En vista de la gravedad y resonancia que han tenido los acontecimientos efectuados el día de ayer con motivo de la manifestación organizada contra el Ayuntamiento de la ciudad de México, el
Partido Cooperatista Nacional se cree obligado a dar a conocer a la República por medio de su representantes en las Cámaras, su sentir al margen de dichos sucesos.
"Desde luego, el Partido Cooperatista Nacional deplora hondamente las irremediables y trágicas consecuencias que tuvo la referida manifestación, toda vez que hubo de lamentarse la muerte de no pocos ciudadanos ajenos absolutamente a los móviles que perseguían los organizadores de ella.
"El Partido Cooperatista Nacional con toda energía y en cumplimiento de un deber, señala y acusa como verdaderos responsables de los atropellos cometidos y de la sangre derramada en la mencionada manifestación, a aquellos individuos que desempeñándose de su elevada misión como representante de uno de los poderes, impulsando a las masas a un sacrificio estéril.
"Bien está que el verdadero pueblo, ajeno a finalidades políticas, aviesas, proteste siempre que sea necesario y justo, como el caso presente, por la deficiencia de los servicios públicos, pero es improcedente, es inmoral, es pérfido aprovecharse, como lo han hecho los líderes del Partido Laborista, de una situación social con el objeto de entorpecer las funciones electorales, ante el convencimiento de su impotencia para lograr un triunfo legítimo.
"Somos los primeros en reconocer el indiscutible derecho del pueblo para expresar libremente su opinión, favorable o adversa, por la conducta que observen sus autoridades; pero no debemos convenir en que miembros de un mismo Gobierno, amparados por su investidura oficial y haciendo uso de los dineros de la nación, azucen a las multitudes en contra de las instituciones, porque ello equivaldría a aceptar el absurdo de que el Estado pudiera conspirar contra el propio Estado.
"Está en la conciencia pública, que entre esos malos funcionarios, se encuentran, en primer término, el gobernador del Distrito Federal don Celestino Gasca, don Ezequiel Salcedo, jefe de los talleres gráficos, don Eduardo Monera, jefe de la Oficina Impresora de Estampillas de la Secretaría de Hacienda y don Luis N. Morones, que no obstante su carácter de diputado, de hecho continúa al frente de los Departamentos Fabriles Militares.
"En consecuencia, es el momento de que el Partido Cooperatista Nacional declare: Que al ser absolutamente ajeno a la presente actuación municipal, y no teniendo responsabilidad alguna en los sangrientos resultados de la manifestación a que venimos refiréndonos, considera una obligación ineludible presentarse a la lucha electoral en la ciudad de México en el próximo domingo, para cumplir con una función democrática que le impone la ley y que le exige el compromiso que como partido político nacional tiene contraído con el pueblo.
"Con la serenidad que nos impone nuestra condición de miembros del partido político más fuerte y mejor organizado del país, conscientes en lo absoluto de nuestra misión y de nuestra responsabilidad como componentes de las mayorías parlamentarias, protestamos ante la nación: Seguir cumpliendo inexorablemente con nuestro deber, por medio del respeto a nuestras instituciones y a los postulados de la Revolución.
"En México, a 1o. de diciembre de 1922.- El presidente, J. M. Alvarez del Castillo.- El vicepresidente, Jorge Prieto Laurens.- El secretario, Mariano Samayoa."
El C. presidente: Para integrar la comisión a que se refiere la resolución anteriormente aprobada, se designa a los ciudadanos Prieto Laurens, a toda la diputación del Distrito Federal y al secretario Gandarilla. Tiene la palabra el ciudadano Puig y Casauranc.
El C. Puig y Casauranc José Manuel: Renuncio al uso de la palabra.
El C. presidente: Habiendo renunciado la uso de la palabra el ciudadano Puig y Casauranc, tiene la palabra para el mismo objeto, el ciudadano Gutiérrez. (Voces: ¡No hay quórum!)
El C. Gutiérrez José F.: Señores diputados: Ruego a ustedes un momento de atención, puesto que no voy a pronunciar un discurso ni voy a hablar sobre las cuestiones que han estado a debate. Solamente hablo con el objeto de hacer constar lo siguiente: Desde esta tribuna el ciudadano Prieto Laurens, al referirse a los acontecimientos de la manifestación, de una manera fría, de una manera sin cálculo, ha arrojado la responsabilidad de los hechos acontecidos sobre todo por lo que se refiere al señor su cuñado, en mi persona. Yo declaro desde esta tribuna, de una manera solemne, de una manera sincera, que hasta las doce de la noche, hora en que yo regresaba de la municipalidad de Atzcapotzalco, me dí cuenta de los acontecimientos desarrollados en la manifestación. De esto hay una prueba evidente, que es la mejor demostración de lo que en estos momentos asiento ante la conciencia de los señores diputados: A las dos y cuarenta de la tarde tomaba yo el tren de Atzcapotzalco en la esquina de Soto, y en ese mismo tren iba el ciudadano ingeniero Truchuelo, senador por el Estado de Querétaro, que puede dar testimonio de que en esos momentos salía yo para mi residencia que tengo en Atzcapotzalco, y de allí he regresado hasta las doce de la noche, acompañando a un amigo, que puede también dar testimonio de que durante toda la tarde estuve tratando con los candidatos del Partido Cooperatista para regidores en la municipalidad de Atzcapotzalco, y que mal pude yo ni siquiera haber tomado parte en la manifestación, ni haber sido el autor, ni material ni intelectual de los hechos que desde esta tribuna ha asentado el señor Prieto Laurens. Yo lo expongo a la Asamblea, porque es conveniente que cuando se arroja un cargo de asesino sobre determinado individuo, se tenga la seguridad de poder comprobar debidamente ese cargo. Yo tengo la conciencia tranquila respecto a ese cargo que se me imputa; pero no he querido que pasara desapercibido que ante esta Asamblea se haya dicho esto. Yo hago constar los hechos, tal y como son, en defensa legítima de mi persona.
El C. Villanueva Garza: Moción de orden. Siendo notable la falta de quórum, solicito que se levante la sesión. (Desorden.)
El C. presidente: Tiene la palabra para hechos el ciudadano Siurob.
El C. Siurob: Los hechos que yo deseo rectificar ante este honorable Asamblea, son los siguientes: (Voces: ¡Vámonos! ¡No hay quórum!) En
primer lugar, es absolutamente falso que elementos del Partido Liberal Constitucionalista, en cualquiera forma, bajo cualquiera especie, hayan tomado parte en esa manifestación..... (Voces: ¡Vámonos! ¡Vámonos! Siseos. Campanilla.) Pude muy bien haber sucedido que, como ciudadanos del Distrito Federal ..... (Desorden. Campanilla.
El C. presidente, a las 21.25: Siendo visible la falta de quórum, se levanta la sesión y se cita para el lunes a las diez horas.