Legislatura XXXI - Año I - Período Ordinario - Fecha 19241208 - Número de Diario 47

(L31A1P1oN047F19241208.xml)Núm. Diario:47

Colegio Electoral

ENCABEZADO

MÉXICO, LUNES 8 DE DICIEMBRE DE 1924

DIARIO DE LOS DEBATES

DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS

DEL CONGRESO DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS

Registro como artículo de 2a. clase en la Administración Local de Correos, el 21 de septiembre de 1921.

AÑO I. - PERÍODO ORDINARIO XXXI LEGISLATURA TOMO I. - NÚMERO 47

SESIÓN DE COLEGIO ELECTORAL DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS

EFECTUADA EL DÍA 8 DE DICIEMBRE DE 1924

SUMARIO

1.- Se abre la sesión. Lectura y aprobación del acta de la anterior.

2.- Es discutido el dictamen relativo al 6o. distrito electoral de Sinaloa; a votación. Se levanta la sesión por falta de "quórum".

DEBATE

Presidencia del

C. FRANCISCO GARCÍA CARRANZA

(Asistencia de 133 ciudadanos diputados y presuntos diputados.)

El C. presidente, a las 17.15: Se abre la sesión de Colegio Electoral.

- El C. secretario Valadez Ramírez, leyendo:

"Acta de la sesión de Colegio Electoral celebrada por la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión el día nueve de octubre de mil novecientos veinticuatro.

"Presidencia del C. Genaro V. Vásquez.

"En la ciudad de México, a las doce horas y treinta y siete minutos del jueves nueve de octubre de mil novecientos veinticuatro, se abrió esta sesión de Colegio Electoral con la asistencia de diputados que hubo en la sesión inmediata anterior de Cámara.

"Se dio cuenta con el acta de la sesión celebrada el día veinticinco del mes próximo pasado, la que se aprobó sin debate, y con un dictamen formulado por los miembros de la 1a. Comisión de Poderes, que, en su parte resolutiva, dice:

"Primero. Son nulas las elecciones verificadas en los distritos 1o. de Zacatecas y 2o. de Oaxaca y en su oportunidad se convocar a elecciones de diputados al Congreso de la Unión por dichos distritos.

"Segundo. Son válidas las elecciones celebradas en los distritos electorales que en seguida se expresan, y son diputados, propietarios y suplentes, respectivamente: 3o. de Coahuila, los CC. Candor Guajardo y Ambrosio Rodríguez; 1o. de Coahuila, los CC. Jacobo Cárdenas, y José Martínez y Martínez; 6o. de Chiapas, los CC. Milcíades Carrascosa y Ventura Castro; 1o. de Chihuahua, los CC. José U. Escobar y Samuel Carlisle; 13 del Distrito Federal, los CC. Eduardo Delhumeau y José Remedios López; 9o. del Distrito Federal, los CC. Justo A. Santa Anna y Carlos Aragón; 5o. del Distrito Federal, los CC. Rafael Martínez de Escobar y Arnulfo Silva; 18 de Puebla, los CC. Aarón Valderrábano y Luis Santos Martínez; 6o. de Puebla, los CC. Reynaldo Nuncio y Samuel R. Malpica; 9o. de Puebla, los CC. Luciano M. Sánchez e Ignacio González; 11 de Puebla, los CC. Alfredo Ortega Martínez y Andrés Gasca Mendoza; 2o. de Querétaro, los CC. J. Trinidad Obregón y Aurelio Briones; 6o. de San Luis Potosí, los CC. José P. Camacho y Rafael Sánchez; 7o. de San Luis Potosí, los CC. Manuel Orta y José María Méndez; 8o. de San Luis Potosí, los CC. Jezaur Pérez y Francisco Arciniega; 2o. de Guanajuato, los CC. Enrique Fernández Martínez y Manuel G. Aranda; 4o. de Durango, los CC. Rodrigo Gómez y Felipe Gómez; 2o. de Zacatecas, los CC. Leocadio Guerrero y José Dávila Díaz; 3o. de Zacatecas, los CC. Pedro Belaunzarán y Guillermo C. Aguilera; 5o. de Zacatecas, los CC. J. Jesús Delgado y José D. Fernández; 16 de Veracruz, los CC. Alejandro Cerisola y Álvaro Cano Carrera; 13 de Veracruz, los CC. Martín Torres y Carlos Andrade; 12 de Veracruz, los CC. Eulalio Martínez y Pedro López; 5o. de Guerrero, los CC. Alberto Vásquez del Mercado y Alejandro Sánchez; 1o. de Guerrero, los CC. Desiderio Borja y Héctor Varela; 10 de Guanajuato, los CC. Ángel Aragón y Manuel Tamayo; 9o. de Oaxaca, los CC. Alberto Vargas y José Guadalupe García; 2o. de Guerrero, los CC. Camerino T. Ocampo y Adrián Gómez; 16 de Puebla, los CC. Salustio Cabrera y Eduardo Moreno; 2o. del Distrito Federal, los CC. Guillermo Zárraga y Alfonso Márquez P.; 19 de Veracruz, los CC. Andrés Gómez y Daniel Cinta; 15 de Puebla, los CC. Gonzalo Bautista y Leopoldo Vásquez Mellado, y 11 de Hidalgo, los CC. Anastasio Arciniega y Efraín Ledesma."

"Puesto a discusión el anterior dictamen, se leyeron las firmas que lo calzan, a pedimento del C. Arroyo Ch. El C. Altamirano habló en contra, refiriéndose especialmente al caso del 11 distrito electoral de Hidalgo, e interpeló a la Secretaría, a la Presidencia, a la diputación de Hidalgo, por la que contestó el C. López Soto; al C. Camerino Campos

y al C. Ezequiel Padilla. Se leyó el artículo 102 reglamentario y la asamblea acordó que continuara en el uso de la palabra el C. Altamirano, quien hizo otra interpelación al C. Campillo Seyde.

"El C. López Soto refutó las objeciones del C. Altamirano; éste interrumpió con aclaraciones al orador, de quien contestaron interpelaciones los CC. Nochebuena, Valderrábano y el mencionado Altamirano.

"El C. Díaz Soto y Gama habló en contra de él y contestó una pregunta del C. Solórzano Béjar.

"El C. Santos Guarjado se produjo en pro del dictamen.

"El C. Morones, inscripto en contra, cedió su turno al C. Martínez de Escobar, quien trató el caso 2o. distrito electoral del Distrito Federal.

"Los CC. Carpio y Caloca reclamaron el quórum y el debate concluyó con un discurso en pro del C. José U. Escobar.

"En votación económica fue aprobado el dictamen y la Secretaría hizo la declaratoria correspondiente, manifestando, en seguida, que en ese momento estaban presentes ciento cuarenta y seis ciudadanos diputados y presuntos diputados.

"A las quince horas y cuarenta y cinco minutos se levantó la sesión de Colegio Electoral y se paso a sesión de Cámara de diputados."

Está el acta a discusión. No habiendo quien la impugne, en votación económica se consulta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa, sírvanse manifestarlo. Aprobada.

- El C. secretario Rueda Magro, leyendo:

"1a. Comisión Revisora de Credenciales. - Décima Sección.

"H. Asamblea:

"El expediente relativo a las elecciones de diputados al Congreso de la Unión verificadas el día 6 de julio próximo pasado, en el 6o. electoral del Estado de Sinaloa, fue turnado para su revisión y dictamen a la Décima Sección de la 1a. Comisión de Poderes.

"Vistos los documentos que obran en el mencionado expediente, se viene en conocimiento de lo que a continuación se expone:

"El 6o. distrito electoral del Estado de Sinaloa está formado por las municipalidades de Rosario, Concordia y Escuinapa, siendo la cabecera la población que lleva el primer nombre enunciado.

"El Municipio de Rosario está dividido en 21 secciones electorales, de las cuales no se instaló la número 15. El de Concordia consta de 22 casillas, habiendo dejado de funcionar la 9a., la 11, la 12, la 14 y la 18. En el municipio de Escuinapa se instalaron casillas en las siete secciones de que consta. Es decir, que el distrito consta de 50 secciones y tan sólo funcionaron 44.

"Las elecciones se desarrollaron en estas 44 casillas sin haberse presentado más protestas que siete en la 5a. sección del municipio de Concordia, instalada en Pánuco, y otra en la número 3 del municipio de Escuinapa. Estas protestas, en concepto de la comisión, no son de tomarse en cuenta, en virtud de no haber pruebas de los hechos que se mencionan en ellas y más aún cuando no afectan en su fondo al resultado de la votación.

"El día 10 de julio siguiente al de las elecciones se hicieron los preparativos para la apertura de la Junta Computadora, más en virtud de no haber concurrido sino 17 presidentes de casillas, hubo de suspenderse su instalación hasta el siguiente día 11, en que a las 9 horas se encontraron reunidos 43 presidentes, con lo que se constituyó la mayoría que reclama la Ley Electoral en su artículo respectivo.

"Los candidatos que tomaron parte en las elecciones en cuestión fueron los siguientes: CC. Mariano Rivas, Martín Espinosa y Salomé Vizcarra, jr., para diputados propietarios, y para suplentes, los CC. Pedro Cáceres, Juan V. Grey y Martiniano H. Osuna, constituyendo en su orden tres fórmulas distintas.

"La computación de votos hecha por la junta y ratificada por la subscripta comisión, arroja los siguientes datos:

"Votos para los candidatos a diputados propietarios:

"Mariano Rivas.............................. 1,062

"Martín Espinosa.......................... 2,252

"Salomé Vizcarra........................... 2,498

"Votos para los suplentes:

"Pedro Cáceres............................. 1,051

"Juan V. Grey................................ 2,258

"Martiniano H. Osuna................ 2,503

"La votación por las municipalidades fue como sigue:

Municipalidades Rivas Espinosa Vizcarra "Escuinapa.................. 509 517 172

"Rosario...................... 524 1,294 690

"Concordia................. 29 441 1,636

"En vista del resultado anterior, la Junta Computadora extendió credenciales a los CC. Vizcarra y Osuna, quienes obtuvieron mayoría de sufragios.

"Por todo lo que se deja expuesto venimos a someter a vuestra soberanía los siguientes puntos de acuerdo:

"Primero. Son válidas las elecciones que para diputados al Congreso de la Unión tuvieron verificativo el día 6 de julio del año actual, en el 6o. distrito electoral del Estado de Sinaloa.

"Segundo. Son diputados, propietario y suplente, respectivamente, por lo referido distrito, los CC. Salomé Vizcarra, jr., y Martiniano H. Osuna."

"Sala de Comisiones de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión. - México, D. F., a 4 de septiembre de 1924. - Luis Sánchez de Cima. - Elpidio Rodríguez."

Está a discusión. Los ciudadanos que deseen hacer uso de la palabra sírvanse pasar a inscribirse.

El C. López Sorcini: Pido la palabra en contra

El C. Mier y Terán: Yo en pro.

El C. presidente: Tiene la palabra en contra el ciudadano López Sorcini.

El C. López Sorcini: Ciudadanos diputados:

Después de algunas semanas de haber esperado este día, nos encontramos en el momento, para

nosotros importante, en que deben ventilarse los asuntos políticos de Sinaloa, para entrar a la defensa del general Martín Espinosa, contrincante del señor Salomé Vizcarra, a quien da el triunfo, aparentemente, la comisión dictaminadora. Antes de entrar a la discusión y defensa de este caso, tengo la obligación de poner al tanto a ustedes, en breves palabras, tan breves como me sea posible, de la situación política de Sinaloa, de cuál fue el estado especial en que se desarrollaron las elecciones, tanto para presidente como para gobernador y diputados al Congreso General, lo mismo que para diputados al Congreso local.

Por una rara circunstancia sucedió que en el Estado de Sinaloa las elecciones para presidente de la República y diputados y senadores al Congreso General, acaecieron en la misma fecha exactamente que las elecciones para gobernador del Estado y para diputados al Congreso local.....

El C. Bátiz, interrumpiendo: Pido la palabra señor presidente, para hacer una aclaración.

El C. López Sorcini: Después, compañero.

El C. Bátiz: Las elecciones en Sinaloa siempre concuerdan, compañero.

El C. López Sorcini: Quiero decir que hubo este detalle especial y alrededor de esta circunstancia, compañeros, gira la elección y se explica por qué en Sinaloa, a pesar del esfuerzo que hicimos para llevar adelante, para triunfar, para sacar, sobre todo, triunfante la candidatura del general Calles, por qué, digo, tropezamos con obstáculos. Esos obstáculos fueron los que nos pusieron delante, porque se iba a efectuar también la elección del gobernador del Estado, y para la elección de gobernador del Estado estaban creados intereses enormes, intereses que nosotros quizá no pudimos destruir con el voto legal, pero que con el voto malo, con el voto falseado, aparentemente nos ganaron. El general Guillermo Nelson, persona íntegra, hombre de valor, de los pocos revolucionarios primitivos desde 1910, que no que no tiene en su hoja de servicios la más leve tacha, el más pequeño borrón, fue el candidato nuestro, en unión del general Calles, para llevar adelante las elecciones; fue nuestro candidato para gobernador del Estado. El general Guillermo Nelson tuvo y tiene una personalidad magnífica, una personalidad indiscutible, y yo quiero en estos momentos que ustedes me presten una poca de atención para decir en cortas palabras por qué hubo obstáculos tan grandes en contra nuestra y, sobre todo, obstáculos que se opusieron para el triunfo del general Guillermo Nelson. Antes, y ya que están aquí los compañeros "floristas", apelo a la sinceridad de ellos para que vean en mis palabras simplemente la verdad y no el odio ni el ensañamiento contra una personalidad que ellos estiman: la del general Flores; quiero que vean en mis palabras el desarrollo, la manifestación sencilla de los hechos, para que juzguen por ello si me porto con verdad o digo mentira.

Entre el general Flores y el general Guillermo Nelson hubo un desacuerdo personal, desacuerdo que trajo como consecuencia el empeño decidido, formidable, del general Flores, de oponerse a todo trance y todos los medios posibles al triunfo de su candidatura. Tal cosa lo dijo personalmente en cierta ocasión, y con palabras muy claras le manifestó que antes de ser gobernador tenía que consultar su voluntad, y que la voluntad de él - del general Flores -, era que no sería gobernador; y para ello, contando con muchos elementos, puesto que el general Flores, como todos ustedes lo saben muy bien, tuvo en una ocasión en su mano, en su diestra, la vida, los intereses, todo, en fin, en Sinaloa. Esto fue a raíz del triunfo del plan de Agua Prieta. Entonces el general Flores quedó como un dueño y señor de Sinaloa, puesto que el era jefe de las operaciones de toda aquella región y era, además, el gobernador del Estado. No podía ser gobernador a la par que jefe de operaciones; tuvo, pues, que pedir permiso, dejando en su lugar a otro Ángel Flores, amigo incondicional - el que más tarde fue su consejero privado -, el ingeniero Manuel Rivas. Natural es que al dejar en su lugar al amigo incondicional, tenía el amigo la obligación moral, la obligación de amistad y de partido de apoyarlo en todos sus actos justos o injustos. Y entonces, como ya se sabía en Sinaloa que el general Guillermo Nelson podría jugar como futuro candidato para gobernador del Estado, y como entre el general Flores y el general Nelson subsistía este disgusto personal, tenía que comenzar el general Flores a dar los pasos necesarios para evitar que el general Nelson, muy querido en el Estado de Sinaloa, pudiera llegar al puesto que quería y que merecía: la gobernatura del Estado. El general Guillermo Nelson había luchado desde 1910 y ha expuesto su vida en más de cien combates, y por si alguno no lo recuerda, yo debo recordar, en honor a la amistad hacia él, que fue quien en unión de unos cuantos soldados, sin ayuda eficaz, sin más fuerza, sin m s armas que su espada y su valor, se arrojó valientemente a combatir el núcleo formidable que surgió cuando el general Obregón apenas acababa de triunfar con el Plan de Agua Prieta: Me refiero al núcleo del general Murguía, que se levantó a raíz del triunfo de Agua Prieta.

Entonces Guillermo Nelson, con elementos escasos, con pocos hombres, se lanzó a combatir a Murguía, y en veinticuatro horas hizo una campaña, compañeros, que muy pocos generales, en verdad muy pocos generales han llevado a cabo en la revolución, durante la revolución en el suelo mexicano. Esa campaña trajo como consecuencia su prestigio y trajo también como consecuencia, en Sinaloa, la adoración de los sinaloenses, de los humildes sinaloenses, para su personalidad. Flores tenía que ver, pues, en Nelson un enemigo tremendo, y los que juntos con Nelson iban a luchar en la campaña electoral tenían que sufrir exactamente los mismos resultados, las mismas consecuencias que pudieran sufrir y que iba a sufrir el general Nelson. Por lo tanto, todos, absolutamente todos, desde el general Calles - puesto que Nelson fue el baluarte del callismo en Sinaloa y el primero que empuño su bandera y el primero que sostuvo -, desde el general Calles, como digno, hasta el último de los que luchábamos por algún puesto público, teníamos que sufrir las mismas consecuencias, que sufrir los mismos contratiempos que iba a sufrir el general Guillermo Nelson. Se pensó, pues, tanto por el gobernador del Estado - puesto que los hechos que voy a referir, y de los cuales ustedes mismos van a juzgar con serenidad,

probarán lo que digo -, se pensó, tanto por el gobernador como por el jefe de las armas, general Flores, como por el Congreso del Estado, de qué manera se podría imposibilitar al general Nelson para ser gobernador del Estado. Para esto el Congreso del Estado, entre cuyos miembros figuraba el señor Juan de Dios Bátiz, que está presente y que no puede desmentirme, el Congreso no tuvo ningún empacho, absolutamente, ni meditó que podría tener responsabilidades ulteriores, de orden moral, porque en México las responsabilidades de orden material son un mito; en México los funcionarios pueden violar la ley, pueden pisotear la Constitución y, en cambio, si son sostenidos por la fuerza de las armas o por la amistad de partido o de Ministerio, pueden violar todo lo que deseen violar, sin tener la responsabilidad material; y el Congreso de Sinaloa violó flagrantemente la Constitución de nuestro país y, además, la Constitución del Estado de Sinaloa. En 1917 se reunió el Congreso Constituyente para hacer reformas revolucionarias a la Constitución, de tal manera, que del resultado de esa reunión vino la Constitución expedida el 25 de agosto de ese mismo año. En esa Constitución, entre otras reformas, estaba aquella por medio de la cual se explicaba claramente qué requisitos se necesitan para ser gobernador del Estado. Se asentó en esta Constitución, entre otros, el requisito siguiente: el gobernador tendrá, el día de las elecciones, veinticinco años cumplidos. Además, en el título once, que habla de las reformas constitucionales, se dice los siguiente - y esto, compañeros, es importante para nosotros y, por lo mismo, ruego un momento de atención - :

"Esta constitución podrá ser reformada de acuerdo con los siguientes requisitos:

"I. Toda iniciativa de reforma constitucional se presentará por escrito y contendrá, además de la exposición de motivos en que se funde, el proyecto de la adición o reforma que se consulte;

"II. La iniciativa deberá estar firmada por cinco diputados o por la tercera parte de los ayuntamientos del Estado; por el gobernador, o por el Supremo Tribunal de justicia;

"III. Si las dos terceras partes de los diputados se mostraren partidarios de la adición o reforma, lo comunicarán al Ejecutivo, quien la hará circular profusamente para conocimiento de los habitantes del Estado;

"IV. Sólo el Congreso siguiente tendrá facultades para aprobar, por el voto de las dos terceras partes de sus miembros, el proyecto de que se trate, necesitándose, además, la aprobación de la mayoría de los ayuntamientos, y

"V. El ejecutivo no podrán en manera alguna, oponerse a las reformas constitucionales."

Y después se asienta que para reformar esta Constitución ser requisito indispensable contar, además, con la Voluntad de las terceras partes de los ayuntamientos, con la voluntad de la mayoría de los miembros de la Cámara, y será requisito indispensable que la reforma que se proponga se haga en el período del Congreso que así lo determine, pero dicha reforma no podrá llevarse acabo, esto es, no podrá aprobarse definitivamente sino hasta que así lo determine el siguiente Congreso; el siguiente Congreso será el que en definitiva apruebe o rechace una reforma a la Constitución. y creo, señores diputados, que esto es moral y que así se asienta en las demás Constituciones hice hincapié en la forma que marca la Constitución, en la manera que señala para ser reformada, porque en Sinaloa, por obra de una magia que no conocemos, se hizo la reforma a la Constitución, de tal manera casual, de tal manera especial - y sin entrar en consideraciones de si fue voluntaria o involuntariamente -, de tal modo casual, que las reformas que se premeditaron para esta Constitución por el Congreso, entre cuyos miembros estaba el señor Juan de Dios Bátiz, entre esas reformas iba a entrar una que aparentemente daba a Nelson la imposibilidad para llegar a ser gobernador. La reforma marcaba entonces treinta años como edad necesaria para llegar a ser gobernador, porque ellos sabían que el general Nelson el día de las elecciones, o sea el 6 de julio, no podría tener treinta años. (Murmullos.)

El C. secretario Valadez Ramírez, interrumpiendo: Se invita a los ciudadanos diputados a ocupar sus curules y poner atención al orador.

El C. López Sorcini, continuando: Yo he hecho hincapié, compañeros, sobre este asunto, porque deseo que ustedes comprendan y que ustedes vean la insidia o el deseo especial de poner obstáculos, de poner toda clase de murallas, toda clase de contratiempos para que el general Nelson no pudiese llegar al objeto que deseaba, sobre todo al objeto que deseábamos sus partidarios. Como el Congreso que estaba entonces fungiendo no podía hacer la reforma, puesto que esta reforma tenía que ser aprobada hasta el Congreso siguiente, lo cual venía a ser tiempo perdido, puesto que el Congreso siguiente, se reunía hasta después de las elecciones, entonces se pensó en la manera de quitar este obstáculo y de llevar a cabo las reformas, reformas que no trajeron más que un resultado: impedir al general Nelson ser gobernador. Y para este fin recurrieron a un plebiscito. Ninguna de las Constituciones de los Estados, ni la Constitución general, sé yo que señalen plebiscitos como recurso legal para reformar una Constitución y, sobre todo, aunque así lo señalaran otras Constituciones, la de Sinaloa, la revolucionaria de 1917, no señalaba este recurso: marcaba muy claramente el camino para la reforma. Se hizo a un lado este camino, se recurrió a un plebiscito, que fue una irrisión un plebiscito donde se pedía al pueblo su consentimiento para llevar a cabo reformas a la Constitución, pero sin que se dijera de qué reformas se trataba; yo mismo, que ignoraba las reformas que se iban a llevar a cabo, voté en favor del plebiscito. Pocos días después, dos o tres, supe cuales iban a ser aquellas reformas; y entonces ya no hubo remedio. Yo no sabía en qué sentido iban a llevarse a cabo esas reformas, y como yo, muchos ciudadanos, engañados, votaron en favor de ese plebiscito. El Congreso, entonces, llevó a cabo la reforma y quedó la nueva Constitución de junio de 1922 con reformas, entre las cuales estaba la de que, para ser gobernador, se necesitaba la edad de treinta años cumplidos el día de la elección. Con eso se trató de imposibilitar al general Nelson para la gobernatura, porque ellos sabían, por datos anteriores de los que tenían conocimiento, que el

general Nelson el día de las elecciones no habría cumplido treinta años.

Bueno, este obstáculo que de antemano nos marcaba cuál iba a ser el fin de nuestras elecciones para gobernador, no fue tan grande para que nos impidiera seguir luchando. Sabíamos que al final de la elección, si el general Nelson obtenía cincuenta mil votos contra dos mil de su contrincante, el Congreso, compuesto de elementos adictos incondicionalmente, es la verdad, incondicionalmente al general Flores, iba a alegar como arma única y tremenda que el general Nelson no tenía treinta años cumplidos conforme al mandato de la Constitución. Y ahora yo pregunto a los compañeros de aquí, sobre todo a los abogados, a los que conocen las leyes a fondo; quiero que me digan si una Constitución que se reforma apartándose, alejándose del camino que marca la misma Constitución, es válida o no es válida, y si los funcionarios públicos que la han reformado no contraen ninguna responsabilidad, ninguna responsabilidad moral o política ante la opinión pública. El general Flores, durante el tiempo que fue gobernador y jefe de las armas, pudo hacer que los ayuntamientos y que los funcionarios principales, que los empleados públicos principales fuesen adictos a él; cosa muy natural que todo gobernante procure que así sea. El general Obregón después del triunfo de Agua Prieta tuvo forzosamente que rodearse de empleados adictos y fieles, y el general Calles, después de su elección, tendrá que rodearse de elementos adictos y fieles si quiere que su Gobierno continúe en paz y que su obra revolucionaria se desarrolle; y el general Flores, cumpliendo con esta ley natural de egoísmo y de sostenimiento propio, sostuvo en la época que fue gobernador, mejor dicho, gobernador a través del ingeniero Rivas y a la vez jefe de las operaciones en aquella región, tuvo oportunidad de rodearse de empleados fieles y adictos, de tal manera que, como él ya preveía que mañana o pasado iba a ser o pretendía ser presidente de la República, necesitaba de la ayuda y del brazo de aquellos amigos. Yo no le tengo a mal al general Flores, y ninguno de ustedes seguramente se lo tendrá a mal, que mientras fue gobernador o jefe de operaciones se rodeara de elementos adictos para que lo defendieran y sostuviesen; pero sí le tengo a mal que haya permitido, directa o indirectamente, que estos amigos, empleados o funcionarios públicos, ayudaran a violar el voto popular. Y quiero manifestar a ustedes cuál era la situación del callismo al llegar el general Nelson. El general Nelson, ocho meses antes de las elecciones, cuando llegó a Sinaloa se encontró con que allí no había dos callistas. Juro a ustedes que esto es la verdad. Había delahuertistas, maderistas, obregonistas y, sobre todo, floristas; pero callistas, yo no sé ni supe que entonces hubiera. La recepción que se hizo al general Nelson fue magnífica; fue la recepción que se hace un soldado paisano, que ha desenvainado siempre su espada en favor de la Legalidad y para el triunfo de las causas buenas. A aquella recepción concurrieron todas las clases sociales; por lo menos me refiero a la recepción que yo presencié en Sinaloa. Hubo más de doce mil personas de todas clases, de todas edades. El general Nelson llevaba la intención, dentro de su conciencia, de que él único candidato digno de ser sostenido para las próximas elecciones era el general Calles; pero al encontrarse con las opiniones de sus amigos más adictos, con la opinión de las personas más connotadas de que no había en Sinaloa ningún callista, por lo pronto, y previa consulta con cuatro o cinco de sus amigos más íntimos que lo estimamos, quedamos de acuerdo en que por el momento no se lanzaría la candidatura del general Calles, puesto que sería el fracaso de la candidatura del general Calles y de la candidatura de él mismo. Se procedió a organizar un partido: el "Gran Partido Revolucionario Sinaloense", que fue el partido que sostuvo toda la campaña en ese período, partido organizado con todas las formalidades de un partido, y partido, compañeros, que tuvo el honor de figurar entre los demás partidos de toda la República, como el que tenía más comités y m s clubes; nuestro partido llegó a contar con ciento treinta y dos clubes en el Estado, con comités y subcomités, y este partido fue sostenido casi en su totalidad por el general Nelson. El general Nelson comenzó a desarrollar su campaña en Sinaloa y fue una campaña de triunfo y de gloria, una campaña en la que cada pueblo le manifestaba su simpatía, sin excepción de personalidades, por que entonces creían y contaban con que el general Nelson no iba a sostener ninguna candidatura presidencial, y muchos amigos y parientes del mismo le decían: "Si tú juegas como gobernador sólo, si no te metes en la lucha electoral para presidente de la República, te aseguramos tu triunfo; pero desde el momento en que entres tú a la campaña presidencial, no al lado del general Flores, no te aseguramos tu triunfo". Yo quisiera, compañeros, que ustedes se dieran cuanta de lo que se necesitaba de paciencia, de tino, de armonía y de inteligencia para introducir en un medio verdaderamente hostil y hasta apático la candidatura del general Calles. Se necesitaba tino, armonía e inteligencia, porque todos los amigos del general Flores, porque todos sus partidarios estaban muy de acuerdo en presentar al general Calles por el Reverso de su medalla, y tanto los pequeños propietarios como los pequeños agricultores, los campesinos y los obreros, conocían al general Calles por el lado bolchevique conocido vulgarmente en nuestro lenguaje: lo conocían como el hombre de barba ríspida, de mirada fulgurante, que paseaba la tea incendiaria por todas partes, y en la izquierda, en la siniestra, un machete que cercenaba cabezas sin piedad, sin tener en cuenta ningún principio de justicia; lo presentaban como el hombre que lo mismo quitaba un burro al pequeño propietario, como una fábrica al gran industrial, al gran fabricante. Para ellos Calles era el bolchevique sin consciencia que lo mismo se robaba el caballo del pequeño agricultor, como se robaba un pedazo enorme de tierra; lo mismo era para el labrador, para el obrero, para el industrial o para el hombre de dinero: Calles era el destructor de la República; Calles no era de Sinaloa, Calles era el enemigo de la pequeña y de la gran propiedad y a Calles debía destruírsele. Esta era la opinión sincera de todos los ciudadanos de Sinaloa. ¿Cómo fue imbuida en el ánimo de estos ciudadanos? No lo sé. Sería la campaña de prensa, la campaña de amigo a amigo pero el caso es que a Calles se le

odiaba en Sinaloa.(Voces: ¡Ya! ¡Ya! ¡Al grano!) Allá voy, compañeros. En este estado las cosas, el general Nelson inició la campaña. y vino la Revolución delahuertista. En Sinaloa todos creímos que el general Flores iba a tomar las armas, porque era el "run - rún" de toda la gente, y, sin embargo, el general Nelson, siempre en su puesto, aprovechó esta oportunidad para declarar su opinión y pedir el consentimiento de sus amigos para que lucháramos todos en favor del general Calles. Los que estuviesen conformes, adelante; los que no, a un lado. Y quedó organizada la campaña en esa forma. (Voces: ¡Al grano!) Compañeros, es necesario ir al grano; pero también es necesario que conozcamos, aunque sea de una modo superficial, por qué los compañeros que vienen hoy a presenciar la discusión de su credencial fueron aparentemente derrotados.

Comenzó la campaña callista en Sinaloa, y después de dos meses logramos conquistar casi el Sur de Sinaloa: no el Norte. En el sur de Sinaloa la opinión era unánime. Es necesario que yo diga poco más o menos a ustedes como estaba repartida la opinión en Sinaloa unos cuantos días antes de las elecciones. Contábamos nosotros, sin duda, por medio de la campaña activa que desarrolló el general Nelson, contábamos nosotros con la opinión y con la simpatía de todo el proletariado; pero no contábamos - puede decirse - con ninguna autoridad del Estado que nos ayudase, o por lo menos, que fuese imparcial. Debo hacer una honrosa excepción por lo que se refiere a las autoridades municipales de mi distrito, que fueron imparciales, y que a esta imparcialidad se debió que yo trajera una credencial; si el ayuntamiento de mi distrito o de la municipalidad que representa mi distrito hubiese seguido la conducta de los ayuntamientos de los demás distritos, yo tampoco hubiese seguido la conducta de los ayuntamientos de los demás distritos, yo tampoco traído credencial. Hasta ahorita, compañeros, yo creo que ustedes convendrán conmigo en que la Cámara no ha puesto en la balanza de su justicia lo que puede llamarse su amistad o su valer para los compañeros que lucharon contra Flores. En esta Cámara hasta ahora se han discutido las credenciales de callistas contra callistas; pero yo no sé que se hayan discutido credenciales de callistas contra floristas, y cuando nosotros nos unimos al callismo, nos unimos, además de los ideales - sobre todo, en gran parte por los ideales -, nos unimos con la remota esperanza de que en el triunfo de nuestro partido tendríamos también la ayuda del mismo; que en la derrota de nuestro partido tendríamos que sufrir las mismas consecuencias que todos los demás, porque nosotros no esperábamos que al triunfo del florismo nuestras credenciales, aunque fuesen límpidas, iban a ser revalidadas, iban a ser aceptadas. Ejemplo de esto es que de los candidatos para diputados al Congreso local, de los pocos candidatos que obtuvieron credencial callista o nelsista, puede decirse que fueron dos los que presentaron al Congreso de Sinaloa su credencial limpia y ganada con el esfuerzo de su lucha formidable contra el florismo, dicha credencial les fue rechazada. Esos candidatos, dos de ellos, presentaron una protesta al Congreso, porque el Congreso, o la Cámara de Sinaloa, los había rechazado; a pesar de llevar credenciales puras y buenas, el Congreso de Sinaloa los había rechazado, tal como ellos exigen que se rechace ahora a los diputados floristas; ellos no tuvieron en cuenta si llevaron credencial o si fue ganada con justicia; sabían que era una credencial callista y no les importó nada rechazarla. Ahora bien, compañeros; antes de entrar al caso electoral que nos ocupa quiero decirles esto: el callismo en Sinaloa lo ha sacrificado todo al florismo; le hemos sacrificado al general Nelson, ya que ganó en la legalidad, que perdió en la ilegalidad, que ganó con las armas nobles y que perdió con las armas malas; le hemos sacrificado al revolucionario honrado e íntegro, y él, que pudo provocar en Sinaloa un conflicto serio para la nación, se retiró como buen ciudadano, se retiró pacíficamente. Tienen, además, los floristas dos representantes en el Senado, y cuentan en Sinaloa con su gobernador y toda su Cámara, de la cual ni un solo miembro es adicto al callismo. Yo digo: ¿Qué la Cámara, qué el Congreso General no va a tener un interés en Sinaloa? ¿Qué los que aquí están, que se titulan renovadores de la Constitución o sostenedores de esas reformas, no piensan que en Sinaloa no hay ninguna sociedad obrera, ningún sindicato, que no se ha repartido un metro de terreno ni se ha llevado a cabo ninguna mejora para el obrero? ¿Qué no piensan que es justo que alguna vez el Congreso General tenga ingerencia en aquel lejano Estado, que siempre ha permanecido distanciado de los asuntos generales de la República? ¿Qué siempre va a ser gobernador allí el general Flores, o va a gobernar siempre un florista? ¿Yo voy a ser aquí el único representante de Sinaloa? y voy a estar ayudado por los compañeros floristas? ¿Entonces, compañeros, cuándo llegar el tiempo de que en la República se haga justicia y de que se comiencen a ver las necesidades de los obreros, y de que se comiencen a llevar a cabo esas reformas que tanto claman ustedes aquí? Alguna vez es necesario también que Sinaloa reciba parte de lo que merece; todos los Estados tienen sus representantes que hacen por ellos, ¿yo qué puedo hacer, solo, por Sinaloa compañeros? ¿Yo, infeliz que puedo hacer solo allá? El gobernador hostil, la Cámara hostil, los senadores hostiles, ¿qué iba a hacer entonces? Por lo mismo, teniendo en cuenta esto quiero que ustedes se fijen bien en los datos legales que tengo para declarar que nuestros candidatos, algunos de ellos, no todos, han salido triunfantes. (Voces: ¡A votar!)

No he hablado del general Martín Espinosa, ni de la parte moral de las elecciones. El general Martín Espinosa perdió, según el dictamen que se formula aquí, por doscientos y tantos votos. Debo, además, decir que este dictamen que debieran firmar tres personas, sólo tiene dos firmas; el licenciado Zainos y Lumbreras no quiso firmar este dictamen porque él, más interiorizado del asunto, vio que había razones de orden legal, no de orden político - puesto que para nosotros no valen las razones de orden político -, había razones de orden legal que le impedían firmar ese dictamen, por lo cual se negó a ello. Le suplico, si está aquí, que me haga favor de decirme por qué no firmó el dictamen de la comisión. No está aquí. Por lo tanto, ese dictamen está firmado por dos personas nada más, una de las cuales, el Señor Sánchez de Cima prometió solemnemente al general Martín Espinosa

retirar su firma cuando éste pudo enseñarle todos los comprobantes que tiene para demostrar la ilegalidad de la elección de su contrincante. Quiero hacer la advertencia de que en la época en que las comisiones formularon los dictámenes de los presuntos callistas o de los presuntos floristas, fue la época en que no se podía llegar a las comisiones, en que a pesar de que uno fuese amigo del presidente de la comisión, la puerta estaba cerrada y solamente le pedían a uno los comprobantes, puesto que el trabajo era abrumador y tenían que resolver de una vez en un sentido o en otro, ateniéndose más bien a lo que decían las credenciales, guiaban su opinión por la credencial misma y daban el dictamen en este sentido. Tengo la seguridad de que la comisión que firmó este dictamen en contra del general Martín Espinosa no tuvo en cuenta algunos documentos que se podían exhibir, pero que creo que el Colegio Electoral los tendrá en cuenta y nos hará justicia. Como dato importante de que el gobernador interino que regía los destinos de Sinaloa en la época misma de las elecciones, era un amigo incondicional del general Flores y lo es todavía, el licenciado V. Díaz; como prueba de que era incondicional y de que trató, compañeros, de violar la Ley Electoral influyendo en el ánimo de las autoridades, en el ánimo de los presidentes municipales y de los amigos, yo deseo dar lectura o que la Secretaría dé lectura a esta carta, que es legítima y cuya firma es auténtica, para que se tenga en cuenta, para que se vea el modo con que el gobernador del Estado procuraba influir en el ánimo de los presidentes municipales para llevar a cabo el triunfo nada más de la candidatura que le convenía.

- El C. secretario Rueda Magro, leyendo:

"Correspondencia particular del gobernador de Sinaloa.

"Señor Patricio McConeglhy. - Angostura.

"Muy apreciable amigo:

"He estado esperando los enviados a que se comprometió en nuestra entrevista con el general Flores. Ruégole me los envíe pronto para dar las instrucciones del caso.

"Recuerde que al Gobierno del Estado conviene el triunfo de las candidaturas que sostiene el P. D. S. y, por lo mismo, usted debe hacer cuanto esté de su parte para conseguirlo. No se fije en el medio empleado, pues de sobra sabe usted que el Gobierno ni sus dependencias harán caso de acusaciones. Ya se giraron notas particulares a los demás presidentes municipales y recaudadores por los conductos respectivos.

"Espero tener oportunidad de saludarlo personalmente, y mientras tanto recuerde que se le aprecia como amigo. - V. Díaz."

- "Estados unidos mexicanos. - Congreso del Estado de Sinaloa. - Correspondencia particular de los ciudadanos diputados.

"Culiacán, octubre 16 de 1923. - Señor don Pedro López. - Comanito. - Mocorito.

"Muy estimado y fino amigo:

"Próximo a dar un recorrido por esa municipalidad, con el fin de pulsar el sentir general de los ciudadanos de esa región para poder aceptar o no la candidatura a este H. Congreso, que me ofrece de nuevo un grupo de buenos amigos de esos contornos, he de agradecerle mucho, que de una manera confidencial, y con toda confianza, me exprese usted, que representa la gran mayoría del pueblo elector de ese lugar, las probabilidades o dificultades que por el buen éxito de la empresa pudiera tener mi candidatura.

"Al mismo tiempo, y para formarme un criterio exacto o, mejor dicho, para robustecer mi creencia, pues espero que allí hayan sido acogidos con entusiasmo las postulaciones de los señores Ángel Flores y Alejandro R. Vega para presidente de la República y gobernador del Estado, respectivamente, le estimaré darme su opinión sobre el criterio dominante en la región y el muy valioso particular suyo.

"Se me hace por demás manifestarle que estos informes los recibiré en lo privado y que se los agradeceré en todo lo que valen.

"En espera de sus gratas noticias, me despido, deseándole todo género de felicidades. - V. Díaz. - Rúbrica.

"P. D. - Como le manifesté antes, escribí algunas otras cartas a personas de esa región; mucho se los encargo y de manera especial le saluda su amigo que lo estima. - V. D."

El C. Bátiz Juan de Dios: Señor presidente:

Con objeto de que la Asamblea se forme cuenta cabal de las burdas falsificaciones de esas cartas, solicito muy atentamente de la Presidencia que ordene se lean y se confronten, a ver si siquiera tienen parecido los sellos que han usado todos los gobernadores de Sinaloa, desde el general Iturbe, en la época del presidente Carranza, hasta la fecha, que obran en el expediente del 2o. distrito electoral, y el dictamen de los peritos calígrafos en que se declara que esas cartas son falsas, y de las cuales conoció el compañero Puig y Casauranc como miembro de la Sexta Sección.

El C. presidente: Cuando termine el orador.

El C. López Sorcini: Compañeros:

Lo que acaba de exponer el señor Juan de Dios Bátiz es de importancia, porque para nosotros significa que estos documentos revisten importancia, puesto que los impugnan de la manera que ellos creen impugnarlos, diciendo que son documentos falsos.

Me extraña sobremanera que teniendo tres meses por delante y que habiendo conocido que poseíamos estos documentos, no nos hubiesen acusado como falsificadores de firmas ante las autoridades correspondientes; estamos nosotros dispuestos a recibir las consecuencias que vengan de una acusación como falsificadores de firmas. Si el compañero presenta un dictamen de un perito calígrafo, también nosotros podemos presentar un dictamen, de otro perito calígrafo. Aquí tengo el dictamen, y ruego al compañero que me haga el favor de leer.

El C. Bátiz: Ya están acusados, compañero, aquí en México.

El C. López Sorcini: Aquí está el dictamen para que si alguno de los compañeros desea verlo se le pueda presentar. Nosotros no seríamos capaces, ni creo que nos consideremos con la falta de conciencia necesaria para venir a engañar, en este recinto, a los compañeros. No tendría yo razón para presentar documentos falsos si no hubiese obtenido el juramento sagrado,

compañeros, del que me los entregó de que son legítimos; además aquí está el dictamen de un perito que certifica que son firmas del auténtico ciudadano Victoriano Díaz, del ciudadano Victoriano Díaz, que puso esta carta - era la segunda carta que escribía - cuando era diputado al Congreso local. Después, por su amistad, por su adhesión incondicional al general Flores, se le nombró gobernador del Estado, y ya de gobernador dirigió esta carta, que es una de las que dirigió a todos los presidentes municipales. Ustedes comprenden, compañeros, que nosotros no podemos pescar todas las cartas que dirigió a todos los presidentes municipales. Por un milagro, por una casualidad, por una cosa que no podemos explicarnos, pero que así ha sucedido, esta carta, que es magnifica, vino a nuestro poder, y en esta carta se le dice a un presidente municipal de Angostura. se le dice que:

"No se fije en lo medios empleados, pues de sobra sabe usted que el Gobierno ni sus dependencias harán caso de acusaciones. Ya se giraron notas particulares a los demás presidentes municipales y recaudadores por los conductos respectivos."

Estamos dispuestos a entregar esta carta al presidente de la Cámara para que haga de ella el uso debido en lo referente a la acusación que presentan, como carta, como documento falso; no vedaríamos a sorprenderlos. Además, compañeros, es necesario que vean algunas pruebas sobre lo que se refiere a la personalidad de un contrincante y de otro; en todos los casos se tiene en cuenta la personalidad de un contrincante y de otro, al menos así ha sucedido en lo pasado. Deseo que me permitan ustedes, por compañerismo, nada más unos momentos para defender al compañero Martín Espinosa. Desgraciadamente no hablé más que sobre cosas generales, no he entrado en materia sobre el general Martín Espinosa; nada he dicho sobre su personalidad ni sobre la de su contrincante, ni he presentado otras pruebas que tengo para destruir los doscientos votos de más que le lleva su contrincante.

En ese distrito jugaron cuatro candidatos: el señor general Martín Espinosa, Salomé Vizcarra, Mariano Rivas y el doctor Mosqueda. El doctor Mosqueda vive en Pánuco, un mineral adonde nunca pudimos llegar nosotros, donde una comisión que envié personalmente y a la cabeza de la cual está por aquí el que la presidió y que fue a Pánuco a llevar la propaganda callista y fijarla en las esquinas, esa comisión nunca pudo llegar, porque en Pánuco había un destacamento que estaba a las órdenes del gobernador del Estado o no sé de quién, probablemente de la compañía minera, que nos amagó con destruir el automóvil y la propaganda si dábamos un paso más; y no pudimos fijar un solo anuncio ni mandar una sola boleta hasta Pánuco sino el mero día de las elecciones; un mineral donde hay cuatrocientos y tantos trabajadores que hubieran sido nuestros, como lo fueron en otras partes donde pudimos llevar propaganda y razones para quitarles de la cabeza las ideas contrarias al general Calles y favorables al general Flores. Allí estaba el doctor Mosqueda como candidato y cuando comprendió que no triunfaría, entonces se unió al señor Vizcarra; así pues, ya fueron dos clases de votantes los de Salomé Vizcarra y los del doctor Mosqueda que votaron por aquél; y a pesar de esto, en la Computadora no le sacó más que doscientos votos al general Espinosa, que no son legales; porque aquí está un documento con el que voy a demostrar que no son legales. Son siete protestas que no tiene en cuenta la comisión dictaminadora. ¿Por qué no las tiene en cuenta? Mandamos un inspector, no podíamos mandar más porque no admitían más, ni teníamos dinero para pagar más; un inspector que nos consta sesenta u ochenta pesos; no podíamos mandar una comisión entera. Este inspector levantó siete actas por violaciones a la Ley Electoral en esa casilla de Guadalupe de los Reyes, donde son doscientos cincuenta y tantos votos que deben nulificarse.

El C. Bátiz, interrumpiendo: ¿Y qué tiene que ver Guadalupe de los Reyes, compañero? Es de Cosalá eso. (Siseos.)

El C. López Sorcini, continuando: Estaba confundiendo, compañero. Es en Pánuco. Aquí están la siete protestas y deben estar en los documentos que vienen dirigidos al Colegio Electoral. Son siete protestas presentadas por el inspector, ciudadano Juan Kelly, protestas que hizo, que recibió la comisión computadora, pero que no las tuvo en cuenta, como no tuvo en cuenta ninguna protesta de las nuestras. Aquí están las protestas y marcado por qué eran las violaciones. Además, "Los que subscribimos, miembros de la Junta Computadora del Colegio Electoral por el 6o. distrito, instalada en El Rosario, municipalidad del mismo nombre, certifican:

"Que en el expediente de elecciones de Poderes Federales para los cargos de presidente de la República, senadores y diputados al Congreso de la Unión, correspondiente al municipio de Concordia, constan siete actas de protesta por violaciones a la ley de la materia, que el señor Juan Kelly, como representante del Gran Partido Revolucionario Sinaloense, levantó en Pánuco en la Mesa de la sección 5a., el cual apoya las expresadas candidaturas, y el contenido de dichas actas es como sigue:

"Juan Kelly, representante....' etcétera.

En fin, son siete protestas las que se refieren a la misma casilla, protestas por una cosa o por otra, pero son siete, pero que las firmaron y las admitieron en la misma casilla, y lo hace constar la Junta Computadora; aquí no se tienen en consideración esas protestas; yo no sé las protestas cómo deben ser para tomarse en consideración. Además, en las dos casillas que se instalaron en Concordia, el padre del señor Salomé Vizcarra, en unión de otros amigos, anduvo el día de las elecciones haciendo propaganda mala; quitaba las boletas a los lectores y les daba boletas floristas, vizcarristas, y del partido de él nada más; quitaba las boletas. ¿Cómo pudimos nosotros hacer comprobar esto? Por confesión, por opinión, por la certificación de unos vecinos de allí, conocidos, cuyas firmas están autorizadas o legalizadas, en que dicen que les consta haber visto la manera en que el padre del señor Salomé Vizcarra hacía propaganda en favor del hijo; propaganda que no era lícita, porque si lo fuese yo mismo la aplaudiría, pero que consistía en arrebatar las boletas de nuestro partido para dar las de ellos. Había, además, el señor Secundino Tirado, un hacendado mezcalero que controla

cuatrocientos o quinientos peones, a quienes les dijo que si no votaban por fulano, les quitaba el trabajo, y esto influyó de una manera decidida en la votación. Desde lejos estaba pendiente de la casilla y decía a los peones; voten por está, agarren esta boleta, porque esa otra es mala. Secundino Tirado había estado en la casilla; de allí lo quitó nuestro inspector porque estaba violando la Ley Electoral y se retiró más lejos y desde allí a los trabajadores les decía; "agarra una boleta como ésta, una boleta como está". Voy a dar lectura al siguiente comprobante, que dice:

"1o. Certificamos que en la elección para diputados, propietario y suplente, al Congreso de la Unión, verificada en esta ciudad de Concordia el día 6 del corriente, el padre del candidato señor Salomé Vizcarra, jr., que lleva el mismo nombre de Salomé Vizcarra, y que es, por añadidura, empleado del Estado los demás miembros de la familia Vizcarra y algunos particulares más, como el señor don Secundino Tirado....ejercieron violencia en las casillas electorales sobre los ciudadanos votantes, para obtener la votación en favor del mencionado candidato, don Salomé Vizcarra, jr., pues fue escandalosa la presión que hicieron sobre ellos, al grado de arrebatarles el voto que iban a depositar para entregarles al contrario, que lo era en favor de Vizcarra.

"2o. Hacemos constar también que debido a los procedimientos empleados por los Vizcarra y los otros particulares que se apoderaron de las casillas electorales se violó de manera escandalosa el secreto del voto, ya que ni se cumplió con lo ordenado por la fracción II del artículo 48 de la Ley para Elección de Poderes Federales, que hubiera permitido, de haberse cumplido con ese precepto, el secreto del voto; ni fue correcta la actitud de los mismos señores, que tuvieron ocasión de cerciorarse en favor de qué personas se iba a emitir el voto por el ciudadano, a quien le quitaban su boleta para entregarle la que al candidato Vizcarra convenía.

"Lo anterior es la verdad de los hechos y estamos dispuestos a declararlo ante cualquiera autoridad o notario público.

"Concordia, julio siete de mil novecientos veinticuatro.- El inspector," y firman siete ciudadanos más, cuyas firmas están legalizadas por el gobernador y presidente municipal. Además, hay que tener en cuenta, señores, otros documentos. Yo no vengo a impugnar con encono, con odio, a unas personas que son hasta amigas mías; yo estimo a los contrincantes floristas; pero yo tengo la obligación moral de defender a los de mi mismo partido y me opongo por esto, ya que ellos no tienen ingreso al Colegio Electoral; yo tengo derecho a exponer los hechos y tengo que hablar en lugar de ellos y exponer las pruebas que ellos tienen; por lo mismo, yo no vengo a impugnar con odio, compañeros, esas candidaturas de los floristas o sus credenciales; yo vengo a exponer hechos para que la Asamblea juzgue de ellos. Esta carta del licenciado Enrique Moreno dice lo siguiente:

"Estimado amigo:

"Con relación a la pregunta que se sirvió hacerme, manifiesto a usted que al ocurrir el cuartelazo de Huerta, en 1913, yo me encontraba en Culiacán, y me consta que el Congreso local de Sinaloa, entre cuyos miembros figuraba don Salomé Vizcarra, jr., continuó en sus funciones, no obstante la aprehensión del gobernador constitucional, don Felipe Riveros, quien fue substituido por el gobernador militar que impuso Huerta, general Legorreta, sin que dicha Legislatura protestara contra la usurpación, sino que, por el contrario, siguió reconociendo a Huerta.

"Al controlar de nuevo aquel Estado las fuerzas constitucionalistas, volvió a hacerse cargo del Gobierno el señor Riveros, desconociendo los actos de aquella Legislatura, cuya actitud fue contraria a la asumida por las de los Estados de Sonora y Coahuila.

"Sin más, quedo su afectísimo, atento amigo y seguro servidor. - Enrique Moreno.

Este es Salomé Vizcarra; fue uno de los diputados que sostuvieron a Huerta, de los que no protestaron cuando Huerta, y Salomé Vizcarra también, como ustedes saben, en la Legislatura pasada fue el que estuvo aquí en una de esas curules y que firmó el documento, también, en compañía de otros de sus compañeros, en contra del general Gómez. ¿Qué no fue de los connotados delahuertistas que ayudaron aquí, entonces, a sus partidarios? ¿Qué ustedes no tienen eso en cuenta ante doscientos votos más o menos ilegales, porque son ilegales? ¿Qué ustedes no tienen en cuenta los antecedentes de peso? ¿Qué el General Espinosa, revolucionario desde 1910, uno de los primeros generales a quien dio nombramiento Madero -porque allí está su hoja de servicios; fue de los primeros generales a quien dio nombramiento Madero -; qué el general Espinosa que sostuvo el pabellón de la Convención, cuando la parte legal de ella se desarrolló, que siempre ha estado defendiendo a la revolución en todos los trances y que fue él quien en su distrito de verdad contribuyó para el callismo; qué para él no hay consideraciones, no hay amistad, ni sobre todo, hay justicia? ¿Qué doscientos votos, como digo, que se deshacen con esta otra razón que traigo, que no más es espulgar los comprobantes, no se tienen en consideración para darle la razón al general Espinosa?

Del general Espinosa nadie puede tener una queja; es un hombre que se quita el saco para darlo a otro, es un hombre a quien en su distrito lo quieren desde el pobre hasta el rico y a quien se ha calumniado diciéndole que busca intereses en las pesquerías y que tiene concesiones en las pesquerías; pero él les dará a los que lo dicen, estas concesiones, él se las regalar ; no tiene ninguna concesión, vive en Escuinapa, que es un puertito donde hay camarones y donde todos viven de camarones, por que él tiene que vivir pescando camarones. (Risas.) Pero el que compre una fanega, una barcina de camarón, no quiere decir que sea un gran concesionario. Además, el general Martín Espinosa, cuando su propaganda, tuvo por contrincante a Mariano Rivas y éste sorprendió a uno de los compañeros diputados, al ciudadano Soto y Gama, dándole informes de que Espinosa era contrario al agrarismo; yo tuve ocasión de enseñar al ciudadano Soto y Gama un manifiesto del general Espinosa; él nunca fue agrarista de los que van a prometer tierras por sacar el voto; él nunca les dice a los campesinos:

"agarra este pedazo, el que más te guste, pero me dejas ir al Congreso para defenderte"; fue agrarista como son los leales y los honrados y como lo ser y sostendrá sus principios al entrar a esta Cámara, por lo cual creo que ustedes tendrán en cuenta lo que les digo. Un hecho que no conocen muchos compañeros y que dicen de la honradez del señor Espinosa, es que cuando estuvo de director en los Establecimientos Fabriles, una vez fue a cobrar la cantidad de mil y tantos pesos; en la Tesorería de la Nación recibió una taleguita que decía: "mil pesos"; fue a su casa, la tuvo allí cinco o seis días y una vez que fue a sacar dinero, se encontró con que cada monedita era un azteca y que aquella taleguita en vez de contener mil pesos tenía cincuenta mil pesos. Fue a entregar ese dinero a la Tesorería y consta en su hoja de servicios este hecho real, este hecho honrado; pudo muy bien quedarse con este dinero, puesto que no había comprobantes para reclamárselos.

Por otra parte, sobre la cuestión de cómo estaban las cosas tanto en el Sur como en el Norte, como no hay testigos de cómo se desarrollaron los hechos, afortunadamente para nosotros, paso por allí el ingeniero Zárraga, y el ingeniero Zárraga pudo darse cuenta de las injusticias que se nos cometían a los callistas, de los obstáculos injustificados, porque los floristas no emplearon armas nobles, como las que nosotros empleamos contra ellos. Yo conmino, yo digo, yo pido a los compañeros floristas que digan: ¿qué hecho malo nos impugnan? ¿Qué falsedad en las elecciones? ¿Qué violación en el voto? Allí están los padrones nuestros que podríamos haber llenado, allí están vacíos, allí están los padrones con cien, con doscientos ciudadanos, donde constan setenta votantes. Al Sur de Sinaloa, en el distrito mío, que era nuestro completamente donde podíamos haber llenado los padrones completamente, allí hay padrones con trescientos o cuatrocientos ciudadanos, que traían cincuenta votantes a favor de Calles y ni uno a favor de Flores; y, en cambio, en el Norte, hay padrones con doscientos, completados con listas de transeúntes, padrones bien repletos y llenos, como le consta a Montoya, el del segundo distrito, donde el distrito nunca ha dado ochocientos o mil votos y ahora trae dos mil votos. Por lo mismo yo quiero que escuchen un momento esto que voy a decir. Interpelo al compañero Zárraga para que diga las injusticias que le constan de que fuimos víctimas los callistas en Sinaloa, y me reservo exponer otros detalles para cuando impugnen el dictamen del compañero Martín Espinosa.

Compañero Zárraga: yo le suplico a usted atentamente se sirva explicarnos, como usted pueda, (Risas.) como usted lo sepa, seguro, puesto que él no puede decir más de lo que sabe, de qué manera fuimos tratados, o fue usted tratado cuando estuvo en Sinaloa, y si le consta o no la opinión que reinaba en Sinaloa en contra del callismo; si era favorable o desfavorable; en fin, sus impresiones en los diez días o en los días que paso usted por el Estado de Sinaloa

El C. Zárraga: Pues voy a contestar a la interpelación del compañero y procuraré ser extraordinariamente breve para que no se fatiguen ustedes.

Desde luego suplico a mis compañeros que en esta relación que voy a hacer acerca de la campaña callista que hice en el Estado de Sinaloa, no vean ustedes el menor deseo de exhibicionismo. Tuve la suerte de hacer esta campaña y naturalmente al referir los hechos de que fui testigo, tengo que referirme forzosamente a mi actuación personal durante los diez días que pasé en el Estado de Sinaloa, del 20 de junio al 1o. de julio, es decir, exactamente en vísperas de las elecciones presidenciales. Voy a concretarme, porque no tengo simpatías personales y quiero hacer abstracción absoluta de las personas cuyas credenciales se están discutiendo aquí; voy a referirme, digo, únicamente a hechos escuetos. Mi convicción íntima es que había presión oficial de las autoridades en el Estado de Sinaloa en contra de todo lo que era una manifestación callista; y voy a concretarme a referir los hechos en que fundo mi convicción, dejando a mis compañeros de Cámara que ellos por sí mismos hagan las conclusiones que crean conducentes.

Cuando llegamos a Rosario, una comisión de obreros de El Rosario se acercó a mí diciéndome que la situación de los mineros de El Rosario era verdaderamente aflictiva, porque cualquiera manifestación de callismo en ese mineral era inmediatamente castigada por las compañías capitalistas que explotan las minas de El Rosario, con el cese de los líderes callistas que dirigían la campaña. Cuando nosotros hicimos un mitin en El Rosario, tuvimos una prueba palpable de la mezquina parcialidad de las autoridades municipales de ese pueblo, porque a todos los obreros callistas que asistieron a nuestro mitin no se les permitió que se agruparan en las primeras filas del teatro, sino que se dejó que todos los elementos floristas ocuparan la primera parte del teatro, la primera mitad del patio, que era donde había bancas para que se pudieran sentar, y se dejó a los elementos callistas que quedaran de pie hasta el fondo, para ver si de esa manera podrían contrarrestar el éxito que pudiéramos tener en ese mitin. Cuando llegamos a Mazatlán nos encontramos, también al efectuar el mitin, con estos hechos que demuestran la parcialidad de las autoridades de ese puerto: Cuando un individuo o dos trataron de agredirme en el momento en que estaba en la tribuna, cuando se desprendieron del fondo del teatro diciendo que me iban a bajar a golpes, yo, tratando de evitar un escándalo dentro del teatro, le dije a uno de los gendarmes que estaba cerca de mí: no deje usted que estos individuos suban, porque si estos individuos suben seré yo quien tenga que bajarlos; no tienen derecho a subir a esta tribuna en donde yo estoy hablando. Y el gendarme me contestó textualmente: "no puedo hacer nada en esto, porque tengo orden de no reprimir ningún escándalo." (Voces: ¡Es cierto! Aplausos.)

Y después, cuando dos individuos empezaron a insultarme desde uno de los palcos y uno de ellos se desprendió de ese palco con la pistola en la mano tratando de agredirme en el foro, donde yo estaba hablando, logramos desarmarlo y lo entregamos a las autoridades con objeto de que fuera consignado pero no conseguimos que esto hiciera porque nos dijeron textualmente que la agresión no estaba comprobada.

Cuando nosotros llegamos a Culiacán a hacer el

mitin nos esperamos, para hacer ese mitin, a que llegara el general Flores a esa región, adonde iba a presenciar las elecciones, y esperamos exactamente un lunes en que el general Flores hizo su entrada a Culiacán, para poder nosotros hacer el mitin en la noche. Me consta, porque lo ví, yo, que el general Flores entró a la ciudad de Culiacán en un automóvil, llevando a su derecha al gobernador del Estado y al secretario de Gobierno, y en la noche, cuando nosotros hicimos el mitin, fue reventado ese mitin por las "porras" floristas, y al salir nosotros del teatro, el general Nelson y yo, en medio de la rechifla de todas las "porras", entre las cuales se contaban los alumnos del colegio "Rosales", que habían sido congregados en las galerías, vimos en la puerta al gobernador del Estado conversando del hecho en una forma verdaderamente amistosa y amigable con los mismos individuos que en la mañana habían estado organizando esa manifestación en nuestra contra.

Debo decir también que cuando íbamos saliendo nosotros del teatro, oímos detrás de nosotros este grito: "¿Cómo puede haber - dijo alguno de los líderes floristas a nuestra espalda -, cómo puede haber libertad en este país, si el primer asesino y bandido es el general Obregón?"

Y este grito que nosotros oímos, y que yo entiendo, aunque no soy abogado, que es un grito que debió haber sido reprimido, y cuyo autor debió haber sido castigado por las autoridades, porque este grito constituye un delito penado por las leyes, paso, sin embargo, inadvertido para las autoridades de aquel lugar, que dejaron absolutamente impune al individuo que lo había lanzado.

Yo sinceramente en esto veo una clara simpatía y una clara imposición y una clara ayuda a la candidatura del general Flores y una ayuda también a aquellos que insultaban de la misma manera que al presidente de la República que había sido absolutamente imparcial en la contienda, al general Calles, con palabras que puedo yo todavía comprobar con los recortes de los periódicos que eran los órganos de los partidos floristas del Estado de Sinaloa. Cuando salimos, y voy a terminar, porque nuestro último mitin fue en Los Mochis, un centro de trabajadores, cuando salimos para Los Mochis, uno de los individuos que acompaño al general Flores en su propaganda se desprendió rápidamente de Culiacán en el mismo tren en el cual nosotros salimos, con el fin de organizar una manifestación que reventara también el mitin que íbamos a efectuar en Los Mochis, al cual le daban mucha importancia, porque los Mochis es un centro de trabajadores y los floristas estaban empeñados en demostrar que no había popularidad en los trabajadores de Los Mochis para la candidatura del general Calles. Llegamos a la estación de San Blas y allí, inmediatamente, el enviado del general Flores se puso en contacto con el hermano del presidente municipal de Los Mochis, y tomando un auto que se dirigió a Los Mochis; allí el presidente municipal logró organizar una porra de acuerdo con la compañía agrícola de Los Mochis para reventar la manifestación en pro de Calles que íbamos a hacer esa noche, y se trajeron a los obreros del campo número 8, dos de los cuales nos dijeron que se les habían dado tres días de paga libre, sin necesidad de trabajar, con el objeto de que fueran a hacer manifestación anticallista; se llevaron aproximadamente a ciento cincuenta hombres. Llegaron a Los Mochis, del campo de trabajo, aproximadamente a las cuatro o cinco de la tarde e inmediatamente se les llevó a la cantina. No contamos allí con el menor apoyo de las autoridades municipales para tener siquiera un solo policía que pudiera protegernos de una agresión, y aquella porra ebria, compuesta de ciento cincuenta hombres, estaba unos minutos antes de las ocho de la noche, hora en que habíamos anunciado el comienzo del mitin, diciéndonos y exigiéndonos que abriéramos las puertas de aquel cine - corralón donde íbamos a efectuar la manifestación pro Calles. Nosotros, comprendiendo que la situación era un poco dura, quisimos durante un espacio como de un cuarto de hora congregar a los callistas que había en el pueblo, con el objeto de poder equilibrar los grupos dentro del salón; pero los callistas no se habían atrevido a congregarse en una forma franca, porque también nos repitieron lo mismo que en El Rosario, en Los Mochis; todo obrero que demostraba claramente su filiación callista, era inmediatamente cesado por la empresa de "Los Mochis". Y esto, señores, no debe ser una sorpresa para nadie que conozca la situación del Estado de Sinaloa, porque todos sabemos que el ingenio azucarero de "Los Mochis" ha sido una de las agencias de negreros más acreditadas en la República.

Después de esto, señores decidimos nosotros abrir el salón a todas aquellas porras, con objeto de demostrarles que éramos callistas de buena fe y que aceptábamos cualquiera manifestación en contra nuestra, porque a eso íbamos: a combatir al florismo y a pelear por el callismo en el Estado de Sinaloa.

Tuvimos la idea, verdaderamente feliz, de no dejar entrar a esas porras, sino uno por uno, y estos hombres - con lo cual demostraron su mentalidad de borregos, aquellos que iban en calidad de porras - se dejaron escuchar todos y pudimos quitarles a esos ciento cuarenta o ciento cincuenta hombres que constituían estas porras, sesenta y seis botellas de mezcal, que quedaron formando un montón a la entrada del cine. Además, les quitamos aproximadamente cinco pistolas y un número de quince a veinte charrascas o cuchillos. De esta manera entraron a tratar de reventar nuestro mitin; pero entonces los callistas entraron después y logramos hacer nosotros el mitin, que fue un verdadero éxito para el general Calles, porque aquellas gentes están sedientas de que el callismo lleve allá su mano redentora; logramos hacer un mitin y allí congregamos setecientos u ochocientos callistas contra aquellas porras compradas de ciento cincuenta floristas. De esta manera, señores, el éxito en Los Mochis fue absolutamente seguro y quedamos muy satisfechos de haber demostrado que el florismo en muchas partes del Estado de Sinaloa no era más sino el producto de la imposición oficial.

Por esto, señores con toda sinceridad, con toda buena fe y sin ninguna prevención para ninguno de los candidatos, ni florista ni callista, que en estos momentos contienden dentro de este salón,

digo, con toda claridad, y con toda sinceridad lo repito, que creo que en el Estado de Sinaloa hubo imposición oficial en las elecciones, lo mismo presidenciales que para diputados y senadores. (Aplausos.)

El C. López Sorcini: Ya para terminar, compañeros, antes de la votación deseaba recordar al compañero Zárraga que se le paso también aclarar aquí ante la Asamblea un hecho de alguna importancia para juzgar de la moralidad de los floristas. Me refiero al tratamiento que dieron a una empleada que iba con usted en la propaganda, a la señora Cóppel.

El C. Zárraga: No mencioné ese hecho intencionalmente, porque no he querido involucrar en esta aclaración la conducta particular de los floristas, con lo que he querido demostrar que hubo imposición oficial; pero ya que el señor me interpela en ese sentido, debo decir sin ningún resquemor y sin ningún rencor por cosas absolutamente pasadas y que he olvidado, que, efectivamente, la conducta particular de los floristas para con nosotros fue muy poco galante y poco cívica. Los floristas nunca oyeron ni en lugares francamente callistas, como por ejemplo Monterrey, Toluca, Tampico, lugares en que ataqué ruda y enérgicamente las tendencias del general Flores, nunca oyeron de mis labios un solo insulto para el candidato de la reacción; y, en cambio, nosotros tuvimos que oír muchos insultos de la peor especie, insultos verdaderamente canallescos, durante la campaña en Sinaloa, para la personalidad del general Calles. De manera que yo agregaré esto, el relato de lo que se hizo con una muchacha que abnegadamente nos acompaño en estos mítines, la cual fue secuestrada por el jefe del Estado Mayor del general Flores y por dos muchachitos de la crema dorada de Culiacán, y el que yo relatara cómo esta muchacha fue llevada en un automóvil y violada en el campo, no haría sino agregar una cosa más a todo aquello que tuvimos que sentir de los floristas de Sinaloa; pero no deseo involucrar estas dos cuestiones. Los floristas podían haberse comportado muy mal y, sin embargo, haber sido las elecciones absolutamente libres; pero las elecciones tuvieron para los floristas todo el carácter de una imposición oficial en el Estado de Sinaloa.

El C. López Sorcini: Bueno, compañero, ya creo que está la Asamblea poco m s o menos orientada en la cuestión; yo podría, si fuera necesario, exhibir seis o siete documentos más de importancia que podrían orientar mejor la opinión de ustedes en favor nuestro; podría, por ejemplo, decir que no se ha investigado bien la documentación que vino al Colegio Electoral en cada expediente, y ver cuáles casillas estuvieron completas y cuáles no; del cómputo que se haga minuciosamente de cada casilla, se verá que en muchas casillas faltaron de estar empadronados individuos que fungieron como presidente o secretario. Hay cinco o seis casillas donde el secretario, el presidente o el escrutador, generalmente tres de ellos, faltaron de estar empadronados, y es requisito indispensable que para ser miembro de una casilla se necesita estar empadronado. Estos son argumentos de orden legal que sirven para destruir la cantidad de doscientos votos que sacó el contrincante aparentemente sobre el general Martín Espinosa. Y diré a ustedes que nosotros esperamos que con justicia y con serena razón tengan ustedes en cuenta estos argumentos.

Vinimos de Sinaloa y vinieron y están aquí muchos desterrados, muchos correligionarios que formaron parte integrante de la campaña pro - Calles; está García Carrillo, orador que fue del general Guillermo Nelson, que pronunció más de quinientos discursos laudatorios para el general Calles, y a cambio de eso, ahora que está en México, que hemos querido conseguirle un empleo que siquiera remunere en parte sus sacrificios y su labor, no hemos podido conseguirle nada, no porque él no se empeñe, puesto que él no desea nada; hizo la campaña con entera razón y con entera sinceridad y por partidarismo, no por conveniencia; pero nosotros estamos obligados con él moralmente y hemos estado en algunas secretarias de Estado, como en la de Educación Pública, y allí el ministro nos ha ofrecido un empleo en el que le pagan menos que al más infeliz de sus mozos, un empleo de tres pesos y pico, y así por el estilo Es decir, todos los callistas desterrados de Sinaloa, nosotros podemos decir que no hemos tenido cabida todavía, puesto que no se ha comprendido nuestra labor, y así como este señor García Carrillo, que fue uno de los líderes callistas más connotados de Sinaloa, así hay muchos empleados. Yo digo, pues compañeros, que tengan ustedes en cuenta las razones de orden político y, sobre todo, las razones de orden legal, para regir su criterio.

El C. presidente: Tiene la palabra en pro el ciudadano Salomé Vizcarra.

El C. Vizcarra Salomé: Señores diputados y presuntos diputados:

La seguridad absoluta y la conciencia plenamente satisfecha de que vengo ante ustedes a defender un caso de elección típicamente legal, me animan para dar cima a la tarea que me propongo, que no es otra sino la de llevar a vuestras conciencias el convencimiento pleno de la pureza de procedimientos que se emplearon en Sinaloa en las elecciones en general, y en particular en el 6o. distrito del Estado, procedimientos que cristalizaron en la expedición de la credencial a mi favor que me acredita como diputado propietario por ese distrito y credencial a cuyo margen se entabla hoy este debate, que lleva como base el dictamen aprobatorio que se consulta a esta Asamblea.

El señor López Sorcini, impugnador del dictamen, ataca a éste tanto por lo que ve al aspecto legal del caso, como por lo que respecta al aspecto político; y voy a desbaratar sus argumentos atacándolos por su base, procurando, en los míos, la brevedad, concisión y solidez que me son necesarios tanto para no cansar el ánimo de esta honorable Asamblea, como para conseguir el fin que me he propuesto.

Por lo que ve al aspecto legal, el señor López Sorcini basa su acusación en siete actas de protesta que dice que el señor coronel Kelly, inspector del Partido Revolucionario Sinaloense, presentó ante la casilla de Pánuco. Esas actas de protesta no tienen en su apoyo absolutamente ninguna prueba concluyente, ninguna prueba legal; son las actas escuetas y, en consecuencia, están levantadas y presentadas como fueron presentadas a la Junta

Computadora, carentes de la prueba fehaciente que exige el artículo 90 de la Ley Electoral para Poderes Federales. Porque es natural, es lógico que cuando se va a llevar la acusación contra una elección, debe apoyarse esa acusación en una prueba fehaciente, y esa prueba no existe, y algunas de las infracciones que se acusan allí son tan baladíes, que aun en el supuesto de que la prueba existiera, no sería suficiente para convencer de la nulidad de la elección. Hay una acta, entre otras, que dice: un fulano, sin mencionarlo, un sujeto se presentó en la casilla de Pánuco y votó sin llevar los testigos. No dice quién fue el que se presentó, lo que quiere decir clara y sencillamente que no hay persona contra quien acusar y que se levantó el acta así no más porque si; y por ese tenor están levantadas todas las actas a que ha hecho referencia. La prueba principal, seguramente, en que el señor López Sorcini funda y apoya su ataque al aspecto legal de mi elección, es, sin género de duda, el acta que siete personas de Concordia levantaron por sí y ante sí y que, con fecha posterior a la computación de votos que hizo la Junta Computadora que funcionó en El Rosario, fueron ratificadas ante un notario.

Desde luego salta a la vista esto: ¿Por qué esa ratificación no se hizo con la oportunidad suficiente y esa acta no se levantó para que hubiera sido presentada ante la Junta Computadora que funcionó en El Rosario, y que ésta, en uso del deber que le impone la parte final del artículo 90 que se ha invocado, la hubiera turnado a la autoridad competente para que ella hubiera esclarecido los hechos que allí se acusan? ¿Por qué los inspectores del señor Martín Espinosa no presentaron ninguna protesta ante las mesas electorales de la cabecera de la municipalidad de Concordia?

El C. Campillo Seyde, interrumpiendo: Porque no las quisieron permitir.

El C. Vizcarra Salomé, continuando: Sí las permitían, compañero. Digo: ¿Por qué los inspectores de Martín Espinosa no presentaron ante las casillas de la cabecera de la municipalidad de Concordia las protestas necesarias acusando las irregularidades que hoy denuncian?

Porque simple y sencillamente, señores diputados, esas irregularidades no existieron, y si se ha tratado de crearlas ahora después, ha sido única y exclusivamente con el fin de entorpecer la calificación de mi credencial.

Por lo que ve al acta de testigos levantada y que fue ratificada por los testigos ante el notario, voy a examinarla a través de los tres aspectos que, como prueba, pudieron darle, y que son estos: bien pudiera creerse que esa acta tiene el aspecto de prueba documental; bien pudiera estimarse, por otros, que tiene el aspecto de prueba testimonial, o bien que tiene el aspecto de diligencia de jurisdicción voluntaria. Bien sabido es que por las razones de orden moral y legal los notarios sólo producen fe y sólo pueden autorizar aquellos actos que caen de una manera directa e inmediata sobre su dominio; en consecuencia, desde el momento en que esa acta no era levantada por notario, sino que fue levantada por unos testigos por sí y ante sí y que ante el notario únicamente se ratificaron las firmas, es claro que el acta notarial sólo pudo producir fe sobre el acto de la ratificación de las firmas, pero de ninguna manera sobre la veracidad del dicho de esas personas.

Como prueba testimonial faltan al acta a que me vengo refiriendo todas las formalidades de ley. Ya se sabe, todos los señores abogados que están en esta Asamblea saben perfectamente bien que todos los tratadistas, absolutamente todos, están de acuerdo en que los sistemas probatorios es la testimonial la prueba más falaz, ineficaz e insuficiente; y así en est teoría se encuentran perfectamente de acuerdo, tanto el parecer sencillo, al alcance de todos, pero completo, del publicista veracruzano Moreno Cora, como la teoría fundamental de los licenciados Caravantes y Rechy y la profundamente filosófica de Fray Marino de Malesta. Estas teorías, al través de la evolución del Derecho han venido a cristalizar en reglas firmes y concisas que viéndolas fundamentalmente y concretándolas, bien pudiéramos reducirlas a seis, entre requisitos de forma y de fondo que obligan para la apreciación de la prueba testimonial. Requisitos de forma: en primer lugar, el testigo necesita declarar ante el juez competente; en segundo, hacerlo con citación de la parte contraria; en tercero, contestar conforme a los interrogatorios que le formulen las partes. Requisitos de fondo: primero, que el testigo sea hábil conforme a Derecho; segundo, que los hechos, según la naturaleza de los mismos, le consten, ya de vista o de oídas, y tercero, que funde conscientemente su dicho. Seguramente, vista el acta, allí la pueden ustedes ver, desde el momento en que se levantó sin ninguna clase de formalidades, es claro que está contra el tenor expreso de la ley y, en consecuencia, bajo ese otro aspecto no produce prueba de ninguna especie.

Como diligencia de jurisdicción voluntaria, saben perfectamente los señores abogados que en tratándose de una diligencia de jurisdicción voluntaria en la que iban a figurar pruebas testimoniales, tendría que sujetarse a los mismos requisitos de éstas, además de que tendría que ser levantada ante el juez competente y con citación del Ministerio Público, cuya citación tiene por objeto que el Ministerio Público vele por las personas interesadas en aquella diligencia que no estén allí; y en un mismo artículo, en un artículo del capítulo relativo, pone la obligación al Ministerio Público de citar a ese juicio, a esa diligencia, a las personas cuyos intereses se versen. En consecuencia, desde el momento en que allí se versan intereses míos e intereses de las personas que resultan señaladas de infractores de las leyes, es claro que como no fueron citadas a esa diligencia, ninguna prueba puede producir contra ellos. Esto es por lo que ve al aspecto legal del caso. Por lo que ve al aspecto político, creo yo que estando el aspecto político de nuestros casos vinculado de una manera directa e inmediata con las elecciones presidenciales, es claro que desde el momento en que éstas han pasado, ya que éstas fueron calificadas en definitiva, ya que se hizo la declaración, declaración a favor del señor general Calles, ya que el Estado de Sinaloa reconoció esa declaración, es claro que ya no tiene razón de ser que se nos juzgue conforme al criterio político; pero quiero yo tratar este asunto para

que se vea que ni en ese recurso efectista tienen amparo las pretensiones de mi contrincante:

En efecto, analizaré primero si el criterio político tiene razón legal de ser. El artículo, el dogma número 51 de la Constitución de la República dice claramente que la Cámara de Diputados se formará de representantes de la nación electos en su totalidad cada dos años por los ciudadanos mexicanos; de donde se deduce lógica y claramente que todo ciudadano mexicano en ejercicio del uso y goce de sus prerrogativas como tal, tiene derecho a ocupar un sitial en esta Asamblea. En consecuencia, aun en el supuesto, es decir, suponiendo que yo hubiera sido huertista o delahuertista, mientras no estén en suspenso mis derechos políticos, es claro que están en vigor los que me capacitan para ocupar, un sitial entre ustedes si para ello estoy apoyado en el caso por la mayoría de los votos de los ciudadanos del 6o. distrito electoral; pero, como he dicho, en el supuesto de que ese caso fuera cierto, pero como no lo es, voy a rebatirlo en seguida: Todos los compañeros que figuraron en la XXX Legislatura y que figuran también actualmente en ésta, saben perfectamente que desde que se formó la candidatura del señor general Ángel Flores nosotros manifestamos nuestra simpatía por ella; así es que cuando el Partido Cooperatista Nacional celebró la Convención que se verificó en esta capital, nosotros no asistimos ni siquiera a esa convención, porque de haberlo hecho tendríamos que habernos estado al resultado que en ella se hubiera tenido, tanto por disciplina como por honor.

El C. Campillo Seyde, interrumpiendo: ¡Pero les dieron quórum!

El C. Vizcarra, continuando: No, señor. Hay más, el día que el Partido Cooperatista hizo su declaración en favor del señor don Adolfo de la Huerta, nosotros presentamos la renuncia como miembros de ese partido y del bloque de esta Cámara. Eso de que presentamos la renuncia, les consta a varios de los compañeros que figuraron en la XXX Legislatura. Por lo que ve al cargo de huertista que se me hace, tengo para rechazarlo que hacer un poco de historia. En efecto, cuando los sucesos trágicos de México, que determinaron con el asesinato del señor presidente y del señor vicepresidente de la República, yo era diputado a la Cámara local maderista de Sinaloa y fungía como presidente de ella. En los momentos que nosotros estábamos preparando la revolución ahí para atacar al Gobierno del centro, a la usurpación que se había constituído aquí en Gobierno, pasamos a Mazatlán con el fin de preparar ahí nuestro golpe, y se nos frustró porque de una manera intempestiva invadieron a las tropas del general Reynaldo Díaz y aprehendieron al Congreso y al que habla, como es natural, en unión de otros señores diputados. En esas condiciones en calidad de preso y con la amenaza de muerte fue como me obligaron a acatar algunas cosas los señores huertistas, pero jamás con mi voluntad. (Siseos.) Traigo dos cartas de personas que en aquella ocasión fungieron en puestos visibles en Sinaloa y formaban parte de la misma administración, cuyas cartas voy a suplicar a la Secretaría se sirva leerlas.

- El C. secretario Rueda Magro, leyendo:

"Correspondencia particular de los ciudadanos magistrados del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal. - México.

"México, octubre 16 de 1924.

"Señor Salomé Vizcarra, hijo. - Ciudad.

"Estimado amigo:

"Contestando su grata de ayer, debo manifestarle que, en mi carácter de secretario de Gobierno, que fui del señor don Felipe Riveros, en los días que precedieron a la caída de su Gobierno, que fue a consecuencia inmediata de los sucesos acaecidos aquí en la capital y que se conocen históricamente bajo la denominación común de "Decena Trágica", me constan, respecto de su actuación como presidente que era de la Cámara de Diputados de Sinaloa, los siguientes hechos:

"Que usted redactó y escribió de su puño y letra el decreto en que el Estado de Sinaloa reasumía su soberanía y declaraba roto el pacto federal, el cual decreto implicaba el desconocimiento del Gobierno espurio de Victoriano Huerta y autorizaba en el Estado la revolución constitucionalista; y que no se pudo publicar el decreto, porque al pasar a Mazatlán en preparación del levantamiento en armas que planeábamos, fuimos aprehendidos por el general Reynaldo Díaz; y al señor Riveros le fue recogido el mencionado decreto.

"Que la noche del día en que nosotros fuimos aprehendidos se aprehendió a usted y a su compañero en la Cámara, Guillermo Laveaga, y fueron llevados a Culiacán en calidad de presos, y bajo la presión militar se les obligó a actuar.

"Que la revolución en Sinaloa jamás tuvo a usted como su enemigo y sí como adicto.

"En consecuencia, creo que quien pretenda acusarlo a usted de enemigo de la revolución, o sea adicto al régimen huertista, desconoce los hechos, o bien afecta desconocerlos maliciosamente.

"Sin otro particular por ahora, quedo de usted atento y afectísimo amigo, Carlos C. Echeverría."

El C. López Sorcini: ¿De qué fecha?

El C. secretario Rueda Magro: Octubre 16 de 1924.

-"Cámara de Senadores. - Correspondencia particular. - Estados Unidos Mexicanos.- Licenciado José G. Heredia, senador por el Estado de Sinaloa.

"México. D. F., octubre 16 de 1924.

"Señor don Salomé Vizcarra, hijo. - Presente.

"Muy estimado amigo:

"En contestación a su muy atenta carta fechada ayer, y con relación a la súplica que en ella me hace, para que le exprese el juicio que me formé de su actuación política durante los acontecimientos de la decena trágica, cuya percusión en Sinaloa motivó la caída del Gobierno revolucionario del señor don Felipe Riveros, al cual pertenecíamos usted y yo, con nuestros respectivos caracteres de diputado local y magistrado del Supremo Tribunal de Justicia, debo decirle, haciendo honor a la verdad, y por constarme lo hechos a que me refiero, como testigo presencial, que usted estuvo siempre de parte de la revolución y de la legalidad, coadyuvando con el señor Riveros en la preparación del movimiento reivindicador, que estaba listo para estallar en Sinaloa al promulgarse el decreto número 21, en el que se declaraba roto el pacto federal y se reasumía la soberanía del Estado, como

desconocimiento y reto a la usurpación de Victoriano Huerta.

"Igualmente me consta que el decreto aludido fue redactado y subscripto por usted, como presidente de la Cámara local, no habiéndose publicado en el periódico oficial por motivo de la aprehensión del señor gobernador Riveros y de los miembros de la Cámara conocidos por sus ideas de lealtad al Gobierno del señor Madero, entre los cuales figuraba usted, habiendo quedado, después de estos acontecimientos, en calidad de prisionero en la ciudad de Mazatlán, en poder de las fuerzas de la usurpación.

"Creyendo haber interpretado sus justos deseos y haberle hecho un servicio a la verdad, quedo de usted, afectísimo, atento, amigo y seguro servidor, José G. Heredia."

El C. López Sorcini: ¿De qué fecha?

El C. secretario Rueda Magro: 16 de octubre de 1924.

El C. Vizcarra: Como se ve, por la lectura de estos documentos, mi actuación breve dentro del régimen huertista fue así forzada y siempre con la espada de Damocles suspendida sobre mi cabeza por el decreto número 21, en que se declaraba roto el pacto federal, que había sido escrito de mi puño y letra, y firmado por mí como presidente de la Cámara local.

El C. Madrigal, interrumpiendo: ¿Me permite una interpelación? ¿Quisiera decirme el señor Vizcarra por qué estuvo desterrado durante dos años en Los Ángeles?

El C. Vizcarra: Sí le puedo decir por qué estuve desterrado en Los Ángeles: porque fui convencionista, señor. (Aplausos.)

El C. Madrigal: ¿Al triunfo del constitucionalismo?

El C. Vizcarra, continuando: Al triunfo del constitucionalismo. Mire, señor Madrigal, yo no tengo la idea absolutamente de venir a engañar a esta Cámara. Yo quiero que mi caso se resuelva en absoluta justicia y pesando todas las circunstancias que lo rodean y yo le protesto a usted.... (Una voz: ¡No haga caso!) Sí, quiero satisfacer a todos. Sí, quiero satisfacer a todos. Yo, es cierto, que estuve desterrado en Los Ángeles, pero por convencionista, por seguir al señor gobernador Riveros, gobernador constitucional del Estado, por seguirlo en esa revolución; porque pregunte usted a uno de sus amigos, a uno de nuestros contrarios, al señor don Manuel Riveros, y él le sabrá decir que el señor gobernador Riveros siempre me tuvo como un revolucionario y como hombre de sus confianzas. (Aplausos.)

El C. Madrigal: Solamente le hice esta interpelación, compañero Vizcarra, porque afirman personas que le conocen a usted que los dos años que paso usted en Los Ángeles fue a raíz de la caída de Victoriano Huerta y fue precisamente por sus antecedentes como huertista.

El C. Vizcarra: No, señor, lo sabe el señor Bátiz, porque con ellos anduve militando a las órdenes del general Buelna; en la Convención, cuando el señor Riveros trató de entrar por Sonora yo quedé en esos días a las órdenes de Buelna en el Territorio de Tepic; tal vez usted no me recordar porque creo que en esos días no estaba usted con el general Buelna, pero yo anduve con él y después de la derrota de la Convención fue cuando me expatrié a los Estados Unidos.

Me van a perdonar unas palabras más para concluir, y es esto: se ha hecho la afirmación aquí, el cargo en esta tribuna, de que fui impuesto en Concordia por personas de mi familia y por un señor don Secundino Tirado. Ni el señor Tirado ni mis familiares tienen fuerza material ninguna para imponerme; lo que sí pueden tener es una fuerza moral y perfectamente lógico y perfectamente justo que en una elección sea ejercitada la fuerza moral, porque ningún candidato, absolutamente ninguno que carezca de fuerza moral puede triunfar en unas elecciones populares. Todavía hay más, y es esto: se dice, y eso viene a comprobar una vez más la falacia de la prueba testimonial; se dice que mi padre ejerció presión en Concordia para sacarme diputado, y mi padre paso las elecciones en Mesilla, pueblo distante de Concordia; así es que ese cargo carece absolutamente de fundamento y de fuerza. Esos testigos y esas personas que firman esa acta con toda seguridad eran contrarios míos, seguramente que ninguno imparcial y debe haber muy pocos en elecciones que tan vivamente interesen a la nación, como son las elecciones presidenciales; solamente un parcial puede hacer esta afirmación; un imparcial no la haría, con toda seguridad. (Voces: ¡A votar!) Voy a concluir. Creo, señores diputados, que de una manera precisa, aunque sencilla, he demostrado, he evidenciado, aun para aquellos de los honorables representantes que por razón de sus profesiones, o bien por la clase de actividades a que dedican sus energías no estén muy capacitados para penetrar en el aspecto legal del caso que nos ocupa, la falacia y la inconsistencia de las pruebas con que mis contrarios han querido llevar a vuestros convencimientos la creencia o la seguridad de la nulidad de mi elección y, en consecuencia, haber fortalecido los argumentos en que la comisión dictaminadora funda su dictamen. Por lo que ve al aspecto político del caso que nos ocupa, creo yo que estando esta honorable Asamblea inspirada en un espíritu ampliamente liberal y democrático y llevando por miraje el cumplimiento de la ley y, sobre todo, de la carta magna de la República que no limita a los grupos en esta Asamblea, sino que, al contrario, abre las puertas para que entren a ella todos los representantes legalmente electos, que no será causa bastante para que se decrete la nulidad de mi elección el hecho de que ésta haya sido adquirida bajo bandera florista y más cuando el partido que me postuló, el Partido Democrático Sinaloense, es un partido que siempre ha sostenido las tendencias democráticas; el Estado de Sinaloa, señores diputados, que sin que quepa duda alguna, siempre ha marchado a la vanguardia de las lides democráticas y que jamás ha omitido sacrificio alguno cuando de la independencia del territorio se ha tratado, cree firmemente que serán respetados los fueros constitucionales que tiene para hacerse representar aquí por aquellos de sus hijos que han obtenido la mayoría de sus sufragios en una elección, pese a mis contrincantes, ampliamente liberal y democrática. (Voces: ¡Viva Calles!) Sí, señores, ¡que viva Calles! Es el presidente de la República y el Estado de Sinaloa lo

ha reconocido y lo ha proclamado con la declaratoria de esta Cámara, y nosotros, como representantes del Estado de Sinaloa, tenemos la obligación de sujetarnos a la decisión del Estado. (Aplausos.)

Señores diputados: Los representantes electos del Estado de Sinaloa tenemos un concepto tan alto de la justicia de nuestra causa, que nosotros, aunque contamos aquí entre ustedes con nobles y buenos amigos ante quienes pudiéramos haber acudido pidiendo la justicia de que habla aquel postulado de la justicia jurista, que dice: "Que para los amigos, justicia y gracia, y para los enemigos, justicia seca", plegamos nuestra petición a la última proposición de este postulado y así, no tocados por un necio orgullo que no tendría razón de ser cuando comparecemos ante la representación de las demás Entidades federativas hermanas de la nuestra, pero sí inspirados en un sentimiento de serenidad que todos los hombres de esta Cámara sabrán apreciar y justipreciar, pedimos únicamente, simplemente justicia, justicia, y justicia a secas. (Aplausos. Voces: ¡A votar! ¡A votar!)

El C. presidente: Tiene la palabra en contra el ciudadano Arriola Valadez.

El C. Arriola Valadez: Entiendo que nadie más autorizado para juzgar de los casos de Sinaloa como nosotros los nayaritas, vecinos de aquel Estado, sojuzgado a las órdenes del general Flores. A nosotros nos consta que en el 6o. distrito electoral hubo una presión brutal, hubo una presión de la cual no puede negar el señor Vizcarra que él fue cómplice para poder amordazar, para poder sojuzgar a aquellos pueblos que tienen gratitud para el general Espinosa que, pésele a quien le pesare, es un revolucionario de buena cepa. (Aplausos.) En el Estado de Sinaloa, como lo dijo perfectamente el señor ingeniero Zárraga, fue atropellado el voto popular y fue atropellado, y lo digo con todo conocimiento de causa, fue atropellado por el florismo allí imperante y que debemos de atacar directamente, si es que somos conscientes callistas. (Aplausos en las galerías.) El señor Vizcarra, para quien tengo toda la atención debida, ha esparcido por allí su propaganda, en lo cual está muy en su derecho; ha dicho que el señor general Espinosa hasta padece de una enfermedad contagiosa. Yo interrogo a quien acabo de llevar a presentar con el general Espinosa, a un doctor, para que él manifieste si es verdad lo que malévolamente, lo que mañosamente, lo que dolosamente ha estado esparciendo el señor Vizcarra.

El C. Vizcarra, interrumpiendo: Pido la palabra para una aclaración. Yo jamás he dicho que el señor general Espinosa esté enfermo, jamás lo he dicho, a nadie se lo he dicho.

El C. Arriola Valadez, continuando: Yo interpelo al doctor Cerisola a fin de que me manifieste su opinión sobre el particular.

El C. Vizcarra: ¿Sobre que yo lo haya dicho? Yo no lo he dicho jamás.

El C. Cerisola: El señor Espinosa no tiene, en las partes visibles de su cuerpo, ninguna manifestación de enfermedad contagiosa. (Risas.) No lo he examinado, pero si la Asamblea quiere, con gusto haré un examen minucioso.

El C. Arriola Valadez: El señor general Flores, patrono de los señores floristas que quieren introducirse en esta Cámara, ha sido la amenaza constante de todo el Occidente, contando desde Nayarit hasta la Baja California, que constantemente ha querido sojuzgar a nuestros pueblos, diciendo que la repartición de tierras es un robo, y eso lo han sostenido todos los presuntos diputados floristas. Es de lamentar que una Cámara que se llama revolucionaria, que una Cámara que se dice de abolengo revolucionaria, venga ahora a decir que sostiene a la reacción encarnada en el florismo; causa lástima, causa bochorno y vergüenza el que mañana se tenga que decir que la herencia de esta Legislatura fue sostener a la reacción reviva en Ángel Flores. Yo espero de la cordura de todos los compañeros, que, haciendo una labor de saneamiento social y haciendo una labor revolucionaria, desechen las credenciales del florismo y, sobre todo, la del 6o. distrito electoral del Estado de Sinaloa. (Aplausos. Voces: ¡A votar!)

El C. López Sorcini: Compañeros, yo ruego a ustedes.... (Voces: ¡A votar!) Cinco minutos pido solamente. Parece, compañeros, que nosotros que luchamos creyendo tener apoyo en los amigos, tenemos enemistad en los amigos y predisposición, sobre todo, de ánimo, y yo protesto por esta predisposición de ánimo que llevan ustedes contra nosotros, por que no hay motivo para ello. Escuchen, pues, las razones, porque es de orden fundamental, de justicia y de moral y luego rechacen a mis compañeros; pero ya perfectamente percatados que es de justicia rechazarlos. Señores, el compañero Espinosa ha perdido por doscientos votos el dictamen. Voy a decir, compañeros, yo pido nada más lo que es justo: yo en este caso no me atengo al criterio político, puesto que veo que con nosotros no rezan razones. Cuando se trataba de callistas a callistas, cuando se trataba de destruir, por ejemplo, una credencial que llevaba tres mil votos contra quinientos del contrario, cuando los quinientos del contrario eran los que apoyaban al amigo, cuando se trataba, señores, en sesiones pasadas, de destruir credenciales de callistas contra callistas, entonces sí querían escuchar; pero ahora que es la primera vez que se presenta el caso de discernir sobre credenciales de floristas contra callistas, ¿por qué no tenéis un minuto de paciencia, señores, y no lo rechazáis sino después de oír todas las razones? Yo os pido encarecidamente, como amigos, que tengáis en cuenta lo que voy a decíros: se trata de esta cuestión fundamental de orden legal, yo no me atengo más que a la cuestión de orden legal, trato de nulificar doscientos y tantos votos que tiene el contrario sobre el candidato callista; si fuera una cantidad mayor, estaría bien, pero son doscientos y tantos votos que quiero destruir, señores, con argumentos legales. Yo pido que se examinen, compañero Mendiola, que se examinen nada más los documentos necesarios, que se vea claramente que yo no voy a decir una mentira. Cacalotal, la sección 9a., la Mesa que compuso esta sección presidida por Alfonso Lizárraga, y en la cual fungían, como primer secretario, Silverio García, y como primer escrutador, Amador García, no constan en el padrón. (Voces: ¡A votar! ¡A votar!) Igualmente, compañeros, son cinco casillas más. ¿Qué no hay un precepto, una artículo en la Ley electoral que dice que para ser presidente o para

ser miembro de una casilla electoral se necesita estar inscripto en el padrón respectivo? ¿Qué no es de orden legal esta razón que yo arguyo? ¿Qué se trata de un florista? ¿Qué mi compañero Martín Espinosa es un florista, para que se le juzgue con tanto rigor? A mí me parece que se trocaron los papeles: nosotros luchamos por el florismo y los compañeros por el callismo. Ellos obtienen la magnanimidad, el buen deseo de la Asamblea, los votos, y nosotros lo contrario; compañeros, permitidme un momento nada más. Yo interpelo al compañero Mendiola para que me diga: ¿no es un precepto fundamental, no es un artículo de la Ley Electoral el que dice que para ser miembro de una casilla se necesita estar inscripto en el padrón?

El C. Santos Mendiola: Sí, señor, sí es precepto.

El C. López Sorcini: Luego si yo demuestro a usted que tres miembros de una casilla no están inscriptos en el padrón, ¿no es de orden legal esa razón?

El C. Santos Mendiola: También, señor; pero permítame que lo interpele.

El C. López Sorcini: Si yo voy al expediente y revisando encuentro que el padrón respectivo no contiene los miembros de las casillas, ¿usted dice que no es una orden legal?

El C. Santos Mendiola: Eso esta estudiado por la comisión y nosotros debemos sujetarnos al fallo de ella, y la comisión fue callista. Por lo demás, todos en este momento somos mexicanos. (Voces: ¿A votar!)

El C. López Sorcini: No quiero molestar su opinión absolutamente, es inútil, pero yo trataba de demostrarles a ustedes que doscientos votos que están en contra de Martín Espinosa, que es un revolucionario de buena cepa a pesar de lo que diga el señor Vizcarra, él fue el diputado del Congreso huertista en Sinaloa y eso que la espada de Damocles estaba suspendida sobre su cabeza; peor todavía hubiera sido si no hubiera estado suspendida. Razón natural es, señores, que así como otros connotados políticos de Sinaloa, así como algunos de nuestros compañeros cuando se trató de esta cuestión huyeron antes que permanecer fieles al huertismo, ¿por qué el señor si tuvo manera de huír firmó tantos y tantos decretos después de aquél que dice en favor del huertismo y ahora nos resulta con que tuvo miedo, señores? (Voces: ¡A votar! ¡A votar!) Nada más quiero dar esta última prueba al ánimo de ustedes, compañeros. Yo no busco exhibirme, no busco quitarles un ápice de su tiempo, yo soy una nulidad entre ustedes y así me considero; pero hoy exijo por primera y última vez, compañeros, que no decidan a la ligera, que tengan en cuenta estas pequeñas razones y, sobre todo, que no tengan predisposición de ánimo contra los compañeros. Una carta que dice:

"General de división Arnulfo R. Gómez.

"México, D. F., a 30 de octubre de 1924.

"Señor general de brigada Martín Espinosa. - Ciudad.

"Estimado amigo:

"Me refiero a su atenta carta del 28 de los corrientes, en que se refiere a los señores Cosme Alvarez, Ángel Montoya, Juan de Dios Bátiz, Fausto Marín y Salomé Vizcarra, jr.

"En debida contestación manifiesto a usted que no tengo ningún inconveniente en manifestarle que siempre he visto a los referidos señores como enemigos de la actual administración y muy especialmente del general Plutarco Elías Calles.

"Lo saluda con afecto su atento amigo. - Arnulfo R. Gómez."

Aquí está certificada, porque en la carta que le dirigieron acusando al general Gómez de tal o cual asesinato y atropello firmaron ellos y ahora va a resultar la misma cuestión, que firmaron sin su consentimiento, que firmaron porque estaba suspendida la espada de Damocles sobre sus cabezas. ¿Qué no hace unos días, compañeros, usted compañero Fabila, compañero Casauranc, no estuvo tan tremendamente fulminante, tan tremendamente agudo contra el señor Ballesteros porque estuvo aquí fungiendo en la Cámara huertista, porque fue uno de los que anatematizó y le dijo: "¡Fuera el cobarde, fuera el huertista!"? No pisó esta Cámara, y ahora que se presenta otro huertista, ahora no es huertista, ahora tiene la espada de Damocles suspendida. ¿Por qué, compañeros, se pidió la expulsión en aquel caso y ni siquiera se escuchó a Ballesteros para que se defendiera, sino que se le expulsó ignominiosamente de este recinto ante el Bloque Confederado? ¿No se le expulsó por unanimidad?

El C. Santos Mendiola, interrumpiendo: No se ha tratado el caso Ballesteros todavía.

El C. López Sorcini, continuando: Yo digo del Bloque. Por eso me dirijo a Fabila, al compañero Casauranc, a los que estaban entonces como principales jefes del Bloque Confederado, digo: ¿qué entonces no se expulsó, para vergüenza de él y siguiendo el impulso de patriotismo y revolucionarismo, no se le expulsó con el anatema de huertista? Y ahora, compañeros, no se tiene igual razón. Bueno, es un caso, el primero en que trato de demostrar a ustedes la buena fe de nuestra elección y que no hemos sabido engañar; las pruebas que hemos presentado creemos de buen corazón que están justificadas; si no lo son ante vuestra opinión, votad como lo dicte vuestra conciencia, sobre todo vuestros ideales. Pido al señor presidente, en unión de otros compañeros, que la votación sea nominal.

El C. secretario Valadez Ramírez: Se consulta a la Asamblea, en votación económica, si el asunto está suficientemente discutido. Suficientemente discutido. Estando suficientemente apoyado el ciudadano López Sorcini, en votación nominal se va a consultar a la Asamblea si se aprueba el dictamen.

El C. secretario Rueda Magro: Se consulta a la Asamblea, en votación económica, la primera parte que dice: "Son validas las elecciones que para diputados al Congreso de la Unión, tuvieron verificativo el día 6 de julio del año actual, en el 6o. distrito electoral del Estado de Sinaloa."

Los que estén por la afirmativa sírvanse manifestarlo. Aprobada. En votación nominal se va a consultar el segundo punto que dice: "Son diputados propietario y suplente, respectivamente, por el referido distrito, los CC. Salomé Vizcarra, jr., y Martiniano R. Osuna."

Por la negativa.

El C. secretario Valadez Ramírez: Por la afirmativa.

(Se recoge la votación.)

El C. Vizcarra: (Durante la votación.) Salvo mi voto. (Voces: ¡No tiene derecho! ¡Sí tiene!)

El C. secretario Valadez Ramírez: Votaron por la negativa 29 ciudadanos diputados; por la afirmativa 97. No hay quórum.

El C. Rueda Magro: Se cita para mañana a las 16 para Cámara de Diputados, y pasado mañana a las 10 para Colegio Electoral.

El C. presidente, a las 19.47: Se levanta la sesión.