Legislatura XXXI - Año II - Período Ordinario - Fecha 19250912 - Número de Diario 10

(L31A2P1oN010F19250912.xml)Núm. Diario:10

ENCABEZADO

MÉXICO, SÁBADO 12 DE SEPTIEMBRE DE 1925

DIARIO DE LOS DEBATES

DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS

DEL CONGRESO DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS

Registrado como artículo de 2a. clase en la Administración Local de Correos, el 21 de septiembre de 1921.

AÑO II. - PERÍODO ORDINARIO XXXI LEGISLATURA TOMO II. - NÚMERO 10

SESIÓN DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS

EFECTUADA EL DÍA 12 DE SEPTIEMBRE DE 1925

SUMARIO

1. - Se abre la sesión. Lectura y aprobación del acta de la anterior.

2. - Se nombra una comisión que asista, en representación de esta H. Cámara, a la ceremonia del traslado de los restos de Hidalgo, Morelos, Allende, Aldama y Jiménez, de la Catedral a la Columna de la Independencia, el día 16 de los corrientes.

3. - A discusión en lo general el dictamen acerca del proyecto de Ley Reglamentaria sobre Repartición de Tierras Ejidales y Constitución del Patrimonio Parcelario Ejidal. Se levanta la sesión.

DEBATE

Presidencia del

C. EZEQUIEL PADILLA

(Asistencia de 135 ciudadanos diputados.)

El C. presidente, a las 12: Se abre la sesión.

- El C. secretario Torregrosa, leyendo:

"Acta de la sesión celebrada por la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, el día once de septiembre de mil novecientos veinticinco.

"Presidencia del C. Alberto Sáinz.

"En la ciudad de México, a las diez y siete horas del viernes once de septiembre de mil novecientos veinticinco, se abrió la sesión con asistencia de ciento cuarenta y ocho ciudadanos diputados.

"Fue aprobada el acta de la sesión celebrada el día anterior.

"Con dispensa de trámites y sin debate se aprobó una solicitud del C. diputado Carlos Riva Palacio, relativa a que se le conceda licencia por tiempo indefinido, sin goce de dietas, en tanto desempeña el cargo de gobernador constitucional del Estado de México.

"Acto continuo, el C. Manuel Avilés, diputado por el 6o. distrito electoral de Michoacán, suplente del C. Riva Palacio, rindió la protesta de ley.

"También se dio cuenta con los siguientes documentos:

"Solicitud de licencia hasta por treinta días, con goce de dietas, del C. diputado Gonzalo Bautista.

"Se acordó de conformidad, previa dispensa de trámites y sin discusión.

"Proposición del C. diputado Ramón Ramos, referente a que se ponga a debate el proyecto de Ley del Petróleo del C. diputado Justo A. Santa Anna, tan pronto como termine la discusión del proyecto de Ley Reglamentaria del Artículo 4o. Constitucional. - A su expediente.

"Oficio de la Cámara de Senadores, en que dice acordó de conformidad la petición de ésta de Diputados, relativa a que se tuviera por retirado el proyecto de Ley del Trabajo que se le envió en diciembre de 1918. - A su expediente.

"Dos oficios de la propia Cámara de Senadores, remitiendo proyectos de decreto en que se concede permiso constitucional, respectivamente, al C. Leopoldo Ives Segura, para desempeñar trabajos de oficina en el Viceconsulado Británico, y al C. Eugenio P. Serrano, para aceptar un cargo honorífico postal en los Estados Unidos de América. - Se acordó acusar recibo y turnar el primer proyecto a la 1a. Comisión de Puntos Constitucionales, y el último a la 2a. de Puntos Constitucionales.

"Oficio del contralor general de la Nación, con el que envía, para sus efectos constitucionales, la cuenta de la Hacienda Pública Federal de 1924, y un pliego de observaciones sobre la misma. - Recibo, a la Comisión de Presupuestos y Cuenta, e imprímase.

"Proyecto de Ley para el establecimiento del Sistema Federal Refaccionario, que presenta el C. diputado Pedro Merla, apoyado por otros representantes. - A las comisiones unidas 1a. de Crédito Público y 2a. Agraria, e imprímase.

"Proyecto de Ley Orgánica del Artículo 27 Constitucional, en la parte relativa a los combustibles minerales, del C. diputado Justo A. Santa Anna. - Segunda lectura, y a discusión el primer día hábil.

"Proyecto de Ley Reglamentaria del Artículo 27 Constitucional, en la parte relativa al petróleo, formulado por la Comisión Mixta y hecho suyo por la Comisión Especial del Petróleo. - Segunda lectura, y a discusión el primer día hábil.

"Proyecto de adición al artículo 94 constitucional, presentado por la Comisión Especial de Gobernación. - Segunda lectura, y a discusión el primer día hábil.

"Proyecto de reformas al mismo artículo, formulado por la propia comisión. - Segunda lectura, y a discusión el primer día hábil.

"Dictamen de la 2a. Comisión de Guerra sobre el proyecto de Ley de Pensiones a las familias de los militares muertos en campaña. - Segunda lectura, y a discusión el primer día hábil.

"Presidencia del C. Ezequiel Padilla.

"Se votaron los seis artículos que estaban reservados para ese fin, del proyecto de Ley Orgánica del Artículo 4o. Constitucional, en lo relativo a la libertad del trabajo, del que son autores los CC. Martínez Campos, Valencia y Contreras y que hizo suyo la 1a. Comisión de Gobernación, resultando aprobados por unanimidad de ciento cuarenta y dos votos.

"Se recibió a una comisión del Senado portadora de un proyecto de decreto por el que se pensiona a la viuda del poeta mexicano Manuel José Othón. El C. senador Pedro de Alba, presidente de la comisión, pronunció un discurso antes de hacer entrega del proyecto, contestándole el ciudadano presidente de la Cámara.

"Se puso a discusión el artículo 7o. del citado proyecto de Ley Orgánica de Artículo 4o. Constitucional, en lo relativo a la libertad del trabajo. El C. Martínez Campos sugirió reformas y el C. Ramírez Corzo, a nombre de la comisión dictaminadora, retiró definitivamente el precepto.

"Se sometieron a consideración de la Asamblea tres artículos adicionales al proyecto subscripto por los CC. Siurob, Contreras, Portales y Pérez Salinas.

"El C. Salazar hizo una moción de orden que motivó aclaraciones de la Presidencia. El C. Contreras fundó la adición, respecto de la cual habló en contra el C. Gonzalo González. El C. Portales aceptó las observaciones del impugnador.

"Presidencia del C. Alberto Sáinz.

"Las mismas adiciones dieron lugar a un debate en que tomaron parte los CC. Siurob, Treviño, Gonzalo González, Martínez de Escobar, Martín Torres, Cruz C. Contreras, y Valencia. Durante él, la Secretaría leyó los artículos 122 y 123 reglamentarios. Los autores de los artículos adicionales retiraron dos de ellos.

"El C. Ramírez Corzo, a nombre de la comisión dictaminadora, presentó el artículo 7o. del proyecto, redactado en la siguiente forma:

"Las autoridades administrativas a que se refiere el artículo 4o. constitucional deberán impedir que se ofendan los derechos de la sociedad en los términos que se establecen en las fracciones I y II del artículo anterior, inmediatamente, a petición de la parte interesada."

"El precepto transcripto fue reservado para su votación después de que lo apoyó el C. Treviño, quien fue interrumpido por una interpelación del C. Amado Fuentes B.

"Se puso a discusión el artículo adicional de los CC. Siurob, Contreras, Portales y Pérez Salinas, que no fue retirado. Habló en contra el C. Vásquez del Mercado y después de una moción de orden del C. Ramírez Corzo y de que la Secretaría proporcionó un informe, paso la adición a la comisión dictaminadora.

"Lo propio ocurrió con otra adición subscripta por el C. Martín Torres, a la que no se le dispensaron los trámites.

"A las diez y nueve horas se levantó la sesión y se citó para las once horas del día siguiente."

Está a discusión el acta. No habiendo quien la impugne, en votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa sírvanse manifestarlo. Aprobada.

- El mismo C. secretario, leyendo:

"Comité Oficial de Conmemoraciones Patrias.

"Señor diputado licenciado Ezequiel Padilla, presidente de la Cámara de Diputados. - Ciudad.

"Este Comité tiene la honra de dirigirse a usted comunicándole que ha sido usted designado para que, en representación de la Cámara de Diputados, se sirva empuñar uno de los cordones que penderán de la urna principal que guarda los restos de Hidalgo, Morelos, Allende, Aldama y Jiménez, durante la ceremonia del traslado de aquella urna, de la Catedral a la Columna de la Independencia, que tendrá lugar el próximo día 16 a las ocho horas. Asimismo, se le suplica a usted muy atentamente, se sirva nombrar una comisión que represente a esa H. Cámara en la indicada ceremonia.

"Protesto a usted mi muy distinguida consideración.

"Sufragio Efectivo. No Reelección. - México, septiembre de 1925. - El presidente, Licenciado Miguel Medina Hermosilla."

Se nombra en comisión para acompañar al presidente de la Cámara en dicho acto a los ciudadanos Alberto Sáinz, Rafael Alvarez y Alvarez y Gonzalo Bautista.

- El mismo C. secretario, leyendo:

"2a. Comisión Agraria.

"H. Asamblea: "A la 2a. Comisión Agraria que subscribe, fue turnada la iniciativa de Ley Reglamentaria sobre repartición de tierras ejidales y constitución del patrimonio parcelario ejidal, enviada por el Ejecutivo de la Unión a esta H. Cámara de Diputados, para su discusión y aprobación, en su caso.

"La iniciativa de referencia viene acompañada de una amplia exposición de motivos, las que por haber sido profusamente publicadas, deben ser ya del conocimiento de todos los miembros de esta Asamblea.

"La Comisión está absolutamente de acuerdo con el Ejecutivo, cuando afirma que por medio de esta ley se trata de evitar y se evitarán, en la explotación de los ejidos, verdaderas inmoralidades que en repetidos casos han cometido y cometen los Comités Administrativos bajo la actual organización ejidal; asimismo, que por medio de esta ley se obtendrá una sólida estabilidad de la posesión de la parcela ejidal, y con ello se mejorará y aumentará la producción agrícola ejidal. Estas dos finalidades que el Ejecutivo y la comisión estiman se

conseguirán por medio de la aplicación de esta ley, serían bastantes para fundamentar la expedición de la misma, aunque la comisión tiene otras razones que se reserva para mejor oportunidad, pues trata de acortar el tiempo y el proceso de aprobación de esta iniciativa de ley.

"La comisión se ha interesado tanto, o más que todos los miembros de esta Asamblea que han visto con solícito empeño esta iniciativa del Ejecutivo en estudiar profunda y detalladamente la misma, y como resultado de este estudio, pude asegurar a esta H. Asamblea, como lo ha asegurado el autor de la iniciativa, el ciudadano secretario de Agricultura y Fomento, que tendría algunas observaciones y adiciones que hacer a la citada iniciativa, más, como ha dicho, desea acortar el tiempo y el proceso de su aprobación; y, además, la comisión ha considerado que algunas de sus observaciones o adiciones pudieran quedar comprendidas y desarrolladas en la reglamentación que necesariamente tendrá que hacer la Secretaría de Agricultura y Fomento; tanto es así, que a la subscripta comisión se le ha manifestado por la mencionada Secretaría, que al formular los reglamentos de rigor, habrán de complementarse algunas aparentes deficiencias de la iniciativa y aclararse ciertos puntos al proyecto de ley.

"La comisión ha tenido en cuenta también que en tratándose de una iniciativa de tanta trascendencia social y política como la que se nos consulta, y teniendo en cuenta la innegable buena fe del ciudadano secretario de Agricultura y Fomento, no sería conveniente introducir reformas o variaciones esenciales en el proyecto de ley provenientes de criterios distintos a los de dicho secretario, para no romper la armonía más o menos bien establecida en el Proyecto de Ley inicial. Igualmente, la comisión considera que la responsabilidad de este proyecto de ley debe dejarse por entero a su autor, tomando en consideración, como dijo al principio, que si, como afirma el Ejecutivo en la exposición de motivos, los fines que persigue son los ya expresados y con los cuales la comisión está enteramente de acuerdo; no es prudente modificar o alterar el plan que la Secretaría de Agricultura se ha trazado para llegar a aquellos fines por medio de esta ley.

"La comisión se considera obligada a decir, por sus convicciones y por sus antecedentes revolucionarios, que ésta sería la oportunidad para que el problema del patrimonio familiar en general, conquista ideológica de la revolución escrita en la Constitución de 1917, fuera tratado para realizar, de una vez por todas, los beneficios que dicha institución patrimonial trae consigo a las clases humildes y proletarias. La Constitución de 1917, en términos casi imperativos, estatuyó que los Estados y esta Cámara para el Distrito y Territorios Federales, dictaran las disposiciones necesarias para crear el patrimonio de familia. Esto no obstante, según tenemos entendido, ni en aquéllos ni en ésta se ha dictado tan útil y conveniente legislación.

"La comisión, siguiendo el impulso de sus convicciones, tendientes a procurar a la mayor brevedad posible todos los beneficios para las clases pobres y proletarias, pensó, con motivo de la iniciativa a debate, formular un proyecto que abarcara a la vez el patrimonio en general de familia y el patrimonio ejidal. Tal le indicaba su deber revolucionario, pero, muy, a su pesar, tuvo que considerar que de haberlo hecho así, seguramente habría retardado o estorbado la discusión de la iniciativa de la Secretaría de Agricultura y Fomento, la que, como hemos repetido, persigue dos finalidades tan elevadas y convenientes que no vacilamos en calificarlas como salvadoras del prestigio y de la eficacia de la reforma agraria nacional; de tal suerte que si por un exceso de celo revolucionario la comisión hubiera querido abarcar la solución integral del problema matrimonial, la moralización de la explotación ejidal y el aumento y mejoramiento de la producción agrícola en los ejidos, no se realizaría tan rápida y eficazmente como por medio de esta sola Ley de Patrimonio Ejidal, espera el Ejecutivo, la Secretaría de Agricultura y Fomento y, a su vez, también esta comisión.

"Por todas estas razones, la subscripta comisión ha creído patriótico y conveniente no detener un solo momento la discusión del proyecto del Ejecutivo, y ha resuelto, como tiene el honor de manifestarlo, hacer suya, en todas sus partes, dicha iniciativa, proponiendo a esta H. Asamblea se le dispense todo trámite y entre a discusión desde luego.

"Igualmente, de acuerdo con las prescripciones reglamentarias, solicita de esta H. Cámara sea llamado el ciudadano secretario de Agricultura y Fomento, para que concurra a la discusión de la iniciativa de que se trata.

"Sala de Comisiones de la H. Cámara de Diputados del Congreso de la Unión. - México, a 9 de septiembre de 1925. - Oscar B. Santander. - Timoteo R. Martínez. - Ramón Ramos."

Habiéndose pedido dispensa de trámites, en votación económica se consulta a la Asamblea si tiene a bien concederla. Los que estén por la afirmativa sírvanse manifestarlo. Se dispensan los trámites. De acuerdo con lo solicitado en el dictamen, se ha hecho atenta invitación al ciudadano secretario de Agricultura y Fomento, quien se encuentra presente.

"Poder Ejecutivo Federal - México. - Estados Unidos Mexicanos. - Secretaría de Gobernación. - Departamento de Relaciones Interiores y Gobernación. - Número 12,750.

"Ciudadanos secretarios de la H. Cámara de Diputados. - Presentes.

"Por acuerdo del ciudadano presidente de la República, con el presente me permito remitir a ustedes, en 19 fojas y debidamente firmado, un ejemplar del proyecto de Ley Reglamentaria sobre Repartición de Tierras Ejidales y Constitución del Patrimonio Ejidal, con su exposición de motivos, a fin de que se sirvan dar el trámite que corresponda al referido proyecto.

"Reitero a ustedes las seguridades de mi atenta y distinguida consideración.

"Sufragio Efectivo. No Reelección. - México, D.F., agosto 31 de 1925. - El secretario, A. Tejeda."

"A los ciudadanos secretarios de la H. Cámara de Diputados. - Presentes.

"En uso de la facultad conferida al Ejecutivo

a mi cargo por la fracción I del artículo 71 constitucional, vengo a someter a la muy ilustrada consideración del H. Congreso de la Unión, por conducto de ustedes, un proyecto de ley para el fraccionamiento de las tierras ejidales y para la constitución del patrimonio parcelario ejidal, cuyos fundamentos y finalidades serán la materia de esta exposición.

"No será necesario entrar en los detalles de la situación legal y de hecho que actualmente tiene el problema agrario. Bastará, para el fin deseado, presentar a grandes rasgos los elementos preponderantes que han inspirado el proyecto, y los vicios que el mismo tiende a remediar.

"Las disposiciones agrarias contenidas en el artículo 27 constitucional y en la Ley de 6 de enero de 1915 que le fue incorporada, se dirigen fundamentalmente a facilitar la realización de "uno de los grandes principios escritos en el programa de la revolución", exigido por la necesidad imperiosa de organizar sobre bases sólidas la reconstrucción del país; pero en los momentos de lucha en que fueron expedidas esas disposiciones, sólo fue posible consagrar el derecho de los pueblos y demás agregados de población a ser dotados de las tierras y aguas bastantes para cubrir sus necesidades, y organizar un procedimiento efectivo para la realización de ese derecho. No hubiera sido factible ni prudente que desde esa época se previera en todos sus detalles la mejor forma de aprovechamiento de las tierras por los pueblos dotados, y el legislador preconstitucional y el Constituyente se limitaron a establecer, con carácter previsorio, el aprovechamiento comunal de dichas tierras, facilitando en esta forma la inmediata posesión de ellas por los campesinos.

"Sabiamente se dejó al Gobierno constitucional la tarea de organizar en definitiva, con los datos que la experiencia aconsejara, el sistema delineado en las leyes fundamentales para el uso y aprovechamiento de las tierras ejidales, y así fue como se previó en el artículo 11 de la Ley de 6 de enero y en el inciso VI del párrafo séptimo del artículo 27 constitucional, la expedición de una ley reglamentaria que viniera a determinar la manera y ocasión de dividirlas entre los vecinos del pueblo favorecido, quienes, entretanto, deberían disfrutarlas en común.

"Los ensayos de organización comunal efectuados por un número bien escaso de pueblos de entre los que han obtenido dotaciones de tierras, han venido a producir la firme convicción de que tal sistema, de prolongarse, haría nugatorio el esfuerzo para la reconstrucción económica del país que se persigue conscientemente con la resolución del problema agrario, pues por falta de confianza de los campesinos en la suerte que corran sus trabajos, que no ven suficientemente garantizados, y por la posible corrupción de los directores de la explotación comunal, que muchas veces han sacrificado los intereses colectivos a sus intereses individuales, motivo que grava seriamente la primera de las causas señaladas, se pierde el interés del ejidatario y la explotación agrícola alcanza muy exiguas proporciones.

"De hecho, la enorme mayoría de los pueblos dotados, han adoptado el sistema de hacer, por medio de sus comités administrativos, una repartición en parcelas de las tierras de cultivo, y de explotar en común los otros elementos del ejido, como pastales, montes y aguas, cuya explotación es manejada por el Comité Administrativo.

"De esta situación real han venido dos graves males que precisa evitar, para salvar de un posible fracaso la obra agraria de la revolución: Primero, la circunstancia de que el reparto quede en manos de los comités administrativos, y de que éstos hagan y modifiquen con frecuencia la distribución de parcelas, movidos por consideraciones de orden político, engendra en el ejidatario una inseguridad que le hace perder el interés en el mejoramiento agrícola de la propia parcela y en el aumento de la producción de la misma, ya que precisamente la falta de arraigo y de aliciente lo aleja de la inversión del trabajo o del capital, que no sabe si llegará a aprovechar. Segundo: Como es humano y lógico, los miembros de algunos comités administrativos se corrompen y se dedican a la explotación inmoral de los elementos del ejido, ya sea cobrando determinadas cuotas por el uso de las parcelas, ya celebrando contratos de arrendamiento de las tierras ejidales o explotando en su particular provecho los otros elementos del ejido de uso comunal, como los pastos y los montes, o ya, en fin, usando en su exclusivo provecho los fondos comunes de los productos del ejido.

"Para evitar estos males, que traen como consecuencia la falta de la debida explotación agrícola del ejido, la diminución de producción del mismo y la adopción de un sistema primitivo de explotación, que consiste en extraer de la tierra lo que puede dar con un esfuerzo mínimo del hombre; un sistema de técnica agrícola que la agronomía ha llamado agricultura ladrona, porque se dedica a extraer de la tierra todo lo que ésta ofrece por sus elementos naturales, sin que el trabajo del hombre la mejore, previendo una intensificación en el cultivo y un aumento de producción para el futuro; para evitar estos males, digo, y poder sentar las bases de una verdadera explotación agrícola del ejido; para que los campesinos pongan todos sus esfuerzos e inviertan todos los elementos de que dispongan o que el Gobierno federal o el crédito agrícola puedan proporcionarles en la mejoría de sus tierras, en la intensificación de la producción, en el cultivo de plantas que necesitan varios años para su explotación, como árboles frutales, alfalfa, etcétera; para que el ejidatario pueda con tranquilidad construir su casa habitación o las construcciones rurales que necesita en su parcela, a fin de mejorarla, ya sea nivelándola, entarquinándola, destroncándola desempedrándola, mejorando el sistema de irrigación o de drenaje, etcétera, etcétera, se necesitan destruir esos dos factores que hasta ahora han determinado la falta de arraigo y, por consecuencia, de interés en los ejidatarios. Para lograr este fin, es necesario fijar al campesino a su parcela de cultivo, dándole la completa seguridad de que nada ni nadie puede moverlo de ella ni despojarlo de las mejoras que introduzca en su misma parcela; es decir, que es absolutamente indispensable el garantizarle en el goce del producto íntegro de la inversión de su trabajo o de su capital.

"Esta seguridad necesarísima para despertar el interés del campesino en el cultivo y aumento de producción de las tierras, así como ese arraigo del mismo campesino a la parcela, indudablemente que lo da la pequeña propiedad individual. Pero la pequeña propiedad individual que tiene estas ventajas, presenta el grave inconveniente, para nuestra gran masa campesina, de ser presa fácil de los monopolizadores y acaparadores de la tierra, que manejan hábilmente en este sentido la usura o los vicios y la falta de previsión de nuestros más humildes campesinos.

"Por tanto, el problema a resolver consiste en encontrar una forma de posesión de la tierra que, reuniendo las ventajas de la pequeña propiedad individual, no tenga los graves inconvenientes apuntados, que podrían llevarnos en pocos años a la reconstrucción de un régimen latifundista, consolidado legalmente por la compra de las parcelas.

"Esta garantía para el ejidatario la presta el sistema adoptado en el proyecto que hoy se presenta, cuyos preceptos definen la forma de fraccionar los terrenos ejidales y de organizar el patrimonio de familia.

"Ambas prescripciones no son sino el desarrollo de los lineamientos generales establecidos en la Ley de 6 de enero, cuyo último considerando claramente indica la intención del legislador, que fue reproducida en la parte final del párrafo IX del artículo 27 constitucional, así concebida: "Sólo los miembros de la comunidad tendrán derecho a los terrenos de repartimiento y serán inalienables los derechos sobre los mismos terrenos mientras pertenezcan indivisos, así como los de propiedad, cuando se haya hecho el fraccionamiento.

"Así es que, con una base como la que le presta la disposición transcripta, queda suficientemente fundado el proyecto, y de aprobarlo esa H. Asamblea, quedarán salvados los escollos que se han expuesto y que se oponen al desarrollo agrícola en las tierras ejidales.

"El ejidatario que entre en posesión de su parcela, tendrá el arraigo a la tierra que se busca, y la seguridad de que, llenando determinados requisitos, el principal de los cuales es ponerla en cultivo y no abandonarla; nada ni nadie podrá arrancarle la posesión de su tierra y no quedará al arbitrio del reparto hecho por un nuevo comité, pues aquella parcela constituye el patrimonio de familia y está garantizado su uso para él y los suyos. Así el campesino podrá abandonar el sistema de los raquíticos cultivos de maíz y trigo, para dedicarse a cultivos de mayor productibilidad: alfalfa, árboles frutales, caña de azúcar, etcétera; podrá con tranquilidad construir su casa y los edificios que crea convenientes a la explotación de su parcela e introducir en ésta todas las mejoras agrícolas que sus esfuerzos y su inteligencia le permitan.

"El patrimonio de familia, por otro lado, no lleva en sí las desventajas de la pequeña propiedad frente a los monopolizadores de la tierra, porque la parcela como patrimonio de familia será inalienable e imprescriptible y, por tanto, no puede ser objeto de ninguna operación de compra - venta, hipoteca, gravamen, etcétera, etcétera. Los bienes de aprovechamiento común de los ejidatarios, como los montes y los pastos, serán explotados por la persona o las personas que designe la asamblea de los ejidatarios, con funciones análogas a las de los actuales comités administrativos: pero esas personas ya no tendrán la fuerza y facilidades que hoy tienen los citados comités en los casos en que, olvidando su misión, cometen inmoralidades, porque ya no estando los parcelarios a merced de ellos, pueden oponerse a impedir tales irregularidades, corregirlas y pedir el castigo de los culpables, acciones éstas que con el actual sistema no pueden tener humanamente, ya que la posesión de su parcela, aspiración última del campesino, está a merced de las órdenes del Comité Administrativo, de los intereses o de las pasiones de sus miembros.

"Por tanto, el Ejecutivo federal prevé que, con el fraccionamiento de los ejidos y la creación del patrimonio de familia, se podrá conseguir:

"Primero. Evitar en la explotación de éstos las inmoralidades que en algunos casos han cometido los comités administrativos bajo el sistema del aprovechamiento comunal, y

"Segundo. Obtener la estabilidad sólida del campesino en su parcela, para aumentar la producción y mejorar la explotación agrícola ejidal.

"Sobre esta base, el Gobierno federal dictará otras medidas referentes a organización cooperativa, crédito refaccionario agrícola y educación agrícola que sean capaces a levantar la producción y la agricultura ejidal, hasta realizar el ideal de liberación económica de nuestros campesinos, que ha perseguido con tanto tesón la revolución mexicana, a pesar de todos los obstáculos que le presentan y le han presentado los intereses conservadores, heridos por la reforma agraria.

"Fundados así los principales propósitos del proyecto que se adjunta y explicándose por sí solos los demás preceptos que contiene sólo resta al subscrito suplicar a ustedes se sirvan dar cuenta con el repetido proyecto a la H. Cámara de Diputados, encareciendo la importancia que reviste para el desarrollo de la economía nacional.

"Reitero a ustedes las seguridades de mi atenta y distinguida consideración.

"Sufragio Efectivo. No reelección. - México, a 1o. de septiembre de 1925. - El presidente de la República, P. Elías Calles. - Luis L. León."

Está a discusión en lo general el proyecto de ley.

El C. presidente: Estando presente el ciudadano secretario de Agricultura y Fomento, tiene la palabra para fundar el proyecto de ley.

El C. secretario de Agricultura y Fomento, ingeniero Luis L. León: (Aplausos al ascender a la tribuna). Señores diputados:

Es para mí motivo de contento íntimo y una gran satisfacción venir a ocupar una vez más, siquiera sea esta vez en representación del Ejecutivo, esta tribuna parlamentaria que tan gratos recuerdos tiene para mí. En este recinto no me siento un extraño; vuelvo la cara, y en todas partes veo las fisonomías de mis viejos compañeros de lucha; en todas partes respiro el ambiente de los momentos en que nos ha cabido el alto honor de defender, en este recinto, en las graves circunstancias de crisis revolucionaria, los ideales de la revolución. Y permitidme que en nombre de esos recuerdos hoy hable con toda confianza y con toda claridad a ustedes, y me sienta más satisfecho,

por ello, más diputado que secretario de Estado. (Aplausos).

Decía antier a un grupo de compañeros diputados que la revolución mexicana tiene, en comparación con los movimientos revolucionario europeos, ya sea que la comparemos con la revolución francesa o con la revolución rusa, una fisonomía característica diferente. La revolución francesa tenía una ideología preconcebida y un plan previsto de organización de la humanidad. De Rousseau arrancaba esa concepción de una nueva organización del contrato social; la revolución rusa estaba dirigida por eruditos del socialismo militante, por pensadores discípulos de Marx; tenían un evangelio que cumplir y un plan preconcebido de la organización de la humanidad; y tan fue así, que las mayores discusiones que permitieron la separación en fracciones del proletariado organizado europeo, en los momentos en que culminaba la acción revolucionaria por la revolución rusa, la diferencia de criterio se refería a discusiones teóricas y bizantinas sobre cuál tenía la verdad absoluta expuesta por Marx, sobre cuál tenía la verdad que Marx había dejado en su libro "El Capital". La revolución mexicana ha sido una revolución empírica; la revolución mexicana no siguió un proyecto previsto de organización del país después del triunfo de las fuerzas revolucionarias; partió del dolor de las clases trabajadoras, del dolor de los campesinos, del dolor de la explotación de los obreros, y poco a poco esas necesidades reales, esas necesidades que se manifestaban muchas veces anárquicamente sin concretarse en un plan preconcebido de organización, fueron sumándose en un haz de fuerzas que derribó los viejos privilegios de la sociedad oligárquica existente en México, de la sociedad latifundista, y fueron cristalizando en principios legales establecidos en nuestra Carta Magna, en el Constituyente de 1917. La reforma agraria era una aspiración un poco romántica y poco práctica en el Plan de San Luis Potosí; pero era una aspiración escrita en ese Plan, porque demostraba que sentíamos, sin comprender su solución, el dolor del campesino y su derecho primordial a la vida, el derecho primordial del hombre a explotar la tierra y obtener los frutos de ella por medio del sudor de su frente. Nosotros en aquella época creíamos, como creía la enorme mayoría del país, que nuestros males eran puramente políticos; que la situación angustiosa del pueblo mexicano partía de que existía una dictadura política sobre él, y creíamos, la enorme mayoría de los habitantes de este país, y de buena fe, que estableciendo una democracia puramente política, que estableciendo una institución democrática, con su solo y normal funcionamiento resolveríamos los problemas nacionales. ¡Caro pagó el pueblo mexicano esa creencia!

La reacción, que había quedado intacta en sus fuentes económicas, en sus privilegios económicos, que era lo que le daba fuerza política y social, la reacción hizo un movimiento contrarrevolucionario y estableció una dictadura más sangrienta y oprobiosa que la de Díaz: la dictadura de Huerta; pero entonces, precisamente por el acicate mismo del dolor y ante la realidad descarnada de que los principios democráticos aislados, sin fundarlos en un pueblo liberado económicamente, no producen nunca la libertad de un pueblo, entonces el pueblo mexicano fue concretando sus aspiraciones de una reforma social y económica; y así nacieron diversas legislaciones tendientes a la resolución del problema agrario; así nació en Veracruz la ley de seis de enero de 1915 y así nació en el pedazo suriano el Plan de Villa Ayala. Ya entonces se concretaba claramente el derecho del pueblo campesino a la tierra; pero precisamente porque la revolución mexicana no tenía un plan preconcebido con mucha sabiduría, no se previó en la ley de seis de enero, ni después determinaron los constituyentes, la forma clara y precisa en que el campesino usaría de la tierra. En los momentos de lucha de unas facciones con otras, en los momentos encarnizados del combate, no tuvieron tiempo ni manera de prever forma mejor para que el campesino usara de la tierra; ni los hombres que hicieron la ley de seis de enero, ni los constituyentes que hicieron el artículo 27 en el año de 1917; ellos quisieron vivir la vida de la realidad, la aspiración agraria de los campesinos mexicanos, por medio de disposiciones legales que proporcionaran un método rápido de poner en posesión de las tierras a los campesinos. Consignaron el derecho de los pueblos a ser restituídos de los ejidos de que habían sido despojados o a ser dotados de las tierras de acuerdo con sus necesidades agrícolas; y para hacer efectivo ese derecho, establecieron un procedimiento rápido y eficaz, dando la posesión comunal de las tierras y el uso comunal de ellas; pero con sabiduría previeron que quizá esa no fuera la mejor forma de aprovechamiento de las tierras para los intereses de los campesinos y dejaron en la misma ley al Legislativo y al Ejecutivo la puerta por donde ellos pudieran después penetrar con una legislación más estudiada ya y fundada en la experiencia del mejor modo de aprovechamiento de las tierras ejidales, y por eso establecieron que se usarían en común, mientras se legislaba en la forma que mejor conviniera para el aprovechamiento de esas tierras.

Conforme a los principios legales existentes, las tierras de los ejidos legalmente se aprovechan en común; pero todos nosotros conocemos cuál es la situación de hecho frente a la legal: salvo contadísimas excepciones - y yo solamente he conocido tres casos en que se ha empleado una explotación comunista de la tierra -, la gran mayoría, la totalidad casi de los terrenos ejidales de la República están repartidos en lotes o parcelas. Cuando se llega a la posesión provisional por parte del pueblo de las tierras de que han sido dotados conforme a nuestras leyes, ya sea por el presidente del comité que tomó posesión de esas tierras en nombre del pueblo, por el delegado de la Comisión Local Agraria o por el ingeniero de la Comisión Nacional Agraria, se hace un repartimiento provisional y se pone a cada ejidatario de los que figuran en el censo en posesión de una parcela solamente. Los otros elementos del ejido como pastos, montes, bosques o aguas se usan en común y son administrados en nombre de la comunidad por el comité administrativo.

Así es que ya la situación de hecho no concuerda exactamente con la situación de derecho, lo que viene a demostrarnos que las necesidades reales de la vida se imponen sobre las legislaciones, se

imponen sobre las leyes que no se fundan en la forma y manera de ser de las necesidades de los pueblos. Desde luego, de ahí debemos concluir que el pueblo mexicano, que el pueblo campesino de México, por el grado de evolución económica en que se encuentran, no ha creído él, el mismo campesino, que el procedimiento de explotación comunal de la tierra sea el más adecuado para obtener los mejores productos de ella; el campesino ha ido a la posesión de la parcela individual; solamente ha explotado en común aquellos elementos del ejido cuya apropiación individual no podría permitirse sin menoscabo de los intereses de la colectividad, como los pastos, los montes y las aguas. De esta situación provisional de uso en común de los ejidos, se han derivado varias consecuencias que están causando males en la producción agrícola ejidal y que precisa que prontamente los remedien el Poder Legislativo y el Ejecutivo. Todos sabemos que por causas generales conocidas de todo el mundo, la producción ejidal no ha llegado al grado que deseamos; todos sabemos que no es lógico ni humano exigir a los ejidatarios que hagan producir a su máximo la tierra que les ha entregado la revolución, porque al entregarles la tierra la revolución, no ha podido entregarles los elementos necesarios e indispensables para su cultivo; y ellos, con miles de sacrificios, han podido conseguir los más precisos elementos de cultivo y han puesto en producción aquella parte de la tierra para la que les han alcanzado las fuerzas, como vulgarmente se dice; pero fuera de estas causas generales de la falta de elementos de cultivo, de implementos de labranza, de animales domésticos, etcétera, etcétera, aun de refacción de crédito agrícola para sostener su vida y la de la familia del campesino mientras llega el momento de levantar la cosecha, ha existido un factor importantísimo que ha venido a determinar la falta de intensificación en las labores agrícolas de los ejidos, y ese factor es la inseguridad del campesino. La inseguridad del campesino parte primeramente de la inseguridad de la posesión que tiene del ejido: primero, cuando es provisional y, después, cuando es definitiva, si ha quedado un amparo pendiente; porque los agentes de los latifundistas, los agentes pueblerinos de los latifundistas hacen cundir continuamente alarma entre los ejidatarios, diciéndoles unas veces que legalmente van a ser desposeídos de sus tierras porque la dotación no procedía, por un fallo de la Comisión Nacional Agraria si la tierra la tenían en posesión provisional; o por un fallo de la Suprema Corte, si, estando en definitiva, ha quedado un amparo pendiente. Otras veces, y muchas de estas ocasiones por intereses políticos locales encontrados, llega a atemorizarse a los ejidatarios diciéndoles también que el Gobierno se ha visto en la necesidad de claudicar en sus principios agraristas y va a recogerles las tierras para devolverlas a los hacendados. Indudablemente que estas versiones, para hombres de la clase media o de una superior evolución intelectual, no harían mella por ridículas y descabelladas; pero en la gran masa campesina, que siempre tiene por herencia histórica una enorme desconfianza del hombre de la clase superior, porque ese hombre de la clase superior generalmente y casi en todos los casos solamente lo ha explotado y lo ha atropellado, estas versiones tienen que tomar incremento y raíz en los campesinos, y esto produce en ellos una gran inseguridad en la posesión de las tierras. Nosotros sabemos que es un principio general humano que un hombre no invierta en una empresa su trabajo, su esfuerzo, su inteligencia o su pequeño capital o los pequeños elementos de que pueda disponer si no tiene la absoluta seguridad de que el fruto de aquel trabajo y el fruto de aquella inversión va a ser gozado exclusivamente por él y por los suyos. Por lo tanto, la base primordial sobre la que hay que asentar el futuro agrícola de los ejidos es la seguridad al campesino, la seguridad absoluta de la posesión de la tierra, la seguridad absoluta primero, de la posesión en común del ejido; la seguridad absoluta después de la posesión personal, individual, del lote que le toque a cada ejidatario en el ejido. Porque mientras la posesión del lote sea provisional y esté a merced de un cambio de comité, de un cambio de presidente de comité local y aun de un cambio de delegado de la Nacional Agraria en el Estado respectivo - porque nosotros sabemos que la administración del ejido ha despertado la ambición de los más capaces y de los más inquietos entre los ejidatarios y ha despertado esa ambición porque muchas veces los comités administrativos, olvidándose de sus deberes, buscan su interés personal sacrificando el interés colectivo -, siempre hay un grupo de descontentos que puede agitar en los ejidos hasta llegar a obtener el veinte por ciento del número de ejidatarios, tal como lo exigen las disposiciones agrarias vigentes, para obtener la remoción del comité. Todos sabemos que con los odios pueblerinos, que son los más fuertes, cuando viene una remoción de un comité, sobran pretextos para buscar un reajuste en el repartimiento de las parcelas y para quitar a los miembros o a los allegados al antiguo comité o a los que no hicieron causa común en el movimiento de la nueva elección, y poner a los amigotes del nuevo comité o a los miembros de él en posesión de las parcelas que otros habían mejorado con su trabajo, que otros habían mejorado ya nivelándolas, regándolas, cercándolas, desmontándolas y quitándoles las piedras, en fin, cualquiera de las formas en que se puede mejorar un lote para la producción agrícola. Hace pocos días, en el Congreso de las Comunidades Agrarias del Distrito Federal, los campesinos, que aún no tenían noticia de esta ley, venían a pedir, partiendo la iniciativa de ellos, que se dirigiera un ocurso a la Comisión Nacional Agraria pidiéndole que la comisión nacional agraria expidiera certificados de posesiones provisionales por los lotes a cada uno de los ejidatarios para que nunca los pudiera mover ni un ingeniero de la Local, ni un Comité Administrativo. Por tanto, ellos mismos han creído que su problema debe resolverse a base de darles seguridad absoluta de que dispondrán constantemente del producto del trabajo que inviertan en su parcela. Ahora bien; hay que buscar, pues - y éste es el problema a resolver -, una forma de posesión o de propiedad de la tierra que resuelva el problema dentro de nuestras disposiciones legales; darle una absoluta seguridad al campesino de que

nada ni nadie puede moverlo de la parcela que le haya tocado en reparto, mientras él la trabaje. Los intelectuales afines a los intereses conservadores de este país, han criticado a la revolución porque resolvía el problema agrario en su parte básica, en el campesino del pueblo, en el campesino menos evolucionado, en el que fue el peón explotado que nunca ha tenido justicia y siempre hambre; lo resolvió a base de las dotaciones ejidales, diciendo que se regresaba a una forma de propiedad antigua, ya sobrepasada por la evolución de la propiedad actual, y diciendo que no se podía conseguir, dentro del ejido, dar al campesino aquel entusiasmo, aquel deseo de mejoramiento que sólo lo da la propiedad individual absoluta, tal como la concibe el Derecho Romano; porque precisamente ese sí garantiza que todo el esfuerzo que se deposita en un pedazo de tierra y todo el capital que se invierta será gozado por el que lo invierte, por el propietario.

Por eso ellos, frente a la solución ejidal que le ha dado la revolución al problema esencial agrario, proponían la solución de la pequeña propiedad. Efectivamente, la pequeña propiedad nos resuelve esta parte del problema; la pequeña propiedad da esa seguridad y esa garantía a los pequeños propietarios; nada ni nadie puede moverlos de la posesión de su parcela ni puede estorbarle en el uso y goce de sus productos; pero la pequeña propiedad supone ya un grado superior de evolución económica en el campesino, un grado de educación superior como productor agrícola, y la pequeña propiedad es la víctima fácil de los acaparadores y de los monopolizadores de la tierra. Y nosotros tenemos una experiencia en nuestra historia, que es sumamente elocuente: aquellos fraccionamientos hechos con la Ley de 56 de los terrenos comunales, que precisamente porque en aquella ley no se previó la defensa de los pequeños fraccionistas, de los pequeños propietarios en contra de los grandes acaparadores y monopolizadores de la tierra, vino a dar por resultado que desaparecieran esas comunidades y que las fracciones fueran presa fácil de los grandes acaparadores y constituyeran en la historia de nuestros grandes despojos agrarios, la base de nuevos y más grandes latifundios. Por consiguiente, el problema nuestro es encontrar una forma de propiedad o de posesión de la tierra que tenga las ventajas de la pequeña propiedad, pero que no tenga sus desventajas de dejarla inerme, indefensa frente a los grandes monopolizadores y acaparadores de la tierra, que saben manejar con mucha habilidad la influencia política, el agio pueblerino, las autoridades locales, muchas veces el vicio de nuestros campesinos y siempre su falta de previsión. Por tanto, nosotros hemos creído que la forma intermedia entre la propiedad comunal, entre la propiedad en común de la tierra y la pequeña propiedad, es establecer que la parcela ejidal se convierta en el patrimonio de familia del ejidatario. En esta forma nada ni nadie, mientras cultive la parcela, puede moverlo de ella, y la parcela, de acuerdo con nuestra legislación y con la naturaleza misma del patrimonio de familia, es inalienable e imprescriptible, no puede soportar gravámenes ningunos; no se puede hipotecar, no se puede vender, ni siquiera se puede contratar el usufructo de la misma. Por tanto, mientras el ejidatario cultive su parcela, no hay fuerza bastante a moverlo de ella y queda amparado por la misma ley; en cambio el ejidatario no puede disponer de la parcela y los grandes acaparadores monopolizadores de la tierra no pueden volver a usurpar la propiedad a los parcelarios para constituír un nuevo latifundio; la parcela es inalienable e imprescriptible y, por tanto, no podrá ser motivo de un nuevo acaparamiento. Nosotros - y esta es una parte discutida de la ley -, le hemos llamado patrimonio de familia a la parcela así constituída legalmente; en primer lugar porque tiene ciertas características que la asemejan con el patrimonio de familia agrícola o rural que se ha establecido en otras partes del mundo; en segundo lugar porque queremos que esta ley lleve al campesino, imbíbita, la idea de que no es al individuo aislado al que protege la nación que no es al individuo aislado al que quiere salvar el Gobierno revolucionario; que es al primer núcleo, fundamento y base de la nacionalidad, al que quiere salvar: a la familia, al hogar, base de toda patria; que se considere con suficientes obligaciones impuestas por la nación, por la revolución, para que atienda al sostenimiento y mejoramiento de los suyos, que sepa que, como ciudadano, no es libre de manejar sus intereses económicos sin limitaciones; que sepa que tiene la obligación sagrada de atender primordialmente a la familia que está formando, base de la futura nacionalidad: por eso nosotros le hemos llamado patrimonio de familia. Nosotros creemos que estableciendo el fraccionamiento de los ejidos en sus tierras de cultivo, bajo las bases que consulta el Ejecutivo a la Cámara de Diputados en la ley que se propone, habremos conseguido dar al ejidatario la base fundamental para acrecentar la producción de los ejidos, la seguridad en su parcela, el arraigo necesario en la tierra para que tenga un aliciente para acumular trabajo y elementos en la misma parcela y para mejorarla en su productibilidad agrícola. Las mejoras que desde el punto de vista de la producción agrícola se pueden hacer a un terreno, son generalmente todas ellas, por la misma naturaleza de la industria agrícola, mejoras cuyo provecho se gozará durante largo tiempo. La nivelación de una tierra, el desempedrado de la tierra, el destroncamiento, el drenaje, el riego, el abono y el mejoramiento de los terrenos solamente puede ser económicamente productivo si el que invierte su capital y esfuerzo en ese terreno puede disponer libremente de él durante varios años, durante los años necesarios par que amortice esa inversión, de la que debe obtener los legítimos productos que le corresponden. Por otra parte, cierta producción agrícola, tal como la de árboles frutales, alfalfa, caña de azúcar y en general la de cultivos cuyo ciclo evolutivo es mayor que el de un año, es mayor que el de las plantas de ciclo anual, necesita también la seguridad - El que se dedica a esos cultivos -, de que durante varios años gozará de la posesión de su lote. Por tal motivo esta ley les viene, primero, a dar la seguridad a los campesinos para que se dediquen con todo ahínco al mejoramiento de su lote desde el punto de vista de la producción agrícola; segundo, a permitirles implantar cultivos y sistemas de

explotación en los mismos para los que se necesitan varios años y que son más productivos que los cultivos anuales; tercero, viene a darles seguridad para que en ese lote puedan establecer su hogar, su casa, edificar las construcciones rurales que crean conveniente: corrales, chiqueros, gallineros, etcétera, etcétera; prácticamente viene a solucionarse el problema de la seguridad del campesino en la parcela, a base de un futuro mejoramiento en la producción agrícola. Indudablemente que este proyecto tan sólo ataca en una parte insignificante el problema, pero el Ejecutivo cree que la seguridad del campesino en la parcela debe ser la base sobre la que partan los futuros trabajos del Gobierno para mejorar la producción agrícola ejidal. Sin la seguridad de la posesión de la parcela del campesino, es difícil el éxito de la organización cooperativa, es difícil el éxito de cualquier sistema de crédito agrícola que se aplique; es difícil el éxito de cualquiera instrucción técnica que se dé a los ejidatarios. La base para acrecentar la producción agrícola ejidal en el país, es la seguridad, y por eso hoy consulta el Ejecutivo a la sabiduría y patriotismo de ustedes esta ley que, según su manera de ver, resuelve el problema. Otras disposiciones vendrán después que completarán la obra revolucionaria para dignificar definitivamente la producción agrícola ejidal tan desprestigiada por los que piensan y luchan por los intereses conservadores de este país.

El Ejecutivo no abarca, por consiguiente, todo el problema y pide a ustedes y consulta a la sabiduría de ustedes la parte primera de él; porque considera seguramente que es la base esencial de la prosperidad agrícola del país, y después consultará a ustedes, de acuerdo con el programa que llama el general Calles, de "resolución integral del problema agrario", y que todos ustedes conocen, distintas disposiciones tendientes a asegurar la posesión agrícola y el mejoramiento técnico para la implantación de la explotación de los terrenos ejidales. Ahora el Ejecutivo solamente pide a ustedes que resuelvan sobre esta parte fundamental del problema. El Ejecutivo de la Unión, tomando en consideración que esta Cámara, en su enorme mayoría, está compuesta por elementos revolucionarios, por mis humildes manos les manda a ustedes este proyecto de ley y lo levanta por encima de las diferencias de grupos, de bloques y de ciudadanos y se lo entrega sencilla y serenamente a la revolución. (Aplausos.)

El C. presidente: Tiene la palabra en contra el ciudadano diputado Caloca.

El C. Caloca: Señores diputados:

Indiscutiblemente que este asunto que se ha traído a debate es para mí el más importante que va a registrar esta Cámara en sus anales, porque detrás de él están nada menos que ocho millones de campesinos esperando esta resolución para de una vez por todas saber a qué atenerse en su cuestión económica. Sobre este particular, y antes de entrar en materia, es de suma importancia para el diputado Caloca hacer una requisitoria espiritual al secretario de Agricultura y Fomento: él dice que viene en nombre del ejecutivo; pero yo, que tengo una idea muy especial, debo advertirle que necesito que el secretario de Agricultura y Fomento adquiera toda la responsabilidad en el problema de alta trascendencia para la República, porque para mí los secretarios de Estado son las columnas donde descansa todo el sistema gubernamental, y sobre este asunto no necesito remontarme a los siglos pasados, sino considerar el presente: ahí tenemos en Inglaterra a Lloyd George figurando más como ministro que el mismo rey; a Hughes, hablando por interpósita persona de ese espíritu definitivo a todo el mundo civilizado; Francia, la gran Francia, parece que su presidente se hunde para darle toda la gran personalidad a Clemenceau. ¿Y qué pudiéramos decir de otros ministros? ¿para qué traerlos a colación, si en ellos se reflejó todo un mundo civilizado, todo un mundo lleno de saña con un régimen individualista? Luego es necesario que en estos momentos el secretario de Agricultura y Fomento no se crea que tiene la obligación de ir a traer consejos del presidente de la República, no; él tiene la obligación de llevarle consejos al presidente de la República, porque la prensa - y no le llamo la prensa reaccionaria, sino la prensa capitalista - en editoriales ha dicho: los secretarios de Estado no tienen responsabilidad. ¡Qué cosa más absurda! Si en este siglo de las responsabilidades y de las velocidades todo mundo tiene responsabilidades, y tan es así, que todos los individuos que sirvieron a Huerta fueron responsables; no solamente Huerta fue el único responsable, sino desde el último gendarme hasta Huerta: todo mundo fue responsable. De manera que yo, conociendo el criterio del compañero Luis León, de buen revolucionario, quiero que ya no hable en nombre del Ejecutivo, sino del secretario de Agricultura y Fomento, ya que todas las secretarías tienen esta organización especial; el secretario es el que lleva la política de su Secretaría, el subsecretario es el encargado de la parte técnica, y el oficial mayor de la parte administrativa; ¿luego por qué no hacerles todos los cargos para que acepten la responsabilidad de su verdadero papel? Esto es una especie de prólogo sentimental, pero con toda una filosofía que va envuelta en el presente, quiero dejarlo con el amigo, para que si es necesario se lo diga al presidente de la República, por que urge, es más importante decirle la verdad de las cosas y no engañarlo; muchas veces a un alto mandatario es más benéfico el enemigo diciéndole la verdad, que el servil aplaudiéndolo y echándole metáforas que muchas veces vienen a ensuciarle el rostro. Punto y aparte, y vamos a entrar en el asunto.

Yo vengo en contra de esto, porque al recoger la impresión de este momento brioso, epiléptico, que tiene en su registro social tantas tendencias hacia una finalidad, por eso empiezo en esta forma. La ley dice, más bien dicho, tiene dos casos, el de restitución y el de dotación; el caso de restitución no es problema para el Gobierno de la República, porque para que se pueda realizar se necesita que concurran tres grandes fenómenos: legalidad en los títulos, fecha de despojo y reconocimiento de los linderos. Si los cuerpos técnicos encargados de recoger este asunto lo comprueban, procede la restitución; si no, se desecha; pero la ley previsora dice: cuando no proceden los casos de restitución, se va a la dotación de ejidos. Y aquí, señores, es

donde la revolución puso todo su entusiasmo y vació toda su filosofía, porque dice: "dénseles a los pueblos las tierras que necesitan". Luego aquí nosotros nos encontramos frente a una gran frase, con una palabra que es verdad, la jurídica, que dice: "dénsele las tierras que necesite". ¿Quién es el encargado de valorizar ese término de "dénsele las tierras que necesite"? Indiscutiblemente que los técnicos, y ahí tenemos en los cuerpos consultivos de los ciudadanos gobernadores de los Estados, o sean las locales agrarias, los ingenieros agrónomos, y subiendo por ese escalafón llegamos al nexo entre la Local Agraria y las delegaciones con sus cuerpos de ingenieros técnicos, y llegamos hasta el cuerpo consultivo del ciudadano presidente de la República en materia agraria, que es la Comisión Nacional Agraria, también con sus cuerpos técnicos que tienen que precisar las tierras que se necesitan para dotar a los pueblos. ¿Pero ahora qué hacen esos técnicos para apreciar esa palabra jurídica? Se trasladan siempre al terreno de los hechos y toman en consideración climatológica, clases de cultivo, sistemas de cultivo, clases de terrenos, vías de comunicación, caminos vecinales, carreteras, mercados de consumo, clase de salarios, es decir, todas esas circunstancias las toman en consideración los cuerpos técnicos y entonces hacen descansar su gran criterio filosófico, no sobre el individuo, sino como dijo el secretario de Agricultura y Fomento, sobre la familia, es decir, dadas todas estas circunstancias, los cuerpos técnicos dicen: con esto puede vivir una familia. Desde este punto tal parece que el patrimonio de familia está en verdadera consonancia con esto, porque una vez que los ingenieros han puesto esta palabra, es decir, el número de hectáreas, viene inmediatamente el número de familias, es decir, el número de los desheredados; en seguida ese mismo grupo técnico, como dice la ley, tomará de las extensiones territoriales de cada finca colindante a los pueblos. Allí también vienen para ver cuánto se le da a la familia; pasa a la Local Agraria, el cuerpo consultivo del ciudadano gobernador, y allí también surge la familia; pasa para que falle el gobernador del Estado, y allí de nuevo surge la familia; pero aquí como este problema se ha prestado para mediocres y para talentos, el Gobierno de la República tiene mucho cuidado con este asunto, porque muchos gobernadores no saben si dar por tanteo o por política o por conmiseración; muchas veces lo hacen por política y otras por pobreza espiritual; pero entonces el presidente de la República tiene todo el cuidado; y si las locales agrarias, como una especie de prolongación, se reflejan en las capitales de los Estados, las delegaciones, y allí, por ejemplo, si un gobernador no quiere dar esto, el caso está previsto y después de dos meses, en que la Local Agraria ha resuelto, tiene la obligación de recoger el expediente.

Que un gobernador dio más o dio menos, ya veremos lo que pasa, se le recoge también el expediente; pero el problema para nosotros es éste y hay que decirlo alto para que lo sepa la reacción: para nosotros el problema es éste y el término es sagrado; así es que si un pueblo necesita mil hectáreas, tan malo es que se le den novecientas, como mil quinientas. Ya una vez que sale ese expediente del ciudadano gobernador del Estado, entonces la delegación vuelve con sus cuerpos técnicos y vuelve, como decía yo antes, a rodearse de la familia, hasta que se le lleva al cuerpo consultivo del presidente de la República, quien en vista de lo anterior la concede y la ley le da esta facultad; es decir, tiene la facultad de revocar, modificar o confirmar los fallos de los gobernadores. Por eso es que para nosotros es alentador cuando en la Presidencia de la República hay un hombre sano y revolucionario, porque, ¿qué nos importan los gobernadorcillos de provincias que se envuelven en sus glorias pueblerinas para hacernos creer que son revolucionarios, muchas veces colgando campesinos? No, ¡pero qué peligroso es para nosotros que un presidente se deje marear y no comprenda la responsabilidad que tiene atrás! Ahora ya estamos en el momento en que falla el presidente de la República y le dice al pueblo; aquí están cuatrocientas hectáreas para que resuelvas tu vida económica. Llega el secretario de Agricultura y Fomento y nos dice: tenemos - no nos ha dicho, pero yo lo doy por dicho - mil o dos mil o tres mil ejidos que ha dado entre definitiva y provisionalmente. Tiene razón el secretario porque allá en los pueblos los diputadetes de segunda clase, los de quinta, los gendarmes, los politicastros de provincia, todos, no hallan donde hacerse populares; caen como langosta en el ejido y allí, ¡claro!, aquellos hombres los arrastran para todos lados. Desde luego es necesario vigilar a los campesinos, supuesto que éstos son verdaderos niños de escuela que necesitan ponerles mentores que resuelvan su problema. Y él nos dice: yo voy a crear el patrimonio de familia; pero nada me basta; surge esto: el legislador dijo: el ejido es el campo experimental del Gobierno, y él conservará el dominio de esta tierra y para esto es inalienable es invendible, es inhipotecable, es intransferible, faltó nada más esta palabra: es sagrado. Luego no vamos a meter en eso que es invendible, intransferible, inalienable, que es intocable, que es inviolable, el patrimonio que es sinónimo de propiedad privada, que tiene las tres características: el uso el goce y el abuso, según el Derecho romano. Es como si se quisiese mezclar un poco de aceite con un poco de agua; no se mezclarían, quedaría uno arriba del otro. En consecuencia, nosotros estamos de acuerdo, es decir, Caloca, con el criterio del secretario de Agricultura y Fomento. El secretario de Agricultura y Fomento quiero que acepte la responsabilidad de este asunto; pero como nuestro objeto - para él y para los revolucionarios - es realmente salvar la situación de esos hombres, venimos aquí a pelearnos por palabras, y lo más curioso es que dentro de dos o tres turnos también el compañero Soto y Gama estará en contra de Caloca, y por esta vez también en contra de Soto y Gama, lo cual prueba que espiritualmente dentro de nuestro partido no estamos subordinados, como lo creen muchos necios, como lo creen tantos que son capaces de mandar allí a fulano o a mengano, pero allí no hay mandones, todos correspondemos a un problema, el cual se inició con la venida del marqués de Falses, aquel enviado del monarca español para ver cómo se salvaba la raza indígena. De manera que en este asunto nosotros preguntamos: ¿cómo vamos a meter el patrimonio de familia en algo que

hemos repudiado, según el criterio del legislador? El compañero Martínez de Escobar nos decía: según el criterio que existe sobre el derecho moderno privado, esto debe entenderse en otra forma. Pero yo tengo mucho miedo a las palabras del compañero, porque los constituyentes de 1917 todavía se hallaban bajo la presión de un régimen individualista y no supieron que se iba a desarrollar la guerra mundial, la cual modificó por completo el régimen individualista por el régimen colectivista. De manera que el criterio de los legisladores sobre ese particular, para nosotros, cuando menos para Coloca, es letra muerta, estamos sobre otra brecha máxima; como éste es el siglo de las velocidades, en veinticuatro horas todo se hace viejo. Luego, sobre las verbosidades de este momento trágico, debemos, como se lo dije al compañero Martínez de Escobar, tener presente el hecho, esa gran frase: el hecho engendra el derecho. Allí están las familias, allí están los pueblos peleándose en virtud de una politiquería, y llevémosles una palabra de consuelo, pronúnciese la última palabra y así no se diga que se llama patrimonio de familia, sino que se llame posesión técnica, y esto se lo voy a demostrar al secretario de Agricultura y Fomento, porque los campesinos que hasta la fecha no usan más que el arado fenicio, ya necesitan que vaya el arado de fierro, ya se necesita que vaya la trilladora, que vaya la perforadora, algo moderno, ¿luego, cómo podría el que tiene la responsabilidad de resolver tres grandes problemas en la República: la política de la tierra, la política hidráulica y la política agrícola? Si el secretario de Agricultura y Fomento nos deja abandonados, tengo derecho a darme un tiro por la espalda, no por el frente. (Risas.) De manera que si se deja abandonados a los ejidatarios en estos momentos, sería como si nos alcanzáramos la puntada de establecer mil escuelas en la República, meter las bancas, llevar los mapas, las pizarras, los libros, todo lo necesario y no mandar a los maestros de escuela, ¡qué bueno resultaría aquéllo!, porque los campesinos en estos momentos son verdaderamente niños de escuela. ¿Qué saben ellos de cultivos intensivos? ¿Qué saben ellos de cultivos extensivos? ¿Qué saben ellos de abonos? ¿Conocen, acaso, el manejo del tractor? ¿Conocen, acaso, las ventajas de las perforadoras? ¿Saben siquiera en dónde se orientará mañana la política hidráulica? Ya que se habla de muchos millones; para nosotros, los representantes de este país, sabemos que el problema es contener las aguas broncas y dejar las aguas mansas, cosa a la que ya llegaremos algún día y que está reservada al Partido Nacional Agrarista para conseguirlo, unido con los hombres del futuro. En consecuencia, no vengo aquí más que a quitar esas palabras; no le pongamos patrimonio de familia; yo creo que debe de venir fuera del ejido. Pero el patrimonio de familia hay una cosa: supongamos que ya está resuelto el problema del ejido: un individuo que tiene veinte vacas, veinte burros, que tiene sus cargas de maíz, sus gallinas, en fin, todo lo necesario, ese individuo ya no cabe dentro del ejido; ese ya se salvó y como salvado debemos considerarlo un verdadero veterano de la agricultura y hay que sacarlo del ejido y crear la pequeña propiedad, que será el centinela eterno entre el latifundista y el ejido.

Así el latifundista no podrá alargar sus tentáculos para acaparar el ejido, porque ya tiene un soldado, aquel individuo que se preparó dentro del ejido; pero si nosotros creamos el patrimonio de familia dentro, ¿qué dejamos entonces para el verdadero problema de este país, que es el fraccionar los latifundios, y uno de los problemas no solamente para el Gobierno general de la República, sino también para los gobernadores de los Estados, ya que la Constitución les da esa facultad? En consecuencia, compañeros, Luis León y yo nos estamos peleando por palabras, pero estas palabras en el fondo se han armonizado y quiero que pongamos punto y aparte sobre el nombre y entremos sobre el verdadero fondo de las cosas. Todo lo que se dice del ejido, todo lo que se dice de aguas comunales, pastos comunales, de caminos comunales, casi toda la acción es comunal, ¿luego por qué no hacer dentro de esa comunidad un tipo especial para que no mate a la acción comunal? Porque yo entiendo el sindicalismo en esta forma: para mí el sindicalismo no mata al individuo, al contrario, le da más fuerza, le da más valor, pero para que subsistan las dos cosas, ni el sindicalismo debe matar al individuo, ni el individuo al sindicalismo, sino que son dos puntos recíprocos que se dan vida mutua. Luego para mi debe ser el título no patrimonio de familia, sino sencillamente posesión técnica, porque mañana los campesinos dicen: préstame este arado de fierro que no conocía, pero como no sabe manejarlo, el secretario de Agricultura y Fomento tiene obligación de mandarle un técnico que le diga: así se maneja. Más tarde éste, ya salvado de la miseria y en un estado económico bonancible, dirá: ¿cómo hago buenos mis terrenos, cómo abono mis terrenos? Y el secretario de Agricultura tendrá que mandar un individuo eficiente para que le diga: así se abona la tierra; más tarde dirá: ¿cómo podré contener estas aguas que bajan en torrente y que se llevan el limo fecundante de mis tierras? Y el señor secretario de Industria y Comercio mandará un ingeniero. ¿Y todo esto no es acaso de los técnicos, no es acaso de los hombres competentes que tendrá en sus manos el Ministerio de Agricultura y Fomento? Indiscutiblemente. ¿Luego por qué, si las dos cosas se relacionan, no desprendemos el nombre y ponemos con toda energía, con todo valor: "dése la posesión técnica", porque aquí todo esto gira alrededor de una gran frase: "la tierra es para el que la trabaja". Porque con el patrimonio de familia se la damos - y esta pregunta la hago con objeto de que me la conteste el ciudadano secretario de Agricultura y Fomento -. ¿Al dársele el patrimonio de familia, se le da al individuo sin la condición de que la trabaje o con la condición de que la trabaje?

El C. secretario de Agricultura y Fomento: En un artículo de la ley se establece la condición de que se trabaje la tierra.

El C. Caloca: Frases que se desploman sobre la importancia de este asunto para venir a reforzar todo mi criterio. La tierra será del que la trabaje. Luego allí están los técnicos siempre listos. ¿Por qué no se da a la casta de holgazanes dentro del ejido? Basta con los que tenemos aquí dentro de la Cámara, con toda la burocracia. Nosotros tenemos que responder para salvar a todos los

hombres de los campos y de ahí que yo empeñe tanto la frase, porque no solamente la frase debemos entenderla aquí; nosotros podemos decirla muy bien; pero más allá, en Veracruz, en Yucatán, en Oaxaca, en San Luis, en Zacatecas, allá hay brotes de individuos que se llaman comunistas y no quieren aceptar el patrimonio de familia. Yo desde luego respeto las ideas de estos individuos, porque el otro día, haciendo alusión a los laboristas, dije esto: la Confederación Regional Obrera es un sindicalismo de Estado. Los rojos pretenden en estos momentos buscar la relación entre el capital y el trabajo, y los comunistas en estos momentos luchan desesperadamente por quitarle a este siglo su carácter completamente individualista; ellos quieren ir al colectivismo sobre viento y marea. Luego no asustemos a los hombres del futuro, ni tampoco engañemos a los hombres del presente, ni mucho menos hagamos consentir a los del pasado, que son los de la Regional Obrera. (Risas). No; vamos a discutir, porque urge, señores, porque urge que sea así en esa forma, diciendo "posesión técnica", y el ministro de Agricultura y Fomento habrá recogido el cariño de todos los hombres con diversas ideas para poder implantar definitivamente eso que pretenden y yo estoy de acuerdo en lo que al principio de mi peroración dije: el Gobierno, las locales agrarias, los cuerpos técnicos consultivos, los gobernadores, las delegaciones y el presidente de la República, todos sus fallos, toda su jurisprudencia está alrededor de la familia; luego urge salvar a la familia y salvémosla según el momento histórico; de lo contrario no sabremos qué hacer. Ahora, ya que hablo de posesiones técnicas, debo decir - y le ruego al compañero Cuervo que no se pasee tanto por nuestra Cámara....

El C. Cuervo: Yo la hice. (Risas).

El C. Caloca: Señores: volviendo a otra cosa, o casi para terminar, porque me reservo el derecho de volver dos o tres veces para combatir a Soto y Gama, digo a ustedes que ya dentro de este terreno expuesto, lo cierto es que no solamente preocupa esa palabra de irle a dar solamente el pedazo de tierra con la condición de que la tendrá mientras que la trabaje; no, para el Gobierno es el único campo de experimentación que tiene el ejido, tiene la verdad que ha matado el caciquismo pueblerino, una de las formas políticas más terribles de los pueblos; el ejido ha hecho, ha sacado de las haciendas a todos los campesinos y el hacendado ha quedado en esta disyuntiva: o fracciona sus tierras, o las industrializa o de lo contrario va al fracaso, porque se halla al margen de este problema, por ejemplo, todos los que siembran hacia el Norte del país tienen para la siembra del maíz este problema: costo del labrador, costo de arados de reja, de coyundas, renta de bueyes, salario del sembrador, siembra, escarda, asegunda, despunto, manojeo, pisca, acarreo, desgrane, vuelta al acarreo a los mercados de consumo, más las contribuciones, sueldos de peones, setenta y cinco centavos a un peso, y no les costea, o fraccionan industrializando, o se van a sus casas, es decir, a Europa a gastar lo que buenamente se han robado. (Risas).

Luego aquí se encuentra el Gobierno frente a este problema que es necesario traerlo a colación: el Gobierno muchas veces, y esto hasta en tiempo de don Porfirio, que dijo: voy a ver cómo se producen esas manzanas tan bonitas que parecen pomas, que vienen de los Estados Unidos; esas uvas que parecen, más que un producto de la naturaleza, un producto de la imaginación, un producto divino, algo así como artístico; y entonces él soñando, mandaba un ingeniero: dígale al hacendado que este abono es muy bueno. Llegaba éste y le decía el hacendado: ya lo utilicé, pero no me dio resultado; no estuvo bueno. Al poco tiempo siempre insistió el Gobierno. Dígale que este abono ha dado un gran resultado en casi todos los países. Iban los ingenieros, hacienda por hacienda, y les decían: no, si mire, allí está; no sirve. Y realmente allí lo tenían; no servía. Aquí solamente el arado es bueno, el arado tiene fe a la tierra. De manera que eso no sirve. Total, todos los días mandaba el presidente de la República o el gobernador a ver si podían convencerlos. Pero ellos estaban caminando con bandera de mensos, pero en el fondo se sabían su negocito, que no era otro que la explotación del hombre por el hombre. Luego hemos visto que no es para el Gobierno un campo de experimentación. Los de abajo estaban en una miseria espantosa; los hacendados le hacían política al Gobierno, y éste tenía la obligación de resolver el problema de la tierra, el problema agrícola; ¿qué hacer? Allí está el ejido, donde se va a prestar para los campos de experimentación. ¿Verdad, señor Fabila?

El C. Fabila: Sí, señor, Caloca.

El C. Caloca: Allí están los campos de demostración para la instalación de la escuela rural agrícola, con enseñanza agrícola para las cajas rurales regionales y más tarde hasta para la instalación del Banco Único. En fin, es el único campo experimental que tiene el Gobierno, tanto que en estos momentos sin hacer ofensas al ciudadano presidente de la República, sino al contrario, mi más sincera felicitación, digo: me parece que las cinco escuelas que van a establecer con cinco millones de pesos, deberían aprovecharse en ejidos y no en las escuelas - granjas, pues para mí sería una tristeza que se le fuera a caer las alas con ese entusiasmo que para mí merece todas las felicitaciones. ¿Pero por qué invertir cinco millones de pesos en escuelas - granjas y no en aprovechamiento de ejidos? Voy a decirlo por qué: porque el ingeniero se va a encontrar con este problema enfrente: para fraccionamientos, ingenieros; para las escuelas, ingenieros; para una demostración de tractores, ingenieros; para caminos, ingenieros; total: ¿de dónde los agarra? De manera que es indispensable en estos momentos que se le dé la importancia que tiene indiscutiblemente al aprovechamiento de ejidos; de lo contrario, adónde vamos a dar con casos como éstos, el que allí en la Secretaría de Agricultura, haya una Dirección de agricultura, que es una linda vacilada que para nada sirve? (voces: ¡pruebas! Hay que darle las pruebas al que las entienda, porque si no entiende las pruebas, ¿para qué darlas? (Murmullos.) señores.... (voces: ¡Un cuento!) El cuento se los voy a decir allá afuera. Yo agradezco infinito a la Cámara que me haya oído con tanta atención y vengo a felicitar en esta Cámara; ya no es la Cámara de los balazos, ya no es

la Cámara de "La Metates"; felicito a cada uno de vosotros porque en vuestra conciencia ya se levanta la responsabilidad de un acto tan trascendental para la República, como el presente; y en este momento Caloca se retira, no ya llevando aquí enemigos, llevando puros amigos.(Aplausos.)

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Zincúnegui Tercero.

El C. Zincúnegui Tercero: Señores diputados:

El estimado compañero Caloca, inscripto en contra, en lo general, de la Ley sobre patrimonio de familia, no ha venido a esta tribuna a hablar como estaba inscripto, en contra, sino que prácticamente ha venido a apoyar el proyecto. En unas cuantas palabras trataré de referirme a lo expuesto por el compañero Caloca, y deseando entrar al fondo de la cuestión, no quiero hacer alusión a la tirada lírica encaminada en contra del ciudadano Luis León, porque implícitamente esto nos llevaría a la discusión del sistema parlamentario o del sistema presidencial, que es punto que no está a discusión en estos momentos. Prácticamente el ciudadano Caloca ha venido a darnos una amplísima conferencia sobre agricultura; nos ha venido a hablar aquí de los prolegómenos de la agricultura, que muchos de nosotros conocemos y que creo resultan innecesarios en una Asamblea como ésta, que está obligada a conocer todos estos asuntos. En distintas ocasiones tuvo diferentes contradicciones dentro de la tesis por él sostenida, contradicciones que no vienen a probarnos sino una cosa: la falta de argumentos para argüir en contra de la Ley sobre patrimonio de familia. El compañero Caloca ha aparecido ante nosotros en esta ocasión como un enamorado de las palabras; para él el título es lo único que ha considerado impropio en esta ley, y a cambio de él nos propone un término poco connotativo y denotativo, que él intitula posesión técnica, algo vago, impreciso, que no estaría en la comprensión de las masas y que no vendría a sintetizar todos los efectos y toda la trascendencia de esta ley. A reserva de que en el transcurso de mi modesta peroración pueda contrarrestar algunas de las ideas vertidas aquí en lo que respecta a propiedad comunal y privada, voy a pasar a referirme a la ley a discusión.

Ya la Asamblea con todo recogimiento y atención escuchó la amplia exposición de daros hecha en esta tribuna por el ciudadano secretario del ramo, y con la claridad, con la práctica, es decir, con la apariencia práctica que se le ha dado a esta ley, en el convencimiento de todos ustedes está la necesidad de que inmediatamente pasemos a aprobar en lo general esta ley. Es indiscutible, señores, que en el transcurso de los últimos años pocas leyes se han presentado a la consideración de esta Asamblea tan trascendentales, tan importantes, y, sobre todo, que vengan a concretar, a sintetizar en una forma precisa y absoluta las aspiraciones revolucionarias, como la ley que hoy viene a presentarnos el Ejecutivo, y que viene a consolidar en una forma práctica, experimental y precisa, esa aspiración consagrada por la Constitución en una de las partes de su artículo 27, que sintetiza todas las aspiraciones que a través de la revolución han sentido las masas campesinas para consolidar sus derechos manumitidos hace mucho tiempo a su voluntad y a sus intereses. Indiscutiblemente, señores, que México no es ni puede ser un país de leyes definitivas; si Europa misma después del transcurso de una larguísima experimentación no puede todavía dar a luz leyes definitivas, México, que está en un período evolutivo, necesita el transcurso de una larguísima experimentación; no puede todavía dar a luz leyes definitivas México, que está en un período evolutivo, en un período de conformación legislativa, pudiéramos llamarlo; se encuentra en condiciones especialísimas que hace que los legisladores vayan llenando esos huecos, llenando esas necesidades que la práctica va demostrando de que adolecen nuestras leyes vigentes; las leyes primordiales agrarias indiscutiblemente que vinieron a llenar por el momento la necesidad, la aspiración popular de las masas campesinas, y esas leyes, al ser aplicadas en la práctica, esas leyes, al ponerse en ejecución, trajeron consigo la amarga experiencia de la experimentación, la amarga experiencia que se tradujo en muchos fracasos, en muchas dificultades, en muchas imposibilidades para que esas leyes se llevaran a cabo definitivamente.

Es por eso que la última revolución que ha transcurrido ya a través de quince años, me refiero a la revolución armada y a la de la idea, debe ir rectificando paso por paso aquellas faltas, aquellas omisiones, aquellos errores en que se haya incurrido de buena fe, porque es la única forma de consolidar leyes definitivas que amparen positivamente a los trabajadores, a los campesinos, a todos los ciudadanos en general, y la ley del patrimonio de familia es la que viene a ser positivamente una salvación para el campesino, que se ha encontrado hasta últimas fechas en manos de los intrigantes y en manos de los políticos. Esta ley será una de las primeras que vengan a crear positivamente lo que en México falta desde hace mucho tiempo: crearse el verdadero patriotismo, el patriotismo a base de egoísmo, a base de intereses creados, a base de la seguridad de todo ciudadano de que cada pedazo de tierra donde él trabaja día a día, será durante el transcurso de los años la felicidad suya, la felicidad de su hogar. La práctica experimental nos ha demostrado, ciudadanos diputados, que la propiedad comunal del ejido ha sido en casi toda la República un sonado fracaso, y digo un sonado fracaso en casi toda la República, porque en algunas partes positivamente ha dado resultados favorables, pero ha sido en virtud de que ha habido espíritus serenos, honrados, que manejan esta parte importantísima del ejido; la dirección, el cuerpo que pudiéramos llamar técnico, lo que se llama comisión administrativa de los ejidos; pero desgraciadamente, señores, en la Secretaría de Agricultura y Fomento y en todas partes podrán comprobar mi aserto: el ejido comunal, el disfrute comunal de las tierras ha sido objeto, de algunos años a esta parte, de toda clase de intrigas y de políticas. Decía Caloca hace breves momentos que el ejido había venido a destruir entre nosotros el cacicazgo; y ha venido a destruir el cacicazgo, pero el cacicazgo oficial, creando en cambio el cacicazgo político, tan perjudicial como el anterior, prácticamente. En mi distrito en el cual tuve el gusto de procurar que se dotara de ejidos a muchos de los pueblos del mismo, entre ellos la hacienda de

Queréndaro, ese latifundio vergonzoso que es tipo clásico de los latifundios de la República, única finca, es decir, un terreno que perteneció primordialmente a los habitantes de aquella región, terreno que fue siendo acaparado por el clero en la forma que se hacía en aquel entonces: cuando moría algún individuo de la raza indígena, para poderle dar sepultura cristiana, según el clero, se imponía la necesidad de que de la comunidad se le diera a la iglesia determinada cantidad de tierra; y así fue absorbiendo la totalidad de aquellas tierras, hasta que llegó a ser un latifundio propiedad del clero. Más tarde, cuando las leyes de desamortización en tiempo de Juárez, cuando las Leyes de Reforma, el clero hizo lo que hizo en muchas partes de la República: poner sus propiedades salvaguardadas bajo la firma, bajo la aparente propiedad de un particular, de un señor, y en esta ocasión le tocó a un señor Hagenbeck, el cual bonitamente, como hicieron muchos, y esa ha sido la base de muchas fortunas en México, cuando el clero trató de recuperar o por lo menos de obtener el usufructo de aquel latifundio, el señor Hagenbeck de la manera que se hacía entonces, negó que ese latifundio fuera del clero y desde ese momento paso a su propiedad absoluta y de esa a la de sus herederos. Ese latifundio es una vergüenza para mi distrito, el pueblo de Queréndaro. No podía fabricarse una casa, tener una sola bestia en los pastales que la rodeaban, porque caía bajo la sanción del dueño de la hacienda, estaba completamente absorbido, rodeado el pueblo por ese predio. Pues bien, señores, trayendo el caso práctico a colación, repito, más tarde logramos, después de muchos años de lucha hacer que se dieran al pueblo de Queréndaro los ejidos que le correspondía; pero esos ejidos que en un principio dieron magníficos resultados, fueron después objeto de toda clase de politiquerías. El comité administrativo se dedicó allí a favorecer a los suyos y se veía el caso extraño de que individuos de fuera, que en lo absoluto tenían derecho para disfrutar de aquellos ejidos, nada más por compadrazgo del presidente del comité administrativo eran los explotadores de aquellos terrenos, y aquel presidente del comité administrativo se rodeó de unos cuantos, se aprovechó de las mejores tierras y ocurrió lo que tenía que ocurrir, el fenómeno que se ha notado en lo que se refiere a producción: que la producción bajo allí. Los primeros años habíamos logrado que superara, pero bastó que la política y la intriga llegara a esos ejidos, para que inmediatamente se notara la baja de la producción. Ese fenómeno que ha ocurrido en casi toda la República, la baja de la producción que obedece al afán inmoderado de la apropiación de los directores, ya sean políticos o administrativos, de los ejidos. En consecuencia, como decía en un principio, si el compañero Caloca tiene razón en lo que se refiere al hecho de que el ejido comunal produce una especie de cacicazgo, el ejido siendo comunal produce un cacicazgo particular, político.

Es demasiado clara la exposición que se ha hecho de esta ley para que se necesite reforzarse con mayor amplitud de ideas. Considero, ciudadanos representantes, que si queremos hacer algo efectivo, si queremos positivamente llevar a cabo una labor de trabajo, de organización, de producción de leyes en esta Cámara, deberíamos hacer a un lado todo partidarismo, todo amor propio, toda cuestión de grupo, y procurar por excelencia especialmente dar leyes que, como la presente, tiendan a resolver los problemas que están pidiendo las necesidades de la nación. En estos momentos se discute aquí en lo general la ley, y por lo tanto no es tiempo de venir a traer a esta tribuna argumentos relativos a la discusión en lo particular; indiscutiblemente que esta ley necesitará algunas pequeñas modificaciones, algunos cambios, pero esos cambios no podrán hacerse en estos momentos; esos cambios necesitarán discutirse ampliamente en lo particular. En consecuencia, con objeto de no perder tiempo y con objeto de que a la mayor brevedad posible demos a la nación una muestra práctica de que nosotros venimos a cumplir con nuestro deber, pido a esta Asamblea que sin perder mayor tiempo se apruebe en lo general la ley que resuelve uno de los puntos más importantes del programa agrario. (Aplausos).

El C. presidente. Tiene la palabra en pro el ciudadano Treviño. (Voces: ¡No hay contra!)

El C. secretario Torregrosa: Se pregunta a la Asamblea si hay algún ciudadano diputado que desee hablar en contra.

El C. Caloca: Yo me he reservado los tres turnos del contra para contestar. De manera que me reservo el hacer uso de la palabra para cuando me convenga después de cada orador.

El C. presidente: En virtud de que no hay contra, sólo pueden hablar dos oradores en pro....

El C. Díaz Soto y Gama: No es cierto; el Reglamento dice que cuando no hay contra, pero ya hubo. De manera que hay que agotar los demás turnos y yo no he de permitir que se me coarte el uso de la palabra, señor presidente.

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Treviño.

El C. Treviño: Cedo mi turno al camarada Soto y Gama.

El C. presidente: EL ciudadano Treviño cede su turno al ciudadano Soto y Gama.

El C. Díaz Soto y Gama: Compañeros:

Un señor diputado Santander según expresó la prensa al hacer la crónica de una de las sesiones del Bloque Socialista Parlamentario, expresó de memoria que era preciso que cuanto antes se aprobara la Ley del Patrimonio de Familia, porque con esto los agraristas recibiríamos un golpe de muerte. Tengo la pena de decirle al señor Santander que no sabe lo que dice: los agraristas siempre hemos estado de acuerdo, siempre, absolutamente siempre, con que en lugar de establecerse el régimen comunista en el ejido, se establezca el régimen ejidal, completamente distinto. (Aplausos.)

Digo esto porque no vamos a ser tan torpes los agraristas para confesar una cosa falsa diciendo que hemos recibido un golpe de muerte con esta ley. No, señores, los que han recibido un golpe de muerte con la Ley del Patrimonio de Familia, son ciertos gobernadores y voy a mencionarlos: el gobernador de Tlaxcala y el gobernador de México, el pasado y el que va entrar, porque ellos sí se han valido de los comités administrativos como instrumentos políticos, ellos sí, tanto el gobernador de Tlaxcala como el gobernador del Estado de México, como

Castro el de Durango, son los que han hecho del ejido un instrumento de política Y nosotros los agraristas tenemos suficiente control sobre las masas, quiéranlo o no los enemigos de dentro y fuera de la revolución; quiéranlo o no tenemos suficiente control sobre las masas campesinas y eso lo demostraremos en todo tiempo y momento y ellas están más contentas con el régimen de las juntas generales vecinales imponiendo su voluntad a los comisarios ejidales, que con el régimen de presidentes de comités que han sido empleados por los falsos revolucionarios que he mencionado, los gobernadores de Estados que he mencionado y por otros gobernadores que se me escapan en este momento, para utilizar con fines políticos personales el ejido. Esta aclaración la considero indispensable como preámbulo y después voy a entrar al fondo del asunto. Se me olvidaba mencionar un gobernador, el gobernador Almeida, de Chihuahua, el que, con sus desaciertos, está provocando movimientos revolucionarios en el Estado. Hecha esta explicación enteramente política y de defensa del partido, porque el Partido Agrarista se defenderá aunque la reacción cante imbécilmente que está en agonía, cuando en estos momentos está más fuerte que nunca, entro con toda calma al estudio del problema. Debemos nosotros los Agraristas, los miembros del Partido Nacional Agrarista, hacer esta explicación a los otros agraristas que no forman parte de nuestro partido, pero que son perfectamente respetables por su honradez. Me refiero a los comunistas encabezados en Veracruz por Ursulo Galván y a los comunistas de Michoacán, hombres honrados y de convicciones perfectamente respetables; les debemos una explicación, porque ellos creen y algunos compañeros de la Asamblea también lo creen y muchos compañeros de fuera de la Asamblea, que se está dando un paso atrás con la Ley del Patrimonio de Familia; dicen ellos que con esto se va a algo que no es socialismo, que es el aburguesamiento del ejido, que se va a la pequeña propiedad y al individualismo, y yo sin pasión ninguna, razonando serenamente, quiero explicar a estos compañeros, porque esta explicación tiene que llegar a todos los ámbitos del país, no sólo la mía, muy modesta, sino todo cuanto aquí se diga, quiero explicarles que están en un error. Uno de los socialistas más serios, más dedicados y científicos, si cabe la palabra - chocante para mí, porque a mí me choca profundamente todo lo que huele a tecnicismo y a ciencia, es una especial predisposición de mi ánimo -, científico, usando esa palabra el ilustre profesor de la Universidad de Viena, Menger, dice en un libro de maravilloso análisis sobre el socialismo: que la tesis absoluta del socialismo es el derecho del trabajador al producto íntegro de su trabajo. Y aplicando esta tesis a las diversas formas de la propiedad, hace una hermosísima revista sintética de esa forma de propiedad, que yo reproduciré, porque no he encontrado nada más claro ni más estudioso. Dice que la propiedad con relación a la aplicación íntegra del producto al trabajador, puede dividirse en tres grandes modalidades: la propiedad privada la propiedad burguesa, la que le encanta a la reacción, la antipática capitalista, la del Derecho romano, en una palabra, esa propiedad privada que lleva siempre imbíbito, implícito, envuelto dentro de ella el disfrute privado; no puede haber propiedad privada con disfrute común. De manera que es el primer término de la revista que hace Menger, que yo reproduzco: propiedad privada con disfrute privado. Viene después algo que escapa a los comunistas y que va a ser el término en que nos basamos los agraristas para defender la ley a discusión: propiedad común con disfrute privado; ese matiz se les escapa a los comunistas; ese sólo se ha podio realizar históricamente, no prácticamente, no científicamente; por fortuna empíricamente, por el instinto de las masas, sólo se ha podido realizar en el ejido, no sólo en el ejido mexicano, gloriosa creación de nuestros mayores que hoy estamos copiando, porque no estamos haciendo más que lo que hicieron los aztecas, las razas aborígenes del país, aunque los aztecas no podrían contarse entre nuestras razas aborígenes; pero me refiero a lo que hicieron nuestros antepasados, a lo que hicieron los aztecas usando el ejido con el nombre de Calpuli. Pues bien: no sólo el ejido azteca, sino el ejido ruso ha realizado hermosamente la solución de la propiedad común de la tierra con el disfrute privado; y viene el tercer término de la serie, el término comunista, de la propiedad común con el disfrute común. Eso es lo que se propone resolver Ursulo Galván y los ayos en Veracruz, y otros en Zacapú y en otros puntos del Estado de Michoacán, en donde indios de pura raza tarasca aspiran a la propiedad común, al disfrute común. Estando estos tres términos en relación con el gran principio socialista de la aplicación íntegra del producto del trabajador al trabajador, dice Menger: el primer término, propiedad capitalista, jamás conducirá a los campesinos, cualquiera que sea el trabajo a que se dediquen las clases proletarias, jamás conducirá a la aplicación al trabajador del producto íntegro de su trabajo. Por eso el artículo 123 no satisface a ningún socialista y por eso lo consideran como una etapa de encadenamiento, bien sea que se aumenten los jornales o se disminuyan o no las horas de trabajo, que haya o no una supuesta o irrisoria distribución o participación en los beneficios, cualesquiera que sean los beneficios, cualesquiera que sean los esfuerzos que haga el proletariado de la ciudad por medio del sindicalismo de Estado o no de Estado, revolucionario o no revolucionario o aburguesado, es igual cualesquiera que sean los esfuerzos que haga dentro del régimen de la propiedad capitalista; el proletariado nunca jamás dentro del régimen de la propiedad privada, del acaparamiento por medio de los instrumentos de producción en manos oligarcas del capital, jamás conseguirá, dice Menger, y lo dice el sentido común y lo dice la razón humana, jamás conseguirá realizar el postulado agrarista que radica en la aplicación del producto íntegro del trabajador al trabajador.

De manera que eso no es socialismo, y yo lo discutiré con el compañero Treviño; eso ya no es socialismo y mucho menos socialismo, es liberalismo clásico. La tesis novísima de la Confederación Regional Obrera - no aprovecharé esta tribuna para discutir en este momento con él; pero lo dejo emplazado -, esa tesis de que el capital y el trabajo pueden armonizarse, esa tesis increíble en boca de Morones, el líder máximo del laborista, de que el obrero debe tener confianza en el capitalista, eso

ya no es socialismo, eso ya no es lucha de clases, eso, quiéralo o no el señor Morones, quiéralo o no el señor Treviño y todos los laboristas, eso se llama una claudicación del ideal del socialismo, eso se llama liberalismo clásico. Esto dicho sea de paso, porque tenemos mucho tiempo para discutir los laboristas y nosotros, muchas sesiones al final del período; en cambio, entremos al otro capítulo, al de la propiedad común con disfrute privado: es el ejido. La propiedad pertenece en común a la colectividad; ¿por qué? porque es la que tiene el derecho de disponer de un lote, por ejemplo, al fallecimiento del ejidatario; ¿por qué? porque la colectividad tiene derecho de imponer modalidades a esa propiedad, mejor dicho, a ese usufructo, por esto el disfrute es privado, porque el lote se da para que se disfrute en todos sus productos, en toda su cosecha, por la persona que lo reciba; ¿pero esta última tiene la propiedad privada del derecho romano, la propiedad típica del capitalista? Evidentemente que no. ¿Puede disponer de ese lote? No. ¿Puede hipotecarlo? Tampoco. Ni enajenarlo, tampoco desmembrarlo. No tiene, pues, el tercero de los derechos característicos de la noción íntegra de la propiedad; tiene el derecho del uso; el derecho del fruto, el usufructo, usus fructus, nada más; pero el derecho de disponer, el de abusar, no lo tiene, y tan no lo tiene que tampoco tiene el horrible derecho del latifundista, el derecho de dejar ociosa la tierra, de dejarla sin cultivo; tiene, por el contrario, la obligación de trabajarla. Recibe, pues, la tierra como una función social; no tiene el derecho de abusar. Y el abuso peor que se puede hacer de la tierra es no utilizarla en beneficio de la colectividad. ¿Dónde están, pues, las nociones características de la pequeña propiedad, como dice la burguesía, en el patrimonio familiar, en el ejido? ¿Dónde están esas características, como afirman los comunistas, al decir que nos vamos aburguesando y que vamos a la pequeña propiedad? Es el pequeño usufructo, es el usufructo familiar. De manera que el compañero Caloca, en cierto modo tenía razón: se podría decir, en vez de patrimonio familiar, usufructo familiar; es enteramente igual. Pero de todas maneras no es la propiedad clásica. Y aquí llegamos al punto donde queremos llegar los agraristas para convencer a nuestros compañeros los comunistas y excusarnos de lo que ellos llaman una claudicación. ¿Dentro de este régimen del ejido se logra que el trabajador tome para sí el producto íntegro de su trabajo? La respuesta tiene que ser afirmativa, porque no hay allí el doble tipo del trabajador y del explotador, del capitalista que usa al asalariado como instrumento de explotación. Aquí no se realiza esa división, esa dualidad terrible, tétrica, que es la que produce las protestas del asalariado; aquí las dos nociones, las dos entidades, capital y trabajo, se reúnen en una sola persona. El trabajador, el usufructuario del lote, a la vez que tiene en sus manos la posesión del capital, de los medios de producción, la tierra, trabaja allí. ¿ A quién explota? ¿A quién roba? ¿A quién le quita parte del producto de su trabajo? ¡A nadie! Y él, lo que trabaja allí, todo lo cosecha, todo el producto de la tierra, ¿lo tiene todo para él o da algo a un patrón? No, pues no hay patrón, y si no se le merma el producto íntegro del trabajo, ¿se ha realizado el ideal socialista? Evidentemente que sí, ¿Por qué, pues, se tacha esta ley de burguesa? Yo no veo el por qué. Viene la otra objeción: Que esta ley conduce al individualismo. Tampoco considero justo el reproche, puesto que ¿dentro del ejido no va a caber, no es posible que quepa, no será obligatorio que quepa la aplicación del sistema cooperativo, del régimen cooperatista? Ahí está todo el asunto, de manera que entre el disfrute privado del lote y el disfrute común de todo el ejido - en esto ruego que fijen la atención los compañeros -, entre esos dos términos extremos están todos los matices, todas las gamas del cooperatismo, toda la gama del cooperatismo y dentro de este matiz del cooperatismo cabe todo, absolutamente todo. Cabe desde la aplicación de un 10, 15, 20, 25 ó 50 por ciento de la cosecha que ha obtenido con su trabajo el ejidatario, hasta todas las formas del cooperatismo, las cajas Raiffeissen, la cooperación del crédito, la cooperación para la compra, para la venta, etcétera, y mil modalidades intermedias entre el disfrute privado y el disfrute común. Esa es la noción que queremos que llegue hasta nuestros compañeros de Veracruz y de Michoacán, que son muy estimables, quizá más que los agraristas menos radicales. Necesitamos formar la unidad del agrarismo, necesitamos formarla a fuerza de convicción. Entre las formas intermedias - los que nos hemos asomado a este conocimiento de los hechos, y el ingeniero León las conoce, como las conocen los agrónomos y todos los agraristas que sin ser agrónomos nos hemos asomado al funcionamiento mismo del ejido -, hay este uso tradicional, viejo, antiquísimo, histórico en nuestro país: la costumbre del ejidatario de obsequiar, de contribuir para la colectividad, para la comunidad, con unas dos o tres horas de trabajo, por ejemplo el sábado, trabajo que no se le paga. Acude, por ejemplo, el sábado una hora o dos a la reconstrucción del camino; una o dos horas a la reconstrucción de la atarjea o la limpia del apancle, que se llama en Morelos; dedica una hora o dos a la construcción de la escuela; en fin, hay mil formas de emplear sin retribución en provecho de la colectividad el trabajo, que también es riqueza y contribución, tanto como el dinero y tanto como la aportación en especie. Y hay otra forma ideada hermosamente en los ejidos de Torreón por algún compañero agrónomo que me la platicó, hoy digno miembro ponente de la Comisión Nacional Agraria; hay esto que es el perfeccionamiento del sistema primitivo; ya en esta forma no se regala el trabajo como se regalaba en la forma típica del ejido, del ejido azteca, del ejido indígena, sino que se hace esto: se conviene en dedicar una parte del ejido, un campo más o menos grande, por ejemplo a cafetal, a cañaveral, a huerta de plátanos o de otra especie. Se cultiva en común, todos prestan su trabajo, todos van allí como jornaleros, por turnos, a cada cual le toca uno. Y ese trabajo de un día a la semana beneficia el trabajo común, porque todo lo que produzca ese campo afectado del trabajo de la colectividad, va a ser para esta colectividad: para refacción, para irrigación, para fines comunes, en una palabra. Pero todo ese trabajo de un día se anota, se toma en cuenta y se apunta para el

reparto final, y al venir éste se paga a aun precio módico, se paga con un salario convenido el jornal a cada trabajador, se paga aquel día de trabajo con un salario mínimo, y el resto, toda la utilidad, se deja para la colectividad. Ya ven, pues, los compañeros, lo saben ellos muy bien , lo mismo que los compañeros comunistas, cómo hay varias formas intermediarias entre el disfrute netamente individualista y el absoluto disfrute comunal, en que las cosechas todas se llevan al montón, se reparten en partes iguales, sistema que absolutamente no es aplicable en todo el país, sistema que repudian los campesinos por su psicología especial, sistema que repudiaba el mismo Zapata. Yo con Zapata - El tipo clásico del campesino - alguna vez tuve ocasión de platicar con él, y decía que la cosecha es del que la trabaja sin peones, sin trabajo mercenario y que no creía conveniente que fuera a dar, es decir, que fuera a repartirse por partes iguales entre todos los demás ejidatarios. No, eso es destruir la personalidad, la individualidad humana, y el mérito de este sistema, que no el mérito del secretario León, que es el mérito del ejido bien entendido, porque dentro de la concepción del ejido está imbíbita esta idea, el mérito de esta concepción es que se unen los dos intereses, el individual y el colectivo, sin chocar el uno con el otro. Esa es la explicación que queremos que llegue hasta el fondo de los comunistas del país, porque no nos vamos a asustar de que haya comunistas en el país; en buena hora que los haya , quiere decir que tienen más acometividad, más fe que nosotros en los destinos humanos, es espléndido que haya comunistas en México, porque nos obligarán a aplicar el cooperatismo en todas sus formas y obligarán a la Secretaría de Agricultura que permita, porque no lo puede impedir, el cooperatismo integral que en el fondo no es otra cosa que el comunismo. ¿Por qué se les va a impedir a los campesinos de Veracruz que pongan sus cosechas en común, si les da la gana, si les da la real gana, y quiéralo o no la Secretaría de Agricultura, quiéralo o no la reacción o los Estados Unidos? Ellos disponen de esa cosecha que es suya y la ponen en el montón. ¡Nada más eso faltaba, que se les prohibiera disponer de esa cosecha! De manera que yo les aconsejaré en lo privado a los comunistas de Veracruz y de Michoacán, que a espaldas de la ley o al margen de la ley hagan el ensayo comunista y que tengan éxito. Porque no es cierto que el ensayo comunista sea siempre un fracaso; el ensayo comunista es un éxito cuando hay condiciones morales en los asociados para ello. (Murmullos.)

Yo no voy a decir como el compañero Zincúnegui, por estar dentro del momento histórico de vacilación y de titubeo, que el ensayo anterior ha sido un sonado fracaso; es una mentira; me extraña eso en boca del compañero Zincúnegui. Ni tampoco estoy de acuerdo con el dictamen del señor secretario con lo que respecta a que la producción agrícola del país haya bajado, o que el ejido esté menos trabajado que la hacienda, y lo voy a demostrar en esta misma tribuna y en esta misma ocasión al discutirse en detalle la ley, al llegar a la cuestión de la producción del ejido. Voy a demostrar a la reacción, con datos estadísticos que miente villanamente al decir que ha bajado la producción agrícola en México; miente y se lo voy a demostrar; es triste que porque la reacción ataca, nosotros completamente nos batamos en retirada. No, señores, la reacción ha mentido en esta vez como en todas, y la reacción está haciendo otra cosa: la reacción está calumniando al Gobierno para desorientar y desanimar al campesino, diciendo que el Gobierno con esta ley y con otras que están por venir, va a abandonar la revolución. A mí se me han acercado campesinos de distintas partes a decirme: "¿Es cierto que se van a suprimir las locales agrarias?" - "No, señor, el patrimonio de familia no tiene que ver con eso". Y la reacción, mañosamente, a pesar de las filípicas, de la azotaína, de los latigazos que le ha aplicado en la cara el presidente Calles, apenas hay un movimiento, no de rectificación, sino de aplicación de procedimientos, apenas hay cualquiera cosa que le permita hablar de prevaricación del Gobierno, mañosamente anuncia que se va a rectificar el agrarismo. ¡Y esto no es cierto! ¡El agrarismo no tiene que hacer ninguna rectificación! Miente la reacción, vuelvo a decirlo una vez más; y la reacción ignorante, profundamente ignorante - porque no es cierto que haya sabios dentro de la reacción. ¿Quienes son los sabios de la reacción? ¿El patarato de Moheno? (Aplausos. Risas.) ¿Quiénes son los sabios de la reacción? ¿Bulnes, el paradójico Bulnes, el sofista Bulnes, el hombre que pronosticó que la revolución iba a acabar como la revolución francesa, degollándose los unos a los otros; aquel hombre atrevido y audaz que vino a desorientar la opinión? ¿Bulnes fue un científico propiamente dicho, que no supo evitar la caída del porfirismo, ni la caída del huertismo? ¿Dónde están las lumbreras de la reacción, quiero saberlo? (Voces: ¡García Naranjo!) García Naranjo otro, un pobre diablo (Risas) a quien yo llamé canalla por esto, porque debe uno sostener sus epítetos; lo llamé canalla porque, después de que la revolución le ha perdonado la vida, a él, que fue uno de los directores intelectuales del cuartelazo; a él, que con Moheno desde las columnas de aquel periódico inmundo que se llamó "La Tribuna", estuvo excitando a la rebelión contra Madero y preparando el cuartelazo de Félix Díaz y Huerta; a ese hombre, a quien la revolución le ha perdonado la vida, le ha perdonado la cabeza, todavía se le permite que esté insultando a la revolución todos los días. No entiendo eso. Ese hombre debería ser linchado en las calles, abofeteado por los revolucionarios, visto con el soberano desprecio con que lo vemos; pero de ninguna manera permitir que el manchado por la más fea de las traiciones, por el crimen que más ha deshonrado a México, el crimen cometido por Huerta traicionando a Madero, al hombre que le había confiado el mando de sus tropas; García Naranjo, culpable del más miserable crimen que se ha cometido en México: la muerte alevosa de Madero y de Pino Suárez, que García Naranjo todavía se dé tufos de moralidad. ¿Cómo va a ser moral el cómplice de los asesinatos más horribles que se han realizado en México? (Aplausos nutridos.) Ya que la prensa de este país, la prensa capitalista, por mercantilismo, utiliza esas plumas, es necesario que siquiera de cuando en

cuando los que conservamos el más soberano desprecio, el más absoluto desdén por esa clase de hombres, alguna vez levantemos nuestra voz para protestar contra la importancia que se quiere dar a los secuaces, a los cómplices del beodo Victoriano Huerta. ¿Pues qué, ya se olvidó que el huertismo fue lo más bochornoso....? ¿Ya la reacción olvidó que ella misma renegaba del huertismo, diciendo que era el porfirismo degenerado? ¿Por qué ahora los hombres del huertismo vuelven a levantar la cabeza? ¿Por qué ahora los hombres del huertismo tienen la osadía de levantar su frente, cuando debieran hundirla, humillarla y postrarla ante la santidad de la revolución? ¿Por qué se les permite a esos hombres profanar la grandeza y santidad de la revolución? Estos arranques líricos vienen forzosamente porque estamos en una época de lucha; que el reajuste no es más que la lucha entre la reacción que se debate y que acude al extranjero para defenderse, y la revolución que triunfa. Porque yo tengo que decirlo muy claro: la reacción se está defendiendo ahorita detrás de los Estados Unidos. (Aplausos.) Coolidge no está obrando imparcialmente, porque Coolidge es católico y se me ha asegurado que es Caballero de Colón. (Risas. Murmullos.) Estará probado o no, pero Coolidge está haciéndole el juego a la reacción, y la reacción de aquí y de allá se están entendiendo. Y esto, que no lo puede decir el Gobierno mexicano, que no lo puede decir la Cancillería, tenemos el derecho de decirlo los agitadores, porque nosotros no tenemos que usar lenguaje de protocolo. La reacción se está defendiendo, traidoramente, una vez más detrás de la reacción extranjera. (Aplausos.) Se da una vez más el caso bochornoso del año de 62: la reacción, el Clero, el arzobispo Labastida con todos los suyos, llamando la intervención extranjera, aquella vez intervención armada, hoy intervención de otra especie, con la presión del dólar; hoy se llama boicoteo internacional, boicoteo financiero; pero ese boicoteo lo está desarrollando la reacción miserablemente desde México, traicionando una vez más a la patria, como la traicionara con Maximiliano, Miramón y Mejía, y es necesario seguirle diciendo a la reacción su verdadero precio, el concepto que de ella tenemos. La reacción es por esencia y fundamentalmente traidora a México y sigue siéndolo y tenemos que gritárselo. Y me perdonarán los compañeros que en este debate, que debería ser técnico, yo venga con estos arrebatos líricos, porque veo los manejos de la reacción. Y a este propósito, y perdonándome quizá que sea un poco difuso, yo quiero precisar lo que considero el fondo nacional del problema del ejido. Allí quería yo llegar. Yo veo el porvenir de mi país quizá sin hacerme muchas ilusiones; creo que no se necesita una gran imaginación para ver lo que va a ser de este nuestro hermoso país. No voy a hablar con pesimismo, no voy hablar siguiendo esa corriente; voy a decir mi pensamiento de mexicano: Yo veo claro que pronto o tarde, en un año, en dos, en tres, en cinco o en diez - ¡qué son cinco o diez años para la vida de una nación! - vendrán muchos capitales europeos, muchos capitales americanos, vendrán enormes compañías anónimas, vendrá una masa tremenda de negocios, vendrá, en una palabra, para no andar con más rodeos, el régimen de la gran industria y del gran comercio: vendrá la industrialización de México; vendrán con todo su aparejo natural de capitales o bienes, vendrán las compañías extranjeras a ser las dueñas de México en el sentido económico de la palabra. Los mexicanos, en medio de esa riqueza, de ese derroche de oro, que está buscando la reacción para ver qué le queda en las manos de ese torrente de oro; los mexicanos en medio de eso no seremos los dueños de las compañías, los dueños de las grandes fábricas, ni los dueños de las minas, ni los dueños de las grandes negociaciones mercantiles; los mexicanos seremos aquí los empleados, los dependientes, los jornaleros de los grandes patronos extranjeros. Eso es doloroso pero es verdad: el criollo, el mestizo, por falta de capital desde luego y de preparación mercantil o técnica después, no podrán en mucho tiempo, en muchos años, ni en cincuenta o cien años, competir seguramente con los grandes magnates, con los primates del industrialismo americano o europeo; de manera que nosotros los mexicanos en nuestra propia tierra seremos en cierto modo dependientes tributarios económicamente, en lo individual y en lo colectivo, del coloso del capitalismo extranjero. Ese es el porvenir; no quiero recargar más sombras porque eso tiene que venir. Si no viniera, para mí sería una enorme satisfacción; desearía que se me demostrara que no es ese el porvenir de nuestro país. En estas condiciones, cuando la industria toda y el comercio todo - entendiendo por industria inclusive la minería -, cuando todo va a caer, lo mismo la cuestión bancaria, no en forma de Banco de Estado sino en otra forma, va a tener que caer en manos del capital extranjero, ¿es lógico y es lícito que no se defienda la agricultura del país, que no se defienda la propiedad territorial? Ese es el punto a que yo quiero llegar. Si algún aplauso merece el Gobierno del general Calles, es por la creación del Banco de Estado, no por lo que tenga de Banco, sino por lo que tiene de esfuerzo de emancipación económica, de emancipación financiera del país, las finanzas se van a emancipar en cierto modo de la tutela americana es algo patriótico, es algo de nacionalismo pleno; ¿pero, por qué si las finanzas se emancipan, no vamos a emancipar también la tierra? Por esto yo desde esta tribuna quiero lanzar un aplauso caluroso al secretario de Relaciones Exteriores, quien en su informe nos anunció que va a mandársenos una ley de gran trascendencia, la ley que haga efectivo un precepto constitucional que hasta ahora ha sido burlado, el precepto de que sólo los mexicanos y las compañías mexicanas tienen derecho a adquirir bienes raíces. Es un gran principio de nuestra Constitución que está siendo burlado todos los días, y tan está siendo burlado que Jenkins, el americano Jenkins, está buscando dificultades a nuestro Gobierno a cada momento, porque la Secretaría de Relaciones, antes de ahora, no ha tenido cuidado de poner cortapisas a esa invasión que empieza a hacer el extranjero dentro del único patrimonio que puede quedar al mexicano: la propiedad territorial; de manera que en estos momentos hay que hacer justicia al carrancismo, y se le hace justicia por un hombre que jamás fue carrancista: el mismo

Carranza, entre lo mucho malo que hizo, tuvo en su dictamen, en su voto especial, o en su exposición de motivos fundamentando el proyecto de Constitución, una gran frase, un conjunto de frases atinadísimas para defender la patria mexicana de la invasión del capital extranjero, en la propiedad territorial. Y yo quiero leerla porque después de esto quiero cotejar estos hechos con algo que no apruebo de la labor del señor secretario de Agricultura. Yo, como revolucionario, tengo que decir sí donde mi conciencia me dice que sí, y tengo que decir no donde mi conciencia me dice que no. (Aplausos.) Carranza, el odiado Carranza para nosotros los zapatistas, tuvo este gesto de nacionalismo. "Como por otra parte - dice la exposición de motivos, la que se acompaño al proyecto de Constitución - :

"....como por otra parte, dice la exposición de motivos refiriéndose a las sociedades anónimas, estas sociedades han emprendido en la República la empresa de adquirir grandes extensiones de tierra, se hace necesario poner a este mal un correctivo pronto y eficaz, porque, de lo contrario, no tardaría el territorio nacional en ir a parar, de hecho o de una manera ficticia, en manos de extranjeros."

Esto es algo que debemos grabar en nuestras conciencias de diputados y representantes del pueblo para impedir que esta política trazada desde el Constituyente se abandone. Por fortuna el secretario de Relaciones en su informe, en una parte luminosa, dice esto que los legisladores debemos tener presente:

"La legislación vigente sobre sociedades mexicanas en cierta forma está en pugna con la Constitución de la República, y de allí que haya surgido la necesidad de formular un proyecto - que espero no quede platicado - de ley reglamentaria de la fracción I del artículo 27 constitucional, que se someterá al H. Congreso de la Unión, para su discusión y aprobación. Conforme dicha fracción, sólo los mexicanos y las sociedades mexicanas tienen derecho para adquirir el dominio de las tierras, aguas y sus acciones, o para obtener concesiones de explotación de minas, aguas o combustibles minerales. El mismo derecho puede conceder el Estado a los extranjeros, excepto en las zonas prohibidas, en los términos que la misma disposición establece."

Y luego dice:

"Una sociedad constituída conforme a nuestras leyes y que tenga su domicilio en la República, aunque esté formada por extranjeros, es mexicana...."

Aquí esta el busilis del asunto. Es un disparate porfiriano neto. A Porfirio Díaz le importaba un comino que la nación estuviera gobernada por los americanos o por los ingleses; pero nosotros no estamos en el caso del porfirismo.

".... dado que la Ley de Extranjería vigente establece que las sociedades forman una persona moral distinta de los miembros que las constituyen y, en consecuencia, tienen el derecho de que se trata, de donde resulta que los extranjeros, de hecho, pueden por tal medio adquirir el dominio de tierras y aguas, u obtener concesiones de explotación, contra el precepto constitucional de referencia, que de esta manera queda burlado."

Aquí viene el meollo del informe del secretario de Relaciones. Los compañeros me dispensarán que lea esto porque es de una trascendencia enorme para nuestro país:

"Para impedir tal situación, estima el Ejecutivo que las sociedades mexicanas para ejercer el derecho que les concede la Constitución, deben estar dirigidas y administradas por mexicanos, y con capital mexicano, al menos en su mayor parte."(Aplausos.)

Y yo, desde esta tribuna, que jamás he tenido una frase de elogio para el secretario de Relaciones Exteriores, porque siempre lo he visto un poco débil en la defensa del ejido contra el acaparamiento extranjero, desde esta tribuna envío mi aplauso muy cordial de revolucionario al secretario Aarón Sáenz y lo merece. Pero nos encontramos con algo que viene a destruir esta tendencia y que podrá destruir el patrimonio de familia; ese algo que nos afecta a los zapatistas y es el punto en que voy a dirigir un ataque amistoso, pero claro, al secretario de Agricultura. El secretario de Agricultura nos amenaza con algo que ha llenado de satisfacción a la reacción; primer síntoma malo que la reacción aplauda.

El general Obregón decía que estaba pendiente de lo que decía la reacción: si la reacción lo aplaudía, obraba en sentido contrario. Un gran general como es Obregón, tiene que ver por dónde lo ataca el enemigo para hacer el movimiento contrario. La reacción nos está aconsejando. ¿Qué debemos hacer? Lo contrario de lo que nos aconseja. El criterio, por ejemplo, de pobre revolucionario no gobernante, es éste: Yo siempre opino lo contrario de lo que opina la ciudad de México, porque la ciudad de México es el foco de la reacción. ¿La reacción opina que el agrarismo está en agonía? yo me siento muy contento; ¿la ciudad de México opina que el laborismo se va a establecer? Yo creo que el laborismo va a fracasar.(Risas. Aplausos). Con este pequeño paréntesis entro al fondo del asunto. El compañero León, secretario de Agricultura, se ha dejado llevar por una tendencia que no es revolucionaria, en el asunto de los ingenios del Estado de Morelos. ¿Quiere el compañero León - y ya eso parece que es una realidad, por más que sea una realidad anticonstitucional, porque yo me propongo demostrar aquí y fuera de aquí que es completamente anticonstitucional esa concesión; y es completamente anticonstitucional porque está en pugna con tres o cuatro preceptos de la Constitución. El señor ingeniero León, inconsecuente en esto con la Ley del Patrimonio de Familia, que asegura los derechos del campesino sobre su parcela y sobre los derechos de su parcela, inconsecuente con ello quiere que una compañía extranjera, formada dice él por acciones pertenecientes en su mayoría a alemanes.... pero ustedes saben lo que es el capital de cosmopolita y lo que son las acciones de escurridizas. Las acciones que hoy están - suponiendo que estén -, en manos de capital alemán, dentro de tres o cuatro años pueden estar en manos del capital americano, y creo que tan malo es el capital alemán como el americano, como el inglés, yo no creo que el alemán por el hecho de ser alemán sea de otra clase que el capital americano y estoy seguro, además de que el

alemán que ha firmado ese contrato con la Secretaría de Agricultura, traerá capital americano en su mayoría y lo disfrazará de alemán; pues es natural que los Estados Unidos tengan más interés en adueñarse de los ingenios azucareros, que los alemanes. Más al fin extranjero, al capital no debe admitírsele en México, ni menos en Morelos. (Murmullos). Como el asunto es de trascendencia enorme para el Estado de Morelos, yo pido a la Cámara que me conceda su atención por un momento más. A este respecto quiero citar algo que es la opinión de un porfirista sobre la erección del Estado de Morelos en el año de 68; y lo quiero citar para que se vea que no es la opinión de un radical, de un loco, de un agitador sin conciencia y sin responsabilidad, como se me dice a cada momento, la que está hablando, sino que está hablando un porfiriano; Francisco G. Cosmes, el autor de cuatro tomos que forman el suplemento de la obra de Zamacois. Y Francisco G. Cosmes, porfirista, al hablar de la erección del Estado de Morelos, expresaba su temor de que el Estado de Morelos fuera a ser siervo, feudatario de los hacendados azucareros, en forma maravillosa que quiero leer. Esto creo yo que ilustrará mucho al señor secretario de Agricultura, y digo que lo ilustrará porque en esta vida todos venimos a aprender - y él es joven -, él viene a aprender, como todos, yo estoy aprendiendo y todos estamos aprendiendo en todos los momentos de nuestra vida. Yo quiero que se fije en esto el secretario de Agricultura, responsable de esta concesión, y el Ejecutivo de la Unión, responsable si la confirma, porque es algo trascendentalísimo para nuestra patria y que podrá acarrear la ruina de nuestro país. Dice don Francisco G. Cosmes en el tomo 20 de la historia comentada de Zamacois, en las páginas 162 - 164, en el año de 1861 en que todavía no había ejidatarios que produjeron la revolución, todavía no había el montón de autopistas que después hemos venido a trastornar el orden, según la reacción; era el régimen de la sabiduría científica, era el régimen de la sabiduría porfirista. Y vea usted en qué forma manifiesta este hombre de verdadero talento, - en mi concepto de talento más serio, de más fondo, de más peso que el de Bulnes -, polemista que alguna vez lo fue con Bulnes, vea usted, digo, en qué forma expresa sus temores sobre el porvenir del Estado de Morelos. Dice: "Los propietarios de las ricas haciendas productoras de caña de azúcar, hombres acaudalados, y por lo mismo, de gran influencia en las regiones oficiales, no descansaban en sus pretensiones de pertenecer a un Estado que se crease nuevamente y en el cual por fuerza tendrían que dominar..."

Esto se puede aplicar a la concesión que está por darse o que ya se dio a una sola compañía, por mayoría de razón. "...por ser los únicos depositarios de la riqueza pública, y naturalmente, los que solos pagarían los impuestos necesarios para cubrir los gastos de ese Estado.

"De ellos, pues, dependería exclusivamente la existencia del Gobierno de la Entidad Federal que pretendían que fuese creado..."

Parece esto una profecía, la influencia de estos hombres es lo que ha permitido esa enormidad consumada por el Senado de la República, al venir a desaforar sin previo juicio, al venir a declarar por unanimidad que Velasco es culpable de crímenes imaginarios que nadie ha aclarado; al venir a cometer la enormidad, no cometida por el tinterillo más vulgar, por el juez de paz más ínfimo, de condenar a un individuo sin oírlo, y ese acto del Senado es el reflejo de la influencia de los capitalistas, los capitalistas que tienen controlado hasta ahora el Senado por medio de Eleazar del Valle, el gran latifundista de Tehuantepec, unido a León Salinas, el agente mercantil, mercenario de los hacendados. Es necesario que esto se sepa y estos dos hombres, Eleazar del Valle, latifundista, y León Salinas, para precipitar al Senado a la enorme injusticia que se ha hecho. Dijeron en la sesión del bloque, previa a la resolución del Senado, que ellos contaban con la autorización del presidente de la República - especie calumniosa -, y que ellos pedían que se mandara pedir la terna, porque el presidente de la República les había dicho a ellos dos, los representantes del capital, que nada más estaba esperando la petición de terna para inmediatamente mandarla. Se ve hasta qué punto pesa, pues, el capitalismo azucarero, cuando todavía ahora en el Senado de la República hace sentir su fuerza. Y luego termina Cosmes: "Pero el Congreso debía haberse detenido..." Yo pondría aquí: "Pero la Secretaría de Agricultura debería haberse detenido en este punto y no debilitar más al Estado de México, cercenándole una fracción territorial que por la condición especial de sus elementos de riqueza no podría ser otra cosa que una ínsula sujeta al señorío federal de una docena de propietarios de hacienda de caña."

¿Ven los compañeros la oportunidad de la cita? Creo que sí.

Si una docena de propietarios de haciendas de caña, españoles y, por lo mismo, inhábiles con relación al capitalismo americano, constituían una amenaza para la independencia económica de los campesinos y de los poderes políticos del Estado de Morelos, ¿hasta dónde no aumentará este temor, hasta dónde no aumenta esta amenaza cuando en lugar de la docena de hacendados o de la treintena, porque después llegaron a ser treinta, viene a ser una compañía, un trust poderoso con la pequeña suma de doce millones de dólares, o sea con la de veinticuatro millones de pesos, a establecer sus reales en Morelos? ¿Quién iba a ser el amo de Morelos entonces, el Gobierno del Estado o el trust americano o alemán con sus veinticuatro millones de pesos? Las elecciones, los nombramientos de jueces, todo, absolutamente todo, puedo jurarlo por mi vida, quedaría en manos del trust americano, y las predicciones de Cosmes se realizarían punto por punto. Y yo francamente, señores, yo que veo con dolor que la zona petrolera es casi un protectorado norteamericano, aunque dé pena decirlo, yo no puedo permitir, sin ser un farsante, que el Estado de Morelos, en donde tanta sangre corrió para alcanzar su liberación económica, vaya a ser también un protectorado norteamericano o alemán. Yo, pues, vengo a denunciar el hecho como anticonstitucional y como antirrevolucionario, y espero que el compañero León medite este hecho y le diga al señor subsecretario Padrés, que él que sabía la oposición que el pueblo de Morelos ha

hecho siempre a ese proyecto, debió haberle indicado a tiempo esa oposición antes de haberse fallado el asunto, en lugar de haberlo estimulado. Este hecho es muy grave; yo no puedo decir, por supuesto, que sea de mala fe; yo creo que es incomprensión; he visto ligereza y mi deber es venir a señalar desde esta tribuna los hechos por muchas razones: primera, porque después de quince años de revolución es preciso que en México los diputados no seamos serviles, sino independientes y para que la nación nos respete tenemos que venir a decir toda la verdad, todo lo que sintamos, equivocados o no, y decirlo precisamente a los altos; ya que nos hacemos pedazos nosotros mismos, tenemos el derecho y la obligación de decir la verdad a los poderosos, y yo digo al secretario León y al general Calles: Es incongruente, es antitética, es completamente antinómica la actitud de la Secretaría de Agricultura al pretender poner el Estado de Morelos en manos de un feudo, de un señor feudal, de un trust que aplastará la independencia económica del campesino; es antitético con el otro gesto nacionalista de la creación del Banco de Estado con capital mexicano, con capital nacional, y es antitético también con la actitud, con el gesto también verdaderamente nacionalista de la Secretaría de Relaciones al exigir que sea una efectividad el hecho de que la tierra mexicana sea para los mexicanos. Yo no creo que haya nada más peligroso que la enajenación de la tierra, que es la base de la nacionalidad. ¿Por qué Inglaterra, la previsora Inglaterra, la prudente Inglaterra, siempre, sistemáticamente, en todas sus leyes y en todas sus costumbres, ha prohibido y sigue prohibiendo al extranjero que ocupe, que compre, que sea dueño de una sola pulgada de tierra en su territorio? ¿Y por qué Inglaterra, que allá no quiere que entren extranjeros, viene aquí a armarnos escándalos como los de San Martín Texmelucan? Y los Estados Unidos, tan amantes también de su soberanía, que han estado restringiendo a cada paso el derecho de los nacionales asiáticos; que han estado provocando conflictos como el de California contra el Japón, y que abusan de su soberanía, ¿por qué quieren que nosotros no usemos de la nuestra? A este respecto quiero recordar a ustedes, quiero recordar a los compañeros que hace poco la gran prensa norteamericana reclamaba, rechazaba, protestaba contra la tendencia del informe de la Secretaría de Relaciones, diciendo que si bien es cierto que todos los conflictos que han resultado en México o una gran parte de ellos provenían del hecho de que propietarios americanos se hubieran adueñado de las tierras del país y que sin ese hecho no vendrían esas reclamaciones y conflictos, después de reconocer eso, siempre sigue insistiendo en que el Gobierno mexicano permita el uso, el derecho de los extranjeros para que se apoderen de esas tierras, y yo creo que este es uno de los puntos más graves que debe tratar este Congreso, y ya que de reajustes se trata, empecemos por la reconstrucción - ya que se usa la palabra - de nuestra nacionalidad. Y quiero terminar, brevemente; lo que estamos haciendo es la creación de la patria mexicana que no existe; la patria mexicana no puede existir mientras los españoles sigan siendo los amos en México y tengo que decirlo muy alto, porque los españoles son dueños de un gran número de haciendas, de los molinos de harina; los españoles son los que fijan arbitrariamente a tipos de monopolio el precio de la harina y del pan que consumimos; los españoles son los dueños de las tiendas de abarrotes; los españoles tienen monopolizado, absolutamente monopolizado, el ramo alimenticio; y por eso yo desde aquí tengo que gritar muy alto que el Congreso de Subsistencias fue un fracaso porque de todo trató menos del monopolio de los españoles; y debo añadir que ese congreso cometió un absurdo citando a los autores del monopolio, a los autores del encarecimiento de la vida, como sería absurdo un congreso en que se llamara a los rateros para que fijaran leyes que respetaran los derechos de propiedad... (Risas. Aplausos.) Señores, si estamos haciendo patria contra los españoles; si la obra de Hidalgo está inconclusa, si está completamente inconclusa; si la recuperación de la soberanía de México no se ha realizado; si el año de 1810 está demasiado cerca de nosotros; si siguen siendo en México amos los españoles, siquiera no vayamos a permitir que después que los españoles agremiados por el peso del asunto agrario tengan que ceder, como tendrán que ceder a las reformas de la revolución, no vayamos a permitir que nuestra patria vaya a ser un feudo en manos de los capitalistas alemanes o norteamericanos. Yo pido mucha atención a esto y pido que la Ley del Patrimonio de Familia sea una efectividad y que se aplique en todos los Estados, pero sobre todo en Morelos, porque no es fácil que los morelenses se conformen con haber derramado su sangre para destruir treinta y tantos monopolios verdaderos, para venir a consentir en un solo monopolio en manos de una compañía alemana o americana. (Aplausos.)

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano secretario de Agricultura y Fomento.

El C. secretario de Agricultura y Fomento: Señores diputados:

Voy a contestar las observaciones que he podido anotar de los discursos, tanto del compañero Caloca como del compañero Soto y Gama. El compañero Caloca dijo escapar como una crítica posible al proyecto de ley que establece el Patrimonio de Familia Ejidal, la crítica desde el punto de vista de la ideología o desde el punto de vista de las doctrinas sociales. El admirable y magistral análisis de este asunto hecho por el compañero Soto y Gama ha destruído, a mi manera de ver, la objeción que se hacía. Efectivamente, desde el punto de vista de las doctrinas sociales actualmente en boga, el licenciado Soto y Gama ha demostrado que en lugar de ser éste un paso atrás de la revolución hacia la consolidación de un sistema social basado en la propiedad individual absoluta, en la propiedad individual sin ningún límite, sin ninguna limitación, ha demostrado que es el paso evolutivo, que es la cadena de la evolución que sigue la humanidad, pasando de la propiedad individual absoluta a la propiedad común de usufructo individual, es decir, a la propiedad función social, con las limitaciones que le debe imponer siempre el interés colectivo. Por lo demás, esa crítica de los señores comunistas de la

República, a los que yo pretendí contestar en el Congreso de Convenciones Agraristas, diciendo claramente como dijo aquí Soto y Gama, que a nosotros no nos asusta ninguna ideología, que a nosotros no nos asusta ningún sistema social, porque en él examinamos lo que tiene de práctico, lo que puede formar inmediatamente parte de la realidad y de la vida del pueblo mexicano, y lo que tiene de utópico, que no juzgamos irrealizable, pero que consideramos solamente realizable dentro de una evolución más o menos larga de la humanidad actual para conseguir individuos capacitados intelectual y moralmente para obtener una organización humana superior a la actual; nosotros no creemos que sea el momento para el pueblo mexicano, dada la situación del campesino de nuestro país, de poder obtener un fruto seguro de la explotación de la tierra implantando un sistema comunista. Las críticas que se refieren al Ejecutivo y especialmente en la parte que corresponde a la Secretaría de Agricultura y Fomento, son fácilmente destruídas con los hechos. Agradezco mucho al compañero Soto y Gama que para contrarrestar esa crítica de que el Gobierno ha claudicado en materia agraria, hecha por los comunistas, o que pretende dar un paso atrás, me dé la oportunidad de informar a esta honorable Asamblea, con datos estadísticos, de algo que si no hubiese sido preguntando parecería como una jactancia de mi parte.

El Gobierno del general Calles solamente ha pretendido normalizar los procedimientos en la aplicación de las leyes agrarias, nunca detener la aplicación de ellas, y tan es así, que voy a tener la alta satisfacción de leer las siguientes estadísticas que de otra forma no hubiera leído, compañero Soto y Gama. Tengo aquí la estadística de las resoluciones presidenciales dictadas desde el 6 de enero de 1915, al 30 de noviembre de 1924, es decir, al momento en que llegó al Poder el general Calles y tomé posesión de la Secretaría de Agricultura. Tenemos en el año de 1917, sesenta y nueve resoluciones; en 1918, ciento una; en 1919, doscientas setenta y siete; en 1920, ciento cuarenta y siete; en 1921, ciento setenta y nueve; en 1922, ochenta y seis; en 1923, ciento noventa y siete; y en el año de 1924, excepción hecha de diciembre, doscientas noventa y seis. Es decir, en los nueve meses, del 1o. de diciembre al 31 de agosto, en que he tenido al alto honor de ser presidente de la Comisión Nacional Agraria: trescientas veinticuatro resoluciones presidenciales definitivas. (Aplausos.) Es decir, en nueve meses, el veinticuatro por ciento de las dictadas en diez años.

Posesiones definitivas. De 6 de enero de 1915, a 30 de noviembre de 1924. En diez años, setecientas treinta y dos, como sigue:

En 1916, una. En 1917, ocho. En 1918, cuarenta y siete. En 1919, cincuenta y una. En 1920, sesenta y seis. En 1921, ciento veintisiete. En 1922, sesenta y seis. En 1923, ciento treinta y una. En 1924, doscientas treinta y cinco. Total, en diez años, setecientas treinta y dos.

En nueve meses, doscientas sesenta y nueve; treinta y siete por ciento de las posesiones dadas en diez años. (Aplausos.)

Ahora: Superficies entregadas por concepto de ejidos, desde el 6 de enero de 1915 al 30 de noviembre de 1924. En diez años, como sigue:

En 1915, cero hectáreas.

En 1916, mil doscientas cuarenta y una hectáreas.

En 1917, cinco mil quinientas treinta y ocho hectáreas.

En 1918, sesenta y nueve mil ochocientas diez y ocho hectáreas.

En 1919, cuarenta y siete mil doscientas setenta y dos hectáreas.

En 1920, setenta y un mil ochenta y siete hectáreas.

En 1921, doscientas setenta y tres mil ciento setenta y seis hectáreas.

En 1922, noventa y ocho mil doscientas tres hectáreas.

En 1923, doscientas treinta y cinco mil quinientas cuarenta y seis hectáreas.

En 1924, excepción hecha del mes de diciembre, doscientas cuarenta y cuatro mil sesenta y cuatro; y en nueve meses, cuatrocientas setenta y ocho mil ciento setenta y cinco; es decir, el 43.80 por ciento de lo entregado en diez años. (Aplausos nutridos).

Debiendo añadir la siguiente circunstancia: que como ustedes habrán visto por la prensa, en una encuesta llevada a cabo por los reporteros de la prensa capitalina, los ciudadanos jueces de distrito declararon que habían bajado el cincuenta por ciento en número los amparos que se interponían por cuestiones agrarias. Naturalmente esto no es mérito del ingeniero León, esto no es mérito del general Calles, es obra del Gobierno revolucionario establecido desde 1920 a la fecha. Yo no vengo a tener una jactancia tonta y personal, yo comprendo la debilidad de mis fuerzas ante la magnitud del problema que se me ha entregado, y veo las cosas serena y justamente. Naturalmente que nosotros hemos venido a aprovechar mucha de la experiencia adquirida en años anteriores; naturalmente que nosotros hemos venido a aprovechar a muchos de los hombres preparados en años anteriores en la Comisión Nacional Agraria y en la Secretaría de Agricultura; yo no critico a mis antecesores y creo que todos ellos cumplieron con su deber. (Aplausos.) Precisamente porque se ha ido elaborando un procedimiento agrario para la aplicación de las leyes de la materia; precisamente porque se ha venido preparando un personal para aplicar esas leyes y porque normalizándose la vida de la República ya no podremos recurrir a ciertos procedimientos viciados de irregularidad a que se recurría antaño y que se imponen contra todos los fallos y todos los amparos por la fuerza misma de la revolución, nosotros el único esfuerzo que hemos hecho ha sido por regularizar los procedimientos y someternos en la aplicación de ellos a los mandatos expresos de la ley. Ese es el único pequeño mérito personal que pudiera reclamar la actual Comisión Nacional Agraria; pero estos datos estadísticos demuestran que no hay derecho, que es injusto decir del Gobierno del general

Calles que ha claudicado en la resolución del problema agrario; que ha dado un paso atrás. El presidente Calles, dentro de la aplicación estricta de la ley, y yo, mientras me juzgue digno de permanecer en la Secretaría de Agricultura, haremos lo posible por resolver cuanto antes el problema agrario. (Aplausos.)

Y si alguna vez la reacción alarmada por el trabajo incesante de los ingenieros de la Comisión Nacional Agraria, trabajos, como digo, siempre apegándose estrictamente a la ley; si alguna vez la reacción alarmado, decía publicó en un periódico la noticia estupenda de que los agraristas estaban silenciosos y callados porque la Comisión Nacional Agraria, silenciosa y callada, había dado tierras a razón de siete hectáreas y media por minuto, ojalá y que en el próximo informe presidencial, pueda decir el secretario de Agricultura que trabajó a razón de veinticinco hectáreas por minuto. (Voces: ¡Muy bien! Aplausos ruidosos). El patrimonio de familia, como lo demostró magistralmente el licenciado Soto y Gama, no puede ser una regresión, no puede ser un paso atrás de la revolución, no es sino un medio de que la revolución se vale para realizar precisamente uno de los anhelos que más ha perseguido. La revolución ha perseguido con la reforma agraria, con la emancipación económica del campesino, la libertad económica y política del mismo, puesto que sabemos por la triste experiencia del cuartelazo de Huerta, que no puede haber libertad política ni libertad individual si no existe primero la libertad económica, y actualmente no se ha realizado en un gran número de ejidos ese anhelo de la revolución porque han faltado disposiciones como la del patrimonio de familia. Todos estamos de acuerdo y uno de los que hicieron más hincapié en ese argumento fue el compañero Caloca, que habló en contra en lo general de este proyecto de ley, de que los comités administrativos apoyados por politicastros de pueblo cometen verdaderos abusos o impulsados por su ambición cometen verdaderas inmoralidades en muchos casos en la administración de los ejidos. Yo recuerdo la filípica formidable que la voz potente de Soto y Gama lanzó a los comités administrativos inmorales en la Convención Agrarista de San Luis Potosí; yo recuerdo que Soto y Gama decía: la revolución ha vencido al latifundista y ha roto el caciquismo del latifundista pueblerino sobre los campesinos; ahora la revolución tiene que vencer el nuevo caciquismo de los nuevos comités administrativos; ahora la revolución tiene que vencer al nuevo explotador de los campesinos. Pues bien, señores, si el anhelo de la revolución fue en su reforma agraria reivindicar los derechos del campesino hasta llevarlo a la situación del ciudadano libre, económica y políticamente, la Ley del Patrimonio de Familia, en lugar de ser un paso hacia atrás en la realización de la obra revolucionaria, es un paso hacia adelante en la consecución del ideal agrario de la revolución, de libertar económica y políticamente al campesino, porque el campesino actualmente sigue en muchas de sus aventuras al comité administrativo o calla muchas de las inmoralidades que en él ve, porque en manos de este comité está el anhelo último del campesino, que es la posesión de su parcela, porque él sabe que no puede enfrentarse al comité denunciando las inmoralidades cometidas, ni negarse cuando lo embarga en una aventura política, aunque vaya en contra de sus conveniencias; porque su parcela está a merced de este comité administrativo. Y si nosotros liberamos la parcela del comité administrativo; si el comité administrativo no es ya más el señor absoluto que las da y las quita; si dejamos que el campesino definitivamente arraigue en su parcela, sin que nada ni nadie lo pueda mover, será libre económica y políticamente del comité administrativo y del comisario ejidal. Por tal motivo no podemos considerar que esta ley sea una regresión. Ahora, por lo que se refiere a una observación legal que hacía el compañero Caloca diciendo que sólo bastó poner en las disposiciones agrarias de la Constitución en la Ley de 6 de enero, que el ejido era sagrado, que la propiedad era inalienable e imprescriptible por parte del pueblo, debo manifestar al señor Caloca que dentro de esas mismas disposiciones se ordenó el fraccionamiento de los ejidos y se dio la base para la expedición de esta ley. Así por ejemplo, en la Ley de 6 de enero, en el último de sus considerandos están expresados claramente los conceptos en que se funda el legislador para establecer esta ley. Dice: "Es de advertir que la propiedad de las tierras no pertenecerá al común del pueblo, sino que ha de quedar dividida en pleno dominio, aunque con las limitaciones necesarias para evitar que ávidos especuladores, particularmente extranjeros, puedan fácilmente acaparar esa propiedad como sucedió casi invariablemente con el repartimiento legalmente hecho de los ejidos y fundos legales de los pueblos, a raíz de la revolución de Ayutla."

El artículo 27 en la parte relativa dice: "Sólo los miembros de la comunidad tendrán derecho a los terrenos de repartimiento y serán inalienables los derechos sobre los mismos terrenos mientras permanezcan indivisos, así como los de propiedad, cuando se haya hecho el fraccionamiento."

Luego entonces tenemos un fundamento constitucional en qué basar la expedición de esta ley. Otro argumento que no quiero dejar pasar inadvertido o más bien otra argumentación que hizo al compañero Caloca, fue la referente a la necesaria intervención para favorecer el desarrollo y el mejoramiento de la agricultura ejidal de la Secretaría de Agricultura. Decía yo cuando hablaba a ustedes fundando el proyecto de Ley del Ejecutivo en lo general, que el Ejecutivo consideraba como esencial la fundación del Patrimonio de Familia para poder consultar de ustedes otras disposiciones tendentes a conseguir el mejoramiento y progreso en el cultivo de las tierras ejidales. El compañero Caloca me da la gran oportunidad de exponer a esta honorable Representación Nacional el programa que el general Calles llama de resolución integral del problema agrario. Indudablemente que los campesinos que adquieren su parcela sin elementos para cultivarla, son fuerzas débiles para mejorar la producción agrícola del país y se debaten entre esfuerzos inauditos que muchas veces ven perderse, inútiles o estériles, sin poder aumentar la producción. El ejidatario guarda una situación económica completamente singular. Si antiguamente como arrendatario pudo tener como un

aliado más o menos egoísta, pero aliado al fin, para refaccionarse, al pequeño capitalista del pueblo, o al pequeño comerciante, estos pequeños comerciantes o capitalistas pequeños del pueblo, con un sentimiento de sangre aristocrática, se han considerado, sin serlo lógicamente por sus intereses, aliados de los intereses conservadores del país, heridos directamente por la reforma agraria, y han venido a ser los mejores agentes en los pueblos y en las congregaciones de los grandes intereses latifundistas para hostilizar en todas las formas y por todos los medios de producción de los ejidos y el trabajo de los campesinos. No solamente se conforman con haberles cerrado el pequeño crédito de que hubieran podido disponer en otra situación de arrendatarios o medieros, sino que aun especulan con la miseria del ejidatario para acaparar a bajo precio la producción del ejido y entregársela a los grandes comerciantes de la República para que la monopolicen y eleven los precios y luego vengan, como decía atinadamente Soto y Gama, a decir que los ejidatarios son los culpables del encarecimiento de la vida.

Yo puedo citar casos concretos. Ustedes saben, compañeros, que por la carencia de ingenios o establecimiento industrial para transformar la caña de azúcar en azúcar elaborada o producto comercial, muchos de los ejidos del Estado de Morelos se han sembrado de arroz. Pues bien, señores, porque la revolución no les ha podido dar un sistema de crédito para refaccionarlos, porque ellos han carecido de elementos, yo que he tratado con muchos de los productores de arroz de Morelos, productores en los ejidos, he recibido datos que me demuestran que después de miles de trabajos salen perdiendo los sembradores de arroz, porque todo el provecho que legítimamente les correspondía, más una parte de los elementos que han invertido en sus siembras se los lleva el acaparador de ese grano. (Aplausos.) Por tanto, el siguiente paso que piensa dar el Gobierno del general Calles en la resolución del problema agrario integral tal como él lo concibe, es el establecimiento de un sistema de crédito, de refacción para los ejidatarios. Igualmente estoy de acuerdo con el compañero Caloca, y el Ejecutivo lo ésta en la necesidad de darles una instrucción esencialmente práctica y técnica para prepararlos, no como antaño, para que sepan leer, escribir y contar, sino prepararlos para la agricultura, para productores, para prepararlos enseñándoles las mejoras que pueden introducir en el cultivo de las plantas que se producen en su región; para enseñarles a mejorar la producción de los animales domésticos, mejorando el sistema de cuidado y de alimentación; de cuidado y de alimentación de los animales domésticos que van a crear ellos al salir de la escuela y al dedicarse a trabajar en su ejido. Por esto el Gobierno del general Calles también prevé la fundación de muchas escuelas rurales y de escuelas centrales de agricultura por otra parte, como decía perfectamente Caloca y afirmaba después Soto y Gama, debemos de concebir el colectivismo como una fuerza de incrementación para el individuo, para el hombre, no como una fuerza antagónica, sino como una fuerza aliada. Por eso, si dentro de la propiedad colectiva de los pueblos, que es el ejido, le damos el uso individual de la parcela al ejidatario y el uso colectivo de las otras partes, de los otros elementos del ejido que no puede usar individualmente, como montes, pastos y aguas, debemos naturalmente de proyectar un sistema de organización en el ejido que venga, sin destruir al individuo, a robustecer su fuerza como productor, su fuerza colectiva. Por eso también prevemos nosotros la organización de cooperativas de toda naturaleza en el ejido refaccionado por el Gobierno para la producción, para la compra de los productos, para la venta, etcétera, etcétera. Pues bien, señores, el general Calles consulta a ustedes la Ley del Patrimonio de Familia antes de otras disposiciones tendientes a proporcionar al Ejecutivo otros medios de procurar la solución completa del problema agrario, porque cree que es la esencial, la primordial, la definitiva. El general Calles cree que la organización de cooperativas ejidales sin el establecimiento del patrimonio de familia, no vendrá a ser sino una nueva arma de explotación que se diera a los comités administrativos, cuando éstos sean inmorales, porque indudablemente el comité administrativo que administra inmoralmente un ejido, tendría influencia suficiente para administrar también inmoralmente la cooperativa que se formara; y, desgraciadamente, hay casos que citar.

Por tanto, el general Calles concibe la resolución integral del problema agrario tal como lo conciben todos ustedes; únicamente que no viene a consultar al mismo tiempo todas las disposiciones, y les consulta la de la creación del patrimonio de familia porque la considera la esencial. La base, el cimiento sobre el cual se edificará después la organización cooperativa y el establecimiento de las escuelas centrales, así como el establecimiento de un sistema de crédito.

Ahora, una vez que he creído combatir las pequeñas observaciones que se habían hecho a este proyecto de ley, porque debo manifestar mi agradecimiento, tanto al licenciado Soto y Gama, por la defensa brillante que de él hizo, como al compañero Caloca, por lo cariñoso de las observaciones ligeras que le hizo y por el aplauso que al proyecto mismo le tributó en otras partes de su discurso. quiero pasar a contestar el cargo que me hace el compañero Soto y Gama.

Yo acepto, como dice el compañero Caloca, a pesar de la organización constitucional de la República, mi responsabilidad en este asunto, compañero Soto y Gama, y agradezco mucho al mismo compañero que me hable con toda claridad, a la vez que pido a todos los compañeros diputados que cada vez que no entiendan o no comprendan la finalidad de una disposición mía o que la crean contraria a los principios de la revolución o a los intereses nacionales, me la critiquen con toda sinceridad, que yo oiré con todo gusto el consejo. (Aplausos.) Solamente que la crítica del compañero Soto y Gama descansa en una base falsa, se basa en un sofisma: las palabras que leyó del erudito Cosmes encierran una profunda verdad y están inspiradas en un principio neto de nacionalismo; es más, de demostratismo de defensa de los intereses del pueblo de Morelos. Efectivamente, la revolución mexicana tomó sus características

profundamente agrarias, porque el hombre que dispone de la tierra, dispone del pueblo que la habita; porque el hombre que es dueño del latifundio, dispone de la autoridad que existe dentro de él dispone de las actividades económicas y políticas de los que habitan en ese territorio; en fin, de todas las manifestaciones de la actividad humana de los seres que viven dentro del latifundio y a expensas de él. Indudablemente que si el Estado de Morelos era en aquella época de catorce y después de treinta hacendados, eran evidentemente primero catorce y después treinta los amos de Morelos, los que podían nombrar gobernadores, jueces, presidentes municipales y jefes políticos; los que consignaban a las filas a los trabajadores cuando tenían un pequeño gesto de rebeldía impulsados por todos sus dolores y sufrimientos. Por esto fue precisamente que en Morelos estalló con mayores lineamientos, con mayores características agrarias la revolución que en el resto de la República; por eso en Morelos el eje del movimiento revolucionario fue un motivo agrarista. Indudablemente que si yo fuera a entregar, no a un mexicano, sino a extranjeros, la propiedad de las tierras del Estado de Morelos, merecería el vilipendio de revolucionario traidor y como individuo que entregaba inerme al pueblo de Morelos a la explotación de un solo individuo o de una sola sociedad; pero este contrato no entrega la tierra, no entrega la propiedad de la tierra, que es precisamente lo que da el derecho de disponer de los derechos políticos y económicos del campesino; este contrato no se refiere absolutamente para nada a la tierra: es más, este contrato está basado en el reconocimiento por parte de la empresa industrial de los ejidos y de la parcela ejidal. El problema azucarero de Morelos se presenta en la forma siguiente: Morelos es un pueblo productor de azúcar. Con motivo de la lucha revolucionaria se han destruído algunas obras de irrigación y la enorme mayoría o la casi totalidad de los ingenios. El cultivo de la caña de azúcar tiene características muy especiales. Es un cultivo caro, es un cultivo tardado; por consiguiente, se necesita tener capital refaccionario para poderse dedicar al cultivo de la caña, primero, porque es elevado el costo del cultivo por hectárea en comparación con otros cultivos; segundo, porque necesita el agricultor esperar más tiempo para poder vender su cosecha o disponer de ella, puesto que la evolución de la caña de azúcar es superior al ciclo de un año. Además, la caña de azúcar sin la industria azucarera que la transforme en producto comercial no puede ser objeto de una gran explotación, porque, salvo pequeñas y contadas extensiones que se siembran de caña para el consumo directo del mercado como fruta, no habrá sino pequeños sembradíos de caña que se exploten para producir panocha y piloncillo por procedimientos rudimentarios.

Por tanto, el problema económico del Estado de Morelos es poder obtener que las tierra ejidales se siembren de caña y que haya una industria establecida que transforme esa caña en azúcar comercial para que pueda ser productivo ese cultivo. La primera parte del problema estriba en colocar un poco de orden en la situación un poco anárquica de tierras y aguas que existe en el Estado de Morelos, fácilmente explicable por la violencia de la lucha establecida allí, de tal forma que hay litigios hasta entre pueblos y pueblos por causa de linderos y por causa de aguas. Es decir, llevar el ejido en su totalidad, a un deslinde claro y exacto para dar la seguridad que perseguimos, con el patrimonio de familia, al ejidatario. Segundo problema: obtener un sistema de crédito refaccionario que permita a los ejidatarios dedicarse al cultivo de la caña. Tercer problema: obtener el establecimiento de un ingenio, el establecimiento de una hacienda industrial que transforme la caña de azúcar, tal como llega del campo, en azúcar comercial. Este proyecto, que cree el compañero Soto y Gama que indirectamente, por esta corriente de reajuste, impulsados por la reacción, nos está arrastrando a todos, es uno de los proyectos más acremente criticados por la reacción. Yo, para ver si podían entrar como productores, a entregar caña a este ingenio los hacendados de Morelos, consulté su opinión, y la opinión de los hacendados de Morelos es que el Gobierno, para resolver el problema económico industrial de Morelos, debe inmediatamente regresar las tierras que concedió a los pueblos la revolución! (Risas). Así lo consideran los ingenuos latifundistas, quienes pretenden que se les entreguen los doce millones de pesos de ellos! (Risas). Indudablemente que esto no es serio, pero indudablemente también que ellos se han negado a sujetarse a las bases de este contrato. Y es mas: por allí andan diciendo que ellos, sin permiso de la Secretaría de Agricultura y Fomento, ya tienen fuerte capital americano para establecer ingenios en sus fincas. Pues bien, señores, si yo hubiera ido a entregar la propiedad de la tierra a una sola personas o corporación, merecería las críticas del compañero Soto y Gama, las críticas hechas al Gobierno porfirista que la entregó a catorce hacendados primero y después a treinta. Pero este contrato no se refiere ya para nada - y aquí lo tengo - a la tierra; la Secretaría de Agricultura y Fomento no ha hecho más que ser la intermediaria entre los campesinos y el señor Mavloffi, y claramente así se expresa en el contrato. La Secretaría de Agricultura y Fomento se ha obligado a lo siguiente: primero, a nombrar una comisión de ingenieros que defina la situación de los pueblos de Morelos, por lo que se refiere a sus linderos de tierras, para darles esta seguridad, naturalmente de acuerdo con las dotaciones que se hayan hecho, o legalizándose lo que aún no está legalizada. Desde este momento yo doy autorización al compañero Soto y Gama para que me llame traidor y me insulte por el frente, no por la espalda como quería el compañero Caloca, si yo quito una sola pulgada de tierra a los campesinos del Estado de Morelos, porque ni yo ni nadie podría quitársela. Segundo: nombrar una comisión de ingenieros que vaya y haga un es y una reglamentación del uso de las aguas, para que se pueda saber con cuantas tierras de riego se cuenta en cada ejido, para poder saber cuantas hectáreas se van a someter al cultivo de la caña y si tiene suficiente agua cada pueblo. Tercer paso: La Secretaría de Agricultura tiene que organizar cooperativas. Por lo tanto, de aprobarse esta ley, la Secretaría de Agricultura tiene naturalmente gran interés en que se apruebe

pronto para irla a aplicar al Estado de Morelos, para poder organizar cooperativas sobre la base de que ya tendrán independencia económica y política los ejidatarios y no serán fácilmente explotados por los directores de esas cooperativas. Después de esto, por conducto de la Secretaría de Agricultura y Fomento, esta compañía que establece el ingenio celebra contrato con la cooperativa de los ejidatarios, contrato a esta base: El señor Mavloffi va a invertir no once millones de dólares, sino doce millones de pesos nada mas: siete millones en el ingenio, millón y medio hasta completar nueve en el establecimiento de caminos y de vías de comunicación necesarias de acuerdo con el plan de los pueblos que entren a proporcionar la caña a este ingenio, los necesarios para llevar la caña al ingenio. Después tiene que establecer en los pueblos sus agencias refaccionarias, refaccionando el primer año hasta 3,500 hectáreas para dedicarlas al cultivo de azúcar a 350 pesos por hectárea de cultivo de caña, llevando a precios fijados entre ella, la Secretaría de Agricultura y la de Hacienda, los implementos necesarios para esa explotación. En cambio el ejidatario se compromete a integrar a esa compañía la producción de su caña....

El C. Díaz Soto y Gama, interrumpiendo: ¡Ahí está...!

El C. secretario de Agricultura y Fomento: Entrega la caña, sí, señor, pero en el contrato están las seguridades que nosotros buscamos para los ejidatarios. La caña se entrega para liquidarse al seis por ciento de su riqueza en azúcar; quiere decir que por cada tonelada de caña, recibirán los ejidatarios sesenta kilos de azÚcar, de la cual pueden disponer como azÚcar al precio de plaza de ese día o dejarla comisionada a la misma compañía para la venta en conjunto. De esta producción de caña de azÚcar todavía el ejidatario tiene un derecho más, porque después de liquidados los gastos del año de la compañía, del producto o provecho que resulte a la misma compañía como ganancia, tienen el cincuenta por ciento los ejidatarios y el cincuenta por ciento la compañía. Quiere decir que si las cañas fueron mucho más ricas del seis por ciento en azÚcar, si el producto en azÚcar fue mayor o el cultivo menor, no la utilidad, se la lleva la compañía, sino que la reparta por igual entre los ejidatarios que trabajaron esa caña. Es mas: este proyecto de contrato no entrega indefinidamente la industria azucarera del Estado de Morelos a los extranjeros, sino que la reivindica en un plazo lento, por nuestras actuales circunstancias económicas; pero la reivindica por hacerla una industria nacionalista y de propiedad de los directamente productores, en la siguiente forma: el contrario tiene una duración de veinte años; al transcurrir los veinte años el ingenio será liquidado de la siguiente manera: el cincuenta por ciento para los socios que invirtieron su capital, para los capitalistas; el cuarenta y cinco por ciento para las acciones de los ejidatarios, y el cinco por ciento para el Gobierno Federal para que pueda obrar como instrumento de equilibrio entre unos intereses y otros. Yo creo que si nosotros no hacemos este contrato - que solamente se dirige a nosotros el señor Mavloffi para obtener las ventajas del apoyo moral de los ejidatarios y de la Secretaría de Agricultura y Fomento -,cualquiera empresa es libre de establecer un ingenio en el Estado de Morelos, en Veracruz o en otras partes, porque es una industria lícita dentro de la ley, y celebran contratos mucho más leoninos con cualquiera de los agricultores ejidatarios o no ejidatarios. Yo emplazo al compañero Soto y Gama para que me cite la disposición expresa de la ley que impida a cualquiera compañía mexicana o extranjera establecer un ingenio en cualquiera parte del país. (Aplausos.)

Ahora bien, ¿qué ventajas tiene este señor? Que se acoge a la ley de las instituciones de crédito, es decir, que hay una ley que da ventajas a las instituciones de crédito por lo que se refiere especialmente al pago de impuestos y un decreto para buscar capitales que se inviertan en refaccionar a los ejidatarios, a los campesinos. Dice que las empresas que en región determinada del país empleen en refacción agrícola más de cien mil pesos, gozarán de la franquicias de que gozan las instituciones de crédito de acuerdo con la ley de la misma materia. Es la Única ventaja a que se acoge este señor como refaccionador de los ejidatarios, para obtener ciertas facilidades en el pago de impuestos; por lo demás, sólo se busca el apoyo moral de la Secretaría de Agricultura y Fomento, del Gobierno federal, para establecer una industria que en cualquiera forma podría establecerse sin nungún contrato con nadie. Pues yo pregunto: ¿hay disposición expresa en alguna ley que le impida a alguien dedicarse a una industria lícita?

El C. Díaz Soto y Gama: Voy a contestar si me lo permiten el señor secretario de Agricultura y Fomento y el señor presidente.

El C. presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Díaz Soto y Gama: Le voy a decir a usted por qué eso no es permitido, compañero. Precisamente porque los artículos constitucionales que usted leyó dicen que sólo los vecinos del pueblo, es decir, los miembros de la comunidad, tienen derecho al disfrute de los terrenos, ¿y nos puede satisfacer a nosotros la respuesta del Señor secretario de Agricultura de que la propiedad de la tierra no se enajena, si en cambio se enajenan los productos? (Murmullos. Siseos.) ¡Ahí está la base de todo! Con calma voy a explicar a ustedes por qué. Así como ustedes oyeron con calma a un secretario de Estado poderoso, escúchenme a mí con la misma calma. (Risas. Murmullos.) No vamos a dar el espectáculo de que aquí se crea que un ministro de Estado nos viene a sofocar con su grandeza. (Murmullos. Siseos.) Este es un asunto de inmenso interés nacional; de manera que estamos obligados a estudiarlo a fondo, enteramente a fondo. Yo insistiré, yo pediré mas: yo haré una moción a la Cámara en el momento oportuno para que el Ejecutivo someta ese contrato, en el momento oportuno, a la revisión de la Cámara, y yo le digo al compañero que no puede absolutamente establecerse una industria en un ejido, porque entonces sería una manera indirecta de destruir el patrimonio de familia. El análisis mío sobre el asunto es éste: El patrimonio de familia es para asegurar, como dice el compañero, el disfrute de la parcela a la familia. * Y Cómo va a quedar asegurado ese disfrute si se atraviesa un

intermediario que queda con la terrible calidad de acreedor? El compañero sabe que el deudor es esclavo, en cierta forma. La esclavitud en el mundo, en Roma, en todas partes, ha empezado por las deudas. El compañero León sabe perfectamente que la situación del campesino francés es terriblemente crítica por el peso de las deudas. El compañero leyó precisamente ya la previsión salvadora de la Ley de 6 de enero, en su último considerando, en el cual dice que se dará el pleno dominio sin perjuicio de cuidar al campesino de las maquinaciones de toda especie que hagan los explotadores, especialmente extranjeros, o que puedan hacer para venir a dar el mismo resultado directa o indirectamente que vinieron a dar las Leyes de Reforma. Aquí es una cosa semejante; aquí no se da la posesión de la tierra a la compañía, pero se le da la posesión de las cosechas. Yo digo: ¿para qué se tiene la posesión de la tierra si la cosecha no va a ser para los ejidatarios? ¿Para qué quiere la tierra el dueño, el cultivador, el usufructuario del campo de caña de azúcar, si la caña la va a tener que vender, y la tendré que vender ¡a qué precio! al precio de plaza - dice el contrato -? Y yo le pregunto al compañero: ¿el precio de plaza del día es un seis por ciento? (Voces: ¡No! ¡No!) Es igual para el caso, es enteramente igual ¿Quién fija el precio de plaza? ¡Pues la compañía monopolizadora! Y una compañía explotadora, monopolizadora, con doce millones de pesos a las puertas de México, yo juro y perjuro que dominan en el mercado las compañías fuertes, y no sólo dominan, sino que fijan el precio. Prueba: ¿Por qué, entonces, la Constitución prohibe los monopolios de toda clase? Es otro argumento que me reservo. Ahora, ¿de qué sirve que se deje a los campesinos la posesión, la propiedad de la tierra, si, en cambio, el disfrute se somete a la tortura de quedar sujeto al acreedor? Mi tesis es ésta y tendré que sostenerla cuantas veces sea necesario: hay dos formas de ser esclavo en materia de explotación agrícola: o se es esclavo a título de jornalero, o se es esclavo a título de deudor. El deudor es esclavo del acreedor. Es el caso, por ejemplo, del campesino que recibe mil o dos mil pesos para la explotación de la caña de azúcar, que no puede cultivar en un momento dado por enfermedad de su señora, por enfermedad de él o por cualquiera otra causa; y al llegar el vencimiento, si no paga, ese hombre se convierte en un esclavo económico. (Voces: ¡Sí! Murmullos. Siseos.) ¡Evidentemente! Eso ha pasado en Francia en Francia y va a resultar esto: que a título de acreedor el capital extranjero va a querer establecer un protectorado sobre México, como lo ha establecido y sigue estableciéndolo a título de concesionario o explotador en el jugoso ramo del petróleo! ¡Poco importa el título! El capital extranjero, cuando encuentre que no se le pagan los dineros que ha prestado, se echará sobre las cosechas, se lanzará sobre el lote. Cierto que la tierra no es embargable; pero sí es embargable la cosecha. ¡Y bonito consuelo para el ejidatario que se le diga: tu lote no se te embarga, pero sí se te embargan los frutos, los jugos del lote, lo productivo del lote, es decir, la cosecha! ¿A ese hombre, a dónde se le lanza? ¡A la miseria! ¿Qué tiene que hacer este hombre? Implorar la clemencia, implorar el perdón del acreedor. Y resultará esto: que habrá mimados del acreedor que serán los que formen su estado mayor, el corifeo bufonesco del capitalista, mientras que los demás estarán abandonados de la gracia, de la merced del acreedor; serán explotados por el hacendado, que no se llama acreedor, pero que da el mismo resultado o sea la división de los campesinos: unos apoyados por el dueño y otros no. Ahora, entrando al terreno legal, yo le puedo demostrar al compañero, con un artículo muy sencillo, que no es lícito ese monopolio; dice el artículo 28 de la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos: "En los Estados Unidos Mexicanos no habrá monopolios ni estancos de ninguna clase."

Y aquí se monopoliza la producción del azúcar en todo el Estado de Morelos, porque todos los ejidos se entregan; y yo digo: ¿qué derecho tiene el Gobierno federal para invadir la soberanía del ejido, si el ejido se da para que lo disfruten los campesinos como quieran, para beneficio de sus familias, para que hagan de él lo que les dé la gana; con qué derecho se les dice: ¡No, vas a cultivarlo por conducto del extranjero, tienes que convertirte en esclavo del extranjero, tienes que convertirte en deudor!; dónde queda esa libertad y esa seguridad tan decantada? ¿Dónde queda ese rincón de tierra que yo he pedido para el mexicano, para el indio, para el mestizo, para el que no va a poder competir con el extranjero, con el norteamericano, en tierras, en competencia económica, en competencia mercantil, en competencia industrial? ¿Qué vamos a hacer del indio, del mestizo frente a la superioridad del anglosajón y del alemán? ¿Qué recurso, qué refugio, qué asilo le dejamos al mexicano, al indio y al mestizo si invadimos también los terrenos del ejido? ¿Con qué derecho la Secretaría de Agricultura y Fomento dictatorialmente obliga a determinado sistema de cultivo a todos los ejidatarios del Estado de Morelos? ¿Por qué se hace eso? ¿O se hace a sus espaldas? En Último caso que se consulte al Congreso local del Estado de Morelos, a la Legislatura. Yo encuentro esto perfectamente anticonstitucional. El compañero dice que no hay preceptos constitucionales. Los hay. Dice uno:

"Las sociedades comerciales por acciones, no podrán adquirir, poseer o administrar fincas rústicas."

Y aunque aquí la compañía no va a poseer directamente la finca rústica, como acreedora, de hecho va a poseerla a título de interventora en los embargos. Cuando venga la falta de pago en los créditos, cuando no se paguen las cantidades prestadas, tendré que venir el embargo, y, como consecuencia del embargo, tendré que nombrarse depositario e interventor a nombre de la compañía y entonces tendré que poseer la parcela y tendré que intervenir en su administración. De manera que es un rodeo que viene a poner en manos de las sociedades mercantiles por acciones la propiedad de la tierra.

El asunto es tan serio que no es posible agotarlo en un cambio de impresiones muy ligeras; pero como digo, ese contrato pediré que quede sujeto a la revisión de la Cámara. La Cámara lo aprobará o no; pero yo sostendré dos puntos: que debe

ser revisado para que se vea si es constitucional o no y que debe ser revisado por el Congreso local. Por eso involucré este asunto tan grave con el asunto del patrimonio de familia, porque yo creo que el patrimonio de familia, que es un refugio, un baluarte de seguridad absoluta para las familias de los campesinos, queda completamente destruído, se vuelve nugatorio con esa intervención de un monstruoso intermediario con doce millones de pesos; un coloso que viene a convertir en deudor a un hombre que tiene el derecho de no ser deudor. Y, por Último, para concluir, le pregunto al señor secretario de Agricultura, y le preguntaría al presidente Calles si estuviera presente: ¿no se ofreció que la refacción agrícola iba a darse con dinero de la nación? ¿Por qué se refacciona a los burgueses, a los burgueses, con ese Banco de Estado que se ha fundado? ¿Por qué se establece ese Banco de Estado en beneficio de los burgueses y no se dedica el dinero de la nación para refaccionar a todos los campesinos de la República? ¿Qué necesidad hay de que esa refacción venga de capitalistas extranjeros y no de un Gobierno revolucionario, como el de México que está obligado a dar los medios y el dinero para que trabajen los campesinos? ¿Por qué no se dedican de los millones que se van a dedicar a escuelas y de los millones de pesos que se dedicaron al Banco o de tantos millones de pesos que tienen que sobrar del reajuste económico, por qué no se dedica un millón o dos millones de pesos para formar cooperativas, verdaderas cooperativas en el Estado de Morelos? Yo no puedo estar absolutamente de acuerdo con esto. Repito que este debate, que es incidental, tiene un margen demasiado pequeño para tratar todos los aspectos del problema; pero sostengo que es perfectamente anticonstitucional bajo todos aspectos, y me reservo demostrarlo en un debate más amplio. Será interpelación al ministro o petición de que se revise ese contrato por la Cámara; pero yo creo que no puede absolutamente involucrarse con el patrimonio de familia la intervención de un agiotista, de un acreedor poderoso, de una compañía acreedora con doce millones en el Estado de Morelos. Yo creo lógicamente que el amo va a ser por los veinte años el dueño del ingenio. Hay otro aspecto: ¿qué cantidad de trabajadores va a entrar al ingenio? ¿No van a estar a sueldo y a depender económicamente de la compañía? Pues todo eso produce el mismo resultado que produjeron las catorce o treinta haciendas azucareras de Morelos: destruir la independencia económica de los morelenses. Para un Estado que tiene diez y ocho mil kilómetros cuadrados y una población de cien mil habitantes, meter una compañía de doce millones de dólares para ser la única capaz de dominar el mercado del azúcar que es la principal riqueza de Morelos, ¿no es algo peligroso que debe estudiarse paso a paso y no a la ligera, valiéndose de un simple cambio de impresiones en esta Cámara? Esto debe ahondarse. No me conformaré con este debate incidental; lo involucré incidentalmente con el asunto a debate, pero me reservo el derecho de provocar una discusión verdaderamente amplia sobre el particular.

El C. secretario de Agricultura y Fomento: Voy a contestar brevemente al compañero Soto y Gama, quedando siempre a disposición de él y de la Cámara para cuantas veces gusten interpelarme sobre este asunto; igualmente, y si me lo permite la Asamblea, me ofrezco personalmente a la disposición del diputado Soto y Gama en la Secretaría de Agricultura y Fomento, por si quisiera discutir este asunto en lo particular conmigo. Por lo que se refiere a lo que dice el compañero Soto y Gama, creo que se encuentra en un error a pesar de su indiscutible y gran talento.

El C. Díaz Soto y Gama, interrumpiendo: ¡Muchas gracias!

El C. secretario de Agricultura y Fomento, continuando: Ustedes saben que la Ley del Patrimonio de Familia precisamente viene a impedir que el acreedor disponga del lote, de la tierra, que es la base de la liberación económica del campesino pero, según las ideas del compañero Soto y Gama, en este país no se va a poder establecer nunca el crédito agrícola. El crédito descansa en lo general sobre dos bases o sobre la seguridad que presta la persona, individualmente, por su honorabilidad, seguridad de crédito personal individual que no pueden dar a los que invierten su dinero en la refacción de los campesinos de la República, y entonces tiene que basarse el crédito sobre alguna garantía y si esta garantía no puede ser la real hipotecaria en la parcela, porque el patrimonio de familia lo impide y aun el mismo titulo ejidal lo prohibe, forzosamente, para que haya crédito agrícola en este país, necesita responder la cosecha. De lo contrario no habrá crédito agrícola posible. Por eso el Gobierno prevé la organización en cooperativas para formar cooperativas de crédito colectivo e individual, es decir, que es responsable el individuo ante la cooperativa por lo que recibe como refacción, y es responsable ante el refaccionador; pero también colectivamente es responsable de la deuda de cada uno de los individuos, con el objeto de que el resto vigile y cuide, por la parte de responsabilidades que le corresponde, la inversión que hacen los demás, en cada uno de sus lotes cada uno de los individuos. Por otra parte, yo no encuentro procedimiento posible que se pueda compaginar con el criterio del compañero Soto y Gama para la explotación agrícola del ejido. Si no puede obtener crédito con la garantía de su cosecha, entonces forzosamente tendré que dedicarse a una agricultura que le produzca Únicamente lo que él consuma. ¿Por qué se le va a obligar forzosamente a que siembre caña? ¿Entonces qué quiere el compañero Soto y Gama? ¿Que se coman la caña entre él y su familia? (Risas. Aplausos.) ¿O que se limite exclusivamente a producir maíz con un sistema rutinario y antiguo, o unas calabacitas y un poco de lo que se consuma por su familia? (Risas. Aplausos.)

El C. Díaz Soto y Gama, interrumpiendo: No es eso....

El C. secretario de Agrícultura y Fomento, continuando: Ahora bien; ¿qué prefiere el compañero? Si ideológicamente pudiera yo estar de acuerdo con usted en que hay relativo peligro siempre en tener un acreedor encima de uno, relativo peligro para que lo atornillen a uno, como vulgarmente se dice, en un momento dado, ¿qué prefiere el compañero:

que vaya una empresa independiente del Gobierno federal, sin control por parte del Gobierno federal, a comprar la caña individualmente a los agricultores de Morelos, como fueron los acaparadores de arroz a comprar el arroz, o prefiere que vaya una empresa controlada e intervenida por el Gobierno federal, con la condición precisa de fijar que se salvaguarden los intereses de los ejidatarios? (Aplausos.) Ahora mas: dice el compañero Soto y Gama que el Gobierno revolucionario tiene la obligación de dar a los campesinos la tierra y la refacción...

El C. Díaz Soto y Gama, interrumpiendo: ¡Claro!

El C. secretario de Agrícultura y Fomento, continuando: Pero el Gobierno revolucionario no puede dar a todos los campesinos de la RepÚblica tierras y refacciones, y cuando uno se encuentra en una situación como ésta, cuando se vive un momento como el presente, esperarse, cruzarse de brazos, creo que no es cumplir con la obligación que tenemos de solucionar los problemas nacionales. (Aplausos.) ¿Con qué derecho seguimos evitando, impidiendo el desarrollo económico de la vida de la nación; cómo responderemos nosotros, funcionarios públicos, y ustedes, los representantes populares, ante el clamor que existe de trabajo y de organización económica en este país? Si nosotros no organizamos la RepÚblica económicamente para la producción en este período, no tendremos absolutamente ningún derecho, estaremos descalificados para volver dentro de cuatro años a pregonar que nuestro candidato sí va a realizar los beneficios de la revolución. (Aplausos estruendosos.) Creo que el período del general Calles es la Última tregua que da el pueblo mexicano al grupo de revolucionarios dirigentes del movimiento revolucionario para que efectivamente lo pongan en posesión de los beneficios que tantas veces le ha prometido la revolución. (Aplausos.) Por eso el general Calles, viendo la magnitud del problema del establecimiento del crédito agrícola, de la instrucción rural agrícola en el país; viendo esa magnitud y esa grandeza, y comprendiendo que no tiene elementos bastantes para enfrentarse con el problema, como hombre práctico lo ha dividido: un problema, cuando es grande, hay que dividirlo. Por eso el general Calles extenderá su sistema de crédito a cinco Estados el año entrante; y cada año procurará extender su programa agrario en otros cinco Estados mas; de modo y manera que si se realizan las previsiones del general Calles cuando abandone el Poder estará establecido ese sistema en quince Estados, es decir, en la mitad de la RepÚblica. Y si ahora viene una empresa y quiere resolver uno de los problemas más difíciles de la cuestión ejidal, como es la refacción para la caña , el cultivo caro que necesita una instalación que representa capitales, ¿Que vamos hacer? ¿Cruzarnos de brazos a presenciar olímpicamente el desastre de los campesinos; el que en sus ejidos sigan cultivando maíz y dejándolos en manos de explotadores, o exigir garantías a esta compañía para que venga a levantar y organizar económicamente el Estado de Morelos? Por otra parte, éste no es un "ukase" dictatorial de la Secretaría de Agricultura y Fomento; no lo es, porque los ejidatarios pueden someterse o no al convenio. Nosotros hemos hecho inspecciones en los ejidos de Morelos que podrán producir esta caña. Yo le aseguro a usted, compañero, que los ejidatarios de Morelos están de acuerdo....

El C. Díaz Soto y Gama, interrumpiendo: ¡Qué va!

El C. secretario de Agricultura y Fomento, continuando: Es mas: le voy a citar hechos. Envié al actual director de la Dirección de Aprovechamientos de Ejidos, ingeniero Ramón Corral y Soto, hacer un viaje, viaje de inspección por estos ejidos. Naturalmente es muy explicable, por el momento de agitación política que cruza actualmente el Estado de Morelos, y cuando llegó con su credencial de director de Aprovechamiento de Ejidos y con una credencial personal, especial, que le di como presidente de la Nacional Agraria, ante los miembros de los comités para citar a la reunión de ejidatarios, lo estuvieron confesando en cada pueblo como una hora. "Pero amigo - le decían -,no vaya usted a hablar al final de cuestiones políticas aquí, ni venga a proponer un candidato, porque es posible que no lo oigan los ejidatarios". Les habló del proyecto y le dijeron: "Ya todos nos han propuesto bajarnos las estrellas del cielo, ya todos nos han propuesto maravillas; cuando venga usted con los arados, cuando venga usted con las refacciones, entonces le haremos caso; cuando venga salvarnos como productores, como agricultores, nos habla del proyecto. Nos han pintado como quinientos proyectos de todos los partidos y de todos los matices, y todos los actuales propagandistas en esta lucha, de uno y otro candidato, nos han ofrecido también la liberación económica de Morelos. Así es que dígale usted al secretario de Agricultura que cuando venga con arados y con refacciones, entonces estamos dispuestos a oírlo y a organizarnos". Fue el primer viaje. Después corrieron esas versiones entre los campesinos del Estado de Morelos, de que yo trataba de arrebatarles sus tierras para entregarlas a los extranjeros, y he tenido que mandar pueblo por pueblo a quien explique con el convenio, en una explicación clarísima de cada uno de sus cláusulas, el alcance del convenio, y yo creo que no es mal para los agricultores de Morelos conseguirles lo que difícilmente se consigue para los agricultores de toda la República: refacción a trescientos cincuenta pesos por hectárea, que es muy fácil decir, pero que es muy difícil realizar. é Qué quiere el compañero Soto y Gama que por no entrar en tratos con un capital extranjero, poniéndole limitaciones, exigiéndole condiciones, se establezcan los ingenios en Morelos, pongo por caso, como las fundiciones, para que entonces sí, libremente y sin ningún compromiso ni control por parte del Gobierno, vayan los pequeños mineros a vender su metal a la fundición por el precio que ella quiera, o quiere que se pongan mejor limitaciones a la inversión de ese capital para que le dé garantías a los ejidatarios en el precio de su caña? Ahora, por otra parte, el ejidatario es libre de aceptar o no el convenio, por una parte; por la otra, el ejidatario es libre de aceptar el seis por ciento en su producción de azúcar como azúcar, o dejarlo para la venta. Así es

que no hay tampoco monopolio en la venta del producto, es voluntario por parte de los ejidatarios. Yo creo que si nosotros, con la ilusión de organizar a México con el futuro, nos cruzamos de brazos y sólo contemplamos los problemas nacionales por temor a no poner coto a las especulaciones del capital extranjero, nosotros formaremos un país que dentro del concierto de las naciones, según el actual sistema social que trata de imperar en el mundo, será un propietario de tierras ociosas que nada produce para la humanidad. ¡Y en la misma forma en que hemos ido contra el latifundista porque tenía la propiedad muerta, podría la humanidad reclamar la producción de México para el acervo común de todos los hombres! (Aplausos estruendosos.)

El C. secretario Torregrosa: Se pregunta a la Asamblea si considera suficientemente discutido el asunto (Voces: ¡Si! ¡Si! ¡Moción de orden!) Se considera suficientemente discutido. (Voces: ¡Se está burlando el Reglamento! ¡Moción de orden!)

El C. presidente, a las 15.40: (Campanilla.) Se levanta la sesión y se cita para el lunes a las diez y seis.