Legislatura XXXI - Año II - Período Ordinario - Fecha 19251001 - Número de Diario 18

(L31A2P1oN018F19251001.xml)Núm. Diario:18

ENCABEZADO

MÉXICO, JUEVES 1o. DE OCTUBRE DE 1925

DIARIO DE LOS DEBATES

DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS

DEL CONGRESO DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS

Registrado como artículo de 2a. clase en la Administración Local de Correos, el 21 de septiembre de 1921.

AÑO II. - PERÍODO ORDINARIO XXXI LEGISLATURA TOMO II. - NÚMERO 18

SESIÓN DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS

EFECTUADA EL DÍA 1o. DE OCTUBRE DE 1925

SUMARIO

1. - Se abre la sesión. Lectura y aprobación del acta de la anterior.

2. - Cartera. La Cámara de Senadores remite los siguientes proyectos de decreto: Por el que se reforma el artículo 28 de la Ley del Notariado para el Distrito y Territorios federales; recibo, y a la 3a. Comisión de Justicia; por el que se concede pensión a la señora Celestina Bernal viuda de Arias; recibo, y a la 1a. de Hacienda; y por el que se pensiona a la esposa e hijo del general Jesús M. Garza; recibo, y a la 3a. de Guerra. La Secretaría de Gobernación remite el proyecto de ley que reglamenta la participación de los extranjeros en las sociedades anónimas mexicanas; recibo, a las Comisiones unidas 1a. de Puntos Constitucionales y 1a. de Relaciones Exteriores, e imprímase. Se concede licencia al C. diputado Morales.

3. - Es aprobada una proposición del C. diputado Ramírez Corzo, por la que se excita a las comisiones de Presupuestos y Cuenta para que presenten en este mes los Presupuestos de Egresos y Ley de Ingresos para 1926.

4. - Continúa a discusión, en lo particular, el proyecto de ley reglamentaria del artículo 123 constitucional. A debate el artículo 8o., reformado. Se levanta la sesión.

DEBATE

Presidencia del

C. AGUSTÍN AGUIRRE GARZA

(Asistencia de 132 ciudadanos diputados).

El C. presidente, a las 17.15: Se abre la sesión.

- El C. secretario Cerisola, leyendo:

"Acta de la sesión celebrada por la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, el día treinta de septiembre de mil novecientos veinticinco.

"Presidencia del C. Alberto Sáinz.

"En la ciudad de México, a las diez y siete horas y quince minutos del miércoles treinta de septiembre de mil novecientos veinticinco, se abrió la sesión, con asistencia de ciento cincuenta y cinco ciudadanos diputados.

"Fue aprobada el acta de la sesión celebrada el día anterior.

"Se dio cuenta con un proyecto de decreto firmado por la diputación de Guanajuato y otros representantes, concebido en los siguientes términos:

"Artículo único. Se autoriza al Ejecutivo de la Unión para que, con cargo a la partida del Presupuesto de Egresos que tenga a bien señalar, ponga a disposición del honorable Ayuntamiento de Jaral del Progreso, Guanajuato, la cantidad de veinte mil pesos, para auxilio de las víctimas de la inundación que acaba de registrarse en aquella localidad."

"Con dispensa de trámites y sin debate se aprobó por unanimidad de ciento cuarenta y ocho votos y paso al Ejecutivo para sus efectos constitucionales.

"La Presidencia manifestó que, de acuerdo con el artículo 16 del Reglamento, se iba a elegir un presidente y dos vicepresidentes para el próximo mes de octubre.

"Llevada a cabo la votación correspondiente, triunfó la planilla formada por los CC. Agustín Aguirre Garza, Pedro C. Rodríguez e Ismael Romero Gallardo por mayoría de ciento veintidós votos. Jugó otra planilla en la que figuraban los CC. Agustín Arroyo Ch., Juan de Dios Bátiz y Camerino Campos, la que obtuvo cincuenta y dos votos.

"La Secretaría hizo la declaratoria respectiva a favor de los primeros.

"Se dio cuenta con dos solicitudes de licencia de los CC. Corella y Quevedo, la del primero hasta por un mes, con goce de dietas y la del último por el tiempo que permanezca en el cargo de contador mayor de Hacienda, llamándose al suplente.

"Con dispensa de trámites y sin discusión se aprobaron y acto continuo rindió la protesta de ley el C. Isaac Díaz de León, diputado por el 1er. distrito electoral de Aguascalientes, suplente del C. Quevedo.

"La Secretaría leyó el artículo 103 del Reglamento y continuó la discusión en lo particular del proyecto de ley por el que se reglamenta el artículo 123 de la Constitución.

La comisión hizo una reforma al artículo 6o., que se reservó para su votación.

"Habló en contra del artículo 7o. El C. López Sorcini, quien interpeló a la comisión dictaminadora, por la que contestaron los CC. Neguib Simón y Martínez de Escobar, y respondió a una pregunta del C. Orozco. El artículo se reservó para su votación, sin reforma.

"Acerca del artículo 8o. hablaron en contra los

CC. Orozco y Medrano y a nombre de la comisión usaron de la palabra los CC. Neguib Simón y Treviño; durante el debate, el C. Neguib Simón contestó interpelaciones de los CC. Orozco, Ramón Martínez, Zincúnegui Tercero y Medrano; el C. Treviño de los CC. Medrano y Díaz Soto y Gama, y el C. Portales del C. Treviño.

"El C. Díaz Soto y Gama refutó al C. Treviño y se refirió al artículo 114 del proyecto.

"A las veinte horas y treinta minutos se levantó la sesión.

Está a discusión el acta. ¿No hay quien pida la palabra? En votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa sírvanse manifestarlo. Aprobada.

- El mismo C. secretario, leyendo:

"Cámara de Senadores del Congreso de la Unión. - México. - Estados Unidos Mexicanos. - Sección 2a. - Número 234.

"Ciudadanos secretarios de la H. Cámara de Diputados. - Presentes.

"Para los efectos constitucionales, tenemos el honor de devolver a esa H. Cámara el expediente con el proyecto de decreto que reforma el artículo 28 de la Ley del Notariado para el Distrito y Territorios Federales.

"Reiteramos a ustedes las seguridades de nuestra atenta y distinguida consideración.

"México, D. F., a 29 de septiembre de 1925. - E. Neri, S. S. - J. M. Mora, S. S." - Recibo, y a la 3a. Comisión de Justicia.

"Cámara de Senadores del Congreso de la Unión. México. - Estados Unidos Mexicanos. - Sección 2a. - Número 237.

"Ciudadanos secretarios de la H. Cámara de Diputados. - Presentes.

"Para los efectos constitucionales, tenemos el honor de remitir a esa H. Cámara el expediente con el proyecto de decreto por el cual se concede una pensión de cinco pesos diarios a la señora Celestina Bernal viuda de Arias, como recompensa por los servicios que prestó al magisterio y a la revolución su exinta hija la señorita María Arias Bernal.

"Reiteramos a ustedes nuestra atenta y distinguida consideración.

"México, a 30 de septiembre de 1925. - J. M. Mora, S. S. - M. G. de Velasco, S. S." - Recibo, y a la 1a. Comisión de Hacienda.

"Cámara de Senadores del Congreso de la Unión. - México. - Estados Unidos Mexicanos. - Sección 2a. - Número 238.

"Ciudadanos secretarios de la H. Cámara de Diputados. - Presentes.

"Para los efectos constitucionales, tenemos el honor de devolver a esa H. Cámara el expediente con el proyecto de decreto por el cual se concede una pensión de quinientos pesos mensuales a la esposa e hijo del extinto general Jesús M. Garza.

"Reiteramos a ustedes las seguridades de nuestra atenta y distinguida consideración.

"México, D. F., a 30 de septiembre de 1925. - J. M. Mora, S. S. - M. G. de Velasco, S. S." - Recibo, y a la 3a. Comisión de Guerra.

"Poder Ejecutivo Federal. - México. - Estados Unidos Mexicanos. - Secretaría de Gobernación. - Departamento de Justicia. - Número 5,497.

"Ciudadanos secretarios de la H. Cámara de Diputados del Congreso de la Unión. - Presentes.

"Para los efectos constitucionales correspondientes, tengo el honor de remitir a ustedes el proyecto de ley reglamentando la participación de los extranjeros en las sociedades anónimas mexicanas.

"Reitero a ustedes las seguridades de mi consideración muy distinguida.

"Sufragio Efectivo. No Reelección. - México, 30 de septiembre de 1925. - P. O. del subsecretario, el oficial mayor, G. Vásquez Vela." - Recibió, a las comisiones unidas 1a. de Puntos Constitucionales y 1a. de Relaciones Exteriores, e imprímase.

El proyecto de referencia a la letra dice):

Poder Ejecutivo Federal. - México. - Estados Unidos Mexicanos. - Secretaría de Relaciones Exteriores.

México, 30 de septiembre de 1925.

A los ciudadanos secretarios de la H. Cámara de Diputados al Congreso de la Unión. - Presentes.

De acuerdo con lo que tuve el honor de informar al H. Congreso de la Unión de mi reciente mensaje, la legislación vigente sobre sociedades mexicanas en cierta forma está en pugna con la Constitución General de la República.

En efecto, conforme a la fracción I del Artículo 27 de la constitución, sólo a los mexicanos y las sociedades mexicanas tienen derecho para adquirir el dominio de las tierras y aguas, o para obtener concesiones de explotación de minas, aguas o combustibles minerales. El mismo derecho puede el Estado conceder a los extranjeros, excepto en las zonas prohibidas, en los términos que la misma disposición establece.

Mas, tratando a veces a los extranjeros de eludir, por medios indirectos, la aplicación de la ley nacional que les prohibe adquirir el dominio de tierras y aguas u obtener concesiones de explotación contra aquel precepto constitucional, y siendo dilatados los remedios de carácter judicial que tales abusos podrían tener, es preferible una disposición legal que elimine la posibilidad de eludir la disposición respectiva de la Constitución.

En consecuencia, el Ejecutivo estima conveniente la reglamentación de los preceptos contenidos en la fracción I del artículo 27 de la Constitución, de tal manera que se apliquen ineludiblemente a los extranjeros, aun cuando formen parte de una sociedad constituída conforme a las leyes mexicanas, si tal sociedad debe poseer en propiedad bienes raíces. En otras palabras, el extranjero que forme parte de una de esas sociedades tendrá que pedir, en su caso, el permiso respectivo a la Secretaría de Relaciones Exteriores haciendo el convenio de

considerarse como nacional respecto de dichos bienes y en no invocar la protección de su Gobierno, bajo la pena de perder los bienes que hubiera adquirido; y si se trata de adquisición de propiedades en las zonas prohibidas, no podrá formar parte de la sociedad que intente adquirirlas.

Además, como pudiera ser posible que constituida la sociedad únicamente por mexicanos, las acciones o las partes de sociedad pudieran pasar a extranjeros, para este caso tendrán también que ajustarse a las prescripciones de la mencionada fracción I del artículo 27 de la Constitución.

De conformidad con las ideas expuestas, el Ejecutivo de mi cargo tiene el honor de someter al estudio y resolución del Congreso de la Unión el siguiente proyecto de ley:

Artículo 1o. Para que un extranjero pueda formar parte de una sociedad mexicana que tenga o pueda adquirir tierras o derechos sobre aguas y sus acciones en el territorio de la República, fuera de la zona prohibida que señala la parte final de la fracción I del artículo 27 de la Constitución, tendrá que satisfacer el requisito que señala la misma fracción I aludida. a saber, el de hacer convenio ante la Secretaría de Relaciones Exteriores de considerarse como nacional respecto de la parte de bienes que le toca en la sociedad, y en no invocar, por lo mismo, la protección de su Gobierno, por lo que se refiere a aquéllos, bajo la pena, en caso de faltar al convenio, de perder en beneficio de la nación los bienes que hubiere adquirido o que pudiere adquirir como socio en la sociedad de que se trata.

Artículo 2o. El mismo requisito deberá Penar el extranjero que desee adquirir acciones o participación de cualquiera especie en una sociedad mexicana que tenga o pueda tener bienes raíces, derechos de aguas y sus acciones dentro del territorio nacional.

Artículo 3o. Ningún extranjero podrá formar parte de sociedades mexicanas que tengan o puedan tener bienes raíces, derechos sobre aguas y sus acciones en una faja de cien kilómetros a lo largo de las fronteras y de cincuenta en las playas.

Artículo 4o. Los actos y contratos celebrados contra las prescripciones contenidas en los tres artículos anteriores serán nulos de pleno derecho. No se podrá pactar que una enajenación se considere retroactivamente perfecta antes de que se haga la renuncia a que se refiere el artículo 1o. de esta ley.

Artículo 5o. Toda sociedad en la cual uno o más extranjeros tuvieren, en cualquiera forma que sea, un interés mayor del cincuenta por ciento del total de la sociedad, no gozará de los privilegios que la ley concede a las sociedades mexicanas.

Artículo 6o. Aquellos extranjeros que hayan adquirido en la zona prohibida cualquiera especie de bienes raíces, derechos de aguas y sus acciones, como socios de una sociedad mexicana, antes de la vigencia de esta ley, están obligados a deshacerse de ellos en el término de tres años, a contar de la vigencia de la misma, a menos que adquieran la nacionalidad mexicana de acuerdo con las disposiciones legales vigentes. Los extranjeros que tengan participación en sociedades que posean bienes raíces, derechos de aguas y sus acciones fuera de la zona prohibida, deberán hacer una manifestación ante la Secretaría de Relaciones Exteriores, dentro de los seis meses siguientes a la fecha de la promulgación de esta ley, sobre su participación en tales sociedades, en el concepto de que, de no hacerlo, se considerar que la adquisición fue hecha con posterioridad a la vigencia de esta ley.

Artículo 7o. Queda facultado el Ejecutivo para reglamentar las disposiciones de esta ley.

Artículo 8o. La presente ley comenzará a regir desde la fecha de su promulgación.

Ruego a ustedes se sirvan dar cuenta con el proyecto de ley que antecede a la H. Cámara de Diputados, con la súplica de dispensarle su atención a la mayor brevedad, dadas las consideraciones especiales que en este caso se han aducido y para definir, así, esta importante cuestión.

Me es grato renovar a ustedes el testimonio de mi muy atenta consideración.

Sufragio Efectivo. No Reelección. - El presidente de la República. P. Elías Calles. - El secretario de Estado y del Despacho de Relaciones Exteriores, Aarón Sáenz.

"H. Asamblea:

"Teniendo la necesidad de atender asuntos particulares de carácter urgente, me veo en la necesidad de solicitar de vuestras señorías una licencia de 20 días, con goce de dietas.

"Respetuosamente pido dispensa de todo trámite para esta solicitud.

"México, D. F., a 1o. de octubre de 1925. - Roberto A. Morales."

Se consulta a la Asamblea si se dispensan los trámites. Los que estén por la afirmativa sírvanse manifestarlo. Dispensados. Está a discusión. No habiendo quien haga uso de la palabra, en votación económica se consulta si se concede. Los que estén por la afirmativa sírvanse manifestarlo. Concedida.

Telegrama procedente de: "México, D. F., 30 de septiembre de 1925.

"A los ciudadanos secretarios de la H. Cámara de Diputados. - Ciudad.

"La Asamblea Central de Delegados de la Asociación Mexicana de Empleados Oficiales , en sesión plena celebrada anoche, resolvió, por unanimidad votos, dirigirse a esa H. Cámara, por conducto ustedes, para significarles agradabilísima impresión causónos hecho de que por primera vez legisladores mexicanos hayan tenido en cuenta derechos que asisten empleado oficial al equipararlo con el obrero concediéndole beneficios revolucionarios artículo 123 constitucional, siquiera en parte , por lo que acordó conceder voto caluroso de simpatía y gratitud a Comisión Técnica, que tuvo atingencia de redactar proyecto ley reglamentaria referido artículo constitucional. Asimismo, acordó también por unanimidad votos, suplicar ustedes en nombre de todos los empleados oficiales, genuinamente representados por esta Asociación, que al hacer estudio en lo particular del referido proyecto, esa H. Cámara de Diputados se servirá sostener en todas sus partes los beneficios que la Comisión Técnica otorgó en su proyecto a sufridos servidores nación, que siempre han

estado, por falta leyes que le garanticen sus derechos, a merced de todos los vaivenes políticos.

"Por la causa del servicio civil. Salud y revolución social.

"Por el Comité Ejecutivo Central, el secretario del Exterior, Alfredo Martínez. - El secretario general, licenciado Víctor Díaz de León." - Recibo, y su expediente.

"La señorita Ana María Palacios solicita se le aumente la pensión de $5.00 diarios de que disfruta por los servicios que prestó a la nación su finado padre, el general de brigada Miguel Palacios." - A la 1a. Comisión de Peticiones.

"La señora dolores Molina viuda de Rubio solicita se le conceda una pensión por los servicios que prestó a la patria su extinto abuelo, el insurgente Isidro Molina." - A la 2a. Comisión de Peticiones.

- El mismo C. secretario, leyendo:

"Honorable Asamblea:

"Una de las principales funciones constitucionales dentro de nuestra organización política, que corresponde exclusivamente a la Cámara de Diputados, si no es que la principal de todas ellas, es la que se refiere a la obligación de dar presupuestos para que, con sujeción a ella, se norme el movimiento de la cuenta del Erario.

"Ha transcurrido un mes sin que siquiera se haya iniciado en el seno de la Cámara de Diputados la cuestión de presupuestos, y sólo faltan tres meses para concluirse el período ordinario de sesiones. Si esta Representación y nosotros no queremos renunciar a nuestra verdadera condición de representantes del pueblo, con la obligación imperiosa de dar los presupuestos, debemos acometer desde luego la empresa.

"También debemos tener en cuenta que la Ley de Ingresos debe ser concluida y aprobada en un término hábil para ser llevada al senado, y discutida y aprobada por aquella alta Cámara, con el objeto de poderse considerar las observaciones que ella hiciere.

"Por lo expuesto, con dispensa de trámites, pido a esta H. Asamblea se sirva aprobar el siguiente acuerdo:

"Único. Excítese a las comisiones de presupuestos y cuenta para que en un término que se les señale, preparen los diferentes Presupuestos de Egresos, así como la Ley de Ingresos; y que dichas comisiones estén antes de que concluya el presente mes en condiciones de presentar a la Cámara los presupuestos de las distintas dependencias de los tres poderes, para el caso de que no se hubieren remitido oportunamente.

"Salón de sesiones de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión. - México, 1o. de octubre de 1925. - Luis Ramírez Corzo."

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Ramírez Corzo. - El C. Ramírez Corzo: Señores representantes: Como me permito manifestarlo a la Asamblea en esta proposición, saben ustedes que la principal función de la Cámara de Diputados es dar los presupuestos y la Ley de Ingresos. Salvaría su responsabilidad política cualquier grupo y especialmente la representación Nacional, con el simple hecho de que diera presupuestos, si no pudiera abarcar otras funciones legislativas. Ha transcurrido un mes de este período ordinario de sesiones, vamos en el segundo mes y todavía no se ha dicho ni una palabra en el seno de esta representación respecto de la cuestión de presupuestos. Yo creo que es una cuestión de vital importancia abordar con todo empeño, con toda entereza la cuestión de presupuestos. También hay la circunstancia que me he permitido manifestar, de que la Ley de Ingresos necesita pasar al Senado y después, si hace observaciones aquella Cámara, volver a esta colegisladora y el transcurso de tres meses lo considero yo bastante reducido para abordar este asunto, mucho más si dejamos transcurrir indefinidamente el tiempo. Yo, inspirado por el mejor deseo de laborar en el sentido de nuestras obligaciones, vengo a invitar a mis compañeros de Cámara a que aprueben esta moción, excitando a las comisiones de Presupuestos y cuenta para que se encuentren preparadas a efecto de que podamos cumplir con esta obligación constitucional, ya que, además, tenemos un compromiso formal, moralmente contraído, ante la faz de la nación. (Aplausos).

El C. secretario Cerisola: Se consulta a la Asamblea, en votación económica, si dispensa los trámites a esta moción. Los que estén por la afirmativa sírvanse manifestarlo. Dispensados. Está a discusión.

El C. Ramírez Corzo: Pido la palabra en pro. (Voces: ¡No hay contra!) Sí hay contra, hay un ciudadano diputado que desea hablar en contra. (Voces: ¡Entonces que hable primero!)

El C. presidente: Tiene la palabra en contra el ciudadano diputado Fernández Martínez.

El C. Fernández Martínez: Ciudadanos diputados:

No precisamente vengo ha hablar en contra de esta moción, sino que sólo quiero hacer ligerísimas aclaraciones para que no quede en el concepto de ustedes que las comisiones de Presupuestos y Cuenta no han trabajado. Incidentalmente me encuentro como presidente de estas comisiones y puedo manifestar a ustedes que hemos tropezado con algunas dificultades, principalmente con la de que el Ejecutivo, no ha mandado aún ningún proyecto ni de Ley de Ingresos ni de presupuesto de Egresos. Si nos atenemos a la práctica, es decir al tiempo que ha transcurrido y que al señor diputado Ramírez Corzo le parece mucho, veremos que no son más que veintidós días los que tiene de trabajar esta comisión, y en veintidós días no podría rendir un dictamen a conciencia, puesto que no se trata de contar frijoles y semillas, es algo más delicado y y que requiere mayor tiempo. Para que se formen ustedes una idea, debo manifestarles que en 1924, el día 8 de diciembre rindió la comisión el dictamen respectivo, y en 1922, que se dieron presupuestos, en 5 de diciembre

fue cuando la comisión presentó ya dictamen formal. Nosotros hemos empezado ya a trabajar. Hemos estudiado los puntos fundamentales para dividir el trabajo y tenemos la seguridad de que en el transcurso de este mes presentaremos ya los dictámenes respectivos. - El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Ramírez Corzo.

El C. Ramírez Corzo: El señor diputado Fernández Martínez, presidente de la Comisión de Presupuestos y Cuenta, ha querido indicar a la Asamblea la excusa de nuestra apatía; pero nosotros no debemos aceptarla. Yo declaro con toda franqueza que esta proposición, como lo sabe él, no envuelve ningún cargo a las comisiones, sino simplemente el deseo mío de que se trate la cuestión de presupuestos, porque es una cuestión inexcusable para la Cámara de Diputados el hecho de que legislaturas anteriores hasta el mes de diciembre hayan traído los presupuestos; quiere decir que aquellas legislaturas no cumplieron con su deber. Pero también el hecho a que se refería el señor Martínez, de que el Ejecutivo manda los presupuestos, es cierto, era una práctica seguida en épocas anteriores, especialmente en la época del general Díaz, en que el presidente de la República resolvía todas las cuestiones referentes a presupuestos, así como cualquiera otro del país; pero yo lo que quiero es que la Cámara de, Diputados, como tiene obligación de hacerlo, dé una demostración de eficiencia en este sentido , haciendo ver que está dispuesta a trabajar en algo que le atañe directamente. Yo quiero hacer constar también a la Asamblea una cuestión que omití en mi primera peroración: La Cámara de diputados tiene actualmente en estudio el artículo 123 y el proyecto de ley reglamentaria respectiva, Este asunto es también de vital importancia para el país, porque la revolución, dentro de sus promesas, ha hecho la de reglamentar el artículo 123 y nosotros tenemos la esperanza de que esta Cámara apruebe durante este período de sesiones el respectivo proyecto. A efecto de que no se transtorne el estudio de esa ley interesantísima, yo propongo a la presidencia que haya dos sesiones diarias, una dedicada exclusivamente a la cuestión de presupuestos, en la mañana, y otra en la tarde, dedicada a las otras funciones camerales.

El C. Zincúnegui Tercero: ¡Por escrito esa proposición!

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano diputado Ancona.

El C. Ancona: Es muy laudable y merece una calurosa felicitación el proyecto de nuestro buen amigo el señor licenciado Ramírez Corzo. Como supongo que él ha sido diputado a otras legislaturas es por lo que presentó este proyecto para llamar la atención a las comisiones de Presupuestos. El Departamento de Estadística con mucha anterioridad giró un oficio a todos los que forman parte de la Comisión de Presupuestos para que fueran a solicitar todos los datos que creyeran necesarios para la cuestión. La comisión, de la cual yo formo parte -la de Comunicaciones y Obras Públicas -, no se ha atenido a que el Ejecutivo envíe el presupuesto para presentarlo a esta Cámara , sino que ya estamos aportando los datos necesarios para cumplir con el deber de diputados que tenemos en esta honorable Legislatura. No tenga cuidado, pues, el compañero licenciado Ramírez Corzo, que esta Legislatura sí expedirá los presupuestos conforme a la ley. (Aplausos).

El C. Ramírez Corzo: Así lo deseo.

El C. secretario Cerisola: Se consulta a la Asamblea si considera suficientemente discutido el asunto. Los que estén por la afirmativa sírvanse manifestarlo. Suficientemente discutido. En votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa sírvanse manifestarlo. Aprobado.

- El mismo C. secretario: Está a discusión el proyecto de Ley Reglamentaria del artículo 123. La comisión pide permiso para retirar el artículo 8o. a discusión y presentarlo modificado inmediatamente. En votación económica se consulta si se concede el permiso. Concedido. La comisión presenta el artículo 8o. redactado en la siguiente forma:

"Artículo 8o. los contratos de trabajo celebrados con un patrono que tenga a su servicio más de cinco personas y que dure más de treinta días, deberán ser colectivos. Se exceptúan los casos en que se contrate una obra determinada cuyo valor no sea mayor de mil pesos. Las condiciones inferiores a las de los demás trabajadores al servicio del mismo patrón y que desempeñen trabajo de la misma naturaleza, son nulas y se consideran estipuladas en los mismos términos a las de aquéllos."

Está a discusión. Los que deseen hacer uso de la palabra sírvanse pasar a inscribirse.

El C. presidente: Tiene la palabra en contra el ciudadano Caloca Lauro G.

El C. Caloca: Señores diputados:

Yo tenía el propósito deliberado de no venir a ocupar esta tribuna con la intención de ver hasta dónde llegaba la fuerza de los directores intelectuales del Partido Laborista. (Desorden en las Galerías). Este hecho de suma trascendencia lo dejamos que pasara en un ambiente casi de velorio sin café, porque en todos se veía una indiferencia, grande, máxime, señores, cuando con el espectáculo de una manifestación de noventa mil individuos - como si se tratara de darle un gallo al ministro japonés - llegaban aquí y al margen de ese espectáculo un poco cómico, esperábamos que al tratarse este asunto en lo general, vinieran los grandes discursos, los grandes principios filosóficos, se trajeran aquí a cuento las grandes cuestiones económicas. Y no, señores; en medio de una indiferencia espantosa paso a su aprobación el proyecto. ¿Y por qué? ¿Es que acaso no existe el problema obrero en la República? Y acá, haciendo un balance de conciencia, sí existe, pero el que existe está corrompido por los directores del "Partido Laborista". Y como este es un asunto en que está interesado todo el proletariado del país, debemos indiscutiblemente entrar en materia haciendo la advertencia al compañero Treviño, que ayer retaba a los del "Partido Nacional Agrarista" para que

fuera de esta tribuna entabláramos contienda con ellos, de que no es allá afuera donde debe entablarse esa contienda, sino precisamente en esta tribuna. De manera que ha llegado el momento de cumplir con nuestro deber, porque, ¿qué sería de una Ley tan importante sin discusión de pro y de contra? A través de esas discusiones, señores, indiscutiblemente dentro de treinta años, dentro de cincuenta, vendrán los filósofos, vendrán los historiadores, vendrán los economistas a ver a través de esos discursos el momento histórico por que atravesamos....

El C. Yépez Solórzano, interrumpiendo: No queremos discursos, queremos Leyes.

El C. Caloca, continuando: Usted no quiere nada, con toda seguridad, porque es muy tonto. (Risas. Aplausos). Y ahora, señores, debo soltar este principio a estos señores laboristas para que lo tengan presente, advirtiéndole a la risa cariñosa del compañero Gonzalo González, que lo quiero no más por ignorante (Risas), y es esto, compañeros: Dicen que cada individuo tiene un valor económico en la proporción de su función evolutiva y este principio de alta trascendencia viene a modificar por completo toda una jurisprudencia, es decir, toda la jurisprudencia del trabajo, porque si estamos dentro de un terreno en que se tratan todas las cosas de esta manera, este artículo con todo y su modificación, por la comisión, a la que creo bien intencionada, no llena las aspiraciones del contrato colectivo. Para nosotros los radicales el artículo es admirable, señores, porque mañana los industriales estarán a merced de miles y miles de sindicatos pequeños, pero precisamente para evitar este fracaso y que venga la reacción con aspavientos, creyendo que no podemos orientar la cosa pública, es conveniente que vengamos de antemano a orientar esos fenómenos.

Pero antes de entrar en materia, debo relatar a ustedes una especie de cuento, porque se impone (Risas), ya que no quiero retirarme de esta tribuna sin hacer ilución al reto lanzado por el compañero Treviño: En Estados Unidos se encontraban un americano y un mexicano en un jardín; accidentalmente entablaron conversación, y el americano le dijo al mexicano: No, amigo, para Cruz Roja la de mi país es notable. El otro le contestó: No, para Cruz Roja la de mi país, lo vamos a ver. El americano dice: Mire usted, aquí, al pasar ese tren que ve usted, le acaba de trozar las piernas a un sujeto; llamaron a la Cruz Roja; vino; le pusieron dos piernas de hule; se montó en su bicicleta y echó a correr. Dijo el mexicano: Eso es muy poco: En México tenemos un barrio que se llama Peralvillo; pasaba una mujer, una tortillera, y en el momento en de atravesar la vía, llegó el tren y le quitó las posaderas; inmediatamente llamaron a la Cruz Roja, ¿Y sabe usted?, cuando llegó un practicante, ni siquiera un médico, en esos momentos pasaba una vaca, le quitó las ubres, se las puso en las posaderas y quedó tan bien que hoy da cinco cuartillos de leche diariamente. (Risas. voces: ¡Otro! ¡Otro!)

¿Ya acabaron señores? (Voces: ¡Ya! ¡Otro! ¡Otro!) de manera que aquí, señores no se trata de hacer el asunto personal , no; es que tras de ustedes hay miles de individuos y tras del Partido Nacional Agrarista también hay miles de individuos (Voces: ¡No hay!) y el hecho es éste: Que como se los dije a ustedes la vez pasada, nosotros entendemos que los obreros, están divididos en tres facciones: La Confederación Regional Obrera, que es una especie de sindicalismo que va hacia la posesión del poder público. ¿Eso quién lo ignora? Allí tenemos al gobernador de Hidalgo, el ilustre don Matías, haciendo cosas inauditas: No hay pueblo que no hay tocado, ni campesino que no haya metido a la cárcel... (Voces: ¿Pues no le ayudaron ustedes?) al grado de que ya no lo soportan los hijos del Estado de Hidalgo, con la circunstancia muy especial de que creo que le ayudamos para que fuera al Poder... (Voces: ¡Ah! Risas. Aplausos). Por allá en Aguascalientes está una especie de patriarca que ya no se las averigua con los laboristas: Hasta en su propia mesa lo hacen firmar recibos para francachelas, para borracheras....

El C. Altamirano Manlio Fabio, interrumpiendo: Pero no les pagan; no hay dinero; pasa lo que con los tres mil.

El C. Caloca, continuando: No pagan, dice el compañero. De manera que en todas partes sucede lo mismo. Yo quiero preguntar aquí a los miembros de la Confederación Ferrocarrilera que me digan... ¿Hay alguno aquí? (Voces: ¡Portales!) Portales: ¿No me hace usted favor de decirme qué pasa con los laboristas en la cuestión de los Ferrocarriles en Veracruz? (Risas).

El C. Portales: Con los laboristas no pasa absolutamente nada. Con la CROM, que es una organización....

El C. Caloca, interrumpiendo: Es lo mismo, señor.

El C. Portales, continuando: .... con ella sí hemos tenido dificultades y dificultades muy serias, que precisamente cuando yo he intervenido con los compañeros laboristas para hacer esa reforma al artículo 114, es porque veo que algunas injusticias que se han cometido con nosotros, haciendo esa reforma vendrá a darnos la razón que nos dio el general Obregón y que ahora nos han quitado muchos elementos. Pues eso es lo que ha pasado.

El C. Caloca, continuando: Ya oyeron ustedes: Aprovechándose del poder, y principalmente del poder oficial, para ir a quitar gobernantes o para sostenerlos, en contra de determinados intereses, para ir a machetear a cierto sindicato, para boicotear a los individuos cuando se les tiene envidia; en fin, es una política muy especial de los señores; pero allá, dentro del problema societario, nada. En mi Estado de Zacatecas tengo un grupito de laboristas que desde que llegaron no han dejado de politiquear, no han hecho nada, les preocupan los presidentes municipales, la diputación, se entretienen en echar abajo los gobernantes o de elevarlos, y de vez en cuando dedicarse un poco al saqueo. (Risas). Total: Si yo tuviera que hacer una poca de historia, ¡no sé cuándo acabaría! Yo convengo en la dictadura del proletariado, pero ellos ya no tienen dictadura del proletariado, sino tiranía del proletariado, porque ¿quién no sabe aquí lo que paso el 1o. de mayo, en que el señor presidente de la República tuvo que mandar pedir una tarjeta para poder circular por las calles de la

capital, es decir, un presidente de la República sujeto a un grupo? Eso no es dictadura, eso es tiranía; de manera que estos señores no han resuelto ningún problema societario, lo que han hecho es imponer tiranías, y las tiranías tan malas son de huarache como son de levita. (Risas). De aquí pasamos a los rojos, señores, y también creo que expresé la vez pasada que ellos tienen el propósito de resolver el conflicto entre el capital y el trabajo. Aquí hay una especie de gato encerrado y es que los laboristas les tienen mucho coraje a los rojos, y cada vez que vienen aquí a atacarlos les dicen delahuertistas; pero el secreto es éste: Que si los señores rojos son delahuertistas, los otros son callistas. Dejemos este aspecto de la política, pero lo cierto es que ellos se preocupan por resolver los conflictos entre el capital y el trabajo. Pasemos a los comunistas: Ellos, con el mejor deseo, con toda buena intención, no obstante el temor que infunden, pretenden quitar toda esta especie de régimen capitalista e individualista, a la actual situación. Ahí tenemos a los tres; pero estas tres fuerzas no se han podido compaginar, porque los comunistas est n tildados de locos, de peligrosos, y tienen encima a todas las fuerzas: a los "rojos" quizá les falte el tanteo político, pero los señores "laboristas" sí lo tienen. He traído a colación este hecho para que el compañero Treviño que ayer nos retaba y cuyo reto admitimos hoy en esta tribuna, porque a través de nuestros discursos, compañero Treviño; tendrán que venir dentro de diez, veinte, quince, cincuenta años, como le dije a usted, los historiadores, los filósofos, los economistas, a documentarse, como hoy vamos nosotros a documentarnos en los Votos de Vallarta para saber cómo pensaban los hombres del 57. Pero usted comprenderá que no somos tan infantiles para aceptar un reto del señor Morones para ir a un teatro, donde van todos los amigos dispuestos a aplaudir aunque no entiendan ni jota. ¡No! Aquí es donde queremos ver a ustedes, los directores de este movimiento....

El C. Treviño, interrumpiendo: ¡Aquí estamos!

El C. Caloca, continuando: ...pero no con esos discursos patrioteros ni llenos de sentimentalismo. No, esto no es un concurso de juegos florales; aquí hay que venir a decir la verdad de las cosas, hay que venir a sentar principios, y aquí lo dejo sentado éste: Cada individuo es un valor económico con su propiedad, para responder de lo que produce, y en esta parte colectiva es donde nos vamos a ver, porque no se trata del individuo, que es la suma de funciones. En consecuencia, pues, ese que pregunta: "¿La Ley?", yo creo que no sabe lo que es la Ley, porque no más está con "la ley" y "la ley". (Risas). Usted comprenderá que si aprobamos este asunto, esta ley tan importante para los mismos "laboristas", es un perjuicio que pase aquí como paso cuando se aprobó en lo general: Unos platicando, otros silbando, allá se cantaba "la Adelita", el presidente no sabía ni qué hacer. ¿Qué, no vieron lo que paso aquí con la Ley del Patrimonio de Familias, no vieron la diferencia, cuando todos vinieron a inscribirse en pro y yo fui el único en contra? ¿Por que? Porque había entusiasmo. Allí mismo vimos al ministro, con todo cariño, defender el asunto. Yo no me explico esto. ¿O es que en este país hay verdadero agrarismo y es el único problema y lo demás es choteo? Casi lo segundo lo estoy creyendo....(Risas), en la inteligencia de que aquí debo hacer una pequeña digresión para expresar esto: Yo estimo al obrero por su condición de proletario, pero debo advertir que mientras prevalezca este régimen capitalista e individualista, él no saldrá del atolladero, tanto que esta ley, en mi concepto, no servirá más que para reglamentar la miseria, la mendicidad; el proletario tendrá que estar siempre supeditado al capital y es por esto: El obrero no tiene ninguna responsabilidad, ésta la tienen los directores de los trusts, de las industrias y los concesionarios, porque sabemos que ellos tienen casi en todo el mundo controlado el Poder Ejecutivo, el Poder Legislativo y casi hasta el Judicial. Pero hay una pequeña responsabilidad en los obreros, y es ésta: Yo una vez, no sé a quién le decía, que lo invitaba para que pase ramos por las calles de San Francisco y ver toda la obra de los obreros: Relojes, sombreros, paraguas, anillos, brillantes, sedas, alhajas; ¿y quién hace todo esto?, los obreros; ¿pero quién los usa?, la aristocracia, la burguesía, pero no los de abajo. Luego una circunstancia muy especial y dadas las estadísticas europeas, el 95 por ciento de los obreros en el mundo están dedicados completamente a la aristocracia. Ahora yo pregunto: ¿de estas cosas que hacen los obreros, qué es lo que aprovecha el campesino, que es otra fuerza de importancia? El campesino tiene tres prendas importantes: Su sombrero, su huarache y su cobija, con la circunstancia muy especial de que el campesino una vez que levanta su producción, la despacha a los mercados de consumo y no pregunta qué abdomen la va a digerir; él no sabe, lo mismo se la come el de arriba que el de abajo; pero ¡claro! que de esta situación los obreros no son culpables; sin embargo, en el último de los congresos que parece que se celebró en Amsterdam, hubo una proposición muy simpática de un grupo obrero; tenía el propósito, con motivo de la guerra europea que acaba de pasar, de que los obreros que estaban dedicados a la fabricación de armas no volvieran a hacer nada y desde ese momento proponían a los obreros del mundo que los sostuvieran para que en lugar de hacer armas de fuego hicieran arados, tractores, trilladoras, todo lo que sirviera para el campo. De manera que por allí asoma una especie de aurora que ojal puedan recoger los laboristas; ¡ojalá y pudieran recogerla! De manera que me reservo los turnos para dar importancia a la ley de ustedes, porque les voy a decir con franqueza: Si no han venido Medrano, Orozco, Soto y Gama y Caloca a hablar de la ley en contra, esto pasa como un velorio sin café; ¿y pasa esa ley para qué? para que se vaya a archivar al Senado, porque el Senado habría dicho que no entendía el asunto. Ayer cometió una injusticia el compañero Treviño: Haciendo un pequeño elogio del compañero Martínez de Escobar, que me está resultando una especie de San Francisco de Asís en este asunto (Risas.) y no halla cómo salir del atolladero, le interroga el compañero de Yucatán y en su cara le dice traidor, con una frescura tal como si se tratara de la cosa más bella. (Risas). De manera que ya no a los laboristas, sino a usted, compañero, le repito este principio: Cada individuo

tiene un valor económico en proporción de lo que produce. De manera que usted comprende, compañero, que estamos dentro de un terreno enteramente funcional. Yo le pongo a usted el caso: En una fábrica trabajan cincuenta laboristas, cuarenta comunistas y treinta rojos. ¿Pudiera usted decirme -y desde aquí lo voy a oír -, si cabe esto dentro del artículo? ¿Lo repito, compañero? (Murmullos). Yo le pregunto esto: ¿Cómo resolvería este asunto? En una fábrica se presenta a trabajar cuarenta laboristas, treinta comunistas y veinte rojos. ¿Cómo haría su contrato esa compañía?

El C. Martínez de Escobar: Como inmediatamente que termine el señor Caloca voy a tener el honor de subir a esa tribuna, contestaré después. Le ruego que me perdone.

El C. Caloca: Ese era mi deseo, que usted subiera a la tribuna, porque de lo contrario esta discusión ser inútil. De manera que ya habrían visto los compañeros cómo ayer estaba un poco enojado el compañero Treviño y que ya preparó sus porras para que vengan a gritarnos, pero nos les tenemos miedo; ya se lo dije: En lo personal, lo estimo tanto a usted como al mismo Morones, como revolucionarios; pero yo les digo aquí que son reaccionarios y estoy dispuesto a probarlo todas las veces que sea necesario, no porque tengan una responsabilidad personal, quizá ustedes están arrastrados por miles de obreros; pero tomando en cuenta que les decimos reaccionarios, que reaccionen de una buena vez y de una manera efectiva y vengan a cooperar con la verdadera revolución. De manera que quiero hacer constar que esto no es para darnos de balazos, porque si alguno quiere citarme a duelo yo no voy. (Risas). Debo advertir a ustedes que el papel de pantera de fandango yo no lo cultivo. (Risas). Sin embargo, debo decir que esto no es una manifestación de cobardía; hace mucho tiempo me he propuesto llegar al puerto de la muerte, tranquilo, sereno, pero sin hacer aspavientos de valiente. Si por la espalda me dieren un tiro o una puñalada, igualmente bien, sin que esto me ponga en conflicto. Por esto, no obstante lo que he dicho de los obreros, yo saldré por esa puerta sin temor al tiro ni a la puñalada.

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Martínez de Escobar.

El C. Martínez de Escobar: Ciudadanos diputados:

Después de que el simpático y querido cuentista parlamentario, don Lauro G. Caloca, ha abandonado la posesión técnica de esta tribuna, usando la pintoresca expresión de él, permítaseme a mí, modesto diputado de la comisión, venir a substituirlo para ver de realizar la función social - palabra modernísima consagrada- que me ha encomendado esta Cámara al nombrarme miembro de la comisión que tenía que elaborar este proyecto de ley.

Decía ayer, ciudadanos representantes, el licenciado y diputado Federico Medrano, que la Comisión Especial del Trabajo no había puesto una pica en Flandes. Traducimos los miembros de la comisión esta frase en el siguiente sentido: Que no hundimos la espada de muerte hasta el corazón del salvaje toro capitalista. Pero, compañero Medrano, quien no puso la pica en Flandes con su reflexión serena fue usted, amigo mío, porque los miembros de la comisión hemos sabido que ni siquiera hemos puesto un par de banderillas de fuego. Los miembros de la comisión tenemos la conciencia social de nuestro trabajo y sabemos a ciencia cierta que apenas si hemos tenido la audacia, apenas si hemos tenido el atrevimiento de construir un amplio puente tendido entre el pasado y el presente, con proyecciones hacia el porvenir. Nunca creímos, ciudadano Medrano, que habíamos hecho una obra radical que sacudiera hasta los más hondos cimientos la legislación industrial capitalista, que est encuadrada dentro del marco, dentro de la tradicional legislación civil imperante todavía, por desgracia, en este país. Después el compañero Medrano, ciudadanos representantes, decía a la comisión: "Ustedes han querido establecer la más nueva de las instituciones, de las creaciones jurídicas traídas por la legislación obrera, que es el contrato colectivo, y no lo han logrado, es decir, han fracasado en su empresa." ¡Ah, compañeros, fácil, facilísimo es aplicar el espíritu de crítica con una concepción integral de los sistemas para exponer al desnudo a los autores de un proyecto de ley en este país cuya organización social, como económica y política, está en pañales, pretendiendo que fuéramos tan perfectos en nuestra elaboración legislativa, como pudiera serlo en la espiritual Italia, en la racionalista Alemania, en la republicana América, en la parlamentaria Inglaterra! ¡No, compañeros, eso no es posible! Nosotros no podemos hacer otra cosa que traducir hasta donde nos sea dable la organización social que tenemos, que nada se hace por saltos en la naturaleza y que no podemos transformarla maravillosamente; y por eso resulta imperfecto el artículo; imperfecto tiene que ser ese artículo, porque imperfecta es nuestra organización social que no podemos transformar con una ley ni con un decreto. Compañero Medrano, ¡qué fácil es lanzar las críticas más severas, lanzar las censuras más acres, no sólo a nuestra organización social obrera, no sólo a la elaboración de este proyecto de ley, sino también a nuestras instituciones políticas! Yo haría esta pregunta al compañero Medrano: ¿Nuestro sistema político es centralista o es federalista? Pues, compañero Medrano, usted, hombre de talento, tendría que contestarme lo siguiente: Semicentralista y semifederalista. Si le hago la pregunta de si nuestra Constitución, desde el punto de vista doctrinario, es parlamentaria o es presidencial, usted tendría que contestarme que es semiparlamentaria y semipresidencial. Y si le hiciera la pregunta acerca del carácter social de nuestra Constitución, tendría que contestarme que era semi individualista, con tendencias - con tendencias nada más - al socialismo. ¿Por qué, ciudadanos representantes? Por virtud de la influencia decisiva y aplastante que en este pueblo joven, que en este pueblo niño, digamos, han tenido las instituciones extranjeras. ¿Federalista nuestra Constitución? Sí, porque los Estados pueden organizarse, pueden nombrar, pueden, por medio de su soberanía, constituir sus poderes públicos, Legislativo, Ejecutivo y Judicial; tienen eso que se llama "soberanía de los Estados", y que no existe, sino que esas atribuciones constituyen facultades gubernamentales que la Constitución federal les otorga; es federalista por ese concepto y, sin embargo, es centralista, ciudadanos diputados, porque nuestra

Constitución dice: "Para ser gobernador de un Estado se necesitan llenar determinados requisitos: Tener cinco años de vecindad o ser nativo u originario del Estado"; porque nuestra Constitución dice que cuando menos deben ser quince los diputados que integren una legislatura local. Vemos, pues, cómo es algo mestizo e híbrido nuestro sistema político, y decía que semi parlamentario y semi presidencial, porque, ¿habrá se visto sistema más curioso que el nuestro? Si un diputado o si un conjunto de diputados presenta una iniciativa a esta Cámara para que se llame, pongo por caso, en estos instantes, al ministro de Industria y Comercio, don Luis N. Morones, para que venga a contestar interpelaciones acerca de la legislación industrial, don Luis N. Morones está obligado a venir a esta tribuna. Hay texto expreso en la Constitución de la República que a ello le obliga. Los ministros de Estado, los secretarios de Estados están obligados, al abrirse el período de sesiones de esta Cámara, a concurrir a informar acerca del Estado administrativo de las secretarías a su cargo. Esta obligación que tienen estos señores colaboradores del presidente de la República de venirse a presentar ante la Cámara, es de parlamentarismo y, sin embargo, no es el parlamentarismo, puesto que no podemos dar un voto de censura para que caiga un ministro, para que se derribe un ministro. Vemos, pues, que es una mezcla confusa, indefinida, desintegrada, y decía que semi socialista y semi individualista, y estas argumentaciones las estoy haciendo para llegar después a la cuestión relativa al contrato colectivo, porque tenemos, queridos compañeros y querido amigo, una serie de artículos diseminados en los 27, 28 ó 29, no sé cuántos artículos del primer capítulo, eso que los constitucionalistas llaman derecho social, un conjunto de disposiciones que determinan la labor del individuo en la sociedad, en tanto que esta sociedad debidamente constituída en Estado, pueda restringirla.

Y en todos esos artículos encontramos, compañeros, el más puro liberalismo clásico, el más puro liberalismo ortodoxo, el individualismo a su máximo, casi un ultra individualismo. Luego vamos al artículo 123, y encontramos una diseminación de cláusulas o fracciones que, si no son propiamente dicho socialistas, sí traen consigo una restricción francamente seria al individualismo de los veintinueve primeros artículos. Y si vamos al 27, ya sabemos cómo el Estado puede realizar todas las modalidades que quiera en la propiedad privada: Brotes de colectivismo, brotes de socialismo. ¿Por qué es así nuestra Constitución? ¡Porque no podía ser de otra manera! Porque cuando la Constitución de 57 se formuló, fue hija de su medio ambiente, de sus necesidades, de las costumbres de aquel momento histórico; porque la Constitución de 17 nació, compañeros, en un momento de zozobra e inquietud espiritual en 1a. conciencia del mundo y especialmente en la conciencia mexicana; era un momento en que se iniciaba, digamos así -iniciación que no ha pasado -, un duelo a muerte y seguramente a última sangre, entre el individualismo y el socialismo. ¡Nuestra Constitución no podía ser de otra suerte, no podía ser de otra manera! Si quisiéramos una Constitución integral a base de un solo sistema, tendríamos que fracasar absolutamente. Pues así, compañero Medrano, si nosotros quisiéramos establecer a perfección el contrato colectivo, no lo lograríamos jamás: Nadie está obligado al imposible; ésta es una ley de orden natural que nada ni nadie, ni los hombres ni los dioses pueden violar; es algo fatal e inflexible que nadie puede reformar, y menos nosotros, cinco pobres miembros de la comisión, que no hemos tenido - y lo declaramos - talento de oro para elaborar este proyecto de ley, sino sólo corazón de ciudadanos bien nacidos para hacer un poco de bien a las clases desheredadas del país. (Aplausos). El compañero Caloca, que hizo humorismo y se lo agradecemos porque bien tenemos conocimiento de que un cambio en las impresiones es condición sine que non de la conciencia; en vista de que él hizo humorismo, voy a tratar de seguir con algo de seriedad en esta obra difícil que me he impuesto. Yo también creí, compañero Caloca, que cuando se debatiera la ley en lo general, cuando se pusiera a discusión la ley en lo general, brotarían de las curules de la izquierda, de la derecha y del centro, compañeros para hablar en pro o en contra, o cuando menos para fijar el sistema de la ley. Consta al compañero Caloca que yo mismo le dije: Compañero, ¿por qué no subís a la tribuna a atacar esta ley? Caloca se sonrió y no quiso venir a la tribuna a atacar esta ley. ¿Es o no verdad, compañero?

El C. Caloca: Es cierto.

El C. Martínez de Escobar: Yo lo invité porque era fácil de atacarla. ¡Ya lo creo que sí es fácil de atacar esta ley! Si sencillamente bastaba con que algún compañero nos preguntara: ¿Y cuál es la escuela económica, cuál es el modo socialista que vosotros habéis puesto en práctica para elaborarla? ¿Cuál es vuestra fuente de inspiración? ¿Qué es lo que hacéis? ¿Qué buscáis? ¿Qué pretensión tenéis para la organización de las masas trabajadoras del país? ¿Qué sentido económico dais a vuestro proyecto de ley? ¡Qué bello debate se habría verificado en esta tribuna, ya sosteniendo el compañero Caloca, radical extremista, que nuestra ley respira liberalismo clásico, y nosotros, con un peso formidable encima de nuestras inteligencias, procurando destruir las argumentaciones de Caloca! Pero él no quiso venir. Si él no vino, pues, a atacar la ley, no tiene derecho a atacarla hoy ningún otro de los compañeros, que no hicieron más que incurrir en el mismo defecto en que el simpático compañero Caloca incurrió. Nos decía el compañero Caloca que todo individuo en la producción de la riqueza tiene un valor económico que está en razón directa e inmediata con el esfuerzo que realiza, con el trabajo que desempeña.

El C. Caloca: ¡Claro que sí!

El C. Martínez de Escobar: Verdad absoluta, tan incontrovertible, que nadie puede negar, compañero; y nosotros - escuchadlo bien, compañero Caloca, y si no lo creéis, venid después a esta tribuna para contra argumentar y ya tendré el gusto de volver a subir a ella para demostrar que sí -, dentro de la relatividad del concepto, todo problema social tiene que estudiarse dentro de un medio social determinado forzosa e inevitablemente. - Carlos Marx, ciudadanos diputados - y perdonad mi audacia, perdonad mi atrevimiento, perdonad mi osadía al venir a hablar de un genio, de un dios

de la inteligencia, aunque los liberales clásicos le hayan querido el aislamiento, perdonad que hable de él, cuyo templo esta herméticamente cerrado a los profanos, y declaro ser un profano en esta materia -, Carlos Marx, estudiando en su obra "El capital", y no llegando hasta el colectivismo, hasta el socialismo científico - y él es el maestro principal de este sistema -; Carlos Marx nos dice - naturalmente que no con las palabras que voy a decir yo, que sólo voy a extraer la esencia de su pensamiento - que el problema social, eso que se llama "La cuestión social", eso que en los mundos se llama "la cuestión económica", le parece tan compleja, tan heterogénea y difícil de que el talento y la inteligencia del hombre penetren a su médula y a su esencia, que lo ha planteado sencillamente en está expresión: "La diferencia de que existe el precio de compra de un producto y el precio de venta del mismo en el mercado, es decir, que en la distribución de la diferencia de ese precio, viene simple y sencillamente a plantear a la especulación filosófico social del hombre, este problema que se llama el problema social". Y dice, con nitidez propia de su inteligencia transparente, que en la elaboración de un producto concurren múltiples factores en trabajo del obrero, el esfuerzo, la aplicación del obrero en la producción social, en la producción de la riqueza; la inteligencia del empresario, el espíritu de iniciativa, su espíritu de empresa en esa producción. Dice también: "La labor intelectual del inventor, de aquel que supo construir la maquinaria; los medios de producción, compañero, que están detentando los capitalistas; el capital invertido, y el interés que debe ganar ese capital". Bien dice la formidable autor de "El Capital": ya se pagó el salario mínimo al obrero; se ha reintegrado el capital o se ha amortizado en una parte; se ha pagado el interés, se ha pagado también la labor intelectual del inventor; todavía sobra una gran cantidad en el valor de los productos vendidos en el mercado. ¿Y a quién pertenece este exceso de producción? y ante esta interrogación se levanta la miseria, se levanta el dolor, se levanta la enfermedad, se levanta la muerte; es una interrogación tenebrosa y el mundo capitalista dice: Al capital. Y uno pregunta, ¿por qué? ¡Ah! porque es el dueño de los medios de producción, porque es el fuerte, porque es el detentador de los medios de producción y distribución de riqueza; porque a él, como al león, le toca la mayor parte. Y surge entonces el famoso León XIII, de que hablara aquí el licenciado Soto y Gama hace algún tiempo, esté retrógrado, este absoluto conservador, surge diciendo que con el cristianismo, en virtud de los resplandores de la religión cristiana iluminando la conciencia de los propietarios de los medios de producción, que estos capitalistas, movidos por sentimientos de piedad y filantropía, tiene ineludiblemente el deber de dividir esta excesiva producción entre el obrero y el capitalista.

Pero entonces se levantan las masas obreras organizadas, entonces se levanta el socialismo alado, vigoroso y potente, ese socialismo, compañeros, que ayer era un vagabundo sospechoso, era un vagabundo mugroso, era un despechado, era un envidioso que para hacerse popular entre las gentes, recogía con cierto descuido su lengua melena bajo las alas anchas de un sombrero mugroso, con larga barba descuidada que no sentía la caricia del jabón, y que hacía gesticulaciones y amenazas ridículas. Ese socialismo, compañeros, que ya ha dejado de ser tal y que ahora es un ejercito -formidable y poderoso, que tiene jefes enormes a su frente que han sabido organizar unas enormes masas de obreros, ese socialismo dice: Todo ese exceso, en relación con el principio, que dijera Caloca, de que todo hombre tiene derecho a obtener en la producción el valor económico que el mismo ha producido, todo ese derecho pertenece al obrero. Y por eso el industrial, el propietario de la industria y el propietario de la tierra, tiene sus propiedades edificadas sobre el robo, queridos compañeros. (Aplausos). Y ese es el problema que produce la lucha de clases, ese es el problema que arroja frente a frente a trabajadores contra el capitalista; el capitalista queriendo, compañeros, obtener el mayor rendimiento en su empresa, pagando el menor salario; defendiéndose el trabajador y diciendo, por medio del sabotaje: A mal salario, mal trabajo. Esta es la entraña palpitante, esta es la llaga, esta es la miseria sobre la cual tiene el deber los legisladores de poner el dedo, de tocarla, viendo cómo se resuelve ese problema, ese problema que no es de capital ni de trabajo. - Yo creo, aunque se me diga que quiero ser demasiado sutil, que me quiero perfilar sutilmente, que no hay un socialista en el mundo que combata y con verdadera conciencia sea enemigo del capital. Quiero que el compañero Soto y Gama me diga si es enemigo del capital.

El C. Díaz Soto y Gama: Cuando el capital está en manos del trabajador, claro que no.

El C. Martínez de Escobar: ¿Quién podría ser enemigo del capital? Hago esta aclaración porque a cada instante se habla de guerra al capital, de ataque al capital. ¡No! Es lucha contra el capitalista, contra los detentadores de los medios de producción, contra esos medios de producción que tiende a des individualizar el socialismo, suprimiendo la propiedad privada de ellos, cuando menos, sin llegar al comunismo que es el más amplio y más extenso. Pero ustedes saben que la substitución de la propiedad individual, del bien individual para convertirlo en bien social, en bien colectivo, que en la substitución de estos dos conceptos no es grano de anís. La enorme muralla del liberalismo clásico, del individualismo de la autonomía de la voluntad, del principio de la libre concurrencia, de la libre contratación; todo eso, es como digo, muralla infranqueable que todavía no ha sido posible a los Hombres destruir. Nuestras revoluciones han sido más bien políticas, las revoluciones del Mundo: Quitar a un emperador para poner un rey, un monarca o un presidente; ya él régimen parlamentario o presidencial, sin socavar las entrañas del problema. Este problema social, como el problema de las tierras, semeja algo así como un enorme, como un corpulento árbol, como un árbol enorme que, en la falda de una montaña, cuando lo observamos desde lejos, sólo se le ven las ramas. Hay que acercarse para ver el tronco, y luego hundirse hasta su raíz para destruirla. Y el único pueblo que se ha atrevido a enfrentarse con la situación vigorosamente; que ha tratado de extirpar de cuajo todas esas

raigambres sociales de la propiedad individual, ha sido la revolución rusa, tan escarnecida por todos los detentadores de los medios de producción. (Aplausos).

¿Quería el compañero Medrano que pusiéramos la pica en Flandes, acometiendo furiosamente, bravamente el problema social y de una plumada quererlo resolver? ¿Era posible que nosotros, con nuestras mejores intenciones lo hiciéramos? Y yo no he sido obrero, yo no he sido trabajador, he tenido medios de vida, pero por instinto he estado siempre pendiente de poner mis esfuerzos en favor del que sufre. -Yo no me habría acobardado. Con todo un encanto del espíritu, con toda poesía en el corazón y con toda belleza en el alma, habría acometido el problema y habría lanzándome al campo del colectivismo, si no al del comunismo o al del socialismo de Estado, o a algo así que transformara reciamente a los cimientos de la organización de nuestro mundo actual. Pero, ¡oh carcajada irónica la que todo el mundo iba a tener para nosotros, locos que, con gesticulaciones y con gritos queríamos arrancar torpemente la gigantesca mole del Popocatépetl! ¿Como íbamos Nosotros a decir: No hay más que un propietario gigantesco, la sociedad? No, nos hemos tenido que contentar con realizar el maximalismo mexicano. Ya nos hemos puesto de acuerdo en esta Cámara de que el maximalismo tiene que ser un concepto relativo, en que el maximalismo no puede ser otra cosa que la realización de las reformas máximas que se pueden hacer en un país de acuerdo con su historia, de acuerdo con su medio, de acuerdo con sus costumbres, de acuerdo con sus elementos raciales, de acuerdo con su psicología social y con su psicología política. Dentro del maximalismo mexicano, en la hora actual, en los instantes que vivimos, en el minuto que estamos palpando, creemos nosotros haber sido radicales estableciendo una serie de fracciones, una serie de artículos que vayan beneficiando poco a poco al trabajador, que vayan dando elementos de la vida al trabajador, seguramente como un puente, como dije antes, entre el porvenir y el pasado. No podíamos hacer, queridos compañeros, otra cosa. ¿Como lo íbamos a hacer una labor completamente estéril? ¿Y qué hemos hecho? Ir haciendo cosquillas a los capitalistas. No hemos echo otra cosa que darles pellizcos a los empresarios. (Aplausos). Estamos hablando aquí a base de absoluta franqueza. Yo no tengo vanidades de ningún género, y esa es la verdad, porque no podíamos hacer otra cosa. Y les llamo pellizcos y cosquillas porque siguen detentado los medios de producción y seguirán robando esa parte de valor económico que corresponde al obrero y que se toma el capitalista sencillamente porque es fuerte, porque es el león, porque es el opresor, mientras el otro es el oprimido. No lo podíamos evitar, eso tendrá que venir con el tiempo, necesaria y forzosamente. Nuestros ojos no lo contemplarán, desgraciadamente, y digo desgraciadamente porque para todas estas evoluciones se necesita mucho tiempo y mucho esfuerzo; pero las clases trabajadoras de México forzosamente tienen que quedar satisfechas con este proyecto de ley, porque tendemos a suavizar sus dolores, porque tendemos a restañar sus heridas, porque es algo así, como diría el poeta de la tribuna mexicana: Como el manto de armiño sobre el cuerpo desnudo de la Magdalena; algo así como el beso de consuelo sobre la herida recién abierta del que sufre, sobre la llaga del leproso; no podemos hacer más y hemos hecho lo que hemos podido. ¿Que? Establecer hasta donde nos sea posible el mínimo del salario a que se tiene derecho el obrero, no sólo para subvenir a sus necesidades físicas, sino también a sus necesidades intelectuales, espirituales y morales y las de un promedio de familia que se calcula en tres o cuatro elementos; que tengan habitación, que pueda mantenerse, que pueda comer y tener sus placeres honestos. Es bastante, compañeros, si recordamos aquella época trágica y dolorosa, aquella época fantasmal del general Porfirio Díaz, en que se acribillaba a balazos y se hacía funcionar las ametralladoras para barrer con las pobres clases productores de la riqueza social de México.

Hemos establecido la jornada máxima de acuerdo con la constitución General de la República, procurando adaptar ese principio fundamental al niño, a la mujer, etcétera, dentro de las modalidades de los elementos que van a realizar el trabajo. Ley sobre accidentes del trabajo y enfermedades profesionales. ¿Como? Allí sí destruyendo hasta donde sea posible nuestros viejos códigos, nuestro pobre Código Civil, el Código del Procedimientos Civiles, nuestro pobre Código Mercantil; que la legislación industrial viene ha hacer a la legislación mercantil de lo que la mercantil viene a ser a la civil. Conforme a nuestro Código Civil no hay que atribuir la culpa al patrono en el daño que se ha hecho un obrero, no hay que aceptar casos fortuitos ni de fuerza mayor; si el obrero tuvo la culpa del daño, allá él, ya está pagado con su salario. Nosotros, cumpliendo nuestro deber, hemos establecido que sólo en el caso extremo, que no es concebible, de que el obrero por sí se fuese a dañar, porque nadie quiere matarse a sí mismo y suicidarse; sólo en el caso de que se pudiera materialmente que aquél ha tratado de dañarse, entonces que naturalmente las responsabilidades no pueden ser de la empresa, pero en todos los otros casos sí. Supongamos que un obrero que trabaja en "El Buen tono" y desempeña un trabajo de "El Buen Tono" llevando cajetillas de cigarros a X casa, pasaba por la avenida de San Francisco en los momentos en que, por virtud de que aquel temblor, se derrumbó aquella casa y aplastó al obrero. conforme a nuestra vieja legislación civil ¿Qué tiene qué ver el empresario? ¿Por que tiene que responder el empresario en este accidente donde perdió la vida un hombre? ¿Que tiene que ver el capitalista? Nosotros decidimos: Sí, porque estaba desempeñando un trabajo cuando le ocurrió ese accidente. Y así hemos venido, compañeros, realizando una serie de disposiciones que pueden beneficiar a los trabajadores, hasta llegar al contrato colectivo. El contrato colectivo es el elemento indispensable y necesario, básico, sin el cual no es posible que se realicen las demás ventajas que damos nosotros al obrero. El contrato colectivo es el acto nuevo que ha surgido de las modernas reacciones jurídicas, que de una manera inexacta, según los autores que a mi me han satisfecho, se llama contrato colectivo; una frase de aplicación inexacta, porque como dice

muy bien León DGT y lo sabe el compañero Medrano, la idea de contrato es individualista, es ultra individualista, norma las relaciones jurídicas de hombre a hombre, de individuo a individuo. El contrato colectivo lleva en sí una contradicción; son elementos que se excluyen la idea colectiva y la idea contrato. Y todavía más: Juristas de talla, tratando del contrato colectivo, no solamente se han conformado con expresarlo en sus proyectos de legislación. Recuerdo que en Francia hace algunos años una comisión de estudios legislativos, de hombres de talla, no solamente dejó, subsistente el nombre, sino que quiso encuadrar dentro del marco de la legislación tradicional un contrato hijo de un nuevo estado de cosas conforme a los elementos y a la naturaleza jurídica del contrato individualista que pertenece al pasado. Y aquí, compañero Medrano, debo decir a usted que la comisión ha puesto y ha redactado su artículo en la forma en que lo ha hecho en su beneficio de las clases trabajadoras. Alguien ha dicho, y con razón, compañeros, que cuando la salud del Estado por virtud se afecta por virtud de un daño qué se haga, que le haga o que se haga a sí mismo el individuo, debe el Estado intervenir en contra de la voluntad del mismo individuo, no con el exclusivo objeto de salvarlo a él, sino teniendo en cuenta que ese hombre en el seno de la sociedad desempeña una función social en la producción de la riqueza, sea ésta intelectual, sea económica o de cualquier orden que ustedes quieran. Debe intervenir el Estado cuando un individuo quiera celebrar un contrato con un patrono a base de veinte horas de trabajo. Los economistas clásicos, los liberales ortodoxos y los individualistas, dicen: La autonomía de la voluntad. ¿Por que razón y con qué motivo se va a evitar que esta persona que expresa su voluntad de trabajar las horas que quiera y por el salario que guste, se vea impedida a satisfacer sus deseos por la intervención del Estado? El derecho moderno dice: ¡Sí! se debe evitar, porque nadie tiene derecho a dañarse a sí mismo para dañar a la sociedad y dañar a su familia. Ya hemos repetido que la libertad actual no es la libertad del derecho viejo; aquella libertad era la facultad era una de hacer alguna cosa que no dañara a otra y, en consecuencia, de no hacer nada, si le placía. La libertad actual es un concepto que dista infinito del otro; la libertad actual está estimada con una función social, como la obligación que tiene un individuo de desarrollarse físicamente, intelectual y moralmente; de dignificarse, para dignificar a los demás, y para que su producción sea mayor en beneficio de la colectividad en que vive. Por tanto, no tiene libertad para ser perezoso e indolente; carece de libertad para no trabajar o trabajar como quiera, y el estado debe intervenir obligándolo a trabajar en las condiciones en que, de acuerdo con la legislación moderna, se establezca según los postulados fundamentales de la Constitución general y las leyes orgánicas. Y el contrato colectivo es la única forma que se ha encontrado para poder exigir la realización de estos postulados económicos, de estos principios filosóficosociales. ¿Por qué? Por que de otra suerte, aislado el individuo, a la hora de querer realizar su contrato de trabajo no está en igualdad de condiciones para expresar su voluntad. El rico puede esperar, puede ir a la casa de otros obreros y otros trabajadores; el pobre está obligado a llevar el sustento día a día a su familia, y no puede esperar; en consecuencia, lo puede buscar el capitalista por un salario insignificante y en la forma que le plazca. Viene el contrato colectivo realizando un apretado haz de elementos trabajadores, a poner en igualdad de condiciones al trabajador frente al capitalista para que pueda esperar si no le convienen las condiciones; y entonces, ya, cuando menos, ese valor económico de que habla Caloca en parte siquiera se pueda realizar con respecto al trabajador que forma parte de un grupo obrero. Bien sabe el compañero Medrano, que el contrato colectivo tiene un antecedente primero, la resolución de un conflicto obrero; ha tenido como origen la resolución de un conflicto obrero con una empresa, después de que ha habido una huelga. Los elementos trabajadores que no han formado parte de una agrupación, de un sindicato, que no se les ha ocurrido, que no han tenido tiempo, que no ha despertado su conciencia o que no han visto con claridad el fenómeno, que movidos por la seducción del canto de las sirenas de los capitalistas que les dicen: "No, la libertad del hombre es lo más sagrado, no vayas a hundirte en el gremio"; y estos individuos se agrupan porque quieren la mayor cantidad de salario por la menor cantidad de tiempo de trabajo; porque algunos de ellos quieren una indemnización y el patrono se las niega o quiere darles una insignificancia - de obreros libres estoy tratando -; al verificarse una huelga, ir ante una Junta de Conciliación o no Junta de Conciliación, sino que entre ellos mismos se acuerde el punto, en virtud de que la unión hace la fuerza, entonces, como término de este conflicto entre el individuo no sindicalizado y la empresa, el acuerdo que se establece entre ese grupo de individuo no sindicalizado y la empresa, el acuerdo que se establece entre ese grupo de individuos y la empresa es ya un acuerdo colectivo, una convención - ley, como le llama León Dugut, es decir, una convención que establece las reglas generales, las bases fundamentales, los postulados esenciales de carácter general, no de empresario a Pedro, no de empresario a Juan, con respecto a tal salario concreto y determinado, sino desde un punto de vista más alto entre el conjunto de obreros que pueden ser substituidos por otros obreros, que si son doscientos, pueden irse diez y venir otros diez, que no estuvieron en la huelga y que pueden quedar enrolados en ese nuevo convenio que se ha celebrado. Y luego lo vemos todavía más claro en los mismos talleres y en las fábricas, donde se establecen determinadas condiciones generales dentro de las cuales deben realizarse los trabajos de los obreros y de las empresas.

En los países que han tenido tiempo de evolucionar, que han pasado por nuestras angustias, que tienen una organización social perfecta y completa, donde ya las masas de trabajadores están organizadas, donde no se encuentran trabajadores libres, donde ya no hay esos incautos que creen que pueden vivir solos como Robinson en si isla, que se bastan a sí mismos, que no quieren trato con colectivo en esos países sí puede reglamentarse perfectamente bien, con toda la naturaleza jurídica perfecta y

esencial del contrato colectivo, llamémosle convención - ley, que no es contrato colectivo el término que debe tener este acto jurídico moderno. Allá sí el contrato colectivo perfecto supone, pues, compañero, dos grandes organizaciones, dos grandes masas, dos elementos productores perfectamente organizados: Las agrupaciones, los sindicatos, las asociaciones, las confederaciones de trabajadores, por un lado, y las asociaciones y los sindicatos, las agrupaciones de patronos, por otro lado, con esta rectificación: Que el contrato colectivo, la convención colectiva sí es perfecta, cuando hay masa de trabajadores sindicalizados, aun cuando el empresario no lo esté. Puede el empresario no ser más que él solo, tratar con la colectividad, y el contrato colectivo es perfecto. Si nosotros leemos cualquier proyecto de ley reglamentaria moderno de otros países, vemos que el juego jurídico del contrato colectivo está entre esos dos polos: Entre el trabajo organizado y el capitalista organizado. ¿Podemos nosotros contestar victoriosamente esta pregunta en México: ¿Ya están todos los obreros organizados en la República, o en el Distrito Federal, para donde va a regir esta ley? ¡No, compañeros! Hay muchos elementos libres, hay muchos hombres incautos todavía que no quieren convenir en que la unión hace la fuerza. Pues bien, nosotros, no por incomprensión del problema, no por ingenuidad, sino penetrados cabalmente de esta verdad sociológica de México, en donde hay una gran cantidad de trabajadores libres que están todavía seducidos, como antes dije, por el canto peligrosísimo de las sirenas del capitalismo, ponemos este artículo de tal manera que pueda celebrarse el contrato colectivo imperfecto - no tiene remedio -, aún con elementos que no pertenezcan a un sindicato. ¿Quiere usted, compañero Medrano, que hable con franqueza? La franqueza es manifestación poderosa de fuerza moral y espiritual. El objeto es este: ¡Realizar el sindicalismo obligatorio en este país! (Aplausos). ¿Cómo lo vamos a hacer? ¿Expidiendo una Ley de Sindicato Obligatorio? No es posible que ese despotismo colectivo pudiera surgir del seno de esta Cámara, del cerebro de los hombres que aquí piensan y están procurando resolver los problemas contemporáneos que tiene México enfrente. Encontramos el medio fácil, el medio sencillo, el medio expedito que parece ingenuo y que es natural que para un abogado de talla, para un joven abogado que todavía esta bebiendo en las fuentes de la ilustración en la Universidad de México, para el licenciado Medrano, es natural que él, como hace diez o doce años, nos llamemos a extrañados cuando establecemos algo que no es perfectamente jurídico, que no encaja perfectamente bien dentro de lo que debe ser contrato colectivo a base de sindicato, verificando sus contratos con las empresas. Entonces nosotros decimos - porque más adelante tenemos el capítulo relativo a Organización de Asociaciones Profesionales-, decimos que éstas deben constituirse cuando pasen de cinco los individuos que las compongan, llenando determinados requisitos. Decimos, a base de buena fe: Siempre que en una empresa haya más de cinco trabajadores, es necesario que el contrato sea colectivo. Claro que es muy fácil, victoriosamente fácil interpelarlo a uno para ponerle dificultades y poder contestar a conciencia y para satisfacción absoluta del que pregunta acerca de si llena los requisitos todos, genéricos y específicos de la convención colectiva. Claro que no, naturalmente que no. Por eso el contrato colectivo a que tendemos es algo semejante, en la materia económica y social, a lo que pasa cuando hablé antes del sistema semifederalista y semiparlamentario. Nosotros queremos que los obreros se convenzan de que hay una ley que dice que el patrono está obligado a realizar el contrato colectivo cuando pasen de cinco los individuos que trabajen en su empresa, a despertar el entusiasmo, a poner el incentivo, a que se abra la conciencia de los trabajadores, para que comprendan de una manera espontánea que no tienen otro camino ni tienen otra brecha que seguir, que la de sindicalizarse, que la de agruparse, y así será. No podemos establecer el sindicalismo obligatorio, porque sería una torpeza; pero aprobado este precepto, espontaneámente, naturalmente, resolviendo por sí mismos el problema, los obreros se sindicalizarán. ¿Que es un error pensar que cinco o seis obreros firmen un contrato colectivo con una empresa? Realmente es algo así duro, escabroso, que uno no comprende perfectamente bien, pero intuitivamente siente uno que está bien aquel error, aquel defecto. Por la pregunta del compañero Medrano, la pregunta del compañero Orozco, completamente inteligente, es ésta. Ellos dicen: En estos contratos, llámense convención, ¿quién representa las partes contratantes? ¿Dónde está la personalidad jurídica de los individuos que trabajan y que trabajan y que deben celebrar una convención colectiva? ¿Quién es el responsable y qué clase de responsabilidades tiene? Y si fuéramos a especular en este campo, ¡qué de preguntas tan abrumadoras tendríamos, compañeros! Aun dentro del mismo sindicato, si en el momento de celebrarse el contrato colectivo no cumplió con su deber el obrero y se salió del sindicato y produjo daños a la empresa, ¿quién responde? ¿Los industriales o el sindicato que ya no cuenta en su seno a los individuos que salieron de él? Una serie de preguntas que, conforme a la legislación civil, nos abrumarían; de tal manera es su peso tan implacable que no podríamos resolver. El contrato colectivo no quiere decir que sea una colectividad, que forzosa e ineludiblemente sea una colectividad de trabajadores los que vayan a realizar ese contrato. Voy a explicarme. En una empresa donde haya dos trabajadores, donde no llegan a cinco, aunque la ley no lo diga, si esos elementos forman parte de un sindicato, sépanse ustedes que aunque sean dos, por razón natural esos dos elementos, aunque hagan contrato individual, seguramente, que en un momento dado esas obligaciones que se pactan en el contrato est n sobre la base fundamental del pacto colectivo que ha establecido ya el sindicato, sino directamente con el empresario, con otros; y el sindicato que es fuerte, impone ineludiblemente en la práctica las condiciones de la convención colectiva, por medio del contrato colectivo entre esos dos individuos que trabajan en una empresa, en relaciones con el sindicato. Puede haber cinco que trabajen allí, y aunque firmaran los cinco

determinado contrato especial, no sería colectivo; parece paradógico parece mentira esto. Naturalmente que no, porque puede ser un contrato individual, aunque lo firmen cinco, con naturaleza jurídica netamente individualista, sin que tenga que ver nada antes un pacto previo, una convención previa, eje alrededor del cual deben girar todas las relaciones jurídicas de los trabajadores con el empresario. Y es lo que pretendemos: Que se presenten seis individuos a una empresa y que no pertenezcan a sindicato; lo lógico es esto: Que espontáneamente entre ellos, porque el contrato es colectivo y les beneficia, nombren entre los seis su presidente o su secretario general. Con esto viene el brote del sindicato entre esos seis individuos que no habían pensado sindicalizarse, porque luego saborearán los placeres que les producir el celebrar ese contrato colectivo con la empresa, y no individual; es algo natural que no se comprende a perfección dentro del carácter jurídico integral del contrato colectivo, pero estoy seguro de que vosotros os habéis penetrado perfectamente bien de que la idea y la tendencia de la comisión ha sido sana. En consecuencia, compañeros, a reserva de tener que molestar otra vez vuestra atención, si a caso lo requiere, para tratar esos asuntos, yo les pido a ustedes que se apruebe ese artículo. Por nuestro honor nos comprometemos ante vosotros a que cuando hayamos terminado de discutir esta ley o este capítulo, vengan el querido compañero Medrano, el querido compañero Caloca y nos presenten una adición en los términos que dice el Reglamento, y ya la aceptaremos; pero no nos derrotéis ese artículo, que es nuestro orgullo legítimo. Más aún, voy a tener este gesto de franqueza: Yo adivino que de Caloca, de Soto y Gama, de los elementos radicales de esta Cámara, brota esta idea fuerte: Ese artículo es el más radical que tiene la ley.

El C. Caloca, interrumpiendo: Sin duda.

El C. Martínez de Escobar, continuando: ¿Verdad, compañero? Por eso decía a usted que era nuestro orgullo. Por eso decía, compañero Caloca, que Neguib Simón y el que habla, al ir a elaborar ese proyecto de ley, no fuimos a oír instrucciones de Gonzalo González, ni de Ricardo Treviño, ni de Eulalio Martínez, ellos, que son de la CROM; nosotros no somos de la CROM, no, pero pusimos allí el relámpago de nuestra inteligencia, la chispa de nuestra pequeña cultura, el germen de oro de nuestra buena voluntad para hacer ese proyecto lo menos mal posible dentro de ese mundo capitalista mexicano, en donde todavía está rigiendo la terrible ley de bronce de que hablara Fernando Bazán, aquella ley de acero, aquella ley de alambre, aquella ley tremenda en que por virtud del funcionamiento de la ley de la oferta y la demanda se ha hecho del trabajador una bestia, se ha hecho del trabajador una acémila. Naturalmente que no pretendemos ni vamos a ser tan torpes para decir que derogamos, como dijera alguien alguna vez, la ley de la oferta y la demanda; no, pero lo que pretendemos es que dentro del funcionamiento inexorable de la ley, dentro del funcionamiento de la ley natural sociológica, el trabajador sea dañado lo menos posible, que quede siquiera en condiciones, no semejantes, pero sí siquiera en las condiciones en que se encuentra el capitalista. Cuando venga a discusión el artículo 114 tendré que hacer la rectificación que desde ahorita esbozo, de que si yo estuve conforme con ese precepto, en el que, seguramente, tendrán que verificarse unas modificaciones, si yo me entusiasmé y estuve conforme con él, consta al compañero Álvarez y Álvarez y al compañero Portales que fue porque estuve en una asamblea de la Alianza de Ferrocarrileros, en la calle de Héroes, y entre otras cosas, algo que nos suplicaron aquellos elementos trabajadores, fue que condensáramos un artículo que viniera a realizar su pensamiento, que no sabemos si lo habremos hecho a la perfección. Esta fue la razón; lo hicimos independientemente, cada uno movido por buena fe.

Hechas estas explicaciones, compañeros, repito que los cinco miembros de la comisión, sin distinción de ninguno, no hemos tenido prejuicios de ninguna especie; hemos tenido en nuestra conciencia el pensamiento de las clases trabajadoras, la imagen de las clases obreras del país, y, en consecuencia, os digo: ¡El que quiera hacer las clases trabajadoras de México inmovibles, convirtiéndolas en la mujer de Lot; el que quiera hundirlas en un mar de injusticia, que vote en contra de este artículo; el que quiera encender la antorcha del progreso que ilumine las tinieblas, que vote a favor de este artículo, queridos compañeros! (Aplausos estruendosos. Voces: ¡A votar!)

El C. presidente: Tiene la palabra en contra el ciudadano Medrano.

El C. Medrano Federico: Honorable Asamblea: El compañero Martínez Escobar, con la autoridad que le presta su palabra fácil y galana, con el sortilegio de su elocuencia, ha llevado el espíritu de la Asamblea por otros derroteros, distrayéndola del punto a discusión. Nos ha hablado el compañero Martínez de Escobar, del ilustre Marx, de la teoría de la autonomía de la voluntad y se ha metido en un galimatías para pretender definir lo que es el contrato colectivo. Felicito al compañero Martínez de Escobar por su erudición y lamento que no sea director de alguna academia de estudios sociales y políticos; pero las objeciones hechas al artículo a debate están en pie. Ninguno de los miembros de la comisión, señores diputados, ha podido contestar a las serias objeciones hechas por Orozco, a las pintorescas objeciones hechas por Caloca y a las modestas, modestísimas objeciones hechas por el que habla. Mañosamente se pretende demostrar a la Asamblea que yo soy enemigo del contrato colectivo, y he gritado aquí ayer estentóreamente que soy el propugnador más entusiasta del contrato colectivo. Lo único que pretendo es que se fijen las bases, que se establezcan los lineamientos generales del contrato colectivo, para no ir a dejar a la masa ignorante de los trabajadores a merced de una voluntad extraña. Parece que los compañeros de la comisión les escuece esto de la personalidad jurídica. Me extraña de abogados de la talla de Martínez de Escobar y de Neguib Simón.

El C. Martínez de Escobar, interrumpiendo: Yo ya no soy abogado, compañero. (Risas).

El C. Medrano Federico, continuando: Yo no tengo la culpa que le hayan dado a usted un

título. (Murmullos). Pero es absolutamente indispensable que entendamos qué es la personalidad jurídica. Yo le preguntaba ayer, si mal no recuerdo, al compañero Treviño, en qué forma se podría substituir a los obreros, cuando a virtud de la facultad que les concede el artículo 12, alguno o algunos determinaran su separación, alguno o algunos quisieran dar por terminado su contrato de trabajo. Me refería al caso de los obreros asociados, me refería al caso de los obreros que pertenecían previamente a un sindicato, y él me dijo: "Pues muy sencillo, compañero: En este caso el sindicato mando dos o tres, cuatro o cinco, los que sean necesarios, para que los vaya a substituir". De manera que en un contrato colectivo de trabajo no aparece directamente obligado el trabajador individual; el que celebra la obligación, el que establece un nexo jurídico, el que se coloca en una relación jurídica, es el conjunto, la masa de trabajadores; yo diría la persona jurídica, trabajadores de la empresa. De tal manera, señores, que si llegamos a la conclusión de que es forzoso, es indispensable para ser consecuente con la lógica de la ley que exista la personalidad jurídica de las asociaciones obreras, es forzoso concluir de que debemos fijar las bases sobre las que debe existir esa personalidad jurídica. Pregunto al compañero Martínez de Escobar cómo solucionaría este conflicto: En una empresa en la que trabajan cien obreros, diez pertenecen a la Confederación Regional Obrera Mexicana y noventa son libres. ¿Quién hace el contrato de trabajo? La mayoría, me dirá el compañero Martínez de Escobar. ¡Muy bien! Tenemos ya un contrato de trabajo hecho por noventa trabajadores libres que inician ya otra pequeña organización. Pero viene el artículo 114, y el artículo 114 no reconoce más que un solo sindicato. ¿En qué situación jurídica vamos a colocar a aquellos dos grupos de trabajadores?

El C. Martínez de Escobar, interrumpiendo: ¿Me permite usted que le conteste?

El C. Medrano, continuando: En la situación jurídica de reconocer solamente al que est sindicalizado, porque la ley habla de sindicato, no de asociación. ¿No se dice que con esta ley se pretende llevar a los libres a la organización; no se les sigue engañando, ya que, a pesar de su organización, no pueden constituir ninguna personalidad jurídica, puesto que no forman ninguna entidad semejante a la del sindicato? Esto, señores, es hacer un equilibrio de dialéctica, pero no es entrar al fondo de la cuestión. No me he negado a que aprobemos el contrato colectivo de trabajo; al contrario, decía ayer que no me opondría a la aprobación del artículo a debate si la comisión se comprometiese a formular un capítulo especial donde se estatuyera todo lo relativo al contrato de trabajo. ¿Cómo no va a ser interesante determinar en esas situaciones, en esas clase de conflictos que van a presentar quiénes van a celebrar el contrato colectivo de trabajo? Yo le decía ayer al compañero Treviño, ¿Por qué no tienen la facultad veinte o treinta obreros libres frente a cincuenta sindicalizados, de celebrar a su vez el contrato colectivo de trabajo, que es lo mismo reconocer dos sindicatos con dos contratos colectivos de trabajo? ¿Por qué, señores, consecuente con la ideología política y social de las organizaciones obreras, el contrato colectivo de trabajo debe celebrarse forzosamente bajo los auspicios de la CROM, cuando se trate de los trabajadores que pertenecen a la CROM, y cómo no va a ser inhumano, cómo no va hacer injusto, cómo no va a ser absurdo que los sometamos a las condiciones de trabajo que establece la CROM de acuerdo con su ideología política y social, a los trabajadores libres, a los comunistas o a los rojos? Esto es absurdo, señores diputados. (Aplausos. Siseos). Los señores de la CROM no deben alarmerse; no soy enemigo de la CROM, me inclino respetuoso ante esa organización que es para mí por dos conceptos respetable, porque significa el nervio del trabajo en la República. Quiero hacer luz en esta cuestión en beneficio de los propios trabajadores; yo no seré nunca líder obrero; tampoco explotaré jamás al obrero, pero sí tengo el deber ineludible de poner en este debate la pequeña, la mezquina contribución de mis escasísimas facultades y estoy cumpliendo con mi deber. (Aplausos. Siseos). El compañero Martínez de Escobar, al igual que el compañero Treviño, el día de ayer nos decían qué cosa es lo que entienden por contrato colectivo de trabajo; nos los pintan con maestría imponderable ¿y por qué no consignar esto en una ley? ¿por qué no decir, por qué no pretender llegar a analizar algunos de los conflictos que van a suscitarse y decir: Cuando se presente este caso puede existir el contrato colectivo de trabajo entre estos trabajadores? La mayoría podrá celebrar el contrato colectivo, la minoría tendrá facultad ineludible de celebrarlo, ¿Quién va a ser el representante jurídico de éstos? ¿No van a tener los obreros necesidad de acudir a la Junta de Conciliación y Arbitraje, pongo por caso? ¿Y quién los va a representar en aquellos casos en que no se trate de obreros sindicalizados? se me dirá: todos, todos los obreros que han firmado el contrato. Pero esto es absurdo, señores. El compañero Martínez de Escobar nos ha citado también a Ferdinand La Salle. Yo recojo la cita del compañero Martínez de Escobar y le recuerdo que Ferdinand La Salle en sus conferencias acerca de la formación de las constituciones se refiere a individuos, a esos jardineros que pretenden cambiar la naturaleza de las cosas, poniéndoles a los naranjos el nombre de cerezos que son naranjos. El compañero Martínez de Escobar nos dice qué es el contrato colectivo y nos dice que en el caso de que se trate de un contrato colectivo formado por cinco personas, no es un contrato colectivo sino un contrato individual. Sin embargo, la ley, terminante y categóricamente dice que siempre que haya más de cinco trabajadores forzosamente habrá de existir el contrato colectivo. Esto es engañar, señores, a los trabajadores. Decía ayer, efectivamente, que no vamos a poner una pica en flandes con esta ley; pero no es una crítica a la comisión; en todo caso es una crítica respetuosa a los constituyentes del 17. Claro que la comisión lo único que está haciendo es reglamentar las bases y los postulados que dejó escritos en el artículo 123 el legislador de Querétaro. Yo decía, con Soto y Gama, que a un espíritu socialista en la acepción radical del vocablo, no puede satisfacer ninguno de los postulados del 123; pero no soy enemigo de los postulados del

123. Yo creo que en el actual momento histórico de nuestro país estas soluciones transaccionales entre la arcaica tesis individualista, entre el régimen capitalista imperante y las tendencias proteccionistas del obrero, que en estos momentos son absolutamente inaplazables las reglamentaciones del artículo 123, y creo que dentro de la ideología revolucionaria son una bella conquista. He tenido también, señores -y esto lo debo confesar con sinceridad-, la creencia absolutamente arraigada de que no podemos hacer, de que no haremos nunca una ley fecunda y práctica siempre que nos inspiremos en lo más sectario del radicalismo. Si estamos procurando conciliar lo que dice Soto y Gama, que es reaccionario conciliar, los conflictos entre la capital y el trabajo, no solamente los obreristas tienen que ser jueces y partes, tenemos que traer también a los capitalistas. Y por eso decía yo que se consultara, que se llegara hasta el extremo de consultar al capital y a las empresas. Con esta exposición creo que la Asamblea estará compenetrada de que no me guía ningún propósito bastardo al impugnar el artículo a debate. Quiero precisamente que exista el contrato colectivo del trabajo; que quede para siempre consignado en los postulados de esta ley, para que no sea letra muerta, para que no vaya a violarse. Debemos echar cuando menos los fundamentos, las bases indispensables del edificio que se va a llamar contrato colectivo del trabajo y debemos hacerlo, porque en los actuales momentos de incertidumbre, en que se inicia la reconstrucción del país, debemos repetir con el ilustre Ratenau: Hay que mantener la fe en los eternos destinos de los pueblos y de los países, en las eternas fuerzas del pueblo y de los países, por encima de todas las torpezas, por encima de todas las injusticias y por encima de todas las lacras. Si esa fe es verdadera, ser lo bastante fuerte para hacerla definitiva con medios torpes, con nuestras miserias, con nuestras torpezas, con nuestra ignorancia, porque la gracia divina, la justicia, señores, no se inclina al lado de los más vigorosos batallones, sino al lado de las más nobles revoluciones. Los postulados de las reivindicaciones proletarias deben ser para nosotros cuartel de blasón, arma de combate y ara de un culto santo; pero, señores, así con esos postulados y sobre las bases firmes de la justicia social, hagamos no una obra sectaria, no una obra de radicalismo suicida, sino una obra que sea fecunda y que produzca efectivamente el nacionalismo en nuestro país. No quiero que nos dividan pequeñas diferencias, que nos dividan, al tratar esta materia, las diferencias de bloques; debemos apretarnos, como decía ayer, en un solo haz y poner todos nuestros esfuerzos para hacer luz en este asunto. Quiero, pues, que quite de su ánimo el compañero Martínez de Escobar la creencia de que soy enemigo del contrato colectivo.

El C. Martínez de Escobar, interrumpiendo: Lo sé que no, compañero.

El C. Medrano, continuando: Lo único que pretendo es que legalmente aquí se fijen las bases y que sobre ellas levantemos ese magnifíco edificio. (Aplausos).

El C. Portales: Pido la palabra para una aclaración.

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Portales.

El C. Portales: Honorable Asamblea:

El compañero Martínez de Escobar desde esta tribuna dijo que habían formulado ese artículo 14 de acuerdo con el sentir de las agrupaciones ferrocarrileras. Efectivamente, estuvieron allí el compañero Cerisola, el compañero Alvarez y Alvarez, y el compañero Martínez de Escobar y el que habla; pero no es en la forma que el compañero Martínez de Escobar lo vino a decir aquí a esta tribuna. A el quizá se le olvidó, porque no conoce nuestra organización, la sociedad, o sea la Confederación de Sociedades Ferrocarrileras de la República Mexicana. La experiencia, la mucha sangre que ha corrido de nuestros compañeros de trabajo, es la que nos ha dado la idea o el camino que debemos seguir. La Confederación Ferrocarrilera pretende que exista una ley que diga que en toda empresa se reconocer , en todo caso, la agrupación que tenga mayoría, pero siempre que sea de un mismo gremio o profesión, es decir, que los gremios sean homogéneos, porque nosotros tenemos ya dificultades, dificultades que han llegado a la discusión del 114 saldrán a relucir aquí en esta tribuna por algunos de los compañeros que habemos aquí y que tendremos que expresarlo para que llegue a la conciencia de ustedes que lo que pedimos es justo. Esta es la aclaración que vengo a hacer: Que no pretendemos que se reconozca más que una sola agrupación; sí pretendemos que se reconozca a los obreros de un mismo oficio o profesión, a un gremio que sea homogéneo, y quiero declarar desde ahora que quizá el que más perjudicado resultaría este caso sería la Sociedad a que yo pertenezco; pero por un acto de justicia, por un acto de patriotismo, porque así debe decirse con toda honradez, debemos sacrificarnos nosotros, porque como dije, mi agrupación dentro de las asociaciones ferrocarrileras representa la minoría, aunque con la mayoría hemos formado el frente único contra la empresa, porque todos presentamos un frente único, pero en la actualidad hay diferencias, lo mismo que las hay en la CROM, pues en la CROM hay elementos nuestros y hay agrupaciones distintas amigas nuestras aunque no nos pudimos fusionar. Pero, en esencia, esta es una ley que, como decía el compañero Martínez de Escobar, es una ley que nos hace estar dentro de un círculo de hierro para presentarle un frente a las empresas, que son detentadoras del capital. De manera que con esta rectificación creo que el compañero Martínez de Escobar estar conforme con que estas fueron las ideas que se expresaron en las sociedades ferrocarrileras y esto es todo lo que pretendemos y tenemos que decir y defenderemos los compañeros Martínez Campos y otros.

El C. Martínez Campos: Pido la palabra. Lo que deseamos los elementos ferrocarrileros que estamos en la Cámara y las comisiones de Trabajo y Previsión Social que hemos formulado algunos proyectos sobre algunos capítulos del 123, es que existan las sociedades formadas por elementos homogéneos; pero nunca hemos deseado ni deseamos que exista una sola agrupación en cada empresa, y esto queda demostrado palmariamente porque en los ferrocarriles hay trece sociedades y las trece

sociedades están unificadas. Por lo tanto, nuestro criterio es que cuando haya diferencias en un mismo gremio o entre trabajadores en una misma actividad o de un mismo departamento, las juntas intervengan o las autoridades para reconocer a aquella sociedad que tenga la mayoría de los elementos, pero no deseamos que haya una sola agrupación en una misma empresa.

El C. Portales: La Asamblea se habrá fijado que lo que yo dije es enteramente igual a lo que dijo el compañero Martínez Campos, con diferencia de palabra. De manera que es como un trato de distraer la atención de ustedes, concluyo mi peroración.

El C. Cerisola: Voy a ser breve, voy a decir unas cuantas palabras con el fin de ahorrar tiempo, ese tiempo que es precioso, como ustedes comprenden.

Todos estamos convencidos, hasta los del contra, que es un verdadero adelanto y un positivo progreso para el trabajador mexicano el contrato colectivo de trabajo. Los compañeros Martínez de Escobar y Medrano y otros han explicado el por qué y por eso yo no voy a detenerme en esto; pero si nosotros retiramos el artículo 8o. de la comisión para que ella lo reforme, lo vamos a volver a discutir y a perder el tiempo. Si el artículo se queda como está, podemos aplazarlo para su discusión y entonces, al final del capítulo, presentar las adiciones que aparezcan convenientes y en esta forma ganamos el tiempo que nos es tan precioso para cumplir con la tarea que nos hemos impuesto. (Aplausos).

El C. secretario Cerisola: La Secretaría, por orden de la Presidencia, consulta a la Asamblea si el asunto está suficientemente discutido.

El C. Díaz Soto y Gama: Moción de orden. He pedido la palabra a la Presidencia para interpelar a la comisión, y la Presidencia me ofreció concedérmela.

El C. presidente: Está agotada la discusión.

El C. Díaz Soto y Gama: Sí, señor pero yo advertí a usted que no pedía la palabra inscrito en el turno, sino para interpelar a la comisión, porque resulta....(Voces: ¡ Qué hable!)

El C. presidente: Tiene la palabra.

El C. Díaz Soto y Gama: He pedido la palabra, compañeros, para interpelar a la comisión, porque es enteramente notorio que el asunto está tan embrollado y tan confuso como ayer; no se ha adelantado un sólo paso en la dilucidación del verdadero punto toral de debate. Estamos exactamente igual que ayer; así como ayer la parte laborista de la comisión rehuyó el debate en lo relativo al artículo 114 y pronunció pomposos discursos llenos de declaraciones y de ideas generales, de lugares comunes de que ya estamos cansados y que no dicen nada nuevo, porque lo que vino a decir Treviño se ha dicho quinientas veces por la CROM y ochocientas veces por Morones. Del mismo modo hoy (Siseos), del mismo modo hoy la parte no laborista de la comisión, representada por el muy estimable compañero Martínez de Escobar, ha bordado fuera absolutamente el asunto toral a debate. Nosotros tenemos que seguir interpelando a la comisión porque se niega a completar la reglamentación del contrato colectivo y consideramos necesaria esta interpelación y consideramos necesario que se nos diga categóricamente si se rehusa a completar esa reglamentación, porque es evidente que el nudo de la Ley del Trabajo es lo relativo al contrato colectivo. El contrato colectivo es lo básico en la Ley del Trabajo y es imposible que nos conformemos, y no se conforma de hecho la inmensa mayoría de esta Cámara con un sólo artículo como el 8o., no se conforma, ya está visto, y como no se conforma, yo quiero precisar a la comisión, con la misma claridad con que ayer lo expresaron los compañeros Medrano y Orozco, que ahora han estado demasiado parcos, que ahora han estado demasiado flojos, que ahora han estado demasiado apáticos, quiero precisar en qué está la deficiencia de la reglamentación.

El C. Martínez de Escobar, interrumpiendo: ¿Contesto?

El C. Díaz Soto y Gama, continuando: Si usted quiere, pero como todavía no preciso realmente los puntos torales, por eso le ruego al compañero me conteste después. No es que nosotros estemos en desacuerdo con el artículo 8o., pero nos parece que por sí sólo no resuelve la cuestión y nos alarmamos ayer cuando Treviño, a la inversa de lo que hoy dice Martínez de Escobar, dijo autoritariamente que la comisión se había propuesto que no se definiera quiénes deberían firmar y hacer el contrato colectivo de trabajo; esto está en la versión taquigráfica y en la memoria de todos los compañeros; ese es el quid de la cuestión. ¿Por qué la parte laborista de la comisión se niega a precisar quiénes son los que deben firmar el contrato colectivo de trabajo? Yo les aseguro, yo les vaticino, yo les digo a los miembros laboristas de la comisión, a pesar de su oposición sistemática y necia en este asunto, que la Cámara - no en estos momentos, porque a nosotros no nos preocupa que sea en estos momentos cuando se haga, sino al final del debate, cuando llegue el momento de presentar adiciones a la ley -, la Cámara en masa con el voto en contra de Treviño, González y algunos otros laboristas, la Cámara votará adiciones que completen la reglamentación. (Aplausos). Pero nosotros queremos precisar lo que tiene de sospechosa y malévola esa resistencia sistemática y caprichosa, terca, obcecada, de la parte laborista de la comisión para no precisar el punto más importante, y digo que es el punto más importante porque nadie, por poco malicioso que sea, se le escapa que el hecho de permitir que a una sola organización obrera, simpática o no, eficiente o no, honrada o no, portentosa o no, se le permita controlar la representación de los trabajadores en los contratos colectivos de trabajo y por lo mismo regir las huelgas y todos los actos del trabajo, es darle un inmenso poder; y como los mexicanos aquí tenemos que estudiar, queramos o no, el aspecto social y el político, decimos: Bajo el aspecto social es injusto que la ley venga a agregar toda la fuerza del Poder público a la fuerza pequeña o grande de una sola organización obrera para darle el control absoluto de todos los trabajadores del país. Ese control absoluto, esa organización obrera debe de conquistarlo en buena lid, no a espaldas de las otras organizaciones y valiéndose del amparo de la ley. (Aplausos). Bajo el aspecto político la dificultad que amenaza sube de punto, porque ya es organización absorbente a que me refiero, ha apuntado que tiene un candidato para la Presidencia de la

República, y es enormemente alarmante para los mexicanos ver lo que se trata por medio de esta ley, que lo que se trata por medio de este artículo 114, por medio de la negativa a precisar quiénes deben representar a los trabajadores en los contratos colectivos, es permitir que la CROM sindicalice a todos los trabajadores del país, como ya ha sindicalizado una buena parte del Distrito Federal, para después presentar esa masa de trabajadores como votante en favor de Luis N. Morones a la Presidencia de la República. (Aplausos).

Por eso el asunto es de una enorme importancia y es de más importancia porque la CROM, no ahora que no es la CROM que yo fui a defender, que yo fui a elogiar en la Convención de Ciudad Juárez. ¡Cómo han cambiado los tiempos desde que los líderes de la CROM subieron al Poder! (Siseos. Aplausos). ¡Cómo ha cambiado Luis N. Morones desde el año 1915, cuando allí en Veracruz, como yo lo demostraré, sostenía los principios del marxismo! ¡Cómo ha cambiado hoy! ¡ Ya no es el Morones que invocaba a Karl Marx: el nombre de Marx le quema los labios, le espanta, le asusta! Ya los líderes de la CROM, satisfechos con las prebendas y las canonjías de que gozan, no son aquellos hermosos luchadores de la Casa del Obrero, no son aquellos mis queridos compañeros pletóricos de ideales, ahora son unos nuevos burgueses, unos flamantes burócratas que, satisfechos de su posición, no quieren perderla y por eso lanzan una torpe candidatura a la Presidencia de la República, la candidatura de Luis N. Morones, para acabar definitivamente con lo poco, con lo poquísimo que le puede quedar de prestigio entre las masas proletarias, y yo, amigo de los obreros, que soy sincero porque lo digo igual que Medrano, yo tampoco quiero ser líder obrero y he renunciado a mis trabajos en favor de los obreros para dedicarme a mis trabajos en favor del campesino; yo, sincero amigo de los trabajadores, veo con pena en qué malas manos han caído los honrados trabajadores de la CROM al seguir aceptando a Morones, ministro de industria, y a todos los burócratas que lo rodean y que llenan el ayuntamiento de la capital y que llenan los gobiernos de los Estados y que llenan los Establecimientos Fabriles y, en fin, todos los puestos públicos, que nada tienen absolutamente de trabajadores, de obreros. Y yo ayer ofrecí algo que vengo a cumplir y para que se vea cómo es importante este asunto, vengo a leer una circular, a despecho de la libertad de las agrupaciones que dependen de la CROM, y vengo a demostrar que la CROM no es ya una Confederación de Sindicatos, sino que es un grupo de hombres supeditados como esclavos - me duele la palabra -, a la boca, al cerebro y a la voluntad de un solo hombre, de Luis N. Morones; es lo que vengo a demostrar en esta tribuna, y como yo creo que es consciente, no solamente la Cámara, sino el pueblo que me escucha y ante el cual por el hecho de ser obrero me inclino, pues yo ya he declarado repetidas veces que jamás atacaré a los obreros, sino que desenmascararé a los líderes obreros, yo estoy seguro que todos los asistentes a las galerías que pertenezcan a la CROM, oirán en el silencio la circular, que es el mayor capítulo de la acusación contra la CROM, circular que ha publicado la prensa, y de ella sacará las consecuencias que creo serán de importancia para esta Cámara. Esta circular es muy reciente, es posterior a la defensa que hice de la CROM en la Convención de Ciudad Juárez. En "El Universal" del día 20 de mayo de 1925, y con el título de "Huelgas sólo justificadas", se ocupa literalmente la circular a que me refiero, y dice:

"En la sesión extraordinaria celebrada el día de ayer por el Consejo Federal de esta Federación, con asistencia de los secretarios generales de las agrupaciones federadas y del Comité Central, se tomó el siguiente acuerdo:"

Es de una importancia tal esto, que yo suplico a la Asamblea que, no obstante lo cansado de una lectura en la tribuna, se fije en este párrafo:

"Todo pliego de peticiones que sea aprobado en las agrupaciones, antes de ser presentado a quien o a quienes esté destinado, deber pasar por el Comité Ejecutivo de la Federación de Sindicatos Obreros del Distrito Federal, para que esté lo estudie y, en su caso, lo autorice o lo reforme."

¿Qué queda con esta disposición? ¿Qué queda con esa disposición tomada fuera de una convención de la CROM? ¿Qué queda de la autonomía de los sindicatos y de las federaciones agrupadas? ¿Dónde está esa autonomía que caracteriza a la federación? la palabra "federación" quiere decir - y la palabra "confederación" con mayor razón- unión de grupos que conservan su autonomía y se sujetan a un pacto federativo que las limita, pero conservando su autonomía para asuntos propios; pero aquí no; no ya la declaración de huelga: cualquiera petición tiene que ser revisada por este Comité Central de México. Vamos a seguir leyendo:

"Que se castigue disciplinariamente a las organizaciones que no cumplan este acuerdo."

Yo no pertenezco a la CROM y, sin embargo, tengo el derecho de preguntarme como testigo, como espectador, con qué derecho la CROM tomó este acuerdo fuera de una convención general.

"Que como primera parte responsable del conocimiento y cumplimiento de esta resolución, por parte de las organizaciones se considere a los propios secretarios generales de las mismas."

Y luego dice:

"Hacemos especial mención en la obligación absoluta de presentar, precisamente en este comité..."

A un comité tiránico que oír , más que ninguna otra, la voz de Morones.

"...todo memorial, petición o pliego de peticiones antes de ser enviados a los patronos o representantes suyos...."

¿Y a esto se le llama disciplina? ¿A esta tiranía? Yo explicaré el origen de esto, lo oirá la Asamblea para que se vea hasta dónde llega la desnaturalización de los propósitos, de los programas de la antigua CROM, que ya no es la misma CROM que yo conocí. Y luego amenaza:

"...para evitar a esa organización y a usted en lo particular las responsabilidades en que incurrieran si efectuasen cualquier movimiento sin la previa autorización del Comité de la Federación." Esto me hubiera encantado profundamente en los tiempos de Porfirio Díaz, de Victoriano

Huerta, del zar de Rusia, del sultán de Turquía o de cualquier otro sátrapa. Y luego sigue:

"Nos es grato repetirnos suyo por la causa del Trabajo Organizado."

"Por la causa del Trabajo Organizado". TRABAJO con mayúsculas, y ORGANIZADO con mayúsculas. Y luego esto que resulta sarcástico: "Salud y Revolución Social". (Aplausos). ¿Qué queda de Carlos Marx? ¿Qué queda de la lucha de clases? ¿Qué queda del movimiento espontáneo de los trabajadores? ¿Qué queda de la lucha contra el capital? ¿Qué queda de la espontaneidad de los trabajadores en su esfuerzo para redimirse? Por eso a los compañeros a quienes se les pasan esas hojas contra mi, les digo: Soto y Gama sigue siendo amigo de los obreros, pero siento volver a repetirlo, siento que estén en tan malas manos, en tan tiránicas manos, en tan despóticas manos.

Y ahora voy a explicar a los compañeros todos, a los de abajo a los de arriba, a los diputados y a los obreros, el origen de esto. En Inglaterra, la nación de las más fuertes organizaciones obreras, el contrato colectivo es una verdad y los sindicatos son una fuerza; pero vino la gran guerra, la guerra mundial, y hubo necesidad de restringir las huelgas. Se comprende que en una época absolutamente anormal, de una normalidad terrible, no había inconveniente en invocar el interés nacional para suprimir momentáneamente la libertad de las agrupaciones obreras, la libertad de los sindicatos, y entonces, por causa de la guerra, de la más monstruosa y terrible de las guerras - fíjense ustedes bien, compañeros -, se restringió la libertad de las agrupaciones y el laborismo inglés aceptó provisionalmente, mientras duró la situación anormal, y entonces se hizo exactamente lo que hoy - en tiempo de paz, en plena revolución social - pretende hacer el laborismo mexicano, copiando torpemente al laborismo inglés. Allá, en tiempo de guerra, se convino que ninguna huelga se llevaría a cabo sin la aprobación previa de la Secretaría General del gremio respectivo. Eso era impecable durante la guerra. ¿Y qué sucedió? Que apenas hubo terminado la guerra, a los diez o quince días, habiendo se comprobado por los trabajadores que los secretarios generales durante la guerra se habían vendido, así, literalmente, al Gobierno, y por lo mismo a los capitalistas, inmediatamente estalló una huelga formidable de mineros sin el permiso del secretario general del gremio vendido al Gobierno y a los capitalistas; y el Gobierno inglés creyó que podría reprimirla con las bayonetas, y con las bayonetas y rifles se estrelló contra la fuerza y virilidad de los trabajadores, y triunfó la huelga minera. ¿Y ustedes saben ahora lo que ha hecho los sindicatos ingleses, sacudiendo la tutela que se les impuso en la época anormal de la guerra titánica? Esto es muy sencillo, esto es formidable, esto que sí es revolucionario, esto que sí es radical y esto que sí es honrado: Allá ya no hay líderes, ahora no sólo los secretarios generales vendidos fueron repudiados, no sólo ellos, si no que ahora se les llama a los que tienen que intervenir en la formación y preparación de una huelga, en la declaración de una huelga o en los arreglos con los patronos, se les llama convocadores. Esos hombres tienen la facultad de convocar a la Asamblea para decirle: Dános instrucciones para tratar con los patronos, y dan el pliego de instrucciones a los convocadores; ven el mandato imperativo sin más derecho que platicar, de entablar una conversación con los patronos y luego las proposiciones que les hacen los patronos las someten al control de la Junta Directiva de las agrupaciones obreras. Eso sí es revolucionarismo. De manera que se reaccionó contra el abuso impuesto por la guerra, como la CROM tiene que reaccionar contra estas medidas tiránicas, y ahora cada comité de taller tiene su autonomía, no sólo el comité general de fábricas, sino que en una fábrica compuesta de varios talleres, cada taller tiene su autonomía, de manera que no sólo se ha se obtenido la autonomía de todos los obreros de la fábrica, sino la autonomía de los pequeños grupos de taller. En nuestro país, en los momentos en que la revolución social se desarrolla, pues ya no hay que tener en cuenta la revolución militar, la revolución militar es lo de menos, es lo más doloroso, es lo más penoso y es lo más estéril, aunque es lo más brillante para las imaginaciones que se dejan llevar por las glorias militares, pero esa no está hecha para el efecto de la redención de los obreros. Pues bien; la revolución militar ya terminó y se confundió esa terminación de la revolución militar con la terminación de la revolución social, y no es así: La revolución social mexicana está en marcha, sigue en marcha en la forma pacífica de lucha con el capital; en la forma pacífica y algunas veces cruenta de lucha contra el latifundista que niega al campesino o al pueblo campesino el derecho de recobrar el ejido robado; pero la revolución social sigue y en estos momentos de revolución social, o si se quiere una palabra menos alarmante, de revolución social, ¿cómo se explican ustedes esta circular de la CROM? En estas condiciones, ¿es pasión de mi parte venir a decir, venir a dar el grito de alarma a la Asamblea para decirle: Si ustedes no consiguen reglamentar debidamente eso del contrato colectivo de trabajo, no sólo entregarán ustedes a una sola organización obrera el control de todos los actos obreros, de todos los movimientos obreros, sino que lo entregarán a lo que menos vale de esa organización, ni siquiera a los obreros? Si fuera a los obreros, menos mal, sería un grupo de obreros privilegiados, a los amarillos, o más bien dicho, al gremio laborista, si así se quiere llamarle, contra los rojos comunistas; ¿pero no sería eso entregar el control obrero en manos de ese Comité Central, en último extremo en manos de la pitonisa que se llama Luis N. Morones. (Aplausos ruidosos). Eso es lo que nosotros no queremos. Por supuesto, nosotros los agraristas aquí no tenemos la responsabilidad de esto; nos conformamos con plantear el problema a la comisión y a la Asamblea. ¿Quiere la Asamblea, está dispuesta a que se establezca esa dictadura? En buena hora; pero que se diga claro: queremos esto; pero no que se venga a dar un golpe por la espalda o por sorpresa. Si conviene a los intereses de la nación esa dictadura, que se diga, y la Asamblea podrá votarlo, votaremos en contra algunos; pero si el resto de la Asamblea así lo quiere, lo puede hacer; pero que se hable claro y es lo que no se ha hecho, no se ha hablado claro. Luego, el artículo 114, lo que nos produjo un movimiento de alarma y de sorpresa, ¿qué dice ese artículo? Que

en ningún caso y por ningún motivo las autoridades, es decir, el Gobierno, podrán reconocer ni permitir - óigase bien - la existencia simultánea de dos organizaciones obreras dentro de una misma empresa. ¿Qué quiere decir esto? Después de los hechos que hemos presenciado, después de la guerra cruel, después de la persecución tremenda que se desarrolló contra los rojos, después de que se ha provocado a los rojos y que se les ha destruido, y no sólo a los rojos. sino a una tercera organización que olvidé mencionar el día de ayer, a esa meritoria y seria organización autónoma e independiente, cuyos componentes tienen el mérito de no haber querido depender ni de la CROM ni de la Federación General de Trabajadores y todos los que saben de este movimiento no me dejarán mentir, me refiero a los obreros de Tampico, a los que formaron un núcleo fuerte, poderoso y viril que se llamó Sindicato del Petróleo, y que no pertenecía ni a la CROM ni a la Confederación de Trabajadores; yo espero que algunos de los compañeros me diga si esto es cierto, estos obreros eran autónomos y no allí, sino en otras muchas partes y no sólo en México, sino en el mundo entero hay un movimiento formidable para formar un tercer grupo; además de los llamados amarillos, además de los rojos, hay una tercera organización que se llama de las organizaciones autónomas y que tratan de celebrar una especie de Internacional propia y también contra esta organización va el golpe. Esto me dolería a mí. ¿Ahora por qué esa inquina contra los rojos? ¿Qué importa que tengan sus ideales muy altos si no los van a realizar de un golpe? ¿Por qué no se les trata en otra forma? ¿Se cree que la violencia es la manera de reducir a elementos trabajadores?

Los agraristas nunca hemos tenido ligas con los rojos; en ocasiones nos han invitado para ligarnos a ellos y nosotros no hemos querido para no dejar de cumplir nuestro programa agrario, y al meternos en los asuntos del laborismo, lo hacemos por que por mucho que nosotros queramos desatendernos de los asuntos obreros, no podemos absolutamente dejar de oír dentro de nosotros la voz de la conciencia que nos obliga a venir aquí a dar el grito de atención, el grito de alerta, si se quiere.

No hay pasión entre nosotros y por eso establecemos el contraste entre la actitud serena del Martínez de Escobar, que dice: Sí, hombre, aprueben el artículo 8o., que es el radical, que tiene sus ventajas, y nosotros aceptaremos las adiciones que ustedes nos propongan después para completar lo que tenga de incompleto. Pero eso no es lo mismo que la actitud indebida -no quiero emplear otra palabra - de los compañeros laboristas, miembros de la comisión, y para que esto quede completamente claro, quiero basarme en un escritor que no tiene que ver nada con nuestras disensiones intestinas, que no es bolchevique, no es radical, más bien es un moderado; es un autor que todos conocen, que sirve de texto en las escuelas superiores, en Carlos Gide. Carlos Gide, en una obra de texto que todos estamos obligados a conocer, nos dice dónde está lo fundamental de la legislación sobre el contrato colectivo; ese punto que quiere la comisión tercamente omitir. Yo voy a permitirme leer esto porque esto tiene la ventaja de la serenidad de la opinión escrita. Esto en el gabinete, en una mesa de trabajo, no se puede decir que sea una obra del apasionamiento de estos debates tribunicios que siempre pecan por el apasionamiento de uno o de otro grupo, o de uno u otro contrincante. Yo en este caso quiero ser sereno, como no puedo serlo nunca en los asuntos agrarios, porque en eso sí nos va un mucho de alma y un todo de responsabilidad. Aquí la responsabilidad no es nuestra, aquí en realidad venimos a ayudar a todos los compañeros que tienen esa responsabilidad. Dice Charles Gide, con una claridad meridiana, con una claridad francesa, con esa manera de exponer de los franceses que no ha sido superada por nadie: "La dificultad de esto - del contrato colectivo - estriba, fíjense bien los compañeros de la comisión, en que todo contrato implica un cambio de voluntades, o, cuando menos, representadas legalmente". ¡Con cuánta razón alguno de los compañeros - entiendo que Medrano - decía que por qué ese odio, esa mala voluntad, ese temor de la comisión, a que se definieran las personalidades jurídicas que debían representar a los grupos de obreros para la celebración del contrato. Gide luego aclara su pensamiento y dice: "Y no se ve bien -fíjese la comisión - cómo puede darse a un grupo de obreros una personalidad jurídica y representantes legales. ¿Quién firmará?" ¿Quién firmará? la pregunta angustiosa y honrada del compañero Orozco; la pregunta honrada y premiosa del compañero Medrano; la pregunta mía: ¡quién firmará a nombre de los trabajadores? ¡Quién se debe considerar con el derecho de firmar? La mayoría de los trabajadores, envolviendo en ellos a los organizados y no organizados, no la mayoría de los trabajadores organizados evidentemente. ¿Cómo vamos a permitir que los desorganizados, que los libres, que los esclavos del capital vayan a dar a la mayoría ? Imposible. Y luego. ¿cómo dejar esa mayoría de trabajadores organizados? allí entra otro problema porque ya entonces la cosa se vuelve política, ya entonces la autoridad superior o inferior, o la Junta de Conciliación y Arbitraje, el gobernador del Distrito, los gobernadores de los Estados - porque esta ley tendrá que ser imitada por los Estados-, las autoridades inferiores que intervienen, esas autoridades van a fijar la mayoría caprichosamente. Ahora, si la Asamblea quiere que se fije caprichosamente y se deje esto como una arma política y se requiere que se envuelva la política dentro del problema social, lo puede hacer. Nosotros nos lavamos las manos, no es de nuestra responsabilidad, pero si se llama a esta Asamblea para que haga una ley, es preciso que se fije en todo esto. Y sigue diciendo Carlos Guide, es poco lo que falta:

"¿Quien firmará? y ¡Quien quedará comprometido por las firmas dadas? Quizá mañana, o dentro de poco, esos obreros hayan sido substituidos por otros; no serán los mismos. ¿Se dirá que serán representados colectivamente por el sindicato de su gremio? Sí: A esta solución se agarran los obreros." Está hablando un francés y está hablando en Francia, país en donde las organizaciones están más intensificadas que aquí, y véase lo que dice:

"Más, pronto veremos que los sindicatos no

agrupan aún más que una fracción mínima, un quinto próximamente de la población obrera."

Si esto se dice allá, ¿qué se dirá acá? De manera que no está organizada toda la población obrera de México, luego el problema se tiene que presentar y no hay un solo artículo que resuelva esta dificultad, no hay un sólo artículo que la resuelva, yo lo he buscado inútilmente y no existe, si existe, que la comisión me lo enseñe. Y resulta este caso curiosísimo: El artículo 8o., tan defendido por la comisión que dentro de su campo de acción y de aplicación es tan importante, sólo se refiere al caso menos importante, al caso en que los obreros que trabajen en una fábrica o una empresa no estén organizados, y el caso toral, el fundamental, el importante, el que se refiere al caso de que si están organizados formando sindicatos, ese caso lo olvidan los sindicalistas de la CROM y los compañeros que junto con ellos formaron el dictamen. Yo no me explico esta omisión; pero no, no lo olvidan; porque allá muy lejos, en un lugar oculto, tenebroso, lóbrego, allá lejos está el artículo 114 que viene a decirnos: No, no hemos hablado de esos obreros organizados porque queremos que el Poder público, amigo nuestro en esta vez, no reconozca ni permita siquiera la existencia simultánea de dos organizaciones, de dos sindicatos dentro de la misma empresa; y por eso yo gritaba ayer hasta desgañitarme, y vuelvo a decirlo hoy con más serenidad: allí está el busilis, el gato encerrado, allí está la cola de fuera. (Risas. Aplausos). Y no me conformaré yo, y seguramente muchos no se conformarán con esto, en que se reforme en el sentido que, con una poca de ingenuidad, aceptaba la Confederación de Ferrocarrileros, que se diga así nada más de pasada: Se reconocerá como representante de los obreros para el efecto de firmar el contrato colectivo, al sindicato u organización obrera que represente la mayoría, porque nosotros sabemos qué quiere decir dejar estas cosas en manos de nuestras autoridades, autoridades mexicanas, porque todos somos aquí mexicanos y todo aquí es mexicano: Elecciones mexicanas, revolución mexicana, política mexicana, Cámaras mexicanas, Junta de Conciliación mexicana, es decir mestizos, es decir, apasionados, con una falta absoluta de criterio, de imparcialidad y ecuanimidad; no hay un mestizo sereno. Cuando a mí me dicen los compañeros apasionado, no lo considero un insulto: Soy mexicano, ¿qué mexicano no lo es? y en esas manos apasionadas pongan ustedes la definición de lo que es mayoría. Ya me figuro a los sindicatos de textiles, de hilados y tejidos formados por los rojos, que jamás se les va a reconocer que tienen mayoría.

Ahora, si ustedes quieren, compañeros, que eso sea así, que sea; pero que sepa que vamos a entregar el control de los obreros a determinada organización obrera; que así conviene por complicaciones internacionales, pues está muy bien; pero que sepamos lo que vamos a votar. De manera que yo después de esta larga exposición, quiero simplemente recoger las palabras del compañero Martínez de Escobar que creo que son sinceras y atenerme al Reglamento de debates. ¿Tenemos derecho de presentar adiciones?

El C. Martínez de Escobar: Sí, señor.

El C. Díaz Soto y Gama: ¿Usted, como miembro de la comisión, se opondrá a que en esas adiciones se procure introducir un poco de claridad en el contrato colectivo?

El C. Martínez de Escobar: No, señor.

El C. Díaz Soto y Gama: Pues todos tan contentos, pero quiero terminar con algo un poco movido, con algo un poco mexicano. (Aplausos). Un pequeño ataque a Luis N. Morones. ¿Que por qué ataco a Luis N. Morones? Porque se puede atacar a todo el mundo, no sólo a los vivos, sino también a los muertos. Hace pocos días me permití el lujo de atacar a un ídolo, a una especie de virgen de Guadalupe, a don Francisco I. Madero. ¿Y no había yo de darme el pequeño lujo, el modesto lujo de atacar a Luis N. Morones, ministro de Industria y, por lo mismo, sujeto a todas las censuras de todos los ciudadanos de México? Así como en Inglaterra durante la guerra se trató de restringir la libertad de los sindicatos, así en Alemania, al ver la agitación formidable producida por el marxismo y sus discípulos, al ver que se derrumbaba el orden social capitalista, surgió un hombre, un genio, Bismarck, y Bismarck para detener la agitación del pueblo provocó, inventó aquella maravilla desde el punto general de la legislación obrera, y vino la cataplasma del seguro obrero, vino la cataplasma de la Ley de Accidentes de Trabajo, y a fuerza de paliativos y de medias medidas, como dicen los franceses, se logró calmar un tanto la impetuosidad de los obreros alemanes, y Bismarck no fue Morones, no fue un hombre que hubiera querido ahogar el movimiento obrero, Bismarck puso el puente, el metafórico y peligroso puente de que tanto nos ha hablado la comisión, puso el puente para un porvenir más elevado. Pues bien; lo que Bismarck el político, lo que Bismarck el estadista hizo -pues Bismarck era político y jefe de Estado -, estaba muy bien; ¿pero qué les hubiera parecido a ustedes que Carlos Marx se hubiera convertido en Bismarck y el mismo autor de la agitación obrera hubiera convertido en cataplasmas y paliativos el hermoso principio de la lucha de clases? ¿Muy bien, verdad? Pues a mí me parece muy mal que en la personalidad de Luis N. Morones se quiera juntar a Carlos Marx y a Bismarck. Ese es mi ataque. Lo que tiene Morones de responsabilidad, es que fue agitador mientras le convenía ser agitador y cuando pudo escalar los puestos público, se olvidó de la agitación y atacó a los agitadores; se olvidó de sus antiguos amigos y sólo se acordó, ya no sólo del puesto que ocupa, sino de pretender escalar un puesto más alto, que no escalar , estoy yo absolutamente seguro. (Aplausos nutridos).

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Treviño, para contestar una interpelación.

El C. Treviño: Señores:

Voy a empezar por lamentar, porque este es mi deber, el hecho de que Soto y Gama persista en su actitud de no aceptar una discusión conmigo ante grupos de trabajadores o del pueblo, o en cualquiera otra parte (Siseos), pero fuera de la Cámara, por esta razón, señores: Porque Soto y Gama en este momento lo que está tratando de hacer es impedir que se concluya de expedir la legislación sobre el trabajo. (Siseos. Voces: ¡No!) Las dos cosas pueden hacerse perfectamente bien y la una no excluye

a la otra. Yo no tengo inconveniente ninguno en discutir con Soto y Gama o con cualquiera otro de los enemigos nuestros dentro o fuera de la Cámara, la cuestión en sus dos aspectos: El aspecto de la discusión de la Ley del Trabajo, los asuntos que están a debate para discutirlos dentro de la Representación Nacional, y los asuntos de carácter social o de carácter político, discutirlos al mismo tiempo si lo desea, pero sin que esto signifique perdida de tiempo para esta Representación Nacional y perjuicio para el proletariado que va a quedarse sin Ley del Trabajo porque así lo desea Soto y Gama. (Aplausos. Voces: ¡No! ¡No! Siseos). La cuestión es muy clara: Dos sesiones llevamos discutiendo un artículo de la Ley del Trabajo, dos sesiones para un artículo, ¿por qué? Porque no se discute el artículo únicamente, porque se discute a la CROM, porque se discute a Morones, porque se discute a los elementos de la CROM, discusión que no solamente no rehusamos, si no que deseamos con toda el alma sostener, con todos los elementos que deseen sostenerla; pero el hecho de que nosotros, compañero Soto y Gama, tratemos de dividir esta cuestión en dos partes, no se opone; no es inconveniente para los intereses del proletariado que la cuestión de la Ley del trabajo se discuta en la Cámara, y a la CROM se la discuta fuera de la "Cámara o después de que haya sido votada la Ley del Trabajo; pero no, lo que el ciudadano Soto y Gama quiere, desgraciadamente, señores, es retardar la aprobación de la Ley del Trabajo. (Siseos. Voces: ¡No! ¡No!) Yo decía al principio, señores, que lamento esta discusión en el seno de la Cámara por este asunto, pero no es posible que nosotros rehuyamos la discusión en esta Cámara, pues que son ellos los que la traen aquí. De manera que muy a nuestro pesar tendremos necesidad de ocupar el tiempo necesario para discutir esta cuestión, con menoscabo de los intereses del proletariado, organizado o no, que espera con ansia la Ley del Trabajo.

Decía el señor Soto y Gama que la comisión y especialmente la parte obrera de la comisión, rehusa la discusión del artículo 114. No, no rehuimos la discusión del artículo 114, pero queremos que se apruebe la Ley del Trabajo. Por este motivo queremos que se discuta ahora el artículo 8o. y cuando llegue su turno, que llegar seguramente si lo permite el ciudadano Soto y Gama, podremos discutir con la amplitud necesaria el artículo 114. Pero nosotros queremos que se discuta ahora el 8o., que es el que está a debate y no el 114, artículo que no tiene absolutamente ninguna relación con lo que ha inventado Soto y Gama en esta ocasión para tratar de cortar la ley en la discusión del artículo 8o. del proyecto. Pero es necesario, señores, que el tiempo se pierda, no de manera general, quiero decir, que aunque es provechosa esta discusión podría al mismo tiempo verificarse que la discusión de la Ley del Trabajo. Decía que es necesario entrar al debate de este asunto porque podría suponerse que Soto y Gama o podrían suponerse las demás personas de la Cámara a de fuera de la Cámara, que la Confederación Regional Obrera Mexicana rehusa discutir su organización, su funcionamiento y su representación, y la CROM no solamente no rehusa esa discusión, sino que la desea.

Soto y Gama ha cambiado su criterio respecto de la CROM desde que CROM empezó a intensificar la organización de los campesinos, desde que la Confederación regional obrera Mexicana organizó la Confederación de Campesinos en el Estado de Durango, con lo cual uno de los miembros del Partido Agrarista, el señor ¿Cómo se llama, compañero?), el señor Gómez creyó lesionados sus intereses políticos y creyó que se le quitaba la jefatura de los campesinos de Durango, jefatura que necesitaba pelear, jefatura que valía para él más que el Partido Agrarista y más que todo el oro del mundo, porque era la reelección de diputados muchos puestos públicos. (Aplausos). Pero es más, no ha sido no solamente claro: Cierto que cuando yo me he referido a que Soto y Gama es pasional, no he tratado de insultarlo, porque no es necesario insultarlo, porque la CROM no lo cometerá jamás por medio de uno de sus representantes, no llegar al insulto , adonde no necesita llegar para defenderse. naturalmente que el insulto o cualquiera otra acción de parte de los elementos de la CROM, sería contestado en la misma forma; pero mientras no se nos lleve a ese terreno, no tenemos el derecho de descender a él; pero sí debo recordar a Soto y Gama es insincero, que es desleal, por una razón: Porque en la Convención de Ciudad Juárez, cuando se celebraba la convención de la Confederación Americana del Trabajo, al lado de Samuel Gompers y en un discurso que tradujo una persona cuyo nombre no recuerdo en este momento, hizo elogios de Gompers: Se refirió a la American Federation of Labor, al gran Samuel Gompers, alabó a Samuel Gompers cuando estaba presente y viene a vituperarlo cuando está muerto. (Aplausos en las galerías).

El C. Díaz Soto y Gama, interrumpiendo: No es cierto.

El C. Treviño, continuando: Pero, señores, la Confederación Regional Obrera no ha cambiado de actitud ni ha cambiado de procedimientos; el procedimiento que sigue la CROM ahora, es el mismo procedimiento que ha seguido desde que se organizó; ni su táctica; ¿que lo que tiene que hacer todos los días esté sujeto a la situación de todos los días? Esto es elemental: Lo que haga la CROM en un momento dado dentro de circunstancias determinadas, y lo que haga posteriormente en el terreno de la práctica y de la acción, no en el terreno de los principios, en circunstancias distintas, tiene que ser también un acto distinto.

El C. Díaz Soto y Gama, interrumpiendo: ¿Me permite una interpelación?

El C. Treviño, continuando: No se la permito porque la interpelación sería de una hora. (Voces: ¡Que hable! ¡Que hable!) Para no tratar, señores, de cansar la atención de ustedes con una cuestión de esta naturaleza y para ser lo más breve posible, solamente voy, no a refutar a Soto y Gama, sino a aclarar algunos puntos de vista absolutamente equivocados de Soto y Gama, que lo pintan, no como el hombre pasional, sino como desconocedor absoluto del asunto de que habla o de una grandísima mala fe. Pero yo, señores, me inclino a creer que es lo primero, porque Soto y Gama no conoce la organización de la CROM, y tan no conoce la organización de la CROM, que nos viene a traer aquí una circular expedida por la Federación de

Sindicatos Obreros del Distrito Federal y, declara que esta circular tiene aplicación en toda la República. Y cuando Soto y Gama ha leído el nombre del Comité de la Federación de Sindicatos Obreros del Distrito Federal, lo ha confundido con la representación del proletariado de la República organizado dentro de la CROM, y son dos cosas distintas. Esa circular a que se refiere el ciudadano Soto y Gama, circular que voy a explicar a ustedes el verdadero origen y motivo por el cual fue expedida, rige para el Distrito Federal, pero no rige para los demás lugares de la República, y rige para el Distrito Federal, por una razón muy sencilla: Por la razón de que la Federación de Sindicatos Obreros del Distrito Federal es una entidad autónoma, autónoma dentro del engranaje y la representación de la CROM. La Federación de Sindicatos Obreros del Distrito Federal es, en relación de la CROM, lo que es la Federación de Campesinos y Obreros del Estado de Zacatecas, lo que es la Federación de Trabajadores del Estado de Coahuila, de Veracruz o de Puebla, o alguna de las otras federaciones regionales: Es una federación regional en el Distrito Federal. Y ese acuerdo, señores, como lo leyó Soto y Gama, fue tomado en una reunión de representantes de todos los sindicatos existentes en el Distrito Federal, que haciendo uso del derecho de autonomía, tomaron una resolución, resolución que afecta a sus propios intereses y que tomaron con todo derecho. Naturalmente que para tomar esta resolución fue necesario que se explicara al proletariado del Distrito Federal la situación en virtud de la cual era necesario que se tomara un acuerdo de esta naturaleza. Y la situación es muy sencilla, la explicación es absolutamente fácil, señores, y yo me complazco en que Soto y Gama me dé la oportunidad de explicarla a ustedes, porque es necesario que se sepan estas cosas para que se comprenda por qué la Confederación Regional Obrera Mexicana es cada día más fuerte, es cada día más respetada.

El C. Reyes Luis R., interrumpiendo: ¡Me permite una interpelación, compañero?

El C. Treviño, continuando: Señores:

La circular de referencia, dice Soto y Gama, tiene fecha reciente, de hace unos cuantos meses. Y es natural, cada día el movimiento obrero en nuestro país, el movimiento obrero representado por la CROM y el movimiento obrero no representado por la CROM, adquiere características de seriedad, de disciplina y de organización, que van completándolo y que van haciéndolo una entidad capaz de dirigir la cuestión social de nuestro país. Pero Soto y Gama ignora que no es la Federación de Sindicatos Obreros del Distrito Federal la única organización que impone a sus asociaciones dependientes en el Distrito Federal la necesidad, la condición de revisar un pliego de peticiones antes de que sea declarada una huelga o antes de que sea entregado a un patrón; qué más quisiéramos, señores, que más quisiéramos los elementos obreros, que hubiera en cada uno de nuestros sindicatos algunos elementos lo suficientemente capacitados para comprender el alcance de sus determinaciones y para dirigir las organizaciones obreras; desgraciadamente, es necesario declararlo, no es posible que la Federación de Sindicatos Obreros del Distrito Federal pueda mantener cerca de cada uno de sus sindicatos un hombre lo suficientemente preparado, lo suficientemente hábil y conocedor de la cuestión social, de la situación del proletariado y de la situación del capitalista para poder normar las determinaciones de una asamblea en un momento dado y poder formular un memorial o una petición, no sólo dentro de las condiciones necesarias para el éxito, sino también en el momento preciso para poder conseguir el éxito. De modo que es necesario para la Federación de Sindicatos Obreros del Distrito Federal, como para todas las agrupaciones obreras de la República que deseen tener éxito en sus gestiones, tratar de tener una sola dirección, una sola cabeza, un solo cerebro que dirija este movimiento obrero en cada una de las regiones que tienen intereses comunes, una sola federación de trabajadores en el Distrito Federal, una sola dirección, una sola federación obrera en cada una de las distintas regiones del país y una sola dirección del movimiento obrero general en el país. Es lo que necesita el proletariado para triunfar, aunque esta sola dirección, conste que lo digo con toda sinceridad, esta unidad del movimiento obrero no esté en manos de los elementos que actualmente dirigimos la CROM.

En muchas ocasiones, cuando han venido a nosotros elementos obreros que pertenecen a otras agrupaciones, a tratar de adherirse a la CROM, les hemos dicho con toda lealtad: Señores, nosotros no deseamos que ingrese a la CROM un grupo aislado del conjunto que tienen intereses comunes, en un solo lugar; deseamos que ingrese la totalidad, y preferimos que ustedes se mantengan fuera de la CROM para poder mantener la unidad del movimiento obrero en el lugar en que se trata. De manera que la explicación es absolutamente cuerda, absolutamente lógica; pero Soto y Gama necesitaba tomar un pretexto cualquiera para venir a atacar a la CROM y a Morones; Soto y Gama necesita en estos momentos mantener la atención de los elementos obreros y de los elementos campesinos latente en él, en su persona, que sepan que se mueve, que sepan que habla, que sepan que ataca, que sepan que combate; en una palabra: Que sepan que vive y que se engañen creyendo que no ha fracasado. (Aplausos. Siseos). Y cuando nosotros tratamos, cuando nosotros decimos que Soto y Gama ha fracasado, no queremos decir que ha fracasado el agrarismo; en eso mienten nuestros impugnadores. El hecho de que fracase un hombre o un grupo de hombres que traten de dirigir, que traten de orientar una organización o una tendencia, no significa el fracaso de la tendencia o de la organización. Soto y Gama y el "Partido Agrarista" han fracasado en la cuestión agraria, puesto que lo que han hecho en materia agraria ha sido un fracaso, lo cual no quiere decir que haya fracasado el agrarismo. El agrarismo está puro y latente; pero esa imputación que Soto y Gama viene a hacernos a nosotros es absolutamente aplicable al grupo agrarista, absolutamente aplicable porque han fracasado, porque los grupos de campesinos han comprendido que no los llevan por un buen camino, que no los llevan hacia la organización social, sino que los conducen únicamente hacia la organización política. Por eso Rodrigo Gómez. - ahora sí me

acuerdo de su nombre - (Risas), cuando se trataba de organizar, cuando se organizó en Durango una federación de campesinos, gritó, se exaltó, dijo que era una traición, dijo que había tránsfugas. ¿Por qué? Porque se organizaban los campesinos socialmente y le quitaban la jefatura política que había tenido hasta entonces Rodrigo Gómez. (Aplausos).

El C. Gómez Rodrigo, interrumpiendo: Valiéndose de un traidor, de un tránsfuga, que no era del partido.

El C. Treviño, continuando: Era natural, Rodrigo Gómez había perdido su "futurismo" hacia el Gobierno del Estado....

El C. Gómez Rodrigo, interrumpiendo: ¡No, hombre, si renuncié de antemano!

El C. Treviño, continuando: Señores: Hasta ahora, en todos los actos que ha ejecutado la CROM, en todos los movimientos obreros que ha dirigido esta organización, ha obtenido absoluto éxito; ha sabido dirigir al proletariado que representa; ha sabido no sólo organizarlo, sino dirigirlo y llevarlo hacia el triunfo y no ha fracasado en la forma tan estrepitosa en que ha fracasado el partido Agrarista. Y el Partido Agrarista ha fracasado por una razón: No porque sean malos políticos, sino porque han tratado de mezclar la cuestión social con la cuestión política. La CROM no ha fracasado porque es una organización de carácter social. (Siseos). Es una organización de caracter social que desarrolló su acción política electoral a través de un partido de clase. (Siseos). Y la CROM no hace política electoral. (Siseos).La política electoral la hace el "Partido Laborista". (Risas. Siseos). No se podrá probar hasta ahora que algún sindicato obrero o federación obrera haya postulado a alguno para un puesto público; de manera que la CROM no hace labor de política electoral; pero el Partido Laborista sí la hace y el partido laborista podrá fracasar en la política; pero esto no podrá significar en manera alguna el fracaso de la CROM. De manera que lo que Soto y Gama ha venido a decir, lo ha dicho porque respira por la herida. Naturalmente, todos los fracasados político sociales se han ido a refugiar en el mismo lugar en que se refugia ahora Soto y Gama. A mí no me gusta predecir, porque no soy adivino; pero puedo decirle a Soto y Gama que va a ser dentro de poco tiempo el jefe de los elementos rojos del país, por una razón: Porque fracasados en su labor de política social, se va a ir al refugio de todos los fracasados en la cuestión obrera y social, al comunismo, al anarquismo, al radicalismo, para enderezar desde ahí ataques contra la organización obrera que lo haya hecho fracasar. No nos extraña y, sobre todo, no tememos sus ataques, porque hombres mucho mejor preparados que Soto y Gama en la cuestión social, líderes obreros de esos que pintaba Martínez de Escobar que van por la calle con la barba larga, con el pelo largo ocultándolo debajo de un ancho sombrero lleno de grasa, esos hombres llenos de ideales, mezclados desgraciadamente con algunos elementos malvados, con refugiados, con fracasados políticos, pero mejor preparados, más conocedores de la cuestión social y de nuestra organización, han batallado contra la CROM desde hace siete años, siete años llevamos batallando contra individuos o contra grupos insignificantes que han venido tratando de estorbar el progreso, el porvenir de la CROM, y que no han conseguido sino servir de parangón para que se pueda juzgar a nuestra organización, que no han servido sino de punto de comparación, de contacto, para que se juzge a unos y a otros hombres y grupos, pero que son indispensables para la vida de la CROM. El día que no haya rojos, el día que no exista Soto y Gama, la CROM inventará otros rojos e inventará otro Soto y Gama porque los necesita para que exista el punto de comparación de los hombres equilibrados, justos y rectos, y de los hombres que, o son mal intensionados, o son candidatos a la "Castañeda." (Aplausos. Siseos). No es cierto que la CROM haya venido persiguiendo a los "rojos." (Siseos). Ciertamente la CROM hace algún tiempo, hace muy poco tiempo, abrió una campaña enérgica en contra de elementos "rojos", porque era necesario definir los campos; elementos que llamados anarquistas, llamados radicales, llamados enemigos de la acción política - porque el día que Soto y Gama fracase de manera definitiva en la cuestión política, se volver , como otros muchos, enemigo de la acción política -, fracasados en la política, vueltos enemigos de la acción política dentro del campo de los "rojos", llevaron a esos hombres ignorantes, a esos hombres carentes de razón, carentes de sentido común, carentes de sentido práctico, en contra de los intereses del proletariado. Y nada más nos falta que Soto y Gama venga a decir aquí que la actitud de los elementos llamados radicales, de los elementos llamados "rojos", de los anarquistas, apoyando a de la huerta, yendo al campo de batalla a combatir al Gobierno del general Obregón, yendo a combatir a la revolución, son hombres honrados y son hombres santos. (Siseos). Para Soto y Gama seguramente estos hombres son honrados y santos. (siseos). la CROM tuvo necesidad de combatir con toda energía en ese único caso a los elementos llamados radicales, a los "rojos", porque se trataba de una lucha sin cuartel; porque se trataba, por un lado, de que elementos llamados "rojos", llamados "radicales", iban a organizar, a tratar de sorprender a los campesinos para organizarlos y llevarlos a las filas de la revolución "delahuertista" (Siseos), y por otro lado, la CROM trataba de organizar al elemento obrero para oponerse a ellos. Y no era posible que en momentos como esos hubiera la cordura que desea Soto y Gama. La CROM, señores diputados, no necesita de la Ley del Trabajo para imponer su criterio. (Aplausos). Con esta ley y sin esta ley ha salido triunfante. (Aplausos. Siseos). ¿Hasta cuándo ha habido Ley del Trabajo en el Distrito Federal? ¿Desde cuándo no la hay? y todo el progreso y todas las conquistas que la CROM ha venido consiguiendo en el terreno sindicalista, las ha conseguido sin la ley. Pero es más, y les consta a nuestros compañeros de comisión, que no son de la CROM:·Esta ley, señores, en todos sus casos importantes y trascendentales, no es sino copia casi literal de los contratos colectivos de trabajo que ha podido celebrar la CROM con los capitalistas del Distrito Federal, porque la CROM, con su propia fuerza y sin necesidad de recurrir a una ley, puede imponer su criterio por su organización, por

su fuerza, por su seriedad, que tratamos en un período como este de colaboración con el poder público de cooperación con el poder público, que tratamos de eliminar el número de conflictos, que tenemos fe en la lealtad y honradez del Gobierno y, por lo tanto, creemos que no es necesario gastar las fuerzas de los elementos obreros en huelgas innecesarias; eso es claro, eso es honrado. Tenemos absoluta confianza en que el Gobierno hará justicia a los elementos obreros y tratamos de impedir que vayan a movimientos innecesarios, puesto que dejando la resolución de nuestros conflictos a la decisión del poder público que interviene en este caso, está interviniendo en estos asuntos, podemos conseguir lo que queremos sin necesidad de tratar de llevar a los obreros a un sacrificio estéril; pero también, ciudadano Soto y Gama, hemos sabido conquistar esos mismos principios hasta en lugares en donde el Gobierno ha estado en manos de elementos enemigos. En una palabra, señores, los cargos de carácter político que Soto y Gama ha venido a hacer a la CROM, de que trata de sostener un candidato a la Presidencia de la República, son absolutamente tontos, por una razón muy sencilla: Que la CROM, en el momento que juzgue necesario ejercitar por conducto de su órgano político, el Partido Laborista Mexicano, una acción política para tratar de controlar el poder público, lo hará con todo gusto y si la CROM considera y si el Partido Laborista considera que tienen derecho a ocupar un puesto en la administración pública, irá con toda energía a conquistarlo; pero ni la CROM ni el Partido Laborista son absorbentes. Señores, con toda franqueza y lealtad lo hemos dicho muchas veces: El movimiento obrero de nuestro país, incluyendo a todos los elementos independientes, no tiene la preparación bastante para llegar al control absoluto del país, así como tampoco la tiene para administrar, no ya la cuestión política, pero ni siquiera la cuestión económica. Estamos en un período de trabajo y de reconstrucción, preparando a nuestros hombres para la administración pública y económica (Siseos), y en el momento en el que el proletariado - lo que podrá ser tarde o temprano -, tenga la fuerza bastante para adquirir ese control, tratar de hacerlo; pero hoy sería suicida, sería falta de honradez de nosotros llevar a nuestro movimiento obrero hacia un terreno dentro del cual fracasaría por falta de preparación, terreno en el cual Soto y Gama desea colocarnos, pero que no lo lograr ; lo único que va a lograr Soto y Gama es que no se expida la Ley del Trabajo; esto es lo único que va a lograr Soto y Gama. (Aplausos. Siseos. Voces: ¡A votar! ¡A votar!)

El C. secretario Cerisola: La Secretaría, por orden de la Presidencia, pregunta a la Asamblea si considera el asunto suficientemente discutido. (Voces: ¡No! ¡No!)

El C. Díaz Soto y Gama: Para interpelar a la Mesa.

El C. secretario Cerisola: No está suficientemente discutido.

El C. presidente, a las 20.20: Se levanta la sesión y se cita para mañana a las diez y seis.