Legislatura XXXI - Año II - Período Ordinario - Fecha 19251007 - Número de Diario 22

(L31A2P1oN022F19251007.xml)Núm. Diario:22

ENCABEZADO

MÉXICO, MIÉRCOLES 7 DE OCTUBRE DE 1925

DIARIO DE LOS DEBATES

DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS

DEL CONGRESO DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS

Registrado como artículo de 2a. clase en la Administración Local de Correos, el 21 de septiembre de 1921

AÑO II.- PERÍODO ORDINARIO XXXI LEGISLATURA TOMO II.- NÚMERO 22

SESIÓN DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS

EFECTUADA EL DÍA 7 DE OCTUBRE DE 1925

SUMARIO

1.- Abierta la sesión, se lee y aprueba el acta de la efectuada el día anterior.

2.- El ciudadano secretario de Educación Pública informa acerca de la Ley

General de Pensiones de Retiro. Es aprobada, previo debate, una proposición subscripta por las Comisiones unidas 1a. de educación y 1a. de Hacienda, a fin de que se reconsidere el acuerdo relacionado con el estudio y dictamen sobre las observaciones hechas por el Poder Ejecutivo al decreto de jubilación para los maestros. Se levanta la sesión.

DEBATE

Presidencia del

C. AGUSTÍN AGUIRRE GARZA

(Asistencia de 137 ciudadanos diputados.)

El C. presidente, a las 17.10: Se abre la sesión.

- El C. secretario Cerisola, leyendo:

"Acta de la sesión celebrada por la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, el día seis de octubre de mil novecientos veinticinco.

"Presidencia del C. Agustín Aguirre Garza.

"En la ciudad de México, a las diez y siete horas y diez minutos del martes seis de octubre de mil novecientos veinticinco, se abrió la sesión, con asistencia de ciento treinta y cinco ciudadanos diputados.

"Se aprobó el acta de la sesión celebrada el día anterior y se dio cuenta con los siguientes asuntos:

"El C. Carlos Puig y Casauranc aviso que hizo entrega de la carta que lo acredita como enviado extraordinario y ministro plenipotenciario de México en el Japón. - De enterado.

"El C. diputado Pedro Merla, en cablegrama de Washington, E. U. A., participa que el C. diputado Ezequiel Padilla aceptó la invitación del presidente de la Universidad de Colombia para pronunciar un discurso en un banquete que tendrá lugar en el Hotel Waldorf Astoria, de New York. - De enterado.

"El C. licenciado Manuel E. Ortiz solicita que el congreso general ratifique su nombramiento de Juez 5to. de lo penal de la ciudad de México, hecho por la Comisión Permanente. - Resérvese para el Congreso General.

"El C. Rodulfo izquierdo solicita licencia por treinta días, con goce de dietas.

"Se concedió, con dispensa de trámites y sin debate.

"Las comisiones 1a. de Educación y 1a. de Hacienda proponen se llame a los ciudadanos secretarios de Educación Pública y de Hacienda, para que informen, en la sesión siguiente, sobre las reformas propuestas a la ley general de pensiones de retiro, en vigor.

"Una vez que se dispensaron los trámites, hablaron en contra y en pro, respectivamente, los CC. Delhumeau Y Zavaleta.

"Agotado el debate, se aprobó la proposición en votación económica, nombrándose en comisión, para llamar a los referidos secretarios de Estado, a los CC. Garza Castro, Ramírez Alfonso, Fuentes Antonio y secretario Santos.

"Los ciudadanos diputados por Nuevo León proponen, con motivo de varios hechos que se atribuyen al C. general Juan José Méndez, que se nombre una comisión que se presente ante el secretario de gobernación para solicitar que intervenga, a fin de evitar, por medios enérgicos, que los jefes de operaciones sigan mezclándose atentatoriamente en los asuntos políticos de los Estados.

"El acuerdo de la Cámara fue favorable a la proposición después de que se le dispensaron los trámites y de que la apoyó el C. Martínez Campos. La comisión quedó integrada por los CC. Sáinz, Corona, Melgar y secretario Torregrosa.

"La 3a. Comisión de Justicia presenta un dictamen en que se consulta el siguiente Proyecto de ley:

"Artículo único. Se reforma el artículo 28 de la ley del notariado para el distrito y territorios federales, expedida el 19 de diciembre de 1901, en los siguientes términos:

"Artículo 28. Las faltas que ocurran en las notarías, salvo el caso del artículo 26, serán cubiertas por el nombramiento que debe recaer precisamente en el aspirante más antiguo de la notaría en que ocurra la vacante, según la fecha de registro de la patente requisitada de aquél. No perder su derecho de prioridad para cubrir futuras vacantes en su respectiva notaría, el aspirante que no pudiere llenar la primera o siguientes, por causas independientes de su voluntad."

"Se le dispensó la segunda lectura y sin debate se aprobó por unanimidad de ciento cuarenta y dos votos, pasando al Ejecutivo para sus efectos constitucionales.

"Los CC. diputados Aguilar y Maya, Felipe Muñoz y Siurob, apoyados por otros representantes, subscriben un proyecto de decreto que dice:

"Artículo único. Se autoriza al Ejecutivo de la unión para que, con cargo a la patria, del presupuesto de Egresos que tenga a bien señalar, ponga a disposición del Gobierno del Estado de Guanajuato la cantidad de $5,000.00 para auxilio de las víctimas de la inundación que se acaba de registrarse en el municipio de Acámbaro."

"Con dispensa de trámites y sin debate, se aprobó por unanimidad de ciento treinta y nueve votos, pasando al Ejecutivo para sus efectos constitucionales.

"EL C. diputado Primitivo R. Valencia presenta una proposición, para que una comisión de esta Cámara gestione ante el Senado la aprobación del proyecto que se le envió retirando al gobernador de Veracruz la autorización para organizar fuerzas de seguridad en aquel Estado.

"Su autor la fundó, solicitando la lectura de varios documentos; interpeló al C. Mancisidor y contestó un pregunta del C. Zincúnegui Tercero, interrumpiéndole una moción de orden del mismo.

"Dispensados los trámites a la proposición, hablaron en contra los CC. Cerisola y Velásquez, interpelando el primero a los CC. Rodrigo Gómez y López Soto. En pro usó de la palabra el C. Valencia, quien Fue interrumpido por aclaraciones de los CC. Cerisola y Rodrigo Gómez y por mociones de orden de los CC. Zentella y Amado Fuentes B.

"Agotados el debate, se desechó la proposición, en votación económica.

"A las veinte horas se levantó la sesión."

Está a discusión el acta. No habiendo quien haga uso de la palabra, en votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa sírvanse manifestarlo. Aprobada.

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano secretario de Educación Pública. (Murmullos. Siseos en las galerías Aplausos en las curules).

El C. secretario de Educación Pública, doctor José Manuel Puig y Casauranc: Señores diputados:

Obedeciendo al llamado de la representación nacional, tengo el honor de venir a informar a esta honorable Cámara sobre algunos aspectos pocos conocidos de la ley general de pensiones civiles de Retiro vigente, así como acerca de las modificaciones trascendentes, esenciales, que, sin herir el principio filosófico de la misma ley, han sido aceptadas por la secretaría de Hacienda y aprobadas por el señor presidente de la República después de un estudio minucioso de más de dos meses que hizo la secretaría a mi cargo. Pero antes de empezar esta exposición cumplo con un deber de sinceridad expresando la gratitud que la secretaría de Educación siente por todos los representantes que, en la sesión de hace dos tardes, tuvieron el gesto gallardo de levantar su voz en favor del profesorado nacional, coadyuvando de este modo al propósito constante de dignificación de este importante grupo social que persigue el poder ejecutivo federal. Esta actitud de los señores diputados es debidamente apreciada por nosotros y, aunque en casos concretos, haya dado oportunidad para la expresión de hechos no ciertos, merece de todos modos, por la nobleza de la intención, nuestras gracias más sinceras.

La ley General de Pensiones Civiles de retiro obedeció al pensamiento constructivo del señor presidente de la República, de establecer, sobre bases sólidas y científicas, el cumplimiento de las obligaciones económicas que afectan al Erario nacional, y al mismo tiempo, lograr con esta ley dos cosas transcendentes: primera, convertir en un derecho algo que constituía una gracia (Siseos en las galerías); y segunda, sembrar en la conciencia nacional a través de los grupos sobre los cuales podía hacerlo directamente, como eran los servidores de la nación, sembrar una fuerte semilla de prosperidad y de patria que se basa en dos hechos: en el ahorro y en la confianza en los destinos de un país. (Aplausos. Siseos en las galerías). Y es verdad, señores diputados, y es verdad que podría pensarse y que podría decirse que este intento reconstructivo nacional y de formación de conciencia y de formación de carácter, podría hacerse fríamente en las esferas oficiales, porque no implicaba sacrificio personal para el Gobierno mismo.

Pero, señores diputados - y esta es la ocasión de presentar un aspecto de la política del señor presidente de la República, aspecto que no ha sido marcado hasta hoy -, cuando el señor general Calles exigió a los servidores de la nación este sacrificio, ya el presidente de la República había hecho el sacrificio más formidable en el intento más generoso de reconstrucción nacional, como fue la creación del Banco Único; y digo que fue un verdadero sacrificio y un desprendimiento generoso que afectaba todos los sentimientos egoístas que pudiera haber en un gobierno, porque de no haberse fundado el banco nacional el cual, generosamente, depositó el Gobierno el total de las economías logradas, sin la posibilidad de aprovechamiento por el Gobierno mismo, de esos fondos, sino en un tanto insignificativo del capital, es decir, en un diez por ciento; cuando el General Calles entregó para la prosperidad general de la república los cincuenta y cinco millones que había ahorrado a costa de sacrificios, de energías y de inteligencia (Aplausos. Siseos en las galerías), en ese momento señores diputados, el presidente de la República dada a la nación el ejemplo más gallardo de desprendimiento y de altruismo, porque sacrificaba, señores diputados, con esos cincuenta y cinco millones de pesos la absoluta seguridad de estabilidad egoísta que hubiera podido tener un Gobierno en México, ya que con esa suma de dinero en la mano y gozando de facultades extraordinarias en el ramo de Hacienda y no entregándola a la prosperidad de la nación, sino al afianzamiento material de su Poder, habría tenido desde ese instante el Gobierno de la República la suma más formidable de vitalidad económica y de poder guerrero que hubiera existido en los anales de México. (Aplausos en las curules. Siseos en las galerías).

El C. presidente: Se suplica a los asistentes a las galerías que guarden serenidad y compostura. ( Campanilla).

El C. secretario de Educación Pública, continuando: Y ya no considerado el asunto desde el punto de vista egoísta de las conveniencias de conservación de un Gobierno sino desde el aspecto perfectamente justificado de asentar prestigio, ¡se imagina la Representación Nacional lo que habría podido hacer en un instante el general Calles con cincuenta y cinco millones de pesos, empleándolos íntegramente y de golpe en obras materiales y morales que produjeran un deslumbramiento en el mundo entero! ¡Imaginen los señores diputados lo que habría podido hacerse con cincuenta y cinco millones de pesos, que habrían bastado para crear en un mes, diez mil escuelas rurales más; para componer en cuatro meses, todos los puertos de la República; para construir en seis meses, los más urgentes caminos nacionales y para realizar, así en un abrir y cerrar de ojos, la obra reconstructiva material más formidable en la historia de México! Y, sin embargo, el presidente de la República quiso dar un ejemplo de fe en las finalidades de México, y conscientemente entregó todo eso, que pudo haber significado estabilidad absoluta, fuerza material, prestigio y grandes obras, para el beneficio general de la colectividad, sentando para el futuro las bases de la fe, de la confianza en los destinos de la nación, y entregando toda esa fuerza que significaban los millones de pesos acumulados para el bienestar, para el desarrollo de los negocios de la colectividad mexicana. Y es claro entonces, señores diputados, que pudo en ese instante el Ejecutivo del país - ya que había ofrecido a la República el ejemplo más generoso, el rasgo más gallardo de desprendimiento y de conciencia de los verdaderos deberes de un gobernante, en esta época de reconstrucción nacional -, es claro que entonces pudo exigir, digo, a los servidores de la nación, que contribuyeran con un pequeño tanto por ciento de sus propios sueldos para cimentar de una vez la firmeza de estas organizaciones de Retiro y de Pensiones, para desterrar de nuestro medio ese sistema torcido y angustioso de gracia y convertirlo en un derecho, para dignificar, para dignificar a los miembros todos los del magisterio y a todos los empleados de la Federación, y así nació la Ley de Pensiones Civiles de Retiro y la expidió el primer magistrado no aferrándose a lo que en un principio hubieran podido presentar las comisiones técnicas de Hacienda, sino pasando, desde el primer instante, a todas las secretarías de Estado, el proyecto de ley en cuestión, para que las modificaciones de orden cuantitativo que se estimaran en justicia, vinieran a exponerse a esta Representación Nacional, solicitando entonces la modificación de la ley primitiva. ¿Que por qué no se hizo en un principio? Porque, señores diputados el Congreso de la Unión se hallaba, en este período verdaderamente histórico, porque es el período de reconstrucción del país, se hallaba ante problemas de alcance social de tal modo formidable ante aspectos de problemas de orden económico y social tan desconsoladoramente hirientes, que el ejecutivo no quiso que las Cámaras perdieran días y días y semanas, como hubieran tenido forzosamente que perder, en el estudio de una ley eminentemente técnica que, por ser hecha sobre estudios de números, necesita tanta meditación y tanto estudio, que, no obstante los dos meses y medio transcurridos desde que ese proyecto en la forma inicial llegó a mis manos, siente muchas veces, señores diputados, que aunque hayamos dedicado desde entonces a este problema toda nuestra atención, debe haber sin duda en esta ley puntos sobre los cuales aún no podríamos discutir con pleno conocimiento de hechos. Porque es una ley, señores diputados, que necesitaba forzosamente el estudio comparativo de todas las legislaciones similares del mundo, porque se trataba, en materia de números, de llegar a resultados que reunieran estas características: justicia, posibilidad de hechos y también posibilidad de los resultados económicos de la organización, ya que esta ley de retiro forma en realidad una institución de crédito, casi con independencia total del Gobierno, y era indispensable por su estudio y buena organización darle tal firmeza, tal seguridad, como pudiera dársele a cualquiera institución de crédito bancaria; y entonces, ante la premura de tiempo y puesto que estaban para concluir las facultades extraordinarias de que gozaba el Ejecutivo, se expidió la ley; pero desde que se expidió se supo que todas aquellas circunstancias que fueron cuestión de número o de edad, o de monto de pensión, o que de alguna manera afectaran el presente y el futuro económico de todos los empleados, y en particular de los maestros, habrían de estar sujetas a la rectificación, resultado del estudio detenido de ellas; y es por esta razón que puedo hoy, autorizado por el presidente de la República y con aprobación expresa de las modificaciones que presentó la Secretaría de Educación, tratar de esta ley, asegurando de antemano - como voy aprobarlo con números a la Representación Nacional - que en la forma nueva que se proponen algunos artículos y con las modificaciones que la secretaría de Educación ha presentado, con anuencia de la Secretaría de Hacienda y de sus comisiones técnicas, esta ley no sólo no es un oprobio, esta ley no sólo no practica un saqueo en las áreas de los empleados públicos o del profesorado, sino que es una ley que puede ponerse con ventaja enfrente de cualquiera legislación de los países más adelantados de la tierra (Siseos en las galerías), y que no cede (Continúan los siseos), y que no cede, en beneficio e intención, a la ley más avanzada de retiro del profesorado, como a la Ley de Massachusetts, por ejemplo, que es un modelo en su género. (Siseos en las galerías). Es, señores diputados, práctica constante, hábito inveterado en nosotros - y digo nosotros, por que no me exceptúo de esta constante práctica, de este inveterado hábito -, considerar que las cosas en nuestro país suceden de modo muy distinto y en condiciones de muy notable inferioridad a las que se verifican en los países que estamos acostumbrados a considerar como eminentemente cultos. Y por efecto de este hábito inveterado, de esta costumbre mental despectiva para nosotros mismos, los mexicanos se ha llegado hacer ya evangelios de verdaderas consejas populares. Y así se cree y se dice, que en cualquier país del mundo, que en cualquiera nación civilizada del

universo los maestros se encuentran en condiciones de enorme superioridad económica sobre los nuestros.

Partidario como soy y como lo he demostrado en los pocos meses de mi acción en la Secretaría de Educación Pública, y como he de demostrarlo a muy breve plazo en esta Cámara - cuando en uso de la más alta función que le corresponde de los presupuestos - partidario como soy, decía , de la justa, de la más alta posible retribución de los servicios del profesorado, no podía haber olvidado estudiar este aspecto comparativo de los sueldos de nuestros maestros y de los sueldos de los maestros en el exterior, y voy a presentar, a guisa de preámbulo, a la Representación Nacional, algunas cifras, no para que no sigamos firmes en nuestro esfuerzo de mejorar, como hemos de mejorar, al profesorado de la República...(Murmullos), sino para que nos curemos.. (Murmullos en las galerías), para que nos curemos de esta nuestra vieja manía despectiva que nos hace considerar paradisíaca la vida en cualquier otro país y digna de las leyendas del Dante, la vida que llevamos en este glorioso y dolorido México.

En los Estados Unidos, señores diputados, según estadística oficial de 1923, en los Estados Unidos, que no pueden compararse a nuestro sagrado país en potencialidad económica, ni siquiera en generosidad constante y en firme propósito de ayuda y de cooperación para con las organizaciones colectivas; en los Estados Unidos el sueldo medio del maestro rural, por ejemplo, es de dos dólares diarios (Murmullos. Siseos en las galerías. Campanilla); el sueldo medio del maestro de escuela primaria, es de mil doscientos dólares al año (Continúan los murmullos), o sea de cien dólares mensuales, de doscientos pesos mexicanos al mes; y nuestros maestros de escuela elemental ganan los directores, nueve pesos y los ayudantes siete pesos cincuenta centavos diarios. Los demás, no rurales, ganan como mínimum cinco pesos. El sueldo medio del maestro de escuela secundaria es en los Estados Unidos, de ciento treinta dólares mensuales; en México es alrededor de diez pesos mexicanos diarios. Quiere decir que, olvidándonos de los aspectos especiales de riqueza de aquel país y sólo pensando en las condiciones ordinarias del costo de la vida en México, aun cuando reconozca y aun cuando esté dispuesto a mejorar los sueldo del profesorado, no tenemos por que sentir rubor por los sueldos que paga nuestro país a sus maestros, cuando en un medio mil veces más rico que el nuestro y en donde la vida es por lo menos el ciento por ciento más costosa (Murmullos. Risas Siseos en las galerías. Campanilla), los sueldos no son esencialmente mayores que los que gana el profesorado en México.

El C. secretario Cerisola: La Presidencia.... (Voces: ¡No, la Secretaría; el mismo presidente! Campanilla).

El C. secretario de Educación Pública: ¡Deje usted, señor presidente! (Se refiere a los concurrentes a las galerías). En Francia, señores diputados en Francia - y estos son datos cuyo objeto principal es, como digo lavar a nuestro país de esa mancha, de esa injusta acusación que se le ha hecho, de que mata de hambre a sus maestros, cosa que no es verdad, señores diputados - , en Francia el sueldo de los maestros de escuela primaria elemental - y tomo la estadística anterior a la guerra para no considerar el tremendo desastre económico en que esta sumido aquel gloriosos país -, el sueldo de los maestros de escuela primaria elemental, en la época de mayor pujanza económica de Francia, era de ciento cincuenta francos mensuales, que al tipo de cambio de aquella época, era de ochenta y cinco pesos mexicanos (Murmullos en las galerías). Y en Inglaterra, por fin, señores diputados, el sueldo medio de los maestros de escuela primaria, es de cien libras esterlinas al año, o sean aproximadamente ochenta pesos mensuales.

Queda establecido, pues, con cifras sujetas a comprobación, y que no podría decir en la tribuna de la Representación Nacional, el secretario de Educación Pública, si no fueran cifras oficiales, queda demostrado que en México no tiene por qué sentir rubor por los sueldos que paga al profesorado de la República. (Murmullos en las galerías).

Entre las objeciones muy justas, absolutamente justificadas, que las organizaciones magisteriales presentaron al señor presidente de la República, y que fueron turnados para su estudio a la Secretaría de Educación, era una de las principales la que se refería a la edad de retiro de los maestros. Se consideraba que la edad de retiro que se fijaba en la ley era demasiado avanzada; que la longevidad en México hace que esta edad resulte demasiado cercana al fin de la vida, y se decía, con razón que los maestros, por lo común, principian a trabajar a muy temprana edad, y que siendo muy agotante - como lo es en efecto - la profesión del magisterio, a los sesenta años se era una "ruina pedagógica." La Secretaría de Educación Pública, sin sostener como tesis general la última afirmación, ya que conoce y aprecia y admira a hombres que en el magisterio nacional tienen más de sesenta años y que, lejos de ser una gloriosa ruina, son una hermosa cumbre de fe y de saber, la Secretaría de Educación Pública logró de las comisiones de Hacienda y del señor presidente de la República, que en este punto se hiciera una reforma capital y definitiva de la ley, que se estableciera que los profesores tendrían derecho a pensiones de retiro en estas dos condiciones: o cuando cumplieran cincuenta y cinco años de edad, después de quince años por lo menos de trabajo (Siseos. Murmullos en las galerías), o cuando, sin tener cincuenta y cinco años de edad, por haber empezado muy pronto el ejercicio de su profesión, tuvieran treinta y cinco años de servicios. (Continúan los siseos y los murmullos en las galerías. Campanilla). ¡Ninguna ley del Universo, ninguna ley del retiro del profesorado hace a esta clase social el insulto de considerar que antes de los cincuenta y cinco años, ya no se puede trabajar, señores profesores! (Siguen los siseos en las galerías. Aplausos en las curules). ¡Ninguna ley del Universo puede cometer el soberbio error, el tremendo error de condenar fatalmente a la ociosidad a los maestros, y de privar a los planteles de enseñanza de sus mejores elementos, retirándolos, por ejemplo, a los cincuenta años! haber conseguido de la Secretaría de Hacienda, de las comisiones técnicas, ese plazo de cincuenta y cinco años de retiro - que no era mayor el que

solicitaban en un principio las organizaciones magisteriales -, es un legítimo triunfo de la Secretaría de Educación. (Aplausos en las curules).

Pero había otro punto, señores diputados, de verdadera justicia en el clamor del profesorado. Se decía que no era justo que el monto de su pensión fuera única y exclusivamente producto de la cantidad ahorrada; y efectivamente, la nación debía, tratándose de profesores, hacer una excepción para demostrar la estimación especial que la labor del magisterio significa para un país. Por esto la Secretaría de Educación se empeñó y consiguió que, calculada la cuota de pensión para un maestro que se retire, de acuerdo con lo establecido en el inciso I del artículo 16 de la ley, el Gobierno Federal concediera una cuota diaria extra, de sus propios fondos, equivalente, como mínimo, al 25 por ciento de lo que la ley señala. De este modo la Ley de Retiro del profesorado, colocaba, en principio, a los maestros de la República, en una condición no inferior a la de ningún país del universo, con la excepción posible de Alemania.

Y esto que es muy fácil de decirlo, señores diputados, es facilísimo también de demostrar cuando se diga que las leyes de retiro vigentes para el profesorado, en Francia, por ejemplo, no establecen cuota adicional ninguna a cargo del Gobierno; que lo mismo sucede en Suecia, en Noruega, en Grecia y en Nueva Zelanda, que, como los señores representantes saben, es, en materia de legislación social, verdadero modelo para la humanidad. Estos países conceden únicamente el déficit de costos necesario para cubrir el monto de las pensiones, si por malos cálculos en la organización de la institución de crédito que maneja estos fondos llegaran a no bastar para pagar las cuotas fijadas al profesorado. Pero en la ley nuestra, con la modificación que se ha aceptado y que va a proponer el ejecutivo de la Representación Nacional, ya no serán únicamente "los costos" los que dar el Gobierno, sino que, adelantándose en este punto a la legislación protectora de los maestros en Francia, y en España, y en Suecia, y en Noruega, y en Grecia, y en Nueva Zelanda, el gobierno está dispuesto a aportar un veinticinco por ciento de la cuota que se logre por el ahorro del maestro. Es, pues, este, también, un verdadero triunfo de los maestros mexicanos.

Pero había, señores diputados, otro punto, si es posible, de mayor justicia en las quejas del profesorado: se decía que las contribuciones, que los tantos por ciento de descuento eran excesivos; y es absolutamente la verdad que eran excesivos. Y por eso, cuando la Secretaría de Educación estudió veinticuatro leyes de retiro de otros países, propuso y logró que el señor presidente de la República aceptara, sin que se hiriera el principio filosófico de la ley, ni la firmeza económica de la institución de crédito, aceptara la disminución de esas cuotas, hasta el extremo de que, en vez de pagar el 9.90 como máximum, que estaba fijado en la ley, se pagara como máximum, a los cincuenta y cinco años de edad, el 5.50; es decir, se ha logrado la disminución de 4.40 en el descuento. (Aplausos en las cureles). Ahora, señores diputados (Murmullos en las galerías), cuando se decía en verdad que un maestro que tuviera una cuota fija de diez pesos diarios y que tuviera cincuenta y cinco años, iba, por esa ley excesiva, a tener que sufrir el descuento de casi el diez por ciento, es decir, de treinta pesos mensuales; y cuando se ha logrado que esta disminución llegue a afectarle únicamente hasta la cantidad de diez y seis pesos cincuenta centavos como máximum, era el peor de los casos, y en los instantes ya de obtener el retiro, ¿puede considerarse esta ley tan excesiva, cuando no existe de contribución otra en ningún país que tenga un margen menor que el de 5.50? Decía a la Representación Nacional, anteriormente, que son el Estado de Pensylvania, el Estado de Massachusets y el de New Jersey los más liberales para compensar los servicios de sus maestros, y en el Estado de New Jersey se considera como contribución de descuento máxima el seis por ciento para los hombres, y el 7.29 para las mujeres. (Murmullos). Y la Secretaría de Educación ha conseguido que en México tengamos, con montos semejantes de pensión y con contribución del Gobierno, adicional a la pensión de los maestros, el 5.50 como máximo de descuento, es decir, medio por ciento menos tratándose de hombres, y 1.80 más tratándose de mujeres. (Murmullos en las galerías. Campanilla).

Había, señores diputados, un capítulo que en ninguno de los memoriales se señaló; algo que habría pasado inadvertido y que constituía también una profunda injusticia. Tratándose de maestros que fueran retirados por inhabilitación, por causas ajenas al servicio, se fijaban en la ley cuotas de pensión exageradamente reducidas. Y la Secretaría de Educación en este punto, y aun cuando se tratara de inhabilitaciones, no por causa del servicio, sino por causas absolutamente ajenas al servicio mismo, quiso establecer en la ley, y lo consiguió, un mínimo razonable y superior al que se da en la mayor parte de los países que mejor tratan al profesorado, con el objeto de que el maestro mexicano que se inhabilite, aunque esta inhabilitación no sea resultado del servicio ni se produzca en momentos del servicio mismo, reciba cuando menos el veinte por ciento del sueldo que estaba percibiendo, estableciendo así para el caso de los maestros el criterio más avanzado que en materia social se acepta en estos instantes para las leyes protectoras del obrero. (Murmullos en las galerías).

Seguramente por un error, el distinguido diputado Caloca señalaba a esta Asamblea el hecho de que un maestro, en general un empleado cualquiera, perdería sus depósitos si era retirado o si se retiraba del servicio antes del término legal para obtener los beneficios de esta ley. El señor diputado Caloca estaba equivocado. En el proyecto de ley y en el texto de la ley vigente existía ya un principio clarísimo que obligaba a la devolución íntegra de todas las cantidades ahorradas, en el instante en que el profesor muriera antes del término de la jubilación, o fuera retirado del servicio por cualquier causa, o se retirara por su propia voluntad; pero la Secretaría de Educación obtuvo algo más: obtuvo que los profesores, y en general los empleados todos de la Administración pública, en el instante de dejar un empleo, o en el momento de su muerte, si ésta ocurre antes de su retiro, reciban no solo las cantidades íntegras que han depositado, sino el rédito correspondiente,

como si hubieran depositado sus ahorros en un banco. (Siseos. Murmullos en las galerías. Aplausos en las curules). El profesorado federal pensionado en la actualidad consume ochocientos mil pesos del millón y medio que paga la nación por pensiones de todo género. Es justo entonces, es conveniente que en el cuerpo administrativo directivo de esa organización de crédito, que va a formarse con los fondos de todos los empleados, esté constantemente representado el magisterio nacional. Y obtuvimos de la Secretaría de Hacienda que de los siete funcionarios que forman el Consejo Directivo de esta institución de crédito, en todo caso sea un maestro uno de los miembros del Consejo Directivo, para que de este modo estén tranquilos los profesores de que los intereses del gremio estarán perfectamente custodiados y a salvo.

Por último, señores diputados, como tratándose de empleados cuyo sueldo fuera de tres pesos o de menos de tres pesos se hacían excepciones y privilegios, por la insignificancia de los emolumentos, la Secretaría de Educación consideró justo que para proteger a los maestros menos favorecidos del magisterio nacional, estas excepciones, que consisten fundamentalmente en la disminución a la mitad de la cuota de ahorro, se extendieran a todos los profesores, y la Secretaría de Hacienda aceptó que a todos los empleados de la Administración cuyo sueldo llegara a cuatro pesos. Por este procedimiento ha quedado millares de servidores de la nación con un justo privilegio.

Señores diputados: las dos razones fundamentales, los dos motivos de verdadero peso ideológico y sentimental que esgrimieron las organizaciones magisteriales para la no aceptación de esta Ley de Retiro, fueron, en concreto, la naturaleza excepcional y ventajosa, superior en grado y en calidad de servicio que presta el profesorado, y en segundo lugar, una razón de desconfianza, resultado de escepticismo y de duda en los destinos de nuestro país, que les hizo temer que peligraran en un futuro próximo o remoto los dineros que a base de sacrificio y de verdadera sangre del empleado y del profesor pusieran en manos del Gobierno, entregados a su custodia y a su honor. Por lo que toca a la razón primera, la Secretaría de Educación la halló de tal manera justa, que ya vuestras señorías han escuchado que se logró que, como aceptación de esa superioridad de labor, como compensación siquiera modesta del esfuerzo del profesorado nacional, el Gobierno de la República aceptara pagar, a más de los faltantes de costos, el veinticinco por ciento adicional sobre el monto de la pensión del maestro y ni siquiera considerando como definitiva esta cifra del veinticinco por ciento, porque hay la promesa de la Secretaría de Hacienda de que si después de un año de aplicación de la ley se comprueba que la organización del crédito mismo basta para poder aumentar este beneficio, o si este beneficio no es excesivamente costoso a los fondos de la nación, podrá aumentarse quizá en un veinticinco por ciento más, de modo que muy pronto el profesorado nacional reciba como cuota no sólo el producto de su ahorro, sino un cincuenta por ciento adicional que el Gobierno entregue como aceptación de la alta calidad de sus servicios y como premio a sus esfuerzos. Pero en lo que tocaba al segundo punto, a la duda del uso, a la duda de los destinos que estos dineros del empleado y del profesor pudieran tener en lo futuro, puede contestar victoriosamente con argumentos de dos órdenes: el primer argumento, de hecho: si llega a producirse en nuestro país una situación gubernamental de tal modo olvidada de las obligaciones y de los deberes que para la colectividad y para con sus empleados tienen los gobiernos, ¿qué será más fácil, señores diputados, que un Gobierno inmoral utilice los muy pocos fondos en caja, fondos del profesorado ya que estos fondos estarán constantemente invertidos en préstamos u operaciones diversas de crédito con los mismos depositantes, o que en un instante dado olvide en absoluto lo que haya estado haciendo, como gracia, para ese profesorado, y suspenda de golpe y con olvido fatal de las obligaciones que tiene para con los empleados, el pago de servicios de pensiones? Y aun aceptando la posibilidad humana de esa condición del verdadero saqueo, de falta de respeto a los fondos del empleado, ¿Vamos por eso a negarnos, sistemáticamente, a poner la primera piedra de una mejor organización económica y social y a vivir en una perpetua y vergonzosa desconfianza? Es la ocasión de preguntar, señores diputados, ¿cuándo vamos a tener fe en nuestro México? (Siseos.) ¿En qué instante, señores diputados, y hablo aquí también a las galerías porque sería una deshonra para el magisterio nacional que olvidara a México, cuando se habla del futuro de la patria? Y hablo aquí también al profesorado nacional: ¿cuándo vamos a tener fe en los destinos de México, señores? ¿por qué tremenda renunciación de todo lo que significa honra y verdad y orgullo del país y sentimiento de raza, vamos a convenir desde ahora mismo que estos fondos que significan dolor, y lágrimas, y miseria, y ahorro del profesorado nacional, vayan a ser fatalmente devorados por gobiernos futuros? ¿Qué, no es preciso, señores diputados, que esa semilla de fe, que esa semilla de confianza que el presidente de la República sembró ayer, entregando cincuenta y cinco millones de pesos al futuro del país.... (Aplausos en las curules. Siseos en las galerías), tenga una noble respuesta y una leal imitación? (Aplausos). ¡Yo he ofrecido, señores diputados, y el señor general Calles lo escribió así como una línea de fuego y de gloria en su programa reivindicativo de acción reconstructiva nacional, no escatimar medidas para la dignificación del profesorado de la República y, señores diputados, cuando se consigue que el Gobierno haga una excepción de justicia, pero también de generosidad en favor del profesorado, sería verdaderamente doloroso que no el profesorado nacional, pero sí una representación siquiera de él, se olvidara de otros miles y miles de hermanos, pues son hermanos nuestros todos aquellos demás empleados de quienes se olvidaban muchos de los profesores en su memorial en que reclamaban especial privilegio y excepción sólo para ellos; de aquellos miles y miles hermanos nuestros (Aplausos estruendosos en las curules), que sí han sabido callada, serena y resignadamente aportar esta contribución de fe en algo que es en definitiva obra constructiva y salvadora de la República! (Aplausos).

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Caloca. (Aplausos en las galerías).

El C. Caloca: Señores diputados:

Debo empezar por advertir que me extraña que el talento del secretario de Educación Pública esta vez haya estado muy pobre. (Aplausos). Vuelvo a repetir, por segunda vez, señores diputados, que desde esta tribuna le exigía responsabilidades al ministro de Agricultura y Fomento, diciéndole que no nos hablara en nombre del Ejecutivo, sino en nombre de sus propias funciones y aquí el doctor Puig y Casauranc viene y nos habla del Ejecutivo y no sabemos cuál es su criterio sobre el particular. (Aplausos). Ya es necesario, señores diputados, que vayamos aceptando la responsabilidad de nuestro caso, y por ende no quiero tratar el asunto con el presidente de la República, sino directamente con el secretario de Educación Pública. (Aplausos). Y antes de pasar adelante debo manifestar con cierta pena que aquí hubo un aplauso un poco servil sin saber a qué atenerse, olvidando que allí están los mentores de vuestros hijos. (Aplausos).

Dice el secretario de Educación Pública: esta ley lleva dos grandes finalidades, por conceder una gracia, ¡qué buena gracia!, al que después de diez y ocho años (Aplausos), es decir, al que empieza una vida de lucha y sacrificios a la cual de diez y ocho años, para venir a terminar a los cincuenta sus días en la vejez, se dice que ha sido una gracia concedida a los maestros, según dice aquí, para crear el ahorro y la confianza. ¿La confianza, crearla sobre los lomos brutos y rebeldes de la miseria? No, eso se crea sobre el industrialismo, sobre la labor, sobre el capital, sobre la banca, sobre la minería, pero nunca sobre la miseria. Es una equivocación enorme, y no obstante que dos paniaguados están aquí atizándome a la oreja como queriendo quitarme la intención, no lo lograr n, no, señores, yo defiendo a los maestros aquí, que son algo más sagrado, los mentores de sus hijos, si los tienen. (Aplausos). De manera que esto es inexacto, no hay tal gracia, señores, ni es exacto que se vaya a poder crear el ahorro y la confianza sobre la miseria....

El C. Alvarez y Alvarez, interrumpiendo: Moción de orden. Ignoro que haya algún asunto a discusión; después de las palabras dirigidas por el ciudadano secretario de Educación, desearía que se diera lectura a un documento en cartera, porque no existen motivos para pronunciar un discurso patriotero, ni hay....

El C. Caloca: Gracias por la frase, compañero. (Aplausos).

El C. presidente: Se llama la atención a los concurrentes a las galerías para que no interrumpan al orador.

El C. Alvarez y Alvarez: Eso que acaba de decir el compañero es el fundamento.... (Campanilla).

El C. presidente: La Presidencia aclara al señor diputado Alvarez y Alvarez que se concedió la palabra al ciudadano Caloca para interpelar al ciudadano secretario de Educación.

El C. Caloca, continuando: El señor Alvarez y Alvarez estima este acto como patriotero, sin saber que él no es otra cosa más que patriotería andante y un exhibicionismo cursi, porque no tiene nada de fundamental y él quiere dar la nota de un figurín, cuando no ha hecho más que una figura cómica.

Debo de advertir que al secretario de Educación Pública no lo vengo a atacar, vengo a cooperar en este sentido: de que todo lo que diga aquí ha de ser a base de sinceridad. El señor secretario de Educación Pública nos habla del Banco Único, sobre el cual voy a pasar, porque no está el asunto aquí ni sirve para fortificar el asunto a discusión. (Voces: ¡No hay nada a discusión!) Yo le pregunto al secretario de Educación.

El C. Alvarez y Alvarez, interrumpiendo: ¿En qué consiste su interpelación?

El C. Caloca, continuando: En el Departamento de Educación y Cultura Indígena existen cien maestros con cuatro pesos diarios; doscientos con tres pesos diarios; mil setecientos veinte maestros con dos pesos diarios; ciento ochenta y un maestros con dos pesos diarios, cargados a partidas extraordinarias; ciento cincuenta y tres con cuatro pesos diarios para el Distrito Federal y treinta y tres sueldos diversos con cargo a partidas globales. Señor secretario, yo entiendo que el más interesado en defender a los maestros de la República es su señoría. Yo entiendo: ¿cómo se les va a equiparar a todos los demás empleados, según sus últimas palabras, si ellos para adquirir un título han tenido que hacer una carrera en la cual han tenido que gastar cuando menos diez y ocho o catorce años? (Voces: ¡No es cierto!) Y después de llegar a obtener el título empiezan ganando dos, tres o cuatro pesos; y como él lo ha dicho, después de muchos años llegan a obtener un sueldo de seis, siete u ocho pesos. Sobre este particular nos dice y nos compara la legislación que se ha consultado en todos los países como Alemania, Inglaterra, Estados Unidos, Francia, y yo le pregunto a usted: ¿la Secretaría de Educación Pública, no ella, sino los que formularon el proyecto de retiro forzoso, consultaron aquellas leyes, pero también consultaron al profesorado de la República? Porque aquí, claro, como modelo de legislación admirable, yo mismo debo de manifestar que mañana sin duda pediré mi admisión como pensionista de esta ley; pero no se trata, ya lo he dicho la vez pasada, que no se puede equiparar a los maestros de escuela con el caso muy conocido en este país que se ha señalado aquí: con dos años de educación elemental, dos de taquimecanografía, un poco de páchuli, unos labios pintados, unas medias de seda y a ganar siete pesos. No es la misma situación del maestro, señores. En consecuencia, yo entiendo que usted ha hecho un bonito sacrificio en la Secretaría de Hacienda para ver cómo se consiguen algunas ventajas para el maestro, pero es miel sobre hojuelas, no se consigue nada y de todas maneras ese que gana tres, cuatro, cinco, seis, o siete pesos, con cincuenta centavos que se les quiten, eso significa el tranvía, la sal, los chiles y los tomates para comer. (Aplausos). Yo debo hacerle presente a mi buen amigo el señor Puig y Casauranc, que si los demás empleados civiles no hacen la misma petición del profesorado es porque su situación es muy diferente a la del profesorado, y en ese caso sí se justifica al espíritu de justicia del Ejecutivo, ¡pues bastaba nada más que fuéramos a pesar sobre la sociedad sin antes haber creado el espíritu de ahorro! Pero no

así el maestro, señores. Ahora nos dice el señor secretario, al hacer comparaciones de las legislaciones, que en los Estados Unidos ganan menos los maestros que aquí, que ganan siete pesos con igual categoría que los que ganan aquí nueve, pero no sabe que aquí cuesta un par de zapatos catorce pesos y allá un dólar; allá con cinco centavos se come mejor. (Aplausos). De manera que toda esta literatura que usted galantemente nos ha ofrecido aquí en frase elocuente, no les satisface, allí los tiene usted, no les satisface; claro que yo prefiero cuatro dólares en los Estados Unidos y no veinte pesos aquí, porque allá con cinco centavos se come. (Voces: ¿Y por qué no te vas allá ?) Si me dan una comisión, si voy. De manera que toda esa literatura que usted galantemente nos ha ofrecido aquí en frase galante y bien hecha, no nos satisface, porque nosotros no nos contentamos con metáforas ni con símiles, ni con retruécanos, necesitamos la verdad de las cosas. Los maestros necesitan comer y no necesitan versos. (Aplausos. Murmullos en las galerías). Yo le ruego al compañero Yépez que no me interrumpa, porque usted es un ignorante técnico que no sirve para nada.

El C. Yépez Solórzano, interrumpiendo: ¡Moción de orden! Es usted un imbécil. (Dirigiéndose al ciudadano diputado Caloca).

El C. Caloca: Gracias por la frase.

El C. Yépez Solórzano: No me lo dice allá fuera.

El C. Caloca, continuando: Cuantas veces quiera, como usted quiera, y le demuestro a usted donde quiera que no sabe usted nada. (Aplausos).

Como ya el asunto se retarda, señor secretario de Educación Pública, queremos ver que vuestra excelencia legisle de acuerdo no con las legislaciones que muy eruditamente nos ha traído a colación, no , sino que cada uno de esos maestros, cada una de esas vidas, cada una de esas circunstancias se tome en consideración, señor secretario, y se convenza de que esa ley promulgada por el Ejecutivo de la República para el profesorado no es buena, se le sacrifica. Honradamente, esto no es un clamor de ellos sino de toda la República, y nadie más que usted tiene la obligación de defenderlos, porque no es cierto que no tenemos responsabilidad; estamos en el momento de la responsabilidad y es bueno que usted nos diga aquí, no en nombre del Ejecutivo, y si esto es preciso que signifique para usted una renuncia defendiendo a los maestros (Aplausos), que bien venida sea. En consecuencia, yo quiero que usted tome en consideración, no legislaciones, no precios de plazas extranjeras, sino lo que tenemos en este país para ver cómo resolvemos la situación de los maestros, advirtiendo a usted que no necesito de aplausos para nada y que no conozco a ninguno de ellos en lo personal, y el único objeto que me lleva es que esto es un clamor nacional. En consecuencia, yo pido a la comisión que se traiga aquí a debate, antes de los cuatro días, la ley que est estudiada por la Cámara y por el Senado, que es la ley que devolvió el Ejecutivo con observaciones y que es la ley que más aprovecha a los maestros de escuela. (Aplausos nutridos).

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano secretario de Educación.

El C. secretario de Educación: Yo agradezco al compañero Caloca la oportunidad que me da para decir ante la Representación Nacional algo que la mayor parte de los compañeros saben, esto es, que yo me siento muy poco secretario de Estado, que yo sigo sintiéndome miembro de la Representación Nacional, que yo considero que no hay puesto ni honor semejante al que pueda tener un hombre que en la Cámara de Diputados o en la de Senadores se decida a cumplir con su deber, y que, por lo mismo, si en un ápice mi opinión hubiera tenido que ser forzada y si me hubiera puesto en el caso de venir a decir a la Representación Nacional algo que no expresara mi convicción y mi más profundo sentimiento, habría puesto mi renuncia antes de venir a engañar a la Representación Nacional. (Aplausos). El señor presidente de la República, cuyo espíritu de amplia liberalidad quedó nuevamente, de modo pleno, demostrado en el caso de esta ley, cuando envió copia a cada Secretaría de Estado para que en ellas se hiciera un estudio detenido de la ley, el señor presidente de la República, no me habría puesto en el doloroso caso de venir a exponer ante la Representación Nacional algo que no fuera mi criterio. Yo sabia perfectamente, señores diputados, yo sabía que era una misión dura par mí la de esta tarde; y dije al primer magistrado de la nación que habría preferido volver a los tiempos de lucha parlamentaria de hace dos años, que habría preferido que las tribunas se encontraran hoy repletas de enemigos, envenenados por la pasión política y dispuestos a todo insulto procaz o a todo ataque personal, antes que venir esta tarde a hallarme con galerías llenas de gentes que son para mí algo muy propio: pensamiento constante y voluntad firme y anhelo definitivo y única intención de trabajo: el profesorado nacional. Yo sabía bien que al venir esta tarde ante la Representación Nacional a expresar mi criterio, que era afortunadamente el criterio exacto del señor presidente de la República, venía a jugarme algo muy caro; a perder en una tarde, quizás, el producto de diez meses constantes de esfuerzos y de cariño en favor del profesorado nacional (Murmullos); pero yo tenía la forzosa necesidad de venir a decir a la Representación Nacional y a este grupo de maestros, que no es verdad, como se les ha dicho, que no es cierto - como les han sugerido líderes interesados que no han estudiado la ley -, que no es cierto que esta ley con las modificaciones que presentamos hoy les perjudique. Tengo la íntima convicción, compañero Caloca, de que el profesorado con esta ley va a cambiar, por un pequeño y posible sacrificio económico, algo que ha sido "gracia", por algo digno de verdaderos ciudadanos, que ser de hoy en adelante un definitivo "derecho". (Aplausos. Siseos). Y si hubiera tenido, señores diputados, necesidad de acudir a argumentos de otro orden, fuera de los que me presentara el estudio de esta ley, habría bastado para darme la convicción de que era preferible hacer un pequeño sacrificio y trocar en "derecho" la que había sido una "gracia", habría bastado el recuerdo de lo que he visto, cuando un profesor, lleno de méritos y cargado de años, tiene que acercarse en demanda de gracia ante esa picota de ridículo y mucho

de infamia, que ha sido en otras épocas la "Mesa de Jubilaciones ", y que quizás lo sea en cierto modo en la actualidad, adonde el profesor llega, no erguido y fuerte en su derecho, sino suplicante, en actitud de pedir gracia; y adonde llegar mañana a recibir, en uso de un legítimo derecho y como resultado de su ahorro, una modesta, pero suficiente pensión de retiro que le permita pasar serenamente su vejez y proteger a sus familiares, a su muerte. Ya no va a ser, como hasta ahora, esa actitud, en ocasiones, verdaderamente dolorosa: ya no va a haber ese regateo odioso que se verifica hoy entre Mesa de Jubilaciones y el profesor, y después entre la Mesa de Jubilaciones y los jefes de departamento, y, en último extremo, ya firmada la jubilación, ya no va a haber ese último y molesto, aunque legal, tremendo entre la Secretaría de Educación y las oficinas de la Contraloría. Ya no va a ser así: ser ahora la determinación del monto de una pensión de retiro, algo matemático y preciso, ser un derecho que la ley le conceda como en cualquiera institución de seguros; dar al maestro la seguridad de obtener en su vejez, cuando esté cansado, o cuando se retire por su voluntad o por cualquiera otra causa, lo que legítimamente haya merecido, más un bono de veinticinco por ciento que le concede la nación.

Los maestros a quienes el compañero Caloca se refería atinadamente, con datos absolutamente exactos: los cien maestros con cuatro pesos, los doscientos con tres (maestros rurales todos ellos), los mil setecientos veinte maestros con dos pesos, los ciento ochenta y uno adicionales con dos, los ciento cincuenta y tres del Distrito Federal con cuatro y los treinta y tres excedentes con sueldos cargados a distintas partidas globales de la Secretaría de Educación, todos estos maestros, compañero Caloca, quedan, no sólo dentro de las condiciones de beneficio general, de excepción general que hemos logrado para el profesorado, sino que quedan incluidos, por las adiciones y reformas que logramos de la Secretaría de Hacienda, en la situación de ventaja de los maestros menos favorecidos.

El C. Caloca: Pido la palabra. Yo suplico a su señoría me diga si es cierto lo que pasa sobre el particular. Hay maestros que se mandan a Oaxaca o a Chihuahua, y a esos que le acabo de enumerar se les dan sus nombramientos, sus órdenes de pago, llegan a Chihuahua, hacen las Caravanas del caso, se remontan a las montañas, allá entre los campesinos, y después de seis o siete meses todavía están pidiendo las órdenes de pago, y aquel pobre vive de la esperanza y de la caridad pública. Dígame usted si esto es o no cierto. ¿No le parece a usted poco decoroso que después de esta miseria por falta de dinero - y usted no tiene la culpa con toda seguridad y quizá es el primero en lamentarlo -, de que este trámite cursi de nuestras oficinas venga a poner dificultades? ¿Cómo vamos a aceptar, estando en la miseria, el que se venga a agregar un tanto por ciento con la ridícula esperanza de que después de sesenta años se les pone el anzuelo de que el Gobierno va a dar un veinticinco por ciento, cuando sabemos que nuestros maestros a los cuarenta años est n tísicos, están sordos, están epilépticos o muertos de hambre? (Aplausos). Como esto de los profesores que decía es cierto, con la sinceridad que le reconozco le suplico me conteste.

El C. secretario de Educación Pública: Señores Diputados:

Yo no creo, como algunos compañeros, que porque una interpelación no entra forzosamente dentro del asunto a debate, deje de hacerse. Yo sostuve siempre, cuando fui diputado, y acepté, y aceptaré siempre mientras conserve el carácter de secretario, esto: que la Cámara de Representantes tiene el supremo derecho, cualquiera que sea el asunto que se esté tratando, de aprovechar la presencia de un secretario de Estado para hacer la investigación o la pregunta que desee sobre el manejo de su ramo. De manera que aun haciendo una digresión y con riesgo de cansar la atención de los señores diputados, voy a entrar al fondo del asunto y a explicar al compañero Caloca lo que pasa

. El 1o. de enero, señores representantes, el Presupuesto de la Secretaría de Educación marcaba cantidades única y exclusivamente para mil maestros rurales, pero desde el 2 de enero el clamor nobilísimo, insistente de todo el país, y el de todos ustedes, señores diputados, que en una comprensión perfecta de su papel de representantes del pueblo exigían a la Secretaría de Educación la fundación de nuevas escuelas rurales; desde el 2 de enero, se nos presentó en la Secretaría de Educación el problema de abrir nuevas escuelas rurales y de pagar los nuevos profesores para ellas y entonces, semana tras semana, aprovechando las facultades extraordinarias del Ejecutivo, el señor presidente de la República acepto, que de nuestras partidas globales, que de nuestras partidas de gastos generales, tomáramos, hoy diez mil pesos y veinte mil mañana y cincuenta mil más tarde, para ir fundando nuevas escuelas rurales, con lo que se logró llegar, señores diputados, al milagro de que con un presupuesto que no marca sueldos sino para mil maestros rurales, tengamos en estos instantes dos mil escuelas rurales funcionando en la República. (Aplausos). Es claro, señores diputados, que en estas condiciones, un tanto insignificante, que no llega a la tercera parte de los casos que había constantemente hasta el año anterior, un número de casos insignificantes, por la rapidez del nombramiento, por el poco perfeccionamiento de orden administrativo en las zonas escolares nuevamente abiertas, un tanto por ciento insignificante de maestros rurales, decía, podrá estar en las condiciones a que el compañero Caloca se refiere; pero precisamente estos datos precisos que el compañero Caloca ha dado y que yo tuve buen cuidado de recoger con la exactitud que él mismo dijera, esos datos en los que dice, por ejemplo, 33 sueldos diversos con cargo a partidas globales, esos datos están significando que a cada instante, cargándoles a las partidas de extraordinarios y diversos, que es la única que queda disponible para el caso, en ausencia de las facultades extraordinarias, con merma de nuestras partidas para gastos extraordinarios y diversos, estamos remediando esa situación de los escasos maestros rurales no al día - no podría darle el dato exacto al compañero, de cuántos maestros están atrasados en sus sueldos por esa razón -; pero puedo afirmar a la Representación

Nacional que dos mil maestros rurales, de los cuales mil son nuevos, que hemos obtenido por sacrificio de partidas globales y generales, no existen cien maestros rurales en la República, con sueldos atrasados. Los señores diputados convendrán en que es perfectamente disculpable que estén todavía en situación incierta de pago inmediato quizás cien maestros, cuando hemos podido aumentar mil que no estaban consignados en los presupuestos. Volviendo al tema a debate, voy a decir al compañero Caloca, que en un caso de esos maestros rurales por los cuales con tanta razón se preocupa, en un caso típico en el de un maestro de treinta años que gana dos pesos, en virtud de esta ley y por las excepciones que logramos, ese maestro no tendrá que hacer sino un sacrificio de tres centavos y setenta y cinco centésimos de centavo diarios, ¿Creen razonablemente los compañeros que sea un sacrificio tremendo el que se exige al maestro rural con tres centavos y setenta y cinco centésimos de centavo al día para asegurarle a ese maestro que ganó dos pesos, para asegurarle una pensión de retiro de un peso ochenta centavos alguna vez? Indudablemente, compañero Caloca, que no ser exagerado el sacrificio.

El C. Siurob: Con permiso de la Presidencia, para una interpelación al señor secretario de Educación. Señor secretario: creo interpretar el sentir de la mayoría de mis compañeros al decir que la Cámara ha comprendido perfectamente cuáles son los ideales del Ejecutivo al haber propuesto a esta Asamblea de la Ley de Pensiones que está a debate; más, no entiendo si el ideal del Gobierno Federal ha sido asegurar de una manera sólida para los maestros como un derecho creado por ellos mismos y reconocido tácitamente por el Gobierno Federal, el derecho de adquirir una pensión cuando por sus servicios, por cansancio, natural de sus continuados servicios o por las circunstancias de fatiga y de calidad especial que caracterizan estos servicios, necesite ya retirarse con ellos. Creemos que no solamente es un excelente pensamiento del Gobierno Federal, que no solamente es una educación colectiva para el profesorado, que no es el momento de discutirlo, sino de llevarlo a la práctica de una manera más radical todavía que como el Ejecutivo lo ha propuesto. En tal concepto, las interpelaciones que voy a hacer al señor secretario se refieren precisamente a colaborar con dicho proyecto. La primera: uno de los primeros obstáculos que se oponen a la ley es éste: se dice que el ahorro es colectivo para todo el profesorado y, sin embargo, no beneficia más que a determinados individuos del profesorado. Esta es la primera interpelación, porque parece que ahorrando todos los profesores, el fondo común, sin embargo, no va a beneficiar más que a los profesores que se retiren o a los profesores que ya ameriten una pensión de jubilación. Esta es la primera interpelación que yo hago. Segunda: que los fondos deben estar garantizados. Entiéndase bien que una de las mayores resistencias del profesorado consiste en el temor de que no este Gobierno, sino cualquier otro Gobierno que no esté precisamente imbuído con las mismas tendencias de economía y de orden y de disciplina, despilfarre los fondos del profesorado; y esos fondos son su sudor y su trabajo (Aplausos), que significan el gasto de sus mayores y más nobles energías, no quiere el profesorado y no queremos los revolucionarios de esta Cámara, de ninguna manera, que se pongan en un ápice de peligro, y por lo tanto deseamos ver absolutamente garantizados esos fondos y que en esa ley se ponga que esos fondos estén independientes de la política, de las malas administraciones, y que se pongan en manos, si es posible, de los mismos electos por el profesorado para manejarlos debidamente. (Aplausos). No sólo, sino que teniendo precisamente en cuenta la circunstancia de que puede venir un Gobierno que no maneje esos fondos con el debido escrúpulo y con la debida minuciosidad, a que esos fondos vayan a quedar sujetos a vaivenes de la política, deseamos que estos fondos queden precisamente fuera del Gobierno, en alguna institución bancaria, en algún lugar que sea absolutamente independiente de la administración y de la política. Y por tal motivo, que allí vayan a dar todas las economías del profesorado, más ese 25 por ciento que tan bondadosamente se les asigna.

Cuarto punto de interpelación: los revolucionarios de esta Cámara indudablemente que me acompañarán al pensar que esa ayuda de 25 por ciento debe ser única y exclusivamente en favor del profesorado y no del resto de los empleados civiles. Nosotros no fundamos en estas razones: que el profesorado debe ser considerado como una clase de privilegio moral para todos los revolucionarios, fundándonos en que debemos darles el realce que hasta hoy y nunca han tenido dentro de los demás grupos sociales, pues son el portaestandarte y la bandera de la civilización, los forjadores del alma de la patria y, por tanto, objeto de toda clase de consideraciones para nosotros. (Aplausos).

Por esas razones yo interpelo al compañero Puig para que nos diga si ya el veinticinco por ciento federal ser única y exclusivamente beneficio para el profesorado de la República. Y quinto: si en los sueldos más pequeños entra esta rebaja, porque entendemos que los sueldos más pequeños deber ser eximidos, como decía perfectamente bien el compañero Caloca. El profesor que va a luchar contra todas las inclemencias locales, contra todas las dificultades económicas que le opongan los mismos capitalistas, que no quieren hoy, como no han querido nunca que el proletariado se elevara intelectualmente, deben estos pobres compañeros trabajadores intelectuales estar absolutamente perjudicados y no sufrir absolutamente la menor rebaja, porque éstos deben ser considerados como absolutamente privilegiados en la civilización mexicana.

A esto se concretan mis interpelaciones, señor secretario, que le suplico tome como una colaboración a la ley y de ninguna manera como una obstrucción a la ley que los revolucionarios de esta Cámara somos los primeros en secundar. (Aplausos).

El C. secretario de Educación: Voy a procurar, señores diputados, contestar los cinco puntos muy interesantes de la interpelación del señor diputado Siurob, rogándole que si alguno de ellos no lo he conservado en la memoria, me lo amplíe.

Se refiere el señor diputado Siurob, en el primer punto de su interpelación, a las personas a quienes se aplicar esta Ley de Pensiones Civiles de

Retiro, en lo que toca al profesorado, es decir, pregunta: ¿quiénes van a ser los beneficiarios de la ley? Los beneficiarios de la ley serán, señores diputados, los siguientes: los profesores que habiendo contribuido siquiera seis meses se retiren del servicio por cualquier causa. En este caso el profesor recibirá íntegramente lo que se le haya descontado, más los intereses que pudiera ganar su dinero en cualquier banco. Segundo: el profesor que cualquiera que sea el tiempo en que haya hecho depósitos, muera antes de llegar a tener la edad y las condiciones de retiro. En este caso los familiares recibirán el monto total de las cantidades depositadas, con intereses sobre esas cantidades; y, un hecho que había olvidado señalar a la Representación Nacional: continuar teniendo derecho a los dos meses de paga de marcha. Tercer caso: profesores que sin llegar a la edad de retiro, sean inhabilitados por causa propia del servicio. Recibirán, como mínimum, el cincuenta por ciento del sueldo que estaban percibiendo. Cuarto caso: profesores inhabilitados por causas ajenas, absolutamente ajenas al servicio, sin edad para el retiro. Este es el caso del que sufre un accidente por un camión y queda inhabilitado; en ese caso el profesor recibirá una pensión cuyo monto en ningún caso ser menor del veinte por ciento del sueldo que disfrute. Otro caso: el profesor que llega a la época de retiro. Obtiene los beneficios de la ley calculados conforme se establece: el uno y medio por ciento del promedio de los sueldos de los últimos cinco años, multiplicado por el número de años de servicio. (Una voz: ¿Y los deudos? Los deudos: si un profesor retirado muere - y éste es un punto de verdadero aspecto socialista y avanzadísimo de la ley en el sistema actual de pensiones -, decía yo, si un profesor obtiene su pensión de jubilación y muere - y tenemos un caso concreto recientísimo - a poco de estar gozando de su jubilación, antes, la familia de ese profesor, no obstante la acumulación de servicios durante años y años, se quedaba en la calle; pero conforme a la nueva Ley de Pensiones de Retiro esta familia recibir como mínimo, el setenta por ciento de la cuota que correspondía al beneficiario, y más generosa todavía la ley llega a conceder al profesor el derecho de señalar con toda libertad un beneficiario futuro; de manera que aun en el caso de que un profesor no tenga hijos y no tenga nietos, puede darse la satisfacción generosa de recoger a un huérfano, de cifrar en ese huérfano cariños y esperanzas (Murmullos), y de hacer que sobre ese huérfano no familiar suyo, recaiga el sesenta y cinco por ciento de los beneficios que él habría obtenido. De modo que todos los casos posibles abarca a ley, compañero Siurob; quizá haya olvidado alguno, pero puede estar cierto de que este asunto ha sido estudiado con toda minuciosidad en la Secretaría y que todas las lagunas que se han encontrado en la ley se han llenado. Aun con verdadera necedad, a veces, hemos insistido con las comisiones técnicas y con la Secretaría de Hacienda, cuyo espíritu generoso y amplio no podría aplaudir demasiado en esta ocasión. Y hemos logrado todo lo que hemos podido, compañero Siurob.

El segundo punto de la interpelación del señor diputado es particularmente interesante: se refiere al "aseguramiento de fondos" y está en íntima conexión con el tercer punto de su interpelación, con "la independencia" que esta organización de crédito debe tener para asegurar los fondos de los empleados públicos y del profesorado en particular. El señor compañero Siurob sabe que el señor presidente de la República, que en materia de dineros es excesivamente desconfiado, hasta la legítima suspicacia tratándose de dinero del pueblo, el señor presidente de la República ha tomado para el caso de la Ley de Pensiones cuantas garantías pudo imaginar el ingenio humano; y la Secretaría de Educación, a pesar de que consideraba que en la ley vigente, estaba ya perfectamente garantizado el funcionamiento libre de toda influencia política, de esa Junta Directiva de Pensiones, quiso ir más adelante todavía y ya expresamos a la Representación Nacional que solicitamos y obtuvimos que en todo caso un maestro formar parte de la Junta Directiva. De modo que la aspiración del compañero Siurob se consigue. (Murmullos).

El C. Siurob: Con permiso de la Presidencia. Sugería yo al señor secretario, con motivo de este asunto, el hecho de que los mismos maestros tuvieran derecho de designar una Comisión Inspectora o de Vigilancia de estos fondos para que ellos estuvieren siempre asegurados, es decir, sobre su aseguramiento y su manejo.

El C. secretario de Educación: Eso sería en realidad cuestión de la reglamentación de la ley, pero puedo adelantar a la Representación Nacional, porque así me lo comunicó el secretario de Hacienda anoche, que adelantándose ya a esta observación y en las pláticas preliminares que sobre esta ley ha tenido con alguna organización de las más poderosas de empleados civiles, aceptó en principio, sujeto, únicamente a la redacción definitiva de la ley, el hecho de que esta Junta Directiva, en la parte proporcional a los empleados, estuviera formada, ya no siquiera por representantes nombrados por el Ejecutivo, dentro de los diversos gremios de empleados civiles, sino elegidos por las organizaciones mismas, y estoy cierto de que en el proyecto definitivo que el Ejecutivo envíe, vendrá con perfecta claridad tratado este asunto. Por otra parte, y para garantía del capital y para evitar cualquiera posibilidad, cualquiera contingencia en el futuro, se ha decidido que los fondos, con excepción de la cantidad que se necesite para el pago ordinario, para el manejo, digamos así al día, de la organización, estarán totalmente invertidos en operaciones, con plenas seguridades, hechas en todos los casos bajo bases bancarias, estrictas, a los depositantes mismos. De manera que puede asegurarse que un tanto por ciento muy elevado, cuyo monto no podría fijar, pero que ser superior sin duda al setenta o al setenta y cinco por ciento del capital total, estar en todo caso en manos de los depositantes, en forma de préstamos o anticipos para construcción de casas o para compra de terrenos y, en general, para todos los beneficios que la ley señala en detalle.

Por lo que se refiere al cuarto aspecto de la interpelación del compañero Siurob, que quiere y con justicia que ese beneficio, que esa bonificación del veinticinco por ciento que la Federación va a conceder a los maestros, sea única y exclusivamente

para ellos, para que se demuestre así la atención especial, la gratitud particular que los gobiernos revolucionarios deben tener por los maestros, así lo hemos pedido. Es la única modificación que no va a ser aplicable al resto de los empleados. Las comisiones técnicas de Hacienda, cuando la Secretaría de Educación presentó sus objeciones y fueron discutidas con toda amplitud ayer, aceptaron esta modificación, como una excepción para los maestros, y apuntaron la casi seguridad de aceptar todas las demás modificaciones como beneficio general para la totalidad de los empleados federales.

Por lo que toca al quinto y último aspecto de la interpelación del señor diputado Siurob: su deseo de que los maestros más pobres, los que ganen menos no queden en situación de desventaja, el artículo 46 señala ya que tendrán privilegios los empleados de tres pesos y nosotros logramos la extensión a los empleados de cuatro pesos de esos privilegios que como ya dije consisten esencialmente en la diminución, al cincuenta por ciento, de las cuotas que pagarán los demás profesores. Creo, con esto, señores diputados, haber dejado contestadas todas las interpelaciones.

El C. Siurob: Pido la palabra para dar las gracias al señor secretario por haber contestado mis interpelaciones y para asegurar a los señores profesores que en adelante vamos a seguir estudiando esta ley; que ellos no deben sentirse intranquilos porque van a poder hacer directamente sus gestiones tanto ante la comisión que tiene en sus manos este dictamen, como personalmente ante nosotros los ciudadanos diputados, y tengan la seguridad los señores profesores de que aquí, dentro de este recinto, tienen no uno sino muchos fieles guardianes de sus intereses que no tolerarán que por ningún motivo sean atropellados en ninguna forma, voluntaria o involuntariamente, pues todos consideramos al profesorado como una clase social a la que la revolución debe dedicar todos sus cuidados, toda su atención y todo su respeto, con los mayores deseos por su bienestar en lo futuro. (Aplausos).

Presidencia del C. PEDRO C. RODRÍGUEZ

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Zincúnegui Tercero.

El C. Zincúnegui Tercero: Señores representantes:

No está en mi ánimo, al ascender a esta tribuna, venir a obtener el aplauso fácil que se obtiene cuando se siguen las tendencias de un grupo que asiste a esta sesión. Si en días pasados subí con todo el entusiasmo que siempre he sentido hacia la realización de los grandes problemas nacionales, a expresar mis ideas en favor de la sufrida clase del profesorado nacional, fue porque, como siempre he sostenido y seguiré sosteniendo, que México, mientras no dé un porcentaje de cultura superior al que tiene, no podré creer que positivamente comienza a fincar su futura intelectualidad, su futuro mejoramiento moral, su futuro mejoramiento efectivo. El temperamento latino exacerbado en la raza azteca, la cual heredó todo ese conjunto de virtudes y de atavismos que nos legaran los españoles, trajo consigo el enorme defecto del poco espíritu práctico de la vida, de los problemas, de todos aquellos actos que significan trascendencia para nuestros problemas. Yo, como el que más sucumbí en los primeros momentos a este atavismo, a ese afán de soñar que me alejaba de la realidad, y por eso en un momento dado no vi sino uno solo de los aspectos de la cuestión. Sigo sosteniendo mis mismos puntos de vista respecto al profesorado, pero creo que apartándonos del quimerismo, apartándonos del ensueño, debemos descender a la realidad y ver que contra el sueño está la lógica aplastante de los números. No se alarme el profesorado nacional porque en estos momentos venga yo con ánimo sereno, no a seguir la política que seguiría mi estimable compañero Caloca de obtener un aplauso con un argumento traído de los cabellos, sino para hacer algo efectivo en favor del profesorado. (Aplausos. Siseos). En la misma forma que no me halagan los aplausos, creo que cuando estoy cumpliendo con mi deber no deben atemorizarme los siseos.

Señores representantes: hemos escuchado con cifras elocuentes, con números que no dejan lugar a duda, que el Ejecutivo está pendiente de este problema y que al presentar la Ley de Pensiones que presenta a la consideración de esta Representación Nacional, ha tomado muy en cuenta todos los sufrimientos, las penas y amarguras del profesorado, que se ha puesto en el término justo en que debe estar colocado. (Siseos). Yo, ciudadanos representantes, consideraría que faltaba al cumplimiento de mi deber si viniera por medio de halagos y por medio de lisonjas y mentiras a tratar de arrancar aplausos inmerecidos, a tratar de sugestionar en cualquiera forma a la Asamblea en contra de un proyecto que está más en lo justo de lo que al principio habíamos creído... (Siseos en las galerías. Desorden). Suplico atentamente a la Presidencia no ordene dar lectura al artículo que se refiere a la actitud que deben guardar las galerías, porque a todo el mundo consta que se trata del grupo más culto de la República, se trata del grupo que mejor que nadie está obligado a guardar compostura dentro de este recinto. (Siseos en las galerías). Yo disculpo los desahogos naturales de este grupo porque, desgraciadamente, decir la verdad ha sido siempre amargo. (Siseos. Desorden en las galerías). Un poco de atención, señores representantes... (Siseos en las galerías). Señores representantes: las comisiones unidas de Instrucción Pública y Hacienda.... (Voces: ¡No! ¡No! Siseos. Desorden en las galerías).

El C. secretario Cerisola: La Secretaría, por orden de la Presidencia, va a leer el artículo 195 del Reglamento.

El C. Caloca: Señores diputados.... (Campanilla).

El C. presidente: No tiene la palabra el diputado Caloca. (Siseos. Sigue el desorden).

- El C. secretario Cerisola, leyendo:

"Los concurrentes a la galerías se presentarán sin armas; guardarán respeto, silencio y compostura, y no tomarán parte en los debates con ninguna clase de demostración."

(Desorden en las galerías. Gritos. Murmullos).

El C. Zincúnegui Tercero: Señores representantes. (Sigue el desorden).

El C. Alvarez y Alvarez: Moción de orden.

El C. Zincúnegui Tercero: La mayor parte de los diputados que formamos esta Asamblea estamos acostumbrados a sostener nuestro criterio en esta tribuna, no ante un grupo de bellísimas damas, como hoy asisten a la Asamblea, sino ante grupos de porras indisciplinadas que han tratado de imponer aquí el silencio a la fuerza, impidiendo la manifestación más alta, el derecho más inalienable del hombre, como es la expresión de las ideas.... (Aplausos). Tengo la seguridad de que si los asistentes a las galerías se sirven escuchar por breves momentos mis palabras, estos siseos no tardarán un momento en convertirse en aplausos, porque si alguien está aquí dispuesto a salir por los fueros del magisterio he sido yo, que desde un principio he propugnando por todo aquello que redunde en beneficio del maestro.

Como decía hace breves momentos, no es con engaños ni con halagos a los profesores como se hace labor revolucionaria en favor de los mismos. (Siseos. Desorden en las galerías). Es positivamente penoso, señores, es una vergüenza para la nación misma.... (Siseos. Desorden en las galerías).

El C. secretario Cerisola: La Secretaría, por orden de la Presidencia, hace saber a las galerías que si no guardan la compostura debía se verá en el penoso caso de mandarlas desalojar. (Voces: ¡Sí! ¡No!)

El C. Zincúnegui Tercero: Señores representantes....

El C. Caloca, interrumpiendo: Señor presidente, pido la palabra una moción de orden.

El C. presidente: Tiene la palabra para una moción de orden el diputado Caloca. (Aplausos ruidosos en las galerías).

El C. Caloca: Compañeros diputados:

Están aquí, palpitantes, las frases del compañero Zincúnegui Tercero, calificando de estúpida y de bárbara la ley....

El C. Zincúnegui Tercero, interrumpiendo: ¡No es cierto! (Gritos en las galerías: ¡Sí! ¡Sí! Campanilla.)

El C. presidente: Eso no es moción de orden, ciudadano Caloca.

El C. Caloca: Voy a fundarla. Me permito fundarla con todo respecto, señor presidente. De manera que sus palabras han provocado el disgusto de todos los concurrentes y, en consecuencia, no debe desalojarse a las tribunas, sino al diputado Zincúnegui Tercero. (Siseos. Aplausos en las galerías).

- El C. secretario Cerisola, leyendo:

"H. Asamblea:

"Tal como se sirvió acordarlo esta respetable Representación Nacional, apoyada en el artículo 93 de nuestra Constitución Política, y a solicitud de las comisiones que subscriben, 1a. de Educación y 1a. de Hacienda unidades, se prestaron a informar los ciudadanos secretarios de Educación Pública y Hacienda, a afecto de compenetrarnos en forma amplia de los beneficios que al profesorado federal reporta la ley en vigor de pensiones civiles de retiro.

"Como lo esperábamos, la exposición hecha por el ciudadano secretario de Educación, ha sido amplísima y ha llevado a nuestro ánimo el convencimiento de que es a esta ley federal a cuyo estudio debemos avocarnos, tratando de modificarla en los términos ya expuestos por él y que dan a la citada ley un criterio de amplia liberalidad.

"Por lo expuesto, venimos rogar a esta H. Asamblea apruebe, con dispensa de trámites, los siguientes acuerdos:

"Primero. Reconsidérese el acuerdo tomado con fecha 5 de los corrientes, en el sentido de que las comisiones unidas 1a. de Educación y 1a. de Hacienda estudien y dictaminen sobre las observaciones que el Ejecutivo de la Unión hizo al decreto de jubilación para los maestros, expedido en noviembre. de 1923.

"Segundo Avóquense estas comisiones unidas al estudio de las reformas que amerite la actual Ley General de Pensiones de Retiro."

"Salón de Sesiones de la Cámara de Diputados. - México, D. F., 7 de octubre de 1925. - Por la Comisión 1a. de Educación, Rafael Alvarez y Alvarez. - Isaac Velásquez. - por la comisión 1a. de hacienda, Rufino Zavaleta. - L. Sánchez de Cima."

Se consulta a la Asamblea si se dispensan los trámites. Dispensados. Está a discusión.

El C. Salazar Juan B.: Pido la palabra en contra.

El C. presidente: Tiene la palabra en contra el ciudadano Salazar Juan B.

El C. Salazar Juan B.: Señores diputados:

El lunes todo el mundo se conmovía ante la miseria de los maestros. (Aplausos ruidosos en las galerías). El lunes esta escalera tenía muy pocos escalones para subir a esta tribuna. (Aplausos en las galerías). El lunes - parecía cursi, pero se hizo en esta tribuna - se vino a elogiar al maestro y a condenar otras instituciones, y apenas se ha presentado hoy el ciudadano secretario de Estado....(Aplausos ruidosos en las galerías. Voces: ¡Bravo! ¡Bravo!) ¿Es esta una Asamblea revolucionaria o una Asamblea servil? (Aplausos en las galerías). En los sistemas democráticos como el nuestro, una sola verdad vale más que cien mil discursos dichos desde esta tribuna. (Aplausos). Veinticuatro horas parecía un término bastante largo para dictaminar; casi querían los ciudadanos diputados que la comisión, sobre la rodilla, dictaminara, porque se trataba de la clase postergada, de la clase humilde, de la clase sufrida, de la clase que sí ha tenido hambre y sed positivas. Y hoy, señores, el panorama ha cambiado como por arte de magia; por eso vengo yo a oponerme a esta nueva proposición. Está en pie la instancia que se hizo a las comisiones unidas para que a la mayor brevedad posible rindieran su dictamen; está en pie el acuerdo de esta Asamblea, señores, y si a las veinticuatro horas vamos a estar aquí cambiando de acuerdos, si a las veinticuatro horas vamos a estar dando cuartos de conversión, no sé entonces qué clase de Asamblea es ésta. (Aplausos en las galerías. Voces: ¡Bravo!) Se ha sostenido aquí desde esta tribuna que la pensión a los maestros era una gracia y que hoy va a ser un derecho. protesto en

nombre de los maestros de escuela, de los maestros de la República (Aplausos en las galerías). por tal afirmación. No es una gracia, no, es estos asuntos no cabe más que el método histórico para que conozcamos la verdad. Muchos de los señores diputados no están en antecedentes de estos asuntos. (Aplausos en las galerías). Y quiero hacer esta tarde una síntesis de ellos, porque es preciso que conozcamos toda la verdad por dolorosa que ella sea. En 1887, en pleno régimen dictatorial, y con motivo de la fundación de la Escuela Normal, figuraba en esta ley este artículo que voy a leer, para que todos los ciudadanos diputados lo escuchen:

"Cuando alguno de los profesores normalistas quede inutilizado por una enfermedad. después de un servicio continuo de cinco años en la enseñanza, o hubiere permanecido en él durante veinte años, obtendrá del Ejecutivo federal una pensión que equivalga a la mitad del último sueldo que haya disfrutado. Si hubiere permanecido en el servicio de la enseñanza treinta años, obtendrá como pensión del sueldo entero."

He aquí, señores, lo que se hacía en 1887, he aquí, pues desde entonces consagrado al maestro; desde entonces proclamado al maestro como un servidor que merece recompensa por sus servicios, no como una gracia; ¡jamás! Entonces el profesorado no la aceptaba. (Aplausos en las galerías). Los gobiernos, señores diputados, tienen que proveer a la subsistencia de sus servidores.

El C. Hernández Marcos A: ¿Me permite una aclaración el orador?

El C. Salazar Juan B. Luego que yo termine pasar a esta tribuna, si gusta. Si un maestro ha agotado sus energías en el banquillo, y se retira a su casa después de un tiempo excesivo de trabajo, no va a pedir caridad, no va a mendigar el pan, tiene obligación el Estado de asegurarle su subsistencia por el servicio que ha prestado labrando la patria. (Aplausos en las galerías). Y esta ley subsistió durante mucho tiempo. Más tarde, cuando se fundó la Escuela de Profesoras, entonces también se tuvo en consideración esto, no sólo, señores, algo más: en este artículo que voy a leer se vera hasta dónde llegaba el alcance para velar por la vida, por la vida del maestro.

"Se premiará a los inspectores, directores y ayudantes de educación primaria, concediéndoles condecoraciones, distintivos y diplomas cuando presten sus servicios distinguidos; se les otorgarán las exenciones que las leyes permiten y se les asignarán sueldos proporcionales al número de años que hayan servido satisfactoriamente; se les otorgarán pensiones de retiro; se organizarán en su favor seguros y cajas de ahorro, y, cuando fallezcan, se proveerá a la educación de sus hijos."

Hasta allá ha ido esta ley, señores diputados. El Estado tenía en cuenta que quedaban los hijos de los maestros en la orfandad y él se encargaba de vigilar por la educación de éstos, es decir, de los hijos de quienes habían dado el pan intelectual, para que a éstos no les faltara nada en la vida. Cierta ocasión una comisión de maestros estuvo a entrevistar al ciudadano general Obregón para pintarle la dolorosa situación del magisterio nacional, y el general Obregón exclamó: "Si las cosas siguen como están, va a suceder que cuando alguien cometa una falta se le mandar a la escuela para castigarlo; se le mandar como maestro de escuela". Y sí, señores; si vamos a la Secretaría de Educación Pública encontraremos rimeros de papeles en los que constantemente los maestros se están quejando por la falta de sueldos. No ha mucho una comisión de diputados guerrerenses hizo gestiones para que en Guerrero se les liquidara a los maestros los sueldos, casi por un año, y a pesar de eso a la fecha no han recibido el saldo de ese sagrado dinero a que tiene derecho. Pues bien, señores diputados; yo no discuto las excelencias del Banco, no; un aplauso generoso, un aplauso caluroso; yo no discuto lo que no está a discusión aquí; debemos venir a resolver el problema que tiene enfrente los maestros: el de asegurar su vida para el porvenir.(Aplausos).

Decidme si no es hasta característica la indumentaria del maestro de escuela; decidme si no en una concurrencia parece que adivinamos quién es el maestro de escuela. Hay algo más. señores; nosotros venimos aquí a levantar nuestra voz para la protección de un ser que deja día a día, por la ley de la psicología del trabajo, su belleza, sus energías y que no puede ya después formar un hogar: la maestra de escuela, que día a día va modelando el corazón y la inteligencia de los niños; es la mujer que se sacrifica y, sin embargo, ayer apenas la ley le daba sesenta años para poder jubilar. ¿Es cierto o no? (Voces en la galería: ¡Sí! ¡Sí!) Pues bien, yo exhorto a los maestros a que sigan unidos, a que formen una sola confederación de sociedades magisteriales, a que no dejen que estas leyes se impongan. Hemos conseguido ya una promesa, pero que no quede en palabras, ¿acaso no los mandatarios son tan exigentes cuando una ley se promulga, que quiérase o no se cumple? Hoy ha venido a hacerse una promesa de que se considerará a los maestros; es lo que pedía yo desde esta tribuna, que no se les nivelara con los empleados, y conste que es un triunfo del maestro de la República. Bien, señores, yo exhorto al magisterio a que reclame, que no pida, el que pide que no tenga derecho de enseñar, el que exija, sí. (Aplausos en galerías). La Representación Nacional, la XXXI Legislatura a la que hace unos dos días lanzasteis vivas, os prometió que estudiaría esa ley. (Voces: ¡Sí! ¡Sí!) Y si no lo cumple, ya sabéis que tenéis un ejemplo de deslealtad para decirles a vuestros hijos: Me engaño la XXXI Legislatura. (Aplausos en galerías). Acéptense en buena hora todas las reformas que nos ofrezcan cuando ellas sean dignas y que vengan aquí para que las discutamos, pero no nada más porque sí, que cumpla esta comisión con el acuerdo que tomó esta Asamblea; de lo contrario, señores, no merecemos formar una representación nacional. (Aplausos en las galerías).

Compañeros: Hacéis bien en no confiar en promesas: los estómagos no viven de promesas: celestiales. (Aplausos). Hacéis bien, queridos compañeros; ya no se conquista el reino de los cielos con hambre, sed y miserias; hoy se ama a Dios siendo feliz en la tierra. (Aplausos ruidosos en las galerías).

El C. presidente: Tiene la palabra la comisión.

El C. Alvarez y Alvarez: Ya el compañero

Salazar, ciudadanos diputados, habló a los estómagos; yo voy a hablar a las mentes. (Voces: ¡Muy bien! ¡Muy bien! Siseos en las galerías). Entre las muchas satisfacciones que tiene el cumplimiento del deber, no hay ninguna tan dulce como el sacrificio. Y yo, vengo a él. (Voces en la galerías ¡Huy! ¡Huy! Voces: ¡Arriba Alvarez!) Y digo que vengo al sacrificio, porque no es lo mismo escalar esta tribuna sobre alfombras tapizadas de flores, como lo hiciera Caloca, que saboreando la dulzura de las espinas que riegan aquellos que quieren obstruir la obra de verdadera edificación, de verdadera liberación de los oprimidos. (Siseos en las galerías). El ambiente de las tribunas hacia esta discusión es hostil, pero yo digo: también es prematuro. Para mí no hay nada tan doloroso en esta oportunidad como aparecer contrariando la opinión de ese grupo florido del profesor mexicano (Murmullos en las galerías). en el que campea el desbordante entusiasmo del joven profesor, se destaca la figura respetuosa del educador anciano, y florece la hermosura y la virtud de la mujer dedicada al martirologio de la enseñanza. (Desorden en las galerías). Digo, pues: que me es sensible, por todos conceptos, puesto que yo también sé dejarme arrastrar por el sentimentalismo y arrojarme a los pies de la mujer y adorar a la belleza... (Aplausos. Risas). Y mi convicción hace que mis palabras se impregnen en un profundo dolor; pero no imparta, he dicho que vengo a cumplir con un deber y lo haré, no os alarméis.

Vengo en nombre de las comisiones unidas 1a. de Hacienda y 1a. de Educación... (Desorden en las galerías), a apoyar una proposición que ha momentos acaba de ser leída en esta tribuna. Tal proposición nos acerca a la finalidad de conseguir lo que desea el grupo de profesores que se encuentra aquí reunido y la tendencia de consolidar de una vez por todas el servicio civil en nuestra patria. He dicho que no os debéis alarmar, porque no vengo ni a defender una ley ni a atacar otra, vengo exclusivamente a procurar que encontraremos el camino más obvio, que aprovechemos el tiempo en la forma en que esta Asamblea lo necesita en el momento, para que en un plazo perentorio, tal como lo hemos prometido los miembros de la comisión, estemos en condiciones de presentar un dictamen que satisfagan las aspiraciones de todos, sin atacar los derechos de nadie. (Aplausos y siseos). En la sesión de ayer nos permitiremos presentar una moción a efecto de que los ciudadanos secretarios de Educación y de Hacienda rindieran informes sobre las tendencias de la ley actualmente en vigor, llamada "Ley General de Pensiones Civiles de Retiro." (Murmullos en las galerías). Preguntaréis acaso qué conexión tiene la exposición amplísima que ha hecho el ciudadano secretario de Educación, con el asunto a debate. El acuerdo tomado ayer fue el de que las comisiones se avocarán el conocimiento de la Ley de Jubilaciones que duerme desde el año de mil novecientos veintitrés, y no comprendemos la razón por la cual los ciudadanos secretarios nos vengan a hablar de otra ley que no tiene relación ninguna con aquélla." (Aplausos). ¡Esta observación se ha hecho! La he dicho y por eso quiero explicarme: Solicitamos el informe de los ciudadanos secretarios, apoyados en la última parte del artículo 93 constitucional, a fin de que hicieran una amplísima exposición de esta reciente ley, ya que por ser reciente no ha sido del todo, conocida, por mucho de nosotros. Nuestro deseo no es por el momento apoyarla o combatirla, sino buscar la tendencia en que creemos inspirada a la Secretaría de Educación, digamos, al Ejecutivo Federal, para tratar de conciliar los intereses de los empleados, no únicamente los del profesorado. ¿Por qué razón hemos de encontrar una pugna que no existe entre los intereses del profesorado, trabajador intelectual, y los del empleado público, también obrero intelectual? Unos y otros tienen sus méritos (Desorden en las galerías). unos y otros merecen la paternidad del estado en forma amplia y liberal por medio de una ley. Se objeta desde luego "que se quiere equiparar al profesor con el empleado." Esto no es justo. Tenéis razón, las reformas del ciudadano secretario de Educación Pública tratan de equiparar no al maestro de escuela con el empleado público, sino a éste con aquél y hay una gran diferencia en ello. Se trata, al ampliar la ley, de hacer extensivos los beneficios de la liberalidad que el mismo profesorado ha provocado como modificaciones a esta ley hacerlas extensivas a todos los servidores del Estado; a todos aquellos empleados que consumen sus energías en las obscuridades de un pupitre, a los que dejan su vida a girones, ignorados de todos, y que son las eternas víctimas incógnitas, digámoslo, ¡sí! te todos los gobiernos, los eternos parias intelectuales. Hoy se desea elevar al empleado al nivel del maestro, y que de la amplitud que el respetable grupo de profesores ha provocado como modificación de esta ley, se haga partícipe al empleado público. (Aplausos en las galerías).

Yo acudo al altruismo y a la nobleza de sentimientos de los profesores presentes, para que digan: ¿qué inconveniente puede haber en que el empleado público participe también de los beneficios que vais a disfrutar? Entonces marchamos de acuerdo, por esto os dije en un principio que no os alarmarais: vamos persiguiendo intereses idénticos. Se ha tenido hasta hoy la creencia, un tanto cuanto vulgar, de que el capítulo de jubilaciones es algo en contraposición con el de pensiones, y el culto auditorio que me escucha, sabe perfectamente que la pensión comprende a la jubilación; que el concepto jubilación es más estrecho y está comprendido dentro del primero; que jubilar es declarar exento de prestar servicios a un funcionario público en virtud de imposibilidad física o de avanzada edad, asignándole un haber pasivo; y que pensionar tiene una connotación amplísima que abarca este concepto, puesto que podíamos decir que pensionar es conceder una cuota anual en virtud de méritos o servicios prestados por el agraciado, por persona extraña o simplemente inspirada en la gracia de quien otorga la pensión. Esta última circunstancia de inspirarse en la gracia de quien otorga la pensión, abarca la jubilación, la comprende, la encierra y, por lo tanto, una Ley de Pensiones es mucho más amplia que una Ley de Jubilaciones. La pensión, a mi modo de ver, dignifica y convierte en derecho lo que la jubilación en caridad y en conmiseración general. (Murmullos en las galerías). Hoy se pretende que el profesor, como lo dijera alguno de los que me

precedieron en el uso de la palabra, se presenta a exigir un derecho adquirido, no a solicitar una gracia. La jubilación es petición, la pensión es orden, mandato. (Murmullos). Estudiaremos en su oportunidad las ventajas y las desventajas que esta ley puede tener; no es el momento ni el lugar oportuno para que los miembros de la comisión nos pongamos de acuerdo sobre este particular. Esto se hará con la acuciosidad necesaria y con la ecuanimidad que requiere un problema de trascendencia nacional. Por hoy baste sólo decir que el objeto de la comisión no es combatir al profesorado; no es buscar pugnas entre éste y los empleados públicos, sino, al contrario, conciliar, reunir en un solo haz los intereses de unos y otros y con ellos formar una ley que sirva de piedra angular para el establecimiento futuro de nuestro servicio civil. No quiero abusar de la benevolencia que me prodigáis y de la cual guardo un sincero agradecimiento y me permito sólo rogaros apoyéis la moción que presentamos para que sea derogado el acuerdo anterior, no sólo por razones de orden legal, sino por razones de orden lógico, puesto que debemos buscar, si perseguimos el mismo objetivo y estamos inspirados en un finalidad elevada y noble, debemos buscar, repito, el camino más obvio y más efectivo. La comisión trabajará con acuciosidad y de ello ha dado muestras; pero necesitamos la ecuanimidad, la benevolencia de todos mis oyentes para que sin desbordar el sentimiento y sin confiar al corazón la resolución de un asunto de grave trascendencia, pongamos nuestro esfuerzo y el chispazo de luz que la naturaleza haya puesto en nuestras mentes, para que aportemos un modesto óbolo en la reconstrucción del país para lograr este objetivo, retirad en primer lugar el acuerdo tomado, en virtud de que la sesión de antier se celebró bajo un ambiente de sentimentalismo, y el sentimentalismo es un mal consejero; retirado ese acuerdo estaremos en posibilidad de estudiar con amplitud todas y cada una de las reformas que se propongan a esta ley y la comisión ofrece oír los clamores del profesorado y los de todos los elementos interesados en la formación de esta ley y atenderlos. Tenemos el oído atento el clamor popular, y clamor popular es el que se ha escuchado hoy; así es que con toda buena voluntad, haciendo a un lado las pequeñeces que pudieran encender nuestras pasiones en el momento de tratar problemas serios, aceptamos de buen grado todas y cada una de las observaciones que se nos hagan y prometemos, repito, en un término perentorio hacer un dictamen que encierre las modificaciones ya iniciadas por el ciudadano secretario de Educación Pública.... (Voces: ¡No! ¡No! ¡No!) ¿Por qué os alarma que las modificaciones presentadas por el ciudadano secretario de Educación no convengan? (Desorden en las galerías. Campanilla). Sería anticipar nuestro criterio y seria manifestar que antes que el razonamiento frío, oponemos el prejuicio que nos enerva. Si logramos dar este paso en la adquisición de un principio, de un gran principio que se traduce en la unificación del obrero intelectual, aportación de capital de gran volumen para inversiones que la ley se propone y auxilios eficaces y oportunos de unos para otros, entre los elementos que trabajan con su inteligencia y con su constancia, habremos dado un efectivo, un verdadero paso en la resolución de los múltiples problemas que tenemos al frente y podremos mañana o pasado exclamar lo mismo que ayer hubiéramos dicho en el desbordamiento de entusiasmo que cundió por toda la Asamblea: cada uno de los servidores del Estado llevará dentro de su nombramiento, el nombramiento de jefe de su oficina. ¿Por qué? Porque con su esfuerzo, con el esfuerzo colectivo de todos, todos para uno y uno para todos, se llegará a formar una institución fuerte; se creará un servicio civil; habrá estabilidad en el empleo que se desempeña a base de méritos y de conocimientos y podremos mañana exclamar frente a cada meritorio, parodiando a Napoleón cuando se dirigía a sus soldados: "Allí en vuestras mochilas lleváis el bastón de mariscal." (Aplausos. siseos).

El C. Salazar Juan B.: Pido la palabra para una aclaración.

El C. presidente: Tiene la palabra el diputado Salazar.

El C. Salazar Juan B.: Las organizaciones magisteriles de la capital de la República aceptan la invitación del compañero Alvarez, de enviar representantes para que se discuta la ley con las comisiones. (Murmullos). El compañero hizo una invitación a las sociedades y ellas están dispuestas a mandar representantes para que ilustren a las comisiones; así es que yo pido que se haga constar eso en el DIARIO DE LOS DEBATES, y a los compañeros profesores para que desde luego procedan a designar a las personas que vengan a tratar el punto con las comisiones. (Aplausos en las galerías).

El C. secretario Cerisola: Se consulta a la Asamblea si considera el asunto suficientemente discutido. Los que estén por la afirmativa se servirán manifestarlo. En votación económica se consulta si se aprueba. Aprobado.

El C. Valencia P. R.: Pido votación nominal. (Voces: ¡Votación nominal!)

El C. presidente, a las 19.45: Se levanta la sesión y se cita para mañana a las diez y seis horas