Legislatura XXXII - Año I - Período Ordinario - Fecha 19261129 - Número de Diario 36
(L32A1P1oN036F19261129.xml)Núm. Diario:36ENCABEZADO
MÉXICO, LUNES 29 DE NOVIEMBRE DE 1926
DIARIO DE LOS DEBATES
DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS
DEL CONGRESO DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS
Registrado como artículo de 2a. clase en la Administración Local de Correos, el 21 de septiembre de 1921.
AÑO I. - PERÍODO ORDINARIO XXXII LEGISLATURA TOMO I. - NÚMERO 36
SESIÓN DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS
EFECTUADA EL DÍA 29 DE NOVIEMBRE DE 1926
SUMARIO
1. - Abierta la sesión, es leída y aprobada el acta de la anterior.
2. - Cartera. Se concede licencia a los CC. diputados Alberto Méndez y Guillermo Aguilera. La Secretaría de Gobernación envía el proyecto de ley sobre dispensa de irregularidades y defectos de las cuentas de la Hacienda Pública federal; recibo, a las comisiones unidas 1a. y 2a. de Hacienda, e imprímase. Es designado un orador para la ceremonia que se efectuará en Ecatepec en honor del generalísimo José María Morelos y Pavón.
3. - Primera lectura del proyecto de los CC. representantes Alfonso Francisco Ramírez y Lorenzo Mayoral Pardo. que reforma la ley reglamentaria de los artículo 103 y 104 constitucionales; imprímase. Se aprueban dos dictámenes de la 1a. Comisión de Peticiones. Obtiene licencia el C. diputado Enrique A. Enriquez. Primera lectura al dictamen de las comisiones unidas 2a. Agraria y 1a. de Puntos Constitucionales, por el que se conceden facultades extraordinarias al Ejecutivo Federal para legislar en materia agraria; imprímase.
4. - Es discutido y aprobado, en lo general, el dictamen de las comisiones unidas 2a. de Minas y 2a. de Hacienda, sobre adiciones a la Ley de Impuestos a la Minería. Se levanta la sesión.
DEBATE
Presidencia del C. TEODULO GUTIÉRREZ
(Asistencia de 187 ciudadanos diputados).
El C. presidente, a la 17.20: Se abre la sesión.
- El C. secretario Cerisola, leyendo:
"Acta de la sesión de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, celebrada el día veinticinco de noviembre de mil novecientos veintiséis.
"Presidencia del C. Benito Juárez Ochoa.
"En la ciudad de México, a las diez y siete horas y veinticinco minutos del jueves veinticinco de noviembre de mil novecientos veintiséis, se abrió la sesión, con asistencia de ciento noventa y tres ciudadanos diputados.
"Fue aprobada en sus términos el acta de la sesión celebrada el día anterior.
"Se dio cuenta con los siguientes documentos:
"Oficio del Congreso de Durango, en que propone como candidato a magistrado de la Suprema Corte de Justicia al C. licenciado Elías Monges López. - Recibo, y resérvese para el Congreso General.
"Telegrama por medio del cual la Legislatura de Yucatán designa como candidato para el mismo cargo al C. licenciado Arturo Cisneros Canto.
- El mismo trámite.
"Circular en que el C. Carlos Riva Palacio comunica que con fecha 18 de noviembre volvió a encargarse del puesto de gobernador constitucional del Estado de México. - De enterado.
"Ocurso del señor Clarence W. Lothrop, en que solicita se apruebe el contrato celebrado entre la Southern Sierras Power of México, S.A., que representa, y el Consejo Municipal de Mexicali, Baja California, para proporcionar al público servicio de luz, calefacción y fuerza. Hace suya esta solicitud el C. José María Tapia, diputado por el Distrito Norte la Baja California. - A la 1a. Comisión de Comunicaciones.
"Se puso a discusión en lo general, previa dispensa de la segunda lectura, el dictamen de la 1a. Comisión de Gobernación, relativo al proyecto de la ley reglamentaria del artículo 130 de la Constitución Federal, enviado por el Ejecutivo de la Unión.
"Pronunciaron discursos en pro de los CC. Alejandro Cerisola, Gilberto Fabila, Antonio Díaz Soto y Gama, Gonzalo N. Santos, Alfredo Romo y José F. Gutiérrez. Los CC. Cerisola y Santos exhibieron pruebas de sus asertos; los CC. Fabila y Díaz Soto y Gama fueron interrumpidos, respectivamente, por los CC. Leopoldo Zincúnegui Tercero y Gonzalo N Santos, con el fin de hacer aclaraciones; la Asamblea, a excitativa del C. Díaz Soto y Gama, se puso en pie para patentizar su adhesión al Ejecutivo federal por la política que ha venido desarrollando en la cuestión religiosa y respecto de la situación internacional; el C. Romo propuso y la Asamblea lo aprobó, que se imprimiera un folleto con los discursos pronunciados en esta sesión, con objeto de que se reparta profusamente en todo el país.
"Con dispensa de trámites y sin debate fue aprobada una proposición subscrita por varios representantes, relativa a que se dirijan oficio a los diarios metropolitanos para que, dando una prueba más de su interés por los asuntos que
afectan a nuestra nacionalidad, publiquen en lugar preferente de sus ediciones y en forma de cliché la copia fotográfica de la circular de los Caballeros de Colón de Estados Unidos, dada a conocer a la Asamblea en esta sesión.
"Por unanimidad de ciento sesenta y tres votos se declaró con lugar a votar en lo general el proyecto de ley a que se ha hecho referencia.
"A discusión en lo particular, no hubo quien hiciera uso de la palabra y el mismo proyecto se aprobó por unanimidad de ciento cuarenta y ocho votos, debiendo pasar al Senado para los efectos constitucionales.
"Se nombraron dos comisiones: una integrada por los CC. Zincúnegui Tercero, Valentín Aguilar y Juan Rincón, para acercarse a la prensa y exhibir las pruebas que dio a conocer el C. Gonzálo N. Santos; y la otra formada por los CC. Fernando Moctezuma, Teódulo Gutiérrez, Ignacio H.Santana, Zincúnegui Tercero, Alcides Caparroso y secretario Cerisola, para llevar a la Cámara colegisladora el proyecto de ley reglamentaria del artículo 130 constitucional aprobado.
"A las veinte horas y veintidós minutos se levantó la sesión."
Está a discusión. No habiendo quien haga la impugne, en votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa se servirán manifestarlo. Aprobada.
- El mismo C. secretario, leyendo:
"H. Asamblea:
"Con motivo de tener urgente necesidad de trasladarme al distrito que represento por el Estado de Guerrero, para atender asuntos que requieren mi presencia, me permito solicitar una licencia sólo por veinte días, con goce de dietas, comenzando a computarse desde el 1o. de diciembre próximo.
"Pido dispensa de trámites, protestando lo necesario.
"México, D.F., noviembre 26 de 1926.- Diputado, Alberto Méndez".
En votación económica se pregunta si se dispensan los trámites. Los que estén por la afirmativa sírvanse manifestarlo. Dispensados. Está a discusión. No habiendo quien haga uso de la palabra, en votación económica se pregunta si se concede la licencia. Concedida.
- - El C. Torregrosa, leyendo:
"H. Asamblea:
"En vista de los movimientos sediciosos registrados últimamente en la región de Sombrerete, del Estado de Zacatecas, necesito trasladarme a Fresnillo, del propio Estado, en cuyo municipio existen varias defensas civiles que he organizado con campesinos de la región, a fin de cooperar con ellas al pronto sofocamiento de los brotes de rebelión arriba citados; para lo cual pido muy atentamente a esta H. Asamblea que, con dispensa de todo trámite, se sirva concederme una licencia por veinte días, con goce de dietas, para dejar de asistir a las sesiones respectivas.
"Hago presente a la H. Asamblea las seguridades de mi atenta consideración. - México, D.F., a 29 de noviembre de 1926. - Guillermo Aguilera, diputado por el 3er. distrito de Zacatecas".
En votación económica se pregunta si se dispensan los trámites. Dispensados. Está a discusión. No habiendo quien haga uso de la palabra, se consulta, en votación económica, si se concede la licencia. Concedida.
"Poder Ejecutivo Federal. - México. - Estados Unidos Mexicanos. - Secretaría de Gobernación. - Oficialía Mayor. - Número 905.
"Ciudadanos diputados secretarios del H. Congreso de la Unión. - Presentes.
"Por acuerdo del ciudadano secretario, me permito acompañar el Proyecto de Ley sobre Dispensa de Irregularidades y Defectos de las Cuentas de la Hacienda Pública Federal, con atenta súplica de que se sirvan ustedes dar cuenta con dichos documentos a esa H. Asamblea.
"Renuevo a ustedes mis atenciones.
"Sufragio Efectivo. No Reelección. - México, D.F., a 26 de noviembre de 1926. - El oficial mayor, G. Vásquez Vela." - Recibo; a las comisiones unidas 1a. y 2a. de Hacienda, e imprímase.
(El proyecto de referencia dice:)
Poder Ejecutivo Federal. - México. - Estados Unidos Mexicanos. - Departamento de Contraloría.
Chapultepec, D.F., 22 de noviembre de 1926.
A los ciudadanos secretarios de la H. Cámara de Diputados. - México, D.F.
En el informe sobre el estado de la administración pública del país presentado al honorable Congreso de la Unión en primero de septiembre próximo pasado,se señaló la existencia del problema de las cuentas en depuración que han venido acumulándose de años atrás en el Departamento de Contraloría y la necesidad de tomar medidas radicales para solucionarlo.
Para dar una idea de la magnitud del problema, basta recordar que en los comentarios en la cuenta rendida por el Departamento de Contraloría relativa al ejercicio fiscal de 1925, se señaló que los saldos de las cuentas en depuración ascendían a $1,138.941,485.53, de los cuales corresponden ... $854.027,449.85 a cuentas de Activo, $284.914,035.68 a cuentas de Pasivo.
Esta situación se refiere al período de mayo de 1917 a 31 de diciembre de 1924. Por lo que respecta a las cuentas del primer período de que se habla (mayo de 1917 a diciembre de 1924), han sido glosadas en su totalidad, pero a causa de la presentación insuficiente o irregular, han quedado en depuración. Una buena parte de los expedientes que no han sido depurados, se refieren a épocas en que no se había cimentado definitivamente la paz en el país.
Agravan el problema para el conocimiento exacto de la situación de la Hacienda Pública los expedientes que contiene la justificación y comprobación de erogaciones efectuadas de julio de 1913 a julio de 1914, por el gobierno llamado de la
usurpación; de la época preconstitucional (febrero de 1913 a abril de 1917) y lo relacionado con las oficinas situadas en las zonas que ocuparon los rebeldes del movimiento delahuertista (diciembre de 1923 a marzo de 1924).
No podría determinarse el importe que representa la documentación de dichos tres períodos, pues la mayor parte de las cuentas no se han glosado.
Es legítimo suponer, por lo tanto, que las irregularidades que contiene son efecto de la anormalidad de la situación y no siempre imputables a los cuentadantes. El examen de esas irregularidades lo confirma: excesos sobre asignaciones previstas por el Presupuesto de Egresos, fácilmente subsanables por la ampliación oportuna de las partidas respectivas; carencia de justificación o falta de órdenes de pago; y omisión o pérdida de documentos comprobatorios de erogación, que constituyen otros tantos defectos en que no podría, justificadamente, presumirse intención dolosa ni culpa, y que se explican por la urgencia, lugar y condiciones en que las operaciones respectivas se llevaron a cabo.
Como era natural, y según se asienta antes, la contabilidad de la Hacienda Pública Federal ha venido a resentir los efectos de una situación tan desordenada, y por tanto, no desempeña su papel de verdadero auxiliar en la administración del país, puesto que presenta datos sin completa exactitud y que no corresponden a la realidad. Mientras existan cuentas pendientes de glosa y pendientes de depuración, y no se enlacen los saldos de los ejercicios fiscales no glosados y que, en consecuencia de lo anterior, el Activo y Pasivo no se ajusten a la verdad, la contabilidad será incompleta y conducirá a apreciaciones falsas sobre la situación de la Hacienda Pública.
También se expresó en el informe de que se habla arriba, que el Departamento de Contraloría tenía en estudio un proyecto de ley que resolvería el difícil problema de que se hace mérito. Concluído el estudio de ese proyecto, el Ejecutivo de mi cargo ha estimado pertinente someterlo a la consideración del H. Congreso de la Unión, por conducto de esa H. Cámara de Diputados, y se permite agregar una breve explicación de las razones que se han tenido para prepararlo y que explican las disposiciones que contiene, a fin de que las comisiones respectivas las tomen en cuenta al formular su dictamen.
El Departamento no ha permanecido inactivo, pues en todas estas ocasiones al practicarse la glosa se fincaron en los manejadores de fondos las responsabilidades penales, civiles o administrativas que corresponden, de conformidad con la legislación vigente, y además se han hecho figurar en la contabilidad de la Hacienda Pública para tenerlos pendientes en todo tiempo, cargando a las cuentas de "Responsabilidades" y de "Aplicaciones pendientes" los muchos millones de pesos que representan dichas responsabilidades de las que la mayor parte difícilmente podrán hacerse efectivas.
En unos casos la acción del Fisco está prescrita; en otros es imposible localizar a los responsables o éstos son totalmente insolventes; finalmente, en otros muchos, es enteramente imposible recabar los comprobantes o justificantes faltantes por haberse destruído los archivos en que se encontraban o por alguna causa análoga.
La labor que tendría que desarrollarse para depurar las cuentas que se encuentran en este estado sería muy costosa y no ofrece la seguridad, por las razones que se han indicado, de que se lograría recuperar el importe de las responsabilidades. Además, si es exacto, como se ha dicho, que en gran parte las irregularidades en las cuentas son consecuencia directa de situaciones anormales, resulta injusto hacer una aplicación rigurosa de las leyes, exceptuando naturalmente aquellos casos en que aparecen haberse cometido hechos delictuosos.
La legislación vigente no permite remediar esta situación. El artículo 39 de la Ley Orgánica del Departamento de Contraloría, faculta al contralor para decidir respecto de las cantidades que deben cargarse a la cuenta "Pérdidas de la Hacienda Pública", pero en la enumeración que hace no quedan comprendidos muchos casos en que es enteramente inútil que signa figurando a favor del Erario responsabilidades reintegrables en efectivo, por ejemplo, porque sean incobrables. En este supuesto no será posible cancelarlas, porque el artículo 39 sólo autoriza la condonación de esa clase de adeudos cuando son inferiores a diez pesos. El artículo 6o., fracción VI, que da facultades al contralor para dispensar las faltas o defectos que existan en la justificación o comprobación de las cuentas rendidas, tampoco cubre todas las observaciones de omisión, puesto que exige que no se cause daño al Erario o a la Hacienda Pública, lo cual en muchos casos será imposible probar. Además, las dispensas que se concedan y los cargos a la cuenta "Pérdidas de la Hacienda Pública" que se autoricen, están sujetos a la resolución final de esta H. Cámara de Diputados al revisar la cuenta anual de la Hacienda Pública, mientras que , de acuerdo con el proyecto que se propone, su tramitación se facilitaría mucho.
Hay que anotar que los jefes del ejército, ocupados de preferencia en los asuntos militares, no pudieron atender la parte administrativa, ni llenar los requisitos legales en todos los casos. De esto provino un verdadero desorden, porque cada jefe militar disponía gastos sin más requisitos que el de cerciorarse personalmente de que eran procedentes.
Además, la Contraloría no pudo, durante el período de que se trata, depurar todas las cuentas, al grado de que las Auditorías de Glosa dejaron en varios años, unas sin revisar y sin concluir otras.
El Ejecutivo de mi cargo estima que para resolver situaciones anormales precisa aplicar reglas adecuadas, aunque deban apartarse de los principios y procedimientos ordinarios. Prescindiendo, como ya se ha dicho, de aquellos casos en que se haya comprobado o pueda presumirse la existencia de intención dolosa en los manejadores de fondos, todos los demás han sido producidos por una causa común, o sea el trastorno del orden, ocasionado por conmociones revolucionarias. Lógico resulta, por lo tanto, aplicar a tales casos disposiciones especiales que faciliten la depuración de las cuentas pendientes con la mira de que la contabilidad fiscal pueda descargarse del lastre que significan.
La historia de nuestra finanzas convence de la necesidad de adoptar una medida como la que ahora se propone. En épocas muy anteriores los disturbios políticos han acarreado los consiguientes trastornos en la contabilidad de la Hacienda Pública, al grado de haber interrumpido totalmente, en ocasiones, todo registro y, por lo mismo, la presentación de la cuenta anual y de la Memoria de Hacienda.
Una situación en parte semejante a la actual, es la que se creó por causa de la intervención francesa y de las guerras de Reforma, que ocasionaron que durante el período corrido de julio de 1867 a junio de 1881, dejaran de liquidarse cuentas por valor de más de sesenta millones, en presupuestos mucho más exiguos que los actuales. Para poner término a esa situación, la ley de 30 de mayo de 1861 creó una sección liquidataria encargada de depurar la contabilidad del período indicado, debiendo iniciarse desde aquella fecha una nueva contabilidad que estuviera libre de los errores y vicios de la anterior. La ley de 27 de julio del mismo año dispuso que todo el personal de la antigua Tesorería pasara a constituir la sección liquidataria, por creerlo más capacitado para depurar y poner al corriente las cuentas de aquel largo período. Sin embargo, la depuración de las cuentas quiso sujetarse a las disposiciones ordinarias, con el resultado de que en cuatro años siete meses que funcionó la sección liquidataria, no llegaron a liquidarse ni una de las diversas cuentas generales y, por lo tanto, de que no satisficiera el objeto que se persiguió con la creación de esa oficina y que era relacionar los saldos de la antigua contabilidad con los de la nueva.
Ante ese ejemplo, no puede menos de pensarse que si la depuración de cuentas rezagadas en la actualidad no se sujeta a reglas especiales, se correrá el riesgo de dejarlas indefinidamente sin liquidar.
Los casos que se encuentran enumerados en el proyecto de ley que se acompaña, han sido cuidadosamente seleccionados por el Departamento de Contraloría y revisados y aprobados por la Contaduría Mayor de Hacienda, y tienden a subsanar las deficiencias que se han señalado en la legislación aplicable a los casos anormales.
Entre las prevenciones que contiene, está la que se refiere a considerar legalmente creadas o ampliadas las partidas que deban reportar los gastos pendientes de data hasta ahora y que en mucho contribuirá a regular las operaciones de la contabilidad, ya que existen numerosas erogaciones que no tiene otro defecto que el haberse hecho con cargo a partidas agotadas en el ejercicio fiscal relativo. Esta falta de control del presupuesto es muy deplorable, pero dada la necesidad de haber efectuado los gastos correspondientes, y en vista de las aprobaciones otorgadas en casos análogos por esa H. Cámara, parece indicado solicitar la autorización general que se consulta.
También se ha estimado conveniente solicitar autorización para que el contralor pueda condonar los saldos que aparezcan en las cuentas de deudores diversos hasta por las cantidades que se señalan, de acuerdo con la antigüedad del adeudo.
Ha parecido igualmente necesario y equitativo que se faculte al contralor para compensar los saldos deudores a cargo de los responsables con los saldos acreedores por cantidades que, debido a motivos diversos, aparezcan a su favor en las cuentas.
También se ha hecho una sección de casos relacionados con las cuentas de ingreso, en los que las deficiencias consisten en omisiones de documentos que sería muy difícil y hasta imposible recabar después del tiempo transcurrido. En tales ocasiones los saldos no se han llevado a la cuenta de "Responsabilidades", sino que se han formulado únicamente observaciones de orden, abonándose a "Aplicaciones pendientes". Dispensadas las omisiones, podrá darse a todos estos saldos una aplicación definitiva.
Las consideraciones anteriores han presidido a la formación del proyecto de ley que se acompaña y que el Ejecutivo de mi cargo tiene la honra de someter al H. Congreso de la Unión, en uso de las facultades que le concede la fracción I del artículo 71 constitucional. - P. Elías Calles.
Proyecto de ley sobre dispensa de irregularidades y defectos de las cuentas de la Hacienda Pública federal.
Artículo 1o. Se autoriza al contralor de la Federación para que considere creadas o ampliadas en las cantidades que sean necesarias, a su juicio, las partidas correspondientes a los presupuestos de los ejercicios fiscales corridos de 1o. de mayo de 1917 hasta 31 de diciembre de 1924, que hayan de reportar gastos hechos sin estar considerados en ellos, cuando exista toda la demás justificación y comprobación relativas. Se le autoriza también para conceder dispensas de justificación y comprobación en las cuentas rendidas por los manejadores de fondos y para cancelar las responsabilidades en que éstos hubieren incurrido durante el mismo período, siempre que estime que no entrañan dolo y se hallen comprendidas en los casos siguientes:
I. Erogaciones amparadas con órdenes de pago que no expresen la partida del Presupuesto que deba reportar el cargo, pudiendo el ciudadano contralor de la Federación designar la partida del Presupuesto respectiva;
II. Erogaciones que constituyan exceso en las partidas que graven. Se concederá la ampliación automática de la partida, haciéndose una relación de estos casos, lo mismo que de los comprendidos en el inciso anterior;
III. Los pagos de cuotas diarias mayores que las fijadas en los presupuestos, asignadas por los jefes de fuerzas a los diferentes grados y clases, sin que estén debidamente justificados los grados superiores;
IV. La falta de órdenes en los gastos para inhumación de militares, si existe en todos los casos el certificado de defunción;
V. Pagos de haberes a individuos de tropa y oficiales del Ejército que no figuren en las listas de revista, siempre que pueda comprobarse, con respecto a los oficiales que han figurado en listas anteriores y posteriores, ya sea en la misma corporación o en alguna otra;
VI. La falta de testigos en las cartas - poder o
en las nóminas, en caso de que alguien hubiere recibido los haberes del ponderante, cuando pueda comprobarse que éste cobró con los requisitos legales sus sueldos posteriores;
VII. La falta de certificado de último pago, salvo si apareciere después que los interesados percibieron sus haberes en alguna otra oficina pagadora;
VIII. Haberes de oficiales del Ejecutivo que hayan sido sacados por medio de papeletas por alguno de los jefes de la corporación y falten los recibos de los interesados; pero siempre que se ignore el paradero de éstos y que tampoco pueda localizarse, para hacer las investigaciones conducentes, a los jefes que percibieron los haberes;
IX. La falta de firmas de los interesados en las nóminas de corporaciones del Ejército, en caso de que estén firmadas las anteriores y posteriores y no se haya hecho reclamación alguna por los interesados;
X. La falta de distribución de haberes a los individuos de tropa si puede justificarse por las listas de revista el derecho de aquéllos a percibir haberes, condonándose los sobrantes que aparezcan si no exceden de $200.00;
XI. La falta de comprobación en los gastos de viaje, alojamiento y otros personales, efectuados por militares en comisión del servicio, que estén amparados por simples recibos de los interesados o por la relación autorizada del jefe de la fuerza;
XII. La falta de orden de radicación de pago para pensionistas, previo establecimiento del derecho del interesado a percibir la pensión, siempre que no se descubra posteriormente que el pago se haya duplicado;
XIII. La falta de certificados de supervivencia de pensionistas si existen los de fecha posterior;
XIV. La falta de declaraciones de estado civil de pensionistas femeninos cuando existan declaraciones posteriores de esta índole;
XV. La carencia de los comprobantes que acrediten que la viuda de un empleado tuvo derecho a cobrar los sueldos o haberes que se quedaren adeudando al fallecido;
XVI. La falta de facturas para comprobar la compra de forrajes, medicinas, útiles y otros gastos, para el servicio militar cuya adquisición sólo esté amparada por simples recibos expedidos por algún oficial o por el jefe de la corporación, cuando se compruebe que la ministración de fondos para los objetos señalados fue hecha en lugares en que no pudieron adquirirse los comprobantes de la inversión, por haber estado la corporación en campaña, ni localizarse a los jefes u oficiales que recibieron los fondos;
XVII. La falta de comprobación en la erogación de gastos menores o de oficio y de escritorio en que se hayan excedido las jefaturas de operaciones, de guarnición y estados mayores, cuando el exceso no pase del 50% de sus asignaciones;
XVIII. Los gastos menores o de oficio no comprobados, hechos por toda clase de agentes civiles, si no exceden del 10% de las cantidades por las que estén dichos agentes obligados a rendir cuentas, y
XIX. La falta de facturas de remisiones de valores y estampillas en las cuentas de los administradores principales y subalternos del Timbre, siempre que la oficina receptora haya registrado en sus cuentas las percepciones correspondientes y viceversa.
Artículo 2o. Se admitirán en data los pagos siguientes:
I. Gratificaciones acordadas por los jefes de corporaciones, asignaciones de campaña y viáticos;
II. Los pagos hechos por órdenes de los generales, jefes de cuerpos de Ejército, sin que hayan sido giradas por conducto de la Secretaría de Estado respectiva, previa aprobación de la Secretaría de Guerra, aún cuando sea en forma de relaciones;
III. Los pagos de nóminas de las corporaciones firmadas por uno solo de los interesados en representación de los demás, sin carta - poder ni documento que acredite la personalidad, siempre que haya constancia de pagos posteriores hechos directamente a los interesados;
IV. Los pagos hechos a empleados civiles sin que se acompañen las copias de nombramientos y avisos de toma de posesión, previas las investigaciones que se hagan en los departamentos administrativos de las respectivas secretarías de Estado, y
V. Ministraciones o concentraciones, aun cuando no aparezca la factura, siempre que las oficinas receptoras acusen las percepciones en sus cuentas.
Artículo 3o. Se autoriza al contralor de la Federación para dispensar las omisiones en las cuentas de ingresos y dar aplicación definitiva a las operaciones pendientes, cuando se hallen comprendidas en los siguientes casos:
I. Falta de recibos de entero de cantidades reintegradas por concepto de abonos a cuentas de anticipos de sueldos, por uniformes o por premios de fianzas, siempre que el monto de esos abonos esté de acuerdo con las órdenes relativas;
II. Falta de facturas de fondos por cantidades concentradas en las diversas oficinas de la Federación, siempre que la oficina u oficinas remitentes acusen en sus cuentas las cantidades enviadas;
III. Falta de recibos de entero a título de depósitos por ordenes judiciales o administrativas, o como garantía del pago de impuestos, derechos, contribuciones, etcétera;
IV. Falta de facturas consulares;
V. Falta de recibos de entero en virtud de multas, aprovechamientos diversos no especificados, arrendamientos en la zona y terrenos federales, uso y aprovechamientos de aguas de la Federación y otros de la misma naturaleza;
VI. Falta de órdenes de radicación de pago de los derechos por uso y aprovechamiento de aguas federales y datos para saber los períodos a que corresponden los pagos,
VII. Falta de manifestaciones con estampillas canceladas que comprueben la venta, en los ingresos provenientes de estampillas para "ganancias";
VIII. Falta de oficio de la Dirección General del Timbre en que se fijen las bases sobre las que deben pagar las compañías de transportes el impuesto de fletes y pasajes;
IX. Falta de datos para conocer los impuestos que se efectuaron tratándose del producto de estampillas para bebidas importadas;
X. Falta de certificados de entero en recaudaciones por concepto de "Deuda Pública", que impidan
conocer sobre qué impuestos se llevó a cabo la recaudación;
XI. Falta de datos o documentos para conocer lo que corresponde a cada uno de los impuestos sobre sueldos, salarios o emolumentos y utilidades de sociedades y empresas, tratándose del producto de estampillas para "Ganancias", y
XII. Falta de certificados o talones en los ingresos por concepto de impuesto minero o de tabacos importados.
Artículo 4o. Se autoriza al contralor de la Federación para condonar todos los saldos que aparezcan en las cuentas de Deudores Diversos, cuando se hallen en los siguientes casos:
I. Hasta cien pesos, si tienen antigüedad mayor de dos años;
II. Hasta trescientos pesos, cuando la antigüedad sea mayor de tres años;
III. Hasta quinientos pesos si la antigüedad fuere de cuatro años, y
IV. Si ésta excede de cinco años, se declarará prescrito el adeudo.
Artículo 5o. Se condonan las multas en que hayan incurrido algunas causantes por falta de timbres en los recibos por sueldos y gratificaciones que debieron causar el impuesto o en los documentos expedidos por comerciales desconocidos.
Artículo 6o. Se conceden al contralor de la Federación, facultades para compensar los Saldos Deudores a cargo de los responsables con los Saldos Acreedores que a su favor aparezcan por alcances en bonos, cantidades reintegradas de más, sueldos o haberes dejados de cobrar y otro casos similares a éstos.
Artículo 7o. Las disposiciones de esta ley sólo serán aplicables por los períodos a que se refieren los documentos y operaciones que aparezcan en las cuentas rendidas por oficinas, empleados y agentes con manejo de fondos, bienes o valores de la Federación.
Artículo 8o. El contralor de la Federación dará cuenta a la Cámara de Diputados, por conducto de la Contaduría Mayor de Hacienda, del uso que haga de la facultad que se le concede en la presente ley. - P. Elías Calles.
"El Congreso del Estado de San Luis Potosí transcribe el dictamen por el que aprobó las reformas a los artículos 82 y 83 de la Constitución General de la República". - Recibo, y a su expediente.
Telegrama procedente de: "Villahermosa Tab., 26 de noviembre de 1926.
"Ciudadano presidente de la H. Cámara de Diputados del H. Congreso de la Unión.
"Esta II. veintinueve Legislatura, en sesión hoy, acordó decir a usted que secundó, hizo suyas y aprobó reformas artículos ochenta y dos y ochenta y tres constitucionales, propuestas por el C. diputado Gonzalo N. Santos y aprobadas por esa H. Cámara, en el sentido de que el período presidencial es de cuatro años. Saludámoslo afectuosamente. - D. S., Juan Galguera. - D. S., E. Aguilera". - De enterado, y a su expediente.
"La Legislatura del Estado de Veracruz comunica el resultado de la elección de magistrados del Tribunal Superior de Justicia de aquel Estado". - De enterado.
"El C. Carlos Béjar comunica que, con fecha 18 de noviembre, se hizo cargo del puesto de gobernador constitucional interino del Estado de Colima, en tanto transcurre la licencia concedida al C. licenciado Francisco Solórzano Béjar". - De enterado.
"El ciudadano gobernador constitucional del Estado de Hidalgo comunica que, con fecha de 19 de noviembre, tomó posesión del encargo de subsecretario interino del propio Gobierno, el C. licenciado Rafael Martínez Vega". - De enterado.
"El C. Antonio Ancona Albertos comunica que, con fecha 13 de noviembre, se hizo cargo del puesto de gobernador del Territorio de Quintana Roo, quedando como secretario general del propio Gobierno el C. Aurelio Graniel Roca". - De enterado.
"Poder Legislativo del Estado de México.- Estados Unidos Mexicanos. - Circular número 8.
"A los ciudadanos diputados secretarios de la H. Cámara de Diputados del Congreso de la Unión. - México, D.F.
"En sesión verificada el día de hoy, esta H. Cámara tuvo a bien aprobar el acuerdo siguiente:
"Único. - La XXX Legislatura constitucional del Estado de México apoya y secunda las reformas hechas por el Congreso general a los artículos 82 y 83 de la Constitución federal".
"Lo que, por acuerdo de la propia H. Cámara, tenemos el honor de comunicar a ustedes, reiterándoles las seguridades de nuestra distinguida consideración.
"Sufragio Efectivo. No Reelección. - Toluca, Méx., noviembre 26 de 1926. - Diputado secretario, Rafael Monterrubio. - Diputado secretario, (firma ilegible)". - Recibo, y a su expediente.
"Estado de México. - Ayuntamiento constitucional. - Ecatepec Morelos. - Estados Unidos Mexicanos. - Presidencia Municipal. - Número 450.
"Ecatepec Morelos, a 18 de noviembre de 1926.
"Ciudadano presidente de la H. Cámara de Diputados. - México, D.F.
"En nombre del pueblo y el propio de este H. Ayuntamiento, que tengo el honor de presidir, nos
permitimos invitar a esa H. Cámara de Diputados, de la cual es usted digno presidente, para que sea nombrado el orador que haga uso de la palabra en la solemne ceremonia que en honor del generalísmo Morelos, se hará en este lugar, en el sitio en que fue inmolado el héroe, el día 22 del próximo diciembre, aniversario del hecho que rememoramos con la mayor solemnidad posible.
"Me permito manifestar a la H. Cámara, por el digno conducto de su presidente, que la misma invitación hemos hecho extensiva al señor presidente de la República y a la Corte Suprema de Justicia de la Nación, a fin de que los tres Poderes federales concurran a la ceremonia y estén representados dignamente en ella.
"Esperamos, señor presidente, la respuesta de usted y la designación de la H. Cámara, para tenerlas en consideración al dar a conocer oportunamente el programa respectivo.
"Protesto a usted las seguridades de mi respeto. - Sufragio Efectivo. No Reelección. - El presidente municipal. Antonio Massé."
La presidencia manifiesta a la Asamblea, por conducto de la Secretaría, que ha designado al ciudadano diputado e ingeniero Gilberto Fabila para representar a esta honorable Cámara en la fiesta conmemorativa de la muerte de nuestro héroe Morelos.
3 - El mismo C. secretario, leyendo:
"Honorable Asamblea:
"Examinando el capítulo I, título segundo, de la Ley de 19 de octubre de 19, reglamentaria de los artículos 103 y 104 de la Constitución Federal, vemos que el legislador incurrió en una omisión que ha dado margen a que numerosos litigantes, buscando no precisamente que se les imparta pronta y eficaz justicia, sino demorar lo más posible el procedimiento, por la escasa fe que tienen en la bondad de la causa que defienden, en vez de ocurrir en muchos casos al amparo. prefieren interponer el recurso de súplica, ya que en este caso pueden obtener que se suspenda la ejecución de la sentencia, sin encontrarse en la obligación de garantizar en forma alguna el cumplimiento de la misma, pues la ley guarda a este respecto un silencio absoluto.
"A numerosos abusos se ha prestado dicha omisión, ya que entretanto se tramita el recurso de súplica, interesados poco escrupulosos ocurren a medios ilícitos para ocultar o transferir los bienes sobre los cuales hubiera de ejecutarse el fallo.
"Además: en atención a las condiciones privilegiadas de este recurso, según acabamos de exponer, se ocurre a él con inusitada frecuencia, lo que ha dado origen a que muchísimas súplicas inútiles para los mismos interesados demanden el estudio laborioso de los señores magistrados de la Suprema Corte y les resten un tiempo que, con mejor derecho, reclaman otros asuntos.
"Para remediar esos inconvenientes; para garantizar como es debido los derechos del litigante que obtuvo sentencia favorable y que por ello tiene en su favor una presunción de legitimidad en sus derechos; para que no se aumente irrazonablemente el número de súplicas que llegan a la Suprema Corte sin más finalidad que demorar los juicios, aprovechándose de la facilidad que actualmente concede la ley para obtener la suspensión de una sentencia recurrida, sin necesidad de otorgar fianza, y teniendo en consideración, además, que si aún tratándose del amparo, que se refiere a garantías individuales, se exige el otorgamiento de fianza para obtener la suspensión, con mayor razón debe exigirse una garantía semejante en el caso de recursos de otra índole, los subscritos, miembros de la diputación oaxaqueña, proponen el siguiente proyecto de reforma a la Ley de 19 de octubre de 1919, reglamentaria de los artículos 103 y 104 de la Constitución federal:
"Artículo único. Se adiciona al artículo 134 de la Ley de 19 de octubre de 1919, que en lo sucesivo quedará como sigue:
"La súplica se interpondrá por escrito y ante el tribunal sentenciador, dentro del término de cinco días, a contar desde el siguiente a la fecha de la notificación de la sentencia, y admitido el recurso por estar interpuesto en tiempo y forma, en el mismo auto de admisión se ordenará la remisión de los autos originales a la Suprema Corte, dejando copia de las constancias necesarias para ejecutar, en su caso, la resolución recurrida.
"El tribunal sentenciador sólo suspenderá la ejecución de la sentencia dictada entretanto la Suprema Corte resuelva el recurso de súplica, si el recurrente de fianza para garantizar el cumplimiento de la resolución y el pago de los daños y perjuicios en caso de obtener sentencia favorable el que interpuso la súplica. El otorgamiento de la fianza y de la contrafianza se ajustará a las normas y procedimientos que se observan con motivo de las fianzas y contrafianzas en los casos de amparo.
"Transitorios.
"1o. El presente decreto surtirá sus efectos desde la fecha de su promulgación.
"2o. Por lo que respecta a las súplicas que actualmente se están tramitando, se concede a quienes hayan interpuesto el recurso, un plazo de un mes, contando desde la fecha de la promulgación de la presente ley, para que otorguen ante el tribunal sentenciador respectivo, la fianza indispensable para que se suspendan los efectos de la sentencia dictada".
"México, 6 de noviembre de 1926. - Alfonso Francisco Ramírez. - L. Mayoral Pardo." - Primera lectura, e imprímase.
"1a. Comisión de Peticiones.
"H. Asamblea:
"El C. Fernando O. Luna, en un ocurso fechado el 1o. de este mes, solicita de esta H. Representación Nacional el permiso constitucional necesario para poder usar el uniforme de los Cuerpos de Práctica de los Oficios de Reserva de los Estados Unidos de Norteamérica, que es reglamentario para los alumnos del "Instituto Politécnico de Alabama", Auburn, Ala, de aquella nación.
"Esta solicitud, que por acuerdo de vuestra soberanía fue turnada a la 1a. Comisión de Peticiones que subscribe, se encuentra ajustada a los preceptos
legales, por lo que no hay inconveniente alguno en que sea conocida y dictaminada por la de Puntos Constitucionales que corresponda.
"Por estas razones, los subscritos se permiten someter a la consideración y deliberación de la H. Cámara el siguiente acuerdo económico:
"Pase a la Comisión de Puntos Constitucionales que corresponda, el ocurso que presenta el C. Fernando O. Luna, solicitando el permiso constitucional necesario para poder usar el uniforme de los Cuerpos de Práctica de los Oficiales de Reserva del Ejército Americano, como alumno que es del "Instituto Politécnico de Alabama", Ala., E.U.A."
"Sala de Comisiones de la H. Cámara de Diputados del Congreso de la Unión. - México, D.F., a 22 de noviembre de 1926. - Alfredo Romo. - Luis Torregrosa."
Está discusión. No habiendo quien haga uso de la palabra, en votación económica se pregunta si se aprueba el acuerdo presentado por la Comisión de Peticiones. Aprobado.
"1a. Comisión de Peticiones.
"H. Asamblea:
"A la 1a. Comisión de Peticiones que subscribe, fue turnado, por acuerdo de vuestra soberanía, el expediente formado con la solicitud presentada por el C. Arturo Nieto, alumno del "Instituto Politécnico de Alabama", Auburn, Ala, E.U.A., con objeto de que la Representación Nacional le otorgue el permiso constitucional necesario para usar el uniforme reglamentario de los Cuerpos de Práctica de los Oficiales de Reserva de dicho país, sin menoscabo de su nacionalidad mexicana.
"Como esta solicitud se encuentra perfectamente legalizada, los que subscribimos no tenemos inconveniente en que se haga del conocimiento de la Comisión de Puntos Constitucionales en turno, para su debida resolución.
"En tal sentido, nos permitimos consultar a la H. Asamblea, pidiendo la aprobación del siguiente acuerdo económico:
"Pase a la Comisión de Puntos Constitucionales en turno, la solicitud presentada por el C. Arturo Nieto, para que se le conceda el permiso necesario y pueda usar el uniforme de los Cuerpos de Práctica de los Oficiales de Reserva de los Estados Unidos de Norteamérica, sin menoscabo de su nacionalidad mexicana, como alumno del "Instituto Politécnico de Alabama."
"Sala de Comisiones de la H. Cámara de Diputados del Congreso de la Unión. - México, D.F., a 22 de noviembre de 1926. - Alfredo Romo. - Luis Torregrosa."
Está a discusión. Sin ella, en Votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa se servirán indicarlo. Aprobado el acuerdo.
H. Cámara de Diputados.
"Enrique A. Enríquez, diputado al Congreso de la Unión por el 1er. distrito electoral del Estado de México, ante vuestra soberanía respetuosamente expone:
"Que como algunos asuntos particulares urgentes reclaman su presencia y atención en el distrito de Sultepec, del Estado de México, se ve en el caso de solicitar una licencia por 25 días, a contar del día 30 del mes en curso, para separarse de su encargo; y, por los mismo, suplica a la H. Asamblea se sirva llamar al suplente para que entre en funciones por el lapso a que antes se refirió.
"Al suplicar a vuestra soberanía la dispensa de trámites, le es honroso protestarle sus atenciones.
"México, D.F., a veintiséis de noviembre de mil novecientos veintiséis. - E. A. Enríquez."
En votación económica se consulta a la Asamblea si se dispensan los trámites. Dispensados. En la misma forma de votación se pregunta si se concede la licencia. Concedida.
"2a. Comisión Agraria y 1a. de Puntos Constitucionales.
"H. Asamblea:
"A las comisiones unidas 2a. Agraria y 1a. de Puntos Constitucionales que subscriben, fue turnado, por acuerdo de vuestra soberanía, el expediente relativo a la iniciativa de ley presentada por el Ejecutivo federal, con objeto de que le sean concedidas facultades extraordinarias para legislar en materia agraria.
"Hemos estudiado con toda atención y minuciosidad la iniciativa de referencia y encontramos que los motivos en que se funda están perfectamente ajustados a la razón y a las necesidades del momento. En cuanto a la parte resolutiva que contiene el proyecto de ley, advertimos que el artículo 3o., que deroga el decreto expedido por el Congreso de la Unión el 22 de noviembre de 1921, promulgado el 10 de diciembre del mismo año, además de ser una redundancia del artículo 1o. de dicho proyecto, su derogación traería como consecuencia la vigencia de la Ley de Ejidos de 28 de diciembre de 1920, ocasionando los consiguientes trastornos en la tramitación y resolución de los asuntos agrarios.
"Por lo expuesto, y considerando que, como lo expresa la citada iniciativa, la ley agraria actual es deficiente y no contiene sino elementos muy limitados, insuficientes para los propósitos que se persiguen, y siendo imposible que este H. Congreso pudiera, en su actual período de sesiones, avocarse al conocimiento del asunto y resolverlo definitivamente, y tomando en cuenta que es de ingente necesidad para la República y muy especialmente para las clases campesinas, la completa, perfecta y pronta resolución del problema agrario, venimos a someter a la consideración de vuestra soberanía el siguiente proyecto de ley:
"Artículo 1o. Se conceden facultades extraordinarias al Poder Ejecutivo de la Unión para que expida, reforme y derogue la legislación agraria, con estricto apego a las disposiciones de la Ley de 6 de enero de 1915 y del artículo 27 constitucional.
"Artículo 2o. El Ejecutivo dará cuenta al Congreso de la Unión del uso que haya hecho de las facultades que se le conceden."
"Sala de Comisiones de la H. Cámara de Diputados del Congreso de la Unión. - México, D.F., a
26 de noviembre de 1926. - Francisco A. Rivera. - L. J. Ortiz. - Victorino Flores. - E. García de Alba. - Enrique Medina." - Primera lectura, e imprímase.
- El mismo C. secretario, leyendo:
"Comisiones unidas 2a. de Minas y 2a. de Hacienda.
"H. Asamblea:
"A las comisiones unidas 2a. de Minas y 2a. de Hacienda que subscriben, fueron turnadas, para su estudio y dictamen, las iniciativas del C. diputado Liborio Espinosa y Elenes y de la Secretaría de Hacienda, de fecha 19 de octubre y 17 de los corrientes, respectivamente, que se contraen a la concesión de ciertas franquicias y reducción de impuestos a la producción de la plata.
"Hemos estudiado con verdadero cuidado, tanto la grave situación en que se encuentra la industria de la plata, por la baja del precio de dicho metal en los mercados, como las soluciones que proponen las iniciativas en cuestión.
"Pero debemos hacer mención de que en este estudio hemos procurado abarcar los tres aspectos que la crisis de la plata tiene, a saber: el industrial, por lo que toca a los intereses del enorme capital invertido en las minas argentíferas; el obrero, por las serias consecuencias que está acarreando y acarreará a los trabajadores mineros, que son acerca de cien mil, y el fiscal, por la disminución que las reducciones de impuestos propuestas significan para los ingresos federales y locales.
"A reserva de que los miembros de las comisiones expongan verbalmente a esta Asamblea los detalles del estudio indicado, queremos concretarnos aquí a manifestar que efectivamente es por todos motivos urgente e indispensable modificar la Ley de Impuestos a la Minería, en su parte relativa a la producción de la plata, reduciendo estos impuestos y otorgándole algunas franquicias.
"En esta virtud, hemos formulado un solo proyecto de decreto con las dos iniciativas mencionadas, adicionándolo con algunas disposiciones que nos han parecido necesarias, tendientes a proteger los intereses de los trabajadores mineros y a desarrollar las empresas mineras que, por su escaso capital, resultan en esta crisis mucho más afectadas que las grandes empresas.
"Entre las modificaciones importantes, dignas de mención, que las comisiones hicieron, debemos citar la relativa a la supresión en el proyecto de la Secretaría de Hacienda, de la reforma del artículo 6o. de la Ley de Impuestos a la Minería, por medio de la cual se pretendía reducir el 2% sobre los impuestos correspondientes a los Estados de la Federación. Las comisiones suprimieron esta reducción, considerando que los ingresos de los Estados resentirían notablemente esa reducción.
Convencidos, como estamos, de la urgencia de tomar las medidas anunciadas, solicitamos dispensa de todo trámite y que se ponga inmediatamente a discusión el siguiente proyecto de ley:
"Artículo 1o. Se adiciona el inciso "B" del artículo 5o. de la Ley de Impuestos a la Minería, de 28 de julio del presente año, en la siguiente forma:
"Cuando el promedio mensual del precio de la plata en New York sea de dólares 0.60 o menor, la plata contenida en precipitados o barras impuras y barras afinadas, causará las siguientes cuotas:
PRECIPITADOS Y BARRAS
Impuras o mixtas Plata afinada
Más de0.57hasta 0.60 5.00% 5.00%
" " 0.54 " 0.57 4.25 4.00 " " 0.51 " 0.54 3.25 3.00 " " 0.48 " 0.51 2.25 2.00 " " 0.45 " 0.48 1.25 1.00 " "0.45 o menor 0.75 0.50
"Las cuotas anteriores podrán ser aumentadas por la Secretaría de Hacienda en la misma proporción en que las empresas reduzcan el tipo de los salarios de los trabajadores, por motivos aceptados por las autoridades competentes, tomando como base los tipos de la fecha en que entre en vigor este decreto.
"Quedan exentas de este impuesto las empresas mineras que la Secretaría de Hacienda califique como "pequeñas empresas", cuando el precio de la plata en New York sea inferior a 0.53.
"A las empresas mineras a que se refiere este decreto, que estén alejadas más de treinta kilómetros de una vía económica de transporte, se les abonará, con cargo el impuesto de producción, el importe del flete ordinario del centro de extracción al punto más próximo de esta vía. La Secretaría de Hacienda determinará el monto de este descuento.
"Artículo 2o. Se reforma el artículo 7o. de la Ley de Impuestos a la Minería, promulgada el 28 de julio de este año, en los siguientes términos: Cuando se exploten minerales de leyes bajas, con contenidos de oro y plata exclusivamente, siempre que éstas sean comprobadas a satisfacción de la Secretaría de Hacienda, se calcularán los impuestos como sigue:
"a). Cuando el valor del contenido no exceda de $8.00 por toneladas, se descontará el cincuenta por ciento de las cuotas establecidas.
"b). Cuando exceda de $8.00, pero no de $9.00, el cuarenta por ciento.
"c). Cuando exceda de $9.00, pero no de $10.00, el treinta por ciento.
"d). Cuando exceda de $10.00, pero no de $12.00, el veinte por ciento.
"La presente ley empezará a surtir sus efectos en la misma fecha de su publicación".
"Sala de Comisiones de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión. México, D.F., 26 de noviembre de 1926. - Carlos Real. - Desiderio Borja. - Gilberto Fabila. - A. Méndez M."
Se pregunta a la Asamblea si se concede la dispensa de todos los trámites, en votación económica, que solicita la comisión. Concedida la dispensa. Está a discusión en lo general la ley.
El C. Espinosa y Elenes: Pido la palabra.
Atentamente suplico a la comisión se sirva fundar el dictamen.
El C. Fabila: Pido la palabra. Señores diputados: en nombre de las comisiones unidas, 1a. de Minas y 2a. de Hacienda, vengo a fundar el dictamen que ha escuchado vuestra soberanía; pero antes de entrar en detalles quiero, desde esta tribuna, dar una satisfacción a los grandes e importantes intereses que están invertidos en la industria extractiva de la plata, los cuales intereses han estado siendo lesionados profundamente durante más de un mes que las comisiones dictaminadoras han tenido que retardar su dictamen por culpa y gracia de la Secretaría de Hacienda. Es, pues, a la Secretaría de Hacienda, a quien las compañías mineras, que están siendo profundamente lesionadas, deben hacerle el cargo de lenidad o de despreocupada cuando se trata de salvar los intereses económicos de la nación. Es de encomiarse la labor del ciudadano diputado Espinosa y Elenes, porque él, un simple diputado, estuvo más atento y más cuidadosamente pendiente de los intereses relacionados con la baja de la plata. Parece ser que la Secretaría de Hacienda, bajo cuya responsabilidad están los más caros intereses económicos del país, tiene necesidad de que un modesto diputado le diera una puya o le indicara cuál era el camino de su deber, para que a posteriori y por iniciativa del diputado Elenes ella procediera a organizar juntas para formular un proyecto que ni siquiera vino oportunamente, sino que tardó un mes, después de que el diputado Elenes había presentado el suyo a esta Cámara. Las comisiones esperaron la opinión oficial de la Secretaría de Hacienda para normar su criterio, y la primera impresión que esas comisiones tuvieron fue que después de tanto discutir y después de tanto bombo de la Secretaría de Hacienda, nos viene a presentar una iniciativa igual a todas las que provienen de esa Secretaría, es decir, unilateral, parcial, absolutamente ligada con los intereses capitalistas, haciendo caso omiso de la política revolucionaria que de imperar en todas las dependencias del Gobierno de la revolución. La Secretaría de Hacienda, por más que replique el jefe del Departamento de Impuestos, el ingeniero Santaella, tiene un criterio absolutamente unilateral con esa Secretaría o con ese secretario de Hacienda, y con los que con él colaboran no debe contar la revolución; al contrario, toda obra social o para consolidación de la labor revolucionaria del Gobierno, encuentra su primera y máxima obstrucción en el secretario de Hacienda y sus demás corifeos. La Secretaría de Hacienda tiene el criterio de que la minería, de que la plata, más bien dicho, que los intereses ligados con la extracción de la plata solamente están representados por las grandes compañías, y es natural que la Secretaría de Hacienda tenga criterio, puesto que según todo lo que hemos visto en los largos años que el señor Pani Lleva en Hacienda, sigue el mismo criterio que el señor don José Ives Limantour; ya os diré al final cómo el señor Pani, hasta en las postrimerías de la vida hacendaria del señor Limantour, va a seguir sus mismos pasos, es decir, quiere ir a terminar su vida financiera en París, en donde el ciudadano Limantour es uno de los principales financieros y millonarios. Claro está que las comisiones de esta Cámara no podían tener el mismo criterio que la Secretaría de Hacienda. Para las comisiones, tan importantes son las grandes empresas, tan importantes es el capital invertido en las diez o quince compañías mineras fuertes que hay en el país, como el capital invertido en las pequeñas empresas, en las explotaciones que ni si quiera son conocidas, ni en la bolsa de valores ni en el mundo de los negocios. Y en esta virtud las comisiones hubieron de buscar alguna forma de proteger, al mismo tiempo que los grandes intereses de estas compañías, los intereses de las pequeñas que seguramente demandan mayor auxilio que aquellas otras. A las comisiones llegaron multitud de ocursos y comunicaciones de pequeñas empresas mineras quejándose amargamente de que por largos años han demandado ayuda para desarrollarse y fomentar sus pequeños intereses, de la Secretaría de Hacienda y de otras dependencias del Gobierno; que durante todo ese tiempo no han podido conseguir lo más mínimo, sino que, por el contrario, todas las medidas que dicta la Secretaría de Hacienda son para favorecer al gran capital y en perjuicio, naturalmente, del pequeño que no puede combatir en condiciones equitativas con esos grandes intereses.
Existía una diferencia de fondo entre la iniciativa del señor diputado Espinosa y Elenes y la de la Secretaría de Hacienda. Las comisiones no creen abarcar por completo el tecnicismo por la parte científica de este asunto, solamente se han guiado por su buena voluntad y por el poco o mucho sentido común que tengan para proponer algunas medidas que creen resuelven los problemas que he apuntado. La iniciativa del diputado Espinosa y Elenes proponía que disfrutaran de las franquicias que aquí se van a conceder a la minería, también los minerales que se tratan por fundición, en tanto que la Secretaría de Hacienda denegaba toda franquicia a estos productos, diciendo que estando altos los valores de los metales asociados a la plata, cuando se tratan por fundición, estando alto el precio de esos minerales, se compensaba una cosa con la otra. Efectivamente, el precio de esos metales es relativamente elevado, pero en verdad no vale la pena ni compensa una cosa con otra, como decía la Secretaría de Hacienda. En esta virtud, las comisiones ampliaron las franquicias y reducción de impuestos también a los minerales que se tratan por fundición. Igualmente la Secretaría de Hacienda proponía en su proyecto que se redujera la participación del dos por ciento sobre los impuestos a la plata que tienen los Estados de la Federación. Las comisiones no aceptan, o no aceptaron tampoco esta reducción para la participación de los Estados, en virtud, señores diputados, de que ya es necesario que los representantes del pueblo, que las diputaciones de los Estados aquí presentes hagan algo en defensa de los fiscos de los Estados, que debido a la política absorbente y centralista del ciudadano Pani, están a punto de no quedarse con más recaudaciones que las de rastros y mercados, las de pavimentación, etcétera. El señor Pani han invadido y sigue invadiendo la jurisdicción o los métodos de percepción de los Estados. Estoy seguro de que muy pocos, si no es que ninguno de los Estados de la república tiene actualmente excedente en sus gastos y si estuviéramos en
aptitud de analizar estadísticamente la situación de los Estados, veríamos que la mayor parte de las reducciones sufridas por los fiscos locales la ha provocado el señor Pani con su política centralista. El señor Pani desde el año pasado se nos ha transformado en el socialista más furibundo: organizó su convención fiscal en la que, como dijera yo, en algunas aclaraciones a la prensa, campea vigorosa y brillantemente el principio de que el Estado debe recuperar para la colectividad la mayor parte de los bienes que sobrepasen las necesidades de los individuos, o que no sean producto del trabajo individual; ¡pero en qué forma quiere el señor Pani aplicar este principio socialista y en qué forma se nos presenta vestido de socialista...! De manera que el señor Pani en su farsa de convención fiscal hizo que los representantes de los Estados aprobaran acuerdos en virtud de los cuales los fiscos locales irían o deberían ir, poco a poco uniformando las tasas de sus impuestos y las disposiciones fiscales relativas. Naturalmente, como los Estados no pueden hacer esto de golpe ni dictatorialmente por muchas circunstancias que no son del caso referir, el único que aprovechó esta Convención Fiscal fue el señor Pani, que ha seguido, en virtud de los acuerdos firmados por los representantes de los Estados interesados, avorazándose sobre los pequeños recursos de las Entidades federativas. Por lo menos, por lo que a mí toca, como representante del Estado de México, no estoy dispuesto a votar la reducción que el señor Pani quiere para los físicos de los Estados. Para nuestros pobrísimos ingresos en el Estado de México, significarían mucho los quince o veinte mil pesos mensuales que por concepto de participación en los impuestos de plata le corresponden; además de que en la política socialista fiscal del señor Pani está la de procurar en los impuestos que tocan a los Estados o municipios, fiscalizarlos por la Secretaría de Hacienda, y ustedes comprenden que pasa para no volver más. Muchos de ustedes, los que representan distritos mineros, habrán recibido o están recibiendo constantemente instancias de los ayuntamientos para que se gestione con la Secretaría de Hacienda el pago de la participación al impuesto minero, y hasta la fecha estoy seguro de que ni el dos por ciento de los municipios ha percibido esta participación.
El C. Espinosa y Elenes: ¡Qué va! ¡Ojalá!
El C. Fabila: De manera, señores diputados, que las comisiones creen estar perfectamente justificadas al resistir, si se quiere, fuera de las reglas estrictas de la ciencia de los impuestos, del arte de dirigir los impuestos, a oponerse a que se reduzcan a los Estados sus participaciones en la minería. Decía yo que el criterio de la Secretaría de Hacienda ha sido y es absolutamente unilateral y en defensa ni siquiera del capital en general, sino del grande capital, de las grandes empresas mineras del país; y la prueba es que cuando las comisiones dieron a conocer el sentido de su dictamen en el cual se ponía alguna sugestión más o menos impracticable, pero de todas maneras bien intencionada, respecto a que las franquicias que se otorgaran para la extracción de la plata fueran en proporción con las ventajas que sacaran los trabajadores de las minas, entonces el señor Santaella - que, entre paréntesis, es bueno recordar frecuentemente en esta Cámara qué individuos están señalados con lacras dentro del Gobierno revolucionario - , este señor Santaella, a quien el año pasado desde esta tribuna el diputado Santa Anna le hizo el cargo de ser uno de los coyotes máximos de las concesiones petroleras, hasta la fecha no sólo se ha indicado, sino que, al contrario, disfruta de gran influencia en la Secretaría de Hacienda y es uno de los que dirigen la política socialista hacendaria del señor Pani, Este señor Santaella, en una réplica que hizo a las comisiones, ratifica el cargo que éstas le hacen, de ser absolutamente parcial y de estar ligado con los grandes capitales del país.
- El C. Santos, interrumpiendo; ¿Quién?
El C. Fabila: El ingeniero Santaella.
El C. Santos: ¿A quién le sirve?
El C. Fabila: Al señor Pani, amigo de él. Cuando las comisiones, repito, sugirieron la conveniencia de que esas franquicias fueran proporcionales a las ventajas que obtuvieran los trabajadores de los Estados, el señor Santaella declaró que eso era un absurdo, puesto que los impuestos no eran proporcionales al salario de los trabajadores. Esto probablemente en el orden técnico sea exacto, pero esta Cámara no debe ver determinados asuntos desde el punto de vista técnico, sino desde el punto de vista social y revolucionario. Las comisiones, antes de establecer esa proposición en el dictamen, consultaron con personas que están constantemente estudiando los asuntos del trabajo, con los compañeros del Bloque Laborista de esta Cámara, y con la Crom, que hasta hoy es la representativa de los trabajadores de la República; y tanto los compañeros laboristas como la Crom estuvieron de acuerdo en que era indispensable, o en que era oportuno, cuando menos, poner alguna sugestión en esta ley que favoreciera o protegiera en algo los intereses de los trabajadores. Las comisiones, además, tuvieron en cuenta que indiscutiblemente los intereses de los trabajadores mineros serían mucho más perjudicados que los intereses del capital minero. La reducción del número de trabajadores mineros es una cosa indudable, porque evidentemente uno de los pasos económicos que deberán darse será la reducción de la producción de la plata, y a propósito, para confirmar una vez más el cargo que hago de ligada con el capitalismo a la Secretaría de Hacienda, tengo dato eficiente dicho por persona de seriedad absoluta, que la Secretaría de Hacienda ha estado prestando apoyo moral a las empresas mineras para reducir el personal minero hasta hoy; de tal manera que en estas condiciones se explica que el señor Santaella esté en contra de la sugestión respecto a la protección que al trabajador minero proponen las comisiones. El señor Santaella también, consecuente con su modo de ser y con su filiación, afirma que no es conveniente la exención de impuestos a las pequeñas industrias mineras, porque sería difícil especificar, como lo proponen las comisiones, cuáles son las pequeñas y cuáles las grandes empresas mineras. Tengo entendido que algunos compañeros van a objetar en la misma forma, pero no con la misma intención, esta parte del dictamen. Ya se los he manifestado en
lo particular y ahora debo declarar que, efectivamente, sería difícil apreciar cuáles fueran las pequeñas y cuáles las grandes empresas mineras por la Secretaría de Hacienda; pero que las comisiones exprofeso pusieron ese artículo en la forma citada para poder tener oportunidad de ver el color que deba la Secretaría de Hacienda. Algunos compañeros han dicho que la adición de las comisiones en la forma propuesta sería un motivo de coyotajes y de sinvergüenzadas. Efectivamente, pero es que nosotros queríamos decir que la Secretaría de Hacienda, con esta adición o sin ella, es el centro mayor de coyotajes y de sinvergüenzadas. (Voces: ¡Muy bien! ¡Bravo! Aplausos nutridos). Yo creo, aun cuando no tengo pruebas, pero moralmente tengo datos bastantes para afirmarlo, que la iniciativa presentada por el señor Santaella, después de la presentada por el diputado Espinosa y Elenes, no se debió a otra cosa más que a la creencia de que este asunto podía prestarse para un pequeño o grande embute de las compañías mineras. (Murmullos). Y como vieron que el compañero Espinosa y Elenes se les adelantaba, tal vez sospecharon que se les iba de la mano un importante cheque de esas compañías, y fue por ello que presentaron una iniciativa casi igual a la del compañero Espinosa y Elenes; pero lo que quería la Secretaría de Hacienda, era "jalarse el cuello" con las compañías mineras. Por último, dice el señor Santaella que en estos momentos es inconveniente conceder reducción de impuestos a la minería de la plata, porque como el cambio de la plata por el oro está tan alto - está a diez y nueve por ciento - (Voces: ¡Al veinte!), que con ese margen de cambio de oro con plata pueden pagar perfectamente las compañías la pérdida que pueden tener sobre el precio de la plata en Nueva York. Yo no me atrevería a tanto, a afirmar que la baja o el alza del cambio del oro por la plata es una maniobra, una coyotería de la Secretaría de Hacienda; no me atrevería a afirmarlo, pero sí resulta sospechoso que la Secretaría de Hacienda, digo, que con el margen que las compañías mineras obtienen en ese cambio de la plata por oro, puedan pagar lo que están perdiendo con la baja del precio de la plata en Nueva York. ¿Es que entonces la Secretaría de Hacienda, que tiene que ver con los cambios, a sabiendas está dejando hacer y pasar en la cuestión de la baja del cambio del oro por la plata, para que los mineros se resarzan y puedan compensarse de las pérdidas que sufren en los mercados extranjeros? Si es así, yo no puedo calificar técnicamente esa maniobra financiera; pero de cualquier manera el clamor popular, el clamor del comercio entero, el clamor de toda la República condena la pasividad del ciudadano Pani en el asunto del cambio de la plata por el oro. El compañero Torregrosa, si no me equivoco, decía que ya se está yendo. (Voces: ¡Ojalá!) Yo entiendo que toda esta Cámara se sentiría satisfecha de que el señor Pani se fuera, ¿no es así? (Aplausos). Pero yo, con todo el cariño de compañeros, me permitiría decirles que desmiento de su opinión; yo quisiera que el señor Pani se quedara, porque, como dicen vulgarmente, ahora la bebe la derrama. (Aplausos). Ahora es bueno que se quede para ver si de veras es financiero, se de veras es el hombre competente y el hombre honorabilísimo que se cuelga el milagro de la nivelación de los presupuestos y de las economías del Erario, etcétera, etcétera. Yo quisiera que se quedara, porque a hombres de esa talla es necesario nulificarlos definitivamente, y si se va, compañero Santos, como esta situación económica tiene que aumentar mucho más, como las dificultades financieras del país tienen que llegar todavía a una crisis más terrible, el señor Pani verá esa situación desde París y dirá desde allá a los periodistas y dirá a Limantour, y dirá a todos sus compañeros de finanzas: "Ahí está; en cuanto salí yo de la Secretaria de Hacienda, vino la bancarrota moral y económica del Gobierno, como cuando en tiempos del señor De la Huerta"; se hará propaganda en el extranjero con los banqueros de Nueva York, con los de París, y de todas las partes del mundo, para hacer ambiente y que se le vuelva a llamar. Y entonces viene de nuevo, y dice: "¡Vean ustedes cómo yo soy el único salvador, el único financiero de la República Mexicana!" En tanto que si lo dejamos a que resuelva la situación, veremos cómo no aguanta dos o tres meses y tiene que renunciar y declararse definitivamente vencido. De cualquiera manera yo respeto la opinión de mis compañeros de Cámara y opino también que se vaya. (Risas. Aplausos). Yo opinaba también, compañero Santos, que no se fuera por esta razón: porque los coyotes a quienes en otras veces, en otras ocasiones difíciles para las finanzas del país, se ha culpado aun por la misma Secretaría de Hacienda como causantes de esas situaciones, ahora ya desaparecieron; ya no hay tales coyotes; ahora es otra familia de animales la que ha aparecido. (Risas). A esa familia de animales yo le he encontrado un símil, no sé si será más o menos acertado, pero creo que debemos llamarle de hoy en adelante, en lugar de coyotes, ardillas, por las razones que voy a indicar. (Risas. Voces: ¡No!) Acaso haya algunos compañeros amantes de la caza y ellos recordarán que estos animalitos son muy listos, de una agilidad asombrosa. Es casi imposible tirarles en reposo; casi siempre hay necesidad de tirarles al vuelo, cuando brincan de un árbol a otro. Es muy difícil ver estos animalitos.
El C. Riva Palacio, interrumpiendo: Las ardillas no vuelan, no más brincan de un lado a otro.
(Risas).
El C. Fabila, continuando: Pues bien; voy a acabar de hacer mi símil para ver si es posible que desaparezcan los coyotes y de hoy en adelante llamemos ardillas a estos señores. Estos animales procuran siempre brincar de un árbol bajo a uno más alto, y así sucesivamente. Yo creo que hay mucha semejanza entre las ardillas y el señor Pani, y sus ardillitas, por supuesto. (Risas). El señor Pani a venido brincando de un árbol a otro cada vez más elevado. Con el señor Pani han ido todas sus ardillitas. No le conozco yo, en su grupo, una sola baja, ni tampoco una alta, en la familia ardilluna. (Risas). ¡Son los mismos, los mismos, los mismos! (Voces: ¡Nombres! ¡Nombres!) yo creo que ustedes son buenos entendedores y con los dedos de la mano pueden estar contando X, Y, y Z, etcétera, etcétera.(Voces! ¡Nombres) Si vuestras señorías quieren los nombres, es muy sencillo,
pueden acudir a los periódicos de ayer y encontrarán una fotografía del Ejército de la Prosperidad (Aplausos). Esa es la familia ardilluna y es el grupo que ha venido con Pani saltando de un árbol a otro. (Aplausos). No sé si será oportuno seguir con más digresiones al margen de la cuestión minera. (Voces: ¡Lo de Pani!) Pero como con la baja del precio de la plata está perfectamente conectada la política hacendaria, socialista, del señor Pani, es bueno llamarle la atención sobre algunos otros puntos; por ejemplo, sobre la Ley de Herencias, que recientemente se puso en vigor. (Voces: ¡Es bueno derogarla!) Sería conveniente, como, dice el compañero, derogarla; pero las facultades extraordinarias también derogarían cualquiera disposición nuestra. El compañero Ancona y yo criticamos también, en su oportunidad, la Ley de Herencias. Nos replicaron diciéndonos, naturalmente, que nosotros no éramos técnicos, que no entendíamos de discusiones hecendarias, etcétera, etcétera; pero aun cuando no seamos técnicos, tenemos un poco de sentido común y creo que más que las ardillas de la Secretaría de Hacienda. ¿Porque qué importancia se le puede dar a un criterio de la Secretaría de Hacienda, cuando en una tan importante ley, como la de Herencias, comete errores garrafales que después disculpa en un cuadro en primera plana, en todos los periódicos, diciendo que fueron erratas del Diario Oficial? Ese es uno de los vicios y tal vez vicios malévolos, en cuestión de legislación hacendaria, de la Secretaría de Hacienda. No hay ley que dicte la Secretaria de Hacienda en uso o no de facultades extraordinarias, que no traigan al margen y durante toda la vida circulares aclaratorias y circulares aclaratorias. ¿En qué quedamos? O son técnicos financieros los de la Secretaría, o son unos mamarrachos como cualquiera de nosotros que no entendemos nada de eso. (Voces: ¡No! ¡No somos mamarrachos! ¡No nos confundas con las ardillas!) Entonces resulta que los mamarrachos son ellos.
(Risas).
El C. Riva Palacio, interrumpiendo: Que retire el compañero esa palabra injuriosa para los compañeros: no somos mamarrachos, somos representantes del pueblo.
El C. Fabila: ¿Y si la retiro a quién se la dedico?
El C. Riva Palacio: Dedíquesela usted al señor Pani.
El C. Fabila, continuando: El señor Pani se ufana de su política de economías y presume mucho del equilibrio de su presupuesto. Ya esta Cámara dijo oficialmente el 1o. de septiembre, que el éxito de esa labor corresponde total y absolutamente al general Calles. Es innegable, y ustedes recordarán que en aquella ocasión, cuando el diputado Santos hacía esta importante declaración en nombre del Poder Legislativo, el señor Pani fue el primero que aplaudió.
El C. Arlanzón, interrumpiendo: ¡Pero con ironía!
El C. Fabila, continuando: ¡Naturalmente! Pues bien, hay que ir por las secretarías de Estado y preguntar cómo se sienten respecto de esa política dizque de economía del señor Pani. Es una verdadera dictadura, una verdadera intromisión de la Secretaría de Hacienda en todos los asuntos de las demás secretarías. El quiere por este medio controlar o vigilar, supervisar los manejos de todas las demás secretarías, cosa absurda y cosa criticable por todos conceptos. Hay economía para todos, ciudadanos diputados; para el Poder Legislativo, para el Judicial, para el Ejecutivo, etcétera, etcétera; pero ojalá y pudiera esta Cámara preguntar al señor Pani cuánto ha pagado por indemnizaciones con cargo al presupuesto del año en vigor, indemnizaciones que ustedes saben se pagan en oro y la mayor parte van al extranjero, pertenecen a extranjeros.
El C. Hurtado: Se queda con la mitad.
El C. Fabila: Naturalmente que se queda la mitad, compañero Hurtado, y se queda la mitad en la Secretaría de Hacienda. Hay economías para todos y se anuncian también serias economías para el próximo año; en cambio se han pagado más de veinte millones de pesos a los antiguos Bancos de emisión, en la misma forma que dice el compañero Hurtado. Yo creo que el señor Pani, antes de irse, debería publicar estos dos importantes datos y supongo que esta Cámara respaldará mis palabras, porque yo, desde esta tribuna interpelo a esa Secretaría y deseo que los compañeros me digan si respaldan estas dos interrogaciones que hago al señor Pani. (Aplausos. Voces: ¡Que venga Pani!) Yo no sé si esta Representación Nacional se habrá dado cuenta del pánico terrible que existe en todo el mundo de los negocios con motivo del alza del cambio de la plata por el oro. Estoy seguro de que se ha dado cuenta de que infinidad de personas, de comerciantes y negociantes que de buena fe trabajan por el engrandecimiento y prosperidad del país, están sufriendo grandes perjuicios, y esta Cámara sabrá, seguramente, que conforme a una ley que existe sobre la materia, hay un fondo de reserva en el Banco de México, precisamente para contrarrestar los movimientos de los cambios, un fondo de reserva que es sumamente importante, que asciende a varios millones de pesos. Y bien, ¿qué se hace con ese fondo de reserva? ¡El cambio está al quince por ciento! (Voces: !Al veinte!) Y se anuncia que el cambio subirá mucho más, es decir, que llegará hasta el nivel del valor intrínseco del peso plata mexicano, es decir, sobre treinta por ciento o algo más.
El C. Méndez Macías, interrumpiendo: Para una aclaración. Yo creo conveniente, para que la Asamblea se dé cuenta de sus palabras, que usted explique cuál es el valor intrínseco de la moneda de plata, y qué destino se le da al treinta y seis por ciento que queda en manos del Gobierno.
El C. Fabila, continuando: Repito que no soy conocedor a fondo de estas cuestiones; pero tengo entendido que el valor intrínseco de nuestro peso plata es sesenta y cuatro centavos de oro: (Voces: ¡No! ¡Sí!) de manera que hay un margen de utilidad alrededor de treinta y seis centavos para el Gobierno, el cual debe distribuirse en esta forma: diez y ocho centavos para el Gobierno, para el tesoro nacional, y diez y ocho centavos para el fondo de reserva que sirve para contrabalancear los cambios... Estos diez y ocho
centavos por peso, conforme a la ley bancaria actual, están depositados en el Banco de México, que hace las veces de la antigua Comisión Monetaria; de manera que el Banco de México está obligado por ley, por interés público y por necesidad nacional a resolver el grave conflicto del cambio. En este caso sí afirmo que tal vez el interés de las ardillas de la Secretaria de Hacienda esté precisamente en que el cambio de la plata por el oro de conserve lo más alto posible, porque, como ustedes saben, sobre las utilidades del Banco de México el señor ministro de Hacienda, señor Pani, tiene un alto tanto por ciento, Si mal no recuerdo en el último año del señor De la Huerta, por concepto de utilidades en la Comisión Monetaria, por el hecho de ser consejero o presidente del Consejo, o no sé qué, recuerdo hasta haber visto el cheque, el cheque de una de las partidas que le tocaron, fue de sesenta mil pesos, y hay que recordar que la Comisión Monetaria manejaba un capital mucho muy inferior al del Banco de México; de manera que con los grandes negocios y con motivo de la baja del cambio de la plata y el oro, el negocio que está haciendo el Banco de México - y el señor Pani es el primer beneficiado - , seguramente le tocarán de tres a cuatrocientos mil pesos de utilidades antes de irse a París. Decía yo, respecto a la ley de herencias, que el señor Pani está siguiendo los pasos del gran financiero porfiriano Limantour; pero antes de irse el señor Pani ha dictado una ley de herencias absolutamente socialista: Quiere que el individuo. al morir, reintegre al Estado lo que no es producto directo de su trabajo; pero él, naturalmente, no queda comprendido dentro de la ley de herencias, porque hay datos precisos de que el señor Pani ha situado ya su inmensa fortuna de cuatro o cinco millones de pesos a París, y en ese caso no quedará comprendido dentro de la ley de herencias socialista.
El C. presidente: Se suplica atentamente a los ciudadanos diputados se sirvan escuchar al orador.
El C. Fabila: Por último, señores diputados, solamente quiero referirme al hecho de que la opinión pública de todo el país ha respaldado, respalda y aplaude la inteligente y revolucionaria labor del general Calles, y nosotros estamos obligados a cuidar de que ese respaldo por ningún concepto venga a menos, y yo de buena fe, sinceramente, denuncio ante esta Asamblea, que esa política socialista mal entendida de la Secretaría de Hacienda, está restando mucha opinión al señor general Calles. (Aplausos).
El C. Alvarez Pedro, interrumpiendo: Compañero Fabila, ¿me permite una interpelación? En su concepto, y usted que ha estudiado el asunto, ¿a qué se debe la baja de la plata en moneda, cuando nuestra moneda de plata es una moneda de vellón, puesto que tiene tipo de oro, y qué providencias está tomando la Secretaría de Hacienda para hacer subir esa plata, puesto que cada día va bajando más?
El C. Fabila: Sería motivo, compañero, de que yo me pusiera a estudiar el punto y entiendo que, en todo caso, no es a mí a quien toca contestar. Si usted quiere, compañero, puede usted hacer su interpelación pública a la Secretaría de Hacienda, o bien, como opinaban algunos compañeros, llamar al señor Pani para que informe a la Cámara respecto a su actuación financiera en el asunto de los cambios. (Voces: ¡Que venga! ¡Que venga!) A propósito de las ardillas, compañeros, tengo conocimiento de que ya llegó una más, pero de las más importantes y robustas, que, según tengo entendido, la conocen muy bien los compañeros de Yucatán. Se trata del Señor Manero, que urgentemente está ya al lado del señor Pani en la Secretaría de Hacienda. (Voces: ¡Fue delahuertista!) Volviendo ahora sobre la Ley de Minas, para terminar, debo decir a ustedes que en las tres adiciones que las comisiones hicieron, parece ser que hay alguna divergencia de opinión con algunos compañeros. Las comisiones han estado de acuerdo con esas opiniones y estoy seguro de que muy pronto nos pondremos de acuerdo. Al tratar de este proyecto en lo particular, explicaré el porqué de esas adiciones. Yo desearía, con permiso de la Asamblea, que alguno de los representantes del Partido Laborista externara su criterio sobre la adición que propusimos a estas iniciativas en relación a la protección de los intereses de los trabajadores mineros, con objeto de que la Asamblea esté más bien orientada y de que vea perfectamente clara la actuación capitalista de la Secretaría de Hacienda. (Aplausos).
El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Zincúnegui Tercero.
El C. Zincúnegui Tercero: Señores diputados: Al venir hoy a hacer uso de la palabra al margen de la discusión de las reformas propuestas a la ley de impuestos de minería, quiero apartarme un poco del estilo explicable, pero jocoso, del compañero Fabila, porque este asunto es exageradamente serio. Yo, compañeros, al intervenir en esta forma, no lo hago por venir a defender al señor Pani, ni me importa tres cominos. Con posterioridad vendré yo con números, porque es así como deben tratarse estas cosas, a demostrar, por ejemplo, que en el ensayo de organización del Timbre en México, el fisco tiene perdidos alrededor de cuatro millones de pesos desde que se llevó a cabo dicha mejora, no mejora, digo reforma. Repito, señores, que yo quiero que se sirvan ustedes dar a este asunto toda la importancia que tiene, porque no es con chistes malos, no es por medio de ataques personales como se llega a la médula del asunto. El compañero Fabila nos ha hablado de los efectos y no ha hablado de las causas. Quiero, por último, para poner punto final a este asunto, manifestar a ustedes que en este caso mis ideas son el producto de estudios llevados a cabo con los ingenieros de la Secretaría de Industria y Comercio, que están perfectamente preparados para la cuestión. Yo creo, compañeros, que si vamos a estudiar el porqué del fenómeno económico que ocurre actualmente tanto con la baja de la plata como con el cambio de moneda, llegaremos a conclusiones muy diversas, esencialmente de las que ha venido a expresar aquí el compañero Fabila. Todos ustedes saben que la plata, como toda mercancía, está sujeta a la ley general de la oferta y la demanda, Ahora el caso particular del enorme descenso que ha tenido la plata, no
obedece a otra causa que a la amenaza del Gobierno de las Indias para convertir... (Voces: ¡No! ¡No!) Perdónenme, compañeros, ésta la tribuna para rebatir, Ruego a ustedes se sirvan atenderme. La amenaza del cambio del talón oro por el talón plata que tienen en la actualidad las Indias, es uno de los pretextos, por lo menos, de los que se han valido dos grandes trusts para llevar a cabo esta enorme baja. En cuanto al cambio existente entre nuestra moneda de oro con la plata, es una cosa completamente distinta; eso obedece a algo que ha tratado ya la prensa en editoriales muy sensatos: es la desventaja que existe para un país, cuando se tiene mercado exterior desfavorable. Son fenómenos de economía política que saben todos los que se encuentran aquí en estos momentos. En consecuencia, debemos ir a la médula del asunto, debemos buscar, ver por qué motivo, señores diputados, esa baja inusitada de la plata se ha venido sosteniendo y agravando, al grado de llegar hasta cincuenta y un centavos la onza troy, centavos de oro americano. Ustedes saben perfectamente, señores, que la plata, la industria de la plata, pudo sostener su mercado en un período no menor de treinta y un años, esto es, del año de 1894 al año de 1923, con un promedio de cincuenta y nueve centavos la onza troy. De 1913 a 1920, época anormal, qué fue la época de la guerra en la cual por razón natural hubo excesiva demanda de plata y escasez de la misma, subió hasta ochenta centavos la onza troy. De 1920 a 1925 se había sostenido alrededor de sesenta y seis centavos la onza troy, sin que esto afectara absolutamente la producción, porque siendo costeable el precio de cincuenta y nueve centavos, como lo fue durante el larguísimo período de treinta años en los cuales las industrias mineras trabajaban de manera absolutamente rudimentaria el metal, so sería de explicarse que más tarde esa misma plata no pudiera ser beneficiada, siendo así que el precio de costo de producción, que es otro de los factores que necesitaremos tomar en consideración en este debate, siendo así que el beneficio, la extracción y toda clase de trabajos que se llevan a cabo en las minas hasta extraer la plata, se ha reducido en forma proporcional, porque tenemos del procedimiento de fundición que se aplicaba antes y que todavía aplica la pequeña industria minera, al de flotación o cianuración, una economía no menor de un diez por ciento en el costo de la producción. Se me dirá que también los salarios han ido en aumento progresivo de acuerdo con la plata; pero yo puedo manifestar a ustedes, con estadísticas, señores representantes, que este aumento no viene equivaliendo a un dos por ciento en el costo de la producción; los salarios no han sido proporcionales; en consecuencia, vemos que si la plata pudo sostenerse tanto tiempo a un precio medio de 59 centavos la onza troy, no había para qué alarmarse al grado que se alarmó la industria minera en México al venir ese descenso rapidísimo; pero indispensable, señores, que el Gobierno tomara medidas inmediatamente. Se sabe demasiado que la Secretaría de Hacienda, con una avaricia inexplicable, ha procurado siempre resolverlo todo a base de impuestos. Es el sistema filosófico de la Secretaría de Hacienda, el sistema de impuestos, descuidando la producción, es decir, descuidando la parte de la industrialización de la minería. Es por eso que cuando los representantes de la Secretaría de Hacienda y de la Secretaría de Industria y Comercio comenzaron a celebrar sus juntas, tropezaron con la dificultad de la intransigencia de la Secretaría de Hacienda. La Secretaría de Hacienda pretendía que la industria minera viviera y se desarrollara a base de impuestos; a lo que es lo mismo, la Secretaría de Hacienda creyó que la minería podría desenvolverse en México sobre un impuesto territorial; ideas antitéticas por completo a las que sostuvo la Secretaría de la Industria y Comercio. Esta Secretaría sostuvo la tesis, racional y clara a todas luces, de que es el producto el que debe gravarse y no el territorio, porque si no llegaríamos a la conclusión de tantos años en que la industria minera ha estado estacionada en México, pagando nada más ese impuesto. La Secretaría de Hacienda obtenía antes de la nueva ley en vigor - que es una ley de las más sabias que se han dado hasta la fecha - , obtenía alrededor de tres millones por impuesto a la minería. Cálculos posteriores que han venido a demostrar la verdad de mis palabras, han demostrado que gravando la producción y no la superficie, esas utilidades para el fisco aumentan de un diez a un veinte por ciento, y ese aumento irá en progresión a medida que la industria minera continúe su curso natural, Volvamos al momento de la crisis en que la plata comienza a bajar de una manera alarmante, inusitada, Por razón natural y dada la circunstancia de la falta de organización existe entre la pequeña minería, que era la que resultaba más afectada, hubo ésta de dirigirse inmediatamente a la Secretaría de Hacienda; pero en la Secretaría de Hacienda encontró las puertas cerradas; no así en la Secretaría de Industria y Comercio, en donde desde luego se preocuparon por estudiar las causas del fenómeno.
Se nombró la comisión que se acercara a tener las conferencias con la Secretaria de Hacienda, y la Secretaría de Hacienda, con el criterio a que ya me refería, vino poniendo todo género de objeciones. Con posterioridad a esto fue presentado por el compañero Espinosa y Elenes un proyecto de decreto, que aunque en términos generales es bastante bueno, ya en detalle, al llegar a la discusión en lo particular de los articulados de esta ley, demostraré que es perjudicial en sumo grado, porque, en esencia, el compañero Espinosa y Elenes pedía que el fisco dejara de percibir alrededor de diez millones de pesos anuales, diez millones de pesos que, por razón natural, irían a recargarse sobre el resto de las industrias, que están en condiciones desastrosas en el país. La razón de ser de que en México la pequeña industria no pueda vivir, la saben todos ustedes perfectamente: es el exceso de impuestos y gabelas que pesan sobre la pequeña industria. La pequeña industria no podrá desarrollarse en México; no digamos ya la pequeña industria, todos ustedes saben que, para vergüenza nuestra, en México consumidores varios millones en frutas; que hasta los huevos que se consumen tienen que venir del extranjero. ¿Por qué razón señores? ¿Por qué razón resulta más barato un huevo extranjero que un huevo del país? Es muy sencillo, señores. Es necesario, señores, descender a estos pequeños
detalles para fundar determinada tesis, Decía yo que la pequeña industria en México no ha podido jamás desarrollarse, por el exceso de gabelas, y cuando se ha llegado a establecer alguna industria que pudiera ser seria y de trascendencia para el país, se ha observado este curioso fenómeno: que aquella industria no evoluciona; permanece estacionaria. Un caso concreto; la fábrica de dinamita. Ustedes saben que la fábrica de dinamita fue subvencionada por el Gobierno con una fuerte cantidad; que se estableció con maquinaria moderna y, en fin, miles de favores que se le hicieron a la citada industria; pero sucedió que los mineros y todos aquellos que tienen necesidad de dinamita industrial, comenzaron a repudiar aquel efecto. El Gobierno no se explica por qué, hasta que, averiguando, se vino a la conclusión de que validos de que la subvención aquella les proporcionaba determinada utilidad, aquella fábrica de dinamita fue produciendo cada día dinamita más mala. Comenzó por suprimir los técnicos, dejando en manos de obreros sin preparación la preparación de la dinamita. Este fenómeno ocurriría en muchas de nuestras industrias si no se dejara a la iniciativa privada la industria, especialmente en minería. Es necesario, señores, que nos demos cuenta de que necesitamos procurar que las minas de México vayan perfeccionando cada día más sus procedimientos, a efecto de obtener mayores rendimientos de las mismas, con menos costo de producción.
Pasado el momento de sorpresa que ocasionara la famosa amenaza de cambio de moneda de la India, el público comenzó a darse cuenta de muchas cosas y entre éstas de las siguientes: Que era casi materialmente imposible el que el Gobierno de la India invirtiera su sistema monetario, cambiara el sistema de talón oro por el talón plata. La moneda de uso corriente en la India es la rupia papel y la rupia plata, convertibles mutuamente. Aparte de esto, existe una moneda de oro sovereing, que vale diez rupias y que tiene poder liberatorio ilimitado, como si dijéramos nuestra moneda de oro de diez pesos; pero ocurre que la India tiene alrededor de tres mil millones de dólares, que al ser retirados de la circulación, es decir, la moneda rupia plata como moneda legal, vendría a tener un enorme descenso, es decir, que el Gobierno de la India tendría que perder alrededor de cuarenta o cincuenta por ciento de la riqueza de la nación; pero no es eso suficiente, se necesitaría que contara con el oro necesario, ¿y de dónde lo coge? Sólo los Estados Unidos podrían proporcionárselo por medio de un empréstito. Ahora los Estados Unidos no pueden proporcionárselo, porque como ustedes saben perfectamente, alrededor de un ochenta por ciento de los productores de la plata, de los propietarios de las minas de plata, es capital norteamericano, y ese capital, presentado por la unión de productores de plata, fue el primer interesado en que a la India no se le cambiara el talón plata por el talón oro, y se acercaron a su Gobierno para que él impidiese, en caso de presentarse cualquier iniciativa de la India en solicitud de un empréstito, que se llevara a cabo ese empréstito. Como ven ustedes, señores, aun cuando no fuera sino por estos puntos, la conversión del talón oro al talón plata, o viceversa, plata a oro, vendría siendo casi materialmente imposible. Esto no obstante, dada la situación crítica por que atravesamos, esta crisis tuvo que acentuarse, Ustedes saben perfectamente, señores, que una de las principales causas de desequilibrio - y aquí sí es a donde yo desearía que el compañero Fabila me hiciera el favor de fijar su atención - no es precisamente la Secretaría de Hacienda la que por medio de sus torpezas o coyoterías esté haciendo bajar el valor de la plata en relación con el oro mexicano: es la desigualdad enorme que existe entre nuestra importación y nuestra exportación. Nosotros estamos importando enormes cantidades en oro...
El C. Fabila, interrumpiendo: Ese es el argumento de la Secretaría de Hacienda.
- El C. Zincúnegui Tercero, continuando; Yo no tengo la culpa de que la verdad esté de un lado o de otro; lo que me pesa y me duele es que usted pretenda hacer de un caso personal, un caso científico o de números. Si la Asamblea cree que lo que digo no es verdad, puede refutarme.
El C. Fabila: Según eso, el compañero Zincúnegui cree que la Secretaría de Hacienda es inocente absolutamente en esta situación financiera, porque eso se deduce...
El C. Zincúnegui Tercero: Un momento. No quiero que el compañero Fabila juzgue de mis palabras antes de terminar mi exposición; creo que tengo derecho a exponer mis motivos hasta el fin, para que después se vea si él está en lo justo o si soy yo quien lo está. Yo estoy exponiendo verdades. Yo También desearía que el señor Pani se fuera, pero temo que nos pase lo que le paso a Silveti cuando fue a torear a una plaza de pueblo: (Voces: ¡A Toluca!) Por una de tantas malas tardes, - El cronista de "El Universal" sabe bien de estas cosas - le ocurrió que quedó pésimamente. El público se enfureció, lo apedrearon y los fueron siguiendo hasta la estación. Como pudo, Juan Silveti se metió en el carro del tren; pero allí lo descubrieron y comenzaron a apedrearle y a echarle en los momentos en que arrancaba el tren, Entonces sacó la cabeza y les dijo: "Griten lo que quieran, si al cabo acá los llevo". (Risas). Yo no quiero, compañeros, que el señor Pani nos haga lo mismo. (Risas). Pero el hecho de que el señor Pani y la Secretaría de Hacienda, que yo he sido el primero en denunciar y esto hace que caiga por su base la afirmación del compañero Fabila; no quiero que se confunda una cosa por otra, ¿por qué, si existen verdades científicas comprobadas, vamos a cerrar los ojos nada más por la pasión política? Nadie más que esta Cámara está resentida con el señor Pani; pero no por el hecho de que el señor Pani esté al frente de la Secretaría de Hacienda, vamos a negar verdades de carácter científico, de carácter económico político; no es en esa forma, argumentando así,...
El C. Fabila: Permítame que le interrogue, compañero. Según eso, creo yo que los argumentos de usted, dentro de la relatividad de todo, son exactos y quizá de más fuerza que los míos; pero también yo estoy obligado a demostrarle a usted que en muchas partes la actuación del señor Pani
ha sido funesta económicamente, científicamente, para la situación actual del país, Un caso: La Ley de Herencias ha provocado, en un mes que tiene en vigor, una salida de depósitos bancarios que estaban en México de varios millones de pesos. ¿Usted cree que eso no influye, que no es trascendental para la situación actual de los cambios? (Aplausos).
El C. Zincúnegui Tercero: Yo no niego en lo absoluto las verdades asentadas por el señor Fabila; más aún, yo he venido a ratificarlas con argumentos a base de números, Le dije al compañero Fabila que yo vendría más tarde, cuando sea oportuno, cuando venga la discusión de presupuestos, a demostrar lo perjudicial que ha sido para el país, entre otras cosas de la Secretaría de Hacienda, la organización del Timbre; la organización del Timbre, que con el pretexto de economizar al país ochocientos mil pesos, lleva ya alrededor de cuatro millones de pérdida como resultado de los ensayos tan desastrosos como éste, o como el edificio del Banco, la compra de "La Mutua, que ni bajo el punto de vista técnico, ni bajo el punto de vista económico, ni bajo el punto de vista patriótico se le ocurriría a un niño ir a vaciar, a dejar convertido en un cascarón un edificio que se ha construído a todo costo, para volverlo a llenar nuevamente; y como se ven todas estas cosas, se supone uno una falta de conciencia absoluta para manejar los dineros del pueblo. (Aplausos. Voces: ¡Mucho mangoneo!)
Decía, señores, que una de las causas principales que originan el enorme desequilibrio que existe actualmente en nuestra moneda nacional convertible de oro a plata, es, entre otras, la siguiente; hace muchos años - y lamento no traer en estos momentos la estadística - estamos nosotros importando gran cantidad de millones de efectos, de mercancías, hasta de fruta, al país; dinero que sale en oro, del país, y que no regresa. Por ejemplo, la plata es una de las exportaciones que se hacen que sí traen beneficio, porque por lo menos un setenta por ciento viene para gastos de operarios, de arrastre, en fin, todos losa gastos necesarios; no así determinadas mercancías, como fruta, es dinero que sale en oro y que no vuelve al país. En consecuencia, dado el excedente - y fíjese el compañero Fabila, le ruego que ponga atención - , otra de las causas torales, como ha dado en llamarse ahora a esta clase de argumentos, en este caso es el excedente liberatorio que hemos tenido en nuestra moneda. Hemos acuñado moneda en exceso, compañero. Yo creo que este argumento...
El C. Fabila, interrumpiendo: ¿De quién es esa política? ¡De Pani, compañero!
El C. Zincúnegui Tercero, continuando: Yo dije, compañero, que venía a traer argumentos, sin tratar de defender a nadie; que el pueblo, que la Cámara se encargue de decir quién es el culpable. Soy de los primeros que han sentido altamente que una política sabia, como la del general Calles - un hombre que hasta ahora ha merecido la confianza de propios y extraños - , haya tenido ese pequeño lunar desde el principio de su Gobierno. (Aplausos). El compañero Fabila no desconoce tampoco que...
El C. Torregrosa, interrumpiendo: ¡Una aclaración! Compañero Zincúnegui: Yo veo la buena fe, la buena intención, la seriedad que pone usted en sus palabras, que revelan que varias noches ha quemado sus pestañas en el estudio de estos asuntos tan delicados; y como también a nosotros nos importa conocer ciertos detalles, ya que su señoría atinadamente se ha dedicado a este estudio. le suplico con todo respeto que tenga la bondad de informarnos a ver qué sabe de lo que dicen respecto de que ha habido una maniobra internacional provocada por los señores Caballeros de Colón, por medio de la cual retiraron del Banco de México un crédito que tenían las instituciones de crédito de los Estados Unidos. Parece que al ser retirado este crédito, se dice que el Banco de México tuvo que pagar violentamente cuatro millones de dólares y que esto motivó una demanda inusitada en nuestro mercado, que, adunando esto a lo de la depreciación de la plata, por el caso de la intentona de conversión de plata de la India en talón oro, produjo los efectos, uno de tantos factores, mejor dicho, que está experimentando el mercado mexicano. ¿Tiene la bondad su señoría de decirnos qué sabe de esto? Porque parece que su señoría se ha dedicado a este estudio.
El C. Zincúnegui Tercero: Voy a tener el gusto de contestar al compañero Torregrosa. A mi me ha llegado, como a él, el rumor a que se refiere; pero hasta estos momentos no he podido confirmarlo. Sí iba a citar, entre los argumentos que originan el desequilibrio monetario, también la salida de fuertes cantidades del país, fuertes cantidades en oro, porque el estimado compañero Torregrosa sabe que la conversión de nuestra moneda a moneda del exterior se hace siempre a base de oro. Nunca en los mercados extranjeros admiten plata; eso se hace por medio de dos operaciones. Por ejemplo, lo que hacen los que están vendiendo actualmente plata en Estados Unidos: se las pagan en dólares y ellos vienen aquí a México con dólares; ya sobre el dólar tiene una enorme depreciación nuestro peso. El compañero Torregrosa sabe que actualmente nuestro peso vale cuarenta y cuatro o cuarenta y cuatro y medio centavos de dólar, siendo que casi siempre se había sostenido a cincuenta y nueve; (Voces: ¡A cuarenta y nueve!) a cuarenta y nueve. Como ve el compañero Torregrosa, los industriales que están trabajando en estos momentos la cuestión de minas de plata, tienen dos utilidades; primero, la de la conversión de dólares americanos en oro mexicano, en la cual ya llevan tres puntos, y luego la conversión del oro mexicano en plata mexicana, que es con la que hacen todos sus pagos, pagos de salarios, etcétera. Pero esta es otra cosa.
El C. Torregrosa: Compañero Zincúnegui Tercero; yo nada más deseo dar a usted la razón de las cosas que verdaderamente están pasando en México, que no van en contra de la Secretaría de Hacienda, sino en contra del Gobierno mexicano que preside Plutarco Elías Calles. Hay un detalle, que creo que su señoría sabe muy bien: una maniobra que están haciendo las instituciones de crédito de México, entre ellas el Banco Nacional y otras instituciones de crédito que no son del Gobierno, que están circulando letras especiales para hacer que el stock de plata se amontone y venga
la depreciación más grande; que no tienen tanto que ver las Indias en ese sentido. Los Bancos están, contra la ley, haciendo circular documentos que representan cantidades fabulosas de treinta y cuarenta mil pesos, como si fueran billetes emitidos por el Banco de México; y esto hace, compañeros, que se experimente este fenómeno de la depreciación de la plata. Es necesario desenmascarar también a los aliados del Clero mexicano que toman parte en esta maniobra, porque no debemos ahora, por una pasión personalista más o menos bien explicada. dirigir las baterías a un lugar donde no debemos dirigirlas. En este momento todo aliado del Clero mexicano no es patriota, porque ha ido a vender su país a a otras autoridades, porque ha ido a suplicar al presidente Coolidge, al puritano, al protestante Coolidge, que vea la manera de intervenir en México para ayudar a la Iglesia católica, apostólica, romana. Es indispensable que nosotros, los representantes del pueblo, no nos dejemos dividir, ni nos dejemos cegar; el mal está en varias esferas; yo tengo amigos comerciantes que me han prometido exhibir esos documentos; voy a ver si cumplen, a ver si no llegan a aterrorizarlos, para exhibirlos, ya sea por la prensa, ya aquí en la tribuna, para que se conozca a los malos mexicanos. En este caso, sin ser defensor de Hacienda, sino de l Gobierno mexicano que patrióticamente está trabajando en estos momentos, es indispensable acusar ante el pueblo mexicano a los que están bajando el precio de la plata indebidamente.
El C. Zincúnegui Tercero: Compañero:
Yo espero que en honor y por la seriedad de esta Cámara, este debate se prolongue todo lo que debe prolongarse y que, a su debido tiempo, vengan a hacer uso de la palabra compañeros mejor preparados que yo, Yo he venido a traer lo poquísimo que sé, a este debate; y ruego a ustedes que si notan determinadas deficiencias, me perdonen: no puedo hacer más de lo que hago; en consecuencia, a su debido tiempo contestaré las objeciones del compañero Torregrosa; y continúo, a ver si puedo terminar mi exposición.
Perdóneme el compañero Fabila que le dirija las baterías continuamente; es el único miembro de la comisión cuya opinión he escuchado hasta ahora. Decía, compañeros, que en mi concepto, aparte de todos los argumentos que ya hemos expresado, intervienen también otros en el fenómeno de la baja de la plata. Por ejemplo, saben ustedes que los algodoneros perdieron en sus cosechas alrededor de veinte millones de pesos; y no es que precisamente los hayan perdido, es que aquí ocurrió, nuevamente, el fenómeno de la oferta y la demanda. De cuarenta o cuarenta y dos millones, más o menos, que deberían importar las cosechas de algodón, como hubo exceso de oferta en el mercado, quedaron reducidas a la mitad o poco menos; en consecuencia, como comprenderá el compañero Fabila, es un enorme desequilibrio para nuestras finanzas la pérdida de la cosecha en veinte millones de pesos sólo en el ramo del algodón, y tuvo que influir poderosamente.
Ahora, sabe el compañero Fabila que ese fenómeno no ocurre únicamente con la cosecha del algodón. De nuestra agricultura, en esta ocasión, se ha perdido un enorme porcentaje, un espantoso porcentaje que nos va a hacer pagar el maíz el año entrante a precios nunca vistos en México. Todos estos fenómenos, compañero Fabila, se ligan unos con otros. La economía política tiene en este terreno raigambres entre sí que muchas veces los fenómenos que aparentemente no deberían afectar una situación determinada, la afectan, no por otra cosa sino muchas veces por el temor de la gente. La gente es demasiado timorata, sobre todo cuando se trata de dinero, y como usted sabe, lo mismo en México que en las Indias y como en otras partes donde hay plata en abundancia, esta plata obra en poder de la mayoría, esta plata está repartida; el oro va a dar a las arcas nacionales, si se maneja sabiamente la política financiera, y si no, va a dar a las arcas de los coyotes o de los grandes industriales. (Voces: ¡De las ardillas!) Bueno, de las ardillas. (Murmullos).
El C. Fabila: ¿Me permite usted, compañero Zincúnegui?
El C. Zincúnegui Tercero: Compañero, yo le ruego a usted que teniendo en cuenta lo que dice el compañero Torregrosa, de que este asunto me ha costado varias noches de desvelos, ahora no me vaya a echar a perder mi estreno. (Risas. Murmullos).
El C. Fabila: Quiero puntualizar un hecho nada más. Usted se dirige a mí, compañero, y tengo derecho de contestarle. Estoy absolutamente de acuerdo con el argumento del compañero Torregrosa respecto a esa falsa maniobra financiera, es decir, a que hay otros culpables, y estoy de acuerdo en lo que usted dice al respecto a la cosecha del algodón y a la cosecha de maíz, por ejemplo; pero yo creo que en el fondo mi tesis puede reducirse a estas palabras: la Secretaría de Hacienda tiene un alto porcentaje de responsabilidad en esta situación. Quitándole los ataques personales, esa es mi tesis. Yo creo que mi tesis está perfectamente de acuerdo con la de usted, compañero Zincúnegui Tercero, y con la del compañero Torregrosa, porque esas influencias que en apariencia son extrañas a la Secretará de Hacienda, al ministro de Hacienda, tienen, sin embargo, esta responsabilidad para el ministro: que por eso la nación ha depositado en manos de un secretario de Hacienda la defensa y el cuidado de sus intereses financieros. Era tiempo de que la Secretaría de Hacienda hubiera hecho algo por evitar esa maniobra que revela el compañero Torregrosa, para cuyo efecto hay una ley bancaria que señala sanciones muy graves para esas maniobras financieras. Igualmente, la Secretaría de Hacienda podía - no sé en qué forma, pero su deber era buscar la solución del problema - resolver la situación que usted indica, de los algodoneros, por ejemplo, por medio de refacciones, etcétera, en fin, tantos medios que hay, pero que ignoro porque no soy economista. De manera que yo creo que la defensa que usted hace técnicamente, está aceptada; quizá sea estrictamente verídica; pero la tesis que sostengo lo es también, y estoy seguro de que la opinión pública me va a dar la razón. Yo hago responsable, en un alto porcentaje, de la situación económica actual al señor ministro Pani. (Aplausos).
El C. Méndez Macías: ¡Moción de orden! Yo
creo la discusión está saliéndose del terreno en que debe llevarse; está presentado un dictamen y a él debemos sujetarnos. Además, el señor orador está confundiendo la cuestión de la plata, bajo el punto de vista de la producción, con la cuestión de la plata con el punto de vista de la moneda. Si tenemos un proyecto presentado, vamos sujetándonos a él. (Voces: ¡No le hagamos caso!)
El C. Zincúnegui Tercero: No voy a tomar muy en serio las palabras del compañero, porque no hacen sino darme la razón. El compañero dice que nos estamos saliendo del punto a discusión; no es eso; es que un problema tan complejo como éste, requiere que tenga todas esas pequeñas derivaciones. Es muy natural que muchas de las personas que están en esta Asamblea, que no han tenido tiempo de prepararse sobre determinados puntos, tengan curiosidad; y como yo soy en estos momentos el que está en la tribuna, a mi se dirigen para hacer pequeñas aclaraciones, que yo contesto dentro de mis escasos conocimientos. En cuanto a que confunda el problema de la moneda plata con el problema de la plata metal, no crea el compañero que después de haber yo estudiado más o menos este punto, fuera a caer en un error tan craso; le agradezco la buena voluntad que tiene para encarrilarme, pero crea que tengo ya marcada la vía. Pues volviendo, como decía el compañero, a la plata metal, y entrando de lleno al problema presentado por la comisión, no puedo hacerlo sin hacer nuevamente dos pequeñas digresiones: una, la de que hubo dos proyectos, uno presentado por el compañero Espinosa y Elenes, que, como demostraré más tarde - al venir ya a la discusión en lo particular, porque estamos en la simple discusión en lo general - , era oneroso para el país, y otro presentado por la Secretaría de Hacienda. La comisión procuró colocarse en un justo medio, procurando que sin grandes perjuicios para el fisco nacional se beneficiara, hasta donde era posible, a la industria de la minería. No estuvo de acuerdo - ya manifestó las causas - con que se suprimiera o se redujera el dos por ciento correspondiente a los Estados. Es un motivo de revancha de los Estados contra la Federación, en lo cual estoy completamente de acuerdo con el compañero Fabila. Yo también apoyo, con todas mis fuerzas, el que los Estados tomen algún día la revancha contra la centralización de la Secretaría de Hacienda; yo estoy en perfecto acuerdo en que no se grave con una disminución a los Estados de ese dos por ciento que perciben; pero si por una parte la comisión estuvo atingente en la forma de dar esa especie de subvención, que no es otra cosa, sí no estoy de acuerdo en algunos otros puntos en que existe tanta ambigüedad. Dentro de esta ley, que es fiscal, que es una reforma a artículos de las leyes fiscales, invadimos terrenos que no nos corresponden. Voy a permitirme citar a ustedes concretamente dos o tres de esos puntos y a decir por qué creo que hemos invadido zonas que no nos corresponden. Dice:
"Las cuotas anteriores podrán ser aumentadas por la Secretaría de Hacienda en la misma proporción en que las empresas reduzcan el tipo de los salarios de los trabajadores por motivos aceptados por las autoridades competentes, tomando como base los tipos de la fecha en que entre en vigor este decreto".
¿A título de qué, señores, en una ley fiscal nos vamos a meter nosotros con el problema obrero? ¿No es invadir las facultades de la Comisión de Arbitraje, de Conciliación y Arbitraje de un Estado, ir a meterse uno en este terreno? (Voces: ¡No! ¡Sí!) Sí, señores, así es. Es confundir dos problemas. (Murmullos). Sí, es confundir dos problemas: un problema de carácter fiscal, y un problema de carácter meramente social; esto que el compañero propone aquí podría hacerse; pero cambiándole un poquito, compañero Fabila, porque en la forma como está expuesto aquí, se mezclan dos cosas, indebidamente. ¿No creen ustedes que legislar nosotros en estos momentos, es decir, adicionar un artículo de la Ley de impuestos a la Minería, sería invadir el terrenos de la Junta de Conciliación y Arbitraje? ¿Qué objeto tuvo el crear estas juntas, si no resolver las dificultades que existieran entre los patrones y entre los obreros, no sólo bajo el punto de vista que pudiéramos llamar de la política obrerista, sino también de la política económica, compañero Fabila?
El C. Fabila, interrumpiendo: ¡No!...
El C. Zincúnegui Tercero: Sí, compañero, usted dirá que no, pero es lo cierto.
El C. Fabila: Al llegar a la discusión en lo particular...
El C. Zincúnegui Tercero: Por eso decía yo que nada más señalaba algunos puntos.
El C. Fabila: ¿Entonces para qué los señala?
El C. Zincúnegui Tercero, continuando: Porque yo hablo en lo general, y quiero en lo general exponer mis puntos de vista ya concretos. (Voces: ¡No estén platicando!)
Dice:
"Quedan exentas de este impuesto las empresas mineras que la Secretaría de Hacienda califique "como pequeñas empresas", cuando el precio de la plata en Nueva York sea inferior a 0.53".
¿En qué forma va a calificar eso la Secretaría de Hacienda, desde el momento que las pequeñas industrias mineras son subsidiarias de las grandes empresas, y el fisco no les cobra siquiera el impuesto de producción, que es lo que persigue la ley sobre industrias, sino que sólo les cobra el impuesto de exportación? Es el único impuesto. Legalmente debería cobrárseles el impuesto de producción conforme a la ley; pero en la práctica, compañero Fabila, - y esto lo sabe usted perfectamente - , la Secretaría de Hacienda nunca sabe cuándo un metal es de un pequeño productor, porque ese productor lo vende a los grandes productores.
El C. Fabila, interrumpiendo: Pero ahora; después ya no venderá. De eso se trata: de evitar las "ardillas".
El C. Zincúnegui Tercero. continuando: Y entonces ocurre lo siguiente: que no se cobra el impuesto de producción, sino sólo el impuesto de exportación de la plata. Dice:
"A las empresas mineras a que se refiere este decreto, que estén alejadas más de treinta kilómetros de una vía económica de transporte, se les abonará, con cargo al impuesto de producción, el importe del flete ordinario del centro de extracción
al punto más próximo de esta vía. La Secretaría de Hacienda determinará el monto de este descuento".
Compañero: Aquí, en realidad, como se dice allá entre rancheros, se les fueron las patas. Y le voy a explicar por qué, compañero Fabila. Usted pretende, o la comisión, ¿verdad?, que cuando los fundos mineros estén situados a más de treinta kilómetros, a más de treinta kilómetros, ad libitum, de treinta en adelante, así puedan ser mil, ¿verdad?, se deducirá del impuesto el importe de los fletes. Para no ser muy amplio en este asunto, le voy a poner a usted un pequeño ejemplo gráfico. Aquí hay varios compañeros del Estado de México que saben, y usted también, que, por ejemplo, de mineral de Zacualpan a la ciudad de Toluca, ponga usted a san Juan de las Huertas, que hay ferrocarril, usted sabe que son aproximadamente cuatro jornadas; cuatro jornadas que hacen que la tonelada de metal venga sacando un importe aproximado, como mínimo, de cuarenta pesos la tonelada. Bueno, suponga usted que sea un poco menos; suponga usted que sean treinta pesos. Son cuatro jornadas; los impuestos son: metales de dos kilos por tonelada; así es que son, aproximadamente, doscientos pesos, y a doscientos pesos al cinco por ciento, ¿cuanto le corresponde, compañero Fabila? Diez pesos. ¿Cuanto es lo que usted pide que se les descuente? Lo que importen los fletes.
El C. Fabila, interrumpiendo: Nadie puede dar más de lo que tiene.
El C. Zincúnegui Tercero: Le falta claridad, porque tal parece...
El C. Fabila: Lo que pasa es que al que se le fueron las patas fue a usted. (Risas. Murmullos).
El C. Zincúnegui Tercero, continuando: Dice que "Cuando se encuentren situados a más de treinta kilómetros de una vía económica de transporte, se les abonará, con cargo al impuesto de producción, el importe del flete ordinario del centro de extracción al punto más próximo de esta vía".
¡Pues no puede ser la cosa más clara! Si se trae un metal que tiene dos kilos por tonelada aproximadamente, supóngase usted que sean doscientos pesos; el impuesto sobre doscientos pesos, al cinco por ciento, son diez pesos por ciento, y si el transporte cuesta treinta pesos, quiere decir que no solamente no pagan ningún impuesto, sino que entonces se les tiene que bonificar... (Murmullos).
El C. Fabila: ¡No!...
El C. Zincúnegui Tercero: ¡Seguramente! En ese caso, que la comisión se sirva expresarlo en castellano. (Risas. Murmullos). Señores diputados: Como este es un asunto en el que todavía hay que hablar mucho y en el que tenemos que entrar forzosa y necesariamente en amplísimo debate, que quizá ameritará hasta la presencia en esta tribuna del señor secretario de Hacienda, yo me reservo, para cuando entremos a la discusión en lo particular, seguir aduciendo argumentos de cierta importancia, así como datos estadísticos que sirvan para ilustrar un poco la atención de la Asamblea. (Aplausos).
El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Treviño. (Voces: ¡No está) No encontrándose presente, tiene la palabra el ciudadano Méndez Macías.
El C. Méndez Macías: Compañeros:
Hace un momento hice uso de la palabra para una moción de orden, porque me pareció que el compañero Zincúnegui Tercero estaba llevando la discusión por terreno doble, es decir, fuera del dictamen. Ha venido atacando el dictamen bajo el punto de vista de la producción de la plata, y también ataca el dictamen mezclando la cuestión de la plata como moneda. No solamente él lo ha hecho, sino que el compañero Fabila también tocó ese punto. Explicó el compañero Zincúnegui Tercero que se necesitaba orientar a la Asamblea en ciertos puntos para que se compenetrara bien del dictamen a discusión; ese mismo deseo de aclarar y de orientar a la Asamblea es el que me ha inducido a pedir la palabra.
Muy acertadamente ha dicho el compañero Zincúnegui Tercero que en la producción de la plata influyen factores exteriores que no está en manos del Gobierno, ni en las nuestras, remediar en su totalidad. Es claro que si los países consumidores de la plata, como la India, no necesitan ya ese metal, y el mercado se ve amenazado por una inundación de seis o siete mil millones de pesos en plata, es claro que la plata, como mercancía, tenga una disminución en su precio, y, naturalmente, eso repercute en nuestra vida económica, puesto que la producción de la plata es una de las principales fuentes de ingresos de la nación. Pero yo creo que a la Secretaría de Hacienda le tocaba en su oportunidad haber previsto las consecuencias que esas maniobras exteriores podían tener en nuestra vida económica. Yo creo que si hay una Secretaría que está encargada de velar por los intereses sociales en este sentido, es decir, en el sentido económico, es precisamente la de Hacienda, y yo quiero compartir la responsabilidad de la acusación que ha hecho el compañero Fabila, al asentar aquí ante la Representación Nacional que la Secretaría de Hacienda nunca ha sabido cumplir con su deber. Ella era la obligada, la primera, en señalar el peligro y en tomar las medidas radicales para conjurarlo. ¿Cuales? Las mismas que señalo el compañero Zincúnegui Tercero: evitar por todos los medios posibles la salida del oro. ¿Y creen ustedes que la Secretaría de Hacienda lo ha impedido? Al contrario, ha favorecido, por todos los medios posibles, la salida del oro. (Aplausos.) Es cierto que los ataques que ha lanzado el compañero Fabila a la Secretaría de Hacienda son muy justificados, y lo voy a demostrar a ustedes. Es cierto que la verdura americana, que los huevos y que muchos artículos salen más baratos que los que se producen aquí; es cierto eso; pero ese pequeño beneficio que adquiere el consumidor mexicano, de que le salga un huevo un décimo de centavo más barato que el nacional, ¿compensa el daño que se le hace a la nación extrayéndole millones y millones de oro? ¿Pues a quien le toca, si no a la Secretaría de Hacienda, vigilar los impuestos precisamente para evitar ese río de oro que sale al extranjero? Y no solamente es la deficiencia en este punto, sino que, tolerando otra maniobra, que con todo derecho podemos calificar de dolosa, facilita y ayuda
la salida del oro al extranjero. El compañero Fabila se refería a los pagos que ha hecho la Secretaría de Hacienda en cuestión de indemnizaciones. Tenemos una ley que prevé la manera de pagar indemnizaciones por daños causados por la revolución.
¿Ustedes creen que los pagos que ha hecho la Secretaría de Hacienda están sujetos a esa ley? Generalmente todas las reclamaciones, la mayoría de ellas que se han presentado al Gobierno, provienen de extranjeros. ¿Por qué ese prurito de pagar a los extranjeros con oro, cosa que podría postergarse para cuando el Tesoro público estuviera más desahogado? Sin embargo, si se interpela a la Secretaría de Hacienda o al secretario de Hacienda, veremos que se ha pagado más de veinte millones a extranjeros por indemnizaciones, sin necesidad absolutamente ninguna, y esto, en oro, no en plata, porque los extranjeros, generalmente, no quieren nuestra moneda vellón.
Respecto a la cuestión de la plata, bajo el punto de vista monetario, creo que, igualmente, corresponde a la Secretaría de Hacienda remediar lo que está pasando ahora, porque esa diferencia enorme que ha llegado hoy hasta el veinte por ciento, perjudica a todas las clases sociales y de manera especial al Gobierno. La política de reconstrucción económica, el reajuste económico que con mano de hierro ha sabido iniciar y sostener el general Calles en su administración, había logrado, para el Gobierno, la recuperación del crédito que había perdido en las administraciones pasadas. Hace dos meses el Gobierno solicitaba del comercio cualquier artículo en cualquiera cantidad, y no había una sola casa de comercio que se rehusara a facilitárselo; hoy día cuesta trabajo al Gobierno conseguir cien pesos a crédito, porque se han suspendido los pagos en la Secretaría de Hacienda para atender a indemnizaciones y otras cosas que no hay ninguna necesidad de cubrir. Creo que, como me contestó el compañero Fabila cuando le hice una pregunta sobre el valor del peso plata, que habiendo una ley que señala el diez y ocho por ciento para formar un fondo de reserva que sirva a la nación en un caso como éste para nivelar el tipo de cambio, es el momento de hacerlo. Y para demostrar, por último, que la Secretaría de Hacienda no está a la altura de su deber, basta que la Representación Nacional comisione a algunos de sus miembros para que vayan a la Casa de Moneda y pregunten cuántos millones de pesos ha acuñado, en dónde está depositado el diez y seis por ciento, y por qué no se ha empleado ese diez y seis por ciento que debe estar reservado para remediar los problemas del cambio. En el periódico "El Universal Gráfico", de hoy, hay una noticia acerca de que el Banco de México está tomando las medidas necesarias para contrarrestar la baja de la plata; pero que como el público no se dio cuenta de esas medidas que está tomando el Banco de México, no surtieron efecto; que había amanecido el tipo a un tipo, más o menos, del catorce al quince por ciento, y que ha cerrado al veinte por ciento. Por allí se dice en público que el Banco de México no es ajeno a la baja de la plata. Parece que allí compran toda la plata que se les quiere vender; pero no venden un centavo de oro, ni una moneda. ¿Qué quiere decir esto? ¿Para qué sirve el Banco de México, si no tiene las mismas facultades que la Comisión Monetaria, de regular el cambio? (Murmullos).
El C. Torregrosa: ¿Quién compra la plata, compañero? (Murmullos.) ¿Tiene la bondad de decirme el compañero con qué compra el Banco de México la plata?
El C. Méndez Macías: Con oro.
El C. Torregrosa: ¿Pues no dice usted que no vende oro?
El C. Méndez Macías: El Banco de México le compra a usted toda la plata; pero no hace lo contrario, no le vende a usted oro a cambio de plata. (Murmullos.) Mire usted, compañero Torregrosa: usted puede llevar mil pesos de plata al Banco y se los compran al quince por ciento.
El C. Torregrosa: ¿Y qué me dan, compañero?
El C. Méndez Macías: Le dan oro, compañero.
El C. Torregrosa: ¡Pues están vendiendo oro! (Murmullos).
El C. Méndez Macías: Pero no lo compran.
Lleve usted cinco mil pesos oro y no se los admiten a cambio de plata. (Murmullos. Voces: ¡Está bien!) ¡Naturalmente que está bien!
El C. Torregrosa: ¿Me permite una aclaración su señoría? Compañero: sinceramente yo creo que la maniobra contra el Gobierno mexicano, de los enemigos, es muy clara...
El C. Méndez Macías, interrumpiendo: ¡Ah, no clarísima...!
El C. Torregrosa, continuando: No creo absolutamente, compañero -le hablo a usted de buena fe -, no creo absolutamente que haya un miembro del gabinete del general Calles que sea tan villano y tan bajo que se preste a esta maniobra. Yo considero, compañero - y hago la acusación con conocimiento de causa -, sabe usted muy bien que los grandes factores del capital mexicano, por conservadores, por naturalmente conservadores que son, tienen que tener ligas con estos enemigos nuestros, que es el Clero mexicano, Clero que nos denigra, ¡sí, señores! Y estos señores industriales, en sus operaciones fomentadas por estos bancos extranjeros y un Banco semiextranjero y semimexicano. "coyote", como le llaman en la frontera al mezclado de yanqui y mexicano, de yanqui e indio, tienen en sus operaciones verdaderas emisiones de plata; ellos han hecho papeles y han hecho también documentos, es decir, han duplicado el stock y lo han triplicado, compañero. Y el remedio no está solamente en limitar la acuñación de la plata, no está solamente en hacer que no salga el oro de México; también está principalmente en esta nueva maniobra: en perseguir a los industriales, a los capitalistas, en general, que están haciendo uso indebido de estos documentos, que están inflando completamente el stock de plata, compañero, de una manera terrible.
El C. Méndez Macías: ¡Allá voy! ¡A eso voy, precisamente, compañero!
El C. Torregrosa: Nosotros aquí, con los conocimientos que ya tenemos de estas cosas, a las vagas, porque no somos financieros, pero sí representantes del pueblo, representantes de sus intereses, venimos a hacer hincapié en esto; y si Hacienda, después de escuchar estos rumores, que son hechos, no pone los remedios a este nuevo mal,
entonces estaremos justificados en nuestros cargos.
El C. Méndez Macías: Estoy de acuerdo con usted, compañero, y es precisamente lo que estoy diciendo: que toca a la Secretaría de Hacienda impedir estas maniobras. Desde luego el Banco de México, o una institución del Gobierno cualquiera, debe paralizar la maniobra. ¿Cómo? Soltando el oro, deteniendo la acuñación de la plata, en primer lugar, y luego recogiendo toda la que sea posible. (Aplausos).
El C. Torregrosa: ¡Una pregunta! Estoy diciendo a usted, compañero, todo lo que un hombre normal sabe en estos momentos y está ansioso de aclarar, no solamente como diputado, sino como mexicano, como habitante de la patria mexicana, del país de México: ¿Sabe su señoría - esta son cosas que tenemos que gritarlas aquí, porque nosotros hemos hecho profesión de fe de que la Cámara debe servir para agitar la opinión pública y encauzarla en todo aquello que tienda a beneficiar a la colectividad - sabe su señoría lo que dice la mayoría de esos elementos que saben tratar cuestiones de finanzas, que es público y notorio que por centenares se ofrecen individuos que pasan a los interesados su dinerito, en oro, al otro lado? ¿Sabe eso su señoría?
El C. Méndez Macías: Sí lo sé. ¡Cómo no lo voy a saber!
El C. Torregrosa: Y nosotros debemos, compañero -se lo digo de buena fe, intensamente, con toda energía -, llamar la atención al que le competa este asunto y ver la manera de evitar estas cosas, que así, a los cuatro vientos, en los cuatro puntos cardinales, se presentan personas que dicen que son influyentes y que le pasan a uno su dinerito al otro lado. ¡Pues a todos estos individuos los considero yo como traidores a la patria, porque en estos momentos tenemos una gran lucha. Vean ustedes la prensa americana en sus periódicos más serios: "La Historia Contemporánea", "El Trabajo Mundial"
-"The Word Work"- y verán ustedes allí cómo el Clero romano está diciendo ciertas sandeces tremendas contra el Gobierno de México; dice que nosotros estamos persiguiendo a la religión y cerrando las iglesias; que estamos asesinado sacerdotes. ¡No hay un compañero en esa Asamblea que tenga manchadas las manos con sangre de sacerdotes! Nos llaman volcheviques, y todo, compañeros porque un Gobierno revolucionario quiere hacer que se cumpla con la ley.
Ningún revolucionario actual, contemporáneo, ha cerrado una sola iglesia.
Nosotros no hemos perseguido a la religión; nosotros somos muy respetuosos de la doctrina de todo individuo, como hombres que somos semicultos; deseamos el respeto más completo a la libertad de conciencia, pero sí exigimos que se respete la ley, y esto sí tiene, compañeros, conexión, porque es la lucha, es la maniobra que están haciendo, y no debemos nosotros permitirlo. Yo hablo, compañeros, con toda buena fe en este asunto: no debemos permitir que la reacción, que la clerigalla se sonría, diciendo nuevamente: "hemos puesto en pugna a los revolucionarios". Yo creo, compañeros, que si los revolucionarios... (Voces: ¡Tribuna!) que si los revolucionarios... (Voces: ¡Tribuna!)
El C. Méndez Macías: Permítame, compañero, que le diga yo una cosa: en primer lugar la reacción nunca conseguirá poner a los revolucionarios en pugna. ¿Por qué? Porque Pani no es revolucionario, en primer lugar, y mis ataques van contra Pani. (Aplausos). Y en segundo lugar, nosotros, precisamente, en vista de la maniobra de los enemigos de la revolución, del Clero, de la reacción y de los capitalistas, ¿no es justo y razonable que le digamos al Gobierno: "abre los ojos y ve lo que estás haciendo"? ¿No les parece a ustedes, compañeros, que si el Banco de México hubiera puesto un hasta aquí a la maniobra de la plata, no haría bien el Banco de México ayudándonos a combatir a la reacción?
El C. Torregrosa, interrumpiendo: ¿Me permite contestarle? (Voces: ¡No! ¡No!)
El C. Méndez Macías, continuando: Voy a terminar, compañero. Seré muy breve y en seguida viene usted aquí.
Yo creo, pues, honradamente, como revolucionario, que la Secretaría de Hacienda no ha cumplido con su papel, que es precisamente el de defender a los revolucionarios de los reaccionarios. Yo creo que si se hubiera detenido esa corriente de oro que sale al extranjero, no estaríamos hoy en la situación en que estamos. ¿Ustedes creen que un comerciante mexicano que tiene que pagar el importe de sus mercancías a los Estados Unidos en dólares, pueda ahorita pagar? No puede, porque el tipo de cambio le significa un veinte por ciento. ¿Y cómo va a pagar facturas que representan mil dólares, cómo va a pagar una factura en cuya venta gana el comerciante un diez por ciento, si solamente el cambio le cuesta el veinte por ciento? ¿No sería, por ejemplo, honrado y revolucionario que el Banco de México pusiera un punto final a esta maniobra? Es indudable.
Por consiguiente, la Secretaría de Hacienda no ha estado en su papel; allá se ocupan de coyoteras y de suertes de ardillas, como dijo el compañero Fabila; en toda clase de negocios. Mire usted, compañero: se ha pagado quién sabe cuántos millones de pesos, quince o veinte millones de pesos en indemnizaciones, sin ninguna necesidad, habiendo una ley de por medio; eso es positivo. Por esto estoy de acuerdo con los cargos del compañero Fabila de que la Secretaría de Hacienda no está colaborando con el general Calles; allí no colaboran con él; y si no, una prueba: ¿recuerda usted la manifestación de solidaridad al general Calles? Todos los empleados del Gobierno estuvimos allí, menos la Secretaría de Hacienda; Hacienda se distinguió porque no fueron más que quince o veinte empleados secundarios. Eso demuestra que la Secretaría de Hacienda no está con el Gobierno. Y voy a dejar la tribuna al señor Torregrosa. (Aplausos).
El C. Ramírez Escamilla: Como miembro de la comisión que ha dictaminado sobre este asunto, y ya que tanto usted, compañero Méndez Macías, como el diputado Fabila, han dirigido duros ataques a la Secretaría de Hacienda, ¿no cree su señoría que esta Cámara, con su alta representación, deba exigir la presencia del ministro de Hacienda en esta Cámara para dilucidar la responsabilidad
que le corresponde en el asunto de la plata? (Aplausos).
El C. Méndez Macías: Yo, como miembro de la 2a. Comisión de Hacienda, pido el apoyo de ustedes para hacer que se presente aquí Pani a dar cuenta de todo esto. (Voces: ¡Sí! Aplausos).
El C. Ramírez Escamilla: ¿Acepta mi proposición el compañero?
El C. Méndez Macías: Sí, está aceptada, compañero.
El C. Ramírez Escamilla: En ese caso pido que se me permita presentar una moción suspensiva. (Voces: ¡No! ¡No!)
El C. Torregrosa: Contestando las interpelaciones del compañero, voy a ser completamente categórico. Considero importantísimo el momento que atravesamos, en que todas las baterías del elemento clerical están dirigidas contra el Gobierno revolucionario que preside el general Calles.
Considero que en este momento la Secretaría de Hacienda juega y debe jugar un papel sumamente importante. Yo he expresado categóricamente a esta Asamblea que hay dos factores, además del que habla del talón de la India y de la conversión en oro de su talón plata, dos factores que han llegado a nuestros oídos, no de Hacienda, sino de fuentes particulares, del retiro de créditos que tenía el Banco de México en Estados Unidos, en donde tuvo que pagar violentamente esta institución cuatro millones de dólares. Saben ustedes que una de las fuentes de dólares en la República, venía de Yucatán, por la venta del henequén, que por maniobras ajenas al Gobierno de Yucatán, se dejó de vender por más de ocho meses. Así es que se perdió esa fuente de ingreso de dólares para la República; y otra que considero sumamente importante es la inflazón que se hace del stock de plata con estos documentos que están haciendo circular los Bancos extranjeros y algunos industriales; y considero pertinente que esta Asamblea se informe de las medidas que ha tomado la Secretaría de Hacienda, medidas que tal vez muchas veces no pueda hacer públicas; pero otras, en lo general, sí las puede hacer, y que con toda atención supliquemos al señor ministro de Hacienda, al señor secretario de Hacienda, que se digne venir a informar a esta Asamblea las gestiones que está haciendo la Secretaría de Hacienda.
Con toda buena fe, con toda energía y con todo valor. Sí puedo declarar, compañeros, que todos estos elementos, que por las noticias que sus mismos portaestandartes clericales están publicando en los Estados Unidos, se puede ver que el Clero está trabajando activamente en todas las fuerzas vivas de ese país para hacernos daño, para dañar al Gobierno de Plutarco Elías Calles, del cual formamos parte. Por lo tanto, yo creo que debemos tratar esto con toda calma y con toda seriedad, y que para que la Asamblea esté satisfecha, lo más pertinente, para exigir más actividad o para exigir responsabilidades, es suplicar al secretario de Hacienda que nos venga a informar. - El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Santos Alonso.
El C. Santos Alonso: Compañeros: Todos están de acuerdo, los del pro y los del contra, por tal o cual causa, en que la plata está depreciada. Sobre este asunto hay dos dictámenes: (Voces: ¡Dos iniciativas!) el de la Secretaría de Hacienda y el de la comisión. La diversidad entre estos dos dictámenes es que Hacienda les quitaba a los Estados un tanto por ciento, y la comisión les da íntegro el dos por ciento que tienen; pero, en cambio, deja íntegro el valor que la Secretaría de Hacienda cobraba, es decir, la propia comisión, aunque está en el ánimo de todos... - El C. Zincúnegui Tercero, interrumpiendo: ¡Para una moción de orden! ¡No hay quien presida! (Voces: ¡Elpidio! ¡Barrera!) - Presidencia del C. Gonzalo N. Santos.
El C. presidente: Se pone en conocimiento de la Asamblea, que de conformidad con lo que dispone el Reglamento y por enfermedad repentina del ciudadano que presidía esta sesión, debe substituirlo el presidente que le siga en el orden de antigüedad. En tal virtud, asumo la Presidencia y se reanuda la sesión. (Voces: ¡Está presente el compañero Teódulo Gutiérrez!) Entonces que él asuma la Presidencia.
Presidencia del C. Gutiérrez Teódulo.
El C. Santos Alonso, continuando: Decía yo que hay dos iniciativas: la de Hacienda y la de la comisión. Se trata de ayudar a la minería, porque está depreciada la plata. Vengo a oponerme al dictamen de la comisión, mejor dicho, a suplicar a la comisión que formule su dictamen en el sentido de que lo que aumenta a los Estados, lo quite a la Secretaría de Hacienda, porque no hay que ser más papistas que el papa. Hacienda creyó que de 54 a 57 se cobraría 4.25, más dos de los Estados, o sea 6.25. La comisión, en este caso, le dejó 6.50. En el de 51 a 54, la Secretaría de Hacienda dejaba 3.25, más 1.75.5. Actualmente, la comisión le deja 5.25, y por ese orden la comisión ha gravado un poco más de lo que la Secretaría de Hacienda proponía; esto es, en el fondo. En cuanto a que las leyes deben de ser claras, decía el compañero Zincúnegui Tercero que se ha involucrado aquí algo de la Ley del Trabajo. Ese no es propiamente el defecto; es una inconsecuencia que se tiene en la propia ley; porque el dictamen de la Comisión:
"Quedan exentas de este impuesto las empresas mineras que la Secretaría de Hacienda califique como "pequeñas empresas", cuando el precio de la plata en Nueva York sea inferior a 0.53". Sabido es que si alguna empresa reduce los salarios, es esto con consentimiento expreso de una autoridad, que es la Junta de Conciliación y Arbitraje; sólo cuando la Junta de Conciliación y Arbitraje crea pertinente, por causas de fuerza mayor, entonces aceptará. Y es una inconsecuencia que si hay una autoridad que les dé facultades para derogar, que entonces la Secretaría de Hacienda, lo que aquélla le quita justamente, entonces le aumente esta otra; es la verdadera inconsecuencia que hay en esta ley. Todos están de acuerdo, y muy especialmente la comisión, en que en la Secretaría de Hacienda hay coyotaje, y, sin embargo, me extraña que la comisión le deje facultades a la Secretaría de Hacienda, como lo hace en el inciso III, diciendo que la Secretaría de Hacienda determinará el monto de este descuento cuando se
trate de las minas que estén a más de treinta kilómetros. Aquí la misma comisión le da la oportunidad a la Secretaría de Hacienda para que coyotee. - El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Treviño.
El C. Treviño: Señores: Uno de los aspectos del proyecto de la comisión es para nosotros demasiado importante; y puesto que ha sido quizá el único punto que ha sido atacado por los oradores del contra, deseo aclararlo manifestando a los compañeros, que deben recordar que la legislación del trabajo en nuestro país es muy deficiente, y que no hay ni el cincuenta por ciento de los Estados de la República que hayan legislado en materia de trabajo; que las juntas de Conciliación a que se refería el diputado Alonso, no funcionan en muchos Estados de la República y especialmente en aquellos en donde están ubicados los más importantes centros mineros. ¿Vamos a dejar a la Junta de Conciliación que maneja Colunga, la fijación de los salarios, la autorización para disminuir los salarios de los trabajadores? ¿Vamos a dejar la autorización para disminuir los salarios o para resolver esta cuestión a la Junta de Conciliación del Estado de Jalisco? ¿Vamos a dejar en manos de otros y otros gobernadores la resolución de estas cuestiones: el caso de Michoacán, por ejemplo? Tenemos muy amarga experiencia en estos asuntos, y no existe ninguna contradicción, ni en el orden legal, ni en el punto de vista práctico, entre lo que pide el dictamen de la comisión y lo que resuelven las juntas de Conciliación.
Las juntas de Conciliación, camarada Alonso, pueden resolver porque sea justificado o porque el Gobierno del Estado desee ser parcial a las empresas mineras, que los salarios deben reducirse.
El dictamen de la comisión no autoriza a la Secretaría de Hacienda para oponerse a esa reducción, solamente que, en ese caso, la Secretaría de Hacienda debe aumentar el impuesto a aquellas empresas mineras, porque reciben ya el beneficio que se trata de encontrar por medio de esta ley, por otro capítulo. ¿O qué, desean los compañeros que las empresas mineras sean favorecidas por el Erario de la nación, y, además, sean favorecidas por el salario de los obreros? ¿Va a darse dos clases de protección a las empresas mineras, o una sola protección? Si los porcentajes que se descuentan en contribuciones a las empresas mineras se considera que son bastantes para nivelar sus costos, ¿por qué encima de eso ha de autorizarse para reducir los salarios de los trabajadores? Nosotros no tenemos en México capitales mexicanos, mucho menos invertidos en empresas mineras. El capital minero es capital extranjero; lo único que tenemos en México son los hombres que se mueren todos los días en las minas. ¡Es lo único que tenemos! Y si tenemos la obligación de proteger el capital extranjero por medio de esta legislación, tenemos mucha más obligación de proteger el hambre, y proteger la desnudez, y proteger la alimentación de los hombres que trabajan en las minas.
De modo que, desde el punto de vista fundamental, se trata de dar protección a la minería reduciendo las cuotas de impuesto. Ha sido ya estudiado por la comisión y por Hacienda, que la reducción en esa proporción es bastante, considerando, naturalmente, que los costos actuales y los salarios representan, en cuanto a la minería, un promedio de cuarenta por ciento del costo de la producción; de manera que si ya Hacienda y la comisión estudiaron el problema de la minería teniendo en cuenta los actuales salarios y proponen esa disminución de impuestos, quiere decir que las empresas mineras, con esta disminución de impuestos, pueden mantener los actuales salarios. Luego está en lo justo la comisión al decir: "Vamos a protegerte, pero no vamos a protegerte doblemente, sino una sola vez, por medio de la disminución de impuestos". Y cuando una empresa, por complicidad con los gobernadores, por un golpe de audacia o por cualquiera otra circunstancia disminuya los salarios en forma arbitraria, en ese caso la Secretaría de Hacienda no tiene derecho a oponerse a la disminución de los salarios; pero como obtiene por concepto de la disminución de los salarios un beneficio, porque disminuye su costo de producción, entonces le retira la Secretaría de Hacienda el beneficio que le da esta ley por concepto de disminución de impuestos. Me parece que es absolutamente equitativo y absolutamente justo lo que la comisión ha propuesto en este caso, y es absolutamente justo con mayor razón, si tomamos en cuenta los salarios de los mineros; los mineros son los que ganan un salario más bajo con excepción de los jornaleros campesinos; son, después de los jornaleros campesinos, los que siguen en salario. El promedio de salario en la minería es de dos pesos. ¿Se imaginan los compañeros que siendo el promedio de salario de dos pesos, pueda todavía reducirse el jornal? ¿Es justo que se reduzca el jornal de los obreros mineros para ayudar a las empresas mineras, después de la ayuda que ya les da en este proyecto de ley el Gobierno federal? Es absolutamente injusto, y no hay contradicción ni legal ni administrativa, ni hay invasión de facultades; las facultades se le dan a la Secretaría de Hacienda para que disminuya los impuestos en una proporción sellada por la comisión; y a la misma Secretaría de Hacienda, no a los gobernadores de los Estados ni a las juntas de Conciliación, se le impide o se le obliga a impedir la disminución de salarios.
Es a Hacienda -¡fíjense bien, compañeros!- a quien esta ley le dice: cuando las empresas obtengan los beneficios que necesitan para nivelar sus costos por medio de la reducción de salarios, entonces Hacienda, no los gobernadores ni las juntas de Conciliación, les retira la otra ayuda que les da el Gobierno federal por medio de la reducción de los impuestos. De manera que no hay invasión, es Hacienda la que va a hacer todo, solamente que varía la situación de las empresas.
Una empresa que paga dos pesos de jornal y calcula así sus costos y después paga uno cincuenta de jornal, sus costos disminuyen; entonces quiere decir que no necesita la protección de la Secretaría de Hacienda y la ley autoriza a la Secretaría de Hacienda en ambos casos para retirarle la protección del impuesto federal. De modo que es absolutamente claro: trabajan en el país, compañeros, alrededor de noventa mil obreros mineros, noventa mil obreros mineros, de los cuales están quedando sin trabajo una gran proporción; las empresas están
reduciendo el número de trabajadores. Claro es que nuestro esfuerzo se ha concentrado en que si es necesario reducir la producción, se reduzca el número de días de trabajo, se reduzcan las horas de trabajo o se reduzcan los días en la semana, pero que no se reduzca a los obreros.
En algunas empresas han reducido obreros por una sola razón: porque quieren dejar fuera de trabajo una cantidad considerable de trabajadores para, llegado el momento de reanudar, de aumentar la producción minera, encontrarse con un número de hombres, con un conglomerado de trabajadores a quienes proporcionarles trabajo en inferiores condiciones que las actuales. De manera que nosotros estamos luchando enérgicamente para impedir que el número de obreros sea disminuido; que si necesita la minería restringir la producción, que disminuya las horas de trabajo al día o los días de trabajo a la semana, pero que no disminuya el número de obreros. El promedio de salario a los trabajadores es el de dos pesos; ¿cómo es posible dejar abandonados a estos hombres en estas condiciones? ¿Cómo va a ser posible que la comisión o los compañeros diputados, o cualquiera que no sea diputado, pero que se sienta siquiera mexicano, vaya a apoyar el darle protección a las empresas mineras y se olvide en dar protección a los obreros mexicanos? Claro que independientemente de eso, compañeros, se tratará de luchar.
Todos los de la Crom o los que no sean de la Crom, todos seguramente ayudaremos al elemento obrero en las juntas de conciliación, ante los gobiernos, dondequiera que sea, para impedir que los salarios sean reducidos.
Naturalmente, y eso lo haremos independientemente de eso, pero en aquellos casos en que desgraciadamente nos encontremos con un Gobierno como el de Jalisco, como el de Guanajuato o como el de Michoacán, que están consintiendo en la rebaja de salarios -Colunga ha aceptado, aceptó después de muchos días de huelga, que se aumentara el jornal a los mineros de Guanajuato a un peso veinticinco centavos y todavía autorizó una reducción del diez por ciento como gratificación de los obreros a las empresas: ¿Vamos a dejar en manos de Colunga, después de que le parece mucho que gane un minero un peso veinticinco centavos, vamos a dejar en sus manos que disminuya los salarios hasta donde quieran las empresas que trabajan en ese Estado? No es posible, compañeros; claro que lo lograrán, irán a ver a Colunga y le dirán que necesitan reducir los salarios y él autorizará la reducción de salarios y nuestros esfuerzos se estrellarán; pero en ese caso, tenemos el recurso de ir al presidente de la República, que sí siente el problema de los trabajadores, para retirar a esas empresas la protección en materia de impuestos, puesto que ya han obtenido el sacrificio del trabajador en esos minerales para beneficiarse.
De manera que es absolutamente justo, y yo vengo a aplaudir a la comisión por esa innovación que hace a su dictamen, y ese dictamen lo debemos apoyar, porque no debemos olvidar en momentos como éste, en que se trata de proteger con toda justicia y con todo mérito al capital invertido en nuestro país en la minería, en este momento no debemos olvidar tampoco al elemento obrero que ha prestado su contingente para formar ese mismo capital y aumentar ese mismo capital. A las empresas no les importa; vienen del extranjero a nuestro país a explotar los minerales y a los hombres.
Si la minería empleara procedimientos de extracción y de fundición y todos esos procedimientos de trabajo más adelantados que los actuales, no tendríamos este problema en nuestras minas. El cincuenta y dos por ciento al año es el número de accidentes de trabajo en las minas. ¿Se han fijado los compañeros en lo que esto significa? Noventa mil hombres cada dos años sufren accidentes, es la totalidad, allí están las estadísticas en la Secretaría de Industria y en el Departamento Nacional de Estadísticas, ¡el cincuenta y dos por ciento al año de accidentes en las minas! Se está matando a nuestro pueblo obrero; está sufriendo accidentes y no se le cura, no se le indemniza ni se le atiende. Se está muriendo y allí quedan las viudas y los huérfanos. ¿Y encima de eso la protección a la minería? ¿Más protección a la minería arrancada a la miseria de los obreros? Eso no es justo! Está bien que se proteja ese capital invertido, pero que se obligue a trabajar en mejores condiciones; que vengan a explotar los yacimientos minerales, pero que no vengan a explotar a los hombres; que trabajen más científicamente, que organicen su trabajo en mejores condiciones. Yo he trabajado en el fondo de las minas y algunos compañeros hay aquí que han trabajado en las minas, los de Pachuca y algunos otros, y saben lo que es el trabajo en una mina donde no hay madera, donde no hay ventilación, donde se trabaja al descubierto, con los cables eléctricos al descubierto y sin precauciones y sin seguridad y en donde se hace trabajar a los hombres el máximum sin facilidades, no sólo sin facilidades, sino con una organización tan deficiente en la administración de herramientas, de materiales, y en la distribución de trabajo, que el hombre trabaja doblemente para rendir lo mismo que rendiría con menos esfuerzo si el trabajo fuera mejor organizado. En las minas de carbón, por ejemplo, los hombres dan el corte tirados de barriga, en el suelo, rompiendo seis pulgadas de la base del suelo para arriba con una pica, trabajando tres o cuatro horas allí para hundir medio metro o un metro ese pedazo de seis pulgadas de carbón y poderlo arrancar, cuando hay máquinas tan sencillas que tienen lo mismo que tiene la pica que usa el minero, pero en una banda de acero que gira entre dos poleas y que empujadas por una máquina, van haciendo el mismo trabajo que hace un hombre, maravillosamente, con menos esfuerzo y duplicando la producción. ¿Pero qué les importa a estos hombres matar al obrero que está trabajando allí, si cuando un hombre se mata o se "madura", como dicen en las minas, o está tuberculoso, este hombre es arrojado de la mina como una piltrafa humana y entra un nuevo obrero campesino, un hombre que sale del campo con salud y con vigor, baja nuevamente a la mina a substituir al hombre que agotado por la tuberculosis sale a respirar el aire, porque no existe en las minas de nuestro país ventilación bastante? El mismo reglamento de policía minera, la legislación, establece cierto número de metros cúbicos de aire por individuo en el interior de la mina, y no hay minas que los tenga; y cada vez que va un inspector o un elemento
obrero o cualquier elemento oficial a tratar de investigar la cantidad de metros cúbicos de aire que hay en el interior de la mina, se le acusa de bolchevique, se acusa al Gobierno de falta de facilidades para desarrollar la industria, se le acusa de persecución, de extremismo, cuando no se hace en este caso, camaradas, sino velar por la salud de aquellos hombres. Más del cuarenta por ciento de los trabajadores está tuberculoso y la tuberculosis de esos hombres se contagia a las mujeres y a los niños y a las familias y se contamina todo nuestro país. Lo único que tiene México son hombres, mujeres y niños que van contaminándose con la tuberculosis.
El otro día en el Senado discutíamos con el doctor Campos, de los ferrocarriles, la necesidad de que en los ferrocarriles se hiciera una labor de saneamiento; cuando trataba el ferrocarril de impedir que se diera trabajo a los tuberculosos, sufriendo un examen médico previo, les decía yo que era necesario arrojar un cuarenta por ciento de los trabajadores de las fábricas y de los talleres si ponemos esto en la ley, porque más de la mitad de nuestros obreros de las fábricas y de las minas, especialmente en las fábricas de hilados y tejidos, están más del cincuenta por ciento tuberculosos.
Cualquiera estadística, la más rudimentaria, arroja ese porcentaje, y además el cincuenta y dos por ciento de accidentes de trabajo en la minería. Y en estas condiciones de desastre, de falta de organización en el trabajo de las minas, de falta de técnica en el trabajo de las minas, ¿no es de obligar a esas empresas mineras para que trabajen más eficientemente, para que procuren introducir métodos más avanzados, para que procuren que el obrero trabaje menos y produzca más? Es necesario que se obligue a las empresas y que las obligue el Gobierno con mano de hierro, como lo está haciendo el general Calles; pero tiene que irlo haciendo en la medida de sus posibilidades. ¿Por qué se niegan las empresas a hacerlo, si es en su propio beneficio? Más de una de esas empresas ha de lamentar las condiciones actuales, porque no previó con uno o dos años de anticipación introducir métodos de trabajo que abarataran el costo de la producción.
Esta es una de las industrias más caras en el costo de la producción, es decir, en cuyos costos el salario significa un porcentaje mayor. En la industria de hilados y tejidos el porcentaje que representan los salarios en el costo de la producción es el de veintidós por ciento, y en la minería es el del cuarenta a cuarenta y cinco por ciento el costo de la producción que representan los salarios; pero los salarios son de dos pesos.
¿Cómo vamos a disminuir a esto el promedio general del país? Pero si señalamos casos concretos, en Guanajuato, por ejemplo, el promedio de salarios es el de un peso veinticinco centavos.
¿Cómo vamos, en estas condiciones, a no aprobar esa modificación que se ha hecho en el dictamen de la comisión? Ni se invaden jurisdicciones ni se comete ninguna arbitrariedad, sino que simplemente se protege, al mismo tiempo que a los poderosos, a las empresas capitalistas, al hombre que trabaja, al hombre que produce y que merece atención y protección. (Aplausos.)
El C. Espinosa y Elenes: Señores compañeros: voy a ser muy breve, porque después de los discursos que se han escuchado en esta tribuna, no quiero yo venir a cansar a la Asamblea con datos de carácter técnico. Voy, por lo tanto, a concretarme a suplicar a ustedes se sirvan prestarme su atención y a manifestar que hay dos proyectos: uno que presentó la Secretaría de Hacienda, y otro que presente a la consideración de ustedes y que ya fundé cuando se le dispensaron los trámites. La comisión ha dictaminado tomando en consideración ambos proyectos y es precisamente el dictamen de la comisión lo que está a discusión en estos momentos. Si la Asamblea está convencida de que es necesario tomar una medida que venga a beneficiar a la industria minera, para así proteger a los obreros, yo me permito proponer a ustedes, repito, que si tienen esta convicción, se vote desde luego el dictamen en lo general para entrar mañana, o si lo quieren ustedes, desde luego, en lo particular. Las objeciones que hice a este proyecto de Hacienda en el seno de las comisiones, o, por mejor decir, en pláticas que tuve con el compañero Fabila, son tres; las tres las ha aceptado y ha agregado algunos artículos que, como el en que acaba de hacer hincapié el compañero Treviño, se refiere a la protección de los trabajadores; pero en general el dictamen dice que es necesario tomar una medida enérgica, o mejor decir, ingente y radical, para que se beneficien las empresas y se detengan los paros.
Las objeciones que hice al proyecto de Hacienda consisten en lo siguiente: en primer término el proyecto de Hacienda no era un proyecto general, porque no abarcaba a determinadas empresas, que merecen también la protección de la ley; únicamente se refería a las empresas que tienen el beneficio de cianuración; pero no abarcaba a las empresas que tienen el llamado beneficio seco o sea el de fundición, y esas empresas se encuentran en las siguientes condiciones: del valor de la plata reciben únicamente un noventa por ciento, porque el cinco por ciento lo recibe la fundición, que es una empresa absolutamente distinta de la industria extractiva, lo recibe como una ganancia, como un margen de ganancia. De ese noventa y cinco por ciento de ganancia, tiene la empresa que pagar seis y medio por ciento a la Federación, que es lo que se cobra actualmente, que es lo que pedimos que se reduzca; además, tiene que pagar el dos por ciento a los Estados, y sobre esos impuestos tiene que pagar, además, el diez por ciento adicional. Viene a quedar reducido el por ciento que reciben de hecho las empresas, que están en esas condiciones, a un ochenta y cinco por ciento poco más o menos, y de ese ochenta y cinco por ciento tiene que pagar salarios, tiene que pagar mano de obra, carburo, dinamita, implementos, y en general todos los gastos que demanda la empresa.
Bien lo ha dicho el compañero Treviño: la producción de las minas, el producto de las minas tiene un costo elevadísimo, y en gran parte tienen la culpa las empresas que no han industrializado su negocio. Hay muchas empresas que sí tienen perfectamente industrializado su negocio; pero hay otras que por falta de capital o por otras consideraciones, no
han llegado a hacer del negocio de la minería un negocio absolutamente seguro, como debe serlo.
Así, pues, si esas empresas se encuentran en esas condiciones, creo que la ley debe protegerlas también; esto es lógico, esto es natural. El proyecto de Hacienda las excluía y una ley tiene que ser general, tiene que abarcar a todos los que están afectados con motivo de la baja de la plata.
La segunda objeción que hice consistió en que no debe reducirse a los Estados. Efectivamente, ya lo dijeron aquí muchos oradores; la Secretaría de Hacienda ha seguido una política centralista, procurando que todos los ingresos vengan a la Federación y procurando que los Estados reciban los menos ingresos posibles cuando está interesado el fisco federal. Verbi gracia, yo pregunto: ¿qué Estado de la Federación ha recibido el diez por ciento que le corresponde por concepto del income tax? Creo que ninguno, todo lo ha recibido el Gobierno federal. Pues bien, tratándose del impuesto de la minería, no estoy de acuerdo en que se disminuya el dos por ciento.
La comisión se ha servido aceptar esta sugestión mía y por eso el dictamen se ha presentado en la forma en que lo han oído ustedes. No es justo, señores representantes, que la Secretaría de Hacienda disminuya los ingresos de los Estados por concepto del impuesto minero, porque hay Estados, como el de Durango, que recibe alrededor de doscientos mil pesos por concepto de este impuesto, y que casi con ese impuesto cubren su presupuesto de egresos; ¿cómo vamos a restarles ingresos a los Estados, cuando apenas pueden cubrir sus presupuestos? En este sentido, la Secretaría de Hacienda se ha portado mal, y hay que decirlo ante la faz de la nación; y se ha portado mal, también, por lo que respecta a los municipios; ¿qué municipio de la República ha recibido el cuarenta por ciento que le corresponde por concepto del impuesto de pertenencias mineras? Absolutamente ninguno. Ningún municipio lo ha recibido. ¿Por qué? Porque la Secretaría de Hacienda y en Contraloría ponen trabas a los municipios, precisamente para que dejen de percibir ese impuesto.
Próximamente, señores compañeros, yo presentaré a la consideración de ustedes un proyecto de ley que tiende precisamente a evitar estas trabas, porque no puede haber municipio libre en la República, mientras no haya autonomía económica. Si el municipio tiene como enemigos en general -hablo en general -, a los gobernadores, y tiene, además, como enemigo, al Gobierno federal, que le resta los ingresos que legítimamente le corresponden, puesto que está decretado por esta Cámara, ¿cómo es posible que se cumpla estrictamente con el artículo 115 de la Constitución, es decir, cómo es posible que haya municipio libre en la República? Es por esto que yo procuraré, señores compañeros, presentar a la mayor brevedad posible este proyecto de ley y de antemano pido a ustedes que se sirvan aceptarlo.
Pues bien, quiero terminar, señores compañeros, reservándome hacer algunas observaciones al dictamen, cuando se discuta en lo particular, y pidiendo a ustedes con todo respeto se sirvan aceptar en lo general el dictamen de las comisiones. (Voces: ¡A votar! ¡No hay quórum!)
El C. secretario Cerisola: No habiendo más oradores inscriptos, se va a proceder a recoger la votación nominal en lo general. Por la afirmativa.
El C. secretario Ortega: Por la negativa. (Votación.)
El C. secretario Cerisola: Fue aprobado el proyecto de ley, en lo general, por 148 votos.
El C. presidente, a las 20.30: Se levanta la sesión y se cita para mañana a las 16 horas.