Legislatura XXXII - Año II - Período Ordinario - Fecha 19271004 - Número de Diario 15

(L32A2P1oN015F19271004.xml)Núm. Diario:15

ENCABEZADO

MÉXICO, MARTES 4 DE OCTUBRE DE 1927

DIARIO DE LOS DEBATES

DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS

DEL CONGRESO DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS

Registrado como artículo de 2a. clase en la Administración Local de Correos, el 21 de septiembre de 1921

AÑO II. - PERIODO ORDINARIO XXXII LEGISLATURA TOMO II. - NUMERO 15

SESIÓN DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS

EFECTUADA EL DÍA 4 DE OCTUBRE DE 1927

SUMARIO

1.- Se abre la sesión. Es leída y aprobada el acta de la anterior.

2.- Cartera. Se concede licencia al C. diputado Guillermo C. Aguilera.

3.- Es discutida y probada una proposición de varios ciudadanos representantes, por la que se declara que han perdido su carácter de diputados al Congreso de la Unión, los CC. José J. Araiza, Luis G. Belaunzarán, Humberto Barros, Margarito Gómez, Eugenio Mier y Terán, Carlos T. Robinson, Joaquín Vidrio, Nicolás Cano, Fernando Cuén, Francisco Garza Nieto, Amet Ramos Cristiani, Enrique A. Enríquez, Candelario Garza, Ricardo Covarrubias, Elpidio Barrera, Carlos Flores Tovilla, Francisco Garza, Antonio Islas Bravo, Gilberto Isaís, Ramón Ramos, Víctor Rendón, Jaime A. Solís, Antonio Trujillo Espinosa, Francisco de Valle, Ulises Vidal, Gilberto Fabila, Felizardo Villarreal y Enrique Bordes Mangel. Se levanta la sesión.

DEBATE

Presidencia del C. CONSTANTINO MOLINA

(Asistencia de 158 ciudadanos diputados.)

El C. presidente, a las 17.30: Se abre la sesión.

- El C. secretario Suárez, leyendo:

"Acta de la sesión celebrada por la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión el día tres de octubre de mil novecientos veintisiete.

"Presidencia de C. Constantino Molina.

"En la ciudad de México, a las diez y siete horas y cuarenta y cinco minutos del lunes tres de octubre de mil novecientos veintisiete, se abrió la sesión con asistencia de ciento treinta y siete ciudadanos diputados, según consta en la lista que previamente paso el C. secretario Mayoral Pardo.

"El mismo ciudadano secretario dio lectura al acta de la sesión celebrada el día veintinueve del mes próximo pasado, la que se aprobó sin discusión.

"Se dio cuenta con la cartera:

"La Cámara de Diputados del Perú a causa recibo de la comunicación que le dirigió la Comisión Permanente, relativa a los sucesos de Nicaragua. - A sus antecedentes.

"La XXXII Legislatura del Estado de Chihuahua avisa que inauguró su primer período ordinario de sesiones correspondiente al segundo año de su ejercicio. - De enterado.

"La XXX Legislatura del Estado de Tabasco comunica la designación que hizo de presidente y vicepresidente de la misma, para el mes de octubre. - De enterado.

"La Legislatura del Estado de Nuevo León participa que abrió su primer período ordinario de sesiones correspondiente al primer año de su ejercicio. - De enterado.

"Telegrama de Ameca, Jalisco, en que el C. diputado Fernando Chávez solicita licencia por diez días con dietas.

"Se concedió sin debate, previa dispensa de trámites.

"Escrito en que el C. diputado José González pide una licencia, con goce de dietas, por veinte días.

"También se concedió con dispensa de trámites y sin discusión.

"Escrito del C. diputado Cuauhtémoc Ríos, en que participa que con fecha primero del actual da por terminada la licencia de que disfrutaba, por lo que vuelve al ejercicio de sus funciones. - De enterado.

"Solicitudes de licencia, con goce de dietas, de los CC. diputados Manuel Orta y José Veraza y Rubio, por ocho días la del primero y por un mes la del segundo.

"Se aprobaron con dispensa de trámites y sin debate.

"Telegrama en que el C. Isaac Díaz de León rectifica las alusiones que en la tribuna de esta Cámara le hizo el C. diputado Baranda. - Recibo.

"Mensaje en que la Legislatura del Estado de Aguascalientes rectifica las aseveraciones que sobre el ciudadano gobernador de esa Entidad hizo el C. diputado Baranda. - Recibo.

"El Partido Socialista Obregonista "Carrillo Puerto", de Oaxaca, transcribe un mensaje que dirigió al C. diputado Carlos T. Robinson, relacionado con la elección de dicho representante. - Recibo.

"El C. Abraham Araujo comunica que con fecha primero del actual tomó posesión del puesto de gobernador constitucional del Estado de Querétaro, en virtud de haber sido electo popularmente para desempeñar ese cargo. - De enterado.

"Proposición de los CC. diputados Pintado Sánchez, Austria, Medécigo Rosas y Sánchez

Mejorada, para que se pague a la señora Silviana G. viuda de Ruiz, la cantidad que le corresponde como heredera legítima del extinto C. Leopoldo Ruiz, que en el Congreso Constituyente de Querétaro representó al segundo distrito electoral del Estado de Hidalgo. - A la Comisión de Administración.

"Dictamen de la Segunda Comisión de Peticiones, que propone se diga a la señora Concepción Gómez Farías viuda de Carrere, con respecto a su solicitud de pensión que se atenga a lo acordado por esta Cámara con fecha 29 de septiembre de 1926.

"Dictamen de la misma comisión que propone pase a la de Guerra en turno la solicitud de pensión formulada por el C. general Joaquín Velásquez Pérez.

"Dictamen de la propia comisión que propone se diga al excapitán Rafael I. Escárcega, que no se podrá dar curso a su solicitud de pensión mientras no envíe los documentos que comprueben sus servicios.

"En votaciones económicas sucesivas, y sin debate, se aprobaron los tres dictámenes anteriores.

"Se dio cuenta con un dictamen de la Primera Comisión de Relaciones Exteriores, que consulta un proyecto de decreto por el que se concede permiso al C. Juan J. López, para que, sin perder su calidad de ciudadano mexicano, acepte y desempeñe el cargo de cónsul honorario de la República de Guatemala en el puerto de Veracruz.

"No habiendo quien impugnara este proyecto, se reservó para su votación, habiéndosele dispensado las lecturas.

"Los CC. Real, Caparroso, Luis G. Márquez, Soto y numerosas diputados más, presentaron una proposición que incluye con el siguiente punto resolutivo:

"Único. Se declara que el C. José Castañón, diputado propietario al Congreso de la Unión por el 6o. distrito electoral del Estado de Chiapas, ha perdido su carácter de diputado por estar desempeñando el cargo de secretario general de Gobierno sin permiso previo de la Cámara de Diputados, violando los preceptos del artículo 62 de la Constitución General, y procede, por tanto, llamar al suplente C. ingeniero Raymundo E. Enríquez, entrando desde luego en funciones por haber otorgado ya la protesta de ley."

"Esta proposición fue aprobada sin debate y en votación económica.

"En seguida se procedió a recoger la votación económica del proyecto de decreto que autoriza al C. Juan J. López para desempeñar el cargo de cónsul honorario de la República de Guatemala en el puerto de Veracruz, resultando aprobado por unanimidad de ciento cincuenta votos. -Pasa al Senado para sus efectos constitucionales.

"Acto continuo se dio cuenta con una proposición signada por los CC. diputados Topete, Melchor Ortega, Romo, Cerisola y Molina, que pide que, en vista de los sucesos desarrollados en Torreón y en esta capital, se aprueban los siguientes puntos:

"1o. Nómbrese una comisión que haga presente al Ejecutivo de la Nación la solidaridad del Poder Legislativo en el presente conflicto.

"2o. Autorícese al ciudadano presidente de esta H. Asamblea para que, a nombre de ella, haga declaraciones públicas de acuerdo con el espíritu de esta proposición.

"3o. Que la comisión que se acerque ante el ciudadano presidente de la República ponga de manifiesto ante el mismo mandatario, que todos los componentes de la mayoría parlamentaria están dispuestos, desde luego, a dar toda su cooperación personal y la de los elementos de que disponen en sus respectivos distritos, para el sostenimiento de la paz pública".

"Puesta a discusión, la fundó el C. diputado Romo, después de lo cual hablaron en pro de los CC. diputados José F. Gutiérrez, Melchor Ortega, Zincúnegui Tercero y Ancona. El C. Candelario Garza hizo aclaraciones en relación con el asunto a debate y contestó interpelaciones del C. Melchor Ortega. En seguida usó de la palabra en pro el C. diputado Cortina y agotado el debate, la Asamblea, en votación económica, aprobó la proposición.

"La Presidencia designó, para dar cumplimiento a las partes relativas de la proposición aprobada, a los CC. diputados Ricardo Topete, Alberto Oviedo Mota, Eduardo C. Loustaunau, Melchor Ortega, Alejandro Cerisola, Ricardo Márquez Galindo, Agustín Casas, Alfredo Romo, Moisés Rosalío García, Leopoldo Zincúnegui Tercero, Nicolás Pérez y secretario Lorenzo Mayoral Pardo. "En seguida, la Secretaría dio cuenta con una proposición subscrita por los CC. diputados López Miro, Loustaunau, Topete, José H. Romero, Torregrosa, Molina, Melchor Ortega, Oviedo Mota, Romo y Bartolo Flores, relativa a que en virtud de que con diferentes actos se han significado en convivencia con los elementos que empapan la patria con sangre hermana, se declare que han perdido su carácter de representantes del pueblo, los siguientes ciudadanos:

"Francisco de Valle, Carlos T. Robinson, Humberto Barros, Eugenio Mier y Terán Víctor Rendón P., Amet Ramos Cristiani, Jaime A. Solís, Ulises Vidal, Margarito Gómez y Antonio Trujillo Espinosa.

"Sujeta a debate esta proposición, el C. Cortina pidió que se aplazara su aprobación y el C. Lombardo Toledano sugirió que solamente se aplicara la sanción a que se refiere a aquellos diputados que hubieran abandonado sus funciones legislativas. En seguida, usó de la palabra en contra el C. Fabila, quien hizo interpelaciones a los CC. Torregrosa y Romo, que le fueron contestadas, y los CC. Barrera, y Candelario Garza hicieron aclaraciones.

"El C. Solórzano reclamó el quórum y siendo visible la falta de éste, el ciudadano presidente levantó la sesión a las diez y nueve horas y cincuenta y cinco minutos".

Está a discusión el acta. No habiendo quien haga uso de la palabra, en votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa sírvanse manifestarlo. Aprobada.

- El mismo C. secretario, leyendo:

"H. Asamblea:

"Teniendo necesidad de salir a Fresillo, Zac.,

cabecera del distrito que represento, muy atentamente vengo a solicitar me sea concedida una licencia por veinte días, con goce de dietas, para estar separado de mis labores como diputado.

"Anticipo mi agradecimiento a la H. Asamblea y le hago presentes las seguridades de mi atención. - Sufragio Efectivo. No Reelección. - México, D.F., a 4 de octubre de 1927. - Diputado por el 3er. distrito electoral de Zacatecas, Guillermo C. Aguilera".

En votación económica se pregunta si se dispensan los trámites. Los que estén por la afirmativa. Sírvanse manifestarlo. Dispensados. Está a discusión. No habiendo quien haga uso de la palabra, en votación económica se pregunta si se concede la licencia. Los que estén por la afirmativa sírvanse manifestarlo. Concedida.

"El Departamento de Estadística Nacional avisa que el ingeniero Benigno A. Mata fue designado oficial mayor de dicha oficina".- De enterado.

"La Secretaría de Industria, Comercio y Trabajo avisan que queda establecida la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje, de acuerdo con el decreto de fecha 22 de septiembre próximo pasado, expedido por el ciudadano presidente de la República."- De enterado.

"La señora Rosalva Gómez solicita pensión por los servicios que en el Ejército Nacional prestó su extinto esposo, el general Guillermo Nelson. " - A la Comisión de Peticiones.

"Los CC. Ricardo Olvera y Carlos Altamirano participan haber quedado instalada la XXVIII Legislatura del Estado de Querétaro en el Salón de Cabildos del H. Ayuntamiento de San Juan del Río. " - Archívese.

"Los CC. Ricardo Olvera y Carlos Altamirano comunican que la XXVIII Legislatura del Estado de Querétaro, instalada en el Salón de Cabildos del H. Ayuntamiento de San Juan del Río, inauguró el primer período ordinario de sesiones correspondiente al primer año de su ejercicio". - Archívese.

- El mismo C. secretario, leyendo:

"H. Asamblea:

"Los diputados subscritos, basados en un principio de estricta justicia y considerando que muchos elementos que se encuentran dentro de la Cámara de Diputados, están moralmente identificados con los traidores que han efectuado una asonada en contra del Gobierno de la República, y otros se han declarado en franca rebeldía o ejecutado actos que los acusan como cómplices de ella, estimamos pertinente dar a tales elementos la oportunidad necesaria para que, consecuentes con sus opiniones, vayan al campo a que estas mismas los llaman. En consecuencia, proponemos ante Vuestra Soberanía que se declare que han perdido su carácter de representantes, los siguientes ciudadanos: José J. Araiza, Luis G. Belaunzarán, Humberto Barrios, Margarito Gómez, Eugenio Mier y Terán, Carlos T. Robinson, Joaquín Vidrio, Nicolás Cano, Fernando Cuén, Francisco Garza Nieto, Amet Ramos Cristiani, Enrique A. Enríquez, Candelario Garza, Ricardo Covarrubias, Elpidio Barrera, Carlos Flores Tovilla, Francisco Garza, Antonio Islas Bravo, Gilberto Isaís, Ramón Ramos, Víctor Rendón, Jaime A. Solís, Antonio Trujillo Espinosa, Francisco Valle, Ulises Vidal, Gilberto Fabila, Felizardo Villarreal y Enrique Bordes Mangel.

"México, D.F., a 4 de octubre de 1927. - Alfredo Romo. - Ricardo Topete. - Rafael E. Melgar. - Eduardo Loustaunau. - Desiderio Borja. - José H. Romero. - Luis G. Márquez.

-Fernando Pacheco. - B. Flores. - Alberto Oviedo Mota. - C. Molina." Se pregunta a la Asamblea si se dispensan los trámites. Los que estén por la afirmativa sírvanse manifestarlo. Dispensados. Está a discusión.

El C. Fabila: Pido la palabra en contra.

El C. Covarrubias: Pido la palabra en pro. (murmullos.)

El C. secretario Mayoral Pardo: La Secretaría va a dar lectura (Voces Pido la palabra a los oradores inscritos hasta estos momentos: En pro, Altamirano, para fundar la solicitud, y los ciudadanos José Luis Solórzano y Ricardo Treviño, y en contra, Zincúnegui Tercero, Ramírez Alfonso F., Cortina Eduardo y Mayoral Pardo. Los demás que deseen inscribirse sírvanse pasar a manifestarlo.

El C. Covarrubias Ricardo: Ruego a la Secretaría se sirva inscribirme en pro o en contra, según sea el trámite.

El C. Barrera Elpidio: Ruego a la Secretaría hacer los mismo. (Murmullos.)

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Altamirano (Aplausos.)

El C. Altamirano Manlio Fabio: Señores diputados: En estos momentos solemnes para la revolución mexicana, cuando la infidencia levanta nuevamente su negra bandera para pretender echar abajo al Gobierno revolucionario que preside el hombre de bronce que se llama Plutarco Elías Calles, vengo a esta tribuna para fundar la proposición, y vengo con toda conciencia de mis actos, vengo con toda energía, porque estamos en el período de la violencia, en el terreno de la guerra, que es el terreno que han elegido nuestros adversarios.

Al iniciarse la lucha presidencial, el pueblo mexicano se dio cuenta exacta, a pesar de los tartufescos manifiestos de los candidatos Gómez y Serrano, de que la reacción estaba detrás de ellos y que iba a jugar su última carta; y por eso el pueblo mexicano, la mayoría del pueblo mexicano

constituída por obreros y campesinos, de una manera abierta, de una manera decidida, sin ambages y sin titubeos, respaldó la candidatura de Alvaro Obregón, pasando por encima de los argumentos politiqueros de los que decían que iban a defender principios sagrados de la Revolución. Se dio cuenta exacta el pueblo mexicano de que la lucha no era simplemente una lucha política, si no que era una lucha social, y que quienes habían combatido en todos los momentos de su vida, como Arnulfo Gómez, los principios sociales que informan los capítulos más brillantes de nuestra Constitución, los que habían combatido los principios obreros y los principios agraristas, simbolizaban en esta nueva lucha política a la reacción mexicana que, como decía yo antes, iba a jugar su última carta.

Ha tenido especial importancia la lucha política presidencial, porque hemos comenzado en los momentos en que el presidente Calles abordaba el problema más difícil de los problemas mexicanos: el problema clerical; el origen de todos nuestros males, el origen de todas las rebeliones de la Reacción, el origen de todas las defecciones, el origen de todas las prevaricaciones, el origen de todas las invasiones por naciones extranjeras: el problema clerical. Y en momentos en que el general Calles, con su mano de hierro que nunca ha temblado, destruía para siempre el poder de la clerigalla, en esos momentos surgieron a la palestra nacional los candidatos Gómez Serrano; lanzaron sus manifiestos y, desde luego, para los que sabemos leer entre líneas, tuvimos la convicción de que las medias tintas, de que los ambages con que ellos pretendían halagar al grupo reaccionario, no eran más que la certidumbre completa de que se habían entregado en manos de ellos y de que habían defeccionado de las filas de la Revolución.

¡Cuanto hubieran dado los candidatos Gómez y Serrano porque el presidente Calles, perdiendo esa ecuanimidad y esa rectitud que lo caracterizan en todos sus actos, se hubiera constituído en un Carranza, en un jefe de un partido político, para inclinarse del lado de Obregón ¡Cuánto hubieran dado estos candidatos por tener un cargo concreto de parcialidad qué hacer al actual presidente de la República y poder levantar, entonces sí con razón, su bandera de rebelión! Pero nunca pudo ocurrir esto, porque el señor presidente de la República tuvo siempre especial cuidado de mantener su imparcialidad. El sabía, y sabe perfectamente, que las reformas constitucionales a los artículos 82 y 83 no daban preeminencia a ningún candidato sobre otro en el ánimo popular. Las reformas a los artículos 82 y 83 no hicieron más que poner en el tapete de la discusión a los tres candidatos en un plano de igualdad, para que el pueblo decidiera quién tenía los sufragios y quién de ellos merecía la confianza de las clases trabajadoras.

Los candidatos de la Reacción, los que desde un principio comenzaron a coquetear con el partido antagónico a nosotros, a través de sus manifestaciones se dieron cuenta de que el pueblo, lo que constituye la médula de la nación, no estaba con ellos; entonces resolvieron hacer creer a la nación que el presidente de la República era parcial; pero no se atrevieron a atacar directamente al presidente, sino que comenzaron a atacar a segundas figuras, y ni los mismos candidatos se atrevían a pronunciar una palabra contra el Ejecutivo, sino que mandaban a sus segundos, los oradores de ellos, para que esbozadamente atacaran al señor presidente de la República. Si el señor presidente de la República hubiera sido parcial en la presente lucha presidencial, le hubiera bastado, para hundir en la ignominia, para desacredita definitivamente a los candidatos, para cubrirlos de oprobio, lanzar a la faz de la nación los expedientes de la actuación de Gómez en la 1a. Jefatura de Operaciones y de Serrano en el Ministerio de Guerra, para que todo el país se diera cuenta de cuál era el valor de estos individuos; pero el señor presidente de la República, procediendo con toda lealtad, con toda hombría, con toda imparcialidad, ha ordenado que con esos expedientes permanezcan guardados en sus gavetas.

Creíamos nosotros que la lección dura, que la lección fuerte, que la lección de 1923 hubiera producido sus efectos; creíamos que nuestras luchas políticas estarían curadas para siempre de estos cuartelazos que tanto enfangan el honor del Ejército Nacional; pero nos hemos equivocado, ciudadanos diputados. En aquella vez el presidente de la República, Alvaro Obregón, fue magnánimo y prodigó su perdón a todos los que vinieron a él a implorarlo; testigos, Otilio González y Adolfo Azueta; y después el actual señor presidente de la República también prodigó su perdón; testigo, Cándido Aguilar; testigo, Juan Barragán. Pero, señores, estos ejemplos no han producido ningún efecto, son los mismos, los mismos elementos que hoy se rebelan nuevamente cobijándose bajo la bandera antirreleccionista; son ellos mismos los que desconocen esa magnanimidad y se lanzan de nuevo a la rebelión en contra de los poderes constituídos. De manera, señores, que en estas condiciones nosotros tenemos que proceder con toda energía, al mismo tiempo que con toda serenidad. Habíamos elegido el terreno de la lucha política, el terreno de los comicios. El señor general Alvaro Obregón, desde que inició su campaña política en Nogales, venía pregonando que no quería lucha armada, no porque supiera hacer campañas militares, puesto que él ha sido el maestro de todos los que ahora se han rebelado; no quería campañas militares, porque él tiene la opinión de que alguna vez el pueblo mexicano entrará por el sendero de la rectitud en asuntos electorales y que debemos alejar para siempre las asonadas militares que tanto desdicen de la República Mexicana en el extranjero. El señor general Obregón en cada mitin hablaba de la lucha en los comicios y señalaba a los otros candidatos: los que vienen pregonando la guerra civil, los que vienen pregonando las armas para conseguir el triunfo, son los que no tienen plena confianza en el voto del pueblo trabajador; y como nosotros tenemos confianza en los sufragios del pueblo de la República, por eso venimos a decir al pueblo que no vamos a recurrir a las armas para obtener el triunfo. En cambio, los otros candidatos se apartaron del terreno legal; en cambio, los otros candidatos se apartaron de él, desde entonces antes de entrar a la campaña política, es público y

notorio que el señor general Gómez, desde que fuera jefe de Operaciones en esta Primera Jefatura, se sentía presidenciable y conquistaba amigos a base de lucha presidencial. Es público que más tarde en el Estado de Veracruz hizo política presidencial en grado tan grande, que los diputados veracruzanos mil veces fuimos a ver al señor presidente de la República para decirle que el general Gómez se apartaba de la línea que señalan las leyes militares, por estar inmiscuyéndose totalmente en política. Y el señor presidente, con toda serenidad, nos contestaba que no quería ejercitar ninguna acción contra estos elementos, para que no se fuera a tacharle más tarde la parcialidad en favor de algún candidato, pero lo hacía conscientemente, con todo conocimiento de causa. El señor presidente de la República dejó que se desarrollaran los acontecimientos, hasta que culminaron, con la traición del general Héctor Ignacio Almada y de todos los demás elementos que se fueron con él, es decir, que el señor presidente de la República llevó sus escrúpulos a un grado tan alto, que probablemente ningún otro jefe, ningún otro Ejecutivo lo hubiera hecho. El señor presidente de la República estuvo hasta en peligro de perder su vida junto con el ministro de la Guerra. ¿Por qué? Porque es muy seguro, es muy probable que si el señor presidente de la República concurre a las famosas maniobras militares nocturnas, allí mismo se le hubiera hecho prisionero en unión de Amaro y de otros altos jefes militares, y entonces la nación hubiera entrado en un verdadero caos de la lucha armada. De manera que el señor presidente de la República llevó su hidalguía al grado de exponer su propia existencia con tal que no se le tachara de parcial en favor del candidato Obregón; pero estos elementos que estaban irremisiblemente perdidos en el ánimo popular, el llamaron a esa conciencia, "tontera"; creyeron que estaban "haciendo guaje", que estaban haciendo tonto al señor presidente de la República, y conspiraban aquí abiertamente y conspiraban con los señores diputados antirreeleccionistas que todavía un día antes de que salieran Gómez y Serrano se reunían para discutir los planes y la acción que iban a desarrollar en contra del Ejecutivo de la nación; y dieron el golpe, señores diputados, en la forma que lo hemos visto. Los señores antirreeleccionistas se han salido de la vía legal, han entrado en la vía de la violencia. Los que vengan a contrarrestar esta proposición, ¿qué ley van a invocar?Yo les pregunto: ¿qué legalidad van a hacer valer para que no se les despoje del fuero constitucional y se les ponga en absoluta libertad para que vayan allá al campo de la lucha a batirse como se baten los hombres?, ¿qué legalidad van a hacer valer en su favor? ¿han seguido alguna ley que los ampare para conspirar en contra del Gobierno de la República que les ha dado toda clase de garantías, que les ha dado muestras de imparcialidad? Ninguna ley. Muy bien, pues en último caso nosotros ahora no aplicaríamos aquí más que el criterio político; y puesto que estamos en el terreno de la violencia, no hay más que una cosa: golpe por golpe; porque si mañana caemos nosotros, seremos también sacrificados; estamos frente a frente y, señores, la guerra está encendida y la guerra es la guerra y nada más la guerra. (Aplausos.) Señores diputados antirreeleccionistas: ustedes, que han conspirado abiertamente contra el Gobierno revolucionario de Plutarco Elías Calles...

El C. Barrera Elpidio, interrumpiendo: ¡Mientes!

El C. Altamirano: Por más que vengan aquí hipócritamente a decir que no, ustedes conspiraban abiertamente contra el Gobierno del señor general Plutarco Elías Calles, que es el símbolo más alto de la Revolución, y que ahora ustedes tiemblan, porque Plutarco Elías Calles está haciendo justicia y ustedes deben ir al campo de la lucha con toda hombría, como nosotros fuimos en 1923 a defender a Alvaro Obregón; y puesto que ahora han elegido no la ley sino la carabina, deben dejar la ley a empuñar la carabina (Aplausos.) Es el momento, compañeros, de la energía. Nosotros sabemos que en esta lucha nos jugamos la cabeza y es preciso que nos la juguemos de igual a igual. Nosotros no queremos tener en el seno de la Representación Nacional espías escudados con el fuero constitucional. (Aplausos.) Y si vamos a respaldar la actuación del Poder Ejecutivo, si vamos nosotros, como hemos ido siempre, solidarios del Poder Ejecutivo, codo con codo con Plutarco Elías Calles, debemos recibir el ejemplo en su energía. Plutarco Elías Calles no teme el fallo de la historia Plutarco Elías Calles deja caer sobre los rebeldes su mano de hierro y nosotros debemos solidarizarnos con Plutarco Elías Calles, y si mañana o pasado caemos con él, caeremos gloriosamente, compañeros, y moriremos también con toda serenidad y con toda tranquilidad, porque tenemos la conciencia de haber cumplido con nuestro deber. (Aplausos.) No estamos ya en el período de las contemplaciones, señores diputados antirreeleccionistas; no os arrepintáis de haber elegido el camino de la violencia; vamos al camino de la violencia y en este camino os vamos a vencer para consolidar para siempre las conquistas revolucionarias que han sabido encauzar Alvaro Obregón y Plutarco Elías Calles. (Aplausos.) No temblar, compañeros; nosotros no temblamos nunca; nosotros no hacemos más que ponerles a ustedes en condiciones amplísimas para que vayan al lugar que les corresponde. ¿Por qué después de conspirar en contra del Gobierno de la República estáis aquí entre nosotros? ¿Por qué estáis en esta Representación Nacional, donde la inmensa mayoría, donde todos somos obregonistas, donde todos respaldamos la actuación del presidente de la República?

Señores diputados: probablemente por las objeciones del señor diputado Ramos me he exaltado, pero los momentos solemnes actuales de la República no exigen menos que exaltación. Nosotros estamos conscientes de nuestra responsabilidad: la lucha la han iniciado Gómez y Serrano. Muy bien, aceptamos la lucha de la violencia, aceptamos la lucha armada como aceptamos la lucha política; sólo quiero que los señores diputados aquí presentes no vayan a sentir ni el menor titubeo a la hora de dar su voto, porque, señores diputados, si mañana o pasado en la lucha caemos nosotros en manos de la Reacción, los reaccionarios con mano firme y

sonriéndose, nos sacrificarán en aras de la Revolución. De manera que golpe por golpe, señores antirreleccionistas; la suerte está echada, y muy poco tiempo durará la jactancia de ustedes, muy poco tiempo, porque los obreros y campesinos de la República, porque la inmensa mayoría del Ejército, porque todos los hombres conscientes de la Revolución están en ese hombre de bronce que se llama Plutarco Elías Calles. (Aplausos.)

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano diputado Cano.

El C. Cano Nicolás: Como será la última vez, seguramente, que ocupe esta tribuna (Voces: ¡Seguramente!) pido atentamente que me concedáis el uso de la palabra el tiempo suficiente, a fin de que no se me interrumpa cuando se llegue la hora reglamentaria. Pido atentamente al señor presidente se sirva interrogar a la Asamblea si se me concede el tiempo que pido.

El C. presidente: Una vez llegado el tiempo reglamentario, se consultará a la Asamblea.

El C. Cano Nicolás: Señores diputados: Es verdad que ha llegado el momento de que cada uno de nosotros tomemos el lugar que nos corresponde. En eso estamos completamente de acuerdo, es verdad; pero, señores diputados, si es necesario que cada uno de nosotros tome el lugar que nos corresponda, es necesario que a cada uno de nosotros se nos juzgue de acuerdo con nuestros antecedentes y con nuestros hechos. Es indudable que en el bloque obregonista algunos ciudadanos se hayan opuesto a los acuerdos de la mayoría, porque su conciencia ha rechazado algo que no les ha parecido bueno. (Murmullos. Voces: ¡No! ¡No!) Por una parte; por la otra, señores diputados, el hecho de que nosotros hayamos seguido concurriendo a estas sesiones, es la prueba más palmaria de que cuando menos, y lo digo por mí -porque los compañeros son suficientemente valientes para venir a hacer su defensa -, no he tenido por ningún motivo la intención de levantarme en armas; para hacerlo, no me hubiera quedado aquí; señores diputados, ésta es la verdad. Por otra parte, a los hombres se les debe medir, más que por su presente, por su pasado; los antecedentes de los hombres son la prueba más formidable para juzgarlos y nadie puede decir que yo me haya metido, con el fusil en la mano, en estas contiendas mezquinas de intereses puramente personales. Ahora, sabemos que vamos a salir de aquí y voy, a explicar lo que tengo interés en explicar y nada más. Indudablemente que en el país, señores diputados, el movimiento verdaderamente revolucionario - y esto hay que juzgarlo muy arriba de los partidos políticos, muy lejos de la pasión personal, muy arriba y por encima de los intereses personales y mezquinos -, el movimiento verdaderamente revolucionario del país concluyó con la firma de la Constitución de Querétaro en 1917; señores diputados, ésta es la verdad. De allí para acá no ha sido más que la lucha de acomodamiento para que las conquistas revolucionarias escritas en la Carta de 17 tuvieran su fácil, pronta y oportuna aplicación; ésta es la verdad de las cosas. ¿Qué han hecho los partidos políticos, señores diputados, para aplicar estas conquistas revolucionarias? Sin mencionar ninguno de los gobiernos en lo individual, hemos visto que, en realidad de verdad, no han hecho lo necesario para aplicar estas conquistas revolucionarias. Con el hecho de que hoy, en este momento, el país se siente conmovido por un movimiento terrible...(Voces: ¡No hombre, qué terrible va a ser! Yo quisiera que los compañeros les preguntaran a las viudas de las víctimas que ya han caído, si para ellas es terrible o no.

El C. Topete: A los que encampanaron ustedes.

El C. Cano: Ahora bien, yo en lo que se refiere al asunto antirreeleccionista, y esto es necesario decirlo claro y alto, sigo sosteniendo que es un principio salvador para el país; ésta es la verdad de las cosas, señores diputados; por más que vosotros digáis que no, los hechos van a demostrarlo. Ahora bien, si yo solamente me he concretado - y esto no por temor -, me he concretado exclusivamente a pugnar porque este principio del antirreeleccionismo fuera en realidad un principio que se aplicara en las luchas políticas del país y por eso precisamente los miembros de un partido, cuando vemos que determinados hechos de ese partido no nos corresponden, no nos convienen o no nos queremos hacer solidarios de ellos, lo primero que hacemos es amparar con nuestros actos o con nuestras declaraciones o con nuestros hechos determinados procedimientos que no estén de acuerdo con nuestras convicciones. Por otra parte, este movimiento -y yo quiero juzgar este punto de vista lejos de las pasiones de partido - no es más que la consecuencia, señores diputados, de las maneras violentas con que muchas de las crisis políticas en el país se han resuelto. (Voces: ¡No!) Sí, señores diputados; seguramente que sí, señores diputados: en los asuntos políticos se sigue desgraciadamente la lógica terrible de las vendettas italianas y todavía nosotros aquí, y esto es lo que yo siento, señores diputados, aún no sabemos perdonar. Yo digo esto, señores diputados, porque, vuelvo a repetir, yo jamás me he metido en asuntos militares y siempre he tenido, señores diputados, el valor de decir que a nadie he encampanado...

El C. Topete: Ustedes los encampanaron.

El C. Cano: Yo a nadie he encampanado, como dice el señor Topete, y cuando he tenido la representación de agrupaciones obreras, a nadie he encampanado, señor Topete, y si usted conociera antecedentes no diría eso. Siempre he corrido con mis compañeros los peligros que los acuerdos de esos compañeros, en esas agrupaciones, hayan podido acarrear. Ahora bien, señores diputados, yo fui uno de los primeros que censuré las reformas constitucionales. En estos momentos la mayoría que tenéis, las pasiones como están, ciegan hasta cierto punto el juicio. Quizá, señores diputados, y estoy casi seguro, el éxito estará de parte del elemento reeleccionista, pero seguramente, señores diputados, que los éxitos transitorios de determinado grupo político en el poder, si éstos no están ajustados en la realidad de verdad para traer el mejoramiento, para traer la tranquilidad, para traer la facilidad de vivir, que las colectividades tremendamente conmovidas por conmociones políticas, no se las dan, seguramente que esos triunfos efímeros lo

único que hacen es agravar la situación política y que se vuelva a repetir esta serie de trastornos que yo soy el primero en lamentar que se sucedan en el país.

El C. Palazuelos: ¡Mientras haya traidores!

El C. Cano: Perfectamente, pero nadie me podrá probar este caso de que sea yo traidor. Yo quiero dejar perfectamente sentado, porque me interesa, que nadie pueda probar que haya sido traidor. ¿Queréis testimonio? Compañero Sotelo: usted que me conoció en tranvías, ¿Podría usted decir si yo traicioné algún principio revolucionario?

El C. Sotelo: Con permiso de la Presidencia. En aquella época, que tuve el honor de conocer al compañero Cano, me formé un concepto de él; pero ahora debo manifestar que el Cano que conocí en aquel entonces no es el Cano de

ahora. (Aplausos).

El C. Cano: Intencionalmente, señores diputados, he apelado al testimonio del compañero Sotelo, porque ya sabía lo que me iba a contestar. (Voces: ¡Ah, eres adivino!)... ¡Ah, sí, señores! Solamente que aún conservaba yo la esperanza de que el compañero Sotelo todavía siguiera animado en su mente, en su corazón y en su espíritu de las ideas que él y yo sostuvimos de manera enérgica como asalariados de la Compañía; pero las curules cambian mucho a los hombres, señores diputados, y yo puedo decirles a los señores diputados en este momento, que las veces que yo he venido a percibir dietas a la Cámara de Diputados, ni un solo centavo de ellas, exceptuando lo que he dejado para mis necesidades muy personales, que son muy modestas, no se me ha quedado ni un solo centavo, porque todo absolutamente lo he empleado en organizaciones de grupos obreros para su mejoramiento (Voces: ¡Pruebas!) Yo lo digo a ustedes para que vayan sabiendo quienes somos nosotros. Hay otros hechos, señores diputados, y esto sí nadie podrá negarlo. Yo entré sin haber tenido que venir a hacer profesión de fe, como quizás muchos lo hicieron de manera triste a la mayoría poderosa que instaló esta Legislatura el año pasado.

El C. Ancona: No ofenda a usted a sus compañeros.

El C. Cano: Ellos sabrán defenderse. Yo vengo a decir lo que tengo que decir. Ahora bien, con estos hechos, señores diputados, y solamente aceptando yo la responsabilidad que muy en lo personal a mí me corresponda, porque ésa la aceptaré en todos los terrenos, como siempre la he aceptado, concluyo mi peroración diciendo: el grupo antirreleccionista sale de la Cámara violándose todo procedimiento, violándose toda ley.

El C. Altamirano: Dice usted que violando todo procedimiento y violando toda ley. ¿Qué ley han seguido y qué procedimiento, al abandonar la lucha legal e irse a la violencia, adonde se fueron muchos compañeros?

El C. Cano: Primeramente me va a probar el compañero, puesto que la interpelación es personal, que yo he violado el procedimiento y la ley. ¿Está usted seguro de que yo la he violado? ¡No, no, compañeros! Esas interpelaciones personales tienen que contestarse personalmente. ¿Está usted seguro de que yo la he violado!

El C. Altamirano: Compañero: Usted forma parte del grupo antirreeleccionista. El grupo antirreleccionista, con la inmensa mayoría de sus componentes...

El C. Cano: ¡Inmensa mayoría!

- El C. Altamirano, continuando.... se ha ido al campo de lucha.

El C. Melgar: Ahora, que salgan para ir a la cárcel.

El C. Cano: El criterio del compañero es el que tiene la mayoría, el criterio de los que creen que los grupos no deben tener nunca minoría, sino grupos que absolutamente no discrepen en lo más insignificante de los acuerdos de las mayorías, y las mayorías, cuando obran en esa forma, siempre son mayorías de fuerza más aparente que real. Por otra parte, ¿qué dice el compañero Altamirano, que tantas veces ha blasonado de ser socialista, del famoso derecho que las minorías empiezan a adquirir en las corporaciones?

El C. Altamirano: Con permiso de la Presidencia. Quiere decir esto, compañero: desde luego él debe estar solidarizado, porque no hemos visto aquí ninguna protesta ni una sola palabra por escrito reprobando la conducta de los que estaban conspirando. ¿En dónde usted recriminó la conducta de los que ya estaban conspirando? En el terreno de la guerra no admitimos minorías que vengan a servir de espías a los actos del Poder Legislativo. (Aplausos.)

El C. Cano: La contestación del compañero Altamirano no le hace mucho honor, porque primeramente injuria sin saber si en realidad soy espía, yo que siempre he odiado ese papel despreciable; por una parte, por la otra, no creo estar ni he querido estar militarizado para aceptar la férrea disciplina militar del Ejército. Por otra parte, ¿usted puede asegurar, en realidad de verdad, que yo tomaba parte en esta conspiración? (Siseos.) En un caso muy sencillo éste, señores compañeros. (Murmullos.) No quiero entablar diálogos. Ahora bien; decía yo que si nos echan fuera, será violado todo procedimiento y violado toda ley, y aquí debemos atenernos a la ley, por más que diga el señor Altamirano. Esto no es un cuerpo de Ejército, no es un cuerpo de operaciones, sino que es una Cámara, y que antes que otra cosa, en tanto que no se suspendan las garantías individuales, tienen que sujetarse a la ley, y precisamente violan la ley y todo procedimiento, porque en globo, sin enviarnos al Gran Jurado para lanzarnos cargos concretos, se nos arroja de esta Cámara. De manera que se va violando la ley, se viene violando todo procedimiento y, señores, sobre todas esas violaciones, se viola eso que llaman ustedes pensamiento revolucionario, y no creo que esto sea cosa de revolucionarios, compañero Altamirano, el no demarcar cada uno su responsabilidad, porque esto siempre trae aparejada la injusticia es, en estos momentos, lo que ha impedido que se cimiente, ni por un momento, la paz en este país; ésa es la verdad de las cosas. La falta de justicia, la falta de honorabilidad para aplicar la ley en el poder cuando éste se tiene en las manos. Yo, compañeros, me voy de aquí

satisfecho hasta la fecha, porque tengo la seguridad de que en mis manos no hay una sola gota de sangre de mexicano, ni extranjero que por causas políticas o de otro orden me haya visto obligado a derramar. Así, pues, compañeros, esto independientemente de lo que diga el compañero Manlio Fabio Altamirano, que soy una palomita, y creo que el compañero Manlio Fabio puede decirlo, puesto que estuvimos juntos trabajando con la candidatura de Madrazo en Guanajuato. Ya sabe el compañero Altamirano cómo trabajamos allí, y nunca me vio, a pesar de tener trances muy apretados, que hiciera uso nunca de un arma para una agresión que era de mi deber repeler. Es necesario que esto se sepa, señores diputados; hay muchos de nosotros que por más que pertenezcamos a un partido, quizá no hemos estado anuentes con lo que se propone, quizá también lo ignoramos. Es necesario que esto se sepa, y en estas condiciones, cuando no se nos viene a decir a cada uno: "ésta es la responsabilidad personal que te exigimos, y en cambio de ella si no la aceptas, vamos aplicarte este castigo". Señores diputados, un acto de esta naturaleza atenta a la ley, atenta al respeto revolucionario que tanto predicáis vosotros. Y esto, señores diputados, es una de las causas por las que aún está lejos el que haya paz y tranquilidad en el país, compañeros, por el amplio uso que se hace de la fuerza, por el amplio uso que se hace de la justicia, el amplio uso que se hace de la administración, que es lo que ha traído este trastorno tan grave en el país. Nos lo prueba el hecho que la clase social, que poco se mete en asuntos políticos, está protestando precisamente porque se haga justicia en el país. (Voces: ¿cuál? la clase estudiantil (Siseos)No, señores diputados, es posible que la mayoría de ellos sean individuos que no merezcan que se les haga justicia, pero es indudable, señores diputados, y no tengo ningún nexo con los estudiantes, que muchos de ellos tengan razón. (Siseos.) Bueno, pues citaré un caso muy personal haber si ustedes van a creerlo, señores diputados: en 1923, publicando yo un periódico comunista, el Gobierno del Estado de Guanajuato, mandó cien soldados de las milicias del Estado a que cerraran las calles y sin orden de autoridad competente penetraron al local donde celebrábamos la sesión, se nos registró y no teníamos ni un cortaplumas para tajar un lápiz, y a pesar de eso, señores diputados, se nos quiso matar como perros, a garrotazos y a tiros; ¿y sabéis lo que sucedió con esto? que en vez de hacerse justicia por la autoridad que violaba las garantías constitucionales, se nos envió a la cárcel de Granaditas, purgando allí un delito enorme que no habíamos cometido.

El C. Altamirano: ¿Cómo usted, compañero, que dice ser comunista, forma parte de un poder que no es comunista?

El C. Cano: Allá vamos. ¿Quiere usted la explicación?

El C. Altamirano: Naturalmente.

El C. Cano: Allá va. El compañero Altamirano sabe, y lo sabe porque él es un diputado que se ha dedicado a estos estudios, que los partidos comunistas modernos se dedican a la política y que tienen la obligación de que sus miembros.....

El C. Portales: ¡Usted no es comunista!

El C. Cano: Lo sabe usted también. (Murmullos. Voces: ¡Déjenlo hablar¡) Bueno, yo no vengo a dar aquí lecciones de lo que es comunismo. Ya ustedes son demasiado grandes para que les dé estas lecciones y, por lo demás, yo creo que no tienen necesidad de estas lecciones, ni creo que el señor Altamirano las necesite. La Asamblea podrá creer lo que más le acomode respecto a mis ideas; solamente pido que sean un poco justos para juzgar antes de pronunciar su opinión sobre este particular; deben ustedes informarse de los antecedentes de las personas que ustedes juzguen; por lo demás, y respecto a mis ideas, son tan ciertas, que yo no he hecho ningún misterio al profesarlas y así cuando formé parte del Partido Antirreeleccionista, lo dije clara y terminantemente, que yo profesaba ideas comunistas, y dije: vengo aquí a este partido, porque creo que el antirreeleccionismo en el poder sería una facilidad para que estas ideas sigan propalándose en el país. Nosotros sabemos esto, tenemos la certeza de que la administración, vamos a suponer la de Gómez o la de Serrano, de los que quedarán vivos, no sería por ningún motivo comunista; eso lo sabemos nosotros, compañeros, y sabemos también que la administración del general Obregón no será comunista. (Voces: ¡Seguramente que no¡) Sí, señor. Sabemos, por ejemplo, que la administración del general Obregón no será comunista, ¿no es verdad? Pues precisamente, nosotros, como sabemos que esto no puede suceder, solamente cumplimos con la obligación de ir a estos partidos fuertes a ver si es posible que la conquista de un pequeño elemento para que nuestro grupo vaya creciendo y tener facilidad de propaganda, no persiguiendo la política de la Crom, para llegar a ser fuerte. De otro modo, no se explicaría que la Crom tuviera los más altos representantes en los más altos, puestos de la administración actual. Ya veis, señores diputados, cómo cuando se conocen los hechos es otro el concepto que de ellos puede formarse. (Voces: ¡Estás loco¡) Es posible que esté loco, pero todavía no se me ha demostrado nada sobre el particular. Como solamente tenía interés de venir a hacer esta aclaración y decir que sólo aceptaré la responsabilidad de los actos muy personales que a mí se me pruebe haber ejecutado, rechazo ese golpe que para echarnos fuera se pretende darnos y protesto contra el procedimiento ilegal y atentatorio para desaforarnos sin llenar los requisitos legales. (Una voz: ¡Para echar dos metros bajo tierra¡) No fui autor de eso, compañero.

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Treviño.

El C. Treviño: Compañeros: Ayer el compañero diputado José F. Gutiérrez vino a esta tribuna en nombre del Bloque Laborista de la Cámara a ratificar la adhesión del movimiento político y del movimiento sindicalista que representamos, al Gobierno de la República. Los acontecimientos que se han desarrollado en estas veinticuatro horas nos obligan a venir nuevamente, con motivo del asunto que se debate, a hacer algunas consideraciones y algunas declaraciones que consideramos importantes para nuestras agrupaciones y para el país. En un momento como éste, en el que hemos

declarado que respaldamos con toda nuestra fuerza moral y material al Gobierno de la República, es necesario declarar; además, que consecuentes con esta actitud, aceptamos sin reserva de ninguna naturaleza todas las responsabilidades que se derivan de esa actitud en relación con los actos que el Gobierno de la República ha tenido que ejecutar y que seguirá ejecutando para sofocar la rebelión de los elementos infidentes. En un momento como éste, repito, en el que la infidencia y la ambición ponen en peligro los intereses de la Revolución y la unidad de los elementos revolucionarios, no es posible para ningún grupo que se considere dentro del grupo revolucionario asumir actitudes que no sean completas, y el Partido Laborista Mexicano, señores diputados, siempre ha asumido actitudes absolutamente claras y definidas y siempre ha aceptado toda la responsabilidad de sus actos. De manera que, como miembros de la Cámara de Diputados, como miembros del Poder Legislativo de la nación, el grupo laborista de esta institución se suma de una manera indiscutible, acepta las responsabilidades totales de la Representación Nacional, sin exclusión de los errores que en la misma Representación Nacional o en los grupos dirigentes puedan cometerse. (Aplausos.) No es posible, camaradas, en un momento como el presente, establecer distingos entre los actos buenos y los actos malos, establecer diferencias entre los actos que aprobamos todos y los errores que tenemos que desaprobar todos también. Con errores y todo, los elementos laboristas de la Cámara de Diputados nos hacemos solidariamente responsables de los actos de esta Cámara de Diputados. (Aplausos.) Hechas estas declaraciones, es necesario dar a conocer el punto de vista nuestro respecto de esta proposición que se discute. Realmente, camaradas, mucho hay que decir sobre esta cuestión, pero el señor diputado Cano que ha venido a hacer su defensa a esta tribuna en nombre de la libertad, en nombre del sufragio, en nombre de las ideas, ha asentado tales inexactitudes, ha dicho en unas cuantas palabras tales cosas que, desentendiéndome un poco del fondo de este asunto, voy a dejar esclarecida esta cuestión, puesto que se nos ha dado una brillante oportunidad para demostrar que con motivo de un asunto de naturaleza similar, hace algunos años contribuyó el señor Cano para que se ejecutara aquí, cuando se arrojó de esta Representación Nacional al camarada Luis Morones, miembro del Partido Laborista Mexicano. Yo ignoraba, señores diputados -se los digo con toda sinceridad -, ignoraba que el señor Cano fuera diputado, hasta el momento en que lo he visto venir a la tribuna de la Cámara a defender su estancia en esta Representación Nacional. Es la primera vez, durante esta Legislatura, que el señor Cano viene a esta tribuna, cuando menos no recuerdo menos no recuerdo que haya venido alguna vez, es la primera vez que lo veo aquí en el recinto de la Cámara de Diputados. De manera que el señor Cano ha venido a decir aquí que es irresponsable de los actos de su partido, y al mismo tiempo afirma que muchos elementos de la mayoría parlamentaria estuvieron seguramente en desacuerdo, e impugnaron la proposición que ahora se trae a debate, pero que por disciplina la han aceptado y la aprobarán; esto quiere decir que los elementos que estamos de acuerdo con esta cuestión, elementos de disciplina, elementos conscientes, cuando pertenecemos a un partido consideramos que es nuestro deber solidarizarnos de una manera absoluta con estas decisiones, independientemente de que el seno de nuestros grupos, cualesquiera que éstos sean, impugnemos lo que se trate de hacer. El señor Cano tuvo oportunidad seguramente de impugnar en el seno del grupo antirreeleccionista, del partido antirreeleccionista, el procedimiento ilegal de la rebelión; yo ignoro si lo hizo, pero quiero suponer que lo haya hecho, y si la mayoría resolvió ir a la rebelión, el señor Cano traiciona a su partido si no va a la rebelión. (Aplausos.) Cualquiera de nosotros, señores, cualquiera de los elementos conscientes y honrados que se considere digno de pertenecer a una agrupación de cualquier carácter que sea, debe sentirse solidarizado con los actos de su agrupación; debe, en el momento de peligro, en los momentos más serios, en los momentos más decisivos de la vida de aquella institución, estar a la altura de su deber y no lavarse las manos arrojando toda la responsabilidad sobre los demás y venir a llorar y a implorar en una actitud de fraile, hasta con aquellas palabras de: en verdad os digo que yo soy inocente. (Risas. Aplausos.) Yo quiero suponer, compañeros, que en el grupo antirreeleccionista hubo elementos que en el seno de su partido se hayan opuesto a la rebelión; suponiendo que esto haya sucedido, aun cuando, como ya lo dijo algún compañero, no existe ninguna protesta, ninguna de, desautorización de parte de ninguno de los hombres que son miembros del partido antirreeleccionista, no solamente han aceptado hasta el momento en que vino aquí Cano, no solamente han aceptado los procedimientos y los actos de su partido, sino que aun en el caso de que se hubieran opuesto a estas resoluciones, su deber, como hombres disciplinados, como hombres, en una palabra, como seres dispuestos a aceptar las responsabilidades del grupo a que se pertenece, deberían de tener una actitud gallarda: caer como caen los hombres, de una manera viril y enérgica, y decir: sí, señores, mi partido ha ido a la rebelión y yo soy responsable de la resolución de mi partido. Podían, si hubieran querido, hacer la declaración de que se opusieron en el seno de su grupo, pero nunca evadir la responsabilidad colectiva, como no podríamos evadir, ningún elemento de la Cámara de Diputados, la responsabilidad también de los actos de esta Representación Nacional. Por esto he empezado diciendo que cualesquiera que sean estos actos, buenos o malos, tenemos que aceptar la responsabilidad íntegra, total, de estos actos, cualesquiera que sean las consecuencias de esta declaración o de esa actitud.

Decía el señor Cano, camaradas, que ha sido la injusticia, que ha sido la falta de justicia la que ha dado lugar a la rebelión. El señor Cano ha dicho una mentira: no existe falta de justicia en el país. Nosotros, los diputados laboristas, hemos venido a señalar a esta tribuna actos de injusticia, como los señalamos en el Estado de Puebla, como los señalamos en el Estado de Veracruz, por ejemplo;

pero no podemos esperar, no debemos decir, no tenemos derecho para decir que en el país falta justicia y que ése es el origen de la rebelión. ¿Por qué? porque cuando dijimos: falta justicia en Veracruz, cuando aquellos elementos que estaba gobernando aquel Estado estaban cometiendo injusticias y arrojando lodo sobre la Revolución de que son miembros, fuimos al Estado de Veracruz, luchamos en el Estado de Veracruz; y cuando señalamos que en el Estado de Puebla no había justicia para las clases trabajadoras, luchamos, y en Puebla logramos que se hiciera justicia al alimento obrero de ese Estado; pero de eso a que hubiéramos pretendido justificar un levantamiento armado en Puebla o un levantamiento armado en Veracruz para hacernos justicia con procedimientos fuera de la ley, fuera del orden que tenemos obligación de conservar y de respetar, hay mucha diferencia. De manera que es inexacto que por falta de justicia en la República se haya ocasionado la rebelión. La rebelión la ocasionó la ambición, el deseo de adelantarse a una resolución democrática, el deseo de impedir un fracaso mayor, el deseo de justificar cualquier derecho posterior, no esperarlo, sino salirle al encuentro para poder torcer la voluntad nacional. Si estos señores se hubieran esperado a que pasaran las elecciones, por ejemplo, podrían tener pretexto para decir: se violó el voto, se hizo una imposición; ¿pero cómo pueden decirlo, si apenas se inicia la campaña política? ¿Cómo sabían que se iba a cometer una imposición? ¿Cómo iban a poder probar que se iba a violar el voto de la mayoría de los ciudadanos? Esa interrogación que hacía Cano a Altamirano: ¿Cómo sabe usted que soy responsable? Se contesta: es usted responsable porque es usted solidario de los actos de su grupo. Y, en cambio, la interrogación nuestra: ¿cómo sabían ustedes que se iba a cometer una imposición? ¿Cómo comprueban que se iba a pasar sobre la voluntad popular? Esta interrogación no puede tener contestación ninguna. La rebelión no ha tenido otro propósito que derrocar al presidente de la República. Ese ardid, esa propaganda que se anda haciendo en el sentido de que no es contra el presidente de la República la rebelión, sino contra el Poder Legislativo del país, es un absurdo. Es contra los poderes de la nación, es contra el Gobierno del país y es contra las instituciones democráticas del país. El gobierno está representado por tres poderes y uno de esos poderes es el Poder Legislativo. ¿O qué, se imaginaban esos hombres que el general Calles, presidente de la República, iba a aceptar seguir en la Presidencia de la República y disolver al Poder Legislativo, para darles el triunfo a ellos que se levantaron en armas? ¿Son capaces de concebir la traición del general Calles, como jefe del Ejecutivo, apoyando la disolución del Poder Legislativo? ¿Serían capaces los señores antirreeleccionistas, en los momentos en que ellos, suponiendo que hubieran triunfado, de creer que se les llamara para tratar de formar la otra Cámara de Diputados, con los otros elementos que se reunían en el Salón de Sesiones de la Cámara de Senadores, y que se llamara a algunos suplentes de los actuales diputados? ¿Podrían ustedes en todo caso impedir que a todos nosotros se nos arrojara de la Representación Nacional? De manera que ahora que se trata de quince diputados, es una enormidad, pero el proyecto de arrojar de aquí a todos, menos quince, eso no era una enormidad. (Aplausos.) Y nosotros, señores diputados, damos la oportunidad a esos señores para venir a defenderse. Se les excitó para que hicieran declaraciones desaprobando la actitud política de sus amigos y no lo hicieron; se les da oportunidad para que vengan a defenderse a esta tribuna y a justificarse, ¿y ellos qué oportunidad nos hubieran dado a nosotros? El de las Islas Marías o dos metros bajo tierra. (Aplausos.) Y que no nos digan los señores antirreeleccionistas que ellos así como desaprueban los actos de hoy desaprobarían los de mañana, porque ni los desaprobarían ni podrían desaprobarlos. ¿Por qué? Porque no sería personalmente el diputado Fulano o el diputado Perengano, sería el grupo antirreeleccionista triunfante, aplastante, y ya sabemos cómo las gasta todo triunfador cuando no lleva más ideal que la ambición de mando, que la ambición de imponerse. Cuando un triunfador lleva en el corazón ideales de nobleza, lleva ideales elevados de hacer el bien; cuando un triunfador es un triunfador del ideal, es caballeroso en el triunfo; y cuando un triunfador es simplemente un ambicioso que va tan sólo por tener el mando y para demostrar que puede mandar, es terrible, implacable; ¿cuál sería la actitud nuestra, señores diputados, si ha triunfado el golpe que se proyectaba en la ciudad de México? Algunos de nosotros podríamos, si hubiéramos tenido poca conciencia, huir, en tanto que los que hubiéramos sido suficientemente hombres para soportar la situación hubiéramos caído, no sólo arrojados de la Cámara, sino sesionados; no estuviéramos en estos momentos deliberando, y una nueva Representación Nacional, con los señores antirreeleccionistas a la cabeza, se habría de instalar en este recinto y en el del Senado, para poder rectificar las reformas de la Constitución y desarrollar todo su programa, y naturalmente que ellos tenían que seguir este programa, es el programa que estaban llamados a desarrollar, era su propio programa; de manera que lo único que nosotros hacemos es obligar a este grupo de hombres que no ha querido estar a la altura de su deber solidarizándose con su grupo, con su partido, a que vayan a solidarizarse con él; se les ha invitado a hacer una declaración de desaprobación a los actos de rebelión, ¿hay alguien que lo haya hecho hasta ahora? Ninguno.

El C. Belaunzarán: ¡La rebelión la desapruebo!

El C. Treviño: En el momento en que se trata de obligarle a que asuma esa actitud, pero no es una actitud gallarda ni una actitud viril venir a decirlo en este momento. En este momento lo que se debe decir es lo contrario precisamente, por que se trata de obligarlo a asumir la actitud que debe corresponderle. Esa es la actitud que debemos de sustentar, ya por convicción o por disciplina; pero de todas maneras son estos camaradas, a nuestro juicio, responsables de los actos de rebelión. Sabían que la rebelión estallaría desde que se afiliaron al partido antirreeleccionista; sabían que iba a haber rebelión; ¿quién iba a ser tan cándido e inocente para pensar que ustedes no sabían que

antirreeleccionismo iba a ir a la rebelión? Si lo sabía todo el mundo, hasta los papeleros, hasta los ebrios, lo sabía hasta el compañero "Chupito", por ejemplo; lo sabía todo el mundo. Por eso, señores diputados, es que estamos de acuerdo con esa resolución, con este acuerdo que se propone para que estos compañeros dejen de ser diputados, para que puedan estar en condiciones de asumir el papel que deben asumir o de responder ante las autoridades correspondientes de su inocencia si son inocentes. Seguramente que se les hará justicia; no es cierto que por falta de justicia en el país es por lo que la rebelión ha estallado.

Digo lo que decía el diputado Candelario Garza, por ejemplo: admiran al general Calles, elogian la obra de Calles y tengo la seguridad de que en su fuero interno saben muy bien que el general Calles no ha cometido acto ninguno reprobable para merecer la deslealtad de sus subordinados y la falta de cooperación y de apoyo de los que se llaman sus amigos. El compañero Cano, en tiempo de los cooperatistas, aliado a ese grupo, vino a esta tribuna a decir que Luis Morones no podía ser diputado porque no había triunfado, cuando había traído su credencial, cuando había la evidencia de que había una elección verdadera, de que había un triunfo efectivo; el señor Cano vino a violar el voto popular, vino a violar la ley este hombre que ahora dice que no se viole la Ley; vino a violar la ley este hombre que dice que él está aquí en la Cámara por lo mismo que la Crom tiene aquí representantes; sabe muy bien que está mintiendo, que nosotros somos sindicalistas y que él es comunista; que la Tercera Internacional de Moscú y el Partido Comunista en México, es decir, el grupo de extranjeros que dirige esa institución, resolvieron que debería incrustarse en todas las instituciones y en todos los gobiernos para provocar la división y para servir de espionaje. A eso es a lo que han ido los comunistas a todas partes, y el grupo comunista que había en Guanajuato, y el de México y el de todas partes, no es sino espionaje del Gobierno de Moscú, dirigido por elementos extranjeros, por elementos al servicio del capitalismo internacional. Que no nos diga el señor Cano que está aquí para cooperar: está aquí obedeciendo instrucciones de un poder extraño, de un poder que está al otro extremo del mundo, sirviendo de espionaje en el Gobierno y sirviendo de espionaje en las instituciones sociales y políticas. Y si no, allí están los informes que el Partido Comunista de México manda todos los meses a Moscú, para que sepan los hombres que dirigen aquellas instituciones, de tan lejos, qué hace el Gobierno de México, si cumple o no con las leyes. Y por eso los ataques de aquella Internacional de Trabajadores Comunistas en contra del Gobierno del general Calles, absolutamente injustificados; por eso la impresión que traía el secretario de la legación rusa, que afortunadamente salió del país, cuando encontrándome en Londres con él me decía que no conocía México, pero que sabía que en México había un Gobierno enemigo de la clase obrera. -"¿Cómo lo sabe usted? " -"Por los informes del Partido Comunista de México". (Aplausos.) De manera que labor de espionaje es lo que hacen estos señores.

No deseo, señores, cansar más la atención de ustedes y les ruego que me perdonen que haciendo a un lado el asunto que se debate, haya hecho algunas aclaraciones a lo dicho por el señor Cano, porque interesa a la organización y porque interesa al país. De manera que hechas las aclaraciones y las declaraciones que he tenido la honra de hacer en nombre de mi partido y en nombre del Bloque de la Cámara, declaro nuevamente a ustedes que estamos absolutamente de acuerdo con la medida que se propone, porque somos los primeros, en un momento como el presente, en solidarizarnos con la Cámara de Diputados, independientemente del Bloque Obregonista o Bloque Laborista. Aquí se trata de la defensa de las instituciones de la defensa del gobierno de que forma parte el Poder Legislativo de la nación; y aceptando la responsabilidad de todo lo bueno y de los errores que se hayan cometido o que se cometan, estamos absolutamente dispuestos a afrontar todas las responsabilidades y no haremos, seguramente, en caso necesario, el papel que ha venido hacer aquí, por ejemplo, el señor Cano al pedir perdón. Si los antirreeleccionistas logran apoderarse de esta Representación Nacional vendremos a luchar y a caer, pero no en actitud frailesca a pedir que se nos perdone, a decir que no somos culpables al defender los principios de nuestras agrupaciones y de la Revolución y de no estar solidarizados con todos los actos de nuestros partidos en el campo político en que estamos militando. (Aplausos.)

El C. Covarrubias Ricardo: Señor presidente: Ruego a la secretaría se sirva leer el artículo 101 del Reglamento.

El C. Cano Nicolás: Pido la palabra.

El C. Secretario Mayoral Pardo: Obsequiando los deseos de su señoría manifiesto que el artículo 101 dice lo siguiente: ''Los individuos de la Cámara, aun cuando no estén inscritos en la lista de los oradores, podrán pedir la palabra para rectificar hechos o contestar alusiones personales''.

El C. Covarrubias: Pido la palabra a su señoría para rectificar hechos.

El C. presidente: Me permito manifestarle a su señoría que para rectificar hechos se concederá la palabra al final del debate. Tiene la palabra el diputado Zincúnegui Tercero.

El C. Zincúnegui Tercero: Señores diputados: Desearía que mis palabras tuvieran la virtud de una ducha fría que vinieran a refrescar los ánimos agitados de esta Asamblea en estos momentos...(Voces: ¡No! ¡No están agitados!) que se encuentra sobre el tapete de la discusión uno de los problemas más arduos, uno de los problemas más trascendentes que bajo el punto de vista legal se ha presentado a la actual Legislatura.

Dos son los aspectos que tiene esta situación para la Cámara de Diputados; de uno de ellos, del aspecto político, se han ocupado los oradores que me antecedieron en el uso de la palabra; pero ni uno ha tocado ni someramente la parte legal. Yo quiero, señores representantes, que con el objeto de que el acuerdo a que se llegue al final de esta sesión tenga la justificación histórica

que requieren los acontecimientos, tenga la Asamblea la bondad de escuchar unas cuantas palabras a efecto de que yo pueda exponer algunos puntos de vista legales a este respecto legal posiblemente sea sacrificado al aspecto político; pero es necesario que quede sentado que esta Asamblea no dejo de tomar en consideración el primero. porque la justificación de los hechos ante la historia requiere de todos y cada uno de nosotros podamos responder ante ella el día de mañana de que supimos cumplir estrictamente con nuestro deber.

La situación en que se han colocado los señores antirreeleccionistas incluídos en la lista que está a debate. puede concretarse sintéticamente en unos cuantos artículos de la Constitución y en un artículo del Reglamento. Los artículos Constitucionales son el 61 en su fracción I y el la VI; el artículo 73, el artículo 74, en sus fracciones I y V y el artículo 52 del Reglamento. Como decía a ustedes en breves palabras voy a hacer una glosa ligera sobre el espíritu de la ley a ese respecto. Dice el artículo 61: ''Los diputados y senadores son inviolables por las opiniones que manifiesten en el desempeño de sus cargos y jamás podrán ser reconvenidos por ellas.''

En la fracción relativa del artículo 63, hay un inciso que dice:

''Se entiende también que los diputados o senadores que falten diez días consecutivos, sin causa justificada o sin previa licencia del presidente de su respectiva Cámara, con la cual se dará conocimiento a está, renuncian a concurrir hasta el período inmediato, llamándose desde luego a los suplentes.''

Como se ve, señores diputados, los ciudadanos incluídos en esta lista no han incurridos en ninguna de las sanciones a que se refiere este artículo. Viene a continuación el artículo 73, en el que se definen las facultades del Congreso General. Como en este caso está es una simple sesión de Cámara de Diputados, no podrían caer bajo ninguna de las sanciones del Congreso General; pero a continuación hay una sanción prevista en lo que se refiere a las facultades de la Cámara y en que se dice: ''Son facultades exclusivas de la Cámara de Diputados.''

Y entre todas estas facultades no se señala ninguna que pudiera ser en este caso justificante para la expulsión de los señores diputados. El artículo 77 de la Constitución, que se refiere a que cada una d las Cámaras pueda, sin intervención de la otra, tomar determinadas medidas, tampoco puede en ninguno de sus incisos la falta cometida o que se pretende que han cometido los señores antirreeleccionistas. Pasando a la parte reglamentaria, el artículo 52 dice:

''Cuando un miembro de la Cámara deje de asistir a las sesiones durante diez días consecutivos sin causa justificada, la Secretaría hará que se publique el nombre del faltista en el Diario Oficial, y esta publicación seguirá haciéndose mientras continúe la falta.''

Señores representantes: Yo creo que en esta ocasión - y esto debemos decirlo sin embargo - no es ningún artículo de la constitución, No es ningún artículo reglamentario el que pueda autorizarnos a justificar la expulsión de los señores antirreeleccionistas. Queda un punto, el punto político que someramente me voy a permitir analizar.

La situación creada en estos momentos por el golpe político dado por el grupo de los antirreeleccionistas en el campo militar, se presta a consideraciones de todo género. Fresca aún la sangre de los primeros cabecillas que han caído al golpe justiciero del Gobierno de la República, cabe preguntar en estos momentos a todos y a cada uno de nosotros, a los que venimos actuando dentro del campo revolucionario desde hace mucho tiempo, propugnando por a conquista de los derechos del pueblo, si puede encontrar justificación ante la misma República, ante el mismo pueblo, ante la historia, ante el exterior, la conciencia de todos nosotros, el golpe con el cual se pretendió echar por tierra los principios conquistados por la Revolución para poner el Gobierno bajo la férula de un militarismo improvisado, de un militarismo que no podría justificar nunca sus hechos. Si legalmente soy el primero en oponerme a que se aplique la sanción bajo ese punto de vista, puesto que como decía hace pocos momentos, no hay justificación en el trámite, políticamente, señores representantes, y en estos momentos, quiero hacer oír mi voz sincera, que no podría tachar ninguno de parcial, puesto que se conoce demasiado que he venido propugnando siempre por la justicia social y por la justicia colectiva, quiero, señores representantes, que en estos momentos, haciéndonos eco del sentir de la nación, y haciendo a un lado todo sentimentalismo, cumplamos con nuestro deber, igual que ha hecho ese viejo luchador que se llama Filiberto Gómez, que va entrando a este recinto, el cual no obstante su sentimentalismo, ha sido el primero en condenar la actitud de su hermano y con la virilidad de un viejo ateniense, ha sabido sacrificar la sangre de su sangre, con tal de conservar los principios, quiero que nosotros, poniéndonos la mano en el corazón, justificándonos ante el porvenir, demostremos ante la patria que antes que nada están las conquistas de la Revolución; que sin un grupo de malos ciudadanos ha podido olvidarse del cumplimiento de sus deberes y de que la patria les confió fuerzas y oportunidades para conquistar esos derechos, no debieron en ningún momento, pese a todas las ambiciones y a todas las claudicaciones, entregar las fuerzas que la nación puso en sus manos para sacrificarlas más tarde en favor de sus propios intereses. Señores diputados: Yo he sido un sentimentalista y no me da pena confesarlo; no me da rubor, señores representantes, confesar que he tenido dentro de lo más hondo de mi corazón, dentro de lo más hondo de mi alma, momentos de verdadera pena, de verdadera tristeza, al saber que amigos queridos, amigos que habían sido con nosotros como hermanos, caían bajo las balas justicieras de la ley, bajo las balas con las cuales la nación castigaba su felonía; pero, señores representantes, ya en el terreno de las liquidaciones sociales, ya en el terreno de las tremendas liquidaciones, soy el primero que, con el corazón oprimido por la pena, con el corazón destrozado por el tormento que me causa ver que caigan hermanos que ayer iban.

a nuestro lado, codo con codo, a la lucha social, soy el primero en inclinarme ante el paso del pueblo y confesar que la Revolución desgraciadamente mata a sus propios hijos, pero que los principios, tarde o temprano y pese a quien pese, se imponen a través de todas las vicisitudes, y que ha llegado el momento para México de que los verdaderos valores morales, los verdaderos valores sociológicos, se impongan sobre todo y que en México, de una vez para siempre, se compruebe ante propios y extraños que comienza a cimentar su paz a base de justicia, de justicia para todos, de justicia efectiva, comenzando por los de abajo, por los oprimidos, que han sido aquellos de quienes nadie se acordaba antes; y que esa paz definitiva será la que el día de mañana venga a justificar los actos de nuestros jefes de hoy. (Aplausos.)

El C. presidente: Tiene la palabra en pro el ciudadano Barrera.

El C. Barrera Elpidio: Señores diputados:

No vengo a claudicar ni vengo tampoco a pedir perdón. En los momentos solemnes de la vida, el hombre debe afrontar las circunstancias tales y como éstas se presentan, siempre con absoluta sinceridad; os voy a hablar de acuerdo con los dictados de mi conciencia en estos momentos.

Yo soy antirreeleccionista y no pertenezco al grupo antirreeleccionista que estaba organizado. Yo supe de los acontecimientos fatales que ensangrientan nuestra patria, en el hotel donde vivo, por la prensa metropolitana. He bebido o he alimentado mi espíritu de niño........recuerdo yo, por allá, por el año de mil novecientos siete, desterrado, en un pueblo de Texas que se llama Del Río, se reunía, burlando la vigilancia del entonces dictador Porfirio Díaz, un grupo de revolucionarios: los Flores Magón, César Elpidio Canales, Librado Rivera, mi padre y otros. Yo tenía entonces once años, mis queridos amigos, y era el portero que, mediante el santo y seña, abría a aquellos revolucionarios que casi noche a noche se juntaban en una humilde casa de un barrio de aquella población; y ahí, al calor de aquellas prédicas, concebí la idea de la Revolución; al calor de aquellas prédicas sinceras, hondamente sentidas, formé mi espíritu y yo me acuerdo, señores diputados, del México que aquellos hombres de buena fe, que aquellos revolucionarios que yacen en la tumba, el México, la patria floreciente, rica, risueña, y feliz que ellos hicieron concebir en mi alma de niño, la tengo todavía impresa; pero os debo manifestar que ahora que soy hombre, ahora que he sufrido, ahora que he visto la realidad, comparo la patria que ellos forjaron en mi mente de niño, con la patria que estamos viendo y vengo a la profunda, a la absoluta decepción de los hombres de la Revolución.

Yo, señores, que tengo mi humilde contingente de sangre en la Revolución, no tengo que aportar más que mi propia sangre, y he condenado siempre, siempre, dentro de mi conciencia de hombre sano y sincero, que se maten hermanos con hermanos. Mienten quienes afirman que de un acto violento pueda surgir un Gobierno emanado del sentir popular en nuestra patria; yo condeno con todas las fuerzas de mi alma esos medios y parece que el destino ha querido cebarse en nuestra patria querida, pletórica de riquezas, pletórica de oportunidades para la juventud; tan sólo en nuestro México, señores, estamos dando una vez más el espectáculo de salvajes, porque no podemos llevar a cabo lo que en cualquier pueblo de la tierra se lleva a cabo: el cambio de un presidente de la República. Señores diputados: Debo referirme con toda sinceridad a la profunda decepción que en el corazón del pueblo, en el corazón de la gente que siente honda y sinceramente todos los sacrificios aportados en nuestras luchas fratricidas; yo os debo confesar con sinceridad absoluta, que no habrá ante la historia, en el mañana que tiene que juzgarnos, no habrá más culpables de esta sangre que se derrama y de la sangre que se ha derramado y que está fresca aún, no habrá más culpables ante la historia que aquellos que reformaron la Constitución del pueblo mexicano. (Siseos.) Yo, señores, con una mano puesta en el corazón, a la masónica, declaro ante Dios y ante la nación entera....(Murmullos. Una voz: ¡No hay Dios?) Alguien se mofaba de mí, entre paréntesis, una vez que dije, que me atreví a pronunciar a Dios en esta tribuna, alguien de por allí me dijo una insolencia, añadiendo: "¡Eres un hipócrita!" Y ya vemos que el destino cae sobre los malvados y ya vemos que Dios castiga sin palo y sin cuarta . (Voces: ¡Ya lo estamos viendo ¡Ya empezó¿) Es difícil, muy difícil, concebir buena fe, sanos propósitos en un humilde muchacho como yo.... (Risas. Voces: ¡Ah!) Sí, es muy difícil. Señores: Probablemente demuestro mucho más edad de la tengo; pero apenas si nací en el año de mil ochocientos noventa y cinco. (Murmullos.) Yo les suplico a mis compañeros hasta hoy, que me escuchen por propia dignidad, por propio decoro. Estamos caídos y es muy triste hacer el papel de cobarde cuando se está arriba. Señores representantes: En la XXX Legislatura yo defendí, yo, "callista" - allí está Candelario Garza también, hoy apestado, hoy lanzado de esta Cámara: allí está Candelario Garza que fue nombrado dictador del Bloque Callista. Ved lo que significa: dictador del Bloque Callista. Su voluntad valía, imperaba sobre la del mismo general Calles, y debo hacer un paréntesis: antes que a él, me nombraron a mí por opinión expresa del entonces compañero Morones. Apelo al mismo compañero Morones para que, si miento, mañana lo diga por medio de la prensa -. Señores, después de haber aportado este contingente humilde, pero sincero, entusiasta, allá en el pórtico de la Cámara, allá estábamos siempre listos, y entonces se tenía una lucha verdaderamente enconada, había entusiasmo en el bando contrario, había ese algo espiritual que les falta a ustedes, ese algo que contagia. Sí, os lo digo con sinceridad, señores: en aquellos momentos de prueba para el país también estuvimos del lado del Gobierno, estuvimos al lado del general Obregón y estuvimos , señores, defendiendo con todo entusiasmo la candidatura del general Calles. ¿Cómo, pues, nosotros que aportamos nuestro humilde contingente, yo que a mi único hermano lo sacrifiqué en defensa de aquel Gobierno....(Murmullos), si yo fuera enemigo, créanlo, no estaría aquí....

(Una voz: ¿Vas a llorar otra vez?) Yo no lloro jamás y si derramé algunas lágrimas ante el cadáver de mi padre y en circunstancias difíciles, jamás las he derramado otra vez; y cuando se me lanzó ignominiosamente de esta Cámara, entonces, señores, cuando la explosión de mis nervios después del trance difícil que tuve en esta tribuna, porque soy humano, señores, y no puedo negar la cruz de mi parroquia, tuve que aportar una dosis enorme de fuerza de voluntad para contenerme; aquel esfuerzo trajo una depresión nerviosa terrible y unas cuantas lagrimas rodaron por mis mejillas y no me avergüenzo de ellas. Ojalá y que pudiera expresar mi dolor muchas veces por medio de las lágrimas, porque no son hipócritas, no son lágrimas de cocodrilo, son lágrimas de hombre. (Murmullos.) Voy a referirme, ahora que he hecho alarde de sinceridad, voy a referirme, señores, a algo verdaderamente monstruoso, a algo que es el colmo de la hipocresía: a la actitud de Ricardo Treviño. Ricardo Treviño no ha sido sincero en este tribuna, porque ellos han confesado por medio de su líder máximo, el señor Morones, que tenían que claudicar, que tenían que prevaricar. ¡No son "reeleccionistas" sinceros, no son "reeleccionistas" por convicción: son "reeleccionistas" por conveniencia¡

El C. Treviño, interrumpiendo: ¡Mientes¡ ¡Mientes¡ Somos reeleccionistas sinceros....

El C. Barrera: No lo dijisteis así en la Convención....

El C. Treviño, interrumpiendo: Hemos dicho que era necesario serlo y por eso lo somos.

El C. Barrera: Yo suplico a la Presidencia que llame la atención al diputado Treviño. Después me contestará el compañero Treviño; le suplico calma. Señor: yo acepto la sinceridad en cualquier trance de la vida, pero estoy verdaderamente espantado porque ellos, allá en la Convención, jamás dijeron, jamás pronunciaron la palabra Obregón - allí estuve yo escuchando -,hasta que se llegó a la elección de candidato. Y el compañero que habló, que dijo el discurso de clausura, jamás dijo una palabra en favor de Obregón. ¿Dónde está, pues, el entusiasmo y dónde la sinceridad ¿Yo, si hubiera sido partidario de Obregón, como lo he sido en otras ocasiones, con entusiasmo, con virilidad hubiera asumido aquella actitud; pero, señores, ¡Calma completa en esa convención¡ Yo esperaba que algo se dijera. ¡No, señores¡ Disciplina, y luego, al cerrarse la Convención, se levanta un líder prominente y dice: "¿Ustedes me exigirán la protesta después de que están convencidos de mis luchas, puesto que he salido de la gleba? ¡Ustedes también se comprometen a facultar al Comité Directivo que han designado, para borrar de una sola plumada los acuerdos tomados en esta Convención?" (Voces: ¡Es cierto eso!) ¡He allí la oportunidad que se dejaba, para después, mañana, poderse colar entre las filas del enemigo! (Murmullos.)

Señores: voy a abandonar esta tribuna suplicándoles que acepten el proyecto que se acaba de presentar. Yo me retiro de esta Cámara, habiendo manifestado mi sentir; he acatado los dictados de mi conciencia; fui sincero y entusiasta partidario del general Calles; yo lamento honda y profundamente el derramamiento de sangre hermana; mi espíritu está alimentado en el no mataras cristiano; mi santa madre, noche a noche, me acuerdo que con estas frases sublimes nos dormía a todos sus hijos, y, señores, líbreme Dios de manchar mis manos con la sangre de un cristiano. Señores, yo os pido que aprobéis este proyecto con todas sus lacras legales, no os honra, no os honra, y no ha habido quien pueda fundarlo legalmente; aun sin esa legalidad, aprobadlo: la Historia nos juzgará; más sabed que distanciados en política, no hay en mí rencor, no hay en mí odio, porque ¡guay del que fomente esas mezquindades! porque ya os digo: Fe grande en Dios tengo, y cuando veo a otro que obra mal y veo la mano del destino caer sobre él, fortalezco mi espíritu para seguir obrando bien en la vida. ¡Hasta luego!

El C. Presidente: Tiene la palabra para hechos el ciudadano diputado Covarrubias.

El C. Covarrubias: Compañeros:

Pedí la palabra únicamente para una breve aclaración: dije que quería rectificar hechos, y a esto vengo. No estoy conforme con la proposición que se presenta, ni estoy conforme en aprobarla tácticamente, porque esta proposición indudablemente que me lesiona, como lesiona al compañero Fabila, en cuyo nombre hablo. No vengo tampoco, compañeros, a decir a ustedes que guardo por esta ligereza de la mayoría rencor ninguno; yo salgo de esta Cámara, como sale Fabila, absolutamente seguro de que no se nos entendió o de que no se nos quiso entender; hay muchos testigos, pero no aludo a nadie. Nosotros procuramos siempre, desde que se instaló la Alianza, desde que vino el primer período de la Cámara, y cuando vino este segundo período de la Cámara, procuramos siempre que se moderaran los procedimientos, que se suavizaran las aristas, que todo se dulcificara hasta donde fuera posible, no con la "dulcedumbre" de que mi compañero el doctor Oviedo Mota me aludía en ocasión pasada, sino con la necesidad ingente de que hubiera una armonía en este recinto; de que todos nos levantáramos como un solo hombre en defensa del prestigio, en defensa de la grandeza del Poder Legislativo. No se nos entendió, repito, y se nos engloba en una situación que no tenemos por qué aceptar ni Fabila ni yo. Por eso vengo, digo, a rectificar hechos. A mis compañeros de Jalisco les consta que cuando acepto responsabilidad por mis actos, no soy el que me quedo a la zaga; a mis compañeros de Jalisco les consta que si yo no formé parte en las filas "gomistas" ni formé parte en las filas "serranistas", mal podría yo en estos momentos caer y salir de este recinto con el dictado de que pretendo ensangrentar la Patria. Fabila está en las mismas condiciones; no puede hablar y soy su vocero; creed que lo que digo es verdad sincera. Si una prueba hay, si, como me decía Topete hace un momento, en la Inspección General de Policía se encuentran papeles que me comprometen, yo participo a ustedes que no dejo la ciudad de México; participo a todos que yo, no a posteriori, sino siempre he sido leal admirador y que no puedo llamarme amigo del señor presidente de la República; que yo he podido demostrar con mi actitud una y mil

veces que he procurado respaldar la política del señor presidente de la República; que yo en ningún momento no podría haber sumado a las filas de los que pretenden el desconocimiento del Poder Legislativo, desde el momento en que todo mi esfuerzo, en que todo mi anhelo y toda mi lucha estaba de manera decidida, de manera clara, procurando el prestigio del Poder Legislativo. Todavía traigo en la solapa el distintivo del Bloque Nacionalista. Yo ruego a los compañeros que la Alianza mantenía, y porque se dignificara el Poder Legislativo. Estos son los momentos en que yo puedo decir en qué consistió la política aristocrática de la Alianza. Compañeros, no me guardéis rencor por estas palabras que pronuncio en el último minuto. La Alianza se manejaba en Areópago; la Alianza tenía un consejo directivo, nadie sabía qué era lo que se hacía. Todos veníamos a votar lo que la directiva de la Alianza ordenaba; muy pocas ocasiones llegamos a tener sesiones de Bloque en donde se discutieran ampliamente los asuntos. Por eso yo, dentro de mi corazón, me sentí, no enemigo de Gonzalo Santos, no enemigo de Alfredo Romo, no enemigo de Luis Torregrosa, no enemigo de Melchor Ortega, no enemigo de Campillo Seyde, no enemigo de Melgar; me sentí profundamente decepcionado de que se nos tomara por número, no como diputados. La Alianza tuvo su crisis; no me toca a mí analizar ya este asunto. Se formó el Nacionalista y tomó como lema: "Por la reivindicación del Poder Legislativo". Allí fui yo "nacionalista", no porque tuviera yo ansias de nada ni porque yo quisiera ver rodar cabezas o porque quisiera que volvieran a ser "infanterías" los que eran directores. No, yo fui allí porque para mí, para mi sentir, se abría un porvenir; porque veía un esplendor; porque allí probablemente si tenía - perdonadme la petulancia - amplio campo para mis aspiraciones y para mis deseos. Fui sincero. Yo fui al Nacionalista, y Topete sabe, como lo saben los "nacionalistas" todos, que jamás rehuí una responsabilidad, que siempre estuve colaborando franca y lealmente. Llegó el momento de la fusión, y aquí, en este momento, que para mí es solemne, declaro que si no acepté la fusión, fue porque mis compañeros de Jalisco no me tendieron la mano y me tenían a distancia; fue porque mis compañeros de Jalisco no aceptaron las insinuaciones que les hice de ir con ellos leal y francamente, y porque dentro de la balanza de la política pesan mucho más diez y seis votos que el voto de un servidor de ustedes. Por eso no acepté la fusión, por esto no me fusioné, por esto seguí siendo en mi corazón "nacionalista" y por esto he agitado en alguna ocasión esta Cámara en estas últimas sesiones, procurando, ante todo, repito, moderar los impulsos materiales, procurar, a mi modo de ver, la dignificación del Poder Legislativo.

Ahora se dice que Fabila y yo pertenecemos a agrupación a la que no pertenecimos; se dice que Fabila y yo tenemos responsabilidades que no tenemos. Compañeros, he venido a rectificar hechos. A todos ustedes consta la lealtad con que he procedido y si alguna duda tienen la desechen, porque mis palabras no dicen en estos momentos sino verdad. Yo aseguro a ustedes que si en alguna ocasión a alguien he herido, no lo he hecho con dolo; yo puedo también asegurar a ustedes que me siento representante de un distrito. No tengo yo, y lo sabe muy bien Pancho Alvarez, ni remotamente la petulancia o la creencia de decir que he organizado; pero sí lo saben los compañeros de Jalisco, y sí lo sabe la Cámara toda y sí lo supo Gonzalo Santos, que fui a un distrito conquistado a base de lucha. No censuro a la mayoría por este procedimiento, sino que digo simplemente que no soy culpable de lo que se me acusa; se me engloba; soy sincero callista, lo he sido siempre y siendo callista y siendo sincero, dejo esta Cámara; compañeros, no me guarden ustedes rencor, no me volteen ustedes la cara: de los caídos no hay que hacer leña. (Murmullos.)

El C. presidente: Tiene la palabra en pro el ciudadano Solórzano.

El C. Solórzano José Luis: Señor presidente:

Entiendo que han hablado ya tres oradores en pro y tres en contra, así como que la Asamblea ya se ha dado cuenta del asunto. De manera que pido a su señoría que por conducto de la Secretaría se pregunte si está suficientemente discutido el asunto. (Voces: ¡Sí! ¡Sí!)

El C. secretario Mayoral Pardo: La Secretaría, por orden de la Presidencia, consulta a la Asamblea si está suficientemente discutido el asunto. (Voces: ¡Sí! ¡Sí!)

El C. Barrera Elpidio: Señor secretario, una interrogación a la Presidencia. Ruego atentamente a la Presidencia me diga cuántos oradores hay todavía inscritos y quiénes son. (Voces: ¡Ya está votado¡ ¡Ya está suficientemente discutido¡) Yo suplico a los compañeros que satisfagan esta humilde petición mía, que es la última. (Voces: ¡Ya está votado¡) Señor presidente: Es mal consejero allí el compañero Oviedo Mota. (Murmullos. Risas.)

El C. presidente: La Presidencia manifiesta al diputado Barrera que no necesita de consejeros para dar los trámites reglamentarios.

El C. Barrera: Me consta que sí necesita.

El C. presidente: Me parece que la correspondencia que usted tiene para la atención de la Presidencia, de haberle cedido el turno que correspondía a otro orador, no es en este caso la más indicada. Únicamente existe inscrito en pro el diputado José Luis Solórzano. Los demás compañeros han renunciado al uso de la palabra.

El C. secretario Mayoral Pardo: Se declara suficientemente discutido el punto.

El C. Solórzano José Luis: Pido la palabra, señor presidente, para solicitar votación nominal. Suplico a siete compañeros que me apoyen. (Voces: ¡Sí! ¡Sí!)

El C. Cano Nicolás: Pedí la palabra para rectificar hechos.

(Voces: ¡Estamos en votación!)

El C. secretario Suárez: Por la afirmativa.

El C. secretario Mayoral Pardo: Por la negativa. (Votación.)

El C. secretario Suárez: Se declara aprobada la proposición por unanimidad de 159 votos.

El C. presidente, a las 19.50: Se levanta la sesión y se cita para mañana a las diez y seis.