Legislatura XXXIII - Año I - Período Ordinario - Fecha 19281010 - Número de Diario 19

(L33A1P1oN019F19281010.xml)Núm. Diario:19

Colegio Electoral

ENCABEZADO

MÉXICO, MIÉRCOLES 10 DE OCTUBRE DE 1928.

DÍARIO DE LOS DEBATES

DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS

DEL CONGRESO DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS

AÑO I.- PERIODO ORDINARIO XXXIII LEGISLATURA TOMO I.- NÚMERO 19

SESIÓN DEL COLEGIO ELECTORAL DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS

EFECTUADA EL DÍA 10 DE OCTUBRE DE 1928

SUMARIO

1. -Se abre la sesión. Leída el acta de la anterior se aprueba sin discusión.

2.- Sin debate se aprueban los dictámenes correspondientes a los distritos electorales 1o, 11 y 5o. del Estado de Hidalgo. Se levanta la sesión y se pasa a sesión de Cámara de Diputados.

DEBATE

Presidencia del C. FRANCISCO LÓPEZ CORTES

(Asistencia de 143 ciudadanos diputados y presuntos diputados.)

El C. presidente, a las 18.30: Se abre la sesión de Colegio Electoral.

- El C. presidente Ferreira leyendo:

"Acta de la sesión de Colegio Electoral de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, celebrada el día nueve de octubre de mil novecientos veintiocho.

"Presidencia del C. Francisco López Cortés.

"En la ciudad de México, a las diez y ocho horas y treinta y cinco minutos del martes nueve de octubre de mil novecientos veintiocho, con asistencia de ciento cuarenta y ocho ciudadanos diputados se abrió la sesión.

"Fue aprobada el acta de la sesión celebrada el día anterior.

"Se aprobaron sin discusión, en votaciones económicas, los dictámenes de las comisiones revisoras de que a continuación se hace mérito:

"Primera Comisión, quinto Grupo. Décimo distrito de Hidalgo. Diputado propietario. C. Daniel Olivares; diputado suplente, Moisés Calderón.

"Primera Comisión, segundo Grupo. Cuarto distrito de Querétaro. Diputado propietario, C. Ambrosio Guerrero, Diputado suplente, C. Otilio Trejo.

"En cada caso, la Secretaría hizo la declaratoria de rigor.

"A las diez y ocho horas y cuarenta y seis minutos se levantó esta sesión de Colegio Electoral para pasar a sesión de Cámara de Diputados."

El C. secretario Ferreira: Está a discusión. No habiendo quien haga uso de la palabra en votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa sírvanse manifestarlo. Aprobada.

- El mismo C. secretario leyendo:

"1a. Comisión de Poderes.- 3er. Grupo.

"H. Asamblea:

"Al 3er. Grupo de la 1a. Comisión de Poderes le fue turnado, para su estudio y dictamen, por acuerdo de Vuestra Soberanía, el expediente de las elecciones que para diputados al Congreso de la Unión se verificaron en el 1er. distrito electoral del Estado de Hidalgo, el primer domingo de julio del presente año.

"Contendieron la fórmulas Ernesto P. Sánchez, Eduardo J. Paredes y Juan Manuel Delgado, Emilio Hernández. La primera sostenida por los partidos Nacional Agrarista y Socialista Hidalguense, que obtuvo 7,412 votos, y la segunda apoyada por la liga de Comunidades Agrarias.

"Después de examinar con minuciosidad este expediente, la Comisión encuentra que la documentación correspondiente a la Junta Computadora que dio el triunfo a la fórmula Sánchez- Paredes, se encuentra confeccionada en forma legal, puesto que se instaló en la ciudad de Actopan, cabecera del 1er. distrito electoral, y llena todos los requisitos exigidos por los artículos respectivos de la Ley Electoral vigente. La credencial que extendió la susodicha Junta Computadora viene subscripta auténticamente por el presidente municipal de Actopan, C. Miguel Córdoba.

"Respecto a la fórmula Delgado - Hernández debe advertirse que también fue recibido el paquete electoral que señala la citada ley, acompañado, asimismo, de una segunda credencial que le otorgó una Junta Computadora, cuya instalación se verificó por medio de la fuerza armada local y con la intervención de los presidentes municipales del distrito electoral, que indebidamente tomaron participación parcial a favor de los candidatos Delgado y Hernández. La credencial que presentó este candidato viene, igualmente, firmada por el ya mencionado presidente municipal Actopan, C. Miguel

. Córdoba, lo que evidencia un proceder inmoral de este funcionario. Ostenta la misma credencial certificación del ciudadano gobernador del Estado de Hidalgo y de su

secretario, encargado del despacho, lo que confirma el interés de las autoridades del Estado para favorecer a su candidato.

"Obra, además, en el expediente, un oficio de la Secretaría de Gobernación, en que transcribe el informe rendido por uno de los agentes confidenciales de la propia Secretaría, denunciando la presión general que ejerció el Gobierno del Estado de Hidalgo, en todos los distritos a favor de sus candidatos y muy particularmente del licenciado Juan Manuel Delgado, pues la Presidencia Municipal de Actopan verificó la aprehensión de siete representantes del candidato Ernesto P. Sánchez, atribuyéndoseles inicuamente, un levantamiento armado.

"Por todo lo expuesto, la Comisión está convencida de que el triunfo corresponde a la fórmula Ernesto P. Sánchez - Eduardo J. Paredes, permitiéndose proponer a Vuestra Soberanía la aprobación de los siguientes puntos resolutivos:

"Primero. Son válidas las elecciones que para diputados propietario y suplente al Congreso de la Unión se verificaron en el 1er. distrito electoral del Estado de Hidalgo, el día 1o. de julio del presente año.

"Segundo. Son diputados propietario y suplente, respectivamente, por el mencionado distrito, los CC. Ernesto P. Sánchez y Eduardo J. Paredes.

"Sala de Comisiones de la H. Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.-

México, D. F., a 10 de octubre de 1928.- Manuel Mijares V.- José Santos Alonso.

Está a discusión. No habiendo quien haga uso de la palabra en votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa sírvanse manifestarlo. Aprobado.

En consecuencia la Presidencia, por conducto de la Secretaría, declara: Primero. Son válidas las elecciones que para diputados propietario y suplente se verificaron en el 1er. distrito electoral del Estado de Hidalgo el día 1o. de julio del presente año.

Segundo. Son diputados propietario y suplente, respectivamente, por el mencionado distrito, los ciudadanos Ernesto P. Sánchez y Eduardo J. Paredes.

"1a. Comisión.- 1er Grupo.

"H. Asamblea:

"A 1er Grupo de la 1a. Comisión Revisora de Credenciales fue turnado el expediente relativo a las elecciones para diputados al congreso de la unión, celebradas en el 11 distrito del Estado de Hidalgo.

"Dos fórmulas jugaron en el expresado distrito: la primera, integrada por los CC. Otilio Villegas y Salvador Melo, y la otra, por los CC. José G. Salcedo y Daniel Rubio.

"Figuran en el expediente dos credenciales expedidas en favor de los CC. Villegas y Salcedo, respectivamente; pero, en tanto que la del C. Villegas viene debidamente certificada, la del C. Salcedo no trae legalización de ninguna especie.

"Según el acta de la junta computadora que extendió credencial al candidato Villegas, éste obtuvo 4,582 votos, contra 109 que alcanzó el C. Salcedo. La expresada junta fue instalada por el C. Magdaleno Pérez, presidente de la 2a. casilla de Zimapán cabecera del distrito , en virtud de que la 1a. no funcionó.

Además, dicha junta se instaló en el lugar previamente señalado por la autoridad respectiva.

"Por las consideraciones expuestas, esta Comisión se permite someter a la aprobación de la H. Asamblea los siguientes puntos resolutivos:

"Primero. Son válidas las elecciones para diputados al Congreso de la Unión, celebradas el día 1o. de julio del corriente año, en el 11 distrito electoral del Estado de Hidalgo.

"Segundo. Son diputados propietario y suplente, respectivamente, por el mencionado distrito, los CC. Otilio Villegas y Salvador Melo.

"Sala de Sesiones de la H. Cámara de Diputados.- México, D. F., a 10 de octubre de 1928.-J. G. Madrid.- J. Salas Barraza."

Está a discusión. No habiendo quien haga uso de la palabra en votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa sírvanse manifestarlo. Aprobado.

En consecuencia la Presidencia, por conducto de la Secretaría, declara:

"Primero. Son válidas las elecciones que para diputado propietario y suplente se verificaron en el 11 distrito electoral del Estado de Hidalgo el día 1o. de julio del presente año.

Segundo. Son diputados propietario y suplente, respectivamente, por el mencionado Distrito, los ciudadanos Otilio Villegas y Salvador Melo.

"1a. Comisión.- 4o. Grupo.

"H. Asamblea.

"Fue turnado al 4o. Grupo de la 1a. Comisión Revisora de Credenciales, el expediente formado con motivo de las elecciones que, para diputados al Congreso de la Unión, se verificaron el día 1o. de julio del corriente año, en el 5o. distrito del Estado de Hidalgo.

"Tres fórmulas jugaron en el mencionado distrito: una, integrada por los CC. Lic. Fernando Herrera y Faustino D. Mendoza; la 2a., por los CC. Carlos Hernández y Lara y Pablo Meneses, y la 3a., por los CC. Artemio Basurto y Lorenzo Morales Torres.

"Aun cuando en el expediente figuran tres credenciales, esta Comisión estima que la única legal es la presentada por el candidato Herrera, por ser la que extendió la junta computadora instalada en Huichapan, cabecera del distrito, y traer, además, la certificación exigida por la ley. En la credencial exhibida por el C. Hernández y Lara se ve que las firmas del presidente y secretario de Huichapan no son auténticas, y la del C. Basurto no trae certificación de ninguna naturaleza. Hay en el expediente, asimismo, un oficio del presidente municipal de Huichapan, en que dice no haber certificado más credencial que la del candidato Fernando

. Herrera, como diputado propietario, y la del C. Faustino D. Mendoza, como suplente.

"Esta Comisión juzga de su deber informar que, por ser falsa la votación que hicieron llegar a esta Cámara los candidatos Hernández y Lara y Basurto, sólo reconoce como legal la que hace constar en su acta la junta computadora que extendió credencial al C. Herrera.

"Según dicha acta, la fórmula Herrera - Mendoza alcanzó 8,368 votos, la Hérnandez Lara - Meneses, 31, y la Basurto - Morales Torres, 2.

"Por todo lo expuesto, esta Comisión se permite someter a la aprobación de la H. Asamblea los siguientes puntos resolutivos:

"Primero. Son válidas las elecciones que, para diputados al Congreso de la Unión, se celebraron el día 1o. de julio del corriente año, en el 5o. distrito del Estado de Hidalgo.

"Segundo. Son diputados propietario y suplente, respectivamente, por el mencionado distrito, los CC. Lic. Fernando Herrera y Faustino D. Mendoza.

"Sala de Comisiones de la H. Cámara de Diputados.- México, D. F., a 9 de octubre de 1928.- Fernando Moctezuma.- Roberto A. Morales.- David Orozco."

Está a discusión. No habiendo quien haga uso de la palabra en votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa se servirán indicarlo. Aprobado.

En consecuencia la Presidencia, por conducto de la Secretaría, declara:

Primero. Son válidas las elecciones que para diputado propietario y suplente se verificaron en el 5o. distrito electoral del Estado de Hidalgo el día 1o. de julio del presente año.

Segundo. Son diputados propietario y suplente, respectivamente, por el mencionado distrito, los ciudadanos Fernando Herrera y Faustino D. Mendoza.

El C. presidente, a las 8.44: Se levanta la sesión de Colegio Electoral y se pasa a sesión de Cámara de Diputados.

SESIÓN DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS

EFECTUADA EL DÍA 10 DE OCTUBRE DE 1928

SUMARIO

1.- Se abre la sesión. Es leída y aprobada sin discusión el acta de la anterior.

2.- Rinden la protesta de ley los CC. Ernesto P. Sánchez, Fernando Herrera y Otilio Villegas, diputados propietarios, respectivamente, por los distritos electorales 1o., 5o. y 11 del Estado de Hidalgo.

3.- Se concede licencia a los candidatos diputados Alfredo I. Moreno y Adrián Gómez.

4.- Se da cuenta con los documentos en cartera.

5.- Proyecto de decreto del C. diputado Francisco Alarzón, hecho suyo por la diputación oaxaqueña, facultando al Ejecutivo de la Unión para disponer de la suma de cien mil pesos para los damnificado de Pinotepa Nacional y otros pueblos de la Costa Chica Oaxaqueña. El C. diputado Alfonso Francisco Ramírez pide que se adicione el anterior proyecto de decreto con la suma de cincuenta mil pesos, para auxiliar a otras poblaciones de la misma región. Se dispensan los trámites, aprobándose por unanimidad. Pasa al Ejecutivo para su sanción nombrándose una Comisión.

6.- Continúa a discusión el dictamen de la 1a. Comisión de Gobernación, que declara benemérito de la Patria al C. Alvaro Obregón. Después de hacer uso de la palabra varios ciudadanos diputados, queda aprobado el dictamen, en lo general, por unanimidad de votos. Se levanta la sesión.

DEBATE

Presidencia del C. FRANCISCO LOPEZ CORTES

(Asistencia: la misma sesión de Colegio Electoral inmediata anterior.)

El C. presidente, a las 18.45: Se abre la sesión.

- El C. secretario Solís Cámara leyendo:

"Acta de la sesión celebrada por la Cámara de Diputados del XXXIII Congreso de la Unión, el día nueve de octubre de mil novecientos veintiocho.

"Presidencia del C. Francisco López Cortés.

"En la ciudad de México, a las diez y ocho horas y cuarenta y siete minutos del martes nueve de octubre de mil novecientos veintiocho, con asistencia del mismo número de representantes que estuvieron presentes en la sesión de Colegio Electoral inmediata anterior, se abrió ésta de Cámara de Diputados.

"Fue aprobada el acta de la sesión celebrada el día anterior.

"Rindieron la protesta de ley los CC. Daniel Olivares y Ambrosio Guerrero, diputados propietarios, respectivamente, por los distritos electorales 10 de Hidalgo y 4o. de Querétaro.

"La Secretaría, por disposición de la Presidencia, leyó los artículos 195, 196 y 197 del Reglamento Interior del Congreso, y el artículo 47 del mismo ordenamiento, a moción del C. Manrique.

"Se dio cuenta con la cartera:

"La Legislatura de Michoacán da a conocer los nombres de los ciudadanos designados para integrar el Tribunal Superior de Justicia del Estado de.- De enterado.

"El C. licenciado Juan L. Veites participa que con fecha 5 de octubre se hizo cargo de la Presidencia del Tribunal Superior de Justicia del Estado de Tamaulipas.- De enterado.

"Se dio primera lectura, se dispenso la segunda, reservándose para su discusión el primer día hábil, a ocho dictámenes de la Primera Comisión de Puntos Constitucionales, que contienen igual número de proyectos de decreto por los que se concede el permiso constitucional necesario para aceptar y usar condecoraciones que les han conferido

. gobiernos extranjeros, a los siguientes ciudadanos: Pablo Campos Ortiz, Joaquín Meza, José Coeto, Enrique González Martínez, Manuel E. Otálora, Salvador Martínez Mercado, Enrique Narváez y Ángel Arreola.

"Rindió la protesta de ley como diputado propietario por el 2o. distrito electoral del Estado de Chiapas, el C. Raymundo E. Enríquez.

"Se reanudó el debate sobre el dictamen de la Primera Comisión de Gobernación que declara benemérito de la Patria al C. Alvaro Obregón.

"Pronunciaron discurso los CC. Medrano, Vargas Lugo, Ibañez, Gustavo González miembro de la Comisión dictaminadora, y los CC. Camarena, Alejandro Cerisola, Balderas y Cortina. El C. Ibañez contestó una interpelación del C. Gonzalo N. Santos.

"A las veintiuna horas y diez y ocho minutos se levantó la sesión."

Está a discusión el acta. No habiendo quien haga uso de la palabra en votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa se servirán manifestarlo. Aprobada.

- El mismo C. secretario:

Encontrándose a las puertas del salón los ciudadanos Ernesto P. Sánchez, Fernando Herrera y Otilio Villegas, diputados propietarios por los distritos electorales 1o., 5o. y 11 del Estado de Hidalgo, respectivamente, se nombra en comisión para introducirlos a que rindan la protesta de ley, a los ciudadanos Antolín Jiménez, Bartolomé Vargas Lugo, Evaristo Bonifaz, Marciano C. Salazar y secretario Moctezuma. (Protesta. Aplausos.)

- El mismo C. secretario leyendo:

"Ciudadanos secretarios de la H. Cámara de Diputados.- Presentes.

"El subscrito, diputado propietario por el 4o. distrito electoral de Coahuila, ante ustedes, con el debido respeto y para que se sirvan dar cuenta con ello a la H. Asamblea, manifiesta:

"Que teniendo necesidad de hacer una visita a mi distrito para arreglar algunos asuntos relacionados con el cargo que estoy desempeñando, ruego a la H. Cámara se digne concederme, con dispensa de todo trámite, un permiso de veinte días con goce de dietas, permiso que se principiará a contar desde el lunes 15 del presente mes.

"Salón de Sesiones de la H. Cámara de Diputados.- México, D. F., A 10 de octubre de 1928.- Alfredo I. Moreno."

En votación económica se pregunta si se dispensan los trámites. Los que estén por la afirmativa sírvanse manifestarlo. Dispensados. Está a discusión. No habiendo quien haga uso de la palabra en votación económica se pregunta si se concede la licencia. Los que estén por la afirmativa sírvanse manifestarlo. Concedida.

- El mismo C. secretario leyendo:

"El C. Ramón Ceballos solicita el permiso constitucional necesario para, sin perder sus derechos de ciudadano mexicano, poder ejercer las funciones de cónsul honorario de la República de El Salvador, en el puerto de Mazatlán.

A la Comisión de Peticiones en turno,

"La señora María Pablos viuda de Alvírez solicita se le expida la patente que según la Ley de Pensiones vigente le corresponde como pensionista del Erario Nacional."- Recibo y a la Comisión de Peticiones en turno.

"La señora Carolina Loaiza viuda de Bauza solicita pensión por los servicios que prestó a la patria su finado esposo, el capitán de Marina Joaquín Bauza.

"-Recibo y a la Comisión de Peticiones en turno.

"El Congreso del Estado de México envía una iniciativa tendiente a que el fuero de que gozan los diputados a las legislaturas locales se haga extensivo a toda la República."- Recibo y a la Comisión de Puntos Constitucionales en turno.

"La Legislatura de Chihuahua comunica que con fecha 3 de octubre otorgó la protesta de ley el C. general Marcelo Caraveo, como gobernador electo para el próximo período constitucional."- De enterado.

"La Liga de Acción Social, de Mérida, Yuc., se dirige a la H. Cámara de Diputados solicitando se declare fiesta nacional el 12 de octubre, día de la Raza."- Recibo y a sus antecedentes.

- El mismo C. secretario leyendo:

"Honorable Asamblea:

"El que subscribe, diputado en ejercicio por el 15 distrito del Estado de Oaxaca (Pinotepa), ante Vuestra Soberanía viene a exponer:

"Que el día 4 de agosto del corriente año, como es del dominio público, sacudió con mayor intensidad -por estar allá el epifoco número 131 de la carta sísmica del país - un violento temblor trepidatorio de cuatro minutos de duración perceptible a las poblaciones de Pinotepa Nacional, Jamiltepec y Tututepec del distrito que representa, ocasionando grandes perjuicios materiales.

"Que con motivo de la situación aflictiva por la que atraviesa el Erario Nacional no había presentado ninguna proposición para ayudar a los damnificados, porque creía, además, que los habitantes de aquella región, en un supremo esfuerzo, podían reconstruir sus arruinadas casas y con ello no ser una carga para el tesoro público.

"Que habiéndose repetido con mayor furia el terremoto la noche del día 8 del actual en las poblaciones ya citadas, consumando las ruinas que iniciara el del día 4 de agosto y un temporal de lluvias ten inclemente que ha hecho la vida más dura para aquellos moradores.

"Que significando todo esto pavor, miseria y desolación para mis paisanos, y recordando que aquella abatida zona no ha molestado jamás al gobierno de la Revolución con ninguna solicitud de ayuda y aun se le ha tenido en completo aislamiento y olvido del resto del país, no obstante su noble y arrogante actitud tremolando el estandarte de la Revolución Social en 1911 y en 1913 y haber ofrendado en singulares combates la sangre generosa de sus hijos en defensa de sus ideales; en nombre de aquellas luchas, de aquellos sacrificios y de la desolación en que deja la inclemente naturaleza a los hogares de los revolucionarios de la Costa Chica Oaxaqueña, con todo respeto pido que con dispensa de trámites, se acuerde el siguiente decreto:

"Único. Se faculta al jefe del Ejecutivo de la Unión para que con cargo a la partida que estime conveniente dedique la suma de $100,000.00 (cien mil pesos), para los damnificados de Pinotepa, Jamiltepec, Tututepec y otros pueblos de la Costa Chica Oaxaqueña."

"Salón de sesiones del H. Congreso de la Unión, en México, D. F., a 10 de octubre de 1928.- Francisco Arlanzón."

"La diputación oaxaqueña hace suya la anterior solicitud.- Rafael E. Melgar.- Leopoldo Melgar.- Alfonso Francisco Ramírez.- Antolín Jiménez.- D. Bolaños Cacho.- José García Ramos.- Alberto Sáinz.- Francisco López Cortés.- Manuel Téllez Sill.- Gonzalo N. Santos.,- Lorenzo Mayoral Pardo.- E. Macías.- J. Santos Alonso."

"H. Asamblea:

"Habiendo sido afectadas por los últimos temblores numerosas poblaciones del Estado de Oaxaca, que no se mencionan en el proyecto de decreto presentado por los ciudadanos que integran la diputación oaxaqueña, atentamente pido a Vuestra Soberanía se adicione la cantidad que se solicita en el memorial de referencia, con la suma de $50,000.00 que habrá de destinarse a socorrer a los damnificados de Pochutla, Pluma Hidalgo y demás poblaciones no comprendidas en el proyecto de decreto presentado y que también han sufrido grandemente, al igual de Pinotepa Nacional, etc., con los últimos temblores.

"México, D. F., a 10 de octubre de 1928.- Alfonso Francisco Ramírez."

Se consulta a la honorable Asamblea si se dispensan los trámites a la anterior iniciativa y adición. Los que estén por la afirmativa sírvanse manifestarlo. Dispensados. Se pone a discusión.

El C. Manrique: Pido la palabra.

El C. Presidente: Tiene la palabra el ciudadano Manrique.

El C. Manrique: Para interpelar a propósito de la proposición a debate, al firmante, diputado Arlanzón.

El C. Arlanzón: Con todo gusto.

El C. Manrique: El compañero Arlanzón me explicaba hace días su deseo, muy legítimo, de invocar nuestra ayuda que se traduce en una cosa muy sencilla: en un voto afirmativo para que se concediese este subsidio a los damnificados por temblores en aquella zona del Estado de Oaxaca que representa. Ahora, el compañero Ramírez solicita una adición, la adición es en el mismo sentido. El compañero Arlanzón explicaba su temor de que una partida aprobada aquí por nosotros no fuese suministrada inmediatamente por el Ejecutivo. Me explicaré más, el compañero Alarzón me explicaba su deseo de entrevistar con este objeto, perfectamente legítimo, al presidente de la República, pidiéndole su opinión sobre el particular para tener con él un acuerdo respecto del monto del subsidio por la Cámara aprobado. Importa en efecto consultar en estos asuntos las posibilidades de la Tesorería General. La consulta en un caso como éste, sobre todo en consulta extraoficial, para propósito legítimo estaba perfectamente indicada. Mi pregunta al compañero Alarzón es en este sentido: deseo saber si cree que, aprobada unánimemente, como sin duda lo será esta proposición por la Cámara, por todos nosotros, cuenta ya con la seguridad de que se proporcione esto desde luego por el Ejecutivo Federal. Yo no dudo, en un asunto como éste, de la bondad del Ejecutivo Federal; pero todos sabemos que hace algunos años ha venido viéndose forzando a restringir sus emisiones, sus gastos. Este es un gasto extraordinario, una partida imprevista, una erogación no prevista. Hacer salir de las cajas del Erario $150,000.00, aunque sea para un asunto tan interesante y tan legítimo como éste, puede ser un problema, aun cuando no sea sino pasajero. Reduzco, pues, mi pregunta, reitero mi pregunta al compañero Arlanzón en el sentido de la posibilidad de entrega inmediata de esta cantidad. Si él cree que esa posibilidad existe,

no habrá objeción posible a la solicitud, no cabrá sino la inmediata votación nominal aprobatoria.

El C. Arlanzón: Para contestar al ciudadano Manrique pido la palabra.

El C. Presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Arlanzón: contestando la interpelación que usted me hace, debo manifestarle que creo que el jefe del Poder Ejecutivo está a disposición de dar los $100,000.00 a que hace referencia mi petición. Sin embargo, después de votado el decreto, pediré que se nombre una Comisión a efecto de que se acerque al jefe del Poder Ejecutivo para gestionar la aprobación inmediata de esta cantidad.

El C. Manrique: Voy a permitirme hacer una observación al compañero Arlanzón públicamente, dada la índole del asunto. Quiero que la Comisión pida al ciudadano presidente de la República defina desde luego su criterio, y que en caso de que este criterio sea desfavorable, por lo menos a la totalidad de la suma aprobada, haga inmediatamente la observación pertinente, indicando que el Ejecutivo desearía que se redujese la cantidad a $75,000.00 verbi gratia. Esta es facultad legal del Ejecutivo; puede hacer la observación inmediatamente, y entonces lograremos el propósito de la diputación de Oaxaca, que es el nuestro, esto es, que el auxilio sea eficaz y oportuno.

El C. secretario Solís Cámara: No habiendo quien haga uso de la palabra se procede a recoger la votación nominal.

El C. Manrique: Moción de orden. Me permito sugerir que se consulte a los firmantes de la primera proposición si se aceptan la adición propuesta por el compañero Ramírez, en cuyo caso ambas proposiciones se fundirían en una sola y la votaríamos también en un solo acto. Esto ahorraría tiempo y, por otra

El C. Arlazón: Como firmante de la proposición primera y estando en esto de acuerdo toda la diputación oaxaqueña, no tenemos inconveniente en que se adicione con la petición del compañero Ramírez. Creo que los demás compañeros por Oaxaca me darán en este caso su consentimiento.

El C. secretario Solís Cámara: Se va a proceder a recoger la votación nominal con la adición propuesta por el ciudadano diputado Alfonso Francisco Ramírez. Por la afirmativa.

- El C. secretario Ferreira. Por la negativa (Votación.)

¡Falta algún ciudadano diputado por votar¿ Se procede a la votación de la Mesa. (Votación.)

Aprobado el proyecto de decreto, con su adición, por unanimidad de 165 votos. Pasa al Ejecutivo para sus sanción.

El C. Ramírez Alfonso: Pido la palabra. Suplico atentamente a la Presidencia se sirva designar una Comisión de ciudadanos diputados que se acerque al señor presidente de la República con el objeto de obtener de él sea ministrada inmediatamente la cantidad que ha aprobado esta honorable Cámara, en vista de la urgencia y de la necesidad que tienen los damnificados de ser socorridos inmediatamente.

El C. secretario Medrano: Obsequiando la petición del ciudadano diputado Ramírez, la Presidencia nombra la siguiente Comisión: Manuel Riva Palacio, Melchor Ortega, Francisco Arlanzón, Antolín Jiménez, David Orozco y Alfonso F. Ramírez.

- El mismo C. secretario:

Continúa a discusión en lo general el dictamen acerca del proyecto de decreto que declara benemérito de la Patria al C. Alvaro Obregón. La Presidencia, por conducto de la Secretaría , ruega atentamente a las personas que no sean diputados ni senadores en ejercicio se sirvan abandonar la sala de sesiones. Como algunas personas que no son diputados ni senadores continúan en el salón, la Secretaría repite la propia súplica. A efecto de que las galerías se sirvan mantener la debida compostura, la Secretaría va a dar lectura a los artículos correspondientes del Reglamento:

"Artículo 195. Los concurrentes a las galerías se presentarán sin armas, guardarán respeto, silencio y compostura y no tomarán parte en los debates con ninguna clase de demostración.

"Artículo 196. Se prohibe fumar en las galeras. Las personas que infrinjan este artículo serán expulsadas del edificio.

"Artículo 197. Los que perturben de cualquier modo el orden serán despedidos de las galeras, pero si la falta fuese grave o importare delito, el presidente mandará detener al que cometiere y consignarlo al juez competente."

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano diputado Francisco Labastida Izquierdo para una aclaración.

El C. Labastida Izquierdo Francisco: Ciudadanos diputados: Como miembro de la diputación de Jalisco y como uno de los autores de la iniciativa que se discute, quiero aclarar, para que así conste en el DÍARIO DE LOS DEBATES, que en todo este largo debate de dos días no se ha discutido uno solo de los puntos del proyecto de decreto que está a discusión, y no se ha discutido porque sencillamente todos y cada uno de los ciudadanos diputados estamos enteramente de acuerdo en la glorificación del general Obregón. La diputación de Jalisco agradece al ciudadano diputado Manrique que haya desarrollado brillantemente uno de los puntos, una de las frases de sus considerandos en la cual expresaba que para todos los revolucionarios el general Obregón era la personificación de la Revolución misma, porque en todos los revolucionarios se encuentran dispersos los múltiples aspectos y las esperanzas múltiples de la Revolución.

Y el ciudadano Manrique, brillantemente, desarrolló este punto al considerar el múltiple y vigoroso espíritu del general Obregón, que concentra en él todos estos aspectos y todas estas tendencias de la Revolución.

El ciudadano Manrique tomó como pretexto para empezar su discurso de carácter político nacional, los considerandos para fundar la iniciativa de la diputación de Jalisco, expresando que en esos considerandos se daba una importancia capital al carácter de caudillo militar del general Obregón. Esto fue, como todos lo comprendemos, solamente pretexto, porque en la misma iniciativa, en los

. mismos considerandos solamente se habla de los distintivos de caudillo militar del general Obregón, cada vez que estos distintivos se aplicaban a conservar, a estabilizar o a hacer triunfar alguno de los grandes ideales de la Revolución. Así, pues, señores, ya concluido este debate, porque creo que estará concluido puesto que en verdad nada hay a discusión, porque estamos todos de acuerdo en los puntos resolutivos del proyecto de decreto, creo que procederemos a votarlo, cumpliendo así una gran deuda de gratitud que tenemos para con el hombre desaparecido; porque todos nosotros, señores, somos los que hemos sacado a ese gran hombre de su retiro, en donde vivía feliz y lo hemos traído a las pugnas políticas nacionales en donde encontró la muerte trágica y traidora que recibió. Después de cumplido este deber de gratitud y con el objeto de que el gran hombre desaparecido, con el objeto de que esta muerte

tan sentida por todos nosotros no haga una huella trágica y sangrienta en la Revolución y en la República, después de cumplido nuestro deber, volvamos la vista al porvenir y convengamos en que el único medio de que no se produzca catástrofe ninguna y de que el país y la Revolución sigan por sus cauces normales, es que todos los revolucionarios sigamos firmemente unidos, y para dar una prueba de que así lo haremos, yo pido a todos ustedes, ciudadanos diputados, una viva para nuestro futuro presidente: ¡que viva Portes Gil¡ (Voces: ¡viva Portes Gil¡ Aplausos.)

El C. presidente: El ciudadano diputado Manrique tiene la palabra. (Voces: ¡Viva el general Calles¡)

El C. Manrique: Ciudadanos diputados: En cumplimiento del deber que me he impuesto abordo la tribuna por segunda vez, usando de la palabra en pro; uso, segunda vez, el derecho que el Reglamento me concede para hablar en pro en esta discusión, prolongada porque así lo quisisteis y vengo a esforzarme por resumir el debate y por contestar, porque es ésta una necesidad moral mía, no los argumentos, que apenas los ha habido, sino alguna que otra imputación apasionada a la que se quiere dar alcance que yo no puedo tolerar que se le dé; para referirme también a la lección que pueda inferirse, que pueda sacarse de esta discusión de los últimos días y a lo que ella pueda significar para el porvenir de la Cámara, para el porvenir de esta Legislatura. Es éste el primer debate real en la brevísima historia de esta Legislatura; es éste el primer debate que ha provocado la atención y el interés no sólo de la ciudad de México, sino del país entero; pero este debate no terminará aquí: está henchido y grávido de nuevos debates.

Y si en las subsecuentes discusiones domina aquí, como creo que dominará, como sé que dominará, un espíritu de rectitud, un espíritu de libertad, y aquí se permite que se eleve, libérrima e indiscutible la palabra de cada hombre sincero; si esto es así, en el curso de esta Legislatura- si nos hacéis gracia de la vida civil - hemos de seguir pasando por aquí a decir al país nuestra verdad.

No nos engaña que hayáis afirmado reiteradamente que pretendíamos desorientar; desorientar esa labor negativa y nosotros, dígolo por Díaz Soto y por mí, somos esencialmente categóricos y afirmativos y es ésta nuestra única virtud acaso, y es éste el secreto de nuestra fuerza moral. Afirmativos y categóricos, categóricos y afirmativos nuestra acción, nuestro pensamiento, cada uno de nuestro actos. ¡Desorientar, quitarnos la brújula, hundiros en la confusión espiritual¡ Ni es éste nuestro empeño pueril ni sería de suponerse que lo lográremos dirigiendo nuestros esfuerzos a desorientar a gentes a quienes se supone orientadas y preparadas. (Aplausos y siseos en las galerías. Una voz en las galerías: ¡Barbas tienes! Voces en las galerías: ¡Fuera¡ ¡Fuera¡ Desorden. Campanilla.)

Hago constar, señores, de una vez por todas, que no demandaré, que no pediré el auxilio de la Presidencia para imponer silencio a las galerías, no pediré respeto para el orador; hago constar, de una vez por todas, que reconozco a todos y cada uno de los asistentes a las galerías su derecho limitado y absoluto para decir su convicción. Si ese hombre que torpemente pretende lanzarme una injuria al rostro dice lo que tiene dentro, si habla ex abundatia cordis, si dice su boca lo que encierra de podrido y de ruin su corazón, si ese hombre ha dicho verdad, la mezquina verdad y la mezquina pasión que tiene dentro, tiene derecho a mi respeto por su sinceridad. (Aplausos en las galerías.)

No, yo os pido respeto a todos y cada uno de vosotros para ese procaz que sintió henchido su espíritu de pasión - baja o mezquina, qué importa - y que necesitó gritarla, a ese hombre que me ha injuriado, a ese hombre que ha pretendido injuriarme - mezquino e inútil afán-, para ese hombre que es hombre sincero porque no pudo impedir que la palabra brotase a sus labios, para ese hombre demando vuestro respeto de hombres libres. No seré yo quien pida aquí ni en ésta ni en ninguna ocasión la aplicación del anacrónico Reglamento de la Cámara , no seré yo quien invoque ni en ésta ni en ocasión alguna la aplicación del artículo 197 o del artículo 195, relativos a las galerías. ¿Y sabéis por qué¿ Os lo voy a decir.

El C. Orozco interrumpiendo: ¡Pero no hubo insulto, Manrique¡

El C. presidente Manrique continuando: ¿Y sabéis por qué¿ Os lo voy a decir. Aparte mi temperamento, que es en mi lo fundamenta; aparte mis hábitos de educación moral y de disciplina, hay un recuerdo muy hondo que no se ha de borrar fácilmente de mi ser. Llegado -vuelto ocaso, debiera decir-, llegado ya en plena juventud a la ciudad de México en los últimos días del año de 1910, tuve el gusto de asistir, la grata satisfacción de asistir a una sesión que celebrada la Cámara de Diputados porfirista, la última Legislatura porfirista la última Legislatura porfirista; la XXV Legislatura, si no me equivoco-, se instalaba en aquellos días. Era la primera sesión de Colegio Electoral; había yo llegado a la capital de la República merced a la generosidad de mi noble maestro y protector, el doctor don Miguel Otero y Arce, a quien yo no negué nunca; había venido a estudiar y formarme en un medio más amplio, en busca de horizontes más amplios, merced a la generosidad de aquel hombre nobilísimo, de aquel alto espíritu a quien todavía se recuerda con honda emoción en San Luis Potosí.

. Y atento a la vida política del país, que no sólo a la vida científica, como alguien por ahí ha pretendido suponer imaginándome indiferente a la vida de mi país, aun en aquella época en que estaba yo más cerca de los libros que ahora en que el torbellino de la política me ha arrebatado; en aquel entonces, digo, tuve el privilegio de concurrir a la primera sesión de Colegio Electoral, o para ser más preciso, si queréis, más histórico, a una de las sesiones de Colegio Electoral que celebraba la última Legislatura porfirista Llegaba a ella como ahora nosotros los presuntos, pero no era aquélla la época agitada de hoy; eran aquellos días en que se ignoraban las tempestades parlamentarias, sin embargo hubo simulacro de debate. Discutíase la credencial del único diputado antirreeleccionista que había podido llegar a la Cámara, el único diputado que, en realidad, representaba el sentir nacional y que venía por un pueblo, por un distrito del Estado de Zacatecas; llamábase José Guadalupe González, si mi memoria no falla, el único presunto diputado antirreeleccionista que representaba voluntad real, voluntad popular eficaz. Pretendíase discutir la elección de este hombre; el dictamen le era desfavorable, el dictamen le condenaba a salir de aquí.

"Son válidas las elecciones por tal distrito y es diputado...(aquí el nombre contrincante)",o acaso se declaraban nulas las elecciones, que en esto mi memoria no se asiste del todo. Concediose la palabra a José Guadalupe González, y éste hombre, no preparado acaso, no templado aún como ahora lo estamos todos, o casi todos, que hemos cual más cual menos luchado y vivido en condiciones difíciles y sabido de la adversidad y de la derrota, José Guadalupe González no hizo, no pudo hacer una defensa eficaz. La impaciencia del público, el deseo del pueblo de México que se agolpaba en las galerías como ahora, el deseo del pueblo de México que se hiciese justicia de una vez para todas, ese deseo vehemente que existía también en el alma colectiva del pueblo de la ciudad de México, aprovechó no sé que pretexto para exteriorizarse. El pueblo hizo escuchar por primera vez en muchos años un rugido de león en esta Asamblea. Fue el primer intento para expresar desde allí de las galerías, la opinión popular, el ansia de justicia popular, y entonces, desde este mismo sitial, ahora ocupado por Francisco López Cortéz, se levantó una voz que no tenía entonces vibraciones de éstas que podría tener la voz de un joven sino que era una voz cascada- la voz de un viejo, la voz de un hombre envejecido por los años y envejecido también moral y espiritualmente-; esa voz amenazó, vibrante de indignación, a las galerías que se atrevían a intervenir en el debate. Paréceme que se trataba de uno de los señores Macedo. Este hombre, que era sincero acaso en su pasión; este hombre, que se sentía perturbado al ver que las galerías que habían enmudecido tantos años se atrevían a ofender a la Representación Nacional, este hombre se dirigió a las galerías, y con voz que quería se trágica, les indicó, temblorosa la voz: "Se advierte de una vez al público que ocupa las galerías, que a la siguiente demostración en uno o en otro sentido, se les arrojará invariablemente". El pueblo enmudeció porque no había aprendido aún a protestar. Y yo no he podido olvidar aquella impresión de mi juventud; hace de esto diez y ocho años, que han sido de vida intensa y agitada, y cada vez que un presidente en una Cámara como ésta que debiera desafiar las tempestades y alegrarse de ellas porque son signo de vida, porque la calma del porfirismo era la calma de una vasta charca muerta, porque son preferibles, como lo quería el orador jacobino, las tempestades de la libertad. Cada vez que un presidente de una Cámara Revolucionaria ordena a la Secretaría que con voz cansona y monótona o vibrante de una artificial emoción, pretende imponer silencio a las galerías, recuerdo con desencanto la voz cansada del septuagenario que ocupara en aquel memorable día de fines de agosto de 1910 este mismo sitial que ahora ocupa, para honor suyo, el gobernador electo de Oaxaca, don Francisco López Cortés. Perdonad la digresión, pero yo necesitaba estar absolutamente seguro de que se me escucharía. Yo no he pretendido aquí, como parecía imaginar, perdonad el adverbio, quiero ser ingenuo, como parecía querer ingenuamente Cerisola, yo no he pretendido aquí convencer a todos los que me escuchan. No es Vuestra aprobación ni vuestro aplauso lo que más me interesa; lo que he querido ha sido señalaros sinceramente la conducta que creo que tiene el deber de adoptar esta Legislatura; no pretendo ni he pretendido imponer nunca, por mucho que haya sido mi dinamismo, como artículo de fe, mi doctrina, mi propio sentir; quisiera contagiaros a todos de ello, pero no pretendo imponéroslo ni lo pretendería aunque tuviera autoridad material, física, necesaria para ello; lo que he querido, compañero Cerisola, a quien distingo allá, lo que he querido ha sido daros a todos vosotros un tema de discusión primero, de meditación después.

Cuando en la sesión de ayer falseasteis, debo creer que involuntariamente, mis palabras de la víspera pretendiendo el atribuirme el haber dicho que el silencio de la Asamblea era plena aprobación a mis palabras, os equivocasteis, ciudadano Cerisola, y falló vuestra memoria. Una pequeña ausencia y una pequeña laguna que señalo a vuestras meditaciones de psiquiatra, compañero Cerisola, pero podéis creerlo: falló vuestra memoria. Había yo asegurado que al referirme, no a lo accidental, que es aquello en que disentís de mí - apreciación sobre este hombre pasajero y transitorio que es el presidente Calles-; si yo no lo hubiese dicho alguna vez, él lo dice ya en su mensaje, que es para vosotros -así parece desprenderse de discusiones recientes- ese si artículo de fe y cosa indiscutible; yo no pretendí referirme sino a lo esencial de mi afirmación, a mi afirmación categórica de las altas virtudes de Obregón. A esto me referí, y en esto habéis coincidido todos conmigo, todos los que no habéis sentido nunca el impulso cobarde de negar a quien fue, a pesar de todo, maestro de todos nosotros, conductor y jefe espiritual de todos y cada uno de nosotros. En esto coincidís absolutamente conmigo, y os desafío a cualquiera de vosotros a que expreséis en alguna forma vuestro disentimiento con esta concreta afirmación mía. Estáis, pues, de acuerdo con eso, con la esencia de mi afirmación, que fue

. de culto a lo que en Obregón había de noble y de indiscutible, y de reprobación, al lado de lo accesorio, mi reprobación indirecta a todos aquellos que han asumido a la muerte de Obregón, a la desaparición de Obregón, la actitud de censores de Obregón. Yo tengo derecho a expresar mi sentir, y ninguno de vosotros, si ha de obrar rectamente, tiene derecho de atribuir a mis palabras alcance que no tuvieron, ni tiene tampoco derecho, si le inspira la rectitud, de atribuirme textualmente o de pretender que hayan sido mías palabras que textualmente no dije. La interpretación, la exégesis, como ahora se dice por allá por alguno que ya se olvidó ha mucho tiempo de su juventud, la interpretación, la exégesis es cosa vuestra; las palabras están en la versión taquigráfica y en la sesión de ayer se me han atribuido palabras y frases, no ya pensamientos, pensamientos e intenciones; atribuidme todo lo que queráis, que sea vuestra interpretación forzada, artificial, sincera o mañosa, esto es secundario, pero no pongáis en mis labios palabras que no he tenido nunca. Recuerdo en estos instantes a Luis Cabrera, el viejo tribuno revolucionario, expresando desde aquí algo como esto, éstas o parecidas palabras: "Hay algo más indigno que negar la amistad, y es negarse a si propio. Y yo -afirmaba Luis Cabrera, lo expresaba Luis Cabrera- no me he negado nunca; reconoceré, siempre todos mis actos y todas mis palabras". Yo repito ahora, a la distancia , la expresión de Luis Cabrera y reconoceré o rectificaré en su caso, en la oportunidad que a mí me plazca, las expresiones que se me atribuyen. Nadie, a quien yo reconozca fuerza moral superior a la mía, puede obligarme a decir desde aquí en el momento en que a él le plazca lo que a mí no me venga en gana.

Obregón, estratega en la guerra, estratega en la paz, estratega en varias formas de guerra, de pelea humana, nos señalaba la habilidad de no permitir al enemigo que eligiese el campo y el momento de la acción; y, a la distancia, en otras lides, estratega en lides, en las que él también supo combatir, en las que él también supo dirimir sus pasiones. Humildísimo discípulo, a la distancia, me permito invocar el consejo y la máxima del guerrero, para explicaros que yo no he de contestar interpelaciones ni he de ahondar, en el alcance mis ideas o de mis afirmaciones, desde esta tribuna, sino cuando yo me crea obligado a ello y necesitado de hacerlo. Entretanto, que quienquiera que esté aqui atribuya a mis palabras la intención que quiera, el propósito que desee. Si hay hombres rectos, hombres disciplinados, que ellos suspendan su juicio en tanto que yo me decido a hablar sobre tal o cual tema; pero yo no podría racionalmente, ciudadanos diputados, comprometerme a satisfacer las exigencias de todos aquellos que pretendiesen interpelarme sobre el sentir esotérico de mis palabras.

Labastida Izquierdo, el caballero, afirmaba desde aquí, con razón, hace pocos momentos, que se había olvidado la esencia del debate. Yo os recuerdo que abordé desde luego el debate en lo fundamental; que afirmé que teníamos no ya el derecho, el derecho frente a los enemigos, sino el amplio deber, el deber definitivo frente a nuestra conciencia, de honrar desde aquí la memoria de Obregón. Y aquí una incidental explicación a Orozco, y también al compañero Labastida Izquierdo una incidental explicación: no es exacto que yo haya tomado como pretexto vuestras palabras para enderezar mis ataques al informe presidencial.

El C. Orozco interrumpiendo: Fue un recurso parlamentario.

El C. Manrique continuando: Ya la expresión "recurso parlamentario" es un poco más noble, un poco menos capciosa; pero de pretexto, de maña, de ardid, pretendisteis hablar. No, yo me habría referido a la actitud del ciudadano Calles a propósito de la memoria de Obregón, a propósito del valer, de la figura histórica de Obregón, hubieseis o no, ciudadanos de Jalisco, coincidido voluntaria e involuntariamente con las afirmaciones del Ejecutivo, y ya dije con toda claridad que vuestra coincidencia la estimaba voluntaria y de buena fe; sin embargo, si me permitieseis, para terminar la digresión, aludir a la iniciativa redactada por la diputación de Jalisco hallaríais en ella términos y expresiones que la diputación de Jalisco desearía sin duda que desapareciesen o, mejor aún, seré más claro, habría preferido no consignar, sobre todo después del debate. Se insiste en el aspecto militar de Alvaro Obregón y yo insisto a mi vez y reitero que el militar, el soldado, o más noblemente el miliciano, es en Obregón lo accidental; de ahí que yo no quisiera que insistieseis en relevar lo accidental contribuyendo así, involuntariamente, a que se esfumase lo esencial, lo eterno, lo más noble se esfumara. Yo afirmo ahora y he afirmado siempre que sólo vale la acción del soldado si se pone al servicio de una noble causa; que es la causa la que ennoblece la batalle y que no es el éxito, como parece desprenderse de vuestra apología, aquí el elogiado es más grande que el apologista, aquí la apología es mezquina frente al hombre a quien se pretende elogiar; pero es sincera y esto basta. Pues bien, en vuestra apología habéis insistido equivocadamente en este aspecto, la vida militar de Obregón, y habéis expresado que en su campaña desde el Norte hasta la capital de la República, habéis expresado como un hallazgo, como algo que no debíais omitir, que en su larga y brillante campaña desde el Noroeste hasta la capital de la República el ciudadano Obregón no había sufrido nunca una derrota. ¿Y a qué este empeño en señalar el éxito como cualidad esencial del caudillo?

El C. Orozco interrumpiendo: Es que no pensamos como san Francisco de asís, Manrique.

El C. Manrique continuando: Está bien. Sin embargo, la figura de Santos Degollado, el héroe de las derrotas, es respetable para todos nosotros. Santos Degollado, a quien le fue fortuna adversa una y cien veces, es respetable para nosotros; tan respetable como aquel a quien se apellidaba el "Tinterillo de

la Reforma", el hombre de san Juan Bautista del Teúl, el licenciado Jesús González Ortega, tan

respetable como aquel rayo de la guerra que se llamó Ignacio Zaragoza. Y si bien se mira -y esto lo digo como pasajera agresión que merecería un estudio para exégetas que viniesen posteriormente-, yo tengo para mí, y esto puede inferirse de los propios comentarios escritos

. por el propio general Obregón -los "Ocho mil kilómetros en campaña"-; tengo para mí que en esta campaña del Noroeste al Centro, hay aspectos, hay actividades, hay circunstancias, hay incidentes que tienen aspecto de derrotas y que no opacan, que no amenguan para mí -y no habremos menester de sentir como san Francisco de Asís, compañero Orozco-, que no amenguan para mí triunfos. Tengo para mí, batallador, para mí, que siento los méritos de vuestras batallas, ciudadanos compañeros, tengo para mí que las derrotas pasajeras o incidentales que pudiera haber, los aspectos de derrota, de falla, de adversidad que pudiera haber en la carrera militar de Obregón, en nada amenguan lo esencial, que es en él la noble intención de devolver la libertad y de devolver el decoro al país. Habláis más tarde de cómo el general Alvaro Obregón abandona las que llamáis "brillantes charreteras de divisionario" para volver a la vida del civil. Y fue todo esto lo que me tornó en adversario de vuestra exposición de motivos. Carreteras de divisionario que serían a lo sumo absolutamente metafóricas, porque Obregón despreció siempre los entorchados y el brillo de los galones y de las estrellas. Ya veis, pues, cómo tengo para mí que habéis, siquiera involuntariamente, contribuido a acentuar la confusión de otros, ellos sí deliberaban y pérfidamente de estas apreciaciones mías -no retiro nada-, ellos sí deliberada y pérfidamente pretenden sembrar en la conciencia popular Está dicho y esto es todo, compañero Orozco.

Ahora, una palabra en cuanto al aspecto político de este debate. La fisonomía de la Asamblea ha ido variando gradualmente; primero la hostilidad casi absoluta, cerrada, casi unánime al pobre compañero vuestro, el desmedrado compañero vuestro, que había atrevídose a abordar la tribuna; la ira mal contenida de un diputado que pretende interrumpirlo y que al tropezar con una resistencia deliberadamente desdeñosa, voluntariamente desdeñosa, en actitud de defensa, se enciende de ira, se enciende en santo coraje y pretende castigar a quien se atreve a negarle la palabra; a él, que no tiene frente a quien ocupa la tribuna superioridad ninguna frente al reglamento que tanto invocáis, luego el deseo, el impulso deliberado o subconsciente, cerebral o medular, instintivo o plenamente consciente de dos o tres compañeros, de dos o tres diputados que parecían pretender provocar a todo trance un incidente personal con el orador; luego a todo esto que no es noble, a todo esto que no levanta ni ennoblece ni endecora a la Cámara, pero que es pasajero y accidental y no la esencia misma de usted ser, a todo esto se tiene el comentario ramplón, mezquino, que pretende ser ático, de un diputado jefe accidental de mayoría -todo es en el mundo accidental, todo es en el mundo pasajero-, que habla aquí del "truco de la debilidad." Truco, es decir, farsa. Ya sé que la palabreja está de moda y que no podríais motejarnos, siquiera fuese insinceramente, sino de farsantes ¡Vana palabra que el viento se lleva, aliento de la voz que no deja huella alguna en el espíritu¡ De farsa hablasteis, y hablasteis de truco de la debilidad, porque yo invoqué en alguna circunstancia reciente, en mi favor, el hallerme solo frente a una asamblea que se mostraba hostil. No era mi debilidad lo que invocaba, era vuestro decoro, el decoro vuestro; era el decoro vuestro que yo defendía; era vuestro decoro el que se menguaba atacándome a mí airadamente, que me hallaba, no diré solo, si creéis que la palabra tiene alguna connotación afectiva en un sentido lastimero-, que me hallaba aislado frente a una asamblea que en ese instante se mostraba hostil. Yo no invoco mi debilidad; afronto las consecuencias de mis actos, las afronto en un sentido trascendente. No creais que hablo aquí con vana palabrería de matasiete, de espadachín; nos hemos inspirado ha mucho tiempo, y éste es el secreto de nuestra fuerza moral, en nobles ejemplos de desinterés y de nobleza; nos hemos inspirado en nobles ejemplos de desinterés y de alteza. Al hablar en plural no lo hago como los obispos y los reyes: me refiero a Díaz Soto y a mí. Podría ennoblecer el debate un instante recordándonos, por ejemplo, la sugestiva figura de Bernardo Palissy, el alfarero de genio: pretende innovar, pretende reformar la rutinaria industria de la alfarería, la nobilísima industria de la alfarería; pretende crear nuevos procedimientos de esmalte; los recursos se amenguan, todos lo abandonan, le llaman todos idealista y acaban ¡es claro¡ por apellidarlo y motejarlo de loco; le niegan todos, le ven pasar poseído de su obsesión y sonríen a su paso al miserando, y lo que es más doloroso, lo hasta entonces intocado, el hogar, que era el baluarte de la fidelidad al hombre de genio, el hogar le abandona también, la esposa amante y amada también le abandona y le niega; le abandonan todos y huyen de él como antaño del leproso; y este hombre no cede y vence al fin, y más tarde, fortalecido así en el sufrimiento y en la adversidad, este hombre se ve sujeto a una dura prueba: eran los días de la honda pasión religiosa, eran los días que habríamos deseado que desapareciesen para siempre, de las guerras de religión y Bernardo Palissy era reformador, era protestante, era hugonote; Bernardo Palissy, recuerda un historiador, pertenecía a la religión reformada, que se rehusó a abjurar; se le arrojó, se le hundió en una prisión y murió en ella en 1589. Hallábase encerrado en la Bastilla, dos siglos antes del formidable movimiento popular, cuando el rey Enrique III visitóle un día. El rey le dijo: "Hace cuarenta y cinco años que os halláis al servicio de mi padre y el mío; hemos tolerado, hemos tolerado que hayáis vivido en vuestra religión, entre los incendios y las matanzas. Ahora me veo de tal modo forzado por los Guisas y por mí pueblo, que me veo obligado a entregaros en manos de vuestros enemigos y mañana seréis quemado si no os converís." Palissy le respondió: "Señor, estoy presto a dar mi vida por el honor de Dios. Me habéis dicho varias veces que teníais piedad de mí, y yo, a mi vez, tengo piedad de voz que habéis pronunciado estas palabras: "me veo obligado." No es esto hablar como rey -hablar "en rey", es la expresión gálica-; no es esto hablar como señor -sire- y son estas palabras que ni vos ni los Guisa -les Guise- podrán nunca hacerme pronunciar, porque yo sé morir". Cuando la vida se consagra, siquiera pasajeramente; cuando siquiera

. algunos momentos de la vida se consagran a la lectura y ala meditación de estos altos y nobles y remotos ejemplos, se va adquiriendo fortaleza tal, que no hay amenaza ni halago que nos aparte del camino que hemos creído recto, que hemos disputado honroso. De modo que frente a la insidia, consciente o subconsciente, de aquellos que desde esta tribuna me habéis invitado a venir a rectificar, a venir a retirar mis juicios y mis palabras, yo he de contestar que no estoy habituado a rectificar mis actos y mis palabras frente a presiones artificiales. Yo puedo rectificar mis juicios; puedo, consecuentemente, rectificar mis palabras cuando un nuevo estado de ánimo, sincera y realmente sentido, me ordene que lo haga; pero la presión artificial, aunque sea la de poder, aunque sea la externa, no podrá nunca obligarme a torcer mi ruta.

Nunca he sentido más honda alegría que en Tampico al anochecer de aquel domingo 28 de marzo de 1920, cuando se me vejaba y se me ultrajaba en la forma más innoble que pueda vejarse e injuriarse a un hombre inerme y sujeto; y nunca, pasado el completo estado de ánimo, mezcla de ira, de vergüenza, de dolor, de humillación, de rabia que sentí en el momento mismo del castigo físico, nunca pasado ese momento he sentido más honda, más íntima, más leal alegría que en aquél, recordando a Epicteto, al esclavo frigio, pensando que merced al dolor físico se me podría arrancar todo, la salud, la vida misma, la vida accidental y pasajera; pero sintiéndome libre y fuerte y poderoso frente a quienes intentaban hacerme torcer mi convicción, la vieja convicción obregonista de los días románticos de marzo de 1920, frente a aquellos que eran incapaces de arrancarme la libertad íntima, la libertad de mi conciencia, la libertad de mi ser. Y ahora que vengan lo ironistas a la moda a hablar de santones, o santos laicos, todo esto me es absolutamente indiferente, a lo sumo me arranca de tarde en tarde una sonrisa un poco amarga frente a la incomprensión de algunos hombres. (Murmullos.) No, no presumo nunca de perfecto.

El C. Manrique: No lo fue Obregón. Lo que hay en él de alto, de noble para nosotros, no es la perfección nunca alcanzada, sino el esfuerzo, sobre todo en los últimos años de su vida, por superarse, por reformarse, mejorar y perfeccionarse. Hombre de carne y hueso como todos nosotros no tendría, y eso sólo a la veces, con motivo, como razón para vuestro respeto, sino cierta intención de reformarme y mejorarme para mejor merecer vuestro afecto, ciudadano Orozco; para mejor merecer vuestro afecto, ciudadanos diputados. Pero entremos en materia y refirámonos, dejando el incidente, a la esencia misma de la proposición, seguro de que, pues, habeis permitido que desfilasen por esta tribuna poco menos de veinte miembros de la mayoría, más que a defender a Obregón -a quien nadie ataca-, más que a defender a Calles, cuya figura habéis supuesto por encima de las murmuraciones y aun por encima de los ataques concretos; más que a todo eso, a discutir, atacar a dos hombres que no piensan como aquellos de vosotros que habéis desfilado frente a la tribuna; habéis gastado innecesariamente y puerilmente algunas horas en discutir la conducta y la vida de Antonio Díaz Soto y Gama y de Aurelio Manrique, y al hacerlo habéis tenido pleno derecho; pero, ciudadanos diputados, si era vuestro propósito el de hacer profesión de fe "callista".- y así se ha dicho aquí con claridad por alguien que era más ingenuo de los que le precedían-, si de esto se trataba, yo os habría aconsejado un procedimiento mas expedito: hubierais pasado lista y habrían desfilado por aquí uno a uno los ciudadanos diputados, al llamado de lista: "Abarca Pérez, Juan; y Abarca Pérez, Juan, Juan, sonriente, habría llegado a la tribuna, habría hecho una inclinación de cabeza frente al pueblo de la República y habría desfilado; Abitia, Librado; Aceves, Ernesto; Aceves Alberto; y habríase continuado así hasta Zavaleta, Rufino, Y Zincúnegui Tercero, Leopoldo. (Risas. Aplausos.) Y habría repetidose así la memorable votación en la Cámara de los Pares que nos recuerda en páginas magistrales el desterrado de Guernesey, Victor Hugo; las páginas magistrales del "Hombre que ríe", en que cada uno de los lores, cargados de títulos de nobleza y de años a las veces, van desfilando frente al historiador y diciendo en alta voz su nombre: lord Sranhope, lord de Chesterfield, content. Aquí se diría: Abarca Pérez, callista (Risas. Aplausos); Zincúnegui Tercero, Leopoldo. (Voces: Manrique, Aurelio ¿como¿) Zincúnegui Tercero, callista; hasta que se hubiese interpelado al lord de más próxima edad y éste hubiese contestado: lord Lineo Chancharlie, Barón de Chancharlie y Hunkerville ¡no content¡ O si queréis la versión mestiza: Antonio Díaz Soto y Gama, no callista; Aurelio Manrique jr., no callista.

El C. Orozco: Lord Aurelio Manrique jr. (Risas.)

El C. Manrique: Lor ¿por qué no¿ Título de nobleza. (Aplausos en las galerías.)

Queríais, pues, por ventura, ciudadanos diputados.. y claro que he hecho mal al referirme a la lista, y debiera de hacer aquí una quintaesencia y entresacar a los líderes o a los que presumen de serlo: la lista abríase reducido entonces a la mitad de la mitad de la mitad. (Risas.) Y entonces habríase ahorrado tiempo y cada uno habría dirigido una sonrisa mental hacia el que llamaba el presidente Obregón - El glorioso presidente Obregón- el Alcázar de los Virreyes, y sugerido, subconscientemente, que se le anotase en el libro de honor, en el libro de los leales, en el libro de los adictos al régimen, al régimen imperante. Pero, ciudadanos diputados, se trataba de hacer lo que llamarían los creyentes "un acto de desagravio": este recinto, este venerable recito había sido profanado. Un hombre que no obedeció nunca etiquetas cortesanas, que supo de la cortesía real de que hablaba Longfellow, el viejo bardo norteamericano, pero que nunca supo de la cortesía cortesana, de la etiqueta cortesana, de la cortesía artificial y falsa; un hombre que así pensó y sintió, negó su saludo a otro hombre de carne y hueso como él y que no merecía su estimación. Y era necesario que profanado el recinto de las leyes se hiciese aquí un público acto de desagravio; y éste es el sentido de éste que parece interminable desfile de oradores de la mayoría, para demostrar que la mayoría es fuerte, que la mayoría es compacta, que la mayoría

. es homogénea; que hay en ella uniformidad; que cuando se pregunta aquí: ¿Son callistas¿ sabéis contestar todos con tono uniforme. (Voces: ¡Sí¡ ¡Sí¡ ¡viva Calles¡)

El C. Plancarte: ¡Y a mucha honra¡

El C. Manrique continuando: Sabéis contestar todos con tono uniforme, con un "la", índice tres, de cuatrocientas veinticinco vibraciones por segundo, uniforme e indiscutible; pero al proceder así habéis demostrado que la que habéis erigido en Comisión de control político, carece, pues usáis el anglicismo control, uso el anglicismo eficiencia, la Comisión de control político de la Cámara carece de eficiencia. (Risas. Siseos, Aplausos en las galerías.) Habéis blasonado de un espíritu de renovación; habéis eliminado a Topete, el jefe intocable y respetado de vuestra mayoría, no atacándole aquí, ocupados vuestros asientos de miembros del bloque de la mayoría, sino a la espalda. (Aplausos en las galerías.) En tanto que invitabais a cada uno de sus amigos políticos o personales a traicionarlo y defeccionar de sus filas y en tanto que un poderoso secretario de Estado entrevistaba a Topete y le decía estas memorables y enigmáticas palabras frente a su negativa a presentar su renuncia a la presidencia del bloque: "Recuerda, Topete, que tienes mujer e hijos."

El C. Marte R. Gómez: ¿Quién fue, quién es?

El C. Manrique: Alguien a quien conoce quien me interpela, y el país entero ya os conoce, afortunadamente. (Aplausos en las galerías.)

Habéis pregonado nuevos métodos, habéis hablado de renovación moral y política y habéis confiado al azar la elección de quienes han de regir vuestros destinos. (Voces: ¡No es cierto¡) Habéis, como prenda de fidelidad, otorgado graciosamente a vuestros nuevos adeptos de la mayoría -la misma de antaño, la misma de pocos días en antes-, el privilegio de tener nueva directiva de bloque cada mes; habéis entregándoles, como decorativa piltrafa, como vana piltrafa, lo decorativo, lo extraño, lo aparente: la presidencia de una sección de bloque. Así no permitiréis que nadie se fortalezca; pero habéis creado una poderosa, omnisciente, omnividente Comisión de control político y la habéis creado por dos años largos; la Comisión del poder real la Comisión de la fuerza eficaz, ésta no se renueva, ésta se conserva intocado su poder por espacio de largos años. Y bien, la Comisión de control político de la honorable mayoría de la Cámara de Diputados, frente a este problema de la persistencia en su seno de dos inconformes, de dos chiflados, de dos irredentos que se llaman Díaz Soto y Gama y Manrique, ha pretendido aniquilarnos, ha pretendido incluso arrojarnos de esta Cámara (Voces: ¡No es cierto¡) y ha preparado esta añagaza que se llamaba el debate del 14 distrito del Estado de Puebla. Y Alberto Guerrero, que habría podido en otras circunstancias tener una votación un poco más copiosa, hubo un factor más para hundirlo. Era necesario que hubiese una razón un pretexto, siquiera

importase alguna víctima, para que Díaz Soto y Manrique viniesen aquí a decir su pasión, su contenido despecho, su ira. Y se nombró entonces la Comisión; lo más connotado, lo más granado del bloque se aprestaba a la defensa contra los imaginarios enemigos. En primer término, es claro, D' Artagnan, (Risas.) luego Athos, Porthos y Aramís..(Risas. Aplausos en las galerías.) Más el debate no se presentó y entonces al menor intento de sacrilegio, de lesa majestad, de leso callismo, era necesario que los líderes de la mayoría se aparentasen a la defensa y así hemos visto desfilar por esta tribuna, en horas que parecían interminables, en una serie interminable, a los líderes de la mayoría; de los primeros el jefe de la Comisión de control político, el brillante y flamante diputado Marte R. Gómez; marcial, para honrar su nombre, era su apostura; si bien opaca y desentonada voz, monótona y cansona, recordaba el sincronismo, el automatismo de ciertos fonógrafos; pero tenía la suprema autoridad de que le invistiera voluntaria y espontáneamente la mayoría aquí congregada, y su voz se aguardaba con ansia, iba a refrescar las sedientas fauces de verdad, de decoro y rectitud de esta mayoría, y era la voz del jefe supremo, de la suprema Comisión de control político; iba a decir la verdad el supremo definidor, de que hablara Díaz Soto. Después de él no era ya posible la discusión;

después del paso de Marte R. Gómez por esta tribuna, pulverizados los enemigos, no era ya posible la discusión y estaba indicado y era discreto que el debate hubiese concluido. Pero la mayoría sintió que Marte R. Gómez no había convencido a la falacia, de la inconsistencia de nuestro argumentos a ninguno de los aquí presentes..(Siseos. Voces: ¡Ah¡ ¡Ah¡) Al venir tras de Marte R. Gómez un quinto orador; al desaparecer éste para que viniese a ocupar su turno un sexto orador; al alejarse éste para que viniese a su vez un séptimo y tras éste un octavo y al fin un enésimo orador , la mayoría confesaba automáticamente que no estaba aún convencida; que no creía que el pueblo aquí congregado lo estuviese y que no creía que que hubiese llegado al país la suprema convicción de la falacia de nuestros argumentos y de la injusticia de nuestra actitud. Si se hubiesen aquí dicho palabras de verdad nacidas del fondo de una convicción y del fondo de un sentimiento, de esas palabras que parecen escuchar los siglos, el debate se habría consumido, el debate habría terminado. Habéis confesado automáticamente la impotencia de cada uno de vuestros oradores. (Aplausos en las galerías.) De los que han desfilado por aquí -debo decir esto expresamente-, entre los que han desfilado por aquí ha habido, si bien en minoría, soy el primero en lamentarlo hondamente-, ha habido caballeros. Caballeroso, Medrano; caballeroso, Federico V. Medrano; caballeroso, el doctor Alejandro Cerisola; caballero por antonomasia, Francisco Labastida Izquierdo; casi caballeroso, David Orozco..

El C. Orozco: En sentido figurado nada más. (Risas.)

El C. Manrique: Le toca una aproximación. (Risas.) Pero ha habido en nosotros,

en muchos de nosotros...

El C. Riva Palacio: De los otros señores diputados.

El C. Manrique: Era una elipsis, compañero diputado. Esa supresión voluntaria o involuntaria de alguno o algunos de los términos de la oración

llámase elipsis, compañero Riva Palacio. (Risas. Aplausos en las galerías.)

La expresión de "los otros" no encierra nada de despectivo aquí, que era lo que temía el compañero y yo lo satisfago ampliamente diciendo que nada despectivo encierra la palabra "los otros."

El C. Orozco David: Es como en el juego del dominó.

El C. Manrique: Y nadie se ofende, ni el compañero Orozco, porque en un juego como éste en que hay desquite, no hay quien se pique.(Aplausos en las galerías.) Y bien, desfilaron en serie interminable, en esta tribuna, al mandato imperioso de la Comisión de control político, de la ineficiente Comisión de control político, los oradores, de algún modo hemos de llamarlos, como decía Valbuena. (Risas.) Y pronunciaron aquí largos y apasionados discursos; decía también Valbuena, a propósito de esto de discursos, que "a cualquier cosa se llama chocolate en las casas de los huéspedes."(Risas. Aplausos en las galerías. Murmullos. Campanilla.) Dios habla por el que calla.

Y bien, demostrando la impotencia, confesando casi tácticamente la impotencia de cada uno de quienes aquí desfilaron para convencer a la propia Asamblea y para convencer al pueblo del país, habéis pretendido compensar con vuestra cuantía numérica vuestra pobreza cualitativa, y reproduciendo involuntariamente la filosófica observación de don Ramón de Campoamor, habéis recordado el retruécano de los muchos pocos y de los pocos muchos. (Risas. Aplausos en las galerías.)

A la maravillosa, a la elegante metáfora de Marte R. Gómez, cuando hablaba de los perros ladrándole a la luna, (Risas.) yo podría oponer de paso, podríamos decir, si siguiésemos la metáfora: los perros, Díaz Soto y Manrique - elegante decir -; la luna, el ciudadano general Calles.

El C. Orozco David: ¡Los hermanos perros ¡ (Risas.)

El C. Manrique: Díaz Soto y Manrique. (Risas.) La hermana luna, el ciudadano Calles. Si siguiésemos la metáfora, ni siquiera astro de luz propia, sino satélite, que ha de perder su luz cuando el astro rey se apague. (Aplausos en las galerías.)

Este es el peligro de la metáforas, ciudadano diputado Marte R. Gómez, cuando tan desempeñadamente y con tan poca elegancia y oportunidad se las maneja; sin embargo, si queréis metáfora caninas sería irrespetuoso traer aquí una metáfora asnina o asnar; si insistís en que aquí se use para honra del país de metáforas caninas, yo os daré alguna en el habla popular, en el habla mestiza; cuando la hidalguía popular protesta porque muchos hombres a quienes se llama entonces despectivamente "montoneros", se ensañan contra uno o dos combatientes, el habla popular, el habla mestiza, la ingenua, la ingeniosa, la viva, la brillante habla popular tiene entonces amarga expresión: ¡cuántos perros para un pobre hueso! (Aplausos y risas.) Para un pobre hueso, comentaría yo, para un pobre hueso bicápite, Díaz Soto y Gama y Manrique, un poco duro de roer. (Aplausos y risas.) No más elegante por cierto que la metáfora popular, no más vigorosa la del poeta francés, el mismo inmenso Hugo, cuando en una de sus canciones de Gesta, en una lucha de Roldán contra un sinnúmero de adversarios, en una lucha de uno contra trescientos, tiene la rabiosa, la ardiente expresión aquella: ¡Et combien does pous faut il pour manger un lion! ¡Y cuántos piojos se necesitan para devorar un león¡ (Aplausos.) Habéis protestado indignados por la afirmación de Díaz soto y Gama cuando decía que en la elección de presidente provisional existía una consigna. Ciudadanos diputados, la afirmación de Díaz Soto es exacta, es exacta por lo menos en parte. Esto para quienes, como el compañero Real, se apresuraron afectuosamente a protestar, a protestar negando, es mi afirmación, mi limitación, cuando que la afirmación es rigurosamente exacta siquiera en parte. Ha habido aquí quienes han votado por Emilio Portes Gil con intimo alborozo, con profunda satisfacción. Así claro está, sus compañeros de la diputación de Tamaulipas; así claro está, los diputados de un Estado vecino, Nuevo León; así, claro está. Pero perdonadme si sigo enumerando, quien enumera excluye y serían excluidos algunos. No quiero hacerlo.

El C. Orozco: ¿Y Sotelo cómo votó, con gusto o sin gusto? Porque votó.

El C. Manrique: Yo no soy delator, compañero Orozco. Os habéis equivocado, compañero Orozco.

El C. Orozco: Pero Sotelo votó a favor de Portes Gil; es un hecho.

El C. Manrique: No, en mí no hay un delator, ciudadano Orozco.

El C. Orozco: Si no es una delación. Sotelo votó en favor de Portes Gil.

No le pregunto que a favor de quién votó, sino si lo hizo con gusto o sin gusto.

El C. Manrique: Debo suponer que votó Sotelo de acuerdo con su conciencia. Ha sido amigo mío y yo nunca niego a mis amigos, siquiera ellos me nieguen a veces. Aplausos.)

Habéis negado que la consigna existía, y yo creo que ha habido aquí diputados que han votado por el nuevo presidente provisional con íntimo alborozo, con profunda convicción; pero sé también, y el país lo sabe, que ha habido aquí cortesanos que han votado también con íntimo alborozo, pero no por simpatía a Portes Gil, no por la profunda convicción de las cualidades que en él concurran, sino por saber que el poderoso, que el hombre del Alcázar de los virreyes había indicado expresamente su pensamiento. A Cerisola, que ingenua o mañosamente - esto de mañosamente lo aprendí en la sesión de ayer, compañero Gustavo González; (Aplausos y risas.) interpelaba a Díaz Soto, triunfal, sonriente, fino; ignora Díaz Soto, decía, que sus días antes, muchos días antes, largas horas antes de que en este recinto surgiese de las urnas el nombre de Emilio Portes Gil, allá en las tres veces heroica Veracruz, el apóstol popular, el Mancinelli del puerto, que se llama Palazuelos Lécegui - claro que esto es comentario mío -, Palazuelos Lécegui ya consideraba, fijos bien, el sentir de los elementos populares veracruzanos, y éstos a él, a su diputado, a su enviado -nunca más propio el adjetivo -, a

su diputado, a su mandatario, indicábanle que debía proponer aquí la figura de Emilio Portes Gil, y esto, ciudadano Cerisola, es rigurosamente cierto y también lo es que en Guanajuato podrían citarse casos análogos y también lo es que en Nuevo León cosa análoga se hizo, y todo esto es verdad, ciudadano Cerisola, por eso duele. Bien, he aquí el complemento que habráis preferido que yo no dijese, pero es sólo una parte de la verdad; esto es la verdad, pero no es toda la verdad; y si queréis cronología y si invocáis la cronología como argumento, yo os diré, como argumento: si pues en estas cosas, en los hechos históricos la antecedencia señala casi siempre con mucha frecuencia relación de causalidad; si lo que ha sido es muchas veces causa de lo que sigue, hablo en serio, la consulta de Palazuelos, la consulta de los compañeros de Guanajuato y algunas otras actitudes análogas, podrían haberse considerado como determinantes, como causantes de lo aquí acontecido; pero, ciudadano Cerisola, es esto voluntaria o involuntariamente, ingenua o mañosamente, es esto un sofisma, una digresión. Aquí habláis mucho de sofismas y no habéis citado sofismas concisos, concretos en la argumentación mía y en la argumentación de Díaz Soto. Pues bien, ciudadano Cerisola, es un sofisma, que la metodología clasifica, que la lógica clasifica la lógica llana - perdonad el barbarismo - post hoc.

El C. Cerisola: Post hoc, ergo própter hoc.

El C. Manrique: El la ha completado: ergo própter hoc. Enuncio yo el antecedente, y completa Cerisola: post hoc ergo própter hoc. La elección de Portes Gil sucedió post después; posterior a las actividades de Palazuelos Léycegui, a las de Medrano, etcétera; ergo, luego; própter hoc, a causa de esto. La pobre cocinera sufrió un romandizo; la víspera acontece un eclipse de sol, ergo el romandizo debióse, en buena lógica pueblerina, al eclipse de sol ciudadano Cerisola. La elección de Emilio Portes Gil fue posterior a las actividades de Palazuelos Léycegui, ergo Léycegui es el padre de la criatura.

El C. Riva Palacio: ¡Y Medrano es la madre! (Risas.)

El C. Manrique: Pero ciudadano Cerisola lo que es causa de la causa es causa de lo causado. Perdonad la involuntaria pedantería, la involuntaria pero sólo aparente pedantería; seré más familiar y más llano como acostumbro serlo: la actividad de Palazuelos Léycegui y la actividad de algunos guanajuatenses fueron anteriores a la elección de Portes Gil; pero tienen a su vez un antecedente: al día 2 o el día 3 de septiembre - no me importa la fecha precisa, pero, de todos modos, no sólo antes de la elección de Portes Gil, sino antes también de la actividad de Palazuelos Léycegui y de la actividad de Palazuelos Léycegui y de la actividad de algunos guanajuatenses -, el día 2 o el día 3 de septiembre el presidente de la República de los Estados Unidos Mexicanos convocaba en sitio oficial, en recinto oficial, a los altos jefes del Ejército Nacional. Y en esa junta, legítima o no - no es éste para mí punto a discusión, pero sí antecedente para todo lo posteriormente acaecido en el mismo terreno -, en esa junta de generales, en esa junta militar convocada por el ciudadano presidente de los Estados Unidos Mexicanos, en esa junta un general, uno de los asistentes, uno de los allí presentes - asistente adjetivo, no asistente substantivo -, uno de los asistentes, uno de los presentes, uno de los generales, uno de los presentes pidió la palabra, el primero, para decir a los allí congregados: compañeros -con aquella suprema elocuencia característica de los buenos soldados, la elocuencia militar, género formidable de oratoria -; compañeros, en esta junta - no pretendo ser textual, es claro, no pretendo reproducir textualmente las palabras, creo que seréis tolerantes para estas pequeñas divergencias de la realidad -; compañeros - afirmaba el miliciano -, señores compañeros: en esta junta, de esta junta a que nos ha convocado el ciudadano presidente de la República, creo que debe salir el ciudadano presidente provisional. Compañeros: yo los invito a ustedes a probar la candidatura del licenciado Emilio Portes Gil.

El C. Orozco: ¿ El nombre del miliciano?

El C. Manrique: He repetido, ciudadano Orozco, que no soy delator. - El C. Orozco: Es una calumnia. No es delator el que fija un hecho y un nombre, Manrique. - El C. Manrique: A Orozco ahora si le pido un poco de paciencia. Amigos, yo he fijado un hecho el nombre es en esta cosa accesorio. Alguna ocasión, cuatro años ha, conferenciado telegráficamente con el todavía actual presidente del país, ciudadano Calles, le decía yo, ordenando al telegrafista que trasmitiese: "Sé, ciudadano presidente, que esta usted al otro extremo del hilo telegráfico; con los ojos de la imaginación me parece ver los suyos fijos en los míos y mi mirada no se desvía. He dicho a usted toda la verdad y sólo la verdad en estos momentos." Acaso no me equivoque imaginando que me escuchaba el ciudadano Calles, creo que su mirada se cruza con la mía y mi mirada no se desvía. (Voces: ¡Sois valiente!) No, recto. Quiere esto decir.

El C. Sotelo: Permítame una interpelación una aclaración.

El C. Manrique: No. (El orador, involuntariamente, con un ademán hace rodar por tierra una de las cubiertas del micrófono) ¡Es una protesta muda del pobre radio! Al afirmar esto no he mentido: en la junta de generales, uno de los presentes afirmó, expresó, propuso que se votase o se decidiese aprobar la candidatura para presidente provisional de Emilio Portes Gil.

El C. Santos Gonzalo N.: ¡No es cierto!

El C. Orozco: ¿ Esta es vuestra verdad?

- EL C. Manrique: Esta es mi verdad.

El C. Orozco: Muy flaca verdad.

El C. Manrique: Muy bien. Esta junta es un antecedente del viaje de Palazuelos Léycegui a Veracruz, es un antecedente de la elección. En parte siquiera existe la voluntad, suprema para muchos de vosotros, decisiva para muchos de vosotros, para algunos de vosotros argumento único quizá, la voluntad del ciudadano presidente. Yo no llamaré a esto una consigna; será para algunos de vosotros - los que os halléis en ese caso - indicación consejo de hombre superior, consejo de amigo. Yo no discuto la sinceridad de la adhesión de algunos

de vosotros, no de todos vosotros, al presidente Calles; no estoy dudando de vuestra adhesión tengo derecho a discutir la sinceridad de algunos.

El C. Orozco: No es usted delator, por eso no le pregunto a quiénes.

El C. Manrique: Habéis querido hacer un acto de desagravio y no os habéis limitado a contestar mis argumentos en torno a la defensa de la memoria del general Obregón: impugnaba y condenaba a aquellos que pretendían deturparla. Habéis aprovechado sabiamente - creísteis - la oportunidad para venir a decir desde aquí vuestra profesión de fe callista, para hacer desde aquí un acto de desagravio; pero habéis demostrado, pretendiendo suplir con vuestra cuantía numérica, vuestra - en este caso al menos - insuficiencia y pobreza cualitativa - hablo del debate concreto y no pretendo emitir un juicio dogmático ni necio sobre vuestras personalidades -; habéis pretendido suplir vuestra pobreza en el debate, en este debate concreto que habéis abordado, en que la verdad y la justicia no os asistían, y en que por ello estabais ya de antemano condenados ante la conciencia del país. Habéis pretendido, insisto, suplir vuestra cuantía numérica con vuestra cuantía numérica, vuestra pobreza cualitativa, y habéis así debilitado y desprestigiado a esta mayoría de cuya fuerza y de cuya capacidad tanto os ufanáis. (Voces: ¡No¡ ¡No¡) Esto en cuanto al éxito moral, es para mí lo único definitivo; en cuanto a los procedimientos habéis seguido los de antaño: habéis invitado a la traición y a la defección; habéis sonreído ufanos, algunos de vosotros, cuando algunos de aquellos a quienes reputabais como amigo nuestro, ha venido a negarnos a esta tribuna, ha venido a negar al amigo, ha venido a desautorizar al amigo; entonces vosotros, que habláis insinceramente de unión, de amistad, de lealtad, de respeto a la palabra empeñada - este "vosotros" se refiere a los líderes, a los inspiradores de esta mezquina, de esta ruin, de esta innoble conducta -, aquellos de vosotros que habéis sonreído al advertir, al escuchar que alguien a quien reputabais amigo nuestro había negado desde aquí al amigo. Habéis invitado así a la traición. Si lograseis arrancarnos, mediante esta indigna táctica, a todos nuestros amigos, podéis creer que la ley de la compensación nos sería generosa, y que por cada amigo que perdiésemos dentro de este recinto parlamentario, ganaríamos allá afuera, sobre la ancha haz del territorio, en el país entero, donde hay muchos espíritus verdaderamente rectos y nobles que condenan toda infidencia, toda traición, toda deslealtad, todo culto innoble al poderoso; por cada amigo que nos hubieseis arrebatado aquí, con poder político o sin él, nos habráis dado en cambio muchos centenares, acaso muchos millares de adhesiones de almas rectas y francas que condenan todo lo innoble, que condenan todo lo torcido, que condenan todo lo mezquino, diputado Marte R. Gómez.(Aplausos en las galerías.)

El C. Real: Una interpelación, compañero Manrique.

El C. Manrique: Le suplico me perdone si no le concedo la palabra. A Carlos Real, caballero y amigo y hombre recto, le pido me perdone no le conteste su interpelación.

El C. Orozco: ¡Es perdón literario!

El C. Manrique: ¡Perdón literario! La interpelación de un caballero no podría ser para mí un peligro. Le suplico me dispense no le conceda la palabra para interpelaciones, porque ya he fatigado a la Asamblea y debo concluir dentro de breves minutos.

Nos habéis atribuido, en esta interminable serie de acometidas a Díaz Soto y a mí, nos habéis atribuido argumentos y palabras que nunca tuvimos. Si amáis la verdad, si deseáis buscar el alcance de nuestras afirmaciones aprended a esperar. Leed pacientemente, en próxima oportunidad, el DIARIO DE LOS DEBATES, fuente auténtica de la verdad, que es de suponerse, salvo las naturales deficiencias, resultado de humana imperfección; guardad, digo la versión taquigráfica, que ha de contener las verdaderas palabras por nosotros expresadas. Para entonces reclamadnos, pedidnos en su oportunidad que expliquemos el alcance de tal o cual afirmación o expresión nuestra; pero antes de ahora, si no estáis seguros de haber escuchado bien, de haber retenido bien una afirmación, no torzáis la verdad, no alteréis la verdad, siquiera involuntariamente.

Permitid que os recuerde que esta Cámara tiene el deber de abordar serios problemas legislativos; pero que tiene también una alta misión orientadora. Yo ciudadanos diputados, no me empeño en que vuestra mayoría se rompa; (Una voz: ¡Aunque te empeñaras!) pero soy de los que creen que sería saludable que se dividiese.

El C. Orozco: " Divide y reinarás."

El C. Manrique: Yo, ciudadano Orozco, estimo que esta Cámara que los miembros de la que llamamos Colegisladora, deben, debemos estar absolutamente unidos en lo esencial de la doctrina revolucionaria; pero creo también que la divergencia, siquiera en lo secundario es humana y natural. Creo y afirmo, y lo he afirmado siempre, que la divergencias siquiera en lo secundario, son humanas; afirmo que la uniformidad no es ley de la vida humana; es más afirmo que la uniformidad no es ni fue nunca ley de la vida biológica, de la vida natural universal; afirmo que la uniformidad es artificial y falsa; afirmo a priori, esta vez dogmáticamente, que cada vez que aquí se registra, en asuntos de trascendencia y por ello mismo litigiosos y discutibles, votación unánime, habrá habido en esa votación, habrá estado esa votación tocada, manchada de una proporción difícil de cuantificar, difícil de precisar, pero no menos positiva, de alguna proporción de artificio, de alguna proporción de falsedad, de alguna proporción de presión sobre el espíritu vuestro, para impedirnos, a aquellos de vosotros que obedezcáis a esa presión, la libre y espontánea expresión de vuestro pensamiento, de vuestro sentir, afirmo y reitero que la uniformidad no es regla ni norma de la vida humana; afirmo que lo uniforme es lo falso; afirmo que lo real es lo vario, lo diverso, lo cambiante; afirmo que hay aquí, a despecho de las aparentes, de las pasajeras y artificiales votaciones unánimes, divergencias de sentir, aquí ciudadanos diputados, no sois números, no sois fichas

idénticas en un casillero que sea fácil, que sea posible cambiar indiferentemente de sitio. Cada uno de vosotros es diverso, siquiera en lo accidental, siquiera en lo accesorio de cada uno de vuestros compañeros. Coincide esta mi tesis en lo esencial, en la afirmación del deber nuestro de consagrar mayores esfuerzos a la obra de la reforma social; pero tened el valor tened la nobleza, tened el decoro, tened la hombría, tened el orgullo de disentir de vuestros compañeros, de vuestro jefes, del presidente de la República, con vuestro sentir. Tened la hombría de decir, si alguna vez en nuestro fuero interno disentís de la opinión dominante, tened el valor y la hombría de decirlo, esto es lo que os pido. Yo no os estimulo a que defiráis, os estimulo a decir vuestras divergencias, siquiera sea en el seno de vuestro propio bloque, en el seno de nuestra propia mayoría. Yo os invito a arrancar y a matar en vuestro espíritu todo lo artificial, todo lo parasitario, todo lo falso. Dejad que la libertad, dejad que la pasión.

El C. Orozco: " ¡Dejad que los niños se acerquen a mí!"

El C. Manrique: Dejad que la libertad y la pasión os anime, sin que esto excluya, claro está, la disciplina que ha de normaros. Yo no condeno vuestra disciplina, pero creo que no debéis confundir la disciplina con la insinceridad, creo que la disciplina debe ser voluntaria y deliberada y espontáneamente aceptada. Arrancad de vuestros sistemas deliberativos, de vuestros sistemas de trabajo todo lo artificial y torcido y una vez que hayáis unificado vuestro sentir, subordinado a las decisiones del mayor número, dejad la libre deliberación; permitid que aquí dentro, si hay todavía fuera de vuestro seno diputados a quienes no hayáis logrado persuadir, convencer de vuestra plena alteza de miras, de que toda la razón os asiste; si todavía hay aquí algunos irreductibles para quienes no hayáis tenido la fuerza moral bastante para encenderlos con vuestra pasión, con vuestra elocuencia; si hay aquí todavía de esos indiferentes, de esos insensibles, de esos ciegos a la luz vuestra, de esos sordos a la voz vuestra, a la música vuestra, perdonadlos y permitidles que ellos digan, a su vez, su parte de la verdad, la vuestra y la nuestra han de sintetizarse algún día y han de permitir que el país se acerque a la pasión de la verdad. Entretanto huyamos de exclusivismos, no proclamemos torpemente que la verdad es nuestra, sólo nuestra. Ninguno de nosotros, ciudadano Marte R. Gómez, se ha declarado nunca poseedor de la verdad; dice su verdad con apasionamiento; pero los dictados de líder, de pontífice, son cosa vuestra, ajena a nosotros, cosa no inspirada por nosotros, sincera unas veces y desleal en las otras, pero nunca nuestra. Nosotros hemos venido a decir, no humildemente - la expresión no sería sincera en mis labios - , no humildemente, no valerosamente tampoco, pero nunca podéis creerlo - deslealmente, lo que creemos de nuestro deber decir al país, a la República.

Ciudadanos diputados: no retiro una sola de las palabras por mí pronunciadas desde aquí. Si ha habido aquí entre vosotros, alguno por lo menos, uno por lo menos, con espíritu de cortesano, con espíritu de lacayo, con espíritu palaciego que soñó alguna vez en dirigirnos, en aniquilarnos, en presentar en alguna metafórica bandeja de plata alemana la ensangrentada cabeza de este pobre Bautista; (Siseos.) si alguno de vosotros............

El C. Orozco: Soto y ama es la Salomé.

El C. Manrique: Si alguno de vosotros ha pensado en esto, ese alguien ha fracasado; si alguno de vosotros ha pensado en esto, aquél ha fracasado. La mayoría de vosotros -no he dicho nunca la totalidad -, la mayoría de vosotros está formada por hombres que tienen, modesta o brillante, una ejecutoria revolucionaria. Recordad que el dogma jacobino de la libre discusión de los hombre, de la libre discusión de las ideas y de las cosas tiene que seguir siendo ley de la vida nuestra, de la vida democrática nuestra. Claro que esto de democrática, el adjetivo "democrático" es complejo y sabéis bien el sentido que yo le doy, pero con todas sus limitaciones lo empleo conscientemente. Y en la vida democrática nuestras recuerdo que en la libre discusión tiene que ser elemento esencial, elemento primordial, base absolutamente - recuerdo la expresión, paréceme que de Cerisola -, base absolutamente inconmovible de nuestra nueva vida nacional. Yo no creo en el mensaje nacional, digo yo no creo que el mensaje oficial del presidente de la República - ésta es expresión absolutamente serena, desprovista siquiera en este aspecto de toda pasión -, yo no creo que el mensaje del presidente de los Estados Unidos Mexicanos - prescindiendo de sus aspectos para mí discutibles por este solo momento -, pudiese tener por sí solo virtud bastante para renovar a un pueblo; lo que en él haya de sincero será lo único que de él sobreviva; lo que en él, poco o mucho - no me toca a mí, apasionado contradictor de presidente, cuantificar o estimar esa proporción de verdad o sinceridad -, lo que en él sobreviva de mi pasión, de las invectivas calladas, de los ataques callados o expresos de sus contradictores; lo que en él haya de sincero será lo único que sobreviva. Yo os invito a ser en cada uno de vuestros actos profundamente sinceros. Si el mensaje de presidente contiene alguna suma de sinceridad será ella el único elemento eficaz para contribuir, no para determinar la renovación del país por arte de magia, sino para contribuir en forma positiva a la renovación; pero esta renovación no puede ser obra de un hombre solo, por muy sincero que lo supongáis, y sé que lo suponéis sincero; por muy recto que lo supongáis, y sé que lo ponéis recto.

El C. Riva Palacio: ¡Lo es!

El C. Manrique: Yo no puedo decir que lo es.

El C. Riva Palacio: ¡Lo es!

El C. Manrique: Mi juicio no coincide con el vuestro pero sé que muchos de vosotros le suponéis absolutamente sincero y recto.

El C. Riva Palacio: No lo suponemos, lo es.

El C. Manrique: Pero la renovación nacional no puede ser obra de un hombre solo, sino de todos y cada uno de nosotros. En esta obra, que es obra común, hemos de contribuir todos. Si a esa obra nos invitáis, a esa invitación, a ese llamado fraternal vuestro, a ese llamado concurriremos. Si nos

invitáis a cooperar con vosotros a forjar la patria futura, que ha de forjarse con el sacrificio y el desinterés, siquiera en lo humanamente posible de cada uno de nosotros, a esa obra, a ese llamado Díaz Soto y yo y nuestros seguidores, pocos o muchos - y podéis creer que son más numeroso de lo que la pasión pudiera imaginar -, todos estamos dispuestos a contribuir. Entretanto consentidnos porque tal es vuestro deber; no vengo aquí a suplicaros, vengo a recordaros, pero afectuosamente, que vuestro deber es permitirnos, como lo habéis hecho hoy para honor de vuestro, la libre expresión de nuestras ideas.

Antier, el apasionamiento, pasajero por fortuna; ayer la serenidad, que a ratos por contraste con la pasada sesión, fui yo el primero en romper frente a la cometida del buen Cortina, que elogiándome a mí pretendió deturpar a Díaz Soto. Si ya la víspera Marte R. Gómez pretendió, elogiando a Díaz Soto, invitarlo a que me negase a mí, habría de ser más tarde Cortina, copiando involuntariamente la táctica de Marte R. ó. Gómez, que creyó ser hábil y maquiavélica, habría de ser Cortina quien me invitase a mí a negar a deturpar a Díaz Soto, afirmando, porque Antonio Díaz Soto no había halládose personalmente presente al lado del cadáver de Obregón, que Antonio Díaz Soto, a diferencia de Manrique, había faltado a su deber. Y yo no contesté a Cortina, con apasionamiento que me obligó a interrumpirle, que también Antonio Díaz Soto y Gama - y esto lo repito ahora - había cumplido con su deber. Yo no me refiero a lo accesorio, a la materialidad de que hubiera halládose al lado del cadáver del presidente. Voces: (¡Ah! ¡Ah!) Pero yo os aseguro, aseguro a mis interruptores, quienesquiera que seáis, que Antonio Díaz Soto y Gama bajo el peso de la más dolorosa crisis moral que ha sufrido nunca, según nos ha referido a los amigos con voz velada por la emoción; bajo el peso de la dolorosa crisis moral, si no estuvo presente, es claro, espiritualmente a lado nuestro. Yo os digo también, por contraste, que el cortejo fúnebre de Alvaro Obregón desfilaban hombres que sentían hondo gozo, íntima y mal disimulada fruición por la muerte del gran ciudadano. Que no se pretenda ahora torpemente señalar a Soto y Gama como desleal. ¿Quién hay aquí de vosotros que se levante como acusador, que crea que Antonio Díaz Soto y Gama ha sido desleal a Obregón desaparecido? ¿Quién hay aquí de vosotros? Nadie es claro, que pretenda señalarlo como desertor y por contraste se me elogia a mí, yo tengo derecho de creer que se pretende que yo, halagado por la maniobra, venga a negar aquí a quien ha sido mi jefe, a quien ha sido mi amigo, a aquel a quien reputo como hermano mayor, a uno de los precursores de la Revolución Mexicana, a quien no podrán los hombres que le niegan deprimir ni empequeñecer, porque ha tenido y sigue teniendo, a despecho de las tentaciones, el supremo desinterés de pensar más en las cosas espirituales y en el camino que el deber le marca, que en las cosas perecederas que a algunos otros preocupan.

Amigos, perdonadme, sed tolerantes, siga siendo la fisonomía de la Cámara, la del conjunto de estas sesiones, apasionamiento que no excluya, la sinceridad, apasionamiento y espíritu de adhesión sinceramente sentido, que no excluya el respeto a quienes lo sienten como vosotros; señalaos una meta y esforzaos por alcanzarla y así habréis contribuido conmigo, con vosotros, si aceptáis para ese solo fin, nuestro contingente modesto; habréis contribuido, habremos contribuido todos a forjar la patria nueva que ha ser no solamente un legado que trasmitamos intocado a las nuevas generaciones, sino un legado enriquecido, un legado acendrado, acrecentado por nuestro sacrificio, acrecentado por nuestra abnegación, por la fe nuestra. (Aplausos nutridos en las galerías.)

El C. Presidente: Tiene la palabra el ciudadano Melchor Ortega. (Aplausos.)

El C. Ortega: Honorable Asamblea: Si por nuestra incapacidad, señalada por Manrique, por el león Manrique.....

El C. Ortega: ..... Nos priváremos de venir a cumplir con nuestro deber, yo estoy seguro que muy pocos de los señores diputados vendríamos a hacer uso de la palabra. Nunca hemos hecho gala de oratoria, ni prodríamos compararnos, dentro de este terreno, con Manrique y Soto y Gama, lo hemos dicho hasta el cansancio, pero tenemos derecho a venir a abordar esta tribuna; tenemos derecho de venir a hablar con toda verdad y exponer nuestro criterio; él dice, Manrique, que viene a decir su verdad, y nosotros venimos a decir la nuestra. Yo debo manifestar a la Asamblea y a la nación que hemos traído a Soto y Gama y a Manrique a este debate.

El C. Manrique: ¡Que no hemos rehuido, chiquitín!

El C. Ortega: .... Que hemos querido que, contra la labor de intriga, contra la labor que se hace al oído y en corrillos, pérfida y malvadamente, se viniera a esta tribuna, donde, después de aclarados conceptos cada quien se iría al campo que mejor le conviniera.

Hace un momento el diputado Manrique se refirió al DIARIO DE LOS DEBATES como testigo fiel de las palabras en esta tribuna vertidas, y al DIARIO DE LOS DEBATES de 21 de noviembre de 1927. Voy a referirme para contestar, con un discurso de Soto y Gama, desde esta tribuna, el que dijo antier en este mismo sitio. La sesión se efectuaba con motivo de la ampliación del período presidencial y decía Soto y Gama en uno de sus párrafos:

"Los revolucionarios envenenados por libros europeos y envenenados por teorías sin conexión con la realidad, hemos olvidado muchas cosas, y , entre ellas, olvidamos ésta esencial: el factor dirección, o el factor directores de la industria, la necesidad de directores en la industria. Ya la misma Rusia Soviética reconoció la necesidad de directores, que no entendíamos los que estábamos envenenados en 1914 y 15 con ideas europeas; la necesidad de directores en el terreno político, la necesidad de guías de las multitudes, como dice el dictamen; y uno de

esos guías es el general Obregón, y otro de esos guías es el general Calles."

Soto y Gama nos ataca sofisticadamente diciendo que nosotros tratamos de hacer de Calles el sumo pontífice de la Revolución el hombre indiscutible, y la sola presencia de ellos aquí, atacándolo injustamente, a nuestra manera de pensar, pero muy rudamente de todos modos, es la mejor demostración de que nosotros no queremos ni tenemos ídolos, que nosotros queremos que los hombres se discutan, pero tenemos el perfecto derecho, de acuerdo con esto mismos consejos de Soto y Gama, todavía no hace un año, de escoger a los hombres, al hombre que ha de dirigir a la Revolución. (Aplausos.)

Prosigue Soto y Gama:

"No crean señores laboristas que yo vaya a cometer la injusticia de denigrar al general Calles, cualesquiera que fueran los motivos personales o del grupo que fuera por ello. El señor general Calles ha hecho obra recia, obra entera de revolucionario y lo reconozco y haría muy mal en no reconocerlo."

¿Como va a ser posible, señores representantes que después de leer estas palabras de Soto y Gama podamos creer sinceras o inspiradas en buena fe las que anteayer venía a decirnos a esta misma tribuna, y en lo absoluto contradictorias? Pero hay alguno más. Decía Soto y Gama, en otro de los períodos de este mismo discurso: " ¿Quién preside, pues, a la Reacción en estos momentos? El clero. El clero, macabramente, prepara los golpes de mano, prepara los cuartelazos y corrompe a los revolucionarios."

Todavía no hace un año venía a decirnos esto Soto y Gama, y ya ahora viene a decir que les permitamos la sotana y que hagamos no sé cuántas más concesiones a los curas, que ayer atacaba. En otro de los períodos de su mismo discurso les decía a los laboristas - yo no quiero leerlo para no cansarlos, pero aquí está - que no se compadecía la actitud de ellos cuando se trataba de Calles y no se hablaba al mismo tiempo de Obregón. Es decir, significaba con esas palabras, categórica y textualmente, el señor Soto y Gama, que Calles y Obregón, a su juicio - todavía no hace un año - eran lo que hemos venido a sostener nosotros en esta tribuna: una misma cosa; eran los portaestandartes de la Revolución, los hombres unidos por el mismo ideal.

El C. Manrique: Noviembre.

El C. Ortega: Ha llovido ¿verdad?

El C. Ortega: Creo, si mal no recuerdo, que habló de fuetazos dados al Partido Nacional Agrarista durante la actuación del Gobierno que preside el señor general Calles.

Yo no sé si los señores directores del Partido Nacional Agrarista llamarán fuetazo a la ayuda pecuniaria que recibían para el sostenimiento de su partido y desarrollo social del Gobierno del general Calles. (Voces: ¿Cuánto?)

Aquí tengo los recibos.

El C. Orozco: Que se lean.

- El C. Ortega leyendo:

"Recibí de la Pagaduría del Poder Ejecutivo Federal la cantidad de $ 1,000.00 (un mil pesos) que por acuerdo del C. Presidente de la República se me ministra para gastos en el desempeño de una comisión reservada, cuya suma corresponde al presente mes.

México, D. F., a 23 de febrero de 1927. - Lic. Rodrigo Gómez. - Vo. Bo..- El secretario particular. - Páguese con cargo a la patria 1030 del Presupuesto de Egresos vigente. - El presidente de la República."

El C. Camarena Leopoldo: Pido la palabra.

El C. Presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Camarena: He pedido señores diputados, la palabra, y después pasaré a esa tribuna para hablar con brevedad acerca de algunas rectificaciones que quiero hacer. Por el momento, aprovechando la buena disposición del orador, solamente debo decir, como un tributo a la justicia, como un tributo a la verdad, que tengo conocimiento de que ese dinero no llegó al Partido Nacional Agrarista. (Aplausos de las galerías.)

El C. Ortega: Yo agradezco al compañero Camarena que me haya venido a ayudar. Rodrigo Gómez era el presidente del Partido Nacional Agrarista.

El C. Camarena: El secretario general.

El C. Ortega: Secretario general, que es la misma cosa. Y durante la friolera de tres años consecutivos, Rodrigo Gómez recibió del gobierno del general Calles la cantidad de mil pesos mensuales para ayuda y sostenimiento del Partido Nacional Agrarista; aquí están los recibos.

El C. Sotelo: Por eso depusieron a Rodrigo Gómez.

El C. Manrique: Me permite.......

El C. Ortega: No, compañero, hay tiempo; usted ni caso me hizo, yo le contesto ahora, usted ni siquiera me contestó, Dice Sotelo que por eso depusieron a Rodrigo Gómez. Yo creo, compañero, que cuando un partido como el Nacional Agrarista, cuando líderes de la talla de Soto y Gama y Manrique, que por sí y ante sí se hacen llamar los más honrados de la Revolución, una expulsión de esta naturaleza por el decoro de ellos mismos, deberían haberla hecho pública.

El C. Camarena: Fue expulsado.

El C. Ortega: Pero no por esta causa. Ya ven ustedes los fuetazos a que se refirió Soto y Gama. Y yo presumo que el disgusto de estos señores obedece y viene desde el día en que dejaron de percibir esos mil pesos que por agotamiento de la partida respectiva dejaron de suministrarles temporalmente. Yo, sinceramente, con toda honradez no puedo creer, después de lo leído en el DIARIO DE LOS DEBATES y después de los recibos que tenemos a la vista, en la sinceridad y mucho menos en la buena fe de Manrique y Soto y Gama. (Aplausos.) Una voz en las galerías: ¡Son puras mentiras!) Aquí están los recibos, señores antieleccionistas de las galerías, que venís a aplaudir a Manrique, aquí están las pruebas.

Voy a tocar otro punto de enorme interés y cuya contestación categórica la darán para nosotros los elementos de la Revolución, individuos que por su honor, que por su pundonor de jefes del ejército, que si no me escuchan por el radio lo sabrán

por la prensa, y los invito a que contesten a Representación Nacional, en forma categórica, sobre la junta que se tuvo en el palacio Nacional, respecto a la mentira, a la burda mentira de Aurelio Manrique, la criminal calumnia con que pretende desorientar al país.

El C. Manrique: ¿Cuántos años de prisión?

El C. Ortega: Tenéis fuero. Dice Manrique que en esa junta de Palacio Nacional se nombró al licenciado Portes Gil presidente de la República, es decir, que allí se hizo la sugestión que posteriormente se viniera a imponer a esta Cámara. Justo es que sepa la Nación el significado y la enorme trascendencia de esa junta militar. Debe saber Aurelio Manrique y lo sabe, pero dolosa y mañosamente pretende olvidarlo, que cuanto esto aconteció, ya en el elemento militar principiaba a perfilarse una división, división que hubiera dado al traste con la paz de la República, división que hubiera puesto en peligro los intereses mismos de la Revolución; ya dentro del elemento militar algunos políticos habían hecho germinar la idea, siquiera digámoslo así, que posiblemente fuera alguno de ellos o varios de ellos los indicados para sustituir a Calles en el poder, y en derredor de algunos de esos militares que se mencionaban se empezaban ya a formar grupos de simpatizadores dentro del elemento militar, y fue al llamamiento patriótico, fue al enorme desinterés de las palabras del general Calles como en esa junta el elemento revolucionario, el elemento que no podrá ser para mí sino los compañeros de lucha, los que han ido como muchos de nosotros a sostener con las armas los principios de la Revolución; el elemento militar, que sobre militar es revolucionario, salió perfectamente unificado de esa junta, comprendiendo que su papel era permanecer al margen de la política y estar alejado de esta situación, permaneciendo como fieles guardianes de las instituciones del país. (Aplausos.)

El C. Riva Palacio: ¡Pero no lo comprende así Manrique!

El C. Ortega continuando: Y miente pérfidamente Manrique al asentar lo contrario.

El C. Manrique interrumpiendo: Yo no os he dicho tanto.

El C. Ortega: Yo me cansaré de deciros eso, y más, compañero Manrique. (Aplausos.)

El C. Manrique: Está bien. Cada uno de lo puede ¿verdad?

El C. Ortega: Sí yo vengo a dar lo que puedo, y si se le ofrece algo más también puedo darlo.

El C. Manrique: ¡Muchas gracias!

El C. Ortega: Así pues, señores diputados, después de escuchar a Manrique no puede uno menos de sublevarse. No es posible tener serenidad, toda la serenidad que se quisiera cuando se viene a calumniar aquí en forma tan pérfida. Yo estoy seguro de que esta invitación mía, la mayor parte, cuando menos, o algunos de los miembros más caracterizados del Ejército dirán por conducto de la prensa o directamente a esta Representación Nacional o a Manrique, si son ciertas o no mis palabras, y si él o yo hemos faltado a la verdad.

Nos decía Soto y Gama, tratando de preparar el ambiente para secundar la labor de amnistía que pretenden De la Huerta y socios. (Una voz: ¡Vasconcelos!) Vasconcelos no es expatriado, compañero; que debemos olvidar, que debemos perdonar, que debemos ser más humanos. Yo estoy seguro de que si el general Obregón viviera, no tan pronto habrían de querer traer aquí a don Adolfo de la Huerta; Adolfo de la Huerta, que no cometió un error político, sino que cometió una enorme traición. (Aplausos.)

El C. Manrique: Sois muy duro con los traidores ¿Con todos?

El C. Ortega: Creo que sí. Nosotros no buscamos ni queremos ni deseamos el aplauso de los antirreeleccionistas; nosotros no obraremos aquí con espíritu mezquino; que sepan ellos y sepa la nación que si encontramos justificado que algunos de los expatriados vengan al país, seremos los primeros en votar la ley de amnistía, pero no la votaremos, bajo ningún concepto, ni para Adolfo de la huerta ni para los traidores que como él han ensangrentado al país. (Aplausos ruidoso.) Y no lo haremos porque ¡mentira que traten de venir a colaborar, mentira que traten de venir a trabajar en bien de la armonía de la Revolución y del progreso de la República! Ellos, al regresar con una torpe ley de amnistía que diera esta Cámara, vendrían a hacer lo que siempre han hecho: dedicarse a intrigar y hacer política en contra de los intereses de la Revolución.(Aplausos.) Hablaba Manrique, hablaba Soto y Gama, dando como pretexto.........

El C. Manrique interrumpiendo: ¿Quién de los dos?

El C. Ortega continuando: Soto y Gama, señor Manrique, y le suplico que sea usted más caballeroso. A usted, que tanto hablaba de caballerosidad, ciudadano Manrique, yo le suplico que sea caballero. (Aplausos y siseos en las galerías) Hablaba Soto y Gama de la Revolución estaba atomizándose; que día a día perdía fuerza y perdía elementos, y se me figuró en ese momento Soto y Gama dirigiéndose con palabras alentadoras a la Reacción, y parecía decirles: "La Revolución se ha venido debilitando día a día y hoy más que nunca es tu oportunidad". Nosotros estamos seguros - lo deseamos y lo queremos así - de tener una lucha cívica con los elementos de la Reacción, y dentro del más amplio respeto a la voluntad popular les demostraremos a la Reacción y a Soto y Gama que es mentira que la Revolución, que en las filas de la Revolución haya venido la diezma que nos ponga ahora en peligro dentro de una lucha. Si es verdad que en los diversos movimientos se han apartado de la Revolución elementos directores, deben saber Manrique y Soto y Gama que las filas de la Revolución de han henchido con los verdaderos revolucionarios, con los hombres del taller, que ha diario se convencen de los beneficios de la Revolución y les llevan a la íntima convicción de que es el lugar en que deben de estar. No parece sino que a Manrique y Soto y Gama se les olvidaron ya las entusiastas recepciones el general Obregón, entusiastas recepciones que, yo catalogo, fueron sólo producto exclusivo de la Revolución, del elemento de la Revolución. Yo no creo que en ninguna manifestación hecha a Obregón se haya mezclado para nada la Reacción,

porque Obregón, hombre definido y recto, no pudo ser aceptado jamás por los elementos de la Reacción, que al fin y al cabo lo hicieron su víctima. Estamos en vísperas, como decía Romo atinadamente, de ir a una lucha; nosotros, los elementos de la Revolución, propugnaremos sinceramente por que esa lucha se desarrolle dentro del ambiente del más puro civismo. Yo estoy seguro, absolutamente seguro, de que dentro de ese terreno recibirá la Reacción una lección más, y nosotros lo que pretendemos en este debate, lo hemos querido es evitar desorientaciones y que no se divida la Revolución, que la Revolución ante la Reacción presente un frente único, desoyendo las palabras de Manrique y Soto y Gama. Alguna vez oímos a Soto y Gama, en la ciudad de Morelia, decir éstas o parecidas palabras: "Es indispensable para los revolucionarios salir del medio de la capital, de ese medio corrompido que envenena". Yo, a mi vez, ahora invito a Manrique y a Soto y Gama a que salgan fuera de la capital, no para que se convenzan de que vengan a nosotros - compañero Manrique, por mucha que sea vuestra capacidad, por mucha que sea vuestra elocuencia, por mucho que sea también el talento de Soto y Gama, no les tenemos miedo en la lucha -, pero sí para que vean, para que sientan que así como Camarena, que así como Ibañez vinieron a esta tribuna, no a desconocer al amigo como dolosamente lo habeis dicho - Camarena dijo y repitió Ibañez hasta el cansancio, que ustedes les merecían toda su estimación..........

El C. Camarena interrumpiendo: Eso fue lo que dije.

- El C. Ortega continuando:......Pero que dentro del asunto que se debatía, ellos no participaban ni de vuestras majaderías a Calles ni de vuestra conducta posterior hacia su Gobierno.(Aplausos.) Y eso vinieron a decir aquí estos señores representantes, yo lo juzgo bajo todos conceptos absolutamente horado. Yo sería el primero en no desear, en no querer que alguno de los representantes populares diera la menor nota de faltar a sus compromisos de lealtad y de convertirse en un traidor.

El C. Manrique interrumpiendo: ¡Ya se esta viendo!

El C. Ortega: Yo lo invito a que hable claro, Manrique, y diga quién es traidor.

El C. Ortega: Entonces no me esté interrumpiendo, porque si es cobarde y no lo quiere decir (Aplausos nutridos) sepa de una vez por todas que deseo que hable claro.

El C. Manrique: A su vez.

El C. Ortega: Esté seguro Manrique que si se trata de mí le contestaré como se merece. Pues bien, a pesar de las mañas de Manrique, que sabiendo, como lo ha venido ha decir con toda justicia, que no soy orador, pretende desviarme, voy a continuar sobre el asunto que estaba tratando. Decía, y de esto tengo certeza, que es en los pueblos, que es en las aldeas, que es en las pequeñas rancherías donde muchas veces, aun en forma intuitiva, esos hombres nos marcan el derrotero que debemos seguir, y yo estoy seguro y los hechos vendrán a justificar o no mis palabras, que así como Camarena e Ibañez vinieron a significar aquí cuál era su manera de pensar, vinieron a hacer su profesión política, así verán Manrique y Soto y Gama cómo los elementos con que hoy creen contar se irán separando de ellos; muchos sintiéndolo sinceramente por la estimación personal que entre ellos se hayan captado, pero que sepan Manrique y Soto y Gama que en el pueblo de la República existe ya una conciencia clara de sus deberes, que ya no es el pueblo al que se puede llevar como rebaño........

El C. Manrique: Efectivamente.

El C. Ortega: Y que así como vinieron , repito, Camarena e Ibañez a esta tribuna, ellos desde su humilde ranchería los desautorizan llegando el momento. La Revolución, señores diputados, que es ya conciencia en el alma popular no se va ha desviar por un debate de esta Cámara. A ellos les servirá de orientación, no la frase florida de Manrique o las argucias de Soto y Gama. Con más elocuencia que la de ellos hablaran los hechos; con más elocuencia que la de ellos de impondrán la razón y la justicia.

Con toda mala fe y usando el sofisma, Soto y Gama nos ha querido hacer aparecer a los representantes de esta Cámara como elementos incondicionales, como elementos que falsos de todo valor no hacemos sino inclinar la cabeza ante la consigna, y olvidan Soto y Gama y Manrique que la mayoría o una gran parte de los que estamos aquí en ocasión a las reformas a los artículos 82 y 83, y posteriormente cuando la postulación de Gómez y Serrano, sabíamos, como lo sabia, como lo sabía él también, que hubo momentos en que la fuerza federal radicada en esta capital estuvo por invadir este recinto y, si hubiera sucedido muchos de los aquí presentes hubiéramos perdido la vida, y a pesar de eso nunca nos faltó, ciudadano Manrique, ni la decisión ni el valor para cumplir con nuestro deber. (Aplausos.)

Y para terminar quiero decir que así como en esos momentos de prueba, desoyendo toda intriga, afrontando todo peligro sabremos estar en el porvenir, y que unida la Reacción, ofreciéndole el clero y Vasconselos su unión junto con los antirreeleccionistas, unidos todos ellos con Manrique y Soto y Gama, sabremos estar a la altura de nuestro deber, (Aplausos ruidosos.) defendiendo, señor Manrique, nuestra fe y convicción revolucionarias. (Aplausos.)

El C. Presidente: Tiene la palabra el ciudadano Marte R. Gómez.

El C. Marte R. Gómez: Si en la ocasión anterior en que subí a esta tribuna para dirigirme a mis compañeros diputados, me asaltó la sospecha y encendió mi rostro el rubor, por estar ocupando la atención de ustedes y por estar gastando el tiempo en deliberaciones bordadas alrededor de un asunto que podría ser trivial, en cambio, la más absoluta certeza de que este debate, que será trascendental en la historia de nuestra Legislatura, debe prolongarse tanto como sea necesario para definir con toda claridad los campos en que actuamos todos los diputados y el sentir íntimo que venimos a expresar acerca de los ataques que los señores Soto y Gama y Manrique han enderezado, no en contra de Plutarco Elias Calles, presidente

de la República, ni en contra de Plutarco Elias Calles, jefe del partido político, sino en contra de las causas de la Revolución. Y como el asunto es de positivo interés suplico que se me dispense si yo también hago un poco de historia.

El señor diputado Manrique se refería, en una interpelación, que tomó después proporciones de discurso, a ciertas conversaciones que tuvo con el señor licenciado Portes Gil y conmigo a raíz del asesinato del señor general Alvaro Obregón. Quiero dar mi versión sobre esos acontecimientos.

Efectivamente el señor diputado Manrique nos entrevistó para hacernos participes de su exaltación y para trasmitirnos una serie de sugestiones que había fabricado dentro de su cerebro el mismo estado de agitación en que se encontraba. En un terreno de absolutas conjeturas, dejando volar la imaginación - "la loca de esa casa", compañero Manrique -, hacía usted imputaciones que nosotros íntimamente repudiábamos, pero que condenábamos en un tono amistoso porque considerábamos que usted procedía con sinceridad. Usted se refirió también al espíritu amistoso con que nosotros lo habíeramos tratado y hasta se extrañaba de que después hubiéramos cambiado por completo de actitud. Ese es el primer punto que quiero aclarar en este debate.

Es muy cierto que nosotros tuvimos para usted sincera amistad. Cuando usted abandonaba el Gobierno de San Luis Potosí y cuando muchos amigos personales del señor general Calles, o simples revolucionarios, lo consideraban a usted como enemigo por los ataques que lanzaba desde la prensa y por las murmuraciones callejeras a que se entregaba; nosotros desentendiéndonos de la conducta de usted, que nos parecía apasionada, pero no pérfida, lo tratamos como amigo, le dimos el aprecio de revolucionarios, que era lo que usted más podía estimar entonces, le dimos el consuelo de saber que había corazones que latían al unísono con el suyo, para interesarse por su causa, y abríamos generosamente las puertas del Estado de Tamaulipas para que fueran a colaborar con nosotros los más sinceros de sus partidarios. No nos importó entonces que usted estuviera distanciado del general Calles, ni que se entregara a ataques en contra de su administración, porque no consideramos que su conducta hubiera de trascender al país, ni que pudiera incubar, como usted pretendió hoy, una verdadera revolución. En aquella ocasión nosotros saludábamos al amigo y hoy despreciamos al que ha desertado de la causa a que pertenecía. Queda, pues, explicado por qué motivos Marte R. Gómez, que cuando Manrique salió de San Luis Potosí lo consideró su amigo, no puede estimarlo hoy, que ya no lo considera sincero, ni lo juzga leal, ni cree en su desinterés, en su desapasionamiento y en su lealtad.(Aplausos.)

El C. Manrique: Sorry.

El C. Marte R. Gómez: Resignado, por lo menos.

El señor Manrique ha tratado de justificar aquí la incongruencia de su conducta, las mismas entelequias a que él se refería aquí haciéndonos una historia de cómo, habiendo juzgado primero que la designación de Emilio Portes Gil como secretario de Gobernación era un paso hacia la unificación revolucionaria y hacia la dilución de la aparente tormenta que se veía en el cielo de México, de cómo, digo, habiendo comenzado por considerar que tal designación era conveniente para los intereses del país, acabó por recibirla con indiferencia, con frialdad, ya no con hostilidad, en cuanto se enteró de que había sido nombrado secretario de Agricultura Luis L. León.

Me parece que el argumento es de tal manera inconsistente, de tal manera falto de meollo, que es indispensable hacer una poca de historia al respecto, y no voy a excederme en el elogio de Luis L. León. El elogio de Luis L. León lo harán sus hechos ni sus enemigos, y yo me considero su amigo. El nombramiento de Luis L. León como secretario de Agricultura y Fomento no podía representar en lo absoluto un ataque para el obregonismo, porque nadie, ni aquí ni en ninguna parte, puede objetar la sinceridad y la lealtad con que Luis L. León se forja en el Estado de Sonora al lado de Calles, de De la huerta y de Obregón, y de Luis L. León, que acompaño al general Obregón en la propaganda de su primera campaña electoral, que lo sirvió lealmente, que colaboró con él en la Subsecretaria de Hacienda, que defendió su programa de gobierno desde esta misma tribuna y que, más tarde, al definirse el regreso del general Obregón al poder, fue el primero que haciendo abstracción de su categoría de secretario de Estado proclamó, franca y decididamente, que era obregonista y que se ponía a las ordenes del general Obregón: Luis L. León, repito que nunca ha tenido vacilaciones para adoptar una línea de conducta y que estuvo absolutamente al lado de Obregón, aquí primero y en Chihuahua después, representó para los verdaderos obregonistas, para nosotros los obregonistas, que lo éramos sin dejar de ser callistas, una absoluta garantía de que entraba a colaborar en la administración un elemento que creía, como creíamos nosotros, que la Revolución se sintetizaba, en sus posibilidades de realización, por el recuerdo de Alvaro Obregón y por la actividad de Calles, presidente de la República y jefe en estos momentos de la Revolución. (Aplausos ruidosos.)

El señor Manrique ha hecho la apología de su rectitud refiriéndose una frase de Luis Cabrera: "Yo no me he negado nunca." ¡Qué ironía que el señor Manrique use para calificarse la definición de un hombre cuya vida es hoy una continua negación de su actuación revolucionaria! Yo tengo el más absoluto respeto por el Luis Cabrera que en esta misma tribuna pronunció el discurso del 3 de diciembre de 1912, que fue el antecedente de la ley de 6 de enero de 1915; tengo el más absoluto respeto por el Luis Cabrera que en Veracruz hiciera la ley del 6 de enero; considero encomiable su labor como secretario de Hacienda, porque creo que fue salvadora de la Revolución; pero por el Luis Cabrera de hoy es la negación de la vida política y revolucionaria del Luis Cabrera anterior; porque Luis Cabrera se niega; cuando defiende a los terratenientes, señor Manrique, y usted esto no lo sabe, porque aun siendo agrarista está muy poco en la conciencia, en la verdadera conciencia agraria

nacional. (Aplausos ruidosos.) En el despacho de Luis Cabrera se ventilan muchos amparos de todos los terratenientes; en el despacho de Luis Cabrera tienen refugio algunos de los elementos conservadores de México; en el despacho de Luis Cabrera es donde se han incubado algunas de las sentencias que han desprestigiado a la Suprema Corte de Justicia de la Nación y que obligaron a Alvaro Obregón a pensar en la reorganización de ese poder, que era un escarnio para la Revolución. (Aplausos ruidosos.) Y eso mismo pasa con ustedes: Ustedes también viven negándose, ustedes están negando su historia y sus antecedentes, ustedes están violando el pacto que sellaron con su conciencia al llamarse revolucionarios.

El C. Manrique interrumpiendo: ¡Eso quisierais!

El C. Gómez continuando: Y si no lo hacen, su conducta así permite que se diga. Usted ciudadano Manrique, dijo alguna vez que la voz del pueblo es la voz de Dios. En la calle - yo no lo he visto, no lo digo por que me conste, porque no soy un hombre que se dedique a fiscalizar los actos de los demás -, en la calle se dice que usted conferenciaba con Antonio I. Villarreal; se dice que usted habla continuamente, que tiene pláticas de una y de dos horas con Alessio Robles. (Voces: Aplausos nutridos.)

El C. Manrique: Qué miedo ¿no?

El C. Gómez: ¿Decía usted?

El C. Manrique: Qué miedo ¿no?

El C. Gómez: Se dice habla usted con Alessio Robles.

El C. Manrique: ¿Y qué?

El C. Gómez: Usted debía saberlo, porque Alessio Robles no sería nunca un miembro de la Revolución. (Aplausos.)

El C. Manrique: ¿A usted le consta, señor delator?

El C. Gómez: A mí no me consta.......

El C. Manrique interrumpiendo: ¿Entonces?

El C. Gómez: Lo he oído. Un diputado que está aquí asegura que lo ha visto a usted.

El C. Manrique: ¿Dónde? ¿Quién es?

El C. Gómez: Porque no soy delator no digo su nombre; pero mi rectitud de hombre honrado hará que sea creído por la Asamblea.(Aplausos nutridos.) Y me conformo con esa suposición. El hecho de que el debate pasado.......

El C. Manrique: ¿Cuál de los dos Alessio?

El C. Gómez: Miguel.

El C. Manrique: Sí señor ¿Y qué? (Aplausos.)

El C. Gómez: Miguel Alessio Robles......

El C. Manrique interrumpiendo: (Dirigiéndose a la Asamblea) ¿Y qué? (Siseos Desorden) ¿ Y qué, señor delator?

El C. Gómez continuando: ......fue enemigo del general Obregón. (Aplausos.)

El C. Riva Palacio: ¡El que firmó el memorial de los católicos, ciudadano Manrique! (Aplausos nutridos.)

El C. Gómez: El que firmó el memorial de los católicos señor.

El C. Manrique: ¿ Y qué?

El C. Gómez: ¡ Para usted nada; si ya está en las filas de la Reacción, qué le va a importar!

El C. Manrique: ¿ Y qué, señor delator? (Voces: ¡Es libre¡) Naturalmente, no soy lacayo.

El C. Gómez: Conste, pues, que el hombre que se proclama todo rectitud, que no se niega nunca, está negando todo su pasado de revolucionario. El señor Manrique, haciendo larde de su independencia de criterio. (Murmullos.) Decía el señor Manrique, que alardea de independencia de criterio, de su rectitud, de no plegarse jamás a sugestiones exteriores sino a los dictados de su propia conciencia, que él no atendería la peticiones que aquí se han formulado para que aclarara su conducta; pero que aclarará sus conceptos.

El C. Manrique: ¡Cuando me venga en gana, cuando se me dé la gana!

El C. Marte R. Gómez: Así lo dijo usted, cuando se le diera la gana.

El C. Manrique: ¡Así lo dije!

El C. Marte R. Gómez: Pues bien, señor si es usted consecuente con su manera de pensar, me extraña mucho que haya tenido tanta impaciencia para exigir que el general Plutarco Elias Calles, que también tiene independencia de criterio y rectitud, y que no se doblega ante ningún hombre que no considere superior a él; también él, digo, dejara de definirse en la situación política creada a raíz del asesinato del señor general Alvaro Obregón, sino cuando, como y donde se le diera la regaladísima gana (Aplausos nutridos y voces:¡ Muy bien! ¡Muy bien!) Y me refiero a la impaciencia enfermiza con que usted aguardaba cinco minutos a que fueran separados de la colaboración del general Calles los elementos laboristas, que usted ve están separados de esa colaboración y están también descalificados dentro del grupo revolucionario que formamos nosotros, no ustedes (Aplausos y voces: ¡ Viva Calles!) el general Calles lo único que no hizo fue atender sugestiones precipitadas que le pareció inconveniente traducir en actos afirmativos de gobierno, antes de que la situación del país y la definición que le interesaba hacer quedara consumada. Y me voy a referir, haciendo un poco de historia, a esa gran preocupación que ha anidado en los cerebros de ustedes, a esa montaña de humo que han formado a propósito de que el general Calles dejara de separar a los elementos laboristas inmediatamente después de que dieran las primeras manifestaciones de que no eran - como no lo fueron no lo son - sinceros obregonistas. Y voy a tomar un poco la historia del país. Yo no me acuerdo de Enrique III, porque vivo en México y en 1928. (Aplausos.) Voy a tomar la historia del país y la historia de la Revolución para contar cómo la estancia en el poder hace que se vean las cosas desde una cumbre de serenidad y de responsabilidad que no alcanzan a tocar aquellos que están por el apasionamiento de una lucha política, que es de todas maneras fermentación de intereses, de pasiones y de contradicciones.

Cuando el general Calles era el candidato a la presidencia de la República y el general Obregón era presidente constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, había indudablemente elementos que formaban parte del Gobierno y que no eran callistas; había jefes con mando de fuerzas que

ostensiblemente hacían labor de la huertista, e independientemente del secretario de Estado, Adolfo de la Huerta, cuya actuación no vamos a repetir por que es de sobra conocida; estaba en Jalisco Enrique Estrada, y en Veracruz Guadalupe Sánchez, que incubaba ya la defección y que desarmaba a los agraristas y asesinaba a los sinceros callistas; pero que no fue retirado de la jefatura de operaciones que desempeñaba porque se consideró, con un alto sentido de política y de responsabilidad histórica, que un acto de gobierno que separara a Guadalupe Sánchez de la posición que ocupaba, podría ser traducida como un signo de imposición oficial en favor de la candidatura de Plutarco Elias Calles, y el general calles, que sentía honda solidaridad con sus partidarios y que experimentaba desconsuelo al ver cómo en Veracruz se les hostilizaba y asesinaba, comisionó a Luis L. León para que fuera a hablar con el general Obregón a El Fuerte y para que le dijera que ya era insostenible la situación, que él era de todas maneras un candidato que frecuentemente recibía comisiones de veracruzanos que venían a denunciar atropellos de parte de Guadalupe Sánchez, y que su condición era tal que se dirigía no al presidente de la República, sino al amigo, para hacerle conocer el grave aprieto en que se encontraba, y suplicarle que tomara una determinación en el caso especial de Guadalupe Sánchez. Y el general Obregón, hombre de Estado, ponderado, reflexivo y consiente de su responsabilidad, le contestó a Luis L. León más o menos estas palabras: "Dígale usted al general Calles que es muy duro ver que los partidarios son hostilizados; que es sensible comprobar cómo elementos que debieran abstenerse de participar en la lucha electoral, usan de la posición que el gobierno les da para cometer actos de hostilidad contra un candidato; que soy el primero en lamentarlo, pero que si en estos momentos yo le quitara la jefatura de operaciones que desempeña, el país podría tener la impresión de que estamos preparando una imposición, y que él y yo - Calles y Obregón -, que hemos luchado contra las imposiciones, sabemos que el camino para realizarse es cambiar jefes de operaciones o separar a los servidores que no muestran lealtad a la candidatura que se presume oficial. Y por lo mismo, para ponerlo a cubierto y para tener una posición moral sólida que nos permita ir a la lucha con la razón moral de nuestra parte, considero preferible que sus partidarios se sacrifiquen y aguarden a efecto de que no debemos la imposición, sustituyendo a Guadalupe Sánchez, de que estamos haciendo un arreglo para dar al país un nuevo presidente." Y esa misma mentalidad fue la que impidió que Calles separara a los elementos laboristas, a pesar de que en lo íntimo de su conciencia - tengo la absoluta certeza - esperaba que en su oportunidad el general Obregón organizara su gobierno con los elementos que habían sido leales a él y lo liberara de la responsabilidad de separar a elementos, que no habiendo sido obregonistas habían sido, sin embargo, colaboradores del general Calles y no debían ser separados al margen de un conflicto electoral.

Y quiero puntualizar todavía más este punto de vista mía, porque el hecho positivamente desolador de que haya desaparecido el general Obregón, impide que la realidad venga a ratificar conceptos que en estos momentos salen de mis labios con la más absoluta convicción de que estoy diciendo la verdad. Si el general Calles se hubiera sentido solidarizado con los elementos laboristas si hubiera tenido la convicción de que procedían rectamente, si hubiera aplaudido su actitud, no lo hubiera separado del poder después de la muerte del general Obregón. El general Calles es hombre de suficiente rectitud, de entereza bastante, de decisión suficiente para ir con los que considera sus amigos hasta el fin de cualquiera situación, y ni las mascaradas de manifestaciones de Manrique ni ninguna sugestión del país hubiera bastado para convencer al general Calles de que debía retirar del poder a elementos que él leales y sinceros para su Administración. La separación de los elementos del gobierno del general Calles no debe interpretarse como un signo de debilidad, sino como el sigo de la más absoluta convicción con que el general Calles se hizo solidario de un grupo político que era el suyo y el mismo hecho de que el general Obregón mantuviera en sus filas a los señores Soto y Gama y Manrique que ejecutaban actos de hostilidad en contra del general Calles, demuestra cómo estos dos hombres superiores despreciaban las pasioncillas que se movían por debajo de ellos, por que no los conmovían; demuestra, digo, que estos dos hombres sabían mantenerse unidos por encima de las divisiones que separaban a elementos que aparecían como sus partidarios, pero que en el fondo no eran sino tránsfugas de una causa que ya no los cobijaba en sus filas.

El señor Manrique ha considerado que el hecho de que hayan subido a esta tribuna diez u doce diputados del bloque mayoritario, indica que no hemos considerado vencida la formidable argumentación con que ellos nos han regalado. No, señor Manrique; aquí han venido muchos diputados porque han tenido que decir su íntima verdad, porque la actitud de usted chocaba del tal manera con sus convicciones y era de tal manera contraria a las conveniencias del país, que no era necesario ser líderes, ni orador, para sentirse con ganas de ascender a esta tribuna a decir, para que lo conozca el país, lo que cada diputado, con su representación oficial y su representación distrital, tiene que decir a propósito de la conducta que ustedes han adoptado. Aquí han desfilado muchos diputados que quizá en otras ocasiones no hubieran subido a esta tribuna y desfilarán más si es necesario y todos les dirán la misma cosa: que usted está aislado, que no lo sigue el país, que los elementos revolucionarios lo consideran en definitiva bancarrota, que no lo secundarán en una infidencia y que no están dispuestos ya a permitir que se divida a la Revolución.(Aplausos nutridos.)

Recuerdo que en el maravilloso libro de Trotzky, sobre Lenin, se refiere una conversación tenida por el líder de la revolución rusa con alguno de sus colaboradores: salía Lenin de una reunión con un comité, me parece que de Ukrania, que había llevado hasta él algún problema campesino,

y en el curso de una deliberación acalorada, cuando Lenin, sosteniendo los puntos de vista de la nueva política económica, trataba de fijar los lineamientos de organización de aquel pueblo que ha sido conmovido por la revolución social más interesante de la historia; en el curso de esa deliberación algún campesino exaltado se encaró con Lenin y le dijo:" Compañero Lenin: sospecho que está usted defendiendo a la Reacción." Y Lenin contaba después, con honda preocupación, cómo las palabras de ese campesino habían conmovido hasta la última fibra de su corazón y cómo lo habían arrojado a una meditación larga, de la que no había salido satisfecho Y contestaba: "Esto me ha preocupado más que si hubiéramos perdido Kassán o Petrogrado, porque Kassán o Petrogrado, perdidos, podrían ser recuperados por el Ejército rojo, y la confianza del pueblo ruso no se recuperará nunca. "Pues bien ciudadano Manrique los campesinos de México, esos campesinos que usted aspira representar, pero que no representa, se ha dirigido repetidas ocasiones, con motivo de nuestra última tragedia, pidiendo a Calles que adopte, que acepte la jefatura del grupo revolucionario, depositando en su persona toda su confianza. Y ustedes que se distancian del general Calles, que se apartan de sus filas y que se niegan que en estos momentos sea el verdadero jefe de la Revolución, están perdiendo la confianza de los campesinos que alguna vez representaron, y esa confianza, señor Manrique, nunca más la recuperarán. (Aplausos ruidosos.)

No tengo para que referirme a la vacilación, a la indecisión, al zigzagueo que nos muestran en la conducta de los líderes del Partido Agrarista; tampoco quiero referirme a la desautorización que han sufrido por parte de los elementos de su mismo partido; ése es un problema íntimo que atañe al Partido Agrarista y que él resolverá como convenga a sus intereses. Sus infanterías, como dijo desde esta tribuna Ibañez, resolverán si se solidarizan con sus líderes o los desautorizan y se van al lado de los verdaderos revolucionarios.

El C. Camarena: Ya hicimos declaraciones.

El C. Gómez: Pero independientemente de eso, que es demasiado delicado para que uno, que no es miembro del Partido Agrarista, quiera tratarlo; independientemente de esto, pueden ustedes tener la certeza de que el país no se desorientará; el país sabrá conservarse, en los momentos difíciles que vienen, con la claridad de visión y con la entereza suficientes para comprender cuál es el camino que frente a nosotros está trazado. Sabemos perfectamente que de claudicación en claudicación es posible que los señores Soto y Gama y Manrique vayan definitivamente a las filas de los antirreeleccionistas, por más que hagan aspavientos con la mano de que no es ése su campo. Y ahora quiero consignar porqué en mi discurso pasado yo invitaba cariñosamente a Soto y Gama a que se detuviera en la pendiente fatal porque se despeñaba ya. Yo tengo un sincero afecto por Antonio Díaz Soto y Gama.

El C. Manrique: Gracias por su parte.

El C. Gómez: En mis primeros años de lucha revolucionaria, cuando yo principiaba a figurar en las filas de los luchadores del agrarismo, en el Estado de Morelos, Soto y Gama , que se cobijaban bajo la bandera inmaculada de Emiliano Zapata, nos trataba a nosotros , que éramos unos muchachos que tratábamos de aprender la Revolución, con cariño bondadoso, y dirigía nuestro cultivo de la literatura revolucionaria, facilitándonos obras de Kropotkine o de algunos otros escritores revolucionarios. Y el recuerdo de aquellos años en que yo vi a Soto y Gama fogoso, altivo y resulto, luchando no por la comunión, como nos invita hoy, sino por la intransigencia y por el sectarismo, por que la Revolución es eso: la Revolución no es armonía, la revolución no es comunión de clases, sino lucha de clases. (Aplausos nutridos.) En aquellos años, en que vibraba dentro de Soto y Gama el agitador que todos admiramos y que todos respetamos.......

El C. Manrique interrumpiendo: ¿Todavía hoy?

El C. Riva Palacio: En aquella época.

El C. Gómez continuando: No, porque nos invita hasta a ser católicos. El recuerdo de esas épocas, decía, el recuerdo de esos años, que por ser de lucha viven siempre en el corazón de uno con toda claridad, con toda nitidez; ese recuerdo , digo, me hacía pensar su conducta y no se arrojara definitivamente en un campo del que nunca volverá a nuestro lado. Pero no es que pretenda dividirlo de Manrique; no es que me interese dividirlo de Manrique: no me interesa salvarlo. (Aplausos.) Y si para salvarlo fuera preciso separarlo de usted. (Aplausos nutridos.)

El C. Manrique interrumpiendo: ¡Qué buenos chicos!

El C. Gómez continuando: Veo que va a ser inútil que nosotros continuemos por el camino de cordialidad que nos habíamos trazado. Me he convencido, por desgracia, de que el apasionamiento político, de que la ceguera política, la ceguera de la pasión, han impedido, inclusive , que Soto y Gama y Manrique comprendan cuál es el campo donde están los hombres a cuyo lado siempre quisieron luchar, y él, que es tan afecto a las frases, me permitirá recordar una que viene a colación: señor Aurelio Manrique, señor diputado Aurelio Manrique, soldado desertado de la Revolución: los dioses ciegan a los que quieren perder; a usted lo han cegado los dioses. (Aplausos ruidosos.) Si yo fuera a terminar este conato de discurso, yo no soy orador señor Manrique, ni tengo mi vida encerrada dentro de las cuatro paredes de este parlamento.

El C. Manrique: Se conoce.

El C. Marte R. Gómez: No soy orador, pero conozco algo sobre muchos oradores. Hay muchos oradores que han pronunciado los mejores discursos, pero por que nunca han ganado una votación, y yo soy de los que prefieren convencer, persuadir.......

El C. Manrique: Y yo también.

- El C. Gómez:..... a ganar una ovación. Pues bien, si yo fuera a terminar este conato de discurso con una referencia canina como la que usted hizo, al recordar las intemperancias con que usted se refiere al señor general Calles, al recordar sus exabruptos, al recordar la falta de ecuanimidad con que pregona su distanciamiento del

hombre al quien su partido le debe favores, diría simple y sencillamente, para consignar la in eficiencia de su actitud - conste que la referencia es canina - : "Perro que ladra no muerde". Pero creo que debemos elevar un poco este debate; nosotros no tratamos de empequeñecer nuestra actuación dentro de esta Cámara ni tratamos de defender al agravio personal o a la referencia alusiva a cualquier diputado: nosotros venimos aquí con la más absoluta convicción, con el más sano propósito, con el más elevado y desinteresado propósito de orientar a las clases revolucionarias del país, que antes de mucho habrán de enfrentarse en una lucha electoral contra los elementos reaccionarios que ya se cuentan y se unifican, y pensando en ese grave momento de responsabilidad, pensando que es criminal - como repetidas veces lo hemos dicho - tratar de dividir al grupo revolucionario en momentos en que también cuenta sus filas y aprieta sus falanges para combatir; pensando en eso y con el remoto deseo de que ustedes, si no colaboran, puedan por lo menos abstenerse de actuar en un campo que no será el de su vida anterior, sino el de la Reacción, quiero llamarles una vez más la atención, y quiero decirles que es inútil que ustedes pretendan desorientar a los elementos que los siguen, tratando de aparentar, de hacer creer que su conducta no es reaccionaria y que no es estimada por los reaccionarios. Ya Querido

Moheno pregona que la conducta de ustedes es absolutamente digna de aplauso; Querido Moheno se expresa elogiosamente de usted y de Soto y Gama. Esos son los elementos que lo aplaudirán, ésos son los elementos que esperan ya con los brazos abiertos recibirlos en sus filas.

El C. Manrique interrumpiendo: Entonces ¿no tiene remedio? (Siseos.)

El C. Gómez continuando: Y si usted puede todavía detenerse en la pendiente; si ustedes pueden todavía regresar a las filas de la Revolución, piensen en una frase que puede convenirles - es de Disraeli, ese libro maravilloso que usted debe conocer seguramente y que tiene en la portada una bella frase que vale por todo un volumen - : "La vida es muy corta para que sea pequeña."

El C. Manrique interrumpiendo: ¡Aplicáosla! (Campanilla.)

El C. Gómez continuando: No empequeñezcáis la vida, no la llenéis de odios ni de rencores; que la inspire el desinterés, que el disgusto personal que pudo usted haber tenido con el general Calles por agravios que nunca le hizo, no le impida figurar en el único grupo en que con decoro podría contar. Lo contrario será negar su vida, lo contrario será negar a sus maestros, negar sus antecedentes y apertarce definitivamente de las filas de la Revolución. Esto es lo que tratamos de evitar quienes venimos a esta tribuna a consignar que el grupo revolucionario está unificado, que se dispone a la lucha por sostener no hombres sino principios, por continuar la obra de evolución social que inició el general Obregón y ha continuado el general Calles. Nosotros venimos a luchar por la unificación revolucionaria, no porque queramos puestos públicos, situaciones que pudimos haber ganado de un modo más fácil y menos azaroso; venimos a defender la situación social de un pueblo que ha derramado mucha sangre para que tratemos de dividirnos por pequeños intereses, por pequeñas pasiones que debemos enterrar en lo más hondo de nuestro pecho para levantarnos digna y serenamente a la lucha por la Revolución; y la Revolución, señor Manrique, en este momento vive en el corazón, en el cerebro y en el brazo de Plutarco Elías Calles.

(Aplausos ruidosos. Voces en las galerías: ¡Viva el general Calles!)

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano David Orozco.

El C. Orozco David: Señores compañeros: Yo disiento de muchos señores diputados en la manera de considerar al compañero Manrique como un maestro y como un revolucionario sincero. Yo, que no he llenado mi vida de odios, siguiendo las palabras de Marte Gómez, lo considero como un teólogo al revés, un místico, un mixtificador de las verdades, algunas veces chusco y algunas veces divertido.

El C. Manrique: ¿Laico todavía?

El C. Orozco: Hace un momento, en sus mixtificaciones, él, el cortesano de las galerías; él, que siempre tiene a flor de labio una adulación para los concurrentes a las galerías, cuando alguien, sin intención seguramente de ofenderlo, le dijo: "¡Barbas tienes!", se indignó, se puso furioso, se volvió iracundo contra esa inocencia y dijo que si había pretendido ofenderle, no le había ofendido. Si ése a quien usted consideró que lo ofendía, señor Manrique, le hubiera dicho: "Varón sutil, sobre vuestras mejillas no ha pasado la hoja Gillette" (Risas), entonces seguramente no hubiera sentido esos arrestos de indignación. (Aplausos.) ¡Indignación en vos, señor Manrique, que nos habéis venido a decir aquí que sois un Bautista, cuya cabeza me parece ver en una bandeja de plata alemana, llevada por Salomé -Salomé vendría a ser Soto y Gama-, a Adolfo de la Huerta, haciéndola de Herodías¡ (Risas. Aplausos. Una voz: ¡Arriba Goliat¡) Desconocéis que san Pablo, el de los pensamientos de fuego, que siguió al cristianismo, era barbado; que era barbado el gran Victor Hugo; vos, que también lo sois, os ofendéis porque de las galerías os gritan: "¡Barbas tienes!" (Risas. Aplausos.)

Yo, compañero Manrique, hurgando un pergamino por el año de 1901 -porque en 1901 no había Revolución y podíamos hurgar pergaminos -, me encontré con que el santo Mael, uno de los más virtuosos de los eremitas, el santo Mael, aunque por un error, por una de esas flaquezas humanas que todos tenemos.

El C. Manrique: Unos más que otros.

El C. Orozco: Unos más flacos que otros. Como dije, el santo Mael, a quien por una de esas debilidades de la vida le había mochado una nalga a Cunegunda para darle de comer al pobre hermano Eumeo, porquerizo de la campiña. Me encontré esta cita que recogí con esa fruición del buscador de perlas que se encuentra una gema en el océano. (Aplausos.) Decía el santo Mael: las verdades de ayer son los sofismas de hoy. La eternidad sólo es un sofisma, porque no existen las musas; las ninfas no son eternas, las ninfas viejas se convierten en brujas, los ratones viejos se convierten en

murciélagos los caciques viejos se convierten en naguales, los que han envejecido y mixtificado sus ideas revolucionarias, se convierten en reaccionarios, discípulos de Orozco y Jiménez. (Aplausos.)

El C. Riva Palacio: Quisiera que el compañero Orozco me dijera quiénes son esos señores.

El C. Orozco: Con mucho gusto contesto la interpelación del compañero Riva Palacio. El santo Mael fue uno de los más virtuosos de los eremitas y el diablo quiso que se le sirviera "arozolla" en forma de ensalada, como en una fonda se sirve cualquier cosa por chocolate. (Risas. Una voz: ¡Están vacilando¡) Está complacido el compañero Riva Palacio.

El compañero Manrique, el florido, tiene vanidades infantiles, de niño. Yo lo he visto con agrado, yo no estoy amargado y siempre he tenido para él a flor de labio una sonrisa de piedad cristiana. Cuando otra vez, abordando la tribuna, le decía a Manrique: "En vos es peligroso eso," con entusiasmo no disimulado me contestó: "No, porque yo soy muy grande ¿verdad?" Son vanidades de niño. Ha dicho que es el león, que es el Bautista. Y a propósito de león viene un cuento ático, que dice lo siguiente:

Un día, por la Vía Apia, en los tiempos de Papia Popea.....

El C. Riva Palacio: ¿Quien era? (Risas.)

El C. Orozco: Muy conocida de Manrique. Ascendía una carreta por la Vía Apia, y un sapo que estaba a la vera del camino le dijo a una rana: Me voy a hinchar mucho para detener ese carro de triunfo que va al Capitolio. Y le dice la rana, con buen juicio: Hermano sapo, serás destruído. Pero el sapo, lleno de vanidad, se opuso al paso del carro de triunfo, y el carro lo aplastó. La rana le dijo entonces: ¡Pobre hermano sapo, lo que te ha pasado! Y éste contestó: ¡Es cierto que no detuve el carro de triunfo, pero lo embarré! (Risas.)

Vos, que tenéis una verdad convenciera; vos, varón sutil, que tenéis una verdad, que no es de delator, os advierto que la verdad es única, pura, diáfana, y niego que no es delator quien diga los nombres, ya que en estas luchas políticas es calumnioso, es pérfido, es criminal hacer aseveraciones sin testificarlas y sin dar nombres; es un recurso muy triste y muy pobre decir: "es mi verdad, pero no digo quién es, porque no soy delator." Es una mixtificación vuestra actitud, maese Manrique, y vuestra actitud es criminal cuando decís, posiblemente por fuetearnos aquí, que nosotros hemos recibido consigna; pero no, el asunto es más hondo y más trascendental. ¿En qué condición queréis colocar al presidente electo, al señor licenciado Portes Gil? ¿como producto de una imposición? Y eso mismo que vosotros explotáis aquí, casi quiero creerlo, inconscientemente, para no sufrir mayores desengaños, vuestras mismas palabras son las de los "cristeros" que en Jalisco asesinan agraristas, destruyen las vías férreas y llenan de odio y de sangre empobreciendo al Estado, y vos los alentáis con vuestras mentiras y vuestra perfidia. Tendréis una gran responsabilidad para la patria. Vuestra vanidad os ciega y no os deja ver vuestras responsabilidades. Pero no decís inocentemente, ni es por un insulto a esta Cámara por lo que predicáis que el nombramiento de Portes Gil es una imposición; lo decís por las consecuencias, lo decís por haceros solidarios de los "cristeros" y reaccionarios que ya os aplauden en las columnas de los periódicos y que ya tienen largas conferencias con vosotros, como se os ha descubierto.

Para terminar, y siguiendo vuestras logomaquias, vuestras entelequias, vuestras falsedades, vuestras mentiras; a vosotros, que tomáis la vida biológica y social en términos generales y no la sabéis aplicar, debemos deciros que la Revolución no es una diferenciación de la Reacción; que nosotros somos revolucionario, nos integramos a nosotros mismos y formamos un organismo y no nos dividiremos; que la Revolución no es un servilismo sino armonía y solidaridad, y por eso encontráis votaciones tupidas y unánimes Es la diferenciación nuestra. Si aquí hubiera elementos que os secundaran, si vinieran los discípulos de Orozco y Jiménez, de quien sois acólito, ciudadano Manrique, indudablemente que habría las divisiones que tanto pregonáis. (Aplauso.)

El C. Trujillo Gurría: ¡Moción de orden, señor presidente!

El C. presidente: Tiene usted la palabra para moción de orden.

El C. Trujillo Gurría: Al margen del debate de la iniciativa de las diputaciones de Tabasco y Jalisco, los diputados Manrique y Soto y Gama demarcaron que existía en el informe presidencial un ataque a la memoria del general Obregón. Nos preocupó hondamente esta aseveración, la Asamblea seriamente ha discutido este tema, y la opinión pública ha tomado ya de todos los discursos de los compañeros que han desfilado por la tribuna, la orientación positiva y la negación de este aserto.

Así, pues, considerando perfectamente orientada la opinión pública, que era lo que nos tenía que preocupar, y perfectamente unificada la opinión de la Asamblea Popular, yo pido, pues, a la presidencia pregunte a la Asamblea si está suficientemente discutido el punto y ante todo pido a los compañeros que cerremos esta discusión con un viva a Obregón y a Calles. (Voces: ¡Vivan!)

El C. Manrique: En moción de orden pido la lectura del artículo 101 y pido su beneficio. Pido se lea el artículo 101, que tengo derecho a invocar.

El C. secretario Moctezuma: Artículo 101:

"Los individuos de la Cámara, aun cuando no estén inscritos en la lista de los oradores, podrán pedir la palabra para rectificar hechos o contestar alusiones personales."

"El C. Manrique: Pido la palabra antes de que se pregunte discutido.

El C. presidente: No tiene la palabra el ciudadano Manrique. (Campanilla. Gritos en las galerías y golpes en los pupitres.) Hay una proposición en el sentido de que se pregunte a la Asamblea si estima concluída la discusión.

(Siguen los gritos en las galerías y los golpes en los pupitres. Campanilla.)

La Secretaría se servirá consultar a la Asamblea en ese sentido.

El C. secretario Solís Cámara: Se pregunta a la Asamblea si está suficientemente discutido. (voces: ¡Sí! ¡Sí! Continúan los gritos.)

El C. Manrique: No, señor, yo he pedido la palabra.

El C. presidente: La Secretaría se servirá preguntar a la Asamblea si estima concluída la discusión. (voces: ¡Ya está! ¡Sí! ¡Sí!)

El C. Manrique: Hágame favor de concederme la palabra.

El C. Santos Gonzalo N.: Pido la lectura del artículo 112 reglamentario. (Campanilla.)

El C. Manrique: Estoy pidiendo la palabra, señor presidente.

El C. presidente: No tiene la palabra el ciudadano Manrique. La Secretaría se servirá preguntar a la Asamblea si estima concluída la discusión, en virtud de una proposición que acaba de hacerse. (Campanilla. Siguen los gritos en las galerías y los golpes en los pupitres.)

El C. Manrique: ¡Que se lea el artículo 101! ¡No ha habido votación!

El C. Cortina: Antes que el ciudadano Manrique estoy anotado yo.

El C. presidente: No tiene usted el uso de la palabra (Campanilla.)

El C. Cortina: Por eso: si no hablo yo, menos debe hablar Manrique. Yo estoy antes que él en el turno.

El C. secretario Moctezuma: Se pregunta a la Asamblea si se considera suficientemente discutido. (voces ¡Sí! ¡Sí!) Los que estén por la afirmativa sírvanse manifestarlo. Se considera suficientemente discutido. Se va a proceder a recoger la votación en lo general. Por la afirmativa.

El C. secretario Solís Cámara: Por la negativa. (Votación.)

El C. secretario Moctezuma: ¿Falta algún ciudadano diputado por votar? Se procede a la votación de la mesa. (votación.)

Queda aprobado en lo general, por unanimidad de 165 votos. Mañana se procederá a la discusión en lo particular del dictamen.

El C. presidente: A las 22.55: Se levanta la sesión y se cita para mañana a las 16.