Legislatura XXXIII - Año I - Período Ordinario - Fecha 19281207 - Número de Diario 43

(L33A1P1oN043F19281207.xml)Núm. Diario:43

ENCABEZADO

MÉXICO, VIERNES 7 DE DICIEMBRE DE 1928

DIARIO DE LOS DEBATES DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS

DEL CONGRESO DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS

Registrado como artículo de 2a. clase en la Administración Local de Correos, el 21 de septiembre de 1931.

AÑO I.- PERIODO ORDINARIO XXXIII LEGISLATURA TOMO I.- NÚMERO 43

SESIÓN DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS

EFECTUADA EL DÍA 7 DE DICIEMBRE DE 1928

SUMARIO

1.- Se abre la sesión. Es leída y aprobada el acta de la anterior.

2.- Hicieron uso de la palabra para hechos, los ciudadanos diputados Cerisola Alejandro, Ortega Melchor, González Gustavo, Santoyo Ramón V. y Mendoza González Octavio. Se levantó la sesión.

DEBATE

Presidente del

C. ZENÓN SUÁREZ

(Asistencia de 180 ciudadanos diputados.)

- El C. presidente, a las 18.35 h: Se abre la sesión.

- El C. secretario Ferreira, leyendo:

"Acta de la sesión celebrada por la Cámara de Diputados del XXXIII Congreso de la Unión, el día seis de mil novecientos veintiocho.

"Presidencia del C. Zenón Suárez.

"En la ciudad de México, a las diez y ocho horas y diez y siete minutos del jueves seis de diciembre de mil novecientos veintiocho, con asistencia de ciento sesenta y dos ciudadanos diputados, se abrió la sesión.

"Fue aprobada el acta de la que tuvo lugar el día cuatro del actual.

"La secretaría dio cuenta con los asuntos en cartera:

"La H. Cámara de Senadores remite los expedientes relativos a las pensiones que se conceden a la viuda e hijos del extinto general de división Alvaro Obregón; a la señora Virginia Montoya viuda de Gómez, y a los relativos al aumento de las pensiones de que disfrutan las señoritas María de los Ángeles Catalina, María Esther y Luz Josefina Pérez Figueroa, y la señora Luz Alcocer viuda de Romero.- Recibo y a las comisiones de Hacienda y Guerra en turno.

"El C. Primo Villa Michel comunica que se hizo cargo del puesto de gobernador del Distrito Federal, por designación que en su favor hizo el ciudadano presidente provisional de la República.

- De enterado.

"El C. Enrique Cancino participa que fue designado oficial mayor del Gobierno del Distrito Federal.- De enterado.

"El Ayuntamiento de Veracruz transcribe un oficio del presidente municipal de Paso de Ovejas, relacionado con la reconstrucción de los puentes de Paso de Ovejas y Nacional.- Recibo y a sus antecedentes.

"La señorita Luisa Chávez solicita pensión como hija del C. general de brigada don Gregorio M. Chávez, quien falleció en el año de 1900 desempeñando el cargo de jefe de la Décima Zona Militar.- Recibo y a la Comisión de Peticiones en turno.

"Los CC. F. Arroyo, R. González, jr., y otros firmantes solicitan se adicione la Ley Electoral vigente para poderes federales.- Igual trámite.

"La señora Juana Trujillo viuda de Iberri solicita pensión por los servicios que prestó a la patria su extinto esposo el general brigadier de Artillería Permanente Adolfo Iberri.- El mismo trámite.

"Las señoritas Dolores, Esther y Eulalia A. Paéz, por las razones que expresan, piden se reconsidere un acuerdo de está Cámara relacionado con su solicitud de pensión.- Recibo y a la Comisión que tiene antecedentes.

"La señora Agustina Alcaraz viuda de García solicita pensión por los servicios que prestó su extinto esposo el mayor Luis G. García.- Recibo y a la Comisión de Peticiones en turno.

"La señorita Alejandra M. Vega, nieta del general Nicolás Bravo, solicita pensión por los servicios que éste prestó a la patria.- El mismo trámite.

"Se aprobaron sin debate cuatro dictámenes de la 2a. Comisión de Peticiones, que formulan acuerdos económicos por los que re resuelve: que pase a la Comisión de Hacienda que corresponda la solicitud de pensión presentada por el C. José María Chacón; que se diga a la señora Refugio R. viuda de Ochoa, que envíe los documentos necesarios para justificar la solicitud de pensión que tiene presentada y que pasen a las comisiones de Guerra y Puntos Constitucionales en turno, respectivamente, la solicitud de pensión de la señora Isabel D. Gutiérrez y la solicitud de la Liga

Nacional de Maestros Racionalista para que se reforme el artículo 3o. constitucional.

"Se dio primera lectura, se le dispensó la segunda, reservándose para su discusión el primer día hábil, a un dictamen de las comisiones unidas 1a. de Guerra y de Marina, que consulta un proyecto de decreto por el que se concede autorización al Ejecutivo Federal para reglamentar y expedir algunas leyes que se relacionan con el Ejército y Armada Nacionales.

"Sin que nadie usara de la palabra se aprobaron siete dictámenes que presentan las comisiones 1a. de Peticiones, 3a. de Gobernación y 1a. de Guerra unidas, y de Elaboración del Presupuesto, que proponen acuerdos económicos en que se señalan, la solicitud de pensión de la señora María Espinosa viuda de Guerra y las instancias de la señora Antonia Nogerón viuda de Ugalde, la relativa a que se reforme el artículo 28 de la Ley de Pensiones Civiles de Retiro, subscripta por varios ciudadanos telegrafistas, y la que presentan el presidente y secretario de la Unión de Navieros del Cabotaje de Veracruz; que se diga a la señora María del Carmen Hidalgo y Costilla, que se archive, por extemporáneo, el expediente devuelto por la H. Cámara de Senadores, formado con la iniciativa del Ejecutivo Federal para que sean revocadas las autorizaciones concedidas a algunos Estados de la República, para mantener fuerzas armadas dentro de su territorio, y que son de aceptarse las observaciones del Ejecutivo Federal al decreto que expidió esta H. Cámara y por el que se le autoriza para erogar la suma de cinco mil pesos en favor de las juntas locales de los poblados del Distrito de Camargo, Chihuahua, afectados por sacudimientos sísmicos.

"Proposición subscripta por los CC. David Orozco, Teodoro E. Villegas, Enrique L. Soto y otros representantes más, que en su parte resolutiva contiene el siguiente punto de acuerdo:

"Único. Se faculta a los miembros de esta H. Cámara para desempeñar, con remuneración, durante el receso, cargos o comisiones del Ejecutivo Federal, de los Estados, o de municipios, del Poder Judicial de la Federación, o de los de los Estados, excepción hecha a los miembros que formen parte de la H. Comisión Permanente."

"Así que la H. Asamblea concedió la dispensa de trámite se puso a discusión y sin ella se aprobó en votación económica.

"Dictamen de la Sección de Ingresos de la Comisión de Presupuestos y Cuenta que presenta el proyecto de Ley de Ingresos para 1929.- Primera lectura.

"Habiéndosele dispensado todos los trámites se puso a discusión en lo general, y no habiendo quien usara de la palabra se recogió la votación nominal correspondiente, declarándose con lugar a votar en su totalidad el referido proyecto de ley, por unanimidad de ciento sesenta y cuatro votos.

"Usaron de la palabra para hechos los CC. Manuel Mijares V., Federico Medrano Bartolomé Vargas Lugo, Praxedis Balboa y Aurelio Manrique, jr., y durante el debate hicieron mociones de orden el propio C. Manrique y los CC. Orozco y Fernández Martínez y aclaraciones los CC. Yáñez Maya, Carlos Puig Casauranc y Manuel Mijares V.

"Con relación a este debate se presentó, por último, una proposición para la que se solicita dispensa de trámites, subscripta por las CC. Federico Medrano V., Enrique Fernández Martínez, Ramón V. Santoyo, José Rodríguez C. y otros representantes, que concluye con los siguientes puntos de acuerdo:

"I. Con motivo de la actitud asumida por la convención que está celebrando la Confederación Regional Obrera Mexicana en contra del Gobierno de la República, dése un voto de confianza al C. licenciado Emilio Portes Gil, presidente constitucional de los Estados Unidos Mexicanos.

"II. Invítese a las honorables legislaturas de los Estados a que, a su vez y por el motivo expresado, reiteren su confianza y adhesión al Ejecutivo Federal."

"Concedida la dispensa de trámites se puso a discusión y se aprobó en votación económica, sin que nadie hiciera uso de la palabra.

"La Presidencia levantó la sesión siendo las veintidós horas y quince minutos."

Está a discusión el acta. No habiendo quien haga uso de la palabra en votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa sírvanse manifestarlo. Aprobada.

- El C. secretario Medrano: Se han inscrito para hacer uso de la palabra para hechos, los ciudadanos Alejandro Cerisola, Ortega Melchor, González Gustavo, Santoyo Ramón, Mendoza González Octavio, Ibáñez Crisóforo, Camarena Leopoldo, Meixuciro Jorge, Trujillo Gurría Francisco, Aguilera Martínez J. Guadalupe, Solórzano José Luis, Sánchez Ernesto, Cortina Eduardo, Cruz Rafael, Riva Palacio Manuel, Laborde Hernán y Bautista Gonzalo.

- El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano diputado Alejandro Cerisola.

- El C. Laborde: Para una interpelación.

- El C. Cerisola: Señores diputados.

- El C. Laborde: Deseo saber por qué no se permite al público la entrada a las galerías.

- El C. Cerisola: Puedo asegurar a ustedes.

- El C. Laborde: ¡Una interpelación¡ (Campanilla. Voces: ¡Cállate!)

- El C. Cerisola: No permito interrupciones.

- El C. Laborde: Deseo saber por qué la Presidencia no permite al Público que pase a las galerías.

- El C. Cerisola: Puedo asegurar que no me mueve, al venir a la tribuna..

- El C. Laborde: ¡Una moción de orden¡ (Campanilla. Voces: No hay desorden!)

- El C. Cerisola: Las alusiones que el señor Manrique me hiciera.

- El C. Laborde: ¡Exijo que se me cumpla con el Reglamento¡ (Campanilla. Voces: ¡Usted es el que hace el desorden!)

- El C. Cerisola: Vengo solamente, con toda serenidad, a refutar.

- El C. Laborde: ¡Una moción de orden, señor presidente!

- El C. Cerisola: Las falsedades asentadas en

lo poco que dijo y en lo mucho, lo muchísimo que habló..

- El C. Laborde: ¡Moción de orden¡ ¡ Pido que se respete el Reglamento!

- El C. Cerisola: En lo poco que dijo y en lo mucho que habló el señor Manrique. Comenzó diciendo, asentando con todo dolo, con toda perfidia, con toda maldad, que se había celebrado aquí la víspera, o sea antier, una sesión en homenaje del señor General Calles, y que en esa sesión, que había estado completamente desairada, no se había ni siquiera pasado lista para evitar el bochorno de que no hubiéramos tenido quórum.

Esa sola afirmación encierra dos falsedades: la primera, el asegurar que se había celebrado sesión, lo que absolutamente falso. Se celebró, por acuerdo de las dos Cámaras, una ceremonia cívica, ceremonia cívica, y la prueba aquí está, aquí tengo el expediente original mandado por la Cámara Colegisladora, que fue la que inició la celebración de esta ceremonia, y que dice textualmente, en su parte resolutiva:

"Acuerdo.

"I. Como una demostración del precio que los representantes federales, en nombre del pueblo, conceden a la enorme labor depuradora, constructiva y moralizadora dentro de la Revolución y dentro de las instituciones del país, celébrese el día 5 de diciembre de 1928 una ceremonia cívica en el Salón de Sesiones del Congreso de la Unión, como el homenaje al C. general de división Plutarco Elías Calles, y hágase mención en esa ceremonia ideales que este gran ciudadano tuvo siempre, durante su vida política, con el gran desaparecido y primer mexicano, C. Alvaro Obregón."

Y si para algunos diputados pudo haber pasado inadvertido que se trataba de una ceremonia cívica, no así para el señor Manrique, parlamentario viejísimo, conocedor de todos los trámites y que hasta de memoria se sabe artículo por artículo, letra por letra, coma por coma, el Reglamento de la Cámara que a cada momento invoca. Es, pues, pérfida, malévola, la afirmación hecha por el señor Manrique y falsa de toda falsedad en esta tribuna de la Cámara. Es falso también que haya estado desairada y la prueba está en las fotografías que trae la prensa, en la que se ve que todas las curules de la Cámara estaban ocupadas; pero el señor Manrique, cuya única intención al venir aquí fue secundar la obra iniciada en el Teatro Hidalgo por Luis N. Morones, la obra de división del general Calles con el actual presidente provisional de la República, trató de sorprender a la Asamblea y pérfidamente, para excitar los sentimientos de amistad y simpatía que siempre esta Asamblea ha profesado por el gran hombre que se llama Plutarco Elías Calles, hoy que ha dejado el Poder, asentó otra falsedad de herir, repito, los sentimientos de la Asamblea, y dijo que el señor general Calles nos había hecho la afrenta, nos había hecho la injuria de no presentarse en esta sesión de homenaje que a él se le rendía; falsedad enorme que con toda perfidia y mala fe asentó aquí Manrique, porque la Cámara, la Presidencia de la Cámara, consciente de su papel, no se atrevió siquiera a invitar al que se trataba de rendirle el homenaje. La decencia más elemental aconseja que cuando a un hombre en vida se trata de rendirle un homenaje, procurar alejarlo del lugar en donde se le va a rendir, y la Presidencia, consciente de su misión y conocedora del carácter férreo del general Calles, no quiso invitarlo; y si hubiera cometido la torpeza de llegar a hacerlo, el general Calles con toda seguridad se hubiera rehusado a venir a oír, estando él presente, las alabanzas que de él o de su labor se hicieran.

- El C. Manrique: ¡Para una moción de orden¡ (Campanilla. Gritos.) ¡Que se cumpla con el reglamento! (Voces: ¡No hay desorden¡ Campanilla.) Pido a los ciudadanos diputados.

- El C. presidente: No tiene la palabra el ciudadano Manrique.

- El C. Manrique: Pido que se permita al público.

- El C. presidente: La Presidencia asume la responsabilidad completa de sus actos. (Voces: ¡Muy bien! Aplausos.)

- El C. Manrique: Si se sienten representantes verdaderamente populares, no deben temer el pueblo.

- El C. Cerisola: Decía, con toda falsedad también, que aquí se habían oído palabras cortesanas pronunciadas por el que habla.

- El C. Manrique: Y lo repito ahora.

- El C. Cerisola: Yo me remito al señor Manrique al DIARIO DE LOS DEBATES.

Dije en aquella ocasión que si había aceptado el honor que la Cámara me confiriera, nombrándome su portavoz, se debía a que se trataba de decir aquí lo que estaba en el corazón del pueblo mexicano, y procuré hacer, e hice, una torpe, una mala síntesis histórica, concretándome a relatar hechos que nadie, ni Manrique, puede negar. Asentaba que el general Obregón, el inmenso general Obregón, había repartido tierras a los humildes; que había sido el iniciador de la fase constructora del movimiento que había puesto en práctica el precepto que reza que la tierra debe ser del que la trabaje, y que con eso buscaba, además del mejoramiento de las condiciones económicas de la gente del campo, la mayor producción agrícola en el país, y que el general Calles había continuado esa obra y que continuándola había fundado el Banco de Crédito Agrícola para refaccionar a los campesinos; que había, además, establecido escuelas agrícolas en donde se difundían los conocimientos indispensables para sacar de la tierra mejor y mayor rendimiento. Dije que el genio de la Revolución, que el general Alvaro Obregón, con su visión genial, había predicado y así nos consta a todos los que tuvimos el honor de acompañarlo en su jira, que la verdadera riqueza nacional, la nuestra, la que nadie puede arrebatarnos, estaba en el suelo y aconsejaba su cultivo y fertilización. Y dije que el general Calles, con esa misma clara visión, había hecho grandes obras de irrigación que fertilizarían el suelo convirtiéndolo en importantísima fuente de riqueza nacional. Dije que el general Obregón, oyendo el rumor popular que pedía la depuración judicial, es decir, la estricta, la pronta, la expedita administración de justicia, nos había mandado aquí, a las cámaras, su

proyecto de reorganización judicial, y que el general Calles, sintiendo exactamente la misma necesidad, había reformado los códigos para ponerlos en consonancia con las necesidades actuales. Todo esto, que son hechos y como tales incontrovertibles, nos prueba la identidad de ideas, la identidad en tendencias de estos dos grandes hombres que nunca se separaron un ápice. Entre ellos no ha habido más que un sólo punto de desacuerdo: la amistad personal para un hombre, y se necesita tener un criterio muy mezquino que llegue casi al cretinismo, para hacer de esa amistad de un hombre una división completa de las obras gemelas de dos grandes figuras de la Revolución Mexicana. (Aplausos.) Ese hombre que ninguno de nosotros puede apreciar, se llama Luis N. Morones; Luis N. Morones, que no es no siquiera amigo del amigo leal y sincero que ha sido para con él el general Calles; Luis N. Morones, que dos veces por la espalda le ha asestado una puñalada al general Calles, su amigo y su protección. La primera se la dio el 1o. de mayo, con su discurso en el teatro Hidalgo, ocasión en que, abusando de su posición oficial y sintiéndose seguro de su impunidad, pronunció aquel discurso en el que atacaba al general Obregón y al obregonismo; y digo que seguro de su impunidad, porque el general Calles se veía imposibilitado para reprenderlo y castigarlo, porque el mundo entero hubiera visto en ese acto de represión y de castigo la imposición del general Obregón por parte del general Calles, y éste no quiso manchar ni con la sombra de una imposición una candidatura tan popular como lo fue la del general Obregón. (Aplausos.)

La segunda puñalada se la asestó antier, en la Confederación Regional Obrera Mexicana. Todos sabemos, porque vivimos en México y tenemos obligación de saberlo, que el general Calles ha asistido todos los años con verdadera puntualidad a la convención de la Crom, porque es amigo de los obreros, como somos amigos de los obreros la mayor parte de los diputados. Asistió esta vez, creyendo, como siempre, que se tratarían asuntos sociales, y su presencia en la Crom fue explotada malévolamente, pérfidamente por Luis N. Morones, queriendo hacer aparecer al general Calles entre ellos como respaldado la actuación política de ese grupo. Es inexacto que el general Calles respalde la actitud política de ese grupo. Fue una celada que le tendieron con toda inteligencia y con toda perfidia. Es absolutamente falsa la versión dada por la Crom a la prensa, y en la que se hace figurar al general Calles hablando después de Luis N. Morones.

- El C. Puig Casauranc: ¿Me permite el orador una pequeña interrupción?

- El C. Cerisola: Si, señor.

- El C. Puig Casauranc: Con permiso de la Presidencia. El orador acaba de asentar lo dicho por mí ayer, acerca de que la versión taquigráfica de los pretendidos discursos de los señores, general Calles y Luis N. Morones, fue enviada por la Crom a la prensa. Yo ofrecí traer esta demostración que echaba por tierra la mayor parte de los argumentos del señor Manrique, ya que esta misma versión puede ser falsa, puede ser dolosa, ya que Morones ha sido un falso amigo del general Calles. Yo pido a la Secretaría que dé fe de este número de "EL UNIVERSAL" del miércoles 5, donde se asienta que la prensa recibió la crónica de estos discursos enviada por la Crom.

- El C. secretario Medrano: La Secretaría da fe de que en la edición de "EL UNIVERSAL", del 5 de diciembre, en la página 7, en la cuarta columna, bajo el rubro de LA ACTUACIÓN DEL LABORISMO, la versión periodística dice lo siguiente:

"Aborda entones la tribuna el señor Luis N. Morones.

"Damos a continuación la versión taquigráfica de su discurso, así como el pronunciado en seguida por el señor general Calles, que nos fue enviada anoche por la Confederación Regional Obrera.:"

- El C. Carlos Puig Casauranc: Muchas gracias a la Secretaría y al orador.

- El C. Cerisola: El general Calles ocupó el segundo turno de los oradores; habló el señor general Celestino Gasca dándole la bienvenida e inmediatamente después habló el señor Calles. Y la información de la prensa habló el señor Calles. Y la información de la prensa dolosamente tergiversada, dice que el general Calles habló después del discurso del señor Morones, como dando a entender que puesto que hablaba después de él, aprobaba lo que Morones había dicho; y esto es absolutamente falso.

Para terminar puedo decirle al señor Manrique que yo, que fuí callista en 1923, que seguí siendo callista durante la administración del general Calles, por su obra revolucionaria, depuradora, constructora y de admirable administración, y que hoy que ha bajado del Poder sigo siendo callista y seguiré siendo callista toda mi vida, porque nadie me podrá arrancar la enorme admiración que con sus hechos se ha granjeado. (Aplausos estruendosos. ¡Viva Calles!)

- El C. Manrique: ¡Mis parabienes, Cerisola¡ (Murmullos.)

- El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano diputado Melchor Ortega.

- El C. Ortega: A la moción de orden de Manrique quiero contestarle que la Presidencia..

- El C. Manrique: Mi moción fue para la Presidencia.

- El C. Ortega: que la Presidencia, con acuerdo de la Asamblea, no ha querido permitir las porras en este recinto, porque deseamos que no vengan a tener una pugna aquí las porras que nosotros pudiéramos traer también, con las que ustedes han acostumbrado traer en estos últimos días. Cuando venga público independiente y sereno a escuchar con toda honradez y con toda decencia lo que aquí se diga, seguramente que se encontrará abiertas las puestas de la Cámara con el franco paso a que tiene derecho.

- El C. Manrique: Si, el público del diez de octubre.

- El C. Ortega, ¿Cuál, compañero?

- El C. Manrique: El que trajisteis el diez de octubre a las galerías.

- El C. Ortega: El que trajo usted. Y le advierto que no permito que me esté interrumpiendo. Le suplico que no sea majadero. ¡Y esas miradas, allá afuera, qué bien me caerían, señor Manrique!

Compañeros: cada día es más justificable la actitud de la Cámara pasada, cuando reformamos la Constitución, para dar oportunidad a que viniera a la política con toda claridad, sin que tuviera lugar a interpretaciones, el ciudadano general Alvaro Obregón; Alvaro Obregón, cuya fuerza incontrastable, cuya popularidad inmensa atraía hacia él a toda la Revolución. Digo que cada día que pasa debe dársenos más la razón, porque estamos viendo el espectáculo de que un año antes de las futuras elecciones presidenciales, estamos dando ya desgraciadamente el elemento de la Revolución; todavía falta mucho tiempo, apenas empieza la lucha electoral, y ya ayer en este lugar, en este recinto, estuvo a punto de originarse una tragedia.

- El C. Manrique: ¡No llegó la sangre al río!

- El C. Ortega: Le suplico al compañero Manrique que me aclare sus palabras.

- El C. Manrique: Que no llegó la sangre al río.

- El C. Ortega: Y llega con usted y conmigo a la hora que quiera.

- El C. Manrique: Esa sí puede llegar.

- El C. Ortega: Y llega a la hora que quiera.

- El C. Manrique: Bueno, al archivo.

- El C. Ortega: Majadero. Nosotros hemos tenido la paciencia, hemos usado de toda nuestra corrección para oír a Manrique durante dos largas horas ayer y es inconsecuente que Manrique, que siempre nos habla del decoro, de la decencia, de las buenas formas, a diario nos esté interrumpiendo tratando lo que queremos decir en esta tribuna.

- El C. Manrique: Mil perdones, ciudadano Ortega.

- El C. Ortega: Ya ha explicado aquí el compañero Cerisola cuál fue, en nuestro concepto, la actitud de Calles al concurrir a la convención de carácter social. Los que tenemos verdadero aprecio, sincera estimación por el general Calles que ha dejado el Poder, por el general Calles de quien no podemos esperar ningún favor ni que mejore nuestra situación política o personal, sentimos sinceramente, profundamente, que no lo hayan sabido comprender dentro de su desinterés, dentro de su enorme patriotismo todos aquellos que, como Morones y como Manrique, inspirados sólo por la pasión pérfida y malvada, tratan de dividir a la Revolución.

Hablaba ayer Manrique de lógica siendo él ilógico. El informe del general Calles a las Cámaras, con toda mala fe, con toda insidia, era tratado por Manrique en forma distinta, en forma diversa de lo que en realidad encerraban sus conceptos. Leía Manrique este párrafo sin recurrir a la lectura de los anteriores. Dice así:

"Si las cámaras nacionales toman en cuenta mis razonamientos y dan los pasos que mi experiencia, mi sinceridad y mi absoluto desinterés en el caso aconsejan, será obligación ineludible del Ejército, de los políticos, de la familia revolucionaria toda, de todos los ciudadanos, agruparse alrededor del hombre que la Cámara designe para fortalecer su Gobierno."

Y los consejos y las recomendaciones que él daba eran los siguientes:

"No debemos considerar el problema actual superior a nuestras fuerzas, ya que para su resolución, planteada en la forma que lo he hecho, sólo es menester, en la parte que corresponde a las Cámaras, generosidad, alteza de miras y renunciación de apetitos personales y de grupo."

Esto era lo que Calles nos decía en su mensaje memorable. Y a propósito de esto, ayer vi con que cinismo se aplaudía por Manrique a Portes Gil, a Portes Gil, por quien no vino a votar cuando esta Cámara lo designó presidente provisional.

- El C. Manrique: ¡Claro!

- El C. Ortega continuando: A Portes Gil, a quien lo hizo la ofensa como revolucionario, de creer que su nombramiento era origen de una imposición. Si Portes Gil hubiera sido impuesto, como Manrique lo aseguró aquí, Portes Gil ante los ojos de Manrique como Manrique ante los ojos de los revolucionarios, habría desmerecido y no sería digno del aplauso cálido que Manrique ayer le prodigara, lo cual indica la perfidia y la mala fe de Manrique.

- El C. Manrique: Gracias.

- El C. Ortega: La mala fe tratando de separar a Portes Gil, dentro del terreno amistoso, del general Calles; del general Calles que, pésese a Manrique siempre, por toda su vida, le tendrá grande aprecio Portes Gil.

Decía también Manrique que son una vergüenza para el gobierno de Calles los dineros que se habían gastado en el Teatro Nacional, y debe saber el ciudadano Manrique que en el Teatro Nacional el gobierno de la República no ha gastado un solo centavo; que el gobierno del general Calles no invirtió un solo centavo en las obras del Teatro Nacional, a pesar de las reiteradas instancias que se le hicieron. Puede usted comprobarlo, señor Manrique, en la Secretaría de Hacienda o en la dependencia que usted juzgue conveniente.

- El C. Manrique: Gracias por la guía.

- El C. Ortega: Decía Manrique que como obra luminosa o partes luminosas de la obra del general Calles en el Poder, estaban las carreteras, las obras de irrigación, las escuelas centrales, y no recuerdo qué otra cosa. Y para nosotros, sin dejar de estimar profundamente en lo que valen esas obras, que de por sí muestran al general Calles como organizador, para nosotros es de mayor importancia el reparto de tierras que se hizo durante el tiempo del general Calles. La protección decidida que tuvo, firme, para todo el elemento obrero de nuestro país; la forma altamente patriótica con que supo defender a nuestro país en los asuntos internacionales; su actitud eminentemente revolucionaria, a mi manera de ver, en el conflicto con el clero católico, en donde a pesar de las instancias, de los obstáculos y de la rebelión iniciada y sostenida por el clero, supo durante todo su gobierno hacer que nuestra Constitución se respetara. Eso para nosotros significa que el general Calles ha sabido interpretar a la Revolución y que, como revolucionario, ha sabido estar a la altura de su deber.

Decía también Manrique ayer, que en ocasión anterior, cuando se había atacado aquí al general Calles siendo presidente de la República. (En las afueras de las galerías, voces: ¡Ábrenos, Manrique!)

- El C. Manrique: "¡Cual gritan esos malditos!" (Risas.)

- El C. Ortega continuando: Se había inscrito en esta tribuna un sinnúmero de oradores que venimos a esta tribuna en aquella ocasión y ayer todavía, nos hemos inscrito porque creemos que tenemos la obligación de venir a defender a un revolucionario como Calles, y por eso quisimos que esta mañana todo el Bloque Obregonista en masa fuera de cuerpo presente a significarle su adhesión su respeto y su aprecio. (Aplausos.)

- El C. presidente: Tiene la palabra para hechos el ciudadano diputado Gustavo González.

- El C. González: Compañeros: Me voy a permitir muy atenta y muy respetuosamente a esta Asamblea, solicitar de ella la benevolencia necesaria para pedir a nuestro presidente en el presente mes, que accediendo a lo solicitado hace un momento por el compañero Manrique, permita que se abran de par en par las puertas de esta Cámara para que asistan a las galerías, también sabremos dar a esas porras nuestra verdad sincera. (Aplausos.)

- El C. Manrique: Apoyada ya mi moción de orden, insisto en pedir el cumplimiento del precepto reglamentario. (Siseos.) Con permiso del compañero Gustavo González, me permito interpelar atentamente a la Presidencia para que se sirva decirme por qué no accede a la pedido, (Desorden) para que se sirva expresar por qué no cumple con su deber accediendo a nuestra petición atenta y respetuosa.

- El C. presidente: La Presidencia ha tomado la resolución de que no se permita la entrada al público, bajo su más absoluta responsabilidad. (Aplausos.)

- El C. Manrique: Hago constar, con permiso de la Presidencia..

- El C. presidente: No tiene palabra el ciudadano Manrique.

- El C. Manrique: Con permiso del compañero González.

- El C. presidente: No tiene la palabra el ciudadano Manrique.

- El C¿ Manrique: El compañero González me lo permite. Esta misma orden se dio ayer e hipócritamente se negó que existiera.

- El C. presidente: Miente usted descaradamente, yo no soy hipócrita. Yo no había dado ninguna orden ayer. (Desorden, campanilla.)

- El C. Manrique: Estamos en tiempo de Huerta, parecéis presidente de Cámara porfirista.

- El C. González: Pasado este incidente, compañero, vengamos a la discusión del problema con el ánimo sereno, pero también con la resolución de hombres, con la resolución de machos, a discutir todos y cada uno de los aspectos que tiene este problema. En concepto del que habla, y voy a decirlo por segunda vez en esta tribuna con la sinceridad propia del convencido, abordo el estudio del problema considerándolo, para mí, bajo tres aspectos fundamentales: primeramente el aspecto político; en segundo término, el aspecto social y como consecuencia de esos dos aspectos, el aspecto netamente chusco que nos lleva a la conclusión de que estamos en presencia de ciertos hechos significativos que tenemos que interpretar, no solamente los que estamos en el recinto de esta Cámara, sino que puede considerar la nación entera, como la representación de un sainete político. El problema, compañeros de Cámara, es proteico, pero podemos reducirlo y sintetizarlo en esos tres aspectos a que me ha referido.

- El aspecto político, el carácter político, la faceta política del problema sobre el tema, han orientado ya atinadamente algunos compañeros que han ocupado esta tribuna. Es inútil, es infantil dentro de la perfidia misma de las armas que se han esgrimido en esta tribuna, tratar de separar esa dualidad que representan en estos momentos para la Revolución Mexicana, Plutarco Elías Calles y Emilio Portes Gil. (Aplausos.) Los dos íntimamente reconocen, los dos íntimamente admiten la jerarquía moral, la jerarquía política del general Alvaro Obregón. Los dos fueron sus colaboradores íntimos, los dos fueron sus amigos, los dos estuvieron en íntimo contacto en los momentos de prueba que tuvo la nación, y no vamos a creer que por detalles más o menos interpretados arbitrariamente aquí, en esta tribuna, pueden separarse en estos momentos de crisis para la Revolución Mexicana, Plutarco Elías Calles y Emilio Portes Gil. Estamos perfectamente seguros, compañeros, de que están tan íntimamente hermanados esos dos hombres, que se comprenden y se complementan, que la suerte del otro. Por lo mismo, es completamente inútil cualquiera que sea la perfidia que se venga a verter desde esta tribuna, el pretende separar a esos dos hombres que en estos momentos guían a la familia revolucionaria. Y descartada, pues, esta suposición, esta sospecha, que sería el verdadero triunfo de los enemigos de la Revolución, que sería el verdadero triunfo de los enemigos de toda la familia revolucionaria, debemos, pues, pugnar constantemente porque esa unión, porque esa dualidad, se conserve constantemente no sólo para beneficio también del país entero. Hay épocas de la vida de algunos pueblos en que se ha visto palpablemente la influencia directora de algunos hombres que con ligeras diferencias siempre han marchado de acuerdo, y para recalcar esta afirmación voy a citar el caso concreto del mismo Estado de Sonora, y los compañeros de la representación sonorense no me dejarán mentir. En el Estado de Sonora se ha marcado, en cada época de la vida de ese Estado, la influencia decisiva de un terceto inseparable. Primero, el terceto Izábal, Torres y Corral. Esos hombres actuaron en la política sonorense, en la administración sonorense, constantemente unidos, inseparables en todos los momentos de la vida sonorense. Vino la Revolución, y en la primera fase de esa época vimos entrañablemente unidos,

solidariamente responsables uno del otro, a Randall, a Gayou y a José María Maytorena. Y José María Maytorena fracasó porque en un momento dado le faltó el freno de Gayou y el freno honorable, por todos conceptos, de don Carlos Randall. Posteriormente, compañeros, en el mismo Estado de Sonora volvió a levantarse un terceto de inmaculados sonorenses: Alvaro Obregón, Plutarco Elías Calles y Adolfo de la Huerta, que marcharon en aquella época completamente unificados en cuestión de criterio y en cuestión de actitud netamente revolucionaria. Si estos hechos históricos recientes, podemos decir, compañeros, nos ilustran perfectamente acerca de la afinidad de ciertos espíritus ¿por qué admitir que en estos momentos que estamos viviendo, con los incidentes mismos que nos presta en abundancia la Revolución, por qué vamos a admitir que estos momentos trascendentales para la vida mexicana, puede haber una división entre Plutarco Elías Calles y Emilio Portes Gil¿ El que tal diga y el que tal propale en el pueblo, es un criminal o es un imbécil. (Aplausos.) Yo quiero, pues, dejar al arbitrio de cada uno de los propagandistas de esta especie malvada y criminal, que acepte cualquiera de los dos epítetos que acabo de mencionar: o es criminal o es imbécil. Pasemos, compañeros, al respecto político del problema y en este aspecto pido a todos aquellos compañeros que han convivido íntimamente con las clases trabajadoras del país, que me dispensen su atención y en un momento dado me dispensen también su ayuda decidida y su cooperación también decidida.

Los que por curiosidad, compañeros, o por interés de clase se hayan acercado a la convención que actualmente celebra la Confederación Regional Obrera Mexicana, pueden sacar esta conclusión, sin temor a equivocarse: esa convención no es más que una farsa; no es una convención de los elementos trabajadores del país; no es una convención de los elementos trabajadores del país; no es una convención en la que estén representadas las organizaciones del país. Y hago esta afirmación por lo que respecta a los representantes que reclutaron los señores de la Crom en el puerto de Tampico: Palomino Rojas y Froylán García. El día que termine la convención y que vuelvan al puerto de Tampico, no tendrán una sola organización obrera de aquel puerto a quien tengan que informar de su actuación en dicha convención. Son individuos completamente solos, son individuos, compañeros, que, sin exagerar a ustedes, no los respaldan ni siquiera diez obreros de aquel importante centro petrolero. Y si así son todos los representantes, los quinientos o seiscientos representantes que tiene la Confederación Regional Obrera Mexicana en su convención, podemos afirmar rotundamente que eso no es más que una mascarada para impresionar a la opinión pública del país.

Froylán García y Palomino Rojas son dos individuos perfectamente desprestigiados en el terreno social. Palomino Rojas hace unos cuantos meses secretario general de la Confederación Regional Obrera del puerto de Tampico, y cuando se descubrió que estaba traicionando a su organización local y que estaba en tratos sucios don los líderes de la Crom, que trataban por todos los medios posibles de corromper a los buenos líderes de las organizaciones para poder dominar en determinadas regiones, en ese momento solemne la Confederación Obrera de Tampico expulsó de su seno a Palomino Rojas. Y como nuestro partido, el Socialista Fronterizo de Tamaulipas, se apoya siempre en la verdadera fuerza social, expulsó de su seno a este individuo. Que no venga, pues, a lanzar mistificaciones imbéciles, tontas, en el seno de la Confederación Regional Obrera, diciendo que él no ha sido nunca político; él pertenecía a las filas de nuestro partido y nuestro partido, como he dicho hace un momento, respaldando en la fuerza social, lo expulsó de su seno en el momento en que fue establecida la Federación Obrera de Tampico. Esta experiencia, lenta y dolorosamente adquirida en Tampico, ha hecho que instintivamente nos acerquemos aquí en el Distrito Federal, en el baluarte de la Crom, en el baluarte de esa organización formidable que ha logrado dar el timo en el extranjero, que nos, sin exagerar, a todas y cada una de las organizaciones que por fuerza están formando esa confederación; y podemos decir, también sin exageración - y pongo por testigos a los mismos compañeros redactores de la prensa metropolitana - que en todos ellos priva el descontento y el malestar contra el Estado Mayor de la Confederación Regional Obrera Mexicana. Aquí no hay esa renunciación voluntaria que nos lleva a formar parte de determinada organización ya sea sindical, ya sea de cualquier otro orden, esa organización donde vamos a renunciar parte de nuestras libertades y las obligaciones colectivas de dicha organización. Aquí no, compañeros, aquí no se ha hecho propaganda a base de persuasión, a base de amor, a base de atracción al obrero; aquí se ha hecho propaganda constantemente a base de amenaza, a base de procacidades, a base de esquimos, a base de infamias, y no hay una sola de las organizaciones obreras del Distrito Federal que no esté dispuesta, en un momento dado, a sacudir ese yugo completamente ignominioso, completamente infame para la clase trabajadora. Y aquí viene la súplica para ustedes, compañeros de Cámara, que nosotros vayamos a ese fondo social, que nosotros procuremos darles la mano a esas organizaciones obreras, que procuremos hacer que la voz de la verdadera organización, de la verdadera gleba trabajadora se haga oír en las altas esferas oficiales. Eso es lo que se pedía durante cuatro largos años que se hiciera en la administración del señor general Calles, herméticamente cerradas las puertas de la presidencia de la República para los trabajadores de las organizaciones obreras del Distrito Federal; quizá el señor presidente Calles nunca supo del verdadero sufrir, del verdadero estado en que se encuentran las organizaciones obreras del Distrito Federal. En este momento mismo si una Comisión de la Cámara ofreciera la ayuda a que tienen derecho esas organizaciones, puesto que la esencia de esta Cámara es netamente socialista, netamente societaria, yo estoy perfectamente seguro, y podría asegurarlo a los compañeros diputados, que dentro de cuarenta y ocho horas una sola organización del Distrito no respaldará la actitud provocativa de los líderes de la

Confederación. Por lo mismo, yo pediría, yo suplicaría muy atentamente que vayamos al fondo del problema, allí está el verdadero carácter del problema, en el Distrito; quisiera la ayuda para sus organizaciones a fin de que liberarse del yugo ignominioso que actualmente tienen sobre sí. Y de esta manera, sin lesionar en la más mínimo el carácter sindical, el aspecto sindical de nuestra lucha, podremos haber hecho una obra eminentemente efectiva y real, ayudando al actual presidente de la República, licenciado Portes Gil.

En cuanto al aspecto chusco, ya está en la mente de todos ustedes, compañeros que se reducen exclusivamente a una sátira, a una crítica más o menos mordaz que va a desarrollarse mañana en el tablado del teatro Lírico. Y digo yo ¿por qué, si en esas obras ligeras que no dejan huella, que no tienen trascendencia de ninguna naturaleza, se ridiculiza a veces al primer magistrado de la nación; si la Cámara ha dado en multitud de ocasiones material de sobra no sólo para que se nos ridiculice, sino hasta para que se nos insulte de la manera más procaz, quién es Luis N. Morones para que se le exima de esta crítica mordaz que va a causar un efecto más o menos profundo en el alma popular¿ Y puesto que nosotros hemos admitido esto sin replicar, porque nunca he oído en esta Tribuna la palabra de algún compañero diputado que proponga semejante aberración de que no se nos discuta, de que no se nos desnude públicamente ¿por qué vamos a permitir que Luis N. Morones se sienta una especie de Aquiles Moderno al que no se le debe vulnerar ni siquiera el talón con que ominosamente pisó por mucho tiempo la Secretaría de Industria y Comercio¿ No, compañeros, si ellos amenazan con que suspenderán por la fuerza, que suspenderán por medio de una porra que lleven a las galerías del teatro Ideal, nosotros debemos corresponder yendo todos, o la mayor parte de nosotros, a que sea libre y espontáneamente expresada la ridícula

fugira de Luis N. Morones en el tablado del teatro Ideal. (Aplausos.) Y que esta lección, no será el día de mañana, que nos sirva de ejemplo a muchos de nosotros para que nos prevariquemos, para que no abandonemos nunca la línea recta que nos hemos trazado dentro del terreno revolucionario. Este bofetón con guante blanco y con risas que se le dará a Luis N. Morones el día de mañana, que nos sirva a nosotros de ejemplar dirección para que nunca claudiquemos en el terreno de la Revolución, que es terreno de honradez y terreno de elevación netamente moral. (Aplausos.)

- El C. presidente: Tiene la palabra para hechos el ciudadano diputado Ramón V. Santoyo.

- El C. Santoyo Ramón V.: Ciudadanos diputados: Un alto concepto de la verdad y el profundo respeto que siento por ella, me trae a esta tribuna que parece más firme y más alta durante estos días en que transcurre una interesante época de la Revolución y una interesante página de la historia nacional. Yo he aprendido aquí en México que la verdad provinciana, la verdad sencilla, la verdad sincera y fuerte, se acerca muchas veces a la capital y su fuerte, se acerca muchas veces a la capital y su fuerza y su sinceridad y su sencillez es algo que ilumina lo que en muchas ocasiones es oscuridad o es tartufismo. Yo quiero representar en esta tribuna la verdad provinciana y yo, que ayer no más estaba todavía en las aulas, quiero decir que no me siento miembro de una juventud revolucionaria, que me siento miembro de una diputación que ha venido representando efectivamente los contingentes políticos de su Estado; y en ese carácter voy a expresar la verdad personalísima de que habla Manrique, una verdad absoluta, naturalmente con todas las imperfecciones que el individuo pone en ella, pero no una verdad personal, sino la verdad que es lo que es, Se ha aludido al Estado de Guanajuato en la mascarada del Teatro Hidalgo y se ha aludido también en esta tribuna. He de referirme primero a lo que se ha dicho en esta tribuna, porque lo pronunció Manrique, y yo nunca podría hacerle la ofensa a Manrique de posponerlo a Luis N. Morones. Tengo que rectificar a Manrique varios conceptos; tengo que rectificar en primer término su expresión acerca de que en Guanajuato no existe una organización política en el sentido social. Yo recuerdo, en efecto, que dentro del territorio de Guanajuato él pronunció esa apreciación. Nos encontrábamos en esperanza, nos encontrábamos junto al general Obregón, cuando fue en propaganda a Guanajuato, y, en efecto, Manrique dijo en un discurso, que se encontraba con que en Guanajuato no se había hecho completa Revolución. Es necesario que la verdad de Manrique se modifique por la verdad real, por lo que en efecto existe. Para que la Revolución entre de lleno en determinados lugares, es preciso que lo haga conforme a la resistencia que estos mismos lugares oponen. Vamos imaginándonos selvas a las cuales hay que podar; donde es más espesa la selva, donde es más fuerte la oposición que opone al hachero, es allí donde mayor tiempo se dura y con mayor lentitud se camina. Pero hemos ido en Guanajuato con paso firme. Ha llegado al poder la juventud, han estado allí Romero Courtade, ha estado allí Mendoza González (Aplausos), han estado allí otros muchos que en Guanajuato laboran por la Revolución y no es justo que en esta tribuna venga a decirse que no se ha hecho nada, cuando para hacer lo que existe se ha tenido que caminar, repito, por una selva intrincada, llena de espinas. Y pronunciar esa afirmación es no estimar el trabajo fuerte, el trabajo decidido de la juventud de Guanajuato. (Aplausos.) Tengo que reprocharle eso a Manrique y lamento que no esté aquí para que me escuche; El habría de apreciar mi verdad si es que es hombre sincero, él habría de apreciarlo, él habría de escucharlo y seguramente que habría de darme la razón.

Por lo que a mí toca debo decir que represento a uno de los distritos más radicales de Guanajuato; debo decir que represento a Silao y Romita; debo decir que es allí donde viven las agrupaciones más fuertes de agraristas; debo decir que el general Obregón felicitó a estos hombres que tienen establecido en Silao y Romita el gobierno de los campesinos para los campesinos. (Aplausos.)

Otra rectificación a Manrique: él habla de la Crom como de un bloque que no admite absolución. Yo absuelvo a la Crom, yo absuelvo a la masa anónima de campesinos, a la masa anónima de obreros.

que han sido engañados por los líderes; ellos que están creyendo que se trata de reivindicaciones sociales, merecen no sólo el perdón, merecen lo que ha dicho el compañero Gustavo González, merecen la ayuda. (Aplausos.)

Hay una extraña e imposible dualidad en la forma de presentarse de los moronistas: presentan un aspecto social que se llama Confederación Regional Obrera Mexicana, y presentan un aspecto político que se llama Partido Laborista. Y la verdad de las cosas, la verdad no personal como la de Manrique, sino la verdad que a todo mundo consta, es que estos individuos se dedican exclusivamente al aspecto político y lo que ha sucedido en este caso y lo que ha dado margen a esta agitación en la Cámara y en toda la República, ha sido ese dualismo imposible y pérfido. Ellos llevaron al general Calles a una asamblea de hombres que trataban de cuestiones sociales; él creyó que eran cuestiones sociales, y allí estaban agotando, como ya lo agotaron, un tema político. Esa es la perfidia de estos hombres. Morones, al llevar al general Calles, no hizo otra cosa sino oponerse, sino escupir, sino vilipendiar el mensaje que vino a decirnos lleno de verdad y sinceridad, en este sitio. Eso ha hecho Morones, inferir a su amigo, como ha dicho Cerisola, asestarle puñaladas. ¡Eso ha hecho Morones, el pérfido Morones¡ Miren ustedes que ironía del lenguaje: la Crom se desmorona, se acaba la Crom, se acaba Morones. (Aplausos.)

Decía que iba a rectificar en segundo término las expresiones vertidas contra el Gobierno de Guanajuato en la convención de la Crom. Aquí ha venido a defender a Portes Gil, valiente y decididamente, el compañero Balboa, aquí lo ha venido a defender el compañero Gustavo González, aquí ha sido defendido el general Pérez Treviño por el compañero Mijares; yo vengo a defender a Arroyo Ch. y con Arroyo Ch. a Guanajuato. (Aplausos. Voces: ¡Viva Guanajuato!) Eso que los laboristas han llamado "cacería de obreros" en el territorio de Guanajuato, es una interpretación, una introspección de lo que ellos mismos hicieron en el Estado de Guanajuato. En Guanajuato no existen agrupaciones adheridas a la Crom. En Guanajuato no existen obreros que hayan tenido la torpeza de adherirse a la Crom; allí está con una historia grande y una organización fuerte la Confederación de Partidos Revolucionarios que ha cumplido, está cumpliendo y cumplirá todos los postulados de la Revolución Mexicana. (Aplausos.) Los que han hecho "cacerías" han sido los laboristas; ellos sí que fueron a sembrar el pánico en Guanajuato con Celestino Gasca a la cabeza, Gasca, el hombre fatal, ese Buda de terracota que nunca se ríe, vio como se derramaba la sangre por su capricho y por su mandato. (Voces: ¡Muera Gasca!)

- El C. Manrique: Gasca, a quien pretendió imponer Calles.

- El C. Santoyo: Esos mismos laboristas llevaron armas, parque y elementos de esta capital, abusando una vez más de la bondad del presidente de la República que los tenía en Fabriles; abusando una vez más, insisto, llevaron esos elementos y con ellos ensangrentaron el suelo guanajuatense.

- El C. Manrique: ¡Cierto!

Ellos, que dicen que hay "cacería de obreros" actualmente en Guanajuato, despojaban hasta a los cadáveres y aquí en esta capital está el automóvil de José Gutiérrez, que despojaron después de haberse muerto, después de haber sido asesinado en Dolores Hidalgo y en él se pasean fastuosamente algunos individuos de los que estuvieron en la mascarada de San Diego de la Unión.

- El C. Manrique: El de Hernández Alvárez.

- El C. Santoyo: Le rectifico al compañero Manrique que Hernández Alvárez no perdió su automóvil en esta ocasión. Para que tenga esta certeza voy a explicarle al señor diputado Federico Hernández Alvárez, que se encuentra en este lugar, se sirva aclarar si es verdad o no lo que acabo de decir.

- El C. Hernández Alvárez Federico: El automóvil de mi hermano existe en la casa.

- El C. Manrique: ¿Me permite aclarar el orador? Se celebraban las elecciones. Habíanse celebrado ya, verificándose ya las elecciones de poderes locales en Guanajuato. En esos días pasé yo, crucé el Estado de Guanajuato, viniendo del Norte de la República, y al pasar por la estación que antaño se llamó de San Felipe - sabe el compañero a qué lugar me refiero - , compañeros, familiares de Hernández Alvárez, me suplicaron a mi personalmente pidiendo mi intervención, por si algo pudiera significar en su favor la influencia que me suponían, para lograr se les devolvieran un camión o un automóvil del que se habían apoderado las usurpadoras autoridades gasquistas de San Felipe. A eso me refiero, compañero.

- El C. Hernández Alvarez: Para una aclaración, si me permite; no era automóvil, sino camión.

- El C. Manrique: Yo le suplico que no atribuya a mis palabras intención que no tuvieron.

- El C. Hernández Alvarez: No era el automóvil a que usted se refiere; era un camión propiedad del señor Cipriano Espinosa.

- El C. Manrique: ó quise corroborar las palabras del compañero señalando un abuso más.

- El C. Santoyo: Yo, en honor a la verdad, me permití hacer la rectificación, compañeros.

Pero voy a concluir para no cansar a la Asamblea y no sigo hablando para no causarle ese mal efecto, pero debo advertir que por lo que hace a asuntos laboristas, me siento yo - que ya he dicho, ayer no más estaba en las aulas - como aquellos estudiantes que van a presentar examen y desean y prefieren, por haberlo preparado mejor, que se les "eche", como se dice en el argot de aquellos días inolvidables, que se les "eche" un punto que bien conocen. Así me encuentro yo. Se trata de asuntos laboristas y he de venir a esta tribuna a desnudarles. Decía que iba a concluir, y quiero concluir manifestando mi fe, mi fe sincera, y con ella la de los campesinos y la juventud que represento en que no habrá esa división de la Revolución y en que habrá esa división de la Revolución y en que habrá de cumplirse el verso aquel de Díaz Mirón:

Todo el vapor que del pantano sube,

Miasmático y sombrío,

Se cuaja arriba en tormentosa nube,

Pero desciende en bienhechor rocío." (Aplausos.)

- El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano diputado Octavio Mendoza.

- El C. Mendoza González Octavio: Ciudadano diputados: la convicción más profunda que tengo es la de que la Revolución no se divide; la Revolución, ciudadanos diputados, se purifica.

- El C. Manrique: ¡Claro!

- EL C. Mendoza González: Y todos aquellos ciudadanos diputados que sean unos malvados, habrán puesto con su lengua de traidores la guillotina de su cabeza moral. Por eso es que yo también, como la juventud revolucionaria, me creo autorizado a venir a deciros que todos los cadáveres morales que han querido ser los tránsfugas de la Revolución ya apestan, ya hieden, y por eso tendrán que separarse de las filas uniformes de la Revolución. (Aplausos.)

El ciudadano Luis N. Morones, compañeros diputados, es como aquel don Juan del cuento español. Aquel don Juan dicen que se ufanaba en tener el mejor espantapájaros, decía, me sirve, porque le pongo hoy el cuello, mañana la camisa, al día siguiente los gemelos; y así, día con día, iba perfeccionando su espantapájaros, porque él se hacía esta reflexión: si sin él mis cosechas son de veinte por uno, con él serán de ochenta por uno. Y así también Morones nos ha venido a decir: yo, con el espantapájaros de la acción directa, con el espantapájaros de la Crom, que somos, voy a levantar el ochenta por uno de las cosechas que ha venido a sembrar la Revolución Mexicana. (Aplausos.) Y no, señores diputados, Luis N. Morones se equivoca también como el don Juan del cuento. Algún día pasó por sus muy pródigas y fértiles tierras un circo arrastrado por tres briosos caballos, y esos tres briosos caballos eran de una pobre truppe gitana, y el que hacía reír, el payaso de aquel circo venido en lontananza que se dibujaba una sombra espesa que hacía el sol de la tarde en la propia tierra fértil de aquel espantapájaros, dijo: "esto hará mejor reír a los que acudan a mi circo" y lo arrebató y se lo llevó con los tres caballos gitanos en aquella peregrinación interminable de los circos españoles. Y llegó, señores diputados, un día a la pista y como último lugar de aquellos números de la propia farándula, presentó aquél espantapájaros y fue el hazmerreír constante de los públicos y allí se escucharon las ovaciones. Y ahora, señores, aquí estamos escuchando ovaciones porque Luis N. Morones se ha ido a la farándula y con su espantapájaros ha llegado al último rincón del circo y ocupa el lugar de aquél espantapájaros, porque sólo es un hazmerreír con la acción directa, porque ya sus caudales jamás nos atormentan ni nos atribulan. No, señores, aquí no estamos para decirle lo que debemos decirle: que hay una juventud, una juventud de hombres vigorosos que sabrán, ante todo, desenmascarar a todos los hipócritas y a todos los traidores. (Aplausos.)

Pero, ciudadanos diputados, desgraciadamente muchos que yo estimo como amigos y quiero como revolucionarios, también han desviado su camino. Aquí encontramos a sujetos, a ciudadanos tan respetables, tan instruídos, tan valerosos porque vienen a decir su verdad, que ya aprietan en el puño, como el ciudadano Manrique, que se han desviado de la verdad. Y yo a decir la mía y creo que la mía es la de la juventud revolucionaria. El ciudadano Manrique nos quiere confundir con su actitud verdaderamente mascaresca, verdaderamente ridícula, verdaderamente de circo y de última función al presentarnos la personalidad altamente grandiosa, altamente fuera del ciudadano Plutarco Elías Calles (Aplausos.) El ciudadano general Calles no ha tenido necesidad de espantapájaros: él tiene su personalidad, él tiene su labor, él tiene sus manos y su cerebro que lo ha sabido poner siempre al servicio de la Revolución para sacar adelante los postulados de los hombres conscientes y dignos de la República Mexicana. (Aplausos.) Habló, ciudadano Manrique, con toda la sinceridad de que usted crea capaz a la juventud mexicana cuando se siente honrada y no tiene por qué avergonzarse. Así es que continúo. El ciudadano general Calles, y ayer mismo lo decía el ciudadano Manrique.

- El C. Soto y Gama: ¡Hermosa juventud!

- El C. Mendoza: A mucho honor tengo pertenecer a ella. Y créame usted que, aunque me interrumpa, yo sabré decir mi verdad. Aunque sea usted el maestro de Manrique, no creo que venga a enseñar ninguna lección de dignidad a quién ha sabido ser digno y ha sabido ser hombre. (Aplausos.) Ciudadanos diputados: el general Calles tiene personalidad bastante, y tiene una robustez y una amplitud tal de criterio, que ayer mismo el ciudadano Manrique lo decía desde esta tribuna; el ciudadano general Calles todavía que ser discutido por muchos años por su actuación durante cuatro en la presidencia de la República. Y esa discusión será nacida de lo siguiente: jamás a lo que nada vale se le discute; se discute lo que vale, lo que tiene valor. (Aplausos.) Si ayer nos decía que había puntos negros y puntos sombríos en la actuación del señor general Calles - nadie se escapa de que se le critique cuando se es hombre público y cuando se ocupan puestos en donde están fijas todas las miradas de la nación - también el mismo señor Manrique tuvo que conceder, porque es muy grande el peso de la razón y de la justicia, que había una enorme cantidad de hechos prácticos y razones formidables de las que teníamos que asombrarnos, en actividad desarrollada por el señor general Calles. Y el señor Manrique, aunque nos decía ayer que exclusivamente en la construcción de obras de irrigación y en el trazo de carreteras se había distinguido la administración constructiva del general Calles, debe también concedernos el señor Manrique, y con él su profesor, el señor licenciado Soto y Gama (Risas), que también se instalaron no menos de dos mil escuelas en el territorio de la República, lo que equivale a la desanalfabetización de nuestros indígenas y a dignificar a la raza proletaria y a la raza indígena de la nación mexicana. (Aplausos).

Así es que permitidme que no siga adelante tratando sobre estos tópicos que yo también, dándole la razón al compañero Manrique, considero que generaciones futuras y la historia por medio de los hombres que la hacen, si son serenos y ecuánimes, tendrán que hacer un balance recto y preciso de

la actuación de uno de los hombres más grandes con que ha contado la Revolución Mexicana que es el ciudadano general Plutarco Elías Calles. (Aplausos.)

- El C. Cortina: ¡Como suena!

- El C. Mendoza González: Puesto a un lado este tema, que tendrá que ser juzgado por los que no tengan los apasionamientos que nosotros vivimos en el momento político que nos toca estar presenciando, voy exclusivamente a decir unas cuantas palabras sobre lo que los desgraciados laboristas pretendieron hacer en uno de los más ricos Estados de la República Mexicana, que es el Estado de Guanajuato.

Me encontraba yo al frente del Ejecutivo de ese propio Estado, cuando Celestino Gasca, haciendo honor a la farándula en la que el hazmerreír es el ciudadano Luis N. Morones, se quiso presentar como un payaso de segundo orden en la pista de la política nacional, para ir a regir los destinos de un Estado libre en donde nunca él se esperaba, porque es un inconsciente, que habría hombres libres y que habría hombres fuertes que sabemos responder en el terreno que se nos llame. El general Gasca se presentó, señores, antes de las elecciones, llevando enormes listas de raya de la dependencia en donde él estaba al frente, que era la de Establecimientos Fabriles, y de la que sacó no menos de cincuenta hombres para irlos llevando por cada uno de los distritos, con excepción de la capital, a donde nunca se atrevió a llegar el general Gasca. Un individuo de muy buen humor del partido a que yo pertenezco, y del que jamás sentiré ni siquiera un asomo de vergüenza por pertenecer a él, que es la Confederación.. que es la Confederación Obrera, la Confederación de Partidos Revolucionarios Guanajuatenses. (Voces: ¡Ya se te olvidó¡ Perdónenme ustedes que no me haya acordado violentamente del nombre de mi partido, porque es el calor de la discusión se pierden hasta los nombres de las personas y de las cosas más familiares. También me faltaba agua. (Tomó un vaso de agua.)

- El C. Manrique: ¡ Allí están los bomberos!

- El C. Mendoza González: Los bomberos se quedan para los individuos que sin conciencia ninguna vienen sólo a gritar para que les abran las puertas. Yo no vine aquí para baños, pero a los que se los den ¡buen provecho¡ Esas listas de raya, compañeros, obran en poder de todas las autoridades a que ustedes quieran dirigirse, tanto de las judiciales, como de las políticas. No menos de cincuenta individuos transportados en camiones de las dependencias de los Establecimientos Fabriles recorrieron el territorio de Guanajuato al grito de ¡Viva Gasca¡ amparados por bayonetas y hasta por pistolas "Thompson", iguales a las que ayer se trajeron por una porra en un número no menor de cuatro, queriendo cometer asesinatos en las personas de hombres y ciudadanos libres. (Voces: ¡Que las traigan ahora¡) Así, señores diputados, las llevó a Guanajuato Celestino Gasca. Gasca empleó en su campaña los dineros que la Confederación Regional Obrera Mexicana debió haber destinado para auxiliar a los damnificados de la ciudad de León, de la que soy nativo, y que fueron en una cantidad no menor de ciento setenta y nueve mil pesos; esos ciento setenta y nueve mil pesos que seguramente hubieran servido, bien empleados, para mitigar la tristeza de muchos hogares agobiados por las constantes inundaciones que el río de esa ciudad provoca cuando vienen grandes avenidas, se destinaron a la campaña sangrienta de Celestino Gasca.

- El C. Díaz Soto y Gama: ¿ Y el Ejecutivo?

- El C. Mendoza González: El ejecutivo, señor, en este caso indiscutiblemente que no sabía nada.

- El C. Mendoza González: Voy a demostrarle al señor Soto y Gama. Cuando yo, como gobernador, vine y se lo puse en conocimiento al señor presidente de la República, lo reprobó en todos los tonos y yo, aunque no lo quieran, tengo que ser callista, porque ha conceptuado siempre la labor del general Calles como verdaderamente honrada y como la reconoció también el señor general Obregón, aun en contra de quienes anduvieron con él, como Soto y Gama y Manrique.

- El C. Díaz Soto y Gama: ¿Y el amparo?

- El C. Mendoza González: Por eso precisamente, es más imparcial la conducta del señor general Calles, porque sujetó la resolución del problema de Guanajuato a una autoridad competente, como era la Suprema Corte de Justicia de la Nación y cuando ésta dio su último dictado, el señor general Calles, como el que más, fue respetuoso de aquella determinación y desde entonces el Estado de Guanajuato disfruta de la administración amplia, sencilla y democrática de Agustín Arroyo Ch. (Aplausos.)

- El C. Díaz Soto y Gama: ¡Convencidos¡ ¿Verdad?

- El C. Mendoza González: No necesito convencer a nadie. Cada uno, como el diputado Manrique lo dijo, tenemos nuestra verdad y yo no tengo la obligación de convencer a quien no quiera convencerse. (Aplausos.) Yo no soy, compañero Soto y Gama, maestro de escuela.

El señor general Celestino Gasca, en complicidad con el ingeniero Gracia, que entonces estaba encargado de los asuntos del Banco Ejidal en el Estado de Guanajuato, se pusieron a hacer negocios.

- El C. Díaz Soto y Gama: Como lo hizo Luis León.

- El C. Mendoza González: A mí no me interesa saber si había otra persona de por medio, ni yo me puse a investigarlo, porque bien poco me importaba. El señor ingeniero Gracia, repito, ha sido director de Fabriles, y yo le suplico al compañero Soto y Gama que tenga un poco de más decencia, la misma que él suplica se le tenga cuando viene a esta tribuna, para que me deje seguir en lo que yo estoy diciendo, que es mi verdad, y que es la verdad de la juventud revolucionaria. (Aplausos.) El señor licenciado Soto y Gama ya tiene muchas canas y muchos sinsabores para que podamos creer que cuando viene a esta tribuna nos viene a hablar con la verdad. Yo le aseguro al señor licenciado Soto y Gama que yo tengo qué reprocharle más de un acto de su vida, y usted no tiene absolutamente ninguno qué reprocharle al que habla, porque yo, ante todo, tengo dignidad y sé ser hombre y decir lo que siento. (Aplausos.)

Señores diputados: A mí bien poco me gusta subir a esta tribuna, pero cuando lo hago me gusta venir a decir todo lo que siento y hacer saber que la Revolución todavía se siente capaz de venir a sostener sus principios y todo lo que es necesario sostener para la significación de los hombres que están todavía en la ignorancia y a quienes debemos ayudar para que sean conscientes.

Hay muchos que se tildan de conscientes y no saben en realidad por qué llevan el nombre que les pusieron. Pues, señores diputados, el ingeniero Gracia, a quien por desgracia (Risas) todavía tienen en las esferas oficiales de la Secretaría de Agricultura y Fomento, fue uno de los elementos que más hostilizaron la expresión franca y sincera del pueblo de Guanajuato. El señor ingeniero Gracia estuvo armando a unos cuantos campesinos a quienes él trató de equivocar, y lo logró quizá por su ignorancia; y esto de su ignorancia no vayan ustedes a creer que se deba al poco escrúpulo que ha tenido el Gobierno de Guanajuato para no impartirles todos los conocimientos que son necesarios a los campesinos, porque si todos los presupuestos que se tienen en la nación, tanto de la Federación como de los Estados, se destinaran exclusivamente a la desanalfabetización de las masas obreras y campesinas, no serían suficientes para que éstas en un período no menor de diez años, fueran gentes conscientes y supieran cuáles son sus derechos y en correlación sus deberes. Pues el ingeniero Gracia, valido de esta situación, porque es un pícaro de los muchos que saben leer y escribir, iba a hacer negocios de maíz y compraba grandes cantidades de bestias, dizque a nombre del Banco Ejidal, haciendo por presión a los ciudadanos que tienen propiedades en el territorio del Estado, que se las vendieran a un precio ínfimo, diciéndoles que de orden superior se les quitarían sus ejidos a los campesinos, se les decomisarían sus propiedades a los que se negaran; y en esos negocios tenían participación Luis N. Morones y Celestino Gasca, y con eso hacían la campaña de este último.

- El C. Díaz Soto y Gama: ¡Le están echando leña a Calles!

- El C. González Mendoza: Nunca he esperado nada del señor general Calles, porque ni siquiera cuando yo le solicité que me concediera alguna audiencia lo vine a hacer con bajezas de ninguna naturaleza; a mí me recibía por el carácter que tenía en aquel entonces.

- El C. Díaz Soto y Gama: Sigue la requisitoria contra Calles.

- El C. Mendoza González: Pues, señores diputados, la actuación de los bribones como Celestino Gasca y Luis N. Morones, fue patente en el Estado de Guanajuato. Celestino Gasca, como director de Fabriles, percibiendo quizá el sueldo de estos Establecimientos, fue a hizo su campaña y distribuyó parque y armas a todos los campesinos y a todos los individuos que llevó comprados exprofesamente de distintas partes de la República, entre otras del Estado de Hidalgo y algunos de ellos partidarios del coronel Matías Rodríguez. (Aplausos.) Yo les digo a ustedes esto, porque nunca he tenido pepita en la lengua para decir lo que cada uno se merece. (Aplausos.) Esas armas y ese parque...

- El C. Díaz Soto y Gama: ¡Y lo sabía Calles!

- El C. Mendoza González: No, señor, no lo digo contra el general Calles, que me merece el más profundo respeto. El general Calles no era posible que siendo presidente de la República, estuviera como "cuenta chiles" viendo cuánto parque salía de los Establecimientos Fabriles para las labores que están desempeñando todos los ciudadanos jefes de operaciones y las autoridades de la República.

- El C. Díaz Soto y Gama: ¿Me permite una interpelación el orador?

- El C. Mendoza González: No se la permito, haste que termine. Entonces puede usted formularme las que guste.

- El C. Soto y Gama: Entonces ruego a la Presidencia se sirva anotarme.

- El C. Mendoza González: Me admira, señores diputados, que tanto el compañero Díaz Soto y Gama como el compañero Manrique sientan escozor por las frases que estoy virtiendo, cuando el señor Manrique, siendo gobernador de San Luis Potosí, no supo ni siquiera conceder audiencias al público. (Aplausos.) El señor Manrique, al llegar al Gobierno de San Luis Potosí, creyó que la democracia consistía en abrir las puertas de par en par sin poder él despachar los asuntos más importantes que estaban encomendados a su cuidado.

- El C. Manrique: ¡ Y a mucha honra!

- El C. Mendoza González: El compañero Manrique en medio de sus grandes facultades oratorias y en medio de todas las partes buenas que hay que reconocerle en su individuo, tiene partes tan malas como la de que no sabe ser administrador. El señor Manrique jamás ha sabido gobernar, quizá ni a los amigos que tiene en su casa. De allí que también él se sintió autorizado, con esa falta de organización que tiene hasta por su propia persona, para criticar los actos de uno de los más grandes estadistas de México. Pues, señores diputados, perdónenme tanta interrupción, pero yo hubiera querido ir deslizando esto poco que tenía que decir, sin que hubiera necesidad de estarme refiriendo a cada uno de los individuos en el centro de mi peroración. (Una voz: ¡Siga usted con Matías Rodríguez!) Compañero de Hidalgo, le suplico que sus asuntos personales los traten después, cuando sea debido. Yo vengo a poner de manifiesto cuál es la actuación de los bribones y cuál es el castigo que merecen. No vengo tampoco a pedir que el puñal traicionero o la pistola que se trae a hurtadillas, dispare a traición contra nadie; yo vengo a pedir que la sanción sea la muerte moral, que la República entera vea a los individuos que no merecen ser sino cadáveres de la política nacional.

- El C. López Moreno: ¿Me permite usted que le conteste al compañero de Hidalgo?

- El C. Mendoza González: Compañeros de Cámara: no creo que sea necesario que se vierta ni una sola gota de sangre para conquistar los triunfos más altos, los triunfos más grandes y las más nobles tendencias de la Revolución Mexicana; esas conquistas se deben obtener por la razón, porque nos asiste la justicia y porque o somos hombres dignos y formamos parte de los pueblos civilizados, o estamos condenados a desaparecer del mapa del mundo. Pero esta manera de pensar mía no

fue la misma de Morones y de Gasca; éstos creyeron que para conquistar un puesto público tenían que ir a derramar la sangre del pueblo de Guanajuato y, allí está Baltazar Martínez, que tuvo que ofrendar su vida, junto con López Moreno, para defender las instituciones legítimas; por eso ahora su viuda y sus hijos, antes que nada, se presentan con la frente alta, sabiendo decir que tuvieron la dignidad suficiente para acrecentar la moralidad y el porvenir del Estado de Guanajuato. En Moroleón, señores, a Ildefonso Pantoja también se le segó. Golpearon y encarcelaron de la manera más brutal a Rafael López Mendoza y a Eutimio Salvatierra se atrevieron estos infames laboristas, estos infames que no predican sino la traición y el crimen, estos infames que no tratan sino de dividir la Revolución Mexicana, a atacar a las mismas fuerzas federales, que no deben ser sino el sostén de las instituciones legítimas, y allí murieron un sargento y un soldado raso. En San Felipe también, señores diputados, se llevaron arrastrados a tres ciudadanos a quienes tuvieron durante cuarenta días a pan y agua. Y éste no es un pasaje de la Biblia, éste es un pasaje de San Diego de la Unión, en donde los rufianes gasquistas fueron a dejar sin pan y sin agua a los hijos de aquellos individuos, a quienes tenían exclusivamente a pan y agua. Todavía las calles de la capital de Guanajuato las recorre uno de estos sujetos perfectamente loco, porque perdió sus facultades mentales debido a los atropellos que sufrió en las cárceles, debido al desgraciado mercenario Celestino Gasca.

Y, señores, todavía debe a nosotros causarnos más grima el saber que Celestino Gasca, constituído en tribunal militar y diciéndose general - yo no sé donde obtuvo él este grado posiblemente cuando fue por allá a Tabasco o a Chiapas o a Campeche, dizque con un grupo de cromistas...(Siseos.) Pues, si, el "general" lo obtuvo como quiera; pero el caso es que asaltaban trenes de pasajeros, cuando ocho días antes habían ido al Estado Mayor Presidencial a rendir declaraciones dizque de un ingeniero Juan Ruiz de la Rosa en el sentido de que precisamente el día que sucedían esos atentados, pretendían asaltar los partidarios de Arrollo Ch. el tren de pasajeros de Laredo, estando yo encargado del Gobierno.

Para terminar, señores diputados, tengo que decirles que el compañero Manrique, que ayer nos reclamaba la lógica en nuestros actos, en nuestros pensamientos y en nuestra manera de ser, no ha sido lógico ni en sus actos, ni en sus pensamientos, ni mucho menos en sus expresiones. Al señor Manrique ayer le llamaba la atención que el guanajuatense Sánchez Lira y después como él otros varios oradores que vinieron a esta tribuna, pudieran con toda claridad distinguir lo que es la Crom de los líderes de la Crom. Y si no me equivoco, compañero Manrique, usted, de sus labios mismos, pronunció las siguientes o parecidas palabras: precursora de la Organización obrera Mexicana; es la Confederación Regional Obrera Mexicana; pero ésta se encuentra manchada por culpa de sus líderes.

- El C. Manrique, Sí, más o menos.

El C. Mendoza González: Luego ha distinguido el compañero Manrique entre lo que es la organización Regional Obrera Mexicana y los líderes de la misma. Esos líderes manchados, perversos y putrefactos: Morones, Gasca y tantos otros más, y el mismo Ramírez Escamilla, insignificante gusanillo de allí, que se dice representante de organizaciones obreras de Guanajuato y que no ha sido sino un sostener en todos los días de su cochina vida; ese Ramírez Escamilla ese perverso que ahora se pasea en el coche que fuera del general José M. Gutiérrez, a quien asesinaron villanamente para robarle sus intereses; todos ellos, señores diputados, no son sino unos cochinos, unos perversos y son los que han manchado a la Confederación Regional Obrera Mexicana. Pero la Confederación Obrera Mexicana es algo muy distinto, es una organización de proletarios, de proletarios que necesitan auxilio de los verdaderos revolucionarios; y si el señor Manrique y Soto y Gama, se siente revolucionarios, deben tender la mano a ellos, y si ustedes, Manrique y Soto y Gama, se creen en la obligación de no dividir a la familia revolucionaria, espero que vengan a esta tribuna a decir que su actitud no tiende jamás a separar a Calles; que cualesquiera que sean sus defectos, cualesquiera que sean sus actos que debamos elogiar en su actuación, siempre son de tomarse en cuenta por los revolucionarios políticos y por los revolucionarios ideológicos de México. Señores Manrique y Soto y Gama, espero que vengáis a decir que no tenéis empacho en reconocer lo que indico, porque de lo contrario no daréis a entender sino que sois apasionados y que no esperáis sino algún beneficio para vosotros mismos. A mí no me importa qué esperéis, quizás sea la curul para dentro de dos años; pero venid a decir verdad, la verdad inmaculada, no la verdad que sentís vosotros, que muchas veces está llena de mentiras y que no tiene ni la hidalguía, ni la razón, ni la lógica de los hombres conscientes. (Aplausos.)

- El C. presidente, a las 21:30: Se levanta la sesión y se cita para el próximo lunes a las diez horas.