Legislatura XXXV - Año I - Período Ordinario - Fecha 19321024 - Número de Diario 24
(L35A1P1oN024F19321024.xml)Núm. Diario:24ENCABEZADO
MÉXICO, D.F., LUNES 24 DE OCTUBRE DE 1932
DIARIO DE LOS DEBATES
DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS
DEL CONGRESO DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS
Registrado como artículo de la 2a. clase en la Administración Local de Correos el 21 de septiembre de 1921
AÑO I.- PERIODO ORDINARIO XXXV LEGISLATURA TOMO I.- NÚMERO 24
SESIÓN
DE LA
CÁMARA DE DIPUTADOS
EFECTUADA EL DÍA 24
DE OCTUBRE DE 1932
SUMARIO
1.- Se abre la sesión. Se lee y aprueba el acta de la anterior.
2.-A discusión en lo particular el dictamen de las Comisiones unidas 2a. de Puntos Constitucionales, 2a. de Gobernación y 1a. de Trabajo y Previsión Social, que consulta Proyecto de Decreto que crea el Departamento Autónomo del Trabajo y reorganiza la Secretaría de Industria, Comercio y Trabajo bajo el nombre de Secretaría de la Economía Nacional. Durante el debate el ciudadano Presidente nombra una Comisión que introduce al Salón al ciudadano Primo Villa Michel, Secretario de Industria, Comercio y Trabajo. Continúa la discusión en lo particular. Se levanta la sesión.
DEBATE
Presidencia del
C. JUAN C. PEÑA
(Asistencia de 91 ciudadanos diputados.)
El C. Presidente (a las 17.50): Se abre la sesión.
- El C. Secretario Ochoa (leyendo):
"Acta de la sesión celebrada por la Cámara de Diputados de la XXXV Legislatura del Congreso de la Unión, el día veintiuno de octubre de mil novecientos treinta y dos.
"Presidencia del C. Juan C. Peña.
"En la ciudad de México, a las diez y siete horas y treinta y cinco minutos del viernes veintiuno de octubre de mil novecientos treinta y dos, se abrió la sesión con asistencia de ochenta y ocho ciudadanos diputados.
"El C. Secretario González Herrejón, dio lectura al acta de la sesión anterior celebrada el diez y nueve de los corrientes, la que fue aprobada sin discusión.
"Rindió la protesta de ley el C. Graciano Sánchez, como diputado suplente por el 7o. Distrito Electoral del Estado de San Luis Potosí.
"Una comisión nombrada al efecto por la Presidencia, introdujo al Salón a los CC. Licenciado Primo Villa Michel e Ingeniero Juan de Dios Borjóquez, Secretario de Industria, Comercio y Trabajo y Jefe del departamento de la Estadística Nacional, respectivamente.
"En seguida se dio primera lectura al dictamen que rinden las Comisiones unidas Segunda de Puntos Constitucionales, Segunda de Gobernación y Primera de Trabajo y Previsión Social, que contiene un proyecto favorable a la iniciativa del Ejecutivo, por la que se crea el Departamento Autónomo del Trabajo y se reorganiza la Secretaría de Industria, Comercio y Trabajo bajo el nombre de Secretaría de la Economía Nacional. La Cámara acordó dispensar los demás trámites al proyecto contenido en el dictamen.
"Los CC. Secretario de Industria, Comercio y Trabajo y Jefe del Departamento de la Estadística Nacional, informaron a la Asamblea sobre las razones que tubo el Ejecutivo de la Unión para iniciar las reformas a que se refiere el dictamen, después de lo cual fue éste puesto a discusión en lo general.
"El C. Diputado Ezequiel Padilla, hizo una interpelación al C. Secretario de Industria, Comercio y Trabajo, quien contestó. También interpeló al mismo alto funcionario el C. Diputado Alberto Bremauntz, motivando aclaraciones de los CC. Leñero y Patiño, después de las cuales el interpelado contestó.
"A continuación el C. Diputado Ezequiel Padilla, produjo un discurso haciendo consideraciones sobre el proyecto a debate, el que inmediatamente después fue considerado por la Asamblea suficientemente discutido.
"Puesto a votación, la Cámara le otorgó su aprobación, en lo general, por ciento tres votos de la afirmativa contra uno de la negativa.
"A las veinte horas se levantó la sesión, citándose para el día siguiente a las doce horas."
Está a discusión el acta. No habiendo quien haga uso de la palabra, en votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa sírvanse a manifestarlo. Aprobada.
- El mismo C. Secretario:
Por disposición de la presidencia, está a discusión en lo particular el proyecto de decreto que crea la Secretaría de la Economía Nacional y el Departamento autónomo del Trabajo.
"Articulo 1o. Se crea un Departamento dependiente directamente del Ejecutivo Federal que se denominará Departamento del Trabajo."
Está a discusión. (Voces: ¡Pido la palabra¡)
El C. León Luis L.: ¡Moción de orden, señor Presidente!
El C. Presidente: Tiene usted la palabra para moción de orden.
El C. León: Yo suplico que para obviar tiempo y para discutir este asunto con mayor método que los ciudadanos diputados que tengan algún artículo que objetar pasen a separarlo, reservándose los no objetados para su votación.
El C. Secretario Ochoa: Ha sido apartado para discutirse, el artículo primero.
"Artículo 2o. Corresponde al Departamento del Trabajo:
"Legislación obrera y su reglamentación;
"Aplicación de las leyes federales del Trabajo y sus reglamentos;
"Asociaciones obreras y patronales;
"Contratos de Trabajo;
"Seguros sociales;
"Congresos y reuniones nacionales e internacionales del Trabajo;
"Conciliación y prevención de los conflictos;
"Conflictos entre el Capital y el Trabajo, e intergremiales;
"Comisiones mixtas de empresas y otros organismos preventivos y conciliatorios de conflictos;
"Juntas y Tribunales de Conciliación y Arbitraje de jurisdicción federal; "Procuraduría del Trabajo;
"Investigaciones e informaciones sociales, y
"Oficina de Higiene industrial y Previsión Social."
El C. Bustillos: Pido la palabra en contra de este artículo.
El C. Secretario Ochoa: Queda apartado para su discusión el artículo segundo.
"Artículo 3o. La Secretaría de Industria, Comercio y Trabajo se denominará Secretaría de la Economía Nacional."
Está a discusión el artículo tercero. No habiendo quien haga uso de la palabra, se reserva para su votación.
"Artículo 4o. Corresponde a la Secretaría de la Economía Nacional:
"La Estadística Nacional;
"El estudio, organización y defensa de la economía general del país dentro de la esfera de sus atribuciones;
"La organización, normalización, fomento y vigilancia de la industrias en general, con excepción de las de carácter agrícola;
"Minería: concesiones, exploraciones, explotaciones e inspección;
"Petróleo y demás combustibles minerales: concesiones, exploraciones, explotaciones e inspección oficial; control del petróleo nacional;
"Reservas nacionales, su administración, contratación y explotación: catastro petrolero;
"Estudios geofísicos y exploraciones especiales;
"Control de la industria eléctrica, excepto las concesiones para aprovechamiento de aguas;
"Cámaras y asociaciones industriales;
"Comercio interior y exterior;
"Ley Orgánica del artículo 28 constitucional y sus reglamentos;
"Sociedades mercantiles;
"Sociedades cooperativas, con excepción de las cooperativas agrícolas de producción;
"Cámaras y asociaciones comerciales;
"Lonjas y corredores;
"Pesas y medidas;
"Propiedad industrial y mercantil;
"Exposiciones nacionales e internacionales, y Turismo."
Está a discusión. Queda reservado para ser discutido.
"Artículo 5o. El Departamento de la Estadística Nacional se incorporará como una dependencia de la Secretaría de la Economía Nacional, con categoría de Dirección Nacional."
Está a discusión. No habiendo quien haga uso de la palabra, se reserva para su votación.
"Artículo 6o. Se reforma el párrafo X del artículo 2o. de la Ley orgánica de Secretarías de Estado en la siguiente forma:
"Decretos, leyes orgánicas y códigos federales y su publicación para formar y vigilar la unidad del criterio jurídico del Poder Ejecutivo."
Está a discusión. Se aparta este artículo para ser discutido.
"Artículo 7o. El Departamento de Seguros pasa a depender de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público."
Está a discusión. No habiendo quien haga uso de la palabra, se reserva para su votación.
"Transitorios.
"Artículo 1o. La presente ley entrará en vigor el día 1o. de enero de 1933." Está a discusión. No habiendo quien haga uso de la palabra, se reserva para su votación.
"Artículo 2o. Las atribuciones que ha tenido el Encargado del Despacho de la Secretaría de Gobernación conforme a la Ley Orgánica de la Comisión Nacional de Turismo, de 13 de enero de 1930 y su reglamento, corresponderán a apartir del 1o. de enero de 1933, al Encargado del Despacho de la Secretaría de la Economía Nacional."
Está a discusión. No habiendo quien haga uso de la palabra, se reserva para su votación.
"Artículo 3o. El 1o. de enero de 1933 se hará entrega del Departamento de la Estadística Nacional con todos los elementos (documentación, biblioteca, útiles, maquinaria y demás) que actualmente tiene, a la Secretaría de la Economía Nacional, la que desarrollará a partir de esa fecha, las facultades que han correspondido al Departamento de la Estadística Nacional."
Está a discusión. No habiendo quien haga uso de la palabra, se reserva para su votación.
"Artículo 4o. El 1o. de enero de 1933 se hará entrega del Departamento de Seguros con todos los
elementos (documentación, biblioteca, útiles, maquinaria y demás) que actualmente tiene, a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, la que desempeñara en lo sucesivo las facultades que han correspondido en materia de seguros a la Secretaría de Industria, Comercio y Trabajo."
Está a discusión. Queda apartado este artículo para ser discutido.
"Artículo 5o. El Departamento Autónomo del Trabajo desarrollará a partir del 1o. de enero de 1933, las facultades legales y reglamentarias que conforme a la Ley Federal del Trabajo han correspondido a la Secretaría de Industria, Comercio y Trabajo y aquel mismo Departamento como dependencia de la citada Secretaría."
Está a discusión. No habiendo quien haga uso de la palabra, se reserva para su votación.
"Artículo 6o. El Departamento del Trabajo como autónomo, el de la Estadística Nacional, y el de Seguros, como dependencia de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, tendrán el personal y gastos que señale el Presupuesto de Egresos de 1993."
Está a discusión. No habiendo quien haga uso de la palabra, se reserva para su votación.
"Artículo 7o. Las facultades legales y reglamentarias que han correspondido a la Secretaría de Industria, Comercio y Trabajo, serán desarrolladas, a partir del 1o. de enero de 1933, por la de la Economía Nacional." Está a discusión. no habiendo quien haga uso de la palabra, se reserva para su votación.
"Artículo 8o. Quedan reformadas, en los términos de la presente Ley, la de Secretarías de Estado, de 25 de diciembre de 1917 y la de 30 de diciembre de 1922, que creó como autónomo el Departamento de la Estadística Nacional, y se derogan todas las disposiciones legales y reglamentarias que se opongan a la presente."
Está a discusión. Se reserva este artículo para ser discutido.
El C. Secretario Ochoa: Por disposición de la Presidencia y teniendo conocimiento de que se encuentra a las puertas del salón el C. Secretario de Industria, se designa a los ciudadanos Diputados Patiño, León y Secretario Ortega, para que lo introduzcan al salón.
(Se presenta el C. Secretario de Industria acompañado de la Comisión.)
- El. C. Secretario Ochoa: "Artículo 1o. Se crea un Departamento dependiente directamente del Ejecutivo Federal que se denominará Departamento del Trabajo."
Está a discusión.
El C. Presidente: Tiene la palabra en contra el C. Cortina.
El C. Cortina: Señores diputados: Vengo a pedir de vosotros la cooperación sincera y franca para discutir este asunto, asunto de verdadera trascendencia. Poca importancia se le ha dado, y es de lamentarse porque se trata del asunto seguramente de más palpitante interés, máxime cuando el problema del trabajo no es solamente de México sino del mundo entero.
Se ha dicho en la sesión pasada, por el señor Secretario de Industria, que la propia Secretaría, teniendo en cuenta la necesidad que hay de atender debidamente las cuestiones de trabajo, creyó necesaria, la creación de un departamento autónomo dependiente de la Presidencia de la República, para que no estuviese desatendido el problema del trabajo, ya que la Secretaría de Industria tenía interés en que esa rama de la economía se atendiera debidamente.
Yo creo, señores, que debemos hacer historia de cuáles son las conquistas que hemos alcanzado -me refiero a las de los trabajadores- desde antes de la Revolución de 1910; ese viacrucis que ha seguido la clase obrera de México para lograr la conquista que se alcanzó, estatuyendo los derechos del trabajador en la Constitución de 17.
El artículo 123 fue una de las conquistas más grandes de la Revolución Mexicana, así como el 27.
Se incorporaron los derechos de los trabajadores a la Constitución primero que en Rusia, porque en Rusia fue en agosto, y el 123, quiero decir nuestra Constitución, se promulgo el 5 de febrero de 1917.
De manera que después de haber alcanzado esa conquista de que con justicia nos ufanábamos, vemos que hoy se le da más importancia al capital, esto es, a la industria y al comercio, que al trabajo, creador del propio capital.
Decía yo, señores, que es necesario hacer historia de ese viacrucis que ha recorrido la clase trabajadora desde antes de la Revolución de 10, porque es muy interesante que recordemos cuánta fatiga y cuánto sinsabor se ha tenido que sufrir para llegar a alcanzar lo que gradualmente, así como suena, gradualmente, se está borrando de la Constitución. Cuando se quiso hacer de México un país industrial, se invitó a los capitales extranjeros para que viniesen a fundar industrias a México; acudieron estos capitales y encontraron toda clase de facilidades, encontraron tierras, aguas, esclavos y fuerza armada para cuidar a los esclavos. Así se inició la Industria algodonera, la minera, textil y otras más; así fue cómo llegaron los industriales franceses a establecer en México sus flamantes fábricas, cuando se venía a explotar no precisamente la industria, sino a los esclavos mexicanos, cuando se nos exigían catorce y diez y seis horas diarias de trabajo; cuando no había profesionales; cuando no había vacaciones; cuando no había días forzosos de descanso; cuando no había más que cumplir las obligaciones en su defecto ir al oprobioso ejército, porque se llevaba forzados a los trabajadores a servir al ejército, o, en su defecto, se les trasladaba al Valle Nacional, de triste recordación.
Los trabajadores empezaron a despertar y se empezaron a organizar en agrupaciones que denominaban meses de resistencia, todavía con lemas conservadores: todavía ponían "Fe, Esperanza y Caridad"; todavía esperaban en el Divino hacedor que viniese un hombre a defenderlos; todavía esperaban por medio de la sumisión que se les concediera algo. Pero, muy al contrario, señores las tiendas de raya, para explotar más refinadamente al trabajador, se establecieron cerca de las fábricas. Las fatídicas fuerzas rurales, para cuidar a los esclavos, se ramificaron en toda la República. Llegó el momento en que, cansados los
esclavos de ser buenos, se rebelaron contra el oprobioso estado de cosas que reinaba, y allí están los sucesos de Velardeña, los sucesos de Río Blanco, Cananea y Valladolid Acayucan, que no fueron un movimiento político, sino económico.
El individuo no podía vivir con el salario que se le asignaba; la vida, señores, era más dura y pesada para los trabajadores, naturalmente, puesto que no tenían derecho si siquiera a nutrirse.
Han dicho algunos economistas mexicanos que el termómetro de nuestra economía está en el consumo de la manta y del maíz. Pues ni a la manta ni al maíz tenían derecho los trabajadores, cómo sucede hasta la fecha, señores; es doloroso decirlo, pero es verídico. Y estas realidades no deseo que su vayan a tomar como ataques preconcebidos para el Gobierno; que no se equivoque el deseo que tengo de cooperar con el Gobierno. No, señores, esa es la verdad real y positiva. De manera que cuando los obreros empezaron a fijarse en esos apóstoles del bien, en esos periódicos que empezaron a escribir para ilustrar al pueblo, porque las escuelas estaban muy distantes del trabajador; cuando Filomeno Mata, Paulino Martínez, Juan Sarabina y los Hermanos Flores Magón y otros periodistas valientes, que no obstante la Dictadura empezaron a escribir valientes artículos y a mandar los periódicos a la fábricas, talleres y otros centros de trabajo para que el obrero despertara y defendiera sus derechos, entonces, señores, fue cuando no obstante la pesadilla eterna del Ejército, y la pesadilla eterna de las "Tinajas" de Ulúa, y la pesadilla eterna del Valle Nacional, se cansaron los obreros de ser sufridos y reclamaron lo que les correspondía. Viene ahora a mi memoria un hecho: Hace pocos días, cuando se trataba el asunto del Comité de Salud Pública, se decía maliciosamente que íbamos a ejercer venganzas, que íbamos a proceder en forma violenta, en forma atentatoria. Pues no, señores; se ha visto que no obstante nosotros hemos tenido la satisfacción de pregonar grandes triunfos en nuestras luchas, hemos sido magnánimos con los vecinos, no hemos empleado represalias ni acudido a excesos. Todavía he encontrado yo por ahí, por esas calles, cargando un fardo de ignominia, al hombre que contribuyó a los seseos de Río Blanco, explotando refinadamente con su tienda de raya a los trabajadores; ahí anda todavía cargado de años y de malos ejemplos para los que vivieron con él exprimiendo la savia del trabajador; todavía aquellos negreros que vendían a nuestros hermanos para que fuesen a los trabajos forzados del Valle Nacional, todavía viven algunos en el Estado de Veracruz y otros han muerto en su cama rodeados de comodidades, producto de sus rapiñas. Ya ven que no hemos sido rencorosos ni vengativos con quienes nos han buscado tanto mal. Lo que hemos querido, señores, es la purificación de la Administración Pública, para que los intereses del pueblo estén debidamente garantizados y se dé debida aplicación a sus tributos; nada más. Pues bien, señores, los acontecimientos se sucedieron y vinieron los movimientos revolucionarios. Cuando fue imposible la situación y el señor Madero encabezó el movimiento de 10, se hizo el movimiento ese por los trabajadores del campo y de la ciudad. El señor Madero fue víctima de su bondad y de su buen corazón; murió, y el que levantó la bandera de la legalidad, que fue el señor Carranza, tuvo siempre la clara visión de cambiar el derrotero de la Revolución y no hacer el movimiento nada más político; tuvo la clara visión señores, de hacer el movimiento eminentemente social, y así fue, señores, cómo ese grupo de luchadores, de obreros mexicanos, que estaban organizados, constituídos en la Casa del Obrero Mundial, se unió a la Revolución Constitucionalista para llevar la doctrina revolucionaria hasta el último rincón de la República.
Así fue cómo se inició la organización sindicalista en México, y estoy seguro, señores, que todos vosotros, en vuestros Estados, en vuestros Distritos, debéis tener recuerdos de nuestras luchas sociales. Muy especialmente en Michoacán, en Jalisco, en Yucatán, en Puebla y . . . . para qué seguir diciendo, señores, en todas partes donde se alientan ansias, anhelos de libertad, hay organizaciones obreras y campesinas.
Vino, señores, la necesidad; se vió la necesidad de reformar la Constitución, y allí pudo verse la buena voluntad de muchos revolucionarios que después de dejar las armas en el cuartel, llevaron su voz candente y radical al Congreso Constituyente de Querétaro, para forjar el 123, para forjar el 27, que, entre paréntesis, estaba un tanto conservador, si se acepta la frase. Fue necesario que se reformarse en el Congreso, desde su base, para que llenara las necesidades que por el momento existían.
Se hizo el 123 y, como decía yo, fue el orgullo de los trabajadores mexicanos y, sobre todo, de la Revolución Mexicana.
Uno de los artículos que más tuvimos en consideración, señores, fue el relativo a que cada Estado legislaría en materia de trabajo, según sus necesidades, y allí fue precisamente que los Estados que más se acercaban a la ideología popular, se preocuparon por legislar en materia de trabajo, asegurando los derechos de los trabajadores. Y no es, señores, un alarde, pero Veracruz se preocupó desde un principio por hacer una Ley del Trabajo que desgraciadamente hemos perdido con la federalización de la ley, por que esta ley que está en vigor no satisface las necesidades del trabajador.
Es una Ley, señores, que más defiende los intereses del capital organizado, que los intereses del trabajador. (Aplausos en las galerías.) Y, señores, yo fuí uno de los que votaron la federalización de la Ley del Trabajo, y costó mucho, por que yo no cedía: yo siempre creí que iba a traer el gran fracaso esa federalización, por que nosotros en Veracruz perdíamos lo ya conquistado. Pero, ¡qué se hacía, cuando se alegaba que muchos Estados no tenían leyes que favorecieran a los trabajadores!
Se nos decía que no fuésemos egoístas; que tuviéramos la solidaridad de la Revolución con los trabajadores, y, por fin, Veracruz cedió y cedió con perjuicio de los intereses obreros. ¿Por que con perjuicio de los intereses obreros? Por que ya he dicho, señores, que esta ley, que este código del
trabajo es perfectamente conservador y defensor de los intereses del capital organizado. No se ha hecho absolutamente nada por reglamentar lo relativo al salario mínimo, y con esto vemos que hay una verdadera anarquía en el salario del trabajador, pues mientras en algunos lugares de la República le pagan al peón todavía, como vulgarmente se dice, con tortillas frías, en algunos Estados gana el trabajador, no lo suficiente para vivir cómodamente, pero ni siquiera para medio alimentarse. Y por eso vemos que la industria se mueve de un lugar a otro, no por que los capitalistas quieran explotar la industria debidamente, si no por que quieren explotar al trabajador, sacar el máximo de utilidad al sudor del trabajador. Y cuando vemos señores, que el primer ensayo que se hizo de reglamentación de las fracciones sexta, séptima y octava del artículo 123 en lo relativo a percepción de utilidades, ya ven ustedes cómo el capital organizado, la industria, el comercio, esto es, el explotador y el intermediario en la explotación - El comercio y la industria- se opusieron diciendo que esa ley era atentatoria para sus intereses; que no cuadraba a nuestro medio y, por fin, desde 17 hasta 32 ese artículo, esa fracción en donde están vinculados los intereses del trabajador ha sido letra muerta. No se hecho absolutamente nada. Se sigue todavía en la actualidad, como decía yo, explotando al trabajador, con el consentimiento de algunas autoridades que por su criterio conservador y reaccionario no defienden al de abajo, no lo oyen. Y no vamos muy lejos: por aquí, por esos ingenios de azúcar que hay en el Estado de Puebla, en donde hay un industrial que se apellida Jenkins, allí no solamente se roba al trabajador; no solamente se cuenta con la tolerancia del Gobierno para explotar refinadamente al trabajador, sino que las tiendas de raya existen todavía. Y ahora no es una nada más: inteligentemente han puesto tres, con objeto de decir: "No, se les deja en libertad para que consuman los artículos de la tienda que gusten". Ese es el sistema de explotación actual.
Y quien dice Puebla, dice también otros Estados; y, señores, es penoso decirlo, pero ya que hay aquí representantes de esos Estados, lo digo para que valientemente vuelvan por los fueros de los trabajadores, defiendan a los trabajadores, por que yo creo que primero es el trabajo y luego la economía. ¿Cómo, señores, se les va a dar más importancia a la industria y al comercio, que al trabajo, relegándolo a segundo orden, cuando el trabajo es el creador del capital?
Yo creo, señores, que cuando se trae el buen deseo de ayudar a los trabajadores -que es la frase eterna de los revolucionarios-; que cuando se dice: "Vamos a ayudar a los ocho millones de parias que están en la más completa miseria, que no tienen pan, ni maíz, ni la manta con que vestirse, ¿por que no se busca la forma de crear una Secretaría perfectamente equipada, con el personal suficiente, señores, no nada más para atender los problemas relacionados con la pugna entre Capital y Trabajo?
No, señores, es necesario procurar -y allí sí cabe la palabra- por la salud del pueblo, por que el pueblo vista y coma bien siquiera. No vale pena vivir, señores, ni aun invocando el patriotismo, cuando la patria resulta ser una madrastra para el pobre y una madre amorosa sólo para el rico, pues el pobre ya vemos no tiene ni qué comer. . . .
El C. Dávila (interrumpiendo): Pido la palabra para una moción de orden. Estamos discutiendo en lo particular el proyecto de ley, y yo creo que el compañero Cortina está divagando sobre asuntos generales. Yo suplicaría al señor Presidente que se sirviera indicar al orador concretarse al punto a debate.
El C. Cortina: Me voy a permitir contestar a su señoría: No estoy divagando, por que lo que estamos discutiendo en estos momentos es la creación del Departamento del Trabajo. . . .
El C. Dávila: ¡Pero son generalidades las que usted aduce!
El C. Cortina: No, señor....
El C. Davila: ¡Por qué no las adujo en al sesión anterior!
El C. Cortina: Por que no me se me permitió el uso de la palabra.
El C. Presidente: Me permito rogar al compañero Cortina tenga la bondad de ceñirse al artículo primero de la ley.
El C. Dávila: Eso es lo que yo pedía.
El C. Cortina: ¡Muchas gracias! (Risas.) Yo ya sabía que debería molestar a algunos de los señores diputados que yo hablara en la forma en que estoy haciéndolo; pero yo creo, señores, que no me he salido, así, no me he salido del orden establecido en la Cámara, pues no estoy ofendiendo a nadie; estoy diciendo realidades amargas, pero al fin realidades.
Decía yo, señores, que cuando se está buscando el equilibrio entre el capital y el trabajo creo que es muy justo que se dé al trabajo la atención que merece. Creo, señores, que si se quiere buscar esa armonía, es necesario procurar todas las facilidades no para la explotación refinada, sino todas las facilidades para que el trabajador alcance lo que ha menester para vivir. Espero que el compañero que me interrumpió en el uso de la palabra y que dice que no me he ceñido a lo que debo ceñirme, venga a esta tribuna a contradecir lo que estoy afirmando, y si no es verdad, voy a cederle la razón.
El C. Dávila: ¡Allá voy! (Risas.)
El C. Cortina: Absolutamente en nada se perjudica al Gobierno, señores, con la creación de la Secretaría del Trabajo; absolutamente en nada se perjudica, pues si se tiene voluntad de ayudar al trabajador, esto es, no de ayudar, si se tiene voluntad de procurar que la aplicación de la Ley sea más efectiva, que se llegue a la realización de los ideales de los trabajadores, a conseguir hasta donde sea posible el equilibrio entre las dos fuerzas, en nada se perjudica.
Es cierto, según dicen, que se hace una economía enorme al establecer un Departamento en lugar de una Secretaría; pero yo creo que esta economía, si se tiene en cuenta que es necesario buscar por todos los medios posibles el florecimiento de
nuestro país; si se tiene en cuenta que es necesario procurar que la producción sobrepase a la actual, creo que no se perjudicaría en nada el Gobierno de la República ampliando la partida para que en vez de un Departamento se cree una Secretaría.
"Hay todavía otras causas que son de actualidad y que pueden señalarse. No tendremos que ir muy lejos. Veíamos en la Prensa, hace pocos días, que la Región Lagunera está vendiendo grandes cantidades de algodón; y, señores, yo no sé en qué consiste ese fenómeno, pero no hay manta para vestir al indio; el indio no tiene con qué vestirse. Se está viendo que el azúcar se está vendiendo - El excedente- a cuatro centavos kilo, y en México se vende a veinte centavos, veintitantos centavos, Todas estas son cosas muy complicadas, pero que vienen a crear privaciones para el pueblo productor.
El C. Presidente: (Campanilla.) La Presidencia ruega al compañero Cortina que contraiga a la discusión del artículo primero, exclusivamente.
El C. Cortina: Voy a satisfacer los deseos de su Señoría el Presidente, y me voy a retirar, por que hay cosas que molestan en este medio conservador.
El C. Presidente (interrumpiendo): No es eso, compañero.
El C. Cortina: Por consiguiente, yo suplico que se tenga en cuenta mi proposición, que en el sentido de que en vez de ser un Departamento del trabajo sea una Secretaría del Trabajo para que sean debidamente atendidos los intereses de los trabajadores.
El C. Presidente: Tiene la palabra la Comisión.
El C. Patiño (miembro de la Comisión): Señores diputados: Aunque es muy loable el deseo del muy estimable compañero Cortina, cumple a mi obligación señalar los fundamentos que tuvieron las comisiones de Puntos Constitucionales , de Gobernación y de Trabajo y Previsión Social para apoyar su dictamen... Departamento autónomo del Trabajo. Estas razones son tres: La primera de orden económico la segunda de orden eminentemente práctico, y la tercera de orden moral.
Debo manifestar a ustedes que no solamente campeó en la discusión con las comisiones tal o cual punto de vista constitucional, sino que además de eso tuvimos la preocupación de ir a beber a las verdaderas fuentes interesadas, como son la Cámara del Trabajo de la Ciudad de México y la Confederación de transportes y comunicaciones, y de allí sacamos las conclusiones que las propias comisiones por mi conducto se permiten expresar a ustedes. La razón de orden económico es obvia: la creación de una Secretaría de Trabajo traería como consecuencia una erogación mucho más fuerte, casi el doble en el presupuesto que modestamente se puede confeccionar para la creación del Departamento autónomo del Trabajo; Vendría todo el engranaje natural y lógico de una Secretaría, con todo el postín necesario de un subsecretario de un oficial mayor, etc. Por consiguiente, dada la situación económica del Gobierno de la República, y sin andar con sentimentalismos de ninguna clase, tuvimos que llegar a la triste conclusión de que dada esa situación de penuria, no debíamos agravarla en ninguna forma, creando una Secretaria que, tiene que dar indudablemente el Departamento del Trabajo cuya creación se consulta. Todo dependerá de la persona que vaya a ese puesto; si va un individuo desconectado de los problemas obreros, así fuera dos veces Secretaría, sería dos veces inútil esa Secretaría del Trabajo.
Además, campeó la razón de orden práctico. Hemos logrado, a través de las diferentes luchas, de los diferentes conflictos creados entre el capital y el tr abajo, ver que es muchas veces más expedita, más practica la resolución de los asuntos de su competencia siendo un modesto Departamento, que teniendo ya la ampulosidad de una Secretaría de Estado. Aún sin ser independiente el actual Departamento de Trabajo, sin tener más facultades que las que indudablemente tendría un Departamento autónomo, hemos visto que a pesar del recargo de labores, que a pesar del enorme recargo de problemas, se ha logrado cumplir decentemente y decorosamente por ese Departamento, actual dependencia de la Secretaría de Industria.
Ahora bien, señores, las razones de orden moral quiero suplicar a esta H. Asamblea que se me permita dentro de la brevedad misma de la explicación; recordar hechos y cosas que han influido notablemente en las comisiones ya nombradas, para dictaminar en la forma que ya es de ustedes conocida. Nosotros hemos pensado que crear una Secretaría en los términos que señala el compañero Cortina no traería como consecuencia que fuera allí un individuo conocedor, eminentemente preparado para resolver estos problemas, estos problemas que día a día se vienen agigantando, sino que probablemente sería el motivo de presa de tal o cual individuo con tal o cual pretensión, que de todo conocería, indudablemente, menos el problema del Trabajo.
Por otra parte, hemos tenido que hacernos eco de la opinión de las organizaciones serias de la República, ya que en ellas todavía flota, desgraciadamente, el recuerdo dolorosísimo del espontáneo de "Los Mochis", que en alguna ocasión tuvo una Secretaría a su cargo, lo que todavía están lamentando miles de trabajadores, por las consecuencias que trajo una política malévola y perjudicial para su clase.
Así, siendo un modesto Departamento, habrá indudablemente la oportunidad de que las mismas clases trabajadores del país puedan presentar al señor Presidente de la República elementos de la preparación necesaria, que vayan efectivamente a trabajar, y no a constituir de un Departamento del Trabajo o de una Secretaría, un botín, o centro, donde más que ir a resolver el problema, se iría a hacer política. Y a los trabajadores ya no quieren política: quieren que sus problemas vitales sean resueltos siquiera con sentido común, que es poco pedir.
Quedan pues expresadas perfectamente -es probable que con un poco de pasión de mi parte- las causas y los motivos por los cuales las comisiones dictaminadoras resolvieron en el sentido de consultar
a Vuestra Soberanía la creación de un Departamento Autónomo. Cuando este Departamento haya logrado crear una confianza suficiente dentro de los propios órganos gubernamentales, es susceptible de una reforma; pero entretanto, lo mismo la Comisión que la clase obrera de la República, la seria, la organizada, solicitan atentamente de esta H. Asamblea que sea resuelto el dictamen en la forma presentada. (Aplausos.)
El C. Dávila: Pido la palabra en pro.
El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Dávila.
El C. Dávila: Señores diputados: Dijo Cervantes, hablando de don Alfonso de Quijada, El Bueno, es decir Don Quijote, que de mucho leer y de poco dormir "se le secó el cerebro." Y probablemente, en esta tribuna, de mucho hablar y de no decir nada, se nos secan también los deseos de trabajar y de hacer algo en beneficio de la Patria.
Por eso quiero ser breve y no exederme en palabras ni en relatos, por que las palabras y los relatos los conocemos todos y cada uno de los que nos sentamos en esas curules, y los sabemos tan bien como el que los relata desde esta tribuna.
Hecho este exordio, quiero decir particularmente a mi estimado compañero Cortina, que nosotros también hemos pensado en teorías profundas o más emotivas, internacionalmente, en la cuestión de leyes orgánicas de las Secretarías de Estado. Alguna vez, platicando con el señor Licenciado Villa Michel, Secretario de Industria, y hablando quizá solamente sobre las economías dentro de la organización de estas Secretarías, le decía el que habla, si mal no recuerdo, que si de eso se trataba podría suprimirse, "verbi gratia", la Secretaría de Gobernación, volviendo a crear, dentro del sistema norteamericano, la Secretaría de Estado que existió en la época del señor Carranza, con negocios interiores y exteriores, y pasando a la del Trabajo el único organismo de importancia que tiene la misma Secretaría de Gobernación, que es el Departamento de Migración. Pero con argumentos de peso y, sobre todo , considerando el momento político en que nos encontramos, comprendimos, los que habíamos estado en esa visita al señor Licenciado Villa Michel, que no era el momento de entrar en transformaciones absolutas en la organización de nuestras Secretarías de Estado, sino el de buscar los organismos que llenaran más propiamente y dentro de un sistema más económico las necesidades de nuestra política y de nuestra organización social.
Por eso me he mostrado partidario de la creación de un organismo modesto, de un organismo que no llegue a ser la satisfacción de las ambiciones de los líderes, de un organismo que represente solamente a aquél que dentro de nuestra política pueda llevar a cabo el cumplimiento de las leyes del trabajo tal y como esas leyes del trabajo lo manden; es decir, que no queremos ver resurgir en el ambiente de nuestra política nacional a otro Morones -y qué me dispense el compañero Silva que me está oyendo, si es que todavía sigue siendo de moronista, que lo dudo-, que no queremos ver resurgir otra vez dentro del ambiente de nuestra política otro fantasma de esos, que solamente aprovecharon el puesto, el puesto grande de ese círculo de los ocho ministros
- El puesto grande que significa ser Ministro de Estado- para una política de ambición personal, que en ningún sentido benefició a la clase obrera. Y nosotros no veníamos a traer aquí -y digo "nosotros" por que hay muchos que comulgan con mis ideas, sobre todo los compañeros del Distrito Federal-, no veníamos a traer aquí solamente nuestras ideas propias, sino las de los obreros. Tenemos la opinión de la Cámara del Trabajo, que es el único organismo respetable de los trabajadores del Distrito Federal, y esa Cámara está de acuerdo con nuestra idea. Para comprobarlo quiero que el Licenciado Méndez lea, si lo tiene en la mano, el oficio que la Cámara del Trabajo ha dirigido sobre el particular.
El C. Mendaz Eugenio: Pido la palabra.
El C. Presidente: Tiene usted la palabra.
El C. Méndez: Efectivamente, las Comisiones, como lo dicen en su dictamen, procuraron sondear la opinión de los organismos representativos de la clase obrera del Distrito Federal, y tuvimos la satisfacción de que la Cámara del Trabajo nos la diera a conocer en un oficio que yo creo que debe leer alguno de los señores Secretarios, para que la Asamblea se dé cuenta del parecer de este respetable organismo.
- El C. Secretario Ochoa:
"Cámara del Trabajo del Distrito Federal.
"A la H. Comisión Dictaminadora de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, sobre el proyecto de creación del Departamento o Secretaría del Trabajo.
"Edificio de la Cámara de Diputados.- Esquina de Donceles y Allende.- Ciudad.
"Por la prensa de hoy, se ha enterado este Comité Ejecutivo de esa H.
Comisión encargada de dictaminar sobre el proyecto de creación del Departamento de Trabajo o de la Secretaría de Trabajo, sólo espera conocer la opinión de esta Cámara del Trabajo del Distrito Federal, para formular sus conclusiones al respecto.
"Consecuentes con las declaraciones que con anterioridad hicimos del dominio público por medio de la prensa, confirmamos a ustedes por medio de este oficio , que en nuestro concepto, representativo de doscientas ochenta y tres agrupaciones organizadas del Distrito Federal, conviene más a lo intereses generales de los gremios obreros, la creación de un Departamento Autónomo del Trabajo, en donde, como aspiración justa del proletariado, se resuelvan sin más recursos los distintos problemas del mismo, obviando infinidad de trámites y papeleos que actualmente son una rémora, y que de hecho hacen un mito la reparación de los derechos desintegrados, ya que los trabajadores en infinidad de casos, se ven en la necesidad de aceptar de los patrones transacciones humillantes, para evitarse de tantas molestias y pérdidas de tiempo que renunda en su perjuicio.
"Igualmente, veríamos con positiva satisfacción, que las funciones de este importante Departamento se pongan en manos de personas capacitadas, tanto en la técnica como en la experiencia de nuestros
diferentes problemas y necesidades; pues en caso contrario, seguirán prevaleciendo, como muchas veces sucede en la actualidad, situaciones embarazosas, precisamente por esa falta de capacidad y de verdaderos conocimientos de la materia.
"La Secretaría del Trabajo sería, como ya también lo hemos dicho, de mayor engranaje burócrata, de mayor complicación y, por consecuencia, sus resoluciones más dilatadas y de mayor desembolso para el Erario Nacional, condiciones que no tienen razón de ser desde el punto de vista práctico, benéfico y económico.
"Deseamos fervientemente que ya se haga más corte y más efectiva la tramitación de nuestros problemas y de nuestras apremiantes necesidades, y estimamos en esa H. Comisión con los datos que someramente le exponemos aquí, interpretará justamente nuestro sentimiento, para proponer que se resuelva la creación del Departamento Autónomo del Trabajo.
"Expresamos a ustedes nuestro sincero agradecimiento por la buena acogida que no dudamos darán a nuestra opinión, y nos es grato aprovechar la ocasión para testimoniarles las seguridades de nuestra consideración distinguida.
"Unificación y Solidaridad Proletaria.
"México, D. F., a 15 de octubre de 1932.- Por el comité Ejecutivo General, Alfredo Pérez Medina."
El C. Dávila. (continuando): ¡ Y qué razón tienen esos obreros, que son, nadie me lo negará, la mayoría de los obreros organizados de la República- por que esa mayoría existe en el Distrito Federal más que en cualquiera otra de las partes de la República-, qué razón tienen en pedir que no se haga política en lo que debe ser el Departamento del Trabajo, no una Secretaría de Estado, cuyo jefe, por fuerza, aun contra nuestra voluntad y aun contra la voluntad misma del Ejecutivo tendría que ser, en el caso de una Secretaría de Estado, o un líder poderoso o un amigo político de importancia! Por eso, compañeros diputados, yo vengo a sostener el dictamen de la comisión. Por que en el caso de hacer valer los postulados de las leyes del trabajo, necesitamos un organismo genuino, autónomo, pero modesto también, en lo que se refiere a las esferas políticas, que haga respetar la ley del trabajo, sin los compromisos que originan las Secretarías de Estado, que ustedes, como yo, conocen. Por eso pedimos, compañeros, que sin necesidad de más discusiones sin necesidad de estar oyendo discursos que quizá tengan un fondo político de mayor importancia -que quizá sea el sacar la castaña con la mano del gato -, aprobemos ese artículo primero de la ley, que determina la creación de un Departamento Autónomo, y no de una Secretaría, como la que vino a defender a esta tribuna el compañero Cortina. (Aplausos ruidosos.)
El C. Presiente: Tiene la palabra el C. Cortina.
El C. Cortina: Señores diputados: Siento sobremanera que mis frases hayan ser vido de cáustico a algunos compañeros. Yo vengo aquí a expresar mi opinión, por que la siento, y por que yo no tengo por qué avergonzarme; por que yo no sé decir lo que siento, en cualquier lugar.
Yo no tengo por qué avergonzarme de venir a expresar todo lo que siento máximo cuando yo sé que no traiga aquí absolutamente ninguna idea preconcebida. Ya es tal la malicia de que seguramente "se viene a sacar la castaña con la mano del gato" (Risas.), que necesitamos hacer constantes aclaraciones.
No es hoy, querido compañero, es cuando no había curules, cuando iba uno a ser siquiera gendarme, cuando tenía que jugarse la vida el hombre, es cuando el compañero Cortina defendía al trabajador, defendía los intereses de los trabajadores. Yo no he estado con los líderes, sino en su contra, por que yo creo que el movimiento social de México no ha sido obra de una audaz, sino obra de cooperación del pueblo mexicano.
No es cierto que yo quiera que se cree la Secretaría del Trabajo para nombrar a tal o cual individuo que se hace pasar por ultra defensor de los trabajadores. No, señores: es hacerle poco favor al Ejecutivo cuando dice que es posible que se meta alguien, cuando el Ejecutivo está dando muestras de que quiere moralizar la administración; cuando el Ejecutivo está procurando que todos los hombres vayan a colaborar con él, tengan la misma ideología de él: la ideología revolucionaria.
De manera que yo no vengo a abogar por ninguno que aspire a ser Secretario del Trabajo, o que aspire a ser Presidente de la República, hablase claro. No vengo yo a sacar ninguna castaña; yo vengo a decir lo que creo que es de justicia. (Aplausos.)
¡Eso de la Economía! ¿Se quiere hacer economía con los trabajadores, que son los creadores del capital? No, señores, que se haga economía en otros ramos; pero en eso no.
¿La modestia? Que haya modestia, sí, señores, y ojalá y todos los funcionarios públicos fueran modestos, activos, trabajadores y honrados. Entonces nosotros prosperaríamos, nuestro país prosperaría más. (Aplausos en las galerías.) Pero que no se venga a decir que la opinión de la Cámara del Trabajo es más respetable que cualquiera otra. Para mí merece el respeto más grande la Cámara del Trabajo, como el más humilde jornalero; la respetabilidad no la pierde nadie. De manera que yo no concibo cómo ahora se vienen a invocar las economías, esas economías que se quieren hacer. ¡Mucho habría que hablar sobre economías! Yo creo, señores, que con todo esto no se pierde nada más que se vea la buena voluntad de ayudar al de abajo. Si para esto es necesario que se hagan economías, ¡vengan las economías!; pero que no se diga aquí que no se puede crear una Secretaría por que sea necesario evitar que se encumbren los políticos que vengan a medrar a la sombra del trabajador. Precisamente se están depurando las organizaciones obreras de los líderes que han sido una rémora para el desenvolvimiento social. Y si se está depurando a esas organizaciones, no hay temor de que se cuele alguno de esos líderes a quienes tanto temor se les tiene.
Por eso pido a la honorable Asamblea que se tenga en cuenta que lo que solicito no es con doble sentido, es sinceramente por que yo sólo vengo
a decir aquí aquello que siento, no vengo manejado por nadie, entiéndase bien; no traigo el propósito de ofender a nadie. Digo esto, porque luego se tergiversan las ideas y se le atribuye a uno el propósito de ofender a alguien.
- El C. León Luis L., Pide la palabra la comisión.
El C. Presidente: Tiene la palabra la Comisión.
El C. León Luis L.: Señores diputados: no vengo a hacer la defensa de un punto que por sí solo se defiende; pero quiero hacer algunas aclaraciones al margen de las palabras dichas aquí por el compañero Cortina.
Yo creo que si el compañero Cortina interpreta apasionado el discurso de Dávila, nosotros interpretamos también apasionado el discurso de Cortina; y de un asunto que merecía ser una discusión exclusivamente técnica, pretendemos hacer un choque de pasiones. Es para la seriedad de la Asamblea, una tempestad en un vaso de agua, compañero Cortina. Los razonamientos de los trabajadores organizados del Distrito Federal, para preferir que sea Departamento en lugar de Secretaria de Estado, no se refieren a presunciones políticas para el futuro, sino a lecciones históricas y a experiencias del pasado.
El mismo compañero Cortina hacía aquí una breve síntesis de la forma en que se viene planteando en el lento discurrir de la Revolución Mexicana la fase social de la organización proletaria, por lo que se refiere a los proletarios del taller y de la fabrica; pero es bueno recordar la evolución ideológica que movió a esa organización proletaria.
Las primeras organizaciones obreras de México fueron de un corte que cabía dentro del liberalismo clásico: fueron mutualistas. Pero la explotación brutal de aquél capital extranjero de que hablaba el compañero Cortina, más bien negrero que industrial, de aquel capital extranjero que en lugar de fincar la explotación de las riquezas de México dentro del sistema capitalista, trató de considerarlo como colonia dentro de un sistema de economía feudal, hizo bien pronto que las necesidades de los trabajadores hicieran derivar esa primera organización mutualista en una nueva organización de liga de defensa de clase, en una organización de clase, para defensa de sus intereses dentro del actual sistema capitalista.
Fue capital sostenido por la dictadura porfiriana y las nuevas aspiraciones del proletariado mexicano, apenas vagamente organizadas, apenas vagamente orientadas y dirigidas hacia la obtención de un mejoramiento humano. de condiciones humanas de vida para el trabajador. Fue así cómo en la Tierra del compañero Cortina brotaron aquellos primero choques en Orizaba, en Santa Rosa y en el Río Blanco. Fue así cómo muy al Norte, por aquel territorio que cruzo el compañero Dávila en su juventud revolucionaria, allá en Sonora, brotaron los primeros choques en Cananea.
Esta organización obrera fue infundida principalmente, allá entre los años de 1909 a 1912, por líderes extranjeros que traían ideología de sus viejos países; y esta organización fue eminentemente - lo sabe el compañero Cortina, lo sabe el compañero Dávila - anarco - sindicalista; apolítica. Y en Tampico fue francamente anarquista.
Aquellos líderes predicaron la organización de resistencia contra el capital , negando al Estado todo el derecho de mezclarse con los asuntos gremiales, porque lo consideraban el reducto más fuerte de los intereses burgueses. Aislados de la política, consideraron enemigos justamente a industriales y a políticos. Y todavía en 1915 -lo sabe el compañero Cortina- se luchó muy fuerte dentro de las organizaciones obreras de México, por sus directores, para lograr que apoyaran la Revolución Constitucionalista, formando los batallones rojos, contra el viejo perjuicio de los que trataban de no mezclarse para nada en las cuestiones políticas.
Creo yo que el error era de apreciación de medio y de condiciones sociales. Claro que para las organizaciones obreras es peligroso mezclarse en política como tales, porque corren el riesgo de sufrir las consecuencias de una aventura política desastrosa para su misma organización social; pero es claro también que cuando se presenten las condiciones de 1915, cuando peligren no solamente la organización obrera, sino toda la organización social de México, cuando un Victoriano Huerta pretenda arrebatar las libertades y hacer que México retroceda a una situación de reacción, las organizaciones obreras y campesinas , y todos los que sueñen en el progreso de nuestro país, deben dejar pendientes todos sus problemas entre sí para enfrentarse con el problema esencial, con el problema de la Revolución, con el problema del progreso en nuestra patria. Pero esto le demuestra al compañero Cortina que el prejuicio contra la política no es de ahora: viene de lejos, de la historia misma de la organización proletaria. Sin embargo, a pesar de la opinión del compañero Cortina, yo disiento de ella; creo que yo al final de su poder, de su administración, señor Venustiano Carranza no se había entendido con la organización obrera del país, recordará el compañero Cortina cómo surgieron aquellos incidentes de la disolución de los "batallones rojos" y los incidentes de la disolución de la Casa del Obrero Mundial, y de aquel ensayo para plantear una huelga general en la capital de la República, cuando las organizaciones obreras, movidas por la miseria y por el hambre, pedían que se pagarán sus sueldos con los famosos bilimbiques,pero al tipo de cambio comercial, porque ya no les alcanzaba para cubrir sus necesidades más rudimentarias. Fue entonces cuando, viendo las consecuencias terribles que les acarreaba el no estar de acuerdo con la administración Pública, un grupo de trabajadores organizados en la confederación Regional Obrera Mexicana, un grupo que después se llamó el "Grupo Acción", optó por mezclarse en la política del país para obtener ventajas y ayuda a la organización obrera. Fue así como se organizó el Partido Laborista Mexicano se organizó en un momento en que había el imperativo categórico de una necesidad nacional. Cuando al caudillo popular, el general Obregón, iba a enfrentarse contra la pretensión de una imposición por parte de la administración carrancista,
creo yo que hicieron bien aquellos obreros que organizaron aquel momento el Partido Laborista Mexicano; pero después, la historia es tan conocida que no amerita que se repita: algunos directores de aquella organización hicieron mal uso del poderío político. Creo yo que en una discusión de carácter técnico como ésta, no debemos mezclar estas cosas que puedan suscitar pasiones entre nosotros; pero la experiencia de las tristes consecuencias que tuvo la organización obrera, por los errores políticos cometidos por algunos de sus líderes, es lo que hace que ahora este organismo sienta la necesidad de aislar de la política militante, activa y apasionada de la política electoral, de la política diaria, lucha de todos los días, a una organización que quieren eminentemente técnica, para evitar nuevamente que los gremios obreros vayan a correr la aventura de cualquier grupo político que los incorpore al carro triunfal de su líder.
Indudablemente que ahora, si creáramos una Secretaría del Trabajo, podríamos hacer valer estos razonamientos acerca del titular del Ejecutivo, cerca del señor Presidente de la República, para que procurara enviar a esa dependencia a un elemento no político que se dedicará exclusivamente a resolver las cuestiones del trabajo; pero es que esa Secretaría no la iríamos a crear nada más para ahora, sino para la vida futura del país. Y mientras fuera Secretaría de Estado, mientras sea Secretaría de Estado, será siempre, forzosamente, por la historia y la experiencia nuestra, algo que se reparta entre los amigos políticos de un Gobernante o de un Partido que éste en el Poder. Eso es lo que los trabajadores y los obreros organizados, del Distrito Federal, no quieren. Eso es lo que trataban de evitar y se conforman con un modesto Departamento del Trabajo, antes de correr el riesgo de una flamante Secretaria que pueda llevarlos a nuevas aventuras políticas.
Compañero Cortina: por azares de la lucha revolucionaria alguna vez estuve yo frente de la Secretaría de Industria, y entonces pude darme cuenta de cuántos egoísmos y cuántas pasiones mueven a los hombres cuando se sienten en posesión del Poder; y entonces pude darme cuanta de que trágicas y terribles consecuencias para el proletariado organizado del país había traído el paso de un brillante líder por aquella Secretaría. Porque se usó la fuerza de la Secretaría no con un criterio amplio, humano, con un criterio proletario inspirado en la solidaridad de clase, sino con un criterio estrecho, con un criterio pequeño de grupo o de secta. Y entonces toda la fuerza y todo el Poder del Ejecutivo acumulados en aquella Secretaría, sirvieron para organizar a los de casa, a la misma familia. a los que formaban parte del mismo grupo; pero sirvieron también para hacer guerra sin cuartel, guerra a muerte a otros proletarios, trabajadores también, compañeros de clase que no pertenecían a la misma bandera ni se agrupaban alrededor del mismo color. Por eso es, compañero, peligroso poner la organización del trabajo en manos de personas que puedan manejarla con fines estrictamente políticos, y por eso la comisión, atenta a la voz del proletariado organizado del Distrito Federal, ha creído que es preferible hacer este ensayo y esta experiencia con un modesto Departamento, antes de correr el riesgo de una aventura política en una flamante Secretaría.
Por lo demás, compañero, el hecho claro, práctico, es el siguiente: la materia de trabajo del futuro Departamento.
Como sabe el Compañero Cortina perfectamente, y lo sabe también el compañero Dávila, lo mismo que todos y cada uno de ustedes, la Constitución de 17 dejó la jurisdicción de estos asuntos del trabajo a los Estados; pero merced a una amplia campaña de convencimiento y a una reforma constitucional, se consiguió formular el Código Federal del trabajo, pero dando a los Estados la facultad de aplicarlo, de tal manera que, directamente, la Federación sólo conoce de un reducido número de asuntos entre todas las actividades de trabajo de la República: transportes, petróleo, minas y la industria textil, merced a la convención que tienen firmado trabajadores y empresarios.
Es poca materia para una Secretaría Federal; y sólo una conquista progresiva y constante de facultades que corresponden a los Estados, pueden justificar una actividad federal a través de una Secretaría.
Recordarán ustedes que para poderse fundar la Secretaría de Educación Pública, fue menester que el Licenciado Vasconcelos recorriera la República en una labor de convencimiento a los gobernadores de los Estados y sus legislaturas, para que permitiera una legislación federal sobre la materia. Sin embargo, no pudo conseguir que se encargara la educación pública a la Federación desentendiéndose las entidades federativas. Lo mismo pasaría si estableciéramos una Secretaría del Trabajo, que para justificar su nombre entablaría una ruda lucha, una campaña continua pretendiendo absorber y aun u usurpar las facultades de los Estados.
Hace poco un compañero decía aquí, y decía con razón, que hemos asistido a una continua absorción del Centro de las entidades federativas. No demos, pues , un paso más, en ese sentido; no creemos nosotros que el centralismo pueda ser nada benéfico; no creemos tampoco que una división extremada pueda hacer algo benéfico. Pero creemos, en cambio, que debemos conservar este equilibrio mientras la experiencia nos demuestra que es conveniente, mientras la experiencia nos demuestre que podemos vivir tranquilos los mexicanos. Y si los trabajadores organizados piden que sea un Departamento y no una Secretaría, y si la razón serena y sin pasión así lo indica, no creo yo que sea desairar al compañero Cortina el aprobar el dictamen de las Comisiones unidas de Puntos Constitucionales, Gobernación y Previsión Social, y por eso vengo a pedir que se sostenga en la votación el artículo tal como lo formuló el Ejecutivo y como lo suscriben las comisiones dictaminadoras unidas. (Aplausos.)
El C. Cortina: Pido la palabra.
El C. Presidente: Tiene la palabra el ciudadano Alfonso Fernández.
El C. Fernández Alfonso: Señores diputados: Ya que la buena fe del señor compañero Cortina ha dado motivo a una amplia exposición de ideas,
creo que desde el punto de vista en que se han colocado los que me precedieron en el uso de la palabra, la Asamblea estará perfectamente convencida, y sólo quiero tocar algo relativo al punto de vista verdaderamente práctico.
Dice un adagio vulgar que el hábito no hace al monje, y creo que nunca como en este caso podemos aplicarlo, y decir que necesitamos un monje sin hábito y no un hábito sin monje.
El Departamento de Trabajo puede hacer una labor tan amplia como podría hacerla cualquiera Secretaria, pero sin cargar con ese fardo pesado con que cargan todas las Secretarias, fardo que viene a constituir una muralla que casi se interpone entre los propios interesados a quienes tiene obligación de servir , o debería servir a esa Secretaría. Parece que el hecho de revestir con esa ampulosidad de Secretaría a un simple Departamento que puede hacer la misma labor, alejaría un poco más a los obreros y a los trabajadores de la Secretaría que tiene obligación de defenderlos.
Tenemos como ejemplo eminente práctico, eminentemente gráfico, la labor que ha desarrollado el Departamento de Salubridad, antes Consejo de Salubridad. Este Departamento es una instrucción que caso podemos llamar modelo, y sin tener la categoría de Secretaría de Estado, desarrolla una amplia labor y cumple con su cometido desde un lado a otro de la República.
Yo estoy seguro de que, poniendo al frente del Departamento de Trabajo a persona perfectamente empapada de los problemas que atañen al trabajador, llegaría a un Departamento tan grande, tan brillante como el de Salubridad. Y no se necesitaría, después de la experiencia, elevarlo de nivel, convertirlo en Secretaría de Estado. En efecto, no hemos visto que después de la buena labor del Departamento al que he puesto por Ejemplo, se haya pensado en elevarlo a la categoría de Secretaría de Estado, a Ministerio de Salubridad. Por tal motivo, yo creo que no debe constituirse el Departamento del Trabajo como una mera experiencia, sino que ya, en definitiva, debe crearse el Departamento del Trabajo y solamente hacer todo lo posible porque vaya a estar al frente de él persona que exclusivamente entienda de problemas del trabajo y que pueda estar cerca de los trabajadores. (Aplausos.)
El C. Presidente: Como ha pedido nuevamente el uso de la palabra el compañero Cortina, y, según el reglamento, ya no puede hablar otra vez en este mismo asunto, se consulta a la Asamblea si se le permite hacer uso de la palabra.
El C. Cortina: Sí, compañeros, no me pasen por ese tamiz tan estrecho.
(Voces: ¡Que hable!)
El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Diputado Cortina.
El C. Cortina: Decía el compañero Luis León que una de las causas por las que la Cámara del Trabajo desea que sea el Departamento del Trabajo y no Secretaría, es para evitar que vaya al frente de ese cargo un individuo que quizás -y es posible que tengan un tanto por ciento de razón- vaya a hacer política, en vez de dedicarse de lleno a sus labores como Secretario de Trabajo, y que él sabe por experiencia, ya que el desempeñó alguna vez ese puesto, cuánto se puede hacer en bien del trabajador y cuánto se le puede negar.
Efectivamente y yo me aparto de que si el individuo que desempeña un puesto de naturaleza quiere trabajar en bien de los trabajadores, o, más bien, quiere desempeñar este puesto con ecuanimidad, sin inclinarse a un lado o a otro, puede hacerlo; pero no es razón para temer al "coco" del líder que vaya allá a hacer labor política y labor negativa para los intereses que le están encomendados; pues, en sentido inverso al caso que señala el compañero León, yo le señalaría un caso que fue de todos conocido. Discutíamos, señores, en el Estado de Veracruz, la parte más importante del artículo 123 para su aplicación y el exacto cumplimiento dentro de la organización obrera. Se trataba del contrato colectivo, y las compañías, para explotar refinadamente al obrero, no querían el contrato colectivo, querían el contrato individual; y como para ello fue necesario esgrimir el trillado pretexto de la confusión de la ley, fue necesario ponernos de poder a poder con la industria, fue necesario declarar una huelga, pues allí estaba, precisamente en ese punto, la vida o la muerte de los sindicatos, de una vez por todas. Y fue necesario, señores, hacer una huelga general. intervino entonces el ministro de Industria , que era el General Calles. Fue necesario trasladarse a la región fabril, y nosotros, sosteniendo nuestros puntos de vista sobre el contrato colectivo, seguimos la huelga. El general Calles fue a estudiar el caso sobre el terreno de los hechos, y se dio cuenta de que teníamos razón. Y no obstante que el Presidente tenía un criterio distinto al del Secretario de Industria, el Secretario de Industria, fiel a su obligación, no empleando parcialidad para ninguno, prefirió renunciar a la Secretaría de Industria antes que someterse a un criterio distinto al de la Razón que tenían los trabajadores.
Ya se ve, señores, que entonces se puede buscar persona honorable, persona digna de confianza, para que pueda desempeñar esa Secretaría. Ya se ve que no es razón el decir que puede ir una persona a la Secretaría a sacar provecho político del puesto.
Yo, señores, me someto a la decisión de la Cámara; pero sigo sosteniendo que ojalá y la razón se me venga a dar dentro de muy poco tiempo, y se trasforme este Departamento en Secretaría, como debe de ser. He dicho, señores.
El C. Presidente: Tiene la palabra contra el C. Silva.
El C. Silva Viterbo: Señores diputados: Tenía razón el señor diputado Dávila cuando hace un momento le decía al señor Diputado Cortina que por qué no desde la sesión del viernes próximo pasado se argumentó de esta manera todo lo que se hubiese querido argumentar en contra de algunos de los artículos del dictamen a discusión.
Yo fuí uno de los que en la sesión del viernes pasado estuve en contra, no de todo el dictamen, sino del único punto - El primer artículo -que está a discusión, y que se refiere a la constitución del Departamento Autónomo del Trabajo. Estuve en contra de ese artículo, como lo sigo estando, no precisamente por un sistema ni por ningún prejuicio, sino como decía el señor Ingeniero Luis León: por
experiencia. Ellos como altos políticos, tienen muy amargas experiencias del pasado: nosotros también, como obreros, tenemos muy amargas experiencias del pasado y de los altos políticos del pasado. Yo no vengo hablar aquí como líder obrero, porque nunca lo he sido: vengo a hablar en representación del octavo Distrito Electoral del Estado de Veracruz, la región febril de Orizaba, puesto que a ella pertenezco como obrero en el ramo textil. La Confederación de Sindicatos de la región de Orizaba, siempre y en todas las épocas ha demostrado su competencia y capacidad humilde de sus obreros para colaborar no solamente con el actual gobierno, sino con todos los Gobiernos revolucionarios . Nunca se ha puesto por sistema, nunca se ha opuesto Orizaba por capricho ni por prejuicio, sino siempre se ha opuesto con la razón y con la justicia. Cuando se estudio la Ley Federal del Trabajo, la confederación de Orizaba presentó estudios por escrito, presentó su colaboración al entonces señor Ministro de Industria, Licenciado Aarón Sáenz, y no se tomó en cuenta nada de lo que en aquella ocasión se dijo a favor de las clases trabajadoras; se promulgo la ley, y ya lo vemos. Yo no culpo a los hombres en lo particular, Porque es verdad que los apasionamiento políticos hacen olvidar en más de una ocasión la miseria de los trabajadores, y muchas ocasiones los intereses encontrados que se juegan son lo que hacen que surja la mezquindad en los mismos hombres. Como quiera que sea, la Ley Federal del Trabajo está surtiendo sus efectos y ya lo estamos mirando: la opinión pública, el mundo entero la está juzgando, está viendo los fatales resultados que está dando en contra del trabajo organizado de la República, llámese "Cromé", llámese como sea.
Todavía no se justifica, todavía el Gobierno no puede justificar algún acto preferentemente justiciero hecho bajo el articulado de la Ley Federal del Trabajo; todavía no se puede comprobar un caso. Por dondequiera oímos exclamaciones, llantos de hogares que están resintiendo los reajustes de salarios, los reajustes de personal. ¿Por qué? Porque así lo dispone la actual ley federal. Esa misma experiencia, señores diputados, es la que me obliga a hablar en estos momentos, porque el señor Licenciado Ezequiel Padilla , en su brillante discurso lo decía el viernes de la semana pasada: la creación del Departamento del Trabajo es una obra incompleta; faltan todavía los órganos ejecutores; no sabemos que atención se vaya a poner en la formación de estos órganos ejecutores; no sabemos todavía cuáles vayan a ser sus resultados. Sólo se dice que va a ser a base de ensayo.
El señor Ingeniero León lo acaba de manifestar: es un ensayo que se va a hacer al legislar sobre el Departamento Autónomo del Trabajo. Y esos ensayos, ciudadanos diputados, están costando muy caro a la vida del trabajo organizado de la República.
Mientras los altos políticos se vienen a dar cuenta de las consecuencias o de los perjuicios que ocasionan estos ensayos, ya es tarde ya se han causado muchas víctimas, y es por eso, señores diputados, que yo, como obrero, no estoy de acuerdo con el artículo primero, en donde se dice que se formará un Departamento Autónomo del Trabajo.
El señor secretario Villa Michel está presente, y a él consta cómo siendo yo miembro de la Comisión Mixta Nacional, que es donde se ventilan, conforme a la Convención, distintos asuntos del ramo textil, le hemos presentado ya estudios encaminados en buscar la forma de que se lleve a efecto la obligatoriedad de la Convención Colectiva del Trabajo; Y lo sabe bien porque nos ha dicho con todo acierto el por qué no se ha llevado a cabo la obligatoriedad de la convención Colectiva el Trabajo. Con toda la buena voluntad del señor Secretario, no se ha podido obligar a los industriales de la República en el ramo textil, a que respeten la Convención Colectiva del Trabajo.
Y entonces nosotros, como obreros, estamos mirando que cosa pasará mañana con el ensayo del Departamento Autónomo del Trabajo; qué cosa irá a ser, cuando es una obra incompleta.
Se va a centralizar la dirección de varias industrias en un Departamento, y, entre otras, tendrá que concentrarse, tendrá que centralizarse, la parte de la industria textil a la que yo pertenezco. Ya el señor Secretario Villa Michel debe saber que las industrias de la región de Orizaba, que son las más poderosas en el ramo textil de la República, acaban de denunciar también la Convención Colectiva del Trabajo, poniéndose al igual que el Centro Industrial Mexicano de Puebla y de otros Estados de la República. Es un problema que se avecinda y que va a ser muy serio; quizá el más serio de la República y que yo sé qué salida, yo no sé qué solución le va a dar el Departamento Autónomo del Trabajo, por su complicación.
Por estas causas, señores diputados, no estoy de acuerdo en la creación del Departamento Autónomo del Trabajo. Desde un principio se lo decía al compañero Eugenio Méndez en lo particular, cuando me platicaba que él también, en principio, no estaba de acuerdo en que fuera Departamento autónomo. El me decía, en lo particular, que estaba de acuerdo en que fuera Secretaría del Trabajo, porque él veía, como abogado, el peligro de que pudiera hasta perderse la soberanía de la Cámara de Diputados. Porque yo considero, como él en aquellos días, que un jefe de Departamento el Congreso no puede llamar fácilmente: solamente el Ejecutivo de la Nación será el que tenga el derecho o la obligación de llamar a este jefe del Departamento Autónomo del Trabajo, y este jefe se entenderá solamente con el Presidente de la República, y nada más....
El C. Dávila (interrumpiendo): ¡Ya vino Bojórquez! (Risas.)
El C. Silva (Continuando: Muy bien. Pues ojalá, señores. Yo, ya digo, no me baso en otra cosa, ni tengo prejuicio alguno. Ojalá que surja un hombre de buena voluntad, ojalá que surja un hombre técnico, porque, más que de buena voluntad, se necesita, señores diputados un hombre técnico, es muy difícil hallarlo. Bajo ese punto de vista veo yo, como obrero, la cuestión; no bajo otro punto de vista. Es muy difícil llegar a encontrar un hombre técnico que llegue a abarcar con su conocimiento todas las industrias y todos los problemas
del trabajo; es muy difícil. Además, señores, yo supongo que es inútil seguir discutiendo; yo no quiero discutir sentimentalismos porque, en primer lugar, como obrero los tendría, pero muy hondos, y muy sinceros y muy humildes; no tendría argumentos para exponerlos en un lenguaje florido que agradara a los diputados y a las galerías que me escuchan; pero yo sí quiero hacer notar por qué el viernes estuve en contra, y seguiré estando en contra, no de todo el dictamen, sino solamente del artículo primero y del transitorio, que se relacionan con el Departamento Autónomo del Trabajo, porque considero que es un peligro para las agrupaciones ese ensayo. Por lo demás, señores diputados, el dictamen está hecho y la responsabilidad es de todos, aun mía, porque yo, aunque obrero, soy de los que no eluden nunca sus responsabilidades. Por tanto; yo también sabré afrontar las partes de responsabilidades morales que me toca, como diputado; pero siquiera me quedará el orgullo, la satisfacción de que hice notar ante esta Cámara, ante este Congreso, el peligro que se observa, el peligro que preveo en este ensayo que se va a hacer en lo que respecta a la creación del Departamento Autónomo del Trabajo. [Aplausos.]
El C. Méndez: Pido la palabra.
El C. Presidente: Tiene usted la palabra:
El C. Méndez: Efectivamente, señores, como se expresa en el dictamen, yo disentí al principio de la iniciativa de Ejecutivo en cuanto a que fuese una Secretaría de Estado en vez de un Departamento, como lo proponía el señor Presidente de la República, por el escrúpulo constitucional a base de que no pudiese venir en el futuro el jefe de Departamento Autónomo a informar a la Cámara de cualquiera cuestión grave que surgiera con motivo de conflictos obreros - alguna huelga fuerte o algo por el estilo -; pero por los antecedentes que existen, y particularmente por la invitación que hicimos al jefe del Departamento de Estadística, que el Ejecutivo obsequió, retiré desde luego mi objeción y por eso suscribí el dictamen. Esa es la única objeción que yo tenía que hacer, como acabo de expresar el compañero Silva, a la iniciativa del Ejecutivo porque, en mi concepto, el trabajo estará tan bien vigilado, estará tan bien controlado desde el punto de vista revolucionario, por un jefe de Departamento Autónomo, como lo estaría por un Secretario de Estado. No es que se crea, como expresó el compañero Cortina, que los diputados queramos poner al trabajo en un pie inferior al capital; hay que tener en cuenta las materias, los renglones que se atribuyen a la Secretaría de la Economía Nacional, y hay que tener en cuenta el poco material que el Departamento del Trabajo va a tener en el desarrollo de sus funciones. Nosotros prevemos que ese Departamento se habrá de convertir en Secretaría; pero quisimos, y hay que repetirlo, hacer el ensayo experimental: que este Departamento crezca con el pequeño material que se le atribuye en la iniciativa, y que no puede ser mayor; que se desarrolle y que crezca, y dentro de dos o cuatro años que se convierta en Secretaría de Estado. No hay ninguna prevención de parte nuestra para el trabajo. (Aplausos.)
El C. Secretario Ochoa: Por disposición de la Presidencia se consulta a la Asamblea si se considera suficientemente discutido el asunto. (Voces: ¡Sí, sí!)
El C. Leñero: Para una aclaración.
El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Leñero.
El C. Leñero: El compañero de Veracruz hace radicar precisamente su objeción en la circunstancia de que el Jefe del Departamento Autónomo acordará directamente con el Ejecutivo; que no podrá ser llamado a informar a esta Cámara, porque la Ley no lo previene expresamente; y por lo tanto, parece dar a entender que cree que el Secretario de Estado tiene una responsabilidad más directa de la que pueda tener el Jefe de un Departamento Autónomo. Y cabe hacer notar al compañero, que conforme a nuestra organización constitucional, nosotros no tenemos un régimen parlamentario en virtud del cual los Secretarios de Estado sean precisamente responsables, de una manera directa, ante el Parlamento del Ejecutivo, quien puede nombrarlos y removerlos libremente; de tal suerte que en el caso es pertinente hacer notar que la diferencia de nombres no varía la naturaleza de las cosas, porque específicamente no hay una distinción legal entre un Secretario de Estado y un jefe de Departamento Autónomo. De manera que por lo que respecta a la mayor seguridad que la responsabilidad directa pudiera tener, es lo mismo en el Secretario de Estado que en el Jefe de Departamento. Hago esta aclaración en honor precisamente de la responsabilidad moral a que ha aludido el compañero de Veracruz.
El C. Secretario Ochoa: Se considera suficientemente discutido el asunto. Se procede a tomar la votación nominal del artículo primero.
El C. Secretario González Herrejón: Por la afirmativa.
El C. Secretario Ochoa: Por la negativa. (Votación.)
El C. Secretario González Herrejón: ¿Falta algún ciudadano diputado por votar? ¿Falta algún ciudadano diputado por votar? Se procede a la votación de la Mesa.
El C. Secretario Ochoa: Fue aprobado el artículo 1o. del dictamen, por noventa y seis votos de la afirmativa, contra tres de la negativa.
"Artículo 2o. Corresponde al Departamento del Trabajo:
"Legislación obrera y su reglamentación;
"Aplicación de las leyes federales del Trabajo y sus reglamentos;
"Asociaciones obreras y patronales;
"Contratos de Trabajo;
"Seguros sociales;
"Congresos y reuniones nacionales e internacionales del Trabajo;
"Conciliación y prevención de los conflictos;
"Conflictos entre el Capital y el Trabajo, e intergremiales;
"Comisiones mixtas de empresas y otros organismos preventivos y conciliatorios de conflictos;
"Juntas y tribunales de conciliación y arbitraje de jurisdicción federal;
"Procuraduría del Trabajo;
"Investigaciones e informaciones sociales, y
"Oficina de Higiene Industrial y Previsión Social."
El C. Secretario Ochoa: Está a discusión.
El C. Bustillos: Pido la palabra.
El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Diputado Julio Bustillos.
El C. Bustillos: Señor diputado: En realidad estoy de acuerdo con el fondo del artículo segundo que va a discutirse y solamente voy a permitirme proponer algunas ligeras modificaciones, así como adiciones, a este importante precepto. Y ya que se ha estado tratando en esta tribuna de asuntos generales - que interesan.... quisiera que la benevolencia de la Asamblea me permitiera hacer una brevísima exposición tendiente a esto: a fijar con precisión el concepto de lo que es el intervencionismo como escuela económica, para señalar después el momento histórico que vive el pueblo mexicano, en relación con las diversas escuelas económicas, desde el siglo pasado hasta la fecha.
Con la escuela liberal clásica, compañeros, y con el progreso científico enorme del siglo pasado, todos sabemos que llegó a concentrarse la riqueza en unas cuantas manos, enorme concentración que fue la consecuencia de los principios básicos sostenidos por la misma escuela libre clásica. Los liberales clásicos - todos sabemos - creían que los asuntos económicos estaban regidos por leyes rígidas, por leyes exactamente explicables como todos los fenómenos naturales; que el hombre no podía en manera alguna modificar esas leyes, no el curso de los acontecimientos económicos, y en consecuencia el hombre y el Estado debían cruzarse de brazos contemplando simplemente el curso de los fenómenos económicos. Esta situación, compañeros, basada también en la ley de la oferta y la demanda, creó, como yo decía hace unos cuantos momentos, la fuente concentración de la riqueza en unas cuantas manos y, sobre todo, el concepto económico que hemos combatido actualmente: el concepto de dependencia económica del trabajo con respecto al capitalista, en concepto del trabajador con respecto al industrial. De esa época, compañeros, sabemos que surgieron las escuelas socialistas.
Todas las escuelas socialistas de los diversos matices, desde las más radicales hasta las más modernas, trataron, como sabéis, de invertir el orden social establecido por la escuela liberal clásica; trataron de buscar, en esencia, el mejoramiento de las clases trabajadoras, tratando de invertir totalmente el orden social. De allí surgieron nada menos las escuelas socialistas radicales: la rama comunista sostenida por Carlos Marx, así como también la rama anarquista de Vacunini.
Estas escuelas, compañeros, fueron propiamente encaminadas a destruir el régimen instituído y, sobre todo, el régimen liberal; pretendían una era completamente nueva en la justicia social brillara para todas las clases trabajadoras.
Frente a estas dos tendencias - la tendencia liberal y la tendencia socialista radical surgió una tercera: la tendencia intervencionista. Según la escuela intervencionista, que es la que invoca justamente el anteproyecto de Ley a discusión, se pretende que el Estado tomo la participación principal que debe tener en el desarrollo de los fenómenos económicos. Los fenómenos económicos no sólo hay que contemplarlos, sino que intervenir en ellos; hay que contemplarlos, sino que intervenir en ellos; hay que modificarlos, hay que encauzarlos debidamente. Esto es lo que pretenden los intervencionistas.
El intervencionista toma por su cuenta el fenómeno económico de una manera principal, para crear una nueva corriente económica, una nueva corriente jurídica, y dirige los fenómenos económicos. El Estado, compañeros, a pesar de la crítica que se ha hecho, ha aumentado sus facultades y sus atribuciones; ha crecido enormemente el poder del Estado, especialmente desde el punto de vista económico. Pero esto que muchos censuran, esto que creen que es atacar la libertad de los hombres, en todo lo contrario: persigue la finalidad posterior de la libertad de los trabajadores, y pretende mejor dicho, se ha realizado ya - que el Estado, que el Gobierno concentre una enorme cifra de facultades para modificar los fenómenos económicos y crear muchas veces, a base de dictadura, como se ha hecho en Rusia, el beneficio positivo, el beneficio cierto del trabajador. Y aquí, compañeros, es como debe combatirse de una manera fundamental la idea de dependencia del trabajador con respecto al patrón, con respecto al industrial. La escuela liberal creó esa dependencia que se llama económica, dependencia que por desgracia ha subsistido hasta en las legislaciones actuales, en nuestras mismas leyes. La Ley Federal del Trabajo, compañeros, que yo creo que es un trabajo importante, serio y trascendental en su materia, contiene, sin embargo, algunos conceptos que están fuera de la verdad, fuera de la razón y de la justicia. Yo señalo desde estos momentos por ejemplo, el caso de dependencia económica que del trabajador respecto del patrón señala el contrato de trabajo. Dice el artículo relativo del contrato de trabajo, que el trabajo se desempeñará bajo la dirección y dependencia del patrón. Y esa dependencia es nada menos que dependencia económica. Este concepto, compañeros, es, a mi manera de ver, completamente erróneo; es preciso atacarlo, es preciso destruirlo de una vez por todas. Yo creo, compañeros, que hay que intentar, que hay que entresacar un concepto más justo y más humano del contrato de trabajo. Basta ya de pensar que las clases laborantes dependen económicamente de las clases capitalistas.
La riqueza - ya se ha dicho hace un momento con toda razón- es la consecuencia de la acumulación del trabajo de todas las clases trabajadoras, de todas las clases humildes, y, en consecuencia, no vamos a pensar, no vamos a tolerar que la clase obrera, numerosísima, depende en manera alguna - y menos en la económico - de las clases que tienen la riqueza en las manos.
Yo creo, compañeros, que convirtiendo este concepto en algo más justo y más humano, debemos pensar que el contrato del trabajo es un género especial de sociedad: el elemento capital, el elemento trabajo, se unen para explotar la naturaleza, para explotar industrias. El capitalista aporta el dinero; el trabajador aporta el trabajo; y no
es el salario, diría yo, el precio del trabajo, por que el trabajo del hombre no es posible someterlo a precio alguno; ello sería demasiado vil. Yo diría que el salario es la participación que tiene el obrero en las consecuencias del trabajo: parte recibe por etapas periódica, que es lo que se llama vulgarmente salario, y parte debe percibir anualmente por concepto de las utilidades que señala la Constitución de la República.
Dentro de estas ideas generales, compañeros, creo que la Ley que está a discusión se ajusta estrictamente a la tendencia actual económica, es decir, a la tendencia intervencionista.
El Estado tiene forzosa necesidad de intervenir en todos los fenómenos económicos para encauzarlos, orientarlos y mejorarlos, precisamente para elevar las condiciones materiales, intelectuales y morales de todos los trabajadores. Vamos, pues, en consecuencia, a procurar que esta Ley llene debidamente su cometido.
Objetando el artículo 2o. me permito señalar los siguientes puntos, que ruego fraternalmente a los miembros de la Comisión se sirvan tomar en cuenta, con el objeto de que si los estiman pertinentes los adopten desde luego y se eviten posteriores discusiones.
En el artículo segundo se señala como facultad de este Departamento "la legislación obrera y sus reglamentación". Entiendo perfectamente cuál es el propósito; no es, desde luego, la facultad de legislar; esta facultad es enteramente nuestra, es del Poder Legislativo.
Tocaría, pues, al Departamento del Trabajo tan sólo redactar proyectos en todo lo relativo a asuntos de trabajo; pero esa facultad no la tiene solamente el Departamento, la tiene hasta el último de los ciudadanos de la República: hacer que ese proyecto se convierta en ley. Creo, pues, que para que esto no se preste a indebidas interpretaciones, debe suprimirse. No hay razón para que aparezca una facultad que diga: "Legislación obrera y sus reglamento."
Voy a hacer otra aclaración. El Departamento que se va a crear es, realmente, un Departamento de dirección, de control y de vigilancia en todo lo relativo al trabajo en la República. En consecuencia, bastaría con decir en términos generales que ésta era su sola facultad, para no entrar a enumeraciones que se prestan muchas veces a omisiones enteramente involuntarias y muchas veces erróneas. Propongo, pues desde luego, la suspensión de esa facultad que dice:
"Legislación obrera y su reglamentación", porque esa facultad la tiene todo ciudadano, no solamente del Departamento que se va a crear.
Segunda objeción: "Aplicación de las Leyes Federales del Trabajo y sus reglamentos", en términos generales. El artículo 334 del Código Federal del Trabajo señala concretamente cuáles son los organismos creados por el mismo, que tienen precisamente la facultad de aplicar las leyes del trabajo. Estos organismos, compañeros, son concretamente las juntas de conciliación y arbitraje en general, los inspectores del trabajo y las juntas para fijar el salario mínimo. Esos son exclusivamente los órganos.
Ciertamente, la Ley señala entre esos órganos, en ciertos países, al Departamento de Trabajo, pero entonces, para distinguir perfectamente bien, para no invadir la esfera de las facultades de los Estados con sus autoridades, que son las Juntas Centrales de Conciliación y Arbitraje, propongo la siguiente adición: "Aplicación de las Leyes Federales del Trabajo y sus reglamentos, en los casos que le competen", porque hay otros que no le competen, como son los relativos a la aplicación de la Ley dentro de los Estados.
Otra modificación, compañeros. Dice adelante: "...las asociaciones obreras y patronales", a secas. El Departamento del Trabajo va a tener una enorme transcendencia en la vida práctica, porque va a tener el control y la vigilancia de todos los organismos obreros del país, es decir, la marcha de esas agrupaciones en relación con los conflictos del trabajo, especialmente en la cuestión federal.
Naturalmente que al Departamento del Trabajo no le interesa ninguna agrupación que no sea precisamente de carácter sindicalista; las demás le son absolutamente ajenas; no tiene por qué ocuparse de ellas. en este caso, es decir, en el caso de asociaciones no sindicalistas, el Departamento no tiene por qué ocuparse de ellas.
En consecuencia, me permito formular la siguiente adición, proponiendo que diga así: "Asociaciones obreras y patronales de resistencia". De este modo entenderemos que la Ley se refiere sólo a asociaciones sindicales, a asociaciones de lucha, que son precisamente el objeto del Departamento del Trabajo.
Ahora bien, voy a proponer que estimo muy importantes. En este mismo precepto no se enumeró entre las facultades del Departamento la inspección del trabajo . Ignoro por qué se hizo esta omisión: si fue con propósito deliberado, o si fue una verdadera omisión. La inspección del trabajo, compañeros, es, en mi concepto, la más importante de las facultades del Departamento que se va a crear. Lo demás ya está previsto; todos los asuntos de trabajo marcharán perfectamente bien, como están marchando; pero ya se ha señalado muchas veces que no se ha ejercido debidamente la inspección del trabajo en la República. Muchos son los que se han preguntado que para qué sirve que esté vigente la Ley del Trabajo si no se cumple con ella en muchos de sus aspectos. Sabemos perfectamente bien que en esta misma capital hay muchos centros de trabajo en donde no se cumplen las disposiciones relativas a horas y salarios, lo mismo que a condiciones higiénicas, y, sin embargo, se ha permanecido dentro de la más completa indiferencia a este respecto, para vigilar los intereses del trabajador en los centros de trabajo. Yo creo, pues, que esta facultad de inspección es básica y fundamental del Departamento, y diría yo que si este Departamento que se va a crear de esta facultad, pasaría como anodino dentro del programa gubernamental del país. En cambio, si cumple con su deber y ejercita con valor sus facultades, consumará plenamente su misión y recibirá la gratitud de todas las agrupaciones obreras del país. (Aplausos en las galerías.)
Voy, finalmente, compañeros, a presentar otra
adición que estimo de mucha importancia. Este asunto, compañeros, más bien parece de carácter económico en general, que de carácter señaladamente de trabajo. No obstante, podría perfectamente- y creo que así debe hacerse- clasificarse dentro del Departamento del Trabajo que va a crearse. Me refiero al gravísimo problema, al profundo problema de los desocupados. No sé que en ninguno de los dictados de la Ley se haya previsto el caso de la desocupación, que es, desde el punto de vista económica, desde el punto de vista moral, el problema más pavoroso que se cierne sobre toda la humanidad.
Acabamos de leer hoy en la prensa, que el país más capitalista del mundo los Estados Unidos del Norte, como demostración precisa del enorme fracaso del régimen capitalista, tiene más de once millones de desocupados que van vagando de un extremo a otro del país, implorando la caridad, en una nación donde hay las fortunas más enormes amasadas con el sudor de los oprimidos. Este problema lo tenemos nosotros , palpitante.
A diario vemos discurrir a los desocupados, por todas partes. En preciso que las autoridades se ocupen primerísimamente de este problema. ¿Por qué? Porque los desocupados, compañeros, son nada menos los cimientos de todas las agitaciones, de todas las revoluciones. ¿Qué de extraño tendría que en estos momentos surgiera una revolución internacional contra todo lo instituído en materia político social, si esos millones están clamando por un pedazo de pan para sus hijos? El hombre a quien le falta el pan es, con toda razón, hasta un criminal; y la sociedad no tiene derecho de tachárselo, porque tampoco le ha dado los medios de que coma, de que subsista. En consecuencia, ante este palpitante y pavoroso problema, yo creo que debemos incluir en esta Ley que estudiamos, el asunto de los desocupados.
Más todavía: Nuestra Constitución desde los puntos de vista político y social, como ya la calificó el enorme jurisconsulto Francesco Cossentini ya prevé este caso. Veamos la fracción XXV del artículo 123 constitucional, de ese enorme monumento del artículo 123, y veremos que sí se acordó, sí puso el dedo en esta enorme llaga de los desocupados, y habla allí nada menos de que las oficinas de colocación serán gratuitas, ya sea que dependan de los ayuntamientos o de las bolsas del trabajo; hasta señala el caso de las bolsas del trabajo. Pues bien yo creo que haciéndonos eco del más grave problema moral y económico que tenemos en estos momentos; que haciéndonos eco del sentir no sólo nacional, sino universal a este respecto, con tendencia a crear tranquilidad en el hogar, vayamos directamente al problema de los desocupados y que esto sea facultad del Departamento del Trabajo, con lo que se le dará más prestigio no sólo ante nuestro propio país, sino ante toda la humanidad. ¿Qué vamos a responder, compañeros, a esta necesidad de atender a las miserias y sufrimientos de los humildes? Porque ésta es la misión que nos ha confiado la Revolución; somos todos representantes más o menos genuinos de grupos laborantes, de grupos de seres humildes, y yo creo, compañeros, que para cumplir leal y honradamente con esa misión, debemos procurar por ellos antes que todo. (Aplausos.)
El C. Presidente: Tiene la palabra la comisión.
El C. Patiño Rafael: A la comisión le alegra sobremanera que se provoquen discusiones de esta naturaleza, ya que precisamente va a quedar consignada en el DIARIO DE LOS DEBATES el espíritu de esta ley a discusión. Afortunadamente se encuentra aquí el señor Secretario de Industria, Comercio y Trabajo, que seguramente no tendrá inconveniente en aclarar el primer punto señalado por el muy estimado Licenciado Bustillos. Todas las Secretarias de Estado tiene consignado en sus reglamentos que es facultad de las misma iniciar leyes, y, propiamente, legislar... (Voces: ¡No, no!) Es cuestión, en mi concepto, de verdadera interpretación, compañeros. (Voces: ¡No, no!)
Yo estimaría a ustedes que nos permitieran preguntarle al señor Secretario sobre este particular, para aclarar en definitiva la duda que el señor Licenciado Bustillos tiene.
Respecto de la aplicación de las Leyes Federales del Trabajo y sus reglamentos, es lógico que el Departamento del Trabajo no tenga competencia para hacerla en los Estados.
Como ustedes deben comprender, en una ley no es posible que se consigne todo el espíritu de una discusión con la que se ha iniciado en esta ocasión. Por consiguiente, el Departamento del Trabajo no podría en ninguna forma, como no han podido hasta las fechas las propias juntas federales de conciliación y arbitraje, intervenir en conflictos que no sean de carácter federal, tal como lo previene la Ley.
Tengo entendido que esta explicación dejará satisfecho al señor Licenciado Bustillos y a la H. Asamblea. (Voces: ¡No, no!)
Voy a suplicar a ustedes que, para ampliar más este concepto, el señor Licenciado Mélendez nos haga favor de aclarar más lo que yo he pretendido hacer en estos momentos.
El C. Méndez Eugenio: Señores compañeros: En nombre de la Comisión voy a contestar la objeción hecha por el compañero Bustillos Montiel al primer renglón de las facultades del Departamento de Trabajo, que dice: "Legislación obrera y su reglamentación."
Algunos compañeros han interpretado que con esta facultad que atribuimos al Departamento del Trabajo, la Cámara renuncia a su facultad legislativa. Es completamente absurdo. Esta fracción atribuye al Departamento del Trabajo una obligación: la obligación de proponer, de iniciar proyectos de ley, reformas a la Ley del Trabajo actual y a todos la reglamentación que se expida sobre materia. El Departamento del Trabajo es el que va a aplicar, a manejar- diríamos- la legislación obrera, y por eso es el organismo que tendrá la obligación y el deber de venir a proponer las reformas que crea pertinentes a la legislación actual. Esa es la interpretación que debe darse a esta facultad.
El C. Cortina: Para una aclaración. Me permito suplicar a la comisión que en este caso sea clara y terminante la redacción; que se diga con precisión de qué se trate, para que no haya confusión en su aplicación.
El C. Méndez Eugenio: Yo entiendo que la fracción, tal como está, es suficientemente clara y no sujeta a interpretaciones. (Voces: ¡No!) Yo desearía conocer la opinión de algún abogado que no sea de la comisión; por ejemplo, el señor Licenciado Ruiz.
El C. Ruiz Andrés: A mí me parece que tiene que hacerse una aclaración. (Una voz: ¡Seguro!)
El C. Méndez Eugenio: ¿Cree usted?
El C. Ruiz Andrés: Sí señor.
El C. Méndez Eugenio: ¿En qué términos?
- EL C. Ruiz Andrés: "En los casos que le compete", señor compañero.
El C. Méndez Eugenio: En ese caso...
El C. Padilla Ezequiel: Pido la palabra, señor Presidente.
El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Licenciado Padilla.
El C. Padilla Ezequiel: Realmente yo creo que tal como está redactado este párrafo, este renglón, está perfectamente bien.
El Ejecutivo, forma parte, o tiene entre sus atribuciones, una parte de la legislación del país. Desde luego tiene el derecho de iniciativa que le otorga la Constitución; a continuación tiene el derecho de aprobación de la Ley; después tiene el derecho de oponerse a la ley, devolviéndola a la Cámara, por medio del derecho de voto constitucional. De tal manera que, como vemos, el Ejecutivo tiene facultad legislativa: es parte intrínseca de toda ley, igual que la Cámara. Naturalmente que la Cámara tiene la facultad de deliberar sobre la ley y decir sobre cuál debe ser su criterio en la formación de una ley; pero los derechos constitucionales de iniciativa, de veto y de aprobación, que están perfectamente reconocidos por la Constitución, autoriza que se pueda conceder al Ejecutivo el derecho de legislar sobre materia obrera. (Murmullos.)
Desde luego, sabemos perfectamente bien que la reglamentación le corresponde plenamente al Ejecutivo. Si nosotros vamos a entender que debe concederse esta facultad de legislar solamente cuando es absoluta, tampoco le corresponde a la Cámara; no podríamos decir, con razón, que la Cámara tiene el derecho de legislar porque tampoco lo puede hacer única y exclusivamente.
Conforme a la Constitución, las Cámaras de la Unión tienen la facultad de legislar en colaboración con el Ejecutivo, porque si éste se opone a una ley aprobada por la Cámara, no es ley. Si el Ejecutivo no inicia una ley determinada, la Cámara no puede consultarla. (Voces: ¡Cómo no! Murmullos.) a menos que la proponga algún elemento. Si el Ejecutivo, digo, no inicia, no usa el derecho de iniciativa de alguna ley, entonces la Cámara puede usar ese derecho; entonces es cuando ella tiene facultad de tratar... puede oponerse porque tiene el derecho de veto, perfectamente constitucional (Voces: ¡No! ¡No!). Sería. sencillo que se leyeran los artículos constitucionales relativos.
Sostengo en concreto, que el Ejecutivo, dentro de las facultades de legislar, tiene el derecho de iniciativa; tiene el derecho de rechazar la ley; tiene el derecho de vetar. Supongamos que se trata de materia obrera. La Cámara de Diputados, sobre esta materia de la creación del Departamento Autónomo del Trabajo, manda una resolución, manda un proyecto de ley, que es como se llama, al Ejecutivo; el Ejecutivo, entonces, lo veta. Pregunto yo si tiene o no ese derecho, y si es o no parte fundamental en la legislación sobre esta materia. ¡Seguramente que lo es! La Cámara entonces, conforme a la Constitución, tiene el derecho de insistir en su proyecto de ley; pero, si no se aprueba por las dos terceras partes, no es ley tampoco. De manera que el Ejecutivo está demostrado que es parte fundamental en la legislación del país, por medio de su derecho de veto; y en este caso de la creación del Departamento Autónomo del Trabajo ¿Porque el Ejecutivo lo ha enviado como iniciativa, usando del derecho que la Constitución le da en la elaboración de las leyes. (Voces: ¡¡Pero el Ejecutivo no hace las leyes!!) No he dicho eso; estoy afirmando que el Ejecutivo puede perfectamente vigilar sobre la legislación. Si la Cámara desea que se aclare este punto, se entiende que es sólo por un exceso de celo, y yo no tengo objeción que oponer. Lo único que quiero declarar es que en los términos en que está redactado el artículo, está perfectamente bien. (Murmullos.)
El C. Presidente: Tiene la palabra el ciudadano Méndez.
El C. Ojeda Carlos Darío: ¿Me permite el compañero Méndez la palabra nada más para refutar un pequeño concepto? Con permiso de la Presidencia.
El C. Méndez: Con mucho gusto.
El C. Ojeda Carlos Darío: Sólo quiero hacer notar esto: Si la sola lectura de este artículo origina una discusión en la cual no nos ponemos de acuerdo; si se necesita recurrir a las luces de un intelectual, de un jurisperito, como el Licenciado Padilla, para conocer el fondo y espíritu de ese artículo, ¡¡imagínese ustedes en otras circunstancias el caos que se formaría sin el conocimiento cierto de lo que queremos expresar aquí!! Por lo tanto, es necesario que, aunque parezca celo excesivo de esta Representación, se aclare, para que se vea que la Cámara no renuncia a sus facultades. (Aplausos.)
El C. Méndez Aguirre Eugenio: Señores compañeros: Técnicamente adopto la teoría del señor Licenciado Padilla, porque es lo jurídico y lo constitucional. Sin embargo, respetuosas las Comisiones de la mayoría de la Asamblea, que parece se inclina en el sentido de que se aclare este renglón, pedimos permiso para retirarlo con el objeto de hacer una redacción de acuerdo con el parecer de la mayoría.
El C. Secretario Ochoa: Por disposición de la Presidencia se pregunta a la Asamblea, en votación económica, si se permite a la comisión retirar el artículo a debate, para reformarlo. Los que estén por la afirmativa se servirán manifestarlo.
El C. Leñero Agustín: Sobre el mismo punto, y en concreto, quiero hacer constar lo siguiente: El artículo 92 constitucional dice: "Todos los reglamentos, decretos y órdenes del Presidente deberán estar firmados por el Secretario del
despacho, Encargado del Ramo, a que el asunto corresponda, y sin este requisito no serán obedecidos". No habiendo una Secretaría que vaya a autorizar los decretos que la Cámara expida sobre asuntos de trabajo, tendrá que ser el Departamento respectivo el que los autorice. En consecuencia, mi aclaración se refiere a esta función del Departamento que será, precisamente, la de refrendar los decretos que el Ejecutivo promulgue...
El C. Méndez Eugenio (interrumpiendo): ¿Me permite una aclaración el compañero Leñero? Los jefes de Departamento no refrendan; refrendan únicamente los secretarios.
El C. Leñero Agustín: ¿Entonces quién va a refrendar?
El C. Méndez Eugenio: El Presidente de la República.
El C. Leñero Agustín: En todo caso, que se haga la aclaración de que debe refrendar la Secretaría de Gobernación.
El C. Méndez Eugenio: El artículo 92 de la Constitución habla de los refrendos. Los secretarios de Estado son los que refrendan las disposiciones del Ejecutivo; pero tratándose de Departamentos, no se dicta el refrendo: basta la orden del Presidente de la República del Departamento respectivo.
El C. Leñero: Contesto en tres palabras...(Campanilla.)
El C. Presidente: Compañero: Suplico a usted que se inscriba si desea continuar participando en el debate. (Murmullos.)
El C. Dávila: Para una moción que abreviará el tiempo.
El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Dávila.
El C. Dávila: El señor Secretario de Industria podría aclarar perfectamente bien el asunto...(Voces: Ya está retirado.) Si la Asamblea es tan atenta y cortés que permita al señor Secretario de Industria aclararnos ese punto, estoy seguro de que se convencerá de que tiene la razón. (Voces: Ya está retirado.) Podemos obviar tiempo. (Voces: No, no! Desorden. Campanilla.)
El C. Presidente: La Presencia no tiene inconveniente en oír al señor Secretario.
El C. Secretario de Industria, Comercio y Trabajo: Señores diputados:
Obsequiando los deseos del señor Diputado Dávila, me permito hacer una aclaración sobre el inicio primero del artículo segundo, que dice:
"Corresponde al Departamento del Trabajo...legislación obrera y su reglamentación." Como se servirán ustedes ver, no se usa el verbo "legislar"; legislar es una facultad privativa de las Cámaras. Se usa "legislación", que es ya la obra, la serie de actos que se producen en la expedición y cumplimiento de las leyes, como muy bien decía el señor Diputado Padilla; la iniciativa, cuando quiera usar de esa facultad; la aprobación, el refrendo y la promulgación. Así es como se ha usado siempre esta expresión u otra semejante en todos los capítulos de la ley de Secretarías de Estado. Precisamente en este mismo dictamen se inicia una reforma a la ley de Secretarías de Estado que corresponde a Gobernación, y dice: "Se reforma el párrafo décimo del artículo segundo de la Ley Orgánica de Secretarías de Estado, en la siguiente forma: Decretos, leyes orgánicas, y códigos federales y su publicación."
Hasta aquí la Ley de Secretarías de Estado. De manera que como ustedes ven, se usa una expresión semejante: "códigos federales." Claro que la Secretaría de Gobernación no va a legislar, no va a expedir por sí misma códigos federales, sino que tiene a su cuidado, como ahora se proponía en el Departamento del Trabajo, todas aquellas funciones concurrentes con el Legislativo en la Formación, en la expedición y refrendo de las leyes, y, además, la obligación de iniciar reformas.
Es verdad, como muy bien decía el señor Diputado Bustillos, que todo mundo tiene esta facultad dentro de ciertas normas constitucionales; pero si todos la tienen, preferentemente y como una obligación fundamental la tienen las dependencias del Ejecutivo, sobre todo si se considera que son las que primero pueden darse cuenta de las deficiencias de la ley o de las necesidades que pueden ameritar su reforma. ¿Para qué esperar a que las masas puedan sentir grandes necesidades para iniciar una reforma?
De manera que el espíritu, el término que se ha empleado es el que emplea actualmente nuestra Ley de Secretarías de Estado. Esto es, y no otra cosa, la palabra "legislar."
Por lo que se refiere al Reglamento, en esto no puede existir duda, puesto que la misma Constitución le impone al Ejecutivo el deber de expedirlo, y, efectivamente, está sería la dependencia que debe expedirlo.
El C. López Cárdenas: Pido la palabra.
El C. Presidente: Tiene la palabra el C. López Cárdenas.
El C. López Cárdenas: La interpelación que algunos compañeros le ha dado a esta fracción, no es jurídica. No puede entenderse, jurídicamente, que esta fracción signifique una delegación de las facultades del Poder Legislativo en favor del Ejecutivo para legislar sobre el trabajo. ¿Por qué razón? Porque tal cosa significaría una reforma constitucional que requiere, como ustedes saben, formalidades especiales, y no se están observando esos requisitos en esta Ley; no puede, en consecuencia, entenderse como una reforma constitucional. Así es que, como constitucionalmente corresponde la facultad de legislar al Poder Legislativo, y esta Ley que estamos estudiando no impone ninguna reforma a la Constitución, no se puede interpretar, jurídicamente, que signifique una renuncia o una delegación de las facultades legislativas del Congreso en favor del Ejecutivo.
El C. Ojeda Carlos Darío: Para una aclaración.
El C. Secretario Ochoa: Por disposición de la Presidencia se manifiesta a la Asamblea, que en virtud de que la comisión retiró ya con anterioridad el artículo, se reserva para ser discutido después, sobre la forma en que lo presente.
"Artículo 4o. Corresponde a la Secretaría de la Economía Nacional:
"La Estadística Nacional;
"El estudio, organización y defensa de la economía general del país dentro de la esfera de sus atribuciones;
"La organización, normalización, fomento y vigilancia de las industrias en general, con excepción de las de carácter agrícola;
"Minería: concesiones, exploraciones, explotaciones e inspección;
"Petróleo y demás combustibles minerales: concesiones, exploraciones, explotaciones e inspección oficial; control del petróleo nacional;
"Reservas nacionales, su administración, contratación y explotación; Catastro petrolero;
"Estudios geofísicos y exploraciones especiales;
"Control de la Industria Eléctrica, excepto las concesiones para aprovechamiento de aguas;
"Comercio y asociaciones industriales;
"Comercio interior y exterior;
"Ley Orgánica del artículo 28 constitucional y sus reglamentos;
"Sociedades mercantiles;
"Sociedades cooperativas, con excepción de las cooperativas agrícolas de producción;
"Cámaras y asociaciones comerciales;
"Lonjas y corredores;
"Pesas y medidas;
"Propiedad industrial y mercantil;
"Exposiciones nacionales e internacionales, y
"Turismo."
Está a discusión.
El C. Presidente: Tiene la palabra el Diputado Bremauntz.
El C. Bremauntz: Señores diputados: Aparté el artículo cuarto del proyecto a discusión con el fin de proponer a la consideración de ustedes una adición que creo de todo punto necesaria para hacer las cosas completas, y no a medias, como acostumbramos generalmente en México. Debemos, desde luego, partir de este punto de vista: precisar con toda exactitud el concepto que debe tenerse de las actividades que va a desarrollar la Secretaría de la Economía Nacional. En mi humilde opinión, la Secretaría de la Economía Nacional debe abarcar el control de la Producción, consumo, reparto; todas las actividades económicas de la Nación. Y ese control debe tenerlo forzosamente para que pueda tener éxito en sus actividades esta nueva institución, debe tenerlo la Secretaría de la Economía Nacional.
La adición que me voy a permitir proponer a ustedes es la siguiente: La Ley Orgánica de Secretarías de Estado, en su artículo relativo, concede a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público la facultad de conocer sobre aranceles, aduanas marítimas y fronterizas. El manejo de los aranceles sobre aduanas marítimas y fronterizas significa, indiscutiblemente, el control de la economía internacional del país, el control de la política económica internacional de la nación, sobre la protección o libre cambio, para mejorar nuestra balanza comercial.
Es indiscutible que si la Secretaría de Economía no tiene en sus manos el control de los aranceles, no podría de ninguna manera influir en la protección de los intereses nacionales, de las industrias nacionales, y desarrollar la política que acuerde sobre comercio internacional, a pesar de que en este mismo artículo se consigne entre otras de las facultades de la Secretaría, el comercio interior y el exterior.
No me explico yo cómo la Secretaría que pretendemos crear vaya a ofrecer modalidades económicas al comercio exterior, si no tiene en sus manos el control de los aranceles. Los impuestos a la importación y al exportación son algo decisivo para la prosperidad de las industrias de nuestra nación especialmente de aquellas industrias que requieren protección.
La nueva Secretaría que se va a crear tendrá forzosamente que estudiar con detenimiento el desarrollo de nuestras importaciones y exportaciones, y tendrá que hacer después profundos estudios, basados en la Estadística y en otras materias de orden científico; tendrá que dictar disposiciones encaminadas a desarrollar el comercio internacional de México con los demás países de la tierra.
Y la Secretaría de la Economía Nacional no podrá llevar a cabo nada de esto si no tiene en sus manos los aranceles.
Ahora bien, respecto a los aranceles, yo estoy de acuerdo en que deben tenerse dos conceptos distintos a ellos, es decir, existen dos aspectos con relación a los aranceles: el aspecto netamente fiscal, que es el que interesa precisamente a la Secretaría de Hacienda, el aspecto del cobro de los impuestos para satisfacer las necesidades de la Hacienda Pública; y el segundo aspecto que, en mi concepto, es el más interesante, es el relativo a la política internacional de comercio que debe estar controlada exclusivamente por la Secretaría de Economía. La Secretaría de Hacienda debe controlar tan sólo, en mi concepto, todo aquello relativo a las finanzas del Estado. Yo establezco la diferencia entre la economía del Estado y la economía nacional, la economía del país. La economía del país debe estar controlada por la Secretaría de Economía, y la economía o las finanzas del Estado deben estar controladas por la Secretaría de Hacienda exclusivamente. Y en este caso no cabe, dentro de las atribuciones de la Secretaría de Hacienda, este ramo de los aranceles.
El C. Dávila José María: Pido la palabra para una interpelación.
El C. Presidente: Si el orador lo permite.
El C. Bremauntz: Con mucho gusto.
El C. Dávila: El artículo 73 de la Constitución dice claramente a quién corresponde la facultad de dictar los aranceles, que es, exclusivamente, al Congreso de la Unión; y solamente por facultades extraordinarias que se le concedieron al Ejecutivo, está desempeñando esa misma función. De modo que no creo que la nueva Secretaría de la Economía Nacional tenga que ver nada con los aranceles, desde el momento en que hay una prevención constitucional que nos concede esa facultad.
El C. Bremauntz: Voy a refrescar un poco más la memoria del señor compañero (Risas.), manifestándole que la Secretaría de Hacienda controla la Comisión de Aranceles, que es la que está funcionando en estos momentos bajo ese punto de vista.
Actualmente los aranceles son formulados por una Comisión en que están representantes de las distintas Secretarías de Estado y otros organismos que no recuerdo en estos momentos. Los aranceles están manejados por esa Comisión; pero esa Comisión está bajo el control directo de la Secretaría de Hacienda
y Crédito Público, no sé si por facultades extraordinarias concedidas, o no; pero de cualquiera manera la Comisión de que hablo está controlada en estos momentos por la Secretaría de Hacienda, y la Ley Orgánica de las Secretarías de Estado concede el control de estas actividades a la Secretaría de Hacienda. Y ahora lo que trato yo precisamente de proponer, es la adición respecto a que los aranceles, con la forma como están organizados, y puesto que así han dado resultado, pasen a depender de la Secretaría de la Economía Nacional, a efecto de que ésta pueda imprimir sus modalidades en esta materia a la política de comercio internacional. Es lo que yo creo indispensable para hacer las cosas completas.
Ahora bien, la Secretaría de Hacienda, como dije hace un momento, tiene facultades perfectamente delimitadas en la Ley Orgánica, que caben dentro del concepto que debe tenerse de la Secretaría de Hacienda: manejadora de las finanzas del Estado, de la economía del Estado; pero no de la economía de la nación.
La Secretaría de Hacienda tiene estos ramos:
"Presupuestos.
"Impuestos federales.
"Aranceles de aduanas marítimas y fronterizas.
"Administración de todas las rentas federales.
"Casas de Moneda y Ensaye.
"Emprésitos.
"Bienes nacionales y nacionalizados.
"Bancos y demás instituciones de crédito. "Policía Fiscal.
"Responsabilidades en favor y en contra de la Nación."
Este renglón de aranceles y aduanas marítimas y fronterizas, es lo que opino yo que no cabe dentro de la nueva organización que vamos a dar a la Secretaría de Hacienda. Debe estar más bien dentro del control de la Secretaría de Economía.
Las objeciones que había formulado en la sesión pasada a propósito de este proyecto, manifestando que no se ha incluído en él Consejo Nacional de Economía, no las hago ahora, porque cambiando impresiones con el señor Secretario de Industria he quedado satisfecho de sus explicaciones acerca de que más tarde se podrá estudiar una debida organización de este Consejo, organización que en este momento no podría hacerse figurar en la Ley que lo autoriza y que, en mi concepto, está en vigor, o puede no estar; pero de cualquiera manera, la organización que se ha dado al Consejo Nacional de Economía no responde ya en este momento a las nuevas tendencias que deben caracterizar a esa institución, dentro de la idea de la nueva Secretaría. Yo someto a la consideración de ustedes esta adición que me permito formular desde un punto de vista absolutamente técnico, porque no deseo que vaya a interpretarse mi objeción, de ninguna manera, como deseo de quitar a alguna Secretaría, como la de Hacienda, por ejemplo, un ramo tan interesante como el de aranceles.
Y hay que hacer estas aclaraciones, porque realmente hay que andar aquí con mucho tiento, y ponerse el sombrero antes del aguacero. (Murmullos y risas.)
Hago yo esta aclaración, con la firme creencia y con el mayor convencimiento de que debemos dar a la Secretaría de la Economía Nacional la organización que se merece. Debemos valientemente resolver en una forma segura, hasta donde sea posible, los problemas que tenemos en nuestra mesa, para bien de la nación; debemos, tomando en consideración lo dicho por el Licenciado Padilla en su discurso tan alabado, y por el que ha sido tan felicitado con justicia, debemos, en mi concepto, no solamente asomarnos al abismo que él nos señalaba, no solamente tomar en cuenta las orientaciones que ha tenido el individualismo en los Estados Unidos, el "fascismo" en Italia o el "comunismo" en Rusia; debemos con toda virilidad adoptar un sistema social, debemos con todo entusiasmo encaminarnos por el sendero de las escuelas socialistas, porque el individualismo ha caído ya por completo; el sistema capitalista, la estabilidad del sistema capitalista bajo el punto de vista económico - social, está en la bancarrota más completa. El señor Licenciado Bustillos, que me precedió en el uso de la palabra, ha dado ya a conocer el estado lamentable en que se encuentran los sin trabajo en los Estados Unidos, la miseria que rodea todos los hogares, la situación angustiosa en que están los obreros y los campesinos, pendientes de la nueva revolución social que tiene que venir. El sistema capitalista está en decadencia por completo: una discusión sobre el particular sería obvia y sólo posible entre personas que no están al tanto del desarrollo económico y social del mundo. Por eso los líderes de la nueva revolución creo que ya podemos distinguirlos en el horizonte; los pasos de los obreros y campesinos que podrán venir a ocupar estas curules, ya los oímos; tarde o temprano tendremos que llegar a este resultado. Por lo mismo, debemos adoptar desde ahora una orientación definida sobre el particular; debemos valientemente resolver los problemas, en su integridad, no fragmentariamente, y en ese caso considero que la creación de la Secretaría de Economía es algo digno de aplauso para el Gobierno actual; pero algo digno de aplauso, siempre que esa Secretaría de Economía procure realizar una finalidad integral, no algo mezquinamente pequeño, y orientar a la nación por el rumbo de las nuevas ideas, definiendo de una vez por todas la orientación que debe tener la Revolución y el Gobierno especialmente, porque con toda justicia el señor Licenciado Padilla ha indicado que hay una desorientación completa en la actualidad. Se expiden leyes de carácter socialista para beneficiar a los grupos obreros, o halagarlos quizá; se expiden leyes a favor de grupos capitalistas; se está "picando" por un lado y por otro, y no se sigue una política definida. Debemos, por tanto, estudiar, meditar muy bien los puntos que debemos comprender en el programa que tenga que desarrollarse en el futuro; debe formarse el programa previamente, y después desarrollarlo; pero en el sentido de las ideas avanzadas que dominan actualmente al mundo. (Aplausos.)
El C. Soto Guevara: Pido la palabra.
El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Soto Guevara.
El C. Soto Guevara: Señores diputados: Con la venia de Vuestra benevolencia me tomo la libertad de distraeros por unos cuantos minutos, y procuraré ser lo más breve posible, con el fin de aclarar ciertos conceptos que juzgo verdaderamente interesantes.
La publicación hecho por el periódico "El Nacional" del proyecto de creación del Departamento de Trabajo y de la Secretaría de Economía, trae la mentalidad de la Comisión para determinarse en el sentido de sus puntos resolutivos, y es así como, en relación con la parte que dice:
"Corresponde a la Secretaría de la Economía Nacional, la Estadística", fija su criterio sobre el particular diciendo -si mal no recuerdo porque no tengo a la mano el proyecto- que debe aprovecharse el esfuerzo de unidad estadística , y que se debe procurar que sobre las estadísticas de comercio y de industria , estén las estadísticas sociales.
Como ustedes saben perfectamente, la estadística es una ciencia esencialmente social, tanto, que se ha juzgado por algunos autores, entre ellos Hans que la estadística viene a sustituir a la misma sociología; de tal suerte que el fenómeno social es el que estudia la estadística, pues que si se plantara la estadística exclusivamente en los resultados y no en el aprovechamiento de esos resultados, no estaría completa la función de la estadística.
De esta suerte, y aún sin aceptar de manera terminante el materialismo histórico, que afirma que todo fenómeno social es fenómeno económico resulta que al hablar de estadísticas de comercio y estadísticas industriales como ordenamientos diferentes, y estadísticas de orden social, a mi entender se comete un error técnico. Es tanto como que sucede en algunos Estados en donde al Departamento de Higiene lo llaman de Salubridad e Higiene; es tanto como aceptar el disparate corriente de entrar para adentro, subir para arriba y bajar para abajo, porque el orden económico es esencialmente social. Posiblemente la comisión haya querido indicar una tendencia de organización del propio Departamento de la Estadística Nacional. El señor Ingeniero Bojórquez, con muy buen tino, vino a esta tribuna a aclarar, a informar sobre el funcionamiento del Departamento de la Estadística, y, efectivamente, es el funcionamiento lógico, es decir, la estadística recoge datos, los concentra, los elabora y los expone; pero en el punto de elaboración, el Departamento de la Estadística tiene dos grandes direcciones: Dirección Económica y Dirección Social. Merece aplauso el Departamento de la Estadística por la índole de los trabajos que desarrolla, de tal manera que es un éxito el trabajo que se hace en el Departamento de la Estadística; pero la clasificación es mala: no se justifica con el recurso de decir que la Dirección Económica se ocupará de aquellos fenómenos preponderadamente económicos, y la Dirección Social de aquéllos preponderandemente sociales; lo que sucede es que la Dirección de la Estadística Social se dedica casi exclusivamente a fenómenos demográficos, es decir, la función biológica del hombre: el nacimiento, la muerte, el estado civil, hasta la criminalidad; pero llamar, diferenciando, a uno departamento económico y a otro departamento social, creo yo que es un error técnico.
Quise aclarar este concepto, para que no se vaya a pensar que la Cámara se inhibió de esta responsabilidad de concepto técnico, con tanta más razón cuanto que, aun si llegara a aceptarse el absurdo, todavía hay causa bastante para hacer hincapié en que se quite ese concepto, puesto que aun suponiendo que haya fenómenos preponderadamente económicos y fenómenos preponderantemente sociales, en el momento en que el Departamento de la Estadística va a formar parte integrante de la Secretaría de la Economía Nacional, habría mayor razón para decir que sobre las estadísticas sociales se diera mayor importancia a las estadísticas económicas.
Otro de los puntos que deseo tratar y que juzgo yo que es de verdadera trascendencia. Desde luego, rindo completa pleitesía, como un homenaje sincero y modesto de mi parte, El señor Licenciado Padilla por su hermoso discurso, en el que supo expresar, de manera ostentosa, de manera inteligente cuál es la verdadera condición cuáles son las circunstancias que rodean la creación de la Secretaría de la Economía Nacional.
Efectivamente, la Secretaría de la Economía Nacional es el resultado de una aspiración, de una responsabilidad del momento actual. Para no hacer una larga historia, ustedes saben perfectamente que la humanidad ha venido desenvolviéndose paso a paso, y que ha tenido problemas económicos desde sus orígenes. Aparte la influencia de la etapa del medio ambiente en general, del llano, del puerto, se llega al régimen particularista perfectamente delineado por Enrique de Turville en la época de la Edad Media, y de allí cuando el Estado intervenía; pero intervenía de manera arbitraria para determinar cuántos kilos de sal podía gastar el individuo, al año, o qué ancho debían tener las telas de aquel entonces. Estalló después la Revolución Francesa y proclamó la libertad individual; pero esta libertad individual vino a dejar al fuerte con su fuerza al débil con su debilidad, y al mismo tiempo que se consolidaban las grandes nacionalidades y que entraba el maquinismo en el régimen económico del mundo, y, en consecuencia, la concentración industrial con problemas internacionales semejantes, por que existía la explotación del hombre por el hombre, debido a la inhibición del Estado, viene una reacción en contra de la tesis sustentada por la Revolución Francesa, para exigir al Estado que intervenga nuevamente en cuestiones económicas, pero de manera directa y tendenciosamente en lo general, para defender al débil. bien ¡Qué dice el Licenciado Padilla cuando habla de que en Estados Unidos hay un anhelo, hay un ideal, hay una mentalidad de aquella nación: la libertad individual! Pero yo pienso con dolor ver al pueblo de los Estados Unidos quebrantando dolorosamente en su economía, al grado de que a pesar de ser uno de los países más ricos, tiene, sin embargo, la pena, la vergüenza de exhibirse incapaz de dar de comer a sus héroes de la Guerra. Pienso yo que el "Soviet" se fija precisamente sobre la tesis marxista, en la regeneración del proletariado, y que la Italia -está palpable en declaraciones del mismo Mussolini- quiere defenderse de las corrientes disolventes, según ellos, del bolcheviquismo.
Estamos ante un momento de responsabilidad económica, y por eso cuando el señor ministro apuntó,
en colaboración valiente, sincera y digna, con el señor Presidente de la República, apuntó la necesidad de la creación de la Secretaría de la Economía Nacional, merece el más sincero elogio y el más sincero aplauso. De orden meramente técnico, al ver que se le pone el nombre de Secretaría de la Economía Nacional, piensa uno sinceramente que debe responder esto a un ordenamiento de lo que significa economía de un país. La economía, incuestionablemente de un país. La economía, incuestionalmente tiene diversos aspectos; el aspecto de la producción, de la circulación, del consumo y del reparto; y si la Secretaría de la Economía Nacional no puede tener control sobre la producción del país, sobre la distribución, circulación, consumo y reparto, seguramente que carecerá de muchos de sus aspectos de constitución esencial, obedeciendo al término de economía nacional amplio y necesario para el país. De tal suerte que cuando el Licenciado Padilla venía a decirnos con mucha justicia y razón que hacía falta encontrar un organismo capaz de desarrollar la política de la Secretaría que se va a probar, tenía razón el Licenciado Padilla. Desgraciadamente nosotros no hemos tenido un programa de acción, y esto se me antoja, aunque parezca paradójico, que es una felicidad para el país. El régimen capitalista está en completa bancarrota; por otro lado, la reacción de "soviet" trae muchos sacrificios, muchos dolores para aquel país, y ya se ensaya la reacción en Italia. De tal suerte que en medio de estas cosas y después de nuestra gloriosa Revolución, por fortuna el país se coloca en un plan de ventaja para poder escoger el camino que mejor le convenga. Yo entiendo, pues, que México tiene la gran oportunidad de entrar de plano en las responsabilidades económicas, con pleno conocimiento de causa para escoger el mejor camino, y es así como dentro de estas cosas pienso yo que sí es posible encontrar ese organismo consultivo, si se quiere meramente de orientación, porque al fin y al cabo la Secretaría y el señor Secretario serían los ejecutores de la política determinada por ese organismo. Y este organismo que vengo a sugerir a la consideración de Vuestra Soberanía, es el Consejo Nacional de Programa Económico.
Hay muchas razones para que se acepte esta iniciativa; el país tiene muy graves problemas; por ejemplo, la repatriación de nuestros braceros en Estados Unidos: cuando Gobernación hace frente al problema, Hacienda, que tiene que colaborar, anda con otras preocupaciones; y cuando termina Hacienda, entra Guerra, y luego quiere colaborar la Secretaría de Agricultura. De tal suerte que éste, como otros muchos problemas, es de relación. Se necesita que haya un organismo que encauce, que oriente una política económica, y ya que no es posible integrar con todas las dependencias, con todos los aspectos posibles, la Secretaría de la Economía Nacional, vamos a darla la posibilidad de que cuente con un organismo encauzador de la política del país. Por eso yo creo perfectamente lógica y racional mi proposición.
Acaba de señalarse otro problema: el de los aranceles. Incuestionablemente que los aranceles tienen una fase económica; pero los aranceles, por otro lado, son los que norman las posibilidades de la Secretaría de Hacienda; de tal suerte que esto de los aranceles es otro problema de relación. Y así como estos dos problemas a que me he referído, podría enumerar otros diez o quince. Por esto creo perfectamente razonable mi proposición y, además, por la necesidad de que el país tenga ya una orientación un programa.
Nosotros contemplamos como espectadores el problema ruso, de ahí que seguramente recogimos lo mejor de sus experiencias en el Plan Quinquenal, porque muchas veces es necesario hasta rectificar principios y hacer una política de atracción.
La Revolución no es de nadie, sino de todos, hasta de los que han combatido, porque laborando en contra de la Revolución la han hecho más grande; de tal suerte que en estos momentos la fórmula de Luis XIV, "El Estado soy yo", para pensar que alguno detentara la idealidad revolucionaria para decir: "La Revolución soy yo", sería arbitrario, como aquellos que la combaten y lo que es peor, muchísimo peor, los irresponsables, los que se ponen al margen de los acontecimientos. De tal suerte que es preciso, es urgente adoptar una norma de conducta para que la Revolución hecha Estado exija la colaboración que sea menester; que se subordine al técnico, aunque sea reaccionario, al servicio de la Revolución; que venga el encauzamiento de toda la energía nacional para un programa definitivo. Y ésta es muy grande responsabilidad para México, puesto que México es un país profundamente potencial, y desgraciadamente al ver estadísticas de importación y exportación, se ve que exporta materias primas que importa después manufacturadas. Ahora la Colonia ya no se hacer a base de conquista material; ahora la Colonia es económica, y mientras perdure este estado de cosas, pese a nuestra altivez, seremos Colonia de los Estados Unidos y de otros países fuertes. Pero teniendo un verdadero encauzamiento de actividades económicas, seguramente que estaremos colocados en situación de seguir adelante ventajosamente. Por eso es que sujeto a la consideración de Vuestra Soberanía esta proposición, modesta porque viene de parte mía, pero que juzgo indispensable para el desenvolvimiento del país.
Ahora la responsabilidad de la Revolución es constructiva, y malamente podría entrarse en un franco período de reconstrucción nacional sin un programa. Este Consejo Nacional de Programa Económico tendría la colaboración de las demás Secretarías y sería el nexo que encauzara todas las actividades del país bajo una misma orientación. Buscaría la cooperación de todas las demás Secretarías cuando el señor Licenciado Villa Michel esté al frente de la que va a crearse y necesitara el concurso de las otras. Es por esto que, ufano y satisfecho, vengo a depositar ante vosotros esta iniciativa que creo que, al fin y al cabo, dará tranquilidad a nuestras conciencias y fortalecerá nuestros espíritus en un fructífero cumplimiento del deber. (Aplausos.)
El C. Presidente: Tiene la palabra la Comisión.
El C. Méndez Eugenio: Concretando las proposiciones del compañero Bremauntz y del compañero Soto Guevara, procuraré se lo más breve posible, y voy a permitirme, en nombre de la Comisión, contestar en la siguiente forma:
El Compañero Bremauntz trata de que se amplíen las facultades de la proyectada Secretaría
de Economía Nacional, en perjuicio de las facultades que tiene la Secretaría de Hacienda y algún otro Departamento del Ejecutivo.
El C. Bremauntz (interrumpiendo): Pido la palabra para una aclaración. No trato yo de que se quiten los aranceles a la Secretaría de Hacienda para perjudicarla, como parezco interpretarlo de las palabras del compañero Méndez: trato yo de que se quiten los aranceles a la Secretaría de Hacienda -los aranceles que norman la importación y la exportación del país-, porque la Secretaría de Hacienda tan sólo tiene la función de obtener dinero para llenar las arcas del Erario para los gastos públicos; pero es tan importante el ramo del comercio internacional, que antes de ver la manera de obtener fondos para el Estado debe tenerse en cuenta el interés de la Nación en general, y este interés de la Nación en general lo tomará de una manera primordial a su cargo, la Secretaría de la Economía Nacional.
El C. Méndez (continuando): La mente del Ejecutivo en el renglón referente al punto señalado por el compañero Bremauntz, dice:
"El estudio, organización y defensa de la economía general de país dentro de la esfera de sus atribuciones."
Yo entiendo -no sé si me equivoque-, al interpretar estas últimas palabras: "dentro de la esfera de sus atribuciones", que se quiso emplear esta frase para evitar precisamente suspicacias de otras Secretarías, de otros Departamentos del Ejecutivo.
Existe ya el precedente de la creación del Consejo de Economía, en 1926. Se dio la ley creadora de tal Consejo; provocó dificultades entre las Secretarías de Industria y de Hacienda, de tal manera que posteriormente la propia Secretaría de Industria pidió, por conducto de Gobernación, facultades extraordinarias para reformar dicha ley, facultades que le fueron concedidas por la Cámara de Diputados y que están por ser discutidas en la Cámara de Senadores. De suerte que con ese antecedente seguramente que el señor Licenciado Villa Michel quiso prever susceptiblemente y dificultades con cualquiera otra Secretaría, y se puso: "Estudio, organización y defensa de la economía nacional" dentro de la esfera de sus atribuciones. Quizá cuando se discuta de una manera más amplia una nueva ley orgánica de Secretarías de Estado haya materia para entrar a discutir los ramos que técnicamente deban corresponder a cada Secretaría.
Tal parece que la intención del compañero Bremauntz conduce a reducir a la actual Secretaría de Hacienda a un Departamento del Tesoro, es decir, a una oficina encargada de recaudar los impuestos federales y pagar los sueldos. Pudiera ser que al discutirse la futura ley de Secretarías de Estado, ampliando la visión, ampliando los renglones de la Secretaría de Economía, hubiese necesidad de invadir las actuales atribuciones de la Secretaría de Hacienda, y quizá las de Agricultura y Comunicaciones, ya que muchos de los ramos de estos ministerios corresponden de una manera directa al resorte y control de la proyectada Secretaría de Economía; pero, en estos momentos en que estamos creando el organismo, creo que debemos con toda modestia aceptar el reducido horizonte que el mismo creador del proyecto propone, dejándole las atribuciones que se le señalan y que son, por lo demás, de fácil interpretación.
El C. Mijares V. Manuel: Para una aclaración, señor Presidente.
El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Diputado Mijares.
El C. Mijares: Compañeros: Siendo la cuestión de aranceles una facultad de la Cámara de Diputados, facultad que accidentalmente está cedida al Ejecutivo, y por lo cual está funcionando Hacienda en este terreno, ¿Podría aparecer en una ley como ésta? ¿No sería necesario reformar la Constitución para darle esa facultad a la Secretaría de Economía, o, en último caso, no sería necesario quitarle esta facultad al Ejecutivo, es decir, quitársela a Hacienda y pasársela a la Secretaría de Economía? ¿No sería ese el camino que habría de seguir? y, en ese caso no habría lugar a que apareciera en la ley.
El C. Méndez Eugenio: Entiendo que esa era la objeción fundamental del compañero Bremauntz, y la contesto en esa forma.
El compañero Soto Guevara critica alguna frase que se usa en el cuerpo del dictamen, pero no en el articulado. La frase que censura el compañero Soto Guevara obedece más bien a una sugestión que los dictaminadores nos permitimos hacer al Ejecutivo, mejor dicho, al señor Licenciado Villa Michel, en el sentido de que, no por ser la Secretaría de Economía la que va recibir el Departamento de la Estadística, vaya a dar preponderancia a las estadísticas que corresponden a la industria y al comercio, es decir, a las estadísticas económicas, ya que, en nuestro concepto, las estadísticas sociales son de mayor importancia, o por lo menos de igual importancia a las anteriores. Y agregamos también en el dictamen, como sugestión igualmente, que se aceptase el Departamento de Estadística en la forma de unidad en que ha venido funcionando, para lo cual se han gastado unos diez millones de pesos, si bien con el resultado y con el provecho que demostró aquí el señor Ingeniero Bojórquez.
Por estas consideraciones, la censura del compañero Soto Guevara puede considerarse de carácter literario, ya que, como digo, no se refiere al articulado, sino únicamente a la exposición del Proyecto, que formulamos nosotros.
Hicimos igualmente al señor Licenciado Villa Michel la insinuación de que creíamos que este Departamento de Estadística, al comenzar a funcionar la Secretaría de Economía, se incorporara con el carácter de una Dirección General, pero esas sugestiones nos permitimos hacerlas, claro esta, sin que habrá de organizarse la Secretaría dependerá del Reglamento que se dicte, reglamento que será del resorte exclusivo del Ejecutivo.
Creo haber dado respuesta, en esta forma, a las dos objeciones que hicieron los compañeros al artículo 4o.
El C. Soto Guevara: ¿Y la creación del Consejo Nacional de Programa Económico?
El C. Méndez: Ya me permití expresar en qué estado se encuentra la Ley creadora del Consejo de Economía: suscitó dificultades entre las Secretarías de Hacienda y de Industria; de tal manera que el mismo Ejecutivo pidió facultades extraordinarias para reformar dicha Ley. La Cámara de Diputados concedió las facultades extraordinarias; el asunto pasó al Senado y se encuentra para ser resuelto por los señores senadores. De cualquier modo, existe el último artículo del Proyecto, que deroga todas las leyes y disposiciones que se opongan a la presente ley. De suerte que en esta forma no hay ningún escollo.
El C. Soto Guevara: Pido la palabra para una aclaración.
El C. Soto Guevara: La creación del Consejo Nacional de Programa Económico es enteramente diferente a la creación del Consejo Nacional de Economía. Precisamente la creación de la Secretaría de Economía. viene a substituir la creación del Consejo Nacional de Economía; éste es auxiliar que yo me permito sugerir para que, por lo menos, en esa fase esté integralmente constituída la Secretaría de Economía Nacional, tanto más cuanto que seguramente no habrá inconveniente de mayor erogación, inconveniente presupuestal, supuesto que los gastos de funcionamiento de este Consejo serían verdaderamente escasos, y, en cambio, las ventajas serían muchas; y ya la misma práctica aconsejaría, tarde o temprano, que se le dieran mayores o menores funciones a este Consejo. A reserva de que lo haga en su oportunidad, desde ahora me permito rogarle al señor ministro, si no tiene inconveniente, que nos haga favor de darnos su opinión sobre el particular.
El C. Méndez Eugenio: Entiendo que el señor ministro, en sesión anterior, ya expuso su opinión a este respecto, y en nombre de la comisión me permito expresar al compañero Soto Guevara que la creación de este Consejo obedecerá y será determinada en todo caso por el reglamento interior de la Secretaría de Economía; probablemente el señor ministro tome en cuenta la sugestión del compañero Soto Guevara; pero nosotros no podemos decir en nuestro dictamen que se crea tal Consejo, sino únicamente atribuirle a la nueva Secretaría el estudio, organización y defensa de la economía del país dentro de la esfera de sus atribuciones. Ya la Secretaría, una ves instituída creará su reglamento interior y repartirá sus funciones en la forma a que considere más conveniente para desarrollar las atribuciones que le señalamos en estos momentos.
El C. Secretario de Industria, Comercio y Trabajo: Pido la palabra, señor Presidente.
El C. Presidente: Tiene la usted la palabra.
El C. Secretario de Industria, Comercio y Trabajo: para obsequiar los deseos del señor Diputado Soto Guevara, a propósito de la iniciativa que presenta para incluir en el artículo cuarto de creación de un Consejo Organizador de la Economía Nacional. ¿No es así?
El C. Soto Guevara: Consejo Nacional de Programa Económico, señor.
El C. Secretario de Industria, Comercio y Trabajo: Consejo Nacional de Programa Económico.
Como decía un momento la comisión, el inciso tercero o segundo del artículo cuarto es lo suficientemente amplio para que en él pueda incluirse cualquier organismo que se estime necesario para el estudio, para la organización y para la defensa de la economía nacional.
Al mismo tiempo, es suficientemente elástico para no imponer obligaciones perentorias desde su iniciación.
De manera que la Secretaría de la Economía, si la Ley es aprobada, irá haciendo frente a las obligaciones que la misma le impone, como el medio lo vaya requiriendo. Y si en está Cámara se fue se a establecer, a constituir una comisión de esta naturaleza, seguramente que la misma Cámara tendría que reglamentarla, porque de otro modo no podría saberse a qué se refería. Una Comisión que no existe, tendría, o que reglamentarse desde luego, o dar facultades al Ejecutivo para reglamentarla; y dentro de la amplitud, dentro de la elasticidad del inciso II del artículo 4o., cabe perfectamente la idea iniciada por el señor diputado.
Desde luego existe ya en proyecto la idea de la formación de un Departamento de Estudios Económicos, coincidiendo con el propósito del señor diputado, la iniciativa de congregar representantes de las diversas Secretarías de Estado y de algunos organismos que estén íntimamente ligados con las actividades productoras del país, para que cooperen al estudio y organización de la economía.
De manera que para evitar que la Cámara tuviese la obligación de explicar qué clase de cuerpo sería ese que incluyera dentro de una Secretaría -cuerpo que no existe-, o que le diese facultades extraordinarias al Ejecutivo quizá fuese preferible que el artículo quedase, por lo que a esto se refiere, con su redacción original.
Solamente quiero hacer una ligerísima aclaración:
El nombre de Secretaría de Economía, efectivamente, da una idea demasiado amplia, y, en realidad, el Departamento de Economía o la Secretaría de Economía, según se le designe, no es en ningún país un órgano de control, porque si hubiese un organismo de esta naturaleza, tendría que abarcar al Gobierno mismo, porque casi todas las dependencias del Gobierno tienen aspectos relacionados íntimamente con la economía general: con la producción , con la distribución, con el consumo, con el reparto, con la economía humana. De manera que hasta las funciones de salubridad, de trabajo, de comunicaciones, de agricultura, etcétera, todas tienen un concepto económico; y si una sola Secretaría fuese a controlar todas estas actividades, sería más que una super - secretaría: sería el Gobierno mismo. Por esta razón, ordinariamente, la Secretaría de Economía, o el Departamento de Economía, o cualquier organismo, según el país, que lleve esa denominación, es cosa especulativa, de estudio, de observación, de orientación. Por eso no hemos atribuido a la Secretaría de Economía Nacional más que las funciones que ya en la actualidad están encomendadas a la Secretaría de Industria y Comercio como auxiliares, porque de pronto no se justificaría la existencia de una Secretaría para estudios de orientación, sobre todo en el principio de su creación. Por eso no figuran
aquí las funciones que muchos señores diputados querrían ver en esta Secretaría como órgano de control. No es la intención controlar, sino formular programas; la ejecución quedará ya a los órganos ejecutivos de la propia dependencia. La Secretaría pasará sus programas, para que, una vez discutidos, se resuelva si se aceptan o no. El control estará, pues, en el Ejecutivo Federal. (Aplausos.)
El C. Soto Guevara: Después de la aclaración gentil del señor Secretario, en la que nos informa que ya existe la preocupación de crear ese organismo, aunque sea con otro nombre, y que habrá allí la colaboración de las otras Secretarías para hacer frente a estos problemas, yo me siento satisfecho por haber coincidido en este punto, y desde luego retiro mi proposición, dejando esto, naturalmente, a la consideración del señor Secretario para que, si lo encuentra aceptable, se desarrolle en su oportunidad.
El C. Presidente: Tiene la palabra el Diputado Dávila.
El C. Dávila José María: Retiradas las proposiciones del compañero Soto Guevara y del compañero Bremauntz...¿La retiró, compañero?
El C. Bremauntz: No, compañero. (Risas.) Pido la palabra.
El C. Presidente: Tiene usted la palabra.
El C. Bremauntz: No retiro la proposición, no por una insistencia necia; sé perfectamente que mi proposición va a salir derrotada, pero tengo el convencimiento pleno, y no solamente en mi opinión, sino también la de economistas de verdadera distinción, aquí en la capital, que aprueban mi idea de que realmente los aranceles deben corresponder a la Secretaría de la Economía Nacional, por las razones que ya expuse y por otras más que también podrían aducirse.
El C. Dávila: Yo iba a eximirme de hablar sobre la cuestión de los aranceles, porque como el mismo compañero Bremauntz lo considera, tiene perdido el punto; pero ya que insiste sobre el particular y ya hace un momento tuvimos una conferencia privada en la que él me mostró la Ley Orgánica de las Secretarías de Estado, solamente quiero esgrimir un pequeño argumento: Yo dije que es facultad privativa de la cámara de Diputados la de legislar sobre aranceles, es decir, formar los aranceles. En esta virtud, no puede haber más que dos interpretaciones en este punto: formularlos y aplicarlos. Si el formularlos es facultad privativa de la Cámara de Diputados, y por solamente un accidente está delegada esta facultad en el Poder Ejecutivo de la Unión, sin que esto signifique que esa facultad seguirá delegándose "per secula seculorum", la otra parte de la cuestión, es decir, la aplicación de los aranceles, aplicación que como es fácil comprender solamente puede hacerse por medio de organismos especiales, como son la Dirección General de Aduanas y todas sus dependencias, toca indudablemente al Ejecutivo. La Comisión que forma los aranceles - y que ahora, por accidente, repito, depende del Ejecutivo de la Unión - es una comisión en la que tienen voz y voto no solamente los representantes de las Secretarías de Industria y Hacienda, sino también los de Agricultura, las Cámaras de Comercio, los representantes industriales, y, en fin, una serie de personas oficiales y no oficiales. Por eso creo que no tiene razón el compañero Bremauntz en venir sosteniendo ese punto y lo dejo por la paz, ya que de antemano él se da por vencido y asegura que la mayoría votará en contra.
Solamente he pedido la palabra para suplicar a la comisión que, si no tiene inconveniente, añada en el renglón que se refiere a turismo, "publicidad y Propaganda". El turismo, como saben los compañeros, diputados, es una de las nuevas fuentes de riqueza en México que, aunque es una de las principales y probablemente llegará a ser más importante con el transcurso de los años, no ha estado organizada oficialmente en la forma en que debiera haberse organizado. Se ha discutido mucho sobre si todo lo relativo a turismo debe depender de la Secretaría de Gobernación, por aquello del servicio de Migración, al que yo pertenecí, compañeros; o si este aspecto de la riqueza nacional debe dejarse a un organismo privado que llegó a crearse en la época en que fue Presidente de la República el señor Licenciado Portes Gil, cuando se formó una Comisión Nacional de Turismo que ha estado funcionando, pero de la que casi, casi, no se tiene conocimiento. El turismo es tan importante para nuestra República como lo puede ser para el más legendario y bello de los países europeos.
Todos vemos, aquí mismo en nuestro país, en las agencias navieras, en los ferrocarriles, y también en los periódicos y carteles a colores, las formas de propaganda, las conferencias que vienen a dar en nuestros centros algunos individuos, sobre la belleza de otros países. Y nosotros, que estamos a las puertas del país que produce el ochenta, por ciento de los turistas, es decir, de los Estados Unidos; nosotros, que estamos a un paso de aquellos que buscan un oasis, por aquello de la bebida (Risas.), en nuestras ciudades, ¿por qué vamos a descuidar este aspecto tan interesante de nuestra riqueza? Por eso quiero que se estatuya en este Decreto que establece la Secretaría de la Economía Nacional, no solamente que controle el turismo, así a secas y en lo general, sino que se le imponga la obligación precisa de hacerle publicidad y propaganda a la República Mexicana en sus aspectos bellos, en sus aspectos de riqueza, en todo aquello que pueda constituir para nosotros un tributario indirecto para nuestra riqueza, o un visitante que lleve después a su país una noción exacta de lo que es México.
No creo que haya inconveniente alguno en que se agreguen estas dos palabras que propongo: "publicidad y propaganda"...(Voces: ¡Agua Caliente!) Exactamente, compañeros, me refiero precisamente a Agua Caliente, que es uno de los centros más importantes del mundo.
Publicidad y propaganda, si es cierto que van imbuidas dentro de la palabra "turismo", también es cierto que si se expresan por separado, harán de la Secretaría de la Economía Nacional uno de nuestros propagandistas más grandes en el extranjero, que es lo que mucho necesitamos.
El C. Secretario Ochoa: Por disposición de la Presidencia se consulta a la Asamblea si se considera suficientemente discutido el artículo cuarto. Los que estén por la afirmativa sírvanse
manifestarlo. Suficientemente discutido. Se procede a recoger la votación nominal de este mismo artículo. (Voces: ¡Pido la palabra!)
El C. Ojeda Carlos Darío: ¡Para una aclaración, señor Presidente!
El C. Presidente: Tiene usted la palabra.
El C. Ojeda: Estamos perdiendo el tiempo lamentablemente. Todo el mundo aquí, sobre esta gama de palabras, quiere bordar un discurso. Nosotros debemos sujetarnos a lo que se ha presentado, porque es claro que en cada uno de esos renglones viene esbozado ya un programa de acción. Yo creo que el compañero Dávila tiene mucha razón en hacer esas aclaraciones, pero también conceptúo que estamos perdiendo el tiempo, porque con el solo hecho de que se incluya el turismo en el plan de trabajo de la Secretaría por crearse, se abarca todo un programa con esa sola palabra. Por lo mismo, como estamos perdiendo el tiempo, creo yo que debemos votar en la forma en que se dictamina, con lo que huelgan palabras y discusiones. (Aplausos.)
El C. Secretario Ortega: Habiéndose declarado el asunto suficientemente discutido, se va a recoger la votación nominal. La Presidencia designa en comisión a los compañeros Ainslie, Terminel y Posada para que acompañen al ciudadano Secretario de Industria y Comercio.
Por la afirmativa.
El C. Secretario Ochoa: Por la negativa. (Votación.)
El C. Secretario Ortega: ¿Falta algún ciudadano diputado por votar por la afirmativa?
El C. Secretario Ochoa: ¿Falta algún ciudadano diputado por votar por la negativa? Se procede a recoger la votación de la Mesa. (Votación.) Fue aprobado el artículo cuarto del proyecto de decreto por noventa y un votos de la afirmativa contra dos de la negativa.
En vista de lo avanzado de la hora, por disposición de la Presidencia se levanta la sesión y se cita para mañana a las diez y seis. (21.40.)
TAQUIGRAFÍA PARLAMENTARIA Y
"DIARIO DE LOS DEBATES"
El Director, Jefe de la Oficina,
JOAQUÍN Z. VALADEZ.