Legislatura XXXV - Año II - Período Ordinario - Fecha 19331013 - Número de Diario 12
(L35A2P1oN012F19331013.xml)Núm. Diario:12ENCABEZADO
MÉXICO, D. F., VIERNES 13 DE OCTUBRE DE 1933
DIARIO DE LOS DEBATES
DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS
DEL CONGRESO DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS
Registrado como artículo de 2a. clase en la Administración Local de Correos, el 21 de septiembre de 1921
AÑO II. - PERÍODO ORDINARIO XXXV LEGISLATURA TOMO II. - NÚMERO 12
SESIÓN DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS
EFECTUADA EL DÍA 13 DE OCTUBRE DE 1933
SUMARIO
1. - Se abre la sesión. Lectura y aprobación del acta de la anterior.
2. - Se concede la palabra para hechos al ciudadano Diputado Jiménez José, quien solicita que la Gran Comisión Agraria que la Cámara nombró para reformar la Ley Agraria, rinda su dictamen a la mayor brevedad. El C. Fabila, de la Comisión, informa sobre el particular. El C. Trigo, propone que se nombre nueva Comisión, a efecto de que estudie el asunto y dictamine. Los ciudadanos Santos Alonso José, Jiménez José, Coria Alberto, Riva Palacio Manuel y Ojeda Carlos Darío, hacen uso de la palabra para hechos. El C, Jiménez José, presenta una proposición a efecto de que la Cámara excite a la Gran Comisión Agraria para que presente dictamen a la mayor brevedad. A discusión. Se aprueba. Los ciudadanos Fabila Gilberto, Posada Ángel, Trigo Octavio, Cortina Eduardo y Ortiz Acosta Dionisio, hacen uso de la palabra para hechos y el ciudadano Posada solicita que se imprima la Ponencia que formuló la Gran Comisión Agraria. El C. Presidente excita a los miembros de las distintas diputaciones a efecto de que se reúnan el día 16 del actual a fin de que ratifiquen o rectifiquen el nombramiento de sus representantes en el seno de la Gran Comisión Agraria. Se levanta la sesión
DEBATE
Presidencia del C. ALEJANDRO ANTUNA LÓPEZ
(Asistencia de 90 ciudadanos diputados)
El C. Presidente (a las 18.7): Se abre la sesión.
- El C. Secretario Peralta Andrés H. (leyendo):
"Acta de la sesión celebrada por la Cámara de Diputados de la XXXV Legislatura del Congreso de la Unión, el día diez de octubre de mil novecientos treinta y tres.
"Presidencia del C. Alejandro Antuna López.
"En la ciudad de México, a las diez y siete horas y veintiocho minutos del martes diez de octubre de mil novecientos treinta y tres, con asistencia de ochenta y siete ciudadanos diputados, se abrió la sesión.
"Se aprobó el acta de la anterior, que tuvo lugar el día cinco de los corrientes.
"La Secretaría dio cuenta con los asuntos en cartera:
"La H. Cámara de Senadores remite, con tres oficios, los expedientes formados con los proyectos de decretos por los que, respectivamente, se concede una pensión de dos pesos diarios a cada una de las señoritas Magdalena y Francisca Escobedo; se concede permiso constitucional al C. General Brigadier Othón León L. para que acepte y use unas condecoraciones que le confirieron el Gobierno Español y el Jalifa de Tetuán, y el que reforma varias fracciones de los artículos 74, 76 y 89 de la Constitución General de la República. - Recibo, y se turnan estos expedientes, el primero, a la comisión de Guerra en turno; el segundo, a la Comisión de Puntos Constitucionales que corresponda, y el último, a las Comisiones unidas 1a. de Puntos Constitucionales y 1a. de Gobernación, debiendo imprimirse el dictamen respectivamente.
"La propia Cámara de Senadores, participa la elección de su Mesa Directiva que funcionará durante este mes y da a conocer los nombres de las personas que resultaron electas. - De enterado.
"También se dictó el trámite "de enterado", para los asuntos que siguen:
"El C. Gobernador del Estado de San Luis Potosí, por medio de un mensaje fechado en la capital de esa Entidad, expresa por sí y a nombre del C. General Saturnino Cedillo, su agradecimiento a esta H. Cámara por la ayuda que ha proporcionado en favor de los damnificados potosinos por las inundaciones;
"El C. General Juan Domínguez, comunica que con fecha 2 de este mes reasumió sus funciones de Gobernador del Territorio Sur de Baja California, volviendo el C. Licenciado Luis I. Rodríguez a encargarse del despacho de la Secretaría General de gobierno;
"El congreso del Estado de Tabasco, participa que eligió Presidente y Vicepresidente de su Mesa Directiva este mes;
"La XXXIV Legislatura del Estado de Chiapas,
participa que con fecha 26 de septiembre abrió su segundo período extraordinario de sesiones al que fue convocada por su Diputación Permanente y da a conocer la forma en que integró su Mesa Directiva;
"El Congreso de Nuevo León, da a conocer los nombres de las personas que eligió para su nueva mesa Directiva;
"El C. Salvador Saucedo, Gobernador Constitucional de Colima, avisa que se hizo cargo nuevamente de su puesto, después de haber fenecido la licencia que le concedió la Legislatura local;
"El C. Licenciado Francisco, Salcedo Casas, comunica que se hizo cargo del Poder Ejecutivo del Estado de Veracruz, en virtud de licencia hasta por ocho días concedida al Gobernador Constitucional ciudadano Licenciado Gonzalo Vázquez Vela, y
"El Tribunal Superior de Justicia del Estado de Nuevo León, avisa que nombró como su Presidente al magistrado de la Tercera Sala, Licenciado Daniel Guerra Espinosa.
"El C. Diputado Alfonso Fernández, solicita se le conceda licencia, con goce de dietas, por todo el tiempo que dure la comisión que se le ha conferido, en su carácter de Doctor en Medicina, como jefe de una Brigada Sanitaria de la Cruz Roja para marchar al Estado de Chiapas a auxiliar a los damnificados de aquella Entidad por las últimas inundaciones.
"Con dispensa de trámite y sin debate, la Asamblea acordó conceder esta licencia.
"La Secretaría de gobernación, remite una iniciativa del C. Presidente de la República sobre aumento de impuestos a los espectáculos y diversiones en el Distrito y Territorios Federales, cuyo importe se destinará al fondo del Comité Nacional Pro - Damnificados. - Recibo, y a las Comisiones unidas Primera de Gobernación y Primera de Hacienda.
"El Sindicato de Obreros y Obreras "Jauja" y Oficios Varios, de la Colonia General Heriberto Casas, de Tepic, Nayarit, apoya la iniciativa presentada ante esta Cámara para que se reforman los artículos 21, 130 y 131 de la Ley Agraria vigente, en el sentido de que se derogue la limitación del perímetro de siete Kilómetros que actualmente se señala para dotación y ampliación ejidales. - Recibo, y a la Comisión que tiene antecedentes.
"Este mismo trámite obtuvieron los asuntos que siguen:
"La Liga de Comunidades Agrarias del Estado de Veracruz, apoya la iniciativa de la Confederación Campesina "Emiliano Zapata", del Estado de Puebla, tendiente a reformar la Ley de Dotaciones y Restituciones de Tierras y Aguas en vigor;
"El Comité Sindical Unitario de Guadalajara, Jalisco, apoya en todas sus partes del proyecto de Ley del Seguro Social, presentado a esta Cámara por la Confederación Sindical Unitaria de México;
"Un grupo de trabajadores de Tuxtepec, Oax., apoya el proyecto sobre el Seguro Social presentado a esta Cámara por la Confederación Sindical Unitaria de México;
"el Círculo Feminista de Occidente adherido a la Confederación Obrera de Jalisco apoya el proyecto de Ley del Seguro Social y contra la Desocupación, presentado por la Sindical Unitaria de México, y
"el Colegio de Corredores Públicos Titulados, dependiente de la Secretaría de Economía Nacional, solicita no se dictamine la iniciativa de varios diputados, sobre reforma a la Ley General de Títulos y Operaciones de Crédito, hasta no conocer antecedentes que puede proporcionar la Secretaría de Economía Nacional , y el memorial que enviará el citado Colegio de Corredores.
"La Señora María Teresa Pérez viuda del General Gertrudis G. Sánchez, solicita se le transfiera la pensión de que venía disfrutando su hija la señorita Francisca G. Sánchez, quien perdió ese beneficio por haber contraído matrimonio. - Recibo, y a la Comisión de Peticiones en turno.
"Igual trámite recayó a los asuntos siguientes:
"La señoritas Francisca y Agustina Rodríguez solicitan pensión por los servicios prestados a la patria por su extinto padre el coronel de Caballería José Rodríguez;
"el C. Miguel Sáinz Herrera solicita se fije el 30 de diciembre Próximo para el traslado de los restos de don Venustiano Carranza a la Rotonda de los Hombres Ilustres, y
"la señora Domitila Colmenares propone una adición al artículo 37 de la Constitución General, en el sentido de que la calidad de ciudadano mexicano se pierda por pertenecer, con cualquier carácter, clerical y monástico, a cualquiera comunidad o congregación que reconozca como autoridad máxima a un dignatario extranjero.
"Sin discusión, se declararon con lugar a votar en lo general y se aprobaron por unanimidad de ciento diez y ocho votos, los dictámenes de que en seguida se hace mérito y que contienen los proyectos de decreto que a continuación se insertan:
"1a. Comisión de Guerra. Artículo único. Por haber muerto en defensa de la integridad nacional el C. Gilberto Gómez, se concede a su madre, la señora Julia Méndez viuda de Gómez, una pensión de tres pesos diarios que le pagará íntegramente la Tesorería General de la Federación, mientras la interesada conserve su actual estado civil."
"1a. Comisión de Guerra. Artículo único. Por los importantes servicios que prestó a la Revolución el extinto General Brigadier Luis G. Alcalá Pulido, se concede a su viuda la señora Aurora Ronquillo, una pensión de siete pesos cincuenta centavos diarios que le pagará íntegramente la Tesorería General de la Federación, mientras la interesada no cambie su actual estado civil."
"1a. Comisión de Guerra. Artículo único, Por los importantes servicios que prestó a la Revolución el extinto General Francisco Murguía, se concede a su hijo, el menor José Francisco Murguía, una pensión de tres pesos diarios que le pagará íntegramente la Tesorería General de la Federación, mientras el beneficiado no llegue a la mayor edad."
"1a. comisión de Guerra. Artículo único. Por los importantes servicios prestados a la patria durante la Guerra de Intervención Francesa por el comandante Victoriano Cortés, se concede a su hija la señorita Narcisa Cortés, una pensión de dos pesos cincuenta centavos diarios, que le pagará íntegramente
la Tesorería General de la Nación, mientras no cambie su actual estado civil."
"3a. Comisión de Guerra. Artículo único. Se concede una pensión de dos pesos diarios por los servicios que prestó a la patria el Mayor de Caballería C. Ramón Barrios, a cada una de sus hijas las señoritas María Guadalupe, Catalina y Teresa Barrios, que les será pagada por la Tesorería General de la Nación, mientras las interesadas no cambien su actual estado civil."
"2a. Comisión de Puntos Constitucionales. Artículo único. Se concede licencia al C. Doctor José Manuel Puig Cassauranc para que, sin que pierda su calidad de ciudadano mexicano, acepte y use las condecoraciones de la "Orden de la República" y "Al Mérito", ambas en el Grado de Gran Cruz, que le fueron conferidas por los Gobiernos de España y Chile, respectivamente."
"2a. Comisión de Gobernación. Artículo único. Se declara día de fiesta nacional el 1o. de mayo, en conmemoración de la fiesta del trabajo."
"Comisiones unidas, 2a. de Puntos Constitucionales y 2a. de Relaciones Exteriores. Artículo único. Se reforma el artículo 42 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en los siguientes términos:
"Artículo 42. El Territorio nacional comprende el de las partes integrantes de la Federación y, además, el de las islas adyacentes en ambos mares. Comprende asimismo la Isla de Guadalupe y las de Revillagigedo, situadas en el Océano Pacífico."
"1a. Comisión de comunicaciones. Artículo único. Se aprueba en todas sus partes el contrato celebrado, con fecha 16 de julio de 1932, entre la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas, en representación del Ejecutivo de la Unión, y el señor Adolfo Blumenkron, Presidente de la Anáhuac Machinery Co., solidaria de The Norris Machine Works de New York, E. U. A., para la compraventa del equipo de dragado para el Gran Canal del Desagüe del Valle de México."
"Pasen al Ejecutivo, al Senado y a las Legislaturas de los Estados, según corresponda, para sus efectos constitucionales.
"También se dio primera lectura y se dispensó la segunda, a dos dictámenes que se reservan para su discusión el primer día hábil: uno de la 1a. Comisión de Puntos Constitucionales sobre un proyecto de decreto por el que se adiciona el artículo 45 de la Constitución Federal, a fin de dejar establecida la jurisdicción en que deben quedar comprendidos las islas y cayos adyacentes al territorio nacional que se encuentran en los litorales Norte y Sur del Mar Caribe, y otro dictamen de la 2a. Comisión de Hacienda, por el que se desechan las observaciones que el Ejecutivo formuló al decreto que tuvo origen en esta Cámara, y consecuentemente ratifica, y que concede una pensión vitalicia de cinco pesos diarios, al C. Profesor Mauro López Sosa.
"Se aprobó en votación económica y sin debate un dictamen de la 1a. Comisión de peticiones que propone en un acuerdo económico que pase a la Comisión de Relaciones Exteriores en turno, la solicitud presentada por el C. Manuel Reynaud.
"Finalmente, se dio primera lectura y se dispensaron los demás trámites, a efecto de que desde luego entrara a discusión, a un dictamen de las Comisiones unidas, 1a. de Gobernación y 1a. de Hacienda, sobre la iniciativa del ciudadano Presidente de la República para aumentar los impuestos a los espectáculos y diversiones en el Distrito Territorios Federales, cuyo importe se destinará al fono del comité Nacional Pro - Damnificados.
"A discusión en lo general, no hubo quien usara de la palabra y se declaró con lugar a votar por unanimidad de ciento veinte votos.
"A debate en lo particular, tampoco hubo algún ciudadano diputado que usara de la palabra y se fueron reservando, sucesivamente, para su votación nominal, los seis artículos y el único transitorio de que se compone este proyecto de ley que resultó aprobado en lo particular por unanimidad de ciento veinte votos y que pasa al Senado para los efectos constitucionales, redactado en los siguientes términos:
"Artículo 1o. para auxiliar a los damnificados por las últimas inundaciones y ciclones que han afectado regiones considerables de la República, en el Distrito Federal y en los Territorios Federales, se cobrará un impuesto sobre el valor de los boletos vendidos en los espectáculos y diversiones públicas de los propios Distritos y Territorios.
"Artículo 2o. Para los efectos del artículo anterior, el monto del impuesto será de $0.05 (cinco centavos) si el valor del boleto vendido es menor de $1.00 (un peso); y de $0.10 (diez centavos) si el valor de dicho boleto es de un peso o mayor, en forma que se cobren diez centavos por cada peso completo.
"Artículo 3o. Los conceptos que quedan expresamente gravados para los fines a que se refiere este Decreto serán los siguientes: box, carpas, circos, cinematógrafos, teatros corridas de toros y novilladas, frontones, foot - ball y base - ball.
"Artículo 4o. El impuesto se pagará sin perjuicio del cobro de las cuotas que correspondan a la aplicación de la Ley de Hacienda vigente del Distrito Federal y de las disposiciones de la misma naturaleza en los Territorios.
"Artículo 5o. El impuesto a que se refiere el presente decreto no causará la contribución federal a que se refiere el artículo 131 y demás relativos de la Ley General del Timbre.
"Artículo 6o. Se faculta al C. Jefe del Departamento del Distrito Federal y a los Gobernadores de los Territorios para que, por los conductos debidos, hagan entrega de los fondos que se recauden por la aplicación del presente Decreto, al Comité Nacional Pro - Damnificados que autorizadamente se ha constituído.
"Transitorio.
"Único. El presente Decreto empezará a regir a partir de la fecha de su publicación en el "Diario Oficial" de la Federación, y hasta el 31 de diciembre inclusive, del corriente año."
"A las diez y ocho horas y treinta y cinco minutos se levantó la sesión y se citó el día siguiente a las diez y seis horas."
Esta a discusión el acta. No habiendo quien haga uso de la palabra, en votación económica se
pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa se servirán manifestarlo. Aprobada el acta.
El C. Jiménez José: Pido la palabra para hechos.
El C. Presidente: Tiene usted la palabra.
El C. Jiménez: Señores diputados: ya para finalizar el período ordinario de sesiones del año pasado, se nombró una Gran comisión para que estudiara la Ley Agraria, y que al principio de este período de sesiones presentara un dictamen dicha comisión, a fin de reformar la Ley Agraria; y me ha llamado la atención el que hasta la fecha no se haya presentado el trabajo encomendado a esa Gran Comisión.
Hemos visto, los que hemos estado luchando en el campo social, que en la mayor parte de los Estados de la República se están negando posesiones provisionales a los pueblos, por los famosos contratos de trabajo, y no sólo en los Estados, sino en la propia Comisión Nacional Agraria siguen negándose esos expedientes a los pueblos, por lo cual es urgente que se reforme la ley, para desechar desde luego tales contratos de trabajo.
También quiero referirme a los peones acasillados, a quienes se les niegan los ejidos; y yo preguntaría a esta Honorable Representación, si los peones acasillados no forman parte de la familia revolucionaria y no tienen derecho a que se les dé una parcela. En mi concepto, creo que son los hombres que más necesitan de un pedazo de tierra, porque no podemos dejarlos desamparados, sin que se les dé la parcela a que tienen derecho, y que sigan siendo víctimas de los hacendados.
Por otro lado, vengo también a señalar un peligro muy grande, que consiste en los fraccionamientos de las haciendas, que se están llevando a cabo; y como quiera que en el problema agrario todavía no vamos ni a la mitad para que se resuelva en definitiva, cuando ya se termine el problema, quiero decir que sencillamente todas las haciendas habrán quedado fraccionadas y los pueblos no tendrán derecho a tierras porque los hacendados, concierta maña, están fraccionando sus haciendas. Yo creo que la mayoría de los ciudadanos diputados habrá visto por la prensa, la semana pasada, que en Michoacán hubo una contienda entre agraristas y fraccionistas y eso demuestra el peligro que aquí vengo a señalar a esta Honorable Representación. Por eso creo de urgente necesidad que la comisión que quedó nombrada rinda su dictamen, y yo pido a la Presidencia que el encargado de formularlo, que fue el compañero Fabila, rinda un informe del trabajo que se le encomendó, porque vuelvo a repetir, señores diputados, que es urgente que se trabaje sobre la cuestión de la reforma a la Ley Agraria, para que se modifique en el sentido de que los peones acasillados que forman parte de la familia revolucionaria, tengan derecho a la parcela, y que los hacendados no sigan fraccionando sus haciendas. (Aplausos.)
El C. Fabila Gilberto: Pido la palabra para contestar.
El C. Presidente: Tiene usted la palabra.
El C. Fabila Gilberto: El señor diputado Jiménez tiene absoluta razón en lo que ha venido a expresar desde esta tribuna. La Cámara de diputados designó una Gran Comisión en diciembre del año anterior, integrada por un represéntate de cada diputación federal, para que durante el receso procediera a estudiar la legislación agraria y, al iniciarse el segundo período de esta Legislatura, presentara un dictamen. Esta Gran Comisión designó, a su vez, un comité de estudio, del cual yo fui secretario. Durante los ocho meses del receso me ocupé de llevar a cabo ese estudio de la legislación agraria, colaborando conmigo algunos empleados que la Secretaría, de la Comisión Permanente puso a mis órdenes. Los trabajos de recopilación de la legislación agraria se terminaron, y dentro de unos momentos gráficamente les exhibiré el volumen de ese trabajo. Al mismo tiempo llevó a cabo una investigación sobre la necesidad de reformar la legislación agraria, y en qué puntos debe efectuarse la reforma. Esta investigación quedó sintetizada en una ponencia que formulé para la Gran Comisión, y cuya ponencia fue entregada a cada uno de los miembros de la Gran comisión, hace un mes o un poco más. Al mismo tiempo que entregaba esa ponencia, cité a los miembros de la Gran Comisión, por lo menos en tres ocasiones distintas, no habiendo tenido la satisfacción de reunir mayoría de miembros de esa Gran Comisión.
El volumen de recopilación a que me referí antes es éste: (mostró a la Asamblea un voluminoso expediente). Y la ponencia que formulé respecto a mi opinión sobre las reformas a la legislación agraria, es este otro trabajo (también lo exhibió). De manera que en realidad y positivamente yo, como miembro del comité de estudio de la Gran Comisión Agraria he cumplido, dentro de mis modestas capacidades, con mi deber y con la comisión que la Cámara en su primer período de sesiones me encomendó.
No sé si inculpar a algunos miembros de la Gran Comisión que no correspondieron al llamado que se les hizo para haber formulado el dictamen final que teníamos la obligación de presentar a esta Legislatura. De cualquier manera estoy de acuerdo con la actitud del compañero Jiménez y pertenece a esta Asamblea resolver qué es lo que se debe hacer, dado que la Gran comisión Agraria hasta ahora no ha podido reunirse a invitación mía. Quizá con alguna resolución de esta Asamblea pueda llevarse a cabo la reunión de esa Gran Comisión.
Por lo que toca a los puntos concretos que citó el compañero Jiménez, de la urgencia y de la necesidad revolucionaria de hacer una reforma a la legislación agraria, estoy también de acuerdo con él; no sólo hay que reformar la legislación agraria en esos puntos especiales citados por el compañero Jiménez, sino que, en mi concepto, es éste el momento histórico de la revolución agraria en el país, en que debe sufrir una total transformación la legislación actual vigente. La legislación vigente ya no llena ni las necesidades actuales ni las necesidades históricas de la transformación de la propiedad en México.
Por otra parte, si, como es seguro, las actividades
del Poder Federal en materia agraria, en el futuro habrá de regirse por un plan perfectamente coordinado, científico, estructurado de acuerdo con las realidades , es indispensable, en mi concepto, que aunque la Cámara de Diputados no llegue a aprobar esas reformas a la Legislación Agraria en este período, es indispensable, digo, que la Cámara de Diputados, como Asamblea revolucionaria, fije un criterio llegando a determinadas conclusiones respecto a la reforma agraria, a fin de llevar su tendencia, su criterio, al Plan Sexenal en la Convención de Querétaro.
Es cuanto tengo que informar a usted. (Aplausos.)
El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Diputado Trigo.
El C. Trigo Octavio M.: Señores diputados: (Voces: ¡Que no se lea!) Este voluminoso expediente no voy a leerlo; sólo los enseñaré. Esta es una Cámara sui generis. Cada prójimo de esta legislatura que llega aquí y se para en esta tribuna, es un revolucionario. ¡Indefectiblemente! Aquí viene todo lo habido y por haber; pero todos, cuando llegan aquí, se vuelven revolucionarios.
Bien, señores, esto es lo más revolucionario de la Revolución: el problema agrario de México. ¿Qué se va hacer con esto? Hace un momento, cuando el Diputado Fabila enseñaba estos volúmenes, oí sonrisas, risas y burlas. Esta es la labor de un hombre bien intencionado que quiso estudiar a fondo la cuestión, para traer aquí el producto de sus estudios. ¿Es justo que después de ese trabajo no haya más que un gesto de risa para el Diputado Fabila? (Voces: ¡No!)¿Es consecuente este con la Revolución? Ya que blasonamos de revolucionarios, vamos a hacer obra útil y práctica en México; y repito: nada más revolucionario de la Revolución de México, que el problema agrario. Diga quien quiera lo que quiera, es lo único que queda de revolucionario a la Revolución Mexicana; es lo único que conserva la revolucionaria. Vamos, pues, señores diputados, a estudiar el asunto con criterio revolucionario.
Yo no sé quién nombraría al comité... (Voces: ¡La Cámara!) La Cámara ha de haberlo nombrado en una forma tan rara, que hasta este momento desconozco quién sea el diputado de mi Estado que representa al comité... (Voces: ¡León!) ... ¡Que Dios lo bendiga, porque aun no le hemos oído una sola palabra sobre el particular, y conste que fue Ministro de Agricultura! En consecuencia, vamos a pensar seriamente en este asunto, sin risas y sin ironías. ¿Está Cámara está formada por revolucionarios? Pues vamos a demostrarlo; el movimiento se demuestra andando, y la mejor manera de andar, en este caso, es que se nombre una nueva comisión que estudie esto y lo quiera resolver; no diputados de postín y de mentiras, sino diputados que quieran estudiar esto con espíritu revolucionario, que lo quieran ver, pensar y resolver; el problema es ése, señores diputados; menos hombres solemnes entrando por las escaleras de esta Cámara y más hombres revolucionarios que ahonden en los problemas de la Revolución; nueva comisión para que se resuelva esto; está en manos de ustedes el asunto, señores diputados; vamos a designarla de una buena vez para que esto, que hasta ahora es un antecedente de papales, pase a ser algo práctico. algo hacedero en México.
El agrarismo en México es una cosa tan chusca, es una cosa tan curiosa, que casi movería a risa, si no hubiera en ello mucha crueldad, ¿Qué es los que hemos hecho, señores diputados, - y me refiero a revolucionarios verdad, no a los que vienen con el membrete de revolucionarios -, qué hemos hecho por el agrarismo en México? ¿Repartir tierras? Es el problema más sencillo del mundo en un país que tiene tantas como México, aunque no produzcan nada. Dar tierras es tan fácil es tan barato, que así no vale la pena de haber pensado en ese problema. El problema agrario es tan serio en México, es tan difícil, que es el problema básico de la nacionalidad; el problema agrario es economía, es educacional, es un cúmulo de problemas. ¿Qué hemos hecho hasta ahora, señores diputados, por eso? Cuantos en la tribuna y cuantos en la campaña electoral: dar dos hectáreas de tierra a una familia compuesta de diez individuos, y soltársela para que se siente a ver la miseria de Dios, a ver cuándo le llueve.... ¡y todavía pedimos los revolucionarios que nos agradezcan que les hayamos dado dos hectáreas de tierra! ¿Así se resuelve el problema? ¿Es esto ser agrarista en México?
¿Por qué no ahondamos el problema? ¿Por qué no vamos valientemente todos a estudiar la cuestión, y no como se ha hecho en esta comisión, en que dos trabajan a cambio de que quince o veinte que no trabajan? El problema agrario en México si únicamente consistiera en dar tierras, sería el más sencillo de resolver; pero es que tras de dar la tierra, hay que ver cómo se cultiva esa tierra en los doce meses del año y en un país como éste en que todo se espera de arriba: que el agua caiga para que la semilla germine, etcétera etcétera. ¿Es esa la labor nuestra? ¿Vamos a seguir dando tierras así, o vamos a hondar seriamente en el problema? Yo propongo, como final, que ya que la comisión pasada no cumplió con su deber, se nombre una nueva que estudie verdaderamente el asunto y lo resuelva.
El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Diputado Santos Alonso.
El C. Santos Alonso José: Pocas veces me gusta venir a la tribuna, pero en esta ocasión me veo obligado porque al compañero Trigo, si no fuera porque conocemos que efectivamente ha andado en la Revolución y es revolucionario, creeríamos que lo había conquistado los reaccionarios, ya que Trigo, como los reaccionarios, dice que el problema agrario es muy chusco. Eso pretenden ellos, eso dicen los reaccionarios, que no se ha hecho más que repartir o mal repartir tierras fuera de la ley y nada más. Compañero Trigo; sí hay problema agrario, sí se ha sentido el problema agrario....
El C. Trigo: Ya lo sé yo.
El C. Santos Alonso: Sí se ha hecho efectivo el problema agrario, no quizás como lo quisiéramos todos los revolucionarios, porque fatídicamente nuestro país es pobre y no tenemos elementos, aunque sí leyes, disposiciones y hombres que han estado en la Presidencia, capaces de ir más allá de lo que pudiéramos hacer, y se han hecho presas y se han repartido ejidos, y no es chusco; lo que nos falta son elementos, lo que nos falta no es más
o menos venir a hacer una ley aquí, porque tenemos en cada Estado, quizás en cada municipio, muchos individuos no preparados, pero que sienten el problema agrario y a su modo están haciendo fructificar la tierra. Y así vemos que de algún tiempo a esta parte ha prosperado México, debido esencialmente a que se ha hecho hasta donde es posible, el reparto ejidal y a que se han hecho presas, y que sí, como lo sentimos, hay problema agrario; no como ha dicho Trigo y como lo piensan los reaccionarios.
El C. Jiménez: Pido la palabra
- El C. Presidente Tiene la palabra el ciudadano Diputado Jiménez.
El C. Jiménez: Señores diputados: No habría querido hacer más uso de la palabra, pero me veo obligado, para contestarle al compañero Trigo a declarar que sí se ha hecho revolución agraria y que las tierras que se han repartido sí han dado el fruto que se hace necesario en el país. Y yo invito al compañero Trigo para que pasemos al Estado de México con objeto de que vea a los ejidatarios a quienes se han repartido sus tierra, que tienen perfectamente cultivadas sus parcelas, y lo que pasa en el Estado de México, sucede también en otros Estados de la República. (Aplausos.)
No me explico cómo el compañero Trigo dice que no se resuelve el problema repartiendo tierras. Yo preguntaría, señores diputados, ¿en qué forma se va a cumplir el problema agrario si no se reparten tierras? En mi concepto, creo que el problema agrario se puede dividir en tres períodos: el primero, en repartir las tierras: el segundo, en organizar a los pueblos ejidatarios, y el tercero, señor diputado Trigo, refaccionándolos para que cultiven debidamente sus parcelas; porque cuando en el país están totalmente repartidas las tierras a los campesinos, estoy seguro de que entonces es cuando la Revolución habrá cumplido con su deber y la patria se habrá salvado.
Muchas veces hemos oído no sólo al Diputado Trigo, sino a los mismos hacendados, decir que no se resuelve el problema agrario repartiendo tierras; y yo precisamente aseguro que el problema consiste, primero, en repartir las tierras a los pueblos, y luego ir a organizarlos. Esa es nuestra obligación ir a nuestros distritos a organizar a los ejidatarios para que también cumplan con sus obligaciones.
He señalado dos de las causas fundamentales que me obligaron a hablar en esta tribuna. El compañero Trigo no podrá negar que muchas veces, casi todos los días, se me ve en la Comisión Nacional Agraria arreglando los asuntos de los pueblos; y al venir a hablar en esta tribuna es sencillamente, porque yo, que convivo con los campesinos y miro las dificultades que existen en los pueblos, considero que no es de justicia que la mayoría de los agraristas se queden sin las tierras a que tienen derecho. Por eso decía que, en mi concepto, los peones acasillados que forman parte de la familia revolucionaria, tienen derecho a que se les dé una parcela; y a la vez, al pedir que se reforme la ley, es para que no sigan fraccionando las haciendas, porque en ese caso sí sería un fracaso la cuestión agraria en nuestro país.
El C. Presidente: Tiene la palabra el ciudadano Trigo.
El C. Trigo: Señores diputados: No me extraña la voz de Santos Alonso en esta tribuna, porque entendió mal lo que dije; pero sí me extraña en el compañero Jiménez, y me extraña, porque yo no venía, sino a decir lo mismo que él enunciaba aquí: que una comisión designada para estudiar el problema agrario en México, no cumplió con su cometido. No me refiero a Fabila, señor Diputado Riva Palacio; él ha cumplido con su deber; me refiero a aquellos que no han cumplido con su deber. El ya llegó y expuso por qué no se había llenado la comisión, para que cumpliera plenamente con su cometido.
Yo quiero, ahora que el Diputado Jiménez planteó la cuestión, ahondar un poquito en ella, que vale la pena. Este es un problema en México que todo mundo toca cuando hay campaña electoral, pero que nadie quiere ahondar cuando se llega a ello. Yo quiero ahondar en ello ahora.
Hay por allí un libro muy interesante, sobre todo para países como México - porque era un país en que la tierra estaba en manos de una docena de privilegiados, me refiero a Rumanía - hay por allí un libro... (Una voz: ¡Chihuahua también, compañero!) ...Chihuahua también; allí el problema es muy serio. Chihuahua es quizá el Estado que debe sentirse más agrarista en la República Mexicana; pero yo no quiero tocar a lo nuestro, quiero venir desde fuera, para ir después a lo nuestro.
Era un país cuya propiedad territorial estaba en manos de una docena de individuos, país de clases privilegiadas como era México antes, y en parte sigue siendo la nueva clase la misma que va substituyendo a la pasada. En ese País, forma distinta a la nuestra, puesto que nosotros hemos pensado en el agrarismo a través de la Revolución, y allá fue a través de la evolución, se buscó la forma correcta para resolver el problema agrario, y se empezó por esto: el latifundio es antieconómico, eso nadie lo discute, pero también la pulverización de la propiedad es antieconómica. Ni latifundio, ni tierras homeopáticas.
Pensar como se piensa por muchos que se dicen agraristas en México, que dar a una familia dos hectáreas de tierra es resolver el problema económico, eso es mentira. Ni diez que se le den resuelven el problema....
El C. Yáñez Maya: ¡Que se den veinte!
El C. Trigo Octavio: Estoy con usted, compañero, pero ni veinte que se les diera bastarían. En consecuencia se buscó en aquel país que no estaba en período revolucionario, de agitación, la forma de solucionar el problema agrario; se buscó una forma ingeniosa, y tanto, que no se puede repetir aquí Es una especie de censo, que sin serlo jurídicamente de acuerdo con nuestras normas, impone cierta modalidad a la propiedad privada; esto es, el gran terrateniente tiene obligación de dar en renta sus tierras; el Estado se convierte en gran administrador y las da a los pequeños propietarios. Así se solucionó allí, buscando toda la concordancia posible de la economía agraria, o más bien dicho, agrícola
esto es, aprovechar sistemas de riego, sistemas económicos , etcétera., etcétera. En México yo declaro que esto no se podría llevar a efecto por una razón fundamental: por cómo se planteó y se quiso resolver el problema agrario en nuestro país, más bien dicho, cómo se pudo resolver. En México encontramos una casta de privilegiados dueños de la tierra: el gran latifundista. Para quitarles la tierra tuvieron los hombres - no digo tuvimos, porque no quiero equipararme al plan de los que se sienten señores de la Revolución - digo, tuvieron los hombres de la Revolución estos dos caminos que seguir: o transar o quitar por la fuerza la tierra para dársela al mayor número de agricultores en el país. La Revolución en mala hora transó, no obstante que tenía la fuerza de las carabinas; no quiso ir al fondo del asunto , esto es, la Revolución pudo haber hecho en 1917 lo que algunos proponíamos: socialización de la Tierra de una buena vez, esto es, establecer una cantidad determinada de tierra para formar la pequeña propiedad; todo el excedente vuelve a la nación, para que la nación lo reparta; esto era lo correcto, esto era lo justo, esto era lo lógico; se hubiera impedido todo ese adeudo que llevamos por reparto de tierras que no conduce absolutamente a nada.
No obstante planteada la cuestión así, tendremos que venir a estudiar cómo se ha venido resolviendo nuestro problema agrario. El problema agrario en México ha sido este: Tierras. La tierra, como decía el diputado Santos Alonso , es muy importante; ¡claro! es la materia prima: para que haya guisado de liebre, es necesario que haya liebre; para que haya cosechas, es necesario que haya tierra. Muy bien, pero eso solo no basta; hay algo más que la tierra, y es lo que hemos olvidado los hombres de la Revolución. En México hemos entendido que con repartir diez, veinte, treinta o cincuenta hectáreas de tierra, ya hemos cumplido con nuestra obligación. Yo opino lo contrario, señores diputados. La tierra, para que fructifique ha menester trabajarse; para trabajarla se ha menester una refacción económica, por pequeña que sea; ha menester, también, una serie de contingencias y previsiones para saber cuándo se puede cultivar mejor. En consecuencia, ¿Basta con repartir treinta o cincuenta hectáreas de tierra en lugares donde es improductiva? ¿Es ésta la labor de la Revolución?
Yo sé lo que me va a contestar el compañero Santos Alonso, y también lo que me dirán media docena de individuos que piensan como él: "Hacemos lo que se puede hacer." No, compañero, hay algo más serio que se puede hacer, algo indefectiblemente más serio. Hay que poner todo nuestro buen deseo para resolver el problema, toda nuestra buena voluntad para coadyuvar al problema, a, todo nuestro entusiasmo para llegar a la solución del problema; y esto, señores diputados, es un mentís a esa buena voluntad, y es lo que yo estoy discutiendo aquí; yo no discuto el problema en sí, sino lo que hubiéramos podido hacer en esta Cámara y que no hemos hecho; no la Cámara, sino la comisión encargada de prestar dictamen sobre este asunto.
El C. Riva Palacio Manuel: Para una interpelación, con permiso de la Presidencia.
El C. Presidente: Tiene usted la palabra.
El C. Riva Palacio Manuel: Quisiera saber si Su Señoría sabe lo que está escrito en ese estudio del compañero Fabila, para poder asegurar que es mentís, porque primero, para comer liebre se mata la liebre y luego se come (Aplausos.)
El C. Trigo: Le voy a contestar. No soy miembro de la comisión; primera providencia. Esto, para nosotros, es como el secreto de Eleusis; ni siquiera sabíamos que existiera esta comisión que se nombró; fue algo así... (Una voz: ¡Porque no viene usted muy seguido a la Cámara!) Vengo siempre, todos los días. De manera que para la mayor parte de los diputados esto era un secreto; hasta ahora que Fabila llegó aquí con esto nos enteramos de que hay esto, ¿pero quién conoce esto? (Voces: ¡La mayoría!) ¿Cuál mayoría? (Voces: ¡todos!) Todos no, si acaso cinco, pero la mayoría no lo conoce.
El C. Yáñez Maya: Señor Licenciado Trigo, usted es abogado y tiene la obligación de conocer la legislación agraria, y eso es lo que es: la recopilación de la legislación agraria; así es que usted sí lo conoce y está asegurando una falsedad.
El C. Trigo: Está usted equivocado, señor diputado; equivocadísimo.
El C. Yáñez Maya: El volumen grueso es recopilación de leyes y el delegado que tiene usted enfrente es la ponencia.
El C. trigo: Señores diputados: ¿dónde acaba lo delgado y dónde comienza lo grueso? (Risas.) Esto es muy curioso. Delgada puede ser una cosa como este expediente, extractado y maravillosamente providente de materia. Pero no, señor, no es esto una recopilación de leyes.
El C. Tapia Alarcón Ángel: Estamos perdiendo el tiempo miserablemente; no hay seriedad en la discusión del compañero Trigo. Debemos, antes que todo ponernos a estudiar la Ley todos los diputados, porque creo que todos estamos obligados a conocerla y presentar nuestras proposiciones. Así es que, señor presidente, voy a permitirme hacer una proposición: que no sea una Gran Comisión Agraria, sino que se nombre otra que se encargue de presentar una ponencia, mejor dicho, que cada señor diputado presente sus puntos de vista con la reforma que le parezca pertinente... (Voces: ¡No! ¡No!) .... para que se tomen en consideración. Por ejemplo, alguien decía que se reformara una parte de la Ley Reglamentaria del Artículo 27, en lo que toca a los peones acasillados; y así cada quien puede presentar determinada reforma. (Voces: ¡No! ¡No!)
El C. Trigo: Continuó en el uso de la palabra, aunque la Presidencia no me haya dado. Señor diputado, tiene usted razón yo he venido a provocar una discusión sobre este asunto, porque es muy interesante. No me importa salir triunfante y sólo quiero que haya debate, porque interesa al país,; que se discuta con cualquier criterio, pero que se discuta: ¡eso sí me importa! He propuesto esto: ya no una Gran Comisión, sino una comisión que estudie este asunto y no traiga un dictamen, integrada por cinco, diez o veinte diputados, que verdaderamente estudien el asunto. ya el diputado Fabila dijo que se ha perdido el tiempo lastimosamente,
puesto que los miembros de la Gran Comisión no atendieron su llamado. Es, pues , indispensable que se designe nueva comisión que estudie honrada y lealmente, y cuando rinda su dictamen, discutiremos. Repito, quise provocar una discusión sobre esto, y nada más.
El C. Jiménez José: Acabo de presentar mis puntos concretos con relación a lo que me he permitido manifestar. Pido que la Secretaría les dé lectura, para evitar más discusiones.
El C. Secretario Pérez Gasga: Se procede a dar lectura a la proposición del Diputado Jiménez.
"H. Asamblea:
"Siento necesario conocer los resultados de los trabajos que se encomendaron a la Gran Comisión Agraria que la Cámara en pleno la excite para que en un plazo posible, presente sus conclusiones.
"Sala de Sesiones de la Cámara de Diputados. - México, D. F., a 13 de octubre de 1933. - José Jiménez."
El C. Secretario Pérez Gasga: Se pregunta a la Asamblea, en votación económica, si se toma en consideración la proposición presentada por el C. Jiménez. Los que estén por la afirmativa sírvanse manifestarlo. Se toma en consideración. Está a discusión.
El C. Trigo: Pido la palabra. Nada más que se puntualice en qué tiempo.
El C. Manjarrez: Pido la palabra para proponer, como adición, que se fije un término de diez días a la comisión con objeto de que presente sus conclusiones, porque una simple excitativa no nos puede conducir, fatalmente, más que a los resultados que ahora deploramos; que se fije un término de diez días, aunque parezca muy largo el plazo. (Voces: ¡Es muy corto!) Ya están las conclusiones; será bastante; es un plazo racional para que tengamos a debate esta asunto.
El C. Secretario Pérez Gasga: Se pregunta a la Asamblea, en votación económica, si se toma en cuenta la adición propuesta por el C. Diputado Manjarrez. Los que estén por la afirmativa sírvanse manifestarlo. Con esta adición queda aprobada la proposición del C. Jiménez.
El C. Fabila: Pido la palabra.
El C. Presidente: Tiene usted la palabra
El C. Fabila: Desgraciadamente esta proposición viene a dar término al debate respecto del cual habría que decir muchas cosas muy interesantes.
El C. Riva Palacio: Podemos seguirlo.
El C. Trigo: Con una resolución ya para qué se sigue.
El C. Fabila: Yo venía, en primer lugar, a aclarar la iniciativa del compañero Jiménez en relación con varias proposiciones aprobadas ya de algunos señores diputados, que pretendían modificar la Gran Comisión, sea en sus miembros o sea en su número. Creo que en realidad no es necesario, puesto que la Gran Comisión que se nombró el año pasado comprende a los señores diputados, sin ofender a ninguno de los restantes, más connotados, más interesados y más capacitados en la cuestión agraria. Sólo faltan algunas diputaciones que no hicieron el menor caso de la obligación que tienen de designar sus representantes, y a los cuales aludiré aquí. Estas designaciones fueron hechas en diciembre del año pasado.
Estados: Aguascalientes, Pedro Quevedo; Baja California, Braulio Maldonado y Armando R. Pareyón; Campeche, Fernando Angli Lara; Coahuila, Manuel Majares V. y Francisco Saracho; Colima, Manuel G. Orozco; Chiapas, Alvaro Cancino; Chihuahua, Ángel Posada; Distrito Federal, Luis L. León; Durango, Alejandro Antuna López; Guanajuato, J. Jesús Yáñez Maya; Guerrero, Ángel Tapia Alarcón y Ángel Barrios; Hidalgo, Arcadio Cornejo; Jalisco, Clemente Sepúlveda; México, José Jiménez; Michoacán, Luis García Amezcua; Morelos, Rodrigo Bustamante; Nuevo León, Jesús C. Treviño; Oaxaca, Constantino Esteva; Puebla, Manuel M. Moreno y Gonzalo Bautista; San Luis Potosí, Tomás Tapia; Sinaloa, Enrique Pérez Arce; Sonora, Francisco L. Terminel; Veracruz, Carlos Darío Ojeda; Yucatán, Mario Negrón Pérez; Zacatecas, Ursulo Pinedo.
Nayarit, Querétaro, Tabasco, Tamaulipas y Tlaxcala no designaron representantes.
El C. Ojeda Carlos Darío: Pido la palabra.
El C. Presidente: Tiene la palabra C. Ojeda.
El C. Ojeda Carlos Darío: El Estado de Veracruz propuso, como deben recordar los compañeros, al Diputado Carolino Anaya. Lo que pasó es que yo fui el autor de la proposición de que se integrara esa Gran Comisión para estudiar las ya adaptables leyes agrarias. Así es que me permito aclarar que el Diputado Carolino Anaya, en ejercicio, es el comisionado por Veracruz, y no yo.
El C. Yáñez Maya: Para una aclaración. Hago notar que hasta hace un mes, más o menos, me dijeron que yo era el miembro de esa comisión. Fui citado para el día siguiente, y nadie vino. (Siseos.)
El C. Fabila: De manera que, consecuentes con la proposición del Diputado Jiménez, lo que procede es rectificar o ratificar las designaciones a que se ha dado lectura, y completar aquéllas que faltan, que también he mencionado; quedando entendidos los diputados nombrados de que mañana mismo se iniciarán las juntas de la Gran Comisión para que conozcan del resultado de los estudios del comité, del cual soy secretario. Ahora, si la Asamblea desea que continuemos adelante el debate, podemos seguirlo.
El C. Santos Alonso: Pido la palabra.
- El C. Presidente Tiene usted la palabra.
El C. Santos Alonso: Ya para terminar, señores, porque en verdad está cansada la Asamblea, pero creo que estamos en la obligación de contestar al Diputado Trigo, porque podría creerse que con su última brillante exposición cuasi reaccionaria estaríamos de acuerdos todos los diputados. (Aplausos.) He dicho exposición cuasi reaccionaria, porque es exactamente lo que dicen los latifundistas: que el reparto de tierras no ha conducido a nada, y así de una manera absoluta lo dijo el señor Diputado Trigo.
El C. Trigo: No, no me calumnie, compañero, yo no he dicho que la tierra no es el todo, sino que no se había hecho nada.
El C. Santos Alonso: Trigo viene también aquí a decirnos en su carácter de apóstol que no hemos hecho nada, pero no propone tampoco nada; no dijo
cuál seria la forma que nosotros deberíamos hacer para que la repartición de tierras fuera efectiva. Comparó a no sé qué nación europea... (Voces: ¡Rumanía!) a Rumanía, que no estaba en relación con la nuestra; hay la relación de que había grandes latifundios allí, no se si lo habría, aunque aquí también los hubo, pero hay que aclarar al señor Diputado Trigo que en Chihuahua, San Luis y casi toda la República, el ideal, la cuestión del agrarismo principio, sin no lo sabe el compañero Trigo, para evitar que el hacendado fustigara al peón haciéndolo trabajar de sol a sol y sin pagarle absolutamente nada; el agrarismo vino de que, - parece mentira -, los españoles que venían en carácter de conquista fueron más piadosos y entregaron a los pueblos una legua por viento como fundo, y entonces los científicos y los reaccionarios agarraron ese fundo y lo tuvieron para ellos, teniendo a sus legítimos dueños como unos esclavos; por eso vino la restitución de ejidos. Así es que se ha hecho mucho: primero, restituir las tierras a aquellas a los que originariamente les pertenecían; segundo, repartición de tierras de aquellas que no podrán cultivarse, y ya vemos que actualmente ha subido el standard agrario en México, debido al reparto de tierras. (Aplausos.)
No sólo no se han repartido tierras en la forma que indica Trigo, es decir, que se le han soltado dos hectáreas de tierras, así no más, sino que, - y esta es idea del señor Presidente de la República -, se han dado tierras en patrimonio de familia, para que cada quien las tuviera. También ha habido pequeñas obras que desconoce el Diputado Trigo, porque él no platica con los diputados ni ha ido a ningún Estado, limitándose a estar sólo aquí, (Aplausos.) Por eso no se ha dado cuenta de que en muchas partes hay tierras de regadío, pues los agraristas no están esperando, como Trigo falsamente decía , que todo les venga de arriba; muchos de ellos han hecho tajos, bordos etcétera. y están cultivando con su propio esfuerzo la tierra. En el Estado de México, como les consta a muchos, han estado haciendo arados muy baratos, que se venden a cuatro o cinco pesos a los ejidatarios. (Aplausos.) En otras partes los gobernantes han proporcionado a los campesinos, bueyes, mulas, etc. No ha habido, pues, tal fracaso. Falta un poco o mucho para que el ideal agrario se realice; pero de mil novecientos diez a acá, se ha hecho muchísimo, más del setenta por ciento de la labor, compañeros.
Yo no he venido así nada más por venir a contradecir a Trigo, sino que podría suceder que pensaran los reaccionarios que porque nada le contestamos pensamos como ellos, y que ya la mayoría de los diputados habíamos claudicado y por eso nos callábamos, porque Trigo vino a decir a la tribuna cosas que no son. (Aplausos.)
El C. Presidente: Tiene la palabra el ciudadano Coria.
El C. Coria: Para que haya razón de que ocupe yo esta tribuna y la benévola atención de los compañeros diputados por un momento, a los que preguntan qué es lo que se va a discutir, les contesto sencillamente que pido la palabra para hacer una súplica, estando de esta manera dentro de lo que preceptúa el reglamento de la Cámara.
Existe en estos momentos un hecho concreto motivado por la interpelación que se hizo a la comisión nombrada en el ejercicio parlamentario del año pasado, sobre si ya terminó el proyecto de revisión de nuestras leyes agrarias. Con ese motivo he escuchado aquí algún pensamiento que otras veces he leído en el "Omega" o en algunos de esos periódicos que ni los mismos reaccionarios leen, porque no creen lo que sus renglones dicen; y por eso, como revolucionario, me he creído obligado a venir a esta tribuna para decir que el problema agrario palpitante en nuestro medio social requiere en estos momentos, más que cualquier otro problema, especial atención para tratar de resolverlo como representante del pueblo. Y si tenemos esa obligación, si nosotros debemos dar algunos lineamientos, aunque sea nuestro pensamiento muy humilde, pero que se demuestre aquí nuestra buen voluntad para pensar con la Revolución, que hemos de ir adelante y que el mismo entusiasmo que ha animado a otros parlamentos revolucionarios, anima también a este grupo de compañeros que viene luchando por sus representados, es el momento de realizar esa obligación y decir, en nuestro concepto, cuáles son los lineamientos que debe seguir esa comisión al hacer la revisión de las leyes que rigen en nuestro medio en materia agraria. El artículo 27 de nuestra Constitución General manda que, en vía de dotación y restitución, se satisfagan las necesidades de los campesinos de México. ¿Se han satisfecho ya esas necesidades, para que nos crucemos de brazos? ¿Se ha metodizado siquiera la resolución del problema? ¿Podemos decir ya, que una mayoría de los proletarios del campo, de nuestro medio, está ya satisfecha con el problema? Creemos que no.
Yo quiero, desde esta tribuna, suplicar de la manera más respetuosa y atenta a los miembros de la comisión, que se fijen en estos puntos de vista que, en mi concepto, son medulares para la resolución del problema agrario. Primeramente, que pensemos, que reflexionemos, que se medite y se resuelva, pero de una manera profunda, en lo íntimo de nuestras conciencias, si a los peones acasillados les han hecho justicia la Revolución. ¿Los peones acasillados, aquellos que están uncidos al trabajo todo el día para ganar un mezquino jornal, han recibido el beneficio de la Revolución (Voces: ¡¡No!! ¡¡No!!)
Este es el problema de fondo. Debemos ocuparnos de estos pobres hombres, porque aquéllos que gozan de cierta autonomía económica resuelven su problema hogareño por sí solos; pero nos hemos olvidado de los que en México tienen la categoría de esclavos y trabajan de sol a sol.
Otro de los puntos que seguramente debe tocar esta comisión se refiera a la cuestión de si es eficiente y efectiva la tramitación que se hace en materia de expedientes, en materia de dotaciones y restituciones. ¿Por qué hay ese retraso de expedientes? ¿Por qué se dice que hay tantos obstáculos para resolver los asuntos agrarios ya en su mera tramitación? ¿Se ha pensado alguna vez en allanar esta dificultad? ¿Se ha dicho de qué manera se procederá para simplificar, hasta donde sea posible, la tramitación a fin de que vengan redondeados esos expedientes y se resuelvan en definitiva
las distintas solicitudes presentadas en toda la República?
El asunto no se resuelve, porque en los Estados las Comisiones Locales Agrarias dictaminan en un sentido, y luego vienen los expedientes a revisión a la ciudad de México, donde se falla con los ojos de aquellos individuos que viven la vida de la ciudades y que no saben nada de lo que existe realmente en el campo. Cuando la Revolución hace justicia en los Estados, la injusticia se comete aquí en México, en la Comisión Nacional Agraria; cuando la Revolución ha hecho justicia a los campesinos, dándoles tierras útiles y la suficiente extensión, para que no se diga, como se estaba expresando aquí, que el problema se resolvía en una forma risible; cuando se han satisfecho las necesidades de los pueblos, entonces aquí se resuelve el asunto risiblemente, estrechando el ejido o bien cambiándolo de localidad, dándole en vez de los terrenos que se le habían dado de riego, otros que para nada sirven y que en nada benefician a los campesinos, y viceversa, cuando aquí muchas veces se han dado algunos o se han ratificado algunas dotaciones o, mejor dicho, cuando aquí hay la buena intención de resolver este problema, en algunos Estados se retrasa la cuestión y aquí la Comisión debe pensar en esto: que la ley que prevé esta situación de simplicidad para resolver el problema agrario, prevé que haya en aquella oficina que habrá de resolverlo una comisión mixta, es decir, la comisión donde intervenga la Federación y donde intervenga el Estado. para que en una sola instancia se resuelvan los expedientes relativos a dotaciones y restituciones de tierras. Por otra parte, la Cámara debe estar muy pendiente de que aun a título de interpelación de nuestras leyes también la Suprema Corte no eche su cuarto a espadas para retrasar el problema. Allí se había establecido que para que los hacendados reclamaran sus derechos se les concediera aquello del juicio ordinario antes del amparo, y a título de resolver esas cuestiones en los juicios ordinarios llegó a darse el caso de que ya en muchos Estados. había casi la resolución de devolver las tierras que se habían dado en dotación, que es la injusticia más grande que trataba de cometerse, nada más que los campesinos se impusieron por medio de la fuerza y aquello que parecía una resolución jurídica se hizo risible ante la fuerza de los campesinos y la resolución de la Suprema Corte no hizo más que causar risa ante la decisión de los campesinos, que no estaban dispuestos a tolerar esas falsas situaciones de los juristas, que son los que precisamente falsean la Revolución y mixtifican todo aquello que va en beneficio de la misma Revolución. (Aplausos.)
Otro de los problemas, y éste se refiere a la cuestión económica, en mi humilde concepto consiste en que la Comisión de Presupuestos prevea también esta cuestión. Cansados estamos de que se nos diga, y tal vez en muchas ocasiones es cierto, que no se resuelve tal o cual solicitud porque faltan los técnicos, muchos de los cuales constituyen también un estorbo para su resolución. Nosotros debemos prever también esta cuestión en nuestros Presupuestos, viendo el problema agrario en conjunto y dando las facilidades que emanen del Presupuesto de Egresos, para que haya suficiente personal que vaya a todos los Estados de la República a resolver cuanto antes la situación del campesino que está solicitando tierras. Y todo esto no es para que también nosotros seamos de los amargados de la Revolución , de aquéllos que reniegan de lo que se ha hecho en el pasado.
Soy profundamente respetuoso y admirador de los hombres que se echaron a cuestas el problema y lo resolvieron con toda decisión y valor, porque he estado en las luchas, en que mirando por todas partes y esperando que viniera la protección de los que nos aconsejaban en las aulas, los vimos huir ante el peligro, surgiendo entonces los hombres que valientemente se han enfrentado con los problemas sociales; por eso no debemos omitir nuestra admiración y respeto a esos hombres, y debemos señalar los nuevos derroteros que las necesidades sociales están demandando en estos momentos, y no decir que nada se ha hecho, y que el problema no es nada más dar la tierra, así como que el crédito agrícola ha fracasado; porque ese es el lenguaje de los decepcionados y de los que no tienen fe en el porvenir, de los que no tienen fe todavía en las energías de los hombres revolucionarios. (Aplausos.)
Al lado de esa revisión de leyes existe también un cuarto problema, el más interesante quizás para satisfacer esas necesidades de que nos hablaban los oradores que me han precedido en el uso de la palabra. Debe revisarse cuidadosamente, debe resolverse la institución del Crédito Agrícola. ¿El crédito agrícola ha respondido efectivamente a las necesidades campesinas? Posiblemente ha sido deficiente, pero ha sido deficiente como lo es toda nueva institución en ejercicio, en marcha. ¿Luego entonces qué hay que hacer con esa situación? Pues, señores diputados, hay que revisarla, estudiarla, reformar la ley que ha instituído ese beneficio: el beneficio del crédito; darle una organización adecuada, para eso estamos aquí, para estudiar esas cuestiones fundados ya en una experiencia, fundados en hechos del pasado, fundados en circunstancias y en fenómenos que han acontecido ya con motivo del ejercicio de esa institución y decir: pues aquí procede esta reforma, hay que inyectarle medios económicos al Banco Agrícola para que el Banco Agrícola pueda perfectamente ir en ayuda del campesino. ¿Que ha fracasado? ¿Quién lo sabe? ¿Que ha habido algo que no ha respondido exactamente a las necesidades? Tal vez haya sido así, pero eso fue en lo pasado. Nuestra ley, nuestra revisión la estamos haciendo para el futuro; compete a nuestro deber revisar esa institución, llevarla hacia su perfeccionamiento, ver todas las circunstancias que lo rodean, aquellas deficiencias que ya las hubo, tomarlas como experiencia y con su nueva ley esa institución que florezca en beneficio para los campesinos, y de esta manera aquéllos que han dicho que no ha habido nada, verán cómo con el crédito que se imparta se continúa la dotación y restitución de tierras. Esa restitución ya está afectando, según me he enterado por la prensa, hasta algunas grandes extensiones que pertenecían en cierta manera al Estado, porque
no cabía tampoco que el Estado fuera latifundista en nuestro medio social; ahora se están afectando aquellas fincas, para que se vea cómo el Estado mismo pone el ejemplo de hacer esas dotaciones y sólo se completará esta obra cuando nosotros revisemos la Ley de Instituciones de Crédito Agrícola y en su aplicación se hagan positivamente beneficios a los campesinos y cada deficiencia que se note se enmiende hasta llegar totalmente a la resolución de este problema que tanto ha apasionado a los que somos partidarios de él, y que tanto ha amargado a los que son sus enemigos, y que de vez en cuando se manifiestan a más no poder. (Aplausos.)
El C. Posada Ángel: ¡Una interpelación! Voy a hacer una pregunta al compañero Trigo, que tan decepcionado se ha sentido en la cuestión agraria. Quisiera que él nos diera sus puntos de vista fundamentales para resolver en una manera efectiva este problema, que es de sumo interés para las clases revolucionarias del país.
El C. Trigo Octavio M.: Cuando me toque mi turno, contestaré a usted desde la tribuna.
El C. Posada Ángel: Muchas gracias.
El C. Cortina Eduardo: Pido la palabra.
El C. Presidente: Tiene la palabra el ciudadano Cortina.
El C. Cortina Eduardo: Vengo a felicitar sinceramente a los compañeros del Estado de México y a los Michoacán, que han abordado tan inteligentemente el problema. Hace cuatro o cinco años, en esta tribuna me opuse rotundamente al proyecto de ley en que se limitaba a los campesinos acasillados el derecho de poseer la tierra; y me satisface sobremanera que en estos momentos se haga justicia a algo, por lo que en aquella época se me condenó y a lo que muchos se opusieron.
Quiero decir que a los campesinos acasillados se les redujo a la categoría de esclavos, pues se les negó el derecho de amanciparse y se les sometió a una esclavitud perpetua. Y en estos momentos se ha hecho justicia a esos campesinos olvidados que en aquella época, no sé por qué, si por una ofuscación o por algo que yo mismo no comprendo sufrieron la limitación de sus derechos, por haberlo aprobado así esta cámara. Ojalá que, como es el deseo de los compañeros, se estudie cuidadosamente esta ley, de acuerdo con la comisión que se ha nombrado, y se haga justicia a tanto campesino que yace en la más oprobiosa de las esclavitudes, sin que nos hayamos acordado de ellos, cuando tienen tanto derecho como los demás que están en contacto con los hombres de la ciudad. He dicho, señores (Aplausos.)
El C. Presidente: Tiene la palabra el ciudadano Diputado Trigo.
El C. Trigo: Señores diputados: Declaro que en este debate yo hago la cabeza de turco y a conciencia, a sabiendas. Voy a recordarle a Coria, que también arremetió contra mí, un compromiso que contrajimos hace unas cuantas sesiones en este salón. Me decía Coria hace cuatro o seis sesiones, no recuerdo la fecha - yo estimo que Coria es un agrarista convencido - me decía: "Compañero, se está pasando el tiempo, no rinde dictamen la comisión que se nombró para estudiar la cuestión agraria, pasa inadvertida y nadie le pone interés a ella ¿nos quiere usted ayudar?" - "Con mucho gusto, compañero, cuando llegue el momento oportuno."
Esto iba a pasar inadvertido, esto se iba a ir sin tener interés; pero ahora esta sesión tiene interés, por el gusto de algunos diputados de patear a Trigo; sin embargo, mi objeto lo he conseguido, he conseguido lo que le ofrecí a Coria: despertar el interés en torno de esta cuestión, que no pasará así porque sí, que no se irá de rositas, sin que nadie se acordara de ella. Coria debe estar presente y dirá si digo o no verdad y si estoy cumpliendo como compañero con lo que le ofrecí en aquella ocasión.
El C. Coria: Declaro, que efectivamente, hace algunos días invité al compañero Trigo para que rompiéramos ese silencio que había respecto al estudio que se les encomendó a algunos compañeros para la revisión de las leyes agrarias y si, como él dice, algo ha dicho o ha hecho algunas apreciaciones respecto a su manera de solicitar, más bien dicho, de agitar esta cuestión, él ha cumplido con promover que esta comisión trabaje. Únicamente mis observaciones fueron en el sentido de que no cumplió como revolucionario, porque sus apreciaciones o la forma como quiso promover el asunto, son de aquellas que usan nuestros enemigos, los enemigos del agrarismo. En este no estuve de acuerdo. En lo demás, es cierto que yo le dije que ayudara en ese asunto, y que él aceptó, por lo que le doy las gracias, excepto por la forma en que lo ha hecho.
El C. Trigo: Veo, señores, que ya va a encauzarse el debate en la próxima sesión, y para entonces guardo mis apreciaciones en torno al problema agrario. Quiero contestar una alusión que se me ha hecho en esta Cámara: la de reaccionario. Me la hizo una vez el Diputado León, y ahora el compañero Santos Alonso. Yo podía preguntar: ¿quien califica? ¿Quién califica quién es reaccionario y quién es revolucionario en México? ¿Quién es el guapo que pueda resolver este problema y calificar a los hombres? ¿Quién puede hacer esto en México, señores diputados?
El C. Santos Alonso José: Pido la palabra.
El C. Presidente: Tiene la palabra el ciudadano Santos Alonso.
El C. Santos Alonso: Yo te he dicho que piensas como reaccionario; pero he sido el primero en decir que me extrañaba que tuvieras ese concepto del problema agrario, cuando me consta que eres revolucionario por ideas y por haber andado en la Revolución. Cualquiera puede calificar un asunto si es revolucionario, cuando lo siente interiormente; pero yo no te he dicho - y no es disculpa - que no seas revolucionario; lo que he dicho es que pensabas como reaccionario, y te lo repito.
El C. Trigo Octavio M.: Voy a demostrar al Diputado Santos que ni soy reaccionario, ni pienso como reaccionario. Yo siempre huí, - y pido que se vea el DIARIO DE LOS DEBATES de la XXVII y de la XXVIII Legislatura -, del uso del pronombre personal. Nada resulta más repugnante que oír a un hombre haciendo la historio de sí mismo. La historia de cada hombre la deben hacer los demás y no el interesado, Quién es revolucionario
y quién no lo es, ¿quién contesta esto, señores diputados, después de lo que hemos vivido en México de mil novecientos trece a la fecha? ¿Quién es el que se atreve a tener ese gesto valientemente? ¿Quién es el que se atreve a decir a quien está muy arriba y es reaccionario, que lo es? ¿Y quién no se atreve a insultar a un revolucionario con mucho timbres, caído en la obscuridad? ¿Quién es ese guapo en México? ¿Quién, pongamos un ejemplo, en el montón anónimo no lo atropellan ahora, quién no dice tantas cosas de él, quién no lo injuria? Vean ustedes los "Ocho Kilómetros en Campaña", del General Obregón y verán lo que fue Cesáreo Castro, casi desconocido para la mayoría de los revolucionarios de México; casi nadie sabe quién es ese hombre y nos codeamos con él en los camiones. Heliodoro Pérez maneja un camión de sitio. ¿quién sabe quién fue Heliodoro Pérez? ¿Quién sabe que es fundamental en la Revolución Mexicana? ¿Quién sabe que luchó por ella valientemente? En cambio, hay quien le sirvió a Félix Díaz y está muy alto; a ese nadie lo toca.
El C. Riva Palacio: Para una interpelación
El C. Trigo: Compañeros, déjeme hablar y después vendrá usted.
El C. Riva Palacio: Quiero hacerle una interpelación sobre esas dos personalidades revolucionarias a que usted ha aludido, si usted me lo permite. Dice el compañero Trigo que se encuentra en el olvido el señor General Castro , a quien todos los que militamos en las filas de la Revolución con las armas en la mano reconocíamos en él a un soldado de la Revolución de los más ameritados. El señor General Heliodoro Pérez fue otro de los elementos de la Revolución armada, de los más bravos y más ameritados también; ¿pero qué no recuerda el compañero Trigo que el señor General Pérez y el señor Cesáreo Castro y todos aquellos compañeros y jefes nuestros en la Revolución armada, se equivocaron y defeccionaron del Gobierno de la Revolución? ¿Qué no recuerda que esos señores ensangrentaron el país? En esas condiciones, ¿Qué no recuerda el señor compañero Trigo, y Coronel, que todos aquellos elementos militares que no quisieron seguir por el derrotero que les marcaba la Revolución, por un terreno honesto y honrado, trataron de imponerse, cosa que no toleramos, y defeccionaron del movimiento revolucionario? ¿Acaso Su Señoría cree que todos nosotros, los que militamos con las armas en la mano - y por mi parte lo digo con orgullo - no reconocemos los servicios de esos hombres como revolucionarios y los ayudamos en lo personal? Como militares que defeccionaron , no toleramos a esos elementos que militaron en las filas de Félix Díaz, muchos de los cuales están entre nosotros; pero esos elementos han demostrado después que estaban equivocados. Sin embargo, algunos no han querido reconocer su error y siguen aferrados a su criterio de que ellos eran lo que tenían la razón, y que nosotros, en cambio, fuimos los que chaqueteamos a la Revolución (Aplausos.)
El C. Trigo: No me voy a dirigir a Su Señoría, sino al amigo. Te felicito muy lealmente, Manuel, por esta oportunidad que me has dado para definir quién es rebelde y quien lo es: te lo agradezco.
Señores diputados: ¿qué sería de la Revolución Mexicana, si aquella pléyade de bravos que en mil novecientos trece se fueron al campo de la lucha empuñando las armas, no hubieran tenido un espíritu rebelde para combatir contra todas las tiranías? ¿Por qué se ha fusilado a tantos como rebeldes? ¿Si no hubieran sido rebeldes, se hubieran hecho la Revolución mexicana? ¡Sí su espíritu era ese: rebelarse contra toda tiranía, contra todo el que atropella, contra todo el que manda, quizás equivocado, como dice Riva Palacio , pero con un gesto noble y valiente y con el propósito de no aceptar señor en este mundo, porque todo señor se puede morir! ¿Es que les vamos a reprochar esto? Quien cayó en el campo de la lucha pagó con su vida, compañero Riva Palacio; pagó con todo lo que tenía que pagar, allí saldó su cuenta, allí se acabó su debe y su haber, ya no hay derecho de hacerlo reproches de ninguna especie. A quien vive, habiendo sido revolucionario, debemos ayudarlo, Riva Palacio; me consta que los ayudas tú, que en el Estado de México han encontrado protección los revolucionarios; pero yo hablo de otras cosas que todos sabemos que producen profunda amargura al ver que quien nos combatió con las armas en la mano y publicó manifiestos aclamando y exaltando a Félix Díaz, hoy ocupa lugares que no ocupan viejos revolucionarios. Es por esto que yo me alegro, Manuel Riva Palacio, no diputado ni Señoría, sino compañero mío, compañero de diputación y de Revolución, es por esto que me alegro de que me hayas dado esta oportunidad. Ser rebelde no es baldón de ignominia; ser rebelde es cosa maravillosa, no tolerar muchas cosas, no aguantar, porque la disciplina no es aguantar, Riva Palacio, la disciplina es pensar acorde con un individuo, estar en conexión estrecha con él y luchar bajo sus banderas nada más, pero no aguantar tiranías de ninguna especie. Quienes por rebeldes cayeron en los campos de la lucha en México, señores diputados, merecen nuestra consideración, nuestro respeto y nuestra gratitud. De aquí ha salido una pensión para un rebelde máximo: Murguía. Yo tengo gratitud para todos los compañeros que votaron esa pensión; fue un gesto noble y valiente de revolucionarios; pero vamos a no querer hacer de eso un motivo de ataque. La Revolución es algo noble, algo justo y algo digno. Yo reprocho el cuartelazo, abomino de él; pero la revolución hecho por el pueblo, es el único derecho que le queda, levantándose contra el tirano.
Compañeros: no estamos en plan de Cámara de oposición; aquí no hay combate. Tocó Riva Palacio una fibra que me duele, y le contesto nada más. No hay por qué querer hacer un motivo de ataque para mí, ni ir a decirle al Jefe de Trigo habla mal de él. ¡Yo no hablo mal de nadie! En la XXVII y en la XVIII Legislaturas, cuando había que hablar, se hablaba claro y espeso: allí está el DIARIO DE LOS DEBATES; pero ahora no hay margen para eso....
El C. Riva Palacio: También Manrique hablaba así.
El C. Trigo: Es cierto. Repito que Riva
tocó una fibra mía, muy mía, de las que nos duelen, y lo que yo dije lo hubiera dicho Riva Palacio si hubiera estado en un caso igual. Vamos ahora a la cuestión que debatimos. Decía hace un momento que llamar reaccionario en México a alguien, es una cosa muy sencilla. Reaccionario fue Pancho Villa. ¿Quién se atreve a decirme ahora que Pancho Villa fue reaccionario? Reaccionario fue Zapata. ¿Quién se atreve a decir que Zapata fue reaccionario? Fueron reaccionarios los zapatistas, los villistas y los carrancistas. ¿Y quién se atreve e decir que ahora que Carranza fue reaccionario? Después de la Convención, Villa llamaba reaccionario a Carranza. ¿Y alguien ahora se puede atrever a decir que lo fue? Esto de "Reaccionario" es una palabra vacua, cuando no tiene fundamento en qué apoyarse.
Reaccionario, en México, es esto: tú, políticamente, no piensas como yo, luego eres reaccionario. ¡Y se acabó! (Voces: ¡No!) Esa es la definición práctica que se ha dado en México a la palabra "reaccionario". ¡Absolutamente! Yo disiento de la opinión de X o Z, por angas o por mangas, yo soy un heterodoxo ; yo no tengo derecho a ser oído. En consecuencia, señores diputados, vamos a establecer que reaccionario y revolucionario tienen un término medio como todas las cosas en este mundo. Para mí, revolucionario es un individuo que toda su vida la sacrificó al servicio de la Revolución, entendiéndola o no - lo que puede suceder -, que todas sus actividades, que todos sus entusiasmos los dedicó a ella; reaccionario es el individuo que fue constantemente la piedra de choque contra esa Revolución. Si no me encuentro en esa situación, no tengo por qué sentirme ofendido y aludido, y conste que no me ofendo de Santos, porque ya explicó el Diputado León; no es él quien puede calificar si soy o no revolucionario. Yo siempre he profesado esta tesis que casi ya es axioma para mí: A mí no me injuria quien quiere, sino quien puede. En consecuencia, ya expliqué a ustedes hace un momento por qué provoqué esa discusión, cuál fue mi deseo, mi entusiasmo puesto al servicio de una causa que llamo justo. Si les preguntas a todos los revolucionarios que yo opinaba hace tres o cuatro años que se me pidió mi opinión acerca de la cuestión agraria de México, yo decía: es el acto más revolucionario de la Revolución, en consecuencia, todos nos debemos a su solución. Claro que yo puedo deferir en materia de soluciones de la opinión de Coria y de Riva Palacio o de cualquier otro, pero que yo difiera no quiere decir que no exista el problema agrario; existe, es más básico que el problema obrero. El problema obrero es artificioso, el agrario es natural, lógico, preciso; existe y hay que resolverlo. Podremos diferir en materia de resoluciones, en métodos, en procedimientos; pero básicamente no hay revolucionario en México, que niegue que existe el problema agrario en México; yo no he negado. Si hay versión taquigráfica, se verá que yo no negué que existiera. Es más: en el año de 1917 yo hice una proposición concreta, señor Riva Palacio, que me costó que se llamara Bolchevique.... (Voces: ¡No! ¡No!)....entonces no se usaba esta palabra, se decía "disolvente", no estaba de moda todavía el bolchevismo. Yo decía: hay que convenir en que el latifundio es antieconómico, por tanto hay que acabar con él; pero tampoco se debe llegar a la pulverización de la propiedad, porque también es antieconómico. En consecuencia, busquemos un término medio - que yo, entonces, con cálculo conservador, lo confieso, fijaba en tres mil hectáreas para la propiedad privada -; y establecido esto, que se devuelvan todas las tierras a poder del gobierno de México para que las reparta sin pagar nada a nadie.
Esa era mi ideología, como se dice ahora, y la que sigo teniendo; es decir, la socialización de la tierra, en buen romance. Yo sé que esto es muy difícil, no sólo enunciarlo, sino hasta proponerlo ahora; estamos es una situación tal, que no nos podemos permitir esos lujos; pero cuando se me ataca y se me llama reaccionario, quiero decir cómo pasaba en mil novecientos diecisiete, para que se vea que no he retrocedido un ápice y que sigo pensando ahora como entonces, con procedimientos, si se quiere avanzados, distintos, etcétera.
Para terminar, quiero decir clara y precisamente que hemos conseguido lo que querían Coria y un grupo de diputados, que esto no pasara inadvertido; que nos convenciéramos en esta Cámara de Diputados de que el problema agrario es básico e indispensable meterle mano en México; que queríamos que esto no pasara porque sí desapercibido, lo hemos logrado; satisfechísimo, señores diputados. Doy por bien empleados todos los cargos que me han lanzado aquí y cuando venga la discusión ahondaremos en ella particularmente. (Aplausos.)
El C. Riva Palacio: Pido la palabra para una aclaración al compañero Trigo.
El C. Presidente: Tiene usted la palabra.
El C. Rivas Palacio: Nada más para una aclaración muy pequeña. Compañero Trigo, voy a a hacerte una pequeña aclaración. Acabas de decir aquí... (Voces: ¡háblale de usted!) El me hablo de tú, tengo derecho de hablarle de tú. Acabas de decir aquí en esta tribuna que sistemáticamente se te está atacando aquí por un grupo determinado de compañeros diputados, y por eso vengo a hacerte esta pequeña aclaración: no es que se te ataque, ni que se te haga un movimiento de determinado grupo de compañeros, es que tú has tomado el estribillo en cualquiera cosa de tomar y echar toro en contra de cualquier grupo de los compañeros y es necesario que sepas que en este asunto agrario no se te ha hecho lo que tú has pensado; que este asunto es un problema demasiado serio para el país y que los que nos sentimos revolucionarios, sin tener un título como tú, creemos tener más o menos criterio para interpretar el dolor de los campesinos y el deber que tenemos representantes de ellos, para venir a dar en esta tribuna nuestra pequeña colaboración, torpe, si tú quieres, pero con todo cariño, para esas masas campesinas.
No ha habido un ataque sistemático para ti, sino contra las palabras que has vertido, que estarían muy bien en boca del director de "Omega", como decía el compañero Coria, en boca de Palavicini o de cualquier otro de esos señores que no sienten la Revolución y sí la odian; pero no es un
ex - coronel que militó en las filas de la Revolución, como Trigo, que está obligado a seguir luchando ahora, ya no con las armas en la mano, sino con sus pensamientos y con sus ideas en bien de la Revolución.
No es a Trigo a quien atacamos, repito, es a sus palabras equivocadas. Si hay un problema agrario y debemos resolverlo, deseando que en la próxima sesión nos de él sus luces a los tontos, a los que no estamos capacitados, por falta de un título como él, pero que tenemos el corazón bien puesto y obramos con criterio revolucionario en defensa de los campesinos. Ojalá que Su Señoría me dé sus luces bien dadas y que ya no vuelva a decir que no hay problema agrario. Eso se queda para otra gente, no para personas como tú, Diputado Trigo. No hay ataque contra ti; eres el único que piensas tal cosa, y no nosotros. Tú eres un compañero igual a todos los demás; nada tenemos contra ti; pero tú sí tienes mucho contra nosotros. Así, pues, es necesario que te niveles, que aquietes tu cerebro... (Risas)... y que veas en las caras de todos nosotros el cariño y buena voluntad que sentimos por ti. Sin embargo, no porque tienes un cerebrillo inquieto...(Risas)... quieras darte personalidad en la prensa con tus debates. (Aplausos.)
El C. Presidente: Tiene la palabra el ciudadano Jasso.
El C. Jasso Manuel: Señores diputados: Las últimas palabras del señor Diputado Riva Palacio me viene a confortar en la idea que tuve desde un principio cuando pedí la palabra. Entiendo, estoy seguro absolutamente de que a todos los señores diputados, uno a uno, que han pasado por esta tribuna antes de mí, solamente les ha llevado una idea en el corazón, una idea que estoy seguro es la siguiente: ver en beneficio de la clase trabajadora, ver en beneficio de la clase del campo; de esto estoy absolutamente seguro, porque sus palabras así lo han dado a entender, No creo que, como dijera algún señor diputado, y no veo yo ni en las palabras de Santos Alonso, ni en las de Trigo, ni de ninguno de los que han venido a esta tribuna, ninguna idea de ser ni reaccionario, ni mucho menos enemigos de la clase trabajadora; solamente estoy seguro de que han venido aquí con una sola idea: la de hacer algo completamente favorable para la clase del campo. Precisamente por eso, señores diputados, yo quiero venir a esta tribuna para proponer a ustedes dos cosas en concreto: dejémonos de palabras líricas, dejémonos de estar hablando que si fulano dice una cosa o que dice otra; vamos al grano, vamos a ser prácticos en nuestra manera de pensar, señores diputados. Para mí, creo que lo que debemos hacer, es lo siguiente: ¿Estamos todos convencidos de que Revolución, con muy buena intención, está haciendo y ha hecho todo lo que ha podido en favor de la clase campesina? Pues bien, señores diputados, tenemos una magnífica oportunidad que se nos acerca. ¿Cuál es esa magnífica oportunidad? Ahora que lleguen los presupuestos de la nación vamos a pedir al Ejecutivo de la República que se amplíe el presupuesto de los bancos ejidales, que se amplíe el presupuesto del Banco Nacional Agrario, para que ese Banco refaccione a los elementos campesinos, no a los elementos que disponen de un rancho, como se ha venido haciendo hasta la fecha. Yo propongo en concreto, señores diputados, que se nombre una comisión no muy numerosa, porque al fin y al cabo no se ponen de acuerdo, una comisión de tres individuos que estudie este asunto y que en un plazo improrrogable de diez días rinda un dictamen, y que aparte de ese dictamen, que se acerquen al señor Presidente de la República y que le manifieste que hay necesidad urgente de que en el próximo presupuesto que se aumente el capital de los bancos ejidales y del Banco Nacional Agrícola, para refaccionar a los campesinos; pues como decía muy bien un compañero que pasó por esta tribuna, el problema agrario no sólo consiste en repartir tierras, de dar cinco o diez hectáreas de terreno, sino en facilitar también, como dijo un ranchero, los bueyes y la semilla. Esto puede conseguirse únicamente ampliando, según ya lo expresé, el capital del Banco Nacional Agrícola y el de los bancos ejidales de los Estados.
El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Ortiz Acosta.
El C. Ortiz Acosta Dionisio: Señores diputados ....(Voces: ¡Arriba Nicho!) agradezco mucho su deferencia porque francamente el día que por casualidad nos reunimos aquí, a la media hora ya nos parece fastidioso escuchar a los oradores y sobre todo, sandeces como las mías....(Voces: ¡No, de ninguna manera!) Voy a principiar por decir a ustedes que con bastante pena he observado que el señor Diputado Trigo con frecuencia está mirando aquí amenazas o moros con tranchetes. (Risas.) Ha tratado de hacernos creer que existe algo que debemos de temer, que no debemos de hablar con libertad y yo creo que no está en lo justo porque, al menos en lo que a mí toca, no me convertiría en asesino. (Risas.) Por otra parte, si por cualquiera circunstancia se entendiera, por que debo de hacer honor a la verdad que creo que está diciendo, podrían tal vez creer que se nos ha prohibido la libertad de hablar, cuando ese público y notorio que todos los pasquines y todos los periódicos esos baratos ponen de la basura no solamente al Presidente de la República, sino también al Jefe de la Revolución y todavía tienen el cinismo de estar gritando que no hay libertad. Desde luego no tiene razón y así creo también que el señor Diputado Trigo tiene razón al estar en la creencia de que aquí en este Parlamento existen asesinos para que él pueda temer. (Risas.) Aquí deberíamos de hablar, sino en términos floridos o técnicos, sí deberíamos hablar con franqueza, porque no es requisito para ser diputado ser abogado o ser profesionista. Y aunque me esté feo el decirlo, y sin intención de insultar a nadie, debo de manifestar que mi creencia es que en algunas ocasiones se encuentran reñidos los títulos con las profesiones. En consecuencia si existen algunos como les han llamado o que lo son, reaccionarios o enemigos de la Revolución en los puestos del Gobierno, como ha manifestado el señor Diputado Trigo, esto obedece, pues, a nuestra propia culpa, a que no hemos tenido el valor suficiente para señalarlos y para buscar la forma de que estos hombres abandonen esos puestos. Entonces los responsables somos nosotros, porque carecemos de
valor civil, ya que en esta época que vivimos, que sin duda como lo creo, es una época de civilización, no habría necesidad de ir a reñir con fiereza, ni ir tampoco a derramar sangre, sino tan sólo bastaría entrar en una lucha de ideas. eficientes o deficientes...(Voces: ¿Muy bien, Nicho!)
Me he permitido hacer esta aclaración porque ha sido necesario. Mi campaña desde su iniciación hasta su terminación fue a base callista, y de ello no me arrepentiré nunca, porque estoy seguro de que todas las cosas necesitan de una sola orientación; ¿pues qué haríamos si tuviéramos un automóvil con dos direcciones y dos choferes? (Aplausos.) Sería una cena de negros. En consecuencia, nuevamente hago hincapié en que en todos los conjuntos debe existir un orientación, porque esa orientación es la base fundamental y efectiva para el éxito en el futuro. Esa orientación que el Jefe de la Revolución ha dado, está preparando a la juventud que mañana nos sustituya; pero nunca la reacción que aún no tiene los puestos y ya se anda matando por ellos.
Exhorto a ustedes, señores diputados, una vez más a hablar con franqueza, y al señor Diputado Trigo le ruego que no desconfíe de ninguno de nosotros, porque no seremos capaces de ir a cometer un atentado contra él. (Risas.) A los demás señores diputados también les ruego que tomen muy en cuenta esta mi aclaración, para que no vayan a faltar al compromiso al cumplimiento de su deber en este Parlamento. Aun cuando no expresen sus deseos en términos floridos, porque, como he dicho, no es requisito ser sabio o ser abogado para representar a un pueblo, porque es el que paga y es el que debe de mandar. (Aplausos.) Pero el mal radica, en primer lugar, en que las leyes no están siendo cumplidas y esos departamentos no tienen quien les llame la atención. Es inútil que nosotros podamos estar formulando o modificando una ley diariamente, a cada medio minuto, si no la interpretan o no la quieren interpretar; los obreros, los campesinos seguirán ahora y siempre con la misma esperanza del fruto. En el Departamento del Trabajo las leyes se interpretan como mejor se presenta la oportunidad, y no hay quien ayude en nada; pues ya que las leyes llevan algún secreto para beneficio de los profesionistas, se han aprovechado de ellas los coyotes, y han hecho allí su agosto, mientras los obreros sacrificados, perjudicados, postergados y humillados, ambulan en las calles casi muriéndose de hambre y se dirigen a la Cámara y nosotros no nos concretamos más que a decir que pase a la Comisión en turno. (Aplausos.) El agrarismo, aun cuando las leyes sean deficientes, si aún no se ha cumplido con ellas y las modificamos porque nuestra manera de entender sean deficientes, sino se respetan también seguirán en la misma condición, en la misma esperanza del futuro como se ha hablado en estos momentos; por lo que yo en esta ocasión deseo que también las comisiones sean objeto de que se destruya el monopolio que tienen, porque hay algunos pobrecitos diputados que tienen seis, ocho y diez comisiones y con ninguna cumplen porque no les es suficiente el tiempo. (Aplausos.) Pero claro está cómo vamos a participar entre esos individuos, cuando algunos de nosotros, como el que habla, carecemos de preparación y si ha mendigado la forma de aprender, ha sido en forma accidental. No, señores aquí debe haber, yo debo tener esta representación y la otra y la otra aunque sea de nombre para figurar en la prensa, aun cuando mis representados no tengan ningún beneficio. Yo prefiero que vayamos al hecho, que las comisiones se distribuyan equitativamente como buscando, entre los diputados, a quienes tengan voluntad para cumplir con ellas, y a quienes estén capacitados; y no que estén cargando las comisiones algunos compañeros, tan sólo por tener ese alto honor y que, en cambio, otros muchos, porque no estamos calificados como sabios, aunque tengamos mucha voluntad, nos encontramos con los expedientes agrarios y obreros: en los rincones, empolvados. (Risas y aplausos.) Si alguna vez hice referencia al servilismo, es porque esto tenía su fondo pero esa mordaza, ese temor que tenemos al ridículo y a la censura, muchas de las ocasiones nos obliga a callar, y si me he decidido ahora, es porque me ha acobardado más mi conciencia al pensar en los reproches que mis representados me dirijan por no cumplir con mi deber. (Aplausos.)
Así pues, estoy acobardado doblemente: tengo miedo de enfrentarme al ridículo y a la censura, y también tengo miedo, y más , de cargar con los reproches de mis representados, de los que sudan para darme de comer, para que no esté en esta Cámara nada más como figura decorativa, porque soy muy feo.... (Risas.... Hablé de servilismo alguna vez, esperando que se haya interpretado mi propósito, como deseo que ahora me pueda hacer entender, aun cuando temo que no se me haya interpretado debidamente, por mis expresiones, y porque no estoy siempre seguro de lo que hablo. (Risas y aplausos.)
Cuando el Jefe de la Revolución dijo que faltaba material humano, pensé y comprendí que alguna vez, algún proyecto del Ejecutivo o de cualquiera otra procedencia oficial podía traer errores, aunque en apariencia insignificantes, sí trascendentales en el fondo. ¿Y qué se diría de nosotros si al enviarse un proyecto a esta Cámara, no nos fijáremos en los errores que contuviera, o no los quisiésemos señalar tan sólo para que no pensase que no teníamos el deseo de colaborar con el Ejecutivo? Desgraciadamente daríamos lugar a que se pensase que no está el alma de la Revolución en las Cámaras, al contrario de que alguna vez dijo el General Calles, quien también podría decir: "Esta bola de borregos no se fijan y no cooperan conmigo...." (Risas aplausos.)
Por eso principié haciendo la aclaración de que no me oponía, porque mi deseo es de colaboración, pero que sí deseaba que se revisase lo que se nos envíe, a fin de sugerir la modificación conveniente. He, pues, demostrado que no deseo oponerme, porque cábeme la satisfacción, al contrario de lo que han hecho mis antecesores, que se han ostentado aquí revolucionarios, de que yo he manifestado mi revolucionarismo en terreno enemigo, no en la corriente. Esto viene a justificar, sin necesidad de hacer historia, que nuestros hechos y nuestras palabras, cuando caminan iguales, pueden
fácilmente, interpretarse en tratándose de nosotros, los hombres rudos; que en cuanto a los sabios y a los inteligentes, ellos tienen la facultad de decir una cosa y hacer y sentir otra. ¡Mi cabeza no es para tanto! (Risas y aplausos.)
Yo lo que deseo suplicar a todos ustedes, ya para no cansarlos...(Voces: ¡No! ¡No!) es que me hicieran el grandísimo favor, todos aquellos señores diputados que tienen comisiones que tengan conexión alguna con los problemas obreros y agrarios, que si no están en condiciones, el que habla es el primero que puede colaborar con ellos; no importa que no sea, no soy un Montes de Oca, aquel sabio, para decir en qué idioma, qué términos y qué tema; pero sí, desde luego que me he formado a base de sacrificio, prácticamente, cuando menos para acomodarles los expedientes; pero estoy dispuesto a colaborar con tal de que esto se le dé trámite. De muy buena fe aplaudimos todos el salario mínimo, ha estado muy bien porque esto viene a mejorar a los que tienen trabajo y los que no tienen trabajo siguen igual antes del salario mínimo y después del salario mínimo; esos hombres siguen abandonados; y en diferentes Entidades de la República, como en la propia capital, hay fiebre de escuelas, hay fiebre de cultivo; ¿para qué vamos a cultivarlos?, ¿Para matarlos de hambre? Yo creo que sufre uno menos cuando ignora el derecho que le asiste, que cuando lo conoce. (Risas.) A esos hombres se les está enseñando a lo que tienen derecho y entonces hacemos una comparación y eso es tanto como enseñarle la carne al gato. (Risas.) No hay derecho. Si en los colegios se les está en enseñando cuál es el derecho que les asiste como humanos, hay necesidad de que nos pongamos a trabajar con objeto de buscar la forma de resolver el problema económico, el problema de los sin trabajo, porque si esto no camina a la par que la cultura, no sé qué irán a hacer esos centenares de jóvenes que actualmente se encuentran en los colegios, en las universidades; cuando salgan llenos de luces, con su título, no saldrán más que a morirse de hambre, porque no hay donde puedan ser útiles, ni donde se les pueda aceptar , ni siquiera por la cuarta parte de su sueldo. (Voces: ¡¡Están en huelga!!) Efectivamente, están en huelga y seguirán después por lo que he dicho; pero afortunadamente nuestro país pobre; nuestro país tiene muchas riquezas y sólo falta conseguir lo que acertadamente ha dicho el jefe de la Revolución, es decir, el material humano. Ese material humano sí se puede encontrar, siendo nosotros los que estamos obligados a buscarlo, así como los que tenemos la obligación de sacar de los puestos públicos a todos los enemigos de la Revolución, para que no la denigren para que se imparta justicia y se entiendan y cumplan debidamente las leyes, naturalmente, nunca las podrán entender los reaccionarios; esas leyes que han emanado de este Parlamento que, vuelvo a recordar las palabras del General Calles, es el alma de la Revolución; siendo imposible que los grupos reaccionarios y enemigos de la Revolución las puedan entender, si nosotros no las hacemos respetar. (Aplausos.)
El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Diputado Carlos Darío Ojeda.
El C. Ojeda Carlos Darío: Señores diputados: al compañero Nicho se le puede calificar como el Gaona parlamentario: es él quien nos ha dado las mejores tardes. Tarde a tarde corta una oreja y un rabo. Yo también lanzo mi sombrero en honor suyo, porque habla con sinceridad, y a través de él se escuchan profundas verdades.
Presidente, compañero Nicho, para que no estén arrinconados ni empolvados los expedientes agrarios y obreros, es por lo que, haciéndome eco y sentir de la Asamblea. me permití proponer que se nombrara una Gran Comisión Agraria. Nadie mejor que el Ingeniero Fabila , hombre que trabaja, hombre que afana, hombre que pone todos sus conocimientos y entusiasmos en beneficio del proletariado, puede justificar la acción cameral nuestra. Aquí se trabaja, en esta Cámara se hace obra constructiva y en esta Cámara se aprecian los valores morales y se sabe distinguir a un cómico de un héroe y a un revolucionario de un reaccionario. Señor Diputado Trigo, usted que califica, usted que juzga que aquí en México el dictado de reaccionario ya se ha choteado porque se aplica a troche y moche y sin distingo. Usted que ya da por desaparecida la reacción, debo recordar, señor Diputado Trigo, que la reacción está latente y que todavía sabemos dónde están los reaccionarios, precisamente porque nuestro criterio se ha definido con las masas obreras y proletarias. Es por lo que hemos venido a constituir la Gran Comisión Agraria, porque no se le ha hecho todavía justicia al campesino, es por lo que hemos venido a trabajar y queremos que todo el entusiasmo cívico de ustedes, señores diputados, se manifieste en torno de esa Gran Comisión en beneficio de los hombres que hicieron la Revolución: los agraristas, los obreros, los hombres decididos. (Aplausos.) Hay reaccionarios y usted los conoce, porque usted conoce y usted sabe que no es al General Castro, ni al General Pérez, ni a tantos hombres que cayeron por esas continuas equivocadas de la política nacional, a quienes la Nación juzga como reaccionarios. Yo estoy seguro de que ni aun Cesáreo Castro y a Heliodoro Pérez nadie los ha calificado de reaccionarios, como no se califica al invicto Carranza porque tuvo la equivocación profunda de querer hacer una imposición al pueblo mexicano. Yo estoy seguro de que usted conoce a los elementos reaccionarios, porque son esos hombres que falsamente, mañosamente se hacen aparecer como individuos de orden. A los hombres de orden ya los conocemos. Los hombres de letras, generalmente, señor Licenciado Trigo, los hombres que conocen las leyes ponen la urdimbre para que el pueblo caiga, y porque tienen el privilegio del verdugo, saben torcer las leyes que el pueblo mexicano hizo para libertarse.
Usted conoce a los reaccionarios, compañeros Trigo, usted conoce a los hombres de privilegios, enriquecidos con los bienes ajenos, los hombres de negocios que, en torno de las Secretarías de Estado están, como los coyotes, como los mordelones - que calificamos así en México -, en espera de aquél que lleva un negocio, para dejarle los dientes
aferrados encima de la carne adolorida. El hombre reaccionario, mi querido compañero Trigo, es aquel individuo que tiene en su poder la fuerza de un periódico y lo esgrime contra el orden progresivo, que es el progreso de la humanidad; el hombre reaccionario en México es aquel individuo que, usando de las armas, en algunos de esos pueblecillos olvidados, va a pisotear con su bota de cacique las justas aspiraciones de la organización social. Y por esto, porque no se hace justicia, es por lo que se levantan los hombres del campo, esgrimiéndose contra ellos el terrible calificativo de reaccionarios.
No vengo a decir a Trigo que él sea reaccionario. El es revolucionario, lo ha sido siempre, porque ha gastado sus energías con la Revolución y las ha gastado en la doctrina a través de los periódicos; pero sí, compañero Trigo, no diga usted que se ha olvidado, porque todavía detrás de los órganos de algunas basílicas están cuando los tedeums y los hosannas aquellos individuos que combatieron a la Revolución. Hay todavía algo más, compañero Trigo: estamos gestando una vida institucional activa, estamos queriendo que la fuerza poderosa radicada en un hombre se vuelva impersonal y pase a ser patrimonio de todos los hombres de un partido: estamos queriendo organizar a México sobre bases sólidas, nuevas y avanzadas; por eso nosotros creemos que es reaccionario todo aquel hombre que se opone a la vida institucional que lleva escrita en la conciencia el pueblo de México. Estimamos que si nos salimos del carril institucional, vendremos a caer definitivamente en el oprobio y en la vergüenza del reaccionarismo más agudo. Por eso, compañero Trigo, nosotros estamos aquí para resolver de una vez por todas el problema agrario, pero antes que nada haciéndole justicia al pueblo; aquí mismo, no muy afuera, sabremos quiénes son reaccionarios, quiénes son reaccionarios, quiénes piensan como los hombres que llevan la bandera del progreso en beneficio de la humanidad, y quienes están todavía conculcando la herencia de los hombres que pesan y pesan como una lápida secular y terrible sobre la energía y sobre la conciencia y la vitalidad de los mexicanos.
El C. Posada: Pido la palabra.
El C. Presidente: Tiene la palabra.
El C. Posada: En torno del debate de hoy, quiero suplicar encarecidamente a la presidencia se sirva ordenar se haga una impresión de la ponencia hecha por el compañero Fabila, de la Gran Comisión Agraria. Tengo conocimiento de que él hizo un reducidísimo número de ejemplares de esa ponencia, de su peculio particular; y con objeto de que todos conozcan a fondo el estudio hecho por él, ruego a la Presidencia ordene se imprima, a fin de que se reparta a todos. (Voces: ¡Muy bien!)
El C. Trigo Octavio M.: Pido la palabra. (Voces: ¡No! ¡No!) Se ha aludido; tengo el derecho de defensa ... (Voces ¡Que hable!)
El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Diputado Trigo.
El C. Trigo: Esto ya casi es bizantino, camaradas, algo así como lo que decía Carlos Darío Ojeda, una corrida de toros, con tardes buenas, y a veces con tardes malas. ¡Esta ha sido mi mala tarde! (Aplausos.) Ha sido ésta mi mala tarde!, pero quiero convertir, sino en buena, cuando menos utilizarla para puntualizar hechos y cosas.
Lamento que el compañero Ojeda se haya colocado en ese terreno resbaladizo en que, cuando uno comienza a resbalar, por mucho que tienda la mano no encuentra quien lo agarre. ¡Es tan difícil saber en México quién peca y quién no peca; quién ha sido leal y quién no; quién llamaba ayer amigo al amigo y hoy le tira el zarpazo y lo desgarra! (Aplausos.)
Yo no me resbalo nunca; me defiendo. Ruego a ustedes que me vean en tesitura de defensa, nada más. Se me ha aludido es una forma un poco molesta y falta de compañerismo.... (Murmullos.) ....Toleraré la broma en los pasillos, por pesada que sea es broma, de compañero a compañero; pero de tribuna a curul, cambia el aspecto: hay galerías, hay prensa, hay quien nos juzga de lejos. Por lo demás, creo que si vamos a establecer un juicio en parangón para saber quién es revolucionario y quién no es, ¡quién sabe quién salga más mal parado!
Vuelvo a decir que no quiero hacer esto personal, no quiero más que una sola cosa: Puntualizar que no se debe atacar a nadie, cuando estamos seguros de vivir en casa de espejos. Para tirar piedras al tejado ajeno, hay que ver que nuestro techo no es de vidrio. Nada más, señores diputados. Yo, tras de mí, no llevo sino una sola vida, vida de lealtades absolutas; yo salí de aquí para el destierro, para la persecución, por espacio de dos años. A los dos años vuelvo a este Congreso, pagué mi culpa de haberme equivocado, pero me equivoqué conscientemente: no llegaron a verme los demás de rodillas, me encontraron de pie en el monte. Yo les ruego que aquilatemos valores morales y que nunca llegamos a cosas de éstas. Yo creo que esto es algo que no deberíamos tocarlo en la Cámara, y si lo tocamos, tocarlo sin personalizar, porque esto es tan feo, tan amargo, hay tanto que debatir, que nos humillamos hasta aquí, compañeros.
Yo le ruego a Carlos Darío rectifique sus palabras, sus conceptos y se dé cuenta de que la idea no puede ser reaccionaria ni revolucionaria, la idea es idea nada más.
El C. Ojeda: ¿Me permite una aclaración el orador? Antes que nada, como revolucionario, como hombre de honor, estoy dispuesto a ese juicio porque los hombres que no tenemos malas acciones de que acusarnos y que cumplimos lealtad los postulados, por lo menos los principios que seguimos, mereceremos la censura en caso de que tengamos alguna nota en nuestra contra. Yo emplazo. al compañero Trigo, no juzgarlo a él puesto que vio que en mi discusión se tocaron términos generales para definir que la reacción existía, lo emplazo al compañero Trigo porque ha esbozado una acusación, y yo quiero que sea esta Cámara de Diputados, de hombres libres, en donde hay criterios hostiles también, la que dé su juicio. Yo estoy a la disposición del tribunal público, porque no puedo salir mal parado, pues en mi conciencia no
tengo ninguna mala acción, y menos en contra de la Revolución.
Quiero decir a Trigo que precisamente aclaré el punto, e indiqué lo que yo conceptuaba que era la reacción, y para no confundirlo ni mezclarlo en ese asunto, depuse en su honor lo que conozco acerca de sus antecedentes como revolucionario. Compañero Trigo, estoy a sus órdenes por si alguna acusación tuviere usted que hacerme.
El C. Trigo Octavio M: ¡Gracias! Yo acuso nada más cuando soy agente del Ministerio Público. Fuera de ese caso, no acuso jamás.
El C. Ojeda Carlos Darío: Entonces le suplico que me aclare si existe en sus palabras irónicas y malintencionadas, alguna alusión a mi persona.
El C. Trigo: No soy yo quien vaya a juzgar su actuación. Usted actuó en su Estado, como yo en el mío: que allá nos juzguen. No quiero personalizar. (Voces: ¡Moción de orden!) El atacado fui yo, no usted (Voces: ¡Moción de orden!) Yo me he defendido. El que ataca debe pensar en la reacción que produce el ataque... (Voces ¡Ya!) debe pensar que se va a colocar el atacado en un plan de defensa, de que puede resultar algo molesto para el acusador. Yo no lo acuso, ni siquiera me acordaba de usted... (Voces: ¡Ya! ¡Ya!) Quiero terminar este asunto enfadoso, molesto y enojoso ya.
El C. Secretario Pérez Gasga: Por disposición de la Presidencia se indica a las personas que no son diputados, que deben abandonar el salón y ocupar las tribunas.
El C. Trigo Octavio M: Quiero terminar con estas últimas palabras: Yo vine a esta Cámara con estas últimas palabras: Yo vine a esta Cámara, con el deseo de trabajar y contribuir con mi pequeña ayuda a realizar una obra útil; vine con mi grano de arena, pensando que íbamos a colaborar en algo que es positivamente de interés. No es cuestión de que yo piense en los atentados que Nicho decía, que casi casi me están preocupando tanto que esta noche me voy a ver obligado a protegerme en determinada forma. De manera que no se trata aquí, señores diputados, de que establezcamos un torneo de injurias, ni de cosas que le parezca. Aludí a Carlos Darío Ojeda, porque me aludió, sin darse cuenta del terreno resbaladizo que estaba pisando aquí. No quiero profundizar nada de Carlos Darío Ojeda; vino a de su distrito y que lo juzguen allá, no aquí; es allá donde debemos tener la fuerza, donde deben atacarnos y saber lo que somos, Si yo soy de Chihuahua y resulta que soy reaccionario, quiere decir que Chihuahua sería reaccionario. Si Veracruz ha claudicado y manda reaccionarios, allá Veracruz. Yo no tengo nada más que decir que lo siento mucho; de manera que entonces no hay ninguna alusión, sino el deseo de puntualizar hechos y cosas., Vamos a ver si somos revolucionarios o no y a hacer una ley positivamente revolucionaria. De una Ley Agraria buena que salga de aquí, se verá cómo debatimos aquí, cómo defendemos y luchamos en torno de ella y juzgará el pueblo si somos reaccionarios o revolucionarios. Vamos a ver cómo salgo yo, si reaccionario o revolucionario, os emplazo, Carlos Darío. (Aplausos.)
El C. Secretario Pérez Gasga: Por disposición de la Presidencia, se invita a las Diputaciones a que se sirvan decir desde luego, o durante el día de mañana, que manifiesta en las oficinas de la Secretaría si ratifican las designaciones de los miembros de la Gran Comisión Agraria, en el concepto de que lo hicieren, se tendrán como tales a las personas cuyos nombres se leyeron hace rato. Además, la Presidencia se permite invitar, con el carácter de urgente, a esos representantes, miembros de la Gran Comisión Agraria, para que el lunes, a las diez de la mañana, se reúnan en este local a efecto de iniciar el estudio correspondiente y poder dar cumplimiento al acuerdo de Asamblea.
El C. Presidente (a las 20.24): Se levanta la sesión se cita el lunes, a las dieciséis horas.
TAQUIGRAFÍA PARLAMENTARIA Y "DIARIO DE LOS DEBATES"
El Director, Jefe de la Oficina JOAQUÍN Z. VALADEZ.