Legislatura XXXVIII - Año I - Período Ordinario - Fecha 19401012 - Número de Diario 21

(L38A1P1oN021F19401012.xml)Núm. Diario:21

ENCABEZADO

MÉXICO, D. F., SÁBADO 12 DE OCTUBRE DE 1940

DIARIO DE LOS DEBATES

DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS

DEL CONGRESO DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS

Registrado como artículo de 2a. clase en la Administración Local de Correos el 21 de septiembre de 1921.

AÑO I.- PERIODO ORDINARIO XXXVIII LEGISLATURA TOMO I.- NUMERO 21

SESIÓN SOLEMNE

DE

CONGRESO GENERAL

EFECTUADA EL DÍA 12 DE OCTUBRE DE 1940

SUMARIO

1.- Se abre la sesión.

2.- Hacen uso de la palabra los ciudadanos Diputados Antonio Betancourt Pérez, José Hernández Mota, Rafael Cárdenas R., Daniel Tenorio, Senador Fernando Magro Soto, e Ingeniero Eduardo Hay, Secretario de Relaciones Exteriores. Se lee y aprueba el acta de la presente sesión, levantándose ésta.

DEBATE

Presidencia del

C. ERNESTO GALLARDO S.

(Asistencia de 125 ciudadanos diputados y 40 ciudadanos senadores).

El C. Presidente (a las 12.25): Se abre la sesión de Congreso General.

- El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Diputado Antonio Betancourt Pérez.

El C. Betancourt Pérez Antonio: Señores:

Estamos reunidos para un acto que no puede ni debe tener significación puramente personal, sino que debe entenderse en su más limpia y honda significación: hemos venido a rendir un homenaje a Lázaro Cárdenas, para patentizarle la estimación que el país tiene entro otros muchos, por uno de los renglones que su Administración deja como valiosa herencia a los hombres de México: su política de rehabilitación de los indígenas.

Por tal motivo, la Representación Nacional es como nunca la voz de un pueblo, el sentir unánime de la Nación y, quizás por primera vez el alma de los indios hable en español para agradecer lo que un gobernante hizo por ellos, en cumplimiento estricto de un deber olvidado por tantos años.

Y tal testimonio de gratitud, del que toca en suerte a la XXXVIII Legislatura ser portavoz, debe tener toda la solemnidad se ligan al porvenir de seis millones de mexicanos que empujados por la avaricia y la barbarie de blancos y mestizos viven en lo más remontado, estéril y pobre del país, debatiéndose en su aislamiento y su miseria, sufriendo vejaciones e injusticias, pero apegados a la tierra que los vio nacer, como la propia vegetación de sus desiertos; silenciosos y desconfiados alientan en las profundidades de su espíritu una fe: la de que ha de llegar el tiempo anunciado por muchas de sus cosmogonías, en que sean dueños de sus tierras, libres y fuertes, entregados al trabajo para vivir en la "gran familia" y agradar a sus mayores que en la sangre les heredaron una noble ambición de superarse.

Este recinto parlamentario, que ha sido palestra para lograr reinvidicaciones de campesinos y obreros, hoy es gigantesca tribuna desde donde cincuenta dialectos, conjugados en un solo verbo por la fuerza de una misma emoción, vienen a rendir tributo al hombre que sintió las miserias del indio, que comprendió sus problemas y que puso la fuerza y los recursos del Estado a su servicio: Lázaro Cárdenas.

En la generosa obra realizada por el hombre que en breve entregará el poder, después de haber cumplido con los graves compromisos que entraña, no es sin duda alguna la obra indigenista la única digna de aplauso. Pero el olvido en que se tenía a seis millones de indios y la necesidad de que en la conciencia nacional por ningún motivo pasen a segundo plano los problemas que los aquejan, justifica de sobra que desglosemos de la fecunda obra cardenista este renglón, para hacerlo objeto de un honroso y merecido tributo de admiración.

No hemos de entrar aquí en consideraciones históricas que nos expliquen la situación que en la vida contemporánea guardan los núcleos indígenas de México; nos basta el testimonio de propios y extraños sobre las condiciones de esa vida, que sin más razón que la fuerza de otros núcleos ha permanecido postergada y forma el último peldaño en las jerarquías sociales de México.

Tales condiciones hacen exclamar a Lázaro Cárdenas, Candidato a la Presidencia, durante su jira de propaganda, los siguientes conceptos: "Aún van nuestros indios por los campos polvorientos,

semidesnudos, con la mente cubierta de sombras; aún son carne de explotación y de dolor". "El recorrido por las Entidades ocupadas por considerables núcleos de indígenas deja la penosa impresión de que la raza de nuestros mayores continúa subyugada por la miseria, el fanatismo y el vicio; y que, a pesar del grado de retraso de los aborígenes, conservan éstos la estoica voluntad de sus antepasados y tienen latentes sus ansias de liberación". "Es una deuda sagrada para la Revolución recordar el contingente de sangre que los indígenas, como los criollos y los mestizos, han aportado para el triunfo de la causa".

Y de esas condiciones comprendidas íntegramente por la sensibilidad de un hombre identificado con su pueblo, nace la promesa espontánea de Cárdenas candidato: "La Revolución quiere que se encuentren formas claras y precisas para resolver el problema de los indígenas, atendiendo no sólo a su educación, sino con especialidad a su liberación económica". "....considero de vital importancia el funcionamiento dentro del Poder Público de un organismo de gestión de Asuntos Sociales y de Economía Indígena, que controle técnicamente las actividades de los aborígenes, encauzándolos por los rumbos ideológicos que señala la Revolución." "Hemos visto.... cómo todo el esfuerzo de los aborígenes no les rinde el provecho necesario, no ya para cubrir sus carnes desnudas, pero ni siquiera para alimentarse regularmente". "Seguiremos empeñados en que los pueblos indígenas alcancen un mejoramiento efectivo en el orden económico y educacional a fin de que disfruten de las riquezas naturales que en tan gran escala existen en este país, que es suyo".

Y si conceptos tan claros y promesas tan generosas de un candidato presidencial, merecían el más cálido elogio, la aplicación de esos principios y el cumplimiento de tales promesas ha conmovido hondamente la conciencia nacional y ha ganado para Lázaro Cárdenas un destacado lugar en nuestra historia.

A través de seis años extraordinariamente preñados de problemas y vicisitudes, cuando la mano recia y firme del estadista a golpes de mazo va quebrantando resistencias que parecían insuperables, Cárdenas no olvida a los indios y se empeña afanoso en cumplir las promesas que hizo como candidato. Tiene tiempo entonces este infatigable trabajador, de dar perfiles más precisos a su doctrina indigenista en términos tan justos, tan humanos, tan elevados, que su voz resuena en todo el continente. Habla primero de que "la incorporación del indio a nuestra civilización debe hacerse no como un acto de caridad, sino de justicia" y este principio fecunde en consecuencia, coloca de un solo golpe en plano de igualdad con blancos y mestizos a todos los grupos aborígenes de México.

A partir de entonces ya no son pordioseros a quienes el Poder Público arroja un mendrugo de los que sobran en el festín de los no indígenas; ya no es la actividad de apostólica protección, ni el gesto caritativo, ni tampoco la idealización demagógica más o menos romántica, lo que caracteriza la labor oficial: ésta se anima por un aliento de justicia social, por un concepto de igualdad humana, por un profundo sentido de nacionalidad. La obra indigenista de Cárdenas Presidente comienza por un cambio completo en la trayectoria que hasta su arribo al Poder había seguido la política indigenista. Como en muchos otros aspectos, en materia indigenista Cárdenas es un reformador.

En ocasión solemne declara enfáticamente que "las masas indígenas de América tienen derecho a pedir el reconocimiento de su personalidad social, porque constituyen contingentes humanos con primacía en la historia". En estas palabras que pueden ser lema en la bandera de las reivindicaciones indígenas de todo el Contiene, Cárdenas da expresión al sentir de 30 millones de indios de América. Y no es un terreno puramente lírico en que él sitúa el problema, pues precisamente con honda visión que "en tanto que existan contingentes humanos desposeídos de las tierras de sus mayores, de sus derechos de hombres y de ciudadanos y se les siga tratando como bestias y como máquinas, no puede considerarse que la igualdad y la justicia imperen en América."

A los eternos detractores del indio, que lo consideran como elemento de una raza inferior, como incapaz de alcanzar individual y colectivamente los más altos planos de la civilización, el Presidente de México les contesta con plena justicia estas palabras que destruyen todo prejuicio y que son una afrenta para quienes a través de los siglos han esclavizado al indio: "No ha sido por la incapacidad orgánica ni por fatalismo irremediable, por lo que en el curso de los siglos muchos núcleos indígenas se conservan aislados en las montañas y en las regiones costeras desbastadas por las enfermedades tropicales. La causa del aislamiento y de la depresión económica fueron las condiciones geográficas y los sistemas políticos que crearon regímenes de opresión." "Se quiso hacer del indio un menor de edad, con la fórmula protectora de las encomiendas se encubre la crueldad efectiva de la servidumbre. La ciudadanía democrática creyó asegurar la redención de los siervos otorgándoles los derechos de voto y de propiedad individual, pero los excesos del capitalismo crearon el peonaje, el latifundio y la dictadura. Ahora queremos encontrar la forma de la emancipación efectiva, de la supresión de los privilegios injustos y artificiales."

El pensamiento cardenista va sin temores al fondo mismo de los problemas y con palabra serena y justa derrumba prejuicios y exhibe situaciones reales, irrefutables, evidentes; así afirma que "no es exacto que el indígena sea refractario a su mejoramiento ni indiferente al progreso. Si frecuentemente no exterioriza su alegría ni su pena, ocultando como una esfinge el secreto de sus emociones, es que está acostumbrado al olvido en que se le ha tenido; cultiva campos que no compensan sus esfuerzos; mueve telares que no lo visten; construye obras que no mejoran sus condiciones de vida; derroca dictaduras para que nuevos explotadores se sucedan y, como para él sólo es realidad la miseria y la opresión, asume una actitud de aparente, indiferente y de justificada desconfianza. Pero cuando una política perseverante ha logrado borrar el abismo de incompresiones y ha podido

inspirarles confianza y cuando lleguen a tener la convicción de que las autoridades ejercen el Poder como medio para su liberación, entonces corresponderán con entusiasmo, con tenacidad y lealtad inquebrantable." En estas últimas palabras está presente la enorme fe que este hombre tiene en los destinos de los suyos, de los hombres de su pátria, sin distingos de color ni de idioma; fe que le da perfiles de un varón arrancado de las páginas de la leyenda y que ha servido para que a su conjuro nuestro México desborde todas sus energías, todos sus afanes de superación y todas sus legítimas ambiciones para lograr un progreso que permita el bienestar de todos y asegure una pátria respetada y fuerte.

A riesgo de abusar en esta glosa de la cita constante del pensamiento cardenista, séanos permitido todavía recordar los términos en que se plantea la resolución práctica de los problemas indígenas de México.

La idea central de toda labor indigenista, su sentido profundo están magistralmente expuesto en estas palabras pronunciadas con motivo del Primer Congreso Indigenista Interamericano: "La fórmula de incorporar al indio a la civilización tiene todavía restos de los viejos sistemas que trataban de ocultar la desigualdad de hecho, porque esa incorporación se ha extendido generalmente como propósito de desindianizar y de extranjerizar, es decir, de acabar con la cultura primitiva: desarraigar los dialectos regionales, las tradiciones, las costumbres y hasta los sentimiento profundos del hombre apegado a su tierra. Por otra parte, ya nadie pretende una resurrección de los sistemas indígenas precortesianos o el estancamiento incompatible con las corrientes de vida actual. Lo que se debe sostener es la incorporación de la cultura universal al indio, es decir, el desarrollo pleno de todas las potencias y facultades naturales de la raza, el mejoramiento de sus condiciones de vida agregando a sus recursos de subsistencia y de trabajo todos los implementos de la técnica, de la ciencia y del arte universales, pero siempre sobre la base de la personalidad racial y el respeto de su conciencia y de su entidad. El programa de emancipación del indio es en esencia el de la emancipación del proletario de cualquier país, pero sin olvidar las condiciones especiales de su clima, de sus antecedentes y de sus necesidades reales y palpitantes."

Y en esa misma memorable ocasión fueron señalados los caminos concretos para realizar tan gran tarea:

"México tiene entre sus primeras exigencias, la atención del problema indígena y, al efecto, el plan a desarrollar comprende la intensificación de las tareas emprendidas para la restitución o dotación de sus tierras, bosques y aguas, crédito y maquinaria para los cultivos; obras de irrigación; lucha contra las enfermedades endémicas y las condiciones de insalubridad; combate a los vicios, principalmente de la embriaguez; impulso a los deportes; fomento de las industrias nativas; acción educativa extendida a los adultos en una cruzada de alfabetización, de conocimientos básicos para mejorar los rudimentarios sistemas de producción y por medio de las escuelas rurales, internados y misiones culturales se esfuerza el Magisterio por elevar las condiciones del ambiente indígena, despertándoseles confianza y enseñándoseles el camino para satisfacer sus nuevas necesidades, a la vez que sus derechos y responsabilidades para entrar en la comunidad nacional con todos los atributos de factores que contribuyen a su progreso económico y a su composición democrática". La política indigenista de Cárdenas, puede, esquemáticamente, caracterizarse por tres postulados fundamentales:

1. El reconocimiento de los derechos que asisten al indio como ser humano, como ciudadano y como trabajador, destruyendo los falsos conceptos de su inferioridad y su protección por un mero sentido caritativo o por considerarlo menor de edad.

2. La "incorporación de la cultura universal al indio", entendiéndola como la serie de medidas que permitan a los aborígenes su pleno desarrollo y la adquisición de la ciencia, la técnica y el arte universales, "sobre las bases de personalidad racial y el respeto de su conciencia y de su entidad."

3. La realización de esa incorporación por el camino de la rehabilitación económica de los indígenas (restitución y dotación de tierras, bosques y aguas; crédito y maquinaria para los cultivos; obras de irrigación; fomento de industrias nativas; apertura de caminos, etc.) y por su conveniente preparación cultural dentro de la cual tengan lugar preferente el combate de vicios, el fomento del deporte, la adquisición de conocimientos técnicos y de una cultura general que los ponga en plano de igualdad con mestizos y blancos, pero fundada sobre las innatas cualidades del indígena y sus costumbres y tradiciones de valor positivo.

Esta manera de enfocar los problemas de los grupos aborígenes de México, lleva un sello de plena justicia y tiene un alcance histórico que le garantiza su supervivencia mientras dichos problemas no sean íntegramente resueltos.

Cárdenas, hombre de acción, no podía circunscribir su tarea de gobernante frente a las masas indígenas del país, a una mera postura de teorizante que planteara en abstracto la solución de sus problemas; lógicamente su temperamento y su manera de concebir el mundo, habían de llevarlo y lo llevaron a una actuación definida y categórica dentro del marco de los problemas indios.

Como lo había pregonado el candidato, Cárdenas Presidente establece un Departamento dentro de su Administración, especialmente consagrado a la atención de los problemas indígenas. De 1936 a 1940 invierte una cantidad muy cerca a diez millones de pesos en los servicios que este Departamento atiende y que fundamentalmente se encaminan a asesorar y defender a los indígenas mediante las Procuradurías a organizarlos en forma cooperativa estableciendo por todos los medios su economía general, y a impulsar su educación por medio de las Escuelas Vocacionales de Agricultura para Indígenas. Y es así, como en todos los ámbitos del país, los indígenas encuentran a un representante del Poder Público especialmente destinado a hacer su defensa legal, a asesorarlos en sus peticiones de tierras y aguas y a organizarlos para la mejor explotación de sus recursos y para el

abaratamiento en el costo de la vida; 29 escuelas con un propósito de superación técnica, se abren a los indígenas de todas las razas, que en ellas nutren su cuerpo y fortalecen su espíritu, para volver a sus comunidades no sólo a disfrutar de los beneficios que una mejor preparación les depara, sino servir a su raza señalándole caminos de redención.

Pero la acción indigenista de Lázaro Cárdenas no sólo se manifiesta a través del Departamento de Asuntos Indigenistas, el Departamento Agrario, los Bancos de Crédito Ejidal y Agrícola, la Comisión de Irrigación, Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas, el Departamento de Salubridad, la Secretaría de Educación Pública, el Departamento del Trabajo, podía decirse, en una palabra, que su Administración entera, pone especial énfasis en resolver los problemas de los núcleos indígenas; caminos y escuelas, obras de irrigación y dotación de aguas potables, combate contra las epidemias y las enfermedades, mejoramiento de los cultivos y de los ganados, la vida entera de los indios de México en sus aspectos materiales y culturales es atendida con un entusiasmo fervoroso que no tiene paralelo en la Historia de México.

Se diría que, a la acción dinámica y vigorosa de este hombre, las razas indígenas resurgen potentemente dándole a nuestra pátria una nueva fuente de riqueza y de civismo.

"México cuenta entre sus más preciadas conquistas la muy valiosa de haber logrado despertar en la población indígena un verdadero sentido de superación". Ya la vieja apatía y la indolencia proverbial del indio, van siendo cosas de un pasado legendario; lo mismo el yaqui que el tarahumara, lo mismo el otomí que el totonaca y el chamula y el maya, todos los indios de México se yerguen majestuosamente para reclamar sus derechos y entregan brazos y cerebro y corazón para construir por sí mismos una pátria más libre, mejor preparada, más justa y humana, que aquella que perdieron sus ancestros al ser vencidos por los "hijos del sol".

Hemos llegado, por la voluntad creadora, la sensibilidad extraordinaria y el sincero espíritu patriótico de Lázaro Cárdenas, a un momento en que el proceso de integración nacional, suspendido en ciertos aspectos durante largos años, se reanuda. La pátria cuenta con seis millones más de hijos, que no son cifras en la estadística ni lastre de la nacionalidad, como los llamaron los dictadores; seis millones de indios dueños de un poderoso caudal de fuerza física y energía mental que, sin duda alguna, van a dar valiosa contribución al país y rasgos característicos a nuestra cultura, porque todavía hay en ellos un sentido humano profundo que pone el bienestar colectivo, la felicidad de los hombres, la fraternidad, sobre los intereses desorbitados de unos cuantos hambrientos de oro y de poder. América no ha dado aún un mensaje auténtico de contribución a la cultura universal y dentro de ella México está en camino de lograrlo; ese mensaje, cualquiera que sea el idioma que lo exprese, ha de tener acentos y resonancias de voces indígenas, ha de traducir todo el obscuro e inexplorado mundo del alma india, que como sus montañas y sus bosques, sus valles y sus ríos, tiene un sello propio y grandes fines para cumplir en el futuro del mundo.

Un ejército de hombres que a veces no hablan nuestro idioma, pero que siente nuestra misma emoción porque hunde las raíces de su pasado en la misma tierra donde nosotros nacimos, se ha puesto en marcha y va con paso firme al encuentro de los destinos de México, ligados ya indisolublemente, por sentirse respetados en la justicia que les asiste y tratados en el plano de igualdad que merecen, a los mestizos y blancos de México. Y este ensanchamiento de la pátria, que nos asegura la realización de las legítimas ambiciones nacionales, se hizo realidad al conjuro de la palabra profética y de la acción generosa de Lázaro Cárdenas.

No podrán ya volver al olvido los indios de México: han sido despertados de su sueño de siglos y hay en su sangre la inquietud por redimirse y superarse; clavada en su mente la idea de que su origen no es un anatema y que son hijos de México cualquiera que sea el idioma que hablen y el rincón de la Pátria en que vivan. Ellos serán en el futuro tesonera exigencia para que se les conceda todo lo que un mexicano tiene derecho a recibir, y serán también esfuerzo incansable para contribuir a la grandeza del país.

El conocimiento de la realidad mexicana, el espíritu justo, la ponderación y el hondo anhelo de servir a la Pátria que en el sucesor de Cárdenas concurren, aseguran la continuidad de la política indigenista seguida hasta hoy y son garantías para los indios de todo el país, que tendrán, cuando Cárdenas se haya retirado del poder, un amigo, un defensor, un decidido luchador de su causa en Manuel Ávila Camacho.

Esta fecha consagrada a la Raza, cuya celebración tantas veces se equivocó, toma hoy su verdadero sentido en este homenaje que no sólo es la exaltación de un hombre probo y justo, sino que fundamentalmente es la celebración de un rito por el renacimiento de las razas indias de México.

Por eso en este recinto están, no sólo los representantes constitucionales de México, no sólo los representantes de los pueblos hermanos del Continente y las Delegaciones de los núcleos indígenas del país; está también presente la tradición de México; la tradición de Cuauhtémoc, y Nachi - Cocom, la de Fray Bartolomé de las Casas y del Padre Velázquez, está presente la heroicidad de los caudillos indígenas jefes de la insurrección maya de 1847; está presente la grandiosidad del indio Juárez, el martirio de los yanquis perseguidos por la dictadura y está presente Felipe Carrillo Puerto diciéndonos aún "no olvidéis a mis indios". En una palabra, está presente todo lo que en nuestra Historia ha contribuido a forjar una verdadera Pátria de todos los mexicanos sin distinciones raciales.

Indios de hoy y de ayer, mexicanos de todas las regiones de la Pátria, de todos los credos y de todos los matices políticos, unamos en una gigantesca sinfonía nuestras voces y el latido de nuestros corazones, como una llamada de honor para quien supo ser soldado, ciudadano y gobernante, y ha de pasar a la historia con el inapreciable título de

Benemérito de los Indios de México: Lázaro Cárdenas. (Aplausos).

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. José Hernández Mota.

- El C. Hernández Mota:

Señores diputados y señores senadores:

"La incorporación del indio a la civilización moderna debe hacerse, no como un acto de caridad, sino de justicia".

Este brillante concepto, este pensamiento de Lázaro Cárdenas, que encierra toda una doctrina, no ha sido simplemente una idea, ha sido positivamente uno de los actos más trascendentales realizados por el Presidente más grande que la Revolución Mexicana ha dado a la pátria.

Si no fuera por otros muchos motivos, por otros muchos actos de Gobierno realizados por este hombre, bastaría ese sólo para consagrarlo como un gran Presidente.

Lázaro Cárdenas pasará a la posterioridad como el "Apóstol del Indio", porque apostolado y no otra cosa han sido sus peregrinaciones por todos los confines de la Pátria desde que fuera candidato a la Presidencia de la república.

Cárdenas rompió con el caduco pasado lleno de injusticias, lleno de prejuicios, lleno de falsedades, lleno de ignominias, y, valientemente fue hasta el pueblo, fue hasta el indio, sabedor de que el indio no podía ir hasta él.

Cárdenas sabe que es una gran mentira que el indio sea incapaz de desenvolverse, de evolucionar: sabe que ello es mentira, porque personalmente ha palpado, ha convivido las miserias de esas gentes, que por siglos han soportado un oprobioso sistema de vasallaje, que se les ha negado el derecho de pensar, que se les ha explotado como a bestias de carga, y que sin embargo palpita en ellas un grande anhelo de renovación, de mejoramiento en todos los órdenes.

Fue así que, con un profundo sentido de lo que significa el indio para México, creó el Departamento de Asuntos Indígenas, el cual se ha encargado atravéz de sus internados, a travez de sus procuradurias, no sólo de estudiar sus problemas de carácter económico, social o educacional y resolverlos dentro de las posibilidades presupuestales, sino que, desbaratando, destruyendo el complejo de inferioridad de cuatro siglos de vasallaje ignominioso crearon en él, ha llevado a su consciencia esta idea eminentemente revolucionaria "que el indio vale tanto como valen los demás hombres de los diversos sectores sociales de México".

No ignoramos que el problema del indio en México presente caracteres absolutamente complejos y que seguramente no podrá resolverse en varios sexénios; no ignoramos que en muchas zonas del país todavía impera la miseria entre esas humildes gentes: no ignoramos que en zonas del país el indio todavía lleva una vida llena de dolores y sufrimientos; no ignoramos que es de interés nacional el mejoramiento de nuestros indios en todos los órdenes, porque mientras tal cosa no se logre, será una enorme población al margen del progreso, constituyendo un factor de estancamiento en el proceso evolutivo del país; pero no ignoramos tampoco que, debido fundamentalmente a Lázaro Cárdenas, el indio cree en su redención y espera confiado que los hombres de la Revolución que en el futuro gobiernen a nuestra nación, continuarán la justiciera obra de nuestro actual Presidente.

Habiéndome tocado en suerte prestar mis modestos servicios como Procurador del Departamento de Asuntos Indígenas, en nombre de mis compañeros de ese departamento, en nombre de la Confederación Nacional Campesina a la que me honro en pertenecer y cuya organización dirige el profesor Graciano Sánchez, primer Titular que fue de esa Dependencia que iniciara esta magna obra, y asimismo en nombre de mis compañeros diputados del Sector Campesino que integramos esta XXXVIII Legislatura, ofrezco estas sencillas palabras en homenaje al Presidente Lázaro Cárdenas, por su obra eminentemente patriótica en favor del Indio de México. (Aplausos).

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Diputado Rafael Cárdenas.

El C. Cárdenas R. Rafael: Señores senadores, señores diputados: cuatrocientos cuarenta y ocho años hace que un portugués pisó tierra mexicana; ese genio genovés llamado Cristóbal Colón, inició una aventura, si así puede llamarse, buscando el camino más corto para llegar a las indias orientales; a este genio genovés le fue financiado su viaje por la Reina Isabel; lo acompañaron en su travesía un número considerable de presidiarios; pero él, ansioso de dar a su pátria una nueva ruta para poder simplificar o costeabilizar el comercio, se lanzó a la mar. Tres meses y días tenía de navegar hacia el Occidente, tres meses y días suficientes para agotar las provisiones con que se había abastecido, y ya en una situación de agitación provocada por la tripulación que eran los componentes a que me he referido, pudieron distinguir las lucecillas de una isla, entonces denominada Guanamí, hoy San Salvador; la calma y la tranquilidad vino a renacer en aquellos aventureros, exceptuando el genio que se llamaba Colón, y desembarcaron en América, iniciándose, a partir de esa fecha que hoy conmemoramos, una fusión de razas, una fusión de razas y un cambio comercial con el viejo mundo. Poco tiempo después un aventurero, un hombre que se llamó Hernán Cortés, creo no equivocarme, burló la Compañía de Don Diego de Velázquez y partió de la Habana haciéndose a la mar, y pocos días después lo veíamos en nuestra pátria. Aquel hombre, junto con los que lo acompañaban, llevó a su tierra la información de que la nuestra ofrecía grandes perspectivas porque era rica en todos sus aspectos. Nuestra población, habitada por una raza de hombres calificados por estos que vinieron, como indígenas, por el hecho de que creyeron haber descubierto la India a su llegada y por cuyo motivo les dieron el nombre de indios a los que encontraron, fueron a su país - y despertaron la codicia entre muchas aventureros que vinieron y pisotearon la dignidad del pueblo nuestro, acabando casi hasta el extremo con aquella raza de hombre altivos, con aquellas raza de hombres fuertes, de hombres dignos, convirtiéndolos a la larga en parias y esclavos.

Nuestra población, porque ésta es nuestra población, los pocos que quedaron, necesariamente se batieron con los que vinieron y podemos recordar que supieron derramar su sangre y supieron llegar al sacrificio. Ahí tenemos a uno entre otros muchos, a un Cuauhtémoc, que sufrió todos los tormentos que se le aplicaron, deseoso el aventurero de poder hacerle confesar dónde estaban los tesoros de la tribu; y como ese, muchos. A partir de esa fecha la población indígena se vio constantemente perseguida por los que vinieron a buscar el oro que con facilidad sacaban de las entrañas de nuestro suelo.

No se niega que en el transcurso de los años ha habido hombres que conociendo las injusticias, que conociendo los sacrificios a que se ha sujetado a lo que nosotros podemos seguir llamando el indio, pero conociendo cuál fue el origen de su calificativo, han querido sólo explorar día tras día las energías de esos hombres que sólo un Vasco de Quiroga, en forma efectiva, ha sido amigo de los que sufrieron, amigo de los esclavos, de los criollos y de los mestizos. Un Vasco de Quiroga, un Fray Bartolomé de las Casas, que brindan al indio su amistad y su bondad, y un Lázaro Cárdenas que importándole muy poco el tener que caminar por veredas y llanuras, corre en pos del indio a sentir su queja, oír cuáles son sus problemas y a interpretar sus ambiciones. Necesariamente que los enemigos del indio, los que pueden justificarse como descendientes de los aventureros, critican la labor de un hombre que va tras el pueblo aquél que, por muchos años, vuelvo a repetirlo, sólo ha sido el esclavo de los aventureros.

Lázaro Cárdenas, en su período de seis años, recorrió la República entera, pero no la recorrió deseoso de poderse engolosinar en banquetes y de engolosinar también sus ideas con elogios. Testimonio de esto lo da el Sector Obrero de la Cámara de Diputados que representa la Confederación de Trabajadores de México; satisfecho está el Sector Obrero de esa labor que Lázaro Cárdenas en su período de seis años llevó adelante. El Sector Obrero de la Cámara, así como elogia la labor de un Vasco de Quiroga, así como elogia la labor de un Lázaro Cárdenas, tiene fe ciega en la labor de un Manuel Ávila Camacho. (Aplausos).

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Diputado Daniel Tenorio.

El C. Secretario Sarrelangue López Alfredo S.: Señores senadores y diputados: El compañero Tenorio hará uso de la palabra en azteca y lo traducirá al español.

El C. Tenorio Daniel: Señores Senadores, señores diputados, pueblo: Voy a hablar en el idioma de los indígenas, para traducirlo después al castellano.

Ye quichihua nahuitzontli pan cempoalli huan matlactli xihuilt oacico chipuahuac tlaca. Altepeme Azteca, ohuetz in tozqui, cuicaque in nenepil nozo in tlahtol, ihtic cuactlame huan, atlacme oqui tzacuaton pan. Tepozcuaxtlahpixcalli acmo colini icamac. Ipampa tic-ihtta macehualli motzincototzohua cemihcac zan tlacactiez. Amo mo zizinia, nian mo tepequetza ihcuac qui ixtlapohua aqui quimaca íman, huan quinénñemitía, amo, Cemihcac quilatía yolcoco, quilnamique in yehuacauh nemiliztli icoltzitzihuan. Ca iyeyzo Cuauhtémoc huan ixayo Cortés, yotic chichihque ce yancuic tlalnantli tehhuántin mexihcatlacah, huan ticte huiquilía pan in tonalli tlazohcamachiliztli tlacatecatl Lázaro Cárdenas ica ichihualiz impampa macehualti. In macehualli quinequi tlamelahuacachihualiztli huan ce cualli nemiliztli pampa qui chiuhtica huey tenechicoltin ipan cececnitlaca, huan quichixticate melauhtica tlacame man quintencaquica pampa yehhuantin noihqui tlacah cate; quipía nochíntin cualnemiliznezcáyome quemeh occequintin tlacah, amo quichihuilía tlen yextli cuica. Zan tlen opanoc nican, ihcuac muchantico caxtilantlacah, amo man cualanica, yece inon melactic huehuetlahtolli, caoquitlatía ica ce ahuilxáyacac tlapelehuilli in tzintla tecuhtin in yaoquizca, mochi iyelcicihuiz macehualti ihcuac oquinmailpique.

Axcan ticpía ce teyacanqui, ce teyacanqui ca moyolpehpe canic onenemito pan intlahuame huan ye quiihttato toliniliztli tetechpa nochíntin mace huáltin, quemeh tetechpa nochíntin toteachcáhuan ca quichihuah in tlalnantli. Lázaro Cárdenas ochántic in macehualaltepeme huan oquitlahuac tlaxcalli, oquitlanqui ica inchipinaixcuauh huan itzintla tlanextonalli. Lázaro Cárdenas ce yuhquiyotl nemiz ihtic tohuehuetlahtol, huan Lázaro Cárdenas noihqui quichihua yeiyuhcáyotl ica Vascutzin Quiroga ihuan Fray Bertolométzin de las Casas.

Macehuáltín noihqui quipía nenequilíztin ininhtic tlatlaniliztin ca yoquimat quixitía teyacanqui tetech Cárdenas, ca ce altepetlazohtlalteyacanqui, pampa yoquixiti in macehuáltin ce nenequíliz inic mixtlapozque huan quiittazque tlanextli, huan yoquixiti inequiliz caloquizque in tlamatiliztli.

In macehualli amo tzinquiza ixcua in tlamatiliztli, pampa moihtta mocolochoa huan motoloa, yece cemihcac quimomati yoquilcahqueh huan ipampa quipía itentzácua, ihtic inon yuhquiyotl, nochintín innequilizhuan, huan Lázaro Cárdenas qui nexti pan in yolo mexica huan macehualme inyolnequiliz, yénica quenyí quimaca tepitzi yulaliztli huan macehualli mehua tequití huan tla chihua, quinmacuqui calltemachtiquime campa mo chilmas tlanextli in pampa in pilhua.

Axca, cualli, ogquino tleca yehuanti macehualme quin tlapoticate úme, mácúctícate nemachtiloya nochinti qui tecaqui, tla azitihue campa chanti calmotochhuilanapopoca, ahcis tlacatl ixtlamaqui cuiquilizque tlanextli, huan tehuanti in macehualti tic in milia in tlaca cate tlagpac, queme aqui quin ilhuía zitlalme, xitemuca huan xitechtlahuilica tehuanté cemicac tum tzincututzuticate huan ti tlacúlle.

Yu quichiu hueliliztli te iyttatiuh Cárdenas, axcatu, qui chihua ce zontle pan zempoalli huan matlactli xihuitl, amu caquiztic pan tlalnantli mexica, pan mahuizticalltlalnantli tozquill azteca, axaman caquizti. Yetlayacnani nemiliztlaca, yhuan uqui matque icxitoca otli tecagque amaicuilloni moyol pépe Lázaro Cárdenas pantlanemizcuallitlacame yhuan yacanani no altepemiac mic tlazocamachilia tleca tech macac, hueliliztli in macehualme atic itucu! Lázaro Cárdenas, masahualti mitz tlazocamachilia.

Axa, nite ceixnahuatía tehual altepetl, huan tlatohanime, tecultlatome huan Tepanquizalisme.

Nic tlazocamati ni nequiliztli tech macaque, in intlapachtlaza yextli, cemicac quicagque, ypan no tozquimitz tlazo camachilia.

Traducción: Hace cuatrocientos treinta años, cuando llegaron los españoles al pueblo de los aztecas, el habla de éstos se enmudeció, se llevaron su lengua a los bosques y a las barrancas a encerrar en un cofre de mutismo; por eso vemos al indio siempre humilde, siempre callado, no reacio al progreso, no, sino siempre guardando ese dolor y recordando las glorias de sus antepasados. Con la sangre de Cuauhtémoc y el llanto de Cortés, hemos formado una Pátria nueva nosotros los mexicanos, y debemos en este día demostrarle nuestra gratitud al General Cárdenas por su obra indigenista. (Aplausos).

El indio tiene derecho de aspirar a la justicia social, porque también forma grandes grupos dentro del conglomerado nacional y está esperando precisamente a los hombres que entiendan que, también son individuos y tienen todas las características de todos los individuos sin diferencia de raza. Únicamente lo que ha sucedido aquí es que la Colonia, sin que se ofenda, pero es una verdad histórica, ocultó con un disfraz de protección bajo las encomiendas, toda la esclavitud a que fue sujeta la raza indígena. (Aplausos). Pero ahora que tenemos un Gobierno, un Gobierno que se ha inspirado en sus viajes por las campiñas y ha palpado las necesidades de los conglomerado indígenas y de todos los sectores que forman el país, Lázaro Cárdenas ha convivido con los indígenas y ha tomado un pedazo de pan conquistado bajo los rayos del sol y por el sudor de su frente; Lázaro Cárdenas es una figura también histórica, y Lázaro Cárdenas también forma la trilogía junto con Vasco de Quiroga y Bartolomé de las Casas. (Aplausos). Los indígenas también tienen aspiraciones, dentro de las conquistas que ha sabido despertar el Gobierno de Cárdenas, que es un Gobierno popular porque ha despertado en los indígenas un deseo de superación, ha despertado un anhelo de incorporarse a la civilización. El indio no es refractario a la civilización, porque se le vea encogido y humilde, pero es que está acostumbrado a ser olvidado y por eso guarda en ese mutismo, en esa esfinge, todas sus ansias y todos sus anhelos Lázaro Cárdenas descubrió en el alma del mexicano y del indio sus deseos, y he aquí que apenas le da un momento de oportunidad y el indígena se levanta haciendo escuelas donde se hará la luz de sus hijos. Pues bien, he aquí por qué los mismos indígenas están haciendo sus carreteras, levantando sus escuelas, porque ellos mismos comprenden que llegando ahí los vehículos de transportes, los hombres más instruidos les tienen que llevar luces y nosotros los indígenas decimos a los hombres que están arriba, como quien dice las estrellas, bajen las estrellas a alumbrar a los humildes. (Aplausos).

Han hecho posible esos viajes de Cárdenas, que en estos momentos, 430 años en que no se escuchó en la República Mexicana y en este recinto nacional a la voz de un azteca, hoy se escuche. Los gobiernos de los Estados, también han seguido la trayectoria y han comprendido el programa que se ha trazado Lázaro Cárdenas, de esa democracia de justicia social, también al Gobierno de mi Estado le agradezco mucho, porque nos ha dado la posibilidad a los indios de venir a decir: Lázaro Cárdenas, los indios te agradecen.

Para despedirme de ti, pueblo, y de los señores senadores y diputados, agradezco esta oportunidad que habéis dado a la raza postergada, a la raza olvidada y que por mi palabra les de las gracias. (Aplausos nutridos.)

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Senador Fernando Magro Soto.

El C. Senador Fernando Magro Soto: Compañeros diputados y senadores: En esta ocasión, como en años anteriores, el pueblo de México viene a rendir pleitesía, a rendir homenaje fervoroso de gratitud y de cariño a los próceres de su raza; en esta ocasión el pueblo de México por voz de su representación nacional viene a conmemorar el hecho histórico del descubrimiento de América que dio al mundo conocido de aquellos años un mundo nuevo; un continente nuevo que fue el continente americano. En efecto, en el plano histórico de los acontecimientos de mayor trascendencia en la historia de la humanidad, ninguno adquiere las características ni las proporciones tan enormes como el descubrimiento de América. Los hechos resonantes en la vida del Universo, en la vida del mundo, en la época antigua, son la cultura helénica, ferviente, devota de la belleza y de la filosofía. es también en el mundo antiguo la cultura romana, también ferviente y devota de la filosofía y del derecho; posteriormente aparece en el campo de la historia el pueblo hebreo que ya significa una transmutación de los valores humanos, un cambio en el panorama sobre todo respecto a las religiones de los pueblos antiguos. De mayor importancia aparece el cristianismo que trae principios morales nuevos y que inclina a la humanidad y la orienta por derroteros luminosos no conocidos hasta entonces.

En la época medieval tenemos como hecho fundamental el que hoy conmemoramos: el descubrimiento de América y posteriormente la Revolución Francesa. Estos hechos tan sonados, estos hechos tan significativos, estos hechos tan trascendentes son los más grandes hechos históricos de la humanidad hasta estos días.

Concretamente, por lo que toca a la Edad Media y a la época contemporánea, los pueblos de Europa se juntan en el Mediterráneo, los pueblos de Europa hacen su historia y hacen su comercio en este Mare Nostrum y es de aquí, es de estos pueblos de donde viene y llega hasta América la cultura latina.

Nosotros venimos a conmemorar justamente la entronización en América del genio latino; la entronización en los pueblos aborígenes de América, de la cultura latina que trae como signo distintivo un nuevo ideal, un nuevo propósito. Tal parece que en el mundo antiguo y en el mundo moderno se caracterizan fundamentalmente dos principios en la historia: el ideal latino que es un ideal de perfección, que es un ideal moral, que es un ideal

espiritual, y el ideal de poderío que se va enseñoreando de la humanidad a medida que el hombre descubre que puede apoderarse impunemente de las fuentes naturales, y aprovecharlas para sojuzgar a sus hermanos de raza y a sus hermanos de tierra. Este principio de perfección que significa el principio latino, es un principio que nos habla de los valores esenciales de la cultura; es un principio que habla de los valores fundamentales del espíritu y de la humanidad, en tanto que el principio de ideal, de poderío, es un ideal que cobija, es un ideal que ampara los intereses bastardos y los intereses mezquinos: la ambición, la codicia, el interés personal de dominación de los pueblos. Por eso es tan significativo para nosotros este momento, por eso adquiere la jornada gloriosa de Colón proporciones gallardas del gesto más luminoso y más fecundo de la historia, porque al llegar a la raza latina, al descubrirse América y llegar los pueblos latinos hasta aquí, nosotros tuvimos contacto con estos principios fecundos del genio latino que informa la parte más bella y más grande de la historia. Ese es, en síntesis, el descubrimiento de América.

En los siglos XIV Y XV y principios del Siglo XVI, se siente en toda Europa un ansia, un ímpetu de aventuras, se siente una tranquilidad y un deseo vehemente de cruzar los mares, de abrir nuevas rutas para el comercio y dar nuevas corrientes intelectuales al pensamiento occidental. En estos siglos es cuando se inician las más atrevidas aventuras de los navegantes holandeses y de los navegantes portugueses; es entonces cuando se surcan los mares conquistados la parte occidental de África y se llega hasta Filipinas, porque el ideal entonces es llegar hasta la India. Y así fue como en este mismo Siglo, partiendo del Puerto de Palos, el navegantes Colón tuvo también en su mente el mismo ideal, el mismo propósito de llegar a la India. Fue así como el 12 de octubre de 1492 pisa tierra, por fin tierra que él estima, que él considera que es la India, pero que es tierra firme del Continente Americano. De agosto a octubre de 1492, tenemos a Colón en este empresa, tenemos a Colón con hombres atrevidos, con hombres denodados zurcando los mares hasta descubrir a América, y a partir de entonces, compañeros, tenemos cambiados en el mundo de Europa y en el mundo de América, fundamentalmente los destinos de estos pueblos; en Europa, porque se acaba el sistema feudal; en Europa, porque desaparece el feudalismo absorbente y con nuevas corrientes de comercio y con nuevas corrientes de cultura con nuevas fuentes de ideas socialistas y de ideas políticas, los pueblos de Europa cambian definitivamente sus derroteros hasta llegar a la Revolución actual.

En América los pueblos aborígenes también cambian sus destinos; en América se informa la cultura venidera con el espíritu latino a aparece ya esta raza nuestra, aparece este mestizaje y aparece toda la historia nacional que ya perfectamente bien conocemos. En los actuales momentos, y conectando este tema con el que nos ocupa, debemos hacer la consideración de que el descubrimiento de América y la llegada a América de los españoles y de los navegantes, no trajo ni pudo realizar lo que tal vez ellos pensaron; nuestro pueblo, a partir de la conquista, a partir del descubrimiento de América, en su enorme mayoría ha permanecido, ha continuado sufriendo esos mismos problemas, sus problemas íntimos raciales. No se hizo, pues, una conquista espiritual, no se hizo una conquista que llegara hasta el meollo, hasta la parte más íntima de nuestras razas que permanecieron olvidadas en lo abrupto de las montañas mexicanas, y así en todo el Continente de América; pero en esta ocasión solemne en que se celebra el descubrimiento de América y se conmemora nuestra raza, nosotros, especialmente la Representación Nacional de México, debe levantar su voz y la está levantando para proclamar que el afán de los mexicanos es conseguir una unidad espiritual, la unidad económica, la unidad racial y política de todo el continente americano. En esto momentos, como ayer y como siempre, en el mundo dos principios se debaten y dos principios pugnan por conquistar el terreno: de un lado el espíritu guerrero, el avasallador, el espíritu de conquista, y de otro lado el espíritu libertario que reivindica los principios de decoro y de honor para el hombre, sin olvidar, naturalmente, los principios superiores sociales. Y si, pues, la América Latina ha permanecido en este plano y los contingentes indígenas aún permanecen olvidados y descuidados, o si se quiere no olvidados porque ya estén en la mente de los gobernantes revolucionarios, pero la acción no ha sido suficientemente grande o suficientemente fecunda para redimir a estos pueblos, nosotros debemos proclamar en estos momentos que justamente con el principio latino y que juntamente con el principio que forma a la raza latina que llega hasta nosotros en México y en el Continente Americano, debemos proclamar nuestro deseo de unirnos, de identificarnos para ofrecer un solo frente ante la conquista ominosa de los pueblos fuertes.

Es imposible hablar de la América descubierta, es imposible hablar de la conquista de México, es imposible hablar del descubrimiento de este Continente Americano sin recordar la función espiritual, la función moral que llevaron a cabo los misioneros de entonces; pero si la Conquista pudo llegar hasta el alma, hasta el espíritu de los indígenas, como decía hace un momento, nuestro deber de revolucionarios es pensar en que aún no se llega a lograr la unificación espiritual de México. Históricamente, con la Guerra de Independencia, la Conquista quedó interrumpida; y la Guerra de Independencia, a partir de este momento histórico y hasta nuestros días, no ha logrado la unidad espiritual, la unidad económica y el perfeccionamiento moral de nuestras razas indígenas. Es, pues, conjuntamente con la América Latina y el genio latino, que nosotros debemos luchar por que nuestro pueblo, por que nuestro México venga ya y se sienta perfectamente identificado con estos principios de perfección moral para que alcancemos el progreso que corresponde a la República Mexicana. Por eso se levanta la voz nuestra en esta tribuna para glorificar en la forma más pura y excelsa a los que vinieron entonces, a los navegantes de entonces, a los intrépidos, a los audaces hombres de entonces que pudieron realizar, con el asombro de la

historia y del mundo, esa solemne obra de Colón; pero al mismo tiempo juntando los destinos del mundo latino con los destinos de México, debemos proclamar y venimos a decir desde esta tribuna, que la Revolución no estará terminada en tanto no se logre el perfeccionamiento moral y la unidad espiritual del pueblo mexicano. (Aplausos.)

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Ingeniero y General Eduardo Hay, Secretario de Relaciones Exteriores.

- El C. Hay Eduardo:

HH. Miembros del H. Congreso de la Unión:

En circunstancias distintas a las que actualmente nos agobian, esta fecha tendría para nosotros como siempre lo ha tenido, carácter solemne y exultante, puesto que conmemoramos uno de los sucesos de mayor trascendencia en la historia de la humanidad, hazaña tan grande "que hizo crecer el mundo", según el vigoroso pensamiento de Menéndez Pelayo. Sin embargo, ante la pavorosa tragedia que ha desencadenado la guerra de Europa, es imposible desentenderse de la gravedad del momento, por lo que no podemos tomar el fasto cuya celebración nos ha reunido, sólo con propósitos de grata rememoración, sino como justa y obligada oportunidad de meditar en los deberes que nos crea el tremendo conflicto, no por lo que de amenazante tiene para otros países que todavía no se ven mezclados en él, cuanto por lo que tiene de espantosa realidad para los pueblos que desde hace tres meses sufren sus horrores.

Porque precisamente uno de las consecuencias más trasdencentales del descubrimiento del Nuevo Mundo fue haber ligado la vida de éste a la del Viejo Continente. En un verdadero proceso biológico, al dar éste a aquél su savia y su sangre, su civilización y sus costumbres, su pensamiento y su experiencia, fundió las vidas de uno y otro, y ni material ni mucho menos espiritualmente puede ser indiferente a América lo que ocurra en Europa, sobre todo si, como en el dramático caso de que por segunda vez nos ha tocado la desgracia de ser testigos; la catástrofe amenaza arrasar todo, sin reconocer dique, pues no debemos olvidar que la más funesta característica de la guerra moderna, más despiadada mientras más técnica, más terrible mientras más evolucionada, es la de haber dejado sin bridas a las bestias del Apocalipsis.....

No faltan, por desgracia, en nuestros países, voces que se levanten pregonando indiferencia y egoísta abstención; no faltan, tampoco, avideces sin nombre, repugnantes apetencias de buitre, que contemplan la matanza y aún desearían que se prolongara y aumentaran sus proporciones, sólo con la negra idea de ver qué ventajas materiales se obtienen de ella; hay también espíritus apocados a los que les resulta imposible reconocer que en este magno conflicto, quienesquiera que sean los triunfadores, se juegan nada menos que los destinos del mundo. Por fortuna, para honra de nuestro Continente, aquellas son las excepciones, pues no se necesitan ni gran esfuerzo ni extraordinaria penetración para darse cuenta de que una inmensa mayoría deplora, sincera y profundamente, la guerra y considera que ésta nos afecta de un modo directo en lo material y sobre todo en lo espiritual.

Hace un poco más de dos años, al referirme a la situación caótica y desconcertante que desde hace tiempo viene ofreciendo el mundo, tuvo ocasión de decir las siguientes palabras:

"Los gobernantes de muchos de los países llamados fuertes, llegan a creerse predestinados para la realización de un destino mesiánico, y creen que su deber hacia su pátria consiste en adquirir para ella más riquezas, no mediante una sabia administración, no mediante tesonero trabajo, sino despojando a países más débiles. Hablan de humanitarismo al mismo tiempo que destruyen la vida de ancianos, mujeres y niños de otras naciones; hablan de civilización con la boca de sus cañones: hablan de moral, violando sus tratados; hablan de honradez, invadiendo territorios de países inermes, para adueñarse de ellos. Hasta ahora todos los esfuerzos para mejorar tal situación han fracasado. Las palabras de paz y concordia sólo han servido para engañar, para ganar tiempo y para encubrir preparativos de guerra. Todos los corazones están poseídos de egoísmo, desconfianza y terror. El cataclismo tendrá que venir tarde o temprano; más temprano que tarde. La sangre se derramará sobre la tierra, no para fecundar nuestros campos, sino para profanarlos y arrasarlos hasta la devastación; el hambre y la miseria torturarán a la Humanidad, y, solamente tras de muchos sufrimientos y sacrificios podrá el mundo reaccionar y comprender que la ruta que actualmente sigue es falsa. Entonces, sólo entonces, tras del aniquilamiento, la humanidad sobreviviente estará dispuesta a escuchar a los hombres limpios y sinceros, sólo entonces la humanidad podrá empezar a ser feliz, porque habrán vuelto a respetarse la verdad y los derechos del hombre".

Y en la misma ocasión agregaba yo:

"Pero en medio de aquella católica situación descrita, una esperanza se vislumbra: la de que de América surja la solución. Tarde o temprano vendrá la salvación al encauzarse las nobles ideas que irradian de este Hemisferio...." "En el Continente Americano esplende una atmósfera de paz raramente obscurecida por nubes pasajeras, atmósfera que se hace más grata por la cordialidad de buenos amigos y buenos vecinos con que casi todos los países nuestros ventilan sus problemas. Nuestro Derecho Internacional Americano y nuestros Tratados y Convenios no son letra muerta, ni ideales por alcanzar, sino consagración de prácticas y costumbres que arrancan de muy hondo".

El triste augurio que envolvían mis palabras de entonces ha sido sobrepasado por la realidad. No podemos imaginar siquiera hasta qué desmesurados límites podrá llegar la furia destructora de los contendientes ni las proporciones inconcebibles que podrá alcanzar la conflagración. No sabemos si de apesadumbrados espectadores que somos hoy, la fuerza incontenible de las circunstancias nos convertirá fatalmente mañana en actores del tremendo drama. Pero en cualquier caso, mientras más se complica la situación, más firmemente espero que nuestra América, tarde o temprano, sea un factor decisivo en la contienda, más que por

sus inmensos recursos materiales, por sus valores espirituales, que son mayores, por la fuerza de sus ideales, que en la hora más crítica, cuando la devastación sea todavía mayor, se impondrán, al fin y al cabo, sobre un mundo en ruinas, como la única ruta de salvación para lo que quede de la humanidad que ahora con tanta saña se aniquila.

Esa será la mejor aportación que la joven América pueda ofrecer a la vieja Europa; de tal manera podrá saldar noblemente la cuenta que tiene con aquélla. Y nada más a propósito en la fecha en que celebramos el cuatrocientos cuarenta y ocho aniversario del descubrimiento de nuestro Continente, que hacer los más fervientes votos por que éste mantengan y aun estreche más la cohesión espiritual que lo une y que ha venido a convertir el panamericanismo en una política de justicia, que libre ya de todo propósito de hegemonía, esplende ahora, sin sombras de predominios, como una doctrina continental democrática e igualitaria; hagamos votos, asimismo por que esta unidad espiritual que América ofrece, sea factor decisivo para poner fin a la terrible contienda que asuela a Europa y amenaza arruinar a todo el mundo. si tales votos se realizaran, con la más noble de las emociones podría en el futuro proclamarse que ésta qué ahora celebramos no era sólo la Fiesta de la Raza, sino la Fiesta de la Humanidad. (Aplausos nutridos).

- El C. Secretario Sarrelangue López Alfredo S. (leyendo):

"Acta de la sesión celebrada por el XXXVIII Congreso de la Unión, el doce de octubre de mil novecientos cuarenta, con motivo del Día de la Raza.

"Presidencia del C. Ernesto Gallardo S.

"En la ciudad de México, a las doce horas y quince minutos del sábado doce de octubre de mil novecientos cuarenta, con asistencia de ciento veinticinco ciudadanos diputados y cuarenta ciudadanos senadores, se abre esta sesión solemne que celebra el Congreso de la Unión para conmemorar el Día de la Raza.

"Asisten a esta sesión, Secretarios de Estado y Jefes de Departamentos del Ejecutivo, la Suprema Corte de Justicia de la Nación y el Cuerpo Diplomático acreditado en nuestro país.

"Los ciudadanos Diputados Antonio Betancourt Pérez, José Hernández Mota, Rafael Cárdenas R. y Daniel Tenorio y el ciudadano Senador Fernando Magro Soto pronuncia discursos alusivos al día que se celebra, en los que enaltecen las virtudes de nuestra raza indígena y ponen de relieve la labor que en bien de ella ha realizado el Gobierno que preside el C. General Lázaro Cárdenas.

"En seguida usa de la palabra el C. Ingeniero Eduardo Hay, Secretario de Relaciones Exteriores, y se refiere a la misión que a nuestro Continente toca desempeñar en el futuro del mundo.

"Se lee la presente acta".

Está a discusión el acta. No habiendo quien haga uso de la palabra, en votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa, se servirán manifestarlo. Aprobada.

El C. Presidente (a las 14): No habiendo más asunto de qué tratar, se levanta la sesión y se cita a los ciudadanos diputados para sesión de Cámara el día 15 de los corrientes a las doce horas.

TAQUIGRAFÍA PARLAMENTARIA Y

"DIARIO DE LOS DEBATES"

El Director, Jefe de la Oficina,

JOAQUÍN Z. VALADEZ.