Legislatura XXXVIII - Año I - Período Ordinario - Fecha 19401130 - Número de Diario 32

(L38A1P1oN032F19401130.xml)Núm. Diario:32

ENCABEZADO

MÉXICO D.F. SÁBADO 30 DE NOVIEMBRE DE 1940

DIARIO DE LOS DEBATES

DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS

DEL CONGRESO DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS

Registrado como artículo de 2a. clase en la Administración Local de Correos el 21 de septiembre de 1921.

AÑO I. - PERIODO ORDINARIO XXXVIII LEGISLATURA TOMO I. -NÚMERO 32

SESIÓN

DE LA

CÁMARA DE DIPUTADOS

EFECTUADA EL DÍA 30

DE NOVIEMBRE DE 1940

SUMARIO

1. Se abre la sesión solemne en honor de la Bandera Nacional.

2. La Secretaría da lectura al decreto que ordena sea colocada la Bandera Nacional en el Salón de Sesiones de esta Cámara de Diputados.

3. En cumplimiento de este decreto y previa la declaratoria solemne del Presidente de la Asamblea, es descubierta la Enseñanza de la Patria, a la que rinden honores una compañía y la Banda de Guerra del Colegio Militar.

4. El C. Diputado Juan Gil Preciado pronuncia un discurso alusivo al acto.

5. Se designa una comisión para que introduzca al Salón al representante del C. Presidente de la República en la sesión solemne que posteriormente se efectuará en honor del Primer Mandatario. Se lee y aprueba el acta de la presente sesión, levantándose ésta.

DEBATE

Presidencia del

C. BLAS CHUMACERO

(Asistencia de 103 ciudadanos diputados).

El C. Presidente (a las 11.40): Se abre la sesión solemne en honor de la Bandera Nacional.

El C. Secretario Rodríguez J. Refugio F.: Se va a dar lectura al decreto para Honrar a la Bandera Nacional.

'MINUTA.

"Proyecto de decreto.

"Artículo 1o. A fin de honrar debidamente la enseña oficial de la Patria, permanentemente deberá fijarse en el lugar de honor del Salón de Sesiones de cada una de las Cámaras del Congreso de la Unión, la Bandera Nacional.

"Artículo 2o. Es obligatorio que en todas las dependencias oficiales de los Poderes Ejecutivo y Judicial de la Federación aparezca, permanentemente, en el lugar que corresponda, la Bandera Nacional.

"Transitorio.

"Único. Para la colocación de la Bandera Nacional en el recinto de la Cámaras, se efectuará una ceremonia oficial".

El C. Presidente: En cumplimiento del decreto a que se ha dado lectura, siendo las once cuarenta minutos del día treinta de noviembre del año de mil novecientos cuarenta, declaro con toda solemnidad que queda colocada permanentemente en lugar de honor, la bandera nacional, en el recinto de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión de los Estados Unidos Mexicanos. (Aplausos. Honores rendidos por una Compañía y la Banda del Colegio Militar mientras se descubren las banderas colocadas en el recinto de la Cámara.

Aplausos.

Tiene la palabra el ciudadano Diputado Gil Preciado.

El C. Gil Preciado Juan: Señores diputados: asistimos a la bancarrota de la civilización de Occidente. Los pueblos del viejo Continente se resquebrajan en medio de la brutalidad de una guerra de destrucción. Millares y millares de hombres han quedado sin patria y sin hogar. Los jinetes del Apocalipsis siembran la muerte y la miseria en todas partes. Sólo una luz brillante y prometedora señala en el mundo el camino de lo porvenir: Esa luz es América.

América con sus tradiciones de libertad, sus doctrinas de democracia, cimentando su porvenir en la herencia legada por Washington y Lincoln, Hidalgo y Morelos, Bolívar y Sucre, Morazán y Santa María, enfila el timón de sus destinos hacia la ruta de la unidad más firme, de la libertad más limpia y de la fraternidad más pura. El intercambio constante, espiritual y material de nuestros pueblos, hace cada vez más firme y seguro nuestro porvenir.

México, como avanzada de la América Latina en la afirmación de su nacionalidad, ha despertado

un profundo sentimiento de admiración en los pueblos hermanos: Cuba, Chile, Argentina y Bolivia han rendido homenajes y han verificado actos de gran distinción para nuestra Patria y para nuestros hombres.

Por eso, reafirmar cada día más el espíritu de la Nacionalidad Mexicana, es la obra más trascendental de nuestro pueblo y de nuestro Gobierno.

La Representación Nacional rinde hoy homenaje fervoroso a nuestra Enseña Patria, que es el símbolo de nuestra nacionalidad.

¿Quién no conoce la tradición que através de nuestra historia ha alcanzado con actos de verdadera excelsitud nuestra bandera?

La bandera de Iguala, con la que se inicia nuestra nacionalidad y que jurara como soldado y libertador en 1821 el inmortal Insurgente don Vicente Guerrero, es la misma bandera que ondeara gallardamente durante la invasión norteamericana del 47, en Matamoros, La Resaca, La Angostura, en Veracruz, en Padierna, en Churubusco y, finalmente, contemplara el grandioso sacrificio de los niños Héroes de Chapultepec.

Fue esa misma bandera la que ondeó en las manos del inmortal Zaragoza en la batalla del 5 de Mayo, en Puebla, durante la intervención francesa y la que contemplara más tarde la lección que México daba al mundo en el Cerro de las Campanas.

Cuenta el historiador don Agustín Rivera que cuando Juárez tuvo que abandonar el Palacio Nacional en esta ciudad por la proximidad del invasor el día anterior fue día de fiesta nacional, y ante la expectación de una gran multitud y en medio de un silencio profundo, arrió la bandera nacional y la recibió en sus manos como emblema sagrado de la legalidad que él representaba, y llevó consigo esa bandera, como depósito sagrado de la Patria, durante su largo recorrido por el territorio nacional.

Esta bandera tradicional es la misma que tremolara en sus manos Lázaro Cárdenas el 18 de marzo al consolidar la independencia económica de México con la expropiación de la industria del petróleo.

Es también la que mañana, en este mismo recinto, fortalecerá el corazón y el pensamiento de Manuel Avila Camacho para continuar la ruta ejemplar y gloriosa que le ha marcado Lázaro Cárdenas.

Esa águila real, con sus pujantes alas abiertas, es el símbolo de la grandeza de nuestra raza y de nuestra nacionalidad.

La serpiente es la traición estrangulada siempre en México, ayer con los Almonte, los Santa Ana y los Huerta; hoy, con los Almazán.

El verde simboliza la feracidad de nuestras pródigas campiñas y de nuestros bosques gigantescos, la frescura de los sembradíos color de esmeralda, que la mano fuerte de los campesinos hace brotar de la tierra que les entregan la Revolución.

El blanco, la pureza en la intención y en los principios de nuestros libertadores.

Y el rojo, la sangre derramada por un pueblo en sus ansias infinitas y grandiosas de redención y de justicia. (Aplausos).

El C. Presidente: Se nombra a los ciudadanos Diputados Antonio Portas, Armando Gallardo S., César Garizurieta y Secretario J. Refugio F. Rodríguez, para que reciban al señor Presidente en la puerta de este recinto y lo introduzcan al salón.

- El C. Secretario Rodríguez J. Refugio F. (leyendo):

"Acta de la sesión solemne celebrada en honor de la Bandera Nacional por la Cámara de Diputados del XXXVIII Congreso de la Unión, el día treinta de noviembre de mil novecientos cuarenta.

"Presidencia del C. Blas Chumacero.

"En la ciudad de México, a las once horas y cuarenta minutos del sábado treinta de noviembre de mil novecientos cuarenta, con asistencia de ciento tres ciudadanos diputados, se abre la sesión que se celebra en honor de la Bandera Nacional.

"La Secretaría da lectura al decreto que ordena sea colocada la bandera en el Salón de Sesiones de esta Cámara de Diputados.

"En cumplimiento de ese decreto, puestos de pie todos los asistentes al acto y previa la declaratoria solemne del Presidente de esta Asamblea, es descubierta la Enseña de la Patria a la que rinden honores una Compañía y la Bandera de Guerra del Colegio Militar.

"En seguida el C. Diputado Juan Gil Preciado pronuncia un discurso alusivo al acto.

"Se designa a los CC. Diputados Antonio Portas, Armando P. Arroyo, José Jiménez Acevedo, Ernesto Gallardo S., César Garizurieta y Secretario J. Refugio F. Rodríguez para que introduzcan al salón al representante del C. Presidente de la República en la sesión solemne posteriormente se efectuará en honor del Primer Mandatario.

"Se lee la presente acta". Está a discusión el acta. No habiendo quien haga uso de la palabra, en votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa, se servirán indicarlo. Aprobada.

El C. Presidente: Se levanta la sesión solemne en honor de la Bandera Nacional, para abrir en su oportunidad la que la Cámara de Diputados celebrará en honor del ciudadano Presidente de la República, General de División Lázaro Cárdenas.

Se ruega a los ciudadanos diputados permanezcan en el salón.

SESIÓN SOLEMNE

DE LA

CÁMARA DE DIPUTADOS

EFECTUADA EL DÍA 30

DE NOVIEMBRE DE 1940

SUMARIO

1.- Se abre la sesión solemne en honor del C. Presidente de la República, General de División Lázaro Cárdenas.

2.- La comisión designada al efecto introduce al Salón al C. Licenciado Ignacio García Téllez,

Secretario de Estado y del Despacho de Gobernación, quien asiste en representación del Primer Mandatario de la República; y al C. General Heriberto Jara, Presidente del Comité Ejecutivo Nacional del Partido de la Revolución Mexicana.

3.- Los CC. Diputado Emilio Gutiérrez Roldán, Fernando López Arias, Enrique Carrola Anturna, Alfredo Félix Escobar y Alejandro Carrillo, pronuncian discursos alusivos al acto.

4.- Acompañados de la comisión designada al efecto, se retiran los CC. Licenciado García Télllez y General Heriberto Jara. Se lee y aprueba el acta de la presente sesión, levantándose ésta.

DEBATE

Presidencia del

C. BLAS CHUMACERO

(Asistencia de 103 ciudadanos diputados).

El C. Presidente (a las 12.15): Se abre la sesión solemne en honor del C. Presidente de la República, General Lázaro Cárdenas.

(Se presentan en el salón el C. Licenciado Ignacio García Téllez, representante del C. Presidente de la República, y el C. General de División Heriberto Jara, Presidente del Comité Ejecutivo del Partido de la Revolución Mexicana, acompañados de las comisiones respectiva).

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Diputado Emilio Gutiérrez Roldán.

El C. Gutiérrez Roldán Emilio: Honorable Asamblea: Estamos reunidos en esta hora para rendir homenaje a uno de los Presidentes más grandes que ha tenido México. La modesta voz del Sector Campesino hace sentir sus inquietudes y viene a manifestar a ustedes el profundo cariño, el interminable respeto que tendrá por uno de los hombres más grandes que la reforma agraria ha conocido, por uno de los impulsores sin la actividad de los cuales posiblemente nuestra reforma agraria, base fundamental de la revolución mexicana hubiera tenido la dilación de largos y largos años antes de hacer llegar al campesinado los anhelos de reivindicación por los cuales fue a regar con su sangre los campos de la República.

Son varios los factores principales que hacen grande e intercambiable la obra de Cárdenas en relación con el campesinado mexicano. Toma el problema agrario en su aspecto dotatorio en condiciones de atraso, en condiciones de vida latente, por decirlo así, sin haberle dado la pujanza necesaria y la atención conveniente por gobiernos anteriores al de los que, aunque también producto de la Revolución, venían todavía bajo la idea de aquellos que tímidamente lanzaron la Ley del Seis de enero de 1915 al crear para los campesinos de México el ejido de pegujal, como único complemento al jornal miserable que les pagará al hacendado. Da el General Cárdenas al movimiento dotatorio en la República el verdadero signo y la pujanza necesaria para barrer definitivamente con los reductos más potentes del latifundismo nacional, y así asesta golpes de muerte en la región lagunera, en el Yaqui, en Lombardía y Nueva Italia, en Los Mochis, en Mexicali y, finalmente, en Atencingo del Estado de Puebla. Las tierras más productivas trabajadas por los campesinos, solamente debido a la acción de Cárdenas quedaron en manos de esos mismos campesinos para rendir sus frutos a los que efectivamente las trabajan.

Pero no solamente en el aspecto dotatorio el Presidente Cárdenas hizo tomar a la reforma agraria su color definitivo, sino en el aspecto de atención crediticia después de los tímidos intentos de 1924 con la organización de pequeñas cooperativas, la fundación de bancos agrícolas de Estado en ocho entidades de la República en que el Gobierno Federal no solamente no asignó un patrimonio reducido, casi inútil, para las demandas de crédito del campesinado, sino que dejó de cumplir ese ridículo ofrecimiento. Toma Cárdenas el problema del crédito ejidal, constituye con un patrimonio de ciento veinte millones. No solamente entrega durante su período ciento veinte millones para el crédito de los campesinos, sino se excede ya en su primer y segundo años de su ejercicio con respecto a las obligaciones que con la institución que creara se formó el mismo; establece la norma más bella de crédito que haya existido en el mundo, porque en contra del crédito del tiempo medioeval operación, el crédito ejidal en México no tiene más garantía que la palabra y el cumplimiento de las obligaciones contraídas. El crédito ejidal en México, como un crédito personal y a la palabra, es el cumplimiento más grande de la Revolución, por conducto de Cárdenas, dio a los campesinos de México.

Pero si en materia de crédito para las clases trabajadoras del campo Lázaro fue grande como ninguno de los gobernantes anteriores a él dentro de la Revolución, se preocupa también por la organización de las clases campesinas, provoca y protege la organización de la central única y más fuerte y poderosa de los campesinos mexicanos: la gloriosa Confederación Nacional Campesina. (Aplausos nutridos). Ayuda a esa organización a resistir los ataques de la reacción emboscada o en campo abierto; otorga su mano bondadosa pero firme y potente a los campesinos de México; los considera como la clase que la Revolución debe proteger más, la organiza y al mismo tiempo que los ha dotado de tierras, que les ha dado crédito, que ha dado forma a su organización, se ocupa finalmente de levantar su nivel cultural y recibe en esta cuestión una Secretaría de Educación Pública con un presupuesto de treinta millones de pesos en números redondos y la entrega con un presupuesto de setenta y cinco millones de pesos, destinando preferentemente los dineros a la educación rural. Habiendo resuelto expedientes en un

doscientos por ciento con relación a todos los gobiernos de la Revolución anteriores a él; habiendo entregado elementos monetarios para el crédito ejidal en una forma que no tiene precedente en la historia del crédito agrícola en México para la protección de los ejidatarios; habiendo provocado la organización y dado facilidades para que ya fuera una realidad y habiendo multiplicado de acuerdo con las posibilidades del presupuesto nacional el número de escuelas rurales regadas en los campos de México, los campesinos mexicanos no pueden hace mayor homenaje a Cárdenas que desde esta tribuna nacional y por medio de su voz autorizada decirle: señor Presidente Cárdenas: los campesinos mexicanos están satisfechos de su labor; el mayor homenaje que le pueden brindar a usted es manifestarle que en cualquier rincón de México en que se encuentre un campesino, ese campesino, es su amigo que lo respeta, lo quiere y lo ama. (Aplausos).

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Diputado López Arias Fernando.

El C. López Arias Fernando: Señor representante del ciudadano Presidente de la República, General de División Lázaro Cárdenas; señores diputados; señores senadores: el Sector Popular, integrado por valores sociales que han puesto su pensamiento al servicio de la Revolución, viene a rendir tributo también de homenaje al hombre que ha sabido regir los destinos de la patria y que ha sabido conducir a México por senderos superiores, elevándolo cada día más, no sólo dentro de nuestra tierra, sino también trasponiendo los linderos de las tierras extrañas. El pueblo de México, que asistió a las hondas transformaciones sociales del país, había esperado con calma que las conquistas revolucionarias contenidas dentro de la Constitución fuera un hecho tangible y fueran realizadas también por hombres que entendieran, que comprendieran los hondos problemas nacionales. Tocó a Lázaro Cárdenas, el constructor de la Revolución, llevar adelante todas aquellas conquistas; fue él el que rompió las viejas tradiciones de gobernar a un país y en lugar de que el pueblo ocurriera a él ante el recinto cerrado del Palacio Nacional, tendió su mano, abrió su corazón y elevó su pensamiento junto al cariño y al sentimiento del campesino y del obrero. El ocurrió a recoger de esas fuentes los sufrimientos de esos hombres que hicieron la Revolución y que hicieron posible el estado social que hoy vivimos.

Lázaro Cárdenas, apóstol también de la democracia, supo ocurrir a ellos para resolver sus problemas. Por eso el Sector Popular, que puso su pensamiento al servicio de la Revolución y que agradece a Cárdenas el estar formado en un núcleo de hombres capaces, auténticos valores de la Revolución integrando el Partido de la Revolución Mexicana, cumple con un hondo deber al decir unas cuantas palabras.

Cuando Cárdenas se hizo cargo del gobierno, entendió desde luego cuáles fueron los nobles y levantados propósitos de la revolución, él, que había militado en los campos de batalla, que adquirió su experiencia a través de todo nuestro país, supo hacer honor al alto encargo que ha tenido y que tiene hoy todavía, y no solamente Cárdenas ha sabido transformar el pensamiento de la revolución en acción valiosa y eficaz para nuestra patria; Cárdenas ha sabido llevar el pensamiento de la revolución más allá de las fronteras. Cárdenas, cuando el mundo se sacude por grandes problemas de origen económico; cuando encuentra que se sacrifican vidas inocentes y se bombardean ciudades abiertas y se atropellan las libertades humanas, Cárdenas crea la doctrina que lleva su nombre y opone el principio democrático de no reconocer que un pueblo fuerte tenga derecho a invadir un pueblo débil mediante la fuerza. Entonces Cárdenas ocupa también dentro de los demás hombres, dentro de la humanidad, su sitial y se convierte en un valor de la humanidad. Por eso hoy los hombres que militamos dentro del Partido de la Revolución Mexicana y que constituímos, junto con los demás sectores, el Bloque de Cámara de Diputados de la ..... XXXVIII Legislatura federal, rendimos tributo de homenaje y de cariño al General Cárdenas. Es verdad que el tiempo, inexorablemente, tendrá que ir borrando cosas, pensamientos, ideas; pero también es cierto que la historia tendrá que recoger cariñosamente la obra de Cárdenas, porque la historia nos recuerda a los varones de México que fueron y siguen siendo en el pensamiento nacional, bandera par el orgullo de nuestra patria. La historia nuestra nos recuerda a Hidalgo en Dolores, prendiendo el grito de libertad y encendiendo la llama sagrada que convirtió a este pueblo en una nacionalidad viviente y fuerte; la historia nos recuerda a Guerrero en las montañas del Sur, haciendo posible la liberación real de nuestro país; la historia nos recuerda a Morelos y finalmente la historia nos recuerda al romántico de la revolución, Francisco I. Madero, que pasa a través de nosotros con su apostolado como un hombre sincero y puro; asimismo la historia nos recuerda al varón de Coahuila, a Venustiano Carranza, y todos aquellos que hoy nos sentimos confortados por las grandes obras de la Revolución, tenemos que comprender que en la páginas de la Constitución están inscritos los dolores, los sufrimientos, las ansias de un pueblo que se debatía en la miseria y en la opresión; en los artículos 27, 123 y 130 encontramos nosotros las conquistas mejores de la revolución, que si no habían sido realidad era porque nos habíamos conformado con situaciones indebidas e injustas. Cárdenas hizo posible todo esto y no solamente lo hizo posible, sino que estamos palpando realidades hondas; podremos olvidarnos de hechos y de cosas, podrán los que han recibido beneficios personales olvidar a Cárdenas, pero nunca el campesino, el campesino que abre los surcos anchurosos del progreso, podrá olvidar a Cárdenas, porque Cárdenas fue a él, le tendió la mano, lo levantó y aquel campesino nunca olvidará a Cárdenas; Cárdenas quedará grabado en el corazón del pueblo. El nombre de Cárdenas no pertenece a ninguno en lo personal, pertenece al pueblo y a la patria; el pueblo y la historia recogerán sus hechos para seguir dándolos a las generaciones venideras. Hoy el lobo aúlla, pero la caravana pasa; el lobo de la reacción puede seguir aullando, puede seguir poniendo su

grito lastimero de queja en la noche de su inconsciencia, pero la caravana de la Revolución pasa llevando como abanderado a Cárdenas, que está grabado ya en la historia y que será juzgado por ella.

En consecuencia, señor General de División Lázaro Cárdenas, el Sector Popular que integra la XXXVIII Legislatura, te despide cariñosamente y la historia recogerá tus hechos. (Aplausos).

El C. Presidente: Tiene la palabra el ciudadano Diputado Enrique Carrola Antuna.

El C. Carrola Antuna Enrique: Compañeros diputados: En este grandioso homenaje que los representativos del pueblo mexicano rinden entusiastas y fervorosamente a uno de los más grandes patriotas que ha tenido México, el General de División Lázaro Cárdenas, el Sector Militar de la XXXVIII Legislatura me ha hecho el honor de designarme para decir unas cuantas palabras en nombre del Ejército de la República que inmerecidamente representamos en este honorable Parlamento.

Indiscutiblemente que para los que formamos la gloriosa institución armada no ha pasado inadvertido el esfuerzo gigantesco, el esfuerzo sincero de Lázaro Cárdenas en beneficio de todos los sectores sociales de la República. Nosotros hemos observado paso a paso la trayectoria luminosa de este hombre que se ha grabado para siempre en el corazón de las multitudes de mi patria. Yo puedo asegurar a ustedes que el nuevo forjador de nuestro México, el General Lázaro Cárdenas, ha estado siempre atento a las necesidades del ejército; y los que hemos tenido el honor de venir a esta XXXVIII Legislatura a convivir el medio y las ansias de liberación y de mejoramiento de México, no podríamos en esta hora solemne dejar pasar inadvertidos estos momentos para rendir pleitesía, para rendir nuestro homenaje más ferviente de admiración y cariño a ese hombre que en una forma viril, que en una forma entusiasta, que en una forma patriótica, ha venido o vino en momento difícil a empuñar las riendas del gobierno de la República, enfrentándose a los enemigos de México tanto en el interior como en el exterior.

Por eso el Ejército de la República quiere en estos momentos decirle a Lázaro Cárdenas, que así como en mil novecientos treinta y cinco, en una de las más grandes crisis políticas que ha presentado la nación estuvo de su lado, como siempre ha sido la misión del glorioso Ejército, leal a las instituciones del país, leal al Gobierno legítimo emanado de la voluntad popular, así también quiero decirle que, al dejar el Poder, en cualquiera circunstancia encontrará en el corazón de cada soldado de nuestra gloriosa institución el respaldo, el cariño y la admiración que quienes inmerecidamente estamos en este Congreso representando al Ejército, pero sí animados de la más grande voluntad para servir todos los intereses y aunar nuestro esfuerzo y nuestra voluntad para forjar un México más grande, y decirle a Lázaro Cárdenas que tenga la convicción más profunda de que la historia recogerá mañana, sin perder jamás su valor histórico, su obra generosa y magnífica que aplauden y siguen aplaudiendo todos los sectores de nuestra patria.

En estas condiciones el Ejército Nacional, al rendirle este cálido homenaje a su jefe nato, al General Lázaro Cárdenas, le puede asegurar que este homenaje de gratitud y de admiración es también su promesa solemne de que nunca en el corazón de nosotros los soldados dejará de arder esa lámpara votiva que nosotros hemos encendido para rendirle admiración por su obra patriótica, y decirle que en cualquier momento vivirá en nuestra mente y en nuestro corazón su ejemplo y que seguirá siendo el que ilumine el sendero que en una forma admirable continúan las multitudes de mi patria, para tener que ir mañana en forma indiscutible a seguirle rindiendo ese homenaje fervoroso a Lázaro Cárdenas, como uno de los más grandes patriotas por su obra generosa como soldado, como ciudadano y como amigo.

El Ejército quiere también en esta ocasión decirles a los demás sectores de la Cámara, que seguirá laborando por el bien de la patria, que seguirá laborando de acuerdo con los intereses del pueblo, para que esta obra grandiosa de Lázaro Cárdenas siga ese sendero luminoso que con mano vigorosa le trazara para bien de México, para bien del Ejército y para gloria de nuestra patria.

(Aplausos).

El C. Presidente: Tiene la palabra el ciudadano Diputado Alfredo Félix Díaz Escobar.

El C. Alfredo Félix Díaz Escobar: Ciudadano Representante del señor Presidente de la República; Honorable Asamblea: No puedo sustraerme a una intensa emoción en este excepcional momento histórico de nuestro país. Las instituciones revolucionarias firmemente consolidadas en la conciencia de la nación, darán mañana un fruto optimo en la transmisión del poder, cuando un hombre supo sentir las aspiraciones y anhelos de las masas del campo y de las fábricas, deja la Primera Magistratura en manos de aquel en quien ha confiado esas mismas masas populares la posibilidad de proseguir la ruta luminosa de Cárdenas.

Solamente los cruentos períodos de las guerras de la Independencia y de la Reforma guardan un paralelo con el último sexenio de gobiernos. Ha sido una obra ciclópea la acometida por el hombre a quien la gratitud nacional ha dado ya inequívocas pruebas de reconocimiento y cariño. Jamás hubiera podido creerse que sin efusión de sangre -antes bien, haciendo del respeto a la vida humana y a las diversas opiniones un postulado fundamental - jamás creyérase en una transformación tan grande, una realización de los más audaces principios de la Revolución.

Un cierto pesimismo, derivado de amargas experiencias anteriores, había creado el prejuicio de que ninguna administración en México podría enfrentarse a los graves problemas nacionales en los que Cárdenas puso decisión y fortaleza de ánimo. La peligrosa lucha, dentro de un terreno eminentemente jurídico por la recuperación de la riqueza del subsuelo de México culminante en esa expropiación de la industria petrolera que forzó en el pasado a más de una transacción; que la misma reciedumbre de aquel caudillo y vidente estadista que se llamó don Venustiano Carranza, no pudo dominar, y que los regímenes de los generales pudo dominar, y que los regímenes de los generales Obregón y Calles se vieron obligados a dejar sin

solución definitiva, fue al cabo el más completo éxito de Lázaro Cárdenas para bien de la patria.

El memorable 18 de marzo fue considerado por la prensa capitalista del extranjero como el final del régimen y toda suerte de obstáculos se acumularon en el camino del hombre extraordinario, pero esas mismas dificultades dieron la evidencia de su talla moral y de su absoluta identificación con el pueblo. Si el General Cárdenas, misionero infatigable, no hubiera vivido en contacto diario con los humildes; si su cerebro hubiera flaqueado ante el incienso de las serviles adulaciones, si su mano enérgica y benévola no se hubiera tendido siempre cordial, para estrechar la mano del trabajador y del campesino, evidentemente habría caído del poder, o para conservarlo habría necesitado incurrir en claudicaciones y contemporizaciones. El espectáculo que hoy ofrece México al extranjero establece marcado contraste con el artificioso esplendor y lujo de mil novecientos diez. En esa época los enviados de las naciones amigas no pudieron percibir, en su breve estancia que, detrás de esa aparente prosperidad que mostraba la capital de la República, con sus palacios y su aspecto europeo, había millones de hombres desposeídos y oprimidos por una ignomisiosa dictadura. Aquella estructura oficial carecía de base y de sólidos ligamentos. Si bien las areas de la Tesorería arrojaban reservas, la administración había descuidado en lo absoluto toda obra social y de gran envergadura. Se profesaba la tesis de que era preferible confiar todo trabajo de dirección a técnicos extranjeros, por un prejuicio de inferioridad en la capacidad de los técnicos mexicanos. Ahora, después de una prolongada experiencia, podemos enorgullecernos de que Cárdenas haya creído en su pueblo, y de que esa creencia haya operado el milagro de una realidad que marca inconfundibles derroteros de progreso. A la política financiera de banquero privado. A quien únicamente preocupan sus réditos, se le ha substituido por una acertada labor hacendaria y una economía dirigida, para poner al servicio de la colectividad los recursos monetarios y de crédito, con una amplia visión para el futuro. Así el régimen, no obstante que ha velado por la conservación de un sistema bancario saneado y de una moneda firme, he podido dar cima a las grandes obras de caminos, de escuelas, de irrigación y de cultivos, cuya magnitud parecía hacerlas imposibles.

Pero sobre todo, en la reforma social, el régimen de Cárdenas no tuvo indecisiones ni aplazamientos. Los latifundios de la Laguna y de Yucatán respecto de los cuales se había creado el fetichismo de que eran intocables porque ello implicaría la ruina económica, fueron al fin legalmente repartidos a los campesinos dando cima a la ardua empresa calificada por un ilustre precursor del agrarismo, el Licenciado don Andrés Molina Enríquez, como "Gloriosa Cruzada".

Es el temple de Cárdenas, a su profunda y leal convicción revolucionaria, que se debe la sincera adhesión y colaboración de los grandes núcleos y centrales de trabajadores organizados: La Confederación Nacional Campesina, la Confederación de Trabajadores de México y los grandes sindicatos de industria. Estos núcleos hicieron política no obstante los prejuicios, y la hicieron para Servicio Social; marcharon paralelos con un presidente que ni usaba del poder para satisfacciones, ni cumplía desde el principio, desde que fue necesario hacer comprender a un falso caudillo que la desenfrenada ambición para dominar al país, no sería tolerada ni mucho menos cuando quería usar su ascendiente en contra de los intereses de la revolución que él mismo había jurado defender.

Estos núcleos de trabajadores no se despiden de Cárdenas, porque si su paso por la Administración Pública estaba limitado, su paso por la historia de México, como la de todos aquellos hombre que hicieron la patria, como Hidalgo, como Morelos, como Juárez, como Madero, como Carranza, es de una trayectoria infinita.

No quisiera concluir estas desaliñadas frases sin una mención muy justa para el Departamento Agrario, cuyos elementos, con Gabino Vázquez, el Ingeniero Clicerio Villafuerte, el Ingeniero Salvador Teuffer y todo el anónimo grupo de ingenieros entre los que tuvo el honor de contarme, ha sido los infatigables y leales colaboradores del Presidente en esta grande obra de la reforma agraria, que por sí sola, sin los otros múltiples aspectos fecundos de Cárdenas, bastaría par inscribir su nombre y su recuerdo en el corazón de todos los mexicanos y en el de las generaciones que no sucedan.

Que acepte el señor Presidente Cárdenas nuestro modesto testimonio de afecto y de reconocimiento del alto valor del estadista revolucionario. Puede tener la satisfacción íntima de que este acto solemne tiene un significado trascendente, porque estamos seguros de expresar el hondo y sincero sentimiento de gratitud y de admiración que las grandes masas proletarias del país guardan para él. Porque Cárdenas es ya un símbolo; ha sido la esperanza de liberación, cumplida, realizada con un sentido mexicano de leal interpretación del alma popular.

Y en el futuro, nosotros, como colaboradores del Presidente electo de México, General don Manuel Avila Camacho, nos animará siempre el ejemplo de Cárdenas. Puedo asegurar que esta XXXVIII Legislatura al Congreso de la Unión se mantendrá siempre en torno a la bandera de lucha revolucionaria que ahora deja Lázaro Cárdenas en manos de un hombre, cuyas grandes cualidades justifican plenamente la fe que en Avila Camacho han depositado las masas de trabajadores mismas que supieron acompañar al Presidente Símbolo en los momentos más difíciles para la patria.

Y en el día del último triunfo, al de la victoria definitiva, de todos los hogares, de las fábricas, de las escuelas, de los ejidos, en los campos y en las poblaciones se elevará del pecho de cada mexicano, un himno para los luchadores de la revolución; cántico de libertad y de trabajo que unirá a los corazones en un mismo sentimiento, las voluntades con un mismo deseo, y el cerebro para un mismo deseo, y el cerebro para un mismo propósito. Será de mediodía sublime armonizada con el ruido de los martillos, el silbar del vapor en las calderas de las máquinas, y el choque fatigante de la prensas de imprenta, propagadoras de las

ideas de la libertad y de la democracia. (Aplausos).

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Diputado Alejandro Carrillo.

El C. Carrillo Alejandro: Veinticuatro años después de que Francisco I. Madero encendiera el entusiasmo de México con la llamarada de su conducta ejemplar, nuestro país, nuestro pueblo, vivía una época de desesperanza, una etapa de desilusion, en virtud de que los propósitos, de que el programa, de que los objetivos de la Revolución Mexicana, por los cuales había caído en los campos de batalla cerca de medio millón de compatriotas, estaban siendo desviados y la revolución misma estaba empatanándose. Fue en esa época, fue en esos momentos dolorosos cuando de México surgió aquella leyenda negra que, exportada al extranjero, nos presentaba ante pueblos de otras latitudes como gente incapaz de gobernarse a sí misma, como pueblo no capacitado para realizar sus propios destinos, como nación que entonaba un dramático himno a la sangre, de un modo permanente y estéril.

En ese período de agonía cívica, en esos momentos decisivos, cuando se abre la página de la historia contemporánea que ha de escribir Lázaro Cárdenas. Es en 1934, el primero de diciembre, cuando Cárdenas llega al poder. Hoy, 30 de noviembre de 1940, nosotros podemos juzgar la obra de este hombre que llegara envuelto en la ilusión de un pueblo, que casi la había perdido, y en la esperanza de un pueblo que había también casi alejado ya de su propio corazón el anhelo de redimirse algún día. Lázaro Cárdenas tiene para nosotros dos grandes méritos: tuvo la sensibilidad maravillosa que sólo es dable tener a los hombres de excepción, de haber sabido escuchar la voz profunda de su pueblo, el hondo anhelo del pueblo de México; y tuvo también otra virtud indiscutible: tuvo fe, una inquebrantable fe en el destino de su patria, en el destino de México. Esos son los dos enormes méritos de Lázaro Cárdenas. Y tenerlos, constituye un privilegio, señores diputados; porque en verdad es un extraordinario privilegio tener sensibilidad bastante para escuchar la voz profunda de un pueblo. Porque a un pueblo no se le escucha a través de los voceros mercenarios que se autopostulan representantes de la opinión nacional. ¡Qué va! La voz de un pueblo es la voz que nace, la voz que se engendra en la entraña misma de la tierra, la voz que surge débilmente, trémulamente, pero que se agiganta, cobra ímpetu, se torna torrente incontenible cuando dicta e impone su curso a la historia. La voz auténtica del pueblo, señores diputados, la genera el quejido doloroso; la voz del pueblo se engendra allá abajo, en las minas, en donde el minero arranca a la tierra fragmentos de riqueza que no han de ser suyos; la voz del pueblo se engendra en el obrero que da su concurso para la fabricación de productos que tampoco ha de disfrutar; la voz del pueblo nace del campesino que ha sido secularmente explotado, en el peón que no tenía derecho a la tierra antes de que Lázaro Cárdenas llegara al poder; en la mujer del pueblo, en la mujer humilde que no tiene recursos para proporcionar los alimentos indispensables a sus hijos; la voz de la mujer, la voz del niño, la voz de los parias; la voz del minero, la voz del campesino, la voz del soldado, la voz que no tiene oro suficiente par ahacerse oír por los sedientos voceros de la opinión pública; esa voz, esa voz auténtica de México se escucho por conducto de Miguel Hidalgo y Costilla cuando levantara con la insurgencia al pueblo de México para reclamar justicia. Esa voz, que se oyó en la garganta de Hidalgo, que la hiciera suya después Morelos, que más tarde la emitiera Benito Juárez y que después Madero y Zapata la hicieran vibrar también, es la misma voz que con su oído puesto en la tierra mexicana, ha podido escuchar Lázaro Cárdenas. De ahí su gran mérito. Lázaro Cárdenas ha escuchado esta voz, porque es revolucionario. ¡Cuántos habrá, cuántos ha habido, cuántos hay que han tenido la posibilidad, porque el destino los ha colocado frente a ella, de escuchar esa voz; pero se han taponado los oídos con los intereses creados que se acumularon en su rededor y en lugar de percibir el llanto trágico de un pueblo explotado, han escuchado el canto engañoso y dulzón de las sirenas que han entonado, de un modo permanente, hosannas y elogios a los hombres en le poder a fin de hacerles creer que el llanto y el dolor no reconocen como patria a México! (Aplausos).

Lázaro Cárdenas tuvo ese singular privilegio: pero tiene otro también: Lázaro Cárdenas es un hombre que ha tenido fe, fe completa, fe íntegra en los destinos de su patria; y esto también es un don exquisito de hombres excepcionales. Y esa también es una cualidad que sólo los revolucionarios pueden tener, los que tiene fe en México, los que no se avergüenzan del tanto por ciento de sangre indígena que hay en nuestra población; los que tampoco desprecian a las grandes mayorías trabajadoras que crean la riqueza pública, que crean la clara visión, tienen fe en los altos destinos de nuestra República. ¡Cuántos hay, todavía hoy, que de una manera olímpica menosprecian a lo que es carne de México, y creen, ilusos, hombres engañados, que sólo esas minorías privilegiadas que visten bien, que tienen tez más o menos blanca, que han tenido posibilidad de cultivarse, son los representantes únicos auténticos de México y que el indio no es más que un motivo de decoración del paisaje para halagar al turista que recorre las carreteras. Sí; para ellos, el campesino de nuestra tierra, con su sombrero de anchas alas que le sirve para cubrir su rostro de los rayos del sol y su albeante calzón de manta, no es sino un detalle ornamental, también, del paisaje bucólico de la patria, y el obrero, el obrero con su traje de mezclilla, es exclusivamente un toque de color en la ciudad, donde el carbón de las máquinas llena la atmósfera. Eso son el indio, el obrero y el campesino para aquellos que no conocen a México que no oyen la voz, que no tiene fe en él, que no saben lo que es la patria.

Lázaro Cárdenas ha tenido fe en la mayorías; ha tenido fe en su raza, ha tenido fe en su pueblo; no ha creído Lázaro Cárdenas, con los que miran de hinojos a la vieja Europa, que haya razas inferiores. Ha comprobado, con hechos, que la raza

mexicana es una raza superior, y ha podido demostrarlo en los momentos mismos en que el mundo cruje, en que el mundo habitado por las llamadas razas superiores, se incendia con las llamaradas de una guerra bestial provocada por apetitos imperialistas, mientras nosotros contemplamos horizontes de paz, de paz creadora de una vida mejor para todos los mexicanos.

Tenemos, pues, que rendir homenaje a Cárdenas porque ha tenido del revolucionario, del hombre excepcional que es Lázaro Cárdenas! El ha contribuido, auxiliando eficazmente por las fuerzas creadoras en que tienen fe, a gestar una nueva nacionalidad, a gestar una patria más digna. ¡Y, claro, cuando algo se crea, cuando algo se engendra, hay dolor, hay desgarramiento, hay desquiciamiento! Eso ha ocurrido en México: ante la petrificada situación de privilegio que existía en el país, el abrir un surco profundo para que aflorara lo mejor en la tierra, ha traído trastornos pasajeros. ¡Quién lo discute, quién los niega! Pero, qué acaso, señores diputados, engendrar un hijo, realizar un acto de creación no implica dar forma con dolor, con amor, a una vida, a una obra que habrá de proyectarse al porvenir! Así Cárdenas, creador junto con su pueblo, de una nueva época, está gestando en medio del sacrificio, una patria mejor para las generaciones de habrán de venir después. En eso reside también el gran mérito histórico de la obra de Cárdenas. (Aplausos.)

Lázaro Cárdenas es un sembrador de ideales generosos. Con ese título habrá de pasar, indudablemente, a las páginas de nuestra historia, porque lo hecho por él ha sido siempre impulsado por un empeño limpio, noble, generoso. Frente al himno a la sangre estérilmente vertida, frente a la época en que se chapoteaba en sangre humana y en la que triunfaba solamente la fuerza bestial de quienes imponían su voluntad sobre un pueblo sojuzgado, Cárdenas ha hecho el milagro de tocar esa trágica sinfonía en un canto a la vida, en un canto a la esperanza. Cárdenas ha producido una gran sinfonía, la sinfonía de la unidad nacional.

Ahora sí aspiramos a que México sea un país unido; ahora sí creemos en la unidad nacional revolucionaria que ha hecho Cárdenas crear un México más digno de todos los mexicanos. Esa obra importante de Cárdenas no se ha quedado en México: cuando se alumbra adentro, se perciben los resplandores afuera. Y así también, en contraste con la negra leyenda que en el extranjero conocían de México, hoy se respeta, internacionalmente, la voz clara, la voz limpia de México. Y en todos los ámbitos del mundo, lo mismo en Francia que en China, lo mismo en la India que en la Argentina y en el Brasil y en el Uruguay, y en todas partes en donde lo hombres buscan un camino de libertad, se escucha jubilosamente la voz clara de México, que es voz de libertad, que es voz de democracia, que es voz de justicia social. Esto también lo debemos a Lázaro Cárdenas. (Aplausos.)

Rinde, hoy, señores diputados, nuestra Cámara, cumpliendo con un deber de lealtad y de justicia de revolucionarios, un homenaje al señor Presidente Cárdenas. Homenaje justo, homenaje justísimo. Nosotros , al tributárselo , nos hacemos eco del sentir del pueblo, porque el pueblo, señores diputados, ha rendido ya su homenaje, su mejor homenaje a Lázaro Cárdenas, llevando al poder, llevando a sucederle en la Presidencia de la República, a uno de los hombres ilustres por mil títulos, que es Manuel Avila Camacho. El más alto homenaje del pueblo a Cárdenas, consiste en haber ratificado su política, la política de la Revolución Mexicana.

Cada período, cada momento histórico tiene sus características específicas; pero lo que no cambia, lo que es inmutable, es el objetivo final de la Revolución Mexicana. Por eso Avila Camacho, sucesor de Cárdenas, encarna la mejor demostración del homenaje fervoroso que el pueblo de México ha dado a Lázaro Cárdenas, a su política revolucionaria.

Nosotros sabemos que mañana, el primero de diciembre de mil novecientos cuarenta, en este recinto se llevará a cabo, solemnemente, el acto de entrega del Poder Ejecutivo por parte de Lázaro Cárdenas, patriota excepcional, revolucionario, también con dotes excepcionales, Manuel Avila Camacho. Y sabemos también que ese acto no tendrá más que esta significación: un cambio, un relevo en la guardia que habrá de cuidar celosamente, fervorosamente, amorosamente, el gran tesoro que significan el progreso, la dignidad y la soberanía de la patria mexicana. (Aplausos nutridos.)

El C. Presidente: Se suplica a los ciudadanos diputados que integran las comisiones designadas, acompañen al ciudadano Licenciado García Téllez, representante del señor Presidente de la República, y al ciudadano General de División Heriberto Jara, que en estos momentos se retiran. (Se retira el C. Presidente de la República, acompañado por el C. General de División Heriberto Jara).

- El C. Secretario Rodríguez J. Refugio F. (leyendo):

"Acta de la sesión solemne celebrada en honor del C. General Lázaro Cárdenas, Presidente Constitucional de la República, por la Cámara de Diputados del XXXVIII Congreso de la Unión, el día treinta de noviembre de mil novecientos cuarenta, con asistencia de ciento tres ciudadanos diputados, se abre esta sesión, que se celebra en honor del C. General Lázaro Cárdenas, Presidente Constitucional de la República.

"La comisión designada al efecto introduce al salón al C. Licenciado Ignacio García Téllez,

Secretario de Estado y del Despacho de Gobernación, quien asiste en representación del Primer Mandatario de la República, y al C. General Heriberto Jara, Presidente del Comité Ejecutivo Nacional del Partido de la Revolución Mexicana.

"Los CC. diputados Emilio Gutiérrez Roldán, Fernando López Arias, Enrique Carrola y Alejandro Carrillo, pronuncian discursos en los que enaltecen la labor eminentemente patriótica y constructiva que ha desarrollado el C. General Lázaro Cárdenas, Presidente de la República, durante su ejercicio constitucional.

"Acompañados por la comisión que los introdujo al salón se retiran los CC. Licenciado Ignacio García Téllez y General Heriberto Jara. "Se lee la presente acta".

Está a discusión el acta. No habiendo quien haga uso de la palabra, en votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa se servirán indicarlo. Aprobada.

El C. Presidente (a las 13.15 hs): Se levanta la sesión solemne que en honor del señor Presidente de la República tuvo verificativo, y se suplica a todos los ciudadanos diputados su puntual asistencia a las nueve horas de mañana para la sesión de Congreso General, en la cual otorgará la protesta el ciudadano Presidente de la República, General Manual Avila Camacho.

TAQUIGRAFÍA PARLAMENTARIA Y

"DIARIO DE LOS DEBATES"

El Director, Jefe de la Oficina

JOAQUÍN Z. VALADEZ.