Legislatura XXXVIII - Año III - Período Extraordinario - Fecha 19430414 - Número de Diario 3

(L38A3P1eN003F19430414.xml)Núm. Diario:3

ENCABEZADO

MÉXICO, D. F., MIÉRCOLES 14 DE ABRIL DE 1943

DIARIO DE LOS DEBATES

DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS

DEL CONGRESO DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS

Registrado como artículo de 2ª. clase en la Administración Local de Correos el 21 de septiembre de 1921.

AÑO III.- PERIODO EXTRAORDINARIO XXXVIII LEGISLATURA TOMO II.- NÚMERO 3

SESIÓN

DE LA

CÁMARA DE DIPUTADOS

EFECTUADA EL DÍA

14 DE ABRIL DE 1943

SUMARIO

1.- Se abre la sesión. Lectura y aprobación del acta de la sesión anterior.

2.- Cartera.

3.- Iniciativa del C. diputado Leobardo Reynoso por la que se declara día de solemnidad nacional el 28 de mayo de cada año. Hacen uso de la palabra varios ciudadanos diputados y se aprueban las proposiciones hechas en el curso del debate. Se aprueba la iniciativa. Pasa al Senado.

4.- Informes de los CC. diputados Leobardo Reynosa y Rubén Figueroa, miembros de la comisión que recorrió los países sudamericanos.

5.- Nombramiento de las comisiones reglamentarias para participar la clausura del actual periodo de sesiones extraordinarias.

6.- Los CC. diputados Manuel Bernardo Aguirre y José Gómez Esparza glosan los conceptos contenidos en el informe del C. diputado Leobardo Reynoso. Se aprueba una proposición del C. diputado Gómez Esparza. Discursos de los CC. diputados Alejandro Carrillo y Fernando López Aris. Se lee y aprueba el acta de la presente sesión, levantándose ésta.

DEBATE

Presidencia del

C. ANTONIO NAVA CASTILLO

(Asistencia de 90 ciudadanos diputados).

El C. Presidente (a las 12.45): Se abre la sesión.

- El C. secretario Samayoa Mariano (leyendo):

"Acta de la sesión celebrada por la Cámara de Diputados del XXXVIII Congreso de la Unión, el día trece de abril de mil novecientos cuarenta y tres.- Periodo Extraordinario.

"Presidente del C. Antonio Nava Castillo.

"En la ciudad de México, a las doce horas y diez minutos del martes trece de abril de mil novecientos cuarenta y tres, se abre la sesión con asistencia de noventa y cinco ciudadanos diputados, según consta en la lista que previamente pasó la Secretaría.

"En votación económica y sin discusión se aprueba el acta de la Junta Preparatoria efectuada el día anterior.

"Usa de la palabra el C. senador Noé Lecona e informa que la H. Cámara de Senadores se constituyó debidamente para funcionar durante el actual periodo extraordinario de sesiones.

"A continuación, los ciudadanos diputados Alfredo Córdoba Lara y Juan Gil Preciado dan cuenta de haber desempeñado la comisión que se les confirió de participar al Senado y a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, respectivamente, la iniciación del periodo de sesiones extraordinarias.

"En seguida, se da cuenta con el proyecto de ley del Ejecutivo que textualmente dice:

"Artículo 1o. De conformidad con el artículo 88 de la Constitución Federal, se autoriza al Presidente de la República para que, mientras dure el actual estado de guerra, pueda ausentarse del territorio nacional por el tiempo que sea estrictamente necesario, pero sin que cada periodo de ausencia exceda de setenta y dos horas.

"Artículo 2o. El Ejecutivo dar cuenta al Congreso de los casos en que haga uso de la autorización que se le confiere en el artículo anterior.

"Transitorio.

"Único. La presente ley entrar en vigor el día de su publicación en el "Diario Oficial de la Federación".

"La Asamblea, a consulta que le hace la Secretaría, resuelve que este proyecto es de urgente y obvia resolución, por lo que se pone desde luego a discusión, y sin que la origine, en lo general ni en lo particular, es aprobado por unanimidad de noventa y cinco votos. Pasa al Senado para sus efectos constitucionales.

"Acto continuo, hace uso de la palabra el C. diputado Leobardo Reynoso y propone se designe una comisión del seno de esta Cámara que pida a la Comisión Permanente del H. Congreso de la Unión, la ampliación de la convocatoria del actual periodo extraordinario de sesiones, a fin de que el Congreso se ocupe también de la iniciativa que declara día de solemnidad nacional el 28 de mayo de

cada año, aniversario de la fecha en que el C. Presidente de la República informó al Congreso de la Unión de la existencia de un estado de guerra entre los Estados Unidos Mexicanos y Alemania, Italia y Japón.

"Previa dispensa de trámites se aprueba esta proposición y se designa, para integrar la comisión relativa, a los CC. diputados Eduardo Hernández Cházaro Aarón Fernández, Ismael M. Lozano, Amadeo Meléndez, Leonardo H. Hernández y Vicente Madrigal Guzmán.

"A las doce horas y treinta minutos se levanta la sesión".

Está a discusión el acta. No habiendo quien haga uso de la palabra, en votación económica se pregunta sise aprueba. Los que estén por la afirmativa sírvanse manifestarlo. Aprobada.

"El C. secretario Gutiérrez Roldán Emilio (leyendo):

"Ciudadanos Secretarios de la H. Cámara de Diputados.- Presentes.

"Para conocimiento de esa H. Colegisladora, nos permitimos comunicar a ustedes que, en Junta Preparatoria celebrada el día de ayer, esta Cámara de Senadores tuvo a bien designar la Mesa Directiva que funcionar durante el presente periodo extraordinario de sesiones, a que fue convocado el H. Congreso de la Unión por su Comisión Permanente, como sigue:

"Presidente, C. licenciado y senador Arturo Martínez Adame.

"Vicepresidente: C. doctor y senador Enrique Osorio C. y C. senador Alberto L. Reyes.

"Reiteramos a ustedes las seguridades de nuestra atenta y distinguida consideración.

"México, D. F., 13 de abril de 1943.- Florencio Palomo Valencia, S. S.- Ramiro Tamez. S. S."

- El mismo C. Secretario (leyendo):

"Honorable Asamblea:

"Muy pronto hará un año que el XXXVIII Congreso de la Unión, a iniciativa de C. Presidente de la República, y en virtud de la convocatoria respectiva de la Comisión Permanente, tuvo seguramente el más trascendental periodo extraordinario de sesiones de su ejercicio.

"El 28 de mayo de 1942, el C. Presidente de la República, general de división Manuel Ávila Camacho, en cumplimiento de la segunda parte del artículo 69 de nuestra Constitución Política, se presentó ante el Congreso e informó del ultraje que las naciones totalitarias habían inferido a nuestro país al torpedear y hundir por uno de sus submarinos, el 13 del mismo mes de mayo, el barcotanque de matrícula mexicana "Potrero del Llano" incalificable agresión que se repitió 7 días después con otro de nuestros barcos "El Faja de Oro".

"El Primer Magistrado de la Nación, con acopio de serenidad, pero inspirado en el más alto patriotismo, dio cuenta a la Representación Nacional de las medidas tomadas en el orden diplomático para exigir una satisfacción de los agresores y de que por no sufrir efecto ante el menosprecio de éstos, acudía al último de los recursos de que dispone un pueblo libre para defender sus derechos: Pedir que el Congreso de los Estados Unidos Mexicanos declarara que, partir del 22 de mayo, existía un estado de guerra entre nuestro país y Alemania, Italia y Japón.

"La Representación Nacional, interpretando fielmente la tradición y el sentir de nuestro pueblo, por unanimidad de votos y en históricas jornadas legislativas, aprobó la iniciativa del Ejecutivo.

"El paso trascendental de nuestro Gobierno mereció el aplauso de los países demócratas de ambos continentes que han sufrido usuales o peores ultrajes que el nuestro, y en la conciencia cívica de todo el que se llama libre, está grabada la fecha en que el Jefe del Estado trajo ante nosotros su patriótico mensaje en defensa de la dignidad y el decoro de México: el 28 de mayo de 1942.

"Esta fecha, señores legisladores, debe permanentemente recordarse como símbolo de amor de nuestro pueblo por la libertad y consiguientemente declararse día que debe solemnizar la nación para que perdure en el espíritu cívico de los mexicanos.

"Habiéndose ampliado la convocatoria del actual periodo de sesiones extraordinarias para que el Congreso de la Unión pueda conocer de esta iniciativa; me permito someter a vuestra consideración el siguiente proyecto de decreto:

"Artículo único. Se declara día de solemnidad nacional el 28 de mayo de cada año, aniversario de la fecha en que el C. Presidente de la República, general de división Manuel Ávila Camacho, informó al Congreso de la Unión de la existencia de un estado de guerra entre los Estados Unidos Mexicanos y Alemania Italia y Japón.

"Salón de sesiones de la H. Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.- México, D. F., a 14 de abril de 1943.- Leobardo Reynoso".

Se pregunta a la Asamblea si se considera de urgente y obvia resolución este asunto. Los que estén por la afirmativa, sírvanse manifestarlo. Si se considera. Está a discusión.

El C. Reynoso Leobardo: Pido la palabra,.

El C. Presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Leobardo Reynoso: Si no fuera porque en los periódicos de hoy leímos una información relativa a una opinión del señor senador Ramiro Tamez, contraria a este proyecto; si no fuera por ello, digo, no vendría a ocupar la tribuna para quitarles una poca de atención a ustedes, pues sé que mis compañeros están de acuerdo con este proyecto, por tratarse tanto de la conducta patriótica del Presidente de la República, general Ávila Camacho, como de la del Congreso de la Unión y la del pueblo mexicano, que respondió al llamado del Presidente Ávila Camacho.

Dice el señor senador Ramiro Tamez que este día debe ser un día de luto, yo sinceramente comprendo que el señor senador no estudió detenidamente, o no meditó sobre las palabras que vertió a los periódicos ayer. Y digo que no las meditó

porque nuestro pueblo está acostumbrado, en todas las épocas de su historia, a responder con gallardía a los ataques de los enemigos de México.

El 16 de septiembre lo celebramos con regocijo, porque ese día el Cura Hidalgo proclamó la independencia e invitó al pueblo de México y a todos los buenos mexicanos para batir y sacar de su suelo a los que lo tenían subyugado con las cadenas del esclavo. El 20 de noviembre también lo celebramos, porque ese día Francisco I. Madero invitó al pueblo de México a sacudir con las armas en la mano la tiranía y la dictadura de Porfirio Díaz.

Desde luego, decía el senador Tamez, que ese día, el 28 de mayo, era día tristeza, y que debía de llamarse día de luto, en vez de día de fiesta. No creo que deba darnos tristeza, cuando un pueblo responde gallardamente a la agresión del nazifascismo, que ha tratado de acabar con los principios libertarios de la humanidad. El pueblo de México ha demostrado en toda su trayectoria y en toda su historia, que siente satisfacción cuando trata de arrojar del templo a los mercaderes de la esclavitud; y nosotros sabemos que el pueblo de México aplaudió y respaldó la actitud del Presidente Ávila Camacho y la del Congreso de la Unión, declarando que México se encontraba en estado de guerra en contra de Alemania, Italia y Japón.

Mi proposición no tiende a que se hagan fiestas en la forma que opina el señor senador Tamez; mi proposición tiende a que el pueblo de México recuerde en ese día que ha tenido un gobierno digno de hablar en nombre de la patria. Por esa circunstancia, señores diputados, vengo a pedir a ustedes que se apruebe con dispensa de todo trámite la iniciativa y se pase al Senado; en la inteligencia de que ese día, 28 de mayo, recordaremos cuál fue la actitud gallarda de Manuel Ávila Camacho, cuál la del Congreso de la Unión, y cuál fue la actitud del pueblo mexicano ante la agresión injustificada y malévola de las potencias del Eje, que han querido acabar con todo principio libertario en este globo y, sobre todo, en este Continente en que tanto amamos la libertad. (Aplausos).

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Garizurieta.

El C. Garizurieta César: Desde luego, estoy absolutamente de acuerdo con el proyecto de compañero Reynoso, y no debemos discutir palabras desde un punto de vista gramatical, si debe ser día de fiesta o debe ser día de luto el 28 de mayo.

Creo que esta solución provisional, porque así la vamos a considerar, que ha dado el compañero Reynoso, llamándole día de solemnidad nacional, es de aceptarse. Ya cuando ganemos la guerra, a ese día lo llamaremos el Día de la Victoria, y entonces sí lo celebraremos con fiestas. (Aplausos). Este día 28 de mayo es el primer aniversario que celebra México, de una declaración de guerra contra países formados con gobiernos de pandillas de bandoleros. Por eso este día, los revolucionarios de México y los elementos progresistas, así como los antifascistas de México deben celebrar, deben recordar al pueblo de México, que este país se encuentra en pie, de lucha contra los fascistas que quieren dominar al mundo.

Por eso quiero hacer una nueva proposición: que el 28 de mayo se celebre aquí por la Comisión Permanente o por el Bloque, como lo considere mejor la Cámara, una sesión solemne a la que se invite a todo el Cuerpo Diplomático, para que asista a este recinto, a la celebración de este día antifascista. Que la Comisión Permanente del Congreso se dirija a las Legislaturas de los Estados que se encuentren en periodos de sesiones, o bien a las Comisiones Permanentes de las propias Legislaturas, para que hagan lo mismo, es decir, que en toda la República se celebre este mismo acto de condenación antifascista, y que las propias Legislaturas, de acuerdo con la recomendación que haga la Comisión Permanente, se dirijan a los ayuntamientos de toda la República para que se hagan actos de presencia y de convicción antifascista contra los Estados totalitarios que quieren sojuzgar al mundo. (Aplausos).

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. diputado Carlos Zapata Vela.

El C. Zapata Vela Carlos: Señores diputados: Quiero en primer termino, presentar una cálida felicitación al compañero diputado Leobardo Reynoso por su atinada, inteligente y patriótica iniciativa,

No podrán demeritar el contenido esencial de esta iniciativa las diatribas, las injurias y las torcidas interpretaciones, pues en el pensamiento profundo que inspira la iniciativa del diputado Reynoso, palpita todo el sentimiento antinazifascista, revolucionario, que siempre, de una manera constante, ininterrumpida y valiente, la XXXVIII Legislatura del Congreso de los Estados Unidos Mexicanos levantó como una guía orientadora de todas sus actividades. Esa iniciativa constituye, pues, el colofón, el clímax, la cúspide de toda una labor patriótica y sinceramente revolucionaria que los diputados mexicanos realizaron en uno de los periodos más trascendentales y más graves de la historia del país.

Cuando el diputado Reynoso propone que el día 28 de mayo sea declarado día de solemnidad nacional - no vamos a hacer distingos gramaticales - está en lo justo. Ya lo dijo él también: es día de fiesta nacional el día en que las clases populares del país se lanzaron a una lucha sangrienta para poder libertarnos de la opresión colonial esclavista. Cuando el Cura Hidalgo y las huestes libertadoras se lanzaron a los campos de la insurgencia para conquistar la independencia del país, ese acto, ese inicio de una etapa gloriosa de nuestra historia, está consagrado como día de fiesta nacional, y está muy bien así, señores diputados, porque eso demuestra que elevamos a categoría de día de fiesta un acto que constituye para nosotros afirmación de la actitud libertaria del pueblo de México. De igual manera, también es día de fiesta nacional el 20 de noviembre, como dijo el señor diputado Reynoso, porque ese día representa el inicio de una jornada sangrienta también y dolorosa, en que el pueblo de México se lanzó a liquidar con irrefrenable afán de libertad, la dictadura y la tiranía. Por esa razón, también el 20 de noviembre es día de fiesta nacional. De igual modo, el día en que México,

respondiendo a los sentimientos de solidaridad humana para con todos los pueblos oprimidos del mundo y respondiendo al reclamo de la dignidad ultrajada por los actos alevosos de las potencias del Eje, lanzó el guante al rostro del Eje mismo y declaró la guerra a Italia, a Alemania y al Japón, ese día es día de fiesta para todos nosotros los mexicanos, es día de fiesta para los revolucionarios y patriotas, porque ese día confirmó la nación mexicana su inquebrantable decisión de vivir apegada estrictamente a las normas de la democracia, de vivir inseparablemente ligada a todo sentimiento de libertad y de justicia, sin que importaran los riesgos y peligros que esa noble y levantada decisión significara.

El día que se inicio la lucha no es día de luto, porque si los objetivos de la lucha son la conquista del honor y la salvaguarda del destino del hombre libre sobre el mundo, la libertad del pueblo de México, el decoro de México, la limpieza de nuestra bandera, la libertad de todos los hombres sobre la tierra, si eso son los objetivos de la contienda, debe ser para nosotros día de fiesta nacional el día en que iniciamos esta lucha que define y coloca al pueblo de México, de una manera indudable, dentro de las filas libertarias del mundo, que lo ubica defensivo y valiente frente a las potencias regresivas del nazifascismo.

Por esa razón debe ser día de fiesta nacional, para nosotros, como para todo el mundo, el día en que se decidió luchar por la libertad de la humanidad y por una futura, pero próxima organización de la sociedad humana sobre bases de confraternidad y de justicia.

Y cuando un hombre como el señor Presidente de la República, general Ávila Camacho, cuando un hombre como él, profundamente representativo de los anhelos del pueblo de México, de sus necesidades, de sus objetivos, de sus aspiraciones y de sus esperanzas; cuando un hombre como él levanta la bandera desgarrada de la patria y la coloca en el plano de dignidad y de altura que históricamente siempre le ha correspondido, y viene a esta tribuna a decir:

"Señores diputados, pueblo entero de México, pueblos libres del mundo: la nación mexicana es una nación que prefiere morir a vivir con indignidad", se consagra definitivamente para la historia, por eso tal acto debe ser profundamente conmemorado por nosotros, por toda la nación mexicana; porque en ese momento y en ese instante, un hombre, auténtico representativo del pueblo, surge en defensa del decoro del pueblo y de la nacionalidad mexicanos, levanta una bandera de dignidad y de patriotismo y coloca a la nación mexicana en el único lugar en que su historia estaba determinado que podía colocarse: ese lugar son las filas de la democracia y la lucha activa en contra del nazifascismo. La iniciación de esta lucha, la declaración de esta guerra por un patriota íntegro como Ávila Camacho, constituye para nosotros un motivo de regocijo; es motivo de regocijo, si señores, y no de luto, el hecho de que salgamos enteros, completos, definidos, valientes, detrás de la figura limpia del señor Presidente, en defensa de la dignidad nacional y de la limpieza de nuestra bandera, motivo de luto habría sido permanecer silenciosos ante la injuria, callados y sumisos ante la cruel afrenta, impasibles ante la tragedia y la angustia dolorosa del mundo.

Alguien ha tratado de tergiversar una iniciativa que, como he dicho, significa el colofón de las actividades de la XXXVIII Legislatura. El senador Tamez declara en los periódicos de hoy, en "El Universal": "Me opondré tenazmente a que el Congreso apruebe la iniciativa que declara fasto nacional el 28 de mayo, fecha en que se conmemora el estallido de la guerra mundial, porque creo que un acontecimiento luctuoso como es ese, no debe ser catalogado como un venturoso suceso",

En primer término, el doctor Tamez se equivoca: el 28 de mayo no estalló la conflagración mundial. En esa fecha, nosotros participamos con gran entusiasmo en ella; pero no se inició la guerra en esa fecha.

"Para mí, la guerra independientemente de la causa que la haya generado, representa el más triste y doloroso suceso de este siglo, supuesto que ha sido la tumba de millones de hombres y la destrucción de todos los ideales de superioridad y engrandecimiento del mundo".

Este lenguaje - lo digo con todo respeto, pero con toda seriedad también - este lenguaje se identificara en rasgos generales y en aspectos muy esenciales y muy claros con el lenguaje apaciguador de la Francia de Laval y de Petain, con el lenguaje pacifista de los neutrales, con el chamberlainismo de Inglaterra y con todos los apaciguadores que sabotearon la lucha activa por la libertad y la justicia. Así se hablaba de la guerra antes de que está estallara y las consecuencias de ese lenguaje y de esa política significaron la entrega de Francia y el transitorio quebrantamiento del poderío de Inglaterra. No podemos permitir que se hable así cuando la guerra ha estallado ya, cuando participamos en ella con una profunda decisión de lucha y con una clara esperanza en el triunfo; esperanza fundada en todos los anhelos libertarios de México y en la potente fuerza que significa la justicia de la causa que defendemos y la gran convicción libertaria y democrática de la Nación Mexicana.

En otros periódicos, el propio senador declara: "Es increíble que un político de la experiencia del diputado Leobardo Reynoso, quien además ha demostrado en muchas ocasiones su patriotismo, lance tal iniciativa, cuando precisamente a causa de los hundimientos de barcos, muchos hogares mexicanos se llenaron de luto. Agregó que lejos de declararse día de fiesta, debiera ser de luto, ya que el día de fiesta verdadero ser aquel en que las naciones se reconcilien y vuelva a imperar la paz en el mundo:.

Ahora está proclamando el senador Tamez una reconciliación en momentos en que en la conferencia de Casa Blanca los dirigentes de las naciones aliadas llegaron a la conclusión de que no había reconciliación posible, de que la rendición sin condiciones de ninguna especie del Eje, y la victoria definitiva de las fuerzas demócratas aliadas deben ser

la única forma de determinación de la guerra. ¡Qué más quisiera Hitler que la guerra terminara con una reconciliación? Para él, Mussolini, Franco y todos los nazifascistas, que ya están sintiendo el sabor de la derrota, esa reconciliación sí sería motivo de fiesta. No para nosotros.

Yo creo que el señor senador Tamez sí es un político sin experiencia y no el compañero Reynoso, que en esta iniciativa que hoy comento, da pruebas de alto patriotismo. Sí es una inexperiencia aconsejar la reconciliación, porque la historia del mundo y la realidad actual del mundo, la cruenta que vivimos, los objetivos que de lado y lado se persiguen, no pueden permitir de ninguna manera, ninguna reconciliación. No ser tampoco, si llegara a presentarse un motivo de fiesta, tal reconciliación. Una reconciliación que no significara la rendición incondicional del Eje, y que se tradujera en un inconcebible intento de conciliar los opuestos e irreconciliables intereses de la libertad y del nazifascismo, ese sí sería motivo de luto: sería día de luto el día en que ello se intentara porque significaría el fin estéril de la guerra; significaría que la guerra habría terminado sin que quedaran definitivamente liquidadas las fuerzas obscuras del nazifascismo; sin que quedaran claramente triunfantes y esplendorosas y abriendo la ruta hacia un porvenir de justicia, las fuerzas de la democracia.

Sólo con la victoria puede terminar la guerra; sólo de esta manera puede dar fin una lucha en la que se han empeñado las vidas de muchos millones de hombres, en que la sangre de muchos centenares de miles de hombres ha sido regada para defender la libertad. No puede ser la reconciliación jamás; tiene que ser el triunfo, el triunfo definitivo de la verdad y de la justicia; el triunfo de la causa del hombre libre sobre el mundo; sólo así puede terminar esta guerra.

Es una inexperiencia decir que puede terminar la guerra por reconciliación de las fuerzas en pugna. Contra esa inexperiencia nosotros levantamos no nuestra experiencia, pero sí nuestra profunda convicción revolucionaria, nuestra profunda convicción antifascista, y nuestro claro definido patriotismo del que hemos dado pruebas indudables durante nuestra actuación.

Y es una inexperiencia porque significa ceguera frente a nuestra propia historia que con experiencias dolorosas demuestra el trágico y desastroso resultado de las reconciliaciones sin cimiento de justicia y de verdad. El abrazo de Acatempan, que reconcilió la fuerza joven y vigorosa de la insurgencia independista con los oscuros intereses del pasado opresor, determinó el trágico imperio de Iturbide y de la desorientación y el caos por largos años; la reconciliación intentada en los tratados de Ciudad Juárez por la triunfante revolución maderista y las fuerzas ignominiosas de la dictadura, por la cual se pretendió conservar los intereses políticos, militares y económicos del porfirismo, tuvo como resultado el cuartelazo de Huerta con todas sus tremendas consecuencias. No, esta guerra, en la que México participa en defensa de la verdad y de la justicia, sólo puede terminar para nosotros con el triunfo de la justicia y de la verdad. Señores diputados: esta probablemente ser una de las últimas sesiones que tengamos en todo el periodo de tres años, que la historia y el destino nos hicieron cumplir aquí como representantes del pueblo de México. Vamos, pues, a levantar una vez más la bandera que hemos proclamado y que hemos dejado ondear a todos los vientos y a todas las diatribas y a todas las pasiones; la bandera de nuestra convicción y de nuestro pensamiento; esa convicción revolucionaria y ese pensamiento antinazifascista que caracteriza y define a la XXXVIII Legislatura como una valiente, patriótica y revolucionaria Legislatura.

Como hombres representativos auténticos del pueblo, que es revolucionario y antinazifascista en sus sentimientos, vamos a levantar esa misma bandera, no la de nuestra experiencia, sino la de nuestras convicciones, contra la inexperiencia del señor senador Tamez, declarando rotundamente que es día de fiesta nacional el día en que México tomó la bandera de la lucha y plantó sus cañones y se preparó para el combate contra las dictaduras totalitarias. El día que, frente a la agresión nazifascista, México levantó, con su digno Presidente a la cabeza, la bandera del patriotismo, del decoro de la libertad humana y de la justicia social, es un día de fiesta nacional, decretémoslo así y declaremos en esta ocasión que no piensa, que no espera, que no quiere ni desea el pueblo de México que esta lucha termine en una forma estéril, en una forma de reconciliación, sino que termine en la única forma que puede darle justificación ante el porvenir mediante el triunfo definitivo de las fuerzas democráticas y mediante la rendición incondicional de las fuerzas totalitarias. (Aplausos nutridos y prolongados).

El C. secretario Samayoa Mariano: Por acuerdo de la Presidencia se concede la palabra al ciudadano Gil Preciado.

El C. Preciado Gil: Vengo a solidarizarme con la iniciativa presentada ante esta honorable Cámara el día de ayer por el compañero Leobardo Reynoso y a sumarme a las voces autorizadas y valientes de mis compañeros César Garizurieta y Zapata Vela. Tiene razón Reynoso en proponer que el día veintiocho de mayo sea declarado Día de Solidaridad Nacional; tiene razón, porque en la historia de todos los pueblos, lo mismo que en la historia de los hombres, las actitudes indefinidas no son otra cosa que actitudes cobardes. Cobardía sería, sí, que México, ante la agresión cobarde de los países totalitarios que enrojeció nuestros mares con la sangre de nuestros hermanos y mancilló nuestra bandera llena tradiciones, hubiera permanecido inerme sin responder en la forma valiente, viril y entusiasta como respondió el señor Presidente de la república. Cobardía hubiera sido, sí, el permitir que México permaneciera al margen de una lucha en que el mundo se debate entre dos tendencias: de un lado el obscurantismo, la cobardía y la esclavitud y, por otra parte, la libertad y la justicia de los hombres. Por esta razón no puede llamarse

el veintiocho de mayo día de luto; debe llamarse Día de Solemnidad Nacional, porque en esta fecha México definió ante el mundo entero, comprobó ante las naciones de toda la Tierra que sus tradiciones, que su pasado limpio de un país que siempre ha inspirado a ser libre y a estar del lado de la justicia, viene a afianzarse con ese nuevo acto ante la historia.

Hidalgo lanzó el grito de la Independencia para acabar con la esclavitud en que nos tenía sumergida una nación en el pasado. Juárez nunca permitió que los soldados de Francia en aquel entonces vinieran a esclavizar las libertades de un pueblo.

Manuel Ávila Camacho, frente a la agresión totalitaria, se pronunció en favor de las libertades del mundo, y por ellas estamos peleando. Luto sería, tristeza sería que México hubiera permanecido al margen o que no hubiera hecho honor a su tradición histórica. Por eso, compañeros diputados, haciendo honor a nuestro pasado histórico, haciendo honor a nuestra actitud de pueblo libre, vengo a aprobar la proposición del compañero Reynoso.

Y es más: en su viaje a Sudamérica, a los países de la América latina, el compañero Reynoso pudo descubrir la enorme admiración que se tiene por México en todos los pueblos de nuestro Continente, la enorme admiración que sus gobiernos tienen por el señor Presidente de la República; y eso es porque México, dentro de sus leyendas, dentro de sus características y sus actitudes históricas, siempre ha sabido ponerse en el campo de la justicia; porque después de México muchos países de Centro y Sudamérica declararon también la guerra a las potencias del Eje.

México, pues, no sólo dentro de su destino histórico dentro de su vida institucional, marcó un gran paso de trascendencia en las libertades del mundo, sino que sirvió de guía a muchos de los pueblos de Centro y Sudamérica para que, siguiendo el gesto del Presidente, declarara la guerra a los países invasores totalitarios. El día de la libertad de que hablaba Zapata Vela, el día en que las democracias del mundo hayan exterminado a las dictaduras, el día en que los hombre sean libres en toda la faz de la Tierra, el día en que tengan autodeterminación para gobernarse a sí mismos, el día en que la libertad en todo el mundo quede afirmada, México representar , en esta guerra cruenta y terrible, una de las actitudes más brillantes, y nuestra bandera ondear orgullosa al lado de las banderas de los pueblos que habrán conseguido con su esfuerzo, con su sangre y con su heroísmo, la libertad de los hombres y de los pueblos de la Tierra. (Aplausos).

El C. Presidente: Tiene la palabra el ciudadano López Silva.

El C. López Silva Julio: En los precisos momentos en que los ejércitos aliados se abren paso victoriosamente haciendo aguardar al mundo el ansiado día de la libertad, la iniciativa de declarar día de fiesta nacional el veintiocho de mayo en ocasión de haberse declarado en esa fecha la guerra por México a las potencias del Eje, cobra una significación de relieve. México, país amante por tradición de su libertad y de la libertad de los demás pueblos, no puede considerar esa fecha como luctuosa. Quince y dieciséis de septiembre, albores de una nueva etapa para nuestro país, son consagrados ya por la historia, por el tiempo y por nuestro pueblo, definitivamente, a la causa noble de la libertad de México. Veinte de noviembre, iniciación de una etapa encaminada hacia las justas reivindicaciones del pueblo mexicano, está consagrado en las mismas condiciones. El veintiocho de mayo, con todo el dolor que significa la pérdida de vidas de mexicanos, con todo el coraje de un pueblo que perdió a sus hijos de la manera más cobarde, no puede representar una fecha de dolor, de luto y de llanto para nuestro país. Ha de ser la satisfacción inmensa de enmarcarse dentro de una lucha que corresponde justamente a los pueblo libres y dignos. Dignidad, democracia y patriotismo son en realidad las tres características de esta proposición.

México, país amante de la paz, ha dicho por boca de nuestro digno Presidente Ávila Camacho, que no llegar jamás a las conferencias para repartirse botines, para disputarse terreno, para ansiar la esclavitud de ningún pueblo; ha de llegar en el plan decoroso de quien desea discusiones honradas y leales en favor de la paz y de la tranquilidad del mundo. Y en los albores justos de la victoria de la democracia, señores diputados, nada más lógico que aprobar esta iniciativa en la que el pueblo de México ratifica su fe y su confianza en las democracias, y en el triunfo y la libertad del mundo entero. En esa fecha habrá de tremolarse nuestra querida bandera con orgullo, lo mismo en los mástiles de los edificios, que en todos los hogares para confirmación de nuestra fe democrática. (Aplausos).

El C. secretario Gutiérrez Roldán Emilio: La Presidencia informa a la Asamblea, por conducto de la Secretaría que ha tomado en cuenta la proposición del diputado César Garizurieta, y que toma el acuerdo de correr traslado de la versión taquigráfica a la Comisión Permanente, que ser la que deba acordar en definitiva sobre el particular.

Igualmente se pone a consideración la iniciativa del diputado Reynoso y la adición del diputado Zapata Vela, en el sentido de que se adicione la proposición del compañero Reynoso a efecto de que el decreto que declare día de fiesta o solemnidad el 28 de mayo, se promulgue por bando solemne en toda la República, con participación activa del pueblo en tal promulgación. Está a discusión la edición del compañero Zapata Vela. No habiendo quien haga uso de la palabra, en votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa, sírvanse manifestarlo. Aprobada.

Se pregunta si no hay quien quiera hacer uso de la palabra en torno a la proposición del compañero Reynoso, y , en tal virtud, si se considera suficientemente discutido este asunto. No habiendo quien haga uso de la palabra, se procede a recoger la votación nominal. Por la afirmativa.

El C. secretario Samayoa Mariano: Por la negativa. (Votación).

El C. secretario Gutiérrez Roldán Emilio: ¿Falta algún ciudadano de votar por la afirmativa?

El C. secretario Samayoa Mariano: ¿Falta algún ciudadano diputado de votar por la negativa?

Se procede a recoger la votación de la Mesa. (Votación.)

El C. secretario Gutiérrez Roldán Emilio: Por unanimidad de 90 votos fue aprobada la iniciativa del ciudadano Leobardo Reynoso. Pasa al Senado para los efectos constitucionales.

El C. secretario Gutiérrez Roldán Emilio: La Presidencia concede la palabra al C. diputado Reynoso, para informar acerca de su viaje a la América del Sur.

El C. Reynoso Leobardo: Señores diputados: cuando el diputado Figueroa, el Diputado Samayoa y el que habla proyectamos nuestro viaje a Centro y Sudamérica, en compañía del señor general Pánfilo Natera, gobernador del Estado de Zacatecas, nunca creímos que tuviera la significación que tuvo ni que experimentáramos durante él, tantas satisfacciones como experimentamos. Si hubiésemos presentido eso, seguramente que hubiésemos formado un itinerario más amplio y hubiéramos considerado mayor tiempo del que dispusimos.

Lamentamos no haber visitado Colombia, Bolivia, Paraguay y otros países hermanos, en los cuales indudablemente hubiéramos obtenido el mismo resultado que obtuvimos al visitar diez países del Continente Americano.

Regresamos de nuestro viaje llenos de satisfacción, no por las atenciones que en lo personal recibimos, sino por el placer inmenso que sentimos de que todos los países que visitamos reconocen las altas miras que México tiene y el renombre que ha conquistado en el terreno internacional. Si tal reconocimiento hubiera sido un caso aislado, seguramente lo hubiéramos atribuído a una simple cortesía; pero obra la circunstancia de que en donde quiera que estuvimos, ya en demostraciones públicas o en conversaciones privadas, recogimos, tanto de esos pueblos, como de sus gobiernos, demostraciones de efecto y de admiración por el nombre de México.

Estimamos también y pudimos comprobarlo, que durante nuestras luchas revolucionarias por las conquistas del proletariado nacional, desde don Venustiano Carranza hasta Lázaro Cárdenas, fuimos objeto de parte de las potencias capitalistas extranjeras de constantes calumnias. Cuando don Venustiano Carranza público su ley de 6 de enero, fue acremente censurado en el exterior. También cuando el general Calles hizo que se respetaran las leyes y la Constitución de México en materia de cultos y el clero mexicano observó una actitud altanera, fue igualmente en el extranjero en donde se no hizo una propaganda contraria a la realidad.

La expropiación petrolera, que patrióticamente llevara a cabo Lázaro Cárdenas, también fue motivo de censuras en el extranjero; pero cábeme la satisfacción de informar a ustedes, señores diputados, que la seriedad, el prestigio y el patriotismo del general Manuel Ávila Camacho, quien ha tratado de consolidar las conquistas revolucionarias, de llevar a término el programa que el pueblo de México se ha trazado y de procurar que todo lo que un buen mexicano ambiciona sea conquistado por el camino de la justicia social, han hecho que México sea reconocido por los países del continente como el país - guía y ha facilitado a nuestros embajadores y ministros su difícil tarea, tendiente a que México sea visto por los países hermanos como el país que va en pos de una justicia social y de un mejoramiento colectivo, de acuerdo con los postulados de la Revolución. Nos causó mucha satisfacción darnos cuenta en el primer país que tocamos, Guatemala, cuando visitábamos las construcciones del Palacio Nacional, de la diferencia de actitud que se advierte entre el trabajador mexicano y el trabajador guatemalteco. El trabajador mexicano, ya sea campesino u obrero, siempre lleva su frente altiva, y cuando está ante el patrón no es el obrero o el campesino de los tiempos de la dictadura porfiriana, sino el trabajador emancipado.

Siente como si el porvenir fuera suyo: tiene gran satisfacción de ser mexicano y de reclamar sus derechos tratando a su patrón en un plano de igualdad real; y cuando el mismo Estado se convierte jurídicamente en patrón, él se yergue ante el Estado y le reclama sus derechos con valor civil. En Guatemala, en cambio, observamos que no existe una situación, semejante. En el caso que cito, cuando el sobrestante hablaba a un trabajador, para que nos enseñara algún detalle de la construcción, corría humilde, con la vista baja y un poco taciturno.

Entonces nosotros recordamos con emoción a nuestro México querido. Debemos informar a ustedes que de los diez países que visitamos, o sean Guatemala, Costa Rica, Panamá , Perú, Chile, Argentina, Uruguay, Brasil, Venezuela y Cuba, entrevistamos en sus despachos oficiales o particulares a los jefes de estas naciones, con excepción del de Panamá , a quien por motivos especiales no fue posible visitar.

Todos los jefes de Estado se interesaron en conocer el programa de México y su situación social imperante. No hubo un jefe de Estado que no preguntara con sumo interés sobre los propósitos del Presidente Ávila Camacho. Hubo alguno de ellos, el Jefe de Estado de Brasil, que tuvo con nosotros un diálogo intenso preguntándonos fundamentalmente por nuestras leyes tendientes a favorecer al proletariado mexicano.

También debemos informar a ustedes que depositamos ofrendas florales en el monumento de Juan Santa María en San José de Costa Rica; en el monumento del libertador Simón Bolívar en Lima, Perú; en el monumento al general San Martín en la misma ciudad; en el monumento de Bernardo O Higgins, en Santiago de Chile; en el mausoleo dedicado a San Martín en la Catedral de Buenos Aires. Visitamos el monumento de Artigas en Montevideo, depositando ofrendas florales e hicimos guardia ante los sagrados restos de Simón Bolívar en Caracas, en el Panteón Nacional; también llevamos una ofrenda floral a José Martí, en la Habana, Cuba, en su monumento.

Algo de lo que más nos llamó la atención fue la organización de dos pequeños grandes países:

Uruguay y Costa Rica. Nosotros, como mexicanos que amamos la libertad y la democracia, tuvimos que admirar a esos pueblos porque en ellos el voto de cada ciudadano, es un voto efectivo, y la voluntad popular es respetada como un principio sagrado de democracia. No decían que el último Presidente que acaba de tomar posesión en el Uruguay, fue sólo por cerca de dos mil votos por los que triunfó sobre su contrincante. De este país, en particular, debo decirles que su organización social es grandiosa, y allá, como en todas partes, pero con más devoción, nos estudian a tal grado, que los uruguayos conocen mejor la historia de México, que muchos mexicanos. En el Uruguay vive un elemento cuyo nombre quiero pronunciar aquí, el doctor Guani, Vicepresidente de la República, que es un exponente de la democracia uruguaya, así como también - por qué no decirlo - de la Revolución Mexicana, a la que quiere y admira de todo corazón.

En Lima tuvimos la oportunidad de visitar, entre otros lugares, un hospital que se construyó con el sudor de los obreros peruanos. Es el producto viviente de la Ley del Seguro Social que impera en aquel país. El licenciado García Téllez, entonces Ministro del Trabajo de México, tuvo oportunidad de hacer un gran estudio sobre este tema, y creo que, al hacer su proyecto de Ley del Seguro Social se inspiró grandemente en la Ley del Seguro Social de los obreros del Perú.

En Chile, es también notoria la estimación que se tiene por México y por su Presidente. Es justo subrayar aquí que a Lombardo Toledano le hicieron una gran manifestación en Santiago de Chile, como no se la han hecho a funcionario alguno en aquella ciudad, y cábenos la satisfacción de informar a ustedes que la jira de Lombardo Toledano por algunas partes del Continente Americano, tanto de Centro como de Sudamérica, fue benéfica para la Revolución Mexicana, para México , para nuestro gobierno, así como para todas las clases laborantes de aquellos países. Estas impresiones las recogimos con gran satisfacción.

De Argentina, el país que más nos interesaba por lo grandioso de sus riquezas es de donde tengo que informar a ustedes con más amplitud: al llegar, el gobierno de aquel país hermano, por conducto del protocolo, nos preguntó cuántos días habíamos destinado a Argentina. Al contestar nosotros que siete, fue notoria su contrariedad; nos dijeron que no era posible que a un país que tanto quería a México le dedicáramos tan poco tiempo, y tuvimos que alargar nuestra estancia allá otros cuatro días. Tuvimos oportunidad de visitar el Congreso Nacional, la Universidad de Buenos Aires, la Policía Montada, el Círculo Militar, el Colegio Militar de El Palomar, Los laboratorios de los yacimientos petrolíferos fiscales, la Escuela "República de México", la Escuela Comercial "Hipólito Vieites", el Colegio Nacional "Mariano Moreno", el Parque Zoológico, el Frigorifico "Anglo", la Estancia La Martona, la Estancia de San Juan, cuyo propietario dedicó su gran fortuna a hermosear y a reforestar con los árboles más hermosos del mundo esa Estancia, en la que tuvimos oportunidad de contemplar tres robles que se plantearon en ocasión de la Alianza Tripartita de Argentina, Brasil y Chile, lo que viene a demostrar cómo esos pueblos respetan sus alianzas y sus tratados y conmemoran con entusiasmo todo aquello que se relaciona con los países hermanos.

Debo informarles que hicimos estas visitas con detenimiento. Se nos comisionó a empleados expertos para que nos dieran toda clase de explicaciones y tuviéramos la oportunidad y el tiempo necesarios para hacer toda clase de anotaciones.

Estuvimos también en la Providencia de Buenos Aires, adonde fuimos invitados por su gobernador, señor doctor Rodolfo Moreno. Allá visitamos la Universidad de La Plata, el Museo de Historia Nacional y el Congreso Provincial en donde fuimos atendidos personalmente por el señor gobernador Moreno. También quiero informarles que los congresos de Costa Rica, Perú, Chile, Argentina, Venezuela y Cuba nos agasajaron y nos invitaron a sus recintos oficiales, en los que hubo los discursos de rigor.

Tenemos la sensación de que el pueblo argentino y su Gobierno son partidarios de las Democracias. El señor ministro Ruiz Guiñazú, en una larga entrevista que tuvimos con él, nos manifestó con toda claridad esa postura. Creo que es de importancia relatar los conceptos del señor ministro Guiñazú, para que los conozca esta Cámara y el pueblo de México. Nos comunicaba el señor Ruiz Guiñazú que se les atacaba de nazifascistas: "Nada más inexacto", nos decía "Para nosotros el camino más cómodo hubiera sido el que tomaron las naciones hermanas; el más difícil es el que adoptamos o sea la neutralidad. Y si tomamos el más difícil, es porque nuestra responsabilidad y nuestra conciencia nos aconsejaron que ese era el camino de nuestro deber. Hay problemas internos que sólo yo, que estoy en este Ministro, puedo palpar. Tenemos una gran colonia de italianos y otra de españoles, que nos hacen difícil realizar el deseo nuestro de seguir la suerte que corran los países hermanos; pero tengan ustedes la seguridad - nos decía el ministro Guiñazú - que estamos con ustedes; ya que estuvimos en el pasado y estamos en el presente, también estaremos en el futuro, pues de una manera espiritual estamos ligados por toda nuestra existencia".

La Cámara de Diputados de Argentina, que en su mayoría está compuesta por radicales y socialistas, constituye la oposición al Gobierno. Es justo subrayar que los diputados argentinos, de la mayoría, han estado luchando en favor de las democracias; hace dos años, aproximadamente, nombraron un Comité que se encargara de hacer frente a las actividades antiargentinas o sea a las actividades nazifascistas en la República Argentina; y cabe también subrayar que esa labor de los diputados es patriótica y digna de reconocimiento. Ellos nos dieron un banquete en el que hicieron uso de la palabra varios oradores, haciendo resaltar la postura de México en el actual conflicto y su trayectoria durante toda su historia, asegurando los compañeros diputados que México tenía un gran

porvenir y que México y Argentina serían, como siempre, don grandes hermanos. Yo, a nombre de mis compañeros, contesté aquellas palabras de los diputados argentinos. Hice hincapié, señores diputados, en algo que nos satisface mucho les dije que recogíamos con devoción esas palabras de aliento para nosotros, que las aceptábamos como el mejor homenaje a nuestra patria y que aquel acto me recordaba la postura de México, que siempre ha estado a la altura de su deber. Les decía yo que ni Inglaterra, con esa sabiduría política que ha demostrado en todos los siglos, ni los Estados Unidos, pueblo viril, trabajador e inteligente, tomaron la postura que tomó México cuando los nazifascistas hicieron un ensayo de fuerza, para desgracia nuestra, en la república Española; que entonces México, no tan sólo levantó su voz de protesta cuando Chamberlan trataba de contemporizar con la fiera, sino que con sus cortos recursos México ayudó a la Madre Patria, a la España republicana, para que arrojara de su suelo a los enemigos de la libertad. Y les decía yo también si en aquel entonces Inglaterra y los Estados Unidos hubieran acompañado a México, seguramente que no estaríamos contemplando la catástrofe mundial que ahora asuela a la Humanidad. [Aplausos]. Se agiganta ante nosotros, señores diputados, nuestro querido México, cuando lo contemplamos a una gran distancia, después de haber cruzado el Canal de Panamá , la cordillera de la Andes y las pampas argentinas.

Durante una conversación que sostuve con un diputado argentino, quise colocarme en un plano de modestia. Le decía que nosotros tenemos todavía grandes defectos que corregir y, estableciendo comparación entre aquella República hermana y la nuestra, le hacía notar que me lamentaba de que en México no hubiera tanta sed de cultura como la hay en Argentina, sin que ello siquiera decir que México no sienta deseos de que sus habitantes se cultiven. El diputado argentino me contestó: "Compañero Reynoso: Ustedes tienen algo que no se puede adquirir con todo el oro del mundo. Las riquezas mundanas sólo sirven para proporcionarnos satisfactorias. No tienen otra finalidad.

Pero ustedes tienen una cadena de acontecimientos históricos que no puede ser comprada con todo el oro del mundo, desde que Hernán Cortés quemó sus naves en el puerto de Veracruz, hasta cuando Manuel Ávila Camacho declaró el estado de guerra en el Parlamento mexicano ante los diputados y senadores que representan a ese pueblo viril que es México. Esa cadena de acontecimientos históricos coloca a México en un lugar preferente desde el punto de vista moral".

De Argentina, señores diputados, pasamos al Brasil. Hay también en el Brasil una gran comprensión por México. Su gobierno admira a nuestro pueblo y a nuestro gobierno; y no oculta su deseo de un mayor estrechamiento espiritual. El poco tiempo de que dispusimos nos permitió visitar los arenales de la Marina Guerra y sus astilleros, la Fabrica de Municiones, Máscaras contra gases y demás materiales bélicos, la Fábrica de Aviones, que está en la Isla del Gobernador, la Fabrica de Bombas de todos los tipos y el Museo Imperial de Petrópolis. Hicimos también estas visitas con un ciudadano, porque así nos lo pidieron y así lo deseábamos.

Jefatura el Ministerio de Relaciones Exteriores, el señor Osvaldo Aranha, hombre inteligente y que quiere mucho el pueblo de México y a su gobierno, muy particularmente al Presidente Ávila Camacho y al Ministerio Ezequiel Padilla, cuyo triunfo no olvida, cuando sostuvo con brillantez y gallardía las instrucciones que Manuel Ávila Camacho le dio para que apoyara el punto de vista de México, que para orgullo nuestro y para orgullo de los mexicanos, es el que ha prevalecido en este conflicto, sobre todo en las naciones unidas del Continente Americano.

En Venezuela visitamos el panteón donde están los restos del libertador Bolivar y de muchos de sus lugartenientes, paladines de la libertad. Allí meditamos profundamente sobre el pasado, y francamente, salimos conmovidos. Visitamos también el Museo Bolivariano y la casa natal del Libertador. Quiero dejar a mi compañero de Cámara y también de viaje, diputado Figueroa, que rinda un informe de ese país, puesto que, además de tener ese deseo, los restos de Bolivar le inspiraron una proposición que vendrá a hacer aquí tan pronto como termine mi discurso.

Creemos nosotros, señores diputados, que lo que México ha conquistado en la América del Sur, también ha sido conseguido en la América del Norte, de la cual somos grandes amigos. Como ustedes saben, acaban de regresar de aquel país los diputados Pámanes y Betancourt. Las conversaciones que han tenido con algunos de nosotros nos han llegado de satisfacción, por lo que apelo a la benevolencia de ustedes para que escuchen a uno de ellos, que hará la relación de lo que observaron con respecto a la opinión y sentimientos que acerca de México privan, en el vecino país del Norte.

En Cuba los diputados nos agasajaron y nos hablaron de una iniciativa que mucho aplaudimos. Nos decían que acababan de presentar al Congreso, y tenían la seguridad de que éste la aprobaría una iniciativa tendiente a que todos los países del Continente Americano celebren precisamente el Día de las Américas que es el día de hoy, una sesión solemne en honor de un prócer de la libertad, sin que esos países se pongan de acuerdo sobre qué prócer sea; ¡tenemos próceres, así nosotros como los demás países, que los hacemos también nuestros, que espero que esa iniciativa sea del agrado de ustedes y merezca su aprobación!

Hay, señores diputados, algo que yo debo informarles profundamente conmovido: después de que formulamos nuestro programa de visitas, la Secretaría de Relaciones Exteriores de Argentina, por conducto del Protocolo, quiso dejarnos la víspera de nuestra salida para descansar, ya que ella tomaba en cuenta la cantidad de horas que teníamos que trabajar para visitar lo que hace un momento enumeré a ustedes. Se presentó ante nosotros,

después de haber formulado ese programa, una comisión de refugiados españoles a ofrecernos un banquete de mil quinientos cubiertos, como una demostración de reconocimiento para México y su gobierno; y nosotros, sin ponernos de acuerdo, resolvimos que con gusto aceptamos el agasajo para el domingo. El sábado se presentó una comisión más numerosa a decirnos que la ciudad de Buenos Aires se encontraba en estado de sitio, y que las disposiciones policiacas no permitían actos políticos; y si debo ser sincero, señores diputados, aquellos compañeros españoles, cuando comenzaron a hablar de México, y no tan sólo el que hablaba a nombre de todos, sino los demás también, tenían los ojos inundados de l grimas. Nos decían que México era su segunda patria; que México, no obstante su grandeza geográfica e histórica, cabía en el corazón de cada uno de los refugiados españoles residentes en Argentina; que no podían olvidar, ni ellos ni sus hijos, ni sus nietos, ni todas las generaciones españolas futuras, la gallardía con que México tendió la mano a la Madre Patria; que no podrían olvidar que ese acto generoso de México debe estar escrito en todas las historias del mundo, porque México con esa conducta ha sellado su inmortalidad, y que cualquier error que México tenga en su pasado histórico, queda borrado con ese acto generoso que lo exhibe ante el mundo entero como paladín de las libertades al que ellos tienen que rendir pleitesía, no obstante la distancia tan enorme que los separa, y nos dijeron que trajéramos para todos y cada uno de los diputados que genuinamente representan al pueblo de México, un abrazo con un saludo de su corazón y de su sangre. Y para hacer patente su admiración y gratitud, nos hicieron portadores de un pergamino que entregamos aquí en estos momentos en nombre de aquellos paladines de la libertad que sufren nostalgia por la Madre Patria. (Aplausos nutridos y prolongados).

Señores diputados: por el informe que acaban ustedes de escuchar se darán cuenta de que México es el país guía de las libertades, es el país Guía de la América Latina.

Estamos por concluir nuestro periodo. Muchos de ustedes están reservados para mejores destinos; pero cualquiera que sea el sitio que la Revolución mexicana nos señale en el futuro, hagamos honor a ese prestigio que tiene México en el exterior, [aplausos] y luchemos con todo nuestro corazón y con todo nuestro entusiasmo para que ese prestigio, esa opinión no se defrauden en el futuro; que sea México lo que ha sido siempre.

Decía un diputado argentino: "Ustedes, los mexicanos, han desdeñado por tres ocasiones grandes imperios; ustedes tuvieron oportunidad de hacer un gran imperio, con Hernán Cortés; tuvieron oportunidad de hacer un gran imperio con Iturbe, y tuvieron oportunidad de hacer un gran imperio con Maximiliano. Ustedes desde ron todas esas oportunidades para conquistar algo que es más grande para la humanidad: la libertad y la igualdad económica, política y social de todos los mexicanos. ¿Qué bello clima se respira en México", añadía.

Ante estas palabras y ante esta opinión, hagamos honor a ellas y luchemos teniendo como mira los sagrados derechos y principios de la Revolución, y como lema: Patriotismo, Honradez y Trabajo. (Aplausos nutridos).

El C. Presidente: Tiene la palabra para informar el C. diputado Rubén Figueroa.

El C. Figueroa Rubén: Señores diputados:

Dentro del cuadro de observaciones realizadas durante nuestra visita relámpago por los países hermanos de Centro y Sur América, de las que acaba de informar el compañero Reynoso pormenorizadamente, emerge una que todos pudimos apreciar y que me impulsa a referir, la propia insinuación del compañero Reynoso.

En Perú como en Chile, como en Argentina, como en Uruguay, como en todas partes; pero sobre todo en Venezuela existe latente en los pueblos de esas naciones, un sentimiento fervoroso, hondo y puro hacia los hombres que supieron sacrificarlo todo para lanzarse en pos del ideal de libertad o de mejoramiento de esos propios pueblos.

El culto a Bolivar y a San Martín en Lima, a O'Higgins, a Caupolican y Frezia en Santiago, a San Martín y a Sarmiento en Buenos Aires, a Maceo y a Martí en la Habana, a Bolívar con Sucre, Miranda y Urdaneta en Caracas, para no citar sino a unos cuantos, tiene para propios y extraños el significado elocuente de que esos pueblos unánimemente alientan en el corazón, un culto permanente hacia los héroes, y .por qué no decirlo? hacia la patria, como que ésta es la resultante de su sacrificio por forjarla o por engrandecerla.

En bronces, en mármoles, en plazas, en jardines, en museos, en himnos, en calles y en sus conversaciones diarias, esos pueblos expresan su reconocimiento profundo, hacia los próceres que supieron escalar las altas cimas de la inmortalidad.

Cuando visitamos el Museo Imperial de Petrópolis en la propia casa que habitó Pedro II del Brasil, tuvimos que calzar sandalias en compañía de otros visitantes, para recorrer aquella finca cargada de historia. Cuando visitamos el mausoleo de San Martín en Buenos Aires, o el de Bolivar en Caracas, nos sentimos transportados a las páginas más brillantes de la historia libertaria de esas tierras; pero cuando nos detuvimos por algunas horas, en la admiración contagiosa del Museo Bolivariano o de la casa del Libertador, nuestro reconocimiento llegó, al éxtasis, porque pudimos apreciar, cómo en aquellos sitios se conservan con suprema devoción, colecciones de reliquias, que son la expresión genuina del sentimiento popular para con esos paladinos de la libertad y de la historia.

Ante ese gran fervor cívico contagioso y sublime, que hizo exclamar al compañero Reynoso, en su discurso en Venezuela, una frase que aún conservo en la memoria: "Bolivar - dijo - ese inmenso Campeón de la Libertad, cuyo paso se inclinaba el Aconcahua para saludarlo, ese iluminado excelso, que al decir de Martí, recorrió más tierras con las banderas de la libertad, que ningún conquistador con las de la tiranía, ese gran forjador de patrias no sólo es de Venezuela, de Colombia,

de Ecuador, Perú, de Bolivia, también es de México y de la América toda, que hoy lucha denodadamente siguiendo su ejemplo por la libertad del mundo". Y tuvimos que recordar, ineludiblemente, cómo en particular en estos últimos tiempos y en esta patria nuestra, de Morelos y de Hidalgo, de Guerrero y de Benito Juárez, gentes mal nacidas se han empeñado en la vergonzante tarea de demostrar a los creadores de nuestra nacionalidad. Y también recordamos, cómo existen dispersas, en diversos lugares de nuestro país, reliquias grandiosas como la casa donde nació Guerrero, en la ciudad de Tixtla, que se encuentra abandonada y casi en ruinas. Vestidos pertenecientes al gran Morelos, depositados en un sitio casi ignorado en el pueblo de Tepecoacuilco, también en Guerrero; sitios cuajados de historia, en donde descansa, en calidad de prisionero el inmortal Cura de Cuarácuaro, sin ninguna señal de identidad y numerosas más que olvido y desconozco; pero que seguramente existen, como decía antes, dispersas y casi ignoradas por los propios mexicanos. Ahora bien, hoy que se realiza en nuestra patria, a través de los patrióticos del Primer Mandatario, por segunda vez en nuestra Historia, un paso en firme hacia la unidad nacional, nada más justo ni más merecido que rendir un homenaje a quien con generosa intención, también, la realizó por primera vez a don Vicente Guerrero, que supo fundir en el abrazo de Acatempan, la unidad de dos ejércitos en un solo y noble anhelo: la Independencia de la patria. En tal virtud, me permito someter a ustedes, señores diputados, la siguiente proposición:

Que se nombre una comisión del Bloque de la Cámara de Diputados para que se acerque al señor Presidente de la República y le haga sabedor del patriótico pensamiento que impulsa al mismo a procurar que la memoria de nuestros epónimos tenga un culto señalado en el ánimo del pueblo, solicitando, al efecto, la aprobación del Primer Magistrado para que en el presupuesto de la Secretaría de Educación Pública del año entrante, figure una partida destinada a reparar la casa donde nació don Vicente Guerrero, dando en ella decorosa colocación a todo lo que perteneció a ese prócer de nuestra Independencia, así como a la adquisición de lo que perteneció a los demás héroes de la Insurgencia y que hoy se encuentran dispersas, a efecto de que tales reliquias sean destinadas a los diversos pabellones que en el Museo de la Historia actualmente en formación, en el Castillo de Chapultepec, serán consagrados a cada uno de aquellos héroes nacionales.

Si merece mi proposición vuestro asentimiento, creo que habremos contribuídos sin duda alguna, no sólo a desmentir a los roedores de la gloria, sino a mantener vivo y a engrandecer el sentimiento cívico de nuestro pueblo. (Aplausos).

El C. secretario Gutiérrez Roldán Emilio: La Presidencia ha hecho las siguientes designaciones para integrar las comisiones que comunicarán que el día de hoy se clausura el Periodo Extraordinario de sesiones: A la Presidencia de la República, Ernesto gallardo S. Julio López Silva, Luis Quintero Gutiérrez, Hugo Pedro González, José Muñoz Vergara y Manuel Bernardo Aguirre, Al Senado: César Cervantes, Florencio Salazar, Ramón Camarena Medina, Silverio P. Mesa, Josafat Melgarejo y Antonio Betancourt Pérez. A la Suprema Corte de Justicia de la Nación: Gonzalo Casas Alemán, Demetrio Bolaños Espinosa, Rafael Cárdenas, Jesús Arizmendi, Madrazo Basauri y Eduardo S. Arellano.

El C. secretario Samayoa Mariano: Por acuerdo de la Presidencia se concede la palabra al ciudadano Manuel Bernardo Aguirre.

El C. Bernardo Aguirre Manuel: Señores diputados; Cuando fuí señalado por mis compañeros para referirme a la información que nos trajeran de la América del Sur, Reynoso, Figueroa y Samayoa, tuve el propósito de hablar más o menos en detalle de estos países. Valga la incapacidad mía. Hice algunos apuntes; pero he resuelto prescindir de ellos, porque he recogido con profundo sentimiento, con profundo halago, con profunda satisfacción las palabras de esos compañeros que han informado de las impresiones que de México tuvieron en todos esos países. En esas condiciones, no vengo a hablar en nombre del frío análisis, ni de la razón pura; he preferido, mejor, hablar en nombre del sentimiento, y al echar mano de ello, no hago sino usar del tesoro incomparable del tesoro más grande que llevamos en si todos los latinos. Claro es que en todas las razas, que en todos los países que en todos los continentes, se nos supera en la técnica, se nos supera en la perfección de la máquina, se nos supera en la organización; pero también es cierto que en muy pocos países se nos supera en ese tesoro incomparable del espíritu que como cascada inmensa poseemos en el corazón todos y cada uno de nosotros.

No encuentro un símil mejor para interpretar la corriente de sentimiento amigo, para interpretar la corriente de sentimiento afectuoso que viene hacia México de todos los países hermanos, que una figura preciosa de Edmundo Rostand. Contaba Rostand que en la falda de los Pirineos alguna vez un viejo llevaba en un pollino un cargamento que cuidaba con todo celo, con todo amor y con todo cariño.

Aquel viejo trataba de pasar la frontera; pero un guarda frío, un guarda implacable, al examinar su cargamento de contrabando, encontró que aquel viejo lavaba una adarga rota, un escudo enmohecido y algunas otras armas inservibles y aquel guarda frío e implacable no lo dejó pasar.

Aquel viejo, enjugándose las gotas de su llanto, hubo de volver con su carga valiosa, con su contrabando que trataba de pasar. ¡Aquel contrabando, señores diputados, era el ideal!

Pues bien, señores diputados, en los países latinoamericanos por largo tiempo las distancias y los guardas fríos trataban de oponerse al paso de los ideales sublimes, trataban de oponerse a que todos estos pueblos hermanados por su historia, hermanados por su habla, hermanados por su trato, se

formaban definitivamente en nacionalidades sin fronteras, en las que no cuentan los guardas; en vez de ampliar el espíritu y formar de todos estos países, de todas estas latitudes, de todos estos países que son las mismas razas, los mismos ríos, las mismas montañas, que tienen las mismas aspiraciones, las mismas leguas, el ideal supremo, el ideal común de la raza hispano americana. Por fortuna, esta situación se ha modificado completamente; ahora podemos afirmar fuertemente, reciamente, que el ideal americano se hace efectivo, que es verdad que todos los países abrigan con más amplitud, y lo abarcan, ese panorama magnífico; y no estar lejano el día en que de los Andes a estas tierras nuestras se forme un solo conjunto de hombres identificados, como decía antes, por la lengua, e identificados también, para satisfacción nuestra, por las ansias de libertad.

No quiero cansar a ustedes hablando de todos esos países que si antes oíamos mencionar como países legendarios que estaban fuera de nuestro alcance y de nuestra visión, hoy para ustedes, señores diputados, todas las corrientes ideológicas y toda la identificación plena que sentimos por ellos, son conocidas perfectamente.

Y ante la visión magnífica de ese espectáculo de hermanarnos cada día más con esos países latinoamericanos, sólo trataré de rendir un homenaje al más grande, al inmenso Bolivar, al más grande de todos los campeones de esa unidad y me concretaré a recordar cómo en una ocasión alguien dijo: "Bolivar: tu genio crece a medida que el tiempo pasa, como crecen las sombras a medida que el sol se pone".

Así, señores diputados, al felicitar profundamente a estos señores embajadores nuestros, que nos han traído toda la satisfacción del conocimiento y de la identificación de esos a países, sólo quiero repetir con ese inmenso poeta que amó a Bolivar: América hispana: todo tu genio, toda tu historia, toda tu vida crece, junto con nosotros, a medida que el tiempo pasa, como crecen las sombras a medida que el sol se pone!

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Gómez Esparza.

El C. Gómez Esparza José: Señores representantes: los aplausos tributados al informe del diputado Reynoso, significa la entusiasta aprobación que esta Cámara otorga a su brillante aptitud como embajador parlamentario nuestro en los pueblos de la América Latina. Pienso que el viaje de la misión presidida por Reynoso, ha sido muy benéfico para el país, sobre todo en estos tiempos en que tanto necesitamos los hombres del nuevo Continente formar una masa compacta e indivisible ante las fuerzas del terror, del obscurantismo y del mal. Reynoso fue caminando por esas repúblicas diciendo nuestra verdad mexicana, sintetizada en la frase definitiva y en el pensamiento magnífico del señor Presidente Ávila Camacho, de quien Reynoso en esta ocasión ha sido un heraldo atinado y conceptuoso.

No hubo en sus discursos ninguna expresión que simbolizara indiscreciones absurdas o demagogias insubstanciales; no hubo en sus discursos pronunciados desde las más altas tribunas de esos países hermanos, una sola voz de oropel que manchara en lo más mínimo la nítida prestancia de un digno representante del pueblo mexicano. No señores diputados, Reynoso fue allá a forjar con su palabra y con su presencia un eslabón más de la cadena maravillosa que, día a día, une más, de manera indestructible, a todos los pueblos del continente americano.

Dos conclusiones concretas se desprenden del informe que acabamos de escuchar: la significación que para los países latinoamericanos tiene nuestra patria y la proyección luminosa que sobre tierras de América tiene también un caudillo de la libertad continental: el señor Presidente de la República, general de división don Manuel Ávila Camacho. (Aplausos).

Es un orgullo para nosotros saber, señores diputados, que, desde Guatemala hasta el Cobo de Hornos, México es considera como un país de vanguardia en estas horas de dolor y de tragedia. Es un orgullo para nosotros saber, según la propia frase del diputado Reynoso, que a hombres de aquí, como el licenciado Ezequiel Padilla, en Brasil y en otros lugares se le respeta y admira como uno de los campeones más relevantes de la democracia en América. Ante estos acontecimientos, no nos resta más que reafirmar nuestro deseo en el triunfo, en ganar esta guerra y en nuestro deseo por la destrucción definitiva de la barbarie y de la muerte que encauzan los países totalitarios.

México no abandonará jamás su postura al lado de las naciones unidas, mientras las antorchas de la libertad alumbran a todos los países de la tierra y mientras las naciones sojuzgadas no rompan los hierros con que fuerza y la brutalidad las tienen aprisionadas, como un constante insulto a la civilización, al derecho y a la razón.

Quiero terminar, señores compañeros, haciendo la siguiente proposición: Que en virtud de las atenciones y de los honores que se tributaron a la misión presidida por el diputado Reynoso en los pueblos de Centro y Sudamérica, el Congreso de México envíe, a todos y cada uno de estos pueblos, nuestro agradecimiento más cumplido en nombre del Parlamento mexicano. (Aplausos).

El C. secretario Gutiérrez Roldán Emilio: La Presidencia pregunta a la Asamblea si es de aprobarse a proposición hecha por el ciudadano diputado Gómez Esparza, en el sentido de que la Cámara dirija comunicaciones de agradecimiento a los congresos de los países visitados por la Comisión de esta Cámara en la América del Sur. Los que estén por la afirmativa sírvanse manifestarlo. Aprobado.

El C. Presidente: Tiene la palabra el ciudadano diputado Alejandro Carrillo.

El C. Carrillo Alejandro: Hace ya muchos años que los vigías de América han estado avizorando el horizonte, empeñados en descubrir el sentido profundo, el perfil auténtico de la vida continental.

Desde su atalaya intelectual, hombres generosos y preclaros lanzaron a los cuatro vientos su diagnósticos sobre la escuela americana. Afirmaron, entonces que los pueblos del Nuevo Mundo estaban fatalmente divididos por razones de geografía, de

idioma, de cultura, de tradición. Creían, sincera, fielmente, que un abismo insondable separaba a los unos de los otros.

Vocero el más brillante de esta escuela de pensamiento fue aquel gran romántico del Uruguay, José Enrique Rodó, quien, en su obra más difundida, "Ariel", se esforzó por definir las características cardinales de las dos Américas: De aquella que tiene ascendencia. hispánica y de la que nació a la vida moderna bajo el signo anglosajón.

Para Rodó, Ariel constituía la encarnación más cabal, la representación más fiel de la raza latina: su idealismo, sus luchas generosas, su devoción por las empresas del espíritu. Calibán, por la otra parte, era su antítesis: representaba el burdo materialismo, la lucha por empeños menores, mezquinos e intranscendentes. Ariel y Calibán simbolizaban a las dos Américas para este intérprete ilustre de la vida continental, hace apenas algunos años.

Más tarde, ese poeta enorme fue Rubén Darío, príncipe del reino de la belleza, hubo de insistir en la interpretación de Rodó, afirmando que entre los pueblos latinos de América, seguidores quijotescos del ideal, y los pueblos sajones del Norte, alucinados por las ventajas de la existencia material, había muy escasas posibilidades de entendimiento hondo y verdadero. Hablaba Darío, para recordar sus versos célebres, de esa ingenua América nuestra que todavía cree en Jesucristo y que aun habla en español, para contraponerla a la América de Nabucodonosor, donde los profesores de energía sólo anhelaban sojuzgar a nuestros pueblos románticos y débiles.

Este juicio sobre América que algunos de nosotros acogimos en nuestra mocedad, arrastrados, sin duda, por la belleza de la forma de sus expositores, más que por la solidez de la argumentación, ha dejado de presidir la interpretación que la verdad y la hora actual exigen de los hombres del Continente. Debe hacerse hincapié, porque así lo exige la justicia, que aquella visión de América no fue producto de empeños innobles; muy por el contrario, obedeció a impulsos generosos, limpios, fecundos. Así lo comprendemos y lo atestiguamos hoy, al afirmar que esa etapa interpretativa pertenece al pasado y que Ariel y Calibán, como encarnación suprema y rígida de las dos Américas resultan arquetipos que sólo pueden concebirse para el reino de la más pura fantasía. El tiempo, buen aliado de la verdad, ha venido a poner de manifiesto la inconsistencia de esta tesis.

Posteriormente surge una nueva interpretación de la convivencia americana, supera a la anterior por su realismo y veracidad. No se inculpa ya a todos los norteamericanos por el solo hecho de habitar latitudes distintas a las nuestras y de hablar diferente idioma, de los agravios recibidos en la carne de nuestros pueblos. Son los voces de los Manuel Ugarte, de los Alfredo Palacios, las que presiden este nuevo ciclo, las que iluminan a la América, señalándole nuevos caminos. ¡No, hermanos de América Latina, claman, no son los Estados Unidos como pueblo, como nación, enemigos irreconciliables de nuestros pueblos débiles; hay fuerzas, existen sectores en aquel gran país que llevan sobre sí la responsabilidad de los zarpazos con que se ha herido nuestra dignidad y nuestra soberanía!

Es así como Ugarte y Palacios, entre otros, preludian la lucha contra el imperialismo yanqui, señalando nuevos derroteros, rutas nuevas para la defensa de los más caros anhelos y los intereses más legítimos de nuestras patrias.

Se adivinan, casi, nuevas consignas: no ya más pelea contra el pueblo de los Estados Unidos, es decir, contra sus campesinos, sus obreros, sus empleados, su clase media pobre. Guerra, sí, guerra sin cuartel, contra los "Nabucodonosores" auténticos, sus reyes de las finanzas, de la industria y del comercio que se escudan, denigrándola, en la bandera de las barras y las estrellas para llevar la opresión a los países débiles de América. Guerra sin tregua, sí, contra el imperialismo; no contra el pueblo norteamericano. Así florece este nuevo concepto, esta interpretación nueva de la vida y del espíritu del Nuevo Mundo.

Al correr de los años, alumbra una nueva época, se engendra un nuevo juicio. Siguiendo las huellas de Ugarte y de Palacios, se dan pasos firmes en la senda que conduce a la plena verdad de la vida americana. Es la hora de quienes nos dicen que los hombres todos del Continente persiguen un mismo ideal, tienen un solo propósito, se mueven por un anhelo común: lo mismo los trabajadores de Nueva York, que los miembros de Colorado, que los campesinos de California, cuyo idioma es el inglés, que los mineros de Bolivia, que los campesinos de México, que los labradores negros de Haití y que los "guajiros" de Cuba, cuyas lenguas son el español y el francés. Lo que los asalariados de las dos américas anhelan, lo que ellos desean ardientemente es un régimen de justicia social que destruya para siempre las infamias a que los ha tenido sujeto el capitalismo expoliador. ¡El lenguaje común de la lucha por un mismo ideal, ha hecho el milagro de aglutinar a los pueblos de nuestro Continente, por encima de diferencias menores e intranscendentes!

Un nuevo sol ilumina los campos de América: es el sol de las luchas libertarias que hermana a los hombres por encima de los idiomas que hablan, por encima de prejuicios ancestrales. Vínculos poderosos los unen: anhelos e ideales comunes que no saben de fronteras geográficas, de diferencias raciales, de mentiras tradicionales.

Y cuando esta verdad se abría paso, cuando la unidad continental preludiaba, ocurrió un hecho histórico que vino a confirmarla, a darle plena validez. Fue la gran carnicería universal que concluyó en 1918, la que nos ofreció la lección amarga y valiosa de la realidad imperialista. Aquellos que aún creían - ingenuos o románticos - que las diferencias culturales engendraban las guerras; quienes en tierras nuestras acariciaban todavía la concepción de Ariel y Calibán como polos opuestos representativos de los pueblos del Nuevo Mundo; quienes juzgaban aún que la consanguinidad racial era motivo bastante para evitar las contiendas internacionales, hubieron de aprender, horrorizados, que pueblos hermanos, que razas afines se destrozan

sangrientamente para satisfacer - sin saberlo, claro está - los apetitos imperialistas de sus dirigentes.

Al desaparecer el humo de los cañones, al secarse la sangre vertida en los campos de batalla, al concluir, en suma, la contienda imperialista, los pueblos de América habían aprendido esa amarga lección. Las mejores voces americanas no proclamaban ya la identidad cultural como base para un entendimiento político. Se recordó ¡hasta entonces! que el español no es exclusivo de nuestros países; que el francés en Haití y el portugués en Brasil son idiomas con carta de ciudadanía en Latinoamérica. Pero lo que es más importante aún: se advirtió que hay millones de indígenas, hombres mujeres oriundos de América que todavía no conocen el español y que viven al margen de aquello que había dado en llamarse "cultura latina".

¡Era ésta, a no dudarlo, una nueva visión de América! En la búsqueda de los factores que habrían de producir la unidad continental, hubo descubrimientos insospechados. Mucho lastre hubo de ser arrojado por la borda. Averiguamos que los pueblos todos de América tenían un anhelo común; pero descubrimos también que las razones de nuestra vinculación estaban muy lejos de ser las que tradicionalmente habíamos considerado como tales.

Así llegamos a comprender que no era la cultura latina la que vertebrada nuestra identidad. Mal podría ser éste el nexo de millones de hombres y mujeres cuándo sólo minorías de privilegiados constituían la casta intelectual que pululaba en nuestras universidades. Encontramos que era muy otro el denominador común de los pueblos latinoamericanos. El feudalismo, con su cauda de miserias, era el signo colectivo que imperaba desde el Río Grande hasta la Patagonia, desde México hasta la Argentina. Supimos entonces que lo que nos identificaba era la existencia, a lo largo del Continente, de muchedumbres con hambre y sed de justicia; de centenares de miles, de millones de peones sin derecho a la tierra; de obreros con salarios de hambre; de una clase media famélica y sin esperanza de redención. Éramos, pudimos comprenderlo, víctimas del mismo dolor, nos ahogaba idéntica ansiedad: lo mejor de nuestra raza, lo más noble de nuestros pueblos estaba siendo triturado por la cruel soberbia de los señores feudales de Latinoamérica y por la ambición desenfrenada del capitalismo extranjero entre cuyos agentes ocupaban sitio preeminente los imperialistas yanquis.

Así, señores diputados, así, pueblo de México, se puso de manifiesto el sentido profundo y el alcance excepcional de la unidad de América. Buscando la unidad de América, descubrimos la realidad de América. Realidad dura, amarga, muy alejada de las interpretaciones poéticas de épocas pasadas.

Las tierras de Ariel el idealista se sacudían con luchas terribles, secularmente sostenidas; en la América que aún rezaba a Jesucristo había, por una parte, peones miserables, verdaderas sombras de seres humanos, sin derecho a la tierra que con su trabajo había sido fecundada desde siempre, y por la otra, una casta soberbia y todopoderosa de latifundistas, de hacendados, que lo mismo imperaba en el México de Porfirio Díaz que en Bolivia, en Ecuador, en Guatemala, en Perú, en Colombia... Muchedumbres de siervos de la gleba, sin libertad y sin pan, frente a grupos brevísimos por su número de aristócratas hueros y ridículos, sin raigambre profunda en su propia tierra - tal era el perfil de la América Latina que otrora se inspiraba, según el decir de los intérpretes románticos de la vida continental, en los ideales generosos de nuestro señor Don Quijote.

Se había ahondado en la entraña de América. Puesto el oído sobre la tierra americana, se pudieron escuchar voces graves, auténticas, que el Nuevo Mundo llevaba en su seno. El lenguaje de las dos Américas, de sus masas, de sus hombres representativos, de sus hijos más ilustres, era idéntico. En el Norte y en el Sur, por encima de mil pequeñas diferencias, la libertad y la justicia social constituían las metas últimas a las que todos los pueblos anhelaban llegar.

Por estas razones poderosas se explica, y justifica nuestra profunda aversión a los predicadores de un latinoamericanismo rígido, cerrado y agresivo. Somos enemigos mortales de toda clase de chauvinismos, así se nos presenten con disfraces de índole continental. Combatimos esa corriente de pensamiento a pesar de su utopismo, porque sabemos que tras ella se esconde el empeño de dar vida a la Magna Hispano - América, entidad forjada en la mente calenturienta de algunos aspirantes a führers criollos y destinada a vivir en actitud vigilante frente a los Estados Unidos, hasta en tanto llegue el momento de medir con ellos nuestras fuerzas en todos los terrenos. ¡Peligrosa y criminal actitud ésta, la de sembrar dudas y desconfianzas favorecedoras de pugnas estériles e interminables! Ya lo hemos dicho: no creemos en la irreductibilidad de dos Américas, divorciadas ayer, hoy y mañana. Y habremos de exhibir ante la opinión pública consciente de todos nuestro pueblos esta maniobra que se escuda tras la aparentemente inofensiva gritería de los chauvinistas de nuevo cuño latinoamericano.

Lo afirmábamos hace unos momentos: somos de aquellos que creen, que saben, que los hombres que luchamos por el advenimiento de un mundo nuevo en América latina, es decir, los obreros, los campesinos, los demócratas sinceros, tenemos aliados magníficos en los obreros, los campesinos, los intelectuales honestos y los anti - fascistas de los Estados Unidos. No podemos olvidar que en momentos de prueba hemos vuelto los ojos a ellos en demanda de solidaridad y que nos la han brindado plena, espontáneamente.

Señores diputados: Nos hemos congregado hoy, entre otras razones, para escuchar el informe que el diputado Leobardo Reynoso ha rendido acerca de su viaje al través de diversos países de la América Latina. En esta, pues, una oportunidad excepcional para proclamar nuestro credo continental desde la tribuna de la Representación Nacional.

Creemos en la americanidad como nueva doctrina para los pueblos del Nuevo Mundo. Creemos en la americanidad como nuevo y vigoroso

concepto de hermandad continental, por encima de fronteras geográficas, raciales y culturales. Creemos en la americanidad como compendio de principios e ideales que reconocen a la libertad y a la justicia social como bienes supremos de los hombres y de los pueblos.

Americanidad significa, para nosotros, igualdad jurídica, política y moral de los pueblos del Nuevo Mundo, independientemente de su fuerza material, de su poderío militar. Americanidad es, para nosotros, el espíritu creador de una América en la cual los valores del hombre deberían estar por encima de los signos bancarios de los imperialistas. Concebimos la americanidad, por último, como el fortalecimiento pleno de los pueblos de América, de sus mejores tradiciones, de sus más rectos perfiles, libres de las trabas que les han impuesto fuerzas hegemónicas del exterior.

Así entiendo el México de la Revolución la fraternidad americana, la unidad continental. Y prueba irrefuntable de que es este también el sentimiento de los pueblos al sur del nuestro la ha dado hoy el compañero Reynoso al informarnos de la opinión que sobre nuestra patria prevalece en los países que él visitó.

El México propulsor de la americanidad como doctrina de la nueva América, es el México de la Revolución: es el México de la Reforma Agraria que - especialmente en los últimos ocho años - entrega la tierra a nuestros campesinos fraccionando los latifundios independientemente de la nacionalidad de sus detentadores; es el México que cumple las promesas hechas a los peones desheredados de poner la tierra en manos de quienes siempre la han trabajado y que lo hace así a pesar de que intereses imperialistas yaquis o de cualquier otro país constituyan el obstáculo que se opone al cumplimiento del artículo 27 de la Constitución.

Encontré, nos ha dicho Reynoso, un gran respeto para México en el Continente. Su juicio confirma lo que ya otras voces mexicanas habían afirmado. El prestigio de que goza nuestra patria es producto legítimo de la Revolución, de su conducta frente a los explotadores de adentro al igual que frente a los explotadores de afuera.

Es consecuencia del celo que el régimen revolucionario ha puesto para defender la soberanía nacional; es efecto de la decisión de nuestro país para conservar incólume su derecho a regir sus propios destinos. Signo inequívoco de esta actitud fue el histórico gesto de Lázaro Cárdenas al declarar la expropiación de las poderosas empresas petroleras imperialistas que, al intentar desobedecer las disposiciones legales del país, lanzaron un grave reto a la dignidad y a la soberanía nacionales. (Aplausos nutridos).

Así ha hablado México el lenguaje de la nueva América: exigiendo respeto del fuerte para el débil cuando la razón no está de parte del poderoso. Así ha jugado el México de la Revolución su destino, amparando su causa noble en la fortaleza que le da su derecho y en el apoyo solidario que esperaba de los pueblos del mundo.

Es de justicia decir aquí la solidaridad popular latinoamericana la tuvimos plena en aquellos días definidores del porvenir de la patria mexicana. Reynoso la pudo encontrar, todavía hoy, floreciente, viva, entusiasta, a su paso por los pueblos del Sur. No han podido olvidar nuestros hermanos - no lo olvidarán jamás, estamos seguros - este acto justiciero y enérgico de México para poner a salvo su decoro y su dignidad.

Por ello es que la voz de México tiene resonancias insospechadas, tanto en el Sur como en el Norte. Cuando se consumó la expropiación del petróleo, los mejores hombres de América Latina, los hombres mejores de los Estados Unidos, nos prodigaron su estímulo, nos brindaron su solidaridad. Especialmente los obreros yaquis, en un gesto que los honra y que hoy honra también a su gran pueblo, estrecharon con decisión la mano del pueblo mexicano y le otorgaron su apoyo. Al colocar la justicia por encima de consideraciones nacionalistas, de perjuicios ancestrales, dieron vida a un nuevo concepto de la vida interamericana, hicieron posible que el espíritu de la americanidad auténtica arraigase también en la conciencia de los mejores hijos de los estados Unidos.

Por ventura para la gran causa de la fraternidad de América ya regía los destinos del vecino país del norte un estadista de amplia visión, un nuevo tipo de gobernante, representante genuino de su gran pueblo; me he referido, naturalmente, a Franklin D. Roosevelt, paladín de la política de buena vecindad. Así fue como, pueblo y gobernante coincidieron en reconocer la justicia que a México asistía en su histórico conflicto con las tenebrosas fuerzas imperialistas.

En defensa de millones de campesinos desheredados se ha levantado la voz de la Revolución Mexicana; en defensa también, de la soberanía nacional, enfrentándose al monopolio petrolero internacional. De ahí el respeto profundo con que es escuchado por los pueblos de América la voz de México. Otras razones hay; además otros aspectos ofrece la conducta mexicana, los cuales no han podido ser olvidados por los pueblos del Continente y del mundo: son nuestras luchas resueltas, apasionadas en contra la barbarie totalitaria. Cuando el fascismo afilaba sus garras, cuando hollaba con sus pezuñas la mártir tierra de España, el único pueblo de América - como confesaron a Reynoso los legisladores argentinos en Buenos Aires - que advirtió el peligro y que se aprestó a luchar contra él, fue el México de la Revolución.

Oyeron los pueblos de América la advertencia mexicana. Pero sus gobiernos no pudieron, entonces, comprender el significado de nuestra preocupación. Por ello fue que al encenderse la nueva conflagración universal, cuando el mundo entero fue víctima de la agresión y de la vesania nazifasista, las palabras que antes pronunciara México señalando el peligro, los actos que cumpliera para procurar su extinción, cobraron relevante significación continental.

La Comisión parlamentaria que acaba de recorrer latinoamericanos pudo comprobar, de manera fehaciente, que nuestra patria goza de gran autoridad moral en América. El testimonio de nuestro colegas miembros de esta Comisión es

un testimonio de calidad, de excepción. En sus personas recibieron el homenaje que pueblos y gobiernos de Latinoamérica tributaron al México revolucionario y antifascista.

¡Cuán satisfechos, cuán orgullosos deben estar nuestros compañeros de Cámara por haber sido designados para llevar a tierras hermanas nuestro saludo fraternal! Pero su satisfacción debe ser mayor aún por el valioso servicio que han prestado al poner de manifiesto con su jira lo urgente, lo indispensable que resulta hoy conocernos recíprocamente de un modo más amplio, más cabal. Su viaje ha venido a confirmar la significación que encierra el establecer relaciones directas entre los hombres representativos de nuestros respectivos pueblos. En el campo de la cultura, en el de la política, en el de la técnica, urge un contacto mayor entre los hijos de América. Es menester estar al tanto del diario batallar de nuestros hermanos del Sur y del Norte; es necesario, también, que ellos conozcan nuestro bregar cotidiano. Mayor y más constante intercambio humano es consigna que ha de cumplirse en esta hora por todos los americanos que anhelen vivir a la altura de su tiempo.

Unidos estrechamente, en relación constante, quienes tenemos fe en la América que hoy está surgiendo, consumaremos nuestro empeño de férrea solidaridad continental. Seguidores de un mismo ideal, confrontaremos, día a día, por medio de contactos directos y frecuentes, los resultados de nuestro esfuerzo, y haremos más eficaz el trabajo común.

Por ventura, alumbra ya la aurora de a nueva era americana. De los Estados Unidos han llegado voces que nos alientan y nos estimulan. Wallace primero, y Sumner Welles posteriormente, han afirmado, en nombre de su Gobierno, que la etapa del imperialismo ha terminado. No podemos regatear a estos hombres nuestro cálido aplauso por su actitud. Así se siembra en la fértil tierra de América.

Estoy seguro que interpreto fielmente el pensamiento del Parlamento mexicano cuando afirmo que hamos creído sinceras, producto de la más estricta buena fe, esas prometedoras palabras; pero deseo añadir, en mi calidad de diputado mexicano y como representante, ante esta Cámara, del movimiento obrero de mi país, que si esas frases no fueran a ser plenamente cumplidas el día de mañana por no importa qué consideraciones, los pueblos de México y de la América Latina habrían de exigir, por todos los medios a su alcance, el fiel cumplimiento de esa histórica que ha de ser el molde y pauta del nuevo espíritu americanista forjador de nuevas y fecundas relaciones continentales. ¡El respeto más absoluto a la soberanía y a la independencia de los pueblos débiles de América es una conquista que no permitiremos nos sea arrebatada jamás!

Portadora de estos pensamientos, de estos anhelos, la Delegación del Parlamento mexicano llegó a la Argentina, al Brasil, a Chile, a Costa Rica, a Venezuela, a Panamá, a la República Oriental del Uruguay, al Perú. A los pueblos hermanos de esos países les ofreció el bagaje maravilloso y rico de nuestras inquietudes, de nuestras esperanzas, de nuestros propósitos para el porvenir. Les habló de nuestras experiencias, de las luchas nuestras; de los fracasos y de los aciertos; de la obra cumplida y de las tareas que aun tiene sin realizar el régimen de la Revolución.

No fuimos los mexicanos, a través de los integrantes de la Comisión parlamentaria, con actitud pedante y suficiente de dominé; lejos de nosotros el torpe afán de enseñar, de marcar rutas concretas, tareas específicas. No. La conducta de nuestros delegados, con ser más modesta, fue más trascendental: a los pueblos hermanos del Sur les habló de lo que en México hemos hecho, de lo que aquí hemos construido; pero también fue a recoger las experiencias más valiosas de nuestros hermanos de Latinoamérica. Fue obra de intercambio legítimo, generoso, sin propósitos mezquinos, sin engaños imperialistas. Proclamó la ingente necesidad de conocernos mejor y más íntimamente, la imperiosa urgencia de vitalizar nuestro intercambio en el terreno de la economía y del pensamiento. Refrendó, con su peregrinación continental, nuestro propósito de olvidar para siempre la postura romántica de los Rodó y los Darío, para fincar nuestra convivencia sobre bases más reales, más sólidas y, por ende, más acordes con la realidad de América, de la nueva América.

Por ello es que, fiel a mi conducta de tributar elogio sólo a aquello que a mi modesto juicio elogio merece, no escatimo mis parabienes a la Delegación parlamentaria por lo que su viaje tiene de valedero para afianzar el nuevo espíritu americanista que a todos los revolucionarios mexicanos nos anima. Igual regocijo debe producirnos la visita que nuestros colegas Betancourt Pérez y Pámanes Escobedo han llevado a cabo en los Estados Unidos. Ambos viajes tienen un común denominador, un objetivo idéntico, conocernos mejor, unirnos más estrechamente, para hacer cada vez más eficaz nuestra lucha en pro de los nuevos ideales americanos de cuya significación ya me he ocupado con prolijidad.

Señores diputados: No son líricos devaneos ni arranques oratorios los que explican mi fe, plena y robusta, en la realización de los ideales que he expuesto desde esta tribuna, la propia historia de nuestros países, toda ella, está ahí confirmando que nos asiste la razón para tener fe en el futuro. Desde que los pueblos de este Hemisferio nacimos a la vida independiente - en mil setecientos setenta y seis los Estados Unidos, años más tarde México y los pueblos del Sur - los mismos ideales han sido el motor de nuestra existencia. La Revolución que encabezaron Washington, Jefferson, y Franklin, al igual que la que capitanearon Hidalgo, Morelos y Guerrero; los movimientos libertarios que tuvieron como caudillos a Bolívar, Morazán, O'Higgins, San Martín, Sucre, Martí y toda la pléyade de héroes americanos llevaron, todos ellos, inscritos en sus banderas un mismo lema, una consigna idéntica: libertad, justicia y fraternidad.

A lo largo del tiempo y del espacio, los hombres más representativos del auténtico ledeal americano, han dedicado sus vidas al cumplimiento cabal de

este viejo y siempre renovado anhelo. Hoy es mayor que nunca el número de los que se han consagrado tan noble tarea. Yo sé que en la hora actual se está forjando - Leobardo Reynoso y su colegas de delegación son testigos de ello - el gran ejército y los pueblos americanos que desean una convivencia internacional más justa, una convivencia nacional más digna: los campesinos negros de Haití, los labradores indígenas del Perú, de Colombia, Guatemala y del Ecuador, los proletarios del Uruguay y de la Argentina, los obreros de Nueva York, de Detroit, de San Francisco, los trabajadores de México y de Cuba, los miembros de Chile y de Bolivia, los petroleros de Venezuela, los agraristas de mi patria, todos, todos, de extremo a extremo del Continente, luchan por conquistar la misma meta: un Nuevo Mundo que sea de verdad un mundo nuevo, una América que sea un haz de pueblos pobres en donde florezca la personalidad del hombre sin trabas imperialistas, ni afanes de hegemonía material.

Bello empeño este, el de los luchadores de América. Noble tarea esta, la de los forjadores del espíritu de la verdadera americanidad. Honrosa tarea la de aquellos que tienen el privilegio, como los integrantes de la Comisión Parlamentaria Mexicana, de contribuir con sus esfuerzo, con su presencia en las tierras de América, a sembrar la simiente de la amistad continental perdurable y sólida.

Bienvenidos a la patria, colegas parlamentarios. Bienvenidos por la tarea cumplida. Bienvenidos, también, porque llevaron a tierras hermanas, en nombre del Congreso Mexicano, el mensaje de nuestra Revolución, tan vituperada y tan incomprendida hasta ayer. Bienvenidos, porque en sus personas recogieron el tributo de admiración, el homenaje de fraternidad que los pueblos del Sur tributaron a nuestro México querido, al México joven y eterno cuya voz se escucha ya más allá de sus fronteras, proclamando las consignas de su Revolución, pidiendo justicia social, fraternidad y libertad no sólo para los pueblos del Continente sino para los del mundo entero. (Aplausos).

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. López Arias.

El C. López Arias Fernando: En verdad, compañeros, debemos decir poco, muy poco ya, cuando hemos escuchado la voz autorizada del doctor Gómez Esparza, la cálida de Bernardo Aguirre, y la documentada de nuestro colega Carrillo. Pero no es posible rehuir el deseo de exponer nuestro pensamiento también, junto al pensamiento de nuestros compañeros de Cámara. El tema es importante, porque importante es en sí la expresión fría del sentimiento y el pensamiento que nuestros compañeros Reynoso, Samayoa y Figueroa recogieron en la América Latina.

Estoy conforme con la idea expuesta por el diputado Carrillo desde esta tribuna, en el sentido de que a los pueblos de América no los ha unido la lengua. Yo afirmo que a los pueblos de América los ha unido la miseria, el dolor y el sufrimiento; la miseria, porque hemos sufrido en el mismo camino los mismos dolores que nos trajo la Conquista y porque hemos podido ir desenvolviéndonos y elevándonos poco a poco a través de nuestros movimientos sociales; sufrimiento, por la gran incomprensión en que nos hemos debatido. Pero yo pienso con Martí que nuestras revoluciones no son más que altos en el camino para depurarnos de todo lo malo que traemos dentro. Y así hemos hecho posible que los compañeros de Cámara que hicieron esa visita reciente a la América del Sur y a la América Central, llevaran la voz limpia y pura de México, porque la voz de México es limpia cuando han sido limpios sus propósitos establecidos en nuestra Carta Magna y surgidos de todas las revoluciones nuestras.

Cuando Reynoso nos dice que el sector capitalista los hizo objeto de ataques, yo pienso que esto es razonable, porque los mismos elementos capitalistas que sojuzgan y explotan a los trabajadores de nuestro país, han de ser los mismos elementos capitalistas que, aun de la misma raza y hablando la misma lengua, explotan a los trabajadores de todo el mundo. Esos hombres sí están unidos por el sólo propósito de enriquecimiento ilegítimo a costa del sudor, del hambre y del trabajo de los trabajadores del campo y de la ciudad. Pero cuando Reynoso, y para mí es lo más importante, nos dice con profunda sinceridad, con honda emotividad, porque lo conozco, que nosotros debemos de contribuir firmemente a que aliente en la América el mismo propósito también que anima a los hombres que la hicieron grande con el trabajo, con el esfuerzo y con la honestidad, creo que esto es lo que debemos recoger con el mayor cariño, porque sigo sosteniendo, como lo he sentido siempre muy hondamente, que nosotros, hombres públicos de México y de América, vivimos del pasado, vivimos de los muertos, vivimos de Bolivar, vivimos de Sucre, de San Martín, de Morelos, Hidalgo y Guerrero; vivimos de los hombres de la Reforma que hicieron posible en México y en América también sentar los principios básicos de la libertad que hoy nos han empujado a una guerra para seguirlos defendiendo. ¿Pero qué haremos en el futuro, qué es posible hacer? He ahí la importancia de las frases de Reynoso. Creo que si América entera cree en nosotros no debemos defraudar esa creencia, sino que tenemos que seguir superándonos hacernos mejores, depurarnos y quitar de nuestras ansias y nuestras ambiciones toda lo que de impuro nos impela a luchar indebida e injustamente. Pero eso creo que aquellos de nosotros que hemos de seguir sirviendo a nuestro país, debemos hacer la promesa de que hemos de luchar por mejorarnos, para que el aliento de nuestros héroes que nos llega del pasado, nos sirva de estímulo para hacer de América el refugio de la libertad, como lo es ya hoy; el refugio de las mejores ideas; el refugio de los hombres libres y sobre todo, para testificar ante la propia América que somos dignos sucesores de los hombres que nos dieron patria y libertad. Salud. (Aplausos).

- El C. secretario Samayoa Marino (leyendo):

"Acta de la sesión celebrada por la Cámara de

Diputados del XXXVIII Congreso de la Unión, el día catorce de abril de mil novecientos cuarenta y tres.- Periodo extraordinario.

"Presidencia del C. Antonio Nava Castillo.

"En la ciudad de México, a las doce horas y cuarenta y cinco minutos del miércoles catorce de abril de mil novecientos cuarenta y tres, se abre la sesión con asistencia de noventa ciudadanos diputados, según consta en la lista que previamente pasó el C. secretario Emilio Gutiérrez Roldán. "Es aprobado, en votación económica y sin debate, el acta de la sesión efectuada el día anterior.

"Oficio en que la Cámara de Senadores participa que eligió presidente al C. Arturo Martínez Adame, y vicepresidente, a los CC. Enrique Osorio C. y Abelardo L. Reyes.- De enterado.

"En seguida se da cuenta a la Asamblea con la iniciativa del C. diputado Leobardo Reynoso, por la que se declara día de solemnidad nacional el veintiocho de mayo de cada año, aniversario de la fecha en que el C. Presidente de la República informó al Congreso de la Unión sobre la existencia de un estado de guerra entre México y Alemania, Italia y Japón.

"La Cámara considera esta iniciativa de urgente y obvia resolución, por lo que se pone a debate desde luego.

"El C. diputado Leobardo Reynoso hace uso de la palabra para fundar su proyecto, después de lo cual el C. César Garizurieta habla en pro y propone que el próximo 28 de mayo se celebre una sesión solemne, y que se invite a las Legislaturas de los Estados y a los Ayuntamientos a que también conmemoren este día.

"A continuación, el C. diputado Carlos Zapata Vela se produce en pro de la iniciativa a debate, y propone que el decreto de que se trata se promulgue por bando solemne en toda la República, con participación activa del pueblo. "Los CC. Juan Gil Preciado y Julio López Silva usan de la palabra en apoyo de la iniciativa.

"La Asamblea aprueba la proposición del C. Zapata Vela, y la Secretaría informa que se dará a la Comisión Permanente del Congreso de la Unión la versión taquigráfica de esta sesión, para los efectos de la proposición del C. Garizurieta.

"Se considera la iniciativa del C. Reynoso suficiente discutida, y es aprobada por unanimidad de noventa votos. Pasan al Senado para sus efectos constitucionales.

"En seguida, el C. diputado Leobardo Reynoso informa del viaje de acercamiento y buena voluntad que, en unión de otros ciudadanos diputados, realizó por varios países de Sud América.

"El C. diputado Rubén Figueroa, miembro de la Comisión que recorrió los países sudamericanos, también informa sobre el participar.

"Se nombran comisiones para participar al C. Presidente de la República, al Senado y a la Suprema Corte de justicia de la Nación, que hoy se efectúa la clausura del actual periodo de sesiones extraordinarias.

"Acto continuo, los CC. diputados Manuel Bernardo Aguirre y José Gómez Esparza glosa los conceptos contenidos en el informe. El C. Gómez Esparza propone se envíe un mensaje de agradecimiento a los países Sud Americanos por la recepción que dispensaron a los diputados mexicanos, proposición que es aprobada por la Asamblea.

"Finalmente los CC. diputados Alejandro Carrillo y Fernando López Arias pronuncian discursos para hacer resaltar la unidad de los pueblos de América en su lucha por la libertad.

"Es leída la presente acta".

Está a discusión el acta. No habiendo quien haga uso de la palabra, en votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa se servirán indicarlo. Se aprueba el acta.

- El mismo Presidente (a las 15.20 horas): Se levanta la sesión de Cámara para abrir en su oportunidad la de Congreso General.

SESIÓN DE CLAUSURA

DE

CONGRESO GENERAL

EFECTUADA EL DÍA

14 DE ABRIL DE 1943

SUMARIO

1.- Se abre la sesión. La Presidencia hace la declaratoria de la clausura del Periodo Extraordinario de sesiones a que fue convocado el XXXVIII Congreso de la Unión. Se lee y aprueba el acta de la presente sesión, levantándose ésta.

DEBATE

Presidencia del

C. ANTONIO NAVA CASTILLO

(Asistencia de 90 ciudadanos diputados y 40 ciudadanos senadores):

El C. Presidente (a las 15.25 horas): Se abre la sesión de Congreso General.

El C. secretario Samayoa Marino: Se suplica a los ciudadanos senadores y diputados, así como a las tribunas, ponerse de pie.

El C. Presidente: El XXXVIII Congreso de los Estados Unidos Mexicanos cierra hoy, catorce de abril de mil novecientos cuarenta y tres, el Periodo Extraordinario de sesiones a que fue convocado por su Comisión Permanente.

(Aplausos).

- El C. secretario Samayoa Marino (leyendo):

"Acta de la sesión de clausura del periodo de sesiones extraordinarias, celebradas por el Congreso de la Unión el día catorce de abril de mil novecientos cuarenta y tres.

"Presidencia del C. Antonio Nava Castillo.

"En la ciudad de México, a las quince horas y veinte minutos del miércoles catorce de abril de mil novecientos cuarenta y tres, se abre la sesión

con asistencia de noventa ciudadanos diputados y cuarenta ciudadanos senadores. "El C. Presidente hace la declaración que sigue:

"El XXXVIII Congreso de los Estados Unidos Mexicanos cierra hoy, catorce de abril de mil novecientos cuarenta y tres, el Periodo Extraordinario de sesiones a que fue convocado por su Comisión Permanente".

"Es leída la presenta acta".

Está a discusión el acta. No habiendo quien haga uso de la palabra, en votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa sírvanse manifestarlo. Aprobada.

El C. Presidente (a las 15.30 horas): Se levanta la sesión de Congreso General.

TAQUIGRAFÍA PARLAMENTARIA Y

"DIARIO DE LOS DEBATES"

El Director, Jefe de la Oficina,

JUAN ANTONIO MOLL.