Legislatura XXXIX - Año I - Período Ordinario - Fecha 19431029 - Número de Diario 20

(L39A1P1oN020F19431029.xml)Núm. Diario:20

ENCABEZADO

MÉXICO, D. F. VIERNES 29 DE OCTUBRE DE 1943

DIARIO DE LOS DEBATES

DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS

DEL CONGRESO DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS

Registrado como artículo de 2a. clase en la Administración Local de Correos, el 21 de septiembre de 1921.

AÑO I.- PERIODO ORDINARIO XXXIX LEGISLATURA TOMO I.- NÚMERO 20

SESIÓN SOLEMNE

DE

CONGRESO GENERAL

EFECTUADA EL DÍA 29 DE OCTUBRE DE 1943

SUMARIO

1.- Se abre la sesión solemne en honor del señor doctor Pedro Castelblanco Agüero Presidente de la Cámara de Representantes de la República de Chile. Pronuncian discursos alusivos al acto el C. diputado Octavio Reyes Spíndola y el C. senador José Castillo Torre. El señor doctor Pedro Castelblanco usa de la palabra y entrega al C. Presidente un mensaje de la Cámara de Representantes de la República de Chile. Se lee y aprueba el acta de la presente sesión, levantándose ésta.

DEBATE

Presidencia del

C. GORGONIO QUESNEL ACOSTA

(Asistencia de 80 ciudadanos diputados y 39 ciudadanos senadores).

El C. secretario Vizcarra Campos Rubén: Se declara que hay quórum de Congreso General.

El C. Presidente (a las 13.20): Se abre la sesión de Congreso General.

(Es introducido al Salón de Sesiones el Excelentísimo señor Pedro Castelblanco, Presidente de la Cámara de Diputados de la República de Chile, junto con sus acompañantes).

El C. secretario Vizcarra: La Presidencia, por conducto de la Secretaría, concede la palabra al ciudadano diputado Octavio Reyes Spíndola.

El C. Reyes Spíndola Octavio: Señor Presidente de la Cámara de Diputados de la República de Chile; señor Presidente de la Cámara; señores embajadores; señores senadores; señores diputados: Recibir a un huésped ilustre no es tan sólo un alto honor, sino un privilegio gratísimo para quienes le reciben, y una satisfacción profunda para los que se supone lo merecen. Así es como la Cámara de Diputados ha interpretado vuestra visita a este recinto parlamentario, señor doctor Pedro Castelblanco, honorable Presidente de la Cámara de Diputados de la República hermana de Chile.

Vuestra genuina representación del admirable pueblo chileno ha despertado ante nuestros ojos una visión magnifica de ese gran pueblo hermano; país de leyenda, de poesía y de heroísmo, cantando por Ercilla y Lope de Vega; tierra maravillosa a la que otro gran poeta hispano, Enrique Diez Canedo, hace fulgurante evocación con estos versos:

"Te arrulla el mar, te velan las montañas; Te arde la frente y por los pies tiritas, Y con pródigas manos infinitas, Dios está removiendo tus entrañas".

De ese pueblo maravilloso que ha sabido dar y crear una raza tan brava como la araucana, viril, fuerte, tesonera, trabajadora; raza que América entera conoce por sus historia y admira; raza fuerte, raza heroica. ¿Y cómo olvidar la hospitalidad generosa, el trato hidalgo de vuestros compatriotas, que tienen la belleza de la mujer por patrimonio, y la caballerosidad como distintivo de los hombres?

Después de los largos años de adversidad y sufrimiento durante la lucha de nuestra emancipación política, América y el mundo vieron cómo pasaban las huestes aguerridas de O' Higgins, Bolívar, San Martín, Washington y Morelos; esas huestes el mundo nuevamente puede y debe resucitarlas en su memoria como un recuerdo, como un símbolo y una esperanza de nuestra raza.

América hoy, nuevamente, ha visto, después de un siglo y medio apenas, a esa misma raza y a esos mismos pueblos, levantar al unísono sus voces de solidaridad y de común destino de nuestro Continente, cuando ha visto que el patrimonio sagrado, su libertad, estaba amenazado por una raza descastada y maldita, que pretendía, nada menos, que destruir lo que nosotros consideramos carne de nuestra propia carne: nuestra libertad y nuestras instituciones democráticas.

Algo trascendental debe existir en el paralelismo que existe entre los países del Continente, paralelismo que la geografía misma no se ha atrevido a destruir, y especialmente en el caso de Chile y México. Esto que no es sino la vida plasmada, es decir, la vida que perdura, que tiene relieves, que tiene individualismo, jamás había registrado tan honda similitud de afectos, de comprensión y de cariño como los que existen entre Chile y México.

Después de tres años de estancia en vuestra noble patria, crea, señor Castelblanco, que estoy autorizado para deciros, por el cariño que siento por todos los chilenos y el que, modestia aparte, creo me dispensan, que México, el pueblo nuestro abriga los mismos sentimientos de amistad, de comprensión y de afecto para todos los chilenos, mismo afecto que hicisteis en una forma tan espontánea y conmovedora a los quinientos mexicanos del "Durango", que representaban a nuestro país; y por esto México está en espera únicamente de la oportunidad de que otros quinientos chilenos arriben a tierras mexicanas, tal vez en un futuro próximo, y ojalá fuese en vuestra maravillosa motonave "Araucana", para exclamar, para poder estar con ustedes, y sentir lo que ustedes en aquellos días del "Durango", en Santiago de Chile, y al unísono México entero pueda gritar: ¡Viva Chile!

Antes de abandonar esta tribuna, deseo rendir tributo y pleitesía a algunos de vuestros grandes hombres. A. Caupolicán, el indómito araucano, cuya histórica figura es tan grande que dicen que tal vez por eso una nube del cielo se desprendió para honrar su nombre; a Bernardo O'Higgins, padre de la independencia chilena, hijo de un barón que pudo vivir en el fasto del poder y de la riqueza y que prefirió - amante de la tierra - agarrarse a ésta, que en realidad es la verdadera patria, y aceptó la lucha incansable y peligrosa para libertar a su pueblo y redimirlo de la ignorancia; a don Pedro Aguirre Cerda, estadista por excelencia y el hombre que concibió el genial aforismo de "educar es gobernar", y ¿por qué no decirlo?, el verdadero apóstol de la democracia chilena: don Juan Antonio Ruiz, el insigne portavoz intérprete de la ideología y de la voluntad del pueblo chileno.

La Comisión de la Cámara me honró para deciros, doctor Castelblanco, y daros la bienvenida más calurosa y cordial, en nuestra tierra, en nombre de todo el Cuerpo Legislativo, haciendo un augurio por que vuestra estancia entre nosotros sea calurosa y cordial, al calor del cariño que, como chileno, debéis disfrutar en esta tierra nuestra.

Para terminar, séame permitido expresar a ustedes un mensaje y un deseo: el mensaje es un cordial y caluroso saludo de comprensión y afecto para la Cámara de Diputados chilena, de parte de sus hermanos de raza y de ideología, las legislaturas hermanas mexicanas. El mensaje y el deseo es que nuestras dos aves sagradas y simbólicas continúen su misión histórica durante siglos, de volar alto siempre, más alto en lo infinito de la dignidad, del decoro, de la valentía, de la comprensión y solidaridad continental. Muchas gracias. (Aplausos).

El C. secretario Cantú Balderas Saúl: La Presidencia, por conducto de la Secretaría, concede el uso de la palabra al señor senador Castillo Torre.

El C. Castillo Torre José: Señores: Nadie ignora que los mexicanos contemplamos con la más profunda simpatía la conducta ejemplar de la América del Sur. Para nosotros la América del Sur es como el reflejo del hermano menor que resulta ser el héroe de la familia en los cuentos de hadas.

La cultura política ha permitido a ese hermano menor escribir páginas brillantes en la historia americana y demostrarnos que en la vida de la democracia son los valores permanentes los valores de la libertad.

La simpatía de que hablamos se vuelve más profunda al advertir que pueblos poderosos no supieron defender la libertad que la América del Sur mantiene resplandeciente en el símbolo de sus banderas y en el emblema de sus escudos.

Pasaron para siempre los tiempos de las luchas civiles, cuando los escándalos y las candelas de los tumultos hispanoamericanos quitaban el sueño a las inocentes poblaciones.

En la América del Sur no se afila ya el machete de los caudillos andantes ni se flamea el estandarte de las aventuras corsarias. La civilidad aprieta sus filas alrededor del Estado y procura que en la esfera de los valores públicos sean los primeros los valores educacionales.

Nosotros nos sentimos orgullosos, honorable señor Presidente de la Cámara de Diputados de la República de Chile, al saludar en vuestra persona el triunfo de la democracia civil y de las instituciones democráticas y populares chilenas. Si la República de Chile, como la fama lo pregona, es un semillero de virtudes cívicas, sus representantes han de ser, como lo son todos sin duda, demócratas de la acción y del pensamiento.

Nosotros quisiéramos, honorable señor Presidente de la Cámara de Diputados de Chile, que durante vuestra breve permanencia en nuestra patria, recordaráis con más fervor que nunca, que los lazos que unen a México con la América del Sur son tan hondos e irrompibles que las simples fronteras geográficas que separan a nuestras naciones, ahora independientes, no bastan a interrumpir el flujo y el reflejo de nuestra común historia.

Nuestra común historia viene de tan lejos que nadie puede precisar el recóndito sitio de su origen ni los incontables tramos de su escala. Nadie sabe la fecha exacta en que las tribus nahoas iniciaron sus peregrinaciones desde la meseta central de México hasta las montañas del Ecuador y de Colombia; nadie sabe en qué punto del cielo encontrábanse las estrellas cuando los ulmecas abandonaron Tamoanchán, la tierra húmeda de las serpientes, para dirigirse hacia el Sur; nadie conoce las veredas por las que esos indios antiguos caminaron durante el período nebuloso en que el Usumacita comenzó a ser el padre del viejo imperio de los mayas. Las estelas que esos indios labraron y las que sus descendientes esculpieron nos muestran todavía sus figuras simbólicas y sus raros jeroglíficos, pero son importantes para rasgar el velo del misterio que oculta los orígenes de la cultura que cubrió Chiapas, Tabasco, Yucatán, Guatemala, Honduras, El Salvador y parte de Nicaragua, cultura que por Panamá y Costa Rica pasó a las tierras de los Andes y que aún ciñe al espíritu la diadema de las piedras preciosas de Uaxactún, Tikal, Copán, Yaxchilán y Quiriguá, Tulan, Chichen Itzá, Uxmal, Lamná, Sayil, Cobá, y el Palenque, piedras gemelas de las que aun rebrillan en los muros derruidos de

Tula y Teotihuacan, Tiahuanacu y el Cuzco. (Nutridos aplausos).

Al cumplir en esta tribuna con el honroso encargo de saludar al Honorable Presidente de la Cámara de Diputados de Chile, hispanoamericano ilustre que visita nuestro país y que representa una cultura hermana de la nuestra desde los míticos tiempos en que los incas no trazaban aun sus caminos en el Tahuantinsuyo, permitidme evocar, como lo he hecho, los reflejos de la fábula y de la historia para dorar con ellos la humilde obscuridad de mis palabras y recordar que el hilo de oro de las leyendas aymaras es el que nos lleva a la revelación de que el imperio prehistórico de los mayas existió en las riveras sagradas del Titicaca, muchos siglos antes de que Manco Capac fundara el Señorío del Cuzco y de que los conquistadores españoles pudieran contemplar las maravillas de los tesoros de Atahualpa.

No son nuevas, por lo tanto, las corrientes que vienen de la alta meseta andina a la alta meseta mexicana o que van de la alta meseta mexicana a la alta meseta andina. Su origen antiquísimo mana de un misterio que era fuente de veneración y culto de muchas generaciones antes de que Hernán Cortés destruyese el gran Teocalli de Tecnochtitlán y que los soldados de Pizarro y Almagro saqueasen el tambo de Cajamarca.

La historia moderna es una larga procesión de días, de horas, en la que los acontecimientos distiéndense a modo de gran cortina que cubriera las formas que los artífices más ilustres de los siglos de la cultura europea, monárquica y feudal, de la gran Francia borbónica, dejaran bordadas en los gobelinos. Yo quisiera invocar, e invoco en este momento, los grandes gobelinos de la historia americana, las grandes figuras que unen a nuestros países del Norte al Mediodía y del Oriente al Ocaso, para hacerlas vibrar en la emoción de una sola pieza, al ritmo de una sola música, con el clangor único del más brillante clarín de guerra, para repetir en estos días trágicos que la idea más honda inspirada por nuestro historicismo político es la idea de la unidad proclamada por Simón Bolívar. Nuestras repúblicas hispanoamericanas comprendieron con Bolívar la necesidad histórica de estrechar los lazos de la sangre y las esencias culturales que las unen, y de extender ese afán solidario a los poderosos Estados Unidos del Norte y al débil Haití que se entretiene frotando su lamparita mágica en la parte occidental de la hermosa isla de Santo Domingo.

Es ese afán solidario de las tres Américas el que nos lleva a la comprensión del verdadero hombre americano y nos hace ver la historia en su amplitud y profundidad. Como si el dolor que torturara la derrota de los pueblos indios y que tiñó de sangre el desenvolvimiento de las masas mestizas - dolor que se transverbera en la curva de la conquista y en los remolinos constantes de nuestras luchas civiles - hubiese afinado la sensibilidad de nuestros pueblos, dotándolos de la virtud de captar íntegra la hora del destino, cada uno de ellos logró oír, sin perder la especial matización de sus reservas ancestrales, hasta el menor de los latidos del corazón de América.

Apenas nacidas a la vida independiente, cuando sus instituciones jurídicas y políticas aventuraban los primeros pasos por la senda del gobierno propio, nuestras débiles y aisladas naciones americanas comprendieron la necesidad de resguardar su libertad e independencia contra la política agresiva de la Santa Alianza. Eran aquellos los días en que la vieja Europa intentaba detener el vuelo de las doctrinas propagadas por la Revolución de Francia y borrar hasta el recuerdo de las victorias y conquistas de Napoleón I.

Un político educado en las doctrinas aristocráticas del Siglo XVIII, el Príncipe de Metternich, enarbolaba el estandarte del absolutismo monárquico e intentaba ayudar a España a obtener la devolución de sus perdidas colonias, proyecto que era parte integrante del vasto plan de acabar con las fuerzas republicanas. Cerníanse así, señores, sobre nuestra América, los peligros de la reconquista y de la invasión, cuando, desde los altiplanos de su gran Colombia, menos eminentes que su genio, Simón Bolívar escuchó el primer acento de la voz internacional de América. No es preciso detallar aquí el pensamiento del Libertador. El tiempo se ha encargado de perfeccionar ese pensamiento y de irlo despojando de las dificultades que lo acompañaron en lo largo del camino. La elocuencia de los hechos es la que se ha impuesto en la mente de los pueblos y nos ha demostrado la necesidad de agruparnos contra la tendencia del Occidente Mundial como le llama Weber, que solía asaltar las fronteras de los pueblos débiles y satisfacer así el ansia de espacio que lo ha convertido en señor del mundo.

Nadie ignora el laborioso proceso que la idea bolivariana ha tenido que seguir, para no ser despedazada en el aspa del molino de los hechos reales que el arte diplomático tiene el encargado de alisar y que la ciencia política considera en el examen del sinuoso acontecer histórico. Si nuestro arte diplomático, como el de todos los pueblos débiles, tuvo que plegarse en ocasiones a las exigencias imperiales, constreñido por el afán materialista de la época, hay que convenir en que nuestra política doctrinaria se ha mantenido a la altura de la idea bolivariana, cimentada en la unión y el respeto mutuo de nuestras naciones y en la doctrina de la conciliación que, unida a la del arbitraje, hubo de dar origen a las convenciones arbitrales que nuestros Estados soberanos han venido celebrando desde hace numerosos lustros.

Al correr de los años, la extraordinaria idea bolivariana se ha ido fortaleciendo, se ha enriquecido con los más sanos principios del Derecho Internacional. Entre esos preceptos merecen especial, mención, en virtud de su importancia especificada, los que condenan las guerras de conquista y el violento ejercicio de las fuerzas contra el Derecho constituído.

El panamericanismo de perfiles sencillos y románticos pergeñados en el Primer Congreso de Panamá fue dejando el sitio así a un panamericanismo de más hondo raigambre y de más firme sentimiento,

surgido desde la primera Conferencia de 1889 - 1890 y que culminó con la declaración del pacto antibélico de 1933, a propuesta del estadista argentino doctor Carlos Saavedra Lamas, pacto reiterado en la declaración de derechos soberanos de los Estados en la Séptima Conferencia Panamericana, en la Conferencia Interamericana para la consolidación de la paz, celebrada en Buenos Aires en 1936, y en las reuniones de consulta que los Secretarios de Relaciones Exteriores de nuestras Repúblicas Americanas celebraron el año de 1939, en la ciudad de Panamá y el año de 1940 en la ciudad de la Habana.

La tumultuosa Europa fue la que dio origen, como todos vosotros sabéis, con sus ejércitos crecientes y su filosofía militar imperialista, poco antes de que la presente guerra comenzara, a que nuestras naciones americanas previesen la necesidad de defender la libertad y a que adoptaran medidas favorables al mantenimiento de esa misma libertad en el mundo. Las previsiones de que hablamos se observan, entre otros documentos diplomáticos, en el proyecto interamericano de asistencia colectiva que la República del Brasil presentó en la Conferencia Internacional de Buenos Aires , en noviembre de mil novecientos treinta y seis, tres años antes de la presente guerra. En dicho pacto se propuso la defensa del Continente contra la tendencia imperialista de otros pueblos, y la declaratoria de que en la América no se daría cumplimiento a la doctrina de que la carencia de materias primas, el exceso de población o cualquier otra circunstancia, próxima o remota, da derecho a la adquisición de ajenas tierras. Las mismas previsiones aparecieron luego más concretas en la declaración de solidaridad de los pueblos de nuestro Hemisferio, en la Octava Conferencia Panamericana de Lima, y en la declaratoria de asistencia recíproca y cooperación defensiva suscrita en la reunión de consulta de la Habana e inspirada por la guerra que había comenzado a llenar de espanto a los pueblos del viejo mundo y que acercábase fatalmente a las tierras de nuestra América.

El asalto repentino de los japoneses a la base norteamericana de Pearl Harbor dio motivo a que nuestras naciones cumpliesen, por último, con aquella declaratoria de asistencia recíproca y cooperación defensiva, que dispuso que todo acto de agresión de un Estado no americano contra un Estado americano ha de considerarse como una agresión contra todos los demás Estados americanos.

De la manera antes expresada, el panamericanismo pacifista y neutral pasó a convertirse, señores, en un panamericanismo guerrero, vestido de todas armas, en un panamericanismo que demuestra que nuestras naciones, aunque partidarias de la paz en el Continente y en el mundo, saben ver sin miedo los horrores de la guerra y contemplar de frente los signos del destino, del destino que, al decir del filósofo de Concord, cubre bajo sus inmensas alas lo mismo la luz cuando se enciende en las estrellas del cielo que cuando se apaga en el fondo de las tumbas.

¿Qué es lo que el destino reserva a nuestras naciones? Cada amanecer de los actuales y tormentosos días nos trae la amenaza de la pérdida de algunos de los derechos tan difícilmente arrebatados al tiempo y a la historia. El progreso humano, obra de la evolución moral de muchos siglos, parece destinado a deshacerse en nuestra época bajo el anatema de fuerzas incontenibles y obscuras. Diríamos que todo está perdido en el mundo en que vivimos, si no fuera porque en medio de las inmensas sombras que lo envuelven, divisamos la luz que sirve de guía a los pueblos que saben resistir sus herencias catastróficas y convertir en himno triunfal de la mañana los mil ruidos furtivos de la noche.

Y esa luz que colma de milagro, al decir de Emerson, el ambiente celeste en que se agitan las acciones heroicas del hombre, esa luz que resbala su divino resplandor por las horas más angustiadas de la historia, es la que brota del alma de los pueblos que no pierden su fe en el triunfo del derecho, que rinden culto perenne a la justicia y que saben que la libertad es un bien imprescriptible y sagrado, fundamental y eterno. (Largos aplausos).

En épocas distintas de la nuestra, otros pueblos y otros hombres padecieron también las consecuencias de haberse olvidado de que entre la justicia y la fuerza existe una relación moral de equilibrio cuyo rompimiento origina las catástrofes de que se quejan los filósofos y moralistas de la historia. Esa relación moral de equilibrio ha sido definida por numerosos pensadores y fue condensada por Pascal en el brillo de esta fórmula; "La justicia sin la fuerza es importante; la fuerza sin la justicia es tiránica; hay que mantener justas la justicia y la fuerza y hacer que lo justo sea fuerte y que lo fuerte sea justo".

Y bien, señores, detrás de la fórmula ideada por Pascal, detrás del equilibrio moral que ha de existir entre la justicia y la fuerza para dar origen a la verdadera y única libertad, marchan ahora los pueblos democráticos que luchan por el restablecimiento del derecho lesionado en el mundo. Entre esos pueblos figuran las jóvenes repúblicas de América, a la cabeza de las cuales pasan los Estados Unidos con el estruendo de su omnipotente democracia, el brillo de la declaración de independencia de mil setecientos setenta y seis, y la gloria de haber dado al mundo soldados libertadores como Jorge Washington y libertadores políticos como Abraham Lincoln. (Vivos aplausos).

¿Que algunos de nuestras naciones no luchan activamente todavía en las filas de la democracia? Es cierto, pero eso nos hace reafirmar nuestra creencia en que una cosa es el oportunismo político, que retarda o anticipa los acontecimientos materiales; y otra cosa es el pensamiento de los pueblos. Por eso, porque la simple política no domina los valores absolutos, es por lo que creemos que no hay un solo pueblo americano que no tenga clavado el pensamiento en el fáustico y lírico cartel de desafío, que pregona el ineludible triunfo del derecho que nos permite seguir los giros de la libertad más allá de la sangre, del dolor y de la muerte. (Aplausos). No hay época histórica, señores, en que la verdadera y única libertad democrática no haya

levantado la voz en defensa del restablecimiento del derecho lesionado en el mundo. Su cauda magnífica sirve de amparo a la justicia y de protección al pensamiento; lo mismo al canto de los rápsodias, que a las lamentaciones de los profetas; a los principios críticos de la razón filosófica, que al vuelo místico de la fantasía religiosa; a los tesoros del paganismo, que a las experiencias de la cristiandad; a las discusiones del ágora y del foro y a las disputas de los teólogos del medioevo, de los humanistas del Renacimiento y de los filósofos de la Enciclopedia; lo mismo a la revolución de Lutero contra la tiranía religiosa, que al levantamiento de Cromwell contra el despotismo político, y lo mismo a la declaración de los derechos naturales del hombre en la célebre sala del Juego de Pelota, que a la confirmación de esos derechos en las cuatro libertades del Atlántico.

Conjunto de derechos exclusivos de una clase dominante en la democracia antigua que no abolió la esclavitud; derecho natural del hombre en el liberalismo clásico o de derecho concreto de la personalidad histórica del Estado en el pensamiento político contemporáneo, la verdadera y única libertad democrática no cesa de perfecciones y de ascender por la espiral que Goethe escogió como figura geométrica para representar la marcha del progreso. En un punto de esa espiral, los Estados Unidos marcaron su independencia de Inglaterra y en otro punto de esa misma espiral, nuestras repúblicas hispanoamericanas señalaron su emancipación de Portugal y de España. De esas luchas libertarias salieron nuestros pueblos convertidos en Repúblicas, y aprendieron a amar y a fortalecer la libertad a medida que ensancharon su instinto nacional; que las naciones como nos enseña Benedetto Croce, no son dádivas naturales sino Estados de conciencia y formaciones históricas.

Sabemos bien, señores, que Hispanoamérica es una formación histórica nueva, un cuerpo político adolescente que está mas cerca todavía de la imaginación de los poetas que del cálculo de los filósofos y legisladores; pero, aparte de que la imaginación de los pueblos nuevos o infantes es una de las grandes fuerzas creadoras de la historia, nos corresponde decir que Hispanoamérica está dando al mundo lo mejor que tiene, puesto que le está dando la herencia de su ser histórico compuesto de los elementos del carácter español que doró con el más puro fuego del heroísmo el remanso de los ocho siglos de la reconquista y la epopeya del descubrimiento, y de los elementos del carácter de los indios que en Anáhuac o en los Andes exaltaron el valor humano las más altas cumbres e hicieron de Cuauhtémoc y Tupac Amaru, de Caupolicán y de Lautaro y demás figuras epónimas y autóctonas de América, héroes que pueden tener iguales, no superiores, en las regiones del Olimpo.

A la sombra de su Olimpo es como nuestras repúblicas americanas van afilando el pedernal de sus legados indios y el acero de sus vivencias españolas y cultivando la nueva doctrina de la solidaridad continental nacida el día en que los Estados Unidos comprendieron que la amistad de nuestros pueblos era indispensable para fundar la nueva diplomacia del buen vecino, en vez de la vieja diplomacia de la agresión y del garrote; a la sombra de su Olimpo es como nuestros pueblos ven ya brotar yemas de comprensión y de justicia en el bastón de manzano silvestre que Benjamín Franklin, el patriarca de la libertad americana, legó en su testamento a Washington; a la sombra de su Olimpo es como nuestras repúblicas hispanoamericanas creen que algún día surgirá de las brumas del mañana la imagen de una América nueva, de una América unida en el amor y en la justicia, de una América que permita a sus hijos disfrutar en paz de los dones del espíritu y contemplar en arrobo, como hasta hoy, pero con las manos enlazadas, las bellezas naturales del nuevo mundo, desde el trueno de las cataratas del Niágara hasta el estruendo de la caída del Tequendama; desde el grandioso rayo verde que decora la túnica crepuscular del mar de las Antillas, hasta el delicado florecer de los cerezos de la ribera del Potomac. (Nutridos aplausos).

Nosotros reverenciamos, honorable señor Presidente de la Cámara de Chile, la historia de la América del Sur, porque es una continuada lección de valor y de audacia, de inaudita energía dominante que se desdobla en la temeridad táctica de vuestros capitanes y en el fruto apolíneo de vuestros pensadores y artistas. De esa reverencia, honorable señor Presidente de la Cámara de Diputados de Chile, es una prueba el incienso simbólico que aquí quemamos en el altar de vuestras glorias y de vuestros héroes. Que ese incienso simbólico vaya hasta la región andina donde la capitalidad de vuestra patria se asienta y que en el cobalto impoluto de esos cielos, dibuje con sus volutas la imagen de nuestras águilas, de las águilas mexicanas, enfrente de los ojos redondos de los cóndores que vigilan las alturas donde la voz de trueno de la América del Sur retumba de cumbre en cumbre, del Pichinche al Chimborazo, del Cotopaxi al Aconcagua, mientras tanto que el tiempo vigila el fluir de la vida y va hilando en su incansable rueca, lo mismo el serpentino y obscuro hilo de la vida de los hombres que el cándido vellón de las vicuñas. (Grandes aplausos).

En la voz de trueno de la América del Sur hay tres acentos que ansiamos seguir en la plenitud de su ritmo y la total curva de su ejemplo: el acento del Gran Mariscal de Ayacucho, José Antonio Sucre, en la carta escrita por él en Popayan y denominada El Testamento de la Víctima, carta en la que invocara, como al cumplimiento de un gran deber, a mantener la unión de la gran Colombia; el acento de don Juan Montalvo, en las páginas apocalípticas de El Cosmopolita, "Las Doce Catilinarias" y "Los Siete Tratados"; el acento de Andrés Bello, hijo insigne de Caracas, compañero del Libertador, diplomático de la gran Colombia y primer rector de la Universidad de Chile.

El acento de Montalvo contra los tiranos de nuestra América es el de los antiguos profetas contra los malos reyes de Israel: la misma indignación enroscándose en la misma pasión encrespada. Cuando Montalvo supo que García Moreno había sido asesinado ¿no reclamó para sí la paternidad

intelectual del hecho, exclamando: "Mi pluma lo mató? Y ese acento vibrando en el ápice de la dignidad humana ofendida, relampagueando en la vértice de la libertad, es el que mejor nos enseña todavía cómo defender esa libertad contra el despotismo renaciente y cesáreo y contra los modernos augustales que resucitan a los de la vieja Roma, y divinizan a sus caudillos, los colocan en el rango de los Divi y les confieren los honores de la apoteosis.

El acento del Gran Mariscal de Ayacucho nos enseña que es indispensable para el triunfo de la democracia la unión de los pueblos enamorados de la libertad y que cualquier dispersión de energías se traduce en deshojamiento de las más caras ilusiones de la gloria. Si el acento de Montalvo es el de la libertad en sí, el de la libertad pura y avasalladora, el acento del Gran Mariscal de Ayacucho es el de la unión práctica de los pueblos que sirven de torres vigilantes a esa misma libertad. Y es congruente recordad aquí, señores, que el vencedor de Pichinche no nos reclama ahora tan sólo la unión de la gran Colombia sino la unión de las tres Américas.

El acento de Andrés Bello, poeta, filósofo, político, diplomático y educador, con su vida fecunda al servicio indistinto de las naciones del Sur, nos anuncia lo que en lo porvenir podrá ser el ciudadano de América el día en que el Nuevo Mundo quede unificado en los anchos y claros caminos del espíritu.

Muy noble y envidiable suerte es la de poder ir por el mundo, señor Presidente de la Cámara de Diputados de Chile, llevando al lado, como los suramericanos, las sombras invisibles y protectoras de Bolívar y San Martín, Sucre y O'Higgins, Artigas y Belgrado, Don Pedro I y José Bonifacio, Julio Arboleda, Andrés Bello y Juan Montalvo. Y al cerrar aquí nuestras humildes palabras de bienvenida, rubricándolas con vuestros votos por vuestro bienestar personal y por la gloria de vuestra hermosa y legendaria patria, os prometemos, los mexicanos, como mensaje al Sur, seguir invocando aquellas sombras veneradas, enlazándolas con las angustias sombras de nuestra propia historia, para reforzar la idea de la unión en nuestros pueblos y mantener incólume la doctrina de la solidaridad continental en los días terribles de esta guerra, días en que México necesita tanto de vosotros y en que vosotros necesitáis de México, días tristes y amargos que Winston Churchill califica como de sudor de sangre y de lágrimas. (Aplausos y vivas. Numerosos representantes felicitan al orador).

El C. Presidente: La Presidencia concede la palabra a nuestro visitante, el honorable Presidente de la Cámara de Diputados de Chile.

- El señor Pedro Castelblanco: Señor Presidente; señores senadores; señores diputados: México, en el extremo de la América del Norte, y Chile, en el extremo de la América del Sur, son dos naciones que - en coincidente posición geográfica - han experimentado en su estructura política, social y económica, profundas y trascendentales transformaciones, que las colocan en la vanguardia de las naciones civilizadas.

Estos procesos de renovación que experimentan ambos países con una misma lengua y con una misma sangre, los hermana a través del tiempo y la distancia.

El uno y el otro, por encima de las fronteras, se contemplan y se admiran; las preocupaciones e inquietudes, del uno o del otro, son tomadas como propias y con cariñoso y amistoso afán.

Un poderoso y ejemplar espíritu popular las anima y las coloca en robusta posición de democracia y libertad.

El constante y permanente intercambio político y cultural que, día en día, se va desarrollando entre ambas naciones, las identifica más y más. Permanece vivo en el recuerdo del pueblo chileno la cordial y simpática visita de los quinientos del Durango, que son ya familiares para los chilenos, y el testimonio elocuente y eterno de la Escuela México, que se alzó cariñosa y fraternal en medio del dolor y la tragedia de la zona devastada por el terremoto del Chillán.

México y Chile son auténticos símbolos de democracia en el panorama sombrío y angustioso que presenta el mundo contemporáneo y, sin duda alguna, señores, constituyen un baluarte de la dignidad humana ante el cual chocarán en vano e infructuoso intento las ideas totalitarias.

El sagrado fuego de la libertad ha de iluminarnos siempre y habrá de librarnos de esas obscuras fuerzas de regresión desatadas en tumultuoso tropel del fondo de la historia.

México y Chile, junto a todas las repúblicas de las tres Américas, han ocupado, en esta hora crucial por que atraviesa la Humanidad, el sitio que históricamente les correspondía, y no porque tuvieran la obligación de cumplir compromisos internacionales, sino porque de este modo defendían ciertamente sus más caras y preciadas conquistas logradas con tanta lucha y sacrificio; pero esta actitud común de las repúblicas americanas para afrontar unidas el peligro que nos acecha, ha de constituir el primer caso para establecer vínculos de mayor comprensión y entendimiento, que hagan posible la existencia de una comunidad exenta de rivalidades y odios.

A las formulaciones teóricas, es necesario que sigan las realizaciones prácticas e inmediatas.

Ya nuestros países no pueden vivir encerrados en el marco estrecho de sus fronteras y dentro de un nacionalismo mezquino y equivocado. Un nuevo concepto y un nuevo criterio se imponen para apreciar los problemas de cada nación, y en posición valiente y decidida afrontémoslos y tengamos la seguridad que así habremos logrado la felicidad de nuestros pueblos que reclaman justicia social, que no es sólo libertad espiritual sino libertad económica.

Informada plenamente de este vivificante espíritu de solidaridad continental que anima por igual a todos los países americanos, la Cámara de Diputados de Chile, que me honro en presidir, presenta, por mi intermedio, a los parlamentos de América este mensaje de confraternidad, que pongo en vuestras manos, señor Presidente de la Cámara de Diputados de México, y que es la demostración más

elocuente de fe democrática del pueblo chileno, y digo del pueblo chileno, porque las cámaras de representantes en los regímenes de libertad, son la más fiel y genuina encarnación de la soberanía y voluntad populares.

Y finalmente, señores, deseo expresaros mis más vivos y sinceros agradecimientos por la benévola acogida que me habéis dispensado en vuestro magnífico y espléndido país y cábeme la satisfacción de que a la unión de nuestros pueblos y nuestros gobiernos, que ya existía agrégase ahora la de nuestros parlamentos. (Aplausos nutridos y prolongados).

El C. secretario Cantú Balderas Saúl: Antes de dar lectura al acta de la presente sesión, voy a leer el mensaje que el Congreso chileno envía, por conducto del doctor Castelblanco, a la Cámara de Diputados:

"La Cámara de Diputados de Chile a los parlamentos de América:

"Formula sus más fervientes votos de confraternidad americana, por intermedio del Presidente de la Corporación, Excelentísimo señor don Pedro Castelblanco Agüero.

"Anhela que su viaje sirva para vigorizar y traducir, en hechos positivos y concretos, los ideales y aspiraciones de unidad y económica, de que están animados todos los países del Continente.

"Igualmente la Cámara de Diputados de Chile, que cuenta con una larga y más que centenaria tradición democrática, espera que de la acción común de las naciones americanas se obtenga una plena confirmación de los principios de democracia y libertad.

"Santiago, octubre 19 de 1943.- Pedro Castelblanco Agüero y otras firmas de representantes de la Cámara de Diputados de la República de Chile". (Aplausos nutridos).

- El mismo C. Secretario: Se va a dar lectura al acta de la presente sesión.

"Acta de la sesión solemne celebrada por el XXXIX Congreso de la Unión, el día veintinueve de octubre de mil novecientos cuarenta y tres, en honor del señor Pedro Castelblanco Agüero, Presidente de la Cámara de Representantes de la República de Chile.

"Presidencia del C. Gorgonio Quesnel Acosta.

"En la ciudad de México, a las trece horas y veinte minutos del viernes veintinueve de octubre de mil novecientos cuarenta y tres, con asistencia de ochenta ciudadanos diputados y treinta y nueve ciudadanos senadores, se abre esta sesión solemne.

"Se designa en comisión a los ciudadanos diputados Adán Velarde, Leopoldo Hernández y Victor Alfonso Maldonado para que introduzcan al recinto parlamentario al señor doctor Pedro Castelblanco Agüero, en cuyo honor se celebra esta sesión.

"El C. Octavio Reyes Spíndola, en nombre de la Cámara de Diputados, y el C. José Castillo Torre, en nombre de la Cámara de Senadores, dan la bienvenida al ilustre huésped y pronuncian discursos alusivos al acto que se desarrolla, haciendo presente el C. Reyes Spíndola un cordial saludo de este Cuerpo legislativo para la Cámara de Representantes chilena.

"Se concede el uso de la palabra al señor doctor Pedro Castelblanco Agüero, quien agradece todas las atenciones de que ha sido objeto y da un mensaje de simpatía de su país al pueblo de México, entregando a la Presidencia un pergamino, con la redacción que hace conocer la Secretaría, en que la Cámara de Representantes de la República de Chile formula sus más fervientes votos de confraternidad americana.

"La misma comisión que introdujo al Salón de Sesiones al señor doctor Castelblanco Agüero, es designada para acompañarlo hasta su domicilio.

"Se lee la presente acta".

Está a discusión el acta. No habiendo quien haga uso de la palabra, en votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa sírvanse manifestarlo. Aprobada.

La Presidencia, por conducto de la Secretaría, comisiona a los ciudadanos diputados doctor Adán Velarde, Leopoldo Hernández y Víctor Alfonso Maldonado para que acompañen a nuestro distinguido huésped a su domicilio.

El C. Presidente (a las 14.40): Se levanta la sesión de Congreso General y se pasa a sesión de Cámara.

SESIÓN

DE LA

CÁMARA DE DIPUTADOS

EFECTUADA EL DÍA 29

DE OCTUBRE DE 1943

SUMARIO

1.- Se abre la sesión. Lectura y aprobación del acta de la sesión anterior. Elección de la mesa Directiva que fungirá durante el mes de noviembre. Escrutinio. Declaratoria. Se levanta la sesión.

DEBATE

PRESIDENCIA DEL C. GREGORIO QUESNEL ACOSTA

(Asistencia de 80 ciudadanos diputados).

El C. Presidente (a las 14.45): Se abre la sesión.

- El C. secretario Vizcarra Campos Rubén (leyendo):

"Acta de la sesión celebrada por la Cámara de Diputados del XXXIX Congreso de la Unión, el día veintiséis de octubre de mil novecientos cuarenta y tres.

"Presidencia del C. Gorgonio Quesnel Acosta.

"En la ciudad de México, a las doce horas y cincuenta minutos del martes veintiséis de octubre de

mil novecientos cuarenta y tres, se abre la sesión con asistencia de ochenta ciudadanos diputados, según lista que previamente pasó la Secretaría.

"Sin discusión, se aprueba el acta de la sesión anterior efectuada el diecinueve de los corrientes.

"Se da cuenta con los asuntos en cartera:

"La Secretaría de Gobernación transcribe un oficio de la de Relaciones Exteriores, en el que se pide permiso constitucional para que el C. Consejero del Servicio Exterior Mexicano, licenciado Rafael Fuentes, pueda aceptar y usar la condecoración de la Orden "Al Mérito", en el grado de Comendador, que le confirió el Gobierno de la República de Chile.- Recibo, y a la Comisión de Puntos Constitucionales en turno.

"La Secretaría de Gobernación transcribe otro oficio de la de Relaciones Exteriores, en el que se solicita permiso constitucional para que el C. ingeniero Miguel Ramos Galván, experto en irrigación, pueda prestar sus servicios profesionales al Gobierno ecuatoriano.- Recibo, y a la Comisión de Puntos Constitucionales en turno.

"Oficio de la Secretaría de Gobernación, remitiendo, con la exposición de motivos correspondientes, la iniciativa de ley del C. Presidente de la República, que reforma y adiciona el Capítulo VI de la Ley Orgánica del Departamento del Distrito Federal.- Recibo, a la Comisión del Departamento del Distrito Federal, e imprímase.

"Invitación para asistir a los actos de protesta que otorgará el C. licenciado Manuel Gudiño ante la Legislatura local del Estado de Colima, del cargo de Gobernador Constitucional para el período 1943-1949, y de la toma de posesión del Poder Ejecutivo, que se celebrarán en la capital de aquel Estado a las once horas del primero de noviembre próximo. Se designa en comisión a los CC. Federico Medrano Valdivia, Gorgonio Quesnel Acosta, Miguel Moreno Padilla, Manuel Moreno Sánchez, José R. Velázquez Nuño, J. Jesús Lima, Francisco de P. Jiménez, José María Suárez Tellez, Mariano Castillo Nájera, Federico S. Sánchez, Antonio Ulíbarri Camacho, Alberto Velázquez, Carlos Alcaraz Ahumada, Ernesto E. Trujillo Gurría, Norberto Aguirre, Laureano Cardós Ruz, Francisco Linares T. y secretario Rubén Vizcarra.

"La Legislatura del Estado de Zacatecas participa que, con fecha 14 del actual, eligió su Mesa Directiva que funcionará hasta el 15 de noviembre próximo. - De enterado.

"Sin discusión y en votación económica que en cada caso se verifica, son aprobados los dictámenes que consultan diversos acuerdos económicos que a continuación se expresan:

"El de la Primera Comisión de Ferrocarriles, relativo a la solicitud que el 12 de septiembre de 1941 formuló el C. Presidente Municipal de Tlalpujahua, Mich., para que la Cámara de Diputados interviniera ante la Dirección de los Ferrocarriles Nacionales de México, con objeto de que no sea levantada la vía férrea de Tultenango a El Oro, Méx., y que termina proponiendo se dé a conocer el dictamen a los interesados y se archive el expediente, por no existir motivo para que esta Cámara intervenga en el asunto;

"El de la Segunda Comisión de Gobernación para que, en cumplimiento de lo aprobado por esta Cámara de Diputados el 8 de octubre actual, se reserve en el archivo la proposición de los CC. Carlos Zapata Vela, César Garizurieta y César M. Cervantes, a fin de que los nombres de Cuauhtémoc y Vasco de Quiroga se inscriban con letras de oro en el recinto parlamentario;

"El de la misma Comisión, respecto a la solicitud presentada en octubre de 1941 por el entonces C. diputado coronel Eduardo Hernández Cházaro, que termina con el siguiente punto resolutivo:

"Único. No es procedente reformar la Ley de Secretarías y Departamentos de Estado para crear nuevamente el Departamento Autónomo de Educación Física, toda vez que las funciones que estuvieron a cargo de éste subsisten bajo la Dirección de Educación Física dependiente de la Secretaría de Educación Pública",

"Y el de esta propia Comisión, relativo a la instancia en que la Legislatura local del Estado de Michoacán apoya la petición formulada por el Ayuntamiento de Nocupétaro, a fin de que sea declarado día de fiesta el 31 de octubre de cada año, para conmemorar la fecha en que el generalísimo dos José María Morelos y Pavón se levantó en defensa de los intereses de la patria, y que termina proponiendo que se dé a conocer el dictamen a los solicitantes y se archivo el expediente, ya que la celebración de que se trata puede realizarse en forma local.

"En seguida se da lectura al dictamen de las Comisiones Unidas Segunda de Gobernación y del Departamento del Distrito Federal sobre el memorial que algunos millares de personas elevaron al C. Presidente de la República, pidiendo que se restituyera a la Villa de Gustavo A. Madero su antiguo nombre de Villa de Guadalupe Hidalgo, y que el Ejecutivo Federal se sirvió enviar a esta Cámara de Diputados en acatamiento a las facultades específicas del Poder Legislativo, cuyo dictamen consulta el siguiente proyecto de decreto:

"Artículo 1o. Se reforma la fracción b) del artículo 8o. de la Ley Orgánica del Departamento del Distrito Federal, en los siguientes términos:

"b) En las delegaciones que serán: Gustavo A. Madero, Azcapotzalco, Ixtacalco, Coyoacán, Villa Alvaro Obregón. La Magdalena Contreras, Cuajimalpa, Tlalpan, Ixtapalapa, Xochimilco, Milpa Alta y Tláhuac". "Artículo 2o. Se reforma el artículo 10 de la propia Ley Orgánica del Departamento del Distrito Federal, en los siguientes términos:

"Artículo 10. La Delegación de Gustavo A. Madero estará formada por la Villa de Guadalupe Hidalgo y las colonias de Martín Carrera y Aragón, los pueblos de San Juan de Aragón, Estanzuela, Atzacoalco, Santa Isabel, Tola, Zacatenco, Ticomán, San Bartolo Atepehuacán, Tlacamaca, La Magdalena Salinas, Santiago Atlepetlac y Cuautepec, y rancherías de Los Pirineos, El Arbolillo, La Escalera, La Patera y Guadalupe, comprendidos dentro del perímetro que marca la siguiente línea: partiendo del manchón Noroeste del Puente del Cinco de Mayo del Ferrocarril de Monte Alto, sobre el río Chico y Calzada de Vallejo sigue rumbo al

Noroeste por todos los parámetros exteriores y linderos que determinan el alineamiento Poniente de la Calzada de Vallejo, hasta encontrar la mojonera denominada "La Patera", que define el vértice del límite de la Delegación de Azcapotzalco con el Estado de México, continuando por el mismo rumbo ya descrito por todas las inflexiones y accidentes del mismo límite ya mencionado, pasando por las mojoneras "San Esteban", "La Hormiga", "Patoni", "Zacahuisco", mojonera particular "Chalma", mojoneras 12, 13, 14, 15, 16, 17, 18, 19, 20, 21, 22, 23, 24, 25, 26, 27 28, 29, y 30, "El Zapote", "Mesa Alta", "Peña Rajada", "Vinguineros", "Zacatonal", "Quite", "Peña Gorda", "Sombrereros" y "Almaraz", siguiendo hacia el Sur, pasando por las mojoneras "Moctezuma", "Púlpito", "Contador", Cerro Alto", "Peñas Coloradas", "Palmas", "Escorpión", "San Andrés", "Joya de Nieve", "Cerro Cuate", "El Gigante", "Las Laxas", "Cocoayo", "Chiquihuite", "Cruz de la Cantera", "La Campaña" "Atlaquihualoya" y "Santa Isabel", cambiando de dirección en este punto hacia el Este, por las mojoneras: "El Pitahyo", "Santa Rosa", "Tequisquitengo", "Alcantarilla", "Atzacoalco", "Pozo Viejo", y "Tecal", en donde hace inflexión en este punto hacia el Sureste, hasta la mojonera "Tlatel de los Barcos". De este punto cambia la dirección hacia el Oeste, siguiendo por una línea recta hasta encontrar el bordo exterior derecho de la confluencia del Río Unido con el río de la Piedad y Churubusco unidos, de donde continúa por el bordo exterior derecho del Río Unido, hasta la confluencia del río del Consulado, cruzando en este punto dicho río hasta tocar el bordo exterior izquierdo, de donde sigue hacia el Poniente por este mismo bordo, por todos sus accidentes e inflexiones, cruzando el Gran Canal, hasta encontrar el lado Norte del derecho de vía del Ferrocarril Industrial, el que sigue por toda su longitud hasta el crucero de éste con el antiguo Ferrocarril de Hidalgo y Nordeste, tocando el límite Poniente del derecho de vía de este último, siguiendo por el mismo, hacia el Norte, hasta el cruzamiento de una línea que coincide con el alineamiento Norte de las calles de Talismán, donde cambia de dirección hacia el Poniente, siguiendo este alineamiento hasta la esquina Noroeste de la Calzada de Guadalupe, cruzando ésta hasta tomar el parámetro exterior Norte del primero y segundo tramos de la Avenida Euskaro, cruza la vía del Ferrocarril Mexicano en la Calzada de los Misterios, siguiendo por la misma dirección, marcando el ancón que cierra las calles de Corona, continuando por los parámetros ya descritos de la Avenida Euskaro, hasta la esquina Noroeste de ésta con la Avenida Real del Monte, donde cambia la dirección hacia el Sur, por los parámetros exteriores que van al Oriente de la Avenida Real del Monte, hasta encontrar la esquina Noroeste de esta Avenida con la del Potrero, siguiendo de este punto hacia el Poniente por el paramento exterior que va al Sur de la Avenida del Potrero, cruzando el derecho de vía de la línea de transmisión de Necaxa y continuando hacia el Poniente por el bordo exterior izquierdo del río Chico, cruzando la calzada de Vallejo hasta llegar al machón Noroeste del Puente del Cinco de Mayo del Ferrocarril de Monte Alto, lugar de partida ya descrito".

"Transitorios:

"Artículo primero. Se derogan todas las disposiciones legislativas que se opongan al presente decreto.

"Artículo segundo. Este decreto empezará a surtir sus efectos desde la fecha de su publicación en el "Diario Oficial".

"Previa dispensa de trámites, se pone este dictamen a discusión en lo general.

"El C. Gabriel Ramos Millán propone que en caso de que el dictamen que se acaba de leer fuera aprobado, y, en consecuencia, nombrada la comisión a que el mismo se refiere, ésta trabaje conjuntamente con el Comité de Defensa de la Revolución designado por el Bloque, a lo que accede la Asamblea.

"El C. Manuel Moreno Sánchez usa de la palabra y hace diversos comentarios alrededor del dictamen a debate, pidiendo su aprobación.

"El C. José Yurén Aguilar, en nombre de las Comisiones Dictaminadoras, sostiene el dictamen y solicita que la Asamblea lo apruebe, consciente de que no se trata de dar un paso atrás ni tampoco de que se haya cedido ningún terreno en la lucha revolucionaria.

"Considerado el dictamen suficientemente discutido en lo general, nadie lo impugna en lo particular. Se procede a su votación nominal, y, verificado el escrutinio, resulta aprobado por mayoría de setenta y nueve votos de la afirmativa contra tres de la negativa de los CC. Diego Hernández Topete, Agustín Otero Gutiérrez y Ricardo Ramírez. Pasa el proyecto de decreto al Senado para sus efectos legales.

"De conformidad con el dictamen que acaba de aprobarse, la Presidencia propone, para integrar la comisión encargada de defender el orden jurídico social existente y los intereses de la Revolución, a los siguientes ciudadanos diputados: Francisco Linares T., Francisco García Carranza, Julián Garza Tijerina, Sacramento Joffre y Gilberto García; en la inteligencia de que esta comisión, según el acuerdo tomado antes en esta misma sesión, trabajará conjuntamente en el Comité de Defensa de la Revolución designado por el Bloque. La Asamblea aprueba lo propuesto por la Presidencia.

"Por último, se da lectura a un correograma en que el C. doctor Salvador R. Guzmán, Director del Ceremonial de la Secretaría de Relaciones Exteriores hace saber que el día de mañana arribará por avión a esta capital el señor Pedro Castelblanco, Presidente de la Cámara de Diputados de la República de Chile, acompañado de su secretario particular, señor Guillermo Lagos. A este respecto se toma el acuerdo de que estos distinguidos huéspedes sean recibidos por la Cámara de Diputados en la sesión del próximo viernes, designándose en comisión para que el día de mañana los reciban en el Puerto Aéreo, a los CC. Octavio Reyes Spíndola, Mauricio Escobedo Granados, Leopoldo Hernández, J. Leonardo Flores Vázquez y secretario Saúl Cantú Balderas.

"A las quince horas se levanta la sesión".

- El mismo C. Secretario: Está a discusión el acta. No habiendo quien haga uso de la palabra, en votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa sírvanse manifestarlo. Aprobada.

Se va a proceder a nombrar Mesa Directiva para el mes de noviembre. Se suplica a los ciudadanos diputados pasen a depositar su cédula en orden de lista.

(Votación).

La Presidencia, por conducto de la Secretaría, comisiona a los diputados Genaro Lapa y Leonardo Flores para que auxilien a la Comisión de Escrutinio en el recuento de la votación.

Por unanimidad de setenta y siete votos resultó electa la siguiente plantilla para integrar la Directiva del mes de noviembre próximo:

Presidente, diputado Heliodoro Hernández Loza; vicepresidentes, diputados Ignacio Luis Velázquez de la Peña y Jesús Torres Caballero.

El C. Presidente: En consecuencia, se declara que son presidente y vicepresidentes respectivamente, para el mes de noviembre próximo, los ciudadanos diputados Heliodoro Hernández Loza, Ignacio Luis Velázquez de la Peña y Jesús Torres Caballero.

¿Algún ciudadano diputado desea hacer uso de la palabra?

No habiendo quien haga uso de la palabra se levanta la sesión a las 14.55 horas y se cita para el martes próximo a las doce horas.

TAQUIGRAFÍA PARLAMENTARIA Y

"DIARIO DE LOS DEBATES"

El Director, Jefe de la Oficina,

JUAN ANTONIO MOLL.