Legislatura XXXIX - Año II - Período Comisión Permanente - Fecha 19450228 - Número de Diario 33
(L39A2PcpN033F19450228.xml)Núm. Diario:33ENCABEZADO
MÉXICO, D. F., MIÉRCOLES 28 DE FEBRERO DE 1945
DIARIO DE LOS DEBATES
DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS
DEL CONGRESO DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS
Registrado como artículo de 2a. clase en la Administración Local de Correos, el 21 de septiembre de 1921.
AÑO II.- PERIODO ORDINARIO XXXIX LEGISLATURA TOMO I.- NUMERO 33
SESIÓN
DE LA
COMISIÓN PERMANENTE
EFECTUADA EL DÍA
28 DE FEBRERO DE 1945
SUMARIO
1.- Se abre la sesión. Lectura y aprobación del acta de la sesión anterior.
2.- Se reservan para la Cámara de Senadores las hojas de servicios de varios ciudadanos miembros del Ejército Nacional. Se turnan a las comisiones respectivas las solicitudes de los CC. Manuel Cermeño Araico y capitán segundo Luis Horacio González González.
3.- Para los efectos de la fracción II del artículo 76 constitucional, se reservan para la Cámara de Senadores las hojas de servicios de varios ciudadanos miembros del Ejército Nacional.
4.- Cartera. Se nombra una comisión para corresponder a la invitación de la Diputación Permanente del Congreso del Estado de Guerrero. Continúa la cartera.
5.- Se turna a la comisión respectiva la solicitud del C. Vicente L. Benéitez, Embajador de México en Venezuela. Continúa la cartera.
6.- Escrito de los CC. Carlos A. Madrazo y Sacramento Joffre en el que solicitan se suspenda la substanciación de la causa que se sigue contra ellos. Se turna a la comisión respectiva.
7.- Se reservan para la Cámara de Diputados la copia de la demanda de la señorita Estrella Gómez Espíritu y una solicitud de las Cámaras Nacionales de Comercio. Se designa una comisión para corresponder a la invitación del C. Gobernador del Estado de Hidalgo. Se declara un receso de veinte minutos.
8.- Se reanuda la sesión con asistencia de los Representantes Parlamentarios de las Repúblicas de Bolivia, Cuba, Colombia, Chile, Estados Unidos de América, Ecuador, Perú y Uruguay. Varios oradores hacen uso de la palabra. Se levanta la sesión.
DEBATE
Presidencia del
C. EUGENIO PRADO
(Asistencia de 16 ciudadanos representantes).
El C. Presidente (a las 12 : 10): Se abre la sesión.
- El C. secretario Flores Muñoz Gilberto (leyendo):
"Acta de la sesión celebrada por la Comisión Permanente del XXXIX Congreso de la Unión, el día veinte de febrero de mil novecientos cuarenta y cinco.
"Presidencia del C. Eugenio Prado.
"En la ciudad de México, a las trece horas y diez minutos del martes veinte de febrero de mil novecientos cuarenta y cinco, se abre la sesión con asistencia de diecinueve ciudadanos representantes, según comprueba previamente la Secretaría en la lista que pasó.
"Sin debate, se aprueba el acta de la sesión anterior efectuada el catorce de los corrientes.
"Se da cuenta con los documentos en cartera:
"La Secretaría de Gobernación remite, para los efectos de la fracción II del artículo 76 constitucional y a solicitud de la Secretaría de la Defensa Nacional, las hojas de servicio de los CC. general brigadier y licenciado del Servicio de Justicia Militar Pedro Montero Salcedo, general brigadier Baltasar González Vidal y coroneles José Alvarez Villaseñor, Crisanto Mendoza Fuentes y Alonso Aguirre Ceballos.- Recibo y resérvense para la Cámara de Senadores.
"La Legislatura de Guerrero avisa que, con fecha 14 de febrero, declaró Gobernador Constitucional de aquel Estado al C. general Baltasar Leyva Mancilla, para el sexenio 1945-1951.- De enterado.
"La Legislatura del Estado de Nayarit informa de la elección de su Directiva, que funcionará durante el mes de febrero.- De enterado.
"La Diputación Permanente del Congreso del Estado de Sinaloa comunica que, el 31 de enero, designó su Mesa Directiva que actuará durante el mes de febrero.- De enterado.
"El Congreso del Estado de Tamaulipas informa que, con fecha 31 de enero, nombró presidente y suplente de su Mesa Directiva para el mes de febrero.- De enterado.
"La Legislatura del Estado de Zacatecas avisa que, el 31 de enero, clausuró su primero y único período ordinario de sesiones correspondiente al primer año de su ejercicio.- De enterado.
"El C. licenciado Efraín Aranda Osorio participa que el 3 de febrero se hizo cargo, interinamente, del Despacho del Poder Ejecutivo del Estado de Chiapas, en virtud de la licencia concedida al Gobernador Titular.- De enterado.
"El C. Ernesto Novelo Torres informa que, el 30 de enero último, volvió a hacerse cargo del Ejecutivo del Estado de Yucatán, pasando el C. Alfredo Navarrete Solís al desempeño de las funciones de Secretario General.- De enterado.
"El C. general Baltasar Leva M. comunica que, con fecha 14 de febrero, la Legislatura Local del Estado de Guerrero lo declaró Gobernador Constitucional de la propia Entidad.- De enterado.
"Invitación del Instituto de Intercambio Cultural Mexicano - Ruso para concurrir a la ceremonia que tendrá lugar en el Palacio de las Bellas Artes, el día 26 del actual, en homenaje a la memoria del Excelentísimo señor Constantino Oumansky, Embajador de la URSS, recientemente fallecido.- Se designa en comisión a los CC. senador Vidal Díaz Muñoz, diputados Pedro Guerrero Martínez y Norberto Aguirre, y senador secretario José Castillo Torre.
"Los Comisarios Municipales de San Pablo Atlazalpan, del Distrito de Chalco, Estado de México, solicitan sean segregados de la jurisdicción del Estado de México para pasar a formar parte de la Federación.- Recibo, y resérvese para la Cámara de Diputados.
"Sucesivamente se reservan para su votación nominal, sin que originen discusión, tres dictámenes de la Comisión de Puntos Constitucionales consultando proyectos de decreto por los que se concede permiso constitucional para aceptar y usar las condecoraciones que en seguida se expresan, a los ciudadanos que a continuación se mencionan:
"Al C. mayor Miguel Salas Cacho las condecoraciones "Al Mérito Militar",
"Cruz del Sur" y "Al Mérito", que le confirieron los Gobiernos de las Repúblicas de Chile, Brasil y Paraguay, respectivamente;
"Al C. doctor Federico Gómez la condecoración de la Orden Nacional del Mérito "Carlos J. Finlay", que le otorgó el Gobierno de la República de Cuba; y
"Al C. profesor Mario Torroella la condecoración de la Orden Nacional del Mérito "Carlos J. Finlay", que le confirió el Gobierno de la República de Cuba.
"Se procede a recoger la votación nominal de los proyectos de decreto que para este fin se reservaron, resultando aprobados por unanimidad de diecinueve votos. Pasan al Ejecutivo para sus efectos constitucionales.
"A las trece horas y veinticinco minutos se levanta la sesión".
Está a discusión el acta. No habiendo quien haga uso de la palabra, en votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa se servirán indicarlo. Aprobada el acta.
- El mismo C. Secretario (leyendo):
"La Secretaría de Gobernación envía la hoja de servicios del C. coronel piloto aviador Manuel Zayas Palafox".- Recibo, y resérvese para la Cámara de Senadores.
"La Secretaría de Gobernación envía la hoja de servicios del C. general brigadier Ángel B. Quiroz Guijarro".- Recibo, y resérvese para la Cámara de Senadores.
- El mismo C. Secretario (leyendo):
"La Secretaría de Gobernación transcribe la solicitud que hace la Secretaría de la Defensa Nacional para que se otorgue permiso al C. capitán de navío C. G. Manuel Cermeño Araico, a fin de que pueda aceptar y usar la condecoración de la Orden Nacional del Mérito que, con el grado de Comendador, le confirió el Gobierno del Paraguay". - Recibo, y a la Comisión de Puntos Constitucionales.
"La Secretaría de Gobernación transcribe la solicitud que hace la Secretaría de la Defensa Nacional para que se conceda permiso al C. capitán segundo Luis Horacio González González, con objeto de que pueda aceptar y usar la condecoración de la Orden Nacional del Mérito, en el grado de Caballero, que le otorgó el Gobierno del Paraguay".- Recibo, y a la Comisión de Puntos Constitucionales.
- El mismo C. Secretario (leyendo):
"La Secretaría de Gobernación remite al Senado, para los efectos de la fracción II del artículo 76 constitucional, y a petición de la Secretaría de la Defensa Nacional, las hojas de servicios de los CC. coroneles Alfonso Ruvalcaba Escobar, Alberto Dorantes Vázquez y Antonio Vázquez Suárez".- Recibo, y resérvense para la Cámara de Senadores.
- El mismo C. Secretario (leyendo):
"La Legislatura del Estado de Colima participa que el 6 de febrero inauguró el primer período extraordinario de sesiones, durante el tercero y último año de ejercicio, clausurándolo el día 9 de este mismo mes".- De enterado.
"La Legislatura de Colima avisa que, con fecha 9 de febrero, clausuró su período extraordinario de sesiones, continuando en funciones la Diputación Permanente".- De enterado.
- El mismo C. Secretario (leyendo):
"Invitación de la Diputación Permanente del Congreso de Guerrero para concurrir, el día
primero de marzo próximo, a la sesión solemne de instalación de la XXXVI Legislatura Local, en cuyo acto el C. general e ingeniero Gerardo Rafael Catalán Calvo, Gobernador Constitucional de aquel Estado, rendirá el último informe correspondiente al cuarto año de su gestión gubernamental".- Se designa en comisión para que asistan a este acto, a los CC. senador Luis Aranda del Toro, diputado Heliodoro Hernández Loza y senador Conrado Torres Ortiz.
- El mismo C. Secretario (leyendo):
"El C. general Benecio López Padilla comunica que el 17 de febrero, asumió nuevamente el Poder Ejecutivo del Estado de Coahuila, dando por terminada la licencia de que disfrutaba".- De enterado.
- El mismo C. Secretario (leyendo):
"El C. Vicente L. Benéitez, Embajador de México en Venezuela, solicita el permiso constitucional necesario para aceptar y usar la condecoración de primera clase de la Orden del Liberador, Gran Cordón que le confirió el Gobierno de aquel país".
- Recibo, y a la Comisión de Puntos Constitucionales.
- El mismo C. Secretario (leyendo):
"El C. Juez Primero de Distrito en Materia Penal del Distrito Federal, remite copia certificada del auto de formal prisión dictada en el expediente 643/944, en contra de los señores Carlos A. Madrazo, Sacramento Joffre y Pedro Téllez Vargas, como presuntos responsables de los delitos previstos en los preceptos que menciona de la Ley de Responsabilidades de Funcionarios y Empleados de la Federación, y del Código Penal, en relación con el artículo 12 de la Ley Reglamentaria del artículo primero de la de Prevenciones Generales relativa a la de Suspensión de Garantías".- Recibo.
- El mismo C. Secretario (leyendo):
"Los CC. Carlos A. Madrazo y Sacramento Joffre, recluidos en la Penitenciaría del Distrito Federal, se dirigen a esta H. Comisión Permanente del Congreso de la Unión, con el carácter de diputados federales en uso de licencia, solicitando que se requiera al Juez Primero de Distrito en Materia Penal, para que se suspenda la substanciación de la causa que se sigue contra ellos por varios delitos, respetando su inmunidad y reponiéndolos en su situación personal al estado en que se encontraban antes de su detención, sin perjuicio de que el Congreso de la Unión proceda en forma constitucional para el esclarecimiento de los delitos que se les imputan".- Recibo, y a las Comisiones unidas de Puntos Constitucionales y de Justicia.
- El mismo C. Secretario (leyendo):
"El Tribunal de Arbitraje remite copia de la demanda de la señorita Estela Gómez Espíritu, por haber sido cesada como taquimecanógrafa de la Contaduría Mayor de Hacienda, así como copia de la resolución que dictó en dicho conflicto".- Recibo y resérvese para la Cámara de Diputados.
"La Confederación de Cámaras Nacionales de Comercio hace consideraciones y pide se apruebe la iniciativa que ante ella presentó la Cámara Nacional de Comercio de Parral, Chih., para que se modifique la Ley General de Sociedades Cooperativas".- Recibo, y resérvese para la Cámara de Diputados.
- El mismo C. Secretario: Con motivo de que el próximo día primero de marzo el C. José Lugo Guerrero, Gobernador del Estado de Hidalgo, rendirá ante la Legislatura Local el informe de su gestión administrativa, la Presidencia designa en comisión, para asistir a este acto, a los CC. diputados Eduardo Luque Loyola y Vicente M. Aguirre; senadores Vidal Díaz Muñoz y Florencio Palomo Valencia; y senador José Castillo Torre como secretario.
El C. Presidente (a las 12 : 20): Se concede a la Asamblea un breve receso para pasar al Salón de Sesiones de la Cámara de Diputados, con objeto de llevar a cabo la recepción de los Excelentísimos señores diputados y senadores de las Repúblicas de Bolivia, Cuba, Colombia, Chile, Estados Unidos de América, Ecuador, Perú y Uruguay, que forman parte de las Delegaciones de sus países a la Conferencia Interamericana sobre Problemas de la Guerra y de la Paz que se desarrolla en esta capital, y quienes fueron invitados especialmente para asistir a esta sesión por la Presidencia de esta Comisión Permanente. (Receso).
(Son introducidos al Salón de Sesiones los Excelentísimos señores diputados y senadores de las Repúblicas de Bolivia, Cuba, Colombia, Chile, Estados Unidos, Ecuador, Perú y Uruguay. Aplausos nutridos y prolongados).
- El C. Presidente (a las 12 :30): Se reanuda la sesión. Tiene la palabra el ciudadano senador José Castillo Torre.
El C. Castillo Torre José: Señores representantes de los Estados Unidos y de Hispano América: Comprendemos que nuestra débil voz no es la llamada a enaltecer con las galas de la elocuencia el brillo cívico de esta ceremonia que la Comisión Permanente del Congreso de los Estados Unidos Mexicanos dedica a realizar vuestra investidura de parlamentarios al servicio de la democracia y
del ideal de solidaridad de los pueblos americanos.
El destino ha querido sorprendernos con el más honorífico encargo y darnos la rara oportunidad de hablar ante quienes dominan la magia de la expresión y conocen a fondo los secretos de la palabra. Por no ser acto de audacia el nuestro, sino de la obediencia, cumplimiento fiel de un deber honroso, invocamos, señores parlamentarios, vuestra natural benevolencia. Contando con ella, como con un buen presagio, iniciamos nuestro saludo con la afirmación de que la amistad de México hacia sus hermanas de América ha sido siempre de la más acendrada y completa esencia, amistad bizarra y galana, desinteresada y nobilísima, como la que llevó al célebre barón de Humboldt a remontar cuarenta días la corriente del Magdalena para demostrar su efecto al sabio José Celestino Mutis.
Conviene añadir que México considera su amistad en equilibrio fraterno con la vuestra. ¿No habéis venido de lejanas tierras a tallar bajo el azul transparente de nuestro cielo de montaña, límpido cristal de histórica prestancia, el diamante moral de un sentido más justo y más humano del mundo y de la vida? Así cruzó Emerson las olas del Atlántico, atado al pensamiento al brillo de un lucero, para estrechar la diestra de Carlyle.
Ahóndase, señores representantes hispano americanos, la raíz de nuestro común destino, en los viejos tiempos de las Capitanías Generales y de los Virreynatos, de los evangelizadores mendicantes y de los gambusinos aventureros. La misma tradición enhebra sus hilos policromos en la tela histórica de nuestros pueblos, matiza esta tela con el desenvolvimiento de las instituciones políticas y de las costumbres sociales; el mismo viento de riesgo y aventura sopló en el camino trasatlántico de las carabelas que llevaron a nuestros abuelos a desafiar, más allá del Mar de las Tinieblas, el conjuro mágico que los sabios sacerdotes egipcios de Sais habían bordado alrededor de la mítica y opulenta Poseidonia, la ciudad atlante de las puertas de oro. Nuestro parentesco data, por lo tanto, de hace muchos siglos, y nuestra amistad proviene del común usufructo de la herencia de gloria labrada por nuestros abuelos a lo largo de las cordilleras que se extienden desde las abruptas tierras de Nebraska hasta la parte meridional de Chile. Son esos abuelos batalladores los que nos reúnen todavía en torno de la chimenea familiar para escuchar las gestas de la extirpe. El recuerdo de estas gestas vivifica el pasado y lo ilumina con el alucinante desfile de los exploradores del Amazonas, de los pretendientes de Cíbola y Quivira, de los rondadores del país de la canela y de los caballeros perdidos en el sortilegio embrujo Del dorado.
El recuerdo se inclina ante los ancestros de hierro que saltaron de un trópico a otro, de Cáncer a Capricornio, de Capricornio a Cáncer; que penetraron impávidos por la boca de los grandes ríos y se perdieron sin miedo en la sombra de las selvas inmensas. Y esto ocurría, señores representantes, en el período homérico de la Conquista, en la época de Hernán Cortés y Pedro de Alvarado, de Pizarro y de Valdivia; época en que Alvar Núñez de Vaca hacía setecientas leguas en un breve racimo de jornadas, y en que el extraordinario Vasco Núñez de Balboa descubría la magnificencia del Océano Pacífico; época en que los abuelos rojos respondían a los abuelos blancos con la matanza de la Bahía de la Mala Pelea, el incendio de Tenochtitlán, el heroísmo de Cuauhtémoc, la grandeza estoica del Inca de la borla roja y la indómita bravura de los indios del Arauco. (Vivos aplausos).
Después vinieron, señores representantes, los abuelos de los siglos de la Colonia, de los días de la Independencia, de la difícil forja de nuestras nacionalidades. Son todos estos ancestros los que ahora nos amparan con su nombre, los que nos guían con sus manos invisibles, sabias y apostólicas, e indican a nuestros pueblos su rumbo y su destino.
No es posible pensar en el destino de nuestra América si no volvemos los ojos al pretérito y nos detenemos a meditar junto a las cumbres que dominan el panorama de la historia y lo alumbran con su inextinguible procesión de antorchas. Cada héroe es como una cumbre en la cordillera de esa historia, y cada proeza histórica es como una antorcha en la cimera de esa cumbre.
Detengámonos, señores, a meditar junto a la altura que sirvió de Sinaí a la solidaridad americana. ¿Qué es lo que contemplamos¿ La lumbrarada solar baña la cumbre en colores que recuerdan la enseña de la Gran Colombia. El paisaje se llena de un ruido ensordecedor en que se adivina el cobre de los clarines y el hierro de las herraduras que van marcando el galope torrencial de mil caballos. El viento que sopla es el mismo que abrió las varillas de un rútilo abanico en los campos de Boyacá y Carabobo, de Junín y de Pichicha. En lo alto aparece la figura del héroe rodeado de capitanes y soldados. El ábrego de los páramos curtió la piel de los hombres y el amor a la libertad inflamó las almas. La savia de la vida imprime movimiento al cuadro y presta majestad imponente a la voz que proclama la unidad de América.
¿De quién es esa voz que clava la saeta de su pregón en el flanco de las montañas y la hace resbalar por la corriente de los ríos? Es la voz de Simón Bolívar.
Ciento treinta años han transcurrido, señores, desde el día en que el Libertador anunció, en su célebre carta de Jamaica, que sonaría la hora en que los pueblos de América reuniríanse en augusto Congreso para tratar de los problemas de la guerra y de la paz con los pueblos de las otras partes del mundo. A través del tiempo, acelerando su marcha en los últimos años, la solidaridad americana ha perfeccionado su precioso ritmo. La declaración que puso fin a la guerra del Chaco Boreal y evidenció la eficacia de la solidaridad del Continente; la Asamblea para la Consolidación de la Paz, reunida en Buenos Aires; la octava Conferencia Panamericana de Lima; las Reuniones Consultivas de Panamá, la Habana y Río de Janeiro; la Conferencia Interamericana de Cancilleres sobre problemas de la guerra y de la paz, que se efectúa en la ciudad de México, demuestran de manera irrefutable que el poder transmutador del tiempo, supremo partero de la historia, convirtió en
realidad viviente el sueño de Simón Bolívar. (Aplausos).
Nos corresponde reconocer aquí, señores representantes norteamericanos, que la solidaridad continental debe a los Estados Unidos el aglutinante maravilloso de la democracia y que nuestras naciones hispanoamericanas les son deudoras del credo republicano que significó para ellas, como lo reconoció el famoso pensador chileno José Victoriano Lastarria, la posibilidad de regenerar su herencia política europea, inspirada en el principio romano de la fuerza, en el imperium unum, alimento fundamental del despotismo de los antiguos reyes y de los modernos Césares.
La comunidad de ideas políticas - la democracia del Norte es ya un dogma para nuestra América - representa un factor humano de solidaridad tan hondo como el de la lengua y de la raza.
Si los Estados Unidos de América han podido influir en la regeneración de las costumbres políticas de nuestro Continente, ha sido porque salieron de lo más radiante de la masa republicana de Inglaterra; es porque la democracia norteamericana no surgió el año de 1776 en Virginia, sino que trae sus raíces de las largas y sangrientas luchas que los indomables barones de Inglaterra sostuvieron en contra de sus antiguas monarcas y en defensa de la libertad y de la justicia. Descendientes de aquellos barones ingleses, fueron los emigrantes que desembarcaron durante los siglos XVII y XVIII en las costas de Virginia y de Nueva Inglaterra. Los puritanos de Plymouth, los peregrinos del May Flower que arribaron al Cabo Cod, así como los colonizadores sucesivos que habían de convertirse en semillero de la que es hoy la más grande y floreciente República del mundo, herederos fueron de los hombres que arrancaron al Rey Juan la Carta Magna, defendieron las prerrogativas del Parlamento, alcanzaron de los Estuardos el habeas corpus, y que obtuvieron del Príncipe de Orange el bill de derechos.
La República encontrábase ya en germen, señores, como todos vosotros sabéis, en las doctrinas de los puritanos ingleses del siglo XVIII. Por eso las actas o cartas coloniales norteamericanas abundaron en los más puros principios democráticos, tal como convenía a los hombres que los proclamaron y que eran iguales en condición y fortuna y sabían compartir su fe y sus padecimientos. Por esto el Rey de Inglaterra pudo exclamar que la Carta del Masachussets tenía por fundamento la libertad de conciencia.
La libertad de conciencia, piedra angular de la democracia, nos trae, señores, a la memoria el recuerdo de uno de los hombres más generosos y notables de la historia de Norteamérica. Nos referimos a Roger Williams, el joven pastor protestante de Salem. El recuerdo de Roger Williams tiene el valor de un símbolo en la lucha eterna sostenida por los defensores de la libertad contra los gonfaloneros del despotismo, y se levanta ese recuerdo, bañado en las claras lumbres de la gloria, alcurniando los fastos de la América, en lo más alto de su cielo histórico, como si quisiese arrancar un rayo vengador al tiempo para fulminar a los tiranos que, en pugna con el principio eterno de la justicia de la vida, se empeñan en rendir culto al odio y a la muerte en el ara sangrienta de nuestra edad de hierro. (Largos aplausos).
Roger Williams fue víctima del despotismo político y bebió el acíbar de la intolerancia religiosa, como tantos otros desventurados de ayer, de hoy y de mañana; y sin amilanarse ante la desgracia, dejándose arrastrar por una de esas ráfagas de eternidad que alientan y guían a los inmortales, decidió fundar la ciudad de Providencia, para que sirviese de refugio a todas las almas oprimidas. !Cómo brilla, señores, el nombre de Roger Williams, en medio de las sombras que rodean nuestro mundo con los más crueles padecimientos; y cuán firme es la fe en el régimen de libertad democrática que permite a un país dar al mundo el ejemplo de virtud del fundador de Providencia e! (Aplausos).
Nosotros creemos que la política del "good neighbour" es como una proyección del amor a la libertad, del respeto a la justicia, de las enseñanzas morales de hombres como el fundador de Providencia; tenemos fe en que cada día aumentará la influencia de Jorge Washington, Alejandro Hamilton, Jefferson, Franklin, Lincoln y Franklin Delano Roosevelt; creemos que la política del buen vecino se fundará en hechos concretos y elocuentes, que no volará en el vacío y que sabrá realizar, en virtud de un vigoroso esfuerzo conjunto, la verdadera solidaridad en el campo del progreso material y en el incoercible camino de las almas. Nosotros creemos que desaparecerá definitivamente del horizonte la figura trágica del filibustero Walker, y que esta vez no será la despreocupación criminal de Aarón Burr la que matará a Alejandro Hamilton, sino que será Hamilton el que castigará a Aarón Burr.
No concluiremos, señores representantes de los Estados Unidos e Hispanoamérica, nuestra breve y humilde salutación, sin rendir férvido homenaje reverencial a los millones de hombres que luchan por la democracia y por la libertad del mundo. Sabemos que su sacrificio es el precio de la vida de mañana.
En el ara inmensa de la guerra los Estados Unidos ofrendan al incalculable valor lustral de la sangre de su más bella y generosa juventud. En esa misma pira la juventud hispanoamericana rinde el tributo de su sencilla y pródiga existencia. Dentro de ningún otro círculo más solemne que el sagrado del heroísmo y de la muerte, podría fundirse con mayor virtud ritual el destino de las dos Américas.
Asómase ya teñida en sangre heroica la América del futuro, la América una e indivisible. (Aplausos).
En breve retornaréis, señores representantes, a vuestros hogares. Cuando así sea, al arrancar un pétalo a la flor de la añoranza, recordad que México es flecha vibrante en el carcaj de América; recordad que por algo la historia denominó al más grande de los guerreros mexicanos con el simbólico y celeste nombre de Ilhuicamina: "el flechador del cielo".
Es esta la hora de la acción y del recuerdo y de la marcha unida. Y hemos de andar, según la frase de Martí, el héroe sangrante de Dos Ríos, "en cuadro cerrado, como la plata en las raíces de los Andes"; hemos de andar, nos atrevemos a decir nosotros, en apretado haz, como las flechas en el carcaj de Ilhuicamina. (Aplausos largos y nutridos).
El C. Presidente: Tiene la palabra el ciudadano representante de los Estados Unidos de Norteamérica.
- El señor senador Norteamericano Warring R. Austin: (Aplausos).
(Se produjo en inglés. Traducción).
Señor Presidente; senadores, diputados y miembros de la Comisión Permanente del Congreso Mexicano; colegas en esta Conferencia: ha oído la relación histórica que ha hecho el señor Senador por el Estado de Yucatán, al relatar la fundación de nuestras Repúblicas, las labores de nuestros antepasados y las responsabilidades que ellos y sus hijos nos han dado para el futuro, para establecer la seguridad, la paz y la oportunidad en el mundo del mañana. (Aplausos).
Son muchas las palabras que quisiera dirigir a los dignos representantes de México. Primero, quisiera expresar nuestra gratitud por su contribución al esfuerzo de guerra, junto con las otras naciones unidas, que han hecho posible la derrota, que será definitiva, de la filosofía, la ideología y los actos de agresión que han amenazado nuestro Continente. También quiero expresar mi gratitud por la hospitalidad que se nos ha dispensado. En una ocasión he tenido oportunidad de ver el espíritu deportivo de los mexicanos, y he visto uno de sus juegos atléticos.
También quiero deciros que, como miembro de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado de los Estados Unidos, he trabajado por la ratificación del tratado de aguas entre México y los Estados Unidos (aplausos), que hará posible la división de las aguas de los dos grandes ríos: el Río Bravo y el Río Colorado. (Aplausos).
Señores delegados; señores diputados: como también expresó el señor senador de Yucatán, dediquémonos aquí a realizar el sueño de Bolívar, haciendo más y más efectivo el sistema que consolida los procedimientos de cooperación y buen entendimiento que siempre deben unir a nuestras Repúblicas. (Aplausos nutridos).
El C. Presidente: Tiene la palabra el señor representante de la República del Uruguay.
- El Excelentísimo señor Juan F. Guichón, representante del Uruguay: Comenzamos por agradecer al Parlamento Mexicano que nos ofrezca esta oportunidad para dialogar con su pueblo y con los otros pueblos del Continente, y para decir a éste, muy especialmente, la fascinación que el pueblo de México ejerce sobre el resto de la América Latina y, muy particularmente, sobre las generaciones nuevas.
Cuando llegamos a la comprensión de que vivimos en un mundo cargado de tremendas injusticias, pero lleno de extraordinarias posibilidades, volvemos nuestros ojos hacia este pueblo señero, casi a la vanguardia de la América Latina. Este pueblo cargado de historia, lo vemos desde nuestro país, plantado sobre la realidad histórica, pero sin olvidar para nada su pasado. Apenas hemos puesto los pies en el suelo de México, con el espíritu estremecido, una sucesión de imágenes tumultuosas nos va mostrando la realidad mexicana, y entre ellas, quiero distinguir muy particularmente, por la gravitación que ha tenido sobre nuestros espíritus, el acto del Estadio, en el medio día luminoso del domingo. No podía México haber encontrado mejor lenguaje para expresarse, que las danzas y los coros de sus adolescentes, de la generación nueva, que es la nueva voz de la Historia, y que habla del lenguaje de ayer, impregnado del porvenir; esas danzas y esos cantos sobre los cuales se proyectan la grandeza de los tiempos pasados de México, y el culto del pasado, que México ha conservado en forma admirable con la devoción del porvenir.
Este pueblo que nosotros vemos desde allá lejos, resulta que es aquí, mirándolo de cerca, un pueblo profundamente enraizado en su tierra, bien plantado sobre la realidad histórica, pero lleno de las voces y de las sombras del pasado.
Y así hemos ido desfilando por México; hemos ido captando la realidad mexicana, que si bien es cierto que no es totalmente igual a como la veíamos desde allá, no es menos exacto que no tiene nada que envidiar a la que se había proyectado sobre nuestros espíritus, a través del tiempo y la distancia.
Agradecemos emocionados que se nos ofrezca esta alta y resonante tribuna del Parlamento de México para rendir culto en apretada síntesis, con claro sentido de las necesidades de ser breve, a lo que nuestro Parlamento ha realizado, citando sólo aquello que tiene valor de generalidad y que es substancial.
Queremos así aportar nuestra contribución a la defensa del régimen parlamentario, tan vilipendiado por aquéllos que tienen designios inconfesables. (Aplausos).
En lo económico, podemos destacar, para poner en relieve la eficiencia parlamentaria, sea cual fuera la posición mundial de cada uno de mis distinguidos oyentes; en lo económico, nuestro país, por intermedio de su Parlamento, ha creado un formidable dominio industrial del Estado con un puñado de miserias.
Decíamos ayer en una de las Comisiones de Chapultepec; decíamos en una rápida controversia llena de encendida cordialidad, que, dentro de nuestra pequeña economía, tiene ya esta obra un sentido trascendente de liberación económica. Representa en cifras, que son las que hablan con una más clara e irrefragable elocuencia, cuatrocientos cincuenta millones de pesos frente a los capitales congregados en las sociedades anónimas, incluyendo los servicios públicos que todavía no han sido nacionalizados. En lo social, tenemos la jubilación para todos los que han trabajado, para los que trabajan y para los que trabajen en lo porvenir.
En la cultura, hemos establecido la calidad de la enseñanza en todos los grados. He ahí una síntesis breve de lo que ha
realizado el Parlamento del Uruguay y que revela la eficiencia de esta herramienta, que es el órgano de expresión más auténtico de los pueblos.
Podríamos extendernos largamente en discusiones que nada agregarían a un auditorio tan selecto como el que me escucha, pero queremos dejar bien establecido que convocamos con nuestra mejor emoción a los parlamentarios aquí congregados y a los Parlamentos que representan, para continuar la obra empeñosa iniciada en Chile, congregando a los Parlamentarios de América para ir formando esta especie de parlamentos de pueblos, expresión auténtica de la soberanía, a fin de que podamos tener pronto, no sólo esto que nos llena de congoja, tantas sillas vacías en torno a la mesa donde arde la lámpara familiar, sino una reunión de parlamentos en que estén todas las Repúblicas de América. (Aplausos).
Nuestro problema, el problema de América, de la América Latina, de acuerdo con nuestro leal entender y saber, es muy claro y muy simple.
No basta hablar de crear posibilidades para sacar a las grandes masas de la trágica situación en que se encuentran; es necesario encarar, con sentido realista, con sentido objetivo, los factores que determinan esa situación.
Nosotros tenemos una profunda y conmovida admiración por el gran hermano del Norte, por los Estados Unidos, y particularmente por lo que representa su Parlamento en esta casa de las leyes: el pueblo de Estados Unidos. (Aplausos).
No le escatimamos admiración ni elogios por la obra gigantesca que han realizado al levantar esa formidable potencia industrial, económica y cultural. Pero decimos, de acuerdo con nuestro leal saber y entender, que la ventaja que nos llevan, formidable ventaja, que nosotros saludamos como nuestra por ser de nuestros hermanos, les viene en gran parte por haber sido colonizados por un gran país, que había realizado ya la superación de la etapa vital, por un pueblo que estaba en la culminación de su industrialismo.
Nosotros, que tenemos el orgullo de la sangre que corre por nuestras venas, del idioma que hablamos, de nuestras virtudes y hasta de nuestros defectos; nosotros hemos sido colonizados por un pueblo que no había culminado esa etapa: he ahí una de las razones fundamentales del atraso de la mayor parte de las naciones del Continente.
Es pues, el mandato histórico de la hora que nos tocó vivir, tratar de superar esta etapa que vive el Continente, esta etapa primaria en el camino de la civilización; porque en la mayoría de nuestros pueblos, en el nuestro, por ejemplo, hay grandes estancias, con estos campos de luz que son las ciudades, y en casi todas las masas, miseria, dolor, desesperanza; y no hemos de dar probabilidades ciertas y efectivas a esas masas, si sólo hemos de ser exportadores de materias primas y de alimentos. Tenemos que ir, en la medida de nuestras posibilidades, en conjunto armonioso: de esa etapa a la industrialización gradual de esta parte del Continente. (Aplausos).
Yo quiero tener un recuerdo para dos pueblos profundamente gratos para nuestro corazón: para el pueblo argentino y para el pueblo español. Antes de venir a esta ciudad, fui obedeciendo a un imperativo del corazón y del cerebro, a saludar a uno de los más grandes parlamentaristas de nuestra América, exiliado en Montevideo: al doctor Alfredo Palacios. (Aplausos).
Yo recojo conmovido ese aplauso espontáneo porque además de ser Palacios uno de los más grandes parlamentaristas de América, tuvo en su casa refugio cordial para todo perseguido del Continente. Y el doctor Palacios, que no quería hablar fuera de su tierra del problema interno de su patria, me hablaba, conmovido, de la obra que tenía que realizar para que todos los pueblos pudieran ponerse en contacto por intermedio de sus representantes auténticos. Y en el abrazo que nos dimos en el momento de la despedida, yo sentí que él cobraba la significación de un símbolo: del símbolo de su grande y fraterno pueblo, el gran pueblo argentino, el cual todo nos une y nada lo separa. (Aplausos).
Ahora unas breves palabras para hablar del pueblo español, que tiene que estar presente en nuestros espíritus, siempre que nosotros nos reunamos en horas cruciales para el destino de América.
Ese pueblo de España que nosotros seguimos estremecidos en sus últimas etapas como seguramente nuestros mayores lo siguieron desde las sombras del pasado; ese pueblo que viene de los comuneros de Castilla, de la Cortes de Cádiz y de la España Republicana; pueblo que iluminó al mundo con su heroísmo y santificó su causa con su sangre generosa; pueblo de España al cual nos sentimos totalmente ligados como si estuviese físicamente entre nosotros y que saludamos con lo mejor de nuestra emoción, deseando que pronto tenga él también su auténtico órgano de expresión en un Parlamento emanado, como los que aquí están representados, de la soberanía popular. (Aplausos).
Vamos a terminar, pero, antes, vamos a contraer, aunque sea en la intimidad callada de nuestros espíritus, el compromiso solemne de que los Parlamentos de América sean cada día más herramienta al servicio de los pueblos, al servicio de la personalidad humana con encendido calor humanista; que tengamos Parlamentos en todos los pueblos de América y que los Parlamentos, órganos de expresión de los pueblos, aceleren su marcha azarosa hacia el cumplimiento de su misión; que puedan los pueblos de América cumplir su destino bajo la luz señera de su Parlamento, que sea su propia imagen proyectada hacia los recintos de las leyes. (Aplausos nutridos).
El C. Presidente: Tiene la palabra el señor representante de la República de Colombia.
- El Excelentísimo señor doctor Jorge Soto del Corral, representante de la República de Colombia: (Aplausos). Señores de la Comisión Permanente del Congreso de los Estados Unidos Mexicanos; señores senadores y representantes de los países de América:
Es una señalada honra para un miembro de la Cámara de Representantes de Colombia, ocupar la tribuna de la Cámara de Diputados del Congreso de los Estados Unidos Mexicanos, para expresar el
sentimiento del Congreso de Colombia, acerca de la gran nación azteca.
En varias ocasiones, muy señaladas, los dos países han marchado juntos y han mostrado su perfecta solidaridad y su comunidad ideológica y política: primero, cuando respondiendo al llamado del Libertador Bolívar, tan justamente recordado aquí por el señor senador de Yucatán y por el señor senador de los Estados Unidos de América, México concurrió al Congreso de Panamá en donde se fijaron las bases de esta unión americana de tan fecundos resultados en los tiempos posteriores; y no se limitó a concurrir a ese Congreso y a cooperar con su delegación en la forma más amplia y generosa, sino que le brindó albergue aquí mismo, en Tacubaya, para que continuaran las deliberaciones.
Pocos años después, el Congreso de Colombia la Grande, ratificó unánimemente el tratado de alianza, de paz y amistad perpetua, que une a Colombia con los Estados Unidos Mexicanos. Y cuando nuestro gran ciudadano, cuando vuestro gran indio Juárez representó en el Continente Americano la defensa de la libertad, de la soberanía y de la independencia, el Congreso de los Estados Unidos de Colombia, por medio de una ley, recordada siempre con orgullo y satisfacción por los colombianos, declaraba que el ciudadano Benito Juárez, era ciudadano de América y Benemérito de las Américas. (Aplausos). Por último, en esa época del panamericanismo práctico, siempre nuestros dos países han marchado juntos para defender esos principios de libertad y de justicia, que son patrimonio americano y que nos producen legítimo orgullo de haber nacido en este Continente. Y está bien que en una reunión americana para tratar de los problemas de la guerra y de la paz, se haga una reunión como ésta tan generosamente auspiciada por la Comisión Permanente del Congreso de los Estados Unidos Mexicanos, para demostrar que esos vínculos que unen a nuestras Repúblicas, no son meramente vínculos de gobierno, que pueden modificarse con cambios más o menos súbitos y más o menos influidos por corrientes extrañas, sino que respondan a la volutad de los pueblos expresada legítimamente por su Parlamento.
En otras palabras: que el movimiento interamericano se traduzca ya en una realidad, porque los Congresos que han de respaldar esa política, están de acuerdo y aquí representados, para manifestarla y expresarla. Y está muy bien también que sea en una reunión, como esta, donde reafirmemos, aquí en esta patria, donde se formularon siempre grandes principios tutelares de América, esa declaración de Buenos Aires, en que se declara que América, es una democracia solidaria que todos los países debemos defenderla; que, entre nosotros, los grandes principios del Derecho Internacional no se quedan escritos, porque aspiramos con legítimos títulos a llamarnos no sólo el Continente de la Paz, sino que el Continente de la Democracia, de la Libertad, de la Justicia y del Derecho; y que está bien que estos grandes principios quedan consagrados aquí en este recinto de la Cámara de Diputados de México, donde nunca han sido vulnerados y siempre han sido proclamados con espléndida elocuencia, como corresponde a los representantes de la gran nación que nos alberga. (Aplausos nutridos).
El C. Presidente: Tiene la palabra el señor Humberto Alvarez Suárez, senador de la República de Chile.
- El Excelentísimo señor senador de la República de Chile, Humberto Alvarez Suárez: Señor Presidente de la Honorable Comisión Permanente del Congreso de la Unión:
Nada es más grato y honroso para mí, como Senador de mi país, que ocupar esta tribuna del Parlamento mexicano para expresar los sentimientos de amistad que unen a Chile con esta gran nación y manifestaros mi gratitud por la distinción que en estos momentos se me otorga.
Este acto solemne tiene un significado de cortesía dentro de la tradicional hospitalidad mexicana; pero también es algo más: constituye un nuevo vínculo de solidaridad democrática entre los pueblos americanos que los parlamentarios representamos, por volutad de ellos, en nuestros respectivos congresos. Permitidme que os diga, con la más sincera convicción, que al dirigiros la palabra en este recinto, siento exactamente la misma confianza y la misma seguridad que experimento al hablar en el Senado de Chile, porque vuestras instituciones libres y vuestro espíritu público en nada se diferencian de los que imperan en mi patria.
La oportunidad que da motivo a esta reunión fraternal acentúa todavía más su contenido. La histórica Conferencia Interamericana de Chapultepec, destinada a marcar una época en el desarrollo del panamericanismo y de la unidad democrática del continente, tendrá una honda repercusión en los parlamentos de todos nuestros países. Estoy cierto de que los acuerdos a que llegamos en la Conferencia serán objeto de nobles y libres debates en todos los Congresos Americanos y de que, al considerarlos conforme a nuestros procedimientos constitucionales, estos acuerdos serán acogidos con cálidas demostraciones de afecto hacia México y su Gobierno, por haber provocado la ocasión de celebrarlos.
Siguiendo la tradición y las reglas jurídicas que en nuestras repúblicas continúan felizmente en vigor, los Congresos habrán de conocer de estos acuerdos, de cualquiera naturaleza que sean, si envuelven nuevas obligaciones para el Estado como miembro de la comunidad, porque no es una buena tendencia esa que hemos venido observando en los últimos tiempos, de substraer de la consideración de los parlamentos ciertos actos internacionales, que no por llamarse resoluciones o recomendaciones dejan de tener carácter contraactual.
Podría decirse que vuestra invitación para juntarnos aquí los parlamentarios miembros de las delegaciones extranjeras con los parlamentarios mexicanos, es un anticipo de ratificación de los acuerdos de la Conferencia y, sobre todo, de la grandiosa idea que la preside.
Pienso también que esta reunión es un preludio de completa realización de la iniciativa chilena de unión interparlamentaria americana, lanzada por el
actual Embajador de Chile en México, don Pedro Castelblanco, cuando ocupaba la presidencia de la Cámara de Diputados de Chile. Esa iniciativa tuvo ya un principio de ejecución en Santiago de Chile, el 14 de abril último, con motivo de la celebración del Día de las Américas. Me halaga la esperanza que la semilla sembrada habrá de fructificar con espléndidos resultados para una mayor colaboración democrática entre las repúblicas del Continente y que algunos de los congresos aquí representados tomará la feliz iniciativa de convocar para el próximo 14 de abril a una reunión similar a la celebrada en Santiago de Chile, con el objeto de cristalizar definitivamente esta idea de unidad parlamentaria que encierra la propia unidad de nuestros pueblos. Toca en suerte que seamos parlamentarios de diversas Repúblicas Americanas: de Bolivia, Cuba, Colombia, Chile, Estados Unidos de América, Ecuador, Perú y Uruguay, los que nos reunamos con nuestros hermanos de México, a la sombra protectora del águila azteca, en tan propicia ocasión, para confiarnos mutuamente los anhelos que bullen en las almas de nuestros jóvenes pueblos, y que no son otros que los de forjar una América unida, una América libre, valuarte de los Derechos de la Humanidad, y por sobre todo, una América donde la justicia social y económica sea una bella realidad. Para nosotros, parlamentarios de la América, es motivo de orgullo y legítima satisfacción que la Conferencia Interamericana tenga por escenario la heroica tierra de Anáhuac, escenario grandioso en hechos sublimes, cuyos ecos no se apagarán en la historia, y escenario grandioso en figuras inmortales que vivirán para siempre en el corazón de las muchedumbres. Nuestras pupilas parecen contemplar el arrogante heroísmo de un Cuauhtémoc; el patriotismo, que se hace sacrificio, de un Hidalgo o de un Morelos; la luminosa personalidad de un Juárez; la sabiduría de un Madero y la alta misión de la Revolución Mexicana, que ha sabido interpretar los anhelos y derechos de un pueblo y de los pueblos americanos en busca de la justicia y del bienestar colectivo. Recibimos complacidos el homenaje que en esta sesión solemne nos tributáis, que nosotros valoramos como auténtica manifestación, venturosa y cordial del pueblo mexicano, y que por mi parte será muy grato trasmitirla al Senado de mi patria. Elevemos nuestros votos para que el espíritu tutelar de los próceres americanos, precursores de la unidad de nuestras nacionalidades, ilumine la Conferencia de Chapultepec en la cual se cifran tantas esperanzas para los destinos de América. (Aplausos nutridos).
El C. Presidente: Tiene la palabra el Excelentísimo señor Manuel B. Llosa, Vicepresidente de la Cámara de Diputados del Perú.
- El señor diputado del Perú, Manuel B. Llosa: Señor Presidente de la Honorable Comisión Permanente del Congreso de la Unión; señores:
Agradezco el insigne honor que se me concede al ofrecérseme esta tribuna parlamentaria, prestigiada por tantas y tan ilustres figuras mexicanas, en esta Sesión Solemne de la Honorable Comisión Permanente del Congreso de la Unión, a la que da particular relieve la presencia de ilustres personalidades de América. Agradezco, asimismo, la distinción que se hace a mi país al otorgárseme tan preciado privilegio.
Este hermoso gesto de confraternidad y de solidaridad interparlamentaria pone a mi alcance la oportunidad de agradecer también el cortés saludo que acabo de escuchar y de presentar a mi vez a la Cámara de Diputados de México el afectuoso saludo de la Cámara de Diputados del Perú.
La rama del Parlamento Peruano a la que pertenezco, se enorgullece de poseer una inspiración democrática y una conciencia panamericanista, como las que posee en alto grado su congénere mexicana.
Los diputados peruanos hemos estado siempre listos para interpretar acuciosamente tales sentimientos de nuestros representados y para sostener con decisión la firme actitud asumida por nuestro Gobierno al lado de los países que luchan por la paz, por la libertad y por el derecho, y jamás nos hemos substraído al análisis sereno y a la comprensión cordial de los esfuerzos de otras naciones en pro del predominio de las esencias democráticas y de la justicia social.
Conscientes de la función insubstituible que cumpla la institución parlamentaria, hemos pensado y seguido pensando que ésta ha de salir de la guerra con vigor renovado, para seguir cumpliendo la tarea orientadora y de incesante vigilancia que le tiene confiada al instinto infalible de los pueblos.
En el seno de nuestra Cámara nació tempranamente, en 1941, la iniciativa para que los Parlamentos de este Continente constituyeran un frente unido de defensa de la democracia, y cuando la jira del distinguido Presidente de la Cámara de Diputados de Chile, doctor Pedro Castelblanco Agüero, y la reunión habida en Santiago, a propuesta suya, determinaron la resolución de celebrar un Congreso Interparlamentario Americano, fuimos de los primeros en apoyar la sugestión, seguros de que el panamericanismo entrará definitivamente en el terreno de las realizaciones efectivas cuando logre nutrirse con la emoción de los parlamentos nacionales e infiltrarse por este medio en el alma de las multitudes.
Por atinado acuerdo de sus preconizadores, el Congreso Interparlamentario deberá tener su sede en México.
La certera visión del Gobierno mexicano y el consenso unánime de los países invitados, han hecho que lo proceda la Conferencia Interamericana sobre Problemas de la Guerra y de la Paz, señalándose a este sitio para su funcionamiento a la acogedora sombra del Castillo de Chapultepec.
Permitidme hacer resaltar el significado y la trascendencia de esta elección de México, como escenario de tan importantes Asambleas.
Nuestro Ministro de Relaciones Exteriores acaba de expresar con justeza que México es el orgullo de América y que está entre los países de mayores posibilidades por su raza, por su riqueza y por su historia. Su atractiva capital, una de las más bellas del mundo tiene en su gloriosa historia y en su desarrollo urbano que es todo un monumento
a las generaciones idas, títulos sobrados para albergar a los representantes de América.
México se ha ganado un puesto de vanguardia en la defensa del Continente por su aporte humano y material para el logro de la victoria y por su acción directriz en el pensamiento americano.
Puede contarse aquí con los elevados auspicios de un gran gobernante de probada ponderación y tino político; con el talento y el incansable dinamismo de un eximio Secretario de Relaciones Exteriores y con el ambiente estimulante de un Congreso y de un pueblo que constituyen laboratorio y vivero de las más avanzadas conquistas jurídicas y sociales.
Puente tendido entre los Estados Unidos y los demás países de la América Latina, México es también geográficamente, el país más apropiado para realizar un Congreso Interparlamentario que procurará condensar los postulados básicos del derecho americano y una Conferencia que debe coordinar la voz y la acción del Hemisferio, en las últimas etapas del esfuerzo bélico, en su ordenada desmovilización militar y económico, y en el advenimiento de una paz constructiva, conforme con la justicia y con la dignidad humana.
Pero algo de más complejas y sugerentes perspectivas que las simples condiciones ambientales y la calidad de los hombres, parece señalar providencialmente a México como teatro de la Conferencia Interamericana sobre Problemas de la Guerra y de la Paz que elevará los asuntos americanos al plano de los intereses mundiales.
Cuenta la historia que, en remotos tiempos, tribus que cruzaron el estrecho de Behring trajeron a lo que es hoy el Nuevo Mundo, las esperanzas y las inquietudes del Asia, y que, muchos años después, hombres venidos tal vez de la Alta California protagonizaron la poética leyenda de la fundación de México. Otros pueblos de misteriosa procedencia desarrollaron en Yucatán una maravillosa civilización que tiene en Chichén - Itzá curiosas reminiscencias del Egipto y de la India. Hernán Cortés, siglos más tarde, se adueñó de la ciudad sagrada y trajo a este país las inquietudes y las esperanzas de Europa. En lapso que representa un fugaz instante de la historia, México fue así el país al que convergieron las más avanzadas civilizaciones y el crisol donde se fundieron los más dispares anhelos.
Hoy, los representantes de las más grandes potencias mundiales, reunidos a la orilla del Mar Negro, como antes en Moscú y en Dumbarton Oaks, resuelven estructurar un plan que garantice la paz y la seguridad mundiales y escogen a San Francisco para su confección definitiva. La palabra autorizada de uno de los participantes en el cónclave de Yalta pide que América concurra a esa cita final con la conciencia de su propio valer; que haga un alto en México para uniformar su pensamiento y que se prepare para asumir en lo sucesivo el papel que le reserva el eclipse transitorio de otros pueblos que bien pueden convertirse en el ocaso definitivo de viejas hegemonías económicas y culturales. Es como si en el alborear de una nueva era universal, los círculos que encierran desde la prehistoria obscuras predestinaciones circumpacíficas y circunatlánticas, se tocaran de nuevo tangencialmente en México. Es como si el antiguo Continente, desgarrado por la guerra, hubiera resuelto que el árbol de la paz y de la seguridad futuras debiera plantarse en el suelo fértil y generoso de América. Es como si el cubilete de los destinos humanos diera sus últimos tumbos entre el meridiano de la ciudad de México y el de San Francisco de California y decidiera que la simiente, para ser fecunda, debiera germinar primero a la vera del viejo Teocalli de Tenochtitlán.
Por esto, los diputados peruanos confiamos en el buen éxito de la Conferencia de Chapultepec que México, consciente de su misión y de su responsabilidad ha organizado tan brillantemente y ofrecemos, desde ahora, trabajar por la fiel ejecución de los acuerdos que se adopten, inspirados sin duda en ideales de libertad y de justicia; en los mismos ideales que alentaron los insurgentes, los hombres de la Reforma y los revolucionarios cuyos nombres están inscritos en esta sala en torno a la gloriosa bandera de la unión y en los que, estamos seguros, se inspirarán los parlamentarios mexicanos para seguir forjando sus leyes en el fuego llameante de la Revolución. (Aplausos nutridos y prolongados).
El C. Presidente: Se concede el uso de la palabra al ciudadano representante por la República de Cuba.
- El Excelentísimo señor doctor Pelayo Cuervo Navarro, representante de la República de Cuba: Señor Presidente de la Comisión Permanente del Congreso Mexicano; Congresistas de América: confieso que, profundamente conmovido, en nombre de la República de Cuba agradezco este homenaje que el Parlamento de México rinde a parlamentarios de naciones hermanas del Continente. Muy complejas aprensiones inquietan mi espíritu en esta tarde; y es que me parece que recibo una nueva investidura tan honrosa, como la que recibí del pueblo cubano al elevarme al Senado de mi país, pero en esta oportunidad, de más profundas implicaciones y de consecuencias más responsables, me hallo dialogando en el Parlamento de México.
México es el escenario extraordinario en el Continente de América. Me parece que me siento dos veces legislador, porque en México, con esa mayor responsabilidad, pronuncio mis palabras escoltadas por la memoria mil veces gloriosa de los nombres esculpidos en estas paredes. (Aplausos nutridos). Comprendo el criterio del Presidente de México, el general divisionario Avila Camacho. (Aplausos).
En su histórica entrevista con el Presidente de la democracia de la Unión Americana, Franklin Delano Rosselvelt en el Casino Militar de Monterrey. (Aplausos).
México y los Estados Unidos son un puente de conciliación que la geografía ha tenido en América para juntar las culturas sajonas y latinas. Los errores de México y de los Estados Unidos no son errores particulares de los Estados Unidos y México. Los errores o los aciertos de estas dos naciones son el ejemplo de los errores y aciertos del Continente Americano. (Aplausos).
Ya constituye un acontecimiento extraordinario esta reunión de congresistas americanos, esta
Asamblea legislativa de América que presagia la magna asamblea parlamentaria de nuestro Continente. He pensado detenidamente las palabras que debía pronunciar en esta tarde. Debía hacer un recuento de los acontecimientos históricos que vinculan a México y a Cuba, al presentar en el Senado de Cuba, al Secretario de Relaciones de México, y a los ilustres senadores mexicanos. Me refiero a esos acontecimientos históricos que escriben páginas imborrables en la historia de Cuba y de México.
Insignes cubanos de mi Patria mezclan su nombre al Plan de Ayutla; poetas insignes de Cuba encuentran en México y sus paisajes inspiración para sus versos inmortales; José Martí, la cumbre más empinada del pensamiento de mi país, al saludar en la primera reunión internacional americana a los delegados de aquella reunión, escogió al indio Juárez, al guardián impenetrable de la América, como él decía, para establecer el paralelo entre la América inglesa y la América de origen hispano. (Aplausos).
Pero no puedo pasar inadvertida la participación brillantísima, acaso heroica, de un insigne cubano que en la historia de la diplomacia de mi país: don Manuel Márquez Sterling, entretejió su nombre, en los últimos días de los venerables Presidente Madero y Vicepresidente Pino Suárez. (Aplausos).
Fácil le resulta a un parlamentario de Cuba hablar en el Congreso de México. La historia de las guerras de independencia de mi Patria se vincula a la historia del Derecho Constitucional y de la democracia de mi país. El 10 de octubre de 1868, se inició en Cuba la primera gran guerra contra el poder político español. A los seis meses, los revolucionarios cubanos se reúnen en Guaimara y se da una constitución democrática. Fracasado aquel esfuerzo revolucionario, se conviene la paz, y un insigne guerrero de mi país, la cumbre más alta de la nación en Cuba, Antonio Maceo, protesta en Baraguá y organiza nuevamente, constitucional y democráticamente la protesta de Baraguá.
En 1895, José Martí había encendido por entre el Continente Americano, nuevamente, la lucha por la independencia de Cuba, y a los pocos meses reúne la Asamblea Constitucional de Guaimara y le da una organización democrática a la Revolución Cubana; y así continuamos hasta el final de esta guerra con la Constitución de la Yaya y del Tratado de París, que pone término a la guerra hispanoamericana.
Los más insignes guerreros de mi país tienen una tradición democrática y civilista. Máximo Gómez, cuyo esfuerzo guerrero terminó en gran parte el triunfo de la Revolución libertadora de Cuba, expresó en este pensamiento definitivo el carácter civilista de la Revolución de la Independencia de Cuba: "Los pueblos, para ser dichosos y felices, tienen que abandonar el gobierno de la espada para asumir el gobierno de la ley". (Aplausos).
La palabra que se pronuncie en un Parlamento Americano, ha de ser palabra de responsabilidad. Hoy no se puede impresionar al pueblo de América con vocinglería electoral y con palabrería intranscendente; la palabra que se pronuncie en un Parlamento, expresión genuina de la conciencia popular, tiene que ser la expresión de una idea sincera o de una acción por realizar. Los Parlamentos de América han de delinear su actitud en la postguerra, porque ya en la contienda política lo han hecho. El Parlamento de mi Patria ha escrito páginas gloriosas en su breve desenvolvimiento republicano. El acontecimiento cívico del primero de junio de mil novecientos cuarenta y cuatro que exaltó a la Presidencia de Cuba al doctor Ramón Crau San Martín, es consecuencia directa de la acción honrada y honorable del Congreso Cubano. En 1939, años después que la Convención Política de Cuba, derrocó el régimen del Presidente Machado, el Parlamento Cubano convocó a una Convención Constituyente que dio la Carta Constitucional de 1940, posiblemente una de las más avanzadas de América. Y fue el Parlamento Cubano el que hizo una legislación electoral modelo de garantías, modelo de honradez, que hizo posible que el primero de junio la expresión libérrima del pueblo cubano exaltara a su mandatario.
Un ilustre colega de mi país, el senador doctor Emilio Núñez Portuondo (aplausos), que nos prestigia con su concurrencia, tiene presentada en el Senado de Cuba una moción que ha merecido la aprobación de todos los líderes parlamentarios de mi patria, cuya moción no interfiere a la bella y fecunda iniciativa de Chile. Por esa moción, el senador cubano Núñez Portuondo, le pide al Congreso Cubano que convoque a una reunión de los Congresos de América para fijar la actitud de los Parlamentos Americanos frente a los problemas de la postguerra; pero la parte esencial, la parte medular de la moción del senador Núñez Portuondo, quiero referirla en este recinto augusto del Parlamento de México. "América, se dice constantemente en la tribuna del Continente, es un Hemisferio de democracia; pero la democracia no puede existir sin parlamentos libres" y como en mi Patria entendemos que la democracia no puede existir sin las determinaciones libres del Parlamento, el doctor Núñez Portuondo aspira a que los parlamentos todos de América determinen y acuerden que ningún Gobierno Americano será reconocido, si no tiene un Parlamento libre que le dé vida al régimen democrático. (Aplausos nutridos).
Para enfocar el problema americano, señores, para encontrar derroteros democráticos y progresistas, es necesario crear una nueva mentalidad política en América. Es probable que con el pensamiento de fin de siglo, no se pueda enjuicios ni el presente ni el derrotero futuro del Continente Americano. Hoy en día el aislamiento ha muerto; los pueblos viven un estado de interdependencia y de colaboración en que ningún problema de ningún país le es ajeno a otro del mismo Continente o del mundo. Habéis escuchado aquí, en una de las sesiones plenarias de la Conferencia de Chapultepec, la palabra docta del Canciller Padilla, manteniendo la tesis de que los pueblos latinoamericanos, ni solos, ni unidos, pueden vertebrar el futuro americano, si no se traza una unión desde Alaska hasta la Patagonia.
El Ministro de Relaciones Exteriores de los Estados Unidos, Mr. Stettinius, mantiene la tesis de
que hoy en día para que haya libertad y democracia en un punto del mundo, es necesario que la haya en todo el mundo. Las deliberaciones de Yalta, en las playas del Mar Negro, por igual nos interesan; a los argentinos con sus pampas inmensas; como a Bolivia, con sus mesetas de altura; a Chile, con sus dilatas costas y con sus acantilados de los Andes; a mi país, con sus llanos inmensos, o a este México de un clima de eterna primavera.
Cuba tiene conciencia del momento que vive el Continente Americano. Nosotros queremos concurrir a la colaboración continental; nosotros queremos concurrir a la solidaridad hemisférica; pero, como decía el representante de Uruguay, hace un momento, la solidaridad hemisférica habrá de conseguirse sobre el mismo nivel, sobre el mismo "standard" de vida de los pueblos todos de América. He proclamado en más de una ocasión que, entre los pueblos hambrientos y miserables, y entre los pueblos dichosos y felices, la solidaridad hemisférica no pasa de ser una mera fantasía. Nosotros queremos, la solidaridad de América; pero queremos, como decía el señor representante de Uruguay, cuyas afirmaciones suscribo, iniciar con paso firme la industrialización de nuestro país. Es necesario elevar el "standard" de vida de nuestro país, y únicamente con ese mismo "standard" de vida, los pueblos todos de la América podrán suscribir la solidaridad continental. (Aplausos).
Un Congresista de Cuba, delegado de la Conferencia Interamericana sobre los problemas de la guerra y de la paz, al hablar en el Continente Americano y desde el Parlamento de México, debe justificar la conducta de los congresistas de su país ante la Conferencia de México. ¿Qué actitud ha asumido la representación congresional de Cuba en la delegación de su país a la Conferencia de Chapultepec, en relación con el plan internacional para crear la paz y la convivencia del mundo? Nosotros entendemos que las proposiciones para conseguir la paz y la seguridad internacionales elaboradas en Dumbarton Oaks, constituyen una desviación de los principios democráticos.
Nosotros entendemos que las observaciones que han hecho algunos de los países americanos, podrán determinar un rumbo democrático en la organización mundial. La Delegación de Cuba ha presentado sus observaciones al Plan de Seguridad Internacional de Dumbarton Oaks; y me permitiréis darle lectura, porque perfila el pensamiento del Congreso de mi país.
"La organización de la paz y la seguridad internacionales, tal como fueron concebidas en las propuestas de Dumbarton Oaks, para el establecimiento de una organización internacional general, no responden a los principios del Derecho Internacional. La composición de los órganos que propone y las funciones de los mismos, no constituyen una adecuada estructuración jurídica a la comunidad de naciones. Las Repúblicas americanas aspiran a una modificación básica de dichas propuestas, ajustándolas a las exigencias del Derecho Internacional, y a las aspiraciones legítimas de las naciones democráticas, aunando a un mismo tiempo los dictados de la justicia y las lecciones de la experiencia.
La comunidad de las naciones, cualquiera que sea el nombre que adopte, no puede ser otra cosa que un órgano de la comunidad jurídica internacional, y por tanto ejercerá las funciones legislativa, ejecutiva y judicial que le corresponden en forma armónica y equilibrada".
El representante del Uruguay abordó dos problemas candentes en la Conferencia Interamericana sobre Problemas de la Guerra y de la Paz: España y la Argentina.
Nosotros, los congresistas cubanos, integrantes de la Delegación de mi país a la Conferencia de Chapultepec, no aceptábamos la tesis de que el problema español era un problema extra continental, y que no debía tratarse en
Chapultepec. Consecuentes con la determinación del jefe de la misión cubana, aceptamos el resultado o el acuerdo de la Comisión de Iniciativas de Chapultepec; pero, entendemos que el problema español debía tratarse en la Conferencia Interamericana. El Secretario de Estado de los Estados Unidos mantenía en esta misma tribuna, hace muy pocas horas, que hoy no hay problema americano ni problema europeo ni problema asiático; que hoy hay problemas mundiales. Y es que la humanidad vive una época mundial, una época económica en el desarrollo de la humanidad. No es posible que el problema español no interese a las Repúblicas de habla española. Nosotros, casi todos los congresistas de mi país integrantes del Comité de Liberación Pro República
Española, entendemos que el régimen de Franco es un régimen de negación de la democracia. (Aplausos). En más de una oportunidad Franco ha proclamado que el régimen democrático no tiene virtualidad ni eficiencia para coadyuvar al progreso de la humanidad. Por todas estas circunstancias y, especialmente porque España, por su vinculación con los pueblos de origen hispánico influye de una manera vertical e incisiva en muchas de nuestras determinaciones, los congresistas de mi país entienden que debía tratarse el caso del pueblo español, el caso del Gobierno de Franco. En mi patria hay una conciencia nacional, hay una opinión pública y la opinión pública es la marcha del movimiento histórico que se pronuncia en contra de Franco y a favor de la República Española, que fue producto de la voluntad libérrima del pueblo español. (Aplausos nutridos). Podrá dársele la forma que se quiera al régimen militarista de Franco, pero él fue producto de las fuerzas combinadas fascista y nazista que hicieron del fecundo histórico pueblo español, campo de experimentación para la dominación racial del mundo. (Aplausos). La representación congresional cubana en las delegaciones a la Conferencia Interamericana, se cree en el deber de exteriorizar su criterio también sobre la República Argentina.
Los congresistas cubanos entendemos resueltamente que el régimen nazista de Farrel Perón, no debía admitirse en la Conferencia de Chapultepec; entendemos que ese régimen es el reflejo del capital, en derrota, alemán; entendemos que es un régimen netamente nazista, y cuando hacemos esta afirmación, creemos interpretar y traducir la vibración honda del pueblo argentino contrario al
Régimen militarista de Farrel Perón. (Aplausos). El último pronunciamiento del Ministerio de Relaciones Exteriores de la Argentina, manteniendo la tesis de que el concepto libertad está inmerso en el concepto de soberanía y que únicamente la Argentina a definido la soberanía en lo que es América y en lo que América será, es totalmente errónea en el concepto de la Delegación Congresional de Cuba. Nosotros entendemos que la soberanía es producto de la voluntad espontánea del pueblo y en el pueblo únicamente tiene su asiento.
Nosotros entendemos que el régimen democrático surge del pueblo, por la voluntad del pueblo y controlado por esa misma voluntad. Y como tenemos este concepto de la soberanía, afirmamos rotunda y categóricamente en este Parlamento libre de América, que régimen de Farrel Perón, es un régimen nazista, porque en lo interior, la soberanía sólo sirve para negar los derechos populares y en la vida internacional, para burlar los compromisos de las Conferencias Interamericanas. (Aplausos). Por fortuna los campos están determinados en la Argentina. Una cosa es el régimen de Farrell y otra es el pueblo democrático de la Argentina.
A menudo ese engranaje de los gobiernos establece la distancia entre el Poder y las vibraciones populares.
Hagamos votos en el recinto del Parlamento de México, porque la voluntad del pueblo de la Argentina derroque al gobierno nazista, y una Argentina democrática y libre conviva con los Parlamentos democráticos de la América. (Aplausos).
Somos partidarios de una Argentina que recoja las tradiciones de Sarmiento, de Alberti, de Alejandro Cord; somos partidarios de la Argentina que un día proclamará que la victoria no confiere derechos. Nosotros, los congresistas cubanos a la Conferencia de Chapultepec, creemos que ella, representará un paso de avance en la América nuestra, en la América toda, unida, libre e invisible. Representamos a Cuba en la Comisión del Sistema Interamericano. Ahí hemos elaborado un acuerdo de asistencia recíproco y de seguridad de América, que posiblemente recibirá la sanción en la mañana de mañana. Esa declaración se conocerá en la América con el nombre de "Declaración de Chapultepec".
Yo no quiero molestarlos encareciendo la trascendencia de esta "Declaración de "Chapultepec". La América, desde 1890 ha venido, en forma de declaraciones, de acuerdos y resoluciones, incorporando a su Derecho Internacional una serie de medidas que recoge la "Declaración de Chapultepec": la integridad territorial; la proscripción de las conquistas territoriales, por la violencia; la libre determinación de los pueblos; la prohibición de la intervención en los asuntos internos y externos de las naciones; el sistema consultivo acordado en la Conferencia de Consultación, acordado en las distintas reuniones americanas, y el acuerdo de la Segunda Conferencia de Cancilleres de la Habana, de que la agresión de una potencia extracontinental constituye una agresión a toda América. Todo esto ha sido recogido en la Declaración de Chapultepec; pero esa Declaración de Chapultepec, señores congresistas americanos, tiene trascendencia extraordinaria. Ya no solamente declara que la agresión o amenaza de agresión de una potencia extracontinental afecta a todas las naciones de América, sino que cualquiera agresión, ya sea de una nación extracontinental, o de una nación americana afecta a todo el Continente Americano. (Aplausos).
Ya he terminado, señores congresistas americanos. Pero permitidme señor Presidente de la Honorable Comisión Permanente del Congreso Mexicano; permitidme señores congresistas de las Repúblicas hermanas, hacer un ruego en nombre del destino Continente de Bolívar: que este espectáculo maravilloso y sincero de esta tarde, no sea la expresión de simpatía de los congresistas mexicanos a los congresistas de las Repúblicas americanas; que lo que aquí digamos esta tarde no sea un verbalismo intranscendente en la historia de nuestros pueblos; y en esta tarde, señores, juremos en un pacto de honor, en un juramento de verdadera y sincera solidaridad americana, que en los Parlamentos todos de la América tendrán asiento inexpugnable los principios emanados del derecho, de la democracia, de la justicia social y de la libertad. (Aplausos).
El C. Presidente: Tiene la palabra el señor representante de la República de Bolivia.
- El Excelentísimo señor doctor Abel Reyes Ortíz, representante de la República de Bolivia: Señor Presidente de la Comisión Permanente del Honorable Congreso de la ciudad de México; señores senadores y diputados de los países latinoamericanos reunidos en esta ciudad y en esta Asamblea: Al finalizar seguramente este emocionante y trascendental acto, a que gentil y generosamente ha dado lugar la comisión Permanente del Honorable Congreso de la Unión de México, tengo el agrado también y la enorme satisfacción de traer a este augusto recinto el saludo afectuoso de los legisladores de Bolivia, mi lejana y añorada patria.
Honorables señores representantes de México y de Latinoamérica: mi país, tan lejano y tan profundamente aislado del centro del Continente, siente esta vez la más viva y emocionada satisfacción al dejar escuchar su voz en este solemne acto, en el cual se ha oído también la palabra de la generalidad
de los representantes parlamentarios de Latinoamérica. Y digo, que para mi patria, honorable señores representantes, es un honor y una gran satisfacción, porque estamos tan lejos y tan aislados del mundo por nuestra distancia, que apenas somos conocidos y apenas somos comprendidos.
Yo traigo, como representante y como vicepresidente del Poder Legislativo de mi patria, esa voz angustiosa, ese clamor de vida y de horizontes, honorables representantes nacionales. Mi país tiene la absoluta seguridad, tranquilo y pacífico como es, que a la postre será comprendido por los americanos y que dejarán estos países sentir su influencia, sentir su voz, para que nuestros vecinos, por medios amigables, por medios de concordia y de comprensión continental, nos den aquella salida que tanto anhelamos, con la colaboración de los países de América y en medio de la más grande tranquilidad y del más grande reconocimiento de la justicia de los pueblos.
Honorables Representantes: esta es la voz angustiosa de mi patria; es la voz que pide y dise que no habrá justicia en el mundo mientras existan pueblos enclaustrados, pueblos sirvientes y pueblos vasallos. Mi país, Bolivia, desea respirar, respirar al mar, respirar a la civilización, a la grandeza y al progreso de los pueblos. Y, esto que dice mi patria, ¿cómo se va a conseguir? Será, señores representantes, con la colaboración, el interés amistoso de nuestros propios vecinos, y con la influencia sagaz, diplomática y justiciera de todos ustedes.
En nombre de mi país, Bolivia, mejor dicho, del Parlamento Nacional que represento, señor Presidente, y sin poder tener la satisfacción de conversar más largamente en este recinto, en esta Representación con los honorables representantes sobre otras cosas de sumo interés para América y para mi país, quiero, señor Presidente de la Honorable Comisión Legislatura, que quede grabada mi palabra en este recinto como un eco pacifista de Bolivia, y como una voz que clama en justicia a toda América, un reconocimiento de sus derechos marítimos.
Estamos profundamente agradecidos los representantes de mi país en la Conferencia de México por la cordial hospitalidad con que se nos ha agasajado y pensamos que entre mexicanos y bolivianos hay tal similitud, que no solamente todos descendemos de indios ricos y legendarios, sino que, honorables representantes, por lo que hemos podido ver, por lo que hemos podido observar, muy a la ligera, en el escaso tiempo que nos da el reposo de nuestras labores, mexicanos y bolivianos parecen comprenderse o parecen que se comprenderían más y más, por que en ambos espíritus, en el espíritu mexicano y en el alma boliviana, hay algo de grande, algo que nos une, algo que nos acerca: nuestra sinceridad simple y sin vanidades y, sobre todo, ese gran afecto que ambos pueblos sienten por la tranquilidad y por la grandeza del Continente Americano. (Aplausos).
El C. Presidente: Tiene la palabra el señor Senador Andrés F. Dasso, Representante del Perú.
- El señor senador Andrés F. Dasso, representante del Perú: Señor Presidente de la Comisión Permanente; Compañeros: saludo, en nombre del Senado del Perú, a México, a su Parlamento y a todas las Delegaciones aquí congregadas para unir más fuertemente los lazos que Bolívar y San Martín usaron para enlazar nuestras naciones de América.
La comunidad racial y anímica de México y Perú, que en otros tiempos constituyeron los dos grandes imperios: el Azteca y el de Tahuantinsuyo, vibra hoy en este sagrado recinto del Parlamento Mexicano, al tener en su seno a los representantes de los diversos pueblos de América, hermanados en sus gestas y en sus hazañas, y ahora preocupados por un solo ideal: la defensa de la libertad.
México y Perú, vástagos del mismo tronco, venas del mismo río, abrazados al cuerpo de nuestro Continente y miembros de una misma estirpe biológica: la fértil y edificante raza de bronce que fecundó en formas diversas y en procesos semejantes el suelo americano, estrechan hoy como siempre, los lazos de amistad que los une, mediante al fraternal saludo - que por mi conducto - envía la Cámara de Senadores del Perú a su congénere de México; saludo que en realidad es para el viril pueblo mexicano puesto que en esta casa tiene a sus legítimos representantes.
Si Netzahualcóyotl, el rey poeta y astrólogo en cuya corte de Texcoco la Poesía y la sapiencia se sientan en el trono de Aztlán para velar por los intereses de su pueblo; si Pachacutec, Inca, el filósofo reformador, en cuyos año la sabiduría esplende desde el solio de Coricancha, también con la misma finalidad de mejorar al pueblo Inca; yo considero que en el momento actual en que vivimos, los parlamentos auténticos representantes del pueblo - son los que deben, primordialmente, en sus funciones legislativas, levantar el nivel cultural de las masas en sus propios países para brindarla así elevadas técnicas agrarias e industriales de producción, como para elevar y estimular fundamentalmente a las investigaciones científicas. Digo los Parlamentos deben -especialmente- concurrir con una legislación de índole intercontinental al afecto de que las matrices concepcionales culturales y técnicas a que acabo de referirme, penetren profundamente en las masas populares y en los campos universitarios, en tal forma que un intercambio de ideas y de enseñanzas se propague para fortalecer nuestra unidad espiritual y nuestras potencias culturales.
Así, en la misma forma en que las corrientes comerciales y los conceptos políticos, jurídicos y de seguridad, que hoy constituyen los pivotes de la Conferencia Interamericana para los problemas de la Guerra y de la Paz, nos hacen suponer que sobre ellos, si la Providencia alumbra nuestras deliberaciones, pueda asentarse una América coordinada y armónica, que satisfaga las concepciones básicas para la sana convivencia de los pueblos americanos; igualmente, por acción de los Parlamentos provendría el rápido reajuste y equilibrio coordinado de la espiritualidad de nuestras razas, cuyo equilibrio es el único capaz de hacer olvidar diferencias raciales y problemas sociales y de equilibrar asimismo los intereses de las clases directoras con
los hombres que manejan el pensamiento y el esfuerzo.
Se basará así el bienestar intercontinental de la América: en la libertad de la tribuna parlamentaria elegida por la máxima voluntad popular; en el intercambio de las culturas; en los fundamentos políticos y de seguridad, que han codificado los pueblos, y en el hecho material de los ajustes comerciales, que no obstante su importancia deben en último lugar.
Es así, señores, que para el bienestar de nuestra América, el Perú, mi país, y México, la recia tierra hospitalaria en cuyo recinto parlamentario hoy nos encontramos, están unidos en el presente, así como la raza unió a Incas y Aztecas, no obstante las diferencias geográficas y tal vez sus distintos orígenes; de la misma manera que durante el coloniaje se desarrolla paralelamente la acción de la madre España en América a través de nuestros pueblos; en idéntica salvadora forma, en el próximo presente que nos sigue, nuestras vidas martirizadas por el espectáculo de guerra que asola a la Humanidad, elevándose a las sanas concepciones del pensamiento, concurrirán a la felicidad de los pueblos poniendo sus pies sobre las bases sólidas del Parlamento, la cultura, la política y el comercio, remontado raudamente la mente a las regiones inmarcesibles de la libertad.
Yo os pido, señor Presidente, seguro de interpretar el pensamiento de todos los aquí presentes en esta memorable Asamblea, que por breves instantes, antes de terminar tan importante sesión, se pongan de pie en homenaje a los parlamentarios de vuestro gran país como a los de todos los demás de América, los que democráticamente inmolaron sus preciadas vidas, como lo hacen serenamente hoy los soldados de los Estados Unidos de Norte América y todos los aliados en aras del robustecimiento de los postulados democráticos en el mundo.
Sus almas y la Humanidad pueden estar seguros de que: quienes quedamos, haremos el resto de lo que hicieron esas vidas gloriosas sacrificadas por el ideal más sublime de América: la defensa de la democracia y de los derechos de una verdadera justicia social.
Señor Presidente: yo os ruego, que antes de terminar esta sesión, invitéis a todos los aquí presentes a ponerse de pie por breves instantes, para rendir homenaje así, a todos los hombres que contribuyeron a este Parlamento y en todos los Parlamentos de América, en la misma forma que los Ejércitos de Estados Unidos y sus aliados contribuyen, a consolidar la democracia en el mundo. Yo estoy seguro de que ellos y la Humanidad van a quedar satisfechos de lo que quedemos aquí, que haremos el resto. (Aplausos).
- El Presidente: La presidencia de la Comisión Permanente del Congreso de la Unión de los Estados Unidos Mexicanos, al cerrar esta memorable sesión, dedicada a solemnizar la presencia en nuestro país de los señores senadores y diputados de las Repúblicas de Bolivia, Cuba, Colombia, Chile, Estados Unidos de América, Ecuador, Perú y Uruguay, aprovecha la oportunidad para saludar a tan conspicuos representantes legislativos y hacer los mejores augurios de la Conferencia Interamericana de Cancilleres sobre los Problemas de la Guerra y de la paz que se efectúa en esta ciudad; y formula los más ardientes votos por el ideal interamericano y para que la solidaridad de nuestros pueblos se desenvuelvan en bien del destino de la América y del mundo. (Aplausos).
Invito a todos los representantes a ponerse de pie conforme a la petición del Excelentísimo señor Andrés F. Dasso Presidente de la Comisión de Postguerra de la Cámara de Senadores del Perú, y en honor de todos los hombres que luchan por la democracia. (La Asamblea se puso de pie por unos instantes). (A las quince horas). Se levanta la sesión y se cita para el miércoles próximo a la hora de costumbre.
TAQUIGRAFÍA PARLAMENTARIA Y "DIARIO DE LOS DEBATES"
El Director, Jefe de la Oficina JUAN ANTONIO MOLL