Legislatura XXXIX - Año III - Período Comisión Permanente - Fecha 19460108 - Número de Diario 35

(L39A3PcpN035F19460108.xml)Núm. Diario:35

ENCABEZADO

MÉXICO, D. F., MARTES 8 DE ENERO DE 1946

DIARIO DE LOS DEBATES

DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS

DEL CONGRESO DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS

Registrado como artículo de 2a. clase en la Administración Local de Correos, el 21 de septiembre de 1921.

AÑO III. - PERÍODO ORDINARIO XXXIX LEGISLATURA TOMO I. - NÚMERO 35

SESIÓN

DE LA

COMISIÓN PERMANENTE

EFECTUADA EL DÍA

8 DE ENERO DE 1946

SUMARIO

1. - Se abre la sesión. Lectura y aprobación del acta de la sesión anterior.

2. - Solicitud del C. Presidente de la República para que la Comisión Permanente declare desaparecidos los Poderes del Estado de Guanajuato. Discusión. Varios ciudadanos diputados intervienen en el debate. Se aprueba la solicitud del C. Presidente de la República. El C. Presidente de la Comisión Permanente declara desaparecidos los Poderes del Estado de Guanajuato.

3. - Oficio del C. Presidente de la República proponiendo una terna para la elección de Gobernador Provisional del Estado de Guanajuato. Elección a favor del C. licenciado Nicéforo Guerrero. Declaratoria.

4. - Acuerdo de la Presidencia de la República concediendo permiso al C. Nicéforo Guerrero para separarse temporalmente de su cargo de Ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Se aprueba la licencia concedida. Protesta del C. licenciado Nicéforo Guerrero como Gobernador Provisional del Estado de Guanajuato. Se levanta la sesión.

DEBATE

PRESIDENCIA DEL

C. FEDERICO MEDRANO VALDIVIA

(Asistencia de 18 ciudadanos representantes).

- El C. Presidente (a las 13:45): Se abre la sesión.

- El C. secretario Moctezuma Fernando (leyendo):

"Acta de la sesión celebrada por la Comisión Permanente del XXXIX Congreso de la Unión, el viernes cuatro de enero de mil novecientos cuarenta y seis.

"Presidencia del C. Federico Medrado V.

"En la ciudad de México, a las catorce horas y treinta y cinco minutos del día cuatro de enero de mil novecientos cuarenta y seis, se abre la sesión con una asistencia de diecisiete ciudadanos representantes, según lista que previamente pasó la Secretaría.

"Se da lectura al acta de la sesión de instalación efectuada el día treinta y uno de diciembre próximo pasado, la que sin discusión es aprobada por unanimidad en votación económica.

"En seguida se da cuenta con los siguientes asuntos en cartera.

"La Secretaría de la Defensa Nacional transcribe la solicitud que hace el C. coronel de Infantería Federico Amaya R., para que se le autorice a aceptar y usar las condecoraciones al Mérito en grado de Comendador de la República de Chile; Cruz del Mérito Militar de Primera Clase y Medalla del Reformador de Segunda Clase de la República de Guatemala. Recibo, y a la Comisión de Puntos Constitucionales.

"La Legislatura del Estado de Chihuahua participa que con fecha 15 de diciembre último clausuró el primer período de sesiones correspondiente al segundo año de su ejercicio constitucional, dejando integrada la Diputación Permanente que actuará durante el receso. De enterado.

"La Legislatura del Estado de Yucatán comunica que con fecha primero del mes en curso inauguró el primer período de sesiones ordinarias correspondientes al tercero y último año de su ejercicio legal. De enterado.

"El C. licenciado Eduardo J. Lavalle Urbina participa que con fecha 24 de diciembre último asumió nuevamente sus funciones como Gobernador Constitucional del Estado de Campeche. De enterado.

"El C. General Blas Corral Martínez comunica que con fecha 24 de diciembre próximo pasado, volvió a hacerse cargo del Poder Ejecutivo del Estado de Durango. De enterado.

"E. C. Gilberto Flores Muñóz comunica haberse hecho cargo del Poder Ejecutivo del Estado de Nayarit, previas las formalidades de ley. De enterado.

"El C. General de División Heriberto Jara Corona, Secretario de Marina, solicita permiso constitucional para la aceptación y uso de las siguientes

condecoraciones: Servicios Distinguidos a la Patria y Orden del Mérito Militar de Primera Clase, de la República de Cuba, Legión del Mérito, Comandante de los Estados Unidos de América; Isabel la Católica, del Gobierno Republicano Español, y Al Mérito, de la República de Chile. Recibo, y a la Comisión de Puntos Constitucionales.

"El C. profesor Rafael Molina Betancourt solicita la autorización constitucional necesaria para aceptar y usar la condecoración de la Orden al Mérito, en el Grado de Comendador, que le confirió el Gobierno de la República de Chile. Recibo, y a la Comisión de Puntos Constitucionales.

"Hace uso de la palabra el C. diputado Manuel Moreno Sánchez y manifiesta que, por la prensa, son del dominio público los sangrientos sucesos ocurridos recientemente en la ciudad de León, Guanajuato; que a la vez, como las propias informaciones periodísticas incurren en una serie de contradicciones, no sólo respecto a los detalles, sino a los hechos más esenciales; y como estima que la H. Comisión Permanente, por la naturaleza misma de sus funciones, debe poseer información precisa y veraz acerca del desarrollo de tales acontecimientos, propone el nombramiento de una comisión para que se traslade a la ciudad de León y haga las investigaciones del caso, la que deberá rendir a la mayor brevedad posible un amplio informe del resultado de las mismas.

"Agrega que no desea fundar su proposición, tanto por considerarla obvia, como porque, de hacerlo, tendría que extender sus argumentaciones y emitir juicios con anticipación al conocimiento completo de la realidad.

"Los CC. senadores Fernando Amilpa y Nabor A Ojeda apoyan la anterior proposición, exponiendo los antecedentes políticos y los motivos que, en su concepto, dieron origen a los hechos de que se trata.

"El C. diputado Moreno Sánchez aclara que el espíritu de su proposición es traer a la Comisión Permanente los elementos de conocimiento directo necesarios para la formación de un juicio exacto, y no en manera alguna engañar a nadie ni aplazar la intervención de esta Honorable Representación, como podría desprenderse de algunos de los conceptos expuestos por los ciudadanos representantes que hicieron uso de la palabra.

"Aceptada esta declaración por el C. senador Amilpa, la Presidencia, por conducto de la Secretaría, consulta a la Asamblea si considera el asunto suficientemente discutido, y ésta así lo estima siendo aprobada la proposición, por unanimidad, en votación económica.

"Acto continuo y como consecuencia del anterior acuerdo, la Mesa propone el nombramiento de las siguientes personas para integrar la Comisión respectiva: diputado Francisco López Cortés; senador Florencio Palomo Valencia; diputado Heliodoro Hernández Loza; senador Joaquín Martínez Chavarría, y diputado secretario Manuel Moreno Sánchez.

"Puesta a discusión esta proposición, sin ella es aprobada en votación económica.

"Debido a la gravedad de los acontecimientos que la Comisión va a investigar, el C. Presidente la exhorta para que se traslade inmediatamente al lugar en que se desarrollaron.

"Se levanta la sesión a las quince horas y treinta minutos, y se cita para el próximo miércoles a las doce".

Está a discusión el acta. No habiendo quien haga uso de la palabra, en votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa sírvanse manifestarlo. Aprobada.

- El mismo C. secretario Leyva Velázquez (leyendo):

"Estados Unidos Mexicanos. - Presidencia de la República.

"CC. secretarios de la H. Comisión Permanente del Congreso de la Unión. - Presentes.

"El Ejecutivo de mi cargo sistemáticamente se ha preocupado por mantener intacta la organización constitucional de la República, prestando todo el apoyo necesario para que las autoridades puedan, dentro de su órbita, cumplir sus funciones, y ha tenido siempre como mira no ejercitar acción alguna que implique menosprecio de la soberanía de los Estados.

"Entre los principios fundamentales establecidos por la Norma Suprema del país, se encuentra la organización del Gobierno bajo la forma republicana, democrática y representativa, en que, según el postulado del artículo 39 de la Constitución Política Federal, "Todo poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste". Dentro del régimen federal que, como forma del Estado, señala el artículo 40 de la propia Ley Fundamental, deben respetarse los mandamientos de la propia Constitución Política, entre los que se encuentra el que dispone que "los Estados adoptarán para su régimen interior la forma de gobierno republicano, representativo, popular, teniendo como base de su división territorial y de su organización política y administrativa el municipio libre", y la disposición de que "cada municipio será administrado por un ayuntamiento de elección popular directa".

"El municipio libre no es sólo la base de la división territorial de los Estados, sino también lo es de su organización política y administrativa; y dado el mandamiento democrático contenido en el artículo 115 constitucional, cualquiera violación en la designación por el pueblo de su gobierno municipal constituye una deformación de las bases mismas sobre las que descansa la estructura política del país.

"Siendo el Estado Mexicano un Estado de derecho, toda la actividad estatal debe encuadrarse dentro de las normas que lo rigen, ya que la fuerza de que se hallan investidos quienes ejercen la soberanía deriva de la ley que condensa la voluntad política del pueblo.

"La fuerza legal y moral de toda autoridad no tiene otra fuente que la legitimidad de su origen, por tanto, todo caso electoral, por cuanto significa

la forma primaria e inmediata del ejercicio directo de la soberanía popular, interesa profundamente a la Federación y es materia de la más escrupulosa vigilancia.

"Las autoridades no pueden ni deben ser otra que los ejecutores de la ley y toda su actividad debe desarrollarse dentro de los principios que informan nuestro régimen representativo, democrático y federal. Sus actos estarán siempre condicionados por nuestra Ley Fundamental, su fuerza misma viene directa y únicamente de la fuerza de observancia de la misma ley. Por tanto, toda autoridad que traspone el terreno de la legalidad, deja, por este solo hecho, de actuar como autoridad porque carece ya de la fuerza y apoyo que la sustentan.

"Los recientes acontecimientos de la ciudad de León, que han conmovido profundamente a todo el país por la muy deplorable pérdida de vidas, con motivo de la renovación de los poderes municipales, nos señalan un estado de intranquilidad pública resultante de una serie de violaciones imputables a los poderes del Estado, que rebasando el ámbito de sus deberes se constituyeron en partido, falseando así el deber constitucional que les compete, para poner a su servicio una autoridad que solamente debe ser empleada en cumplimiento de algo impersonal y objetivo, como es acatar la ley.

"En su propósito y línea invariable de conducta de respetar en lo absoluto la soberanía de los Estados, no pudo el Ejecutivo que presido intervenir directamente en el proceso electoral municipal, porque para hacerlo habría sido necesario pasar sobre la soberanía del Estado de Guanajuato. Sin embargo, las recomendaciones hechas a su gobierno, de haberse oído, habrían bastado para conservar el imperio de la ley y el respeto a los derechos ciudadanos.

"La situación así creada, abiertamente contraria a los principios fundamentales de nuestra organización política, pone fuera del orden jurídico constitucional a los poderes del Estado y obliga al Ejecutivo de mi cargo a usar los recursos extremos que establece la propia Constitución Política Federal para volver al imperio del orden democrático, que, como suprema aspiración, fija la propia Ley Fundamental; y al efecto acude al Poder Legislativo para que, reconocida la desaparición de los poderes del Estado, pueda el pueblo de Guanajuato ejercer plenamente su soberanía y logre encaminar su vida política en la forma que persiguen los principios democráticos, representativos y republicanos, consagrados en nuestra Constitución.

"El Ejecutivo de mi cargo, en tal virtud, pide a esa H. Comisión Permanente se sirva hacer la declaratoria prevista en la fracción V del artículo 76 de la Constitución Política Federal.

"Reitero a ustedes las seguridades de mi atenta y distinguida consideración.

"Sufragio Efectivo. No Reelección. - Palacio Nacional, a 7 de enero de 1946. - El Presidente de la República, Manuel Avila Camacho. - El Secretario de Gobernación, Primo Villa Michel".

En votación económica se pregunta a la Asamblea si considera este asunto de urgente y obvia resolución. Los que estén por la afirmativa, sírvanse manifestarlo. Sí se considera. Está a discusión.

El C. Martínez Chavarría Joaquín: Pido la palabra.

El C. Presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Martínez Chavarría Joaquín: Ciudadano Presidente de la Comisión Permanente del Congreso de la Unión; ciudadanos diputados y senadores: Cumpliendo con el mandato de Vuestra Soberanía, nos trasladamos a la ciudad de León a fin de investigar minuciosamente los sangrientos acontecimientos registrados en aquella población. Someramente, voy a rendir un informe de las observaciones que pudimos hacer; pero para llegar al punto fundamental del objeto de nuestro viaje, precisa hacer un poco de historia.

Saben ustedes que las actividades políticas y electorales municipales de la llamada oposición, se atribuyen particularmente a la Junta Cívica de León. Efectivamente, en la ciudad de León se constituyó la Junta Cívica de León, obedeciendo en forma fundamental al propósito de los principales representativos de las instituciones locales, a cooperar con el Gobierno del Estado y con el Ayuntamiento, en la resolución de los problemas que afectan aquella ciudad, entre los que figuran: abastecimiento de agua potable, drenaje y pavimento.

Según los informes recabados, en la primera etapa del funcionamiento de la Unión, los trabajos fueron satisfactorios, pues gracias a su intervención, los particulares sin excepción, estuvieron conformes en cooperar económicamente a la ejecución de un vasto programa de mejoras materiales interviniendo en forma efectiva para que los renuentes aceptarán que se hiciera el plan regulador de la ciudad, de conformidad con la técnica moderna.

Las relaciones entre la Unión Cívica y el Gobernador eran magníficas, máxime cuando la propia Unión había declarado su intención de permanecer al margen de las contingencias políticas. No obstante esta circunstancia, algunos individuos, posiblemente con fines utilitarios, personalistas, comenzaron a insinuar la conveniencia de que la Unión Cívica debería actuar en política, aduciendo la conexión que tenía con los intereses municipales. La idea encontró campo propicio entre los integrantes de este organismo, y fue así como determinaron participar en la contienda electoral para la renovación de Ayuntamiento.

La Unión Cívica buscó candidato, y cuando se acercaban las elecciones, se dieron cuenta de que el Gobernador de Hidalgo apoyaba como candidato al doctor Quiroz, con una planilla que, en su concepto, no garantizaba los intereses de la ciudad de León.

En estas condiciones, surgió la candidatura del doctor Quiroz e intervino allí el organismo político de la Revolución Mexicana para efectuar las elecciones internas y le adjudicó el triunfo, dentro del partido, al propio doctor Quiroz. Entonces, los enemigos del partido comenzaron a capitalizar esta situación, y los miembros del partido "Unión

Nacional Sinarquista" y "Acción Nacional", que, desgraciadamente, han tomado algún auge en aquella población, trataron de buscar otra candidatura para enfrentarla a la del Partido Revolución Mexicana. La Junta Cívica Leonesa, no queriendo participar de esta situación de colocarse en condiciones de que no pudieran controlar la cuestión del Ayuntamiento, que era lo que más les interesaba, a fin de poder tener intervención en los problemas municipales, sugirió la posibilidad de postular como candidato a la Presidencia Municipal de León a un individuo que tuviera la fuerza necesaria para unificar las voluntades, para que esa persona constituyera una garantía de que los intereses de la ciudad estaban perfectamente salvaguardados; para que si llegaba a la presidencia municipal aquella persona, realizara las esperanzas de los habitantes de León, de ver convertida su ciudad en una población que contara con los servicios públicos indispensables; porque, desgraciadamente, no obstante que León tiene una población de ciento veinte mil habitantes y cuenta con un presupuesto de más de un millón seiscientos mil pesos, carecía de los servicios municipales más indispensables, porque se ha encontrado abandonado por las autoridades municipales que no habían dejado más recuerdo que las exacciones cometidas y el desprestigio de los elementos de esos Ayuntamientos.

En esas condiciones postularon como candidato a la presidencia municipal al señor Carlos Obregón. Este es una de las personas de mayor prestigio en León; entiendo que gira en el ramo de ferretería; por consiguiente está, en contacto directo con los pequeños comerciantes y se le considera como hombre honesto, filántropo y apolítico por completo, a tal punto, que fue necesario vencer la resistencia del señor Obregón para que aceptara su postulación. Decía él que era apolítico y que, por consiguiente, no le interesaba actuar en la política militante de la ciudad.

Se le hizo ver la conveniencia de que León reclamaba la presencia de un hombre de su estructura moral para poder resolver los problemas que se presentaban, y fue así como el señor Obregón se lanzó a la lucha municipal.

He hecho esta relación, no para justificar la actuación de la Junta Cívica Leonesa, sino con el propósito de demostrar antela ilustrada consideración de ustedes, que no es el Sinarquismo ni "Acción Nacional" los que han ganado la batalla cívica en León, sino que han sido todas las fuerzas sociales de aquel lugar que se agruparon en torno de un candidato; han sido los elementos progresistas de la ciudad de León, los elementos liberales, los elementos que quieren a su ciudad, los elementos que quieren que las ciudades estén regidas por verdaderos Ayuntamientos, por aquellos que alimentan como yo, la esperanza de que el Municipio Libre sea una realidad tangible en nuestro país, como base a las instituciones públicas.

La designación de un candidato de parte de Acción Cívica Leonesa, trajo como consecuencia inmediata el divorcio de parte del Gobernador del Estado con los representativos de los principales instituciones.

Debo aclarar, por ser de justicia, que en torno de la candidatura del señor Obregón, figuraron también elementos miembros de organizaciones tan respetables, como la C. T. M., la ligar de Comunidades Agrarias y otras que estaban también empeñadas en aportar su cooperación para que León tuviera autoridad municipal, de acuerdo con los deseos de las agrupaciones mayoristas.

El día de las elecciones la fuerza obregonista fue sencillamente arrolladora; el triunfo de Obregón era evidente, y así se lo hicieron ver al Gobernador personas ajenas a la política y residentes en León; pero el Gobernador se obcecó y dio instrucciones para que se instalara la Junta Computadora y se le entregara toda la documentación de respectiva. Naturalmente que los elementos de Acción Nacional y del Sinarquismo encontraron oportunidad de infiltrarse en las filas del obregonismo, es decir, en los movimientos que éstos organizaron; pero, como dije al principio, no era sino con el propósito de capitalizar en favor de Acción Nacional y del Sinarquismo la situación creada por grupos mayoritarios. Yo, personalmente, no reconozco beligerancia al Sinarquismo para poder ganar una elección en León.

El Gobernador ordenó que el treinta y uno de diciembre se concentraran en León varios centenares de campesinos, diciéndoles que precisaba su presencia para apoyar al Ayuntamiento que ellos, que el señor Gobernador había elegido, y diciéndoles que peligraban las conquistas de los campesinos, que peligraban las conquistas de la Revolución y que les serían arrebatadas sus parcelas si no hacían acto de presencia en León. Ante esta propaganda de parte de los elementos oficiales, lograron reunir un buen número de elementos campesinos en León, para dar la apariencia de popularidad al Ayuntamiento presidido por el doctor Quiroz. La noche del treinta y uno de diciembre, bajo esos auspicios, tomó posesión el Ayuntamiento presidido por el doctor Quiroz.

Como frente a la Plaza Principal, en el Casino, se efectuaba una fiesta, fueron azuzados los elementos campesinos ahí presentes, para que injuriaran a algunas personas del Casino, y del Casino partieron también injurias, y aun es más: se nos informaba que del Casino les fueron lanzadas, a los natural, la noticia se extendió por toda la ciudad corrosivas, según se comprobó por el análisis químico que se hizo. Las cosas no hubieran seguido a mayores proporciones, si a la salida del Casino el Jefe del Estado Mayor de la Zona no ordena la aprehensión de más de setenta y cinco ciudadanos bajo la acusación de que habían estado profiriendo injurias en contra del Gobierno constituido, de que habían proferido palabras en contra del régimen, y acusándolos creo que hasta de sedición. Esos elementos fueron encerrados en la cárcel y, como es natural, la noticia se extendió por toda la ciudad como reguero de pólvora, exacerbando los ánimos, que ya estaban caldeados por todos los acontecimientos

que habían ocurrido durante las elecciones.

Debo manifestar, para seguir el curso de este informe, que la autoridad municipal de León, impotente para consumar la imposición en favor de Quiroz, y para salvaguardar o para vigilar - permítaseme la frase - la ciudad, pidió el auxilio de la fuerza militar. Ese pedimento de las autoridades municipales fue ratificado por el señor Gobernador del Estado. En consecuencia, las autoridades militares, en un afán de cooperación con las autoridades municipales y las autoridades del Estado, dieron la vigilancia necesaria y establecieron los retenes que estimaron convenientes, en el Palacio Municipal y en algunos otros lugares.

El día primero de enero el doctor Quiroz, posiblemente inspirado en el propósito de buscar un acercamiento con los elementos que no eran adictos a su administración municipal, hizo gestiones ante el jefe militar para que fueran puestos en libertad las setenta y tantas personas que habían sido aprehendidas. El jefe militar, como no tenía mayor interés en que estas gentes estuvieran presas, las puso en libertad, y se les hizo ver que dicho jefe militar creía haber cumplido de acuerdo con las circunstancias.

El día primero de enero en la tarde, los elementos adictos a Obregón pretendieron efectuar un mitin en la Alameda para constituir en ese lugar público el Ayuntamiento presidido por Obregón. El doctor Quiroz, ante la magnitud del movimiento que se estaba gestando, al darse cuenta de que de todas partes convergían grupos compactos para ir a la Alameda, entonces pidió nuevamente, en forma apremiante, el auxilio de la fuerza militar para dispersar a aquellos grupos. Se presentó entonces la fuerza militar para disolver aquellos contingentes. El doctor Quiroz, meditando profundamente en el alcance de todo aquello que estaba sucediendo, determinó ausentarse de León, porque comprendió que no era posible mantener una autoridad municipal, teniendo en contra a toda la opinión pública de León o en su inmensa mayoría. Era un caso verdaderamente extraordinario que todas las voluntades estuvieran unificadas en torno de una planilla.

El día dos de enero los partidarios del señor Obregón citaron a un mitin que debería efectuarse en la plaza pública el día anterior, y que no se efectuó porque elementos militares, obedeciendo instrucciones del coronel jefe del Estado Mayor, lo impidió, disolviendo a los contingentes. El mismo día dos enero, de los trágicos acontecimientos, nos informaron se congregó en la plaza de León una multitud heterogénea nunca vista. Comenzaron por efectuar mítines aislados en los diferentes ángulos de la plaza; abogaban por que se respetara el triunfo de su candidato, señor Obregón, y condenaban la existencia del P. R. M., mofándose en diversas formas del partido y del gobernador del Estado y lanzándoles injurias. Y como todas estas cosas se iban acrecentando sin que fuera posible controlarlas, y como un grupo de muchachos sacó un ataúd con las iniciales del partido y lo pasearon alrededor de la plaza, frente a los soldados, haciendo mofa de los que estaban guarneciendo el Palacio Municipal, en la noche la cosa estaba ya extremadamente caldeada, la temperatura había subido a su grado máximo, y entonces se produjeron los primeros disparos que hizo la guardia al aire; pero como la multitud continuó amenazadora, lanzando palos y pequeños pedruscos a los soldados, éstos repelieron la agresión disparando en todas direcciones y resultando veintiséis muertos y más de ciento cincuenta heridos.

Tanto los señores diputados, como el compañero Palomo Valencia, estuvimos haciendo una visita ocular en el lugar de los hechos y pudimos apreciar algunos impactos de bala en el Palacio Municipal; pero como digo, no quedó perfectamente definido quién inició el hecho; lo cierto es que las personas que hablaron con nosotros informándonos de los hechos, como los médicos de la Cruz Roja y médicos particulares que asistieron a los heridos, e hicieron un examen de los muertos, nos informaron que muchos tenían las balas por la espalda, y por lo tanto se infiere que corriendo algunos cayeron en esas condiciones.

La versión de los elementos militares es de que cuando se decidieron a hacer fuego, primero habían recibido balas del Casino y del Hotel Francés. La réplica que se establece desde luego ha de ser precisamente ésta: que era a esos lugares a donde debería haberse dirigido el ataque y no contra la multitud. Es la réplica que hacen los elementos que hablaron con nosotros y que expusieron sus puntos de vista.

He querido traerles una información imparcial, seria, sin apasionamiento político, para que ustedes puedan juzgar la verdadera situación.

Cuando se informó al señor Gobernador de lo que había sucedido en León, positivamente alarmado se trasladó a ese lugar y a extramuros de la ciudad tuvo un cambio de impresiones con los representativos de las principales instituciones de León, quienes demandaron la inmediata deposición de Quiroz y la integración de una Junta Municipal. El señor Gobernador sugirió allí la integración de esa Junta, y los miembros de las instituciones que habían ido a platicar con el Gobernador rechazaron la sugerencia y propusieron una planilla que fue aceptada por dicho Mandatario, y en estas condiciones ya pudieron calmarse los ánimos e ir el Gobernador al centro de la ciudad para iniciar, a través de estos elementos, las primeras averiguaciones, dando instrucciones para que todos los muertos fueran sepultados y aplacar un poco la indignación pública que era muy grande en León.

Nosotros tuvimos oportunidad de poder confirmar que los muertos ascendieron a veintiséis. De los heridos no fue posible establecer una estadística exacta, porque muchos de ellos, que estaban con heridas leves, no se reportaron en las cruces ni ante la Junta de Administración Civil que fue nombrada posteriormente.

La denuncia que se hizo, y que algunos periódicos metropolitanos acogieron, en el sentido de que

hubiesen sido inhumados clandestinamente algunos cadáveres, extramuro de la ciudad, tuvimos oportunidad de hacer amplias investigaciones. Y aun más: pedimos a todas aquellas personas que estuvieran en contacto con gentes que hubieran desaparecido, que nos lo reportaran, para ver si efectivamente se había registrado esas inhumaciones clandestinas. No tuvimos ningún informe preciso, por lo que nos inclinamos a creer que no es exacto que hayan enterrado a algunas otras personas sin que tuvieran conocimiento ni las cruces ni la autoridad municipal.

En León nosotros no solamente nos concretamos a hablar con aquellas personas, representativas de instituciones que pudieran considerarse como interesadas en seguir manteniendo un estado de agitación; hablamos también con el señor Gobernados del Estado, quien nos expresó ampliamente sus puntos de vista sobre el origen del conflicto, coincidiendo en gran parte con la versión que les acabo de proporcionar y con el General Bonifacio Salinas, comandante de la Zona, así como con los elementos que estuvieron de guardia en el Palacio Municipal; hablamos con el subteniente Jefe del retén y con el centinela, y nos mostraron un casco de soldado que estaba abollado posiblemente por una pedrada, y nos mostraron dos armas con huellas de proyectiles de arma de fuego. Los soldados nos dieron su versión diciendo que habían estado soportando toda clase de injurias de los elementos de aquella multitud que cada vez se mostraba más amenazadora.

Nosotros, al menos la opinión personal mía, es en el sentido de que el directamente responsable de esa situación y de esos acontecimientos, es el Gobernador del Estado, el señor Gobernador del Estado que, desentendiéndose de todo principio democrático, pretendía, imponer contra la voluntad popular, un ayuntamiento que le fuera adicto y dócil para los fines que tenía; y en consecuencia culminaron los acontecimientos que todos ustedes conocen.

Durante el cambio de impresiones que tuvimos con el Secretario de Gobernación, analizando las informaciones que él también había obtenido en una forma muy amplia, verificándola con las nuestras, y después analizándolas debidamente, sin ninguna pasión política, se unificó el criterio suyo y el nuestro, en el sentido de que era necesaria la desaparición de los Poderes en el Estado de Guanajuato.

Nosotros creemos, y así lo hemos expresado en muchas ocasiones, que la acción política en Guanajuato es una cosa completamente local, que no tiene mayores proporciones en la República; y si la opinión pública nacional está interesada en que se haga justicia, es por la magnitud de los acontecimientos registrados. Es necesario, pues, que se haga esta justicia en una forma tan amplia como lo propone el señor Presidente de la República, no sólo para satisfacer la vindicta nacional, sino para sentar un saludable precedente.

Yo he sido uno de los que más han luchado por que el Municipio Libre sea una realidad en nuestro país; continuamente he estado cambiando impresiones con algunos legisladores para ver si es posible reglamentar el artículo ciento quince constitucional para que la libertad municipal sea una realidad tangible. Yo he estado condenando, desde la tribuna de la Cámara de Senadores, todos los atropellos hechos contra el Municipio Libre, y he estado abogando por que al pueblo mexicano se le conceda el pleno ejercicio de sus derechos cívicos. Siempre he proclamado que la libertad municipal, establecida por la Constitución en su artículo ciento quince, debe ser lo más sagrado para el Gobierno. Y si los pueblos, como León, se rebelan contra candidatos que se quieren imponer, esos pueblos demuestran virilidad y civismo. (Aplausos).

Hace unos cuantos días, en la misma Cámara de Senadores, me refería yo al triste espectáculo que estaban dando ciudades como Monterrey, donde también todos los elementos progresistas se agruparon para sostener a un candidato para presidente municipal, respondiendo a la necesidad imperiosa de resolver sus problemas. Yo censuraba la respuesta del Gobernador de Nuevo León al imponer a un cuñado suyo en la presidencia municipal, pasando sobre todas las ansias populares y acusando al otro candidato, que era de "Acción Nacional". Hemos recabado los antecedentes de Barragán y sabemos que no es de "Acción Nacional"; que es un elemento progresista que ha cumplido con las leyes del país y cuyos dos hijos han ido a servir en el Ejercito, cumpliendo su servicio militar como conscriptos; y que todas las ansias de Monterrey son las ansias de toda la República que desea tener buenas autoridades municipales. El interés más inmediato que tienen todos los pueblos es saber quién es el presidente municipal, porque del presidente municipal se derivan las contribuciones, se derivan los servicios públicos, bien o mal atendidos, y todas esas cosas que hacen que las ciudades progresen.

El aspecto municipal es desalentador en la República, no sólo en León o en Monterrey, sino en todas las poblaciones del país, o en muchas de ellas, en que también se acaban de verificar elecciones .

Y esto no lo digo porque esté adolorido, porque no fui gobernador de mi Estado; no es porque sea un amargado en la cuestión política. No estoy amargado ni estoy adolorido porque no se me haya dado el triunfo, sigo luchando con la convicción de que tendrá que imponerse algún día el artículo ciento quince, que es una realidad de la Revolución encabezada por don Venustiano Carranza.

Nosotros no debemos asustarnos porque en los ayuntamientos estén representadas todas las tendencias ideológicas y todas las manifestaciones de progreso; por el contrario, en nuestro concepto, es la única forma en que los pueblos y ciudades pueden progresar.

Vemos cómo los señores gobernadores, en su inmensa mayoría, pretenden tener ayuntamientos incondicionales para poder seguir usufructuándolos; vemos cuántas y cuántas poblaciones están esperanzadas en los subsidios de la Federación para poder obtener los servicios públicos más indispensables, y ya no hablemos de León, sino de otras

muchas poblaciones. Tampico, por ejemplo, que es una ciudad donde se han derramado millones de pesos, no ha logrado que se realicen en forma eficiente los servicios de agua, drenaje y pavimentación; y tenemos también, por ejemplo, en el Estado de Guerrero, al puerto de Acapulco, que es un emporio de turismo, un centro de belleza incomparable, pero en el que no pueden resolverse los problemas de urbanización y aguas potables; cosa igual ocurre en la mayoría de las poblaciones de la República, por la inercia, apatía o avorazamiento de los señores gobernadores que quieren tener ayuntamientos incondicionales. (Aplausos).

Personalmente no tengo enemistad; al contrario, soy amigo de algunos señores gobernadores; pero yo creo, sinceramente, que si esos señores gobernadores se percataran de la responsabilidad que tienen frente a la opinión pública de sus respectivos Estados; que si esos señores gobernadores en realidad fueran amigos del señor Presidente de la República y colaboradores en la obra eminentemente patriótica que ha estado desarrollando el general Avila Camacho, esos mismos señores gobernadores procurarían que en sus pueblos los problemas fueran resueltos con alteza de miras, con conocimiento de causa, con patriotismo, con honestidad, y no preocuparse única y exclusivamente, al llegar al gobierno, de las preferencias, como si fuera cosa propia, para repartir entre los cuñados, las hermanas y entre todos aquellos puedan tener la manera de salir beneficiados. (Aplausos y gritos: ¡Arriba Martínez Chavarría!)

El señor Presidente, en el oficio dirigido a la Comisión Permanente, dice acertadamente: "El Municipio Libre no es sólo la base de la división territorial de los Estados, sino también lo es de su organización política y administrativa; y dado el mandamiento democrático contenido en el artículo 115 constitucional, cualquiera violación en la designación por el pueblo de su Gobierno Municipal, constituye una deformación de las bases mismas sobre las que descansa la estructura política del país. Siendo el Estado mexicano, un estado de derecho, toda la actividad estatal debe encuadrarse dentro de las normas que lo rigen, ya que la fuerza de que se hallan investido quienes ejercen la soberanía, deriva de la ley que condensa la voluntad política del pueblo". No puede ser más claro ni más diáfano ni más democrático el pensamiento del Presidente Avila Camacho; encaja precisamente en todo aquello por lo que el mundo ha luchado y por lo que el mundo está luchando; coincide perfectamente con lo que nosotros mismos, senadores de la República, predicamos por el país cuando fuimos levantando el espíritu cívico del pueblo después de que nuestro país había declarado la guerra, diciéndole al pueblo mexicano que iba a luchar por la libertad de todos los pueblos del mundo, por la libertad de creer, por la libertad de pensar, por la libertad de los derechos del pueblo y para el pueblo, que es la esencia de la Democracia; y si nosotros nos aterramos ante el panorama de la República por lo que pudieran decir los enemigos de la Revolución, de que esto constituye un triunfo para ellos, nosotros mismos nos consideraríamos cobardes. Yo no les tengo miedo a los enemigos de la Revolución; les tengo más miedo a los que se dicen revolucionarios y que están usufructuando las situaciones. ¿Cuál es el remedio par acabar con el Sinarquismo? Que nosotros seamos sinceros revolucionarios; que nosotros hagamos una autocrítica de nuestros actos; que mejoremos las condiciones de los ejidos y llevemos a los rancheros los beneficios de la instrucción pública, y seamos consecuentes con el pensamiento revolucionario que en 17 marcó en una forma extraordinaria cualidades iguales para todo el mundo, para todos los pueblos amantes de la libertad.

No tengo miedo a los elementos tenebrosos que se escudan tras el fanatismo y la y la clerecía. Creo que un acto de esta naturaleza, la revolución se consolidará, y estén seguros de que mañana todos aquellos que predican una doctrina contraria ala revolución, se arrepentirán y vendrán a ser factores de cooperación en el engrandecimiento de México.

El C. Moreno Sánchez Manuel: Pido la palabra.

El C. Presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Moreno Sánchez Manuel: Señores senadores y diputados de la Comisión Permanente.

Por indicación expresa del señor Presidente de la Comisión que fue enviada a la ciudad de León, Guanajuato, licenciado Francisco López Cortés, dirijo a ustedes estas palabras para hacer algunas aclaraciones, concretar el informe sobre algunos hechos y exponer el criterio de otros miembros de la Comisión que no comparten del todo las opiniones vertidas en torno a este asunto por el senador Martínez Chavarría. Y por eso hago recalcar el objeto de mis palabras; voy a ser, quizás menos prolijo, pero mucho más atenido al objeto de la investigación.

La Comisión, ya en la ciudad de León, señores diputados y senadores, se forjó un plan sencillo de trabajo: tomó contacto con todas las fuerzas y todas las fuentes de información que pudieron aclararle el contenido y el alcance de los hechos, y así pudimos observar que hay un acuerdo esencial entre todos los testigos presenciales, entre todos los observadores independientes y aun entre los apasionados de uno y otro bando: un acuerdo esencial que puede reducir la historia de los hechos a una serie de acontecimientos que podrían ser relatados brevemente. Pero para hacer comprensibles a ustedes, con mayor exactitud, las circunstancias en que fuimos designados para investigar, yo quiero que me acompañen a través de una división del informe que me parece metódica, y que abarca un relato de los sucesos anteriores al día dos de enero, el relato de lo ocurrido el mismo dos de enero, las consecuencias de estos hechos y las apreciaciones que es conveniente hacer en torno a esta cuestión.

La campaña electoral municipal de León fue una campaña de circunstancias muy peculiares, una campaña que, podríamos decir, no suele ocurrir en todas partes y en todo momento; una campaña que

no es producto de ninguna situación general en el país; y en la que hay que tomar en cuenta las condiciones especiales en que fue generándose el proceso electoral. No es sino considerando estos antecedentes, como puede explicarse claramente lo que ocurrió después. La Unión Cívica Leonesa, fue una organización, como se ha oído y se ha leído en los periódicos, hecha con un motivo no político de buscar la colaboración entre todos los grupos y entre todas las clases para mejorar los servicios municipales. Pero, ¿Por quién fue demandada esta colaboración? Evidentemente fue demandada por las autoridades constituidas que quieren y continuamente se esfuerzan por llamar la iniciativa privada a la cooperación en servicios públicos indispensables. La existencia misma de la Unión Cívica Leonesa demuestra que había un espíritu político, varios años antes de la campaña electoral, que venía llamando a la ciudad de León a la resolución de sus problemas, y ese espíritu emanaba del Gobierno de la Revolución. De manera que no se originó en un movimiento espontáneo por alguien que crea tener en su poder el secreto de la administración de los municipios, sino, sencillamente, por quienes han planeado la administración de los municipios, por alguien que ha pensado y ha hecho planes de cómo hacer las obras públicas municipales, de alguien que ha empezado las obras de un drenaje, de alguien que ha planeado derribar manzanas para abrir calles anchas y ornamentar la ciudad, de alguien que existió antes de la Unión Cívica Leonesa. Esta Unión, que empezó a generarse con un grupo de hombres sin nexos políticos entre sí, sin finalidades políticas, tenía en sus estatutos una norma que vedaba a la Unión Cívica Leonesa inmiscuirse en cuestiones políticas.

Esto fue al principio; pero a poco, entre hombres que pertenecían a los más variados grupos ideológicos, se fue infiltrando una tendencia que quería conducir a la Unión Cívica Leonesa a participar en la lucha electoral municipal. Un día, ya próximas las elecciones, la Unión Cívica se reunió y acordó, a moción de alguno de sus miembros, que debería modificarse esa finalidad y que ahora debería constituirse en una entidad político actuante, para demandar el poder municipal que estimaban debería corresponderle. Por eso se explica que en la Unión Cívica Leonesa hayan figurado gentes de encontrados principios políticos, empeñados en una lucha similar.

Es absolutamente evidente que en la Unión había hombres de pensamiento radical como Sánchez Hernández; es absolutamente indiscutible que existían allí gentes conectadas, familiar e ideológicamente, con Gómez Morín, como Torres Martínez, y también existían gentes que fueron sinarquistas, como los Trueba Olivares. Es también absolutamente indiscutible que allí había gentes que han militado en el Partido de la Revolución Mexicana. No era, pues, la Unión Cívica Leonesa poseedora de una ideología propia ni pertenece a alguna entidad política que tenga un programa trascendental; lo único que tuvo fue la resolución de inmiscuirse en la cuestión electoral para asumir directamente el poder en el Municipio.

Así fue como la Unión Cívica, tratando de encontrar candidatos adecuados, fue la primera que se fijó en el doctor Quiroz para ese fin. ¿Quién es el doctor Quiroz? Hay que hacerle justicia a un hombre como él, a quien ni siquiera conozco personalmente. Es un médico, director del Hospital de la ciudad, un profesional activo; el hospital es un ejemplo de su actividad; es un hombre hosco y quizá despectivo, sin popularidad, pero tenaz y trabajador, y que ha dado muestras de tener afecto por su ciudad, aunque no tuviera las condiciones necesarias para inmiscuirse en los asuntos políticos. El doctor Quiroz había sido, desde la anterior campaña para presidente municipal una posibilidad de candidato también; pues era un ciudadano que tenía todos los méritos para figurar como candidato a presidente municipal de León o de cualquier ciudad importante del país. Sin embargo, no se aceptó al doctor Quiroz. Entretanto, la dirección política del Ejecutivo del Estado trató de acogerse a la candidatura del doctor Quiroz porque lo vio conectado con todas estas fuerzas, y así, cuando esa dirección política del Estado en las cuestiones municipales, presentó la posibilidad de la candidatura de Quiroz, la Unión Cívica Leonesa inmediatamente cambió de candidato, y buscó otro hombre, ya entonces no por hallar el mejor administrador, sino por buscar un candidato que oponer a la voluntad política que trataba de lograr la elección de Quiroz.

El doctor Quiroz no fue, cuando nació su candidatura, un candidato impuesto previamente; era un hombre que tenía posibilidades de llegar a la Presidencia Municipal como cualquiera otro. Frente a él la Unión Cívica Leonesa buscó a un hombre excepcionalmente dotado en sus relaciones sociales: el señor Carlos Obregón. Un hombre bueno, un comerciante honesto, respetado y querido, de quien se dice y se cuenta que cuando algún pequeño taller de zapateros está a punto de quebrar, él le ofrece crédito, perdona adeudos y obra generosamente siempre; Obregón es un hombre de abolengo en León y es notorio por su popularidad y su generosidad de corazón.

Cuando la Unión Cívica Leonesa, con toda precisión, encontró al mejor candidato de la ciudad de León, se dedicó a realizar una campaña que consideraba ganada de antemano. Pero, ¿cómo hizo esa campaña? Fue creando, poco a poco, un ambiente de violencia, fue hablando en sus publicaciones de agresión, de llamados al motín y al desorden. En nombre de la libertad del pueblo fue siempre la mira de algunos de sus jefes tratar de alterar el orden. La Unión Cívica no procedió con lealtad hacia la democracia, no fue democráticamente leal, sino que, sabiendo que tenía un candidato de extraordinaria fuerza, sus líderes, sus escritores, empezaron a llenar la ciudad de pasquines, tratando de herir la reputación de hombres como Quiroz y de otros muchos, que tienen el mismo derecho que Obregón para lanzarse a la Presidencia Municipal. El ambiente que se fue creando en la ciudad de León con motivo de estas publicaciones, puede quedar perfectamente definido, solamente con la

lectura de uno de tantos editoriales que llenaban el periódico que era seguramente el órgano de este grupo político, "La Voz de León". Ya desde el veintitrés de diciembre empezó a publicar continuamente artículos editoriales y notas en donde se decía algo como esto: "Podemos decir que en León ha principiado una revolución. Su fin próximo es la autarquía municipal; sus fines remotos, la participación en todos los asuntos del Gobierno y la destrucción del sistema totalitario que rige en México". Entonces, vuelvo a repetir, y lo digo con toda serenidad y justeza, porque en mis palabras no puede haber pasión, digo que la Unión Cívica Leonesa es uno de esos ejemplos que empiezan a darse en este país, de organismos políticos surgidos al calor de la democracia, que se escudan tras de la democracia para llamar al pueblo a lo métodos fascistas de la violencia y del desorden. (Aplausos).

Un ambiente político caldeado por estas publicaciones es el presupuesto de esa lucha electoral en la que, vuelvo a repetir, Obregón tenía la mayoría de las voluntades. No voy a decir que eran sólo los sinarquistas los que lo apoyaban. Si en León hay sinarquistas, los sinarquistas tienen tanto derecho a votar como los demás ciudadanos que no lo son; si hay miembros de Acción Nacional, éstos tienen tanto derecho a votar como los demás; pero es evidente que al lado de Obregón lucharan miembros de la C. T. M., como lucharon agraristas y hombres que han ocupado situaciones políticas anteriores, y Obregón mismo llegó a declarar frente a la variedad de fuerzas que lo sostenían: "Yo no me dejo mandar por nadie; soy un hombre independiente". Así pues, no es a Obregón ni a su popularidad ni al sentimiento democrático del pueblo mayoritario de León a los que hay que acusar de venir fraguando un complot en contra de las instituciones; pero hay que decir que a su amparo, dirigentes de la Unión Cívica Leonesa, líderes escondidos detrás de la democracia estaban tratando de subvertir el orden, o de tratar de hacer imposible el ejercicio del derecho de los demás. A tal grado es esto cierto que hubo comerciante en León que no quiso cerrar las puertas de su comercio y que tal vez no era partidario del señor Obregón, contra quien empezaron a aparecer volantes y peticiones de boicot. He ahí el boicot como un arma política, al servicio de un grupo que se sentía popular y que, no obstante, trataba de que sus grupos impidieran a una persona la expresión de sus propias convicciones.

Debemos meditar con toda serenidad en la gravedad de estos problemas, pues la resonancia que tienen en el país nos obliga a hablar con toda verdad; pero colocándonos en una posición no demagógica. Ninguna demagogia conduce a la verdad y es preciso estimar los hechos en toda su gravedad y con toda la responsabilidad que es necesario.

Los hechos tienen como inmediatos antecedentes dos errores que es necesario que se concreten y se digan ante todo el país: el error de la autoridad civil de Guanajuato al llamar en su auxilio a las fuerzas federales, y el de llamar en auxilio electoral a fuerzas políticas organizadas con otra finalidad. Me refiero a la intervención de los agraristas armados y a la intervención de los soldados.

No voy a decir, desde ahora lo adelanto, que los soldados tuvieron la culpa; porque esto es falso. Quienes tienen la culpa son los que los llamaron, en una forma indebida, artificiosa y quizá malévola, para hacer una ostentación de fuerza en un caso que sólo había de resolverse respetando la voluntad popular.

La noche del treinta y uno, como dice el periódico "La Voz de León", "La Noche de San Silvestre", se concentró en León un conjunto de agraristas armados para resguardar la Presidencia Municipal; al mismo tiempo que en el Palacio Municipal empezaba a realizarse la transmisión de poder. En el Casino, que está exactamente en un costado, enfrente de la Plaza, se realizaba una fiesta de fin de año. ¿Quienes estaban en el Casino? Evidentemente, una gran mayoría de partidarios del señor Obregón. ¿Quienes estaban en el Palacio Municipal? Por supuesto que los amigos del doctor Quiroz, y unos y otros, con injurias, con palabras, ayudaron a formar ese ambiente que se había caldeado, que se había creado por los motivos e incidentes que desde esa misma noche empezaron a lograr el desenlace de la tragedia.

Los incidentes ocurren continuamente; pero cuando se entrelazan, cuando se unen y escalonan unos con otros, entonces los incidentes vienen a parecer como síntomas de una situación general. Por eso es que ustedes escuchan que nos referimos aquí a muchas cosas que aisladamente parecerán sin importancia, pero que, miradas en su conjunto, son delatoras de una situación que es preciso estimar en toda su gravedad.

Muchos de los que estaban en el Casino salieron en las últimas horas de la mañana; pero la mayoría de las familias se retiró en medio de los agraristas, en medio de los hombres de a caballo, sin que ninguna fuera molestada. Prueba de ello es que no había en el Casino de León mujer alguna que hubiese sido detenida; pero unos cuantos se quedaron allí ¿Tenía fines de seguir molestando? No lo sé; el hecho es que en las primeras horas de la mañana aun había un buen número de hombres en el Casino de León que estaban divirtiéndose o estaban en espera de algún acontecimiento.

Indebidamente, la autoridad municipal ordenó que se aprendiera a esos individuos, y precisamente al día siguiente la protesta era unánime. El día primero de enero, el propio doctor Quiroz, presidente municipal, en aquel momento, pidió a las fuerzas federales la libertad absoluta de todos los detenidos hasta aquel instante. Fue, pues, el propio doctor Quiroz el que hizo devolver la libertad a aquellos hombres.

El día primero, mientras los agraristas permanecían durante la mañana todavía en la plaza de León, en otro lugar llamado "El Parque", se celebró un mitin con fines posiblemente de hacer una instalación o de cualquiera otra cosa, por las gentes partidarias de Obregón.

Este mitin, a la altura de mediodía, pretextando que amenazaba un choque entre los agraristas y aquella gente, fue disuelto por la fuerza federal.

Así terminó también el día primero. Se fueron por una parte los agraristas y por otra se acuartelaron los soldados; la ciudad parecía tranquila.

El día dos de enero, en la mañana, la ciudad amaneció normal. Todos coinciden en afirmar que a las ocho de la mañana del día dos los comercios estaban abiertos, los talleres empezaban a trabajar, y todo era actividad en la ciudad de León, pero a esas alturas ya la autoridad municipal, encabezada por el doctor Quiroz, había dado hondas muestras de debilidad; ya tres o cuatro de sus regidores habían renunciado; el doctor Quiroz se sintió falto de apoyo: Entonces los líderes de la Unión Cívica Leonesa empezaron a hacer una gran campaña entre todos los comerciantes del centro y los talleres de los amigos del señor Obregón, para que cesaran las actividades; y a partir de las nueve y a la diez de la mañana, empezaron a cerrar las puertas de los comercios con la consigna, a las gentes, de irse a reconcentrar en la plaza. Era pues, el deseo de que en la Plaza se reuniera la mayor cantidad de gente posible, para hacer ahí una manifestación, ya retirados los agraristas, que trajera como consecuencia la renuncia del doctor Quiroz. A media mañana la Plaza estaba llena. El doctor Quiroz, quizás por su inexperiencia política quizás por debilidad de carácter, llamó a los líderes enemigos para tratar de llegar a un acuerdo con ellos y mientras él parlamentaba con sus enemigos en el Palacio Municipal, enviados de la Unión Cívica Leonesa arengaban al pueblo, diciéndole que el doctor Quiroz estaba a punto de renunciar y que iba a llegar a una transacción con ellos. Y entonces plantearon a Quiroz la única transacción posible: que renunciara. A mediodía, el doctor Quiroz acordó renunciar. Así fue enviada a la ciudad de Guanajuato una comisión integrada por el propio doctor Quiroz, por un señor Pons, que es un comerciante neutral en estos acontecimientos, por los líderes de la Unión Cívica Leonesa y por el señor coronel Cano Martínez, jefe en ese momento del Estado Mayor de la Zona. Llegaron a ver al señor Gobernador a la ciudad de Guanajuato, exactamente cuando el Gobernador se retiraba a su casa a comer. El Gobernador no les recibió inmediatamente; les dijo que volvieran por la tarde, porque en ese momento iba a comer.

Entretanto, no hay que olvidar que en la Plaza de León el pueblo estaba reunido, desesperado, ansioso, esperando la solución definitiva del problema. Transcurrieron así hasta las primeras horas de la tarde en que el Gobernador recibió a la comisión y en que empezaron a cambiar impresiones. Cuando estaba decidido que el señor doctor Quiroz renunciaría, que una Junta de Administración Civil se hiciera cargo del Municipio, debiendo ser esta Junta designada por una comisión de los principales comerciantes, industriales, obreros, campesinos y pequeños agricultores de León, reunión a la que iba a asistir el Gobernador, y la comisión se preparaba para regresar a León, o quizá ya venía en camino, entonces ocurrieron los acontecimientos.

¿Que había pasado, entretanto, en la plaza? En la plaza existía una atmósfera de tensión moral tremenda. A más de los gritos, de los insultos, de las consignas de los líderes y de todo lo que hacía pesada la tensión de los leoneses, existía el agravio que el pueblo creía haber recibido el día anterior por la disolución de su mitin y luego la presencia en el Palacio Municipal de un grupo de tropas federales. Los soldados que estaban de guardia componían tres pelotones, alrededor de treinta y tres hombres; estaban allí el pelotón de guardia y los otros que se turnaban. Estos soldados estaban al mando de gentes que saben cumplir estrictamente el deber de militares y que obedecen ciega y tenazmente las leyes del Ejército. Mientras, por una parte, el pueblo enardecido, ofendido por las autoridades que quisieron imponerle a un Ayuntamiento, y azuzado por la debilidad de ese Ayuntamiento y agitado continuamente por los líderes que querían que llegara más allá, empezó a crear una tensión y una situación en que no se dejaba pasar nada de comer a los soldados; la multitud se arremolinaba en torno a la plaza, y así continuó hasta el momento de obscurecer en que la multitud, por juego, por burla, por lo que ustedes quieran empezó a incendiar las palmeras que hay en el centro del jardín. Exactamente, a las nueve de la noche, se siguieron recibiendo las embestidas de la multitud que quería penetrar a Palacio con un ataúd, porque se sabía que Quiroz había muerto políticamente, no por otra cosa, porque se sabía que había renunciado, y estaban esperando nada más conocer los nombres de la nueva Junta Municipal para poder retirarse.

Ante estas embestidas, los soldados eran insultados y escarnecidos por la multitud; se les gritaba "pelones"; se les lanzaban insultos tales, que este recinto no es lugar para repetirlos; y recuerden ustedes que los soldados son hombres, son jóvenes, son mexicanos y son valientes, y siempre han dado muestras de ello.

De modo que con todos esos antecedentes, no tienen ustedes nada más que preguntar para comprender que a la hora de los hechos ocurriera la catástrofe de la magnitud que ocurrió.

¿Cómo principió? Es muy sencillo. Puede ser que haya sido una piedra arrojada sobre el centinela; puede ser que haya sido un cohete que estalló en medio de la multitud; puede ser que haya sido un insulto verbal o simplemente una embestida de la masa que quería meter el ataúd hasta el palacio; puede ser que se haya visto obligado el centinela a disparar un tiro de alarma al aire.

He traído un periódico, el primero que se publicó en León después de los hechos y que pertenece al grupo del señor Obregón. Este periódico que se llama "El Rescate", que está hecho por gentes conectadas, en Jalisco, con el señor González Luna, como aquí se demuestra, o sea que es un periódico opositor al Gobierno, no sólo al gobierno local, sino al gobierno nacional, en que se dice con toda precisión: "El pueblo, obrando por cuenta propia, bloqueo las bocacalles y subió a la plaza algunos cohetes en son de protesta por la burla de que era objeto... a uno de los chamacos, imprudente y sin sentido de responsabilidad, se le ocurrió lanzar una piedra a la puerta del Palacio,

piedra que fue devuelta al grupo por uno de los federales, y acto seguido éste mismo dio la orden de hacer fuego contra la multitud".

En otra parte de la página editorial de ese periódico, se dice: "Imprudencia: Un chamaco inconsciente, lanzó una pequeña piedra a la puerta de Palacio y el jefe de la Guarnición la devolvió a la gente con furia, ordenando después la descarga de la fusilería y las ametralladoras".

Vean ustedes que este es un periódico de partido y que el instante en que principiaron los acontecimientos lo hace consistir en el momento en que una piedra fue arrojada contra los soldados que estaban haciendo la guardia. No importa que la piedra fuera grande o chica, no importa que pegara o no pegara; no importa que después de esto haya habido orden de disparar o no; lo que importa es que esa piedra fue un chispazo cualquiera que trajo como consecuencia la tragedia. Y yo pregunto: ¿Cumplían o no con su deber los soldados? ¿Que pasaría, qué pasó con Damián Carmona, que ha pasado a la historia como el más brillante guardia en un cuartel? ¿Qué hace cualquiera que tiene la responsabilidad de toda la tropa acantonada? ¿Que ocurre con el vigía de toda una guarnición, que se deja acobardar o que huye y que no repele una agresión inminente y sin derecho, como se define la que origina la legítima defensa? Es que el soldado no conoce los métodos de la policía civil: no tiene palos, no usa amarres o esposas, no tiene sistemas para actuar frente a una multitud civil; tiene armas, tiene carabinas y sabe hacer uso de ellas. Esto es lo que explica, señores senadores y diputados, el alcance de esa tragedia. Yo diría con toda precisión, y midiendo mis palabras en todo lo que valen y en todo lo que significan, que 27 muertos son muchos; pero el honor del Ejército vale más que 27 muertos. (Aplausos nutridos y prolongados, y voces ¡Viva!).

Nuestro Ejército, señores diputados, no es un ejército pretoriano; es un ejército de pueblo. Las caras humildes, mestizas, el cutis moreno de sus soldados está demostrando sin duda alguna que está formado por la gente del pueblo, y no es un ejército cobarde: es un ejército que llevó allende los mares el honor de esta tierra, y lo supo traer como valientes: envuelto en gloria. Y ¿qué va a pasar si un día el ejército que resguarda, entiéndase bien, no el orden de las ciudades, que resguarda la vigencia de la Constitución y que es la fuerza que está detrás de la repartición de las tierras, qué va a pasar el día que esta fuerza armada por la República y por la Revolución se acobarde frente a una multitud incitada por falsos creyentes de la democracia? Lo que va a ocurrir es esto: el caos, en nombre de la democracia; la tierra y la dictadura contra todas las fuerzas progresistas del país. (Aplausos).

Lo que sucedió al día siguiente, señores diputados y senadores, fue juntamente con el recogimiento de los cadáveres y la cura de los heridos, el más misterioso haz de leyendas que ustedes puedan imaginar; desde aquéllas que decían que se dispararon granadas de mano, a pesar de que ni una esquirla fue encontrada en cuerpo alguno; ni tampoco en las calles o en la Plaza de León; hasta el famoso escamoteo de cadáveres y el contrabando de armas, tratando de hacer eco a una voz que antes se había levantado, anunciándolo.

Todo esto es simplemente leyenda; no esta preparada aquella multitud para hacer una revolución; lo estaba, a lo sumo, moralmente para un motín; pero una revolución se hace con armas y con un plan, aunque se pueda hacer un plan para un motín, pero el motín en sí mismo no es más que un accidente pasajero. Hay que verlo sólo en su contenido de desorden. ¡Ningún cadáver escamoteado! Ante mí y los demás miembros de la Comisión que estuvimos en León, simplemente una señora se acordó a decirnos: "Señores diputados; el día de la balacera, mi madre se desmayó; está enferma, quiero que me ayuden a curarla". ¿Cómo se explican ustedes que llegara hasta nosotros la hija de una madre desmayada, y no llegaran ni el hermano, ni la esposa, ni el padre de ningún desaparecido? Lo cual demuestra simplemente que la leyenda de los desaparecidos no pasaba de ser tal, no digamos en León, donde nadie la creía, sino en la capital, donde los periódicos publicaban estas falsedades con títulos de ocho columnas, persiguiendo otras finalidades.

Tampoco es verdad, y esta fue otra leyenda desmentida oportunamente, que el licenciado Villa Michel presidiera el duelo; pero todas estas versiones y todas estas cosas que se han publicado son absolutamente inexactas. Nosotros creemos que no es conveniente que la verdad sea alterada. Cuando estuvimos en la Junta Municipal de León, preguntamos a los hombres que tenían en esos momentos el poder municipal en sus manos, a quienes atribuían la responsabilidad de los hechos. La Junta nos dijo: a esto o a aquello. Todos dijeron: al clima, a la situación creada, a un estado de ánimo, del que son responsables los agresores y los agredidos; los que estaban insultando y los insultados. Hubo un complejo tal, que no es posible verlo con la sencillez con que muchos quisieran ver estos problemas.

Sin duda, la cuestión que aquí se presenta como fondo crítico de este asunto, es para mí esta pregunta: ¿Debe el Ejército realizar funciones de policía civil? Ya lo han hecho muchas veces y siempre lo ha hecho mal; pero el mal no está en el Ejército, sino en aquellos que lo destinan para ese servicio de policía, porque al fin y al cabo tiene la policía civil fines orgánicos y armas totalmente distintas y, en este caso, ¿para qué había de pedirse al resguardo de la fuerza federal por una autoridad como la del Estado que quería simplemente respaldar a un Ayuntamiento que era impopular? Se me dirá que la autoridad militar no puede discutir si es justificado o no el llamado de la autoridad civil, porque de otro modo su inactividad quizás pudiera hacer recaer sobre ella la responsabilidad de otros hechos. Cuando un Gobierno se dirige al Jefe de la Zona y le pide protección, no creo que el Jefe de la Zona deba discutir esa orden; es bajo la responsabilidad de la autoridad civil como se realizan esas intervenciones.

Por lo tanto, y no soy de los que creen, ni alcanzo siquiera a aceptar la apreciación que he oído, dicha por mucha gente, en el sentido de que los hechos de León manchan al Ejército. No lo manchan. El Ejército no se mancha, aun suponiendo que la responsabilidad personal de alguno de sus miembros existiera. El Ejército Mexicano es limpio, porque siempre ha tratado de cimentar la Revolución y sus instituciones, y porque es un Ejército hecho y sostenido por el pueblo y al que llega sangre nueva constantemente. Por lo tanto, es preciso que quede perfectamente claro que para juzgar los actos de un militar sobre otro militar o un conjunto de militares, es un tribunal militar el que puede estar capacitado. Nosotros, como civiles, podemos fundar otros juicios, pero no ese; y aquí en esta Comisión que es un tribunal político, venimos a dirimir responsabilidades políticas, no criminales ni militares. En consecuencia, hemos claramente llegado a la cuestión: ¿Quién es el responsable políticamente de los acontecimientos? Quien sea el responsable penalmente, la autoridad competente lo dirá. Nosotros sólo podemos hacer el juicio sobre quien es, políticamente, el responsable de lo ocurrido.

Señores, es preciso que yo concluya mi pensamiento con toda claridad. Y ahora me voy a referir al último punto, a la estimación de estos acontecimientos: México, en estos días, es para mí como una gran caja de resonancia, en donde un grito puede traer una alarma, en donde un cohete puede despertar un motín, en donde un balazo puede traer quizás la muerte y el sacrificio de muchas vidas. ¿Por qué? Solamente porque existe, está planteada, una lucha presidencial y una lucha presidencial, digámoslo con toda claridad, en que actúan contra el régimen dos tendencias: una, oposición auténtica nativa, conservadora, respetable, honrada; y una oposición oportunista de gentes que, no teniendo otra salida para sus ambiciones, pretenden la alianza con los conservadores, para tratar de hacer un gran escándalo electoral en el país. Yo inquiero: ¿Qué quiere esta falsa oposición? ¿Ezequiel Padilla, que ametralló a los estudiantes en 29, va a ser quien nos diga cómo se gobierna realmente a un pueblo? ¿Melchor Ortega, que aherrojó las conciencias en otro tiempo, nos va a decir a nosotros cómo debe imponerse por medios pacíficos la autoridad en un pueblo? Esto es absolutamente trivial; es innecesario repetirlo. Esta es la oposición falsificada, la oposición oportunista, que tiene el descaro de negar hoy lo que ha afirmado otro día; que tiene la audacia de lanzar sobre todo un régimen cargos que a lo sumo llegarían a uno se sus servidores.

Así pues, esta gran caja de resonancia que es el país, recibió los suceso de León multiplicándolos, como se multiplican las vibraciones de un sonido, con este motivo. Y entonces, en este clima que estamos viviendo en el país, se consideró una gran oportunidad para algunos hacer un escándalo sobre esta base. No es que yo quiera reducir la magnitud de los hechos, por considerar que en realidad haya habido menos muertos que los que en un principio se dijo. No, eso no. Yo he llamado aquí catástrofe a lo de León. Una muerte mas o menos no importa; pero yo, por un solo mexicano muerto, estimaría que hay una catástrofe. Así, pues, no quiero negar la importancia de los hechos; pero quiero reducirlos exactamente a su magnitud; que puede medirse a través del clima de democracia que estamos viviendo. No me espantan los enemigos de la Revolución ni me espanta que puedan hablar, escribir y expresarse. No trato de decir que se les ha dado demasiada libertad; pero quiero dejar sentado que un régimen que en días de elecciones o de preparación de elecciones lanza una ley electoral, que es un ejemplo para las generaciones futuras, y que un régimen que está continuamente dando las más amplias garantías es deslealmente interpretado; porque mientras aumentan los márgenes de la libertad, los enemigos del régimen tratan de conducir al pueblo a la dictadura, a la opresión y a la violencia.

Es como en los tiempos de Ocampo, cuando la turbulencia de aquellas épocas lo hacía meditar en los peligros de ser sacrificadas entre las contradicciones de la libertad y del orden. Unos, en nombre del orden y otros en nombre de la libertad, no hacían a menudo más que tiranizar, o cuando menos, fomentar el bullicio, el motín, el desorden, todo aquello que no puede mudar una república bien organizada. En un manifiesto escrito por gentes que no tienen ya casi ni existencia en el mundo, porque están a la mitad de sus facultades mentales, como el señor Esquivel Obregón, y otros que no tienen más misión que apadrinar bancos, que ganan igualas muy sencillamente y tratan de despreciar a quienes arriesgan su honor y su vida en las luchas políticas; esas gentes nos dicen que los sucesos de León son una mancha de sangre sobre el régimen. No son una mancha. Esto es algo que puede ocurrir en cualquier país del mundo, que tiene que ser castigado; mancha sería, el no hacer nada por castigarlo; pero ya hemos visto que tan pronto como el señor Presidente tuvo noticia de lo acaecido, envió a su Secretario de Gobernación, primero, y al Procurador Militar de Justicia, después, para que estudiasen los hechos. Hemos visto a la Suprema Corte de Justicia prepararse para hacer las investigaciones que le corresponden, y esta comisión del Congreso igualmente envió un grupo de su seno para informarse de primera mano sobre los hechos. No se ha visto mayor claridad en los funcionarios y en el régimen. Y no estamos jugando a la democracia; lo que estamos demostrando es que un nuevo espíritu se ha apoderado del país: el espíritu de la tolerancia, pero al mismo tiempo la energía civil para denunciar las complicaciones de todos esos hechos.

La democracia, señores diputados, es una cuestión común para gobernantes y gobernados; no es el Gobierno el único que debe ponerla en juego; no son los ciudadanos los únicos para los que está hecha la democracia; la democracia es una responsabilidad mutua entre gobernantes y gobernados, y en cuanto el Gobierno abre sus puertas más y más para que los ciudadanos ejerzan sus derechos cívicos y los ciudadanos, mal dirigidos, aparentan no conocer esta circunstancia, entonces es preciso que hablemos al país y le digamos a dónde quieren

llevarlos los líderes inconscientes de la oposición falsificada, que no se detienen ante nada, que no se dan cuenta de que si el régimen abre las puertas para que todo el pueblo exprese su sentir con toda serenidad, también persigue y castiga los malos actos; que ese mismo régimen - ejemplo de muchos otros que ha habido en la Revolución - no puede recibir el insulto de unos cuantos muchachos desorientados y de viejos caducos que tratan de lanzar sobre el ilustre presidente Ávila Camacho la mancha de la responsabilidad de la situación de León.

Por el contrario, señores diputados y senadores, es preciso que entienda la oposición que en las elecciones tan libres y tan limpias que se están presentando, pues al pueblo se le está continuamente lla - sus partidarios fuera de los límites de la ley, por - desición que se demanda de ella una grave responsabilidad, la responsabilidad de que no conduzca a sus partidarios fuera de los límites de la ley, porque entonces vamos a contemplar otra vez el hecho de que, cuando se ofrece libertad, la reacción quiere siempre responder con la violencia.

No, señores, esto es desleal con el régimen revolucionario. Si se le ha hablado al pueblo de constituir partidos; si se dan normas legales para que se organice la opinión pública, ¿qué hacen los líderes de la oposición fuera de las normas de la misma ley? Están tratando de crear un clima de escándalo para que un hecho cualquiera, insignificante, resuene todavía más en el ámbito político del momento.

No acuso -conste - no acuso a la oposición leal a la oposición conservadora que tiene tanto derecho en creer que las cosas deben volver a la Edad Media, como yo creo que en un año deben adelantarse diez; ellos ejercitan el libre y sagrado derecho de pensar como quieran. Yo acuso a la oposición oportunista y mixtificada que, escondiéndose detrás de los postulados de la libertad que este régimen otorga, está tratando de socavar, no la conciencia del régimen porque saben que esto es imposible, sino la conciencia de algunas gentes ingenuas, incautas, incapaces de discernir sobre estos hechos para tratar de arrastrarlas a consecuencia posteriores.

Así pues, por mi parte, el informe concluye, concluye en la afirmación de que la responsabilidad política, que es lo único que está a decidirse aquí, pertenece a la autoridad gubernamental del Estado de Guanajuato. La responsabilidad militar, ya el señor Presidente de la República dio los pasos adecuados para aclararla. Que si hubo violación del voto o no, la Corte lo dirá. A nosotros esto no puede detenernos. La división de poderes nos plantea la necesidad de que cada uno se mueva dentro de su esfera, para sus propias finalidades: pero sí quiero decir y levantar aquí mi voz, mi voz de alemanista en esta lucha electoral, para manifestar que no obstante que muchas de las gentes que lucharon por el señor Obregón, son mis enemigos políticos, quiero afirmar que el señor Obregón tenía la mayoría del pueblo de León. Más todavía: quiero decir que soy alemanista fundamentalmente, porque veo que detrás de Alemán está la juventud, con un fervoroso sentimiento de renovación en este país, con el respeto a todas las creencias, a todas las ideas, ofreciendo la oportunidad de que México vaya hacia la democracia y la paz. (Aplausos nutridos).

El C. Presidente: Tiene la palabra el senador Flores M.

El C. Flores M. Alfonso: Señores representante: Nada más con el propósito de fundar mi voto aprobatorio a la petición del Presidente de la República, quiero hacer una breve exposición para que, incluso, queden estos juicios y estas pequeñas aclaraciones que voy a vertir, en el "Diario de los Debates" de esta sesión que será memorable.

Quiero ante todo decir a ustedes que pretendo hacer caso omiso de los informes que han rendido los miembros de la Comisión de la Permanente que se trasladaron a León; y quiero hacer caso omiso, porque desgraciadamente son contradictorios, y la misma Comisión no se pudo poner de acuerdo.

Sin embargo, señores representantes, tratar de dilucidar la responsabilidad moral, política o legal de estos hechos, es una cosa que en el ánimo de todos ustedes parece imposible y así lo entiendo yo. En hechos de la magnitud de los que se registraron en León, difícilmente se puede precisar la responsabilidad de los acontecimientos. Ni siquiera confío en el criterio de la Suprema Corte que en este caso ha estado actuando como humilde juez penal. No, señores representantes, no confío tampoco en la opinión de los juristas, porque pienso que si los legos no se han puesto de acuerdo, los juristas tampoco se pondrán.

Quiero expresar, señores representantes, como una declaración de mi parte y para fundar mi voto, que mi voto será exclusivamente por las razones que expone el Presidente de la República, por las razones legales y morales que expone en su pedimento a la Permanente el Primer Magistrado de la Nación. Creo que sería lo justo, que la Permanente se basara precisamente en esta petición para fundar la desaparición de Poderes del Estado de Guanajuato, porque es realmente lo único tangible que existe en esta situación.

Quiero también aclarar que al dar mi voto aprobatorio a esta petición del Ejecutivo, no prejuzgo del resultado de las investigaciones que serán arduas; pero sí que me inclino reverente frente al dolor de los caídos y frente a la sinceridad de los leoneses de buena fe que participaron en esta cuestión, engañados o no.

No aceptamos la Permanente ni yo que pretenda capitalizarse este hecho en beneficio de grupos políticos que sí pueden tener responsabilidad moral por haber avivado el fuego de esta hoguera. Este triunfo no es de ningún grupo político. El hecho de que la permanente acuerde la desaparición de Poderes en el Estado de Guanajuato no puede ser considerado como un éxito de ninguno de los grupos: es un triunfo moral únicamente del señor Presidente de la República y del régimen, y así debemos reconocerlo.

Desgraciadamente, en el plano de los hechos, vemos

que cayeron los pobres y los exaltados; no cayó ni Obregón ni su contrincante Quiroz, como caían los antiguos capitanes, como caen los líderes. Ellos están vivos, los causantes de esta situación; cayeron los exaltados y los humildes. Se nos ha dicho que fue gente del pueblo la que quedó acribillada. Sí, esos cayeron para vergüenza de los responsables morales de esta situación.

Entonces, ¿qué es lo que queda de esta tragedia? Los crespones enlutados de los hogares de León; la buena fe de los leoneses que, engañados, exaltados, fueron a esa tragedia; y el triunfo moral del señor Presidente de la República, que así contesta a los que pretendieron hacer de estas cosas lamentables y dolorosas una arma política para combatir al régimen. Eso es lo que queda. Por eso mi voto es afirmativo en apoyo de la tesis del señor Presidente.

Señores representantes: al hacer esta breve aclaración, creo haber cumplido con un deber; creo ponerme en un plano moral en que debe ponerse el Poder Legislativo para juzgar estas cosas, porque en un plano de serenidad se puso también el Encargado del Poder Ejecutivo. Y si el Presidente de la República, para juzgar de estos acontecimientos lamentables se ha puesto en un plano de absoluta serenidad, que el pueblo de México, que la Patria encuentre al Poder Legislativo en el mismo plano y en el mismo camino que nos ha señalado nuestro Primer Mandatario.

El C. Presidente: Tiene la palabra el ciudadano senador Joaquín Martínez Chavarría.

El C. Martínez Chavarría Joaquín: No veo mayor discrepancia en el informe rendido por mí y lo expuesto por el compañero Moreno Sánchez. La única discrepancia en la relación de los acontecimientos, es que mientras yo llamé indebidamente "Junta Cívica Leonesa", él la llama "Unión Cívica Leonesa". El hizo apreciaciones; yo únicamente me concreté a relatar el resultado de las investigaciones.

Quiero hacer esta aclaración muy pertinente, en primer lugar, para que no se diga que mi pensamiento podría desviarse del prestigio de nuestro Ejército Nacional. Soy el primer admirador de la bizarría y patriotismo de nuestro Ejército. Aún más, me refería a la campaña que realizamos algunos senadores para levantar el espíritu cívico de nuestro pueblo, y también he manifestado, en ocasiones con tristeza, que a los soldados se les emplea en funciones de policía, porque me he dado cuenta de que en las plazas de toros los soldados han tenido que arremeter contra el pueblo y estas no son funciones del soldado, sino las de defender la integridad nacional, defender al país cuando se encuentre amenazado. Los soldados no son gendarmes.

Hago esta aclaración para que quede mi pensamiento firme e inalterable. El Ejército Nacional merece todo mi respeto, como el de todos los mexicanos.

No hay más discrepancia, sino que el compañero Moreno Sánchez establece conclusiones y apreciaciones de orden político. Yo no, señores; yo sólo me he referido al resultado de las investigaciones que realizamos.

Respecto a la cuestión del Municipio Libre, vuelvo a reafirmar mi pensamiento, en el sentido de que el Municipio Libre debe ser la piedra angular de nuestro sistema democrático y que los señores gobernadores deben pugnar por que sea una realidad tangible el artículo 115. (Aplausos).

El C. Presidente: Tiene la palabra el ciudadano senador Fernando Amilpa.

El C. Amilpa Fernando: Señores senadores y señores diputados:

Yo sostengo que estamos frente a una situación dentro de la cual, por virtud de una acusación lanzada en contra del Ejército por el Partido Acción Nacional, se ha puesto en entredicho la dignidad y el prestigio de nuestra institución armada. Sostengo, por otra parte, que el acuerdo que aquí se tome, en esta sesión, respecto a la propuesta de la desaparición de poderes en el Estado de Guanajuato, no liquida, ni para la Permanente ni para los elementos de la Revolución, la responsabilidad a que tienen que hacer honor frente a los acontecimientos de León, ya que éstos han servido de base para llenar de prestigio al régimen, a la Revolución y a sus instituciones.

Aunque parezca paradoja, yo sostengo que lo ocurrido en Guanajuato es un pleito entre sinarquistas: con Quiroz, sinarquistas con Obregón y sinarquistas con el Gobierno.

El hecho citado por el compañero Moreno Sánchez, en el sentido de que algunos sindicatos de la CTM apoyaban la candidatura del señor Obregón, es la resultante de una línea de conducta contrarrevolucionaria y antidemocrática que se ha seguido por muchos años en el Estado de Guanajuato, gracias a la actual se ha subvertido el orden y la disciplina dentro de algunas organizaciones de ese Estado, situación contra la cual hemos venido luchando tesoneramente los que somos responsables de la fe y de la acción de los trabajadores confederados guanajuatenses. Pero esto de ninguna manera puede quitarle valor a la afirmación que hago en el sentido de que éste es un pleito de sinarquistas: sinarquistas primeros, los señores partidarios de Obregón; sinarquistas segundos los señores partidarios de Quiroz; sinarquista tercero, el señor Gobernador del Estado. (Risas).

Acaso en la mente de algunos señores está a flor de labio, una censura o una ironía: "¿Y cómo fue tu candidato?"

Señores: nosotros pertenecemos a una agrupación obrera que ha luchado tesoneramente por el triunfo de sus reivindicaciones económicas, por el triunfo de su línea política, por el triunfo de sus demandas formuladas en materia político - electoral; y esta organización, que no es lo suficientemente fuerte para haber constituído un partido de clase en la República, ha tenido, indudablemente, que adecuar su vida y sus actos a una serie de ajustes políticos que son necesarios dentro del Partido de la Revolución Mexicana para conservar la unidad de los sectores; de tal suerte que si una agrupación de campesinos siente adhesión por tal o cual persona, y ésta se refleja en otro sector, nos sentimos

obligados, previas precauciones tomadas, a apoyar esa iniciativa para hacer fuerte la acción revolucionaria y unificada en contra de los candidatos de la oposición.

La candidatura del señor Ernesto Hidalgo a la gubernatura del Estado de Guanajuato, es producto de esa necesidad sentida por nosotros, ineludiblemente; porque, ni por sus antecedentes, ni por sus cualidades, ni por sus nexos, el señor Hidalgo fue nunca santo de nuestra devoción. El gobierno del señor Hidalgo se significó, desde un principio, por una conducta antiobrerista, no sólo en el terreno de la lucha sindical, sino en el de la lucha política; trató siempre de hacer prevalecer su voluntad y la de sus amigos; se significó desde un principio, -y ojalá les sirva de escarmiento a algunos gobernadores que deben el puesto a la Revolución, y que en cuanto llegan al gobierno van a tomar agua bendita a la iglesia más cercana - , se significó por una tolerancia pertinaz en favor de todos los elementos sinarquistas; se significó por una tolerancia también pertinaz en favor de los violadores del artículo 3o. y 130 constitucionales; se significó por su deseo de mantener en los puestos directivos de acción política electoral, a sus incondicionales, que no gozaran ni de la autorización ni del respaldo de las masas guanajuatenses, y menos del Comité Nacional de la Confederación de Trabajadores de México.

Yo no quiero decir nada de aquellas cosas donde se "volaba un par de doces"; lo único que sí puedo decir es que, en materia de honestidad administrativa, su gobierno de ninguna manera pudo haber satisfecho a Guanajuato. Como este caso, tenemos muchos en la República. Hay otros que no solamente "vuelan con par de doces", sino hasta con "pachuca" y que, sin embargo, se encuentran más firmemente asentados en el poder que este señor. No es el primer caso donde se ve el vergonzoso espectáculo de quererse imponer a un señor fulano de tal, no es el primer caso en que se violenta la disciplina y la línea del Partido de la Revolución Mexicana, tratando de llevar a los puestos de responsabilidad política a elementos desconectados de la Revolución; no es el primer caso vergonzoso en que se trata de hacer prevalecer el derecho de un cuñado sobre el derecho de un líder campesino, obrero o de la clase media; no es el primer caso en que se trata de imponer diputados locales. Guanajuato es un Estado que ha dado hombres revolucionarios y cultos, no obstante lo cual - es lamentable decirlo - han sido puestos en los ayuntamientos individuos sinarquistas de los más descarados y audaces que hemos conocido hasta la fecha.

Es todo un proceso de tolerancia incubado no desde que Hidalgo empezó a regir los destinos del Estado de Guanajuato, sino desde hace mucho tiempo, desde que hemos tenido la debilidad, como decía el otro día, de pensar que las gentes malas se vuelven buenas.

Todo ese proceso ha incubado una fuerza que se ha significado de la manera siguiente: los líderes de Acción Nacional y de la Unión Nacional Sinarquista, han podido hacer alarde de su impudicia, de su audacia y de su impunidad desde la primera vez que sacaron la primera procesión pública y no encontraron gendarme que los parara en la calle; entonces pudieron demostrar al pueblo creyente cómo se puede violar el artículo ciento treinta constitucional, y es en la masa fanática, en el hombre ignorante, indudablemente, que han creado un estímulo propicio tendiente a seguir sus orientaciones. Los integrantes de Acción Nacional han podido hacer alarde de lo poco que vale para ellos la Constitución, desde el momento en que conscientemente, a sabiendas de los revolucionarios, han violado los artículos ciento treinta constitucionales, estableciendo conventos, escuelas y la obligación a los niños de esas escuelas, aun de las oficiales, de ir a las procesiones.

Los señores sinarquistas, los líderes de Acción Nacional, han podido hacer alarde de impunidad ante la Revolución y las leyes, desde el momento en que trataron de víctima al señor Presidente de la República y permanecen sin castigo los autores intelectuales de ese atentado.

Los señores de Acción Nacional, los señores de la Unión Nacional Sinarquista, quisieron probar hasta dónde podía llegar su audacia, hasta dónde podía llegar la tolerancia, y en el momento en que quisieron demostrarle al pueblo que el Ejército Nacional no vale nada, en ese momento se pegaron chasco; en ese momento no fueron por la contestación a Roma; la tuvieron en el mismo León. (Risas).

De manera, señores, que una vez ocurridos estos sangrientos acontecimientos que han llenado de luto nuestra alma, porque nos duele la sangre perdida, porque nos duele el sacrificio consumado; sobre la base se estos acontecimientos, los periódicos vendidos a las fuerzas antipatrióticas, los instrumentos del nazifascismo, los periódicos vendidos a Acción Nacional y a la Unión Nacional Sinarquista, sor María de Jesús Guisa y Azevedo, instrumento de los sinarquistas, todos los elementos con que cuenta la reacción para envenenar el corazón del pueblo; todos aquellos que, cuando se trató de asesinar al Presidente de la República y había sucumbido el asesino, trataron de diluir la responsabilidad; trataron de hacer ver que no se trataba de una conspiración; trataron de hacer ver que los que tomaron parte en la conspiración no tenían nexos con el nazifascismo; todos aquellos que trataron de hacer ver que el asesino era un loco; todos aquellos que trataron de cambiar el ambiente para impedirle al Ejecutivo que tomara una acción benéfica, todos ellos se han vuelto a agrupar para crear un estado de desprestigio al Ejército. Estos señores saben que ya el pueblo, por la crítica que se hace en los periódicos, en la tribuna, en los púlpitos, en las sacristías, en los teatros, va perdiendo la fe y el respeto a la Constitución; le ha ido perdiendo la fe y el respeto al señor Presidente de la República. Estos señores están empeñados en llevar a cabo una rebelión en México; lo único que necesitan para poder llevarla a cabo es que el pueblo, la masa, el populacho, le pierda al Ejército el respeto y el cariño que actualmente le tiene. Eso precisamente lo que intentaron, llevando a la multitud, agresivamente, y arrojándola en contra

de las fuerzas federales. Y de aquí, del momento en que las fuerzas federales han tenido necesidad de hacer uso de las armas para hacer respetar la dignidad del Ejército, desde este momento empieza la campaña insidiosa, la campaña llena de deformación de la prensa mercenaria de todo aquello que pueda hacer luz para que se coloque a los responsables en donde deben estar. Desde este momento se empieza a insinuar: "No, el caso de León no tiene conexiones con nada"; y yo siento que de esto participe el señor Secretario de Gobernación, si son ciertas, por supuesto, las informaciones de periódicos que le atribuyen algunas declaraciones. El señor licenciado Primo Villa Michel, muy estimable persona para mí, declara en León que el asunto no tenía ninguna conexión, que era producto del acaloramiento surgido con motivo de las elecciones municipales. Eso es infantil; es infantil que se ponga a pensar así el Señor Secretario de Gobernación, respecto del origen de las cosas cuando está viendo que se trata de un motín típico clerical; que quienes concurrieron allí fueron fuerzas movidas por el Clero, que son las fuerzas que se han movido en las concentraciones del sinarquismo en León, en el Estado de Michoacán, en el de Jalisco y en el de México. Estos contingentes no estaban integrados solamente por electores y votantes despechados; iban acompañados de mujeres y niñas, y, ¿quién movió la masa de mujeres y niños para hacer protestas en la propaganda de Almazán cuando éste luchaba contra Ávila Camacho? ¿De dónde salió la consigna para que se movieran esas mujeres y organizaran en los hogares, en las vecindades, los clubes almazanistas y organizaran actos en contra del general Ávila Camacho? Si no fue de las sacristías, ¿de dónde salió esa consigna? ¿Quiénes son los elementos que pululaban dentro de los contingentes que estaban agrupados frente al Palacio Municipal, que emplearon la técnica, los procedimientos que han empleado los agentes de la Quinta Columna en París?

En los momentos en que la multitud estaba enardecida, sin sentido y desesperada, en ese momento operó la inyección para levantar el espíritu de los fanáticos; y fue así como entonces, desde los magnavoces que conducían los líderes sinarquistas, se empezó a gritar que era necesario resolución para la lucha. ¿Y qué fanático me dan ustedes que sea cobarde? ¿Y qué hombre, que lo sea, no se siente con la suficiente resolución para cuando se le hace un llamado a su hombría, ir adelante frente a sus enemigos?

En el momento en que se empezaba a decir entre la masa que era necesario que se retiraran los niños y las mujeres, ¡ustedes creen que se decía eso porque iba a empezar el baile? Porque sentían que las cosas iban a llegar a mayores, lo hacían para preparar un estado psicológico propio de la masa, para que la mujer fanática fuera al sacrificio, para que aspirara a ser inmolada. Si no, ¿cómo esos señores podrían haber sacado el número de mártires que han sacado y que han capitalizado para arrojar su sacrificio en contra del prestigio de la Revolución y sus instituciones?

Pero no sólo es la táctica de rehuir la responsabilidad; no sólo es necesario esto para los elementos empeñados en eludir la responsabilidad, como cuando el intento de asesinato del señor Presidente de la República, sino que tratan de lograr un objetivo. Estos señores pretenden ahora arrojar sobre el Ejército Nacional la responsabilidad de todo, absolutamente de todo; y yo sostengo, en defensa de la dignidad, y en defensa del cumplimiento del deber de los soldados que, como digo, cuando se les confiere un puesto, tienen que hacer honor a su condición de soldados; yo sostengo que ese motín fue organizado por las fuerzas clericales que organizaron la fuerza política de las mujeres y los niños; que han organizado la fuerza política militarista de los elementos campesinos que hacen desfilar bajo las banderas del sinarquismo; yo sostengo que la responsabilidad de estos hechos no es del Ejército; yo sostengo que la responsabilidad de los acontecimientos sangrientos compete a los líderes de Acción Nacional, que el veinte de mayo dijeron que ahora sí iban por la conquista del poder; y no les arrojo esta responsabilidad, porque no les reconozca derecho como a todos los mexicanos para aspirar a la conquista del poder, sino porque ahora niegan su participación en la matanza; ahora niegan su participación en la política; pero indudablemente que ellos son los responsables de que se haya asesinado al pueblo; yo sostengo que ese motín fue organizado por esos elementos; que fue organizado y llevado a cabo con mujeres y niños y con la masa fanática inconsciente; yo sostengo que intervinieron quintacolumnistas preparados por el fascismo para crear dentro de la multitud un ambiente psicológico propicio al sacrificio; sostengo que la fuerza federal fue agredida; tuvo que contestar la agresión en la única forma que le era dable: con las armas en la mano, y si no estoy en lo justo, desearía que me desmintiera cualquiera de los miembros de la comisión; sostengo que en este mitin tuvieron participación elementos sinarquistas. Entonces, ¿de dónde puede derivarse la responsabilidad de los elementos del Ejército? Subleva el hecho de que Acción Nacional haya acusado al Ejército Nacional de ser el responsable de esos hechos, y la Secretaría de la Defensa Nacional no haya consignado a ese partido para que pruebe sus cargos, eso es lo que debía hacerse, si nos preocupa el prestigio del Ejército Nacional. Indudablemente que, cuando hay una acusación en contra de este organismo, deben tomarse providencias para que Acción Nacional compruebe sus afirmaciones; y debería consignarse también a cuantos han afirmado en los periódicos que el Ejército asesinó y acribilló al pueblo, haciendo gala de sus bajos instintos.

Por esto es que yo vengo decidido a que se encause el debate dentro de estos puntos de vista fundamentales; y quiero que me digan los elementos de la comisión: ¿Es o no cierto que los sinarquistas y los demás líderes políticos que apoyaban al candidato de la oposición, organizaron el motín y arrojaron a la gente en contra del Ejército? Yo suplico que algún miembro de la comisión me diga si no es cierto.

El C. Moreno Sánchez Manuel: No es cierto.

El C. Amilpa Fernando: ¿Por qué?

El C. Moreno Sánchez Manuel: Lo que la Comisión sostuvo, tanto por la voz del senador Martínez Chavarría, como por la mía, es esto. El motín existió; se hizo por las gentes reunidas en la Plaza de León, entre las que indudablemente debe haber habido sinarquistas, puesto que en León los hay, miembros de Acción Nacional, puesto que en León los hay, miembros de la C. T. M., puesto que en León los hay, y todos los demás elementos.....

El C. Amilpa Fernando: ¿Usted los identificó?

El C. Moreno Sánchez Manuel: No los identifiqué, porque yo no estuve. Usted sabe perfectamente que nosotros llegamos dos días después de los sucesos. (Risas y aplausos).

El C. Amilpa Fernando: Entonces tengo que lamentar que la Comisión no haya rendido un informe eficaz. Como no estuvo allí, no puede naturalmente decir de qué color llevaban los calzones los sinarquistas. (Risas). Entonces tiene que atenerse a los hechos y hace usted la afirmación audaz de decir que estuvieron elementos de la CTM, cuando no los ha identificado. Siquiera usted hubiere dicho: "me dijeron".....

El C. Moreno Sánchez Manuel (interrumpiendo): Con el mismo derecho que usted afirma que fueron los sinarquistas, no estando usted allí, yo afirmo que no fueron los sinarquistas, aunque tampoco yo haya estado allí. (Risas y aplausos).

El C. Amilpa Fernando: Yo tengo el derecho de acusar a esos hombres, porque soy enemigo del sinarquismo; pero le reconozco a usted el derecho de defender a los sinarquistas, porque pueda usted creerse su amigo o quiera aparecer como su defensor.

De manera, señores, que voy a hacer otra pregunta a la Comisión: ¿Se trató o no, por la multitud, de agredir a la guardia del Palacio Municipal?

El C. Presidente: Tiene la palabra la Comisión para contestar.

El C. López Cortés Francisco: Por voz del senador Martínez Chavarría y el diputado Moreno Sánchez, se ha afirmado que hubo provocación de parte de la multitud; pero precisamente en los términos que expresan en su informe.

El C. Amilpa Fernando: ¿Cuáles son esos términos?

El C. López Cortés: Se afirma que un muchacho que formaba parte de la multitud lanzó imprudentemente un petardo a la guardia, y se afirma también, como antecedente de esta provocación, que las gentes que ocupaban los altos del edificio del Casino en León, arrojaron a los agraristas, agrupados en los bajos, unas botellas conteniendo substancias corrosivas. Se afirma también que se lanzaron gritos soeces a la guardia. Esto y algo más, que no recuerdo, fueron los términos en que se informó que la multitud provocó a la guardia que estaba en el Palacio Municipal.

El C. Amilpa Fernando: ¿Entonces hubo provocación a la guardia? Perfectamente bien.

Señores: Aquí es donde a mí me interesa fijar la atención de ustedes. Hubo provocación a la guardia. ¿Quién la provocó? Una multitud que arrojaba piedras y que tenía en sus manos botellas con líquidos incendiarios; una multitud que pretendía entrar al Palacio Municipal. El Palacio Municipal estaba resguardado por tropas federales. Con fundamento en lo dicho por los miembros de la Comisión al contestar la pregunta que les he hecho, yo declaro que el Ejército cumplió con deber; pero que estas cosas no deben quedar dichas nada más aquí; porque establecer que el Ejército cumplió con su deber al repeler una agresión y pensar que con la desaparición de los Poderes del Estado de Guanajuato, vamos a poner punto final a una situación y a la existencia de una fuerza que ya creó ese problema, y lo seguirá creando en toda la República, es hacernos tontos.

Para continuar y una vez que por boca de uno de los miembros de la Comisión, la responsabilidad del Ejército ha quedado perfectamente aclarada porque no la tuvo, ya que no hizo sino defender la posición que se le había conferido en cumplimiento de su deber, queda entonces por averiguar cuál es la responsabilidad política y de quién.

Yo esperaba que el diputado Moreno Sánchez lo dijera; pero parece que él no sabe que hay unos partidos que se llaman "Acción Nacional" y "Unión Nacional Sinarquista"; sin embargo, yo voy a decirlo: los líderes de "Acción Nacional" y sinarquistas, como ya lo dije en la ocasión pasada, no pueden ser considerados, con motivo de los sucesos de León, como los que estaban en ese momento realizando la Revocación en México; pero sí son los organizadores de un motín que tenía como objeto pisotear la dignidad del Ejército Nacional. El motín trajo sus consecuencias y estos señores han solicitado del gobierno la desaparición de poderes del Estado de Guanajuato y, además, han solicitado la intervención de la Suprema Corte.

Yo pienso que como las fieras que están ya satisfechas de sangre, los señores de la oposición, mejor dicho, por qué no hablar aquí de los sinarquistas y Acción Nacional; yo pienso que estos señores van a darle instrucción a las gentes que tienen la redacción de los periódicos, para que sigan una nueva táctica. Ya salió el retrato del señor Presidente de la República, con una nota que dice: "No defraudó a su pueblo". Y alguien preguntaba: "¿Y deja que se ofenda al Ejército? ¿Qué no le preocupará al Presidente de la República la situación del Ejército y qué nos preocupará a nosotros también? ¿Por qué no defraudó a su pueblo el Presidente de la República? ¿Por qué accede a las demandas del sinarquismo y de Acción Nacional? Yo creo que es una forma de apreciar las cosas un poco a la ligera. Nosotros tenemos que apreciarlas en otro sentido: El señor Presidente de la República no defraudó al pueblo, desde el momento en que para obrar como lo ha hecho, tuvo, pienso yo, la evidencia de la imposibilidad de seguir manteniendo en el Estado de Guanajuato una situación que había propiciado la concurrencia de intereses políticos que definieron una situación en favor del señor Ernesto Hidalgo. Esa es la única razón. Ninguna otra.

Pero, pienso yo, que para evitar que se sigan las investigaciones respecto a la responsabilidad de los líderes de Acción Nacional y del sinarquismo, van

a deformar los hechos y se va a hacer silencio sobre lo que no convenga. Ya lo veremos. Ya, según los periódicos, - según yo no - se sacrificó al Jefe de la Guarnición de León; ya se va a correr al Gobernador Hidalgo; de manera que ya esos señores por lo pronto, han logrado para ellos una victoria; ahora, lo que les interesaría, es que se diluyan las cosas; ya empezaron a ver satisfechos sus deseos; no se tuvo la precaución, por las autoridades de León, de tener incomunicados a los que aprehendieron, y ésta es una actitud de parcialidad respecto de los elementos sinarquistas. La policía no tuvo el buen cuidado de coger a cada uno de los individuos que encontró con tiros en la bolsa, y ponerlos incomunicados; y esto trajo como consecuencia que al día siguiente estos hombres rindieran declaraciones uniformes en el sentido de que si cargaban las balas en los bolsillos, era porque de chiquitos les gustaba mucho los confites y porque no les gustan los tiros en las cananas. De manera que esa es la consecuencia de una actitud de parcialidad, producto de esa condescendencia y de esa tolerancia del Gobernador Hidalgo para con los sinarquistas. El sinarquismo está incrustado en todas partes, y no se qué pensar, no puedo todavía discernir con claridad lo que habrá en la Procuraduría General de la República, cuando vi a Gómez Morín desfilando junto con el Jefe de la Policía Judicial Federal en una manifestación que se hizo en contra del Ejército Nacional. Hasta allá llegan las cosas; hasta allá estamos saturados de sinarquismo. Vean ustedes en manos de quiénes están las investigaciones en contra de los sinarquistas; vean ustedes en manos de quiénes están las investigaciones que se llevan a cabo para dilucidar cuál es la responsabilidad política de tales o cuales personas; y si el Jefe de la Policía Judicial de aquí ha empuñado, junto con Gómez Morín, la bandera nacional, para ir en una manifestación de protesta en contra del Ejército, pues los gendarmes de León, creo que no vacilarán en coger un Crucifijo, los incensarios, las campanas y no sé qué tantas otras cosas, para hacer cosa igual.

Estamos rodeados de un ambiente sofocante de conspiradores dentro del Gobierno; entonces es necesario insistir en el hecho de que no nos vamos a conformar con lo que se ha hecho en la actualidad. No; políticamente, ante la conciencia nacional, si todavía tenemos algún prestigio, compañero Moreno Sánchez, las palabras que usted ha emitido relevando al Ejército de responsabilidad, políticamente pueden servir para volver sus fueros al Ejército; pero piense que la opinión pública está desorientada, y la opinión pública nos es adversa por virtud de la propaganda que realizan con el dinero de "Acción Nacional" todos los periódicos vendidos al nazifascismo. Mas no con esto hemos terminado la cosa; de todas maneras está en entredicho el prestigio del Ejército, porque se ha removido al jefe de la guarnición, y con esto se da lugar, indudablemente, a que en lo sucesivo no haya un jefe de operaciones dispuesto a reprimir a los motineros, a los que levanten las masas para arrojarlas contra los soldados.

Si esto se hace hoy en Guanajuato, no habrá Gobernador que quiera en lo sucesivo -no porque Hidalgo haya cumplido con su deber, sino por una extraña asociación de ideas y por el sentido de conservación - , no va a haber quien quiera pensar en la conveniencia de tocar a estos señores, y seguirá violándose el artículo tercero y el 130, hasta que, cansándose la paciencia de los revolucionarios se obligue a éstos, a que mano a mano, se enfrenten con los canallas. Eso es lo que veo que va a dar lugar tal actitud, porque indudablemente no estamos propiciando otro estado de cosas. Que la Corte ya intervino ¡vamos a ver! Por primera vez en su vida, la Corte va a inmiscuirse en las cuestiones políticas. Se desentienden los señores que votaron la resolución propuesta por Hilario Medina y otros magistrados, de que si se expidió la inamovilidad fue para sustraer a la Suprema Corte de Justicia de los vaivenes de la política electoral; se desentienden de que nunca la Corte había participado en una cuestión política, y se desentienden de la crítica que los elementos revolucionarios hemos hecho en contra de esta institución, calificándola de estar integrada, en su mayoría, por elementos desafectos a la Revolución y al régimen.

No es el primer caso que tiene la Corte de violación de garantías constitucionales, y siempre ha cerrado sus oídos y el corazón a las demandas de los trabajadores. ¡ Ah ! Pero ahora lo demanda "Acción Nacional", y ¡cómo no! Indudablemente hay que darle gusto y ahí tendremos a los señores de la Suprema Corte, sirviendo de comodín a los elementos de Acción Nacional, para realizar una investigación política que ¿hasta dónde irá y cómo se hará? De donde partió el señor licenciado Villa Michel para decirnos que todo es producto de un acaloramiento, de una borrachera cívica. Es necesario que se piense en la necesidad que hay de intervenir para esclarecer hechos, que han contribuído a trastornar el orden público.

Los señores magistrados de la Suprema Corte, no podrán partir del hecho simple de que hubo una agresión contra el Ejército y éste contestó con las armas. Si ellos efectivamente se preocupan por el orden público, tendrán que investigar qué estado morboso, psicológico, hizo a la multitud lo suficientemente valiente para arrojarse en contra del Ejército, que tenía las armas en la mano; y entonces no podrán salvarse los señores de Acción Nacional y los sinarquistas; entonces estarán condenados para siempre.

Hoy, por un simple ayuntamiento, la Corte ha violado toda una ejecutoria seguida a través de los años. Vamos a ver en lo sucesivo cómo actúa la Corte. Son muchos los casos que nosotros tenemos que lamentar de imposicionismo, en que se lesionan los derechos de los obreros y en que se asesinan a los líderes de los mismos; son muchos los casos de nepotismo que hemos denunciado en la tribuna de la Cámara; son muchos los que se dicen amigos del señor Presidente, y no lo son; son muchos los que se dicen revolucionarios y no lo son, y en manos de esos muchos están los destinos de la Revolución y de la Patria. Así es que en lo sucesivo tendremos que llamar la atención de la Suprema Corte respecto a estos casos, y entonces

vamos a ver si la Corte interviene y qué clase de investigaciones hace y qué clase de opiniones emite. Ya nosotros nos imaginamos cuáles sean.

Tal vez procediera con injusticia si me anticipara a calificarlos con falta de pruebas en la mano; pero cuando hay Magistrados que sustentan el criterio de que los hijos naturales no tienen ningún derecho; cuando hay Magistrados que piensan que el trabajador no tiene derecho a optar por la indemnización o por el cumplimiento de su contrato de trabajo; cuando hay Magistrados tan despiadados que les quitan a los trabajadores el derecho de demandar el pago de horas extraordinarias; cuando hay Magistrados tan despiadados que han hecho una piltrafa de las conquistas proletarias, y tengo derecho a anticipar que una resolución demandada por nosotros, tendrá indudablemente que ser en sus puntos adversa a los intereses de los trabajadores. ¿Por qué? Porque muchos de estos señores están vinculados fundamentalmente con la clase conservadora, porque están vinculados a la clase reaccionaria, porque son elementos militantes de la reacción. Si no, ahí está el Magistrado De la Fuente que no desperdició la primera oportunidad que se le presentó para atacar el Estatuto Jurídico de los trabajadores al servicio del Estado. Vamos a ver para lo sucesivo el comportamiento de este Tribunal; pero cualquiera que sea su resolución pienso que se ha metido en un "berenjenal" del que no se saldrá. ¡Mejor! Porque esto nos dará derecho a combatir a esa Corte, a seguir combatiendo a la Ley de Inamovilidad, con justificación, porque la política arrastra, mancha los camisones más limpios, y eso señores Magistrados no los tienen muy limpios.

De manera que por todas estas razones, sostenemos que parte de la situación de Guanajuato, desde el punto de vista de que se trata de un pleito entre sinarquistas, a nosotros nos causa una profunda satisfacción, para que vean los que están propiciando el desenvolvimiento de las fuerzas sinarquistas desde los Gobiernos de los Estados, cómo el Clero los aprovecha, les forma su teatrito, y cuando no le convienen, los tira. Este es el escarmiento; es lo que deben de ver algunos gobernadores de los Estados. Nosotros tenemos fe en el porvenir y en la Revolución. El señor Presidente de la República trata de satisfacer al pueblo. Ojalá lo logre, ¡Ojalá lo logre! Ojalá obtenga hoy lo que no ha obtenido nunca. Ojalá, si no se disolvió la Unión Nacional Sinarquista cuando se modificó el artículo tercero constitucional; ojalá, si no se disolvió cuando se reformó la Ley Electoral; ojalá, si no se han disuelto todas las organizaciones de oposición, ante la conducta limpia y magnífica del señor Presidente de la República; ojalá éste sea el principio de una nueva era; pero nosotros tenemos derechos a dudar que pueda ser eficaz la desaparición de poderes del Estado de Guanajuato para que se establezca en México una era de paz. Nos seguirán combatiendo sin piedad, ellos quieren el poder y no han de transigir. Acaso pudieran estos partidos causarse, los elementos sinarquistas y Acción Nacional; pero el Clero no se cansará nunca; ése seguirá siempre sobre la brecha y para soliviantar al pueblo; y para llamar a los fanáticos a la rebelión; y para insinuarles que nada deben temer de los soldados; y para enseñarles que todo lo deben esperar de la gloria de Dios. Ahí está la convocatoria del Papa Pío XII, que ha hecho el elogio de la rebelión cristera. Es necesario que nos demos cuenta del estado caótico en que vivimos; es necesario acabar con las contemplaciones. Todavía es tiempo de que nos salvemos; todavía es tiempo de tomar medidas drásticas y enérgicas; la observación de los próximos acontecimientos deberá servirnos para constatar si es verdad, como lo dicen algunos editorialistas, que se ha hecho justicia al pueblo, y si de nada sirve habérsele hecho justicia. Observemos actos sucesivos, si ya no hay concentraciones políticas fanáticas de los sinarquistas; vamos a ver si en el nuevo Gobierno de León no van a tener asiento esos líderes del sinarquismo, que fueron libertados en cuando dieron la mano al licenciado Primo Villa Michel; vamos a ver si actúan, como dicen ellos, con un sentido patriótico, y si no se sigue violando el artículo tercero constitucional. Vamos a ver, por último, si no se sigue atacando al régimen, organizando a las mujeres y llevándolas como escudo a los mítines políticos subversivos, si no se sigue envenenando la mentalidad del pueblo en contra del régimen de la Revolución.

Si dejan sus viejas tácticas los líderes de "Acción Nacional" y de la "Unión Nacional Sinarquista", podremos decir entonces que son sinceras sus afirmaciones de que se hizo justicia al pueblo; pero mientras mantengan sus pendones de odio, de venganza y de oposición al régimen, tenemos derecho a seguir diciendo que la justicia humana del señor Presidente de la República no sirvió para nada, y es necesario seguir combatiéndolos. Yo estoy seguro que, seguiremos contando con el apoyo moral del Presidente, y cuando venga otro Presidente, tendremos también su apoyo; y entonces, compañeros, cuando comprobemos que de nada sirve ser generosos con los enemigos de la Revolución y nos cansemos de estar tolerando al clero y a los sinarquistas, adoptemos las medidas drásticas que hasta ahora no hemos querido tomar. ¡Ojalá y no tengamos que lamentar que haya sido demasiado tarde.

El C. Presidente: Tiene la palabra el ciudadano Ojeda.

El C. Ojeda Nabor: Compañeros:

Voy a ser breve. No quiero dejar de expresar mi pensamiento en cumplimiento de mi deber, tanto en mi carácter de senador como en el de revolucionario.

En esta sesión hemos debatido graves cuestiones, grandes pensamientos. Yo estoy de acuerdo en que la Comisión ha hecho todo lo posible por traernos una información más o menos apegada a la verdad y más o menos humana dentro de la situación en que se desarrollaron los sucesos de León.

En la otra vez no fui de los que aprobaron cuando dijo el compañero Moreno Sánchez, que aquí no se venía a engañar a nadie. No lo aprobé porque soy muy desconfiado. Ahora sí apruebo que la Comisión no ha engañado a nadie; pero antes sí, y

no digo esto porque me falte cariño para los compañeros de la Comisión, no porque sea yo enemigo de los compañeros de la Comisión; entre ellos hay compañeros de escuela que bastante aprecio y ellos lo saben; pero como no se trata de cuestiones personales, sino que se trata de grandes intereses del país, no vamos, pues, a dilucidar cosas ni con el apasionamiento que ciega las voluntades, ni tampoco con el interés político en tanto no se haga justicia al pueblo.

Mi punto de vista es que no se trata de una cuestión particular de León. Yo disiento en este concepto de la Comisión y de todas aquellas personas, por más respetables que sean, que afirmar que es una cuestión particular de elecciones de León. Ya lo dije la vez pasada: se trata de desarrollar un plan, se trata de vulnerar a la Revolución en todo lo que ella tiene de grande y a la vez, también, de minar las instituciones del país.

Hay gentes que llevadas en esa vorágine de querer justificar los sucesos de León, como una cosa particular, se van sumando, muchas veces hasta sin quererlo, a esa corriente de opinión que se ha venido a asentar aquí.

Yo acepto la desaparición de Poderes del Estado de Guanajuato, porque la creo necesaria, y como ejemplo para muchos gobernadores que no atienden al pueblo, a la voluntad del pueblo; pero yo tampoco sustraigo, aunque sea miembro del Partido de la Revolución, la culpa, también, al Partido, de no intervenir activamente en estas cosas y dejar que los gobernadores hagan lo que les de la gana. (Voces: No puede). Por eso acepto la proposición, digo, con la esperanza de que sea un ejemplo en lo futuro, nada más; pero aplaudo al señor Presidente que atiende esta recomendación por lo que tiene de saludable, no por lo que pide "Acción Nacional", no por lo que pide una pandilla de individuos ya pasados a la historia, que desfilan por las calles de México pidiendo justicia; son tan desvergonzados que cuando estuvieron en el poder, ¿a quién hacían justicia? A un Esquivel Obregón; la cara se le había de caer de vergüenza cuando fue miembro del gabinete de Victoriano Huerta! ¿A quién le hacían justicia con Victoriano Huerta? Y venir al amparo de las libertades de la Revolución y al amparo de la bandera de la patria; y venir a insultar al Ejército, al Presidente de la República y a la Revolución junto con los tránsfugas enriquecidos de la Revolución, amamantados de la Revolución a desfilar por la ciudad de México!

¡Qué esto es una cosa local! No, señores, no es una cosa local. El panorama se extiende a todo el país, y si no, vean ustedes con qué júbilo reciben ciertos sectores y hasta ciertas gentes lo que pasa en León, saludable remedio para Monterrey: ya renunció el Ayuntamiento de Monterrey. Se alegran, baten palmas; pero no lo dicen porque haya justicia para el pueblo; lo claman y afirman sus pendones, porque dicen que es un triunfo de la reacción, que es un triunfo de "Acción Nacional" y un triunfo del sinarquismo.

Yo jamás he pretendido que se aherroje la conciencia y la libertad de prensa, jamás; pero sí veo claramente que los periódicos que forman la opinión en México desgraciadamente están unidos a la reacción y al sinarquismo, en vez de orientar al pueblo sobre un camino más justo y real. No merece el Presidente Ávila Camacho que así se le trate, no merece que se le insulte, que se desvíen los acontecimientos morbosamente, tergiversando los hechos y lanzando insultos al Ejército. Yo protesto como miembro del Ejército por todas esas patrañas, por todos esos insultos injustificados y por todas esas calumnias.

¿Qué haría un soldado ante una multitud que se le abalanza? O defender su sitio cuando lo obliga la ordenanza y el honor militar, o dejarse desarmar por la multitud, cegada por las instigaciones de toda una clerigalla que incita al pueblo a que todos los de "Acción Nacional" mañosamente se distribuyan entre la multitud. ¿Qué quieren que el coronel Olvera estuviera en el banquillo de los tribunales militares, juzgado por falta de valor civil y por falta de valor militar, al dejar desarmar a todos los soldados que custodiaban la posición que se les había encomendado?

No estoy de acuerdo con los compañeros si nada más se refieren a los casos en que el Ejército ha servido de policía, indebidamente. Yo sostengo que para evitar al Ejército esas cosas, esos entredichos, como decía el compañero Amilpa, y esas malas ideas y calumnias de los periódicos vendidos a la reacción, que se evite por todos los gobiernos del país que el Ejército se tome como instrumento para resguardar elecciones o autoridades más o menos legales en el país.

Allí está la causa fundamental de estas cosas. Que los gobiernos locales no hagan mal uso de la Constitución al pedir refuerzos a las fuerzas militares para hacer respetar el orden, para ir a proteger todos sus mangoneos y chanchullos políticos con el Ejército, para evitar que el pueblo se haga justicia, para evitar que los ayuntamientos locales vayan a la Comuna. Allí está la causa; allí está el mal. La política debe resolverse dentro de esa misma acción política que estamos desarrollando, pero de una manera limpia, clara.

Se dice que el Ejército no debe ser policía. No es esa la causa. Los gobernadores, al solicitar el auxilio de la fuerza militar, no la solicitan para la policía, la solicitan para ir a defender sus atracos políticos en los ayuntamientos y en todas partes donde tratan de imponer al amigo o gentes que van a succionar al pueblo, como lo han hecho en todas partes. Y esa petición la hacen alegando el artículo correspondiente de la Constitución que en estos momentos no recuerdo, para poder satisfacer sus intereses personales, no los intereses del pueblo ni tampoco para guardar el orden de un ayuntamiento legalmente electo; y también solicitan las fuerzas federales para las juntas computadoras.

En estos casos, compañeros, decía yo, que no estoy de acuerdo en considerar el caso de León como un caso particular, y disiento también del señor Secretario de Gobernación, aunque es muy buen amigo mío, pero no creo que esté en lo justo, y más todavía que, como Secretario de Gobernación, le haya llevado al señor Presidente esta información.

Las cosas pasaron en León en la misma forma que pudieran ocurrir en el Palacio Nacional. Todo esto, señores, se está extendiendo en todo el país. La prensa lleva a todos los rincones del país lo que dice un tal Denegri: que Porfirio Díaz usaba su caballería para los franceses, pero no para los pobres; o lo que dice Piñó Sandoval, que usa sus columnas para injuriar al Ejército; y lo que dicen también otras gentes que creen que su opinión personal, su partido mismo, su interés personal es lo que sé está dirimiendo en estos momentos en la República. No, señores, se están dirimiendo los intereses generales de la República y de la Revolución.

Señores: nos hallamos en dos caminos opuestos ya: la Revolución, cree que debe seguir su camino arrollador, imponiendo todos los principios del pueblo; la reacción, cree que ya llegó el momento de levantar la cabeza para disputar al gobierno todo lo que signifique poder.

Mentira que la Unión Sinarquista sea apolítica. Ya conocemos todos esos grupos y lo que refería el compañero Amilpa de la Procuraduría. No solamente eso, compañero Amilpa, de que el Jefe de la Policía Judicial fuera a desfilar allá con toda la reacción de México y con la hez de la reacción de México, con las "excelencias" del tiempo pasado. No, cada vez que se ven amenazados los jefes sinarquistas, se van a refugiar a la Procuraduría (Risas y siseos). ¿Qué van hacer estos señores ahí? ¿Qué van hacer estos señores ahí? Esto es precisamente lo que hay que dilucidar en la Procuraduría. Yo tengo periódicos en donde informan -no sé cómo se llaman estas gentes sinarquistas - (risas) que van con el Procurador a decir que allí están presentes y que no han hecho nada. De manera que lo primero que debe hacer el señor Jefe de la Policía Judicial es no poner en entredicho al Gobierno; en ese sentido lo que debe hacer es renunciar y entonces ir a ponerse al frente de los suyos; ir a desfilar lo mismo con Esquivel Obregón que con cualquiera; pero que no venga a hacer bandera en todas las calles de México para insultar a México.

De manera que yo voto conscientemente en favor de la iniciativa del Ejecutivo. Creo que es justa; su misma exposición lo detalla y nos convence de que deben desaparecer los poderes. Pero lo hago, compañeros, con la esperanza de que aquí se acaben todas estas cosas; se modifiquen esos procedimientos. Que los señores gobernadores de los Estados sepan, de aquí en adelante, a qué atenerse. Que ya sea una cosa limpia en ese sentido. Y por otro lado, que sepan, de una vez por todas, el Clero y todos los sinarquistas y todos sus allegados y todos los neorrevolucionarios y todos los que tienen en sus casas y ventanas: "Aquí no hay protestantes; aquí hay católicos". (Risas). Y les puedo detallar de muchos funcionarios públicos que tienen en sus ventanas eso, porque he tenido curiosidad de ir visitando algunos compañeros para ver cómo andan. (Risas). Y si nos quitáramos las camisas ¡hay, Señor! ¡Cuántos escapularios saldrían! (Risas).

De manera que estamos viviendo un clima especial, un clima en que peligra la Revolución, no por nuestros enemigos, que los conoce el pueblo, sino por los que estamos dentro de la Revolución. Eso el tiempo lo dirá, el tiempo que es buen amigo y sabe desengañar.

Por otro lado, debo decir también que en este momento que vive México se está dando el espectáculo, como en todas partes, de que todo el derecho penal es para el pueblo pobre, y el civil para los ricos. Por eso me lamentaría que el pueblo fuera el pagano en este asunto de León. Los demás no van a ser castigados ni denunciados siquiera. Ya ven ustedes que la comisión que mandamos a León no nos a dicho nada de quiénes fueron los responsables, pues, como vulgarmente se dice, se han salido por la tangente.

Ahora, por lo que respecta a la Corte, ya sabemos su filiación: es una Corte que no ha tenido el pudor suficiente para devolver a los terratenientes doscientos y tantos ejidos mediante amparos y chicanas de leguleyos. ¿Qué podemos esperar de la justicia en estos casos en que la política entra en efervescencia y que los ministros andan viendo dónde se colocan y dónde queda el colorado?

Conste que el señor Hidalgo ni lo conozco siquiera. Decir que le gustan mucho los dados, eso lo saben muchos de los compañeros que andan con él. Felizmente, tocó el caso de que este señor está catalogado dentro de la Revolución entre gentes definidas como revolucionarias, sí no, estuviera peor, si estuviera entre gentes que se han venido colando a medida que la Revolución ha sido paciente y que a un señor Padilla le gustó porque era periodista y jugaba a los dados. Que hablen sinceramente los revolucionarios de Guanajuato, que los hay por miles, si no había otros mejores que Ernesto Hidalgo. (Una voz: La C. T. M. apoyó a Hidalgo). No tendríamos la vergüenza que estamos pasando hoy; no tendríamos esa vergüenza si se hubieran elegido verdaderos revolucionarios.

Tampoco acepto yo la situación de acomodamiento del compañero Amilpa para no resolver situaciones cuando se eligen los gobernadores. Se quiere andar entre las ramas a ver qué resulta. No, compañeros. Este es un asunto serio; este es un asunto donde se juegan los intereses del pueblo, donde se juega el sacrificio de miles de gentes que se han muerto por la Revolución. No vengamos aquí con pañales calientes a ver si nos contentan o no. Es necesario, compañeros, jugarnos el todo por el todo; ya comenzó esta época y hay que tomar al toro por los cuernos; de manera que no queramos más menear este asunto, porque es necesario que estas cosas se aquieten; pero ojalá pudiera decir a ustedes que no se va a hacer justicia con los verdaderos responsables, con los directores intelectuales que vienen a escuchar aquí qué decimos los revolucionarios para orientarse y hacer sus planes allí afuera. Esos no van a ser castigados, ni tampoco se va a consignar a los columnistas de la prensa que han estado insultando al Ejército. Todos esos se van a quedar en sus casas muy quietos. El pueblo se murió y se acabó todo. No, compañeros. En eso no estoy de acuerdo. En esa medida de la justicia tampoco estoy de acuerdo. Debe buscarse la investigación, debe buscarse

a los responsables intelectuales de esta situación en que vivimos y no dejar a esas gentes que al salir de aquí, se vayan riendo de todos nosotros y digan: "ya los hicimos pelear unos con otros". A mí no me han hecho pelear contra los revolucionarios. Yo sé perfectamente cuál es el enemigo común del pueblo y todavía nos vamos a disputar en las casillas esa situación. No crean que le vamos a dar esa situación a "Acción Nacional" y a los sinarquistas para que nos quiten las conquistas de la Revolución. No señores, todavía somos hábiles para pelear y contradigo también a otro compañero que decía que ya el Ejército estaba construído por ricos y por jefes barrigones que ya no podían pelear. (Risas). ¿Que ya no pueden pelear? Pues se equivoca ese compañero, porque todavía podemos pelear, y todavía podemos pelear con orgullo al lado del pueblo, que es lo más difícil, y en que no se han fijado estos compañeros.

Vean, pues, como hasta dentro de nuestras mismas filas nos insultan, y ya a otro día, en la misma sesión, nos andamos apapachando. Es necesario que nos fijemos en esas cosas, y me importa poco que silben o que se contenten. Yo digo mi pequeña verdad y quedo satisfecho cuando me paro en la tribuna a defender al pueblo. Esa es mi misión, esa es mi obligación. De manera que no les extrañe, compañeros; pero tengan en cuenta lo que les digo: los responsables intelectuales se van a estar riendo de las muertes de León, y en ese caso no se ha hecho justicia.

El C. Figueroa Figueroa Ruffo: Pido la palabra para una aclaración.

El C. Presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Figueroa Figueroa Ruffo: Compañeros: Yo considero necesario hacer algunas aclaraciones en relación con lo que se ha dicho en esta histórica sesión. En primer término, la Comisión ha informado, se ha concretado a rendir su informe de la investigación que realizó en el lugar de los hechos, y llegó a las siguientes conclusiones: primera, que al calor de la lucha cívica se había organizado un mitin en el que habían participado gentes de buena fe y elementos al servicio de las fuerzas más regresivas de nuestro país; que como ellos mismos afirmaban, creen y aseguran que fueron los que instaron a la opinión del pueblo leonés para empujarlo a adoptar la actitud de provocación que se hizo al Ejército. Afirmaba el compañero Moreno Sánchez que en publicaciones locales anteriores, se venía instando y preparando la conciencia de rebeldía del pueblo leonés para ganar la lucha cívica a través de una agresión. Ellos no han negado que hayan participado elementos sinarquistas; por el contrario, creen que los elementos sinarquistas fueron los primeros en incitar a la opinión ciudadana de aquel lugar, para colocarlos en la situación que conocemos. Agregan que el Ejército o que la guarnición fue provocada; que los soldados cumplieron con su deber, y luego el compañero Amilpa apunta y dice que es un pleito de sinarquistas, lo mismo los que están en el poder que los que están fuera de él. Yo quiero ser muy optimista y creer eso, y quiero creerlo, pero mi conclusión será la siguiente: que se trata en este acto solemne de hacer justicia y que se principia a hacer justicia en contra de los que se cree que fueron responsables, en el primer caso, en contra de las autoridades. ¿Y por qué hemos de creer, como dice Ojeda, que los demás responsables van a permanecer impunes? ¿Vamos a dudar de la calidad del régimen, de su espíritu de castigar a los responsables, como lo ha declarado categóricamente el señor Presidente de la República? ¿Vamos a pensar que con la salida solamente de las autoridades del Estado de Guanajuato se va a cubrir con un velo todo lo ocurrido? Pienso todo lo contrario, compañero Ojeda, y pienso todo lo contrario de las afirmaciones que se han hecho en esta ocasión. El Gobierno de la República pretende castigar a todos los responsables, sin excepción, lo mismo al que está ocupando un puesto de responsabilidad y que no haya sabido cumplir con su deber, que a los elementos prevaricadores, enemigos del progreso de la Revolución mexicana, quienes están incitando al pueblo para proseguir la masacre.

En consecuencia, vamos a dar nuestro voto en el sentido que se ha propuesto, conscientes de que esa es una victoria de la Revolución, y que del sector revolucionario depende también el que se aplique mano de hierro a todos los elementos responsables, enemigos de la Revolución que forman parte de los partidos Sinarquista y "Acción Nacional", que se han venido ocultando tras las libertades de nuestro régimen, para cometer agresiones. Que quede perfectamente aclarada mi opinión. Sí confío en el régimen actual y tengo confianza en que no sólo se castigará a las gentes que actualmente tienen el poder en sus manos en el Estado de Guanajuato, sino que habremos de extremar nuestras investigaciones, nuestra fuerza moral y material de que disponemos para castigarlos con todo el rigor que se merecen. (Aplausos).

El C. Ojeda: Una aclaración.

Que me diga la Comisión quiénes son los responsables de esta masacre. Quiero que se precise. ¿Hay presos en la cárcel de León?

El C. Martínez Chavarría: El compañero Nabor Ojeda ha hecho pintorescas investigaciones en torno a esta cuestión; nos ha divertido sobremanera, porque no ha fijado su pensamiento, sino que ha querido que la Comisión propusiera un artículo para que se fusilara a todos los que no piensen como nosotros los revolucionarios.

Hemos dicho que hemos ido a hacer una investigación netamente política y a establecer quienes han sido los responsables, y el Procurador de Justicia Militar, ha salido, por instrucciones de la Secretaría de la Defensa, a hacer lo mismo en el orden penal. Ya las autoridades están investigando. Tengo la misma convicción que el compañero Figueroa y me satisface haber oído estas frases: que tenemos fe en el régimen y confiamos que se hará justicia.

El C. Flores M.: Pido que se pregunte si el asunto está suficientemente discutido.

El C. Ojeda Nabor: He dicho mi pequeña verdad como he podido.

No vengo a decir cosas bellas, ni tampoco, como

ha dicho el compañero Martínez Chavarría, a divertir a ustedes. En este caso, que Martínez Chavarría, que es pintoresco, nos venga a divertir, pero rechazo terminantemente la alusión. El ha venido a capitalizar su situación política y a decir que él vela por el Ayuntamiento, y más allá, y resulta que no. (Risas) Yo rechazo esa situación. No he venido a decir mi pequeña verdad a través de discursos bellos, porque no los puedo decir. Digo lo que pienso y lo que siento.

Por otra parte, la capitalización que se quiere hacer de que yo dudado del régimen, tampoco me hiere, porque el señor Presidente y todos saben quien soy yo. Así es que no me importa esa situación. Lo he dicho, porque los periódicos mismos lo han dicho. Yo no he ido a León. Por eso pregunté a la Comisión: ¿Hay algunos de los intelectuales, de los responsables intelectuales presos en la cárcel de León? No los hay. Eso es lo que digo y lo que pienso: que mientras se han muertos unos cuantos del pueblo, mientras al Gobernador Hidalgo se le ha castigado, porque es responsable también de esa situación, los que lanzaron a la multitud, no están en la cárcel. Yo tengo derecho a reclamar que también se les castigue.

El C. Moreno Sánchez Manuel: Pido la palabra.

El C. Presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Moreno Sánchez Manuel: En las investigaciones hechas por la Procuraduría en el Estado de Guanajuato, con motivo de esas investigaciones, existen tres personas enjuiciadas, o sean tres de los dirigentes de la Unión Cívica Leonesa, que están libres bajo las reservas de la ley y entre tanto se realizan las demás investigaciones. La comisión tiene una copia proporcionada por la Procuraduría del Estado, en donde constan las declaraciones de ellas y los motivos por los cuales provisionalmente están libres.

El C. Presidente: Tiene la palabra el ciudadano senador Fernando Amilpa.

El C. Amilpa Fernando: Señores diputados y senadores: Pedí la palabra para alusiones personales, pensando que el señor diputado Ruffo Figueroa me aludía cuando decía que él sí tenía confianza en que se haría justicia en esta vez, que yo no tengo confianza porque conozco que la generosidad del señor Presidente de la República no tiene límites.

El hombre que intentó asesinarlo, murió porque intentó fugarse; si no, ese hombre estuviera con vida, y los sacerdotes y los militares que intervinieron en esa conspiración, para atentar contra su vida, no han sido castigados. Por eso yo pido que en esta ocasión se les castigue.

Por otra parte, un sacerdote produjo un discurso en el panteón de León, incitando al pueblo al desconocimiento del Gobierno.

No sé yo hasta ahora que se haya consignado por ninguna autoridad a ese sacerdote. Se velaron los cadáveres en la Catedral de León, violando el artículo 130 constitucional. No sé yo hasta la fecha que ninguna autoridad haya consignado a los responsables de este hecho. Yo sé que hay hijos de soldados que sufren hambre y miseria y la ausencia de sus padres, porque fueron victimados por las hordas sinarquistas en Jalisco, en Guanajuato; y no sé que hasta la fecha se les haya aplicado ningún castigo a los responsables de esos crímenes.

Por estas razones, y porque el dictamen de la Comisión parte del hecho de la provocación del populacho y de los disparos de los soldados, el dictamen a mí me parece incompleto. Pero yo no tengo derecho a dudar del sentimiento revolucionario y de responsabilidad de los compañeros de la Comisión, y creo que conmigo convendrán en que su misión no ha terminado, porque está en entredicho el prestigio del ejército, porque está entre dicho el prestigio del régimen, y porque todavía no se ha señalado y se ha sancionado a los autores intelectuales del motín, a los hombres que azuzaron a la multitud en contra de los soldados. Esos son los verdaderos responsables, que azuzaron a la multitud, y quienes la han ensoberbecido, quienes la han hecho violar la Constitución, quienes la han inducido a asesinar al señor Presidente de la República y quienes la indujeron a faltar el respeto al Ejército.

Por estas razones a mí el dictamen no me satisface, y antes de que caiga el primer gobernante sinarquista, quiero decir que mi voto será porque desaparezcan los poderes, es decir, el primer gobernante sinarquista.

El C. secretario Leyva Velázquez: Se pregunta a la Asamblea si se considera suficientemente discutida la proposición del señor Presidente de la República para que desaparezcan los poderes en el Estado de Guanajuato. Los que estén por la afirmativa, sírvanse manifestarlo. Suficientemente discutida. Se va a recoger la votación nominal sobre la desaparición de los poderes en el Estado de Guanajuato. Por la afirmativa.

El C. secretario Moreno Sánchez: Por la negativa.

(Votación).

El C. secretario Leyva Velázquez: ¿Falta algún ciudadano representante de votar por la afirmativa? ¿Falta algún ciudadano representante de votar por la afirmativa?

El C. secretario Moctezuma Fernando: ¿Falta algún ciudadano representante de votar por la negativa? ¿Falta algún ciudadano representante de votar por la negativa?

El C. secretario Leyva Velázquez: Se procede a recoger la votación de la Mesa.

(Votación).

Votaron por la afirmativa 22 ciudadanos miembros de esta Comisión Permanente.

El C. Presidente: En consecuencia, con fundamento en la fracción quinta del artículo 76 constitucional, la honorable Comisión Permanente del Congreso de la Unión declara que han desaparecido los poderes constitucionales del Estado de Guanajuato, y que es llegado el caso de nombrar un Gobernador provisional. (Aplausos nutridos).

El C. Presidente: Se va a dar cuenta con un oficio del Poder Ejecutivo.

- El C. secretario Leyva Velázquez (leyendo):

"A los CC. Secretarios de la H. Comisión Permanente del Congreso de la Unión. - Presentes.

"De conformidad con lo dispuesto en la fracción V del artículo 76 de la Constitución General de la República, me permito proponer a esa H. Comisión Permanente del Congreso de la Unión, para que de entre ellos se designe Gobernador provisional del Estado de Guanajuato, a los siguientes ciudadanos:

"Licenciado Nicéforo Guerrero.

"Licenciado Roberto Guzmán Araujo.

"General de brigada Tomás Sánchez Hernández.

"Les reitero la expresión de mi atenta y distinguida consideración.

"Sufragio Efectivo. No Reelección.

"Palacio Nacional, a 7 de enero de 1946. - El Presidente de la República, Manuel Ávila Camacho".

El C. Presidente: De conformidad con la terna mandada por el Ejecutivo de la Unión, se va a proceder a hacer la votación por cédula de la persona que vaya a ocupar el Gobierno provisional del Estado de Guanajuato.

El C. secretario Leyva Velázquez: Por acuerdo de la Presidencia se procede a recoger la votación.

(Votación).

El C. Presidente: Se nombra a los ciudadanos representantes Flores M. y Sala Rueda para que auxilien a la Secretaría en el cómputo de los votos.

(Escrutinio).

El C. secretario: Se encuentran depositadas en las ánforas veintidós cédulas a favor del ciudadano licenciado Nicéforo Guerrero como Gobernador provisional del Estado de Guanajuato. (Aplausos).

El C. Presidente: En consecuencia, se hace la siguiente declaratoria: Se declara que es Gobernador provisional del Estado de Guanajuato el ciudadano Nicéforo Guerrero. (Aplausos).

El C. secretario Leyva Velázquez: Se ha recibido la siguiente petición de licencia:

"A los ciudadanos Secretarios de la H. Comisión Permanente del Congreso de la Unión. - Presentes.

"Por acuerdo del C. Presidente de la República, me permito manifestar a ustedes que con esta fecha el C. licenciado Nicéforo Guerrero, presentó solicitud de licencia para separarse temporalmente de su encargo como Ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, con el objeto de estar en aptitud de aceptar la designación que en su favor hizo esa H. Comisión, como Gobernador Provisional del Estado de Guanajuato.

"Habiendo accedido el señor Presidente a lo solicitado por el señor licenciado Guerrero, encarezco a ustedes se sirvan someter dicho acuerdo a la consideración de la Comisión Permanente, para los efectos del artículo 100 de la Constitución General de la República.

"Reitero a ustedes las seguridades de mi atenta y distinguida consideración.

"Sufragio Efectivo. No Reelección".

"México, D. F., a 8 de enero de 1946. - El Secretario de Gobernación, Primo Villa Michel".

Está a discusión la solicitud de licencia. En votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa sírvanse manifestarlo. Aprobada.

El C. Presidente: Se designa en Comisión para que se sirvan introducir a este recinto, a rendir la propuesta de ley, al ciudadano Nicéforo Guerrero, nombrado Gobernador provisional del Estado de Guanajuato, a los siguientes representantes; senador Alfonso Flores M., diputado Mauro Angulo, senador Heberto Sala Rueda, diputado Ruffo Figueroa, secretarios, senador Gabriel Leyva Velázquez y diputado Manuel Moreno Sánchez.

(Es introducido al salón el licenciado Nicéforo Guerrero).

Se suplica a los presentes se sirvan ponerse de pie.

(Protesta. Aplausos).

El C. Presidente: Se levanta la sesión y se cita para el próximo miércoles 16 de los corrientes a las 12 horas. (A las 16.55).

TAQUIGRAFÍA PARLAMENTARIA Y "DIARIO DE LOS DEBATES"

El Director, Jefe de la Oficina, JUAN ANTONIO MOLL