Legislatura XXXIX - Año III - Período Comisión Permanente - Fecha 19460412 - Número de Diario 45
(L39A3PcpN045F19460412.xml)Núm. Diario:45ENCABEZADO
MÉXICO, D. F., VIERNES 12 DE ABRIL DE 1946
DIARIO DE LOS DEBATES
DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS
DEL CONGRESO DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS
Registrado como artículo de 2a. clase en la Administración Local de Correos, el 21 de septiembre de 1921.
AÑO III. - PERÍODO ORDINARIO XXXIX LEGISLATURA TOMO I. - NÚMERO 45
SESIÓN DE LA COMISIÓN PERMANENTE
EFECTUADA EL DÍA 12 DE ABRIL DE 1946
SUMARIO
1. - Se abre la sesión dedicada a conmemorar el fallecimiento del presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, Franklin D. Roosevelt. Se lee y aprueba el acta de la sesión anterior.
2. - El C. representante Gabriel Leyva Velázquez da lectura a su discurso encomiando la personalidad del señor Franklin D. Roosevelt.
3. - La Secretaría da lectura a dos oficios de la Secretaría de Relaciones Exteriores en relación con este acto conmemorativo; a un mensaje suscrito por el señor Josephus Daniels, y a un telegrama del C. Gobernador del Distrito Federal.
4. - El C. representante Manuel Moreno Sánchez pronuncia un discurso alusivo al acto; el Encargado de Negocios de los Estados Unidos de Norteamérica da cuenta con un mensaje del señor Harry S. Truman, actual presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, y se da lectura a un mensaje del Ejecutivo de la Unión. Se levanta la sesión.
DEBATE
Presidencia del
C. FEDERICO MEDRANO VALDIVIA
(Asistencia de 24 ciudadanos representantes).
El C. Presidente (a las 13 hrs.): Se abre la sesión de homenaje a la memoria del señor Franklin D. Roosevelt, presidente de los Estados Unidos de Norteamérica.
- El C. secretario Martínez Chavarría Joaquín. (leyendo):
"Acta de la sesión celebrada por la Comisión Permanente del XXXIX Congreso de la Unión, el día cuatro de abril de mil novecientos cuarenta y seis.
"Presidencia del C. Federico Medrano V.
"En la ciudad de México, a las catorce horas y cinco minutos del jueves cuatro de abril de mil novecientos cuarenta y seis, se abre la sesión con una asistencia de diecisiete ciudadanos representantes, según lista que previamente pasó la Secretaría.
"Sin discusión se aprueba el acta de la sesión anterior, efectuada el día veinte de marzo próximo pasado, y se da cuenta con los siguientes asuntos en cartera:
"La Secretaría de Gobernación remite, para turnarlas en su oportunidad a la Cámara de Senadores, las hojas de servicios de los CC. general de brigada Francisco del Arco y de los generales brigadieres Rosendo Cuevas Rojas, Eduardo Hernández Cházaro, Leopoldo Aguayo Cedeño y José Barrientos Juárez. - Recibo, y resérvese para la Cámara de Senadores.
"La Secretaría de Gobernación transcribe un oficio de la de Relaciones Exteriores en que se pide permiso para que el C. licenciado José L. Cosío acepte y use la condecoración de la Orden del Mérito "Juan Pablo Duarte", en el grado de Comendador, que le ha sido conferida por el Gobierno de la República Dominicana. - Recibo, y a la Comisión de Puntos Constitucionales.
"La Secretaría de Gobernación transcribe, la solicitud de la de Relaciones Exteriores relativa a que se conceda permiso al C. Carlos Sánchez Mejorada Jr., para prestar sus servicios a la Legación de Checoslovaquia con el carácter de Consultor Jurídico Honorario. - Recibo, y a la Comisión de Puntos Constitucionales.
"La Secretaría de Gobernación transcribe oficio de la de Relaciones Exteriores, en el que se participa que por acuerdo del C. Presidente de la República se expidió nombramiento en favor del C. Gustavo Luders de Negri como Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario del Servicio Exterior Mexicano ante el Gobierno de Dinamarca. - Recibo, y resérvese para la Cámara de Senadores.
"La Secretaría de Relaciones Exteriores da a conocer el acuerdo del Senado de la República Dominicana para izar en su edificio el pabellón de cada una de las naciones de América en el aniversario de su independencia. - Recibo, y resérvese para la Cámara de Diputados.
"La Secretaría de Relaciones Exteriores remite un recorte del periódico "Nuestro Diario", de Guatemala, relativo al juramento protestado ante el Congreso de ese país por el señor teniente coronel
Francisco Javier Arana, jefe de las Fuerzas Armadas de Guatemala. - Recibo.
"El Congreso del Estado de Coahuila comunica que el 31 de marzo clausuró su tercer período ordinario de sesiones de su tercero y último año de ejercicio, nombrando su Comisión Permanente, que da a conocer. - De enterado.
"La XXXIV Legislatura del Estado de Colima participa la apertura de su segundo período ordinario de sesiones y la forma en que quedó integrada su Mesa Directiva. - De enterado.
"El Congreso del Estado de Michoacán avisa que, con fecha 15 de marzo, clausuró su Segundo Período prorrogado Ordinario de Sesiones de su Segundo año de ejercicio y dejó integrada su Diputación Permanente en la forma que da a conocer. - De enterado.
"El Congreso de Sinaloa comunica que el 15 de marzo abrió su segundo período ordinario de sesiones de su segundo año de ejercicio legal e indica los nombres de las personas que integran, la Mesa Directiva que funcionará hasta el último día del mismo mes de marzo. - De enterado.
"El Congreso del Estado de Zacatecas participa el fallecimiento del C. teniente coronel Aurelio Pámanes Escobedo, diputado propietario de ese Cuerpo Legislativo por el 6o. Distrito. De enterado consentimiento.
"El encargado del Gobierno del Territorio Norte de la Baja California avisa que fue designado Oficial Mayor del mismo el C. general de brigada. Alberto Orozco González. De enterado.
"El C. licenciado Celso García Alvarez comunica haberse hecho cargo del Despacho del Poder Ejecutivo del Estado de Campeche, por haberse ausentado el C. Gobernador Constitucional. De enterado.
"El C. Gobernador Constitucional del Estado de Chiapas participa que se hizo cargo de la Secretaría General de ese Gobierno el C. Manuel Rodríguez de la Cruz, en virtud de haber renunciado a ese puesto el C. licenciado Efraín Aranda Osorio. De enterado.
"El C. licenciado Mauro Zetina Ferráez avisa que se hizo cargo del Despacho del Gobierno de Yucatán por licencia concedida al Gobernador Constitucional. De enterado.
"La Cámara Nacional de Comercio de la ciudad de México da a conocer a la Cámara de Senadores, para los efectos correspondientes, sus puntos de vista acerca del impuesto sobre compraventa de artículos de lujo establecido por el título XXIX de la Ley de Hacienda del Gobierno del Distrito Federal. Recibo, y resérvese para la Cámara de Senadores.
"Solicitud del mayor de Estado mayor C. Carlos Arango de la Torre, a fin de que se le autorice para aceptar y usar la condecoración de la Orden del Mérito Militar de segunda clase que le confirió el Gobierno de la República de Cuba. Recibo, y a la Comisión de Puntos Constitucionales.
"A nombre de la Comisión designada para formular un programa de homenaje en el primer aniversario de la muerte del señor Franklin D. Roosevelt, hace uso de la palabra el C. senador Alfonso Flores M. dando a conocer dicho programa, que puede sintetizarse en los siguientes puntos: primero, que el Embajador de México en los Estados Unidos deposite una ofrenda floral en la tumba del señor Roosevelt, el día 12 de abril próximo; segundo, que la Hora Nacional del Gobierno de México del domingo 14 sea dedicada a rendir homenaje al estadista desaparecido; que se aplace la colocación de la primera piedra del monumento que se erigirá en Monterrey para significar la política del Buen Vecino, para la fecha en que puedan asistir el Presidente de los Estados Unidos de América, señor Harry S. Truman, y la señora viuda de Roosevelt, quienes han sido invitados para ese efecto; cuarto, que la Comisión Permanente celebre una sesión solemne con ese motivo, designándose por la Presidencia los oradores que habrán de hacer uso de la palabra; quinto, que se designe a otro miembro de la Comisión Permanente a fin de que haga uso de la palabra en el programa de la Hora Nacional; y sexto, que se autorice a la Comisión encargada de organizar este homenaje para que integre un Comité Nacional formado por elementos pertenecientes a los más importantes sectores de la población, a fin de hacer factible la erección del monumento mencionado.
"Puestos a discusión estos puntos, sin que la haya, se someten a votación las proposiciones que ellos envuelven, resultando aprobadas por unanimidad, designando la Presidencia a los CC. representantes Gabriel Leyva y Manuel Moreno Sánchez para que hagan uso de la palabra en la sesión solemne, y Alfonso Flores M., en la Hora Nacional.
"La Unificación de Veteranos de la Revolución pide se reconsidere el nombramiento del C. Rafael Melgar como Ministro de México en Holanda, por ser enemigo de la Revolución, toda vez que combatió al lado de Félix Díaz. Recibo, y resérvese para la Cámara de Senadores.
"Se levanta las sesión a las catorce horas y veinticinco minutos.
Está a discusión el acta. No habiendo quien haga uso de la palabra, en votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa se servirán indicarlo. Aprobada.
(Acompañados de la Comisiones nombradas al efecto, son introducidos al Salón de Sesiones, los Ministros de Estado, miembros del Cuerpo Diplomático y representantes de corporaciones invitadas a esta sesión).
El C. Presidente: Tiene la palabra el ciudadano senador Gabriel Leyva Velázquez.
- El C. Leyva Velázquez Gabriel; (leyendo):
"Honorable Asamblea:
"La Honorable Comisión Permanente del Congreso de la Unión, tuvo a bien designarme para que en su nombre y representación, desde esta augusta tribuna parlamentaria, rinda el más justo, digno y sincero homenaje que la nación mexicana quiere tributar a la memoria de uno de los valores más destacados que haya producido la Humanidad en estos últimos siglos: me refiero al preclaro estadista Franklin
Delano Roosevelt en ocasión de ser hoy, día 12 de abril de 1946, el primer aniversario de su muerte.
"Ardua y espinosa es la tarea que se me ha impuesto, porque es inconcuso que para rememorar las proezas de los titanes de la Historia se requiere un pensamiento, un sentimiento y un lenguaje homéricos; y soy el primero en reconocer y proclamar lo limitado y modesto de mis capacidades para ofrecer digna y airosamente mi ofrenda a un hombre de tan extraordinarios perfiles. Sin embargo, me alienta el saber, que no soy yo el que esta ocasión solemne como pocas, venga a encender su verbo, ante el altar de un héroe, como llamara Carlyle a los grandes ciudadanos, sino es la voz de mi pueblo, la del pueblo mexicano que queriendo hacer honor a sus tradicionales cualidades de gratitud y admiración, me ha prestado el sentido de su pensamiento excelso y la sinceridad de su expresión sencilla, nacida de las reconditeses de su alma egregia. Por eso, en esta ocasión, al triunfar mi entusiasmo sobre mis escrúpulos, vengo a presentarme a cumplir con mi tarea, no sin evocar de antemano y en mi ayuda a los manees de mi raza india, en cuyo nombre diré todo lo que para ella significa la desaparición de un paladín que supo comprender, leyendo en el sabio libro de los tiempos, la inmensidad de su dolor, el valor de sus sacrificios y el concepto de sus libertades.
"Rendir homenaje a la memoria del Presidente Franklin Delano Roosevelt, es congregarse en torno al recuerdo inmarcesible de un gran sol radiante; porque eso - un sol radiante -, fue el hombre que en el escenario de la civilización occidental, se irguió majestuoso defendiendo el derecho de todos los pueblos débiles de la tierra.
Adalid de la fraternidad de las naciones, apenas elevado a la primera magistratura de su país, recorre anheloso las Repúblicas Americanas, y va dando, a cada mandatario, el viril y afectuoso apretón de manos, símbolo y reafirmación de su política de buen vecino , que pone en vigencia en los años de sus sucesivas administraciones y que irradia en todos los países de este hemisferio, desde el Capitolio, amistad y confianza, acontecimiento inusitado en la historia de las relaciones internacionales. Por esto, al amparo de su ideal de aproximación de nacionalidades, todas nuestras repúblicas, a excepción de la del Plata, formaron por conveniencia propia y por espíritu de justicia, un macizo bloque de pueblos frente al derrumbe de las instituciones de los países arrollados por el torbellino siniestro de la guerra.
Astro colosal, cada una de sus artistas es luminaria frente a la obscuridad del mundo; poderoso ejemplar del bien, del bien inconmensurable y trascendente, ningún jefe de Estado antes que Franklin Delano Roosevelt sintió en el corazón, en su total angustia, el grito quejumbroso de la Humanidad a punto de hundirse en las tenebrosidad de la Sima infernal, y se propuso un esfuerzo titánico para salvarla.
Efectivamente, Franklin Delano Roosevelt fue para el mundo contemporáneo, para la América entera, pero especialmente para México y las veinte naciones latinas, un vidente que supo escudriñar en la entraña más profunda de los pueblos y descubrir el lugar donde anidaba el mal; supo pasar su mirada inquisitiva y penetrante por el panorama de la Historia, descubriendo el ritmo de las leyes inexorables que marcan los destinos de los hombres; y fue así como pudo abrir, con brazo hercúleo los anchos y luminosos caminos de un futuro lleno de esplendor. Pero aquél ilustre varón no sólo fue un vidente, sino que al mismo tiempo tuvo los atributos y capacidades de un creador, de un constructor que pudo con maestría forjar nuevas ideas y nuevas doctrinas, plenas, todas ellas, de un profundo y noble sentido de Humanidad, no importándole chocar con los viejos y arraigados intereses y prejuicios de su propio país, cuando éstos significaron retroceso, avaricia, voracidad y desenfrenada explotación de los pueblos débiles y de los hombres miserables.
De los Países pequeños y débiles de la tierra, no existe uno solo que en las horas pavorosas del empuje del Leviatán hitlerista, al volver los ojos hacia la cúpula del Capitolio en demanda de auxilio, sabedor de que allí se encontraba erguido y alerta el supremo defensor de la civilización del mundo occidental, quedara sin obtener consuelo y ayuda.
Enemigo convencido del imperialismo, Franklin Delano Roosevelt fue un avanzado, un revolucionario auténtico que con indomable energía intentó transformar la estructura social interna de su Patria, no precisamente desde las barricadas callejeras como ahora lo hiciera la Francia inmortal, segando vidas y derramando la sangre generosa de sus hijos, sino a base de serena pericia, de preclaro talento y de férrea voluntad.
Franklin Delano Roosevelt, con cerebro vigoroso, supo coordinar y armonizar los problemas internos de su país con la política mundial; y al encontrar las fórmulas precisas de la convivencia humana, de la justicia y de la paz, dio a luz aquella triple doctrina en que para beneficio de América y del Orbe pudo reunir en un haz luminoso la tesis de "La Buena Vecindad" con la del "Nuevo Trato" y con la "Interdependencia de las Naciones de Americanas". Obra, que si ya por su conjunto resultaba extraordinaria, se tornó en imperecedera cuando sus principios fueron trasladados a la Carta del Atlántico, en donde aparece, para todos los pueblos de la tierra, el ansiado Decálogo de sus libertades cardinales.
Fue consecuencia de la aplicación de la tesis del Buen Vecino, la derogación de la Enmienda Platt, que lesionaba profundamente la soberanía cubana al habérsele impuesto el derecho de intervención del gobierno americano, como norma de su propia Constitución. En el año de 1934, el Presidente Roosevelt ordenó la evacuación de Haití por la Infantería de Marina norteamericana y el Banco Nacional Haitiano, que había adquirido por el National City Bank Of New York, volvió a formar parte del patrimonio de su pueblo. De 1935 a 1939 fue derogado el Tratado celebrado con la República de Panamá, en el que, como en Cuba, se estipulaba el derecho de intervención por parte del Gobierno de Washington, mejorándose con esto las prestaciones comerciales en favor de Panamá. Seguidamente,
los Estados Unidos lograron poner fin al conflicto boliviano - paraguayo, evitando la continuación de la Guerra del Chaco; más tarde, el austero, funcionario se abstuvo de hacer causa común con Inglaterra, para enderezar formales representaciones contra México, en ocasión de que un no menos ilustre Estadista, el general don Lázaro Cárdenas, proclamó la independencia económica de nuestra Patria expropiando a las compañías extranjeras el petróleo que produce nuestro suelo.
La estatura de Franklin Delano Roosevelt se alza también inconmensurablemente cuando los invictos ejércitos americanos aparecen en los desiertos del África para iniciar la liberación de las naciones sojuzgadas; imbíbitos éstos en la fe formidable de su gran Presidente, taladran las fortalezas nazifascistas en la playas del Mar Mediterráneo, y paso a paso, liberan ciudad por ciudad, país por país , hasta llegar a los suburbios de Berlín, último reducto de los hulanos. Y también cuando adentrándose sus infantes de marina en las inmensidades del Grande Océano, y saltando de duna a duna, de peñón a peñón, de isla a isla, pujantes, incontenibles, tremolando al viento de la gloria sus gonfalones, llegan a sangre y fuego hasta las propias madrigueras del asqueroso monstruo nipón que albergan un día la insensata - en grado superlativo -, pretensión de posar en tierras de América su planta conquistadora.
¡Total y estruendoso desplome de imperios, acaecido como nunca antes en la historia del mundo! ¡ Justicieros epílogos de Lídice y de Pearl Harbor, los espeluznantes episodios que pusieron en los labios enérgicos de Roosevelt la implacable sentencia de "rendición incondicional" !
Quiero terminar este homenaje sencillo y evocador que hemos venido a rendir al amigo ejemplar, recordando aquellas palabras que nuestro digno Primer Mandatario, el general don Manual Ávila Camacho, pronunciara, cuando tuvimos el alto honor de recibir al gran Estadista y saludarlo en el regazo de nuestra patria:" ¡México no olvidará jamás, Excelencia, vuestra participación en la estructura de esa nueva política americana, que por estar de acuerdo con nuestros propósitos podríamos, sin jactancia, proclamarla nuestra!"
¡ Loor eterno al grande entre los grandes, Franklin Delano Roosevelt, cumbre moral de la Humanidad e ilustre ciudadano del mundo! (Aplausos nutridos).
El C. secretario Martínez Chavarría Joaquín: (leyendo):
"Estados Unidos Mexicanos. - Poder Ejecutivo Federal. - Secretaría de Relaciones Exteriores. - México, D. F.
"México, D. F., a 2 de abril de 1946. - Señor diputado y licenciado Federico Medrano V., presidente de la Comisión Permanente del H. Congreso de la Unión. - Presente.
"Me es grato acusar a usted recibo de su atenta comunicación fechada el 26 de marzo último en la que se sirvió transcribirme el texto de los mensajes dirigidos por esa H. Comisión Permanente a la señora de Franklin D. Roosevelt, y al señor Josephus Daniels, ex embajador de los Estados Unidos en México, invitándolos a las ceremonias que van a efectuarse tanto en esta capital, como en Monterrey, en homenaje a la memoria del finado presidente Roosevelt y en celebración de la política del Buen Vecino por él instaurada.
"Al agradecer a usted su amable atención, me complazco en informarle que esta Secretaría se ha dirigido telegráficamente a nuestro Embajador en Washington, a fin de que interponga sus buenos oficios ante las personas de que se trata, con objeto de que acepten la invitación a que aquí se hace referencia.
"Aprovecho esta oportunidad para reiterarle las seguridades de mi atenta y distinguida consideración.
"Sufragio Efectivo. No Reelección.
"El Subsecretario, Encargado del Despacho, Manuel Tello".
"Estados Unidos Mexicanos. - Poder Ejecutivo Federal. - Secretaria de Relaciones Exteriores. - México, D. F.,
"C. licenciado y diputado Federico Medrano V., presidente de la Comisión Permanente del Congreso de la Unión. - Ciudad.
"Tengo la honra de acusar a usted recibo de su muy atento oficio del 26 de marzo próximo pasado, en el que se sirve informarme que la Comisión Permanente del Congreso de la Unión que usted tan dignamente preside, hace atenta invitación al señor presidente de los Estados Unidos de América, Harry S. Truman, para que asista o designe un representante a las ceremonias que tendrán lugar en esta ciudad el próximo 12 de abril con motivo del aniversario del fallecimiento del presidente Franklin Delano Roosevelt, así como a la colocación de la primera piedra del monumento que se erigirá en Monterrey a la política del Buen Vecino.
"Al dar a usted las más cumplidas gracias por su atenta comunicación y felicitar a esa H. Comisión Permanente por esta iniciativa, que tan bien corresponde a las excelentes relaciones que existen entre México y los Estados Unidos, me complazco en indicarle que esta dependencia del Ejecutivo ha tomado en este asunto la acción correspondiente, de cuyos resultados dará a usted oportuno aviso.
"Aprovecho la oportunidad para reiterarle las seguridades de mi atenta y distinguida consideración.
"Sufragio Efectivo. No Reelección.
"El Subsecretario, Encargado del Despacho, Manuel Tello".
"973 69 DL. RALEIGHN CAR 4 133P. - Abril 4 de 1946.
"Señor Federico Medrano, presidente de la Comisión Permanente. - México, D. F.,
"Yo me siento altamente honrado por sus invitación
y he demorado mi respuesta esperando que podría ir a México el 12, y siento verdaderamente tener que negarme a mi mismo este placer, conservando la esperanza de hacer una visita a la ciudad de México, la que solamente se ha demorado. Es verdaderamente satisfactorio que México vaya a la vanguardia en el distinguido honor que se le tributa a Franklin D. Roosevelt, el gran Hombre de Estado y humano por excelencia, quien enunció y llevó a cabo la doctrina del Buen Vecino. - Josephus Daniels".
"México, D. F., 11 de abril de 1946.
"C. Oficial Mayor de la honorable Comisión Permanente del Congreso de la Unión. - Cámara de Diputados. - México, D. F.
"Atentamente suplícole hacer llegar mi atenta disculpa a la H. Comisión Permanente del Congreso de la Unión, por no poder asistir a la ceremonia en homenaje a la memoria del presidente de los Estados Unidos de Norte América, Franklin D. Roosevelt, en el primer aniversario de su muerte, en virtud de ser día de acuerdo en este Gobierno con el C. Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos.
"Agradezco la atención de esa H. Comisión Permanente y les deseo completo éxito en tan merecido y justiciero homenaje.
"Atentamente.
"El gobernador del D. F., licenciado Javier Rojo Gómez. - Por el Gobernador del D. F., el secretario particular, licenciado Alfonso Corona del Rosal".
El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Manuel Moreno Sánchez.
El C. Moreno Sánchez Manuel: Señoras y señores: Si buscáramos un ejemplo del contraste que se observa entre el tiempo, como una simple dimensión física, y la intensidad de la vida que en un determinado lapso puede ocurrir, lo tendríamos especialmente en el último año que hemos vivido.
Hoy, 12 de abril de 1946, apenas hace un año que el Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica , Franklin Delano Roosevelt, falleció. Un año puede ser un corto período; suele serlo para quienes disfrutan de la vida llena de placieres que se gozó en otros tiempos. Pero este año se ha caracterizado por ser una época de tal intensidad vital e histórica, que si ahora recorremos hacia atrás el panorama que nos ha presentado el mundo desde que Roosevelt falleció, apreciaríamos el puño de conocimientos y el haz de hechos fundamentales para la historia del mundo que han ocurrido o se han planteado en los últimos 365 días. Un año veloz, rápido, fulminante por la cantidad de sucesos que se han desenvuelto ante nosotros. No fue como esos años de vida idílica, que ya han pasado, quizás para siempre, en el torbellino de la historia universal: años en que el suceder de las estaciones ofrecía al hombre la renovación del ciclo vital con la esperanza y el deseo de lo nuevo que todo período que aparece, trae consigo. No, de ninguna manera.
Si recordamos el paisaje que nos ofrecía el Mundo hace un año, podremos, haciendo también un recorrido con los ojos y con la mente por el mundo actual, contemplar las profundas diferencias que desde la muerte de Roosevelt hasta nuestros días han ocurrido. En aquellos días, las batallas militares estaban definitivamente adelantadas: después de la defensa de Stalingrado, después de la victoriosa invasión de África y de Italia, después del paso del Canal de la Mancha y de la liberación de París, la fortaleza europea, que inútilmente habían tratado de organizar las potencias del Eje, estaba a punto de caer. En Asia, en ofensivas tremendas de una isla a otra y de un archipiélago a otro, se inmolaron tantas vidas de hombres jóvenes de América; la poderosa marina de los Estados Unidos se puso a prueba y mediante una nueva táctica, el Ejército, entrenando especialmente, pudo presentar los signos claros de una victoria en Oriente, quizá un poco más tarde que la europea, pero de todos modos segura. Entonces fue cuando Roosevelt cerró los ojos; pudo contemplar, en el último instante de su vida, los signos de una victoria que venía segura y necesariamente, inevitablemente, aunque los días que separaban aquellos momentos del día de la victoria no pudieran predecirse con exactitud.
Las batallas económicas estaban definitivamente asentadas. La fortaleza de la industria norteamericana, que había resistido la tremenda presión de la guerra universal, estaba a salvo; los mineros de nuestros campos y de todos los campos de América habían resistido con heroico tesón la lucha por extraer del fondo de la tierra, materias primas importantes, convirtiéndose así en obscuros pero efectivos héroes que contribuyeron a ganar la guerra en la misma forma que los soldados de los frentes de batalla. La agricultura estaba tenazmente defendida por muchos hombres y muchas mujeres que fueron a suplir a los combatientes. Por último, un río constante de materias primas hacia las fábricas poderosas de Norteamérica, y de esas fábricas una salida permanente de productos, minuto a minuto elaborados, hacían posible que llegaran hasta los frentes de batalla los necesarios recursos para la guerra universal.
Los acuerdos diplomáticos habían sido sólidamente convenido. Ya se habían emitido declaraciones importantes por los grandes líderes de las Naciones Unidas; ya se habían realizado reuniones de carácter transcendental en África, en Asia, en Rusia; y por los días que estamos viviendo, hace un año, empezaba a movilizarse hacia San Francisco la atención mundial en espera de poder encontrar una fórmula que hiciera posible el advenimiento de una nueva Sociedad de Naciones, sin los defectos de la anterior. Así pues, se estaba tratando, todavía dentro de la guerra, de preparar las bases fundamentales del edificio de la paz.
Frente a este panorama de hace un año, fue cuando Roosevelt dejó de existir. Como acertadamente se ha dicho, él no pudo ver el día de la victoria, pero subía, con la conciencia del que ha sido capaz de fraguar épocas importantes de la historia
misma, que ese día se iba acercando y que no estaba lejos; así lo demuestran las últimas palabras que escribió el mismo día en que dejó de existir.
Y ahora nosotros, en presencia de la memoria de un hombre tan excepcional, ¿en qué forma podremos rendirle el mejor y más justo homenaje? Ante todo, haciendo clara y consciente la idea precisa y el significado de este hombre para los pueblos de América y del mundo, ante todo, demostrando que nosotros, desde lejos hemos captado lo fundamental de su actuación y que por su pensamiento comprendemos cual era el ritmo de su conducta. El mejor homenaje que cualquier hombre que viene detrás puede rendir a un hombre que haya fallecido, es comprenderlo, pues la comprensión es la mejor forma de amar, y la comprensión amorosa de la memoria de un hombre trae necesariamente la idea de que su recuerdo no se aparta de nosotros cuando entendemos el significado de su vida. Roosevelt significa diversas faces de la actuación del hombre en la historia moderna; pero es, desde luego y auténticamente, en forma excepcional, el producto de una Nación, el producto de su Nación. Pocos Presidentes de los Estados Unidos, pudieron haber recibido el título de "el Presidente de los Estados Unidos" por antonomasia, el "Presidente de la gente de los Estados Unidos", pues de tal manera encarnó la sencilla democracia americana, que en el momento en que a él le tocó actuar al frente de los destinos de su patria, era el líder que con toda seguridad seguía la tradición y había podido sentar nuevamente la confianza en los grandes ideales americanos. Así pues, él actuó preponderantemente en una época en que los viejos principios en que Norteamérica había creído sentar su vida, empezaron a entrar en crisis; en que muchos hombres y muchos países del mundo empezaban a desconfiar en los ideales básicos de Norteamérica; en que se perdía la fe en la democracia; en que se debilitaba la fe en la libertad; en que la fe en la responsabilidad individual y en la iniciativa privada parecía que no volvería a reconquistarse nunca; en que el hombre se sentía atemorizado, lleno de peligros, de limitaciones y de necesidades, y en que parecía, por fin, que todas aquellas viejas ideas que quedaron grabadas desde los primeros inmigrantes y que después llegaron a ser los pensamientos básicos de la Declaración de Independencia y de la Constitución Norteamericanas, habían de fallecer.
Y frente a esta crisis, Roosevelt levantó nuevamente estos ideales, dio una nueva concepción de los viejos conceptos, y pudo inculcar al pueblo norteamericano una nueva fe en sus profundos destinos, y al mundo una nueva visión de la política universal que se avecindaba. (Aplausos).
Podemos afirmar con toda seguridad y con toda precisión, que lo que más se destacó desde el primer momento en Roosevelt, fue su carácter de revolucionario. Roosevelt llegó al poder en aquellos días trágicos en que una de esta crisis cíclicas que suelen azotar al régimen capitalista, crisis que no ha sido posible vencer y contra las cuales los hombres están continuamente buscando medios de defensa, se había apoderado de los Estados Unidos. Por aquellos años del principio de la década de los treinta, el obrero humilde de los Estados Unidos vio pronto y con sorpresa que el alto nivel de vida de que gozaba se había roto; empezaba a considerar que las tres o cuatro cosas fundamentales de la vida material de las comodidades que estaba acostumbrado a recibir, empezaban a faltar. El no entendía claramente por qué; pero, sin embargo, las fábricas empezaban a cerrarse y eso traía una gran debilidad en todos los negocios pequeños inmediatos a la vida del hombre común y corriente. El agricultor en su granja, empezó a sentir que los precios de los artículos que producía estaban bajando, se estaban abatiendo y el pequeño comerciante de las ciudades grandes y chicas empezó a considerar, así como el artesano y el hombre de la clase media, que faltaban el dinero y los clientes que inyectan nueva vida a los pequeños negocios del hombre común.
Ante esta situación, cuando un nivel de vida tan amplio como el de los Estados Unidos presentó esta crisis, la fe en las instituciones americanas empezó a debilitarse; Roosevelt mismo comprendió y dijo a su pueblo que los hombres que tienen hambre constituyen la base de los dictadores; que es precisamente ese estado constante de necesidad social, de hambre y miseria lo que trae como consecuencia a los hombres violentos que son capaces, transitoriamente, de ilusionar a las masas con métodos que, al final, sólo producen desaciertos y desgracias. Roosevelt encaró la crisis, y se enfrentó a ella con el mismo método americano de los hombres que llegaron por primera vez a las costas de Virginia y Nueva Inglaterra, y los que llegaron por primera vez a los bosques del norte; con la misma fe y el mismo esfuerzo con que aquellos pioneros conquistaron el Oeste y abrieron las tierras al cultivo, y venciendo ríos, montañas y desiertos, llegaron hasta California, ampliando siempre la extensión territorial de la Unión; con la misma fe y entusiasmo del hombre que es capaz de conquistar su propia vida para sí y los suyos y no teme el incierto y desconocido; con la fe del pionero, se atrevió con la crisis económica, social y política que ocurrió cuando se puso al frente de la Unión Americana.
Recordaba a los hombres de América esa época, y los llamó para que no olvidaran aquel tiempo del pionerismo en que los hombres habían descubierto nuevas tierras, nuevas formas de vida, en que habían asentado, sobre todo en la libertad, la existencia del pueblo americano. Con toda claridad les habló de que el suelo de Norteamérica tenía recursos naturales importantes que había que sacar a luz para hacer la riqueza: "La naturaleza y el hombre deben trabajar mano a mano", expresaba a su pueblo, y levantó la imaginación, llamando a los americanos para que se constituyeran todos, hombres sencillos y ciudadanos cualesquiera, en "profetas de un nuevo orden de competencia y energía", y de esta manera, un nuevo pionerismo de carácter social comenzó a existir; porque él mismo decía que si ya no hay un pionero geográfico, capaz de ensanchar los límites territoriales de la Unión, sí debe haber el pionero de carácter social que sea capaz de ensanchar los límites estrechos de la vida económica; y
reiteró su fe en los ideales tradicionales de América.
"La fe en América - decía -, en nuestra tradición de responsabilidad personal; la fe en nuestras instituciones, en nosotros mismos, demanda que presentemos los nuevos términos del viejo contrato social". He aquí la esencia del pensamiento que origina el "nuevo trato". Una nueva forma de concebir la vida social; el viejo contrato social, sí, pero concebido de una nueva manera; hallar los nuevos términos del viejo contrato social es el pensamiento que está detrás del "Nuevo trato" para la vida económica y política. Roosevelt inició así sus grandes actividades, siguiendo la tradición democrática de su pueblo y, por ello nos parece también destacadamente como el hombre que restauró la fe en la democracia.
El mundo, después de la primera guerra mundial, en varios lugares vio aparecer un cierto número de hombres que se habían apoderado de algunos países por medio de la violencia, y tratando de realizar actos que parecían enérgicos y salvadores habían empezado a dominar los pueblos. Esto fue lo que quebrantó en Europa la fe en la democracia, en los sistemas de la democracia occidental. Frente a este panorama, Roosevelt nuevamente confirmó la democracia. "La aspiración democrática, - decía - no es la fase más reciente de la historia humana. Es la historia humana misma". Por tanto, ante la crítica que las democracias recibían sobre su ineficacia para regir la vida de Norteamérica, él contestó explicando cuál era su concepto de la vida democrática con la misma sencillez tradicional con que Jefferson lo había hecho en su tiempo.
"No hay nada misterioso - decía - en la aplicación de una saludable y fuerte democracia. Las cosas básicas que anhela nuestra gente de sus instituciones política y social, son simples. Ellas son: igualdad de oportunidades para la juventud y para los demás; trabajo para aquellos que pueden trabajar; seguridad para quienes la necesitan; el fin de los privilegios especiales para los menos; conservación de las libertades civiles para todos; el disfrute de los productos del progreso científico dentro de un más amplio y ascendente nivel de vida". Esto es lo que Roosevelt ofreció como definición y norma de la democracia.
En realidad, volvía a revivir los viejos y tradicionales ideales del pueblo norteamericano. De aquí que nosotros consideramos necesario destacar en Roosevelt también el carácter de liberal con que luchaba. La honda tradición norteamericana parecía fundar, desde los primeros momentos de la existencia de los Estados Unidos, este culto especial para la libertad, como el disfrute amplio de una serie de los aspectos de la vida que en otras partes parecían estrechar la conciencia del hombre.
"Somos una nación de muchas nacionalidades, de muchas razas: y de muchas religiones, unidos todos por una sola unidad: la unidad de la libertad y de la igualdad". Así Roosevelt comprendió que las grandes etapas de la libertad humana habían llegado a concertarse, precisamente en los cuatro fundamentales aspectos con que él mostró al mundo su pensamiento sobre la libertad.
Los siglos XVI al XVIII habían presentado en Europa una constante lucha por la libertad de carácter religioso y por la libertad de carácter político. Por motivos y consideraciones históricos que son conocidos, el hombre europeo de los siglos XVI y siguientes se sintió perseguido en sus creencias íntimas, y, entonces, el ansia de buscar nuevos ámbitos en donde poder expresar su pensamiento con libertad y en donde poder sentir la contemplación del mundo de lo trascendente con absoluta independencia. Lo hizo cambiar una y otra vez de lugares. En este viejo problema se asienta el surgimiento de Norteamérica.
Más tarde, al sentir la lucha por la liberación política, que en Europa culminó en el siglo XVIII, todo aquel abigarramiento de ideologías liberales, encontró fácil acogida en los pensamientos de los hombres de la independencia americana; de tal modo que estos aspectos de la libertad humana, el político y el religioso, constituían, diríamos, por esencia la primera etapa de la lucha por la libertad. Pero el siglo XIX y el siglo XX presentaron nuevas fases, nuevos problemas para los que las viejas soluciones parecían inconsistentes. El siglo XIX presenció una revolución maquinista en la industria, que trajo como consecuencia, el paso de la pequeña industria hacia la gran industria y el ascenso del capitalismo como sistema económico. El afianzamiento del sistema capitalista produjo la negación de la libertad y de la independencia del individuo, porque de pronto se encontró el hombre con que estaba, sin querer, a pesar suyo y por encima de sí mismo, aherrojado por formas económicas que no podía superar ni romper por sí solo.
Entonces, una liberación de carácter económico, una liberación de carácter más positivo, hubo de ser presentada como ideal al pueblo norteamericano y a a la vez a los pueblos de todo el mundo occidental en el siglo XIX. En el XX, las constantes agresiones que los pueblos débiles sufrían por las avanzadas del imperialismo militar y económico sometían las conciencias de muchos pueblos y, por otra parte, en algunos países existían bandas o grupos que habían degenerado y usaban de la violencia contra el hombre común y corriente, contra el hombre sencillo del pueblo que se encontraba temeroso ante el terror que había desatado. Todo ello produjo nueva esclavitud moral y, para combatirla, se ideó la nueva libertad.
El capitalismo obligó a pensar en la liberación económica del hombre, mediante nuevos sistemas, y nos enseño que no bastaba la libertad política y la libertad de creencias, porque eso era aparente, donde no había un fundamento económico de la independencia; el capitalismo y el imperialismo nos enseñaron que los pueblos débiles no tienen defensa alguna, cuando son el pasto de las ambiciones de los poderosos; y así también el movimiento fascista que empezó a existir después de la primera guerra, enseño que en las aldeas, en las ciudades y en los pueblos, el hombre corriente podía ser atacado inesperadamente por las bandas de organización secreta o pública que usaban la violencia como la única forma de acción para vencer y no para convencer.
Los dos grandes enemigos del hombre en los siglos
XIX y XX han sido la explotación económica y el terror, y frente a ellos tenía que ofrecerse dos nuevas dimensiones de la libertad ante todo, la libertad y la independencia económica, porque, como Roosevelt afirmaba a su pueblo "el hombre necesitado no puede ser hombre libre", y, en seguida, la liberación moral frente al miedo de ser atacado sin justicia y sin motivo.
Así, se ofreció al pueblo de los Estados Unidos y al mundo entero, como un motivo de la lucha internacional, la esencia de las cuatro libertades humanas, cuatro aspectos de la vieja historia de la liberación del hombre, cuatro formas que reviste la libertad en su lucha constante por afianzarse como base política definitiva en Occidente. Roosevelt las definió de esta manera: "La primera es la libertad de palabra y expresión, en todas partes del mundo. La segunda es la libertad de cada persona para adorar a Dios a su manera en cualquier lugar del mundo. La tercera es la libertad de la necesidad, lo cual traducido a términos universales, significa entendimiento económicos que aseguren a cada nación una saludable época de paz para sus habitantes, en cualquier parte del mundo. La cuarta es la libertad del temor, lo cual traducido en términos generales, significa una amplia y general reducción de armamentos hasta el grado de que ninguna nación esté en posición de cometer un acto de agresión física contra cualquier vecino, en cualquier parte del mundo".
Este fue el nuevo concepto, el cuádruple concepto del ideal de la libertad que Roosevelt repitió cuando, desatada la guerra, llegó el momento de ofrecer algún ideal a los hombres de todo el mundo, a los hombres afiliados en las Naciones Unidas, a todos aquellos hombres de distintas razas, de distintos países y de distintas nacionalidades que estaban luchando juntos. Entonces tuvo que buscarse una fórmula que abarcara los ideales de todas estas gentes para que pudiera, así, sobrevivir de alguna manera la vieja aspiración de la libertad.
Roosevelt, pues, renovó y vigorizó el pensamiento, el concepto de la libertad humana. Para nosotros, los iberoamericanos, Roosevelt es, además, "el buen vecino". Después de una época de incomprensión en que la única diplomacia de los Estados Unidos parecía ser, frente a América, la diplomacia del dólar; después de una época en que los presidentes de los Estados Unidos habían declarado que la fuerza de la Nación, política y militarmente, sigue a cada dólar donde quiera que se encuentre; después de una época en que se decía que los intereses de los norteamericanos, donde quiera que estén, deben ser salvaguardados por la fuerza, si fuere necesario, por el ejército de los Estados Unidos; después de esta época, Roosevelt inauguró una nueva forma de las relaciones internacionales con Iberoamérica, estableciendo lo que él quiso como norma universal: la política de la buena vecindad, y recurriendo siempre al pensamiento sencillo del americano, consideró que así como es posible que dos hombres convivan con sus familias en un terreno común en que no hay cercas, como en los pueblos común y corrientes de los Estados Unidos, así también es posible que dos pueblos, por más diferentes que sean, pueden convivir juntos y resolver todas sus controversias de alguna manera uniforme, pacífica y ordenada.
El mundo americano - esto Roosevelt lo vio muy bien - no podía organizarse sino estableciendo como base la unidad de sus naciones. El viejo ideal de Bolívar alcanzó así una nueva expresión. Es cierto que esta unidad está siempre y constantemente en vías de consolidarse; pero es indudable que para nosotros esta unidad ha sido ya básicamente organizada, puesto que consideramos imposible la coexistencia; en un mismo Continente, de un pueblo fuerte y vigoroso, pero arrogante, que quisiera dominar a las demás naciones, por considerarlas débiles y extrañas. Y cuando a principios del siglo XX parecía realizarse la fantasía de Hegel que decía que la historia ha marcado siempre del Este al Oeste, pues así como en lo viejos tiempos de la civilización se había visto el centro de la civilización en el Asia Menor y después había venido a Egipto y posteriormente al Mediterráneo para marchar hacia Europa, Hegel soñaba que más tarde la historia universal tendría su centro de acción en América. De pronto pareció realizarse la fantasía racional o irracional, cuando a principios del siglo XX una situación fue indudable: América se alzaba hasta el momento de constituir no sólo el lugar donde se hace la historia, sino de ser el agente principal que hace la historia universal. Esa historia no puede ser bien escrita para nosotros los americanos, si no tenemos, sobre todo, un Continente unido que pueda actuar en forma permanente y en dimensión histórica universal.
Por todo ello, cuando Roosevelt dio los pasos para una diplomacia nueva, pudo encontrar que el Continente respondía; y ahora aquí está América, más unida un año después de la muerte de Roosevelt, comprendiendo más claramente que la brutal presión de la guerra universal no hubiese sido soportada sino precisamente mediante esta unidad del sistema panamericano. Cuando el sistema panamericano se afirme definitivamente, entonces tendremos que en América, aunque sea un lugar aislado, la agresión es imposible; y este Continente pueda defenderse con habilidad y con fuerza de la violencia posible de cualquier agente extraño.
Roosevelt encarna, en vida, el pensamiento constante de la tradición de su pueblo. Es cierto que no han desaparecido y están todavía lejos de desaparecer las causas morales y sociales que originaron la guerra; no ha desaparecido el terror del mundo; todavía no existen todos los países que podamos nosotros considerar hermanos, cercanos a nosotros, absolutamente liberados.
En México, sentimos con dolor la opresión de España; entendemos que todavía hay distintos lugares del mundo donde existe la opresión, el terror y la violencia contra las libertades; pero la paz no se adquiere en un solo día, es producto de una lucha tenaz y constante. Así como la guerra fue siempre una sucesión de batallas, peripecias y hechos distintos, ahora también debe ganarse la paz a través de una serie constante de esfuerzos.
El ideal de Jefferson, que fue el Presidente más.
soñador de los Estados Unidos, con su fe en la democracia y en el hombre común, se escribió en palabras inmortales en la declaración de la Independencia Norteamericana, considerando que los derechos del hombre son "la vida, la libertad y la busca de la felicidad". Ese ideal de Jefferson subsistió en la mente de Roosevelt, y todavía subsiste y debe subsistir en el recuerdo de ambos. No es ni pudo haber sido una simple coincidencia que Roosevelt muriera precisamente la víspera del día en que los Estados Unidos conmemoran al ilustre Jefferson. Las últimas palabras que Roosevelt escribió, reviviendo el viejo ideal del hombre americano, hablan de la Buena Vecindad como ideal supremo, pidiendo un anhelo , un impulso y voluntad para seguir adelante; esas palabras escritas en memoria de Jefferson con que hoy termino, expresan el fondo de la voluntad del luchador incansable: "El único límite de nuestra realización de mañana, serán nuestras vacilaciones de hoy. Vayamos adelante con fe vigorosa y activa". (Aplausos).
El C. Presidente: Tiene la palabra el Excelentísimo señor Raymond H. Geist, Encargado de Negocios de los Estados Unidos de Norte América.
(Habló en inglés).
Traducción:
Señor Presidente de la Comisión Permanente; honorables delegados, damas y caballeros: Estamos reunidos aquí para conmemorar la lamentable muerte del finado presidente de los Estados Unidos, Franklin Delano Roosevelt, cuyo amor por la Humanidad y su simpatía por las aspiraciones humanas lo inspiraron a realizar inolvidables hechos de estadista, y cuyo historial continuará iluminando eternamente las páginas de la Historia y constituyendo una gloria, no solamente para el pueblo de los Estados Unidos de Norteamérica, sino para todos los hombres en todas las tierras, donde las grandes libertades que él noblemente proclamó como derechos humanos inalienables, se aprecian, se honran y se veneran.
En sus esfuerzos para lograr la victoria en la reciente guerra, el presidente Roosevelt siempre tuvo presentes esos trascendentales principios de virtud humana y moralidad, principios que no solamente unieron a los hombres todos en la lucha ascendente para llevar la civilización a los niveles más elevados, sino que contribuyeron a hacer reales y vitales las superiores doctrinas de conducta iluminada que ha de ser fomentada entre las naciones, despertó en los corazones de los hombres al través de todo el mundo, no solamente la esperanza, sino también la convicción de que la paz podría ser lograda y de que los hombres y los pueblos podían, al fin, llegar a vivir tranquilamente unos con otros, disfrutando las bendiciones y la seguridad de una vida pacífica.
En medio de los tiempos más tormentosos y en los días más obscuros cuando los resultados de la guerra eran inciertos y cuando solamente el valor y la templanza podrían demostrar el camino, el finado Presidente, con profunda fe en sus semejantes, ayudó a edificar la estructura de las Naciones Unidas, ayudó a constituir el concierto de pueblos en el esfuerzo más potente por lograr la victoria que el mundo jamás haya visto y sin debilitamiento mantuvo elevado el standard de la libertad y de la justicia.
Ante el magno conflicto de nuestra época, él no solamente impulsó al pueblo americano y a aquellas naciones cuyos hogares estaban siendo devastados por los agresores a arriesgar el todo sobre el altar de la victoria, sino que con plena sinceridad y firmeza de propósito recibió y sostuvo la múltiple cooperación de los vecinos de nuestro país, cuya ayuda fue no solamente decisiva en la causa de la victoria, sino que su colaboración espiritual fortaleció los ideales que comúnmente unen a los hombres y los llevan al sacrificio supremo y a la victoria.
Fue, en verdad, en la hora más obscura para el Presidente, cuando nada había de cierto, excepto que se desarrollaba una lucha heroica, que se derramaban sangre y lágrimas, cuando sobre nuestro hogar el dolor y la miseria de la guerra introducían sus sombras grises en los hogares americanos; fue entonces cuando él fue recibido cordialmente por un pueblo que aprecia los ideales más nobles de la Humanidad: por la gran República de México, cuyo corazón se mueve instintivamente hacia la causa de la justicia. Fue recibido cordialmente por su amigo, su vecino, el gran estadista, el presidente de México, general Manuel Ávila Camacho.
En aquel encuentro en Monterrey, los dos estadistas eminentes, por medio de su amistad, de su sentimiento de buenos vecinos y su elevado espíritu de cooperación, adelantaron, mediante sus esfuerzos unidos, la causa de la victoria, y noblemente afirmaron, aun para el beneficio de generaciones futuras, la fuerza de los lazos de simpatía que indisolublemente unen a nuestros dos países. Es en reconocimiento del papel histórico de México en el gran conflicto, en reconocimiento de la sincera colaboración extendida al finado presidente Roosevelt cuando él llegó a Monterrey, en la hora más obscura de aquellos días; en reconocimiento de la amistad que él sentía por el presidente Ávila Camacho, que tengo el privilegio de leer a ustedes el texto de una carta que el presidente de los Estados Unidos, el honorable Harry S. Truman, ha dirigido en esta solemne ocasión a su excelencia el Presidente de México, recordando con gratitud el espíritu que mueve a este noble cuerpo, al Congreso Mexicano, a honrar la memoria de nuestro gran Presidente.
"La Casa Blanca, Washington, 5 de abril de 1946.
"Mi estimado amigo:
"El señor Embajador George S. Messersmith me ha informado de la resolución adoptada por la Comisión Permanente del Congreso de la Unión, de dedicar el 12 de abril de 1946 a la conmemoración de la trágica muerte del finado Presidente Franklin Delano Roosevelt, y de que el Gobierno de México oficialmente le ha manifestado que se asocia a la resolución de la Comisión Permanente.
"Entiendo que los proyectos incluyen una ceremonia conmemorativa en el Palacio de la Bellas Artes, en México, D. F.; la colocación de una ofrenda floral en Hyde Park por el Excelentísimo
señor Embajador de México, Don Antonio Espinosa de los Monteros, y la colocación de la primera piedra de un monumento dedicado al finado Presidente y a la política del Buen Vecino, en Monterrey, donde Vuestra Excelencia y el finado Presidente se encontraron en 1943.
"El señor Embajador Espinosa de los Monteros me ha transmitido los deseos de la Comisión Permanente de que fuese invitado a concurrir a esta ceremonia en México. Como usted sabe muy bien, las actuales responsabilidades de nuestras funciones constituyen una pesada carga y no me hubiera sido posible , en consecuencia, hacer este viaje, a pesar del gran placer que hubiera tenido en visitar su país.
"Sé que el pueblo y el Gobierno de los Estados Unidos se sentirán hondamente conmovidos por esta renovada expresión de los lazos que los unen al pueblo y al Gobierno de México, así como por el tributo que se rinde en México a la memoria de un hombre querido en todo el mundo y cuya muerte fue una pérdida trágica para la Humanidad.
"Le agradecería muy sinceramente, señor Presidente, que tuviese usted la amabilidad de transmitir en mi nombre un mensaje en este sentido a los miembros de la Comisión Permanente del Congreso de los Estados Unidos Mexicanos. Deseo, también, señor Presidente, asegurar a usted el sincero agradecimiento de los Estados Unidos por la actitud de su Gobierno al asociarse a la acción de la Comisión Permanente.
"Sírvase aceptar, muy estimado señor Presidente, las reiteradas seguridades de mi más alta y más cordial estimación personal. - Harry S. Truman". (Aplausos).
El C. Presidente: Antes de cerrar la sesión la Secretaría va a dar lectura a una importante carta del señor Presidente de la República, Manuel Ávila Camacho.
- El C. secretario Flores Alfonso M. (leyendo):
"Estados Unidos Mexicanos. - Presidencia de la República. - México, D. F., a 11 de abril de 1946.
"C. licenciado Federico Medrano Valdivia, Presidente de la Comisión Permanente del H. Congreso de la Unión. - Ciudad.
"Con sincero beneplácito me enteré oportunamente de la encomiare iniciativa tomada por la Comisión Permanente del H. Congreso de la Unión, que usted dignamente preside, de organizar una serie de actos conmemorativos - de los cuales el primero deberá celebrarse el día 12 del actual en el recinto de la H. Cámara de Diputados - en homenaje a la memoria del Presidente de los Estados Unidos de América, Franklin D. Roosevelt.
"El Ejecutivo a mi cargo comparte los elevados sentimientos que ha inspirado tan generosa iniciativa, la que, además de su contenido intrínseco, constituye un alentador ejemplo del interés que tiene el Poder Legislativo, en los aspectos de la vida internacional de México.
"Aunque corresponda al Presidente de la República la dirección suprema de las relaciones internacionales, conviene que se vea auxiliado, en tan ardua y trascendental tarea con las luces que puedan aportarle los demás poderes y la opinión pública en general, lo que sólo podrá lograrse de manera fecunda si aquéllos y ésta se esfuerzan en poseer la conciencia esclarecida de las exigencias de nuestro tiempo.
"El tributó que la H. Comisión Permanente rendirá al finado Presidente Roosevelt, corresponde de la manera más fiel a las tradiciones de nuestro pueblo. Hombre de indomable energía, supo vencer obstáculos que normalmente hubieran sido insuperables. Con su egregia figura llenó una de las etapas culminantes de la historia. Estadista de visión certera, encarriló los destinos de su patria y de América por los senderos del ideal. Al iniciar la política del Buen Vecino, que ha hecho posible el fortalecimiento del sistema interamericano sobre bases de igualdad y de respeto mutuo, convirtió la unión de veintiún Repúblicas Americanas en una agrupación regional en la que soñara el genio vidente de Bolívar.
Soldado de una causa noble, condujo a los ejércitos norteamericanos por los arduos caminos que llevan al triunfo. Al igual que millares de sus compatriotas, murió antes que sonará el clarín de la victoria, a la que él, más que ningún otro, tanto contribuyó. Tras de él, queda su obra.
Las razones que acabo de esbozar someramente y los lazos de cordial amistad que me ligaron con el ilustre desaparecido, así como la simpatía que demostró siempre para México, os permitirán, señor Presidente de la Comisión Permanente, apreciar mejor la sinceridad con que reitero mis felicitaciones por el atinado gesto que han tenido usted y sus honorables colegas del Congreso de la Unión.
Hago a usted presente mi muy atenta consideración. - Manuel Ávila Camacho". (aplausos nutridos).
El C. Presidente (a las 14.15 h.): se levanta la sesión.
TAQUIGRAFÍA PARLAMENTARIA Y "DIARIO DE LOS DEBATES"
El Director, Jefe de la Oficina, JUAN ANTONIO MOLL