Legislatura XXXIX - Año III - Período Comisión Permanente - Fecha 19460802 - Número de Diario 51

(L39A3PcpN051F19460802.xml)Núm. Diario:51

ENCABEZADO

MÉXICO, D. F., VIERNES 2 DE AGOSTO DE 1946

DIARIO DE LOS DEBATES

DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS

DEL CONGRESO DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS

Registrado como artículo de 2a. clase en la Administración Local de Correos, el 21 de septiembre de 1921.

AÑO III. - PERIODO ORDINARIO XXXIX LEGISLATURA TOMO I. - NÚMERO 51

SESIÓN DE LA COMISIÓN PERMANENTE

EFECTUADA EL DÍA 2 DE AGOSTO DE 1946

SUMARIO

1. - Se abre la sesión. Lectura y aprobación del acta de la sesión anterior.

2. - Se reservan para la Cámara de Senadores los oficios en que se dan a conocer los nombramientos a favor de los CC. Antonio Villalobos, Víctor Alfonso Maldonado y Eduardo Morilla Zafa, como Embajadores Extraordinarios ante los Gobiernos del Brasil, Bolivia y Venezuela, respectivamente; y las hojas de servicios de varios ciudadanos miembros del Ejército Nacional.

3. - Se aprueban los proyectos de decretos que conceden permiso constitucional, respectivamente, a los ciudadanos siguientes: licenciado Francisco Trujillo Gurría. Guillermo Hernández Sagarra, Carlos R. Berzunza, Jerónimo Gomar Suástegui, Luis Ortiz Rubio, Mario Rodríguez Malpica, Licenciado Enrique Jiménez D., Mario Garza Ramos, José Rivas Solís, Hugo Molina Font, Ricardo Lancaster Jones y Roberto Densmore. Pasan al Ejecutivo. Hacen uso de la palabra los ciudadanos representantes Alfonso Flores M. y Manuel Moreno Sánchez, para referirse a las elecciones Federales del día 7 de julio último, Se levanta la sesión.

DEBATE

Presidencia del

C. FEDERICO MEDRANO VALDIVIA

(Asistencia de 19 ciudadanos representantes).

El C. Presidente (a las 13 hrs.): Se abre la sesión.

- El C. secretario Leyva Velázquez Gabriel (leyendo):

"Acta de la sesión celebrada por la Comisión Permanente del XXXIX Congreso de la Unión, el día dieciocho de julio de mil novecientos cuarenta y seis.

"Presidencia del C. Federico Medrano V.

"En la ciudad de México, a las trece horas y cuarenta minutos del jueves dieciocho de julio de mil novecientos cuarenta y seis, se abre la sesión con asistencia de diecinueve ciudadanos representantes, según consta en la lista que previamente pasó la Secretaría.

"Se aprueba, sin discusión, el acta de la sesión anterior celebrada el día diecinueve de junio último.

"Se da cuenta con los siguientes documentos en cartera:

"La Secretaría de Gobernación comunica que el C. Presidente de la República, con fecha 17 de los corrientes, concedió un mes de licencia, con goce de emolumentos, al C. licenciado Alfonso Francisco Ramírez para permanecer separado del cargo de Ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y concedió dos meses de licencia, renunciable y con goce de emolumentos, al C. licenciado Vicente Santos Guajardo para permanecer separado del cargo de Ministro de la H. Suprema Corte de Justicia de la Nación. De conformidad con la fracción V del artículo 79 constitucional, se pregunta si esta H. Comisión. Permanente aprueba las licencias mencionadas. En votación económica la Asamblea las aprueba.

"La Secretaría de Gobernación envía un proyecto de decreto del C. Presidente de la República concediendo una pensión a la señora Ana María Martínez viuda de Rivas por la muerte de su hijo el capitán 2o. P. A. Pablo Ruiz Rivas Martínez, al ofrendar su vida en aras de la patria y los principios democráticos. Recibo, y resérvese para la Cámara de Diputados.

"La Secretaría de Gobernación transcribe una solicitud de la señora Sofía Riva Palacio una pensión como descendiente del general Vicente Guerrero y del general Vicente Riva Palacio. Recibo, y resérvese para la Cámara de Diputados.

"La Secretaría de Gobernación transcribe solicitud de permiso del señor Roberto Densmore para que pueda desempeñar el cargo de Cónsul del Salvador en Monte Carlo, Principado de Mónaco, Recibo, y a la Comisión de Relaciones Exteriores.

"La Secretaría de Gobernación remite al Senado, para los efectos constitucionales consiguientes, las

hojas de servicio de los ciudadanos generales brigadieres Enrique Apolinar Enríquez Rodríguez y Juan Coronado Díaz; y Coroneles Antonio Díaz Chávez, Raúl Caballero Aburto, Adrián Martínez del Río, Manuel Robledo Rojas, Enrique Pimienta Ruiz, Alfredo Berber García, Andrés Avelino Núñez Gómez, Jesús Monroy Eslava, Joaquín Gómez Cruz, Juan Zorrilla Flores, Antonio Pérez Ortega, Francisco González Swain, Crescenciano López Zuazua y Hermenegildo Cuenca Díaz. Recibo, y resérvese para la Cámara de Senadores.

"Las Legislaturas de los Estados que a continuación se expresan, comunican lo siguiente: de Aguascalientes, que instaló la Junta Preparatoria a que se refieren los artículos 15 y 31 de su Constitución local; de Colima que clausuró el 15 de junio último el segundo período ordinario de sesiones de su primer año de ejercicio; de Chiapas que el 15 de junio abrió y clausuró el segundo período extraordinario de sesiones de su segundo año de ejercicio; de Nayarit dando a conocer su Mesa Directiva para el mes de julio; de Querétaro, que con fecha 1o. del actual quedó instalada su Diputación Permanente; de Sinaloa que el 4 de junio inauguró y el 5 clausuró su primer período extraordinario de sesiones de su segundo año de ejercicio y dando a conocer sus Directivas de los meses de junio y julio actual: de Tlaxcala, que el 30 de junio clausuró su primer período ordinario de sesiones de su segundo año de ejercicio y la instalación de su Diputación Permanente; de Zacatecas, que clausuró el 22 de junio su primer período extraordinario de sesiones . De enterado.

"El C. general Abelardo L. Rodríguez participa que se hizo cargo nuevamente del Poder Ejecutivo de Sonora. De enterado.

"El licenciado Mauro Cetina Ferráez comunica que con fecha 19 de junio se hizo cargo, interinamente, del Poder Ejecutivo del Estado de Yucatán. De enterado.

"El C. Mario Rodríguez Malpica, contralmirante director general de la Armada de México, solicita permiso para aceptar y usar la condecoración de la "Legión del Mérito", en grado de Comandante, que le concedió el Gobierno de los Estados Unidos de América. - Recibo, y a la Comisión de Puntos Constitucionales.

"El C. licenciado Francisco Trujillo Gurría solicita permiso para aceptar y usar la condecoración de la Orden del sol del Perú, en el grado de Gran Oficial, que le confirió el Gobierno de aquel país. - Recibo, y a la Comisión de Puntos Constitucionales.

"El capitán de corbeta. Guillermo Hernández Sagarra solicita permiso para aceptar y usar la condecoración de la "Legión del Mérito", en el grado de Oficial, que le otorgó el Gobierno norteamericano. - Recibo, y a la Comisión de Puntos Constitucionales.

"El C. licenciado Enrique Jiménez D. solicita se le autorice para aceptar y usar la condecoración de la Orden del Sol del Perú que en el grado de Gran Maestre le confirió el Gobierno de esa República. - Recibo, y a la Comisión de Puntos Constitucionales.

"El C. ingeniero Eduardo Lancaster Jones solicita permiso para aceptar el cargo de Cónsul ad honorem de la República de El Salvador en la ciudad de Guadalajara, Jal. - Recibo, y a la Comisión de Relaciones Exteriores.

"El C. José Rivas Solís solicita permiso para prestar sus servicios como empleado oficinista, en una categoría no oficial, en el Consulado de los Estados Unidos de Norteamérica en la ciudad de San Luís Potosí. - Recibo, y a la Comisión de Puntos Constitucionales.

"La Cámara Nacional de Industrias Forestales se dirige al Senado pidiendo se aplace la expedición de la Ley de Asociación de Productores Forestales, aprobada ya por la Cámara de Diputados, en tanto los promoventes formulan observaciones y un estudio técnico de dicha ley. - Recibo, y resérvese para la Cámara de Senadores.

"Los Sindicatos "Mirafuentes", "Rafael Moreno" y la Organización de Trabajadores de la que es Secretario General el C. Ángel Hernández, de Orizaba, Ver., solicitan la reforma del artículo 294 de la Ley General del Trabajo. - Recibo, y resérvese para la Cámara de Diputados.

"No habiendo ningún ciudadano representante que haga uso de la palabra, se levanta la sesión a las trece horas y cincuenta y cinco minutos".

Está a discusión el acta. No habiéndola, en votación económica se pregunta si se aprueba. Aprobada.

- El mismo C. Secretario (leyendo):

"Estados Unidos Mexicanos. - Poder Ejecutivo Federal. - México, D. F. - Secretaría de Gobernación.

"CC. secretarios de la H. Comisión Permanente del Congreso de la Unión.- Presentes.

"Con fecha 1o. de los corrientes la Secretaría de Relaciones Exteriores se ha dirigido a esta de Gobernación, manifestando lo siguiente:

"Me es grato participar a usted, a fin de que se sirva hacerlo del conocimiento de la H. Cámara de Senadores, que por acuerdo del C. Presidente de la República, con fecha 1o. del actual, se expidió nombramiento en favor del C. Antonio Villalobos, como Embajador Extraordinario y Plenipotenciario de México ante el Gobierno del Brasil.

"Me permito hacer del conocimiento de ustedes lo anterior, para los fines legales correspondientes, reiterándoles mi consideración distinguida.

"Sufragio Efectivo. No Reelección. - México, D. F., a 22 de julio de 1946. - Por Acuerdo del C. Secretario, el Oficial Mayor, licenciado Benito Coquet". - Recibo, y resérvese para la Cámara de Senadores.

"Estados Unidos Mexicanos. - Poder Ejecutivo Federal. - México, D. F. - Secretaria de Gobernación.

"CC. secretarios de la H. Comisión Permanente del Congreso de la Unión.- Presentes.

"En oficio fechado el 4 de los corrientes, la Secretaría de Relaciones Exteriores manifiesta a esta de Gobernación lo siguiente:

"Me es grato participar a usted, a fin de que se sirva hacerlo del conocimiento de la H. Cámara de Senadores que, por acuerdo del C. Presidente de la República, con fecha 1o. del actual se expidió nombramiento en favor del señor licenciado Víctor Alfonso Maldonado, como Embajador Extraordinario y Plenipotenciario de México ante el Gobierno de Bolivia".

"Me permito hacer lo anterior del conocimiento de ustedes para los fines legales correspondientes, reiterándoles mi consideración distinguida.

"Sufragio Efectivo. No Reelección.

"México, D. F., a 19 de julio de 1946. - Por acuerdo del C. Secretario, el Oficial Mayor, licenciado Benito Coquet". - Recibo, y resérvese para la Cámara de Senadores.

"Estados Unidos Mexicanos. - Poder Ejecutivo Federal. - México, D. F. - Secretaría de Gobernación.

"CC. secretarios de la H. Comisión Permanente del Congreso de la Unión.- Presentes.

"En oficio fechado el 4 de los corrientes, La Secretaría de Relaciones Exteriores manifiesta a esta de Gobernación lo siguiente:

"Me es grato participar a usted, a fin de que se sirva hacerlo del conocimiento de la H. Cámara de Senadores que, por acuerdo del C. Presidente de la República, con fecha 1o. del actual se expidió nombramiento en favor del señor licenciado Víctor Alfonso Maldonado, como Embajador Extraordinario y Plenipotenciario de México ante el Gobierno de Bolivia".

"Me permito hacer lo anterior del conocimiento de ustedes, para los fines legales correspondientes, reiterándoles mi consideración distinguida.

"Sufragio Efectivo. No Reelección.

"México, D. F., a 19 de julio de 1946. - Por acuerdo del C. Secretario, el oficial mayor, licenciado Benito Coquet". - Recibo., y resérvese para la Cámara de Senadores.

"Estados Unidos Mexicanos. - Poder Ejecutivo Federal. - México, D.F. - Secretaría de Gobernación.

"CC. Secretarios de la H. Comisión Permanente del Congreso de la Unión. - Presentes.

"La Secretaría de Relaciones Exteriores se ha dirigido a esta de Gobernación, con fecha 4 de los corrientes, manifestando lo siguiente:

"Me es grato participar a usted, a fin de que se sirva hacerlo del conocimiento de la H. Cámara de Senadores que, por acuerdo del C. Presidente de la República, con fecha 1º del actual se extendió nombramiento en favor del C. ingeniero Eduardo Morillo Zafa, como Embajador Extraordinario y Plenipotenciario de México ante el Gobierno de Venezuela.

"Me permito hacer lo anterior del conocimiento de ustedes, para los fines legales correspondientes, reiterándoles mi consideración distinguida.

"Sufragio Efectivo. No Reelección.

"México, D.F., a 19 de julio de 1946. - Por acuerdo del C. Secretario, el oficial mayor, licenciado Benito Coquet". - Recibo, y resérvese para la Cámara de Senadores.

"La Secretaría de Gobernación remite, para los efectos constitucionales correspondientes, las hojas de servicio de los CC. generales de brigada Federico Cervantes, Desiderio García Maturena, Arturo López Sánchez; y de los coroneles Rubén Saucedo Salazar, Amaranto Dávila Chapa, Enrique Pérez Fernández y Hazael Monter Ledesma". - Recibo. y resérvese para la Cámara de Senadores.

- El mismo C. Secretario (leyendo):

"Comisión de Puntos Constitucionales.

"Honorable Asamblea:

"En escrito de fecha 30 de mayo próximo pasado, el C. licenciado Francisco Trujillo Gurría se dirigió a la H. Comisión Permanente del Congreso de la Unión solicitando el permiso constitucional correspondiente para aceptar y usar la condecoración de la Orden del Sol del Perú, que en el grado de Gran Oficial le confirió el Gobierno de aquella República.

"Turnado que fue el expediente relativo a la suscrita Comisión de Puntos Constitucionales, para su estudio y dictamen, encontramos que no existe ningún inconveniente para otorgar el permiso que se solicita. Por esta consideración y con el fin de dar cumplimiento a lo que sobre el particular establece el inciso III de la fracción B del artículo 37 de la Constitución General de la República, venimos a someter a vuestra consideración el siguiente proyecto de decreto:

"Artículo único. Se concede permiso al C. licenciado Francisco Trujillo Gurría, para que, sin perder su calidad de ciudadano mexicano, pueda aceptar y usar la condecoración de la Orden del Sol del Perú, en el grado de Gran Oficial, que le confirió el Gobierno de aquella República.

"Sala de Comisiones de la H. Comisión Permanente del Congreso de la Unión.- México, D. F., 19 de julio de 1946. - Alfonso M. Moreyra. - Joaquín Martínez Chavarría".

Está a discusión el dictamen. No habiendo quien haga uso de la palabra, se reserva para su votación nominal.

"Comisión de Puntos Constitucionales.

"Honorable Asamblea:

"Fue turnada a la suscrita Comisión de Puntos Constitucionales, para su estudio y dictamen, la solicitud presentada a la H. Comisión Permanente del Congreso de la Unión por el C. capitán de Corbeta Guillermo Hernández Sagarra, para que se le conceda el permiso constitucional que lo autorice a aceptar y usar la condecoración de la Legión del Mérito, en el grado de Oficial, que le confirió el Gobierno de los Estados Unidos de América.

"Después de estudiar la petición formulada al respecto, consideramos que no existe ningún inconveniente para conceder el permiso que motiva este dictamen; y, con el fin de dar cumplimiento a lo establecido en el inciso III, fracción B del artículo 37 de la Constitución General de la República, venimos a proponer a ustedes el siguiente proyecto de decreto:

"Artículo único. Se concede permiso al C. Guillermo Hernández Sagarra. Para que, sin perder su calidad de ciudadano mexicano, pueda aceptar y usar la condecoración de la Legión del Mérito, en el grado de Oficial, que le confirió el Gobierno de los Estados Unidos de América.

"Sala de Comisiones de la H. Comisión Permanente del Congreso de la Unión.- México, D. F., 19 de julio de 1946. - Alfonso M. Moreyra. - Joaquín Martínez Chavarría".

Está a discusión el dictamen. No habiendo quien haga uso de la palabra, se reserva para su votación nominal.

"Comisión de Puntos Constitucionales.

"Honorable Asamblea:

"La H. Comisión Permanente del congreso de la Unión se sirvió turnar a la suscrita Comisión de Puntos Constitucionales, para su estudio y dictamen. la solicitud que presenta el C. capitán de corbeta Carlos R. Berzunza, para que se le autorice a aceptar y usar la condecoración de la Legión del Mérito, en el grado de Oficial, que le confirió el Gobierno de los Estados Unidos de América.

"Del estudio practicado alrededor de esta petición, encontramos que no existe inconveniente para otorgar el permiso constitucional necesario al referido capitán Berzunza; y con el fin de dar cumplimiento a lo que sobre el particular establece el inciso III de la fracción B del artículo 37 de la Constitución Federal, venimos a someter a vuestra consideración el siguiente proyecto de decreto:

"Artículo único. Se concede permiso al C. Carlos R. Berzunza para que, sin perder su calidad de ciudadano mexicano, pueda aceptar y usar la condecoración de la Legión del Mérito, en el grado de oficial, que le confirió el Gobierno de los Estados Unidos de América.

"Sala de Comisiones de la H. Comisión Permanente del Congreso de la Unión.- México, D. F., 19 de julio de 1946. - Alfonso M. Moreyra. - Joaquín Martínez Chavarría".

Está a discusión el dictamen. No habiendo quien haga uso de la palabra, se reserva para su votación nominal.

"Comisión de Puntos Constitucionales.

"Honorable Asamblea:

"La Secretaría de Gobernación se ha dirigido a la H. Comisión Permanente del Congreso de la Unión, trascribiéndole el oficio que le envió la Secretaría de la Defensa Nacional, y por el que se solicita el permiso constitucional correspondiente para que el C. mayor Jerónimo Gomar Suástegui, Agregado Militar a las Embajadas de México en Centro América, con residencia en Guatemala, pueda aceptar y usar la condecoración de la Legión del Mérito, en el grado de oficial, que le confirió el Gobierno de los Estados Unidos de América.

"La suscrita Comisión, a la que fue turnado el expediente respectivo para su estudio y dictamen, estima que no existe inconveniente para conceder el permiso que se solicita y, en esa virtud, con objeto de cumplimentar lo que al respecto establece el inciso III de la fracción B del artículo 37 de la Constitución Federal, viene a someter a vuestra consideración el siguiente proyecto de decreto:

"Artículo único. Se concede permiso al C. Jerónimo Gomar Suástegui para que, sin perder su calidad de ciudadano mexicano, pueda aceptar y usar la condecoración de la Legión del Mérito, en el grado de oficial, que le confirió el Gobierno de los Estados Unidos de América.

"Sala de Comisiones de la H. Comisión Permanente del Congreso de la Unión.- México, D. F.. 8 de junio de 1946. - Alfonso M. Moreyra. - Joaquín Martínez Chavarría".

Está a discusión el dictamen. No habiendo quien haga uso de la palabra, se reserva para su votación nominal.

"Comisión de Puntos Constitucionales.

"Honorable Asamblea:

"Fue turnada a la suscrita Comisión de Puntos Constitucionales la solicitud que, por conducto de la Secretaría de Gobernación, presenta la de Relaciones Exteriores para que se conceda el permiso constitucional correspondiente al C. Luis Ortiz Rubio, a efecto de que pueda aceptar y usar la condecoración "Al Mérito", en el grado de caballero, que le confirió el Gobierno de la República del Ecuador.

"Habiendo estudiado la solicitud a que se contrae este dictamen, la suscrita Comisión estima que no existe inconveniente para otorgar el permiso de referencia. Consecuentemente y con el fin de dar cumplimiento a lo que sobre el particular establece el inciso III de la fracción B del artículo 37 constitucional, viene a someter a vuestra consideración el siguiente proyecto de decreto:

"Artículo único. Se concede permiso al C. Luis Ortiz Rubio para que, sin perder su calidad de ciudadano mexicano, pueda aceptar y usar la condecoración

"Al Mérito", en el grado de Caballero, que le confirió el Gobierno de la República del Ecuador.

"Sala de Comisiones de la H. Comisión Permanente del Congreso de la Unión.- México, D. F., 20 de junio de 1946. - Alfonso M. Moreyra. - Joaquín Martínez Chavarría".

Está a discusión el dictamen. No habiendo quien haga uso de la palabra, se reserva para su votación nominal.

"Comisión de Puntos Constitucionales.

"Honorable Asamblea:

"A la Comisión de Puntos Constitucionales que suscribe, fue turnado, por la H. Comisión Permanente del congreso de la Unión, el expediente que contiene la solicitud presentada por el C. Mario Rodríguez Malpica, Contralmirante Director General de la Armada de México, para que se le conceda el permiso constitucional necesario que lo autorice a aceptar y usar la condecoración de la Legión del Mérito, en el grado de Comandante, que le confirió el Gobierno de los Estados Unidos de América.

"En virtud de que esta Comisión estima que no existe ningún inconveniente para otorgar el permiso a que se refiere este dictamen, y con el fin de dar cumplimiento a lo que al respecto establece el inciso III de la fracción B del artículo 37 de la Constitución Federal, venimos a proponer a ustedes el siguiente proyecto de decreto:

"Artículo Único. Se concede permiso al C. Mario Rodríguez Malpica, para que, sin perder su calidad de ciudadano, pueda aceptar y usar

la condecoración de la Legión del Mérito, en el grado de Comandante, que le confirió el Gobierno de los Estados Unidos de América.

"Sala de Comisiones de la H. Comisión Permanente del Congreso de la Unión.- México, D. F., 19 de julio de 1946. - Alfonso M. Moreyra. - Joaquín Martínez Chavarría".

Está a discusión el dictamen. No habiendo quien haga uso de la palabra, se reserva para su votación nominal.

"Comisión de Puntos Constitucionales.

"Honorable Asamblea:

"El C. Lic. Enrique Jiménez D. se dirigió a la H. Comisión Permanente del Congreso de la Unión solicitando el permiso constitucional correspondiente para aceptar y usar la condecoración de la Orden del Sol del Perú, en grado de Gran Maestre, que le confirió el Gobierno de aquella República.

"Habiendo sido turnado el expediente a la suscrita Comisión de Puntos Constitucionales, para su estudio y dictamen, estimamos que no existe impedimento alguno para conceder el permiso de referencia. En tal virtud y con objeto de cumplimentar, lo establecido en el inciso III de la fracción B del artículo 37 de la Constitución Federal, venimos a someter a vuestra consideración el siguiente proyecto de decreto:

"Artículo Único. Se conceda permiso al C. licenciado Enrique Jiménez D., para que, sin perder su calidad de ciudadano mexicano, pueda aceptar y usar la condecoración de la Orden del sol del Perú, en el grado de Gran Maestre, que le confirió el Gobierno de aquella República.

"Sala de Comisiones de la H, Comisión Permanente del Congreso de la Unión.- México, D. F., 19 de julio de 1946. - Alfonso M. Moreyra . - Joaquín Martínez Chavarría".

Está a discusión el dictamen. No habiendo quien haga uso de la palabra, se reserva para su votación nominal.

"Comisión de Puntos Constitucionales.

"Honorable Asamblea:

"Ha sido turnado a la suscrita Comisión de Puntos Constitucionales el expediente que contiene el oficio en el que la Secretaría de Gobernación transcribe el que le dirigió la de Relaciones Exteriores solicitando el permiso constitucional correspondiente para que el C. Mario Garza Ramos, miembro del Servicio Exterior Mexicano, pueda aceptar y usar la condecoración de la Orden de la Corona de Italia, que le confirió el Gobierno de aquel país.

"Después de estudiar el documento antes citado, la suscrita Comisión dictaminadora estima que no existe inconveniente para conceder el permiso que se solicita, y con objeto de dar cumplimiento a lo establecido por el inciso III de la fracción B del artículo 37 de la Constitución General de la República, viene a someter a vuestra consideración el siguiente proyecto de decreto:

"Artículo Único. Se concede permiso al C. Mario Garza Ramos, para que, sin perder su calidad de ciudadano mexicano, pueda aceptar y usar la condecoración de la Orden de la Corona de Italia, que le confirió el Gobierno de Aquel país.

"Sala de Comisiones de la H. Comisión Permanente del Congreso de la Unión.- México, D. F., 8 de junio de 1946. - Alfonso M. Moreyra. - Joaquín Martínez Chavarría".

Está a discusión el dictamen. No habiendo quien haga uso de la palabra, se reserva para su votación nominal.

Comisión de Puntos Constitucionales.

"Honorable Asamblea.

"A la comisión Permanente del Congreso de la Unión se dirigió el C. José Rivas y Solís solicitando el permiso constitucional necesario para prestar sus servicios como empleado oficinista, en una categoría no oficial, en el Consulado de los Estados Unidos de América, en la ciudad de San Luis Potosí, S. L. P.

"Estudiado que fue detenidamente el caso, la suscrita Comisión estima que no existiendo inconveniente para conceder el permiso a que se contrae este dictamen, y con el fin de dejar cumplimentado lo que sobre el particular establece el inciso II de la fracción B del artículo 37 de la Constitución Federal de la República, se permite someter a vuestra consideración el siguiente proyecto de decreto.

"Artículo Único. Se concede permiso al C. José Rivas y Solís, para que, sin perder su calidad de ciudadano mexicano, pueda prestar sus servicios como empleado oficinista, en una categoría no oficial, en el Consulado de los Estados Unidos de América, en la ciudad de San Luis Potosí, S. L. P.

"Sala de Comisiones de la H. Comisión Permanente del Congreso de la Unión.- México, D. F., 19 de julio de 1946. - Alfonso M. Moreyra. - Joaquín Chavarría". Está a discusión el dictamen. No habiendo quien haga uso de la palabra, se reserva para su votación nominal.

"Comisión de Relaciones Exteriores.

"Honorable Asamblea:

"Con atento oficio de fecha 5 de los corrientes la Secretaría de Gobernación remite solicitud del C. Hugo Molina Font a fin de que se le conceda el permiso constitucional que nuestra Ley Fundamental establece para aceptar y desempeñar el cargo de Vicecónsul Honorario de Suecia en la ciudad de Mérida, Yuc., que le fue ofrecido por el Gobierno de aquel país, sin la pérdida de su ciudadanía mexicana.

"La suscrita Comisión de Relaciones Exteriores a quien fue turnado este expediente, estima que para que el C. Hugo Molina Font quede dentro de las prescripciones de la fracción IV del inciso B del artículo 37 constitucional, es de otorgársele la

autorización que se requiere y en esa virtud, tiene el honor de someter a Vuestra Soberanía para su aprobación en su caso, el siguiente proyecto de decreto:

"artículo Único. Se concede permiso al C. Hugo Molina Font para que, sin que pierda su ciudadanía mexicana, acepte y desempeñe el cargo de Vicecónsul Honorario de Suecia en la ciudad de Mérida, Yuc., que le fue conferido por el Gobierno de aquel país.

"Sala de Comisiones de la H. Comisión Permanente del Congreso de la Unión.- México, D. F., 21 de junio de 1946. - Saúl Cantú Balderas. - Alfonso Flores M."

Está a discusión el dictamen. No habiendo quien haga uso de la palabra, se reserva para su votación nominal.

"Comisión de Relaciones Exteriores.

"Honorable Asamblea:

"El C. ingeniero Ricardo Lancaster Jones en escrito, de fecha 27 de junio pasado, comunica que le ha sido ofrecida la representación consular de la República de El Salvador en la ciudad de Guadalajara, Jal., con la categoría de Cónsul ad honorem. Asimismo en la citada comunicación solicita se le conceda el permiso que nuestra Ley Fundamental exige para que todo mexicano pueda ejercer cargos similares sin la pérdida de su ciudadanía.

"Después de estudiar este asunto, la Comisión estima que para que el C. ingeniero Ricardo Lancaster Jones quede dentro de las prescripciones de la fracción IV del inciso B del artículo 37 constitucional, es de otorgársele la autorización que pide y en esa virtud tiene el honor de someter a esta H. Asamblea, para su aprobación en su caso, el siguiente proyecto de decreto:

"Artículo Único. Se concede permiso al C. ingeniero Ricardo Lancaster Jones, para que sin que pierda su ciudadanía mexicana, acepte y desempeñe el cargo de Cónsul ad honorem de la República de El Salvador en la ciudad de Guadalajara, Jal., que le fue conferido por el Gobierno de aquel país.

"Sala de Comisiones de la H. Comisión Permanente del Congreso de la Unión.- México, D. F., 19 de julio de 1946. - Saúl Cantú Balderas. - Alfonso Flores M."

Está a discusión el dictamen. No habiendo quien haga uso de la palabra, se reserva para su votación nominal.

"Comisión de Relaciones Exteriores.

"Honorable Asamblea:

"La Secretaría de Relaciones Exteriores por conducto de la Gobernación, transcribe solicitud del C. Roberto Densmore, en virtud de la cual pide se le conceda el permiso que la Constitución Federal establece a fin de que sin perder su ciudadanía mexicana, pueda aceptar y desempeñar el cargo de Cónsul de El Salvador en Monte Carlo, Principado de Mónaco, que le ha sido ofrecido por el Gobierno de aquel país.

"El expediente relativo fue turnado para su estudio a esta Comisión de Relaciones Exteriores, la cual tiene el honor de rendir ante Vuestra Soberanía el presente dictamen favorable al interesado por considerar que su solicitud se ajusta a las disposiciones de la fracción IV del inciso B del artículo 37 de la Constitución General de la República y en tal virtud, somete a la consideración vuestra para su aprobación en su caso, el siguiente proyecto de decreto:

"Artículo Único. Se concede permiso al C. Roberto Densmore para que, sin que pierda su ciudadanía mexicana, acepte y desempeñe el cargo de Cónsul de la República de El Salvador en Monte Carlo, Principado de Mónaco, que le fue conferido por el Gobierno de aquel país.

"Sala de Comisiones de la H. Comisión Permanente del Congreso de la Unión.- México, D. F., 20 de julio de 1946. - Saúl Cantú Balderas. - Alfonso Flores M."

Está a discusión el dictamen. No habiendo quien haga uso de la palabra, se reserva para su votación nominal.

Se va a proceder a recoger la votación nominal de los dictámenes que presenta la Comisión de Puntos Constitucionales y la de Relaciones Exteriores, con que se ha dado cuenta a la Asamblea. Por la afirmativa.

El C. secretario Moreno Sánchez Manuel: Por la negativa. (Votación).

El C. secretario Leyva Velázquez Gabriel: ¿Falta algún ciudadano representante de votar por la afirmativa?

El C. secretario Moreno Sánchez Manuel: ¿Falta algún ciudadano representante de votar por la negativa? Se procede a recoger la votación de la Mesa. (Votación).

El C. secretario Leyva Velázquez Gabriel: Por Unanimidad de diecinueve votos fueron aprobados los proyectos de decretos. Pasan al ejecutivo para sus efectos constitucionales.

El C. Flores M. Alfonso: Pido la palabra para hechos.

El C. Presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Flores M. Alfonso: Señores diputados; señores senadores: No pueden pasar inadvertidos, ante esta Representación Nacional, los últimos y enconados ataques que los grupos derrotados en las urnas electorales el domingo siete de julio del presente año han venido lanzando en contra del régimen gubernamental del país, en contra de nuestro sistema jurídico y social y en contra del decoro de la patria.

Me refiero - ustedes bien lo saben - a la sistemática campaña de injurias que algunos partidos, cuya vida la deben precisamente a la generosidad de una ley que hoy atacan, han desarrollado en contra de quienes no tienen mayor pecado ante

el pueblo de México que el de haber introducido métodos de decencia y limpieza en el acto electoral.

Está vivo en la conciencia cívica de México, que hace unos cuantos días se acaba de operar la más trascendental revolución democrática en México: borrando todo un pasado de injusticia, toda una época de confusión, todo un horizonte de fraudes y triquiñuelas; liquidando para siempre el régimen de las pistolas, las algaradas sangrientas y los motines perturbadores, una mañana, la mañana del siete de julio de 1946, la ciudadanía mexicana sintió que en torno suyo un gobierno, presidido por un hombre civilizado, le daba la suficiente confianza y le imponía el marco sereno de una legítima y auténtica oportunidad para acercarse a la urna electoral y depositar, en ella, rodeada de la más respetuosa consideración, el fruto entrañable de su voluntad.

Fue, señores, el siete de julio, el día más solemne y a la vez el más noble y fecundo de los que han transcurrido del gobierno del señor general Manuel Ávila Camacho.

Hubo garantías, esto es tan exacto como la más precisa verdad matemática. Hubo limpieza en la formación de los medios preparatorios al acto electoral: la integración de los padrones, la designación de funcionarios encargados de las casillas, la recolección del resultado electoral: todo fue hecho a través de las más severas reglas de decencia y limpieza. Nadie que no tenga perturbado su ánimo por la inquina, la desilusión o un bárbaro espíritu pueblerino de revancha y odio, puede negarlo. El Ejército Nacional, cuyo prestigio se cimentó una vez más con una eminente victoria civil, cumplió magnífica y celosamente su cometido: los patibularios se expulsaron de la escena y las enormes y pacientes colas de votantes dieron una alegre e inusitada demostración de la gran potencialidad moral en que se apoya el pueblo mexicano. En México, esto lo dijo todo el mundo, se ha aprendido a realizar elecciones. Los comicios a "la mexicana" son ya un trasunto folklórico del pasado. Sólo hace falta una enseñanza aun más honda y más enaltecedora: la de aprender a perder.

Ejército, prensa, corrillo, en cualquier tribuna de la opinión pública, se estuvo de acuerdo en que el triunfo había correspondido a un hombre que tras de sí traía un programa, la bondad de un programa; traía una doctrina, la indiscutible bondad de una doctrina; y traía un proceso por el que el pueblo de México ha dado lo mejor de su espíritu y de sus sacrificios: el proceso revolucionario que es, desde hace mucho tiempo, un auténtico proceso nacional. En contraste, la derrota la habían sufrido otros hombres, cuyo pasado, cargado de miseria y de debilidades, no pudo producir sino injurias, calumnias y desahogos mientras no ofrecían, desde el solio de su candidatura, nada que viniera a esperanzar al pueblo de México ni a ennoblecer con soluciones la problemática de la República.

Desde el fondo sombrío de su amargura, esos hombres se empeñan en deturpar lo que antes les pareció impoluto; en manchar lo que antes fue todo limpieza; en injuriar a quienes antes reconocieron como a todo un caballero y un hombre de bien. ¿Qué crédito pueden tener esas actitudes si vienen quebrantadas por la falsía de una conducta, por la pequeñez de un espíritu y por la miseria de toda una vida? ¿Que solvencia pueden tener los dicterios de un señor Padilla, campeón de todas las prevaricaciones, adalid de todas las traiciones, arquetipo de todas las perversiones cívicas? ¿Qué verdad puede encerrar la actitud de un hombre que en su despecho blasfema de quien le tendió la mano franca de su amistad? ¿Qué sinceridad puede haber en quien a todos hace responsable de su derrota, lo mismo al pueblo de México, al que antes empalagosamente halagó, que a sus propios amigos, que a la misma prensa a la que siempre rodeó de elogios y almibarados comentarios? Está bien que cierto general, cargado de años y de ofuscaciones, alejado del conocimiento de la técnica jurídica, sufra desvíos en su juicio y quebrantos en sus otrora bien cimentadas convicciones. Está bien esto, porque surge de la ignorancia y de la ceguera. Pero en el caso de Padilla, ¿cómo es posible que quien acude, curialescamente, a chicanas y oficiosidades; cómo es posible que quien busca escrutadoramente en los códigos para ver si hay algún resquicio por el cual colarse, cómo es posible que el abogado de los bufetes que prosperaron a la sombra del poder mismo, ahora nos resulte con que se le ha cometido un fraude cuando el fraude sólo existe en su ánimo vanidoso de antiguo galán de la escena diplomática? .

¿Cómo es posible que quien surge de la deficiencia electoral que se le ha imputado a tiempos anteriores; cómo es posible que este esclarecido consultor de los partidos únicos; cómo es posible que Padilla el fiscal, el tinterillo, el abogado de todos los procesos costaleros de los colegios electorales de otrora; cómo es posible que este fruto auténtico del desorden cívico, ahora nos hable, mesiánicamente, de nuevas auroras, nuevos horizontes, nuevos días, nuevas glorias y nuevas virtudes? Quien así predica, no tiene esa precisa diáfana virtud del predicador; quien así hablaron tiene la egregia y viril personalidad de un reformador; quien así se produce no tiene sino la casta bien sabida de los simuladores, los traidores, los oportunistas. No puede hablar de limpieza el que tiene la boca sucia.

El ardid es viejo: de algún pequeño y socarrón fraude cometido en alguna recóndita plaza lugareña, Padilla trata de derivar una norma general y acude plañideramente a la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

En buena hora que vaya hacia ese tribunal, cuya serenidad es innegable y cuyo espíritu equilibrado está fuera de duda.

En buena hora, porque su caso va a ser liquidado en manos de jueces austeros y respetables. ¡ Ah ! Pero si el señor Padilla pretende llevar su caso a la Corte para realizar escándalos internacionales, para llevar su pleito de chicanero a instancias extranjeras, entonces, una vez más, el pueblo de México tendrá que castigar la osadía, la perfidia, la maledicencia de un mal mexicano, de un tránsfuga de su patria, de un traidor a los sagrados e inconmovibles intereses nacionales!

Esos "obscuros y sombríos presagios" de que habla Padilla al dirigirse a la Suprema Corte de Justicia; esa amenaza que está bien entendida y que quiere decir rebelión, revuelta, etc., ese blandir un viejo garrote que se creía se había quedado guardado en los anaqueles de los grupos revoltosos de la primera mitad del siglo diecinueve, esa arma satanista, ese sonar fusiles viejos y tambores destemplados, ya los conocemos y porque los conocemos, nos reímos de buena gana. El pueblo de México no se va a "levantar" porque el señor Padilla así lo implore, porque el pueblo de México no tiene el pequeño valor de un testigo falso en cualquier hoja mal cosida de proceso de juzgado correccional. El pueblo de México está en sus cabales, y ya no es esa masa informe de ebrios a la que cualquier gritón de esquina la llevaba a destruir las instituciones con el incentivo del botín. El noble pueblo de México dijo su verdad en las urnas. Y la dijo bien clara. No importa que esa verdad signifique un Padilla en quiebra ante sus acreedores megalómanos o ante su pandilla de vociferadores.

Ante de las elecciones, todo debía haber estado permitido, hasta el desmán en el uso de la libertad. Después de las elecciones sólo un imperio debe quedar; el de la ley, el de la Constitución. Lo contrario, sería permitir un delito o un atentado contra la dignidad de la nación, del régimen y del pueblo.

Nuestra lección democrática del siete de julio será imperecedera y tiene ese valor ejemplar de los grandes sucesos de una nación. Muchos países del mundo, de aquellos que se envanecían ante nosotros por el buen uso de sus sistemas democráticos, han sido, ahora, espectadores respetuosos de nuestras decisiones.

En una sola frase: el licenciado Ezequiel Padilla ha abusado demasiado de nuestra paciencia, convirtiéndose en trasunto de aquel personaje de la historia de Roma sobre quien vertió justificada ira el más grande de los oradores latinos. ¡ Curiosa paradoja, señores, el de este pequeño Cicerón mexicano que, no satisfecho con aspirar a los laureles oratorios, ha querido ser también el objeto abyecto contra quien la oratoria ciceroniana fulminó! Suyo es el complejo del envidioso que en los matrimonios quisiera ser a la vez el novio y la novia y en los entierros el muerto y la viuda desolada. Envidia y dualidad al mismo tiempo; esquizofrenia que llaman los psiquiatras; cuestión de estarse espiritual y moralmente a todas horas como frente aun espejo, desdoblada así la personalidad. Las dos personalidades de Padilla deben ser ya definitivamente delimitadas, a fin de que, de una vez por todas, nos deshagamos de su necedad.

Por un lado, Padilla ha hecho alarde de revolucionario. Recordemos en una publicidad que se hizo en la revista "Times", de los Estados Unidos, aquella fotografía en que aparece con ancho sombrero de paja, a caballo en un jamelgo, entre otros individuos también montados y a quienes es imposible identificar, y recordemos el pie que puso a esa ilustración, diciendo que era prueba de haber militado en la Revolución Mexicana de 1910, en las fuerzas villistas.

Por el anverso de esa medalla está comprobado hasta la saciedad que en lo más crucial y crítico de la Revolución, cuando el sanguinario Victoriano Huerta había asesinado al apóstol Madero, Padilla, que de ninguna manera militaba en las fuerzas de Villa, sino que hacía vida de estudiante universitario de esos que a veces son medio pillos, medio mendigos y maestros ya en todas las mañas de la picaresca, fue a doblegarse ante Huerta, a rendirle pleitesía y homenaje y a pedirle favores.

Esa duplicidad, de querer aparecer revolucionario y ser servidor de la reacción, se ha extendido a lo largo de su vida. Así lo hemos visto en el curso de la reciente campaña electoral, ufanándose en el prestigio que le prestara el haber sido portavoz, o megáfono, mejor dicho, de la Revolución verdadera, en la conducta de las relaciones exteriores de México, y al mismo tiempo, despreciando a la Revolución hasta el grado de llegar a decir con voz llorona, que "eran mejores los tiempos de don Porfirio".

Padilla recibió en confianza el alto puesto de Secretario de Relaciones Exteriores de México. Los pequeños y grandes negocios que al margen y bajo amparo de ese puesto realizó, entiendo que son ya materia de que conocen las autoridades competentes. No me voy a referir a eso, sino a que desde esa Secretaría - secretaría, no ministerio - su labor consistió en secundar las instrucciones que recibiera del Jefe del Ejecutivo, pues de otro modo se le hubiera retirado del cargo.

No fue Padilla, ni podría serlo de conformidad con nuestro régimen constitucional, el forjador de la política internacional de México, sino que, en su calidad de secretario, secretario y nada más, un cumplidor de lo que seguidamente le ordenaba el Ejecutivo. Si alguna gloria corresponde a México, por su doctrina internacional, esa gloria no es particular de Padilla, no puede apropiársela Padilla, ni permitiremos que Padilla la luzca como joya de su propiedad. Porque esa doctrina internacional mexicana, corresponde, en primer término al pueblo de México, que la sustenta con su entusiasmo y su espíritu verdaderamente creador; corresponde, esto es, a la Revolución Mexicana, que ha sido el movimiento nacional de cuya entraña ha surgido brillante y firme la doctrina mexicana en lo referente a las relaciones entre los pueblos del mundo y, de manera especial, entre los pueblos de nuestro Continente. En segundo término, la gloria de haber mantenido esa doctrina corresponde a la Administración del señor Presidente Ávila Camacho que insistió en no sólo respetar esa doctrina, sino que en afianzarla en toda oportunidad, reafirmándola. Asentado lo cual, veamos cómo Padilla quiere hacerse aparecer como el creador de esa doctrina, llegando hasta el colmo de la audacia de recibir como honores a su persona los honores que a México corresponden.

Padilla habla bonito. Bonitamente habló en Río de Janeiro, de conformidad con las instrucciones recibidas de su jefe, el Presidente de la República. Así es que, en virtud de un discurso pronunciado en la capital brasileña, se le llama estadista. Y no sería ninguno de nosotros quien lo quisiera restar

méritos a Padilla, por su triunfo oratórico, si fuera sincero ese hombre con la política que proclamó. Pero la verdad escueta, la verdad cortante y contundente es que Padilla, tras de haber ganado personalidad por la exposición que le correspondió hacer de la política interamericanista de México, ha hecho todo lo posible, de conformidad con la dualidad que vengo exponiendo, para deshacer esa doctrina.

En efecto, la unidad de las Américas se basa esencialmente en el respeto a la soberanía de cada uno de nuestros pueblos; más terminantemente, la unidad de propósitos y la determinación de presentar nuestras naciones un frente único, tiene su condición sine que non en la doctrina de no intervención. Fue necesario primero la sabia, sana y sincera política del Presidente Roosevelt, de franco y abierto repudio de la intervención de un país en los asuntos internos de todos los demás, para que pudiera darse el clima moral y sentimental único en el que fue posible el buen éxito de las conferencias interamericanas a las que Ezequiel Padilla concurrió. Pero es ese clima, Precisamente, lo que Padilla, candidato a la Presidencia, ha querido destruir; es precisamente la doctrina mexicana de la Revolución que Roosevelt hizo suya, de la no intervención, lo que a un tiempo es el fundamento del falso prestigio que Padilla ha ganado y contra lo que el propio Padilla más ardorosamente arremete.

¿No comprende que el interamericanismo es una disposición de los pueblos de cooperar entre sí, por razón de que dentro de este sistema continental cada pueblo tiene garantizada su libertad, su soberanía, su capacidad para actuar sin intromisiones ajenas? ¿Y no comprende, en fin que en el momento mismo en que esta condición de no intervención queda violada, se desmorona el edificio todo del americanismo, basado en la política del Buen Vecino?

Esa duplicidad de Padilla, digámoslo de una vez, de querer arrogarse la paternidad del interamericanismo al mismo tiempo que quiere destruir su esencia y socavar sus cimientos, es ya demasiado para que podamos seguirlo tolerando.

Pero hay todavía otra duplicidad de Padilla, que es necesario fijar aquí y ahora. Padilla quiere hacerse aparecer como Jefe de Partido, como candidato popular, como caudillo. Esa condición ostenta. Así se retrata. Así circulan las versiones de su personalidad por el extranjero. Cuando en realidad Padilla no tiene partido. Aseguro que no hay padillistas. Aseguro que ni los que aparecen como tales lo son. No es Padillista, el Licenciado Soto y Gama. En su senilidad que todos lamentamos, pero que no es posible remediar porque los años, los minutos, los segundos mismos, destruyen las células viriles de los más hombres, y en el despecho de ver ilusiones truncadas y no reparar en los triunfos logrados, Soto y Gama, revolucionario auténtico que no acompaño al estudiante Padilla a rendirle homenaje a Victoriano Huerta, se ha echado del lado de Padilla en las actuales circunstancias de México, por protestar contra condiciones que no comprende; en lo que está en su derecho; pero de ningún modo es la personalidad de Padilla lo que le atrae, ni la carrera política de Padilla lo que lo enamora; ni, recordemos, acompañó Soto y Gama a Padilla cuando Padilla, entonces miembro del Congreso, fue una vez, como tantas veces, a Cuernavaca, a recibir las órdenes que le daba el Maximato, y volvió con la voz del amo en una amenaza contraproducente que resultó en la abolición del callismo del escenario político de México. Afirmo que Soto y Gama jamás estuve con Padilla en ninguna hora significativa para México. Y que no es padillista.

Y lo mismo puede decir, y debe decirse, de cuantos más parecen rodear a Padilla, aunque con la salvedad de que no merecen el respeto que Soto y Gama, a quien su senectud decrépita lo ampara y salva. No hay padillistas. Hay logreros que en Padilla se escudan, y Padilla será el primero que lo sentirá cuando lo abandonen, porque lo abandonarán para seguir a otro cualquiera que haga más airosamente el papel de opositor, caro a los desechados, admirable para los pillos que le vienen destruyendo lo que pudiera tener de nobleza y cordura.

Quizás, señores, el daño mayor que Padilla haya hecho al país, sea éste, que ha mancillado el concepto de oposición, que lo ha burlado, que lo ha arrastrado hasta los linderos de la traición patria. En el grado en que Padilla ha hecho eso, ha dificultado la conquista de los frutos de la democracia en México, el concepto de una contienda cívica leal.

El C. Moreno Sánchez: Pido la palabra.

El C. Presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Moreno Sánchez Manuel: Señores senadores y diputados:

"Una misma intención, que venía fraguándose en los últimos días, nos ha hecho, a diversos miembros de esta Comisión, comentar, primero en la prensa y después en la conversación y hasta en el mismo seno del hogar - en donde para nosotros siempre se sienten los ecos y las resonancias de lo que ocurre en la calle -, nos ha hecho, repito, pensar en decirle al país, por los oídos generosos de los hombres de la prensa dedicados a informarle, cuál es, a nuestro modo de ver, en medio de una confusión que pretende crearse, la realidad, el fondo verdadero y sólido de la pasada campaña electoral y de sus consecuencias.

"Así coincidimos el señor senador Flores M. y yo en este propósito y quizás algunos otros de ustedes, señores representantes, han pensado en la misma finalidad. Y sólo por eso y porque me parece que la cuestión es grave de por sí, y que ciertas veces claras están como destinadas a perderse en medio de la indiferencia o del rencor que muchos alientan y otros quieren desatar, solamente por eso he pensado distraerlos a ustedes unos momentos en esta reunión para expresar mi punto de vista sobre el mismo problema.

"En toda forma, la Comisión Permanente es un órgano de carácter político, es como la permanencia misma de la representación popular, y si bien tiene muy restringidas sus facultades, en cambio ha de estar atenta a los latidos y a los aspectos

apasionantes de la vida cívica y de la vida social del país. Es indudable que al hacer este análisis, al referirnos a estas cuestiones, nosotros no invadimos la esfera de ningún poder, ni estamos sobre pasando los límites de ningún órgano del Estado, porque nos recluimos precisamente dentro de esos límites cuando tratamos de hacer el análisis político de la situación actual.

"Muchas frases, demasiadas frases, se han hecho sobre las elecciones del 7 de julio; algunas de ellas, afortunadamente, que saltan de cabeza en cabeza y de voz en voz; otras, torpes y faltas de sentido; muchos comentarios en medio de los cuales a mi me parece que es importante tratar de poner claridad y orden en las ideas, sistema en los conceptos y análisis frío de los hechos y sus consecuencias.

"El 7 de julio se realizaron las elecciones que ustedes conocen; para que esto haya sucedido como sucedió, fue necesaria una serie de antecedentes que se remontan muy lejos. El 7 de julio ocurrieron hechos cuyas consecuencias no terminan todavía, y es preciso que nosotros entendamos cuáles pueden ser esas consecuencias. Veamos, pues, esta cuestión como en un panorama.

"No olvidemos que en los últimos años, México fue uno de los países que se envolvieron en la guerra cruenta que sufrió el mundo, y ello tiene una gran trascendencia para explicar lo ocurrido el 7 de julio. Precisamente el espíritu que esa guerra creó, fue arraigándose y aflorando poco a poco en la conciencia ciudadana hasta que en un momento el pueblo, el Gobierno, su Congreso, su Poder Ejecutivo y todos los factores, en conjunto, que intervienen en una elección, coincidieran en un punto fundamental: en que era preciso, absolutamente necesario, que México diera ejemplo de unas elecciones limpias y claras.

"Se ha dicho, por quienes estudian los fenómenos de la guerra pasada, que esa guerra fue una revolución, y si lo fue. Lo fue, no sólo desde el punto de vista internacional en que muchos pueblos otrora sojuzgados, hoy pueden alzar la cabeza, por que han conquistado su propia independencia. Lo fue no sólo porque el mundo internacional que descansara sobre las capitales clásicas del mundo capitalista, hoy tiene también asiento en puntos lejanos e incomprendidos; pero que indudablemente representa fuerzas materiales y humanas que no se pueden desconocer ni despreciar. Porque el advenimiento de Moscú a la política internacional, el advenimiento de Nankin, de Bombay como factores importantes del mañana, no pueden ser menospreciados, así nomás, por nuestros caprichos, por nuestras inclinaciones ni por nuestros criterios parciales.

"Es preciso que entendamos que desde el orden internacional, una gran revolución se proyecta, y que esa revolución, de naturaleza social, ha llegado hasta las aldeas y, en forma solemne, hasta nuestro país; y que esa revolución ha impresionado tanto al pueblo mexicano, que indudablemente fue causa de que México tuviera las elecciones ejemplares de su historia; esa guerra, que fue sacrificio para el pueblo mexicano, tuvo una bandera: la extensión del régimen democrático a todas partes del mundo. Cuando un día se reunieron en Atlántico los líderes de la guerra para fijar la razón por la cual muchos hombres jóvenes iban a morir, se determinó que ello era nada menos que la posibilidad de ser libres y de intervenir sin diferencias en la vida del Estado y de la sociedad humana. Entonces se otorgó a la guerra una bandera, y esta bandera no sólo cruzó los mares y los continentes extra americanos, sino que se arraigó aquí en nuestro propio suelo.

"Solamente que no todos los países se encuentran en un mismo estado de evolución política y social; y si bien es cierto que en pueblos hermanos hemos visto en los últimos años caer redondamente la cabeza de dictadores, también es cierto que en muchas otras partes hemos observado a los pueblos elegir a sus mandatarios en paz y con decencia, aun cuando internacionalmente esos mandatarios fueses desconocidos o pareciesen sospechosos. También hemos visto que en otras partes el pueblo ha vengado con violencia la injusticia y la sangre derramada. Y nosotros, un país que tanto se desangró, que tanto ha luchado por sus propias libertades, un pueblo que se encuentra fatigado de la muerte y tiene como sola esperanza la vida próxima que ha de surgir en este país, dimos ejemplo sereno, en medio de tanta penumbra internacional y de tantos y difíciles problemas; y nuestra gente fue a votar como han votado siempre los pueblos más cultos de la tierra: libremente y con toda clase de garantías.

"Es cierto que en México la guerra para algunos fue un negocio, para otros fue una preparación para medrar en la paz; es cierto que algunos desde sus altas posiciones buscaron amistades externas que posteriormente pudieran aprovechar en la vida interior de México. Todo esto trajo la guerra, y mucha miseria y una gran desesperación y un desequilibrio en los salarios, que no siempre es imputable a causas internas.

"Piénsese nada más en que hoy el mundo dispone de una pequeña cantidad de mercancías para abastecer las necesidades internacionales, y que lo que aquí se produce va a utilizarse muy lejos, y que los precios de las cosas aquí producidas está regulada por la demanda que ocurre a cientos y cientos de kilómetros; y que una economía internacionalizada como la que se presenta ahora no ha encontrado a ninguno de los pueblos de la tierra suficientemente preparado en sus sistemas para acometerla y defenderse con éxito.

Así, pues, en medio de los sufrimientos de esta guerra, cuando hemos visto que tantos hombres, azotados por la miseria, no tienen ni siquiera lo poco que el pueblo de México ha tenido para comer; contemplamos cómo en ese país, en medio del desastre, hemos podido sortear más o menos el temporal, gracias a las medidas que se tomaron, y quizás también debido a la distancia a que nos encontramos de los centros bélicos. Pero esto no impidió que nuestros mineros hubieran estado sometidos a un salario de hambre, porque los precios de los minerales no podían subir, a pesar de la demanda

que se encontraba regulada por un motivo militar; esto no implica que nuestros campesinos no pudieran dejar las siembras básicas de su alimentación, para producir otras cosas que tenían mayor demanda, y que más tarde se encontraran con que la bancarrota de las comunicaciones mundiales les hacía imposible recibir las cosas que iban a comer y que se producían en otras regiones; pero todo esto ha sido la enseñanza de la guerra. Y una enseñanza tan dolorosa no la vamos a malgastar así no más, por las frases de tres o cuatro despechados o de gentes que no entiendan cuál es la verdadera entraña de esta democracia mexicana y que han olvidado la sangre derramada en nuestros campos y que creen que es posible, mediante actitudes de actor, despertar la conciencia del pueblo, para trazarle rumbos que no quiere seguir; porque este pueblo lo que quiere es una vida nueva, en la paz y en las instituciones; una vida en la cual coma, goce de la abundancia, y sus hijos se eduquen y gocen de la vida.

En medio de este torrente de Revolución que fue la guerra, se presentaba un problema obscuro para el pueblo mexicano: la sucesión presidencial.

El presidente Ávila Camacho, mucho tiempo antes de que este problema se planteara, habló al país con entera claridad; les dijo a los hombres inquietos que desde muy temprano empezaron a pensar en el problema, que lo patriótico era esperar la hora justa en que debería plantearse. Le dijo al pueblo mexicano que en su oportunidad tendría todas las libertades y todas las garantías que fueran necesarias para resolver este problema; le dijo que no fuera a votar por histeria, que fuera a votar con la conciencia plena de los problemas nacionales, y le hizo un llamamiento a cada padre de familia para que en su voto depositara el porvenir de sus hijos, le dijo a cada hombre, a cada campesino que se encuentra expuesto, al emitir su voto, a ganar o a perder lo básico de sus instituciones: Voten ustedes con plena conciencia de lo que ha de ser este país mañana.

Y el pueblo respondió, y es evidente en las elecciones del siete de julio, que la votación se ajustó a la solución más clara, más transparente y más adecuada para este país.

Esa voluntad del presidente Ávila Camacho no fue expresada solamente en mensajes; fue muchas veces reiterada: lo dijo aquí, en el Congreso de la Unión, cuando abrió éste sus sesiones; lo repitió durante dos o tres años consecutivos; lo expresó en discursos, en declaraciones; lo reiteró en actos concretos. Cuando a cada ciudadano otorgó las mismas garantías; cuando llamó a los hombres a reunirse en partidos; cuando, en suma, se decidió a dar un paso trascendental en la vida política y envió el proyecto de nueva Ley Electoral a las Cámaras legisladoras. La ley se discutió; fue objeto de muchas objeciones dentro de nosotros mismos; fue motivo de réplicas y contrarréplicas, de debates apasionados; se modificó en algunos puntos; se puso, pues, de acuerdo con la voluntad de las mayorías, y no solamente se satisfizo el presidente Ávila Camacho con que la ley fuera publicada, sino que dio vida a sus instituciones. Entonces pudo hacerse un padrón por primera vez en nuestro país; pudo establecer una Comisión de Vigilancia en que participaran todos los órganos del Estado y los partidos que tuviera mayor importancia; pudo entregarse la iniciativa electoral a los ciudadanos mismos. El día de las elecciones, de tal modo fueron ordenadas, que yo quiero que cualquiera de ustedes o cualquier hombre de este país diga si en el lugar en que observó las elecciones éstas no se realizaron con la más absoluta limpieza. Se señalan como excepción dos o tres sitios: en alguna calle, en alguna esquina, en alguna plaza, hubo un acto de violencia; pero así ocurre en cualquier parte del mundo. Además, eso no limita ni tuerce el sentido electoral de la voluntad que el pueblo fue a depositar el siete de julio en las urnas.

Que la Ley Electoral tenía defectos. Y yo quiero preguntar, ¿cuál no los tiene? Yo he dicho: ¿qué es una ley si no una norma que se esfuerza por ceñir la voluntad de los hombres, precisamente por que pretende a desviarse hacia otros fines? ¿Cómo es posible que si los hombres obedecieran el principio moral de no matar al prójimo, pudiera haber un Código Penal que castigara el homicidio? El Código Penal castiga el homicidio precisamente ante la realidad evidente de que los hombres no se ciñen al mandato moral; pues si los hombres ajustaran su conducta a la rectitud, no habría necesidad de castigar un homicidio, pues no habría homicidios.

¿Cómo es posible, entonces, que si la Ley Electoral establece sanciones fuéramos a pensar que las violaciones contra ella eran imposibles? Al contrario. Por eso se establecieron las sanciones, porque sabíamos que las violaciones podrían ocurrir, y anticipadamente estábamos dispuestos a castigar la violencia donde ocurriera, como tiene que hacerse y lo exigimos ahora desde esta tribuna. (Aplausos).

Pero decidme con toda sinceridad, con toda franqueza; ustedes, que tienen muchos años en la política; ustedes, que han sido espectadores apasionados de la política, decidme: ¿anduvieron por las calles y las plazas de México, hombres con garrotes, con macanas y piedras, de casilla en casilla, arrebatando urnas, que robaron las ánforas por medios violentos? y después, ¿hubo juntas computadoras clandestinas que se escondieran en la casa de cualquier compadre para lograr un mal resultado de la votación? ¡No lo hubo! ¿Y por qué no lo hubo? Porque esta ley prevé las violaciones más comunes que se cometían con la otra, cuando nadie, en aquellos domingos de elecciones, salía de su casa, y cuando salía era con el temor de las mujeres y de los hijos que se quedaban esperando el resultado del desastre; y después, regresaban los cadáveres de los hombres sacrificados cuando iban a ejercer el derecho del voto. Esto que ocurría antes, no ocurrió esta vez. Entonces, ¿quién puede decir que la Ley Electoral no fue efectiva? Es claro que, como se dice ahora, se descubrieron nuevos modos de violar la ley. El espíritu humano es, en el derecho, precisamente tan sutil, que la ley más perfecta siempre puede encontrar una mente aguzada

y febril de criminal que descubre la manera de violarla, a pesar de todas las seguridades que se otorguen. Pero ¿qué se puede hacer cuando la ley ha sido violada? Entonces se pasa al segundo término que significa el castigo de la violación.

La Ley Electoral tuvo principios esenciales: quiso entregar la iniciativa de la elección misma a los ciudadanos. Pero es claro que no la iba a entregar a esos grupos inciertos de hombres que se mueven en las calles, en las fábricas o en los campos, sino a las formas de organización donde encontraran una manera adecuada de actuar políticamente, y esas formas fueron los partidos.

¿Qué los partidos no se pusieron de acuerdo para designar a los funcionarios electorales? Esto es relativamente falso; porque en muchas partes, como consta a ustedes, manejaron las elecciones gentes que pertenecían a "Acción Nacional", y es indudable que en muchas otras partes manejaron las elecciones, como funcionarios electorales, gentes que pertenecían a los grupos de "Fuerza Popular". Es indudable que todos los partidos tuvieron, por la simpatía de los ciudadanos que fueron designados para funcionarios electorales, algunos o muchos miembros que ocuparon puestos importantes de funcionarios electorales.

De tal modo, se logró lo que se había pensado: organizar los Partidos, y después de organizarlos, darles una intervención para que enaltezcan la vida política del país, que la hagan cada vez mejor; que logren, por una parte, un progreso en la organización democrática de México, y que disciplina a sus gentes, para que un Partido no se convierta en el refugio de los despechados de otro Partido, para que los hombres figuren en las filas de un Partido, no, por cualquier malabarismo, aparezcan mañana inscritos como candidatos de otro.

Todos estos viejos defectos de nuestra política deben terminar, y para lograrlo sólo la conciencia ciudadana y la disciplina interna de los partidos, deben abrir el campo para la Democracia; y los dirigentes de los partidos tienen, por eso, una profunda responsabilidad, tanto antes de la elección, cuando han de seleccionar a sus hombres, cuando han de plantear los términos de la lucha, como cuando, en medio de ella, han de conducirla, por los caminos más adecuados; y, después, cuando ante los resultados de la elección, deben asumir la responsabilidad de ciudadanos conscientes, y no utilizar sus puestos como simples agitadores o gentes que tratan de crear confusión en el país.

Que se recuerde, cuando se piensa en la vigencia de la antigua ley, todos los vicios que traía consigo y todo lo que dio lugar en muchas elecciones, Yo, que apenas lindaba en los límites de la ciudadanía, cuando fui a acompañar por el país a José Vasconcelos, en otrora candidato a la Presidencia de México, sentí esa sorda y arbitraria manera que encontramos como una barrera, y la imposibilidad absoluta de vencerla. Esa barrera era escudada por la vieja ley; era el garrote, era el desorden a la hora de la elección, era la imposibilidad de que pudiéramos acercarnos siquiera a las urnas. En aquellos oscuros días en que Calles dominaba detrás de las sombras, un deseo de superación nos hizo ser amigos de Cárdenas, en tanto que destruía el mando detrás del Poder. Eso mismo más tarde nos unió con el hombre más sereno que en los últimos años ha atravesado los ámbitos políticos del país, con Manuel Ávila Camacho; y por fin el mismo anhelo de superación cívica nos hizo unirnos apasionadamente al lado de un civil joven y brillante, como es Miguel alemán. (Aplausos).

No somos, pues, gentes que hayamos pretendido que se solape un fraude. Lo que pasa es que para nosotros es de tal modo evidente, y de tal modo absolutamente claro, que la voluntad mexicana se quedó grabada indeleblemente en las urnas electorales en favor de un candidato a quien nosotros señalamos, que no vamos, con nuestra juventud, con nuestro poder y con nuestra sangre, a dejar arrebatarnos un triunfo legítimo que adquirimos el día 7 de julio, y en el cual Miguel Alemán fue consagrado solemnemente como Presidente electo de México.

Esa voluntad política de hacer más clara nuestra vida democrática, de hacer más limpios nuestros sistemas electorales, ha sido la voluntad del Jefe de mi Partido, la voluntad de Manuel Ávila Camacho; la ha reiterado, subsiste todavía, y no hay ninguna razón para pensar que en los días que vienen que son los días cruciales en que los órganos adecuados habrán de ocuparse de esta cuestión, no harán respetar la voluntad del pueblo. Sabemos que esos Colegios van ciudadanos capaces, serenos, libres, aunque no dudo, porque la política no es cosa de ángeles, que haya también gentes que en su vida tengan una lacra o una mancha; pero es indudable que los hombres que van a sentarse en el Colegio Electoral, merecen nuestro respeto y no seríamos mexicanos, ni pensaríamos que cumplíamos con la Ley y la Constitución, si les negáramos la autoridad moral y jurídica que los sostiene y los sustenta.

Señores: si se quiere pensar serenamente en las elecciones del 7 de julio, vuélvanse los ojos al siglo XIX, y piénsese en cien años de exterminio, en que un partido en el poder siempre acaba con el otro; un día los conservadores persiguieron y mataron a los liberales; otro día, los liberales hicieron los mismo con los conservadores, y no vamos a decir que lo hicieron unos y otros por estar llenos de insanos principios de venganza, sino simplemente porque el siglo XIX fue un siglo tremendamente agitado, un siglo intolerante y jacobino, un siglo que para nosotros representa una honda transformación social; y las transformaciones sociales siempre arrastran consecuencias morales indeseables, pero al mismo tiempo inevitables.

Piénsese que la ilustre generación del 57 había llegado hace mucho tiempo, a soñar en el sufragio universal; que todavía no hemos alcanzado; no lo hemos alcanzado porque en México gobierna una minoría. Sí señores, lo vemos con toda transparencia. ¿Cuántos ciudadanos potenciales tiene el país y, sin embargo, cuántos acudieron a cumplir con sus obligaciones inscribiéndose en el padrón electoral? ¿Quién es el culpable? Es el pueblo mismo,

por su ignorancia, su incapacidad cívica, su falta de comprensión del idioma, en otras partes, por su heterogeneidad. Sin embargo, ahora sabemos que son tres millones de ciudadanos los que pueden depositar sus votos, porque fueron los que se empadronaron conforme a la ley; una minoría que la misma Constitución establece, porque no todo hombre ni todo ser viviente en este país tiene la posibilidad de votar, pues se necesitan ciertas cualidades, ciertas capacidades y limitaciones que todas la leyes del mundo determinan. De tal modo que el viejo sueño del 57 no ha llegado a realizarse.

Piénsese que el camino que nos falta recorrer para alcanzar nuestra democracia, está todavía muy largo; pero si está lejano el fin, no por eso vamos a decir, dándole la espalda al problema, que ya no volveremos a intervenir en la lucha cívica de este pueblo, que está condenado, que es maldito y todas esas expresiones de mujerzuelas timoratas que adoptan algunos políticos perdidosos. ¡No! Si está lejos la meta, caminemos más aprisa; hagamos un esfuerzo mayor para llegar hasta ella y cuando lleguemos, cuando nos acerquemos a la meta de la evolución democrática, veremos más cerca el cumplimiento de nuestro deber.

Liberales del 57, revolucionarios de 1910, jóvenes de la nueva generación, creo que todos estamos absolutamente empeñados por limpiar y sanear nuestra vida pública. Es cierto que, como se ha dicho, la Revolución Mexicana tuvo muchas tareas que cumplir. La cuádruple Revolución Mexicana tuvo una tarea agraria que cumplir, y la ha cumplido; tuvo una tarea obrera que cumplir, y la ha satisfecho; inclusive, ha tenido una tarea espiritual e intelectual que ha cumplido; porque la Revolución tuvo todas estas dimensiones, y en ninguna de ellas podemos negar nuestro progreso. Si bien es cierto que en la política electoral tenemos tantos tropiezos, también es verdad que hemos alcanzado una política culta y civilizada. Porque decidme: ¿a quién, en este país se persigue porque piense como piense? ¿A que orador, en la calle, durante la última campaña electoral, se le ha encarcelado por lanzar denuestos e insultos? ¿Qué hombre está en la prisión sufriendo por persecuciones políticas; ¿Qué hombre fue muerto por expresar su pensamiento? El que sepa un nombre, que lo diga. Las cárceles en México están vacías de reos políticos; los sepulcros están vacíos de víctimas de la lucha electoral, excepto en aquellos casos en que han sido los vigiladores los que murieron arteramente.

Si me va a decir que el Ejército, que fue antes insultado por los mismos que hoy tratan de hacer un falso enaltecimiento de él; porque cuando el suceso de León, insultaban al Ejército llamándole mercenario, ejército de inconscientes y hoy dicen: ¡Qué gran ejemplo cívico ha dado!; pero ellos mismos son los responsables de los cadáveres de soldados en Pachuca que cayeron frente a las urnas electorales, luchando por la Democracia de México, con el mismo valor con que hubieran caído en los campos de Europa o de Asia, defendiendo la libertad humana. (Aplausos)

La intervención del Ejercito en las elecciones pasadas es un ejemplo viviente y perdurable. Y para que conste en los anales de esta sesión, recuerdo a ustedes que esa intervención del Ejército no fue ideada por el régimen actual; no fue ideada por el señor Presidente; fue sugerida por grupos independientes y, después, fue exigida por los grupos de la oposición. Se otorgó, como un ejemplo más de lo que el régimen estaba dispuesto a hacer, y ese otorgamiento, que después resultó un acierto, nos ha dado la impresión exacta de lo que el pueblo estima, quiere y adora a su Ejército. No hubo un ciudadano que dirigiera con malas palabras al vigilante de las casillas; no hubo un hombre que tirara una piedra, como en León; no hubo hombre alguno que pretendiera balacear a los guardias. La intervención del Ejército no solamente mostró el respeto y el cariño que se tiene en México al soldado, sino también otra cosa más: una gran desilusion, porque los alborotadores se encontraron con que era imposible agitar, y entonces, contra sus propios planes, ocurrieron a las elecciones pacíficas; antes, claro, querían reunirse con tres o cuatro mil hombres, ir al Palacio Nacional, abrir las puertas, subir a las azoteas y decir discursos a las Naciones Unidas. Pero eso no ocurrió, y no ocurrió porque el Ejército mantuvo la voluntad cívica del pueblo, en los límites justos en que debía ejercer su derecho, para luego retirarse a descansar en la tranquilidad de su hogar. El Ejército, pues, provocó esa sensación de tranquilidad y de paz el día 7 de julio.

¿Qué ha resultado? ¿Cuál es la verdadera cuestión que se encuentra a debate en al país? Yo estimo que esta cuestión se ciñe a estos términos: la voluntad expresada el 7 de julio debe ser respetada; las violaciones que hayan ocurrido el 7 de julio deben ser castigadas; todos los ciudadanos de México resultamos víctimas de cualquier violador de la Ley, porque ellos, los violadores, crean las bases de una confusión que otros han de explotar; confusión que consiste en decir que porque en un lugar el Presidente de una casilla echó unos votos, o porque, en otra parte, se llevaron el ánfora antes del cómputo, por esa razón, la voluntad popular no quedó expresamente consagrada.

Yo quiero referirme a un solo caso, al del Estado de Nuevo León. Allá, donde obtuvo el triunfo un candidato que no es precisamente de la oposición, porque fue un candidato de coalición Antonio L. Rodríguez, para diputado. ¿Qué ciudadano de Nuevo León cree en estos momentos que hubo violación electoral? Ninguno. Cuando el resultado de las elecciones daba la mayoría a Rodríguez, también la daba para los senadores del Partido Revolucionario Institucional y para Miguel Alemán, no obstante que Monterrey fue objeto de una vasta propaganda que trataba de encontrar arraigo popular para candidatos que no lo tenían. El ejemplo de Monterrey es claro; es el ejemplo que nos puede presentar la verdad de lo que ha ocurrido en otras partes. Indudablemente hay sitios en que un ciudadano vota por un candidato a la Presidencia, que ha sido lanzado por un partido, y, sin embargo, vota por un candidato al Senado de otro partido,

o por un candidato o diputado de un partido diferente. Eso pasa en cualquier parte del mundo. Y tan es así, que eso explica que mientras el candidato Miguel Alemán obtuvo una mayoría obsoleta, inclusive, en el Distrito Federal, y eso ustedes lo han visto, muchos, o algunos de los candidatos de su partido obtuvieron votaciones que variaron hacia la mayoría o hacia la minoría. ¿Por qué es esto? Es porque un pueblo que va a las elecciones no vota por partidos, sino por hombres, y , en muchos casos, debe haber votado por unos hombres y dejado de votar por otros, aunque pertenecieran al mismo partido. El sofisma en que hoy se recluye Padilla es evidente. Padilla dice que son inseparables las elecciones de Presidente de la República, senadores y diputados. Eso es falso. Son tan separables, que hubo varios partidos que presentaron candidatos a diputados y senadores y no presentaron candidato a la Presidencia de la República. Los miembros de ese partido, ¿Por qué candidato a la Presidencia de la República iban a votar? Evidentemente, por el candidato de cualquier otro partido. Así se explica que, en muchas partes, lo cual se aclarará después, cuando los órganos legales conducentes establezcan esta situación, se haya creado una votación variada y diversa, y no, como pretenden ahora, una situación homogénea que no tiene ningún fundamento.

Las causas de nuestros desordenes políticoelectorales son muy viejas: el cacique de pueblo contra el que hemos luchado, y esas causas que explican cómo el panorama político, desde esta ciudad, que es la capital de la República, se ve de un modo, y cómo, desde la provincia, se ve de otro modo. Porque el campanario de que ha hablado la tradición, como origen de política estrecha, no sólo existe en México, sino en cualquiera otra parte.

Se ha dirigido el Partido Democrático Mexicano, que sostuvo a Ezequiel Padilla, a la Suprema Corte de Justicia de la Nación. ¿Qué le ha pedido? Le ha pedido una monstruosidad. Ni siquiera los que redactaron el ocurso, si lo hicieron de buena fe, habían leído la Constitución; pero si lo hicieron de mala fe, esa mala fe no va a tener éxito alguno. Han pedido que la Suprema Corte de Justicia realice un golpe de Estado; le han pedido que practique en ocho días, en seis días, una investigación y que, de esa investigación, se llegue a la conclusión de que todas las elecciones son nulas; que declare que el Colegio Electoral no es el legítimo representante de la voluntad popular, y pretende que los verdaderos colegios electorales son aquellos constituídos por ciudadanos que tienen en su poder los documentos fehacientes de haber triunfado en las elecciones.

Esto no se puede realizar conforme a la Constitución, porque la Corte solamente tiene como misión investigar si ha habido violaciones al voto público, y estas violaciones las examinarán después los órganos soberanos en la materia. Pero no puede declarar la Corte que ese Colegio Electoral que se va a establecer en Donceles es un falso colegio electoral y autorizar, por ejemplo, que se celebre otro en la esquina del Volador.

Tan ridículo es, que ya los ministros de la Corte responderán, y no quiero hacer comentario alguno, pues no quiero que mis palabras resuenen en este recinto sagrado por el que siento un profundo respeto. Pero el tiempo nos dirá la verdad. El asunto está en manos de gentes que están acostumbradas a ver muchos problemas, y no por gentes que en una esquina de San Juan de Letrán, ayudadas por megáfonos, discos y otros aparatos semejantes, gritan o gesticulan. Son dos posiciones absolutamente distintas.

Además, ¿quiénes son los que recurren a la Corte? ¿Qué le ofrecen al país? ¿Qué conducta ejemplar han seguido? ¿Qué clase de hombres honrados y dignos son? A muchos de ellos los hemos visto en la escena política. ¿Qué han hecho? No quiero referirme a ellos porque no valen la pena. Si alguno pasa por ser el obscuro abogado que hace los escritos que firma el ex canciller; si otro tiene una negra conducta en al política de otro tiempo, en que le tocó actuar en primera fila; si otros más, por despecho, cuando la austeridad y conciencia política de Rojo Gómez lo hizo alejarse de la batalla políticoelectoral, siguieron una actitud contrarrevolucionaria, eso no me importa, pues todos están perfectamente juzgados ante la opinión pública. Lo único que declaro es que ninguno daría su vida por la causa ni valen el más pequeño sacrificio de los honrados ciudadanos que pertenezcan al Partido Democrático Mexicano; y ya lo sabrán ellos cuando analicen más detenidamente la personalidad de sus dirigentes.

¡Se ha dicho tanto de Padilla! Yo considero como obligación personal, es una de mis últimas intervenciones en la Tribuna del Congreso Nacional, relatar a ustedes sólo los hechos, que me llenan de indignación y que considero que conociéndolos, ningún mexicano, ningún hombre digno, sería capaz de votar por Padilla, pero ni siquiera de extenderle la mano con afecto de amigo. El primero es éste. En San Francisco, a donde concurrí como miembro de la Comisión Mexicana a la Conferencia Internacional para escribir la Carta de las Naciones Unidas, observé esto: el día que se discutió la entrada de la Argentina en la Conferencia, Padilla había convenido en no hablar durante la sesión pública; cuando se dio cuenta de que había muchos rollos de noticieros y muchos periódicos que estaban ansiosos de que alguien hablará en contra del representante de la URSS, entonces se paró a hablar, para no perder la publicidad. Al terminar aquella sesión, conocí este incidente entre Castillo Nájera y Ezequiel Padilla. Castillo Nájera dijo: "Señor Licenciado: usted no había dicho que no hablaría". Padilla contestó:

"No quería hablar, pero Nelson Rockefellr me inscribió". De manera que Padilla, representando a México en el extranjero, era un siervo de Nelson Rockefeller, que no era más que un asistente del Secretario de Estado, encargado de los asuntos latinoamericanos.

Y el otro es este: nosotros aquí, en la Cámara de Diputados y los senadores en la suya, aprobamos una Ley Reglamentaria del artículo 4o. Constitucional, sobre las profesiones. En esa ley, se estableció como norma, que los profesionistas han peleado

mucho, aquélla que prohibe a los extranjeros ejercer en el país, especialmente porque comprendemos que a nuestro pueblo, por su ignorancia, cualquier apellido difícil de leer le sugiere grandes nociones de sabiduría donde en realidad no se oculta otra cosa que charlatanismo. (Aplausos).

Nosotros aprobamos el artículo que establece que los extranjeros no pueden ejercer en nuestro país. Entonces el licenciado Ezequiel Padilla, cuando recibió como Secretario de Estado la ley, al igual que todos los demás Secretarios, fue el único que la objetó y la objetó en estos términos: "El señor Messersmith, Embajador de los Estados Unidos, se opone a este artículo". Uno de los diputados, cuyo nombre no quiero mencionar, perteneciente, para honor nuestro, a esta Cámara, contestó al entrevistarlo: "El señor Messersmith, no hace las leyes en este país; es, simplemente, el representante de un pueblo amigo nuestro que se llama Estados Unidos de América". (Aplausos).

Nunca quise decir yo estas cosas. Ahora que veo la inquina, la maldad y la deslealtad internacional y nacional con este hombre que pretende fumar puros sin que se la caiga la ceniza; cuando veo ese monumento de idiotez que se ha tratado de levantar en el país, yo digo: no sólo no votaría por Ezequiel Padilla; ni siquiera le dirigiría el saludo, a un hombre que estuvo a punto de vender el destino de México, solamente por saciar sus ambiciones personales, y que estuvo a punto de torcer el claro y recto destino nacionalista del pueblo mexicano.

Además, he oído que muchas gentes hablan hoy desde todas partes, en los periódicos y en los corrillos: "El artículo 60 de la Constitución hará que el Colegio Electoral sea nulo". El artículo 60 de la Constitución nunca había sido atacado hasta ahora. Es la base por el cual el pueblo declara su voluntad expresada. ya en los comicios electorales. Es un artículo que estaba en la Constitución de 1857, que tomamos de la Constitución americana, que ha sido adoptado en otros países. El artículo 60 faculta a las Cámaras para decidir de las elecciones de sus propios miembros, y lo único que hace es ajustarse a la soberanía del pueblo. El artículo 60, en casi los mismos términos, está tomado de un artículo de la Constitución americana, y con toda claridad el Congreso Americano ha llegado a confirmarlo muchas veces.

Los únicos que pueden calificar las elecciones de diputados y senadores, son los propios diputados y senadores, porque de otro modo, sería establecer un cuarto o un quinto poder superior, a lo cual se opone la norma democrática a que no hemos venido refiriendo. Los colegios electorales tienen que hacer un juicio político y fundado, y no hay ninguna razón para que no tengamos fe en sus decisiones. La fe profunda la tenemos en México y en su destino, la gran fe que tenemos en su renovación política, la fe que hemos reiterado muchas veces, nos hace esperar que el Colegio Electoral dicte con toda frialdad y serenidad sus decisiones. Por una parte, sabemos ya de algunas que va a dictar. Cuando posteriormente se ocupe de computar los votos de la lucha presidencial, ya sabemos quien va a ser declarado Presidente de la República; pero esto no lo sabemos porque tengamos prejuicios de partidarismo, sino lo sabemos porque la prensa, el pueblo, la gente de la calle, los hombres todos del país y hasta los observadores extranjeros, que tanto se solicitaron, llegaron a una sola conclusión: fue triunfador en las elecciones presidenciales el licenciado Miguel Alemán.

Yo quiero y espero, esa es mi fe personal, que a estas Cámaras entren hombres de distintas tendencias; y lo espero porque de otro modo puede peligrar el pensamiento básico y profundo de nuestros principios. Cuando vengan aquí, hablen y digan todo lo que puedan o deseen decir, entonces el pueblo va a ser el que juzgue a cada quien; porque ahora que estamos en el Congreso gentes de un mismo partido, es fácil que hasta nos exijan que al llegar a ser diputados o senadores nos levantemos contra nuestro propio partido y nuestras tendencias; pero eso, que sería desleal, no lo podemos hacer. Ojalá que vengan ellos aquí, porque entonces esa fuerza, puesta frente a la Revolución, hará que ésta se fortalezca y que los hombres de la Revolución se superen cada vez más, limpiando su conducta pública y privada, y estudien y profundicen en sus problemas y conceptos; y que presenten siempre al pueblo el camino certero del progreso, por el que siempre ha marchado mi partido, que viene de las primeras tradiciones del surgimiento de la patria, que se arraigó en el liberalismo del siglo XIX, que tiene la herencia de lo mejor de la intelectualidad mexicana y de los mejores hombres que regaron su sangre en los campos de la lucha.

La masa obrera y la agraria que con sus postulados fundamentales han afirmado la Revolución, no tiene miedo. ¡Pequeña Revolución sería la nuestra, si tuviese miedo porque mañana aquí, en esta tribuna, se va a levantar la voz de cualquier gente que no piense como nosotros! Ojalá, pues así tendremos oportunidad de contrastar nuestras ideas frente a frente y encontraremos que el pueblo nos dará una y otra vez, mil veces, la razón.

Si cada ciudadano en estos momentos, en su casa, en la tribuna de la prensa, en la tribuna política, cumple con su deber expresará su conciencia sobre una verdad que es inútil negar: la verdad es que la claridad y la transparencia de las elecciones del 7 de julio no están manchadas; y esa verdad implica una consecuencia evidente y para nosotros absolutamente trivial, porque nadie puede discutirla: que un hombre joven, limpio, sin alardes de caudillo, civil, sin pretensiones de encontrar en cada momento una tribuna para alardear de orador, con un hondo conocimiento de los problemas y con un gran sentido práctico y real, será el presidente nuevo de México; y ese Presidente escribirá, en su hora, una nueva página para seguir adelante en esta vieja lucha por la democracia mexicana, que no ha concluido ni puede concluir, porque la democracia

sólo se alcanza cuando todas las necesidades y todas las satisfacciones que el pueblo necesita, se le otorgan; cuando la ignorancia ha sido desplazada, cuando la insalubridad, cuando la falta de vestido y la miseria han sido derrotadas. Y esa es la esperanza que el pueblo mexicano tiene en un hombre nuevo que, para honra y orgullo de esta nación profunda y llena de misterios, ha de gobernar por seis años a México; ese hombre es, dígase lo que se diga, Miguel Alemán. (Aplausos nutridos y prolongados).

El C. Presidente: (a las 14.30 horas) No habiendo otro asunto de que tratar, se levanta la sesión y se cita para el próximo miércoles a las 12 horas.

TAQUIGRAFÍA PARLAMENTARIA Y "DIARIO DE LOS DEBATES"

El Director, Jefe de la Oficina, JUAN ANTONIO MOLL.