Legislatura XL - Año I - Período Ordinario - Fecha 19461203 - Número de Diario 34

(L40A1P1oN034F19461203.xml)Núm. Diario:34

ENCABEZADO

MÉXICO, D. F., MARTES 3 DE DICIEMBRE DE 1946

DIARIO DE LOS DEBATES

DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS DEL CONGRESO DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS

Registrado como artículo de 2a. clase en la Administración Local de Correos, el 21 de septiembre de 1921

Director de la Imprenta, Lic. Román Tena. Director del Diario de los Debates, J. Antonio Moll.

AÑO I. - PERÍODO ORDINARIO XL LEGISLATURA TOMO I. - NÚMERO 34

SESIÓN SOLEMNE DE CONGRESO GENERAL

EFECTUADA EL DÍA 3 DE DICIEMBRE DE 1946

SUMARIO

1. - Se abre la sesión Solemne de Congreso General celebrada en honor de los legisladores de los países extranjeros que visitan este país, con motivo de la toma de posesión del C. licenciado Miguel Alemán Valdez como Presidente de la República. Lista de lo legisladores en cuyo honor se lleva a cabo esta sesión solemne.

2. - Pronuncian discursos alusivos al acto el C. licenciado Joel Pozos León, Vicepresidente de la Cámara de Diputados de México; el Excelentísimo señor senador Ulises Correa, Embajador Extraordinario y Plenipotenciario en Misión Especial de la República de Chile; el Excelentísimo señor diputado Joao Enrique Sampaio Viera da Silva, Presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Diputados del Brasil y Embajador Extraordinario y Ministro Plenipotenciario Especial; el Excelentísimo señor Dennis Chávez, senador de Estados Unidos de Norteamérica; el Excelentísimo señor Eduardo Beretta, diputado de la Misión Especial de la República Argentina; el Excelentísimo señor Pedro Castro Monzalvo, Embajador Extraordinario y Plenipotenciario en Misión Especial de Colombia; el Excelentísimo señor Mariano Ruiz Tunes, diputado del Congreso de la República de España; el Excelentísimo señor diputado Gerardo Gordillo Barrios, Presidente del Congreso de Guatemala; el Excelentísimo señor senador Justino Zavala Muñiz, Embajador Extraordinario y Plenipotenciario en Misión Especial de la República del Uruguay; el Excelentísimo señor Rafael Coello Serrano, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario en Misión Especial del Ecuador y el C. senador Donato Miranda Fonseca, de la República Mexicana. La Presidencia declara terminada la sesión, previa lectura y aprobación del acta de la misma.

DEBATE

Presidencia del

C. JOSÉ LÓPEZ BERMÚDEZ

(Asistencia de 123 ciudadanos diputados y 52 ciudadanos senadores).

El C. Presidente (a las 17.35): Se abre la sesión solemne.

El C. secretario Guerrero Esquivel Fernando: Están entre nosotros los siguientes legisladores:

"Argentina.

"Excelentísimo señor senador Nacional Diego Luis Molinari, Embajador Extraordinario y Plenipotenciario en Misión Especial.

"Excelentísimo señor senador Nacional Osvaldo Amelotti, Embajador Extraordinario y Plenipotenciario en Misión Especial.

"Excelentísimo señor senador Nacional Alberto Durán, Embajador Extraordinario y Plenipotenciario en Misión Especial.

"Excelentísimo señor senador Nacional Ricardo O. Lorenzón, Embajador Extraordinario y Plenipotenciario en Misión Especial.

"Excelentísimo señor senador Nacional Vicente Leonides Saadi, Embajador Extraordinario y Plenipotenciario en Misión Especial.

"Excelentísimo señor senador Nacional Lorenzo Soler, Embajador Extraordinario y Plenipotenciario en Misión Especial.

"Excelentísimo señor diputado Nacional Manuel Rodríguez, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario en Misión Especial.

"Excelentísimo señor diputado Nacional Antonio Andreotti, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario en Misión Especial.

"Excelentísimo señor diputado Nacional Alcides Cuminetti Corea, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario en Misión Especial.

"Excelentísimo señor diputado Nacional Eduardo Beretta, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario en Misión Especial.

"Excelentísimo señor diputado Nacional Eduardo Colom, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario en Misión Especial.

"Excelentísimo señor diputado Nacional Hernán Jofre, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario en Misión Especial.

"Excelentísimo señor diputado Nacional José

Marotta, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario en Misión Especial.

"Excelentísimo señor diputado Nacional F. Daniel Mendiondo, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario en Misión Especial.

"Excelentísimo señor diputado Nacional Juan Polizzi, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario en Misión Especial.

"Señor senador Provisional José F. Wesner. Agregado.

"Señor diputado Provisional Aurelio Alvarez Llorente. Agregado.

"Brasil.

"Excelentísimo señor diputado Federal Joao Henrique Sampaio Viera da Silva, Presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Diputados, Embajador Extraordinario y Ministro Plenipotenciario en Misión Especial.

"Colombia.

"Excelentísimo señor senador ingeniero Laureano Gómez, Embajador Extraordinario y Plenipotenciario en Misión Especial.

"Excelentísimo señor senador doctor Pedro Castro Monzalvo, Embajador Extraordinario y Ministro Plenipotenciario en Misión Especial.

"Chile.

"Excelentísimo señor senador de la República Ulises Correa, Embajador Extraordinario y Plenipotenciario en Misión Especial.

"Excelentísimo señor diputado al Congreso Nacional Carlos Montane, Embajador Extraordinario y Ministro Plenipotenciario en Misión Especial.

"Excelentísimo señor diputado al Congreso Nacional Rafael Vives Vives, Embajador Extraordinario y Plenipotenciario en Misión Especial.

"Excelentísimo señor diputado al Congreso Nacional Juan Vargas Puebla, Embajador Extraordinario y Plenipotenciario en Misión Especial.

"Cuba.

"Excelentísimo señor senador Francisco Prio Socarras, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario en Misión Especial.

"Excelentísimo señor Porfirio Pendas y Garra, Representante a la Cámara. Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario en Misión Especial.

"Ecuador.

"Excelentísimo señor diputado Carlos Coello Serrano, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario en Misión Especial.

"Haití.

"Excelentísimo señor Presidente de la Cámara de Senadores Jean Belizaire, Embajador Extraordinario y Plenipotenciario en Misión Especial.

"Uruguay.

"Excelentísimo señor senador Justino Zavala Muñiz, Embajador Extraordinario y Plenipotenciario en Misión Especial.

"Venezuela.

"Señor doctor Luis Augusto Dubuc, miembro de la Asamblea Constituyente, Ministro Consejero.

"Estados Unidos de América.

"Hon. senador Pat Mc. Carran.

"Hon. senador Dennis Chávez.

"Señor Leslie Biffle. Secretario del Senado.

"Señor W. R. Poage. Senador del Estado de Texas.

"España.

"Señor Mario Ruiz Tunes. Diputado del Congreso de la República de España.

"Guatemala.

"Hon. diputado Gerardo Gordillo Barrios. Presidente del Congreso.

"Señor Oscar Barrios Castillo.

"Señor Enrique Pellicer.

"Señor Augusto Sharnaud Mc Donald".

El C. Presidente: Tiene la palabra el ciudadano diputado Joel Pozos en representación de la Cámara de Diputados de México. (Aplausos).

El C. Joel Pozos León: Excelentísimos señores representantes de las legislaturas de América, señor Presidente de la Cámara de Diputados, señores senadores representantes del Congreso de la Unión de México:

Desde esta tribuna y en esta memorable ocasión doy, a nombre del Congreso de la Unión mexicano, una cordial bienvenida a todos los representantes de los Congresos de América. Es esta una gran ocasión para expresar que vivimos una hora memorable y un solo ideal: el de la unidad continental. (Aplausos). El Congreso de la Unión, la representación popular de México expresa a ustedes los representantes de los demás países del Continente, su más profunda simpatía que es la del pueblo de México. Queremos hacer en esta ocasión realidad el sueño de nuestros próceres y el ideal de nuestros héroes. Porque no en balde el ejemplo de Bolívar, de Sucre, de San Martín, de Washington, de Jefferson, de Lincoln y de Juárez vibra en estos momentos en toda su intensa pasión y con todo su significado. Ellos con sus vidas prepararon el advenimiento de este mundo nuevo que es América. Este es el verdadero significado de esta obra solemne. Somos los hijos de un nuevo mundo; habitamos un nuevo Continente que es crisol de razas, de aspiraciones y del futuro del mundo. Aquí ha surgido el hombre nuevo, un hombre que, como dijera Unamuno, es la renovación de todos los hombres, porque todos cobran en él su espíritu. Somos como un escalón más en el penoso ascenso de la humanidad hacia la verdadera humanidad. Y esto constituye la mágica esencia de América. En nuestro Continente las civilizaciones han servido para producir culturas y las culturas han producido este hombre. El cultivo del hombre es al fin y al cabo el de la civilización y éste es el supremo producto de la humanidad, el hecho eterno de la historia.

Y aquí estamos, señores representantes de las diversas legislaturas de América, para afirmar que creemos en el advenimiento del hombre nuevo, que somos la realización de las grandes aspiraciones de nuestros libertadores, de nuestros constructores, de los grandes guías de América. De una América en que han fructificado todas las semillas en tierra virgen y fecunda para dar un ejemplo de unidad creadora.

Por eso en esta fecha afirmamos nuestro credo de libertad, de la libertad del espíritu, de la libertad de vivir plenamente, con toda nuestra personalidad, sin egoísmos, sin bastardías, con una comprensión plena en nuestros mutuos destinos.

Mientras el mundo se ha debatido hasta hace poco, se ha negado a sí mismo destruyéndose en la inmensa hecatombe que acabamos de presenciar mientras los cañones todavía no se acallan, nosotros volvemos nuestros ojos a la esencia misma de los más grandes valores del espíritu, a nuestras tradiciones, y afirmamos la supervivencia del hombre en sus más limpias esencias. Afirmamos aquí que somos pueblos que creemos en la democracia, en la libertad de pensar y de obrar, de surcar nuestras tierras y nuestros mares, nuestro cielo, procurando el bien común y el advenimiento de una humanidad mejor.

Rendimos tributo así al sacrificio que hicieron los millones de víctimas y los héroes que han sacrificado sus vidas por conseguir esto: la libertad. Grandes o pequeños, pobres o ricos, tenemos el derecho pleno de vivir y de vivir precisamente en armonía unos a otros. Por eso afirmamos aquí que es norma de la política internacional de México la del Buen Vecino de la que fuera paladín ese hombre excepcional y grande que se llamó Franklin Delano Roosevelt.

Señores legisladores: en esta ocasión en que han venido ustedes a México a presenciar la transmisión pacífica del poder Ejecutivo, queremos manifestarles que nuestro país se encauza definitivamente en las normas democráticas. El advenimiento de nuestro nuevo Presidente Miguel Alemán abre una etapa en la historia de nuestro país y la revolución se afirma en obra creadora y perdurable. Miguel Alemán procede de la Revolución Mexicana, es una afirmación de sus principios y de sus anhelos: es un triunfo de la propia Revolución. Tenemos una fe plena, una confianza absoluta en que en las manos del nuevo Presidente, los destinos de México son los destinos del pueblo. Porque Miguel Alemán es de la nueva generación, universitario y limpio. Su programa de Gobierno est basado en la realidad y en el interés de la patria. El ha dicho en su mensaje a la nación que la conducta internacional de nuestro país es pacifista, cordial para todos los pueblos del mundo y tan respetuosa para el derecho de los demás, como celosa del derecho propio. Sustenta la convicción de que para resolver los problemas de nuestro porvenir inmediato, habremos de pugnar por la unidad continental como aspiración de naciones democráticas y libres. Nuestro Presidente ha dicho que la política del buen vecino coincidió con los sentimientos de nuestro pueblo y que, convertida en norma de política permanente, satisface nuestros ideales de comprensión internacional. Que en medio de la confusión universal de esta hora, el nuevo mundo debe ser el guardián de las libertades humanas. Que no podemos ser indiferentes a las inquietudes que ahora embargan a la humanidad y que son el fruto de los errores pasados. Que los pueblos de la tierra no se librar n de esas inquietudes si no determinan con lealtad concertar una paz basada en la justicia. Es decir un entendimiento internacional no sólo duradero sino permanente, en el que prevalezca el derecho sobre la fuerza y en el que el egoísmo de las naciones grandes o pequeñas esté frenado por los principios de equidad en el tratamiento de las naciones entre sí; y más aún, de cooperación económica y cultural de unas con otras para el advenimiento de una humanidad mejor. Esta es, en esencia, señores, la doctrina internacional de México; doctrina que ha sustentado y sustenta nuestro país y de la que legítimamente nos enorgullecemos.

Que esta ocasión sea pues el principio, la realización de una comprensión y de un conocimiento cada día más cabal sobre nuestros pueblos. Pugnemos por que nuestras respectivas legislaturas mantengan un constante y permanente intercambio para que nuestros pueblos respectivos logren conocerse mejor, pues del conocimiento nace la comprensión y el amor. Hagamos que los hombres de todo el Continente se conozcan más íntimamente, que los estudiantes de las universidades, que los hombres de negocios, que los industriales conozcan mutuamente nuestros países. Acortemos las distancias y que por los cielos, que por lo caminos carreteros, que por medio de la prensa y el libro se abra un ancho cauce al comercio y al espíritu.

Quiero terminar invocando aquella anécdota de las últimas horas de Bolívar en que lleno de amargura por las incomprensiones e ingratitudes de su tiempo decía: "Los que hemos trabajado en América por su libertad e independencia, hemos arado en el mar y edificado sobre arena". Esta sesión memorable en que los hombres de un Continente se reúnen bajo el recinto parlamentario de México al amparo de las banderas de todo un Continente, responde a la amargura del Libertador con una optimista exclamación que al hacerla mía estoy seguro la hacen suya mis compañeros del Congreso de la Unión: Padre Bolívar: no araste en el mar ni edificaste sobre arena. América hoy afirma su credo democrático, su fe en la libertad porque es el nuevo mundo, crisol de razas en que se hará posible la libertad de todos los hombres. (Aplausos).

- El Excelentísimo señor senador Ulises Correa, Embajador Extraordinario y Plenipotenciario en Misión Especial de la República de Chile: Señor Presidente; Señores Parlamentarios; señores:

El desarrollo de los últimos acontecimientos históricos, ha ubicado a América en los comienzos de su gran destino. Están dadas todas las condiciones para que estas repúblicas puedan hacer coincidir sus comunes aspiraciones y sus comunes esfuerzos. Es enorme la responsabilidad que asumen los cuerpos políticos de nuestras organizaciones democráticas; es trascendental el papel que Están llamados a desempeñar los parlamentos de América.

Por eso, al hablar en el Congreso de México no recurro a los hechos del pasado, ni rememoro los acontecimientos que nos identifican en la historia. Me preocupa el futuro, lo que debemos hacer y lo que haremos. Me apasiona descubrir en un clima de libertad, la ecuación de esperanzas que reclaman los pueblos.

He escuchado la voz del pueblo de México, a

través de los trabajos y declaraciones del Presidente, Excelentísimo señor Miguel Alemán; de los recuerdos a la Administración del general Cárdenas; del respeto y admiración que rodean la obra del general Avila Camacho. He escuchado la voz del pueblo de México, a lo largo de las crónicas parlamentarias que he tenido la feliz oportunidad de conocer. He escuchado la voz del pueblo de México, en la calle desierta o en el barrio populoso; aclarando aún más el día o rompiendo lo quieto de la noche.

Esa voz me ha dicho la verdad común de América. Se anuncian planes, programas y esfuerzos para industrializar esta tierra elevar, el nivel de vida de su población, multiplicar las victorias en contra del analfabetismo. Se predica un nuevo régimen, al servicio de los seres humanos; de los mexicanos que han hecho en la paz, heroísmo sin historia. Me he emocionado al imponerme de esas iniciativas. He sentido dentro de mí una vibración de cosa propia. Esos sueños y esas reiteradas esperanzas de poner en marcha una nación al servicio de un pueblo, son los sueños y las esperanzas de toda América.

Iguales aspiraciones se abrigan en mi patria y una vez más siento a México adherido a la substancia y a la sangre de mi tierra.

Ese es el lenguaje que nos corresponde hablar en esta hora. Esa es la voz que traigo de mi pueblo y el saludo de mi Presidente, el Excelentísimo señor González Videla.

Sabemos que la historia nos une. Sabemos que a comienzos del siglo pasado iniciamos una marcha común que por diversos caminos, no ha logrado aislarnos ni separarnos. Pero, lo más importante es comprender que esa marcha de americanos se ha reiniciado y que ahora se emprende por una sola senda, por la ruta que nos conducir a encontrarnos siempre, porque somos los mismos, deseamos lo mismo y aspiramos a imponer el mismo acento social y humano en nuestras libres convivencias democráticas.

La historia común de América surgir de los campos agrícolas modernizados con las maquinarias y la técnica del hombre; de las industrias que se multipliquen en estas tierras y eleven el nivel de vida de nuestros pueblos; del respeto al trabajo y del derecho que todos tienen a vivir libres de necesidades y preocupaciones.

Me he impuesto con admiración y júbilo del Plan de Gobierno del Excelentísimo señor Alemán y he encontrado una perfecta identidad con lo prometido a mi patria por el Excelentísimo señor González Videla. México y Chile han dado ejemplos de democracia política. México y Chile no han escatimado esfuerzo ni sacrificio para organizar la libertad y estabilizarla en beneficio de las generaciones venideras.

Pues bien, ahora hemos comprendido ambos países que esa libertad simplemente política y jurídica, no es suficiente.

Estamos seguros de que la democracia se hará eterna, cuando los países recuperen su total soberanía, independizándose en lo posible de las contingencias de los mercados internacionales y construyendo su propia vida en la interdependencia de los mercados americanos.

Estamos convencidos de que esa democracia no conocer dudas ni incertidumbres, cuando el hombre se vea despojado de la necesidad económica que lo aprisiona y lo angustia. México y Chile se han decidido a libertar la libertad política, a hacerla más realidad y menos imagen.

Estamos unidos en la empresa maravillosa de la democracia económica. México y Chile tienen la absoluta conciencia de que hay que superar la libertad para poder conservarla.

Dentro de algunos días regresaremos a nuestra patria. Dentro de algunos días nos incorporaremos a las labores propias de nuestros Gobiernos. Sin embargo, sabemos que nos une el común programa nacional y popular. Sabemos que estamos trabajando por elevar el nivel de vida de las clases más modestas. Con ello, incorporaremos a la civilización y a la vida misma, a miles de seres que han subsistido al margen de todo progreso material o espiritual.

En a medida que obtengamos victorias en este propósito común, en la medida que derrotemos a la pobreza y aprovechemos la totalidad del potencial económico de nuestros países, nos habremos acercado mucho más. El futuro y auténtico americanismo descansa en esas premisas. Si triunfamos dentro de nosotros mismos, acortaremos distancias. La historia de los años que se aproximan, ser la lucha sin cuartel por salvar al hombre, por libertarlo de toda angustia y de todo drama. Lucha tan heroica como la que emprendieran nuestros antepasados para darnos tierra y libertad, para darnos un nombre y un destino. Nada se conquista en la vida sin combatir. Nada se obtiene sin voluntad de triunfo.

Cuando todos los pueblos americanos escuchen el llamado del instante que vive nuestro Continente y comprendan que el principal problema es el de vestir, habitar, y dar trabajo a todos, se empezar a escribir la nueva historia de América.

Honorable Congreso: Señores: Junto con saludar a este ilustre Cuerpo en nombre del Congreso de mi patria, me permito expresar mi personal júbilo por haber escuchado en esta tierra la misma doctrina del Presidente Excelentísimo señor González Videla. Y lo que es más, haber comprobado la existencia de una misma y empecinada fe.

Saludo al Excelentísimo señor Miguel Alemán, presidente de México, y con los ojos puestos en el fondo heroico de nuestro pasado histórico, diviso la senda que nos conducir al destino común, tan ansiado y tan justamente postergado.

Los parlamentarios chilenos aquí presentes saludamos a los señores parlamentarios y agradecemos emocionados la oportunidad de haber podido expresar ante ellos el sentimiento que anima al Congreso de nuestra patria.

Saludo al pueblo de México que desparrama por esta amable geografía su enorme cuota de fe y de esperanza.

Dejo en este recinto de la sabiduría y del talento el homenaje más sincero y profundo del pueblo de Chile. (Aplausos Nutridos).

El C. Presidente: Tiene la palabra el Excelentísimo señor diputado federal Joao Enrique Sampaio Viera da Silva, Presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Diputados del Brasil y Embajador Extraordinario y Ministro Plenipotenciario Especial.

- El Excelentísimo señor diputado Joao Enrique Sampaio Viera da Silva: Señor Presidente y señores congresistas: El Brasil se siente muy honrado por la distinción que le fue conferida de hablar en este augusto recinto de la Cámara de Diputados de México, en sesión tan solemne como la de hoy.

En el régimen democrático que adoptamos en las Américas, toda soberanía emana del pueblo, en el equilibrio, la armonía y la independencia de los tres poderes constitucionales. Pero sin sobrepasar los demás, el Legislativo es, por la naturaleza de sus funciones, el que más establece contactos con las distintas corrientes de opinión pública, espejándolas a diario, en la rutina de su funcionamiento. Es él el reflejo fiel de las aspiraciones populares, en el patriotismo, la vehemencia y hasta en el tumulto que las caracteriza.

Esta es la casa del pueblo mexicano que en ella recibe ahora, con una gentileza muy suya, a senadores y diputados de países hermanos que acá vinieron, revestidos de misión diplomática, para asistir a la Toma de Posesión del ilustre presidente Miguel Alemán.

Es, por cierto, un detalle bien significativo el que se junten representantes del pueblo a los diplomáticos de carrera, lo que da un sentido eminentemente popular a los justos homenajes prestados a vuestro Presidente.

El pueblo del Brasil, señores diputados, trae en su corazón a México, y aunque geográficamente un tanto alejado, se siente cercano, bien cercano de él, por el espíritu, acompañándolo en sus gloriosas ansias de progreso, de libertad, de comprensión del sufrimiento humano y de amor a la grande, una e indivisible tierra de todas las Américas.

Nosotros, brasileños, amamos a vuestros héroes y hablamos de ellos a los jóvenes de nuestra patria, tal como lo hacemos con los nuestros. Por eso les es familiar la fama de Cuauhtémoc, el último emperador azteca, hijo de Ahuizotl, que traía en el significado de su nombre - águila que descendió - una sombría predestinación. ¡Pero con qué heroísmo supo cumplirla, demostrando a los postreros que el valor de la vida tanto est en el bueno, como en el destino adverso, una vez que lo cumplamos con dignidad! Y ésta la tuvo él, cuando defendió hasta la muerte la tierra de Anáhuac y los sagrados derechos de su gente, con una bravura india, telúrica, jamás excedida en ningún otro hecho de la Historia Universal.

La rebelión contra Moctezuma, expresa en la altivez de sus palabras: "No obedezcamos, porque ya no es nuestro Rey", vale por un símbolo: el de la firmeza a los ideales por los cuales uno pelea, hasta cuando ocurre la infelicidad del amilanamiento del jefe.

También vive, en la admiración de la juventud brasileña, la memoria de don Miguel Hidalgo y Costilla, el cura Hidalgo, Padre de la Independencia Mexicana. Mis jóvenes compatriotas, que se emocionan con la tragedia de nuestro llamado "Complot Minero" y el suplicio de nuestro Tiradentes, igualmente se conmueven con la historia del cura Hidalgo, que pagó con su cabeza el lindo sueño de libertación de vuestra patria.

De igual modo, es popular en Brasil el nombre de Juárez, que por él, fue repetido en muchas familias nuestras. Su biografía es decantada como si él fuera un héroe brasileño. Se narran con veneración episodios de su infancia, cuando el predestinado pastor de Laguna Encantada, no conociendo todavía el castellano, se dirigía en zapoteca a sus ovejas e imitaba con su flauta ruidos y voces de la Naturaleza, en una reproducción viva de las escenas bucólicas de Virgilio. Y se conocen al detalle los fastos de su vida política, la justicia por la cual lo consagrasteis héroe nacional, la tenacidad que coloreaba su combate y que jamás le faltó, ni aun cuando la derrota lo hería. Así, en cierta ocasión, informado del desbande de sus tropas, en vez de demostrarse exasperado, o deprimido, tuvo esta frase de fino humorismo y bravura ejemplar: "Le han quitado una pluma a nuestro gallo".

En mil ochocientos cincuenta y siete, Juárez discordaba de Comonfort para quedarse con el Plan de Ayutla, tal como en mil quinientos veinte, Cuauhtémoc divergía de Moctezuma para quedarse con la tierra de Anáhuac. Fue vuestro nombre representativo en la Reforma, en la Intervención y en el Imperio, evidentemente un precursor del panamericanismo.

El Brasil, señores diputados, conoce y admira vuestra historia y, por eso tiene fe en vuestra amistad y confía en vuestro porvenir.

Por eso la razón de que son excelentes las relaciones entre nuestros dos países, desde que para establecerse estuvo aquí Ponte Ribeiro, grande diplomático nuestro.

El panamericanismo es el largo y brillante camino por el cual seguimos, en el determinismo de una saludable política continental y en ella vamos dejando huellas que nos llenan de justo orgullo y que son, entre otras, la Segunda Conferencia Internacional Americana, aquí reunida, y la declaración de Chapultepec.

En mil novecientos veintidós, cuando festejamos el centenario de nuestra independencia, nos hicisteis un presente que jamás olvidaremos: vuestra estatua de Cuauhtémoc, que embellece la ciudad de Río de Janeiro y que recuerda a los transeúntes de un alto ejemplo de heroicidad puesta en defensa de la tierra americana.

Vuestro embajador José Vasconcelos, en un discurso cuya sonoridad todavía hasta hoy encanta los oídos brasileños, como uno de los más lindos mensajes de fraternal amistad, nos dice que si por acaso el Brasil viviese horas de peligro, los mexicanos estarían hombro a hombro con nosotros.

Vuestra bravura y vuestra lealtad, siempre sobresalientes en toda vuestra historia, son garantías para la obra común panamericana.

El espíritu de Cuauhtémoc, de Hidalgo y de Juárez, de defensa de la tierra, se llame ella Anáhuac o se denomine América y de la defensa de los

eternos ideales de libertad, que tomen ellos forma en la independencia mexicana, o que signifiquen, como en la actualidad, la integridad de la civilización continental, ese espíritu ha inspirado a vosotros desde las conferencias de Panamá y de la Habana, hasta la de Río de Janeiro y nos guiar para siempre.

En su nombre, tomasteis parte en la última grande guerra, siendo vuestra contribución de la más grande importancia para la victoria, en la batalla de la producción y en la ayuda militar y política.

Toda la América se ufana de la obra cultural de gran brillo que estáis realizando en vuestras universidades y vuestro renombre de inteligencia se basa en talentos universalmente admirados, como el de Alfonso Reyes, tan querido en Brasil.

En este sector de la inteligencia, vuestra riqueza es poliforma y se coteja con las riquezas de vuestro riquísimo subsuelo.

Trabajáis tanto en la ciencia, cuanto cultiváis las bellas artes. Poca gente en el mundo poseer pintura, música, bailes y folklore tan llenos de colorido de ritmos y de expresiones de alma como los de acá.

Estáis, evidentemente, construyendo con los más ricos materiales, aztecas y occidentales, una gran civilización adonde sobresale vuestro continuado esfuerzo de defender la dignidad del hombre en la elogiable aspiración de perfeccionamiento social.

Nosotros, brasileños, avaluamos con simpatía vuestra obra, pues acabamos de votar una nueva Constitución, en la cual el orden económico es organizado de conformidad con los principios de justicia social, condicionando a ésta el derecho de propiedad, estableciéndose la participación directa y obligatoria del trabajador en las ganancias de las empresas, el reposo semanal remunerado y otras conquistas de gran significación en el sentido de la valorización del trabajo.

En estas palabras, señores diputados, agradezco el pensamiento del general Eurico Dutra, nuestro presidente, con relación a la gran patria mexicana, según instrucciones personales que su Excelencia me trasmitió y de que me hizo portador.

Haciendo deseos de una aproximación cada vez más grande en las relaciones políticas, intelectuales y comerciales entre nuestros dos países y, en nombre del Brasil, congratúlome con la Cámara de Diputados de México, por el acontecimiento que conmemoramos, deseando a la valerosa nación hermana que siga siendo, en este hemisferio, rica sementera de libertad, de democracia y de panamericanismo. (Aplausos nutridos).

El C. Presidente: Tiene la palabra el honorable senador Dennis Chávez, de la Misión Especial de los Estados Unidos de América al Congreso de México, quien ha expresado su deseo de pronunciar su discurso en el idioma español. (Aplausos).

- El Excelentísimo señor Dennis Chávez, senador de los Estados Unidos: Señor Presidente, miembros del Congreso de la República Mexicana, delegados de las diferentes misiones: En ocasión del momento, permítanme primeramente expresar mis gracias de corazón al Congreso mexicano, por haberme dado la oportunidad de dirigir aunque sea unas cuantas palabras en forma humilde al Congreso mexicano.

Yo soy partidario de la Política del Buen Vecino (aplausos) en todo el sentido que esas palabras lo expresan; Buen Vecino de parte de Estados Unidos hacia México, y quiero ser Buen Vecino para con todos los países del mundo (aplausos), incluyendo la Argentina y España. Y ahora hablo de los pueblos compuestos de seres humanos y de personas que tienen la dignidad de considerarse como hombres libres. (Aplausos).

Expreso la opinión personal del senador de Estados Unidos por Nuevo México, porque creo expresar la opinión del pueblo americano de Estados Unidos. ¡Buen Vecino!... El único modo como se puede llevar a cabo esa idea, es tener respeto al vecino (aplausos); es de observar y comprender que no importa que el buen vecino sea pobre, rico o diferente; todos son dignos del respeto más grande. (Aplausos).

No sé si mis humildes palabras, expresadas en español puedan ser entendidas por los que me escuchan; yo hablo el español de Nuevo México, que es el español del siglo dieciséis de los españoles. (Aplausos). Todavía en mi Estado decimos "truje" y decimos "mesmo", y si yo dijera "mismo" y "traje", no votarían por mí. (Aplausos).

Siendo miembro del Senado de mi país, y comprendiendo las funciones de los ramos legislativos de gobiernos constitucionales, comprendo la tremenda tarea del Congreso Mexicano, la responsabilidad que tiene; pero sabiendo también y conociendo vuestro patriotismo, conociendo vuestros ideales y la sinceridad de propósito, tengo la definitiva confianza de que el Congreso Mexicano hará buen papel en sus deberes y cooperar en llevar a cabo el laudable programa expresado por vuestro gran Presidente, el licenciado Miguel Alemán Valdez. (Aplausos).

Quiero expresar la opinión de un ciudadano de Estados Unidos: "El discurso del Presidente Alemán a mí me dio confianza, porque contenía un espíritu patriótico, leal y lleno de esperanza para el pueblo mexicano". (Aplausos).

En mi opinión, enseñaba el progreso político, social y económico para México, y espero que así sea. No puede venir un más grande honor a cualquier ciudadano de cualquier país libre, de ser elegido a un puesto legislativo. Allí, en el cuerpo legislativo, est la esperanza del pueblo que tiene que ser sujeto a las leyes que el Congreso pasa. Pienso que conozco el alma del pueblo mexicano; pienso que conozco la sinceridad de propósito de los miembros del Congreso Mexicano y creo que el pueblo de México no va a tener de qué quejarse en el futuro. Ustedes representan al espíritu y al alma del país; los pueblos o las gentes de México van a tener que vivir bajo las leyes que ustedes pasen. Yo estoy cierto que en el desempeño de vuestros deberes, siempre tendrán en la mente el derecho del pueblo mexicano. (Aplausos).

El espíritu de Franklin D. Roosevelt todavía existe en el mundo... (Ovación estruendosa tributada por la Asamblea, puesta de pie). Sus restos

mortales Están en Hyde Park, pero el alma para siempre vivir . La filosofía básica de buena voluntad y entendimiento entre gentes de buena voluntad, tiene que prevalecer para siempre. La política del Buen Vecino, es menester y continuar para siempre. La paz del mundo tiene que ser conservada y nosotros, de Cuerpos Parlamentarios, tenemos que hacer nuestra parte para que esa paz se conserve. Comprendo que en vuestras deliberaciones, el Congreso Mexicano ser guiado por juicio patriótico, buena voluntad y entendimiento del hombre libre. De eso estoy cierto. Mis más sinceras gracias al Congreso Mexicano. (Aplausos nutridos).

El C. Presidente: Tiene la palabra el excelentísimo señor Eduardo Beretta, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario en Misión Especial, de la República Argentina. (Aplausos).

- El Excelentísimo señor Eduardo Beretta. Señor Presidente: Que mis primeras palabras, en esta sesión solemne de la Honorable Cámara de Diputados, expresen el saludo de los legisladores argentinos, a todo el pueblo mexicano.

Emociona, a un representante del pueblo argentino, ocupar banca en el recinto de las leyes de la nación mexicana. Y emociona, señor, porque al hacerlo, ponemos toda la unción y la responsabilidad cívica que comporta el hecho de que dos pueblos se pongan en contacto por nuestro intermedio, a pesar de los miles y miles de kilómetros que los separan. ¡Es que la distancia no es suficiente para debilitar, siquiera, vínculos que surgen en forma imperativa, como son los que emanan de nuestra condición geográfica, étnica e histórica; condiciones geográficas, étnicas e históricas que hacen que formemos un todo uniforme, homogéneo y coherente y constituyan, a su vez, el pedestal indestructible de la bandera panamericana.

Los diputados del pueblo argentino que ocupamos estas bancas en el Parlamento del querido pueblo mexicano, lo sabe México, lo saben las naciones de América, lo saben las naciones del mundo, somos diputados de un movimiento revolucionario que comenzó el 4 de junio de 1943, movimiento revolucionario que no tuvo por objeto el mero cambio de personas en el Gobierno de la República, sino que tuvo por objeto modificar substancialmente la organización social argentina en sus aspectos económico, político y jurídico!

El movimiento revolucionario surgido del 4 de junio, ha ejercido influencia decisiva en el aspecto económico, sí. Pero esa influencia no la ha ejercido para dirigir su economía. Los argentinos no somos partidarios de la economía dirigida, como se han empeñado en hacernos aparecer aquellos cuyos intereses espurios han sido lesionados por la revolución. Somos partidarios del régimen de libre concurrencia económica. Queremos el libre juego de las leyes que rigen la producción, la circulación y el consumo, sí; pero no a tal punto de permitir la explotación del hombre por el hombre; pero no a tal punto de consentir que el trabajo humano sea considerado una mera mercancía, con prescindencia de las necesidades materiales, culturales y espirituales propias de todo ser humano. Queremos que el trabajador, ya lo sea del músculo o del cerebro, sea dueño del producto de su trabajo socialmente útil, en la medida que contribuye con él a la creación de la riqueza.

El general don Juan Domingo Perón, que fue el hombre que provocó, encauzó y orientó la revolución social argentina y ocupa la primera magistratura de la República, sentó, en el orden económico, este postulado: "En la República, no debe haber pobres demasiado pobres, ni ricos demasiado ricos". Esta, si bien no es una ley económica, es un principio económico social que involucra la justicia inmanente de toda sociedad humana.

México, en los albores de sus independencia, tuvo un hombre que dio la redacción exacta al anhelo de mejoramiento social en términos casi idénticos. Me refiero a José María Morelos, quien cuando se iba a redactar la Constitución de la nación nueva, a la que todavía se le llamaba Anáhuac, dijo en uno de sus veinte y tres puntos: "Que el Congreso dicte leyes que moderen la opulencia y la indigencia, y de tal modo se aumente el jornal del pobre, que lo alejen de la miseria, de la ignorancia y del vicio".

Por causas evolutivas que todos conocemos, las colonias europeas del Continente Americano, se emanciparon de sus respectivas metrópolis. Y tanto la América del Norte, como la América del Sud, constituyen un grupo idéntico por sus instituciones republicanas y por su común anhelo democrático .

Sí tanto la América del Sud, como la América del Norte, integran un grupo idéntico de naciones, por su común aspiración democrática.

Pero no puede haber democracia política, señores, mientras no exista independencia económica. Y así como no puede haber democracia política en el interior de una nación, mientras no exista independencia económica de los hijos que la integran, tampoco puede haber independencia internacional, tampoco puede ejercitarse la soberanía plenamente, por una nación que no tenga independencia económica.

La democracia política en el orden interno de un Estado, no es por sí misma una finalidad, Y el ejercicio de la soberanía de ese Estado, tampoco debe ser considerado una finalidad. El ejercicio real de las instituciones democráticas tanto en el orden interno de una nación, como en el campo de la comunidad internacional, constituyen condiciones sine que non, constituyen los vínculos necesarios e indispensables para que los pueblos de América y del mundo puedan plasmar y realizar sus destinos.

El primer magistrado argentino, que ejerce la Presidencia de la República por voluntad de un pueblo expresada en los comicios más puros que registra la Historia Cívica de mi patria, es el blanco visible de las críticas al Gobierno de la República, porque, como dije, fue el hombre que provocó, encauzó y orientó el movimiento revolucionario argentino. Pero esas críticas, señores, sublevan a un argentino, cuando se pretenden hacer en nombre de la democracia. Esta crítica y propaganda tendenciosas, tienden a encubrir en el orden nacional, intereses orgánicos que atentan contra la verdadera democracia política y económica, y en el

orden internacional tienden a impedir el ejercicio pleno de nuestra soberanía como nación libre e independiente.

El Movimiento social argentino, que hace un año ya ha entrado en su faz constitucional, es el más decidido adversario de toda tendencia totalitaria, ya sea de derecha o de izquierda: por el criterio económico con que encaminara la solución de los problemas que plantean la producción, la circulación y el consumo de la riqueza, como por el criterio político, basado en la autodeterminación de los individuos, como por el criterio jurídico que tiende a afianzar un régimen económico de libre concurrencia y un régimen político basado en la autodeterminación de los individuos y de los pueblos.

Cuando hablamos de independencia económica como base de la independencia política y base del ejercicio de la soberanía en el orden internacional, no queremos significar el aislamiento económico, absolutamente no. La independencia económica es la base indispensable para la cooperación económica. Sólo pueden cooperar los individuos económicamente libres. Y sólo puede haber cooperación económica internacional, como pueblos económicamente independientes.

La Historia, que en estos últimos tiempos ha acelerado su proceso evolutivo, nos enseña que los pueblos tienden cada vez más hacia su interdependencia, Pero la interdependencia, cuando no es el resultado de la autodeterminación de los pueblos, est en contra de los principios democráticos que deben regir las relaciones internacionales. Y así como cité a uno de vuestros próceres, a José María Morelos, al hablar del aspecto económico del movimiento revolucionario argentino, permitidme que cite a otro de vuestros próceres, a Benito Juárez: ayer, al entrar en el Museo del Castillo de Chapultepec, observé en unos de sus muros, escrita con letras doradas, esta frase de vuestro prócer: "El respeto al derecho ajeno es la paz". Y al hablar de la democracia en el orden internacional, acude a mi mente esa frase de vuestro prócer, que por ser vuestro también es nuestro, por el común anhelo democrático que nos anima. Y puedo aseguraros, señor, que interpreto el sentir y el pensar del primer Magistrado Argentino, si exteriorizo nuestro anhelo de que esa frase del ilustre prócer mexicano Benito Juárez, se esculpiera en el frontispicio de todas las escuelas del nuevo Continente; para que los niños de las veinte y una naciones americanas de hoy constituyan el pedestal indestructible del sano, vigoroso y franco panamericanismo de mañana, fundado en la democracia real y efectiva, tanto en el orden nacional como internacional. Para que en base a la autodeterminación de los individuos y de los pueblos, podamos establecer una firme cooperación económica, cultural y espiritual, que nos asegure un futuro de progreso armónico y de justicia internacional, ejemplo para las demás naciones del mundo, en este momento histórico porque atraviesa la Humanidad. Nicolás Murray Butler, Presidente de la Universidad de Colombia, ha dicho que ha llegado la edad de las Américas. "Que el centro de gravedad del mundo, tanto en lo intelectual como en lo político y económico ha seguido a Cristóbal Colón a través del Atlántico". Y yo, agregaría: quiera Dios que la edad de las Américas, sea la edad de oro de la Humanidad.

Preparemos esa edad, señores, aprovechando las lecciones que acaba de dejarnos esta guerra que parece haber terminado, después de haber conmovido profundamente las piedras ciliares de nuestra organización social.

Preparemos la edad de las Américas, señores, por el camino de la democracia interna. Para ello, alejemos a las masas productoras de la indigencia y de la ignorancia para que la independencia económica del individuo, permita la independencia política, y el Gobierno del pueblo y para el pueblo no sea una ficción, sino una verdad real y efectiva en todo el Continente americano.

Preparemos la edad de las Américas, por medio de la cooperación económica internacional. Y para que esta cooperación sea la autodeterminación de cada nación de América, anhelamos los argentinos que cada pueblo del Continente consolide y afiance su independencia económica. Así podremos realizar el ideal de una comunidad internacional americana, donde la democracia sea una verdad, tanto en el orden nacional como internacional. Y así cada nación del continente podrá plasmar y realizar su destino, y el individuo realizar su incesante perfeccionamiento espiritual que es la suprema aspiración del hombre sobre la tierra.

Señor Presidente. Señores legisladores mexicanos, señores legisladores de todas las naciones americanas:

En estos instantes en que, como se bien dijera, el centro de gravedad del mundo, tanto en lo intelectual, como en lo político y económico se ha trasladado al continente americano. En estos instantes en que parece iniciarse la edad de las Américas decid a vuestros pueblos que el pueblo argentino est afanosamente empeñado, por el camino de la democracia, en preparar la edad de oro del Continente americano. (Aplausos nutridos).

El C. Presidente : Tiene la palabra el excelentísimo señor senador don Pedro Castro Monzalvo, Embajador Extraordinario y Plenipotenciario en misión especial de la República de Colombia.

- El Excelentísimo señor senador don Pedro Castro Monzalvo, Embajador Extraordinario y Plenipotenciario en misión especial de la República de Colombia:

"Señor Presidente del Congreso de México; Honorables Senadores; Honorables Representantes:

No se me habría podido ofrecer mejor oportunidad para colmar mi más exigente aspiración de político, que esta de hablar desde el Congreso de México y en la fecha en que representantes de distintos países venimos a presenciar el nuevo paso que da esta gran República en la ruta de su perfeccionamiento democrático.

Una visita a México, aparte de los que significa como oportunidad para solazar el espíritu en la contemplación de subyugantes paisajes, de riqueza artística monumental, de admirable empuje de progreso, de confortante defensa de lo autóctono, de lo propio, es útil para revaluar ciertos conceptos que van formulando las propagandas interesadas, en

veces, y en otras, la perspectiva recortada que permiten informaciones deficientes, sobre la trascendencia fundamental de la Revolución Mexicana, que se inspiró en un anhelo de equilibrio social, de mejor distribución de las posibilidades de la vida, que se ha nutrido de un profundo sentido humano que va dejando, día a día, etapas vencidas por el aliento de quienes recibieron el encargo popular de ejecutarla desde las altas posiciones del Estado. La Revolución Mexicana no es violencia, no es atropello inútil, no es fuerza desencadenada y brutal. Es orden, es método, es planeamiento previo. Los intereses afectados lo han sido porque se fundaron en injusticias, y éstas no dejan de serlo por el curso de centurias, ni por el respaldo del papel sellado, ni por la invocación de posiciones de privilegios en tiempos idos. Los demás han sido y son respetados, porque no se oponen a la construcción de este edificio de justicia social y de mejoramiento colectivo que ha venido inspirando a los gobernantes de México y que hace dos días recibió nuevo derrotero de eficacia en el severo discurso del Excelentísimo Presidente Alemán.

Podéis estar orgullosos de lo realizado, que ya merece la admiración de los extraños y que para muchos marca sendas de útiles enseñanzas.

En Colombia, mi patria, seguimos con fraternal afecto el curso de la vida mexicana y sentimos también orgullo cuando vemos cómo esta democracia, realizada por hombres de nuestra propia estirpe, ya ganando el respeto universal por la sinceridad de sus postulados, por la altura de sus propósitos, por la empinada defensa de sus tradiciones que le dan base segura a su propia organización institucional. Sabemos que la exaltación nacionalista de México no es exclusivismo para el resto de América ni del mundo y la entendemos como el propósito de demostrar que estos pueblos nuevos son una gran raza para el porvenir y que, estimulados por el concepto del propio valer, se capacitan más pronto para el servicio de la Humanidad. En Colombia, tratamos también de prepararnos para nuestro aporte y hemos venido organizando una nacionalidad respetuosa y respetada, reemplazando la cortedad de los recursos económicos con postulados morales, con adhesión permanente a principios que han podido motejarse de románticos pero que nos han de servir de basamentos para el porvenir. Desde Bolívar, el Padre, que renuncia la corona que le ofrecen los pueblos agradecidos por la obra portentosa que realizó su genio y que dice, más tarde, que prefiere el título de ciudadano al de Libertador porque éste emana de la guerra y aquél de las leyes, y Santander que en los propios campos de batalla y entre el estrépito ensordecedor de los cañones le imprime a la República los contornos civilistas que la distinguen hoy, desde entonces, digo, el pueblo de Colombia se adhirió en forma definitiva a los postulados de la democracia y a las exigencias del derecho, y hemos venido aquilatando conceptos de desinterés, de probidad en el manejo de la cosa pública, para que nuestros grandes hombres de todos los partidos aprecien el poder como una oportunidad de servicio, como una carga dura que sólo tiene la compensación espiritual del deber cumplido en beneficio de los más. La voluntad popular se expresa sin coacciones materiales o morales y los cambios pacíficos del gobierno son una demostración de la alta cultura cívica que vamos adquiriendo.

Son estas nuestras fortalezas que cada día se hacen más invulnerables y que en este siglo han recibido el valioso contingente prestado por los presidentes Suárez y López, que renunciaron sus altas investiduras cuando creyeron que el pueblo los abandonaba o cuando juzgaron que su presencia en la dirección de los destinos públicos era obstáculo para la necesaria unión de los colombianos, sin que se hubieran detenido a pensar en conservarse en el poder con el respaldo del Ejército, que siempre ha sido fiel a su juramento de lealtad a las instituciones de la República y a quienes las representan. Señores parlamentarios de México: son estas nuestras fortalezas espirituales que sostiene la tradición de pulcritud de todos los que han recibido la consagración popular, tradición que se conserva sin una sola excepción y que culmina en el último de nuestros mandatarios, Alberto Lleras Camargo, quien, al dejar el Palacio de los Presidentes, vuelve a su trinchera de periodista, desde donde hizo su brillante carrera pública, a sufrir nuevas vigilias para ganar el pan de sus hijos, porque carece de riquezas que no quisieron acumular indebidamente sus manos de magistrado pulquérrimo.

No tenemos, hermanos de México, nada más que ofrecer a la contemplación de los extraños, pero esto lo presentamos con orgullo y sabemos que para sostener nuestra integridad podemos reemplazar los cañones con nuestros conceptos elevados de moral pública. Seguimos siendo fieles a la consigna de Bolívar, cuando dijo que sin moral republicana no pueden existir pueblos libres.

Que esta gran nación de México, una de las rectoras de la América Latina, siga su marcha ascendente. Sus triunfos han de ser nuestros triunfos y los recibiremos como propio estímulo valioso. En sus dificultades ha de sentir nuestra solidaridad fraterna y en sus victorias también ha de sentirnos muy cercanos con nuestras voces de estímulo , recordándoles que es necesario seguir hacia adelante porque tiene que ser eterno el anhelo de perfeccionamiento humano. (Aplausos nutridos).

Señores parlamentarios: Hay en este hemiciclo tantas caras conocidas, son los mismos rostros de los colombianos, que me hago en este momento la ilusión de hablar en el Senado de la República. Permitidme que dure unos instantes esa exquisita ilusión para que podáis sentir más cercana, más sincera y más intensa la solicitud cariñosa que os hago para que vayamos juntos con la generosidad que nos permite nuestra juventud a la conquista del futuro para hacer una América grande, una América grandiosa, y luego abrir todas sus puertas al mundo para cubrir la aspiración de Alberdi: América para la humanidad. (Aplausos nutridos).

- El C. Presidente :Tiene la palabra el

Excelentísimo señor Mariano Ruiz Tunes, diputado del Congreso de la República Española. (Aplausos).

- El Excelentísimo señor Mariano Ruiz Tunes: Señor Presidente; señores representantes y senadores del Congreso de México: No es la voz de España ni mi propia voz nada extraño en esta Cámara. No lo es, porque así como los representantes de las distintas repúblicas de América han de regresar a su patria una vez terminadas las ceremonias de la toma de posesión del presidente Alemán, yo me quedo aquí, porque yo estoy en mi casa, en mi patria y con vosotros. (Aplausos nutridos).

Una larga estancia en México me ha convertido en un mexicano más, no sólo por el hecho material de esa estancia, sino por lo que implica su proceso espiritual. Muchos españoles, demasiados españoles - algunos de ellos los mejores -, un día se encontraron sin patria y pusieron la vista en América, que era para nosotros hasta entonces, de un modo lírico, la tierra de la esperanza, y nuestra esperanza en América se cumplió. Al salir de la patria desgarrada y rota, de la patria ensangrentada, hallamos diversas patrias en tierras de América. Nuestra vida deshecha aquí se rehizo. Salimos en defensa de la libertad, y aquí se nos ha dado la libertad como el más alto de los precios.

El saludo de la España republicana, que ha merecido el singular honor de que el Presidente de la República Española asista a los actos conmemorativos de la elevación a la Primera Magistratura de México del licenciado Alemán, es, por lo tanto, singularmente emocionante; lo es en relación con México, en relación con sus problemas que son nuestros problemas, en relación con su política internacional, que un día nos acompañó generosa y comprensiva en la soledad; de esa política internacional, gloria de México, que ha sabido siempre hacer oír la voz de la justicia , y que en Ginebra, en la difunta Sociedad de las Naciones se quedó también sólo en una ocasión para defender la justicia con una gloriosa soledad que ha dejado una huella profunda en la historia. (Aplausos nutridos).

Con palabras admirables, el señor Representante de Chile hablaba aquí de la actual preocupación humanista de América, que debe ser la preocupación humanista de todo el mundo, si queremos salvar a la Humanidad.

Es cierto que la guerra ha terminado; es un suceso que hemos registrado con alegría; ha terminado, efectivamente, la guerra de las almas, pero, aparte de la guerra de las almas en la lucha que ha conmovido al mundo y que ha dejado ese legado terrible de dolor y de desesperanza, se estaban debatiendo otros problemas: no se ha ganado todavía la guerra de la justicia (aplausos), y esto lo dice un español que lleva sus tradiciones y sus principios entrañables fiel a lo que es la historia gloriosa de España, y que no se fatiga de pedir justicia; nunca los españoles nos fatigamos en esta demanda; hemos pedido a través de nuestra historia justicia; muchas veces la hemos aguardado; unas veces se nos hizo, otras se nos negó, otras nos la tomamos por la mano. (Aplausos).

Pero España ha sentido siempre férvidamente la universalidad de todos los principios humanos; España se ha nutrido con independencia de los crepúsculos de su historia y de las causas de su historia misma, por esta preocupación de los valores universales, y, además, se ha inspirado en un sentimiento de generosidad. Nosotros los españoles hemos sido aquéllos que hemos arrojado siempre la semilla sin importarnos la cosecha. (Aplausos).

Yo deseo rendir un homenaje y una felicitación sincera al nuevo Gobierno de México, a cuyo frente se encuentra un hombre singularmente vinculado a la nación española, como es el licenciado Miguel Alemán, quien viene a continuar la tradición ya gloriosa de reconstrucción del país que iniciaran otros hombres eminentes: el general Lázaro Cárdenas (Aplausos) y el general Manuel Avila Camacho. (Aplausos).

En este nuevo Gobierno que desde ayer rige los destinos de vuestra patria y de mi segunda patria, hay una porción de elementos nuevos que vienen a laborar en beneficio del país, y entre ellos hay algunos singularmente queridos por mí y a los que quiero recordar en este instante, porque reproducen un poco mi propia historia política; se trata de ese grupo de universitarios que llega al Gobierno para servir a su patria.

Yo también soy universitario que un día, ante los problemas de España, dejé la ación de enseñar para venir con la idea de servir. Cualesquiera que sean los efectos de ese servicio, aunque a veces resulte como en el caso de muchos españoles coronados por el fracaso, la gloria est en el servicio mismo y en el afán de la patria que representa. (Aplausos).

Vosotros - y al decir vosotros, no me refiero solamente a México, me refiero a América - vinculados a España por una tan amplia tradición, tenéis para los españoles libres un vínculo por lo menos tan alto, que sentimos que desde mi patria la emoción de América. Ahora muchos hombres españoles tenemos también la experiencia de América; esta experiencia en el futuro , en un futuro próximo o remoto ha de dar grandes frutos. Con ser magnífico el pasado, es mucho más esplendoroso el porvenir. La tierra de la esperanza se ha transformado para nosotros en la tierra de la realidad . Hemos venido a América a conocerla y a amarla. Esta cruzada de dolor puede convertirse en el futuro en una cruzada constructora de los más altos ideales humanos. Yo así lo anhelo.

Yo quiero expresar aquí emocionadamente este anhelo común a amigos de América, por boca de un parlamento español, que hoy, gracias a la hospitalidad del Parlamento de México, ha dejado oír su voz que hasta ahora se perdía en el silencio. Gracias, señor Presidente; gracias, señores senadores y señores diputados por haber cedido a España esta tribuna, a la España de los valores universales, a la España de la gran cultura, a la España de la gran historia, a la España cuyas causas carecen en lo absoluto de importancia, porque su ideal supremo, su alto ideal, su universalidad est hablando hoy por las voces elocuentes de América. (Aplausos).

El C. Presidente: Tiene la palabra el honorable

diputado Gerardo Gordillo Barrios, Presidente del Congreso de la República de Guatemala. Aplausos ).

- El Excelentísimo señor Gerardo Gordillo Barrios: Honorable Congreso de la Unión; Honorables representantes de los países hermanos y amigos; Señores:

En esta oportunidad memorable para América, una emoción singularmente profunda se ha apoderado de mí, y digo singularmente profunda porque ante la faz de América y ante la faz del mundo, el Congreso de la República de Guatemala tiene la grata satisfacción de manifestar categóricamente que se siente orgullosa de poderse colocar codo con codo con los pueblos más libres y más demócratas de la tierra. (Aplausos).

He dicho intencionalmente, hace un momento, al presentar mi saludo, que me refería los pueblos hermanos y amigos. Esto merece una explicación: hermanos somos los pueblos de América, queramos o no queramos; lo somos por atavismo, lo somos geográficamente; pero amigos todavía no podemos decir que los somos todos los pueblos de América. Esto merece una explicación porque en el momento actual Guatemala se presenta ante el mundo, y como he dicho, necesito definir claramente su postura.

Represento al pueblo que hace dos años pudo sacudirse una dictadura tradicional; el pueblo juvenil que le lanzó a las calles, que empuñó las armas y que demolió aquella fatal tradición que nos mantenía aherrojados. Ahora sí, señores representantes , podemos decir: Guatemala est , definitivamente , colocada en el papel que le corresponde . Guatemala habla claramente, no tiene dobleces; habla por la boca de su juventud , y la juventud no miente ni teme decir la verdad. (Aplausos).

Señores Representantes: Considero necesario manifestar de una vez por todas que no tememos los revolucionarios de Guatemala que ante los periódicos de todas partes del mundo se nos acuse de sostener ideologías extrañas, porque somos lo suficientemente hombres, lo suficientemente sinceros, lo suficientemente patriotas para buscar nuestros propios derroteros conforme a Guatemala le sea menester.

No estamos para soportar dictaduras impuestas afuera; estamos para defender nuestra propia libertad, y la buscaremos donde esté y la conseguiremos como sea y cueste lo que cueste. (Aplausos nutridos).

La juventud de Guatemala tiene una característica especial que no puede comprarse a la de los otros pueblos que han tenido un ejercicio democrático de largos años.

Tengo la grata satisfacción de encontrarme frente a revolucionarios que llevan décadas de ejercer esta suprema aspiración de los pueblos: la libertad.

Nosotros, desgraciadamente , apenas si contamos con unos cuantos luchadores que más que todo fuera de la República mantuvieron el espíritu de la libertad y de la lucha constantes por un anhelo grandioso de infundirnos ánimos a nosotros los bisoños universitarios que nos atrevimos a lanzar el primer grito de rebeldía en la nación. (Aplausos).

No quiero robar un tiempo precioso, ni quiero tampoco hacer hincapié en el alto honor que significa para todos los aquí presentes encontrarse en una ceremonia de la trascendencia de la de hoy. Estoy seguro que a est seguir n otras sesiones memorables en que habrá de escucharse plenamente la voz de los pueblos libres de América . Digo esto, porque ya mis ilustres antecesores han hecho incapié en los méritos indiscutibles de este ilustre hijo de América, que se llama México , y además, porque quizás a pesar de ser todo un guatemalteco auténtico, pudieran creerse apasionadas mis palabras porque en mis venas corre sangre mexicana. (Aplausos).

Quiero únicamente referirme a lo que institucionalmente significa esta toma de posesión. Este cumplimiento del mexicano caballero y hombre, que se ha plasmado en el lema tan conocido por todos los pueblos y por todos los hombres de América: Sufragio Efectivo y no Reelección.

Estoy seguro que este ejemplo repercutir en forma provechosa y favorable en los otros países de América , y que nosotros, que llevamos la simiente más allá de las fronteras de México, posiblemente contribuiremos con ellos manifestando auténticamente la verdad al derrumbamiento de las tiranías oprobiosas que todavía ennegrecen el horizonte que debiera ser límpido y puro en nuestra querida América. (Aplausos).

Por eso considero de trascendencia continental este solemne y memorable acto al que tuvimos la honrosa oportunidad de asistir. Y para terminar , señores representantes de América , quiero manifestaros que Guatemala est con los brazos abiertos , decidida a cooperar en todos los campos en que sea posible, porque en América la libertad sea efectivamente libertad, porque la justicia sea efectivamente justicia. No estamos dispuestos a cooperar con aquellos que creen que la libertad es únicamente para los poderosos, para los poderosos por el mando o para los poderosos por la posición social o económica en que se encuentren. ( Aplausos).

Queremos justicia social plena y efectiva; queremos que desaparezca la opresión y la miseria. Por eso os invito, señores Representantes de los países hermanos de América aquí reunidos e ilustres representantes de nuestra Madre Patria, a que desarrollemos una labor conjunta , tratando de conocernos un poco más e intercambiándonos iniciativas de ley, a que tememos decisiones que vengan a caracterizar lo que es el espíritu efectivo de la América Latina, nuestro propio concepto de la democracia y nuestro propio ejercicio de ella. Es precisamente una iniciativa perfecta que puede realizarse a corto plazo y , creyendo en lo factible de ella, es como creo en la Revolución de México, que ha servido de pauta a las revoluciones de todos los otros países del continente , y creo y manifiesto aquí mi deseo de ver pronto realizada la unión espiritual bajo un ambiente efectivamente democrático de todos los pueblos de América.( Aplausos nutridos.)

El C. Presidente: Tiene la palabra el

Excelentísimo señor senador Justino Zavala Muíz, Embajador Extraordinario y Plenipotenciario en misión especial de la República del Uruguay.

- El Excelentísimo señor Zavala Muñiz: Señor Presidente ; Señores Parlamentarios Mexicanos; Señores Parlamentarios integrantes de las Misiones: Yo empiezo por pedir perdón por permitirme ocupar esta tribuna con improvisada palabra, después de haber oído la palabra de mis ilustres colegas; pero no he querido que mi país permanezca en silencio en este homenaje que rendimos todos al pueblo de México con tan justo y noble motivo en la hora feliz en que se ve ascender a la primera magistratura de la República a uno de sus ilustres hijos que ha de continuar, según sus palabras y sus hechos, la Revolución Mexicana.

Uruguay, pequeño país de América , sin riquezas naturales, sin grandes alturas ni grandes profundidades geográficas , apenas una llanura ondulada bajo enormes cielos que pesan sobre los hombros de sus hombres, tienen un destino heroico e inexorable que cumplir . Nosotros creemos haber nacido a la civilización para cumplir el destino de la democracia y el destino de la libertad. Nosotros sabemos que nuestros límites son estrechos y nuestras riquezas pequeñas; por eso queremos vivir bajo los amplísimos horizontes del espíritu y enriquecernos con los frutos de nuestro trabajo y de nuestra inteligencia.

Nosotros sabemos que hemos sido poblados por hombres que llegaron a nuestras playas, no en busca de nuestras riquezas, que no las tenemos, sino en busca de libertad y de trabajo. Así nos edificaron y para eso vivimos. Creemos en la fraternidad de los hombres , porque hemos sido creados por la fraternidad de los hombres; creemos en la libertad, porque a nuestras playas llegaron los hombres buscándonos, perseguidos por la miseria o por los despotismos del viejo mundo.

Hemos cumplido nuestro destino, y no nos apartaremos de él. Entre nosotros la libertad del hombre no es un problema; entre nosotros, la democracia es el medio natural de la vida . El más retardatario de nosotros, el más reaccionario, se cubriría la cara de vergüenza si fuera capaz de negar los bienes de la Democracia. (Aplausos).

Tenemos, para esta hora del mundo, hora de angustia y de vicisitudes, una divisa a la que somos y seremos leales. Cuando el mundo se oscurecía bajo el despotismo, levantamos nuestra pequeña voz diciendo: los males de la libertad sólo con la libertad se corrigen. Tal es nuestro espíritu y con él estamos aquí rindiendo nuestro homenaje al pueblo mexicano; pero creemos también que así como el Estado debe poner toda su fuerza para libertar económicamente al hombre, el último fin del Estado no es el fin, sino el hombre mismo; la última etapa de los trabajos del Estado no pueden ni debe ser otra que alcanzar la libertad del hombre para que exprese así toda la potencia de su espíritu. Por eso creemos en el pueblo; por eso creemos en el niño y en la juventud; por eso creemos en la juventud que ocupa los bancos en este senado y ocupan los bancos en esta Cámara de representantes, porque son esas las voces que el mundo de ahora est esperando, son las canteras inagotables de donde ha de salir el nuevo pensamiento de mañana.

Miramos vuestra Revolución, señores legisladores mexicanos, con profunda simpatía; vimos con inquietud y con alborozo el triunfo de vuestro ilustre Presidente Alemán . Para expresar ese alborozo, es mi presencia en este país, en esta Sala. (Aplausos).

Y para terminar, permitidme, por mi condición de escritor, hacer un recuerdo que me emocionó y llenó mi espíritu desde la hora en que vi vuestro mar y vuestras montañas: una tarde apacible y a la orilla de nuestro mar, que no nos separa, sino que nos une con nuestros hermanos los argentinos, en una dulce tarde de Montevideo cerró los ojos, entre nosotros, el Embajador de nuestra Democracia y de vuestro espíritu, el poeta Amado Nervo.

Todo nuestro país, desde el último rincón de sus fronteras hasta las cercanas calles del mar de Montevideo, lloró su muerte como a uno de sus propios hijos. Fue todo el pueblo de Montevideo, sus juventudes estudiosas, sus ancianos, sus trabajadores, detrás de su cuerpo muerto, y en el atardecer, entre los cipreses, después que le despidieron las heroicas voces de los cañones y de los clarines, le cantaron nuestros poetas. El era uno de ellos, una barca dorada que se alejaba de nosotros por el inmenso mar de la eternidad, un sol eterno que alumbraba , y tras su huella llevaba nuestra emoción y nuestro llanto.

Es esa emoción, señores mexicanos, la que de nuevo el pueblo de Uruguay trae a vosotros. (Aplausos nutridos).

El C. Presidente: Tiene la palabra el excelentísimo señor diputado Rafael Coello Serrano, enviado extraordinario y Ministro Plenipotenciario en Misión Especial de la República del Ecuador.

- El Excelentísimo señor diputado Rafael Coello Serrano: Excelentísimo señor Presidente del Congreso Nacional ; honorables Representantes; Excelentísimo Representantes de las naciones amigas: Constituye un verdadero honor para mí el ser portador del saludo del Poder Legislativo de mi país a la Cámara , al Poder Parlamentario de los Estados Unidos Mexicanos; honor tanto más grande, tanto más satisfactorio , cuanto que es el saludo de un pueblo que se siente hermano, que se siente similar en sus problemas, en su desarrollo y en su trayectoria histórica al heroico pueblo mexicano.

Desde los lejanos tiempos de nuestra historia aborigen de la tan discutida aventura de la Conquista al través de las gestas gloriosas de independencia y, posteriormente , en nuestra turbulenta trayectoria histórica, hasta afianzar nuestra democracia , hasta conquistar nuestra independencia y nuestra libertad, el pueblo ecuatoriano se siente un pueblo ligado profundamente al pueblo mexicano y es por eso, que al honor de presentar el saludo al Congreso y por su digno intermedio al pueblo de México, uno la satisfacción de ser el portador de la voz del espíritu de la fraternidad de un pueblo cuyos problemas son los mismos problemas fundamentales del pueblo mexicano.

Nunca como ahora es necesario estrechar todavía

más los vínculos de la fraternidad internacional y de la fraternidad americana en particular. La humanidad no acaba todavía de sacudirse de uno de sus más grandes conflictos, de una de sus más grandes catástrofes en todo el desarrollo de su historia, me refiero a la segunda guerra mundial, guerra que se hizo siguiendo postulados de orden ideológico, no solamente para defender intereses materiales; guerra que se hizo en defensa de la democracia, en defensa de la libertad y en defensa, sobre todo, de la seguridad de los hombres, de los hombres de todo el planeta para poder vivir en paz, poder trabajar en paz y poder construir el progreso y la libertad de toda la humanidad. Por esto, señores, no podemos nosotros afirmar que ha tenido el éxito total que los pueblos de la tierra esperaban; no podemos nosotros afirmar que real y verdaderamente se ha afianzado la democracia, porque si bien la democracia en todo el mundo, porque si bien la solidaridad internacional tienen que hacerse sobre la base de la libertad política, también es cierto que esta democracia, en la etapa actual de desarrollo de los pueblos, en la etapa actual del potente desarrollo industrial de la humanidad, tiene que ser una democracia fundamental de orden económico, tiene que ser la libertad no sólo para los pueblos, como pueblos como organización política y como conjuntos nacionales, sino para la inmensa mayoría de los hombres, para esa inmensa mayoría que todavía vive en una situación de hambre, de estrechez y de miseria, de hambre quizá en muchas regiones del globo (Aplausos nutridos).

Las voces de los representantes de las naciones amigas, de las naciones americanas se han levantado en esta alta tribuna del pensamiento y de la democracia americana, reclamando justicia social, hablando de la necesidad de mancomunar los esfuerzos de todas las naciones americanas y de todas las naciones del mundo, por la justicia, por la atención de los problemas de esos grandes conglomerados humanos que son la estructura y la nacionalidad de nuestros pueblos, es decir, por las grandes masas de los trabajadores. Esas voces están indicando claramente que los problemas sociales, que son los problemas fundamentales de la Humanidad actual, no están todavía resueltos. (Aplausos). Y cuando nosotros, ecuatorianos, pueblo pequeño en su desarrollo material, pero grande en su sentimiento americano, grande en su buena voluntad, grande en sus aspiraciones sociales; cuando nosotros, ecuatorianos, venimos a México a darle un saludo y un abrazo al pueblo mexicano, lo hacemos con la profunda convicción de que México es uno de los países que marchan a la vanguardia del Continente Americano en los postulados de justicia y de reivindicación social. (Aplausos).

Para nosotros, los hombres nuevos del Ecuador, de ese Ecuador que, a pesar de ser tan pequeño, no ha podido resolver íntegramente sus problemas de orden nacional y de orden social; de ese Ecuador que todavía en buena parte está sujeto al peso retardatario del latifundio; cuando nosotros venimos aquí a saludar al pueblo mexicano, lo hacemos con la profunda convicción de que ese pueblo que ha sido capaz de realizar la grandiosa Revolución Mexicana, es el pueblo que sostiene el desarrollo de los postulados de orden social, y sabemos también que la Revolución mexicana no es solamente el trozo más palpitante de la historia de México, sino que es trozo de nuestra propia historia americana. (Aplausos).

Esa Revolución Mexicana, Revolución que introdujo por primera vez en nuestro Continente, postulados de profunda renovación, de profunda transformación en la realidad agraria, está mostrando a nuestro pueblo, al pueblo del Ecuador y posiblemente al pueblo de muchos países de América, algo de su inevitable futuro, porque nosotros, siguiendo el ejemplo de los mexicanos, tenemos que realizar reformas, transformaciones profundas en el orden social; tenemos que hacer una verdadera democracia de orden social, transformar la realidad material de nuestros pueblos, hacer más signa la existencia del trabajador, porque sólo haciendo digna, elevando la existencia del trabajador, transformando al trabajador en un hombre perfectamente civilizado, es como podremos verdaderamente hablar de la Democracia Continental y de la Democracia Mundial. (Aplausos).

Muchas críticas se han esgrimido contra nuestro pequeño país, contra el país ecuatoriano, acerca de la turbulencia de su vida política. Se dice que ahí no hay estabilidad política; que ahí no hay paz; que las revoluciones, es decir, los golpes políticos y los cambios de Gobierno se suceden unos a otros. En efecto, la vida de nuestro país es turbulenta y sentimos profunda satisfacción cuando comprobamos, a través del análisis histórico, que la trayectoria política, la trayectoria nacional, la trayectoria social de un gran pueblo como el mexicano, es también de una trayectoria turbulenta, una trayectoria llena de grandes violencias históricas. (Aplausos) Pero es con la violencia, con el desarrollo de la fuerza como se puede demostrar el carácter, la virilidad, la vitalidad y el sentimiento de nacionalidad de un pueblo. Es precisamente a través de estas manifestaciones que llevan todo el apasionamiento, todo el interés y la lucha por la libertad, como un pueblo puede afianzar su nacionalidad. Estamos en una época en que es necesario estrechar los vínculos internacionales, porque un pueblo no puede marchar aislado de los demás y en especial necesitamos estrechar los vínculos de interdependencia, de interrelación entre las naciones americanas; pero por trágica contradicción, justamente como una necesidad para estrechar los vínculos internacionales, cada pueblo, cada país, están ante el sino, ante la fatalidad histórica de desarrollar su propia nacionalidad, de volverse quizá más nacionalista que nunca, porque sólo teniendo vitalidad nacional es como pueden hacerse respetar los derechos como pueden hacerse respetar mutuamente los derechos de unas naciones con otras. De allí que sienta profunda emoción al presentar mi saludo, el saludo del Poder Legislativo de mi patria, el saludo de todos los hombres de mi pueblo al pueblo mexicano, un pueblo que ha

sabido poner tan alta su nacionalidad, un pueblo que ha sabido entrar con paso firme y seguro en el concierto de las naciones civilizadas; y no solamente presento el saludo cortés y protocolario del Poder Parlamentario de mi país, sino que traigo con el corazón en la mano el abrazo fraternal, el abrazo de hermanos de los indios, de los trabajadores, de los hombres de la calle del pueblo de mi país, al pueblo mexicano. (Aplausos nutridos). - El C. Presidente: Tiene la palabra el señor senador Donato Miranda Fonseca, en nombre del Senado de los Estados Unidos Mexicanos. (Aplausos).

El C. senador Miranda Fonseca Donato: Señores parlamentarios de América. Señores diputados. Señores senadores: Ni el más vibrante vocablo, ni la frase más sutil, podrían expresar en este instante en nombre del Honorable Senado de la República, la honda satisfacción y el placer inconfundible que vuestra visita ha promovido a esta tierra de Hidalgo, en el alma recia de su pueblo.

Estamos escuchando en esta hermosa y brillante jornada las palabras magníficas de los pueblos de América; no estamos escuchando a los representantes de los gobiernos, estamos escuchando, señores parlamentarios, la palabra de ustedes que es síntesis, que es fuerza y que es vida todas las angustias de los pueblos de América que piensan encontrar su salvación, que piensan encontrar su grandeza, recurriendo a la tradición de su pueblo que es la fuerza y vida de todos los pueblos que piensan disfrutar de justicia y libertad. (Aplausos).

Habéis llegado, señores parlamentarios de América, en la hora más decisiva de nuestra vida institucional; habéis llegado y habéis sentido, puesto que ya os pusisteis en contacto vuestras almas, lo que la Revolución Mexicana significa para el pueblo mexicano; habéis ya mirado a México desde abajo, desde abajo porque se ve más ancho y más abierto y porque se pueden leer más claramente las raíces de su grandeza y de su historia. Habéis llegado también, en el momento preciso, en que una nueva etapa se abre a sus destinos, en que la palabra del hombre que tiene que decidir el mejor destino de México, ayer vibraba por todos los aires de nuestro pueblo y bajo el impulso mejor de nuestros vientos y en el color mejor de nuestros cielos, más grandes que el iris, de todos los colores que llegamos a contemplar; hemos escuchado todos los grandes ideales de los pueblos de América y más grande que el iris de que hablaba, son todos los colores de los rostros que aquí estamos viendo, pero que responden con profunda intensidad a la fuerza de sus almas.

Ya era necesario que la palabra de América se escuchara en este México adolorido y acongojado; ya era necesario que todos los pueblos de América conjugaran e hicieran sentir así sus pensamientos. Estamos en la hora de profunda decisión. México debe salvarse como todos los pueblos de América, para servirle a la justicia futura. Y por eso, amigos parlamentarios, la honda satisfacción que el Senado de la República siente, quiero que ustedes la recojan en el fondo de sus almas; que sientan palpitar la Revolución como carne suya, como propia vida de ustedes, porque si mañana o pasado la Revolución Mexicana pudiera fracasar, - no creemos que esto pueda suceder - porque por fortuna existe un hombre que ha tomado su bandera y proseguirá marchando para el encuentro de su propio porvenir.

La Revolución Mexicana, en la nueva etapa que se inicia con Miguel Alemán, no es simplemente una etapa transitoria ni fugaz: es la construcción, es la organización, es la elaboración del futuro de México, quizá el pivote central de lo que tienen que ser mañana las demás patrias de América, que tanta confianza nos han brindado en nuestras ideologías y en nuestros pensamientos.

Amigos parlamentarios de América: En esta hora decisiva para la Humanidad, en que, como decía el vibrante parlamentario español, "la guerra no ha terminado, pues únicamente se silenciaron los cañones", queremos que en México surja el ideal definitivo y fuerte de la unidad parlamentaria american

a Y hoy que tenemos al hombre que ayer recogió los destinos de la patria, con el grito incontenible y el ideal de todos los pueblos que componen la nación, que sea Miguel Alemán el que lleve a todos los rumbos de América la futura libertad. (Aplausos nutridos y prolongados).

- El C. secretario Guerrero Esquivel Fernando (leyendo):

"Acta de la sesión solemne de Congreso General, celebrado el día tres de diciembre de mil novecientos cuarenta y seis, en honor de los legisladores de los países extranjeros que nos visitan.

"Presidencia del C. José López Bermúdez.

"En la ciudad de México, a las diecisiete horas y treinta y cinco minutos del martes tres de diciembre de mil novecientos cuarenta y seis, con asistencia de ciento veintitrés ciudadanos diputados y cincuenta y dos ciudadanos senadores, se abre la sesión solemne del Congreso de la Unión en honor de los legisladores de los países extranjeros que nos visitan con motivo de la toma de posesión, como Presidente de la República, del C. licenciado Miguel Alemán Valdez.

"La Secretaría da lectura a la lista de legisladores en cuyo honor se lleva a cabo esta sesión solemne.

"Pronuncian discursos alusivos el C. licenciado Joel Pozos León, vicepresidente de la Cámara de Diputados de México; el Excelentísimo señor senador Ulises Correa, Embajador Extraordinario y Plenipotenciario en misión especial de la República de Chile; el Excelentísimo señor diputado Joao Enrique Sampaio Viera da Silva, presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Diputados del Brasil y Embajador Extraordinario y Ministro Plenipotenciario Especial; el Excelentísimo señor Dennis Ch vez, senador de Estados Unidos de Norteamérica; el Excelentísimo señor Eduardo Beretta, diputado de la Misión Especial de la República de Argentina; el Excelentísimo señor Pedro Castro Monzalvo, Embajador Extraordinario y

Plenipotenciario en Misión Especial de Colombia; el Excelentísimo señor Mariano Ruiz Tunes, diputado del Congreso de la República de España; el Excelentísimo señor diputado Gerardo Gordillo Barrios, presidente del Congreso de Guatemala; el Excelentísimo señor senador Justino Zavala Muñiz, Embajador Extraordinario y Plenipotenciario en Misión Especial de la República del Uruguay; el Excelentísimo señor Rafael Coello Serrano, enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario en Misión Especial del Ecuador; y el C. licenciado y senador Donato Miranda Fonseca de la República Mexicana.

"Se lee la presente acta".

- El mismo C. Secretario: Esta a discusión el acta. No habiendo quien haga uso de la palabra, en votación económica se pregunta si se aprueba. Aprobada por unanimidad.

El C. Presidente (a las 19.55): Se declara clausurada la sesión solemne del Congreso de la Unión y se cita para sesión de Cámara, el próximo jueves a las once horas.