Legislatura XLI - Año I - Período Ordinario - Fecha 19490914 - Número de Diario 17
(L41A1P1oN017F19490914.xml)Núm. Diario:17ENCABEZADO
MÉXICO, D. F., MIÉRCOLES 14 DE SEPTIEMBRE DE 1949
DIARIO DE LOS DEBATES
DELA CAMARA DE DIPUTADOS
DEL CONGRESO DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS
Registrado como artículo de 2a. clase en la Administración Local de Correos,
el 21 de septiembre de 1921.
AÑO I.- PERIODO ORDINARIO XLI LEGISLATURA TOMO I.- NUMERO 17
SESION SOLEMNE
DE LA
CAMARA DE DIPUTADOS
EFECTUADA EL DIA 14
DE SEPTIEMBRE DE 1949
SUMARIO
1.- Se abre la sesión solemne en honor de lo señores Vicepresidente del Senado de Italia, senador Salvatore Aldisio, y diputado Giuseppe Brusasca, Subsecretario de Relaciones Exteriores de Italia. Se designa comisión para el efecto de introducir al salón a los visitantes.
2.- Hacen uso de la palabra: el C. senador Fernando López Arias, en representación del Senado de México; el señor senador italiano Salvador Aldisio; el C. diputado José Castillo Torre, en representación de esta Cámara de Diputados, y el señor diputado italiano Giuseppe Brusasca. Se lee y aprueba el acta de esta sesión. Se levanta la sesión.
DEBATE
Presidencia del
C. ARMANDO DEL CASTILLO FRANCO
Asistencia de 79 ciudadanos diputados.
El C. Presidente (a las 12.35 horas ): Se abre la sesión solemne en honor de los señores Vicepresidente del Senado de Italia senador Salvatore Aldisio y diputado Giuseppe Brusasca, Subsecretario de Relaciones Exteriores de Italia.
La Comisión designada para el efecto deberá introducir a esta sala a los visitantes.
(La Comisión cumple su cometido).
El C. Presidente: Tiene la palabra el orador designado por la H. Cámara de Senadores, senador licenciado Fernando López Arias.
El C. López Arias Fernando: Señor Presidente de la Cámara de Diputados, señor Presidente de la Cámara de Senadores, señor senador Salvatore Aldisio, señor diputado Giuseppe Brusasca:
Es placentero para mi cumplir el alto encargo que me confirirera el Senado de la República en este mes que es el mes de mi patria. México, señor senador Aldisio, ha estructurado su vida institucional al través de un camino lleno de obstáculos y de dificultades. La escuela de México ha sido, la escuela del sufrimiento; nacimos a la vida jurídica en 1810 cuando al clamor del pueblo se levantara un hombre que desde entonces tenía dentro de sí todo el conocimiento de una época y todo el fervor de ese mismo pueblo.
De 1821 al 57 logramos estructurar definitivamente la vida institucional de nuestro país que impulsa y encamina todos los pasos de los hombres nacidos en el suelo americano y que se llaman mexicanos en este jirón de la tierra.
Vino nuestra revolución, la revolución de 1917; fue entonces cuando surgió la Constitución de México que alberga el pensamiento genuino de la masa ciudadana de nuestro país. En ese estatuto están comprendidos los más profundos sentimientos y los más caros pensamientos que empujaron a los hombre de mi patria a liberar políticamente a este país. En esa Constitución encontramos perfectamente delimitados los derechos de los campesinos y los derechos de los obreros de nuestro país; y de allí surgió el panorama que hoy contemplamos.
Creemos que una de las luchas más tenaces que el hombre ha llevado adelante es aquella que ha permitido conquistar la libertad. Pero estimamos que si la libertad es importante y es noble y generosa para pensar, para hablar y para creer, es más importante todavía la libertad económica porque salva y finca definitivamente la libertad del hombre en busca de su felicidad. (Aplausos)
Por eso ha sido grande la tarea de los hombres de México, definitivamente dedicados a estructurar la economía de este país y nos cabe en suerte, señores representantes del pueblo italiano, que lleguen ustedes a las playas de América en el momento en que uno de los más grandes representativos de la nueva generación política de mi país está lleno de fe, de aliento y de entusiasmo levantando y estructurando la economía de este país porque piensa que mientras México no consiga liberar su economía no será posible conseguir su felicidad. (Aplausos)
Hace apenas algunos días en este mismo recinto el señor Presidente de México rindió uno de los más memorables mensajes que se hayan dictado al pueblo. No fincaba su informe a la nación en cosas de posible realización, sino que decía al pueblo como
hechos realizados: "hemos estando librando una batalla en los surcos de la tierra de nuestra patria y podemos informar al pueblo, con legítima satisfacción y profundo orgullo que no necesitamos importar cereales del extranjero para que nuestro pueblo se alimente". Podemos informar a nuestro pueblo que la industria vital de México como lo es la industria petrolera, está en camino de salvar a toda la industria de nuestro país". Eso, señores representantes del pueblo italiano, significa que México ha encontrado su camino y nada ni nadie podrá detener el progreso de este país. (Aplausos)
Hemos sido solidarios de los principios que animan a la República italiana. Lo reconocemos profundamente. Cuando la Constitución del 22 de diciembre de 1947 establece en su artículo 2do.: "La República reconoce y garantiza los derechos inviolables del hombre, ya sea como individuo, ya sea en las formaciones sociales donde se desarrolla su personalidad y exige el cumplimiento de los deberes de solidaridad política, económica y social", entendemos que todos los hombres libres de este hemisferio que aman la libertad y que por ella han luchado no tienen más que solidarizarse con los principios esenciales de la Constitución que norma a la República italiana.
El artículo 3o. de la misma Constitución establece: "Los ciudadanos sin distinción de razas, de lengua, de condición social religiosa o de opiniones políticas tienen la misma dignidad social y son iguales ante la ley". Hasta ahora la República rompe los obstáculos de orden económico y social delimitando de hecho la libertad y la igualdad de los hombres que impiden el completo desarrollo de la personalidad humana y la efectiva participación de todos los trabajadores en la organización política, económica o social de Italia.
Señores senadores: cuando nosotros encontramos este postulado en la ley fundamental de Italia, nos, afirmamos más en el credo de que nuestra Revolución ha hecho posible el pensamiento que la norma, nos permite evitar que doctrinas extrañas a nuestro medio y a nuestro ambiente puedan tener valor en este pueblo nuestro. (Aplausos)
Si pues, se reconoce aquello que es fundamental para la Italia, para la Italia eterna, para la que creó el municipio, para la que hizo la libertad, para la creó también la democracia en las épocas más brillantes de su historia, el pueblo mexicano tiene forzosamente que seguir caminando en busca de la libertad definitiva para todos los pueblos del mundo. (Aplausos)
Pero para realizar todas las transformaciones vitales de un pueblo es necesario contar con la solidaridad de ese pueblo. No hubiera sido posible, señor senador, que Fidias hubiera inmortalizado la vida artística de su pueblo si no hubiera tenido el aplauso de Palermo y de Eleusis, y Cicerón no hubiera dado al mundo esas grandes obras de su genio si no hubiera encontrado tras de sí la pléyade republicana, que lo empujaba, le gritaba y lo animaban en nombre de la libertad y la democracía.
Por eso en este país también, señores representantes italianos, se puede hacer la tranformación paulatina de su economía y conducirlo por los caminos de la democracia, por que el pueblo mexicano está convencido de que su Presidente reune en sí todas las excelencias que el tiempo reclama para hacer de México una cosa nueva definitivamente en la ruta del progreso y de la civilización del mundo.
Decíamos, señor senador Aldisio, señor diputado Brusasca, que gocen ustedes de la tranquilidad de este pueblo americano; que recojan ustedes las palpitaciones de nuestro pueblo, pueblo formado, creado en el enorme torbellino de una lucha, nacido de una raza latina a la que no honramos en pertenecer. Ustedes tendrán la oportunidad de pulsar todas las opiniones y encontrarán sin duda alguna todo lo más noble, los más desinteresado y lo más bueno que nuestro pueblo puede daros. Os deseamos, señores representantes del pueblo de Italia, una grata permanencia en esta tierra de América; queremos que el corazón de nuestro pueblo se abra para recoger también el sentimiento de la República italiana y pensad que si en algún momento la contienda hizo que nosotros tomáramos parte de ella, solamente nos guió el desinterés y el deseo de que la libertad que aprendimos a amar de los viejos próceres de Europa, siga enarbolándose en todos los confines del mundo. Mucha gracias. (Aplausos)
El C. Presidente: Tiene la palabra el excelentisimo señor senador Salvatore Aldisio.
- El Exmo. señor senador Salvatore Aldisio: Señor Presidente de la Cámara de Diputados; señor Presidente de la Cámara de Senadores; señores senadores; señores diputados:
Ante solicito vuestra venía para expresarme en mi lengua materna. En ese gran cuadro que actualmente ofrece la Humanidad, espero que llegue un días a encontrarse una lengua común que facilite el preparar y garantizar la paz en el mundo. La conciencia directa de los problemas y su estudio, es una característica continua y se funda en el choque constante de la vida, en el que servirá de gran propulsor el uso de una lengua común y general. Pero entretanto sólo puede usar de mi lengua materna al tener, como tengo, el honor y gran privilegio de dirigirme a esta Asamblea de representantes del pueblo y de toda la confederación de México, como su presentante de Italia que admira la historia de vuestro país.
Soy portador de un mensaje de amistad y afecto del Gobierno, del Parlamento y del pueblo italianos para el pueblo, el Parlamento y el Gobierno de México: estos dos pueblos, a través de la historia, han sido siempre, constantemente, perennemente, dos pueblos amigos a pesar de las adversidades de la pasada guerra, en su afán constante de vigilar el proceso de la historia y de la misma vida. (Aplausos)
Durante la pasada guerra mucho sufrió el pueblo italiano; muchos fueron sus experiencias dolorosas, pero concluída esa prueba; el pueblo italiano, que admira al vuestro, desea reafirmar ese profundo reconocimiento de los dos pueblos amigos. Esas experiencias dolorosas del pasado, las ofrece Italia como un homenaje de simpatía al pueblo de México.
Muy agradecidos estamos por vuestra fraternal recepción por vuestras palabras de aliento y de amistad, por que son el espíritu de la latinidad que nos une aquí. No hay en vosotros diversidad de pensamiento, porque tenemos el mismo origen, el mismo ideario, todos pensamos con el pensamiento de la latinidad. La característica de la raza nos une; por eso en nuestro ánimo nunca podrán desvanecerse las fuertes impresiones que hemos recibido al encontrar en este país personas de inteligencia y voluntad superiores. Representa vuestro país un gran valor en la civilización occidental y sin género de duda os encotráis al frente de las ideas avanzadas de vuestro encantador Continente. Nuestras vinculaciones sentimentales y humanas por la libertad y por la democracia habrán de ser perdurables si persistimos en la idea de inscribir la vida de nuestros países en las páginas de la historia.
Hónrome en haceros presente que en todas las corporaciones italianas vive hondamente arraigada la conciencia de nuestra nueva democracia que lucha por el adelanto económico y cultural y la continuidad de esos lazos de unión que siempre han ligado al pueblo de México con el pueblo italiano, que constituyen un núcleo familiar para el progreso social de México y para Italia la reconstrucción milagrosa de su libertad y su democracia.
Al desarrollar el pueblo italiano sus recursos agrícolas a través de una legislación social, espera el pueblo italiano contribuir al progreso del mundo moderno tanto como porque la justicia social sea efectiva. Cuando la justicia social se haya logrado, como lo desea vuestro ilustre Presidente, la paz en todo el mundo estará garantizada y será una cosa efectiva. Por eso, en esta grandiosa conmemoración, lleno de júbilo y entusiasmo, a nombre del pueblo italiano y a nombre del Gobierno italiano expreso a vuestro Presidente y a México entero vuestro clamor: ¡Viva la Independencia! ¡Viva México! (Aplausos nutridos)
El C. Presidente: Tiene la palabra el ciudadano José Castillo Torre.
El C Castillo Torre. Señor Presidente del Congreso General. Señores Miembros de la Misión Extraordinaria de Italia. Señores: Nos corresponde el alto e inmerecido honor de saludar en esta ceremonia, en nombre de la Cámara de Diputados, a los miembros de la Cámara de Diputados de Italia, la misma que nos visita y que saliera de Roma a recorrer nuestra América Latina con un vivo sentimiento de simpatía humana en el pecho y un mensaje transparente de fraternidad en los labios.
La Misión se compone del senador don Salvador Aldisio y del señor diputado Brusasca. El señor Aldisio figuró desde joven en las actividades públicas y sociales y supo atraer la atención de los hombres más eminentes en la economía y en la política de su país. En la primera guerra mundial luchó casi todo el curso de ella y fue dos veces condecorado por su valor militar. En la isla de Silicia organizó el Partido Demócrata y llegó a ocupar el cargo de Alto Comisario, habiéndose distinguido por sus dotes administrativas y su extraordinario don para interpretar los problemas populares. Miembro de la Asamblea Constituyente de Italia, Ministro de la Marina Mercante, Alto Comisario en Sicilia, Alto Comisario de la Alimentación, miembro de las más selectas asociaciones artísticas, científicas y literarias, el senador Aldisio es una de las más interesantes figuras de la política italiana.
El señor diputado Brusasca pertenece a una antigua familia piamontesa que dio defensores a la Independencia de Italia desde la época del Risorgimiento. Brusasca comenzó a luchar desde muy joven y puede decirse que toda su carrera política la ha desenvuelto al lado de Alcide de Gasperi, uno de los líderes de mayor notoriedad de Italia. Durante la ocupación alemana organizó una división con el simbólico nombre de "Patria", y al frente de ella defendió los intereses nacionales y permanentes de su país. Miembro de la Asamblea Constituyente, Subsecretario de Industria y Comercio, Ministro de la Aeronáutica, diputado y Subsecretario de Relaciones Exteriores, el señor Brusasca, aquí presente, es una de las figuras más ágiles de la política de Italia.
La Misión extraordinario de Italia funda, señores, su mensaje a México, en las inalterables y pacíficas relaciones que siempre han existido entre nuestros dos países en muestra equitativa compresión de las necesidades de los residentes italianos en nuestra patria durante los años de la última y terrible guerra en nuestro espíritu de justicia al contemplar los problemas de Italia en la Conferencia Internacional celebrada en París hace unos tres años; en los valores históricos de la cultura y de la civilización latinas; en el sentido profundo de la latinidad de la cual Italia tiene el más recóndito secreto, muchos siglos antes que el italiano Cristóphoro Colombo se diera al riesgo de la mar tenebrosa para descubrir al Continente que sirve ahora de asiento a las Repúblicas hispanoamericanas. (Aplausos)
Con la más viva complacencia unimos, señores, nuestra débil voz a la multisecular que laude las glorias democráticas de la antigua y de la nueva Italia y la incomparable figura histórica de la ciudad de Roma. El entusiasmo de las generaciones repasó la escala sonora de los hechos y les dio el brillo mágico de la historia que hace que el acento de los hombres se confunda a través del tiempo con el canto de los pájaros, el oleaje marino y los bronces sagrados. De canto de ola y de campana hay en el embrujo de la historia fáustica. Como el canto de los pájaros y de los bronces, lo mismo anuncia el vivo resplandor de la alborada que el decrépito amaranto del crepúsculo; como las olas del mar, lo mismo escancia el vino de su júbilo en el ánfora de las horas dichosas que deja caer el trueno de su cólera en el fondo de las horas sombrías. El espectáculo de la asamblea política, de la plaza pública (la historia política del mundo se traza en las asambleas y en las plazas públicas), despierta siempre en nosotros la impresión del mar.
Es claro que al hablar de plaza pública no referimos a la que presta asiento a las democracias; a la plaza que heredó la dignidad y la inquietud del forum romano y del ágora ateniense; a la plaza del México revolucionario y de la República italiana; a la plaza de la libertad.
En los discursos políticos hay pensamientos que vuelan y se alejan y otros que permanecen cerca de nosotros. Los primeros, van en alas de la imaginación audaz y aventurera y los segundos siguen el imán de la inteligencia escrupulosa y cauta.¿Cuáles de esos pensamientos son los que influyen más en la suerte de los hombres y en el destino de las cosas? Sin el elán que nos impulsan a los grandes sueños, la Humanidad no podría sorprender los secretos del destino; sin el apoyo de la ciencia y de la filosofía, el hombre no podría realizar sus grandes empresas. El secreto de la vida, como nos lo enseñan las claves de todas las culturas, está en manejarla de tal manera que se convierta en fuente abundante de bienes. No es cosa fácil convertir la vida en fruto dulce y suave. Se necesita madurarla con el calor del espíritu y darle la fragancia del amor eterno.
La diferencia fundamental entre los paladines de los imperios y los apóstoles de los evangelios radica en que éstos ganan las almas por medio de la fe y aquéllos por medio de la fuerza. Nosotros, señores representantes, ante el espectaculo trágico del mundo, no estamos con los paladines de la fuerza, sino con los héroes de la libertad y de la justicia, con los héroes de la civilización y de la cultura. La cultura, como expresión desinteresada de los valores espirituales y fuente de belleza y de armonía y la civilización, como dominio de la inteligencia en el mundo de la materia, representan los dos hemisferios prodigiosos en los que el hombre va realizando el milagro de su progreso indefinido. Cuando el equilibrio creador se mantiene y en los platillos de la balanza de la vida pesan parejas las fuerzas de la razón y del sentimiento, entonces, la Humanidad despliega serenamente su espiral y avanza radiante de claridad y de armonía. La hora del equilibrio es la de las afirmaciones, de las grandes certidumbres y gloriosas síntesis; la hora del desequilibrio es la de las negaciones, amargas divergencias y contrahechas mentiras. Lo que los antiguos llamaron la música de las esferas, no sino la congruente y espléndida armonía de la vida; la unión entre el sentimiento y la inteligencia; el equilibrio entre las facultades creadoras que los hombres. Cuando llega ese equilibrio,es cuando florece en la leyenda Atlante la Ciudad Maravillosa de las Puertas de Oro; las Tablas de la Ley bajan al Sinaí; Sakia Muni abandona el palacio de su padre para seguir el vuelo de las cosas eternas y absolutas y el Cristianismo derrama sobre la aridez del mundo la lluvia lucentísima de su corazón sangrante. (Aplausos)
En las tristes épocas en que la razón y el sentimiento no se compensan, perdida la tranquilidad y la firmeza, los hombres sufren las crisis que se transverberan en el desorbitamiento de su civilización y su cultura. En esos trágicos periodos, el género humano merece el anatema latino de Plauto: "homo homini lupus", el hombre es el "lobo del hombre". Aquel día la cólera de Artajerjes ordena que sea azotado el mar, los patricios romanos arrojan esclavos a los estanques para alimentar a las morenas y el capitalismo impiadoso contempla impávido el hambre de las muchedumbres que desfallecen a la sombra de los graneros.
Por eso nosotros seguimos intensamente emocionados la obra de los hombres de buena voluntad que se preocupan por encender luz en la vasta noche obscura en que amenaza naufragar la suerte de nuestros pueblos.
En estas nuestras breves consideraciones pergeñadas, señores, como humilde tributo a la excelsa intelectualidad italiana, no hacemos más que ofreceros las pobres experiencias recogidas por nuestra humildad a lo largo de los caminos que bordean los precipicios de la historia. No somos más que un viandante, un peregrino, que trae en su roto y polvoriento manto, como única riqueza, el cuarso de la montaña, la flor silvestre y las conchas del mar. ¿Qué es lo que hasta las voces más sencillas de la Naturaleza nos enseñan respecto a la suerte de los hombres y el destino de los imperios? ¿Qué fue de las maravillosas construcciones de la leyenda y de la historia? ¿ En dónde están el palacio de Poseidón, embutido de marfil y oro, plata y oricalco, el templo de los muros de cristal transparente, el jardín de las Espérides, las Columnas de Hércules, la sala del festín de Baltasar, se Senado Romano, el Museo de Alejandría, los teocallis aztecas, los templos mayas y las suntuosas residencias de los incas? ¿En dónde está el tridente de Neptuno, la rutilante lanza de Palas Atenea, el casco de Aquiles, la espada de Alejandro, las cenizas de Julio César, la tumba de Gengis Kan? Todo pasa como pasan los soles, como pasa la espuma que va deshaciendo la ola y lo único que perdura es la vibración eterna del amor y del dolor, el anhelo exultante de la vida que se dobla bajo el peso de una gran riqueza, pero tan falta de espíritu, que necesitamos del auxilio del corazón para sacar del fondo de sus tristes y hondas sepulturas la voluntad generosa, y el amor que salva. (Aplausos)
La inteligencia de los hombres se despliaga por los caminos de la ciencia, de la filosofía, de la literatura y del Gobierno. Por esos afluentes corre el río de la vida. A veces triunfa la razón y a veces el sentimiento. En ocasiones el caos cubre de luto las orillas del camino. En el cuadro de la civilización europea es la vieja Grecia la que nos ofrece el mejor ejemplo del desenvolvimiento del espíritu humano. La filosofía de los griegos, como todos vosotros sabeís, pasó de la anarquía de los sofistas a la fe de Solón, de la fe de Solón a los universales de Platón y de los universales de Platón al método inductivo de Aristóteles, verdadero principio de la investigación científica. Y después de la anarquía de los sofistas, de la fe de Solón, de los universales de Platón y de las síntesis aristotélicas, la filosofía de los helenos se hundió, como algún día también se hundirá la nuestra, en la sombra y la decadencia. La ciencia es algo sorprendente que limpia de manchas los caminos de la vida y que no puede satisfacer el ansia, el anhelo insaciable de saber que llevamos dentro del alma. Si alguna vez la ciencia floreció esplendorosamente fue en el Museo de Alejandría. Allí reuniéronse inmensas bibliotecas. Demetrio Falerio se dedicó a recoger todos lo manuscritos del
mundo. Después de la conquista, cuando el patrimonio del Museo pasó a los Césares, los romanos imitaron a los Ptolomeos, y el Museo de Alejandría pudo proseguir su gloriosa marcha. Según las tradiciones, al Museo estaban unidos grandes jardines zoológicos y botánicos para el estudio de las ciencias naturales; salas de anatomía para la disección del cuerpo humano; academias de astronomía dotadas de esferas armilares cuyos limbos estaban divididos en grados y sextos de grados. ¿Qué es el Museo de Alejandría? Un recuerdo coronado de sombras y ceniza.
Clavemos, señores, la guja de nuestro pensamiento, como pudieron hacerlo todos los idealistas del mundo, en el misterio en que habremos de perdernos, en obedecimiento a leyes inmutables de las cuales somos apenas débil y apagada sombra; clavemos nuestro pensamiento en la idea de lo transitorio de nuestro paso por la tierra y demos a nuestras acciones privadas, a nuestras acciones públicas, el gran aliento, la gran fuerza, el brillo cósmico y lácido que nos hace entregar, por la conquista de los bienes permanentes y substanciales del hombre, nuestra propia vida e ir más allá de la sombra y del dolor, de la sangre y de la muerte. (Aplausos)
Si hemos de pasar, ¿ por qué no hacerlo, señores, como lo hubieran hecho Mazzini y Garibaldi? ¿Por qué no hacerlo con los ojos clavados en el amor y en la esperanza? ¿Por qué no encerrar nuestra acción y nuestro movimiento en la figura del triángulo que apunta al pasado, al presente y al futuro; triángulo de esencia eterna que nos une al pasado por medio del recuerdo, al presente por el don precioso de la obra y al futuro por el señuelo del ideal lejano?
Cada pensamiento noble contiene una esencia cósmica que le hace adquirir valor inigualable; cada una de esas esencias son las que dan sus cobaltos y sus oros a las páginas más brillantes de la historia. Nosotros quisiéramos, señores, al correr de estas breves palabras nuestras, haber mantenido vuestra atención un poco más allá de los simples datos numéricos, de las fechas concretas, de la historia de mapas y planos, del diabolismo de las estadísticas, porque el conflicto actual de la Humanidad es mucho más que eso, un desequilibrio entre la razón y el sentimiento. Nosotros ambicionamos que estas sencillas palabras sirvan hayan servido para acreditar ante los miembros de la Misión Especial llegada de Italia, de una de las más profundas culturas de la tierra, que en nuestro México existe un pueblo que trabaja y que sueña.
Señores miembros de la Misión Especial de Italia: Nosotros siempre hemos tenido profunda veneración por los héroes de la República italiana. Entre los personajes más importantes del siglo XIX colocamos a Mazzini y Garibaldi. Si Mazzini fue el artífice del Resurgimiento. Garibaldi fue el soldado que trazó con la espada el camino que habían de seguir las ideas del místico doctrinario. Si Mazzini nos dio el ejemplo heroico de la República de Roma que resistió seis meses los ataques de cuatro ejércitos enemigos, Garibaldi fue el vencedor de los ejércitos borbónicos desde Marsala hasta Volturno.
Nosotros quisiéramos, señores enviados de Italia, que al regresar a vuestro país, a vuestro hermoso y lejano país, cuando contempléis de nuevo los vestigios que acreditan la grandeza y la antigüedad de vuestra cultura y vuestra civilización: las termas, los anfiteatros, los foros, los arcos triunfales; que cuando volváis a recrear vuestros ojos en los campanarios y las cúpulas de vuestros templos, en los museos y en lo jardines de vuestros palacios, en los gabinetes de estudio y en los laboratorios de vuestros hombres de ciencia, recordéis que bajo estos cielos libres de América existen vientidós naciones que rizan los pliegues de sus veintidós banderas al viento de la Democracia y de la República. (Aplausos)
Nosotros quisiéramos, por último, que no olvidaréis que en el altiplano del Anáhuac uno de los escenarios geográficos de mayor belleza de nuestro mundo, existe el pueblo más inquieto, más dramático, más alucinante, tal vez, de la América española; y que ese pueblo, el mexicano, ama la libertad y la justicia como la amaron Mazzini y Garibaldi, y espera que llegará un día en que la justicia florezca hasta en el témpano de las más heladas almas y que la libertad encienda un rayo de luz hasta en el pan negro de los más humildes y sencillos campesinos. (largos y nutridos aplausos).
El C. Presidente: Tiene la palabra el Excelentísimo señor diputado Giuseppe Brusasca, Subsecretario de Relaciones Exteriores de Italia.
- El Excelentísimo señor Giuseppe Brusasca: Señor Presidente del Congreso; señores senadores y señores diputados: Yo respondo al señor diputado Castillo Torre que al retornar a Italia llevaremos el recuerdo de la manifestación de vuestro afecto y de vuestro deseo de fraternizar en esta Asamblea, así como el recuerdo de que hay en este Continente veintidós repúblicas que luchan por la libertad y por la democracia, tanto como por la solidaridad que debe reinar en el mundo.
Como un homenaje a vuestra cultura, nosotros, como italianos, ofrecemos a México los dolores de Italia en el pasado y su experiencia a vuestro pueblo que vemos colocado a la vanguardia de la civilidad continental de América; esa experiencia que Italia adquirió en un cuarto de siglo en que Italia sufrió la tragedia de la guerra mundial, sufrió la pesadilla de una dictadura y luego la guerra civil para conquistar su libertad, esa libertad política que no es completa sin la libertad económica.
Cuando el señor diputado Castillo Torre hablaba de nuestra cultura, mi pensamiento se posaba en un monumento, en el del Monte Casino, monumento erigido tanto a la civilización y libertad italiana como a la libertad de todo el mundo.
Es esta una sesión solemne en la que se hallan los representantes de las naciones acreditadas ante vuestra República, las que no obstante de tener un origen racial diferente, costumbres distintas, lenguaje diverso, se hallan al frente de la defensa de los grandes ideales democráticos y libertarios por los que a toda la América vemos unida.
La libertad de los pueblos indoeuropeos tan
afin y tan semejante a la de los pueblos latinoamericanos, es un lazo de unión mucho más fuerte y más perdurable que los simples lazos de las conquistas materiales.
Sólo cuando haya justicia para todos, cuando por la capacidad y la experiencia se enarbole una sola bandera en todo el mundo, llegará la Humanidad a constituir un a sola familia laborando siempre por el progreso y por la vida. (Aplausos nutridos)
El C. secretario Aguilar Irungaray José: Se va a dar lectura al acta de esta sesión.
"Acta de la sesión solemne celebrada por la Cámara de Diputados del XLI Congreso de la Unión, el día catorce de septiembre de mil novecientos cuarenta y nueve.
"Presidencia del C. Armando del Castillo Franco.
"En la ciudad de México, a las doce horas y treinta y cinco minutos del miércoles catorce de septiembre de mil novecientos cuarenta y nueve, se abre la sesión solemne con la asistencia de setenta y nueve ciudadanos diputados, según declaró la Secretaría después de haber pasado lista.
Concurren a esta sesión solemne, que se celebra para recibir a los excelentísimos señores senador Salvatore Aldisio, Vicepresidente del Senado de Italia y diputado Giuseppe Brusasca, Subsecretario de Relaciones Exteriores del mismo país, los CC. senadores representantes del Ejecutivo, Cuerpo diplomático y representantes de agrupaciones invitadas previamente.
La Presidencia designa a una comisión que introduce a los visitantes y una vez que éstos toman asiento, hacen uso de la palabra el C. senador Fernando López Arias, en representación del Senado de México; el señor senador italiano Salvatore Aldisio; El C. diputado José Castillo Torre, en representación de esta Cámara de Diputados y el señor diputado italiano Giuseppe Brusasca.
Se lee la presente acta".
Está a discusión el acta. No habiendo quien haga uso de la palabra, en votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa, sírvanse manifestarlo. Aprobada.
El C. Presidente ( a las 13.55 horas): Se suplica a la comisión designada para el efecto, se sirva acompañar a nuestros distinguidos visitantes a abandonar el salón.
Se levanta la sesión y se cita para el próximo día veinte a las 12 horas.
TAQUIGRAFÍA PARLAMENTARIA Y
"DIARIO DE LOS DEBATES"