Legislatura XLIV - Año II - Período Comisión Permanente - Fecha 19600203 - Número de Diario 56
(L44A2PcpN056F19600203.xml)Núm. Diario:56ENCABEZADO
MÉXICO, D. F., MIÉRCOLES 3 DE FEBRERO DE 1960
DIARIO DE LOS DEBATES
DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS
DEL CONGRESO DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS
Registrado como artículo de 2a. clase de la Administración Local de Correos, el 21 de septiembre de 1921.
AÑO II. - PERÍODO ORDINARIO XLIV LEGISLATURA TOMO I. - NÚMERO 56
SESIÓN
DE LA
H. COMISIÓN PERMANENTE
EFECTUADA EL DÍA 3
DE FEBRERO DE 1960
SUMARIO
1.- Se abre la sesión. Se da lectura a la Orden del día. Se lee y aprueba el acta de la sesión anterior.
2.- Invitación del Departamento del Distrito Federal para la ceremonia de conmemoración del XLIII aniversario de la promulgación de nuestra Carta Magna, el día 5 del actual. Se designa comisión.
3.- Cumplimentando el acuerdo tomado en la sesión anterior, hacen uso de la palabra los CC. Diputados Emilio Sánchez Piedras, senador Rodolfo Brena Torres y diputado Antonio Castro Leal, para hacer una glosa de la visita realizada por el Presidente López Mateos a varios países de Sudamérica. A proposición de la Presidencia se toma el acuerdo de que la Comisión Permanente se dirija a los Congresos de los países sudamericanos visitados, para expresarle nuestro reconocimiento por la entusiasta y calurosa acogida que otorgaron al C. Licenciado Adolfo López Mateos. Se levanta la sesión.
DEBATE
Presidencia del
C. EMILIO SÁNCHEZ PIEDRAS
"Asistencia de 24 ciudadanos representantes).
- El C. Presidente (a las 12:45 horas): Se abre la sesión.
- El C. Secretario Román Celis Carlos (leyendo):
"Orden del Día.
"3 de febrero de 1960.
"Acta de la sesión anterior.
"Invitación del Departamento del Distrito Federal para la ceremonia del XLIII aniversario de la promulgación de la Constitución General de la República vigente.
"Acta de la sesión celebrada la Comisión Permanente del H. XLIV Congreso de la Unión, el día veintiocho de enero de mil novecientos sesenta.
"Presidencia del C. Emilio Sánchez Piedras.
"En la ciudad de México, a las trece horas y diez minutos del jueves veintiocho de enero de mil novecientos sesenta, se abre la sesión con asistencia de dieciocho ciudadanos representantes, según declaró la Secretaría después de haber pasado lista.
"Se da lectura a la Orden del Día.
"Sin que motive discusión se aprueba el acta de la sesión anterior celebrada el día doce del corriente.
"La Secretaría da cuenta con los asuntos en cartera:
"Oficio de la Secretaría de Gobernación, referente a la solicitud para que el señor Presidente de la República, licenciado Adolfo López Mateos, pueda aceptar y usar, sin perder la ciudadanía mexicana, la condecoración de la Orden del León Neerlandés que en el grado de Gran Cruz le otorga el Gobierno de los países bajos. Recibo, y a la Comisión de Puntos Constitucionales.
"Oficio de la Secretaría de Gobernación, relativo a la ratificación del grado de Contraalmirante del Cuerpo General de la Armada, que ostenta el ciudadano Rodrigo Hurtado de Mendoza y Alvarez. Recibo, y resérvese para la Cámara de Senadores
"Oficio de la Secretaría de Gobernación, con el que remite la hoja de servicios del ciudadano general brigadier médico cirujano Feliciano Palomino Dena. Recibo y resérvese para la Cámara de Senadores.
"El C. Gobernador del Estado de Tamaulipas invita a esta H. Comisión Permanente al acto en el cual dará lectura a su tercer Informe de Gobierno, el día cinco de febrero próximo.
"La Presidencia designa en comisión a los CC. Diputado José Ortiz Avila, senador Enrique Dupré Ceniceros y diputado José Guillermo Salas Armendáriz.
"Circular del Congreso del Estado de Nuevo León dando a conocer un decreto por el cual se declara Hijo Ilustre de ese Estado al ciudadano licenciado Alfonso Reyes. De enterado con satisfacción.
"Circulares de los Estados de Durango, Chihuahua, Aguascalientes, Querétaro, Jalisco, México, Guerrero, Campeche, Morelos, Baja California, Tamaulipas, Chiapas y Zacatecas, en que informan de sus clausuras y aperturas de períodos de sesiones y designación de Mesas Directivas. De enterado.
"Dictamen de la Comisión de Relaciones Exteriores en que se concede permiso al ciudadano Federico W. Gadsky, para aceptar y desempeñar el cargo de vicecónsul honorario de la República de Haití, en esta ciudad de México.
"A discusión, no habiéndola, se reserva para la votación nominal.
"Dictamen de la Comisión de Puntos Constitucionales en relación con la solicitud del C. Luis Padilla Nervo para aceptar y usar, sin perder la ciudadanía mexicana, la condecoración Gran Cordón de la Orden de las Estrellas Brillantes, que le confirió el Gobierno de la República de China.
"No habiendo quien haga uso de la palabra, se reserva para la votación nominal
"Dictamen de la Comisión de Puntos Constitucionales, relativo a la solicitud del Ciudadano Bernardo Reyes, en que se concede permiso para que sin perder la ciudadanía mexicana, pueda aceptar y usar la condecoración de la Orden Nacional del Mérito de Paraguay, que en el grado de Comendador le otorgó el Gobierno de dicho país.
"A discusión, no habiéndola, se procede, en un solo acto, a recoger la votación nominal de los tres proyectos. Aprobados por unanimidad de diecinueve votos. Pasan al Ejecutivo para efectos constitucionales.
"El C. Diputado Antonio Castro leal hace uso de la palabra para proponer, después de varias consideraciones al respecto, se estudie la posibilidad de que antes de proceder a la transformación de la ciudad de México ensanchando calles en cuyas obras haya que derribar monumentos que estén catalogados en el tesoro histórico y artístico de la Nación, un Consejo de especialistas, en que figure la Dirección de Monumentos Coloniales para que rinda dictamen razonado sobre la conveniencia de llevar a cabo dichas obras. A la Comisión de Gobernación.
"La Presidencia informa a la Asamblea que el miércoles tres de febrero próximo, en el salón de Sesiones de la Cámara de Diputados, la Comisión Permanente realizará una sesión extraordinaria en la cual se glosará la visita del Señor Presidente de la República a varios países de Sudamérica.
"A las trece horas y cuarenta y cinco minutos se levanta la sesión y se cita a sesión extraordinaria que tendrá verificativo en el Salón de Sesiones de la H. Cámara de Diputados a las doce horas del miércoles tres de febrero próximo".
Está a discusión el acta. No habiendo quien haga uso de la palabra, en votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa sírvanse manifestarlo. Aprobada.
- El mismo C. Secretario (leyendo):
"El Departamento del Distrito Federal invita a usted a la ceremonia de conmemoración del XLIII aniversario de la promulgación, de nuestra Carta Constitucional de 1917, que tendrá lugar el viernes 5 del actual, a las 11 horas, bajo la bóveda del Monumento a la Revolución, con asistencia del Primer Magistrado de la República; acto que corresponde a las celebraciones cívicas del quincuagésimo aniversario del movimiento social de la Nación.
"Ciudad de México, febrero de 1960. - El Jefe del Departamento del Distrito Federal. - Licenciado. Ernesto P., Uruchurtu".
"La Presidencia designa en comisión para asistir a dicho acto a los CC. Diputado Emilio Sánchez Piedras, senador Rodolfo Brena Torres, diputado Fernando Díaz Durán y senador Eliseo Aragón Rebolledo.
El C. Presidente: cumpliendo con el acuerdo tomado en sesión celebrada el jueves 28 de enero próximo pasado, esta H. Comisión Permanente del Congreso de la Unión, glosará en esta ocasión la visita que el C. Licenciado Adolfo López Mateos, Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, hace a varios países de la América del Sur, atendiendo a la invitación que sus mandatarios se sirvieron hacerle.
"Presidencia del C. Arturo Llorente González.
El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Diputado Emilio Sánchez Piedras.
El C. Sánchez Piedras Emilio: Señores senadores. Señores diputados. Señores encargados de negocios de los países latinoamericanos Venezuela, Brasil, Chile, Argentina y Perú. Honorables miembros del Comité Central Ejecutivo del Partido Revolucionario Institucional. Señores dirigentes de las organizaciones obreras y campesinas que nos acompañan en esta ocasión. Señoras y señores: "Un ideal americano, de concordia, de comprensión y de ayuda mutua, alimentado por la certidumbre de que sólo unida la palabra teórica a la acción práctica y realista, es posible la integración de un destino común, ha llevado al Presidente López Mateos a realizar una enjundiosa jira por diversas naciones de América del sur.
En la voz del Presidente, del pueblo de México ha expresado a Latinoamérica que la voluntad de nuestras naciones para acometer aquellos problemas cuya magnitud desafía y supera la capacidad global de un sólo país, reclama el concurso de todas las inteligencias, la aportación de todos los recursos regionales y la decisión de todos los pueblos para ejercer una acción conjunta y mantener una conciencia común de la América Latina.
Del viaje del Presidente López Mateos se desprende, a nuestro juicio, un doble acierto: el de haber proyectado la imagen fiel de México más allá de las fronteras y de haber contribuido a reafirmar la causa de la solidaridad continental. La limpia imagen de México se dibujó, sin alteraciones ni demagogias, a lo largo y a lo ancho de la América del Sur. En realidad, lo mismo entre los pueblos del Norte que en las naciones de Latinoamérica, López Mateos ha sido emisario fraternal de México y de su reiterada fe en el futuro del Continente.
Nunca como ahora, los ideales de unión dinámica, activa y fecunda, que expresaron en su tiempo las plumas ardientes de Bolívar, San Martín y Sarmiento, han cobrado formas más fértiles, de visión práctica y humanista. Nuestra América solía deletrear esos ideales cada vez con más pálido entusiasmo; un revivir emocionado de la idea bolivariana ha soplado como fuerte viento renovador en todas las llanuras y en todas las cordilleras del Hemisferio occidental, al través del mensaje de México y la palabra de su Presidente: Nuevas horas solemnes, de unidad y de patria común han sonado en las conciencia de Iberoamérica.
La unidad de América latina no significa ya sólo un concepto de impecable abstracción, sino un imperativo de acción común para hacer más digna y
más justa la existencia humana en el Continente; para combatir y erradicar los males endémicos que empobrecen a nuestras naciones, para luchar en lúcida unidad contra la ignorancia, la miseria y la enfermedad; para alimentar, albergar y educar mejor a todos los hombres, mujeres y niños de esta América nuestra del porvenir y de la paz.
México - ello es evidente - ha crecido y ha difundido una personalidad histórica inconfundible en el marco de los pueblos hispanoaméricanos. Favorecen a la creación de esta fisonomía las circunstancias especialísimas de los pueblos que entraron en su formación: multitud de razas indias, que entrañan diversidad de idiomas y de culturas a la que vino a sumarse una de las más señaladas de la cultura occidental: la española del siglo XVI.
A ciento cincuenta años de su evolución, comprendida en la Insurgencia, la Reforma y la Revolución de 1910, México se distingue de los otros pueblos del Continente que hablan el mismo idioma, en haber superado las etapas violentas de las discordias civiles para entregarse apasionadamente, en la hora actual, a superar su organización social, política y económica. No podemos decir quizá que somos un gran país, pero sí podemos asegurar que somos un pueblo amigo. Vivimos bajo un régimen institucional que se basa en la conjugación de la libertad con el orden para llegar a la implantación de la justicia social.
Parece indiscutible que los pueblos de Hispanoamérica aceptan esta realidad. El aplauso y el entusiasmo con que el Presidente López Mateos ha sido recibido en los distintos países que ha visitado, evidencian que nuestro país goza del respeto y el prestigio a que sus luchas por la libertad, la independencia y la justicia social lo hacen acreedor.
Por razones de la Geografía y de la Historia, ningún otro país como México carga con responsabilidad mayor para colocarse en lucha permanente por la integración de Latinoamérica; el proceso de su revolución, aspiración tutelar de la libertad del individuo, la dignidad humana, la integridad de la familia y la soberanía de las naciones, lo obligan a esforzarse para acrecentar la conciencia iberoamericana y a incorporarse a los movimientos de integración regional que se están gestando. Bajo el signo de una amistad digna y recíproca y al amparo de una tesis de concordia, respeto mutuo y unidad continental, para hacer más feliz la existencia del hombre en América, México ha podido expresar en la palabra de su Presidente: "Todos unidos, todos iguales, seremos todos grandes". En síntesis, ni subordinación al Norte ni supremacías hacia el sur, sino unidad continental para la para la realización de un destino común.
En el mundo del presente, ningún país de la Tierra puede permanecer al margen de los hechos internacionales ni a la orilla del acontecer mundial. Nadie, ni los individuos ni las naciones tienen derecho a ser simples espectadores de su tiempo. No es factible imaginar a un pueblo fuera de un adecuado concierto con las demás naciones.
Entre todos los países existe un interdependencia más o menos acentuada pero que a todos comprende y que reclama una recíproca y leal colaboración. El destino particular de cada pueblo está en contacto permanente con el destino de los demás.
De ahí que ante el peligro de que el destino de un pueblo pueda frustrarse por fuerzas antagónicas o adversas a su implicación, los países con destinos comunes o similares deban estrechar sus relaciones de toda índole para no desaparecer como entidades autónomas.
Esa defensa conjunta no podrá lograrse sin que los pueblos de común destino se conozcan, se vinculen, se unan y se proyecten. En la hora actual, regiones del mundo se asocian y se unen los continentes para la lucha y la tarea común, igual que para asegurar la supervivencia que para alcanzar la paz y el mejoramiento de la existencia humana.
México ha entrado de lleno en esta nueva etapa de su vida sociológica; con el mensaje de sus ideales revolucionarios y el espíritu de sus hombres; con la mente clara y la mano extendida para afianzar la convivencia humana en América, al amparo de la unidad continental, la colaboración recíproca y la integración regional de Latinoamérica.
Nuestro país tiene un destino propio pero no exclusivo; lo que es y a lo que aspira es substancia y objetivo de los demás pueblos Latinoamericanos. El destino de nuestros pueblos, asentado sobre sus semejanzas multiformes, sólo puede lograrse si cada uno de ellos participa de una conciencia general, que lo descubra, que lo conserve y lo fomente. A la formación de esa conciencia deben propender todos ellos mediante el intercambio de sus recíprocas proyecciones. Tal ha sido el honroso compromiso de México en la misión americanista de su Presidente, y en esta hora renacentista del ideal bolivariano, México cumple con América y el Presidente López Mateos ha cumplido con México. (Aplausos)
Distantes por la geografía por unificados por el espíritu todos los pueblos de aquende el Bravo compartimos la misma tesis y profesamos al mismo ideal, la tesis de la democracia y el ideal de la libertad. Somos pueblos hermanos y juntos habremos de forjarnos una vida mejor, mediante el debido aprovechamiento de nuestros propios recursos y de acuerdo con las posibilidades de cada cual. He aquí, en las palabras del presidente López Mateos ante el Congreso de Brasil, señaladas las metas por alcanzar: "No son milagros, en el sentido mágico de la palabra, lo que requieren nuestros países para vencer su insuficiente desarrollo. Otros serán los medios que nos ayuden: el trabajo tesonero, la imaginación creadora, confianza en las virtudes de nuestras razas criollas y mestizas, así como la firme decisión de aunar nuestros esfuerzos para eliminar del mapa de América latina los lunares de miseria, de insalubridad y de ignorancia, tan incompatibles con la dignidad humana. América sólo será verdaderamente grande y realmente próspera, cuando grandeza y prosperidad alcancen toda su integridad geográfica".
El destino de América reclama que se abandonen para siempre resquemores y desconfianzas y se persista en una política de unidad continental, de colaboración estrecha y de tareas comunes, ante las grandes decisiones del mundo. El ideal de unión de las repúblicas americanas se originó en la mente de Bolívar. El resultado de su clarividencia fue el Congreso de Panamá: y en esa reunión, las
naciones americanas proclamaron el ideal de una paz cooperativa entre naciones iguales y libres, acordaron solucionar por medios pacíficos cualquier diferencia que pudiera suscitarse entre ellas. Desde entonces quedó asentada a la vez la resolución de cooperar unas en beneficio de todas. Podemos afirmar que el sueño de Bolívar empieza a realizarse y sigue siendo inspiración y meta . A las nuevas generaciones de América que recogemos ese ideal amasado con sangre, sudor y sacrificio corresponde el imperativo de darle un cabal destino y una realización plena, y tomar ejemplo de la vocación americanista y humana del ciudadano López Mateos, hombre de México y de América. (Aplausos.)
Presidencia del C. Emilio Sánchez Piedras.
El C. Presidente: Tiene la palabra el señor senador Brena Torres.
El C. Brena Torres Rodolfo: Señor Presidente de la Comisión Permanente del Honorable Congreso de la Unión. Distinguidos señores invitados. Señores diputados y senadores: El acontecimiento nacional más importante de los presentes días, es el viaje que el señor presidente de la República, licenciado Adolfo López Mateos, realiza por diversos países de la América del sur, llevándoles el mensaje de fraternal amistad del pueblo mexicano y recogiendo de manera directa, los sentimientos, los problemas y los ideales de aquellas naciones hermanas.
La trascendencia de esa jira requiere el comentario de la Comisión Permanente del H. Congreso de la Unión, en el cual este cuerpo del Poder Legislativo exprese su opinión.
Es un hecho indiscutible que México ha venido viviendo aislado de los países de la América del Sur, por obstáculos geográficos que no han sido vencidos hasta ahora, obstáculos que han frustrado el impulso espiritual del acercamiento entre nosotros, que se generó desde el momento mismo en que los países latinoamericanos surgieron a la vida independiente.
Múltiples factores concurrieron para determinar un entendimiento cabal y una colaboración estrecha entre los jóvenes repúblicas de nuestro Hemisferio: su origen común, similitud de tradiciones y costumbres, la misma organización política y hasta la circunstancias de haber aparecido al mismo tiempo como entidades autónomas. En efecto, a principios del siglo XIX, y como si obedeciera a un plan previamente concebido, se inició sincronizadamente la rebelión en las colonias americanas, más que aprovechando la debilidad transitoria de la metrópoli ibérica, por la aparición de otro fenómeno de mayor magnitud, consistente en que en cada provincia había germinado la conciencia de ser una nueva nacionalidad, con fisonomía propia, que para definirse íntegramente tan solo le restaba el conocimiento jurídico de su soberanía; y lograda ésta, los Estados de reciente creación abordaron el problema de su organización interior; nacidas bajo el signo de la libertad, todas imprimieron a su estructura política el carácter republicano, que era y sigue siendo hasta hoy, el que mejor garantiza la efectividad de la democracia y el libre desenvolvimiento de las sociedades humanas.
Pero la lejanía física entre México y aquellas repúblicas, no acortadas por vías férreas, carreteras o vías de navegación que hicieran práctico el intercambio de personas y mercancías, contuvo el anhelo de la unión en un plano puramente teórico, a excepción de las manifestaciones culturales, especialmente las estéticas que salvando obstáculos han establecido un vínculo espiritual persistente.
La época actual, con los elementos que la técnica ha creado, permite la relación entre países distantes entre sí; y los requerimientos colectivos obligan a un intercambio activo de todos los órdenes, con utilidad para quienes en ello participan. Ya no puede pensarse en los núcleos encerrados en sí mismo; de fronteras infranqueables; y al paso del tiempo se acentúa la conveniencia de la ayuda recíproca. Esto no significa, en modo alguno, la desvalorización de "lo nacional". Nacionalismo e internacionalismo no se excluyen, sino que se complementan. Puede explicarse que una nación concurra al concierto en las demás naciones precisamente porque se parte del principio de que cada una de ellas es entidad soberana, en el libre uso de su voluntad que le permite, como sujeto de derecho y en igualdad con los demás, adquirir obligaciones y ventajas mediante pactos o tratados; así, un país puede enriquecer su caudal económico, técnico, político o cultural, con la ayuda de otros países.
En México amamos lo nuestro, lo nacional, lo que es producto de nuestra tradición y nuestra cultura; pero este sentimiento se hermana con el de amistad hacia todos los pueblos de la Tierra sin diferencias de color, de raza, de religión o de costumbres, de manera que la adhesión de nuestro país a los organismos internacionales de mayor jerarquía corresponde a la inclinación auténtica de México; con el mismo entusiasmo participamos en los organismos internacionales regionales, como Organización de Estados Americanos, que agrupa a todos los pueblos libres de este Continente.
La cuestión económica no es la única ni siquiera la principal; pero es innegable su importancia.
En ninguna parte ni en ninguna época de la Historia, ha podido afirmarse que se haya dado total solución al problema económico, y aun en los países más avanzados se advierten, en el presente, imperfecciones por superar y situaciones por conquistar.
Pero este problema es especialmente agudo en la América latina porque el aumento demográfico constante multiplica los requerimientos; porque la técnica se desenvolvió con mayor facilidad en otros lugares, y el maquinismo, que suple y supera con ventaja al trabajo manual, llegó a nosotros con retraso, creándose el fenómeno de que tenemos conocimiento de la existencia de artículos que satisfacen nuestra apetencia, pero que no los producimos. Es decir, tenemos conciencia de nuestras necesidades, pero no podemos aún colmarlas, creándose una continua demanda insatisfecha.
Fácil es comprender que uno de los medios más sencillos de lograr los artículos que nos faltan, es el cambio con los países que los producen, entregando nosotros en reciprocidad las materias primas que se obtienen en nuestras naciones, dando así ocasión al comercio internacional de economías complementarias. Así lo hemos venido haciendo. Hemos entregado mercancías sin elaborar, o apenas con un principio de elaboración para recibir, en cambio,
productos industriales, lo cual es útil, en términos generales; pero presenta al mismo tiempo graves inconvenientes porque los precios de las mercancías son variables, sujetas unas veces al simple juego de las leyes económicas y otras a fuerzas arbitrarias, que hacen bajar el valor de las materias primas hasta límites incosteables o elevan los precios de los productos industriales hasta extremos en que su adquisición representa sacrificio. No puede ser sana la economía de un país si los precios de sus mercancías no son remunerativos o si ha de obtener productos manufacturados del exterior a precios exagerados. Exportar mercaderías baratas a cambio de importar otras caras se traduce en empobrecimiento. Por otra parte, necesitamos crear fuentes de ocupación que den empleo y remuneración adecuada a los brazos excedentes que no encuentran acomodo en actividades agrícolas; y la industria es el medio más eficaz para lograrlo Crear e integrar una organización industrial es urgente para nosotros. Pero la industrialización sólo es posible si se cumplen determinados presupuestos: para ello deben hacerse instalaciones que representan erogaciones cuantiosas, y el costo de cada artículo elaborado se abate a medida que es mayor la producción; es decir, la gran producción en serie es lo que determina el costo bajo de los productos industriales. Una gran producción requiere a su vez un gran mercado, pues es obvio que no podría substituir de no encontrar la venta de sus productos. Muchas industrias no han podido crearse en los países de América Latina porque, en su planeación sólo se considera el mercado propio, interior, de ese país, resulta insuficiente para absorber la producción y por tanto es incosteable. Para la ampliación del mercado tendrían que salir sus artículos fuera de fronteras a competir con los productos de otros países que, con más experiencia y en un uso de mejores técnicas, les superan en calidad y precio, cerrándoseles la oportunidad de ventas. Innegablemente es difícil a los países latinoamericanos competir en el exterior, en igualdad de circunstancias, con los países más industrializados. Por ello se acude a la única fórmula que parece resolver el escollo y que consiste en que, mediante convenios internacionales, se creen las condiciones para que en algunos de nuestros países, por ejemplo, se instale una industria determinada que tenga como mercado a todos los demás pueblos de América Latina, permitiéndole cada uno de los demás países la entrada, distribución y venta de sus artículos, en condiciones preferentes, de modo que puedan competir ventajosamente con las mercancías provenientes de otras regiones del mundo. La ampliación de los mercados traerá como consecuencia automática un desarrollo extraordinario a nuestra hoy raquítica industria. Es evidente que la selección de las industrias por crearse, su ubicación, sus fuentes de abastecimiento y el radio de su mercado habrán de ser motivo de cuidadosa planeación, para lograr resultados óptimos, reconociendo dicha planeación, como primera condición, la equidad, pues no se trata de establecer privilegios en favor de algún país para que avasalle la economía de otros pueblos, sino de dar oportunidad a todas las naciones latinoamericanas de participar en el desenvolvimiento industrial.
Esto es preferible, desde luego, a la forma como hemos tratado de industrializarnos hasta ahora, buscando cada país, con propios medios, establecer industrias de producción limitada al consumo interno, lo que ha dado el resultado de industrias anémicas, de pobre proyección y de restringido desarrollo, por falta de horizontes económicos.
Otra forma hay de cooperación, regional económica: aunque somos productores de materias iguales o semejantes, por similitud de la composición de nuestros suelos, de situación geográfica y de clima, existen varias materias primas que se logran mejor en algún país donde el trabajo del hombre, incorporado a la mercancía en el proceso de transformación, ha logrado, por la experiencia repetida en muchos años, una mejor preparación. Entonces, aunque no se trate de economías que se complementen perfectamente entre sí, siempre hay oportunidad de intercambios convenientes que, ayudando al país productor, benefician también a los que son consumidores.
Pero aun en las materias en cuya producción coincidimos, hay motivos para que el entendimiento latinoamericano, dé sus frutos: ya hemos afirmado que nuestras materias primas, que exceden a nuestra capacidad interna de consumo, o a nuestra capacidad interna de compra, concurren a los mercados mundiales para su venta y que los precios de tales mercancías se abaten a veces hasta límites incosteables, bien por la mecánica de la oferta y la demanda o bien por intereses arbitrarios que provocan la baja artificial. Todos los latinoamericanos estamos interesados en que estos fenómenos no acaezcan, porque la desvalorización de los artículos, dañando directamente al productor, daña también considerablemente a la economía de su país, donde se restan las posibilidades de compra en el exterior por falta de divisas, se disminuyen sus reservas, se desnivela la balanza comercial y en el interior se produce el desempleo. El convenio entre nosotros es por ello indispensable; si los países productores se unen, podrán distribuirse equitativamente las cuotas de abastecimiento para regular el mercado, de manera que la oferta vaya equilibrada con la demanda, logrando el precio justo; y, presentando un frente común y coordinando sus capacidades financieras, pueden anular o aminorar los intentos de que sean depreciados inmotivadamente sus artículos.
Finalmente, estamos urgidos de un intercambio comercial directo con los países latinoamericanos. Hasta ahora, si una de nuestras naciones necesita exportar sus excedentes, los vende en el mercado mundial a precios inestables; y si algún otro país latinoamericano desea adquirir esas mercancías, las compra a su vez en los mercados internacionales, sin controlar su precio, resultando en ocasiones que la operación, hecha a través de intermediarios, perjudica lo mismo al país vendedor que al país comprador. El trato directo entre nuestras naciones ha de destruir este inconveniente y propiciará la adecuada distribución de mercaderías. Los resultados serán especialmente satisfactorios en aquéllas de producción variable, como el petróleo, que pueden presentar, en cualquier región, períodos alternativos de sobreproducción o de escasez. Nada mejor para
cada pueblo que la celebración de convenios capaces de asegurar que en las épocas de auge la sobreproducción será absorbida Y que en los períodos de escasez la demanda será satisfecha, en uno y otro casos a precio equitativo, dando solidez a sus economías.
Estos son, a grandes rasgos, algunos de los aspectos salientes que justifican la unión que se proyecta. Pero debe entenderse con claridad que el propósito que anima este plan no tiene más intención que la apuntada; responde a una necesidad inaplazable de consolidación y desarrollo económico de América Latina, para mejorar las condiciones, a veces infrahumanas, de grandes núcleos de población. No implica coalición contra ningún otro país o grupos de países; viene de nobles razones, tan visibles, que ha sido encontrado justo y adecuado por todos los participantes en las reuniones panamericanas. Debe subrayarse otra característica especial: el engrandecimiento económico y la industrialización latinoamericana, lejos de restringir las posibilidades de comercio internacional con los países que hoy nos surten de mercancías elaboradas, ampliarán ese comercio porque, en la infinita gama de productos industriales, permanentemente necesitaremos adquirir nuevos artículos no producidos en esta región de América; y el enriquecimiento de nuestra población, ahora sustraída al consumo por incapacidad de compra, nos convertirá en mercado capaz de absorber artículos diversos, en volúmenes incomparablemente superiores a los actuales. La abundancia de bienes será para prosperidad de todos. Nuestro propósito coincide, además, con esfuerzos internacionales regionales celebrados en otras zonas del planeta, cuando varias naciones, valuando la conveniencia de acuerdos particulares entre sí, han dado vida a convenciones que fincan y auspician su mejoría, con el consentimiento unánime del mundo que comprende que mientras más estrecha y armónica sea la colaboración entre los pueblos, quedará mejor cimentada la causa de la Humanidad.
El viaje del Presidente López Mateos a la América del Sur persigue entre otros objetivos, impulsar estos fines; el trato personal con otros jefes de Estado está acelerando su realización, que no puede encomendarse solamente a los conductos habituales. Y ha ido más allá, llevando consigo técnicos y funcionarios, ha hecho concretos algunos propósitos para que las buenas intenciones no continúen moviéndose en el terreno meramente teórico y por tanto infecundo. Esta jira de trabajo intenso empieza desde luego a acreditarse rendimientos.
Voy a referirme ahora a otra cuestión, totalmente diferente, pero de singular importancia, por lo que debe insistirse en ella y destacarse. En la conciencia política de la nación hay un principio de Derecho Internacional al cual nos hemos adherido todos los mexicanos con unanimidad: el principio de no intervención. Consideramos atentado a la soberanía de un país el que otro país extraño pretenda calificar la legitimidad o ilegitimidad del gobierno que lo rige. Pensamos que solamente los integrantes de una nación tienen la facultad de determinar su forma de gobierno y de establecer si la designación de sus gobernantes responde o no a la voluntad de los gobernados. Pues bien, este postulado atraviesa en nuestros días por un período de crisis en algunos sectores de diversos países de la América Latina, como fue palpable para quienes concurrimos el año próximo pasado a la Conferencia Interparlamentaria Americana, celebrada en Lima, Perú; donde, al recogerse la votación de las Delegaciones sobre una cuestión que implicaba el debilitamiento y casi derogación de este principio, México emitió su voto aislado, único, solitario, en apoyo de que este postulado pervivía sin restricciones.
Esos sectores piensan que en América debe imperar la democracia y que, si en una nación se presentase el caso de que el poder fuera conquistado por algún grupo por la fuerza, o con violación de las normas democráticas, los demás países, unidos, deben condenar a esos gobiernos antidemocráticos, promoviendo indirectamente así su destrucción, y dando ocasión de que las substituyan otros mandatarios electos por la voluntad popular. Es decir, según se escala de valores, tiene mayor importancia la vigencia de los principios democráticos que la del principio de la soberanía de los países.
Los mexicanos creemos que tal tesis es incorrecta; creemos que si alguna nación puede pasar por etapas transitorias de gobiernos divorciados de sus pueblos, a corto o a largo plazo la normalidad ha de restaurarse, como éxito de las fuerzas interiores del país, mas nunca por la acción de factores extranjeros; sostenemos que cada pueblo es el artífice de su propio destino y que ningún otro país puede arrogarse la facultad de tutelarlo; insistimos en que la intromisión de un Estado en los asuntos interiores de otro Estado, no podrá ser nunca benéfica, por ser, en sí misma, una forma de agresión y de injusticia; postulamos la mayoría de edad de los pueblos; y entendemos que de aceptarse la tesis de que debe prevalecer el principio democrático sobre el principio de la preservación de las soberanías, se destruiría por su base el presupuesto esencial de las relaciones internacionales, que consiste en la consideración, en el respeto a la dignidad y a la facultad de libre disposición, de cada Estado.
Valoramos por ello las expresiones de nuestro Presidente. Cuando reitera el derecho de autodeterminación de los pueblos, no está vanamente repitiendo una de esas frases que, por su uso constante acaban por perder su sentido. Está enarbolando una bandera, está fortaleciendo un ideal, está vitalizando el presupuesto que asientan sobre bases inconmovibles, la paz y la concordia entre las naciones.
Aplaudimos con reconocimiento, con emoción, al vocero que lleva por tierras americanas el pensamiento, el sentimiento y los ideales de México: al Presidente López Mateos. (Aplausos).
El C. Presidente: Tiene la palabra el ciudadano diputado Castro Leal.
El C. Castro Leal Antonio: Señor Presidente de la Comisión Permanente. Señores senadores y diputados. Representantes diplomáticos hispanoamericanos. Funcionarios del Partido Revolucionario Institucional: "Uno de los más grandes acontecimientos en la historia de la política internacional de México relacionada con los países hermanos de la
América del Sur ha sido la visita oficial hecha por el Presidente Adolfo López Mateos, en unión de su esposa y de su hija, y acompañado del Secretario de Relaciones Exteriores y de otros altos funcionarios mexicanos, a Sudamérica para visitar la Argentina, Bolivia, el Brasil, Chile, Perú y Venezuela, cuyos gobiernos la habían hecho oportunamente una invitación formal.
Importa aclarar, desde luego, la invitación de algunos países latinoamericanos, por ejemplo la del Brasil, había sido anterior a la visita del presidente López Mateos a los Estados Unidos de América y al Canadá, de modo que no existe, en realidad, ninguna razón de consecuencia con el viaje hecho primeramente al norte del Continente.
Es indudable que en los actuales momentos de interdependencia de todas las naciones, y especialmente de aquéllas de afinidad de raza y cultura, de comunidad geográfica y de paralelo desarrollo económico, la vida de una nación se desarrolla tanto dentro de los límites de su propio territorio, como en una constante y coordinada acción que traspasa esos límites. Así lo expresó el Presidente López Mateos el día 14 de enero, en el mensaje que, antes de partir, dirigió al pueblo mexicano que, en una vibrante muestra de solidaridad y entusiasmo, fue a despedirlo. Estas fueron sus palabras, especie de resumen de la trascendental finalidad de su viaje: "Si todas las naciones latinoamericanas aunaran sus esfuerzos con objeto de coordinar sus actividades en beneficio de cada una y de todas, su voz colectiva adquiriría mayor fuerza, su contribución a la prosperidad del mundo sería más efectiva, y sus ofertas y demandas de cooperación a otros países o a los organismos internacionales de que son parte, serían mejor atendidas".
El primer país visitado fue Venezuela, en donde la prensa local declaró que la recepción del Presidente López Mateos por el pueblo venezolano había sido una de las más entusiastas de que haya noticia. En una sesión solemne del Congreso, el mandatario mexicano expuso la doctrina de México, que después tuvo oportunidad de ampliar en una interesante entrevista de prensa: México propicia la más amplia cooperación para la solución de los problemas comunes, tiene fe en la democracia, sostiene con calor la paz y su pronuncia abiertamente en favor de la justicia social, considera que la estabilidad económica y política de la América latina depende de la eficaz explotación de los recursos naturales, de la organización industrial y de la defensa de la democracia.
"El doctor Arcaya, Ministro de Relaciones Exteriores de Venezuela, reconoció que "México y Venezuela están luchando por la paz y la unidad de América". Como consecuencia de una comunidad de puntos de vista, y después de la visita del Presidente López Mateos a la zona petrolera de Maracaibo, se firmó una declaración conjunta, cuyos puntos principales son: a) respecto a petróleo, carbón y hierro, programas de acción para lograr, dentro de las características económicas de cada país una comunidad de intereses benéfica para ambos; b) examinar, paralelamente a la labor de las organizaciones internacionales a las que pertenecen México y Venezuela, la posibilidad de una mayor exportación de sus respectivos productos; c) organizar misiones culturales y artísticas recíprocas, y d) renovar su fe en la ONU y en la OEA, así como en la democracia representativa y la justicia social.
Al abandonar Venezuela se dirigió al Brasil. Una de las más calurosas recepciones fue la que le tributó el pueblo de Río de Janeiro. Viaja amistad liga al Brasil y México, así como una colaboración constante en reuniones y congresos internacionales, en los que ambos países han presentado un frente Común. El entusiasmo levantó al paso del Presidente López Mateos arcos triunfales. El mandatario mexicano tuvo varias intervenciones de especial importancia: en el Congreso, en la Suprema Corte de Justicia en el banquete que le ofreció el Presidente Kubitschek en el Palacio de Itamaraty, así como en la Universidad del Brasil, que le concedió el grado de Doctor en Leyes Honoris Causa.
Que le democracia, indispensable para la grandeza de América, no se obtiene por milagro ni puede imponerse por la fuerza, fueron ideas que expresó en la sesión solemne del Congreso, agregando que la democracia, salud de los pueblos, se gana y se consolida por medios que ponen en acción los recursos del cuerpo político, obrando bajo sus propios y normales estímulos. Reafirmó, además, nuestro destino común, observando que América sólo será verdaderamente grande cuando la grandeza y la prosperidad se extienda por todo su ámbito geográfico.
En el discurso ante la Suprema Corte de Justicia, revisó la sólida tradición jurídica y brasileña y su contribución a todos los estudios y negociaciones que han servido para establecer las bases que el Derecho y la Justicia deben ofrecer para el progreso de los pueblos y la consolidación de la Paz.
Un largo e importante comentario del verdadero sentido del panamericanismo, de la eficaz acción que dentro de él ha correspondido tanto al Brasil como a México, así como de la significación que para el futuro de los pueblos latinoamericanos tiene la política americanista del Presidente Kubitschek, que se conoce con el nombre de "Operación panamericana", fueron los temas del discurso que pronunció el Presidente López Mateos en el banquete del Palacio de Itamaraty.
La revitalización del panamericanismo - observó el mandatario mexicano - hay que esperarla de aquellos puntos de su programa que hasta hoy no han producido el rendimiento que de ellos se esperaba: la lucha contra el subdesarrollo económico, la elevación del nivel de vida de nuestros pueblos; el fortalecer nuestras economías, creando nuevas fuentes de riqueza e incremento de nuestra producción industrial, así como estabilizando los precios de nuestros productos básicos en los mercados mundiales.
La "Operación panamericana", cuya denominación sugiere todo un plan estratégico, le pareció plausible y útil al Presidente López Mateos; la consideró digna de una orientación concreta, a fin de que, por determinados puntos de ataque bien escogidos, se barran todos los obstáculos hostiles que se oponen al bienestar común y a la prosperidad de la América latina.
En ese mismo importante discurso reafirma el principio de no intervención, y observa que la coordinación latinoamericana es un elemento perfecto de aglutinación dentro del sistema mundial de cooperación y seguridad colectiva. Y aquí habría que recoger una idea que expresó en una de esas conferencias de prensa en la que tanto asombra la rapidez con que responde, rechaza o ilustra los dardos - indiscretos o no - que le lanzan los periodistas.
A la pregunta de si creía que la voz de la América latina debería hacerse oir en todas las reuniones internacionales, el Presidente López Mateos, - consciente de que la gran federación hispana del Continente pertenece al mundo entero y su deber es luchar a su lado - contestó: "Los intereses de la Humanidad son generales y la voz de la América debe ser escuchada en esas reuniones". Declaración que fue recibida con aplausos.
Los Secretarios de Relaciones Exteriores del Brasil y de México firmaron un tratado cultural entre ambos países, tendiente a establecer un intercambio regular de misiones culturales, así como para fijar las bases que permitan un intercambio de maestros, estudiantes y hombres de ciencia. Para estos dos importantes propósitos - que permitirán un mejor conocimiento del arte y la cultura de México en el Brasil - se considera necesario crear una comisión que tenga a su cargo su realización y desarrollo.
Los mismos Secretarios de Relaciones Exteriores hicieron una declaración conjunta para el incremento de las relaciones comerciales mediante el intercambio de misiones de especialistas, así como de la creación de una comisión mixta mexicano - brasileña que se ocupará de los referidos problemas.
Pero el documento político de mayor trascendencia fue Declaración conjunta de ambos Presidentes que, al mismo tiempo que reafirmaba su convicción inconmovible en la democracia y en el principio de no intervención, manifestaba los nobles propósitos de coordinar los esfuerzos de ambos pueblos para luchar contra el subdesarrollo, el estancamiento y la miseria que aún aflige a extensas zonas del Continente. Esa declaración establecía asimismo ciertos puntos de cooperación, tales como la identidad de métodos de acción en la llamada "Operación panamericana", los contactos entre dirigentes para intensificar los intercambios comerciales y la revisión - con otros países latinoamericanos - de los procedimientos para promover la exportación de sus productos.
Hay que registrar finalmente la declaración de que México concederá una beca a un historiador mexicano para que escriba la historia de las relaciones diplomáticas entre el Brasil y México, el viaje a Brasilia, la capital futura del Brasil, en donde el Presidente López Mateos recibió un lote que obsequia el gobierno brasileño, para la construcción de la Embajada de México, y la visita, ya camino de Argentina, de la gran ciudad de San Paulo.
Entusiasta fue también la recepción hecha en Buenos Aires al Presidente López Mateos y muy diversas las ocasiones que tuvo para ir señalando en sucesivos discursos, las ideas fundamentales de cooperación interamericana. En sus discursos al recibir el collar de la Orden de San Martín y al entregar al Presidente Frondizi la condecoración del Águila Azteca, lo mismo que en su importante exposición de las bases ideológicas de nuestra historia hecha ante el Congreso. Al igual que la paz - dijo el mandatario mexicano - la prosperidad es indivisible, por eso México no sólo ha luchado por la independencia de las naciones y la libertad de los individuos, sino por la justicia social de las colectividades.
En quince años - afirmó - el mercado latinoamericano será de trescientos millones de personas, y la similitud de problemas de crecimiento de nuestros pueblos exige la reestructuración económica de la América latina, condiciones equitativas de nuestras relaciones comerciales con otros países, acelerar el proceso de industrialización dentro de un plan conjunto y aumentar los sistemas de transporte. En relación con el último punto, celebró la próxima línea marítima que establecerá la Argentina entre Buenos Aires y el puerto de Veracruz.
Los Secretarios de Relaciones Exteriores de la Argentina y México, firmaran un convenio cultural por lo cual se fomenta un acercamiento por todos los medios de difusión que ofrecen la cultura y el arte; un intercambio de profesores, investigadores, hombres de ciencia, artistas y estudiantes; la creación de cursos universitarios, en uno y otro país, para conocer mejor su cultura y civilización; becas de estudio y normas para la validez de diplomas y grados, y finalmente, una mejor protección de los derechos de los autores.
El documento que recoge de modo más amplio y concreto el espíritu de las pláticas y las nuevas orientaciones de acción, fue Declaración conjunta de ambos Presidentes que principia expresando el deseo de estrechar más aún los lazos fraternales existentes, y continuaba reiterando la decidida voluntad de ambos países de consolidar definitivamente el principio de no intervención, la democracia y la libertad; de fomentar el desarrollo armónico y pujante de todas las economías nacionales; de llevar a un nivel máximo el índice de colaboración entre los pueblos de la América latina, apoyando los proyectos que coordinen e integren su esfuerzo, así como a comprometerse a promover un intenso intercambio comercial cultural y científico.
Hay que agregar que, en relación con el mercado común latinoamericano, la Argentina y México estuvieron de acuerdo en realizar un labor conjunta que permitiera la consolidación desarrollo y mejor aprovechamiento general en el Continente, de ese mercado y, que en un próximo futuro, se cree, por medio de un tratado, la zona libre latinoamericana.
Pasó después a Chile, país que siempre ha tenido un especial afecto por México. Tuvo el Presidente López Mateos una jubilosa recepción, vibrante de cordialidad popular. Fue recibido por el Congreso chileno en sesión solemne, cambió condecoraciones en el Jefe del Estado, fue hecho miembro honorario de la Universidad de Chile, en una ceremonia a la que concurrieron todas las universidades Chilenas, y convivió con el pueblo en diversos actos educativos, folklóricos y deportivos.
Estas múltiples actividades le dieron oportunidad para ir expresando su pensamiento y la política intercontinental de México, y aún para bosquejar las bases ideológicas de la historia mexicana, como lo hizo en el seno del Congreso, en donde, después
de elogiar la limpia y sólida tradición parlamentaria de Chile, recordó las muestras de apoyo y simpatía que México había recibido de ese pueblo hermano, con ocasión de la lucha de Benito Juárez contra la intervención francesa.
Reiteró la necesidad de soluciones paralelas a problemas similares de los pueblos latinoamericanos, la defensa común de los mercados internacionales, la necesidad de colaboración en la política universal, y expresó que México, habiendo resuelto su problema de armamentos, por la reducción de ellos a las necesidades mínimas, está en condiciones de colaborar para que este problema se resuelva, tanto en el ámbito continental como en el universal.
Declaró, asimismo, que México propicia un mercado común latinoamericano y que, oportunamente firmará en Montevideo, el próximo mes, el convenio que establece la zona libre de comercio. En la Universidad de Chile pidió a los estudiantes que, por medio de una responsable acción en el campo de la creación y la irradiación de cultura, paguen la deuda que tienen con el pueblo que mantiene las instituciones universitarias.
Los Secretarios de Relaciones Exteriores firmaron un acuerdo cultural y turístico entre los dos países, dentro de los lineamientos de los ya establecidos durante el viaje, con otras naciones. Los dos Presidentes hicieron una declaración conjunta expresando la influencia que tiene derecho a ejercer la América latina en la comunidad internacional y cómo, para ello, debe superar las diferencias intercontinentales que dificulten ese propósito; la necesidad de fomentar un crecimiento económico acelerado, buscando fórmulas que permitan el aprovechamiento de nuestros recursos naturales y los mercados, y canalizar hacia las actividades el gasto excesivo que se invierte actualmente en armamentos; concurrieron asimismo en la aceptación general del mercado común iberoamericano y en la adhesión a los principios de la zona libre de comercio, así como en promover la exportación de los productos latinoamericanos en los mercados internacionales y contribuir el fortalecimiento de la OEA.
El siguiente país en el itinerario de viaje del Presidente López Mateos era Bolivia pero el mal tiempo le impidió aterrizar en la Paz, razón por la que tuvo que pernoctar en la población chilena de Arica. Finalmente, la imposibilidad de hacer el viaje en condiciones de seguridad, obligó a cancelar, con verdadera pena, la visita a Bolivia la nación a la que envió un mensaje por radio desde Arica, expresando su solidaridad afectuosa y la firme promesa de colaboración de México.
Para cubrir la última etapa de su viaje, se dirigió el Presidente López Mateos a la ciudad de Lima, en donde fue recibido por el pueblo peruano con el mismo cálido entusiasmo a que lo habían acostumbrado las recepciones de los otros pueblos hermanos visitados. En sesión solemne del Congreso pronuncio uno de los discursos más importantes de su jira, exponiendo las diversas etapas que ha recorrido el panamericanismo desde su principio como base para la solución pacífica de las controversias internacionales, la consagración de principios de la no intervención, la defensa colectiva frente al exterior, que establece un tratado interamericano de asistencia recíproca, hasta los esfuerzos de Bogotá al crear la carta de la organización de los Estados Americanos que apenas hechas las bases para desarrollar una fecunda convivencia activa.
Pero la tercera etapa que apenas comenzamos a vivir se caracteriza por la cooperación positiva de las pueblos latinoamericanos en el campo económico y social. En esta labor, declaró el Presidente López Mateos, México, está dispuesto a participar en planes de amplias proyecciones para incrementar los vínculos sociales y culturales de toda índole de nuestros pueblos. Se refirió también a los esfuerzos que debe hacer Latinoamérica en favor del desarme.
El día de ayer el presidente López Mateos visitó el Cuzco, de cuya Universidad recibió un doctorado Honoris Causa. En los dos discursos que pronunció en esta histórica ciudad, centro de una de las grande culturas autóctonas de América, expresó toda la importancia de la aportación de los pueblos indígenas, de la grandeza cultural y artística de un pasado glorioso que tenemos la obligación de conservar celosamente.
La palabra clave que ha dado el Presidente López Mateos a su viaje por Sudamérica es la unidad, unidad de intereses, de anhelos, de propósitos, de acciones coordinadas, de actitudes en el campo internacional, en la devoción por la democracia y por la libertad, en la defensa de la integridad territorial americana, en la obligación de colaboración mundial, en la responsabilidad por el desarrollo, el progreso y la felicidad de todos y cada unos de los pueblos latinoamericanos. En esa unidad - base indispensable de la futura grandeza de la América latina - México participa con todo el calor y la profunda convicción de un anhelo sentido desde hace más de ciento cincuenta años, cuando, compartiendo las visiones y las esperanzas de Bolívar, nuestro país sentía que sólo es posible salvarnos si nos salvamos juntos. Unidad, unidad indisoluble en la redención definitiva de nuestros pueblos.
Nuestros gobiernos deben fundarse en la fuerza y la voluntad de los pueblos. Porque nuestra América no será grande sino cuando todos los miembros de esta federación espiritual y racial del nuevo Mundo, puedan hablar y vivir con libertad, dentro de la más amplia democracia.
En la historia del panamericanismo, no hay duda que el presidente López Mateos ha abierto las puertas a la última etapa que se refería en su discurso ante el Congreso de Perú: la etapa que conjuga armoniosamente, con profundo sentido de la realidad y conciencia de nuestro destino, la cooperación inteligente, sincera, amistosa, eficaz, de mutuo beneficio e interés, que hará de nuestros pueblos elementos que, en un futuro próximo puedan salvarse a sí mismos y ayudar a salvar al mundo.
Ese ha sido el papel y el mensaje del viaje del Presidente López Mateos: poner a México en el plano más alto y buscar en ese plano la compañía de los demás pueblos hermanos de la América. (Aplausos.)
- El C. Presidente: Señores miembros de la Comisión Permanente: Esta Presidencia se permite proponer a ustedes el siguiente acuerdo: que la Comisión Permanente del Congreso de los Estados Unidos Mexicanos se dirija a los Congresos de
representantes Populares de los países latinoamericanos, Venezuela, Brasil, Argentina, Chile y Perú, para expresarles, en nombre del pueblo de México, su reconocimiento por la entusiasta y calurosa acogida que otorgaron, con ocasión de su visita, al señor Presidente de la República Mexicana, ciudadano Adolfo López Mateos, reiterándoles nuestra plena solidaridad continental. (Aplausos) En votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa, en votación económica sírvanse manifestarlo. Aprobado por unanimidad.
(A las 14:00 horas) Habiéndose agotado la Orden del Día, se levanta la sesión y se cita para el próximo jueves 11 del corrientes a las 12:00 horas.
TAQUIGRAFÍA PARLAMENTARIA Y
"DIARIO DE LOS DEBATES"