Legislatura XLIV - Año II - Período Comisión Permanente - Fecha 19600610 - Número de Diario 69
(L44A2PcpN069F19600610.xml)Núm. Diario:69ENCABEZADO
MÉXICO, D F., VIERNES 10 DE JUNIO DE 1960
DIARIO DE LOS DEBATES
DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS
DEL CONGRESO DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS
Registrado como artículo de 2a. clase en la Administración Local de Correos, el 21 de septiembre de 1921
AÑO II. - PERÍODO ORDINARIO XLIV LEGISLATURA TOMO I. - NÚMERO 69
SESIÓN
DE LA
H. COMISIÓN PERMANENTE
CELEBRADA EL DÍA 10
DE JUNIO DE 1960
SUMARIO
1.- Se abre la sesión que tiene por objeto recibir al señor doctor Osvaldo Dorticós, Presidente de la República de Cuba. - Se lee y aprueba el acta de la sesión anterior. - Receso.
2.- El C. Presidente de la Comisión Permanente expresa un cordial saludo de bienvenida. A continuación pronuncian discursos alusivos a México y Cuba el C. diputado José Luis Martínez Rodríguez y el señor doctor Osvaldo Dorticós, Presidente de la República de Cuba. Se levanta la sesión.
DEBATE
Presidencia del C. EMILIO SÁNCHEZ PIEDRAS
(Asistencia de 23 ciudadanos representantes).
El C. Presidente (a las 13.07 horas): Se abre la sesión de la Comisión Permanente del Congreso de la Unión para recibir al señor doctor, Osvaldo Dorticós, Presidente de la República de Cuba.
- El C. secretario Sabines Gutiérrez Juan (leyendo):
"Acta de la sesión celebrada por la H. Comisión Permanente del XLIV Congreso de la Unión, el Día veintiséis de mayo de mil novecientos sesenta.
"Presidencia del C. Arturo Llorente González.
"En la ciudad de México, a las doce horas y cincuenta minutos del jueves veintiséis de mayo de mil novecientos sesenta, se abre la sesión con asistencia de dieciocho ciudadanos representantes, según declaró la Secretaría después de haber pasado lista.
"Se da lectura a la Orden del Día.
"Sin que motive discusión se aprueba el acta de la sesión anterior celebrada el día diecinueve del corriente.
"La Secretaría da cuenta con los asuntos en cartera:
"Oficio de la Secretaría de Gobernación en que comunica el nombramiento del ciudadano licenciado Fernando Casas Alemán como Embajador Extraordinario y Plenipotenciario de los Estados Unidos Mexicanos ante el Gobierno de Italia. Recibo y resérvese para la Cámara de Senadores.
"Dos circulares de la Comisión Permanente de la Legislatura del Estado de Chiapas en que comunica que clausuró el primer período ordinario de sesiones y abrió el segundo, correspondiente al segundo año de ejercicio. De enterado.
"Cuatro dictámenes de la Comisión de Puntos Constitucionales que contienen proyectos de decreto, concediendo permiso a los CC. general de división Agustín Olachea Avilés, José S. Gallástegui y doctor Fernando Gamboa, para que puedan aceptar y usar, respectivamente, la condecoración de la Legión del Mérito, en el grado de Comendador, del Gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica; la condecoración de la República, en el grado de tercera categoría, del Gobierno de la República Arabe Unida y la de la Orden de Orange - Nassau, en el grado de Comendador, del Gobierno de Holanda; y al C. ingeniero Norberto Sánchez Mejorada Villagrán para que pueda prestar servicios al Ministerio de Agricultura de la República de Cuba.
"Sin debate son aprobados los cuatro proyectos de decreto por dieciocho votos y pasan al Ejecutivo Federal, para efectos constitucionales.
"A continuación la Secretaría da cuenta con el Informe que rinde la Comisión de Senadores y Diputados que recorrió diversos países de Europa, Asia y África, y en el cual hacen notar que México es universalmente respetado por su actitud ante los problemas del mundo y admirado por sus gestas de libertad y por los esfuerzos de su actual desarrollo; los grandes países reconocen su lealtad a los principios de la justicia y la paz, y los que han confrontado agresiones o luchan por su autonomía, agradecen la voz de México siempre dispuesta a defender la libertad y dignidad de las naciones. Para no perder esa posición ante la opinión mundial, con todas sus consecuencias, debemos trabajar intensamente y mantener siempre despierta nuestra atención sobre el concierto internacional, con clara conciencia de las tradiciones y la grandeza de nuestro país.
"Finalmente, hacen hincapié en que "debemos acelerar el proceso que el país ha emprendido en el sentido de lograr mejores niveles en la
democratización general de la vida y el mejoramiento cívico, ofrecer pleno acceso y respeto a la mujer en todas las actividades compatibles con sus atributos y capacidades, y procurar siempre mayor independencia para los organismos sociales y para las instituciones que integran nuestra estructura nacional". De enterado con satisfacción.
"A su vez, el C. Presidente expresa a nombre de la Comisión Permanente del Congreso de la Unión, su complacencia por el retorno de los compañeros legisladores y el adecuado desempeño de la comisión que les fue conferida.
"Agotados los asuntos en cartera, a las trece horas y veinticinco minutos se levanta la sesión y se cita para el jueves dos de junio próximo, a las doce horas".
Está a discusión el acta. No habiendo quien haga uso de la palabra, en votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa, sírvanse manifestarlo. Aprobada.
El C. Presidente: Esta Presidencia designa en Comisión para que introduzcan al Salón de Sesiones al señor doctor Osvaldo Dorticós y a su distinguida comitiva, a los siguientes ciudadanos representantes: Dupré Ceniceros, Olivares Santana, Salazar Salazar, Ortega Calderón y secretario Díaz Durán.
Se declara un receso entretanto llega a este recinto el señor Presidente de la República de Cuba.
(Después del receso se reanuda la sesión.)
El C. Presidente: Continúa la sesión.
(Penetran al Salón de Sesiones los distinguidos visitantes cubanos.) (Aplausos nutridos.)
El C. Presidente: Señor Presidente de la República de Cuba: me complace expresar a usted, en nombre de la Comisión Permanente del Congreso de los Estados Unidos Mexicanos, nuestra cordial y entusiasta bienvenida a nuestro país, y recibir a usted con la más cálida acogida en el seno de la Representación Nacional de México. Con ocasión de esta visita que realiza usted al Poder Legislativo de nuestra patria, queremos decirle, que los representantes del pueblo de México abrigamos la más profunda solidaridad hacia la hermana República de Cuba y sentimos la más sincera simpatía por la Revolución social que realiza su país en esta etapa de su historia. (Aplausos.)
Nuestro pueblo, a lo largo de su devenir histórico, ha vivido de manera invariable en proyección constante hacia la libertad y la justicia. En el pasado, los mexicanos luchamos por la independencia de nuestra patria y por la consolidación de la República; y desde los albores del presente siglo comprendimos la lucha por la democracia y la justicia, y la justicia social; y en este año, cumplimos 150 años de vida independiente y medio siglo del México revolucionario. Por eso sentimos y comprendemos, con una viva simpatía, los justos anhelos del pueblo cubano, de vivir en la libertad, en la justicia y en la prosperidad. (Aplausos.)
Los lazos de amistad y en la relación de fraternidad que prevalecen entre México y Cuba, tienen entre nuestros pueblos profundas raíces que habrán de permanecer inalterables.
La patria de Martí, como la patria de Benito Juárez, pertenecen a una misma Federación racial latinoamericana, y por ello, tienen un destino común en la libertad y la justicia, y nosotros creemos, que junto con todos los pueblos de América, habremos de cifrar nuestro porvenir en la concordia, en la amistad recíproca, en la paz y en la no intervención. (Aplausos.)
En el uso de la palabra el señor diputado José Luis Martínez.
El C. Martínez Rodríguez José Luis: Señor Presidente de la República de Cuba y distinguidos acompañantes, Señores senadores. Señores diputados. Señoras y señores: "En nombre de la Comisión Permanente del Congreso de la Unión me es muy grato dar a usted, señor Presidente de la República de Cuba y a sus distinguidos acompañantes, la más cordial bienvenida. Interpretando los sentimientos del pueblo mexicano, saludamos en usted al digno mandatario de una nación hermana con la que hemos mantenido las más francas relaciones amistosas y al representante ilustre de un pueblo con el que nos unen la simpatía y la comprensión recíprocas y con el que hemos permanecido ligados lo mismo en las venturas que en las desventuras. En efecto, además de las relaciones protocolarias y las afinidades de nuestros pueblos, los lazos de amistad entre México y Cuba han quedado afirmados indisolublemente por tantos patriotas cubanos que, durante todo el siglo pasado y aun en nuestro tiempo, encontraron asilo y refugio en tierra mexicana contra la opresión que dominaba en su país, y aquí vivieron entre hermanos y aquí tuvieron una segunda patria.
En los primeros años de nuestra vida independiente, José María Heredia inicia esta caravana de proscritos ilustres. Aquí realiza su obra más importante que tanta influencia tendrá en nuestras letras, aquí sirve como funcionario público y aun como diputado a la quinta legislatura, aquí fecundan sus ideas de libertad y aquí muere. Y tras de Heredia continuarán llegando a México muchos otros cubanos que no aceptan el yugo que sojuzga a su patria: Rafael de Zayas, Juan Clemente Zenea, Pedro Santacilia - que fuera yerno y amigo muy querido del Presidente Benito Juárez -, Atenor Lezcano y tantos otros, hombres de espíritu y de pensamiento todos ellos que participan libremente en las tareas culturales de México y que, en muchos casos, nos dejan obras que hemos incorporado a nuestro patrimonio intelectual.
Más entre todos ellos nos complace recordar con predilección al patriota cubano por excelencia y a uno de los escritores más excepcionalmente dotados de la América Hispana, al Apóstol José Martí. (Aplausos.) Su huella en México no puede reducirse sólo a sus permanencias en tierra mexicana, en el curso de la constante peregrinación que fue su vida, porque a partir de su primera visita, cuando apenas contaba veintitrés años, México estará siempre presente en su obra y en su pensamiento. Aquí ganó José Martí la amistad de algunos de nuestros mejores espíritus, que lo acompañaría hasta el fin de su apostolado, aquí contrajo matrimonio, aquí inició prácticamente su obra en la que hay tantas páginas admirables sobre cosas nuestras y de aquí partiría en 1894, por última vez, para el sacrificio en Dos Ríos. Cuando su amigo Manuel Mercado preguntaba a Martí hacia 1884 si vendría a México, le escribe:
"¡Que si iría a México! ¡Si con tanto brío quiero a México como a Cuba! Y acaso, ¡con mayor agradecimiento!", y pocos años más tarde escribirá sobre nuestro país estas líneas conmovedoras: "Yo no concibo libro sobre México que no deje delante de los ojos al cerrarse una montaña azul y un ramo de flores. Si yo escribiese sobre México, no me parecería que escribía, sino que hacía un ramo. Yo he visto muchas tierras, y más de una americana. ¿Pero dónde el color y la grandeza natural que hay en ella? El hombre rebelde, el indio pintoresco, la atmósfera serena, la naturaleza maravillosa. Yo podría hacer sobre México una epopeya nueva, aunque dicen que ya no se puede hacer, si me fuera dado por unos cuantos años emanciparme de la fatiga del mundo. Estrofas como peñascos luminosos. El hombre, a pesar de las perversiones y apetitos comunes a la especie, completa en México a la naturaleza."
¿Cómo no sentirnos ligados a Cuba cuando hemos recibido del cubano más ilustre muestras tan delicadas de comprensión y amistad como la que acabo de citar? ¿Y cómo corresponder de otra manera que confirmando con hechos recientes, que están en la memoria de todos, que hoy como ayer México ha seguido siendo la segunda patria y el amigo constante de los patriotas cubanos?
México tiene la satisfacción de recibir la visita de usted, señor Presidente Dorticós, en el año que con justicia y orgullo hemos llamado "de la patria", porque tenemos el privilegio de celebrar con él el sesquicentenario de la iniciación de la guerra de Independencia, el centenario de la batalla decisiva para el triunfo de la causa liberal y reformista y el cincuentenario de la iniciación de la Revolución de 1910. La Historia de México ha sido una larga y denodada lucha por la libertad y la justicia, y nuestras tres grandes revoluciones han sido en realidad un proceso continuado, una misma lucha que progresivamente ha ido librado sus batallas. En el pensamiento de Ignacio Ramírez, uno de nuestros grandes liberales, por ejemplo, puede advertirse el puente ideológico que liga estas tres etapas. El espíritu emancipador de la guerra que nos dio la autonomía política alienta el esfuerzo de los hombres que, medio siglo más tarde, a través de la Constitución de 1857 y de las Leyes de Reforma, conquistan la independencia y la dignidad de las conciencias, y en el pensamiento de ideólogos tan lúcidos como "El Nigramonte", se esbozan ya, inaplazables, la redención del campesino y el obrero, y la afirmación democrática y cívica que habrá de postular nuestra Revolución de 1910 y en cuyo cabal cumplimiento aún nos encontramos empeñados.
A lo largo de estas luchas de la más clara esencia popular, México ha forjado una doctrina social y política que inspira y guía constantemente nuestra vida; acaso muchas veces habremos podido confundir el camino, pero la meta continúa siendo la misma: queremos vivir en una democracia social y económica con objetivos precisos: paz y libertad con justicia social. En el orden de las relaciones internacionales, la doctrina mexicana es clara proyección de los principios que rigen nuestra política interior. Como lo ha expresado cabalmente el Presidente López Mateos al recibir la Orden del Libertador San Martín, en Buenos Aires, durante su reciente visita a algunos países de la América del Sur, "México sostiene la igualdad jurídica de los Estados y el respeto escrupuloso de su soberanía, lo que necesariamente implica el rechazo de toda intervención; repudia sin reservas el recurso a la amenaza o el uso de la fuerza en las relaciones internacionales; está firmemente convencido de que la convivencia pacífica sólo puede lograrse sobre las bases del respeto mutuo y de la autodeterminación de los pueblos, expresada sin ingerencia extraña alguna, en plenitud de libertad; considera imperativa la garantía de los derechos humanos y de las libertades fundamentales del hombre, y abriga la convicción de que lo mismo que se ha dicho de la paz puede afirmarse de la prosperidad; que es indivisible."
Dentro de este espíritu de fraternidad internacional y de acuerdo con los principios de nuestra ideología política y social, saludamos en usted, señor Presidente de la República de Cuba, al representante de un pueblo hermano que, desde el triunfo de la revolución popular acaudillada por el doctor Fidel Castro (aplausos), lucha con apasionada intrepidez por llevar a feliz término una revolución social, económica y política. La empresa que con admirable unidad realiza ahora el pueblo cubano aspira con justicia a coronar el largo esfuerzo revolucionario que se inició con el movimiento insurgente de 1868. Y nos complace advertir que, en los objetivos fundamentales del actual movimiento cubano: reforma agraria seguridad social, defensa de la soberanía nacional, reivindicación de los recursos naturales, democratización y limpieza de la vida pública y afirmación del pueblo como árbitro y objetivo supremo de las tareas gubernamentales y de la vida nacional, existe una identidad con algunas de las realizaciones e ideales permanentes de nuestra Revolución Mexicana. (Aplausos.)
Por propia experiencia conocemos los obstáculos que debe superar un programa de reformas radicales de esta trascendencia, cuya plena efectividad sólo puede alcanzarse afinando y rectificando constantemente planes y procedimientos; conocemos también lo que significa la sorda lucha de las fuerzas regresivas, internas y externas, y el lastre de la incomprensión interesada o de buena fe, que sólo llega a convencer, más que a vencer el paso del tiempo y el peso de los hechos incontrovertibles. Nuestra propia empresa revolucionaria, ya cincuentenaria, ha impreso una honda transformación en el carácter y en la realidad nacionales. Sus grandes realizaciones, como la distribución de la tierra para el campesino, la legislación protectora del obrero, los derechos y libertades ciudadanas, el mejoramiento social y cultural, la nacionalización de los recursos y servicios nacionales, el progreso técnico y económico y la vigencia de nuestras instituciones democráticas, son nuestro orgullo y siguen exigiendo nuestro esfuerzo y nuestra vigilia permanentes; pero aun así, tenemos que tolerar todavía escepticismos y detracciones, lo mismo de los tradicionales espíritus regresivos que de los imprudentes apresurados. Acaso por ello no debe extrañarnos que la joven revolución cubana tenga también, junto a sus amigos apasionados, esa inevitable sal humana de la agresión y de la censura.
Es muy satisfactorio para nosotros reconocer estos paralelismos, estas afinidades entre la Revolución Mexicana y la que ha iniciado el pueblo cubano, y
nos complace saber que algunas de nuestras técnicas son tomadas en cuenta por los jóvenes caudillos de la nueva Cuba. Deseamos fervientemente que las experiencias de nuestra Revolución sirvan al noble pueblo cubano y le eviten algunas de las confusiones y asechanzas que a nosotros nos fue preciso sufrir. Nuestras propias tradiciones ideológicas han sido, en última instancia, la inspiración más lúcida y a la vez nuestra defensa más firme.
Paz y prosperidad son indivisibles, pero en mayor grado aún son indivisibles los destinos de los pueblos hispanoamericanos. Nuestros países sólo podrán engrandecerse si conservan y afirman la unidad que es su fortaleza, y a todo cuanto afecte la concordia y el respeto mutuo de la comunidad que formamos, daña nuestro común destino histórico. Porque, como afirmó el presidente López Mateos, "La existencia de una América Latina fuerte y unida, capaz de eliminar por los caminos de la redención social toda causa indebida de fricción interna, capaz, sobre todo, de integrar recursos y concentrar esfuerzos para elevar los niveles de vida de sus pueblos; la existencia de esta América Latina liberada de la pobreza, la insalubridad y la ignorancia, se ha convertido en una necesidad cuya satisfacción reclama el Continente entero". Por ello, cuantos deseamos que en América, como en el mundo entero, el hombre encuentre paz, pan y trabajo, con dignidad, con libertad, con derecho y con justicia, seguimos con atenta preocupación el proceso de la revolución cubana, inspirada en estos nobles ideales humanistas. Y porque esa misma ha sido y es la lucha de México, "nosotros, por convicción - como lo expresó también nuestro Primer Mandatario -, comprendemos los movimientos que traten de dar mayor dignidad al hombre, mayor garantía a su trabajo, mayor provecho a su esfuerzo; en suma, movimientos que pugnan por lograr la justicia social".
La Comisión Permanente del Congreso de la Unión ha tenido a gran honor la visita de ustedes, señor Presidente de la República de Cuba y distinguidos acompañantes, y formula cordiales votos porque su permanencia en México sea venturosa y redunde en mayor provecho de nuestras tradicionales relaciones amistosas. Testimonios ya centenarios y recientes lo atestiguan: están ustedes en su casa y entre amigos". (Aplausos)
(El señor Dorticós sube a la Tribuna y es recibido con fuertes y prolongados aplausos y porra en la galería).
- El señor doctor Osvaldo Dorticós, Presidente de la República de Cuba (leyendo):
"República de Cuba. Presidencia.
"Señor Presidente. Señores miembros de la Comisión Permanente del Congreso: ganado por la profunda gratitud que me compromete vuestra ilustre bienvenida, inicio mis palabras, sobrecogido aún por la emoción trémula de todos los minutos que he vivido, desde que arribara en el día de ayer a esta hermosa ciudad. Yo os puedo asegurar anticipadamente que he de regresar a mi patria, cuya orgullosa representación ostento ante ustedes, dignos mandatarios del pueblo mexicano, colmado por la plena satisfacción de haber recibido del Gobierno y del pueblo de México un recibimiento que yo interpreto como renovado testimonio de la permanente comunión de ideales y de la entrañable comprensión recíproca de mexicanos y cubanos. Y, como esto ha ocurrido en los instantes en que mi país realiza esfuerzos supremo por alcanzar su pleno desarrollo nacional, superando dificultades y saltando obstáculos que se antojaban insalvables, el calor humano y el fraterno gesto ganan para nosotros singular jerarquía.
Dos veces he pisado tierra mexicana: la primera en trance de dificultades y deberes y fui entonces alentado por la generosa hospitalidad de este país; la segunda, en esta ocasión en que traigo ante el Gobierno de México, ante ustedes y ante el pueblo mexicano la representación de un pueblo que está rehaciendo su camino histórico mediante el empleo de sus inagotables fuerzas creadoras. En ambas oportunidades, de México recibo alientos y efusivos sentimientos de cordialidad.
Con decir elegante el diputado José Luis Martínez ha evocado esta tarde los itinerarios humanos e intelectuales de cubanos ilustres en tierra mexicana, y agradezco de veras el recuerdo de la significación, para su vida y para su obra, de la estancia de nuestro José Martí en vuestra patria. Esos antecedentes históricos eran bastante para generar entre ambos pueblos vínculos perdurables y hermandad imperecedera. Pero además, justo es que reconozcamos, como deben reconocer todos los pueblos de América Latina, cómo la magna dimensión histórica de la Revolución Mexicana ha contribuido, aún más, al fortalecimiento de los lazos vinculatorios entre ambos pueblos. Con esa sincera convicción nada me impide proclamar aquí que vuestro ejemplo revolucionario fue pionera actuación en la gran gesta de la definitiva liberación económica y política de las naciones hermanas de América Latina y que nuestro pueblo ha asistido siempre, para batir palmas, al incitante espectáculo que constituye el quehacer sin desmayos de vuestro pueblo por alcanzar un porvenir esplendoroso a que tiene derecho por su vitalidad, por su inteligencia y por su coraje.
Por nuestra parte, tenemos la firme seguridad de que el pueblo mexicano y los hombres rectores de la vida pública en este país alcanzan la ancha comprensión que la gesta revolucionaria de Cuba insta de todos los pueblos hermanos de este Continente. Luego de años de interminables sufrimientos y de heroico batallar donde cada pelea revolucionaria fue ganada por esfuerzos de épicos contornos, la actual generación de mi patria, renaciendo las viejas esperanzas y desbordando su fe, libra en medio de todos los peligros y de las agresoras asechanzas, una batalla tan heroica y tan fecundada por ideales, como las que ganara, con sus hijos mejores al frente, en las bravas montañas de mi tierra, o en el riesgoso clandestinaje de las ciudades.
Como México, alcanzamos un día la aparente libertad política de la República y luego de décadas de infamante frustración, de traiciones, hemos alcanzado ahora la plena libertad política y estamos gestando cada día con responsable premura, en un proceso de hondas e inevitables transformaciones, la definitiva independencia económica. (Aplausos nutridos.)
Para lograr esa independencia, la revolución cubana, en leal cumplimiento de las magnas ofertas postuladas en los momentos de la lucha insurreccional, ha tenido que adentrarse por audaces caminos que, como el de la Reforma Agraria, conducen, inevitablemente, a lesionar poderosos intereses que constituían decisivas limitaciones para nuestro desarrollo económico y para la realización de la justicia social. Esos caminos, no es siquiera necesario advertirlo, no se transitan cómoda y apaciblemente. Quienes representan aquellos intereses, nacionales y extranjeros, aúnan hoy en mi patria y, sobre todo, fuera de mi patria, esfuerzos, maniobras y cuantos instrumentos sean idóneos para satisfacer sus egoístas propósitos, en el intento de detener por todas las vías, aun las más inescrupulosas de la difamación y de la mentira o tal vez un día, aun las más crueles de la agresión armada; y ya hoy la de la amenazante o virtual represalia económica, la marcha hacia el futuro de un pueblo que ha ganado el derecho a alcanzar su plenitud de destino, a costa de 20,000 vidas, (aplausos) de renunciamientos y de honda recuperación moral.
Porque esto acontece así - y México, que sabe de amarguras, de obstáculos, de agresiones, de incomprensiones, está presto a comprender la grandeza de nuestra lucha -; es por lo que tiene para nosotros un impar significado la gallarda solidaridad con que alientan el ánimo sin pereza de vuestro pueblo, todos los pueblos de América Latina. Es por ello que no puedo ocultar el júbilo con que recibimos los miembros de la Delegación que presido en esta visita a México y con nosotros el pueblo cubano, las evidencias de simpatía y de respetuoso reconocimiento a la tarea grande en que hoy se encuentra empeñada nuestra patria, por parte de nosotros, del pueblo de México, del Gobierno Mexicano, y del excelentísimo señor licenciado Adolfo López Mateos. (Aplausos nutridos.) Es, por esto, que ayer nos colmaba la satisfacción, junto a los aplausos y vitores de la multitud agrupada a la hora de nuestro arribo a esta ciudad, las palabras generosas del Presidente López Mateos, cuando unía a su saludo cordial esta afirmación: "Nosotros, decía vuestro Presidente, que hemos recorrido etapas semejantes, comprendemos y valorizamos el esfuerzo de transformación que Cuba está llevando a cabo"; por ello también, con el Presidente López Mateos, confiamos en que la Revolución Cubana sea, como lo ha sido la Revolución Mexicana, un paso más hacia la grandeza de América.
Para este esfuerzo nuestro y para la culminación del proceso revolucionario de Cuba sólo hemos pedido el integérrimo respeto al derecho de autodeterminación de nuestro pueblo (aplausos nutridos y prolongados, los asistentes al acto se ponen en pie y continúan aplaudiendo), conforme a los principios que para la igualdad jurídica de los Estados proclamaba ayer vuestro Presidente, en sus hermosas palabras de bienvenida. Para nadie constituimos un peligro. Nadie y ningún país debe temer de nosotros la más leve interferencia en sus asuntos internos. Creemos que viejos mitos y seculares mentiras han sido sepultados como ejemplo para América, por nuestra realización revolucionaria. Nuestra Revolución, como hubo de lograrlo la Revolución Mexicana, ha desbrozado rutas y desnudado verdades que antes se ocultaban a los pueblos agónicos de América Latina. La Revolución cubana es hoy preocupación en todo el Continente y muchas esperanzas nacen al calor de nuestra lucha. Nada de esto, empero, puede ofrecer pretexto para que se sospeche siquiera que pretendemos exportar nuestra Revolución. (Aplausos) "Egoístas jamás seremos - dijo en una ocasión Fidel Castro -, nos inspira un sentimiento de solidaridad con todos los pueblos de América, como que sabemos lo que para América significa el triunfo de Cuba". Pero nuestra generosa disposición puede y debe cumplirse realizando en nuestra tierra la faena sublime que el destino nos ha deparado. Que en cada país hermano los pueblos respectivos decidan libremente sus propios caminos. Contarán para ello con nuestro respeto, con nuestra admiración y con nuestra solidaridad, con el mismo respeto que para nosotros demandamos sin claudicaciones. (Aplausos.)
Con esta presencia en tierra mexicana termino mi breve jira por países de América Latina. Hemos recibido estímulos y expresiones enardecidas de simpatía para la Revolución cubana. Nos hemos esforzado por esclarecer ante los pueblos y ante los Gobiernos de América Latina la naturaleza y el contenido de nuestra Revolución. Hemos denunciado con franca claridad quiénes son nuestros enemigos, por qué son nuestros enemigos y qué pretenden contra nosotros esos enemigos. Nadie podrá llamarse a engaño en torno a nuestros propósitos, ni frente a nuestra conducta es honorable que se nos impute pretensiones de provocar movimientos políticos internos en los países hermanos, a la zaga de nuestra Revolución.
A un año y meses del triunfo contra la tiranía ya podemos exhibir ante América el vencimiento de la primera etapa de la Reforma Agraria con la integral proscripción del latifundio, el reparto y entrega de las tierras a los hombres que las trabajan, la integración de cientos de cooperativas agrarias y agropecuarias, el aumento de la producción agrícola en todos sus renglones, el inicio de la diversificación de la misma; el saneamiento de nuestras reservas financieras; la programación de nuestro desarrollo industrial; la disminución del desempleo; la reforma integral de la enseñanza; la realización del plan de viviendas populares; la conversión de cuarteles militares en centros escolares; el rescate de la riqueza nacional; la ampliación de nuestro comercio exterior, y tantas otras conquistas logradas gracias al impulso creador de nuestro pueblo. (Aplausos.)
Nada, pues, puede impedirnos que reclamemos el más absoluto respeto para continuar esta obra que todo lo debe al mero aprovechamiento de nuestros propios recursos.
Comprenderéis ahora cuán grata es para mí vuestra honrosa acogida y que acepte como sincera expresión de vuestros corazones, las palabras del diputado José Luis Martínez: "Nos sentimos aquí en nuestra propia casa y rodeados de amigos que no habrán de abandonarnos". (Aplausos nutridos.) Votos formuló para esa amistad y por la ventura y felicidad del pueblo mexicano". (Aplausos nutridos y prolongados y puestos de pie todos los asistentes.)
El C. Presidente: Se suplica a la misma comisión que recibió al señor doctor Dorticós, se sirva acompañarlo.
(La Comisión cumple su cometido y el señor Presidente de la República de Cuba abandona el recinto en medio de fuertes aplausos, gritos y porras en las galerías.)
El C. Presidente (a las 14.10 horas): Se levanta la sesión y se cita para el próximo jueves dieciséis del corriente a las doce horas.
TAQUIGRAFÍA PARLAMENTARIA Y
"DIARIO DE LOS DEBATES"