Legislatura XLIV - Año III - Período Comisión Permanente - Fecha 19610119 - Número de Diario 48
(L44A3PcpN048F19610119.xml)Núm. Diario:48ENCABEZADO
MÉXICO, D. F., JUEVES 19 DE ENERO DE 1961
DIARIO DE LOS DEBATES
DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS
DEL CONGRESO DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS
Registrado como artículo de 2a. clase en la Administración Local de Correos, el 21 de septiembre de 1921.
AÑO III. - PERÍODO ORDINARIO XLIV LEGISLATURA TOMO I. - NÚMERO 48
SESIÓN SOLEMNE DE LA H. COMISIÓN PERMANENTE
EFECTUADA EL DÍA 19 DE ENERO DE 1961
SUMARIO
1. - Se abre la sesión solemne en honor del excelentísimo señor doctor Manuel Prado, Presidente de la República de Perú. Una Comisión recibe e introduce al Salón al distinguido visitante. La Presidencia expresa un saludo de bienvenida.
2. - Pronuncian discursos alusivos al acto el C. senador Ramón Ruiz Vasconcelos y el excelentísimo señor doctor Manuel Prado. La misma Comisión que lo recibió acompaña al Presidente de Perú a su salida del Salón de Sesiones.
3. - Se lee y aprueba el acta de la presente sesión, levantándose ésta.
DEBATE
Presidencia del C. MAURICIO MAGDALENO
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(Asistencia de 23 ciudadanos representantes.)
El C. Presidente (a las 13.05 horas): Se abre esta sesión solemne, con objeto de recibir al excelentísimo señor Presidente de la República de Perú, doctor Manuel Prado, y para el efecto se designa una Comisión que formarán los señores diputados Ignacio Aguiñaga, senador Maximiliano Ríos Castañeda, diputado Antonio Garza Peña y secretario senador José Castillo Tielemans, para que introduzcan, en cuanto llegue, al excelentísimo señor Presidente de Perú.
Una vez que la Comisión cumpla su cometido, quedamos en espera de la llegada del excelentísimo señor Presidente de Perú.
(La Comisión nombrada introduce al Salón de Sesiones al excelentísimo señor Presidente de Perú.)
El C. Presidente: La Comisión Permanente del Congreso de la Unión, quiere significar el vivo beneplácito que le produce la presencia en su seno del ilustre huésped de México. Para expresar el sentimiento de la Comisión Permanente, se concede la palabra al señor senador Ramón Ruiz Vasconcelos.
- El C. senador Ruiz Vasconcelos Ramón (leyendo):
"Excelentísimo señor Presidente de la República de Perú, señor Presidente de la Comisión Permanente del Congreso de la Unión, honorables miembros del Cuerpo Diplomático, ciudadanos Senadores y Diputados, señoras y señores:
"En febrero del año pasado, México fue objeto en la persona de su Presidente, el señor licenciado Adolfo López Mateos, de las más delicadas muestras de atención y de afecto del pueblo peruano.
"Correspondiendo esa visita y entregando a la tradicional cortesía mexicana se encuentra entre nosotros, honrando este recinto, el señor Presidente de la República de Perú, doctor Manuel Prado.
"Principiamos por recordar que la amistad actual de nuestros países se manifiesta no sólo de manera ideal, sino fáctica. Muestras recientes de ello son la creación de la zona de libre comercio y el Tratado Cultural, ambos celebrados durante el pasado año. Esa amistad, que mantiene muy cerca a ambos pueblos y que confiamos sea cada vez más fecunda en el futuro, se finca en la admiración de sus recíprocas culturas, en datos históricos necesariamente determinantes y en la paridad de sentimientos en que inciden todos los pueblos de América bajo la inspiración de los ideales de San Martín Bolívar, Washington, Hidalgo y Morelos.
"Cuando decimos a usted, señor Presidente, que nuestro pueblo está muy cerca del que usted representa, no estamos forjando una metáfora ni tratamos de dar forma a una frase de protocolo, sino reflejamos un hecho real: el hecho de su profunda amistad, el hecho de la comunidad de sus anhelos.
"Para desarrollar esta afirmación, concédanos usted referirnos a nuestras experiencias nacionales.
"La Revolución Mexicana fue un movimiento generoso, desatado frente a una estructura social injusta. No es hoy un hecho consumado ni un catálogo de fórmulas estereotipadas. Fue y es un noble impulso permanente, y por ello, al cobrar experiencias, no envejece; al cumplir sus metas, no caduca y al realizarse, no se extingue. Las metas alcanzadas permiten descubrir y proyectar nuevas metas. Las realizaciones son presupuesto de nuevas realizaciones. Las experiencias, son intangible riqueza para la acción futura.
"México se edifica con el esfuerzo de las sucesivas generaciones. En la obra de hoy, siguen presentes el pensamiento de los precursores y el empuje de los consumadores de las primeras etapas. Queremos que nuestra patria sea la armonía, un poco
intemporal: de un legado, de una obra y de una premonición. El legado de ayer, la obra de hoy y la premonición de la República de mañana.
"Ante sí ha tenido usted la visión del México actual, en que hay total comprensión entre las jerarquías del poder y el poderdante popular. La autoridad y el pueblo se encuentran sometidos a la Ley y ésta se inspira en consideraciones superiores. Buscan juntos, no soluciones circunstanciales, inconexas y contradictorias a sus problemas, sino soluciones conforme a patrones de moral pública y de justicia social. Esos patrones los contiene la Constitución General de 1917, sobre la que se organiza nuestra vida ciudadana.
"En los últimos años, nuestro país multiplica sus caminos, crea decenas de millares de maestros y de aulas, avanza en su ambicioso plan de electrificación y crece en fin con venturosa celeridad en todas sus dimensiones. Estamos persuadidos porque vivimos la apretada fraternidad de América, que es nuestra contribución a su desarrollo y que la satisfacción de la obra alcanzada, la comparten también los países hermanos. Por esa fraternidad, sus tropiezos nos hieren y sus buenos éxitos nos alegran y nos alientan. No en balde reconocemos la misma fuente y transitamos por el mismo camino.
"Pero no olvidamos, que el desarrollo material no colma jamás el destino colectivo ni es su desiderátum, y que siendo benéfico en cuanto ofrece satisfactores humanos importantes, debe integrarse siempre a la vera de un patrimonio espiritual que se forma con bienes de no menor entidad. No anhela México al sólo crecimiento físico. Aspira noblemente a la autoridad moral, derivada de la limpieza de los principios que ha adoptado y de su práctica; aspira a la reputación de estar dotado de un constructivo espíritu de concordia internacional. Quiere estar en este afán en el primer rango, para asegurar que sea el mundo un hogar y no una selva. Hace mucho se ha definido por un orden de justicia, no de fuerza.
"En lo nacional como en lo internacional, la actitud mexicana es una derivación natural de la observancia de los principios de la Independencia, de la Reforma y de la Revolución que lo guían, que son también, al ser expresión de levantado humanismo, los principios de los fundadores y próceres de nuestras Repúblicas.
"México postula la democracia. La democracia que no es sólo una norma política para los pueblos en su régimen interno, sino que es también norma de conducta frente a los otros pueblos. Nuestra convicción democrática, nos hace mirar a los demás sin complejos y convivir con ellos con la sencilla disposición, de quien fraterniza en el culto de la igualdad, de la autodeterminación y de la solidaridad humana.
"Somos un pueblo, que cree en el hombre como supremo valor político y social. Haciendo de esa creencia un elemento activo de su organización básica, ha procurado nuestro país, rodearlo de las condiciones óptimas para su desarrollo y por ello la obra y el servicio públicos convergen a tal punto. Inexorable es que la Naciones crezcan, sólo en la medida en que crecen los hombres que las integran.
"Somos un pueblo, señor Presidente Prado, que cree en la justicia. No en la justicia como un concepto metafísico, puro material dialéctico de filósofos juristas. Sentimos la justicia como materia viva, como objetividad, como salud, como tranquilidad, como protección al trabajo fértil, a la alegría del niño, a la dignidad de la madre, a la invalidez del anciano. Justicia es para nuestro pueblo, mejor distribución de oportunidades y rendimientos; justicia es combatir la enfermedad, el riesgo y la miseria; pero también es un estado de equilibrio social que no debe ser roto por desigualdades humanas ilógicas ni por estrujantes contrastes en los niveles de vida.
"Somos un pueblo, que cree en la justicia y por ello en el concierto de las naciones, la voz de nuestro país no se ha originado nunca en el egoísta cálculo de las ventajas materiales. Amamos las soluciones justas, porque sabemos que el triunfo de inequidad es efímero y provisional, y que en cambio, al imponerse los dictados de la razón, según la conciencia de los pueblos, se logran arreglos firmes, estables y satisfactorios.
"¿Qué son en el fondo la Reforma Agraria y la Legislación Laboral, sino obvias consecuencias de nuestros propósitos de justicia social?
"¿Qué son la igualdad de tratamiento frente a la Ley, la proliferación de las escuelas en el seno del vasto y accidentado territorio nacional, las enormes obras hidráulicas, viales, energéticas y sanitarias realizadas? ¿Qué son la libertad de creer y de opinar y la institución de las garantías sociales e individuales, sino respuestas del interés del país por el hombre?
"¿Qué es el Sufragio en su doble faz de activo y pasivo, sin distinción de sexo o posición social y qué significa el respaldo del pueblo a sus autoridades en la ardua y cotidiana tarea de aplicar la ley, sino la vigencia de un designio democrático?
"¿Qué explica la irrevocable actitud de nuestro país, en el terreno de las relaciones internacionales y por qué sus opiniones, expuestas siempre en un tono de dignidad, propician el respeto a la soberanía de los demás con todas sus consecuencias, si no es por su activo credo de la igualdad entre los Estados?
"Hemos hablado de México con cierta extensión, señor Presidente, porque sabemos que al realizarlo, confirmará usted una vez más la gran identidad de principios, la concordancia ideológica y sensitiva, la equivalente visión de la vida y de los anhelos de nuestros pueblos. Es esa comunión, la que invocamos en este acto, para que sirva de marco al homenaje que hacemos al Perú, a su admirable pueblo, en la relevante personalidad de usted.
"En el caso de la nación peruana, los motivos de aproximación y de afinidad son también por otros conceptos particularmente estrechos. Nuestros territorios fueron sede de los dos más grandes imperios aborígenes de América: el Inca y el Azteca, y sede también de los poderes virreinales; las universidades de Lima y de México se establecieron el mismo año -1553-; nuestra liberación y las primeras Constituciones son asimismo contemporáneas. Nuestra tradición cultural es común, nuestra composición étnica es semejante y nuestros problemas tienen evidente similitud. Problemas de subdesarrollo económico, problemas de heterogeneidad y transculturación racial que han dado motivo a múltiples estratos y realidades sociales; problemas de imperfecta distribución de la riqueza; problemas de aislamientos
regionales producidos por fatalidades geográficas. En resumen, todo un acervo de herencias, limitaciones, influencias y obstáculos paralelos. Pasado y presente nos vinculan.
"Excelentísimo señor Presidente Prado:
"En esta hora del mundo cargada de tensiones, en que asistimos a dramáticos cambios sociológicos, y contemplamos el nacimiento de nuevas naciones en Africa y en Asia que irrumpen en el escenario de la Historia para protagonizar con los otros pueblos la trama del futuro; en esta hora de ajustes y de angustia, estamos profundamente convencidos de que el Continente Americano y muy señaladamente los países latinoamericanos, tienen un mensaje para el mundo.
"Los principios que inspiran a nuestras Repúblicas y bajo cuya advocación nacieron y maduraron, hemos de desarrollarlos incansablemente y de vitalizarlos sin desmayo. Su aplicación doméstica y exterior, con inflexible perseverancia y verdad ha de ser apreciable ayuda al mundo, para alcanzar las metas, de convivencia en la justicia y de paz en la suficiencia, que la civilización exige.
"Con el aval de una realidad histórica y cultural, que prueba que entre nuestras naciones, no existen largas distancias ni espesas fronteras, le rogamos, señor Presidente, ser el depositario de los votos de amistad y de afecto, que con la más diáfana efusión, a través de su órgano legislativo federal, envía el pueblo de México al pueblo de Perú." (Aplausos.)
El C. Presidente: Tiene la palabra el excelentísimo señor doctor don Manuel Prado, Presidente de la República de Perú.
- El Excelentísimo señor doctor Manuel Prado, Presidente de la República de Perú: Señor Presidente de la Comisión Permanente del Congreso. Señores representantes. Señores: Aprecio en toda su trascendencia el hecho de ser recibido en este recinto del Poder Legislativo, expresión de la soberanía del pueblo mexicano, cuyos honorables miembros aquí presentes han querido ofrecer este homenaje en mi persona a mi patria.
Centros de poderosos imperios aborígenes y de deslumbrantes Virreinatos, México y el Perú, tuvieron características comunes en la amplitud de sus dominios, en la complejidad de su sistema social, en su cultura y en la autoridad unificadora de sus Gobiernos. Es como si se dijera que la augusta sombra de Cuauhtémoc se juntara a la del indio Cahuide, y la del heróico Hidalgo se uniera a la del martirizado Tupac Amaru para fundir sus hazañas y lograr a la posteridad los nombres de quienes guiaron los destinos de nuestras naciones.
Unidos por las similitudes de un pasado remoto, en el período de la Colonia, los vínculos entre Nueva España y Nueva Castilla, vuelven a forjar los eslabones de una conexión más honda y efectiva.
Lograda vuestra Independencia, gracias a los continuados esfuerzos y heroísmos de vuestros conductores y patriotas y consolidada la República, la acción ejemplar y edificante de sus hijos, la ha convertido en una nación próspera y respetable. Frutos de esos esfuerzos fueron también sus leyes tutelares que norman y regulan las relaciones de los hombres para hacer posible la convivencia, dentro del respeto a todos los derechos.
Nada es más honroso para la vida de un pueblo que sus entidades representativas sean la viva encarnación de las virtudes ciudadanas y de todos esos nobles atributos que las exaltan y las perennizan. Esa fue la inspiración y esos los elevados propósitos que, como lo acabáis de decir, guiaron a los fundadores de nuestras nacionalidades y a sus continuadores. Dentro de esta concepción integralista, cumple rol fundamental el Parlamento, acrecentado y enriqueciendo, de un lado el acervo de la conciencia jurídica y moral que es suprema garantía de estabilidad, orden y progreso y, de otro, recogiendo los anhelos y las aspiraciones de quienes les confiaron sus mandatos como a vosotros y a mí como Gobernante.
Conviene precisar el concepto de que el equilibrio social, no es estático sino eminentemente dinámico, producto del constante afán de las fuerzas e intereses opuestos por superarse recíprocamente y cuyos desbordamientos producirán el caos y el imperio de la arbitrariedad, si un poder superior no presidiera la marcha evolutiva de los fenómenos colectivos y de las relaciones individuales.
De este modo viene definiéndose la fisonomía de un nuevo derecho, que incorpora progresivamente a la legislación universal, conquistas amparadoras del trabajo, de asistencia social y normas de vida cada vez más justas y más humanas.
Apoyar los legítimos anhelos de mejoramiento, marcar los cauces por los que deben ejercitarse las actividades ciudadanas, dentro del respeto a la autoridad y a la ley, sostenidos y prestigiados por la fiel observancia de los principios de la justicia, que tan acertadamente exaltáis, son el ideario y la acción que deben informar el desenvolvimiento de los Estados, y a esa tarea provechosa y fecunda deben contribuir las instituciones cauteladoras de la dignidad del individuo, de la familia y de la patria.
El Perú, al igual que vosotros, está de pie participando activamente en el trance de superación material y espiritual que vive América. Nos hemos consagrado a vigorizar la democracia, mediante una conducta que no excluye las discrepancias y permite la más libre circulación del pensamiento en todas sus manifestaciones.
En lo internacional, coadyuvamos a todo propósito dirigido a hacer cada vez más efectiva y práctica la solidaridad y paz continental, respetando y cumpliendo los tratados y compromisos contraídos entre las naciones.
En varias oportunidades he manifestado que en asuntos que afectan a la América Latina, cuando se trate de directivas de importancia mundial, ésta debe ser consultada y oída. Hemos propugnado también, tanto como vosotros, la necesidad de una revisión del panamericanismo en forma que se diera realidad y vigencia al sistema continental en el campo de la cooperación económica, a fin de procurar un mayor bienestar a nuestras colectividades, lo cual es también indispensable para la consolidación de la democracia en América.
No podemos limitarnos a buscar simples paliativos o fórmulas circunstanciales. Lo que nos incumbe es abordar decididamente y tratar a fondo los grandes problemas de nuestras naciones insuficientemente desarrolladas. Disponemos de ingente potencial que nos brinda la oportunidad de usarlo, en
beneficio de quienes produzcan la riqueza que de ellos se deriva. Es esa también la manera más segura de frustrar las actividades disociadoras, que encuentran terreno propicio en las condiciones de penuria para su propaganda y para alentar la discordia, particularmente, en las áreas menos desarrolladas de nuestro hemisferio. Ha llegado la hora de convertir el sistema continental en una realidad viva. Pero eso no será posible si no se conjugan la solidaridad, el orden jurídico, a la vez la cooperación económica.
Señores legisladores:
La semejanza de nuestras patrias a través de todos los tiempos y la promesa de un futuro que tratamos de conquistar, exaltadas en los expresivos términos del conceptuoso discurso pronunciado por el honorable senador licenciado don Ramón Ruiz Vasconcelos, saludando mi presencia en esta solemne actuación, ratifican de modo elocuente esa fraternidad que hoy estamos afirmando con renovada fe.
Perdurarán en mi recuerdo los momentos que con intensa satisfacción estoy con vosotros, en una hora en que las condiciones del mundo imponen el deber de afianzar nuestro credo en la supremacía de los valores del espíritu, como fuente inagotable de normas de elevada moral para gobernar la vida.
Señor Presidente:
Agradezco en nombre del pueblo peruano, el homenaje que me tributa el honorable Congreso de la Unión, en cuyos miembros saludo a los pueblos de la gran nación mexicana, digna de un pasado de esfuerzos fecundos, de un presente venturoso y de un porvenir cargado de fundadas esperanzas. Por todo esto que es y será México, hace que se le respete y admire. (Aplausos.)
Al discurso que acabo de leer permitidme, señores representantes, que le agregue la emoción de mi palabra, para agradecer profundamente la generosa acogida que me habéis dado en vuestro augusto recinto desde el momento que tuve el honor de ingresar a él, y al terminar mi lectura por los aplausos que me habéis tributado y por haberos puesto de pie para saludarme.
No olvidaré esta demostración, que la recibo en nombre de mi patria, de ese pueblo peruano que está unido al vuestro por los vínculos que se pierden en los lejanos tiempos de la Prehistoria y de la Historia; por estos pueblos, el vuestro y el mío que en el transcurso de la vida han marchado siempre unidos en el pensamiento y en la acción. Estamos vinculados por las tradiciones gloriosas, también desde nuestra independencia hemos seguido el mismo derrotero, buscando en medio de nuestras luchas el camino que nos diera la verdadera democracia: la libertad absoluta para todo nuestro pueblo, al que le dedicamos nuestra preciada atención, nuestros esfuerzos y nuestros desvelos para hacerlo feliz, para darle la seguridad social y para que la fraternidad entre los de arriba y los de abajo sea una realidad positiva y sentida cada día más hacia adelante. (Aplausos.)
Esta obra realizada en México y en el Perú, está en marcha y estoy seguro que vosotros aquí y nosotros en mi tierra seguiremos llevando como estandarte este deseo que brota no de servir sólo a los que necesitan para brindarles un servicio, sino que debe brotar del corazón y de la conciencia de los hombres que gobiernan a su pueblo.
Con esta doctrina, con estos sentimientos, también la palabra de México y el Perú se confunden, y estoy seguro que seguirá confundiéndose en las grandes Asambleas Internacionales.
Hoy el mundo pasa por crisis muy serias que amenazan el futuro, pero en la Latinoamérica hay muchas naciones como las nuestras que deben hacer sentir su voz y colaborar en el esfuerzo supremo de todos los hombres de bien y de los pueblos que sienten estas aspiraciones: la serenidad, la comprensión, la tolerancia. Y levantemos la voz para decir que sobre las divisiones, los intereses y los mezquinos egoísmos, hay una misión suprema en la vida que es tratar de lograr la felicidad, la solidaridad y el amor entre los hombres de todas las latitudes. Esa es la aspiración nuestra, la de Perú y la de México; esa es la misión de vosotros, eminentes legisladores, que representáis a vuestro pueblo. Y así, gobiernos y parlamentos haremos escuchar esta voz humana que pide paz y amor para todos los hombres de la tierra". (Aplausos nutridos y prolongados.)
El C. Presidente: Se ruega a la misma comisión que introdujo a este Salón al excelentísimo señor Presidente de Perú, doctor don Manuel Prado, sea servida de acompañarlo a su salida de este recinto.
(La Comisión cumple su cometido.)
El C. secretario Pérez Moreno José: Se ruega a los señores miembros de la Comisión Permanente, se sirvan ocupar sus curules.
- El mismo C. Secretario: Se va a proceder a la lectura del acta de la sesión solemne celebrada por la H. Comisión Permanente del Congreso de la Unión el día 19 de enero de 1961.
"Acta de la sesión solemne celebrada por la H. Comisión Permanente del Congreso de la Unión, el día diecinueve de enero de mil novecientos sesenta y uno.
Presidencia del C. senador Mauricio Magdaleno.
En la ciudad de México, a las trece horas y cinco minutos del jueves diecinueve de enero de mil novecientos sesenta y uno, con asistencia de veintitrés ciudadanos representantes, como se comprueba con la lista que pasó la Secretaría, se abrió esta sesión solemne en honor del excelentísimo señor doctor Manuel Prado, Presidente de la República de Perú.
Una Comisión designada por la Presidencia introdujo al Salón al distinguido visitante quien toma asiento a la izquierda del ciudadano Presidente de esta H. Comisión y se produjo en los siguientes términos: La Comisión Permanente del Congreso de la Unión quiere significar el vivo beneplácito que le produce la presencia, en su seno, del ilustre huésped de México. Para expresar el sentimiento de la Comisión Permanente del Congreso de la Unión, se concede la palabra al señor senador Ramón Ruiz Vasconcelos.
El ciudadano senador Ramón Ruiz Vasconcelos, a nombre de la Comisión Permanente saludó al excelentísimo doctor Manuel Prado e hizo patente la identidad de principios y anhelos del pueblo peruano y el pueblo mexicano, terminando por suplicar al Primer Mandatario de la República Peruana,
fuera depositario de un efusivo saludo para su pueblo, que envía el pueblo de México.
En el uso de la palabra el excelentísimo señor doctor Manuel Prado, da respuesta a los conceptos emitidos por el senador Ruiz Vasconcelos y hace mención a la recepción que se le ha ofrecido, alude a la tradición histórica de México y Perú, a su fiel observancia a los principios de justicia social, a su trayectoria de las relaciones internacionales y termina expresando que es un honor para él, el homenaje que se le ha tributado.
La misma Comisión que introdujo al ilustre visitante se encarga de acompañarlo a su salida del Salón de Sesiones.
Se da lectura al acta de esta sesión".
Está a discusión el acta. No habiendo quien haga uso de la palabra, en votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa sírvanse manifestarlo. Aprobada.
El C. Presidente (a las 13.52 horas): Se levanta la sesión solemne y se cita para el jueves próximo 26 del corriente, a las once horas.
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