Legislatura XLVI - Año I - Período Ordinario - Fecha 19641022 - Número de Diario 28
(L46A1P1oN028F19641022.xml)Núm. Diario:28ENCABEZADO
APATZINGAN, MICH., JUEVES 22 DE OCTUBRE DE 1964
DIARIO DE LOS DEBATES
DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS
DEL CONGRESO DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS
Registrado como artículo de 2a. clase en la Administración Local de Correos, el 21 de septiembre de 1921.
AÑO I.- PERIODO ORDINARIO XLVI LEGISLATURA TOMO I.- NUMERO 28
SESIÓN CONJUNTA DE LAS CÁMARAS
DE DIPUTADOS Y SENADORES DEL H. XLVI CONGRESO DE LA UNIÓN
EFECTUADA EL DIA 22
DE OCTUBRE DE 1964
SUMARIO
I. Se abre la sesión. Oficio de la Suprema Corte de Justicia de la Nación en que se designan representantes para el acto que se conmemora. De enterado
II. Seda lectura a las Comisiones de cortesía designadas por ambas Cámaras para los actos conmemorativos que habrán de celebrarse en esta ciudad. Se decreta un receso
III. Se reanuda la sesión. El C. Presidente de la República, licenciado Adolfo López Mateos, se presenta acompañado de las Comisiones designadas al efecto
IV. La Secretaría da lectura a "La Constitución de Apatzingán" y al "Decreto Constitucional para la Libertad de la América Mexicana"
V. Hacen uso de la palabra los CC. Encarnación Tellitud, representante del Congreso del Estado de Michoacán, diputado Jorge Huerta Pérez y senador Jesús Romero Flores, representantes de las Cámaras Federales al Congreso de la Unión quienes se refieren al Congreso de Anáhuac y al Generalísimo don José María Morelos y Pavón.
VI. El C. Presidente de la República, acompañado de la Comisiones designadas abandonan el recinto. La Presidencia recuerda a los Legisladores e invitados la hora en que se develará en el edificio denominado "Palacio Nacional del Supremo Congreso Mexicano" la placa conmemorativa de este acto.
VII. Se lee y aprueba el acta. A las 12.00 horas se levanta la sesión conjunta
DEBATE
Presidencia del
C. TOMAS ALGABA GOMEZ
(Asistencia de 203 ciudadanos diputados y 52 ciudadanos senadores.)
I - El C. Presidente (a las 9.55 horas): Se abre la sesión conjunta de las Cámaras de Diputados y Senadores del XLVI Congreso de la Unión para conmemorar el Sesquicentenario de la expedición del Decreto Constitucional para la Libertad de la América- Mexicana.
El C. secretario Martínez Corbalá, Gonzalo: (leyendo):
"Estados Unidos Mexicanos.- Suprema Corte de Justicia de la Nación.- México.
México, D. F., 19 de octubre de 1964.
C. Tomás Algaba Gómez, Presidente de la H. Cámara de Diputados.- Presente.
La Suprema Corte de Justicia de la Nación en sesión celebrada el 13 del mes en curso, tuvo a bien designar a los CC. Ministros de este Alto Tribunal licenciados José Castro Estrada, Felipe Tena Ramírez y Ramón Cañedo Aldrete, para que en representación del propio alto Tribunal asistan a la celebración del CL aniversario de la promulgación de la primera Constitución de México y celebración de la sesión solemne del H. Congreso de la Unión, que tendrá verificativo el día 22 del presente mes, en la ciudad de Apatzingán de la Constitución, Estado de Michoacán.
El C. Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, licenciado Alfonso Guzmán Neyra, se encuentra imposibilitado para asistir, como serían sus deseos, a dicha solemnidad.
Al comunicarlo a usted, me es grato reiterarle las seguridades a mi más alta y distinguida consideración.
El Ministro en funciones de Presidente por Ministerio de Ley, Octavio Mendoza González." De enterado. II
- El mismo C. Secretario (leyendo):
"Las Cámaras de Diputados y Senadores, para cumplir con los artículos 4o. y 5o. del decreto aprobado relativo a la sesión conjunta que habrán de celebrar el próximo día 22 en la ciudad de Apatzingán, Mich., designaron las siguientes comisiones de cortesía:
En la Cámara de Diputados.
Para acompañar al C. Presidente de la República del Fortín de Morelos al Teatro Purépecha en la ciudad de Apatzingán, Mich., los CC. diputados:
Alfonso Martínez Domínguez, Adolfo Christlieb Ibarrola, Vicente Lombardo Toledano, Juan Barragán Rodríguez, Enrique López Naranjo, Enrique Bautista Adame, Eloy Linares Zambrano, José Ma Martinez Rodríguez, Jesús García Santacruz, Celia Gallardo González y Secretario Leopoldo González Sáenz.
Para recibir al C. Presidente de la República en la puerta del Teatro Purépecha, los CC. diputados:
Raúl Padilla Gutiérrez, Miguel Estrada Iturbide, Roberto Chávez Silva, Luis G. Olloqui Guerra, Francisco Rodríguez Cano, Pedro Ruiz González, Luz María Zaleta de Elsner y Prosecretario Jorge Cruickshank García.
Para acompañar al C. Presidente de la República en el momento en que se retire del Teatro Purépecha de la ciudad de Apatzingán, los CC. diputados:
Rubén Figueroa Figueroa, Fabio Espinosa Granados, Luis Granillo Astorga, Rosendo Taracena Alpuín, Angel José Lagarda Palomares, Luis Mario Santana Cobián, Carlos Sánchez Dosal, Antonio Pliego Noyola, Rafael Cordera Paredes, Jesús José Reyes Acevedo, Raúl Lozano Ramírez, Domingo Franco Sánchez y Secretario Braulio Meraz Nevárez.
Para develar la Placa alusiva será colocada en el recinto que se denomina "Palacio Nacional del Supremo Congreso Mexicano", ubicado en la ciudad de Apatzingán, los CC. diputados:
La Directiva de la Cámara, Arquímedes Catalán Guevara, Raúl Lince Medellín Armando Fierro Encinas, Raúl Reyes Hernández, Guillermo Morales Blumenkron, José Muro Saldívar, Juan J. Varela Mayorga, Francisco Luna Kan, Gregorio Contreras Miranda y Eliseo Jiménez Ruiz.
En la Cámara de Senadores.
Para acompañar al C. Presidente de la República, del Fortín de Morelos al Teatro Purépecha, de Apatzingán, Mich., los CC. senadores:
Eduardo Luque Loyola, Juan Pérez Vela, Jesús Romero Flores, Florencio Barrera Fuentes, Rafael Galván Maldonado y Secretario Manuel Soberanes.
Para recibir al C. Presidente de la República en la puerta del Teatro, los CC. senadores:
Manuel Tello, Ezequiel Padilla, Alicia Arellano Tapia, Baltazar Leyva Mancilla, Juan de Dios Bojórquez y Secretario Arturo Mogel Esponda.
Para acompañar al C. Presidente cuando se retire del Teatro, los CC. senadores Manuel M. Moreno, Gonzalo Bautista O' Farril, Alfredo Ruiseco Avellaneda, Filiberto Rubalcaba, Napoleón Gómez Sada y Secretario Manuel Sánchez Vite.
Para develar la placa alusiva que se colocará en el "Palacio Nacional del Supremo Congreso Mexicano":
La Mesa Directiva de la Cámara de Senadores.
El C. Presidente: En espera de la llegada del señor Presidente de la República, se decreta un receso.
III
El C. Presidente: Se reanuda la sesión.
(El C. Presidente de la República , licenciado Adolfo López Mateos se Presenta acompañado de las Comisiones designadas al respecto y es recibido con los honores de su jerarquía.)
IV
El C. Presidente: La Secretaría se servirá dar lectura a "La Constitución de Apatzingán" y al "Decreto Constitucional para la Libertad de la América Mexicana."
- El C. secretario Martínez Corbalá, Gonzalo (leyendo):
"La Constitución de Apatzingán".
Principios o Elementos Constitucionales. Capítulo I. De la Religión. Capítulo II. De la Soberanía. Capítulo III. De los Ciudadanos. Capítulo IV. De la Ley. Capítulo V. De la Igualdad, Seguridad, Propiedad y Libertad de los Ciudadanos. Capítulo VI. De las Obligaciones de los Ciudadanos.
Forma de Gobierno. Capítulo I. De las Provincias que comprende la América Mexicana, Capítulo II. De las Supremas Autoridades. Capítulo III. Del Supremo Congreso. Capítulo IV. De la Elección de Diputados para el Supremo Congreso. Capítulo V. De las Juntas Electorales de Parroquia. Capítulo VI. De las Juntas Electorales de Partido. Capítulo VII. De las Atribuciones del Supremo Congreso. Capítulo IX. De la Sanción y Promulgación de las Leyes. Capítulo X. Del Supremo Gobierno. Capítulo XI. De la Elección de Individuos para el Supremo Gobierno. Capítulo XII. De la Autoridad del Supremo Gobierno. Capítulo XIII. De las Intendencias de Hacienda. Capítulo XIV. Del Supremo tribunal de Justicia. Capítulo XV. De las Facultades del Supremo Tribunal de Justicia. Capítulo XVI. De los Juzgados Inferiores. Capítulo XVII. De las Leyes que se han de observar en la Administración de Justicia. Capítulo XVIII Del Tribunal de Residencia. Capítulo XIX. De las Funciones del Tribunal de Residencia. Capítulo XX. De la Representación Nacional. Capítulo XXI. De la observancia de este Decreto. Capítulo XXII. De la Sanción y Promulgación de este Decreto. Palacio Nacional del Supremo Congreso Mexicano de Apatzingán, veintidós de octubre de mil ochocientos catorce. Año Quinto de la Independencia Mexicana. José María Liceaga, Diputado por Guanajuato, Presidente doctor José Sixto Verduzco. Diputado por Michoacán. José María Morelos, Diputado por el Nuevo Reino de León. Lic. José Manuel de Herrera, Diputado por Tecpan. Dr. José María Cos, Diputado por Zacatecas. Lic. José Sotero de Castañeda, Diputado por Durango. Lic. Cornelio Ortiz de Zárate, Diputado por Tlazcala. Lic. Manuel de Aldrete y Soria, Diputado por Querétaro. Antonio José Moctezuma, Diputado por Coahuila. Lic. José María Ponce de León, Diputado por Sonora. Dr. Francisco de Argandar Diputado por San Luis Potosí. Remigio de Yarza, Secretario. Pedro José Bermeo,. Secretario."
"Por tanto: para su puntual observancia, publíquese y circúlese a todos los Tribunales, Justicias,
Jefes, Gobernadores y de mas Autoridades, así Civiles como Militares y Eclesiásticas, de cualquiera clase y dignidad para que guarden y hagan guardar, cumplir, ejecutar el presente Decreto Constitucional en todas sus partes.
Palacio Nacional del Supremo Gobierno Mexicano en Apatzingán, veinticuatro de octubre de mil ochocientos catorce. Año Quinto de la Independencia Mexicana. José María Liceaga, Presidente. José María Morelos, Dr. José María Cos. Remigio de Yarza, Secretario de Gobierno.
NOTA. "Los Excmos. Sres. Lic. D. Ignacio López Rayón, Lic. D. Manuel Sabino Crespo, Lic. D. Andrés Quintana Roo, Lic. D. Carlos María de Bustamente y D. Antonio de Sesma, aunque contribuyeron con sus luces a la formación de este Decreto, no pudieron firmarlo por estar ausentes al tiempo de la sanción, enfermos unos y otros empleados en diferentes asuntos del servicio de la Patria Yarza." (Aplausos nutridos y prolongados.)
"Estados Unidos Mexicanos.- Congreso del Estado de Michoacán de Ocampo.- Morelia.- Secretaría.- Sección de Correspondencia.
Decreto Constitucional para la Libertad de la América Mexicana.
El Supremo Congreso Mexicano, deseoso de llenar las heroicas miras de la Nación elevadas nada menos que al sublime objeto de substraerse para siempre de la denominación extranjera, y sustituir al despotismo de la monarquía de España un sistema de administración que reintegrando a la Nación misma en el goce de sus augustos imprescriptibles derechos, la conduzca a la gloria de la Independencia y afiance sólidamente la prosperidad de los ciudadanos, decreta la siguiente forma de Gobierno; sancionando ante todas las cosas los principios tan sencillos como luminosos en que puede solamente cimentarse una Constitución justa y saludable, la América es libre e independiente de España y de otra Nación Gobierno o Monarquía. Ninguna Nación tiene derecho para impedir a otra el uso libre de su Soberanía. El título de conquista no puede legitimar los actos de la fuerza; el Pueblo que lo intente debe ser obligados por las armas a respetar el derecho de las Naciones, la facultad de dictar leyes y establecer la forma de Gobierno que mas convenga a los intereses de la sociedad constituye la soberanía; esta es por naturaleza, imprescriptible, inenajenable e indivisible. La soberanía demanda inmediatamente del pueblo, la que depositada en sus representantes debe dividirse para su ejercicio en los tres ramos: Legislativo, Ejecutivo y Judicial. Que a consecuencia de ser libre toda la América, no debe haber esclavos y por ellos deben los intendentes de provincia y demás Magistrados velar porque se pongan en libertad cuantos esclavos hallan quedado y que ninguno en adelante podrá venderlos, ni persona podrá hacer esta compra previendo a las Provincias y Jueces no esclavicen a los hijos de los pueblos en servicios personales que solo deben a la Nación y soberanía y no al individuo; como tal queda abolida la (gerigonza) de calidades de indio, mulato o mestizo, etc. Y solo se distingue la regional nombrándolos a todos generalmente Americanos, con cuyo epíteto nos distinguimos sobre del Inglés, Francés o mas bien del Europeo, del Africano y del Asiático, que ocupa las otras partes del Mundo. Que los naturales de los Pueblos son dueños de sus tierras. Los Jueces y las Justicias harán saber a todos que deberán entregarse las tierras a los Pueblos para que puedan ellos cultivarlas sin que puedan arrendarse, pues su goce debe ser de los naturales de los respectivos Pueblos. Deben inutilizarse todas las Haciendas, y cuyos terrenos laborios pasen de dos leguas, porque el beneficio de la Agricultura consiste en que todos se dediquen a beneficiar su propio terreno, que puedan asistir con su trabajo e industria. La Ley debe ser igual para todos y las que dicte nuestro Congreso deben ser tales, que obliguen a constancia y patriotismo, moderen la opulencia y acaben la indigencia y de tal suerte se aumente el jornal del pobre que mejore sus costumbres y aleje la ignorancia y la miseria. La felicidad del pueblo y de cada uno de los ciudadanos consiste en el goce de la igualdad, seguridad, propiedad y libertad. La seguridad de todos los ciudadanos, consiste en la garantía social. Esto no puede existir sin que fije la Ley los límites de los pobres y la responsabilidad de los funcionarios públicos. La casa de cualquier ciudadano es un asilo inviolable. La instrucción como necesaria a todos los ciudadanos debe ser favorecida por la sociedad en todo su poder. Los Bienes de los ricos y los tesoros de las iglesias deben destinarse a los pobres y a los gatos de la causa insurgente. Palacio Nacional del Supremo Congreso Mexicano en APATZINGAN, veinte y dos de octubre de mil ochocientos catorce. Año Quinto de la Independencia mexicana. José María Liceaga, Diputado por Guanajuato. (Presidente). Dr. José Sixto Verduzco, Diputado por el Nuevo Reino de León. Lic. José Manuel Herrera, Diputado por Tecpan. Dr. José María Cos, Diputado por Zacatecas. Lic. José Sotero de Castañeda, Diputado por Durango. Lic. Cornelio Ortiz de Zárate, Diputado por Tlaxcala. Lic. Manuel de Aldrete y Soria, Diputado por Querétaro. Antonio José Moctezuma, Diputado por Coahuila. Lic. José María Ponce de León, Diputado por Sonora. Dr. Francisco Argandar, Diputado por San Luis Potosí. Remigio de Yarza, Secretario. Pedro José Bermeo, Secretario. Por tanto: para su puntual observancia publíquese y circúlese a todos los Tribunales, Justicias, Jefes, Gobernadores y demás Autoridades así Civiles como Militares y Eclesiásticas de cualquier clase y dignidad, para que guarden y hagan guardar, cumplir y ejecutar el presente Decreto Constitucional en todas sus partes. Palacio Nacional del Supremo Gobierno Mexicano en Apatzingán, veinte y cuatro de octubre de mil ochocientos catorce. Año Quinto de la Independencia Mexicana José María Liceaga, Presidente. José María Morelos. Dr. José María Cos. Remigio Yarza, Secretario de Gobierno. Nota. Los Excmos. Sres. Lic. D. Ignacio López Rayón, Lic. D. Manuel Sabino Crespo, Lic. D. Andrés Quintana Roo, Lic. D. Carlos María Bustamante y D. Antonio de Sesma, aunque contribuyeron con sus luces a la formación de este Decreto, no pudieron firmarlo por estar ausentes al tiempo de la sanción, enfermos unos, y otros empleados en diferentes asuntos del servicio de la Patria." (Aplausos nutridos y prolongados.)
V
El C. Presidente: Tiene la palabra el ciudadano diputado J. Encarnación Tellitud Reyes, Presidente del H. Congreso del Estado de Michoacán.
- El C. Tellitud Reyes H., Encarnación (leyendo):
A"Señor Presidente de la República.
Señores Representantes de los Supremos Poderes Legislativo y Judicial de la Federación.
Señor Gobernador del Estado.
Señoras y Señores:
El honorable Congreso de la Unión, por Decreto de fecha 31 de diciembre del año pasado, tuvo a bien acordar que el año de 1964 fuese declarado 'AÑO LEGISLATIVO DE LA CONSTITUCIÓN DE APATZINGAN', para conmemorar en todo el ámbito nacional el sesquicentenario de la expedición del Decreto Constitucional de 1814.
También aprobó la honorable Representación Nacional, que tal efeméride fuese celebrada en sesión conjunta de sus Cámaras de Diputados y Senadores el día 22 de octubre del año en curso, es esta ciudad de Apatzingán, con el fin de honrar tan significativo hecho histórico.
Con tal motivo, el abordar esta Tribuna Nacional, agradezco profundamente al Congreso de la Unión aquí presente, la deferencia que ha tenido para con el Congreso del Estado de Michoacán, para que en su nombre y en cuanto Presidente del mismo, hagan uso de la palabra para dirigirme a todos los mexicanos.
La ocasión no puede ser más propicia, ya que al estar dando cumplimiento al Decreto antes mencionado, con nuestra presencia y participación, no hacemos sino cumplir con el elevado deber cívico que todo mexicano tiene de rendir pleitesía a nuestros próceres, que con su esfuerzo y sacrificio sentaron las bases en las que actualmente descansa la Patria mexicana.
A ciento cincuenta años del inicio de la estructuración institucional que fue delineada en la Constitución que hoy conmemoramos, no sólo en este recinto sino en todas las latitudes de nuestro país, se siguen escuchando los 'Sentimientos de la Nación' formulados y expresados al Primer Constituyente de México, el Congreso de Anáhuac, por Don José María Morelos y Pavón, ilustre hijo de este solar patrio. 'Sentimientos de la Nación' que son raíz y fruto que sustenta la conciencia de los mexicanos. 'Sentimientos de la Nación' en fin, que en su mayor parte siguen vigentes.
Nuestra patria continúa inquebrantable en la defensa de su libertad e independencia. Asimismo, en el concierto de la naciones, lucha por la efectividad de la soberanía y autodeterminación de los pueblos.
Ya es universalmente aceptado - como lo dijera el Siervo de la Nación- que la soberanía dimana directamente del pueblo, la que es depositada en la Representación Nacional. La soberanía, según lo estatuyera la Constitución de Apatzingán que hoy conmemoramos; es la facultad de dictar leyes y establecer la forma de gobierno que más convenga a los intereses de la sociedad, la cual es, por su naturaleza, imprescriptible, inalienable e indivisible.
Por lo que respecta a la preocupación por lograr no solamente la independencia política de México, sino lograr también la independencia económica de todos los mexicanos, que los ennoblezca y dignifique, sigue siendo meta el pensamiento de Morelos, al expresar que para acabar con la desigualdad de los hombres, es menester fraccionar la tierra y darla a quienes la trabajan.
A lo largo de nuestra historia de país independiente, los principios medulares que informaron la Constitución de Apatzingán, nunca han dejado de tener vigencia; y cuando han estado en peligro, no han faltado generaciones que salgan en su defensa. Pioneros de los mismos fueron los adalides de la Revolución de Ayutla; los exponentes del movimiento social de la Reforma y los hombres de 1910 que realizaron la Revolución Mexicana.
Hoy, en el México actual, decir Revolución es decir patria. Y es que la Revolución Mexicana ya no es un mero accidente histórico, sino que representa la actitud más consiente de nuestro pueblo ante los problemas vitales del país.
Independencia, Reforma y Revolución Mexicana, son tres grandes movimientos populares que han integrado política y socialmente nuestra nación. Por eso México siempre ha tenido una sola; ruta: lograr por el camino revolucionario su propio e inconfundible destino.
Ahora mismo, en este propio recinto, al estar haciendo profesión de fe en los principios revolucionarios; al invocar a Morelos y a los constituyentes que hace siglo y medio se reunieran en esta ciudad de Apatzingán: Liceaga, Verduzco, Herrera, Cos, Sotero, Ortiz de Zárate, Aldrete, Moctezuma, Ponce de León, Argandar, Yarza, Bermeo, López Rayón, Quintana Roo y Sesma, estamos consolidando lo que tan ilustres constituyentes desearon: hacer de México una patria digna y justa en la que, de acuerdo con Morelos, 'no haya otra nobleza que la de la virtud, el saber y el patriotismo'.
Señor Presidente de la República:
Al venir aquí a reafirmar los altos ideales de la patria mexicana, reconocemos en usted al guía que ha sabido plasmar en realidades el ideario de Morelos, dejando para la posteridad su obra, respondiendo así a los anhelos del pueblo de México, todo lo cual hace de usted un gran mexicano, que en breve habrá de transmitir, cumplida su histórica misión, la estafeta a otro gran patriota y revolucionario.
Para terminar, señoras y señores, estimo que el mejor homenaje que podemos tributar a los constituyentes de 1814, es actualizando las palabras del Siervo de la Nación, que pronunciara ante el Congreso de Anáhuac, al afirmar:
'Día grande, fausto y venturoso es éste que el sol alumbra con la luz más pura, y aún parece que su esplendor muestra el regocijo de alegrarnos. Este día fausto de morir o salvar a la patria. Desventurado el que posponiendo la salvación de la América a un egoísmo vil, se muestra indolente en servirla y dejar ejemplo de un acrisolado patriotismo. Temamos el inexorable juicio de la posteridad que nos espera; temamos al tribunal de la historia.' Muchas gracias. (Aplausos.)
El C. Presidente: Tiene la Palabra el C. diputado Jorge Huerta Pérez.
- El C. Huerta Pérez, Jorge (leyendo):
"Señor licenciado Adolfo López Mateos, Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos.
Honorable Poder Legislativo de la Unión.
Distinguidos miembros de la Honorable Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Poderes Constitucionales del Estado Libre y Soberano de Michoacán:
La Cuadragésima Sexta Legislatura de la Cámara de Diputados al Honorable Congreso de la Unión viene a rendir en este día el homenaje de su reconocimiento imperecedero a una regia generación de mexicanos que, en los albores de nuestras instituciones republicanas, supo sobreponerse a la persecución y al sacrificio para darnos el aliento institucional que aún rige la vida del pueblo mexicano.
Hace 150 años en esta tierra venerable, el Congreso de Anáhuac, inspirado por el genio visionario de don José María Morelos y Pavón e integrado por legisladores con vocación de mártires y altura de montañas, hizo un alto en medio del fragor de los combates para legitimar el nacimiento de una patria nueva y soberana al afirmarse, la primera Constitución Política de México, aquí donde quedaron rotas para siempre las cadenas de tres siglos de dominación y oprobio, hemos venido a reavivar nuestra fe de pueblo libre, forjando en el yunque cotidiano de la historia.
El pasado nos demuestra, y Apatzingán es espejo apasionante de ello, que la vida de la sociedad es una lucha permanente por alcanzar los altos ideales de la perfección mediante un sistema de normas justas, desinteresadas e impersonales que rijan sus destinos, por eso ha buscado siempre el imperio del derecho que es sustitución de la voluntad arbitraria de los hombres por la autoridad soberana de la Ley.
El espíritu de liberalismo, con su acervo de libertades humanas y el derecho de resistencia a la opresión, legó a la humanidad la realidad de las primeras Constituciones como órdenes jurídicas fundamentales a cuya primacía estarían sometidos por igual gobernantes y gobernados. Desde entonces el constitucionalismo impregna con su sentido humanista, la vida de la civilización y se convierte en la forma necesaria para realizar una aspiración de justicia multicelular; ya que sin él, ni puede existir la República, que es una estructura, ni menos la democracia, que es un valor ético.
Es por eso que lo que constituye el hecho esencial de la época moderna además de la democracia, que asoma constantemente a lo largo de la historia, y la República, que asienta sus raíces en el fondo del pasado clásico, es la Constitución, sin cuya garantía jamás podría asegurarse la existencia de la dignidad de la persona humana ni, menos aún, las posibilidades de la justicia colectiva.
Uno de nuestros pensadores ha expresado elocuentemente que la Constitución es el acto de nacimiento de las nacionalidades americanas y que la evolución histórica de México ha sido paralela al desarrollo de sus cartas fundamentales.
En México, la primera Constitución tiene un significado propio que nos singulariza en la tradición jurídica del Estado Moderno. En otras latitudes, es tan sólo una etapa en la transformación secular.
Para nosotros, es el punto de partida y la piedra angular de todo progreso. Fuera de México, es un fruto de civilización por todos conscientemente elaborado; obra de colaboración concorde, aunque no siempre pacífica; aquí en una conquista penosamente realizada.
Alimentada por el liberalismo europeo; al que nuestros pensadores, con base en la realidad nacional, dieron matices de originalidad creadora, el concepto de la soberanía popular adquiere el relieve particular de una acción colectiva de voluntad mayoritaria, destinada a la transformación revolucionaria de la base material del grupo humano, de tal manera que el Derecho Constitucional Mexicano aparece con una fuente inagotable que es la acción revolucionaria del pueblo, héroe verdadero de nuestros avatares democráticos.
Lo que ha destruido o transformado las Instituciones de la nación, no ha sido tan sólo la voluntad de nuestros próceres, sino un querer ancestral que viene abriéndose paso desde el fondo mismo de la Historia Patria, que se impone con fuerza transformadora, que se establece como convicción popular, y que se cristaliza en el todo unitario de nuestro derecho político.
Soberanía económica y política de la nación; solución al problema de la tierra y reparto equitativo de la riqueza, son las raíces que superviven hasta nuestros días como causa de un solo linaje revolucionario, realizado en tres etapas dramáticas y condensado en tres Constituciones ejemplares.
Por eso, examinar el hondo sentido de la primera de ellas que es la Carta de Apatzingán, es analizar el camino que hace 150 años escogimos como único y valedero en el primer gran documento Legislativo del Liberalismo Mexicano que llena a plenitud, en toda la historia, la vocación democrática de México. Si la libertad es la raíz que define al mexicano, como asienta López Mateos, la igualdad en la razón última que lo encara de verdad ante la historia, de ahí la singularidad de nuestro pensamiento pleno de contenido social que desde su nacimiento constituye la base misma de nuestro orden institucional y el antecedente ideológico de la vigente Constitución de 1917.
De la justicia que se inicia, radical y vigorosa en Apatzingán, resulta así la historia de una ideología que nutre a la Revolución como fuente esencial del Derecho Mexicano.
Morelos, en su ideario, nutre las deliberaciones del Congreso de Chilpancingo, plantea la seguridad de los ciudadanos, la relatividad del derecho de propiedad sujeto en consecuencia a la expropiación por causa de utilidad pública; el deber social de proteger y favorecer la educación, el carácter democrático de ésta, y el antecedente del derecho de no intervención y autodeterminación de los pueblos.
Al convocar al Congreso Constituyente, Morelos elabora un reglamento para regir el desarrollo de la Asamblea y en él manifiesta su propósito de crear un Gobierno Nacional, regido por una Constitución que salvará del caos al movimiento insurgente y a la nación. Constitución que sustituirá a la española de Cádiz y en la que se declarará la Independencia de nuestro país, la soberanía del Estado Mexicano y la igualdad de los ciudadanos ante la Ley.
Por otra parte, en los 'Sentimientos de la Nación' pedía se incluyera en el texto, leyes que moderaran la opulencia y la indigencia; disposiciones relativas a la abolición de la esclavitud y la distinción de castas. Y en otro documento inusitado palpa lo pernicioso del latifundio, asiento de la economía criolla, planteando la necesidad de fraccionar las tierras y entregarlas al que pudiera cultivarlas.
Empero, la Constitución de Apatzingán no pudo plasmar, en su totalidad, el ideario avanzado de Morelos, primeramente por haber nacido en un momento difícil de la Revolución de Independencia y en otro aspecto, por la fuerte influencia de los intereses del criollismo en el seno de la Asamblea. Pero eso no significa, en manera alguna, la disminución de su mérito y de la enseñanza histórica que representa. Es verdadero punto de partida en el orden jurídico del liberalismo en América. Frente a la tibieza del criollo, plantea sin cortapisas el objetivo de la independencia nacional no a la manera de la legislación española, sino como una derivación del concepto de la soberanía popular. Su contenido es definitivo. El principio de la soberanía del pueblo para darse sus propias leyes.
Adolfo López Mateos ha afirmado que la Historia de México es perpetua afirmación ante la vida; y nosotros pensamos que la Constitución de Apatzingán es la primera definición legal de México contra la adversidad y la injusticia.
Si los ideales históricos de la solidaridad social constituyen el fundamento de la realidad democrática, el Decreto Constitución de 1814 nos parece una especie de germen jurídico, donde todo estaba precontenido; de ahí que lo visionario de sus principios discurriera afanosamente a lo largo del siglo XIX, influyera en los documentos del federalismo en el siglo pasado, en el ideario y al obra legislativa del Partido Liberal, para manifestarse esplendorosamente en la Leyes Agrarias y Obreras de la época preconstitucional y en los artículo 27 y 123 de la Carta Magna de 1917, preceptos que plasman los ideales humanistas preconizados por Morelos en 1814.
Venir a Apatzingán a conmemorar la firma de la Primera Constitución Nacional, es además de rendir el homenaje de nuestro reconocimiento a una ilustre generación de mexicanos que fueron los primeros legisladores del Continente, fortalecer el culto a la grandeza del primer civilista de América.
Morelos, más que como adalid de la guerra, como héroe de la paz, más que como estratego de la libertad, como caudillo de la razón y del derecho; perseguido en una porción del siglo XIX, recorre en triunfo los caminos de la patria y resquebraja las bases del poderío colonial y siente con el pueblo la necesidad de poner un límite a la potestad suprema de los caudillos, de poner fin al caos mediante el orden institucional y de plasmar en derecho los supremos dictados del interés nacional. Si él hubiera sido tan sólo el genio militar de la Independencia, el estratego brillante e indómito o el pueblo hecho fuerza de libertad, su obra hubiera sido trunca, mediana su fuerza y limitadas sus dimensiones; pero cuando habiendo logrado la gloria y el poder llega al Congreso de Chilpancingo que él había convocado, y humildemente se somete al señorío de la ley, el generalísimo Morelos, adquiere la estatura de los auténticos conductores de pueblos, transpone las fronteras de México y se convierte ahora más que nunca, en ejemplo para la humanidad. En tanto que el Congreso lo nombra Alteza Serenísima, él quiere ser "Siervo de la Nación".
Poco después su estrella militar declina, no ha de volver a disfrutar el triunfo. Por proteger la dignidad del Poder Legislativo y la integridad de los constituyentes, liga su camino al peregrinaje de la verdad hecha ley, y del deber poder hecho norma, hasta sucumbir como héroe de la libertad, y como mártir del deber y la justicia.
A partir de ese momento, la Historia de México habrá de ser la historia del triunfo de los valores perennes del derecho y el espíritu sobre los efímeros de la arbitrariedad. Por eso, años más tarde, Benito Juárez habrá de volver a pisar el polvo de todos los caminos, como abanderado de la razón y trashumante del ideal, defendiendo a la ley perseguida para triunfar con ella y mantener enhiestos los principios de la República, la pureza del pensamiento de Reforma, y la dignidad internacional de México.
Y ya en nuestro siglo, camino del Constituyente de Querétaro, la ley se afirma en visión del Varón de Cuatro Ciénegas, para emerger victoriosa, y dar a México un rumbo definitivo de justicia social y de progreso.
Si la civilización actual naufraga entre las corrientes que, suprimiendo los valores fundamentales del orden jurídico, pretenden utilizar el imperio de la fuerza, el hombre de nuestros días reclama la salvaguarda de la civilización en una doctrina histórica que al igual que la de México, esgrima desde siempre y por siempre la fuerza del derecho como base de la paz universal.
Si por una parte la humanidad lleva el riesgo de alcanzar el bien colectivo a costa de renunciar a la libertad individual, por la otra lleva el camino de conseguir la libertad a costa del bien colectivo, de ahí que nuestra generación reclame una solución como la que señala México, para alcanzar la justicia social con libertad.
Señoras y señores:
De la generación de la insurgencia en Apatzingán con el insigne Morelos, a la generación presente de la Revolución con el Presidente López Mateos, se despliega para volver a iniciarse la más fecunda línea de una doctrina humanista cuyos postulados son, ahora más que nunca, universales, trascendentales y verdaderos para esta mitad del siglo en que nos toca vivir.
Son universales, porque nos llevan a contemplar la historia, como la marcha del hombre, orientada necesariamente a la juridicidad que es el camino formal de llegar a la justicia.
Son trascendentales, porque nos enseñan que la única jerarquía posible entre los hombres y entre los pueblos de todos los tiempos y de todas las latitudes, estriba únicamente en su capacidad para entregarse al perfeccionamiento del hombre, por el hombre mismo.
Y son verdaderos, porque nos demuestran que las acciones políticas de los pueblos para ser fecundas, deben estar contenidas en el ideal de la libertad, para la superación del hombre y traducidas en una permanente dinámica institucional.
Señor Presidente de la República:
México tiene un deber ante el destino de la humanidad. Para afrontar esa responsabilidad, nuestra
patria, con su acervo histórico enriquecido, concurre al escenario mundial en un señalado sitio que usted señor Presidente ha sabido alcanzar. Nuestra generación quiere afirmar en este acto histórico, que en el cumplimiento del deber, al igual que los varones de Apatzingán en cuya templanza se nutre el espíritu del mexicano de hoy, nada nos hará titubear.
Frente al amago eventual del desaliento, los mexicanos nos inspiramos en nuestra historia y con el ejemplo de quienes hicieron la Independencia, forjaron y realizaron la Revolución. Por ello, el pueblo siempre ha encontrado su camino. México avanza hoy, seguro, certero, en la consecución de la justicia social, la libertad y el derecho como patrimonio de todos sus hijos.
Morelos, murió por la Independencia.
Morelos vive hoy, en la soberanía nacional, en la majestad de la ley y en el esfuerzo que realizan todos los mexicanos, todos los días, por construir una patria más justa, más pródiga, más suficiente para más mexicanos."
(Aplausos.)
El C. Presidente: Tiene la palabra al C. senador Jesús Romero Flores.
- El C. senador Romero Flores, Jesús (leyendo):
"Honorable Asamblea:
Por estas llanuras extensas y cálidas pasaron trotando las caballerías del generalísimo don José Ma Morelos hace hoy siglo y medio; venían de las montañas del sur y habían cruzado las aguas del caudaloso Balsas; pero otros escuadrones venían del norte, de los picos agrestes de la Sierra tarasca; otros venían del oriente y del occidente, convocados por el genio de la guerra para poner los cimientos de la República, aquí, en este mismo lugar donde ahora nos encontramos, reunido en sesión solemne el honorable Congreso de la Unión y con asistencia de los Supremos Poderes de la República y de los Poderes del Estado Libre y Soberano de Michoacán venimos en peregrinación patriótica los hijos de México para conmemorar uno de los hechos más grandiosos realizados en la historia de la lucha por nuestra independencia.
Permitidme que sea mi voz la que se alce para recordar el hecho histórico que nos congrega; mi palabra, carente de elocuencia no tiene otra razón para elevarse que el amor que mi corazón siente por mi patria y mi admiración por quienes se sacrificaron por legarnos un México libre.
La Constitución Política promulgada en esta ciudad, Apatzingán, el 22 de octubre de 1814, fue el primer Estatuto Jurídico de los mexicanos; nuestra segunda Constitución fue la promulgada en México el 4 de octubre de 1824; fue la tercera la expedida el 5 de febrero de 1857 y la que actualmente nos rige es la cuarta, sancionada el 5 de febrero de 1917 en la ciudad de Querétaro. A estas cuatro Constituciones están unidos los nombres de otros tantos mexicanos que abanderaron su defensa, y ellos fueron don José Ma Morelos, don Guadalupe Victoria, don Benito Juárez y don Venustiano Carranza. Nos concretaremos en esta vez a recordar a la primera de dichas Constituciones, por que es la finalidad que nos congrega en este sitio.
Los miembros del partido conservador, a quienes con justicia se les ha llamado anti- patria, los discípulos del historiador Lucas Alamán y de todos aquellos que han ocupado, inútilmente, en denigrar a nuestros patricios, afirman que el movimiento en favor de la independencia nacional fue una lucha desorbitada, anárquica, destructora, sin finalidades constructivas. Semejante afirmación es falsa y se contradice con lo hechos mismos, con la evidencia de los acontecimientos, que no pueden opacarse con los sofismas del partido reaccionario.
La lucha por nuestra independencia tuvo, como todas las luchas que se emprenden en el mundo, dos finalidades: la primera, destruir un régimen y una organización basados en la tiranía, en la injusticia y en la explotación de las clases humildes por quienes se habían adueñado del poder por el engaño y por la fuerza; y, segunda, construir una nacionalidad sobre las bases de una nueva jurisprudencia política, de distinta organización económica y de relaciones sociales más humanas.
Para lo primero era forzoso emprender una guerra, sangrienta y dolorosa, en verdad, pero para la cual el propio caudillo de ella, don Miguel Hidalgo y Costilla, había tratado de evitar los mayores estragos, cuando, en su manifiesto de Guadalajara expresó aquellas hermosas palabras: 'Unámonos todos los que hemos nacido en este dichoso suelo'; pues si se hubieran escuchado las palabras del Libertador por todos los mexicanos, criollos y mestizos que militaban bajo las banderas virreinales, en unos cuantos meses se hubiera consumado la independencia y se hubieran evitado once años de lucha encarnizada y dolorosa.
Para lo segundo, es decir, para construir una nueva patria, desde los primeros meses de iniciada la insurrección dictó el señor Hidalgo las medidas más prudentes y atinadas para construir un gobierno frente al gobierno de los virreyes. En la propia ciudad de Guadalajara, dos meses después del Grito de Dolores, nombró el señor Hidalgo dos Ministros de Estado: al licenciado don Ignacio López Rayón, encargado de la Secretaría de Relaciones, y al licenciado don José Ma Chico, encargado de la Secretaría de Justicia; se expidió el 'Decreto sobre la Libertad de los Esclavos', porque es condición indispensable, para establecer la ciudadanía la más amplia libertad de los hombres. Nombró también a don Pascasio Ortiz de Letona; Embajador de México ante el Gobierno de los Estados Unidos; se empezó a publicar el periódico titulado 'El Despertador Americano', como órgano de la Revolución, encargándose de su dirección el notable economista don Francisco Severo Maldonado; se nombró la primera expedición militar encabezada por don José Ma González Hermosillo, para que propagara la insurrección en las Provincias Internas de Occidente, y en una palabra, Hidalgo trazó las bases de un gobierno en sus puntos más esenciales. Con los hechos anteriores, desmentimos a los historiadores reaccionarios, quienes afirman que el movimiento insurgente no tuvo una orientación definida; lejos de eso, tuvo una organización acorde con sus elevados propósitos.
La traición que se hizo a nuestros caudillos en las Norias de Baján y su sacrificio en Chihuahua frustraron aquel grandioso esfuerzo inicial.
Encontrándose en Saltillo el señor Hidalgo y sus ilustres compañeros, designaron al señor licenciado don Ignacio López Rayón, ilustre michoacano, para que regresara al Interior del país para realizar las dos finalidades que desde Guadalajara se habían
trazado: mantener el fuego de la lucha emancipadora y organizar, por medio de un gobierno, la acción de todos los insurgentes.
El señor licenciado López Rayón cumplió las órdenes del señor Hidalgo. Su heroica retirada desde la ciudad de Saltillo, la toma de Zacatecas, los combates librados en Rancho del Maguey y en otros lugares, le permitieron llegar hasta el entonces pueblo de La Piedad, ya en la Intendencia de Michoacán, y desde ahí esquivando a las tropas virreinales por no encontrarse en condiciones militares satisfactorias, llegó a la población de Zitácuaro, lugar en donde, de acuerdo con las instrucciones recibidas, estableció la 'Soberana Junta Nacional Americana', siendo él el Presidente de ese naciente gobierno y designándose por las tropas como vocales, a los señores doctor don José Sixto Verduzco, al doctor don José Ma Cos y al general don José Ma. Liceaga También se dio principio a la publicación de un periódico, que fue 'El Ilustrador Nacional', cuyo redactor fue el doctor Cos, y luego el 'Semanario Patriótico Americano', publicado por el licenciado don Andrés Quintana Roo.
Las campañas de Rayón, su heroica defensa de Zitácuaro y su retirada posterior hasta la Provincia de Puebla, nos demuestran la acción infatigable y la inteligencia de aquel gran insurgente, que al lado de su hermano don Ramón, de don Benedicto López y de todos aquellos heroicos patricios, en su mayoría hijos de Zitácuaro, supieron luchar, denodadamente, por la causa de la libertad.
Pero le estaba reservada a Morelos la acción más grande en el segundo período de la guerra por nuestra emancipación. Genio militar y político, organizador incansable, creador de las más luminosas ideas y de las más elevadas aspiraciones, Morelos llena con su figura el vasto escenario de la guerra de independencia y proyecta la luz de su talento para iluminar con ella el campo de nuestros actuales problemas.
Máximo caudillo de un pueblo que buscó en la libertad al principio de su bienestar social, Morelos comprendió que no era solamente la independencia la que haría felices a los hijos de Anáhuac y por ello, tras de conducir sus legiones al triunfo en los campos de batalla, los condujo después a las urnas electorales; para crear las instituciones políticas y gubernativos que serían la norma de su vida civil, y una y otras instituciones, la militar y la política, las hizo descansar en la estructura económica: base del bienestar positivo de los pueblos.
Designado el señor Morelos por el jefe de la insurrección don Miguel Hidalgo, en el pueblo de Charo, para insurreccionar las Provincias del Sur, después de una serie de brillantes campañas llegó a la población de Chilpancingo, en donde convocó a la reunión del Primer Congreso Nacional Americano que se instaló solemnemente en dicha población el 13 de septiembre de 1813 y el día 6 de noviembre del propio año la corporación legislativa expidió el Acta de nuestra Independencia, firmada por todos los diputados de aquella ilustre Asamblea.
Un año y tres meses duró el trabajo de redacción de nuestra primera Constitución Política y el propio señor Morelos expresó a los constituyentes sus puntos de vista, para que, si los estimaban convenientes, fueran incluidos en el tanto de la Ley Fundamental. Esa opinión del señor Morelos se conoce en la historia con el nombre de 'Sentimientos de la Nación', queriendo decir que allí quedaban expresados los anhelos de los hombres levantados en armas y las causas por las que luchaban para fundar una patria libre, política y económicamente.
No se olvidó el señor Morelos, en aquellos meses de lucha del lugar de su nacimiento, la ciudad de Valladolid, que hoy en sus honor lleva el hermoso nombre de Morelia; en diciembre de 1813 quiso apoderarse de la expresada ciudad para que estuviera en ella el asiento del gobierno insurgente; pero desgraciadamente la acción militar le fue adversa, teniendo que retirarse desde las Lomas de Santa María, en las goteras de dicha ciudad, hacia Undameo, Tacámbaro y otros lugares.
Tampoco el Congreso reunido en Chilpancingo pudo permanecer mucho tiempo en la misma población. El gobierno realista, entendiendo bien la fuerza que tomaba la insurrección hecha ya gobierno, desató sus más poderosas legiones para perseguir a los insurgentes.
Los diputados tuvieron que abandonar Chilpancingo, rumbo al pueblo de Tlachapa y siguiendo por la parte sur del hoy Estado de Guerrero penetraron a Michoacán, encontrándose ya en el mes de abril de 1814 en la población de Uruapan, en donde estuvieron trabajando en la redacción de la Constitución durante tres meses.
Las atenciones de la guerra obligaron a algunos de los señores diputados a tomar las armas; pero el señor Morelos dispuso que la corporación legisladora fuera aumentada con nuevos elementos; la elección de estos diputados no era posible que se hiciera en comicios semejantes a los que hoy efectuamos; la elección se hacía por votación de las fuerzas armadas. De esta manera los nuevamente electos fueron: licenciado don José Sotero Castañeda, por Durango; don Manuel Aldrete y Soria, por Querétaro; licenciado don José María Ponce de León, por Sonora; doctor don Francisco Argandar, por San Luis Potosí; don Francisco Sesma, por Zacatecas y don José Antonio Moctezuma, por Coahuila. Estos diputados se agregaron a los señores licenciados López Rayón, Carlos María de Bustamante, Andrés Quintana Roo y otros que venían funcionando desde la integración del Congreso de Chilpancingo.
Obligados a salir de Uruapan, tomaron rumbo al sureste michoacano y estuvieron en la hacienda de Santa Efigenia, de allí al pueblo de Poturo, por Huetamo; después a Tiripitío y a la hacienda de los Laureles cerca de Zitácuaro; volvieron después a Huetamo y de allí a Ario, para terminar sus labores en esta ciudad de Apatzingán.
Refiere el historiador Bustamante, que fue diputado en aquel Congreso, en su libro 'CUADRO HISTÓRICO DE LA REVOLUCIÓN DE INDEPENDENCIA', que aquellos heroicos diputados muchas veces tuvieron que celebrar sus sesiones debajo tirados y que cuando estuvieron en la hacienda de la Zanja lo hicieron a la sombra de unos naranjos. Su escolta era de 80 hombres, mal vestidos y peor armados; casi nunca les daban dietas, dábanles ración de víveres como a los soldados; ración que consistía en arroz, carne, algunas veces sin sal. Hacían vida en común alojándose en las chozas que encontraban; pero en medio de tantas penalidades continuaban desempeñando sus funciones.
Sigue diciendo Bustamante: "Para poder celebrar con alguna tranquilidad la promulgación y jura de la Constitución sin ser perseguidos por los realistas, los diputados, que la sazón se hallaban en Ario, hicieron correr a voz de que iban a Pátzcuaro y secretamente acordaron hacerlo en Apatzingán, habiendo tomado sus medidas para hacer llevar a aquel lugar desde puntos que estaban ocupados por el enemigo, las cosas necesarias para solemnizar aquel acto. Presentóse el doctor Cos con una fuerte escolta de gente del Bajío y un magnífico uniforme de Mariscal de Campo bordado en Guanajuato."
Acompañaban a Morelos su escolta y la del Congreso, que hacían un conjunto de quinientos hombres. Conforme a lo prevenido en la misma Constitución (artículo 240) acabada la misma acción de gracias, que se cantó con la posible solemnidad, el Presidente del Congreso prestó juramento en manos del decano y lo recibió en seguida de todos los diputados, procediendo luego a la elección del Supremo Gobierno, que estuvo formado por un triunvirato integrado por Morelos, Liceaga y Cos. Hiciéronse bailes y festines en los que se sirvieron dulces y pastas llevados de Querétaro y Guanajuato y sentáronse a la mesa, después de los generales y oficiales, los sargentos y soldados. Morelos vestido de gran uniforme danzó en el convite y abrazando a todos los concurrentes les dijo: que aquel día era el más fausto de su vida.
Las ideas que campeaban en aquella Constitución eran las dominantes de su tiempo entre los hombres ilustrados que deseaban el bien para patria; no podemos decir que hayan sido completamente originales, muchas de ellas estaban tomadas de los publicistas españoles y de algunos autores franceses y norteamericanos que, a despecho de las autoridades virreinales, eran leídos por los estudiosos de entonces.
Morelos había expresado ya muchas de esas ideas en sus manifiestos, proclamar circulares y demás documentos que frecuentemente dirigía a los pueblos o bien a los jefes subalternos para que, conforme a tales ideas normaran su conducta, trazando así un programa uniforme a la revolución de independencia.
La ideología de los insurgentes era demasiado avanzada para su época y, aunque, como dijimos antes, en su parte política estaban inspirados en las doctrinas de los publicistas extranjeros, en su parte económica se sujetaban completamente a las necesidades del pueblo mexicano, cuyos problemas conocían a fondo.
Algunos días después de promulgada la Constitución se trasladaron los poderes a Ario, en donde se instaló el Supremo Tribunal de Justicia con una función en la que gastaron $ 8,000.00, suma muy considerable para aquellas circunstancias, y para conservar memoria de estos sucesos se acuñó una medalla alusiva en la división de los tres poderes.
Larga sería la tarea que nos impusiéramos si tratáramos de relatar las labores y la peregrinación de aquél naciente gobierno durante el año de 1815 Morelos, fiel a su pensamiento, se impuso la tarea de salvaguardar a aquel grupo de patricios que no podían permanecer muchos días en un solo lugar sin ser perseguidos por las fuerzas realistas, Así, saliendo de Michoacán recorrieron muchos lugares hacia las márgenes del río de Mezcala o Balsas.
Atacados en un lugar llamado Tesmalaca por el realista Concha, el Generalísimo permaneció defendiendo a los miembros del Congreso mientras éstos se ponían a salvo. En esta acción fue hecho prisionero el día 5 de noviembre de 1815, y conducido a la ciudad de México, se le instruyeron dos procesos, uno como eclesiástico y otro como civil y en ambos fue condenado a muerte; ejecutándose tan inicua sentencia en el pueblo de San Cristóbal Ecatepec el día 22 de diciembre de 1815. Heroicamente sucumbió aquel grande hombre no solamente en defensa de su patria sino en defensa del Soberano Congreso, del Poder Legislativo por cuya iniciativa se había formado.
Pocos días subsistió el Congreso después de la aprehensión de Morelos; sus miembros se trasladaron a Tehuacán y en este lugar se designó a don Ignacio Alas como jefe del Poder Ejecutivo y al licenciado José Sotero Castañeda como Presidente del Congreso; Sin embargo, cundió una gran desmoralización al saber el triste fin del Generalisimo, por lo cual el insurgente don Manuel Mier y Terán disolvió el Congreso en el propio mes de diciembre del año expresado.
Pero, los aguerridos patriotas no se resignaron a operar sin núcleo gubernativo que les diera fuerza y cohesión y en el pueblo de Taretan, Michoacán, se formó una Junta de Gobierno, la cual estuvo integrada por don Manuel Muñiz, don Dionisio Rojas, don José Pagola, don Felipe Carbajal y el licenciado Ignacio Ayala. Esta Junta venía a subsistir, en cierto modo, al extinto Congreso.
Qué grato es recordar en estos momentos a todos aquellos hombres; pertenecían a la clase intelectual más destacada de su tiempo; eran en su mayor parte civiles, unidos por un fervor patriótico, para crear una organización gubernativa que diera respetabilidad a la lucha armada. Casi todos ellos murieron y solamente unos cuantos pudieron sobrevivir a la consumación de nuestra Independencia. Al triunfo de ésta nada pidieron; por su acción generosa no tuvieron más recompensa que la diadema de la gloria que hoy brilla sobre su frente.
Las conmemoraciones cívicas, como ésta en que nos encontramos, no solamente sirven para honrar y enaltecer la memoria de aquellos hombres que nos dieron patria; sirven, principalmente, para exaltar nuestros sentimientos y afirmar nuestra voluntad de servir leal y desinteresadamente a México, imitando el ejemplo de aquello hombres que en épocas aciagas, con el sacrificio de su tranquilidad y de su vida, lucharon por legarnos esta patria por la cual todos, sin distinción, unidos como un solo hombre, debemos trabajar sin descanso." (Aplausos.)
VI
(El C. Primer Magistrado de la Nación, licenciado Adolfo López Mateos, abandona el recinto acompañado de las Comisiones nombradas para el caso y es despedido por todos los asistentes con una clamorosa ovación.)
El C. Presidente: Se recuerda a los ciudadanos legisladores e invitados, que a las trece horas y treinta minutos se develará en el edificio denominado "Palacio Nacional del Supremo Congreso Mexicano", de esta ciudad, la placa conmemorativa de esta acto.
VII
- El C. secretario Martínez Corbalá, Gonzalo (leyendo):
"Acta de la sesión conjunta de las Cámaras de Diputados y Senadores del XLVI Congreso de la Unión, celebrada en la ciudad de Apatzingán, Mich., el día veintidós de octubre de mil novecientos sesenta y cuatro, en ocasión del sesquicentenario de la expedición del decreto constitucional para la Libertad de la América Mexicana, sancionado el veintidós de octubre de mil ochocientos catorce.
Presidencia del C. Tomás Algaba Gómez.
En el Teatro Purépecha de la ciudad de Apatzingán, Mich., a las nueve horas y cincuenta y cinco minutos del jueves veintidós de octubre de mil novecientos sesenta y cuatro, se abre la sesión conjunta con asistencia de doscientos tres ciudadanos diputados y cincuenta y dos senadores, según declara la Secretaría después de haber pasado lista.
Presentes en la sesión solemne se encuentran como invitados de honor, las representaciones de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y de los tres poderes constitucionales del Estado.
La Secretaría da cuenta con un oficio de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en que se designan representantes para el acto que se conmemora. De enterado.
Se da lectura a las Comisiones de cortesía designadas por ambas Cámaras para los actos conmemorativos que habrán de celebrarse en esta ciudad.
Se decreta un receso en espera del C. Presidente de la República.
Al presentarse el C. licenciado Adolfo López Mateos, Primer Magistrado de la Nación, acompañado de las comisiones designadas al efecto por las Cámaras, se reanuda la sesión.
La Secretaría da lectura a "La Constitución de Apatzingán y al Decreto Constitucional para la Libertad de la América Mexicana".
A continuación hacen uso de la palabra los CC. Encarnación Tellitud, representante del Congreso del Estado de Michoacán, Jorge Huerta Pérez, representante de la Cámara de Diputados y Jesús Romero Flores, representante de la Cámara de Senadores, quienes hacen alusión a la conmemoración que se honra y al héroe epónimo de la patria, Generalísimo don José María Morelos y Pavón.
Las mismas comisiones designadas al respecto, acompañan al C. Presidente de la República al retirarse del recinto.
La Presidencia recuerda a los ciudadanos Legisladores e invitados, que a las trece horas y treinta minutos se develará en el edificio denominado Palacio Nacional del Supremo Congreso Mexicano de esta ciudad, la placa Conmemorativa de este acto.
A las doce horas se levanta la sesión conjunta de las Cámaras de Diputados y Senadores del XLVI Congreso de la Unión, previa lectura y aprobación de la presente acta".
Está a discusión el acta. No habiendo quien haga uso de la palabra, en votación económica, se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa sírvanse manifestarlo levantando la mano. Aprobada.
El C. Presidente (A las 12.00 horas): Se levanta la sesión conjunta de las Cámaras de Diputados y Senadores del XLVI Congreso de la Unión.
TAQUIGRAFÍA PARLAMENTARIA Y
"DIARIO DE LOS DEBATES"