Legislatura XLVII - Año I - Período Ordinario - Fecha 19671205 - Número de Diario 39
(L47A1P1oN039F19671205.xml)Núm. Diario:39ENCABEZADO
MÉXICO, D. F., MARTES 5 DE DICIEMBRE DE 1967
DIARIO DE LOS DEBATES
DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS
DEL CONGRESO DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS
Registrado como artículo de 2a. clase en la Administración Local de Correos, el 21 de septiembre de 1921.
AÑO I.- PERIODO ORDINARIO XVII LEGISLATURA TOMO I.- NUMERO 39
SESIÓN SOLEMNE
DE LA
H. CÁMARA DE DIPUTADOS
EFECTUADA EL DÍA 5 DE DICIEMBRE DE 1967
SUMARIO
I. Se abre la sesión solemne con el exclusivo objeto de conmemorar el centenario de la fundación de la Escuela Nacional Preparatoria, con la presencia del señor Secretario de Educación Pública, licenciado Agustín Yañez; del señor Rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, ingeniero Javier Barros Sierra; del señor Director del Instituto Politécnico Nacional, doctor Guillermo Massieu; del señor Director de la Escuela Nacional Preparatoria, licenciado Vicente Méndez Rostro; del señor licenciado Fernando Solana; así como de otras relevantes personalidades y de una Comisión de la H. Cámara de Senadores, a quienes el C. presidente de la asamblea agradece su presencia
II. Hace uso de la palabra el C. diputado Raúl Noriega Ondovilla
III. Se da lectura y se aprueba el acta de esta sesión. Se levanta la sesión solemne y se pasa a sesión pública
DEBATE
Presidencia del
C. ALFONSO DE ALBA MARTIN
(Asistencia de 167 ciudadanos diputados.)
I
- El C. presidente (a las 10:45 horas): Se abre la sesión.
El C. presidente: Se abre la sesión solemne con la que esta H. Cámara de Diputados al XLVII Congreso de la Unión, conmemora el centenario de la fundación de la Escuela Nacional Preparatoria. Están presentes en este salón de sesiones distinguidos funcionarios: el señor Secretario de Educación Pública, licenciado don Agustín Yañez (aplausos); el señor Rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, ingeniero Javier Barros Sierra (aplausos); el señor Director del Instituto Politécnico Nacional, director Guillermo Massieu (aplausos); el señor Director de la Escuela Nacional Preparatoria, licenciado Vicente Méndez Rostro (aplausos); así como relevantes personalidades de la misma institución, como el Secretario General licenciado Fernando Solana; varios de los antiguos directores de la Escuela Nacional Preparatoria, maestros eméritos de la misma y los miembros del Patronato Universitario (aplausos). También están presentes en el recinto de la Cámara una Comisión de senadores de la H. Cámara Colegisladora (aplauso), los señores directores auxiliares de los diversos planteles de la Preparatoria y de las mesas directivas de las sociedades de alumnos de éstas, (aplausos); así como el Coordinador General de Enseñanza Primaria en el Distrito Federal. A todos, a nombre de este cuerpo legislativo, agradezco su presencia en representación de esta Cámara de Diputados. Se concede el uso de la palabra al C. diputado Raúl Noriega (aplausos) (porra).
II
El C. Noriega Ondovilla, Raúl: Señor licenciado Alfonso de Alba Martín, presidente de la Cámara de diputados; señor licenciado Agustín Yañez, Secretario de Educación Pública; señor ingeniero Javier Barros Sierra, rector de la Universidad Nacional Autónoma de México; señor licenciado Vicente Méndez Rostro, Director de la Escuela Nacional Preparatoria; señor ingeniero Guillermo Massieu, Director del Instituto Politécnico Nacional; queridos y respetados maestros eméritos de la Escuela Nacional Preparatoria; señoras Elena Barreda de Miranda y Leonor Barreda de Omano, nietas del benemérito educador don Gabino Barreda (aplausos); distinguidos maestros, directores de escuelas, facultades y funcionarios de la Secretaría de Educación Pública y de la Universidad Nacional Autónoma de México, señores senadores de la República aquí presentes, señores diputados al Congreso de la Unión:
Este año ha tenido la importancia cívica de registrar grandes aniversarios históricos que nos han obligado a hacer balances de lo alcanzado por México, en su vida integral, como pueblo y como entidad jurídica, ya que registran acontecimientos supremos que abrieron nuevas y trascendentales etapas a la vida de nuestra patria: un aniversario fue el del triunfo de la República, sellado en lo militar, en Querétaro, el 15 de mayo de 1867, y en lo civil, el 15 de julio del mismo año, al reintegrar el Presidente Juárez el gobierno nacional a su sede, en esta ciudad de México.
Otra gran conmemoración fue la que festejamos el pasado 5 de febrero, al rendir homenaje a don Venustiano Carranza y a los constituyentes de 1917, por habernos entregado una nueva Constitución Política, base y motor de México actual en el curso de estos últimos cincuenta años.
A estas tres conmemoraciones, en unión del señor Presidente Gustavo Díaz Ordaz, se entrego el pueblo con entusiasta, plena conciencia de su significado, ya que en ellas, y en el balance que al principio hablé, el pueblo se encontró a sí mismo, en el esfuerzo y en el sacrificio de sus ancestros; esfuerzos y sacrificios culminados, hace cien años, en la victoriosa defensa de las instituciones republicanas, y hace medio siglo, también, en otra gran victoria, al convertir en normas los muy mexicanos principios de justicia social surgidos de la Revolución de 1910.
Hoy, los diputados de la XLVII Legislatura al Congreso de la Unión, honrados por la presencia de las distinguidas personalidades invitadas, rendimos pleno homenaje a la ya centenaria Ley del 2 de diciembre de 1867, que constituyó el último y efectivo triunfo del liberalismo mexicano en el siglo XIX, al dar institucionalidad definitiva a la escuela elemental que entrega a la niñez los conocimientos primordiales y sirve así a la gran masa del pueblo; Ley que, simultáneamente, aportó a la juventud, mediante la creación de la Escuela Preparatoria, las perspectivas de mejores y más útiles destinos para la gran comunidad del país y el camino para llegar a las profesiones en las que se ejerce mayor responsabilidad social económica y aún hasta aquellas actividades que estructuran las directrices de las grandes realizaciones nacionales.
Los días que siguieron al de la reintegración del gobierno republicano a la ciudad de México eran días difíciles. Humeaban aún los escombros de unas sangrientas luchas que habían durado diez años; urgía reorganizar a la nación, rehacer su economía y despejar el ambiente de odios y rencores.
El México victoriosos de aquel entonces, gracias a la prudencia de Juárez, no se empapó en un orgía de sangre, Ejecutadas las seis sentencias indispensables, los términos de la amnistía más amplia fueron previstos y muy pronto restituidos a sus hogares muchos de los principales que habían servido al Imperio; pero había algo más que hacer que todo esto; era necesario mirar hacia el futuro y pensar en la consolidación definitiva de México para hacerlo inexpugnable.
Esta tarea, Juárez lo sabía, radicaba exclusivamente en la escuela, igual que hoy.
Juárez sabía por sí mismo cuánto vale la instrucción.
Juárez mismo había sentido cómo, al aprender a leer, se le abrieron infinitos horizontes; y cómo también, como alumno, maestro y director del Instituto de Ciencias y Artes de Oaxaca, en la juventud que estudia, se fortalece el corazón y se modela el cerebro de la patria.
Y así, cuando su Ministro de Justicia e Instrucción Pública le llevó a la firma el Decreto - Ley cuya expedición conmemoramos, el Presidente Indio, tras la limpia caligrafía del amanuense, en cada uno de los ordenamientos allí inscritos, vio la marcha de las nuevas generaciones, la de las niñas y los niños, hijos de campesinos, obreros, artesanos y empleados humildes, que mediante la enseñanza primaria adquirirían conciencia de su ser como mexicanos, y vio la marcha de los jóvenes en el estudio preparatorio para llegar a las escuelas que más tarde habrían de llamarse facultades, dueños de la noción de que, manejando la ciencia como instrumento, serían capaces de elaborar soluciones técnicas adecuadas al beneficio directo de la superación personal y el mejoramiento colectivo.
Con el auxilio de los pequeños anteojos que él usaba, leyó palabra por palabra el documento con el que culminaban, ahora sí, con tal posibilidad de realización, las ideas largamente acariciadas por quienes, aún desde antes de la Independencia, habían requerido la reforma educativa. Figuran entre éstos, los padres franciscanos del Colegio de Santa María de Guadalupe, en Zacatecas, que en 1812, en plena Insurgencia, publicaron un folleto en el que preconizaba la inclusión de la enseñanza de las ciencias exactas en colegios y seminarios; y hay que recordar también a los fundadores de las escuelas lancasterianas y rendir tributo a aquella gran trilogía que forman Gómez Farías, el doctor Mora y Ramos Arizpe, y mencionar la información de que poco antes que se iniciara la intervención napoleónica en 1862 se hizo público en el que se anunciaba la creación de una escuela cuyos lineamientos programáticos eran en substancia los de misma Escuela Preparatoria, conforme a la letra del Decreto - Ley.
No fue por tanto, nada de lo instituído en ese documento, obra de improvisación; las urgencias habían gravitado mucho tiempo sobre el ambiente en el afán de dar pleno señorío a la instrucción con base científica, sin provocar ningún conflicto en las conciencias.
El mandatario, ya con la pluma entintada, volvió a leer: "Benito Juárez Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, a sus habitantes, sabed:
"Que en virtud de las facultades de que me hallo investido, y considerando que difundir la ilustración en el pueblo es el medio más seguro y eficaz de moralizarlo y de establecer de una manera sólida la libertad y el respeto a la Constitución y a las leyes, he venido a expedir la siguiente: Ley Orgánica de la Instrucción Pública en el Distrito Federal..."
Quienes están familiarizados con el estilo de expresión de Juárez, no dudan que el preámbulo del Decreto - Ley de 2 de diciembre de 1867 es absolutamente suyo, y además profético, porque ha sido y sea siempre la enseñanza el medio único de hacer un México grande, con la suma del saber de todos y cada uno de sus hijos (aplausos).
Nada más maravilloso ni más bello que la arquitectura de un plan de estudios capaz de crear y albergar hombres nuevos dentro del edificio mayor de una patria; esto fue lo que con la inspiración de Juárez, y bajo el cuidado de sus ministros, don Antonio Martínez de Castro, realizó la Comisión redactora del histórico Decreto - Ley, presidia por el doctor Gabino Barreda, e integrada por los doctores Pedro Contreras Elizalde e Ignacio Alvarado, el ingeniero Francisco Díaz Covarrubias y el abogado Eulalio Ortega. Todos ellos tuvieron la misión de crear. Con el hombre nuevo, un México nuevo, dándole a su germen, el adolecente, una visión precisa y un criterio exacto de las realidades
nacionales a la luz de los conocimientos científicos, liberado el alumno del dogma escolar del "magister dixit", mediante la observación y la experimentación personales; esto, para lograr que la conciencia patria se consolidara bajo los signos supremos del progreso y de la libertad, con un impulso permanente de servicio.
La obra de Barreda fue titánica en el viejo colegio de San Ildefonso, colegio que, como si estuviera bajo la influencia de un poder mágico, ha sido insigne entre los insignes, desde los días de la Colonia, y tanto, que a él venían desde fuera de la Nueva España muchos alumnos a aprender en sus aulas y de él salieron muchos hombres eminentes, igual que salieron después a partir de Gabino Barreda.
Es oportuno mencionar el hecho y localizar el origen del dato, ya que de él sólo tengo el recuerdo: alguien escribió, quizás don Luis González Obregón, que en los últimos años del siglo XVIII y los primeros del siguiente, hubo tesis de bachilleres en las que se planteaban la autonomía y aun la independencia de la Nueva España, y otras tesis en las que se reclamaba la división de los mexicanos en castas o la vigilancia de los monopolios hispanos.
Y es importante localizar estas tesis precursoras de la ideología del México independiente, porque en ellas hallaríamos las esencias del espíritu de una nueva patria.
Hoy, a menos que se trate de un divertimiento académico, no se puede discutir seriamente el contenido doctrinal del positivismo, ni tampoco el que pudiera ser negativa, contra cualquier creencia religiosa, la enseñanza de las ciencias exactas y de las ciencias naturales; y en lo que la historia de la Preparatoria se refiere, tampoco puede haber discusión cuando se hable que Barreda mantuvo las cátedras de metafísica y moral conforme al Reglamento de Ley Orgánica de Instrucción Pública expedido el 24 de enero de 1868.
Además, Barreda estableció, como premisa suprema, que la aplicación del conocimiento científico queda invalida cuando la inteligencia posterga los dictados del corazón. Tesis que mantuvo siempre vigente otro gran educador, Justo Sierra.
Cabe aquí señalar que en 1891 la parte científica del programa de estudio de la Preparatoria fue adoptado para el programa de estudios del Seminario Conciliar de la Ciudad de México, según dato que nos entrega el libro titulado "Antología de la Escuela Nacional Preparatoria en el Centenario de su Fundación", obra de ameritado historiador.
Otro gran maestro, don Antonio Caso, quien desde los finales de la primera década de este siglo, inspirado por la doctrina filosófica de la intuición, trató de dar una nueva orientación a la enseñanza, ya que no son ni la observación ni la experimentación las únicas fuentes del conocimiento, ni sus factores únicos, la inducción y la deducción.
Bajo la influencia de Caso y de quienes como él pensaban, y por qué no decirlo, bajo la influencia también preponderante del ambiente creado por nuestra Revolución, se estableció el concepto preciso y equilibrado que constituyen las dos proyecciones unificadas, no sólo para la Universidad Nacional Autónoma de México, sino para todos los planteles de enseñanza media e institutos de educación superior, en cuyas enseñanzas el humanismo, la ciencia y la técnica, componen una sola fórmula al servicio del hombre y de la comunidad nacional y de los pueblos del mundo entero.
Contra lo que pensaban los enemigos del inicial plan de estudios de la Preparatoria, ésta, ni bajo la égida de Barreda, ni después, ni nunca, ha sido una escuela de facción, sino una clara imagen del pensamiento mexicano y del pensamiento universal en todos sus matices (aplausos); por ellos la Preparatoria es el hogar fraterno de incontables generaciones de estudiantes, de las que han salido dirigentes que representan todas las ideologías políticas y que incluso, de acuerdo con ellas, han impartido cátedras en su seno. Y esta es la potencia mayor de México, y la mejor, más bella y más valiente herencia, de los liberales mexicanos del siglo pasado (aplausos). El pensamiento renovador educativo tuvo su primer logro en la fundación del Ateneo Fuente, cuyo centenario acaba de celebrarse. Ateneo que ostenta el nombre de uno de los más adictos y capaces colaboradores del Presidente Juárez en la patriótica lucha contra la Intervención y el Imperio.
El ejemplo de la Preparatoria de inmediato cundió.
Colegios e Institutos del interior del país, así como escuelas normales, forjaron su imagen y estructura con base en el programa preparatoriano. En esa forma se fecundó el intelecto juvenil de toda la República, cuyo aprendizaje, al paso de los años, y como resultado de nuestro perfeccionamiento político- jurídico, según lo releva un análisis del Anuario Estadístico Mundial de las Naciones Unidas, realizando recientemente por un destacado investigador, ha hecho posible que aún, contadas nuestras necesidades nacionales no satisfechas, México ocupe hoy un lugar destacado entre los veinte países más adelantados del Orbe.
En 1923, la Preparatoria se renueva con la creación de la Nocturna, cuyo lema proclamó la misma oportunidad para todos. Este acierto popularizó aún más la enseñanza al permitir que jóvenes obreros y empleados pudieran superar los obstáculos que les planteaban su existencia como trabajadores para seguir una carrera profesional.
En 1929 se logra una decisión presidencial largamente anhelada por maestros y estudiantes, sobre todo de la Escuela Nacional Preparatoria: la que otorgó a la Universidad Nacional su autonomía (aplausos), autonomía que en el curso de 38 años ha probado y comprobado la bondad de aquella histórica resolución. Pasar lista de los nombres de los alumnos de la Escuela Nacional Preparatoria que directa y positivamente ha influido en la vida de México, sería tarea tan inmensa como incansable.
Ha sido dominante el número de aquellos que en los campos del saber, del arte y de las letras, y en el primer plano de la actuación política, en cargos de las más altas responsabilidad, unieron y están uniendo positivamente sus destinos a los destinos de México. Y aún más, con igual calidad moral se destacan aquellos que en el círculo de sus existencias, calladamente, entregados a su esfuerzo cotidiano, han contribuido al progreso de México. Todo esto, lo reconocemos con gratitud, es obra de los excelentes maestros que ha presidido sus aulas con nobleza y generosidad, las aulas de una Preparatoria hoy integrada por nueve escuelas más, una Preparatoria
siempre romántica e inolvidable, creadora de intelectos con esencias enciclopédicas y ánimo estrictamente mexicano, enemigo del retroceso y de la injusticia, inalterablemente fiel al pensamiento progresista de nuestro pueblo.
La XLVII Legislatura al Congreso de la Unión, en esta sesión conmemorativa de la expedición del Decreto - Ley del 2 de diciembre de 1867, rinde también homenaje, en esta solemne ocasión, a los educadores que en todos los niveles de la enseñanza han contribuido y están contribuyendo con sus conocimientos a la creación y fortalecimiento de México, porque son ellos, como guías de la niñez y de la juventud, los primeros constructores de la patria, del México inexpugnable que todos anhelamos. Muchas gracias (aplausos prolongados, porras, aplausos).
III
El C. secretario Pavón Bahaine, Manuel: Se va a dar lectura al acta de la presente sesión.
"Acta de la sesión solemne celebrada por la Cámara de Diputados del XLVII Congreso de la Unión, el día cinco de diciembre de mil novecientos sesenta y siete.
Presidencia del C. Alfonso de Alba Martín.
En la ciudad de México, a las diez horas y cuarenta y cinco minutos del martes cinco de diciembre de mil novecientos sesenta y siete, con una asistencia de ciento setenta y siete ciudadanos diputados, se abre la sesión solemne con el exclusivo objeto de conmemorar el centenario de la fundación de la Escuela Nacional Preparatoria.
La presidencia comunica a la asamblea que están presentes en este recinto los siguientes distinguidos funcionarios:
El C. Secretario de Educación Pública, licenciado Agustín Yañez; el C. Rector de la Universidad Autónoma de México, ingeniero Javier Barros Sierra; el C. Director del Instituto Politécnico Nacional, doctor Guillermo Massieu; el C. Director de la Escuela Nacional Preparatoria, licenciado Vicente Méndez Rostro; así como relevantes personalidades de la misma institución, como el Secretario General, licenciado Fernando Solano; varios de los antiguos directores de la Escuela Nacional Preparatoria; maestros eméritos de la misma y de los miembros del Patronato Universitario.
También están presentes, una comisión de senadores de la H. colegisladora; los señores directores auxiliares de los diversos planteles de la Preparatoria y las mesas directivas de las sociedades de alumnos de éstas, así como el Coordinador General de Enseñanza Primaria en el Distrito Federal y a nombre de este cuerpo legislativo, agradece la presencia de los distinguidos invitados. Hace uso de la palabra el C. diputado Raúl Noriega Ondovilla para referirse al homenaje que se rinde en ocasión del centenario de la Ley del 2 de diciembre de 1967, expedida por el C. Presidente de la República, licenciado don Benito Juárez, Ley que creó la Escuela Nacional Preparatoria; rinde también homenaje, a los educadores que han contribuido y están contribuyendo con sus enseñanzas a la creación y fortalecimiento de México, porque son ellos, como guías de la niñez y de la juventud, los primeros constructores de la patria.
A las once horas y quince minutos se levanta la sesión solemne y se pasa a sesión pública."
- El mismo C. secretario: Está a discusión el acta. No habiendo quien haga uso de la palabra, en votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa sírvanse manifestarlo. Aprobada.
El C. Presidente: (a las 11:15 horas): Se levanta la sesión solemne y se pasa a sesión pública.
TAQUIGRAFÍA PARLAMENTARIA Y "DIARIO DE LOS DEBATES"