Legislatura XLIX - Año I - Período Comisión Permanente - Fecha 19740131 - Número de Diario 6

(L49A1PcpN006F19740131.xml)Núm. Diario:6

ENCABEZADO

Diario de los Debates

DE LA COMISIÓN PERMANENTE

DEL CONGRESO DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS

XLIX LEGISLATURA

Registrado como artículo de 2a. clase en la Administración Local de Correos, el 21 de septiembre de 1921

AÑO I MÉXICO, D. F., JUEVES 31 DE ENERO DE 1974 TOMO I. - NÚM . 6

SESIÓN SOLEMNE

SUMARIO

Apertura

Se abre la sesión solemne para conmemorar el 150 aniversario de la firma del Acta Constitutiva de la Federación

Invitados

Una comisión designada al respecto, introduce al salón al C. licenciado Mario Moya Palencia, Secretario de Gobernación que asiste al acto, en representación del C. Presidente de la República, y al C licenciado Euquerio Guerrero, Presidente de la H Suprema Corte de Justicia de la Nación.

La Secretaria informa de la presencia de los ciudadanos Gobernadores: Félix Agramont Cota, Eulalio Gutiérrez Treviño, Arturo Noriega Pizano, Manuel Velasco Suárez, Oscar Flores, Alejandro Páez Urquidi, Israel Nogueda Otero, Alberto Orozco Romero, Felipe Rivera Crespo, Roberto Gómez Reyes, Pedro Zorrilla Martínez, Fernando Gómez Sandoval, Luciano Huerta Sánchez y Carlos Loret de Mola; asimismo, de los Diputados Constituyentes al Congreso de 1917, Ignacio Ramos Praslow, Amílcar Vidal, Cándido Avilés, Antonio Gutiérrez, Jesús Romero Flores y Celestino Pérez y Pérez; de los Magistrados del tribunal Superior de Justicia encabezados por su Presidente; de los Magistrados del Tribunal Fiscal de la Federación, encabezados por su Presidente; de los integrantes del Tribunal de lo Contencioso Administrativo del Distrito Federal, encabezados por su Presidente; de los Rectores de las Universidades de Sonora, Tabasco, Guadalajara, Zacatecas, Nayarit, San Luis Potosí y Guanajuato; de los directivos de las Asociaciones de Profesionales y Técnicos; de los dirigentes de Colegios Profesionales de México; de los representantes de los cuatro Partidos Políticos nacionales y de ciudadanos senadores y diputados del H Congreso de la Unión.

Intervenciones

Para poner de manifiesto la importancia que entraña el Acta Constitutiva de la Federación, firmada en 1824, hacen uso de la palabra los ciudadanos senador licenciado Luis M. Farías, diputado licenciado Jesús Dávila Narro, senador licenciado José Rivera Pérez Campos y diputado licenciado Mario Ruiz de Chávez. Imprímase y distribúyanse los discursos

Agradecimiento

La presidencia agradece la presencia en el salón, de los distinguidos invitados, así como la del público que estuvo presente. La Comisión que introdujo a los visitantes los acompaña al retirarse

Acta

Lectura y aprobación del acta de la presente sesión. Se levanta la sesión.

DEBATE

PRESIDENCIA DEL C. DIPUTADO CARLOS SANSORES PÉREZ

(Asistencia de 27 ciudadanos legisladores.)

Apertura

- El C. Presidente (a las 11:30 horas): Se abre la Sesión Solemne para conmemorar el 150 Aniversario de la firma del Acta Constitutiva de la Federación. Teniendo conocimiento que a las puertas de este recinto se encuentran los CC. Licenciado Mario Moya Palencia, Secretario de Gobernación y representante a este acto del señor Presidente de la República y el señor Licenciado Euquerio Guerrero, Presidente de la Suprema Corte de Justicia, se designan a los siguientes miembros de la Comisión Permanente para introducirlos a este recinto: senador Miguel Ángel Barberena Vega, diputado Jesús Elías Piña, senador Alfonso Calderón y diputado Gilberto Gutiérrez Quiroz.

(Entra el licenciado Mario Moya Palencia) (Aplausos.)

INVITADOS

El C. Secretario Pascual Bellizzia Castañeda: Nos honra con su presencia el señor licenciado Mario Moya Palencia, representante del señor Presidente de la República. (Aplausos); el señor licenciado Euquerio Guerrero, Presidente de la Suprema Corte de Justicia (aplausos); los señores Gobernadores de Baja California Territorio, Félix Agramont Cota; de Coahuila, ingeniero Eulalio Gutiérrez Treviño; del Estado de Colima, Arturo Noriega Pizano; del Estado de Chiapas, doctor Manuel Velasco Suárez; del Estado de Chihuahua, licenciado Oscar Flores; del Estado de Durango ingeniero Alejandro Páez Urquidi; del Estado de Guerrero, licenciado Israel Nogueda Otero; del Estado de Jalisco, licenciado Alberto Orozco Romero; del Estado de Morelos, ingeniero Felipe Rivera Crespo; del Estado de Nayarit, licenciado Roberto Gómez Reyes; del Estado de Nuevo León, licenciado Pedro Zorrilla Martínez; del Estado de Oaxaca, licenciado Fernando Gómez Sandoval; del Estado de Tlaxcala, doctor Luciano Huerta Sánchez; del Estado de Yucatán, licenciado Carlos Loret de Mola. También nos honran con su presencia los diputados constituyentes licenciado Ignacio Ramos Praslow, Amílcar Vidal, Cándido Avilés, Antonio Gutiérrez, Jesús romero Flores licenciado Celestino Pérez; los señores Magistrados del Tribunal Superior Encabezado por el Presidente licenciado Abel Treviño Rodríguez; los señores Rectores de las Universidades de Sonora, Tabasco, Guadalajara, Zacatecas, Nayarit, San Luis Potosí, Veracruz y Guanajuato; y los representantes de los cuatro partidos políticos nacionales.

INTERVENCIONES

- El mismo C. Presidente: Se han registrado para hacer uso de la palabra: los siguientes legisladores: el senador Luis M. Farías, el diputado Jesús Dávila Narro, senador José Rivera Pérez Campos y diputado Mario Ruiz de Chávez.

Tiene la palabra el senador Luis M. Farías.

El C. senador Luis M. Farías: Señor Presidente, señor licenciado Mario Moya Palencia, representante del señor Presidente de la República, señor Presidente de la Suprema Corte de Justicia, señores gobernadores de los Estados de la Federación, señoras y señores:

En un estudio sobre la época de Luis XIV, nos habla Voltaire de que hay "siglos ilustres", en los que las artes se perfeccionan, se engrandece el espíritu humano y son ejemplo para la posteridad. El señalaba sólo cuatro: el de Pericles, el de Augusto, el de los Médicis y el del Rey sol.

Podemos no estar de acuerdo en la selección que hace el gran polígrafo francés; pero si es evidente que en ciertos periodos la historia parece comprimirse y en lapsos breves se compendian esfuerzos y se obtienen realizaciones que, en buena medida, determinan el acontecer histórico durante un largo tiempo.

Así, no sólo habrá "siglos ilustres", sino también "años ilustres", sino en los que se presentan acontecimientos culminares y se toman decisiones trascendentales.

AÑO ILUSTRE podríamos llamar nosotros al de 1824, en el que se forjó la primera constitución del México independiente hemos de reconocer que el noble intento de Morelos con la de 1814 careció de vigencia y que la patria no había obtenido su autonomía. Si, el año de 1824 es de una enorme significación en la vida política nacional, en el que se trazó el destino y la forma de vida de nuestro pueblo. Fue un momento culminante que da testimonio de la existencia política de la nación que surgía con vida propia; pues al darse una Constitución se afirmaba a si misma, toda vez que corresponde al ser político la autodeterminación y la Constitución demuestra esa capacidad de indicar, por propia decisión, el modo y la forma de su existencia.

Al integrar el Congreso Constituyente en 1823, México expresaba su voluntad política de ser. Puso en las manos de ese grupo de hombres su destino. Ellos debían decir qué modo y qué bases tendría nuestro ser público. Ellos habrían de señalar el rumbo que la vida política nacional debía tomar. Era pues un pueblo que, con plena conciencia de su destino y por libre decisión, designaba a un grupo de trabajo para establecer las bases de integración política, que permitiera el equilibrio entre el orden, el poder y la libertad, con miras a alcanzar la felicidad y el bienestar.

Se vivían días de gran inquietud y peligro. Iturbide, quien buscó convertir la espada en cetro, había fracasado. Sus acciones inconsultas en contra del Congreso, habían precipitado su caída. Envió ante la representación nacional su abdicación; los diputados le negaron ese derecho, asentando que el Imperio era nulo e ilegales todos sus actos. Luego ordenó la salida del autor del Plan de Iguala y los Tratados de Córdoba. Se estableció un Poder Ejecutivo con tres personas, que pasaron buena parte del tiempo imponiendo la paz en varias provincias levantiscas y ganando el favor de algunos generales inconformes. Algunas provincias establecían sus Juntas Provinciales como si se tratara de pueblos independientes, otras estudiaban la conveniencia de agruparse por separado. Filisola en Guatemala y Santa Anna en diversas ciudades obraban por cuenta propia y desatendían las disposiciones del Congreso y del Poder Ejecutivo.

Conspiraciones, asonadas, levantamientos armados, pronunciamientos rebeldes eran el pan de todos los días. De ahí la importancia de convocar a un Congreso Constituyente y lograr la celebración de las elecciones respectivas y su integración. El primer Congreso cerró sus sesiones el día 30 de octubre de 1823, y el día siete de noviembre, o sea ocho días después, se instaló el Constituyente.

Era necesario promulgar de inmediato una ley provisional que aquietara los ánimos y rigiese al país, hasta en tanto quedaba aprobada en definitiva la Constitución. En la sesión del

14 de noviembre se encomendó a la Comisión de Constitución que presidía el diputado coahuilense Miguel Ramos Arizpe - Quien ya tenía vasta experiencia legislativa por su actuación en Cádiz - la redacción de esa ley provisional. A ese proyecto se le dio el nombre de acta Constitutiva de la Federación, y fijaba ya la forma y las bases del Gobierno. El proyecto leído en el Congreso el día 20 fue circulando entre las demás autoridades el 22 y aprobado, como bien sabemos, el día 31 de enero de 1824, hoy hace ciento cincuenta años.

La decisión fue difícil de tomar. O la tradición o la innovación. O se seguía la práctica española que era la conocida y por lo tanto se establecía un gobierno central o se atrevían a seguir el modelo de los Estados Unidos y se erigía un régimen federal.

Cierto que muchos grupos se habían manifestado como simpatizadores del federalismo, pero no tenían una idea muy clara de su funcionamiento y eran pocos los que contaban con una información suficiente de las experiencias en el vecino país del Norte y de algunas naciones sudamericanas que habían ensayado el sistema.

Los redactores del proyecto tuvieron en cuenta el diverso origen y las condiciones históricas diferentes entre la patria de Washington y nuestra nación. Allá eran trece estados independientes entre si que habían sido colonias inglesas y que se unieron en la lucha por sacudirse el yugo británico, formaron luego una confederación, y, finalmente en 1787, se dieron a la tarea de redactar una Constitución en la que se estableció la federación que para ellos significaba unir lo disperso, crear un Estado nuevo y superior que uniera a los trece dejando en manos de éstos los asuntos de carácter interno y local. Acá, en cambio, la nación había sido durante tres siglos una dependencia española, central en su funcionamiento y única en el mando. el federalismo significaba, pues -en ese momento - desunir lo que por centurias había permanecido unido.

La disyuntiva era clara: o se hacía una ley siguiendo por inercia la tradición centralista o se buscaba la manera de sujetar los hechos a un molde ideal que permitiera un rompimiento definitivo con la metrópoli dominante. El primer camino era fácil y cómodo - si bien no popular en ese momento -, el segundo estaba erizado de dificultades; pero a juicio de los redactores abriría nuevas oportunidades al progreso y la felicidad populares y evitaría los abusos del poder excesivo. No titubearon, escogieron el segundo.

No quisieron ellos ser sólo resultado y juguete de la historia, sino forjadores de ella. Creyeron qué sí era posible sujetar la realidad al ideal y crearon el molde republicano y federal para un país que a lo largo de muchas generaciones había sido regido central y monárquicamente. No fueron pues observadores, sino autores de la historia.

Para cambiar el curso de la historia se requiere abrir el cauce por el que habrán de transcurrir en adelante los hechos; de la misma manera que para cambiar el curso de un río es preciso trazar el canal por donde se quiere que corran las aguas. Eso hicieron los autores del Acta Constitutiva: abrieron a la vida pública el cauce republicano y federal para que por él transitara el pueblo en su lucha permanente por el bienestar.

Esa decisión de declarar como base de la organización política el federalismo, es sin duda el acto de mayor trascendencia en la vida institucional de México.

Los inicios fueron difíciles, muchos los tropiezos, sus críticos formaban legión y revertidos los intentos de volver al centralismo. Sin embargo. cobró tanto arraigo en la conciencia popular que no hay ya nadie que piense seriamente en otra forma de estructura política para la nación mexicana. Por eso ya en 1863 el Nigromante decía con voz emocionada: "Pudo la Constitución de 1824 inventar la federación o copiarla; pero el sistema de Washington y Franklin, ha sido para México una condición de existencia... Con esta filiación política pasaremos a la posteridad".

Ardua en verdad era la empresa de implantar entre nosotros el federalismo, pues requería la formación de cuerpos especializados en todos los estados de reciente creación y, por ende, carentes de la experiencia necesaria. Ha hecho notar el eminente jurista don Gabriel García Rojas que quizá no resultaba muy difícil encontrar los elementos para el poder ejecutivo de los nuevos estados, entre los que habían realizado funciones administrativas en las postrimerías del virreinato; y también era posible hallar los elementos prudentes y de buen juicio y con suficiente cultura para integrar los cuerpos legislativos estatales; mas lo que si era verdaderamente difícil era el encontrar los elementos idóneos para su adecuado poder judicial; puesto que no existían escuelas de jurisprudencia en las provincias de la Nueva España y por lo tanto no se habían integrado foros de calidad en lo que, a partir de 1824, eran estados libres y soberanos. Y esto tenía singular importancia, ya que se trataba de impartir justicia aplicando las complicadas y severas leyes españolas que tuvieron vigencia hasta muy entrado el siglo diecinueve.

Todos estos inconvenientes los tuvieron a la vista los forjadores del Acta Constitutiva y de la Constitución de 24 - Fray Servando, entre otros, puso de relieve muchas de las dificultades que habrían de encontrarse pero tuvieron siempre la convicción de que ese federalismo ideal, serviría de estímulo al desarrollo de los estados en todos los órdenes y, por lo tanto, al progreso del país todo. El tiempo les ha dado la razón.

"Tuvieron en cuenta - opina Lanz Duret razones y necesidades de carácter económico y social y de conveniencia política"...y añade..."el régimen federal es hoy una necesidad imprescindible para el pueblo mexicano.

Esa forma ideal obligó a los mexicanos a integrar las tres ramas del poder en cada Estado y para ello surgieron las escuelas superiores en muchos y se prepararon los abogados para el

poder judicial, y para asistir al ejecutivo y al legislativo, y a su lado se formaron otros profesionales para los demás servicios. Y así se fue creando una economía propia y una práctica de vida democrática. Muchos tropiezos ha tenido el desarrollo del país, algunos causados por la ambición, otras veces por causas externas, pero jamás ha cesado.

Esa desconcentración provocada por la forma de estructura política, es hoy más notoria y acelerada gracias a las medidas administrativas y legislativas que el actual gobierno adopta, precisamente para lograr un desarrollo más armónico de nuestra nación.

El federalismo es un equilibrio del poder, que junto con la división de funciones cierra el paso al abuso, la tiranía y el despotismo. Por eso el pueblo, con su genial intuición, ha sido siempre partidario del sistema que siente que es conforme a su ser y ha derrotado una y otra vez los intentos de sujetarlo al molde centralista.

Los tradicionalistas creían sinceramente que, con base en la experiencia histórica, habían demostrado que en la América Hispana sólo la monarquía y con ella el sistema central podrían subsistir. La historia real en el tiempo transcurrido ha probado que han sido sólo las repúblicas las que sobreviven; y aquí, en nuestro país, el federalismo es ya parte esencial de la vida pública. Ese federalismo ha sido palanca de progreso que ha permitido un principio de justicia geográfica, distribuyendo mejor la producción y los satisfactores.

Además, los tradicionalistas en su tiempo aseveraron que el federalismo iba a fraccionar a la nación de tal manera que a la postre resultaría imposible un sentimiento de patria. Los hechos indican lo contrario. Es mejor mexicano el que sabe ser buen hijo de su Estado y mejor hijo de su Estado será el que más firme tenga el sentido de lo nacional. A lograr esto ha contribuido el sistema federal.

Si como he anotado, el federalismo es factor importante en el devenir histórico de México, si es motor de su desarrollo, si favorece su economía, si ha sido además ingrediente en la integración nacional, la decisión de adoptar el sistema tomada el 31 de enero de 1824 es momento cumbre en la vida esta patria nuestra; y a los elaboradores del proyecto, por las objeciones que tuvieron que vencer y por la visión de lo porvenir que demostraron, no dudo en calificarlos de heroicos. Estatura heroica tiene quien sobresale de los hombres de su tiempo, por su visión, por su capacidad, por su desprendimiento. un hombre de visión clara y firmeza de ánimo que se entrega a una causa difícil con un propósito superior y ajeno a sus intereses personales o de grupo y cuyos hechos traerán beneficios a millares de otros seres y por largo tiempo, merece ser considerado como héroe. Tal es el caso de los redactores del documento que hoy nos hemos reunido a conmemorar. (Aplausos.)

El C. Secretario Pascual Bellizzia Castañeda: Nos acompañan y honran con su presencia los señores Magistrados del Tribunal de lo Contencioso Administrativo encabezados por su presidente, el licenciado Saturnino Agüero (Aplausos.) Asimismo, los señores Magistrados del Tribunal Fiscal de la Federación y su Presidente, licenciado Atanasio González Martínez. (Aplausos.)

El C. Presidente: Tiene la palabra el diputado Jesús Dávila Narro.

El C Jesús Dávila: Ciudadano licenciado Carlos Sansores Pérez, Presidente de la Comisión Permanente del Honorable Congreso de la Unión, Ciudadano licenciado Mario Moya Palencia, Secretario de Gobernación y representante personal del ciudadano Presidente de la República, ciudadano licenciado Euquerio Guerrero, Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, señores Gobernadores de los Estados, señores diputados constituyentes; señores rectores, distinguidos invitados.

En el marco solemne del "Año de la República Federal y del Senado". A ciento cincuenta años de que el Constituyente basara su obra, venimos a rendir nuestro tributo de gratitud, de admiración y reconocimiento, de respeto y veneración a los hombres que dieran forma, contenido y perfil a la nación mexicana.

El 31 de enero de 1824 fue aprobada el Acta Constitutiva de la Federación. Se habían cumplido los anhelos seculares. Se había definido la fisonomía política de México. Las aspiraciones se habían trocado en principios: soberanía popular; garantías individuales; división de poderes; federalización de centros de autoridad y la formación de los Estados miembros. El Acta Constitutiva fue, como hace días se expresara; el Acta de Nacimiento de la República.

Al firmarse el texto fundamental, diría José Mariano Michelena: "Esta es la obra.. .,de la nación entera, puesto que ha sido discutida y decretada en plena libertad por su representantes; de manera que el querer desviarse de su tenor, u obrar en contrario sentido, sería disputar a la nación su independencia y soberanía".

Y así fue. Si alguna vez sufrieron traición sus sabios postulados, el propio pueblo se encargó de restaurarlos. México creyó en el Acta de 24 porque en ella encontró su ideal y su inspiración y porque el Acta le devolvió la fe en su propio destino.

No fue fácil el arribo a ese momento de nuestra historia: tres siglos de coloniaje y esclavitud; once años de lucha armada por la insurgencia y azarosos meses de pugna contra el monarquismo iturbidista, antecedieron aquella hora de cimentación nacional.

Consumada la Independencia y disuelto el insolente ensayo del Imperio, México demandaba gobernantes sin poder absoluto y un sistema que enlazara los esfuerzos del país. Necesitaba de una fórmula integradora, para aglutinar la inmensa extensión del territorio patrio y afrontar el reto divisorio de la montaña, la selva y el desierto.

Se requería un sistema, que sin menoscabo de las libertades locales, fortaleciera el todo nacional. Se requería conjugar el ejercicio de un gobierno general, con el de gobiernos locales, dotados de poderes propios y autónomos. la distribución geográfica del poder político, garantizaba, además, una vigorosa vinculación,

que conjuraba las asechanzas de quienes pretendían recuperar privilegios perdidos.

Cuando los estertores coloniales obstruían cualquier intento de integración; en un ambiente de motines y levantamientos; de incertidumbre generalizada, la voz de las provincias, recogiendo el pensamiento y el sentimiento de los mexicanos, se pronunció por la República Federal. Por ello afirmamos que nuestro federalismo nació como fruto de una demanda nacional, original y propia, Sus orígenes, no los podemos soslayar; mucho menos deformar o desconocer.

En esa difícil coyuntura se instaló el Congreso Constituyente de 1824. México reunió en él a sus más altos prestigios. Soldados y escritores, tribunos, juristas y oradores; congregados bajo un derrotero unificador: el de dar forma normativa a los deseos de la nación.

Había que cumplir la demanda de las provincias; había que superar la desarticulación del país. La solución fue la redacción de un acta, que consagrara los principios cardinales de nuestra organización republicana y convirtiera los afanes dispersos en trabajo solidario.

Para formular el ansiado proyecto, el Congreso eligió a un hombre singular. Fue diputado en las cortes de Cádiz, donde luchó por su tierra; cuando Fernando VII, erigido en monarca absoluto, le solicitara vasallaje y el desconocimiento de la Constitución liberal, dio por respuesta que su misión era de honor y no de granjería; por ello supo del desprecio, de la enfermedad y el cautiverio; y luego de haber sido líder parlamentario, regresó a su patria para trashumar en una mula, por poblados, valles y llanuras predicando el federalismo y organizando brigadas contra el Imperio. Conservamos sin mácula de recuerdo, y su nombre en letras de oro refulge en los muros de este recinto. Este coahuilense singular fue Miguel Ramos Arizpe, el Padre del Federalismo. (Aplausos.)

Relata un cronista que dadas las circunstancias del país, Ramos Arizpe dispuso tan sólo de tres días para presentar el proyecto unificador. Con ahínco vigoroso, el patricio entinta cuartillas; intercambia pareceres con secretarios del despacho y otros ilustres mexicanos y discute con especialistas; del alba a media noche, la comisión sesiona en la umbrosa sala de juntas de San Pedro y San Pablo hasta no ver culminadas las normas que dieran vida al Pacto Federal.

- El Acta de la Federación restableció la tranquilidad del país. Fue, en su tiempo, garantía de goce de sus derechos para 6 millones de mexicanos; artículo las comunidades federadas; señaló esferas competenciales a los Estados y al gobierno general; suprimió la opción indeseada de la monarquía, estableció la república e introdujo en la estructura política el elemento "popular", que fundamenta el actual sistema democrático.

El acta, fue además, esquema básico para elaborar la Constitución Federal que se proyectaba y también, declaración de principios promulgada y protestada, entre un júbilo generalizado, por todos los funcionarios y habitantes de la República.

Para evaluar la relevancia del documento, bástenos recordar que casi todos sus preceptos fueron incluidos en la Constitución de 1824, la cual adoptó el Congreso como parte de su obra integral en sus visicitudes y que la Carta Suprema de 1857 tomó de ella, al transcribirse la de 24, no sólo lineamientos, no sólo frases, sino disposiciones completas que pasaron luego a la Ley Fundamental que hoy rige los destinos del país. Es así como el primer fruto normativo de aquel Congreso visionario, supo responder al llamado de la historia.

Por eso rendimos fervoroso homenaje a los hombres que ayer sintetizaron las ilusiones de un pueblo que ratificara con su sangre la voluntad de ser libre. A Miguel Ramos Arizpe, creador del Acta Federal; a Valentín Gómez Farías, El precursor de la Reforma; a Manuel Crecencio Rejón, el del proceso de amparo; a Lorenzo de Zavala, el radical impaciente; a Juan de Dios Cañero, a Juan Cayetano Portugal y a Prisciliano Sánchez, por no citar más que a unos cuantos, todos ellos diputados constituyentes, liberales por vocación, que elevaron a su más alta expresión los principios federalistas.

Los postulados de 24, hoy se traducen en progreso, en acción transformadora y en cambio social acelerado. Sepultada la monarquía en el cerro de las campanas y derrocada la dictadura por la revolución, la República Federal cobra en nuestros días la más trascendente forma de su significado.

A siglo y medio de su nacimiento, el sistema republicano es relevo periódico de gobernantes, que en su tránsito por las responsabilidades de servicio, procuran entregar el máximo de su esfuerzo, voluntad e imaginación a la base colectiva.

El federalismo, por su parte, rinde hoy sus mejores frutos como fórmula democrática para el desarrollo integral. El Jefe de las Instituciones Nacionales, en su carta - circular dirigida a los señores gobernantes de los Estados, a unos cuantos meses de iniciado su desempeño, expresó: "el principio de cohesión que el federalismo supone se fortalece en nuestro país por la identidad de propósitos que perseguimos. Todos tenemos el deber de entregarnos a nuestras tareas con la más decidida pasión de servicio y de emplear nuestra imaginación en la búsqueda de soluciones que no son fáciles de encontrar." (Aplausos.)

En responsable unión de propósitos y actos, Luis Echeverría es arquetipo de un federalismo en marcha, dinámico, activo por esencia, Su presencia en las más variadas regiones del territorio patrio para apreciar el avance de planes y programas; para celebrar reuniones de estudio con los sectores locales; para escuchar de viva voz las carencias populares y recibir directamente sus demandas, confirma su voluntad de acción conjunta, de coordinación, de solidaridad en las tareas colectivas.

El federalismo mexicano refleja hoy nuevas dimensiones. Se estrecha cada vez más la coordinación entre los Estados y la de éstos con la federación. Ese esfuerzo unitario de los centros de poder, tiene múltiples manifestaciones;

desde el foro nacional de tripartidismo que conjuga todas las esferas de autoridad y discute las ingentes cuestiones de la hora actual, hasta la promoción provinciana del más modesto de nuestros municipios.

En armónica colaboración, Estados y federación unifican sus tareas. El Ejecutivo Federal, en ininterrumpido diálogo con gobernadores, diputados federales y locales, con senadores y ayuntamientos, obreros, campesinos y estudiantes, con todas las aristas del cuerpo social, conjuga puntos de vista para definir objetivos y trazar métodos de acción común.

El Congreso de la Unión, en conjunción con las legislaturas locales, modifica la Ley Suprema del país, para ensanchar las vías de participación política a los partidos minoritarios y reducir las edades mínimas requeridas para ser diputado o senador, incorporando así a los jóvenes a la responsabilidad parlamentaria; los legisladores federales, retornar a sus áreas de procedencia para defender la economía del pueblo, eslabonando esfuerzos con las autoridades locales; se conciertan convenios entre Estados y federación, para uniformar acciones de gobierno sin menoscabo de la soberanía de las entidades y prueba contundente de ese espíritu de solidaridad y alianza, es la entusiasta acogida que las comunidades federadas de la República, han brindado a la reflexión del Presidente Echeverría para que las minorías políticas accedan a la representación popular en las legislaturas locales. ¡Ese es un federalismo en marcha!

No se equivocó Miguel Ramos Arizpe cuando, al exponer los motivos conformadores del sistema federal, señalara: "El legislador se atrevió a sentar con firmeza el pie y a poner manos a la obra y fijando altamente su atención en el estado político de la nación, creyó de su primer deber poner al Congreso Constituyente la necesidad imperiosa y urgente de dar luego un cierto punto de unión a las provincias: un norte seguro al Gobierno General, comunicándole al mismo tiempo toda la autoridad, actividad y energía necesarias para asegurar la independencia nacional y consolidar la libertad". Esa línea política, ese punto cierto de unión, ese norte seguro, lo fue el federalismo. (Aplausos.)

A siglo y medio de distancia del nacimiento de la República, el espíritu unificador del federalismo sigue presidiendo la acción de los mexicanos.

La solidaridad en el esfuerzo, para alcanzar las grandes metas nacionales, fuente de inspiración de los hombres del 24, día con día nos fortalece; unidos luchamos por la salud, la cultura, el progreso científico, el desarrollo político, el crecimiento económico y la justicia colectiva.

Ese mismo espíritu unitario impulsa hoy al depositario del Pacto Federal, en su lucha por un mayor equilibrio económico internacional En los más altos foros de los continentes Luis Echeverría ha defendido la verdad de México y los intereses del Tercer Mundo, sustentando tesis de cooperación y armonía entre los pueblos; la Carta de los Deberes y Derechos Económicos de los Estados, que ha sometido al juicio de las naciones, involucra una nueva filosofía social e internacional; esta Carta, al cobrar vigencia, habrá de convertirse en una nueva Acta Constitutiva, creadora de superiores formas de convivencia para todos los pueblos de la Tierra. (Aplausos.)

Ese mismo espíritu solidario lleva ahora al Presidente Echeverría a la vieja Europa para estrechar los vínculos de amistad y cooperación con países que tiene con el nuestro paridad en el desarrollo, para establecer nuevas relaciones de intercambio y fundamentalmente, reiterar la fe de México en un futuro más justo. más digno y armonioso para este mundo en que vivimos.

A 150 años de su nacimiento, el sistema republicano, representativo, popular y federal, que estableciera el Acta Federativa, orienta los actos de la nación. Vigentes están también los postulados de aquel manifiesto, que el Soberano Congreso hiciera al promulgarse el Acta que conmemoramos, donde puede leerse; "sólo la unión, el patriotismo, la prudencia, la constancia y la uniforme y simultánea acción de todos los Estados, autoridades e individuos de la sociedad podrán superar los obstáculos que se presenten". Así será. (Aplausos.)

El C. Presidente: Tiene la palabra el señor senador José rivera Pérez Campos.

El C. José Rivera Pérez Campos: Señor Presidente de la Comisión Permanente del Congreso de la Unión; señor Secretario de Gobernación licenciado Mario Moya Palencia, representante personal del ciudadano Presidente de la República, señor Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, señores senadores, señores diputados, señores Gobernadores de los Estados, señores diputados constituyentes de 17, distinguidos invitados, quiero referirme especialmente a los cuerpos jurisdiccionales, el Tribunal Superior de Justicia, el Tribunal Fiscal de la Federación, el Tribunal de lo Contencioso Administrativo del Distrito Federal, señoras, señores:

Sería incompleto nuestro homenaje al Acta Constitutiva de la Federación Mexicana, si no nos hiciéramos cargo de las censuras y objeciones y de los signos de escepticismo sobre la realidad del régimen federal, que se formulan contra la adopción de este sistema.

Quizá nuestro mejor homenaje consista en responder a esas censuras y objeciones, y que nadie considere que los legisladores de México hacen caso omiso a los escepticismo y a las censuras. Se enfrentan a ellos como el mejor homenaje para salir no en defensa del régimen federal, que no lo necesita, sino para aclarar ideas y destruir dialécticamente si es posible, tales escepticismo y censuras, o al menos explicar satisfactoriamente cómo y por qué fue justificada la adopción del régimen federal.

Desearía presentar ante ustedes esta respuesta a objeciones y censuras, desde el ángulo riguroso, que parecería puramente académico, de la teoría científica sobre el régimen federal de lo que dice la ciencia política al respecto, al contemplar el problema desde este ángulo.

Régimen federal es forma de Estado o es forma de Gobierno. Contemplándolo como forma de Estado se acusa de antihistoricidad su

adopción. Contemplándolo como forma de gobierno, se dice que es contrario a la realidad de las instituciones que se viven.

Me voy a permitir presentar a ustedes tres líneas que resumen, a mi juicio, las censuras, objeciones y escepticismo fundamentales. Una, decía, es la acusación de antihistoricidad; otra la adoptado el régimen federal por imitación extralógica, lejos de la realidad institucional, una tercera, la de ser postulada esa adopción artificiosamente no obstante el hecho real de la centralización política o centralización del poder político. La antihistoricidad se funda al tenerse por modelo de la Constitución del régimen federal el que se dio por las colonias americanas que fundaron los Estados Unidos, el hecho de que en México no surge la Federación de la conjunción de entidades distintas que no existían como autónomas, según el modelo americano, sino que surge de la voluntad de dividir en entidades lo que era un Estado unitario. Sobre esto ya hizo observaciones pertinentes el senador Luis Farías. Al respecto respondemos que el antecedente histórico de la Federación Mexicana, reducido a los términos de la objeción, es bien discutible y da materia a contradictoria interpretación histórica. Aceptando el consejo del maestro Andrés Serra Rojas en su Tratado de Ciencia Política, en el sentido de que debemos procurar liberarnos de caer en confusionismos por la adopción arbitraria de calificaciones de pasados hechos políticos, proporcionadas por disciplinas científicas contemporáneas, no podríamos afirmar que fuesen Estados las concentraciones de diversos núcleos indígenas en México, pero tampoco podríamos desconocer que se asentaron en nuestro país conglomerados humanos y culturales tan distintos como los pueblos aztecas, purépechas, mixteco, zapoteco, maya, tlaxcalteca, huichol, otomí, tarahumara, yaqui, mayo y múltiples otros de menor peso específico. ¿No son acaso embrionariamente estos núcleos el asiento de unidades demográficas con identidad diversa? Agustín Cué Cánovas vio en estos núcleos el antecedente de diferenciación que obligó a la adopción del régimen federal. Estos son hechos, no teorías arbitrariamente invocados. Durante el régimen colonial fue realidad la existencia de diversas Audiencias y Capitanías Generales, de Provincias y de Intendencias. Aunque admitimos que son divisiones de tipo administrativo, establecidas por un régimen de Colonia y por ello, no rígidas; también debemos reconocer que fueron divisiones provenientes de ciertos regionalismos que hubo de respetar el estatuto administrativo. Nuevamente son embrionariamente la delimitación de los Estados.

No es un hecho meramente arbitrario que las diputaciones provinciales fueran reconocidas por la Constitución de Cádiz, y que invocando la autoridad de ésta, se exigiera ante el primer Constituyente de nuestra nación, el reconocimiento de otras diputaciones provinciales. Ni puede pasarse por alto que desde la Constitución de Apatzingán se reconocieran 17 provincias, y que su número aumentara a 23 en el Constituyente. Pero el hecho más destacado, es que las diputaciones provinciales manejaran con autonomía sus intereses y nombrarán con autoridad ejecutiva al Jefe Político de la Provincia, sin sentirse sujetas a una autoridad superior, ni que dejaran de expresar con vehemencia su deseo de llegar a constituir una federación.

Estas reflexiones obligan a concluir que ciertamente las diferenciaciones demográficas, lingüísticas, etc., no habían llegado a formar entidades perfectamente individualizadas como lo fueron las colonias americanas que se toman por modelo. Pero tampoco puede negarse el hecho de esas diferenciaciones, que hacían legítima la aspiración de llegar a ser reconocidas como entidades específicas estos diversos conglomerados demográficos, que aparte de constituir en teoría del Estado el núcleo - población, se hallaban asentadas en un territorio preciso y aspiraban a un gobierno que supieron dárselo a través de las diputaciones provinciales.

La segunda objeción que imputa la adopción del régimen federal por imitación extralógica del las instituciones norteamericanas, lejos de la realidad institucional, es absolutamente infundada. Al sobrevenir la Independencia, los directores de los negocios públicos tenían el deber de dar forma gubernamental al país independiente. Es de evidencia lógica que, o bien inventaban una novedosa forma gubernamental sin precedente en la historia, o bien adoptaban las formas ya ensayadas por otros pueblos Nadie pretendió y ciertamente nadie pretende, que fuese obligatorio para los fundadores del régimen independiente, la invención de novedosas o inusitadas formas políticas que por lo menos serían objetables al pretender constituir al país sin los ricos aportes que da la experiencia de otras formas ya ensayadas. Los fundadores de nuestra organización política, sólo tenían a la vista el régimen monárquico o el régimen republicano.

Inicialmente, como existe en las proclamas de Hidalgo y de Morelos, en el Plan de Iguala y en los Tratados de Córdoba, y como lo significa la creación del Imperio de Iturbide, se pensó en el régimen monárquico. El siguiente paso, al caer el Imperio, es precisamente la República la que surge como la forma adecuado. Un paso más, discutido arduamente en el Congreso Constituyente, es la alternativa de República Central o República Federal. No es ésta producto del triunfo en un cónclave, de una ideología o de una doctrina sobre otra, no es triunfo polémico de un grupo de profesores de teoría política En el edificio de San Pedro y San Pablo se discuten las normas que han de regir nuestra realidad social, pero es en los campos de la lucha armada y es al grito de los grupos rebeldes, como aparecen las reales aspiraciones y necesidades de las provincias y de los diversos conglomerados demográficos, que deben ser atendidos por el Constituyente.

Esto lo saben los señores diputados constituyentes de 17, porque en Querétaro como en

24, se constituyen nuestras instituciones por la presión del pueblo y de ninguna manera por la presión de los doctrinarios. El Constituyente ha sabido escuchar los gritos que se dan en los campos de batalla y en los campos de la lucha social. (Aplausos.)

El Constituyente escuchó aquellos clamores y pudo recogerlos primero en el Acta Constitutiva de la Federación Mexicana, que se formó hace 150 años, y después en la primera Constitución política de los Estados Unidos Mexicanos, promulgada en octubre de 1824.

Claro que expresamente los constituyentes tomaron como modelo la Federación constituida por las colonias americanas. Es un gesto respetabilísimo de honradez intelectual, así lo dijeron los constituyentes. Nuestro modelo es la Constitución Americana. Pero se trata de un modelo y de ninguna manera de una copia servil. El modelo se modifica y se adapta a lo que los constituyentes vieron como necesidades propias del nuevo Estado que salía de sus manos. Por esto no puede hablarse de una imitación extralógica, sin que científicamente pueda reprocharse el que se imite y adopte un modelo que experimentalmente ya se había mostrado afortunado y exitoso en su realidad histórica. ¿Cuál es el pecado? ¿Adoptar lo bueno de otras culturas? ¿No sería mayor pecado del constituyente cerrar los ojos a lo que ya era una demostración de éxito en la conjugación política? Ciertamente la Federación se constituye lejos de la realidad institucional en que hasta entonces había vivido nuestro país. No faltaba más, pues esa realidad institucional ya había sido derrotada con la caída del Imperio de Iturbide y era necesario que fuese abolida para completar el movimiento independentista, que no sólo alejaba a nuestro país del dominio político de España, sino que exigía el alejamiento de las estructuras y sistemas impuestos por la Colonia. No es excesivo afirmar que la caída de Iturbide significa la complementación, no me atrevería a decir el perfeccionamiento del movimiento de independencia, porque la independencia se sigue perfeccionando día a día a través de movimientos posteriores de nuestro país, porque la independencia sigue siendo aquella revolución permanente de que hablara un gran tribuno guanajuatense recientemente desaparecido: el licenciado Luis I. Rodríguez (aplausos.) Por otro lado, son realidades institucionales que no deben respetarse, contra las que debe de lucharse y contra las que todavía se lucha en la actualidad a más de siglo y medio de la independencia política las constituidas por arraigados y amañados cacicazgos que existían y que todavía subsisten. No por ser realidades son lo mejor y lo sustentable en determinados módulos institucionales. El movimiento político del país es precisamente en contra de determinadas instituciones, que más son vistas como vicios que como medidas organizativas para el progreso y el bienestar.

La tercera objeción, que consiste en el hecho de la centralización política o del poder político, estrictamente hablando, lógicamente hablando, no se dirige contra la adopción del régimen federal, sino en todo caso contra el quebrantamiento de la forma federalista adoptada por nuestras constituciones. Justamente la centralización se combate con la federalización del poder político. Esta es la norma: federalización, no centralización. El problema planteado permanentemente al constituyente y al legislador ordinario, implica resolver cuál método político sea más conveniente a los intereses generales del país: si el método de la centralización o el método de la federalización. Problema que se plantea y ha de resolverse en cada institución concreta y en cada medida particular de gobierno.

Para resolver estos problemas se crearon, dentro del régimen republicano, las instituciones que se estimaron adecuadas: un Poder Ejecutivo, encargado de cumplir y hacer cumplir las leyes; un Poder. Legislativo, encargado de dictar las normas a que ha de someterse el Ejecutivo, y un Poder Judicial, encargado de resolver los conflictos que surgen a propósito de la aplicación o de la interpretación de la ley.

A través del Poder Legislativo se revuelven los problemas concretos de la centralización o de la federalización del poder político en los casos particularmente contemplados por el Congreso, así sean promovidos a iniciativa del Ejecutivo Federal. Ciertamente existe, y es más, ha de decirse que debe existir una centralización del poder político en cuanto se contemplan los problemas nacionales, pues la Nación, como entidad suprema, requiere de una dirección, y de ninguna manera es próspera si cae en el fraccionamiento del Poder Político (Aplausos.)

Desde este punto de vista, existe la congruencia del predominio de un partido político que contempla los problemas y negocios atañaderos a la nación y a cada una de sus partes, que plantea la soluciones que se enlazan y armonizan y que exige el concurso de todos los órganos de poder político, para la satisfacción de las resoluciones planteadas. Sólo desde este ángulo proclamamos el deber de centralización del poder político, pero negamos - y es experiencia nuestra, honrada experiencia nuestra - que haya existido o exista en México una propensión a desconocer o destruir las peculiaridades de región por región o de Estado por Estado.

Todo lo contrario. No hay programa político, no hay proclama política, de un siglo a la fecha, ni antes ni en la actualidad, en que no se sustente como un deber ineludible e insoslayable de los poderes locales, el luchar por la autonomía en aquellos aspectos que ya no son atañaderos a la Nación, sino al Estado o a la región, a la particularidad inclusive de un municipio.

Claro que es indubitable la supremacía del poder federal sobre los gobiernos de los Estados, pero ello es consecuencia, no del desconocimiento del régimen federal, sino del reconocimiento de que los Estados son parte de una Nación y de que en la Nación se conjugan y

a ella se subordinan, los intereses de las partes. Es fácil advertir que el predominio de los regímenes locales sería en perjuicio de la unidad nacional, y aunque mucho interesen y deban respetarse las aspiraciones y finalidades meramente locales de Estado por Estado, jamás han de prevalecer sobre las finalidades y aspiraciones del interés común de todos los Estados en su conjunto, porque todos los Estados forman la entidad superior, objeto de nuestra veneración y nuestro respeto, que es la Nación Mexicana. (Aplausos.) Por esto se ha dicho - y en ello insistiremos más adelante - que el régimen federal implica una forma de gobierno aun cuando la federación signifique una forma de Estado. Este es un tema que ha manejado con explicitud los tratadistas y los maestros en las disciplinas denominadas Ciencia o Teoría Política o Teoría General del Estado. La Federación, entendida como forma de Estado, contempla el conjunto de los elementos que lo componen: el territorio, la población y el gobierno. El régimen federal, como forma de gobierno, sólo contempla a éste, que es uno de los elementos que forman el Estado. Como forma de Estado presenta la complejidad de territorios autónomos e independientes unos de otros, núcleos demográficos con peculiaridades que los definen entre si y gobiernos con materias de jurisdicción y competencia diferentes, en contraste con el Estados unitario, cuya realidad es un solo territorio, un solo núcleo demográfico y un solo gobierno. Es lo que se llama el Estado simple y que en realidad sólo puede concebirse en estados primarios de la evolución humana o en naciones de un alto grado de integración sociológica, o dentro de un rígido control de las actividades humana por un régimen político, de máxima centralización. Pero la eficiencia de la acción gubernamental ha venido exigiendo la descentralización, o por lo menos la desconcentración de las actividades gubernamentales, inclusive en los regímenes de máxima centralización política. Por eso se habla de la federalización de los servicios como ideal de eficiencia política, y en México hemos vivido una experiencia sumamente interesante: la descentralización de facultades y funciones de competencia federal en organismos creados por la propia Federación. Tenemos la experiencia de que nuestros regímenes en lugar de buscar la concentración de que se acusa, se descentralizan y desconcentran. Citaba al principio expresamente a órganos jurisdiccionales como los Tribunales de lo Contencioso Administrativo y Fiscal de la Federación, que son hermosas instituciones en que el poder administrativo se desconcentra y se rinde a la majestad de la ley. (Aplausos.)

Pero, sin confundir la federalización como forma de gobierno con la federación como forma de Estado, nos queda por un lado la realidad histórica de las diferenciaciones geográficas y demográficas que precedieron al Acta Constitutiva de la Federación Mexicana hace siglo y medio y que por ello justifican la adopción de tal forma de Estado; y por otro lado, la división de jurisdicción y competencia entre la Federación y los Estados para agilizar los actos gubernamentales y, además, la propensión a la federalización de los servicios entendida como resultado de la necesidad de descentralizarlos o desconcentrarlos, lo que explica la adopción del régimen federal como forma de gobierno. Y es este sentido - forma de gobierno, no forma de estado -, como se establece normativamente en el artículo 5o. del Acta Constitutiva de la Federación; en el artículo 4o. de la Constitución de 1824 y en los actuales artículo 39 a 41, que son en la Constitución de 17 repetición de mismo e igual número de preceptos de la Constitución de 57.

Lo dicho explica que después de la federación de las colonias americanas, los países latinoamericanos hayan considerado como forma de estado apetecible, o por lo menos como forma de gobierno adoptable, el modelo americano. México, Argentina, Brasil, Venezuela, son claros ejemplos de federación, la eficiencia de tal forma de estado queda de sobra justificada en una nación tan vasta como la Unión de Repúblicas, Socialistas Soviéticas y en una nación tan concentrada como Suiza.

Deseamos poner en claro contrastes de la existencia de la federación en países de doctrinas políticas opuestas, como los Estados Unidos de América y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, para presentar al federalismo como una forma de estado y como una forma de gobierno. En un caso, como una realidad sociogeográfico y política, En otro caso, como un sistema de eficacia gubernamental. Y en ambos, como meras formas que no exigen un contenido doctrinario. Es decir, que el régimen federal no exige de por sí el verse acompañado de una ideología o de una doctrina, salvo, obviamente, la doctrina propia de la federación como forma. Por eso en nuestros preceptos constitucionales se define la organización del país como República representativa, democrática -ahí está la ideología o principio doctrinario -, federal - ahí se implica la forma del régimen.

Llegamos así a conclusiones que brotan fácilmente. Al proclamar su independencia, México aspira a fortalecerse como Nación y como Estado. Nace a la vida autónoma sin más experiencias que las del régimen del que se emancipó y al que no podría volver a caer sin negarse su independencia misma. Experimenta por breve lapso el régimen monárquico con el Imperio de Iturbide, y da cumplimiento cabal a su independencia con la adopción del régimen republicano. En la alternativa de república central o federa, se define por la segunda y por medio siglo va sufriendo los embates de adversarios centralistas, de monarquistas y aun de intervencionistas. Al fin se consolida el régimen federal con la victoria de Juárez sobre el conservadurismo mexicano y tal triunfo perdura ya por más de un siglo. Alienta el espíritu federal dentro del movimiento revolucionario y la revolución lo acoge como uno de sus timbres de orgullo en la Carta de Querétaro, y cada uno de los gobiernos posteriores levantan la misma bandera pro régimen federal.

Podemos ufanarnos ahora de este mismo espíritu federalista, si recordamos aquella

invitación, memorada por el señor diputado Dávila Narro, aquella invitación que hizo el Presidente Echeverría a los Gobernadores de los Estados, para que éstos adviertan a la Federación las fallas en que incurra en los programas de acción destinados a los Estados y para coordinar los programas locales con los federales.

Esto es un claro ejemplo de cómo en México es aspiración de nuestro actual régimen, no novedosa por cierto, pues en regímenes presidenciales anteriores tenemos también ejemplos, sólo que ahora ratificada vigorosamente por el Presidente Echeverría, aspiración en el sentido de que es la Nación la que interesa y no son los Estados los que han de predominar sobre la federación, aunque corresponde coordinar entre si la satisfacción de las necesidades de Estado por Estado ante las necesidades de ellos y admite con liberalidad que los Gobernadores le señalen sus fallas a la Federación. (Aplausos).

Ante este resumen de objeciones que hemos presentado y la evidencia del acierto del régimen federal escogido en 1824, sólo nos queda aplaudir a los visionarios constituyentes de hace siglo y medio que pusieron a nuestro país sobre los carriles del régimen adecuado a sus realidades socio - geográficas y a sus aspiraciones de estabilidad y de progreso. Por esto podemos afirmar que si la Federación no hubiera sido implantada en México merced a una clara visión política, ya en la actualidad sería indispensable implantarla como una clara necesidad de eficiencia política. (Aplausos.)

Deseo terminar mi intervención en el presente acto, repitiendo conceptos del eminente maestro universitario don Roberto Esteva Ruiz, citado por Andrés Serra Rojas en su ya antes aludido Tratado de Ciencia Política. Dijo el maestro Esteva Ruiz en su obra titulada Estudios Jurídicos: "El Gobierno Central es primitivo, porque supone la confusión de las tareas y la uniformidad de los ideales políticos el Gobierno Federal, por el contrario, sin dejar de tener como base la unidad nacional y la integración de los trabajadores en la obra común; permite el libre desarrollo de cada colectividad y la completa individualización de cada hombre. El organismo general y los organismos locales se hacen contrapeso, al par que coadyuven en un mismo ideal; las tareas políticas y administrativas se dividen, a la vez que se integran en un concurso pacífico, del que resulta una vida social más completa y una libertad individual más amplia", Por nuestra parte agregamos: El régimen federal permite con el pleno desarrollo de la unidad nacional, la completa individualización de cada región y de cada Estado. El fortalecimiento de cada Estado hace la fortaleza de la nación. Y esto quisieron los Constituyentes de 1824, y la máxima respetabilidad de las partes para la máxima respetabilidad de la nación a la que estaban dando sus normas fundamentales, y esto es lo que hoy aplaudimos al rendir homenaje al Acta Constitutiva de la Federación Mexicana la máxima respetabilidad de los Estados, porque ella construye la máxima respetabilidad del México que tanto amamos. (Aplausos.)

El C. Presidente: Tiene la palabra el diputado Mario Ruiz de Chávez.

El C. Mario Ruiz de Chávez: Con la venia del señor Presidente, señor licenciado Mario Moya Palencia, Secretario de Gobernación y representante personal del C. Presidente de la República, señor licenciado Euquerio Guerrero, Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación; señores Gobernadores de los Estados; señores diputados constituyentes; ciudadanos senadores y diputados federales; compañeros dirigentes de los Colegios de Profesionales de México; compañeros dirigentes de las Organizaciones de Profesionales Técnicos Progresistas de este país:

En la Acta Constitutiva de la Federación Mexicana se Sintetizan muchos de los anhelos de independencia, soberanía, y también de organización política y social.

Recoge "Muchas de las ideas dispersas y fragmentarias de los héroes de nuestra independencia nacional".

Fue, fundamentalmente, la plataforma de principios que habían de desarrollarse en la Constitución Política de 1824.

Sería ingrato no mencionar, en esta ocasión, al prócer Morelos, al Siervo de la Nación cuyas ideas avanzadas tanto tuvieron que aportar a nuestra Acta de Nacimiento Federal.

Este acontecimiento culminante en la historia de las instituciones republicanas se vio antecedido por guerras intestinas y extranjeras, por el caudillaje, por los cambios de gobierno, cuartelazos y golpes de Estado, congresos revolucionarios y asambleas constituyentes; planes para hacer la felicidad de la nación, usurpaciones, sacrificios heroicos, ambiciones suicidas y cadalsos para emperadores.

Surge, nacido de las entrañas de su pueblo y de las raíces de su tierra, este organizador social que desde sus primeros documentos demuestra ser el primer compendio de los ideales insurgentes.

No importa, en este día, destacar la figura guerra, deslumbrante y magnífica de Morelos, importa saber todo, insistir en el revolucionario del orden social; fundador de instituciones de donde surge como el representativo de la independencia y de la soberanía, como el Padre de la República y de la Primera Constitución Autónoma de México.

Son notables las conjunciones que nuestra historia registra en el espíritu de nuestros héroes por evitar hasta donde esto fuere posible, la inútil sangría de los mexicanos, así como Madero hace uso previamente de las vías pacíficas para transitar de la dictadura a la democracia; de la misma manera, encontramos en la primera época de Morelos, en el Decreto que crea la "Provincia de Tecpan, de 13 de octubre de 1811", ideas conciliadoras y hasta alusiones concretas acerca de la soberanía de Fernando VII, que expresaban deseos manifiestos de no fomentar la guerra de castas.

Naturalmente que agotada esta primera instancia del plan primitivo de concordia y conciliación, la convicción de que lejos de ser un

movimiento corto, habría de implantarse una larga lucha entre las clases privilegiadas y las clases oprimidas, se transforma el sentido original de los planteamientos.

En 1812, al comentar los elementos constitucionales compuestos por Ignacio Rayón, ya rechaza la posibilidad de que la soberanía que dimana del pueblo pudiera residir en la persona del emperador.

De ahí en adelante, adquiere pleno desarrollo la capacidad de Morelos como conductor de hombres, y los decretos y manifiestos del Generalísimo nos dan una clara visión de sus ideas de emancipación; que abrigaban ya puntos relativos a la situación política y a la estructura social de la época.

En aquel documento titulado "medidas políticas que deben tomar los jefes de los ejércitos americanos para lograr su fin por medios llanos y seguros, evitando la efusión de sangre de una y otra parte", descubrimos las ideas sociales de Morelos inscritas en él como una necesidad vital, para que se consiguiera una mayor distribución de la riqueza y un sistema distinto en la administración pública.

Propuso se dictaran leyes que moderaran la opulencia y la indigencia.

En el proyecto para la confiscación de intereses de Europeos y americanos dicta entre otros puntos, los siguientes:

"Deben considerarse como enemigos de la nación a los adictos al partido de la tiranía y todos los ricos, nobles y empleados de primer orden, criollos o gachupines porque todos estos tienen autorizados sus vicios y pasiones en el sistema y legislación europea, cuyo plan se traduce en sentencia para castigar severamente la pobreza y la tontera. Es decir, la falta de talento y dinero, únicos delitos que conocen los magistrados y jueces de estos corrompidos tribunales".

Escribe más adelante que "el repartimiento que tocará a los vecinos de dichas poblaciones ha de ser con la mayor economía y proporción, de manera que nadie enriquezca en lo particular y todos queden socorridos en lo general para prendarlos, conciliándose su gratitud".

"No hay que temer la enemistad de los despechados, porque más de que son muy pocos, comparados con el crecido número de miserables que han de resultar beneficiados, ya sabemos todos por experiencia, que cuando el rico se vuelve pobre por culpa o por desgracia, son impotentes sus esfuerzos y los gachupines le decretan el desprecio".

Morelos se percata de que no sólo para la guerra, sino también para la paz, México precisaba resolver problemas hondos y complicados; que se necesitaba en esencia una verdadera inversión en la categoría de los valores sociales. Don Nicolás Rangel formuló una hipótesis que no se consideraba descabellada: Si Morelos hubiera tenido "la fortuna de consumar la Independencia, conforme a sus ideas de emancipación y mejoramiento de los de abajo, se hubieran hecho entonces , las reformas que un siglo después apenas empezamos a implantar".

"La lucha contra el lujo y la molicie, motivos de decadencia de los pueblos, y que hoy nos preocupan fueron enunciados por el prócer con una visión muy clara."

Continúa refiriéndonos Nicolás Rangel, "que los problemas recónditos de la organización social han continuado en el mismo punto y se han removido situaciones aparentes únicamente y se han renovado los hombres al frente de los gobiernos; pero dejando en pie las causas fundamentales de desequilibrio y malestar económico, sin encontrar la fórmula adecuada de paz, de estabilidad y de trabajo".

Cuando esto escribía el autor de los conceptos anteriores, un nuevo y trascendente movimiento revolucionario vendría a reencauzar definitivamente nuestros anhelos nacionalistas, democráticos y populares: el tránsito de la etapa de los caudillos a la de las instituciones republicanas en 1929.

Pero la lucha por sacudir las conciencias de los hombres, para modificar sus estructuras mentales, todavía tendría más elementos que aportar el perfeccionamiento de nuestro sistema.

Aquí cabe destacar porque se afirma que todos los movimientos revolucionarios por los que ha atravesado nuestro país, han sido objeto de una cuidadosa reflexión, de pensamientos que han conducido a nobles acciones, que nos permite reiterar que: revolución que no está dotada de un vigoroso sustento ideológico y de nobles fines de cambio social, no es más que una asonada o motín, encubiertos defensores de caducos privilegios.

Por eso afirmamos también, fue la declaratoria del sistema federal en la República Mexicana, no fue la concepción abstracta y especulativa. Correspondió a una urgente demanda de las entonces provincias, hoy transformadas en elementos vitales conformadores de la nación toda.

En el caso de algunos Estados como Jalisco y Zacatecas hubo necesidad de la firma de convenios que concluían con la exigencia de que se convocara cuanto antes al nuevo Congreso Constituyente, para que declarara la República Federal.

Fue este sin duda un congreso integrado por hombres de capacidad reconocida, de honradez a toda prueba y de inquebrantable energía; como jefes de Cuerpo Federalista: Lorenzo de Zavala, Juan de Dios Cañedo, Valentín Gómez Farías, Juan Bautista Morales, Crescencio Rejón, Juan Cayetano Portugal, José María Covarrubias y muy principalmente Miguel Ramos Arizpe. Los centralistas figuraron también y en sus filas se encontraban el padre Mier, el presbítero Becerra, Espinosa, Bustamante y algunos otros más.

Con gran sentido práctico, el Congreso Constituyente, antes de implantar cualquier otra labor, pensó en redactar y lo hizo, el Acta Constitutiva de la Federación.

Esta Acta de Nacimiento como todas las actas del mundo, no abriga algunos pormenores que fueron aprobados en los debates del Congreso,

pero sí fue, sin duda, el primer documento que estableció, con todos los requisitos legales, el sistema de República Federal Mexicana.

Se habló, se discutió y como consecuencia, se consagró en ella la soberanía popular del sistema federa, la división de poderes, el bicamarismo, el régimen electoral, el ejecutivo unipersonal, las garantías individuales y se creó la Suprema, Corte de Justicia.

Las provincias se convirtieron en Estados y se determinó la instalación de los Congresos constituyentes Estatales. De Alba considera que las bases teóricas filosóficas de la Constitución procedían del Contrato Social de Rousseau, de la Declaración de los Derechos del Hombre y de la Constitución de Cádiz de 1812. "Las reformas se dirigían fundamentalmente a modificar las antiguas costumbres basadas en ideas esencialmente políticas". "Esas ideas prevalecieron durante el siglo XIX y fueron fundamentales para la formación de Constitución de 57". Lo mismo en las Juntas de Chilpancingo que en el Decreto Constitucional de Apatzingán, se olvidaron las aspiraciones de reivindicación social económica, enunciadas por el caudillo suriano José María Morelos.

La Constitución de 57, tampoco dio cabida a ideas sociales acera de la distribución de la riqueza".

Termina firmando que fue un siglo más tarde cuando el constituyente de 17 incorpora preceptos y bases constitucionales para la debida aplicación de los principios proclamados y sostenidos por el cura Morelos".

Permitáseme un breve paréntesis solamente para comentar la importancia de dotar a la Federación del andamiaje jurídico necesario para podré realizar, por la vía pacífica, los imprescindibles cambios cualitativos que los pueblos amantes de la libertad y del progreso, exigen en su decurso histórico.

La historia de las naciones es también la historia de su instituciones jurídicas.

En el Acta Constitutiva que hoy conmemoramos con devoción republicana, nos da una amplia muestra de que con ley, con orden y con organización social, los pueblos aceleran su proceso histórico, así como la lucha hacia la plenitud nacional.

Este documento que lleva al primer mexicano, general Guadalupe Victoria, a la primera magistratura de la nación, inspira su manifiesto al pueblo, del 10 de octubre de 1824 en que rememorando al libertador de los Estados Unidos del Norte expresa: "Si los Estados no dejan al congreso general ejercer aquellas funciones que indudablemente le ha conferido la Constitución, todo caminará rápidamente a la anarquía y confusión: necesario es para la felicidad de los Estados, que en alguna parte se haya depositado el supremo poder, para dirigir y gobernar los interés generales de la Federación, sin esto no hay unión y seguirá muy pronto el desorden: que toda medida que tienda a disolver la unión, debe considerarse como un acto hostil, contra la libertad e independencia americana y que los autores de estos actos, deban ser tratados como corresponde."

Termina diciendo en su manifiesto: "ved aquí en pocas palabras, resumidos los elementos de nuestra organización social.

Hoy, 31 de enero de 1974, el pueblo mexicano reitera su voto por el federalismo, reafirma su voluntad popular de continuar luchando por que sea la vía pacifica la ruta invariable de una permanente revolución. Reitera su sufragio en favor de las instituciones republicanas y en favor también del gran promotor social que hoy las dirige patrióticamente, me refiero a Luis Echeverría.

Algunos calificados intelectuales nacionalistas dividen la historia de nuestro país en dos etapas.

Primero, la de la encomienda colonial, en que nuestros pueblos son desplazados, despojados por las fuerza y explotados por instrumentos políticos ajenos.

Segundo, la del paternalismo del estado que aspirando proteger a los más débiles, genera en ocasiones, pueblos pasivos, inertes y expectantes.

En esta etapa se forman los cacicazgos políticos y económicos, por falta de una adecuada organización social.

"Nada ni nadie resiste la fuerza de un pueblo organizado".

La federación, ha dicho el C. Secretario de Gobernación, no se agota en un pacto político: en un gran alianza económica y social. Por ello, para transitar del paternalismo del estado a nuevos estadios de bienestar, requerimos de la alianza constituida por los componentes de un pueblo socialmente organizado.

Pasar en suma, del paternalismo del estado al de la organización popular, en donde todos los mexicanos cumplamos corresponsablemente.

Si nuestro sistema federal es expresión de solidaridad nacional debemos buscar en ella la afirmación de nuestra independencia política, y añadir el ingrediente que, siguiendo al Siervo de la Nación postula nuestro Primer Mandatario: la revolución económica redistributiva fundamentalmente de oportunidades para todos aquellos mexicanos que han dejado de pensar que México es responsabilidad del Presidente de la República.

México es responsabilidad de todos los mexicanos y eso es lo que a mi juicio, la República espera de sus hijos en este día en que conmemoramos su sesquincentenario.

Así como en lo interno, también esperamos que en lo externo, la redistribución de oportunidades alcance por igual a todas las naciones del orbe.

Por eso el Presidente de México exalta nuestros valores republicanos, en esta hora en que concurre el Club de Roma y a otros países de Europa, para expresar sus tesis de solidaridad y de concordia internacionales.

En un momento en que el orden ecológico del mundo humano, se encuentra en franca ruptura, solamente es posible reafirma la

buena voluntad de todas las naciones del mundo, particularmente de las poderosas, si se entiende que la carta de Derechos y Deberes Económicos de los Estados, propuesta por México en la tercera UNCTAD es la única fórmula para evitar la autofagia, la autodestrucción de la especie humana.

Desde esta alta tribuna de la patria, reiteramos al depositario del pacto federal, con optimismo y confianza, que le acompañan el corazón y la mente de los mexicanos, porque es un auténtico campeón del republicanismo universal y de la verdadera justicia internacional. (Aplausos.)

El C. Presidente: Esta Presidencia se permite proponer a los miembros de la Comisión Permanente, que los brillantes discursos que han pronunciado los dos senadores y los dos diputados en este acto, se impriman y se edite un folleto para ser repartido en toda República. Se ruega a la Secretaría consulte a la Asamblea sobre el particular.

El C. Secretario Pascual Bellizzia Castañeda: Por instrucciones de la Presidencia se pregunta a la Asamblea, en votación económica, si aprueba que se impriman los discursos y se edite un folleto para ser distribuido en toda la República...Los que estén por la afirmativa, sírvanse manifestarlo... Aprobado.

AGRADECIMIENTO

- El mismo C. Presidente: La Comisión Permanente agradece por mi conducto, la presencia de todas las destacadas personalidades que nos acompañan, la presencia del señor licenciado Mario Palencia, Secretario de Gobernación y representante del señor Presidente de la República, la presencia del señor Licenciado Euquerio Guerrero, Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación , de los señores diputados constituyentes, de los señores Gobernadores de los Estados, de los señores Magistrados del Tribunal Superior de Justicia, de los señores Magistrados del Tribunal Fiscal de la Federación, del Tribunal de lo Contencioso Administrativo del Distrito Federal, de los señores Rectores de la Universidad de los Estados, de los directores de las Asociaciones de Profesionales y Técnicos y Dirigentes de Colegios profesionales de México, de los señores senadores y diputados del Congreso de la Unión, y de todo el público en general que nos hizo favor de acompañar.

La Comisión designada para introducir a nuestros distinguidos invitados, se servirá acompañar a los representantes de los otros poderes cuando deseen retirarse.

El C. Secretario: Señor Presidente, se han agotado los asuntos de esta sesión solemne. Se va a proceder a dar lectura al acta de la presente sesión.

ACTA

- El C. Secretario Gustavo Garibay Ochoa:

"Acta de la sesión solemne celebrada por la Comisión Permanente de la XLIX Legislatura del H. Congreso de la Unión, el día treinta y uno de enero de mil novecientos setenta y cuatro.

Presidencia del C. diputado Carlos Sansores Pérez.

En la ciudad de México, a las once horas y treinta minutos del jueves treinta y uno de enero de mil novecientos setenta y cuatro, con asistencia de veintisiete ciudadanos legisladores, se abre la sesión solemne con el objeto de conmemorar el 150 aniversario de la firma del Acta Constitutiva de la Federación.

Encontrándose a las puertas del recinto el C. licenciado Mario Moya Palencia, Secretario de Gobernación, quien asiste a esta sesión solemne en representación del señor Presidente de la República y el C. licenciado Euquerio Guerrero, Presidente de la H. Suprema Corte de Justicia de la Nación, se designa para introducirlos al salón a los ciudadanos senador Miguel Barberena Vega, diputado Jesús Elías Piña, senador Alfonso G. Calderón y diputado Gilberto Gutiérrez Quiroz.

A continuación la Secretaría informa de la presencia de los ciudadanos Gobernadores de diversas entidades federativas: Felix Agramont Cota, Eulalio Gutiérrez Treviño, Arturo Noriega Pizano, Manuel Velasco Suárez, Oscar Flores, Alejandro Páez Urquidi, Israel Nogueda Otero, Alberto Orozco Romero, Felipe Rivera Crespo, Roberto Gómez Reyes, Pedro Zorrilla Martínez, Fernando Gómez Sandoval, Luciano Huerta Sánchez y Carlos Loret de Mola; asimismo, de los Diputados Constituyentes al Congreso de 1917, ciudadanos Ignacio Ramos Praslow, Amílcar Vidal, Cándido Avilés, Antonio Gutiérrez, Jesús Romero y Celestino Pérez; de los Magistrados del Tribunal Superior de Justicia, encabezados por su Presidente licenciado Abel Treviño Martínez; de los magistrados del Tribunal Fiscal de la Federación, encabezados por su Presidente licenciado Atanasio González Martínez; de los integrantes del Tribunal de lo Contencioso Administrativo del Distrito Federal, encabezados por su Presidente licenciado Saturnino Agüero; de los Rectores de las Universidades de Sonora, Tabasco, Guadalajara, Zacatecas, Nayarit, San Luis Potosí y Guanajuato; de los directivos de las Asociaciones de Profesionales y Técnicos; de los dirigentes de Colegios Profesionales de México; de los representantes de los cuatro partidos políticos nacionales y de ciudadanos senadores y diputados del H. Congreso de la Unión.

Acto seguido, los ciudadanos senador Luis M. Farías, diputado Jesús Ribert Dávila Navarro, senador José Rivera Pérez Campos y diputado Mario Ruiz de Chávez, hacen uso de la palabra para expresar la importancia que entraña el Acta Constitutiva de la Federación firmada en el año de 1824.

A proposición de la Presidencia, la Asamblea acuerda se impriman los discursos anteriores y se edite un folleto para ser distribuido en toda la República.

El C. diputado Carlos Sansores Pérez, Presidente de la Comisión Permanente del H. Congreso de la Unión, agradece, a nombre de la misma, la presencia en este acto, a las destacadas personalidades, a los distinguidos invitados, así como al público en general que concurrió a la sesión solemne.

La misma Comisión que introdujo a los invitados, los acompaña al retirarse."

Esta a discusión el Acta... No habiendo quien haga uso de la palabra, en votación económica, se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa, sírvanse manifestarlo... Aprobada.

- El C. Presidente (a las 13:20 horas): Se levanta la sesión solemne y se cita para la pública que tendrá lugar el próximo jueves siete de febrero a las once horas.

TAQUIGRAFÍA PARLAMENTARIA Y "DIARIO DE LOS DEBATES"