Legislatura XLIX - Año III - Período Ordinario - Fecha 19751230 - Número de Diario 47
(L49A3P1oN047F19751230.xml)Núm. Diario:47ENCABEZADO
DIARIO DE LOS DEBATES.
DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS
DEL CONGRESO DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS
XLIX LEGISLATURA
Registrado como artículo de 2a. clase en la Administración Local de Correos, el 21 de septiembre de 1921.
AÑO III México, D. F., Martes 30 de Diciembre de 1975 TOMO III.- NUM. 47
CLAUSURA DE CONGRESO GENERAL
SUMARIO
Apertura
Acta de sesión anterior. Se aprueba
Comparecencia del C. Presidente de la República.
De conformidad con los Acuerdos tomados por las Cámaras del H. Congreso de la Unión, hace acto de presencia en el Salón el C. licenciado Luis Echeverría Alvarez, acompañado de las comisiones designadas para el efecto
Invitados de Honor.
La Presidencia informa de la presencia en el Presidium del C. Presidente de la H. Suprema Corte de Justicia de la Nación y de altos funcionarios del régimen y de otras distinguidas personalidades
Homenaje a Cuauhtémoc.
Los CC. senador Vicente Fuentes Díaz y diputado José Luis Melgarejo Vivanco, rinden homenaje al héroe más grande de nuestra nacionalidad, Cuauhtémoc. ..
La Presidencia destaca la presencia en el palco de honor a la distinguida señora María Esther Zuno Echeverría .
Informe de Labores.
Para hacer consideraciones sobre las labores desarrolladas por la XLIX Legislatura del Congreso de la Unión y externar comentarios sobre lo realizado durante los cinco años del régimen del Presidente Echeverría, usan de la tribuna los CC. senador Enrique Olivares Santana y diputado Carlos Sansores Pérez .
Discurso del Primer Magistrado
El C. Presidente de la República hace uso de la palabra para manifestar la razón de su presencia ante el H. congreso de la Unión. Se refiere a los conceptos de los oradores y concluye expresando que México continuará avanzando en el futuro hacia una democracia social en que la justicia se realice en la libertad .
Agradecimiento.
El Presidente del H. Congreso de la Unión agradece al jefe de las Instituciones Nacionales su presencia en esta sesión solemne. A su vez la Secretaría agradece la asistencia de los CC. Secretarios de Estado, Gobernadores, funcionarios del régimen y demás invitados de honor ..
Clausura.
La Presidencia declara formalmente terminados los trabajos de la XLIX Legislatura del H. Congreso de la Unión, correspondientes al tercer periodo ordinario de sesiones .
Después de rendir los honores a su alta investidura, el C. Presidente de la República se retira del Salón, acompañado de las mismas comisiones que lo introdujeron .
Acta.
Se da lectura y se aprueba el Acta de esta sesión. Se levanta la sesión solemne y de clausura de Congreso General.
DEBATE
PRESIDENCIA DEL C. DIPUTADO LUIS DEL TORO CALERO
(Asistencia de 171 ciudadanos diputados y 56 ciudadanos senadores.).
APERTURA
- El C. Presidente (a las 16:55 horas): Se abre la sesión.
ACTA DE LA SESIÓN ANTERIOR
- El C. secretario Rogelio García González:
"Acta de la sesión efectuada por la Cámara de Diputados de la XLIX Legislatura del H. Congreso de la Unión, el día treinta de diciembre de mil novecientos setenta y cinco.
Presidencia del C. diputado Luis del Toro Calero.
En la ciudad de México, a las once horas y cincuenta y cinco minutos del martes treinta de diciembre de mil novecientos setenta y cinco, se abre la sesión una vez que la Secretaría declara una asistencia de ciento sesenta y tres ciudadanos diputados.
Seda lectura al Orden del Día y al Acta de la sesión anterior, llevada a cabo el día de ayer, que sin discusión se aprueba.
Se da cuenta de los documentos en cartera:
El Congreso del Estado de Durango comunica haber aprobado la adición al párrafo octavo del artículo 27 de la Constitución General de la República. Recibo y a las Comisiones unidas de Relaciones Exteriores; de Puntos Constitucionales y Estudios Legislativos, que tienen antecedentes.
La Legislatura del Estado de Chiapas participa la elección del Presidente y Vicepresidente de su Mesa Directiva. De enterado.
La Legislatura del Estado de Querétaro da a conocer la clausura del primer periodo ordinario de sesiones, y la apertura del primer receso, correspondiente al tercer año de su ejercicio y la integración de su Mesa Directiva. De enterado.
El C. Arturo González Cosío da lectura al dictamen de las Comisiones unidas Primera y Segunda de Justicia; de Estudios Legislativos y de Desarrollo Científico y Tecnológico, que contiene el proyecto de Ley de Invenciones y Marcas. Primera lectura.
A solicitud del orador se dispensa la segunda lectura del dictamen.
A discusión en lo general, sin que motive debate se reserva para su votación nominal.
A discusión en lo particular, no habiendo quien haga uso de la palabra, se aprueba en lo general y en lo particular por ciento sesenta y tres votos en pro y doce en contra. Pasa al Ejecutivo para sus efectos constitucionales.
Las Comisiones unidas Primera de Trabajo y de Estudios Legislativos, emiten un dictamen con proyecto de Decreto que reforma los artículos 87 y 501 fracciones III y IV de la Ley Federal del Trabajo. Primera lectura.
A solicitud del C. Jesús Ibarra Tenorio, se dispensa la segunda lectura al documento en cuestión.
A discusión en lo general y después en lo particular, sin que motive debate, en votación nominal que aprueba en ambos sentidos por ciento cuarenta y siete votos de la afirmativa por dieciocho de la negativa. Pasa al Ejecutivo para sus efectos constitucionales.
Dictamen con proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación, para el ejercicio fiscal de 1976, suscrito por la Comisión de Presupuesto y Gasto Público. Segunda lectura.
A discusión en lo general, hacen uso de la palabra los siguientes CC. diputados:
En contra, el C. Juan José Hinojosa Hinojosa; por la Comisión, el C. Alejandro Cervantes Delgado; en pro, el C. Salvador Castañeda O'Connor; en contra, el C. José Angel Conchello Dávila; por la Comisión, el C. Humberto Lira Mora; para una moción que es rechazada por la Presidencia, el C. Fernando Estrada Sámano; en contra, el C. Manuel González Hinojosa; en pro, el C. Héctor Valencia Mallorquín; el C. Javier Blanco Sánchez, inscrito en contra, declina hacerlo; por segunda ocasión, el C. Juan José Hinojosa Hinojosa; por la Comisión, el C. Luis Dantón Rodríguez.
Suficientemente discutido en lo general, se reserva para su votación nominal.
La Presidencia informa a la Asamblea que se encuentra a las puertas del Recinto una Comisión del H. Senado de la República; para que la introduzcan al Salón designa a los CC. diputados Gilberto Gutiérrez Quiroz, Joaquín Cánovas Puchades y Fidel Herrera Beltrán.
En el uso de la palabra el C senador Enrique González Pedrero. manifiesta que la H. Colegislatura ha concluido el tercero y último periodo ordinario de sesiones correspondiente a la XLIX Legislatura. Externa varios conceptos sobre el particular y sobre la estrecha colaboración de los Poderes de la Unión y termina agregando que se legisló creando un derecho revolucionario, que se hizo política junto con Luis Echeverría para cambiar, para llevar hacia adelante a México.
La Presidencia se da por enterada de que la Cámara de Senadores dio por terminadas sus labores del tercer periodo de sesiones de esta Legislatura. Reconoce que el bicamerismo es una de las garantías de la República y de la Federación, con funciones específicas representativas y legislativas; ambas Cámaras se suman para integrar la voluntad general de la Ley.
Finaliza enviando un saludo al C. senador Emilio González Parra, Presidente del H. Senado y al señor Enrique Olivares Santana, Presidente de la Gran Comisión del mismo.
A nombre de los señores diputados saluda a los señores senadores haciendo votos por su prosperidad y bienestar personal.
Se continúa con los asuntos del Orden del Día.
A discusión en lo particular el proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación para 1976.
Hacen uso de la palabra, para impugnar los artículos 20 y 21 del proyecto, el C. Gerardo Medina Valdez; por las Comisiones interviene el C. Alejandro Cervantes Delgado.
Suficientemente discutidos los artículos 20 y 21, se reservan para su votación nominal.
Se procede a recoger la votación nominal en lo general y en lo particular de los artículos no impugnados, que resultan aprobados por ciento cuarenta y seis votos en pro y veintiuno en contra.
Los artículo 20 y 21 objetados, se aprueban en votación nominal por ciento cuarenta y seis votos de la afirmativa y veintiuno de la negativa. Pasa al proyecto de Decreto al Ejecutivo para sus efectos constitucionales.
Elección, por medio de cédula, de los miembros de la Cámara de Diputados que formarán parte de la Comisión Permanente del H. Congreso de la Unión, en tercer receso de la XLIX Legislatura.
Llevada a cabo la votación y hecho el escrutinio correspondiente, arroja el siguiente resultado:
Ciento cuarenta y seis votos para la planilla integrada por los siguientes ciudadanos diputados: Carlos Sansores Pérez, Mariano Araiza Zayas, Luis del Toro Calero, Manuel Ramos Gurrión, Filiberto Soto Solís, Feliciano Calzada Padrón, Carlos Rivera Aceves, Leonardo Rodríguez Alcaine, Abraham Talavera López, Matilde del Mar Hidalgo y García Barna, Raúl Gómez Danes, Julio Camelo Martínez, Luis Fernando Solís Patrón, Jesús José Gamero y Ernesto Báez Lozano.
También se registraron tres votos para otra planilla distinta.
EL C. Presidente de la Asamblea declara quiénes formarán parte de la Comisión Permanente del H. Congreso de la Unión.
Con fundamento en el artículo 11 del Reglamento, la Mesa Directiva designa las siguientes comisiones para participar que la Cámara de Diputados terminó sus trabajos correspondientes al tercer periodo de sesiones de la XLIX Legislatura.
Al H. Senado de la República, los CC. diputados Alejandro Sobarzo Loaiza, Julio Camelo Martínez, Humberto Lira Mora, Alfonso Gómez de Orozco, Humberto Mateos Gómez y Mario Vargas Saldaña.
A la H. Suprema Corte de Justicia de la Nación, los CC. diputados Antonio Torres Gómez, Feliciano Calzada Padrón, Daniel A. Moreno Díaz, Jaime Esteva Silva, Abel Vicencio Tovar y Gilberto Acosta Bernal.
Oficio del H. Senado de la República por el que da a conocer los nombres de los CC. senadores para integrar la Delegación Mexicana que asistirá a la Décima Sexta Reunión Interparlamentaria México - Estados Unidos, en la siguiente forma:
Enrique Olivares Santana, Víctor Manzanilla Schaffer, Aurora Ruvalcaba Gutiérrez, Enrique González Pedrero, Vicente Fuentes Díaz, Francisco Aguilar Hernández, Guillermo Morales Blumenkron, Ignacio Maciel Salcedo, Ramón Alcalá Ferrera, Edgar Robledo Santiago, Germán Corona del Rosal y Gilberto Suárez Torres. Suplentes: José Bruno del Río Cruz, Agustín Ruiz Soto, Vicente Juárez Carro y Samuel Terrazas Zozaya. De enterado.
La propia H. Colegislatura comunica a la elección de los CC. senadores que integrarán la Comisión Permanente del H. Congreso de la Unión, que funcionará durante el tercer y último receso de la XLIX Legislatura, como sigue:
Augusto Gómez Villanueva, Braulio Fernández Aguirre, Emilio M. González Parra, Luis M. Farías, Gabriel Leyva Velázquez, José Rivera Pérez Campos, Félix Vallejo Martínez, Pascual Bellizzia Castañeda, Salvador Gámiz Fernández, Salvador Jiménez del Prado, Juan Sabines Gutiérrez, José Castillo Hernández, Norberto Mora Plancarte y Florencio Salazar Martínez. De enterado.
Puestos todos o los presentes de pie, la Presidencia hace la siguiente declaratoria:
"Hoy treinta de diciembre de mil novecientos setenta y cinco, se declaran formalmente terminados los trabajos de la Cámara de Diputados a la XLIX Legislatura del H. Congreso de la Unión, correspondiente al tercer periodo ordinario de sesiones."
A las catorce horas y cincuenta minutos, se levanta la sesión para abrir, en su oportunidad, la de Congreso General.
Está a discusión el Acta... No habiendo quien haga uso de la palabra, en votación económica, se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa, sírvanse manifestarlo... Aprobada.
COMPARECENCIA DEL C. PRESIDENTE
DE LA REPÚBLICA
El C. Presidente: Para introducir al ciudadano Presidente de la honorable Suprema Corte de Justicia de la Nación, se nombra en comisión a lo diputados José Ortiz Arana, José de Jesús Martínez Gil, Salvador Castañeda O'Connor y Gilberto Ortiz Medina, para que en unión de los señores senadores que ya han sido designados, cumplan su cometido.
Para introducir al ciudadano Luis Echeverría Alvarez, Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, se designan a los ciudadanos diputados María Edwigis Vega Padilla, Margarita Prida de Yarza, Alicia Mata Galarza y Belisario Aguilar Olvera, quienes en unión de los señores senadores ya designados, deberán cumplir su cometido.
Se declara un receso en espera del ciudadano Presidente de la República.
(En su oportunidad, las Comisiones cumplen con su cometido.)
Una vez que se le rindan los honores de ordenanza al Jefe de las Instituciones Nacionales, la Presidencia reanuda la sesión.
INVITADOS DE HONOR
El C. Presidente: Es un honor para este H. Congreso de la Unión contar con la presencia en el Presidium del C. licenciado Euquerio Guerrero López, Presidente de la H. Suprema Corte de Justicia de la Nación, así como la de los altos funcionarios del régimen y distinguidas personalidades.
HOMENAJE A CUAUHTÉMOC
El C. Presidente: Se designa para que hagan uso de la palabra en esta sesión para rendir homenaje a Cuauhtémoc, a los ciudadanos senador Vicente Fuentes Díaz y diputado Luis Melgarejo Vivanco.
Se concede la palabra al ciudadano senador Vicente Fuentes Díaz.
- El C. Vicente Fuentes Díaz:
Señor Presidente del Congreso,
Señor Presidente de la República,
Señor Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación,
Distinguidos invitados; compañeros:
El carácter de un pueblo se forja en un proceso largo y complejo, enmedio de grandes peripecias, al través de triunfos y derrotas, en el curso contradictorio de la vida que va incorporando a la conciencia colectiva, día con día, sentimientos y experiencias que el pueblo, con su gran intuición, recoge, asimila y elabora, para convertirlos después en formas actuales.
Cada capítulo trascendente de la historia es un elemento que se agrega a la nación que el pueblo tiene de el propio, de su origen, de su discurrir o de su destino. La conciencia nacional, y ése es el caso concreto de México, se remodela todos los días, pero en su evolución esencial están presentes todas sus sensaciones, desde las más remotas hasta las más recientes. Quizá haya quien no perciba del todo este proceso; que no lo entienda o finja ignorarlo, pero lo cierto es que existe y opera en todos nosotros, como fuerza que inspira nuestro pensamiento y condiciona nuestra conducta.
Cuauhtémoc es, sin duda, la primera experiencia , dura y hermosa experiencia a la vez, que los mexicanos sentimos como una enseñanza de validez permanente. Es símbolo inextinguible de un pueblo que se rebela ante todo intento de sojuzgamiento por parte de poderes extraños. Es, emocional políticamente, la raíz primigenia, el punto de arranque, la razón de ser, la facultad decisoria, la dirección y la meta de este pueblo mexicano que tiene siglos y siglos de recorrer el calvario de una lucha tenaz e infinita por su libertad.
Si la historia mexicana es la historia de la lucha contra el triunfo y la injusticia, por el derecho y la razón, Cuauhtémoc, con su ejemplo altísimo, está en toda ella, la preside y la alienta, la justicia y la avala.
Cuauhtémoc ha sido poesía, sí; ha sido leyenda, Si; ha sido quizá fantasía; pero ha sido sobre todo, lección permanente de dignidad y abnegación; de entereza u audacia; ha sido y seguirá siendo, así lo sentimos, un compromiso de lucha al que no podemos renunciar sino a cambio de abdicar de nuestra condición de mexicanos amantes de la libertad de México, y de causarnos repudio a nosotros mismos, y de legarles a nuestros hijos un baldón que nunca, con justicia, dejarían ellos de reprocharnos. Cuauhtémoc es, por tanto, una convocatoria sin tregua y sin en favor de los más altos ideales de la Patria.
Por ello. C. Presidente de la República, señores invitados, la Cámara de Senadores no quiso que finalizara el año de 1975, en el que se cumplen 450 de la muerte del héroe, sin rendirle este homenaje.
¿ Por qué la figura de Cuauhtémoc, lejos de desdibujarse con el tiempo, reafirma sus perfiles, crece en la conciencia nacional y se hace objeto de mayor admiración ? ¿ Por qué desborda los textos trillados para ganar todos los días una nueva definición? El culto a los héroes ni nace ni se desarrolla al azar, adquiere mayor relieve cuando su simbolismo coincide más con las causas justas que se debaten y con los fines nobles que se persiguen.
Cuauhtémoc representa, en nuestra historia, el arraigo y el amor a la tierra; la tierra de sus mayores; la tierra que a él mismo lo vio nacer; la tierra donde su raza, núcleo vital de la Patria de su tiempo, había levantado todo lo que motivaba la codicia del conquistador. Y esa es una suprema lección humana. Porque defender la tierra, que es a veces martirio, pero que es también pan, abrigo, libertad y esperanza, es defender el origen y la base material de la Patria; es defender el sustento primario de uno mismo.
Cuauhtémoc representa el coraje, la decisión, el arrojo y el sacrificio personal frente a la invasión extranjera que sin más motivo que la ambición ni más apoyo que la superioridad armada desató la violencia, la destrucción y la muerte. Y esto es una suprema lección de dignidad para todos los mexicanos que defendemos hoy a México del amago o del ataque del imperialismo, de las modernas potencias que, a semejanza de la colonial del siglo XVI, se lanzan ahora a sojuzgar a los pueblos con la misma arbitrariedad y el respaldo de su brutal maquinaria bélica, montada con los artefactos de destrucción masiva más terribles que hubiese podido concebir la imaginación humana. Al defender a su pueblo de la agresión, Cuauhtémoc se hace símbolo imperecedero de la lucha de la liberación contra el imperialismo imperialista y, a su vez pone el primer cimiento de una tradición que al cabo de los siglos, fraguándose diariamente en una tremenda realidad que sólo cambia de forma, ha de llevarnos a nuestra política internacional, política de paz, de equidad, de cooperación y de justicia; política que, en el orden económico, cristaliza en la Carta de Derechos y Deberes Económicos de los Estados, propuesta al mundo por el Presidente Echeverría; política contra la guerra, de la que pueden darse innumerables ejemplos; política de apoyo y defensa de los débiles frente a los poderosos, de la que está llena nuestra historia, con tantos ejemplos como casos de atropello, despojo y humillación se han registrado contra los pueblos indefensos.
Cuauhtémoc representa la íntima vinculación del líder con su pueblo, fundidos en el esfuerzo común de hacer frente a las grandes responsabilidades de su hora. Y esa es una suprema lección de sentido político porque sólo la analiza activa y bien dirigida de las masas con el gobernante que sabe entenderlas, es capaz de llevar adelante las causas justicieras que una nación levanta y defiende en determinado momento.
Cuauhtémoc representa el derecho de un pueblo de no admitir ingerencia extraña en su destino, ni presiones encaminadas a distorsionar su vida, ni mandato alguno que no provenga del pueblo, ni nada que signifique mutilación o destrucción de lo que el pueblo haya podido construir, por discutible que aparezca
ante ojos extraños, pero que sea obra de su voluntad soberana. El pueblo es en lo político el único que debe calificar, y el único que debe conservar, modificar o cambiar lo establecido. Y esa es una suprema lección histórica. Lo es para el nuestro y para todos los pueblos, porque entraña el principio de autodeterminación, premisa indispensable, hoy y siempre, para que un conglomerado nacional escoja su sistema de vida y la dirección en donde quiera marchar. En estos momentos, cuando el mundo se ve amenazado, incluso con el peligro de guerra, por las pretensiones de dominio de las potencias; cuando una porción de pueblos, los que forman el Tercer Mundo, viven agobiados por los intereses de las metrópolis internacionales, sean éstas meramente económicas o ideológicas, el ejemplo de Cuauhtémoc se agiganta, estimula el espíritu batallador de los pueblos y es luz que ilumina su marcha frente a la sórdida encrucijada donde se genera la conspiración contra su independencia y su derecho a la libre determinación.
Cuauhtémoc representa el esfuerzo lúcido para rehacer la moral de su pueblo en horas aciagas, casi de derrota, para sostenerlo en pie y lanzarlo a la lucha. Y esta es una suprema lección de civismo, sobre todo en nuestra hora, cuando el estadista visionario que nos dirige se ha empeñado en construir una nueva moral política que está levantando a nuestro pueblo, infundiéndole renovado vigor y enseñándolo a iniciar nuevas y valerosas empresas. Cuauhtémoc es, en este sentido, advertencia para los pasivos, aliento para los indecisos y flagelo para los claudicantes.
Cuauhtémoc representa la rebeldía juvenil contra la justicia, pero no en la forma de violencia irracional que llega al delito o al afán destructivo, sino de la inconformidad activa de una nueva generación contra la explotación y el atraso. Por ello el Presidente Echeverría, en su visita a Ixcateopan, como candidato, ponderó la figura de Cuauhtémoc como ejemplo de energía combativa para la juventud.
Por lo dicho y por otras razones, señoras y señores, Cuauhtémoc se ha vuelto más actual, más militante, más aleccionador, y sus virtudes cívicas y humanas, hoy más que nunca, son antorchas, bandera y escudo de los pueblos en la lucha por su liberación y progreso; en la diaria batalla para rechazar lo que en su tiempo fue fenómeno aislado y hoy tendencia generalizada; el atropello a los pueblos débiles por el imperialismo, el neocolonialismo y el moderno fascismo, En eso estriba la vigorosa actualidad de Cuauhtémoc.
Pero hay algo, señor Presidente de la República, que vemos como una sombra en el resplandeciente y siempre renovado horizonte que es Cuauhtémoc en la vida mexicana. Se trata de la inconclusa investigación sobre el hallazgo de Ixcateopan. El pueblo de mi Estado, señor, y no creo equivocarme si digo que la inmensa mayoría del pueblo mexicano, desea que esa indignación llegue a su fin y no se deje dudas, cualquiera que sea su resultado.
Se recordará que a raíz del descubrimiento, y ante dictámenes oficiales contradictorios, el entonces titular de la Secretaría de Educación Pública declaró abierta la investigación para que estudios posteriores hicieran plena luz en el asunto. Han transcurrido desde entonces 25 años. Es ya cuarto de siglo durante el cual ninguna palabra oficial se ha vuelto a decir sobre el tema. Nadie cree que los estudiosos no hayan podido llegar en ese lapso a ninguna conclusión por falta de recursos científicos o por limitaciones de capacidad. Se piensa que no se ha estimulado la investigación. Y el pueblo desea saber la verdad sobre el hallazgo. No pretende una declaración o un dictamen basados en juicios subjetivos, ni en sentimentalismos, ni en reacciones emotivas. Aspira a que la indignación sea estrictamente objetiva, razonada y de verdadero rigor científico, al margen de cualquier prejuicio, para que las conclusiones se impongan por sí mismas, por el peso de su verdad científica. La memoria de Cuauhtémoc no merece ni un fallo adverso movido por la pasión sectaria ni una resolución favorable motivada simplemente por la euforia patriótica. Reclama, no más, pero tampoco nada menos, lo que Cuauhtémoc representó en vida, o sea limpieza y autenticidad, que traducidos a un lenguaje técnico se resuelvan en estos términos: objetividad científica.
Y los mexicanos pensamos que usted, por su alta investidura y su autoridad, es lo único que puede dictar las medidas oficiales para que la investigación, prácticamente paralizadas desde 1950, se reactive, sobre nueva vida y llegue a su culminación, lo que será menos difícil que antes por el progreso de la ciencia. El Senado de la República le solicita respetuosamente, por mi conducto, lo siguiente:
1o. Que se encomiende al Instituto Nacional de Antropología e Historia, como órgano técnico más idóneo en la materia, que impulse y coordine la investigación, acelerándola todo lo posible para compensar el tiempo desaprovechado.
2o. Que explore y estudie el momoxtle que existe en Ixcateopan y en el cual, según una antigua tradición oral, estuvo la casa o el palacio de los ancestros de Cuauhtémoc. Esa exploración dará a los estudios un nuevo y valioso elemento de juicio.
Volvemos esperanzados la vista hacia usted, señor Presidente de la República, para que ordene la reanudación de los estudios interrumpidos.
Pensamos que de esa manera, llegándose a conclusiones definitivas, se borrará histórica de Cuauhtémoc las sombras que siempre arroja una investigación incompleta, no por que pensemos que ésta vulnere la grandeza de quien es sin discusión el héroe más puro de nuestra historia, sino para que las nuevas generaciones puedan estudiar y valorar la magnificencia del héroe sin las suspicacias y pasiones de una investigación a medias.
Tiene usted la palabra, señor Presidente de la República, y mientras tanto nos inclinamos
reverentes ante la memoria del héroe que, contrariamente al significado de su nombre, no es águila que desciende, sino águila que cruza los espacios de América de uno a otro confín, en el acento lírico de la voz de López Velarde y Neruda; que se ha perpetuado en los lienzos inmortales de Rivera y Siqueiros, y que vuelve a ocupar su sitio de lucha en cada ocasión que un pueblo vejado y oprimido combate por su libertad contra las fuerzas poderosas de la hegemonía y la destrucción. (Aplausos.)
El C. Presidente: La Presidencia del Congreso desea destacar en este recinto la digna presencia de la señora María Esther Zuno de Echeverría.
Tiene la palabra el señor diputado José Luis Melgarejo Vivanco.
El C. diputado José Luis Melgarejo Vivanco: Con su venia, señor Presidente del Congreso; C. licenciado Luis Echeverría Alvarez, Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos; C. licenciado Euquerio Guerrero López, Presidente de la H. Suprema Corte de Justicia de la Nación; CC. Secretarios de Estado y Altos Funcionarios; CC. Gobernadores de los Estados; CC. Comandantes Militares; Compañeros Senadores y Diputados; damas y caballeros:
Para el Honorable Congreso Mexicano, es honra singular la presencia de los Poderes de la Unión, en esta solemne ceremonia, con la cual clausuran, su Tercer Periodo de Sesiones Ordinarias, los actuales integrantes de la Cámara de Diputados, el sexto en el Senado de la República, y a cuyo resumen, hay una íntima, profunda reflexión, en la cual, recorriendo las páginas de la historia, el halcón de los astros quedara detenido hace cuatro siglos y medio, iluminando la figura de Cuauhtémoc, inmaculado bronce de la dignidad.
Pocos pueblos de la tierra pueden mostrar un devenir tan fulgurante como el Tenochca: en sólo 200 años escasos, de parias acosados por todas las carencias, fincaron, desafinando a los poderíos de la época y en contorno, en el magno islote de una laguna ensalitrada. No es aquí lugar para discutir quién hizo al mundo; pero, el universo Tenochca, germinó en sus nidales y nació de sus callosas manos, del humeante sudor de sus espaldas, porque hicieron estacadas y acarrearon la tierra para rellenarlas; carentes de suelo labrantío, crearon los ejidos flotantes de chinampas; en sus canoas, condujeron el agua, y acuáticos y anfibios, terminaron siendo los dueños de las rutas lacustres, y casi no hubo tierra mesoamericana que no hubiera sido tierra Tenochca, en acelerado proceso para consolidar nuestra nacionalidad aborígen.
Maestros del sincretismo, creadores de una filosofía política en la cual se conjugaban todas las corrientes del pensamiento y el quehacer, estructuraron una organización social que ni los conquistadores, ni los especialistas europeos, en largos años. jamás pudieron valorar, y herederos de las más altas culturas autónomas, mantuvieron a la cabeza del mundo, con un riquísimo idioma, de musicales inflexiones y tropos rutilantes, la exactitud matemática de su astronomía, y un arte, si no superior a las expresiones mejores de otros pueblos, de ninguna manera inferior.
Hoy, todavía, para muchos analistas presurosos, el telúrico fenómeno de la conquista, no ha sido reflexionado en su cabal magnitud, y aún pasará más tiempo en lograrse, pero, ya se van iluminando algunos ángulos. Cuauhtémoc, defensor de la nacionalidad, del nacionalismo revolucionario, encaró la lucha contra la sacra imagen de un emperador muy por debajo de su minuto y de su pueblo; la subversión provocada por los extranjeros invasores; el enfrentamiento contra las por entonces más terribles armas para el exterminio de los hombres; atajar el desaliento causado por la desconocida, mortal enfermedad, en el equivalente a una guerra bacteriológica; pero, sobre todo, su titánica lucha espiritual contra el mito y el derrotismo, contra hombres considerados por la propaganda como enviados de la divinidad y manejadores de las armas exclusivas del cielo.
Cuando llegó el momento de la derrota; cuando Tenochtitlán quedó sola con su tragedia, por un cerco infranqueable; sin alimento, sin agua, sin auxilio; cuando de mellaron todas las obsidianas; cuando los hombres perecieron; cuando la desesperación apocalíptica de todos los infortunios, con las esperanzas incendiadas, pidió ayuda de los dioses, no sólo éstos no pudieron ayudar a su pueblo, ni siquiera fueron capaces de salvarse a sí mismos. En ese momento, hubo una voluntad por encima de la catástrofe, la de persistir para defender a una patria, la de sus ensueños de niño, la del ventisquero en los volcanes, la de más ronco tumbo de sus mares.
Cuando la piragua fue sorprendida, cuando los últimos fieles peligraron, irguió su responsabilidad sobre las aguas, y al decir de la pluma trastocada, epilogó el cumplimiento del deber. Sin embargo, cuando empuño el acero descuidado, quien palidecía era el conquistador; y cuando para encubrir a robo y avaricia, la hornaza se quedó temblando bajos sus pies, el silencio de sus labios estremeció la conciencia de los depredadores de cuando, chapoteando entre los tremedales de la vieja Chontalpa, iba como rehén y escudo del extremeño, preparó la insurgencia, y delatado, selló con su muerte la gloria de una vida, en servicio de un pueblo para la eternidad.
Quienes consideren a la historia sólo un conjunto de apolillados cronicones; quienes la imaginen a manera de una erudita vanidad, o el paternal arrullo de las cunas, nunca podrán entender la esencia de la vida, ni acertar con la senda por donde los pueblos marchan rumbo a su propio destino. Sin exagerar el papel del individuo en la historia, Cuauhtémoc es eterna presencia de México. La edad con la cual asumió una de la máximas responsabilidades, es perpetuo ejemplo a la juventud y a todas las edades; lo más vigoroso de su nacionalismo transmigró a las proclamas de Hidalgo, estuvo
en las reformas de Juárez, en los Constituyentes de 1917, y está en la presente lucha por la independencia económica de México, sin la cual resultan precarias las otras; y porque Cuauhtémoc murió luchando contra el Colonialismo, el mexicano lleva, debe llevar siempre, una telúrica decisión para rechazarlo, no sólo al de viejo cuño, sino al moderno colonialismo económico, cultural, financiados por los poderosos extranjeros de cualquier símbolo, y contra el más peligroso de todos, el interno de quienes tiendan sus dos manos implorando una cadena, el de quienes no se apiadan de su patria y de sus hombres al denigrarlos irreflexiva o reflexivamente; el de quienes no se alistan en su trinchera, para derrotarlo definitivamente, por sobre todo y ante todo. Si hoy, la voz de México ha sido escuchada con el respeto debido a su solvencia moral, en los foros del mundo, el compromiso ciudadano es acrecerla.
Señor licenciado Luis Echeverría, Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos; acaso sea manera pobre de agradecer a usted su presencia en este acto y su esforzada lucha por México y los pueblos expoliados, la conducta de la Cámara de Diputados al honorable Congreso de la Unión, pero si observamos extranjeros, de la pasión con la cual aquí se ha debatido la marcha del país, quisieran obtener la visión de un pueblo dividido, estarían equivocados; no estamos divididos, porque siempre hubo, en todos y cada uno de los miembros de la Representación Nacional, un transido amor a la patria, suficiente para defenderla, con la vida misma, en su territorio, en sus instituciones, y en el supremo derecho de su pueblo, a una vida más digna en la libertad. Muchas gracias. (Aplausos.)
INFORME DE LABORES
El C. Presidente: Se han designado asimismo para hacer uso de la palabra en esta sesión en relación con la actividad legislativa, a los ciudadanos senador profesor Enrique Olivares Santana y diputado Carlos Sansores Pérez.
Se concede el uso de la palabra al, señor senador profesor Enrique Olivares Santana.
El C. senador profesor Enrique Olivares Santana: C. Presidente de la República;
C. Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación;
Señor Presidente del Congreso; Señores diputados y senadores del Congreso de la Unión;
Ciudadanos secretarios de Estado;
Ciudadanos Gobernadores de las Entidades Federativas del país;
Ciudadanos miembros de nuestras Fuerzas Armadas;
Señora María Esther Zuno de Echevarría;
Señoras y señores:
Con razonable satisfacción y limpio orgullo cívico los senadores concluimos hoy la sexta de nuestras jornadas ordinarias como representantes del pueblo, encargados de contribuir a conformar la voluntad jurídica y política de nuestra gran nación.
Llegamos a nuestras respectivas Cámaras -diputados y senadores - para cumplir un mandato de la más alta jerarquía democrática, no para satisfacer una vanidad personal y mucho menos intereses mezquinos.
Actuamos sin perder de vista nunca los más limpios y elevados intereses de nuestros representados y de la nación en su conjunto.
La culminación de este tercer periodo ordinario de sesiones de la XLIX Legislatura es ocasión propicia para subrayar desde esta alta tribuna popular aquellos aspectos más importantes, aquellos rasgos singulares que podrían definir la acción conjunta del Congreso Mexicano al llegar a este punto de nuestra historia contemporánea.
Nuestras tareas legislativas y de representación se han desenvuelto en el marco general de un sistema político que siendo perfectible y, por tanto criticable, ha probado su eficacia a lo largo de casi medio siglo. Se llevaron a cabo en el marco de un régimen de gobierno que se ha caracterizado por revitalizar en profundidad los postulados esenciales y el rumbo de ese sistema político que no surgió de la abstracción o del autoritarismo, sino de las luchas más violentas y esperanzadoras de un pueblo en revolución.
Podemos repetir este día que los mexicanos no estamos en busca de un sistema político y jurídico, sino empeñados en perfeccionar el que nació de la primera gran revolución nacional, antifeudal, popular, antiimperialista del siglo xx que está por concluir.
Orgullosos de ese gran movimiento transformador, los mexicanos que hoy hemos actuado, sin embargo, bajo la dirección emocionada y lúcida de un incansable dirigente; bajo la dirección de un Presidente comprometido con su conciencia revolucionaria y con su palabra militante, para precisar y combatir fallas y desviaciones, para rescatar algunos postulados que se habían olvidado o distorcionado; para revitalizar, en fin, lo mejor de ese gran proceso que postula para todos y cada uno de los mexicanos el bienestar generalizado, la libertad con justicia y la dignidad afirmada en la democracia.
Y hemos actuado así, al lado del Presidente Echeverría, conscientes de que la Revolución Mexicana no es un instante o una serie de instantes aislados e inconexos, sino todo un proceso histórico orientado a edificar una nueva sociedad. En todo caso, la preocupación fundamental de este gobierno ha consistido en evitar que esa gran revolución llegue a convertirse en inercia burocrática, en componenda paralizante, en proceso cancelado en simple referencia verbal.
Los senadores de la República ratificamos nuestra convicción de que una sociedad que no transforma constantemente sus instituciones jurídicas y los marcos del derecho positivo vigente, para acoplarlos con mayor eficiencia a la
siempre cambiante realidad socio - económica que vive, en una sociedad condenada al estancamiento, a la injusticia y al retroceso. No tienen razón quienes piensan que los márgenes de seguridad que debe otorgar el derecho para la vida en común, quedan alterados por su constante transformación; no es correcto, ni prudente afirmar que la constante evolución del derecho provoca incertidumbre y falta de certeza. Por el contrario, los mayores márgenes de injusticia social se provocan con el estancamiento del derecho.
El sentido político que le hemos dado a la actividad legislativa ha consistido en hacer la revolución pacífica dentro del derecho; y el sentido filosófico de esta legislación ha sido, de manera invariable, el humanismo.
Al amparo de nuestras normas constitucionales, los poderes de la Unión tienen perfectamente definidas sus facultades y obligaciones y hoy es oportunidad propicia para destacar el profundo respeto que el Jefe de las Instituciones Nacionales ha tenido en todo momento por la división de poderes.
Podemos afirmar sin rubor, que hemos hecho un Gobierno con Echeverría o un Gobierno de Echeverría si, como denominación; Gobierno de los Tres Poderes, de dignidad constitucional de México.
Sin embargo, también es conveniente subrayar que tal división no propugna un enfrentamiento y que con un espíritu de indudable dignidad cada día se entiende mejor que el nuestro es un sistema gubernamental unificado, porque en última instancia el poder se divide para ejercitar adecuadamente funciones de distinta naturaleza, pero es un solo, como uno solo es su mandante: el pueblo mexicano.
Nuestro régimen de instituciones se ha fortalecido en estos años con un espíritu de armonía y coordinación. Esta es, sin duda, una de las manifestaciones más claras del espíritu republicano del titular del Poder Ejecutivo y de los integrantes de los otros dos poderes, y es, por otra parte, un testimonio de cómo los mexicanos de hoy sabemos que frente a riesgos y acechanzas - internas y externas - lo que más cuenta para un pueblo inconforme y en ascensos es mantener la unidad, como requisito indispensable para el ejercicio pleno de la independencia política y de la soberanía nacional.
Para un país débil pero pujante, con graves problemas de subdesarrollo pero en proceso permanente de transformación, nada es tan importante como fortalecer sus instituciones, afirmar la vigencia del derecho y practicar la verdadera solidaridad que se finca en la razón y en la libertad. A ese propósito esencial - reconocerlo sin ambages es una obligación - ha estado encaminado todo su quehacer, todo su inmenso y emocionado esfuerzo, señor Presidente Echeverría. (Aplausos.)
Vale la pena insistir en que fortalecer a las instituciones no es, no puede ser, la simple tarea de conservar lo ya existente. Se fortalece cuando se actualiza, cuando se corrige, cuando se transforma, cuando se abren nuevas perspectivas y se señalan nuevos y más altos propósitos de servicio popular.
Hemos legislado diputados y senadores en este sexenio, un beneficio de la dignidad y bienestar de los mexicanos; del hombre y de la mujer; de su familia. Hemos legislado para proteger y conservar su salud; para hacer más justas sus condiciones de trabajo; más efectivas sus oportunidades de educación, habitación y alimentación. Hemos creado derechos, obligaciones y facultades para proteger al niño, para asegurarle una vida mejor, para que pueda crecer y educarse en una sociedad más justa y más humana. Hemos legislado para el joven a fin de darle mayores oportunidades de capacitación política y social. Hemos legislado para consolidar y perfeccionar nuestra independencia política y económica y asegurar la preservación de nuestras más puras esencias nacionales y la conservación de nuestro ser cultural.
Dentro de una política global para nuestro desarrollo más acelerado y justo, el jefe de la nación definió claramente una estrategia en lo interno y una estrategia en lo externo; ambas han estado íntimamente conectadas y se corresponden en sus propósitos y en sus tácticas fundamentales, y forman parte ya del Patrimonio histórico y político de nuestro país.
Frente a los graves problemas y agudas deformaciones, surgidos de nuestro propio desarrollo interno y de fenómenos de carácter internacional, el gobierno de la República decidió actuar para el cambio y no para el conservatismo, para la transformación y no para el estancamiento para la modificación progresista y no para el inmovilismo que se disfraza de estabilizador, Y decidió actuar así, dentro de las instituciones, con las instituciones y a través de las reformas legislativas.
Como en muy pocas etapas de nuestra vida nacional, en estos años el gobierno del Presidente Echeverría ha ejercido vigorosamente su facultad de iniciar leyes, convencido de que nada es tan negativo como congelar el derecho y que éste debe concebirse como reflejo de la realidad y como norma de convivencia, pero también como palanca para el cambio progresista de nuestra sociedad.
Se ha reformado el orden jurídico sin llegar a concebirlo como instrumento mágico de la transformación humana y social.
Por eso es indispensable ratificar cual ha sido la orientación política de esfuerzo legislativo.
Sin menoscabo de nuestras funciones, los miembros del Congreso de la Unión podemos decir que hemos sido agentes dinámicos para el cumplimiento de un programa de gobierno diseñado y aplicado por el titular del Poder Ejecutivo. Nos enorgullece participar del mismo espíritu que da vida a las fórmulas de gobierno que surgieron de una confrontación directa con la realidad y de una vasta consulta con el pueblo. Gracias a ese espíritu esas normas tienen vida y aliento, reflejan las necesidades y las aspiraciones de la comunidad.
En otras palabras, el derecho no es pura fórmula y sólo tiene valor cuando filosóficamente se apoya en principios éticos y políticos que justifican su coerción y su imperio.
En nuestra Cámara se ha repetido con frecuencia que "la ley perfecta es la que se cumple libremente"; por eso nos alienta pensar que nuestro trabajo legislativo ha tenido como hilo conductor el propósito de que las normas jurídicas tengan una correspondencia cierta y cotidiana con las aspiraciones y con las necesidades del pueblo, porque sólo ella - esa coincidencia - puede garantizar el libre cumplimiento de lo dispuesto.
También dijimos, en varias ocasiones, que los pivotes sobre los que ha girado la política legislativa del régimen del Presidente Echeverría han sido la solidaridad como fin y como fuente de inspiración, y el convencimiento y la persuasión en los ciudadanos respecto de los méritos de la ley, como método para vivir en el orden, en la estabilidad y en la convivencia.
Vale subrayar: la solidaridad ha sido el fin y la persuasión el método. Y el ritmo de la labor legislativa ha sido la renovación. Nadie puede olvidar, nadie podrá negar la figura del Presidente Echeverría como propugnador y agente de una política de cambios y actualización de estructuras.
Como combatiente pacífico de la revolución, el Presidente Echeverría se ha mostrado como un ardoroso postulante de la inconformidad; pero de la inconformidad creadora. Y entendámoslo; no se trata de aquella inconformidad que niega o menosprecia el valor de lo alcanzado y que por ello reacciona en su contra, pretendiendo destruirlo para imponer otras bases inventadas de improviso; esa sería una inconformidad negativa y de retroceso, de anarquía paralizante. Llamamos a la de Echeverría una inconformidad creadora, porque se finca en el valor de lo alcanzado, porque lejos de tomarlo como punto final lo utiliza como estímulo, como arranque para procurar nuevas y más valiosas metas.
En este punto vale la pena repetir lo que dijo ante el Congreso el Jefe de la nación: "un Estado revolucionario debe mantener su estructura jurídica siempre acorde a las etapas por las que transita. Congelar el derecho es siempre tendencia conservadora; revisarlo permanentemente a la luz de los principios de justicia social, es un imperativo revolucionario consagrado en nuestra Carta Magna... Podemos afirmar que se ha revisado el andamiaje jurídico de la nación, y que éste, modernizado y revitalizado, constituye una sólida estructura para enmarcar el trabajo común en los años venideros".
Cómo no hablar de renovación si de 1970 a la fecha se aprobaron en el Congreso de la Unión, se promulgaron y entraron en vigor 221 disposiciones legislativas; si de esa cifra corresponden 89 a nuevas leyes y 132 reformas y adiciones a normas jurídicas vigentes; además el Congreso, a través del Senado, ha cumplido con funciones de revisar y ratificar decenas de Tratados Internacionales y nombramientos de cónsules, embajadores y de estos honorables miembros de nuestras Fuerzas Armadas, protectores de nuestra integridad nacional y de nuestra paz orgánica. (Aplausos.)
Cómo no hablar de renovación si apegándose al espíritu fundamental de la Constitución de Querétaro, ésta se ha actualizado en varios de sus preceptos, siempre con el propósito de que nuestra Ley Suprema no sea simple motivo de rito hueco o de fetichismo jurídico que nada tiene que ver con la cambiante y fecunda realidad. La Constitución, con toda norma jurídica, no puede ni debe sustraerse a recoger en su seno determinados postulados o aspiraciones de carácter político que se renuevan todos los días, como se renueva la vida misma del hombre y del pueblo que es la suma enriquecida de todos los hombres.
El trabajo legislativo se concibe como un movimiento hacia la solidaridad.
Bastará el título de algunas leyes para que quede al descubierto el profundo sentido solidario de todo ese esfuerzo.
Nos hablan de solidaridad ciudadana en el desempeño de las funciones gubernamentales, de leyes referentes a la organización y funcionamiento de las instituciones del Estado: la orgánica del Departamento del Distrito Federal, la de la Comisión Coordinadora de Puertos, la de Petróleos Mexicanos, la del Instituto de Energía Nuclear, las del Ejército y Fuerza Aérea y de la Armada, las de las Procuradurías de Justicia del Distrito Federal y General de la República, la de Control de Organismos Descentralizados y Empresas de Participación Estatal, la de Inspección de Adquisiciones; así como las que crearon el INFONAVIT, el Instituto Mexicano del Comercio Exterior y otras instituciones similares.
Nos hablen de solidaridad en la democracia, esto es, de la participación del pueblo en las grandes decisiones gubernamentales, la nueva Ley Federal Electoral y las reformas constitucionales que le dieron sustento; así como las reformas que permitieron que Baja California Sur y Quintana Roo pasaron a formar parte del Pacto Federal en la calidad de nuevas entidades soberanas.
Nos hablan de solidaridad en la administración de justicia, la Ley Orgánica del Tribunal de lo Contecioso Administrativo del Distrito Federal y las reformas a los diversos Códigos Procesales, a las Leyes orgánicas de los Tribunales del Distrito Federal y Federales; así como las diversas reformas en materia de nuestra preciadísima institución que es el juicio de amparo.
Invocan nuestra solidaridad hacia quienes incurren en la desventura del delito, la Ley que establece las Normas Mínimas sobre Readaptación Social de Sentenciados, las reformas a las Leyes Penales y la Ley que crea los Consejos Tutelares para Menores Infractores.
Nos mueven a la solidaridad en la distribución de los bienes, la Ley de Reforma Agraria; la de Aguas, la de Fomento de la Pesca, la que promueve la Inversión Mexicana y regula la
Extranjera, la relativa a la Transferencia de Tecnología, la Protección al Consumidor y las que en materia fiscal han perseguido el fortalecimiento de los recursos públicos, en pos de una mejor atención de las necesidades populares y del saneamiento de nuestro desarrollo económico con la independencia y justicia social.
Son un llamamiento a nuestra solidaridad en el disfrute de los bienes de la cultura y de la educación, la Ley Orgánica de Educación, la de las universidades autónomas Metropolitana y de Chapingo, la del Instituto Politécnico Nacional, la de Monumentos y Zonas Arqueológicas y la de Educación de Adultos que abre nuevas perspectivas para todos los mexicanos que quieren elevarse por el estudio y el conocimiento, puedan hacerlo.
Hay un llamado vehemente y emocionado a la solidaridad que busca preservar la vida y hacer la sana y bella, en la Ley para Prevenir y Controlar la Contaminación Ambiental, en la que creó el Instituto para el Desarrollo de la Comunidad Rural y la Vivienda Popular, en el Código Sanitario, en la Ley de Sanidad Fitopecuaria, en la Ley General de Población que busca regular nacionalmente la explosión demográfica, en la Ley General de Asentamientos Humanos y en la de Desarrollo Urbano del Distrito Federal.
Y exaltan nuestros deberes de solidaridad con la clase obrera las múltiples e importantes reformas a la Ley Federal del Trabajo, las reformas y adiciones a las leyes de las Fuerzas Armadas de la República, las nuevas Leyes del Instituto Mexicano del Seguro Social y del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores, la creación del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores y otras de igual contenido justiciero.
No he querido hacer una lista exhaustiva de las muchas leyes que han sido motivo de creación o de reforma o de adición, sólo he aludido a aquellas que nos parecen más trascendentales. En todas ellas palpita la emoción por la solidaridad humana y social que da contenido al régimen democrático que en nuestros días orienta a la República.
Los frutos de tales normas no han sido automáticos y sus preceptos no pueden considerarse perfectos.
Nuestro fin, conciudadanos, ha sido la solidaridad humana; nuestro medio la persuasión que se finca en la consulta ciudadana y nuestro impulso la renovación de una gran revolución que es propósito y guía, rumbo y destino de las grandes mayorías de una nación joven que quiere la justicia forjada en el yunque de la libertad y la democracia.
No pueden separarse de manera extralógica las aspiraciones nacionales de los intereses internacionales. En esta hora más que nunca "el destino de la humanidad es indivisible" y la coexistencia armónica de todos los pueblos, a partir de la independencia, es una necesidad de supervivencia para la humanidad.
Nuestra revolución nació limpiamente nacionalista y como un ejercicio de nuestro derecho a la autodeterminación, pero tuvimos que refugiarnos en nosotros mismos y reconcentrarnos para no dar lugar a las intervenciones abiertas de otros intereses.
Sin embargo, al iniciarse la década de los setenta nada justificaba que México siguiera refugiado en sí mismo, era necesario practicar una política externa más dinámica, limpiamente agresiva en favor de la paz, del desarme, de la equidad económica y de la cooperación respetuosa entre todos los estados que forman la comunidad internacional.
Hay en esa política externa una gran fidelidad a la historia de nuestro pueblo, a los principios básicos que en esa materia el propio pueblo ha conformado con el genio creador de sus mejores conductores; pero hay demás, en esa política, un aliento renovador y una noble agresividad en favor de todo aquello que preserva y eleve a los hombres y a las naciones. (Aplausos.)
Se ha enriquecido nuestra política internacional. El Presidente Echeverría ha dejado atrás a quienes viven anclados en la rutina y en la indolencia; a quienes se extrañan de que nuestro país se ocupe de lo internacional; a aquéllos que encerrados en lo pequeño , encadenados al folklorismo local, se olvidan de que México está inmerso en el mundo y de que nada de lo que en él ocurre puede ser ajeno a nuestra propia existencia y avance nacional.
Señoras y señores:
Las reformas jurídicas y los hechos concretos de política y de administración pública están a la vista, en ellos se encuentran los perfiles característicos de una gestión coordinada y amplia, apasionada y transformadora para servir al país y para cumplir con el pueblo.
Es justo dejar constancia de que como nunca en estos años ha tenido vigencia positiva el artículo 93 constitucional. De hoy en adelante estamos ciertos de que los Secretarios de Estado y jefes de las empresas descentralizadas más importantes tendrán presente que una de sus obligaciones esenciales es compartir con el Congreso la responsabilidad superior de dar a conocer ante el pueblo ideas y trabajos, proyectos y acciones del sector público. Esta es también una herencia importante para nuestra vida republicana.
La concepción de un Poder Legislativo integrado como cenáculo de privilegiados o "científicos" nada tiene que ver con el México progresista y revolucionario. Por eso, en nuestras Cámaras se ha afirmado en estos años la naturaleza del Congreso como una expresión fiel de distintas fuerzas sociales del pueblo y como un mecanismo de capilaridad social y de renovación política que fortalece a todo nuestro sistema.
El Centenario de la Restauración del Senado sirvió para ratificar la solidez de nuestras instituciones y para insistir en la necesidad de fortalecer la unidad nacional como bases de todos nuestros esfuerzos transformadores. Una vez más, la recordación histórica sirvió para el trabajo en el presente y para ratificar compromisos
patrióticos en pos de un más luminoso porvenir.
Finalmente deseo desde esta alta tribuna nacional exhortar a los señores gobernadores de los Estados y a los otros dos Poderes locales, para que redoblen sus esfuerzos y se empeñen en dar vigencia plena a las leyes federales y, sobre todo en materia agraria y obrera hemos aprobado para impulsar nuestro proceso de justicia social. Como representativos del pacto federal los senadores hacemos esta respetuosa exhortación porque estamos convencidos de que la nación mexicana es indivisible y de que para servirla es necesario desechar egoísmos y vanidades y combatir sin desmayo, fallas y claudicaciones.
Sólo una marcha armónica y uniforme en todos los lugares del país, y una colaboración estrecha entre autoridades federales y estatales, permitirá que las leyes aprobadas por el Congreso de la Unión se cumplan cotidianamente, haciendo realidad sus propósitos y sus finalidades.
México, como toda sociedad humana, no es ni será nunca una realidad acabada y perfecta. La historia se hace todos los días y la grandeza de una patria es labor que no termina nunca. La solución de unos problemas genera nuevas aspiraciones y también nuevos problemas; pero lo más importante es tener conciencia de que el hombre es inmortal y de que sólo con confianza limitada se puede hacer hoy lo que se debe para avanzar firmemente hacia lo que se quiere. Con fe, con patriotismo sigamos manteniendo nuestra unidad y prosigamos adelante en bien de la nación. Muchas gracias.
El C. Presidente: Tiene la palabra el señor diputado Carlos Sansores Pérez.
El C. diputado Carlos Sansores Pérez: Con su venia, señor Presidente del Congreso.
Señor Presidente de la República,
Señor Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Señores miembros del gabinete presidencial;
Señores gobernadores de los Estados;
Señores miembros del Ejército y de la Armada Nacionales;
Distinguidos invitados;
Compañeros legisladores;
Señoras y señores:
En uno de los sucesos políticos relevantes del gobierno del Presidente Echeverría que habrá de recoger la historia del país como signo evidente de renovación institucional, este día el Primer Mandatario de la Nación concede con su asistencia una excepcional significación al acto de clausura del Tercer Periodo Ordinario de Sesiones de la XLIX Legislatura del Congreso de la Unión.
Lo que habría de ser un acontecimiento rutinario, cobra con la presencia del Jefe del Ejecutivo importancia histórica.
Las fórmulas protocolarias con que suelen tramitarse actos similares, tienen que ser el paso a pronunciamientos políticos y trascendencia ante esta vigorosa manifestación en conveniencia republicana entre los poderes de la Unión. Cuando se ha querido impugnar el sistema político mexicano, se ha usado con más frecuencia que razón al argumento de una supuesta falta de independencia entre los poderes federales. Se pretende ignorar que aún la doctrina clásica de la división de poderes concibe a ésta como una formula de equilibrio que asegure el eficaz funcionamiento jurídico del Estado, pero no como un instrumento de obstrucción que impida a cada uno el desempeño de sus atribuciones constitucionales, pues estorbándose recíprocamente se llegaría a paralización de todos ellos, división de funciones, es algo bien distinto al enfrentamiento y pugnan entre los poderes que en su conjunto representan la voluntad de la nación. En México existe una fructífera coordinación en el ejercicio de las funciones que tenemos asignadas cada uno de los Poderes de la Unión. Esto no es un hecho vergonzante que tratemos de ocultar ante nadie. Es resultado de una expresión de la voluntad del pueblo. Esa coordinación ha permitido que las decisiones revolucionarias se conviertan en leyes y que éstas se traduzcan en realidades sociales.
Rechazamos la idea de poderes que se contrapongan, porque en el fondo esa permanente confrontación de fuerzas, sólo favorecería a los enemigos del progreso social. Ni siquiera admitimos la tesis de los órganos moderadores porque el papel que se les designa consiste en retardar el advenimiento de los cambios que las necesidades del país reclama. Si la mentalidad del pueblo fuese conservadora, es lógico pensar que no hubiera elegido un Presidente de la República con la capacidad transformadora y el espíritu justiciero de Luis Echeverría, pero lo eligió por una abrumadora mayoría de votos, y eso indica, sin lugar a dudas, que el pueblo estaba exigiendo la guía histórica de un líder revolucionario capaz de impulsarlo hacia arriba y proyectarlo hacia adelante. (Aplausos.)
Si la voluntad del propio pueblo hubiese sido crear una fuerza que frenara al Presidente en su empuje innovador, no hubiera escogido como diputados y senadores a sus correligionarios y compañeros de trinchera, pero el pueblo votó también por un Congreso de la Unión que apoyara la obra de Luis Echeverría, y nosotros lo apoyamos porque creemos en él, y porque no podemos traicionar la voluntad del pueblo. (Aplausos.)
Nosotros no hicimos nuestra campaña como diputados, ni los señores senadores hicieron la suya en 1970, anunciando que nos dedicaríamos a obstruccionar las acciones revolucionarias de Luis Echeverría, al contrario, para conquistar el voto mayoritario del pueblo, proclamamos nuestra adhesión a su Programa de Gobierno y ofrecimos que acortaríamos nuestro esfuerzo como legisladores y nuestro empeño como políticos para luchar contra los obstáculos que las fuerzas retardatarias trataban de oponer.
Por eso fue que el pueblo nos eligió, y para eso nos designo sus representantes, porque éramos
del mismo partido de Echevarría y para que lucháramos con él para alcanzar la libertad del hombre, la justicia del pueblo y la independencia de la nación. (Aplausos.)
Así pues, se engañan quienes argumentando sofismas empolvados, nos ostigan constantemente intentando desviarnos del cumplimiento de nuestro compromiso fundamental con el pueblo; ¡que lo sepan de una vez por todas, los teóricos de gabinete y los reaccionarios emboscados! Estamos aquí para defender la Revolución impulsada por Luis Echeverría, no para frenarla.
Quienes hablan de sometimiento a uno de los poderes federales y acusan a los representantes del pueblo de subordinarse al titular del Ejecutivo, no han sido capaces, por ignorancia o mala fe, desentrañar el valor ideológico que en la realidad tiene nuestra conducta política.
Somos correligionarios de Luis Echeverría, reconocemos su liderazgo moral, vemos en el Presidente de la República el representante genuino de toda la nación. Estamos persuadidos de la fuerza revolucionaria de su acción gubernativa, estamos de acuerdo con su programa y compartimos los objetivos del proyecto político y social que ha creado para el país.
Lo que algunos espíritus mezquinos llaman subordinación no es sino una fundamental unidad ideológica y una indestructible solidaridad en la acción política para asegurar el porvenir de México.
Hace un año lo dije y ahora debo reiterar, si el Congreso diera oídos a esas voces interesadas y retardarse el estudio y la aprobación de las iniciativas del Ejecutivo, alegando, por ejemplo, que su número e importancia hacen insuficiente el tiempo indispensable, sería culpable, ante la faz de la nación, de haber frenado la dinámica revolucionaria del país al impedir la vigilancia inmediata de normas en la conciencia de todos sus miembros y aun en el ámbito de la opinión pública, han sido ya aceptadas como técnicamente viables y socialmente necesarias.
Acaso por aparentar una mala entendida independencia debiéramos inventar disidencias o prefabricar discrepancias artificiales. Un criterio independiente es cuando discrepa, pero también cuando coincide, pero basta con que su punto de vista no sea fruto de presiones externas sino una decisión que corresponda a las propias convicciones.
Si por acallar a nuestros censores nos dedicáramos a producir falsas oposiciones o disentimientos fingidos además de deshonesto seríamos irresponsables, pues delegaríamos la corresponsabilidad histórica de agregar al servicio revolucionario de este país decisiones políticas destinadas a beneficiar a quienes más nos debemos: las clases populares que nos eligieron sus representantes. Lejos de esto, la XLIX Legislatura tiene el orgullo de haber compartido preocupación, esfuerzo y objetivos con uno de los grandes estadistas del mundo contemporáneo, un gobernante que México y para el pueblo de México será reconocido por la posteridad como el primer legislador del cambio social.
Este ha sido, escúchese bien, un gobierno de leyes, un gobierno que ha concebido grandes transformaciones en el orden político, económico y social, pero que jamás ha intentado llevarlas a cabo sin antes inscribir la nuevas decisiones en reglas de derecho. Este gobierno ha avanzado mucho en el camino de los cambios sociales, pero nunca ha dado un paso adelante sin el requisito previo de una reforma constitucional o legislativa, esta sociedad es en muchos aspectos distinta de la de hace cinco años pero esa metamorfosis se ha producido a partir de nuestra ley suprema. Y esto es quizá lo más trascendente de la obra de Luis Echeverría, las acciones que ha promovido no son efímeras, no están destinadas a producir espejismos que se desvanecen por la simple inercia social, Echeverría sabe que la mejor arma de los débiles es la Ley, por eso ha entregado a los campesinos y obreros, a maestros y empleados, a jóvenes y mujeres, a estudiantes y analfabetas, a trabajadores y consumidores, instrumentos permanentes de lucha y de defensa que habrán de estar a su servicio el tiempo que esas mayorías populares quieran mantenerlas en sus manos, para arrebatar esos derechos del pueblo habría que ir en contra de la ley.
Del mismo modo el Presidente de México persuadido de que hay mejor defensa contra el predominio arbitrario de los fuertes, el reconocimiento universal al derecho de los pueblos de la humanidad el instrumento jurídico de una Gran Carta de Deberes y Derechos Económicos, que es la mayor victoria moral de los oprimidos sobre sus opresores que registra en toda su existencia la ONU; el legislador del cambio social de México puso también un hito en la legislación universal. (Aplausos.)
Ha sido un rasgo esencial de este gobierno el fortalecimiento del pluralismo democrático, es regla de comportamiento público el más absoluto respeto a las opiniones disidentes y una práctica indeclinable la solución de todos los conflictos con base en el derecho por la vía de la razón.
El ejemplo del Presidente Echeverría nos ha enseñado que la función política eminente consiste en permitir que los intereses opuestos convivan dentro de un sistema dialéctico, preservando las libertades y los derechos de todos a través de fórmulas de equidad humana y justicia social, quien ha sido electo por las mayorías está obligado a gobernar para toda la nación, de la cual forman parte aun las minorías que se le opusieron. Si una vez en el poderse aplicaron recursos de fuerza para impedir la coexistencia de las corrientes de opinión discrepantes persiguiendo, dispersando o destruyendo a los opositores, no se estaría gobernando conforme a las reglas de la política ni se podría construir una paz social auténtica y duradera. Sin embargo, gobernar para todos no significa que se vayan a beneficiar preferentemente a las minorías desidentes, en perjuicio de las mayorías que nos respaldan; significa tan solo que
en acatamiento del pacto de solidaridad social inscrito en la Constitución, tanto para hacer las leyes como para aplicarlas, no debe haber distingos entre amigos ni adversarios. Estos principios que el Presidente Echeverría ha desarrollado permanentemente, a través de su política de diálogo, encuentran ámbitos propicios para su aplicación consecuente en esta Cámara de Diputados, donde el pluralismo social y democrático se expresa intencionalmente.
En nuestros trabajos legislativos, en toda nuestra actividad política, todos y cada uno de los partidos, tienen amplia participación e igualdad de oportunidades para manifestar sus criterios; aplastar a la oposición con la fuerza numérica, acallando las voces de sus representantes, o cerrándoles el paso a toda posibilidad de influir en las decisiones, sería retroceder a formas de sectarismo ideológico y una manipulación partidaria, contrarias a la democracia social que preconizamos. En esta Cámara, todos los partidos están representados en las Comisiones de Trabajo, en todas ellas se les escucha y en ninguna se les deja de tomar en cuenta y cuando sus opiniones han sido razonables y contribuyen al mejoramiento de los instrumentos legales, invariablemente se les ha incorporado, reconociendo además el valor de estas aportaciones, todo ello sin perjuicio de que todos y cada uno de los partidos sostengamos plenamente, firmemente, nuestros principios ideológicos y mantengamos nuestras decisiones irreductibles. En la Cámara de Diputados no se practica la transacción vergonzante. Se hace realidad el pluralismo democrático. (Aplausos.)
Otro avance indiscutible de nuestra vida institucional, que ha sido estimulado por el Presidente Echeverría como eficaz manifestación de la respetuosa coordinación que existe entre los Poderes Federales, es la comparecencia de los más altos funcionarios que del Ejecutivo ante ambas Cámaras del Congreso.
Esa fórmula de cooperación ilimitada, no sólo ha permitido que nuestras Comisiones de Trabajo y las Plenarias de la Cámara cuenten con la más amplia información y los más sólidos elementos de juicio, sino también ha enriquecido nuestro sistema democrático al difundir ante la opinión pública nacional, a través de los modernos medios de comunicación, los pormenores del diálogo que se establece entre los señores Secretarios de Estado y los representantes de todos los partidos.
Gracias a esto, ahora es más evidente que nunca, en México no se legisla a espaldas del pueblo, sino dedicar a él, y ante los ojos atentos de la opinión pública.
Señor Presidente de la República:
Reciba usted el reconocimiento de la diputación mayoritaria de la XLIX Legislatura del Congreso de la Unión, por su presencia en este Recinto con motivo de la clausura de nuestros trabajos legislativos ordinarios; es la primera vez que las coincidencias ideológicas y la respetuosa solidaridad entre los Poderes de la Unión, se subraya con acto de esta naturaleza, el cual refuerza la institucionalidad de nuestra vida política.
Dice la historia que el gran Morelos se declaró siervo de la nación y puso su espada y su vida al servicio de un Congreso, del cual habían de emanar las leyes que moderasen la opulencia y la indigencia. Pienso que desde entonces no se había producido un acto de mayor identidad republicana que éste, para fortalecer la dignidad y la representatividad del Congreso de la Unión. Dejamos, sin embargo, su plena valoración a la conciencia del pueblo, seguros de que habrá de entender por qué el 30 de diciembre de 1975, el Presidente de México no esperó en su residencia a las Comisiones de cortesía de diputados y senadores, sino que decidió presentarse como símbolo vivo de la nación, en este histórico recinto. Muchas gracias. (Aplausos.)
El C. Presidente: Tiene la palabra el señor Presidente de la República.
DISCURSO DEL PRIMER MAGISTRADO
-El C. licenciado Luis Echeverría Alvarez, Presidente de la República:
H. Congreso de Unión;
Señor Presidente de la H. Suprema Corte de Justicia de la Nación;
Señores Gobernadores Constitucionales de los Estados que integran nuestra Federación;
Compañeros Comandantes de las Zonas Militares y Navales:
Quiso el Congreso de la Unión clausurar solemnemente este Período Ordinario de Sesiones, rindiendo un homenaje al espíritu de Cuauhtémoc. Quiso también terminar el período de intensas labores haciendo un resumen de la actividad legislativa que hemos compartido los dos Poderes, tratando, sí, de acelerar cambios sociales con espíritu de justicia dentro del marco constitucional, y convenimos en que, como se acaba de afirmar, en lugar de esperar la participación cortés sobre la terminación de labores en la residencia presidencial, vendría personalmente a compartir el homenaje a Cuauhtémoc, a hacer una síntesis valorativa de la actividad legisladora, y a decirles a los señores senadores y a los señores diputados que hemos trabajado intensamente; que la actividad legislativa la hemos compartido como lo previene la Constitución, con tesón, con esfuerzo, con estudio y con trabajo, siempre con afán de servicio, y que no han querido en los últimos años, ciertamente, los legisladores que se opere un cambio de lo que superficialmente, de lo que epidérmicamente se llama imagen; que hay en realidad un nuevo espíritu del legislador en México, una forma de autenticidad y de austeridad que todos los mexicanos debemos reconocer, y que esto deriva de un cumplimiento, cada vez más preciso, de la responsabilidad constitucional.
El recordar a Cuauhtémoc, el revalorar su significado es algo de gran actualidad. Cuauhtémoc es el símbolo de la independencia, de
la inconformidad creadora, del espíritu batallador por la Independencia, algo que en este mundo conturbado se hace cada vez más preciso en los pueblos medianos o débiles, frente a las grandes potencias.
Y cuando hemos pedido insistentemente a los jóvenes mexicanos que piensen en nuestros héroes y que no importen héroes, reales o aparentes, del extranjero, claro que hemos pensado, en primer lugar, en Cuauhtémoc y en lo que su espíritu significa; en ese espíritu vivo, militante, batallador que sobre todo en las tareas públicas, en lo interno e internacional, debemos mantener siempre presente.
No sería estrictamente indispensable para que viva en nosotros el espíritu inconforme y creador de Cuauhtémoc, que se llegara a las conclusiones científicas en que aquí se han insistido; pero sí es conveniente que en lugar del culto cívico nacional se precise en definitiva, y que sepamos que en aquel rincón de las montañas de Guerrero, en definitiva, -como lo deseamos, como fervientemente lo estamos deseando todos los mexicanos - nos persuadan los hombres de ciencia de que son los restos de Cuauhtémoc.
No forzará el Poder Ejecutivo Federal a historiadores, arqueólogos, sociólogos, químicos, ingenieros mineros, no los forzará a una resolución que sea insoslayablemente acorde con el espíritu que el país mantiene vivo, en armonía con el de Cuauhtémoc; pero sí desde la primera semana de enero entrante proporcionará, como aquí se ha solicitado, todos los medios materiales, a efecto de que ellos reanuden sus investigaciones; de que se publiquen algunas pruebas no publicadas; de que se haga la confrontación de datos. Y quisiera proponer - anticipar mi proposición - a la Comisión Permanente del Congreso de la Unión, que laborará en el receso del Congreso, para que un representante de los señores senadores y uno de los señores diputados federales, y quisiera invitar a la Suprema Corte de Justicia de la Nación para que uno de los señores ministros, en compañía de representantes directos del Ejecutivo Federal, acompañara a los hombres de ciencia para observar sus investigaciones, los estimulara y los alentara par que no se retrasen más las conclusiones que con toda justicia aquí han sido solicitadas. La palabra, pues, está empeñada y será puesta en práctica en pocos días.
Pero a Cuauhtémoc, si lo tenemos en los bronces y en la poesía épica, y en los buenos propósitos, debemos tenerlo siempre presente en todas nuestras actividades.
En un mundo en crisis, estamos luchando por defender los valores de la cultura y de la economía de México. Podemos, en el ámbito internacional, luchar y explicar siempre los objetivos de nuestra lucha.
Quiero manifestar en esta oportunidad, que en esta lucha nunca habrá necesidad, ciertamente, de pedir perdón por nada; que estamos siempre dispuestos a explicar, y que no queremos que nadie - y menos en la medida en que sus responsabilidades específicas sean destacadas - se equivoque al escoger los términos de nuestras expresiones; que no pediremos perdón por haber luchado, obviamente, por haber librado de la salinidad a los campesinos del Valle de Mexicali, que venían soportando injustamente la salinidad del Río Colorado; que a nadie en México se le ocurrirá pedir una disculpa porque el Presidente fue en 1971, haciendo a un lado las fuertes presiones internacionales, para luchar por que fuera reconocida por las Naciones Unidades esa gran nación que es la República Popular China, que tiene la cuarta parte de la población del mundo; que nadie podrá pensar en México, al pedir una disculpa, porque hemos propuesto el Sistema Económico Latino Americano, para que los desunidos países del Sur se integren en la defensa de sus intereses; y que nadie se apenará porque hemos propuesto la ya en organización Flota del Caribe, para que los países ribereños - México, Centroamérica, Colombia, Venezuela y las islas del Caribe, las grandes y pequeñas - dispongan de una flota con la cual impidan que los pasajeros y la carga sean transportados por flotas ajenas. Y que lejos de pedir una disculpa, estaremos siempre muy orgullosos de haber propuesto que se aprobara una bandera mundial para los países medianos y pobres que quieren progresar sin enajenar su independencia, y que se libra una batalla y que se van todos los días conquistando triunfos en la aplicación de los principios de esa bandera de lucha, que es la Carta de los Derechos y Deberes Económicos de los Estados.
Que quede, pues, bien claro que a nadie, que a ningún mexicano, por más lejos que estuviera en días pasados - geográficamente hablando - de su patria, se le ocurrió confundir una explicación cortés a un pueblo multisecularmente perseguido, con una actitud distinta, manipulando por medios informativos internacionales; y que en esta materia vinculada, por una parte, a nuestra independencia nacional y, por otra, a una causa de paz universal, que responde a altos principios morales, de convivencia humana, cualquier mexicano preferiría morir antes que pedir perdón y, en primer lugar, el Presidente de la República.
Esto es ratificado ante el pueblo de México por medio de su legítima representación, y es parte de una herencia que nos preserva ante las grandes asechanzas internacionales.
Por nuestra ubicación geográfica, por los problemas afrontados a través de la historia -en el siglo pasado y en lo que va de éste-, por las tendencias expansionistas, por los afanes de poderío mundial de las potencias, lo esencial de nuestro patrimonio nacional en el terreno de la moral cívica y de la política práctica, debe ser la lucha en todos los frentes por la preservación de la independencia, y que hagamos todos los esfuerzos y todos los sacrificios y despleguemos la imaginación, para no encerrarnos en límites rutinarios y tradicionales, sino que salgamos con algo de esa audacia y de ese valor de Cuauhtémoc, para defender los mejores propósitos nacionales, con un sentido de previsión.
Es así como en la política internacional habrá de dignificarse y engrandecerse la gestión de los mexicanos. En la medida en que sepan ir a encarar problemas, a expresar su verdad, a proyectar algo de ese espíritu universal de nuestros fundadores, y en lo interno, habremos de dignificar el ejercicio todo de nuestras libertades, de esas libertades que están decayendo en el mundo.
Este régimen de convivencia de las distintas ramas del Poder Público, del pluripartidismo, de ejemplos cívicos tan alentadores como uno en el que debemos de reflexionar y acerca del cual no hace todavía una valoración que en los años posteriores tendrá que hacerse. Están allí sentados como funcionarios jóvenes del partido mayoritario de México tres ex Secretarios de Estado, tres ex candidatos a la Presidencia de la República. Estos cargos de partido en todos los partidos, en su vida interna, se han juzgado tradicionalmente como oportunidad de hacer méritos políticos para llegar a ocupar puestos administrativos o legislativos de esta Cámara.
Pero este hecho según el cual un candidato a la Presidencia de la República invita a sus compañeros de gabinete a ocupar trincheras de lucha dejando a un lado altísimas responsabilidades oficiales, para llevar a la práctica sus ideas y proyectar sus convicciones, con todos los inconvenientes de la lucha política práctica en las campañas electorales, es un cambio importante en la conciencia cívica del país. Es algo que contribuye como un elemento más en una tarea de dignificación política que debemos de valorar, que coloca las ideas, la lucha por las ideas, por las convicciones, la convicción de Partido, en un sitio mucho más elevado que el de la comunidad administrativa, tradicionalmente considerada por los cargos que sabemos que son de esfuerzo y de mucho trabajo, pero tradicionalmente, o superficialmente, considerados de privilegio.
En una reunión como esta, en que quieren los legisladores con solemnidad, invitando a los otros dos Poderes y a representantes de las Fuerzas Armadas y al Cuerpo Diplomático y de los Partido Político y de las organizaciones de los obreros y de los campesinos, contribuir a mantener vivo lo mejor del espíritu cívico tradicional, multisecular de México, y detenerse unos minutos dejando a un lado la fatiga de mesas de trabajo legislativo a ver el resultado de la obra, es también un avance que todos los mexicanos debemos de reconocer, y por el cual me permito felicitar a los señores legisladores.
Ha concluido un período de intenso trabajo legislativo que es ejemplo de la dedicación y el esfuerzo que en todos los niveles requiere el país para su progreso social.
En una etapa histórica en que se cuestiona, en todas partes, la capacidad de las instituciones para dar respuesta a las demandas de la sociedad, la nación ha atravesado estos últimos cinco años, por un período de intensas transformaciones.
Como resultado de una fecunda colaboración en la libertad a lo largo del actual período de sesiones, diversos funcionarios del Poder Ejecutivo han comparecido ante las Cámaras en cumplimiento de lo establecido por el artículo 93 constitucional, para esclarecer el sentido de diversas iniciativas de Ley enviadas a su consideración. Con esto, se ha fortalecido el diálogo entre los Poderes y acelerado el proceso de maduración de nuestra democracia.
Este signo ha presidido el trabajo de la cuadragésima octava y de la cuadragésima novena legislatura, las que a lo largo de seis períodos ordinarios de sesiones y tres extraordinarios han renovado la estructura institucional de la República.
No obstante la fecundidad de este esfuerzo, resulta indispensable que tenga lugar un nuevo período extraordinario de sesiones que permita al Honorable Congreso de la Unión estudiar y pronunciarse en relación a diversas iniciativas legales que contemplan asuntos de vital importancia.
En los últimos once meses de este régimen se seguirá trabajando con la misma intensidad del primer día. El Gobierno de la República se halla actualmente en plena actividad creadora; de ello dan fe las diversas iniciativas de ley enviadas a la consideración de esta soberanía, así como la aceleración de las obras y de los proyectos que facilitarán al relevo institucional, iniciar sus tareas sin dilación de ningún género.
El ejercicio de los cargos públicos es una responsabilidad transitoria. En cambio, los intereses y las necesidades del pueblo son permanentes. Nada justificaría que la actual administración redujera la marcha durante los últimos meses. Ello conduciría a un letargo administrativo y económico que implica, al mismo tiempo, el incumplimiento de un deber y un obstáculo al próximo régimen federal, que tendrá que emplearse gran parte de sus energías en la reanimación de la actividad administrativa y económica que nunca debiera haber aminorado.
Quienes en acatamiento al voto de las mayorías habrán de asumir la suprema responsabilidad de conducir al pueblo en los próximos años, podrán, sin retrasos, cumplir los propósitos que manda la Constitución y que demanda el pueblo.
Desde nuestra campaña política planteamos a la ciudadanía las bases de un programa que aspiraba a la democratización del país en todos los órdenes.
Frente a quienes desde fuera o en el seno de la vida nacional, persiguen un modelo de sociedad que no es el que corresponde a nuestra realidad, hemos postulado una filosofía social que recoge los frutos de nuestra experiencia histórica y afirma las mejores conquistas de nuestro pueblo.
Hay afuera y dentro de México, quienes desearían que viviéramos un orden democrático ficticio, manipulado por el poder económico de una minoría y un modelo de convivencia
fundado en el egoísmo, en la avidez consumista, el despojo y la explotación social; y hay también, quienes dentro y fuera de nuestro país, buscan una forma rígida de organización social en que so pretexto de la eficiencia y la justicia, se sacrifica la libertad, se proscribe la disidencia y se clausura la posibilidad del análisis y el cuestionamiento en que se nutre la dignidad del hombre.
Frente a estas minorías de aspirantes a un régimen ajeno a la voluntad de las mayorías, hemos trabajado por renovar y afirmar el camino de la Revolución Mexicana.
No tendrán éxito en nuestro país quienes conciben nuestro progreso como una forma de desnacionalización, quienes no confían en la capacidad de los mexicanos para decidir con autonomía el tipo de sociedad que desean vivir.
Nuestro pueblo no renunciará jamás a vivir en la libertad y su búsqueda de formas más amplias de justicia y equidad social, la emprenderá invariablemente por la vía de la discusión, del diálogo y de la participación social.
De igual manera, una concepción mercantilista de las relaciones humanas no prosperará en nuestro país, porque no toma en cuenta la idiosincrasia y los valores históricos por los que han luchado nuestros antepasados.
La invocación a los héroes no es una vuelta al pretérito. Es una forma de apuntar al futuro renovando nuestra fe en los valores universales que animaron su conducta.
El patriotismo, la defensa de la soberanía nacional y la lealtad a los compromisos populares, son y serán la fuerza moral que aliente e impulse nuestras decisiones.
Hemos actuado cinco años frente a una realidad difícil, frente a los problemas, rezagos y pasivos sociales acumulados por muchos años. Frente a una inercia política alentada por poderosos intereses que desviaban nuestra ruta y oponían el progreso de unos cuantos al de la mayoría del país.
Se han librado numerosas batallas para retomar el camino de México y se ha avanzado hacia un régimen social en que la riqueza se distribuya con equidad, la libertad se ejerza con responsabilidad y la justicia se imparta con imparcialidad.
Hemos exigido a los servidores gubernamentales el cumplimiento efectivo de sus obligaciones. Las largas jornadas de trabajo que ello ha implicado, no son una concesión generosa, sino simplemente, una forma de cumplir con el deber y corresponder a la elevada responsabilidad de servir al país desde los cargos públicos.
Se han quedado a la orilla del camino los que se han cansado, los fatigados física o intelectualmente, los que simulaban poseer una moral social que en realidad no comparten y los que no han sido capaces de observar las normas de austeridad y rectitud que demanda la República.
Pero han emergido nuevas generaciones formadas en la práctica cotidiana del trabajo. Siendo la juventud, más que un signo cronológico, un estado de espíritu dispuesto a enfrentar y no a soslayar los problemas, esto asegura la renovación y la marcha ascendente de nuestro movimiento social.
En estos años se ha modificado el marco legal, la organización administrativa, la estructura institucional, la conducta de los hombres públicos y las formas de relación de los mexicanos.
El clima de discusión que vive la República, es el mejor testimonio de que este progreso material se ha logrado afirmando y no negando la libertad.
Hay quienes en un uso irrestricto de su libertad, la ejercen irresponsablemente y se satisfacen en la autodenigración social. Buscan, en vano, dividir a los mexicanos y con ello debilitar al país frente a quienes, como ha ocurrido en el pasado, quisieran suplantar su destino.
Frente a quienes confunden sus pasiones o sus frustraciones personales con el porvenir de México y quienes pretenden utilizar las garantías que concede la República para socavar sus bases, el pueblo afirma y seguirá afirmando su decisión de impulsar su progreso en el marco constitucional.
Esta tarea la hemos realizado en el seno de una vida internacional caracterizada por las tensiones y los conflictos. Hemos atravesado por un difícil período de inflación mundial, que ha ahondado más la brecha entre las naciones ricas y las naciones pobres y en el que hemos visto aumentar el precio de nuestra importaciones y disminuir el valor de los productos de nuestro trabajo.
En estos años difíciles para el mundo, en que se han clausurado las vías democráticas de muchos países y agravado las ya difíciles condiciones de vida de tres cuartas partes de la humanidad, México ha desarrollado una política exterior activa y responsable ante los problemas del hombre contemporáneo.
Nos hemos enfrentado a poderosas naciones, hemos denunciado ominosas injusticias y violaciones a los derechos humanos, hemos participado activamente en la construcción de un nuevo orden económico internacional y propuesto un instrumento de cooperación al servicio de la equidad entre las naciones. En síntesis, no hemos rehuído las controversias ni soslayando los problemas y estamos comprometidos en la palabra y en la obra, en la construcción de la paz por el camino de la equidad.
El fenómeno inflacionario que ha afectado severamente la economía de la mayor parte del mundo, hizo sentir sus efectos en nuestro país. No obstante realizamos un gran esfuerzo porque estas consecuencias no recayeran sobre los sectores más desprotegidos de la población.
Tuvimos que acudir al crédito exterior para sufragar importantes necesidades sociales que no podrían ser diferidas a la luz de una política humanística y socialmente avanzada.
Utilizamos, al mismo tiempo, los recursos provenientes del exterior para impulsar proyectos productivos que permitirán su liquidación y
para impulsar nuestro desarrollo sobre bases más firmes que en el pasado.
Hoy el país entra en un año de renovación de los poderes públicos con razonada confianza en su porvenir.
Subsisten, es cierto, numerosos problemas pero sólo el pensamiento mágico o la mala fe, pueden suponer que en pocos años se levanten todos los obstáculos y se remedien todas las injusticias.
Con la participación de los sectores más amplios de nuestra sociedad, con la práctica de una nueva moral revolucionaria, moral de congruencia entre las palabras y los hechos, entre los principios y la conducta, México continuará avanzando en el futuro, hacia una democracia social en que la justicia se realice en la libertad. (Aplausos.)
AGRADECIMIENTO
El C. Presidente: Esta Presidencia, a nombre del H. Congreso de la Unión agradece al Jefe de las Instituciones Nacionales su presencia en esta sesión solemne.
El C. secretario Rogelio García González: Esta Secretaría agradece la asistencia de los señores Secretarios de Estado, Gobernadores, funcionarios del régimen y demás invitados de honor.
CLAUSURA
El C. secretario Rogelio García González: Se ruega a todos los presentes ponerse de pie.
El C. Presidente: "Hoy 30 de diciembre de 1975, se declaran formalmente terminados los trabajos de la XLIX Legislatura del H. Congreso de la Unión, correspondiente al Tercer Período Ordinario de Sesiones."
(Después de rendir los honores de ordenanza al señor Presidente de la República, las mismas comisiones que lo introdujeron, lo acompañan al retirarse de Salón.)
ACTA
El C. secretario Rogelio García González: Se va a proceder a dar lectura al Acta de la presente sesión.
"Acta de la sesión solemne y de clausura del XLIX Congreso de la Unión, efectuada el día treinta de diciembre de mil novecientos sesenta y cinco.
Presidencia del C. diputado Luis del Toro Calero.
En la ciudad de México, a las dieciséis horas y cincuenta y cinco minutos del martes treinta de diciembre de mil novecientos setenta y cinco, se abre la sesión solemne y de Congreso General, después que la Secretaría declara una asistencia de ciento setenta y un ciudadanos diputados y cincuenta y seis ciudadanos senadores.
De conformidad con los Acuerdo aprobados por esta Cámara de Diputados y por la de Senadores, en las sesiones llevadas a cabo el día de ayer, el C. licenciado Luis Echeverría Alvarez, Presidente Constitucional de los Estados Unidos de México, hace acto de presencia acompañado por las comisiones designadas para el efecto.
Una vez que las comisiones cumplen con su cometido, se le rinden al primer Magistrado de la Nación los honores a su alta investidura. La Presidencia informa a la Asamblea de la presencia en el Presidium del C. licenciado Euquerio Guerrero López, Presidente de la H. Suprema Corte de Justicia de la Nación, así como de la presencia en el palco de honor de la distinguida señora María Esther Zuno de Echeverría.
Acto seguido, los CC. senador Vicente Fuentes Díaz y diputado José Luis Melgarejo Vivanco, hacen uso de la palabra para rendir homenaje a uno de los más grandes héroes de nuestra nacionalidad y auténtico representante de nuestra raza, Cuauhtémoc.
Para hacer consideraciones; expresar sus puntos de vista sobre las labores desarrolladas por la XLIX Legislatura del H. Congreso de la Unión y para hacer comentarios sobre lo realizado durante los cinco años del régimen del Presidente Echeverría, hacen uso de la tribuna el C. senador Enrique Olivares Santana, Presidente de la Gran Comisión de la H. Cámara de Senadores, y el C. diputado Carlos Sansores Pérez, Presidente de la Gran Comisión de la Cámara de Diputados.
El C. Luis Echeverría, Presidente de la República, hace uso de la palabra para expresar que, el H. Congreso de la Unión quiso clausurar solemnemente el último período ordinario de sesiones de la XLIX Legislatura, rindiendo un homenaje al espíritu de Cuauhtémoc, quiso también terminar el período de labores haciendo un resumen de la actividad legislativa, razón de su presencia en el Recinto.
Agregar que al recordar a Cuauhtémoc, el revalorar su significado es de gran actualidad, porque Cuauhtémoc es el símbolo de la independencia, de la inconformidad creadora, del espíritu batallador por la independencia, algo que en este mundo conturbado se hace cada vez más preciso en los pueblos medianos o débiles, frente a las grandes potencias.
Manifiesta otros conceptos relacionados con la figura del Héroe por Excelencia, y prosigue haciendo también un análisis de las labores desarrolladas por el Poder Legislativo y del Poder Ejecutivo. Concluye expresando que México continuará avanzando en el futuro, hacia una democracia social en que la justicia se realice en la libertad.
La Presidencia, a nombre del H. Congreso de la Unión, agradece al Jefe de las Instituciones Nacionales su presencia es esta sesión solemne.
La Secretaría por su parte, agradece la asistencia de los CC. Secretarios de Estado, Gobernadores,
funcionarios del régimen y demás invitados de honor.
Puestos todos los presentes de pie, el C. Presidente del Congreso hace la siguiente declaratoria:
"Hoy 30 de diciembre de 1975, se declaran formalmente terminados los trabajos de la XLIX Legislatura del H. Congreso de la Unión, correspondientes al Tercer Período Ordinario de Sesiones."
Después de rendir los honores de ordenanza el señor Presidente de la República, las mismas comisiones que lo introdujeron al Salón, lo acompañan al retirarse del Recinto."
Está a discusión el Acta... No habiendo quien haga uso de la palabra, en votación económica se preguntan si se aprueba. Los que estén por la afirmativa, sírvanse manifestarlo... Aprobada.
A las diecinueve horas se levanta la sesión, solemne y de clausura de Congreso General.
TAQUIGRAFÍA PARLAMENTARIA Y
"DIARIO DE LOS DEBATES"