Legislatura L - Año III - Período Comisión Permanente - Fecha 19790302 - Número de Diario 9
(L50A3PcpN009F19790302.xml)Núm. Diario:9ENCABEZADO
DIARIO DE LOS DEBATES DE LA COMISIÓN PERMANENTE
DEL CONGRESO DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS
"L" LEGISLATURA
Registrado como artículo de 2a. clase en la Administración de Correos, el 21 de septiembre de 1921
AÑO III México, D.F., Viernes 2 de Marzo de 1979 Tomo III Núm 9 SESIÓN SOLEMNE
SUMARIO
Apertura. 1
Comisión de Cortesía
La Presidencia designa una Comisión para que en su oportunidad introduzca al Salón de
Sesiones al señor Valery Giscard d'Estaing, Presidente de la
República Francesa, invitado a esta sesión por la Comisión Permanente
del H. Congreso de la Unión.
Comitiva
La Secretaría da lectura a los nombres de las personas que integran la comitiva
del distinguido visitante.
Funcionarios Mexicanos
La misma Secretaría da lectura a los nombres de las personalidades del
Régimen, presentes en esta ocasión.
Bienvenida
El Presidente de la Asamblea, a nombre de la Comisión Permanente da cordial
bienvenida al Presidente Giscard d'Estaing, y le expresa el cálido reconocimiento del Congreso Mexicano por haber rubricado el Tratado de Tlatelolco, que proscribe la producción de armas nucleares en América Latina. Envía, a través del alto Mandatario, un caluroso saludo al pueblo de Francia, manifestando la confianza de que su reunión con el Presidente de México, rinda frutos de entendimiento y comprensión entre los pueblos de Francia y de México.
Palabras del Presidente
Giscard d'Estaing
Para agradecer los conceptos anteriores, usa de la palabra el señor Presidente de Francia, quien manifiesta traer del pueblo francés un saludo para el Congreso Mexicano. Hace referencia sobre la cultura e historia de ambos países quienes han padecido guerras, invasiones y revoluciones y concluye externando la esperanza de que los hombres de las dos riberas del Atlántico que tienen fe en el porvenir, continúen la grande y noble labor de acercamiento y amistad entre las dos naciones, entre la democracia mexicana y la democracia francesa.
Agradecimiento
La Presidencia expresa al señor Valery Giscard d'Estaing su reconocimiento, por los elevados conceptos vertidos deseándole éxito en sus tareas y haciendo votos por el bienestar del pueblo de la República de Francia. La misma Comisión que introdujo el Alto Mandatario, lo acompaña al retirarse del Salón.
Acta
Se da lectura y se aprueba el Acta de esta sesión solemne. Se levanta la sesión.
DEBATE
PRESIDENCIA DEL C. SENADOR JOAQUIN GAMBOA PASCOE
(Asistencia de 28 ciudadanos legisladores.)
APERTURA
- El C. Presidente (a las 10:30 horas): En cumplimiento del Acuerdo dictado en la sesión del 7 de febrero próximo pasado, se abre la sesión solemne de la Comisión Permanente de la "L" Legislatura del Congreso de la Unión, en que será recibido y hará uso de la palabra el señor Presidente de la República Francesa Valery Giscard d'Estaing
COMISIÓN DE CORTESÍA
- El mismo C. Presidente: Se designa en comisión para que esperen el arribo de nuestro distinguido invitado, el señor Presidente Valery Giscard d'Estaing, a las puertas de este Recinto y lo acompañen a este Salón de
Sesiones, a los siguientes ciudadanos legisladores:
Senador Rodolfo Landeros Gallegos, diputado Julio Zamora Bátiz, senador Humberto A. Lugo Gil y diputado Hugo Díaz Velázquez.
Se les ruega que en su oportunidad cumplan con su cometido.
Se declara un receso en espera del arribo a este Recinto del señor Valery Giscard d'Estaing, Presidente de la República Francesa.
(RECESO.)
COMITIVA
El C. Presidente: Se reanuda la sesión. Sírvase la Secretaría informar de los distinguidos acompañantes que se encuentran en este Recinto, en compañía del señor Presidente Valery Giscard d'Estaing.
- La C. secretaria Martha Chávez Padrón: Hacen el honor de acompañarnos en esta sesión, en la que está presente el señor Presidente de la República Francesa, Valery Giscard d'Estaing, las siguientes personalidades:
Señora Anne - Aimone Giscard d'Estaing, esposa del Presidente de la República Francesa (aplausos); el señor Jean Francois Poncet, Ministro de asuntos extranjeros y su esposa la señora de Francois Poncet (aplausos); señor Rene Monory, Ministro de Economía (aplausos); señor André Giraud, Ministro de Industria (aplausos); señora Monique Pelletier, Ministro Delegado para la Condición Femenina (aplausos); señor Jacques Wahl, Secretario General de la Presidencia (aplausos); señor Jean- Rene Bernard, Embajador de la República Francesa en México, y su esposa, la señora de Bernard.
FUNCIONARIOS MEXICANOS
- La misma C. Secretaria:
Asimismo, nos acompañan el C. licenciado Santiago Roel García, Secretario de Relaciones Exteriores (aplausos); el licenciado Horacio Flores de la Peña, Embajador de México en la República Francesa (aplausos) y la doctora Rosa Luz Alegría Escamilla, Subsecretaria de Evaluación de la Secretaría de Programación y Presupuesto. (Aplausos.)
BIENVENIDA
- El C. Presidente:
"Señor Valery Giscard d'Estaing, Presidente de la República Francesa. Señora de Giscard d'Estaing.
Distinguidos acompañantes del señor Presidente Giscard d'Estaing.
Honorables miembros del Cuerpo Diplomático.
Señor licenciado Agustín Téllez Cruces, Presidente de la Honorable Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Señor licenciado Rodolfo González Guevara, Presidente de la Gran Comisión de la Honorable Cámara de Diputados.
Señores funcionarios mexicanos.
Señoras y señores congresistas.
Señoras y señores:
A nombre de la Comisión Permanente del Congreso de la Unión, que me honro en representar, expreso a usted el saludo y la más cordial bienvenida, señor Presidente Valery Giscard d'Estaing.
Dos distinguidos Jefes de Estado, usted y el señor Presidente López Portillo, humanistas, patriotas ambos, celebran una reunión de particular relevancia. Con diálogo amistoso, franco, directo y de buena fe, ventilan asuntos de interés común para nuestros pueblos y fortalecen los valores fundamentales de la convivencia internacional: Soberanía plena de las naciones, autodeterminación, no intervención, respeto mutuo, trato justo y equitativo y solución pacífica de los conflictos.
En estos momentos en que una desenfrenada carrera armamentista envuelve a las grandes potencias, que agotan impresionantes recursos, y con enfrentamientos bélicos proyectan sombras ominosas de holocausto para el mundo, en México se sienten vientos de frescura y esperanza para el hombre y su destino, cuando el espíritu de Francia, en la voz y en la mano de usted, señor Presidente Giscard d'Estaing, suscribe el Protocolo número 1 del Tratado de Tlatelolco, que a instancias de México proscribe la producción de armas nucleares en Latinoamérica. Por la intención y el ejemplo que este gesto significa para la paz, reciba usted señor Presidente, el cálido reconocimiento y la felicitación del Congreso Mexicano. (Aplausos.)
Vivimos una época de cambios radicales, de severas transformaciones internas e internacionales. En las sociedades los reclamos imponen nuevas estructuras de libertad y de justicia social. Asistimos al derrumbe del colonialismo, el imperialismo está socavado, lo mismo que todas las formas de prepotencia que someten y esclavizan a los pueblos.
Se repudian las hegemonías políticas y económicas. Los liderazgos internacionales suenan huecos e insustanciales. Se impone la interdependencia, que obliga al trato de igualdad entre las naciones. Con ese sentido de convivencia internacional, en la libertad y en la justicia vive México y crece y se proyecta su pueblo.
Importancia de primer orden tienen los Derechos Humanos, que ya no se pueden limitar a el hombre como individuo. En la actualidad, alcanzan dimensiones superiores de profundo contenido social: Educación, trabajo, protección y seguridad social, amplitud de oportunidades. En síntesis, garantías que den pleno disfrute de dignidad humana. Compulsivamente todos tenemos el deber de luchar por la preservación de los Derechos Humanos, que siguen siendo seria y continuamente lastimados en muchas partes, dañando estructuras sociales y exponiendo la paz del mundo.
México acude a las transformaciones, con la pureza ideológica de su Revolución, no necesita adoptar modelos ajenos, ni acudir a
imitaciones extralógicas. El Presidente López Portillo, emprende el cambio encuadrando todos los actos de la nación, en el orden jurídico y en las instituciones. Con la ley, se crean nuevas formas que perfeccionan nuestra democracia; se afinan los modelos de la administración pública; el régimen tiene claras definiciones sociales y comparte responsabilidades al incorporar, a nivel constitucional, el Derecho al Trabajo. La marcha del país se acelera con programas de gobierno serios y eficaces. En todos ellos se contempla como objetivo fundamental el interés del pueblo. Así se vigoriza la unidad nacional.
En este contexto y para fortuna de nuestro país y de sus propósitos, surge la generosa afluencia de nuevos y amplios recursos naturales, particularmente energéticos, que abren grandes perspectivas presentes y auguran un futuro promisorio para la República.
México, históricamente, ha tenido que luchar, de manera heroica, por desigual para preservar su soberanía. Esos afanes no pudieron impedir la dolorosa afectación de su territorio. Forjarnos un porvenir mejor, siempre ha sido tarea particularmente difícil. Estas circunstancias explican nítidamente por qué frente a las perspectivas de esa riqueza, tenemos la obligación indeclinable de actuar con prudencia y responsabilidad, para que con la administración cuidadosa de nuestros recursos, se den las condiciones de progreso definitivo y permanente que el pueblo espera y reclama.
En el uso del derecho que corresponde a la República, de ser la única que decida su destino y por ende su política de hidrocarburos, el Presidente López Portillo, con el apoyo de todos los mexicanos, se ha pronunciado por que la explotación sea racional, sea programada, por que su comercialización sea justa. Dicho en otras palabras, nos conduce con sensatez, para asegurar que con ese patrimonio nacional. México salve el abismo, casi siempre infranqueable, que hay entre el subdesarrollo y el desarrollo.
Como Francia, señor, somos un país de libertades y democracia. Deseamos cultivar amistad con todos los pueblos del mundo y no pedimos a otra nación que haga lo que nosotros no estemos dispuestos a hacer.
Su pueblo, altamente desarrollado, señor Presidente Giscard d'Estaing, ha alcanzado relevantes niveles de progreso y autosuficiencia. Estas circunstancias y fundamentalmente la comunión de ambas naciones en los principios del Derecho Internacional mencionados, motivan nuestro entusiasmo al conocer de las pláticas que celebra con el Presidente López Portillo y la determinación de multiplicar y diversificar nuestros intercambios comerciales, políticos, sociales, financieros, económicos, culturales, científicos, tecnológicos y de toda índole positiva.
Nuestro estado de desarrollo es diferente, contemplamos carencias, en contraste tenemos la fortuna de ser poseedores de una importante fuerza energética, que atrae el interés de todo el mundo. Esta ambivalencia nos coloca en condiciones de que una nación, la suya, señor, y la nuestra, puedan brindarse entre sí importantes beneficios.
Debo recalcar, con todo respeto, que si bien es facultad exclusiva del señor Presidente López Portillo, dirigir y determinar la política internacional y en consecuencia establecer compromisos al respecto; por su patriotismo, por su alto sentido de responsabilidad y vocación de servicio, cumple nuestro Presidente esta delicada tarea con la confianza y el pleno apoyo del Congreso y de su pueblo. De la política de López Portillo, es conocido su planteamiento de abordar las relaciones comerciales respecto a los recursos energéticos, con un enfoque de "PAQUETE". Esto significa que no se trata de una simple transferencia de petróleo por dinero. PAQUETE implica encauzar la operación contemplando los requerimientos de la República, en forma de instalaciones industriales, portuarias, de transportes; la disponibilidad de equipo, herramientas y el uso de tecnología avanzada.
Entendido así nuestro PAQUETE, la diversificación y el impulso al intercambio que se proyectan en las pláticas presidenciales deben ser congruentes con estas realidades del Estado Mexicano, para que los acuerdos que emanen, concurran a los propósitos y a las opciones de que habla el Ejecutivo Federal.
Señor Presidente Giscard d'Estaing, al refrendarle nuestra satisfacción por su presencia en este recinto del Congreso, deseo invocar un recuerdo que me es altamente grato: En marzo de 1964, siendo diputado, tuve la oportunidad de contemplar en esta tribuna, que es la del pueblo mexicano, la recia figura de un gran patriota francés y de escuchar su palabra característicamente apasionada. De él se me quedaron grabadas las frases que transcribo, decía: "seguramente, ha mucho tiempo que vuestra República y la nuestra, cada una de su lado han adoptado los mismos principios, han escogido para sí mismas la independencia y la libertad y ambas han tomado parte por el derecho de cada pueblo a la autodeterminación. Ambas Repúblicas invitan a todo el universo a la paz, consideran el progreso de las naciones poco desarrolladas como esencial al bien general. Pero en nuestro mundo en gestación no sé si basta." Y agregaba: "Entonces, para Francia y México, de una parte y otra del océano, el importante estrechamiento de sus relaciones políticas directas, seguramente será favorable al destino de nuestros dos pueblos como al destino de todos los hombres..."
El ciudadano que con tanta claridad y limpieza concretó el sentido de nuestras relaciones era el Presidente de Francia, era el General Charles de Gaulle.
Esta tribuna se ve ahora nuevamente altamente honrada. Recibimos a usted, señor Presidente, con gran satisfacción por sus cualidades de estadista distinguido, por su formación de hombre que cree, lucha por la humanidad y quiere verla realizada en la libertad y en la justicia. Por el significado señero de
la alta representación que de Francia tiene usted, señor Presidente, esta es una especial y grata oportunidad al tenerlo como invitado de honor en esta Sesión Solemne.
Antes de escuchar sus palabras, permítame señor Presidente, pedirle con toda atención, sea el autorizado conducto para hacer patentes nuestras mejores expresiones de amistad al gran pueblo francés y manifestar la confianza de que su reunión con el Presidente López Portillo, habrá de rendir frutos de mayor entendimiento y comprensión entre nuestras naciones y, será esperanza y será aliento para los hombres de buena fe, que anhelan ponderación y buen juicio en los Jefes de Estado, para que las relaciones internacionales transiten siempre por los caminos de la paz, de la justicia, de la concordia, del respeto y de la mutua consideración." Bienvenido, señor Presidente. Muchas gracias. (Aplausos.)
PALABRAS DEL PRESIDENTE
GISCARD d'ESTAING
Señor Presidente:
Señores Ministros;
Señoras y señores senadores;
Señoras y señores diputados;
Me complace y me honra estar entre ustedes, dos Repúblicas profundamente apegadas a los valores de la independencia nacional y de la libertad, dos pueblos que, en el transcurso de una larga historia, han luchado sin cesar en defensa de la dignidad del hombre, dos culturas arraigadas en su tierra natal y a la vez herederas de la gran tradición humanista, tienen por nombres México y Francia.
Señor Presidente, deseo agradecerle muy sinceramente las palabras de bienvenida que ha tenido a bien dirigirme.
Señoras y señores, el pueblo francés les envía a través de mis palabras un saludo muy cordial y expresa sus sentimientos más sinceros y amistosos hacia el Congreso de la Unión.
Veo con emoción y simpatía que están acá reunidos los representantes de esta Nación tan diversa y a la vez tan estrechamente unida. Cada uno de sus Estados, desde el Río Grande hasta la Península de Yucatán, expresa, con sus particularismos y de acuerdo con su propia sensibilidad, un aspecto de la realidad nacional. México, gran país de anchos horizontes, es un verdadero mundo que deja atónito a un europeo como yo, por la variedad de sus climas y la riqueza de sus contrastes. Por una parte, la belleza hierática de los monumentos de la antigua civilización indígena evoca el carácter profundo de un pasado prestigioso y, por otra, la actividad desarrollada en las ciudades modernas testimonia la vitalidad que el pueblo mexicano siempre ha puesto de manifiesto a través de su historia.
México, como Francia, ha padecido las adversidades que conocen todas las sociedades, como son guerras, invasiones y revoluciones. El alma de su pueblo se ha forjado en el sufrimiento y reúne en sí las tres culturas simbolizadas en la Plaza de Tlatelolco. De la misma manera que el Sol Águila Guerrera sale eternamente victorioso de la Serpiente de las Tinieblas, la dignidad y la independencia de México permanecen vivas y triunfan en el mundo agitado y peligroso en el que vivimos. Francia tiene un profundo respeto por esta dignidad y esta independencia. Nuestros dos países, confiadamente y en pie de igualdad, sabrán afrontar los problemas y las amenazas que los acozan.
México y Francia presentan la misma característica de ser estados de derecho.
El Presidente José López Portillo, que es a la vez un hombre de Estado y un filósofo, ha subrayado muy oportunamente en su obra la originalidad irreductible del estado de derecho, que no supone la supremacía de una clase o de una raza, que no se funda en un mesianismo, sino que, como dice el autor:
"se justifica en la medida en que libera a cada hombre del hambre, de la inseguridad, de la miseria y de la ignorancia". El estado de derecho se rige por los principios de la igualdad de los hombres, del carácter general de la Ley, la Justicia y la Seguridad y, sobre todo, de la Libertad, puesto que "porque el hombre es libre, todos los hombres son personas". Personas humanas. Para nosotros, mexicanos y franceses, la persona humana constituye la base misma de nuestras instituciones. El mandatario supremo del Estado Mexicano, a semejanza de Maquiavelo, observa que "en política el bien y el mal están separados por el tenue filo de una espada" y observa que "sólo así se justifica el enorme aparato de imperio y coacción que significa el Gobierno del estado moderno: en cuanto libera al hombre... y le permite realizar su propio destino de acuerdo con su propia responsabilidad".
La declaración de los derechos del hombre, proclamada por la Revolución Francesa, expresó de manera categórica la idea fundamental del estado moderno, pero no es menos cierto que México, por la voz de sus próceres, desde Hidalgo hasta Francisco Madero, por la Constitución de 1917, por el inmenso esfuerzo de reformas llevado a cabo desde la Revolución y coronado por la Reforma Política de inspiración democrática y pluralista contenida en la Ley Federal del 30 de diciembre de 1977, ha contribuido de manera decisiva a la construcción, sometida a constantes amenazas de un mundo en el que el hombre pueda disfrutar de libertad y de paz.
Las fuerzas de vida, de progreso y de bondad simbolizadas en el antiguo México por Quetzalcóatl, figura legendaria descrita por el Presidente López Portillo, tropiezan constantemente contra las fuerzas de la represión y del odio. No existe tarea más apremiante y más apasionante que aquella que consiste en luchar por la salvación del hombre, en contra de la división del mundo y en pro de la paz.
Nuestros dos países consideran el futuro cercano del mundo bajo puntos de vista idénticos y con la misma voluntad pacífica. No tenemos, ni unos ni otros, ninguna clase de
ceguera que nos impida una visión clara. No ignoramos los peligros que acechan a la humanidad y que una tecnología, cada vez más perfeccionada, hace crecer de manera vertiginosa. Deseosos, sobre todo, de salvaguardar nuestra independencia y la libertad de nuestros pueblos, sabemos que estos valiosos bienes deben merecerse día tras día. Buscaremos incansablemente y sin tregua los caminos que nos permitan establecer una nueva organización internacional capaz de superar y por consiguiente de prevenir un enfrentamiento estéril de las ideologías y hegemonías que podría provocar una situación apocalíptica Es necesario en cambio asentar una política de "detente" a escala mundial por medio de una cooperación ampliamente abierta y más allá de una simplista visión maniquea que opone a los pueblos unos contra otros, según éstos participen o se sometan a un sistema de gobierno determinado o de acuerdo con su nivel de riqueza o miseria.
Consideremos sin ideas preconcebidas ni pasión el mundo tal y como se presenta cómo evoluciona y se modifica cada día ante nuestros ojos. Vemos un universo que llega progresivamente a ser multipolar y que lejos de permanecer encerrado en bloques opuestos ofrece el panorama de una diversidad creciente que hace posible el acceso a la libertad y a la independencia. Pero para conseguirlo hará falta que unos acuerdos libremente concertados eviten una fragmentación, la cual podría traer consigo la dominación de los más débiles por los más fuertes. No hay que olvidar que la situación internacional, al ser actualmente fluida, abre perspectivas favorables a las naciones deseosas de mantener su unidad, pero suscita al mismo tiempo las tentaciones y los intentos de dominación.
México y Francia ante estas realidades reaccionan de manera análoga. Del mismo modo que reconocemos y proclamamos que cada ser humano, que cada persona tiene derecho a asumir su propio destino, fundamos el concepto que tenemos de la política mundial en el derecho que tiene cada nación de escoger libremente su sistema de gobierno y de organizarse en plena autonomía de acuerdo con sus aspiraciones y la voluntad de su pueblo.
Al ser, unos y otros, viejos pueblos que no han perdido su juventud, herederos de un pasado rico y firmemente orientados hacia el porvenir, comprendemos perfectamente y acaso mejor que otros, que la salvación de la humanidad sólo puede conseguirse si se resuelven los problemas mundiales de modo pacífico, dejando de lado todo complejo de superioridad o de inferioridad, y dentro de un marco de cooperación que sea concebida en un pie de igualdad y regida por la prudencia y la perseverancia para preservar la paz.
La política internacional llevada a cabo por México - como lo evocó anteriormente, señor Presidente- y reflejada en particular en el Tratado de Tlatelolco, constituye a este respecto un ejemplo de singular importancia, y para ello he firmado ayer, como lo saben ustedes, el Protocolo I de este Tratado. Francia por su parte considera que la política de desarme ocupa un lugar preeminente. En los arsenales de las grandes potencias se van amontonando cantidades de armas sofisticadas en número cada vez mayor. Se asignan presupuestos gigantescos a estos artefactos mortíferos mientras tantos hombres en el mundo carecen de lo necesario y padecen hambre. Todo estado es naturalmente responsable de la seguridad de su pueblo. El gobierno francés cumple con ese deber primordialmente, pero no olvida nunca que el objetivo final de toda política internacional democrática no debe ser otro sino el de reforzar la paz y hacer desaparecer el espectro de la guerra mediante la organización, de la cooperación y de la "detente" en el mundo.
Por lo tanto, es importante, e incluso diría de una importancia vital para todos nosotros que nuestros gobiernos reflexionen conjuntamente de una manera desinteresada y amistosa, sobre los problemas planteados por la paz mundial, los peligros que amenazan con destruirla y las vías que deben seguirse para restablecerla en los casos en que haya dejado de existir o para consolidarla allí donde siga existiendo.
México tiene un papel preeminente que desempeñar en esta reflexión sobre la paz mundial. Su situación en el nuevo mundo, es única, esta situación le hace lindar con la América anglosajona y la América Latina. México puede sentirse orgulloso de tener una civilización cuyos orígenes remontan a la época de la guerra de Troya y que ha visto construirse las pirámides de Teotihuacán o los templos mayas en las selvas tropicales en un momento en que nuestra Europa, arrasada por las invasiones, no era más que la sombra de la grandeza humana.
País moderno, dinámico, dotado de una élite preparada y activa, que tiene ambiciones legítimas, con una juventud ardiente, México dispone actualmente, y dispondrá cada día más en el futuro, de riquezas humanas que vendrán a sumarse a las riquezas naturales.
Francia desea desarrollar con esta Nación amiga, que ha adquirido ya cierto poderío, sus relaciones, tanto políticas y culturales como económicas, en provecho de ambos países. Para ellos quisiéramos analizar conjuntamente las perspectivas futuras y escoger, de común acuerdo, los sectores y métodos.
El gobierno mexicano tiene como principio desarrollar esencialmente los recursos naturales del país en función, en primer lugar, de los intereses y necesidades del pueblo mexicano. Francia aprueba esta política.
Corresponde a los mexicanos, a las autoridades constitucionales de la nación, asumir la gestión que estime atinada de su patrimonio. Consideramos, al igual que el Presidente López Portillo, que es necesario establecer relaciones "justas, equilibradas, marcadas por el respeto mutuo". No existe, en nuestra opinión, ninguna contradicción entre estos objetivos del
Gobierno Mexicano y los de Francia. Más aún, nuestras economías son complementarias en muchos aspectos. Unas asociaciones fructíferas entre mexicanos y franceses, que permitan agrupar el financiamiento, la tecnología y los conocimientos de uno y otro país, pueden aportar una contribución positiva tanto al desarrollo de México como a la ordenación racional y equilibrada de su territorio.
Amplio horizonte, en realidad, que se extiende, ante nuestra mirada. La amistad de nuestros dos pueblos, más aún que el interés, se encontrará premiada y recompensada.
Los franceses recuerdan que, durante los sombríos años en que su país perdió la libertad, tanto el pueblo como las entes de México mostraron, en infinidad de ocasiones, la profunda amistad que sentían por Francia, como lo prueba la actividad desarrollada por los "Comités Pro Francais", que nacieron en todas las ciudades. Durante el mandato presidencial del General Manuel Avila Camacho, México fue uno de los primeros países del continente que estableció relaciones con el Comité Nacional Francés y con el General De Gaulle. Cuando, en agosto de 1944, se supo la buena y esperada noticia de la Liberación de París, se celebró en México una fiesta improvisada como si se hubiese tratado de un gran acontecimiento nacional. Inútil decir que estos hechos han dejado una profunda huella en nuestra memoria.
Tras la segunda guerra mundial y conseguida la paz, ingenieros, profesores, científicos e intelectuales mexicanos han atravesado el océano frecuentemente para enriquecerse y enriquecernos con el intercambio de nuestros conocimientos respectivos. Del mismo modo, la fascinación que México ejerce desde tiempos remotos sobre nuestros intelectuales más destacados no ha hecho más que aumentar en el transcurso de los años. Personal docente, investigadores y escritores franceses han ido constantemente al Anáhuac. El arte precortesiano y la pintura moderna de México han sido objeto en París y en diferentes ciudades francesas, de exposiciones acogidas con entusiasmo. Por último, gracias a los progresos del tráfico aéreo, que acortan el tiempo invertido en ir de París a México, de tal manera que se sale a la misma hora que se llega, se ha incrementado grandemente el número de franceses, sin distinción de clase social o edad, entre los cuales muchos jóvenes ávidos de saber, que vienen a visitar este país para admirar sus incomparables paisajes, ver los múltiples tesoros artísticos que en él se encuentran y conocer a un pueblo amistoso lleno de dignidad.
Quisiera añadir, por último, que, consciente de pertenecer Europa, a una Europa en construcción en la que Francia desempeña un papel de animación y de comprensión y de inspiración, mi país desea que México extienda sus relaciones económicas y culturales al continente europeo.
La comunidad económica europea posee a ciencia cierta, votación para llegar a ser uno de los principales grupos de países con los cuales México pueda tener intercambios. Todo, tanto las necesidades económicas como la lógica interna de una civilización que se ha nutrido en las fuentes diversas de varias naciones europeas, nos incita a preparar la cooperación con su país.
Señor Presidente: señoras y señores:
Ha sido para mí un honor y un gran placer encontrarme entre ustedes hoy, y poder así dirigirles la palabra desde esta tribuna. Francia, a través de mis palabras, les desea el logro de todos sus afanes políticos.
Abrigo la esperanza de que los hombres de las dos riberas del Atlántico que tienen la fe en el porvenir continúen la gran y noble labor de acercamiento y amistad en nuestras dos naciones, entre la democracia mexicana y la democracia francesa. (Aplausos.)
AGRADECIMIENTO
El C. Joaquín Gamboa Pascoe: Señor Presidente: Esta Representación Nacional agradece su valiosa presencia, así como los elevados conceptos expresados en esta sesión solemne de la Comisión Permanente del H. Congreso de la Unión, en que hemos tenido el alto honor de recibirlo.
Al despedir a usted, señor Presidente, le deseamos éxito y hacemos votos por el bienestar del pueblo de la República Francesa y por el de usted y el de su estimable esposa.
Se suplica a los señores legisladores comisionados se sirvan acompañar al señor Presidente Valery Giscard d'Estaing, cuando desee abandonar este Recinto.
Muchas gracias, señor Presidente. (Aplausos.)
ACTA
El C. secretario Héctor Ximénez González: Se va a dar lectura al acta de esta sesión.
"Acta de la sesión solemne de la Comisión Permanente del Tercer Receso de la Quincuagésima Legislatura del H. Congreso de la Unión, efectuada el día dos de marzo de mil novecientos setenta y nueve.
Presidencia del C. senador Joaquín Gamboa Pascoe.
En la ciudad de México, a las diez horas y treinta minutos del viernes dos de marzo de mil novecientos setenta y nueve, con asistencia de veintiocho ciudadanos legisladores, y en cumplimiento del acuerdo aprobado por esta Asamblea en la sesión llevada a cabo el día siete de febrero próximo pasado, la Presidencia declara abierta la sesión solemne, que tiene por objeto recibir al señor Valery Giscard d'Estaing, Presidente de la República Francesa, invitado por este Cuerpo Legislativo.
Para introducir en su oportunidad al Salón de Sesiones a tan distinguido visitante, la Presidencia designa en Comisión a los siguientes ciudadanos: senador Rodolfo Landeros Gallegos,
diputado Julio Zamora Bátiz, senador Humberto A. Lugo Gil y diputado Hugo Díaz Velázquez.
La Presidencia declara un receso en espera del arribo a este Recinto del señor Valery Giscard d'Estaing, Presidente de la República Francesa.
Se reanuda la sesión. La Secretaría, por instrucciones de la Presidencia, da lectura a los miembros que forman la comitiva del señor Presidente Valery Giscard d'Estaing:
Señora Anne - Aimone Giscard d'Estaing, esposa del Presidente de la República Francesa; señor Jean Francois Poncet, Ministro de Asuntos Extranjeros, y su esposa la señora de Francois Poncet; señor René Monory, Ministro de Economía; señor André Giraud, Ministro de Industria; señora Monique Pelletier, Ministra Delegada para la Condición Femenina; señor Jacques Wahl, Secretario General de la Presidencia; señor Jean- Rene Bernard, Embajador de la República Francesa en México, y su esposa la señora de Bernard.
Asimismo, la Secretaría da lectura a los nombres de los altos funcionarios mexicanos presentes en esta sesión:
Licenciado Santiago Roel García, Secretario de Relaciones Exteriores; licenciado Horacio de la Peña, Embajador de México en la República Francesa y doctora Rosa Luz Alegría, Subsecretaria de Evaluación de la Secretaría de Programación.
Momentos después hace su entrada al Salón de Sesiones el Presidente de la República Francesa, señor Valery Giscard d'Estaing.
En seguida, el C. Presidente de la Asamblea, a nombre de la Comisión Permanente, da cordial bienvenida al señor Presidente Giscard d'Estaing.
Entre otras consideraciones, el C. senador Gamboa Pascoe pone de manifiesto la importancia que para México significa el diálogo personal entre los Jefes de Estado de todos los países.
Agrega que la firma del Presidente Giscard d'Estaing al Protocolo Núm. 1 del Tratado de Tlatelolco, que a instancias de México, proscribe la producción de armas nucleares en América Latina, merece al cálido reconocimiento del Congreso Mexicano. Menciona la afinidad entre los pueblos de Francia y México que con tanta claridad y limpieza concretó el Presidente de Francia, General Charles de Gaulle cuando nos honró con su visita en este mismo Recinto.
Finaliza rogando al Alto Mandatario, sea el autorizado conducto para hacer patentes nuestras mejores expresiones de amistad al gran pueblo francés y manifestar la confianza de que su reunión con el señor Presidente de México, licenciado José López Portillo, habrá de rendir frutos de mayor entendimiento y comprensión en nuestras naciones y de esperanza y aliento para los hombres de buena fe que anhelan ponderación y buen juicio en los Jefes de Estado, para que las relaciones internacionales transiten siempre por los caminos de la paz, de la justicia, de la concordia, del respeto y de la mutua consideración.
Para agradecer los conceptos anteriores, hace uso de la palabra el señor Valery Giscard d'Estaing, Presidente de la República Francesa, quien expresa que el pueblo francés envía a través de sus palabras un saludo cordial y sus sentimientos más sinceros y amistosos para el Congreso de la Unión de los Estados Unidos Mexicanos. Hace una serie de referencias sobre la historia y la cultura de ambos países, quienes han padecido las adversidades que conocen todas las sociedades: guerras, invasiones y revoluciones. El alma del pueblo de México, expresa, se ha forjado en el sufrimiento y reúne en sí, las tres culturas simbolizadas en la Plaza de Tlatelolco.
Afirma también la importancia del Tratado de Tlatelolco y finaliza su exposición con las siguientes frases:
'Ha sido para mí un honor y un gran placer encontrarme entre ustedes hoy, y poder así dirigirles la palabra desde esta tribuna. Francia, a través de mis palabras, les desea el logro de todos sus afanes políticos. Abrigo la esperanza de que los hombres de las dos riberas del Atlántico que tienen la fe en el porvenir continúen la grande y noble labor de acercamiento y amistad entre nuestras dos naciones, entre la democracia mexicana y la democracia francesa.'
Por su parte, la Presidencia manifiesta al señor Presidente de la República Francesa su agradecimiento por su presencia, así como por los elevados conceptos expresados en esta sesión solemne. Al despedirlo le desea éxito y hace votos por el bienestar del pueblo de la República Francesa y por el de él y el de su estimable esposa.
La misma Comisión que introdujo al Salón de Sesiones al señor Presidente Valery Giscard d'Estaing, le acompaña al abandonar este Recinto.
A las once horas y cincuenta y cinco minutos se levanta la sesión solemne y se cita para la pública que tendrá lugar el miércoles siete de los corrientes, a las once horas."
Está a discusión el Acta. No habiendo quien haga uso de la palabra, en votación económica, se pregunta si se aprueba... Los ciudadanos legisladores que estén por la afirmativa, sírvanse manifestarlo... Aprobada.
El C. Presidente: Se levanta la sesión solemne y se cita a sesión ordinaria a los integrantes de la Comisión Permanente del honorable Congreso de la Unión. Cita que se hace para el próximo miércoles 7 del actual, a las 11:00 horas. Muchas gracias por su asistencia.
TAQUIGRAFÍA PARLAMENTARIA Y
"DIARIO DE LOS DEBATES"