Legislatura LI - Año II - Período Ordinario - Fecha 19801222 - Número de Diario 43

(L51A2P1oN043F19801222.xml)Núm. Diario:43

ENCABEZADO

DIARIO DE LOS DEBATES

DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS

DEL CONGRESO DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS

"LI" LEGISLATURA

Registrado como artículo de 2a. clase en la Administración Local de Correos, el 21 de septiembre de 1921

AÑO II México, D.F., lunes 22 de diciembre de 1980 TOMO II.-NÚM. 43

SESIÓN DE CONGRESO GENERAL

SUMARIO

SUMARIO

APERTURA

COMISIÓN PARA RECIBIR AL ALTO MANDATARIO

La Presidencia informa que esta sesión se lleva a cabo para recibir al señor Jaime Roldós, Presidente de la República del Ecuador, que se encuentra en nuestro país en visita de Estado. Designa una Comisión para que, en su oportunidad, lo introduzca al Salón de Sesiones

VISITA DEL PRESIDENTE DEL ECUADOR

La Comisión designada introduce al Salón al excelentísimo señor Jaime Roldós, quien toma asiento en el Presídium. La Propia Presidencia da cordial bienvenida al Primer Mandatario del Ecuador e informa de la presencia en el Recinto de su distinguida esposa, señora de Roldós

A continuación el C. senador Jaime Canseco González y el C. diputado Alejandro Sobarzo Loaiza, usan de la palabra para poner de manifiesto la importancia de la visita a nuestro país del señor Jaime Roldós. Hacen consideraciones sobre el particular, mencionando las relaciones amistosas que existen entre ambos países

EXPOSICIÓN DEL SEÑOR ROLDÓS

Para agradecer la bienvenida y dirigir un mensaje a la Representación Nacional de México, motivo de su presencia en esta Cámara usa de la palabra el señor Presidente de la República del Ecuador

AGRADECIMIENTO

La Presidencia agradece la presencia de los distinguidos visitantes y designa otra Comisión par acompañar al alto funcionario al retirarse del Salón

ACTA

Se da lectura al acta de esta sesión. Se aprueba. Se levanta la sesión de Congreso General

DEBATE

PRESIDENCIA DEL C. JOSÉ MURAT

(Asistencia de 325 ciudadanos diputados y 56 ciudadanos senadores.)

APERTURA

- El C. Presidente (a las 11:00 horas): Se abre la sesión de Congreso General.

COMISIÓN PARA RECIBIR AL ALTO MANDATARIO

El C. Presidente: Esta sesión Congreso General es para recibir al excelentísimo señor Jaime Roldós, Presidente de la República del Ecuador, quien se encuentra en México en visita de Estado.

Se designa en Comisión para introducir a este recinto, a los siguientes ciudadanos: diputado Rafael Corrales Ayala, senador Euquerio Guerrero, diputado Abel Vicencio Tovar, senador Blas Chumacero, diputado Manuel Stephens, senador Jesús Hernández Rojas, diputado Rafael Carranza y senador Nicolás Reynés.

Se declara un receso en espera del señor Jaime Roldós, Presidente de la República del Ecuador.

(Receso).

VISITA DEL PRESIDENTE DEL ECUADOR

El C. Presidente: Se reanuda la sesión.

Honorable Congreso General:

Se encuentra en este Recinto Parlamentario en visita oficial, el excelentísimo señor Presidente de la República del Ecuador, Jaime Roldós, a quien esta Presidencia a nombre de todos los integrantes de este Congreso General, le da la más cordial bienvenida.

Señor Presidente Jaime Roldós:

Es motivo de grata satisfacción tener con nosotros a tan distinguido jefe de Estado cuyos esfuerzos en aras de la integración latinoamericana y del desarrollo autónomo, destacan en estos momentos difíciles en que se debaten pueblos hermanos del área latinoamericana.

Por estos motivos, señor Presidente, conociendo su ideología liberal por las mejores causas de la democracia y la libertad, las cuales se han manifestado con usted al frente del Gobierno en el Ecuador, en forma franca y abierta, este Congreso General se honra con la presencia de un liberal que lucha por las metas que en nuestros países, Ecuador y México, se han trazado, sean cumplidas utilizando los mecanismos revolucionarios que permitan la solidaridad y cooperación latinoamericana.

Bienvenido señor Presidente Jaime Roldós.

(Aplausos)

También nos es muy grato contar en esta sesión con la asistencia de la señora Roldós.

(Aplausos).

Esta sesión se inicia con palabras del senador Morelos Jaime Canseco González. Se le ruega pase a la Tribuna.

El C. senador Morelos Jaime Canseco González: C. Presidente del Congreso de la Unión. Excelentísimo señor doctor Jaime Roldós Aguilera, Presidente de la República del Ecuador. C. Presidente de la Cámara de Senadores. C. Presidente de la Gran Comisión de la Cámara de Senadores. C. Presidente de la Gran Comisión de la Cámara de Diputados. Distinguida señora Marta Bucearán de Roldós. Distinguidos acompañantes del señor Presidente del Ecuador. Honorable Asamblea.

En usted, señor Presidente Roldós Aguilera, saludamos los diputados y senadores mexicanos, hoy reunidos en sesión solemne de Congreso General, al pueblo y al gobierno ecuatorianos que con firmeza y dentro de la dignidad avanzan en el camino del desarrollo en un marco de libertad, teniendo la independencia como norma. Sea usted bienvenido, así como sus distinguidos acompañantes, al Congreso de la Unión que representa al pueblo de México. (Aplausos).

Sabemos bien, aquí, la importancia que revisten las entrevistas de Jefes de Estado; el contacto personal entre los hombres que dirigen los destinos de los pueblos -aun cuando pertenezcan a diferentes formas de gobierno o propugnen diversos sistemas económicos que no es el caso- resulta saludable porque en forma abierta y directa se encaran los problemas comunes para intercambiar experiencias y encontrarles soluciones justas. Las pláticas de usted, señor Presidente Roldós, con el Ejecutivo Federal Mexicano, a las que la prensa ha dado amplia difusión, se han producido en un ambiente de cordialidad, bajo el espíritu de hermandad que une a las naciones de América Latina. Estamos en espera del comunicado conjunto que nos señalará, en detalle, lo acordado y convenido en beneficio de ambos pueblos.

Como con todas las naciones de la América de lengua castellana, entre Ecuador y México encontramos paralelos tanto en las luchas contra la conquista como en las gestas que nos dieron independencia, libertad, nacionalidad y horizonte propio. Así, las figuras de Atahualpa y Cuauhtémoc se igualan en la defensa de los derechos y la cultura de sus pueblos.

Benalcázar funda Quito sobre las ruinas de la gran ciudad incaica y Cortés erige a México sobre los cimientos de la destruida Tenochtitlan, que hoy resurge en el esplendor del Templo Mayor de los Aztecas.

Tres siglos más tarde, Espejo y Montúfar en la Audiencia de Quito se equiparan a Hidalgo y Morelos en el virreinato de la Nueva España, en la empresa común de poner fin a la dominación peninsular. Si nosotros con Vicente Guerrero consumamos la Independencia en 1821, ustedes, en un año después con Simón Bolívar y Sucre, tras la batalla de Pichincha, concluyen su independencia de España y en 1830 logran su perfil propio como país, al nacer la República del Ecuador en clara aplicación de dos principios fundamentales en la convivencia internacional, esgrimidos y defendidos por México en todos los foros: el respeto, sin restricción, a la soberanía y la autodeterminación de los pueblos.

Si en México, al inicio de su vida independiente colabora en el campo diplomático, atinadamente, el ecuatoriano Vicente Rocafuerte, quien vuelto a su patria se inserta en la Historia como segundo Presidente; en Ecuador el ilustre mexicano Nicolás Bravo, nuestro décimo segundo Presidente; exiliado en Ecuador en 1826, movido por su conciencia libertaria, se une a la lucha por la Independencia.

También hallamos similitud entre nuestro Benito Juárez, hombre de su hora y de todas las épocas, declarado Benemérito de las Américas por el Congreso de la República Dominicana, Colombia y Eloy Alfaro, caudillo de la Revolución Liberal en su patria.

Las semejanzas se extienden a la geografía; en ambos países se destacan tres regiones: el litoral, la sierra y la selva, en tanto que las respectivas capitales, Quito y la ciudad de México, se encuentran situadas en el altiplano.

En Ecuador el Cotopoxi y el Chimborazo, aquí en México el Popocatépetl y el Iztaccíhuatl destacan en el paisaje.

En lo económico, los ecuatorianos en esfuerzo común, y entre otras actividades, producen café, cacao y plátano y exportan el petróleo y la pesca, esta último de manera intensiva y científica. México interviene, asimismo, en los mismos campos y resiente, como Ecuador los bajos precios de las materias primas frente al constante aumento de los bienes de capital que precisa. Estamos, pues, unidos en busca de justicia y equidad en las relaciones internacionales, particularmente en las ya establecidas con países altamente desarrollados.

Nos complace encontrar puntos de coincidencia entre el Plan Global de Desarrollo que propugna el régimen que preside José López Portillo para extender los beneficios de la vida

moderna al mayor número de mexicanos, y el Plan Nacional de Desarrollo que usted formuló en marzo de este año para sustituir la improvisación por la planificación; decisión política fundamental que señala grandes objetivos ecuatorianos. Su Plan, señor Presidente Roldós, que incluye bases programáticas para transformar democráticamente la sociedad ecuatoriana como medio para arribar al desenvolvimiento económico y a la justicia social, es instrumento para racionalizar la gestión del Gobierno al jerarquizar las necesidades que deben conducir a un desarrollo integral.

En México se aplica la Reforma Política presentada por el Presidente López Portillo y respaldada por todo el pueblo. Para implementarla, fue reformada la Constitución General de la República y promulgada una Ley Reglamentaria que define y fundamenta la incorporación, en esta Cámara de Diputados, de todas las corrientes políticas.

La elección federal celebrada en 1979, primera posterior a la Reforma, dio acceso -de un total de 400- a 100 diputados de representación proporcional elegidos en tres circunscripciones plurinominales; congresistas pertenecientes a seis partidos minoritarios y también a 4 diputados de mayoría relativa pertenecientes también a las minorías políticas, quienes obtuvieron el triunfo en otros tantos distritos Uninominales.

Es decir, en México, el ciudadano al emitir el voto puede hacerlo por la mayoría y por la minoría, y nada impide a ésta constituirse en aquélla.

Tenemos conocimiento del trabajo intenso que se realiza en Ecuador para hallar, por la vía del Congreso, sus propias formas de democracia política. Usted, señor Presidente Roldós Aguilera es expresión cabal de ese proceso.

El Plan Nacional de Desarrollo ecuatoriano involucra cinco reformas fundamentales: la política, la administrativa, la agraria, la educacional y la tributaria. En México, profundizamos en esas cinco áreas para acceder a nuevas metas de justicia distribuida.

El ideal que persigue nuestra República, como garantía de paz interna y de convivencia internacional, es que todos los pueblos tengan acceso a los bienes que genera el desarrollo económico. Ello constituye un desafío, característica de un régimen democrático. y para superarlo México sostiene una serie de instrumentos, jurídicos unos y de planeación, otros; entre aquéllos la Reforma Administrativa, la ya citada Reforma Política y la Reforma Fiscal, en marcha todas; entre los últimos, encuadrados en un superior Plan Global de Desarrollo, los planes nacionales de educación , de desarrollo industrial, de desarrollo urbano, el Programa Nacional de Empleo, las acciones de COPLAMAR para llevar mínimos de bienestar al campo como un acto de justicia social y el fundamental Sistema Alimentario Mexicano que nos hará auto suficientes en los principales e indispensables energéticos: los alimentos.

La senda de México es propia; le ha costado encontrarla múltiples dificultades y la ha alcanzado después de librar inumerables escollos. Aunque creemos encontramos en el camino correcto, de tiempo en tiempo, sin detener la acción, evaluamos lo conseguido para en su caso corregir lo necesario. En materia de petróleo, producto no renovable de urgente necesidad en el mundo actual y del que Ecuador es exportador, el Presidente López Portillo propuso en la Asamblea General de la Naciones Unidas un Plan Mundial de Energéticos tendente a racionalizar su uso, por considerarlos responsabilidad compartida de la humanidad.

La buena fe, el principio de hermandad vigente en los países de América Latina y la magnífica disposición de Venezuela, han permitido a México compartir, en condiciones de excepción, hasta 80 mil barriles de petróleo al día, con países de América Central y del Caribe. Así aplica México con la solidaridad de Venezuela, en la práctica, la tesis que sostuvo en el más alto foro internacional.

México y Ecuador mantienen, desde mucho tiempo ha, cordiales relaciones de amistad, cuyos lazos se estrechan día a día, con base en sus numerosas afinidades derivadas de circunstancias fundamentales, como son: un mismo idioma y un origen y evolución histórica semejantes.

Para finalizar, deseo, señor Presidente Roldós, enfatizar la cercanía de todas las naciones de América Latina. Su dimensión histórica, étnica y cultural, no admite distingos. Hoy destacamos la similitud que existe en los problemas y en los riesgos, en los afanes y en los logros. De allí la necesidad de que, conscientes de estas peculiaridades, fomentemos lo mucho que nos une y desechemos lo poco que pudiera separarnos. Si lo conseguimos, habremos caminado un trecho más en la ruta que para América soñó Bolívar, ese hombre iluminado, muerto hace 150 años, y nos acercamos al ideal por el que luchó nuestro José María Morelos, preclaro talento, falleciera hoy hace 165 años.

Muchas gracias. (Aplausos).

El C. Presidente: Tiene la palabra el ciudadano diputado Alejandro Sobarzo. Se le ruega pase a la Tribuna.

El C. Alejandro Sobarzo: Señor Presidente del H. Congreso de la Unión Excelentísimo señor Presidente, distinguidos acompañantes del C. Presidente, señores senadores, compañeros diputados, señoras y señores:

"Cumplo con profunda satisfacción personal, la encomienda, de dar la bienvenida a usted, señor Presidente, es este recinto de la Cámara de Diputados de México.

Nos sentimos muy honrados de contar con su presencia , así como la de su distinguida señora esposa, Marta Bucaram de Roldós.

Los representantes populares que integramos esta Cámara, compuesta por siete partidos políticos, expresamos a usted el respetuoso afecto que el pueblo y el Gobierno de México profesan al pueblo y al Gobierno de la República del Ecuador.

Los tiempos que corren, señor Presidente, son de grandes y graves desajustes mundiales.

Se han ampliado las brechas que separan a las naciones pobres de las ricas; se han acentuado el uso de la fuerza y el interés de las potencias ha suplantado, no pocas veces, a la racional aplicación del derecho. La paz ha sufrido menoscabos ominosos, el espíritu de concordia se ha visto neutralizado por la ambición y enormes recursos financieros se encauzan hacia el armamentismo, en vez de dar alimentos y enseñanza a millones de seres humanos que lo claman por todo el planeta.

Es tiempo de crisis.

Pero las crisis no son necesariamente negativas. Las crisis constituyen líneas divisorias entre dos vertientes; paraguas que pueden conducir a la confusión o que pueden llevarnos a la lucidez de una nueva época. Los tiempos de crisis son períodos de reflexión y de acción; de exámen y de dudas, pero también de afirmaciones.

En Hispanoamérica, nuestra patria común, sufrimos los antivalores de la crisis, pero distinguimos también los valores que entraña y nos confortamos con ellos. Luchamos por ellos.

Estos valores son el de la integración de nuestros países, el de la democracia y el de la unidad de espíritu que debe vincularnos. Precisamente esa unidad que usted, junto con otros Jefes de Estado, acaban de exaltar en Santa Marta, al conmemorar el sesquicentenario de la muerte de Bolívar. Ahí precisamente donde privó la tesis ecuatoriana, firmemente defendida por un mandatario, de no intervención y de denuncia de los gobiernos golpistas del Continente. Reciba por ello señor Presidente, la felicitación sincera del Poder Legislativo Mexicano.

En plena crisis mundial, Hispanoamérica vuelve a encontrarse con las figuras de sus fundadores libertarios. Hace poco más de un año, en octubre de 1979, en Panamá, el Presidente de México evocó las figuras y las ideas de Bolívar y de Juárez.

No fue una evocación nostálgica. Sus palabras no apuntaban a lo pretérito, sino a lo futuro, porque nuestro próceres no son efigies de museos, sino maestros que todavía hoy ejercen su ministerio y nos guían. Dijo entonces José López Portillo: "Para los latinoamericanos es preciso entender que nuestra subyacente voluntad anfictiónica debe ser el resultado de nuestra autodeterminación vinculatoria; sólo nosotros podemos conseguirla, y menester es fijar políticas válidas entre nosotros mismos y en el trato a los demás, no como mero estilo retórico, sino como forma de vida que otorgue a la subsistencia el rango de convivencia . Ningún país nuestro será verdaderamente libre si no lo son todos los pueblos latinoamericanos."

La crisis no va a agobiarnos. Merced a la energía moral, a la inteligencia y a la fe en el destino de los pueblos latinoamericanos, esta crisis actuará como un resorte que nos mueva hacia verdadero desarrollo: hacia el crecimiento económico, la justicia y la libertad.

Aquí en la Cámara de Diputados de México convergen las líneas varias del pensamiento político de nuestro país. El pluralismo es uno de los signos rectores de la vida institucional de nuestra patria. Está en marcha el proceso de la Reforma Política, iniciado por el presente régimen, y en función de esta reforma las minorías han encontrado cause para sus inquietudes y resonancia para sus voces.

Seguramente el pluralismo es la fórmula más idónea, más eficaz y comprensiva para la comunidad latinoamericana. Pluralismo que se finca en uno de los conceptos más hermosos de nuestra cultura, que es el del respeto. Pluralismo que implica un primordial respeto para las ideas del prójimo, y no exige de éste sino el mismo respeto para las ideas propias.

Sólo sobre el respeto -sobre el pluralismo- puede regirse y prosperar la hermandad latinoamericana. Una hermandad que trascienda las expresiones bellamente literarias y sea capaz de transformarse en hechos, en realizaciones, en logros que beneficien a nuestros pueblos.

Ese respeto por el que clamó Benito Juárez, cuyo pensamiento en este recinto, parece velar los nombres de nuestros próceres.

Durante muchos años hemos tenido la conciencia de nuestra esencial fraternidad. De hecho los vínculos nacieron cuando apenas nos iniciábamos a la vida independiente.

Digno ejemplo nos dio Vicente Rocafuerte, aquel ecuatoriano ilustre que prestó valiosos servicios a la diplomacia mexicana, que después ocuparía la Presidencia de su país.

La República del Ecuador y México son hermanas, como lo son todas las naciones latinoamericanas y las que ocupan el ámbito transparente del Mar Caribe.

Pero es tiempo de que esta conciencia deje de ser un dato sentimental y transite en otros órdenes más concretos. Es tiempo de que actuemos en función de nuestra hermandad. Uno de los presupuestos de tal conducta reside, precisamente, en el pluralismo; en el reconocimiento de que, si bien nos unen nuestras afinidades, tampoco nos separan nuestras diferencias.

México y Ecuador están unidos. Su historia sigue, de la Conquista a la Independencia, el mismo ritmo y el mismo esquema; y su vida independiente se caracteriza por análogas aspiraciones de progreso y anhelos paralelos de modernización. México ha seguido, con vivo interés, el proceso político del Ecuador, que ha culminado felizmente con las elecciones populares que lo condujeron a usted a la Primera Magistratura.

Nuestros países, en tiempos distintos, han tenido que seguir el mismo camino. Han oscilado entre la autocracia y la democracia, hasta que la razón, paulatinamente, laboriosamente, en ocasiones a costa de sacrificios y de sufrimientos ha acabado por imponerse.

A veces los cambios se logran a través de las armas, en otras a través del convencimiento.

Hace tres años cinco personalidades políticas debatían en la plaza de la pequeña población ecuatoriana de Otavalo, a través de la cadena nacional de radio, sobre la posibilidad de establecer en el país el sufragio universal, o continuar con el sufragio restringido entonces vigente.

El cuadro, sin duda, nos hubiera hecho recordar las posturas discrepantes surgidas en el seno de nuestros Constituyentes de 1857 y 1917.

Un testigo presencial relata que un hombre joven sobresalió en el debate al plantear apasionadamente el valor de la dignidad humana, la necesidad de despertar la voluntad política del marginado, de fortalecer el sentimiento nacional por la República y las instituciones y, por ende, la urgencia de otorgar a todos los adultos, analfabetos o no, el derecho al sufragio.

Y, en efecto, en la Constitución Ecuatoriana, aprobada meses después, se incorporó una disposición que establecía el sufragio universal en el país.

Aquel político que llamó a todas las conciencias a su cita con la historia de la democracia y la libertad de su pueblo, era usted, señor Jaime Roldós, hoy Presidente de la República del Ecuador.

Estamos en el recinto en que se forjan los instrumentos legales con que México labora todos los días su próximo futuro. Aquí se elaboran las leyes que no han de fomentar la permanencia de los usos ya anacrónicos y todavía injustos, sino que, por el contrario, han de impulsar el cambio. Del Recinto del Congreso de México - con sus dos Cámaras Legislativas, de Senadores y Diputados- ha manado caudalosamente la obra legislativa de nuestra Revolución social, que tiene como punto de partida y como ápice la Constitución de 1917 y continuamente se enriquece y se adapta a las nuevas circunstancias.

Creemos que los pueblos de México y Ecuador, como en general todos los pueblos latinoamericanos, se asemejan por su fe en las instituciones jurídicas, que son producto de la razón y de la voluntad de justicia.

Las instituciones jurídicas internacionales están llamadas es esta coyuntura crítica, a dirimir muchas controversias y aclarar muchas confusiones. Contemplamos hoy una renovación el Derecho Internacional. La crisis de que he hablado se manifiesta, en muy buena medida, en la inadecaución del antiguo Derecho respecto a las nuevas circunstancias. La Organización Internacional, la comunicación entre países, la estructura del comercio y la correlación de las fuerzas, todo esto ha dejado muy atrás a las figuras clásicas del Derecho de Gentes.

Los nuevos hechos tienen que ser explicados a la luz de nuevas ideas. La comunidad de los países no podría avanzar, ni sus miembros sostener entre sí relaciones razonables y equitativas, si continuaran sujetos a normas jurídicas ya rezagadas. La justicia de la era tecnológica sigue siendo la misma que la de tiempos de Secretas, pero los mecanismos destinados a realizarla en los casos concretos han debido variar.

Resulta altamente satisfactorio contar con el Jefe de Estado de un país que fue uno de los pioneros destacados en el establecimiento de las nuevas corrientes del Derecho del Mar.

La Declaración de Santiago, uno de cuyos tres signatarios fue Ecuador, es referencia obligada para todos aquellos que analizan los derechos del Estado ribereño, sobre los recursos marinos, en las aguas adyacentes a sus costas.

No existe, en efecto, precedente más sólido que aquella Declaración de 1952 para el establecimiento de la zona de 200 millas, que ya se ha incorporado a las normas del Derecho Internacional contemporáneo.

La voluntad, arrolladoramente mayoritaria, de los miembros de la comunidad de naciones así lo ha decidido. Y sólo aquella le ha dado al nuevo espacio las características que integran su naturaleza jurídica.

Y que no se pretende señalar que falta la firma y entrada en vigor de un tratado general que incorpore las 200 millas, porque no existe fuente de Derecho Internacional más importante que la voluntad de los Estados y ésta ha quedado manifiesta en sus legislaciones internas y en los documentos varios resultante de la Tercera Conferencia de la Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar.

Cuando quede plasmada la zona de 200 millas en una Convención de ciento cincuenta países, no estaremos frente a un acto de desarrollo progresivo de Derecho Internacional, o sea de un acto propiamente legislativo, que esté creando la norma, sino ante una labor codificadora, que recoge en un instrumento multilateral una norma ya existente.

Por tanto, ningún Estado puede rodear las 200 millas de elementos que sólo tiendan a la protección de sus especiales intereses y en perjuicio de los miembros de la comunidad de naciones.

De ahí que nadie pueda pretender exceptuar de los derechos del Estado ribereño las especies altamente migratorias.

De ahí que Ecuador y México, en la defensa del atún, estén avalados plenamente por la justicia y el derecho. (Aplausos.)

Ecuador, como México, posee yacimientos de petróleo. Por este concepto comparten ambas naciones problemas y perspectivas comunes.

Hacen frente, con gallardía, a todo lo que puede significar amenaza a su independencia , o menoscabo del libre manejo de sus hidrocarburos.

México, como Ecuador, no quiere que el petróleo que se esconde en el subsuelo, cada vez más escaso, aunque más al alcance del hombre por la tecnología lograda y por la revelación del recurso, funja como elemento de contra civilización.

Por el contrario, lo ven como factor de primordial importancia para la consecución de

la meta básica del Estado: promover el desarrollo económico, social y cultural de sus pueblos.

Ambos países y todos los demás exportadores, están conscientes de los peligros que pudiera acarrear la interrupción de suministros al mercado mundial, el consumo irracional de este recurso no renovable, o la falta de previsión para el tránsito a la etapa subsiguiente a los hidrocarburos.

El Plan Mundial de Energía tiene precisamente ese objetivo: imponer racionalidad y espíritu solidario donde hoy preponderan el capricho y la cerrazón hegemónica.

El acuerdo de Costa Rica, como ya quedó dicho, no constituye sino un paso solidario dado ya bajo la inspiración de este Plan.

Señor Presidente Roldós: los legisladores de México saludamos, en usted, a uno de los grandes pueblos latinoamericanos. A un pueblo que militó al lado del gran Bolívar, que brilló en la guerra, y brilla inmarcesiblemente en la esfera del pensamiento.

Con motivo del recién conmemorado sesquicentenario de la muerte del Libertador, ante usted hacemos votos porque cristalicen en nuestro Continente al menos dos de los pensamientos bolivianos: la soberanía popular, como única autoridad legítima de las Naciones, lo que significaría que toda la América Latina gozará de los gobiernos constitucionales emanados de una verdadera autodeterminación, y la solidaridad continental de todos los pueblos latinos de nuestra América.

Usted ha contribuido en los últimos días a ambos objetivos. Lo felicito por ello muy sinceramente.

Nos alienta en esta ocasión, al recibir la visita, la fuerza de un latinoamericano que proviene de nuestros próceres y se lanza hacia adelante, hacia lo futuro, hacia los repliegues aún ignorados del siglo XXI, pero cuya capacidad y patriotismo habrá de brindar muchos frutos en bien de su pueblo.

Lleve usted de regreso, señor Presidente Roldós, a todos los ecuatorianos, el abrazo fraternal de este Congreso de México. Muchas gracias. (Aplausos.)"

EXPOSICIÓN DEL SEÑOR ROLDÓS

El C. Presidente: El señor Presidente de la República del Ecuador, ha manifestado a esta Presidencia su deseo de entregar a esta Representación Nacional un mensaje.

El C. doctor Jaime Roldós Aguilera, Presidente de la República del Ecuador: Señor Presidente del Congreso de la Unión. Señores Presidentes de las Cámaras del Senado y Diputados. Señores Presidentes de la Gran Comisión de una y otra Cámara. Legisladores de México:

Hablar ante ustedes y desde esta alta tribuna del pensamiento y la libertad, desde esta tribuna de una gran patria latinoamericana, constituye para el Jefe del Estado Ecuatoriano, un momento excepcional de su vida, un honor que nunca olvidaré.

Hemos venido a México porque comprendemos y creemos que en esta hora histórica los pueblos latinoamericanos tienen que dialogar, tienen que cruzar ideas, tienen que marchas unidos. Y hemos llegado a México porque creemos en la necesidad de una convergencia democrática, una convergencia que la creemos necesaria y que la creemos posible.

Necesaria, porque si miramos el mapa político de Latinoamérica, constataremos la cantidad de regímenes de facto que en nuestro Continente se dan; necesaria, porque veremos que en América Latina hay una profunda contradicción entre democracia y dictadura, entre regímenes que atentan contra la dignidad humana y regímenes que queremos rescatar al hombre para la libertad y la justicia social; porque encontramos una pugna entre el caos y la anarquía y un orden de libertad necesarios; porque hallamos igualmente una contradicción indispensable de resolver entre los que queremos un cambio democrático y los que anhelan mantener estructura de explotación y de miseria.

Esto hace necesario que se dé entre gobiernos constitucionales, entre gobiernos democráticos un diálogo para hallar el camino que históricamente juntos debemos caminar.

Y este diálogo, entre Ecuador y México, es un diálogo también posible, porque ustedes, senador y diputado, que me han precedido en la palabra, han dicho cuanto en el ayer y cuanto en el presente une a México con el Ecuador. Desde los tiempos aborígenes, los ejemplos magníficos de aquellos que fueron capaces de ofrendar sus vidas en una y otra nación. Y en la etapa de la Colonia y en el proceso de la Independencia.

Afirmar el pensamiento de Juárez o el pensamiento de Rocafuerte y Alfaro o afirmarse en el siglo XX aquella avanzada luminosa de vuestra Constitución de 1917, o a la acción fecunda de un Lázaro Cárdenas, esto tiene para nosotros, los ecuatorianos, grandes connotaciones y las hemos comprobado, cuando en estos días hemos tenido la oportunidad del contacto directo y la palabra franca con un hombre como el presidente mexicano, don José López Portillo. (Aplausos.) Un hombre que representa esta nueva imagen del mandatario latinoamericano, que con sobriedad y con hondura de pensamiento analiza la realidad de nuestro pueblo, porque eso es los que nuestra América Latina nos está demandando, dejar un tanto de lado el histrionismo o la actitud demagógica o la frase de circunstancia para ir tomando conciencia de lo que somos, de nuestros grandes problemas, de nuestras grandes posibilidades y porque tenemos que andar juntos.

Si miramos nuestro pasado democrático, si contemplamos nuestra actualidad, nuestras riquezas, nuestras riquezas naturales que son pasto de la voracidad de grandes potencias y también han sido pasto de la incapacidad y anteriores regímenes en el saber administrarlas con sentido de patria , y con sentido de pueblo,

pues bien, esta convergencia necesaria y posible de un proceso democrático , de un proceso de unidad latinoamericana es la que ha traído al Jefe del Estado Ecuatoriano a México, a dialogar con su Presidente y a expresar su pensamiento ante el Congreso de la Unión, ante los representantes de los diversos estados mexicanos, a decirles que en la cita de Santa Marta, hace pocos días, cuando conmemorábamos los 150 años de la muerte de Simón Bolívar, yo manifesté que hay hechos en la vida que unen a una familia, o un nacimiento o una muerte y la muerte del libertador Bolívar tenía que unirnos, no para llorar esa muerte, no para venir a agregar nuevas causas en la larga agonía del pensamiento bolivariano, sino para rescatar precisamente el vigor de ese pensamiento de ese pensamiento que nos llamaba a que la gran divisa de América tenía que ser la unidad y de que América debía ser nuestra gran patria . (Aplausos.)

El grupo andino ha comprendido esto, y básicamente, en este rato, Venezuela, Colombia, el Perú y Ecuador , estanos decididos a ponerle un mismo piso democrático a nuestro proceso de integración. Un proceso que evidentemente atraviesa por un momento crítico, pero, decíamos igualmente en Santa Marta, que los pajes herederos de aquellos que negaron el gran sueño de Bolívar en el Congreso Anfictiónico de Panamá, no podían repetirse en esta hora al pretender seguir fragmentando nuestra unidad.

Tenemos que comprender que aquello que en tantas ocasiones hemos dicho y que hoy también se ha recordado como unidad de intereses, como unidad de problemas, unidad de objetivos, una misma tradición y una misma historia , no puede ser el reflejo condicionado de los discursos de ocasión que luego tornen a perderse en el vacío y de aquellos que no han querido poner en los actos la conducta pertinente al seguir de una palabra.

En América, en nuestra América Latina, basta de las actitudes de fariseos en la política. (Aplausos.)

Es importante y necesario que comprendamos que todas las declaraciones que hacemos no tienen que ser declaraciones que únicamente busquen los aplausos o el regocijo momentáneo de nuestros pueblos. Usando una expresión muy a tono con las circunstancias de esta gran capital latinoamericana, yo pudiera decir que los hombres políticos de América Latina no nos confundamos en el smog de las declaraciones.

Es hora de avanzar en las actitudes concretas, de proyectarnos en las realizaciones profundas. Es por ello que el Ecuador ha decidido no ser más un país "isla". Comprendemos nuestras propias limitaciones, comprendemos nuestros grandes problemas. Llegar a la Presidencia de la República, tras diez años de dictaduras en el Ecuador, conllevaba problemas muy serios, pero comprendíamos que en el Ecuador el proceso común del resto de América Latina no podía ser el mero retorno a un régimen constitucional puramente formalista, porque ahí radicaba la gran excusa, la gran justificación que en ocasiones los regímenes dictatoriales han utilizado y que incluso a nuestros pueblos se les presentaba muy diáfano. Retornar, retornar ¿a qué?

Había por el contrario que ir hacia un auténtico proceso constitucional, no de una democracia meramente lectiva, que si la queremos, hemos dicho, pero mucho más que eso a una democracia profundamente participativo. Hacer vivir un régimen constitucional en nuestra patria, buscaba entonces tres objetivos prioritarios:

Primero afianzar la democracia.

Segundo, impulsar el desarrollo económico, y

Tercero, hacer realidad la justicia social.

Es por ello que esta mañana se han recordado las cinco reformas fundamentales que el Ecuador anhela realizar, pero dentro de esa misma perspectiva, hemos querido proyectar nuestra personalidad internacional, presentarnos en los foros internacionales y decir nuestra palabra; decirla como la dijimos en Santa Marta, porque creemos que es la hora que en los pueblos latinoamericanos hablemos las cosas con claridad meridiana, y los problemas de América Latina tienen nombre y tienen apellido.

No cabe que por un cortesanismo eterno tratemos de encubrir la dirección de nuestro pensamiento. Es por ello que en Santa Marta manifestamos que frente al problema de El Salvador la tesis ecuatoriana era "manos extranjeras fuera de El Salvador", (aplausos) es por ello que dijimos de la necesidad de que El Salvador encuentre su camino, su propio camino libre y en democracia, y por ello también le expresamos, y a su presencia, al actual Jefe de este Estado que anhelamos que aquello que se había producido pocos días antes no constituye una nueva mascarada ni una táctica de estrategia para encubrir la represión y la violación de los derechos humanos porque no estamos, los hombres democráticos de América Latina , dispuestos a aceptar Bordaberris ejecutores de otras negras consignas. (Aplausos.)

El pensamiento de decir las cosas directamente nos ha llevado también a proclamar los problemas relativos al caso de Bolivia y a estremecernos como se estremece el hombre contemporáneo ante todo lo que está pasando en nuestra América Latina.

¿O es que acaso las desapariciones en Guatemala o las madres de la Plaza de Mayo en Argentina no pueden llamar a hombres de sentimiento democrático a una profunda reflexión? (Aplausos.)

Esta es una actitud de pueblos que queremos decir entonces con entonación clara nuestro pensamiento, conscientes, como estamos, de que nuestra voz, fuera de nuestras patrias, tienen que ser el fiel reflejo de lo que hagamos dentro de ellas, porque mal podemos exigir democracia fuera de nuestras fronteras, cuando no entregamos democracia a nuestros propios

pueblos (Aplausos); porque mal podemos plantear tesis de justicia social, cuando no estamos decididos a hacer justicia social dentro de nuestras fronteras.

Yo estoy plenamente convencido que la real estatura internacional de un Estado viene dada por su real estatura interna, porque de otra suerte sólo será una espuma pasajera que pronto tenderá a desaparecer.

La razón de nuestra presencia en México ha sido, entonces, venir a decir nuestra palabra venir a unir nuestro pensamiento y nuestra acción al pensamiento y a la acción de este gran pueblo , de este gran país; a decir aquí, una vez más, en esta tribuna, que nosotros queremos una América Latina donde no haya feudalismos, donde no haya gobiernos plutocráticos, donde no haya dependencia donde no haya totalitarismo; que comprendemos que en nuestra América Latina hay tremendos desniveles y grandes injusticias, porque los índices económicos, aquellos que nos establecen el ingreso per capita o el producto interno bruto, no son sino una falacia para nuestras grandes mayorías en cuanto promedian la abundancia atesorada en pocas manos y que no se reparte, con la miseria repartida en mano pródiga para las grandes mayorías. (Aplausos.)

A decir que es necesaria un actitud muy nuestra, que podemos trazar nuestro propio sendero, nuestro propio camino, que hay masas que quieren banderas de redención, banderas de libertad, banderas de justicia social y que no tenemos por qué permitir que esas masas enarbolen banderas que pongan en sus manos intereses extraños a la propia realidad latinoamericana, o intereses de conveniente, o intereses que buscan no la redención de nuestro pueblo. Por eso yo aquí proclamo mi admiración a la lucha revolucionaria del pueblo mexicano que ha trazado su propio destino y encontrado una respuesta latinoamericana, una respuesta mexicana para los problemas del pueblo latinoamericano. (Aplausos.)

Porque eso es lo que queremos, hablar con voz propia, pensar con nuestra propia mente, y esto nos impone caminar de acuerdo al piso que tenemos bajo nuestros pies.

Hay urgencia, hay desesperación de cambios, pero los pueblos latinoamericanos tenemos que estar muy ciertos de no convertir nuestras tribunas en coros de ayes lastimeros, porque el quejido o la quejumbre de nuestro pueblo no va a resolver nuestros problemas si no hay conciencia de ellos, si no hay decisión de ellos y si no hay la plena claridad también para pensar que no puede pasarse se un estado al otro por la vía de la anarquía y del caos. Pensar que la libertad es responsabilidad y que el máximo de la libertad exige el máximo de la responsabilidad. No podemos admitir el libertinaje de unos pocos porque eso terminará por hacer sucumbir la libertad de todos (Aplausos.)

Libertad es democracia.

Libertad para poder expresarle a las grandes potencias cuál es nuestro criterio y cuáles son nuestros intereses. Por ello me siento profundamente satisfecho de las conclusiones a las que hemos llegado con el Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, de declaraciones de principios relativos a cosas que son muy nuestras, en materia energética, en materia de petróleos, en materia de nuestros recursos agropecuarios, porque como muy bien se ha dicho, una misma es nuestra característica natural. La riqueza de nuestra tierra, la riqueza de las entrañas de nuestra tierra, la riqueza de nuestros mares territoriales.

Esto implica un acuerdo y una convergencia, pero básicamente en el aspecto político la proclamación de los principios de no intervención y de libre determinación de los pueblo. Principios como los que el Ecuador proclamara en su Carta de Conducta, suscrita en Río Bamba, en septiembre de este año, la necesidad de un nuevo orden económico internacional, los derechos económicos, sociales, políticos y culturales de nuestros pueblos. Del mismo modo el no reconocimiento de los despojos territoriales conseguidos mediante la amenaza, mediante la fuerza, porque una misma es nuestra historia y nuestra tragedia en el caso de México y en el caso ecuatoriano. Una realidad de proclamar ante el mundo un orden de paz sustentado en la justicia, un orden de paz como lo preconizara Juárez: De que la paz es el respeto al derecho ajeno. Eso es lo que quiere mi patria, eso es lo que quiere América Latina.

Yo os agradezco, legisladores mexicanos, por esta oportunidad de que un hombre de América Latina, un hombre que palpita acorde a la realidad de nuestros pueblos, haya tenido esta ocasión de venir a decir que si una misma es nuestra tradición, si una misma es nuestra realidad presente, uno mismo tiene que ser el sendero por el que transitemos Ecuador y México, y en esa convergencia democrática, de libertad, de justicia, tener la seguridad que el Ecuador siempre lo encontraréis en la primera fila, no disputa liderazgo de ninguna naturaleza, pero en materia de defensa de los derechos humanos, en materia de defensa de los regímenes constitucionales, en materia de defensa de la democracia, en materia de defender nuestra raza mestiza, en materia de ser nosotros mismos tampoco cedemos el puesto absolutamente a nadie.

Mil gracias, señores legisladores. (Aplausos.)

AGRADECIMIENTO

El C. Presidente: Señor Presidente del Ecuador, Jaime Roldós, esta Presidencia de Congreso General desea a nombre de todos los representantes del pueblo de México, agradecer a usted la visita que a nombre de su pueblo ha realizado a este Recinto Parlamentario.

Lleve usted la seguridad de que aquí, en nuestro país, los representantes populares de todos los partidos políticos, al igual que en el Ecuador , nos esforzamos por hacer cada

día más democrático nuestro sistema político. Este proceso pluralista está dando ya sus primeros frutos, como sucede en nuestro país, República hermana que usted dignamente representa.

Sea usted, entonces, portavoz de un fraternal saludo a nombre del Congreso General del pueblo de México al pueblo del Ecuador, por su visita, Presidente Roldós, muchas gracias. (Aplausos.)

El C. Presidente: Se designa en comisión para acompañarlo cuando usted desee retirarse, a los siguientes ciudadanos legisladores: Senador Humberto Lugo Gil, diputado Carlos Piñera, senador José María Martínez, diputado Hildebrando Gaytán, senador Vicente Coral Martínez, diputado Adolfo Mejía, senador Federico Amaya y diputado Roberto Picón.

(La Comisión cumple con su cometido). (Aplausos.)

El C. Presidente: Se ruega a la Secretaría proceda a dar lectura al acta de esta sesión.

ACTA

- El C. secretario Juan Maldonado Pereda:

"Acta de la Sesión el Honorable Quincuagésimo Primer Congreso de la Unión, efectuada el día veintidós de diciembre de mil novecientos ochenta.

Presidencia del C. José Murat.

En la ciudad de México, a las once horas del lunes veintidós de diciembre de mil novecientos ochenta, la Presidencia declara abierta la sesión del Congreso General, una vez que la Secretaría manifiesta una asistencia de 325 ciudadanos diputados y 56 ciudadanos senadores.

La propia Presidencia informa a la Asamblea que esta sesión se lleva a cabo con el objeto de recibir al Excelentísimo señor Jaime Roldós, Presidente de la República del Ecuador, quien se encuentra en nuestro país en visita de Estado, y designa en Comisión para que, en su oportunidad lo introduzca al salón de sesiones a los ciudadanos diputado Rafael Corrales Ayala, senador Euquerio Guerrero, diputado Abel Vicencio Tovar, senador Blas Chumacero, diputado Manuel Stephens García, senador Jesús Hernández Rojas, diputado Rafael Carranza Hernández y senador Nicolás Reynés Berezaluce.

Se declara un receso en espera del distinguido visitante.

Se reanuda la sesión. La Presidencia manifiesta que se encuentra en el Salón Verde de esta Cámara de Diputados el Presidente de la República del Ecuador, señor Jaime Roldós. Ruega a la Comisión designada para el efecto, cumpla con su cometido.

Después que la Comisión introduce al señor Jaime Roldós, Primer Mandatario de la República del Ecuador, el C. Presidente del Congreso de la Unión le expresa, a nombre de esta representación nacional, su más alta satisfacción porque haya aceptado asistir durante su visita oficial a México, a esta que es la casa del pueblo mexicano. A nombre de todos los integrantes de esta Legislatura le da la más cordial bienvenida.

La propia Presidencia informa que se encuentra en este Recinto Legislativo la distinguida esposa del señor Presidente de la República del Ecuador, señora Roldós.

A continuación el C. senador Jaime Canseco González y el C. diputado Alejandro Sobarzo Loaiza, hace uso de la palabra para poner de manifiesto la importancia de la visita del señor Presidente de la República del Ecuador a nuestro país.

Hacen consideraciones sobre las relaciones amistosas entre ambos países y envían un caluroso saludo del pueblo mexicano al pueblo de la hermana República del Ecuador.

La Presidencia hace saber que el señor Jaime Roldós ha manifestado su deseo de entregar a esta representación nacional un mensaje.

Acto seguido, el señor Presidente de la República del Ecuador hace uso de la palabra para dirigirnos el mensaje, motivo su presencia en esta Cámara de Diputados.

Al terminar su exposición el señor Jaime Roldós, la Presidencia agradece la presencia de los distinguidos visitantes.

Después de reiterar su agradecimiento al señor Presidente de la República del Ecuador, la Presidencia designa en Comisión para acompañarlo cuando desee retirarse, a los ciudadanos senador Humberto Lugo Gil, diputado Carlos Piñera Rueda, senador José María Martínez, diputado Geldibrando Gaytán Márquez, senador Vicente Coral Martínez, diputado Adolfo Mejía González, senador Federico Amaya Rodríguez y diputado Roberto Picón Robledo.

Está a discusión el acta. No habiendo quien haga uso de la palabra, en votación económica se pregunta si se aprueba. Aprobada.

A las 12:30 horas se levanta la sesión de Congreso General."

TAQUIGRAFÍA PARLAMENTARIA Y

DIARIO DE LOS DEBATES".