PODER LEGISLATIVO FEDERAL
Diario de los Debates

DE LA DEL CONGRESO DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS
Correspondiente al Primer Periodo de Sesiones Ordinarias del Tercer Año de Ejercicio
Director General de
Crónica Parlamentaria
Héctor de Antuñano y Lora
Presidente

Diputado Sara Esther Muza Simón
Director del
Diario de los Debates
Norberto Reyes Ayala
Año III
México, DF, lunes 9 de diciembre de 1996
No. 38

SUMARIO


INTERVENCION DE DIPUTADOS

Para expresar sus comentarios, se concede el uso de la palabra a los diputados:

Luis Sánchez Aguilar

Marta Alvarado Castañón

Serafín Núñez Ramos

Javier González Garza

Augusto César Leal Angulo

Gustavo Salinas Iñiguez






Presidencia de la diputada Sara Esther Muza Simón

La Presidenta:

Ruego a la Secretaría informe a esta Presidencia si existe el quorum necesario para esta sesión solemne.

El secretario José Luis Martínez Alvarez:

Se informa a la Presidencia que existe el quorum necesario para esta sesión solemne.

La Presidenta (a las 10:30 horas):

En cumplimiento del acuerdo aprobado en la sesión del 4 de diciembre de 1996, se abre la sesión solemne para conmemorar el LX aniversario de la fundación del Instituto Politécnico Nacional.



INTERVENCION DE DIPUTADOS

Harán uso de la palabra los siguientes diputados: Luis Sánchez Aguilar; Marta Alvarado Castañón, Serafín Núñez Ramos, del Partido del Trabajo; Javier González Garza, del Partido de la Revolución Democrática; Augusto César Leal Angulo, del Partido Acción Nacional y Gustavo Salinas Iñíguez, del Partido Revolucionario Institucional.

Tiene la palabra el diputado Luis Sánchez Aguilar.

El diputado Luis Sánchez Aguilar:

Con su venia señora Presidenta; compañeras y compañeros diputados; señor Secretario de Educación Pública; autoridades del Instituto Politécnico Nacional; compañeras y compañeros universitarios; señoras y señores:

A fines de la década de los treinta, mientras Europa y los Estados Unidos se preparaban para la guerra, en México un puñado de hombres visionarios sembraban las bases de nuevas instituciones de educación superior.

En efecto, mientras en el viejo continente el gobierno de Adolfo Hitler ocupaba la Renania en contravención de pactos internacionales, mientras Francisco Franco Bahamonde se levantaba para acabar con el gobierno de don Manuel Azaña, mientras el duce Benito Mussolini invadía Abisinia, mientras las fuerzas nazifascistas armaban con nuevos mecanismos de guerra y de aviación a los sublevados de España para proceder a los bombardeos y destrucción lo mismo de Guernica que de Durango, mientras ingleses, Neville Chamberlain, franceses, Edouard Daladier y los dictores del eje, Mussolini y Hitler se reunían en Munich para aparentar el agiornamiento un hecho que jamás ocurrió; mientras en los Estados Unidos de América el presidente Roosevelt, contraviniendo el mandato de sus electores preparaba a los mecanismos para ingresar en el conflicto bélico que era inminente, mientras en Asia el emperador Hiroito ocupaba Peipingy Manchucúo; mientras en el subcontinente latinoamericano los gobiernos militares de corte dictatorial hacían tablarrasa en contra de los derechos humanos; mientras en Centroamérica un dictador, Anastasio Somoza, jefe de siniestra dinastía, implantaba el modus operandi de los gobiernos títeres del imperialismo norteamericano, aquí en nuestro país un presidente patriota, Lázaro Cárdenas del Río, y los destacados educadores Juan de Dios Bátiz y Wilfrido Massieu, daban vida a una institución ejemplar en el mundo por su orientación popular de educación superior no elitista; educación universitaria popular. Concepto audaz en la época, que vino a resolver a priori los conceptos antitéticos que en la década de los sesenta estallaron.

En esta década, precisamente en Europa, se presentó la eclosión de los conceptos de educación superior elitista y los de la universidad abierta, que tiene su origen en el levantamiento de la Universidad Libre de Berlín. Cárdenas, Bátiz, Massieu y los que siguieron esta iniciativa, aportaron a la nación mexicana una raíz educacional que no ha podido ser ni pervertida ni prostituida por los afanes privatistas que emanan del denominado hoy proyecto neoliberal.

No podía ser de otra manera porque aquellos patriotas tuvieron, aparte del mérito de ser pioneros, la decisión inquebrantable de sembrar bases inamovibles. Fueron pioneros porque el Instituto Politécnico Nacional surge antes que el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (1943), mientras el Politécnico surge, como hoy aquí lo rememoramos, hace 60 años.

La Universidad Iberoamericana, que surge también en 1943; el Instituto Tecnológico Autónomo de México en 1946; el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente en 1957 y muchos otros que fueron poblando educacionalmente a nuestro país.

Estas instituciones tomaron como modelo la estructura que originalmente se planteó en el Instituto Politécnico Nacional precisamente en 1937, cuando se agrupan las escuelas Técnica Industrial, Superior de Ingeniería Mecánica y Eléctrica, Superior de Comercio y Administración, Nacional de Ciencias Biológicas, Superior de Ingeniería Mecánica y Nacional de Medicina Homeopática.

Es en diciembre de 1939 cuando se expide su primera Ley Orgánica, el esquema legal que le dio al Instituto Politécnico Nacional la posibilidad de educar jóvenes de manera ininterrumpida. Desde entonces hasta hoy es un ejemplo que deben seguir las universidades, no sólo del sector gubernamental en todo el país, sino también en el ámbito particular.

Es éste también el momento de hacer la defensa de la universidad pública. Esta ha sido sometida a terribles embates del modelo neoliberal importado de allende nuestras fronteras. Se trata de educar ahora no a patriotas, no a hombres, no a humanistas, sino a robots al servicio de las grandes corporaciones transnacionales.

Está en el mejor interés de la nación que los mexicanos libres se pronuncien abiertamente por la defensa de estas instituciones que nos legaron los revolucionarios auténticos de México.

Es consecuentemente esta celebración solemne ocasión para rendir homenaje al patriota Lázaro Cárdenas del Río, por su decisión de impulsar un esquema educacional aportando los recursos necesarios cuando el mundo se alineaba en dos grandes bloques, el que se denominó el Eje Berlín-Roma-Tokio, y el grupo de los aliados, capitaneado por los Estados Unidos.

Cárdenas en esa época sienta las bases de la independencia económica con la nacionalización del petróleo, con las instituciones de asistencia al agro, con la reforma agraria, con el más avanzado experimento para implementar plenamente los postulados de la Revolución Mexicana.

Desde esta tribuna, rendimos homenaje no sólo a los gobernantes que hicieron posible el nacimiento de la institución, sino también a los miles de egresados de ella que conjuntamente con los profesionales de la Universidad Nacional Autónoma de México, construyeron el México de instituciones y la infraestructura del México de hoy, instituciones e infraestructura que en ocasiones han sido demeritadas desgraciadamente por algunos que han estudiado en el exterior.

Este es, señoras y señores, el reconocimiento de un legislador de orientación social demócrata, egresado de escuelas privadas a nivel superior del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey y que habiendo tenido desde hace casi tres décadas oportunidad y vocación por la cátedra, la ha ejercido invariablemente optando, entre muchas privadas, por la enseñanza pública. Ello por la profunda convicción de que es ésta, la institución pública superior, la única garante para que la técnica continúe permanentemente al servicio de la patria.

Muchas gracias.

La Presidenta:

Tiene la palabra la diputada Marta Alvarado Castañón.

La diputada Marta Alvarado Castañón:

Con su venia, señora Presidenta; señor Secretario de Educación Pública; autoridades del Instituto Politécnico Nacional; compañeras diputadas y diputados:

Me da gusto el día de hoy hacer uso de esta tribuna para expresar el beneplácito que le da al Grupo de Diputados Ciudadanos, los primeros 60 años del Instituto Politécnico Nacional.

En lo particular comparto muy de cerca la alegría de los politécnicos, ya que mi padre fue una de las personas involucradas en la fundación del instituto.

El Politécnico fue creado por el gobierno del general Lázaro Cárdenas del Río, para contribuir al desarrollo de nuestra nación al brindar la oportunidad a todos los estratos sociales de recibir educación superior y así impulsar la investigación y la tecnología en México.

El presidente Lázaro Cárdenas, Luis Enrique Erro, Narciso Bassols y Juan de Dios Bátiz, impulsaron la creación del Instituto Politécnico Nacional, para asegurar la posibilidad de recibir la educación superior a los desposeídos, a las clases carentes de recursos económico, y que tienen la legítima aspiración y la capacidad de cursar estudios de nivel superior.

Aún está presente ese espíritu cardenista en el Politécnico. Maestros, trabajadores, alumnos, tienen plena conciencia de que la institución la mantiene el pueblo y por ello buscan retribuir ese esfuerzo con trabajo e investigación.

Sin embargo, es necesario recordar a seis décadas de su fundación, que el Instituto Politécnico Nacional no fue creado, para que partido alguno busque intervenir en la institución, para utilizarla de acuerdo con sus fines específicos. Tal situación equivaldría a corromper las actividades académicas del Politécnico. En el Politécnico debe respetarse, conforme al espíritu que le dio vida el derecho de cada individuo a pertenecer a cualquier partido o religión y de expresar libremente sus ideas en un diálogo franco que enriquecerá a las partes.

La participación activa de los politécnicos, que los politécnicos han tenido en el desarrollo de la ciencia y la tecnología en los recursos del país es evidente. Sin embargo, también es justo reconocer que aún falta mucho por hacer, que dentro de la institución hay grupos que buscan convertirla en arena política, y también que no se le ha dado el impulso necesario en los desarrollos tecnológicos que se han hecho en el Politécnico, avances relevantes en el campo de la ciencia, que contribuirían en mucho al desarrollo industrial, social y económico de México.

Ojalá que el instituto continúe con sus labores ahora con nuevos bríos y que reciba más apoyo del Gobierno y de la iniciativa privada, porque el apoyo del pueblo de México, del grueso de la población, ése siempre lo han tenido.

Muchas gracias.

La Presidenta:

Tiene la palabra el diputado Serafín Núñez Ramos.

El diputado Serafín Núñez Ramos:

Señora Presidenta; señor Secretario de Educación Pública; señores invitados; señoras y señores diputados:

Estoy aquí para hablar de este acontecimiento a nombre del Partido del Trabajo. La creación del Instituto Politécnico Nacional forma parte de una serie de circunstancias históricas, que constituyen, en su conjunto, una fase crucial del proceso modernizador de México. Años decisivos, cuando el impulso de la Revolución parecía agotarse y aún algunos de sus protagonistas la veían traicionada o traicionado sus ideales.

La tierra seguía en manos de los latifundistas. La lucha agrarista había entrado en una fase de ascenso, desde el comienzo de los años veinte, comenzaron a sucederse movimientos políticos y reivindicativos radicales. La insatisfacción campesina y popular, encontró en la ideología socializante de la época expresión reiterada. Asciende hasta los círculos del poder, para convertirse en parte inseparable del discurso nacionalista liberal de los caudillos revolucionarios.

En la segunda mitad de los veinte, envuelta en un ropaje religioso estalla la cristiandad, expresión mediatizada de la lucha campesina por la tierra. Más de una década después de que se había hecho promesa constitucional, la tierra seguía siendo eso: una promesa. La riqueza del subsuelo nacional continuaban en manos extranjeras, aunque la Revolución había prometido devolverlas a la soberanía nacional.

El proceso de conformación de una nueva hegemonía política y de las instituciones que permitieran resolver políticamente el problema de la sucesión presidencial poniendo fin al caudillismo, terminó al estallar el conflicto Calles-Cárdenas, que permitiría al régimen de éste, dar comienzo a un conjunto de reformas económicas y sociales que reconciliaban a la Revolución con su origen, que la ponían a salvo de su propia regresión y que significaban un viraje hacia la reconstrucción nacional y hacia la reincorporación de México al mercado mundial y a las relaciones internacionales en condiciones de soberanía.

Ideológicamente, reivindicar la entraña profunda de lo popular en la Revolución era para el cardenismo recuperar la esencia misma de la Revolución; era apelar una vez más a la fuerza elemental que al derrumbar el viejo régimen crearía las condiciones de un nuevo orden político y social que tardaba en hacerse realidad.

La legitimidad de la inconformidad campesina era parte de la comprensión política del cardenismo; por razones económicas y políticas, la tierra debía ser entregada a los campesinos desposeídos que al mismo tiempo serían sustento social y fuente de legitimidad del Estado revolucionario.

El proyecto de nación que Cárdenas se proponía realizar por la magnitud de los intereses que afectaría dentro y fuera del país, requería de un amplio consenso social, la unidad de la nación en torno a la figura presidencial capaz de posponer todos los conflictos interclasistas y convertirse en el árbitro supremo de los mismos, así se marchó hacia la organización sectorial de la sociedad y el establecimiento de alianzas sectoriales con el Gobierno, en donde las relaciones corporativas de subordinación estaban mediadas por compromisos claramente establecidos.

Así comenzó la reforma agraria cardenista, junto a la entrega de la tierra, la capacitación técnica, los instrumentos de trabajo, las armas para la defensa de la tierra y del Gobierno, la organización social y productiva, el alfabeto y la escuela.

La necesidad de impulsar la actividad productiva en el campo y la inminencia del crecimiento del mercado interno, plantearon el problema del crecimiento industrial y la necesidad de mano de obra técnicamente capacitada.

Ya en el México de los años treinta el concepto politécnico era un concepto que encerraba una reflexión profunda y recogía la experiencia y los propósitos de los liberales acerca de una escuela politécnica en México, era un proyecto maduro que encontró el momento propicio de su materialización en el contexto de la reforma educativa cardenista.

Para Cárdenas y para muchos cardenistas, la Revolución de 1910 había sido un movimiento eminentemente popular, por extensión social y por esto socialista, el régimen modificó el artículo 3o. para ratificar esta naturaleza social de la Revolución, que la Revolución proyectaba hacia la educación socialista, por que privilegiaba por sobre otras la educación para los pobres, para los trabajadores desposeídos, para las mayorías.

Ni el Estado devenía marxista ni renunciaba a su tradición liberal ni los medios de producción fundamentales se socializaban ni la propiedad capitalista estaba amenazada, se trataba en este caso sólo de suprimir radicalmente el monopolio y privilegios de la clase acomodada y reestructurar el sistema educativo para que todas las oportunidades de la cultura se pusieran al alcance de los obreros y de los campesinos, dando así un verdadero sentido de clase a la educación socialista, decía el propio Cárdenas.

Hoy podría decirse que ésa fue una reforma facciosa, dogmática, clasista, es posible. Pero el auge del radicalismo social y político de esos años y la necesidad política de un régimen empeñado en reformar para salvar a la Revolución, la hicieron posible.

En esta circunstancia histórica y como parte de la reforma educativa del cardenismo, surgió para cumplir fines precisos y con un carácter popular inconfundible, el Instituto Politécnico Nacional. Nacía también, comprometido con el plan sexenal que imponía a la educación el objetivo de satisfacer las exigencias de un proyecto de crecimiento e industrialización y de generar un mínimo necesario de autosuficiencia técnica y tecnológica, científica y profesional, reconvertir el sistema educativo y darle una mayor importancia al pensamiento técnico que incluyera un concepto de enseñanza que fundía la industrialización del país con las necesidades populares de educación y trabajo, de técnica y productividad. Se estaba planteando una reorganización completa de la educación profesional; se estaba cuestionando la pertinencia de su relación con las necesidades del conjunto de la sociedad, que es un problema de actualidad.

En 1936 Cárdenas y Bassols, censuraban la preponderancia de un profesionalismo exagerado, deforme y absorbente, como padecimiento de la educación superior en un país que como el nuestro, estaba necesitado del concurso creador y civilizador de la ciencia. La propuesta de Bassols, por ejemplo, parecía fincada en la noción clasista de la ciencia propia del marxismo soviético de esos años, pues para preservar la ciencia proletaria de los trabajadores mexicanos de la ciencia burguesa absorbente y deforme de las profesiones liberales que se imparte en la universidad, Bassols cree pertinente, en cambio, abrir para ellos, es decir, para los proletarios, escuelas técnicas para formar nuevos tipos de profesionistas; suponiendo que éste era el camino del porvenir de las clases pobres del país y del porvenir de la transformación industrial y económica de la República.

Estas concepciones, en los años treinta, tuvieron una amplia resonancia. Las ciencias naturales y exactas son proletarias, ya adecuadas para los proletarios y es el IPN el bastión de la enseñanza tecnológica y de las ciencias naturales y exactas.

Parece una disputa lejana e infantil de los años treinta; pero no olvidemos que de una inscripción anual a nivel licenciatura en 1994, de 1 millón 185 mil alumnos, sólo 22 mil 474 estudiantes, 1.9% correspondían a ciencias naturales y exactas. Insistimos en seguir siendo, en la era de la globalización, un país de abogados, médicos, contadores, ingenieros civiles y dentistas.

Luis Enrique Erro, un hombre más vinculado a la enseñanza de la técnica industrial que Bassols, el doctrinario, es un hombre más pragmático y utilitario. Quiere adiestrar al hombre en el manejo de los recursos teóricos y materiales que la humanidad ha acumulado, para transformar el medio físico y adaptarlo a sus necesidades. Para él la enseñanza técnica se orienta hacia el estudio de las cosas útiles y de los modos de su producción y perfeccionamiento.

Nunca aceptó la falsa contraposición entre instituciones técnicas y universitarias, pero defendió la necesidad urgente de forjar una institución alternativa que ofreciera un nuevo tipo de profesionistas, diferentes, pero igualmente importantes que los universitarios. Pensaba que esta diferencia radicaba en el tipo mental del hombre destinado al ejercicio técnico que debía ser especializado y concreto, eficiente y rápido, con un pensamiento actual y preciso.

Las concepciones políticas, científicas y pedagógicas que no resistieron la prueba del tiempo, serían superadas o aplazadas enmedio de intensas luchas sociales y políticas. Otras, las más consistentes, aquellas que se alimentaban de las más recias tradiciones científicas y técnicas del liberalismo mexicano de Baranda, de Barrera, de Justo Sierra, de Vasconcelos, se consolidaron en el crisol y síntesis de esa teoría y de esa práctica que fue el Instituto Politécnico Nacional.

Y bien está decir que esta labor fue realizada con creces por hombres como Luis Enrique Erro, Juan de Dios Bátiz, Carlos Vallejo Márquez, Luis y Wilfrido Massieu, Juan Reina, Estanislao Ramírez, Platón, Gómez Peña, Juan Mancera y Carlos Fernández Varela.

Para bien o para mal o porque no puede ser de otra manera, como ha ocurrido con la mayoría de nuestras instituciones educativas, el Instituto Politécnico Nacional nació en la tempestad de la lucha política de los años treinta y lleva la marca de las pugnas ideológicas de su tiempo. Vio la luz en los años finales del caudillismo revolucionario; vivió el conflicto Calles-Cárdenas; la fase final, no por ella menos virulenta del conflicto de la Iglesia con el Estado; sintió la lucha desesperada y ascendente de las masas obreras y campesinas y como parte de ellas, la pugna ideológico-política de la educación socialista.

Desde entonces el Instituto Politécnico Nacional ha sido actor primordial del desarrollo histórico de México y del sistema educativo mexicano; parte vital y dinámica de nuestra cultura contemporánea.

La vida económica y productiva de nuestro país en las últimas décadas, su desarrollo científico, tecnológico y profesional son impensables sin tener en cuenta los aportes del Instituto Politécnico Nacional. Con sus 16 escuelas de nivel medio superior, 22 de nivel superior y ocho centros de investigación ha dado al país alrededor de 400 mil técnicos y más de 200 mil profesionistas en áreas como la ingeniería, ciencias exactas, ciencias microbiológicas, administración y ciencias sociales, coadyuvando a la construcción del México moderno mediante su participación en el establecimiento de la infraestructura básica, productiva, social, energética, de comunicaciones e informática, salud, administración y servicios.

De sus escuelas y centros se han especializado casi 2 mil 500 egresados y han obtenido su posgrado alrededor de 2 mil maestros y doctores en las tareas de investigación, 1 mil 565 científicos dedican sus esfuerzos a la realización de 764 proyectos en materia de ciencia y tecnología.

Este año el IPN cumple 60 años de fecunda labor. Merecido es que la nación entera celebre este acontecimiento. México ha sido el beneficiario del trabajo de tantos esforzados mexicanos. La comunidad politécnica, estamos seguros de ello, seguirá cumpliendo con honor sus compromisos históricos con la sociedad, con la nación mexicana, con su desarrollo, con su bienestar. Estamos seguros también que sabrá superar sus limitaciones, combatir sus rezagos y potenciar sus posibilidades.

La globalización económica y los cambios vertiginosos en la ciencia y la tecnología a escala mundial son un desafío para el presente y para el futuro de nuestro país. La comunidad científica nacional y la politécnica como parte de ella tiene que responder a sus propios retos en la circunstancia de nuestras crisis recurrentes, de nuestro creciente desempleo y de los 20 millones de pobres que nos ha heredado nuestra atropellada incursión por el mundo globalizado.

En las circunstancias en que hoy está colocado nuestro país, es completamente pertinente preguntarnos, como lo hacen muchos científicos, ¿para qué fomentar la ciencia y la tecnología, sobre todo, si descubrimos que no hay correspondencia entre lo que se dice y lo que se hace, pues aunque la comunidad científica sabe lo que hay que hacer en el ámbito de la investigación, no siempre ha sabido encontrar la manera de neutralizar las contingencias que impiden llevar a la práctica los propósitos que se fijan.

La cuestión central de este problema de la investigación sigue siendo la dificultad para encontrar la aplicación práctica, que a su vez se traduce en el ya viejo y complicado asunto de la vinculación de la investigación con el aparato productivo y con la sociedad en general que ya se planteaban Cárdenas, Bassols y otros hombres de aquellas décadas. Que hoy día forma parte casi obligada de todos los propósitos declarativos de los que en los discursos y en los planes de estudio de casi todos los niveles educativos, pero que ha encontrado dificultades casi insuperables para concretarse en la realidad cotidiana.

Por otra parte, el Estado ha creado unidades de investigación y aplicación de la ciencia y la tecnología en campos y especialidades considerados de repercusión nacional, sobre todo, en aquellas vinculadas a las empresas paraestatales. Ha sido y es el principal promotor de la investigación científica y tecnológica en nuestro país. La presencia de estos polos de investigación han impactado de manera natural a las instituciones de educación superior en nuestro país.

La nacionalización del petróleo, la creación de la Comisión de Electricidad y la mexicanización de las empresas eléctricas y de telecomunicaciones hicieron emerger la necesidad de estimular la investigación y el desarrollo tecnológico propios. El Estado destinó cuantiosas inversiones que nadie más pudo o quiso hacer para desarrollar la industria siderúrgica y se crearon con recursos públicos institutos de investigación para todas estas áreas. Mucho trabajo y sacrificios sin fin ha costado a los trabajadores, a la sociedad, a la nación entera, financiar y levantar esta increíble infraestructura.

Por eso, a la luz de una persistente política privatizadora de las empresas del Estado, han aumentado las preocupaciones de la comunidad científica nacional por las perspectivas inciertas de la investigación en estas áreas hacia el futuro. Si la privatización no se condicionará al compromiso de los particulares para continuar el patrocinio de la investigación en las entidades ya creadas para ese efecto o si no se exige que cada empresa establezca sus propios centros de desarrollo tecnológico, el proceso de investigación en nuestro país difícilmente rebasaría el ámbito académico y en este caso también cobraría pertinencia preguntarnos: ¿para qué seguir preparando más investigadores e ingenieros.

Es digno de encomio que la comunidad politécnica esté empeñada en evaluar su trabajo y perfeccionar su modelo educativo, para que siga contribuyendo en las nuevas circunstancias a preparar a los profesionistas y científicos que el país necesita.

Pero en las circunstancias creadas por el TLC, por ejemplo, ¿cuántos de estos esfuerzos para formar cuadros de calidad tendrán la doble consecuencia de hacer emigrar a unos y reducir el ámbito de trabajo de los otros?

Sin embargo, la formación de estos cuadros no puede detenerse, hay que seguir formándolos cada vez con mejor calidad y en mayor número.

El Gobierno y los empresarios tienen que aprovechar en beneficio de la nación y del aparato productivo las aptitudes y capacidades de los mexicanos calificados, gracias al esfuerzo y al sacrificio de la sociedad.

El Estado debe seguir asumiendo con entereza y sin vacilaciones su papel de promotor de la investigación y el desarrollo tecnológico. Los empresarios, sobre todo aquellos de mentalidad abierta y dispuestos a apostar por un futuro promisorio para el país, tienen que abandonar su indiferencia y hacer aportaciones verdaderamente significativas al desarrollo de la ciencia y de la tecnología nacional.

La prosperidad y la expansión de sus negocios en la competencia encarnizada del mercado mundial es bueno para México, pero lo será más cuando la prosperidad y el bienestar alcancen a la mayoría de los mexicanos.

Señoras y señores: hoy, sin embargo, celebramos en este recinto de la representación popular la vitalidad y la sabiduría de este joven de 60 años que es el Instituto Politécnico Nacional. Sirva esta ocasión para enviar desde aquí nuestras congratulaciones y parabienes a la comunidad politécnica nacional. Que sigan dándole a esta patria nuestra tan urgida de fuerza moral, los frutos dulces y amargos de su creatividad científica; que sigan siempre fieles a su divisa originaria: la técnica al servicio de la patria, sí, de una patria plural, soberana, democrática e incluyente para todos los mexicanos.

Gracias.

La Presidenta:

Tiene la palabra el diputado Javier González Garza.

El diputado Javier González Garza:

Gracias, señora Presidenta; señor Secretario de Educación; señor director general del Politécnico Nacional; distinguidos maestros; distinguidos invitados:

Hoy celebramos los primeros 60 años de una de las más grandes instituciones de nuestro país, el Instituto Politécnico Nacional.

La fundación del Politécnico constituye uno de los momentos más importantes en la historia de la educación pública de nuestro país. Revela también una de las vocaciones reivindicativas más importantes que impulsara el gobierno del presidente Lázaro Cárdenas. Lograr el desarrollo económico con la justicia social fue uno de los imperativos del cardenismo y el medio para realizarlo se basó en dos factores concordantes: la educación y la organización, el saber para el actuar.

La educación era entendida en esa época como fuente de progreso. Un hombre educado y capacitado podía convertirse en instrumento potenciador de la riqueza nacional. La educación no fue concebida como un gasto, fue concebida como una inversión, la educación por tal razón era fuente y medio para la superación personal del ser humano, pero además, y quizá lo más importante, la educación pública que ofrecía el Estado mexicano posrevolucionario, se convirtió en la estrategia para derrotar las ancestrales injusticias que aquejaban al pueblo de México.

Un mexicano ilustre, don Ignacio García Téllez, del primer círculo de gobierno cardenista, lo identificó con estas palabras: "el educador debe apreciar el trabajo como fuente de sustentación y base de cultura, utilizar la técnica como instrumento para vencer la naturaleza y a la lucha como imperante fuerza organizadora contra la injusticia".

En el cardenismo el hombre común y corriente, a diferencia de como hoy piensan los miembros de la élite política neoliberal y trasnacionalizada, se convierte en el centro y fin último del quehacer gubernamental. Educar para transformar al universo y utilizarlo en beneficio de todos podría ser la divisa de aquel momento.

Luego del triunfo armado de la Revolución, la educación se convierte en el eje central de las políticas públicas nacionales. Uno de los esfuerzos más loables que impulsaron los gobiernos posrevolucionarios fue la instrucción pública para todos. En ese momento, cuando la raza cósmica que Vasconcelos reivindicara, logra para sí un inusitado interés por parte de los gobiernos nacionales instrumentando en políticas públicas dirigidas a elevar y mejorar la calidad de vida del pueblo; el hombre común se convierte en el depositario del gran esfuerzo constructor gubernamental mientras que el bienestar y desarrollo social y económico de las comunidades se habría de alcanzar a partir de la influencia liberalizadora de la escuela rural mexicana y de la generación de la instrucción en las zonas urbanas.

La lucha por la emancipación e independencia nacional necesariamente pasaba por la educación tecnológica y económica con su respectivo sustento en las instituciones nacionales. Emancipar y liberar, son las dos vertientes del cardenismo, emancipar al pueblo de ancestrales prejuicios y liberar a la sociedad de los atavismos heredados del porfirismo fue la gran batalla de los gobiernos de la posrevolución armada.

Si la posibilidad de construir una nación con justicia social requería de independencia de los centros de poder, el Gobierno tenía que hacer lo suyo para preparar a la sociedad en las modernas técnicas del momento, aquí la importancia del nacimiento del IPN. Si las compañías petroleras extranjeras pagaron el precio por enfrentarse al poder emergente del Presidente, el Gobierno pagó la factura cuando reconoció que México carecía de los técnicos suficientes para sostener y mantener la incipiente industria nacional.

En esa incesante búsqueda de la nueva faz política, los gobiernos posrevolucionarios encontraron en la educación pública, laica y gratuita, el mejor medio para legitimar su poder; los gobiernos fueron capaces de conservarse en el poder gracias a su capacidad para ofrecer esperanza a la depauperada población mexicana. La gran tarea del gobierno del general Cárdenas consistió en asegurar que la esperanza estuviera sustentada en hechos; el reparto agrario, la ampliación de los servicios públicos de salud y la fundación del sistema educativo nacional moderno fueron los grandes logros de la tarea constructora del michoacano.

Pero el desarrollo material de México requería de profesionales y técnicos de alto nivel; la creación del IPN viene a subsanar la gran dependencia de México hacia la inteligencia del extranjero. Con la fundación del Politécnico, el Gobierno mexicano, a la par de impulsar la justicia sentó las bases para que la independencia nacional no fuera una falacia de discurso y sí sustento de la nación.

La creación del Politécnico constituye el gran momento fundacional de la educación tecnológica de México; en 1936 se dieron las primeras condiciones para que los grandes esfuerzos de los gobiernos de la Revolución pudieran dar frutos con el gran centro de educación tecnológica que es nuestro Instituto Politécnico.

En 1921 a propuesta de don José Vasconcelos se crea la Secretaría de Educación Pública; en 1922 se funda la Escuela Técnica de Maestros Constructores, en 1925 se instaura el Departamento de Enseñanza Técnica y se establece la Escuela Técnica, Industrial y Comercial, en Tacubaya y, en 1928 se crea la Escuela Normal Técnica, Industrial, para Preparar Profesores de Materias Industriales y Técnica.

Otros antecedentes fundamentales para el nacimiento del Politécnico son la Escuela Práctica de Ingenieros Mecánicos y Electricistas, abuela de la ESIME y la Escuela de Comercio y de Administración, convertida hoy en la Escuela Superior de Comercio y Administración.

Los grandes esfuerzos por construir un sistema de educación superior tecnológica en nuestro país tienen nombres y apellidos; la dificultad de presentarlos es que siempre dejaremos fuera a muchos de ellos. Con la seguridad de cometer injusticias, cito a algunos de ellos: Narciso Bassols, Andrés Serra Rojas, Walter Cross Buchanann, Luis Enrique Herro, Juan O'gorman, Wilfrido Massieu, José Muñoz Cota, Juan Manuel Gammio y entre todos ellos, distinguidamente el maestro don Juan de Dios Bátiz.

El IPN como todo el sistema educativo público de nuestro país, elevó a la movilidad social a rango de política gubernamental, era sólo la capacidad intelectual lo que marcaba la diferencia entre los mexicanos. El Instituto Politécnico Nacional demostró cómo la educación pública es capaz de construir las bases de nuestro país y constituirse en medio de justicia social.

No puedo dejar de mencionar a un gran mexicano, don Arturo Rossenblueth, fundador del Centro de Investigaciones de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional. Allá por los años 1964, me tocó, tuve la dicha de poder conversar, fui alumno del Centro de Investigaciones del Politécnico, de 1966 a 1972, de las primeras generaciones, hombres que construyeron las bases para lo que hoy es nuestra infraestructura técnica y científica del país; hombres que plantearon que México requería del desarrollo propio de la ciencia, que requería tener gente preparada para poder instrumentar los avances científicos de otros lugares, mexicanos que fueron capaces de entender las necesidades de la patria.

Hoy que el ser humano y el trabajo de los mexicanos está desperdiciado desde las élites gubernamentales, hoy que existe un tácito desgano de los centros del poder para fortalecer la educación pública que tantos esfuerzos ha costado a los mexicanos, recordar lo que fue el IPN es la mitad de nuestra tarea. El otro 50% de nuestra obligación debemos hacerla en reforzar la educación pública de nuestro país, en reconstruir con lo mejor que tiene nuestro Instituto Politécnico Nacional para que de nuevo se constituya en eje del desarrollo y de la independencia, para que junto con otros sistemas educativos los mexicanos podamos tener en nuestras manos de nuevo la guía de nuestro país y podamos decidir libremente nuestro futuro como nación independiente.

El Politécnico efectivamente ha enfrentado enormes crisis, enormes crisis a veces por estar inmerso, por ser un actor fundamental de la vida técnica, cultural y política de nuestro país, sólo quiero recordar 1968. En 1968 el Politécnico se convirtió, junto con otras, con otras escuelas, con otras universidades del país; en una caja de resonancia de la sociedad, fueron sus alumnos en el Consejo Nacional de Huelga, fueron sus maestros en la Coordinadora de Profesores, los que pusieron muy en alto el nombre de esa juventud que luchaba por democracia en este país, que veía que la democracia era el camino por el cual nuestro país podía y debía transitar.

Esos esfuerzos se ven reflejados en la incipiente transición que hoy tenemos. De no ser así, por esas grandes luchas de los politécnicos, no estaríamos viviendo estos momentos.

Porque estamos ciertos, sí, de que la técnica debe estar al servicio de la patria; porque el Instituto Politécnico Nacional representa parte fundamental de un brillante pasado; porque vive hoy como otras instituciones educativas, dificultades económicas y financieras muy grandes, lo sabemos; porque no se entendería el México de hoy sin el Instituto Politécnico Nacional; porque no se hubiesen podido construir Pemex y la Comisión Federal de Electricidad, entre otras grandes empresas nacionales, sin el Instituto Politécnico Nacional; porque consideramos que el Politécnico debe de tener un gran futuro, hacemos votos por su desarrollo y su fortalecimiento en esta celebración.

Muchísimas gracias.

La Presidenta:

Tiene la palabra el diputado Augusto César Leal Angulo.

El diputado Augusto César Leal Angulo:

Con la venia del Presidente; don Miguel Limón, un saludo afectuoso; señores diputados; amigos todos que asistieron a esta celebración.

Cuando algunos buenos amigos del PRI me hicieron el honor de invitarme a participar en este homenaje al Politécnico, no me pareció propio elaborar un discurso, me pareció mejor que hiciéramos como si nos reuniéramos viejos hermanos en casas lejanas, a celebrar algo muy trascendente en la historia del México moderno; me pareció que en estos minutos que ustedes me concedieran para llevar hacia ustedes lo que se queda adentro, quiero hacer un recuerdo, una afirmación y una reflexión:

En el recuerdo, yo vine al Poli cuando tenía 14 años de edad, era un chavo, ingresé en la prevo 14, el Poli tenía en ese entonces 16 prevocacionales, seis vocacionales y 16 escuelas superiores y recuerdo y no me será posible borrar nunca del corazón la figura egregia, alta, espigada, de un sinaloense egregio, hermano de otro gran sinaloense, productos de aquellos especímenes que daba el Sinaloa bronco y ambicioso de los cincuenta y de los cuarenta: don Guillermo Bátiz, que fue hermano de don Juan de Dios. Don Guillermo dirigía la prevo 14 y nada más en una brevísima anécdota, se echan abajo todos los mitos que después el Poli tendría que sufrir.

En una mañana, a las 10:40 horas apareció en un corredor limpio de la escuela, una cajita de "Mentolatum". Llegó un muchacho que se llamaba Héctor Catalán y la pateó. Cinco minutos después llegó otro que se llamaba Gil Leyva y la pateó al revés y 15 minutos después, cinco contra cinco jugaban un peleadísimo juego de futbol en el corredor de la escuela. A las 11:23 horas apareció la figura de don Guillermo, el director. Forma a todos los estudiantes, así lo manda y dice a la letra: "a las 10:40 horas puse una cajita de "Mentolatum" en el corredor de la escuela y llegó el señor Catalán y la pateó; posteriormente llegó el señor Gil Leyva y la pateó al revés y 10 minutos después se celebraba un juego parecido a un Guadalajara contra el América y solamente a las 12:23 horas un joven que se llama Quintín Madrid, uno de los más destacados exalumnos de la ESIME, 10, 10, 10, levantó la cajita y fue y la puso en el bote de la basura".

Y don Guillermo a toda la formación le dijo: "esa cajita la puse yo. Le ruego al señor Quintín que la recoja de ahí donde la puso él, del cesto de la basura y la abra delante de todos ustedes" y ante todo el estatu de nosotros abrió la cajita y había un billete adentro de 100 pesos. Les estoy hablando de 1948 y dice: "Ese es el premio a la limpieza".

Esta anécdota profundamente humana, deshace todos los mitos que después caerían sobre el Poli, que si era comunista, que si era para confrontar a la Universidad, que si era para esto, que si era para aquello. Simplemente el Poli nació para educar y para educar bien.

Tres años después llegué yo a Santo Tomás y ahí conocí a don Juan de Dios, hermano del primer personaje, dedicado en cuerpo y alma, entregado como se entregan los hombres enteros al Poli, y vivía la dramática batalla del Poli naciente, debajo de las barracas de un estadio, el Camino Díaz y de los rincones más pobres de la capital y de los rincones más lejanos de la provincia, miles de jóvenes venían en un esfuerzo heroico a aprovechar y a formar un nuevo México.

Afirmación. Señores, la Revolución Mexicana sí existe. Sí existió para quitar a don Porfirio, que también existió y no supo o no quiso ver que el mexicano del Siglo XX anhelaba un nuevo sol, un nuevo amanecer.

Sí existió Madero; sí existió Zapata; sí existió Carranza; sí fue una realidad viva Obregón, y lo fue Cárdenas y en su existir sí celebraron con el pueblo pactos de bien y el más grande pacto que justifica y da valor a todo el movimiento se llama Instituto Politécnico Nacional.

Sí es el Poli el refugio de los héroes donde tuvieron lugar las hazañas bravas y las hazañas calladas, las hazañas de la talacha que construye del trabajo silencioso que edifica, porque fue el Poli el que le quitó el fusil al mexicano y le entregó un lápiz en sus manos, porque fue el Poli el que convirtió la protesta, el discurso violento en cátedra pacífica y edificante; porque fue el Poli el que transformó la Revolución en caminos, en puentes, en hospitales, con sus ingenieros, con sus biólogos y con sus médicos rurales.

Una reflexión. Si tuviéramos, éste es un ejercicio que a lo mejor el maestro Dávila Galinsoya lo repetiría con mucho gusto si tuviéramos nosotros que imaginar la patria, que es como una realidad viviente y viva, la noción de patria en la que yo creo, la aprendí en el Poli, la noción de patria entendida como la casa a la que vamos toda la familia a alumbrarnos con la luz de la misma lámpara, luz de historia, luz de sangre, luz de lengua, luz de destino y si tuviéramos que imaginar y hacer el ejercicio e imaginar esta patria situada en un momento del tiempo en un rincón del espacio, tendríamos, como en otros días se los dijera, que establecer una diferencia semejante a la que establecen los que saben de teatro, entre el drama y la tragedia, en cuanto que en la tragedia el destino de los protagonistas es inexorablemente fatal y se tiene que cumplir pase lo que pase.

Edipo debe tener relaciones incestuosas con su madre Yocasta, porque así lo dijo el Oráculo de Delfos. Esa es la tragedia.

En el drama el destino de los protagonistas puede cambiar por la voluntad de Dios o la mano de los hombres y si tuviéramos que imaginar en este escenario a la patria colocada en un punto del espacio, en un momento del tiempo, la encontraríamos como un drama. Sufre, sí, sufre por nuestra culpa, pero es un drama. Podemos meter la mano y si en otro tiempo fuimos capaces de ser heroicos para venir de Oaxaca de Sonora de Sinaloa de Campeche de los rincones y de las selvas más intrincadas de México a recibir una formación para luego construir, yo los invito como homenaje solemne en este día de los 60 años del Politécnico que nos demos la mano fraterna y salvemos la patria.

Gracias.

La Presidenta:

Tiene la palabra el diputado Gustavo Salinas Iñiguez.

El diputado Gustavo Salinas Iñiguez:

Con su permiso, señor Presidente; compañeras y compañeros diputados:

Es particularmente satisfactorio para los integrantes del grupo parlamentario de la mayoría, contar con la presencia del licenciado Miguel Limón Rojas, secretario de Educación Pública; del ingeniero Diódoro Guerra Rodríguez, director general del Instituto Politécnico Nacional, así como de maestros, funcionarios, trabajadores, egresados y alumnos del Politécnico.

Como egresado de este instituto, orgullosamente politécnico; estudiante de la prevocacional Número 3, de la Vocacional Numero 5 y de la Escuela Superior de Economía, agradezco de manera muy especial la presencia de los señores ex director del Instituto Politécnico Nacional, así como de la comisión de senadores, integrada por Enrique Cárdenas González, Mario Vargas Aguiar y Pedro de León Sánchez. A todos ellos les damos la más cordial bienvenida a este recinto.

Hoy, al igual que hace 10 años, la Cámara de Diputados del honorable Congreso de la Unión, rinde homenaje al Instituto Politécnico Nacional, con motivo del LX aniversario de su fundación.

Nuestro instituto es hoy una de las instituciones educativas más importantes, prestigiadas, respetadas y queridas del pueblo mexicano.

El Politécnico ha ocupado un lugar de preeminencia en la historia contemporánea de la nación y ha contribuido de manera importante al desarrollo integral de México.

Las transformaciones científicas y tecnológicas que se viven en el mundo, sugieren las importantes tareas que tiene frente a sí esta institución.

Actualmente resulta de gran valor estratégico que las ideas y las razones que impulsaron a los mexicanos ilustres, que concibieron la fundación del Politécnico, sean reconsideradas para fortalecerlas y convertirlas en herramienta que contribuya con mayor eficacia en la formación de los profesionales que México necesita para hacer frente a formidables desafíos.

Hoy día el fortalecimiento de la soberanía y de los contenidos culturales de nuestro nacionalismo dependerá en gran medida de la capacidad de los profesionales calificados, aptos y competitivos, indispensables para insertar y complementar los intereses de México en el contexto internacional.

En las páginas originarias de la historia del Politécnico, se encuentran las lecciones suficientes para repensar sus tareas presentes y futuras.

Recordemos las vicisitudes del contexto político-histórico en el que surge el Politécnico.

En nuestro país la década de los veinte se caracterizó por la inestabilidad política, asociada al reacomodo de las fuerzas revolucionarias emergentes y el impacto de ésta en la vida económica y social de la nación. En los treinta se consolida el creciente proceso de institucionalización de la vida nacional, al tiempo que se vigoriza la ejecución de las políticas públicas, relacionadas con el rescate de nuestros recursos naturales, la nacionalización de los Ferrocarriles y el pacto agrario, entre otros importantes acontecimientos.

En este decenio se da el florecimiento del nacionalismo mexicano, que se manifiesta en el movimiento pictórico de Orozco, Rivera y Siqueiros. Las manifestaciones musicales de Silvestre Revueltas y Carlos Chávez, contribuyeron igualmente en esa etapa a acrecentar la riqueza intelectual del país.

Es también en este tiempo que se conciben grandes proyectos para impulsar la educación popular. Fue precisamente en esta década, en 1936, cuando un grupo de mexicanos ilustres de gran estatura, como Juan de Dios Bátiz y Wilfrido Massieu, egresados del Colegio Militar de Chapultepec; Luis Enrique Erro y Narciso Bassols, quienes al lado del presidente Lázaro Cárdenas, les correspondió el honor de tomar la histórica decisión de fundar el Instituto Politécnico Nacional, con el propósito fundamental de formar los técnicos y profesionistas de alto nivel, que demandaba desde entonces el desarrollo nacional y ofrecer al mismo tiempo la oportunidad de formación profesional a los hijos de la clase trabajadora.

Esta celebración que hoy realiza la representación nacional, se enmarca en el contexto de muchas otras, que diferentes sectores del país y del propio instituto han efectuado en el transcurso del año. Esto refleja el aprecio y el reconocimiento que la sociedad mexicana en su conjunto siente por el Instituto Politécnico Nacional.

Esta conmemoración, además de ser motivo festivo, es también propicia para hacer un alto en el camino. Para realizar un balance de su desempeño como institución de educación superior y para reflexionar si nuestro instituto está cumpliendo con la elevada misión que le impone la etapa actual del desarrollo nacional, así para diseñar los escenarios que el país habrá de requerir del Politécnico en los años por venir.

Basta hojear las páginas de la historia del Politécnico, para convencernos de su importancia como institución encargada de generar los recursos profesionales de alto nivel científico-tecnológico necesarios para el desarrollo nacional. El balance es a nuestro criterio altamente positivo.

Además de los miles de profesionistas que han egresado de sus aulas, es conveniente recordar la gran infraestructura educativa, científica y cultural con que cuenta. Entre éstas sobresale el antiguo Casco de Santo Tomás, la Central Inteligente de Cómputo y Telecomunicaciones, las unidades profesionales de Zacatenco y Ticomán y otras del área metropolitana. El Centro Nacional de Cálculo y la UPICSA, además de los centros de investigación científica de excelencia, como el Centro de Investigación de Estudios Avanzados, Cinvestav y los ubicados en algunas entidades del país.

El impacto del esfuerzo realizado por la comunidad politécnica en el desarrollo nacional, se puede valorar adecuadamente, si se considera que de acuerdo con cifras oficiales, en el país existen poco más de 2 millones de profesionistas. Esto significa que aproximadamente el 20% de éstos han sido formados en las aulas del Politécnico. En otras palabras, uno de cada tres ingenieros, uno de cada cinco contadores públicos y uno de cada 10 médicos, son egresados del Politécnico.

En términos del mercado de trabajo y de acuerdo con estudio de seguimiento de egresados, se registra que el 26% de los puestos de trabajo para profesionales están ocupados por politécnicos. En cuanto a la distribución por áreas, ellos ocupan el primer lugar en la rama industrial y comercial y el segundo en la de servicios.

En la actualidad se cuenta con una infraestructura compuesta por 16 escuelas de nivel medio superior, 23 de nivel superior y ocho centros de investigación, en los cuales se atiende una matrícula superior a los 160 mil alumnos, que se forman en tres grandes áreas del conocimiento: ingeniería y ciencias físico-matemáticas, ciencias sociales y administrativas, ciencias médico-biológicas, así como aquellas que ofrecen las unidades que operan bajo un enfoque interdisciplinario. De acuerdo con estas áreas se ofrecen 51 carreras en el nivel superior, 24 especialidades, 55 maestrías y 19 doctorados.

Asimismo, por lo que se refiere a las ramas de investigación, 1 mil 565 científicos dedican sus esfuerzos a la realización de más de 900 proyectos en materia de ciencia y tecnología, apoyando e impulsando el desarrollo de México.

Gracias al enorme esfuerzo que se ha hecho para contar con esta infraestructura educativa, se han formado en las aulas del Politécnico alrededor de 400 mil técnicos, más de 200 mil profesionistas y cerca de 5 mil posgraduados. Estos egresados han participado en la construcción del México actual y han dejado su huella en la industria petrolera, en las obras hidráulicas, en la actividad minera, en la industria eléctrica, en el desarrollo urbano, en transporte colectivo de las grandes ciudades, en la construcción de carreteras y puertos, en los complejos petroquímicos, en la grande, pequeña y mediana industrias, en el fortalecimiento del aparato productivo, en la promoción de la salud, en la construcción de hospitales y viviendas, en las tareas de investigación científica y tecnológica y en el sector público, privado y social de la economía.

Luchadores sociales, hombres de negocios, diplomáticos, legisladores, dirigentes políticos, artistas e intelectuales y diversos servidores públicos de todos los niveles han contribuido con su talento a la tarea del desarrollo nacional.

Mujeres y hombres, orgullosamente politécnicos, comprometidos con los más altos intereses de la nación que con su trabajo cotidiano contribuyen a fortalecer la esencia del lema del Instituto: "La Técnica al Servicio de la Patria".

Especial mención merece el hecho de que por primera vez haya un Presidente de la República, el doctor Ernesto Zedillo Ponce de León y su distinguida esposa NiIda Patricia Velasco, ambos egresados de la Escuela Superior de Economía del Instituto Politécnico Nacional.

En el campo estrictamente académico alcanzar la excelencia ha sido tarea fácil, se ha requerido de la conjunción de esfuerzos de autoridades, investigadores, cuerpo docente, trabajadores egresados y de manera muy destacada, del apoyo que los sucesivos gobiernos federales han otorgado al Politécnico para consolidarlo como la institución de educación superior y tecnológica que es en la actualidad, en el empeño por impulsar al Politécnico para que cada día cumpla de mejor manera la encomienda histórica de preparar y proveer al país de los técnicos y profesionales altamente calificados que demanda el desarrollo nacional, es conveniente reconocer públicamente aquí, desde la más alta tribuna de la nación, el apoyo otorgado por el presidente Ernesto Zedillo, al Instituto Politécnico Nacional.

Reconocemos también la labor que en el ámbito de sus responsabilidades realizan Miguel Limón Rojas, titular de la Secretaría de Educación Pública y Diodoro Guerra Rodríguez, director del Instituto Politécnico Nacional y de ello, hablan por sí solos los hechos:

Un presupuesto para este año de más de 1 mil 700 millones de pesos y para el año próximo de más de 2 mil 200 millones de pesos. La construcción de otra unidad profesional que dará espacio a 1 mil 500 alumnos que cursarán licenciaturas tecnológicas, la creación de un centro de investigación en cómputo y otras de innovación y desarrollo tecnológico, la modernización del Canal 11 de televisión, así como el aumento en más de cuatro veces el número de becas destinadas a estimular el desempeño académico para llegar a un total de 4 mil 500 en este año.

De esta manera, con el apoyo del Gobierno y la participación comprometida de la comunidad politécnica, el instituto se enfila al encuentro del futuro, al encuentro del nuevo milenio. La tarea no es fácil; hay retos y desafíos que vencer. Es necesario que el Instituto redoble el esfuerzo para elevar la calidad de la enseñanza, así como para actualizar permanentemente el personal académico, ya que de los 10 mil 420 profesores adscritos a los diferentes planteles del instituto, sólo el 22% son de carrera. Los estudios en esta materia muestran la existencia de un nivel muy inferior a los estándares internacionales.

También es preocupante que a más de 10 años de vivir intensamente la revolución informática, exista en nuestro país un doctor en esta materia por cada millón de habitantes y que tan sólo 2 mil 200 estudiantes realicen estudios de posgrado.

Si bien es cierto que el Politécnico ha avanzado en eregir una nueva cultura que favorezca la vinculación de los centros de investigación o la industria, se requiere de una mayor coordinación para evitar que nuestras escuelas de educación superior se conviertan en fábricas de desempleados.

En suma, el reto no es sólo para el Politécnico, sino para todo el sistema educativo nacional, reside en avanzar en el diseño de una educación de excelencia que vaya acorde con el fenómeno de la globalización que hoy día caracteriza las relaciones internacionales y que nuestro país requiere de manera urgente para no rezagarse ante el desarrollo vertiginoso de la ciencia y la tecnología.

Estamos seguros que la comunidad politécnica, apoyada por el Gobierno de la República y la sociedad mexicana, habrá de encontrar con la inteligencia y el talento que de sobra tiene, el camino para enfrentar de manera satisfactoria, éstos y otros desafíos que el presente y futuro de la nación le presenten.

Compañeras y compañeros diputados; distinguidos miembros de la comunidad politécnica:

Poner la técnica al servicio de la patria, de esa patria impecable y diamantina del bardo zacatecano Ramón López Velarde, significa ser profundamente nacionalista y colocar por encima de los intereses personales o de grupo, los intereses superiores de la nación.

Ante la antesala del nuevo milenio, ante la globalización acelerada de las relaciones de la humanidad, ante la formación de bloques regionales de poder económico y el desarrollo de los medios electrónicos de comunicación, los priístas y confío en que todos los mexicanos, deseamos seguir viendo al Politécnico como la vanguardia del nacionalismo revolucionario; como defensor e impulsor de un sistema educativo, popular y democrático.

Queremos seguir viendo al Politécnico como la institución preocupada en elevar la calidad de la enseñanza, empeñada en formar a los técnicos y científicos de alto nivel que demanda el país; como la casa de altos estudios abierta a todos los jóvenes mexicanos, principalmente a los de origen popular, para que nuestro instituto continúe siendo fiel a su origen, fiel a su espejo diario.

Instituciones como el Politécnico son vitales para México; su contribución será de apoyo invaluable para promover nuestro desarrollo económico, científico, tecnológico y cultural, para así poder consolidar la independencia y la soberanía de la nación.

Por todo ello vaya un entusiasta ¡huelum!, por el Politécnico joven en sus primeros 60 años de vida académica.

Muchas gracias.



CLAUSURA Y CITATORIO

La Presidenta (a las 11:51 horas):

Agradecemos la presencia y participación de todos nuestros distinguidos invitados.

Se levanta la sesión solemne. Se ruega a los diputados permanecer en sus lugares para iniciar la sesión ordinaria.



APENDICES

PROPUESTA*

El diputado Gustavo Salinas Iñiguez:

Con su permiso, señor Presidente; compañeras y compañeros diputados:

Han transcurrido seis décadas desde que el presidente Lázaro Cárdenas, apoyado por mexicanos ilustres como Juan de Dios Bátiz, Luis Enrique Erro y Wilfrido Massieu, entre otros, tomaron la histórica iniciativa de crear el Instituto Politécnico Nacional, con el doble propósito de formar los técnicos y profesionistas de alto nivel que demandaba el desarrollo nacional y ofrecer oportunidades de formación profesional a los hijos de la clase trabajadora de México.

Desde entonces, el Politécnico ha nutrido el desarrollo de la nación con técnicos capaces y ha abierto horizontes de superación y progreso a miles de mexicanos talentosos de las clases populares.

Durante su fructífera vida el Politécnico ha contribuido a fortalecer las bases profesionales y técnicas del México moderno, ha sido formador de miles de profesionistas que, ayer como hoy, han aportado su esfuerzo a la construcción de un país más próspero, más soberano, pero sobre todo más justo.

La comunidad politécnica ha impreso su huella en una gran parte de los proyectos tecnológicos de ingeniería y de las ciencias sociales, miles de sus profesionistas han contribuido a la construcción nacional, el México de nuestros días, su perfil moderno de gran nación no podría ser entendido sin la participación entusiasta y comprometida de sus ingenieros en la ejecución de grandes obras de infraestructura o sin la aportación de sus químicos, médicos, contadores públicos y economistas, que en los diferentes campos del quehacer nacional han puesto y ponen el mejor de sus esfuerzos para llevar al campo de los hechos el significado de su lema, "La Técnica al Servicio de la Patria".

_______________________________________________________________________ * Presentada en la sesión del día 19 de noviembre de 1996 del diario número 29.

Esta vocación por servir a las mejores causas nacionales, ha dado como resultado que muchos de sus egresados hayan ocupado o estén desempeñando importantes cargos tanto en el sector público como en el privado: científicos, investigadores, hombres de negocios, diplomáticos, gobernadores, legisladores, asambleístas, presidentes municipales, luchadores sociales, artistas, intelectuales y diversos servidores públicos de todos los niveles, entre los que se destaca el primer Presidente de la República, de origen politécnico, el doctor Ernesto Zedillo Ponce de León, todos ellos, mujeres y hombres orgullosamente politécnicos, comprometidos con los más altos intereses nacionales.

Quienes tenemos la fortuna de haber egresado de esta benemérita institución, tenemos muy claro que ser politécnico significa tener plena conciencia del compromiso social con nuestro país; significa asimilar los retos de la nación y prepararse con ahinco para enfrentarlos a cabalidad y con decisión; significa alcanzar la excelencia individual para aportarla al progreso de México y al bienestar de todos los mexicanos, pero de manera particular a las clases más desprotegidas.

El Instituto Politécnico Nacional a lo largo de su joven historia, ha sido uno de los pilares fundamentales del desarrollo nacionalista y revolucionario de nuestro país, de un nacionalismo concebido no sólo como un sentimiento, sino como un hecho vinculado con inteligencia; un nacionalismo que postula un México más autónomo y en consecuencia más libre y soberano en cuanto a que sea capaz de desarrollar la ciencia y la tecnología y apoyarse en estos poderosos instrumentos para alcanzar un desarrollo humanitario, libertario y justiciero.

Así como el Politécnico en sus primeros 60 años ha sido capaz, por medio de un desarrollo científico y tecnológico, de lograr el aumento de la productividad y la eficacia del sistema económico, ahora el reto es cómo avanzar en el diseño de una enseñanza acorde con el fenómeno de la globalización que hoy día caracteriza las relaciones internacionales y que demande a impulsar a nuestro país para no quedarse rezagado respecto a la evolución vertiginosa de la ciencia y la tecnología en todo el mundo.

En efecto, el Instituto Politécnico Nacional enfrenta hoy día nuevos desafíos planteados por el incesante progreso tecnológico de un mundo cada vez más globalizado, lo cual demanda estándares académicos cada vez más elevados y eficaces para seguir manteniéndolo como pilar fundamental de la educación superior en México, así como para que continúe siendo un efectivo agente de cambio de la sociedad mexicana que ha depositado en sus manos una de las tareas más trascendentes y prioritarias para el progreso nacional como lo es la formación de sus recursos humanos.

Nuestro país enfrenta en estos momentos la necesidad de generar empleos y satisfactores suficientes para una sociedad cada vez más creciente y demandante. En un escenario global, interdependiente y de intensa competencia, ante este reto el papel de las instituciones de educación superior es estratégico y al Politécnico como miembro destacado de este sistema, le corresponde en esta tarea una elevada responsabilidad.

Por todo ello, por lo que ha sido, es y seguirá siendo el IPN, en el campo de la educación superior, la investigación y el desarrollo científico y tecnológico y en virtud de que en este año se cumplen seis décadas de la creación de este importante instituto, los diputados politécnicos integrantes de esta legislatura, nos permitimos proponer a esta honorable Asamblea la celebración de una sesión solemne de la Cámara de Diputados, conmemorativa del LX aniversario de la fundación del Instituto Politécnico Nacional, haciendo extensiva la invitación a representantes de los sectores público y privado, instituciones de educación superior, al cuerpo docente, investigadores y directivos y en general a todos los miembros de la amplia y extensa comunidad politécnica.

Muchas gracias.

ACUERDO*

«Escudo Nacional.- Poder Legislativo Federal.- Cámara de Diputados.

«Comisión de Régimen Interno y Concertación Política.

_______________________________________________________________________ *Aprobado en la sesión del día 4 de diciembre de 1996 del diario número 35.

Acuerdo de la Comisión de Régimen Interno y Concertación Política, que somete a consideración del pleno de la honorable Asamblea.

A la Comisión de Régimen Interno y Concertación Política, le fue turnada por el Presidente de esta Cámara de Diputados, la propuesta para celebrar una Sesión Solemne, a fin de conmemorar el LX aniversario de la Fundación del Instituto Politécnico Nacional.

CONSIDERANDO

Que el Instituto Politécnico Nacional ha contribuido a fortalecer las bases profesionales y técnicas del México moderno, abriendo horizontes de superación y progreso a miles de mexicanos talentosos de las clases populares.

Que el 21 de mayo de 1996, se iniciaron los festejos correspondientes al LX aniversario de la fundación del Instituto Politécnico Nacional, mismos a los que nos sumamos.

Esta comisión, con fundamento en el artículo 45 y demás relativos de la Ley Orgánica del Congreso General de los Estados Unidos Mexicanos, somete a consideración del pleno de la honorable Asamblea, el siguiente

ACUERDO

Unico. La Cámara de Diputados, a través de su LVI Legislatura, celebrará el LX aniversario de la fundación de Instituto Politécnico Nacional, en sesión solemne, el próximo 9 de diciembre del año en curso a las 10:00 horas.

Palacio Legislativo de san Lázaro, a 4 de diciembre de 1996.- Diputados: Humberto Roque Villanueva, presidente; Ricardo García Cervantes, coordinador del grupo parlamentario del Partido Acción Nacional; Pedro Etienne Llano, coordinador del grupo parlamentario del Partido de la Revolución Democrática; Alfonso Primitivo Ríos Vázquez, coordinador del grupo parlamentario del Partido del Trabajo; Juan José Osorio Palacios, Héctor Hugo Olivares Ventura, José Ramírez Gamero y María del Rosario Guerra Díaz




NOTAS:

Siglas y abreviaturas incluidas en esta edición

ESIMEEscuela Superior de Ingeniería Mecánica y Eléctrica
IPNInstituto Politécnico Nacional
PemexPetróleos Mexicanos
PRIPartido Revolucionario Institucional
TLCTratado de Libre Comercio
UPICSASin aclaración