SESION SOLEMNE
PARA DEVELAR EN EL MURO DE HONOR DE ESTA CAMARA DE DIPUTADOS,
EL NOMBRE DEL ILUSTRE PROFESOR JUSTO SIERRA MENDEZ |
Presidencia
del diputado
Francisco José Paoli y Bolio |
ASISTENCIA:
Ruego a la Secretaría informe a esta Presidencia si
existe el quorum necesario para esta sesión solemne,
El
secretario Francisco Javier Loyo Ramos: |
Se informa a la Presidencia que existe el quorum
necesario para esta sesión solemne.
El
Presidente (a las 11:02 horas): |
En cumplimiento del decreto
aprobado en la sesión del 29 de abril de 1999, se abre la sesión solemne convocada para
develar en el muro de honor de esta Cámara de Diputados, el nombre del ilustre profesor
Justo Sierra Méndez.
El
secretario Francisco Javier Loyo Ramos: |
Daré lectura al decreto correspondiente.
«Poder Ejecutivo.- Secretaría de Gobernación.
Decreto por el que deberá inscribirse con letras de oro en el muro de honor del Palacio
Legislativo de San Lázaro, el nombre del ilustre profesor Justo Sierra Méndez.
Al margen un sello con el Escudo Nacional, que dice: Estados Unidos Mexicanos. Presidencia
de la República.
Ernesto Zedillo Ponce de León, Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, a sus
habitantes sabed:
Que la Cámara de Diputados del honorable Congreso de la Unión, se ha servido dirigirme
el siguiente
DECRETO
"La Cámara de Diputados, con fundamento en la fracción I del artículo 77 de la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos
DECRETA
Artículo único. Inscríbrase con letras de oro en el muro de honor del
Palado Legislativo de San Lázaro, el nombre del ilustre profesor Justo Sierra
Méndez".
ARTICULOS TRANSITORIOS
Primero. Facúltese a la Comisión de Reglamentos y Prácticas
Parlamentarias para organizar la ceremonia alusiva a Justo Sierra Méndez.
Segundo. Este decreto entrará en vigor el día de su publicación en el
Diario Oficial de la Federación.
Salón de sesiones de la Cámara de Diputados del honorable Congreso de la Unión.-
México, D.F., a 29 de abril de 1999.- María Mercedes Maciel Ortiz, presidenta;
Ranulfo Tonche Pacheco y Germán Ramírez López, secretarios.»
En cumplimiento de lo dispuesto por la fracción I del artículo 89 de la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos y para su debida publicación y observancia,
expido el presente decreto en la residencia del Poder Ejecutivo Federal.- México, D.F., a
17 de mayo de 1999.- Ernesto Zedillo Ponce de León.- Rúbrica.- El secretario de
Gobernación, Francisco Labastida Ochoa.- Rúbrica.
Gracias, señor Secretario.
Se encuentran entre nosotros 320 alumnos y profesores del centro universitario "Justo
Sierra", invitados especiales a esta sesión.
Vicepresidencia
de la diputada
María de las Mercedes Martha Juan López |
Tiene la palabra el Presidente de la mesa directiva
de la Cámara de Diputados, diputado Francisco José Paoli.
El diputado Francisco José Paoli y Bolio: |
Con su venia, señora Presidenta; señores
legisladores, invitados especiales del Ejecutivo, del Poder Judicial y de distintas
instituciones del Estado de Campeche; señoras y señores:
El homenaje a un prócer de las virtudes y capacidades de Justo Sierra Méndez, se
convierte en reconocimiento a las mejores prendas de la patria, porque la patria es la
tierra de los padres de una nación, ella se define y desarrolla sobre todo a partir de
las instituciones inspiradas y construidas por sus dirigentes más lúcidos y visionarios,
La acción de don Justo Sierra Méndez se inicia en el último tercio de la pasada
centuria, llega hasta el derrocamiento de Porfirio Díaz y al primer gobierno que lo
sucedió.
Entre los intelectuales de su tiempo destaca por su capacidad de promoción institucional
a tal punto que siendo uno de los secretarios de Díaz, con la leyenda negra de la
dictadura encima, es reconocido como un gran investigador de nuestra historia, como un
educador y promotor de la educación en el país. Se le pondera como actor destacado,
propositivo y conciliador entre los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial.
Puede decirse que Justo Sierra Méndez asimila los conflictos y desgarramientos que se
producen en los dos primeros tercios del siglo pasado y tal vez por eso tiene la ventaja
de la experiencia acumulada durante un tiempo más denso y cargado de significados. Sus
conclusiones vitales sirven para el planteamiento de soluciones durables en México.
Don Justo Sierra Méndez nació en la ciudad y puerto de Campeche el 26 de enero de 1848.
La península de Yucatán, de la cual Campeche era el puerto principal, se encontraba en
plena conflagración desintegradora llamada "Guerra de Castas".
Don Justo nació en un tiempo crucial, angustioso y sangriento. Su alumbramiento tuvo
lugar precisamente el día en que las fuerzas indígenas comandadas por Jacinto Pat
tomaban a sangre y fuego la villa mestiza de Peto. Su padre, Justo Sierra O'Reilly, no
estaba en casa, se encontraba en Washington en la dramática misión de conseguir ayuda
para evitar que la población blanca y mestiza de Yucatán fueran exterminadas.
Por otra parte, su nacimiento ocurre en un día cercano a la firma del tratado que puso
fin a la guerra con Estados Unidos, por la cual México pierde 2 millones de kilómetros
cuadrados de territorio.
Falleció fuera de su patria, en Madrid, un 13 de septiembre de 1912 y sus restos fueron
después traídos a México. También entonces vivía el país momentos críticos como
durante su nacimiento.
Su vida se desarrolló entre dos conflictos violentos, cruciales para la conformación de
la sociedad nacional. Don Justo Sierra Méndez fue un hombre especialmente inclinado a
penetrar y experimentar el conocimiento en sus distintas formas y expresiones. Tal vez esa
inclinación se debió a las condiciones difíciles en las que se desenvolvía el país en
que vio la luz, el conocimiento como promesa para encontrar los medios y formas del
desarrollo humano.
Fue poeta, jurista, ensayista, novelista, narrador, polemista apasionado, erudito
historiador, profesor de grandes recursos, periodista, político y todo eso lo combinó
logrando encarnar en un formidable estadista, en un edificador institucional sobre todo en
el campo educativo.
Ante la vida y la obra de un personaje de esta naturaleza, uno puede poner en duda la
afirmación del sociólogo Max Weber, de que no se puede ser a la vez político y
científico. Sierra Méndez fue ambas cosas y en forma destacada.
Su inclinación al trabajo intelectual y político se gesta o impulsa en la familia o por
influencias familiares. Sierra Méndez fue hijo de un gran intelectual, literato, jurista
y político yucateco, el doctor Justo Sierra O'Reilly. Su madre, doña Concepción Méndez
Echavarrieta, era hija de un destacado político liberal, don Santiago Méndez Ibarra,
quien fuera protagonista fundamental en la península sureña durante las dos difíciles
décadas de la primera parte del siglo pasado.
Su abuelo materno sin duda debe haber sido una influencia central en la formación de la
personalidad de don Justo; en efecto, don Santiago Méndez era gobernador de Yucatán
cuando se produjo el enfrentamiento entre Yucatán y el gobierno centralista dictatorial
de Santa Anna. Santiago Méndez enfrentó al caudillo sátrapa que violó la condición
con la cual Yucatán se sumó a la República Mexicana, que la República se mantuviera
con una organización federal y no se cambiara esa forma de gobierno.
Nuestro personaje hizo sus primeros estudios en su ciudad natal Campeche en el colegio de
San Miguel de Estrada, que dirigía don Eulogio Pereda Moreno. Por esos días de 1855 en
los que cursaba la primaria, su abuelo materno volvió a ser brevemente gobernador y
comandante militar de Yucatán, designado por el general Juan N. Alvarez, líder de la
Revolución de Ayutla.
Después, orillada por conflictos políticos y de armas, la familia Sierra Méndez se fue
a Mérida y fijó ahí su domicilio por un tiempo. Justo fue inscrito en el Liceo
Científico y Comercial de esa ciudad a los 11 años, esa institución estaba dirigida por
un profesor italiano, don Honorato Ignacio Magaloni, que tuvo fama de revolucionar los
métodos pedagógicos de su tiempo.
En Mérida, la casa de los Sierra Méndez era concurrida por intelectuales importantes de
esa entidad.
Tras la muerte de su padre, el joven Justo sale a México donde realiza estudios de
secundaria en el Liceo Franco Mexicano de la Ciudad de Los Palacios y después el
bachillerato en el colegio de San Ildefonso.
En la capital vivió y padeció la instauración del gobierno imperial de Maximiliano de
Habsburgo y en San Ildefonso, Sierra desarrolló un espíritu de rebeldía contra el
gobierno del emperador austriaco impuesto a México.
Desde que era estudiante de derecho empezó a frecuentar círculos literarios y colaboró
en periódicos de la época como El Monitor Republicano, El Renacimiento, El Siglo XIX, La
Libertad y El Federalista. Cuenta el propio Sierra que Ignacio Altamirano, de quien era
admirador, lo invitó a una reunión en la que estaban algunos de los más consagrados
literatos de aquel tiempo de reivindicación republicana. La velada tuvo lugar en casa de
Manuel Payno, estaban ahí Ignacio Prieto, Ignacio Ramírez, Vicente Riva Palacio. Sierra
se internó en el mundo de las letras y se hizo poeta intenso, pasional y romántico.
Recorrió entonces tertulias literarias y declamó y publicó sus poemas. Dice don
Agustín Yáñez: "desde aquella velada, Sierra ocupó un sitio de preferencia en los
cenáculos, conmemoraciones y redacciones literarias; fue la sensación del momento en la
tribuna en los días clásicos de la patria; en una juventud que consagró a la
literatura, Sierra incursionó en el relato, en el cuento, la novela y el teatro".
En 1870, a los 22 años, estrenó en el teatro Principal su primera obra escrita desde
1868 de nombre "Piedad", que tuvo una estupenda recepción entre el público
capitalino.
La intensa actividad literaria y periodística hace que Justo reduzca su dedicación a los
estudios de derecho, pero no los abandona, sino que al percatarse de que puede frustrarse
como abogado, solicita le sean autorizados exámenes especiales, redobla esfuerzos y
realiza su práctica forense para graduarse como licenciado en derecho en 1871.
Para diciembre de ese año inicia su primera incursión en la política y es diputado
suplente por el distrito de Chicontepec, Veracruz. Entre esa fecha y 1873 practica su
carrera de abogado y experimenta una gran decepción por la venalidad judicial que
constata y que lo lleva a romper su título profesional en un arranque romántico; sin
embargo poco después aceptaría el nombramiento de secretario interino de la tercera sala
de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
A partir de 1874, Sierra adquiere un vivo interés por la actividad docente y en general
por la educación.
1285,1286 y 1287
Ese año se casa con doña Luz Mayora de Carpio, quien
había hecho estudios como profesora normalista; tiene una etapa en la que se intensifica
su jacobinismo hasta que entra en contacto con Gabino Barreda quien lo convence de su
postura positivista.
Sierra discute en público con sus antiguos amigos liberales, en particular con don
Guillermo Prieto, que ha criticado el proyecto positivista. Sin embargo, Sierra matiza sus
coincidencias con Barreda y establece también diferencias con el médico seguidor de
Comte.
Sus colaboraciones en los periódicos, particularmente en El Federalista, por los años
setentas del siglo pasado, tocaron a fondo preocupaciones sociales graves como la
condición de la clase obrera, la libertad de trabajo, la naturaleza del capital, el
problema de los monopolios; ésa fue su etapa liberal.
Volvió a incursionar en la vida política como diputado suplente en 1880 y propietario en
1884, por el Estado de Sinaloa ahora. Después fue magistrado de la Suprema Corte de
Justicia en 1894. En 1901, nombrado subsecretario de instrucción pública y en 1905,
secretario de esta misma entidad, posición que mantuvo hasta el fin del gobierno de Díaz
en 1911.
Siguiendo sus inquietudes, adquirió compromisos públicos diversos y conoció a fondo el
estado nacional . En 1910, año del centenario de la Independencia, creó la Universidad
Nacional de México. Al triunfo de Madero, fue enviado como ministro plenipotenciario a
España donde acabó sus días a los 62 años.
El maestro Antonio Caso, uno de nuestros intelectuales humanistas más lúcidos y agudos,
en su ya citado estudio sobre tres intelectuales: Ignacio Ramírez, Gabino Barreda y Justo
Sierra Méndez, sostiene que Sierra tuvo tres etapas en su vida como político e
intelectual. Dice el maestro Caso que don Justo, en sus comienzos fue jacobino,
recalcitrante y terrible, era el momento heroico de la República; con el propio Barreda
rompió lanzas en pro de la exaltación de su ideal. Más tarde se convirtió al
positivismo.
Como representante del positivismo fue precisamente el redactor del manifiesto del grupo
llamado "científico", que tuvo el mayor peso político en la última etapa del
porfiriato; fue el director del periódico La Libertad, una de las expresiones más claras
del positivismo mexicano.
Sierra se opone a la reelección de don Sebastián Lerdo de Tejada. El 1o. de agosto de
1876 funda, en compañía de otros amigos, el periódico El Bien Público, en el que
expresa sus posiciones contra Lerdo y su tesis de que el presidente legal era José María
Iglesias, quien era vicepresidente en su calidad de jefe de la Suprema Corte de Justicia.
Lerdo de Tejada es declarado presidente reelecto por los diputados el 26 de octubre de ese
año; dos días después, Iglesias lanza en Salamanca el manifiesto en el que dice que por
mandato de la Constitución asume la Presidencia de la República. Justo Sierra se une al
pronunciamiento y al movimiento legalista de Iglesias.
En el periódico La Libertad que Sierra dirige con dedicación plena, se plantean las
principales tesis de utopía: se trata de un planteamiento que se coloca entre la pasión
de los liberales que hicieron de la libertad un mito pero que no consiguieron concretarla
en instituciones y los conservadores que impiden el progreso, por hacer que permanezcan
algunos valores e instituciones de la tradición novohispana.
Esta posición de Sierra recuerda en términos generales la de los llamados liberales
moderados entre los que se destaca don Mariano Otero tiempo atrás. Don Agustín Yáñez,
en una estupenda biografía de Sierra Méndez que inicia el primer tomo de las obras
completas publicadas por la UNAM, resume magistralmente los rasgos de esa utopía; algunas
de sus pinceladas, en la síntesis de Yáñez, "si se ignora la sociedad, se hace del
individuo una entelequía" y cita la frase de Sierra: "una celdilla en abstracto
nada es, la unidad orgánica no tiene realidad sino en el conjunto orgánico de que forma
parte".
Por lo que hace a la organización constitucional, critica y propone reformas a la
Constitución de 1857 en diversos ámbitos, como la declaración no sólo de la libertad
de enseñanza sino de la obligatoriedad de la instrucción primaria, el pleno
consentimiento y el pago a la retribución justa por los servicios y trabajos que se
presten; el fortalecimiento del Poder Ejecutivo que por 20 años estuvo a merced del
Legislativo; la ampliación del periodo presidencial a seis o siete años; la creación de
ministros responsables ante el Congreso como los de un régimen parlamentario, medio
único, -dice Sierra-, para aclimatar la libertad a los países de sangre latina.
Creación del Senado, nuevamente, que había sido -dice él-, torpemente suprimido en la
Constitución; la prolongación del mandato Legislativo a tres años como subsiste hasta
hoy y el nombramiento de los senadores por las legislaturas de los estados.
En lo que hace al campo social y económico, Sierra sostiene que deben estudiarse
sistemáticamente las condiciones en que vivimos, abrir vías de comunicación, colonizar
intensamente, decretando la desamortización que aún falta y la expropiación por causa
de utilidad pública sin indemnización previa, sino posterior; garantías de trabajo,
crear el crédito; atraer inversiones; fomentar el libre cambio; uniformar el impuesto y
la legislación mercantil. El proteccionismo es impracticable por la baja de las rentas
públicas basadas en los ingresos aduanales y en segundo lugar por el contrabando y las
dificultades para vencerlo.
Sierra sucedió al maestro Altamirano en la cátedra de historia de la Escuela Nacional
Preparatoria. Como parte de su magisterio, nuestro personaje preparó su libro Compendio
de Historia de la Antigüedad, que publicaría en 1878 por entregas periódicas.
La primera edición completa es de 1880. En ese libro analiza el pensamiento de autores
fundamentales como Kant, Herschel, Laplace, Cuvier, Lilel, Pasteur, Tindal, Darwin,
Miller, Morgan, Montsen y Huxley. El libro presenta la evolución de la humanidad y de las
principales instituciones. Sierra distingue el estudio de la historia desde la sociología
y señala que el primero es condición necesaria para lograr el segundo, piensa que la
sociología no es sino la aplicación de las leyes biológicas de la historia.
En abril de 1880, Sierra experimenta un cambio brusco en su vida; su querido hermano
Santiago, que compartía con él diversas búsquedas en el mundo del pensamiento y la
política, fue muerto en duelo por el abogado Ireneo Paz, abuelo de Octavio, nuestro novel
de literatura. El duelo se produjo por un artículo publicado en el periódico que Sierra
dirigía y que se atribuyó a su hermano Santiago, aunque había sido escrito por otra
persona: Agustín Cuenca.
Tras la tragedia, aterido de dolor, Justo decide abandonar la dirección de La Libertad,
con esa decisión cierra una etapa de su vida y se dedica primordialmente a la política.
A partir de septiembre de ese año protestó como diputado por Sinaloa a la X Legislatura
Federal. Sus intervenciones en la Cámara de Diputados fueron notables en materias como
educación, cultura, comercio, salubridad y comunicaciones. Participó en los debates
sobre el artículo 3o. constitucional, que entonces como ahora se refería a la materia
educativa. En los debates se deslinda del positivismo ortodoxo y se define como
sustentante de una concepción educativa en la cual están diferenciados los campos de las
ciencias y de la creencia, del Estado y del individuo, de la sociedad y de la familia.
Por ese tiempo, desde la tribuna parlamentaria Sierra lanza la idea de dar autonomía a la
enseñanza pública y de fundar la Universidad Nacional de México, en la que quedarán
incluidas tanto la Escuela Nacional Preparatoria como la Escuela de Altos Estudios.
La Universidad no fue aprobada entonces y tuvo que esperar casi 30 años para que Sierra,
siendo ministro de instrucción pública, la propusiera en 1910.
Sierra propone también la creación de la Escuela Normal en un artículo publicado en La
Libertad, periódico con el que vuelve a colaborar de vez en cuando.
Cuando se renuevan las cámaras vuelve a ser electo diputado por Sinaloa. A mediados de
1884, el Presidente de la República lo nombró director interino de la Escuela Nacional
Preparatoria y ocupó el cargo por el breve tiempo que duró la licencia del director
titular, luego volvió al Congreso y vivió como tribuno y legislador momentos y debates
importantes.
Don Justo Sierra participó en los congresos nacionales de instrucción pública en 1890 y
1891, en ambos fue electo presidente, lo cual se mostraba ascendiente en el campo de la
instrucción pública.
Entre las ideas más destacadas que tuvo encontramos la de que no basta con la
instrucción, sino que debe estudiarse un auténtico programa educativo que busque el
desenvolvimiento armónico de las facultades del educando, física, moral e
intelectualmente.
En 1894 publica dos nuevos libros de historia patria, dedicados a textos de primaria. A
finales de ese año el diputado es convertido en magistrado de la Suprema Corte de
Justicia. Como ministro de la Corte, que fue refrendado en 1890, Sierra no abandonó sus
estudios históricos; bajo su dirección, aunque obra de varios especialistas, se publicó
en dos tomos México, su Evolución Social, en 1902.
Durante su visita a Europa a principios de este siglo, Justo Sierra estudia los sistemas
educativos de diversos países. En la travesía que lo trae a México de regreso, redacta
el esbozo de su programa educativo.
El 9 de junio de 1901 entrega esos lineamientos a don Porfirio Díaz y los discute con don
Ezequiel A. Chávez.
En 1912 crea la subsecretaría de instrucción y el puesto lo ocupa don Justo Sierra.
Como subsecretario del ramo, prepara las bases para la organización de todo el sistema
educacional en sus diversos grados.
Se ocupa, en primer lugar, de la organización y capacitación del profesorado.
El 30 de agosto de 1902 se expide la ley que instituye el Consejo Superior de Educación
Pública. En la instalación de ese consejo, don Justo expone públicamente todo su
programa educativo, que abarca desde el jardín de niños hasta la Universidad.
Finalmente, antes de terminar la primera década de este siglo, Sierra se abre más
ampliamente a la crítica del positivismo, que habían iniciado los miembros del Ateneo de
la Juventud, entre los que muy destacadamente estaban Antonio Caso, José Vasconcelos y
Alfonso Reyes.
Siendo ya titular de la Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes, Sierra
permitió a estos jóvenes intelectuales, emergentes del Ateneo, que empezaran la
demolición de los planteamientos positivistas.
Tocado él mismo por la duda, les abrió a aquellos jóvenes las puertas para que pusieran
en duda las verdades absolutas de la ciencia, tomada como religión.
Precisamente en un homenaje en memoria de don Gabino Barreda, Justo Sierra dijo:
"dudemos, en primer lugar, porque si la ciencia es nada más que el conocimiento de
lo relativo, si los objetos en sí mismo no pueden conocerse, sino sólo podemos conocer
sus relaciones constantes. Si ésta es la verdadera ciencia, cómo no estaría en perpetua
discusión, en perpetua lucha.
Que gran verdad fundamental no se ha discutido, no se discute en estos momentos. No basta
esa especie de temblor de tierra bajo las grandes teorías científicas para hacer
comprender que la bandera de la ciencia no es una enseña de paz."
Justo Sierra Méndez se caracterizó por revisar constantemente su pensamiento, con gran
apertura a las inquietudes que se desenvolvían en el mundo.
En una primera etapa, convivieron en sus convicciones el catolicismo y el liberalismo; en
una segunda se hizo positivista spenceriano, amante de la ciencia y la comprobación
empírica, para terminar en un mundo, en un realismo humanista, arielista y conciliador de
las mejores ideas, fuerza para impulsar el desarrollo integral de los seres humanos y de
la nación en que viven.
Hoy inscribimos en este muro patrio su nombre, para seguir dando a la nación impulsos
renovados de su misión educativa y ciudadana.
Muchas gracias.
Presidencia del diputado
Francisco José Paoli y Bolio |
Damos la bienvenida a esta sesión solemne, al
ministro Juventino Castro y Castro, representante de la presidencia de la Suprema Corte de
Justicia de la Nación; al licenciado José Antonio González Curi, gobernador
constitucional del Estado de Campeche; al doctor Francisco Barnés de Castro, rector de la
Universidad Nacional Autónoma de México; al diputado J. Luis Lavalle Azar, presidente
del Congreso del Estado de Campeche; al magistrado Víctor Collí Borges, presidente del
Tribunal Superior de Justicia del Estado de Campeche; al excelentísimo señor embajador,
Justo Sierra Casasús y al licenciado Carlos Justo Sierra Brabatta.
1288,1289 y 1290
Tiene la palabra, por el Partido Revolucionario
Institucional, el diputado Eraclio Soberanis Sosa.
El diputado Eraclio Sobaranis Sosa: |
Con su permiso, señor Presidente; compañeras y
compañeros diputados; licenciado José Antonio González Curi, gobernador constitucional
del Estado de Campeche; señor licenciado Víctor Collí Borges, presidente del honorable
Tribunal Superior de Justicia en el Estado de Campeche; señor contador J. Luis Lavalle
Azar, presidente de la Gran Comisión del honorable Congreso del Estado de Campeche;
señor Presidente de la honorable Suprema Corte de Justicia de la Nación; señor rector,
doctor Francisco Barnés de Castro; excelentísimo señor embajador Justo Sierra Casasús;
señor licenciado Carlos J. Sierra Brabatta; respetables familiares del maestro Justo
Sierra; comunidad campechana; compañeros de la prensa:
Me corresponde hoy, en tiempos de una intensa dinámica socia hablar de sus más
reconocidos promoventes, quien a pesar del tiempo y la distancia, logró con su
participación demostrada avanzada a través del mismo, hasta lograr ocupar un sitial,
sólo merecido para los predestinados.
Tengo en estos momentos el gran honor de dirigirme a ustedes, para referirme, aunque sea
brevemente, a la vida ejemplar y a la obra magnánima de quien por lo históricamente
significan para México estas virtudes suyas, esta soberanía ha decidido inscribir su
nombre con letras de oro, en uno de los muros de este augusto recinto, a don Justo Sierra
Méndez.
Al asumir esta tarea, debo confesar que aún conociendo desde niño, como campechano que
soy, esa vida y esa obra egregias, siento esa gran responsabilidad que se tiene cuando uno
se refiere a personajes que a través de los avatares del devenir político y de las
diferentes circunstancias que los oleajes de la historia va imponiendo, logran por la
autenticidad con que sirvieron a sus ideales y por el alto sentido humano, en su más
excelsa expresión, no sólo perdurar en la memoria agradecida de los pueblos, sino
acrecentarse y brillar cada vez con más intensa luz.
Ese es el caso del maestro Justo Sierra, maestro de América, como fuera justamente
proclamado, producto de su tiempo y de sus circunstancias, no fue víctima, no se dejó
arrastrar, sin embargo, de las miserias que lo rodearon, sino por el contrario, supo
conducir sus convicciones a partir de aquellas realidades pero siempre apuntando hacia el
ideal que redime, que eleva y reinvindica.
Por ello, si bien sirvió e hizo causa común con la administración porfirista, fue en
todo aquello que significaba progreso y bienestar para la nación y esto, su pertenencia
al régimen porfirista, hay que decirlo sin miedo, sin reticencia, sin tapujos, sin
ningún rubor, porque ya no estamos en tiempo de tabúes ni de enmarquetamientos
históricos, porque ya deben quedar atrás a las concepciones rigoristas, las ideas
juristas de los juicios históricos que sólo aceptan diferencias en bloque y son
incapaces de deslindar las diferencias o hacer concurrir las afinidades, ya se trate de
circunstancias o de personajes.
Es aquí, en este espacio, donde el verdadero valor de su obra se acrecenta, se agiganta,
es precisamente en este cambio donde Sierra logra demostrar su imagen de grandeza, la
importancia de sus ideas, el valor de sus acciones. Es aquí donde logra traspasar la
inmensidad del tiempo y ubicarse en el sitial de la historia; es aquí donde el hombre
logra trascender y ubicarse en la permanencia del tiempo.
Recordemos que sólo la sociedad permanece siempre igual, es decir, siempre distinta,
siempre en movimiento, caminando para asegurar su futuro, sólo los hombres nacemos y
morimos, casi todos, hay inmortales y Justo Sierra es uno de ellos.
En la memoria histórica de los mexicanos, de cuyas cumbres hay nombres escritos sobre
estas paredes, permanece viva y actual, alimentada y sostenida por la corriente histórica
de los hombres y mujeres que la construyeron, procurando siempre que la conciencia social
no se interrumpa, que crezca, que se transforme.
La sabiduría del pueblo busca en sus símbolos y sus valores y Sierra es uno de ellos, la
certeza del presente, la fuerza vital de sus virtudes y las razones que tienen para seguir
existiendo. En Justo Sierra es preciso puntualizarlo; lo más alto de su mérito estriba
en que a pesar de desenvolverse en un régimen que por muchos conceptos fue reprobable,
supo descollar por su actitud cívica y su palabra honesta, por sus ideas límpidas y su
conducta intachable. Todas al servicio de la consolidación y engrandecimiento de la
patria.
En aquel entonces, muy joven aún, así, a fuerza de talento, estudio y servicio, supo
hacerse respetable y respetado, aún en aquel ambiente ya un tanto enrarecido de las
postrimerías de la dictadura y fue tan opulenta su aportación al México de entonces,
que su obra trascendió aquellos límites, por eso, cuando al triunfo revolucionario,
cuando muchos funcionarios del viejo régimen se escondían o emigraban, los servicios del
maestro fueron requeridos por el propio prócer Madero, quien lo nombró enviado especial
y ministro plenipotenciario de México en España.
Sería demasiado prolijo enumerar la obra del maestro Sierra, a más de ser bastante
conocida, pero sería también injusto no hacer referencia, aunque fuera mínima, a las
principales características que configuraron su personalidad y que se tradujeron en obras
cuya importancia y trascendencia aún son motivo de orgullo para los mexicanos.
Debe decirse que Justo Sierra fue un personaje polifacético, producto seguramente de su
espíritu inquieto y de su preclave intelecto, de los cuales dio muestra desde su
infancia, transcurrida frente a las playas de su natal Campeche. A ello se aunó el
ambiente familiar propicio al cultivo de las letras, al estudio, a la forja del carácter.
Todo ello se conjugó para hacer de él al abogado, al historiador, al poeta, al prosista,
al parlamentario y sobre todo a lo que fuera su vocación máxima, al educador, al
maestro.
Permítaseme entonces mencionar someramente alguna referencia a cada una de estas facetas.
Como abogado llegó a ocupar el cargo de magistrado de la Corte Suprema de Justicia de
1894 a 1901, el cual desempeñó con vertical probidad aun cuando no fuera éste el campo
en donde descolló con mayor brillo; como historiador baste citar a Alfonso Reyes, que en
el prólogo a su obra Evolución Política del Pueblo Mexicano dijera de él:
"maestro igual de la historia humana", ¿cuándo volveremos a tenerlo? Como
poeta, por tradición, por temperamento, seguramente al influjo inolvidable del recuerdo
de su tierra de leyenda y romanticismo, Sierra Méndez no pudo dejar cultivar las gayas
letras desde su juventud y no es exagerado considerarlo como uno de los poetas líricos
más importantes del parnaso mexicano; como prosista revela en sus cuentos artículos
periodísticos, cartas y libros, es poseedor de un estilo a la vez profundo y fluido,
conceptuoso y elegante. Sin duda ello le valió un honroso oficial en la Academia Mexicana
de la Lengua, de la que llegó a ocupar la dirección.
Su obra escrita es sin duda de singular importancia en la historia de la cultura mexicana.
Apenas dejaba la adolescencia como escritor de cuentos y narraciones, crea un mundo de
fantasía y desajustes, principalmente concurrido por mujeres que pasan por la tierra como
una brisa perfumada y mortal, llevándola a ejercer la crítica literaria y de ello
tenemos como muestra su estudio sobre Rubén Darío y prólogo a las poesías de
Gutiérrez Nájera.
Como historiador diría Antonio Castro Leal: "nadie entre nosotros, en su tiempo y
después, ha tenido esa visión de águila que abarca perspectivas mundiales, siglos de
sucesos y multitudes de pueblos; esa penetración de hombre de ciencia que adivina en un
solo cielo el universo infinito ni esa sensibilidad de artista que crea como personajes de
un drama colosal a los protagonistas del suceder histórico para que puedan representar su
papel en la realidad particular de su tiempo".
Como orador, su voz portentosa, su figura imponente, pero más que nada su léxico
conceptuoso y la fuerza de su elocuencia, lo colocan como uno de los mejores de su tiempo.
Como parlamentario supo exponer sus ideas con valentía y por lo general por la
verticalidad de su pensamiento, por la congruencia entre su hacer y su decir, se impuso
ante la Cámara y como educador, mención aparte merece quien desde la Secretaría de
Instrucción Pública no sólo estructuró la educación nacional desde el jardín de
niños hasta los grados superiores, sino que supo dotar al país de un alma mater, la
Universidad Nacional, su obra cumbre.
Para medir, para sentir la estatura de Justo Sierra Méndez, baste leer algunos párrafos
del discurso inaugural que pronunciara en la que sigue siendo nuestra máxima casa de
estudios para los mexicanos. Decía Justo Sierra: "no queremos que en el templo que
se erige hoy, se adore una Atenea sin ojos para lo humanidad y sin corazón para el pueblo
dentro de sus contornos de mármol blanco. Queremos que aquí vengan las elecciones
mexicanas en teorías incesantes para adorar a Atenea Promalcos, a la ciencia que defiende
a la patria; la ciencia y la patria formas amplias, generosas de la verdad y el
amor".
Es Justo Sierra, el héroe civil por excelencia; aquel que a través de su obra se entrega
a sus congéneres, el que sabe sembrar en las conciencias la semilla del enaltecimiento
humano, el que pudiendo llevar una vida de opulencia lleva una vida modesta, pero
insuflada con esa grandeza que sólo se alcanza cuando todo, cuanto se es y se sabe, se
pone al servicio de los demás y así fue él y por eso es grande.
Toda la obra de Justo Sierra Méndez, está impregnada de un gran amor a México, como
toda su vida estuvo inspirada en servirlo pensando sin egoísmos no sólo en el momento
que le tocó vivir, sino el de las generaciones que habrían de seguirle. Concibió a
México en el espacio y en el tiempo con los recursos suficientes para participar con toda
dignidad en el concierto de las otras naciones y legándonos al mismo tiempo un acervo
cívico, literario, histórico, educativo de difícil parangón.
Fue la suya, indudablemente, una época de transición, una época como la nuestra, como
la que hoy vivimos y a pesar de ello pudo ser quien fue y pudo hacer lo que hizo, porque
fue fiel a sí mismo, a sus ideales, a México y a la humanidad. He ahí el legado del
maestro de América, don Justo Sierra Méndez a los mexicanos de hoy. Por ello, su ejemplo
debe ser guía para los que vivimos estos tiempos de una intensa dinámica social, porque
nos enseña que cuando hay auténtica voluntad de progreso y de luchar por el bien común,
poco deben importar los pretextos y mucho la decisión inspirada en los supremos ideales
de libertad, de democracia y de justicia fortalecida por el cultivo del talento, decisión
inspirada en los supremos ideales de libertad, de democracia y de justicia fortalecida por
el cultivo del talento y las cualidades propias de cada ser humano.
Con este homenaje a Justo Sierra, rememoramos a Aristóteles en su pensamiento: "la
inmortalidad consiste en estar permanentemente en el espíritu de los vivos". Por eso
nada más justo que este homenaje, este reconocimiento que significa dejar grabado su
nombre en este lugar por muchos conceptos cívicamente sagrados.
Por eso, para concluir, me atrevo a aseverar respetuosamente, pero plenamente convencido
de lo que afirmo, que no es a Justo Sierra, a su memoria a quien le faltaba para su honra
que se escribiera su nombre en el recinto de esta Cámara, sino es el recinto de esta
Cámara a quien le faltaba para acrecentar su propia honra, que aquí se inscribiera el
nombre de Justo Sierra.
Compañeros diputados, audiencia toda: hagamos votos porque la imagen vívida y
tipificadora de Justo Sierra, el maestro de América, influya para que su obra
inmarcesible, guíe los actos y decisiones de esta soberanía siempre en bien de México,
por el bien y la conservación de nuestras instituciones.
Muchas gracias.
Gracias, diputado.
Tiene la palabra para el mismo tema, el diputado Santiago Padilla Arriaga, del grupo
parlamentario de la Revolución Democrática.
El diputado Santiago Padilla Arriaga: |
Diputado Presidente; señoras y señores diputados:
1291,1292 y 1293
A Justo Sierra Méndez, maestro Sierra: anoche cuando la
oscuridad nocturna embriagó de paz el espíritu y la inmovilidad apacible del cuerpo
preludiaba el descanso, cavilé un poco sobre este día, sobre este acto en que su nombre
será inscrito con letras de oro en el muro de honor de este recinto parlamentario.
Comprendí, maestro, que tan solemne hecho significa algo muy importante en mi vida que
resulta para mí trascendental. Pero me pregunté: de estar usted con nosotros ¿qué
hubiera hecho? ¿Cuál sería su postura, su sentir, su pensar? ¿Lo agradecería acaso?
¿Lo rechazaría? ¿Permanecería impávido ante un reconocimiento a su vida y obra por
parte de la representación nacional popular?
Y en ese ambiente de reflexión llegaron a mi mente otras preguntas más audaces aún, que
todavía permanecen en espera de una respuesta que quizá nunca llegará y entre las
varias cuestiones que me gustaría preguntarle, tengo particular interés en saber, ¿qué
pensaría usted de nuestro actual Congreso, con su experiencia de haber sido dos veces
diputado federal? ¿Cómo vería usted la situación en que se encuentra hoy nuestra
máxima casa de estudios, la Universidad Nacional, cuyo embrión fue concebido y gestado
en la genialidad de su cerebro? ¿Qué juicio le merecen quienes al paso de los años lo
consideraron y le siguen considerando subordinado de Porfirio Díaz?
En la estrechez de mi mente quedó muy claro que tan sólo para aventurarme a suponer
respuestas, resultaba imprescindible considerar las condiciones de su tiempo, ponerme en
sus zapatos, tomar en cuenta la formación que recibió de niño, las actividades propias
de la juventud, la ideología de la época durante su educación, la tradición cultural
familiar, el medio ambiente de la región, los medios informativos de la era, la
idiosincrasia del México del Siglo XIX y todo un mundo de condiciones irrepetibles que
definitivamente influyen en el carácter y la personalidad de un hombre.
Comprendí entonces que la discusión en torno a su persona, que precedió a este acto,
carecía de razón de ser. Comprendí que aquellos obstinados en señalar sus errores por
encima de su obra, aprovechan impunes la grandeza como un blanco ideal para ser atacado a
"toro pasado" y desde tendido de sombra; todos sabemos sortear la fiesta brava
mejor que el protagonista y sobra decir cuan mal parado resulta aquél comparándolo con
lo que a nuestro juicio debía ser. Pero, ¿cuántos de nosotros hemos pisado si quiera
las dehesas? ¿Cuántos medimos terreno en los tentaderos y cuántos habiéndolo hecho, no
resultamos tener las piernas más rápidas que la lengua, para salir de semejando meollo?
No, maestro; para criticarle es necesario haber decidido encrucijadas como las que le
tocó enfrentar a usted, teniendo al todopoderoso dictador blandiendo la espada de
Damocles sobre su persona.
Hace falta vivir, vivir como usted vivió, dentro de una sociedad que solamente conocía a
porfiristas y antiporfiristas y vivir encajonado en una de esas dos pequeñas categorías
en las que se empecinó a enclaustrarlo la sociedad.
Hace falta tener los méritos intelectuales para ser encargado de despacho y lejos de
mostrarse displicente y sumiso, recriminar con energía al titular del Ejecutivo, superior
jerárquico y jefe por lo que no se ha hecho y lo que falta por hacer.
Si usted tuviera la ocasión de enjuiciarnos como nosotros lo hacemos, seguramente no se
mostraría complacido con el estado en que tenemos este país que usted legó; el nivel en
el que hemos ubicado la representación parlamentaria tampoco, tampoco es motivo de
orgullo y no se diga los problemas de la cuestión indígena, la miseria social y los
dilemas de la educación y la libertad.
Nosotros, los diputados federales, como gobernantes mereceríamos mucho más encono de
parte suya que la que le hemos prohijado a su persona. ¡Ah!, pero disculpe, maestro, lo
olvidaba. Omití por un momento que usted, severo consigo mismo, nunca lo fue para con los
demás. Usted no nos enjuiciaría; nos comprendería, nos ilustraría. Usted, que fue
precursor de la conciliación política, usted que con maestría demostró que se puede
servir al país sin subordinarse a la dictadura, nos cominaría, nos invitaría a
armonizar. Dialoguen, que la palabra es el don maravilloso del hombre, repetiría. Nunca
están las cosas perdidas si existe la disposición de armonizarlas. Claro, maestro, ahí
está la clave. Los problemas de nuestra patria, como los problemas de la Universidad de
la que usted es presigloria, tienen la solución en la palabra, en el acuerdo de
voluntades, en la armonización de pareceres.
Razón de más para que esta representación nacional le
reconozca el mérito negado, maestro. Bueno, pero a final de cuentas ¿lo aceptaría? ¿Lo
rechazaría?
Claro, estoy de acuerdo. No es usted quien lo solicita. Este acto no responde a un
pedimento suyo, sino a la voluntad de los legisladores, de los mexicanos, que nos sentimos
en deuda con usted y en qué forma. No existe en este país un solo mexicano que directa o
indirectamente no se haya beneficiado con su proyecto nacional de educación adelantado,
adelantado con mucho a su época.
Pero también tiene usted razón, maestro Sierra. Este acto solemne y de trascendencia
histórica debe darse. Porque permitirá la reconciliación de su obra con la versión que
de su vida han hecho los vencedores.
Para su tranquilidad, quisiera comentarle que aun cuando los caminos del destino nos hagan
pasar estos tragos amargos, puede usted tener la seguridad de que la simiente de la
educación integral, nacionalista, patriota, que usted fundó, logrará sacar a flote el
temple y la capacidad de cada mexicano y con ello, nos permitirá resolver nuestros
problemas. Que no hay solución fácil en los proyectos titánicos.
Sirva también para alcanzar el sosiego el saber que su nombre y su obra, para orgullo de
los campechanos, ha dejado de pertenecer únicamente al Estado y no es siquiera la nación
mexicana quien puede reclamar su paternidad, porque la profundidad de su filosofía, la
claridad de su pensamiento y la fuerza de su credo, han dejado de pertenecer únicamente a
México y son ahora parte de un patrimonio cultural universal
¡Reciba pues, maestro, este reconocimiento que los diputados habremos de refrendar
resolviendo las dolencias de esta patria!
¡Reciba usted, mentor de todos, el reconocimiento, la admiración y el cariño del pueblo
de México, su mejor pupilo!
¡Reciba el compromiso de que nosotros, sus alumnos, nos esforzaremos por igualar al
maestro; que superarlo, es sueño!
¡Gracias a usted, maestro de América! ¡Gracias por siempre!
Esta mesa directiva saluda especialmente a don
Francisco Rodríguez García, comunicador social y promotor fundamental de la iniciativa
para inscribir con letras de oro el nombre del maestro de América.
Se encuentran entre nosotros parientes de don Justo Sierra Méndez:
La señora María Cristina Barros Sierra, esposa de don Javier Barros Sierra; don Manuel
Peimbert Sierra, doña Margarita Peimbert Sierra, Cristina Barros Valero, Javier Barros
del Villar, Margarita Sierra Guerrero, Dolores Sierra Guerrero, Manuel Barros Noc, Cecilia
Kun Peimbert, Catalina Kun Peimbert, Justo Cortázar Sierra, Mónica Barros del Villar,
Justo Manuel Sierra y Salvador Barros Horcasitas.
Un saludo para toda la familia.
Tiene la palabra el diputado José Jesús Montejo Blanco, del grupo parlamentario de
Acción Nacional.
El diputado José Jesús Montejo Blanco: |
Con su permiso, señor Presidente; señoras y
señores diputadas y diputados; señores invitados:
Ante la ejemplar memoria de un ciudadano tan eminente, de un hombre tan ejemplar en su
vida social y política, cabe recordar un verso del gran poeta mexicano, Manuel Puente,
que dice: "en la tumba del grande no se llora/; se le admira y se le adora/".
Sin duda el maestro de América, don Justo Sierra Méndez, destaca luminosamente en la
Rotonda de los Hombres Ilustres y en la conciencia principalmente de todos los campechanos
y en general de todos los mexicanos. Su obra trasciende y se engrandece a medida que pasa
el tiempo.
Nació en la ciudad de Campeche el 26 de enero de 1848. Siendo muy joven llegó a la
Ciudad de México, estudió en el colegio San Ildefonso, donde fue discípulo de Gabino
Barreda y de Ignacio Manuel Altamirano, entre otros.
Recogió así el pensamiento de los más grandes educadores, para dar sentido y alcance al
proyecto educativo que impulsaría años más tarde.
Le tocó vivir en su juventud el segundo imperio, que le dejaría imborrables huellas. Al
recordar en 1905 la caída del imperio, decía: "cuando hubimos cursado los primeros
años de derecho hubo una gran explosión pública, inmensa, extraordinaria. La República
que habíamos visto vencida resucitaba y los estudiantes de derecho la recibíamos aquí
triunfante, augusta. Estaba encarnada en Juárez, Lerdo y Porfirio Díaz. Aquí oímos sus
consejos y sus aplausos". Hasta aquí la cita.
Justo Sierra fue un hombre cuya pasión permanente fue el servicio a la patria. Como
periodista, como diputado, como brillante profesor de historia en la Escuela Nacional
Preparatoria, como magistrado de la Suprema Corte de Justicia, como subsecretario de
instrucción pública y, a partir de 1905, como titular de la Secretaría de Instrucción
Pública y Bellas Artes.
Destacado intelectual impulsó el renacimiento literario. Basta y sobra con leer la
historia general de Justo Sierra para admirar su gran facultad para escribir, no una
narración escueta de hechos históricos, sino un magnífico tratado de filosofía de la
historia y su evolución social.
En cualquiera de sus discursos, en sus innumerables conferencias, en cualquiera de sus
libros, en todas sus pláticas, en la palabra de su cátedra, siempre fue y seguirá
siendo siempre el sostenedor de los dictados de la reforma y el defensor de los ciudadanos
ejemplares.
Don Justo era creyente. Lo dice con toda la sinceridad que se desbordaba siempre a
raudales por sus labios. En un discurso que pronunció el 10 de octubre de 1904, decía lo
siguiente: "pues no seais de ningún credo, nos dicen, pero no desterréis la
creencia en Dios; nadie la combate, nadie la niega. El hombre de vacilaciones e
indecisiones que os habla cree en Dios; yo creo en Dios, pero con este credo soy un
maestro de escuela y vosotros, los que clamáis contra la escuela atea, queréis que yo
enseñe al niño que hay una fe comprensiva de todas las otras, que hay un credo superior
a todos los otros y no veis, no sentís que esto equivale a enseñarles que ese credo
basta, que todo lo demás es secundario en las religiones, que son por tanto formaciones
precarias y temporales sometidas a la ineluctable ley de las evoluciones históricas y
esto no sería no sólo violar la neutralidad, sino declarar la guerra religiosa a las
religiones, sirviéndose de la escuela como instrumento de combate y no lo es, no lo puede
ser. La escuela laica es un soberano organismo de paz, continuadora, coadyuvadora y
reforzadora de la familia.
La patria une, concilia; no divide. ¿Los dogmas religiosos suelen dividir? Pues los
detenemos, no en el corazón de los niños, sino en el dintel de la escuela. La escuela
laica es el dejad a los niños que vengan a mí de la maternidad y la patria". Fin de
la cita.
Como diputado, en 1881, a partir de una serie de ataques tendientes al desmembramiento de
la Escuela Preparatoria, el Conservatorio de Música y la Escuela de Agricultura, entre
otras, presentó en la Cámara su proyecto para la creación de una universidad mexicana
que coronara una institución en donde se formaran profesores e investigadores al más
alto nivel.
Justo Sierra consideraba que no se puede hablar de educación nacional sin Universidad, ni
de Universidad sin altos estudios. Pensaba en la Universidad como condición
imprescindible en la formación cultural de un país, confiando al Estado una cierta
intervención, ya que consideraba utópico imaginar que una Universidad como aquélla
podría vivir sin la ayuda económica del Estado.
Hombre de múltiples facetas, Justo Sierra fue ante todo un maestro, un educador
profundamente convencido del poder de la educación en la transformación de los hombres y
de los pueblos.
Durante el régimen porfirista se reconoció la urgente necesidad de otorgar más
importancia e independencia a la instrucción pública, con la creación, en 1905, de la
Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes, ésta desligada del ramo de justicia
o cualquier otro.
1294,1295 y 1296
La dirección de Justo Sierra, siendo la primera
institución que tuvo como única responsabilidad la de atender la educación de los
mexicanos, vino a dar orden al sistema de educación pública en nuestro país.
Antonio Caso, en nombre de la juventud mexicana, que junto con la intelectualidad de la
época y el pueblo en general se reunieron tumultuariamente a presenciar el juramento que
iba a prestar ante el Presidente de la República el maestro, como familiarmente le
llamaban, le expresó a Justo Sierra: "nadie mejor que tú reune los atributos
necesarios para ser el director supremo de la institución pública. Nadie es al propio
tiempo y en perfecta armonía como tú lo eres, un gran intelectual, un vigoroso hombre de
acción y un alma buena. Por saber quien eres, por hallarnos plenamente convencidos de tu
valor, porque perteneces a esa legión de los equilibrados sicológicos, es por lo que hoy
nos reunimos para felicitarte espontánea y cordialísimamente".
Con una sólida perspectiva histórica, estudioso de la realidad de su tiempo, siempre
planteó la necesidad de organizar y difundir la educación. Por ella tenía que pasar
indefectiblemente la solución de los problemas que el país afrontaba en casi todos los
órdenes: el atraso económico, la pobreza y la desigualdad, lo mismo que la necesidad de
consolidar la soberanía nacional y las instituciones surgidas del movimiento de reforma.
Por eso, a la educación se consagró con devoción inmensa, con afán constante, casi con
angustia.
Decía el diputado del Partido Acción Nacional, Aquiles Elorduy, quien en representación
de la Comisión Permanente pronunció un discurso en la sesión solemne celebrada en
homenaje a los restos del maestro don Justo Sierra en 1948: "es educador aquel que
escogiendo las normas que han de servir de guía a sus educandos, las predica
incesantemente, convence de su importancia y logra enraizarlas en el pensamiento de sus
alumnos y cuando esas normas alcanzan a modelar en el más preciado de los valores
humanos, que es el carácter, la convicción de que no hay nada más grande que servir a
la patria ni hay nada más justo que venerar a sus héroes ni hay nada más satisfactorio
que el culto por el civismo, entonces el educador ha formado el alma nacional y nadie en
México, a mi entender, ha cumplido esa misión sublime en grado tan excelso como don
Justo Sierra".
Es él quien con gran visión a futuro apoya de manera especial la formación de las
profesionales que atenderían las escuelas de párvulos enviando a varias maestras a
estudiar al extranjero. A raíz de esto empieza a gestarse la idea de mejorar en todos
sentidos la preparación profesional de las educadoras, por lo que un buen número de
maestras y maestros luchan con certera convicción porque se cree una institución
formadora de educadoras y no continúe solamente como un curso especial.
Sin embargo, el instrumento por excelencia sería la escuela primaria, la fundamental, la
más necesariamente nacional, la escuela que preparara en el niño al hombre y al
ciudadano, la escuela que como parte del Estado en función del porvenir, se constituyera
rápida y eficazmente a la mayoría de los mexicanos marginados del alfabeto y de la vida
nacional.
Casi desde el inicio del año 1910, don Justo Sierra veía abrirse la era de un nuevo
triunfo, el de la fundación de la Universidad Nacional, su hija más querida. En la
creación de la Universidad el maestro estuvo presente, los modelos de organización de
diferentes universidades del mundo, "pero la nueva Universidad mexicana tenía que
-expresaba Justo Sierra-, corresponder a nuestras condiciones actuales de evolución
educativa y social y satisfacer las necesidades espirituales del país salvaguardando la
personalidad mexicana".
Finalmente el 22 de septiembre se inaugura la Universidad, en su discurso Justo Sierra
describió la historia de la nueva institución, "respondía -dijo-, a la necesidad
de encontrar en una educación común, la forma de realizar la unificación suprema de la
patria, pues recordó, esta familia propiamente mexicana nacida del primer beso de Cortés
a La Malinche, aún no había logrado integrar todos los elementos que formaban México,
en especial el alma indígena.
La Universidad nueva debe llevar a cabo esta obra inmensa de cultura y de atracción de
todas las energías de la República, sólo a ese precio será nacional".
El Consejo de la Universidad, habiéndose reunido el 24 de octubre de ese año para tratar
varios puntos sobre la organización y funcionamiento de la nueva institución, otorgó
por aclamación el nombramiento de doctor honoris causa a don Justo Sierra. Justo Sierra
dejó la Secretaría de Instrucción Pública dos meses antes de la renuncia de Díaz; en
breve retomaría su clase de historia general en la Escuela Nacional Preparatoria, aunque
por poco tiempo pues antes de un año sería invitado a integrarse nuevamente al gobierno
por el presidente Madero.
Fue ratificado su nombramiento según las reglas por la Comisión Permanente del Senado,
como enviado extraordinario y ministro plenipotenciario de México en España y Portugal,
a propuesta del entonces presidente Madero en enero de 1912 habiendo recibido el
beneplácito de su majestad, Alfonso XIII.
Partió rumbo a España, delicado de salud, donde murió el 12 de septiembre de 1912.
Señoras y señores, no acepté ciertamente la honra de abordar esta tribuna porque me
sintiese capaz de hacer un análisis de toda la obra literaria e histórica de don Justo,
ya que escritores de recia contextura lo han hecho antes con verdadero acierto.
Acepté la misión porque creí necesario y conveniente precisar siquiera un poco cuál
fue el verdadero anhelo educativo del maestro y cómo lo realizó. Algún ejemplo hay que
seguir para orientar la conciencia, sepan bien quién fue don Justo Sierra.
Hoy más que nunca siguen vigentes las ideas del maestro de América; hoy, cuando
educación parece significar intolerancia, cuando parece que educación es sinónimo de la
incultura de la arbitrariedad; hoy, cuando el abuso, la falta de respeto a nuestros
conciudadanos y la injusticia parecieran ser igual a educación; hoy, cuando hablamos de
Universidad y ya no se defienden los principios de libertad de cátedra se piensa en 40%
de aumento en salarios o huelgas; hoy hablamos de Universidad y no pensamos en comunidad
académica sino en componentes de lucha política; hoy, cuando hablamos de Universidad ya
no pensamos en centros de investigación en donde se forman profesores e investigadores al
más alto nivel ni en talleres ni en aulas en donde se formen mujeres y hombres
profesionales que exige el rápido desarrollo de México.
Hoy, debemos todos los mexicanos, desde la primera persona que ejecuta el mandato, volver
a los ideales con que fue concebida la Universidad como expresó Justo Sierra: que la
sustancia de la investigación y el pensamiento, no se cristalicen en ideas dentro de las
almas sino que esas ideas constituyan dinamismos perennemente traducibles en enseñanza y
en acción, que sólo así las ideas pueden llamarse fuerzas. Nada de torres de marfil,
nada de vida contemplativa ni de éxtasis místico, eso puede ser bueno en otro lado pero
no aquí.
La Universidad es la comunidad de alumnos y maestros para la enseñanza, el estudio, la
investigación, la formación y la difusión de todas las ramas del saber y del
conocimiento humano. El universitario en pleno sentido de la palabra, es aquel que valora
todas las opiniones, las expone en forma imparcial y después, cumpliendo un deber de
conciencia, señala sus personales convicciones sin pretender obligar a sus compañeros a
adoptar su posición política.
Parafraseando al maestro de América en la hora de la muerte, de Gabino Barreda, "tu
espíritu queda mientras la Universidad viva y vivirá, lo juramos en esta hora solemne,
no llegará a apagarse la lámpara que hoy encendemos sobre tu memoria".
Justo Sierra fue por formación y temperamento el hombre del justo medio; aunque con
firmeza, participó de uno de los aspectos más discutidos del porfirismo, la
conciliación que amplió aún más allá del contenido estrecho que le daba el
porfirismo, reforma y religión, hasta las nociones de tolerancia y comprensión; ello lo
conduce a concebir la historia como un intento de concordia nacional.
El catolicismo y el liberalismo jacobino de sus años de juventud, derivaron muy pronto
hacia un deísmo y un liberalismo moderado bajo la erosión de un positivismo que llegó
en un momento preciso para llenar el vacío que dejó la crisis religiosa que vivieron
muchas de las conciencias de México en esa época, sobre todo durante la reforma y el
imperio.
En el recinto de esta Cámara de Diputados se encuentran inscritos los nombres de
personajes que en su tiempo y circunstancia entregaron lo mejor de sí para constituir
nuestro país, el de aquel que los mexicanos nos sentimos legítimamente orgullosos, que
mejor espacio para rendir homenaje al maestro de América, quien como diputado defendió
con firmeza sus ideales y como responsable de una parte del Ejecutivo convirtió esos
ideales en acciones que transformaron a la nación.
Concluyo como concluye el estudio "Justo Sierra y el México de su Tiempo", de
Claude Dumas, este hombre ilustre por su inteligencia, su basta cultura, su espíritu de
síntesis y de tolerancia, su apertura al mundo, a las ideas y a los hechos de todo el
mundo; sus múltiples actividades intelectuales, a la vez literato y pensador, también
fue hombre de acción, héroe no exento de tacha.
Justo Sierra, personaje del México de su época que a veces se adelantó a su tiempo,
cosmopolita y nacionalista, que se sentía mexicano y latino y amaba a Europa y su
cultura, modesto y entusiasta, armonioso y simpático, romántico y realista es, en
efecto, ese héroe blanco que sigue viviendo en la memoria de los mexicano de nuestra
época.
Muchas gracias.
Gracias, diputado.
Esta mesa directiva saluda a 100 alumnos de la escuela primaria "Justo Sierra",
invitados especiales a esta sesión.
Se solicita al presidente de la Junta de Coordinación Política,
diputado Arturo Núñez Jiménez, pase al estrado delantero a develar las letras inscritas
en el muro de honor.
También, para acompañarlo, se solicita a los diputados Fidel Herrera Beltrán,
presidente de la Comisión de Reglamentos y Prácticas Parlamentarias y al diputado
Santiago Padilla Arriaga, uno de quienes presentaron la iniciativa; al ministro Juventino
Castro y Castro, representante del presidente de la Suprema Corte de Justicia de la
Nación; al licenciado José Antonio González Curi, gobernador constitucional del Estado
de Campeche; al doctor Francisco Barnés de Castro, rector de la Universidad Nacional
Autónoma de México; al excelentísimo embajador Justo Sierra Casasús y al licenciado
Justo Sierra Brabatta, para que acompañen al diputado presidente de la Junta de
Coordinación Política en la develación.
(Develación)
El
secretario Francisco Javier Loyo Ramos: |
Se ruega a los señores senadores, diputados e
invitados pasen a tomar sus lugares, por favor.
El
Presidente (a las 12:24 horas): |
Agradecemos la presencia y participación de nuestros
distinguidos invitados a esta sesión solemne.
Se levanta la sesión solemne y se ruega a los diputados permanecer en
sus lugares para iniciar en unos minutos más la sesión ordinaria.
Presidencia del diputado
Francisco José Paoli y Bolio |
ASISTENCIA
Rogamos a los representantes de los medios
informativos tomar sus lugares. Vamos a dar inicio a la sesión ordinaria.
Ruego a la Secretaría haga del conocimiento de esta Presidencia el resultado del cómputo
de asistencia de los diputados, para conocer si existe el quorum reglamentario.
El
secretario Francisco Javier Loyo Ramos: |
Existen registrados 422 diputados. Por tanto, hay
quorum, señor Presidente.
El
Presidente (a las 12:35 horas): |
Se abre la sesión.
1297,1298 y 1299
ORDEN DEL DIA
El
secretario Francisco Javier Loyo Ramos: |
Se va a dar lectura al orden del día.
«Primer Periodo de Sesiones Ordinarias.- Tercer Año.- LVII Legislatura.
Orden del día
Martes 26 de octubre de 1999.
Lectura del acta de la sesión anterior.
Votación de la proposición sobre la situación de la Universidad Nacional Autónoma de
México.
El Instituto de Cultura de la Ciudad de México, invita al acto cívico que con motivo del
CLXXXII aniversario luctuoso del general Pedro Moreno González, tendrá lugar en el
monumento a la Independencia, el miércoles 27 de octubre a las 10:00 horas.
Comunicación de la Junta de Coordinación Política. (Cambios de integrantes de
comisiones.)
Comunicación del diputado Rogelio Chabolla García.
Comunicación del diputado Ricardo Cantú Garza, coordinador del grupo parlamentario del
Partido del Trabajo.
Iniciativas de diputados
Que adiciona la Ley del Impuesto sobre la Renta, a cargo del diputado Héctor Francisco
Castañeda Jiménez, del grupo parlamentario del Partido Revolucionario Institucional.
(Turno a comisión.)
Que reforma y adiciona diversos artículos de la Ley de Navegación, a cargo del diputado
Raúl Monjarás Hernández, del grupo parlamentario del Partido Acción Nacional. (Turno a
comisión.)
De Ley General de la Leche, a cargo del diputado Maximiano Barbosa Llamas, del grupo
parlamentario del Partido del Trabajo. (Turno a comisión.)
Oficio de la Secretaría de Gobernación
Con el que remite un saludo a México del Congreso peruano, con motivo de la celebración
de la Independencia Nacional.
Minutas
Proyecto de decreto que concede permiso a los ciudadanos: Pablo Mateo Méndez, Jesús
Olmedo Mejorada, Isaías Valentín Cobaxin, Ricardo Zamora Bravo, Emma Bejarano
Bustamante, Enriqueta Téllez Amaya, Joaquín Olvera González, Paolo Israel Pérez Rubio,
Benjamín Isaac Mejía Matías, Javier Guerrero Azúa y Ricardo Bautista Castro, para
aceptar y usar la condecoración de la Medalla Honor al Mérito Militar Soldado de la
Patria, que les confiere el gobierno de la República de Nicaragua. (Turno a comisión.)
Proyecto de decreto que concede permiso al ciudadano Ricardo Franco Guzmán, para prestar
servicios como asesor jurídico en la Embajada del Ecuador en México. (Turno a
comisión.)
Proyecto de decreto que concede permiso al ciudadano Adrián Franco Zevada, para prestar
servicios como asesor jurídico en la Embajada del Ecuador en México. (Turno a
comisión.)
Dictámenes
De la Comisión de Gobernación y Puntos Constitucionales, con proyecto de decreto que
concede permiso para aceptar y usar la condecoración de la Medalla Honor al Mérito
Militar Soldado de la Patria, que les confiere el gobierno de la República de Nicaragua a
los ciudadanos: Miguel Valentín Ocadiz Yáñez, Jorge Alfredo Gamez Martínez, Alejandro
Maxil Mancilla, José Luis Béjar Gracia, Dalia Gómez Núñez, Roberto Hernández
Vicente, Erik Castro Cruzalta, Alejandro Ruiz Oliva, Martín Alfonso Sandoval Quesney,
Esteban Mata Abarca y Adrián Garcés Rodríguez. (Publicado en la Gaceta Parlamentaria
del 22 de octubre.) (Discusión y votación.)
De la Comisión de Gobernación y Puntos Constitucionales, con proyecto de decreto que
concede permiso para aceptar y usar la condecoración de la Medalla Honor al Mérito
Militar Soldado de la Patria, que les confiere el gobierno de la República de Nicaragua a
los ciudadanos: Federico Hernández López, Edgar Efraín Plateros Banda, Daniel Velasco
Martínez, Armando Cornejo Santos, Herminio Rosas Isidoro, Juan Carlos Mesino Santiago,
Matías Meza Espinosa, Emidio Estudillo Ramírez, Francisco Alejandré Isidro, Juan Manuel
Ramos Martínez y Anex Arturo Silva Muñoz. (Publicado en la Gaceta Parlamentaria del 22
de octubre.) (Discusión y votación.)
De la Comisión de Gobernación y Puntos Constitucionales, con proyecto de decreto que
concede permiso a los ciudadanos: Humberto Matus Castellanos, Héctor Ulises Salas Pelayo,
Juan Silvestre Vargas Escalona, Endy Guadalupe Navarrete López, Lourdes Morales Pérez,
José Antonio Sánchez Salazar, Leonel Alcaraz Alarcón, Juan Luis Jiménez Figueroa,
Pedro David Herrejón Tecanhuey, Eloy Palayot Blas y Eduardo Bahena Pineda, para aceptar y
usar condecoraciones que les confieren los gobiernos de Nicaragua y Panamá. (Publicado en
la Gaceta Parlamentaria del 22 de octubre.) (Discusión y votación.)
De la Comisión de Gobernación y Puntos Constitucionales, con proyecto de decreto que
concede permiso a los ciudadanos: Carlos Ignacio González Magallón y Roberta Lajous
Vargas, para aceptar y usar condecoraciones conferidas por los gobiernos del Reino de
España y de la República de Austria. (Publicado en la Gaceta Parlamentaria del 22 de
octubre.) (Discusión y votación.)
De la Comisión de Gobernación y Puntos Constitucionales con, proyecto de decreto que
concede permiso a los ciudadanos: Olga Iliana Cotero López, Adrián Pavel Jiménez
Hernández, Marcela Elena Alvarez Valdez, Margarita Olivia Arrieta Hernández y Marcela
López Perea, para prestar servicios en la Embajada de los Estados Unidos de América en
México. (Publicado en la Gaceta Parlamentaria del 22 de octubre.) (Discusión y
votación.)
De la Comisión de Gobernación y Puntos Constitucionales, con proyecto de decreto que
concede permiso a los ciudadanos: Eduardo Alberto Douglas, Oscar Carlos Carreón Silva,
Matilde Martínez Rodríguez, Javier Holguín Jaimes, Luis Javier Alba Valdez y Elizabeth
Conde Castro, para prestar servicios en los consulados generales de los Estados Unidos de
América en Nogales, Sonora; Guadalajara, Jalisco y Monterrey, Nuevo León,
respectivamente. (Publicado en la Gaceta Parlamentaria del 22 de octubre.) (Discusión y
votación.)
Agenda política
Comentarios sobre el Día Internacional para Erradicar la Pobreza, a cargo del diputado
Jorge Zamarripa Díaz, del grupo parlamentario del Partido Acción Nacional. (Debate
pactado.)
Comentarios sobre las recientes inundaciones en el Estado de Tabasco, como resultado de la
investigación del grupo plural de la Comisión de Energéticos, a cargo del diputado Juan
José Rodríguez Prats. (Debate pactado.)»
Gracias, señor Secretario.
ACTA DE LA SESION ANTERIOR
El siguiente punto del orden del día es la
discusión del acta de la sesión anterior.
Ruego a la Secretaría consulte a la Asamblea si se le dispensa la lectura al acta,
tomando en consideración que ha sido entregada copia de la misma a los coordinadores de
los grupos parlamentarios para sus observaciones y se proceda a su votación.
El
secretario Francisco Javier Loyo Ramos: |
Se consulta a la Asamblea si se aprueba el acta de la
sesión anterior.
Los diputados que estén por la afirmativa, sírvanse manifestarlo...
Los diputados que estén por la negativa, sírvanse manifestarlo... Se dispensa la
lectura, señor Presidente.
«Acta de la sesión de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, celebrada el
jueves veintiuno de octubre de mil novecientos noventa y nueve, correspondiente al Primer
Periodo de Sesiones Ordinarias del Tercer Año de Ejercicio de la Quincuagésima Séptima
Legislatura.
Presidencia del diputado
Francisco José Paoli y Bolio |
En la capital de los Estados Unidos Mexicanos, a las
once horas con quince minutos del jueves veintiuno de octubre de mil novecientos noventa y
nueve, con la asistencia de doscientos setenta y siete legisladores, el Presidente declara
abierta la sesión.
La Secretaría da lectura al orden del día y la Asamblea aprueba el acta de la sesión
anterior, en sus términos, en votación económica.
Dos comunicaciones del Congreso del Estado de Jalisco:
Con la que solicita la intervención de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión,
como causa de interés público para dar adecuado seguimiento y supervisión de los
programas televisivos con alto grado de violencia. Se turna a la Comisión de Radio,
Televisión y Cinematografía.
Informando de actividades propias de su legislatura. De enterado.
Diversas comunicaciones del Congreso del Estado de Querétaro, informando de actividades
propias de su legislatura. De enterado.
Proposiciones de la Junta de Coordinación Política, para cambiar la integración de
directivas de comisiones legislativas. Se aprueba en votación económica.
Comunicaciones de la misma Junta, con las que informa de cambios en la estructura de las
comisiones legislativas. De enterado.
La Secretaría da lectura a una iniciativa de reformas al artículo noveno de la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, firmada por un grupo plural de
diputados. Se turna a la Comisión de Gobernación y Puntos Constitucionales.
Vicepresidencia de la diputada
María de las Mercedes Martha Juan López |
Solicita y se concede el uso de la palabra al
diputado Adalberto Balderrama Fernández, del Partido Acción Nacional, quien presenta
iniciativa de reformas a diversas disposiciones de la Ley Aduanera, en materia de
importación de vehículos. Se turna a la Comisión de Comercio.
Una minuta de la Cámara de Senadores, con proyecto de decreto con el que se concede el
permiso constitucional necesario para que ciudadanos mexicanos puedan aceptar y usar las
condecoraciones que les confiere el gobierno de la República de Nicaragua. Se turna a la
Comisión de Gobernación y Puntos Constitucionales.
Para denunciar las posibles violaciones a la Ley Electoral, por parte de un diputado local
del Estado de Aguascalientes, hace uso de la palabra el diputado Fernando Gómez Esparza,
del Partido Revolucionario Institucional.
Expresa su opinión al respecto, el diputado Jorge Humberto Zamarripa Díaz, del Partido
Acción Nacional, en dos ocasiones, la segunda para rectificar hechos y para responder
alusiones personales, regresa a la tribuna el diputado Gómez Esparza, en dos ocasiones.
Se concede el uso de la palabra al diputado Gilberto Parra Rodríguez, del Partido de la
Revolución Democrática, quien presenta proposición con punto de acuerdo para que la
Contaduría Mayor de Hacienda audite el Programa de Becas de Capacitación para
Trabajadores. Se turna a la Comisión de Vigilancia de la Contaduría Mayor de Hacienda.
Para presentar proposición, la Vicepresidenta concede el uso de la palabra a la diputada:
María del Socorro Aubry Orozco, del Partido de la Revolución Democrática, con punto de
acuerdo para que se incrementen las pensiones mínimas a pensionados y jubilados. Se turna
a la Comisión de Programación, Presupuesto y Cuenta Pública, con la opinión de las de
Trabajo y Previsión Social, de Seguridad Social y de Pensionados y Jubilados.
1300,1301 y 1302
El diputado Benito Mirón Lince, del Partido de la
Revolución Democrática, hace comentarios sobre la situación de la Universidad Nacional
Autónoma de México.
Debaten sobre el tema, los diputados: Armando López Romero, del Partido del Trabajo;
María del Carmen Díaz Amador, del Partido Acción Nacional;
Presidencia del diputado
Francisco José Paoli y Bolio |
Gil Rafael Oceguera Ramos, del Partido Revolucionario
Institucional; José de Jesús Martín del Campo Castañeda, del Partido de la Revolución
Democrática; Luis Guillermo Villanueva Valdovinos, del Partido Acción Nacional y Jaime
Hugo Talancón Escobedo, del Partido Revolucionario Institucional.
Para rectificar hechos o contestar alusiones personales, el Presidente otorga el uso de la
palabra a los diputados: Gonzalo Pedro Bárbaro Rojas Arreola, del Partido de la
Revolución Democrática; Carlos Francisco Arce Macías, del Partido Acción Nacional;
Juan José García de Quevedo Baeza, del Partido Revolucionario Institucional; Benito
Mirón Lince, del Partido de la Revolución Democrática, y Gil Rafael Oceguera Ramos, del
Partido Revolucionario Institucional, quien acepta una interpelación del diputado López
Rosas y otra del diputado Gómez Alvarez; Lenia Batres Guadarrama, del Partido de la
Revolución Democrática.
Desde su curul, el diputado Rojas Arreola hace una moción de procedimiento y el
Presidente ordena la lectura del artículo vigésimo del Acuerdo Parlamentario del seis de
noviembre de mil novecientos noventa y siete y posteriormente al artículo ciento dos del
Reglamento para el Gobierno Interior del Congreso General de los Estados Unidos Mexicanos,
a solicitud del diputado Rojas Arreola.
Continúan con el debate los diputados Armando López Romero, del Partido del Trabajo, y
Adolfo González Zamora, del Partido de la Revolución Democrática.
Se abre un tercer turno de oradores para contestar alusiones personales o rectificar
hechos y el Presidente concede la palabra a los diputados: Gonzalo Pedro Bárbaro Rojas
Arreola, del Partido de la Revolución Democrática; Pablo Gómez Alvarez, del mismo
Partido; Benito Mirón Lince, del mismo Partido; Antonio Palomino Rivera, del mismo
Partido, y Juan José García de Quevedo Baeza, del Partido Revolucionario Institucional.
La Asamblea considera que el tema ha sido suficientemente discutido y, desde su curul, el
diputado Martín del Campo Castañeda solicita que la votación sea nominal.
Se realiza la votación nominal acerca de que si la Asamblea considera o no de urgente
resolución el punto de acuerdo presentado por el diputado Mirón Lince, pero en vista de
que no hay quorum, el Presidente suspende la sesión a las quince horas con treinta y seis
minutos y cita para las dos sesiones que se llevarán a cabo el martes veintiséis de
octubre de mil novecientos noventa y nueve a las diez y a las doce horas, la segunda con
el orden del día que se publicará en la Gaceta Parlamentaria.»
Está a discusión el acta... No habiendo quien haga uso de la palabra, en votación
económica se pregunta si se aprueba.
Los diputados que estén por la afirmativa, sírvanse manifestarlo...
Los diputados que estén por la nagativa, sírvanse manifestarlo... Aprobada,
señor Presidente.
Gracias, señor Secretario.
UNIVERSIDAD NACIONAL AUTONOMA
DE MEXICO
En virtud de que se levantó la sesión anterior por
falta de quorum, se va a proceder a recoger la votación sobre si se considera de urgente
resolución la proposición sobre la situación de la Universidad Nacional Autónoma de
México.
El
diputado José de Jesús Martín del Campo Castañeda (desde su curul): |
Señor Presidente.
Activen el micrófono del diputado Jesús Martín del
Campo, por favor.
El
diputado José de Jesús Martín del Campo Castañeda (desde su curul): |
Señor Presidente, para solicitarle, igual que en la
sesión anterior, donde no hubo quorum, que esta votación sea nominal.
Apoyada. Con mucho gusto, diputado Jesús Martín del
Campo, se hará la votación nominal con el panel electrónico.
En consecuencia, se pide a la Secretaría se abra el sistema electrónico por 10 minutos,
para proceder a la votación de la proposición.
El
secretario Francisco Javier Loyo Ramos: |
Se ruega a la Oficialía Mayor hacer los avisos a que
se refiere el artículo 161 del Reglamento Interior.
Abrase el sistema electrónico por 10 minutos, para tomar la votación nominal de la
proposición.
(Votación.)
Se emitieron 89 votos en pro, 177 en contra.
No se considera de urgente resolución, señor Presidente.
Gracias, señor Secretario.
Túrnese a la Junta de Coordinación Política.
PEDRO MORENO GONZALEZ
El
secretario Francisco Javier Loyo Ramos: |
Se va a dar lectura a una invitación recibida por la
mesa directiva.
«Ciudadano diputado Francisco José Paoli y Bolio, presidente de la mesa directiva de la
Cámara de Diputados.- Presente.
El Instituto de Cultura de la Ciudad de México, ha programado la ceremonia cívica
conmemorativa del CLXXXII aniversario luctuoso del general Pedro Moreno González, que se
llevará acabo frente al monumento a la Independencia, el próximo miércoles 27 de
octubre a las 10:00 horas.
Por tal motivo, me permito solicitar muy atentamente se sirva girar sus respetables
instrucciones a efecto de que un representante de esa Cámara que usted preside, asista a
la ceremonia de referencia.
Agradezco las atenciones que se sirva prestar a la presente y le reitero con mi
reconocimiento, las seguridades de mi atenta y distinguida consideración.
Sufragio Efectivo. No Relección.
El director general, Alejandro Aura.»
Gracias, señor Secretario.
Para asistir al acto cívico con motivo del CLXXXII aniversario luctuoso del general Pedro
Moreno González, se designa a los siguientes señores diputados: Isabel Villers Aispuro,
Antonio Palomino Rivera y María Antonia Durán.
COMISIONES DE TRABAJO
El
secretario Francisco Javier Loyo Ramos: |
Daré lectura a varias comunicaciones.
«Escudo Nacional de los Estados Unidos Mexicanos.- Cámara de diputados.- LVII
Legislatura.- Junta de Coordinación Política.
Diputado Francisco José Paoli y Bolio, presidente de la mesa directiva de la Cámara de
Diputados.- Presente.
Adjunto al presente, oficio de fecha 21 de octubre de 1999,
firmado por el diputado Arturo Núñez Jiménez, coordinador del grupo parlamentario del
Partido Revolucionario Institucional, donde solicita los siguientes cambios en comisiones.
Que el diputado Miguel Angel Quirós Pérez sustituya al diputado Marcos Augusto Bucio
Mújica en la Comisión de Hacienda y Crédito Público.
Asimismo que el diputado Miguel Angel Quirós Pérez dejará de ser integrante de la
Comisión de Defensa Nacional.
Lo anterior para que se agende en la sesión plenaria correspondiente.
Sin otro particular, quedo de usted.
Atentamente.
Palacio Legislativo, México, D.F., a 21 de octubre de 1999.- Enrique León Martínez,
secretario técnico.»
«Escudo Nacional de los Estados Unidos Mexicanos.- Cámara de Diputados.- LVII
Legislatura.
Presidente de la Junta de Coordinación Política de la Cámara de Diputados.- Presente.
Por este conducto me permito hacer de su conocimiento que en sustitución del diputado
Marcos Augusto Bucio Mújica en la Comisión de Hacienda y Crédito Público, ingresará
el diputado Miguel Quirós por parte del grupo parlamentario del PRI. Asimismo, el
diputado Quirós dejará de ser integrante de la Comisión de Defensa Nacional.
Atentamente.
Palacio Legislativo, a 21 de octubre de 1999.- Diputado Arturo Núñez Jiménez.-
Coordinador del grupo parlamentario del Partido Revolucionario Institucional.»
De enterado.
DIPUTADO QUE CAMBIA
DE PARTIDO POLITICO
El
secretario Francisco Javier Loyo Ramos: |
«Escudo Nacional de los Estados Unidos Mexicanos.-
Cámara de Diputados.- LVII Legislatura.- Junta de Coordinación Política.
Diputado Francisco José Paoli y Bolio, presidente de la mesa directiva de la Cámara de
Diputados.- Presente.
Adjunto al presente, oficio de fecha 20 de octubre de 1999, firmado por el diputado
Rogelio Chabolla García, donde informa su decisión de incorporarse al grupo
parlamentario del Partido del Trabajo.
Lo anterior, para los efectos a que haya lugar.
Sin otro particular, quedo de usted.
Atentamente.
Palacio Legislativo, México, D.F., a 22 de octubre de 1999.- Enrique León Martínez,
secretario técnico.»
«Escudo Nacional de los Estados Unidos Mexicanos.- Cámara de Diputados.- LVII
Legislatura.
Diputado Arturo Núñez Jiménez, presidente de la Junta de Coordinación Política de la
Cámara de Diputados.- Presente.
El suscrito, diputado federal a la LVII Legislatura del honorable Congreso de la Unión,
me dirijo a usted para, con fundamento en lo que disponen los artículos 26 y 28 de la Ley
Orgánica del Congreso General de los Estados Unidos Mexicanos, informarle mi decisión de
incorporarme al grupo parlamentario del Partido del Trabajo en la Cámara de Diputados, lo
anterior para los efectos legales correspondientes.
Atentamente.
México, D.F., a 20 de octubre de 1999.- Rogelio Chabolla García, diputado federal.»
De enterado.
«Escudo Nacional de los Estados Unidos Mexicanos.- Cámara de Diputados.- LVII
Legislatura.- Junta de Coordinación Política.
Diputado Francisco José Paoli y Bolio, presidente de la mesa directiva de la Cámara de
Diputados.- Presente.
Adjunto al presente, oficio de fecha 20 de octubre de 1999,
firmado por el diputado Ricardo Cantú Garza, coordinador del grupo parlamentario del
Partido del Trabajo, donde informa la decisión de su grupo de admitir como integrante del
mismo al diputado Rogelio Chabolla García.
1303,1304 y 1305
Lo anterior, para que sea agendado en la sesión plenaria
correspondiente.
Sin otro particular, quedo de usted.
Atentamente.
Palacio Legislativo, México, D.F., a 22 de octubre de 1999.- Enrique León Martínez,
secretario técnico.»
«Escudo Nacional de los Estados Unidos Mexicanos.- Cámara de Diputados.- LVII
Legislatura.
Diputado Arturo Núñez Jiménez, presidente de la Junta de Coordinación Política de la
Cámara de Diputados.- Presente.
El suscrito, diputado federal a la LVII Legislatura del honorable Congreso de la Unión y
coordinador del grupo parlamentario del Partido del Trabajo, con fundamento en lo que
disponen los artículos 26 y 28 de la Ley Orgánica del Congreso General de los Estados
Unidos Mexicanos, me permito informarle la decisión de nuestro grupo parlamentario de
admitir como integrante del mismo al diputado Rogelio Chabolla García. Lo anterior para
los efectos legales correspondientes.
Atentamente.
México, D.F., a 20 de octubre de 1999.- Diputado federal Ricardo Cantú Garza,
coordinador del grupo parlamentario del Partido del Trabajo.»
De enterado.
LEY DEL IMPUESTO SOBRE LA RENTA
El siguiente punto de la orden del día, es la
lectura de varias iniciativas de diputados.
Tiene la palabra el diputado Héctor Francisco Castañeda Jiménez, del grupo
parlamentario del Partido Revolucionario Institucional, para presentar una iniciativa que
adiciona la Ley del Impuesto sobre la Renta.
El
diputado Héctor Francisco Castañeda Jiménez: |
Señor Presidente; secretarios de la Cámara de
Diputados de la LVII Legislatura del honorable Congreso de la Unión.- Presentes.
«Los que suscribimos diputado Héctor F. Castañeda Jiménez y demás diputados del grupo
parlamentario del Partido Revolucionario Institucional, en ejercicio de la facultad que
nos otorga la fracción II artículo 61 de la Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos y con apoyo en lo previsto por los artículos 55 fracción II, 56 y 62
del Reglamento para el Gobierno Interior del Congreso General, presentamos ante el pleno
de esta Cámara una iniciativa de decreto para adicionar la Ley del Impuesto sobre la
Renta, la cuál se relaciona de manera directa con productores agropecuarios y con
comerciantes-contribuyentes dedicados a la compra-venta de frutas, legumbres y otros
productos del campo.
CONSIDERANDO
I. Es por todos conocido que México es un gran productor de frutas, legumbres y otros
bienes del campo. Estos productos son y forman parte de la mesa de todas las familias en
nuestro país; las autoridades del orden federal deben realizar cuantas acciones de
Gobierno sean necesarias para evitar que en el futuro, los mexicanos se vean privados de
esos preciados dones de la naturaleza que en mucho contribuyen a su bienestar y salud. Es
una prioridad para cualquier Gobierno garantizar que los miembros que integran su elemento
humano tengan acceso fácil y rápido al consumo de frutas, legumbres y productos del
campo.
II. En los diversos niveles de Gobierno Federal, estatal y municipal, desde hace décadas
se han desarrollado acciones que tienden a facilitar el acceso a los productos del campo:
se han creado mercados municipales y centrales de abasto. Asimismo, el Gobierno Federal ha
instrumentado el apoyo económico a los productores agrícolas y ganaderos a través de la
banca de desarrollo especializada que, hoy llevan a cabo las instituciones de crédito del
sistema Banrural.
III. Muchos mexicanos que viven lejos de las grandes
ciudades y de los centros de población más importantes, de alguna forma olvidados y al
margen de los beneficios sociales, encuentran como único sustento la agricultura o
ganadería a pequeña escala. El éxito de esta pequeña actividad económica depende casi
en su totalidad, de que existan mecanismos que permitan una fácil y ágil venta de los
productos a quienes están dedicados a su comercialización final en los ya citados
mercados y centros de abasto; de éstos dependen esos productores agrícolas y ganaderos.
IV. Es indudable que las facilidades y los obstáculos que los gobiernos impongan a la
actividad de los comerciantes que conforman los mercados y centrales de abasto,
redundarán de manera directa e inmediata en los productores del campo y en las familias
mexicanas que son las consumidoras finales de los productos.
V. Somos testigos de que en los últimos años las leyes fiscales en materia federal se
han modificado en forma verdaderamente contraria a los contribuyentes, porque se han
convertido en un esquema legal demasiado tecnificado y verdaderamente confuso e
inalcanzable para el mayor número de mexicanos; y que, en el afán de sujetar a todos los
contribuyentes y de que no existan los causantes furtivos, han creado una serie de
controles que en la realidad tienen efectos no buscados ni siquiera previstos por las
autoridades hacendarías, que están generando descontento en los productores, en los
comerciantes y en los consumidores.
De esto somos responsables, compañeros diputados, nosotros mismos. Hemos permitido con
nuestras acciones legislativas que el esquema impositivo se aparte de los importantes y
nobles fines de ciertos sectores; hemos dado prioridad al debate de cuestiones que, tal
vez, no tengan tanta importancia como el tema referente a esta iniciativa.
VI. Los legisladores federales, como nosotros, debemos ser fieles seguidores de la
voluntad de los electores, de quienes no deberíamos separarnos en ningún momento. En lo
particular, hemos recibido planteamientos muy serios de comerciantes de los productos del
campo, en donde se realiza el detalle de cómo el actual marco jurídico de diversos
impuestos, principalmente el referente al impuesto sobre la renta, está provocando graves
situaciones que eventualmente podrían alentar la no producción, el desabasto, el
encarecimiento de los productos y, en suma, el malestar y la desdicha de millones de
familias mexicanas.
VII. Nuestro compromiso de campaña, que creo igual al que todos los diputados de
elección directa hicimos, es el de traer a esta altísima tribuna los planteamientos,
sugerencias y aspiraciones de nuestros electores y vecinos del distrito al cual
representamos. En ese entendido, tanto ejidatarios como propietarios rurales productores
de frutas, legumbres y otros productos del campo y el grupo de amigos del mercado de
abastos, AC, de Guadalajara, Jalisco, integrante de la Confederación Nacional de
Agrupaciones de Comerciantes en Centros de Abasto, AC, solicitan el apoyo del Congreso de
la Unión para solventar de fondo y en forma definitiva un grave problema que aqueja a los
comerciantes de frutas, legumbres y otros productos del campo desde hace más de 30 años
pero que, de alguna manera, se ha venido agravando a partir del año de 1989 en que, por
desgracia, comenzaron a implantarse y a aplicarse doctrinas neoliberales que hoy todos
repudiamos por los graves efectos sociales y económicos que generaron.
VIII. La problemática que sufren los comerciantes se puede resumir en lo siguiente:
a) Desde 1965 en que se abandonó el sistema cedular en el impuesto sobre la renta, la
tributación de los comerciantes en frutas, legumbres y otros productos del campo, se ha
venido convirtiendo en un esquema de difícil cumplimiento y de efectos nocivos a este
sector de la economía nacional. En el esquema "cedular" que estuvo vigente
hasta los años sesenta, se establecía una cuota fija por ingreso anual sin que existiera
necesidad de adentrarse en ingresos y deducciones y con mecanismos simples de
contabilidad.
b) A partir de 1965, los comerciantes a que me refiero han tenido que seguir un sistema de
ingreso menos compras y gastos amparados con la documentación fiscal correspondiente y un
sistema de registro por demás complicado.
c) Por causas que no requieren de ninguna explicación, que por desgracia hemos soslayado
las autoridades, entre ellas la legislativa pero de manera principal la hacendaría, todos
nosotros conocemos que la mayoría de los productores del campo no están en posibilidad
de entregar facturas por la venta de sus productos. Ante esta evidente realidad, el
esquema y la autoridad fiscales están cerrando sus ojos y hacen que los comerciantes
estén en la situación de no adquirir ningún producto de los pequeños productores
mexicanos porque éstos no les pueden expedir facturas; pero sí los pueden adquirir de
importadores de productos agrícolas del extranjero que son los que están en situación
de facturar las compras, en cuyo caso, dicho esquema estaría al servicio de intereses
económicos que no son los de los mexicanos.
d) Las autoridades fiscales de alguna forma y hasta 1998, han venido abordando la
problemática que se plantea a través de las denominadas "bases especiales de
tributación" y de las "resoluciones misceláneas"; pero siempre de manera
incompleta y en forma temporal, con el resultado de que no existe ninguna seguridad
jurídica para los comerciantes. Más aun, la intención de las autoridades hacendarías
es la de que los comerciantes en frutas, legumbres y otros productos del campo se integren
al régimen general de la Ley del Impuesto sobre la Renta.
e) En la actualidad, las reglas generales expedidas por la autoridad fiscal permiten que
los comerciantes autofacturen hasta un 80% de sus adquisiciones, lo cual soluciona parcial
y mínimamente la cuestión pues, el comerciante debe llevar todo tipo de registros y
sufrir la constante visita de la autoridad fiscal, a efecto de que se realice la
verificación del 20% que sí debe contar con factura del productor del campo o bien, se
exige pagar al productor con cheque nominativo para abono en cuenta. Por otra parte, un
esquema de "régimen de pequeños contribuyentes" con cuota impositiva hasta del
2.5% sobre el monto de ingresos, que actualmente es la alternativa, hace que el impuesto
se presente en calidad de confiscatorio y a la autoridad hacendaria en calidad de
inflexible, incomprensiva e injusta.
IX. Es menester que esta legislatura federal se dé a la tarea de definir un marco
tributario específico para los comerciantes de frutas legumbres y otros productos del
campo, que reconozca que: en las actuales condiciones de desarrollo social y económico de
la mayoría de los productores del campo, resulta una postura arbitraria el que se exija
que expidan facturas o que cuenten con cédula fiscal para que el comerciante realice la
autofactura o que se les pague con cheque nominativo para abono en cuenta, lo cual resulta
del todo contrario a la política de desarrollo social y de bienestar a la familia el que
las autoridades hacendarias pretendan exigir un mecánico cumplimiento al esquema general
del impuesto sobre la renta; que es necesario dotar a los comerciantes de frutas,
legumbres y productos del campo, de un marco tributario que tenga el rango de ley, que
promueva la producción agropecuaria, fomente el consumo y beneficie al mercado nacional
frente al mercado de productos extranjeros y que ese esquema sea simple y de fácil
cumplimiento por parte del comerciantes, es decir, que sea de tal forma que se pueda
prescindir de contadores y de mecanismos de control como son los referentes a la
dictaminación de los estados financieros.
La necesidad de un régimen especial para estos comerciantes resulta incuestionable: todos
los mexicanos, incluidos los aquí presentes, dependemos en mucho de los productos con los
que realizan su actividad.
Por las consideraciones antes expuestas, sometemos a esta Cámara de Diputados del
Congreso de la Unión, la siguiente
INICIATIVA DE DECRETO
QUE ADICIONA LA LEY DEL
IMPUESTO SOBRE LA RENTA
Artículo 1o. Se adiciona la Ley del Impuesto sobre la Renta con la
Sección Cuarta al Capítulo Cuarto, Título Cuarto, que estará integrada con los
artículos 119-P, 119-Q, 119-R, 119-S, 119-T, 119-U y 119-V, quedando en la forma
siguiente:
"Artículo 119-P. La presente sección es aplicable a los
comerciantes de frutas, legumbres y otros productos del campo, cuya actividad exclusiva
consista en la adquisición de tales bienes de pequeños productores agropecuarios y en la
venta de los mismos a través de mercados o centrales de abasto y que cuenten con registro
vigente ante la Confederación Nacional de Agrupaciones de Comerciantes de Centros de
Abasto, AC.
Artículo 119-Q. Los contribuyentes a que se refiere esta sección,
sumarán todos los ingresos provenientes de la venta de frutas, legumbres y otros
productos del campo que hayan adquirido y restarán el monto resultante de la
autofacturación que realicen a los productores del campo o en su caso, de la facturación
que éstos hagan.
1306,1307 y 1308
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