El Presidente diputado Jorge Zermeño Infante: Solicito a los señores legisladores pasar a tomar sus lugares.
Pido a la Secretaría haga del conocimiento de esta Presidencia el resultado del registro de asistencia de los ciudadanos diputados y diputadas.
La Secretaria diputada María Eugenia Jiménez Valenzuela: Se informa a la Presidencia que existen registrados previamente 462 diputadas y diputados.
El Presidente diputado Jorge Zermeño Infante: Gracias Secretaria.
Se pide al Secretario de la Honorable Cámara de Senadores, haga del conocimiento de esta Presidencia la asistencia de senadoras y senadores.
El Secretario senador Rodolfo Dorador Pérez Gavilán: Señor Presidente, con base en el registro previo de asistencia de la Secretaría, están presentes 102 ciudadanas senadoras y ciudadanos senadores.
El Presidente diputado Jorge Zermeño Infante (17:14 horas): Se abre la sesión de Congreso General.
La Secretaria diputada María Eugenia Jiménez Valenzuela: Se invita a los presentes ponerse de pie.
El Presidente diputado Jorge Zermeño Infante: El Congreso General de los Estados Unidos Mexicanos abre hoy, primero de septiembre de 2006, el Primer Periodo de Sesiones Ordinarias del Primer Año de Ejercicio de la LX Legislatura.
Se va a proceder a entonar el Himno Nacional.
(Himno Nacional Mexicano)
El Presidente diputado Jorge Zermeño Infante: Se pide a la Secretaría dar lectura a las comisiones de cortesía designadas por la Cámara de Senadores y por la Cámara de Diputados.
El Secretario diputado Jacinto Gómez Pasillas: Para acompañar el Presidente de la República de Palacio Nacional a Palacio Legislativo: El senador Guillermo Anaya Llamas; senador Mario López Valdez; senador José Julián Sacramento Garza; senadora Lubidina Melchaca Castellanos; diputada Adriana Rodríguez Vizcarra Velázquez; diputado Arnulfo Elías Cordero Alfonso y diputado Miguel Angel Jiménez Godínez.
Para recibir al Presidente de la República en el pórtico del Palacio Legislativo y acompañarlo a la tribuna del Recinto: senador Marco Antonio Cortés Mendoza; senador Melquíades Morales Flores; senador Andrés Galván Rivas y senador Manuel Velasco Coello; diputado Jacinto Gómez; diputado Luis Gerardo Serrato Castell; diputado Enrique Barrios Rodríguez; diputado Gustavo Adolfo Cárdenas Gutiérrez; diputado Gerardo Sosa Castelán y diputado Humberto Dávila Esquivel.
Para acompañar al Presidente de la República de regreso al Palacio Nacional después de la lectura del informe: Senador Guillermo Anaya Llamas; senador Mario López Valdez, senador José Julián Sacramento Garza y senadora Gabriela Aguilar García; diputado Gerardo Buganza Salmerón; diputado José Rubén Escajeda Jiménez y diputado Jacinto Gómez.
El Presidente diputado Jorge Zermeño Infante: Gracias Secretario.
Esta Presidencia invita a los legisladores integrantes de las comisiones, procedan en su oportunidad a cumplir con el cometido asignado por sus Cámaras.
De conformidad con lo que establece el artículo 7º numeral dos de la Ley Orgánica del Congreso General de los Estados Unidos Mexicanos, harán uso de la palabra hasta por 15 minutos cada uno de los siguientes legisladores: Diputada Aída Marina Arvizu Rivas, de Alternativa Social, Demócrata y Campesina; senador Rafael Ochoa Guzmán, de Nueva Alianza; diputado Ricardo Cantú Garza, del Partido del Trabajo; diputado Alejandro Chanona Burguete, de Convergencia; senador Arturo Escobar y Vega, del Partido Verde Ecologista; diputada Martha Hilda González Calderón, del Partido Revolucionario Institucional, senador Carlos Navarrete Ruiz, del Partido de la Revolución Democrática y diputado Héctor Larios Córdova, del Partido Acción Nacional.
En tal virtud, se concede el uso de la palabra a la diputada Aída Marina Arvizu Rivas, de Alternativa Social, Demócrata y Campesina, hasta por 15 minutos.
La diputada Aída Marina Arvizu Rivas: Con su venia, señor presidente. Ciudadanas y ciudadanos: la representación de Alternativa en la Cámara de Diputados es el resultado de la voluntad libre y la decisión razonada de más de un millón de mexicanas y mexicanos que, con su voto, expresaron la convicción de que la política puede y debe ser un ejercicio fundado en la legitimidad ciudadana y, por lo tanto, comprometido con los principios y los valores de la democracia.
Y quiero decirles a nuestros electores que hemos bien usado su mandato para ampliar su representación. Hoy tenemos grupo parlamentario como resultado de nuestra capacidad de diálogo y negociación política fundada en nuestros principios.
Mientras estoy aquí hablando ante ustedes en esta tribuna, el país no sólo se debate en la agitación social sino también en una grave crisis política. No cabe minimizar la magnitud de esta grave crisis; ningunearla es practicar la cultura del menosprecio, tan usual entre nosotros, cuyo resultado es la siembra del encono social y la multiplicación de los conflictos, tan desgastantes para las instituciones de la República.
Pero si es un error el ninguneo, también lo es magnificarla y transformarla de crisis política en una oposición irreductible y maniquea entre el bien y el mal. Esa es también otra manera de contribuir a la cultura del ninguneo: buenos son los que están conmigo, malos todos aquéllos que piensan diferente.
Una y otra vía omite la solución política dialogada y democrática de las controversias. Una y otra vía niegan al otro y lo transforman de adversario en enemigo.
La crisis poselectoral nos ofrece una circunstancia excepcional para transformar la cultura política de este país. Este es uno de esos momentos en los cuales los acontecimientos de la coyuntura rozan los procesos de larga duración.
Un resultado estrecho entre los dos principales contendientes en un país de instituciones de débil enraizamiento en la sociedad, en una democracia que lucha por su consolidación, con una cultura donde reina la desconfianza y la sospecha, la crisis poselectoral nos da la oportunidad de consolidar, al mismo tiempo, una cultura democrática en la sociedad, el sometimiento de todos los actores políticos a las reglas del juego y el robustecimiento de las instituciones, afirmándolas ahí donde es indispensable afirmarlas, en el corazón de todos los ciudadanos.
Porque no podemos olvidar nunca que estas instituciones, las instituciones electorales, las de derechos humanos, la de la transparencia creadas en la última década fueron construidas a contracorriente del viejo régimen y cuyos defectos y virtudes son nuestras, muy nuestras. Son la creación que tanto trabajo nos costó a todos los que luchamos por la transición democrática.
Por eso, en su momento nos sorprendió ingratamente ver a dos candidatos presidenciales proclamando su triunfo la misma noche de la elección, antes de que las autoridades competentes emitieran su veredicto. Y por eso mismo, en su momento, en un país, insisto, con una arraigada cultura de la desconfianza y de la sospecha, nos pareció lo más correcto encontrar la legalidad vigente en la legalidad del camino para el recuento general de los votos.
Fue un grave error que en una situación que todos conocemos, a la verdad social, que es una construcción de la razonabilidad y la confianza, se antepusiera el criterio estrecho y leguleyo que corresponde a la vieja tradición jurídica que ha imperado en México: cuidar la letra de la ley y no su espíritu ni su facultad de realizar la justicia. Así, nunca el derecho podrá ser instrumento del cambio social.
Pero ya en esta situación y exactamente por las mismas consideraciones que acabo de exponer, aun a pesar de la debilidad con que nuestras instituciones y nuestras leyes están enraizadas en el corazón de la gente y acaso por ello mismo, no podemos aceptar que el fallo de nuestro máximo tribunal en materia electoral que, pudiendo haber sido histórico, ha elegido ser pulcramente reglamentario, nos guste o no nos guste, no sea respetado.
Por nuestra parte, aunque hubiéramos preferido una solución distinta para nominar al ganador de esta apretada contienda, nosotros respetaremos el fallo del Tribunal, cualquiera que éste sea. Toda transición democrática ha tenido tres condiciones para consolidarse: la primera es saldar cuentas con el pasado, resolver el gran tema de la corrupción y la impunidad del viejo régimen; la segunda, el establecimiento de un nuevo pacto político, de nuevas reglas constitucionales para una etapa de democracia eficaz y participativa y, finalmente la tercera, un nuevo pacto social que genere empleo, redistribuya de manera más equitativa la riqueza y en nuestro caso concluya con esa vergüenza moral, que es la desigualdad social, una de las más grandes del mundo que ningún gobierno, de derecha o de izquierda, se ha atrevido a colocar en el centro de la agenda nacional.
La primera condición supone una nueva ética pública; la segunda condición supone una reforma social del Estado, que surja de la confianza de la gente en las instituciones; la tercera supone un verdadero pacto social genuinamente redistributivo. Estas tres condiciones se resumen en dos palabras: confianza y responsabilidad.
Si juzgamos desde las necesidades impostergables de la transición democrática al gobierno que hoy fenece, debemos decirlo con toda claridad: ha fallado casi en todo.
Ni juicio al pasado autoritario, los peces gordos prometidos deben ahora reír a carcajada batiente, ni nuevo pacto constitucional, ahí vagan fantasmagóricas las conclusiones de la mesa para la reforma del Estado, ni muchísimo menos un nuevo pacto social.
Desde el drama de millones de mexicanos y mexicanas, indigna ver la resolución propagandística de los problemas sociales en la televisión, mientras que en la realidad se hacen cada vez más grandes y más angustiosos.
En una palabra, la alternancia no trajo el cambio, el siniestro silencio del viejo presidencialismo que sólo conocíamos por sus hechos, algunos brutales, otros benéficos, aquel ogro filantrópico del que habló Octavio Paz, fue sustituido por una incontenible excitación verbal, sin ton ni son. Lástima que la bonachona incompetencia de un hombre no sea suficiente para cubrir la magnitud de sus errores y hoy cosecha las tempestades de los vientos que fue sembrando y cuya primera víctima fue precisamente la institución presidencial.
México hoy sigue padeciendo de una profunda desigualdad social, de una marcada cultura discriminatoria y mutuamente excluyente, de una unidad nacional construida de manera ficticia, un país de dos velocidades económicas, la del norte y la del sur.
El lenguaje falso de la vieja cultura política, la voz monocorde y obligatoriamente celebratoria del viejo presidencialismo, fue sustituida por un lenguaje de desprecio pueril y el jugueteo inconsciente, con la alta responsabilidad de la investidura presidencial.
Padecemos ahora el riesgo de una balcanización entre regiones, entre sectores sociales y hasta en banderías políticas. Esa crispación acumulada se refleja en la situación actual; mientras yo hablo aquí la gente por allá está protestando. Y si no le tuviera tanto respeto a nuestras Fuerzas Armadas, podría pensarse que la voluntad soberna de este Congreso no está protegida sino secuestrada.
La evidencia de la ausencia de la voluntad de diálogo se expresa nítidamente en los resultados de la pasada sesión de la Cámara de Diputados. Para componer un acuerdo que deriva del miedo y de la ganancia en río revuelto, se han encontrado las rutas para romper las tradiciones de la práctica parlamentaria. Toda la leguleyada es buena para evitar el diálogo verdadero, aquel que sostenemos con quien piensa distinto a nosotros. Mala señal para los próximos seis años.
Y por ello quiero dirigirme como representante de Alternativa, en nombre de la sociedad civil mexicana que observa preocupada el atizamiento del conflicto por muchas manos, para hacerles un llamado a la reflexión.
A los representantes más auténticos de la cultura del pasado, quiero decirles que tienen que optar entre medrar en la sombra de los arreglos con los poderes fácticos o transformarse en un verdadero y genuino partido político-democrático, uno que represente y recoja lo que sus propias bases políticas quieren. Ellos, que alguna vez pensaron representar a toda la nación, ahora sólo se les pide que representen a sus bases.
A quienes representan los viejos resabios de la derecha autoritaria y monacal, junto con una pequeña pero valerosa tradición libertaria de las clases medias, quiero invitarlos a que se conviertan en una derecha moderna. México necesita una derecha moderna, una derecha que salga del fingimiento y empuje claramente desde el Estado un nuevo pacto social, una derecha que sea liberal, una derecha que no confunda las políticas a favor del mercado con los intereses de 20 familias, ni los proyectos de afinidades culturales con la subordinación a otros estados. Ya México derrotó a los Maximilianos alguna vez. México, una derecha que de verdad se preocupe por la desigualdad social.
Las políticas sociales de los últimos años, digámoslo con franqueza, han sido paliativos y no solución. Mientras en otros países han bajado 20, 30 y 35 por ciento la pobreza en puntos, aquí nos damos por bien servidos y bajamos uno o dos puntitos la pobreza extrema. Qué vergüenza.
Y a nuestros amigos de la otra izquierda, los que tuvieron en sus manos la posibilidad contemporánea de llevar por primera vez otros intereses sociales al Gobierno de la República, y que más allá de las campañas de destrucción mediática y de arreglos más o menos evidentes, de quienes se sentían amenazados, no supieron mantener la ventaja que habían logrado.
A ellos quiero decirles que eviten el pensamiento inmaduro que siempre culpa de nuestros fracasos a la maldad de los otros. Tienen la obligación de hacerlo, porque detrás de ustedes están 15 millones de voluntades de mexicanos y mexicanas ––la mayoría pobres––, que merecen un camino de victoria y no el cómodo respondo acusatorio de la derrota.
Soy consciente que somos una fuerza política pequeña y naciente, una fuerza política que trae a esta Cámara demandas que no han sido atendidas, las demandas de la sociedad civil, las demandas de la vida cotidiana de las personas, las demandas, una de ellas, por cierto, la de no gastar tantos recursos económicos, públicos y privados en las campañas políticas. De verdad se puede, se los digo desde un partido que por sus circunstancias hizo campaña casi sin dinero.
Desde esta fuerza política pequeña pero creciente, quiero llamarlos a la responsabilidad, démonos una prueba, siquiera una, de que pueden salir y que podemos salir de la vieja política, podemos hacer de ella la actividad que nunca debió de ser así. Que podemos darnos la mano en el entendimiento conjunto por el progreso del país y de su gente, por México.
El mundo no nos espera, cada hora, cada minuto se redistribuyen las cuotas de poder global y México está perdiendo lugares que había ganado, la tentación del atraso ahí está siempre.
No voy a recitar la estadística, todos la conocemos, sabemos que hemos retrocedido y necesitamos acuerdos para remontar esa situación.
No queremos ni el silencio del autoritarismo ni la verborrea falsamente democratizadora, les invito a la conversación democrática, al diálogo sincero entre las partes, a la composición y el acuerdo. Tarda más y es más difícil, pero si lo logramos, durará más en el tiempo.
Si tuviera que resumir todo lo que les he dicho yo como mujer y como mexicana, lo resumiría en dos palabras: Amor y patriotismo.
Qué rara suena la palabra amor en un discurso político, verdad. Pero es cierto, es lo que necesitamos, conciencia del valor de cada uno, respeto por los demás, genuina preocupación por los niños y las niñas de este país, por los jóvenes que se están formando, por las mujeres, por la gente más necesitada, y patriotismo, que es amor al final, pero a la Patria.
Somos una izquierda moderna, una izquierda comprometida con los valores de la justicia, la libertad, la autonomía, la tolerancia y el respeto a la diversidad, somos una izquierda comprometida con la cultura laica y la libertad del ser humano, luchamos por una sociedad de derechos y por construir un piso mínimo de bienestar social y de oportunidades de educación y de empleo para todos.
Les pido que no confundan la absoluta sinceridad con la que hoy hablo a nombre de Alternativa, con ingenuidad. Ocurre que para nosotros no hay valor más supremo que la verdad, esa es nuestra ética.
Desde nuestra vocación democrática, nos encontrarán para los acuerdos a favor de México y de su gente, pero nunca habrán de encontrarnos para el reparto de canonjías, lamentablemente, tan usual en la política tradicional.
El conflictivo contexto en el que hoy he debido hablarles ––como lo he dicho ya––, están expresándose muchas decisiones sociales, decisiones étnicas, de género, geográficas y de edad y sólo hay un camino para resolverlas, un compromiso nuevo, un compromiso con el combate a la desigualdad, un compromiso para un nuevo pacto de la democracia y el imperio de la honestidad republicana en nuestra vida pública.
Esa es nuestra palabra y esa es nuestra vocación, eso le prometimos a nuestros electores y en su representación vamos a trabajar para lograrlo.
Muchas gracias.
El Presidente diputado Jorge Zermeño Infante: Gracias, diputada Arvizu.
Tiene la palabra el senador Rafael Ochoa Guzmán, del Partido Nueva Alianza.
El senador Rafael Ochoa Guzmán: Con su venia, señor Presidente.
Honorable Congreso de la Unión, señoras y señores. El reloj marca la hora de la política, de la reflexión y el debate riguroso, del análisis profundo que alimenta la deliberación democrática. México vive tiempos de definiciones mayores, la sociedad le demanda a su clase política claridad y compromiso con el país, voluntad para transformar e inteligencia para preservar y consolidar los valores logrados en las últimas décadas, sensibilidad y disposición al diálogo, que enriquezca la pluralidad política, social cultural, ideológica que nos define como nación.
Para Nueva Alianza, que se propone consolidar una opción distinta de organización partidaria, representación ciudadana y una nueva práctica política al servicio de la sociedad civil, este afán de cambio en un clima de tolerancia y respeto a la diferencia, expresa el mandato de las urnas.
A ese mandato responderá nuestra acción legislativa: encontrar soluciones al enorme desafío que implica la construcción de un país más justo y equitativo, más próspero y productivo, más generoso con los sectores vulnerables y doblemente responsable con las generaciones que vienen.
Asumir cabalmente este compromiso supone desde luego modificar visiones excluyentes, privilegiar el acuerdo sobre la confrontación, superar agravios y agotar las vías de la conciliación legítima, digna, honorable, entre fuerzas que parten de diagnósticos distintos y postulan propuestas que parecen incompatibles.
La multiciplicidad de voces, visiones y energías en una democracia sin raíces no debe traducirse en fracturas, en conos y antagonismos. Nos proponemos tender puentes para el entendimiento entre fuerzas políticas y grupos sociales.
En ello consiste —no tengo la menor duda— la gran responsabilidad de los representantes populares, en estar a la altura de las expectativas de una ciudadanía madura, crítica y participativa, que hoy califica severamente a los partidos y a los legisladores.
Señoras y señores legisladores: una nación no se construye de una sola vez y para siempre, pero tampoco se reinventa cada seis años. Somos un país profundamente injusto, la impunidad alcanza niveles intolerables; en distintos puntos del territorio nacional parece imponerse el poder de bandas delincuenciales cada vez más violentas; los logros macroeconómicos no se traducen en bienestar para las mayorías.
Reconocer nuestra realidad es la única forma de avanzar sobre un camino firme acordado por todos más allá de nuestras diferencias, pero el pasado no debe ser un ancla sino un punto de partida para la construcción del porvenir, debemos aprender a reconciliarnos con nuestro pasado y con nuestro presente; cerrar cicatrices aún abiertas y mirar hacia adelante.
El imperativo de esta Legislatura es uno solo, no fallarle a quienes han expresado de distintas maneras su hartazgo con la política y los políticos y demandan que honremos nuestro compromiso e impulsemos los cambios que el país requiere.
Resulta indignante que millones de compatriotas vivan en la pobreza y la marginación y que el nuestro sea uno de los países más inequitativos del mundo. No hemos sido capaces de crear como sociedad, como sistema de gobierno, como estado democrático, las condiciones necesarias para un desarrollo justo que eleve la calidad de vida de todos los rincones del país y que ataque a fondo las causas de la miseria y la exclusión.
En seis años la economía no ha podido crecer al ritmo y las dimensiones que exige una sociedad, una sociedad que supera los 100 millones de habitantes. No se han generado los empleos productivos modernos y bien remunerados que demanda el millón de jóvenes que anualmente busca ingresar al mercado de trabajo.
En los últimos años ha perdido competitividad, no hemos logrado fortalecer la integración de las cadenas productivas, en el campo, la imprevisión o la negligencia, la situación de crisis se agudiza conforme avanza el proceso de apertura y crece la competencia de los productores externos.
Mantenemos un desarrollo regional desequilibrado que ahonda las diferencias entre los estados del norte y el sur e impacta gravemente en todos los ámbitos, lo mismo en la actividad laboral, en el agro, la industria, los servicios, que en el acceso diferenciado de la población a los sistemas de salud, seguridad social y educación; a servicios básicos como agua potable, alcantarillado y drenaje, el derecho a una vivienda digna; una realidad que se extiende la brecha entre los dos Méxicos: el de la modernidad y el progreso y el de la precariedad y el atraso. Una realidad que debemos cambiar con sentido de urgencia y con visión estratégica, porque en ello se juega la calidad de nuestra democracia.
Tampoco hemos logrado superar las insuficiencias del sistema educativo nacional. La educación pública, crucial en la transformación del país en la mayor parte del siglo XX, ha dejado de ser un factor de movilidad social y enfrenta retos en todos los ámbitos, lo que se traduce en un serio déficit de nuestra sociedad para enfrentar y resolver los desafíos que impone la revolución científica, tecnológica y socio-productiva en curso.
El resultado es evidente: desaprovechamos el universo de oportunidades que abren los nuevos circuitos del mundo globalizado y esto limita drásticamente las posibilidades del país para responder a sus necesidades internas; pero asumir esto, reconocer la dimensión de la desigualdad y el subdesarrollo, no significa desconocer el esfuerzo realizado en muy distintas esferas de la actividad productiva, social, cultural y educativa en los últimos años. El avance en ámbitos particularmente sensibles no puede ocultarse. Menciono cuatro ejemplos:
La ampliación de la cobertura de los servicios de salud a través del Seguro Popular, la continuidad de las estrategias para combatir la pobreza y dotar de herramientas económico-productivas, socio-educativas a las comunidades más vulnerables; el fuerte impulso a la construcción y renovación de vivienda popular, la experiencia del programa Escuelas de Calidad y la introducción de nuevas tecnologías para la tarea pedagógica en miles de escuelas de toda la República.
Estos y otros logros son el futuro del trabajo coordinado entre instituciones y sociedad, producto de la colaboración legítima y necesaria entre poderes, resultado del tesón, la inteligencia y la sensibilidad de cientos, de miles de servidores públicos profesionales y técnicos, educadores y promotores comunitarios.
Negar lo avanzado por mezquindad o cálculo político sería tanto como regatear el justo reconocimiento a los hombres y mujeres que cumplen cabalmente su responsabilidad en la administración pública; desconocer, en fin, el papel central que ocupa el Congreso en el diseño de las políticas públicas y la aprobación del presupuesto anual donde se definen prioridades y acentos.
Para Nueva Alianza resulta imprescindible contar con un diagnóstico riguroso y confiable que nos ofrezca un panorama completo integral de nuestras fortalezas y debilidades sin ocultar nuestras carencias. Pero sin negar nuestras potencialidades, porque sólo así será posible que nuestra agenda legislativa atienda al país real, el de los hombres y mujeres que construyen cotidianamente el destino de la Nación. El de los jóvenes que reclaman espacios para desplegar su energía e imaginación creadora. El de los niños y adultos mayores que merecen un país seguro, digno y generoso. El de los campesinos que se niegan a abandonar la tierra y la comunidad de sus ancestros; el de los pueblos indígenas que exigen un lugar en el presente y el porvenir del país. El de los millones de trabajadores que han tenido que emigrar en busca de las oportunidades que no encuentran aquí.
El desafío es enorme y reclama de toda nuestra voluntad y muy alta dosis de inteligencia, responsabilidad y tolerancia para encontrar soluciones a nuestros problemas políticos, sociales y productivos. El Congreso de la Unión debe ser el espacio privilegiado del quehacer político nacional, el espacio de los grandes acuerdos que le den certidumbre y perspectiva al país.
El grupo parlamentario de Nueva Alianza se compromete a darle cauce al mandato de la ciudadanía. Nuestra energía estará enfocada a fortalecer el diálogo entre todas las fuerzas políticas para avanzar, sin titubeos, por la ruta que marcó la sociedad en las urnas. La agenda es abundante y extraordinariamente compleja, pero destacaría cuatro grandes ejes.
Primero. Reforma del Estado y revisión a fondo y fortalecimiento del andamiaje institucional, actualización del régimen de Gobierno, reforma substancial del Poder Legislativo y fortalecimiento del Ejecutivo es clave democrática, modernización del sistema de procuración e impartición de justicia para estar en condiciones de frenar al crimen organizado y a la delincuencia común. La seguridad pública es hoy un problema de seguridad nacional.
Reformas de segunda generación al sistema electoral y al régimen de partidos que reivindiquen el valor de la participación civil y el poder discrecional de las dirigencias partidistas que impidan el despilfarro de recursos en campañas electorales que avancen hacia elecciones concurrentes y favorezcan la confrontación de propuestas y el debate de ideas. No de spots y publicidad cosmética que permitan la reelección legislativa como forma de ejercer el control y la calificación ciudadana respecto a la tarea de los diputados locales y federales y los representantes al Senado que recuperen el sentido del Senado como representación del pacto federal.
Segundo. Políticas para el crecimiento económico sustentable. Recuperación del poder adquisitivo de los salarios, desarrollo regional e impulso a la pequeña y mediana industria, atención al campo y modernización del sector agrario frente a los procesos de apertura comercial. Política hacendaría y fiscal redistributiva, modernización del sector energético y autonomía de gestión para Pemex, Comisión Federal de Electricidad y Luz y Fuerza del Centro.
Reforma al régimen de pensiones que garantice su viabilidad sin vulnerar los derechos adquiridos. Reforma a la legislación en materia laboral que a un tiempo respete las conquistas de los trabajadores e impulse la actividad económica, la creación de empleos productivos y la democratización de la vida sindical.
Tercero. Estrategias para el combate a la pobreza y la marginación, impulso y fortalecimiento a la capacidad productiva de comunidades rurales y urbanas, atención a los sectores más vulnerables: niños, ancianos, discapacitados, y diseño de políticas públicas que garanticen el acceso de todos los mexicanos a los servicios públicos de salud y seguridad social.
Cuarto. Políticas públicas en materia educativa, cultural y científica. La educación pública, laica, gratuita y de calidad como política de Estado y responsabilidad compartida por todos los sectores sociales y productivos. El desarrollo científico y tecnológico como prioridad nacional. El acceso de la población a los bienes culturales, la creación artística y el pensamiento universal como necesidad democrática y garantía de progreso individual y colectivo.
Si logramos articular iniciativas sólidas, consistentes, realistas en estos grandes temas; si logramos vencer resistencias sectarias y superar la lógica de las facciones; si logramos elevar el nivel del debate y explorar soluciones a los problemas que importan y preocupan al grueso de la población; si somos capaces de ubicar el interés superior de la República por encima de banderas e intereses de grupo, estaremos respondiendo a la confianza del pueblo mexicano en un Congreso digno, plural y democrático.
Muchas gracias.
El Presidente diputado Jorge Zermeño Infante: Gracias senador Rafael Ochoa.
Tiene la palabra el diputado Ricardo Cantú Garza, del Partido del Trabajo.
El diputado Ricardo Cantú Garza: Con la venia de la Presidencia. Legisladoras, legisladores.
Los diputados y senadores del Partido del Trabajo asistimos a la apertura del Primer Periodo de Sesiones Ordinarias del Honorable Congreso de la Unión en el que se presenta el VI Informe de Gobierno de Vicente Fox para culminar el artero fraude electoral que se maquina en contra de los millones de mexicanos que votamos por Andrés Manuel López Obrador.
Desde la más alta tribuna de la Nación hacemos el más ferviente llamado a los siete magistrados que integran el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación para que no se dejen presionar por las fuerzas fraudulentas y tomen una decisión patriótica, conforme a derecho, para evitar que se consume el fraude en la elección presidencial.
Mexicanas y mexicanos: desde la cúspide del poder, Fox y su camarilla urdieron este atraco electoral; desaforaron a López Obrador con la intención de meterlo a la cárcel e impedir que fuera candidato presidencial, impusieron a los consejeros del Instituto Federal Electoral para que fueran parciales y sumisos y así operar el proceso fraudulento que atropella con vileza a la precaria democracia mexicana.
Fox actuó como "matraquero" de Felipe Calderón y utilizó los recursos públicos a su alcance y el poder del Estado para apoyar al candidato de su partido, convirtiéndose así en el mayor delincuente electoral.
Realizó la campaña de spots más intensa y costosa que presidente alguno haya hecho en la historia de México para inducir a los mexicanos a que votaran por el candidato de la derecha oficialista.
Vicente Fox es un traidor a la democracia y, peor aún, deja al país convertido en un polvorín, a tal grado que en este mismísimo VI Informe de Gobierno se da en condiciones de acoso y cerco policiaco-militar desde hace un mes con un Palacio Legislativo, sitiado por la fuerza pública y secuestrado por el Estado Mayor Presidencial bajo las órdenes directas del Presidente de la República.
Los legisladores del PT repudiamos enérgicamente esta ocupación policiaco-militar que mantiene el Presidente sobre el Poder Legislativo. Ésta fue la tónica de todo el sexenio: el Presidente se confrontó de manera permanente con el Congreso de la Unión y en lugar de privilegiar el diálogo y la negociación, buscó imponer sus decisiones por encima del interés colectivo; nunca se comprometió verdaderamente con una reforma democrática del Estado mexicano ni se fortalecieron las instituciones, tampoco se transformaron; por el contrario, están sumidas en la peor crisis de su historia. No cumplió con una de sus mayores promesas: resolver el conflicto de Chiapas "en 15 minutos".
Peor aún, los indígenas mexicanos viven en condiciones de mayor pobreza que hace quinientos años. El Partido del Trabajo propone que esta nueva Legislatura retome los Acuerdos de San Andrés para que se aprueben tal como fue el compromiso incumplido, hasta ahora, por el Gobierno Federal.
Ante los ojos de los mexicanos solapó las violaciones a los derechos humanos de los pobladores de Salvador Atenco; no aclaró los homicidios en Ciudad Juárez y ha sido incapaz de coadyuvar en la solución del conflicto político en la ciudad de Oaxaca.
En su afán por obedecer dogmáticamente las recetas neoliberales sumió en el estancamiento y en el retroceso de la economía mexicana durante su sexenio. Fox no sólo defraudó electoralmente a los mexicanos, también los defraudó económicamente al no cumplir su promesa de hacer crecer a México en un siete por ciento anual y sólo hacerlo en el pírrico 1.8 por ciento, muy por debajo del crecimiento poblacional.
No se nos olvida que en plena campaña electoral como candidato presidencial, prometió crear un millón 200 mil empleos al año. Nuevamente se burló de los mexicanos porque en este sexenio no hubo empleo. Vicente Fox pasará a la historia como el Presidente del desempleo. Millones de mexicanos tuvieron que emigrar y otros pasarán a formar parte de las filas de la economía informal; y algo gravísimo, muchos terminaron en las filas de la delincuencia. Hablamos de delincuencia común, pero también de delincuencia gubernamental, diríamos, de la delincuencia de Estado, particularmente en lo que se refiere al macrofraude del Fobaproa, el cual representa y sigue siendo el mayor saqueo financiero en la historia económica de este país. Esta bárbara agresión económica contra el pueblo de México, la seguiremos padeciendo; ya ha hipotecado nuestro futuro, el de nuestros hijos y el de nuestros nietos, por lo menos para los próximos 70 años. La cifra es gravísima y escandalosa. Este atraco sin precedente es de más de 120 mil millones de dólares, es decir, de un billón 248 mil millones de pesos, ni más ni menos, superior a la mitad de todo el presupuesto nacional. Por lo mismo es clave, decisivo, fundamental, combatir este gigantesco fraude del Fobaproa, con la finalidad de liberar recursos para contar con fondos suficientes para financiar áreas estratégicas del desarrollo nacional.
En cambio al campo mexicano se le dejó en el olvido millones de ejidatarios, comuneros y pequeños productores rurales, no recibieron los beneficios de este gobierno. En contraste, un reducido grupo de grandes productores enfocados a la exportación de granos, hortalizas y frutas, fueron los únicos beneficiados.
La demanda de revisar el capítulo agropecuario del TLC, se ignoró, por lo cual se perdió la seguridad y la soberanía alimentaria.
Es una vergüenza nacional que este gobierno haya obligado a emigrar, según cifras oficiales, a más de cinco millones de mexicanos, arriesgando sus vidas, buscando en otra parte lo que aquí les fue negado.
En lugar de privilegiar la inversión pública en el sector energético, reforzó la estrategia de desmantelamiento y privatización de Pemex y de Comisión Federal de Electricidad, a las que hoy mantiene endeudadas hasta la saciedad, a pesar de ser de las empresas más rentables en nuestro país, con el claro objetivo de entregarlas al gran capital privado nacional e internacional.
Volcó todo su esfuerzo político para imponer una reforma tributaria que castigara a los pobres con IVA en alimentos y medicinas y favoreciera a los ricos cobrándoles menos impuestos al reducir año con año la tasa del impuesto sobre la renta, exentándolos del pago de impuestos en el reparto de dividendos.
Legisladoras y legisladores: el Partido del Trabajo tiene claro que hoy más que nunca es urgente construir un país nuevo que propicie el crecimiento económico con desarrollo social, por el bien de todos; y para ello proponemos: impulsar una reforma hacendaria progresiva y democrática, que desaparezcan los privilegios fiscales que gozan los grandes empresarios; activar la modernización de Pemex y de la Comisión Federal de electricidad y de Luz y Fuerza del Centro, garantizando la propiedad de la Nación sobre estos recursos energéticos.
Promover la creación del Banco de Financiamiento a la Planta Productiva, para impulsar la economía de las micro, pequeñas y medianas empresas así como de cooperativas de la ciudad y del campo.
Promover la aprobación de recursos públicos, para instaurar programas y proyectos productivos que promuevan el empleo y combaten eficazmente la pobreza y la inmigración.
Fomentar un nuevo federalismo económico fiscal, que rompa con la centralización de los recursos públicos.
Potenciar una reforma constitucional, para incorporar las figuras de la democracia participativa directa, como el referéndum, el plebiscito y la revocación de mandato, entre otras, que garanticen la participación del pueblo en la toma de las decisiones fundamentales que orienten el rumbo del país.
Incorporar el voto electrónico como parte de una amplia reforma electoral democrática y progresista, para que se fortalezcan las instituciones electorales y dejen de ser instrumento de manipulación fraudulenta del voto popular, teniendo como condición impostergable la destitución inmediata de los actuales consejeros del IFE.
Convocar a una reforma de Ley Orgánica del Congreso de la Unión, para facilitar la constitución de grupos parlamentarios en el Senado de la República, la integración pluripartidista e incluyente de la Mesa Directiva y de la Junta de Coordinación Política, tanto en la Cámara de Diputados como en la Cámara de Senadores.
Avivar las reformas necesarias que construyan un nuevo marco jurídico, para garantizar justicia y seguridad pública verdaderas.
Propiciar las reformas a la legislación mexicana, con la finalidad de que la estimulación temprana y la educación inicial, sean parte fundamental del sistema educativo nacional.
Pueblo de México, la Nación ansía y demanda con denuedo la verdadera transformación de la república. La poderosa Convención Nacional Democrática en marcha, sintetiza los sueños, anhelos y aspiraciones libertarias más genuinas de la historia de nuestro pueblo.
El PT está orgulloso de tomar parte de este ejemplar proceso. Llamamos a todas y todos los mexicanos, de convicciones morales sólidas y genuinas, a integrarnos a esta gran lucha convencionista, porque como lo dijo Benito Juárez: "El pueblo que quiere ser libre, lo será". Y algo enseñó que el poder de los reyes es demasiado débil, cuando gobierna contra la voluntad de los pueblos.
Que no quede duda, el Partido del Trabajo, sus diputados y senadores, no vacilaremos en seguir luchando por un México nuevo, en el que prevalezca la justicia social, la igualdad política y el desarrollo económico, para que vivamos con libertad, democracia y dignidad.
Por su atención muchas gracias.
El Presidente diputado Jorge Zermeño Infante: Gracias diputado Ricardo Cantú. Tiene la palabra el señor diputado Alejandro Chanona Burguete del Partido de Convergencia.
El diputado Alejandro Chanona Burguete: Con permiso de la Presidencia. Este H. Congreso de la Unión, deberá comportarse a la altura de las circunstancias históricas que vive el país y proponer a toda la nación, sin demora y sin regateo, las leyes, las políticas y las medidas necesarias para evitar que la preservación ilegítima del poder, por el poder, continué corrompiendo las instituciones y la vida pública de los mexicanos.
Compañeros y compañeras legisladores de la LX Legislatura del Honorable Congreso de la Unión:
Convergencia, refrenda ante la nación su compromiso de continuar luchando por la justicia social y la renovación de las instituciones de un verdadero Estado democrático. Lejos de avanzar y consolidarse la transición democrática, en México está retrocediendo, en un ambiente de confrontación y polarización social.
Algunos consideraron la alternancia ocurrida en el Poder Ejecutivo hace seis años, como la consolidación de la transición, otros, advertimos que era solamente un paso necesario, pero insuficiente, como lo plantea el IMSS. La transición democrática estará completa cuando se hayan alcanzado los suficientes acuerdos acerca de los procedimientos políticos para producir un gobierno electo, cuando un gobierno tomé el poder como resultado directo de una elección libre y popular, cuando este gobierno tenga la autoridad de generar nuevas políticas y cuando los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, generados por una nueva democracia, no tengan que compartir su poder con poderes fácticos.
Insistiremos, una y otra vez, gobernar para todos, precisa de instituciones que sean verdaderas fortalezas democráticas al servicio de la sociedad y a prueba de fuego. Por el contrario, si las instituciones son secuestradas por unos cuantos para imponer sus intereses al resto de la sociedad, solamente estaremos dando un barniz de legalidad a un sistema renovadamente autoritario e ilegítimo.
Debemos reconocer que nuestra democracia encarna una opaca combinación de desigualdad social con debilidad institucional. Es tiempo de hacer un paro en el camino y encausar los esfuerzos para luchar por consagrar la conducción virtuosa de la democracia en México. El proceso de democratización debe garantizar claramente el derecho ciudadano para ganar el control del gobierno, en el sentido de un auténtico sistema de libre competencia en las elecciones, para tener en efecto, gobernantes legítimos.
Los problemas de la democracia —es sabido— se resuelven con más democracia. No neguemos a nuestros hijos, la posibilidad de una patria generosa y de una nación entera, en donde se garantice, la paz, la justicia, la seguridad y el bienestar. Ello sólo será posible, insisto, si fortalecemos nuestra democracia.
La crisis política que surgió en la jornada del 2 de julio y los días posteriores, evidencia un conflicto que germino mucho tiempo antes, se inicio cuando el Presidente Fox trivializó las instituciones, cuando cogobernó con su esposa, cuando desprecio en los hechos a este Poder Legislativo y cuando privilegió políticamente a su partido, lo peor, lo peor, que mantuvo el modelo económico que hoy condena a la pobreza a 60 millones de mexicanos.
No hay malestar con la democracia, hay malestar en la democracia, el Presidente abdicó a su responsabilidad de gobernar para todos y olvidándose del mandato popular que lo llevó al poder, se dedicó a impedir como cruzada personal el triunfo del candidato de la Coalición por el Bien de Todos, Andrés Manuel López Obrador.
Mientras, mientras en el país, brotan por doquier conflictos políticos y sociales, ahí está Oaxaca y con el narcotráfico, continúa un desafió infranqueable y una actitud impune por parte de este poder fáctico. Y además, además, hoy el campo, nuestro, nuestra casa, el Congreso, está sitiado; por ello también invito al Presidente Fox a que venga a firmar un decreto de estado de sitio, es indigno, es indigno, lo que está pasando en estos momentos.
Esta crisis, esta crisis que está viviendo el país, se incubó en los pasillos del poder, entre grupos dispuestos a todo, con tal de defender los privilegios ilegítimos que surgen cuando no prospera la democracia, se avivó cuando las instituciones se pusieron al servicio de esos intereses; explotó cuando se hizo evidente la incapacidad de las instituciones electorales para dar certeza a los resultados del 2 de julio haciendo retroceder al país en su historia.
Que nadie se equivoque. Hoy Fox es un reflejo del abuso del poder. Quien corrompe a las instituciones es el poder por el poder. Ayer a nuestros padres, hoy nosotros; y si no actuamos mañana nuestros hijos seguirán siendo víctimas de la exclusión social, de la impunidad en la impartición de justicia, de la desigualdad social y de la desesperanza.
Resolver la desigualdad y la injusticia social es un asunto de Estado. La pobreza y la marginación excluyen en los hechos a más de la mitad de las mexicanas y de los mexicanos. El pequeño grupo que concentra el poder económico, también controla un gran número de las instituciones y trata de usarlas para perpetuar privilegios.
Por eso el camino es uno solo: la restauración de las instituciones de la República para desterrar la desigualdad y para garantizar los derechos ciudadanos de todos sin importar su condición económica, social y cultural.
Es falso el dilema entre derechos colectivos e individuales. Es falso el dilema que es incompatible la eficiencia económica con el desarrollo y la justicia social y es falso que los mexicanos no estemos preparados para una verdadera democracia.
Para crear un entorno de confianza, necesitamos por parte del gobierno tolerancia, respeto, racionalidad y disposición a reconocer y a conceder. Las diferencias ideológicas no impiden buscar un espacio al cual podamos concurrir todos como nación: Convergencia, Convergencia con identidad propia, con visión de futuro, con proyecto de nación; suscribe los principios renovados de la socialdemocracia y lucha por el cambio político por medios pacíficos. México ya no aguanta más. Somos un país con cultura de la que estamos orgullosos. Somos una nación con identidades pluriétnicas que son pilares y soporte de nuestra batalla por la justicia social y el desarrollo.
En el Congreso de la Unión, Convergencia y sus legisladores habremos de contribuir a cimentar el marco jurídico para fortalecer la democracia y garantizar el nacimiento de nuevas instituciones. Lucharemos con el arma de la razón y las normas fundamentales de la civilidad, para abatir la injusticia social de una economía inequitativa y deshumanizada. Buscaremos las alianzas necesarias para la construcción de una vida parlamentaria democrática, en un marco de libertad y diálogo que privilegie las coincidencias.
Invito, invito a que juntos respondamos al pensamiento de Morelos en "Los Sentimientos de la Nación". Que como la buena ley es superior a todo hombre, las que dicte nuestro Congreso deberán ser tales que obliguen a constancia y patriotismo, moderen la opulencia y la indigencia.
Es urgente renovar las instituciones de la República. El primer peldaño es abordar la reforma electoral para terminar con la inequidad, la falta de transparencia, la preeminencia del dinero sobre la voluntad popular y el triunfo de la perversión de las imágenes mediáticas sobre las ideas.
No permitamos la partidización del IFE, quien pidió que cumpliera sus obligaciones de transparencia, imparcialidad y certeza. El IFE es de todos los ciudadanos no solamente de quien detenta el poder.
Honorable Congreso de la Unión: La lección de Estado del 2 de julio ha dejado una profunda herida en el pueblo más humilde y más resuelto, que será difícil de cicatrizar y solamente sanará si se respeta la visión de los contrarios; si se da voz y se escucha a los que han sido excluidos.
Desde el poder se ha polarizado a la sociedad por el uso abuso del entramado institucional por parte de actores distintos a los partidos políticos. Para decirlo claro, la intervención en el proceso electoral del Presidente de la República y de algunas elites en el poder, intenta conculcar el derecho de los mexicanos a una vida digna. En nuestro movimiento social aspiramos a la paz y a la concordia; luchamos porque la voluntad popular prevalezca sobre intereses particulares. Tenemos que restaurar la República y sus instituciones para que sirvan, en efecto, a los más altos fines de la democracia mexicana, entendida ésta como forma de vida digna para un pueblo que demanda justicia e igualdad social.
Los ojos esperanzados del país están sobre nosotros, no defraudemos a los mexicanos; respondamos a sus anhelos de justicia, de equidad y de más democracia; sumemos nuestro esfuerzo para dar por el bien de todos un nuevo rumbo para la nación. Muchas gracias.
El Presidente diputado Jorge Zermeño Infante: Gracias diputado Chanona. Tiene la palabra el senador Arturo Escobar y Vega, del Partido Verde Ecologista de México.
El senador Arturo Escobar y Vega: Gracias Presidente. Honorable Congreso de la Unión; miembros del Poder Ejecutivo Federal; miembros de las Fuerzas Armadas; gobernadores, representantes de las legislaturas de los estados; invitados especiales de todos los sectores del país; amigos de los medios de comunicación; ciudadanas y ciudadanos; jóvenes de todo México:
Qué día éste. Estamos aquí con un sentimiento en las entrañas muy difícil de plasmar en palabras; estamos en un momento de la historia política y democrática de México que puede llevarnos a dar un salto hacia un escalón más de la evolución democrática del país, si aprovechamos la crisis o de tropezarnos y rodar por la escalera del destino.
Sí, nosotros somos de los que creen que México tiene un gran destino dentro del proceso evolutivo de la humanidad, pero siempre nos enfrentamos a pruebas, retos y sacudidas que nos detienen; nos estancan y nos desvían de la misión sagrada de nuestro país. No podemos permitirlo más; hoy es preciso ante los acontecimientos que tienen polarizado al país, analizar a profundidad las razones que obstaculizan el progreso de la nación mexicana.
Son dos las enfermedades, los vicios históricos, el cáncer de los mexicanos que siempre nos atacan desde dentro: por un lado el México bronco, la guerra fratricida, sangre y división entre hermanos; la incapacidad de unirnos por México en momentos claves de nuestro pasado. Varias veces potencias extranjeras encontraron un país dividido, por eso les fue más fácil violar a la Madre Tierra Mexicana.
El otro cáncer de los mexicanos es la "Teoría del Cangrejo", la necedad de no reconocer la victoria del otro, el éxito del otro, la trampa electoral; el abuso electoral, lo que provocaba que se desatara precisamente el México bronco.
Así es hermanos mexicanos: cuando no había nacido del todo el México independiente, ya estábamos divididos entre centralistas contra federalistas; entre conservadores contra liberales; después porfiristas contra revolucionarios; cristeros contra oficialistas, en fin; el 68; la guerrilla de los 60. ¿Qué sigue, otra vez división fratricida, la derecha contra la izquierda, el PAN contra el PRD, los foxistas contra los lópezobradoristas? Bravo México. Así sí vamos a competir contra el mundo, porque no nos equivoquemos: la competencia no es entre nosotros; la competencia está allá afuera.
Nos encontramos en tiempos sumamente turbulentos, derivados del proceso electoral y donde el pueblo de nuestro país, y su futuro, se encuentran secuestrados por la enorme polarización de dos formas radicales de ver a México: por un lado la posición conservadora de poca memoria, que lleva a acciones enfocadas a mantener el poder, sin recordar aquello que denunciaban con valor en cuanto al pasado político de nuestro país.
Por el otro lado, la posición más radical de la izquierda mexicana, la cual no reconoce a ninguna institución, salvo aquélla que invariablemente asuma su causa. No reconocer a las instituciones de nuestro país o intervenir de forma abusiva en las elecciones, ambos son caminos peligrosos. Por eso, ni la derecha intransigente tiene la razón, al polarizar a la sociedad con un Poder Ejecutivo parcial, como tampoco la izquierda, brava y conflictiva, tiene la razón al querer fracturar a México.
La propuesta de conciliación, acuerdo y diálogo sostenido por la Alianza por México durante la campaña electoral está más vigente que nunca, entendiendo que el futuro de México se encuentra sinuoso por posiciones radicales de la izquierda y de la derecha. No cabe duda que nuestra opción hubiera llevado a México a tomar un rumbo de conciliación, acuerdo, desarrollo y por supuesto resultados que tanto le urgen a nuestro México.
El discurso agresivo está muy alejado de la generación de empleo. Pero tan grave es llevar la indignación, el hartazgo y el enojo hasta asumir una actitud de confrontación dispuesta a todo, sin considerar los peligros para la economía, como igual de grave es atentar contra la democracia mexicana utilizando recursos millonarios para gastarse en campañas de difusión, obras y acciones de gobierno en tiempos electorales.
Hoy cabe recordar que Vicente Fox salió de sus actividades empresariales y luchó por un México más democrático, inspirado por Manuel Clouthier. El sí, el sí un verdadero demócrata que así pasará a la historia. Pero por el afán de imponer su voluntad, Vicente Fox traicionó los ideales que lo llevaron a la Presidencia de la República. Desgraciadamente lo que hizo desde el inicio ha sido traicionar a su maestro Maquío. Sí, traicionó a sus aliados, traicionó a sus amigos, traicionó a sus propias palabras y promesas de campaña; le mintió a México, insultó a nuestros hermanos latinoamericanos, intentó deshacerse de sus rivales políticos a la mala, atacando y espiando. Confrontó al Congreso de la Unión y desperdició la oportunidad histórica que le dio la plataforma del 2000.
Y finalmente cerró con broche vergonzoso al inmiscuirse en las elecciones, generando una gran iniquidad en la competencia electoral.
Porqué, señor Presidente, porqué actuó de la misma forma que tanto criticó y atacó. Cuántos años, usted, como oposición, se quejó de la intervención de los gobiernos en los procesos electorales.
Muy bien, señor Presidente. Pasará usted a la historia como lo que es: un hombre de palabras y no de palabra, el que decepcionó a México. Aquel grito en el Ángel de la Independencia "no nos falles", resonará en sus sueños, junto con las tristes voces de Maquío y Madero, decepcionados por su falta de compromiso con la democracia y con la historia de México.
El ciudadano Vicente Fox pasará a la historia como uno de los presidentes que en peor estado ha dejado a la institución presidencial. Pocos llegaron al poder con tantas expectativas y apoyo del pueblo de México. Sin embargo, con extraordinaria torpeza y falta de decisión, eliminó su capital político y desaprovechó la magnífica oportunidad de transformar a México.
El pasado Día Mundial del Medio Ambiente, el Presidente se atrevió a señalar, con un enorme grado de cinismo, los avances en materia ambiental durante su gestión. Queremos llamar la atención de todos ustedes en esta tribuna para gritar que México se encuentra en una situación muy preocupante. Estamos ante una alarmante crisis ambiental. Ojalá el señor Presidente sea sincero, porque sin duda ha mostrado un gran desinterés en el tema ambiental. Recuerdo lo que le señaló a su exsecretario de Medio Ambiente, Víctor Lichtinger. Le señaló que para él el tema ambiental no valía la pena. Ese alarmante que en nuestros tiempos existan todavía presidentes que no tengan conciencia ambiental.
A nadie en lo particular se le debe la paternidad de la democracia mexicana, hoy es un patrimonio de los mexicanos, pero tenemos que admitir que todavía es débil, necesitamos cuidarla, fortalecerla y alejarla de cualquier intento de autoritarismo.
Por tal virtud, no esperemos a que se reúnan todos los grupos, todas las fuerzas, todos los sectores y todos los partidos, para llevar a cabo una gran reforma estructural que durante el sexenio del Presidente Fox debió de concretarse, aprovechando el bono democrático que le arropaba en el 2000.
No hay tiempo qué perder. Aprovechemos para bien esta crisis, hagamos este gran pacto en las Cámaras. Por eso, en este acto y ante la Nación, hacemos un llamado para que las Juntas de Coordinación Política se reúnan, acuerden y presenten ante los plenos de las Cámaras del Congreso de la Unión, la reforma hacendaria, laboral, educativa, ambiental y, por supuesto, la que moderniza al sistema político mexicano y así evitar, entre otras cosas, que se repitan conflictos postelectorales que pongan en peligro la paz de nuestro país.
Además de otras reformas, de entrada urge que a partir del día en que inicie el proceso electoral federal y hasta que éste concluya, el Poder Ejecutivo quede imposibilitado de difundir cualquier obra de gobierno en medios de comunicación electrónicos y escritos. Además, los más de 45 procesos que se llevan a cabo en un sexenio, a uno cada año y posteriormente a uno cada año y medio, con esto le garantizaremos a los partidos largos periodos de paz política, que van sin duda a propiciar los acuerdos.
Avancemos hacia el futuro de México, fortalezcamos en el ámbito de nuestras facultades la normatividad electoral. Nunca más permitamos que se abuse de nuestra democracia o que se cuestione de ella. Es imposible que soñemos en un país moderno, justo y democrático, sin que la ley sea el centro de su construcción.
Señoras y señores, en la trinchera que se ha convertido México no existen ni bueno sin malos, sólo existen mexicanos con visiones diferentes. Encontremos el punto de diálogo que nos permita sacar adelante los rezagos legislativos. No seamos nunca más un lastre para México, entendiendo que es muy sano ser un contrapeso del Poder Ejecutivo Federal, negándole cualquier reforma de ley que en nuestro análisis vaya en contra de los intereses de México. Pero —caray— seamos también capaces de presentar reformas de ley que sean alternativas viables a las del Presidente.
Lo que ya no se vale es únicamente desestimar sin proponer. Tomemos las riendas del futuro de México con un objetivo final: acortar la desigualdad y modernizar al Estado mexicano, fortaleciendo el imperio de la ley como eje central del desarrollo nacional. Sin estado de derecho es imposible que tengamos desarrollo.
Una vez más el balón está del lado del Poder Legislativo Federal. Esta puede ser la última llamada. Estamos obligados a dar resultados y fortalecer al Congreso de la Unión ante los ojos del pueblo de México.
Entendamos que el instrumento que llevará a México y a los mexicanos a ser un país mucho más equitativo, justo y competitivo con la realidad mundial, es el diálogo y el acuerdo. Invitamos al PAN y al PRD a que antepongan el futuro de México a cualquier otro interés.
Hagamos del Poder Legislativo el motor de transformación de México. Elevemos nuestro actuar a la responsabilidad de nuestros tiempos, convirtamos a México en un país de realidades y no únicamente de sueños y esperanzas.
Convoquemos al Presidente entrante a participar en la transformación de nuestro México, pero más importante aún, hagamos que la Sexagésima Legislatura responda con hechos tangibles a los problemas sociales y sentemos las bases con nuestras acciones para disminuir la pobreza que aqueja a millones de mexicanos.
Estamos ante la última llamada, por eso hoy hablo en nombre de todos los jóvenes de este país, de las generaciones de paz que estamos hartos del estancamiento en nuestro país. Hago un llamado a las fuerzas políticas de México que hoy se encuentran enfrentadas. Sólo la responsabilidad nacional, la conciencia histórica, la capacidad de negociar, la virtud de corregir, de reconocer errores, de proponer pero de ceder la grandeza, la capacidad de conciliación, de diálogo, de consenso, de construir acuerdos, el buen olfato y tactos políticos, la visión de futuro, la visión de Estado y el patriotismo, habrán de unir a México, ese es el país que queremos.
Como joven, interpreto los pensamientos de los jóvenes mexicanos, quienes demandan respuesta inmediata a los conflictos de la nación. Alzamos la voz con vehemencia y valentía, exigiéndole al Gobierno Federal y a la Coalición por el Bien de Todos, que detengan el riesgo de colapso de nuestro país, asumiendo cada uno sus responsabilidades y dando cauce pacífico al conflicto electoral.
Por eso, no a la polarización. Debemos mantener una posición sensata y comprometida con el país, hacer un equilibrio de la fuerza de México, alejados de la izquierda radical y de la extrema derecha.
Nosotros, los jóvenes del Partido Verde, junto con las fuerzas de centro y los moderados de la izquierda y de la derecha, con responsabilidad, seremos los promotores de la unidad de México y de su modernización.
El pueblo mexicano no quiere ni merece más irresponsabilidad en sus políticos, demanda resultados y acuerdos, por lo que privilegiando el interés de la nación, hoy comprometemos por México los 25 votos aprobatorios de legisladores federales de mi partido, en beneficio de todas aquellas reformas que modernicen al país, lo hagan competitivo, garantice el desarrollo sustentable y el acceso al empleo a todos los mexicanos.
Gracias por su atención.
El Presidente diputado Jorge Zermeño Infante: Gracias, senador Arturo Escobar.
Tiene la palabra la diputada Martha Hilda González Calderón del Partido Revolucionario Institucional.
La diputada Martha Hilda González Calderón: Señor Presidente, entendemos su responsabilidad constitucional de proteger la inviolabilidad del Recinto parlamentario y darle la seguridad a la integridad de los legisladores, pero no entendemos ni aceptamos el estado de sitio con el que la fuerza pública mantiene cercado el Palacio Legislativo de San Lázaro.
Con su venia, señor Presidente, compañeras y compañeros legisladores, señoras y señores. Acudo a esta tribuna en representación del Grupo Parlamentario del Partido Revolucionario Institucional, para fijar nuestra posición de cara al Sexto Informe de Gobierno.
Este no es un mero acto de protocolo, es una oportunidad para sumar nuestra razón a la de los demás, comprometidos con hacer nuestra mejor contribución a un desarrollo para México con democracia y justicia social, porque evaluar las acciones de un gobierno no debe ser una vía para la descalificación, sino un método para elevar la calidad de las respuestas que juntos habremos de encontrar.
La vida nacional transcurre por momentos inéditos, nuestra convivencia es cada vez más compleja y difícil, son muchos los problemas que están presentes y otros más se perfilan en el futuro inmediato, por lo que darle solución a unos es apremiante y prevenir los otros, indispensable.
La estabilidad del país debe sustentarse en las instituciones y en la corresponsabilidad de todos los sectores sociales para fortalecerla.
Cuando en el año 2000 nos acercábamos a la jornada electoral para elegir Presidente de la República, vivíamos con la gestión de un gobierno priísta, en condiciones de estabilidad económica y de circunstancias favorables para la competencia política.
La sociedad optó por la alternancia para decidir el rumbo futuro del país en un ejercicio de amplias libertades y de tranquilidad social. A seis años de distancia, el Presidente Fox debería sentirse avergonzado por no haberle cumplido al pueblo de México. Su gobierno, Presidente Fox, no puede presumir que termina su mandato en medio de la paz y la tranquilidad que imperaban en el país hace seis años.
El entorno político, económico y social nos obliga a reflexionar sobre estos saldos de la alternancia, más allá de promesas incumplidas, se yergue el peso de la realidad que nos rodea. La falta de oficio político provoca que enfrentamientos y contradicciones se presenten con inusual frecuencia.
Hoy, tenemos un país donde los intereses de grupo y las coyunturas políticas suelen rebasar el marco jurídico. Surgen los deslindes de unos y las renuencias de otros para acatar la legalidad. Hoy, sufrimos de ingobernabilidad por la ineptitud y falta de pericia de una administración que minimiza los conflictos, desconoce el valor y la utilidad de la negociación política que reduce la problemática nacional al juego de las encuestas de opinión o los índices de popularidad.
Hoy, el país es rehén de la delincuencia organizada que genera inseguridad y amenaza a todas las familias. Hoy observamos un severo estancamiento en el crecimiento económico y en la generación de empleos, indicadores que por su dimensión no pueden esconderse ni aún detrás de las cifras macroeconómicas o del blindaje a las estructuras financieras.
Hoy, en el campo hay hambre y desesperación. La política del estado social ha sido sustituida por el estado empresarial y por lo tanto los cambios se han dado sin dirección. Hoy, hoy, hoy —señor Presidente Vicente Fox— avergüenza vivir en un país en el que la pobreza es su mayor afrenta, en el que la falta de oportunidades se traduce en el incremento de la migración de miles de mexicanos.
El país pierde lugares en múltiples indicadores mundiales como en los de competitividad, crecimiento de la economía, en el nivel educativo, la inversión en ciencia y tecnología, grado de desarrollo humano y medición de la desigualdad social entre otros importantes factores al comparar las expectativas que generó este gobierno al inicio de su mandato se abre una brecha abismal con los resultados que reporta en su último tramo.
Desde el ámbito de competencia que asiste a esta soberanía, nos pronunciamos por la atención inmediata al conflicto en Oaxaca; exigimos la intervención decidida del Gobierno Federal para su solución; el gobierno no puede ser indolente y omiso frente al conflicto en una entidad que forma parte del pacto federal. Demandamos cumplimiento a lo dispuesto en el artículo 119 de la Constitución específicamente en lo relacionado a la obligación de los poderes de la Unión, de proteger a los estados en el caso de trastorno interior. Repudiamos, repudiamos a quienes hacen un llamado a la rebelión y amenazan la tranquilidad y la paz de todos los mexicanos.
De ahí que reiteremos nuestro pronunciamiento a favor de un papel más activo y de interlocución efectiva por parte del Gobierno Federal, para dar respuesta a los graves problemas que padece Oaxaca. Pero lamentablemente los problemas no acaban ahí. Denunciamos la flagrante violación al Código Electoral del estado de Chiapas, condenamos las irregularidades ocurridas durante y después de la jornada electoral y sobretodo, el respeto a la voluntad de los chiapanecos. Nada debe estar más allá de las instituciones que la democracia misma ha construido y consolidado. Rechazamos sin ambages la violencia y la intransigencia como recursos falaces de las instituciones y del cambio social.
El PRI refrenda su compromiso político y social, su vocación de servicio, asumiendo la responsabilidad de recuperar la tarea de transformar a México. No transigiremos en reformas que signifiquen regresiones o conculcación de los derechos sociales; bien por el contrario, fortaleceremos los principios y postulados constitucionales con la educación, la salud, la igualdad entre hombres y mujeres, el desarrollo sustentable, el derecho al trabajo, la atención digna a los grupos vulnerables, el desarrollo del campo y en especial de los campesinos.
Somos una fuerza política con una personalidad firme que cuando coincide no sucumbe y también difiere sin buscar cancelar otras propuestas. Seremos protagonistas corresponsables de la gobernabilidad efectiva que todo el país exige; gobernabilidad que lejos de cancelar la crítica pública, demanda su ejercicio comprometido. Queremos un desarrollo sustentable que propicie no sólo el mejor aprovechamiento de nuestros recursos naturales, sino que, además, siente las bases para heredar a las generaciones futuras un país con mejores indicadores de bienestar social.
Rescataremos asimismo aquella política exterior prestigiada que era producto de una larga tradición diplomática que nos enorgullecía y que durante el presente sexenio degeneró en activismo torpe y sin rumbo.
No hay duda: en el PRI tenemos autoridad para hablar de construcción de instituciones para señalar una crítica severa al gobierno por la brutal dilapidación de un activo con el cual llegó al poder hace seis años. En el PRI, en el PRI tenemos autoridad para hablar de democracia porque hemos mostrado la misma congruencia al exigir el respeto al voto cuando el sufragio nos es favorable que cuando nos es adverso, porque la alternancia y la transición democrática hubieran sido impensables sin la construcción del andamiaje jurídico e institucional promovido por los priístas y el acatamiento respetuoso a la voluntad popular que hemos demostrado. Seamos demócratas de tiempo completo; demócratas en la victoria, pero también demócratas en la derrota, conscientes de que ni los triunfos ni los reveses electorales, son permanentes.
Los legisladores de mi partido sabemos que cada problema no resuelto deviene retroceso; pero también reconocemos que en los acuerdos entre las diferentes fuerzas políticas anida la solución. No hay duda que para ofrecer resultados positivos, necesitamos lograr consensos irrestrictos dentro del marco de la ley. Colaboraremos irrestrictamente para que la gente perciba en cada uno de nosotros que vale la pena la democracia, que es útil e indispensable para construir y preservar instituciones y que legislando podemos transformar desde el marco normativo el entorno social.
Con ése ánimo, habremos de construir acuerdos. Habremos de realizar alianzas e impulsar proyectos con distintas fuerzas políticas, pero que quede claro, el PRI no será rehén de nadie. Fijaremos nuestra propia agenda y en torno de los grandes propósitos que hemos mantenido, lucharemos por dar las mejores respuestas a la Nación como medio para recuperar la confianza de la sociedad.
Mi grupo aprovecha esta solemne ocasión para saludar a las Fuerzas Armadas. Reconocemos su alto sentido nacionalista, institucional y patriótico. Nuestro Instituto Armado, pueblo en uniforme, surgido de la gesta de 1910, es el mejor garante de la soberanía de los mexicanos. A ellos nuestro respeto y agradecimiento.
El cumplimiento cabal de las responsabilidades públicas, transita inexorablemente por el terreno de la gobernabilidad. Por eso honramos y honraremos los medios legítimos para alcanzarla en contra posición a quienes tienen a la ineptitud como divisa, a la violencia como respuesta y al desorden por herramienta.
Quizás el estandarte más sincero que podemos ofrecer los priístas, tenga que ver con la paz, hoy tan necesaria. Por eso, ojalá que el verso de Octavio Paz encuentre pronto reflejo en nuestro entorno cuando dice: "Que las palabras depongan armas y sea el poema una sola, una sola palabra entretejida".
El Presidente diputado Jorge Zermeño Infante: Gracias diputada González Calderón. Tiene la palabra el senador Carlos Navarrete Ruiz, del Partido de la Revolución Democrática.
El diputado Carlos Navarrete Ruiz: Ciudadanos legisladores, ciudadanas legisladoras.
"En los casos de invasión, perturbación grave de la paz pública o de cualquier otro que ponga a la sociedad en grave peligro o conflicto, solamente el Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, de acuerdo con los titulares de las secretarías de Estado, los departamentos administrativos y la Procuraduría General de la República, y con aprobación del Congreso de la Unión y en los recesos de éste, de la Comisión Permanente, podrá suspender en todo el país o en lugar determinado las garantías que fuesen obstáculo para hacer frente rápida y fácilmente a la situación". Esto dice el artículo 29 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
En qué momento, ciudadanos legisladores y legisladoras, cuándo este Congreso aprobó la suspensión de garantías contemplada en el artículo 29 constitucional.
¿Por qué a las afueras de este Palacio Legislativo y a varios kilómetros a la redonda se han suspendido de facto las garantías que establece nuestra Constitución?
Un impresionante e indignante operativo de fuerzas de seguridad del Gobierno Federal tienen cercada a la casa del Congreso. Por tierra y por aire se agrede a los representantes de la Nación y se impide, se impide que los ciudadanos ejerzan las libertades que la ley les otorga.
En toda la televisión, en toda la radio de la capital del país están los testimonios de los ciudadanos que se quejan de la suspensión de sus garantías.
Miles de elementos de seguridad, decenas de vehículos especiales, vallas metálicas, campamentos instalados; todo está allí, a la vista de todo el país.
Esta violación está a la vista del país y está...
El Presidente diputado Jorge Zermeño Infante: Permítame...
El senador Carlos Navarrete Ruiz: ... y está implementado por el Estado mexicano y ordenado por el Presidente de la República, que está obligado a guardar y hacer guardar la Constitución de todos los mexicanos.
Esta violación a la Constitución no puede ser aceptada por este Congreso de ninguna manera...
El Presidente diputado Jorge Zermeño Infante: Permítame, señor legislador.
Hago un llamado, permítame señor Senador. Hago un llamado a los señores legisladores...
El senador Carlos Navarrete Ruiz: Pido que me permita continuar mi discurso, ciudadano Presidente.
El Presidente diputado Jorge Zermeño Infante: Hago un llamado a los señores legisladores a que vuelvan a sus lugares.
Solicito...
El senador Carlos Navarrete Ruiz: Solicito el uso de la palabra, para terminar mi discurso.
Por ello, ciudadanos legisladores, no pronunciaría el discurso que expresa la opinión del Partido de la Revolución Democrática, pues no existen las condiciones para que el Congreso sesione y no abandonaré ni mis compañeros lo harán, esta tribuna, hasta que se reanude la vigencia de las garantías constitucionales que han sido suspendidas de facto en una parte de la Ciudad de México, ordenada por el Presidente Vicente Fox Quesada, por la Constitución.
El Presidente diputado Jorge Zermeño Infante: Señores legisladores: les pido que vuelvan a sus curules para que podamos continuar esta sesión en orden.
Les pido que cumplan con sus obligaciones. (...)
Señores legisladores, señores legisladores del PRD: pido a los legisladores del Partido de la Revolución Democrática que vuelvan a sus asientos; que permitan que continúe esta sesión; que respeten el Recinto; que respeten la Asamblea.
Los llamo al orden, con todo respeto. Vuelvan a sus lugares.
El diputado: No lo haremos, señor Presidente.
El Presidente diputado Jorge Zermeño Infante: Señoras y señores: Declaro un receso mientras les pido, les exijo a los legisladores del Partido de la Revolución Democrática que pasen a sus asientos. Mientras así sucede, se declara un receso. (19:00 horas)
El Presidente diputado Jorge Zermeño Infante: Se reanuda la sesión.
Y en virtud de que no existen condiciones para el uso de esta tribuna, solicito a la Secretaría reciba en el recinto de este Palacio Legislativo, el Informe por escrito que presenta el Presidente de la República, Vicente Fox Quesada.
El Presidente de la República Vicente Fox Quesada: Secretarios senadores y diputados, en cumplimiento a lo señalado por el artículo 69 de la Constitución, he asistido a este Congreso de la Unión y hago entrega del Informe correspondiente al último año de mi gestión.
Ante la actitud de un grupo de legisladores que hace imposible la lectura del mensaje que he preparado para esta ocasión, me retiro de este Recinto.
(La Secretaría recibe el Informe aludido y lo entrega al Presidente de la Cámara)
El Presidente diputado Jorge Zermeño Infante (19:24 horas): Esta Presidencia deja constancia de que el ciudadano Presidente de la República, Vicente Fox Quesada ha cumplido con lo que establece el artículo 69 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, de estar presente en la apertura del periodo de sesiones y de entregar por escrito el Informe que guarda la Administración Pública.
En virtud de no existir condiciones para que esta sesión continúe, se levanta la sesión y se cita para el próximo martes a las diez de la mañana a las señoras y señores diputados.
Le pido ponerse de pie para entonar el Himno Nacional.
(Himno Nacional)