Cámara de Diputados del Honorable Congreso de la Unión, LX Legislatura
Versión estenográfica del foro México ante la crisis: ¿Qué hacer para crecer?,
llevado a cabo el jueves 29 de enero de 2009

El maestro de ceremonia Alfonso Ruelas Hernández: Los invitamos cordialmente, por favor, a ocupar sus lugares para dar inicio a esta segunda sesión de trabajo del foro México ante la crisis: ¿Qué hacer para crecer?

Muy buenos días. La LX Legislatura del Congreso General de los Estados Unidos Mexicanos les da a todas y a todos ustedes la más cordial bienvenida a la segunda sesión de trabajo del foro México ante la crisis: ¿Qué hacer para crecer?, que se lleva a cabo en este Palacio Legislativo de San Lázaro.

Queremos agradecer y destacar la presencia del diputado César Duarte Jáquez, presidente de la Cámara de Diputados; del senador Gustavo Madero Muñoz, presidente de la Cámara de Senadores; del diputado Javier González Garza, presidente de la Junta de Coordinación Política de la Cámara de Diputados y del senador Manlio Fabio Beltrones Rivera, presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado de la República.

Asimismo, queremos agradecer la presencia de las ciudadanas y los ciudadanos diputados y senadores, integrantes de las Mesas Directivas y de las Juntas de Coordinación Política de ambas Cámaras del Congreso de la Unión.

Asimismo, queremos agradecer la asistencia de las ciudadanas y los ciudadanos legisladores que hoy nos acompañan.

Queremos agradecer la presencia, la asistencia de los ponentes que habrán de participar en el primer panel de esta segunda sesión del foro, el licenciado José Natividad González Parás, gobernador constitucional del estado de Nuevo León y presidente de la Confederación Nacional de Gobernadores; del doctor José Narro Robles, rector de la Universidad Nacional Autónoma de México; del licenciado Armando Paredes Arrollo, presidente del Consejo Coordinador Empresarial; del licenciado Enrique Alonso Aguilar Borrego, presidente del Congreso del Trabajo; del señor Max Correa, secretario general de la Central Campesina Cardenista y representante del Consejo Nacional de Organizaciones Rurales y Pesqueras, y de la doctora Denise Dresser, profesora e investigadora del Instituto Tecnológico Autónomo de México.

Asimismo, queremos agradecer la participación del maestro Rolando Cordera Campos, profesor e investigador de la Facultad de Economía de la Universidad Nacional Autónoma de México y quien fungirá como moderador de este primer panel.

También queremos agradecer la presencia en este foro de los dirigentes de organismos empresariales, integrantes del cuerpo diplomático acreditados en nuestro país, académicos, comunicadores, servidores públicos de los Poderes de la Unión, así como de dirigentes campesinos, obreros y de organizaciones de la sociedad civil.

Para dar la bienvenida escucharemos a continuación el mensaje del diputado Javier González Garza, presidente de la Junta de Coordinación Política de esta Cámara de Diputados. Por favor, diputado.

El Presidente diputado Javier González Garza: Muchísimas gracias. Antes de empezar quiero también agradecer al Centro de Estudios de Finanzas Públicas de esta Cámara de Diputados y al Instituto Belisario Domínguez de la Cámara de Senadores, por su colaboración en la organización de este foro.

El Congreso de la Unión organiza este foro con el propósito de escuchar. Queremos conocer las ideas, propuestas y compromisos que se puedan libremente expresar.

Lo que sabemos de la situación económica mundial es hoy muy preocupante, México está sufriendo ya los embates de la crisis. Es claro que todos, todos vamos a perder, el problema es ¿cómo perdemos lo menos y quiénes cargarán mayoritariamente con el peso de la crisis?

Nos preocupa el desempleo, la desigualdad y la inseguridad pública. Es evidente que se deben de tomar medidas y acciones rápidas, como son el mayor gasto social y la inversión; se debería, a juicio de muchos, no poner trabas al desarrollo y bajar el precio de combustibles, en particular del diesel. Aquí lo que importa es la velocidad del gasto, que ya se ha decidido.

Por otra parte, quisiéramos poder contestar, junto con todos y muchos, algunas preguntas: ¿es ahora el momento de establecer el concepto de soberanía nacional alimentaria? ¿Es posible establecer y cumplir el derecho de la alimentación para todos los mexicanos? ¿Podemos hacer universal el programa de 70 años y más en todo nuestro país? ¿Podemos establecer una reserva estratégica de alimentos, en particular de granos? ¿Se definirá alguna vez en este país una política industrial? ¿No les parece que sería oportuno ahora?

¿Cómo contestar a la propuesta del presidente Obama, de renegociar el TLC en materia laboral y ambiental y los otros asuntos que nos preocupan? ¿Cuándo decidiremos establecer la libertad sindical? ¿Cuándo intervenir en nuestra educación?

Estas son, sin contar los problemas de inseguridad y crimen organizado, algunas de las preocupaciones de muchos miembros del Congreso, yo diría de la mayoría de los mexicanos.

Con este ánimo de escuchar respetuosamente todas las posiciones es que damos inicio a este segundo foro México ante la crisis: ¿qué hacer para crecer? Damos la más cordial bienvenida a todos ustedes. Estaremos atentos a todas y cada una de las intervenciones, porque quisiera insistir en un punto, nos interesa enormemente las propuestas de todos, porque queremos una discusión seria, comprometida con esta etapa y con este país.

Es fundamental que si podemos llegar a acuerdos, lo hagamos, pero que abramos la discusión. Tenemos mucho campo para hacerlo y tenemos enormes preocupaciones. Espero el éxito de estos trabajos que seguirán; hoy tenemos presentaciones de invitados de enorme trascendencia, de mucha calidad, de los cuales esperamos su participación. Muchísimas gracias. Y bienvenidos todos.

El maestro de ceremonia Alfonso Ruelas Hernández: Muchas gracias, diputado. Escucharemos ahora la intervención del senador Manlio Fabio Beltrones Rivera, presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado de la República. Por favor, senador.

El senador Manlio Fabio Beltrones Rivera: Muy buenos días, diputadas, diputados, senadores, senadoras, señor gobernador, señor rector, señores presidentes de las organizaciones de los sectores económicos, distinguidos académicos. A nombre de la Junta de Coordinación Política del Senado de la República me es muy grato saludarles, sobre todo hoy, en estos momentos en los cuales estamos continuando, después del inicio del pasado martes, con una dinámica en la cual nos toca escuchar a todos aquellos que al igual que nosotros están preocupados por los acontecimientos mundiales y nacionales.

Hemos planteado estas reuniones como el mejor método al que nos podemos acercar para encontrar las soluciones: de qué manera enfrentar la crisis con mejores decisiones, recuperar en el futuro inmediato, la dinámica perdida del crecimiento de nuestro país y hacerle frente, en lo inmediato también, a los efectos de la crisis económica y financiera mundial a la que no somos ajenos.

Estamos aquí entonces listos para escucharlos, para conocer su perspectiva, siempre analítica; encontrar puntos comunes para elaborar un diagnóstico que nos permita realizar aportaciones y propuestas sobre las cuales ?y éste es el objetivo y no lo debemos de perder de vista? construir los compromisos que aquí se sustenten en un acuerdo nacional.

Hay una noticia que de alguna manera, desde hace mucho tiempo, intuíamos en el Congreso y que quisiéramos que nunca se hubiese confirmado, pero está presente. México aun cuando técnicamente no lo esté, va en vías de la recesión, que ya afecta también a buena parte del mundo.

El empleo está cayendo. El crecimiento está en números negativos. Hay desconfianza e incertidumbre en los mercados y la perspectiva de 2009 es de contracción, retroceso. Ésta no nada más puede ser la peor crisis económica que hayamos conocido en la historia del siglo XX y de los inicios de éste. De lo único que estamos seguros, como señalaron destacados panelistas hace un par de días, es que el mundo no podrá ser igual. Y que una nueva mediación entre el Estado y el mercado habrá de ser necesaria, ello nos obliga a usar la visión y no quedarnos cortos, porque no es sólo buscando medidas complementarias o acciones aisladas como podremos enfrentar esta crisis, como podremos atemperar los efectos y salir de ella renovados y con una dinámica de crecimiento, si no es con base en que actuemos, como bien lo dijo hace un momento el presidente de la Junta de Coordinación Política de la Cámara de Diputados, y es convicción de todo el Congreso, con la rapidez necesaria, con la velocidad que se nos ha impuesto y para ello necesitamos escuchar.

Estamos convencidos de muchas medidas que debemos asumir, no nada más en el Congreso sino también que lo deba hacer el Ejecutivo; muchas de ellas giran alrededor de su pensamiento, pero es necesario que las adoptemos como acuerdos, porque hoy es la hora de ceder, de conceder y de acordar en beneficio del país.

Lo dijo en el momento de la inauguración de estos foros el senador Navarrete, yo quisiera reiterarlo, éste no es un foro de confrontación, sino de diagnóstico, de propuestas y de acuerdos. Sobre esos tres ejes es que esperamos se conduzca la dinámica de las sesiones de trabajo, con la presencia de los representantes de los factores de la producción y también del conocimiento.

En estos eventos temáticos habremos nosotros de concluir rápidamente qué es lo que necesita hacer el Congreso, qué es lo que debe hacer el Ejecutivo, qué es lo que le toca también llevar a cabo a los factores de la producción, cuáles son las ideas que debemos de concretizar con rapidez, con velocidad y sobre todo, de qué manera podemos concluir con un acuerdo nacional por el empleo, el crecimiento y el desarrollo.

Es así como damos inicio a esta segunda sesión del foro, entregando la conducción al moderador del panel, el doctor Rolando Cordera. Muchas gracias.

El maestro de ceremonias Alfonso Ruelas Hernández: Sin mayor preámbulo y para moderar este primer panel cedemos el uso de la palabra al maestro Rolando Cordera Campos. Por favor, maestro.

El moderador Rolando Cordera Campos: Gracias. Buenos días a todos, muchas gracias al Congreso de la Unión y a sus respectivas Juntas de Coordinación Política, por el honor que me han concedido de moderar esta mesa de diálogo, de reflexión y hacia delante, de compromiso, lo más explícito que podamos para encarar una circunstancia que nos han dicho expertos y no expertos, inédita, pero sí claramente grave, profunda y con implicaciones disruptivas en todas las sociedades nacionales y en el orden internacional que conocemos.

Como bien nos dijo el señor Romano Prodi, antier, hay que actuar ya, hay que actuar pronto, porque lo que dejemos de hacer hoy, y lo que debamos hacer probablemente no funcione y obviamente, a partir de los mejores, más acertados diagnósticos que podamos ir configurando en el tiempo, y de los compromisos que podamos ir adoptando como sociedad desde sus respectivos sectores, como me parece que es el caso de esta primera mesa del día de hoy.

Desde la empresa, el sindicato, la organización campesina, el pacto federal, la academia tenemos que ir acercando nuestras respectivas percepciones, perspectivas, no solamente de lo que va a ocurrir, sino de lo que ya está ocurriendo, con el propósito de derivar de ahí, acciones políticas en la economía, en la sociedad, en la protección de nuestros compatriotas más débiles y vulnerables y en la protección de nuestras capacidades productivas en general, con el fin de irnos preparando para salir de la crisis y enfilar por otro rumbo, por otro curso de desarrollo nacional, porque así lo requiere y lo exige una sociedad demasiado castigada y afectada antes de la crisis, como nos lo han dicho las diferentes presentaciones oficiales, académicas sobre lo que ha ocurrido y lo que está en curso de ocurrir.

Éste es el panorama, cómo vemos, cómo ven la situación los sectores, las organizaciones, la academia, y a partir de este cómo ven tenemos que ir acercándonos al qué podemos hacer juntos.

Porque si alguna lección podemos extraer del pasado es que frente a circunstancias como ésta o se actúan junto, de común acuerdo, coordinados o no hay posibilidades de sortear con bien amenazas como las que estamos viviendo ya en México y en el mundo.

Dicho esto voy a comenzar a dar la palabra. Les recuerdo a nuestros invitados que ahí hay un aparato que dice: 10:00 y que va a ir diciendo 9:00 hasta llegar a 0. Son 10 minutos los que tenemos para iniciar nuestra ronda de presentaciones, con la pretensión de que podamos dedicar un momento antes de pasar a la segunda sesión de intercambio, reflexión o apuntamiento y precisiones por parte de nuestros invitados.

En consulta con los organizadores de esta reunión hemos llegado a armar el siguiente orden de presentación: en primer lugar vamos a escuchar al doctor José Narro, rector de nuestra Universidad Nacional Autónoma de México; luego estará en el uso de la palabra el licenciado Armando Paredes Arroyo, presidente del Consejo Coordinador Empresarial a quien le seguirá el licenciado Enrique Alonso Aguilar Borrego, presidente del Congreso del Trabajo; posteriormente tomará la palabra la doctora Denise Dresser, quien representa al Instituto Tecnológico Autónomo de México; para después escuchar al señor Max Correa, de la Central Campesina Cardenista y al final de esta ronda escuchar al gobernador José Natividad González Parás, quien representa a la Conferencia Nacional de Gobernadores.

Dicho esto doy la palabra al señor rector José Narro. Si tomas 15 minutos llegamos a hora y media según me dice la aritmética y tenemos dos horas. Tratemos de quedarnos en los 10 minutos para poder tener el intercambio que piden nuestros invitados 12 o 15 minutos dice el licenciado Aguilar Borrego. Parece un compromiso inicial adecuado.

El Rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, doctor José Narro Robles: Buenos días tengan todos ustedes. Señor coordinador de este foro maestro Rolando Cordera. Estimados panelistas. Señores presidentes de las juntas de coordinación y de las mesas directivas del Senado y de la Cámara de Diputados. Señoras y señores senadores y diputados. Señor secretario de la ANUIES, es un gusto compartir con ustedes. Estimado y estimados, porque son varios maestros universitarios que están presentes, también un gran gusto estar con ustedes. Señoras y señores. Medios de comunicación.

Quiero agradecer a los presidentes de las juntas de coordinación política del Senado y de la Cámara de Diputados, por invitar a la Universidad Nacional Autónoma de México, a participar en este foro. A los legisladores les felicito sinceramente por la iniciativa que tomaron.

Las instituciones públicas de educación superior siempre han estado comprometidas con la vida académica y a partir de ella con el desarrollo del país. De ahí nuestra asistencia a este foro.

La crisis económica que vive el mundo entero, cuyas repercusiones en México ya empezaron a manifestarse, no constituye un hecho espontáneo. Las crisis, incluidas las de la economía, son en el fondo el resultado de no haber tomado las decisiones adecuadas en el momento oportuno o de haber postergado la solución de problemas importantes, por acción o por omisión pueden generarse grandes problemas.

Por ello, para decidir qué hacer en México ante una crisis que apenas empezamos a experimentar es necesario que tengamos la mayor claridad posible acerca de sus orígenes. La situación amerita medidas de urgencia, pero ello no debe conducir a la puesta en práctica de acciones que a la postre no resuelvan nada, o peor aún, acentúen nuestros problemas de fondo.

Lo que resulta inadmisible es que después de cada crisis en el país se termine acentuando la desigualdad y se debilite la participación de la sociedad.

En México, la contingencia y la inmediatez con frecuencia se imponen sobre las grandes reformas de fondo. El país experimenta una profunda y lacerante desigualdad; pero no se ejecutan las reformas y los programas sociales que ayuden a redistribuir la riqueza.

Todos sabemos que necesitamos invertir más en educación; pero las urgencias se nos imponen. Aceptamos la conveniencia de atender los problemas fundamentales de combate a la pobreza, rezago educativo y atención a la salud de la población; pero el proyecto se pospone. Podría enumerar una larga lista de situaciones y de problemas similares.

Lo que nos pasa en la actualidad debe aprovecharse para establecer medidas que trasciendan la coyuntura. Para ello, junto con las acciones inmediatas dirigidas a paliar los efectos de la crisis se requieren impulsar políticas de largo aliento; políticas que ayuden a perfilar el desarrollo de una sociedad más incluyente, con prioridades diferentes y rumbo claro.

La crisis no es un problema que pueda resolverse de forma inercial y menos con la aplicación de medidas similares a las que la produjeron. O realizamos cambios profundos o estamos condenados a repetir, tarde que temprano, los mismos problemas.

Una de las lecciones derivadas de esta situación es la necesidad de flexibilizar el debate doctrinario. Se requiere romper con dogmas y actuar en consecuencia. Se requiere claridad y sensatez para aceptar que la mano invisible del mercado no es suficiente para la sociedad y que ésta requiere de la mano visible del Estado, como ha sostenido un prestigiado economista aquí presente, Carlos Tello.

No es posible que en plena época de la economía del conocimiento, en plena era de la sociedad de la información, los ciudadanos comunes no tengan idea en torno a hechos que los afectan directamente. Es una paradoja que la información no sirva para prever los problemas y que los trabajadores tengan en riesgo una parte de sus fondos de retiro. Resulta inadmisible que quienes administran esos recursos tengan ganancias, mientras fracasan en su misión de administrar el dinero ajeno.

Para el buen desarrollo de una sociedad democrática y armónica se requiere que el Estado tenga un papel estratégico. El Estado no puede ceder su papel histórico al mercado; sin embargo, no se trata de percibir al Estado y al mercado como entidades antagónicas.

Se trata de aceptar que sin la acción compensadora del Estado, el mercado no puede regularse por sí solo y menos resolver los problemas, rezagos e injusticias sociales que nos abruman. Se trata también de reconocer que el mercado incluso puede llegar a ser un depredador de sí mismo.

En el otro lado de la moneda hay que aceptar que igualmente el Estado no puede tener una intervención tal que acabe ahogando o anulando las iniciativas de la sociedad. Quizá la respuesta está más allá de la contradicción entre los modelos de mercado y de intervención estatal.

La crisis actual es estructural, pero está agravada por un pensamiento dogmático. Es necesario reconocer que no es exclusivamente una crisis de liquidez, y que en su lógica financiera es resultado de una mala administración de riesgos. Es una crisis provocada, en su origen, tanto por la avaricia, la especulación y la falta de prudencia, como por la mala regulación monetaria y financiera.

Pero también, es necesario aceptar que es producto de un planteamiento agotado de un sistema que no responde a las necesidades de las mayorías. Por ello, una recuperación económica basada sólo en la expansión del gasto público es insuficiente. Además de dicho gasto deben considerarse otros aspectos.

En este sentido, no puede obviarse que en la actualidad México es uno de los países que tienen una desigualdad más acentuada, al respecto, conviene recordar que, según los datos oficiales, el 1 por ciento de los hogares mexicanos concentra el 9.2 por ciento del ingreso total nacional. En tanto que en el otro extremo, el 1 por ciento de los hogares más pobres sólo obtienen el 0.07 por ciento de dicho ingreso, 130 veces menos.

Ante la coyuntura originada por la crisis, es innegable que se requieren acciones gubernamentales para impedir una recesión generalizada en el sector productivo, así como establecer prioridades y reglas claras para ayudar a ampliar los efectos negativos y entre los más necesitados.

Es necesario instrumentar programas de empleo emergente masivo para aquellos que pierdan su trabajo y para quienes se deben incorporar al mercado laboral. Incrementar las becas a los jóvenes que están en las universidades, aumentar los programas de capacitación.

Es necesario ampliar programas públicos de salud para que se mantenga la cobertura a quienes pierdan la protección de la seguridad social. Estas y otras medidas probablemente serán adoptadas.

Sin embargo, hay que insistir en que las acciones para superar los problemas deben estar enmarcadas en una perspectiva más amplia y en la de perfilar nuevos esquemas para el desarrollo del país que permitan avanzar en la solución de problemas ancestrales.

En la pertinencia de contar con una política industrial, con una política pública que favorezca la generación de riqueza, en el fortalecimiento de nuestro mercado interno y en la necesidad de entender que la época de las aperturas comerciales indiscriminadas no debe repetirse; el bienestar social no debe ser de carácter marginal, tiene que constituirse en el centro de la política económica.

El fin último de la economía no puede ser el control de las variables macroeconómicas, sino la mejoría de los niveles de vida de la población.

Además del rescate económico, el país requiere un gran rescate social; un rescate que permita atacar directamente el asunto de la desigualdad. Por qué no, por ejemplo, se emprenden proyectos de gran magnitud, como el de alfabetizar a los casi 6 millones de mexicanos que no saben leer y escribir. Recuperar a estos mexicanos cuesta menos, mucho menos que otros rescates realizados.

En el mismo sentido, el programa de Apoyo a la Infraestructura debería contemplar también el mantenimiento y remozamiento de los centros de salud y de todas las escuelas públicas ubicadas en las zonas deprimidas, así como la construcción de caminos rurales. Acciones de esa naturaleza permitirían incrementar el empleo en esas áreas del país.

Se hace necesaria una inversión pública sin precedente en educación superior y en salud que mejore significativamente la cobertura y la calidad de los mismos. Estos dos elementos forman parte de los igualadores sociales más efectivos para reducir las disparidades existentes. Permitir que aumente el número de jóvenes sin un sitio en la educación superior o sin una oportunidad de trabajo sería un grave riesgo, un error histórico.

De igual forma, resulta imperativo colocar a la ciencia y la tecnología entre las prioridades del país; la ciencia debe tener un lugar preponderante en nuestro futuro.

La crisis actual no sólo es económica, también es una crisis de valores que afecta de manera diferente a los ciudadanos. Para salir de ella se debe retomar el ritmo de crecimiento que perdimos hace varios lustros, además de trabajar en el fortalecimiento del sistema de valores laicos. Para conseguirlo se requiere un acuerdo social amplio y no sólo un arreglo económico.

Nuestro país requiere de la unidad por encima de todo, al igual que de la aportación de todos sus ciudadanos, especialmente de los más capaces para proponer acciones que permitan superar las grandes carencias que afectan a la población. Lograr un acuerdo social con la unidad que la república demanda es posible. A nadie sirve apostar a la división.

Es necesario crear las condiciones y realizar las acciones pertinentes para devolver la esperanza a los mexicanos. Tenemos que replantear el rumbo del país y definir un nuevo proyecto para la nación.

Sabemos que frente al desafío no hay soluciones fáciles, únicas ni espontáneas. Sabemos que no se debe ocultar la extensión y gravedad de los problemas sociales que nos afectan. Necesitamos aceptarlo, ventilarlo. Debemos alcanzar acuerdos que nos permita atenderlos. Es el momento, aún ante las incertidumbres actuales, de atrevernos a imaginar un México mejor.

Al discutir: qué hacer, es pertinente reconocer que toda crisis es también una oportunidad. Una oportunidad de ver hacia adelante y de extraer lo positivo de otras experiencias, pero también entender que la crisis no debe ser divisa política de nadie y menos en este año electoral. Es, por otra parte, un problema de todos cuya atención requiere de la participación y el acuerdo de la mayoría.

A todos nos conviene que las dificultades se superen. Ello sólo será posible si los sectores con más recursos comprenden que la acción del Estado debe buscar que toda la población sea beneficiada e incorporada.

La pregunta de: qué hacer para salir de la crisis, puede tener muchas respuestas, pero la que conviene al país, es la de mejorar la participación de todos los ciudadanos en la economía y la política de México. Ése es nuestro desafío. Contribuyamos a construir los acuerdos, es urgente.

El moderador Rolando Cordera Campos: Gracias, señor rector. Doy la palabra ahora al licenciado Armando Paredes Arroyo, Presidente del Consejo Coordinador Empresarial.

El Presidente del Consejo Coordinador Empresarial, licenciado Armando Paredes Arroyo: Señores legisladores, distinguidos panelistas, amigos todos.

La evolución del crecimiento económico en México no ha sido suficiente para promover los empleos que se necesitan crear cada año. Ahora con la crisis financiera y la recesión mundial internacional, las expectativas de empleo y el crecimiento se han ajustado a la baja de manera drástica.

Además, aunque porcentualmente el índice de pobreza se ha reducido, el número absoluto se ha incrementado y la distribución del ingreso se ha deteriorado. Actualmente las expectativas de movilidad social son mínimas, crean desesperanza, angustia y frustración.

Aunado a ello las actividades ilícitas se incrementan. La inseguridad y la delincuencia han llegado a niveles críticos en el país con situaciones extremas en algunas ciudades y regiones que lo convierten en un tema de seguridad nacional.

El bajo y alarmante nivel de educación inhibe la formación de capital humano. La incorporación de los jóvenes a la vida social productiva, digna y satisfactoria. Si no se resuelve este problema, será imposible tener tasas de crecimiento altas y estables, lo que pone en riesgo el futuro del país.

Ante lo anterior, se suma que el gasto corriente del sector público crece insaciablemente y reduce el espacio para la inversión. Las políticas públicas se han realizado sin planeación adecuada y con criterios populistas o de corto plazo.

Por no mencionar los elevados precios de los bienes y servicios que administra el sector público, la corrupción, la falta de transparencia, la insuficiencia de rendición de cuentas y las violaciones al estado de derecho.

Todos estos elementos se traducen indudablemente en una enorme falta de competitividad en el país. Estas condiciones explican que hay un deterioro en el tejido social, frustración, ausencia de expectativas, de mejoría en el nivel de vida, delincuencia, inseguridad y una polarización social exacerbada por grupos de intereses.

Altas tasas de crecimiento no son la única solución ni son suficientes para resolver todos estos problemas, pero son definitivamente necesarias. Por ello insistimos en que se concreten los cambios largamente demorados en nuestro sistema político y en lo económico.

Además, y refiriéndome a la crisis, quisiera señalar algunos principios básicos que identificamos como sector privado.

Primero. Nuestra principal responsabilidad es utilizar todos los mecanismos a nuestro alcance para mantener la liquidez, tanto en las empresas como en las personas. Sin dinero en la caja no se pueden pagar salarios, no se pueden pagar proveedores, no se pueden pagar impuestos y no se puede consumir ni invertir.

Segundo. El empleo debe ser preocupación y atención de todos, al menos para los empresarios sí lo es. Las medidas para su fomento deben implementarse de inmediato.

Tercero. Si el presente año se ve difícil, el próximo muy probable podría ser también un año complicado por el hecho que no tendremos cobertura sobre los precios del petróleo y la plataforma de producción, y los precios se mantienen en declive.

Esto nos obliga a buscar, desde ahora, otras fuentes de ingreso fiscal que suplan a aquellos que dejaremos de recibir, pero que no inhiban la inversión y que alimente la informalidad.

Teniendo esto en mente, el sector empresarial se suma con gran interés a este foro, pues su organización es una muestra de la sensibilidad de nuestro Congreso para actuar aun en tiempos electorales, más allá de intereses partidistas, con rapidez y sin titubeos, poniendo por delante los grandes intereses del país.

El sector privado ha tomado con mucha responsabilidad su participación en este foro. No venimos a presentar un pliego petitorio exhaustivo; tampoco es momento para presentar banalidades o propuestas de intereses de unos cuantos.

Venimos a plantear con seriedad los asuntos que en mayor medida impactan el desempeño de las empresas productivas y las acciones que desde nuestra perspectiva podrán ayudar a paliar la crisis.

Previamente hicimos un largo recorrido a lo ancho y largo del país para sentir el pulso de los empresarios de todos tamaños, de todos sectores y de todas regiones. Recogimos propuestas, escuchamos inquietudes, percibimos la desesperación de miles de empresarios que luchan por mantener sus negocios en operación por conservar inmune su plantilla de trabajadores o retomar el crecimiento potencial que tiene México y que aún seguimos sin explotar.

Tanto a nivel temático como regional los empresarios que participaron en los foros presentaron planteamientos coincidentes, reiterados, en materia de seguridad y estado de derecho, educación, en materia fiscal, financiera, laboral; propuestas para incrementar la competitividad, estimular las inversiones y el empleo y para hacer más eficiente la administración pública, lo que nos confirma que hoy por hoy son los factores que más afectan y dificultan el desempeño de las empresas.

En la sesión inaugural del foro, el secretario Carstens presentó una serie de propuestas que consideramos apropiadas y por tanto la suscribimos en su totalidad y esperamos que muy pronto se constituyan en iniciativas para su aprobación en el Congreso.

Con estos antecedentes, a continuación enunciamos una serie de compromisos y propuestas que responden a las inquietudes y aspiraciones del sector empresarial. Compromisos con la representación de las organizaciones que integran el Consejo Coordinador Empresarial. Reiteremos los compromisos que asumimos durante la firma del Acuerdo Nacional en Favor de la Economía Familiar y el Empleo.

Así, con absoluta determinación ratificamos el firme compromiso de los empresarios de México en tres vertientes fundamentales.

Primera. Sostener en operación la planta productiva y, en la medida que el mercado lo demande, hacer las inversiones necesarias para atenderlo.

Segunda. Tomar las medidas conducentes para evitar el deterioro en el poder adquisitivo de los mexicanos a partir de un manejo racional de costos y gastos que reduzcan el efecto en los precios de las mercancías.

Tercera. Mantener su plantilla de trabajadores utilizando los procedimientos necesarios para que la reducción en el número de trabajadores sea la última instancia. Son compromisos congruentes con la responsabilidad social de los empresarios de nuestros país, que arriesgamos nuestro patrimonio y el de nuestras familias con y por México.

Los empresarios aquilatamos el valor del capital humano, la importancia de desarrollar empleos productivos, de vigorizar el mercado interno y de penetrar cada vez con mayor fuerza en los mercados internacionales.

En la coyuntura actual, los empresarios debemos distinguirnos por un liderazgo fuerte y profesional y por la capacidad de tomar decisiones oportunas y acertadas.

Propuestas: Son muchos los países del mundo que han adoptado medidas profundas y diversas para atenuar el impacto de la crisis económica y financiera.

Algunos ejemplos son elocuentes. Hasta ahora los estímulos contracíclicos adoptados en Estados Unidos representan el 5.4 del producto interno bruto; los instrumentados por Canadá, el 2.1 por ciento; los de Alemania, el 2 por ciento y los de Brasil, el 1.4 por ciento de su producto nacional.

En el caso de México se han impulsado una serie de medidas, la mayoría de las cuales se sustentan en el presupuesto público.

Las acciones anunciadas en el marco del Acuerdo Nacional a favor de la Economía Familiar y el Empleo representan un apoyo cercano al punto 5 por ciento del producto interno bruto, incluyendo el congelamiento de los precios de la gasolina, que no es una inyección de recursos adicional a la economía, por lo que pensamos que son notoriamente insuficientes.

La severidad de la crisis y la diversidad de los canales transmisores obligan a valorar la instrumentación de acciones adicionales que deben ponerse en práctica de inmediato para ofrecer certidumbre a los mercados.

De nada sirve un presupuesto subejercido o que se gaste en los últimos meses del año. Las soluciones que proponemos a continuación están orientadas a ordenar los mercados, a mantener la liquidez en la economía, a dotar de mayor eficiencia a la administración pública, a modernizar las leyes y a garantizar su plena aplicación.

En esta ocasión y dada la magnitud de la crisis, la urgencia amerita instrumentar a la brevedad posible medidas contracíclicas, razón por la cual nos concentraremos en éstas que son las de más alta prioridad; aún así entregamos por escrito un paquete de propuestas más amplio que incluye acciones para estimular el crecimiento.

Este documento, sumado a la agenda de competitividad que entregamos en el 2007 al Ejecutivo y al Congreso, contiene un importante paquete de acciones cuya implementación se vería reflejada en nuestra capacidad de traer inversiones, ya que la inversión pública y privada es el único camino para generar crecimiento económico.

Esperamos tener una próxima ocasión, en breve, para sentarnos a analizar con suficiente detalle estas medidas.

Propuestas en materia fiscal. En este campo se recomienda adoptar medidas que respondan a la necesidad de promover la liquidez de las empresas y personas, de estimular la inversión y de incentivar el consumo y generar mayores empleos.

Se propone lo siguiente: permitir pagos en parcialidades por adeudos fiscales, incluyendo retenidos y trasladados; acelerar y facilitar las devoluciones de saldos a favor.

En el caso del ISR y el IETU realizar pagos provisionales de manera conjunta, tal como operaba el impuesto al activo; ampliar la deducción inmediata de las inversiones en impuesto sobre la renta, en todas las áreas geográficas del país, sin excluir activos y eliminar la tasa de descuento; calcular el IETU en base al coeficiente del año anterior, para evitar descapitalización; no limitar la deducción de inversiones e inventarios anteriores al primero de enero de 2008.

Respetar la recuperación íntegra del impuesto al activo, eliminando la restricción de los transitorios de este impuesto, lo mismo que la prelación de acreditamientos, a efecto de evitar la pérdida de créditos, además, permitir la deducibilidad de perdidas cambiarias; incrementar el límite existente para deducir consumos en restaurantes y hoteles, al igual para inversiones y gastos en automóviles; exentar temporalmente las contribuciones sociales a los nuevos empleos.

Es necesario adelantar la eliminación prevista del impuesto por tenencia de automóviles; deducibilidad fiscal en gastos de educación, promover la repatriación de capitales, salvaguardando la identidad de las personas por seguridad con una tasa impositiva atractiva.

Propuestas en materia laboral y de seguridad social. Concretar la reforma a la Ley Federal del Trabajo, con objeto de flexibilizar las condiciones de contratación; aumentar la certidumbre jurídica en la relación laboral; actualizar el marco legal vigente; favorecer la creación de empleos y mejorar el código de procedimientos en esta materia de resolución de conflictos; abrir los esquemas de facilitación de paros técnicos a diversos sectores y no sólo a las empresas Altex, lo que implica dotar de mayores recursos a este programa.

Diseñar un programa agresivo de estímulos para la generación de nuevos empleos; generalizar a todos niveles de gobierno la eliminación temporal del impuesto a la nómina, generar programas de apoyo para inmigrantes y desempleados, a efecto de incorporarlos a la economía formal; amnistía parcial en las contribuciones sociales de años anteriores, otorgando plazos para promover su regularización.

La actitud de presión y de acoso del Instituto Mexicano del Seguro Social, no es congruente con un periodo recesivo en el que con gran esfuerzo se requiere seguir sosteniendo la planta productiva y el empleo. Urge flexibilizar los esquemas de cobranza del instituto que llegan al extremo de embargar activos en las empresas, de tal suerte que se abran programas de facilitación de pagos en parcialidades en los que las multas y recargos resulten razonables. Se recomienda también aplicar un mecanismo ágil de facilitación en el Infonavit.

Propuestas para incrementar la competitividad de la inversión. Por su impacto sobre la eficiencia del costo de los numerosos procesos industriales, garantizar que las empresas, incluidas las Pyme, tengan acceso competitivo a insumos como la energía eléctrica, diesel, gasolina, gas natural petroquímicos y otros combustibles.

El gobierno federal debe adecuar su sistema de compras a efecto de cumplir con el compromiso de destinar el 20 por ciento a las Pyme. En estados y municipios deberán tomar medidas equiparables a nivel local. Combatir enérgicamente la competencia desleal y el contrabando, acelerar el programa nacional de infraestructura.

Establecer condiciones para que el presupuesto público se ejerza en forma oportuna y transparente, lo que implica fijar metas y reglas operativas para que las dependencias públicas federales e incluso las estatales y municipales comprometan el total de su presupuesto dentro de los cuatro primeros meses del año.

Ampliar la cobertura al esquema de proyectos plurianuales y tomar las medidas para reencauzar oportunamente los recursos asignados a los proyectos que no cuentan con elementos necesarios para su puesta en marcha.

Legislar sobre los requisitos para justificar las expropiaciones, liberar los derechos de vía y dar posesión inmediata de los bienes en caso de interés público, salvaguardando las garantías individuales. Precisar los esquemas de compensación en caso de daño ambiental a efecto de no detener las obras de infraestructura.

En el sector agropecuario se recomienda impulsar un programa emergente integrado por instrumentos de política pública, cuya implementación no implique un incremento presupuestal sino su redistribución, así como mantener un esquema de Procampo en los límites de la propiedad legal y definir el ingreso objetivo para granos y oleaginosas.

En el sector turismo es necesario acrecentar los recursos destinados a promoción.

Propuestas en materia de energía, gas natural. Suspender la operación de un nuevo régimen de ventas de primera mano de gas natural. Modificar temporalmente los contratos de Pemex a efecto de disminuir penalizaciones. Ofrecer mayores rangos de tolerancia y otorgar plazos accesibles de pago a fin de evitar el corte del suministro.

Flexibilizar el manejo de garantías. Cambiar el concepto de base firme anual por uno de base firme trimestral para ofrecer opciones que se amolden a la problemática de las empresas. Ofrecer más apoyos a los usuarios orientados a la administración de riesgos, tanto a través de opciones de precios como de vía de coberturas.

En materia de energía eléctrica se propone reajustar los aumentos excesivos de precios de energía ocasionados por el uso de escaladores inadecuados en las tarifas industriales.

Corregir los mecanismos de actualización por inflación. Transparentar el precio del combustóleo y referenciarlo a un precio de la mezcla mexicana del petróleo. Flexibilizar el cambio de tarifas a períodos trimestrales, sin que haya cargos por parte de CFE. Ampliar los plazos de pago. Aumentar las opciones tarifarias para los usuarios, por ejemplo, impulsar la tarifa de tiempo real que otorgaría a los consumidores oportunidades de compra de energía a niveles competitivos.

Propuestas en materia financiera. Fomentar el fondeo para el desarrollo de intermediarios financieros diversos, como es el caso de Sofoles, Sofomes y entidades de ahorro y crédito popular, simplificando trámites y reduciendo requisitos. Capitalizar la banca de desarrollo. Exención de los programas de garantía a cargo de la banca de desarrollo a todo tipo de intermediarios financieros.

Canalizar mayores recursos para el financiamiento a las Pyme, estableciendo un programa específico de soporte para la proveeduría de este subsector. Promover la competencia en las administradoras de fondos de retiro y flexibilización del régimen de inversiones de Sifores. Incrementar la competencia en el sistema financiero para garantizar mejores condiciones de acceso para los usuarios. Fortalecer y lograr la universalidad de las sociedades de información crediticia con objeto de reducir riesgos. Implementar un esquema de garantías para reactivar la colocación de deuda y recuperar la confianza en el mercado de valores.

Como se puede observar, es mucho todavía lo que se puede hacer para enfrentar con solidez la crisis global y retomar con suficiencia la fuerza en el camino del crecimiento. El riesgo de quedarnos cortos es alto, como también lo es mantener en el mediano y largo plazos tasas de crecimiento insuficientes.

Es momento de trabajar juntos para sacar adelante al país. La crisis internacional puede ser el acicate para que una a los mexicanos para luchar juntos en la construcción del México que deseamos. Estamos a sus órdenes para analizar en detalle éstas y otras muchas propuestas en beneficio de los mexicanos.

El moderador doctor Rolando Cordera Campos: Gracias, licenciado Paredes. Vamos a escuchar ahora al licenciado Enrique Aguilar Borrego, presidente del Congreso del Trabajo.

El Presidente del Congreso del Trabajo, licenciado Enrique Aguilar Borrego: Muy buenos días. Agradecemos la invitación que nos hace el Senado y la Cámara de Diputados a este evento. Saludamos especialmente con respeto al senador Carlos Aceves del Olmo.

La crisis económica mundial que se originó en Estados Unidos tiene como principales factores los altos precios de las materias primas, una crisis alimentaria mundial, una elevada inflación y la amenaza de una recesión en todo el mundo, así como una crisis crediticia, hipotecaria y de confianza en los mercados.

Esta crisis financiera y económica global llevará millones de personas a la pobreza y el impacto en los países en desarrollo será más grande que en los países desarrollados. Los efectos de la crisis económica global cada vez se resienten más en México.

Reconocemos que nuestro país está mejor preparado para hacer frente a esta contingencia, pero son cada día más las industrias que se han visto en la necesidad de despedir a personal o de realizar paros técnicos, sobre todo las relacionadas con las exportaciones, manufacturas e industria automotriz.

El movimiento obrero organizado en el Congreso del Trabajo reconoce como solución a la crisis económica el diálogo franco con todos los sectores sociales, económicos y políticos que permite el encuentro de consensos y la suma de esfuerzos en aras de un desarrollo nacional equilibrado, equitativo y competitivo.

El sector obrero es consciente de que el libre mercado es una condición necesaria para el crecimiento, pero es insuficiente por sí solo para cubrir sus propias anomalías. Por tanto, se requiere la acción preventiva y correctiva del Estado para encauzar el mercado, y así conducir a un crecimiento ordenado y con justicia social.

Tenemos que aportar nuestro mejor esfuerzo para superar la crisis. Estamos convencidos que ésta será pasajera y que es igual o más importante prepararnos para crecer en un esquema de justicia social, de pleno empleo formal y de salario remunerador.

Para lograr un crecimiento sostenido es necesario aumentar la productividad en las empresas y la competitividad del país, revirtiendo las tendencias que año con año se han venido dando en México, de ser, en comparación con otros países, cada vez menos competitivo.

No podemos aspirar al crecimiento de empleos si cada año bajamos en los índices de productividad, por lo que resulta doblemente difícil enfrentar una crisis económica con una planta productiva que no ha encontrado fórmulas para ser cada día más productiva.

Entendemos que la productividad depende de muchos factores, entre otros, de la infraestructura, de la seguridad jurídica, de la seguridad en los centros de trabajo, de la capacitación de la mano de obra, del precio de las materias primas, del precio de los energéticos, de las facilidades que otorgue el Estado a las empresas, de la inversión que hagan las empresas en tecnología, maquinaria y equipo, y de la capacitación de los trabajadores.

Los sindicatos y los empresarios hemos logrado en muchas empresas firmar convenios de productividad que han fortalecido a las empresas y los ingresos de los trabajadores. Para lograr el crecimiento debemos fomentar el empleo formal, el trabajo decente a que se refiere la OIT.

En México ha crecido exponencialmente el empleo informal y cada día son más los mexicanos que carecen de previsión social, del derecho a la salud, del derecho a la vivienda, de derecho a una pensión al término de su vida laboral, por lo que el reto no es crear solamente un trabajo, sino un trabajo con previsión social.

En ese sentido se deberán establecer condiciones para incorporar cada día más a la formalidad a los más de 12 millones de trabajadores informarles, fortalecer a las instituciones sociales que ha creado el país, como son el Seguro Social, el ISSSTE, el Fovissste, el Infonavit y el Seguro Popular.

Se debe legislar para evitar la simulación laboral, ya que malos patrones, con el único objeto de evitarse gastos en nómina, Seguro Social e Infonavit pervierten figuras como el outsourcing, para no otorgar prestaciones, para no otorgar prestaciones o para simular que no hay una relación laboral, lo que deberá ser castigado duramente.

Para lograr el crecimiento debemos crear condiciones para la inversión, tanto nacional como extranjera y eso tiene que ver con el Estado de derecho, el pleno respeto a la ley, por parte no solamente de la sociedad, sino del Estado y su plena aplicación por parte del Poder Judicial es necesaria para el crecimiento del empleo.

Es importante mencionar que la relación laboral en México es un elemento, a nuestro juicio, que atrae inversiones, ya que gozamos de una relación de respeto y de entendimiento con la mayoría de las empresas y fundamentalmente, con las agrupaciones patronales, lo que permite mantener un nivel muy bajo en el estallamiento de huelgas, lo que hace del clima laboral en la planta laboral un elemento propicio para alentar la inversión.

Para lograr el crecimiento debemos tener cada día trabajadores mejor capacitados, ya que la mano de obra capacitada es la diferencia de la atracción y la conservación de capitales, por eso proponemos revisar el tiempo que se invierte en la educación de los niños en las escuelas públicas.

Es necesario que las jornadas en estas escuelas se alarguen otorgando materias que complementen la formación de los alumnos proporcionando los alimentos, brindándoles la posibilidad a las madres trabajadoras de que sus hijos estén en las escuelas seguras, en manos de maestros normalistas.

En la educación para los trabajadores proponemos reforzar y fortalecer a los organismos que brindan certificación y capacitación; fortalecer al conocer, no sólo para acceder en el escalafón en las empresas, sino para acreditar conocimientos y habilidades, incluso en el extranjero, que les ayuden a encontrar empleo.

Para lograr el crecimiento debemos crear condiciones de seguridad para los trabajadores en sus centros de trabajo, en el traslado a su trabajo y en el traslado a su casa; condiciones de seguridad para los trabajadores y las empresas.

El aumento desmedido de la delincuencia no sólo lacera a la sociedad, sino que en materia de empleo inhibe la inversión, por lo que es necesario que todos los involucrados en el combate a la delincuencia, que todos nos involucremos en el combate a la delincuencia, pero fundamentalmente los gobiernos en sus tres niveles, porque de nada servirá todo lo que hagamos en busca de creación de empleos si se siguen manteniendo los índices de inseguridad.

Para crecer necesitamos revertir y terminar con las adicciones tanto de alcohol y drogas en toda la sociedad, pero fundamentalmente, en el centro de trabajo, ya que no sólo causa daño al individuo, sino a la productividad y a la empresa.

Para proteger el empleo se requieren grandes acuerdos nacionales y acuerdos en los centros de trabajo. Para proteger el empleo deberemos celebrar un acuerdo nacional y posteriormente repercutirlo en acuerdos en los centros de trabajo, generando la cultura de colaboración entre patrones y trabajadores.

En esta nueva visión, los trabajadores y sus organizaciones obreras se ubican en el centro mismo de los esfuerzos de la empresa por conservar las fuentes de trabajo, ser productivas y no perder su espacio competitivo en el mercado.

Para proteger al salario se requiere que el gobierno, legisladores, sindicatos, empleadores, campesinos encontremos mecanismos ciertos, para que los artículos de primera necesidad mantengan un precio al alcance de los trabajadores y no dejar al mercado la regulación de los precios de la canasta básica alimenticia.

Formar una comisión a fin de integrar nuevamente la canasta básica, ya que no obedece a los tiempos actuales y a la realidad actual la integración de la canasta básica, con más de 400 productos y es la base para la fijación del salario mínimo.

Es excesiva la tasa de interés que cobran algunas tiendas e intermediarios financieros, sobre todo a los trabajadores de menos ingresos, por lo que se deben establecer límites que permitan distinguir hasta dónde llega el negocio y hasta dónde empieza la usura y el abuso.

Dentro de un esquema de libre mercado apoyamos los trabajos de esta soberanía para lograr que las tasas de interés sean mucho más bajas, más razonables y permitan no solamente proteger al salario sino una mayor inversión.

Incentivar y fortalecer a todas aquellas organizaciones que están hechas para la protección al salario, es necesario en estos tiempos, como lo es el Infonavit, el Fonacot, el ISSSTE, el Fovissste, el IMSS, la Profeco, para que redoblen sus esfuerzos en todos sus servicios procurando atender a los trabajadores de manera pronta y eficiente, aliviando las presiones que pudiera traer la crisis.

Las organizaciones sindicales del Congreso del Trabajo asumimos los compromisos de: continuar hasta culminar con el gran Acuerdo Nacional de Productividad que los sectores productivos iniciamos hace casi dos años. Estamos seguros que este acuerdo será un instrumento que ayudará a nuestro país a alcanzar niveles de competitividad que le permitirán la creación de más y mejores empleos.

De la misma forma se continuará hasta culminar con el gran Acuerdo de Seguridad en los centros de trabajo, ya que estamos convencidos de que la seguridad es corresponsabilidad de todos.

El Congreso del Trabajo es una organización plural incluyente al servicio de todos los trabajadores que se acerquen en búsqueda de asesoría laboral, profesional o atención a sus conflictos laborales, sin importar su filiación sindical o si no tienen ninguna filiación sindical procurando su rápida atención a las demandas que presenten.

El Congreso del Trabajo reconociendo que la capacitación es un elemento de suma importancia en el desarrollo de los trabajadores, seguirá importando la capacitación como un recurso que contribuya al crecimiento de la sociedad y a generar condiciones de bienestar para todos, tanto en los contratos colectivos, como en programas instaurados en los sindicatos y en el Congreso del Trabajo.

Las organizaciones que forman el Congreso del Trabajo redoblarán su lucha contra las adicciones seguirán combatiendo este flagelo hasta lograr la erradicación de los estupefacientes en los centros de trabajo.

Las grandes centrales como la CTM y la CROC tienen avances muy importantes en esta materia. Tenemos plena conciencia que las adicciones destruyen las familias y en nuestro caso pueden llegar a destruir incluso la fuente de trabajo. Por ello seguiremos trabajando en este sentido.

Son la productividad, la competitividad de las empresas y la calidad de la mano de obra, en un marco de paz laboral y de respeto a los derechos de los trabajadores, las herramientas fundamentales para combatir la crisis, para crecer fortaleciendo las empresas y crear trabajos dignos.

Nuevamente agradezco y reconozco a los señores legisladores la invitación para que los actores sociales, en este caso los trabajadores, presentemos a esta soberanía y ante México, nuestro análisis, propuestas y compromisos, para un crecimiento sostenido de la planta productiva, con justicia social. Muchas gracias.

El moderador Rolando Cordera Campos: Gracias licenciado Aguilar Borrego. Vamos a escuchar ahora a la doctora Denis Dresser, del Instituto Tecnológico Autónomo de México.

La doctora del Instituto Tecnológico Autónomo de México, Denise Dresser: Gracias. Es un gran placer estar aquí como académica, como ciudadana, como mujer, lamentablemente la única invitada a este foro.

México es un país privilegiado. Tiene una ubicación geográfica extraordinaria y cuenta con grandes riquezas naturales. Está poblado por millones de personas talentosas y trabajadoras. Pero a pesar de ello la pregunta perenne sigue siendo: ¿Por qué no crecemos a la velocidad que podríamos y deberíamos? ¿Por qué seguimos discutiendo este tema año tras año, foro tras foro?

Aventuro algunas respuestas y les pediría que me acompañaran en un ejercicio intelectual recordando aquel famoso libro de madame Calderón de la Barca, llamado La vida en México, escrito en el siglo XVII, en el cual intenta describir las principales características del país.

Si madame Calderón de la Barca escribiera su famoso libro hoy tendría que cambiarle el título a Oligopolilandia porque desde el primer momento en el que pisara el país se enfrentaría a los síntomas de una economía política disfuncional que la crisis tan sólo agrava.

Aterrizaría en uno de los aeropuertos más caros del mundo, se vería asediada por maleteros que controlan el servicio, tomaría un taxi de una compañía que se ha autodecretado un aumento del 30 por ciento, ante el pasmo de las autoridades y si tuviera que cargar gasolina, podría hacerlo tan sólo en Pemex.

En el hotel habría 75 por ciento de probabilidades de que consumiera una tortilla vendida por un solo distribuidor; y si se enfermara del estómago y necesitara ir a una farmacia descubriría que las medicinas ahí cuestan más que en muchas partes del mundo. Y si le hablara a su esposo de larga distancia para quejarse de la situación pagaría entre las tarifas más elevadas de la OCDE. Y si prendiera la televisión para distraerse ante el mal rato, descubriría que sólo existen dos cadenas.

Para entender la situación en la que se encuentra tendría que recordar lo que dijo Guillermo Ortiz hace unos días: "no hemos creado las condiciones para que los recursos se usen de manera eficiente", o tendría que leer el libro Good Capitalism, Bad Capitalism, que explica por qué algunos países prosperan y otros se estancan; por qué algunos promueven la equidad y otros no logran hacerlo.

La respuesta se halla en la mezcla correcta de Estado y mercado; de regulación e innovación. Y hoy México es un ejemplo clásico de lo que el premio Nobel de Economía, Joseph E. Stiglitz, llama "una mala encarnación del capitalismo", el capitalismo de cuate, honey capitalism, el capitalismo de cómplices, el capitalismo que no se basa en la competencia o en la innovación, sino en su obstaculización.

Ese andamiaje de privilegios y de posiciones dominantes y nudos sindicales en sectores cruciales para el desarrollo de cualquier país, y México no es la excepción.

¿Cuáles son esos sectores? Telecomunicaciones, servicios financieros, transporte, energía. Nudos que aprisionan a la economía y la vuelven ineficiente. Una mezcla de capitalismo de Estado y capitalismo oligárquico.

Hoy México, inmerso en esta crisis, está aún lejos de acceder a ese capitalismo exitoso, dinámico, democrático, donde el Estado no protege privilegios, no defiende cotos, no elige ganadores, no permite la perpetuación de un pequeño grupo de oligarcas con el poder de vetar las reformas que los perjudican. Ese capitalismo abierto donde las autoridades crean condiciones para los mercados abiertos, competitivos, innovadores que proveen mejores productos a precios más baratos para los consumidores, para los ciudadanos.

Y hoy México, lamentablemente, carga con los resultados de esfuerzos fallidos por modernizar esta economía durante los últimos 20 años. Las reformas de los ochenta y noventa entrañaron la privatización, la liberalización comercial, pero esas reformas no produjeron una economía dinámica de mercado, con regulación gubernamental eficaz, capaz de crear mercados funcionales y competitivos, porque en vez de transparencia y reglas claras prevaleció la discrecionalidad entre los empresarios que se beneficiaron de las privatizaciones y los funcionarios del gobierno encargados de regularlos.

Las declaraciones de Agustín Carstens, el martes pasado, en torno a la necesidad de combatir los monopolios en telefonía son bienvenidas. Lamentablemente se dan 18 años tarde y ahí están los resultados: una economía que no crece lo suficiente; una elite empresarial que no compite lo suficiente, un modelo económico que concentra la riqueza y distribuye mal la que hay.

México está atrapado por una red intrincada de privilegios y vetos empresariales y posiciones dominantes que inhiben un terreno más nivelado de juego. Una red que opera a base de favores y concesiones y protección regulatoria que el gobierno ofrece y los miembros de la cúpula empresarial de este país exigen para invertir.

¿Quién? Alguien como el dueño de una distribuidora de maíz o el concesionario de una carretera privada o el comprador de un banco rescatado por el Fobaproa o el principal accionista de Telmex o el operador de un Afore.

Estos actores capturan rentas a través de la explotación o la manipulación del entorno económico en vez de generar ganancias legítimas a través de la innovación y la creación de riqueza.

Y los consumidores, los ciudadanos de México contribuyen a la fortuna de los rentistas cada vez que pagan la cuenta telefónica, la conexión a Internet, la cuota en la carretera, la tortilla a un precio fijo, la comisión de las Afore, la comisión por una tarjeta de crédito; ejemplo tras ejemplo de rentas extraídas a través de la manipulación de los mercados. Y el rentismo acentúa la desigualdad, produce costos sociales, disminuye la productividad, aumenta los costos de transacción en una economía que para competir globalmente necesita disminuirlos.

Y para extraer esas rentas, esos jugadores dominantes, han erigido altas barreras de entrada a nuevos jugadores, creando así cuellos de botella que inhiben el crecimiento de México en un mundo cada vez más globalizado, y la concentración de la riqueza y el poder económico en esos jugadores dominantes ¿en qué se traduce? En ventajas injustas, en captura regulatoria, en políticas públicas que favorecen intereses particulares. Pero, peor aún, convierte a los representantes del interés público, a muchos de los diputados y los senadores sentados aquí, en empleados de los intereses atrincherados. Convierte al gobierno en empleado de las personas más poderosas del país y lleva a las siguientes preguntas:

¿Quién gobierna en México, el Senado de la República o Ricardo Salinas Pliego, cuando logra controlar los vericuetos del proceso legislativo, como lo hizo en el tema de los corresponsales bancarios? ¿Quién gobierna en México, la Secretaría de Comunicaciones y Transportes o UNEFON, la Comisión Nacional Bancaria o los bancos que se rehusan a cumplir con las obligaciones de transparencia que la ley les exige? ¿Quién gobierna en México, la Secretaría de Educación Pública o Elba Esther Gordillo, la Comisión Federal de Competencia o Carlos Slim, Pemex o Carlos Romero Deschamps, ustedes o una serie de intereses que no logran contener? Porque ante los vacíos de autoridad y la captura regulatoria y las decisiones de política pública que benefician a una minoría, la respuesta parece obvia.

México padece lo que algunos llaman "un Estado dentro del Estado", o lo que otros denominan "una economía sin un gobierno capaz de regularla de manera eficaz". Eso, y no la caída en la producción petrolera es lo que condena a México al subdesempeño crónico. Y una y otra vez el debate en este país sobre cómo promover el crecimiento y cómo fomentar la inversión y cómo generar el empleo se encuentra fuera de foco.

El gobierno piensa que para lograr esos objetivos basta con tenderle la mano al sector privado, para que invierta bajo cualquier condición, y el sector privado, por su parte, piensa que es la panacea que se le permita participar; por ejemplo, en el sector petrolero.

Pero ésa es sólo una solución parcial a un problema mucho más profundo, el meollo detrás de la mediocridad económica de México se encuentra en su estructura económica y en las reglas del juego político que la apuntalan; una estructura demasiado pesada en la punta de la pirámide, una estructura oligopolizada, donde unos cuantos se dedican a la extracción de rentas, una estructura de complicidades y colusiones que el gobierno permite y del cual también se beneficia.

Y claro, muchos de los miembros del gabinete de Felipe Calderón, muchos de los presentes en este foro hablarán del crecimiento como prioridad central; pero más bien, lo perciben como variable residual, más bien parecería que busca ?y duele reconocerlo como ciudadana? asegurar un grado mínimo de avance para mantener la paz social, pero sin alterar la correlación de fuerzas existentes, sin cambiar la estructura económica de una manera fundamental.

Y el problema surge cuando ese modelo que hemos construido comienza a crear monstruos, cuando ese apoyo gubernamental, a ciertos grupos y ciertas personas produce monopolios, duopolios, oligopolios y sindicatos rapaces que ya no pueden ser controlados, cuando las criaturas del Estado, como las llama Moisés Naím, el editor de la revista Foreing Policy, amenazan con devorar a ese Estado.

Sólo así se entiende la devolución gubernamental de 550 millones de dólares a Ricardo Salinas Pliego por intereses supuestamente mal cobrados un día antes del fin del sexenio de Vicente Fox, devolución otorgada por la Secretaría de Comunicaciones y Transportes.

Sólo así se entiende el comunicado lamentable de la SCT, hace un año, celebrando la alianza entre Telemundo y Televisa, cuando en realidad revelaba una claudicación gubernamental ante la posibilidad de una tercera cadena de televisión.

Sólo así se entiende que nadie en este país levante un dedo para sancionar a Televisión Azteca cuando viola la ley, al rehusarse a transmitir los spot del IFE o se apropia del cerro del Chiquihuite.

Sólo así se entiende la posposición ad infinitum en el Senado de la República de una nueva ley de medios para promover la competencia en el sector.

Sólo así se comprende que la reforma a Pemex deje sin tocar el asunto del sindicato.

Sólo así se entiende la posibilidad de darle entrada a Carlos Slim a la televisión sin obligarlo a cumplir con las condiciones de su concesión original, síntomas de un gobierno ineficaz, síntomas de un gobierno doblegado; con efectos cada vez más obvios y cada vez más onerosos que la crisis pone en evidencia porque no logramos reformarnos a tiempo.

Mucha riqueza, pocos beneficiarios, crecimiento estancado, país aletargado, intereses atrincherados, reformas diluidas, poca competencia, baja competitividad, poder concentrado, democracia puesta en jaque.

Un gobierno que en lugar de domesticar a las criaturas que ha creado, ahora vive aterrorizado por ellas.

¿Y cuáles son las consecuencias de este mal capitalismo mexicano, donde las élites tradicionales son fuertes, la gobernabilidad democrática es poco eficaz, los partidos políticos tienden a estar capturados, las reformas económicas tienden a ser minimalistas?

El incrementalismo de la política pública en México se explica por el poder de veto que tienen aquellos que aseguran la perpetuación de sus intereses.

Si ustedes verdaderamente quieren que México crezca, tendrán que crear la capacidad de regular y reformar en nombre del interés público. Tendrán que mandar señales inequívocas de cómo van a desactivar esos centros de veto que están bloqueando el crecimiento económico y la consolidación democrática.

¿Y de quiénes estamos hablando aquí? Tienen nombre y apellido, los monopolistas abusivos y los sindicatos rapaces, y las televisoras chantajistas, y los empresarios privilegiados y sus aliados en el gobierno.

Si ustedes verdaderamente quieren que México prospere, tendrán que tomar decisiones que desaten el dinamismo económico, que fortalezcan la capacidad regulatoria del Estado y contribuyan a crear mercados que promuevan la competencia y gracias a ellos aumenten la competitividad. En pocas palabras, usar al Estado para contener a aquellos con más poder que el gobierno, con más peso que el electorado, con más intereses que el interés público.

¿Quieren medidas específicas? Se las doy. Los exhorto a leer textos tan incluyentes como: el reporte sobre el crecimiento, el poder de la productividad. A estar conscientes de todo lo que un país interesado en crecer y competir debe hacer para lograrlo.

A saber que ellos requiere una economía capaz de producir bienes y servicios de tal manera que los trabajadores puedan ganar más y más. A entender que ello se basa en la expansión rápida del conocimiento y la innovación. En nuevas formas de hacer cosas y mejorarlas. En técnicas que aumentan la productividad de manera constante. A reconocer que las economías dinámicas suelen ser aquellas capaces de promover la competencia y reducir las barreras de entrada a nuevos jugadores. A entender que es tarea del gobierno a través de la regulación adecuada crear un entorno en el cual las empresas se vean presionadas por sus competidores para innovar y reducir precios y pasar esos beneficios a los consumidores a comprender que si eso no ocurre nadie tiene incentivos para innovar; en lugar de ser motores del crecimiento las empresas protegidas o monopólicas terminan estrangulándolo.

¿Y cómo empezar a empujar eso? Con una tercera cadena de televisión abierta, con el fomento a la competencia en banda ancha usando, por ejemplo, la red de la Comisión Federal de Electricidad.

Con el fortalecimiento de los órganos regulatorios, con sanciones a quienes violen los términos de su concesión, con la creación de mercados funcionales como el que se logró con las aerolíneas de bajo costo, con medidas que empiecen a desmantelar esos cuellos de botella y a domesticar a esas criaturas del Estado.

La respuesta, como dijo Ricardo Lagos el martes, en el fondo es política; no económica. Tiene que ver con la inauguración de un nuevo tipo de relación entre el Estado, el mercado y los ciudadanos de este país.

Porque si la clase política de México, sentada aquí en primera fila de esta foro, no logra construir los cimientos del capitalismo democrático, condenará a México al subdesempeño crónico, a ser un terreno fértil para los movimientos en contra de las instituciones, condenará al país a cojear de lado, saboteado por instituciones políticas que no logra remodelar monopolios públicos y privados, que no logra desmantelar estructuras corporativas, que no logra democratizar.

Y será lo que el presidente Felipe Calderón llama "un país de ganadores", pero un país en el que siempre ganan los mismos, un lugar en que las grandes fortunas empresariales se construyen a base de la protección política y no de la innovación empresarial.

Un lugar en que el crecimiento económico ha sido mucho menos en la última década que en el resto de América Latina debido a esos cuellos de botella que los oligopolistas han diseñado y sus amigos en el gobierno les han permitido defender.

Un lugar en donde las penurias que la señora Calderón de la Barca enfrentó con los aeropuertos y los maleteros y los taxis y las gasolineras y la telefonía y la televisión ?entre tantos sectores más? son las mismas penurias que padecen millones de mexicanos, más.

Ese consumidor, ese ciudadano sin voz, sin alternativa, sin protección, ese hombre invisible, esa mujer sin rostro, esa persona que paga mes tras mes tarifas telefónicas más altas que casi en cualquier parte del mundo, es estudiante que paga mes tras mes una cuenta de Internet superior a la de sus contrapartes en América del Norte.

Esa compañía que paga mes con mes servicios de telecomunicaciones, que elevan sus gastos de operación y reducen sus ganancias, miles de personas con comisiones por servicios financieros que no logran entender, con cobros inusitados que nadie puede explicar, parados en la cola de los bancos, ahí varados, ahí desprotegidos, ahí sin opciones, ahí afuera, víctimas de un sistema económico disfuncional, institucionalizado por una clase política que aplaude la aprobación de reformas que no atacan el corazón del problema, presidentes y secretarios de Estado, y diputados y senadores y empresarios que celebran una y otra vez el consenso para no cambiar.

Y aunque se agradece que este foro acepte la magnitud de la crisis, si de aquí no surgen medidas concretas para mirar más allá de la coyuntura, revelará nuevamente nuestra incapacidad para encarar honestamente los problemas que México viene arrastrando desde hace décadas.

Revelará la pretensión de los sentados aquí, a proponer reformas aisladas, anunciar medidas cortoplacistas, a eludir las distorsiones del sistema económico, a instrumentar políticas públicas a pedacitos para llegar a acuerdos que tan sólo perpetúan el statu quo.

Y con esto termino. Mientras allá afuera la realidad acecha a golpes de 327 mil despedidos, crecimiento negativo, el lugar 60 de 134 en el Índice Global de Competitividad y una nación que dice reformarse mientras evita hacerlo.

México no crece por la forma en la cual se usa y se ejerce y se comparte el poder, ni más ni menos, por las reglas discrecionales y politizadas que rigen al capitalismo de cuates, por la supervivencia de las estructuras corporativas que el gobierno creó y sigue financiando, por un modelo económico que canaliza las rentas del petróleo a demasiadas clientelas, por un sistema político que funciona muy bien para sus partidos, pero muy mal para sus ciudadanos.

Un sistema de extracción sin representación, creando así un país poblado por personas obligadas a diluir la esperanza, a encoger las expectativas, a cruzar la frontera al ritmo de 400 mil personas al año en busca de la movilidad social que no encuentran en su propio país, obligados a vivir con la palma extendida, esperando la próxima dádiva del próximo político, obligados a marchar en las calles, porque piensan que nadie en el gobierno los escucha, a desconfiar de las instituciones, a presenciar la muerte común de los sueños, porque México avanza a la velocidad que podría y debería, que podría y debería. Muchas gracias.

El moderador Rolando Cordera Campos: Gracias, doctora Dresser. Vamos a escuchar ahora al señor Max Correa, dirigente de la Central Campesina Cardenista.

El dirigente de la Central Campesina Cardenista, Max Correa: Sí, buenos días. Agradezco la invitación que el Senado de la República y la Cámara de Diputados, a través del Instituto Belisario Domínguez nos ha hecho a las organizaciones campesinas del Consejo de Organismos Rurales y Pesqueros, para participar en este foro.

Esperamos una verdadera corresponsabilidad del Congreso de la Unión para llevar a cabo sus responsabilidades legislativas, en las cuestiones que aquí proponemos.

De nuestra parte ofrecemos disposición a dialogar y a buscar los acuerdos con otros sectores, con el gobierno en sus instancias distintas y con las fuerzas políticas representadas en esta soberanía.

Acudimos a este foro convencidos de que el propósito no es buscar el acuerdo en sí mismo, sino el acuerdo para cambiar el paradigma y el modelo fallido, con decisiones justas, razonables y viables.

¿Por qué no crecemos? Preguntamos desde las organizaciones campesinas antes que preguntarnos ¿qué hacer para crecer? Y si nos respondemos la pregunta, quizás encontremos algunas respuestas para crecer.

Afirmar que la crisis económica internacional es la causa de los problemas del país, es una verdad a medias. México ya estaba en crisis. La crisis internacional agravará los efectos del modelo económico seguido durante las últimas dos décadas.

La economía política neoliberal impuesta al país hace 25 años es la causa principal del fracaso económico y social de México.

En indispensable reconocer esta realidad y construir un nuevo pacto social entre los mexicanos. Tenemos la obligación de realizar acciones responsables, racionales y éticas.

Las 200 corporaciones más importantes de Estados Unidos generan más de la mitad del producto estadounidense y su interés es convertir a México en proveedor de materias primas, mercado para sus manufacturas proveedor de mano de obra barata y sin derechos de seguridad social y laboral, y cuyos sectores estratégicos ?energía, banca, comercio, industria, alimentos, telecomunicaciones, entre otros ? estén controlados por empresas estadounidenses.

Ahora, antier el secretario de Hacienda hasta nos propone el inicio de la piedra de nuestro mexicano más rico del mundo con inversión extranjera en la telefonía fija, facilitar aún más la venta de ejidos y comunidades para la supuesta inversión turística y los desarrollos urbanos, limitar más los derechos laborales que de por sí no se cumplen, concesionar carreteras, etcétera, etcétera. En resumen, el secretario de Hacienda fijó ya su agenda en este foro y la propuesta es rematar al país con todo y esclavos.

Este proyecto transnacional se pactó entre los representantes de las mayores empresas nacionales del país y del extranjero y se codificó jurídicamente en los tratados de libre comercio, especialmente el TLCAN, para que no se pudiera modificar en el futuro.

Por eso, a pesar de la alternancia en la Presidencia de la república, se mantiene el mismo proyecto, las mismas políticas e incluso los mismos responsables de llevarlas a cabo desde hace 25 años.

Los ciudadanos mexicanos observamos con frustración e impotencia que podemos elegir servidores públicos pero no podemos modificar el modelo de desarrollo, vulnerando la inalienable soberanía del pueblo consagrada en el artículo 39 constitucional.

Se nos han aplicado puntualmente recetas. México las ha cumplido, voy a mencionar algunas. Se impuso el desmantelamiento de las políticas de fomento a la industria y el campo y la energía, cuando en Estados Unidos, Japón, China y la Unión Europea se hace lo contrario.

Se presiona para que México abra su sector energético y la telefonía a empresas extranjeras, cuando el Poder Legislativo de Estados Unidos y de Europa prohíbe la compra de empresas petroleras estadounidenses por empresas chinas o en España se impide la inversión en telefonía a Telmex.

Se impuso la eliminación de precios de garantía y subsidios al campo, cuando éstos son los criterios básicos de la política agrícola común y de la farm bill en Estados Unidos.

Se modificó la legislación nacional para permitir la inversión 100 por ciento extranjera en la banca, cuando ello tiene un límite superior del 25 por ciento en la Unión Europea, entre otras medidas.

¿Cuáles son entonces los frutos de ese modelo fallido? Los ciudadanos mexicanos estamos pagando 100 mil millones de dólares del rescate bancario y los bancos se vendieron a empresas de inversión extranjera. Ya confesó el doctor Zedillo que está saliendo más caro el Fobaproa que el rescate de Estados Unidos.

El salario mínimo perdió, a lo largo de estos años, el 75 por ciento de su poder adquisitivo. Las empresas comerciales extranjeras controlan la mayor parte de las tiendas de autoservicio e importan bienes de todo el mundo, sin control gubernamental. El ahorro de los trabajadores lo administran empresas financieras extranjeras que benefician a empresas globales y obtienen utilidades desproporcionadas.

Ésta es la situación que tenemos en nuestro México. Con este paradigma dependiente México perdió poder nacional, lo que impide garantizar los derechos humanos a la educación, el empleo, la salud y un salario digno para los trabajadores del campo y la ciudad.

Por esta vía, México perderá necesariamente su soberanía como nación independiente.

El modelo económico actual es económica, social, ética y políticamente injustificable e insostenible; es caldo de cultivo de la desesperanza de los jóvenes y del crecimiento incontrolable del crimen organizado.

Este fracaso histórico no se corregirá por sí mismo y requiere la voluntad política de todos los sectores del país. México no es un Estado fallido, es un Estado con un modelo económico fallido, cooptado por intereses transnacionales, que la sociedad mexicana debe recuperar.

Necesitamos que el Estado no abdique de sus responsabilidades económicas y sociales; necesitamos un acuerdo de Estado para diseñar un nuevo modelo económico de crecimiento y desarrollo sustentable.

¿Qué pasa en el campo? ¿Cuál es el resultado en el campo mexicano? El paradigma fallido condenó al campo y a los campesinos a la sobrevivencia, por ello se procedió al desmantelamiento del andamiaje institucional que impulsaba su desarrollo. El modelo fallido le negó al campesino ser sujeto de desarrollo y hoy le otorga la oportunidad de ser objeto de la dádiva para vivir mejor.

El modelo fallido nos trata como si no fuéramos gente racional y libre: no somos ciudadanos porque supuestamente no somos productivos.

El campo y los campesinos no existen para el gobierno ni en sus programas anticrisis, en respuesta a la inexplicable omisión de los campesinos en el plan anticrisis que el gobierno federal dio a conocer hace unos días. Las organizaciones campesinas exigimos un diagnóstico integral de la situación estructural del campo, que permita definir la orientación y el rumbo para recuperar el crecimiento y el desarrollo del sector agropecuario.

Por ahora podríamos decir algunas cosas. La importación de carne de bovino aumentó 440 por ciento en estos años del TLCAN; la de aves, 280 por ciento; el cerdo, 210 por ciento; el huevo, 50 por ciento; el maíz, 85 por ciento.

Aumentó la dependencia alimentaria de 10 por ciento en 94 al 40 por ciento en 2006. De los 50 millones de toneladas de granos de consumo nacional, México importa entre 17 millones y 20 millones, además de las que se importan en forma de productos cárnicos.

El 80 por ciento de la agroexportación, la cerveza, el jitomate, el aguacate, la fresa, la frambuesa, el melón, el mango, el tequila principalmente, está en manos de empresas extranjeras.

La deforestación y erosión de bosques y suelos continúa incrementándose en la mayor parte del territorio nacional, con el consecuente agotamiento de los mantos friáticos, una mayor vulnerabilidad a fenómenos climatológicos y una mayor frecuencia de catástrofes socionaturales, como la inundación de Tabasco y el desgajamiento del cerro de San Juan del Grijalva, en Chiapas.

El crédito en el sector agropecuario prácticamente está desaparecido para millones de campesinos.

Los precios de los productos al consumidor se han incrementado; el caso más dramático es el precio de la tortilla que en estos años de este modelo fallido se ha incrementado en un 739 por ciento; se ha generado una concentración anticompetitiva en el mercado agroalimentario mexicano por 20 grandes corporaciones mexicanas y transnacionales que controlan las semillas, los insumos, la comercialización, el procesamiento y distribución de alimentos.

Por otro lado, Estados Unidos no ha cumplido con el Tratado de Libre Comercio. Estados Unidos aumentó los subsidios agrícolas, de 5 mil millones de dólares en el 94, a 30 mil millones en el 2000, y manteniéndolos en promedio anual de 18 mil millones del 2001 al 2007. Antes de irse, el señor Bush aprobó otro incremento adicional de subsidios en la famosa Farmville.

En este contexto se privilegian las importaciones alimentarias sobre la producción nacional, aunque estén subsidiadas como medio para reducir la inflación y contener el precio de los bienes-salarios.

Habría que decir también que el modelo fallido nos ha dejado destruidos a millones de familias en el campo, pues se ha fracturado gravemente el tejido social y comunitario. Hay tres millones de mujeres, más que de hombres en el país, y se ha feminizado y envejecido nuestro medio rural.

El empleo en el campo se redujo de 10 millones en el 1991 a 5 millones en el 2006. Se ha dado un incremento sistemático de los precios de los alimentos básicos y ha aumentado la malnutrición de los mexicanos; 20 millones sufren desnutrición y anemia; 14 millones de mexicanos están en condiciones de pobreza alimentaria, lo que ha provocado ya un grave problema de aumento de enfermedades, como la diabetes que tiene un enorme costo personal y económico para nuestro sistema de salud.

Entonces la pregunta es: ¿Quién va a alimentar a los mexicanos en el presente siglo? Nuestra respuesta es: Los mexicanos son quienes deben alimentar a los mexicanos. Los campesinos tenemos la posibilidad de cumplir esa tarea estratégica para el desarrollo nacional.

La primera decisión que se propone es, modificar el modelo y los objetivos del desarrollo económico del país, sobre la base incluyente y participativa de campesinos, productores del sector social y privado, industriales, comerciales y empresas de servicios, de capital nacional, considerando la soberanía agroalimentaria y nutricional como un asunto de seguridad nacional.

Quisiera hacer algunas propuestas por el tiempo. Nosotros como organizaciones campesinas proponemos algunas acciones de carácter estructural y algunas acciones de carácter inmediato.

Proponemos una reestructuración y reorientación con la participación de las organizaciones campesinas, de las políticas públicas agropecuarias, forestales, pesqueras y de desarrollo rural, de mediano y largo plazo, y del presupuesto federal para el campo, considerando sus actividades como de interés público y social.

Establecer una nueva política de Estado y una reforma legal que restituya, reconozca y garantice el desarrollo de los ejidos y comunidades agrarias, su reconocimiento como unidades económicas y sociales, y que le permita plenamente el usufructo, aprovechamiento, explotación, control y disfrute de sus recursos naturales y su incorporación y participación en cualquier proyecto de desarrollo e inversión público, social o privado en su territorio.

Para las organizaciones campesinas la alimentación es la primera condición para la vida de 107 millones de mexicanos y cerca de 2 millones de niños y niñas que adicionalmente se suman cada año.

El sector primario es, además, la base para la sobrevivencia de 30 millones de mexicanos que radican y trabajan en el sector rural. La comida es asunto de seguridad nacional.

Nuestra propuesta irrenunciable es defender el carácter multifuncional del sector agroalimentario, forestal y pesquero; exigimos que las decisiones de política pública reconozcan la integridad y la unidad de los derechos humanos, civiles, económicos, sociales y culturales del pueblo de México.

Reiteramos nuestra propuesta de considerar al maíz y la milpa, como fundamento de la cultura popular mexicana.

Finalmente, queremos hacer saber que dejamos aquí un conjunto de medidas de carácter emergente, como la necesidad de crear un fondo de empresas juveniles, un programa para becas de hijos de campesinos de educación media básica y media superior, pero fundamentalmente quisiéramos pedirle a esta soberanía tres cosas: primero, la expedición de un decreto por el que se mandate al Ejecutivo federal a solicitar formalmente a los gobiernos de Estados Unidos de América y Canadá, la renegociación del capítulo agropecuario del TLCAN.

También les queremos pedir a esta soberanía del Congreso de la Unión la aprobación de una ley para establecer un mecanismo permanente de administración de comercio exterior del maíz, frijol, edulcorantes y leche, así como sus derivados y sus productos y la creación de una reserva estratégica alimentaria, con campesinos organizados.

Queremos pedirles que se descongele la minuta de la Ley para la Planeación para la Soberanía y la Seguridad Agroalimentaria y Nutricional y se legisle para elevar a rango constitucional el derecho a la alimentación.

Finalmente, requerimos que existan espacios de diálogo, de concertación y de acuerdos para impulsar el crecimiento y el desarrollo; pedimos a los legisladores la creación del Consejo Económico y Social de Estado. Muchas gracias.

El moderador Rolando Cordera Campos: Gracias, señor Max Correa. Vamos a escuchar, por último, al gobernador José Natividad González Parás, gobernador constitucional del estado de Nuevo León, quien representa hoy a la Conferencia Nacional de Gobernadores.

El Gobernador constitucional de Nuevo León, José Natividad González Parás: Muchas gracias, señores presidentes de las Mesas Directivas y de las Juntas de Coordinación Política del Senado de la República y de la Cámara de Diputados.

Muy estimado Rolando Cordera, compañera y compañeros panelistas, muy distinguidos invitados a este foro, señoras y señores. Sean mis primeras palabras para reconocer esta oportuna iniciativa del Poder Legislativo federal para, en un marco plural, abierto, abrir un espacio para escuchar los planteamientos y las ideas de todos, para enfrentar un momento crítico en la vida de la nación.

Creo que es algo muy importante, significativo y que puede contribuir a que todos vayamos de la mano a resolver un problema que nos afecta a todos. También agradezco, como gobernador del estado de Nuevo León y como presidente de la Conferencia de Gobernadores, que se brinde un espacio a los gobernadores de las entidades federativas, para dar a conocer también nuestros puntos de vista sobre este delicado y grave problema por el que atraviesa la nación.

Hay cosas que han cambiado en el mundo, y una de éstas es que el mundo se globalizó; las fronteras se abrieron, los capitales fluyen ahora por encima de estas fronteras buscando mercados y ventajas comparativas para producir, y la globalización que llegó para quedarse es ahora una constante de la vida de las naciones.

Con la globalización hubo vientos favorables para muchas economías del mundo, algunas, como las asiáticas o las europeas las aprovecharon ampliamente y pudieron vivir procesos de crecimiento acelerados grandes; otras, como la nuestra, lo aprovecharon menos pero vivieron también crecimiento económico. México en estos últimos 5 o 6 años ha crecido a tasas de crecimiento de 3 por ciento y Estados Unidos ha crecido a tasas de crecimiento de 2.6 por ciento.

La globalización vinculó más a algunos países como sucede con México y Estados Unidos con el Tratado de Libre Comercio, y lo que suceda en Estados Unidos y en el resto del mundo afecta particularmente a México.

También hubo incremento del ingreso per cápita de los empleos en el país y en algunas entidades federativas como la nuestra vivimos fenómenos inéditos de crecimiento económico. Nuevo León creció a tasas sostenidas de 5 por ciento anual; durante cinco años recibimos una enorme inversión extranjera; creció nuestro ingreso per cápita a más de 20 mil dólares y en los últimos cinco años se generaron alrededor de 250 mil empleos.

Hoy, la globalización nos trae vientos desfavorables a todos. El Banco de México habla de la caída del PIB en México, entre un .8 y 1.8 por ciento, es decir, habrá un decrecimiento económico y una pérdida aproximada, se estima, entre 200 y 350 mil empleos. Y para Estados Unidos se pronostica un crecimiento, o decrecimiento, de -1.6 por ciento, lo cual obviamente va a afectar también a nuestra economía.

Hay ya desempleo. La crisis ya llegó y empezamos a ver sus primeros efectos: En el último trimestre de 2008 se perdieron 378 mil empleos. En los estados del norte de la república la pérdida de empleos fue mayor. Todos los estados del norte, con excepción de Nuevo León, que tuvo números positivos de alrededor de 14 mil empleos, los datos fueron negativos y van desde 5 mil empleos perdidos al año en Baja California, hasta 56 mil empleos en Chihuahua.

El escenario se ve muy desalentador. Hay una franca recesión en el sector automotriz, en el de electrodomésticos, se están afectando las empresas exportadoras, el comercio empieza a tener problemas. Se han detenido los proyectos productivos, el crédito está encarecido y aparece en todas las conversaciones la palabra y el fenómeno de "la crisis"; una crisis que viene de afuera, que es inédita; una crisis global que se da en las esferas internacionales, nacional y también en nuestras entidades federativas, y por ende, una de las prioridades fundamentales de los gobernantes es enfrentar esta crisis.

En el ámbito global todavía con un grado alto de incertidumbre y de falta de alineación de objetivos se despierta una esperanza con la llegada al gobierno de Estados Unidos, del presidente Obama.

En el ámbito nacional, el gobierno de la república reacciona con oportunidad anunciando que habrá inversiones extraordinarias récords en infraestructura. Y en las entidades federativas también, aun sin tener con mucha claridad el escenario en el ámbito global y nacional, establecimos consejos o mesas de trabajo para ver cómo íbamos a enfrentar ante esta asechanza: la crisis.

Nos queda muy claro que en las crisis es el Estado y no tanto el mercado quien debe asumir el protagonismo fundamental. Es el gobierno, sin excesos, como sucedió en la crisis de 1929, el gobierno debe asumir un liderazgo para que a partir de su iniciativa y de sus recursos, también se sumen todos los sectores de la comunidad.

No se necesita ser economista para saber cuáles son algunas de las medidas fundamentales para enfrentar la crisis. Entre otras son tres: inyectar rápidamente recursos económicos a los ciclos de la economía nacional y local; el apoyar a los desempleados, y el fortalecer la economía familiar, particularmente la economía de los grupos populares y campesinos que menos tienen. Además de otras acciones concertadas entre los sectores productivos y los gobiernos del país.

También se requiere que las acciones se ordenen, se alineen. Debe haber acuerdos, debe haber planes. Ha aparecido ya un primer plan general, un primer acuerdo general ?que no es suficiente? para seguir avanzando.

El gobierno de la república ?como lo señalaba? adelantó el compromiso de hacer inversiones históricas en infraestructura. Habló de reducir y congelar tarifas y precios de gasolinas, de ampliar la cobertura de los servicios del Seguro Social a los desempleados, de programas de preservación del empleo para poder propiciar con apoyo económico directo paros técnicos. Habló de financiar más a las Pymes. Habló de apoyar a la economía familiar.

En los niveles estatales de gobierno, además de participar en el acuerdo general con algunos compromisos ?también muy generales? hemos empezado a integrar mecanismos y a elaborar programas estatales. Entre ellos, fondos adicionales con esfuerzos estatales para sumarlos a las crisis.

Hay entidades federativas, como la del gobierno del Distrito Federal, el Estado de México, Jalisco, Sinaloa, Puebla, Querétaro, Tamaulipas, Zacatecas y Nuevo León, entre otros, que ya están armando programas para sumarse a este esfuerzo concertado nacional.

En Nuevo León tuvimos la primera reunión en octubre. El primer acuerdo en noviembre y recientemente anunciamos la creación de un fondo adicional con recortes a las remuneraciones de los directivos de la administración pública con ahorros, con la revisión de prioridades del gasto corriente y el gasto de inversión para sumar más recursos para apoyar a los desempleados y para fortalecer a la economía, particularmente apoyando con tarifas congeladas, con reducción de los impuestos locales, incluyendo los impuestos sobre nómina a aquéllos que realicen actividades productivas y con más inversión para las economías familiares.

Estamos trabajando así, pero creemos que es necesario un esfuerzo adicional para alinearnos todos y por eso este foro tiene un valor muy importante, porque necesitamos, en el curso de las próximas semanas, poder integrar los compromisos y actuar en consecuencia sectores productivos y gobiernos.

Hemos conversado con los señores gobernadores para traer a este foro una serie de planteamientos específicos para resolver y atemperar los efectos de la crisis.

Aquí ponemos a su consideración algunos, particularmente a quienes representan al Poder Legislativo.

En primer lugar, aplicar los recursos que se han comprometido sin demora. Debe establecerse un régimen de excepción, incluso debería valorarse la posibilidad de explorar una ley de emergencia para el ejercicio presupuestal en tiempos de crisis.

También estimamos que debe privilegiarse el apoyo a proyectos ejecutivos que estén vinculados con la competitividad o con el empleo, aún si no están considerados en los programas normales.

Y si tenemos los proyectos, debe haber recursos para que éstos puedan impulsarse de inmediato.

Debe apoyarse a la liquidez de las empresas en los campos de los energéticos, en las cuotas del Seguro Social y del Infonavit. Debe establecerse algún mecanismo para procesar el IETU con modalidades, particularmente en estos tiempos.

Debe de agilizarse la devolución del IVA cuando esté planteado. Deben incorporarse, efectivamente, políticas anticíclicas, particularmente en los campos arancelarios, no son momentos de abrir la frontera, sino de proteger a la planta productiva, hay que ampliar los programas de preservación del empleo.

Se habían destinado 2 mil millones de pesos, deberían destinarse, cuando menos, otros 2 mil millones más para que pueda ?cuando menos en 6 meses? cubrir un escenario de alrededor de 250 mil desempleados. Habrá más.

Tiene que realizarse un esfuerzo adicional en la moderación de los precios de la gasolina, del diesel y extenderse los descuentos del gas LP al gas natural en otras ciudades, particularmente al gas de consumo doméstico.

Hay que simplificar de manera radical los trámites para emprender nuevas empresas y ahí deben participar los gobiernos municipales y estatales. Hay que apoyar en forma decidida la producción y comercialización del campo. El campo representa uno de los espacios sociales más vulnerables y debe haber un compromiso efectivo con el campo.

Deben flexibilizarse las reglas del programa alimentario de México. Deben otorgarse créditos mayores a las pequeñas y microempresas, a las Pymes, incluso explorando mecanismos que puedan evitar que estos créditos, en algunos casos, pasen por la banca de primer piso.

Deben asignarse más recursos para los servicios nacionales del empleo. Deben, asimismo, extenderse ?si fuera necesario? los servicios de la cobertura del seguro social, a quienes perdieron el empleo a partir de octubre o noviembre del año pasado, más allá de lo que se ha comprometido.

Debe haber una concertación, sobre todo con empresarios, para moderar los precios en la canasta de productos básicos, hacerse un esfuerzo adicional. Debe haber una mayor regulación de las comisiones bancarias, incluyendo las Afore con las instituciones bancarias que tuvieron réditos y utilidades importantes.

Debe tratarse con un sentido de responsabilidad social y humanista, la reestructuración de los créditos pendientes, especialmente en las tarjetas de crédito para las clases medias que van a ser muy afectadas.

Debe involucrarse más activamente el sector académico, qué bueno que nuestra universidad está participando, a través de programas de capacitación y becas, y las entidades federativas demandamos que no haya ajustes a las participaciones estatales y municipales, si la recaudación federal participable es menor a la prevista en el presupuesto de ingresos.

Desde luego, los estados estamos dispuestos a crear fondos adicionales, con ahorros y esfuerzos para sumarlos a los planes anticrisis.

Estos son algunos de los planteamientos que, con respeto, formulamos aquí. Creemos que a éstos deben seguir acuerdos más específicos, con metas, y responsables.

Debe dársele a un mecanismo de seguimiento las atribuciones necesarias para ver cómo evoluciona el proceso de la crisis de la economía y los acuerdos que hemos aquí expresado y que habrán de concretarse próximamente. Debe dársele una amplísima difusión a las medidas que muchas no son conocidas por la población.

Debe involucrarse más el Congreso de la Unión, y qué bueno que lo está haciendo a través de las comisiones especiales que, seguramente, han sido creadas para este propósito.

Debe buscarse una estrategia especial para vincular crisis económica con crisis de seguridad, porque el desempleo va a propiciar más espacios para la delincuencia y, particularmente, la delincuencia organizada.

Deben avanzarse también, en las reformas estructurales de los ámbitos fiscales, laborales y educativos. Hay que, como aquí se señaló, cuidar, asumir el compromiso de no politizar partidistamente estos programas. En seguridad pública y en medidas anticrisis no debe haber agua para el molino de intereses partidistas, porque está por encima de ellos el interés superior de la nación. Y, finalmente, recordar que las crisis en las familias, en las empresas y en las naciones, representan oportunidad y riesgo. Es la crisis una oportunidad para cambiar cosas de fondo que no han funcionado, para cambiar el modelo económico, para cambiar el modelo axiológico también del país; nuestros patrones consumistas que son irracionales, para cambiar los valores relacionados con la ecología y con el medio ambiente, y para tratar de mejorar el funcionamiento de las instituciones.

Debemos, pues, participar todos. Debemos sumarnos a los llamados de quienes representan al Estado nacional y al gobierno de la república. Debemos actuar con un plan con oportunidad, responsablemente, con ánimo sereno, no con desánimo. No con un actitud irruptiva que no sume, no con descalificaciones estériles.

Debemos, los mexicanos, ahora particularmente no pensar que en México todo es negro o todo es blanco, hay que reconocer claroscuros. Debemos confirmar nuestra voluntad de creer en un México de leyes, de instituciones, de libertades entre las que están la libertad de expresión y la libertad de prensa, que incluye respeto a los medios de comunicación.

Debemos de fortalecer las libertades sindicales, que incluye el respeto a los sindicatos, a los empresarios, que incluye el respeto a las organizaciones empresariales y a las organizaciones sociales y a los partidos políticos. Un México de armonía, un México en donde no haya descalificaciones personales, grupales o partidistas.

Un México, en suma, que enfrente, atempere y resuelva en el corto plazo los efectos de la crisis y que construya una nación más competitiva, más justa y más próspera. Muchas gracias.

El moderador doctor Rolando Cordera Campos: Gracias, gobernador González Parás. Muchos de los temas, pero no una miscelánea, sino temas que confluyen en dos o tres cuestiones fundamentales y que debemos mantener sobre la mesa.

Estamos en la emergencia y hay que actuar, hay que estar a la altura de la palabra en decisiones jurídicas, legislativas y en materia de política económica y social, y no ver a la emergencia como un dato más de la realidad, sino como el dato que articula la situación.

Esto nos lo ha recordado el gobernador González Parás y los otros ponentes cuando nos hablan de poner el centro en el empleo, volverlo formal, proteger a la planta productiva asegurándole a las empresas y a las personas la liquidez indispensable, y enfrentar una y otra vez, de la mejor manera que podamos irlo haciendo lo que nos está diciendo esta historia del presente. Vivimos un modelo y un paradigma fallido y lo que está en cuestión es demostrar que como sociedad no lo somos si no podemos alimentarnos.

Capitalismos malos, y no tan malos, hasta capitalismos buenos. De eso se ha hablado también y se ha apuntado al tema central de nuestro abasto básico, y se ha insistido y creo que no sobra reiterarlo, en que sin inversión no hay, ya no digamos futuro; no hay presente, ni económico ni social, y en esta inversión, que es creación de futuro, tiene que desembocar el esfuerzo coordinado ?se nos dijo?, incluso planificado, concertado de la sociedad con sus diferentes sectores, grupos sociales, organizaciones políticas.

Y asumir, como se ha vuelto a decir aquí, lo dijo el ex presidente Sanguinetti antier, que lo que organiza nuestra angustia y definirá nuestra capacidad para sortear y enfrentar la adversidad es el binomio del desempleo y la inseguridad.

Por eso estamos frente a la necesidad de encarar con valentía y con tranquilidad el tema del tan traído y llevado modelo. Rescatar la cuestión de nuestros valores, darle actualidad a lo que nos legó la reforma liberal y la Revolución Mexicana en materia axiológica; actualizar, modernizar, pero no renunciar a esa cultura, que es la cultura de todos los mexicanos.

Admitir que en medio de la emergencia estamos frente a la necesidad de un gran rescate económico, pero que tiene que ir y tener como mira central y como criterio central de evaluación el rescate social.

No podemos dejar que nuestra sociedad se envilezca en la miseria, en la carencia y sus hijos, sus jóvenes no encuentren otra opción que la informalidad criminal, puesto que la conocida opción de la migración ? sabemos todos? se ésta cerrando.

Rescatemos a la economía, pero sobre todo vayamos al rescate social, afirmemos los valores y sigamos deliberando, sin generalizar a la ligera, porque para deliberar hay que distinguir, para diagnosticar hay que precisar.

Creo que habrá tiempo, si le hacemos caso a nuestro gran poeta Renato Leduc y aprendemos a conocer el tiempo, eso es lo que nos queda.

No tendremos la ronda anunciada, porque sería impropio alargarnos todavía más, están ya nuestros invitados de la segunda ronda y supongo que tras un pequeño ajuste podemos pasar a escucharlos.

Muchas gracias. Buenas tardes.

El moderador Alfonso Ruelas Hernández: Agradecemos la participación de los ponentes y el moderador de esta primera mesa de trabajo. Para dar paso a la segunda mesa de trabajo daremos cinco minutos de receso.


 
 
 
Segundo panel
 

El maestro de ceremonia, Alfonso Ruelas Hernández: Vamos a iniciar esta segunda mesa de trabajo que está formada por el licenciado Enrique Castillo Sánchez Mejorada, presidente de la Asociación de Bancos de México; el ingeniero Francisco Hernández Juárez, presidente colegiado de la Unión Nacional de Trabajadores y secretario general del Sindicato de Telefonistas; el ingeniero Cruz López Aguilar, presidente del Comité Ejecutivo Nacional de la Confederación Nacional Campesina; el ingeniero Héctor Rangel Domene, director general de Nacional Financiera y del Banco Nacional de Comercio Exterior; el doctor Enrique Cabrero Mendoza, director general del Centro de Investigación y Docencia Económicas, AC; el doctor Enrique Villa Rivero, director general del Instituto Politécnico Nacional; el doctor Carlos Urzúa Macías, director de la Escuela de Graduados en Administración Pública del Tecnológico de Monterrey, Campus Ciudad de México, moderador de esta segunda mesa de trabajo y a quien cedemos el uso de la palabra.

El moderador Carlos Urzúa Macías: Gracias, gracias por estar aquí. Esperemos que sea un poquito más ágil este segundo foro, puesto que tenemos ya menos tiempo, alrededor de una hora veinte, vamos a tratar de cumplir las metas; dos horas.

A manera de introducción quisiera fijar algunas cifras porque en esta discusión que hemos tenido a lo largo de las últimas semanas sobre lo que va a pasar con nuestra economía, ha habido una danza de cifras. Creo que más o menos se podrían precisar hasta este momento una serie de números.

Para empezar, creo que ya el consenso, ya de alguna manera lo ratificó el gobernador del Banco de México, es que nuestra economía va a decrecer en alrededor de menos 1.5 a menos 2 por ciento, de acuerdo con la gente más certera en pronósticos y que conoce mejor la economía mexicana.

Eso se ajusta muy bien con el pronóstico estadounidense que va también en el orden de menos 1.5, menos 2 por ciento y como nuestra economía va en ciclo con la económica estadounidense, muy probablemente va a empatar.

Segundo punto, es casi seguro que en este momento ya estamos en una recesión, en este trimestre estamos en una recesión, muy probablemente ya lo estábamos en el trimestre pasado. El último trimestre de 2008, octubre, noviembre y diciembre, no lo sabemos porque aún el Inegi no libera cifras.

Tercer punto, la pérdida de empleo. Bueno, hay estimados que andan en el orden de 300, 400 mil empleos. Hablar, por ejemplo, de 350 mil empleos es hablar de una pérdida de empleo del orden de un tercio del millón de empleos que se perdieron en Estados Unidos el año pasado, aun cuando Estados Unidos tiene una economía 15 veces mayor que la nuestra.

Estamos hablando también de una situación que va a ser muy precaria para, sobre todo, los grupos más pobres, si es que podemos seguir, sacar elecciones respecto a lo que va a suceder con la pobreza en México, a raíz de lo que sucedió en 1995, la pobreza se va a disparar y sobre todo la indigencia se va a disparar, la pobreza extrema se va a disparar.

¿Qué más sabemos? Lo que sabemos es que la recesión, muy probablemente? No es tan pronunciada como en 1995, en 1995 nuestra economía se desploma casi 7 por ciento, esta vez estamos diciendo que este año probablemente se desplome en 2 por ciento, pero tenemos dos problemas:

El primero es la duración va a ser muy similar a lo que sucedió en el 95. Es decir, alrededor de 6 trimestres con una actividad económica en decrecimiento o nula, que es alrededor de un año y medio. Entonces estamos hablando de al menos el 2009, probablemente entrado el 2010.

¿Qué más sabemos? Sabemos que desgraciadamente al contrario de lo que sucedió después de nuestra crisis en 1995, la locomotora estadounidense no nos va a poder ayudar a salir.

Después de la crisis de 1995 tuvimos la fortuna de motarnos en la mayor expansión económica que tuvo la economía estadounidense en el siglo XX. Y eso hizo que nosotros pudiéramos tener tasas de crecimiento de más del 6 por ciento, a fines del siglo pasado.

Eso ya no se va a cumplir. ¿Por qué no se va a cumplir? Porque la economía estadounidense ya no va a poder crecer mucho. ¿Por qué ya no va a poder crecer mucho? Porque el gobierno está muy endeudado, los hogares están muy endeudados y van a seguir así.

Para que la economía estadounidense pueda crecer de nueva cuenta, de manera robusta, va a tener que exportar, no hay otra forma. Y para poder exportar va a tener que, de alguna forma, vender productos en China, en la India, en la Unión Europea.

El problema sin embargo es que en China, aun cuando hay este mito de la economía china que aún está presente en muchas personas, la economía china ya está a punto de entrar también en una recesión. Y la economía china es una economía que está fragmentada en dos partes: en la parte derecha, sí tienen a cien millones de habitantes con poder adquisitivo, pero la otra parte tienen más de 900 millones de habitantes que no lo tienen.

La India tampoco. La India, ustedes saben, tiene más de mil millones de habitantes, pero no más de 100 millones de habitantes realmente van a poder consumir.

Entonces, para que podamos crecer la economía estadounidense va a tener que crecer. Para que la economía estadounidense tenga que crecer, va a tener que poder exportar y eso va a tomar tiempo. O lo que es lo mismo, al contrario de la crisis pasada no vamos a tener la fortuna de montarnos, digamos, en una locomotora, y nuestro crecimiento cuando repunte y cuando ya no sea cero, no va a ser muy notable y va a seguir siendo relativamente bajo por varios años.

Ese es el pronóstico que creo que sería el más prudente respecto a lo que va a pasar. Si les parece iniciamos. El orden de las presentaciones es el siguiente: primero el ingeniero Francisco Hernández Juárez representando, como presidente colegiado, a la Unión Nacional de Trabajadores.; después Enrique Castillo Sánchez, como presidente de la Asociación de Bancos de México; después el ingeniero Cruz López, como presidente del Comité Ejecutivo Nacional de la Confederación Nacional Campesina; después el señor Héctor Rangel Domene, como director de Nafin y del Banco Nacional de Comercio Exterior; después el doctor José Enrique Villa Rivera, como director general del Instituto Politécnico Nacional, y finalmente, el doctor Enrique Cabrero, como director general del CIDE.

Si les parece, tenemos 10 minutos en principio para dar cada uno de nosotros su ponencia. Gracias. Empezamos.

El ciudadano Francisco Hernández Juárez: Buenas tardes. Agradezco a los ciudadanos diputados, a los ciudadanos senadores la gentil invitación que me hicieron para participar en este foro.

Tengo unas cuartillas que elaboré con el propósito de leer en este evento, pero como se han dado los acontecimientos no puedo evitar tener que referirme a lo que aquí ha ocurrido.

Primero, porque sí me queda claro ?he estado participando desde el momento en que se inició este foro en el alcázar del Castillo de Chapultepec? y cada vez queda más claro que no tenemos claro qué va a pasar.

Desde el momento en que me invitaron gentilmente los senadores y los diputados a este foro acudo con un ánimo muy esperanzador de que este foro se constituya en el espacio, en el escenario que genere los consensos para establecer las políticas, las acciones que nos permitan obviamente entrar a resolver los problemas de la crisis y eventualmente también encontrar los consensos y las propuestas que nos permitan resolver los grandes problemas que tiene este país.

Tengo ese ánimo de este foro porque me parece que de manera muy acertada el propósito del foro para responder a los problemas que tenemos ha sido realizado con un ánimo plural, incluyente, con el ánimo de escuchar todas las voces que hoy pueden opinar sobre los problemas que tenemos, y estar dispuestos a escuchar y estar dispuestos a tener consensos y a generar las condiciones para resolver estos problemas.

Me hacían notar, cuando se me explicaban los propósitos del foro, que no era con el ánimo de hacer un ejercicio académico, que no era con el ánimo de escuchar diagnósticos muy elaborados, pero que pudieran surgir de este evento compromisos, consensos, acuerdos para impulsar las soluciones que el país necesita.

Probablemente es que yo sea escéptico, pero me llama la atención que a estas alturas tengamos una propuesta del gobierno federal, tengamos una propuesta del Gobierno del Distrito Federal, tengamos una propuesta del PRD, tengamos una propuesta que va a salir de aquí de la Cámara de Diputados, y la verdad es que en ese sentido uno tendría que decir que qué bueno que hay crisis, porque hoy nos están haciendo el ánimo de hacer propuestas para resolver los problemas.

Pero no deja de llamarme la atención que parece que cada grupo quiere tener su propia propuesta y sus propias soluciones. Yo siento que es de tal magnitud el problema que enfrentamos que ninguna fuerza por sí sola va a ser capaz de resolver los problemas que tiene este país si no hay voluntad de ponernos de acuerdo.

Creo que más que varios planes debería ser un solo plan que pudiéramos promover entre todos y creo que este foro puede generar los espacios, los consensos para trabajar en ese sentido.

Si no, con todo respeto, a mí me da la impresión que hay más ánimo protagónico, más ánimo electoral que realmente ánimo por resolver los problemas del país, y si no se logra, en mi opinión, en este momento, en este espacio, pienso que conforme nos acerquemos a julio las posibilidades de generar los consensos van a ser cada vez más complicados, sin ánimo de colaboración de los partidos, más bien con el ánimo de confrontación y de generar beneficios para sus propios propósitos, las posibilidades de los acuerdos y de las soluciones que este país necesita se van a ir diluyendo.

No me alegra que se dé la crisis para nada, pero me doy cuenta que la crisis está generando estas condiciones, porque hace aproximadamente dos años, una oficina de la ONU que opera aquí en México, esta oficina del programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo me convocó, porque me dijo: oiga, señor Hernández Juárez, queremos conversar con usted, estamos elaborando encuestas con quienes creemos son los dirigentes más importantes de este país y ya llevamos como 200 encuestas.

Ellos me decían que han logrado encuestar a los dirigentes más importantes de este país y me decían: nos llama mucho la atención que encontramos muchas coincidencias de todos de quienes encuestamos, señalando que los problemas del país son graves, señalando la necesidad de que hay que tomar medidas para resolver los problemas del país.

Pero es curioso que de esos 200 dirigentes, de esos 200 líderes de opinión, la mayoría no sabe qué piensa uno al otro, no se comunican, realmente no hay esfuerzos por tratar de encontrar maneras conjuntas para resolver este problema.

Ellos intentaron, inclusive, promover una reunión, viendo que había esa voluntad, hasta se lo expresaron específicamente para que ellos, que habían trabajado en esto, trataran de convocar a una reunión para hacer coincidir todas esas voluntades y jamás pudieron ni siquiera lograr hacer la primera reunión.

Por diferentes razones todos se excusaban y todo mundo tenía muy buenas intenciones, pero a la hora de expresarlas en acciones concretas no había manera de llevarlas a cabo, y de pronto se presenta la crisis y yo veo por todos lados gente trabajando y haciendo propuestas para resolver el problema.

Qué bueno, yo insisto que qué bueno. Pero me desconcierta que hoy todo es la crisis y se están proponiendo cosas para resolver el problema de la crisis, me parece bien.

Ahora en la reunión que se inició el martes alguno de los ponentes decían: es que en este momento lo que hay que hacer es, se está quemando la casa, hay que apagar el fuego. No podemos elegir, hay que apagar el fuego y luego empezar a reconstruir la casa que se nos dañó. Me parece lógico.

Pero eventualmente, si me permiten, cuando estábamos trabajando en la Secretaría del Trabajo con Carlos Abascal ?espero que le vaya bien? nos decía como dicen muchos empresarios, que hay que entrar a una reforma laboral y uno dice sí, una reforma laboral es indispensable, pero cuando hablan de una reforma estructural ya empieza a tener un tufillo de otra índole, porque nosotros creemos que es indispensable modernizar y democratizar el mundo de trabajo, no nos queda duda; pensar en que un país que quiere acceder a mayores niveles de democracia manteniendo al mundo de trabajo en el autoritarismo, en la antidemocracia, me parece una hipocresía.

Sin el mundo del trabajo, viviendo plenamente como el resto de los ciudadanos mexicanos en un mundo moderno y democrático, me parece absolutamente inaceptable.

Cuando se habla de una reforma laboral uno dice sí, pero entonces uno tiene que ver qué nos está proponiendo o para qué lo está proponiendo, porque no estamos hablando de lo mismo; una reforma laboral para modernizar y democratizar el mundo del trabajo, para que en este país pueda operar a plenitud la libertad y la democracia, me parece la única vía que México tiene para transitar en este sentido.

Pretender una reforma laboral para flexibilizar más el marco laboral, para explotar todavía más a los trabajadores, ¿qué más quieren de los trabajadores? Y por eso cuando se habla de encontrar soluciones a los problemas de la crisis, uno dice: bueno, está bien, pero las soluciones son para sacarnos de la crisis y seguir adelante con el mismo modelo, o para resolver los problemas de la crisis y darle curso a un nuevo modelo, que atenúe los problemas de la desigualdad. Si no es simplemente revolcar el gato y decirnos que hubo algún cambio.

No creo que pueda uno engañarse si no hay ese propósito de impulsar los cambios que se necesitan y dónde yo desarrolle mi actividad en el mundo del trabajo. La Secretaría de Economía dice que hay tres millones de unidades económicas en el país. Es decir, entre tienditas de dos o tres gentes hasta en grandes empresas como Teléfonos de México o como Pemex, de miles de trabajadores.

De esos tres millones de unidades económicas, dos no tienen ni contrato ni sindicato. Las dos terceras partes de los trabajadores no saben qué es un contrato, qué son prestaciones, qué son derechos laborales.

El otro millón, la tercera parte, que tiene contrato y sindicato, de ese millón sólo se revisan 50 mil al año, 950 mil jamás entran a un proceso de mejoramiento para que se mejoren las condiciones de los trabajadores, y se conservan como un secreto de Estado.

Todos los estados ocultan esa información como algo que va a garantizar la seguridad laboral de este país, la paz social. El único estado que tiene registrado en el Internet, en una página, cuántos contratos hay, es el Distrito Federal con 50 mil. Y de esos 50 mil sólo se revisan 5 mil al año. O sea que 45 mil están exactamente igual que hace 20 o 30 años, sin una sola modificación a sus condiciones laborales.

En efecto, yo estoy de acuerdo que este país necesita mejorar. Nos decía el gobierno: si mantenemos el paso con este modelo económico, en 50 años nos vamos a convertir en la quinta potencia económica del mundo. Si alguno de ustedes queda vivo y sucede, nos platica. Yo francamente tengo mis dudas que eso sea cierto. Si no se acaba antes el mundo, bueno probablemente ocurra.

Los chinos, con toda y esa dualidad perversa, que se refleja en el desarrollo de la economía china, el año pasado rebasaron a Alemania, ya son la tercera potencia económica del mundo. Y en cinco años, todos los pronósticos indican que, se va a convertir en la primera potencia económica del mundo, arrastrando 100 millones a los otros 900. Pero están en la vía de convertirse en la primera potencia económica del mundo.

Algo estamos haciendo mal nosotros, que estamos al último. El último país en crecimiento en América Latina. De 180 países, el 170 lugar en el mundo en crecimiento. Cómo podemos decir que vamos bien, si estamos compitiendo con el mundo y vamos al último.

Por eso, nuestros atletas pierden y se sienten satisfechos como la selección mexicana, porque llega al último, pero dice: competí bien, corrí en la misma dirección. Ya nada más faltaba que corrieran para otro lado.

No parece lógico asumir que estamos bien, y que está poniéndonos al último de los competidores. No creo que eso esté funcionando y pienso que el principal problema es la desigualdad. Eso está por delante de cualquier otra cosa.

Tenemos dos países. Cómo pueden estar bien los trabajadores, cuando en 1982 con un salario mínimo compraban 54 kilos de tortilla. Hoy va un trabajador con su salario mínimo y sólo le entregan 5 kilos de tortilla.

Cómo pueden estar bien los campesinos, que 400 mil cada año tienen que buscar mejor vida pasando a Estados Unidos, arriesgando su vida, para encontrar una manera de vivir mejor.

Cómo pueden estar bien los mexicanos con esta política económica, con 60 millones de pobres que la ONU considera que están en condiciones inaceptables. Están bien si se habla de que esta política es buena, pues 12 de los mexicanos que están en la lista de los 500 hombres más ricos del mundo, ellos sí están bien.

Y hasta me agacho cuando se trata de eso, cuando dicen de "los dirigentes de los sindicatos de comunicaciones rapaces...", yo por si las dudas, me agaché. El segundo hombre más rico del mundo, que con sus 50 mil millones de dólares de fortuna gana 26 millones de dólares diarios, él sí están bien; pero no la mayoría de los mexicanos.

Si en la crisis o en el desarrollo del modelo económico o las medidas que se asumen no son para resolver los problemas de la desigualdad, en mi opinión lo demás es hipocresía y demagogia; querer que las cosas sigan iguales, y yo la verdad, si pudiéramos trabajar con los diputados y los senadores en el ámbito de las reformas laborales para modernizar y democratizar el mundo del trabajo, dejar que la Secretaría del Trabajo deje de ser una institución de control político para favorecer a sus amigos, a sus aliados, porque quiere resolver el problema de la corrupción y se ha puesto en la mira del Sindicato Minero.

No lo van a soltar hasta destruir ese sindicato y destituir a ese dirigente, que porque se robó el dinero de los trabajadores; está bien, si se robó el dinero que lo metan a la cárcel, que lo refundan; pero primero que le hagan un juicio y que se lo demuestren. Todavía no lo tienen y ya lo destituyeron, ya lo exiliaron. No le han entregado la toma de nota y quieren destruir al sindicato.

A los de Cananea los van a doblegar porque se resisten a rendirse frente a la agresión del gobierno, pero nuestros amigos y nuestros aliados, ¿en esos no se nota la corrupción? A los dirigentes sindicales que nos dan votos y que nos apoyan para nuestras políticas, ¿en ésos no importa que haya corrupción? Eso es hipocresía.

Creo que la Unión Nacional de Trabajadores está en la mejor disposición de respaldar en su trabajo a las Cámaras de Senadores y de Diputados.

Nuestra propuesta es: vamos por la modernización y democratización del mundo del trabajo y tenemos una propuesta como iniciativa, que esperamos que sea tomada en cuenta para sus conclusiones. Gracias, muy amables.

El moderador, doctor Carlos Urzúa Macías: Muchas gracias, ingeniero Hernández. A continuación, el presidente de la Asociación de Banco del México, Enrique Castillo Sánchez.

El Presidente de la Asociación de Bancos de México, Enrique Castillo Sánchez Mejorada: Muy buenas tardes a todos ustedes.

A nombre de la Asociación de Bancos de México quisiéramos agradecer la oportunidad de participar en este foro, en este trascendente foro del que toda la sociedad espera que aporte acciones concretas, de implementación rápida, para que junto con las propuestas del Ejecutivo federal se generen las condiciones necesarias urgentes que mitiguen los efectos de esta crónica y arrogante crisis.

Habiendo dicho eso quisiera pasar rápidamente, y tratando de respetar los 10 minutos que nos pidió el moderador, la Banca Mexicana, en los últimos años y particularmente a partir de 1994, ha venido sufriendo crecimientos muy magros en lo que es el otorgamiento de crédito, pieza fundamental para fomentar el desarrollo económico.

Como podremos apreciar, y yo me tomé la confianza de usar algunas gráficas para hacer más elocuente lo que quiero comentar con ustedes, es que llegamos a 40 por ciento del crédito como producto del PIB, del producto interno bruto, y hoy estamos únicamente en el 15 por ciento.

Esto nos da con claridad el impacto que tuvo la crisis financiera de 94 y que no fue sino hasta 2002 que empezamos a recuperar el crecimiento, en términos reales, de lo que fue el otorgamiento de crédito al sector productivo.

Sin embargo, creo que vale la pena apuntar que la solidez de estos últimos años de la banca en México ha permitido financiar los proyectos de las familias y las empresas mexicanas en todos los sectores.

El crédito total en los últimos 8 años ha crecido alrededor de 9 por ciento en términos reales y si lo abrimos por los diferentes sectores, el que más ha crecido es el crédito al consumo, que ha crecido cerca de 30 por ciento, con el mayor índice de morosidad de los tres segmentos que apuntamos aquí, o de los cuatro.

Vivienda ha crecido el 13, el crédito a las empresas ha crecido el 4 por ciento, en términos reales. En cuanto al crédito al consumo quisiera detenerme un minuto, dado lo que esto repercute sobre los millones de familias aquí en México, el crecimiento promedio real de estos últimos años ha significado, a nuestro juicio, mejor calidad de vida para la mayoría de las familias mexicanas que antes no tenían acceso al crédito, impulsó la economía, impulsó el mercado interno y contribuyó notablemente al PIB durante estos años.

Sin embargo, debemos reconocer, con toda frialdad, que si bien en números relativos es moderado el porcentaje de familias e individuos sobreendeudados, en números absolutos son cientos de miles de mexicanos los que enfrentan este problema.

En cuanto al crédito hipotecario, factor importantísimo en la creación del patrimonio de la familia mexicana, sentimos que vamos por el camino correcto generando 400 mil créditos hipotecarios en los últimos tres años.

El crédito empresarial, como comentaba, el de menor crecimiento en estos últimos ocho años, la buena noticia dentro de lo poco que ha crecido este segmento es que finalmente el segmento de pequeñas y medianas empresas ha sido atendido después de muchos años de olvido y se ha duplicado el crecimiento en los últimos cinco años, particularmente el crédito agropecuario, aquí nos acompaña don Cruz.

Quisiéramos comentar que finalmente el año pasado fue nuestro mejor año en los últimos años. No es para presumir, por supuesto, tenemos mucho que avanzar, pero crecimos a niveles históricos con un crecimiento de casi 38 por ciento contra el año anterior.

La calidad en los activos es indispensable para poder identificar la salud del sistema financiero. Esta gráfica simplemente muestra cómo se deterioraron los activos en los años posteriores a la crisis. Cuando hablamos de los sistemas financieros internacionales este concepto tan novedoso o tan manoseado que se llaman "activos tóxicos", podemos decir hoy que la banca mexicana no tiene, dentro de sus activos crediticios, este tipo de activos.

Sin embargo, no podemos dejar de observar el crecimiento y el deterioro en la calidad de la cartera, particularmente en la cartera de tarjeta de crédito y tenemos que ocuparnos frontalmente de este tema.

Cuando hablamos también de la solidez, es indispensable hablar de dos indicadores muy sencillos que queremos compartir con ustedes, tiene que ver que de cada peso de cartera vencida, hoy la banca mexicana tiene reservado 1.5 pesos por cada peso insisto, de cartera vencida.

En nuestros índices de capitalización superan el 15 por ciento que comparan muy favorablemente, en general, con los índices de capitalización de los bancos en la mayoría de los países de la OCDE.

Hoy la banca, como una fotografía muy rápida, tenemos presencia donde habitan el 86.5 por ciento de la población, 10 mil 800 sucursales, prácticamente 3 mil 800 más que en los últimos ocho años, el doble de los cajeros, cuatro veces más en las terminales puntos de venta. No es un tema menor, porque esto permite, sobre todo a las micro y pequeñas empresas, formalizar su negocio y tener mejores opciones para recibir el pago de sus productos o servicios. Hemos crecido en las operaciones de manera extraordinaria. No me detengo en este punto.

Quisiera concentrarme en un efecto no menor y es compartir con ustedes dónde está el ahorro de la sociedad mexicana, dónde está el ahorro del país. Tradicionalmente la banca intermediaba un porcentaje del ahorro mucho mayor que el que hoy intermediamos. Tan solo en estos últimos años hemos pasado del 41 por ciento de intermediación a cerca del 33 por ciento que teníamos, de acuerdo con las últimas cifras del Banco de México, a septiembre de este año.

Los otros dos instrumentos importantes del ahorro hoy se canalizan en lo que llamamos ahorro institucional: Afores, sociedades de inversión, compañías de seguros y otros inversionistas institucionales y lo que también se invierte por parte de las personas físicas, la Tesorería, los gobiernos de los estados en lo que llamamos "otros". Estas dos terceras partes del ahorro tenemos que ser lo suficientemente creativos para que este ahorro institucional no se concentre en papel gubernamental y fluya al sector productivo.

El crédito bancario ha tenido participación en el crédito total que le presta el sistema financiero en México, de ser la mayoría en el 96, hoy representamos menos del 50 por ciento. Infonavit se ha convertido en la principal hipotecaria de este país. Otros tipos de instrumentos como son emisión en certificados públicos, las tarjetas de crédito de empresas no bancarias, Sofoles, etcétera, se han convertido en una proporción mayor de lo que es la parte del crédito bancario.

Rápidamente, evolución de tasas. ¿Qué ha pasado con la tasas de interés? A partir de 1998, como muestra en este cuadro, creemos nosotros que la innovación que genera la competencia ha permitido ofrecer tasas más competitivas. La tasa de interés promedio ponderada el año pasado sobre la cartera empresarial, que representa, como vieron, el 50 por ciento de los créditos que otorga la banca, fue del 11.5 por ciento, mientras que la cartera hipotecaria que representa prácticamente el 17, andamos en tasas del 11.4 por ciento.

Como ven en esta gráfica, la cartera de consumo está cobrando, el año pasado, tasas de interés de prácticamente del 30 por ciento.

Mención especial ?quisiera compartir con ustedes? es que a nuestro juicio existe una distorsión en la percepción sobre las tasas de interés que cobra la banca, particularmente en el tema de tarjetas de crédito.

Los clientes y la opinión pública confunden el CAD con la tasa de interés cobrada, lo que genera malestar, desorientación, indicadores difíciles de comparar e interpretar; ya que los CAD son cálculos teóricos.

Las tasas que realmente cobran los bancos se ubican muy por debajo de los CAD publicados, ya que éstos toman como tasas máximas las tasas de referencia, usan tasas compuestas, incorporan el IVA sobre los intereses reales y no consideran la parte importante del portafolio, que son meses sin intereses.

No quiero decir que las tasas de interés cobran tasas bajas. Simplemente quiero decir que existe una distorsión o puede existir una distorsión respecto a lo que realmente está cobrando este importante producto financiero que afecta a millones y millones de mexicanos.

No pretendemos descalificar el CAD. Estamos platicando con el Banco de México, tratando de mejorar la información para poder tomar los mejores juicios al respecto, sobre todo en materia de políticas públicas.

La tasa de interés promedio el año pasado fue de alrededor del 30 por ciento. También es de relevante importancia comentar que en incursión en segmentos, antes no bancarizados, requiere de tasas de interés más altas que cubran la prima de riesgo en el que incurre al atender clientes sin experiencia crediticia.

De 7.2 millones de tarjetas que teníamos en el 2002, hoy hay aproximadamente 26.5 millones de tarjetas. Muchas de ellas son personas que ya estaban bancarizada; pero millones de tarjetas son personas que no tenían acceso a este mecanismo de crédito y que se financiaba a través de mecanismos informales.

La parte de compromisos y propuestas. Lo que nos toca hacer, de cara a la realidad que familias y empresas enfrentan, la banca hace los siguientes compromisos:

Individualmente. Los bancos han puesto en marcha y continuarán buscando activamente mecanismos responsables para la reestructura de créditos. En tarjeta de crédito esto significa más plazo, hasta cinco, seis años; reducción de tasas, hasta 60 por ciento en la reducción; quitas; pagos fijos, según la capacidad de pago del tarjetahabiente.

Esto va a permitir enfrentar para aquellas familias y personas que hoy se encuentran en situación de desempleo o problemas de sobre endeudamiento.

Asimismo, proponemos individualmente programas a sus clientes cumplidos para crear los incentivos correctos, para que se mantengan al corriente en sus obligaciones crediticias.

Conforme a lo que nos comprometimos en el Acuerdo Nacional a Favor de la Economía Familiar y el Empleo, se atenderá la demanda de crédito sano en condiciones que reflejen adecuadamente los riesgos de los acreditados.

Aquí simplemente es crecer a lo largo de este año con metas que van entre el 7 y el 8 por ciento aproximadamente en lo que significan los tres segmentos más importantes que son consumo, el sector de vivienda y el sector de empresas con un particular crecimiento dentro del sector de empresas. Lo que corresponde a Pymes esto asciende a más de 100 mil millones de pesos.

Asimismo, y de especial importancia, mantener el sistema bancario con la adecuada solidez financiera que le permita mantenerse como un factor de estabilidad y recuperación a través del crédito responsable al sector productivo y familias que así lo demanden.

Se reforzará la invitación a los acreditados, personas físicas y empresas, incluso aquéllos al corriente para que junto con la banca encontremos soluciones responsables de forma preventiva a posibles problemas de pago y para resolver los ya existentes a través de mayor difusión e información, movilidad de los clientes entre bancos para que la competencia produzca mejores condiciones de calidad y precios.

Asimismo, continuar con nuestros programas de educación financiera de las instituciones de crédito en lo individual, así como a nivel gremial.

En nuestras propuestas destacamos coordinar acciones inmediatas ?y aquí está Héctor Rangel? para que el ahorro no bancario continúe financiando las actividades productivas y no se concentre en deuda gubernamental. Ampliar el programa de garantías en certificados bursátiles en lo particular.

Continuar avanzando con la banca de desarrollo para que los acuerdos alcanzados permitan el flujo de crédito de sectores en donde ésta se complementa con la banca comercial, micro y mediana empresa; en lo particular el sector vivienda afectado por esta crisis de liquidez, así como continuar con el sector agropecuario y también en el sector turístico; modificar los esquemas de reestructuras que nos permitan adecuarnos a las condiciones actuales.

Y dentro de las reformas legales ?respetuosamente? fortalecer las figuras para el otorgamiento del crédito como la prenda sin disposición. Acelerar la modernización de los registros públicos. Continuar avanzando en la transparencia, fomentar la competencia a través de la movilidad de los usuarios, así como evitar mecanismos que inhiban la oferta de crédito.

La Asociación de Bancos de México apoyará y está apoyando con toda claridad el fortalecimiento de las nuevas misiones de la Condusef, establecer tribunales especializados en materia mercantil y financiera y revisar temporalmente el cobro de impuestos a los intereses del crédito al consumo en beneficio de los millones de usuarios de tarjeta de crédito.

Es indispensable fomentar la cultura de pago, en todos los sentidos, impuestos, créditos y todas las obligaciones. Cuidar la actual solidez de la banca, que sentimos que a diferencia de otros países, la banca mexicana hoy puede continuar financiando a las familias y a las empresas sin ningún costo para el contribuyente. Promover una política monetaria que incentive la inversión de largo plazo, así como evitar costos adicionales para la operación, que nos permitan ser más competitivos en los costos del financiamiento de crédito.

Sólo cierro diciendo que hoy necesitamos una banca responsable, hoy necesitamos una banca solvente; pero, sobre todo, también necesitamos una banca sensible a la problemática que estamos enfrentando millones de mexicanos, millones de empresas, necesitamos defender el empleo. Estoy convencido de que ustedes, la sociedad, cuenta con una banca que estará a la altura de sus responsabilidades. Muchísimas gracias, y gracias por su atención.

El moderador Carlos Urzúa Macías: Muchas gracias, señor Enrique Castillo Sánchez Mejorada. A continuación, el presidente del Comité Ejecutivo Nacional de la Confederación Nacional Campesina, el ingeniero Cruz López.

El Presidente del Comité Ejecutivo Nacional de la Confederación Nacional Campesina, Cruz López Aguilar: Señoras legisladoras y señores legisladores del honorable Congreso de la Unión, distinguidos invitados. Me honra mucho la invitación del honorable Congreso de la Unión para participar en el foro de propuestas y compromisos, en materia económica México ante la crisis ¿qué hacer para crecer?

A todos los sectores, y supongo que también al Ejecutivo, nos estresan las crisis, aunque algunos aprovechan estas circunstancias para llevar agua a su molino. Voy a pecar de obvio, pues estimo que para eliminar los efectos negativos de la crisis general hace falta, primero, reconocer su profundidad. Lo menciono así porque hay quienes se rehúsan a reconocer su existencia.

También deseo en esta pequeña introducción repetir algo que mencioné el 5 de enero de este año, en el aniversario 94 de la Ley Agraria de 1915. Cito textualmente: "No ayuda en nada responsabilizar a la crisis mundial del presente debacle, y desobligar al gobierno federal sería, en esencia, una salida falsa en lo socioeconómico y de magros ?seguramente de magros resultados en lo político-electoral".

Siendo tal, partimos de algo que no está en nuestras manos modificar y no de un buen diagnóstico. Los responsables de la conducción económica del país aseguran que somos los mejor preparados para sortear las dificultades. Es tan falsa esta aseveración que comete el pecado capital de la soberbia.

No reconocemos en ello la pobreza alimentaria de capacidades y patrimonial de más de la mitad de la población nacional. Tampoco aceptamos la concentración del ingreso y, menos aún, la terrible debilidad de la microeconomía.

Yo me atrevo a decir, sin ser un experto en el tema económico, que la tan cacareada fortaleza macroeconómica se está escurriendo como el agua entre los dedos. Quizás alcance para proteger la depreciación del peso mexicano, pero no será suficiente para contrarrestar los efectos perniciosos de las crisis.

El crecimiento del déficit de la balanza comercial en 2008, cuyo dato preliminar del Inegi lo ubica en casi 17 mil millones de dólares, el aumento de la inflación, no obstante la recesión y la reducción del consumo, así como la confusión gubernamental evidente ?me refiero a la política de incrementos de precios a los energéticos?, el plan alimentario basado en la desgravación arancelaria en tiempos de reducción de inventarios internacionales, y el último Acuerdo Nacional en Favor de la Economía Familiar y el Empleo, focalizado éste último en atención a los efectos coyunturales; son tan superficiales que exigen la creación, desde nuestro punto de vista, de un Acuerdo Nacional para la Gobernabilidad, y un consejo social y económico capaces de conseguir la reconsolidación de la patria y la formulación de políticas públicas con la participación de los principales actores de la sociedad mexicana.

¿Qué hacer para crecer? Por cierto, muy buena pregunta. En opinión del Movimiento Nacional para la Soberanía Alimentaria y Energética a los derechos de los trabajadores y las libertades democráticas, no basta con maquillar el modelo económico neoliberal, sino cambiarlo por una economía social de base amplia, capaz de generar empleos, avanzar en el bienestar social y encauzar el crecimiento de la economía mexicana.

Estamos hablando de empleos formales no de empleo temporal. Nos referimos a infraestructura y servicios de excelencia que incorporen a los marginados al desarrollo nacional y permita la equidad entre el campo y la ciudad.

Requerimos de un crecimiento generalizado, distribuidor de la riqueza y nos hace falta un gobierno con compromiso social, vigilante y responsable que asuma la plenitud de la rectoría del Estado mexicano.

En el movimiento nacional proponemos facilidades financieras, económicas, administrativas y fiscales para proteger y generar empleos, no para salvar de la quiebra a las empresas con número rojos, por errores, dispendios, movimientos especulativos y malos administradores.

En la mesa del diálogo, el Movimiento Nacional de Campesinos, Obreros y Organizaciones Sociales negociamos un programa de empleo permanente en zonas marginadas y nos contestaron con empleos temporales.

Por esa y otras razones no firmamos un acuerdo nacional elaborado por una burocracia molesta, porque los pusieron a trabajar en vacaciones de fin de año. Eso me lo comentaron ellos mismos.

Propusimos un programa de sustitución de importaciones y respondieron con un plan alimentario cuya medida central era la eliminación de los aranceles en época de precios internacionales altos de los granos y oleaginosas, estaban dispuestos a comprar los alimentos al precio que fuera, siempre que provinieran del extranjero.

En épocas críticas el financiamiento puede convertirse, y aquí está Enrique, él me mencionó a mí y yo tengo la obligación de mencionarlo a él, en épocas críticas el financiamiento puede convertirse en una rémora o en una contribución virtuosa.

En estos tiempos difíciles se antojan las siguientes preguntas: ¿existe un acuerdo financiero para afrontar la crisis económica y financiera? ¿Cuál será la disposición de colaboración de una banca operada en gran medida por el capital extranjero?

Nuestra apuesta en esta materia descansa en la banca de desarrollo y en la comercial, por supuesto, que cuenta con FIRA (Fidecoimisos instituidos en relación con la agricultura). Todo mundo sabe qué es FIRA. Sin embargo, queremos resaltar una tendencia preocupante de la banca de desarrollo, empecinada en pedir año con año los mismos documentos y otras adicionales, sin importar el pago puntual de los créditos y la limpieza del expediente de los acreditados, más burocracia.

Por otro lado, empiezan a aparecer como beneficiarios privilegiados del crédito los acopiadores, los comercializadores de cosechas, los coyotes y vendedores de insumos.

En contraparte prolifera el castigo de las dispersoras de crédito de las organizaciones económicas de los productores, propiciando el cansancio de los agremiados de éstas y el desencanto provocado deliberadamente por funcionarios enemigos de la organización.

El impulso de los instrumentos financieros, de los trabajadores del campo y la ciudad, como son microfinancieras, sociedades financieras, agencias de administración de riesgos, fondos de aseguramiento y bancos de nicho, deben formar parte de este acuerdo nacional financiero que estamos proponiendo.

Hace falta, por supuesto, un cambio de la política asistencialista con enfoque caritativo y electorero del gobierno federal, por otro orientado al desarrollo de capacidades. El prejuicio al desarrollo de dichas capacidades en todos los niveles de los funcionarios impide que ello suceda. La mejor organización para quienes trabajan en estas dependencias ha sido siempre la organización que no existe.

La capacitación, la educación para el trabajo, la organización y la mejora continua son esenciales en el cambio cualitativo de los pueblos y representan la única manera sustentable para incorporar a los pobres al desarrollo nacional.

Hace falta definir las áreas prioritarias con capacidad verdadera de crecimiento. En esta precisión tienen prevalencia aquellas actividades generadoras de empleo claves en la disminución de la dependencia con el exterior. Entre ellas destacan, por su importancia, las actividades primarias como la pesca, la agricultura, la ganadería y el desarrollo forestal.

Estos sectores productivos son los que pueden tener crecimiento, no hay muchas actividades que puedan tener crecimiento positivo, porque ahora resulta que hay crecimiento negativo. Y no aprecian clara y específicamente en el acuerdo gubernamental anticrisis. Es decir, no estamos dentro. Raro, no, se supone que son las que pueden crecer.

También será vital, en tiempos de crisis, el impulso sin regateos a las pequeñas y medianas empresas, la concentración de los rescates con recursos públicos en las grandes empresas, discriminando las Pymes. Me recuerda la expresión rural que dice: Otra vez la burra al trigo.

Amigas y amigos diputadas, diputados, senadoras y senadores, volteemos los ojos a México y al texto de nuestra Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, retomemos el modelo económico social plasmado en el artículo 25 de nuestra Carta Magna y elaboremos su ley reglamentaria.

Pienso que esperar a recibir la iniciativa del Ejecutivo sería perder miserablemente el tiempo. Denunciemos la falta de profundidad y de compromiso del plan alimentario y del Acuerdo Nacional a Favor de la Economía Familiar y el Empleo, propuesto por el gobierno federal.

Este foro debe entregarle a México y a los mexicanos un verdadero acuerdo nacional anticrisis que visualice a largo plazo un futuro prometedor influyente, les aprecio su invitación. Gracias.

El moderador Carlos Urzúa Macias: Muchas gracias, ingeniero Cruz López. A continuación Héctor Rangel Doneme, director de Nafinsa y Bancomext.

El Director de Bancomext y de Nafinsa, Héctor Rangel Doneme: Buenas tardes. Estimados señores senadores y diputados, distinguidos invitados especiales, señores y señoras, agradezco, sinceramente la invitación que me han hecho el Senado de la República y la Cámara de Diputados, así como el Instituto Belisario Domínguez a participar en este foro y a compartir con ustedes el diagnostico de los efectos que la crisis financiera mundial esta teniendo en México y apuntar algunas medidas que podrían tomarse para mitigar los efectos de ésta crisis y volver a crecer lo más pronto posible.

Me parece que los distinguidos oradores y participantes que me han precedido en el uso de la palabra, tanto hoy como en días pasados, han delineado ya las causas y los efectos negativos que está resintiendo el país en cuanto un menor volumen de exportaciones baja en las remesas, en el flujo de turistas por la recesión que enfrentan nuestros principales socios comerciales, así como otros efectos relacionados con una menor actividad en varios sectores de la economía domestica.

Además, como es bien sabido, a partir de septiembre del año pasado se desató una crisis financiera y bancaria que se inicio en los Estados Unidos, y rápidamente se propagó a Europa y a otros países del mundo afectando seriamente los mercados de valores, de capitales y de crédito, y restringiendo dramáticamente la liquidez e incrementando significativamente la versión al riesgo por parte de las instituciones financieras internacionales y de los inversionistas institucionales.

En esta crisis, como en otras, hay un elemento fundamental que no debemos perder de vista y es el de la confianza o falta de confianza entre los actores económicos y sociales.

Me refiero a la confianza de los inversionistas y empresarios para invertir, a la confianza de los banqueros para prestar, a la confianza del consumidor para adquirir bienes y servicios, y a la confianza de los ciudadanos en el estado nacional.

Este vínculo entre la confianza y sus consecuencias en la falta de inversión y de crédito es necesario repararlo cuanto antes para que el ciclo económico vuelva a ser positivo.

En ése sentido, las medidas contracíclicas de apoya a la liquidez de los mercados y capitalización de diversos intermediarios financieros que muchos gobiernos, incluyendo el de México han anunciado y están en proceso de implementarse son muy importantes para impulsar la demanda interna y reestablecer, precisamente, la confianza y los circuitos de crédito al sector privado.

Particularmente relevante en el caso de nuestro país, son los programas de infraestructura, de un tamaño inédito, que se está instrumentando. El Programa de Compras del Gobierno a Pymes recientemente anunciado por el presidente de la república, los programas de financiamiento de la banca de desarrollo y los programas de protección al empleo.

Estas medidas, como lo apuntó el secretario Carstens el martes pasado en este mismo foro, implican un estímulo fiscal de alrededor de 1.8 por ciento del PIB, monto similar al que otros países de similar nivel de desarrollo que México han instrumentado.

Aquí el señor Paredes hace un rato dijo que era .5, habría que dilucidar esta diferencia entre las cifras, pero creo que es importante.

Me voy a concentrar sólo en dos de esos programas, el Programa de Financiamiento de la Banca de Desarrollo y en particular lo que le toca a Nacional Financiera y a Bancomext implementar, y en el Programa de Compras del Gobierno a Pymes, precisamente para estimular la demanda interna.

Nuestro compromiso para este 2009 en Nafinsa y Bancomext, a pesar de la desaceleración económica que vamos a vivir, es crecer 22 por ciento el financiamiento en cada una de las instituciones, para alcanzar un saldo conjunto, al final del año, de 180 mil millones de pesos, con un flujo estimado de alrededor del doble de eso, es decir, 350 mil millones de pesos, y apoyar a casi un millón de clientes; de los cuales aproximadamente 150 mil serán Pymes y 800 mil micronegocios a través de los intermediarios financieros, tanto bancarios como no bancarios.

Estos apoyos los destinaremos fundamentalmente a dotar de liquidez a las empresas y a los intermediarios financieros y a financiar el comercio exterior de México.

Lo anterior lo vamos a operar, y creo que es importante que lo conozcan, a través de varias iniciativas.

Vamos a fortalecer el programa de Cadenas Productivas para dar liquidez a las Pymes que están afiliadas a un gran comprador público o privado, mediante el factoraje electrónico.

Vamos a ampliar el Programa de Garantías e instrumentar nuevos programas, tanto a los intermediarios financieros para inducirlos para que presten a las Pymes, o a sectores específicos, y al mismo tiempo mitigar parte del riesgo incurrido por ellos.

A los emisores de papel comercial, para que el mercado bursátil no se cierre y continúe financiando al mayor número de emisoras posibles. También garantías para cubrir riesgos comerciales y políticos a las exportaciones mexicanas.

En el tema de Compras del Gobierno a Pymes, como es de su conocimiento, el presidente de la república se comprometió recientemente a que el gobierno federal y sus dependencias compraran cuando menos el 20 por ciento del total de sus compras susceptibles anuales a las pequeñas y medianas empresas.

Para implementar este programa se ha creado una comisión intersecretarial presidida por la Secretaría de Economía, con la participación de Hacienda y la Secretaría de la Función Pública y Nacional Financiera.

El plan es registrar y publicar las compras que las 256 entidades de la administración pública federal harán en el año, para que las Pymes puedan ofrecer sus productos y participar en las licitaciones o en los pedidos por invitación directa y comprometer a esas entidades a comprar el porcentaje antes mencionado a las Pymes.

En este programa, Nacional Financiera pondrá a disposición de las Pymes su plataforma tecnológica, no solamente para el registro y la información, sino también asistencia técnica y financiamiento de los pagos por vía electrónica.

Otro de los programas que vamos a instrumentar en el año es el desarrollo de proveedores de Pemex para elevar el contenido nacional de las compras de esa paraestatal. En este programa se contará con un fondo de 7 mil 500 millones de pesos para instrumentar, a través de Nacional Financiera, mecanismos de licitación, asistencia técnica, garantías y financiamiento para el capital de trabajo y el equipamiento de los proveedores nacionales seleccionados por Petróleos Mexicanos.

El quinto programa que vamos a instrumentar y que vamos a ampliar es el del financiamiento al comercio exterior, en Bancomext, para proveer a las empresas exportadoras crédito para el capital de trabajo, pre exportación y exportación, así como el equipamiento necesario.

Este programa está orientado primordialmente a las pequeñas y medianas exportadoras, pero también a los grandes exportadores que hoy están teniendo restricciones muy importantes para financiar sus exportaciones y es muy importante que no se detenga ese flujo de exportación de los productos mexicanos.

Finalmente, vamos a continuar con otro programa que también es importante pero que no implica financiamiento, que es el de capacitación y asistencia técnica a la pequeña y mediana empresa, a través de cursos presenciales por Internet, donde pretendemos beneficiar a cerca de 200 mil empresas para que puedan tener más conocimiento de cómo solicitar un crédito, de cómo exportar, de cómo venderle al gobierno.

Éstos son los programas principales que Nafinsa y Bancomext operarán durante el año y los compromisos de financiamiento que hemos adquirido bajo el Acuerdo Nacional a favor de la Economía Familiar y el Empleo.

Todos estos programas de crédito y garantías son un complemento, o bien, un instrumento para inducir a los intermediarios financieros privados a continuar con su importantísima labor de otorgar el mayor número posible de créditos a la planta productiva en estos momentos difíciles como los que estamos atravesando.

La banca de desarrollo no puede ni debe sustituir al sistema financiero privado en el otorgamiento de crédito por su tamaño relativo y por la importancia de la intermediación del sector financiero privado, ni tampoco puede replicar las más de 10 mil sucursales y los millones de clientes que el sistema privado tiene, por lo que es vital, como lo apuntaba Enrique, que haya un trabajo conjunto entre la banca privada y la banca de desarrollo.

Ahora bien, si me lo permiten me gustaría apuntar algunas consideraciones generales sobre qué podríamos hacer para crecer más rápido y qué específicamente podríamos hacer para fortalecer a la banca de desarrollo, que tiene un papel fundamental que jugar para mitigar la actual astringencia crediticia.

Primero creo que es importante reiterar que necesitamos en México generar, a la brevedad posible, un entorno más atractivo, más fácil y menos costoso para la inversión privada y un entorno regulatorio menos restrictivo para la inversión pública.

Lo único que crea empleo y crecimiento es la inversión, como bien lo dijo aquí el ex presidente Julio María Sanguinetti, y en ese sentido hay mucho que hacer para mejorar la salud física y jurídica, para desregular bajar costos y mejorar la competitividad del país.

Especialmente relevante para la inversión pública es no sólo contar con los recursos sino también con las leyes y normas que permitan su aplicación rápida, transparente y eficiente y para eso creo que es pertinente rediseñar a la brevedad posible la Ley de Adquisiciones de Arrendamientos, la Ley de Obras Públicas y la Ley de Responsabilidades de los Funcionarios Públicos, entre otras, que hoy hacen sumamente ineficiente la acción del Estado en materia de inversión.

En el contexto antes descrito, como lo apunta la Alide, la Asociación Latinoamericana de Instituciones de Banca de Desarrollo, es cuando la presencia e intervención de la banca de desarrollo toma mayor relevancia y por ello es preciso que para dar cumplimiento a su misión de forma eficaz diseñe programas de acción rápida para inyectar recursos a los sectores productivos, ayudar a generar empresas más competitivas e incrementar la inversión, el progreso tecnológico y la innovación para inducir un desarrollo sustentable.

Tenemos que actuar también decididamente donde existan imperfecciones de los mercados financieros, para lo cual es importante identificar permanentemente las necesidades del sector empresarial y en particular de las micro, pequeñas y medianas empresas, pues con tanta incertidumbre y cambios en el panorama económico se generan nuevas necesidades y por ello debemos ofrecer, no solamente crédito, sino productos como garantías, seguros, factoraje, capacitación y coadyuvar a mejorar la estructura competitiva de las empresas.

Ahora bien, para que la banca de desarrollo en México pueda cumplir cabalmente con sus diferentes mandatos es necesario fortalecerla, modernizarla y permitirle operar con autonomía de gestión y buen gobierno corporativo, además de liberarla de la excesiva regulación que hoy la aqueja.

¿A qué me refiero? Hoy por hoy los bancos de desarrollo son sujetos a una multiplicidad de leyes y regulaciones diseñadas para entes gubernamentales, pero no aptas para un banco que tiene que moverse con flexibilidad, eficiencia en su gestión y criterios de empresa para responder ágilmente a los mercados y a sus clientes.

Por ejemplo, en Nacional Financiera o en Bancomext tenemos que apegarnos no solamente a las leyes orgánicas, a la Ley de Obras Públicas, a la Ley de Adquisiciones, a la Ley de Transparencia, a la Ley de Responsabilidad de los Funcionarios Públicos y a otras, e incluso estamos impedidos de hacer publicidad comercial en tiempos de elecciones.

Es pues realmente complejo y costoso operar bajo este esquema, por lo que sería útil y oportuno hacer las modificaciones que lograran un marco regulatorio más sencillo y flexible. Sin perder, por supuesto, la transparencia y la rendición de cuentas necesarias.

Concluyo estos breves comentarios con una nota de optimismo, en el sentido de que cada crisis es una oportunidad, como lo mencionó en la mañana el doctor Narro y el gobernador González Parás: una oportunidad para cambiar paradigmas, para innovar, para plantear soluciones audaces y diferentes, que permitan retomar el camino del crecimiento cuanto antes.

México ha pasado ya por varias crisis, algunas mucho más severas que esta en el pasado, y a pesar de los costos inevitables que se tienen que pagar en los ciclos recesivos, estoy seguro que con un criterio de corresponsabilidad, de todos los actores políticos y económicos, pronto saldremos adelante.

Me congratulo que el Senado de la República y la Cámara de Diputados hayan organizado este encuentro y espero que mi participación haya sido útil. Muchas gracias.

El moderador Carlos Urzúa Macías: Muchas gracias, Héctor Rangel Domene. A continuación, José Enrique Villa Rivera, director general del Instituto Politécnico Nacional.

El Director General del IPN, José Enrique Villa Rivera: Muy buenas tardes. Quiero en primer lugar agradecer en nombre de la gran comunidad que represento, a las señoras diputadas, diputados, senadores, senadoras, por la invitación de la que hemos sido objeto para participar como institución, como el Instituto Politécnico Nacional en este importante foro.

Agradezco a los presidentes de las Juntas de Coordinación Política del Senado y de la Cámara de Diputados por esta deferencia y por supuesto, por esta oportunidad de compartir con distinguidos panelistas esta mañana.

Dos encuentros se llevan a cabo en estos días: en México buscamos respuestas a la pregunta, ¿qué hacer para crecer? Mientras que en Suiza se preguntan, ¿qué pasará después de la crisis?

Ambas cuestiones por supuesto están estrechamente relacionadas. Las abordaré a continuación en muy breve tiempo y presentaré alunas propuestas desde la perspectiva de la educación superior de carácter tecnológico.

A diferencia de otros momentos críticos por los que ha pasado México, el actual ha llegado desde afuera súbitamente y sin que aún pueda apreciarse cabalmente la profundidad de la crisis y el tiempo que llevará para superarla.

Aunque en los Estados Unidos hay una aparente en torno al origen, especulación inmobiliaria o desorden financiero, los efectos ya están presentes en todas partes y los países empiezan a reconocer que se encuentran en recesión.

En México, el pasado problemático pareciera tomar nuevamente carta de naturalización a semejanza de 1994, 1982 y 1976. La desconfianza que genera un círculo vicioso, inestabilidad de los mercados, las quiebras de las empresas, la destrucción de empleos, y una sociedad que azorada contempla diariamente nuevos signos ominosos, como los que se dieron a conocer el martes en la sesión inaugural de este foro relativo al desempeño de la economía, los que hoy se han comentado también aquí, y sus perspectivas para el presente año.

Han sido numerosas las propuestas, por supuesto siempre valiosas, que ya han sido presentadas, como las relativas a establecer medidas para el crecimiento del empleo, la inversión en infraestructura o el subsidio a los grupos más vulnerables, por señalar solamente algunos.

Sin embargo, la complejidad del panorama lleva a plantear, desde mi punto de vista y muy orientado al sistema de educación, una pregunta que quisiera intentar presentar algunos puntos de vista: ¿qué pueden hacer las casas de estudio? ¿Qué papel le corresponde jugar a la educación?

La educación es una actividad a través de la cual, por una parte, los seres humanos adquieren conocimientos, habilidades y destrezas; y por otra parte, introduce, informa para la ciudadanía, para la vida en sociedad.

En la casa o en la escuela aprendemos a conocer el medio y la vida, descubrir nuevos mundos, hacer cosas e identificar la realidad circundante, pero también apreciar lo bello, lo justo, lo adecuado, la injusticia, por supuesto.

Los tiempos actuales son de indefinición y de crisis, y ésta pone a prueba, en nuestro país, a todas las instituciones. No se trata, como ha dicho recientemente Fernando Henrique Cardoso, de un problema parecido a los experimentados en los últimos 70 años.

Hay que señalar que esta crisis es imposible que se parezca a ninguna otra por el simple hecho de que nunca antes había habido tanta globalización. Los meses venideros habrán de someter a prueba a las instituciones del Estado mexicano ?por supuesto a la educación superior, al Politécnico Nacional?, para enfrentar los problemas que trae aparejados, al tiempo de seguir cumpliendo cada una de las instituciones, con sus misiones respectivas.

En momentos como el presente, las instituciones educativas deben ser más que nunca ?a mi juicio? el elemento que amalgame los distintos componentes de una sociedad que pareciera tambalearse.

Tenemos que poner énfasis en las acciones que permitan superar el momento difícil y ?estoy seguro? salir adelante. Al igual que en todo el mundo, algunas ideas han empezado a desquebrajarse. Instrumentos anticíclicos de política económica están implantándose, y los resultados ?de ser válidos? se apreciarán, pero no tan rápidamente como sería deseable.

El pasado septiembre de 2008, el presidente de Francia se preguntaba la validez de hacer frente una crisis global, que a su juicio marcaba el final de un mundo construido tras la caída del Muro de Berlín, con los instrumentos y las herramientas del pasado.

El mundo transitó de la sociedad industrial a la del conocimiento, convirtiéndolo en motor de las economías y en donde el asombroso avance de las comunicaciones sustenta la creciente globalización.

Ahora parece haber llegado al final de un modelo de desarrollo y se debe de repensar y de actuar desde otros ángulos muy distintos. La complejidad actual no puede ser interpretada desde el papel del mercado y del Estado. Seguramente se requieren nuevos equilibrios entre el mercado, la sociedad, el medio ambiente y, por supuesto, el papel de los gobiernos en la perspectiva de un mundo cada vez más interdependiente.

En la búsqueda de soluciones la sociedad mexicana no puede ni debe estar sujeta a medidas que contengan mecanismos de ensayo y de error. Ya los hemos vivido. El costo sería, a mi juicio, muy grande.

Es aquí donde los centros de educación superior deben jugar un papel invaluable. Someter a crítica las propuestas y afinar las medidas que permitan superar en el menor tiempo posible el difícil momento en que se transita.

El Acuerdo Nacional a favor de la Economía Familiar y el Empleo contiene medidas que apuntan en una dirección correcta, aunque se desconoce ahora si serán suficientes y si tendrán la profundidad debida.

Es éste también el espacio para que las instituciones educativas y este foro a que nos convocan vislumbren medidas que apoyen la reactivación de la economía, con la celeridad necesaria para que los costos de la crisis se vean limitados.

Hay situaciones que previsiblemente se intensificarán en el caso de la educación nacional. Tal es el caso de la demanda social en educación, a los efectos de la transición demográfica se agregarán los desafíos de la nueva realidad dominada por la desocupación de la población económicamente activa.

Lo anterior generará una presión mayor a la ahora existente por estudios de nivel medio superior y superior y además, como ha ocurrido en otros momentos de dificultades económicas, cambian los criterios con los cuales las familias toman decisiones respecto de la trayectoria ejecutiva de sus hijos presionando siempre, en mayor medida, a la educación pública.

El fenómeno resulta previsible y cabrá a gobiernos e instituciones poner los medios y recursos para atenderlos. Junto con las nuevas problemáticas se tienen rezagos que no ha sido posible superar, como es el caso de la proporción de jóvenes en educación superior, en la que México está en desventaja frente a otros países de similar o inferior nivel de desarrollo o el de la población adulta y sus niveles de escolaridad y calificación.

En suma, frente a una planta productiva en recesión, el quehacer educativo tendrá nuevas demandas y presiones, debiéndonos, por supuesto prepararnos para ello.

Por otra parte, la relación entre la educación superior y la ciencia y la tecnología con la productividad y la competitividad de la planta productiva con la capacidad de innovar procesos y productos ha sido profusamente documentada y analizada. Además de la formación de profesionales del desarrollo de tecnologías y de investigación, una de las tareas que hemos venido realizando en la educación superior se refiere al establecimiento de posibilidades para la generación de empleos.

Citaré solamente un ejemplo, en el Politécnico Nacional, en los últimos cuatro años se han generado 128 empresas que permitieron crear 5 mil empleos directos y 6 mil empleos indirectos; a estos datos se puede agregar una realidad: estos efectos los hemos realizado con las uñas.

De esta información se puede derivar una idea que convertida en propuesta apoye desde la educación superior al fortalecimiento del empleo y las posibilidades de generación de riqueza.

Las instituciones de educación superior seguirán formando profesionales que cada vez sean más competentes y tengan mayores responsabilidades sociales y políticas; continuarán realizando una investigación que produzca nuevos conocimientos, pero que unida a los sectores productivos coadyuve al crecimiento económico que el país deberá impulsar en los próximos tiempos.

Condición absolutamente indispensable para superar este momento crítico. Seguirán siendo un instrumento para extender los beneficios de la cultura y el conocimiento en las distintas capas de la población.

Las dificultades de ahora pasarán tarde o temprano, las instituciones educativas, científicas y tecnológicas estamos dispuestos a apostar con nuestra acción a que sea lo más rápido posible y que al final encuentre a México en mejores condiciones.

Algunas propuestas que quisiera señalar son las siguientes: la batalla por el crecimiento económico y la competitividad siendo permanente deberá ahora intensificarse. Es necesario crecer, porque sólo así se reduce el desempleo, se mejora la captación fiscal y se incrementa la posibilidad de reanudación de los ciclos productivos.

En esa batalla, la educación superior y sus instituciones son complementarias en el marco de los esfuerzos nacionales. El gran desafío para las nuevas generaciones de egresados de la educación superior será enfrentarse a una economía que no produce el suficiente número de empleos, pero que paradójicamente exige mayores niveles de calificación.

Si efectivamente se implantaran instrumentos de política económica anticíclica, programas para la juventud, que ya aquí se han comentado ampliamente y egresados deberán estar en el centro de estas políticas.

Históricamente los tiempos de retracción productiva son los de aprovechamiento para la formación profesional, para el trabajo y la educación continua, en conjunción con gobiernos y organismos privados, las instituciones de educación superior podrán colaborar ofreciendo amplios programas como los que aquí también ya se han comentado.

Una acción a emprender, como he señalado, es el fortalecimiento de los programas exitosos de generación de empresas desde las universidades, desde las incubadoras de empresas estableciendo las medidas para superen su mayor limitación, la limitación más importante que hemos tenido es justamente el financiamiento. Para ello se podría establecer un amplio programa adecuado a las características de las empresas de alta y mediana tecnología en proceso de incubación, que incluya prioritariamente el otorgamiento de capital-semilla.

Finalmente estimados diputados, estimados senadores, en el Politécnico Nacional atendemos en el 70 por ciento de los 326 mil estudiantes, jóvenes que provienen de familias en crisis, jóvenes de familias que tienen menos de 4 salarios mínimos como recursos familiares.

Nuestro contacto con estas familias es permanente. Mi apreciación es que estas familias, si las podemos generalizar al entorno nacional, están llegando al límite. Nos demandan compromiso; nos demandan a todas las instituciones que abordemos con responsabilidad el problema; nos demandan que lo discutamos como seguramente se está haciendo, intensamente en el Congreso y en instituciones del Estado; nos demandan que de una vez por todas nos pongamos de acuerdo para sacar adelante este país. Muchas gracias.

El moderador Carlos Urzúa Macías: Muchas gracias José Enrique Villa. Finalmente Enrique Cabrero, director general del CIDE.

El Director General del CIDE, Enrique Cabrero Mendoza: Muy buenas tardes. Un agradecimiento también a nombre de la comunidad del CIDE por esta invitación, a los señores senadores, diputados.

Con todo gusto participamos en este interesante foro, que por lo demás felicitamos la iniciativa dado que es una de las características de una sociedad democrática el debatir, el dialogar y el deliberar en torno a los programas y acciones públicas, en este caso respecto a la crisis.

La actual crisis económica ha generado un contexto difícil y crítico en instituciones de países emergentes como México. Si bien, tal y como lo dice el título de este foro, nos preguntas ahora ¿qué hacer para crecer? Buscando una manera rápida y eficaz para salir lo más pronto posible de esta situación.

La realidad es que nos deberíamos preguntar ¿por qué México no ha sido capaz de crecer al ritmo que su nivel de desarrollo lo requiere en los últimos años? ¿Qué factores estructurales impiden al país acelerar su ritmo de crecimiento y han impedido acelerar ese ritmo de crecimiento en más de una década? ¿Qué factores estructurales impiden permanentemente que salgamos rápido de coyunturas de crisis como la que hoy estamos viviendo? ¿Cómo hacer para resolver de una vez por todas el problema del crecimiento de la economía mexicana?

Efectivamente, el bajo crecimiento es ya un problema estructural que acompaña nuestro desarrollo y no deriva sólo de una coyuntura de crisis. En promedio de los últimos 10 años México ha crecido 2.9 por ciento, mientras que países latinoamericanos comparables en nivel de desarrollo, como Brasil, creció 3.6 por ciento; Chile, 4.4 por ciento. Si comparamos con otras economías emergentes el caso es más grave: Corea creció 5 por ciento; India, 7.6 por ciento y China, como todos lo sabemos, cerca del 10 por ciento en promedio.

La economía mexicana entonces tiene problemas endémicos de crecimiento, incluso en situaciones de relativa estabilidad o de expansión económica mundial.

Por todo ello, este entorno económico desfavorable nos debe presentar un reto a la discusión. Es una oportunidad para resolver problemas, no sólo de coyuntura, sino problemas añejos de nuestra economía que impiden un crecimiento suficiente, aún en momentos de estabilidad.

Una situación como la que se vive genera incentivos para que los tomadores de decisiones, el gobierno, el sector privado, los trabajadores, los actores políticos diversos establezcan acuerdos e implementen acciones que bajo otras circunstancias sería muy difícil asumir.

La lista de aspectos estructurales que dificultan el crecimiento en la economía mexicana es larga. Haremos referencia a unos cuantos temas de política pública que urge revisar en esta coyuntura de crisis.

Por un parte, la política fiscal. Lo interesante sería ver si dada esta crisis se presenta una oportunidad para resolver problemas añejos. Se tiene una oportunidad para atender al menos cuatro temas cruciales de una política fiscal. Finalmente, atreverse a ejercer presupuestos multianuales, que es algo que dificulta constantemente la operación de programas diversos y la continuidad de las políticas públicas.

Segundo, gastar de manera más eficiente. Tercero, gastar de manera más oportuna ?ése es un reto para salir actualmente de la crisis. Y cuarto, estudiar y reflexionar sobre la posibilidad de un margen mayor de déficit público ante las circunstancias.

Aquí debe quedar clara la necesidad de una verdadera reforma fiscal que vaya más allá de misceláneas diversas. Ésta debe incluir no sólo un nuevo esquema impositivo, sino también, y urgentemente, un nuevo marco de relaciones fiscales intergubernamentales.

Recordemos que en la crisis, en la depresión de 1929, ese escenario permitió a los países de Europa Occidental resolver muchos de estos problemas que se implementaron en la década de los cuarenta. Indudablemente, en ese caso, la crisis fue un motivo de generación de reformas profundas.

Otro tema de política que permanentemente está en debate es el tema de la creación de infraestructura. Si bien se ha aumentado el presupuesto en infraestructura con las acciones ya mencionadas, y es el más alto de los últimos 30 años, también es cierto que se requiere preocuparse más por el plan de creación de infraestructura.

Es menester señalar que el nivel de gasto proporcionalmente en otros países como Chile y Brasil es el doble al que actualmente se está presentando para el caso mexicano, y eso por no hablar de otras economías como la de Corea o la de China.

Es necesario, entonces, estudiar la posibilidad de incurrir en una inversión mayor a partir de un déficit ampliado y de esta manera agilizar la posibilidad de aplicar los recursos que han sido en los últimos meses parte del problema del mediano impacto de la inversión en infraestructura.

En cuanto a la política de desarrollo rural también esta crisis ha afectado indudablemente, y está afectando, el ámbito de la producción agrícola. En este escenario la dependencia del comercio internacional nos hace en, cierta medida, vulnerables a los vaivenes del cambio en la economía global y a depender irremediablemente de la dinámica global en algunos productos básicos.

Lo anterior sugiere el fortalecimiento del sector productivo rural y la inversión en medio ambiente. Invertir en activos con múltiples externalidades como éstos y con beneficios de largo plazo parece ser una opción adecuada en un contexto de crisis como el actual.

Además, existe una diversidad de apoyos que se han llevado a cabo para la producción agrícola y para el desarrollo rural. Sin embargo, esto ha generado ya una maraña complicada de incentivos positivos y negativos, una fuerte captura de transferencias, problemas de coordinación, así como una fuerte selección y exclusión de varios de los programas que pretenden determinados objetivos.

Es necesario y urgente, en un contexto de crisis, rediseñar el conjunto de políticas públicas en el sector agrícola en torno a las circunstancias actuales; programas específicos para productores de subsistencia, para productores de mediana escala y para productores a gran escala.

En cuanto a la política energética, tan debatida recientemente, las noticias siguen siendo malas. La realidad es que sigue faltando una inversión en mantenimiento de la capacidad instalada, tanto para generar y transmitir la electricidad, como para explorar, extraer y transportar petróleo y sus derivados.

La reforma significó un avance, indudablemente, pero requerimos seguir el debate sobre los cambios necesarios de tipo estructural en cuanto a la política energética. En cuanto a la política de seguridad social es, posiblemente, la reforma estructural de mayor urgencia para el desarrollo de México en el largo plazo, se requiere una reforma profunda e integral de la seguridad social.

México ha tenido un sistema de seguridad social fraccionado, con una cobertura truncada y beneficios regresivos. Esto limita la capacidad de crecimiento del país, sin cumplir con el objetivo más elemental de estos programas, que es proteger a todos los trabajadores y sus familias.

Las reformas que se han implementado en años recientes, si bien han significado un alivio, en algunos casos, no se han dirigido al problema de fondo de la seguridad social. Se propone una reforma profunda a la seguridad social que crearía, por primera vez, un sistema único integral y universal de seguridad y protección.

Así, esto permitiría un sistema contributivo, que no fuera un sistema contributivo y fraccionado en múltiples sistemas, sino se trataría de un sistema financiado por medio de impuestos generales y, consecuentemente, de cobertura universal, con beneficios básicos, idénticos, para todos los trabajadores, independientemente de su nivel salarial.

Finalmente ¿cuáles son las fallas institucionales y retos inmediatos que están presentes en esta coyuntura de crisis en México? No es fácil pensar en una rápida salida ante problemas estructurales profundos, como los mencionados, que afectan la eficacia de las políticas públicas y han dificultado sistemáticamente el crecimiento económico del país.

Es claro que el costo de insumos energéticos, de transporte, de servicios financieros, como algunos otros servicios e insumos, dificultan la dinámica de la inversión y el funcionamiento del sistema productivo nacional.

De igual manera, las fallas en materia de regulación institucional que ya se han mencionado, las estructuras oligopólicas en varios sectores, así como algunos grupos de interés diversos que han logrado capturar la acción de las políticas públicas en su beneficio, dificultan todo este conjunto de factores, la dinámica de la economía, el crecimiento y la competitividad.

Es indudable que la crisis económica presenta una oportunidad para reconocer estas distorsiones que nos han acompañado desde hace muchos años, y aprovechar este momento para avanzar en la resolución de problemas añejos.

Los empresarios, trabajadores, gobiernos, legisladores y líderes sociales tienen la oportunidad en un escenario como éste, de sentarse a impulsar soluciones, acuerdos y reformas que vayan en la dirección de atender problemas, como los mencionados nudos institucionales e inercias perniciosas.

No busquemos sólo la construcción de un discurso para salir de la crisis; busquemos la construcción de soluciones de tipo estructural para erradicar los factores que han impedido el crecimiento económico.

Es necesario, además, visualizar al país en su amplitud y diversidad, y esto poco se ha discutido en el Foro, el mejor programa anticrisis es aquél en el que no hay un ente central que controle y dirija las acciones, sino aquél que genera un efecto multiplicado de acciones autónomas, por regiones, por localidades, por niveles de gobierno, por grupos empresariales diversos y por grupos sociales de toda índole.

Además, el contenido de un programa de acciones anticrisis, lo más importante es que sea capaz de transmitir confianza, como ya se ha dicho, a los inversionistas y a la población en general.

Un momento como el que se está viviendo requiere de gobiernos subnacionales fuertes, innovadores, gobiernos imaginativos. Es el momento en que el federalismo mexicano debe mostrarse y salir fortalecido. La capacidad de organización y de acción pública local en el país ya se ha mostrado a lo largo de los últimos años.

Gobiernos y sociedades locales emprenden programas de empleo temporal, de articulación de cadenas productivas, de desarrollo comunitario solidario, de cooperación entre productores, de atención a grupos vulnerables, e incluso, de incubación de empresas familiares.

Este es el momento de permitir que fluya la creatividad local por lo que el gobierno federal y los gobiernos estatales deberán aportar ideas y acompañar iniciativas, pero no pretender controlar y dirigir la totalidad de acciones contra la crisis. No es así como permitiremos una salida rápida de la misma, se trata de un esfuerzo colectivo y disperso en el entorno nacional.

México enfrenta nuevamente una crisis económica pero, ya como se ha dicho, a diferencia de otros episodios, en esta ocasión el origen no es doméstico. El origen de esta crisis proviene del norte. La cuestión es que una vez instalado este contexto la salida no es fácil, sobre todo si aceptamos que hemos venido arrastrando distorsiones diversas en el mercado de factores, en los mecanismos de regulación y en el diseño de políticas públicas.

Los márgenes para seguir tolerando el costo en este tipo de problemas estructurales se agotan ante una situación de crisis. Esperamos que esta coyuntura genere compromisos y actitudes responsables de los diversos grupos de interés para enfrentar los cambios y reformas que tanto se requieren.

Ni la pertenencia a sectores sociales diversos ni los compromisos políticos partidistas ni los intereses gremiales son razones que puedan estar por encima de la gravedad de una situación como la que se comienza a vivir y que estará con nosotros, todavía, por un tiempo.

No es tiempo, claramente. No es tiempo de simulaciones. Es tiempo de compromisos. Ojalá y esta vez no dejemos pasar esa oportunidad. Muchas gracias.

El moderador Carlos Urzúa Macías: Muchas gracias Enrique Cabrero. Ya estamos un poquito tarde, son las 2:10 de la tarde. Me gustaría, como conclusión, hacer un comentario un poquito personal.

Recojo los comentarios más interesantes y más completos que ya había dado antes Rolando. Y recojo, también, cada una de las propuestas que nos han dado los ponentes, y supongo que los legisladores empezarán a convocar a foros ya específicos, técnicos, dada la urgencia del problema.

Noto en particular que Brasil ya nos lleva una ventaja enorme en el documento que nos entregó el Centro de Finanzas Públicas. Brasil ocupa más de dos hojas en sus políticas que están tratando de implantar ante la crisis. Espero que los legisladores respondan al reto.

Y concluyo con un comentario un tanto personal, pero yo creo que lo comparten muchos mexicanos. Me parece que en una muestra de ?y lo tengo que decir de manera franca? en una muestra de estulticia, de impudicia, Ernesto Zedillo, en Davos, declara que el rescate bancario le costó a México mucho más de lo que le va a costar Estados Unidos.

De hecho, a México, en valor presente le costó alrededor del 20 por ciento del PIB, que es una barbaridad, dado que la penetración financiera en aquella época de los bancos era muy pequeña, y la penetración financiera en Estados Unidos es muy grande.

¿Por qué sucedió eso? Bueno, sucedió por varias razones: primero, no se actúo a tiempo. Segundo, hubo unas corruptelas mayúsculas e infinitas que todos sabemos. Y finalmente se socializaron las pérdidas del sistema bancario, pero no se socializaron los ingresos futuros y los activos de los bancos. Eso es un error que los Estados Unidos y los países europeos no van a cometer.

¿Y por qué lo cometimos? Bueno, porque de nueva cuenta, y aquí recojo un poquito el sentimiento de Denise Dresser, tenemos, de vez en cuando una economía de cuates, antes que una economía de todos los mexicanos. Yo espero que ahora los legisladores actúen teniendo siempre en cuenta el interés público, siempre el interés público y nunca, nada, excepto, el interés público. Muchas gracias a todos

El maestro de ceremonias, Alfonso Ruelas Hernández: El Congreso de la Unión les agradece su presencia y participación en esta segunda sesión de trabajo del foro y les hace una atenta invitación para la siguiente sesión que se llevará a cabo el lunes 9 de febrero en este Palacio Legislativo, de San Lázaro. Muchas gracias y que tengan buena tarde.