Cámara de Diputados del Honorable Congreso de la Unión, LXI Legislatura
Versión estenográfica de la sesión solemne en que la Cámara de Diputados otorga
la Medalla al Mérito Cívico "Eduardo Neri, Legisladores de 1913",
al doctor José Sarukhán Kermez, celebrada el jueves 27 de octubre de 2011

Entrega de la medalla al mérito cívico, Eduardo Neri, Legisladores de 1913

Apertura de la sesión

Acuerdo para normar la sesión solemne

Intervenciones del homenajeado y de diputados

Felipe Solís Acero, presiente de la Comisión de Régimen, Reglamentos y Prácticas Parlamentarias

José Aristeo Sarukhán Kermez, ciudadano homenajeado

Emilio Chuayffet Chemor, presidente de la Mesa Directiva

Cierre de la sesión


 
 
 
 
 
 

El Presidente diputado Emilio Chuayffet Chemor: Pido a la Secretaría haga del conocimiento de esta Presidencia el resultado del registro de asistencia de las diputadas y los diputados.

El Secretario diputado Balfre Vargas Cortez: Se informa a la Presidencia que existen registrados previamente 349 diputados, por lo tanto hay quórum.

El Presidente diputado  Emilio Chuayffet Chemor (13:31 horas): Se abre la sesión solemne, para dar cumplimiento al decreto aprobado por esta Cámara de Diputados el 25 de octubre de 2011, por medio del cual la Cámara otorga la medalla al mérito cívico, Eduardo Neri Legisladores de 1913, al doctor José Aristeo Sarukhán Kermez.

Se designa en comisión, para recibir e introducir a este recinto al ciudadano José Aristeo Sarukhán Kermez, a la siguientes diputadas y diputados: Felipe Solís Acero, Laura Arizmendi Campos, Carlos Flores Rico, José Antonio Arámbula López, José Luis Jaime Correa, Juan José Guerra Abud, Pedro Vázquez González y María del Pilar Torre Canales.

La Secretaria diputada María Dolores del Río Sánchez: Se invita a la comisión a cumplir con este encargo.

(La comisión cumple su encargo)

El Presidente diputado Emilio Chuayffet Chemor: Nos acompañan en esta sesión solemne el señor ministro Juan Silva Meza, presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación; el maestro Juan Rafael Elvira Quesada, secretario del Medio Ambiente y Recursos Naturales, representante del presidente de los Estados Unidos Mexicanos; el senador Arturo Núñez Jiménez, Vicepresidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Senadores; el doctor José Narro Robles, rector de la Universidad Nacional Autónoma de México; el doctor Juan Ramón de la Fuente Ramírez, ex rector de la Universidad Nacional Autónoma de México; el doctor Francisco Barnés de Castro, ex rector de la Universidad Nacional Autónoma de México; el doctor Guillermo Soberón Acevedo, ex rector de la Universidad Nacional Autónoma de México; por supuesto está nuestro homenajeado el doctor José Sarukhán Kermez; su señora esposa doña Adelaida de Sarukhán; el doctor Arturo Menchaca Rocha, presidente de la Academia Mexicana de Ciencias; el doctor Adolfo Martínez Palomo, investigador emérito del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional; el doctor Jorge Flores Valdés, coordinador general del Consejo Consultivo de Ciencias de la Presidencia de la República; el doctor Fernando Serrano Migallón, secretario cultural y artístico del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes.

Con especial afecto saludamos a los familiares de quien da nombre a la presea. La señora Martha Badillo de Neri, la señora Martha Neri Badillo, el ingeniero Eduardo Neri Badillo y la señora Bertha Álvarez de Neri, familiares del licenciado Eduardo Neri Reynoso.

Se invita a los presentes a ponerse de pie y entonar el himno nacional.

(Himno nacional)

El Presidente diputado Emilio Chuayffet Chemor: Proceda la Secretaría a dar lectura al acuerdo que normará esta Sesión Solemne.

La Secretaria diputada María Dolores del Río Sánchez: La Cámara de Diputados con fundamento en la fracción I del artículo 77 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos decreta: se otorga la Medalla al Mérito Cívico, Eduardo Neri, Legisladores de 1913, al ciudadano José Aristeo Sarukhán Kermez.

Artículo 1. La Cámara de Diputados de la LXI Legislatura del Congreso de la Unión otorga la Medalla al Mérito Cívico, Eduardo Neri, Legisladores de 1913, al ciudadano José Aristeo Sarukhán Kermez.

Artículo 2. La Medalla al Mérito Cívico, Eduardo Neri, Legisladores de 1913, un pergamino con el dictamen respectivo. Un ejemplar original del decreto aprobado por la Cámara y una suma de dinero a dos veces la dieta mensual de un ciudadano mexicano se entregarán al ciudadano José Aristeo Sarukhán Kermez en Sesión Solemne que se celebrará el día 27 de octubre de 2011 a las 13:30 horas en el salón de sesiones del recinto legislativo de San Lázaro.

Artículo 3. En la Sesión Solemne a que se refiere el artículo anterior, podrán hacer uso de la palabra un diputado  miembro de la Comisión de Régimen, Reglamentos y Prácticas Parlamentarias, la persona homenajeada y el presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados.

La Junta de Coordinación Política acordará los tiempos de las intervenciones, así como el orden en que intervendrán los oradores.

El protocolo que rija dicha Sesión Solemne será definido conjuntamente por la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados y por la Comisión de Régimen, Reglamento y Prácticas Parlamentarias.

Artículo 4. El presente decreto será publicado en la Gaceta Parlamentaria de la Cámara de Diputados, en el Diario Oficial de la Federación y en tres diarios de circulación nacional.

Transitorio

Único. El presente decreto entrará en vigor el día de su publicación en el Diario Oficial de la Federación.

Salón de sesiones de la Cámara de Diputados del Honorable Congreso de la Unión.

México Distrito Federal a 25 de octubre de 2011. Firma el presidente, diputado Emilio Chuayffet Chemor; y la secretaria, diputada Guadalupe Pérez Domínguez.

El Presidente diputado Emilio Chuayffet Chemor: Muchas gracias, señora secretaria. Tiene la palabra el diputado Felipe Solís Acero, presiente de la Comisión de Régimen, Reglamentos y Prácticas Parlamentarias.

El diputado Felipe Solís Acero: Con la venia de la Presidencia. Señor presiente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, ministro Juan Silva Meza; señor secretario de Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca, representante personal del señor presidente de la República; senador Arturo Núñez Jiménez, Vicepresidente del Senado de la República; doctor José Narro Robles, rector de nuestra querida Universidad Nacional de México; señores ex rectores de la Universidad Nacional; distinguidas autoridades universitarias; familiares del licenciado Neri; familiares del doctor Sarukhán; muy distinguidos invitados; señoras diputadas y señores diputados.

Me honra dirigirme a ustedes, a nombre de la Comisión de Régimen, Reglamentos y Prácticas Parlamentarias, en ocasión tan especial, el reconocimiento de esta soberanía y la entrega de la medalla al mérito cívico Eduardo Neri, Legisladores de 1913 a don José Sarukhán Kermez. Al imponer la medalla que lleva su nombre esta soberanía invoca, recuerda y homenajea al destacado legislador don Eduardo Neri Reynoso.

El licenciado Neri nació en Guerreo en 1887, durante su vida se distinguió por su honorabilidad y entrega a la nación. Fue soldado del general Canuto Neri en su levantamiento contra el gobierno del general Díaz, participó en el movimiento maderista, se encontró en Iguala en 1911 con don Francisco I. Madero.

Neri fue integrante del Partido Liberal Constitucionalista y fue electo diputado federal, integró el llamado bloque renovador de la XXVI Legislatura, más tarde fue procurador general de la República en el gobierno del general Obregón y a partir de 29 y hasta su muerte ejerció en la Ciudad de México con honorabilidad y eficacia su profesión de abogado.

Hace 98 años, luego de los asesinatos de los diputados Adolfo Gurrión y Serapio Rendón, así como del senador Belisario Domínguez ante el pleno de la Cámara de Diputados don Eduardo Neri denunció la ignominia de la dictadura de Huerta contra mexicanos ilustres y en contra de la soberanía del Poder Legislativo.

En aquella sesión del 9 de octubre del 13, Neri Reynoso, entonces de 26 años, aun a costa de su vida, pero con gran dignidad, denunció el asesinato y el tormento de compañeros legisladores.

La solidez de su posición frente al gobierno usurpador y la ejemplar vida de Neri, llevaron a la Cámara de Diputados a rendirle homenaje el 21 de octubre de 69 con la entrega de una medalla conmemorativa en su honor y nombre.

Desde entonces esta Cámara instituyó la entrega de esta medalla que han recibido personajes de grandes contribuciones a la vida nacional como don Jesús silva Herzog, Enrique Corona, Salvador Azuela, Francisco Martínez de la Vega, Andrés Henestrosa, Raúl Anguiano y Miguel León Portilla.

Hoy, por novena ocasión esta soberanía entrega este galardón. El pleno decidió por abrumadora mayoría entregarlo al doctor José Sarukhán Kermez. La comisión que aprobó el dictamen tuvo a la vista para decidir los enormes méritos del doctor Sarukhán, que son muchos.

El doctor Sarukhán es un académico; biólogo por nuestra Universidad Nacional, cuya tesis de licenciatura fue premiada por la Sociedad Botánica de México en 1966. Es maestro en Ciencias por el Colegio de Posgraduados de Chapingo en la rama de Botánica y doctor en Ecología por la Universidad de Gales en la Gran Bretaña en el área de Ecología de Población.

Ha sido profesor investigador en diversas universidades de México y el extranjero. En su vida académica el doctor Sarukhán ha vinculado a la ciencia con la comunidad. Ha estudiado y compartido sus conocimientos con una gran conciencia social, con un gran humanismo. Actualmente su trabajo doctoral se considera un clásico en el campo de la ciencia Ecológica Poblacional a nivel mundial.

Nuestro homenajeado es un constructor y realizador de proyectos. Ha conducido sus responsabilidades públicas con eficacia y con importantes resultados. Un hombre que traduce sus ideas en movimiento, en obras, en hechos.

Promotor permanente del desarrollo científico en México, sentó las bases del Sistema Nacional de Investigadores. En la UNAM fue fundador del Instituto de Ecología y coordinador de investigación Científica, así como un gran rector de nuestra máxima casa de estudios por dos periodos comprendidos entre 89 y 97.

Ha sido presidente de numerosos organismos científicos nacionales e internacionales y, al mismo tiempo, ha sido reconocido por su labor en la investigación Científica habiendo recibido innumerables premios nacionales e internacionales.

El doctor Sarukhán es un científico que busca permanentemente conciliar la ciencia con el entorno natural y con la vida social, una ciencia vista desde la perspectiva de la conservación de las especies, que contribuye al desarrollo humano sin comprometer el futuro, preservando las condiciones naturales; un científico que cree en el desarrollo sostenible, que piensa en la comunidad y en su porvenir; un humanista.

Los aportes en el campo científico, del doctor Sarukhán, en materia de ecología, tienen un alcance que rebasa las fronteras nacionales, es uno de los ecólogos latinoamericanos más reconocidos.

Fue galardonado con la medalla John Philips, el máximo reconocimiento de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza y los Recursos Naturales.

Es miembro del Colegio Nacional y ha recibido siete doctorados honoríficos por las universidades: Mayor de San Marcos, Perú; de Gales, en Gran Bretaña; de Nueva York, en Estados Unidos; del Colegio de Postgraduados de México; la Universidad de Colima; la Autónoma del Estado de Hidalgo; la del Estado de México y la Autónoma del Estado de Morelos.

El doctor Sarukhán es un mexicano de excepción, comprometido y solidario con su sociedad, preocupado siempre por la degradación de los ecosistemas y la contaminación de la biosfera, nos acercado a pensar en la ecología como una cosa común, a acercar a la ciencia con la naturaleza, a pensar una ciencia responsable con su entorno y de las consecuencias en sus avances.

Nuestro homenajeado nos recuerda con frecuencia que la naturaleza debe acompasarse con políticas para el desarrollo sostenible, nos recuerda nuestra necesaria mesura frente a la explotación de los recursos naturales y la necesaria precaución en la aplicación de la ciencia y los avances tecnológicos.

La vida toda de nuestro galardonado nos convoca a compartir una nueva ética sobre la relación que se tiene con el planeta, con el entorno ambiental y con las especies; una actitud necesaria para repensar y redefinir el entorno normativo y de políticas públicas que permitan recuperar los ecosistemas que desafortunadamente han sido altamente devastados y enfrentar los efectos del cambio climático que ya vivimos.

Señoras y señores, el doctor José Sarukhán es un mexicano de talla universal que ha contribuido como académico, como científico, como servidor público y como humanista, al desarrollo responsable de nuestro país y del planeta.

Por eso hoy, al entregar la medalla Eduardo Neri al doctor José Sarukhán, esta soberanía reconoce el trabajo científico, premia la calidad excelsa de universitario, galardona el compromiso social y en suma, homenajea a la inteligencia y a la modestia intelectual, prendas que porta con enorme dignidad el doctor José Sarukhán. Enhorabuena, doctor Sarukhán.

El Presidente diputado Emilio Chuayffet Chemor: Se va a proceder a imponer la medalla al mérito cívico Eduardo Neri, legisladores de 1913, de la Cámara de Diputados.

(Se impone la medalla al doctor José Sarukhán)

El Presidente diputado Emilio Chuayffet Chemor: Se concede el uso de la palabra a nuestros homenajeado, el ciudadano José Aristeo Sarukhán Kermez.

El ciudadano José Aristeo Sarukhán Kermez: Señor diputado Emilio Chuayffet Chemor, Presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados; señor magistrado Juan N. Silva, Presidente de la Suprema Corte de Justicia; señor senador Arturo Núñez Jiménez, Vicepresidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Senadores;señor secretario del Medio Ambiente y Recursos Naturales, representante personal del presidente de la república, Felipe Calderón Hinojosa; señoras y señores diputados; miembros de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados; señor diputado Felipe Solís Acero, presidente de la Comisión de Régimen, Reglamentos y Prácticas Parlamentarias; respetables miembros de la LXI Legislatura; señor rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, José Narro Robles; colegas ex rectores de la UNAM; respetables miembros de la familia del admirable diputado y ciudadano ejemplar que fue Eduardo Neri Reynoso, a cuya memoria se ha dedicado la Medalla al Mérito Cívico Eduardo Neri, Legisladores de 1913, señoras y señores:

Hoy vivimos rodeados de noticias que distan mucho de ser optimistas y estimulantes. Algunos de los problemas que nos acechan son en verdad serios y de gran envergadura: la omnipresente inseguridad de la ciudadanía, un sistema educativo deficiente, la fragilidad de nuestro aún bisoño sistema democrático y otros más que conllevan al deterioro de nuestro tejido social y a su vulnerabilidad por la corrupción y por la pérdida y distorsión de valores civiles, esos valores que distinguieron a Eduardo Neri.

Los problemas a los que me he referido encontrarán su solución de manera relativamente rápida en el transcurso de una generación. Algunos resultan de coyunturas económicas o internas, otros responden a visiones e intereses políticos diferentes, otros más, finalmente, como el de la educación, son más bien de naturaleza estructural y en consecuencia demandarán decisiones de Estado mucho más serias y tomarán más tiempo.

Sin embargo, los problemas más severos y complejos y los retos de real envergadura que encaramos hoy no forman parte del imaginario diario de la gente ni son materia tampoco de atención en los medios. Me refiero a los retos que anidan en los problemas ambientales globales que la humanidad  ha ido incubando a lo largo de mucho tiempo, pero especialmente a partir de los dos últimos siglos y medio, y en especial, en los últimos 60 años.

La historia de estos problemas es compleja y nosotros somos sus personajes centrales. La trama de la historia está definida por el crecimiento poblacional, los patrones y niveles de consumo de una fracción relativamente pequeña y privilegiada de la sociedad; la pobreza extrema extendida y muy marcadamente por una gigantesca economía mundial que pretende crecer ilimitadamente.

La heroína en peligro de esta historia es la naturaleza. Falta aún por escribir el final de esta historia que tiene dos posibles salidas: una muy trágica y otra no tanto. Tenemos evidencia científica de cuál puede ser el probable desenlace, pero no hay signos de que nos movamos un centímetro fuera de la ruta que nos llevará al desastre en lo que ya es el inicio del último acto de esa historia.

Es ya parte del conocimiento común que nuestro país tiene una gran diversidad biológica y desde luego que México cuenta con el privilegio de una enrome diversidad cultural; sin embargo, la historia nos muestra que no hemos sabido aprovechar y utilizar de manera adecuada ninguna de estas dos diversidades.

Hemos perdido una proporción muy grande de nuestra diversidad biológica y hemos desperdiciado en gran medida el conocimiento, la visión y la creatividad de los grupos étnicos.

La pérdida de nuestro capital natural, es decir, nuestros ecosistemas, los suelos, el agua, el aire que nos rodea, ha sido enorme.

El patrimonio biológico de México ha beneficiado históricamente a la población del país, ciertamente, pero la irracionalidad de su uso, su sobreexplotación y el impacto del crecimiento económico han traído como consecuencia un severo deterioro de los ecosistemas y sus servicios ambientales; servicios de los que dependemos para nuestro desarrollo y bienestar; y además, este modelo de desarrollo no ha aliviado tampoco la miseria de las comunidades rurales.

La falta de criterios ecológicos en los sistemas de producción en el campo ha provocado graves daños en nuestro capital natural afectando, además, a la salud pública y contribuyendo a la expulsión de habitantes del medio rural. Hay pruebas fehacientes de que estas prácticas productivas no son sostenibles desde el punto de vista social, económico o ecológico.

Sin embargo, no todo es negativo en este sentido de nuestro país. A pesar de que México tiene un largo camino andado de impactos negativos sobre su capital natural, en años recientes se han logrado cambios y avances sustantivos que han sentado algunas de las bases para la conservación y el manejo sustentable de dicho capital.

Nuestro país cuenta con una base institucional en sus universidades públicas y de capital humano formado en ella, que ha sido esencial para darnos la capacidad de conocer, como muy pocos otros países del mundo lo han hecho, el potencial y las limitaciones de nuestros recursos vivos.

La capacidad de investigación acerca de nuestro entorno físico, biológico y social está concentrada en las instituciones públicas de investigación y de educación superior, que deben ser percibidas por todos, como los núcleos generadores de la capacidad de cambio de nuestro país.

Ha habido un fortalecimiento institucional en el ámbito federal, del cual la Conam, el Ine, la Conafor y Conabio son ejemplos notables. Pero también hay ya esfuerzos apoyados por Conabio de reforzamiento institucional y de capital humano en los estados de la república.

El país tiene claras posibilidades de mejorar los esfuerzos para proteger su capital natural y al mismo tiempo ayudar a mejorar las condiciones de vida y el bienestar del decil más pobre y marginado de nuestra sociedad, dueño del más del 70 por ciento de ese capital.

Los ejemplos exitosos de manejo sustentable con beneficios económicos a sus dueños son numerosos y diversos. Un elemento central de las políticas de desarrollo del país deberá contemplar la reproducción de los ejemplos exitosos de empresas forestales, comunitarias certificadas internacionalmente, como sustentables y de las diversas alternativas productivas de las unidades de manejo ambiental, las UMA, que existen en nuestro país. Así resolveríamos dos ingentes problemas: la conservación de una gran parte de nuestro capital natural y la mejoría del bienestar de una buena parte de las comunidades rurales de México. El argumento de que el desarrollo está confrontado con el uso sustentable de los recursos y la conservación de nuestro capital es falaz e irresponsable.

Resulta, ya sea de desconocimiento de la información con que contamos, corresponde a la prevalencia de intereses individuales o de grupo, sobre el interés público. Estamos viviendo tiempos marcados por profundos cambios sociales, políticos, económicos y de retos éticos, cuyos motores principales son, por un lado, el creciente descontento social de millones de habitantes del planeta que están sufriendo los embates iniciales impuestos por el cambio climático, y por otro, el deterior de los ecosistemas que no permite la satisfacción de sus necesidades básicas en mejoría y bienestar personal y familiar.

Tenemos una responsabilidad ética, hacia lo que comúnmente llamamos La Naturaleza.  Ese conjunto de ecosistemas de los cuales dependemos totalmente. Tenemos una segunda responsabilidad ética hacia los miembros de nuestra propia especie, que viven y vivirán en este país, responsabilidad basada en una obligación moral y en el hecho de que nuestros congéneres, evaluarán en el futuro la forma en que hemos cumplido o ignorado nuestra responsabilidad.

Ninguna generación de seres humanos previa a la nuestra ha tenido la cantidad de información acerca de los efectos de nuestra actividad sobre el ambiente de nuestro país. Ninguna generación del futuro tendrá el tiempo que nosotros tenemos para actuar.

Para finalizar quiero insistir que ninguno de los problemas que enumeré esquemáticamente al inicio de mi intervención y que constituyen parte de las preocupaciones diarias de la sociedad mexicana, son triviales ciertamente.

Pero no me parece que ninguno de ellos es resoluble. Lo que sí me queda claro es que si no atendemos frontalmente los problemas que afectan a nuestro entorno natural ahora en esta generación, quizá habremos perdido para siempre, las opciones que nos permitan abrigar esperanzas de construir un futuro digno, humano y de justicia social para nuestros hijos. Muchas gracias.

El Presidente diputado Jesús María Rodríguez Hernández: Tiene el uso de la palabra el presidente de la Cámara de Diputados, ciudadano diputado Emilio Chuayffet Chemor.

El diputado Emilio Chuayffet Chemor: Honorable presídium; distinguidos invitados especiales. Señoras y señores diputados. Señoras, señores y jóvenes.

Se entrega la presea Eduardo Neri, Legisladores de 1913 al doctor José Sarukhán. Educación, Universidad Nacional Autónoma de México y ecología de la biodiversidad son los ámbitos en los cuales se ha expresado la vitalidad de los valores, el talento y la dignidad que lo caracterizan y que lo han hecho merecedor de esta distinción, la más alta que entrega esta Cámara.

La educación ha sido preocupación permanente de México, está presente en todos nuestros textos fundamentales, lo mismo en Los Sentimientos de la Nación que en la Constitución federal de 1824, que facultó al Congreso en primerísimo lugar para promover la ilustración y lo mismo también aparece consignada en la Constitución del 57 como una de nuestras libertades básicas, para devenir 60 años más tarde en una garantía  social a la que se arribó luego de  espectaculares debates, como los calificara Palaviccini.

Realmente eso fueron aquellas sesiones; discusiones exaltadas que comenzara Francisco Mújica al anunciar desde la tribuna: Señores, estamos frente al momento más solemne de la revolución. El proyecto del primer jefe de repetía escuetamente la vieja fórmula, la enseñanza es libre, pero después de tres días de delirio y talento, la mayoría se inclinó hacia el dictamen de la comisión para ordenar que fuera laica la educación elemental; gratuita la enseñanza pública; obligatorio el nivel primario y admisible bajo ciertas reglas el concurso de los particulares en la prestación de este servicio.

La revolución no sólo dio a  México un régimen jurídico para la educación; le ofreció también una filosofía educativa y una pedagogía social, aspirando a crear y recrear mexicanos libres por la verdad, justos por la vocación y solidarios por la responsabilidad.

A partir de tales instrumentos se desplegó durante todo el siglo pasado un formidable esfuerzo para realizar a un tiempo las tres tareas básicas sobre las cuales descansa cualquier sistema de enseñanza; alfabetizar, escolarizar y formar los cuadros profesionales y técnicos necesarios para el desarrollo.

Los saldos de ese empeño multiplicaron oportunidades y abatieron rezagos. La eclosión educativa inmediata a la revolución se hizo presente en las escuelas rurales; en las misiones culturales; en las campañas de alfabetización; en la construcción de millones de espacios educativos; en la donación de libros de texto; en la creación y fortalecimiento de instituciones de educación superior; en la revaloración de la dignidad de la función de los docentes.

No fue casual que en el artículo 3º se definiera la democracia, la democracia que es en medio de todo transitividad, tránsito de personas en el mando político; tránsito individual hacia estadios de superación; tránsito de generaciones en la perspectiva de la historia.

La educación posibilita a plenitud todos esos tránsitos que entraña la democracia, permite el cambio ordenado y pacífico de los gobernantes; impulsa la movilidad social y garantiza que el relevo generacional no sea mera consecuencia inercial del tiempo, sino la transmisión del legado del pasado que devuelve al presente para que éste tenga destino.

Si la educación es democracia y la democracia tránsito, tanto una como la otra son siempre búsqueda, indagatoria fincada en valores pero no en absolutos; en ensayos y experiencias; en logros y proyectos que entrelazados explican el dinamismo perpetuo de esa búsqueda.

José Sarukhán, como investigador, director del Instituto de Biología de la UNAM, coordinador de investigación científica y rector, así como impulsor de la creación del sistema nacional de investigadores, ha actuado para y por la educación.

La universidad nacional ha sido motor, espejo y objeto de la búsqueda educativa. Lejos de ser una universidad museo, es una casa de estudios viva, donde resuenan las inquietudes que la realidad propone como problemas a cada persona y al pueblo.

Universidad de encuentros, procesión de antorchas como la definiera su fundador, cruce de caminos en el que se vertebran la formación de profesionales, el quehacer cultural y la investigación.

En su función formativa nuestra universidad se ha empeñado, como dijo Torres Bodet, en una serie de equilibrios entre el humanismo y la técnica, entre la inteligencia y el carácter, entre la libertad y la responsabilidad, entre el derecho de la persona, la fidelidad a la patria y la solidaridad con el linaje humano.

En su misión cultural ha sido un centro vivo de pensamiento y acción, para la recreación y transmisión de la cultura, en ese sentido ha escapado de lo que Justo Sierra prevenía, no queremos que en el templo que se erige hoy se adore a una nueva Atenea, sin ojos para la humanidad y sin corazón para el pueblo.

La universidad infunde una cultura que más que saber enciclopédico, es intelecto, emoción, valores y códigos cotidianos de conducta, imaginación y sensibilidad. Esta obra de nuestra casa de estudios transpone sus muros, admite que no hay en cada uno de nosotros un saber cabalmente integrado y que la experiencia cultural es única, personal e irrepetible.

Haciendo frente a las culturas expansivas que amenazan diluir la nuestra, la universidad rescata los valores de los muchos méxicos que componen México, pero al mismo tiempo es universalidad, mundialización del saber al servicio del hombre.

Desarrollar el pensamiento crítico y la investigación, ha sido otra de las grandes tareas de nuestra alma máter, resorte del desarrollo de la nación.

La investigación universitaria se ha sabido vacunar contra el intelectualismo incoloro, ha inculcado en sus investigadores la conciencia de que su ejercicio personal debe conducirlo siempre a la restitución social.

Durante ocho años José Sarukhán contribuyó decisivamente al fortalecimiento de la universidad nacional haciéndola la casa de la libertad al servicio del conocimiento.

La ecología ha dejado de ser tema exclusivo de científicos y técnicos, para volverse demanda política de la comunidad. La defensa del medio ambiente no es ya tan sólo una bandera académica, sino también de reivindicación social, que la sociedad despliega frente al Estado para que éste asuma responsabilidades específicas.

Hay que reconocerlo, es justo que el gobierno federal ha dado a la protección del ambiente una calificación de rumbo y una prioridad de gobierno a propósito y a partir del cambio climático.

Si la actividad del hombre en sociedad genera los costos de una degradación paulatina y permanente del medio ambiente, sólo la inteligencia puede palear y aún restaurar los efectos corrosivos que sufre la naturaleza, pero no basta preparar y organizar a la sociedad, hacer que los intereses particulares, sobre todo los económicos, se subordinen a esta prioridad pública y verificar el cumplimiento y los efectos resarcitorios de la protección al ambiente como política pública, son tareas que reclaman leyes, recursos, investigación, conciencia y organización comunitaria. Y sobre todo, un Estado comprometido con la ecología.

El doctor Sarukhán desde hace varios años es el coordinador de la Comisión Nacional para el conocimiento y uso de la biodiversidad, la ecología de los ecosistemas, el manejo de cuencas en zonas templadas y tropicales, los procesos de selección natural y evolución de las plantas y la restauración ecológica, que han sido las líneas clave de su tarea de investigador.

Educando José Sarukhán ha redimido. Fortaleciendo a la Universidad ha contribuido a los muchos tránsitos que el país requiere y dedicado a ser ambientalista ha permitido que la esperanza crezca frente a la apocalíptica visión contemporánea de que el final está cerca.

Por eso, hoy la Cámara de Diputados se congratula al distinguirlo, haciéndole saber a él y al pueblo de México que en la opinión plural de esta representación nacional, su vida, doctor Sarukhán, es un ejemplo.

El Presidente diputado Emilio Chuayffet Chemor: Se pide a la comisión designada, acompañar al ciudadano José Aristeo Sarukhán Kermez cuando desee retirarse de este recinto.

Se agradece a la Orquesta Filarmónica de la Universidad Nacional Autónoma de México su participación en esta Sesión Solemne.

La sesión habrá de concluir cuando entonemos de nuevo el himno nacional y después, ruego respetuosamente a mis compañeras y compañeros diputados permanezcan en su sitio para continuar la sesión ordinaria. Muchas gracias (14:28 horas).

(Himno Nacional)

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