Lectura del acuerdo que norma la sesión
Bienvenida a los invitados especiales
Intervención de los grupos parlamentarios
Francisco Alfonso Durazo Montaño, MC
Gabriela Medrano Galindo, PVEM
Luis Alberto Villarreal García, PAN
Francisco Agustín Arroyo Vieyra, Presidencia de la Mesa Directiva
El Presidente diputado Francisco Agustín Arroyo Vieyra: Pido a la Secretaría que haga del conocimiento de esta Presidencia el resultado del cómputo de asistencia de las señoras diputadas y de los señores diputados.
El Secretario diputado Xavier Azuara Zúñiga: Se informa a la Presidencia que existen registrados previamente 280 diputadas y diputados, por lo tanto hay quórum, señor presidente.
El Presidente diputado Francisco Agustín Arroyo Vieyra (10:44 horas): Más allá de la imagen que proyectamos el día de hoy en las pantallas en función de esta sesión solemne, les informamos a los legisladores que el registro de asistencia sigue abierto. Se abre la sesión solemne para conmemorar el centenario de la muerte del Presidente Francisco I. Madero y del Vicepresidente José María Pino Suárez y de los asesinatos de Serapio Rendón, Gustavo A. Madero, Adolfo C. Gurrión y Belisario Domínguez.
El Presidente diputado Francisco Agustín Arroyo Vieyra: Se invita a los presentes a ponerse de pie para entonar nuestro Himno Nacional.
(Himno Nacional)
El Presidente diputado Francisco Agustín Arroyo Vieyra: Proceda la Secretaría a dar lectura a los resolutivos primero y segundo, del acuerdo aprobado el 6 de febrero de este año relativo al desarrollo de esta solemne sesión.
La Secretaria diputada Tanya Rellstab Carreto: Resolutivos
Primero. La Cámara de Diputados celebrará el próximo 22 de febrero una sesión solemne en los términos dispuestos en el artículo 38, numeral 1, fracción I del Reglamento de la Cámara de Diputados, para conmemorar el centenario de la muerte del Presidente Francisco I. Madero y del Vicepresidente José María Pino Suárez, así como los asesinatos de Serapio Rendón, Gustavo A. Madero, Adolfo C. Gurrión y Belisario Domínguez. La sesión solemne iniciará a las 10:30 horas del día señalado y se desarrollará de la siguiente manera:
a) Intervención por hasta 10 minutos de un integrante del Grupo Parlamentario del Partido Nueva Alianza.
b) Intervención por hasta 10 minutos de un integrante del Grupo Parlamentario del Partido del Trabajo.
c) Intervención por hasta 10 minutos de un integrante del Grupo Parlamentario de Movimiento Ciudadano.
d) Intervención por hasta 10 minutos de un integrante del Grupo Parlamentario del Partido Verde Ecologista de México.
e). Intervención por hasta 10 minutos de un integrante del Grupo Parlamentario del Partido de la Revolución Democrática.
f). Intervención por hasta 10 minutos de un integrante del Grupo Parlamentario del Partido Acción Nacional.
g). Intervención por hasta 10 minutos de un integrante del Grupo Parlamentario del Partido Revolucionario Institucional.
h). Intervención a cargo del Presidente de la Mesa Directiva.
i). Clausura de la sesión.
Segundo. Al concluir la sesión solemne, se realizará la colocación y develación de una placa conmemorativa del centenario del asesinato del Presidente Francisco I. Madero y del Vicepresidente José María Pino Suárez, en el edificio A de la Cámara de Diputados.
Es cuanto, presidente.
El Presidente diputado Francisco Agustín Arroyo Vieyra: Muchas gracias, secretaria.
El Presidente diputado Francisco Agustín Arroyo Vieyra: Esta Presidencia les da la más cordial bienvenida y aprecia la presencia der familiares del Presidente Francisco I. Madero; del ingeniero Enrique Madero Bracho, de doña Lucila Garza de Madero, de Manuel Garza Madero, de Petra Garza Madero, de Leonor Madero Bracho de Cuen, de Beatriz Madero Bracho de Quintanilla, de Rubí Madero García, de Julio Madera Vega.
Y de los familiares del Vicepresidente José María Pino Suárez; María José Ponce Torres, Mariana Ponce Torres, María Cristina Ponce Torres, Montserrat Ponce Torres, Eva María Ponce Torres.
Apreciamos también y les damos la cordial bienvenida a los alumnos de la escuela primaria Francisco I. Madero.
Apreciamos y nos deleitamos con la presencia de la Orquesta Sinfónica Juvenil Eduardo Mata, de la Universidad Nacional Autónoma de México.
El Presidente diputado Francisco Agustín Arroyo Vieyra: De conformidad con los acuerdos de esta sesión, tiene el uso de la voz la representante del Partido Nueva Alianza, doña Lucila Garfias Gutiérrez.
La diputada Lucila Garfias Gutiérrez: Señor presidente de la Cámara de Diputados, diputado Francisco Arroyo Vieyra; señor presidente de la Cámara de Senadores, senador Ernesto Cordero Arroyo; compañeras y compañeros diputados, distinguidos invitados y familiares de la familia Madero, hoy 22 de febrero del 2013, a 100 años del magnicidio del primer presidente democrático de esta nación, Francisco Ignacio Madero González, tenemos la obligación de refrendar nuestro compromiso con la libertad, la democracia y la formación de ciudadanía, como los caminos que debe transitar la patria hacia esos estadios de paz y bienestar que él anhelaba.
Una democracia concebida como un proceso complejo, una forma de vida y la realización de un ideal. Este día con absoluto respeto conmemoramos a hombres íntegros como: Serapio Rendón, Gustavo Adolfo Madero, Adolfo C. Gurrión, Belisario Domínguez, José María Pino Suárez y al mismo Francisco I. Madero, quienes con su vida defendieron un ideal democrático y un proyecto de país en los albores del siglo XX.
Más allá de la solemnidad de esta sesión, los invitamos a reflexionar sobre la pertinencia y vigencia del pensamiento del denominado “apóstol de la democracia”.
En Nueva Alianza estamos convencidos, al igual que él, que la democracia es el uso responsable y pleno de las libertades y que este ejercicio cotidiano nos convierte en ciudadanos.
Las lecciones de la historia sirven para evitar repetirlas en el futuro. La Decena trágica nos recuerda lo frágil que es una democracia cuando los intereses mezquinos de los grupos de poder se unen para imponer su visión y proteger sus intereses particulares.
Madero, desde aquel 1910, expresaba la necesidad de que los mexicanos reconquistaran el uso de sus libertades como un medio de transformación colectiva de las grandes desigualdades que convulsionaban al país.
Desigualdades producto del ejercicio oligárquico del poder que tenía como cómplices a las elites económicas y políticas, así como a intereses ajenos a la patria.
En las libertades que enarbolaba Madero en su ideario, se encontraban muchas de las que hoy gozamos, como: la de elección, la de la propiedad, libertad de expresión, agrupación y la libertad de prensa.
Estaba convencido que un hombre libre tenía una calidad moral superior y por tanto un patriotismo firme debido al disfrute de sus libertades. Asimismo, la ausencia de esta libertad permitía los excesos del poder arbitrario poniendo en jaque el principio de la democracia como cimiento de la paz duradera, principio que refleja el equilibrio entre el poder político, el entorno social y las fuerzas económicas.
Este ideario, primero en las letras y después en las armas, reflejó el grito de un pueblo oprimido que clamaba justicia contra sus opresores y reclamaba libertad. El tránsito de las ideas llevó a don Francisco I. Madero a ser el primer presidente resultante del ejercicio libre y soberano del sufragio efectivo de los mexicanos.
Una de las innovaciones del maderismo fue la instauración del sistema democrático en el país, el respeto al pensamiento político, la libertad de expresión por los medios de comunicación y una efectiva división de poderes.
Pero una vida democrática no es sólo el resultado de un sufragio; requiere de un verdadero ejercicio democrático del poder. Madero lo entendió de esa forma y asumió el riesgo de un ejercicio pleno de las libertades, aun cuando puso en riesgo la viabilidad de su propio gobierno.
Los intereses mezquinos que combatió usaron los medios y el grado de libertad que les dotó para victimizarlo, reflejando lo débil que puede ser la democracia si no hay contrapesos a los privilegios de las élites económicas y políticas.
La Decena trágica significó no sólo el derrocamiento de un gobierno democrático, sino que, con su atroz asesinato, se terminó con la vida de un político liberal y democrático.
Hoy, en una conmemoración tan emblemática, los integrantes del Grupo Parlamentario de Nueva Alianza sabemos que el pensamiento de Francisco I. Madero sigue siendo lección, ideario y destino.
Debemos reconocer que nuestro proceso democrático aún no alcanza el ideal al que aspiramos y que las deudas en la materia reflejan lo vulnerable que puede llegar a ser. Los riesgos pueden manifestarse en desigualdad y marginación social, enconos políticos y exclusión de la ciudadanía en la toma de las decisiones, lo cual imposibilita la existencia de mexicanos libres, de ciudadanos plenos y de una democracia real.
Tenemos en todos los estados del país altos niveles de pobreza. Observamos la existencia de élites económicas que intervienen en la vida política a fin de hacer prevalecer sus intereses particulares por encima de los intereses de la nación.
Si no asumimos de manera plena la democracia y la libertad y actuamos en consecuencia, podemos ser cómplices del ejercicio excesivo del poder. Es por eso que es necesario mirar al entorno social y asumir las responsabilidades que hoy la nación nos demanda.
A 100 años de esta desaparición, las y los mexicanos reclamamos un gobierno democrático que garantice el pleno respeto a los derechos humanos, vele por la libertad individual y colectiva y asuma un compromiso real con el desarrollo nacional.
Compañeras y compañeros diputados, en esta ocasión estamos llamados una vez más a entender la dimensión histórica del pensamiento maderista a partir de sus aciertos, sus convicciones y su amor por México.
Con este llamado hacemos un exhorto para terminar con los sistemas políticos de decisiones verticales que cunden a nivel nacional, aquellos que no rinden ningún tipo de cuentas y que se caracterizan porque no dan cabida al reclamo social.
Es por eso que estamos llamados a fortalecer la democracia mexicana con hechos, que se traduzcan en realidades y que influyan a todos los aspectos de la vida nacional.
Finalmente, permítanme en esta tan solemne sesión reproducir lo que don Francisco I. Madero manifestó a su entrada triunfante a la capital el 24 de junio de 1911. Y cito: espero la colaboración franca y sincera de todos mis conciudadanos, que todos se olviden de sí mismos y únicamente piensen en la patria, que borren su personalidad y sólo consideren los intereses colectivos, que repriman cualquier ambición personal y se inspiren en el más puro patriotismo y así, unidos bajo el hermoso ideal del progreso y engrandecimiento de la república, nuestros esfuerzos serán fructuosos y muy pronto nuestra patria estará marchando por la anchurosa senda del progreso, y dentro de la libertad y la ley llegará a la altura, a donde ambicionamos verla los buenos mexicanos. Es cuanto.
El Presidente diputado Francisco Agustín Arroyo Vieyra: Muchas gracias, maestra. Honorable asamblea, esta Presidencia en el marco de la solemnidad que nos ocupa, le quiere dar la más cordial bienvenida al señor presidente de la Cámara de Senadores, don Ernesto Cordero Arroyo. Muchas gracias por estar con nosotros.
El Presidente diputado Francisco Agustín Arroyo Vieyra: Don Ricardo Cantú, tiene usted el uso de la voz.
El diputado Ricardo Cantú Garza: Gracias, diputado presidente. Señoras y señores, invitados especiales a esta sesión solemne. Compañeras y compañeros legisladores, la Cámara de Diputados del honorable Congreso de la Unión realiza esta sesión solemne para recordar el centenario del asesinato de don Francisco I. Madero y don José María Pino Suárez, quienes fueron presidente y vicepresidente de la república, respectivamente, así como los asesinatos de Serapio Rendón, Gustavo A. Madero, Adolfo C. Gurrión y Belisario Domínguez.
El 22 de febrero de 1913, cerca de la media noche y a unas cuantas cuadras de este Palacio Legislativo, en lo que era la penitenciaría de Lecumberri, como resultado de la traición fraguada, auspiciada y fomentada por el embajador de los Estados Unidos de Norteamérica, Hernry Lane Wilson, en complicidad con los generales Victoriano Huerta y Félix Díaz, principalmente, se llevó a cabo la horrenda masacre de quienes en noviembre de 1910 convocaron a los mexicanos a terminar con la tiranía de Porfirio Díaz, un pueblo que por primera vez, después de 34 años de ejercicio de manera libre y directa por su voto eligió como presidente de la república a Francisco I. Madero y como vicepresidente a José María Pino Suárez.
Los vientos de cambio democrático en el ejercicio del poder político hallaron infinidad de reticencias en la red de intereses tejida durante el gobierno de Porfirio Díaz. Los grandes capitalistas a quienes entregó la riqueza nacional nunca vieron con buenos ojos la salida del poder del general Díaz y tampoco aceptaron que a través del ejercicio democrático valiera más el voto de un pueblo que el de ellos.
El gobierno de Madero pretendió resolver los problemas del país, pero la voluntad política no fue suficiente. Como nunca antes, la prensa, que durante la dictadura de Díaz estuvo sometida, desafió una campaña despiadada en contra del régimen maderista.
En su gobierno se estableció un impuesto especial del timbre sobre petróleo, de 0.20 centavos por tonelada, lo cual generó un gran malestar en las compañías petroleras, que sin regulación alguna operaban en nuestro país. Éste es un buen antecedente que deben tomar en cuenta quienes trabajan por regresar el negocio del petróleo mexicano a las grandes corporaciones petroleras trasnacionales.
Compañeras y compañeros legisladores, durante la Decena Trágica el gobierno fue quedando solo y esto facilitó que la traición se cerniera sobre el Ejecutivo federal. La nefasta intervención del embajador norteamericano Henry Lane Wilson llevó a la firma del denominado Pacto de la Embajada, por medio del cual los generales Victoriano Huerta y Félix Díaz ocuparían la presidencia.
El presidente Madero y el vicepresidente Pino Suárez son hechos prisioneros el 18 de febrero en sus oficinas de Palacio Nacional. El día 19 de febrero presentan su renuncia a los cargos de presidente y vicepresidente, respectivamente. Y el Congreso, en un acto reprochable, acepta dichas renuncias.
Sin embargo, hay que destacar los nombres de los diputados que de manera valiente votaron en contra de la aceptación de la renuncia del presidente. Ellos fueron los diputados Alfonso Alarcón, Francisco Escudero, Leopoldo Hurtado, Luis Manuel Rojas, Manuel Méndez, Ramón Morales, Luis Navarro y Alfredo Ortega.
Una vez que es aceptada la renuncia, no se respetó el acuerdo de permitir que los señores Madero y Pino Suárez salieran del país. Antes al contrario, en un día como hoy, hace 100 años, fueron vil y arteramente asesinados.
El embajador norteamericano en una actitud injerencista fomentó el golpe de Estado y pudo, de haberlo querido, salvar las vidas del ex presidente y ex vicepresidente. Esta conducta nefasta contrasta con la del embajador de Cuba, ante nuestro gobierno, el señor don Manuel Márquez Sterling, quien realizó infinidad de intentos por salvar la vida de los dos gobernantes de puestos.
En su libro Los últimos días del presidente Madero nos narra paso a paso todo el drama que se vivió y cómo a la postre sus esfuerzos fueron vanos. Se contienen los telegramas cruzados entre los embajadores de Cubra y de Estados Unidos y fácilmente se advierte la conducta falaz del representante norteamericano.
En el Grupo Parlamentario del Partido del Trabajo, estamos ciertos de que se hace necesario que este Congreso reconozca lo valeroso y digno de la conducta del señor embajador de Cuba, entre otras, por estas razones, los vínculos de amistad entre los pueblos de México y Cuba serán imperecederos.
El sacrificio de los señores Madero y Pino Suárez fue un acto cobarde que halló respuesta inmediata en el pueblo de México. El día que su renuncia es aceptada en el Congreso, la legislatura del estado de Coahuila emitió un decreto en el que autorizó al gobernador Venustiano Carranza para armar fuerza para coadyuvar al sostenimiento del orden constitucional de la República.
El 26 de marzo se expide el Plan de Guadalupe y un ejército popular derrota a las fuerzas de la dictadura de Huerta y su gobierno espurio termina saliendo del país.
Compañeras y compañeros legisladores, este centenario del asesinato del presidente Madero y del vicepresidente Pino Suárez nos debe hacer reflexionar sobre los grandes sacrificios que ha costado la lucha por la democracia en México.
Ellos son los más representativos, pero son muchos más los que han ofrendado su vida por ella. Y con la investidura que tenemos y con las responsabilidades inherentes a nuestro encargo de representantes de la nación no podemos actuar irresponsablemente ante la coyuntura que estamos viviendo.
Pongamos en primer lugar los intereses de México, de la mayoría de los mexicanos, por sobre los de la oligarquía nacional y extranjera que hace 100 años y ahora pretende hacer valer sus intereses facciosos en detrimento de los intereses y del bien común.
El mejor homenaje que podemos hacerles a nuestros mártires no es solo pronunciándoles fuertes discursos y ceremonias solemnes, sino con nuestros actos traicionamos los ideales por los que ellos lucharon.
El mejor homenaje que podemos brindarles es retomando sus banderas de lucha, sus ideas, aprender de su ejemplo, de nuestra historia y actuar en consecuencia con dignidad y valentía. Es cuanto, diputado presidente.
El Presidente diputado Francisco Agustín Arroyo Vieyra: Muchas gracias.
El Presidente diputado Francisco Agustín Arroyo Vieyra: Don Alfonso Durazo Montaño, tiene usted el uso de la voz. Y con mucho gusto, también destaco la presencia, dentro de la lista de los familiares de don Francisco I. Madero y de don Gustavo A. Madero, a don Gustavo Madero Muñoz.
El diputado Francisco Alfonso Durazo Montaño: Diputado presidente, senador presidente, compañeras diputadas y compañeros diputados, distinguidos invitados, que nos acompañan en esta Sesión Solemne, es un hecho evidente que la política consiste hoy cada vez más en parecer que en ser.
Pero no siempre fue así, hubo un tiempo en que la política no tenía espacio para farsantes. En esos tiempos participaron aquellos a quienes hoy merecidamente conmemoramos. Esos hombres extraordinarios actuaron con lealtad a la nación y a su propia conciencia; se desempeñaron políticamente con dignidad, con patriotismo, con sacrificio y con coraje, cada vez más escaso en nuestra clase política.
Solemos olvidar, sin embargo, que estos grandes hombres no siempre tuvieron el reconocimiento que hoy les otorgamos, los avances políticos que representó la lucha de Madero fueron condenados en su tiempo como ingenuos e inútiles por la oligarquía del momento.
Previo al juicio de la historia los sicarios mediáticos del momento consideraban a Madero como un loco ambicioso enemigo del progreso, soñador descarriado y otras expresiones equivalentes al actualizado peligro para el país.
Pero su autoridad moral y la de aquellos a quienes hoy conmemoramos resultó un bien inapreciable en la historia de rapiña, que ha caracterizado la vida política en nuestro país. Por ello, la patria los reconoce hoy como protagonistas indiscutibles de la transformación política y social iniciada en 1910.
Lo ocurrido en 1913 toca muy de cerca al Congreso de la Unión y en especial a esta Cámara de Diputados; algunos de los homenajeados destacaron desde esta tribuna por su palabra valiente, pero sobre todo oportuna, para denunciar los atropellos de la dictadura porfirista, destacaron también como férreos opositores a la usurpación huertista y a la traición a los ideales de sufragio efectivo y libertad política.
La XXVI Legislatura fue escenario clave de aquellos días aciagos, los diputados de entonces, como los que aquí estamos reunidos, dejaron testimonio con su actuación de sus lealtades y sus traiciones, ya con el sacrificio de sus vidas, ya con la tenacidad de la lucha, ya con la palabra escrita, ya con el uso de la tribuna, ya también —lamentablemente— con el alineamiento ante el usurpador.
Ante el asesinato del Presidente Madero y el Vicepresidente Pino Suárez, cuántos legisladores accedieron a callar con tal de sobrevivir políticamente, cuántos diputados pusilánimes fueron cómplices de la usurpación, cuántos prefirieron sepultar la Revolución a favor de pequeños intereses y un supuesto orden que nunca llegó, cuántos no resistieron al decir de la época los cañonazos de 50 mil pesos, cuántos callaron, incluso ante la anulación de los preceptos constitucionales y la desaparición misma del Poder Legislativo. Entonces como ahora, no todos los diputados actuamos igual.
Parafraseando a Belisario Domínguez podríamos decir que si cada uno de los legisladores, entonces como ahora hubiese hecho lo que correspondía, la patria se hubiese salvado. Pero lamentablemente no fue así y el eco de ese parteaguas histórico resuena hasta nuestros días. Veamos ese año trágico en el reflejo de este 2013 en el que se suele confundir la lealtad con la sumisión y aun con la complicidad.
¿Dónde están en este 2013 nuestras lealtades como legisladores? ¿Dónde nuestras traiciones? De manera vergonzosa podemos decir, 100 años después, que la lealtad del legislativo sigue guiada con excepciones por la ética del Sí señor presidente. Aquella la de 1913 es la lealtad a la que debemos rendir homenaje, no con una frase en el encabezado de los textos oficiales, sino con una práctica parlamentaria basada en la argumentación, en el debate abierto, en defensa de los intereses de la nación y con la expresión de un voto libre y razonado.
La lealtad en esta Cámara se la debemos a la gente cuyo voto nos trajo aquí y no a figuras políticas que pretenden convertir la complicidad en mal sinónimo de lealtad política. Nada hermana a la lealtad política con la sumisión y mucho menos con la complicidad.
La lealtad pequeña, aquélla que se esgrime para resguardar corruptelas e intereses individuales y de grupo; aquélla que diluye las identidades partidistas y el olvido de las promesas de campaña; aquélla que engañó a la nación ofreciendo un cambio que nunca llegó; aquélla que uso una amplia gama de recursos ilegales para hacerse con el poder en la elección de 1912, puede asumir rostros y colores distintos, pero su esencia es la misma.
En esa traición disfrazada de lealtad reverbera el eco de los disparos que cegaron las vidas de Belisario Domínguez, Gustavo A. Madero. Serapio Rendón y Adolfo Gurrión. Desde esa lógica autoritaria se ha insistido una y otra vez que hay incapacidad en los diputados para lograr acuerdos y que ello frena la marcha del país. Nada más lejano a la verdad.
Lo que la historia nos muestra no es incapacidad para construir consensos entre el Legislativo y el Ejecutivo, sino incapacidad para generar una dinámica democrática en la que el Ejecutivo proponga y el Legislativo –con seriedad y responsabilidad democrática– disponga mediante el análisis, el debate y el voto razonado.
Los diputados de la fracción parlamentaria de Movimiento Ciudadano, como muchos otros, llegamos a esta Cámara al amparo de un programa alternativo al de la restauración autoritaria que impulsa el PRI.
Este programa propone, entre otras cuestiones, revitalizar la vida parlamentaria mediante un escrutinio más amplio del quehacer gubernamental y un debate abierto sobre las diferentes propuestas legislativas. Propone despartidizar la conducción y el desempeño de la Presidencia de esta asamblea, convencidos de que una conducción democrática hará menos traumáticas las relaciones políticas; menos traumáticas y más productivas las relaciones políticas en esta Legislatura.
Vamos lamentablemente a contrapelo de esos objetivos, pues seguimos con el error histórico de confundir los objetivos de esta Cámara con aquellos de la fracción a la que pertenece quien la encabeza.
Una reflexión final vinculada con los valores que guiaron el desempeño político de los próceres a quienes hoy merecidamente conmemoramos. Es indispensable restituir a la política su componente ético, su congruencia y su sentido de compromiso con el país.
La decadente concepción de que el fin justifica los medios, expresada en una eficacia al margen de toda noción de legalidad y de principios democráticos y en un concepto de lealtad e institucionalidad que ha protegido con secrecía siciliana, abusos de poder, intereses torcidos e incluso relaciones y complicidades de banda, está socialmente agotadas.
La consolidación del cambio requiere cancelar la ética de la complicidad para transitar hacia una clase política no sólo más democrática, sino también más decente.
La calidad de un buen político no puede seguir siendo ya sólo cuestión de experiencia y habilidades, ahora lo es también una cuestión de valores.
Finalmente, del movimiento maderista, ¿quiénes aportaron más al país, quienes negociaron o quienes llevaron la lucha hasta el final?
En Movimiento Ciudadano creemos que quienes llevaron la lucha hasta el final, y así lo haremos nosotros.
Resistiremos porque es imprescindible seguir expresando en esta Cámara algo de la indignidad, la frustración y la resistencia que existe en la sociedad.
Resistiremos porque si no logramos lo que buscamos, cuando menos no nos habremos extraviado en el intento. Resistiremos porque da igual que en la negociación con el PRI logremos incluir un punto y coma en una iniciativa, que un plato de lentejas. Para nosotros es lo mismo y no queremos ni lo uno ni lo otro.
Ciertamente nuestra voz es insuficientemente audible. Sin embargo, que una correlación de fuerzas desfavorable no nos permita sacar adelante nuestro proyecto, ello no significa que debamos rendirnos al mejor postor.
Termino, señor presidente. Aclaro que esta posición no tiene nada de subversiva ni de extravagante; disentir con argumentos y razones y con propuestas alternativa, es la función de toda oposición responsable. No estamos en el fanatismo del no, a diferencia de quienes sobre la base de razonamientos confusos y acomodaticios, están en el redituable fanatismo del sí.
Resistiremos, finalmente, porque preferimos equivocarnos con las propuestas de Andrés Manuel que acertar con las de Peña Nieto; uno portador de anhelos y esperanzas sociales, el otro tan sólo garante de sus patrocinadores. Muchas gracias a todos por su atención.
El Presidente diputado Francisco Agustín Arroyo Vieyra: Esta Presidencia les da la más cordial bienvenida a don Álvaro Madero Muñoz, a doña Cecilia Madero Muñoz, a Gustavo A. Madero Garza, a Arturo Madero Garza, familiares del ex presidente Francisco I. Madero.
El Presidente diputado Francisco Agustín Arroyo Vieyra: Tiene el uso de la voz doña Gabriela Medrano Galindo, del Partido Verde Ecologista de México.
La diputada Gabriela Medrano Galindo: Con su venia, señor Presidente. Compañeros legisladores, invitados especiales, familiares de los próceres que hoy recordamos, amigos de los medios.
Es para mí un gran honor ser parte de este histórico día y poder unirme al reconocimiento que esta honorable asamblea tiene a bien hacer al padre de la democracia de nuestro país: Francisco Ignacio Madero González.
Aplaudo esta iniciativa de solemnizar el recuerdo de un gran hombre que merece ser revalorado. Sobre Francisco I. Madero podríamos tener una charla larga y amena, hablar de los hechos que marcaron su vida y su trayectoria política.
Pero quisiera enfocar mi intervención con hechos y palabras poco recordadas acerca de este importante personaje que era criticado por sus tendencias nobles, visto por los hombres más perversos de su tiempo como un ingenuo.
Sin embargo, y muy a pesar de sus detractores, fue con esas tendencias nobles y elevadas y muy lejos de la ingenuidad o basarse en utopías que inspiró y prendió la mecha de nuestra revolución, movimiento encabezado por este hombre fuera de lo común quien, a pesar de pertenecer a una de las 10 familias más acaudaladas del porfiriano, junto con los Escandón, prefirió sacrificarlo todo por México.
En su tiempo fue criticado por no fusilar a sus enemigos, por perdonar a sus contrincantes; se burlaban de él con calificativos como lunático. Sin embargo, ese hombre incomprendido y criticado, ese brillante y transparente personaje, lejos de la locura, fue quien detonó uno de los movimientos más importantes del siglo pasado, seguido por hombres como los hermanos Ricardo y Enrique Flores Magón, don Emiliano Zapata, el general Francisco Villa, don Venustiano Carranza o el mismo José María Pino Suárez, vicepresidente de México, asesinado junto a él, todos inspirados o bajo el liderazgo de este increíble mexicano adelantado a su época, el noble y honesto Francisco I. Madero a quien podríamos considerar como un místico y santo de la política. No por nada el general Villa sollozó desconsoladamente en su tumba.
La visión y misión de la vida y hasta de la política que poseyó Madero han pasado desapercibidas por muchos historiadores, algunos de los cuales no quieren ver otros aspectos del héroe, del hombre de historia, porque no son convencionales y que de hecho son comprometedores para algunos científicos de las ciencias sociales muy ortodoxos.
Pero eso es injusto porque no obran con objetividad. Recordemos que quien no conoce la historia está condenado a repetirla.
Por lo anterior, me permito citar parte de la carta que Madero le escribe al patriarca de su familia, al abuelo don Evaristo Madero, gran amigo de Porfirio Díaz. En dicha carta, su nieto Francisco intenta explicarle las razones por las cuales se lanzaba a su cruzada por México. Don Evaristo no comprendía el comportamiento de su nieto, que era de hecho el heredero directo por ser el mayor de sus descendientes.
Sin embargo, Madero, con un profundo misticismo y gran espiritualidad –cosa rara en los políticos- le escribió lo siguiente: “Entre los espíritus que pueblan los espacios existe una porción que se preocupa grandemente por la evolución de la humanidad, por su progreso, y cada vez que se prepara un acontecimiento de importancia en cualquier parte del globo, encarna en gran número de ellos a fin de llevarlo adelante, a fin de salvar a tal o cual pueblo del yugo, de la tiranía, del fanatismo y darles la libertad que es el medio más importante para que los pueblos progresen.
“He sido elegido por la providencia, no me arredra la pobreza ni la prisión ni la muerte. Sé que sirviendo a mi patria en las actuales condiciones, cumplo con mi deber sagrado, obro de acuerdo con el plan divino que quiere la rápida evolución de todos los seres, y siendo guiado por movilidad tan alta no vacilo en exponer mi felicidad, mi tranquilidad, mi libertad, mi vida.
“Para mí, que creo que firmemente en la inmortalidad del alma, la muerte no existe. Para mí que tengo gustos tan sencillos, la fortuna no me hace falta. Para mí que he llegado a identificar mi vida con una causa noble y elevada, no hay otra tranquilidad que la de la conciencia y sólo la obtengo cumpliendo con mi deber”.
Éste era realmente Francisco I. Madero, un hombre profundo, idealista, sencillo, bondadoso, espiritual. Su abuelo no lo comprendió; sin embargo fue justamente este tipo de sensibilidad lo que México necesitó para despertar y dar un salto evolutivo hacia la modernidad.
Las elecciones en las que Francisco I. Madero participó se dieron en un proceso democrático cargado de esperanza y en las cuales obtuvo un triunfo arrollador sin precedentes respaldado por un hecho inédito, la publicación de un libro muy bien escrito, La sucesión presidencial, obra que aún hoy los historiadores veneran.
Pero Madero sólo gobernó 14 meses, eso se lo debemos a la traición de Victoriano Huerto, Félix Díaz y a la intervención extranjera. Madero fue obligado a renunciar a su cargo con presión moral y física, tres días después fue asesinado junto a su vicepresidente.
Como todos sabemos, esta historia tuvo un final infausto, Madero depuso el poder cediéndole el paso al dictador Huerta y fue cobardemente asesinado, pues los traidores no sabían que el legado que se estaba forjando era un sistema electoral y democrático moderno y superior al de muchas potencias, cumpliendo así con el sueño de nuestro mártir de la democracia. Lo asesinaron, pero como decía uno de sus discípulos, el general Felipe Ángeles: la sangre de los mártires fecundiza las grandes causas.
Es imposible hablar de Madero y no recordar estos hechos tan dolorosos y tan ofensivos. Si bien sabemos que no se trató de una intervención de los Estados Unidos y de su pueblo, uno de los más nobles del planeta, sí se trata de un extranjero amparándose con engaños en su país, protegiendo intereses que lo beneficiaban a él y a su grupo.
Y sobre Huerta qué decir, si hubiese un muro del deshonor al contrario de éste, a mis espaldas, ahí debería de estar su nombre. Tan solo hay que citar las palabras que el historiador José Iturriaga pronunció cuando recibió la Medalla Belisario Domínguez en el Senado, para tener una perspectiva de quién era Huerta.
Cuarenta días después del asesinato de Madero, el usurpador Victoriano Huerta se presentó al Congreso el 1 de abril de 1913 a dizque informar de cómo se hallaban los negocios públicos conforme a la Constitución del 57, no pudo hacerlo porque se encontraba en estado de completa ebriedad.
Nunca, nunca señores congresistas, nunca este recinto había sido tan humillado como en esa ocasión durante los dos discursos improvisados por tan lamentable personaje, con el mayor respeto y cuando tengan tiempo, ruego a ustedes, señores legisladores, leer una copia de tan increíble desvergüenza y tan irrespetuosa actitud para el Congreso nacional.
No sólo Victoriano Huerta nos arrancó a Madero de las manos de la patria, comprado por el extranjero, sino que ha sido el único titular del Ejecutivo que ha humillado arteramente a este Congreso de la Unión. Por eso es pertinente recordar al némesis de Madero, pues al analizar a la contraparte podemos recordar de qué estaba hecho nuestro mártir de la democracia.
Madero ya había visto el error de haber llamado a Huerta a su gabinete, sin embargo no escuchó las desesperadas advertencias de su hermano Gustavo. Arrepentido en su prisión forzada de Palacio Nacional junto al general Felipe Ángeles y al vicepresidente Pino Suárez durante la Decena Trágica, se refirió a Victoriano Huerta y a otros desleales funcionarios y dijo, desconociendo que en muy poco tiempo sería asesinado: “Fui muy condescendiente con algunos que no merecían estar en el gobierno, pero verán, ahora que salgamos de ésta la responsabilidad del nuevo gabinete recaerá en jóvenes como José Vasconcelos”.
Con esto, ahora en vez de hablar de su némesis, con gusto podemos recordar a los fieles seguidores y discípulos de Madero, hombres valiosísimos, otros místicos de la política como el general Felipe Ángeles o José Vasconcelos.
Ángeles fue un militar excepcional, muy respetado por la milicia. Ha sido uno de los mejores estrategas que ha tenido nuestra patria, gran artillero, maestro de muchos en el Colegio Militar. Pancho Villa le debió a él sus triunfos militares y a pesar de lo anterior, el general Ángeles poseía una espiritualidad, una nobleza y una bondad muy raras en los militares porfiristas. Por eso se le recuerda como un místico militar, fiel a su maestro Madero.
José Vasconcelos fue colaborador de Madero y en verdad lo admiraba, por eso por ser maderista, al concretarse la gesta revolucionaria y a pesar de que Madero ya no estaba ahí, Vasconcelos se le encomienda a los destinos de la cultura en México; funda la Secretaría de Educación y la encabeza. Fue el educador incansable de México, fue candidato vencedor para la Presidencia, frustrándose este hecho con un injusto fraude electoral. Impulsor del muralismo en México, rector y reformador de la UNAM, creador del lema manga de esa institución: “Por mi raza hablará el espíritu”, y escritor prolífico. Por eso, se le recuerda como un revolucionario de la cultura también fiel a su maestro Madero.
Creo que sería pertinente en honor a Madero, hoy proponer aprovechando tan simbólica ocasión, que los nombres de José Vasconcelos y del general Felipe Ángeles estén en el muro de honor de este honorable recinto legislativo.
Concluyo, compañeras y compañeros legisladores, quisiera con unas palabras poco recordadas del ex presidente Francisco I. Madero, y con ellas los invito a la reflexión.
“Es indudable que si todos los hombres de bien hicieran a un lado sus egoísmos y se mezclasen en los asuntos públicos, los pueblos estarían gobernados sabiamente y serían los hombres de más mérito de virtud los que ocuparían los puestos más elevados. Y es natural que hombres así harían el bien y acelerarían la evolución de la humanidad, no sucediendo lo mismo con los hombres malvados que con tanta frecuencia ocupan dichos puestos, porque a más de no gobernar, sino en vista de sus propios y mezquinos intereses dan un ejemplo pernicioso a las masas que sólo ven recompensado el éxito obtenido aún a costa del crimen, y ello significa un estímulo para las malas tendencias, a la vez que un gran obstáculo para la virtud, porque en tales condiciones, el hombre bueno y virtuoso es víctima de toda clase de persecuciones –termino, presidente–, mientras el malvado que se amolda a la situación es recompensado. ¿Qué deseamos hoy los mexicanos, con todo el corazón? ¿Cómo queremos ser gobernados? Considero que aquí tenemos una respuesta por líderes con principios éticos como Madero. Gracias, por su atención.
El Presidente diputado Francisco Agustín Arroyo Vieyra: Gracias, doña Gabriela.
El Presidente diputado Francisco Agustín Arroyo Vieyra: Don Tomás Brito Lara, del PRD, tiene el uso de la voz.
El diputado Tomás Brito Lara: Con su venia, ciudadano presidente. Compañeras y compañeros legisladores, apreciados invitados, en 1908, Francisco I. Madero publica su libro La sucesión presidencial, en 1910, en San Pedro de las Colonias, Coahuila. Fue un detonador del movimiento democrático que se inició a partir de esa fecha, lo mismo que El Plan de San Luis, que publicó en octubre de 1910, con el lema Sufragio efectivo. No reelección.
Los dos documentos, si alguien no supiera de éstos y los leyera en estos momentos, estaría pensando que fueron escritos ayer, ya que lo que denunciaba Madero es casi parecido a lo que sucede actualmente en nuestro país, quizá con diferentes matices y actores, lo único que tendríamos que hacer es actualizarlo, cambiando nombres y fechas. Ayer se concentraba el poder en un solo hombre y hoy en un solo partido. Lo vivimos casi a diario en esta Cámara.
En el año 2000, el Partido Acción Nacional se benefició de la lucha democrática, emprendida en 1988, por el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, Rosario Ibarra de Piedra, el ingeniero Manuel de Jesús Clouthier y el ingeniero Heberto Castillo Martínez, en la persona de Vicente Fox Quesada, y en el 2006 con Felipe Calderón.
12 años perdidos, ya que estos personajes y su partido siguieron gobernando con los mismos esquemas y sistemas del viejo régimen priista, así como también con los mismos hombres, esto es, fue un cambio de partido y no de sistema. Le sucedió exactamente lo que a Madero en 1910, que no desmanteló al viejo sistema porfirista, sino que siguió gobernando con los mismos esquemas y hombres, que al final, dos años después, lo traicionaron y asesinaron.
En los dos casos, tanto Madero en 1910, como Fox y Calderón en el 2006 y 2012 pecaron de ingenuos, y hoy tenemos de regreso al viejo régimen priista que tanto daño ha hecho al pueblo de México.
Sí, los priistas y panistas me van a refutar que tanto con el priismo y el panismo hubo avances y cierta modernización del país. Que no se les olvide que en ese entonces también hubo avances, y en septiembre de 1910 Porfirio Díaz estaba de fiesta y recibiendo honores de los mexicanos favorecidos por su política económica y de mandatarios extranjeros que le rendían pleitesía. Y tres meses después, en noviembre de ese mismo año estalló la revolución armada del siglo XX.
Y es que al igual que ahora, el pueblo era como una olla de presión que solo esperaba a alguien que los encabezara para que explotara, porque ya no aguantaba tanta humillación y represión.
Y aguas, compañeras y compañeros legisladores, porque si esto llegara a pasar sería una lucha sangrienta que todos lamentaríamos, porque caldo del cultivo hay para iniciar un movimiento como el que inició Francisco I. Madero.
Las mismas condiciones que había en ese entonces, casi prevalecen al día de hoy. Excesiva concentración del poder político, ya no de un solo hombre sino de un solo partido político. Concentración de la riqueza en un selecto grupo de 30 familias.
Más de 12 millones de mexicanos en pobreza extrema. La democracia no es plena todavía en el país, después de 100 años de aquel movimiento, primero pacífico y luego armado, iniciado en 1910.
Narra don Jesús Silva Herzog, en su libro Breve historia de la Revolución Mexicana, que cuando un campesino veía pasar a un hacendado de la época decía: ahí van don fulano, el dueño de tal hacienda, con un dejo de admiración y envidia.
Hoy, los pobres de este país también dicen: ahí va Carlos Slim, el dueño de Teléfonos de México y el hombre más rico del mundo y una de las 30 familias que concentran la riqueza en México.
Y es que si citamos otra vez a don Jesús Silva Herzog, en su libro también nos narra que los que tenían concentrada la mayor parte de la tierra y la riqueza, antes de la Revolución de 1910, eran solo 874 familias. O sea, que si hacemos una comparación con lo actual podemos afirmar que hasta estaba más repartida la riqueza en ese entonces que ahora que son solo 30 familias.
Así como Porfirio Díaz tenía a sus científicos y al jefe de ellos en José Ives Limantour, secretario de Hacienda de su gobierno, hoy el PRI también tiene a sus tecnócratas y al jefe de ellos en Carlos Salinas de Gortari, quien desde 1982, como secretario de Programación y Presupuesto de Miguel de la Madrid y por instrucciones del Fondo Monetario Internacional nos impusieron el neoliberalismo como sistema económico de gobierno, y 30 años después, hoyo, hay más pobres y menos ricos que antes de que se impusiera ese sistema.
Y es que está comprobado que el neoliberalismo hace más pobre al pobre y más rico al rico, al grado tal que para vergüenza del pueblo de México tengamos el nada honroso mérito de tener en nuestro país al hombre más rico del mundo, cuando tenemos a más de 50 millones de mexicanos en pobreza. Esto no debe pasar en un país como el nuestro, con tantas riquezas naturales.
El proceso revolucionario iniciado el 20 de noviembre de 1910 constituyó sin lugar a dudas el movimiento político, económico y social más importante del siglo XX en México. Al dejar el poder Porfirio Díaz se convocó a nuevas elecciones y resultó triunfador don Francisco I. Madero como presidente y José María Pino Suárez como vicepresidente de la república, quienes tomaron protesta al cargo el 6 de noviembre de 1911.
En virtud de tratarse de un gobierno surgido de un proceso revolucionario el régimen maderista se encontró con una serie de obstáculos y dificultades que tenían por objeto impedirle pacificar el país, evitar que pusiera en práctica su modelo de gobierno y obstaculizar que instaurara plenamente la democracia en todo el territorio nacional.
Tales circunstancias generaron un caldo de cultivo que permitió la génesis y consolidación de la asonada en contra del gobierno legal y legítimamente constituido. La postura de Francisco I. Madero como presidente y José María Pino Suárez como vicepresidente, y los diputados Serapio Rendón, Gustavo A. Madero y Adolfo C. Gurrión, así como del senador Belisario Domínguez Palencia, fue defender la vida democrática y republicana de las instituciones.
Las intrigas, componendas y traiciones habrían de dejar al presidente y a sus leales seguidores en una situación de extrema vulnerabilidad, quedó a merced de los instigadores del golpe militar y de quienes al interior del propio gobierno lo promovían y encausaban.
El Pacto de la Embajada firmado el 18 de febrero de 1913, entre Victoriano Huerta –general a cargo de la defensa del gobierno maderista–, Félix Díaz –el iniciador del golpe militar– y Henry Lane Wilson –embajador estadounidense de esa época– habrían de definir y condenar la vida del Presidente Francisco I. Madero y la del Vicepresidente José María Pino Suárez.
El 19 de febrero de 1913 el presidente y el vicepresidente fueron apresados y obligados a renunciar a sus cargos, se nombró a Pedro Lascuráin como presidente interino, que duró en su encargo tan sólo 45 minutos, tiempo necesario y suficiente para que se hicieran los trámites que pretendieron investir de legalidad el arribo al poder del usurpador Victoriano Huerta, cargo que fue producto de la traición y el asesinato.
En tal virtud consideramos prioritario traerlos a la memoria de los mexicanos, en el afán de que se conozcan y valoren las dificultades que ha enfrentado la democracia para consolidarse en nuestro país, pero sobre todo que se recuerde el sacrificio de estos dignos y valerosos hombres, que de buena fe se entregaron al ejercicio de gobierno con el noble propósito de construir un México diferente acompañados de miles de mexicanos más al ofrendar la vida por los ideales de una república libre, justa, democrática y constitucional.
Tras la implacable denuncia de los hechos que realizara otro héroe legislador, el diputado Eduardo Neri, el usurpador disolvió el Congreso y arrestó a sus integrantes, lo que significó la ruptura del orden constitucional y el arranque definitivo de la Revolución Mexicana impulsadas por el constitucionalismo que culminaría en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos de 1917.
El actual gobierno es parecido a los encabezados en su tiempo por Miguel de la Madrid y Carlos Salinas de Gortari que se la pasaron firmando planes y pactos, como el Plan Global de Desarrollo y el Pacto de Solidaridad Económica y otros, por lo que es una clara evidencia de la influencia que tiene Carlos Salinas en este gobierno con la firma del Pacto por México.
El actual Presidente de la República quien llega al poder muy cuestionado tiene ante sí la gran oportunidad histórica de transformar y devolverle al pueblo de México lo mucho que se le ha quitado con más de 80 años de priísmo y de panismo y 30 años de neoliberalismo.
Ciudadanas legisladoras y ciudadanos legisladores, termino esta honrosa intervención con la parte final del Plan de San Luis, publicado por don Francisco I. Madero, el 5 de octubre de 1910, quien dijo: Por lo que a mí respecta tengo la conciencia tranquila y nadie podrá acusarme de promover la Revolución por miras personales, pues está en la conciencia nacional que hice todo lo posible para llegar a un arreglo pacífico y estuve dispuesto hasta renunciar a mi candidatura –termino, ciudadano presidente– que el general Díaz hubiese permitido a la nación designar, aunque fuese al Vicepresidente de la República.
Pero, dominado por incomprensible orgullo y por inaudita soberbia, desoyó la voz de la patria y prefirió precipitarla en una Revolución antes de ceder un ápice, antes de devolver al pueblo un átomo de sus derechos, antes de cumplir aunque fuese en las postrimerías de su vida parte de las promesas que hizo en su Plan de la Noria y su Plan de Tuxtepec cuando dijo que ningún ciudadano se imponga y perpetúe en el ejercicio del poder y ésta será la última revolución.
Este 2013 se conmemora estos hechos fundamentales para el desarrollo institucional al cumplirse 100 años de esos trágicos acontecimientos en la historia nacional dejando un legado de coherencia, honestidad, valor y dignidad en la lucha constante del pueblo de México por la libertad, la justicia, las aspiraciones sociales y la democracia en un marco siempre constitucional.
Por todo ello, el Grupo Parlamentario del PRD se congratula que esta Cámara de Diputados declare el año 2013 como Año de la Libertad y la República. Muchas gracias.
El Presidente diputado Francisco Agustín Arroyo Vieyra: Gracias.
El Presidente diputado Francisco Agustín Arroyo Vieyra: Don Luis Alberto Villarreal García tiene el uso de la voz.
El diputado Luis Alberto Villarreal García: En mi saludan mis compatriotas el advenimiento de una nueva era. Era de libertad que será fecunda para nuestra patria y desarrollará sus energías en los diferentes campos de acción, permitiendo a la República Mexicana marchar sin tropiezo por el ancho sendero del progreso.
Pero es mi deber declarar con toda lealtad que el triunfo pertenece esencialmente al pueblo, que solo tuve el mérito de tener fe en él y de invitarlo a la lucha. Estas fueron las palabras que pronunció don Francisco I. Madero, en su entrada triunfal a esta Ciudad Capital de México el 24 de junio de 1911.
Igual que Madero, para Acción Nacional –desde su fundación- el autoritarismo y las decisiones por encima de la ley están rechazadas. Le hemos apostado desde siempre a la fuerza de la democracia. Por eso encontramos en las enseñanzas de Madero el camino hacia la participación política y el gobierno responsable y democrático que alcanzamos a partir del año 2000.
Por eso en Acción Nacional nuestra plataforma y nuestros gobiernos observan total respeto al imperio de la ley a la división de poderes. Fomentan un federalismo participativo que distribuye el poder en cada estado y en cada municipio.
Es justo esa vocación federalista la que lleva al Grupo Parlamentario del PAN a impulsar una agenda demócrata y ciudadana. Por eso fomentamos la igualdad eliminando el fuero. Fomentamos la participación fortaleciendo la transparencia y la rendición de cuentas.
Fomentamos la responsabilidad financiera a través de imponer controles de deuda a estados y municipios. Fomentamos la consolidación democrática mejorando a las instituciones y construimos un México más justo a través de políticas sociales libres de tintes partidistas.
En Acción Nacional entendemos la política como una obligación de vida asumida como responsabilidad al servicio del ser humano. A todos, independientemente de su credo, de su clase o de su color partidista en cualquier lugar, la política entendida como servicio al semejante, pero fundamentalmente como entrega y comprensión a los demás. La política entendida como riesgo, como peligro, como sacrificio. La política entendida como verbo y como democracia en acción.
Nosotros seguiremos apostando por la libertad y por el fortalecimiento de la democracia, igual que lo hizo Madero hace más de 100 años. Por eso seremos nosotros quienes a la primer señal de regresión, levantaremos la voz desde esta tribuna o en la plaza pública; lo haremos en esta tribuna y lo haremos con la misma fuerza y con la convicción de siempre.
Madero ante la adversidad y los ataques siempre sostuvo: “Prefiero hundirme con la ley que sostenerme sin ella”. Esa sigue siendo la visión de mi grupo parlamentario y de mi partido. Esa fue la visión de Madero entonces y esa es la visión de Madero el día de hoy.
México necesita tanto de sus demócratas como los demócratas necesitamos de México para consolidar el régimen de libertades que Madero planteó.
La libertad de expresión y el sufragio efectivo, siguen teniendo amenazas todos los días en este país y Acción Nacional entiende que es su responsabilidad protegerlos y salvaguardarlos.
Para nosotros la política sólo cobra verdadero valor cuando para los políticos tienen sentido los más comunes afanes del ciudadano.
Para el PAN la política es de carne y hueso, tiene gestos y ropa, corazón, domicilio, alma, sueños, esperanza.
Estamos convencidos de que es nuestra tarea en este recinto la de enarbolar esas causas y las aspiraciones de la gente.
La obligación es transformar a México para que nuestro país sea de todos y nunca más privilegio de unos cuantos.
Al igual que Madero, entendemos que gobernar es guiarse por el perfil del horizonte, tener bien claro el rumbo a largo plazo, una perspectiva que otorgue sentido a las cosas ordinarias de cada mexicano en cada rincón de este bellísimo país.
Nos importa como hace 100 años a Madero, afianzar una sociedad de ciudadanos libres, mejorando su bienestar y haciendo posible una generación de mexicanos regidos por la ética y la responsabilidad.
Mientras pronuncio estas palabras, pienso en esos ciudadanos libres, en esos hombres, en esas mujeres, en esos jóvenes y en esos adultos mayores que son nuestro apoyo.
Pienso en esos ciudadanos que creen que nuestro partido es la mejor opción para conducir a este país. A ellos quiero dedicar estas palabras, imaginando que ahí en el centro de las curules, unos cuantos han logrado penetrar desde las calles; me esfuerzo en verlos mirándolos y escuchándolos.
¿Quiénes son? Un ama de casa camino al mercado, un jornalero desde el campo, un oficinista, una secretaria, un banquero, un agricultor, un botones de hotel.
Los veo y me pregunto: ¿Qué piensan de todos nosotros? ¿Siguen nuestros debates? ¿Se sienten representados por esta Cámara? ¿Los ilusionamos o los decepcionamos? ¿Hacemos lo mejor para su futuro que es el futuro de nuestros hijos?
¿Cuánto le falta a este Congreso para que el esfuerzo diario de los ciudadanos alcance las aspiraciones, los sueños y las metas que ellos se han trazado? Porque la mayoría de las veces ellos creen que hemos privilegiado más nuestras causas que las de ellos; porque la mayoría de las veces los muros de este recinto nos han impedido ver al ciudadano de carne y hueso que con su trabajo y con su esfuerzo lo sostienen. Porque la mayoría de las veces los ciudadanos creen que todos nosotros les hemos fallado o por lo menos nos hemos quedado debajo de sus aspiraciones.
Compañeras y compañeros legisladores: homenajear a Madero debe de ser homenajear al ciudadano, a sus libertades, a sus esperanzas, a sus aspiraciones. Debe de ser reivindicar a la ley por encima de quien pretenda atropellarla y a las instituciones por encima de los tiranos.
A 100 años de su muerte, el pensamiento maderista y la fuerza de la democracia siguen vigentes en mi partido y en millones de mexicanos. Madero, como Acción Nacional, creyó en el pueblo y consideró su obligación tener fe en él, esperando todo de su sabiduría y de su prudencia, ponderando los intereses colectivos sobre las ambiciones personales, inspirado en el más puro patriotismo y en el ideal del progreso y engrandecimiento de la república.
Madero no fue un ingenuo como afirman quienes la democracia les incomoda. Madero fue un hombre que se adelantó a su época y por eso hoy el pensamiento maderista sigue vigente para los demócratas, porque fue un demócrata que afrentó hasta los últimos días, hasta su muerte, sin temor, con la conciencia tranquila y con la seguridad del deber cumplido.
Para nosotros, los demócratas, nuestra obligación todos los días es seguir democratizando a México, es modernizarlo, es llevarlo a cabo a través de las reformas que México requiere y que no pueden esperar, es hacer del riesgo del consenso la fuerza de nuestras convicciones. Eso sigue siendo lo que nos mueve a mi grupo parlamentario y a mí y por eso somos ciudadanos que movemos a México.
Sí a la fuerza de la democracia, sí a la libertad, sí a la república. Va por México, va por la gente.
El Presidente diputado Francisco Agustín Arroyo Vieyra: Doña Miriam Cárdenas Cantú tiene el uso de la voz.
La diputada Miriam Cárdenas Cantú: Con permiso de la Mesa Directiva. Distinguidas y distinguidos invitados, compañeras diputadas, compañeros diputados, especialmente el diputado Samuel Gurrión, familiar directo de Adolfo C. Gurrión, que pertenece a esta Legislatura.
Hoy quiero decirles que pocos acontecimientos han sido tan dramáticos y trascendentes en la historia de México como los 10 días que transcurrieron del 9 al 19 de febrero de 1913, con el desenlace fatal del día 22.
Un día como hoy hace 100 años Francisco I. Madero y José María Pino Suárez fueron asesinados detrás de la cárcel de Lecumberri, a escasas cuadras de este recinto. La muerte igualó al presidente y al vicepresidente de la república con tantos otros mexicanos que perdieron la vida en esos días y en los años posteriores durante la revolución.
El presidente Madero asumió la responsabilidad de un proyecto político por el cual literalmente dio su vida. Madero promovió la confianza en las instituciones republicanas para dirimir las diferencias y creyó que muchos de los que le rodeaban compartían ese mismo ideal, promotor de un estado fuerte fundado en la legitimidad democrática y el imperio de la ley como pilares para la superación de la división que desmembró al país en el siglo XIX.
No se equivocaba al confiar en las herramientas institucionales como fuente para el engrandecimiento de México y el ordenamiento de las pasiones de poder que doblegaron a muchos de los hombres de su tiempo. Cito sus palabras pronunciadas el 12 de septiembre de 1912, a casi 10 meses de haber tomado posesión:
Si un gobierno como el mío, que ha cumplido honradamente con sus promesas, que ha hecho todo lo que su inteligencia le alcanza por el bien de la República, que ha logrado y llegado al poder por el voto casi unánime de todos los mexicanos, como nunca había sucedido; si un gobierno así no pudiese subsistir en México, señores, deberíamos decir que el pueblo mexicano no estaba apto para la democracia; que necesitamos otro nuevo dictador que viniese con su sable a callar todas las ambiciones, a sofocar todos los esfuerzos que hacen los que comprenden que la libertad únicamente puede ser fructuosa dentro de la ley. Termina la cita.
El pueblo mexicano no aceptó otra dictadura, pero tuvo que correr mucha sangre y superarse una prolongada y cruenta lucha para ver llegar el tiempo de instituciones sólidas que han sustentado el desarrollo del México moderno.
Pese a la victoria electoral democrática de Francisco I. Madero, la inconformidad de los porfiristas dentro y fuera del país amenazaba con hacer eclosión en cualquier momento, independientemente de que el prócer coahuilense no afectó sus intereses.
Poco antes de los trágicos hechos, un grupo de legisladores reformistas advirtieron a Madero sobre la precariedad de su gobierno frente a los intentos de restauración porfirista, y concluyeron que la revolución se hizo gobierno, se hizo poder, y la revolución no ha gobernado con la revolución
Fue un mensaje que el Presidente Madero no entendió a tiempo, pese a las advertencias de su familia, pagándolo con su propia vida. Los ánimos estaban caldeados, sobraba parque y abundaba la ambición y la deslealtad.
El 9 de febrero de 1913, los alumnos de la escuela de aspirantes se sublevaron y con tropas del cuartel de Tacubaya liberaron a los generales porfiristas Bernardo Reyes y Félix Díaz.
Al intentar tomar Palacio Nacional, las fuerzas leales al presidente repelieron a los sublevados. Bernardo Reyes falleció en la intentona y los rebeldes con Félix Díaz a la cabeza tomaron La Ciudadela, mientras los cadetes del Colegio Militar escoltaron al presidente Madero de Chapultepec al centro de la Ciudad. Mas fuerzas maderistas lograron sitiar la Ciudadela, pero la traición interna evitaba que triunfaran sobre los alzados.
El general Victoriano Huerta, al mando de las Fuerzas Federales se había pasado del lado rebelde. Gustavo Madero desenmascaró a Huerta el día 17, pero éste se disculpó con el presidente, quien el concedió 24 horas para disolver la insurrección. Al día siguiente, el 18 de febrero, los hermanos Madero fueron aprehendidos, Gustavo mientras departía con el mismísimo Huerta; Francisco fue hecho prisionero en Palacio Nacional junto con el vicepresidente Pino Suárez, y fueron obligados a renunciar al cargo.
Pedro Lascuráin ejerció por 45 minutos la Presidencia de México, para luego cederla a Victoriano Huerta. Los porfiristas retenían el poder pese a todo. Fue una auténtica temporada de zopilotes, tal como se titula un libro reciente sobre la Decena Trágica que iniciaba el periodo más sangriento de la revolución.
Lo que el pueblo vivió en la Decena Trágica fue hambre, miedo y dolor, comenzaba la angustia colectiva de los mexicanos, que días después oyeron del asesinato de Francisco I. Madero. Si el presidente no había escapado de la barbarie, ¿qué le esperaba al resto de los mexicanos?
Nos toca hoy honrar la memoria de quienes ofrendaron su vida por un México más justo, libre y democrático, garantizado solamente por la plena vigencia de la ley que otorgan las instituciones de la república.
Madero, el apóstol de la democracia y de la libertad, es un ejemplo para todos los mexicanos, precursor y mártir de la fortaleza que brindan las instituciones, logró con un libro incendiario despertar la conciencia de los mexicanos para reasumir sus derechos políticos y recobrar la soberanía que en el pueblo reside.
Con su lema: Sufragio efectivo, no reelección, impuso el límite a la ambición de continuar en la perpetuación del poder, y con ello se obtuvo una de las mayores transformaciones socio-políticas de la historia nacional.
Señoras y señores, la herencia libertaria y la vocación republicana del presidente Francisco I. Madero han quedado manifiestas en la realidad de una alternancia política pacífica, en la cual la voluntad popular es irrestrictamente respetada. Los sueños democráticos de Madero se han cumplido y hoy el pueblo es libre y soberano.
Sobre las bases de las instituciones de la república que nos legó la revolución construimos los acuerdos y reformas necesarias para iniciar una nueva etapa de cambio con rumbo. Hay un ambiente de libertad plena para manifestar el disenso y pactar los cambios indispensables y las reformas legislativas que nos permitirán retomar el crecimiento económico.
Asumimos los retos pendientes de eliminar la pobreza y el hambre que todavía laceran a la república y enfrentamos la desigualdad social y regional que merman la cohesión de la nación, lo hacemos confiados en que no sólo a través de la democracia y sólo a través de ella, por la que luchó Madero, podemos mantener el orden constitucional, la paz pública y el bienestar social. Es cuanto.
El Presidente diputado Francisco Agustín Arroyo Vieyra: Muchas gracias.
La Presidenta diputada Patricia Elena Retamoza Vega: Tiene la palabra el diputado Francisco Arroyo Vieyra, presidente de la Cámara de Diputados.
El Presidente diputado Francisco Agustín Arroyo Vieyra: Honorable Cámara de Diputados. Muy apreciable senador don Ernesto Cordero Arroyo, Presidente de la Cámara de Senadores, muy apreciables familiares del finado Presidente Madero y del Vicepresidente Pino Suárez.
La historia es una ventana extraña. Es una ventana a la que nos asomamos y vemos pasajes de todo tipo. Vemos escenas gloriosas que fraguaron a nuestra patria soberana y vemos también escenas que nos demuestran las peores miserias morales de los peores personajes, de los que da cuenta nuestra historia.
La disolución del Congreso y el horrendo sacrificio de Madero, de Pino Suárez, de su hermano Gustavo Madero, en el crimen quizá más sangriento y desdeñable que da la propia historia cuenta; de Serapio Rendón, de Samuel Gurrión, de Eduardo Neri y de Belisario Domínguez, interrumpieron un proceso de paz, que pensaron los mexicanos de entonces se había logrado con el advenimiento de un proceso democrático.
Por todos los rincones del país se reinició una guerra fratricida que duraría muchos años, quizá sólo cesó con el estadismo de un sonorense que generó muchas de las instituciones de las que hoy podemos dar cuenta, de don Plutarco Elías Calles.
En México, en 200 años de vida independiente han pasado muchas cosas. En los primeros 100 la historia fue sangrienta y la búsqueda de México parecía no tener fin.
En la segunda centuria y a partir del asesinato de Madero, los mexicanos hemos iniciado un largo camino, del que todavía, desgraciadamente, no vemos fin.
Pero hemos llegado a varias conclusiones que parecen universales y que la memoración de este tipo de eventos nos deben servir para apuntalar y acuñar como destino manifiesto.
Nunca un país cuyo destino dependa de un solo patriarca. Nunca un país en donde la indigencia no nos pueda hacer libres. Hoy la libertad es la suficiencia de necesidad y hoy la renta que el Estado mexicano pueda construir a partir de un comercio más digno y de una productividad más democrática no puede ir a abonar la abundante panza de los odiados monopolios.
Hoy vemos en la concepción de un nuevo país una renta democrática que traiga nuevos jugadores al juego del capitalismo, y hoy vemos en el país, la necesidad de medir el éxito o el fracaso de un gobierno por el número de pobres que logre abatir y por un régimen de libertades que abarque debido proceso, transparencia, normalidad democrática y un Congreso noble que se enorgullezca de sus acciones no partidistas y sí universales para servicio de la sociedad.
La historia es pues, la historia es pues, una ventana extraña en donde la normalidad democrática hace que un partido regrese al poder, pero que éste entienda que la política no es la misma.
Que tenemos que ver hacia adelante mirando la ventana extraña para no repetir los errores del pasado y para construir un régimen que nos haga dignos a todos y que nos haga libres, por tanto, suficientes de necesidad.
Uno, sí, que ya hemos dicho, construya mejores instituciones, pero uno en el tiempo en el que quien violente las instituciones o la normalidad legal se encuentre con la afrenta de la cárcel o de la expulsión de una sociedad que en su mayoría quiere vivir en el marco de la ley.
En esta Cámara de Diputados tenemos que hacer un esfuerzo todos por poner lo que nos toca, el espacio grande o pequeño de voluntad para lograr los consensos, llámense como se llamen. La hechura de la ley no tiene signo partidario, y la Presidencia de la Cámara debe servir a todos imparcialmente por igual.
El día de hoy aprecio mucho la generosidad de quienes han asistido a esta sesión solemne en honor a Francisco I. Madero, a José María Pino Suárez, a Serapio Rendón, a Adolfo C. Gurrión, a Belisario Domínguez, a Gustavo A. Madero, porque reivindicar y memorar la grandeza de nuestros hombres nos hace también buscar la verdad que nos hace libres.
El Presidente diputado Francisco Agustín Arroyo Vieyra: Se invita a los presentes a permanecer de pie para entonar nuestro Himno Nacional.
(Himno Nacional)
El Presidente diputado Francisco Agustín Arroyo Vieyra (12:18 horas): Se levanta la sesión solemne. Y se reitera la cita para la sesión ordinaria que tendrá lugar el martes 26 de febrero a las 11 horas. Se les informa que, como siempre, el tablero estará abierto hora y media antes.
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