Que reforma el artículo 123 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, presentada por el diputado Ricardo Andrés Pascoe Pierce, del grupo parlamentario PRT
«Nuestra fracción parlamentaria que propone a esta Cámara de Diputados, y a través de las Comisiones Unidas de Gobernación y Puntos Constitucionales y de Trabajo y Previsión Social, con fundamentos en la fracción II del artículo 71 de la Constitución General de la República, sometemos a la consideración de esta asamblea la presente iniciativa de decreto que modifica y adiciona la fracción VI del apartado A del artículo 123 de la Constitución General de la República, con el objeto de establecer la escala móvil de salarios.
Fundamos esta iniciativa de decreto en las siguientes
Consideraciones
El salario de los trabajadores ha presentado, el instrumento por el cual el capitalismo mide no solamente el nivel de vida que otorga a los asalariados, sino que también es la forma de medir la propia riqueza que queda en menos de los dueños de los medios de producción. El salario es una relación social, económica y política. A través del estudio de los salarios de los trabajadores es posible conocer las fuerzas que conforman la sociedad, su debilidad y su fuerza relativas en el contexto de la relación vertebral la expresión más acabada de una relación política entre trabajadores y patrones; por ello, la lucha salarial es la lucha entre fuerzas sociales y políticas, no es simplemente un "ajuste entre fuerzas de mercado".
Los patrones han elaborado mucho sobre la concepción de libre juego de fuerzas en el mercado para justificar los bajos salarios. Ellos dicen, en un texto publicado por el Consejo Coordinador Empresarial (CCE), que sito: "... Bajo controles, los líderes empresariales y laborales empiezan a prestar más atención al mecanismo de regulación del desarrollo del mercado. Hay mayor interés en influir sobre las decisiones de los que manejan al aparato que en mejorar su comportamiento en el mercado y su productividad." (Cuarenta siglos de control de Precios y Salarios, folleto 20 del CCE, página 20).
En términos de complementación a los proyectos económicos del capital privado, el mismo Consejo Coordinador Empresarial (CCE) editó , en su folleto 36 el documento intitulado control de Cambios de Miguel Mancera Aguayo, mismo que elabora a partir del problema de control de cambios de la fuga de divisas del país, una teorización de las virtudes del librecambismo reaganiano del siglo XIX. El entrecruce entre los teóricos del capital privado y sus representantes en el gobierno es un subproducto de la evolución de las fuerzas políticas y sociales después de la derrota parcial que sufre la clase obrera en la época del cardenismo.
De 1940 a 1946, los salarios reales de la clase obrera mexicana se redujeron en cerca el 51%. Esta reducción que es el salario y, por tanto, al nivel de vida de las masas trabajadores sin embargo, no fue acompañando de una caída en la tasa del empleo. En aquella época, la reducción del salario real tuvo dos justificaciones principales: la primera de estas señaló que era imprescindible establecer un pacto entre capital y trabajo para contrarrestar los efectos políticos de la Segunda Guerra Mundial, particularmente en lo que se refería a la influencia fascista dentro de la sociedad mexicana.,
La segunda justificación acompañado a la primera, y que era secuencia lógica de sus postulados en tanto que pregonaba la industrialización criolla sobre la base de la sustitución de importaciones, proyecto factible en virtud de la retirada temporal de capitales extranjeros, del mercado nacional en virtud, justamente, de la Segunda Guerra Mundial.
Este proyecto nacional de industrialización se basaría - obvio es decir - en un proceso acelerado de acumulación de capitales de propietarios nacionales. El Gobierno proyectó la disposición de recursos financieros sustanciales para apoyar, en lo fundamental, este proceso de acumulación acelerada de, capitales; sin embargo, el gran aporte a este proceso histórico nunca ha sido hasta la fecha, debidamente reconocido: el aporte de la clase obrera. Aceptó, en aras del enriquecimiento acelerado de una pequeña porción de la sociedad mexicana, su total empobrecimiento. Así, sobre la base de un pacto obrero - patronal en contra del fascismo y a favor de México y la democracia, se aceptó no llevar a cabo luchas obreras por salarios con el siguiente efecto: en 1940 el salario real obrero se redujo en 9.5% con relación al salario real del año anterior; en 1941 se redujo en un 4.9% con relación al año anterior; en 1942 se redujo en un 16.5%; en 1943 se estabilizó el salario, mientras que en 1944 se redujo en un 20.6%; en 1945 en un 5.1% y en 1946, año de sus más profunda caída, el salario real obrero cayó en un 8.9%. En apenas seis años la clase obrera sufrió una derrota sustancial en su nivel de vida, y evidentemente demostró la extraordinaria debilidad de sus organizaciones de clase. De esta fecha y hasta 1968, 30 años después, las organizaciones sindicales lucharían por recuperar su nivel de vida perdido.
Tardó 30 años la clase obrera en recuperar lo que perdió en seis años de pacto antifascista. El costo de ese acuerdo obrero - patronal fue ciertamente beneficioso para los dueños de las fábricas y las tierras, de los grandes financieros y comerciantes, mientras los obreros conocieron las migajas de la industrialización dependiente y subordinado. Los efectos no se hicieron esperar; los niveles nutricionales, educativos y de vivienda alcanzaron niveles escandalosamente bajos; el flujo migratorio del campo a la ciudad empezó a ser un hecho notable en la vida nacional, de hecho en 1960 el 50.7% de la población es urbana por primera vez en la historia de nuestro país. Sin embargo, sería un error pensar que este hecho reproduce un aspecto "benéfico" del desarrollo estabilizador, no es producto de la generación y distribución equitativa de un nuevo ingreso nacional, de hecho en los estudios realizados durante el período 1950 a 1967, queda demostrado que el aumento en la productividad crea recursos que quedan en manos de los empresarios, mientras el aumento de la riqueza obrera es producto del aumento en el empleo pero no en un usufructo mayor al ingreso nacional.
El aumento de la población urbana fue desde los cuarentas, un fenómeno ligado directamente al despojo que los campesinos sufrían de sus tierras. El modelo de desarrollo en donde el agro es fuente de abastecimiento de la industrialización tiene, como corolario totalmente racional, el proceso de expulsión de los campesinos pobres y medios de las zonas rurales, y se convierten en el torrente que va a la ciudad a convertirse en nuevo proletariado.
La historia del salario real contiene otro elemento central para entender y el verdadero carácter de la economía mexicana, y en general las economías capitalistas. Es de notarse que en los periodos históricos de más inflación, es precisamente cuando los salarios reales decrecen en mayor proporción. Unos pudieran considerar este hecho como natural en una "carrera entre los precios y salarios", sin embargo hay que ir mucho más allá para establecer la interrelación entre estos factores y captar en toda su complejidad, las relaciones sociales determinantes de esta relación precio salario.
El precio resulta de la confluencia de costos y utilidades en el mercado, mientras el salario establece tanto quienes tendrán acceso a un bien, vinculado a la relación entres costos y utilidades, así como el costo mínimo requerido socialmente para producir ese bien con un trabajo pagado. Lo que ha quedado claro en nuestro país es que en una etapa histórica de acumulación de capital, como lo es en un período de industrialización moderna o reestructuración global de la economía, como lo es el período actual que vivimos, el trabajo, como ente subordinado al capital, es el eje central de la generación de riqueza expropiable y acumulable; de esto se deriva que lo que la inflación es profundizar la expropiación de valor a pesar de su carácter de mecanismo "invisible". Es decir, la inflación no es una expropiación directa dentro del proceso de producción, sino indirecta por medio de los precios.
El proceso terrible de reducción de los salarios reales que vivió la clase trabajadora durante los cuarentas se está repitiendo hoy, en los ochentas, cuarenta años después. El proceso de pérdida del poder adquisitivo de la clase obrera empezó en 1975, se mantuvo la tendencia durante el resto de la década, y aceleró su caída en lo que va de los ochentas. En 1982 el salario real decreció en un 2.3%, en 1983 en un 26.2%, en 1984 en 5%, en 1985 en 3.4% y en 1986 va a caer en alrededor de un 3%. Simultáneamente, el desempleo abierto ha crecido del 8% en 1982 al 12.4% en este año. Siguiendo datos oficiales, siendo datos oficiales su parcialidad no puede dejar de notarse. Seguramente el desempleo abierto es mucho más alto, sin embargo entre desempleo abierto y los subempleados, se hace más del 50% de la población económicamente activa (PEA).
No es casual que este proceso de deterioro del salario real se enmarque en una supuesta política oficial de reconversión industrial, pues detrás de las crisis de acumulación hay otra: de la lucha entre sectores económicos por repartirse el pastel del producto nacional. Entre ramas de industrias, y al anterior de ellas se escenifica una lucha por modernizar y aumentar la productividad de la mano de obra, por acrecentar la distribución y comercialización de sus bienes y servicios, además de lograr altas ganancias como retribución por su esfuerzo.
En una publicación oficial, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), al referirse a la situación general de América Latina, señaló que, y cito textualmente: "...fueron necesarios sacrificios sociales para alcanzar la transferencia real de ingresos requerida por el servicio de la deuda externa, cuyos pagos de intereses representaban por sí solos un promedio de 35 mil millones de dólares al año. La carga principal de la transferencia recayó en los salarios, mediante la reducción de los salarios reales ocasionada principalmente por el rápido aumento de la inflación asociado a una depreciación real apreciable en las monedas de casi todos los países. Los mayores descensos acumulativos de los salarios reales en el período 1981 - 1984 tuvieron lugar en Brasil y México; los de Chile, Perú y Venezuela fueron menores". Más adelante el mismo documento señala: "...el sacrificio de los salarios reales lo agravó la desaceleración o la caída absoluta de la actividad económica, que afectó en particular al empleo urbano. Las tasas de desempleo urbano se elevaron con rapidez entre 1981 y 1983, y en varios países siguieron aumentando en 1984".
¿Cuál es el papel, económicamente hablando, de salarios tan deprimidos? En atención al problema de las ganancias y la generación de un excedente económico que se usa para fines de reproducción del aparato productivo, resulta importante utilizar como punto de consideración, el problema de la productividad de la fuerza de trabajo.
En la década de los setentas la productividad creció al 3.6% anual, ,mientras que en el resto de América Latina creció al 4.3% anual. Si la comparación se hiciera con el polo de países capitalistas desarrollados - con la excepción de Estados Unidos e Inglaterra - el desnivel resultaría aún más terrible. En el período 1973 - 1979, por ejemplo, la productividad crece al 5.3% anual en Alemania Federal, al 4.8% en Francia y al 6.9% en Japón. Y esto, pese a la recesión sufrida en aquellos países en el período de referencia.
En contraste con lo anterior, el Plan Nacional de Desarrollo considera que el período 1985 - 1988 va a ser uno con un crecimiento "normal", y para la economía en su conjunto, se pronostica una tasa de crecimiento de la productividad del trabajo del 1.5% anual como variante baja o el 2% anual como variante alta. Aún con la hipótesis alta la cifra resulta extraordinariamente paupérrima, pues para duplicar la productividad el país requerirá de 35 años. Inmediatamente surge la pregunta acerca de la estrategia de desarrollo que se pretende para el país, ¿en qué se basará la ineludible necesidad de fomentar recursos para pagar la deuda externa y el impulso a la reconversión industrial? ¿Acaso, solamente en salarios bajos?
La defensa de los salarios de los trabajadores es una necesidad no solamente desde el punto de vista de su nivel de vida, sino también porque el desarrollo del país debe fincarse en la búsqueda del bienestar de los trabajadores. La escala móvil de salarios, puesto como instrumento de los trabajadores se convertirá en una verdadera arma de lucha para defender el nivel de vida de los trabajadores y para presionar a la burguesía y al Estado a modificar radicalmente su política económica. La escala móvil de salarios, en sí, no resolverá los problemas de los trabajadores, empleados y desempleados, pero será un elemento fundamental para empezar a cambiar la correlación de fuerzas en el país a favor de los trabajadores.
Por lo tanto anteriormente expuesto, la fracción parlamentaria del Partido Revolucionario de los Trabajadores, somete a la consideración de esta asamblea el siguiente
Proyecto de decreto que adiciona un párrafo de la fracción VI del Apartado A) del artículo 123 de la Constitución General de la República para quedar como sigue:
Único. Para defender los salarios reales y evitar que sean disminuidos por el incremento en el costo de la vida, se establece la escala móvil de salarios para asegurar el incremento automático de los salarios con relación a los precios, creándose asimismo un sistema independiente de los trabajadores y sus familiares, la escala móvil será un mecanismo independiente de las revisiones contractuales normales, pero será integrado al tabulador de los contratos colectivos de trabajo.»
Turnada a las Comisiones de Gobernación y Puntos Constitucionales y de Trabajo y Previsión Social.