Para que se inscriba con Letras de Oro en el recinto de la Cámara de Diputados el nombre de "Andrés Molina Enríquez", presentada por la diputada Regina Reyes Retana Márquez Padilla, del grupo parlamentario del PRI
«La conmemoración de los 75 años del inicio de la Revolución Mexicana, me parece una ocasión adecuada para rendir homenaje a quienes, con sus ideas y sus actos, hicieron posible el cambio que la sociedad mexicana demandaba para progresar con justicia y libertad.
Ciertamente a quienes más debemos es a quienes más dieron, los que, en la lucha por el cambio entregaron la vida. los campesinos y los trabajadores que ofrecieron el máximo sacrificio para lograr un futuro mejor para sus hijos y sus hermanos nos comprometen a todos los mexicanos. Cumplimos este compromiso día con día al dar respuesta a las demandas de tierra y libertad y de equilibrio en las relaciones de trabajo. No podemos rendir homenaje individual a cada uno de los campesinos y trabajadores que pelearon por la Revolución, pero el mejor homenaje a ellos son los artículos 27 y 123 de nuestra Constitución. La vigencia y cumplimiento de los principios que contienen son, repetida y constante renovación del compromiso que la nación tiene con quienes Hicieron la Revolución Mexicana: campesinos y trabajadores.
Nuestra Revolución, que unió a tantas voluntades y esfuerzos, tuvo, por supuesto, líderes; individuos que por su capacidad, su entrega y emoción supieron dirigir y orientar las acciones de los campesinos y los trabajadores hacia el cambio político y social que la nación requería y que como tantos mexicas dieron su vida para lograr un México mejor; Francisco I. Madero y José María Pino Suárez son ejemplo de valiente entrega a las generosas ideas de democracia y libertad.
El cambio que los revolucionarios planteaban hizo necesaria la lucha armada, primero, para derrocar al régimen dictatorial, después, para vencer a la traición y a la usurpación. En esa lucha armada destacaron hombres que unieron a la consistencia ideológica.
La habilidad militar; los recordamos todos, sus nombres, con letras de oro brillan en las paredes de este recinto: Venustiano Carranza. Alvaro Obregón, Emiliano Zapata y Francisco Villa.
La revolución hecha realidad con los triunfos militares, se murió en las ideas de grandes pensadores mexicanos, algunos de ellos, precursores innegables del movimiento, como los hermanos Flores Magón; otros, precursores. actores y defensores de sus logros, como Andrés Molina Enríquez.
En esta ocasión deseo referirme precisamente a Andrés Molina Enríquez, cuyas ideas tanto contribuyeron a preparar la revolución, cuyo esfuerzo hizo posible una de sus mejores expresiones y en fin, cuyo talento defendió lo alcanzado.
Andrés Molina Enríquez, nació en Jilotepec en 1866 y muy joven fue a estudiar a Toluca, al Instituto Científico y Literario, de donde se trasladó a la ciudad de México para estudiar derecho. Más adelante regresó a Jilotepec para encargarse de la notaría de su padre.
"El diario ejercicio profesional, advirtió cómo se operaba un alarmante proceso de concentración de la tierra; crecían las Haciendas en poder de españoles y criollos, mediante el sistemático despojo de ranchos y ejidos poseídos por mestizos e indios."
A principio de este siglo Molina Enríquez, sintió y percibió la gran injusticia y desigualdad que existía en la propiedad de la tierra, que entonces representaba, de manera evidente, la riqueza, entendió Molina que no bastaba con sentir la injusticia, o con darse cuenta de las condiciones de desigualdad que imperaban, que era además necesario estudiar los orígenes del problema y proponer soluciones. Durante años investigó, analizó y estudio el problema fundamental de la propiedad de la tierra; reunió datos, hizo comparaciones en el tiempo y en el espacio y como resultado de este exhaustivo trabajo precisó "Los grandes problemas nacionales", título del libro que publicó en 1909.
El libro de Molina Enríquez fue de gran utilidad para aquellos que como él, se sentían descontentos por la injusticia, y les fue útil, porque mostró las raíces de la injusticia y demostró que el camino era posible.
Resulta comprensible que en un medio intelectual, que estaba ya cansado de la inactividad producto de 30 años de dictadura e inmovilidad, las renovadoras ideas contenidas en "Los grandes problemas nacionales", fecundarán y alentarán a la acción a quienes hasta entonces, sólo tenían perspectivas de espera, que deseaban un cambio, pero no sabían con exactitud cuál. Ni cómo, ni cuándo.
Las ideas de Molina Enriquez fueron chispas que encendieron a muchos espíritus y los lanzaron a la acción revolucionaria. Se ha dicho que "Los grandes problemas nacionales" es un libro de difícil lectura. Y sí, lo es, porque es un libro profundo, en el que no se sacrificó el fondo por la forma. Es detallado, analítico. Cada afirmación está sustentada en un vasto estudio. Cada propuesta, es hondo análisis.
Pensemos además, en la época en que este libro se publicó. La dictadura estaba de fiesta. Del centenario de la Independencia, quería hacer su propio festejo, glorioso. brillante y documentado. El documento fue un hermoso libro titulado "México, su evolución política y social". En él, las plumas más distinguidas de la época resumaban optimismo, reconocían los beneficios en la dictadura y auguraban muchos años de paz evolutiva. Todo seguiría siendo como había sido los últimos 30 años.
Frente a esta lujosa edición, se publica un libro de modesta apariencia, que afirma que hay grandes problemas no resueltos y que su solución requiere de significativos cambios. "México, su evolución política y social", es artículo de colección. "Los grandes problemas nacionales", es instrumento del cambio.
Aun las inteligencias más brillantes, proponían cambios que hubieran sido contrarios a nuestra nacionalidad. Expresaban, que para mejorar la situación del campo sería necesario alentar la inmigración de campesinos extranjeros que vendrían a superar la explotación de la tierra. Molina Enríquez, por su parte, exponía como el gran problema nacional, el de la tierra, pero de manera distinta a los científicos. Estudio a fondo, revisó antecedentes, consultó documentos y se nutrió en la historia de México. Y así, buscando la raíz, encontró causas muy distintas a las que los científicos habían descubierto.
Para Molina Enríquez el origen del problema de la tierra estaba en el despojo efectuado a partir de la Conquista y acentuando en la época colonial.
Los desordenes de nuestros primeros años de vida independiente impidieron corregir esta situación y el porfirismo vino a agravarla.
Todo ello, hacía necesario que se repartiera la tierra entre el mayor número posible de mexicanos.
Molina Enríquez proponía, detalladamente y señalando los medios legales con los que se disponía en aquella época, fraccionar las grandes haciendas, y repartir en forma de pequeña propiedad las tierras de la nación, y preveía una obra parecida que hiciéramos nosotros y es necesario hacerla, y se hará. O por los medios pacíficos que indicamos o por una revolución, que más o menos tarde tendrá que venir.
La solución pacífica propuesta no se siguió, la revolución anunciada ocurrió.
Al ser derrocado Díaz, Molina Enríquez ve la oportunidad de que la Revolución que él había previsto haga realidad el cambio en el campo mexicano, que daría la tierra a quienes la trabajan.
Lanza, entonces, en contra de Francisco León de la Barra su Plan de Texcoco, al que Luis Cabrera considera la semilla de donde habría de surgir el "Plan de Ayala".
El mismo Cabrera, quien intervino en la redacción de la ley agraria expedida por Venustiano Carranza, el 6 de enero de 1915 en Veracruz, considera como antecedentes de esta ley a "los grandes problemas nacionales". Molina Enríquez considera, que en dicha ley, se reflejan los postulados principales de su libro. Como Molina Enríquez era el más profundo conocedor del problema agrario en México y sus ideas las más convenientes para solucionarlo, fue, naturalmente invitado a formar parte de la comisión que redactó el proyecto del artículo que el Congreso Constituyente, reunido en Querétaro, promulgó como el 27 de la nueva Constitución, de nuestra actual Constitución. Conviene aquí meditar sobre la importancia de esta aportación a nuestra vida política. Todos sabemos que el fundamento legal de la reforma Agraria es precisamente este artículo y que la Reforma Agraria es no sólo una acción de justicia elemental, sino que además, ha elevado la producción en el campo, porque si hoy importamos granos, durante la época de las grandes haciendas la importación era, en relación a la población de entonces, mucho mayor. El artículo 27 por ese solo motivo, la Reforma Agraria, merece el calificativo de fundamental, pero contiene además otros enunciados de enorme importancia: la propiedad originaria de la nación sobre el suelo y el subsuelo; la capacidad de imponer modalidades a la propiedad privada, y a las bases para la expropiación.
La Constitución del 17 recibió ataques al ponerse en vigor, tanto de aquellos que se veían afectados en sus intereses, como de aquellos a quienes asustaba el progreso. Uno de los artículos más atacados fue el 27, precisamente porque afectaba intereses materiales considerables y porque sus disposiciones permiten al Estado actuar en beneficio de la colectividad. Molina Enríquez defendió su contenido y las acciones ejecutadas en su cumplimiento, mediante artículos periodísticos y cartas públicas. Vale la pena recordar hoy, cuando algunos se vuelven a oponer a la aplicación de estos preceptos, las opiniones que hace más de 65 años expresara el ilustre revolucionario.
Respecto al procedimiento de expropiación, afirmó: "Ahora que se sabe que los intereses de la sociedad son preferentes a los del individuo, lo primero es, que la sociedad acuda a la satisfacción de sus necesidades... La manera de evitar que la sociedad abuse del derecho de expropiación, es obligarla a la indemnización y la palabra mediante, significa la indemnización debe ser forzosa, pero no hay razón ya, para que sea previa".
Por eso entendemos que cuando el presidente Miguel de la Madrid ha decretado la expropiación de predios para evidente beneficio de la sociedad, lo ha hecho, siguiendo la mejor tradición revolucionaria.
Quienes se oponen o se asustan por ello, parecen olvidar las ideas que hicieron posible la Revolución, y que por otro lado, son compromisos indeclinables de quienes tienen como obligación, mantener y profundizar los logros que la Revolución alcanzó mediante la Constitución de 1917.
También afirmó Molina Enríquez, respecto del petróleo y la forma como la nación podría recuperarlo, que sólo se lograría hacer mediante: "el ejercicio del derecho primordial de propiedad plena y perfecta de la nación, en la vía de la expropiación". Esto escribió en 1919.
En las expresiones de Molina no hay profecías, sino un avizoramiento del futuro posible, fundado en el análisis de la realidad y en el estudio de la sociedad mexicana.
Después de 1917, Molina Enríquez trabajó como servidor público, fundamentalmente en cargos de especialidad jurídica, además de dedicar parte de su tiempo a la cátedra y al periodismo. Muchas obras publicó en ese período, de entre las que destaca "La Revolución agraria de México", apasionada defensa de los campesinos mexicanos, que para él son el fundamento de nuestra nación.
Al morir, el 1o. de agosto de 1940, era magistrado del Tribunal Superior de Justicia del Estado de México, su Estado.
De Molina Enríquez también nos conviene recordar algunas propuestas que hoy serían útiles consejos. Cuando él proponía el reparto de las tierras y de las aguas, lo hacía pensando que esto traería como consecuencia un incremento de la población, es más, suponía él que para 1950, México tendría 50 millones de habitantes, pero también suponía que de atenderse preferentemente el campo, esta población se repartiría por todo el territorio nacional, colonizando aquellas áreas que a principios de siglo se encontraban poco pobladas. Si no acertó en cuanto al número, la idea sigue siendo válida y hoy nos conviene retomarla, dar al campo los medios para que la vida ahí sea suficientemente satisfactoria y no sólo se evite así la concentración en las grandes ciudades, sino que además, se haga posible el desarrollo de la mayor parte de nuestro territorio.
Si bien es cierto que Andrés Molina Enríquez fue un hombre estudioso y analítico, también es cierto que fue un hombre apasionado en lo que se refería a la solución del problema agrario mexicano. Muchos de nuestros héroes se hacen acreedores a sus críticas por no haber hecho suficiente para solucionar ese problema, mientras que otros personajes, a los que la historia condena, merecieron sus elogios por haber hecho posible algo para mejorar la situación en el campo.
Desde muy diversos puntos de vista existe coincidencia en cuanto a la importancia de la obra de Molina Enríquez. quisiera citar a tres autores, que representan distintas corrientes del pensamiento y que sin embargo, en esto se muestran de acuerdo.
Arnaldo Córdoba, en la excelente introducción a las más reciente edición de "Los grandes problemas nacionales" afirma: "Si la personalidad constituye un componente y una condición de la historia, como parece indudable, a Molina habría que colocarlo entre las dos o tres grandes personalidades de la Revolución Mexicana".
Emilio Portes Gil, en la introducción a "La Revolución agraria de México" llama a Molina Enríquez insigne mexicano, y afirma que el libro es "La mejor historia de los problemas sociales, económicos y políticos que se ha escrito sobre México, hecha con un espíritu de honestidad mental y de patriotismo indiscutible". Y agrega: "Es indiscutible que Molina Enríquez tuvo una participación muy importante en el contenido de nuestra Carta Magna".
Finalmente, ante la sepultura de Molina, afirmó Luis Cabrera: "Pensó, todavía en las tinieblas de la noche los que otros habrían de pregonar cuando ya estaba amaneciendo. El desentraño de los imprecisos e inexplicables malestares de las masas campesinas, cuál era la causa y cuáles tendrían que ser los remedios de la esclavitud endémica del peón. En este sentido merece ser llamado el verdadera precursor de la Revolución agraria de México".
Andrés Molina Enríquez fue precursor, actor y defensor de la Revolución Mexicana. Su acción no fue armada, se dio en el campo de las ideas, que son causa y propósito de la lucha armada, algunos dirán que fue radical, y en efecto, lo fue, porque estudió los problemas de raíz y propuso, por ello, soluciones radicales, que como él lo demostró, eran las justas, además de ser las convenientes. Otros dirán que fue heterodoxo y también lo fue. Su pasión por el problema agrario de México lo hacía inconformarse con aquellos que no actuaban para solucionarlo.
Pienso que Molina Enríquez radical, heterodoxo, apasionado, fue un gran mexicano que siempre actuó movido por el interés de engrandecer a México, buscando la formación de una nación soberana absoluta de sus destinos y dueña y señora de su porvenir. Al hacerlo no lo hacía movido por la fe, que es producto de una creencia ciega, sino por el convencimiento que resulta de una inteligente certeza.
Por todo lo anterior y con motivo del 75 aniversario del inicio de nuestra Revolución, me permito proponer a esta honorable Cámara que el nombre de Andrés Molina Enríquez sea inscrito con letras de oro en las paredes de este recinto.
Si así lo acuerda este cuerpo colegiado estará rindiendo justo homenaje a un ilustre mexicano y los diputados, al leer este nombre, nos sentiremos obligados a trabajar con pasión inteligente en la solución de "Los grandes problemas nacionales". Muchas gracias.»
Turnada a la Comisión de Gobernación y Puntos Constitucionales.