Que reforma los artículos 84 a 89 de la Ley Federal de Radio y Televisión, a fin de hacer mandato de ley la exigencia de profesionalización para los comunicadores sociales, presentada por el diputado José de Jesús Sánchez Ochoa, del grupo parlamentario del PAN, en la sesión del lunes 8 de julio de 1991
<<Iniciativa de reforma a la Ley Federal de Radio y Televisión Introducción Señor Presidente de la Cámara de Diputados señoras y señores diputados: Quienes por el llamado del pueblo mexicano le servimos como legisladores, hemos de mantener constante atención a los signos de los tiempos, mediante los cuales se hace manifiesta la evolución de nuestra historia.
Somos parte de un pueblo en marcha y en búsqueda constante de su liberación, necesitado de cauces amplios y pacíficos para su convivencia y desarrollo, de caminos seguros para tránsito hacia la tierra de promisión.
Las leyes creadas por nosotros deben ser esos caminos por donde transitemos en justicia y paz hacia la consecución de nuestro destino, hacia la realización de nuestra vocación histórica.
A través de nuestra historia particular hemos alcanzado muchas metas en pos de nuestra liberación.
Muchos hermanos nuestros han sacrificado sus vidas al procurar el logro de sus anhelos, y gracias a ese sacrificio inefable nosotros mexicanos que atisbamos el Siglo XXI podemos pacíficamente construir nuestro presente y prever nuestro futuro.
Una nación como la nuestra de vida compleja necesita mirar con atención y cuidado muchos campos de su existencia. Área fundamental de ese cuidado es el de la palabra hablada y escrita de nuestro pueblo. En efecto, la palabra, nuestra palabra es imagen de nuestra existencia, manifestación de nuestras esencias, expresión de nuestra historia y encarnación de nuestros anhelos y angustias. Todo el cuidado puesto por nosotros en la promoción, protección y desarrollo de esa palabra será siempre insuficiente y reclamará una nueva y generosa dedicación a su siembra, cultivo y recolección.
Nuestra palabra nace y crece todos los días en los diálogos con nuestros padres, hijos, hermanos y vecinos. Se cultiva a nivel nacional a través de los medios de comunicación tan extendidos por los ámbitos todos de nuestra patria, Ahora, aún las más lejanas aldeas de nuestro territorio nacional contemplan impávidas como las ondas hertzianas se hacen voz e imagen de nuestras angustias y dificultades; de nuestros reclamos y satisfacciones; de nuestras luchas y de nuestros logros.
La radio y la televisión llevan todos los días y a cada momento noticias sobre nuestra economía,
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nuestra cultura, nuestras relaciones y sobre nuestra política. Esa información contribuye indudablemente a la conformación de la conciencia nacional, por lo que los representantes de la nación no podemos menos que observar atentamente el fenómeno de la comunicación. Cuando el legislador impone a las difusoras la obligación de divulgar las manifestaciones de la cultura mexicana; estimular la creatividad y la comprensión de los valores nacionales; propiciar la solidaridad y el conocimiento de la comunidad internacional, no hace sino cumplir con uno de sus deberes propios: el de procurar que el pueblo mexicano reciba una información veraz. Todos sabemos que sólo un pueblo verazmente informado puede ser sujeto de su historia y capaz de descubrir su origen y destino. Y sólo cuando sabe aceptar su origen, podrá mantenerse fiel a sí mismo, defender su identidad y alcanzar su destino, mediante la generación de obras y espacios plenos de singularidad, autenticidad, belleza y humanidad en los más variados campos de la cultura. La creación de obras manifestará así vigorosamente el aleteo del espíritu autor de todo pueblo y nación, y constituirá el ambiente propicio para el desarrollo integral de los mexicanos de todos los rincones del país.
En efecto, cuando la simiente de la personalidad encuentra clima propicio y tierra feroz, no puede menos que manifestarse en voluntad libre, inteligencia iluminada y corazón solidario. ˇY que más podemos esperar los diputados democráticos, sino conciudadanos conscientes de su origen y destino! Sólo una comunidad integrada con hombres así será capaz de conocer y responder a su vocación histórica en medio del mar embravecido de los bloques económicos que amenazan con nuevas hegemonías sometidas a la fuerza del dinero.
La radio y la televisión tienen a no dudarlo una influencia decisiva en la formación de la inteligencia, voluntad y sentimiento de nuestros niños, jóvenes y connacionales adultos. La información sobre nuestra realidad nacional difundida por las radiodifusoras y sistemas de televisión contribuye a la comprensión de nuestro presente, previsión de nuestro futuro como base de un verdadero esfuerzo nacional para superar nuestras carencias y realizar nuestras aspiraciones más caras. En efecto, los programas radiofónicos y televisivos pueden contribuir a despertar nuestras facultades creadoras o a inhibirlas. La difusión de sus análisis pueden por su veracidad sensibilizarnos sobre la gravedad de nuestros problemas, y la posibilidad de su solución o por el contrario angustiarnos y destruir nuestra capacidad de respuesta.
La evidente función social de los medios de comunicación hace necesario que, quienes en ellos participan tengan clara conciencia de la naturaleza de su tarea y que la sociedad a través de sus legítimos representantes y disposiciones jurídicas adecuadas cree los cauces normales, para la realización de sus actividades al servicio de la comunidad.
Una somera observación de las diversas programaciones de difusión es suficiente para constatar que la mayoría de las mismas fue preparada y realizada sin tener en cuenta los altos fines que les son propios, ni los mandatos de nuestra legislación. Así por ejemplo: un gran número de estaciones y programas que buscan auditorio juvenil olvidan los fines culturales y promueven una absurda comercialización y las actitudes más instintivas de nuestra juventud, olvidando los auténticos valores y el ennoblecimiento de la vida personal.
Los sujetos activos de estas programaciones son los cronistas, comentaristas, conductores y locutores cuyo lenguaje, expresión y formación cultural dejan una marca en la producción y transmisión de los mismos. Sus gestos, la modulación de su voz, el contenido de sus expresiones, crónicas y comentarios agreden con frecuencia la pureza del idioma y propician el desprecio a la dignidad humana de los integrantes de su auditorio.
Con frecuencia se pisotea la dignidad humana so pretexto de premiar a los participantes en concursos diversos. Muchas veces hemos sido testigos de la manera como locutores en función de entrevistadores imponen sus puntos de vista a los deportistas o ciudadanos a quienes supuestamente se les solicita una opinión. Por otra parte, también conocemos la benéfica influencia ejercida por los cronistas, comentaristas, locutores y conductores poseedores de una personalidad equilibrada, amplia cultura, capacidad técnica y dominio de su función. Ellos contribuyen eficazmente al desarrollo de nuestra nación.
Por eso consideramos que parte del remedio a la situación antes descrita puede estar en la preparación integral de los profesionistas de la comunicación que desempeñan estas funciones. Los estudios de secundaria y bachillerato nos parecen insuficientes para el desempeño de un trabajo de tan alta jerarquía social, sobre todo cuando todos somos sabedores de la caída generalizada en la calidad académica de esos niveles de estudio.
Exigir requisitos más rigurosos de preparación a dichos profesionistas contribuirá a la auténtica profesionalización de esa área de trabajo de tan innegables y profundas repercusiones sociales en
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el lenguaje, recreación y actitudes de nuestra niñez y juventud. Hacerlo así contribuirá a la creación de condiciones más propicias para que la crónica, el comentario, la conducción y la locución contribuyan abundantemente al desarrollo auténtico del pueblo mexicano.
Una educación integral de quienes se sientan llamados a desempeñar tan trascendente profesión puede y debe contribuir a superar las graves carencias culturales y humanas de nuestra comunicación social. Un profesionista de la locución, de la conducción, de la crónica y el comentario técnicamente bien preparado y ampliamente formado en el humanismo conocerá nuestra historia, nuestra idiosincracia, nuestros valores, nuestra lengua así como al mundo que nos rodea y propiciará el alumbramiento de las profundas corrientes de nuestra historia al cumplir su trabajo.
En las manos de profesionistas así la información y recreación proveniente de los medios de comunicación serán herramientas de verdadera superación humana y no de atolondramiento y falsificación como ahora suela suceder. El uso apropiado de nuestro idioma enriquecerá y fortalecerá la palabra nacional como imagen auténtica y dinámica de nuestro ser y quehacer históricos. Podemos ser más, para convivir mejor. La corrupción del lenguaje es parte de la destrucción de nuestra identidad y a mediano y largo plazo puede llevarnos a renegar de nuestra vocación histórica.
Como nación tenemos derecho a aspirar a superiores niveles culturales; tenemos derecho a contar con mejores abogados, médicos, ingenieros, arquitectos y comunicadores sociales... y en general más preparados profesionistas. La legislación vigente en radio y televisión ha sido superada por la realidad nacional cuando en el Capítulo V del Título Cuarto de la ley respectiva sólo exige un certificado de aptitud y capacidad expedido por la Secretaría de Educación Pública para el desempeño de sus funciones. Es un hecho que nuevas generaciones de licenciados en ciencias de la comunicación pugnan por encontrar un espacio para trabajar en los medios de comunicación social. Como legisladores hemos de responder a esa juventud que busca capacitarse más, para servir a su nación creándole un espacio para su desarrollo.
Al hacer mandato de ley la exigencia de profesionalización para los comunicadores sociales antes mencionados no hacemos sino garantizar a la sociedad el veraz, eficaz, suficiente y adecuado servicio de la comunicación social. Además proseguimos el camino de superación trazado cuando por ley nuestros ancestros exigieron un título profesional para el ejercicio de la medicina, la abogacía, la arquitectura, etcétera... Es derecho fundamental de la sociedad el de asegurarse que quienes le sirven en un campo determinado de la actividad humana tienen la aptitud y debida preparación para ello.
Es oportuno exigir un título extendido por una escuela legalmente autorizada y reconocida por la autoridad competente para preparar a los profesionistas de la comunicación, porque hoy en día existen numerosas escuelas y facultades diseminadas a través del territorio nacional que ofrecen ese servicio. Existen pues los lugares y medios idóneos para que quienes sienten el llamado de la comunicación puedan prepararse adecuadamente; la superación de nuestros niveles culturales también reclama una medida así. Nosotros como legisladores podremos reformar la norma para adecuarla a los hechos y situaciones nuevas en el campo de la comunicación, pues la dinámica del derecho lo obliga a acoger las novedades con respuestas jurídicas nuevas.
Consideramos que el texto de los artículos 84, 85,86,87,88 y 89 de la Ley Federal de radio y televisión ya no comprenden adecuadamente asuntos a los que refieren, por lo que proponemos su reforma.
Fundandonos en las consideraciones antes hechas y expuestas, así como en lo dispuesto por los artículos 71 constitucional en su fracción, 73 constitucional en su XVII fracción, y en los artículos 55 fracción II y 56 del reglamento para el Gobierno Interior del Congreso General, los diputados federales abajo firmantes y miembros todos del grupo parlamentario de Acción Nacional, presentamos para su estudio y dictamen el siguiente
PROYECTO DE DECRETO
Artículo único. Se reforman los artículos 84, 85,86,87,88,y 89 para quedar como sigue:
Artículo 84. En las transmisiones de las difusoras sólo podrán trabajar como locutores, anunciadores, cronistas, conductores, informadores y comentaristas, quienes hayan cursado la carrera de licenciado en ciencias de la comunicación y cuenten con el título respectivo.
Artículo 85. Sólo mexicanos poseedores de una licenciatura en ciencias de la comunicación o pasantes de la misma podrán laborar como locutores anunciadores, cronistas, conductores, informadores
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y comentaristas, en las estaciones de radio y televisión del país. En casos especiales la Secretaria de Gobernación podrá autorizar a extranjeros para que actúen transitoriamente.
Artículo 86. Quienes quieran desempeñar las labores de locutores, animadores, comentaristas, conductores cronistas e informadores, habrán de comprobar previamente que han concluido los estudios necesarios para obtener la licenciatura en ciencias de la comunicación, ya mediante la representación del título, o la carta de pasante.
Artículo 87. Todas las difusoras están obligadas a emplear como locutores, anunciadores, comentaristas, conductores, cronistas e informadores, a profesionistas poseedores del título de licenciado en ciencias de la comunicación, o carta de pasante para obtener el susodicho título.
Artículo 88. Los concesionarios o permisionarios de las difusoras podrán emplear estudiantes de dicha carrera para que practiquen por periodos no mayores de 75 días hábiles, previa solicitud de una escuela o facultad legalmente autorizada para la realización de estudios profesionales en ciencias de la comunicación.
Artículo 89. Todos los profesionistas que laboren como locutores, anunciadores, comentaristas conductores, cronistas e informadores, habrán de actualizar periódicamente su preparación en instituciones debidamente acreditadas para ello por la Secretaría de Educación Pública.
TRANSITORIO
Único. Esta Ley entrara en vigor el día siguiente de su publicación en el Diario Oficial de la Federación Salón de sesiones de la Cámara de Diputados, a 8 de julio de 1991.- Diputados: José de Jesús Sánchez Ochoa, Silviano Urzua Ochoa, Gregorio Curiel Díaz, Roger Cícero Mac- kinney, Juan José Medrano Castillo, Rosalia Ramírez de Ortega Fernando Antonio Lozano García, Sergio Alfonso Rueda Montoya, Manuel Ponce González, Leopoldo Homero Salinas Gaytán, Ramiro Pedroza Torres, Gildardo Gómez Verónica, Alfonso Méndez Ramírez, Miguel Díaz Herrera, Jorge Galván Moreno y Alfredo Oropeza García."
(Turnada a la Comisión de Radio, Televisión y Cinematografía. Julio 8 de 1991.)