Cámara de Diputados del Honorable Congreso de la Unión, LXV Legislatura
Versión estenográfica de la sesión solemne para conmemorar los cincuenta años
del golpe de Estado en Chile, celebrada el martes 12 de septiembre de 2023

Apertura de la sesión

Intervenciones

Juan Francisco Espinoza Eguia, Grupo de Amistad México-República de Chile

Beatriz Sánchez Muñoz, embajadora de Chile

Carlos Francisco Ortiz Tejeda

Olga Luz Espinosa Morales, PRD

Jorge Álvarez Máynez, PMC

Jesús Fernando García Hernández, PT

Luis Alberto Martínez Bravo, PVEM

Augusto Gómez Villanueva, PRI

Mariela López Sosa, PAN

Hirepan Maya Martínez, Morena

Marcela Guerra Castillo, Mesa Directiva

Entonación del Himno Nacional

Acta de la sesión

Clausura de la sesión


 
 
 
 
 
 

La presidenta diputada Marcela Guerra Castillo: Solicito a la Secretaría que haga del conocimiento de esta Presidencia, el resultado del cómputo de asistencia de las y los diputados.

La secretaria diputada Fuensanta Guadalupe Guerrero Esquivel: Se informa a la Presidencia que se tienen registrados 333 diputadas y diputados, por lo tanto, hay quórum.

La presidenta diputada Marcela Guerra Castillo (11:51 horas): Se abre la sesión solemne para conmemorar los cincuenta años del golpe de Estado en Chile, en 1973. Damos la bienvenida a nuestros invitados especiales y a todos los presentes.

La presidenta diputada Marcela Guerra Castillo: Damos inicio a esta conmemoración con la intervención del presidente del Grupo de Amistad México-República de Chile, el diputado Juan Francisco Espinoza Eguia, hasta por cinco minutos.

El diputado Juan Francisco Espinoza Eguia: Con su permiso, presidenta.

La presidenta diputada Marcela Guerra Castillo: Adelante.

El diputado Juan Francisco Espinoza Eguia: Compañeras y compañeros, distinguidos invitados especiales, este año conmemoramos el cincuenta aniversario de un episodio que representa uno de los desafíos históricos más grandes del siglo XX.

El cambio político influenciado por el crecimiento verbal abrió las heridas de las venas de América latina en Chile y colocó presiones internas de gravedad detalladas por su entorno y la búsqueda de una nueva visión.

A cincuenta años del golpe, la memoria histórica de los acontecimientos sigue siendo un terreno de disputa para el pueblo chileno y para la región que enfrentamos momentos críticos para los derechos durante aquellos años.

Hoy es obligado recordar a Salvador Allende, nacido en Santiago de Chile en 1908 y médico por la Universidad de Chile, elegido presidente de Chile en 1970, convirtiéndose en el primer presidente socialista en ser elegido democráticamente.

Pero es a partir de la historia que aprendemos los valores de nuestros pueblos y son los hechos que recordamos, el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973, cuando las Fuerzas Armadas de Chile llevaron a cabo un golpe para derrocar el presidente Allende y al Gobierno de la Unidad Popular, tropas del Ejército y aviones de Fuerza Aérea atacaron el Palacio de la Moneda, Allende murió ese mismo día mientras defendía el Palacio de la Moneda, miles de personas fueron detenidas, torturadas o ejecutadas por motivos políticos, así como víctimas de desaparición forzada.

Hoy, los ideales democráticos hermanan nuestras dos naciones y nos unimos a las voces de aquellos tiempos. Nunca más permitiremos que la voluntad del pueblo sea arrebata por la fuerza de unos pocos.

El golpe de Estado tuvo consecuencias devastadoras para Chile, miles de personas fueron detenidas, torturadas o desaparecidas y la represión política fue despiadada. Durante los años de gobierno de Pinochet, se implementó un régimen autoritario que restringió las libertades civiles y políticas.

Es importante destacar, que el golpe de Estado en Chile sigue siendo un tema altamente controvertido y doloroso para muchas personas. Al abordarlo debemos recordar la importancia de la verdad, la justicia, y lo más importante es la reconciliación.

Hoy, en la Conmemoración del Cincuenta Aniversario del golpe de Estado en Chile, recordamos un pasaje oscuro en la oscuridad de Latinoamérica, que debe ser recordado y analizado con seriedad y con respeto. Para México debe ser un recordatorio para impedir que las dictaduras disfrazadas se impregnen en nuestras instituciones.

En México hemos luchado y seguiremos defendiendo las instituciones del Estado, para desactivar estos gobiernos autoritarios que confrontan al pueblo y lastiman seriamente el tejido social.

Desde este recinto levantemos la voz, para que en todas las naciones la paz y el desarrollo sean una realidad donde las diferencias sirvan para unir y jamás para dividir. Es cuanto, presidenta.

La presidenta diputada Marcela Guerra Castillo: Gracias, diputado Juan Francisco Espinoza Eguia.

La presidenta diputada Marcela Guerra Castillo: Para hablar sobre este importante acontecimiento, se proyectará un video con la intervención de la excelentísima señora Beatriz Sánchez, embajadora de Chile en México.

(Proyección de video)

La embajadora Beatriz Sánchez Muñoz: Hola, como están soy Beatriz Sánchez Muñoz, soy la embajadora de Chile en México y quiero mandarles un saludo a todas las diputadas, a todos los y diputados, y agradecerles por el gesto de hacer una sesión especial a propósito de la conmemoración de los cincuenta años del golpe de Estado en Chile. Les estoy hablando desde Santiago, con La Moneda de fondo, tan característica, ¿no? Mando este mensaje el 11 de septiembre, justo cuando se cumplen estos cincuenta años. Y quiero agradecerles los gestos que han tenido.

Es más, estoy justamente en Chile, porque recibimos al presidente Andrés Manuel López Obrador, que vino a conmemorar junto con nosotros esta fecha tan particular. Y lo hace por que no solamente tenemos la mejor relación entre Chile y México, sino porque México fue un país fundamental para Chile en los momentos más oscuros. Cuando se instala la dictadura de Chile, México abrió sus puertas para miles de chilenas y chilenos. Y encontraron en México su hogar en el momento del exilio, donde pudieron hacer su vida y donde México los acogió con los brazos abiertos. Y eso lo queremos agradecer y lo queremos dejar puesto sobre la mesa.

Pero también México hoy día hace propia esta conmemoración, señalando que Chile no está solo, que lo que le pasó a Chile ese 11 de septiembre de 1973 con el quiebre democrático, con radiación, con tortura, con exilio, con muerte y desapariciones es algo que afectó a América Latina completa, al mundo también.

La figura de Salvador Allende no solamente es un ícono para Chile, sino también es señero para América Latina. Y eso es algo que agradecemos profundamente. Y por eso desde Santiago de Chile, con La Moneda de fondo, quiero mandarles un tremendo abrazo, un tremendo abrazo del pueblo chileno.

Decirles gracias, decirles que así es como se hace hermandad. Cuando decimos que son pueblos hermanos no es solamente para dejarlo en un papel, es porque hay hechos y acciones concretas que lo definen. Y esta es una de ellas. Así que, diputadas, diputados, muchas gracias desde Santiago de Chile.

(Fin del video)

La presidenta diputada Marcela Guerra Castillo: Muchas gracias a la embajadora.

La presidenta diputada Marcela Guerra Castillo: Ahora tiene la palabra el diputado Carlos Francisco Ortiz Tejeda hasta por cinco minutos, pero quien se está desplazando a este pleno debido a un problema de movilidad y vamos a esperar un momento a que se integre con nosotros.

La presidenta diputada Marcela Guerra Castillo: Tiene el uso de la palabra el diputado Carlos Francisco Ortiz Tejeda hasta por cinco minutos. Adelante, diputado.

El diputado Carlos Francisco Ortiz Tejeda: Antes que nada, quiero dar gracias al pleno, que aceptó la propuesta de los miembros de la Jucopo para otorgarme la distinción de hablar durante cinco minutos en esta sesión solemne. Ustedes le han dado a un ser humano, correligionario o no, la oportunidad de revivir, ya en su última etapa, algunos de los momentos más justificables de su, de mi existencia.

No voy a destinar este tiempo a un discurso que ni siquiera me atreví a formular. Voy a intentar el relato de algunos de los momentos más intensos que vivimos cuando viajamos a Chile a buscar la verdad de lo que ahí acontecía porque, obviamente, desconfiábamos de la gran mayoría de las agencias de noticias extranjeras y, por supuesto, de los medios electrónicos nacionales.

El primer duro golpe fue la visita al Estadio Nacional, convertido en trágicas mazmorras, donde muertos de hambre y torturas estaban hacinados cientos de chilenos, cuyo común denominador era su evidente condición proletaria. Era un mitin de miserables. Pero además azotados, torturados, masacrados y muchos de ellos finalmente exterminados. Ahí, se sabe, cortaron las manos, aún con vida, a Víctor Jara.

Afuera, una multitud de familiares y amigos de los detenidos nos rodeaban y pedían nuestros micrófonos para quejarse, denunciar y casi unánimemente gritar su indignación, su rabia y dolor por lo que estaba sucediendo. Desafiando a los soldados que resguardaban el estadio, hacían gala de su allendismo y condenaban la felonía y la traición.

Rechazaban los infundios de que Allende había armado a los obreros y a los estudiantes y gritaban una prueba irrefutable: “Si el pueblo tuviera armas, los milicos estarían en sus cuarteles.

Refutaban la versión del suicidio con las propias palabras del presidente, pues diversas ocasiones había afirmado: “Sin tener carne de mártir, no daré un paso atrás. Solo acribillándome a balazos podrán impedir que cumpla. Si me asesinan, el pueblo seguirá su ruta, colocado en un tránsito histórico pagaré con mi vida la lealtad del pueblo”.

Una vez más, al final de su vida Allende cumpliría su palabra. Thomas Moro 200 era la dirección donde se ubicaba la casa familiar de Salvador Allende. Gracias a una equívoca identificación logramos penetrar al territorio al que a nadie le estaba permitido acceder.

Un joven militar nos fue guiando por la casa, que se encontraba destruida y saqueada. El milico se acercó a una ventana y con el cañón de su metralleta enderezó dos cuadros tirados boca abajo. Los vio, los sacudió y los puso frente a nosotros comentando al tiempo: “Y esos extraños caballeros ¿quiénes serán?”.

Como si una bayoneta me hubiera atravesado los ijares, salió de mí un quejido. Me desplomé sobre el escritorio, porque los rostros de esos caballeros desconocidos correspondían a dos mexicanos: Lázaro Cárdenas y Benito Juárez.

Neftalí Reyes, más conocido en el mundo como Pablo Neruda, murió el 23 de septiembre, 12 días después de que su entrañable amigo Salvador Allende Cayera. Su sepelio partió de su conocida casa, conocida como La Chascona, que había sido asaltada e incendiada días antes. Seguramente porque el ejército tenía sitiada la casa el cortejo fúnebre estaba formado por 40 o 50 personas a lo mucho, sobre todo, del ámbito diplomático.

Sin embargo, al llegar la carroza a la primera esquina, comenzaron a abrirse sigilosamente puertas y ventanas, y a aparecer los vecinos que al paso del cortejo se santiguaban y musitaban algunas jaculatorias. Momentos después, del transporte público empezaron a descender infinidad de personas de diversos sectores sociales y se fueron sumando a la columna que crecía cada momento. De pronto surgió una voz femenina, pero potente y lanzó un grito estentóreo: Neruda, Allende, un solo combatiente. Primero, silencio y miedo, luego rencor y rabia.

Otra voz replicó el primer grito y surgió otro y otro. Me invadió el miedo. Los jóvenes cadetes se mostraban nerviosos, confundidos, afianzaban sus armas y las tanquetas paseaban sus cañones por encima de nuestras cabezas, pero ya para ese entonces había una gran multitud y esa multitud seguía gritando: Neruda, Allende, un solo combatiente.

Pero esto no había terminado, esa misma voz femenina se volvió a escuchar en todo el mitin, en toda la manifestación y comenzó a decir, a cantar la canción de los comunistas del mundo, convocaba a la unidad y les decía: Arriba pobres del mundo.

Yo me aterré, sabía que estaba en riesgo absolutamente todo, pero cuando la gente comenzó a cantar la canción, cuando se inundó la calle con el himno de La Internacional tuve que comerme mi miedo y con voz estremecida comenzar a decir: Arriba víctimas del mundo, arriba todos a luchar por la justicia proletaria viva la Internacional.

Cayó Allende. Dice un escritor español que hay ciertos hombres que cuando mueren no se les entierra, al contrario, se les siembra. Allende fue uno de esos y por eso estamos viendo resurgir lo que hace 50 años que se creía muerto.

Allende entró a La Moneda por la fuerza del pueblo. Ganó legítima y democráticamente su elección. Los militares lo echaron fuera. Ahí cayó Salvador Allende, pero que no olvide el fallo del mundo, que no olviden que ahí cayó Allende, pero cayó como quien se levanta. Muchas gracias.

La presidenta diputada Marcela Guerra Castillo: Muchas gracias, diputado Carlos Francisco Ortiz Tejeda.

La presidenta diputada Marcela Guerra Castillo: Se otorgará el uso de la palabra a los grupos parlamentarios en orden ascendente, hasta por cinco minutos, para referirse a esta conmemoración. Tiene el uso de la palabra... A ver, un momento por favor, secretaria. Sí, adelante, Dígame.

El diputado Carlos Francisco Ortiz Tejeda: Para que, si la Presidencia de la Cámara me lo permite, voy a poner en sus manos un disco duro que contiene los documentales tomados en Chile. Esto es para ustedes.

Yo soy el dueño de esos derechos y los cedo en este momento para que ustedes pidan las copias que quieran para ustedes, sus suplentes, los funcionarios de la Cámara y los trabajadores de servicio. Así cumpliremos otro compromiso, que el mundo sepa lo que aconteció en Chile.

La presidenta diputada Marcela Guerra Castillo: Diputado Carlos Francisco Ortiz, esta Presidencia le agradece su generosidad. Lo aceptamos y veremos la forma de publicarlo en tiempo y forma. Muchas gracias, diputado.

La presidenta diputada Marcela Guerra Castillo: Honorable asamblea, se va a dar el uso de la palabra a la diputada Olga Luz Espinosa Morales, del Partido de la Revolución Democrática, hasta por cinco minutos para esta conmemoración.

La diputada Olga Luz Espinosa Morales: El odio para mí quedó atrás, no vuelva nunca. Sigue hacia el mar, tu canto es río, somos la paz. Frase de Víctor Jara. Con su permiso, presidenta.

A cincuenta años del golpe de Estado en Chile, las voces que intentaron ser acalladas siguen reclamando justicia. Los refugiados siguen añorando sus hogares, sus familias, sus vidas, su patria.

La acción militar que tuvo como consecuencia el derrocamiento de un régimen democrático ha sido y debe ser condenado como uno de los actos más violentos y cuyas consecuencias solo se pueden comprender a través del dolor y el terror. Que las miles de muertes, desapariciones y torturas dejaron como cicatrices en la memoria del pueblo chileno y de la comunidad internacional, y desde luego, desde luego México.

Las secuelas del golpe de Estado acaecido el 11 de septiembre de 1973, en el que se dio fin al gobierno del gran Salvador Allende, quien se convirtió tres años antes en presidente a través de la vía democrática. Para desgracia, para muy desgracia del pueblo chileno fueron innumerables actos caracterizados por persecuciones, allanamientos, detenciones arbitrarias, torturas y asesinatos.

Así lo han documentado entre otros la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y ha afirmado que las mencionadas acciones fueron sistemáticas, según información oficial del 11 de septiembre de 1973 al 11 de marzo de 1990, hubo entre 3 mil y 10 mil personas asesinadas y desaparecidas, así como más de 40 mil torturadas y 250 mil exiliadas.

La dictadura chilena encarnó la peor de las facetas de un régimen, la cancelación de derechos a través de la anulación de los procesos democráticos buscó imponer mediante la represión la desarticulación política y el control de los medios de comunicación con una narrativa hegemónica.

Narrativa en que la verdad se construía desde la concepción de un solo hombre, se buscó desaparecer y eliminar una memoria colectiva, las memorias de la resistencia, las posibles alternativas y se buscó a toda costa que opositores a la dictadura mediante una represión cada vez más selectiva, pero igualmente mortífera fueran desaparecidos y silenciados.

Conmemorar nos responsabiliza a no olvidar que el golpe de Estado trajo consigo no solo la trágica desaparición del gran Salvador Allende, de quien había sido elegido democráticamente para dirigir el destino de Chile, sino subsecuentemente la profundización de la violencia sistemática hacia los equilibrios democráticos.

Hoy, debemos conmemorar la memoria de hombres y mujeres que ofrendaron sus vidas por una patria democrática y con futuro para sus hijas y sus hijos.

Hoy como hace medio siglo el pueblo de México reconoce en el pueblo chileno un ejemplo de temple y valentía, con respeto conmemoramos su esfuerzo y fortaleza para atrincherarnos en las acciones de los familiares, de los detenidos, de los desaparecidos que realizaban protestas con las fotos de los ausentes y que defendieron y lucharon con las marchas y manifestaciones que junto a procesos organizativos clandestinos construyeron redes comunicantes, cuyo objetivo siempre fue mantener viva la esperanza del retorno de la democracia.

Hoy, más que nunca, hoy más que nunca que se siga escuchando al gran Víctor Jara, a Pablo Neruda y sobre todo a las miles de mujeres que frente al Palacio de la Moneda gritan –nunca más una dictadura-. Por su atención, muchas gracias. Es cuanto diputada.

La presidenta diputada Marcela Guerra Castillo: Muchas gracias, diputada Olga Luz Espinosa Morales.

La presidenta diputada Marcela Guerra Castillo: Tiene el uso de la palabra, hasta por cinco minutos, el diputado Jorge Álvarez Máynez, del Partido Movimiento Ciudadano, hasta por cinco minutos.

El diputado Jorge Álvarez Máynez: Buenos días, compañeros, compañeras. Muy emocionante que este Congreso rinda una sesión solemne a una fecha significativa. El golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 es un cambio de época en la geopolítica, en la política global, en el mundo.

La llega de Allende al poder es también un cambio de época en sí misma. Significó el primer gobierno socialista elegido en las urnas. Significó el fin de una larga discusión de la izquierda mundial en los sesentas, en los setentas, sobre si la vía para llegar al poder eran las armas o eran las boletas electorales.

Aquí tenemos a muchas, a muchos compañeros precursores de esa lucha, de ese momento histórico. Particularmente destaco a mi compañera Amalia García, aquí presente, pero por supuesto, también a compañeras y compañeros que a través de ellos mismos o de sus hijos, aquí presentes algunos, estuvieron en esa discusión.

También decir que en México esa discusión pudo llegar a puerto gracias a un hombre de Estado que merece ser recordado hoy, honrado, a don Jesús Reyes Heroles, que aceptó en 1977 una reforma político-electoral que le abrió la vía electoral a la izquierda.

Hace unos años, hace diez años platicaba yo con un político regiomontano, con un político del PRI, regiomontano, y me decía: ¿sabes?, yo que admiraba a esos hombres, a esas mujeres, Jorge, entre los que, por supuesto está mi padre, militante del Partido Comunista, del Partido Socialista Unificado de México, dice, me lo dijo con ese desparpajo, que les dábamos unas madrizas en cada elección y se presentaban a la siguiente. Que les hacíamos fraude en una elección y a la siguiente ahí estaban dando la lucha. Que iban y cuidaban sus casillas, que iban y se postulaban y que no dejaban de luchar por los ideales que tenían.

Ese legado lo marcó como punto de inflexión el triunfo electoral de 1970, de Salvado Allende en Chile. También marcó un cambio de época el golpe de Estado, porque a partir del 73 florece una nueva etapa, una nueva era en los derechos humanos. Hasta antes del 73 los derechos humanos eran una discusión entre Estado, eran producto de convenio, de acuerdos, de tratados internacionales que se daban básicamente entre Estados.

En el 73 surge la vía de la sociedad civil en defensa de los derechos humanos. Las organizaciones que hoy tenemos en el país, en el mundo, pero fundamentalmente en México en la defensa de las víctimas, las denuncias de tortura por parte de la sociedad civil, la lucha organizada desde la sociedad en defensa de los derechos humanos, la masificación de esta agenda de derechos humanos que es la bandera fundamental de Movimiento Ciudadano en nuestro paraguas ideológico se da en el 73, las primeras organizaciones en defensa de víctima.

También es muy importante recordar, como lo decía la embajadora Beatriz Sánchez, que es una enorme distinción para México que Beatriz Sánchez sea la embajadora de Chile en México por lo que representa.

Una época del exilio, una red internacional de chilenas y chilenos exiliados que fue ejemplar, que le ha dado a México grandeza cultural, que le ha dado un patrimonio del que nos sentimos orgullosos los mexicanos, las mexicanas. Salieron 200 mil chilenas, 200 mil chilenos a organizarse, muchos de ellos grandes amigos nuestros y de esos es un orgullo decir que 1 de cada 10 llegó a México.

Y también hay que reconocer, como reconocía Reyes Heroles, como hombre de Estado, esa política exterior mexicana que nos definió como un país que acogía a los exiliados y que les daba una ruta de vida y que entendía el valor que eso significaba.

En momentos en donde se persigue a los migrantes, en donde se les encarcela, hay que recordar esa época dorada de la política exterior mexicana que contrasta, contrasta con que hoy en la visita de Estado del presidente de la República Mexicana a Chile, lo acompañan los secretarios de la Marina y de la Defensa. Ese no es un mensaje correcto al pueblo chileno en la conmemoración de 50 años del Golpe de Estado.

Y quisiera cerrar con una frase de Salvador Allende, que me gusta mucho de su último discurso: el pueblo debe defenderse, pero no sacrificarse. El pueblo no debe dejarse arrasar ni acribillar, pero tampoco puede humillarse, que su valentía, el valor que tuvo de enfrentar el momento más importante que tiene un ser humano, que es la muerte, sea ejemplo para todas y para todos. Allende vive, compañeras y compañeros.

La presidenta diputada Marcela Guerra Castillo: Gracias, diputado Jorge Álvarez Máynez.

Esta presidencia saluda al excelentísimo señor Marcos Rodríguez Costa, embajador de Cuba en México, a Juan Francisco Mason Izquierdo, primer secretario de la Embajada de Chile en México, al ciudadano Gonzalo Martínez Ulloa, hijo del ex embajador Gonzalo Martínez Corbalá, a la doctora Fernanda Navarro, y a estudiantes de derecho e historia del pensamiento, plantel Aragón de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Sean ustedes bienvenidas y bienvenidos a este recinto.

La presidenta diputada Marcela Guerra Castillo: Tiene ahora el uso de la palabra el diputado Jesús Fernando García Hernández, del Partido del Trabajo, hasta por cinco minutos.

El diputado Jesús Fernando García Hernández: Ánimo. Sáquense un diez. Con el permiso de la Mesa Directiva, con el permiso del pueblo de México. Con el respeto al pueblo de Chile.

La presidenta diputada Marcela Guerra Castillo: Adelante, diputado.

El diputado Jesús Fernando García Hernández: (Reproducción de audio: Venceremos, mil cadenas habrá que romper, venceremos, venceremos, al fascismo sabremos vencer).

Hablar del golpe de Estado en la hermana República de Chile, ocurrido hace cincuenta años, es hablar de una página oscura en la historia de nuestra sufrida América Latina, una oscuridad que en su sombra albergó la perversidad de un renovado modelo de dominación. Un golpe de Estado orquestado por el gobierno de Estados Unidos que le arrebató la vida al presidente Salvador Allende, calificado por el poeta Pablo Neruda como el nixonicidio.

Es recordar aquel 11 de septiembre de 1973, cuando la fuerza de la sinrazón de las armas derrocó a un gobierno democráticamente electo, un gobierno encabezado por el presidente Allende, quien al igual que muchos otros luchadores por la justicia e igualdad social fueron víctimas mortales de este oprobioso hecho.

Un golpe de Estado que demostró estar equivocado, que puso en evidencia que las oligarquías fascistas y el imperialismo están siempre dispuestos a recurrir a la violencia genocida, en defensa de sus intereses de clase y del modelo de explotación que los alimenta y que los distingue.

Un acontecimiento que truncó un luminoso proceso de revolución pacífica que dio puerta abierta al neoliberalismo que afecta a tantos pueblos del mundo, entre ellos, el nuestro.

México, fiel a su tradición diplomática, supo albergar y proteger en su embajada a víctimas del golpe a un Estado democrático.

El acontecimiento llevó a consolidar en la práctica, un derecho de asilo entre la nación sudamericana y nuestro país, que ha hecho posible, además, un fructífero intercambio cultural y económico entre nuestros pueblos.

Hoy que los nuevos tiempos han dado paso a gobiernos legítimos surgidos de la voluntad popular expresada en las urnas, nos llama a la reflexión el golpe de Estado ocurrido en Chile, una reflexión para comprender y de mencionar los avances sociales de ahora que no pueden y no deben ser atendidos, dejando de lado el determinante papel que en ello ha tenido desde entonces la lucha social encabezada por el presidente Allende.

Un estadista que garantizaba la vigencia de un Estado lleno de esperanza legítima para su pueblo, un presidente que supo enarbolar aspiraciones justas de su pueblo, que luchaba por hacer realidad los principios soberanos del nacionalismo y autodeterminación.

Un progresismo diplomático de México presente desde el primer momento del asalto armado al Palacio de la Moneda, sede del Poder Ejecutivo chileno, permitió proteger a ciudadanos inocentes acusados injustamente y despojados de sus garantías constitucionales.

Hoy, a medio siglo de ocurrido el golpe de Estado en Chile, generó la migración del gran número de personas que se vieron en la penosa necesidad de abandonar la tierra que los vio nacer, en búsqueda, precisamente, de protección a sus derechos que la dictadura les arrebató. Muchas de estas personas, entre quienes estaban y están profesionistas e intelectuales, fueron asilados en nuestro país, en México.

Por fortuna de la Academia Mexicana, se integraron a nuestras instituciones donde sus conocimientos han sido favorables para el proceso de enseñanza que mucho ha servido y sirve al libre pensamiento y difusión de las ideas.

A cincuenta años del golpe de Estado en Chile, un hecho que, reiteró, muchos lamentamos del Grupo Parlamentario del Partido del Trabajo, se une a las voces que reprueban el acontecimiento y hace patente su solidaridad con el pueblo de la nación andina.

Elevamos nuestra voz porque los anhelos de paz y justicia social de nuestros pueblos sean una realidad, porque las voces en demanda de condiciones de igualdad se escuchen, se atiendan y se resuelvan, porque ya no se repitan los hechos vergonzosos como el que hoy recordamos en este día, porque sean acontecimientos que nos llamen a la reflexión permanente, porque no sea la fuerza de la arbitrariedad y la sinrazón la que se imponga contra el deseo de la voluntad mayoritaria, porque sea el cauce democrático al medio a través del cual se expresen y se diriman las diferencias, porque todas las voces y expresiones, tal y como lo demanda la ley, sean atendidas y ampliamente escuchadas.

Hagamos pues, un alto para atender la ruptura institucional en Chile aceptada por el cobarde asalto militar de hace cincuenta años que dio paso a la implantación de un proyecto arbitrario de dominación. Porque impere el sentido de la fuerza de la razón y nunca más la razón de la fuerza. Unidad nacional. Todo el poder al pueblo. Unidad nacional. Todo el poder al pueblo.

(Reproducción de audio: Venceremos, venceremos. Venceremos. Venceremos). Viva la República de Chile.

La presidenta diputada Marcela Guerra Castillo: Gracias.

El diputado Jesús Fernando García Hernández: Viva México.

La presidenta diputada Marcela Guerra Castillo: Gracias, diputado Fernando García Hernández. Y tenemos como invitado, del Grupo Parlamentario del Partido del Trabajo, al padre Sergio Benítez Gutiérrez, mejor conocido como, Fray Tormenta. Muchas gracias. Bienvenido siempre.

La presidenta diputada Marcela Guerra Castillo: Tiene ahora el uso de la palabra, hasta por cinco minutos, el diputado Luis Alberto Martínez Bravo, del Partido Verde Ecologista de México.

El diputado Luis Alberto Martínez Bravo: Con el permiso de la Presidencia.

La presidenta diputada Marcela Guerra Castillo: Adelante.

El diputado Luis Alberto Martínez Bravo: Trabajadores de mi patria, quiero agradecerles la lealtad que siempre tuvieron, la confianza que depositaron en un hombre que solo fue intérprete de grandes anhelos de justicia.

Estas palabras que pronunció Salvador Allende en su último mensaje a la nación minutos antes de ser asesinado, junto con aquellas pronunciadas en la Universidad de Guadalajara de diciembre de 1970, resumen la vida de un hombre que se entregó a las causas populares, que se preocupaba por que todos pudieran acceder a un trabajo digno, donde los más pobres recibieran atención médica y las y los hijos de los trabajadores y los campesinos tuvieran cada vez más espacios en las universidades públicas. Un líder que apostó por la revolución de las conciencias y por la transformación pacífica de la realidad chilena y latinoamericana.

Hoy conmemoramos el cincuenta aniversario de aquel fatídico 11 de septiembre de 1973, fecha en que sucedió un golpe de Estado en Chile, tras el cual surgiría en un régimen militar que durante 17 años causó sufrimiento y dolor al pueblo chileno, haciéndolo víctima de las violaciones sistemáticas a los derechos humanos con torturas, desapariciones forzadas y asesinatos.

Ese 11 de septiembre de 1973 la brutalidad terminó con el proyecto de la Unidad Popular en Chile, que duraría en el poder poco menos de tres años. El golpe, llevado a cabo con respaldo del gobierno estadounidense, fue ejecutado por militares bajo el mando de Augusto Pinochet.

Este acontecimiento supuso no solo a la más alta traición de los militares al pueblo chileno, que eligió en las urnas al doctor Salvador Allende como su presidente, sino también lamentablemente la restitución de los privilegios de las élites que durante años mantuvieron en la pobreza a los sectores más marginados de la sociedad.

El golpe de Estado en Chile truncó las aspiraciones de un gobierno que enfocó sus baterías a garantizarle a su población condiciones de justicia e igualdad. La consolidación de la dictadura militar trajo consigo la suspensión del Congreso, la represión constante de la población, el control de los medios de comunicación y la ruptura del tejido social, que aún después del plebiscito que quitó el poder a Pinochet tardó mucho tiempo en ser restaurado. Este régimen de terror dejó entre 3 mil y 10 mil personas asesinadas y desaparecidas, 40 mil torturadas y 250 mil exiliadas.

Este acontecimiento ocurrido hace medio siglo no recuerda la fragilidad que pueden tener las democracias cuando son acechadas por las ambiciones de quienes buscan hacer prevalecer sus intereses particulares, aunque con ello se afecta el interés general y la construcción de sociedades más justas, equitativas e incluyentes.

Si bien es cierto que a Chile y a México nos unían antes del golpe profundos lazos de amistad, éstos se fortalecieron tras recibir a miles de chilenas y chilenos que, como consecuencia de la persecución por el régimen de Pinochet, se vieron obligados a salir hacia el exilio.

Aprovecho este momento para destacar el papel de Gonzalo Martínez Corbalá, embajador de nuestro país en Chile cuando se produjo el golpe, quien, siguiendo la mejor tradición de la diplomacia mexicana, acompañó personalmente a la familia del presidente Allende en su viaje a México y no escatimó esfuerzo alguno para proteger al mayor número de personas posible.

México mantiene vigentes las aspiraciones del presidente Salvador Allende de garantizarle a todos, especialmente a los más desposeídos, condiciones de justicia e igualdad que les permitan acceder a una vida digna. Principios que orientan, sin lugar a dudas el proceso de transformación en marcha en nuestro país.

Hoy, a 50 años del golpe de Estado en Chile, las y los latinoamericanos debemos comprometernos a no permitir que nunca más un gobierno electo democráticamente sea derrocado por la fuerza y la sinrazón. Muchas gracias. Es cuanto.

La presidenta diputada Marcela Guerra Castillo: Gracias. Gracias, diputado Alberto Martínez Bravo.

La presidenta diputada Marcela Guerra Castillo: Tiene el uso de la palabra el diputado Augusto Gómez Villanueva, del Partido Revolucionario Institucional, hasta por cinco minutos.

El diputado Augusto Gómez Villanueva: Con permiso, distinguida presidenta.

La presidenta diputada Marcela Guerra Castillo: Adelante, diputado.

El diputado Augusto Gómez Villanueva: Antes de empezar a correr mi tiempo, pido a la Mesa Directiva me permita saludar a los miembros de la familia, en la presencia de Gonzalo Martínez Ulloa, hijo del distinguido y ejemplar embajador Gonzalo Martínez Corbalá, orgullo del servicio diplomático mexicano, mi amigo y compañero en una gran parte de nuestras vidas con los militantes del Partido Revolucionario Institucional y de la corriente revolucionaria de México. Y para reconocer al coordinador de la fracción de nuestro partido, Rubén Moreira, por haber promovido que esta sesión, calificada primero como ordinaria, se le diera el rango de solemne en homenaje al presidente Salvador Allende.

Dicho lo anterior, con permiso de la Presidencia, doy inicio a mi participación. Siendo presidente de la República el licenciado Luis Echeverría, tuvo a bien dictar el decreto por el que México observó luto oficial en homenaje a la memoria del presidente de Chile, y la Bandera nacional fue izada a media asta en todos los edificios públicos.

Otros pueblos del mundo, conmovidos ante tan fausto sucedo, manifestaron sus condolencias e indignación por el asesinato de un jefe de Estado de la dimensión del presidente Allende.

Salvador Allende, militante de las corrientes democráticas en Chile, concibió en su momento el camino de la unidad popular para arribar por medio de los votos al socialismo democrático que le costó la vida, en el cual afloraron las fuerzas de la derecha global, que en su conjunto provocaron la desestabilización de un país que había escogido con ilusión libertaria un nuevo orden social.

Puedo decir con orgullo que compartí con mi inolvidable amigo y compañero Gonzalo Martínez Corbalá los días que precedieron al drama. Conviví con el presidente Echeverría y el presidente Allende el viaje que hicimos a Guadalajara, y su diálogo fraterno, enorgullecidos por el respeto a la soberanía y el respeto a los derechos económicos de los Estados y los pueblos de América.

Viví la emoción de aquellos dos presidentes llenos de sencillez, que sus palabras eran la voz de dos grandes pueblos de América. El presidente Allende se dirigió a los jóvenes estudiantes, maestros y autoridades académicas de la Universidad de Guadalajara para reflexionar sobre el papel de la juventud y su responsabilidad, que era llevar sus conocimientos al pueblo para acabar con la pobreza, la desigualdad y la injusticia de nuestro pueblo.

Escuché a aquel hombre emocionado, con voz vibrante con que trascendió los confines de las aulas universitarias para trasladarse a esta Cámara de Diputados en que recordó su amistad con el general Lázaro Cárdenas y rindió homenaje a la memoria de Benito Juárez, y se recordó que sus años sirvieron como referencia a su histórica lucha.

Cito al prócer. “Cuando levanté mi voz ella estará fortalecida por la voz de ustedes. Mi palabra será la de ustedes, palabra que tiene la fortaleza del petróleo nacionalizado y de la tierra a través de la revolución agraria. Estará fortalecida porque México me ha entregado su experiencia y una voluntad revolucionaria y porque lo que acontece hoy en Chile sucedió en México y seguirá sucediendo con todos los pueblos que busquen el camino de su liberación y de su independencia económica, porque el proceso dialéctico nos enseña que hay imperialismo porque hay subdesarrollo y hay subdesarrollo porque hay imperialismo”.

Puedo decir orgullosamente como miembro de la Confederación Nacional Campesina que compartí con Alfredo Bonfil, líder de nuestra histórica organización, el honor de acompañarlo para que conociera un ejido colectivo en El Arenal, en Jalisco y la entrega de la medalla Emiliano Zapata en reconocimiento al decreto de ese gran presidente revolucionario al expropiar la mina de cobre de El Teniente y su lucha por entregar a sus hermanos campesinos la tierra de la que secularmente habían sido desposeídos y desde ahí se sumarían dos pensamientos en una misma acción.

Que nos sirva la lección que con el asesinato artero de un prócer como Salvador Allende se abrió no solamente una página de dolor para su pueblo, sino que se transformó en varias décadas desde que se guillotinó la libertad y se cercenaron los derechos humanos, se mataron las esperanzas y se encarceló y asesinó a hombres y mujeres que representaban la generación en la cual se había depositado el ideal de construir un mundo mejor.

Porque la historia es experiencia y la ideología se forma a través de la suma de libertades que le da al ser humano su rango y su dignidad, por ello en este día recordamos a  Allende con el valor que tuvo de haberse sumado al pensamiento de un presidente como Luis Echeverría, recogiendo la voz y el pensamiento de los pueblos de América Latina.

Los asesinos pretendieron ocultar su felonía criminal y su incalificable traición, pretendieron destruir los hechos consumados del bombardeo y la metralla aérea, por el suicidio del prócer, sin pensar que la verdad le daría la grandeza de héroe a quien pretendieron restarle su dimensión histórica por la calumnia cobarde y la visión fantasiosa.

Olvidarse que se puede eliminar la vida de un hombre, pero no los ideales ni la esperanza de su pueblo que sembró en sus sueños de acabar con la desigualdad y la pobreza del coloniaje, y sembró la semilla de libertad que renace todos los días en las nuevas generaciones, como hoy ha renacido en el Chile de nuestros días y la América de nuestro tiempo. Muchas gracias.

La presidenta diputada Marcela Guerra Castillo: Muchas gracias, diputado Augusto Gómez Villanueva.

La presidenta diputada Marcela Guerra Castillo: Tiene el uso de la palabra la diputada Mariela López Sosa, del Partido Acción Nacional, hasta por cinco minutos.

La diputada Mariela López Sosa: Compañeras diputadas, compañeros diputados, el 11 de septiembre de 1973 pasó a la historia como un día oscuro para Chile y su democracia. Es recordado en todo el mundo como el día en que la democracia chilena vería su marcha detenida de manera abrupta y violenta por un golpe de Estado, un día que daría inicio a una etapa autoritaria y de represión que no debe volver. Una etapa oscura que dejaría tras de sí a miles de desaparecidos, muertos, torturados, detenidos y exiliados.

Miles de chilenos sacrificaron su libertada e incluso hasta su vida, para oponerse a quienes ostentaban un poder que usurparon por la fuerza, un poder que había sido otorgado por los ciudadanos en las urnas de manera pacífica y democrática a un presidente que abogaba por la justicia social, que defendía a las instituciones, las leyes y la democracia y cuyo nombre no será olvidado ni por el pueblo chileno ni por el resto del mundo, Salvador Allende Gossens.

El 11 de septiembre de 1973, las fuerzas armadas encabezadas por José Toribio Merino y por Gustavo Leigh, aprovecharon la concentración de las fuerzas armadas en la capital Santiago para dar un golpe mortal a la democracia chilena y sus instituciones.

Aquella mañana, la sede de gobierno, el Palacio de la Moneda fue rodeado de tanques bombardeando y atacando por quienes tenían la obligación de defender a Chile y a los chilenos, a sus instituciones y su democracia.

Salvador Allende fallecería en medio del asedio de la violencia y de la traición, se impusieron el autoritarismo y la brutalidad de un régimen castrense que buscaba cooptar a las instituciones y aplastar cualquier tipo de oposición que buscaba callar a quienes discrepaban o pensaban diferente para imponer su visión.

Lo que ocurrió en Chile es un hecho que conmocionó al mundo y que debe consternar a quienes se consideran asimismo como demócratas. El golpe de Estado y la instalación de la dictadura dejaron profundas heridas que hasta el día de hoy podemos apreciar.

Familias, familias que lloran a sus desaparecidos, a sus muertos, que siguen buscando para conocer la verdad y siguen exigiendo justicia. El régimen militar de casi 17 años dejó una estela de dolor y de profunda división social. Ante aquellos hechos México mostró su solidaridad con el pueblo chileno abriendo sus puertas y dando refugio a quienes se veían obligados al exilio, además de que rompió relaciones diplomáticas con Pinochet.

Así como lo hiciera el gobierno de México en ese momento, hoy desde la oposición reiteramos un absoluto y enérgico rechazo a gobiernos autoritarios, así como en las dictaduras que causan estragos y atentan en contra de los pueblos.

No razón de Estado suficiente para instaurar gobiernos que pretenden perpetuarse en el poder para someter a sus pueblos, ni por filias personales ni por afinidades ideológicas se deben aceptar las dictaduras o los gobiernos autócratas que solo traen consigo violencia y desolación.

Las atrocidades que los dictadores cometieron y cometen no deben ser olvidadas y mucho menos ignoradas, ni tampoco deben olvidarse los nombres de todas las víctimas que han dejado a su paso.

Han pasado 50 años del golpe militar en Chile y su recuerdo sigue muy presente.

Aquel funesto episodio de la dictadura chilena nos revela lo que ocurre cuando el diálogo y la tolerancia se pierden, se ignoran o se rechazan.

Nos muestra lo que ocurre cuando se ignora la voluntad de la mayoría en favor de imponer ambiciones personales. Nos enseña que la imposición de un gobierno y una manera única de pensar solo lleva a la violencia sistemática de los derechos humanos y el sometimiento de los pueblos.

Hoy, a 50 años de distancia, recordamos que nuestras democracias, aunque imperfectas, son preferibles a los gobiernos autoproclamados y autoritarios. Cuando se acaban el diálogo y los argumentos, cuando las ambiciones personales se imponen, cuando se ignora el interés superior de la nación la democracia corre peligro.

Amigas y amigos, sirva esta sesión solemne para refrendar nuestros lazos de amistad con el pueblo chileno. Y en palabras de Gabriela Mistral cito: “decir amistad es decir entendimiento cabal, confianza rápida y larga memoria, es decir, fidelidad”. Vivan siempre nuestros pueblos en amistad, vivan siempre nuestras dos naciones en hermandad. Viva el pueblo chileno y toda su gente, porque México se escribe con equis.

La presidenta diputada Marcela Guerra Castillo: Muchas gracias, diputada Mariela López Sosa.

La presidenta diputada Marcela Guerra Castillo: Tiene el uso de la palabra, hasta por cinco minutos, el diputado Hirepan Maya Martínez, de Morena.

El diputado Hirepan Maya Martínez: Muchas gracias a la presidenta de la Mesa Directiva.

La presidenta diputada Marcela Guerra Castillo: Gracias, diputado. Adelante.

El diputado Hirepan Maya Martínez: Quiero recordar, rápido y brevemente, a la doctora Fernanda Navarro, que fue acompañante, traductora y guía de doña Tencha Allende los primeros años del exilio, al poeta Ramón Martínez Ocaranza y su familia por la solidaridad con el pueblo chileno en desgracia. Y quiero rendirle un gran homenaje al cantante, al cantautor, a nuestro gran Víctor Jara por su canto combativo.

La historia es nuestra y la hacen los pueblos acompañando a los grandes colosos de la humanidad. Desafortunadamente también la historia es aprovechada por el oportunismo de los traidores y de los indecisos.

Hoy debemos de alejarnos de ese discurso revisionista que hace que los eurócratas piensen que pueden hablar del gran Salvador Allende, incluso en este recinto hay un diputado de ultraderecha, un diputado cuadr

ado de la ultraderecha que piensa que puede hablar del gran Salvador Allende con su lenguaje fascistoide y cuadridoide, sexista. Porque para hablar del gran Salvador Allende y del gran pueblo combativo de Chile, hay que hablar con bravura, con principios y con un lenguaje claramente ideológico y combativo.

Hablar de Salvador Allende es hablar con amor al pueblo de Chile y a los pueblos oprimidos del mundo. Hay que hablar con dignidad y valentía. Hay que hablar con la potencia poética del pueblo chileno y con la potencia de su canto combativo, con la potencia de Neruda, de Huidobro, con la potencia de la Mistral y la potencia del De Rocca, con la potencia sonora de Víctor Jara, con la potencia sonora de Violeta Parra, de Quilapayún o de Inti-Illimani y con la potencia poética de actualidad del gran Elicura Chihuailaf, poeta mapuche y con la gran potencia combativa del canto de actualidad de Manuel García, solo por mencionar algunos.

Hablar de Salvador Allende a cincuenta años de su sacrificio, es hablar del presidente socialista más grande de todo el continente. Han pasado cincuenta años y apenas comenzamos a soportar la terrible barbarie perpetrada por el fascismo de Augusto Pinochet en contra del pueblo de Chile y en contra del presidente Salvador Allende, para hablar del hombre de la paz hay que entender el socialismo del hombre de la paz. Hay que entender el socialismo del hombre de la paz. El socialismo de Salvador Allende es sinónimo de amor al pueblo, de su amor a la vida y a lo humano, porque solamente un coloso, como Salvador Allende, podía lograr hacer realidad un socialismo tan profundamente humano.

El gobierno de unidad popular fue la vía al socialismo más pacífica y democrática de nuestro continente y también es la más poética, la más sonora y la más combativa. Allende hizo del marxismo-socialismo el máximo significado del amor a la condición humana, a la dignidad y a la libertad. Ese fue el gran atrevimiento del Programa de la Unidad Popular y de su presidente Salvador Allende.

Cuando Allende entonó su canto socialista al mundo, se desataron todos los demonios del fascismo en su contra. Los demonios del fascismo capitalismo internacional y del fascismo chileno. Cuando Allende entonó su canto socialista al mundo, los demonios del fascismo ensangrentaron las avenidas y las calles de Santiago de Chile y los estadios y las escalinatas y los pasillos del Palacio de la Moneda. Eso es lo que representó el fascismo de Pinochet y eso es lo que representa el fascismo de la ultraderecha accionofascista de México.

El capitalismo neoliberalismo mundial, es la máxima representación de la misantropía y mantienen y mienten cuando hablan de libertad, como miente el accionofascismo mexicano, porque es más grande su odio a la dignidad y a la condición humana y a una auténtica libertad, que prefieren matar al hombre de la paz antes de aceptar la libertad de un pueblo.

No diré más, guardaré mis palabras en memoria de todos los asesinados y desaparecidos durante la dictadura chilena. No diré más, guardaré las palabras en homenaje al pueblo combativo de Chile. No diré más, guardaré las palabras en memoria del presidente Salvador Allende. No diré más, guardaré las palabras solamente para decir nunca más.

Viva el pueblo combativo de Chile. Viva el presidente Salvador Allende. Nunca más un México de dictaduras democráticas asesinas, como las de Díaz Ordaz y Luis Echeverría Álvarez. Viva México.

La presidenta diputada Marcela Guerra Castillo: Gracias diputado Hirepan Maya Martínez.

La presidenta diputada Marcela Guerra Castillo: Compañeras y compañeros, a cincuenta años del golpe de Estado en Chile y del asalto al Palacio de La Moneda, recinto donde perdiera la vida su presidente Salvador Allende, recordamos con entrañable respeto, admiración y cariño a quien fuera uno de los grandes líderes de la democracia en nuestro continente.

Su figura es enorme, está entre los gigantes de Latinoamérica. En México, sigue siendo personaje que simboliza el anhelo republicano social y de justicia de nuestra patria grande. Por eso, el sentimiento que tenemos frente a los dramáticos hechos de aquél entonces, toca nuestra entraña, cuando el 11 de septiembre de 1973 ocurrió el golpe de Estado y su fatal desenlace.

Pablo Neruda escribió y cito:

“Fue el anti dictador, el demócrata principista hasta en los detalles. Allende era dirigente colectivo, un hombre que sin salir de las clases populares era un producto de la lucha de esa clase contra el estancamiento y la corrupción de sus explotadores.

“Por tales causas y razones, la obra que realizó en tan corto tiempo, es la más importante en la historia de Chile. Solo la nacionalización del cobre fue una empresa titánica, y muchos objetivos más se cumplieron bajo su gobierno de esencia colectiva.

“Las obras y dichos de Allende de imborrable valor nacional, enfurecieron a sus enemigos de nuestra liberación. El simbolismo trágico de esa crisis se revela en el bombardeo del palacio de gobierno, uno que evoca a la Blitzkrieg de la aviación nazi contra los indefensos ciudadanos extranjeros, españoles, rusos, que ahora sucedía el mismo crimen en Chile; pilotos chilenos atacaron en picada el palacio que durante siglos fue centro de vida civil del país.

“Escribo estas rápidas líneas para mis memorias a solo tres días de los hechos incalificables que llevaron a la muerte de mi gran compañero el presidente Allende, su asesinato se mantuvo en silencio.

“Fue enterrado secretamente, solo a su viuda le fue permitido acompañar aquél inmortal cadáver”. Hasta aquí la cita del gran Neruda.

La viuda de Allende, la integérrima Hortensia Bussi, realizó un inalcanzable recorrido en el mundo para denunciar los abusos de la dictadura de Pinochet, de los asesinatos y violaciones a los derechos humanos que puso en práctica.

Hortensia Bussi, fue la voz infatigable, luchadora resuelta por las libertades y ejemplo de indignación tras la búsqueda de edificar un dique para frenar los excesos brutales de un gobierno represor y asesino.

En ocasión de su visita a la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, el 21 de febrero de 1974, Hortensia Bussi, dijo –abro comillas, y cito, como dijo Salvador Allende en sus últimas palabras, que son legado inmortal para Chile–: “Tengo fe. Tengo fe en Chile y su destino. Otros hombres superarán estos momentos graves y amargos en que la traición pretende imponerse. Sigan ustedes, todos, sabiendo que mucho más temprano que tarde se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor –cierro las comillas–“.

La herida sigue abierta después de cinco décadas de desaparecidos cuyo destino se desconoce, ausencias atroces, infames, brutales, silencios catastróficos en muchas familias y en la sociedad misma.

Hoy, el presidente Gabriel Boric, anunció el 30 de agosto pasado, un Plan Nacional de Búsqueda de la Verdad y la Justicia. Se trata de una esperanza para la sociedad chilena, que esperamos cumpla con sus altos propósitos.

México, estrechó su hermandad con Chile y con toda Latinoamérica al ocurrir este drama. Cuando sucedió el golpe de Estado nuestro país se afanó en abrir sus puertas para brindar el asilo a quienes eran perseguidos y ofrecerles una opción de vida en libertad y de forma solidaria. Los refugiados que llegaron a nuestra nación, de alguna forma, adoptaron nuestro sentimiento nacional, nos enriquecieron con su visión y con su talento, al tiempo que nosotros también adoptamos el corazón chileno.

Para bien, México se afirmó entonces como tierra de refugio, de albergue y protección de los perseguidos. El asilo nos permitió cumplir con un deber humanitario esencial y nos fortaleció como nación.

En esta ocasión llena de simbolismo y de historia, acrecenta este significado con la presencia del señor embajador de cuba, el Excelentísimo, don Marcos Rodríguez Costa, destacando con ello la obra y labor de su país en el asilo chileno.

Debo resaltar también la presencia de los familiares de nuestro reconocido exembajador en Chile, don Gonzalo Martínez Corbalá, quien dejo la constancia de su empeño para realizar una tarea encomiable destinada a prodigar el apoyo de México a quienes eran perseguidos o amenazados, así como su afán para traer al país al gran Pablo Neruda, habiendo previsto todo lo necesario para lograrlo, pero impidiéndolo el estado de salud del insigne poeta y Premio Nobel de Literatura. Un afectuoso saludo a su hijo, nuestro gran mexicano González Martínez Ulloa, a quien, como Flavia, también como Flavia Martínez Cancino, su sobrina. Siempre bienvenidos.

La experiencia del golpe de Estado en Chile sin duda influyó para que nuestro país encaminara sus pasos a proyectar su transición política, como lo atestigua la reforma político electoral de 1977, que animó la pluralidad política mexicana justo cuando otros con fines experimentaban las mayores restricciones autoritarias. Supimos entonces y lo sabemos ahora que el régimen democrático llama a un continuo esfuerzo de actualización y de perfeccionamiento.

Cierto, el régimen democrático debe acompañar e inspirar a los grandes cambios que demandamos. Y con él será posible elevar la calidad de la convivencia social, el entendimiento, los acuerdos, el respeto y la asimilación de los disensos, así como el impulso de una cultura cívica que nos enriquezca a todos y a todas.

Muy distinguidos invitados e invitadas, compañeras y compañeros de esta legislatura, recordamos hoy un hecho que nos marcó a todos y lo seguirá haciendo el ejemplo de lucha por las libertades y la democracia que protagonizó Salvador Allende. Salvador Allende sigue vivo. Muchas gracias.

La presidenta diputada Marcela Guerra Castillo: Procedemos a entonar el Himno Nacional Mexicano.

(Himno Nacional)

La presidenta diputada Marcela Guerra Castillo: Favor de tomar asiento.

La presidenta diputada Marcela Guerra Castillo: Y proceda la Secretaría a dar lectura al acta de la sesión solemne.

El secretario diputado Pedro Vázquez González: Con su permiso, diputada presidenta.

La presidenta diputada Marcela Guerra Castillo: Gracias, diputado. Adelante.

El secretario diputado Pedro Vázquez González: Acta de la sesión solemne en modalidad presencial celebrada el martes 12 de septiembre de 2023 para conmemorar los cincuenta años del golpe de Estado en Chile, en 1973.

Presidencia de la diputada Marcela Guerra Castillo. En el Palacio Legislativo de San Lázaro, en la capital de los Estados Unidos Mexicanos, sede de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, con la asistencia de 333 diputados y diputadas. A las 11 horas con 51 minutos del martes 12 de septiembre de 2023, la Presidencia declara abierta la sesión solemne para conmemorar los cincuenta años del golpe de Estado en Chile en 1973.

La Presidencia agradece la presencia de invitados especiales a esta sesión solemne. La Presidencia concede el uso de la palabra al diputado Juan Francisco Espinoza Eguía, presidente del Grupo de Amistad México-República de Chile. Acto seguido, la Presidencia informa a la asamblea, para referirse en este importante acontecimiento, se proyectará en las pantallas de este salón de sesiones, un video con la participación de la excelentísima señora Beatriz Sánchez, embajadora de la República de Chile en México.

La Presidencia concede el uso de la palabra al diputado Carlos Francisco Ortiz Tejeda, de Morena, quien hace entrega a la Presidencia de la Mesa Directiva de un dispositivo electrónico que contiene el documental titulado Contra la razón y por la fuerza.

Posteriormente, la Presidencia concede el uso de la palabra a las diputadas y diputados Olga Luz Espinosa Morales, del Partido de la Revolución Democrática; Jorge Álvarez Máynez, de Movimiento Ciudadano.

La Presidencia agradece la presencia en este salón de sesiones del excelentísimo señor Marco Rodríguez Costa, embajador de México en la República de Cuba. Juan Francisco Masón, primer secretario de la Embajada de la República de Chile en México. Al ciudadano chileno Gonzalo Martínez Ulloa, así como a la doctora Fernanda Navarro, quienes son acompañados por estudiantes de derecho e historia del pensamiento de la Universidad Autónoma de México, plantel Aragón. Jesús Fernando García Hernández, del Partido del Trabajo.

La Presidencia agradece la presencia en este salón de sesiones del padre Sergio Benítez Gutiérrez, conocido como Fray Tormenta, invitado por el Grupo Parlamentario del Partido del Trabajo.

Luis Alberto Martínez Bravo, del Partido Verde Ecologista de México. Augusto Gómez Villanueva, del Partido Revolucionario Institucional; Mariela López Sosa, del Partido Acción Nacional; Hirepan Maya Martínez, de Morena.

La Presidencia dirige un mensaje a la asamblea con motivo de la conmemoración de los cincuenta años del golpe de Estado en Chile en 1973. Y, puestos todos de pie, se entona el Himno Nacional. Está a discusión el acta de la sesión solemne.

La presidenta diputada Marcela Guerra Castillo: Gracias, diputado secretario. Antes de proceder a aprobar el acta, esta Presidencia agradece y saluda la presencia en el salón de sesiones del señor Payú Habisnauyán, vicecanciller de la República de Armenia, y de la excelentísima señora Armella Shakaryan, embajadora de Armenia en México. Así como a los funcionarios que los acompañan, quienes tuvieron una reunión con la diputada Blanca Alcalá Ruiz, vicepresidenta de esta Mesa Directiva, y con el Grupo de Amistad de México y Armenia, que preside la diputada Berenice Juárez Navarrete.

Esta Cámara de Diputados les da la más cordial bienvenida y deseamos que su visita contribuya a fortalecer los lazos de amistad, diálogo y cooperación entre nuestras naciones.

El secretario diputado Pedro Velázquez González: Señoras diputadas, señores diputados, está a discusión el acta de la sesión solemne. No habiendo quien haga uso de la palabra, en votación económica, se pregunta si se aprueba. Las diputadas y los diputados que estén por la afirmativa sírvanse manifestarlo (votación), gracias. Las diputadas y los diputados que estén por la negativa sírvanse manifestarlo (votación). Señora presidenta, mayoría por la afirmativa.

La presidenta diputada Marcela Guerra Castillo: Gracias, diputado secretario. Aprobada el acta de la sesión solemne.

La presidenta diputada Marcela Guerra Castillo (13:16 horas): Se levanta la sesión solemne y pido a las diputadas y a los diputados permanecer en sus lugares para dar inicio a la sesión ordinaria de esta fecha en modalidad presencial.

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